AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los pantanos (libre)(+18)
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Los pantanos (libre)(+18)
Otra noche de luna llena, envaine mis espadas a la espalda, habíamos recibido noticias sobre la presencia de una manada en los pantanos.
No era algo habitual en los licantropos, seres que habitaban mas la zona de bosques cuando no tenían cuerpo humano, así que esa noche decidí acercarme en una misión rutinaria, ver, oír y no interferir, pues iba solo y poco o nada podría hacer si la manada era amplia.
Tomé mi montura y cabalgué como alma que lleva el diablo hacia las afueras de la ciudad, atravesé la zona de barrios bajos, como siempre con su olor a hedor, sexo de las putas que se vendían en cada esquina y de enfermedad, aquello era un nido de putrefacción que chocaba con la zona mas alta de París.
Bordeé la zona de bosque, en este tipo de noches no era muy seguro adentrarse en él, los licantropos campaban a sus anchas en París.
Aun no me había recuperado de la ultima cacería, tenia una contractura seria en el hombro y una herida de garras en el lateral que empezaba a cicatrizar, así que obedecería ordenes y me limitaría a observar.
Así alcancé la zona pantanosa, desmonté del corcel y me adentre en la ciénaga lentamente, luces y sombras en mi rostro por el reflejo de la luna sobre las oscuras aguas y como no por las ramas de los arboles grises, medio muertos.
Me detuve cuando las ondas de agua se sacudieron emitiendo un ligero gorgoteo.
No estaba solo, escondí mi cuerpo tras el tronco de uno de esos arboles y desenvainé la espada mirando de soslayo.
¿Quien andaba ahí?
No era algo habitual en los licantropos, seres que habitaban mas la zona de bosques cuando no tenían cuerpo humano, así que esa noche decidí acercarme en una misión rutinaria, ver, oír y no interferir, pues iba solo y poco o nada podría hacer si la manada era amplia.
Tomé mi montura y cabalgué como alma que lleva el diablo hacia las afueras de la ciudad, atravesé la zona de barrios bajos, como siempre con su olor a hedor, sexo de las putas que se vendían en cada esquina y de enfermedad, aquello era un nido de putrefacción que chocaba con la zona mas alta de París.
Bordeé la zona de bosque, en este tipo de noches no era muy seguro adentrarse en él, los licantropos campaban a sus anchas en París.
Aun no me había recuperado de la ultima cacería, tenia una contractura seria en el hombro y una herida de garras en el lateral que empezaba a cicatrizar, así que obedecería ordenes y me limitaría a observar.
Así alcancé la zona pantanosa, desmonté del corcel y me adentre en la ciénaga lentamente, luces y sombras en mi rostro por el reflejo de la luna sobre las oscuras aguas y como no por las ramas de los arboles grises, medio muertos.
Me detuve cuando las ondas de agua se sacudieron emitiendo un ligero gorgoteo.
No estaba solo, escondí mi cuerpo tras el tronco de uno de esos arboles y desenvainé la espada mirando de soslayo.
¿Quien andaba ahí?
Última edición por Leonidas Kana el Dom Jul 16, 2017 1:55 pm, editado 1 vez
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 138
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Las noches de luna llena me gustaban, no solo porque me gusta mirar la luna sobre el cielo iluminándolo todo a su paso, sino porque son noches en las que sabes que vas a poder cazar alguna de las bestias que, atraídas por su fuerza y su poder, son incapaces de resistirse a su llamada y salir en busca de su luz nacarada. Hace ya unas semanas que he llegado de Persia y no he conseguido rastro alguno de mí presa, pero sé que está en París y que está jugando conmigo al gato y al ratón… sabe que voy en su búsqueda y no iba a enseñar los colmillos hasta que pensara que yo estaba entre ellos, dispuestos a apresarme en sus fauces.
Se equivocaba si pensaba que eso podía pasar, tengo una misión que cumplir y no iba a salir de París si no era con la cabeza de mí enemigo, de esta presa en cuestión, metida en una bolsa para volver a Persia y cobrar la recompensa que daban. No puedo fallar porque o muere él, o muero yo… y aprecio mucho mí vida como para querer morir tan joven. Desde el pequeño apartamento que he alquilado para pasar mis noches en la ciudad observo la luna apoyada en la ventana, mientras lanzo una daga de plata al aire y la cojo con la mano. Es noche de de bestias, noche de lobos y yo estoy dispuesta a cazarlos.
Mis ropajes difieren mucho de una joven normal, llevo botas negras, pantalones oscuros, una blusa blanca y encima un corsé negro como atuendo. Enfundo las dagas en mis piernas, escondidas, cojo alguna estaca por si en el camino me puedo encontrar con algún vampiro, el látigo enrollado alrededor de mí otro muslo, los tridentes de plata que siempre suelo utilizar y un abrigo negro largo que tapa cualquier rastro de arma que pueda llevar encima. Me miro en el espejo y sonrió de lado porque ya estoy preparada para matar.
Recorro las calles atestadas de gente y me dirijo al linde de la ciudad donde sé que puedo encontrarme con las bestias, de normalidad sé que los lobos rondan los bosques pero una intuición me hace ir a la zona de los pantanos… quizás allí puedan esconderse mejor. Estoy preparada para lo que pueda surgir y lista para enfrentarme a ellos, unas pisadas algo más fuertes cerca de donde estoy me hace desenrollar el látigo y estar atenta, un aullido suena a lo lejos y corro en dirección saltando entre los troncos que hay vencidos por el lugar, pasando por los enormes charcos del lugar fija en una idea: cazarlo.
Logro hallarlo mientras estoy encima de una colina y me agacho para que no me vea, el lobo está bajo y parece que no me ha visto, pero sé que eso va a cambiar por poco tiempo pues su oído y su olfato, sobre todo este, es muy superior y tremendamente eficaz. Apenas tarda un par de segundos en darse cuenta de que estoy ahí, se gira en mí dirección y me gruñe mostrando sus hileras de colmillos capaces de apresar cualquier cosa, comienza a correr y yo sigo sus pasos desde arriba todo lo que puedo. Son más fuertes, son más veloces y sus sentidos en esa forma están aumentados… son tremendamente peligrosos, pero aún así no desisto en mí idea.
Lo tengo corriendo por el camino bajo de mí y me está ganando ventaja en el terreno, decido sacar uno de los tridentes y esperando el momento oportuno entre todos los árboles que hay lo lanzo en su dirección oyendo el gruñido que me da a entender que le he dado. Cae al suelo trastabillado y yo aprovecho para de un salto bajar a su nivel, sacar el látigo y lanzarlo a la zona de su cuello, apresándolo. Sé que la lucha no ha hecho más que empezar, pero el tridente en su pata le ha hecho daño y no podrá correr tan fácilmente.
-Te tengo, bola peluda –comento sin soltar el agarre del látigo sin darme cuenta, ni percatarme, de que no soy la única que está en el lugar observando lo que pasa.
Se equivocaba si pensaba que eso podía pasar, tengo una misión que cumplir y no iba a salir de París si no era con la cabeza de mí enemigo, de esta presa en cuestión, metida en una bolsa para volver a Persia y cobrar la recompensa que daban. No puedo fallar porque o muere él, o muero yo… y aprecio mucho mí vida como para querer morir tan joven. Desde el pequeño apartamento que he alquilado para pasar mis noches en la ciudad observo la luna apoyada en la ventana, mientras lanzo una daga de plata al aire y la cojo con la mano. Es noche de de bestias, noche de lobos y yo estoy dispuesta a cazarlos.
Mis ropajes difieren mucho de una joven normal, llevo botas negras, pantalones oscuros, una blusa blanca y encima un corsé negro como atuendo. Enfundo las dagas en mis piernas, escondidas, cojo alguna estaca por si en el camino me puedo encontrar con algún vampiro, el látigo enrollado alrededor de mí otro muslo, los tridentes de plata que siempre suelo utilizar y un abrigo negro largo que tapa cualquier rastro de arma que pueda llevar encima. Me miro en el espejo y sonrió de lado porque ya estoy preparada para matar.
Recorro las calles atestadas de gente y me dirijo al linde de la ciudad donde sé que puedo encontrarme con las bestias, de normalidad sé que los lobos rondan los bosques pero una intuición me hace ir a la zona de los pantanos… quizás allí puedan esconderse mejor. Estoy preparada para lo que pueda surgir y lista para enfrentarme a ellos, unas pisadas algo más fuertes cerca de donde estoy me hace desenrollar el látigo y estar atenta, un aullido suena a lo lejos y corro en dirección saltando entre los troncos que hay vencidos por el lugar, pasando por los enormes charcos del lugar fija en una idea: cazarlo.
Logro hallarlo mientras estoy encima de una colina y me agacho para que no me vea, el lobo está bajo y parece que no me ha visto, pero sé que eso va a cambiar por poco tiempo pues su oído y su olfato, sobre todo este, es muy superior y tremendamente eficaz. Apenas tarda un par de segundos en darse cuenta de que estoy ahí, se gira en mí dirección y me gruñe mostrando sus hileras de colmillos capaces de apresar cualquier cosa, comienza a correr y yo sigo sus pasos desde arriba todo lo que puedo. Son más fuertes, son más veloces y sus sentidos en esa forma están aumentados… son tremendamente peligrosos, pero aún así no desisto en mí idea.
Lo tengo corriendo por el camino bajo de mí y me está ganando ventaja en el terreno, decido sacar uno de los tridentes y esperando el momento oportuno entre todos los árboles que hay lo lanzo en su dirección oyendo el gruñido que me da a entender que le he dado. Cae al suelo trastabillado y yo aprovecho para de un salto bajar a su nivel, sacar el látigo y lanzarlo a la zona de su cuello, apresándolo. Sé que la lucha no ha hecho más que empezar, pero el tridente en su pata le ha hecho daño y no podrá correr tan fácilmente.
-Te tengo, bola peluda –comento sin soltar el agarre del látigo sin darme cuenta, ni percatarme, de que no soy la única que está en el lugar observando lo que pasa.
Zeniba- Cazador Clase Media
- Mensajes : 167
Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Enarco una ceja al percatarme que la presa no esta sola, un poco mas allá sobre las colinas una mujer armada hasta los dientes presta a emprender batalla con la bestia.
Resopló, la idea era solo observar, aun no estoy recuperado de las heridas de mi ultima cacería y un sobre esfuerzo puede abrirlas, mas tampoco puedo dejar que el licantropo mate a la bella guerrera.
Me voy acercando lentamente, oculto entre los haces de luz plata que la dama blanca dejan caer sobre las aguas del pantano, apenas mis pasos son un chapoteo, nada comparado con el de ellos, que ahora ya a melé luchan de forma encarnizada, mas para mi sorpresa la dama se defiende con gran maestría, hundiendo en este un tridente que le hace caer al suelo, pronto la cazadora alcanza su posición y con un látigo que enreda a su cuello parece decidida a domar a la bestia que se revuelve tratando de zafarse de aquel agarre.
Lo que ella no ve es que es una manada y que tras este dos mas aparecen a sus espaldas, corro a la posición de ambos y tomo impulso sobre el pecho del licantropo para elevarme por los aires sacando dos cuchillos de plata, uno lo hundo en el ojo de uno de los lobos que emite un aullido plagado de violencia, el otro va directo a su cuello haciéndolo caer mientras la sangre le ahoga al sajar su garganta.
Caigo al otro lado de la dama, espalda con espalda.
-Buenas noches señorita, lamento interrumpir en este baile de dos, mas como otros se han unido a la fiesta he intuido que no seria molestia ¿me concede este baile?
Ladeo ligeramente la sonrisa con cierta altanería, si bien es cierto que estamos en inferioridad numérica, es igual de cierto que dos de aquellas bestias se desangran sobre las aguas negras, aun no están muertos, pero pronto les asestaremos el golpe definitivo, lo que nos deja a dos contra un alfa, no me parece del todo una mala jugada.
-Vamos preciosa, mueve el culo, tenemos trabajo -apunto sacando la espada que hundo de un golpe seco en el corazón del licantropo medio degollado acabando así con su existencia.
Mi mirada se pierde en el líder, este va a ser bastante mas difícil. Observo que el lateral de mi camisa se impregna de sangre, los puntos han vuelto a saltar, maldigo por lo bajo, esta misión solo era de mero reconocimiento del terreno y como no al final se ha convertido en una lucha a muerte entre cazador y bestia.
-Por cierto me llamo Leonidas, me giraría para besar tu mano pero me pillas algo ocupado -le dije con cierta ironía mientras mostraba una sonrisa divertida.
-Si salimos de esta te invito a una buena jarra ¿te hace?
Resopló, la idea era solo observar, aun no estoy recuperado de las heridas de mi ultima cacería y un sobre esfuerzo puede abrirlas, mas tampoco puedo dejar que el licantropo mate a la bella guerrera.
Me voy acercando lentamente, oculto entre los haces de luz plata que la dama blanca dejan caer sobre las aguas del pantano, apenas mis pasos son un chapoteo, nada comparado con el de ellos, que ahora ya a melé luchan de forma encarnizada, mas para mi sorpresa la dama se defiende con gran maestría, hundiendo en este un tridente que le hace caer al suelo, pronto la cazadora alcanza su posición y con un látigo que enreda a su cuello parece decidida a domar a la bestia que se revuelve tratando de zafarse de aquel agarre.
Lo que ella no ve es que es una manada y que tras este dos mas aparecen a sus espaldas, corro a la posición de ambos y tomo impulso sobre el pecho del licantropo para elevarme por los aires sacando dos cuchillos de plata, uno lo hundo en el ojo de uno de los lobos que emite un aullido plagado de violencia, el otro va directo a su cuello haciéndolo caer mientras la sangre le ahoga al sajar su garganta.
Caigo al otro lado de la dama, espalda con espalda.
-Buenas noches señorita, lamento interrumpir en este baile de dos, mas como otros se han unido a la fiesta he intuido que no seria molestia ¿me concede este baile?
Ladeo ligeramente la sonrisa con cierta altanería, si bien es cierto que estamos en inferioridad numérica, es igual de cierto que dos de aquellas bestias se desangran sobre las aguas negras, aun no están muertos, pero pronto les asestaremos el golpe definitivo, lo que nos deja a dos contra un alfa, no me parece del todo una mala jugada.
-Vamos preciosa, mueve el culo, tenemos trabajo -apunto sacando la espada que hundo de un golpe seco en el corazón del licantropo medio degollado acabando así con su existencia.
Mi mirada se pierde en el líder, este va a ser bastante mas difícil. Observo que el lateral de mi camisa se impregna de sangre, los puntos han vuelto a saltar, maldigo por lo bajo, esta misión solo era de mero reconocimiento del terreno y como no al final se ha convertido en una lucha a muerte entre cazador y bestia.
-Por cierto me llamo Leonidas, me giraría para besar tu mano pero me pillas algo ocupado -le dije con cierta ironía mientras mostraba una sonrisa divertida.
-Si salimos de esta te invito a una buena jarra ¿te hace?
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 138
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Tengo al lobo justo donde quiero, el tridente de plata clavado en su pierna le hace aullar de dolor mientras se revuelve intentando liberarse del agarre porque sé que la herida le va a dar problemas y le esté ardiendo allí donde está clavado. El látigo hace su función y lo tengo rodeando su cuello, él se gira y se revuelve para soltarse pero nada puede hacer mientras yo siga estirando de este para cercar más el agarre. De la nada, como si hubiera salido de repente, veo un sombra que salta en mí dirección y que lanza algo por el aire que impacta contra al parecer un lobo que tengo detrás haciendo que este aúlle de dolor. No me he dado cuenta de que no estoy sola en el pantano ni de que dos lobos más andan tras mis espaldas.
El hombre se pone espalda contra espalda y comienza a hablar dirigiéndose a mí mientras yo fijo mí vista en el lobo que tengo aferrado con el látigo. No digo nada, no le respondo puesto que él ya se ha colado en ese baile improvisado y quizás si no fuera por él ya me habrían atacado. Lo miro de reojo cabreada por sus palabras ante la mera idea de que me mueva y sin pensarlo estiro más del látigo y saco una daga que lanzo contra el corazón de la bestia, termino por acerarme y hundo con el pie de un golpe esta en su corazón haciendo que muera en el acto.
Desenrollo el látigo y me doy cuenta de que él ha acabado con un lobo y ahora solamente queda el más grande de todos, y el más peligroso. Cojo la daga que he clavado en el corazón del lobo y la limpio de la sangre para acercarme al otro cazador y ponerme a su lado. El alfa nos amenaza a los dos y sé que está próximo de atacarnos. Ha visto cómo hemos matado a dos de los suyos y la ira fluirá seguramente por su torrente sanguíneo con virulencia.
-Nadie te ha invitado a este baile privado –mí voz es fría y dura, no deja ningún atisbo a la vista mientras no dejo de mirar al alfa- Zeniba –es lo único que digo echando un repaso al cazador, me fijo en que su camisa está manchada de sangre suya y sonrío de forma ladina, casi divertida con la situación- Es mío, chico –con el mango del látigo en la mano lo hago estallar contra el suelo, el ruido hace que el lobo retroceda levemente pero me enseña sus afilados colmillos dispuesto a presentar batalla- Vas a necesitar algo más que una jarra en terminar aquí –es lo único que digo refiriéndome a su herida aunque no niego su invitación pese a que no debo de hacerlo. La bestia decide tomar partido y se lanza contra nosotros que logramos esquivar haciendo que nos dividamos pero que la bestia quede en medio de una especie de círculo improvisado. A un lado está el cazador, y al otro estoy yo para franquearlo. No es una batalla igual aunque sé perfectamente que el lobo puede con los dos de ser preciso, la luna está en su momento más álgido y es cuando más fuertes son. El látigo suena de nuevo y lo lanzo hacia una de sus patas que consigo apresar, pero él con su fuerza consigue moverse y que a su vez yo me mueva hacia delante en su dirección. Tengo que rodar en cierto momento para evitar sus garras aunque consigo clavar una de mis dagas en su costado haciendo que aúlle de dolor. Termino al lado del cazador y lo miro- Vamos Leonidas, ¿no querías bailar? Pues bailemos con lobos
El hombre se pone espalda contra espalda y comienza a hablar dirigiéndose a mí mientras yo fijo mí vista en el lobo que tengo aferrado con el látigo. No digo nada, no le respondo puesto que él ya se ha colado en ese baile improvisado y quizás si no fuera por él ya me habrían atacado. Lo miro de reojo cabreada por sus palabras ante la mera idea de que me mueva y sin pensarlo estiro más del látigo y saco una daga que lanzo contra el corazón de la bestia, termino por acerarme y hundo con el pie de un golpe esta en su corazón haciendo que muera en el acto.
Desenrollo el látigo y me doy cuenta de que él ha acabado con un lobo y ahora solamente queda el más grande de todos, y el más peligroso. Cojo la daga que he clavado en el corazón del lobo y la limpio de la sangre para acercarme al otro cazador y ponerme a su lado. El alfa nos amenaza a los dos y sé que está próximo de atacarnos. Ha visto cómo hemos matado a dos de los suyos y la ira fluirá seguramente por su torrente sanguíneo con virulencia.
-Nadie te ha invitado a este baile privado –mí voz es fría y dura, no deja ningún atisbo a la vista mientras no dejo de mirar al alfa- Zeniba –es lo único que digo echando un repaso al cazador, me fijo en que su camisa está manchada de sangre suya y sonrío de forma ladina, casi divertida con la situación- Es mío, chico –con el mango del látigo en la mano lo hago estallar contra el suelo, el ruido hace que el lobo retroceda levemente pero me enseña sus afilados colmillos dispuesto a presentar batalla- Vas a necesitar algo más que una jarra en terminar aquí –es lo único que digo refiriéndome a su herida aunque no niego su invitación pese a que no debo de hacerlo. La bestia decide tomar partido y se lanza contra nosotros que logramos esquivar haciendo que nos dividamos pero que la bestia quede en medio de una especie de círculo improvisado. A un lado está el cazador, y al otro estoy yo para franquearlo. No es una batalla igual aunque sé perfectamente que el lobo puede con los dos de ser preciso, la luna está en su momento más álgido y es cuando más fuertes son. El látigo suena de nuevo y lo lanzo hacia una de sus patas que consigo apresar, pero él con su fuerza consigue moverse y que a su vez yo me mueva hacia delante en su dirección. Tengo que rodar en cierto momento para evitar sus garras aunque consigo clavar una de mis dagas en su costado haciendo que aúlle de dolor. Termino al lado del cazador y lo miro- Vamos Leonidas, ¿no querías bailar? Pues bailemos con lobos
Zeniba- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Al parecer a la dama le hace gracia mi ensangrentada camisa, no le basta con decirme su nombre como si un palo hubiera atravesado su culo si no que asegura que el licantropo es suyo.
Enarco una ceja ladeando la sonrisa, será suyo si yo no se lo quito primero, ha tocado mi orgullo de guerrero.
Da un latigazo en el suelo mostrando su poder, un estallido y el lobo recula, admito que lo hace bien aunque no lo voy a reconocer.
-No esta mal para domar a los leones en el circo -añado repasando ahora yo su cuerpo con un descaro desmedido.
La cazadora parece tener ganas de jugar, algo que me entretiene bastante. Mis ojos se centran en los lupinos
-si, necesitaré mas de una jarra, pueden ser dos y luego te dejo que lamas mis heridas -le digo enseñándole la lengua mientras la muevo como si fuera yo el lobo y no la bestia que tenemos enfrente.
El licantropo se lanza contra nosotros, al parecer nuestra conversación no es de su gusto, una pena, prometo leer un manual de como entretener a los esclavos de la luna llena para la próxima ocasión.
Ambos esquivamos el ataque cayendo cada uno a un lado de este, así queda flanqueado.
Ella usa el látigo con destreza enganchando una de sus patas, mas la bestia es grande, demasiado y tira de ella de forma salvaje haciéndola rodar en mi dirección para lograr así esquivar el zarpazo mortal.
Se alza del suelo hundiendo sus pardos ojos en mis azules.
-¿me permite este baile? -añado con cierta diversión desenvainado los dos kukris de mi cinto y corriendo en dirección al lobo que ahora nos enseña sus dientes.
-Distraelo con las enaguas preciosa -le grito apoyando los pies en el suelo frente a este, cuando lanza el bocado tomo impulso y salto subiéndome a su chepa, en su cuello hundo sendas dagas, quedando montado sobre el como lo hace cualquier vaquero sobre el toro del rodeo.
Empiezan las sacudidas mientras hundo con violencia las gemelas una y otra vez sintiendo la sangre correr por mis manos, caliente, grumosa, su piel se desquebraja, casi puedo hundir los mangos.
Siseo, me duele la herida que ya ha quedado complemente abierta.
“Misión de reconocimiento” pienso enarcando una ceja, ¡a la mierda!
El lobo es de gran envergadura, su cuerpo cede, mas al caer aprisiona mi pierna haciéndome rugir de dolor, aun respira y con sus fauces busca despedazarme, parece decidido a morir matando.
-Si, voy a necesitar algo mas que una jarra -gruño mirándola mientras intento zafar mi pierna de debajo de la mole que ha caído sobre ella y mantener a su vez los colmillos del animal a ralla -¿quizás tu ayuda?
Enarco una ceja ladeando la sonrisa, será suyo si yo no se lo quito primero, ha tocado mi orgullo de guerrero.
Da un latigazo en el suelo mostrando su poder, un estallido y el lobo recula, admito que lo hace bien aunque no lo voy a reconocer.
-No esta mal para domar a los leones en el circo -añado repasando ahora yo su cuerpo con un descaro desmedido.
La cazadora parece tener ganas de jugar, algo que me entretiene bastante. Mis ojos se centran en los lupinos
-si, necesitaré mas de una jarra, pueden ser dos y luego te dejo que lamas mis heridas -le digo enseñándole la lengua mientras la muevo como si fuera yo el lobo y no la bestia que tenemos enfrente.
El licantropo se lanza contra nosotros, al parecer nuestra conversación no es de su gusto, una pena, prometo leer un manual de como entretener a los esclavos de la luna llena para la próxima ocasión.
Ambos esquivamos el ataque cayendo cada uno a un lado de este, así queda flanqueado.
Ella usa el látigo con destreza enganchando una de sus patas, mas la bestia es grande, demasiado y tira de ella de forma salvaje haciéndola rodar en mi dirección para lograr así esquivar el zarpazo mortal.
Se alza del suelo hundiendo sus pardos ojos en mis azules.
-¿me permite este baile? -añado con cierta diversión desenvainado los dos kukris de mi cinto y corriendo en dirección al lobo que ahora nos enseña sus dientes.
-Distraelo con las enaguas preciosa -le grito apoyando los pies en el suelo frente a este, cuando lanza el bocado tomo impulso y salto subiéndome a su chepa, en su cuello hundo sendas dagas, quedando montado sobre el como lo hace cualquier vaquero sobre el toro del rodeo.
Empiezan las sacudidas mientras hundo con violencia las gemelas una y otra vez sintiendo la sangre correr por mis manos, caliente, grumosa, su piel se desquebraja, casi puedo hundir los mangos.
Siseo, me duele la herida que ya ha quedado complemente abierta.
“Misión de reconocimiento” pienso enarcando una ceja, ¡a la mierda!
El lobo es de gran envergadura, su cuerpo cede, mas al caer aprisiona mi pierna haciéndome rugir de dolor, aun respira y con sus fauces busca despedazarme, parece decidido a morir matando.
-Si, voy a necesitar algo mas que una jarra -gruño mirándola mientras intento zafar mi pierna de debajo de la mole que ha caído sobre ella y mantener a su vez los colmillos del animal a ralla -¿quizás tu ayuda?
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Mis ojos se clavan en los ajenos durante un segundo mientras la bestia sigue entre nosotros, dispuesta a arremetir y darnos caza igual que nosotros hemos dado caza a los otros dos licántropos que ahora yacen muertos en el suelo. Él es nuestra última pieza y tiene que ser mía, no tengo que dejar margen de duda para eso y enarco una ceja al mirar al cazador. Está herido, puedo ver la sangre que mancha su camisa y que aun así eso no le frena en absoluto, hago estallar el látigo contra el suelo y la bestia recula por el ruido de este, pero no me paro ahí y me lanzo contra ella rodeando con mi látigo su pierna, pero es más fuerte y tira de mí, tengo que desenrollar el látigo y caigo al lado del cazador que ha observado como he esquivado sus garras para que no rozaran mí piel. Le lanzo una mirada furibunda y sonrío de fomra ladina por sus palabras.
-Llevaos cuidado, no sea que también os dome a vos -hago referencia a que él también lleva en su nombre, las primeras cuatro letras, la palabra "león" y lanzo una risa fría que se hace eco en el aire. Su respuesta es decirme que va a necesitar más de una jarra, y que luego puedo lamer sus heridas. Frunzo el ceño ante eso y ante su descaro- ¿Quién ha dicho que no te haga más heridas con mí látigo, león? -No lo llamo por su nombre, me ha hecho gracia hacer referencia al animal y así va a quedarse. Él tampoco se queda quieto, saca como unas dagas y se lanza contra la bestia alegando que distraiga al lobo. La pérdida de sangre le hace decir tonterías porque no pensaba hacerle caso. De un salto se sube sobre el lobo y comienza a hundir sus dagas en el cuello, el animal se sacude con violencia para quitárselo de encima y yo observo la escena con cierta diversión, pero atenta para lo que pudiera pasar.
Tengo que volver a alzar el látigo en dirección a la bestia cuando veo que dirige una de sus zarpas en dirección al cazador para quitárselo de encima, mí látigo se enrosca en su muñeca y tiro con fuerza para que no le llegue a dar, si lo pillo lo destroza con esas garras afiladas que posee. Saco uno de mis tridente y lo lanzo en dirección al otro brazo por si intenta hacer lo mismo, y eso le hace gruñir más fuerte. Se desestabiliza por la pérdida de sangre de las heridas que le ha hecho el cazador y cae con él todavía encima de él. Un charco es el lugar donde queda su cuerpo pero no ha terminado todavía, la pierna del cazador ha quedado bajo el cuerpo del animal y no puede moverse, mientras este lucha por alcanzarlo para despedazarlo con sus colmillos. Me pide ayuda y yo sonrío de lado divertida ante la escena, al final él que ha aparecido para salvarme iba a terminar por ser salvado.
Vuelvo a alzar el látigo y esta vez hago que se enrosque en el cuello del animal para tirar de este y alejar sus fauces del cazador para que no lo mate, no puede salir de su prisión y ya era hora de terminar con aquel juego y darle muerte a la bestia. Saco una daga de plata de mí cinto y tirando con fuerza del látigo me subo sobre el lobo, eso hace que el cazador quede más atrapado pero la muerte del licántropo es inminente. Sonrío de lado, mis ojos se clavan en los del cazador y sin pensarlo demasiado hundo la daga en el cráneo del animal dándole una muerte rápida. Deja de moverse, deja de intentar apresarlo con sus fauces y mí ropa queda un poco manchada por la sangre, espesa y oscura, que ha salpicado. Mis ojos no se apartan del cazador, divertidos por la situación y me bajo de la bestia para con ayuda del látigo mover el cuerpo y dejar que el cazador sea liberado y pueda levantarse.
-Al final, el cazador que vino para ayudarme ha terminado por ser salvado por esta... domadora -mí sonrisa se ladea- te dije que era mío -no estoy acostumbrada a cazar con alguien más, siempre hago mis misiones sola y que me intenten quitar la presa no es algo que guste- Ahora si quieres puedes invitarme a un trago por haber salvado tú vida, creo que es lo justo.
-Llevaos cuidado, no sea que también os dome a vos -hago referencia a que él también lleva en su nombre, las primeras cuatro letras, la palabra "león" y lanzo una risa fría que se hace eco en el aire. Su respuesta es decirme que va a necesitar más de una jarra, y que luego puedo lamer sus heridas. Frunzo el ceño ante eso y ante su descaro- ¿Quién ha dicho que no te haga más heridas con mí látigo, león? -No lo llamo por su nombre, me ha hecho gracia hacer referencia al animal y así va a quedarse. Él tampoco se queda quieto, saca como unas dagas y se lanza contra la bestia alegando que distraiga al lobo. La pérdida de sangre le hace decir tonterías porque no pensaba hacerle caso. De un salto se sube sobre el lobo y comienza a hundir sus dagas en el cuello, el animal se sacude con violencia para quitárselo de encima y yo observo la escena con cierta diversión, pero atenta para lo que pudiera pasar.
Tengo que volver a alzar el látigo en dirección a la bestia cuando veo que dirige una de sus zarpas en dirección al cazador para quitárselo de encima, mí látigo se enrosca en su muñeca y tiro con fuerza para que no le llegue a dar, si lo pillo lo destroza con esas garras afiladas que posee. Saco uno de mis tridente y lo lanzo en dirección al otro brazo por si intenta hacer lo mismo, y eso le hace gruñir más fuerte. Se desestabiliza por la pérdida de sangre de las heridas que le ha hecho el cazador y cae con él todavía encima de él. Un charco es el lugar donde queda su cuerpo pero no ha terminado todavía, la pierna del cazador ha quedado bajo el cuerpo del animal y no puede moverse, mientras este lucha por alcanzarlo para despedazarlo con sus colmillos. Me pide ayuda y yo sonrío de lado divertida ante la escena, al final él que ha aparecido para salvarme iba a terminar por ser salvado.
Vuelvo a alzar el látigo y esta vez hago que se enrosque en el cuello del animal para tirar de este y alejar sus fauces del cazador para que no lo mate, no puede salir de su prisión y ya era hora de terminar con aquel juego y darle muerte a la bestia. Saco una daga de plata de mí cinto y tirando con fuerza del látigo me subo sobre el lobo, eso hace que el cazador quede más atrapado pero la muerte del licántropo es inminente. Sonrío de lado, mis ojos se clavan en los del cazador y sin pensarlo demasiado hundo la daga en el cráneo del animal dándole una muerte rápida. Deja de moverse, deja de intentar apresarlo con sus fauces y mí ropa queda un poco manchada por la sangre, espesa y oscura, que ha salpicado. Mis ojos no se apartan del cazador, divertidos por la situación y me bajo de la bestia para con ayuda del látigo mover el cuerpo y dejar que el cazador sea liberado y pueda levantarse.
-Al final, el cazador que vino para ayudarme ha terminado por ser salvado por esta... domadora -mí sonrisa se ladea- te dije que era mío -no estoy acostumbrada a cazar con alguien más, siempre hago mis misiones sola y que me intenten quitar la presa no es algo que guste- Ahora si quieres puedes invitarme a un trago por haber salvado tú vida, creo que es lo justo.
Zeniba- Cazador Clase Media
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Re: Los pantanos (libre)(+18)
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Última edición por Poseidón el Vie Abr 07, 2017 3:10 am, editado 1 vez
Poseidón- Cazador Clase Media
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Re: Los pantanos (libre)(+18)
Mientras peleo por sacar mi pierna de bajo del pesado cuerpo de la bestia y mantener los dientes de esta lejos de mi piel, la mujer parece mas que divertida admirando la escena.
Enarco una ceja fingiendo una sarcástica risa.
-Preciosa cuando te canses podías echarme una mano, o las dos -rujo hundiendo mis azules en sus pardos.
La bestia vuelve a la carga decidida no solo a morir si no a llevarme a mi con ella al inframundo, mas cuando sus colmillos están a punto de alcanzarme el látigo se enreda en su cuello evitando así mi muerte segura.
Ladeo la sonrisa al escuchar sus palabras, si bien era cierto que me había salvado, también lo había hecho yo antes, dejaría en tablas la partida, claro que ninguno de los dos va a aceptar que no se nos ha dado mal eso de luchar mano a mano contra el licantropo.
La cazadora sube sobre el enorme animal y me mira desafiante hundiendo así la daga de plata que saca del cinto en la bestia.
Puedo sentir como agoniza, como aúlla de dolor y como su ultimo aliento expira quedando completamente vencido.
Mis ojos siguen fijos en ella, jadeamos por la gesta, mirada turbias que se encuentran.
-deberías ponerte a dieta -gruño por el peso que ejerce su cuerpo sobre la bestia e indirectamente sobre mi atrapada pierna.
Se baja con un deje divertido en esa mirada cargada de desafió y de nuevo enredando el látigo en el animal tira de este para liberarme del peso.
Me incorporo con una mueca de dolor, la pierna debe de tener una contusión por la brusca caída, mi costado aun sangra de forma abundante.
-Podríamos discutir toda la noche quien a salvado a quien, mas creo que seria bastante mas aburrido que beber y quizás al final de la noche te muestre que hacer con ese látigo -dije arrastrando con descaro las palabras antes de guiñarle un ojo ladeando la sonrisa.
Alcé mi camisa, la pierna no revestía gran importancia, tras unos tragos no sentiría el dolor, pero la herida tenia que cerrarla o me desangraría.
Rompí un trozo de la camisa y apreté para cortar la hemorragia. Un silbido bastó para que mi montura se acercara, tomé la yesca y el pedernal de las alforjas y se lo lancé a la dama.
-Preciosa y si mueves ese culito y traes algo de madera para prender un fuego -le di un azote en el trasero dejando manchado su pantalón con mi sangre.
Lo hubiera buscado yo pero estaba mareado y reconocer mi debilidad frente a ella no era algo a lo que estaba dispuesto a hacer. Ella me había desafiado como yo a ella todo el tiempo, así que supongo que frente a nosotros estaba ese duelo de egos.
Mis ojos en sus pardos esperando que me hiciera a caso, de nuevo una mueca de dolor recorrió mi rostro.
Con la daga podría cauterizar la herida, después hablaríamos de esas copas que nos debíamos.
Enarco una ceja fingiendo una sarcástica risa.
-Preciosa cuando te canses podías echarme una mano, o las dos -rujo hundiendo mis azules en sus pardos.
La bestia vuelve a la carga decidida no solo a morir si no a llevarme a mi con ella al inframundo, mas cuando sus colmillos están a punto de alcanzarme el látigo se enreda en su cuello evitando así mi muerte segura.
Ladeo la sonrisa al escuchar sus palabras, si bien era cierto que me había salvado, también lo había hecho yo antes, dejaría en tablas la partida, claro que ninguno de los dos va a aceptar que no se nos ha dado mal eso de luchar mano a mano contra el licantropo.
La cazadora sube sobre el enorme animal y me mira desafiante hundiendo así la daga de plata que saca del cinto en la bestia.
Puedo sentir como agoniza, como aúlla de dolor y como su ultimo aliento expira quedando completamente vencido.
Mis ojos siguen fijos en ella, jadeamos por la gesta, mirada turbias que se encuentran.
-deberías ponerte a dieta -gruño por el peso que ejerce su cuerpo sobre la bestia e indirectamente sobre mi atrapada pierna.
Se baja con un deje divertido en esa mirada cargada de desafió y de nuevo enredando el látigo en el animal tira de este para liberarme del peso.
Me incorporo con una mueca de dolor, la pierna debe de tener una contusión por la brusca caída, mi costado aun sangra de forma abundante.
-Podríamos discutir toda la noche quien a salvado a quien, mas creo que seria bastante mas aburrido que beber y quizás al final de la noche te muestre que hacer con ese látigo -dije arrastrando con descaro las palabras antes de guiñarle un ojo ladeando la sonrisa.
Alcé mi camisa, la pierna no revestía gran importancia, tras unos tragos no sentiría el dolor, pero la herida tenia que cerrarla o me desangraría.
Rompí un trozo de la camisa y apreté para cortar la hemorragia. Un silbido bastó para que mi montura se acercara, tomé la yesca y el pedernal de las alforjas y se lo lancé a la dama.
-Preciosa y si mueves ese culito y traes algo de madera para prender un fuego -le di un azote en el trasero dejando manchado su pantalón con mi sangre.
Lo hubiera buscado yo pero estaba mareado y reconocer mi debilidad frente a ella no era algo a lo que estaba dispuesto a hacer. Ella me había desafiado como yo a ella todo el tiempo, así que supongo que frente a nosotros estaba ese duelo de egos.
Mis ojos en sus pardos esperando que me hiciera a caso, de nuevo una mueca de dolor recorrió mi rostro.
Con la daga podría cauterizar la herida, después hablaríamos de esas copas que nos debíamos.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
El animal ahora yace sobre el cazador inerte, carente de toda vida porque yo se la he arrebatado al hundir mí daga en su cabeza acabando así con su existencia. Decido levantarme del animal para que el cazador pueda salir debajo de este y sonrío de lado divertida con la situación. Ha acudido en mí ayuda pero finalmente he sido yo quien lo ha ayudado a él… curiosa forma tiene la vida de darle un giro a las situaciones. Se levanta y algo lejos lo observo, tiene la camisa manchada de sangre, y la herida en la pierna no tiene tan mal aspecto como he pensado en un principio. Recojo el látigo que vuelvo a guardar en mí muslo y lo contemplo con los brazos cruzados, me ha prometido beber por celebrar que hemos salido de esa, y ahora es lo que busco.
No soy dada a beber con desconocidos y con extraños, no es algo que haga en mí día a día y es extraño que haya aceptado su oferta. Sus comentarios hacen que me cruce de brazos y lo mire con una ceja alzada sin creer lo que oigo, no sé con qué clase de mujeres está acostumbrado a tratar pero yo no soy como ninguna de ellas, y debe de llevarse cuidado con lo que dice. Dice que puede mostrarme qué hacer con el látigo y eso hace que una risa salga de mis labios, seca y fría, casi como si con la risa me burlara de él.
-¿En serio lo crees? Apenas has podido con un licántropo y has necesitado mí ayuda, este látigo ha evitado que te muerda la bestia y te destroce. ¿Crees que podrías mostrarme qué hacer con él? –Lo miro de forma fija- No me hagas reír, león, porque puedo domarte con él y créeme que no te va a gustar que lo haga –no me muevo de donde estoy mientras él rompe un trozo de su camisa y corta así la hemorragia, silba y a los pocos segundos aparece un caballo que debe de ser su montura y me quedo observando al animal. Me acerco solo para acariciar el hocico del animal sin prestar atención en él, siempre me han gustado los caballos y el que tengo delante parece bastante dócil.
Una mirada hacia él y me lanza unas cosas que cogí al aire, una orden impuesta por sus labios que hace que frunza el ceño. Nadie me da órdenes salvo mí jefe y eso me ofusca. Pero lo que terminar por enervarme es la palmada que deja en mí trasero, con unas confianzas que no sé de dónde saca pero que no estoy dispuesta a que se tome. Mí puño cerrado se estampa contra su rostro con fuerza que lo hace girar el rostro- No vuelvas a darme una orden y mucho menos a tocarme de esa manera, no sé qué mujeres tratas a diario pero yo no soy como ellas –no me importa que esté herido y el mensaje es claro, con un dedo lo señalo y mis palabras son firmes, frías como cuchillas que pueden cortar. Me alejo solo para no volver a pegarle y buscar algo de madera que nos pueda servir y calentarnos, encuentro unos cuantos y los cojo para llevarnos donde esta él y dejarlos caer al suelo entre ambos- ya puedes hacer el fuego –porque yo no pensaba hacer todo, en cambio centro mí atención en el animal de nuevo y me olvido del cazador que está cerca de mí y que está herido. No me importa, sé de algunas hierbas que pueden ayudarlo pero no ha pedido ayuda y no soy dada a darla- ¿Qué haces en esta parte del pantano? –Pregunto aunque sé la respuesta, lo mismo que yo; cazar- No he visto a muchos cazadores por esta parte salvo… tú –miro ahora al cazador que está encendiendo el fuego y río entre dientes- ¿puedes o tengo que ayudarte otra vez? A este paso las jarras que me debes aumentan en número, león.
No soy dada a beber con desconocidos y con extraños, no es algo que haga en mí día a día y es extraño que haya aceptado su oferta. Sus comentarios hacen que me cruce de brazos y lo mire con una ceja alzada sin creer lo que oigo, no sé con qué clase de mujeres está acostumbrado a tratar pero yo no soy como ninguna de ellas, y debe de llevarse cuidado con lo que dice. Dice que puede mostrarme qué hacer con el látigo y eso hace que una risa salga de mis labios, seca y fría, casi como si con la risa me burlara de él.
-¿En serio lo crees? Apenas has podido con un licántropo y has necesitado mí ayuda, este látigo ha evitado que te muerda la bestia y te destroce. ¿Crees que podrías mostrarme qué hacer con él? –Lo miro de forma fija- No me hagas reír, león, porque puedo domarte con él y créeme que no te va a gustar que lo haga –no me muevo de donde estoy mientras él rompe un trozo de su camisa y corta así la hemorragia, silba y a los pocos segundos aparece un caballo que debe de ser su montura y me quedo observando al animal. Me acerco solo para acariciar el hocico del animal sin prestar atención en él, siempre me han gustado los caballos y el que tengo delante parece bastante dócil.
Una mirada hacia él y me lanza unas cosas que cogí al aire, una orden impuesta por sus labios que hace que frunza el ceño. Nadie me da órdenes salvo mí jefe y eso me ofusca. Pero lo que terminar por enervarme es la palmada que deja en mí trasero, con unas confianzas que no sé de dónde saca pero que no estoy dispuesta a que se tome. Mí puño cerrado se estampa contra su rostro con fuerza que lo hace girar el rostro- No vuelvas a darme una orden y mucho menos a tocarme de esa manera, no sé qué mujeres tratas a diario pero yo no soy como ellas –no me importa que esté herido y el mensaje es claro, con un dedo lo señalo y mis palabras son firmes, frías como cuchillas que pueden cortar. Me alejo solo para no volver a pegarle y buscar algo de madera que nos pueda servir y calentarnos, encuentro unos cuantos y los cojo para llevarnos donde esta él y dejarlos caer al suelo entre ambos- ya puedes hacer el fuego –porque yo no pensaba hacer todo, en cambio centro mí atención en el animal de nuevo y me olvido del cazador que está cerca de mí y que está herido. No me importa, sé de algunas hierbas que pueden ayudarlo pero no ha pedido ayuda y no soy dada a darla- ¿Qué haces en esta parte del pantano? –Pregunto aunque sé la respuesta, lo mismo que yo; cazar- No he visto a muchos cazadores por esta parte salvo… tú –miro ahora al cazador que está encendiendo el fuego y río entre dientes- ¿puedes o tengo que ayudarte otra vez? A este paso las jarras que me debes aumentan en número, león.
Zeniba- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Mi rostro se gira ante el inesperado guantazo, mi mirada se clava en la suya en forma de reto, mandíbula tensa, cada musculo de mi cuerpo parece la cuerda de un arpa, aunque pronto mi gesto se relaja y una media sonrisa se pinta en mi rostro con cierta ironía.
Apretó la herida con mi mano y sin dirigirla palabra alguna camino hacia un lateral del pantano donde el agua no baña la hojarasca, allí tomo aunque algo húmeda un manojo y vuelvo frente a los troncos que la dama terca, ha dejado caer sobre una de las superficies secas.
Le dedico una falsa sonrisa muy apropiada para la situación cuando la escucho decirme que me encienda yo mismo el fuego.
Antes había dicho algo de que no...vale, desconecte tras sus primeras palabras, no me gustaba que me dijeran lo que podía o no hacer.
Me agaché y tomando la yesca y el pedernal empiezo a rozarlas viendo las chispas emerger de la piedra, mas por mucho que saltan sobre la hojarasca al estar húmeda parece decidida a no prender.
Alzó la mirada al escuchar la pregunta de la dama del látigo y la mala ostia.
-Pues mira no tenia nada que hacer y he pensado en pasear malherido por los pantanos. Tenia que haber ido a un burdel ahora estaría entre las piernas de un de esas mujerzuelas que crees que frecuento y bebiendo una de las jarras a las que esperaba tu me invitaras.
Bajo de nuevo la vista hasta las hierbas y continuo con la misión imposible de prenderlas mientras la escucho preguntarme con cierta ironía si necesito de nuevo su ayuda.
-Claro, ven a ayudarme, se como hacer que salten chispas sin la yesca y el pedernal ¿te apuntas? -bromeo viendo como por fin la hojarasca prende, soplo para hacer llama y rápidamente la ubico entre la pila de troncos.
-Gracias -reconozco que sin ella no hubiera podido recoger yo la leña pues la herida sangra en abundancia, claro que sin ella la misión solo hubiera sido eso, una de control y no de batalla.
Tomo la hoja de la daga colocandola al fuego para que prenda, mis ojos se alzan para mirar a la mujer que acaricia a mi caballo.
-Se puede decir que estamos en paz, no me debes nada y lejos de lo que crees tampoco yo, así que eres libre de seguir tu camino o por ende, quedarte y beber después conmigo ¿que me dices?
Mis ojos buscaron el acero, rojo por le fuego, listo para cauterizar mi herida.
Quité la tela que servia de torniquete y tome un trozo no manchado para apretarlo y no morderme la lengua.
Sacudí la cabeza ligeramente mareado por la perdida de sangre, mi mano sujetaba el mango de la daga así que alzando mi camisa con la otra mano, lleve el metal a mi piel abrasándola.
Aullé de dolor mientras apretaba los dientes, el pañuelo y mi cuerpo de nuevo se tensaba por completo.
Olía a carne chamuscada, a fuego y a maderos.
Mis ojos se nublaron, manchurrones marrones frente a estos, la tela callo de mi boca y la daga de mi mano.
Jadeaba por el esfuerzo, pero si todo iba como debía ya no sangraría, era cuestión de tiempo que pudiera reponerme.
Mis ojos se achicaron buscando el reflejo de la dama, desconocía si aun me acompañaba o por ende había decidido largarse de allí sin mirar atrás.
Algo de lo que no la culpaba a decir verdad.
Caí sobre la tierra grisácea jadeando, los ojos se me cerraban y no era un buen lugar para echarme una siesta pero era incapaz por mas que quería de moverme, no en ese estado.
Apretó la herida con mi mano y sin dirigirla palabra alguna camino hacia un lateral del pantano donde el agua no baña la hojarasca, allí tomo aunque algo húmeda un manojo y vuelvo frente a los troncos que la dama terca, ha dejado caer sobre una de las superficies secas.
Le dedico una falsa sonrisa muy apropiada para la situación cuando la escucho decirme que me encienda yo mismo el fuego.
Antes había dicho algo de que no...vale, desconecte tras sus primeras palabras, no me gustaba que me dijeran lo que podía o no hacer.
Me agaché y tomando la yesca y el pedernal empiezo a rozarlas viendo las chispas emerger de la piedra, mas por mucho que saltan sobre la hojarasca al estar húmeda parece decidida a no prender.
Alzó la mirada al escuchar la pregunta de la dama del látigo y la mala ostia.
-Pues mira no tenia nada que hacer y he pensado en pasear malherido por los pantanos. Tenia que haber ido a un burdel ahora estaría entre las piernas de un de esas mujerzuelas que crees que frecuento y bebiendo una de las jarras a las que esperaba tu me invitaras.
Bajo de nuevo la vista hasta las hierbas y continuo con la misión imposible de prenderlas mientras la escucho preguntarme con cierta ironía si necesito de nuevo su ayuda.
-Claro, ven a ayudarme, se como hacer que salten chispas sin la yesca y el pedernal ¿te apuntas? -bromeo viendo como por fin la hojarasca prende, soplo para hacer llama y rápidamente la ubico entre la pila de troncos.
-Gracias -reconozco que sin ella no hubiera podido recoger yo la leña pues la herida sangra en abundancia, claro que sin ella la misión solo hubiera sido eso, una de control y no de batalla.
Tomo la hoja de la daga colocandola al fuego para que prenda, mis ojos se alzan para mirar a la mujer que acaricia a mi caballo.
-Se puede decir que estamos en paz, no me debes nada y lejos de lo que crees tampoco yo, así que eres libre de seguir tu camino o por ende, quedarte y beber después conmigo ¿que me dices?
Mis ojos buscaron el acero, rojo por le fuego, listo para cauterizar mi herida.
Quité la tela que servia de torniquete y tome un trozo no manchado para apretarlo y no morderme la lengua.
Sacudí la cabeza ligeramente mareado por la perdida de sangre, mi mano sujetaba el mango de la daga así que alzando mi camisa con la otra mano, lleve el metal a mi piel abrasándola.
Aullé de dolor mientras apretaba los dientes, el pañuelo y mi cuerpo de nuevo se tensaba por completo.
Olía a carne chamuscada, a fuego y a maderos.
Mis ojos se nublaron, manchurrones marrones frente a estos, la tela callo de mi boca y la daga de mi mano.
Jadeaba por el esfuerzo, pero si todo iba como debía ya no sangraría, era cuestión de tiempo que pudiera reponerme.
Mis ojos se achicaron buscando el reflejo de la dama, desconocía si aun me acompañaba o por ende había decidido largarse de allí sin mirar atrás.
Algo de lo que no la culpaba a decir verdad.
Caí sobre la tierra grisácea jadeando, los ojos se me cerraban y no era un buen lugar para echarme una siesta pero era incapaz por mas que quería de moverme, no en ese estado.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Mientras acaricio su corcel no ceso de oír como intenta encender un fuego pero no consigue hacerlo, bufo exasperada tras sus vanos intentos y me giro para mirarle esperando que me conteste alguna de las preguntas. Es un cazador y sé lo que está haciendo en el pantano, exactamente lo mismo que yo; cazar. Me ha venido bien para la batalla cuando luego habían sido más lobos, peor quien ayudó al final fui yo. Lo miro ante sus palabras y su broma, sobre saltar chispas, no me hace ninguna gracia alguna y no me río, tampoco lo miro de ninguna manera en especial, más bien hago oídos sordos a esa frase. Me agradece algo y no hago tampoco nada, no estoy acostumbrada a que me agradezcan algo y sienta un poco raro cuando él lo hace pero no le doy importancia.
Por fin el fuego prende y hace una hoguera donde poder calentarnos y, si hay suerte, cazar algo y poder comer tras la batalla. Veo que deja una de sus dagas junto al fuego para que su hoja se caliente y sé lo que va a hacer, va a cauterizar la herida que tiene. Permanezco inmóvil junto a su caballo y en silencio lo observo como se quita la prenda que hace de torniquete, como parte un trozo como mordaza y cogiendo la daga la pone en la herida. El grito hace que el corcel se inquiete y se alce en dos patas, con toda la tranquilidad que puedo tener en el momento intento calmarlo para que no relinche y se esté quieto. El olor a carne quemada inunda el lugar y no estoy segura de que eso no atraiga a algún animal que esté por allí.
Decido atar el caballo a uno de los árboles que hay cerca para que no se vaya aunque le dejo cuerda para que pueda moverse si es lo que quiere. Miro al cazador que ahora está mareado, y finalmente cae inconsciente en el suelo desmayado por el dolor. Niego con la cabeza, si se hubiera entrenado donde yo lo hice… ya estaría muerto, porque eran mil veces peores que tener que soportar el dolor por cauterizar una herida. Me acerco hacia él y examino la herida unos segundos, lo ha hecho bien y ya ha cesado de sangrar, buena señal para él. Lo dejo recostado en el suelo y un leve aullido a lo lejos capta mí atención. Sabía que no iba a estar todo tranquilo, menos con el olor a carne que él ha hecho.
Lo dejo donde está y miro alrededor intentando escuchar cualquier ruido que pueda hacerme saber por donde se acercan. No solo el olor a carne, sino que el fuego también atrae a depredadores y nuestra suerte aún no llega. Un ruido por un lateral de los arbustos hace que me gire en esa dirección, el caballo se inquieta como si presintiera algo y me fio del instinto del animal que también sabe que no estamos solos. Preparo mis dagas y lanzo una hacia donde se mueve uno de los arbustos, un gruñido se escucha y al acercarme me doy cuenta de que el animal se ha ido. Le he dado aunque la daga está en el suelo clavada, le he rozado y no quiere presentar batalla y ha decidido seguir con vida.
-Es hora de ir a cazar –digo y miro al cazador que sigue inconsciente, dudo que el animal vuelva otra vez ahora que sabe que voy armada y me alejo un poco para intentar encontrar algo para comer. No tardo demasiado un encontrar a una presa que nos pueda servir, lamento no tener mí ballesta en ese momento porque me sería útil para cazar al animal que tengo enfrente. Es un venado junto a una cría, sé que la cría es la forma más fácil de obtener la caza y va a ser suficiente para los dos. Tengo que hacer gala de mí sigilo para acercarme todo lo que pueda, aprovechar la oscuridad a mí favor y acercarme hasta lanzar una daga rápida que se incruste en el venado más pequeño para matarlo. Aprovecho que el viento está a mí favor y me muevo con cuidado, mirando donde piso para no hacer ruido. Poco a poco voy reduciendo la distancia hasta tener una que me sirva para lo que quiero hacer. Me preparo y estudio a la presa, saco una de las dagas de plata y en un movimiento rápido la lanzo, da en el blanco certero y obtengo lo que quiero y necesito. Nos va a servir como cena y no tardo en coger la presa y volver junto al cazador que sigue igual, para cuando se ha despertado ya he hecho todo lo necesario para sacar la carne de la presa y ponerla en el fuego- El que debe unas jarras eres tú, león.
Por fin el fuego prende y hace una hoguera donde poder calentarnos y, si hay suerte, cazar algo y poder comer tras la batalla. Veo que deja una de sus dagas junto al fuego para que su hoja se caliente y sé lo que va a hacer, va a cauterizar la herida que tiene. Permanezco inmóvil junto a su caballo y en silencio lo observo como se quita la prenda que hace de torniquete, como parte un trozo como mordaza y cogiendo la daga la pone en la herida. El grito hace que el corcel se inquiete y se alce en dos patas, con toda la tranquilidad que puedo tener en el momento intento calmarlo para que no relinche y se esté quieto. El olor a carne quemada inunda el lugar y no estoy segura de que eso no atraiga a algún animal que esté por allí.
Decido atar el caballo a uno de los árboles que hay cerca para que no se vaya aunque le dejo cuerda para que pueda moverse si es lo que quiere. Miro al cazador que ahora está mareado, y finalmente cae inconsciente en el suelo desmayado por el dolor. Niego con la cabeza, si se hubiera entrenado donde yo lo hice… ya estaría muerto, porque eran mil veces peores que tener que soportar el dolor por cauterizar una herida. Me acerco hacia él y examino la herida unos segundos, lo ha hecho bien y ya ha cesado de sangrar, buena señal para él. Lo dejo recostado en el suelo y un leve aullido a lo lejos capta mí atención. Sabía que no iba a estar todo tranquilo, menos con el olor a carne que él ha hecho.
Lo dejo donde está y miro alrededor intentando escuchar cualquier ruido que pueda hacerme saber por donde se acercan. No solo el olor a carne, sino que el fuego también atrae a depredadores y nuestra suerte aún no llega. Un ruido por un lateral de los arbustos hace que me gire en esa dirección, el caballo se inquieta como si presintiera algo y me fio del instinto del animal que también sabe que no estamos solos. Preparo mis dagas y lanzo una hacia donde se mueve uno de los arbustos, un gruñido se escucha y al acercarme me doy cuenta de que el animal se ha ido. Le he dado aunque la daga está en el suelo clavada, le he rozado y no quiere presentar batalla y ha decidido seguir con vida.
-Es hora de ir a cazar –digo y miro al cazador que sigue inconsciente, dudo que el animal vuelva otra vez ahora que sabe que voy armada y me alejo un poco para intentar encontrar algo para comer. No tardo demasiado un encontrar a una presa que nos pueda servir, lamento no tener mí ballesta en ese momento porque me sería útil para cazar al animal que tengo enfrente. Es un venado junto a una cría, sé que la cría es la forma más fácil de obtener la caza y va a ser suficiente para los dos. Tengo que hacer gala de mí sigilo para acercarme todo lo que pueda, aprovechar la oscuridad a mí favor y acercarme hasta lanzar una daga rápida que se incruste en el venado más pequeño para matarlo. Aprovecho que el viento está a mí favor y me muevo con cuidado, mirando donde piso para no hacer ruido. Poco a poco voy reduciendo la distancia hasta tener una que me sirva para lo que quiero hacer. Me preparo y estudio a la presa, saco una de las dagas de plata y en un movimiento rápido la lanzo, da en el blanco certero y obtengo lo que quiero y necesito. Nos va a servir como cena y no tardo en coger la presa y volver junto al cazador que sigue igual, para cuando se ha despertado ya he hecho todo lo necesario para sacar la carne de la presa y ponerla en el fuego- El que debe unas jarras eres tú, león.
Zeniba- Cazador Clase Media
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Re: Los pantanos (libre)(+18)
Abrí los ojos tras un sueño que bien podía haber sido en un lecho si no hubiera tenido que salir en defensa de esa exasperarte mujer.
Enarqué una ceja aun tumbado al sentir el olor que desprendía la carne recién cocinada sobre mi hoguera, ladeé la sonrisa cuando esta hundió sus orbes en mis azules y despacio me incorporé para acoger esas palabras que decían que ahora yo le debía unas jarras.
-Touche -admití alargando la mano para tomar el trozo de carne que me ofrecía y que llevé a mi boca con hambruna -esta bueno -dije con la boca llena -te invitaré a unas jarras, admito que me has ganado por el estomago, porque si es por la batalla ..-bromeé ladeando la sonrisa con cierta diversión.
Tragué y tomé su vaso para llevármelo a los labios y dar un trago, esta parecía dispuesta a replicar algo, mas llevé mi dedo a los labios para pedirle silencio,vi que se ponía en alerta, como si ese gesto implicara que pudieramos estar en peligro, algo que me hizo reír negando con la cabeza.
-No, que te calles, que solo hay un vaso y tengo sed, así de simple -aseguré devolviéndoselo medio vació -¿donde quieres que continué nuestra inesperada cita?
Te llevaría al palacio Royal, pero creo que tu eres mas de bailar frente al fuego de una buena hoguera bebiendo la espesa cerveza negra que sirven en las caravanas del circo gitano ¿que me dices? ¿nos colamos en alguna de esas fiestas que montan?
Mis ojos la buscaron con intensidad mientras seguía degustando aquella pieza de carne que estaba deliciosa a decir verdad.
-¿de donde vienes? -pregunté. Su estilo de combate era bastante peculiar, solo me había dicho su nombre, mas al no tener apellido no podía asociarla a ningún linaje antiguo de cazadores como era el caso de los míos.
-¿sois de París? -pregunté enarcando una ceja.
Aquí confluían muchas culturas, su aspecto era bastante castizo, una preciosa morena de ojos pardos.
Terminada la cena me deje caer sobre el mullido lecho de hierba, mis ojos se perdieron en le firmamento, la noche parecía ahora gozar de una excelente calma, sabia que el fuego llamaba a los depredadores así como el olor a sangre que recorría mi cuerpo, mas también olía a licantropo muerto, uno de ellos un alfa, ese era motivo suficiente para que al menos a lo largo de la noche nadie que no fuera alfa con manada intentara darnos caza.
Observé con detenimiento la constelación de Orion, la del cazador, brillaba intensa aquella noche, como si tratara de decirnos algo a los dos.
-Mira -le dije dibujando el manto de estrellas que la conformaban -hoy nuestra constelación parece decidida a homenajearnos -dije con cierta diversión -anda, ven ,túmbate un rato conmigo mientras decidimos donde vamos.
Aquella mujer no parecía muy habladora, siempre estaba a la defensiva y aunque yo admito que era irónico, sarcástico y capaz de sacar a cualquiera de sus casillas, tras la cena me había relajado lo suficiente para darle una pequeña tregua, un margen en el que pudiéramos simplemente aguantarnos por unas horas, aunque siempre estaba la opción de seguir cada cual su camino, ella decidía, mi oferta estaba hecha.
Enarqué una ceja aun tumbado al sentir el olor que desprendía la carne recién cocinada sobre mi hoguera, ladeé la sonrisa cuando esta hundió sus orbes en mis azules y despacio me incorporé para acoger esas palabras que decían que ahora yo le debía unas jarras.
-Touche -admití alargando la mano para tomar el trozo de carne que me ofrecía y que llevé a mi boca con hambruna -esta bueno -dije con la boca llena -te invitaré a unas jarras, admito que me has ganado por el estomago, porque si es por la batalla ..-bromeé ladeando la sonrisa con cierta diversión.
Tragué y tomé su vaso para llevármelo a los labios y dar un trago, esta parecía dispuesta a replicar algo, mas llevé mi dedo a los labios para pedirle silencio,vi que se ponía en alerta, como si ese gesto implicara que pudieramos estar en peligro, algo que me hizo reír negando con la cabeza.
-No, que te calles, que solo hay un vaso y tengo sed, así de simple -aseguré devolviéndoselo medio vació -¿donde quieres que continué nuestra inesperada cita?
Te llevaría al palacio Royal, pero creo que tu eres mas de bailar frente al fuego de una buena hoguera bebiendo la espesa cerveza negra que sirven en las caravanas del circo gitano ¿que me dices? ¿nos colamos en alguna de esas fiestas que montan?
Mis ojos la buscaron con intensidad mientras seguía degustando aquella pieza de carne que estaba deliciosa a decir verdad.
-¿de donde vienes? -pregunté. Su estilo de combate era bastante peculiar, solo me había dicho su nombre, mas al no tener apellido no podía asociarla a ningún linaje antiguo de cazadores como era el caso de los míos.
-¿sois de París? -pregunté enarcando una ceja.
Aquí confluían muchas culturas, su aspecto era bastante castizo, una preciosa morena de ojos pardos.
Terminada la cena me deje caer sobre el mullido lecho de hierba, mis ojos se perdieron en le firmamento, la noche parecía ahora gozar de una excelente calma, sabia que el fuego llamaba a los depredadores así como el olor a sangre que recorría mi cuerpo, mas también olía a licantropo muerto, uno de ellos un alfa, ese era motivo suficiente para que al menos a lo largo de la noche nadie que no fuera alfa con manada intentara darnos caza.
Observé con detenimiento la constelación de Orion, la del cazador, brillaba intensa aquella noche, como si tratara de decirnos algo a los dos.
-Mira -le dije dibujando el manto de estrellas que la conformaban -hoy nuestra constelación parece decidida a homenajearnos -dije con cierta diversión -anda, ven ,túmbate un rato conmigo mientras decidimos donde vamos.
Aquella mujer no parecía muy habladora, siempre estaba a la defensiva y aunque yo admito que era irónico, sarcástico y capaz de sacar a cualquiera de sus casillas, tras la cena me había relajado lo suficiente para darle una pequeña tregua, un margen en el que pudiéramos simplemente aguantarnos por unas horas, aunque siempre estaba la opción de seguir cada cual su camino, ella decidía, mi oferta estaba hecha.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
El fuego está encendido y la carne que he cazado se va haciendo aún con el cazador sin despertarse, tiempo que me da para pensar cuál debe de ser mí siguiente paso. No estoy en París por diversión, tengo un objetivo que cumplir y este se me está resistiendo porque no doy con la presa. Es la misión que tanto estoy tardando en cumplir y eso me ofusca y me molesta, no debo de tardar tanto y eso no le estará gustando a mí jefe quien en Persia espera noticias mías, noticias que tengo vagas porque como el humo no hay rastro alguno que me lleve o me indique el camino que he de seguir. La presa es esquiva y sé que está jugando conmigo, lo lleva haciendo desde que la persigo todo aquel rato como si fuéramos gato y ratón.
El cazador a mí lado se despierta y lo miro de reojo, justo a tiempo para comenzar a comer la carne que ya está lista y preparada. Le doy un trozo y sentada en un pequeño tronco que hay en el suelo observo las llamas y sus formas, sin pensar en nada, sin entablar conversación. Ni siquiera sé por qué sigo y permanezco ahí, no quiero tratos con nadie y tendría que haberme ido nada más matar al licántropo y dejarlo a su suerte, no me importa si vive o muere, para mí es otra persona más de todas las que hay en el mundo. Me quita el vaso del que estoy bebiendo y me giro a mirarlo con una ceja elevada, no sé qué hace, pero cuando voy a decir algo me para, su dedo se posa en mis labios y me pongo en alerta y mi mano se mueve despacio hacia la daga que tengo en el cinto.
Pero tras una risa me dice que solo quiere que guarde silencio, porque solo hay un vaso y tiene sed. Aparto su mano de forma rápida y lo miro con el ceño fruncido, no me gusta que me toquen y menos para ese tipo de cosas. Tras beber me da el vaso de nuevo y lo dejo al otro lado para que no vuelva a cogerlo, sigo comiendo en silencio y él lanza otra pregunta que me hace mirarlo de nuevo, ¿acaso no sabe lo que es el silencio? Parece que no porque no puede estarse callado, mejor que siga inconsciente porque así no tengo que oírlo hablar.
-¿Cita? Esto no es ninguna cita y no vuelvas a insinuarlo si no quieres que acabe con tú vida. ¿Conoces la palabra “silencio”? Pues así quiero que siga –no le respondo, no sé por qué lo he hecho pero quiero que se calle, no soy una mujer que hable y su absurda pregunta me ha ofuscado. No me hace caso y sigue parloteando, ¿circo? ¿fiesta? ¿colarnos? Lo vuelvo a mirar con un gesto de cansancio, apoyando los codos en mis rodillas- ¿Quieres ir al circo? Un lugar muy apropiado para un león –digo antes de volver a dar un bocado al trozo de carne y seguir comiendo- ¿Indirectamente, quieres ir para que te meta en una jaula y te de con mí látigo? Si eso es lo que quieres puedo darte un espectáculo gratis aquí, conforme estás, dudo que puedas aguantar mucho –parece que se había callado al fin mientras sigo comiendo pero con su mirada puesta en mí. Vuelve a la carga de nuevo y lanzo un suspiro, comienzo a pensar que no va a callarse y tras preguntarme de donde soy no contesto a su pregunta, es irrelevante para él y no le aporta nada que sepa de dónde soy o de donde vengo. No tengo interés alguno en hacer amigos, he ido por una misión y cuando esta esté cumplida me iré de vuelta a Persia, a seguir con mí vida de mercenaria y de sicaria. Es para lo que he sido entrenada toda la vida, vuelve a preguntar si soy de París y lo miro- ¿Y tú? –No me interesa saberlo, pero a lo mejor deja de preguntarme porque ya sé que no se va a callar, parece más una mujer con tanto parloteo y no se da cuenta que no me interesa iniciar ninguna conversación que tenga que revelar algo sobre mí- No soy de París, confórmate con eso y con mí nombre, es todo lo que debes de saber de mí león –me levanto tras terminar la comida y me acerco a su caballo para dejarlo libre otra vez ahora que sé que no se va a ir, me parecen animales majestuosos y hermosos, nobles, mucho más que algunas personas.
Termino por acercarme donde está él y me tumbo dejando una distancia entre ambos, no recuerdo con exactitud las veces que he contemplado el cielo nocturno estrellado en mis misiones, mí mano va al colgante que pende de mí cuello y lo acaricio con los dedos. Es lo único que tengo de recuerdo que siempre me ha pertenecido, no sé nada de mí familia, no sé realmente quien soy o de donde provengo, y no sé cuántas veces se lo he preguntado a las estrellas. Cierro los ojos por unos momentos y dejo que todo se desvanezca a mí alrededor; solo oigo la leve brisa, el olor a humo y a fuego, el corcel andando mientras pasta… y la voz del cazador de nuevo. Abro los ojos y miro la constelación que dice, y termino por lanzar otro suspiro de nuevo.
-Tengo que ir al circo a devolver un león a su jaula, si me quieres acompañar…
El cazador a mí lado se despierta y lo miro de reojo, justo a tiempo para comenzar a comer la carne que ya está lista y preparada. Le doy un trozo y sentada en un pequeño tronco que hay en el suelo observo las llamas y sus formas, sin pensar en nada, sin entablar conversación. Ni siquiera sé por qué sigo y permanezco ahí, no quiero tratos con nadie y tendría que haberme ido nada más matar al licántropo y dejarlo a su suerte, no me importa si vive o muere, para mí es otra persona más de todas las que hay en el mundo. Me quita el vaso del que estoy bebiendo y me giro a mirarlo con una ceja elevada, no sé qué hace, pero cuando voy a decir algo me para, su dedo se posa en mis labios y me pongo en alerta y mi mano se mueve despacio hacia la daga que tengo en el cinto.
Pero tras una risa me dice que solo quiere que guarde silencio, porque solo hay un vaso y tiene sed. Aparto su mano de forma rápida y lo miro con el ceño fruncido, no me gusta que me toquen y menos para ese tipo de cosas. Tras beber me da el vaso de nuevo y lo dejo al otro lado para que no vuelva a cogerlo, sigo comiendo en silencio y él lanza otra pregunta que me hace mirarlo de nuevo, ¿acaso no sabe lo que es el silencio? Parece que no porque no puede estarse callado, mejor que siga inconsciente porque así no tengo que oírlo hablar.
-¿Cita? Esto no es ninguna cita y no vuelvas a insinuarlo si no quieres que acabe con tú vida. ¿Conoces la palabra “silencio”? Pues así quiero que siga –no le respondo, no sé por qué lo he hecho pero quiero que se calle, no soy una mujer que hable y su absurda pregunta me ha ofuscado. No me hace caso y sigue parloteando, ¿circo? ¿fiesta? ¿colarnos? Lo vuelvo a mirar con un gesto de cansancio, apoyando los codos en mis rodillas- ¿Quieres ir al circo? Un lugar muy apropiado para un león –digo antes de volver a dar un bocado al trozo de carne y seguir comiendo- ¿Indirectamente, quieres ir para que te meta en una jaula y te de con mí látigo? Si eso es lo que quieres puedo darte un espectáculo gratis aquí, conforme estás, dudo que puedas aguantar mucho –parece que se había callado al fin mientras sigo comiendo pero con su mirada puesta en mí. Vuelve a la carga de nuevo y lanzo un suspiro, comienzo a pensar que no va a callarse y tras preguntarme de donde soy no contesto a su pregunta, es irrelevante para él y no le aporta nada que sepa de dónde soy o de donde vengo. No tengo interés alguno en hacer amigos, he ido por una misión y cuando esta esté cumplida me iré de vuelta a Persia, a seguir con mí vida de mercenaria y de sicaria. Es para lo que he sido entrenada toda la vida, vuelve a preguntar si soy de París y lo miro- ¿Y tú? –No me interesa saberlo, pero a lo mejor deja de preguntarme porque ya sé que no se va a callar, parece más una mujer con tanto parloteo y no se da cuenta que no me interesa iniciar ninguna conversación que tenga que revelar algo sobre mí- No soy de París, confórmate con eso y con mí nombre, es todo lo que debes de saber de mí león –me levanto tras terminar la comida y me acerco a su caballo para dejarlo libre otra vez ahora que sé que no se va a ir, me parecen animales majestuosos y hermosos, nobles, mucho más que algunas personas.
Termino por acercarme donde está él y me tumbo dejando una distancia entre ambos, no recuerdo con exactitud las veces que he contemplado el cielo nocturno estrellado en mis misiones, mí mano va al colgante que pende de mí cuello y lo acaricio con los dedos. Es lo único que tengo de recuerdo que siempre me ha pertenecido, no sé nada de mí familia, no sé realmente quien soy o de donde provengo, y no sé cuántas veces se lo he preguntado a las estrellas. Cierro los ojos por unos momentos y dejo que todo se desvanezca a mí alrededor; solo oigo la leve brisa, el olor a humo y a fuego, el corcel andando mientras pasta… y la voz del cazador de nuevo. Abro los ojos y miro la constelación que dice, y termino por lanzar otro suspiro de nuevo.
-Tengo que ir al circo a devolver un león a su jaula, si me quieres acompañar…
Zeniba- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: Los pantanos (libre)(+18)
La cena no es que resulte excesivamente placentera, esa mujer es antisocial, ególatra, terca y con un carácter infernal, creo que me empieza a gustar. No puedo evitar reír por mis propios pensamientos, normal, si lo tuviera que hacer por sus chistes malos no hallaría ese estado jamas.
-Desde luego no es que destaques por tu don en la conversación amena señorita Zeniba, espero que al menos seas buena abriéndote de piernas, eso puede solucionar sin dudarlo el problema de la carencia de palabras -añado guiñándole un ojo con cierta diversión.
Lleva tratándome toda la cena como si fuera un cualquiera, mas no lo soy, mi linaje se extiende posiblemente mucho mas allá que el suyo, provengo de una familia noble de cazadores y esa mujer me empieza a irritar.
Ella a luchado en perfectas condiciones, yo ayer fui herido por un alfa, aun así, salí airoso del combate. Hoy me había puesto en pie tras pasar el día con fiebres altas para seguir luchando contra aquellos seres que dañan a mis congéneres humanos.
Puede que ella pensara que solo era un hombre que se las da de listo con unos cuchillos que blandir entre sus manos, mas se equivocaba conmigo.
Me dejé caer en la hierba fresca, mis ojos se perdieron en el firmamento y ella hizo lo propio a mi lado ,eso si, dejando una distancia prudencial no fuera a violarla.
Ladeé la sonrisa observando sus azulados ojos, mantenían ese filo voraz que frente a la luna llena la convertían en una mujer hermosa y peligrosa.
Cierra los ojos, al parecer poco o nada le importa la constelación del cazador, a decir verdad poco o nada le importa todo lo que le he dicho hasta el momento y ella lo único que aporta ademas de su precioso cuerpo, es un nombre y un si, soy de Paris.
Enarcó una ceja cuando me pregunta si quiero ir al circo a devolver un leon a su jaula.
-Depende de cuantas cervezas se incluyan en esa aventura. No tengo nada en contra de los leones, pero dicen que las domadoras son tan aburridas que para aguantarlas hay que ir borracho ¿sera el caso?
Ladeo la sonrisa de nuevo y me pongo en pie, no le tiendo la mano, no es necesario, esta claro que no le van los caballeros y esta claro del mismo modo que yo no soy uno de ellos.
-Vamos domadora, su león el espera.
De un salto monté sobre el caballo, este se alzó salvaje sobre sus dos patas traseras dispuesto a emprender el viaje de regreso a París, a las afueras, donde el circo acampaba con sus grandes carpas coloridas.. Le tendí la mano para que montara junto a mi, aunque conociéndola capaz era de preferir ir andando solo para llevarme la contraria y tener un nuevo motivo para discutir.
Emprendimos el camino alzando el agua con el raudo galope del caballo, sus manso en mi cintura, mis manso afianzando las riendas y la luna la única luz que iluminaba nuestros cuerpos tensos aun por la batalla.
No tardamos a llegar a la parte mas pobre de París, las afuera, en un asentamiento gitano, había montada una buena fiesta.
Se podían ver las llamas de las hogueras y oler la espesa cerveza negra de los bidones listos para repletar las jarras a voluntad.
Ladeé mi rostro buscándola con una sonrisa.
-¿Nos unimos? -pregunté guiñándole un ojo divertido.
-Desde luego no es que destaques por tu don en la conversación amena señorita Zeniba, espero que al menos seas buena abriéndote de piernas, eso puede solucionar sin dudarlo el problema de la carencia de palabras -añado guiñándole un ojo con cierta diversión.
Lleva tratándome toda la cena como si fuera un cualquiera, mas no lo soy, mi linaje se extiende posiblemente mucho mas allá que el suyo, provengo de una familia noble de cazadores y esa mujer me empieza a irritar.
Ella a luchado en perfectas condiciones, yo ayer fui herido por un alfa, aun así, salí airoso del combate. Hoy me había puesto en pie tras pasar el día con fiebres altas para seguir luchando contra aquellos seres que dañan a mis congéneres humanos.
Puede que ella pensara que solo era un hombre que se las da de listo con unos cuchillos que blandir entre sus manos, mas se equivocaba conmigo.
Me dejé caer en la hierba fresca, mis ojos se perdieron en el firmamento y ella hizo lo propio a mi lado ,eso si, dejando una distancia prudencial no fuera a violarla.
Ladeé la sonrisa observando sus azulados ojos, mantenían ese filo voraz que frente a la luna llena la convertían en una mujer hermosa y peligrosa.
Cierra los ojos, al parecer poco o nada le importa la constelación del cazador, a decir verdad poco o nada le importa todo lo que le he dicho hasta el momento y ella lo único que aporta ademas de su precioso cuerpo, es un nombre y un si, soy de Paris.
Enarcó una ceja cuando me pregunta si quiero ir al circo a devolver un leon a su jaula.
-Depende de cuantas cervezas se incluyan en esa aventura. No tengo nada en contra de los leones, pero dicen que las domadoras son tan aburridas que para aguantarlas hay que ir borracho ¿sera el caso?
Ladeo la sonrisa de nuevo y me pongo en pie, no le tiendo la mano, no es necesario, esta claro que no le van los caballeros y esta claro del mismo modo que yo no soy uno de ellos.
-Vamos domadora, su león el espera.
De un salto monté sobre el caballo, este se alzó salvaje sobre sus dos patas traseras dispuesto a emprender el viaje de regreso a París, a las afueras, donde el circo acampaba con sus grandes carpas coloridas.. Le tendí la mano para que montara junto a mi, aunque conociéndola capaz era de preferir ir andando solo para llevarme la contraria y tener un nuevo motivo para discutir.
Emprendimos el camino alzando el agua con el raudo galope del caballo, sus manso en mi cintura, mis manso afianzando las riendas y la luna la única luz que iluminaba nuestros cuerpos tensos aun por la batalla.
No tardamos a llegar a la parte mas pobre de París, las afuera, en un asentamiento gitano, había montada una buena fiesta.
Se podían ver las llamas de las hogueras y oler la espesa cerveza negra de los bidones listos para repletar las jarras a voluntad.
Ladeé mi rostro buscándola con una sonrisa.
-¿Nos unimos? -pregunté guiñándole un ojo divertido.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 138
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
No sé por qué sigo tumbada junto a aquel cazador cuando debo de estar cazando, sé que la presa pronto aparecerá y que lo hará en el momento que menos lo espere venir, sé que juega conmigo como el gato y el ratón y tengo que estar preparada para todo. Nunca me he salido de los límites de una misión y, en aquella, ya me he saltado algunas normas. No debo, no es lo que se espera de mí de lo que me han enseñado y entrenado. Se supone que soy una cazadora, una asesina sigilosa, ágil y letal… no dejo presa con vida y me deleito matando sesgando vidas. Ya llevo más tiempo del que debo en París y pronto mi jefe me pedirá unas explicaciones que no tengo, porque la presa es escurridiza y me rehúye como un animal acobardado.
Dice que no soy una buena conversadora y que tampoco soy amena, pero no me entrenaron para ese tipo de cosas y no es lo que pretendo. Mis artes difieren mucho de cualquier otra dama que se ha podido encontrar, no converso, yo mato. No me han entrenado para amenizar una conversación, soy más bien callada y no hablo mucho y eso lo ha notado el cazador aunque tampoco me importa, solo nos hemos cruzado en una noche de caza y cuando el sol salga por el horizonte él tomará un camino y yo tomaré otro bien distinto, no me importa si está cómodo o no en mí presencia o si quiere o no entablar una conversación. Me muevo y manejo mejor entre los silencios y así es como debe de seguir.
Sus palabras me hacen mirarlo con el ceño fruncido y dejo el colgante de lado, no me gusta que insinúen que por ser una mujer ya tengo que abrir de piernas y eso lo que más odio de los hombres. Pero pretendo darle una lección a ese cazador, así que antes de que se ponga en pie mí cuerpo gira y se pone sobre el suyo, ambas rodillas a cada lado de su cuerpo sentada sobre su vientre. La luz de la hoguera refleja nuestros cuerpos y le aporta un tono de calidez con las llamas bailando y haciendo figuras en nuestra piel. Muestro una sonrisa ladina, aunque para nada sincera porque no siento nada, soy casi incapaz de sentir emoción alguna.
-¿Así de abiertas quieres mis piernas? –Pregunto con malicia y con maldad, mí cadera se mueve en un baile lento haciendo ondas con mi cuerpo totalmente a posta, baile típico de mí tierra en un contoneo de caderas sobre el vientre del cazador, con mí torso erguido- Quizás te guste más este baile que el de las espadas, quizás ahora al león no le parezca tan aburrida la domadora –río entre dientes, de forma fría y cortante y en cuanto menos se lo espera ya se sacado una de las dagas que guardo detrás en mí cintura, me he inclinado sobre él parando todo movimiento y la daga roza con el filo la piel de su cuello- si me pongo encima, será solo para matarte y no para otra cosa diferente –le sonrío de forma cínica y me levanto sin apenas esfuerzo, dice de ir al circo y asiento con la cabeza guardando la daga en su funda, espero que le sirva de lección lo que acaba de pasar y mida sus palabras. Se acerca al caballo y se monta sobre este, se alza a dos patas y me tiende una mano, agarro su antebrazo y de un salto me subo a su espalda.
Espolea al caballo que empieza a correr y me agarro a su cintura buscando equilibrio y estabilidad entre los movimientos del caballo, solo se escucha la respiración del animal y sus patas firmes y robustas correr sobre el lugar. Más tarde llegamos donde está el circo gitano y al parar bajo del caballo contemplando el lugar. Nunca he visto un circo en mí vida y es la primera vez que veo uno, con las carpas de colores y la gente bebiendo y cantando. Él se acerca como si supiera lo que hay que hacer y le sigo para ver que llena dos jarras de cerveza y me tiende una, la cojo y doy un sorbo pues estoy seca y observo el lugar. La gente es feliz, canta, baila, ríe y se divierte… yo nunca he tenido nada de eso en mí vida y me quedo observando cómo bailan alrededor de una hoguera.
-Quiero ver los leones –es lo único que digo, no le pido que venga, tampoco se lo pregunto y me muevo por el lugar observando todo a mí paso, los animales están en sus jaulas encerrados y pronto encuentro la del león. Está en una esquina, de forma majestuosa, ruge abriendo sus fauces y enseña sus colmillos afilados que son capaces de desgarrar la piel y partes del cuerpo- mira, ahora puedes reunirte con tú familia –le dijo porque noto su presencia tras de mí, su respiración es lo que le delata- tranquilo, llevo el látigo por si pasa algo.
Dice que no soy una buena conversadora y que tampoco soy amena, pero no me entrenaron para ese tipo de cosas y no es lo que pretendo. Mis artes difieren mucho de cualquier otra dama que se ha podido encontrar, no converso, yo mato. No me han entrenado para amenizar una conversación, soy más bien callada y no hablo mucho y eso lo ha notado el cazador aunque tampoco me importa, solo nos hemos cruzado en una noche de caza y cuando el sol salga por el horizonte él tomará un camino y yo tomaré otro bien distinto, no me importa si está cómodo o no en mí presencia o si quiere o no entablar una conversación. Me muevo y manejo mejor entre los silencios y así es como debe de seguir.
Sus palabras me hacen mirarlo con el ceño fruncido y dejo el colgante de lado, no me gusta que insinúen que por ser una mujer ya tengo que abrir de piernas y eso lo que más odio de los hombres. Pero pretendo darle una lección a ese cazador, así que antes de que se ponga en pie mí cuerpo gira y se pone sobre el suyo, ambas rodillas a cada lado de su cuerpo sentada sobre su vientre. La luz de la hoguera refleja nuestros cuerpos y le aporta un tono de calidez con las llamas bailando y haciendo figuras en nuestra piel. Muestro una sonrisa ladina, aunque para nada sincera porque no siento nada, soy casi incapaz de sentir emoción alguna.
-¿Así de abiertas quieres mis piernas? –Pregunto con malicia y con maldad, mí cadera se mueve en un baile lento haciendo ondas con mi cuerpo totalmente a posta, baile típico de mí tierra en un contoneo de caderas sobre el vientre del cazador, con mí torso erguido- Quizás te guste más este baile que el de las espadas, quizás ahora al león no le parezca tan aburrida la domadora –río entre dientes, de forma fría y cortante y en cuanto menos se lo espera ya se sacado una de las dagas que guardo detrás en mí cintura, me he inclinado sobre él parando todo movimiento y la daga roza con el filo la piel de su cuello- si me pongo encima, será solo para matarte y no para otra cosa diferente –le sonrío de forma cínica y me levanto sin apenas esfuerzo, dice de ir al circo y asiento con la cabeza guardando la daga en su funda, espero que le sirva de lección lo que acaba de pasar y mida sus palabras. Se acerca al caballo y se monta sobre este, se alza a dos patas y me tiende una mano, agarro su antebrazo y de un salto me subo a su espalda.
Espolea al caballo que empieza a correr y me agarro a su cintura buscando equilibrio y estabilidad entre los movimientos del caballo, solo se escucha la respiración del animal y sus patas firmes y robustas correr sobre el lugar. Más tarde llegamos donde está el circo gitano y al parar bajo del caballo contemplando el lugar. Nunca he visto un circo en mí vida y es la primera vez que veo uno, con las carpas de colores y la gente bebiendo y cantando. Él se acerca como si supiera lo que hay que hacer y le sigo para ver que llena dos jarras de cerveza y me tiende una, la cojo y doy un sorbo pues estoy seca y observo el lugar. La gente es feliz, canta, baila, ríe y se divierte… yo nunca he tenido nada de eso en mí vida y me quedo observando cómo bailan alrededor de una hoguera.
-Quiero ver los leones –es lo único que digo, no le pido que venga, tampoco se lo pregunto y me muevo por el lugar observando todo a mí paso, los animales están en sus jaulas encerrados y pronto encuentro la del león. Está en una esquina, de forma majestuosa, ruge abriendo sus fauces y enseña sus colmillos afilados que son capaces de desgarrar la piel y partes del cuerpo- mira, ahora puedes reunirte con tú familia –le dijo porque noto su presencia tras de mí, su respiración es lo que le delata- tranquilo, llevo el látigo por si pasa algo.
Zeniba- Cazador Clase Media
- Mensajes : 167
Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Enarcó una ceja cuando sin venir tan siquiera a cuento me pide ir a la jaula de los leones. Parece incapaz de disfrutar del instante, de las jarras que corren por mis labios o del fuego que calienta a los gitanos.
Ella es incapaz de disfrutar parece estar creada para matar.
Ambos somos cazadores peor muy distintos a decir verdad.
Entiendo la frialdad que despide, supongo que cada uno se protege como puede o quiere. Yo me escondo tras la mascara del sarcasmo, ella directamente no se muestra.
-Sus deseos son ordenes -bromeó sin esperar respuesta alguna a mis palabras.
Caminamos entre los carros de los gitanos, alejándonos del fuego. No tardamos en llegar a la zona mas alejada donde tenían a la mayoría de los animales que actuaban en el espectáculo circense.
Me detuve frente a la jaula del león y ladeé la sonrisa ante el comentario de Zeniba.
-Eso es lo mas mordaz que se te ha ocurrido decir en todo este tiempo pequeña cazadora.
Ladeé la sonrisa acercándome a la puerta de la jaula, un pestillo de hierro forjado grande era la única seguridad que privaba de libertad al león.
Tiré del pestillo hasta que esta quedó abierta y mis ojos se perdieron desafiantes en los azules de la dama.
-¿Vamos? -pregunté tendiéndole la mano mientras el león rugía dispuesto a atacarnos si nos adentrábamos en sus dominios -necesito a la domadora para el reencuentro -bromeé sin esperar tan siquiera a que respondiera metiendome en la jaula.
Agaché mi cuerpo ligeramente en actitud beligerante, ladeé la sonrisa hundiendo mis pozos en la fiereza del animal.
-Mi nombre es Leonidas ¿eres mi padre? -bromeé con cierto deje burlón en mi voz.
Lanzaba la zarpa hacia mi lugar midiendo aun a su rival, no tardé en sentirme acompañado, al parecer el olor a sangre de mi costado alentaba a la fiera y la cazadora no estaba dispuesta a que mi acto suicida acabara con mi vida y que eso cayera en su conciencia.
Me di la vuelta ahora para enfrentarme a ella, dándole la espalda a la fiera mientras el latigo de la cazadora rugía a mi alrededor para mantener a mi “familiar” a raya.
-¿No querías que nos reencontráramos? -pregunté enarcando una ceja -¿ha sido emotivo?
Esta vez fui yo quien se tomó la revancha ,como ella en el bosque, la acorralé contra la reja.
Mi aliento calcinó sus labios, respiración entrecortada por la adrenalina y mi virilidad alzada impactando contra su vientre.
-has dicho que si subes sobre mi seria para matarme, pero ¿no estas encima? eso implica que en esta posición, ¿tus intenciones pueden ser otras? Repetir esa danza de caderas ¿quizás? -ladeé la sonrisa sin apartar mis orbes de sus labios esperando su siguiente mordaz comentario, aunque la verdad, prefería el silencio de un húmedo beso.
Ella es incapaz de disfrutar parece estar creada para matar.
Ambos somos cazadores peor muy distintos a decir verdad.
Entiendo la frialdad que despide, supongo que cada uno se protege como puede o quiere. Yo me escondo tras la mascara del sarcasmo, ella directamente no se muestra.
-Sus deseos son ordenes -bromeó sin esperar respuesta alguna a mis palabras.
Caminamos entre los carros de los gitanos, alejándonos del fuego. No tardamos en llegar a la zona mas alejada donde tenían a la mayoría de los animales que actuaban en el espectáculo circense.
Me detuve frente a la jaula del león y ladeé la sonrisa ante el comentario de Zeniba.
-Eso es lo mas mordaz que se te ha ocurrido decir en todo este tiempo pequeña cazadora.
Ladeé la sonrisa acercándome a la puerta de la jaula, un pestillo de hierro forjado grande era la única seguridad que privaba de libertad al león.
Tiré del pestillo hasta que esta quedó abierta y mis ojos se perdieron desafiantes en los azules de la dama.
-¿Vamos? -pregunté tendiéndole la mano mientras el león rugía dispuesto a atacarnos si nos adentrábamos en sus dominios -necesito a la domadora para el reencuentro -bromeé sin esperar tan siquiera a que respondiera metiendome en la jaula.
Agaché mi cuerpo ligeramente en actitud beligerante, ladeé la sonrisa hundiendo mis pozos en la fiereza del animal.
-Mi nombre es Leonidas ¿eres mi padre? -bromeé con cierto deje burlón en mi voz.
Lanzaba la zarpa hacia mi lugar midiendo aun a su rival, no tardé en sentirme acompañado, al parecer el olor a sangre de mi costado alentaba a la fiera y la cazadora no estaba dispuesta a que mi acto suicida acabara con mi vida y que eso cayera en su conciencia.
Me di la vuelta ahora para enfrentarme a ella, dándole la espalda a la fiera mientras el latigo de la cazadora rugía a mi alrededor para mantener a mi “familiar” a raya.
-¿No querías que nos reencontráramos? -pregunté enarcando una ceja -¿ha sido emotivo?
Esta vez fui yo quien se tomó la revancha ,como ella en el bosque, la acorralé contra la reja.
Mi aliento calcinó sus labios, respiración entrecortada por la adrenalina y mi virilidad alzada impactando contra su vientre.
-has dicho que si subes sobre mi seria para matarme, pero ¿no estas encima? eso implica que en esta posición, ¿tus intenciones pueden ser otras? Repetir esa danza de caderas ¿quizás? -ladeé la sonrisa sin apartar mis orbes de sus labios esperando su siguiente mordaz comentario, aunque la verdad, prefería el silencio de un húmedo beso.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 138
Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
No espero que el cazador me siga pera está detrás de mí, su aliento le delata y cuando digo que ahora puede saludar a su familia siento su mirada puesta en mí, pero no me importa si le ha sentado bien o mal, no me importa nada, no siento nada. El animal majestuoso tiene los ojos en mí, no soy una amenaza para él pues los barrotes impiden que pase nada. No hay forma de saber lo que pienso, no hay forma de saber cómo me siento y me enorgullezco de ello. No he sido creada para sentir, he sido creada para matar y ese es mi único objetivo en la vida que tengo por delante. Solo sé cazar, solo sé matar. Sin rastro, sin dejar huellas, sigilosa y mortal. Fría y oscura, así es como siempre me definen, así es como siempre me siento.
Dice que es lo más mordaz que ha escuchado de mí pero no me importa, soy como soy y apenas he mostrado todo lo que realmente soy con él, con alguien que no conozco, que no me importa y que cuando salga el sol tan solo será un recuerdo. Lo veo ponerse a mí lado y observo que quita el pestillo de la jaula del animal, va a entrar ahí dentro por mis palabras pero no lo detengo, es su elección y no la mía, es su vida y poco me importa lo que haga con ella. Sus ojos me miraban de forma desafiante, tiende su mano para que la coja pero lanzo un pequeño bufido de hastío e ignoro esa mano que queda suspendida en el aire.
-Ya sé que necesitas de mí ayuda, no has dejado de necesitarla en toda la noche –le respondo viendo que se mete en la jaula, como un completo loco suicida. Se acerca al animal de forma lenta y despacio, su comportamiento es hostil hacia el animal y no sé hasta qué punto eso es bueno si tienes a un león enfrente. Está a una distancia prudente del animal y hace esa estúpida pregunta con aire jocoso, como respuesta el león hace amago de darle un zarpazo en señal de que si sigue jugando acabará atacándole. Emito un suspiro y saco el látigo adentrándome en la jaula porque presiento que tendrá problemas si sigue así. El chasquido de este hace retroceder al león, él está herido y parece no recordarlo… así como que tiene al rey de la sabana enfrente y que si quiere puede destrozarle fácilmente.
El león retrocede ante el sonido del chasquido, sé que está acostumbrado a este y seguramente sepa que le hace daño si lo lanzo contra él, por lo que se refugia hacia atrás pero no deja de mirarnos, observando como el depredador que es y que nos ve como sus presas, unas que se han metido en su territorio y que además una de ellas huele sangre por la herida que tiene. El cazador es un inconsciente pero no pienso dejar que me arrastre a su locura, así que salgo de la jaula esperando que él lo haga también y guardo el látigo que enrollo para después colgarlo del cinto.
-Oh, sí. Muy emotivo. Casi lloro cuando te ha acariciado de esa forma –digo con una sonrisa ladeada por haber extendido la zarpa hacia él- ¿Qué se siente al reencontrarse con tú padre? –No lo veo venir y su cuerpo me acorrala contra la verja de la jaula, mi espalda queda contra esta y su cuerpo se pega al mío. Su aliento sobre mis labios, respiración agitada y la adrenalina que corre por nuestra venas. Me recuerda mis propias palabras y no puedo evitar sonreír de lado, piensa que tengo otras intenciones y que por alguna extraña y absurda razón voy a repetir ese baile típico de mí tierra sobre él. Su hombría la siento alzada en mí vientre, sus ojos en mis labios que los miran y su aliento sobre el rostro. Mis manos están libres, y rauda una de mis manos va hacia donde tiene la herida ejerciendo presión y debilitando su prisión contra mí cuerpo, la otra va hacia la nunca y me muevo para dejarlo a él ahora contra los barrotes y yo detrás. Pego mi pecho a su espalda y sonrío de lado, con mis labios en su oreja- Ahora sí que estoy encima, ¿quieres que te mate cazador? Estás débil y no me darías un combate justo, no iba a ser divertido y no tiene sentido. En cuanto a lo otro… si lo quieres, gánatelo. No me abro de piernas tan fácil cazador, ya te lo he dicho. Guarda tú hombría para una mujer que sí lo haga, quizás ella te muestre ese baile que tanto te ha gustado y que no pienso repetir –exhalo el aliento en su nuca y río entre dientes- Vamos, pequeño cachorro.
Dice que es lo más mordaz que ha escuchado de mí pero no me importa, soy como soy y apenas he mostrado todo lo que realmente soy con él, con alguien que no conozco, que no me importa y que cuando salga el sol tan solo será un recuerdo. Lo veo ponerse a mí lado y observo que quita el pestillo de la jaula del animal, va a entrar ahí dentro por mis palabras pero no lo detengo, es su elección y no la mía, es su vida y poco me importa lo que haga con ella. Sus ojos me miraban de forma desafiante, tiende su mano para que la coja pero lanzo un pequeño bufido de hastío e ignoro esa mano que queda suspendida en el aire.
-Ya sé que necesitas de mí ayuda, no has dejado de necesitarla en toda la noche –le respondo viendo que se mete en la jaula, como un completo loco suicida. Se acerca al animal de forma lenta y despacio, su comportamiento es hostil hacia el animal y no sé hasta qué punto eso es bueno si tienes a un león enfrente. Está a una distancia prudente del animal y hace esa estúpida pregunta con aire jocoso, como respuesta el león hace amago de darle un zarpazo en señal de que si sigue jugando acabará atacándole. Emito un suspiro y saco el látigo adentrándome en la jaula porque presiento que tendrá problemas si sigue así. El chasquido de este hace retroceder al león, él está herido y parece no recordarlo… así como que tiene al rey de la sabana enfrente y que si quiere puede destrozarle fácilmente.
El león retrocede ante el sonido del chasquido, sé que está acostumbrado a este y seguramente sepa que le hace daño si lo lanzo contra él, por lo que se refugia hacia atrás pero no deja de mirarnos, observando como el depredador que es y que nos ve como sus presas, unas que se han metido en su territorio y que además una de ellas huele sangre por la herida que tiene. El cazador es un inconsciente pero no pienso dejar que me arrastre a su locura, así que salgo de la jaula esperando que él lo haga también y guardo el látigo que enrollo para después colgarlo del cinto.
-Oh, sí. Muy emotivo. Casi lloro cuando te ha acariciado de esa forma –digo con una sonrisa ladeada por haber extendido la zarpa hacia él- ¿Qué se siente al reencontrarse con tú padre? –No lo veo venir y su cuerpo me acorrala contra la verja de la jaula, mi espalda queda contra esta y su cuerpo se pega al mío. Su aliento sobre mis labios, respiración agitada y la adrenalina que corre por nuestra venas. Me recuerda mis propias palabras y no puedo evitar sonreír de lado, piensa que tengo otras intenciones y que por alguna extraña y absurda razón voy a repetir ese baile típico de mí tierra sobre él. Su hombría la siento alzada en mí vientre, sus ojos en mis labios que los miran y su aliento sobre el rostro. Mis manos están libres, y rauda una de mis manos va hacia donde tiene la herida ejerciendo presión y debilitando su prisión contra mí cuerpo, la otra va hacia la nunca y me muevo para dejarlo a él ahora contra los barrotes y yo detrás. Pego mi pecho a su espalda y sonrío de lado, con mis labios en su oreja- Ahora sí que estoy encima, ¿quieres que te mate cazador? Estás débil y no me darías un combate justo, no iba a ser divertido y no tiene sentido. En cuanto a lo otro… si lo quieres, gánatelo. No me abro de piernas tan fácil cazador, ya te lo he dicho. Guarda tú hombría para una mujer que sí lo haga, quizás ella te muestre ese baile que tanto te ha gustado y que no pienso repetir –exhalo el aliento en su nuca y río entre dientes- Vamos, pequeño cachorro.
Zeniba- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: Los pantanos (libre)(+18)
La dama no juega, no es lo que desea, parece haber aceptado esa jarra mas por compromiso que por gusto, no comprendo ninguna de sus reacciones y ahora me doy cuenta de que si pensaba que la vida de los míos y la propia era sacrificada me di cuenta que la de esa mujer era infinitamente mas jodida que las nuestras.
Nosotros nacimos en un mundo donde existía una eterna guerra entre los cazadores que salvaban humanos y los sobrenaturales que pretendían dominaros. Siempre asumí desde mi nacimiento que viviría poco tiempo, que no estaba hecho para formar una familia pues dejaría una viuda e hijos huérfanos, del mismo modo asumí que me bebería la vida hasta el día que mis ojos se cerraran para subir al Olimpo.
La parca me llevaba en su lista y era cuestión de tiempo que me encontrara.
Pero esa mujer sin embargo no parecía permitirse ni por una misera noche disfrutar de placeres, sentir, beber, bailar frente a las llamas y follar, porque nuestros cuerpos ademas de guerra también pedían paz.
Me cogió por el brazo dándome la vuelta, ella a mis espadas recordándome que esto no era una reunión amistosa, de echo, en eso estaba de acuerdo, ni siquiera sabia lo que era.
Ladeé la sonrisa, contemplándola por encima del hombro, era una mujer bella, salvaje, pero excesivamente prepotente.
Sus palabras eran toda una larga declaración de intenciones, que la verdad ni entendía, ni quería comprender.
-¿piensas matarme de aburrimiento? -pregunté enarcando una ceja, demasiado largo el discursio para ir completamente sobrio en esos momentos.
Me dijo de irnos, algo que me hizo reír a conciencia, si pensaba que iba a ir de un lado a otro dando tumbos como un perro tras ella se equivocaba conmigo.
-¿Ir? ¿A donde? -dije con cierto tono ronco en mi voz mientras me soltaba de su agarre con un brusco movimiento para hundir mis ojos en los ajenos -lo siento preciosa, pero mi noche de caza ha terminado por hoy, me largo a beber y a casa después, eres libre de acompañarme o de largarte y no nos volveremos a ver, mas si te decides por lo primero, abre tu mente -dije dándole un sutil toque en la frente, quizás al final de la noche cambies de parecer y bailes sobre mi la danza de los siete velos.
Ladeé la sonrisa con aire engreído, era decisión suya que hacer, pero yo tenia claros mis pasos, mi camino y mi destino.
-¿Vienes o te quedas?-pregunté dándome la vuelta y empezando a andar hacia la montura que había dejado frente a las carpas.
Nosotros nacimos en un mundo donde existía una eterna guerra entre los cazadores que salvaban humanos y los sobrenaturales que pretendían dominaros. Siempre asumí desde mi nacimiento que viviría poco tiempo, que no estaba hecho para formar una familia pues dejaría una viuda e hijos huérfanos, del mismo modo asumí que me bebería la vida hasta el día que mis ojos se cerraran para subir al Olimpo.
La parca me llevaba en su lista y era cuestión de tiempo que me encontrara.
Pero esa mujer sin embargo no parecía permitirse ni por una misera noche disfrutar de placeres, sentir, beber, bailar frente a las llamas y follar, porque nuestros cuerpos ademas de guerra también pedían paz.
Me cogió por el brazo dándome la vuelta, ella a mis espadas recordándome que esto no era una reunión amistosa, de echo, en eso estaba de acuerdo, ni siquiera sabia lo que era.
Ladeé la sonrisa, contemplándola por encima del hombro, era una mujer bella, salvaje, pero excesivamente prepotente.
Sus palabras eran toda una larga declaración de intenciones, que la verdad ni entendía, ni quería comprender.
-¿piensas matarme de aburrimiento? -pregunté enarcando una ceja, demasiado largo el discursio para ir completamente sobrio en esos momentos.
Me dijo de irnos, algo que me hizo reír a conciencia, si pensaba que iba a ir de un lado a otro dando tumbos como un perro tras ella se equivocaba conmigo.
-¿Ir? ¿A donde? -dije con cierto tono ronco en mi voz mientras me soltaba de su agarre con un brusco movimiento para hundir mis ojos en los ajenos -lo siento preciosa, pero mi noche de caza ha terminado por hoy, me largo a beber y a casa después, eres libre de acompañarme o de largarte y no nos volveremos a ver, mas si te decides por lo primero, abre tu mente -dije dándole un sutil toque en la frente, quizás al final de la noche cambies de parecer y bailes sobre mi la danza de los siete velos.
Ladeé la sonrisa con aire engreído, era decisión suya que hacer, pero yo tenia claros mis pasos, mi camino y mi destino.
-¿Vienes o te quedas?-pregunté dándome la vuelta y empezando a andar hacia la montura que había dejado frente a las carpas.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Mis palabras confunden al cazador que no sabe a lo que me refiero con ese “vamos”, y si soy sincera yo tampoco. La noche tenía que haber terminado con ese lobo muerto y después volver a casa, a encontrar alguna pista que me ayude a encontrar a la presa ya que estoy sin nada a seguir y eso me frustra. He sido entrenada para matar, para no tener sentimientos, emociones y mucho menos sentir lástima o remordimientos. Me han entrenado para ser una cazadora sin escrúpulos, fría y que cumpla con lo que le han pedido sin importar quién sea el objetivo. He recibido un duro y arduo entrenamiento y siempre al terminar la misión he vuelto para seguir entrenando hasta el próximo objetivo. Pero esta noche es diferente, estoy haciendo más cosas que simplemente matar y me siendo desconcertada.
El cazador se ha soltado de mi agarre y ahora tiene sus ojos puestos en los míos, sé que no me va a seguir y de hacerlo, ¿a dónde ir? Vivo aislada en una burbuja con un solo propósito y objetivo en mente; el de matar. Todo lo que sale de ahí me viene desconocido y grande, porque no he hecho nada más que eso en toda mi vida. Escucho sus palabras con sus ojos azules que me observan, dice que se va y que si quiere puedo acompañarlo pero si lo hago que abra la mente, deja un sutil toque en mi frente y me mira. La pregunta es, ¿quiero ir con él? Por primera vez me veo dudando de lo que quiero hacer y no es algo típico en mí.
Él se adelanta en dirección donde está el corcel que nos ha traído al circo donde los gitanos ríen, beben y cantan. No estoy acostumbrada a esto y mientras él se alejaba yo los miro en una pequeña hoguera divertirse y me doy cuenta de que nunca he estado así, ¿he reído alguna vez de verdad? No lo recuerdo si ha sido así, poco sé de mí pasado como niña, solo recuerdo entrenar, entrenar, golpes, entrenar, heridas y entrenar. Luego las misiones y las muertes que había hecho, que toda mi vida se resume en eso y que no he hecho nada más.
Me encuentro que mis pasos me llevan hacia donde está el cazador quien me pregunta si me voy con él o me quedo, soy libre de negarme como lo soy de aceptar. Mis ojos miran de nuevo las hogueras con la gente alrededor y luego miro al cazador que está listo para partir y que me ofrece una noche diferente de las que he tenido. No puedo negar que no he hecho nada con mi cuerpo, pese a los entrenamientos y al querer cortar todo sentimiento y emoción en nosotros los cuerpos a veces mandan, y he tenido algún encuentro con algún compañero pero solo para liberar tensiones. Y no es por eso por lo que en parte me niego a irme con él.
-No sé sentir, león –reconozco de frente a él- toda mi vida ha consistido en que eso no ocurra, a centrarme en las misiones y en los objetivos, que me cuesta salir de esa burbuja –es la forma más fácil que tengo para explicar por qué era como era, aunque no lo ha pedido- Lo que me propones aunque para ti es fácil para mí es complicado, pero no quiero que me tachen de cobarde –frunzo el ceño- Estoy dispuesta a por una noche cambiar y abrir la mente, te voy a dar el privilegio de enseñarme otras cosas… tampoco tengo nada mejor que hacer y ser un reto para ti es divertido –sonrío de lado, me adelanto y de un salto ágil me subo sobre la montura del corcel- Venga cachorro, muéstrame como son tus noches porque seguro que son muy diferentes a las mías, mucho más frías y aburridas. Te voy a dar esta oportunidad –oportunidad que estoy segura, no iba a volver a conceder en la vida.
El cazador se ha soltado de mi agarre y ahora tiene sus ojos puestos en los míos, sé que no me va a seguir y de hacerlo, ¿a dónde ir? Vivo aislada en una burbuja con un solo propósito y objetivo en mente; el de matar. Todo lo que sale de ahí me viene desconocido y grande, porque no he hecho nada más que eso en toda mi vida. Escucho sus palabras con sus ojos azules que me observan, dice que se va y que si quiere puedo acompañarlo pero si lo hago que abra la mente, deja un sutil toque en mi frente y me mira. La pregunta es, ¿quiero ir con él? Por primera vez me veo dudando de lo que quiero hacer y no es algo típico en mí.
Él se adelanta en dirección donde está el corcel que nos ha traído al circo donde los gitanos ríen, beben y cantan. No estoy acostumbrada a esto y mientras él se alejaba yo los miro en una pequeña hoguera divertirse y me doy cuenta de que nunca he estado así, ¿he reído alguna vez de verdad? No lo recuerdo si ha sido así, poco sé de mí pasado como niña, solo recuerdo entrenar, entrenar, golpes, entrenar, heridas y entrenar. Luego las misiones y las muertes que había hecho, que toda mi vida se resume en eso y que no he hecho nada más.
Me encuentro que mis pasos me llevan hacia donde está el cazador quien me pregunta si me voy con él o me quedo, soy libre de negarme como lo soy de aceptar. Mis ojos miran de nuevo las hogueras con la gente alrededor y luego miro al cazador que está listo para partir y que me ofrece una noche diferente de las que he tenido. No puedo negar que no he hecho nada con mi cuerpo, pese a los entrenamientos y al querer cortar todo sentimiento y emoción en nosotros los cuerpos a veces mandan, y he tenido algún encuentro con algún compañero pero solo para liberar tensiones. Y no es por eso por lo que en parte me niego a irme con él.
-No sé sentir, león –reconozco de frente a él- toda mi vida ha consistido en que eso no ocurra, a centrarme en las misiones y en los objetivos, que me cuesta salir de esa burbuja –es la forma más fácil que tengo para explicar por qué era como era, aunque no lo ha pedido- Lo que me propones aunque para ti es fácil para mí es complicado, pero no quiero que me tachen de cobarde –frunzo el ceño- Estoy dispuesta a por una noche cambiar y abrir la mente, te voy a dar el privilegio de enseñarme otras cosas… tampoco tengo nada mejor que hacer y ser un reto para ti es divertido –sonrío de lado, me adelanto y de un salto ágil me subo sobre la montura del corcel- Venga cachorro, muéstrame como son tus noches porque seguro que son muy diferentes a las mías, mucho más frías y aburridas. Te voy a dar esta oportunidad –oportunidad que estoy segura, no iba a volver a conceder en la vida.
Zeniba- Cazador Clase Media
- Mensajes : 167
Fecha de inscripción : 21/01/2017
Re: Los pantanos (libre)(+18)
Ladeé la sonrisa al ver que la dama me seguía, parecía dudar de si la decisión de acompañarme era la correcta o por el contrario debía hacer lo contrario, olvidar al hombre que había conocido en los pantanos.
-nunca sabrás si te equivocas si no subes al caballo ¡vamos! ¿que puedes perder?
Antes de que abriera la boca ladeé la sonrisa y alcé el dedo para que guardara silencio.
-Si vas a decir el tiempo, mejor cállate, no es que te vea plagada de planes que llevar a cabo en estos momentos -bromeé mirándola con cierta picardaia.
La cazadora suavizo su tono, algo que bajo mis escudos, no siempre era un capullo pero cuando me desafiaban sacaba la peor parte de mi.
-No necesito que sepas sentir, solo que te dejes llevar. La pregunta es ¿eres buena compañera de baile señorita zaniba?
Es mi especialidad sacar a las mujeres de sus burbujas de cristal, así que déjame intentar sacarte de esa burbuja infernal llena de lucha y caos -bromeé con cierta diversión tratando de quitarle hierro a la situación.
La cazadora subió de un salto tras de mi, de nuevo su gran bocaza hablaba para retarme y eso me hizo reir de forma descarada.
-Gracias por darle ese privilegio a un cachorro y ahora si no es mucho pedir, abrazate al cachorro que nos vamos.
Dos golpes a los costados del corcel y este emprendió el vertiginoso camino hacia la mansión de Agarwaen, me había preguntado como eran mis días y la verdad, no distaban mucho posiblemente de los suyos, pero con una diferencia, yo tenia amigos, hermanos y una historia muy larga que contar que puede no hiciera que se bajara las bragas para empezar, pero teniendo en cuenta que eso otro ya lo había intentado..porque no compartir simplemente lo que a mi me daba fuerzas para continuar cazando y sentido a porque cada mañana herido me alzaba del lecho para cumplir con lo que me enseñaron a hacer de niño.
-Te aviso de algo señorita Zaniba, allá a donde vamos es un lugar neutral, se que te va a costar entender mis palabras pero mi príncipe esta prometido a una loba embarazada de este.
Mi hermano es un maldito licantropo y a su vez un cazador y una bruja con su ejercito nos esta persiguiendo para matarnos a todos menos a mi señor al que quiere convertir en su marioneta.
Mi vida es complicada, demasiado y la verdad ahora mismo solo tengo ganas de volver, beber, reírme un rato y si te apetece escuchar la larga historia de que me trajo a París...podemos pasear por los jardines de la mansión.
Si te portas bien hasta puede te deje entrenar en el patio de armas ¿que me dices preciosa?
Ladeé la sonrisa mirándola por encima del hombro.
-También podemos ir a mi habitación y me enseñas el baile ese tan motivador -bromeé por si la cosa colaba, aunque algo me decía que con esa mujer iba a tener que currármelo mucho mas que con el resto.
-nunca sabrás si te equivocas si no subes al caballo ¡vamos! ¿que puedes perder?
Antes de que abriera la boca ladeé la sonrisa y alcé el dedo para que guardara silencio.
-Si vas a decir el tiempo, mejor cállate, no es que te vea plagada de planes que llevar a cabo en estos momentos -bromeé mirándola con cierta picardaia.
La cazadora suavizo su tono, algo que bajo mis escudos, no siempre era un capullo pero cuando me desafiaban sacaba la peor parte de mi.
-No necesito que sepas sentir, solo que te dejes llevar. La pregunta es ¿eres buena compañera de baile señorita zaniba?
Es mi especialidad sacar a las mujeres de sus burbujas de cristal, así que déjame intentar sacarte de esa burbuja infernal llena de lucha y caos -bromeé con cierta diversión tratando de quitarle hierro a la situación.
La cazadora subió de un salto tras de mi, de nuevo su gran bocaza hablaba para retarme y eso me hizo reir de forma descarada.
-Gracias por darle ese privilegio a un cachorro y ahora si no es mucho pedir, abrazate al cachorro que nos vamos.
Dos golpes a los costados del corcel y este emprendió el vertiginoso camino hacia la mansión de Agarwaen, me había preguntado como eran mis días y la verdad, no distaban mucho posiblemente de los suyos, pero con una diferencia, yo tenia amigos, hermanos y una historia muy larga que contar que puede no hiciera que se bajara las bragas para empezar, pero teniendo en cuenta que eso otro ya lo había intentado..porque no compartir simplemente lo que a mi me daba fuerzas para continuar cazando y sentido a porque cada mañana herido me alzaba del lecho para cumplir con lo que me enseñaron a hacer de niño.
-Te aviso de algo señorita Zaniba, allá a donde vamos es un lugar neutral, se que te va a costar entender mis palabras pero mi príncipe esta prometido a una loba embarazada de este.
Mi hermano es un maldito licantropo y a su vez un cazador y una bruja con su ejercito nos esta persiguiendo para matarnos a todos menos a mi señor al que quiere convertir en su marioneta.
Mi vida es complicada, demasiado y la verdad ahora mismo solo tengo ganas de volver, beber, reírme un rato y si te apetece escuchar la larga historia de que me trajo a París...podemos pasear por los jardines de la mansión.
Si te portas bien hasta puede te deje entrenar en el patio de armas ¿que me dices preciosa?
Ladeé la sonrisa mirándola por encima del hombro.
-También podemos ir a mi habitación y me enseñas el baile ese tan motivador -bromeé por si la cosa colaba, aunque algo me decía que con esa mujer iba a tener que currármelo mucho mas que con el resto.
Leonidas Kana- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/08/2016
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