AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Tempestad. (+18)
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Este tema va a continuación de La Clameur du Silence.
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"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
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"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
Última edición por Giuliana Mordrake el Dom Ene 15, 2017 2:12 pm, editado 1 vez
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Las consecuencias podrían ser cualquier cosa, como bien decía Ulf, su propia muerte, una vida por otra, o quizás de alguien amado, puede que hasta la de Ulf...a saber. estaba tratando de recordar detalles de la visión a ver si podía encontrar alguna cosa que la guiase en lo que significaba cuando su aliento se condensó en el interior de su pecho al escuchar las palabras de Ulf. Una segunda esposa. Una que le diera hijos, una que le diera la felicidad. Sintió cómo ese aliento se quebraba en su interior como un cristal haciendose añicos y explotando en mil esquirlas hirientes.
Debía ser algo común en su cultura, algo con lo que él podía estar cómodo, y lo entendía, una solución práctica a un problema complejo. Pero ella acababa de sentir como si no fuera más que una vaca que no da suficiente leche y compran otra que la reemplace.
El lobo reculó un poco al decirle que lo solucionarían, que hablase con Gwenda, que si no siempre podía ir a hablar con Legba. Pero las bromas de Ulf no llegaron a su helado ánimo que en ese momento estaba arrasado. ¿Cómo iba a prometerle que permanecería a su lado hasta la muerte y más allá si acababa de decirle que en caso de no tener hijos buscaría a otra? ¿Cómo iba a prometerle que sería fuerte, que su amor sobreviviría con otra persona ocupando su cama?
La lluvia seguía cayendo con fuerza, tras el beso de Ulf, al que no respondió porque se sentía como una estatua de mármol, apoyó la mano en el cristal mirando afuera, la tempestad se desataba en el corazón de la bruja, sentía como todo su poder oscuro se arremolinaba y hervía en sus venas. De alguna forma sentía que se caía en un abismo oscuro. Despegó lentamente los labios.
— Ulf... no puedo casarme contigo. No te ataré a mi si no puedo hacerte feliz. No sé si seré capaz de ver cómo otra mujer te da la felicidad que anhelas...siempre será una brecha entre los dos, y con el tiempo la amarás más a ella... está bien así. Dejemos las cosas como están. Si pasa el tiempo y no soy capaz de alumbrar vida...nada te atará a mi, serás libre de tener la familia que siempre quisiste. Puedo esperar, el árbol puede esperar, no echará a andar.
Sería más fácil así, no hacía falta añadir problemas legales a los problemas que ya tenían en caso de separar sus caminos. Utilizar la magia era arriesgado y quizás el precio de hacerlo fuera muy alto. Aunque la visión parecía tentadora. Dos cabezas rubias, la de Ulf y la de su descendiente. ¿Cuándo habían sido benévolos los Loas enviándole visiones? Le estaban pidiendo otro salto de fe. ¿Sería capaz? Notó como la bilis subía por su garganta.
De pronto estaba muy cabreada con los dioses, siempre jugando a los acertijos. Apartó bruscamente a Ulf y se dirigió al pequeño mueble que había en la habitación del hotel y sacó el Sazerac, fuerte, dulce y ardiente. Empinó la botella y empezó a beber sin respirar.
— Voy a hablar con Legba. No voy a perderte por sus jueguecitos.— dio otro trago del fuerte licor, necesitaba entrar en trance para estar frente a ellos, y su ánimo estaba demasiado revuelto como hacerlo mediante la concentración y la meditación.
Debía ser algo común en su cultura, algo con lo que él podía estar cómodo, y lo entendía, una solución práctica a un problema complejo. Pero ella acababa de sentir como si no fuera más que una vaca que no da suficiente leche y compran otra que la reemplace.
El lobo reculó un poco al decirle que lo solucionarían, que hablase con Gwenda, que si no siempre podía ir a hablar con Legba. Pero las bromas de Ulf no llegaron a su helado ánimo que en ese momento estaba arrasado. ¿Cómo iba a prometerle que permanecería a su lado hasta la muerte y más allá si acababa de decirle que en caso de no tener hijos buscaría a otra? ¿Cómo iba a prometerle que sería fuerte, que su amor sobreviviría con otra persona ocupando su cama?
La lluvia seguía cayendo con fuerza, tras el beso de Ulf, al que no respondió porque se sentía como una estatua de mármol, apoyó la mano en el cristal mirando afuera, la tempestad se desataba en el corazón de la bruja, sentía como todo su poder oscuro se arremolinaba y hervía en sus venas. De alguna forma sentía que se caía en un abismo oscuro. Despegó lentamente los labios.
— Ulf... no puedo casarme contigo. No te ataré a mi si no puedo hacerte feliz. No sé si seré capaz de ver cómo otra mujer te da la felicidad que anhelas...siempre será una brecha entre los dos, y con el tiempo la amarás más a ella... está bien así. Dejemos las cosas como están. Si pasa el tiempo y no soy capaz de alumbrar vida...nada te atará a mi, serás libre de tener la familia que siempre quisiste. Puedo esperar, el árbol puede esperar, no echará a andar.
Sería más fácil así, no hacía falta añadir problemas legales a los problemas que ya tenían en caso de separar sus caminos. Utilizar la magia era arriesgado y quizás el precio de hacerlo fuera muy alto. Aunque la visión parecía tentadora. Dos cabezas rubias, la de Ulf y la de su descendiente. ¿Cuándo habían sido benévolos los Loas enviándole visiones? Le estaban pidiendo otro salto de fe. ¿Sería capaz? Notó como la bilis subía por su garganta.
De pronto estaba muy cabreada con los dioses, siempre jugando a los acertijos. Apartó bruscamente a Ulf y se dirigió al pequeño mueble que había en la habitación del hotel y sacó el Sazerac, fuerte, dulce y ardiente. Empinó la botella y empezó a beber sin respirar.
— Voy a hablar con Legba. No voy a perderte por sus jueguecitos.— dio otro trago del fuerte licor, necesitaba entrar en trance para estar frente a ellos, y su ánimo estaba demasiado revuelto como hacerlo mediante la concentración y la meditación.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/04/2016
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Re: La Tempestad. (+18)
Enarqué una ceja al escucharla hablar, mi beso no fue correspondido como una estatua de mármol permaneció impasible ante mis ojos.
¿No podía casarse conmigo? ¿por que?
Negué con la cabeza mientras hablaba, rugí, gruñí y bufe como el vikingo que era y que no estaba de acuerdo con nada de lo que decía.
La quería ¿acaso no había quedado demostrado mi amor por ella suficiente? ¡Por Odin! Esa mujer me iba a volver completamente loco.
-El árbol no irá a ningún sitio y tu y yo nos casaremos bajo su sombra, se que la idea de una segunda mujer no te gusta, tampoco es mi idea idílica del matrimonio.
Puede que no lo creas pues somos considerados unos bárbaros pero a diferencia de la mayoría de las culturas, para nosotros la mujer es algo preciado, valioso.
Gozáis de la misma libertad sexual que nosotros, algo impensable por ejemplo para las parisinas, podéis ser escuderas, saquear con nosotros, sois valiosas porque ademas nos dais un linaje, descendencia.
No quiero una segunda mujer si contigo puedo tenerlo todo -la sujeté de los brazos para que me mirara fijamente -Lo solucionaremos ¿de acuerdo?
Decirle que no era importante para mi tener hijos era algo que no iba a decir, no pensaba mentirle burdamente a la cara, pero si podía prometerle que haría lo que fuera necesario para que ella me diera esa descendencia, si tenia que sacrificar algo, lo haría, siempre y cuando las condiciones me resultaran claras, no quería juegos de palabras, si no un trato donde estampar mi firma.
Guiliana se alejó de mi a por la botella, la conocía, quería entrar en trance e ir a hablar con sus dioses. Le quité la botella de golpe para dar yo también un trago.
-Pues llévame a este viaje, porque no permitiré que lo hagas sola pequeña bruja.
Mis grises se hundieron en sus pantanos, no estaba dispuesto a que solo ella negociara mi linaje, no porque conociéndola era capaz de dar su vida a cambio de un vástago para mi y por Odin que eso no se lo pensaba permitir.
Aparté la botella de su mano dando otro trago, si necesitaba estar borracho para la visión, adelante.
-Juntos bruja, no iras sola, esa es mi condición.
Esperé una respuesta sin devolverle la botella, puede que mi gesto representara mi falta de fe en ella, pero no era eso exactamente si no que conocía perfectamente a lo que estaba dispuesta a llegar por mi, por mi felicidad .
Yo no quería perderla, así que..mas vale que preparara el barco, nos íbamos juntos nuevamente ante sus dioses
¿No podía casarse conmigo? ¿por que?
Negué con la cabeza mientras hablaba, rugí, gruñí y bufe como el vikingo que era y que no estaba de acuerdo con nada de lo que decía.
La quería ¿acaso no había quedado demostrado mi amor por ella suficiente? ¡Por Odin! Esa mujer me iba a volver completamente loco.
-El árbol no irá a ningún sitio y tu y yo nos casaremos bajo su sombra, se que la idea de una segunda mujer no te gusta, tampoco es mi idea idílica del matrimonio.
Puede que no lo creas pues somos considerados unos bárbaros pero a diferencia de la mayoría de las culturas, para nosotros la mujer es algo preciado, valioso.
Gozáis de la misma libertad sexual que nosotros, algo impensable por ejemplo para las parisinas, podéis ser escuderas, saquear con nosotros, sois valiosas porque ademas nos dais un linaje, descendencia.
No quiero una segunda mujer si contigo puedo tenerlo todo -la sujeté de los brazos para que me mirara fijamente -Lo solucionaremos ¿de acuerdo?
Decirle que no era importante para mi tener hijos era algo que no iba a decir, no pensaba mentirle burdamente a la cara, pero si podía prometerle que haría lo que fuera necesario para que ella me diera esa descendencia, si tenia que sacrificar algo, lo haría, siempre y cuando las condiciones me resultaran claras, no quería juegos de palabras, si no un trato donde estampar mi firma.
Guiliana se alejó de mi a por la botella, la conocía, quería entrar en trance e ir a hablar con sus dioses. Le quité la botella de golpe para dar yo también un trago.
-Pues llévame a este viaje, porque no permitiré que lo hagas sola pequeña bruja.
Mis grises se hundieron en sus pantanos, no estaba dispuesto a que solo ella negociara mi linaje, no porque conociéndola era capaz de dar su vida a cambio de un vástago para mi y por Odin que eso no se lo pensaba permitir.
Aparté la botella de su mano dando otro trago, si necesitaba estar borracho para la visión, adelante.
-Juntos bruja, no iras sola, esa es mi condición.
Esperé una respuesta sin devolverle la botella, puede que mi gesto representara mi falta de fe en ella, pero no era eso exactamente si no que conocía perfectamente a lo que estaba dispuesta a llegar por mi, por mi felicidad .
Yo no quería perderla, así que..mas vale que preparara el barco, nos íbamos juntos nuevamente ante sus dioses
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Giuliana asintió a las palabras de Ulf, irían juntos, sobre todo porque cualquiera le decía que no, era capaz de rajarse el cuello para seguirla, así que mejor no tentar la suerte.
Fue a por la espada del lobo, porque ella no portaba cuchillo alguno, y se realizó un corte en la mano. Con la sangre que manaba dibujó un símbolo en el brazo de Ulf y otro en el suyo, después cortó la piel de la mano del guerrero y unió sus manos, juntando las dos runas vudú mientras recitaba algo. La botella de Sazerac empezó a disminuir considerablemente y notó que las piernas empezaban a no sujetarla, con lo que se echó sobre la cama sin soltar la mano del vikingo, que se tendió a su lado mientras apuraban la botella y la bruja entraba en trance.
Entró en el mundo espiritual atravesando las brumas de la mano de Ulf y aparecieron en un extraño páramo helado. Ese no solía ser el paisaje donde Legba la recibía, él era más de climas cálidos y botellas de ron.Había un árbol truncado y el Loa del sombrero de copa y boca cosida estaba sentado en una gruesa rama, balanceando los pies y fumando un puro.
— vaya, vaya, vaya...mira lo que ha traído la marea, si es mi torpe bruja y mi lobo favorito. Ya os echaba de menos...esperad...No. Sólo bromeaba.
— ¿Dónde estamos? este no es le cruce de caminos habitual...
— Chica lista. Estais donde debéis estar. Vienes a preguntarme por la visión.— la bruja asintió pegándose un poco al costado de Ulf, Legba estaba extrañamente risueño, divertido, lo que fuera que fuese le producía cierto contento y normalmente eso significaba dolor y esfuerzo para ellos.— Dos cabezas rubias en el clima helado...¿qué crees que significa?
— Ulf y su descendiente.— el Loa sonrió divertido dando una calada.
— Tú también eres rubia.— Giuliana lo miró parpadeando dos veces. ¿Qué quería decir? sí, ella era rubia también y eso podía significar que... ¿la cabecita rubia podría ser su descendiente pero no de Ulf? Ay, Ay...eso no sonaba bien. Legba sonrió de medio lado.— sí, lobito... es lo que estás pensando. ¿Y si no es ella y eres tú el problema? ¿Y si son tus dioses los que no te perdonan que vagues por los territorios de Samedi? oh...creo que están molestos, deberías hablar con ellos.
— ¿por eso estamos aquí? es este el camino al Valhalla?
— No sé si al Valhalla o a Hel, no pienso averiguarlo.— señaló con el puro hacia una hendidura entre las montañas heladas. Al parecer debían atravesar esa brecha para llegar al mundo donde los orgullosos dioses nórdicos residían.— Adelante, Hermóðr el mensajero os espera, yo ya estoy hasta las narices de tratar con ese estirado. Ahora estáis solos.
Legba rió entre dientes antes de desaparecer. Giuliana no daba crédito. ¿Estaban los dioses castigando a Ulf? si él no había hecho otra cosa que honrarlos y acatar sus tradiciones y designios. Lo miró desconcertada.
— debe ser un error... tú no has hecho nada malo... esto es...absurdo.
Fue a por la espada del lobo, porque ella no portaba cuchillo alguno, y se realizó un corte en la mano. Con la sangre que manaba dibujó un símbolo en el brazo de Ulf y otro en el suyo, después cortó la piel de la mano del guerrero y unió sus manos, juntando las dos runas vudú mientras recitaba algo. La botella de Sazerac empezó a disminuir considerablemente y notó que las piernas empezaban a no sujetarla, con lo que se echó sobre la cama sin soltar la mano del vikingo, que se tendió a su lado mientras apuraban la botella y la bruja entraba en trance.
Entró en el mundo espiritual atravesando las brumas de la mano de Ulf y aparecieron en un extraño páramo helado. Ese no solía ser el paisaje donde Legba la recibía, él era más de climas cálidos y botellas de ron.Había un árbol truncado y el Loa del sombrero de copa y boca cosida estaba sentado en una gruesa rama, balanceando los pies y fumando un puro.
— vaya, vaya, vaya...mira lo que ha traído la marea, si es mi torpe bruja y mi lobo favorito. Ya os echaba de menos...esperad...No. Sólo bromeaba.
— ¿Dónde estamos? este no es le cruce de caminos habitual...
— Chica lista. Estais donde debéis estar. Vienes a preguntarme por la visión.— la bruja asintió pegándose un poco al costado de Ulf, Legba estaba extrañamente risueño, divertido, lo que fuera que fuese le producía cierto contento y normalmente eso significaba dolor y esfuerzo para ellos.— Dos cabezas rubias en el clima helado...¿qué crees que significa?
— Ulf y su descendiente.— el Loa sonrió divertido dando una calada.
— Tú también eres rubia.— Giuliana lo miró parpadeando dos veces. ¿Qué quería decir? sí, ella era rubia también y eso podía significar que... ¿la cabecita rubia podría ser su descendiente pero no de Ulf? Ay, Ay...eso no sonaba bien. Legba sonrió de medio lado.— sí, lobito... es lo que estás pensando. ¿Y si no es ella y eres tú el problema? ¿Y si son tus dioses los que no te perdonan que vagues por los territorios de Samedi? oh...creo que están molestos, deberías hablar con ellos.
— ¿por eso estamos aquí? es este el camino al Valhalla?
— No sé si al Valhalla o a Hel, no pienso averiguarlo.— señaló con el puro hacia una hendidura entre las montañas heladas. Al parecer debían atravesar esa brecha para llegar al mundo donde los orgullosos dioses nórdicos residían.— Adelante, Hermóðr el mensajero os espera, yo ya estoy hasta las narices de tratar con ese estirado. Ahora estáis solos.
Legba rió entre dientes antes de desaparecer. Giuliana no daba crédito. ¿Estaban los dioses castigando a Ulf? si él no había hecho otra cosa que honrarlos y acatar sus tradiciones y designios. Lo miró desconcertada.
— debe ser un error... tú no has hecho nada malo... esto es...absurdo.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
La bruja no dudó en aceptar mi propuesta, juntos recorreríamos la bruma para llegar ante Legba, estaba ansioso por pedir explicaciones a su dios por su comportamiento deplorable para con una fiel sierva.
Mas cuando juntos llegamos a un paraje helado, nórdico supe que algo no iba según lo planeado.
Elevé mi mirada hacia aquel dios que con la boca cosida y aspecto solemne balanceaba sus pies sobre un árbol torcido.
Iba a preguntar ¿donde demonios estábamos cuando Giuliana se adelantó silenciando mis palabras.
Legba parecía tomarnos el pelo, estaba risueño, como si lidiar con nosotros se hubiera convertido en un juego, no hubieron dobles sentidos, claramente le habló de esa visión que le había mandado a la bruja, algo que hizo que nuestros cuerpos se unieran de repente.
Legba no se cortó un ápice en decir que el problema residía en mi, la bruja estaba en perfecta forma, concebir no le suponía problema alguno, era yo el roto en este tema.
Mis ojos se tornaron ámbar, mis colmillos crecieron y un aullido quebrado rompió el helado páramo, no sabia ese dios maldito lo que insinuaba, un vikingo incapaz de dar un linaje era un paria, un eunuco, no abría mujer alguna que lo quisiera entre sus piernas, si eso era cierto, mi linaje acabaría conmigo.
Legba reía entre dientes y por Odin ese dios que me había traicionado que le hubiera arrancado allí mismo la cabeza por reírse de mi maldita desdicha.
Mis ojos recorrieron el páramo, sobre un corcel blanco, Hermóðr , hijo de Odin y Frigg, parecía dispuesto a guiarnos en este viaje.
Alcé la barbilla orgulloso, acomodé las pieles a mis hombros con la mirada fija en el orgullosos dios, si estaba allí solo podía significar una cosa, que Odin tenia algo que decir, bien, si era así, también él me escucharía a mi.
Había servido desde niño a esos dioses, los había honrado, amado y venerado, crecí como todos los vikingos escuchando sus leyendas, aclamando el turno de Thor las noches de tormenta.
Desconocía que podía haber echo para merecer ser convertido en un despojo, pero por Odin que iba a averiguarlo aunque tuviera yo mismo que abrir las puertas de Asagard.
Me detuve un instante para mirar a los ojos de la bruja, supongo que en ellos se reflejaba la vergüenza, para un vikingo ser infertil era algo incluso peor que la muerte, una deshonra.
-No tienes porque continuar este camino bruja, vuelve con los tuyos, parece que mi sino sigue ese sendero rumbo a Asagard, no es Hel lo que me espera, pues ahora mismo el infierno me consume por las palabras de Legba.
Entendía que me dejara, cualquier vikinga lo haria, no era un hombre si no podía dar hijos fuertes, dignos sucesores.
-Asgard es uno de los nueve reinos de Yggdrasil un fresno perenne, llamado árbol de la vida mantiene los nueve reinos unidos, esto no va a ser un paseo bruja.
Hermóðr se puso en marcha, engreído como todos mis dioses, no se digno a dirigirme la palabra, esperaba ser seguido, yo era el que ahora los necesitaba, al fondo de aquel helado páramo, se vislumbraba el arco iris del puente Bifröst,
Estaba formado por fuego, aire, el verde de las profundidades marinas...
Sobre él, el gran Heimdal, hijo de Odin con las nueve gigantes.
Sus sentidos eran agudos, gran vista, nada le podía pasar desapercibido, escuché le cuerno sonar, nos había visto, anunciaba nuestra presencia en Asgard.
Mas cuando juntos llegamos a un paraje helado, nórdico supe que algo no iba según lo planeado.
Elevé mi mirada hacia aquel dios que con la boca cosida y aspecto solemne balanceaba sus pies sobre un árbol torcido.
Iba a preguntar ¿donde demonios estábamos cuando Giuliana se adelantó silenciando mis palabras.
Legba parecía tomarnos el pelo, estaba risueño, como si lidiar con nosotros se hubiera convertido en un juego, no hubieron dobles sentidos, claramente le habló de esa visión que le había mandado a la bruja, algo que hizo que nuestros cuerpos se unieran de repente.
Legba no se cortó un ápice en decir que el problema residía en mi, la bruja estaba en perfecta forma, concebir no le suponía problema alguno, era yo el roto en este tema.
Mis ojos se tornaron ámbar, mis colmillos crecieron y un aullido quebrado rompió el helado páramo, no sabia ese dios maldito lo que insinuaba, un vikingo incapaz de dar un linaje era un paria, un eunuco, no abría mujer alguna que lo quisiera entre sus piernas, si eso era cierto, mi linaje acabaría conmigo.
Legba reía entre dientes y por Odin ese dios que me había traicionado que le hubiera arrancado allí mismo la cabeza por reírse de mi maldita desdicha.
Mis ojos recorrieron el páramo, sobre un corcel blanco, Hermóðr , hijo de Odin y Frigg, parecía dispuesto a guiarnos en este viaje.
Alcé la barbilla orgulloso, acomodé las pieles a mis hombros con la mirada fija en el orgullosos dios, si estaba allí solo podía significar una cosa, que Odin tenia algo que decir, bien, si era así, también él me escucharía a mi.
Había servido desde niño a esos dioses, los había honrado, amado y venerado, crecí como todos los vikingos escuchando sus leyendas, aclamando el turno de Thor las noches de tormenta.
Desconocía que podía haber echo para merecer ser convertido en un despojo, pero por Odin que iba a averiguarlo aunque tuviera yo mismo que abrir las puertas de Asagard.
Me detuve un instante para mirar a los ojos de la bruja, supongo que en ellos se reflejaba la vergüenza, para un vikingo ser infertil era algo incluso peor que la muerte, una deshonra.
-No tienes porque continuar este camino bruja, vuelve con los tuyos, parece que mi sino sigue ese sendero rumbo a Asagard, no es Hel lo que me espera, pues ahora mismo el infierno me consume por las palabras de Legba.
Entendía que me dejara, cualquier vikinga lo haria, no era un hombre si no podía dar hijos fuertes, dignos sucesores.
-Asgard es uno de los nueve reinos de Yggdrasil un fresno perenne, llamado árbol de la vida mantiene los nueve reinos unidos, esto no va a ser un paseo bruja.
Hermóðr se puso en marcha, engreído como todos mis dioses, no se digno a dirigirme la palabra, esperaba ser seguido, yo era el que ahora los necesitaba, al fondo de aquel helado páramo, se vislumbraba el arco iris del puente Bifröst,
Estaba formado por fuego, aire, el verde de las profundidades marinas...
Sobre él, el gran Heimdal, hijo de Odin con las nueve gigantes.
Sus sentidos eran agudos, gran vista, nada le podía pasar desapercibido, escuché le cuerno sonar, nos había visto, anunciaba nuestra presencia en Asgard.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
El aullido del lobo se coló en todas las brechas de su alma. Todavía no podía creer que el problema para tener descendencia lo tuviera él, no tenía lógica ninguna, ella había estado muerta...pero por otro lado Ulf tenía algo más del doble de edad que ella, y que él supiera no tenía descendencia, y desde luego no sería por no practicarlo...
Los loas tenían un humor macabro pero al parecer los dioses nórdicos tampoco eran tan sumamente honorables y rectos como Ulf creía, pues estaban castigando al más ferviente de sus seguidores. ¿Y si lo castigaban por su culpa? Ulf se quería unir a una bruja que servía a otros dioses ¿estarían enojados por eso?
Quizás las vikingas fueran tan prácticas como sus hombres, y si uno de éstos no funcionaba, lo desechaban y se iban con otro. Pero por suerte o por desgracia Giuliana no era vikinga y en su mundo la valía de un hombre no se media por la cantidad de hijos que tuviera.
Se agarró fuertemente al brazo de Ulf y le recolocó una de las pieles que estaba fuera de su sitio.
— no soy vikinga, y me da igual lo que hagan ellas. Ni por un sólo segundo pienses que me voy a quedar atrás. Dijiste "juntos" y juntos iremos a solucionarlo.
Ulf le habló de Yggdrasil, de Asgard y del puente sobre el que Heimdal observaba y que mantenía los reinos unidos. Sonaron los cuernos de forma solemne y la bruja se quedó anonadada mirando a un lado y a otro. El paisaje que se abría ante sus ojos era muy distinto de los pantanos y las brumas y el reino onírico del vudú. Los Loas eran negros y criollos, nacidos del dolor de los esclavos y de las antiguas religiones africanas. Tenían el sol metido dentro y sus costumbres libertinas y sangrientas tenían mucho que ver en su cultura. Por el contrario, los dioses nórdicos eran fríos, rigurosos, disciplinados. Honraban a los guerreros y a los valientes, a los fuertes y a los que se regían por ese código. Nada que ver con la cultura de la rubia, en la que los que eran capaces de comunicarse con sus dioses eran venerados y envidiados porque ellos tenían el poder de traer de vuelta a quienes se iban. Nueva Orleans celebraba la magia sin pudor, el Norte reverenciaba a los guerreros. No podían ser universos más distintos.
Sabía que los dioses de Ulf eran implacables, mas ¿acaso Ogún o el barón Samedi no lo eran también? aún así decidió no bajar la guardia porque no estaba segura de lo que podrían hacerle esas deidades. Esperaba que nada, porque entonces entrarían en disputa con los Loas, y normalmente ningun humano vale tanto como para provocar problemas entre dioses.
Ulf le dijo que eran nueve los reinos que entroncaban aquel fresno perenne. ¡Maldición! nueve reinos que seguro que tendrían mil pruebas que superar. Esperaba que Odín no les hiciera cruzarlos todos como prueba, con los siete infiernos vudú ya habían estado servidos.
Los loas tenían un humor macabro pero al parecer los dioses nórdicos tampoco eran tan sumamente honorables y rectos como Ulf creía, pues estaban castigando al más ferviente de sus seguidores. ¿Y si lo castigaban por su culpa? Ulf se quería unir a una bruja que servía a otros dioses ¿estarían enojados por eso?
Quizás las vikingas fueran tan prácticas como sus hombres, y si uno de éstos no funcionaba, lo desechaban y se iban con otro. Pero por suerte o por desgracia Giuliana no era vikinga y en su mundo la valía de un hombre no se media por la cantidad de hijos que tuviera.
Se agarró fuertemente al brazo de Ulf y le recolocó una de las pieles que estaba fuera de su sitio.
— no soy vikinga, y me da igual lo que hagan ellas. Ni por un sólo segundo pienses que me voy a quedar atrás. Dijiste "juntos" y juntos iremos a solucionarlo.
Ulf le habló de Yggdrasil, de Asgard y del puente sobre el que Heimdal observaba y que mantenía los reinos unidos. Sonaron los cuernos de forma solemne y la bruja se quedó anonadada mirando a un lado y a otro. El paisaje que se abría ante sus ojos era muy distinto de los pantanos y las brumas y el reino onírico del vudú. Los Loas eran negros y criollos, nacidos del dolor de los esclavos y de las antiguas religiones africanas. Tenían el sol metido dentro y sus costumbres libertinas y sangrientas tenían mucho que ver en su cultura. Por el contrario, los dioses nórdicos eran fríos, rigurosos, disciplinados. Honraban a los guerreros y a los valientes, a los fuertes y a los que se regían por ese código. Nada que ver con la cultura de la rubia, en la que los que eran capaces de comunicarse con sus dioses eran venerados y envidiados porque ellos tenían el poder de traer de vuelta a quienes se iban. Nueva Orleans celebraba la magia sin pudor, el Norte reverenciaba a los guerreros. No podían ser universos más distintos.
Sabía que los dioses de Ulf eran implacables, mas ¿acaso Ogún o el barón Samedi no lo eran también? aún así decidió no bajar la guardia porque no estaba segura de lo que podrían hacerle esas deidades. Esperaba que nada, porque entonces entrarían en disputa con los Loas, y normalmente ningun humano vale tanto como para provocar problemas entre dioses.
Ulf le dijo que eran nueve los reinos que entroncaban aquel fresno perenne. ¡Maldición! nueve reinos que seguro que tendrían mil pruebas que superar. Esperaba que Odín no les hiciera cruzarlos todos como prueba, con los siete infiernos vudú ya habían estado servidos.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Cruzamos le puente bajo la atenta mirada de Heimdal, seguíamos aquel bello corcel sin detenernos, aunque mis ojos no podían evitar bailar por los distintos majestuosos palacios de los 12 reinos, cada uno perteneciente a una de las deidades mayores.
Nos detuvimos finalmente frente al Valhalla, el palacio mas impresionante de todos, la casa de Odin, allí donde van los valientes para siempre.
Las puertas fueron abiertas por bellas doncellas, todas ellas armadas de pies a cabeza, como no, nuestras mitológicas valquirias, damas del a muerte que nos llevaban a la gran cena.
Una de ellas se coloco frente a mi, sus ojos azules brillaban como los mares del norte, sus labios se curvaron en una mueca delicada, no vi burla en ella.
-Te estábamos esperando -alegó sin mas dilación tendiéndome su mano para estrecharla -Como sabrás soy Freya, y Odin te espera. Siento si no es en la gran mesa, pues la cena solo está dispuesta para aquellos que no volverán y tu junto a tu bruja lo harás, pero algún día tendrás tu silla entre lo grandes -aseguro dándose la vuelta para que la siguiéramos.
Mis ojos vagaron por un palacio decorado en finos oros, piedras blancas, cada pared, cada trozo de suelo que pisaba era una leyenda escuchada desde la mas tierna infancia.
Así hasta llegar a un gran salón, donde un altillo resguardaba un gran Trono gris, sobre el sentado el orgulloso Odin, era difícil no sentirse menguar cuando estabas allí.
Mi mano aferró la de la bruja cuando los cuchicheo sobre su procedencia llegaron fuertes a mis oídos, mas un golpe del bastón de Odin bastó para callarlos a todos.
Clavé la rodilla en el suelo inclinando la cabeza en señal de respeto, esperaba que de esta conversación pudiera salir algo bueno, iba a hablar en ese momento cuando fui interrumpido por el mismo soberano al que veneraba.
-Se lo que vienes a buscar Ulf, eso que te ha sido arrebatado, el poder de engendrar hijos, un linaje.
Juegas con armas de doble filo vikingo, tus paseos por el otro panteón, el de la bruja que traes contigo hace que no tengamos la seguridad de que lo que nazca de su vientre nos pertenecerá.
Una guerra entre dos panteones puede producirse si como proveen las estrellas nace un niño distinto a los demás.
Para nosotros la guerra es lo primero, Ulf y tu hijo será uno de los mas grandes guerreros, así lo vaticinan los oráculos a los que hemos consultado, pero... -hizo una pausa desviando su mirada hacia la bruja -el problema es que en ese niño existirá una magia desbordante, sera una fusión de dos culturas, demasiado peligroso para dejar que exista.
No sabemos si podríamos controlarlo, no cuando pertenecería a dos reinos distintos.
Así que hemos tomado la decisión de no dejar que esto ocurra, lo lamento Ulf, tu linaje morirá contigo, esa es mi única palabra.
Me alcé rugiendo, se me quitaba el don de procrear porque mi vástago seria demasiado poderoso para ser controlado.
-En nuestra cultura siempre ha existido la magia -gruñí.
Odin se alzó, imponía el solo echo de su presencia, pero no recularía ante el sino marcado.
-En nuestra mitología, la magia la damos los dioses, oráculos que os permiten ver vuestro sino, poderes menores..pero ese niño no solo tendría eso, si no la magia de los otros dioses, oscura, tenaz como la de la misma bruja que te acompaña. Ulf he dicho que es la ultima palabra, ve y no vuelvas hasta que el Valhalla reclame tu alma.
Nos detuvimos finalmente frente al Valhalla, el palacio mas impresionante de todos, la casa de Odin, allí donde van los valientes para siempre.
Las puertas fueron abiertas por bellas doncellas, todas ellas armadas de pies a cabeza, como no, nuestras mitológicas valquirias, damas del a muerte que nos llevaban a la gran cena.
Una de ellas se coloco frente a mi, sus ojos azules brillaban como los mares del norte, sus labios se curvaron en una mueca delicada, no vi burla en ella.
-Te estábamos esperando -alegó sin mas dilación tendiéndome su mano para estrecharla -Como sabrás soy Freya, y Odin te espera. Siento si no es en la gran mesa, pues la cena solo está dispuesta para aquellos que no volverán y tu junto a tu bruja lo harás, pero algún día tendrás tu silla entre lo grandes -aseguro dándose la vuelta para que la siguiéramos.
Mis ojos vagaron por un palacio decorado en finos oros, piedras blancas, cada pared, cada trozo de suelo que pisaba era una leyenda escuchada desde la mas tierna infancia.
Así hasta llegar a un gran salón, donde un altillo resguardaba un gran Trono gris, sobre el sentado el orgulloso Odin, era difícil no sentirse menguar cuando estabas allí.
Mi mano aferró la de la bruja cuando los cuchicheo sobre su procedencia llegaron fuertes a mis oídos, mas un golpe del bastón de Odin bastó para callarlos a todos.
Clavé la rodilla en el suelo inclinando la cabeza en señal de respeto, esperaba que de esta conversación pudiera salir algo bueno, iba a hablar en ese momento cuando fui interrumpido por el mismo soberano al que veneraba.
-Se lo que vienes a buscar Ulf, eso que te ha sido arrebatado, el poder de engendrar hijos, un linaje.
Juegas con armas de doble filo vikingo, tus paseos por el otro panteón, el de la bruja que traes contigo hace que no tengamos la seguridad de que lo que nazca de su vientre nos pertenecerá.
Una guerra entre dos panteones puede producirse si como proveen las estrellas nace un niño distinto a los demás.
Para nosotros la guerra es lo primero, Ulf y tu hijo será uno de los mas grandes guerreros, así lo vaticinan los oráculos a los que hemos consultado, pero... -hizo una pausa desviando su mirada hacia la bruja -el problema es que en ese niño existirá una magia desbordante, sera una fusión de dos culturas, demasiado peligroso para dejar que exista.
No sabemos si podríamos controlarlo, no cuando pertenecería a dos reinos distintos.
Así que hemos tomado la decisión de no dejar que esto ocurra, lo lamento Ulf, tu linaje morirá contigo, esa es mi única palabra.
Me alcé rugiendo, se me quitaba el don de procrear porque mi vástago seria demasiado poderoso para ser controlado.
-En nuestra cultura siempre ha existido la magia -gruñí.
Odin se alzó, imponía el solo echo de su presencia, pero no recularía ante el sino marcado.
-En nuestra mitología, la magia la damos los dioses, oráculos que os permiten ver vuestro sino, poderes menores..pero ese niño no solo tendría eso, si no la magia de los otros dioses, oscura, tenaz como la de la misma bruja que te acompaña. Ulf he dicho que es la ultima palabra, ve y no vuelvas hasta que el Valhalla reclame tu alma.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
La bruja observó con detalle el lugar que Ulf le había descrito y que ella pensaba que eran sólo cuentos y leyendas, pues imaginaba el panteón nórdico similar al vudú, lleno de brumas y realidades etéreas. Pero nada más lejos, se encontraban en una ciudadela de imponentes estructuras que apuntaban al cielo como agujas plateadas y doradas. Sus moradores portaban armaduras brillantes y sólidas y todo tenía el porte regio que Asgard ostentaba.
Permaneció callada cuando les dirigió la palabra Freya, y entendió de inmediato por qué Ulf había puesto su nombre a la hija que acogió como propia: era magnífica, preciosa y fuerte. Sus dioses eran deslumbrantes, acordes con las proezas que ahora ya sabía que eran reales, eran orgullosos como el vikingo que la llevaba de la mano, de cólera terrible y pronto fácil. Era todo muy diferente de la tierra brumosa de sus dioses, tejida con haces de oscuridad y dolor, insondable como el pantano de la muerte y enrevesados como el velo de la vida. Eran dioses que también celebraban el regocijo de la vida, la libertad y el libre albedrío, pero de otra forma. Dos culturas muy distintas que serían complicadas de unir.
Escuchó al gran Odin, su explicación sobre lo que sucedería la dejó sin palabras. El gran dios nórdico atronaba con su voz, sentenció que su descendencia no debía existir porque conviviría la magia oscura y la guerra extrema, pero el problema no sería su existencia en si, sino quien ejercería el control sobre él. Vio la desesperación de Ulf en sus ojos, en el rugido que le salió de dentro y sin pensarlo se echó a los pies del gran dios.
— Gran señor... os lo suplico, concededme unos segundos.— Odin frunció el ceño pero se mantuvo quieto.
— Habla, bruja.
— Ya sé que no soy digna de hablar en vuestra presencia, y os agradezco que me permitáis hacerlo. Desde que conozco a Ulf siempre me ha hablado con orgullo de sus raíces, de su cultura, de sus dioses. Su fe ha sido inquebrantable y no ha desfallecido jamás a la hora de cumplir su misión con su pueblo. Le he ayudado en su causa hasta acabar con mi propia vida porque lo amo más allá de la muerte. He luchado por el Norte como si fuera mi propio hogar, y con gusto lo seguiré haciendo. Entiendo que nuestra unión no sea de vuestro agrado, a mis dioses les resulta indiferente, con lo cual dudo que reclamen nada. Si de nuestra unión nace un niño que tiene en su sangre ambos mundos, yo lo veo como un milagro, no como un problema. Permitid que Ulf tenga lo que merece, un linaje, y no encontraréis servidor más fiel y agradecido. Prometo que ese niño será educado para respetar ambas culturas, pero el día que la muerte venga a buscarlo, guardadle un sitio al lado de su padre, porque se reunirá con él como el guerrero nórdico que siempre será, aunque yo tenga que pasar la eternidad sola entre los míos.— Lana se atrevió a levantar sus profundos ojos verdes hacia el gran regente de Asgard.— mi madre siempre me dijo que toda magia tenia un precio. Poned el vuestro, lo pagaré con gusto, aunque sea mi eternidad en el infierno. Somos mortales, no podemos compararnos con toda esta divinidad, pero de la misma forma, no funcionamos igual. El miedo, el odio o el castigo funcionan con nosotros pero de forma temporal. Tan sólo el amor es eterno en nosotros. Haremos que ese niño ame sus raíces, y si no es así… renegaré de mis dioses y podréis hacer con mi alma lo que os plazca y nadie podrá reclamar. Conozco el juramento de abjuración de mi fe y los Loas han de respetarlo como todos los dioses.
Giuliana acababa de poner sobre la mesa un trato, uno que implicaba varios finales y en ninguno pasarían la eternidad juntos. Si las cosas iban bien, tendrían una vida mortal feliz, tendrían descendencia y en el futuro su hijo se reuniría con honor con su padre en el Valhalla. Pero su alma no pasaría a través de la brecha, ella pertenecía a los Loas, al Barón Samedi que cosechaba y reclamaba las almas y hacía con ellas lo que creía conveniente. En el peor de los casos, si su hijo no abrazaba la cultura vikinga, ella renegaría de su fe para atravesar la brecha y que su alma compensase el vacío de la que debería haber ascendido. Pero estaba segura de que no la esperaría ningun banquete al otro lado. Le daba igual, estaba dispuesta a todo con tal de darle a Ulf la vida que merecía.
Permaneció callada cuando les dirigió la palabra Freya, y entendió de inmediato por qué Ulf había puesto su nombre a la hija que acogió como propia: era magnífica, preciosa y fuerte. Sus dioses eran deslumbrantes, acordes con las proezas que ahora ya sabía que eran reales, eran orgullosos como el vikingo que la llevaba de la mano, de cólera terrible y pronto fácil. Era todo muy diferente de la tierra brumosa de sus dioses, tejida con haces de oscuridad y dolor, insondable como el pantano de la muerte y enrevesados como el velo de la vida. Eran dioses que también celebraban el regocijo de la vida, la libertad y el libre albedrío, pero de otra forma. Dos culturas muy distintas que serían complicadas de unir.
Escuchó al gran Odin, su explicación sobre lo que sucedería la dejó sin palabras. El gran dios nórdico atronaba con su voz, sentenció que su descendencia no debía existir porque conviviría la magia oscura y la guerra extrema, pero el problema no sería su existencia en si, sino quien ejercería el control sobre él. Vio la desesperación de Ulf en sus ojos, en el rugido que le salió de dentro y sin pensarlo se echó a los pies del gran dios.
— Gran señor... os lo suplico, concededme unos segundos.— Odin frunció el ceño pero se mantuvo quieto.
— Habla, bruja.
— Ya sé que no soy digna de hablar en vuestra presencia, y os agradezco que me permitáis hacerlo. Desde que conozco a Ulf siempre me ha hablado con orgullo de sus raíces, de su cultura, de sus dioses. Su fe ha sido inquebrantable y no ha desfallecido jamás a la hora de cumplir su misión con su pueblo. Le he ayudado en su causa hasta acabar con mi propia vida porque lo amo más allá de la muerte. He luchado por el Norte como si fuera mi propio hogar, y con gusto lo seguiré haciendo. Entiendo que nuestra unión no sea de vuestro agrado, a mis dioses les resulta indiferente, con lo cual dudo que reclamen nada. Si de nuestra unión nace un niño que tiene en su sangre ambos mundos, yo lo veo como un milagro, no como un problema. Permitid que Ulf tenga lo que merece, un linaje, y no encontraréis servidor más fiel y agradecido. Prometo que ese niño será educado para respetar ambas culturas, pero el día que la muerte venga a buscarlo, guardadle un sitio al lado de su padre, porque se reunirá con él como el guerrero nórdico que siempre será, aunque yo tenga que pasar la eternidad sola entre los míos.— Lana se atrevió a levantar sus profundos ojos verdes hacia el gran regente de Asgard.— mi madre siempre me dijo que toda magia tenia un precio. Poned el vuestro, lo pagaré con gusto, aunque sea mi eternidad en el infierno. Somos mortales, no podemos compararnos con toda esta divinidad, pero de la misma forma, no funcionamos igual. El miedo, el odio o el castigo funcionan con nosotros pero de forma temporal. Tan sólo el amor es eterno en nosotros. Haremos que ese niño ame sus raíces, y si no es así… renegaré de mis dioses y podréis hacer con mi alma lo que os plazca y nadie podrá reclamar. Conozco el juramento de abjuración de mi fe y los Loas han de respetarlo como todos los dioses.
Giuliana acababa de poner sobre la mesa un trato, uno que implicaba varios finales y en ninguno pasarían la eternidad juntos. Si las cosas iban bien, tendrían una vida mortal feliz, tendrían descendencia y en el futuro su hijo se reuniría con honor con su padre en el Valhalla. Pero su alma no pasaría a través de la brecha, ella pertenecía a los Loas, al Barón Samedi que cosechaba y reclamaba las almas y hacía con ellas lo que creía conveniente. En el peor de los casos, si su hijo no abrazaba la cultura vikinga, ella renegaría de su fe para atravesar la brecha y que su alma compensase el vacío de la que debería haber ascendido. Pero estaba segura de que no la esperaría ningun banquete al otro lado. Le daba igual, estaba dispuesta a todo con tal de darle a Ulf la vida que merecía.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
La bruja no parecía rendirse, como yo pedía que se hiciera justicia alegando que ese niño seria educado para respetar ambas culturas pero que a su muerte seria conmigo con quien se reuniría en la gran cea del Valhalla.
Lo que la condenaba a la soledad o aun peor si nuestro hijo decidía no ocupar su lugar mis dioses podían disponer de su alma para mandarla a Hel.
Allí vagaría como una errante en un mundo congelado donde la muerte le parecería algo insignificante.
Rugí negando con la cabeza, no estaba dispuesto a que ella cargara con el peso de mi linaje sobre sus hombros.
-Odin, fe ciega es lo que desde niño he sentido por estos dioses que me han hecho creer en la justicia, el honor y la fuerza por encima de todas las cosas.
¿Ahora me decís teméis a mi descendencia? Tu gran Odin que eres todo poderoso ¿temes a un niño incontrolable?
El martillo de Thor retumbó a mis espaldas, por encima del hombro vi al implacable rey del trueno, hijo de Odin.
-Mi padre ha hablado, ya nada hacéis aquí, coge a tu bruja e iros.
Le mostré los dientes mientras él giraba el martillo entre sus dedos dispuesto a darme mi merecido si osaba desafiarle ¿pero acaso no nos habían mostrado con sus hazañas y leyendas a ser como ellos?
-Engendraré un vástago, uno que crecerá ajeno a vuestra existencia, uno que jamas oirá una sola leyenda norteña y que acabada su vida acudirá junto a su madre allí donde descansen los suyos para siempre.
Mis palabras retumbaron en todo el Valhalla, podía ver la incomodidad de mis dioses, tomé la mano de mi bruja y les dediqué una media sonrisa a ambos.
Entre por la puerta y por ella saldré, renuncio a mis orígenes, a mi silla en la gran mesa, podes enviarme a Hel cuando muera pues nunca mas os honraré -sentencié preso del cabreo.
No era justo sesgaban mi estirpe por miedo, me quitaban el poder de engendrar.
El tercero en discordia hizo acto de presencia aplaudiendo lo que para él representaba una muy buena representación teatral.
-Ulf -Dijo Loqui pronunciando mi nombre – estoy seguro de que podemos llegar todos a un ventajoso acuerdo.
Conocía ese dios, era un mentiroso, capaz de enredarte con sus medias verdades.
El dios del caos quería algo a cambio de permitirme tener un linaje ¿pero que?
-Padre teme ese primer hijo que nazca de su vientre, las estrellas le predicen cosas grandes, tu quieres un linaje y la bruja que seas feliz. La solución es tan fácil..todos podemos ganar aquí.
Bruja nos entregaras recién nacido ese varón, sera criado por los dioses y no por los humanos y nos aseguraremos de que sea fiel a nuestro panteón.
Padre, el niño nos servirá para nuestros propósitos, es un error no dejar que nazca.
Tras ese niño podréis tener infinidad de vástagos que poblaran la tierra, ningún problema hay con ellos pues no ostentaran el poder desmedido del primero, Ulf tendrá su linaje y tu la felicidad de tu lobo ¿que me dices bruja?
Lo que la condenaba a la soledad o aun peor si nuestro hijo decidía no ocupar su lugar mis dioses podían disponer de su alma para mandarla a Hel.
Allí vagaría como una errante en un mundo congelado donde la muerte le parecería algo insignificante.
Rugí negando con la cabeza, no estaba dispuesto a que ella cargara con el peso de mi linaje sobre sus hombros.
-Odin, fe ciega es lo que desde niño he sentido por estos dioses que me han hecho creer en la justicia, el honor y la fuerza por encima de todas las cosas.
¿Ahora me decís teméis a mi descendencia? Tu gran Odin que eres todo poderoso ¿temes a un niño incontrolable?
El martillo de Thor retumbó a mis espaldas, por encima del hombro vi al implacable rey del trueno, hijo de Odin.
-Mi padre ha hablado, ya nada hacéis aquí, coge a tu bruja e iros.
Le mostré los dientes mientras él giraba el martillo entre sus dedos dispuesto a darme mi merecido si osaba desafiarle ¿pero acaso no nos habían mostrado con sus hazañas y leyendas a ser como ellos?
-Engendraré un vástago, uno que crecerá ajeno a vuestra existencia, uno que jamas oirá una sola leyenda norteña y que acabada su vida acudirá junto a su madre allí donde descansen los suyos para siempre.
Mis palabras retumbaron en todo el Valhalla, podía ver la incomodidad de mis dioses, tomé la mano de mi bruja y les dediqué una media sonrisa a ambos.
Entre por la puerta y por ella saldré, renuncio a mis orígenes, a mi silla en la gran mesa, podes enviarme a Hel cuando muera pues nunca mas os honraré -sentencié preso del cabreo.
No era justo sesgaban mi estirpe por miedo, me quitaban el poder de engendrar.
El tercero en discordia hizo acto de presencia aplaudiendo lo que para él representaba una muy buena representación teatral.
-Ulf -Dijo Loqui pronunciando mi nombre – estoy seguro de que podemos llegar todos a un ventajoso acuerdo.
Conocía ese dios, era un mentiroso, capaz de enredarte con sus medias verdades.
El dios del caos quería algo a cambio de permitirme tener un linaje ¿pero que?
-Padre teme ese primer hijo que nazca de su vientre, las estrellas le predicen cosas grandes, tu quieres un linaje y la bruja que seas feliz. La solución es tan fácil..todos podemos ganar aquí.
Bruja nos entregaras recién nacido ese varón, sera criado por los dioses y no por los humanos y nos aseguraremos de que sea fiel a nuestro panteón.
Padre, el niño nos servirá para nuestros propósitos, es un error no dejar que nazca.
Tras ese niño podréis tener infinidad de vástagos que poblaran la tierra, ningún problema hay con ellos pues no ostentaran el poder desmedido del primero, Ulf tendrá su linaje y tu la felicidad de tu lobo ¿que me dices bruja?
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Giuliana escuchó a todos ellos, sin duda eran fieros y temibles, pero todos pecaban de lo mismo: orgullo. Daba igual cuantas veces cayeran, que siempre se levantarían rugiendo y con hambre de sangre. Tan sólo Loki parecía dispuesto a hablar el lenguaje de los Loa, el de los acertijos y dobles intenciones. En ese idioma la bruja estaba versada, ya estaba acostumbrada a hablar con Legba, con Ogún y con los Loas más caóticos. Observó el porte del dios y su taimada sonrisa, se olía a la legua que quería un trato que siempre beneficiaría a los dioses más que a los humanos. La rubia se levantó y se soltó de la mano de Ulf para dar un paso al frente y hablar con el dios.
— Acepto el trato, pero no os lo entregaré al nacer. Crecerá como humano entre los suyos, le enseñaremos a honrar a sus dioses, pero hasta que no se convierta en un hombre no pondrá un pie en este mundo. La magia que crezca en él no la podréis dominar porque no os pertenece, es propiedad de los Loa y será mejor que la aprenda y la domine, o solo os causará problemas. Os garantizo que será así, y que llegado el momento acudirá a vuestro lado. Si el trato no os place… lamentablemente tendremos que declinar vuestra oferta. Podemos conseguir descendencia de otras formas, Ulf acaba de abjurar de su fe, si abraza la mía, estoy segura de que Mama Brigitte estará encantada de concederle descendientes fuertes, sanos y con la magia de mis antepasados en sus venas.
La bruja apostaba fuerte, a todo o nada, porque sabía que sus dioses sabrían cómo llevar aquel asunto. Los Loa no eran tan honorables y rectos como los vikingos, pero por contra tampoco eran tan estrictos, y si podían tener un servidor fiel y poderoso no lo iban a desdeñar. Brigitte, la Gran Madre, la esposa del Barón Samedi, estaría encantada de regalar el don de la vida a Ulf porque su amor por Lana era puro y fuerte, como el que ella sentía por su abyecto marido a pesar de todas las ofensas que el Gran Dios cometía retozando con mujeres de mala vida. Si Ulf abjuraba de su fe, nada tenían que reclamar los dioses vikingos si éste decidía servir a otro panteón, y menos aún si decidían colmarlo con dones. Realmente la pareja tenía la sartén por el mango, y era Odin el que estaba siendo cobarde.
Loki giró el rostro hacia la bruja sonriendo de medio lado, divertido. Le producía mucho placer ver como su padre y su hermano, los temidos y poderosos dioses del Valhalla, eran retados por una pequeña bruja y sus dioses libertinos.
— a los 15 años deberá presentarse aquí.
— a los 18. — replicó Giuliana.— y nada de encerrarlo ni obligarlo a quedarse, su lugar es la Tierra. No será un esclavo, será libre de decidir su destino. Se le tratará con respeto y honor, y si rompéis vuestra palabra, quedará roto este pacto.
Apretó la mano de Ulf imperceptiblemente y lo miró, pidiéndole su consentimiento para cerrar ese pacto, que se haría con sangre. La bruja tenía una idea en la cabeza, tenía en marcha el plan, había pensado rápidamente en muchas opciones, y lo había trazado cubriéndose las espaldas.
— Acepto el trato, pero no os lo entregaré al nacer. Crecerá como humano entre los suyos, le enseñaremos a honrar a sus dioses, pero hasta que no se convierta en un hombre no pondrá un pie en este mundo. La magia que crezca en él no la podréis dominar porque no os pertenece, es propiedad de los Loa y será mejor que la aprenda y la domine, o solo os causará problemas. Os garantizo que será así, y que llegado el momento acudirá a vuestro lado. Si el trato no os place… lamentablemente tendremos que declinar vuestra oferta. Podemos conseguir descendencia de otras formas, Ulf acaba de abjurar de su fe, si abraza la mía, estoy segura de que Mama Brigitte estará encantada de concederle descendientes fuertes, sanos y con la magia de mis antepasados en sus venas.
La bruja apostaba fuerte, a todo o nada, porque sabía que sus dioses sabrían cómo llevar aquel asunto. Los Loa no eran tan honorables y rectos como los vikingos, pero por contra tampoco eran tan estrictos, y si podían tener un servidor fiel y poderoso no lo iban a desdeñar. Brigitte, la Gran Madre, la esposa del Barón Samedi, estaría encantada de regalar el don de la vida a Ulf porque su amor por Lana era puro y fuerte, como el que ella sentía por su abyecto marido a pesar de todas las ofensas que el Gran Dios cometía retozando con mujeres de mala vida. Si Ulf abjuraba de su fe, nada tenían que reclamar los dioses vikingos si éste decidía servir a otro panteón, y menos aún si decidían colmarlo con dones. Realmente la pareja tenía la sartén por el mango, y era Odin el que estaba siendo cobarde.
Loki giró el rostro hacia la bruja sonriendo de medio lado, divertido. Le producía mucho placer ver como su padre y su hermano, los temidos y poderosos dioses del Valhalla, eran retados por una pequeña bruja y sus dioses libertinos.
— a los 15 años deberá presentarse aquí.
— a los 18. — replicó Giuliana.— y nada de encerrarlo ni obligarlo a quedarse, su lugar es la Tierra. No será un esclavo, será libre de decidir su destino. Se le tratará con respeto y honor, y si rompéis vuestra palabra, quedará roto este pacto.
Apretó la mano de Ulf imperceptiblemente y lo miró, pidiéndole su consentimiento para cerrar ese pacto, que se haría con sangre. La bruja tenía una idea en la cabeza, tenía en marcha el plan, había pensado rápidamente en muchas opciones, y lo había trazado cubriéndose las espaldas.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Giuliana no se amedrento frente a Loqui, el gran dios del caos, supongo que mucho mas parecido a los dioses de su panteón estaba dispuesto a negociar, algo diferente a lo que sucedía con Odin o Thor mas bélicos, mas parecidos a mi.
Un acepto escapó de sus labios que me sorprendió hasta a mi, creo que el silencio se hizo en Asgard, ni siquiera los truenos de Thor osaron irrumpir.
Claro que pronto vino la segunda parte, no seria entregado al nacer si no una vez cumpliera la edad adulta, hasta entonces seria criado por nosotros, seria educado con la fé nórdica y sin duda la bruja le mostraría el modo de controlar la magia negra que ostentaría el peligroso hijo que traeríamos al mundo según las leyendas.
Giuliana no se detuvo ahí, tuvo la osadía de amenazar a mis dioses con que si no aceptaban, yo abrazaría su religión y posiblemente esos dioses suyos si nos concederían el don de de un linaje.
Pude ver el gesto de Thor por el rabillo del ojo, soberbio alzó la voz por encima del resto.
-Eso será si le permitimos salir vivo -apuntillo con cierto desprecio pero Loqui alzó la mano para silenciarlo, estaba claro que quería a nuestro hijo.
“A los 15”
La bruja se negó en rotundo, alegando que seria a los 18, es mas que nunca seria un esclavo, si no que lo tratarían bien y que tendría potestad para largarse si no creía que el trato era de su agrado.
-Bruja -apuntó Loqui con una sonrisa sibilina pintada en sus labios -aquí nuestros niños luchan en gestas desde los nueve años, pregúntale a tu futuro esposo cuando fue la primera vez que puso su vida en nuestras manos.
Meditó unos minutos antes de proseguir hablando, creo que no quería tensar la cuerda hasta el punto de romperla, creía a Odin y Thor suficientemente orgullosos como para darme muerte en el acto, acabado el perro se acabó la rabia y en este caso el hijo por el que trataban.
-Los 16 años es una edad justa para todos, vendrá y se convertirá en nuestro mensajero, podrá atravesar el puente tantas veces deseé, pero siempre bajo nuestro consentimiento.
Tus dioses nada tendrán que ver con él, en el momento en el que su mirada viaje de nuestro mundo hacia el otro panteón, el resto de descendencia que poseáis pagará las consecuencias del ingrato de su hermano. ¿Que me dices? Si lo educáis como es debido, nada deberéis temer del muchacho.
La mano de Giuliana se apretó contra la mía, conocía lo suficientemente a Loqui como para saber que quería algo de nuestro hijo, ese Dios como los suyos no era de los que daba puntada sin hilo. Mucho mas sibilino, se tragaba de ser necesario el orgullo, solo para lograr sus objetivos.
Mis ojos se perdieron en las brumas de la bruja.
-Piénsalo bien Giuliana, no se le conoce como el dios del Caos por ser fiel a sus palabras en ningún caso.
Un acepto escapó de sus labios que me sorprendió hasta a mi, creo que el silencio se hizo en Asgard, ni siquiera los truenos de Thor osaron irrumpir.
Claro que pronto vino la segunda parte, no seria entregado al nacer si no una vez cumpliera la edad adulta, hasta entonces seria criado por nosotros, seria educado con la fé nórdica y sin duda la bruja le mostraría el modo de controlar la magia negra que ostentaría el peligroso hijo que traeríamos al mundo según las leyendas.
Giuliana no se detuvo ahí, tuvo la osadía de amenazar a mis dioses con que si no aceptaban, yo abrazaría su religión y posiblemente esos dioses suyos si nos concederían el don de de un linaje.
Pude ver el gesto de Thor por el rabillo del ojo, soberbio alzó la voz por encima del resto.
-Eso será si le permitimos salir vivo -apuntillo con cierto desprecio pero Loqui alzó la mano para silenciarlo, estaba claro que quería a nuestro hijo.
“A los 15”
La bruja se negó en rotundo, alegando que seria a los 18, es mas que nunca seria un esclavo, si no que lo tratarían bien y que tendría potestad para largarse si no creía que el trato era de su agrado.
-Bruja -apuntó Loqui con una sonrisa sibilina pintada en sus labios -aquí nuestros niños luchan en gestas desde los nueve años, pregúntale a tu futuro esposo cuando fue la primera vez que puso su vida en nuestras manos.
Meditó unos minutos antes de proseguir hablando, creo que no quería tensar la cuerda hasta el punto de romperla, creía a Odin y Thor suficientemente orgullosos como para darme muerte en el acto, acabado el perro se acabó la rabia y en este caso el hijo por el que trataban.
-Los 16 años es una edad justa para todos, vendrá y se convertirá en nuestro mensajero, podrá atravesar el puente tantas veces deseé, pero siempre bajo nuestro consentimiento.
Tus dioses nada tendrán que ver con él, en el momento en el que su mirada viaje de nuestro mundo hacia el otro panteón, el resto de descendencia que poseáis pagará las consecuencias del ingrato de su hermano. ¿Que me dices? Si lo educáis como es debido, nada deberéis temer del muchacho.
La mano de Giuliana se apretó contra la mía, conocía lo suficientemente a Loqui como para saber que quería algo de nuestro hijo, ese Dios como los suyos no era de los que daba puntada sin hilo. Mucho mas sibilino, se tragaba de ser necesario el orgullo, solo para lograr sus objetivos.
Mis ojos se perdieron en las brumas de la bruja.
-Piénsalo bien Giuliana, no se le conoce como el dios del Caos por ser fiel a sus palabras en ningún caso.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
La bruja escuchó las palabras del vikingo y a sabiendas de que Loki se traía algo turbio entre manos, asintió con un gesto de determinación y se adelantó señalando el bastón que portaba el dios.
- escríbelo en piedra y lo sellaremos con sangre. Para mí vuestra palabra no es ley pues no os sirvo. Sé cómo se hace un trato inquebrantable.- se giró y le pidió a Ulf su cuchillo con el cual se practicó un corte en la palma de la mano para estamparla en la piedra labrada. - así no, en mi idioma, yo no entiendo no vuestras runas todavía, quiero saber lo que estoy firmando.- la bruja era lista, eso no se le podía negar. Loki lo grabo en la piedra con un toque de su bastón, los términos del acuerdo quedaron claros tal y como se habían dicho: el hijo de Giuliana y Ulf sería criado entre humanos hasta la edad de 16, entonces sería entregado a los dioses, pero no sería un esclavo y no estaría retenido, recibiría un trato respetuoso o el pacto se rompería. Pero si el muchacho decidía dejar de servir a los dioses vikingos para tontear con los Loas, sus hermanos sufrirían las consecuencias.
Esa cláusula fue la que le dio a Lana la idea de por dónde iban los tiros, los dioses norteños tendrían pensado usarlo en algunos asuntos que podrían entrar en conflicto con el panteón Vudu, y solo querían asegurarse de no tener que discutir con otros dioses. Evidentemente no iba a dejar a su hijo y al resto de su familia ser un mero instrumento de los dioses, ni caer en desgracia. Hablaría con alguien que podría ayudarla en ese asunto. Desde ese momento quedaba sellado una parte de su destino, pero se abría una guerra particular que la bruja tenía toda la intención de ganar.
Estampó su palma en el grabado y las letras se tornaron rojas como su sangre. Una especie de campo energético recubrió la losa y esta se ancló al suelo para ser testigo del pacto firmado ese día.
Loki miró a Ulf esperando que hiciera lo mismo, pero la rubia intervino.
- no es necesario que lo firme, con uno que lo haga ya tiene validez. Además… no decís que podéis quitarle a Ulf la vida cuando queráis? Que su destino está en vuestras manos? Que teméis entonces?.- clavó sus ojos verdes en Thor, el orgulloso dios del trueno, que sabía que no temía a nada. Este soltó un bufido y le dijo a su hermano Loki que los hiciera salir de su vista que ya había tenido suficiente y esa mujer le daba dolor de cabeza.
Antes de marcharse Giuliana se acercó a Loki y le dio la mano como si estuvieran sellando el pacto a la manera de los humanos y aprovecho para susurrarle.
-me gustas…en ti podría creer, pero en ellos no.- sonrió de medio lado y se reunió con Ulf para marcharse de allí. Loki también sonrío de medio lado y se retiró, era el incomprendido del Valhalla. Lo dicho: los dioses nórdicos pecaban todos de lo mismo: orgullo y vanidad, y nadie mejor que una mujer y además bruja, para saber cómo lidiar con eso.
Atravesaron el puente arco iris y salieron de nuevo al Páramo helado donde antes había estado sentado Legba. Al parecer los dioses Vudu estaban ocupados para vigilar su regreso al mundo real, o quizás estuvieran debatiendo el acuerdo que había firmado la bruja. Al igual que en el mundo de los humanos, en el mundo espiritual, en la dimensión de los dioses, también se producían altercados, discrepancias y problemas “diplomáticos” que debían solucionar, y seguramente ese fuera uno de los gordos. Pero al contrario de los dioses nórdicos, los Loa eran un panteón pequeño, oscuro y con menos renombre, por eso no temían al resultados de tales agravios; quizás también contase que esa religión era de las más antiguas del mundo, que comenzó a gestarse en la era neolitica y los albores de la humanidad. Los vikingos tenían mucho más que perder, seguro que en Asgard rodarían cabezas esa noche. Los Loas eran las deidades intermedias que hacían casi todo el trabajo para que las deidades superiores no tuvieran que hacerlo. Estas deidades eran Mawu y Lisa ( Mawu se relacionaba con la luna y era la fuerza creadora, femenina. Lisa era el sol, la fuerza masculina relacionada con la virilidad). Jamás podría ver sus caras porque Mawu y Lisa no tenían encarnación, hablaban a través de los Loas. Giuliana estaba dispuesta a que estos les trasladarán un mensaje de su parte, pero todo a su tiempo.
Despertaron en el hotel de Nueva Orleans, todavía tenía el sabor amargo de la absenta en la lengua y la cabeza embotada. Lo que habían vivido era muy fuerte, pero ¿y cuando no lo era? Siempre estaban en guerra contra algo o alguien, nada les salía bien a la primera. Sus vidas estaban llenas de designios extraños y burlones que no les dejaban alcanzar la felicidad sin sacrificios ni retos.
Se quedo un rato mirando los ojos de Ulf, tratando de entender qué se le estaría pasando por la cabeza en ese instante.
- escríbelo en piedra y lo sellaremos con sangre. Para mí vuestra palabra no es ley pues no os sirvo. Sé cómo se hace un trato inquebrantable.- se giró y le pidió a Ulf su cuchillo con el cual se practicó un corte en la palma de la mano para estamparla en la piedra labrada. - así no, en mi idioma, yo no entiendo no vuestras runas todavía, quiero saber lo que estoy firmando.- la bruja era lista, eso no se le podía negar. Loki lo grabo en la piedra con un toque de su bastón, los términos del acuerdo quedaron claros tal y como se habían dicho: el hijo de Giuliana y Ulf sería criado entre humanos hasta la edad de 16, entonces sería entregado a los dioses, pero no sería un esclavo y no estaría retenido, recibiría un trato respetuoso o el pacto se rompería. Pero si el muchacho decidía dejar de servir a los dioses vikingos para tontear con los Loas, sus hermanos sufrirían las consecuencias.
Esa cláusula fue la que le dio a Lana la idea de por dónde iban los tiros, los dioses norteños tendrían pensado usarlo en algunos asuntos que podrían entrar en conflicto con el panteón Vudu, y solo querían asegurarse de no tener que discutir con otros dioses. Evidentemente no iba a dejar a su hijo y al resto de su familia ser un mero instrumento de los dioses, ni caer en desgracia. Hablaría con alguien que podría ayudarla en ese asunto. Desde ese momento quedaba sellado una parte de su destino, pero se abría una guerra particular que la bruja tenía toda la intención de ganar.
Estampó su palma en el grabado y las letras se tornaron rojas como su sangre. Una especie de campo energético recubrió la losa y esta se ancló al suelo para ser testigo del pacto firmado ese día.
Loki miró a Ulf esperando que hiciera lo mismo, pero la rubia intervino.
- no es necesario que lo firme, con uno que lo haga ya tiene validez. Además… no decís que podéis quitarle a Ulf la vida cuando queráis? Que su destino está en vuestras manos? Que teméis entonces?.- clavó sus ojos verdes en Thor, el orgulloso dios del trueno, que sabía que no temía a nada. Este soltó un bufido y le dijo a su hermano Loki que los hiciera salir de su vista que ya había tenido suficiente y esa mujer le daba dolor de cabeza.
Antes de marcharse Giuliana se acercó a Loki y le dio la mano como si estuvieran sellando el pacto a la manera de los humanos y aprovecho para susurrarle.
-me gustas…en ti podría creer, pero en ellos no.- sonrió de medio lado y se reunió con Ulf para marcharse de allí. Loki también sonrío de medio lado y se retiró, era el incomprendido del Valhalla. Lo dicho: los dioses nórdicos pecaban todos de lo mismo: orgullo y vanidad, y nadie mejor que una mujer y además bruja, para saber cómo lidiar con eso.
Atravesaron el puente arco iris y salieron de nuevo al Páramo helado donde antes había estado sentado Legba. Al parecer los dioses Vudu estaban ocupados para vigilar su regreso al mundo real, o quizás estuvieran debatiendo el acuerdo que había firmado la bruja. Al igual que en el mundo de los humanos, en el mundo espiritual, en la dimensión de los dioses, también se producían altercados, discrepancias y problemas “diplomáticos” que debían solucionar, y seguramente ese fuera uno de los gordos. Pero al contrario de los dioses nórdicos, los Loa eran un panteón pequeño, oscuro y con menos renombre, por eso no temían al resultados de tales agravios; quizás también contase que esa religión era de las más antiguas del mundo, que comenzó a gestarse en la era neolitica y los albores de la humanidad. Los vikingos tenían mucho más que perder, seguro que en Asgard rodarían cabezas esa noche. Los Loas eran las deidades intermedias que hacían casi todo el trabajo para que las deidades superiores no tuvieran que hacerlo. Estas deidades eran Mawu y Lisa ( Mawu se relacionaba con la luna y era la fuerza creadora, femenina. Lisa era el sol, la fuerza masculina relacionada con la virilidad). Jamás podría ver sus caras porque Mawu y Lisa no tenían encarnación, hablaban a través de los Loas. Giuliana estaba dispuesta a que estos les trasladarán un mensaje de su parte, pero todo a su tiempo.
Despertaron en el hotel de Nueva Orleans, todavía tenía el sabor amargo de la absenta en la lengua y la cabeza embotada. Lo que habían vivido era muy fuerte, pero ¿y cuando no lo era? Siempre estaban en guerra contra algo o alguien, nada les salía bien a la primera. Sus vidas estaban llenas de designios extraños y burlones que no les dejaban alcanzar la felicidad sin sacrificios ni retos.
Se quedo un rato mirando los ojos de Ulf, tratando de entender qué se le estaría pasando por la cabeza en ese instante.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Abrí los ojos en la habitación del hotel, aun con la cabeza embotada por el alcohol busqué con la mirada a mi prometida, esa con la que pensaba casarme bajo el árbol de la vida.
Nuestras miradas se cruzaron, como siempre la magia y los dioses copaban nuestro día a día y ahora empezaba a entender que por mas que buscaba unos días de paz, eso no existiría en nuestras vidas.
Su mirada me interrogaba sobre lo que había sucedido, creo que quería saber lo que pensaba, pues ella había aceptado el trato que nos obligaba a entregar a los dioses de Asgard a nuestro hijo con 16 años.
-Con esa edad sera un hombre, mi primera gesta fue bastante antes, así somos los vikingos y con 16 años estará preparado para alzar el acero, para proteger aquello en lo que crea -le aseguré -yo me encargaré de ello.
Lo que me preocupa es por que lo quieren. Loqui no es un dios orgullosos como lo es Thor u Odin, como lo somos la mayoría de lso vikingos. Él es sibilino, siempre busca atajos para lograr sus motivaciones, si quiere a nuestro hijo tiene un motivo, no es aleatorio hay algo que tu y yo desconocemos y por el contrario él tiene muy claro.
Busqué sus pantanos, se que alejar a nuestro hijo de los dioses de su madre era la primera regla de este juego ¿pero como hacerlo cuando la magia formaría parte de su vida?
-Creo que tendríamos que hablar con tu tía, contarle lo que nos ha pasado, quizás tu visión, no esta del todo equivocada, quizás la presencia de tu tia es necesaria en esto, ella puede decirnos como mantener a nuestro hijo no nato lejos de tus dioses, pues si los conoce y cree en ellos el resto de nuestro linaje estará perdido.
Negué con la cabeza, nos acabábamos de embarcar en una gesta complicada, algo que fácilmente podía irsenos de las manos y yo también quería saber que era lo que la bruja pensaba al respecto, pues a fin de cuentas nuestro hijo tenia que renuncia a su religión para abrazar la mía de forma exclusiva.
Tiré de su cintura sentándola en mi regazo, mis labios navegaron a la deriva por su cuello infundandole ánimos.
-Contemosle a tu tía la feliz noticia, nos casaremos bajo ese árbol, lo haremos de forma intima, con los tuyos.
Busqué su boca sellando mis palabras con un húmedo beso que saqueó su boca con pasión.
-disfrutemos de este viaje Giuliana -susurré empujando su cuerpo sobre el lecho para convertirme en su escudo sin dejar ni un instante de perderme en sus labios a la vez que mis botas caían al suelo.
Nuestras miradas se cruzaron, como siempre la magia y los dioses copaban nuestro día a día y ahora empezaba a entender que por mas que buscaba unos días de paz, eso no existiría en nuestras vidas.
Su mirada me interrogaba sobre lo que había sucedido, creo que quería saber lo que pensaba, pues ella había aceptado el trato que nos obligaba a entregar a los dioses de Asgard a nuestro hijo con 16 años.
-Con esa edad sera un hombre, mi primera gesta fue bastante antes, así somos los vikingos y con 16 años estará preparado para alzar el acero, para proteger aquello en lo que crea -le aseguré -yo me encargaré de ello.
Lo que me preocupa es por que lo quieren. Loqui no es un dios orgullosos como lo es Thor u Odin, como lo somos la mayoría de lso vikingos. Él es sibilino, siempre busca atajos para lograr sus motivaciones, si quiere a nuestro hijo tiene un motivo, no es aleatorio hay algo que tu y yo desconocemos y por el contrario él tiene muy claro.
Busqué sus pantanos, se que alejar a nuestro hijo de los dioses de su madre era la primera regla de este juego ¿pero como hacerlo cuando la magia formaría parte de su vida?
-Creo que tendríamos que hablar con tu tía, contarle lo que nos ha pasado, quizás tu visión, no esta del todo equivocada, quizás la presencia de tu tia es necesaria en esto, ella puede decirnos como mantener a nuestro hijo no nato lejos de tus dioses, pues si los conoce y cree en ellos el resto de nuestro linaje estará perdido.
Negué con la cabeza, nos acabábamos de embarcar en una gesta complicada, algo que fácilmente podía irsenos de las manos y yo también quería saber que era lo que la bruja pensaba al respecto, pues a fin de cuentas nuestro hijo tenia que renuncia a su religión para abrazar la mía de forma exclusiva.
Tiré de su cintura sentándola en mi regazo, mis labios navegaron a la deriva por su cuello infundandole ánimos.
-Contemosle a tu tía la feliz noticia, nos casaremos bajo ese árbol, lo haremos de forma intima, con los tuyos.
Busqué su boca sellando mis palabras con un húmedo beso que saqueó su boca con pasión.
-disfrutemos de este viaje Giuliana -susurré empujando su cuerpo sobre el lecho para convertirme en su escudo sin dejar ni un instante de perderme en sus labios a la vez que mis botas caían al suelo.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Lo cierto es que lo sucedido en Asgard era algo que siempre planearía sobre sus cabezas, pero la bruja era una mujer práctica, así que en caso de desarrollarse todo como se debía desarrollar, contaban con 16 años más lo que tardase en quedarse encinta para pensar una solución a ese entuerto.
Ulf parecía finalmente más tranquilo y decidido a seguir adelante con todo aquello. No tener descendencia era algo que lo perturbaba profundamente y al menos este impás les otorgaba un tiempo precioso. Ahora tenía un propósito para entender mejor su magia, que era darle a su futuro hijo los conocimientos necesarios para navegar entre esas dos culturas sin hundirse y arrastrar a todos con él.
Sus dioses habían dicho que toda su descendencia podría quedar afectada si el mayor renegaba. Habría más descendencia...habría una familia. Los Loas nunca le decían lo que sería de su futuro y los de Ulf le habían dado la pista de que al menos vivirían lo suficiente para que eso sucediera, al parecer Loki y los suyos velarían por su pequeño y por ellos para que no fuera el peligro que Odín temía. Eso le garantizaba unos cuantos años al lado de su vikingo. Cuando se dio cuenta de eso no puedo evitar una sonrisa enorme y hablarlo con el lobo mientras su manos acariciaban distraidamente su espalda desnuda. El lecho del hotel se merecía un descanso después de la batalla campal que se había desarrollado sobre él.
— Si te han concedido el linaje y quieren que se cumpla el acuerdo...se preocuparán por cuidar de su inversión. ¿No te das cuenta Ulf? eso nos garantiza unos años en los que tendremos la protección de los dioses. Nuestra descendencia no sólo contará con nostros para protegerlo, también con tus dioses. Y además...me hace pensar que también a ti y a mi, pues hablaron de más hijos, les interesa tener con qué chantajearnos. Suena terrible, pero después de haberte perdido tantas veces y de pensar que no podría haber un "nosotros" que tus dioses nos coloquen en un futuro...me llena de esperanza cuando creía que estabamos condenados a vivir separados por la muerte o cualquier otra razón.
Tenía razón en que tendría que hablar con Gwenda al respecto del pacto que habían hecho con Loki para planificar mejor la estrategia, pero por lo pronto lo primero era organizar esa boda bajo el Árbol de la Vida.
La tía de Lana se alegró mucho por ellos y su abuela también. La mujer estaba muy mayor, pero también había sido bruja wiccana, y como regalo de boda le dio a Giuliana un grimorio blanco con toda su sabiduría explicada en él. Gwenda y Amelia (su fallecida madre) ya lo sabían, lo habían memorizado, pero Lana no. Era un legado muy importante porque la magia blanca ayudaría a todos, era una de esas magias cuyo precio se pagaba con gusto. Normalmente era sólo desgaste físico o psicológico del mago wiccano. La magia negra era mucho más compleja y poderosa y las consecuencias eran también devastadoras en ocasiones.
Enviaron una carta urgente a París para que Arthur, el padre de Lana pudiera acudir al enlace que se celebraría una semana después. Durante ese tiempo pudieron pasear por la ciudad de Nueva Orleans, también por los pantanos, visitaron la antigua casa de los Mordrake, que seguía en pie y guardada por su antiguo capataz; y decidieron instalarse en ella. Era una casa de estilo colonial sureño, de paredes blancas y gran porche. La vieja fábrica de ataudes de Arthur estaba cerca, las barcazas con los troncos bajaban por el rio Mississipi hasta los pantanos y allí los desenrollaban y hacían los tableros para trabajar las cajas. Era una enorme casa llena de recuerdos y Lana se sentía a gusto en ella, aunque al ocuparla sólo ellos dos, el capataz de la finca y su familia, flotaba en el ambiente esa sensación de desapego, pues las casas no eran un hogar si no las habitaban los seres queridos, y ella había perdido a su madre y sus hermanos.
Celebrarían en la explanada de la finca el banquete, no habrían muchos invitados, apenas llegarían a 30 o 40 y la mayoría serían conocidos, pero tampoco necesitaba más. Después de tantas penurias, sólo quería disfrutar del tiempo que les hubieran concedido, que los problemas ya llegarían solos de nuevo.
Ulf parecía finalmente más tranquilo y decidido a seguir adelante con todo aquello. No tener descendencia era algo que lo perturbaba profundamente y al menos este impás les otorgaba un tiempo precioso. Ahora tenía un propósito para entender mejor su magia, que era darle a su futuro hijo los conocimientos necesarios para navegar entre esas dos culturas sin hundirse y arrastrar a todos con él.
Sus dioses habían dicho que toda su descendencia podría quedar afectada si el mayor renegaba. Habría más descendencia...habría una familia. Los Loas nunca le decían lo que sería de su futuro y los de Ulf le habían dado la pista de que al menos vivirían lo suficiente para que eso sucediera, al parecer Loki y los suyos velarían por su pequeño y por ellos para que no fuera el peligro que Odín temía. Eso le garantizaba unos cuantos años al lado de su vikingo. Cuando se dio cuenta de eso no puedo evitar una sonrisa enorme y hablarlo con el lobo mientras su manos acariciaban distraidamente su espalda desnuda. El lecho del hotel se merecía un descanso después de la batalla campal que se había desarrollado sobre él.
— Si te han concedido el linaje y quieren que se cumpla el acuerdo...se preocuparán por cuidar de su inversión. ¿No te das cuenta Ulf? eso nos garantiza unos años en los que tendremos la protección de los dioses. Nuestra descendencia no sólo contará con nostros para protegerlo, también con tus dioses. Y además...me hace pensar que también a ti y a mi, pues hablaron de más hijos, les interesa tener con qué chantajearnos. Suena terrible, pero después de haberte perdido tantas veces y de pensar que no podría haber un "nosotros" que tus dioses nos coloquen en un futuro...me llena de esperanza cuando creía que estabamos condenados a vivir separados por la muerte o cualquier otra razón.
Tenía razón en que tendría que hablar con Gwenda al respecto del pacto que habían hecho con Loki para planificar mejor la estrategia, pero por lo pronto lo primero era organizar esa boda bajo el Árbol de la Vida.
La tía de Lana se alegró mucho por ellos y su abuela también. La mujer estaba muy mayor, pero también había sido bruja wiccana, y como regalo de boda le dio a Giuliana un grimorio blanco con toda su sabiduría explicada en él. Gwenda y Amelia (su fallecida madre) ya lo sabían, lo habían memorizado, pero Lana no. Era un legado muy importante porque la magia blanca ayudaría a todos, era una de esas magias cuyo precio se pagaba con gusto. Normalmente era sólo desgaste físico o psicológico del mago wiccano. La magia negra era mucho más compleja y poderosa y las consecuencias eran también devastadoras en ocasiones.
Enviaron una carta urgente a París para que Arthur, el padre de Lana pudiera acudir al enlace que se celebraría una semana después. Durante ese tiempo pudieron pasear por la ciudad de Nueva Orleans, también por los pantanos, visitaron la antigua casa de los Mordrake, que seguía en pie y guardada por su antiguo capataz; y decidieron instalarse en ella. Era una casa de estilo colonial sureño, de paredes blancas y gran porche. La vieja fábrica de ataudes de Arthur estaba cerca, las barcazas con los troncos bajaban por el rio Mississipi hasta los pantanos y allí los desenrollaban y hacían los tableros para trabajar las cajas. Era una enorme casa llena de recuerdos y Lana se sentía a gusto en ella, aunque al ocuparla sólo ellos dos, el capataz de la finca y su familia, flotaba en el ambiente esa sensación de desapego, pues las casas no eran un hogar si no las habitaban los seres queridos, y ella había perdido a su madre y sus hermanos.
Celebrarían en la explanada de la finca el banquete, no habrían muchos invitados, apenas llegarían a 30 o 40 y la mayoría serían conocidos, pero tampoco necesitaba más. Después de tantas penurias, sólo quería disfrutar del tiempo que les hubieran concedido, que los problemas ya llegarían solos de nuevo.
- Spoiler:
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Pasamos una semana organizando lo que a todos los efectos seria nuestra boda, por fin habíamos logrado cierta tranquilidad, una que se respiraba en el ambiente.
No dudé en enviar una carta urgente a Höor, Freya estaba con él y no quería que se perdiera mi unión con la mujer de la que me había enamorado perdidamente.
Freya era una jovencita de férreo carácter, una vikinga que como yo tenia en ocasiones un carácter tempestuoso, sinceramente esperaba que esta noticia no la pillara de mal pie, aquella celebración deseaba fuera nuestra, intima y tranquila, algo me decía que los dioses no nos darían una vida dichosa.
No quise que la alegría de mi prometida se desvaneciera cuando dijo que tendríamos a los dioses de nuestra parte por unos años ya que nuestro linaje seria grande.
Mis dioses eran unos amantes del acero, la guerra, todos nosotros eramos forjados en nuestras fraguas a base de golpes y no dudaba que eso mismo esperaban de mi hijo y de mi mismo.
No se forja un guerrero en la paz si no en la guerra y eso Thor, Odin y Loqui lo sabian bien.
No sabia como podríamos sobrellevar la educación que de seguro para Giuliana era correcta con la que por ende yo estaba acostumbrado a dar y recibir.
Era un bárbaro y eso era algo que mi esposa no podía olvidar pues los dioses no esperaban de mi hijo a un hechicero como ella, si no un bárbaro, quizás cambiante y hechicero, una demoledora mezcla que les sirviese para sus intereses.
Nos habíamos instalado en la casona donde Giuliana se había criado, era un lugar grande, de blancas paredes y que no dudaríamos en convertir al menos por un tiempo en nuestro hogar.
Su tristeza a veces se reflejaba en los pantanos, mucho había perdido, su madre, sus hermanos y ahora apenas le quedaba familia.
Mis brazos rodearon su cintura mientras mis labios se perdían en su cuello dejando un sin fin de besos.
-Pronto llenaremos esta casa de risas infantiles, de luchas en el patio de armas -susurré en su oído alzando la cabeza para enfrentar su mirada -anda, quita esa cara y vayamos a casa a practicar eso de tener un gran linaje -bromeé alzándola como si fuera un saco mientras daba un par de manotazos a su trasero antes de volver a bajarla.
Al menos la había hecho reír, me trasformé en lobo cuando nos tumbamos bajo la fresca hierba de ese árbol donde en un par de días haríamos nuestros votos, los dos pensábamos en silencio seguramente todo lo que hasta ese instante nos había ocurrido.
Hundí mi cabeza entre sus piernas sintiendo las caricias de sus dedos deslizándose por mi blanco pelaje.
Mis ojos ámbar se iban cerrando complacido por la paz del paraje. Puede que solo fuera un espejismo, una tregua que los dioses habían regalado a nuestras vidas, pero pensaba aprovecharla y nada evitaría que bajo ese árbol de grandes raíces tomara como esposa a esa bruja que me volvía loco en todos los sentidos que encierra esa palabra.
No dudé en enviar una carta urgente a Höor, Freya estaba con él y no quería que se perdiera mi unión con la mujer de la que me había enamorado perdidamente.
Freya era una jovencita de férreo carácter, una vikinga que como yo tenia en ocasiones un carácter tempestuoso, sinceramente esperaba que esta noticia no la pillara de mal pie, aquella celebración deseaba fuera nuestra, intima y tranquila, algo me decía que los dioses no nos darían una vida dichosa.
No quise que la alegría de mi prometida se desvaneciera cuando dijo que tendríamos a los dioses de nuestra parte por unos años ya que nuestro linaje seria grande.
Mis dioses eran unos amantes del acero, la guerra, todos nosotros eramos forjados en nuestras fraguas a base de golpes y no dudaba que eso mismo esperaban de mi hijo y de mi mismo.
No se forja un guerrero en la paz si no en la guerra y eso Thor, Odin y Loqui lo sabian bien.
No sabia como podríamos sobrellevar la educación que de seguro para Giuliana era correcta con la que por ende yo estaba acostumbrado a dar y recibir.
Era un bárbaro y eso era algo que mi esposa no podía olvidar pues los dioses no esperaban de mi hijo a un hechicero como ella, si no un bárbaro, quizás cambiante y hechicero, una demoledora mezcla que les sirviese para sus intereses.
Nos habíamos instalado en la casona donde Giuliana se había criado, era un lugar grande, de blancas paredes y que no dudaríamos en convertir al menos por un tiempo en nuestro hogar.
Su tristeza a veces se reflejaba en los pantanos, mucho había perdido, su madre, sus hermanos y ahora apenas le quedaba familia.
Mis brazos rodearon su cintura mientras mis labios se perdían en su cuello dejando un sin fin de besos.
-Pronto llenaremos esta casa de risas infantiles, de luchas en el patio de armas -susurré en su oído alzando la cabeza para enfrentar su mirada -anda, quita esa cara y vayamos a casa a practicar eso de tener un gran linaje -bromeé alzándola como si fuera un saco mientras daba un par de manotazos a su trasero antes de volver a bajarla.
Al menos la había hecho reír, me trasformé en lobo cuando nos tumbamos bajo la fresca hierba de ese árbol donde en un par de días haríamos nuestros votos, los dos pensábamos en silencio seguramente todo lo que hasta ese instante nos había ocurrido.
Hundí mi cabeza entre sus piernas sintiendo las caricias de sus dedos deslizándose por mi blanco pelaje.
Mis ojos ámbar se iban cerrando complacido por la paz del paraje. Puede que solo fuera un espejismo, una tregua que los dioses habían regalado a nuestras vidas, pero pensaba aprovecharla y nada evitaría que bajo ese árbol de grandes raíces tomara como esposa a esa bruja que me volvía loco en todos los sentidos que encierra esa palabra.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Nadie dijo que fuera fácil,
pero sí que valdría la pena.
pero sí que valdría la pena.
Los dioses habían hablado y cuando Giuliana fue a buscar consejo al cruce de caminos donde Legba reinaba, sólo encontró media sonrisa y palabras crípticas. Así eran los antiguos Loa.
— Has aprendido rápido, pequeña bruja. Ahora ya sabes que siempre puedes abjurar de tu fe y tu alma pasará a pertenecer al panteón al que sirvas. Nada te retiene, los mortales sois instrumentos de los dioses, tan sólo podéis decidir de cuáles. Pero siempre hay consecuencias.
— no voy a renegar papá Legba, yo creo en vosotros, siempre os he servido....— empezaba a adivinar que si renegaba de fe perdería sus poderes y su favor, y así no podría ayudar a su familia cuando la tuviese. Las visiones eran muy útiles.
— ese hijo servirá a otros dioses pero tendrá nuestra marca, la misma magia que corre en ti. Tienes por delante un camino duro, y también él. Decide sabiamente cada paso.
— ¿le ayudaréis?
— el futuro no está escrito para los dioses pero sí para los mortales. No te corresponde saberlo aún.
Era desesperante, nunca sacaba nada en claro. Pero por la forma en la que Legba le habló, tenían planes para ese vástago, planes que no querían desvelar. Confiaba en que lo protegieran como a ella, que le otorgasen su favor, aunque a veces a precios altos, pero más valía eso que tenerlos en contra. Esos precios era lo que temía Giuliana, que reclamasen más almas para ellos, o que Ulf tuviera que renegar de su fe... precios complicados que quizás les costase aceptar.
A veces deambulaba pensativa por la casa, reflexionando si no sería mejor pararlo todo en ese punto. Ulf podía encontrar una mujer que le diera descendencia y sin tantos problemas. Pero entonces aparecía él, con su sonrisa, con sus bromas y sus besos y en su brumosa vida de nuevo lucía el sol. Lo había intentado, los dioses sabían que sí. Para separarse de él y renunciar a encadenarlo a ella, había llegado incluso a matarse. Pero los dioses no lo habían permitido, querían que estuvieran juntos, todo apuntaba hacia a ese hecho, y no se sentía con más fuerzas para abandonar, para mandarlo todo a la mierda.
Pasaban las tardes bajo el gran árbol, adormilados, dejando que las horas pasasen sin más, al calor de Baton Rouge en verano, con los grillos entonando sus serenatas y el zumbido de las libélulas sobre las aguas del pantano. Le encantaba pasear sus manos por el blanco pelaje de Ulf, acariciarle las orejas y besar su trufa negra. Nadie en esas tierras había visto jamás un lobo blanco, ni siquiera había lobos, en los pantanos sólo se veían caimanes, serpientes, ranas, ardillas y fauna del humedal. Pero sí se creía en el "loup-garou" el hombre lobo, y nadie miraba raro a Ulf por ser algo similar.
Gwenda estaba preparando la ceremonia, trabajaba con otra bruja y un hechicero vudú, los tres eran lo más parecido a la alta cúpula de la brujería haitiana. Una boda así con tanto elemento sobrenatural, no podía reducirse a un "si quiero". Entre los tres tejerían una red de salvaguardas, aunque los dioses tuvieran la última palabra, Gwenda estaba dispuesta a hacer que su sobrina no tuviera que pelear con cosas nimias como la enfermedad o la mala suerte. Ya bastantes problemas tenían. Si con sus hechizos podían asegurarles al menos un poco de tranquilidad, aligerar algunas de sus cargas, así lo harían.
Llegó el día y bajo el gran árbol, Arthur llevó del brazo a su hija hasta donde Ulf la esperaba. En las bodas vudú los contrayentes vestían de lino blanco, cosa que se agradecía por el intenso calor del sur estadounidense. El vestido no era más que una especie de túnica estilo griego, recta y sin adornos, el único era su cabellos trenzado con las flores del lugar en intensos colores rojos, naranjas y lilas.
Bajo las ramas del Árbol de la Vida había una mesa con los utensilios dispuestos, la ceremonia no tardaría en comenzar. Hervé, como sumo sacerdote de los Loa comenzó la retahíla de palabras, explicando que estaban allí para unir a esas dos personas que pertenecían a dos mudos tan ditintos. Les pidió que uniesen sus manos y las envolvió en una tela de lino blanca y otra roja.
— La vida y la muerte, la sangre y el alma, todo forma parte del gran Uno. Mawu, la luna, protege a Giuliana y otórgale tus bendiciones. Lisa, el sol, protege a Ulf y otórgale tus bendiciones.— La otra hechicera quemó algo en un pebetero y el humo se elevó con un color azulado. Gwenda sumergió en el mismo pebetero unas runas vikingas talladas en piedra y cuando el humo desapareció, las leyó en la lengua de Ulf. Eran runas para la bendición, y de igual manera que el brujo, los bendijo. Habían preparado la ceremonia a conciencia sin olvidar ni una sola de las tradiciones, mejorándola con lo mejor de cada magia.
Procedieron a la ofrenda de sangre, un gallo blanco que llenó el cuenco de rojo. Con ese líquido dibujaron sobre los contrayentes unos símbolos vudú y unas runas norteñas. Colocaron cada uno de ellos, su mano sobre las de Ulf y Lana que seguían vendadas y unidas y comenzaron a salmodiar algo al unísono. Esa plegaria llegaría a ambos panteones, al de los Loa y a Asgard. Quedaba sellado y de manifiesto, que esas dos personas se unían hasta que la muerte los separase.
Terminado el ritual, quitaron las vendas, ambos pronunciaron sus votos y Ulf pudo deslizar el anillo en el dedo de la que ya era su mujer, y Lana le pasó una cadenita por el cuello con el anillo prendido, ya que si él cambiaba de forma, esa argolla podría seccionarle un dedo.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Bajo las grandes ramas de aquel árbol de la vida tan significativo en parte en ambas culturas, Giuliana y yo nos convertimos en marido y mujer.
Tenia que reconocer que pese a estar completamente rodeado por su familia, me sentí arropado y respetado.
Mi cultura se tuvo en cuenta, los sacrificios fueron hechos tanto para los dioses del panteón vudú como para mis orgullosos dioses de Asgar, ademas de que en todo momento las runas vikingas estuvieron presentes en esa ceremonia.
Acabada me abracé a Freya, mi hija había venido a ver la ceremonia y como siempre, se mantuvo en un segundo plano en las bancadas del fondo.
Höor, había llevado a mi pequeña hasta allí y el afecto entre ambos era evidente, fundiendonos también en un ruidoso abrazo.
Les presenté a ambos a mi esposa. Giuliana era tan sencilla que en seguida conecto con mi hija y con Höor, me sentí complacido de que así fuera y de que mi esposa pusiera tanto de su parte para que estos se sintieran cómodos en tierra extranjera.
Bebimos como vikingos, reímos, mis manos sobrevolaron el cuerpo de mi mujer tantas veces como esta golpeó mi pecho esquivando no solo mis azotes si no mis bromas.
Caída la noche, casi amaneciendo, ambos volvimos a casa entre besos, risas y caricias.
Por un día habíamos olvidado lo que el futuro parecía tenernos preparado y a cambio la felicidad se había instalado en nuestra vida.
Mi boca atajó la cálida distancia con olor a alcohol que nos separaba, nuestros labios chocaron como olas bravas contra las rocas.
En marea se convirtieron nuestros cuerpos en el lecho, la ropa caía lenta como lo hace la bandera de un barco al ser abordado por los piratas y así, con ímpetu saqueé el tesoro que guardaba entre las piernas, primero con mi ávida boca, después fue mi acero el que mordió estocada tras estocada su interior mostrandole, si es que no lo tenia claro ya de que estabamos forjados lo vikingos.
Rendidos caímos sobre el lecho, nuestros cuerpos perlados en sudor por la rudeza del acto, ahora caían laxos, amainando como una tormenta que al despejar muestra el cálido sol y la esperanza de un día mejor.
Nuestros dedos se enredaron, caricias suaves que mecían nuestros cuerpos en un dulce vaivén mientras nos prometíamos con palabras susurradas en el oído fidelidad, amor y entendimiento.
Nuestra vida no fue fácil, nuestro amor tampoco y algo me decía que los tiempos venideros no estarían exentos de problemas, de dolor y sufrimiento.
Era consciente de las veces que antes del si quiero mi mujer pesó en abandonarme y aunque me hice el tonto todo ese tiempo...era conocedor de sus miedos.
Nuestro primer vástago era requerido por Loqui, íbamos a crear algo que quizás se nos escapara de las manos, pero..yo era un vikingo orgulloso y pensaba criar a ese niño con orgullo, con decisión y con honor para que afrontara la vida con los pies en el suelo, el acero en la mano y la mente libre como el viento para tomar sus propias decisiones.
Finalmente nuestros cuerpos cedieron a sueño, enredados como la hiedra, desnudos dejamos que las pieles del lecho nos arroparan y así esperamos que un nuevo día nos encontrara, a partir de ese instante..ella seria mi mujer y yo la respetaría como tal hasta el final de mis días.
Tenia que reconocer que pese a estar completamente rodeado por su familia, me sentí arropado y respetado.
Mi cultura se tuvo en cuenta, los sacrificios fueron hechos tanto para los dioses del panteón vudú como para mis orgullosos dioses de Asgar, ademas de que en todo momento las runas vikingas estuvieron presentes en esa ceremonia.
Acabada me abracé a Freya, mi hija había venido a ver la ceremonia y como siempre, se mantuvo en un segundo plano en las bancadas del fondo.
Höor, había llevado a mi pequeña hasta allí y el afecto entre ambos era evidente, fundiendonos también en un ruidoso abrazo.
Les presenté a ambos a mi esposa. Giuliana era tan sencilla que en seguida conecto con mi hija y con Höor, me sentí complacido de que así fuera y de que mi esposa pusiera tanto de su parte para que estos se sintieran cómodos en tierra extranjera.
Bebimos como vikingos, reímos, mis manos sobrevolaron el cuerpo de mi mujer tantas veces como esta golpeó mi pecho esquivando no solo mis azotes si no mis bromas.
Caída la noche, casi amaneciendo, ambos volvimos a casa entre besos, risas y caricias.
Por un día habíamos olvidado lo que el futuro parecía tenernos preparado y a cambio la felicidad se había instalado en nuestra vida.
Mi boca atajó la cálida distancia con olor a alcohol que nos separaba, nuestros labios chocaron como olas bravas contra las rocas.
En marea se convirtieron nuestros cuerpos en el lecho, la ropa caía lenta como lo hace la bandera de un barco al ser abordado por los piratas y así, con ímpetu saqueé el tesoro que guardaba entre las piernas, primero con mi ávida boca, después fue mi acero el que mordió estocada tras estocada su interior mostrandole, si es que no lo tenia claro ya de que estabamos forjados lo vikingos.
Rendidos caímos sobre el lecho, nuestros cuerpos perlados en sudor por la rudeza del acto, ahora caían laxos, amainando como una tormenta que al despejar muestra el cálido sol y la esperanza de un día mejor.
Nuestros dedos se enredaron, caricias suaves que mecían nuestros cuerpos en un dulce vaivén mientras nos prometíamos con palabras susurradas en el oído fidelidad, amor y entendimiento.
Nuestra vida no fue fácil, nuestro amor tampoco y algo me decía que los tiempos venideros no estarían exentos de problemas, de dolor y sufrimiento.
Era consciente de las veces que antes del si quiero mi mujer pesó en abandonarme y aunque me hice el tonto todo ese tiempo...era conocedor de sus miedos.
Nuestro primer vástago era requerido por Loqui, íbamos a crear algo que quizás se nos escapara de las manos, pero..yo era un vikingo orgulloso y pensaba criar a ese niño con orgullo, con decisión y con honor para que afrontara la vida con los pies en el suelo, el acero en la mano y la mente libre como el viento para tomar sus propias decisiones.
Finalmente nuestros cuerpos cedieron a sueño, enredados como la hiedra, desnudos dejamos que las pieles del lecho nos arroparan y así esperamos que un nuevo día nos encontrara, a partir de ese instante..ella seria mi mujer y yo la respetaría como tal hasta el final de mis días.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Sin duda aquel había sido el día más feliz de su vida, aunque no era difícil porque sus días habían sido una sucesión de desgracias, problemas y dramas sin fin. Pero finalmente se dieron el "si" bajo el árbol de la vida y sellaron la promesa de amarse hasta el fin de los tiempos, de unirse ante los hombres y los dioses y de crear una familia.
Todo salió a la perfección y se alegró muschisimo de que Höor y Freya pudieran acudir al enlace. Ulf se merecía estar rodeado por aquellos a quiien tenía en alta estima.
Hacía horas que el sol estaba alto y en el lecho de la casona sus respiraciones acompasadas marcaban el perezoso ritmo del día después. Giuliana se despertó con un sobresalto. Había tenido una visión en sueños. Esas visiones generalmente solían ser ciertas y menos crípticas que las que tenía cuando estaba despierta, quizás la mente dormida era capaz de viajar a territorios del espacio y el tiempo donde los dioses no podían retorcerlas y por ello eran más veraces.
Despertó a Ulf con un suave beso y sacudiéndolo del hombro.
— Ulf...Ulf despierta...venga, dormilón. Pffff... lo sabía, me tenía que haber casado con el nosferatu, mi marido es un perezoso...— le sonrió, aunque lo que tenía que decirle no era del todo bueno, pero tampoco del todo malo. Cuando por fin abrió los ojos la volteó dándole un mordisco y demostrándole lo dormido que estaba, y Lana estalló en carcajadas. Firmaba por despertarse así cada día de su vida.— tengo que contarte algo, he tenido un sueño. Creo que Höor debería saberlo también. Vamos a vestirnos y a desayunar y lo hablamos con él.
Se reunieron en el desayuno con el legítimo rey del norte y después de tomar algo que despejase la mente tras la noche de celebración se los llevó al pantano. Había un lugar donde un muro blanco servía de asiento, y ella acomodó el trasero en él, mirando hacia el espectacular paisaje que ofrecía ese lugar. El sol se colaba entre las ramas de árboles gigantes, las aguas estaban cubiertas de nenúfares y todo tipo de flores de acuáticas de colores, soplaba una leve brisa que mecía las ramas de los sauces y sólo el croar de las ranas interrumpía a veces el silencio.
— He tenido una visión, cuando las tengo en sueños suelen ser más ciertas que cuando las tengo despierta. No lo comprendo muy bien, pero creo que cuando estoy dormida mi mente viaja a través del espacio y el tiempo y los dioses no pueden alterar lo que sucede.— tomó aire antes de seguir y miró a Höor y a su general.— Vi que el rey Rannulf estaba vivo, no sirvió de nada mi sacrificio, tiene brujas y oráculos a su servicio, pero la visión me llevó a donde se ocultan. La fortaleza del Maelström.
Aquella fortaleza estaba en mitad de un lago entre dos fiordos, construida en piedra, inexpugnable, sin puente levadizo, sólo se podía acceder a ella por barco.
— Sé que eso no son buenas noticias, que es un fuerte imposible de tomar...pero mi visión me llevó más allá. La fortaleza tiene un túnel que se cree abandonado y derruido, pero es sólo un pequeño trozo que se vino abajo. Sé donde está la entrada y cómo llegar. La primera parte de la visión se quedó en que un destacamento de cien de vuestros mejores hombres corrian por ese tunel...vosotros dos incluidos.— miró a Ulf y después a Höor, que era normal que no creyese ni una sola de sus palabras.— la segunda parte es la realmente interesante. Os vi entrar, sembrar el caos, y recibir ataques de las criaturas sobrenaturales que tiene el rey allí. Pero lo más importante es que en la sala capitular hay una especie de espejo sobre una mesa redonda, éste está lleno de un líquido que parece agua y humo a al vez, sin duda se trata de magia. Si rompéis ese espejo, las criaturas recuperarán sus formas originales. Son animales corrientes, humanos normales y hasta hay algun objeto dotado de vida mediante la magia. Romped ese espejo y no encontraréis resistencia en esas bestias o personas. Las únicas que me dan miedo de nuevo son las tres oráculo. Pero mi visión me llevó a unos días antes...
La bruja se rascó la ceja poniendo cara de circunstancias, pues esa parte era realmente extraña y más aún explicarla.
— vuestros oráculos tienen el poder de la premonición siempre y cuando sean vírgenes ¿cierto? mi tía sabe un hechizo vudú que altera la líbido a distancia. ¿Y si esas chicas dejaran de ser vírgenes con una ayudita? tendríamos algunos días para poder planificarlo mejor y despejar el túnel de acceso.
Observó sus semblantes, a ver cómo recibían las descabelladas noticias que traían sus visiones. Si todo sucedía así como ella había visto en sueños, podrían deshacerse del contingente sobrenatural que ayudaba a Rannulf, sólo quedaría la lucha del acero contra el acero, del hombre contra el hombre.
Todo salió a la perfección y se alegró muschisimo de que Höor y Freya pudieran acudir al enlace. Ulf se merecía estar rodeado por aquellos a quiien tenía en alta estima.
Hacía horas que el sol estaba alto y en el lecho de la casona sus respiraciones acompasadas marcaban el perezoso ritmo del día después. Giuliana se despertó con un sobresalto. Había tenido una visión en sueños. Esas visiones generalmente solían ser ciertas y menos crípticas que las que tenía cuando estaba despierta, quizás la mente dormida era capaz de viajar a territorios del espacio y el tiempo donde los dioses no podían retorcerlas y por ello eran más veraces.
Despertó a Ulf con un suave beso y sacudiéndolo del hombro.
— Ulf...Ulf despierta...venga, dormilón. Pffff... lo sabía, me tenía que haber casado con el nosferatu, mi marido es un perezoso...— le sonrió, aunque lo que tenía que decirle no era del todo bueno, pero tampoco del todo malo. Cuando por fin abrió los ojos la volteó dándole un mordisco y demostrándole lo dormido que estaba, y Lana estalló en carcajadas. Firmaba por despertarse así cada día de su vida.— tengo que contarte algo, he tenido un sueño. Creo que Höor debería saberlo también. Vamos a vestirnos y a desayunar y lo hablamos con él.
Se reunieron en el desayuno con el legítimo rey del norte y después de tomar algo que despejase la mente tras la noche de celebración se los llevó al pantano. Había un lugar donde un muro blanco servía de asiento, y ella acomodó el trasero en él, mirando hacia el espectacular paisaje que ofrecía ese lugar. El sol se colaba entre las ramas de árboles gigantes, las aguas estaban cubiertas de nenúfares y todo tipo de flores de acuáticas de colores, soplaba una leve brisa que mecía las ramas de los sauces y sólo el croar de las ranas interrumpía a veces el silencio.
— He tenido una visión, cuando las tengo en sueños suelen ser más ciertas que cuando las tengo despierta. No lo comprendo muy bien, pero creo que cuando estoy dormida mi mente viaja a través del espacio y el tiempo y los dioses no pueden alterar lo que sucede.— tomó aire antes de seguir y miró a Höor y a su general.— Vi que el rey Rannulf estaba vivo, no sirvió de nada mi sacrificio, tiene brujas y oráculos a su servicio, pero la visión me llevó a donde se ocultan. La fortaleza del Maelström.
Aquella fortaleza estaba en mitad de un lago entre dos fiordos, construida en piedra, inexpugnable, sin puente levadizo, sólo se podía acceder a ella por barco.
— Sé que eso no son buenas noticias, que es un fuerte imposible de tomar...pero mi visión me llevó más allá. La fortaleza tiene un túnel que se cree abandonado y derruido, pero es sólo un pequeño trozo que se vino abajo. Sé donde está la entrada y cómo llegar. La primera parte de la visión se quedó en que un destacamento de cien de vuestros mejores hombres corrian por ese tunel...vosotros dos incluidos.— miró a Ulf y después a Höor, que era normal que no creyese ni una sola de sus palabras.— la segunda parte es la realmente interesante. Os vi entrar, sembrar el caos, y recibir ataques de las criaturas sobrenaturales que tiene el rey allí. Pero lo más importante es que en la sala capitular hay una especie de espejo sobre una mesa redonda, éste está lleno de un líquido que parece agua y humo a al vez, sin duda se trata de magia. Si rompéis ese espejo, las criaturas recuperarán sus formas originales. Son animales corrientes, humanos normales y hasta hay algun objeto dotado de vida mediante la magia. Romped ese espejo y no encontraréis resistencia en esas bestias o personas. Las únicas que me dan miedo de nuevo son las tres oráculo. Pero mi visión me llevó a unos días antes...
La bruja se rascó la ceja poniendo cara de circunstancias, pues esa parte era realmente extraña y más aún explicarla.
— vuestros oráculos tienen el poder de la premonición siempre y cuando sean vírgenes ¿cierto? mi tía sabe un hechizo vudú que altera la líbido a distancia. ¿Y si esas chicas dejaran de ser vírgenes con una ayudita? tendríamos algunos días para poder planificarlo mejor y despejar el túnel de acceso.
Observó sus semblantes, a ver cómo recibían las descabelladas noticias que traían sus visiones. Si todo sucedía así como ella había visto en sueños, podrían deshacerse del contingente sobrenatural que ayudaba a Rannulf, sólo quedaría la lucha del acero contra el acero, del hombre contra el hombre.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Pagaría por despertar cada mañana de esta manera..bueno, quizás con menos sacudidas que no ayudaban a la resaca, pero si mordiendo a mi mujer y perdiéndome entre sus piernas sin tregua.
Nuestras bocas surcaron mares calmos deleitándonos del otro, desnudos, nos amamos durante algo mas de una hora, en la que gran parte del alcohol consumido durante la noche, se evaporó.
Un bañó en la tina, palabras cómplices risas convertidas en carcajadas y unos días que los dioses parecían habernos regalado.
Enarqué una ceja cuando Giuliana aseguro que había tenido un sueño, mis dedos fueron al puente de mi nariz, cerré los ojos pero no pude evitar sonreír, si no soñara, no seria ella y si no fuera ella no estaría tan perdidamente enamorado como estaba.
-Contigo ni un día de paz -bromeé entre risas.
Mira que era un vikingo que la guerra era parte de mi vida y que corría con fuerza por msi venas, peor es que esa bruja me arrastraba al infierno, al Tártaro literalmente de echo.
Entre risas nos reunimos con Höor y con mi hija Freya, rodeé su cuello en cuanto la vi depositando un reguero de besos en su mejilla que la hizo darme golpes en el pecho alegando que ya no era una niña.
Le decía a mi mujer que menudo pulpo se había echado como marido con esa mordaz lengua que tenia, a lo que yo corregía como lobo, no pulpo y Höor se reía ante la cómica familia.
Giuliana no se hizo esperar, apenas permitiéndonos admirar aquel pantanoso paisaje lleno de nenúfares y apenas iluminado por los haces de luz que se colaban entre las ramas dando a aquel paraje un aspecto paradisíaco. Giuliana empezó a contarnos aquello que había visto en sueños.
Todo lujo de detalles aportó de aquella visión a la que daba completa veracidad, si había aprendido algo de mi bruja es que siempre acertaba.
Höor, sujeto a la magia desde su corta infancia no puso cara rara en ningún momento, a fin de cuentas entre su linaje existían las oráculos mas poderosas del norte.
Un linaje mermado cuando su madre dejó de ser virgen y lo engendró a él como único vástago.
-Höor, es una oportunidad, si podemos entrar por donde mi mujer dice y destruir ese espejo nuestros hombres podrán atacar de frente, sera solo una lucha igualada de hombre contra hombre, dejando atrás las aberraciones.
Höor no era un cobarde, le veía meditar mis palabras, pero sabia que no era la negación al plan lo que pensaba, si no el modo de adentrarnos y cuantos de nosotros lo haríamos.
-Podemos asediar en la distancia el castillo, el rey tendrá su vista puesta en el gran ejercito apostillado a sus puertas, no se dará ni cuenta de que unos cuantos entramos por ese túnel y no nos verán hasta que estemos dentro -dijo finalmente.
Vi como Freya se alejaba para observar enjugatada la fauna del lugar, es entonces cuando el semblante de Höor cambio centrándose en mi.
-¿Sabes Ulf que Freya es una oráculo?
Admito que me pillaron por sorpresa sus palabras, a fin de cuentas, la niña mayoritariamente había sido criada por mi madre, la guerra me tenia demasiado ocupado para lo contrario.
-No Höor, no lo sabia. Y si, no es hija mía, Freya es tu prima, hija del rey del norte. Su madre, a la que ya sabes que me ataba un fuerte lazo de amistad me suplico que no la dejara caer entre las garras del rey del norte.
Así que fingí ser su padre, nadie dudó de la veracidad de mis palabras, pues esa mujer y yo habíamos estado enredados...
Mis palabras no le llegaron por sorpresa al legitimo rey, sabia que podía confiar en su discreción, a ambos nos unía una profunda amistad.
-Os espero en el norte -dijo Höor ladeando la sonrisa -tenemos un espejo que destruir, así que disfrutar de lo que os queda de luna de miel y vamos a meterle el espejo por el culo al rey.
Por cierto Ulf, no podías haber encontrado mujer mejor.
Nuestras bocas surcaron mares calmos deleitándonos del otro, desnudos, nos amamos durante algo mas de una hora, en la que gran parte del alcohol consumido durante la noche, se evaporó.
Un bañó en la tina, palabras cómplices risas convertidas en carcajadas y unos días que los dioses parecían habernos regalado.
Enarqué una ceja cuando Giuliana aseguro que había tenido un sueño, mis dedos fueron al puente de mi nariz, cerré los ojos pero no pude evitar sonreír, si no soñara, no seria ella y si no fuera ella no estaría tan perdidamente enamorado como estaba.
-Contigo ni un día de paz -bromeé entre risas.
Mira que era un vikingo que la guerra era parte de mi vida y que corría con fuerza por msi venas, peor es que esa bruja me arrastraba al infierno, al Tártaro literalmente de echo.
Entre risas nos reunimos con Höor y con mi hija Freya, rodeé su cuello en cuanto la vi depositando un reguero de besos en su mejilla que la hizo darme golpes en el pecho alegando que ya no era una niña.
Le decía a mi mujer que menudo pulpo se había echado como marido con esa mordaz lengua que tenia, a lo que yo corregía como lobo, no pulpo y Höor se reía ante la cómica familia.
Giuliana no se hizo esperar, apenas permitiéndonos admirar aquel pantanoso paisaje lleno de nenúfares y apenas iluminado por los haces de luz que se colaban entre las ramas dando a aquel paraje un aspecto paradisíaco. Giuliana empezó a contarnos aquello que había visto en sueños.
Todo lujo de detalles aportó de aquella visión a la que daba completa veracidad, si había aprendido algo de mi bruja es que siempre acertaba.
Höor, sujeto a la magia desde su corta infancia no puso cara rara en ningún momento, a fin de cuentas entre su linaje existían las oráculos mas poderosas del norte.
Un linaje mermado cuando su madre dejó de ser virgen y lo engendró a él como único vástago.
-Höor, es una oportunidad, si podemos entrar por donde mi mujer dice y destruir ese espejo nuestros hombres podrán atacar de frente, sera solo una lucha igualada de hombre contra hombre, dejando atrás las aberraciones.
Höor no era un cobarde, le veía meditar mis palabras, pero sabia que no era la negación al plan lo que pensaba, si no el modo de adentrarnos y cuantos de nosotros lo haríamos.
-Podemos asediar en la distancia el castillo, el rey tendrá su vista puesta en el gran ejercito apostillado a sus puertas, no se dará ni cuenta de que unos cuantos entramos por ese túnel y no nos verán hasta que estemos dentro -dijo finalmente.
Vi como Freya se alejaba para observar enjugatada la fauna del lugar, es entonces cuando el semblante de Höor cambio centrándose en mi.
-¿Sabes Ulf que Freya es una oráculo?
Admito que me pillaron por sorpresa sus palabras, a fin de cuentas, la niña mayoritariamente había sido criada por mi madre, la guerra me tenia demasiado ocupado para lo contrario.
-No Höor, no lo sabia. Y si, no es hija mía, Freya es tu prima, hija del rey del norte. Su madre, a la que ya sabes que me ataba un fuerte lazo de amistad me suplico que no la dejara caer entre las garras del rey del norte.
Así que fingí ser su padre, nadie dudó de la veracidad de mis palabras, pues esa mujer y yo habíamos estado enredados...
Mis palabras no le llegaron por sorpresa al legitimo rey, sabia que podía confiar en su discreción, a ambos nos unía una profunda amistad.
-Os espero en el norte -dijo Höor ladeando la sonrisa -tenemos un espejo que destruir, así que disfrutar de lo que os queda de luna de miel y vamos a meterle el espejo por el culo al rey.
Por cierto Ulf, no podías haber encontrado mujer mejor.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Höor, Freya y algunos invitados más se marcharon al día siguiente, una larga travesía les esperaba por mar y no tenían tiempo que perder.
Giuliana y Ulf se quedaron unos días más, la bruja necesitaba aprender el conjuro de su tía para confundir la voluntad de las oráculo y que voluntariamente dejasen de ser vírgenes y perdieran ese poder. Necesitaban tiempo y preparación y si el rey sabía de sus planes nada de todo aquello tendría éxito. Esta vez, no las mataría, su magia negra ya la había hundido demasiado en la oscuridad y no le apetecía repetir, si bien era cierto que ahora estaba completamente dispuesta a hacer lo que hiciera falta por mantener a Ulf vivo y a su linaje, el que vendría algún día.
Día tras día y noche tras noche memorizaba y practicaba conjuros y rituales, necesitaba irse de allí con más armas con las que combatir las malas artes de los hechiceros del rey y ayudar a los hombres que únicamente contaban con sus espadas y sus brazos, en una lucha tan desigual. El grimorio de su abuela era un compendio wiccano de curación y hechizos de magia blanca, para atraer la buena suerte y la felicidad. No dudaría en practicarlos cuando tuviera la ocasión. Pero ahora necesitaba sumergirse más en los terrenos del vudú, en las visiones y los rituales, el del daño y otro más y Gwenda era su mejor aliada. Aprendió a comunicarse con ella en el terreno onírico. Cuando necesitase de su tía, podía invocar un trance rojo con la sangre de serpiente y ambas transitarían las brumas del sueño para encontrarse y hablar.
Llegó el día de regresar a Europa y Lana prometió a su tía que regresaría cuando pudiera, cuando por fin engendrasen a su vástago, lo llevaría para que lo bendijesen los Loa y le proporcionasen una vida segura. Nada más legar a París, se informaron de los preparativos de tan campaña y cuando Höor les dio la orden, Giuliana se deshizo de las oráculo con el hechizo de merma de voluntad. Las jóvenes no sufrieron daño alguno, es más, se podría decir que disfrutaron del placer de tener a un vikingo entre las piernas, pero de esta forma su poder desapareció y hasta que encontrasen más oráculos, dispondrían al menos de unas semanas.
Estaban cenando en la casa de la Rue des Rondeaux, al lado del cementerio, preparando la partida de Ulf al amanecer, cuando Giuliana habló.
— Ulf, iré con vosotros al norte. Sé lo que vas a decir, sé que no te gusta la idea, pero si tengo más visiones no llegaría a tiempo de decírtelas. No me pasará nada, recuerda que tengo que engendrar al niño que los Æsir desean, estoy segura de que me protegerán y a ti también.
Giuliana y Ulf se quedaron unos días más, la bruja necesitaba aprender el conjuro de su tía para confundir la voluntad de las oráculo y que voluntariamente dejasen de ser vírgenes y perdieran ese poder. Necesitaban tiempo y preparación y si el rey sabía de sus planes nada de todo aquello tendría éxito. Esta vez, no las mataría, su magia negra ya la había hundido demasiado en la oscuridad y no le apetecía repetir, si bien era cierto que ahora estaba completamente dispuesta a hacer lo que hiciera falta por mantener a Ulf vivo y a su linaje, el que vendría algún día.
Día tras día y noche tras noche memorizaba y practicaba conjuros y rituales, necesitaba irse de allí con más armas con las que combatir las malas artes de los hechiceros del rey y ayudar a los hombres que únicamente contaban con sus espadas y sus brazos, en una lucha tan desigual. El grimorio de su abuela era un compendio wiccano de curación y hechizos de magia blanca, para atraer la buena suerte y la felicidad. No dudaría en practicarlos cuando tuviera la ocasión. Pero ahora necesitaba sumergirse más en los terrenos del vudú, en las visiones y los rituales, el del daño y otro más y Gwenda era su mejor aliada. Aprendió a comunicarse con ella en el terreno onírico. Cuando necesitase de su tía, podía invocar un trance rojo con la sangre de serpiente y ambas transitarían las brumas del sueño para encontrarse y hablar.
Llegó el día de regresar a Europa y Lana prometió a su tía que regresaría cuando pudiera, cuando por fin engendrasen a su vástago, lo llevaría para que lo bendijesen los Loa y le proporcionasen una vida segura. Nada más legar a París, se informaron de los preparativos de tan campaña y cuando Höor les dio la orden, Giuliana se deshizo de las oráculo con el hechizo de merma de voluntad. Las jóvenes no sufrieron daño alguno, es más, se podría decir que disfrutaron del placer de tener a un vikingo entre las piernas, pero de esta forma su poder desapareció y hasta que encontrasen más oráculos, dispondrían al menos de unas semanas.
Estaban cenando en la casa de la Rue des Rondeaux, al lado del cementerio, preparando la partida de Ulf al amanecer, cuando Giuliana habló.
— Ulf, iré con vosotros al norte. Sé lo que vas a decir, sé que no te gusta la idea, pero si tengo más visiones no llegaría a tiempo de decírtelas. No me pasará nada, recuerda que tengo que engendrar al niño que los Æsir desean, estoy segura de que me protegerán y a ti también.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/04/2016
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Re: La Tempestad. (+18)
Despedí a mi hija Freya, así como a Höor que este ultimo conocía la verdad sobre mi pequeña, era consciente de que Höor la protegería a capa y espada, también que nunca revelaría ese secreto.
Para mi Freya era mi hija y sabia que Giuliana iba a respetar esos férreos sentimientos que tenia por ella.
Es mas desde que se enteró que era una oráculo me aseguró que la ayudaría a dirigir su poder de alguna manera o al menos que velaría por ella.
Mi bruja era incansable, pasaba días y noches memorizando conjuros, nuestros días de paz habían terminado y ahora la guerra espaciara de nuevo correr por nuestras venas con fuerza.
Mirándola bajo aquel árbol que había sido testigo de nuestra unión me daba cuenta de que no podía haber hecho elección mejor, si algún día tuve dudas sobre como esa mujer se haría a mis tierras, hoy sabia la respuesta.
Giuliana era de esas mujeres que encontraban su lugar allá donde estuvieran y ese lugar sin duda alguna era a mi lado, el guerrero y la bruja, no podía empezar mejor esta historia.
Ladeé mi sonrisa dejando caer una roja manzana sobre su libro, sus ojos brumosos se alzaron para mirarme mientras yo torcía el gesto en un mohin reclamando sus atenciones.
Bajo ese árbol hicimos el amor como salvajes, nuestros encuentros no dejaban de producirse, nos amábamos y no teníamos pudor alguno en demostrarlo.
Llegó el día de regresar a Europa, nos despedimos de su familia, sinceramente estos se habían convertido en la mía.
Me despedí con un abrazo cariñoso de su tía y un beso para su abuela que parecía haber revivido en estas semanas que habíamos estado con ellos.
La anciana me pidió que cuidara de Giuliana, la magia era peligrosa y me rogó que siempre estuviera a su lado, incluso cuando no lo mereciera.
Esa noche Giuliana me dijo aquello que yo ya sabia, que vendría conmigo, que su lugar estaba a mi lado y que no dejaría que yo solo me adentrara en el castillo del rey.
-No tenia intención de dejarte atrás Giuliana, de allí de donde yo vengo las mujeres son guerreras y tu eres una bruja..si algo he descubierto a tu lado es que te prefiero pegada a mi espalda que degollandote por tu cuenta -apunté ladeando la sonrisa -cada vez que te dejo sola me la lías..ya sabes nosferatu, tártaro...tu hogar soy yo y tu el mio.
Estoy seguro de que Loqui no va a dejar que la madre de su mensajero muera.
Posé mi mano en su vientre acariciándolo despacio, habíamos mantenido relaciones tantas veces que casi estaba seguro que ya llevaba en sus entrañas a mi vástago.
-Lo que no se es si yo aun soy necesario -apunté con picardia atrayendola por la cintura para enredarnos nuevamente en un húmedo beso plagado de deseo.
Una semana después ambos desembarcamos en Noruega.
Hoor junto a su mujer y sus dos pequeñas nos esperaban para recibirnos.
Me abracé a mi amigo, posando mi frente con la ajena mientras golpeaba su espalda con mis manos.
-Veo que no pierdes el tiempo cabrón -dije entre risas haciendo clara referencia al vientre abultado de su mujer.
El gesto de Höor me dejó claro que no había motivo alguno de celebración, así que guardé silencio en lo referente a ese tema.
Para mi Freya era mi hija y sabia que Giuliana iba a respetar esos férreos sentimientos que tenia por ella.
Es mas desde que se enteró que era una oráculo me aseguró que la ayudaría a dirigir su poder de alguna manera o al menos que velaría por ella.
Mi bruja era incansable, pasaba días y noches memorizando conjuros, nuestros días de paz habían terminado y ahora la guerra espaciara de nuevo correr por nuestras venas con fuerza.
Mirándola bajo aquel árbol que había sido testigo de nuestra unión me daba cuenta de que no podía haber hecho elección mejor, si algún día tuve dudas sobre como esa mujer se haría a mis tierras, hoy sabia la respuesta.
Giuliana era de esas mujeres que encontraban su lugar allá donde estuvieran y ese lugar sin duda alguna era a mi lado, el guerrero y la bruja, no podía empezar mejor esta historia.
Ladeé mi sonrisa dejando caer una roja manzana sobre su libro, sus ojos brumosos se alzaron para mirarme mientras yo torcía el gesto en un mohin reclamando sus atenciones.
Bajo ese árbol hicimos el amor como salvajes, nuestros encuentros no dejaban de producirse, nos amábamos y no teníamos pudor alguno en demostrarlo.
Llegó el día de regresar a Europa, nos despedimos de su familia, sinceramente estos se habían convertido en la mía.
Me despedí con un abrazo cariñoso de su tía y un beso para su abuela que parecía haber revivido en estas semanas que habíamos estado con ellos.
La anciana me pidió que cuidara de Giuliana, la magia era peligrosa y me rogó que siempre estuviera a su lado, incluso cuando no lo mereciera.
Esa noche Giuliana me dijo aquello que yo ya sabia, que vendría conmigo, que su lugar estaba a mi lado y que no dejaría que yo solo me adentrara en el castillo del rey.
-No tenia intención de dejarte atrás Giuliana, de allí de donde yo vengo las mujeres son guerreras y tu eres una bruja..si algo he descubierto a tu lado es que te prefiero pegada a mi espalda que degollandote por tu cuenta -apunté ladeando la sonrisa -cada vez que te dejo sola me la lías..ya sabes nosferatu, tártaro...tu hogar soy yo y tu el mio.
Estoy seguro de que Loqui no va a dejar que la madre de su mensajero muera.
Posé mi mano en su vientre acariciándolo despacio, habíamos mantenido relaciones tantas veces que casi estaba seguro que ya llevaba en sus entrañas a mi vástago.
-Lo que no se es si yo aun soy necesario -apunté con picardia atrayendola por la cintura para enredarnos nuevamente en un húmedo beso plagado de deseo.
Una semana después ambos desembarcamos en Noruega.
Hoor junto a su mujer y sus dos pequeñas nos esperaban para recibirnos.
Me abracé a mi amigo, posando mi frente con la ajena mientras golpeaba su espalda con mis manos.
-Veo que no pierdes el tiempo cabrón -dije entre risas haciendo clara referencia al vientre abultado de su mujer.
El gesto de Höor me dejó claro que no había motivo alguno de celebración, así que guardé silencio en lo referente a ese tema.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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