Los pantanos (libre)(+18)

Recuerdo del primer mensaje :

Otra noche de luna llena, envaine mis espadas a la espalda, habíamos recibido noticias sobre la presencia de una manada en los pantanos.
No era algo habitual en los licantropos, seres que habitaban mas la zona de bosques cuando no tenían cuerpo humano, así que esa noche decidí acercarme en una misión rutinaria, ver, oír y no interferir, pues iba solo y poco o nada podría hacer si la manada era amplia.

Tomé mi montura y cabalgué como alma que lleva el diablo hacia las afueras de la ciudad, atravesé la zona de barrios bajos, como siempre con su olor a hedor, sexo de las putas que se vendían en cada esquina y de enfermedad, aquello era un nido de putrefacción que chocaba con la zona mas alta de París.

Bordeé la zona de bosque, en este tipo de noches no era muy seguro adentrarse en él, los licantropos campaban a sus anchas en París.
Aun no me había recuperado de la ultima cacería, tenia una contractura seria en el hombro y una herida de garras en el lateral que empezaba a cicatrizar, así que obedecería ordenes y me limitaría a observar.

Así alcancé la zona pantanosa, desmonté del corcel y me adentre en la ciénaga lentamente, luces y sombras en mi rostro por el reflejo de la luna sobre las oscuras aguas y como no por las ramas de los arboles grises, medio muertos.
Me detuve cuando las ondas de agua se sacudieron emitiendo un ligero gorgoteo.
No estaba solo, escondí mi cuerpo tras el tronco de uno de esos arboles y desenvainé la espada mirando de soslayo.
¿Quien andaba ahí?

Dejo la tarta en la mesa donde me vuelvo a sentar sobre él y su sola sonrisa me hace saber que quiere que le de tarta, que siga alimentándolo porque según él es lo que debo de hacer por haber perdido en aquel duelo. Soy una adicta al chocolate, tengo que reconocerlo, así que eso no evita que la primera cucharada con tarta se desvíe a mi boca cuando iba hacia la suya, lo veo sonreír de lado y acorta de nuevo la distancia entre nuestros labios. Vuelve a besarme otra vez, tenaz, hambriento, como un huracán arrasa con todo a su paso y una lucha se libra por el trozo de tarta que al final queda reducida a nada por nuestras lenguas. Juega conmigo, me mide para saber hasta dónde puedo llegar para ejercer la presión justa y necesaria entorno a mi burbuja, para seguir rompiéndola como está haciendo. Y creo que él es consciente de ese hecho, de lo que está consiguiendo de mí esa noche. Le he permitido salirse con la suya para alimentarlo, ahora su beso ha arrasado con todo y ha calentado mi cuerpo, dejo que siga presionándome al mismo tiempo que le doy más tarta.

No puedo evitar soltar una leve risa cuando veo que su labio se ha manchado un poco por el chocolate, la comisura de este, acerco mis labios y es mi lengua la que quita el poco chocolate que tiene y vuelve otra vez a encontrarse con mi boca. Sus dedos se deslizan por mi pierna, crean figuras aleatorias y yo le dejo que haga por una vez cómoda ante una situación como esa, él lo hace todo más fácil como si fuera consciente de la lucha interna que tengo, separo mis labios de los suyos donde dejo un mordisco y llevo de nuevo la cuchara con tarta a su rostro… solo para esa vez mancharla con la tarta. Sonrío de lado y cojo más tarta que llevo a mis labios, él me dice que lo limpie y mi cabeza niega observando la mancha que tiene en la mejilla. Su mirada fija en la mía no se aparta ni un solo segundo y es cuando me dice que corra cuando siento que su abrazo me aprieta con más fuerza, me pega a él y… restriega su mejilla por mi cuello y escote.

Noto que el chocolate mancha mi piel y pataleo para intentar separarlo pero ya es tarde, me ha manchado y en su mejilla apenas queda chocolate, una risa escapa de mis labios ante aquel acto que tengo que decir es infantil y distendido por completo, de alguna forma me hace olvidar de todo y ahora solo puedo pensar en que no me manche de chocolate de nuevo. Pero su agarre es fuerte y me retiene contra él, intento zafarme y levanta mi cuerpo, el corsé se alza y con su mano veo con temor que coge más tarta y… un jadeo ahogado escapa de mis labios, me ha manchado con chocolate el vientre, lo fulmino con la mirada y él ríe comportándose como un niño, inclina su rostro y lame con su lengua el chocolate que se desliza por el lugar.


-Eres peor que un niño –afirmo y mi mano agarra con fuerza su camisa por la nuca que es donde tengo la mano, su lengua contrasta con lo fría que está la tarta y enciende mi cuerpo allá por donde pasa, le doy un par de golpes divertida y siento que no me reconozco en esos momentos… la Zeniba de aquí es distinta a la que suele ser normalmente, como si tuviera otro yo en mi interior dormido por mucho tiempo, totalmente contrario a lo que suelo ser. Al final alza su rostro y deja sus ojos fijos en los míos, se relame y nuestros labios vuelven a quedar cerca otra vez, siento su aliento chocar contra estos, los tengo entreabiertos y siento que mi cuerpo arde por su roce, por su toque y por esa lengua que ha paseado por mi vientre. Me dice que necesito un baño y no puedo negarlo, me ha llenado de chocolate y eso me hace darle un leve golpe en la nuca a modo de colleja- no sé quién habrá podido mancharme –me gusta el chocolate, pero no que recubra mi cuerpo con esas cantidades. Señala la copa de vino para que se la acerque y lo hago, dice que promete portarse bien si nos bañamos juntos y río de forma ladina- ¿Desde cuándo un cachorro se porta bien? Solo saben jugar y jugar –quito con el índice un poco del chocolate que tiene en la mejilla y chupo el dedo- necesito un baño… otra vez –apunto para levantarme, cojo la botella de vino y me giro en dirección al pasillo- ¿me acompañas? –Pregunto mirándolo por encima de mí hombro con una sonrisa ladina en mis labios, me adentro por el pasillo hasta que llego al baño, abro el grifo y dejo que empiece a salir el agua para llenar esta, doy un trago a la botella y ya noto el cuerpo del cachorro pegado a mi espalda, su brazo rodea mi cintura y sus dedos esparcen más el chocolate de mi vientre, mis ojos miran ese gesto y siento su aliento en mi cuello- ¿cercioras que esté manchada? –Él no responde, alza sus dedos y los deja frente a mis labios, su otra mano se enreda en mi pelo y tira un poco mi cabeza hacia atrás con mi cuerpo un poco ladeado hacia el de él, me hace soltar un jadeo por ello y mi boca lame sus dedos con mis ojos puestos en los suyos, dejo un mordisco antes de que los retire y lo miro de forma fija- te has propuesto estallar la burbuja, ¿verdad Leonidas? –Mi cuerpo se gira hacia el suyo, la burbuja se puede cambiar por “mi cuerpo”, porque me busca en cada momento, me provoca, me calienta… hace que quiera más de él- me pregunto qué me harás en ese baño en el que dices portarte bien –doy otro trago a la botella y mis labios buscan los suyos, no quiero ceder del todo pero una parte de mí me dice que lo haga, que por una vez me olvide de todo cuanto me ha acontecido, me han enseñado y me han hecho ser como soy; una fría cazadora que en esos momentos empezaba a derretirse por el calor de un león.

Me encojo de hombros sin perder la sonrisa divertida.
-Si es que no sabes comer -apunto entre risas sin apartar mis ojos de esos profundos mares que me miran.
Su cúpula se resquebraja frente a mi, como si fuera otra persona muy distinta a la que un día conocí.
Me relamo los labios, estoy lleno de chocolate y eso me hace acercarme a ella.
Mi lengua se desliza por sus labios dulces por la nata que queda sobre ellos.
-Tienes razón, los cachorros no se saben comportar -muerdo su labio inferior, tiro suavemente de este provocandola. Mi agitada respiración choca con la suya,escasa la distancia que queda entre entre nuestros cuerpos y es mi hombría la que ruge contra su vientre proclamandome el rey de la selva.
-Va bien armado el cachorro -apuntó de forma engreída.

La cazadora se ríe por mi comentario, estamos bien, se nota que entre ambos existe una complicidad y aunque me da un manotazo haciéndose la dura, no puede evitar enredar mis dedos en los ajenos para tirar de mi hacia la tima.
-Te ha convencido mi aparato -repito mas en serio que en broma mientras ella niega en un intento de decir que soy incorregible.

La botella de alcohol nos acompaña, hasta el cuarto de baño, pronto el agua empieza a caer sobre la metálica bañera, pero mis ojos están en otra cosa.
Observo como bebe, el alcohol resbala lento por sus labios mi espalda se pega completamente a la de ella, evidenciando cuan cachondo estoy en ese instante.
Mi aliento se pierde en su cuello, mueve en una caricia su pelo y ahora por encima de su hombro es su boca la que me busca y por supuesto me encuentra.
Baile de lenguas que se muestran ansiosas, no se dan tregua, tampoco lo hacen mis manso que extienden ligeramente la masa de chocolate de su vientre.

Ladeo la sonrisa al escuchar su frase, no hay respuesta, mi respiración es ronca, pesada pero también la de la dama. Alzo la mano acercándola a sus labios en un provocador gesto, sabe lo que quiero, y su lasciva sonrisa es la prueba de ello.
Mi otra mano se enreda en su pelo, para que su cabeza se apoyé ligeramente en mi hombro, no quiero perderme ni un detalle de como sus labios me envuelven.

Entreabre los labios, dedo a dedo los chupa, su lengua los repasa y su boca se abre jadeante regalándome una imagen enloquecedora.
-No te digo en lo que estoy pensando -susurró en su oído arrancándole un gemido.
Mis dedos mojados de su saliva descienden por su cuerpo, me detengo en sus pechos aun cubiertos por el corseé que los alza sin consuelo.
Su agitada respiración nubla mi juicio, en ese momento creo que ya ni pienso.
Mis dedos se deslizan lentos por su vientre, su ombligo se convierte en un manantial del que bebería el alcohol que de nuevo copa sus labios.
-Quiero beber de tu cuerpo -sentencio sediento -no voy a portarme bien -alego para que no pueda recriminarmelo luego.

Desciendo por el monte de venus ,colándome por la cinturilla de sus ajustados pantalones, aparto sus bragas en un tibio gesto para encontrarme de lleno con su raja.
La siento húmeda, caliente y preparada, algo que me hace sonreír de medio lado.
-¿que escusa tienes para esto cazadora? -pregunto deslizando por la trinchera mis dedos de forma calma.

Su cuerpo se amolda la mio, cierra los ojos y se deja hacer, solo los abre para volver a empinar la botella bastante caldeada por la situación y el alcohol que la embriaga.
-Dame -pido con la voz ronca, no duda en acercarme la boquilla a la boca, la alza y trago sin parar, hasta que resbala por la comisura de mi boca porque soy incapaz de tragar tanta cantidad.
-¿ Me quieres emborrachar?

Si algo tengo claro en ese momento es que va a romper la burbuja que me rodea a base de golpes, resquebrajarla y hacerla añicos y si sigue así sé que lo va a lograr, y que lo va a conseguir. Es tenaz y obstinado, no me da tregua alguna y no deja de provocarme con cada cosa que hace, cada caricia, cada palabra es provocadora y su cuerpo siento que busca al mío como si lo quiera intentar convencer de que le siga a esas alturas, de que me deje llevar… y ya lo hago, me dejo llevar por él en todo momento y dejo que marque unas pautas y unos ritmos, me calienta, me provocaba y me busca con cada una de sus acciones. Jamás he tenido en mi vida algo como el momento que estoy teniendo con él, como una cena puede derivar de forma divertida, distendida y casual a un momento cargado de deseo y de necesidad. Mi cuerpo siento que arde y nada tiene que ver con que pueda tener fiebre, él ha calentado mi cuerpo y de alguna forma ahora es como si de verdad necesitara ese baño para aplacar el calor que él me ha provocado.

Noto su pecho contra mi espalda, su miembro se roza en cada movimiento que hace y yo me muerdo el labio, jugamos los dos porque aunque diga que él juega yo también me he unido a su juego, yo también le busco, le provoco… he entrado en esa espiral sucumbida por él y por lo que me ha despertado. Siento que de alguna forma todo es nuevo para mí aunque el sexo no lo sea, pero ni de lejos he tenido nunca algo como el momento que tenemos en el baño. Sus dedos recorren mi piel, esparce más chocolate por mi vientre y luego lleva sus dedos frente a mis labios. Soy consciente de lo que quiere y él pone mi cabeza contra su hombro al enredar sus dedos en mi pelo, mi boca se abre y acoge dedo a dedo manchado de tarta, los limpio, mi lengua repasa uno a uno para dejar un mordisco al final. Noto que se tensa por mi acción y no me hace falta saber mucho en qué está pensando, sus labios están entreabiertos y su respiración es pesada y errática.

Un jadeo escapa de mis labios al notar que sus dedos bajan por mi cuerpo, se detienen en mi pecho aún con la ropa puesta y baja de nuevo hasta mi vientre. Dice que quiere beber de mi cuerpo y que no se va a portar bien, eso me provoca una leve risa porque de alguna forma lo sabía. Su mano sigue bajando, se cuela por mi pantalón y baja hasta mi sexo, me muerdo el labio y noto con delicadeza que aparta mi ropa interior y… un gemido sale de mis labios, su dedo recorre mi sexo húmedo, caliente, palpita de necesidad y recuesto la cabeza en su hombro de nuevo, mi mano va hacia atrás y se enreda en su pelo, con fuerza, mi cadera se mueve hacia su mano de forma involuntaria y otro jadeo sale de mis labios. Su pregunta me hace abrir los ojos y mirarle, su dedo acaricia de forma lenta mi sexo y yo siento que ardo de placer.


-No tengo ninguna excusa –mis labios rozan los suyos, nuestros alientos chocan, me giro y quedo cara a él para dar otro trago de la botella que los dos vamos acabando poco a poco, él me pide que le dé y con una sonrisa de lado alzo la botella y hago que beba, pero la alzo un poco más para que no pueda tragar tanto. Él me increpa si le quiero emborrachar y yo río entre dientes- tú me quieres emborrachar a mí, ¿no? Es lo justo –mis labios se acercan y lamo lo que cae de sus labios y se pierde por su cuello hasta la ropa, dejo la botella en el borde de la bañera y mis manos van a los botones de su camisa que desabrocho uno a uno, mis labios y lengua recorren su cuello notando el sabor del alcohol en su piel y termino por rozar sus labios cuando llevo ya más de media camisa abierta, mis ojos suben a los suyos y muerdo su labio inferior, abro su camisa y mis manos se cuelan bajo esta para quitarla y que caiga al suelo. Esta vez son mis labios los que besan los suyos y hago que su cinto caiga al suelo para dejarlo desarmado, deslizo mis dedos por su torso desnudo y siento sus manos que también comienzan a desnudarme.

Me ha quitado el corsé que llevo y siento que puedo respirar mejor, sus manos no pierden tiempo y se cuelan por mi blusa, suben por mi espalda y me la quita para tirarla al suelo y llevar sus manos a mis pechos aun con la prenda de ropa interior. Siento su miembro contra mi cuerpo en cada movimiento que denota como está él y mi mano baja para desabrochar su pantalón que cae al suelo, nuestros labios mantienen una lucha en un beso que arrasa con todo a su paso y raudo me deja en ropa interior por completo, de un tirón quita el sujetador y mis pechos quedan libres por completo, me empuja con sus manos en mi cadera hacia la tina y coge la botella de nuevo, mis labios bajan a su cuello donde dejo un mordisco sin sutileza a esas alturas.


-No quiero que te portes bien –digo contra su cuello y mi mano se cuela hasta dar con su miembro, lo recorro y noto que su mano coge mi pelo, echa mi cuerpo inclinado un poco hacia atrás y deja caer un chorro de la botella para llevar sus labios al centro de mi pecho, lame lo que cae como un reguero y va a mi pecho que apresa con sus labios, cierro los ojos y gimo por tal acto, mi cadera se mueve y roza su miembro pero no mi mano no la aparto y comienzo a acariciarlo perdida entre sus atenciones, excitada y caliente, y solo me pregunto qué más va a hacer esta noche y cuánto más me va a empujar el cachorro.

La cazadora sonríe contra mis labios, aseguro que quiere emborracharme como yo a ella y ciertamente estoy embriagado si no solo de alcohol de su sabor, sus labios se convierten en mi meta, me relamo una y otra vez saboreandola.
Ella ríe lamiendo los restos de alcohol que escurren de mis labios, su lengua sigue el reguero por mi cuello mientras yo alzo ligeramente la cabeza dándole acceso mientras cierro los ojos un instante con la respiración errática secando mis labios.

Deja la botella en el borde de la bañera, dedos traviesos que juegan con los botones de mi camisa liberando mi torso y repasándolo suavemente con sus dientes, jugando con sus labios a sellar viejas cicatrices.
Bajo la cabeza para mirar como recorre mi torso con su lengua, cada musculo se tensa y sus ojos azules se alzan chocando con los míos como un tornado.

Su boca sube hasta mis labios, mi lengua atraviesa el precipicio dejando que las sierpes luchen con violencia, embebiendonos del otro entre jadeos.
Sus manos hacen que la camisa caiga despacio por mis hombros, sus caricias me queman y ahora raudos mis dedos se enredan en las cintas de su corseé tirando de ellas hasta que este cae al suelo.

Gruñó contra su boca, estoy hambriento de su cuerpo, mis manso se deslizan por su cintura trepado por su piel para sacar por su cabeza la camisa.
Sus pechos quedan libres, sus pezones chocan contra mi cuerpo, piel con piel que se frotan haciendo saltar chispas como si fuéramos de acero.

Mi nariz se frota con la ajena, tierno, se que para ella esto es complicado y yo pienso hacerlo sencillo.
Desnudos la ayudo a adentrarse en la tina, tras ella entro yo despacio botella en mano. Su picara sonrisa me lo dice todo.
Enredo mis dedos en su pelo para hacerla tirar hacia atrás la cabeza, el alcohol lo dejo escurrir por él. En el hueco que quedan entre sus clavículas se acumula el alcohol, jadeo desesperado metiendo la lengua por su piel, bebiendo de ahí y siguiendo el recorrido del alcohol por sus pechos.
Lamo sus pezones, bebo el alcohol directamente del vaso de su piel, me estoy excitando mucho.

Su mano desciende, acaricia mi miembro, lo sacude lentamente haciendo que me pierda mas en su piel, gruño desesperado.
-El león te tiene ganas -susurro contra su boca adentrándome entre sus labios mientras la devoro hambriento.

Me dejo caer en la tina sumergiéndome en ella, tiro de su brazo suavemente sintiéndolo a horcajadas sobre mi.
Mi glande juega contra la trinchera de su sexo, se mueve por la entrada, acaricia su clítoris, masturbandola.
-¿tu no quieres beber? -le pregunto contra su boca con una picara sonrisa.
De nuevo nuestros cuerpos mojados se funden en una gesta en la que los aceros rugen sin necesidad de palabras.
-Me estas poniendo muchísimo nena.

El chocolate se esparce por las aguas cálidas, mi lengua lame sus labios sin dejar de jugar con nuestros sexos que se friccionan.
-Juguemos a algo cazadora -le sugiero con la voz ronca -tu me dirás que necesitas ahora, seré tu esclavo y despumes lo haremos al contrario ¿que me dices? ¿te van los preliminares princesa?

El cachorro no deja de empujarme una y otra vez, me tienta, me provoca, me calienta de formas que nadie ha hecho antes, con él es diferente y nuevo de todas las veces que lo he hecho, pero algo así nunca he hecho antes, disfrutar de esa manera, dejarme llevar… admito que es la primera vez y no deja de ser complicado porque me saca de la zona de confort, de esa burbuja de la que soy presa desde hace tantos años, pero todo es placentero, puedo decir que incluso hasta en cierta manera divertido. Los dos estamos en un punto que ardemos con cada roce, con cada contacto, me ayuda a meterme en la bañera y un reguero de alcohol cae por mi cuerpo, él raudo bebe lo que cae y que se queda en mi clavícula y yo disfruto de sus caricias. Dice que tiene ganas y me hace sonreír de lado con mi mano acariciando su miembro, sus labios me buscan y me encuentran para devorarme de forma ardiente, me dejo llevar por el beso y en general por él.

Se acaba por sentar sumergiéndose en el agua y su brazo se alza para rodear mi cintura y hacer que baje con él, el agua me cubre por la mitad de mis pechos y pronto en el agua se quedan los restos del chocolate. Sentada sobre él de esa forma nuestros sexos se rozan, jadeo por el roce al notar su miembro recorrer todo mi sexo y mis caderas se mueven cegadas por aquel roce, con ganas de más. Mis ojos se centran en los suyos cuando me dice si quiero beber y mis labios van a los suyos para besarlo, cojo la botella y llevo una mano a su pelo, tiro hacia atrás su cabeza todo lo que puedo y dejo que un pequeño chorro caiga de sus labios, pero hago que caiga fuera y lo que cae es mi lengua la que se encarga de lamer el alcohol que cae por su cuello, por su garganta y llega hasta su pecho antes de que se pierda por el agua, para subir a sus labios y besarlo de nuevo rozando nuestros sexos. Muerdo el inferior y sonrío por sus palabras, no es el único que está de esa forma.


-Y no he empezado contigo, cachorro –digo contra su oreja la cual recorro con mi lengua y acabo por dejar un pequeño mordisco- ¿sabías que fui instruida también en el arte de la danza del vientre? –Murmuro sobre su oreja y muerdo el lóbulo, es algo muy típico en mi país, formado como parte de mi entrenamiento para misiones que requirieran infiltrarme como alguna bailarina, de donde vengo es común que muchos nobles contraten bailarinas para sus fiestas, incluso fiestas privadas, de hecho varias misiones han sido de esa forma y tras entretenerlos con el baile sensual y erótico… han acabado muertos- quizás te haga un baile privado –digo antes de separarme para mirarlo, sus labios vuelven a los míos otra vez y mis manos recorren su pecho. Son sus palabras lo que me hace mirarlo de forma fija y sonrío de lado por lo que dice- así que el cachorro quiere jugar… -me muerdo el labio, es como un reto que me presente y yo no me echo atrás. Quiere saber lo que necesito en ese momento, y yo me pregunto si no es obvio lo que quiero y necesito en ese momento pero… vale, voy a jugar a ese juego que ha propuesto. Quiere alargar esto para que no termine y dejo mis manos en su torso, ladeo ligeramente la cabeza y muevo ligeramente mi cadera, movimientos sinuosos, despacio, como un baile muy lento sobre sus caderas. Mis manos cogen las suyas y las llevo por mis costados hasta que llego a mi pecho- tus manos aquí –digo y lo miro de forma fija, desciendo de forma lenta en un recorrido por mi piel, bajo por mi vientre y las dejo sobre mi sexo- y tu boca aquí –me inclino y busco sus labios, es lo más atrevido que he hecho en este aspecto y por alguna razón me apetece seguir su juego, ya que me propongo disfrutar lo hago por completo. Me separo pero mis dientes tienen preso su labio, tiro un poco de él y me muevo de encima de él para ponerme en pie, voy a la otra parte de la bañera que está más elevada y que está pegada a la pared, me apoyo en el borde con la espalda pegada a la pared y sonrío- a ver cuántas ganas tiene el león –repito su frase, mis piernas están cerradas pero le hago un gesto para que se acerque a mí- puedes traer la botella si quieres, ven Leonidas, a ver qué más provocas en mí –es un reto, y es algo que él sabe y que ha captado. No hace falta que lo rete puesto que él mismo ha propuesto ese juego, pero es algo innato en mí y bastante ha logrado esa noche conmigo, mucho más de lo que nadie ha tenido.

Sus caderas danzan lentas sobre mi miembro, la lujuria se ha apoderado de nosotros y el juego supone el modo de alargar este momento, una confianza ciega y la absoluta perdida de todo resquicio de vergüenza, no hay nada mas excitante que pedir lo que deseas y que el otro te complazca por completo saciandote como un autómata.

Me relamo contra su boca cuando sus manos guían las mías hacia sus dos montañas rocosas, mis dedos se pasean por sus cumbres, acariciando la punta no solo con la yema de los dedos si no con toda la mano.
Arranco jadeos que incrementan su ritmo, esta mas que preparada para mostrarme como se le da de bien bailar al son de los siete velos.

Mis ojos oscurecidos presos del deseo se preguntan donde esta exactamente esa cúpula que envolvía al ser perfecto que ahora tengo delante.
No se corta algo que me hace reír contra su vientre mientras desciendo hacia el lugar donde me ha pedido que pierda mi boca.

Ella toma asiento en el borde de la bañera, su espalda contra la pared y mi boca surca la distancia de su ombligo a la raja de su húmedo sexo.
Abre las piernas excitada en una lasciva invitación que me hace jadear de pura excitación y allí pierdo mi boca en una batalla sin tregua contra sus labios bajos que me acogen mojados.
Mi lengua se pasea de arriba a bajo paladeando el elixir de la dama, solo lazo la mirada para ver sus penetrantes ojos azules brillar turbios.

Sus boca entreabierta exhala aire de forma pesada, a sus caderas les cuesta no buscar mi torturadora lengua que se pierde en su botón calcinanadolo, succionandolo.
Mi boca se sumerge mas dentro presa de la pasión de ese momento, jadeo contra su clítoris, mi aliento calcina su humedad logrando que su espalda se arqueé y pronto a ese momento uno dos dedos que se cuelan en su laberinto moviéndose lentos arrancándole mil jadeos.

Tira de mi pelo cuando sus piernas empiezan a temblar incapaces de sucumbir al orgasmo que esta por llegar, la siento perdida entre mis brazos, jadeando con cada envite de mis dedos.
Su piel se eriza cuando la volteo, la pared acoge sus senos, los acaricia cuando quedan contra ella presos mientras mi hombría se cuela entre sus piernas para sustituir mis dedos.

Mojados los llevo a su boca que se abre para chuparlos, su sabor es demencial, los paladea excitandome de sobremanera y así la empalo con fuerza.
El tope la pared que de lecho improvisado acoge nuestros movimientos rudos.
Mi respiración pesada se pierde en su cuello, pero pronto es acogida por su boca que acalla mis gruñidos entre mordiscos, duelo de lenguas dentro y fuera de nuestras bocas, nuestro aliento el combustible que prende fuego.

Sus caderas me buscan, los dos perdidos en la piel del otro, no hay tregua para esta danza que ha empezado entre nosotros.
-Baila para mi y dame de beber -pido contra su boca antes de salir, no quiero terminar tan pronto y estoy muy excitado como para no hacerlo.

Él no se hace de rogar y una sonrisa ladina surca su labio cuando le digo que es lo que quiero, sus manos acarician mis pechos a placer, hace que me muerda el labio y me incendie con su toque, abrasador, me quema y me da placer al mismo tiempo. Opto por levantarme y me siento al borde de la bañera, le invito que venga con un gesto del dedo y no tarda en acortar la distancia con su boca que baja al centro de mi cuerpo, un jadeo escapa de mis labios y mis piernas se abren para darle más acceso. Mis manos a cada lado de mi cuerpo, mi espalda contra la pared y mis ojos fijos en lo que me hace, es la primera vez que experimento algo como esto y el placer que siento es… diferente, intenso. Siento su lengua que recorre todo mi centro y jadeos escapan de mis labios, no aparto la mirada de lo que me hace y nuestros ojos se encuentran, los míos más turbios por el placer que me provoca con su lengua.

Es una imagen que no he tenido nunca y que me provoca, mi cadera se mueve contra él sin que yo pueda controlarlo y es cuando toca cierta parte de mi cuerpo que un gemido sale de mis labios, mi cadera se mueve contra su boca y cierro los ojos por el placer que recibo, si tengo que describirlo no soy capaz de ello. Todo mi cuerpo arde, mi cadera lo busca en cada pasada que da, siento su aliento en mi centro mojado y me excita, lame, succiona y muerde y yo arqueo la espalda, cierro los ojos y gimo por lo que el cachorro me provoca con su toque. De pronto siento que sus dedos entran de esa forma en mi interior pero él no aparta la cabeza, sigue otorgándome placer y vuelvo a mirarlo, se mueve en mi interior despacio y me arranca gemidos que no evito, siento que quiero más y que nada es suficiente en ese momento y es algo que no me ha pasado jamás.

Mis dedos van a su pelo y tiro de él con fuerza pero no se mueve, sus dedos se mueven en mi interior de forma que me provoca sacudidas, su lengua y boca siguen dándome placer y siento que voy a estallar de seguir así. Mis piernas tiemblan incapaz de soportar tanto placer, soy buena soportando dolor pero no placer, cada movimiento de sus dedos es una tortura y noto que no soy capaz de aguantar mucho más si sigue así. Tan rápido como ha empezado termina, saca sus dedos, su boca se aleja y un gruñido escapa de mis labios y busco sus ojos, me gira contra la pared y mis pechos se pegan a esta y noto que me penetra de esa forma para aliviar el abandono que he sentido en ese momento.

Un gemido sale de mi boca y sus dedos están en mis labios, sé lo que quiere y como he hecho antes con la tarta los lamo, los llevo a mi boca y noto mi sabor en ellos, mi lengua los recorre y dejo un mordisco al final al tiempo que noto que se mueve dentro, mi cabeza cae en su hombro y su aliento lo siento en mi cuello, estoy entre su cuerpo y la pared y él no deja de moverse. Pronto mis labios buscan los suyos y él no deja de moverse, sin parar, sin cesar al tiempo que el beso se convierte en una batalla. Mis caderas lo buscan perdida en el placer que me provoca pero son sus palabras contra mis labios lo que me hace mirarlo y notar que sale de mi cuerpo y se aleja, quiere un baile y que le dé de beber, sonrió de lado y salgo de la bañera para ponerme delante de él.


-¿Eso es lo que quieres? –Cojo la botella y le doy de beber como he hecho otras veces, me alejo unos pasos para que tenga una buena vista y me quedo de espalda a él, normalmente suelo bailar con ropa pero por esa vez no me importa pasar ese detalle por alto. Llevo una pierna hacia un lado y dejo el pie en punta, mi pelo cae mojado por la espalda y por mi pecho con pequeñas gotas que caen y mojan mi cuerpo, en mi cabeza tengo el ritmo de un baile que aprendí hace un tiempo, es sencillo y simple, no tengo que moverme por el lugar porque se trata más de baile de cadera a diferentes ritmos, así como de pecho. Es una danza que ejecuto como una autómata, mi cadera empieza a moverse de forma lenta y luego va aumentando el ritmo, puede ver como toda mi espalda se mueve por los movimientos y termino de cara a él, mis brazos se mueven creando ondas y hago lo mismo desde mi pecho hasta mi vientre, mis caderas se mueven, hago tres golpes lentos y luego otros más rápidos como una cadena.

Mi cadera se mueve con movimientos circulares que alterno con golpes algo más marcados en un contraste entre lo suave y lo fuerte, quedo de perfil y ahí se nota más como mi pecho se eleva y como si de una ola se tratara baja hasta llegar a mi pecho, para subir de nuevo al pecho. Bailes cargados de sensualidad y erotismo donde se marcan más las curvas por los movimientos que se hacen, su mirada está fija en mí y al final acabo girando lentamente hasta estar de espaldas pasando de movimientos rápidos a como si estos se fueran apagando hasta que termino en la posición en la que empiezo. Me giro para mirarlo y sonrío ladina para acercar de nuevo la botella y que beba, y de paso yo también doy un trago ya que apenas queda en la botella.


-Tienes más suerte que nadie, cachorro, aquellos que me han visto bailar al final terminan muertos por mis manos, nadie me ha visto bailar desnuda –afirmo y me pego a su cuerpo- pensaba que ibas a pedirme que bailara sobre ti como he hecho justo ahora –mi mano baja a su miembro, sigue igual de excitado y sonrío por ello con mis labios en su cuello, no digo mucho y tiro de él para llevarlo por una de las puertas del pasillo que da a mi cuarto, lo empujo hacia la cama y me subo sobre él- si quieres puedo bailar también así –siento que me penetra de nuevo y mi cadera se mueve como si bailara, despacio con él dentro. Nuestros labios se buscan y sus manos recorren mi cuerpo de forma libre, mi pecho roza el suyo en cada movimiento.

Entreabrí los labios dejando que apoyara la boquilla de la botella en ellos, el liquido ambarino se deslizó por mi boca resbalando por mi garganta hasta que apartó la botella para permitirme respirar y relamer las gotas que por mis labios habían escurrido lentamente.
Fui yo ahora quien me acomodé para gozar del espectáculo, aquella mujer era digna de los dioses del Olimpo. Cincelada sin duda alguna por la misma Afrodita pero con el descaro de Ares se movía entre las llamas del Tártaro incendiandome con cada sacudida de caderas.

Mis ojos turbios contemplaron el baile de los siete velos, su tez resplandecía mojada y sentí envidia de esas gotas de agua que aun la acariciaban.
Mi mirada turbia se centraba en su tostada piel, los pechos como montañas golpeaban erguidos mientras mi mano acariciaba mi abultado miembro completamente excitado.

Se acercó a mi buscando mis labios, la recibí con hambre, jadeando contra su boca, preso del hechizo que acababa de lanzarme en ese momento.
Regresa a mi lado, botella en mano para darme mas de beber y después apura ella el ultimo trago.
-No voy a ser tan necio de no aprovechar que soy el único con vida que escapa de la viuda negra -apunté con una picara sonrisa dejándome guiar hacia el lecho de su cuarto donde me empuja entre risas y caigo de espaldas sobre el mullido colchón.

Sus piernas abiertas acaparan mi cuerpo, la entrada completamente mojada de su sexo baila contra la punta de mi falo mientras mi mirada oscurecida sigue cada uno de sus movimientos.
Es una de mis manos la que acompaña en su movimiento a sus pechos, los torturo con la yema de mis dedos, los pellizco y finamente alzó el tronco para saborearlos, lamerlos, calcinarlos con mi aliento haciendo que sus pezones se conviertan en duras astas que juegan con mi lengua.
-Zeniba -gruñó alzando mi boca en busca de la ajena para perdernos sin tregua en un sin fin de sabores, alcohol, fuego, pasión y nosotros.

Mis manso la empujan sintiendo como su laberinto se abre acogiendo lentamente a mi grande, su espalda se arquea entre mis manos, tira la cabeza hacia atrás emitiendo un ronco gemido que me excita muchísimo.
El pelo cae como una negra cascada hacia atrás, los dos vamos bastante borrachos, nos dejamos completamente llevar por esa lujuria que en este momento nos envuelve.
Nuestros cuerpos se perlan en sudor por los míticos movimientos de nuestros cuerpos. Nuestra piel fricciona mientras ella me monta como una amazonas, y mi vaho golpea rabioso su cuello succionandolo, marcándolo con mis dientes preso del frenesí que siento en ese momento.

Cada vez gruñimos mas fuerte, no puedo evitar llevar mi mano a la parte trasera de su culo, acaricio la entrada de su vagina, mi polla resbala hundiéndose completamente en ella y mis dedos se mojan de esas sacudidas de nuestros sexos.
Tomo sus nalgas entre mis manos y aprieto mas contra mi, incremento el ritmo, aquello sin duda es un baile con la muerte y los dos nos hemos perdido completamente.

La empujó para que caiga sobre el lecho, me convierto en su escudo y la penetro con rudeza con mi acero, la embisto con violencia, sus manso empujan mis nalgas para que entre mas adentro mientras nuestras bocas se muerden, se devastan enredando las lenguas en una salvaje danza.
Siento como me esparzo en su interior, mi falo da fuertes sacudidas que me hacen incrustarla mas dentro sintiendo como sus paredes tiemblan y me cobijan.

No tardó en caer exhausto sobre ella, mi aliento mueve su pelo, su boca me busca, me encuentra y de forma mas pausada seguimos un beso húmedo, necesitado e infinitamente mas sentido.
-¿Ahora es cuando te comes al macho? -pregunto entre risas volviendo a perderme en su boca, a saquear cada centímetro de esta.

Me hace gracia que me llame viuda negra aunque en parte sí que lo soy por todas las muertes que he dado, por los hombres casados que he asesinado en algunas misiones, pero eso no hace que deje de centrarme en lo que ocurre, estamos en mi cama y estoy sobre él. Sus manos se alzas en busca de mi pecho, los estimula, los recorre, pega pellizcos en mis pezones y arrancha gemidos de mis labios, yo muevo mi cadera creando un roce de nuestros sexos más que listos para pasar al último asalto. Se alza para quedar sentado en la cama, mis caderas se mueven con movimientos lentos en círculos como un baile muy lento sobre su miembro, jadeo por el roce y paso por su cintura con mis piernas en una mejor posición que me deja sentada y completamente abierta. Su boca ahora tortura mis pechos, los lame, los succione, los muerde… me provoca, me busca y al final me encuentra cuando dice mi nombre y sus labios ya están en los míos besándome.

Sus manos acompañan el movimiento de mi cadera y al final bajan mi cintura para notar como se adentra, me llena y me hace soltar un gemido, arqueo mi espalda y la cabeza la echo atrás, cierro los ojos y disfruto de la sensación de tenerlo dentro, caliente y excitante. No tardo en moverme sobre él para otorgarnos placer, mi cuerpo se mueve, sube y baja sobre todo su miembro y noto cada embestida placentera, me hace jadear por lo que provoca y me dan ganas de más, de mucho más. En cada movimiento nuestros pechos se rozan, yo cada vez voy más rápido y siento su aliento en mi cuello, sus labios recorren la zona, lamen, muerden, succiona mi piel dejando una marca con sus dientes y yo rodeo su cuello mientras me muevo sobre él, encendida, mis caderas se mueven en movimientos circulares, las giro con cada movimiento que nos da más placer si cabe.

Lo siento dentro por completo en un momento en el que me quedo sentada y quieta, mi cadera se mueve de esa forma con él dentro, me muevo como si bailara fija en el sitio y comienzo a marcar un ritmo rápido subiendo y bajando sobre él. Cada bajada es un gemido de placer, lo noto dentro por completo y como llega a un tope que me vuelve loca cada vez que bajo del todo sobre él, eso hace que vaya más y más rápida con mis movimientos. Mi mano está enredada en su pelo, siento el mío que se mueve sobre mi espalda y mis labios torturan su oreja y su cuello. Siento que su mano baja hasta mis nalgas, siento sus dedos en mi sexo y eso hace que gima más fuerte, sus manos en mis nalgas me aprietan contra él, me ayudan a ir más rápido y mi mano coge su mandíbula para alzar su rostro y dejarlo cerca del mío, siento su respiración chocar contra mis labios, oigo sus gemidos y nuestros ojos se clavan en el otro.

Se mueve y de un giro me deja bajo su cuerpo, pero no tarda en penetrarme de nuevo y se mueve con rapidez, certero, me penetra hasta el fondo y me arranca gemidos de placer en cada embestida. Implacable, voraz, y tenaz se mueve sobre mi cuerpo poseyéndolo como un animal, a mí me gusta la sensación y la forma que tiene de moverse. Mis manos van a sus nalgas y las aprieto entre mis dedos, hundo mis dedos en su carne y lo empujo más dentro, su mano en mi pelo lo aferra con fuerza, la otra va a mi cadera y me pega más a él al mismo tiempo que nuestras bocas luchan en una feroz batalla. Arqueo mi cuerpo cuando noto que el placer me abruma y se acerca el orgasmo, cierro los ojos y abro más mis piernas para recibirlo mejor, para darle un mejor acceso a mi cuerpo. Todo mi cuerpo tiembla ante la llegada del orgasmo, me dejo llevar por él y al final en un gemido más alto acabo por alcanzar el orgasmo con mi cuerpo arqueado hacia el suyo. Noto que da un par de embestidas más y siento que se va dentro de mí, mis paredes lo acogen al palpitar y eso incrementa la sensación de placer, mi cadera se mueve involuntaria ante el orgasmo recibido y me dejo caer en la cama.

Mi respiración es rápida y todo mi cuerpo lo siento perlado en sudor por lo que he hemos hecho, nuestras bocas se buscan de nuevo en un beso más calmado y pausado, pero igual de húmedo que todos a pesar de que ya estamos completamente saciados. Su pregunta me hace reír entre dientes con su cuerpo sobre el mío, noto que mi corazón bombea con normalidad y que mi respiración ya es regular, pero aún lo noto dentro de mí porque no se ha separado. Volvemos a besarnos y dejo que sea él quien lleve el ritmo del beso, quien recorra toda mi boca y yo le doy acceso. Acaba por tumbarse a mi lado cuando se separa del todo y es, en ese momento, donde me pregunto qué ha sido de mi burbuja y dónde está en esos momentos. Seguro que está medio rota por lo que ha pasado, resquebrajada por cada embiste que él me ha dado.

Me siento extraña, es una sensación que no he tenido nunca en toda mi vida y no es a lo que estoy acostumbrada. No es la primera vez que disfruto del sexo, aunque no como he disfrutado con él en todo momento, no he hecho nunca preliminares y si los he hecho no han sido tan placenteros como los que el cachorro me hada dado. Pero mis encuentros dejan bastante a un lado el contacto, son más rudos, más bastos y se centran solo en una cosa: placer. No hay besos, no hay caricias y mucho menos se quedan en el lugar donde ha tenido lugar el encuentro sexual… sin embargo él ha sido todo lo contrario, me ha acariciado, ha hecho que disfrutara y en vez de levantarse como hace el resto está a mí lado… y esa es la sensación extraña que no sentido nunca, que desconozco. ¿Dónde está la Zeniba que lo hubiera tirado? ¿O la que le hubiera clavado una daga de haberse atrevido a hacer cosas como las que ha hecho él? No lo sé, ahora mismo no sé dónde está esa Zeniba y eso hace que lo mire.


-¿No me he comido ya a un león? Bueno, a un cachorro de león –sonrío de lado, parece que ya se ha acostumbrado a que le llame de esa forma y a mí me hace especial gracia jugar de esa forma con su nombre- Leonidas –lo llamo y cambio mi gesto a uno algo más serio, mis ojos buscan los suyos y me tumbo de lado para mirarlo de forma más fija- ¿Por qué? –Es la única pregunta que hago, es la que ronda mi cabeza en estos momentos- ¿por qué te has empeñado en mostrarme un mundo que, de donde yo provengo, es utópico? –Porque la noche que he tenido con él no la voy a tener allí nunca, si encuentran que me he desviado de lo que debo ser no van a dudar en matarme de ser necesario. He cedido a mis necesidades, pero sobre todo, he cedido en cuanto a sentir algo se refiere… se supone que no he sido entrenada para sentir.

Mi nombre sale ahora sereno, serio de sus labios, no me llama cachorro y eso me hace forzar un mohin, me hace gracia la palabra pronunciada por ellos.
¿por que? ¿por que que exactamente me pregunto, peor pronto encuentro la respuesta.
-Porque no soy un cobarde, no tengo la necesidad de salir corriendo como si acabara de matar a alguien.
Somos dos adultos que en la posesión de su libertad se han encontrado esta noche, no te preocupes, porque te bese, te abrace y me pierda en tu piel no voy a exigirte fidelidad eterna, eso vendrá después si tiene que hacerlo.
Vivo el momento, carpe diem y deberías aprender a hacerlo.

Ladeo mi sonrisa y me pierdo nuevamente en su boca, tintes de alcohol, sexo y un a frutado sabor a fruta madura.
Mis dedos se pierden por sus caderas recordando la danza que para mi ha interpretado.
-No conocía yo ese don tuyo -bromeé mordiendo su labio inferior -será cuestión de repetirlo.

Mi nariz acaricia la ajena, mi cuerpo se pierde contra el suyo incrementando aquel beso furtivo que va cogiendo intensidad y ritmo.
-¿te he dicho que los leones no se sacian? -bromeé entre risas relamiendo mis labios por el sabor de los suyos.

Escucho en ese momento como llaman a la puerta, enarcó una ceja sin entender.
-¿esperas visita? -le pregunto a lo que me encuentro con una ligera negativa.
De nuevo los golpes se suceden, la voz de Agarwaen suena fuerte al otro lado, algo ha pasado, de no ser así mi príncipe no interrumpiría mi noche con una dama.

Depositó un beso en sus labios mientras tambaleándome me levanto del lecho, los dos hemos bebido bastante esa noche, pero un cazador no descansa, así que me las arreglaré como pueda dado el caso.
Cojo los pantalones mientras grito desde la habitación un ¡voy! Y hago equilibrismo para ponérmelos.

La risa de Zeniba me hace sonreír, pero es que no acierto por donde meter las piernas.
-Menos mal que para meterla en otro sitio he atinado a la primera -bromeo entre risas mientras la veo alzarse también tambaleándose y ponerse la bata que cubre su camisón.
Abrocho el botón y beso sus labios alzando con mi mano su mentón.
-Te deseo en mi lecho ¿cuando? -preguntó volviendo a atraerla de la nuca contra mis ansioso labios.

Agarwaen se impacienta y vuelve a golpear la puerta, así que sin respuesta y sin camisa voy hacia allí, abro y Agarwaen me mira fijamente.
Seth no ha vuelto de casa del a nipona y teniendo en cuenta que era él quien iba a ir al pantano esta noche para hacer ronda de seguro algo no ha ido bien, faltar a sus obligaciones no es propio de él.

Buscó las dagas en mi cinto, peor no encuentro nada, Agarwaen niega con la cabeza mientras le pido que esperé que me las he dejado en el comedor o al menos eso creo.
Es Zeniba la que sale con ellas así como con mi camisa, la situación es un tanto cómica, pero es mi hermano el que a desaparecido y teniendo en cuenta que solo quedamos cuatro de los seis que habíamos venido, la situación no es para tomarla a broma.

Me acerco a ella ,cojo mis armas, y las guardo en el cinto coloco mi camisa y miro los ojos azules de la cazadora turbios por el alcohol como los míos.
-¿mañana? -preguntó contra sus labios

Mis ojos se quedan fijos en los suyos y espero una respuesta, no es nada ilógico lo que he le preguntado en estos momentos, porque de donde yo vengo me matarían si supieran que me he dejado llevar por las emociones cuando se supone que me han entrenado para no sentirlas, ¿qué sería de un asesino que puede mostrar emoción alguna por su presa? Allí no admiten fallos, allí la “ley” de los asesinos es mucho más dura que no deja pasar ni una, allí no tienen contemplación alguna y la sentencia es clara: la muerte. Escucho atenta sus palabras y su respuesta, para él es más fácil de lo que él pueda llegar a imaginar, desde su punto de vista, desde la vida que ha llevado no tiene problema con este tipo de cosas, yo sin embargo lo encuentro todo mucho más difícil. Su respuesta es que no es un cobarde como para huir, y en cierta forma siento que me llama cobarde por según él no vivir la vida.
Lejos de lo que piense no tengo miedo de que me pueda pedir algo, nunca me han preocupado ese tipo de cosas, pero para mí que vivo encerrada en una burbuja y que no he conocido el afecto como lo he podido conocer y sentir esta noche es todo extraño.

Dice que debo de vivir el momento, como lo hace él, como me ha explicado que hace y me pregunto por unos segundos como sería vivir el momento, o si sería algo parece a lo que vivo ahora mismo en esa cama. Nunca me he parado a pensar lo que puede ser llevar otra vida porque no me han presentado otro tipo de vida, lo mío es cazar, entrenar y matar… no hay nada más, nada se sale de eso y esta noche he conocido otra cara de la vida. Tengo claro que allí jamás voy a conocer de nuevo una cara como esta, y me encuentro en el dilema de aceptar su consejo y quedarme recluida en mi burbuja para reconstruirla de nuevo, le he dado el poder para destruirla y siento que poco a poco se resquebraja con cada golpe que él da contra la misma. Sus labios me sacan del dilema de mi cabeza y me centran en eso momento, su mano acaricia mi cintura y sonrío de lado cuando pronuncia esas palabras.


-No conoces muchas cosas de mí, cachorro. Solo sabes mi nombre, que soy peligrosa y letal y que bailo… todo lo demás son sombras para ti –dice que hay que repetirlo y su cuerpo se orilla al mío, me besa otra vez y me dejo llevar por él porque siento que esto para mí queda fuera de lo que suelo hacer, dejo que él guíe. Mi mano se pierde por su pecho mientras nos besamos y volvemos a provocarnos de nuevo siendo el beso cada vez más caliente, como más necesitado. Su pregunta me hace negar con la cabeza mientras veo que se relame- eso lo dices porque quieres que te baile de nuevo –comento son una sonrisa ladeada cuando suenan unos golpes en la puerta, enarco una ceja por ello y me pregunto si espero visita. ¿De verdad? Es el único que sabe dónde vivo, niego con la cabeza y parece que la voz que escucha y que lo llama la reconoce, y yo me pregunto cómo saben dónde vivo. Me suena la voz que escucho, la he oído antes y eso hace que él se levante y comience a buscar su ropa aunque lo hace tambaleándose por la botella que nos hemos bebido. Me incorporo en la cama y lo veo dando tumbos por la habitación, responde un “voy” para ver como se pone los pantalones o hace el intento de ello porque no atina a hacerlo, y eso me provoca una risa que se oye en la habitación- menudo cazador estás hecho –le digo y me levanto, yo es que tampoco vaya bien pero al menos ponerme una bata que cubra mi desnudez es mucho más sencillo que vestirme entre saltos.

Lo miro con una sonrisa ladeada cuando termina de abrochar el botón y alza mi mentón para darme un beso, me dice que me quiere en su cama y me pregunta cuándo, pero ni siquiera me da tiempo a responderle cuando su mano me acerca de la nuca a su rostro y nuestros labios vuelven a encontrarse otra vez. Estamos en el beso cuando la puerta suena con más insistencia, se separa de mí y sin la camisa sale para abrir la puerta, oigo las voces desde la habitación y sé lo que pasa y por qué ha venido a buscarlo, me doy cuenta de que es la voz de quien me dijo era su príncipe y que iban a buscar a su hermano que no aparecía. Recojo la camisa del suelo y de camino a la puerta veo encima de la silla el sus armas, las cojo y salgo hacia la puerta donde me encuentro con el otro hombre que me mira casi con una sonrisa en los labios, pero hay preocupación en su rostro. El cachorro se acerca a mí para coger las cosas y le entrego la camisa y sus armas, con su pregunta ya sé qué es lo que me está diciendo.


-Mañana –afirmo asintiendo levemente con la cabeza, voy a tomar el consejo que él me ha dado mientras esté en la ciudad, disfrutar el momento es lo que él ha dicho, algo que no he hecho ni me he permitido en mi vida- te espero para que me recojas –digo antes de acortar la distancia y besar sus labios, su preocupación también es palpable y antes de separarme lo miro, si fuera otra, si no fuera así incluso hasta podría acompañarlo si necesita de ayuda… pero yo no soy de esa forma, no está en mí ayudar a nadie y me cuesta hacerlo- Lleva cuidado, cachorro –es lo que digo contra sus labios antes de dejar que parta y salga por la puerta, cierro esta cuando se van y me quedo apoyada contra la misma. De alguna forma presiento que su “carpe diem” puede traerme problemas, y aun así me sigo debatiendo a mí misma qué es lo que debo hacer, porque noto que el cachorro se ha propuesto romper mis esquemas y no acostumbro a que nadie lo haga o siquiera se lo plantee, no le doy tiempo porque antes… acaban muertos.

Habíamos buscado algún rastro de mi hermano o la nipona, pero la verdad es que parecía que el bosque se los había tragado.
Como si algo mágico hubiera borrado toda existencia de su presencia, de su aura, nos pasamos la noche y el día tratando de dar con algo que nos ayudara a dar con ellos.
Poseidon tampoco estaba, nuestra alianza parecía consumirse y cada vez quedamente mas expuestos ante la bruja y sus sobrenaturales.
Nuestros ánimos parecían menguar de forma considerable tal y como las horas pasaban.

Annabel llegó al bosque para buscar a dos hombres derrotados, nos dejamos caer sobre la tierra húmeda por la lluvia, los dos nos temíamos lo peor y mientras Agarwaen se hundía en los brazos de su prometida, yo juraba venganza apretando la tierra entre mis dedos como promesa sagrada.
La marca del príncipe crecía, no hacia falta ser muy listo para darse cuenta de ellos, sus fuerzas menguaban por mucho que Agarwaen lo disimulara, también la loba lo sabia, fue por eso que me dijo que se lo llevaría a casa, aunque el príncipe parecía reticente a abandonar el bosque.
Los dos necesitábamos descanso y si a estas alturas no habíamos encontrado rastro alguno pese a ser unos grandes rastreadores, ya no lo haríamos.

Asentí cuando Annabel me dijo que quisiéramos o no, no estábamos en condiciones de seguir buscando, su inminente vientre portaba en su interior al próximo heredero a la corona, uno que quizás acabaría convirtiéndose en rey demasiado pronto.
Conocía la voluntad de Agarwaen, si la marca se acercaba a su corazón el mismo se quitaría la vida, no estaba dispuesto a convertirse en la marioneta de esa hechicera y menos aun poner en peligro a su prometida y futura madre de su hijo.

Yo me despedí de ellos, estaba muy cansado, pero, sabia que si no acudía a casa de Zeniba pensaría que había desaparecido, que había follado con ella y después como muchos otros, obtenido lo querido, me había ido.

Llamé a la puerta lleno de barro, con ojeras y con los labios resecos.
Nada mas abrió la puerta ladeé la sonrisa y busqué con suavidad su labios, mi lengua cruzó el precipicio de su boca enredando mi lengua de forma calma con la ajena.
Mi mano sobrevoló la distancia, la posé en su nuca y acaricié con suavidad su mejilla.
-he tenido un día complicado, quería llevarte a cenar, pero estoy destrozado...¿te importa si nos quedamos en tu casa? -susurré contra sus labios volviendo a perderme al instante en ellos sin dejarla responder en ningún momento.

Miré le suelo ,las botas llenas de barro, completamente mojado por la lluvia.
-Lo siento, soy un desastre -reí contra sus labios -te prometo que te quería llevar a cenar, te hago aquí una comida -bromeé moviendo mi lengua picaramente -a cambio me haces tu la cena ¿que me dices?

El día lo he pasado buscando información sobre la presa que me ha traído a París, camuflarme con las gentes y pasar desapercibida a veces tiene sus frutos, necesito algo que me de una mínima pista para poder tirar de un hilo y conseguir la misión que me han encomendado. Es una misión difícil, pues la presa a seguir es muy escurridiza como para dejar alguna pista que me lleve hasta poder localizarlo. Me frustra no poder terminar la misión que me han puesto, de hecho, soy consciente de que no puedo volver sin la cabeza de la presa porque entonces la cabeza que va a rodar va a ser la mía. En las misiones no se falla, o se vuelve victorioso o si lo haces prepárate para una muerte. Si pasado un tiempo no vuelves significa que has muerto y que otro tomará en tú lugar la misión, en el caso de que hayas desertado por algún motivo y den contigo el destino es el mismo: la muerte.

No sería el primer caso en el que alguien abandona la misión y el siguiente que la obtiene cruzarse con la persona con la única opción de matarlo. Lo sé, y lo sé porque yo he sido verdugo de uno de ellos, alguien que quiso no hacer la misión y al final por azares del destino acabé por encontrarlo de casualidad, en cuanto nos vimos ambos supimos que uno de los dos no seguiría con vida, para su desgracia, fue su vida la que se acabó. He pasado el día fuera y no he obtenido pista alguna, pero he mandado un mensaje que va directo a Persia dando un informe de la misión y de lo difícil que esta, no quiero que piensen que he desertado y que vengan para acabar con mi vida, puesto que no es el momento de que esta llegue a su fin todavía.

Vuelvo a casa ya entrada la tarde y me voy a darme un baño directa, dejo que mi cuerpo descanse con el agua templada y no puedo evitar recordar lo que pasó en el baño con el cachorro, miro al cielo pensando en lo que puede cambiar una noche de caza, pienso en lo que el cachorro intenta hacer conmigo y me muerdo el labio al darme cuenta de que quiere destruir la burbuja que me rodea y en estos momentos soy consciente de que puede hacerlo si se lo propone. Sigo sin pensar por qué me muestra algo que para la vida que llevo, para la vida que se lleva en Persia es casi una utopía entre asesinos. Mostrar sentimientos está casi prohibido y si te ven débil no dudan en quitarte del medio. Me pregunto si el cachorro me hace débil o simplemente me muestra la otra cara de la vida que, si él no me enseña, jamás iba a llegar a conocer.

Quito esos pensamientos de mi mente y salgo de la tina para ponerme una bata encima y secar mi cuerpo, ayer dijo que hoy venía a buscarme y aunque siento alguna que otra duda sobre si va a venir o no igualmente me cambio, unos pantalones negros de cuero, junto con una blusa azul clara y un corsé azul y negro es mi atuendo. Como de costumbre no evito el coger mis tridentes que guardo, no estoy acostumbrada a salir sin arma alguna y es una costumbre muy arraigada que tengo. De esa forma recostada en el sofá espero a que el cachorro venga ya que la noche se acerca y se supone que tiene que venir a buscarme. Me entretengo lanzando los tridentes que cojo al aire mientras pasa el tiempo, comienzo a pensar que realmente no va a venir, pero, ¿debo de sorprenderme? La verdad es que no, la verdad es que estoy acostumbrada a que pase eso y pensar que el cachorro puede haber sido diferente ha sido una tontería de mi parte, bajar un poco un escudo para dejar que me den una estocada.

No pienso quedarme encerrada como cualquier otra joven lamentándose por ello, me levanto para ir a la habitación para coger las botas ya que voy descalza siempre que estoy en casa, y es cuando escucho el ruido de la puerta al llamar. Mi vista se gira hacia la misma puerta y al abrirla me encuentro con su rostro en una sorpresa inicial, sus ojos azules en los míos, su sonrisa ladeada antes de acortar la distancia y buscar mis labios, su lengua se abre paso y se adueña de mi boca, encuentra mi lengua y me invita a bailar de forma lenta. Su mano en mi nuca, su pulgar acaricia mi mejilla y se separa para decirme que ha sido un día complicado, me fijo en que tiene ojeras y que su aspecto luce bastante cansado… aun así está frente a mí. Dice que había querido llevarme a cenar y me pregunta si nos podemos quedar en mi casa, pero no me da tiempo a responderle porque de nuevo su boca busca la mía de forma suave y lenta.


-Podemos quedarnos aquí –digo y él cierra la puerta a su espalda, mira al suelo y yo lo hago para darme cuenta de que está lleno de barro y mojado por completo, alzo mi mirada a él y enarco una ceja ante su disculpa- ¿luego vas a limpiar esto? –Pregunto cuando él se ríe contra mis labios, vuelve a decir que pretendía llevar a cenar pero parece que tiene otra idea en mente, algo que me hace reír- no serías un cachorro si no me mancharas la casa –ladeo un poco la cabeza y me muerdo el labio por sus palabras y un escalofrío placentero me recorre ante el recuerdo de lo que ya me hizo anoche- ¿Cómo un trueque o un quid pro quo? –Pregunto como si es alguna forma de pago- ¿luego vas a querer que te arrope y te cante una nana? –Pregunto con cierto deje divertido y mi mano sube lenta por su pecho- antes de nada prefiero que te quites las botas y las dejes a un lado –mis labios suben a los suyos para dejar un beso en ellos- luego puedes comer lo que quieras –mis palabras tienen un doble sentido que sé que él ha captado y me separo para adentrarme por el pasillo- puedes darte un baño antes, tengo ropa grande que te puede servir –lo espero apoyada en el marco de la puerta para darle la ropa antes del baño.

Zeniba me dejó entrar a su casa, acogía mis besos de forma cálida y aunque bromeó sobre como los cachorros tendemos a mancharlo todo a nuestro paso, sus caricias, sus palabras susurradas contra mis labios me supieron a hogar.
Era agradable después de un día como este buscando a mi hermano en el bosque volver junto a alguien que te cuidara de algún modo, estaba acostumbrado a yo mismo coser mis heridas, a emborracharme en el salón para paliar el dolor y a bromear sobre lo breve que es la vida fingiendo que nada había pasado durante el día con mis amigos para no caer en la cuenta que esta vida..en el fondo te quita mucho mas de lo que te da.

Trataba de mantenerme en pie, no solo porque el cansancio me pesaba, mi cuerpo no daba mas de si, si no porque de todos los que llegamos a París para buscar a nuestro príncipe herido, a estas alturas solo quedábamos el y yo.
Seth y Poseidon habían desaparecido, Seth era mi hermano y pensar que podía ahora mismo estar en manos de Nessanie no me parecía nada alentador.
Sabia que así era nuestra vida, que pocos de nosotros llegábamos a viejos, pero eso ni por un instante aplacaba hoy mi dolor.

Zeniba me dijo que podía dar baño en la tina, la atraje de la cintura para volver a impactar con su boca, mi lengua dibujo sus labios de forma lenta, incitándola a un beso mas profundo, húmedo.
Su risa contra ellos y me empujó del pecho hacia el baño para que me pusiera ropa seca, que me quitara el barro de encima y me relajara alegando que después podría comer todo cuanto quisiera.
-Algo así -bromeé – un intercambio de placeres tu llenas mi estomago y yo … -deje´que mis palabras impactaran contra su boca.

Cogió algo de ropa para que me la pusiera tras el baño y apoyandose en el marco de la puerta me la dio si borrar esa sonrisa de sus labios.
Me desnudé bajo su atenta mirada y tiré de su brazo para que me acompañara, me apetecía mucho estar con ella en ese instante, perderme en su piel y quizás que repitiera para mi ese baile.
Pero entre risas se zafo alegando que seguro no había probado bocado durante todo el día, a decir verdad, estaba en lo cierto, decía que mis tripas rugían y así se marcho para dejarme solo.

Me metí en la bañera, poco a poco fui quitando los restos de barro incrustados en mi piel, sentía mi cuerpo pesado, mi cabeza acabó apoyandose en el borde de la bañera, no se cuando exactamente pero acabé sucumbiendo a los designios de Morfeo, la oscuridad me acogió cuando mis ojos se cerraron por completo dejando mi cuerpo inerte entre las cálidas aguas del baño.

Lo dejo en la puerta mientras cruzo el pasillo para ir a la habitación, su aspecto dice bastante de cómo está ahora mismo, tiene ojeras, se le nota bastante cansado y no sé cómo es que ha venido después de como está y del día pésimo que, según ha dicho, ha llevado. No hace falta que pregunte que la búsqueda no ha tenido éxito, se le nota en los ojos que los tiene más apagado y como cazadora que soy si han estado el día entero buscándolo… es probable que ya no aparezca. No quiero preguntarle, no sé cómo abordar ese tema en el caso de que salga, no sé dar consejos cuando alguien está mal o ha perdido a alguien querido, de hecho, no tengo recuerdo de haber perdido a nadie querido, mi vida es una completa incógnita que no he logrado nunca resolver… tan sólo tengo un colgante al cual me aferro sin poder tirarlo, como si algo me lo prohibiera, y no entiendo por qué es así.

Saco la ropa que va a utilizar el cachorro y que estoy segura que le va a venir bien aunque puede ser que le quede un poco grande, me apoyo en el marco de la puerta y espero a que se acerque para darle la ropa y que se de un baño, no quiero que me siga manchando toda la casa como buen cachorro que es. Se acerca hasta donde estoy y me explica que es algo así como un intercambio, y deja una frase a medias pero que da a entender perfectamente lo que quiere decir. Sonrío de lado por sus palabras y frente a mi mirada se desnuda sin problema alguno, de hecho ya nos hemos visto desnudos y en ese aspecto no hay secreto alguno. Lo recorro con la mirada y me fijo de que se nota que es un hombre hecho para ser cazador, sus músculos están definidos en su cuerpo y las heridas que lleva hacen ver que ha estado en peligro alguna que otra vez.

Su brazo rodea mi cintura y me acerca a él para de nuevo besarme, sus labios me buscan en una caricia lenta cuando pasa su lengua por mis labios, muerdo su lengua y mis ojos se fijan en los suyos, tira de mi abrazo en una muda petición de que le acompañe en el baño pero con una risa corta me libro de su agarre y le doy la ropa, está cansado y aunque quizá quiera que le acompañe de alguna forma sé que si nos metemos a la tina no vamos a salir en un tiempo de ella. Sus tripas en ese momento suenan y yo enarco una ceja al escucharlas, le tiendo la ropa y me acerco solo para dejar un beso en sus labios mientras con mi mano le empujo hacia el baño y lo dejo en el interior de este, el agua corre por la tina y yo lo miro con una sonrisa ladeada.


-Es mejor que te des un baño cachorro, mientras yo puedo preparar algo para hacer… ese intercambio que has dicho. Se nota que no has probado bocado en todo el día y antes de que me hinques el diente a mi voy a ver si puedo hacer algo –lo miro una última vez antes de alejarme y dejarle solo en el baño, mientras yo preparo algo rápido para cenar, no es que tenga mucho pero algo puedo hacer con lo que tengo y pronto tengo la cena lista. Me extraño de que el cachorro no haya salido de la tina y me acerco hacia el baño para encontrarme con la imagen de ese hombre sumido en el sueño todavía dentro, me siento en el borde de la tina y lo llamo para despertarlo, quizás no es buena idea pero peor idea es dejar que duerma ahí metido- Leonidas –lo llamo para ver si despierta pero no hace movimiento alguno, vuelvo a llamarle de nuevo y mi mano acaricia su rostro pero no surte efecto tampoco- cachorro, despierta –es con eso que sus ojos se abren y buscan los míos, no puedo evitar sonreír de lado por haberse despertado cuando le digo cachorro- venga levanta, no puedes dormir aquí –si puede pero no es lo mejor cuando el cuerpo te pide descanso. Tiro de él para que se levante y se despeje y lo pongo en pie en la tina, lo saco y dejo que el agua se vaya por si acaso- venga, la cena está lista. Luego si quieres te arropo y te canto una nana para dormir –digo con cierta diversión antes de dejar un mordisco en su cuello y mirar que se vista para cerciorarme de que no se queda durmiendo, cuando termina cojo su mano y tiro de él por el pasillo hasta llegar al comedor donde está la cena lista- tienes que comer algo, luego te dejo que duermas todo lo que quieras –porque he estado en su situación y es mejor comer y que el cuerpo descanse y recobre energías. Me siento en la silla y lo miro, enarco una ceja, pero por esa vez no voy a darle de comer como la otra noche.

Abrí los ojos de golpe, mi mano sobrevoló la distancia que me separaba del cuchillo con el que dormía bajo la almohada, con los músculos tensos y la mandíbula apretada.
Poco a poco me ubiqué, ensanché la sonrisa centrando mis azules en sus océanos.
Estaba en su baño, metido en la tina y al parecer el cansancio que sentía se había apoderado de mi.
Entre risas Zeniba tiró de mi mano para que saliera de allí, tenia que cenar y después me iba a arropar y a cantar una nana.
-Suena bien -bromeé contra sus labios llevando la toalla a mi cuerpo para sacarlo.

Me vestí bajo su atenta mirada, no podía evitar reír por la cara que ponía, repasaba cada centímetro de mi piel.
-Si quieres no me visto -bromeé acercándome a ella con picardia, mis manos se deslizaron por debajo de su corseé y mi boca volvió a colisionar con la ajena plagandola de húmedos besos.

Me saco del baño para sentarme en la mesa, Zeniba había improvisado algo rápido, pero que la verdad tenia muy buena pinta, me relamí mirando los trozos del guisado de carne.
-No perdamos las costumbres cazadora -susurré tirando de su cintura sentándola nuevamente en mi regazo.
Señalé la carne para que me la diera mientras abría la boca para que lo metiera.
Zeniba se reía por como mis manso se deslizaban por debajo de su ropa, acariciando cada centímetro de su piel.
-Tengo las manos ocupadas -dije en mi defensa.

Finalmente la cazadora cedió, ambos reíamos buscándonos entre caricias, entre besos húmedos y sobre esa misma silla acabamos enredados de forma apasionada. Ella montada a horcajadas sobre mi cuerpo, galopando hambrienta, haciéndome rugir como un león hasta que ambos nos sacudimos con violencia presos del éxtasis del encuentro.

Tiré de su cintura alzándola por las nalgas para llevarla hasta el lecho donde la vez anterior fuimos interrumpidos por mi príncipe. Me deje caer con ella sobre el mullido colchón, no podía dejar de besarla, de acariciarla y la verdad es que si la cúpula la tenia puesta, yo no lo notaba.
-¿Y mi nana? -pregunté pegándola a mi, repasando su piel con mis labios.
Mis ojos se entrecerraban, estaba agotado, tire de la manta cubriendo el cuerpo de ambos bajo las pieles.
-Mañana prometo recompensarte... -musite adormilado, ya enredando las palabras preso del sopor que me invadía en esos momentos.
Rodeé con mi brazo su estrecha cintura y cerré los ojos.
-La nana -recordé -sonriendo con malicia antes de caer profundamente dormido.