AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
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Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Recuerdo del primer mensaje :
El sol me había sorprendido sacando los bollos del horno de piedra, los favoritos de la familia. Siempre, los remataba con mi toque especial: una mezcla de azúcar y canela que le daban un toque delicioso. El café acababa de hacerse cuando una el tintineo de una de las campanitas de la cocina me avisó de que sirviera el desayuno un día más. Antes de colocar el desayuno en las bandejas de plata, tan resplandecientes como espejos, me miré en una de ellas pues mi apariencia era muy importante.
Aparté de mi rostro un par de mechones y coloqué lo de todos los días, a cada bandeja lo que degustaba la familia , ninguna bandeja era igual pero en todas…mis famosos panes. Podía oír a medida que me encaminaba hacia el salón por el pasillo… las voces de los hijos de los Cannif, como siempre, se encontraban entrenando a capa y espada en el patio de armas. Todos entre sí, menos uno…uno de ellos jamás participaba en esas batallas familiares que como vencedoras eran las chicas, Synnove y Fiolett.
Repartí todas las bandejas, menos una, a él me tenían dicho que le sirviera el último. Hasta en ese detalle, él no tenía privilegio alguno pero eso no quitaba que fuese con él un poco más generosa. Siempre echaba más comida en su plato y más bebida. Sonreí antes de llamar a la puerta, esperé que me dieran paso y entré como cada día. En la bandeja no solo estaba lo dispuesto para comer, una flor fresca, una rosa tan blanca como la nieve que aún conservaba las gotas del rocío de la mañana.
-Señor, su desayuno -dejé caer los terrones de azúcar en el café, abrí el panecillo y unté mantequilla en él, un toque de mermelada en el centro y la flor, a un lado de la bandeja -Ya puede usar el patio de armas, ya lo dejaron libre -recogí la ropa para ser lavada, mientras tarareaba por lo bajo, era inevitable estar de buen humor cuando me encontraba allí con ellos… en esa habitación sabía estaba a salvo -¿Puedo serviros en algo más? -al no oír respuesta, desvié mi oscura mirada hacia la cama, estaba allí pero no respondía, apenas se había movido desde que entré… no, no se movió ni un ápice.
Solté la ropa, dejándola caer en el suelo y en un par de zancadas me acerqué al borde de la cama, destapándolo. Le tomé de los hombros, zarandeándolo un tanto, ese hombre podía conmigo… no era la primera vez me asustaba de esa manera, dormía como un auténtico tronco -Señor… -y él…siempre me hacía olvidar el protocolo, al menos en esos momentos de pánico. Tomé la jarra de la mesita, la dispuesta para asearse a la mañana. Llené el vaso y se lo eché en la cara, esperando así que despertase. Me eché a reír por su reacción, inclinándome lo suficiente para que solo él me oyese, nuestra confianza era más cercana que con los otros miembros de la casa -Dritt, deberías levantarte. Ya me gustaría dormir durante toda la mañana pero hay cosas qué hacer. Siento lo del agua pero me asustaste…ah y… -sonriendo, me acerqué a él un tanto más para susurrarle como si fuese un secreto -Para ti, dos panecillos, los más grandes. Y la primera rosa de la primavera ¡hace un día espléndido! -me sonrojé ligeramente, mirándole a los ojos por un segundo, apartando la mirada…pues me estaba prohibido hacer tal cosa.
Éramos amigos, nos criamos juntos y se me olvidaba… con él no era lo mismo ni yo me comportaba como debía.
-Vas a tener que venir conmigo al mercado. Niels siempre desaparece cuando lo necesito… pero si no puedes, se lo diré al señor Cannif o… me gustaría que fueses tú, así que levántate -aparté la sabana, dormía desnudo… no me sorprendió tal cosa pero inevitablemente…me sonrojé.
Solo tú tienes la llave para abrir el cajón de tu propia felicidad.
El sol me había sorprendido sacando los bollos del horno de piedra, los favoritos de la familia. Siempre, los remataba con mi toque especial: una mezcla de azúcar y canela que le daban un toque delicioso. El café acababa de hacerse cuando una el tintineo de una de las campanitas de la cocina me avisó de que sirviera el desayuno un día más. Antes de colocar el desayuno en las bandejas de plata, tan resplandecientes como espejos, me miré en una de ellas pues mi apariencia era muy importante.
Aparté de mi rostro un par de mechones y coloqué lo de todos los días, a cada bandeja lo que degustaba la familia , ninguna bandeja era igual pero en todas…mis famosos panes. Podía oír a medida que me encaminaba hacia el salón por el pasillo… las voces de los hijos de los Cannif, como siempre, se encontraban entrenando a capa y espada en el patio de armas. Todos entre sí, menos uno…uno de ellos jamás participaba en esas batallas familiares que como vencedoras eran las chicas, Synnove y Fiolett.
Repartí todas las bandejas, menos una, a él me tenían dicho que le sirviera el último. Hasta en ese detalle, él no tenía privilegio alguno pero eso no quitaba que fuese con él un poco más generosa. Siempre echaba más comida en su plato y más bebida. Sonreí antes de llamar a la puerta, esperé que me dieran paso y entré como cada día. En la bandeja no solo estaba lo dispuesto para comer, una flor fresca, una rosa tan blanca como la nieve que aún conservaba las gotas del rocío de la mañana.
-Señor, su desayuno -dejé caer los terrones de azúcar en el café, abrí el panecillo y unté mantequilla en él, un toque de mermelada en el centro y la flor, a un lado de la bandeja -Ya puede usar el patio de armas, ya lo dejaron libre -recogí la ropa para ser lavada, mientras tarareaba por lo bajo, era inevitable estar de buen humor cuando me encontraba allí con ellos… en esa habitación sabía estaba a salvo -¿Puedo serviros en algo más? -al no oír respuesta, desvié mi oscura mirada hacia la cama, estaba allí pero no respondía, apenas se había movido desde que entré… no, no se movió ni un ápice.
Solté la ropa, dejándola caer en el suelo y en un par de zancadas me acerqué al borde de la cama, destapándolo. Le tomé de los hombros, zarandeándolo un tanto, ese hombre podía conmigo… no era la primera vez me asustaba de esa manera, dormía como un auténtico tronco -Señor… -y él…siempre me hacía olvidar el protocolo, al menos en esos momentos de pánico. Tomé la jarra de la mesita, la dispuesta para asearse a la mañana. Llené el vaso y se lo eché en la cara, esperando así que despertase. Me eché a reír por su reacción, inclinándome lo suficiente para que solo él me oyese, nuestra confianza era más cercana que con los otros miembros de la casa -Dritt, deberías levantarte. Ya me gustaría dormir durante toda la mañana pero hay cosas qué hacer. Siento lo del agua pero me asustaste…ah y… -sonriendo, me acerqué a él un tanto más para susurrarle como si fuese un secreto -Para ti, dos panecillos, los más grandes. Y la primera rosa de la primavera ¡hace un día espléndido! -me sonrojé ligeramente, mirándole a los ojos por un segundo, apartando la mirada…pues me estaba prohibido hacer tal cosa.
Éramos amigos, nos criamos juntos y se me olvidaba… con él no era lo mismo ni yo me comportaba como debía.
-Vas a tener que venir conmigo al mercado. Niels siempre desaparece cuando lo necesito… pero si no puedes, se lo diré al señor Cannif o… me gustaría que fueses tú, así que levántate -aparté la sabana, dormía desnudo… no me sorprendió tal cosa pero inevitablemente…me sonrojé.
Soleil- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Ambos decidimos una vez más caminos diferentes. De camino hacia el castillo junto a la señorita Valeska, no pude evitar mirar de vez en cuando hacia atrás, por si él me buscaba. Llegamos y juntas nos quedamos en la entrada de la casa, sin hablar. Podía haber ocurrido cualquier cosa antes de la pelea, incluso pensé en que iba a besarme... ¡él a mí! Negué con la cabeza, no quería imaginarlo, lo hice y Valeska suspiró, acariciando mi cabello despacio. Sabía que estaba leyendo mi cabeza y ella, podía leer no solo mis pensamientos si no saber qué había pasado con Dritt esa noche.
No me dijo nada, pestañeó evitando mirarme a los ojos, no quería decirme algo que ya sabía y ella me confirmó. Sonreí y asentí con la cabeza, dando a entender que estaba todo bien. Se había quedado con ella, ¿por qué no me sorprendía? En mi interior , una mezcla de demasiadas emociones... tuve que morderme el labio inferior, se me escapó de las manos una vez más. Él no era ni sería nunca para mí. Pequeñas lagrimas escaparon de mis ojos al cerrarlo, en un vano intento de no pensar. Ella me las limpió, susurrando un “no merece la pena llorar”.
Aún así, me quedé allí esperando. Esperándole cuando él estaba con otra, con ella. Entre lagrimas me quedé dormida, la señorita me echó la manta y entró en la casa. Estaba tan dolida que no me percaté de que fui trasladada por él a mi cuarto. Abrí los ojos de golpe cuando cerró la puerta, una de mis manos lo buscó en la cama...pudo haber sido un sueño pero no, su colgante estaba allí burlándose de mí. No me pertenecía...ni él, ni nada referente a su persona.
Mis quehaceres diarios me llevaron hasta la habitación de Drittsekk. No entré como siempre, llamé pues hoy sí podía estar acompañado. Esperé a que me diera paso y con un buenos días, dejé la bandeja en la mesita. Recogí la ropa en silencio y fui a marcharme cuando, volví mis pasos a su cama y dejé caer el colgante. Mis ojos oscuros, fijos en aquel regalo que no me pertenecía. Me sentía dolida, engañada y rota por dentro cuando ni siquiera debía, él no era mío...no me podía jurr lealtad ni amor porque no lo sentía.
¿Como comportarme como siempre? Sonreí, haciendo de tripas corazón y busqué su mirada. Estábamos condenados a ser nada y lo único que deseaba en este mundo es que él fuese feliz, encontrase la persona que le hiciera sonreír, diese esa descendencia que tanto ansiaba...sería el mejor padre del mundo, yo estaba segura de eso.
-No puedo aceptarlo. Anoche la señorita me sacó del jaleo, creyó mas conveniente regresar..volví a casa -me separé de la cama como si quemase, me estaba costando tanto comportarme como siempre, desde que me ocurrió aquello, las cosas no eran lo mismo... -Dáselo a quien realmente … quién se lo merezca, Dritt -dejé los panecillos, el café y un trozo de tarta que Fiolett me había regalado, la de la vela de cumpleaños...pues él fue mi deseo -Deseé que fueses feliz y reconocido, Dritt y lo serás. -sonreí ampliamente, acariciando su cabello rebelde y darme el simple capricho de acariciar su mejilla, dolía mucho y tuve que dejar de hacerlo... su tacto quemaba, era y sería una estúpida criada y no una colosa guerrera incapaz de ayudarle más que a tener limpio todo -Puedes usar el patio de armas, han salido a cazar -cogí la ropa e hice ademán de marcharme... no podía quitarme de la cabeza verlos juntos.
No me dijo nada, pestañeó evitando mirarme a los ojos, no quería decirme algo que ya sabía y ella me confirmó. Sonreí y asentí con la cabeza, dando a entender que estaba todo bien. Se había quedado con ella, ¿por qué no me sorprendía? En mi interior , una mezcla de demasiadas emociones... tuve que morderme el labio inferior, se me escapó de las manos una vez más. Él no era ni sería nunca para mí. Pequeñas lagrimas escaparon de mis ojos al cerrarlo, en un vano intento de no pensar. Ella me las limpió, susurrando un “no merece la pena llorar”.
Aún así, me quedé allí esperando. Esperándole cuando él estaba con otra, con ella. Entre lagrimas me quedé dormida, la señorita me echó la manta y entró en la casa. Estaba tan dolida que no me percaté de que fui trasladada por él a mi cuarto. Abrí los ojos de golpe cuando cerró la puerta, una de mis manos lo buscó en la cama...pudo haber sido un sueño pero no, su colgante estaba allí burlándose de mí. No me pertenecía...ni él, ni nada referente a su persona.
Mis quehaceres diarios me llevaron hasta la habitación de Drittsekk. No entré como siempre, llamé pues hoy sí podía estar acompañado. Esperé a que me diera paso y con un buenos días, dejé la bandeja en la mesita. Recogí la ropa en silencio y fui a marcharme cuando, volví mis pasos a su cama y dejé caer el colgante. Mis ojos oscuros, fijos en aquel regalo que no me pertenecía. Me sentía dolida, engañada y rota por dentro cuando ni siquiera debía, él no era mío...no me podía jurr lealtad ni amor porque no lo sentía.
¿Como comportarme como siempre? Sonreí, haciendo de tripas corazón y busqué su mirada. Estábamos condenados a ser nada y lo único que deseaba en este mundo es que él fuese feliz, encontrase la persona que le hiciera sonreír, diese esa descendencia que tanto ansiaba...sería el mejor padre del mundo, yo estaba segura de eso.
-No puedo aceptarlo. Anoche la señorita me sacó del jaleo, creyó mas conveniente regresar..volví a casa -me separé de la cama como si quemase, me estaba costando tanto comportarme como siempre, desde que me ocurrió aquello, las cosas no eran lo mismo... -Dáselo a quien realmente … quién se lo merezca, Dritt -dejé los panecillos, el café y un trozo de tarta que Fiolett me había regalado, la de la vela de cumpleaños...pues él fue mi deseo -Deseé que fueses feliz y reconocido, Dritt y lo serás. -sonreí ampliamente, acariciando su cabello rebelde y darme el simple capricho de acariciar su mejilla, dolía mucho y tuve que dejar de hacerlo... su tacto quemaba, era y sería una estúpida criada y no una colosa guerrera incapaz de ayudarle más que a tener limpio todo -Puedes usar el patio de armas, han salido a cazar -cogí la ropa e hice ademán de marcharme... no podía quitarme de la cabeza verlos juntos.
Soleil- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Abrí los ojos cuando Soleil entro en mi habitación, no necesitaba ser muy listo para saber que algo le pasaba pues rehuía mi mirada como si fuera el mismo Hel.
La vi dejar la bandeja sobre la mesa, con mis panecillos y sin bromas de ningún tipo para después dejarme el colgante en la almohada.
Mi mirada perdida lo decía todo, no entendía el porque no aceptaba mi regalo, claro que cuando dijo esas palabras me quedo claro.
-Ya se lo he regalado a la persona que quiero que lo tenga Soleil
La seriedad quedaba marcada entre ambos como si una abismo creciera devorándonos.
-Salí a buscarte, pero no estabas -dije como si eso pudiera excusarme del encuentro que mantuve después con la norteña.
Era un hombre libre, yo no tenia porque dar explicaciones, luchaba, follaba y bebía como lo hacían mis hermanos y no entendía porque tenia que sentirme mal por ello cundo era Soleil la que me había rechazado una y otra vez.
Desvié mi mirada hacia la ventana al sentir el vació de sus pasos, no podía detenerla ¿que decirle cuando ella ya me había juzgado como juez y parte.
Sentenciado a muerte me incorporé del lecho para mojarme con el agua de la palangana a ver si así me espabilaba.
Mis sentimientos por Soleil existían, todos allí los conocían, solo que no era nuestro momento ¿que podia ofrecer un hombre que no tiene nada?
Cerré los ojos molesto mientras mis manos se apoyaban en la mesa y el agua resbalaba por mi rostro cayendo.
-No es justo -rugí antes de que la puerta se cerrara.
El colgante que haba arrastrado conmigo pago el pato de mi intempestivo carácter siendo lanzado contra el mismo fuego de la lumbre.
Me vestí calzando después mis botas y anclando a mi espalda el mandoble salí por la puerta preso de un cabreo monumental por sentirme incomprendido por ella.
Salí a buscarla maldita sea.
La vi dejar la bandeja sobre la mesa, con mis panecillos y sin bromas de ningún tipo para después dejarme el colgante en la almohada.
Mi mirada perdida lo decía todo, no entendía el porque no aceptaba mi regalo, claro que cuando dijo esas palabras me quedo claro.
-Ya se lo he regalado a la persona que quiero que lo tenga Soleil
La seriedad quedaba marcada entre ambos como si una abismo creciera devorándonos.
-Salí a buscarte, pero no estabas -dije como si eso pudiera excusarme del encuentro que mantuve después con la norteña.
Era un hombre libre, yo no tenia porque dar explicaciones, luchaba, follaba y bebía como lo hacían mis hermanos y no entendía porque tenia que sentirme mal por ello cundo era Soleil la que me había rechazado una y otra vez.
Desvié mi mirada hacia la ventana al sentir el vació de sus pasos, no podía detenerla ¿que decirle cuando ella ya me había juzgado como juez y parte.
Sentenciado a muerte me incorporé del lecho para mojarme con el agua de la palangana a ver si así me espabilaba.
Mis sentimientos por Soleil existían, todos allí los conocían, solo que no era nuestro momento ¿que podia ofrecer un hombre que no tiene nada?
Cerré los ojos molesto mientras mis manos se apoyaban en la mesa y el agua resbalaba por mi rostro cayendo.
-No es justo -rugí antes de que la puerta se cerrara.
El colgante que haba arrastrado conmigo pago el pato de mi intempestivo carácter siendo lanzado contra el mismo fuego de la lumbre.
Me vestí calzando después mis botas y anclando a mi espalda el mandoble salí por la puerta preso de un cabreo monumental por sentirme incomprendido por ella.
Salí a buscarla maldita sea.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Alcé un muro entre ambos cuando no tenia derecho alguno de reclamarle ndada. Era libre para estar con quien quisiera y sin embargo, seguía buscándome al igual cuando era niño para que saliésemos a jugar. Ya no éramos niños, lo sabíamos. No podía ni mirarle a los ojos, sus palabras me hirieron sin tener que hacerlo. “Salí a buscarte pero no estabas” y se quedó con ella, porque era su persona...a la que siempre quiso y tuve que presenciar durante todo este tiempo. Ahora si era correspondido , podría tener a quien siempre deseó.
-No tienes que darme explicaciones. Te quedaste con ella como has hecho otras veces con otras -no se lo reproché, era una realidad.. no le estaba pidiendo nada y nunca lo haría porque siempre sería su eterna amiga, su criada... y yo no podía darle lo que quería , no podía pasar una vez y... olvidarlo. Y como una maldita estúpida, me quedé en el porche esperándole...preocupada por si estaba bien cuando ella se encargó de que así fuese.
Él me conocía, nunca me vio enfadada y ahora tampoco lo estaba. Acababa de tomar la mejor decisión para los dos, comenzar a olvidar lo que sentía y que cada uno regresase a su posición ¡no le pedí nada! Y no lo haría nunca. Dispuse todo y cerré la puerta, me quedé apoyada en ésta incapaz de dar ningún paso hasta que suspiré y volví a mi trabajo.
Junto a Sam, recogía frutos rojos para las tartas que la señora Valeria mandó a hacer. Los dos en un silencio sepulcral y con cesta en mano, nos dispusimos a recolectar todo aquel fruto rojo que nos encontrábamos, nos volvimos expertos en ese arte apartando los venenosos. El joven apenas me miraba, aún los golpes hacían reflejos en su rostro y me sentía tan culpable.
-Lo siento, Sam. No tuviste la culpa, no avisé y sé que me buscasteis todos... ¿me perdonas? -le ofrecí una de las flores que me encontré por el camino y él tomó pero para colocármela en el pelo y apartar algún que otro mechón de mi rostro, ante eso sonreí -Gracias y ahora volvamos, tienen que estar listas para la hora de la merienda -sonreí como siempre mientras conversábamos hasta las cocinas.
Pero yo no escuchaba...seguía inmersa en aquella noche, en la de mi cumpleaños en donde habría sido tan diferente , bajé la mirada y sin darme cuenta...se me cayó la cesta al suelo. Le pedí a Sam que siguiese su camino, había frutos rojos por todo el patio...los recogí despacio, sin prisa...inmersa de nuevo en mis pensamientos.
-No tienes que darme explicaciones. Te quedaste con ella como has hecho otras veces con otras -no se lo reproché, era una realidad.. no le estaba pidiendo nada y nunca lo haría porque siempre sería su eterna amiga, su criada... y yo no podía darle lo que quería , no podía pasar una vez y... olvidarlo. Y como una maldita estúpida, me quedé en el porche esperándole...preocupada por si estaba bien cuando ella se encargó de que así fuese.
Él me conocía, nunca me vio enfadada y ahora tampoco lo estaba. Acababa de tomar la mejor decisión para los dos, comenzar a olvidar lo que sentía y que cada uno regresase a su posición ¡no le pedí nada! Y no lo haría nunca. Dispuse todo y cerré la puerta, me quedé apoyada en ésta incapaz de dar ningún paso hasta que suspiré y volví a mi trabajo.
Junto a Sam, recogía frutos rojos para las tartas que la señora Valeria mandó a hacer. Los dos en un silencio sepulcral y con cesta en mano, nos dispusimos a recolectar todo aquel fruto rojo que nos encontrábamos, nos volvimos expertos en ese arte apartando los venenosos. El joven apenas me miraba, aún los golpes hacían reflejos en su rostro y me sentía tan culpable.
-Lo siento, Sam. No tuviste la culpa, no avisé y sé que me buscasteis todos... ¿me perdonas? -le ofrecí una de las flores que me encontré por el camino y él tomó pero para colocármela en el pelo y apartar algún que otro mechón de mi rostro, ante eso sonreí -Gracias y ahora volvamos, tienen que estar listas para la hora de la merienda -sonreí como siempre mientras conversábamos hasta las cocinas.
Pero yo no escuchaba...seguía inmersa en aquella noche, en la de mi cumpleaños en donde habría sido tan diferente , bajé la mirada y sin darme cuenta...se me cayó la cesta al suelo. Le pedí a Sam que siguiese su camino, había frutos rojos por todo el patio...los recogí despacio, sin prisa...inmersa de nuevo en mis pensamientos.
Soleil- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Acabado el entrenamiento Orn y yo decidimos ir al lago a darnos un baño, me dijo que me adelantar porque le al parecer andaba enredado con una de las criadas, así que iba a perderse un rato en las cocinas para verla.
Negué entre risas, Orn no cambiaría nunca pero a fin de cuentas eramos hombres y todos teníamos necesidades, no solo de acero nos saciábamos.
Aferré la espalda a mi espalda con las hebillas poniendo rumbo hacia el lago, iba sudado, con los músculos aun tensos por el entrenamiento, así que solo tenia ganas de llegar a las gélidas aguas del norte.
Me crucé con Sam de camino, al parecer venia del bosque, bajo la cabeza, tampoco esperaba algo distinto, no me arrepentía ni de un solo golpe.
Yo no la hubiera perdido de vista, cuando te quedas con una dama borracha, lo mínimo es estar atento a ella.
Lo que no esperé es cruzarme con Soleil, enarqué una ceja al verla recoger los frutos rojos de la cesta.
Me agache para ayudarla, la verdad me molestaba un poco que estuviera con Sam, ese tío no merecía ni ir a pasear con ella..o quizás no solo paseaban.
Estaba claro que Soleil se refugiaba en él...
-Hola -dije sin mas -voy al lago, he quedado allí con Orn.
La verdad no sabia que mas decir, siempre habíamos estado de bromas, nunca con esta rara situación que ahora mismo parecía marcar un claro abismo entre los dos.
-Salí a buscarte, pero no estabas. No voy a negar la evidencia, me acosté con ella, tampoco diré que no volverá a pasar, con ella o con 1000 mas, pero no era mi primera opción, lo sabes y lo se.
Me alcé cuando el ultimo fruto calló en la cesta y antes de emprender mi camino de nuevo hacia el lago cogí un puñado con una ladeada sonrisa para ir comiéndomelo por el camino.
-Gracias preciosa -le dije guiñándole el ojo
Sus pardos se clavaban en los míos como si tuviera que decir algo que no dijo, así que de nuevo nos separamos en un continuo juego del escondite donde siempre nos perdíamos.
Negué entre risas, Orn no cambiaría nunca pero a fin de cuentas eramos hombres y todos teníamos necesidades, no solo de acero nos saciábamos.
Aferré la espalda a mi espalda con las hebillas poniendo rumbo hacia el lago, iba sudado, con los músculos aun tensos por el entrenamiento, así que solo tenia ganas de llegar a las gélidas aguas del norte.
Me crucé con Sam de camino, al parecer venia del bosque, bajo la cabeza, tampoco esperaba algo distinto, no me arrepentía ni de un solo golpe.
Yo no la hubiera perdido de vista, cuando te quedas con una dama borracha, lo mínimo es estar atento a ella.
Lo que no esperé es cruzarme con Soleil, enarqué una ceja al verla recoger los frutos rojos de la cesta.
Me agache para ayudarla, la verdad me molestaba un poco que estuviera con Sam, ese tío no merecía ni ir a pasear con ella..o quizás no solo paseaban.
Estaba claro que Soleil se refugiaba en él...
-Hola -dije sin mas -voy al lago, he quedado allí con Orn.
La verdad no sabia que mas decir, siempre habíamos estado de bromas, nunca con esta rara situación que ahora mismo parecía marcar un claro abismo entre los dos.
-Salí a buscarte, pero no estabas. No voy a negar la evidencia, me acosté con ella, tampoco diré que no volverá a pasar, con ella o con 1000 mas, pero no era mi primera opción, lo sabes y lo se.
Me alcé cuando el ultimo fruto calló en la cesta y antes de emprender mi camino de nuevo hacia el lago cogí un puñado con una ladeada sonrisa para ir comiéndomelo por el camino.
-Gracias preciosa -le dije guiñándole el ojo
Sus pardos se clavaban en los míos como si tuviera que decir algo que no dijo, así que de nuevo nos separamos en un continuo juego del escondite donde siempre nos perdíamos.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
De rodillas, me tomé mi tiempo en recoger los frutos rojos esparcidos por todas partes..maldita fuese mi suerte. Esa mañana andaba especialmente distraída y con razón, era mi cumpleaños y estaba siendo el peor de todos. La señora se había empeñado en hacer tartas de esos frutos que tanto me gustaban...y sabía la razón , festejar sin ser festejado al mismo tiempo el cumpleaños de Drittsekk y el mío.
Conocí esas botas que se detuvieron ante mí a ayudarme, era él pero no dije palabra alguna , solo asentí con la cabeza a modo de saludo. Él no sabía qué decir y yo la verdad tampoco, solo quería volver a las cocinas y pasar allí toda la tarde, pedí a la cocinera ser yo quien elaborase las tartas para la merienda, haría una con más frutos rojos para la señorita Fiolett y otra con menos para su hermana. Pensaba en tartas para no seguir imaginando otras cosas, que pronto no tardó en recordarme.
“No era la primera opción..”
negué con la cabeza, me confirmó que volvería a ocurrir con cualquiera, me hacia tanto daño que tuve que apretar con fuerza el asa de la cesta, los labios se entreabrieron dispuestos a emitir alguna palabra pero no pude, me bloqueé. Con todo el descaro del mundo, tomó los frutos rojos de la cesta y se fue, como si nada. Y allí me quedé, como una estatua...observándole irse como si tal cosa. No solo me había restregado lo de esas mujeres, me trataba como si fuese estúpida.
Sentí algo que jamás experimenté...rabia. Tanta que no pude controlarlo y con cesta en mano la estampé contra una de las paredes, dejando que los frutos rojos volviesen a rodar por todas partes, ni me molesté en recogerlos , volví mis pasos hacia la cocina. Sam se extrañó al ver la cesta vacía pero tampoco preguntó por mi gesto. Enseguida me puse con las tartas y dejé que aquello me relajase, hasta la hora de la cena en donde ya fui libre.
---*
Contemplaba las estrellas en el porche, cuando unos pasos se dirigieron hacia mi posición. La señora , me sonrió y le devolví la sonrisa...una sonrisa fingida pues seguía dañada, rota y estúpida. Entre las manos de la mujer una caja que me entregó, era su regalo, siempre me hacía uno a lo largo del día. La abrí con cuidado y dentro, una bonita caja de madera con dibujos en plata, y la inicial de mi nombre, insistió en que la abriese y dentro, un papel perfectamente doblado.
-Es el nombre de tu madre, Soleil, la he localizado. Sigue en Paris. Sé que para ti es importante, no le guardas rencor pues comprendiste sus motivos y... -mis ojos se llenaron de lagrimas, las tuve retenidas demasiado tiempo... saber eso y lo de Drittsekk fue el detonante. Me enjugó las lagrimas y cerré la caja, no quise leerlo, no aún. -Puedes volver a Paris si quieres, mi niña. O quedarte , es tu decisión. Esta familia te acoge tal cual cosa elijas... -sonreí asintiendo con la cabeza... quizás esa fuese la solución.
La caja tenía una llave, la introduje en la abertura correspondiente y di vueltas hasta dar el tope, al abrirla, una melodía embriagó mis sentidos, sonreí agradecida y la señora, desapareció. Me senté con la caja de música en el regazo, tomé el papel entre mis dedos...aquel el cual podría cambiarme la vida, porque quizás...y solo quizás...mi sitio no era este.
Conocí esas botas que se detuvieron ante mí a ayudarme, era él pero no dije palabra alguna , solo asentí con la cabeza a modo de saludo. Él no sabía qué decir y yo la verdad tampoco, solo quería volver a las cocinas y pasar allí toda la tarde, pedí a la cocinera ser yo quien elaborase las tartas para la merienda, haría una con más frutos rojos para la señorita Fiolett y otra con menos para su hermana. Pensaba en tartas para no seguir imaginando otras cosas, que pronto no tardó en recordarme.
“No era la primera opción..”
negué con la cabeza, me confirmó que volvería a ocurrir con cualquiera, me hacia tanto daño que tuve que apretar con fuerza el asa de la cesta, los labios se entreabrieron dispuestos a emitir alguna palabra pero no pude, me bloqueé. Con todo el descaro del mundo, tomó los frutos rojos de la cesta y se fue, como si nada. Y allí me quedé, como una estatua...observándole irse como si tal cosa. No solo me había restregado lo de esas mujeres, me trataba como si fuese estúpida.
Sentí algo que jamás experimenté...rabia. Tanta que no pude controlarlo y con cesta en mano la estampé contra una de las paredes, dejando que los frutos rojos volviesen a rodar por todas partes, ni me molesté en recogerlos , volví mis pasos hacia la cocina. Sam se extrañó al ver la cesta vacía pero tampoco preguntó por mi gesto. Enseguida me puse con las tartas y dejé que aquello me relajase, hasta la hora de la cena en donde ya fui libre.
---*
Contemplaba las estrellas en el porche, cuando unos pasos se dirigieron hacia mi posición. La señora , me sonrió y le devolví la sonrisa...una sonrisa fingida pues seguía dañada, rota y estúpida. Entre las manos de la mujer una caja que me entregó, era su regalo, siempre me hacía uno a lo largo del día. La abrí con cuidado y dentro, una bonita caja de madera con dibujos en plata, y la inicial de mi nombre, insistió en que la abriese y dentro, un papel perfectamente doblado.
-Es el nombre de tu madre, Soleil, la he localizado. Sigue en Paris. Sé que para ti es importante, no le guardas rencor pues comprendiste sus motivos y... -mis ojos se llenaron de lagrimas, las tuve retenidas demasiado tiempo... saber eso y lo de Drittsekk fue el detonante. Me enjugó las lagrimas y cerré la caja, no quise leerlo, no aún. -Puedes volver a Paris si quieres, mi niña. O quedarte , es tu decisión. Esta familia te acoge tal cual cosa elijas... -sonreí asintiendo con la cabeza... quizás esa fuese la solución.
La caja tenía una llave, la introduje en la abertura correspondiente y di vueltas hasta dar el tope, al abrirla, una melodía embriagó mis sentidos, sonreí agradecida y la señora, desapareció. Me senté con la caja de música en el regazo, tomé el papel entre mis dedos...aquel el cual podría cambiarme la vida, porque quizás...y solo quizás...mi sitio no era este.
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Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Pasamos el día en el lago, se nos unieron mas norteños y acabamos liandola como de costumbre saltando desde la zona mas escarpada del acantilado.
Cuando llegó el ocaso todos hablaban de ir a la taberna a beber y picar algo, a Orn el plan le parecía bueno, entre otras porque andaba en ese momento enredado con una joven vikinga de pelo rojo como el fuego.
Hubiera acudido de no ser porque era el cumpleaños de Soleil y aunque la norteña que me tiré la noche pasada casi suplicaba por tener de nuevo mi presencia aquella noche tuve que declinar la oferta.
Volví a casa para encontrarme con Soleil en le porche llevaba una caja de musica en la mano, parecía sumida en emociones encontradas.
Alzó la vista al verme, creo que no me esperaba tan pronto, pero ya le dije que ella era mi primera opción y me apetecía pasar un rato con ella antes de que acabara el día de su cumpleaños.
Tomé asiento a su lado con una picara sonrisa, mi regalo para ella había ardido en el fuego, así que nada mas tenia, pero esperaba le bastara este acto, mi compañía.
Por contra ella no quitaba sus manos de esa caja, como si significara para ella mas que nada y yo no entendía el porque de ese desasosiego hasta que me lo explico.
Madre de nuevo jugaba a ser dios, no le había bastado por decidir por todos con lo que a mi respectaba, si no que ahora me quitaba aquello que amaba mandándola directa a París y a la boca del lobo.
Gruñí, bufé y rugí poniéndome en pie para dar vueltas como un maldito animal acorralado.
-No te puedes ir -dije con rudeza.
No se me daba bien expresar sentimientos, pero yo no esperaba ni siquiera que Soleil pudiera plantearse irse lejos de mi lado.
Como la bestia que era me adentré en le interior de la casa, madre peinaba su dorado cabello en la habitación mientras padre debía estar en el despacho atendiendo algunos asuntos.
Abrí la puerta de golpe enfrentandome a las esmeraldas de madre.
-No te bastó con traerme a este mundo para ser el bastardo del norte – gruñí enfadado .-que ahora me arrebatas a la mujer que amo ¿que cojones te he hecho para que emplees tanta quina con tu hijo?
Tomé una de las botellas de su mueble bar y sin darle tiempo ni a contestar la estampé con rabia en la pared de su habitación rompiéndola en mil añicos como roto estaba yo.
Cerré de un portazo dispuesto a abandonar el castillo.
Cuando llegó el ocaso todos hablaban de ir a la taberna a beber y picar algo, a Orn el plan le parecía bueno, entre otras porque andaba en ese momento enredado con una joven vikinga de pelo rojo como el fuego.
Hubiera acudido de no ser porque era el cumpleaños de Soleil y aunque la norteña que me tiré la noche pasada casi suplicaba por tener de nuevo mi presencia aquella noche tuve que declinar la oferta.
Volví a casa para encontrarme con Soleil en le porche llevaba una caja de musica en la mano, parecía sumida en emociones encontradas.
Alzó la vista al verme, creo que no me esperaba tan pronto, pero ya le dije que ella era mi primera opción y me apetecía pasar un rato con ella antes de que acabara el día de su cumpleaños.
Tomé asiento a su lado con una picara sonrisa, mi regalo para ella había ardido en el fuego, así que nada mas tenia, pero esperaba le bastara este acto, mi compañía.
Por contra ella no quitaba sus manos de esa caja, como si significara para ella mas que nada y yo no entendía el porque de ese desasosiego hasta que me lo explico.
Madre de nuevo jugaba a ser dios, no le había bastado por decidir por todos con lo que a mi respectaba, si no que ahora me quitaba aquello que amaba mandándola directa a París y a la boca del lobo.
Gruñí, bufé y rugí poniéndome en pie para dar vueltas como un maldito animal acorralado.
-No te puedes ir -dije con rudeza.
No se me daba bien expresar sentimientos, pero yo no esperaba ni siquiera que Soleil pudiera plantearse irse lejos de mi lado.
Como la bestia que era me adentré en le interior de la casa, madre peinaba su dorado cabello en la habitación mientras padre debía estar en el despacho atendiendo algunos asuntos.
Abrí la puerta de golpe enfrentandome a las esmeraldas de madre.
-No te bastó con traerme a este mundo para ser el bastardo del norte – gruñí enfadado .-que ahora me arrebatas a la mujer que amo ¿que cojones te he hecho para que emplees tanta quina con tu hijo?
Tomé una de las botellas de su mueble bar y sin darle tiempo ni a contestar la estampé con rabia en la pared de su habitación rompiéndola en mil añicos como roto estaba yo.
Cerré de un portazo dispuesto a abandonar el castillo.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Ensimismada, mi mirada se centró en la caja. Mi respuesta estaba dentro, escrita en un papel de puño y letra de la señora. El nombre de mi madre, lo que tanto ansíe conocer. Nunca la juzgué, quiso un mejor destino para mi, según me dijo la señora Cannif, se aseguró de mi bienestar y me entregó entre lagrimas desesperadas, mi madre me amó y estaba segura que lo estaría haciendo allá dónde estuviese.
Apenas era una niña cuando llegué al Norte, casi podía decir que era más norteña que parisina aún así... mis raíces no las olvidé, la señora siempre me las tuvo presentes y juntas soñamos más de una vez con volver, para encontrar a mi madre, viese en quien me había convertido.
Ni siquiera me di cuenta, la voz de Dritt me hizo sobresaltarme. Aferré contra mí pecho la caja y suspiré, no tenía ganas de verle precisamente, menos de seguir con aquella situación insostenible. Estaba muerta de miedo por primera vez, pero....tenía tantas ganas de conocer mis orígenes que no me importaba en absoluto dejar mi vida aquí, después de lo de este fatídico día en donde me di cuenta que era mejor no seguir persiguiendo fantasmas. Drittsekk y yo éramos solo amigos, nos habíamos criado juntos y lo tendría que ver como tal.
-Dentro está el nombre de mi madre, en Paris... y puedo volver, conocer de dónde vengo. -su reacción me hizo bajar la mirada, no podía estar ordenando que me quedase. Fruncí el ceño y me levante, pero fue imposible seguir sus pasos. Cuando llegué a su destino, él ya se había ido furioso, tras lanzar truenos a la señora quien tras el espejo, me dedicó una mirada que lo significó todo. Drittsekk le había hecho daño, reprochado el porqué de tenerle en esta tierra de bárbaros, me acerqué a ella y apoyé mi mano en su hombro -Lo siento, señora no quiero que...-Valeria alzó la mano, no hacía falta que dijese nada...pero esas orbes esmeraldas reflejaban demasiado cansancio, la vida seguía castigándola y cualquier persona se hubiese rendido... pero ella seguía allí, a pesar de que todos le reprochaban sus actos.
Dejé a su cuidado la caja, y corrí hacia las afueras del castillo. No pensé y no debí hacerlo sola pero poco me importaba, fui al lago donde seguro se encontraba. Mi respiración sobresaltada, mi mirada perdida en sus ojos oscuros. Después de aquellos días se cruzaron nuestras miradas. No pude controlarme, le crucé la cara de un golpe y lo señalé con uno de mis índices, estaba tan enfadada.
-No vuelvas, jamás, a hablarle así a la señora, a tu madre... ¿me has oído? ¿Sabes lo que tuvo que pasar durante todos esos meses? Te tuvo porque te amaba, eras su hijo y... a mí me salvó al igual. -negué, estaba tan irritada, tan enfadada con él que no pude contenerme de nuevo, golpeé su pecho incansables veces -Y voy a irme. Quiero conocer a mi madre, te ahorraré la despedida. ¿Para qué voy a seguir aquí? No me retiene...nada -escupí las palabras, estaba tan enfadada que las lagrimas salían de mis ojos incontrolables -Nunca fui tu primera opción. Siempre fui la última, Adiós, Drittsekk. -di un par de pasos hacia atrás, en dirección al Castillo, en cuanto fuera posible...partiría hacia Paris.
Apenas era una niña cuando llegué al Norte, casi podía decir que era más norteña que parisina aún así... mis raíces no las olvidé, la señora siempre me las tuvo presentes y juntas soñamos más de una vez con volver, para encontrar a mi madre, viese en quien me había convertido.
Ni siquiera me di cuenta, la voz de Dritt me hizo sobresaltarme. Aferré contra mí pecho la caja y suspiré, no tenía ganas de verle precisamente, menos de seguir con aquella situación insostenible. Estaba muerta de miedo por primera vez, pero....tenía tantas ganas de conocer mis orígenes que no me importaba en absoluto dejar mi vida aquí, después de lo de este fatídico día en donde me di cuenta que era mejor no seguir persiguiendo fantasmas. Drittsekk y yo éramos solo amigos, nos habíamos criado juntos y lo tendría que ver como tal.
-Dentro está el nombre de mi madre, en Paris... y puedo volver, conocer de dónde vengo. -su reacción me hizo bajar la mirada, no podía estar ordenando que me quedase. Fruncí el ceño y me levante, pero fue imposible seguir sus pasos. Cuando llegué a su destino, él ya se había ido furioso, tras lanzar truenos a la señora quien tras el espejo, me dedicó una mirada que lo significó todo. Drittsekk le había hecho daño, reprochado el porqué de tenerle en esta tierra de bárbaros, me acerqué a ella y apoyé mi mano en su hombro -Lo siento, señora no quiero que...-Valeria alzó la mano, no hacía falta que dijese nada...pero esas orbes esmeraldas reflejaban demasiado cansancio, la vida seguía castigándola y cualquier persona se hubiese rendido... pero ella seguía allí, a pesar de que todos le reprochaban sus actos.
Dejé a su cuidado la caja, y corrí hacia las afueras del castillo. No pensé y no debí hacerlo sola pero poco me importaba, fui al lago donde seguro se encontraba. Mi respiración sobresaltada, mi mirada perdida en sus ojos oscuros. Después de aquellos días se cruzaron nuestras miradas. No pude controlarme, le crucé la cara de un golpe y lo señalé con uno de mis índices, estaba tan enfadada.
-No vuelvas, jamás, a hablarle así a la señora, a tu madre... ¿me has oído? ¿Sabes lo que tuvo que pasar durante todos esos meses? Te tuvo porque te amaba, eras su hijo y... a mí me salvó al igual. -negué, estaba tan irritada, tan enfadada con él que no pude contenerme de nuevo, golpeé su pecho incansables veces -Y voy a irme. Quiero conocer a mi madre, te ahorraré la despedida. ¿Para qué voy a seguir aquí? No me retiene...nada -escupí las palabras, estaba tan enfadada que las lagrimas salían de mis ojos incontrolables -Nunca fui tu primera opción. Siempre fui la última, Adiós, Drittsekk. -di un par de pasos hacia atrás, en dirección al Castillo, en cuanto fuera posible...partiría hacia Paris.
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Soleil me alcanzó antes de llegar al lago, me giró con brusquedad enfrentando con rabia mis pardos.
Su advertencia no la esperé, menos así el golpe que me dio en el rostro, una guantazo que no diré que no merecía pero que me hizo gruñir contra sus labios.
Tenso, con la mandíbula cuadriculada me daba cuenta de que esa mujer no se enteraba de nada.
-Estas ciega -rugí contra su boca cuando dijo que ella era la ultima de todas ¿ultima? Nunca fue la ultima ni de lejos, pero cada vez que había intentado acercarme a ella me había rechazado por un motivo u otro.
Se alejó dos pasos que me supieron a despedida mientras yo apretaba los puños incapaz de decirle adiós, aunque el suyo retumbo en mi cabeza con quina dejándome la herida abierta.
-Si te largas, no esperes que este esperándote a que vuelvas -mascullé con rabia y la voz ahogada -si te vas, no vuelvas, quédate en el maldito París que te vio nacer.
Me decía que yo había dañado a madre ¿no lo hacia ella corriendo a los brazos de la que un día la vendió por unas monedas? ¿no me hacia daño a mi con esa partida que ni de lejos yo merecía?
Estaba acostumbrado al dolor, físico y mental pero esto dejaba una brecha en mi difícil de cerrar.
-Si te vas no existirá futuro para ambos, juro por Odin que borraré el pasado y el presente. Yo no soy Höor Cannif, si vuelves seis meses después te mandaré a Hel a que te congeles, lo juro por mis dioses, si te vas no vuelvas pues nada de mi aquí encontraras.
Estaba cabreado, mis palabras eran altivas, cargadas de dolor, me conocía suficiente para saber que yo moría atacando y este era el modo que tenia de pedirle entre suplicas desconsoladas que se quedara conmigo ¿como podía irse y elegir a una madre que no conocía?
Nuestros ojos se quedaron anclados en los del otro, silencio, eso que a veces desgarra mas que las palabras, solo un tupido silencio que presagiaba una noche en llamas.
Ella era mayor para tomar sus decisiones, unas que yo respetaría.
-No voy a decirte adiós, si te vas ni siquiera eso de mi obtendrás y ahora ve, huye de todo, de mi, de esta familia y conviértete en la mujer que siempre has soñado ser.
Su advertencia no la esperé, menos así el golpe que me dio en el rostro, una guantazo que no diré que no merecía pero que me hizo gruñir contra sus labios.
Tenso, con la mandíbula cuadriculada me daba cuenta de que esa mujer no se enteraba de nada.
-Estas ciega -rugí contra su boca cuando dijo que ella era la ultima de todas ¿ultima? Nunca fue la ultima ni de lejos, pero cada vez que había intentado acercarme a ella me había rechazado por un motivo u otro.
Se alejó dos pasos que me supieron a despedida mientras yo apretaba los puños incapaz de decirle adiós, aunque el suyo retumbo en mi cabeza con quina dejándome la herida abierta.
-Si te largas, no esperes que este esperándote a que vuelvas -mascullé con rabia y la voz ahogada -si te vas, no vuelvas, quédate en el maldito París que te vio nacer.
Me decía que yo había dañado a madre ¿no lo hacia ella corriendo a los brazos de la que un día la vendió por unas monedas? ¿no me hacia daño a mi con esa partida que ni de lejos yo merecía?
Estaba acostumbrado al dolor, físico y mental pero esto dejaba una brecha en mi difícil de cerrar.
-Si te vas no existirá futuro para ambos, juro por Odin que borraré el pasado y el presente. Yo no soy Höor Cannif, si vuelves seis meses después te mandaré a Hel a que te congeles, lo juro por mis dioses, si te vas no vuelvas pues nada de mi aquí encontraras.
Estaba cabreado, mis palabras eran altivas, cargadas de dolor, me conocía suficiente para saber que yo moría atacando y este era el modo que tenia de pedirle entre suplicas desconsoladas que se quedara conmigo ¿como podía irse y elegir a una madre que no conocía?
Nuestros ojos se quedaron anclados en los del otro, silencio, eso que a veces desgarra mas que las palabras, solo un tupido silencio que presagiaba una noche en llamas.
Ella era mayor para tomar sus decisiones, unas que yo respetaría.
-No voy a decirte adiós, si te vas ni siquiera eso de mi obtendrás y ahora ve, huye de todo, de mi, de esta familia y conviértete en la mujer que siempre has soñado ser.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Una amenaza, así la oí y sentí. Amenaza de “no habrá un futuro para ambos” ¿qué futuro? No me quería en él de esa forma, no entendía cómo podía ser tan egoísta. Él mejor que nadie me conocía, siempre me pregunté cómo sería mi madre y mis orígenes. Yo en cambio, no la odiaba pero Dritt sí que odiaba a veces a la señora, simplemente por haberle traído a este mundo para el que solo era el bastardo. No lo rechacé, siempre supe cuál era mi sitio...
Compararse con el señor Cannif fue la gota que colmó el vaso, apreté con fuerza los dedos en las palmas de las manos. Si no recordaba mal, desde que la señora supo de su existencia, ya nada fue lo mismo para ese matrimonio, pues decidió tenerlo a sabiendas de que podía ser de aquel ser despreciable pero también...de su marido, el bebé no tuvo culpa de ser engendrado así... y,...allí estábamos los dos. Ambos engendrados supuestamente de la misma forma y yo... muriéndome por dentro por tener que estar despidiéndome cuando lo único que quería era una reacción muy diferente.
-No me amenaces. No soy como uno de tus enemigos. -no lo supimos nunca hasta ahora, cuando nos enfadamos, éramos exactamente iguales. Lo que iba a decirle seguramente no debería pero... lo hice. No iba a callármelo por más tiempo, esto algún día tenía que salir y ahora que esa maldita vikinga estaba tan entregada a él... -¿Por qué no vas y le pides que se case contigo? Ya te ha abierto las piernas como querías, la amabas ¿no? Tuve que soportar cómo me hablabas de ella, cuánto la admirabas y lo que sentías... lo segundo me lo dijeron tus ojos. No tienes que esperarme, ni un mes ni seis... ni años. Cásate con ella -palabras que dañaron no solo a Dritt, a mí más...porque si terminaba haciéndolo lo habría perdido para siempre.
-No huyo, solo quiero...conocer mis orígenes. -callé y me mordí la lengua, no er ningún secreto lo que sentía por él pero ¿y él por mí? Tenía que soportar el olor de otra todas las mañanas mientras recogía su ropa, me contase sus batallas y anécdotas como si fuese uno más de su cuadrilla de amigos. Me hacía daño, no paraba de hacerlo y no se estaba dando cuenta que yo sin pedirle nada... me había rendido pues conocía mi sitio -Tu futuro y el mío no están ligados, no voy a quedarme. Mi sitio no es este y esta noche me ha quedado claro cual es. Gracias, por nada, Drittsekk -no podía moverme, fui tan estúpida que seguía a su lado, como la incansable mejor amiga...ese era mi papel.
-Espero que nunca, sientas lo mismo ...como me siento en este momento -me acerqué para dejarle en la palma una pulsera de cuero trenzada, no era gran cosa...pero cómo iba a serlo cuando fue la Soleil del pasado, esa niña que lo amaba por lo que era...siempre fue así.
Compararse con el señor Cannif fue la gota que colmó el vaso, apreté con fuerza los dedos en las palmas de las manos. Si no recordaba mal, desde que la señora supo de su existencia, ya nada fue lo mismo para ese matrimonio, pues decidió tenerlo a sabiendas de que podía ser de aquel ser despreciable pero también...de su marido, el bebé no tuvo culpa de ser engendrado así... y,...allí estábamos los dos. Ambos engendrados supuestamente de la misma forma y yo... muriéndome por dentro por tener que estar despidiéndome cuando lo único que quería era una reacción muy diferente.
-No me amenaces. No soy como uno de tus enemigos. -no lo supimos nunca hasta ahora, cuando nos enfadamos, éramos exactamente iguales. Lo que iba a decirle seguramente no debería pero... lo hice. No iba a callármelo por más tiempo, esto algún día tenía que salir y ahora que esa maldita vikinga estaba tan entregada a él... -¿Por qué no vas y le pides que se case contigo? Ya te ha abierto las piernas como querías, la amabas ¿no? Tuve que soportar cómo me hablabas de ella, cuánto la admirabas y lo que sentías... lo segundo me lo dijeron tus ojos. No tienes que esperarme, ni un mes ni seis... ni años. Cásate con ella -palabras que dañaron no solo a Dritt, a mí más...porque si terminaba haciéndolo lo habría perdido para siempre.
-No huyo, solo quiero...conocer mis orígenes. -callé y me mordí la lengua, no er ningún secreto lo que sentía por él pero ¿y él por mí? Tenía que soportar el olor de otra todas las mañanas mientras recogía su ropa, me contase sus batallas y anécdotas como si fuese uno más de su cuadrilla de amigos. Me hacía daño, no paraba de hacerlo y no se estaba dando cuenta que yo sin pedirle nada... me había rendido pues conocía mi sitio -Tu futuro y el mío no están ligados, no voy a quedarme. Mi sitio no es este y esta noche me ha quedado claro cual es. Gracias, por nada, Drittsekk -no podía moverme, fui tan estúpida que seguía a su lado, como la incansable mejor amiga...ese era mi papel.
-Espero que nunca, sientas lo mismo ...como me siento en este momento -me acerqué para dejarle en la palma una pulsera de cuero trenzada, no era gran cosa...pero cómo iba a serlo cuando fue la Soleil del pasado, esa niña que lo amaba por lo que era...siempre fue así.
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
¿Una pulsera de cuero? ¿en serio? Esto se me antojaba surrealista. No se que parte del discurso no había escuchado, si se largaba era el final y no pretendía llevar suyo ni siquiera el recuerdo, menos la pulsera de cuero que ahora había dejado caer en mi mano sentenciando una despedida que yo no merecía.
Acorté la distancia volviendo a ponerla en su mano.
-No la quiero, quiero que te quedes, si esa pulsera es para decirme que lo harás, perfecto, me la pongo ahora mismo, nos bañamos en el lago y olvidamos todo esto, pero si es tu forma de decirme adiós, ahorratelo, puedes llevarla a París y dársela al hombre que te salga de ahí abajo -aseguré sin vacilar en ninguna de mis palabras.
Nunca se me dio bien expresar sentimientos, era algo burdo para ello, así que si esperaba que me arrodillara cogiéndome a los bajos de su vestido y arrastrándome como una culebra para que me regalara su amor, se equivocaba así no era yo.
Lo que tenia frente a si era todo cuanto obtendría de mi, un bárbaro, rudo, incapaz de decirle muchas cosas, pero capaz de batirse en duelo por ella mil veces.
No entendía como podía estar tan ciega, no entendía como no era capaz de ver a través de mis actos.
Sus palabras aun retumbaban en mi cabeza.
-¿por que no le pido que se case conmigo? -me eché a reír delante de su cara -¿te has planteado que quizás a estas alturas sea yo el que ya no quiere casarse con ella? Parece que no entiendes nada y yo no tengo ganas de explicártelo.
No tengo el menor interés amoroso por esa vikinga que un día admiré. Mi interés esta frente a mi en estos momentos, pero esa mujer esta tan ciega que no lo ve y por eso huye del norte, porque no es capaz de aguantar que me acueste con otras mujeres.
He intentado muchas veces acercarme a ti, todas ellas me has rechazado, así que no me vengas ahora con gilipolleces.
Soy un hombre y tengo mis necesidades, si no lo entiendes puedo hacerte un esquema -rugí molesto -¿Por que en vez de cabrearte no me dices que te molesta? Podemos hablar como adultos, solucionarlo... cobarde, eres una maldita cobarde.
Acorté la distancia volviendo a ponerla en su mano.
-No la quiero, quiero que te quedes, si esa pulsera es para decirme que lo harás, perfecto, me la pongo ahora mismo, nos bañamos en el lago y olvidamos todo esto, pero si es tu forma de decirme adiós, ahorratelo, puedes llevarla a París y dársela al hombre que te salga de ahí abajo -aseguré sin vacilar en ninguna de mis palabras.
Nunca se me dio bien expresar sentimientos, era algo burdo para ello, así que si esperaba que me arrodillara cogiéndome a los bajos de su vestido y arrastrándome como una culebra para que me regalara su amor, se equivocaba así no era yo.
Lo que tenia frente a si era todo cuanto obtendría de mi, un bárbaro, rudo, incapaz de decirle muchas cosas, pero capaz de batirse en duelo por ella mil veces.
No entendía como podía estar tan ciega, no entendía como no era capaz de ver a través de mis actos.
Sus palabras aun retumbaban en mi cabeza.
-¿por que no le pido que se case conmigo? -me eché a reír delante de su cara -¿te has planteado que quizás a estas alturas sea yo el que ya no quiere casarse con ella? Parece que no entiendes nada y yo no tengo ganas de explicártelo.
No tengo el menor interés amoroso por esa vikinga que un día admiré. Mi interés esta frente a mi en estos momentos, pero esa mujer esta tan ciega que no lo ve y por eso huye del norte, porque no es capaz de aguantar que me acueste con otras mujeres.
He intentado muchas veces acercarme a ti, todas ellas me has rechazado, así que no me vengas ahora con gilipolleces.
Soy un hombre y tengo mis necesidades, si no lo entiendes puedo hacerte un esquema -rugí molesto -¿Por que en vez de cabrearte no me dices que te molesta? Podemos hablar como adultos, solucionarlo... cobarde, eres una maldita cobarde.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Acostumbrado a que las cosas se hiciesen a su modo y semejanza, negué con la cabeza...aquella pulsera se la hice hace mucho, apenas era una niña...quería que tuviese eso y me recordase, lo tenía claro...quería ir a conocer mis orígenes y no preguntarme qué hubiese ocurrido si...
Según me dijo la señora Cannif, mis orígenes no eran ni por asomo como creía. Mi madre no era de color, había mucho más tras mi historia pero si nadie me respondía a las preguntas ¿cómo iba a saciar mi curiosidad? Siempre supe que mi madre no quiso hacerme daño , se aseguró que alguien de buena familia se ocupase de mí y así fue.
Estaba siendo egoísta, daba igual lo que quisiera siempre tenía que opta por lo que a él le viniese mejor y estaba cansada. Cansada de esperar algo que no llegaría nunca, menos me merecía. Estaba ciega, ciega por aquel imposible y miles muros que había entre ambos. Cerré los ojos, estaba agotada de día, quería marcharme y emprender una nueva vida, pues allí dudaba que pudiese empezar de nuevo. Y no lo creí, si se suponía no estaba interesado ¿por qué se quedó con ella en vez de ir por mí? Siempre estuve a su lado, mi forma de mirarle a escondidas..
-¿Interés? Y me da igual con quién te acuestes, lo has hecho muchas veces, todas las noches desde hace años ¿por que tenía que afectarme ahora? Yo no...no es verdad. Deja de decir ...para que me quede. ¿Interés? -repetí mordiéndome los labios de pura impotencia. Ahora me venía con que le había rechazado, él me conocía...no me entregaba a cualquiera...me reservaba para esa persona especial y... -No te rechacé, si querías sexo , tenías todo el que deseabas y sigues teniendo... a mí no me necesitas. Tú y yo...no. Somos amigos, siempre me lo dejaste claro. No tengo nada que ofrecer salvo... que sea una más de la lista de norteñas a las que te tiras y sí, he dicho tirar -me estaba enfadando y mucho... cerré los ojos con fuerza, volvíamos a estar enfrentados el uno al otro.
-No hace falta que me hagas un esquema. -escupí cabreada, abrazándome a mí misma...solo tenía ganas de correr… el día de mi cumpleaños estaba siendo y convirtiéndose el peor día de mi vida. -Me molesta que me tomes por estúpida, no soy una de tus conquistas... no me entregué a nadie, él me lo arrebató y sabemos que ni es el momento ni lo será nunca. -di un par de pasos hacia atrás, me perdí en su mirada...mis ojos decían más que mis labios, me importaba, era lo que más me importaba y siempre... siempre lo quise -Deberías sentar la cabeza ahora que esa vikinga se ha interesado en ti, en lo que hiciste... por mí, al menos te ha servido para tenerla -le dediqué una mirada de reproche, se había acostado con ella y yo como una estúpida lo esperé -Me fui de allí porque era peligroso , ella se me adelantó y quizás, al no ser una vikinga...no sepa luchar pero ¿cómo luchar por algo que no es tuyo? Me miró triunfal cuando accediste a ir de su mano...como si ella había ganado y lo hizo .-bajé la mirada e hice ademán de marcharme -Partiré en cuanto sea posible
Según me dijo la señora Cannif, mis orígenes no eran ni por asomo como creía. Mi madre no era de color, había mucho más tras mi historia pero si nadie me respondía a las preguntas ¿cómo iba a saciar mi curiosidad? Siempre supe que mi madre no quiso hacerme daño , se aseguró que alguien de buena familia se ocupase de mí y así fue.
Estaba siendo egoísta, daba igual lo que quisiera siempre tenía que opta por lo que a él le viniese mejor y estaba cansada. Cansada de esperar algo que no llegaría nunca, menos me merecía. Estaba ciega, ciega por aquel imposible y miles muros que había entre ambos. Cerré los ojos, estaba agotada de día, quería marcharme y emprender una nueva vida, pues allí dudaba que pudiese empezar de nuevo. Y no lo creí, si se suponía no estaba interesado ¿por qué se quedó con ella en vez de ir por mí? Siempre estuve a su lado, mi forma de mirarle a escondidas..
-¿Interés? Y me da igual con quién te acuestes, lo has hecho muchas veces, todas las noches desde hace años ¿por que tenía que afectarme ahora? Yo no...no es verdad. Deja de decir ...para que me quede. ¿Interés? -repetí mordiéndome los labios de pura impotencia. Ahora me venía con que le había rechazado, él me conocía...no me entregaba a cualquiera...me reservaba para esa persona especial y... -No te rechacé, si querías sexo , tenías todo el que deseabas y sigues teniendo... a mí no me necesitas. Tú y yo...no. Somos amigos, siempre me lo dejaste claro. No tengo nada que ofrecer salvo... que sea una más de la lista de norteñas a las que te tiras y sí, he dicho tirar -me estaba enfadando y mucho... cerré los ojos con fuerza, volvíamos a estar enfrentados el uno al otro.
-No hace falta que me hagas un esquema. -escupí cabreada, abrazándome a mí misma...solo tenía ganas de correr… el día de mi cumpleaños estaba siendo y convirtiéndose el peor día de mi vida. -Me molesta que me tomes por estúpida, no soy una de tus conquistas... no me entregué a nadie, él me lo arrebató y sabemos que ni es el momento ni lo será nunca. -di un par de pasos hacia atrás, me perdí en su mirada...mis ojos decían más que mis labios, me importaba, era lo que más me importaba y siempre... siempre lo quise -Deberías sentar la cabeza ahora que esa vikinga se ha interesado en ti, en lo que hiciste... por mí, al menos te ha servido para tenerla -le dediqué una mirada de reproche, se había acostado con ella y yo como una estúpida lo esperé -Me fui de allí porque era peligroso , ella se me adelantó y quizás, al no ser una vikinga...no sepa luchar pero ¿cómo luchar por algo que no es tuyo? Me miró triunfal cuando accediste a ir de su mano...como si ella había ganado y lo hizo .-bajé la mirada e hice ademán de marcharme -Partiré en cuanto sea posible
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
¿Sentar la cabeza? No se exactamente donde veía ella la necesidad de que sentara la cabeza. Ninguno de mis hermanos lo había hecho aun...ni siquiera mis primos y eso que todos ellos tenían el mejor apellido que en el norte podías ostentar “Cannif” no habría doncella que se negara a un petición formal de cualquiera de ellos, pero yo aun tenia mucho que demostrar, para no convertir a Soleil en la mujer del bastardo.
-Pues vete...pero no vuelvas -dije dándole la espalda mientras me quitaba la camisa, las botas y los pantalones dispuesto a entrar al lago.
Ella había tomado su maldita decisión, yo le acababa de decir que mi idea era algún día estar con ella, pero no parecía bastarle, lo entendía, en París podría tener a cualquier hombre lamiendo sus pies, era preciosa y yo un necio por dejarla ir..pero ¿acaso podía porhibirselo cuando madre, padre y ella estaban de acuerdo.
Me dolió mas que cuando la vikinga rechazó mi petición de matrimonio por ser un bastardo, pero no lo demostré entonces, no iba a demostrarlo ahora, aunque si me conocía sabría que huir, meterme en el agua era el modo de no mostrarle que estaba devastado.
No iba a decirle adiós, así que la conversación había sido zanjada en el momento que me dijo que se iba a largar me gustara o no.
Corrí hacia el agua, me sumergí por completo lanzándome a las cristalinas, buceé entre ellas dispuesto a adentrarme mas a nado y llegar a las rocas para escalar hasta el precipicio de la escarpada montaña.
“Adiós Soleil”
-Pues vete...pero no vuelvas -dije dándole la espalda mientras me quitaba la camisa, las botas y los pantalones dispuesto a entrar al lago.
Ella había tomado su maldita decisión, yo le acababa de decir que mi idea era algún día estar con ella, pero no parecía bastarle, lo entendía, en París podría tener a cualquier hombre lamiendo sus pies, era preciosa y yo un necio por dejarla ir..pero ¿acaso podía porhibirselo cuando madre, padre y ella estaban de acuerdo.
Me dolió mas que cuando la vikinga rechazó mi petición de matrimonio por ser un bastardo, pero no lo demostré entonces, no iba a demostrarlo ahora, aunque si me conocía sabría que huir, meterme en el agua era el modo de no mostrarle que estaba devastado.
No iba a decirle adiós, así que la conversación había sido zanjada en el momento que me dijo que se iba a largar me gustara o no.
Corrí hacia el agua, me sumergí por completo lanzándome a las cristalinas, buceé entre ellas dispuesto a adentrarme mas a nado y llegar a las rocas para escalar hasta el precipicio de la escarpada montaña.
“Adiós Soleil”
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Dritt se alejó de mí escupiendo las palabras, entre ellas que me fuese para no volver. El hecho de saber el nombre de mi madre lo cambiaba todo, la buscamos entre las dos y por fin, el trabajo de la señora dio sus frutos. El nombre de mi madre se encontraba, en la caja de música. De mí dependía ir a buscar mis raíces o seguir con mi vida tal como estaba.
No entendía nada en esos momentos. Cuando le vi alejarse en el lago, supe que algo se había roto entre ambos, algo que dudaba que pudiese recuperar. Seguí su silueta bajo el agua cristalina hasta que desapareció ante mis ojos. A pesar de que me acababa de decir su interés en mí, supe que fue por el calor del momento, por el hecho de no perderme y marcharme. Ninguno tenía nada que ofrecer el otro y ahora mismo, no tenía ni idea de qué hacer, me carcomía el hecho de que se refugiase en otros brazos y alegase que le había rechazado cuando no fue así...
me alejé corriendo hacia el castillo, no le vi en unos días. Nunca habíamos estado alejados del otro tanto tiempo. Lo evadía, era un hecho, necesitaba pensar en soledad. No iba a marcharme de un día para otro, menos después de pasar tanto tiempo que no iba a Paris. Terminé mi jornada y lo esperé en su habitación, en mis manos una cesta con unos bocadillos y una botella de vino blanco. Alcé la cesta para que entendiese porqué estaba allí, quería cenar con él...olvidarnos de lo que ocurría. Demasiado tiempo sin hablar.
-Si te vas a ir a beber... podemos dejarlo para otro día. -esperé su respuesta, me mordí el labio inferior sin saber qué decir -Traje fresas.. hace demasiado calor para pasarla dentro del castillo. -saqué mi pañuelo de la cintura de mi vestido y le sequé el sudor de la frente, mis dedos acariciaron su mejilla en una caricia efímera...esperaba su respuesta.
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Durante días nos esquivamos mutuamente, me levantaba del lecho antes de que me trajera el desayuno, intentaba no coincidir con ella mas allá de las comidas y en ninguna jamas estábamos solos.
Entrenaba con el amanecer, llegaba ebrio cada anochecer y la facilidad de olvidar con el alcohol resultaba algo mucho mas tentador.
Mi palabra había sido dicha, su decisión dispuesta y mi determinación clara.
Ella partiría rumbo a París para encontrar a una madre que la vendió por unas monedas, a cambio sentenciaba a muerte lo que algún día podridas haber tenido.
A cambio se casaría con un pazguato que no me llegaría ni a la suela del zapato, claro que le daría eso que quería, nombre...la convertiría en una dama cuando ella había sido educada como una norteña.
No esperé en absoluto verla allí plantada, con una cesta dispuesta a compartir cena conmigo, a solas, como si tuviera algo relevante que decirme cuando en el fondo todo ya había sido hablado.
-¿Vas a quedarte? -esa fue mi pregunta ante su propuesta, de no hacerlo nada de esto tenia sentido pues yo no pretendía ser su amigo.
Se que mi rudeza no le gustaba, pero yo era exactamente eso, un norteño con las cosas claras, un negado para los detalles y para las rosas enlazadas en su pelo ya tenia a Sam, el criado ,que sin duda podría prometerle la luna, claro que bajársela era algo mas complicado.
En mi caso no había dobleces, si se quedaba aceptaría esa cena, nada me apetecía mas que beber, comer, besarnos y montarla hasta que el alba nos encontrara..pero si se iba a ir ¿de que iba a valer todo eso?
No cuando ella me había dicho por activa y por pasiva que ella no era una mas de muchas tantas..mas luego se quejaba de que no la tomara...la verdad no comprendía nada.
¿que quería?
-Mujer habla -rugí molesto por la inmediatez de su despedida y el empeño que ponía en decirme adiós cuando yo solo quería decirle hola.
Entrenaba con el amanecer, llegaba ebrio cada anochecer y la facilidad de olvidar con el alcohol resultaba algo mucho mas tentador.
Mi palabra había sido dicha, su decisión dispuesta y mi determinación clara.
Ella partiría rumbo a París para encontrar a una madre que la vendió por unas monedas, a cambio sentenciaba a muerte lo que algún día podridas haber tenido.
A cambio se casaría con un pazguato que no me llegaría ni a la suela del zapato, claro que le daría eso que quería, nombre...la convertiría en una dama cuando ella había sido educada como una norteña.
No esperé en absoluto verla allí plantada, con una cesta dispuesta a compartir cena conmigo, a solas, como si tuviera algo relevante que decirme cuando en el fondo todo ya había sido hablado.
-¿Vas a quedarte? -esa fue mi pregunta ante su propuesta, de no hacerlo nada de esto tenia sentido pues yo no pretendía ser su amigo.
Se que mi rudeza no le gustaba, pero yo era exactamente eso, un norteño con las cosas claras, un negado para los detalles y para las rosas enlazadas en su pelo ya tenia a Sam, el criado ,que sin duda podría prometerle la luna, claro que bajársela era algo mas complicado.
En mi caso no había dobleces, si se quedaba aceptaría esa cena, nada me apetecía mas que beber, comer, besarnos y montarla hasta que el alba nos encontrara..pero si se iba a ir ¿de que iba a valer todo eso?
No cuando ella me había dicho por activa y por pasiva que ella no era una mas de muchas tantas..mas luego se quejaba de que no la tomara...la verdad no comprendía nada.
¿que quería?
-Mujer habla -rugí molesto por la inmediatez de su despedida y el empeño que ponía en decirme adiós cuando yo solo quería decirle hola.
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Esperaba esa pregunta, dos palabras que podían cambiarlo todo entre nosotros pero... no respondí. Solo dejé escapar un suspiro , aferrándome a la cesta con fuerza y por primera vez, no saber cómo comportarme ante él. Nunca le pedí nada, ni que me correspondiese, ni que hiciese lo que yo quisiera y me deseaba oír. Vivíamos en el mismo techo pero a la vez eramos tan diferentes, nos conocíamos bien pero él de sobra sabía que me callaba muchas cosas...prefería dejarlo pasar porque mi sitio no era el mismo que el suyo.
-Estoy aquí, sigo aquí de momento ¿eso no te sirve? No voy a irme sin más a lo desconocido, a buscar a alguien quien quiso deshacerse de mí porque no tuvo más remedio... quiero saber qué pasó, porqué lo hizo...me lo merezco. ¿Nunca te has hecho preguntas? -me mordí el labio inferior y me callé, era mejor no tentar a la suerte...no era el lugar para hablar de todo eso. Le hice un gesto con la cabeza para que retomásemos el camino hacia el lago, si no quería venir, era cosa suya...ya le dije que estaba aquí , para mí me importaba el aquí y ahora.
De pequeños jugábamos a ser grandes guerreros, prometer que siempre estaríamos juntos. Todos nos lo prometimos, éramos niños...y aunque ninguno mi familia yo la sentí así siempre. Lilie, Fiolett, Niels y Sirius para mí eran como mis hermanos pero él...no. Drittsekk suponía algo más auténtico en mi vida, nadie me miraba del mismo modo y a pesar de ser la amiga infinita, con hacernos reír me conformaba.
-Quiero que vengas conmigo -tragué saliva, me estaba poniendo muy nerviosa, tanto que casi me tropiezo con una de las piedras del camino. Tenía miedo de su respuesta, quizás no querría y si su respuesta era un no... mi sentencia estaba asegurada, debía olvidarme de ciertas cosas para siempre pues aquí lo dejaría y el recuerdo de lo que fuimos, fui feliz y lo era con el simple hecho de estar a su lado.
Sonreí sin saber la respuesta, una leve brisa se enredó en mi cabello y al girar el rostro, lo contemplé como si fuese la única persona para mí. Estaba tan perdida por él que no me percataba de que era demasiado obvio la forma en la que lo miraba. Su olor llegó a mis sentidos y tuve que detenerme, tomándole de la muñeca y tirar de él para que parase. Quería mirarle a los ojos, decirle lo que no me atrevía con palabras, dejé despacio la cesta en el suelo...entre los dos, dejando un límite que me recordaba a mí misma no sobrepasar.
Siseé, cuando mi mano acarició con suavidad su muñeca, la forma en la que enredé mis dedos en los suyos y como mi cuerpo se amoldó al ajeno, abrazándolo y dejar apoyada mi mejilla en su pecho. Oí su corazón, apresurado y alocado como nosotros... sonreí, terminando por abrazarlo por la cintura, enredarme en su cuerpo y no decir más. Lo abracé con toda mi alma y tuve que ocultar mi rostro, bajando un tanto la mirada para que... no leyese en mis ojos lo que sentía en ese momento.
-Ha sido extraño, estos días...no quiero sentirme vacía
-Estoy aquí, sigo aquí de momento ¿eso no te sirve? No voy a irme sin más a lo desconocido, a buscar a alguien quien quiso deshacerse de mí porque no tuvo más remedio... quiero saber qué pasó, porqué lo hizo...me lo merezco. ¿Nunca te has hecho preguntas? -me mordí el labio inferior y me callé, era mejor no tentar a la suerte...no era el lugar para hablar de todo eso. Le hice un gesto con la cabeza para que retomásemos el camino hacia el lago, si no quería venir, era cosa suya...ya le dije que estaba aquí , para mí me importaba el aquí y ahora.
De pequeños jugábamos a ser grandes guerreros, prometer que siempre estaríamos juntos. Todos nos lo prometimos, éramos niños...y aunque ninguno mi familia yo la sentí así siempre. Lilie, Fiolett, Niels y Sirius para mí eran como mis hermanos pero él...no. Drittsekk suponía algo más auténtico en mi vida, nadie me miraba del mismo modo y a pesar de ser la amiga infinita, con hacernos reír me conformaba.
-Quiero que vengas conmigo -tragué saliva, me estaba poniendo muy nerviosa, tanto que casi me tropiezo con una de las piedras del camino. Tenía miedo de su respuesta, quizás no querría y si su respuesta era un no... mi sentencia estaba asegurada, debía olvidarme de ciertas cosas para siempre pues aquí lo dejaría y el recuerdo de lo que fuimos, fui feliz y lo era con el simple hecho de estar a su lado.
Sonreí sin saber la respuesta, una leve brisa se enredó en mi cabello y al girar el rostro, lo contemplé como si fuese la única persona para mí. Estaba tan perdida por él que no me percataba de que era demasiado obvio la forma en la que lo miraba. Su olor llegó a mis sentidos y tuve que detenerme, tomándole de la muñeca y tirar de él para que parase. Quería mirarle a los ojos, decirle lo que no me atrevía con palabras, dejé despacio la cesta en el suelo...entre los dos, dejando un límite que me recordaba a mí misma no sobrepasar.
Siseé, cuando mi mano acarició con suavidad su muñeca, la forma en la que enredé mis dedos en los suyos y como mi cuerpo se amoldó al ajeno, abrazándolo y dejar apoyada mi mejilla en su pecho. Oí su corazón, apresurado y alocado como nosotros... sonreí, terminando por abrazarlo por la cintura, enredarme en su cuerpo y no decir más. Lo abracé con toda mi alma y tuve que ocultar mi rostro, bajando un tanto la mirada para que... no leyese en mis ojos lo que sentía en ese momento.
-Ha sido extraño, estos días...no quiero sentirme vacía
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Mis ojos bailaron por su rostro, sus palabras eran casi un susurro, estaba allí era cierto ¿me bastaba? Supongo que no, yo no quería perderla y la idea de que siguiera su camino simplemente dolía mas de lo que estaba dispuesto a admitir.
Ya lo habíamos hablado, ella tomó su decisión y yo no entendía su desasosiego por seguir pronunciando palabras banales cuando nada cambiara el acto de que irremediablemente pronto llegaría su despedida.
Aun así me pidió que fuera, lo hice, no le diría adiós, pero supongo que no me mataría una ultima noche a su lado.
Iba andando hacia el lago, con la mente en otro lado, algo malhumorado por la situación que acontecía cuando su mano tomó mi muñeca deteniéndome en el acto, mis ojos viraron clavándose en sus pardos para bajar hasta nuestra mano y sus dedos entrelazados.
Abrí los brazos cuando su cuerpo impactó contra el mio, mi pecho su refugio y mi mano se convirtió en su fiel escudo.
Deslicé mis dedos lentos por su pelo. No quería que se fuera, pero eso ya se lo había dicho.
Ella hablaba de vació, pero no se daba cuenta que a ese abismo nos había empujado ella.
Alcé con mi mano su mentón, sobre sus labios hablé de forma pausada.
-No te vayas -pedí -sera la ultima vez que suplico que te quedes aquí, conmigo.
Miré su boca con hambruna, con ese deseo que solo sienten ldo necios cuando a lo han perdido todo.
Allí, anclados uno frente al otro, continuamos mirándonos fijamente, como si el tiempo y el espacio se hubieran detenido y solo quedáramos nosotros en un vórtice imposible.
Mi boca se orilló a la ajea, cerré los ojos y presioné sus labios suavemente, tímidamente incluso.
Mi boca se entreabrió, mi aliento calcinó la humedad de sus labios esperando un beso largo, húmedo y apasionado que nos consumiría por dentro como una vela encendida.
Mi nariz contra la suya, mis manos sobrevolaron su cuerpo pegándola mas a mi, necesitado de sentir, ese piel con piel que el destino parecía negarme, o era la dama y sus costumbres cristianas ancestrales.
La cesta cayó sobre la mullida hierba, un gruñido escapó de mis labios antes de adentrarme en le precipicio de sus labios con una necesidad infinita.
Mi lengua dispuesta a conquistar nuevos mundos, arrasó y saqueó en su interior mientras los jadeos de uno y otro eran arropados por el ocaso que brillaba a mis espaldas.
-No te vayas -pedí entre gruñidos alzándola por las nalgas
Ya lo habíamos hablado, ella tomó su decisión y yo no entendía su desasosiego por seguir pronunciando palabras banales cuando nada cambiara el acto de que irremediablemente pronto llegaría su despedida.
Aun así me pidió que fuera, lo hice, no le diría adiós, pero supongo que no me mataría una ultima noche a su lado.
Iba andando hacia el lago, con la mente en otro lado, algo malhumorado por la situación que acontecía cuando su mano tomó mi muñeca deteniéndome en el acto, mis ojos viraron clavándose en sus pardos para bajar hasta nuestra mano y sus dedos entrelazados.
Abrí los brazos cuando su cuerpo impactó contra el mio, mi pecho su refugio y mi mano se convirtió en su fiel escudo.
Deslicé mis dedos lentos por su pelo. No quería que se fuera, pero eso ya se lo había dicho.
Ella hablaba de vació, pero no se daba cuenta que a ese abismo nos había empujado ella.
Alcé con mi mano su mentón, sobre sus labios hablé de forma pausada.
-No te vayas -pedí -sera la ultima vez que suplico que te quedes aquí, conmigo.
Miré su boca con hambruna, con ese deseo que solo sienten ldo necios cuando a lo han perdido todo.
Allí, anclados uno frente al otro, continuamos mirándonos fijamente, como si el tiempo y el espacio se hubieran detenido y solo quedáramos nosotros en un vórtice imposible.
Mi boca se orilló a la ajea, cerré los ojos y presioné sus labios suavemente, tímidamente incluso.
Mi boca se entreabrió, mi aliento calcinó la humedad de sus labios esperando un beso largo, húmedo y apasionado que nos consumiría por dentro como una vela encendida.
Mi nariz contra la suya, mis manos sobrevolaron su cuerpo pegándola mas a mi, necesitado de sentir, ese piel con piel que el destino parecía negarme, o era la dama y sus costumbres cristianas ancestrales.
La cesta cayó sobre la mullida hierba, un gruñido escapó de mis labios antes de adentrarme en le precipicio de sus labios con una necesidad infinita.
Mi lengua dispuesta a conquistar nuevos mundos, arrasó y saqueó en su interior mientras los jadeos de uno y otro eran arropados por el ocaso que brillaba a mis espaldas.
-No te vayas -pedí entre gruñidos alzándola por las nalgas
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Lo conocía, esa mirada oscura me hablaba demasiado, más de lo que jamás me dirian sus labios. Me suplicaba que no me fuese pero eso no implicaba que le olvidase, pues nunca podría hacerlo. Para mí, Drittsekk era primordial en mi vida y tener que desprenderme de él... era una idea que no barajé. Tampoco esperaba que me esperase, ¿por qué había de hacerlo? Era un hombre libre, ya demostró que era un digno rival...al menos, pude hacer algo por él de cierto modo.
Lo que me ocurrió, le abrió puertas...unas que hasta ahora estaban cerradas. Podía aprovechar en abrirlas todas, cerrar las que no le interesasen y echar la cerradura si lo deseaba. Me sentía viva cuando me miraba pero esta vez...sentí que me consumía por dentro. No quería dejarle allí pero tenía que entender mis motivos, muchas cosas que parecía pasar por alto. No podía, no debía echarle en cara que se viese con otras mujeres porque él no era mío y sí, pensé en rehacer mi vida...dejar de pensar de un modo equivocado y dejar de soñar como esa niña que le seguía a todas partes, jugando a guerreros y princesas.
-No quiero que supliques -susurré con temor, miedo a que se evaporase...este momento acabase. Tenerle frente a mí, así...era más de lo que llegué a pedir alguna vez, más que el deseo ante la tarta de mi cumpleaños. Solo pedí algo, fuese feliz. Sabía que para alcanzar su felicidad debía desaparecer de su vida, estábamos anclados sin llevarnos a ninguna parte y ahora...aquella señorita podía darle todo lo que siempre había deseado. A ella, un nombre.
Sus labios me dieron vida, ese soplo de aire que necesitaba. Despacio al principio, buscándome hasta encontrarme y fundirse en mi boca como si nada más importase, fuese la única importante para él. Mariposas volar en mi estómago, mis manos se enredaron en su cintura... atrayéndole hacia mí. Sonreí ampliamente entre besos, era tan feliz en ese instante... que no podía ser realidad. Por ello, le di un pellizco en su cintura para que me asegurase que no era un sueño.
-Ven conmigo, por favor -reí por su reacción, volvíamos a ser nosotros -Ven..solo será un viaje, volveremos. No voy a alejarte de aquí ...y...-me perdí en sus ojos que me lo prometían todo, su boca que sellé con un beso tierno,...volviendolo apasionado...y loco, él me hacía sentir tanto...tan especial -Quiero bañarme, contigo -susurré con la voz entrecortada, aquel momento estaba siendo crucial...le deseaba, era un hecho pero sabía que no era como las demás. Sentía por él pero hasta que no fuese el momento adecuado no podría entregarme, tenía miedo... mi experiencia no ayudaba demasiado -Al lago, esta vez quiero ser yo...quien te quite la ropa, si me dejas -me sonrojé, mordiéndome los labios...mordiéndole el inferior y tirar de él.
Mis manos se deslizaron suaves por su camisola, deslizándola hasta sacarla por la cabeza, no le permitía que me soltase.
-No voy a soltarte. No me sueltes...solo quiero olvidarlo todo esta noche -sonreí , mi luz volvía a la mirada... solo quería que aquella noche, la pasase conmigo. -Desnúdame. Abrázame...ahora no te pido más -quería que me admirase, ver su expresión al verme desnuda, no había nada que desease más que eso.
Lo que me ocurrió, le abrió puertas...unas que hasta ahora estaban cerradas. Podía aprovechar en abrirlas todas, cerrar las que no le interesasen y echar la cerradura si lo deseaba. Me sentía viva cuando me miraba pero esta vez...sentí que me consumía por dentro. No quería dejarle allí pero tenía que entender mis motivos, muchas cosas que parecía pasar por alto. No podía, no debía echarle en cara que se viese con otras mujeres porque él no era mío y sí, pensé en rehacer mi vida...dejar de pensar de un modo equivocado y dejar de soñar como esa niña que le seguía a todas partes, jugando a guerreros y princesas.
-No quiero que supliques -susurré con temor, miedo a que se evaporase...este momento acabase. Tenerle frente a mí, así...era más de lo que llegué a pedir alguna vez, más que el deseo ante la tarta de mi cumpleaños. Solo pedí algo, fuese feliz. Sabía que para alcanzar su felicidad debía desaparecer de su vida, estábamos anclados sin llevarnos a ninguna parte y ahora...aquella señorita podía darle todo lo que siempre había deseado. A ella, un nombre.
Sus labios me dieron vida, ese soplo de aire que necesitaba. Despacio al principio, buscándome hasta encontrarme y fundirse en mi boca como si nada más importase, fuese la única importante para él. Mariposas volar en mi estómago, mis manos se enredaron en su cintura... atrayéndole hacia mí. Sonreí ampliamente entre besos, era tan feliz en ese instante... que no podía ser realidad. Por ello, le di un pellizco en su cintura para que me asegurase que no era un sueño.
-Ven conmigo, por favor -reí por su reacción, volvíamos a ser nosotros -Ven..solo será un viaje, volveremos. No voy a alejarte de aquí ...y...-me perdí en sus ojos que me lo prometían todo, su boca que sellé con un beso tierno,...volviendolo apasionado...y loco, él me hacía sentir tanto...tan especial -Quiero bañarme, contigo -susurré con la voz entrecortada, aquel momento estaba siendo crucial...le deseaba, era un hecho pero sabía que no era como las demás. Sentía por él pero hasta que no fuese el momento adecuado no podría entregarme, tenía miedo... mi experiencia no ayudaba demasiado -Al lago, esta vez quiero ser yo...quien te quite la ropa, si me dejas -me sonrojé, mordiéndome los labios...mordiéndole el inferior y tirar de él.
Mis manos se deslizaron suaves por su camisola, deslizándola hasta sacarla por la cabeza, no le permitía que me soltase.
-No voy a soltarte. No me sueltes...solo quiero olvidarlo todo esta noche -sonreí , mi luz volvía a la mirada... solo quería que aquella noche, la pasase conmigo. -Desnúdame. Abrázame...ahora no te pido más -quería que me admirase, ver su expresión al verme desnuda, no había nada que desease más que eso.
Soleil- Humano Clase Media
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Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Nuestras bocas surcaban la marea desafiando las tempestades de la mas fuerte de las tormentas, me pidió que la acompañara, al fin del mundo iría por ella y lo sabia pero.. ¿era el momento ahora de dejar tierras norteñas?
Le hubiera pedido tiempo, peor no me lo hubiera concedido para ella buscar a su madre, era importante pero abandonar el norte en plena guerra mientras el resto de los cannif vertían sangre por derrotar a ese rey inhumano solo confirmaría lo que todos pensaban de mi, que era un bastardo y que no tenia lealtad por mi sangre.
No respondí solo gruñí contra su boca dispuesto a dejarme hacer, sus dedos gráciles desabrochaban mi camisa, me pedía que le permitiera este instante, acariciarnos, besarnos olvidando el que sucedería de mañana en adelante, me pareció un trato justo ya que mi Drakkar iba a la deriva, mi necesidad por ella crecía con cada húmedo beso.
Con una ladeada sonrisa llevé el filo de mi daga a las cintas de su corseé, lo deslicé por ellas con maestría mientras un jadeo escapaba de su boca al sentir el frio acero acariciar su espalda, erizando su piel.
Gruñí cuando de un tirón brusco acabó por partir en dos mi camisa y la deslizo suave por mis hombros hasta que cayó sobre la fresca hierba.
Nuestros torsos friccionaron, ardían como lava de volcanes, nuestras lenguas bailaban enfadadas llamando al trueno para que las acompañara.
Su mano recorrió mi torso, dibujo con cada pasada mis músculos forjados en la batalla, su maliciosa sonrisa se perdió en mi boca encontrando puerto al deslizar sus dedos por la cinturilla del pantalón liberando mi hombría.
Brillante, alzada y dispuesta rugió para entrar en batalla, mas nadie salio a recibirla, ella era inexperta y se le notaba.
-Iremos muy despacio, llegaremos hasta donde quieras y pararé si así me lo pides -susurré en su oído apropiándome al instante del lóbulo de su oreja que mordí suavemente dejándolo embargarse del toque cálido de mi aliento desbocado.
Su falda cayó al suelo y completamente desnudos nos sumergimos en las gélidas aguas del norte que parecían caldearse ante el encuentro de nuestros cuerpos.
El deseo se hacia patente, cada vez los besos eran mas bruscos, apasionados, necesitados, apenas distancia para respirar nos tomábamos mientras mi martillo golpeaba su vientre pidiendo el cobijo de sus fraguas.
-Soleil -gruñí contra su boca
Le hubiera pedido tiempo, peor no me lo hubiera concedido para ella buscar a su madre, era importante pero abandonar el norte en plena guerra mientras el resto de los cannif vertían sangre por derrotar a ese rey inhumano solo confirmaría lo que todos pensaban de mi, que era un bastardo y que no tenia lealtad por mi sangre.
No respondí solo gruñí contra su boca dispuesto a dejarme hacer, sus dedos gráciles desabrochaban mi camisa, me pedía que le permitiera este instante, acariciarnos, besarnos olvidando el que sucedería de mañana en adelante, me pareció un trato justo ya que mi Drakkar iba a la deriva, mi necesidad por ella crecía con cada húmedo beso.
Con una ladeada sonrisa llevé el filo de mi daga a las cintas de su corseé, lo deslicé por ellas con maestría mientras un jadeo escapaba de su boca al sentir el frio acero acariciar su espalda, erizando su piel.
Gruñí cuando de un tirón brusco acabó por partir en dos mi camisa y la deslizo suave por mis hombros hasta que cayó sobre la fresca hierba.
Nuestros torsos friccionaron, ardían como lava de volcanes, nuestras lenguas bailaban enfadadas llamando al trueno para que las acompañara.
Su mano recorrió mi torso, dibujo con cada pasada mis músculos forjados en la batalla, su maliciosa sonrisa se perdió en mi boca encontrando puerto al deslizar sus dedos por la cinturilla del pantalón liberando mi hombría.
Brillante, alzada y dispuesta rugió para entrar en batalla, mas nadie salio a recibirla, ella era inexperta y se le notaba.
-Iremos muy despacio, llegaremos hasta donde quieras y pararé si así me lo pides -susurré en su oído apropiándome al instante del lóbulo de su oreja que mordí suavemente dejándolo embargarse del toque cálido de mi aliento desbocado.
Su falda cayó al suelo y completamente desnudos nos sumergimos en las gélidas aguas del norte que parecían caldearse ante el encuentro de nuestros cuerpos.
El deseo se hacia patente, cada vez los besos eran mas bruscos, apasionados, necesitados, apenas distancia para respirar nos tomábamos mientras mi martillo golpeaba su vientre pidiendo el cobijo de sus fraguas.
-Soleil -gruñí contra su boca
Drittsekk- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Mi mirada no podía apartarse de él ni un segundo. Me encantaba mirarle, conocer miradas y gestos que aún desconocía de él. Sonreí al tener su boca tan cerca, mis manos no dejaban su piel. Lo acariciaba despacio, sin prisa...deleitándome en el calor de su piel y el sabor de sus besos. Incrédula me hallaba. No concebía el hecho de que quisiera estar conmigo de aquel modo, abandonar una de sus noches de placer para enseñarme ese otro lado que aún no había experimentado a su lado.
La piel se erizaba a su contacto, me mordí el labio inferior presa de la emoción de sentirle tan cerca, cómo me deseaba, los besos de fuego en los que me quemaría una y otra vez, no me cansaría de probar aquel néctar que no podía saber más delicioso. Más rico que los frutos rojos, lo pensé...una risa escapó de mis labios mientras mis dedos acariciaban su piel con mimo a la par que deseo.
-No me gustaría...que pasase aquí, en medio del bosque como ...aquella vez. -temí su reacción, como si en algún momento él fuese a recriminarme mi decisión y terminase en los brazos de otras...no en mis brazos, su refugio en el que le cuidaría por siempre. Estaba completamente segura que podía darle lo que deseaba, esos planes de futuro en los que soñamos una vez. Permanecer a su lado, ser su confidente, creer en él y...ser esa persona que tanto había ansiado tener. El recuerdo de la vikinga, frenó mi beso...me los imaginé y necia de mí me aparté.
Nerviosa, le ofrecí mi mano para que la tomase y nos adentrásemos más en la profundidad de las aguas. Un momento nuestro, sabía que no podía repetirse más y aún así, no era feliz. No podría serlo nunca, nos frenaban demasiadas cosas, se terminaría enfadando conmigo por abandonarle...e irme a Paris.
-Te necesito a mi lado, en Paris. Dime que vendrás conmigo -mi miedo se reflejó en mis orbes oscuras, mi sonrisa permanecía en el rostro. Me acerqué a él despacio, dejando escapar un suspiro contra sus labios en los que me deleité despacio, sin prisa...saboreando el beso, haciéndolo más intenso. Me atreví buscar su lengua, un beso húmedo cargado de deseo. Mis manos se enredaron en su nuca, entre besos desesperados...le pedí que no me soltase, me mintiese por esa noche y pronunciase unas palabras que quizás no fuesen verdad pero me harían feliz -Dime que soy importante...en tu vida, para ti...quiero creerme tal cosa. No te lo digo a mal...sabes de sobra porque es. No me importa si no tienes un apellido, para mí ser tú es lo importante. Te ...te...-me sonrojé y no pude decirlo, lo abracé contra mí y sin querer, dos lagrimas escaparon de mis mejillas..él era todo lo que había amado siempre y esa noche para mí...significaba más de lo que él pudiese imaginar.
La piel se erizaba a su contacto, me mordí el labio inferior presa de la emoción de sentirle tan cerca, cómo me deseaba, los besos de fuego en los que me quemaría una y otra vez, no me cansaría de probar aquel néctar que no podía saber más delicioso. Más rico que los frutos rojos, lo pensé...una risa escapó de mis labios mientras mis dedos acariciaban su piel con mimo a la par que deseo.
-No me gustaría...que pasase aquí, en medio del bosque como ...aquella vez. -temí su reacción, como si en algún momento él fuese a recriminarme mi decisión y terminase en los brazos de otras...no en mis brazos, su refugio en el que le cuidaría por siempre. Estaba completamente segura que podía darle lo que deseaba, esos planes de futuro en los que soñamos una vez. Permanecer a su lado, ser su confidente, creer en él y...ser esa persona que tanto había ansiado tener. El recuerdo de la vikinga, frenó mi beso...me los imaginé y necia de mí me aparté.
Nerviosa, le ofrecí mi mano para que la tomase y nos adentrásemos más en la profundidad de las aguas. Un momento nuestro, sabía que no podía repetirse más y aún así, no era feliz. No podría serlo nunca, nos frenaban demasiadas cosas, se terminaría enfadando conmigo por abandonarle...e irme a Paris.
-Te necesito a mi lado, en Paris. Dime que vendrás conmigo -mi miedo se reflejó en mis orbes oscuras, mi sonrisa permanecía en el rostro. Me acerqué a él despacio, dejando escapar un suspiro contra sus labios en los que me deleité despacio, sin prisa...saboreando el beso, haciéndolo más intenso. Me atreví buscar su lengua, un beso húmedo cargado de deseo. Mis manos se enredaron en su nuca, entre besos desesperados...le pedí que no me soltase, me mintiese por esa noche y pronunciase unas palabras que quizás no fuesen verdad pero me harían feliz -Dime que soy importante...en tu vida, para ti...quiero creerme tal cosa. No te lo digo a mal...sabes de sobra porque es. No me importa si no tienes un apellido, para mí ser tú es lo importante. Te ...te...-me sonrojé y no pude decirlo, lo abracé contra mí y sin querer, dos lagrimas escaparon de mis mejillas..él era todo lo que había amado siempre y esa noche para mí...significaba más de lo que él pudiese imaginar.
Soleil- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 05/07/2017
Re: Bonjour, mon petit guerrier. -Privado
Sus besos húmedos se apaciguaban fruto del miedo, sus orbes oscuras como la noche parecían suplicar una palabra que le asegurara que no era una mas y yo me preguntaba como estaba tan ciega como para no darse cuenta de que ella nunca fue una mas, si no la única.
Mis labios recorrieron su cuello prendidos en fuego, mi boca acarició el lóbulo de su oreja calentándolo con mi aliento.
-Te deseo -susurré meciendo su pelo con mis palabras al ritmo de las olas -quiero un futuro contigo, siempre lo he querido Soleil -susurré con la voz ronca – no miento, no lo necesito, estoy aquí, contigo porque no quiero estar en otra parte, ni con otra.
Luchas contra fantasmas que no existen pues al final del día eres tu en la que pienso y son tus panecillos los que me despiertan con los primeros rayos del alba.
Sonreí contra su boca antes de enredarme de nuevo en su cuerpo, plagandola de delicadas caricias, sabia que su primera vez había sido ruda, una violación mientras ella luchaba por no ser tomada, esta vez quería que entendiera que lo que yo quería hacer con ella distaba mucho de follar.
La alcé por las nalgas, nuestros sexos se rozaron mientras sus manos aferradas a mi cuello me atraían contra su boca logrando que nuestros cuerpos friccionaran hambrientos.
Jadeé contra sus labios recibiendo un mordisco como respuesta.
-Parame si lo necesitas -susurré acariciando su nariz con la mía, observando sus orbes oscuras y brillantes de deseo.
Mi glande como el martillo se abría paso dispuesto a golpear el yunque, a forjar aquel encuentro a base de fuego y acero.
La deseaba, la prueba de ello como mi excitación se abría paso entre sus húmedas paredes, como la tocaba, como la besaba, ella lo era todo en ese instante.
No respondí a su pregunta, no podía ahora dejar el norte, como mucho podría ir un par de días con ella, pero sobriamente que regresar pronto, no había otra solución cuando la guerra nos asediaba y yo vivía por y para ella.
Temblaba entre mis brazos, mis dedos se hundían en sus nalgas empezando a marcar un ritmo mas brusco, estaba excitado, demasiado.
Cerré los ojos apoyando un instante mi frente en la ajena empujándola para clavarla hasta el fondo.
Gruñí al sentir el candor de su fragua, húmeda, ardiente.
-Soleil -gruñí empujando mas dentro, mas fuerte, sacándola entera y metiendola de golpe
Mis labios recorrieron su cuello prendidos en fuego, mi boca acarició el lóbulo de su oreja calentándolo con mi aliento.
-Te deseo -susurré meciendo su pelo con mis palabras al ritmo de las olas -quiero un futuro contigo, siempre lo he querido Soleil -susurré con la voz ronca – no miento, no lo necesito, estoy aquí, contigo porque no quiero estar en otra parte, ni con otra.
Luchas contra fantasmas que no existen pues al final del día eres tu en la que pienso y son tus panecillos los que me despiertan con los primeros rayos del alba.
Sonreí contra su boca antes de enredarme de nuevo en su cuerpo, plagandola de delicadas caricias, sabia que su primera vez había sido ruda, una violación mientras ella luchaba por no ser tomada, esta vez quería que entendiera que lo que yo quería hacer con ella distaba mucho de follar.
La alcé por las nalgas, nuestros sexos se rozaron mientras sus manos aferradas a mi cuello me atraían contra su boca logrando que nuestros cuerpos friccionaran hambrientos.
Jadeé contra sus labios recibiendo un mordisco como respuesta.
-Parame si lo necesitas -susurré acariciando su nariz con la mía, observando sus orbes oscuras y brillantes de deseo.
Mi glande como el martillo se abría paso dispuesto a golpear el yunque, a forjar aquel encuentro a base de fuego y acero.
La deseaba, la prueba de ello como mi excitación se abría paso entre sus húmedas paredes, como la tocaba, como la besaba, ella lo era todo en ese instante.
No respondí a su pregunta, no podía ahora dejar el norte, como mucho podría ir un par de días con ella, pero sobriamente que regresar pronto, no había otra solución cuando la guerra nos asediaba y yo vivía por y para ella.
Temblaba entre mis brazos, mis dedos se hundían en sus nalgas empezando a marcar un ritmo mas brusco, estaba excitado, demasiado.
Cerré los ojos apoyando un instante mi frente en la ajena empujándola para clavarla hasta el fondo.
Gruñí al sentir el candor de su fragua, húmeda, ardiente.
-Soleil -gruñí empujando mas dentro, mas fuerte, sacándola entera y metiendola de golpe
Drittsekk- Humano Clase Alta
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