AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
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Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Solo tú tienes la llave para abrir el cajón de tu propia felicidad.
El sol me había sorprendido sacando los bollos del horno de piedra, los favoritos de la familia. Siempre, los remataba con mi toque especial: una mezcla de azúcar y canela que le daban un toque delicioso. El café acababa de hacerse cuando una el tintineo de una de las campanitas de la cocina me avisó de que sirviera el desayuno un día más. Antes de colocar el desayuno en las bandejas de plata, tan resplandecientes como espejos, me miré en una de ellas pues mi apariencia era muy importante.
Aparté de mi rostro un par de mechones y coloqué lo de todos los días, a cada bandeja lo que degustaba la familia , ninguna bandeja era igual pero en todas…mis famosos panes. Podía oír a medida que me encaminaba hacia el salón por el pasillo… las voces de los hijos de los Cannif, como siempre, se encontraban entrenando a capa y espada en el patio de armas. Todos entre sí, menos uno…uno de ellos jamás participaba en esas batallas familiares que como vencedoras eran las chicas, Synnove y Fiolett.
Repartí todas las bandejas, menos una, a él me tenían dicho que le sirviera el último. Hasta en ese detalle, él no tenía privilegio alguno pero eso no quitaba que fuese con él un poco más generosa. Siempre echaba más comida en su plato y más bebida. Sonreí antes de llamar a la puerta, esperé que me dieran paso y entré como cada día. En la bandeja no solo estaba lo dispuesto para comer, una flor fresca, una rosa tan blanca como la nieve que aún conservaba las gotas del rocío de la mañana.
-Señor, su desayuno -dejé caer los terrones de azúcar en el café, abrí el panecillo y unté mantequilla en él, un toque de mermelada en el centro y la flor, a un lado de la bandeja -Ya puede usar el patio de armas, ya lo dejaron libre -recogí la ropa para ser lavada, mientras tarareaba por lo bajo, era inevitable estar de buen humor cuando me encontraba allí con ellos… en esa habitación sabía estaba a salvo -¿Puedo serviros en algo más? -al no oír respuesta, desvié mi oscura mirada hacia la cama, estaba allí pero no respondía, apenas se había movido desde que entré… no, no se movió ni un ápice.
Solté la ropa, dejándola caer en el suelo y en un par de zancadas me acerqué al borde de la cama, destapándolo. Le tomé de los hombros, zarandeándolo un tanto, ese hombre podía conmigo… no era la primera vez me asustaba de esa manera, dormía como un auténtico tronco -Señor… -y él…siempre me hacía olvidar el protocolo, al menos en esos momentos de pánico. Tomé la jarra de la mesita, la dispuesta para asearse a la mañana. Llené el vaso y se lo eché en la cara, esperando así que despertase. Me eché a reír por su reacción, inclinándome lo suficiente para que solo él me oyese, nuestra confianza era más cercana que con los otros miembros de la casa -Dritt, deberías levantarte. Ya me gustaría dormir durante toda la mañana pero hay cosas qué hacer. Siento lo del agua pero me asustaste…ah y… -sonriendo, me acerqué a él un tanto más para susurrarle como si fuese un secreto -Para ti, dos panecillos, los más grandes. Y la primera rosa de la primavera ¡hace un día espléndido! -me sonrojé ligeramente, mirándole a los ojos por un segundo, apartando la mirada…pues me estaba prohibido hacer tal cosa.
Éramos amigos, nos criamos juntos y se me olvidaba… con él no era lo mismo ni yo me comportaba como debía.
-Vas a tener que venir conmigo al mercado. Niels siempre desaparece cuando lo necesito… pero si no puedes, se lo diré al señor Cannif o… me gustaría que fueses tú, así que levántate -aparté la sabana, dormía desnudo… no me sorprendió tal cosa pero inevitablemente…me sonrojé.
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
El sol entraba por los postigos de la pequeña guardilla que casi desde niño se convirtió en mi único refugio.
Bufé exasperado metiendo la cabeza bajo el almohadón al escuchar la voz de mis hermanos y de mis “primos” entrenando en el patio de armas.
Era frustrante tener que acudir a él solo cuando ellos lo abandonaban, limitando mi entrenamiento al maestro de armas que entrenaba a los otros jóvenes soldados.
Solo Erlend cuano se alzaba el ocaso y de forma diaria se apiadaba de mi y me llevaba al bosque para ayudarme con el manejo del mandoble, aun no entendía porque lo hacia y aunque se lo pregunté siendo mas niño jamas obtuve respuesta, como obtenerla del mítico Erlend Cannif, sus designios siempre tenían un motivo pero pocas veces era conocido.
No me quejaba, admiraba a “padre” y en parte era capaz de entender sus motivos, era fruto de una violación, un mal nacido que había manchado su apellido, ese que jamas permitió que portara aunque lo hubiera hecho con orgullo.
Padre no era malo, pero por sus venas corrían como por las mías la sangre orgullosa de estas tierras, me ponía en su lugar y quizás yo hubiera hecho lo mismo, pero también me costaba entender ¿que culpa tenia yo de haber nacido? Había días que prefería haber caído muerto en el nacimiento, crecer siendo un bastardo era algo complicado.
Padre jamas me decía que estaba orgulloso, volvía ensangrentado de la guerra, esperando solo, si no una palabra, una mirada de aprobación, mas ni eso encontraba de los pardos de mi padre.
El gorgoteo de los petirrojos volvió a dormirme mecido con su canto, era pronto para mi, así que, nada mejor que dormir me esperaba en estos momentos.
No se el tiempo que llevaba en los brazos de las valquirias cuando el agua golpeó con saña mi cara, tomé el cuchillo que bajo mi almohada se encontraba y atrapé al atacante tumbándolo sobre mi lecho con el acero en su cuello.
Ensanché la sonrisa al verla a ella, con ese pelo negro y la piel tostada que contrastaba en la penumbra con la mía clara.
-Algún día te mataré mujer -rugí negando mientras apartaba el arma de su cuello.
Su sonrisa iluminaba la estancia, asegurándome que me había traído dos panes, los mas grandes y que fuera hacia un día digno de Odin.
Me alcé, no pude evitar mirarla de reojo al ver como su mirada apreciaba mi desnudez, llevábamos juntos una vida y aun no se había acostumbrado a verme así.
Me acerqué a la palangana y tiré algo de agua por mi cara humedeciendo mi pelo que peiné rebelde con los dedos.
-Quita esa cara, si no estoy montándote ahora es porque me obligas a ir al mercado -bromeé caminando hacia la bandeja de panes y tomando uno para darle un bocado.
Mientras masticaba cogí los pantalones para calzármelos con rapidez bajo su atenta mirada.
-¿Al mercado? ¿tengo yo pinta de ir al mercado? -bufé, no solo no me dejaban entrenar si no que ahora también me daban las labores del hogar -Niels se las monta bien y no me refiero solo a las mujeres, si no para librarse de toda obligación que lo mantenga apartado de su amado Valhalla.
Dejé escapar el aire de forma pesada volviendo hacia la bandeja y dando un trago del café y otro bocado de los panes.
-Esta bien, déjame entrenar con los muchachos y te acompaño después a tu mercado -sentencié caminando hacia el armario para colocarme una camisola.
Las pieles estaban a los pies de la cama sobre un baul viejo que guardaba las mantas, así que las ajuste sobre los hombros anclandolas con el emblema familiar.
Le guiñe un ojo cuando tome el mandoble dispuesto a bajar a entrenar.
-Gracias por los panes -apunté sin mas.
Bufé exasperado metiendo la cabeza bajo el almohadón al escuchar la voz de mis hermanos y de mis “primos” entrenando en el patio de armas.
Era frustrante tener que acudir a él solo cuando ellos lo abandonaban, limitando mi entrenamiento al maestro de armas que entrenaba a los otros jóvenes soldados.
Solo Erlend cuano se alzaba el ocaso y de forma diaria se apiadaba de mi y me llevaba al bosque para ayudarme con el manejo del mandoble, aun no entendía porque lo hacia y aunque se lo pregunté siendo mas niño jamas obtuve respuesta, como obtenerla del mítico Erlend Cannif, sus designios siempre tenían un motivo pero pocas veces era conocido.
No me quejaba, admiraba a “padre” y en parte era capaz de entender sus motivos, era fruto de una violación, un mal nacido que había manchado su apellido, ese que jamas permitió que portara aunque lo hubiera hecho con orgullo.
Padre no era malo, pero por sus venas corrían como por las mías la sangre orgullosa de estas tierras, me ponía en su lugar y quizás yo hubiera hecho lo mismo, pero también me costaba entender ¿que culpa tenia yo de haber nacido? Había días que prefería haber caído muerto en el nacimiento, crecer siendo un bastardo era algo complicado.
Padre jamas me decía que estaba orgulloso, volvía ensangrentado de la guerra, esperando solo, si no una palabra, una mirada de aprobación, mas ni eso encontraba de los pardos de mi padre.
El gorgoteo de los petirrojos volvió a dormirme mecido con su canto, era pronto para mi, así que, nada mejor que dormir me esperaba en estos momentos.
No se el tiempo que llevaba en los brazos de las valquirias cuando el agua golpeó con saña mi cara, tomé el cuchillo que bajo mi almohada se encontraba y atrapé al atacante tumbándolo sobre mi lecho con el acero en su cuello.
Ensanché la sonrisa al verla a ella, con ese pelo negro y la piel tostada que contrastaba en la penumbra con la mía clara.
-Algún día te mataré mujer -rugí negando mientras apartaba el arma de su cuello.
Su sonrisa iluminaba la estancia, asegurándome que me había traído dos panes, los mas grandes y que fuera hacia un día digno de Odin.
Me alcé, no pude evitar mirarla de reojo al ver como su mirada apreciaba mi desnudez, llevábamos juntos una vida y aun no se había acostumbrado a verme así.
Me acerqué a la palangana y tiré algo de agua por mi cara humedeciendo mi pelo que peiné rebelde con los dedos.
-Quita esa cara, si no estoy montándote ahora es porque me obligas a ir al mercado -bromeé caminando hacia la bandeja de panes y tomando uno para darle un bocado.
Mientras masticaba cogí los pantalones para calzármelos con rapidez bajo su atenta mirada.
-¿Al mercado? ¿tengo yo pinta de ir al mercado? -bufé, no solo no me dejaban entrenar si no que ahora también me daban las labores del hogar -Niels se las monta bien y no me refiero solo a las mujeres, si no para librarse de toda obligación que lo mantenga apartado de su amado Valhalla.
Dejé escapar el aire de forma pesada volviendo hacia la bandeja y dando un trago del café y otro bocado de los panes.
-Esta bien, déjame entrenar con los muchachos y te acompaño después a tu mercado -sentencié caminando hacia el armario para colocarme una camisola.
Las pieles estaban a los pies de la cama sobre un baul viejo que guardaba las mantas, así que las ajuste sobre los hombros anclandolas con el emblema familiar.
Le guiñe un ojo cuando tome el mandoble dispuesto a bajar a entrenar.
-Gracias por los panes -apunté sin mas.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Mis sonrosadas mejillas , daban ese toque dulce e inocente que suponía el hecho de verle desnudo. Nos hemos criado juntos, incluso tenemos la misma edad y la señora Cannif, me tuvo como a uno más de sus hijos, he de decir que no me faltó absolutamente nada de su parte y sin embargo, siempre supe cual era mi sitio y no me importaba pues no pude tener más suerte. De todas las veces que de niños jugábamos en el arroyo, corriendo por los bosques y jardines , completamente mojados y sin ningún tipo de pudor alguno en vernos desnudos pero ahora…era diferente, pues habíamos crecido y de niños habíamos pasado de tratarnos con tanta familiaridad y tuteo a tener que guardar las formas, al dirigirme a él como señor.
No era ningún secreto, que él fuese menospreciado en algunos aspectos por ser quién era. Nunca lo traté distinto a los demás, para mí, era como un Cannif más aunque no llevase apellido. Con él, no perdí esa confianza con la que a solas podíamos jugar. Y con sus “hermanos”, la lealtad y confianza eran un tanto más diferente pues… sí era una criada para ellos y a la vez , esa niña que siempre jugó con ellos.
Ante su amenaza , dicha con tanta autoridad y desafío, me eché a reír divertida. Sabía que él jamás podría hacerme daño. Mi manera de despertarlo causaba efecto, he ahí la prueba. Me levanté de la cama , cogiendo el borde de la sabana con los dedos y sacudirla, mi tiempo valía oro y ya debería estar de camino al mercado, ese hombre me distraía y yo me dejaba. Sonreí mirándole de reojo, eso de “montar” sabía que me hacía muy poca gracia… o más bien no tenía ni idea de cómo se hacía.
-Ya te dedicas a montar a caballos y a lo que no son caballos, al menos gritan como tal… -me burlé por lo bajo, buscando su mirada cómplice, una verdad junto a un reto que no tardé en lanzarle - A mí nadie me ha montado pero eso no es ningún secreto. Y debo darme prisa… ¡no puedo echarte la culpa de mi retardo! -reí, mirándole fijamente a los ojos, no…no tenía pinta de ir al mercado -Vienes a acompañarme como buen escudero para que no pase nada a la criada más eficiente e importante de la casa -alcé la barbilla, eso sonaba mejor que venir conmigo a hacer la compra..
-No…sabes que no regalo nada. Me debes algo , … señor -cogí la ropa sucia y me encaminé pasillo contrario a donde él se dirigía. No podía evitar que mi sonrisa se ensanchase, él me acompañaría… no podía estar más segura. Hice mis labores de lavandería y me dirigí hacia la cocina, la cocinera me dio la lista de siempre y esperé paciente en la entrada. Mientras tanto, ordené un poco las cuadras, no era mi trabajo pero no me importaba.
Sus pasos, me hicieron sonreír de medio lado, aún sin girarme y con las manos en la cintura…busqué su mirada un instante. En el patio, no podía dirigirme a él de otro modo que con cortesía, era mi señor, a quién servía pese a todo.
-Cuando quiera… -tres pasos hacia atrás de él y lo seguí, en cuanto salimos de la casa, me eché a reír sin mas -¿Dónde está mi premio, señorito? Ya no tengo que comportarme como la sirvienta complaciente… -aún así, hablaba entre susurros, si alguien me veía tomar esas confianzas…tendría serios problemas pero es que era inevitable comportarme de otra forma que no fuese esa -No refunfuñes… en cuestión de una hora, estarás batiéndote en duelo con alguno de esos…
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
El entrenamiento fue duro, mi maestro de armas no dudaba en exprimirme al máximo, algo de lo que no lo culpaba, mas bien al contrario, siempre me decía que llegaría lejos, que entrenara porque estaba forjado de acero.
Aun así sabia que nunca podría aspirar a nada mas que a estar a las ordenes de alguno de mis hermanos o “primos” yo no era tenido en cuenta para nada, aun así lucharía a su lado hasta mi ultimo aliento, quizás algún día encontrara ese perdón que me consumía.
Sudando con la camisola colgada de mi hombro y algunos rasguños que aun sangraban fui hacia las caballerizas, había visto pasar a Soleil hacia un rato y no la había visto salir, así que seguro se había puesto a trabajar allí dentro, esa mujer no paraba jamas.
Nada mas escuchó mis pasos se giró colocando sus brazos en jarra lo que despertó mi sonrisa de medio lado.
-¿Me acabas de ver y ya estas enfadada? -bromeé caminando hacia uno de los barreños llenos de agua para poner bebida a los caballos y con uno de los cubos metálicos me la tiré por encima para limpiarme el sudor y que las heridas quedaran limpias.
Sacudí la cabeza mojandola despertando su improvisada risa y que huyera de mi alegando lo bárbaro que era.
-Anda vamos que no quiero ser el culpable de que llegues tarde a tus quehaceres -bromeé guiñándole un ojo.
Me coloqué la camisola rehaciendo el camino del patio de armas con ella, tres pasos por atrás como era lo normal entre señor y criada, aunque en realidad conmigo esa norma en parte se la podía guardar, solo era un maldito bastardo al que todo el norte odiaba.
Nada mas salimos del castillo Soleil estalló en risas, enarqué una ceja cuando me pidió su premio.
-¿premio? Acaso no es un premio que este guerrero te custodie hasta el mercado -bufé provocandole mas risas -debería estar con la espada señorita, no sera en el mercado donde me haga mítico ¿no crees? -pregunté entre risas.
No tardamos en llegar a una calle repleta de puestos, todos ellos de distintos colores con olores muy variados.
El olor a especias, se fundía con el de carne y pescado, por no contar la inmensidad de verduras y frutas varias que decoraban el escenario.
-¿y bien? ¿cuantas horas piensas secuestrarme en este sitio? -bromeé entre risas tomando una manzana verde de uno de los puestos donde la dama iba a comprar varias piezas.
La llevé a mis labios dándole un bocado mientras alzaba una ceja repetidas veces con cierta picardia.
-También podría estar en el lago montando a una de esas que chilla como los caballos -bromeé logrando que frunciera el ceño y me lanzara otra fruta que apresé al vuelo antes de meterla en la bolsa.
-Si ya sabes que no me quiere nadie -dije entre risas -soy un bastardo.
Seguimos haciendo la compra perdiéndonos entre los distintos puestos, cada dos por tres yo bufaba, no entendía la paciencia que tenia esa mujer en hacer algo tan cotidiano, yo lo único que quería era escapar y reunirme con el resto en las gélidas aguas del rio donde habían quedado los muchachos.
Aun así sabia que nunca podría aspirar a nada mas que a estar a las ordenes de alguno de mis hermanos o “primos” yo no era tenido en cuenta para nada, aun así lucharía a su lado hasta mi ultimo aliento, quizás algún día encontrara ese perdón que me consumía.
Sudando con la camisola colgada de mi hombro y algunos rasguños que aun sangraban fui hacia las caballerizas, había visto pasar a Soleil hacia un rato y no la había visto salir, así que seguro se había puesto a trabajar allí dentro, esa mujer no paraba jamas.
Nada mas escuchó mis pasos se giró colocando sus brazos en jarra lo que despertó mi sonrisa de medio lado.
-¿Me acabas de ver y ya estas enfadada? -bromeé caminando hacia uno de los barreños llenos de agua para poner bebida a los caballos y con uno de los cubos metálicos me la tiré por encima para limpiarme el sudor y que las heridas quedaran limpias.
Sacudí la cabeza mojandola despertando su improvisada risa y que huyera de mi alegando lo bárbaro que era.
-Anda vamos que no quiero ser el culpable de que llegues tarde a tus quehaceres -bromeé guiñándole un ojo.
Me coloqué la camisola rehaciendo el camino del patio de armas con ella, tres pasos por atrás como era lo normal entre señor y criada, aunque en realidad conmigo esa norma en parte se la podía guardar, solo era un maldito bastardo al que todo el norte odiaba.
Nada mas salimos del castillo Soleil estalló en risas, enarqué una ceja cuando me pidió su premio.
-¿premio? Acaso no es un premio que este guerrero te custodie hasta el mercado -bufé provocandole mas risas -debería estar con la espada señorita, no sera en el mercado donde me haga mítico ¿no crees? -pregunté entre risas.
No tardamos en llegar a una calle repleta de puestos, todos ellos de distintos colores con olores muy variados.
El olor a especias, se fundía con el de carne y pescado, por no contar la inmensidad de verduras y frutas varias que decoraban el escenario.
-¿y bien? ¿cuantas horas piensas secuestrarme en este sitio? -bromeé entre risas tomando una manzana verde de uno de los puestos donde la dama iba a comprar varias piezas.
La llevé a mis labios dándole un bocado mientras alzaba una ceja repetidas veces con cierta picardia.
-También podría estar en el lago montando a una de esas que chilla como los caballos -bromeé logrando que frunciera el ceño y me lanzara otra fruta que apresé al vuelo antes de meterla en la bolsa.
-Si ya sabes que no me quiere nadie -dije entre risas -soy un bastardo.
Seguimos haciendo la compra perdiéndonos entre los distintos puestos, cada dos por tres yo bufaba, no entendía la paciencia que tenia esa mujer en hacer algo tan cotidiano, yo lo único que quería era escapar y reunirme con el resto en las gélidas aguas del rio donde habían quedado los muchachos.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
En realidad, el duelo lo teníamos justo en ese momento, el instante en el que salimos del castillo. Fuera de esas puertas, podía ser yo misma siempre respetando pues mi honor y lealtad estaban por encima de todo lo demás. Imposible que mi sonrisa desapareciese si me encontraba a su lado, nos buscábamos las cosquillas para terminar…él refunfuñando y yo estallando en risas, me lo pasaba bien con él y aunque debía recordar mis deberes y obligaciones, se me olvidaban cuando él buscaba mi mirada.
Ningún Cannif lo hacía, pues para ello era Soleil la criada, me estimaban pero no tenía esa cercanía que con él. La señora Cannif, me apreciaba y en mi caso, la quería como una madre, siempre me dedicó cariño y afecto, sin importarle mi pasado y mis orígenes…tampoco ella me los ocultó. sonreí ampliamente, era feliz no podía pedir más. Giré el rostro, aún a sabiendas que podía mirarle a los ojos, me seguía sin atrever pues lo que estaba claro jamás podría ser como cualquier otra mujer.
-¿Secuestrarte? Me daré tanta prisa como pueda. Ya sabes que tengo que encargarme de la compra de toda la semana, tus hermanos comen como cosacos, la peor es Fiolett …es igual que el señor Cannif -desvié la mirada al frente, era mejor cambiar de conversación. Con el tema de su familia se volvía distante y malhumorado, no quería en absoluto tenerlo así esta mañana -Lo que hagas o no con las chillonas, no es cosa mía ¿o sí? -le devolví la patata caliente pero ambos sabíamos que esa patata caería al suelo.
Seguíamos siendo niños , buscándonos las cosquillas …claro que ahora no era lo mismo. Me gustaba ir al mercado, mi sonrisa hoy se ensanchó más por quien me acompañaba. Dispuse la fruta y verdura encaminándome al puesto de la carne, tendrían que llevarla al castillo pues me encargaron carne en abundancia. “Si ya sabes que no me quiere nadie”. Ante eso, no dije nada, al menos no al momento. El pescado era lo que más odiaba cocinar pero mi resultado era perfecto, no había pez que se me resistiera a la hora de cocinar.
-Prefiero que pesquéis vosotros pero estais tan ensimismados en las espadas y batallas que… -negué con la cabeza, solo me quedaban un par de sitios y habría acabado. Caminando por las calles , me acordé de lo que le ocurrió en el pasado…el rechazo de desposar a esa joven vikinga, desde entonces no era el mismo..salvo cuando estaba a mi lado y se olvidaba de lo demás. -Al final me quedo sin el premio -reí divertida, no pude evitar dejarme embriagar por los frutos rojos que portaba en una de las bolsas de tela -Y no es cierto. Tu madre te quiere, Dritt -sonreí ,apenas fue una breve sonrisa pues había algo más en mis palabras.
No quería volver aún, así que tiré de la manga de su ropa para que saliésemos del barullo. Me costó la vida salir de la pescadería, regateando con ese hombre calvo y de malas pulgas. Dejé las bolsas a un lado, por unos minutos no pasaría nada por retrasarnos en volver aunque él estaría deseando.
-Gracias por acompañarme…aparte de la manzana…-me alcé de puntillas y dejé un beso en su mejilla, echándome a correr ahora que era libre del peso, mi risa se acrecentaba a medida que corría más y más aprisa… le costaría pillarme, me sentía…libre.
Ningún Cannif lo hacía, pues para ello era Soleil la criada, me estimaban pero no tenía esa cercanía que con él. La señora Cannif, me apreciaba y en mi caso, la quería como una madre, siempre me dedicó cariño y afecto, sin importarle mi pasado y mis orígenes…tampoco ella me los ocultó. sonreí ampliamente, era feliz no podía pedir más. Giré el rostro, aún a sabiendas que podía mirarle a los ojos, me seguía sin atrever pues lo que estaba claro jamás podría ser como cualquier otra mujer.
-¿Secuestrarte? Me daré tanta prisa como pueda. Ya sabes que tengo que encargarme de la compra de toda la semana, tus hermanos comen como cosacos, la peor es Fiolett …es igual que el señor Cannif -desvié la mirada al frente, era mejor cambiar de conversación. Con el tema de su familia se volvía distante y malhumorado, no quería en absoluto tenerlo así esta mañana -Lo que hagas o no con las chillonas, no es cosa mía ¿o sí? -le devolví la patata caliente pero ambos sabíamos que esa patata caería al suelo.
Seguíamos siendo niños , buscándonos las cosquillas …claro que ahora no era lo mismo. Me gustaba ir al mercado, mi sonrisa hoy se ensanchó más por quien me acompañaba. Dispuse la fruta y verdura encaminándome al puesto de la carne, tendrían que llevarla al castillo pues me encargaron carne en abundancia. “Si ya sabes que no me quiere nadie”. Ante eso, no dije nada, al menos no al momento. El pescado era lo que más odiaba cocinar pero mi resultado era perfecto, no había pez que se me resistiera a la hora de cocinar.
-Prefiero que pesquéis vosotros pero estais tan ensimismados en las espadas y batallas que… -negué con la cabeza, solo me quedaban un par de sitios y habría acabado. Caminando por las calles , me acordé de lo que le ocurrió en el pasado…el rechazo de desposar a esa joven vikinga, desde entonces no era el mismo..salvo cuando estaba a mi lado y se olvidaba de lo demás. -Al final me quedo sin el premio -reí divertida, no pude evitar dejarme embriagar por los frutos rojos que portaba en una de las bolsas de tela -Y no es cierto. Tu madre te quiere, Dritt -sonreí ,apenas fue una breve sonrisa pues había algo más en mis palabras.
No quería volver aún, así que tiré de la manga de su ropa para que saliésemos del barullo. Me costó la vida salir de la pescadería, regateando con ese hombre calvo y de malas pulgas. Dejé las bolsas a un lado, por unos minutos no pasaría nada por retrasarnos en volver aunque él estaría deseando.
-Gracias por acompañarme…aparte de la manzana…-me alcé de puntillas y dejé un beso en su mejilla, echándome a correr ahora que era libre del peso, mi risa se acrecentaba a medida que corría más y más aprisa… le costaría pillarme, me sentía…libre.
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Enarqué una ceja cuando dijo que tenia mucha carne que comprar pues todos comíamos como cosacos, algo que la verdad no le iba a negar, menos madre y Valeska que aun siendo una vikiga honrada por todos por su don de oráculo, era en cierto modo mas parisina, el resto eramos unos bárbaros.
-Soleil con lo que cazamos no se como aun has de pasar por la carnicería.
Admito que pescar es un coñazo y acabamos haciendo tanto ruido que espantamos a los peces, peor la caza se nos da infinitamente mejor, tienes que reconocerlo -bromeé de forma altiva guiñándole un ojo -quieres que te cace y te lo demuestre -bromeé lanzandole un par de bocados al aire.
Ella me miraba por encima del hombro con su sonrisa pintada de rojo en los labios mientras yo la seguía como un niño chico parándome en cada puesto para hacer le tonto ya fuera con las telas o con los pescados.
A fin de cuentas no me quedaba mas remedio que estar allí y los bufidos y gruñidos solo lograban hacerla reír.
Una vez terminamos vi que tiraba de mi para salir de aquella marea de gente, por Odin que era mas fácil sortear una tempestad en un drakkar que comprar en el mercado.
Una vez fuera me regalo un beso como distracción de la jugada y dejó las bolsas de la compra en el suelo para salir disparada.
-Osea que me querías para hacer de burro de carga -gruñí recogiendo la comanda para salir corriendo tras ella dispuesto a alcanzarla.
Su risa se perdía entre los arboles del bosque como si fuera un hada, a escasos centímetros de alcanzarla dejé caer las bolsas y me lance contra su cuerpo para placarla. Rodando caímos por EL valle llevándonos con nosotros ademas de la hojarasca varias de las flores mientras como los niños que una vez fuimos reíamos siéndonos libres de las normas establecidas.
-Mi madre me quiere, pero mi padre me odia, al resto le soy indiferente, así que supongo que eso no me deja en muy buen lugar ¿no crees? -pregunté enarcando una ceja cuando dejamos de rodar y ella quedó sobre mi cuerpo como un escudo invernal.
Hacia ya algunos meses que pedí matrimonio a una de las escuderas del reino, bebía los vientos por ella desde hacia un par de años y ella jamas había reparado en mi presencia, como hacerlo cuando al parecer ella solo tenia ojos para otro.
Cuando su padre recibió la propuesta los ojos de la dama se tiñeron de ilusión, esperaba que fuera Niels y no yo el dueño de esa petición, un ultraje fue como el padre lo llamo.
Un bastardo no podía estar con alguien de su linaje.
Yo solo era el hijo de un violador y de una parisina, ni una gota de la sangre de mis venas era la del mítico Hoor Cannif y por tanto, era un parias, el hijo que tuvo que tragarse porque la mujer extranjera no supo hacer lo debido a tiempo.
-Soleil con lo que cazamos no se como aun has de pasar por la carnicería.
Admito que pescar es un coñazo y acabamos haciendo tanto ruido que espantamos a los peces, peor la caza se nos da infinitamente mejor, tienes que reconocerlo -bromeé de forma altiva guiñándole un ojo -quieres que te cace y te lo demuestre -bromeé lanzandole un par de bocados al aire.
Ella me miraba por encima del hombro con su sonrisa pintada de rojo en los labios mientras yo la seguía como un niño chico parándome en cada puesto para hacer le tonto ya fuera con las telas o con los pescados.
A fin de cuentas no me quedaba mas remedio que estar allí y los bufidos y gruñidos solo lograban hacerla reír.
Una vez terminamos vi que tiraba de mi para salir de aquella marea de gente, por Odin que era mas fácil sortear una tempestad en un drakkar que comprar en el mercado.
Una vez fuera me regalo un beso como distracción de la jugada y dejó las bolsas de la compra en el suelo para salir disparada.
-Osea que me querías para hacer de burro de carga -gruñí recogiendo la comanda para salir corriendo tras ella dispuesto a alcanzarla.
Su risa se perdía entre los arboles del bosque como si fuera un hada, a escasos centímetros de alcanzarla dejé caer las bolsas y me lance contra su cuerpo para placarla. Rodando caímos por EL valle llevándonos con nosotros ademas de la hojarasca varias de las flores mientras como los niños que una vez fuimos reíamos siéndonos libres de las normas establecidas.
-Mi madre me quiere, pero mi padre me odia, al resto le soy indiferente, así que supongo que eso no me deja en muy buen lugar ¿no crees? -pregunté enarcando una ceja cuando dejamos de rodar y ella quedó sobre mi cuerpo como un escudo invernal.
Hacia ya algunos meses que pedí matrimonio a una de las escuderas del reino, bebía los vientos por ella desde hacia un par de años y ella jamas había reparado en mi presencia, como hacerlo cuando al parecer ella solo tenia ojos para otro.
Cuando su padre recibió la propuesta los ojos de la dama se tiñeron de ilusión, esperaba que fuera Niels y no yo el dueño de esa petición, un ultraje fue como el padre lo llamo.
Un bastardo no podía estar con alguien de su linaje.
Yo solo era el hijo de un violador y de una parisina, ni una gota de la sangre de mis venas era la del mítico Hoor Cannif y por tanto, era un parias, el hijo que tuvo que tragarse porque la mujer extranjera no supo hacer lo debido a tiempo.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
El silencio, nos envolvió en cuanto paramos de rodar colina abajo. Ya de por sí mi cabello era imposible de domar y en ese instante, parecía un nido de algún pájaro del bosque. No me importó, reía sin parar entre sus brazos. Mi pasado no me marcaba tanto como a él, supongo porque yo no tenía que demostrar nada. los dos, fuimos engendrados del mismo modo pero con diferentes matices. Él debía de dedicar su vida a demostrar que pese a ser alguien no deseado y odiado por su propia “familia”; y yo… solo debí seguir mi camino, servir en esa casa y dar las gracias a darme esa oportunidad.
Claro que, no era una criada común, en pensamiento pues…en más de una ocasión imaginé qué sería de mi vida si no fuese una esclava. Era libre y no al mismo tiempo, él… era una fiera enjaulada que acataba órdenes y se amoldaba a un estilo de vida y costumbres que en realidad… no le aportaban más que desprecio y decepción, cosa que no comprendía. El señor Hoör Cannif, tenía fama de buen guerrero y buen señor sobre sus hombres, familia y servicio pero con él… lo crucificó en silencio por ser su deshonra. Él no tenía culpa pero eso era algo que no podría cambiar jamás.
Desde que tengo uso de razón, cuando nos encontramos frente a frente, mi objetivo es que se olvide de quién es y sea él mismo. No es muy hablador, salvaje y rebelde contra el mundo, no le culpo pues la vida le ha forjado a ser de esa manera. Él no se da cuenta, lo miró en silencio mientras él se pierde en sus pensamientos y sé en quien y en donde… en ella. Esa escudero le robó el corazón hacía mucho tiempo, un corazón que muchos alegaban que carecía pero solo había que ver en la forma en que la miraba. Fui consciente de su amor en secreto pero él no lo sabía, quizás porque yo sí que le prestaba esa atención que nadie jamás reparaba en él.
-Te he capturado, guerrero -murmuré divertida, entre risas… evadiéndole de esos pensamientos que le causaban anhelo y resignación. Cuando nos miramos a los ojos, vi desesperanza y tristeza, conocía ambas porque yo también las sentí en su día pero me repuse. Sabía cual era mi sitio y no iba a olvidarlo jamá…para mí ciertas cosas estaban vetadas y no me pasaba tanto , al menos… podía soñar despierta con un “qué pasaría si” -Cuando te evades pones cara de idiota… de chica -piqué su nariz con uno de mis índice, tomando sus muñecas a la altura de su cabeza, la sonrisa no desaparecía de mis labios.
Negué con la cabeza, sabía que vendría ahora, me haría pagar mi encarcelamiento tonto, no tenía tanta fuerza pero me gustaba jugar a apresarlo, ser esa “guerrera” a las que él estaba acostumbrado. Siseé para que no se le ocurriese moverse, ahora venía mi ataque. Luchaba de un modo distinto.
-Voy a ganar esta batalla y lo sabes. -le desafié, soltándole de las muñecas y dirigir mis manos hacia sus costados, pasar las palmas por el lugar y hundir mis yemas en su cintura, subiendo y hacerle cosquillas, quería oírle reír… solo deseaba que dejase de pensar pues sufría y no deseaba eso. -Esta es la mejor arma y lo sabes. ¿Qué? ¿tengo algo en la cara? -mi cabello adornado de pequeñas flores y briznas de hierba… no es que tuviese una imagen muy seria. Pero ¿y conseguir que sonriese? Cualquier cosa valía la pena.
Claro que, no era una criada común, en pensamiento pues…en más de una ocasión imaginé qué sería de mi vida si no fuese una esclava. Era libre y no al mismo tiempo, él… era una fiera enjaulada que acataba órdenes y se amoldaba a un estilo de vida y costumbres que en realidad… no le aportaban más que desprecio y decepción, cosa que no comprendía. El señor Hoör Cannif, tenía fama de buen guerrero y buen señor sobre sus hombres, familia y servicio pero con él… lo crucificó en silencio por ser su deshonra. Él no tenía culpa pero eso era algo que no podría cambiar jamás.
Desde que tengo uso de razón, cuando nos encontramos frente a frente, mi objetivo es que se olvide de quién es y sea él mismo. No es muy hablador, salvaje y rebelde contra el mundo, no le culpo pues la vida le ha forjado a ser de esa manera. Él no se da cuenta, lo miró en silencio mientras él se pierde en sus pensamientos y sé en quien y en donde… en ella. Esa escudero le robó el corazón hacía mucho tiempo, un corazón que muchos alegaban que carecía pero solo había que ver en la forma en que la miraba. Fui consciente de su amor en secreto pero él no lo sabía, quizás porque yo sí que le prestaba esa atención que nadie jamás reparaba en él.
-Te he capturado, guerrero -murmuré divertida, entre risas… evadiéndole de esos pensamientos que le causaban anhelo y resignación. Cuando nos miramos a los ojos, vi desesperanza y tristeza, conocía ambas porque yo también las sentí en su día pero me repuse. Sabía cual era mi sitio y no iba a olvidarlo jamá…para mí ciertas cosas estaban vetadas y no me pasaba tanto , al menos… podía soñar despierta con un “qué pasaría si” -Cuando te evades pones cara de idiota… de chica -piqué su nariz con uno de mis índice, tomando sus muñecas a la altura de su cabeza, la sonrisa no desaparecía de mis labios.
Negué con la cabeza, sabía que vendría ahora, me haría pagar mi encarcelamiento tonto, no tenía tanta fuerza pero me gustaba jugar a apresarlo, ser esa “guerrera” a las que él estaba acostumbrado. Siseé para que no se le ocurriese moverse, ahora venía mi ataque. Luchaba de un modo distinto.
-Voy a ganar esta batalla y lo sabes. -le desafié, soltándole de las muñecas y dirigir mis manos hacia sus costados, pasar las palmas por el lugar y hundir mis yemas en su cintura, subiendo y hacerle cosquillas, quería oírle reír… solo deseaba que dejase de pensar pues sufría y no deseaba eso. -Esta es la mejor arma y lo sabes. ¿Qué? ¿tengo algo en la cara? -mi cabello adornado de pequeñas flores y briznas de hierba… no es que tuviese una imagen muy seria. Pero ¿y conseguir que sonriese? Cualquier cosa valía la pena.
Soleil- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Enarqué una ceja mirándola con cierta diversión mientras aflojaba el agarre de mis muñecas coronándose como la vencedora de esta gesta.
-Deberías convertirte en escudera -apunté dejando un pellizco en su culo antes de ponerme en pie y tenderle la mano para ayudarla a levantarse.
Lo que me recuerda que tu has de hacer la comida que nos comeremos como cosacos y a mi me espera el acero para poder ser recordado aunque sea por los dioses.
No añadí a esa frase lo que pensaba, no era de los que iba por ahí dando pena a los demás. Pero si tenian que recordarme mi familia o los norteños desde luego nunca seria mítico para ninguno de ellos.
Seguimos el camino, yo con las bolsas de la compra y ella con su enmarañado pelo lleno de flores y hojas.
-Parece que te he tomado sobre la hierba -dije ladeando la sonrisa mientras me acercaba para quitarle las briznas que tenia enredadas en su pelo.
Para nosotros los vikingos no era un descrédito el sexo, las mujeres para eso eran tan libres como los hombres y las esclavas habitualmente tomadas por sus señores ...no contra la voluntad de estas, realmente es que el sexo formaba parte de nuestras vidas sin tabús de por medio.
Sin embargo nunca había visto a Soleil enredada con ningún hombre, tampoco con mis “primos” o con mi hermano.
-Te estas reservando para mi -bromeé entre risas dándole un azote en las nalgas.
No podía evitar reír cuando ponía esa cara y sus mejillas se ponían del mismo color que las manzanas rojas.
Le saqué la lengua mordiendomela ligeramente de forma picara mientras le guiñaba un ojo.
-Tampoco seria tan malo que yo fuera el primero -bromeé -al menos sabes que hago gritar a las mujeres de placer.
Una piña impactó en mi cabeza lanzada a traición mientras yo unos pasos por delante hablaba de forma engreída.
Así llegamos entre risas nuevamente al castillo, nada mas entramos en el torreón la mirada de mi “padre” me crucificó.
Soleil corrió hacia las cocinas y yo me quede plantado frente a él con la mirada alzada centrada en sus pardos.
-¿Donde estabas Dritt? -me preguntó sin cambiar su semblante
-Acompañando a Soleil al mercado, necesitaba ayuda con las bolsas de la compra -respondí con sinceridad.
-Estamso en guerra Dritt, se que para ti nada tiene importancia, pero mientras tus hermanos y primos se dejan la vida en buscar soluciones para salvar el norte de un tirano, tu te dedicas a pasear ..¿por el mercado? Eres la vergüenza de esta familia.
Madre salió de la habitación sus ojos se centraron en los severos de mi padre y a su vez en mis puños apretados, no tenia razón, había derramado tanta sangre por el norte como mis hermanos y primos, amaba el norte, luchaba con coraje por él.
-Quizás si se me dieran las mismas oportunidades -mascullé entre dientes.
Un puñetazo me lanzó al suelo, rugí desafiante alzándome mientras limpiaba la sangre de mi labio con el antebrazo.
-No vuelvas a desafiarme Dritt -rugió mi padre detenido por mi madre que se interpuso entre ambos.
-Deberías convertirte en escudera -apunté dejando un pellizco en su culo antes de ponerme en pie y tenderle la mano para ayudarla a levantarse.
Lo que me recuerda que tu has de hacer la comida que nos comeremos como cosacos y a mi me espera el acero para poder ser recordado aunque sea por los dioses.
No añadí a esa frase lo que pensaba, no era de los que iba por ahí dando pena a los demás. Pero si tenian que recordarme mi familia o los norteños desde luego nunca seria mítico para ninguno de ellos.
Seguimos el camino, yo con las bolsas de la compra y ella con su enmarañado pelo lleno de flores y hojas.
-Parece que te he tomado sobre la hierba -dije ladeando la sonrisa mientras me acercaba para quitarle las briznas que tenia enredadas en su pelo.
Para nosotros los vikingos no era un descrédito el sexo, las mujeres para eso eran tan libres como los hombres y las esclavas habitualmente tomadas por sus señores ...no contra la voluntad de estas, realmente es que el sexo formaba parte de nuestras vidas sin tabús de por medio.
Sin embargo nunca había visto a Soleil enredada con ningún hombre, tampoco con mis “primos” o con mi hermano.
-Te estas reservando para mi -bromeé entre risas dándole un azote en las nalgas.
No podía evitar reír cuando ponía esa cara y sus mejillas se ponían del mismo color que las manzanas rojas.
Le saqué la lengua mordiendomela ligeramente de forma picara mientras le guiñaba un ojo.
-Tampoco seria tan malo que yo fuera el primero -bromeé -al menos sabes que hago gritar a las mujeres de placer.
Una piña impactó en mi cabeza lanzada a traición mientras yo unos pasos por delante hablaba de forma engreída.
Así llegamos entre risas nuevamente al castillo, nada mas entramos en el torreón la mirada de mi “padre” me crucificó.
Soleil corrió hacia las cocinas y yo me quede plantado frente a él con la mirada alzada centrada en sus pardos.
-¿Donde estabas Dritt? -me preguntó sin cambiar su semblante
-Acompañando a Soleil al mercado, necesitaba ayuda con las bolsas de la compra -respondí con sinceridad.
-Estamso en guerra Dritt, se que para ti nada tiene importancia, pero mientras tus hermanos y primos se dejan la vida en buscar soluciones para salvar el norte de un tirano, tu te dedicas a pasear ..¿por el mercado? Eres la vergüenza de esta familia.
Madre salió de la habitación sus ojos se centraron en los severos de mi padre y a su vez en mis puños apretados, no tenia razón, había derramado tanta sangre por el norte como mis hermanos y primos, amaba el norte, luchaba con coraje por él.
-Quizás si se me dieran las mismas oportunidades -mascullé entre dientes.
Un puñetazo me lanzó al suelo, rugí desafiante alzándome mientras limpiaba la sangre de mi labio con el antebrazo.
-No vuelvas a desafiarme Dritt -rugió mi padre detenido por mi madre que se interpuso entre ambos.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
-¿Reservar? Yo no me reservo para nadie y lo sabes. Simplemente no ha ocurrido pero quién sabe, quizás un día de estos ocurra y tampoco será para tanto y ¡cuánta decepción! -la verdad, mi forma de pensar era muy diferente a la gente del norte. No lo veía como un libertinaje eso del sexo, quizás era más especial…y si lo decía en voz alta, estaba segura que Dritt se reiría de mí hasta morir de risa -No pienso desvelarte porqué aún no ha ocurrido y además ¿por qué hablo contigo de esto? No vuelvas a hacer eso -le advertí entre risas, lo miré con las mejillas encendidas, giré el rostro avergonzada por ello… más que por las acciones mis pensamientos pero ¿A quién le importaba lo que pensase? Aún no conocía a nadie que pensase como yo.
“Tampoco sería tan malo que yo fuese el primero”.
-Serías el primero y el último, te mataría con mis propias manos… mejor escudera no conocerás -había mucho de razón en mis palabras, razón y verdad. Mis sentimientos en cuanto los entregase a esa persona especial, sería para siempre y si ocurría, sería con dicha persona… una tontería y lo sabía pero me mantenía firme en lo que creía. Soñadora e inocente en ese sentido, el amor para mí era algo aún más valioso que regalárselo al primero que pasase.
Tuve la culpa de llegar tarde al castillo, la cocinera me esperaba con no muy buenos modales a los que apremié con una de mis sonrisas. Me salvé de milagro pues apenas tardé en prepararlo todo como debía, encendí los fogones y mientras cogían calor, aderecé la carne y el pescado. Preparé las cestas de fruta para el postre y me di prisa para disponer la mesa donde comerían. Aún oía las palabras de Dritt en mi cabeza, tontería… seguro que se estaba burlando de mí y bromeando como siempre. él me veía como esa niña que creció con él y ni de lejos como mujer , menos tener la misma importancia de la escudero que aún amaba.
Negué con la cabeza para olvidar y no pensar en tonterías cuando oí los gritos del señor Cannif. Fue mi culpa, estuve a punto de entrar para interrumpir y salir en su defensa cuando la señora hizo aparición. Era la única que daba la cara por él, ella sí que luchaba a capa y espada por su hijo . los señores se amaban, nunca conocí a nadie que se amase con tanta intensidad pero al igual que se amaban, cuando discutían temblaba hasta el mismo infierno. Valeria, intercambió miradas con su marido, nunca toleró ese trato que se le daba a su hijo. Los gritos hacia el joven le alertaron y supo que de nuevo, volvía a recriminarle. Cuando algo así ocurría, volvían a enfrentarse como dos titanes.
-¡Hoör! Maldita sea ¿qué demonios ocurre? -alzó la barbilla, orgullosa, interponiéndose entre ambos, los dos se miraban fijamente ella apenas era un fino papel entre los dos cuerpos -Pedí a Soleil que le acompañara Niels, pero como siempre anda de cama en cama y no en el campo de batalla como has dicho, se te ha llenado la boca acusándolo cuando he sido yo la que exigí que no fuese sola, no quiero que le ocurra nada y por un rato que salga de estas cuatro paredes creo que no es ningún delito -Me quedé en la puerta, observando la escena, la señora Cannif siempre tan temperamental y ahora , se enfrentaba con su digno rival…su esposo -¿Estás bien, hijo? -se giró para comprobar que tan solo fue un golpe, haciéndole un gesto para que saliese de la habitación .
-No vuelvas a hacer eso. Estás volviendo su vida un infierno, exigiendo cuando no tiene que demostrarte nada, ya lo hace, es mejor que muchos de tus hombres pero tú te empeñas en castigarle ¿cuándo va a acabar esto? ¿nunca? Estoy cansada, harta de todo esto de que siempre tenga que ser el mismo quien pague tus cabreos en vez de poner en orden a tus hijos - escupió las palabras que me dolieron hasta a mí, bajé la mirada sin saber donde meterme, Dritt chocó conmigo al salir y yo tan solo le sonreí, infundiéndole tranquilidad… tomándole de la muñeca y llevarlo aprisa hacia su habitación, le curaría su herida.
Las voces seguían de fondo, acerqué el cuenco de agua, buscando algunos trozos de tela que siempre dejaba en una de las mesitas, para casos como este. Eché agua y escurrí el pequeño trozo de tela, pasándolo por la brecha que no dejaba de sangrar.
-Lo siento Dritt, fue mi culpa….
“Tampoco sería tan malo que yo fuese el primero”.
-Serías el primero y el último, te mataría con mis propias manos… mejor escudera no conocerás -había mucho de razón en mis palabras, razón y verdad. Mis sentimientos en cuanto los entregase a esa persona especial, sería para siempre y si ocurría, sería con dicha persona… una tontería y lo sabía pero me mantenía firme en lo que creía. Soñadora e inocente en ese sentido, el amor para mí era algo aún más valioso que regalárselo al primero que pasase.
Tuve la culpa de llegar tarde al castillo, la cocinera me esperaba con no muy buenos modales a los que apremié con una de mis sonrisas. Me salvé de milagro pues apenas tardé en prepararlo todo como debía, encendí los fogones y mientras cogían calor, aderecé la carne y el pescado. Preparé las cestas de fruta para el postre y me di prisa para disponer la mesa donde comerían. Aún oía las palabras de Dritt en mi cabeza, tontería… seguro que se estaba burlando de mí y bromeando como siempre. él me veía como esa niña que creció con él y ni de lejos como mujer , menos tener la misma importancia de la escudero que aún amaba.
Negué con la cabeza para olvidar y no pensar en tonterías cuando oí los gritos del señor Cannif. Fue mi culpa, estuve a punto de entrar para interrumpir y salir en su defensa cuando la señora hizo aparición. Era la única que daba la cara por él, ella sí que luchaba a capa y espada por su hijo . los señores se amaban, nunca conocí a nadie que se amase con tanta intensidad pero al igual que se amaban, cuando discutían temblaba hasta el mismo infierno. Valeria, intercambió miradas con su marido, nunca toleró ese trato que se le daba a su hijo. Los gritos hacia el joven le alertaron y supo que de nuevo, volvía a recriminarle. Cuando algo así ocurría, volvían a enfrentarse como dos titanes.
-¡Hoör! Maldita sea ¿qué demonios ocurre? -alzó la barbilla, orgullosa, interponiéndose entre ambos, los dos se miraban fijamente ella apenas era un fino papel entre los dos cuerpos -Pedí a Soleil que le acompañara Niels, pero como siempre anda de cama en cama y no en el campo de batalla como has dicho, se te ha llenado la boca acusándolo cuando he sido yo la que exigí que no fuese sola, no quiero que le ocurra nada y por un rato que salga de estas cuatro paredes creo que no es ningún delito -Me quedé en la puerta, observando la escena, la señora Cannif siempre tan temperamental y ahora , se enfrentaba con su digno rival…su esposo -¿Estás bien, hijo? -se giró para comprobar que tan solo fue un golpe, haciéndole un gesto para que saliese de la habitación .
-No vuelvas a hacer eso. Estás volviendo su vida un infierno, exigiendo cuando no tiene que demostrarte nada, ya lo hace, es mejor que muchos de tus hombres pero tú te empeñas en castigarle ¿cuándo va a acabar esto? ¿nunca? Estoy cansada, harta de todo esto de que siempre tenga que ser el mismo quien pague tus cabreos en vez de poner en orden a tus hijos - escupió las palabras que me dolieron hasta a mí, bajé la mirada sin saber donde meterme, Dritt chocó conmigo al salir y yo tan solo le sonreí, infundiéndole tranquilidad… tomándole de la muñeca y llevarlo aprisa hacia su habitación, le curaría su herida.
Las voces seguían de fondo, acerqué el cuenco de agua, buscando algunos trozos de tela que siempre dejaba en una de las mesitas, para casos como este. Eché agua y escurrí el pequeño trozo de tela, pasándolo por la brecha que no dejaba de sangrar.
-Lo siento Dritt, fue mi culpa….
Soleil- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Madre se interpuso entre los dos, siempre lo hacia para que las cosas no llegaran a mayores, rugía exasperado al otro lado del cuerpo de madre bufando desafiante mientras padre hacia exactamente lo mismo delante de ella aunque con su fija mirada puesta en la mía.
-Niels entrena en el campo de batalla, lucha por le norte con fiereza ¿todo lo que tienes que achacarle a nuestro hijo que es que cuela entre las piernas de muchas doncellas? -Rugió Höor ahora centrándose en madre -¿que tu hijo la mete entre las nalgas de los hombres?
Alcé el puño gruñendo, podía llamarme muchas cosas pero no era un maricón si era eso lo que insinuaba.
Madre volvió a interponerse entre los dos mientras la ladeada sonrisa de padre me desafiaba a que dejara caer el golpe que yo mismo había retenido en alto.
Fue entonces cuando su puño se hundió en mi vientre doblandome por la mitad.
-No levantes el puño si luego eres incapaz de soltar el golpe Dritt -gruñó con cierta sorna.
Madre lo empujó hacia atrás para que no me pegara mientras me preguntaba mirándome por encima del hombro si estaba bien a lo que respondí bufando completamente lleno de ira.
Madre volvió a la carga, alegaba estar cansada de ver como me trataba, yo me haba convertido en el motivo principal de sus discusiones, lo fui desde mi nacimiento, incluso apostaría que antes de venir al mundo era lo único que los alejaba.
-Nuestros hijos -rugió padre -¿desde cuando son mis hijos los otros tres? ¿Acaso el bastardo te da mas satisfacciones que los que has engendrado conmigo? -padre estaba fuera de si.
Lo escuché apartar a madre a un lado y salir de allí mascullando entre dientes palabras hirientes.
Yo me fui en otra dirección, pero mi muñeca fue atrapada por Soleil que tiró para llevarme junto a ella.
Pude ver la preocupación en sus pardos, así como ese es culpa mía que ambos sabíamos no era cierto.
-No, es culpa mía por haber venido a este mundo -gruñí exasperado tomando asiento.
Ella acercó a mi un paño para limpiarme el labio, peor estaba tan cabreado que aparté su mano.
-Estoy bien -rugí sin mirarla siquiera.
No estaba comportándome bien con ella, no era justo, lo sabia, pero padre sacaba la peor parte de mi.
Me alcé de la silla en busca de mi mandoble, necesitaba quemar adrenalina, necesitaba...
Gruñí preso de la ira, mi voz sonaba ahogada, un nudo oprimía mi garganta, mi pecho apenas dejaba entrar una brizna de aire a mis pulmones.
Alcé la mirada para enfrentar mis pardos a los de Soleil, acorté la distancia y llevando mi mano a su nuca atrapé sus labios con los míos presionándolos con fiereza, el acero chocó contra el suelo emitiendo un ruido estridente, mientras mis manso ávidas de desfogarme subían su falda con la misma rabia que ahora obnubilaba mi alma.
-Niels entrena en el campo de batalla, lucha por le norte con fiereza ¿todo lo que tienes que achacarle a nuestro hijo que es que cuela entre las piernas de muchas doncellas? -Rugió Höor ahora centrándose en madre -¿que tu hijo la mete entre las nalgas de los hombres?
Alcé el puño gruñendo, podía llamarme muchas cosas pero no era un maricón si era eso lo que insinuaba.
Madre volvió a interponerse entre los dos mientras la ladeada sonrisa de padre me desafiaba a que dejara caer el golpe que yo mismo había retenido en alto.
Fue entonces cuando su puño se hundió en mi vientre doblandome por la mitad.
-No levantes el puño si luego eres incapaz de soltar el golpe Dritt -gruñó con cierta sorna.
Madre lo empujó hacia atrás para que no me pegara mientras me preguntaba mirándome por encima del hombro si estaba bien a lo que respondí bufando completamente lleno de ira.
Madre volvió a la carga, alegaba estar cansada de ver como me trataba, yo me haba convertido en el motivo principal de sus discusiones, lo fui desde mi nacimiento, incluso apostaría que antes de venir al mundo era lo único que los alejaba.
-Nuestros hijos -rugió padre -¿desde cuando son mis hijos los otros tres? ¿Acaso el bastardo te da mas satisfacciones que los que has engendrado conmigo? -padre estaba fuera de si.
Lo escuché apartar a madre a un lado y salir de allí mascullando entre dientes palabras hirientes.
Yo me fui en otra dirección, pero mi muñeca fue atrapada por Soleil que tiró para llevarme junto a ella.
Pude ver la preocupación en sus pardos, así como ese es culpa mía que ambos sabíamos no era cierto.
-No, es culpa mía por haber venido a este mundo -gruñí exasperado tomando asiento.
Ella acercó a mi un paño para limpiarme el labio, peor estaba tan cabreado que aparté su mano.
-Estoy bien -rugí sin mirarla siquiera.
No estaba comportándome bien con ella, no era justo, lo sabia, pero padre sacaba la peor parte de mi.
Me alcé de la silla en busca de mi mandoble, necesitaba quemar adrenalina, necesitaba...
Gruñí preso de la ira, mi voz sonaba ahogada, un nudo oprimía mi garganta, mi pecho apenas dejaba entrar una brizna de aire a mis pulmones.
Alcé la mirada para enfrentar mis pardos a los de Soleil, acorté la distancia y llevando mi mano a su nuca atrapé sus labios con los míos presionándolos con fiereza, el acero chocó contra el suelo emitiendo un ruido estridente, mientras mis manso ávidas de desfogarme subían su falda con la misma rabia que ahora obnubilaba mi alma.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Si supiese cuánto me dolía cada golpe que le proporcionaba el señor Cannif, la mirada triste de la señora que desamparaba recogía los pedazos del suelo, una vez más. Nunca me golpearon en aquella casa, jamás me hablaron con superioridad y sí con amor y cariño; incluso del señor pero con él…era diferente. La verdad, siempre pensé que se parecían más de lo que creían. Se suponía no era su padre pero tanto físicamente como el carácter fuerte e inquebrantable… dudé que fuese de ese “malnacido” como nombraban a aquel hombre. Dritt no se merecía eso, lo daba todo y más por no ser el mejor pero sí para ser parte de ese círculo.
Las palabras herían más que los golpes y Valeria, cansada de esas tensiones…siseó para que guardase silencio. No lo defendía, yo al menos no lo veía así… porque Dritt era un gran guerrero, no cayó aún en batalla y siempre salía victorioso de cada gesta. Las respiraciones entrecortadas, miradas fulminantes que ninguno sentía y esa escena, volvió a ocurrir…como en el pasado. Esta vez sus pasos no eran torpes, la señora Cannif se adelantó para cerrar de un portazo y buscar las tormentas de su mirada , aquellas en las que se perdió tantas veces.
-Nunca vas a perdonarlo. Acepté todo eso que me ofreciste y era lo mejor, sin embargo… él recibe desprecio por tu parte. No menosprecio a ninguno de mis hijos, solo quiero que veas, que son para mí todos iguales. Con él tengo esa imagen de madre protectora porque… está solo, maldita sea. Solo me tiene a mí. No sé Hoör, vivimos con la duda de que él pueda ser tu hijo ¿y si realmente lo fuese? se parece más a ti de lo que piensas… tú mismo has dudado alguna vez, me dirás que no pero el interrogante ha estado ahí. ¿Y si fuese tu hijo, Hoör? Nuestro, como los otros -con calma, se acercó a su esposo, intentando tomar su mentón y la mirase, las discusiones despertaban ese deseo enfermizo que sentían por el otro… y un beso, no tardó en llegar cargado de pasión y deseo.
Fuera de sí, intenté calmarlo. Conmigo bajaba un tanto los escudos pero ese fuerte carácter, la ira con la que tenía, debía lidiar… era insoportable. Me dolía verle así, no era justo pero yo era la menos indicada para opinar, así que simplemente…estaba a su lado, tendiéndole mi mano para que la tomase si lo deseaba. No pude mantenerle la mirada, me mantuve en silencio pero allí, me necesitaba aunque él no me lo dijese. no estaba bien, aquel enfrentamiento solo había avivado más su odio y sus muros para que nadie pudiese escalar en ellos.
No esperé aquello, ni siquiera supe cómo reaccionar. Estaba tan cerca que podía notar su aliento embriagarme, su beso necesitado cargado de pasión desmedida. Entreabrí los labios para tomarlos, no tenía la más remota idea de besar, nunca jamás lo habían intentado. Sus manos buscaban algo más , pude sentir la forma en la que serpenteaba por mi cuerpo… y supe, que no deseaba eso. Se iba a arrepentir, yo era la que más cerca tenía en ese momento y… lo aparté, forcejeando para que se detuviese pero estaba tan fuera de sí que no se daba cuenta que yo no quería lo mismo.
Mi mano, impactó en su mejilla, un par de veces. La respiración entrecortada se convirtió en pequeños gimoteos por mi parte, aún me sorprendía lo que acababa de ocurrir. Lo miraba fijamente, sin entender… yo no fui allí par eso, bien lo sabía. Di un par de pasos hacia atrás, alzando las manos para que no diese un paso hacia mí. sí, tenía miedo, él no era así… fue siempre conmigo cariñoso y cercano pero … ni de lejos era como esas vikingas borrachas que no se acordaban al día siguiente de lo ocurrido.
-Estoy bien -repetí igual que él pero mis ojos oscuros no decían lo mismo. Negué con la cabeza, estaba abrumada y perdida, temblé al intentar coger las vendas que se me habían caído… nunca tuve miedo hasta ahora -No puedo darte lo que quieres, necesitas otra clase de calma y yo… yo no puedo -intenté sonreír como siempre pero no pude, las lagrimas... pronto dejaron paso a una sonrisa fingida. No lo miré, me coloqué la ropa y el cabello, de todos me lo hubiese esperado pero de él… -Señor… buenas noches -volvía a ser el “señor” para mí, la confianza que tuvimos… se acabó en un segundo.
Las palabras herían más que los golpes y Valeria, cansada de esas tensiones…siseó para que guardase silencio. No lo defendía, yo al menos no lo veía así… porque Dritt era un gran guerrero, no cayó aún en batalla y siempre salía victorioso de cada gesta. Las respiraciones entrecortadas, miradas fulminantes que ninguno sentía y esa escena, volvió a ocurrir…como en el pasado. Esta vez sus pasos no eran torpes, la señora Cannif se adelantó para cerrar de un portazo y buscar las tormentas de su mirada , aquellas en las que se perdió tantas veces.
-Nunca vas a perdonarlo. Acepté todo eso que me ofreciste y era lo mejor, sin embargo… él recibe desprecio por tu parte. No menosprecio a ninguno de mis hijos, solo quiero que veas, que son para mí todos iguales. Con él tengo esa imagen de madre protectora porque… está solo, maldita sea. Solo me tiene a mí. No sé Hoör, vivimos con la duda de que él pueda ser tu hijo ¿y si realmente lo fuese? se parece más a ti de lo que piensas… tú mismo has dudado alguna vez, me dirás que no pero el interrogante ha estado ahí. ¿Y si fuese tu hijo, Hoör? Nuestro, como los otros -con calma, se acercó a su esposo, intentando tomar su mentón y la mirase, las discusiones despertaban ese deseo enfermizo que sentían por el otro… y un beso, no tardó en llegar cargado de pasión y deseo.
Fuera de sí, intenté calmarlo. Conmigo bajaba un tanto los escudos pero ese fuerte carácter, la ira con la que tenía, debía lidiar… era insoportable. Me dolía verle así, no era justo pero yo era la menos indicada para opinar, así que simplemente…estaba a su lado, tendiéndole mi mano para que la tomase si lo deseaba. No pude mantenerle la mirada, me mantuve en silencio pero allí, me necesitaba aunque él no me lo dijese. no estaba bien, aquel enfrentamiento solo había avivado más su odio y sus muros para que nadie pudiese escalar en ellos.
No esperé aquello, ni siquiera supe cómo reaccionar. Estaba tan cerca que podía notar su aliento embriagarme, su beso necesitado cargado de pasión desmedida. Entreabrí los labios para tomarlos, no tenía la más remota idea de besar, nunca jamás lo habían intentado. Sus manos buscaban algo más , pude sentir la forma en la que serpenteaba por mi cuerpo… y supe, que no deseaba eso. Se iba a arrepentir, yo era la que más cerca tenía en ese momento y… lo aparté, forcejeando para que se detuviese pero estaba tan fuera de sí que no se daba cuenta que yo no quería lo mismo.
Mi mano, impactó en su mejilla, un par de veces. La respiración entrecortada se convirtió en pequeños gimoteos por mi parte, aún me sorprendía lo que acababa de ocurrir. Lo miraba fijamente, sin entender… yo no fui allí par eso, bien lo sabía. Di un par de pasos hacia atrás, alzando las manos para que no diese un paso hacia mí. sí, tenía miedo, él no era así… fue siempre conmigo cariñoso y cercano pero … ni de lejos era como esas vikingas borrachas que no se acordaban al día siguiente de lo ocurrido.
-Estoy bien -repetí igual que él pero mis ojos oscuros no decían lo mismo. Negué con la cabeza, estaba abrumada y perdida, temblé al intentar coger las vendas que se me habían caído… nunca tuve miedo hasta ahora -No puedo darte lo que quieres, necesitas otra clase de calma y yo… yo no puedo -intenté sonreír como siempre pero no pude, las lagrimas... pronto dejaron paso a una sonrisa fingida. No lo miré, me coloqué la ropa y el cabello, de todos me lo hubiese esperado pero de él… -Señor… buenas noches -volvía a ser el “señor” para mí, la confianza que tuvimos… se acabó en un segundo.
Soleil- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Me apartó, me empujó hacia atrás mientras mi errática respiración inundaba el espacio que quedaba entre los dos.
Mi oscurecida mirada delataba mi frenesí, mi excitación, mi rabia y mi dolor.
No la culpó, me equivoqué y sus brazos alzados para detener mis pasos lo decían todo, me temía, hasta ella me veía como al violador de mi padre ¿creía que la tomaría sin permiso? No era así maldita sea.
Gruñí cuando se despidió de mi saliendo por la puerta.
Caminé hacia el mueble bar y tomé una botella de bourbon, clavando mi mirada en el fuego de la lumbre que mi habitación caldeaba.
Entre bufidos me removía por la habitación, dando zancadas como un animal salvaje mientras alzaba la botella dejando que el liquido me abrasara.
Fue Erlend el que pegó dos golpes a mi portón, clavó sus ojos en mi mientras apoyaba su espalda en el marcó de la puerta en completo silencio observando al animal herido en el que me había convertido.
-Coge la espada muchacho, el alcohol no se moverá de tu habitación.
Lancé la botella rugiendo contra la chimenea, un fogonazo se alzó frente a los dos mientras mi alarido retumbaba en palacio preso de la ira no resuelta aquel día.
Erlend no quería escuchar mis problemas, tampoco yo contárselos, creo que por eso nos entendíamos bien, se limitaba a entrenarme, a sacar lo mejor de mi cuando sujetaba el acero y a canalizar mi rabia con una paciencia inusitada.
Nunca le pregunté porque me ayudaba, era consciente de que cualquier soldado mataría por entrenar con él y sin embargo este se desentendía de todos los demás entrenando solo a los Cannif y a mi.
Pasamos un par de horas espada en mano, recibí golpes por todos lados, peor aseste unas buenas estocadas con el mandoble que forzaron la ladeada sonrisa del inmortal que no dejaba de motivarme para atacar.
Fue la mujer de Erlend la que nos interrumpió, según ella necesitaba robarme a su marido para aplacar el hambre que tenia de él y que por hoy el patio de armas ya se lo había robado en demasía.
Erlend la alzó como si fuera un saco y con un guiñó de ojos se despidió de mi riéndose de las patadas que su mujer le asestaba para librarse de su agarre.
Los miré desde el patio de armas, me daba cuenta que yo y no otro era el motivo de que madre y padre discutieran, también que por mucho que lo intentara jamas estaría para padre a la altura.
Daba igual cuantas gestas ganara, para él siempre seria le bastardo, el enemigo a batir.
Tenia que hacer algo grande, algo que demostrara a padre que era tan valido como esos hijos que si llevaban su sangre.
Mis ojos se calvaron en los de Soleil que se acercaba abrazándose a si misma seguramente para avisarme de que la cena estaba dispuesta.
-¿Me perdonas? -pregunté hundiendo mis pardos en los suyos -no iba a forzarte, admito que he sido brusco, que has hecho bien apartándome, peor no iba a violarte, no soy mi maldito padre por mucho que todos os esforcéis en recordarme de donde desciendo.
Mi oscurecida mirada delataba mi frenesí, mi excitación, mi rabia y mi dolor.
No la culpó, me equivoqué y sus brazos alzados para detener mis pasos lo decían todo, me temía, hasta ella me veía como al violador de mi padre ¿creía que la tomaría sin permiso? No era así maldita sea.
Gruñí cuando se despidió de mi saliendo por la puerta.
Caminé hacia el mueble bar y tomé una botella de bourbon, clavando mi mirada en el fuego de la lumbre que mi habitación caldeaba.
Entre bufidos me removía por la habitación, dando zancadas como un animal salvaje mientras alzaba la botella dejando que el liquido me abrasara.
Fue Erlend el que pegó dos golpes a mi portón, clavó sus ojos en mi mientras apoyaba su espalda en el marcó de la puerta en completo silencio observando al animal herido en el que me había convertido.
-Coge la espada muchacho, el alcohol no se moverá de tu habitación.
Lancé la botella rugiendo contra la chimenea, un fogonazo se alzó frente a los dos mientras mi alarido retumbaba en palacio preso de la ira no resuelta aquel día.
Erlend no quería escuchar mis problemas, tampoco yo contárselos, creo que por eso nos entendíamos bien, se limitaba a entrenarme, a sacar lo mejor de mi cuando sujetaba el acero y a canalizar mi rabia con una paciencia inusitada.
Nunca le pregunté porque me ayudaba, era consciente de que cualquier soldado mataría por entrenar con él y sin embargo este se desentendía de todos los demás entrenando solo a los Cannif y a mi.
Pasamos un par de horas espada en mano, recibí golpes por todos lados, peor aseste unas buenas estocadas con el mandoble que forzaron la ladeada sonrisa del inmortal que no dejaba de motivarme para atacar.
Fue la mujer de Erlend la que nos interrumpió, según ella necesitaba robarme a su marido para aplacar el hambre que tenia de él y que por hoy el patio de armas ya se lo había robado en demasía.
Erlend la alzó como si fuera un saco y con un guiñó de ojos se despidió de mi riéndose de las patadas que su mujer le asestaba para librarse de su agarre.
Los miré desde el patio de armas, me daba cuenta que yo y no otro era el motivo de que madre y padre discutieran, también que por mucho que lo intentara jamas estaría para padre a la altura.
Daba igual cuantas gestas ganara, para él siempre seria le bastardo, el enemigo a batir.
Tenia que hacer algo grande, algo que demostrara a padre que era tan valido como esos hijos que si llevaban su sangre.
Mis ojos se calvaron en los de Soleil que se acercaba abrazándose a si misma seguramente para avisarme de que la cena estaba dispuesta.
-¿Me perdonas? -pregunté hundiendo mis pardos en los suyos -no iba a forzarte, admito que he sido brusco, que has hecho bien apartándome, peor no iba a violarte, no soy mi maldito padre por mucho que todos os esforcéis en recordarme de donde desciendo.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
No lo culpaba, la situación lo requiso así. Me había robado mi primer beso, llegó sin avisar y si él supiese que no deseé que se apartase. Yo lo hice por él, por los dos. Si ocurría, no quería que fuese por un simple calentón de rabia. Para mí él era mucho más que eso, lo conocía desde siempre y estuvo tan cerca, más que nunca y ni por asomo fue como había imaginado. Cuando abandoné la habitación mis lagrimas no cesaban, parecía que era a mí a quien habían golpeado pero de distinto modo.
Él no comprendía que no me aparté porque fuese lo que representaba para todos, para mí…era algo muy diferente. Él, Dritt, era para mí mucho más que un simple bastardo o el señor. Fue mi compañero de juegos, más tarde a quien le contase mis más profundos deseos y confesiones y ahora… nos habíamos convertido en lo que debíamos ser: señor y criada. Y lo peor, su sabor me embriagó, tuve su sabor durante toda la noche… no pude ni dormir. Por la mañana, me quedé dormida, por primera vez en mi vida.
Apenas me mantenía en pie, las horas de sueño me las había robado un beso. No pude ni hacer la comida copiosa de siempre, pedí por favor se encargase otra de las chicas. como de costumbre, fui la encargada de anunciar que la comida estaba lista, apenas me acerqué unos metros y tras mis palabras fui a alejarme cuando él me lo impidió. Cerré los ojos con fuerza antes de enfrentar su mirada, aunque esta vez… no le miré a los ojos.
-Ya lo sé -no respondí a si lo perdonaba o no porque no tenía nada que perdonarle -No quise pegarte pero necesitabas eso que alguien, te pusiese los pies en la tierra y… me besaste ¿por qué? -negué con la cabeza, no quería que me respondiese mejor, además…estábamos en medio del patio de armas y la familiaridad con la que nos comunicábamos no era la más adecuada aún así, necesité… decírselo para que lo entendiese -Yo no te veo como tal, nunca lo he hecho. Me besaste -repetí porque aún no podía creerlo, lo hizo por el momento ¿por qué si no? quería evitar ciertas cosas -No vuelvas a hacerlo -
Mi voz sonó determinante, no quise tan siquiera que me respondiese, me alejé corriendo de allí. Si volvía a besarme no sabría qué ocurriría. Terminé de recoger la cocina, necesitaba darme un baño. Mis pasos se dirigieron hacia el lago, no quería pensar solo dejarme llevar y como siempre, soñar despierta. Dejé la ropa que cayese a mis pies, mis pasos se perdieron hasta adentrarse en el agua en donde me dejé llevar, cerré los ojos y volví a rememorar cierto momento, una y otra vez….
Él no comprendía que no me aparté porque fuese lo que representaba para todos, para mí…era algo muy diferente. Él, Dritt, era para mí mucho más que un simple bastardo o el señor. Fue mi compañero de juegos, más tarde a quien le contase mis más profundos deseos y confesiones y ahora… nos habíamos convertido en lo que debíamos ser: señor y criada. Y lo peor, su sabor me embriagó, tuve su sabor durante toda la noche… no pude ni dormir. Por la mañana, me quedé dormida, por primera vez en mi vida.
Apenas me mantenía en pie, las horas de sueño me las había robado un beso. No pude ni hacer la comida copiosa de siempre, pedí por favor se encargase otra de las chicas. como de costumbre, fui la encargada de anunciar que la comida estaba lista, apenas me acerqué unos metros y tras mis palabras fui a alejarme cuando él me lo impidió. Cerré los ojos con fuerza antes de enfrentar su mirada, aunque esta vez… no le miré a los ojos.
-Ya lo sé -no respondí a si lo perdonaba o no porque no tenía nada que perdonarle -No quise pegarte pero necesitabas eso que alguien, te pusiese los pies en la tierra y… me besaste ¿por qué? -negué con la cabeza, no quería que me respondiese mejor, además…estábamos en medio del patio de armas y la familiaridad con la que nos comunicábamos no era la más adecuada aún así, necesité… decírselo para que lo entendiese -Yo no te veo como tal, nunca lo he hecho. Me besaste -repetí porque aún no podía creerlo, lo hizo por el momento ¿por qué si no? quería evitar ciertas cosas -No vuelvas a hacerlo -
Mi voz sonó determinante, no quise tan siquiera que me respondiese, me alejé corriendo de allí. Si volvía a besarme no sabría qué ocurriría. Terminé de recoger la cocina, necesitaba darme un baño. Mis pasos se dirigieron hacia el lago, no quería pensar solo dejarme llevar y como siempre, soñar despierta. Dejé la ropa que cayese a mis pies, mis pasos se perdieron hasta adentrarse en el agua en donde me dejé llevar, cerré los ojos y volví a rememorar cierto momento, una y otra vez….
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
El encuentro en el patio de armas se quedo en una pregunta hecha al aire que no esperó respuesta, solo silencio y se fue corriendo antes siquiera de que fuera capaz de meditar la respuesta adecuada.
El resto de mi día no fue muy diferente a los anteriores, choque de espadas, unas jarras con Orn en una taberna cercana y algo ya tocados nos fuimos al lago para darnos un baño.
Oímos chapotear a una dama, ambos íbamos riéndonos y nos costó centrar la mirada en la joven que se bañaba, para nuestra sorpresa, Soleil.
Le silbamos desde la orilla alegando lo buena que estaba y de un manotazo le hice a Orn girarse para que nuestra amiga no se sintiera intimidada por dos burdos vikingos.
-Prometemos portarnos bien -bromeó Orn mirando por encima del hombro mientras nuevamente nos partíamos de risa ambos.
Me quité la camisola tirando el brazo hacia atrás para que la joven doncella se cubriera su desnudez, me costaba dejar de reírme, llevaba toda la vida con nosotros, y sin embargo era muy parisina, era incapaz de ver el sexo con nuestra naturalidad.
-Anda tápate, báñate con nosotros, no seremos unos bárbaros contigo.
Orn me pegó un golpe en el vientre alegando en su defensa que hablara por mi, que él si era un vikingo salvaje y que lo de portarse bien no iba con él.
Nos quitamos ambos la ropa y corrimos hacia el lago desnudos entre risas, desde dentro volví a centrar mi turbia mirada en Soleil.
-Anda ven, yo te cuido -bromeé
Orn se sumergió en el agua nadando hacia la parte mas profunda mientras yo seguía hostigando a Soleil para que cediera y por una vez se dejara llevar.
-Me preguntaste porque te bese – le grité -ven y te lo digo -dije con una picara sonrisa mientras me relamía las gotas de agua que escurrían.
El resto de mi día no fue muy diferente a los anteriores, choque de espadas, unas jarras con Orn en una taberna cercana y algo ya tocados nos fuimos al lago para darnos un baño.
Oímos chapotear a una dama, ambos íbamos riéndonos y nos costó centrar la mirada en la joven que se bañaba, para nuestra sorpresa, Soleil.
Le silbamos desde la orilla alegando lo buena que estaba y de un manotazo le hice a Orn girarse para que nuestra amiga no se sintiera intimidada por dos burdos vikingos.
-Prometemos portarnos bien -bromeó Orn mirando por encima del hombro mientras nuevamente nos partíamos de risa ambos.
Me quité la camisola tirando el brazo hacia atrás para que la joven doncella se cubriera su desnudez, me costaba dejar de reírme, llevaba toda la vida con nosotros, y sin embargo era muy parisina, era incapaz de ver el sexo con nuestra naturalidad.
-Anda tápate, báñate con nosotros, no seremos unos bárbaros contigo.
Orn me pegó un golpe en el vientre alegando en su defensa que hablara por mi, que él si era un vikingo salvaje y que lo de portarse bien no iba con él.
Nos quitamos ambos la ropa y corrimos hacia el lago desnudos entre risas, desde dentro volví a centrar mi turbia mirada en Soleil.
-Anda ven, yo te cuido -bromeé
Orn se sumergió en el agua nadando hacia la parte mas profunda mientras yo seguía hostigando a Soleil para que cediera y por una vez se dejara llevar.
-Me preguntaste porque te bese – le grité -ven y te lo digo -dije con una picara sonrisa mientras me relamía las gotas de agua que escurrían.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
No dejé que contestase, me fui por el mismo camino que había venido. Quería y no saberlo, de igual modo… ¿qué iba a cambiar? Nada. éramos iguales en muchos sentidos pero muy distintos , sobre todo… en la clase social. Los esclavos y los señores no debían tener esa familiaridad con la que nos tratábamos, siempre tentábamos a la suerte, podrían pillarnos y aún así era inevitable acercarnos el uno al otro.
Porque Dritt fue diferente, especial para mí. Sonreí al recordar el brusco beso, la necesidad en sus caricias y no, no tenía nada que ver con lo que yo deseaba, cómo fuese ese instante en el que perdería mi virtud. Seguramente, sería muy diferente a lo que mi soñadora mente imaginaba una y otra vez. y fueron las risas quien me despertaron de mi letargo, mi primera reacción fue sumergirme hasta los hombros, nadie iba a verme desnuda y a esas horas dudaba que alguien de confianza anduviese por allí. era mejor volver, conciliar el sueño y … dejar de pensar.
Corrí hacia la orilla pero mi ropa estaba lejos de dónde me encontraba, su voz me erizó la piel ¿era él? y acompañado. Cogí de mala manera la camisola y me la puse por encima, claro que… no tardó en transparentarse. No iba a volver al lago, lo mejor era marcharme y dejarlos a solas pues esa reunión no requería mis servicios como criada. Y como era de esperar, el alcohol hizo mella en ambos hombres. Mi mirada oscura, se clavó en él… mirándole de manera severa. Esperaba que no tentase a la suerte, terminaría lanzándole piedras.
-Estás borracho -era obvio, me eché a reír, uniéndome a su risa ebria… al menos no había tensión entre nosotros. Me crucé de brazos, al menos mis senos no quedaban expuestos a ser vistos, solo mis largas piernas. Verle desnudo no era lo mismo si él me veía a mí, además estaba ese estúpido vikingo acompañándole y no iba a estar bañándome con los dos… llegaría a los oídos de los Cannif y terminaría fuera del Castillo…era algo que me veía venir -¿Sabes qué es el mismo camino? De aquí a allí que de allí a aquí y deja de reírte, no le veo la gracia
Mi cabello al estar mojado, lucía diferente...mucho más domado pero igual de rebelde, muy parecido a mí misma. Hice ademán de irme cuando… recordé las palabras que una vez, me dijo la señora Cannif “si te salvé fui para que vivieses una vida que mereces, vive”. Y no lo pensé, me giré dispuesta a todo, recorrí la distancia de la orilla al agua a la carrerilla y me lancé al agua dispuesta a mojarlo aún más que lo estaba. Ahora su camisola también estaba mojada. Al salir a la superficie, entreabrí los labios tomando aire y dedicándole una sonrisa, me incliné hacia él, siempre fui impulsiva y él lo sabía, no iba a quedarme en la orilla.
-¿Por qué? y nada de juegos . Como ese maldito vikingo se acerque más de lo debido… -amenacé en un susurro, fundiéndome en su mirada -Estás borracho, mon petit guerrier -me gustaba llamarlo así, mi pequeño guerrero… como siempre había sido.
Porque Dritt fue diferente, especial para mí. Sonreí al recordar el brusco beso, la necesidad en sus caricias y no, no tenía nada que ver con lo que yo deseaba, cómo fuese ese instante en el que perdería mi virtud. Seguramente, sería muy diferente a lo que mi soñadora mente imaginaba una y otra vez. y fueron las risas quien me despertaron de mi letargo, mi primera reacción fue sumergirme hasta los hombros, nadie iba a verme desnuda y a esas horas dudaba que alguien de confianza anduviese por allí. era mejor volver, conciliar el sueño y … dejar de pensar.
Corrí hacia la orilla pero mi ropa estaba lejos de dónde me encontraba, su voz me erizó la piel ¿era él? y acompañado. Cogí de mala manera la camisola y me la puse por encima, claro que… no tardó en transparentarse. No iba a volver al lago, lo mejor era marcharme y dejarlos a solas pues esa reunión no requería mis servicios como criada. Y como era de esperar, el alcohol hizo mella en ambos hombres. Mi mirada oscura, se clavó en él… mirándole de manera severa. Esperaba que no tentase a la suerte, terminaría lanzándole piedras.
-Estás borracho -era obvio, me eché a reír, uniéndome a su risa ebria… al menos no había tensión entre nosotros. Me crucé de brazos, al menos mis senos no quedaban expuestos a ser vistos, solo mis largas piernas. Verle desnudo no era lo mismo si él me veía a mí, además estaba ese estúpido vikingo acompañándole y no iba a estar bañándome con los dos… llegaría a los oídos de los Cannif y terminaría fuera del Castillo…era algo que me veía venir -¿Sabes qué es el mismo camino? De aquí a allí que de allí a aquí y deja de reírte, no le veo la gracia
Mi cabello al estar mojado, lucía diferente...mucho más domado pero igual de rebelde, muy parecido a mí misma. Hice ademán de irme cuando… recordé las palabras que una vez, me dijo la señora Cannif “si te salvé fui para que vivieses una vida que mereces, vive”. Y no lo pensé, me giré dispuesta a todo, recorrí la distancia de la orilla al agua a la carrerilla y me lancé al agua dispuesta a mojarlo aún más que lo estaba. Ahora su camisola también estaba mojada. Al salir a la superficie, entreabrí los labios tomando aire y dedicándole una sonrisa, me incliné hacia él, siempre fui impulsiva y él lo sabía, no iba a quedarme en la orilla.
-¿Por qué? y nada de juegos . Como ese maldito vikingo se acerque más de lo debido… -amenacé en un susurro, fundiéndome en su mirada -Estás borracho, mon petit guerrier -me gustaba llamarlo así, mi pequeño guerrero… como siempre había sido.
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Su perspicacia era pasmosa ¿como podia haber descubierto que estábamos borrachos? Me reí desde el agua sin dejar de mirarla, sin duda esa mujer era muy divertida.
Otra ya estaría aquí entre nosotros, pero ella siempre guardaba las formas, era una mujer distinta, mucho manos barbara, supongo que la educación que le dio mi madre tuvo mucho que ver con su modo de ser.
-Pero aunque la distancia sea la misma, aquí se esta mejor -bromeé lanzandole un poco de agua mientras nadando iba acercándome ligeramente a la orilla.
Hice un mohin cuando la vi girarse para irse, negué con la cabeza incrédulo.
-Nadie vivirá esta vida por ti Soleil.
No se si fueron mis palabras o que le había dado una insolación en el mercado pero se giró de golpe corriendo para meterse nuevamente en las gélidas aguas, sumergirse en ellas y emerger justo delante de mi.
Mi cara de satisfacción lo decía todo, mis manso no dudaron de acortar las distancias que de su cintura me separaban.
-Porque me pones -respondí con sinceridad.
Tampoco es que para nosotros hablar del sexo abiertamente fuera un problema a decir verdad, tiré de ella, nuestros cuerpos desnudos entraron en contacto por debajo del agua, mi hombría alzada rozaba su vientre mientras nuestros ojos seguían fundiéndose en los del otro.
-Un poquito -respondí haciendo un gesto con la mano que indicaba la cantidad antes de estallar en carcajadas ante su perspicaz pregunta sobre mi grado de ebriedad.
Me relamí muy cerca de sus labios, me tocaba preguntar.
-¿y tu por que me apartaste? - la provoque rozando con mi aliento su boca pero sin tocarla.
Mis manso acariciaban sus caderas atrayendola lentamente hacia mi mientras esta se revolvía entre mis manos dispuesta a escapar pero sin dejar de mirar mi turbia mirada que reflejaba la luna que bañaba el lago con sus haces de plata.
Orn se acercó a los dos, la mirada de Soleil avergonzada era un hecho y abrí los brazos para tirar de ella y refugiarla en mi cuerpo.
-Sal Orn, no esta cómoda con nosotros aquí, ahora voy -puntualicé viendo la cara de diversión de este mientras a la espalda de Soleil hacia gestos obscenos para que me la follara.
Los dos nos moríamos de la risa, pero realmente para mi ella era importante, nos habíamos criado juntos no era una mas que podía tomar una noche y olvidar a la mañana siguiente.
-Me voy con Orn -le aseguré depositando un beso en su mejilla -mañana me devuelves la camisa -bromeé entre risas dispuesto a seguir los pasos de mi amigo y compañero de armas.
Otra ya estaría aquí entre nosotros, pero ella siempre guardaba las formas, era una mujer distinta, mucho manos barbara, supongo que la educación que le dio mi madre tuvo mucho que ver con su modo de ser.
-Pero aunque la distancia sea la misma, aquí se esta mejor -bromeé lanzandole un poco de agua mientras nadando iba acercándome ligeramente a la orilla.
Hice un mohin cuando la vi girarse para irse, negué con la cabeza incrédulo.
-Nadie vivirá esta vida por ti Soleil.
No se si fueron mis palabras o que le había dado una insolación en el mercado pero se giró de golpe corriendo para meterse nuevamente en las gélidas aguas, sumergirse en ellas y emerger justo delante de mi.
Mi cara de satisfacción lo decía todo, mis manso no dudaron de acortar las distancias que de su cintura me separaban.
-Porque me pones -respondí con sinceridad.
Tampoco es que para nosotros hablar del sexo abiertamente fuera un problema a decir verdad, tiré de ella, nuestros cuerpos desnudos entraron en contacto por debajo del agua, mi hombría alzada rozaba su vientre mientras nuestros ojos seguían fundiéndose en los del otro.
-Un poquito -respondí haciendo un gesto con la mano que indicaba la cantidad antes de estallar en carcajadas ante su perspicaz pregunta sobre mi grado de ebriedad.
Me relamí muy cerca de sus labios, me tocaba preguntar.
-¿y tu por que me apartaste? - la provoque rozando con mi aliento su boca pero sin tocarla.
Mis manso acariciaban sus caderas atrayendola lentamente hacia mi mientras esta se revolvía entre mis manos dispuesta a escapar pero sin dejar de mirar mi turbia mirada que reflejaba la luna que bañaba el lago con sus haces de plata.
Orn se acercó a los dos, la mirada de Soleil avergonzada era un hecho y abrí los brazos para tirar de ella y refugiarla en mi cuerpo.
-Sal Orn, no esta cómoda con nosotros aquí, ahora voy -puntualicé viendo la cara de diversión de este mientras a la espalda de Soleil hacia gestos obscenos para que me la follara.
Los dos nos moríamos de la risa, pero realmente para mi ella era importante, nos habíamos criado juntos no era una mas que podía tomar una noche y olvidar a la mañana siguiente.
-Me voy con Orn -le aseguré depositando un beso en su mejilla -mañana me devuelves la camisa -bromeé entre risas dispuesto a seguir los pasos de mi amigo y compañero de armas.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
La respiración se entrecortó al sentir sus manos abrazar mi cintura, atrayéndome hacia la cárcel que para mí suponía su cuerpo. No dije nada, solo entreabrí los labios observándole en completo silencio. La luna, nos brindaba la luz perfecta para vernos cara a cara. Su rostro perlado de pequeñas gotas que recorrían su rostro, hasta perderse en su boca y más allá. Me gustaba verlo reír, contento…olvidándose por una vez de lo que representaba y ser él mismo, tal y como era conmigo.
-Me robaste -fue mi única respuesta a porqué me aparté. Cerré los ojos, su aliento a alcohol me echaba para atrás… no quería que hiciera nada que se arrepintiese, al fin y al cabo para él era solo la criada con la que había crecido. No esperé que el baño nocturno de los dos hombres terminase tan pronto, es más, ardí en deseos de preguntarle porqué se iban cuando sus labios acariciaron su mejilla en apenas un roce… él nunca hacía eso y el alcohol, lo ayudó un poco -Claro, la lavaré y dispondré a tu gusto -quedé de espaldas a ellos, mientras se alejaban…pensé en qué había pasado realmente porque no lo sabía pero sí tenía conocimiento a donde irían ahora.
Se perderían entre las piernas de cualquier fulana para calmar otra sed distinta y yo, mientras tanto…¡sin dormir por un beso que no significó nada! y aún así, mis mejillas se poblaron de diminutas lagrimas cristalinas mezcladas con el agua. Regresé minutos después al castillo, dejé que la camisa se secara en el patio de armas, así podría cogerla cuando entrenase y me ahorraría el tener que devolvérsela. Un día más, levantarme antes de que saliese el sol, el desayuno y disponer ropa limpia para todos los señores de la casa. Por último, la habitación de él. Dritt seguramente ni estaría allí, así que entré sin más…
-Y hacer un pastel de cumpleaños ¿cuándo? Si no tengo tiem…-fui a hacer la cama cuando vi que estaba ocupada, hablaba en voz alta y seguramente me habría oído. Era el cumpleaños de uno de ellos, el suyo. Negué con la cabeza, alejándome del borde de la cama ¿qué decir? No miré por si… estaba acompañado -Disculpe señor, pensé que no estaba, como a noche se fue con el señor Orn y…-me puse roja como un tomate y recogí la ropa tan deprisa que en un traspiés caí al suelo, a los pies de la cama… era tan tonta cuando me ponía nerviosa que no medía los pasos y… esperaba risas, no las de él… si no las de su acompañante quien seguramente me tacharía como “criada torpe y metomentodo”.
Dispuse el desayuno, no miré en ningún momento, no quería verlo. Pasé de la máxima vergüenza, al enfado más absoluto ¿qué tenían todas ellas? No ser una esclava, tener… otro color de piel, ser…lo que yo nunca sería.
-Le he dejado la camisola en el…patio de armas y ¡me voy! No quiero importunar…le traje esa infusión que quita el dolor de cabeza y dejé dos tazas de café por si… las necesita para…¡me voy! -repetí intentando cogerlo todo pero ser incapaz, no sabía cómo comportarme con él… menos después de lo de anoche. Para mí , no era cualquier Cannif, era el verdadero varón… el que debería heredar todo. -Me robaste -susurré al recordar su pregunta de porqué me aparté…y es que me robó algo que nadie me podría devolver jamás.
-Me robaste -fue mi única respuesta a porqué me aparté. Cerré los ojos, su aliento a alcohol me echaba para atrás… no quería que hiciera nada que se arrepintiese, al fin y al cabo para él era solo la criada con la que había crecido. No esperé que el baño nocturno de los dos hombres terminase tan pronto, es más, ardí en deseos de preguntarle porqué se iban cuando sus labios acariciaron su mejilla en apenas un roce… él nunca hacía eso y el alcohol, lo ayudó un poco -Claro, la lavaré y dispondré a tu gusto -quedé de espaldas a ellos, mientras se alejaban…pensé en qué había pasado realmente porque no lo sabía pero sí tenía conocimiento a donde irían ahora.
Se perderían entre las piernas de cualquier fulana para calmar otra sed distinta y yo, mientras tanto…¡sin dormir por un beso que no significó nada! y aún así, mis mejillas se poblaron de diminutas lagrimas cristalinas mezcladas con el agua. Regresé minutos después al castillo, dejé que la camisa se secara en el patio de armas, así podría cogerla cuando entrenase y me ahorraría el tener que devolvérsela. Un día más, levantarme antes de que saliese el sol, el desayuno y disponer ropa limpia para todos los señores de la casa. Por último, la habitación de él. Dritt seguramente ni estaría allí, así que entré sin más…
-Y hacer un pastel de cumpleaños ¿cuándo? Si no tengo tiem…-fui a hacer la cama cuando vi que estaba ocupada, hablaba en voz alta y seguramente me habría oído. Era el cumpleaños de uno de ellos, el suyo. Negué con la cabeza, alejándome del borde de la cama ¿qué decir? No miré por si… estaba acompañado -Disculpe señor, pensé que no estaba, como a noche se fue con el señor Orn y…-me puse roja como un tomate y recogí la ropa tan deprisa que en un traspiés caí al suelo, a los pies de la cama… era tan tonta cuando me ponía nerviosa que no medía los pasos y… esperaba risas, no las de él… si no las de su acompañante quien seguramente me tacharía como “criada torpe y metomentodo”.
Dispuse el desayuno, no miré en ningún momento, no quería verlo. Pasé de la máxima vergüenza, al enfado más absoluto ¿qué tenían todas ellas? No ser una esclava, tener… otro color de piel, ser…lo que yo nunca sería.
-Le he dejado la camisola en el…patio de armas y ¡me voy! No quiero importunar…le traje esa infusión que quita el dolor de cabeza y dejé dos tazas de café por si… las necesita para…¡me voy! -repetí intentando cogerlo todo pero ser incapaz, no sabía cómo comportarme con él… menos después de lo de anoche. Para mí , no era cualquier Cannif, era el verdadero varón… el que debería heredar todo. -Me robaste -susurré al recordar su pregunta de porqué me aparté…y es que me robó algo que nadie me podría devolver jamás.
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
No fueron los haces de luz entrando por el postigo de la habitación lo que me obligó a meter la cabeza bajo la almohada entre gruñidos y bufidos, si no la constate verborrea de Soleil que se disculpaba por despertarme, pero seguía hablando sin parar como si le hubieran dado cuerda.
Sonreí contra el colchón, al parecer creía que estaba acompañado, el motivo haberme ido del lago borracho con Orn.
Nunca aprendería, yo no traía a mi lecho a mujeres de una noche, me parecía algo incomoda la despedida cuando lo mismo que podía hacer en mi cuarto podía hacerlo en cualquier otro lado.
Luego era tan fácil como subirme los pantalones y largarme.
Trastabilló y calló a los pies de la cama haciendo que me incorporara y la mirara enarcando una ceja desde el lecho, admito que su forma de hablar nerviosa mientras trataba de ponerse en pie y gritaba que tenia la camisa en el patio de armas, el desayuno en la mesa y que se iba a toda prisa me hizo reír aun acomodando la vista a la penumbra del habitáculo.
-Estoy solo -apunté finalmente logrando que se girara para clavar sus pardos en los míos.
Casi pude adivinar lo que pensaba “podías habérmelo dicho antes? Negué sentándome en la cama frotando los ojos con los dedos dedos de mi derecha mientras bostezaba.
-Y perderme el espectáculo -bromeé echándome a reír de nuevo mientras una almohada sobrevolaba la distancia entre ella y mi cabeza.
No podía dejar de reírme, extendí la mano para que se quedara quieta y dejara de lanzarme cosas, pero es que no podía contener el ataque de risa, su cara había sido un poema.
-¿que te he robado? -pregunté sin poder dejar de reír.
Me incorporé caminando hacia la bandeja donde decía haber dejado ese te para la resaca.
-Un buen café siempre me despierta y no la mierda esta francesa -bufé contra la taza dando un sorbo.
Me acerqué a la palangana para mojarme la cabeza, la nuca y la cara y como un perro mojado me sacudí a ver si me espabilaba.
-Me esperan en el patio de armas ¿vas a decirme que es eso que te he robado? -pregunté nuevamente enarcando una ceja mientras cogía uno de los panes y los mordía.
-¿ves por ahí mis pantalones? -pregunté buscándolos por el suelo.
Mi habitación parecía una leonera, tampoco es que pudiera culparme por ello pasaba tanto tiempo en el patio de armas … ademas era cosa suya mantener el cuarto de todos “ordenado” mas o menos..tampoco me gustaba que me tocaran mis cosas.
-Aquí dije finalmente encontrándolos colgando del respaldo de una silla.
Me los calcé con rapidez buscando ahora las botas con la mirada, bajo la atenta y divertida mirada de Soleil.
-¿que pasa? Ni que nunca me hubieras visto de resaca -bromeé acercándome a ella para darle un manotazo en las nalgas para que se moviera y poder coger mis botas que estaban incrustadas debajo de la cama.
Sonreí contra el colchón, al parecer creía que estaba acompañado, el motivo haberme ido del lago borracho con Orn.
Nunca aprendería, yo no traía a mi lecho a mujeres de una noche, me parecía algo incomoda la despedida cuando lo mismo que podía hacer en mi cuarto podía hacerlo en cualquier otro lado.
Luego era tan fácil como subirme los pantalones y largarme.
Trastabilló y calló a los pies de la cama haciendo que me incorporara y la mirara enarcando una ceja desde el lecho, admito que su forma de hablar nerviosa mientras trataba de ponerse en pie y gritaba que tenia la camisa en el patio de armas, el desayuno en la mesa y que se iba a toda prisa me hizo reír aun acomodando la vista a la penumbra del habitáculo.
-Estoy solo -apunté finalmente logrando que se girara para clavar sus pardos en los míos.
Casi pude adivinar lo que pensaba “podías habérmelo dicho antes? Negué sentándome en la cama frotando los ojos con los dedos dedos de mi derecha mientras bostezaba.
-Y perderme el espectáculo -bromeé echándome a reír de nuevo mientras una almohada sobrevolaba la distancia entre ella y mi cabeza.
No podía dejar de reírme, extendí la mano para que se quedara quieta y dejara de lanzarme cosas, pero es que no podía contener el ataque de risa, su cara había sido un poema.
-¿que te he robado? -pregunté sin poder dejar de reír.
Me incorporé caminando hacia la bandeja donde decía haber dejado ese te para la resaca.
-Un buen café siempre me despierta y no la mierda esta francesa -bufé contra la taza dando un sorbo.
Me acerqué a la palangana para mojarme la cabeza, la nuca y la cara y como un perro mojado me sacudí a ver si me espabilaba.
-Me esperan en el patio de armas ¿vas a decirme que es eso que te he robado? -pregunté nuevamente enarcando una ceja mientras cogía uno de los panes y los mordía.
-¿ves por ahí mis pantalones? -pregunté buscándolos por el suelo.
Mi habitación parecía una leonera, tampoco es que pudiera culparme por ello pasaba tanto tiempo en el patio de armas … ademas era cosa suya mantener el cuarto de todos “ordenado” mas o menos..tampoco me gustaba que me tocaran mis cosas.
-Aquí dije finalmente encontrándolos colgando del respaldo de una silla.
Me los calcé con rapidez buscando ahora las botas con la mirada, bajo la atenta y divertida mirada de Soleil.
-¿que pasa? Ni que nunca me hubieras visto de resaca -bromeé acercándome a ella para darle un manotazo en las nalgas para que se moviera y poder coger mis botas que estaban incrustadas debajo de la cama.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
El nerviosismo, se mezcló con otras sensaciones que me llevaron a hacer mi ridículo más espantoso. Reí sin parar, él me lo contagiaba, era algo innato…su risa era tan distinta a como miraba a su “padre”. Podía decir y admitir que lo conocía realmente, su forma de ser más calma y cercana, la que nadie se preocupó nunca de conocer…excepto la señorita Fiolett. Ambos eran guerreros y aunque se pareciese demasiado a su padre, para ella era mucho más que un simple apodado bastardo.
Y me tenían que dar el premio a la más patosa y bufón del día, no quise ni mirarle… porque como estuviese acompañado iba a ser el hazme reír fuera de esa habitación. Resoplé con ese “estoy solo”, fulminándolo con la mirada. Y maldición, volvía a estar desnudo. Ante eso, me sonrojé de tal manera que fue totalmente visible. Aparté mi aparatoso pelo intentando no caerme más. Sonreí, sonreímos y el enfado como el distanciamiento se evaporó en un instante. Con él era diferente no solo por el hecho de criarnos juntos , sentía esa complicidad y esa sensación de saber a toda costa que él me conoce mejor que nadie.
-Verte desnudo sí que es un espectáculo, uno nauseabundo. Desayuna y vístete, al final voy a tener que secundar al señor Cannif de que eres un completo desastre -no era ninguna aprovechada, me giré para que se vistiese mientras ordenaba la habitación todo lo rápido que pude pues me esperaban -No los veo. No te los he quitado para saber dónde te los he puesto -intenté aguantar la risa pero fue imposible-Eres más ordenado borracho que despierto. Y ¿qué pasa dónde? Mon dieu eres peor que un niño y no oses darme …-tarde, el impacto en mis nalgas me sacó un resoplido, un bufido después y no pude evitarlo, le di un manotazo en la mejilla…quise no fuera fuerte pero…se me fue la mano.
Sentí mis mejillas arder, se me cayó la ropa al suelo y mis labios intentaron emitir palabra…cosa que fue prácticamente imposible. Miraba su mejilla ligeramente roja, no pude articular palabra y… ¡había golpeado a…! se me iba a caer el pelo. Cerré los ojos, me esperaba ser devuelto, era comprensible…así se castigaba a quien osaba desafiarte. Murmuré palabras sin sentido, negando con la cabeza… con él se me olvidaba quién era, quiénes éramos y… acababa de traspasar la línea.
-Tiene todo el derecho a robarme pues no tengo nada . Lo siento , señor… -tragué saliva, el juego lo había llevado más allá. Me sentía avergonzada, poca cosa, insignificante y es que eso era para todos…eso debía ser -Fue mi primer beso -bajé la mirada, no mentía…y él lo sabía. Frente a él esperaba mi castigo…uno que no llegaba. Iba a romper todo protocolo de sirvienta y señor de nuevo pues tomé su mano y la dirigí hacia mi mejilla, debía ser devuelto.
No lo miré a los ojos, no podía. Después de lo que pasó, de esto.. no hacía otra cosa que… echarlo todo a perder.
-Lo siento tantísimo, señor…-y ahí estaba, volvía a ser esa criada desobediente…
Y me tenían que dar el premio a la más patosa y bufón del día, no quise ni mirarle… porque como estuviese acompañado iba a ser el hazme reír fuera de esa habitación. Resoplé con ese “estoy solo”, fulminándolo con la mirada. Y maldición, volvía a estar desnudo. Ante eso, me sonrojé de tal manera que fue totalmente visible. Aparté mi aparatoso pelo intentando no caerme más. Sonreí, sonreímos y el enfado como el distanciamiento se evaporó en un instante. Con él era diferente no solo por el hecho de criarnos juntos , sentía esa complicidad y esa sensación de saber a toda costa que él me conoce mejor que nadie.
-Verte desnudo sí que es un espectáculo, uno nauseabundo. Desayuna y vístete, al final voy a tener que secundar al señor Cannif de que eres un completo desastre -no era ninguna aprovechada, me giré para que se vistiese mientras ordenaba la habitación todo lo rápido que pude pues me esperaban -No los veo. No te los he quitado para saber dónde te los he puesto -intenté aguantar la risa pero fue imposible-Eres más ordenado borracho que despierto. Y ¿qué pasa dónde? Mon dieu eres peor que un niño y no oses darme …-tarde, el impacto en mis nalgas me sacó un resoplido, un bufido después y no pude evitarlo, le di un manotazo en la mejilla…quise no fuera fuerte pero…se me fue la mano.
Sentí mis mejillas arder, se me cayó la ropa al suelo y mis labios intentaron emitir palabra…cosa que fue prácticamente imposible. Miraba su mejilla ligeramente roja, no pude articular palabra y… ¡había golpeado a…! se me iba a caer el pelo. Cerré los ojos, me esperaba ser devuelto, era comprensible…así se castigaba a quien osaba desafiarte. Murmuré palabras sin sentido, negando con la cabeza… con él se me olvidaba quién era, quiénes éramos y… acababa de traspasar la línea.
-Tiene todo el derecho a robarme pues no tengo nada . Lo siento , señor… -tragué saliva, el juego lo había llevado más allá. Me sentía avergonzada, poca cosa, insignificante y es que eso era para todos…eso debía ser -Fue mi primer beso -bajé la mirada, no mentía…y él lo sabía. Frente a él esperaba mi castigo…uno que no llegaba. Iba a romper todo protocolo de sirvienta y señor de nuevo pues tomé su mano y la dirigí hacia mi mejilla, debía ser devuelto.
No lo miré a los ojos, no podía. Después de lo que pasó, de esto.. no hacía otra cosa que… echarlo todo a perder.
-Lo siento tantísimo, señor…-y ahí estaba, volvía a ser esa criada desobediente…
Soleil- Humano Clase Media
- Mensajes : 123
Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Me dio un guantazo, su mano se quedo petrificada en el aire como si le quemara, pronto empezó a pedirme perdón por el tortazo, como si aquello me hubiera hecho mucho daño cuando realmente no era así en absoluto.
Ladeé mi sonrisa tirando de su cintura para enfrentarla.
Llevó su mano a mi mejilla para que la golpeara ¿estaba loca?
-No voy a pegarte -susurré contra sus labios deslizando mi mano por su mejilla suavemente.
Me di la vuelta, en el patio de armas me esperaban para entrenar, así que me até las botas volviendo a alzarme para enfrentarla.
-¿que pasa Soleil? -pregunté hundiendo mis ojos en sus pardos.
La conocía desde niño, algo me decía que teníamos una conversación pendiente, pero no era el momento, ni el lugar.
-quedamos esta noche en el lago..solos y hablamos.
Alcé la mano con una picara sonrisa, la miré con picardia.
-Prometo no ir borracho, ni con Orn, ni siquiera robarte nada -bromeé divertido
Ella seguía mirándome fijamente, como si esperase algo de mi que yo no hacia o no decía.
-¿te molestó el beso? Ya me disculpe, fue un arranque, estaba cabreado y eres una chica guapa que me atrae...
Dejé escapar el aire de forma pesada me acerqué mas a ella para depositar un beso en su mejilla.
-Cambia esa cara ¿no me tenias que hacer una tarta? -le pregunté con cierta picardia.
Le di otro azote saliendo después corriendo hacia la puerta.
-De whisky, quiero tarta de whisky -pedí asomando la cabeza por el umbral de la puerta antes de desaparecer corriendo.
Ladeé mi sonrisa tirando de su cintura para enfrentarla.
Llevó su mano a mi mejilla para que la golpeara ¿estaba loca?
-No voy a pegarte -susurré contra sus labios deslizando mi mano por su mejilla suavemente.
Me di la vuelta, en el patio de armas me esperaban para entrenar, así que me até las botas volviendo a alzarme para enfrentarla.
-¿que pasa Soleil? -pregunté hundiendo mis ojos en sus pardos.
La conocía desde niño, algo me decía que teníamos una conversación pendiente, pero no era el momento, ni el lugar.
-quedamos esta noche en el lago..solos y hablamos.
Alcé la mano con una picara sonrisa, la miré con picardia.
-Prometo no ir borracho, ni con Orn, ni siquiera robarte nada -bromeé divertido
Ella seguía mirándome fijamente, como si esperase algo de mi que yo no hacia o no decía.
-¿te molestó el beso? Ya me disculpe, fue un arranque, estaba cabreado y eres una chica guapa que me atrae...
Dejé escapar el aire de forma pesada me acerqué mas a ella para depositar un beso en su mejilla.
-Cambia esa cara ¿no me tenias que hacer una tarta? -le pregunté con cierta picardia.
Le di otro azote saliendo después corriendo hacia la puerta.
-De whisky, quiero tarta de whisky -pedí asomando la cabeza por el umbral de la puerta antes de desaparecer corriendo.
Drittsekk- Humano Clase Alta
- Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 06/07/2017
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