AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Tempestad. (+18)
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Este tema va a continuación de La Clameur du Silence.
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"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
Este tema va a continuación de La Clameur du Silence.
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"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
Última edición por Giuliana Mordrake el Dom Ene 15, 2017 2:12 pm, editado 1 vez
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Höor había estado preparando la expedición, reuniendo a las tropas y la intendencia, hacía buen tiempo, el verano estaba tocando a su fin y en el norte todavía no había nieve, tan sólo en los altos fiordos. Los recibieron en el puerto, y la bruja también se quedó con el gesto sombrío del moreno al decirle Ulf lo de su futura paternidad. Ahí estaba pasando algo que no estaba segura si quería saber o no. Igualmente se acercó a la pareja y los saludó cariñosamente. Se puso a su disposición por si podían requerir de ella para cualquier cosa y los siguieron hasta la residencia Cavey donde les obsequiaron con una comida digna de reyes, así Ulf y Höor se podrían poner al día de las noticias que venían al respecto de sus asuntos.
La mansión Cavey era regia, con jardines muy cuidados, y los retoños de los Cannif llenaban la casa con la algarabía propia de los infantes. Nunca antes se había fijado tanto en los niños como ahora. Saber que iba a tener varios, como los dioses predijeron, la hacía fijarse más en ellos. Había perdido a su madre y no la tendría a su lado cuando llegase el momento. ¿Sabría qué hacer? ¿sería una buena madre? tenía mil temores y mil dudas al respecto que no quería comentar con Ulf para no preocuparlo, porque eran cosas de mujeres. Si todo iba conforme los dioses habían dicho, en pocos años su casa sería como esa, llena de niños correteando. Esperaba al menos que entre Ulf y ella no se instalase la frialdad que notaba entre Höor y su esposa.
Le preguntó a Valeria a cerca de la crianza de los niños, de sus costumbres, cosas que ella desconocía. También sobre el parto, le aterraba profundamente, pensaba que le dolería como la paliza de aquel nosferatu que le molió los huesos y se estremeció. Caía la tarde cuando los hombres irrumpieron en escena y se despidieron para irse a casa. A la mañana siguiente y sin dilación partirían hacía Noruega, estaba todo en marcha.
Esta vez iría preparada, con equipaje de repuesto, con los que necesitaba para hacer su magia, y en un barco de su padre, de la empresa maderera. No quería más motines ni tripulaciones supersticiosas. El Amelia partiría de nuevo para Bergen y siempre estaría allí como base de operaciones de la bruja. Se cogió a la cintura de Ulf para ir dando un paseo a casa, así podían charlar tranquilamente.
— Me acuerdo de la primera vez que te vi, estabas en forma de lobo y pensé que eras tan bonito...pero luego me gruñiste y me perseguiste y...acabaste desnudo encima de mi. ¿Te parece bonito? así no se corteja a una chica!.— se detuvo en mitad de la calle y miró a su marido (que enorme era esa palabra) a los ojos con cierta desesperación.— Ulf... prométeme que nunca dejaremos que nada nos aleje...he podido notar el frío que había entre ellos, una familia tan bonita y...— negó con la cabeza.— no quiero una vida así. Prefiero que te enfades y que me grites, antes de que algún día nos pase como a ellos.
Porque asumía que tendrían sus más y sus menos, como siempre. Ella por actuar con criterio propio sin contar con él, o por guardarse información que no podía revelar porque entonces no se cumpliría el futuro que veía... y él por terco, cabezota e impulsivo como era. Pero no podían dejar que nada se interpusiera hasta romper los sentimientos que hoy le unían.
— prometo que no te la liaré mucho... bueno...siempre que pueda evitarlo. No más degüellos.— dijo muy seria levantando la mano a modo de juramento.— nuestra familia nos va a necesitar y no podremos irnos de excursión al tártaro ni a los siete infiernos. Se acabaron las vacaciones a todo lujo en el Hades.— sonrió divertida.— si tengo que aguantar a otro Ulfito creo que el caldero de los ladrones donde estuvimos en el infierno, me parecerá un bonito balneario en comparación.
La mansión Cavey era regia, con jardines muy cuidados, y los retoños de los Cannif llenaban la casa con la algarabía propia de los infantes. Nunca antes se había fijado tanto en los niños como ahora. Saber que iba a tener varios, como los dioses predijeron, la hacía fijarse más en ellos. Había perdido a su madre y no la tendría a su lado cuando llegase el momento. ¿Sabría qué hacer? ¿sería una buena madre? tenía mil temores y mil dudas al respecto que no quería comentar con Ulf para no preocuparlo, porque eran cosas de mujeres. Si todo iba conforme los dioses habían dicho, en pocos años su casa sería como esa, llena de niños correteando. Esperaba al menos que entre Ulf y ella no se instalase la frialdad que notaba entre Höor y su esposa.
Le preguntó a Valeria a cerca de la crianza de los niños, de sus costumbres, cosas que ella desconocía. También sobre el parto, le aterraba profundamente, pensaba que le dolería como la paliza de aquel nosferatu que le molió los huesos y se estremeció. Caía la tarde cuando los hombres irrumpieron en escena y se despidieron para irse a casa. A la mañana siguiente y sin dilación partirían hacía Noruega, estaba todo en marcha.
Esta vez iría preparada, con equipaje de repuesto, con los que necesitaba para hacer su magia, y en un barco de su padre, de la empresa maderera. No quería más motines ni tripulaciones supersticiosas. El Amelia partiría de nuevo para Bergen y siempre estaría allí como base de operaciones de la bruja. Se cogió a la cintura de Ulf para ir dando un paseo a casa, así podían charlar tranquilamente.
— Me acuerdo de la primera vez que te vi, estabas en forma de lobo y pensé que eras tan bonito...pero luego me gruñiste y me perseguiste y...acabaste desnudo encima de mi. ¿Te parece bonito? así no se corteja a una chica!.— se detuvo en mitad de la calle y miró a su marido (que enorme era esa palabra) a los ojos con cierta desesperación.— Ulf... prométeme que nunca dejaremos que nada nos aleje...he podido notar el frío que había entre ellos, una familia tan bonita y...— negó con la cabeza.— no quiero una vida así. Prefiero que te enfades y que me grites, antes de que algún día nos pase como a ellos.
Porque asumía que tendrían sus más y sus menos, como siempre. Ella por actuar con criterio propio sin contar con él, o por guardarse información que no podía revelar porque entonces no se cumpliría el futuro que veía... y él por terco, cabezota e impulsivo como era. Pero no podían dejar que nada se interpusiera hasta romper los sentimientos que hoy le unían.
— prometo que no te la liaré mucho... bueno...siempre que pueda evitarlo. No más degüellos.— dijo muy seria levantando la mano a modo de juramento.— nuestra familia nos va a necesitar y no podremos irnos de excursión al tártaro ni a los siete infiernos. Se acabaron las vacaciones a todo lujo en el Hades.— sonrió divertida.— si tengo que aguantar a otro Ulfito creo que el caldero de los ladrones donde estuvimos en el infierno, me parecerá un bonito balneario en comparación.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/04/2016
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Re: La Tempestad. (+18)
Nos llevaron a la mansión Cavey, una casa de amplios jardines, un regio patio de armas donde de seguro los próximos guerreros Cannif se forjarían en hombres y una casona enorme decorada al estilo parisino.
Las dos hijas de Höor y Valeria eran distintas, aunque era difícil saber cual de las dos era mas especial a simple vista.
Mientras Valeska mucho mas desconfiada imponía la magia para no ser tocada por extraños, Fio jugaba con una espada de madera enorme riendo sin parar cuando nos atizaba con ella en los tobillos.
La señora Cannif conversaba con mi mujer sobre la crianza de los niños y algunos otros asuntos.
De vez en cuando miraba a mi preciosa mujer y le guiñaba un ojo, tarde o temprano también llenaríamos nuestro hogar de risas infantiles, de pequeños guerreros norteños.
No me pasó desapercibida la frialdad con la que el matrimonio Cannif se trataba, mas que frialdad, diría que tenían ciertas redecillas pendientes que no habían solucionado todavía.
No pregunté, esas cosas no eran temas que nosotros solíamos tratar, aunque si me explicó Höor como estaba el norte y la importancia de derrocar al rey.
Los norteños no podían mas, vivían bajo la opresión de ese hombre de corrompidos intereses.
Dejamos finalmente a las mujeres en casa y nos fuimos de cacería, allí Höor me contó con mas exactitud el porque me había pedido guardar silencio sobre el embarazo de su mujer, por lo visto prefería contármelo él a que llegara a Noruega y el secreto a voces me llegara distorsionado.
Entendí perfectamente a Höor, aunque supuse que del mismo modo mi mujer entendería a Valeria.
Llegada la tarde, regresamos, mi mujer y yo nos despedimos de los condes y abrazados nos marchamos hacia la casa de Giuliana, pues teníamos aun que hacer las maletas, pues al amanecer partiríamos hacia Noruega.
Mis labios recorrían el cuello de mi mujer mientras esta bromeaba sobre la primera vez que nos vimos y como la conquisté con mi cuerpo desnudo.
Le lancé dos mordiscos riéndome por la cara que ponía.
-Y tu besaste a un licantropo y yo no me quejo -apunté enarcando una ceja.
Lo bueno que había entre nosotros es que los temas los solucionábamos y los zanjábamos, habíamos tenido problemas en nuestra relación, pero habían quedado zanjadas y solucionadas.
Giuliana, que como yo notó la distancia entre mi amigo y su mujer me pidió que nunca dejara que la distancia cobrara cuerpo entre los dos.
-Es complicado Giuliana, el hijo que Valeria lleva en sus entrañas no es hijo de Höor.
Para un vikingo aceptar eso es complicado, tiene que criar el vástago de un hombre que la violó.
La cara de Giuliana era un poema.
-Al parecer la violaron en el norte, ella lejos de contarle a Höor lo que sucedió se largo de allí abandonando a Höor y a sus dos hijas.
Según la versión de ella por miedo, pero como entenderás Höor que no haya confiado en que él que no haya permitido defenderla e impartir justicia vengando su honor, le ha molestado.
Volvió seis meses después con el bastardo en sus entrañas.
Höor la ha perdonado porque la quiere, pero ese niño es la mancha que mi conde tendrá que llevar para siempre en su apellido.
¿lo entiendes?
Las dos hijas de Höor y Valeria eran distintas, aunque era difícil saber cual de las dos era mas especial a simple vista.
Mientras Valeska mucho mas desconfiada imponía la magia para no ser tocada por extraños, Fio jugaba con una espada de madera enorme riendo sin parar cuando nos atizaba con ella en los tobillos.
La señora Cannif conversaba con mi mujer sobre la crianza de los niños y algunos otros asuntos.
De vez en cuando miraba a mi preciosa mujer y le guiñaba un ojo, tarde o temprano también llenaríamos nuestro hogar de risas infantiles, de pequeños guerreros norteños.
No me pasó desapercibida la frialdad con la que el matrimonio Cannif se trataba, mas que frialdad, diría que tenían ciertas redecillas pendientes que no habían solucionado todavía.
No pregunté, esas cosas no eran temas que nosotros solíamos tratar, aunque si me explicó Höor como estaba el norte y la importancia de derrocar al rey.
Los norteños no podían mas, vivían bajo la opresión de ese hombre de corrompidos intereses.
Dejamos finalmente a las mujeres en casa y nos fuimos de cacería, allí Höor me contó con mas exactitud el porque me había pedido guardar silencio sobre el embarazo de su mujer, por lo visto prefería contármelo él a que llegara a Noruega y el secreto a voces me llegara distorsionado.
Entendí perfectamente a Höor, aunque supuse que del mismo modo mi mujer entendería a Valeria.
Llegada la tarde, regresamos, mi mujer y yo nos despedimos de los condes y abrazados nos marchamos hacia la casa de Giuliana, pues teníamos aun que hacer las maletas, pues al amanecer partiríamos hacia Noruega.
Mis labios recorrían el cuello de mi mujer mientras esta bromeaba sobre la primera vez que nos vimos y como la conquisté con mi cuerpo desnudo.
Le lancé dos mordiscos riéndome por la cara que ponía.
-Y tu besaste a un licantropo y yo no me quejo -apunté enarcando una ceja.
Lo bueno que había entre nosotros es que los temas los solucionábamos y los zanjábamos, habíamos tenido problemas en nuestra relación, pero habían quedado zanjadas y solucionadas.
Giuliana, que como yo notó la distancia entre mi amigo y su mujer me pidió que nunca dejara que la distancia cobrara cuerpo entre los dos.
-Es complicado Giuliana, el hijo que Valeria lleva en sus entrañas no es hijo de Höor.
Para un vikingo aceptar eso es complicado, tiene que criar el vástago de un hombre que la violó.
La cara de Giuliana era un poema.
-Al parecer la violaron en el norte, ella lejos de contarle a Höor lo que sucedió se largo de allí abandonando a Höor y a sus dos hijas.
Según la versión de ella por miedo, pero como entenderás Höor que no haya confiado en que él que no haya permitido defenderla e impartir justicia vengando su honor, le ha molestado.
Volvió seis meses después con el bastardo en sus entrañas.
Höor la ha perdonado porque la quiere, pero ese niño es la mancha que mi conde tendrá que llevar para siempre en su apellido.
¿lo entiendes?
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Valeria no tenía confianza para contarle algo así a una desconfiada, pero Giuliana no diría nada de lo que Ulf le contase. El asunto revestía gravedad, pero a su forma de ver, lo llevaban más o menos.
— vaya... que asunto más complicado. Entiendo a ambas partes, y si para Höor es complicado aceptar a un hijo no engendrado por él, imagínate para ella, que además fue obligada a hacerlo con alguien a quien no amaba...pero al final ese niño no tendrá la culpa y sin embargo pagará los platos rotos. En fin... nosotros nada podemos hacer más que estar ahí y brindarles apoyo. Ulf, he pensado que como se supone que tus dioses nos han de proteger ya que quieren un futuro que sale de nosotros y debemos estar vivos...que podría acompañaros hasta el lago donde se alza la fortaleza del Maëlstrom. he estudiado los mapas y hay un lugar perfecto donde puedo estar a salvo. Si algo marcha mal, hay vía de escape y si nos rodean, accederé a los túneles y saldré por la otra salida. Siempre os puede venir bien que levante a un ejército de muertos ¿no?
Le hizo la pregunta de una forma, que parecía que eran un matrimonio que paseaban y ella le preguntaba a él si quería cenar salchichas o filete. Höor aún no la había visto en acción, y ciertamente era espeluznante, pero confiaba que esta vez, si lo ordenaba el verdadero rey, no se sublevaran por cuestiones de superstición, como les pasó en el barco la otra vez.
Llegaron a la casa al lado del cementerio y pasaron el resto de la noche preparando lo necesario para partir, descansando en brazos del otro y repasando punto por punto lo más importante de la misión.
Amaneció temprano y Lana embarcó en el Amelia junto a sus pertenencias, Ulf subió a bordo del drakkar de nombre Hallsteinn, "la roca de Thor". Ellos se adelantarían para montar el contingente que debía partir hasta la explanada que había frente al lago de la fortaleza.
En el interior del Maëlstrom los gritos de furia del intendente de Rannulf, el general Asgeirr, atronaban por todas partes.
— ¡¡¡¿¿¿ cómo es posible???!!! son tres oráculos a la vez!!! ¿me tomáis por estúpido? esto no es casualidad, que a las tres se les haya ocurrido perder la virginidad a la vez. ¿Habéis abusado del beleño? joder!! esto os va a costar la cabeza!!!.— les gritaba a los guardias que las custodiaban y que habían recibido con buen agrado a las tres muchachas cuando decidieron poner fin a sus visiones de esa forma.
— vaya... que asunto más complicado. Entiendo a ambas partes, y si para Höor es complicado aceptar a un hijo no engendrado por él, imagínate para ella, que además fue obligada a hacerlo con alguien a quien no amaba...pero al final ese niño no tendrá la culpa y sin embargo pagará los platos rotos. En fin... nosotros nada podemos hacer más que estar ahí y brindarles apoyo. Ulf, he pensado que como se supone que tus dioses nos han de proteger ya que quieren un futuro que sale de nosotros y debemos estar vivos...que podría acompañaros hasta el lago donde se alza la fortaleza del Maëlstrom. he estudiado los mapas y hay un lugar perfecto donde puedo estar a salvo. Si algo marcha mal, hay vía de escape y si nos rodean, accederé a los túneles y saldré por la otra salida. Siempre os puede venir bien que levante a un ejército de muertos ¿no?
Le hizo la pregunta de una forma, que parecía que eran un matrimonio que paseaban y ella le preguntaba a él si quería cenar salchichas o filete. Höor aún no la había visto en acción, y ciertamente era espeluznante, pero confiaba que esta vez, si lo ordenaba el verdadero rey, no se sublevaran por cuestiones de superstición, como les pasó en el barco la otra vez.
Llegaron a la casa al lado del cementerio y pasaron el resto de la noche preparando lo necesario para partir, descansando en brazos del otro y repasando punto por punto lo más importante de la misión.
Amaneció temprano y Lana embarcó en el Amelia junto a sus pertenencias, Ulf subió a bordo del drakkar de nombre Hallsteinn, "la roca de Thor". Ellos se adelantarían para montar el contingente que debía partir hasta la explanada que había frente al lago de la fortaleza.
En el interior del Maëlstrom los gritos de furia del intendente de Rannulf, el general Asgeirr, atronaban por todas partes.
— ¡¡¡¿¿¿ cómo es posible???!!! son tres oráculos a la vez!!! ¿me tomáis por estúpido? esto no es casualidad, que a las tres se les haya ocurrido perder la virginidad a la vez. ¿Habéis abusado del beleño? joder!! esto os va a costar la cabeza!!!.— les gritaba a los guardias que las custodiaban y que habían recibido con buen agrado a las tres muchachas cuando decidieron poner fin a sus visiones de esa forma.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/04/2016
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Re: La Tempestad. (+18)
En el gran salón del castillo ubicado en medo de la fortaleza de Akershus, con los mapas de la ciudad flotante de Maelstrom extendidos sobre la mesa Höor nos señalaba el punto por donde Giuliana había predicho en sueños que podriamos entrar.
Miraba a Erlend que dirigiría el ejercito de tierra, uno que en principio solo seria una distracción pero que de salir mal nuestro plan, tendrían que entrar en combate para sacar de allí a nuestro señor.
Teníamos a los dioses de nuestra parte, las oráculos habían caído en desgracia, nadie podía prever nuestro ataque inminente y mientras los ojos del rey Rannulf estarían fijo en Erlend y su ejercito ni se percatarían que unos pocos hombres y una mujer se colaban por atrás como las ratas.
Höor se despidió con un beso de su esposa, revolvió el pelo de sus hijas guiñándoles un ojo antes de salir por el portón alzándose sobre su caballo negro como la noche dispuesto a guiarnos a la victoria.
No era como otros reyes, la guerra la ganaba en el campo de batalla y no desde su trono, eso era algo de admirar, era un gran guerrero, el mejor.
Erlend besó a su mujer de forma apasionada, arranco un jadeo de sus labios que me hizo ladear la sonrisa.
Golpeó con la punta de la espada el escudo que Hakon portaba y se despidió con un beso en la frente de sus dos mellizos, Ubbe y Synnobe.
Por el contrario, sobre nuestro bayo, mis dedos se deslizaban por la pierna de mi bruja, no me era necesario despedirme de ella, vendría conmigo a la guerra. Loqui se encargaría de mantenerla viva, quería a nuestro hijo y de momento para eso nos necesitaba ambos con vida.
Cabalgamos como los rudos vikingos que eramos, un gran ejercito que hacia retumbar el norte bajo los cascos de sus caballos decorados con cuernos de guerra sobre sus cabezas.
Eramos el infierno en la tierra, los caballos del apocalipsis listos para la guerra.
Llegó el momento, entraba el momento de la función, apostillados frente a las fronteras del rey del norte Höor cabalgaba ruidoso azuzando a los suyos bajo la segura atenta mirada de Rannulf.
Choque de espadas con los escudos y los rugidos de los norteños con el rostro manchado de sangre con ganas de mas sangre, de victoria.
De no haber visto a Höor al frente no se hubiera creído ese ataque, ahora Erlend quedaría al mando mientras nosotros nos escaqueábamos para seguir al pie de la letra el plan de la bruja.
Miraba a Erlend que dirigiría el ejercito de tierra, uno que en principio solo seria una distracción pero que de salir mal nuestro plan, tendrían que entrar en combate para sacar de allí a nuestro señor.
Teníamos a los dioses de nuestra parte, las oráculos habían caído en desgracia, nadie podía prever nuestro ataque inminente y mientras los ojos del rey Rannulf estarían fijo en Erlend y su ejercito ni se percatarían que unos pocos hombres y una mujer se colaban por atrás como las ratas.
Höor se despidió con un beso de su esposa, revolvió el pelo de sus hijas guiñándoles un ojo antes de salir por el portón alzándose sobre su caballo negro como la noche dispuesto a guiarnos a la victoria.
No era como otros reyes, la guerra la ganaba en el campo de batalla y no desde su trono, eso era algo de admirar, era un gran guerrero, el mejor.
Erlend besó a su mujer de forma apasionada, arranco un jadeo de sus labios que me hizo ladear la sonrisa.
Golpeó con la punta de la espada el escudo que Hakon portaba y se despidió con un beso en la frente de sus dos mellizos, Ubbe y Synnobe.
Por el contrario, sobre nuestro bayo, mis dedos se deslizaban por la pierna de mi bruja, no me era necesario despedirme de ella, vendría conmigo a la guerra. Loqui se encargaría de mantenerla viva, quería a nuestro hijo y de momento para eso nos necesitaba ambos con vida.
Cabalgamos como los rudos vikingos que eramos, un gran ejercito que hacia retumbar el norte bajo los cascos de sus caballos decorados con cuernos de guerra sobre sus cabezas.
Eramos el infierno en la tierra, los caballos del apocalipsis listos para la guerra.
Llegó el momento, entraba el momento de la función, apostillados frente a las fronteras del rey del norte Höor cabalgaba ruidoso azuzando a los suyos bajo la segura atenta mirada de Rannulf.
Choque de espadas con los escudos y los rugidos de los norteños con el rostro manchado de sangre con ganas de mas sangre, de victoria.
De no haber visto a Höor al frente no se hubiera creído ese ataque, ahora Erlend quedaría al mando mientras nosotros nos escaqueábamos para seguir al pie de la letra el plan de la bruja.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
- Sacred War:
Sonaron los cuernos de batalla, hombres y bestias se alzaron en tromba contra las ridículas empalizadas, recibiendo una lluvia de flechas que pararon con sus escudos, recularon y se replegaron en las lindes del bosque, para darnos tiempo de cabalgar hacia retaguardia y escabullirnos por el bosque rumbo a la entrada del pasadizo oculto.
Tras nosotros atronaba la voz de Erlend y los rugidos de los guerreros del norte, clamando su tributo de sangre al caer el sol, el asedio a la fortaleza del Maëlstrom daba comienzo. Larga sería la noche, silencioso el amanecer. Las antorchas humeaban arrojando una luz espectral que encendía las llamas del infierno en los propios corazones de los soldados, hartos de la tiranía de Rannulf. Nuestra presencia pronto se diluyó en la oscuridad. Iba sujeta a Ulf sobre el caballo y mentiría si no dijera que estaba asustada, a pesar de tener mucha confianza en la protección de los dioses y en que tendríamos un futuro, podían pasar mil cosas y bien sabía que éramos meros instrumentos en sus manos, que podían cambiar de opinión en cualquier momento y todo podía truncarse.
Sujetaba entre mis manos un muñeco vudú sin nombre, tan sólo unos ojos de botones cosidos, una boca hecha con puntadas de hilo y un corazón pintado sobre el pecho de tela de saco. Por si las moscas. Llevaba en mi bandolera el resto de cosas que podría necesitar. Los rituales estaban todos acabados y embotellados, listos para que a falta de un par de pasos más y pronunciar las palabras finales, éstos pudieran levantar muertos que lucharan a nuestro lado. No sabíamos qué clase de bestias podríamos encontrarnos allí, en mis sueños sólo vi criaturas deformes con colmillos y garras, unas aberraciones grimosas que me recordaron al nosferatu pero más animalescas. Me estremecí al pensarlo. No sabía qué más sorpresas nos aguardaban en las mazmorras de la fortaleza y por mi parte iría bien pertrechada.
Desmontamos en una hondonada y los escuderos ocultaron las monturas en el bosque. No se escuchaba nada alrededor, el fragor de la lucha sonaba lejano. Una enorme roca cubierta de hiedras se alzaba ante nosotros. Saqué mi cuchillo curvo, una pequeña hoz que usaba para cortar hierbas y rajé las tupidas enredaderas, Allí una argolla oxidada estaba forjada a la puerta, un grueso portón que nos cerraba el paso. Saqué de la bandolera un frasco.
— ¡Atrás!.— lo eché sobre el metal de la cerradura y ésta empezó a bullir y a sacar humo, el ácido corroía los clavos y mecanismos y a un golpe del puño de la espada de Ulf cedió. Él podía ver en la oscuridad, pero los humanos no, así que necesitábamos antorchas. Todo estaba bien pensado, encendimos algunas sobre las que vertí el líquido de otro de mis frascos, que nos aseguraban que arderían por más tiempo que la brea.
Recorrimos el túnel hasta donde se encontraba la parte que se derrumbó. Allí los hombres empezaron a retir piedras y desescombrar. Apuntalaron el techo con las maderas que habíamos traído, porque quizás necesitásemos salir por allí después.
Repasé mentalmente todos los pasos. El Veve. Necesitaba el Veve de Legba, el Loa que aseguraba el tránsito y los caminos de las almas, para que protegiera su recorrido hasta la fortaleza. Sacó el carboncillo rojo hecho con sangre de cordero y lo dibujó en la pared invocando la protección del dios.
- veve:
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Desmontamos en la hondonada mas cercana a la boca de la entrada que a todos los efectos parecía descuidada a simple vista.
Confiarnos era de necios, mi mano sobrevoló la distancia que me separaba de la bastarda que colgaba a mi espalda y de un rápido movimiento esta silbo al viento dispuesta a morder carnaza en cualquier momento.
Los escuderos pusieron a buen recaudo las monturas, ocultas ante miradas indiscretas que pudieran perturbar el plan trazado por mi mujer.
Su mano en mi espalda, estaba ligeramente asustada, no era para menos, ella no se forjo a base de acero y sin embargo eso es lo que lograba que mi orgullo creciera cada vez que miraba sus brumosos ojos y veía su temple reflejarse en ellos.
Ante nosotros una enorme piedra se erguía plagada de enredaderas que dificultaban la visión de esa oxidado portón que era sin duda alguna nuestro paso hacia el espejo.
Cortamos las hiedras para dejar a la vista una argolla, una especie de mecanismo antiguo posiblemente ya inutilizado.
Giuliana nos pidió que no hiciéramos a un lado ,sobre este vertió un liquido que carcomió el hierro y este debilitado cedió ante un golpe de mi espada abriéndonos así el paso.
Höor iba el primero, con su bastarda en la mano miraba ateto culquier movimiento del adversario, a su lado una joven escudera, que portaba la antorcha para iluminar el paso de la pequeña comitiva.
-Seria mejor que dejaras aquí a tu mujer, puede ser peligroso – dijo Höor tratando de protegerla.
-Si la dejo aquí me cortará los huevos y los usará para hacer un muñeco vudú -apunté con una ladeada sonrisa que despertó las carcajadas de la comitiva y que me regaló un manotazo de mi pequeña bruja no contenta con lo que de ella decía.
Atravesábamos un túnel mal cuidado, derruido en su mayoría. Íbamos retirando las piedras que nos cerraban el paso, apuntalando a su vez el tunes para que no nos convirtieran en picadillo si el techo se vencía sobre nosotros.
Atravesado ese primer tramo, alcanzamos un túnel algo mas ancho, Höor, señaló el suelo, me agaché a su lado alzando la mirada hasta sus pardos.
-Un … -no terminé la frase cuando mis presagios se cumplieron.
Una enorme mole de piedra se desplazaba rápida por el túnel haciendo saltar chispas por le rocé de sus brazos a cada paso.
La tierra vibraba bajo nuestros pies, Guijarros caían sobre nuestras cabezas, un golem de piedra rugía furioso ante nuestros ojos, y este era solo el inicio del peligroso camino hacia el espejo.
Höor se lanzó con su espada hacia el colosal enemigo, trataba de despistarlo esquivando sus enormes puños rodando por el suelo mientras yo me colaba entre las piernas tratando de tomar la posición correcta para atacarlo por dos frentes.
Franquearlo era nuestra única opción, pues él, mas lento que nosotros no podría alcanzarnos a ambos o al menos eso esperábamos.
La escudera arco en mano se replegó protegiendo a la bruja, mi mujer era importante, algo que Höor bien sabia.
Confiarnos era de necios, mi mano sobrevoló la distancia que me separaba de la bastarda que colgaba a mi espalda y de un rápido movimiento esta silbo al viento dispuesta a morder carnaza en cualquier momento.
Los escuderos pusieron a buen recaudo las monturas, ocultas ante miradas indiscretas que pudieran perturbar el plan trazado por mi mujer.
Su mano en mi espalda, estaba ligeramente asustada, no era para menos, ella no se forjo a base de acero y sin embargo eso es lo que lograba que mi orgullo creciera cada vez que miraba sus brumosos ojos y veía su temple reflejarse en ellos.
Ante nosotros una enorme piedra se erguía plagada de enredaderas que dificultaban la visión de esa oxidado portón que era sin duda alguna nuestro paso hacia el espejo.
Cortamos las hiedras para dejar a la vista una argolla, una especie de mecanismo antiguo posiblemente ya inutilizado.
Giuliana nos pidió que no hiciéramos a un lado ,sobre este vertió un liquido que carcomió el hierro y este debilitado cedió ante un golpe de mi espada abriéndonos así el paso.
Höor iba el primero, con su bastarda en la mano miraba ateto culquier movimiento del adversario, a su lado una joven escudera, que portaba la antorcha para iluminar el paso de la pequeña comitiva.
-Seria mejor que dejaras aquí a tu mujer, puede ser peligroso – dijo Höor tratando de protegerla.
-Si la dejo aquí me cortará los huevos y los usará para hacer un muñeco vudú -apunté con una ladeada sonrisa que despertó las carcajadas de la comitiva y que me regaló un manotazo de mi pequeña bruja no contenta con lo que de ella decía.
Atravesábamos un túnel mal cuidado, derruido en su mayoría. Íbamos retirando las piedras que nos cerraban el paso, apuntalando a su vez el tunes para que no nos convirtieran en picadillo si el techo se vencía sobre nosotros.
Atravesado ese primer tramo, alcanzamos un túnel algo mas ancho, Höor, señaló el suelo, me agaché a su lado alzando la mirada hasta sus pardos.
-Un … -no terminé la frase cuando mis presagios se cumplieron.
Una enorme mole de piedra se desplazaba rápida por el túnel haciendo saltar chispas por le rocé de sus brazos a cada paso.
La tierra vibraba bajo nuestros pies, Guijarros caían sobre nuestras cabezas, un golem de piedra rugía furioso ante nuestros ojos, y este era solo el inicio del peligroso camino hacia el espejo.
Höor se lanzó con su espada hacia el colosal enemigo, trataba de despistarlo esquivando sus enormes puños rodando por el suelo mientras yo me colaba entre las piernas tratando de tomar la posición correcta para atacarlo por dos frentes.
Franquearlo era nuestra única opción, pues él, mas lento que nosotros no podría alcanzarnos a ambos o al menos eso esperábamos.
La escudera arco en mano se replegó protegiendo a la bruja, mi mujer era importante, algo que Höor bien sabia.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
El Golem de piedra era un engendro mágico conocido por cualquier bruja que hubiera estudiado a Berphilius Drachenblut, el afamado investigador de criaturas mágicas. Todas las Logias y biliotecas arcanas que se preciasen tenían un ejemplar de su manual de monstruos. Las familias de hechiceros contaban cuentos a sus hijos sobre esas criaturas, cuando los acostaban por las noches y los niños crecían sabiendo que los duendes, golems, grinch y demás eran tan reales como la vida misma, podían invocarse y destruirse.
"Giuliana piensa... piensa...el Golem..." lo creó un rabino judío, hecho de barro y piedras, animado con un pergamino introducido en su boca, guiado por la joya que ostentaba en su frente...en el cuento que le contaba su madre el Golem se destruía al destruir el pergamino y prenderle fuego. Los hombres rodaban por el suelo asestándole mandobles y sufriendo los impactos de sus manos de piedra que descargaban como martillos quebrando escudos y si llegaba, carne y huesos.
— el pergamino!!! lo tiene en la boca!!! hay que quemarlo!!!.— gritó, y su voz rebotó con eco en las paredes de los túneles. La escudera la protegía con su escudo alzado en alto, pero Giuliana necesitaba ver cómo estaba Ulf, que luchaba codo con codo con Höor y ambos asediaban sin descanso a la criatura que si no dejaba de moverse, iba a echar abajo el túnel de tanto golpearlo con sus puños de piedra.
Höor le dijo algo a Ulf en su idioma natal y en el siguiente movimiento el moreno cargó frontalmente contra el golem, recibiendo el impacto él sólo, para darle tiempo a Ulf de transformarse en lobo y saltar hasta la cabeza de la criatura rocosa y sacarle el pergamino de la oquedad que era su boca. El golem se sacudió y lanzó a ambos con violencia lejos de sus extremidades resecas. El lobo rebotó contra la pared y Höor salió despedido hacia arriba cayendo después al suelo con gran estrépito.
Giuliana proyectó su energía en forma de barrera repeliendo al Golem que ya estaba casi sobre la escudera al tiempo que pronunció un conjuro simple de los que casi todas las brujas se valían en su día a dia.
— ardenti.
Invocó así una llamarada que quemó el pergamino y entonces la criatura dejó de ser de roca impenetrable, y pasó a tener carne y sangre como ellos, ahora sí podían matarlo. Höor no se lo pensó dos veces y se levantó renqueando sujetando su espada con dos manos y hundiéndola en el pecho de la criatura que bramó y comenzó a sangrar, lanzando mandobles con sus puños de forma errática. Ulf regresó a su forma humana, había perdido la mayor parte de la ropa, pero en ese instante daba lo mismo, recuperó su acero templado y lo hundió también justo al lado del de Höor. Ambos se miraron de forma cómplice, luchaban juntos desde que tenían memoria y funcionaban como dos engranajes perfectos de una máquina de guerra. Ambos tiraron de la empuñadura de sus espadas y con un golpe certero, cada uno describiendo una curva en una dirección, seccionaron la cabeza del Golem limpiamente. Ésta cayó al suelo con un golpe seco y la criatura comenzó a tornarse arena y piedra molida. Polvo al polvo.
— Ulf!! Ulf!!.— la bruja corrió hasta el rubio a inspeccionar si tenía alguna herida importante, algo que sanar porque a estas alturas aunque se supieran protegidos por los dioses, también era verdad que no necesitaba los dos brazos o los ojos para engendrar.
"Giuliana piensa... piensa...el Golem..." lo creó un rabino judío, hecho de barro y piedras, animado con un pergamino introducido en su boca, guiado por la joya que ostentaba en su frente...en el cuento que le contaba su madre el Golem se destruía al destruir el pergamino y prenderle fuego. Los hombres rodaban por el suelo asestándole mandobles y sufriendo los impactos de sus manos de piedra que descargaban como martillos quebrando escudos y si llegaba, carne y huesos.
— el pergamino!!! lo tiene en la boca!!! hay que quemarlo!!!.— gritó, y su voz rebotó con eco en las paredes de los túneles. La escudera la protegía con su escudo alzado en alto, pero Giuliana necesitaba ver cómo estaba Ulf, que luchaba codo con codo con Höor y ambos asediaban sin descanso a la criatura que si no dejaba de moverse, iba a echar abajo el túnel de tanto golpearlo con sus puños de piedra.
Höor le dijo algo a Ulf en su idioma natal y en el siguiente movimiento el moreno cargó frontalmente contra el golem, recibiendo el impacto él sólo, para darle tiempo a Ulf de transformarse en lobo y saltar hasta la cabeza de la criatura rocosa y sacarle el pergamino de la oquedad que era su boca. El golem se sacudió y lanzó a ambos con violencia lejos de sus extremidades resecas. El lobo rebotó contra la pared y Höor salió despedido hacia arriba cayendo después al suelo con gran estrépito.
Giuliana proyectó su energía en forma de barrera repeliendo al Golem que ya estaba casi sobre la escudera al tiempo que pronunció un conjuro simple de los que casi todas las brujas se valían en su día a dia.
— ardenti.
Invocó así una llamarada que quemó el pergamino y entonces la criatura dejó de ser de roca impenetrable, y pasó a tener carne y sangre como ellos, ahora sí podían matarlo. Höor no se lo pensó dos veces y se levantó renqueando sujetando su espada con dos manos y hundiéndola en el pecho de la criatura que bramó y comenzó a sangrar, lanzando mandobles con sus puños de forma errática. Ulf regresó a su forma humana, había perdido la mayor parte de la ropa, pero en ese instante daba lo mismo, recuperó su acero templado y lo hundió también justo al lado del de Höor. Ambos se miraron de forma cómplice, luchaban juntos desde que tenían memoria y funcionaban como dos engranajes perfectos de una máquina de guerra. Ambos tiraron de la empuñadura de sus espadas y con un golpe certero, cada uno describiendo una curva en una dirección, seccionaron la cabeza del Golem limpiamente. Ésta cayó al suelo con un golpe seco y la criatura comenzó a tornarse arena y piedra molida. Polvo al polvo.
— Ulf!! Ulf!!.— la bruja corrió hasta el rubio a inspeccionar si tenía alguna herida importante, algo que sanar porque a estas alturas aunque se supieran protegidos por los dioses, también era verdad que no necesitaba los dos brazos o los ojos para engendrar.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Jadeando con la cara llena de sangre y con mas magulladuras en el cuerpo de lo que me hubiera gustado recibí a Giuliana que corría a ellos preocupada por mi estado.
-Estoy mucho mejor que cuando besaste al nosferatu -bromeé poniendo humor al asunto para recibir un golpe en el pectoral de la bruja.
Höor se descojonaba mirándonos alegando no querer conocer esa historia.
-Yo también estoy bien bruja -apuntó apoyando la mano en la pared, el golpe mas gordo se lo había llevado él al recibir de cara la embestida del Golem -pero nada, sigue, sigue por nosotros no os cortéis -apuntó ladeando la sonrisa antes de emitir un gruñido.
La escudera acababa de recolocarle el hombro que se le había salido por el impacto.
Repuesto volvió a erguir su cuerpo cogiendo la bastarda entre sus manos emprendió de nuevo la marcha seguido por nosotros.
-Tener a esa bruja de nuestro lado es como llevar encima una enciclopedia -me dijo sin borrar la sonrisa.
-Pues si te digo lo que me recita en la cama -bromeé recibiendo un pellizco en el culo mientras los dos nos echábamos a reír y la bruja bufaba, algo que al parecer se le había pegado de mi.
Höor y yo habíamos luchado juntos en un sinfín de ocasiones, a nadie le confiaría mi vida con mas seguridad que a su acero, era un buen hombre, de ideas claras, honorable y dispuesto a luchar por el que no podía alzar su espada para defenderse.
Pudo tener una vida fácil, pero siempre se impuso ante las injusticias del rey del norte y eso era digno de admirar por todos.
De niño nos enseñó una lección que jamas olvidaría, una que fue el inicio de esta revolución.
Alzó la mano para que nos detuviéramos, se oían ruidos. Ladeé la cabeza, mi oído percibió zancadas a la carrera de animales de tamaño medio, mi olfato mucho mas agudo pronto dio la respuesta.
-Huargos – gruñí empujando con mi brazo a Giuliana hacia atrás para que de nuevo la cubriera la escudera.
-Ves preparando algo que sacar de la chistera princesa -le dije antes de mutar en ese lobo blanco que ella tan bien conocía.
Me situé junto a Höor, no era un mal lugar para enfrentarlos, la estrechez de las paredes solo daban acceso a dos a la vez, un cuello botella que sin duda seria muy útil para nosotros pues lo que se acercaba era una manada.
-No perdamos la posición -rugido Höor blandiendo el acero frente la primero de ellos.
Un golpe en el pecho bastó para partirlo en dos, esparciendo sus vísceras por el suelo.
Me lance al cuello de otra de esas bestias, colmillos ocntra su pelaje mientras sacudía con rudeza la cabeza arrancándola la carne, despedazandolo e impidiendo a la vez que pudiera asestarme bocado alguno.
-Estoy mucho mejor que cuando besaste al nosferatu -bromeé poniendo humor al asunto para recibir un golpe en el pectoral de la bruja.
Höor se descojonaba mirándonos alegando no querer conocer esa historia.
-Yo también estoy bien bruja -apuntó apoyando la mano en la pared, el golpe mas gordo se lo había llevado él al recibir de cara la embestida del Golem -pero nada, sigue, sigue por nosotros no os cortéis -apuntó ladeando la sonrisa antes de emitir un gruñido.
La escudera acababa de recolocarle el hombro que se le había salido por el impacto.
Repuesto volvió a erguir su cuerpo cogiendo la bastarda entre sus manos emprendió de nuevo la marcha seguido por nosotros.
-Tener a esa bruja de nuestro lado es como llevar encima una enciclopedia -me dijo sin borrar la sonrisa.
-Pues si te digo lo que me recita en la cama -bromeé recibiendo un pellizco en el culo mientras los dos nos echábamos a reír y la bruja bufaba, algo que al parecer se le había pegado de mi.
Höor y yo habíamos luchado juntos en un sinfín de ocasiones, a nadie le confiaría mi vida con mas seguridad que a su acero, era un buen hombre, de ideas claras, honorable y dispuesto a luchar por el que no podía alzar su espada para defenderse.
Pudo tener una vida fácil, pero siempre se impuso ante las injusticias del rey del norte y eso era digno de admirar por todos.
De niño nos enseñó una lección que jamas olvidaría, una que fue el inicio de esta revolución.
Alzó la mano para que nos detuviéramos, se oían ruidos. Ladeé la cabeza, mi oído percibió zancadas a la carrera de animales de tamaño medio, mi olfato mucho mas agudo pronto dio la respuesta.
-Huargos – gruñí empujando con mi brazo a Giuliana hacia atrás para que de nuevo la cubriera la escudera.
-Ves preparando algo que sacar de la chistera princesa -le dije antes de mutar en ese lobo blanco que ella tan bien conocía.
Me situé junto a Höor, no era un mal lugar para enfrentarlos, la estrechez de las paredes solo daban acceso a dos a la vez, un cuello botella que sin duda seria muy útil para nosotros pues lo que se acercaba era una manada.
-No perdamos la posición -rugido Höor blandiendo el acero frente la primero de ellos.
Un golpe en el pecho bastó para partirlo en dos, esparciendo sus vísceras por el suelo.
Me lance al cuello de otra de esas bestias, colmillos ocntra su pelaje mientras sacudía con rudeza la cabeza arrancándola la carne, despedazandolo e impidiendo a la vez que pudiera asestarme bocado alguno.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
— serás idiota!!...— bufó con sus comentarios jocosos y Höor se reía al escucharlos.— lo sabía!! debí haberme casado con el Nosferatu, a fin de cuentas la mitad del tiempo hueles como él!!.— no era mal momento para aliviar la tensión, pero sabía que duraría poco y necesitaban estar concentrados porque si fallaban por poco Erlend y los suyos se llevarían toda la acometida, tanto del ejército humano como del sobrenatural y las cosas se pondrían muy pero que muy feas.
Los sonidos que se acercaba por el túnel era inquietantes, gruñidos y jadeos como de perro gigantesco, que pronto revelaron la naturaleza de aquellas criaturas. Lobos Huargo, deformes, con grandes colmillos y ojos de hiena, pelo hirsuto y rasposo pelado a calvas. ¿Qué narices les hacían a los animales en aquella maldita fortaleza?
Ulf se lanzó al ataque sin dudar ni un segundo y Höor hizo lo mismo, pero les vendría bien un poco de ayuda. ¿Podría resucitar al Golem y usarlo como esclavo? no tenía tiempo de realizar el ritual vudú, no era viab...de pronto sus ojos se pusieron en blanco y convulsionó. Entró en el plano espiritual y Legba le susurró unas palabras. " No necesitas el ritual vudú, Giuliana, eres una nigromante, la magia oscura corre por tus venas, tan sólo deséalo, comúnicate con los muertos y oblígales a hacer lo que tú quieras". Dicho así parecía fácil, pero cuando salió del trance, se concentró y atravesó un velo extraño donde las almas errantes caminaban sin tregua. Llamó al Golem y éste apareció ante ella. Le ordenó que ayudase en el ataque, que aniquilase a los huargos.
El gigante de barro se levantó del suelo y pasó al lado de los humanos que lo miraba con sopresa. Giuliana era la primera sorprendida, pero se lo había ordenado con tanta convicción que el engendro no pudo negarse a colaborar. Pronto la horda de bestias encontró su final y la bruja le ordenó al Golem que los acompañase, acababan de encontrar un aliado muy útil y no iban a desperdiciarlo.
Llegaron a la entrada de la fortaleza, estaba cerrada con una gran cerradura y un tronco cruzado en la puerta por el otro lado. Ordenó al Golem reventarla y así lo hizo. Habían hecho algo de ruido, pero confiaban en que el estruendo exterior lo hubiese camuflado. Accedieron al nivel más profundo de los sótanos y mazmorras de la fortaleza. Allí en las jaulas estaban algunas criaturas que ya ni se sabía qué habían sido. Experimentos mágicos que habían dado como resultado aberraciones varias. Lo mejor era dejar atrás ese nivel y cerrar las puertas al avanzar, porque ser perseguido por aquellas cosas no sería plato de buen gusto.
En la planta baja estarían las dependencias del personal, las cocinas, arsenal, patio de armas etc. En la primera las de las oráculos y brujos y en la más alta, el espejo. Tendrían que llegar arriba sin armar mucho escándalo.
Los sonidos que se acercaba por el túnel era inquietantes, gruñidos y jadeos como de perro gigantesco, que pronto revelaron la naturaleza de aquellas criaturas. Lobos Huargo, deformes, con grandes colmillos y ojos de hiena, pelo hirsuto y rasposo pelado a calvas. ¿Qué narices les hacían a los animales en aquella maldita fortaleza?
Ulf se lanzó al ataque sin dudar ni un segundo y Höor hizo lo mismo, pero les vendría bien un poco de ayuda. ¿Podría resucitar al Golem y usarlo como esclavo? no tenía tiempo de realizar el ritual vudú, no era viab...de pronto sus ojos se pusieron en blanco y convulsionó. Entró en el plano espiritual y Legba le susurró unas palabras. " No necesitas el ritual vudú, Giuliana, eres una nigromante, la magia oscura corre por tus venas, tan sólo deséalo, comúnicate con los muertos y oblígales a hacer lo que tú quieras". Dicho así parecía fácil, pero cuando salió del trance, se concentró y atravesó un velo extraño donde las almas errantes caminaban sin tregua. Llamó al Golem y éste apareció ante ella. Le ordenó que ayudase en el ataque, que aniquilase a los huargos.
El gigante de barro se levantó del suelo y pasó al lado de los humanos que lo miraba con sopresa. Giuliana era la primera sorprendida, pero se lo había ordenado con tanta convicción que el engendro no pudo negarse a colaborar. Pronto la horda de bestias encontró su final y la bruja le ordenó al Golem que los acompañase, acababan de encontrar un aliado muy útil y no iban a desperdiciarlo.
Llegaron a la entrada de la fortaleza, estaba cerrada con una gran cerradura y un tronco cruzado en la puerta por el otro lado. Ordenó al Golem reventarla y así lo hizo. Habían hecho algo de ruido, pero confiaban en que el estruendo exterior lo hubiese camuflado. Accedieron al nivel más profundo de los sótanos y mazmorras de la fortaleza. Allí en las jaulas estaban algunas criaturas que ya ni se sabía qué habían sido. Experimentos mágicos que habían dado como resultado aberraciones varias. Lo mejor era dejar atrás ese nivel y cerrar las puertas al avanzar, porque ser perseguido por aquellas cosas no sería plato de buen gusto.
En la planta baja estarían las dependencias del personal, las cocinas, arsenal, patio de armas etc. En la primera las de las oráculos y brujos y en la más alta, el espejo. Tendrían que llegar arriba sin armar mucho escándalo.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Abrimos los ojos como platos al ver la enorme masa de piedra alzado tras nosotros mientras seguíamos plantando cara a la horda de huargos, nuestra sorpresa vino cuando este, lejos de embestir contra nosotros pasó por encima y pisó au nos cuantos de esas alimañas resguardandonos así de sus afiladas dentelladas.
-Te dije que mi bruja era útil en batalla -aseguré orgulloso mirando a Höor.
Caminamos tras la mole que nos abría paso a base de dar golpes de puño y arrasar con su antebrazo mientras el resto espada en mano rematábamos los maltrechos cuerpos que quedaban a su paso.
Al final de aquel túnel una sala con distintas criaturas encarceladas en jaulas, engendros con los que de seguro el rey había experimentado para hacer un ejercito de leales asesinos.
La codicia de ese hombre no conocía parangón, carecía de escrúpulos, era despiadado, un monstruo peor que los hasta ahora encontrados.
Unas pequeñas escaleras de pierda de seguro nos llevarían a los barracones de los soldados y la armería, cerca el patio de armas y demás dependencias.
Ahí no podíamos subir a la mole, no si queríamos pasar desapercibidos para alcanzar la zona alta del castillo donde de seguro y custodiado por magia estaría el espejo.
Giuliana desactivo al bicho de piedra y barro, ahora solo contábamos con la clandestinidad de nuestros propios actos.
Los cuatro avanzamos lentos por las escaleras, dando a los aposentos de la guardia, allí se oían las voces de escándalo por el inminente ataque de Erlend, todos estaban acabando de equiparse para salir al patio de armas, apresurados no prestaban atención a nada mas que ellos mismos y el filo de sus aceros, con lo que no nos costó en demasía a Höor y a mi alcanzar un par de soldados rasos que degollamos con un ágil movimiento de espada y arrastramos hacia las escalinatas para que las dos damas se fueran disfrazando del ejercito contrario mientras nosotros repetíamos la hazaña.
Escondimos los cuerpo de los difuntos y ahora, uniformados y con los cascos cubriendo gran parte de nuestros rostros nos fundimos con el caos emergiendo al patio de armas.
Imponente el ejercito, dispuesto a proteger a su rey con todas las consecuencias, pobres hombres, ninguno de ellos luchaba por aprecio a su rey, en la mayoría de sus corazones reinaba el miedo a ser ejecutados.
Ese rey se valía del pánico que sembraba ante los suyos, preferían morir contra nuestros aceros que despedazados por los cuervos sin opción de alcanzar el honorable Valhalla.
Corrimos hacia el edificio principal, la torre del castillo mas alta donde ademas de las dependencias del rey, sin duda estaría de forma nivelada la de los hechiceros de mas nivel.
Intuía que si ese espejo era tan valiosos ocuaparia una de las habitaciones mas altas y mejor custodiadas.
-Te dije que mi bruja era útil en batalla -aseguré orgulloso mirando a Höor.
Caminamos tras la mole que nos abría paso a base de dar golpes de puño y arrasar con su antebrazo mientras el resto espada en mano rematábamos los maltrechos cuerpos que quedaban a su paso.
Al final de aquel túnel una sala con distintas criaturas encarceladas en jaulas, engendros con los que de seguro el rey había experimentado para hacer un ejercito de leales asesinos.
La codicia de ese hombre no conocía parangón, carecía de escrúpulos, era despiadado, un monstruo peor que los hasta ahora encontrados.
Unas pequeñas escaleras de pierda de seguro nos llevarían a los barracones de los soldados y la armería, cerca el patio de armas y demás dependencias.
Ahí no podíamos subir a la mole, no si queríamos pasar desapercibidos para alcanzar la zona alta del castillo donde de seguro y custodiado por magia estaría el espejo.
Giuliana desactivo al bicho de piedra y barro, ahora solo contábamos con la clandestinidad de nuestros propios actos.
Los cuatro avanzamos lentos por las escaleras, dando a los aposentos de la guardia, allí se oían las voces de escándalo por el inminente ataque de Erlend, todos estaban acabando de equiparse para salir al patio de armas, apresurados no prestaban atención a nada mas que ellos mismos y el filo de sus aceros, con lo que no nos costó en demasía a Höor y a mi alcanzar un par de soldados rasos que degollamos con un ágil movimiento de espada y arrastramos hacia las escalinatas para que las dos damas se fueran disfrazando del ejercito contrario mientras nosotros repetíamos la hazaña.
Escondimos los cuerpo de los difuntos y ahora, uniformados y con los cascos cubriendo gran parte de nuestros rostros nos fundimos con el caos emergiendo al patio de armas.
Imponente el ejercito, dispuesto a proteger a su rey con todas las consecuencias, pobres hombres, ninguno de ellos luchaba por aprecio a su rey, en la mayoría de sus corazones reinaba el miedo a ser ejecutados.
Ese rey se valía del pánico que sembraba ante los suyos, preferían morir contra nuestros aceros que despedazados por los cuervos sin opción de alcanzar el honorable Valhalla.
Corrimos hacia el edificio principal, la torre del castillo mas alta donde ademas de las dependencias del rey, sin duda estaría de forma nivelada la de los hechiceros de mas nivel.
Intuía que si ese espejo era tan valiosos ocuaparia una de las habitaciones mas altas y mejor custodiadas.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Se sentía ridícula vestida como un soldado vikingo de la fortaleza del Maëlstrom, pero después de haberse puesto un tocado de cabeza de ciervo sangrante ¿qué era un poco de ropa de ajena? La espada que pendía del cinto le molestaba a la hora de moverse y se iba golpeando con ella y tropezando, así que simplemente la desató y la dejó dentro de un macetero que encontró a su paso.
Avanzaban deprisa fingiendo ir en busca de algo o alguien, tratando de parecer lugareños y de no llamar la atención. La horda soldadesca ya había pasado el portón del patio rumbo a las almenas y las murallas y ellos tomaron un camino diferente para alcanzar la torre más elevada. Para ello giraron en un pasillo y se internaron en las cocinas. Allí deberían pasar de largo y ascender por la escalera del servicio, pero al avanzar tiró un cuenco grande con salsa que se desparramó por el suelo.
Un hombretón agarró a Giuliana por el hombro y le dedicó unas palabras en noruego. Su dominio de la lengua norse estaba aún muy lejos de ser fluido, practicaba con la otra lengua vikinga, pero era la literal, no la que hacía referencia al idioma. Se quedó petrificada sin saber qué hacer, el hombre parecía furibundo y la sacudió por los hombros, ante la estupefacta y horrorizada mirada verde de la bruja. No se lo pensó dos veces, agarró una sartén que tenía a mano y descargó un sartenazo contra la cara del tipo, que cayó redondo al suelo. Ulf le había gritado algo, así que se giró para prestarle atención, pero no le dio tiempo de pararse a averiguar qué le habia dicho, porque otro hombre corrió hacia ella alargando las manos con ánimo de agarrarla del cuello y darle una paliza...pero de nuevo la sarten voló y dos dientes salieron despedidos por el aire, a la par que el tipo caía al suelo con otro sonoro "clonck". Iba a girarase a atender las palabras del lobo pero el primer noqueado se incorporó y la bruja le arreó otro sartenazo que lo mandó al suelo.
Giuliana miró la sartén en su mano y sonrió ¡Había encontrado un arma mejor que la espada! ésa sí sabía usarla y era muy efectiva. Bajó la sartén y la puso tras su espalda cuando miró a Ulf y a Höor que la observaban con las cejas levantadas. Se encogió de hombros poniendo una mueca satisfecha y media sonrisa y les hizo un gesto para que avanzaran hacia la escalera que ascendería al primer piso, donde estaban las dependencias de los generales, las oráculo y la gente que tenía algun rango o importancia en aquella fortaleza.
El general Asgeirr estaba ya sobre el portón azuzando con los arqueros al ejército de Erlend, mandó con su vozarrón que soltasen las fieras del primer sótano. Unos túneles de piedra las llevaban directamente de las mazmorras al foso, de ahí cruzarian por el agua hasta la orilla y despedazarían a los vikingos.
Avanzaban deprisa fingiendo ir en busca de algo o alguien, tratando de parecer lugareños y de no llamar la atención. La horda soldadesca ya había pasado el portón del patio rumbo a las almenas y las murallas y ellos tomaron un camino diferente para alcanzar la torre más elevada. Para ello giraron en un pasillo y se internaron en las cocinas. Allí deberían pasar de largo y ascender por la escalera del servicio, pero al avanzar tiró un cuenco grande con salsa que se desparramó por el suelo.
Un hombretón agarró a Giuliana por el hombro y le dedicó unas palabras en noruego. Su dominio de la lengua norse estaba aún muy lejos de ser fluido, practicaba con la otra lengua vikinga, pero era la literal, no la que hacía referencia al idioma. Se quedó petrificada sin saber qué hacer, el hombre parecía furibundo y la sacudió por los hombros, ante la estupefacta y horrorizada mirada verde de la bruja. No se lo pensó dos veces, agarró una sartén que tenía a mano y descargó un sartenazo contra la cara del tipo, que cayó redondo al suelo. Ulf le había gritado algo, así que se giró para prestarle atención, pero no le dio tiempo de pararse a averiguar qué le habia dicho, porque otro hombre corrió hacia ella alargando las manos con ánimo de agarrarla del cuello y darle una paliza...pero de nuevo la sarten voló y dos dientes salieron despedidos por el aire, a la par que el tipo caía al suelo con otro sonoro "clonck". Iba a girarase a atender las palabras del lobo pero el primer noqueado se incorporó y la bruja le arreó otro sartenazo que lo mandó al suelo.
Giuliana miró la sartén en su mano y sonrió ¡Había encontrado un arma mejor que la espada! ésa sí sabía usarla y era muy efectiva. Bajó la sartén y la puso tras su espalda cuando miró a Ulf y a Höor que la observaban con las cejas levantadas. Se encogió de hombros poniendo una mueca satisfecha y media sonrisa y les hizo un gesto para que avanzaran hacia la escalera que ascendería al primer piso, donde estaban las dependencias de los generales, las oráculo y la gente que tenía algun rango o importancia en aquella fortaleza.
El general Asgeirr estaba ya sobre el portón azuzando con los arqueros al ejército de Erlend, mandó con su vozarrón que soltasen las fieras del primer sótano. Unos túneles de piedra las llevaban directamente de las mazmorras al foso, de ahí cruzarian por el agua hasta la orilla y despedazarían a los vikingos.
Última edición por Giuliana Mordrake el Jue Ago 10, 2017 12:30 pm, editado 2 veces
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Era fácil camuflarse entre tanto caos y las ropas hicieron su función, convirtiéndonos en los fieles soldados del rey que acudían al torreón a protegerlo con devoción.
Corríamos como ratas por las cocinas cuando Giuliana fue interceptada, iba hacia allí dispuesto a matar a aquel tipo que había osado sacudirla cuando me quedé anclado al suelo.
La bruja sarten en mano empezó a mamporrazos.
Höor y yo nos miramos atónitos, de echo hasta se hizo un silencio en el que solo se oía el metal blandido contra las cabezas de los guerreros norteños.
-¿Contigo también usa la sarten? -me preguntó Höor muerto de la risa.
-Si, para freírme los huevos -apunté con picardia.
-Así te tiene la bruja, voy a tener que pedirle que le de descanso a mi general.
Le metí un puñetazo a Höor en el pecho y ambos estallamos en carcajadas.
Giuliana llegó ante nosotros con su nueva gran arma.
-Ulf, estoy pensando despojarte del cargo de general y dárselo a tu bruja, se puede hacer un ejercito de escuderas con sartenes -dijo Höor sin dejar de reírse.
-Sin duda ellas solas acabarían con la guerra del norte y nosotros podríamos ir a la taberna a emborracharnos -puntualicé cuando la bruja me atizó en el pecho para que nos dejáramos de cháchara y siguiéramos andando.
-Ya tiene dotes de mando -bromeé volviendo a reírme a carcajadas con Höor.
-Iré con cuidado o me quitará el puesto de rey -decía Höor entre risas -sera la épica reina bruja y su sarten.
-¿No era un espejo mágico? -pregunté en tono jocoso
-No idiota, el espejo es lo que vamos a romper ahora
-¿y la manzana? -pregunté sin dejar de reírme.
-Eso es lo que va a meternos tu bruja por el culo como no cerremos la boca.
Seguimos ascendiendo, ahora por unas escalinatas en forma de caracol que daban a un piso superior, nos cruzamos con varios de los guardias, pasamos desapercibidos hasta que dos hechiceros se cruzaron en nuestro camino, alertados posiblemente por la visión de alguna oráculo que no había caído en el hechizo de la bruja alertó a los hombres que aceros en mano emprendieron su letal ataque.
Hoor y yo nos íbamos abriendo camino a base de mandobles, cuando uno de los hechiceros nos lanzó una bola de fuego que nos hizo salir por los aires disparados.
Por suerte nuestros reflejos fueron suficientemente buenos para no comernos la totalidad del impacto.
Lancé desde el suelo uno de mis cuchillos dando de llenó en su pecho mientras Höor se alzaba con la espada cubriéndome la espalda de otro de los soldado que con intención de darme el golpe de gracia alzó su acero.
Corríamos como ratas por las cocinas cuando Giuliana fue interceptada, iba hacia allí dispuesto a matar a aquel tipo que había osado sacudirla cuando me quedé anclado al suelo.
La bruja sarten en mano empezó a mamporrazos.
Höor y yo nos miramos atónitos, de echo hasta se hizo un silencio en el que solo se oía el metal blandido contra las cabezas de los guerreros norteños.
-¿Contigo también usa la sarten? -me preguntó Höor muerto de la risa.
-Si, para freírme los huevos -apunté con picardia.
-Así te tiene la bruja, voy a tener que pedirle que le de descanso a mi general.
Le metí un puñetazo a Höor en el pecho y ambos estallamos en carcajadas.
Giuliana llegó ante nosotros con su nueva gran arma.
-Ulf, estoy pensando despojarte del cargo de general y dárselo a tu bruja, se puede hacer un ejercito de escuderas con sartenes -dijo Höor sin dejar de reírse.
-Sin duda ellas solas acabarían con la guerra del norte y nosotros podríamos ir a la taberna a emborracharnos -puntualicé cuando la bruja me atizó en el pecho para que nos dejáramos de cháchara y siguiéramos andando.
-Ya tiene dotes de mando -bromeé volviendo a reírme a carcajadas con Höor.
-Iré con cuidado o me quitará el puesto de rey -decía Höor entre risas -sera la épica reina bruja y su sarten.
-¿No era un espejo mágico? -pregunté en tono jocoso
-No idiota, el espejo es lo que vamos a romper ahora
-¿y la manzana? -pregunté sin dejar de reírme.
-Eso es lo que va a meternos tu bruja por el culo como no cerremos la boca.
Seguimos ascendiendo, ahora por unas escalinatas en forma de caracol que daban a un piso superior, nos cruzamos con varios de los guardias, pasamos desapercibidos hasta que dos hechiceros se cruzaron en nuestro camino, alertados posiblemente por la visión de alguna oráculo que no había caído en el hechizo de la bruja alertó a los hombres que aceros en mano emprendieron su letal ataque.
Hoor y yo nos íbamos abriendo camino a base de mandobles, cuando uno de los hechiceros nos lanzó una bola de fuego que nos hizo salir por los aires disparados.
Por suerte nuestros reflejos fueron suficientemente buenos para no comernos la totalidad del impacto.
Lancé desde el suelo uno de mis cuchillos dando de llenó en su pecho mientras Höor se alzaba con la espada cubriéndome la espalda de otro de los soldado que con intención de darme el golpe de gracia alzó su acero.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
La bruja bufó, con un gesto que se le había pegado de su marido mientras éstos dos hacían bromas, pero cierto era que se estaba cubriendo de gloria en esa incursión, estaba siendo muy útil a los leales hombres del conde, y cuando veía el orgullo en la mirada pantanosa del lobo, su corazón se estremecía como si recibiese una caricia. Por fin su magia servía para una buena causa, por fin encontraba un propósito para dejar que la invadiera y que la acercase a su verdadera naturaleza, a la que no debía tener. Estaba empezando a sentir que era un Don y no una maldición, y que utilizada correctamente le proporcionaría muchos momentos intensos y bonitos.
Giuliana levantó una barrera de energía para proteger a Höor que estaba en pie y que iba a ser víctima de otra bola de fuego. Sus barreras no eran muy fuertes, no había practicado mucho, pues se dedicaba más al vudú, pero al menos pararía el impacto lo suficiente para que pudiera moverse y esquivar el siguiente.
Necesitaba un segundo para sacar al muñeco vudú, abrió la bolsa y confió en que Höor pudiera aguantar, sacó el cuchillo ritual y mirando al hechicero lo hundió con saña en centro del pecho del muñeco. La túnica del brujo se tiño de sangre, pero todavía le quedaron fuerzas para soltar una oleada de enrgía que barrió a la bruja estampándola contra la pared, antes de desplomarse. Giuliana empezó a ver chiribitas mientras todo parecía dar vueltas y oscurecerse.
Tenía una brecha en la cabeza que empezaba a sangrar hasta gotear por la nuca, se había estampado contra los ladrillos con toda la coronilla. La sala daba vueltas, la gente gritaba en el idioma que empezaba a conocer pero que todavía no dominaba, caos, sangre, chocar de acero y calor que bajaba por su nuca en forma de hilillo rojo. Parpadeó varias veces, aturdida, tratando de no desvanecerse. Ulf!! ¿Dónde estaba Ulf? intentó localizarlo con la mirada pero todo estaba borroso. Blandió la sartén, a cualquiiera que se le acercase le asestaría un último golpe, moriría matando, o intentándolo al menos.
Giuliana levantó una barrera de energía para proteger a Höor que estaba en pie y que iba a ser víctima de otra bola de fuego. Sus barreras no eran muy fuertes, no había practicado mucho, pues se dedicaba más al vudú, pero al menos pararía el impacto lo suficiente para que pudiera moverse y esquivar el siguiente.
Necesitaba un segundo para sacar al muñeco vudú, abrió la bolsa y confió en que Höor pudiera aguantar, sacó el cuchillo ritual y mirando al hechicero lo hundió con saña en centro del pecho del muñeco. La túnica del brujo se tiño de sangre, pero todavía le quedaron fuerzas para soltar una oleada de enrgía que barrió a la bruja estampándola contra la pared, antes de desplomarse. Giuliana empezó a ver chiribitas mientras todo parecía dar vueltas y oscurecerse.
Tenía una brecha en la cabeza que empezaba a sangrar hasta gotear por la nuca, se había estampado contra los ladrillos con toda la coronilla. La sala daba vueltas, la gente gritaba en el idioma que empezaba a conocer pero que todavía no dominaba, caos, sangre, chocar de acero y calor que bajaba por su nuca en forma de hilillo rojo. Parpadeó varias veces, aturdida, tratando de no desvanecerse. Ulf!! ¿Dónde estaba Ulf? intentó localizarlo con la mirada pero todo estaba borroso. Blandió la sartén, a cualquiiera que se le acercase le asestaría un último golpe, moriría matando, o intentándolo al menos.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Alzábamos nuestros aceros, los soldados buscaban el modo de morder la carne con sus afiladas espadas mientras nosotros al unisono protegíamos nuestras espaldas blandiendo las armas.
Los soldados del rey caían a nuestros pies, otros eran lanzados por la barandilla a base de golpe de escudo
Contra los guerreros era fácil luchar, pero las bolas de fuego eran otro cantar y ahora de nuevo una oleada de ellas fue descargada sobre nosotros con violencia, lo único que la detuvo fue el muro que mi mujer puso frente a los dos, pero aun así parte de su onda expansiva la atravesó lanzándonos por los aires a los dos.
Sabor férreo en mi boca, el impacto había sido fuerte, aunque gracias a Giuliana no mortal, sentía una de mis costillas rotas, oprimía ligeramente mi pulmón costándome así respirar.
Mis ojos buscaron a Giuliana, que apuñalaba un muñeco logrando acabar así con el hechicero no sin antes recibir el impacto de una de esas ondas energéticas que la empujo con brusquedad hasta la pared trasera.
Sangre, parecía haber perdido el conocimiento, sangraba en abundancia por la cabeza y por un instante temí lo peor..
Salí corriendo desesperado en su dirección ,mientras Höor, herido por un costado alzaba la espada cubriendo mi retirada.
-Giuliana -.susurré contra sus labios mientras taponaba con mi mano la parte de atrás de su nuca -estoy aquí -susurré al escuchar mi nombre escapar de sus labios.
Mis dedos pronto recorrieron su cabeza aparte de un chichón y una buena brecha no parecía tener fractura en el cráneo.
Respiré aliviado presionando sus labios mientras la intentaba poner en pie.
La escudera yacía muerta en el suelo, ahora solo quedábamos los tres.
-Vamos, hay que continuar.
La sujeté por la cintura casi arrastrándola, estaba bastante ida, el golpe había sido demasiado fuerte, pero ahora mismo era imposible recular, el patio de armas era un hervidero, no saldríamos de allí con vida si no rompíamos ese espejo.
Asentí cuando los pardos de Höor me miraron, ella estaba bien, solo necesitaba recobrarse del golpe.
El conde iba abriéndonos paso a base de mandobles, yo, con Giuliaa sujeta por un brazo blandia mi acero con la otra mano tratando de abrirme paso frente a aquellos que a Höor se le escapaban de la mordida de su arma.
Así alcanzamos la parte alta de las escaleras. Un breve descanso pues desde esa posición no se vislumbraba enemigos.
-Vamos pequeña -le pedí apoyándola en la pared con suavidad.
Höor me pasó la bota de agua que llevaba para que le diera un trago, moje su cara, su nuca y limpie ligeramente su herida.
-Vamos bruja, te necesito -susurré cuando centro en mi sus ojos.
Obviamente no la necesitaba para esto, si no para mi vida, no concebía una existencia sin ella.
Sus dedos acariciaron mi rostro, sonreí mirándola.
-Estoy bien -le aseguré guiñándole un ojos. Di un trago de la bota y se la pase a Höor para que hiciera lo propio.
-A la próxima trae hidromiel que calma mas el dolor que esto -bromeé.
-Llevo beleño negro, si crees que nos da tiempo lio un canuto -apuntó Höor riéndose
La bruja tocaba mi costilla, no necesito mucho para darse cuenta de que la tenia rota y que Höor sangraba por uno de sus costados.
-Estamos bien, es lo normal en una guerra -le aseguré besando sus labios mientras sujetaba su rostro con mis manos -saldremos de aquí, te lo prometo.
-Tranquila bruja, en peores nos hemos visto -aseguró Höor que apoyado recobraba el aliento mojándose los labios con el agua..
Los soldados del rey caían a nuestros pies, otros eran lanzados por la barandilla a base de golpe de escudo
Contra los guerreros era fácil luchar, pero las bolas de fuego eran otro cantar y ahora de nuevo una oleada de ellas fue descargada sobre nosotros con violencia, lo único que la detuvo fue el muro que mi mujer puso frente a los dos, pero aun así parte de su onda expansiva la atravesó lanzándonos por los aires a los dos.
Sabor férreo en mi boca, el impacto había sido fuerte, aunque gracias a Giuliana no mortal, sentía una de mis costillas rotas, oprimía ligeramente mi pulmón costándome así respirar.
Mis ojos buscaron a Giuliana, que apuñalaba un muñeco logrando acabar así con el hechicero no sin antes recibir el impacto de una de esas ondas energéticas que la empujo con brusquedad hasta la pared trasera.
Sangre, parecía haber perdido el conocimiento, sangraba en abundancia por la cabeza y por un instante temí lo peor..
Salí corriendo desesperado en su dirección ,mientras Höor, herido por un costado alzaba la espada cubriendo mi retirada.
-Giuliana -.susurré contra sus labios mientras taponaba con mi mano la parte de atrás de su nuca -estoy aquí -susurré al escuchar mi nombre escapar de sus labios.
Mis dedos pronto recorrieron su cabeza aparte de un chichón y una buena brecha no parecía tener fractura en el cráneo.
Respiré aliviado presionando sus labios mientras la intentaba poner en pie.
La escudera yacía muerta en el suelo, ahora solo quedábamos los tres.
-Vamos, hay que continuar.
La sujeté por la cintura casi arrastrándola, estaba bastante ida, el golpe había sido demasiado fuerte, pero ahora mismo era imposible recular, el patio de armas era un hervidero, no saldríamos de allí con vida si no rompíamos ese espejo.
Asentí cuando los pardos de Höor me miraron, ella estaba bien, solo necesitaba recobrarse del golpe.
El conde iba abriéndonos paso a base de mandobles, yo, con Giuliaa sujeta por un brazo blandia mi acero con la otra mano tratando de abrirme paso frente a aquellos que a Höor se le escapaban de la mordida de su arma.
Así alcanzamos la parte alta de las escaleras. Un breve descanso pues desde esa posición no se vislumbraba enemigos.
-Vamos pequeña -le pedí apoyándola en la pared con suavidad.
Höor me pasó la bota de agua que llevaba para que le diera un trago, moje su cara, su nuca y limpie ligeramente su herida.
-Vamos bruja, te necesito -susurré cuando centro en mi sus ojos.
Obviamente no la necesitaba para esto, si no para mi vida, no concebía una existencia sin ella.
Sus dedos acariciaron mi rostro, sonreí mirándola.
-Estoy bien -le aseguré guiñándole un ojos. Di un trago de la bota y se la pase a Höor para que hiciera lo propio.
-A la próxima trae hidromiel que calma mas el dolor que esto -bromeé.
-Llevo beleño negro, si crees que nos da tiempo lio un canuto -apuntó Höor riéndose
La bruja tocaba mi costilla, no necesito mucho para darse cuenta de que la tenia rota y que Höor sangraba por uno de sus costados.
-Estamos bien, es lo normal en una guerra -le aseguré besando sus labios mientras sujetaba su rostro con mis manos -saldremos de aquí, te lo prometo.
-Tranquila bruja, en peores nos hemos visto -aseguró Höor que apoyado recobraba el aliento mojándose los labios con el agua..
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Si, se las habrían visto en peores lides, pero todavía no habían partido el espejo y aún tenian que salir de allí por el túnel otra vez. Se recompuso como pudo, palpó a Ulf y notó sus heridas, pero el lobo le restó importancia, a esas alturas se había roto más huesos de los que cualquier persona sensata podría parterse en toda su vida, y sobrevivir a ello.
Avanzaron hacia las escaleras y pararon unos instantes a beber y respirar, habían perdido a la escudera, así que Giuliana tendría que defenderse mejor si la atacaban. Bueno, seguía teniendo su sartén, le habia dado un buen resultado y no pensaba soltarla hasta salir de alli.
— arriba estará el espejo, seguramente custodiado por alguna criatura...tened cuidado.
Subieron sigilosamente y la planta de arriba era circular, amplia, rodeada de columnas en forma de círculo que dejaban el famoso espejo en el centro. Era un altar tan grande como una rueda de carro, el espejo reposaba sobre éste a modo de cuenco, sobre el que flotaban una extrañas aguas azuladas perladas de hebras negras.
En la sala ardían antorchas, estaba completamente a oscuras y no parecía haber nadie custodiando, eso era extraño y daba mala espina.
— Höor...Ulf...esto no me gusta...
La bruja no había acabado de decir esas palabras cuando un cendal de niebla negra la agarró por el tobillo sacudiéndola y haciéndola caer. ¿Elementales de sombra y oscuridad? eso existía de verdad? había leido sobre ellos pero eran extremadamente raros. A la vez que Lana mordía el polvo, dos engendros negros como la rabia se abalanzaron contra los hombres, criaturas escamosas de piel corrupta y putrefacta, con fauces de oso y garras de león.
¡Las ventanas! tenía que hacer entrar luz para que las sombras no los atrapasen. Se levantó y corrió hacia una de las vidrieras, reventándola con su improvisada arma, que al parecer valía para todo. Eso delataría su posición y haria que su huida fuera más dificil, pero no tenía opción, los elementales de oscuridad eran terriblemente malvados, y no dudarían en sujetarlos como cuerdas hechas de niebla negra hasta que las aberraciones los devorasen.
La luz del amanecer despuntaba blanquecina por el horizonte, Erlend ya se habría marchado o de lo contrario ardería en llamas, tenñian que darse prisa. Las nieblas se detuvieron cuando la luz se adueñó de un corredor de la sala. Sorteó las columnas y rompió la siguiente, abriendo un pasillo seguro hacia el espejo. Escuchaba los gruñidos y farfullos de los guerreros dando matarile a las criaturas, pero no se podía detener, debia llegar hasta el espejo.
Avanzaron hacia las escaleras y pararon unos instantes a beber y respirar, habían perdido a la escudera, así que Giuliana tendría que defenderse mejor si la atacaban. Bueno, seguía teniendo su sartén, le habia dado un buen resultado y no pensaba soltarla hasta salir de alli.
— arriba estará el espejo, seguramente custodiado por alguna criatura...tened cuidado.
Subieron sigilosamente y la planta de arriba era circular, amplia, rodeada de columnas en forma de círculo que dejaban el famoso espejo en el centro. Era un altar tan grande como una rueda de carro, el espejo reposaba sobre éste a modo de cuenco, sobre el que flotaban una extrañas aguas azuladas perladas de hebras negras.
- espejo:
En la sala ardían antorchas, estaba completamente a oscuras y no parecía haber nadie custodiando, eso era extraño y daba mala espina.
— Höor...Ulf...esto no me gusta...
La bruja no había acabado de decir esas palabras cuando un cendal de niebla negra la agarró por el tobillo sacudiéndola y haciéndola caer. ¿Elementales de sombra y oscuridad? eso existía de verdad? había leido sobre ellos pero eran extremadamente raros. A la vez que Lana mordía el polvo, dos engendros negros como la rabia se abalanzaron contra los hombres, criaturas escamosas de piel corrupta y putrefacta, con fauces de oso y garras de león.
¡Las ventanas! tenía que hacer entrar luz para que las sombras no los atrapasen. Se levantó y corrió hacia una de las vidrieras, reventándola con su improvisada arma, que al parecer valía para todo. Eso delataría su posición y haria que su huida fuera más dificil, pero no tenía opción, los elementales de oscuridad eran terriblemente malvados, y no dudarían en sujetarlos como cuerdas hechas de niebla negra hasta que las aberraciones los devorasen.
La luz del amanecer despuntaba blanquecina por el horizonte, Erlend ya se habría marchado o de lo contrario ardería en llamas, tenñian que darse prisa. Las nieblas se detuvieron cuando la luz se adueñó de un corredor de la sala. Sorteó las columnas y rompió la siguiente, abriendo un pasillo seguro hacia el espejo. Escuchaba los gruñidos y farfullos de los guerreros dando matarile a las criaturas, pero no se podía detener, debia llegar hasta el espejo.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Llegamos a la ultima planta, un salón circular plagado de columnas, con pequeños ventanales opacos.
Solo unas antorchadas iluminaban de forma tétrica la estancia, sobre el altar el espejo tumbado, teníamos que llegar allí y romperlo, no parecía tan difícil teniendo en cuenta que no se veían enemigos de ningún tipo.
Höor y yo emprendimos la carrera hacia el lugar, cuando la voz de Giuliana atrás levantó a las bestias del lugar, engendros polimorfos oscuros que nos atrapaban con sus grandes garrar rasgandonos y quemándonos la piel bajo su contacto.
Nuestras armas no les hacían nada, se partían como si fueran una masa y se volvían a unir sin mas problema.
Giuliana empezó a romper los cristales de las ventanucos, solo la luz difuminaba las hebras negras que nos atrapaban mientras aquellas bestias polimorfas nos atacaban sin cesar.
Gruñíamos combatiendo con valor, abriéndonos paso acero en mano mientras íbamos avanzando al ritmo de la bruja formaba un pasillo de luz por el que corríamos.
Estábamos a nada de llegar al espejo cuando la puerta trasera se abrió saliendo por ella un enorme gigante con una maza.
-Joder -gruñimos a la vez rodando por el suelo esquivando su primer mazazo.
-¿Esto no tiene botón de apagado? -preguntó Höor a mi bruja.
Dejé caer el acero, empezando mi trasformación, pronto mi hocico creció, mis colmillos tomaron forma y mis manos y pies se convirtieron en paras plagadas de zarpas.
De un salto me encarame a la chepa del gigante, hundí allí mis colmillos con saña, Mis ámbar se hundieron en Höor, era el momento.
Mientras el gigante trataba de alcanzarme con sus enormes manos para partirme en dos dejo descubierto su pecho.
Höor salto con la bastarda en la mano y apoyando su pie en la rodilla de la mole tomó nuevamente impulso elevándose por el aire hundiendo el acero de forma salvaje en el corazón de la bestia.
El gigante de las colinas se tambaleo dando sus últimos coletazos de vida, mientras nosotros saltábamos de su cuerpo antes de que cayera al suelo emitiendo un gran estruendo.
-Bruja el espejo -gruñó Höor alzándose para correr hacia la puerta delantera, pronto estaríamos acompañados de nuevo.
Regresé a mi forma recuperando mi acero, teníamos que acabar el trabajo y salir de allí, el alba ya despuntaba, Erlend se habría retirado ya.
Solo unas antorchadas iluminaban de forma tétrica la estancia, sobre el altar el espejo tumbado, teníamos que llegar allí y romperlo, no parecía tan difícil teniendo en cuenta que no se veían enemigos de ningún tipo.
Höor y yo emprendimos la carrera hacia el lugar, cuando la voz de Giuliana atrás levantó a las bestias del lugar, engendros polimorfos oscuros que nos atrapaban con sus grandes garrar rasgandonos y quemándonos la piel bajo su contacto.
Nuestras armas no les hacían nada, se partían como si fueran una masa y se volvían a unir sin mas problema.
Giuliana empezó a romper los cristales de las ventanucos, solo la luz difuminaba las hebras negras que nos atrapaban mientras aquellas bestias polimorfas nos atacaban sin cesar.
Gruñíamos combatiendo con valor, abriéndonos paso acero en mano mientras íbamos avanzando al ritmo de la bruja formaba un pasillo de luz por el que corríamos.
Estábamos a nada de llegar al espejo cuando la puerta trasera se abrió saliendo por ella un enorme gigante con una maza.
-Joder -gruñimos a la vez rodando por el suelo esquivando su primer mazazo.
-¿Esto no tiene botón de apagado? -preguntó Höor a mi bruja.
Dejé caer el acero, empezando mi trasformación, pronto mi hocico creció, mis colmillos tomaron forma y mis manos y pies se convirtieron en paras plagadas de zarpas.
De un salto me encarame a la chepa del gigante, hundí allí mis colmillos con saña, Mis ámbar se hundieron en Höor, era el momento.
Mientras el gigante trataba de alcanzarme con sus enormes manos para partirme en dos dejo descubierto su pecho.
Höor salto con la bastarda en la mano y apoyando su pie en la rodilla de la mole tomó nuevamente impulso elevándose por el aire hundiendo el acero de forma salvaje en el corazón de la bestia.
El gigante de las colinas se tambaleo dando sus últimos coletazos de vida, mientras nosotros saltábamos de su cuerpo antes de que cayera al suelo emitiendo un gran estruendo.
-Bruja el espejo -gruñó Höor alzándose para correr hacia la puerta delantera, pronto estaríamos acompañados de nuevo.
Regresé a mi forma recuperando mi acero, teníamos que acabar el trabajo y salir de allí, el alba ya despuntaba, Erlend se habría retirado ya.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
No se lo pensó dos veces, fue directa hacia el espejo con la sartén sujeta entre las dos manos, dispuesta a descargarla y romperlo en mil añicos, pero una voz empezó a emerger del artilugio. Unos susurros la llamaban por su nombre...Giuliana... Giuliana... Se giró hacia un lado y después hacia el otro, buscando esas voces, le resultaban conocidas. Las aguas negruzcas que cubrían el espejo empezaron a arremolinarse y a tomar forma, levantándose de la superficie en forma humanoide. La bruja siguió las voces, alejándose unos pasos del espejo.
— ma... madre..?— era la voz de Amelia, la estaba escuchando retumbar y hacer eco en aquellas paredes. Pero no podía ser!! Amelia fue reclamada por sus dioses, no estaba allí, no podía estar. Miró alrededor, buscando el origen de aquellos sonidos y cuando volvió a girarse hacia el espejo, la forma humanoide ya esra completa y estaba emergiendo de las aguas. Tenía la cara de la difunta madre de Lana, estiró una mano con la palma hacia arriba, como pidiéndole que le diera el arma, que la bajara. Ojalá hubiera sido real, ojalá hubiera sido ella, pero esa cosa sólo quería confundirla, su madre descansaba por fin en el lugar al que pertenecía, y lo que ella tenía delante no era más que un conjuro dolorosamente real.— tú no eres ella.
Levantó la sartén con ambas manos y la descerrajó contra la superficie mojada del espejo, ignorando a la figura hecha de niebla. El impacto partió el objeto y las nieblas se arremolinaron furibundas, moviéndose como serpientes agitadas en el aire y en un momento dado, antes de explotar, golpearon a la bruja haciéndola rodar por el suelo.
En el instante en que estalló en esquirlas, las bestias que salían por las mangas de contención hasta el foso, dispuestas a devorar a los leales hombres del norte, cayeron al suelo retorciéndose y regresando a sus formas originales o muriendo. Lo habían conseguido, estaba hecho, pero aún debían salir de allí y Giuliana estaba aturdida, no esperaba que esas cosas jugaran así con ella. ¿Y si realmente su madre la hubiera estado llamando?
— ma... madre..?— era la voz de Amelia, la estaba escuchando retumbar y hacer eco en aquellas paredes. Pero no podía ser!! Amelia fue reclamada por sus dioses, no estaba allí, no podía estar. Miró alrededor, buscando el origen de aquellos sonidos y cuando volvió a girarse hacia el espejo, la forma humanoide ya esra completa y estaba emergiendo de las aguas. Tenía la cara de la difunta madre de Lana, estiró una mano con la palma hacia arriba, como pidiéndole que le diera el arma, que la bajara. Ojalá hubiera sido real, ojalá hubiera sido ella, pero esa cosa sólo quería confundirla, su madre descansaba por fin en el lugar al que pertenecía, y lo que ella tenía delante no era más que un conjuro dolorosamente real.— tú no eres ella.
Levantó la sartén con ambas manos y la descerrajó contra la superficie mojada del espejo, ignorando a la figura hecha de niebla. El impacto partió el objeto y las nieblas se arremolinaron furibundas, moviéndose como serpientes agitadas en el aire y en un momento dado, antes de explotar, golpearon a la bruja haciéndola rodar por el suelo.
En el instante en que estalló en esquirlas, las bestias que salían por las mangas de contención hasta el foso, dispuestas a devorar a los leales hombres del norte, cayeron al suelo retorciéndose y regresando a sus formas originales o muriendo. Lo habían conseguido, estaba hecho, pero aún debían salir de allí y Giuliana estaba aturdida, no esperaba que esas cosas jugaran así con ella. ¿Y si realmente su madre la hubiera estado llamando?
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Mientras nosotros luchábamos con los entes oscuros que emergían del suelo en forma de sombras, mi bruja corría con la saeten hacia el espejo dispuesta a darle fin a su poder.
Gruñí al ver como una masa polimorfa emergía de él, un “mama” fue su respuesta cuando la oscuridad tomo la forma de su madre.
-No es real Giuliana -grité dando una estocada que atravesó el oscuro humo que me envolvía rasgando mi piel con sus garras afiladas.
La bruja no cedió, su mente fuerte la ayudo a discernir la verdad de la mentira y con la sarten quebró el liquido negro destrozando aquel panel librándonos a mi y a Höor del caos.
Oíamos como la guardia subía por las escaleras, Höor corrió hacia la puerta atrancandola para que no entraran en la cámara donde estábamos, no teníamos salida a no ser que nos la abriéramos a base de espadazos y era un horda lo que se amontonaba a las puertas.
Corrí hacia la habitación contigua de donde había salido el gigante, un ventanal de piedra gris en forma oblicua daba a la parte trasera del edificio, un enorme precipicio cuyo final eran aguas bravas, salvajes y una cascada bastante impresionante que moría con una espuma blanca en sus aguas que ocultaban los rocosos salientes.
Volví adentro, Giuliana parecía destrozada mentalmente, la veía derruida pero ahora no tenia tiempo de abrazarla, no cuando Höor forcejeaba contra una horda para que no cruzaran la puerta.
Corrí hacia él y moviendo un armero que había en la cámara lo dejé caer contra la puerta para retrasarlo.
Los dos salimos corriendo hacia la habitación contigua, en la carrera atrapé la cintura de Giuliana que como una muñeca de trapo se dejó hacer.
Corrimos hacia el ventanal, o las espadas del ejercito o las aguas bravas y creo que la elección estaba clara.
Höor guardó mis espaldas para que me lanzara junto a mi mujer. Parecía absorta en sus pensamientos peor el miedo se reflejo en sus ojos.
-Tranquila, confía en mi -susurré tirando de ella para saltar ambos al vació, cubrí su cuerpo con el mio, mis manso en su cabeza y los dos caímos juntos hasta que el agua nos engulló por completo, me golpeé partes de mi cuerpo con las rocas mientras buscaba protegerla y finalmente cada uno salia disparado hacia puntos distintos, sintiendo como tragaba agua...
Gruñí al ver como una masa polimorfa emergía de él, un “mama” fue su respuesta cuando la oscuridad tomo la forma de su madre.
-No es real Giuliana -grité dando una estocada que atravesó el oscuro humo que me envolvía rasgando mi piel con sus garras afiladas.
La bruja no cedió, su mente fuerte la ayudo a discernir la verdad de la mentira y con la sarten quebró el liquido negro destrozando aquel panel librándonos a mi y a Höor del caos.
Oíamos como la guardia subía por las escaleras, Höor corrió hacia la puerta atrancandola para que no entraran en la cámara donde estábamos, no teníamos salida a no ser que nos la abriéramos a base de espadazos y era un horda lo que se amontonaba a las puertas.
Corrí hacia la habitación contigua de donde había salido el gigante, un ventanal de piedra gris en forma oblicua daba a la parte trasera del edificio, un enorme precipicio cuyo final eran aguas bravas, salvajes y una cascada bastante impresionante que moría con una espuma blanca en sus aguas que ocultaban los rocosos salientes.
Volví adentro, Giuliana parecía destrozada mentalmente, la veía derruida pero ahora no tenia tiempo de abrazarla, no cuando Höor forcejeaba contra una horda para que no cruzaran la puerta.
Corrí hacia él y moviendo un armero que había en la cámara lo dejé caer contra la puerta para retrasarlo.
Los dos salimos corriendo hacia la habitación contigua, en la carrera atrapé la cintura de Giuliana que como una muñeca de trapo se dejó hacer.
Corrimos hacia el ventanal, o las espadas del ejercito o las aguas bravas y creo que la elección estaba clara.
Höor guardó mis espaldas para que me lanzara junto a mi mujer. Parecía absorta en sus pensamientos peor el miedo se reflejo en sus ojos.
-Tranquila, confía en mi -susurré tirando de ella para saltar ambos al vació, cubrí su cuerpo con el mio, mis manso en su cabeza y los dos caímos juntos hasta que el agua nos engulló por completo, me golpeé partes de mi cuerpo con las rocas mientras buscaba protegerla y finalmente cada uno salia disparado hacia puntos distintos, sintiendo como tragaba agua...
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Estaba hecho, lo habíamos conseguido pero la retirada se planteaba complicada, poco menos que imposible. "Confía en mi". Siempre, siempre confiaría en él. ¿Cómo no hacerlo? Ulf me había demostrado incansablemente su amor, su apoyo incondicional, su fidelidad y lealtad. Si Ulf me decía "salta" frente al precipicio...saltaría. Y así lo hicimos, literalmente.
Impactamos contra la dureza del agua, sus frías cuchilladas nos helaban y nos sumergían más adentro, arrastrándonos y volteándonos por la corriente. Mis manos se soltaron de las de él, por mucho que intenté agarrarlo, la fuerza de las aguas bravas nos separó. No sé ni cuantas vueltas di hacia dentro y hacia fuera, tratando de respirar antes de que los rápidos me volvieran a sumergir, pero finalmente saqué la cabeza y me mantuve a flote. Busqué con la mirada a Ulf y entré en pánico, no lo veía, tan sólo pude localizar la cabeza morena de Höor en la orilla y nadé hacia allí. El cuerpo me pesaba, la cabeza me dolía en donde había recibido el impacto contra pared, pero estaba entera. Sin embargo el rey estaba cubierto de manchurrones de sangre propia y ajena en toda su ropa y se arrodillaba sobre un bulto en el remanso del rio. El corazón se desbocó en mi pecho, Ulf había saltado protegiéndome a mi del impacto, y si mis sospechas eran ciertas, era él el que yacía tumbado sobre la orilla.
— Ulf...Ulf!!!!!.— corrí desesperada hacia los dos y cuando llegué a él me dejé caer a su lado, tenía los ojos cerrados, no respiraba y Höor le lanzaba maldiciones en noruego para que despertase.— no te atrevas a morirte ahora!!! no me obligues a ir a por ti de nuevo al infierno...!!! Ulf!!!
Golpeé su pecho con fuerza con mis dos manos juntas y después las apliqué sobre su corazón empujando de forma seca y rítmica. Todos los años moría gente en los pantanos, sabía las maniobras básicas de reanimación, pero no sabía si por dentro estaría reventado, esperaba que sólo fuera agua en los pulmones.
Apliqué mis labios sobre los suyos insuflando con fuerza el aire que removiera esas aguas y le permitiese respirar.
— Vamos!! tienes que despertarte!!
Le indiqué a Höor que siguiera con el masaje sobre el corazón mientras yo le insuflaba aire, hasta que tras unos minutos de angustia, tosió y expulsó parte del agua. Lo tumbamos de lado para que pudiera acabar de echar todo el liquido que acumulaban sus maltrechos pulmones y yo por fin pude soltar las lágrimas retenidas, pensando que lo perdía, que de nuevo volveríamos a la casilla de salida, a la encrucijada de Legba a pedir favores para poder estar juntos.
Ni un minuto de paz en nuestras vidas, ni un sólo día en el que la felicidad campara a sus anchas sin sobresaltos. Ese era nuestro destino, nuestro camino, el que los dioses tejían para nosotros. Sujeté su cara con las dos manos y besé sus labios murmurando aliviada.
— La próxima vez que te ahogues te reviviré a sartenazos...así que no lo hagas más.
Impactamos contra la dureza del agua, sus frías cuchilladas nos helaban y nos sumergían más adentro, arrastrándonos y volteándonos por la corriente. Mis manos se soltaron de las de él, por mucho que intenté agarrarlo, la fuerza de las aguas bravas nos separó. No sé ni cuantas vueltas di hacia dentro y hacia fuera, tratando de respirar antes de que los rápidos me volvieran a sumergir, pero finalmente saqué la cabeza y me mantuve a flote. Busqué con la mirada a Ulf y entré en pánico, no lo veía, tan sólo pude localizar la cabeza morena de Höor en la orilla y nadé hacia allí. El cuerpo me pesaba, la cabeza me dolía en donde había recibido el impacto contra pared, pero estaba entera. Sin embargo el rey estaba cubierto de manchurrones de sangre propia y ajena en toda su ropa y se arrodillaba sobre un bulto en el remanso del rio. El corazón se desbocó en mi pecho, Ulf había saltado protegiéndome a mi del impacto, y si mis sospechas eran ciertas, era él el que yacía tumbado sobre la orilla.
— Ulf...Ulf!!!!!.— corrí desesperada hacia los dos y cuando llegué a él me dejé caer a su lado, tenía los ojos cerrados, no respiraba y Höor le lanzaba maldiciones en noruego para que despertase.— no te atrevas a morirte ahora!!! no me obligues a ir a por ti de nuevo al infierno...!!! Ulf!!!
Golpeé su pecho con fuerza con mis dos manos juntas y después las apliqué sobre su corazón empujando de forma seca y rítmica. Todos los años moría gente en los pantanos, sabía las maniobras básicas de reanimación, pero no sabía si por dentro estaría reventado, esperaba que sólo fuera agua en los pulmones.
Apliqué mis labios sobre los suyos insuflando con fuerza el aire que removiera esas aguas y le permitiese respirar.
— Vamos!! tienes que despertarte!!
Le indiqué a Höor que siguiera con el masaje sobre el corazón mientras yo le insuflaba aire, hasta que tras unos minutos de angustia, tosió y expulsó parte del agua. Lo tumbamos de lado para que pudiera acabar de echar todo el liquido que acumulaban sus maltrechos pulmones y yo por fin pude soltar las lágrimas retenidas, pensando que lo perdía, que de nuevo volveríamos a la casilla de salida, a la encrucijada de Legba a pedir favores para poder estar juntos.
Ni un minuto de paz en nuestras vidas, ni un sólo día en el que la felicidad campara a sus anchas sin sobresaltos. Ese era nuestro destino, nuestro camino, el que los dioses tejían para nosotros. Sujeté su cara con las dos manos y besé sus labios murmurando aliviada.
— La próxima vez que te ahogues te reviviré a sartenazos...así que no lo hagas más.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Creo que me había acostumbrado a esto de la muerte porque juro que cuando vi a Legba en vez de a una valquiria tetona hubiera enganchado la sarten de la bruja y le hubiera dado en la cabeza al gordo ese.
El “dios vudú” se reía por mi cara de pocos amigos y cuando le pedí el ron me lo dio sin rechistar, posiblemente sabiendo la que se me vendría encima al despertar de entre los muertos.
-No es tu hora Ulf, ademas no quiero que la bruja vuelva a pedirme favores tan pronto me dijo mientras yo daba un trago de su bebida y escuchaba la voz de fondo de la bruja suplicando.
-¿No hay diosas tetonas en el vudú? Me cambiáis la imagen de una valquiria por ti, y sin ofender pero... -bromeé mientras me desvanecía de allí y la botella caía al suelo.
Abrí los ojos de golpe, di una bocanada de aire antes de empezar a toser vomitando el agua que llenaba mis pulmones.
Sentí como me giraban para que pudiera tirarlo todo. La mano de Höor en mi espalda y la bruja acariciándome sumida en un llanto.
-¿creía que no podía morirme sin darte hijos? -bromeé cuando dijo lo de la sarten.
Los tres nos echamos a reír, era cierto que habíamos tenido una salida un tanto imprevista, pero estábamos vivos y eso era mas que suficiente, ademas el espejo estaba roto, con eso íbamos a ganar tiempo.
Aparté los mechones de pelo húmedos del rostro de mi esposa y recorrí sus labios amoratados por el frio con suavidad.
-¿estas bien guerrera de la sarten? -le pregunté.
Físicamente era un echo que si, pero la visión de su madre...eso me preocupaba.
Fue Höor quien nos dijo que teníamos que movernos, no tardaría en llegar una avanzadilla buscándonos vivos o muertos, así que volvimos hasta el lugar donde habíamos escondido las monturas y emprendimos camino al galope hacia la fortaleza de Akershus.
Höor pese a la victoria parecía preocupado, sumido posiblemente en sus problemas personales, no era un secreto que los tenia y los rumores ya corrían por el palacio con la misma velocidad que la pólvora.
-Necesito hablar con vosotros, es confidencial y a de ser a solas -dijo finalmente mirándonos a ambos.
Asentí, Höor tenia no solo un general en mi, si no un amigo, mi fidelidad hacia él no conocía parangón.
-Cuando quieras -le dije con una ladeada sonrisa -menos a mi mujer -bromeé guiñándole un ojos despertando también la suya mientras atravesábamos el rastrillo de Akersus bajo la mirada de lso arqueros y los vítores del pueblo que veían a su futuro rey volver victorioso.
El “dios vudú” se reía por mi cara de pocos amigos y cuando le pedí el ron me lo dio sin rechistar, posiblemente sabiendo la que se me vendría encima al despertar de entre los muertos.
-No es tu hora Ulf, ademas no quiero que la bruja vuelva a pedirme favores tan pronto me dijo mientras yo daba un trago de su bebida y escuchaba la voz de fondo de la bruja suplicando.
-¿No hay diosas tetonas en el vudú? Me cambiáis la imagen de una valquiria por ti, y sin ofender pero... -bromeé mientras me desvanecía de allí y la botella caía al suelo.
Abrí los ojos de golpe, di una bocanada de aire antes de empezar a toser vomitando el agua que llenaba mis pulmones.
Sentí como me giraban para que pudiera tirarlo todo. La mano de Höor en mi espalda y la bruja acariciándome sumida en un llanto.
-¿creía que no podía morirme sin darte hijos? -bromeé cuando dijo lo de la sarten.
Los tres nos echamos a reír, era cierto que habíamos tenido una salida un tanto imprevista, pero estábamos vivos y eso era mas que suficiente, ademas el espejo estaba roto, con eso íbamos a ganar tiempo.
Aparté los mechones de pelo húmedos del rostro de mi esposa y recorrí sus labios amoratados por el frio con suavidad.
-¿estas bien guerrera de la sarten? -le pregunté.
Físicamente era un echo que si, pero la visión de su madre...eso me preocupaba.
Fue Höor quien nos dijo que teníamos que movernos, no tardaría en llegar una avanzadilla buscándonos vivos o muertos, así que volvimos hasta el lugar donde habíamos escondido las monturas y emprendimos camino al galope hacia la fortaleza de Akershus.
Höor pese a la victoria parecía preocupado, sumido posiblemente en sus problemas personales, no era un secreto que los tenia y los rumores ya corrían por el palacio con la misma velocidad que la pólvora.
-Necesito hablar con vosotros, es confidencial y a de ser a solas -dijo finalmente mirándonos a ambos.
Asentí, Höor tenia no solo un general en mi, si no un amigo, mi fidelidad hacia él no conocía parangón.
-Cuando quieras -le dije con una ladeada sonrisa -menos a mi mujer -bromeé guiñándole un ojos despertando también la suya mientras atravesábamos el rastrillo de Akersus bajo la mirada de lso arqueros y los vítores del pueblo que veían a su futuro rey volver victorioso.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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