AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Necronomicón (privado)(+18)
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El Necronomicón (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Última edición por Joe Black el Dom Jul 16, 2017 12:03 pm, editado 1 vez
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Coloqué la goma alrededor de mi brazo, sentado en mi lecho llené la jeringuilla del cristalino liquido, un sudor frio recorría mi frente perlandola en sudor mientras mis dedos buscaban la vena donde hundí la aguja de forma lenta.
Entreabrí los labios apretando la cánula que impulsaba la heroína por mi corriente sanguíneo, exhalé el aire lentamente dejando caer mi espalda sobre el lecho completamente extasiado mientras mis ojos se entrecerraban sintiendo aquella casi afrodisíaca sensación que me invadía por completo.
Llevé mi mano a la goma aflojando el agarre para dejar pasar la sangre con mas fuerza sin dejar de sentir el éxtasis que el colocon me proporcionaba.
Llevaba una semana sin ella, una en la que no había sido capaz de sacarla de mi maldita mente ni por un minuto.
Había sustituido la droga que su cuerpo me proporcionaba por otro veneno parecido, a cambio ella había ganado lo que anhelaba, su felicidad, ahora podría amar a quien quisiera sin esa argolla que oprimía su dedo y yo..bueno a mi no me iba nada mal.
Reí mirando el techo, mis pupilas dilatadas veían formas extrañas, era el infierno, el fuego me consumía por dentro, tenia hambre, no recordaba la ultima vez que alimente, ni siquiera cuando tomé le ultimo baño, peor..a decir verdad me importaba una mierda todo eso.
A la mañana siguiente salia mi barco hacia México, no recordaba donde había dejado los pasajes, peor seguro que con una nueva dosis era capaz de ponerme en marcha y buscar la cura.
Reí de nuevo alzándome la camisa con la mano donde no tenia clavada la aguja y jeringa para tocar aquella oscura marca de piel rugosa.
Era gracioso, viajaba a Mexico para salvar mi no vida, cuando me importaba sinceramente una mierda hacerlo, solo quería sacarla de mi cabeza, dejar de verla por todos los malditos lados.
Con la mirada turbia busque la botella de bourbon, se me antojaba que estaba muy lejos.
Reí de nuevo centrando mis ojos en el techo, sus sombras parecían trazar el baile de las llamas y entre ellas, miles de sucubos danzando burlones me miraban.
Entreabrí los labios apretando la cánula que impulsaba la heroína por mi corriente sanguíneo, exhalé el aire lentamente dejando caer mi espalda sobre el lecho completamente extasiado mientras mis ojos se entrecerraban sintiendo aquella casi afrodisíaca sensación que me invadía por completo.
Llevé mi mano a la goma aflojando el agarre para dejar pasar la sangre con mas fuerza sin dejar de sentir el éxtasis que el colocon me proporcionaba.
Llevaba una semana sin ella, una en la que no había sido capaz de sacarla de mi maldita mente ni por un minuto.
Había sustituido la droga que su cuerpo me proporcionaba por otro veneno parecido, a cambio ella había ganado lo que anhelaba, su felicidad, ahora podría amar a quien quisiera sin esa argolla que oprimía su dedo y yo..bueno a mi no me iba nada mal.
Reí mirando el techo, mis pupilas dilatadas veían formas extrañas, era el infierno, el fuego me consumía por dentro, tenia hambre, no recordaba la ultima vez que alimente, ni siquiera cuando tomé le ultimo baño, peor..a decir verdad me importaba una mierda todo eso.
A la mañana siguiente salia mi barco hacia México, no recordaba donde había dejado los pasajes, peor seguro que con una nueva dosis era capaz de ponerme en marcha y buscar la cura.
Reí de nuevo alzándome la camisa con la mano donde no tenia clavada la aguja y jeringa para tocar aquella oscura marca de piel rugosa.
Era gracioso, viajaba a Mexico para salvar mi no vida, cuando me importaba sinceramente una mierda hacerlo, solo quería sacarla de mi cabeza, dejar de verla por todos los malditos lados.
Con la mirada turbia busque la botella de bourbon, se me antojaba que estaba muy lejos.
Reí de nuevo centrando mis ojos en el techo, sus sombras parecían trazar el baile de las llamas y entre ellas, miles de sucubos danzando burlones me miraban.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Había pasado justo una semana desde la noche de mi cumpleaños, desde la noche en que había sucedido aquella fiesta y en la que tras salir de ella y acabar en el jardín botánico, tras una discusión acalorada, el vampiro me había dejado. Se había marchado sin decir siquiera en nada en cuanto me giré para atravesar los pasillos de aquel laberinto, a la vuelta buscándolo me había encontrado con un cheque en blanco y el anillo que llevaba y que formalizaba aquel compromiso que teníamos los dos. Había estampado la botella que llevé en esos momentos en la mano contra el muro de la entrada y me había quedado allí durante un tiempo, que no supe cuánto fue, maldiciendo al vampiro mil veces, millones de ellas mientras en mi interior una lucha se libraba, una que no fui consciente nunca de que pasaría jamás entorno al vampiro. Pensé que cuando me librara de él, que cuando todo se acabara me alegraría, como si de alguna forma hubiera aniquilado cualquier cosa que nos pudiera mantener encadenados pero… debía de decir, que no encontré ni alivio ni me vanaglorié de ello.
Acabé saliendo del jardín no sin costarme bastante por no romper el vestido, tuve que quitármelo y saltar la verja en ropa interior para luego volver a coger el vestido y ponérmelo. Un carruaje me llevó hasta casa donde la fiesta seguía y no quise seguir siendo partícipe de ella escondiendo el cheque y el anillo que supuestamente debería de estar en el dedo del vampiro. Guardé ambas cosas en uno de los cajones que tenía en la cómoda, dejando el cheque en blanco con su firma y encima el anillo, cerrando el cajón como si de alguna forma quisiera cerrar aquel capítulo… o eso es lo que me hubiera gustado que pasara. Porque los días siguientes que siguieron a aquel… fueron una mierda. Debía de mentirles a mis padres diciéndoles que Joe estaba demasiado ocupado por unos negociones y que tenía tantas reuniones que no podía venir algunas noches a recogerme, mi padre pareció entender lo que le decía porque no me hizo pregunta alguna –como si supiera lo que era estar ocupado con tantas cosas- que hizo que mi madre no me atosigara a preguntas.
Pero claro, ¿cómo le podía decir a mis padres que la verdadera razón de que no apareciera el vampiro, era porque había huido como un vil cobarde dejándome plantad en el jardín botánico la noche de mi cumpleaños? Era bastante difícil, y no solamente por eso, sino porque también tendría que explicarles el motivo de la pelea, ¿y qué les decía, que había tocado una tecla en el vampiro, que lo que conocieron de él era una máscara que ponía frente a ellos, pero que en verdad yo se las había despojado todas y había hecho que huyera? No, no podía decirles nada de eso… si tenía que darles una explicación debería de hacerlo al menos que fuera creíble, que pudiera explicar por qué se había acabado todo conforme nos habíamos comportado frente a todos en la fiesta.
Algunas noches hacía el paripé fingiendo que habíamos quedado simplemente para dejar tranquila sobre todo a mi madre, les había oído hablar alguna que otra vez sobre lo bueno que sería aquel matrimonio y lo contenta que estaba de que Joe y yo estuviéramos de esa forma, algo que rara vez pasaba en un matrimonio de conveniencia. Me mordía el labio cuando escuchaba aquello, escuchar la falta que les hacía aquel compromiso y como ahora por mi culpa se habría terminado de un plumazo… salía por las noches vestidas como si fuera a quedar con él cuando en realidad bajo llevaba las ropas de cazar y me iba a descargar toda la frustración, la rabia y el odio que sentía hacia el hecho de lo cobarde que había sido el maldito vampiro. De nuevo volvía a estar como esa vez que estuvimos separados, nada me llenaba, nada me saciaba y cada vez que cazaba a algún vampiro me acordaba sin poder evitarlo al vampiro, a sus ojos rojos que me contemplaban, la forma en la que me trataba, lo que me provocaba, lo que nos picábamos constantemente en un tira y afloja… a sus manos por mi cuerpo, sus labios recorriendo mi piel, moviéndose en mí interior…
Lancé un gruñido mientras contemplaba, desde mi habitación, la puerta de la mansión pensando en lo que debería de hacer. Estaba más revuelta que nunca, más enervada que la última vez, con más desazón, frustrada, incapaz de sentirme saciada, nada me llenaba por completo, nada era ni remotamente bueno para saciarme, para despertarme y mantener la chispa que el vampiro me propiciaba. Cerré los ojos lanzando un suspiro mientras la luna iluminaba la estancia con su haz de luz, debía de reconocerlo: echaba de menos al vampiro, y afirmar aquello me producía una quemazón en el centro de mi cuerpo por lo que eso implicaba. Presentaba sentimientos encontrados en mi interior, pero no podía negar que cada vez que había salido por la noche inconscientemente había mirado a mi alrededor esperando que apareciera por algún lado, que cayera frente a mí como lo hizo la otra vez y me despertara de nuevo… y todo eso me cabreaba sobre manera, porque era admitir cosas que quizás no estaba dispuesta a admitir, pero que eran ciertas.
Lo buscaba en cada rincón, en cada calle, en cada rostro que me cruzaba por las noches, lo buscaba porque inconscientemente lo anhelaba de una forma que hasta dolía, como si me hubieran desgarrado y quitado algo que me hacía funcionar y seguir adelante, un motivo, un propósito. Pero también sabía algo, que si quería verlo tendría que ser porque yo fuera a buscarlo, porque estaba más que claro que él no iba a hacerlo, de hecho ni siquiera sabría si quisiera verme o no pero… ¿acaso importaba eso? Di un puñetazo contra la pared y apoyé la cabeza contra el cristal cerrando los ojos, era una maraña de pensamientos y de sentimientos en esos momentos, pero debía de admitir que por esa vez Lilith me pujaba hacia el vampiro, como si de alguna forma me dijera que era lo que estaba deseando hacer… no aguantaba más estar de esa forma, me sentía vacía, como incompleta… maldición, quería ver al jodido vampiro, tocarle, besarle, pegarle, gritarle… no sabía muy bien cuál de todas pero no aguantaba pasar otro día más de la forma en la que había pasado los otros días, como si fueran eternos, vacíos, carentes de emoción y de sentimiento, nada me importaba, nada me interesaba.
Me acerqué hacia la cómoda y abrí el cajón donde había guardado el cheque y en anillo, los cogí y con la ropa de caza con la que iba salí de la habitación, bajé deprisa las escaleras y fui directa a los establos para montarme en uno de los corceles que teníamos y poner rumbo hacia el único lugar que se me ocurría: la mansión del vampiro. Atravesé la puerta de la misma y llegué con el caballo hasta la misma entrada parándome frente a la puerta, alguien se llevó el caballo hacia el establo y fui directa a la puerta pero antes de tocar ya me habían abierto como si hubieran sido informados de que iba. Las caras de sorpresa inicial de las sirvientes hizo que me diera cuenta de que había ido con la ropa de caza pero, ¿acaso no sabían que su amo era un vampiro? Quizás fuera por verme allí pero cuando pregunté por el vampiro hubo un pequeño silencio al principio, pero finalmente vi algo de preocupación en sus rostros, fue cuando me dijeron que no lo veían hacia días, y que no había salido de su habitación. Lancé una maldición contra él y sin decir mucho más me adentré para comenzar a subir las escaleras sin que nadie me detuviera hasta que llegué a la puerta de la habitación, no se oía nada desde fuera y me pregunté si estaría. Toqué con los nudillos pero no obtuve respuesta alguna, así que abrí la puerta para encontrarme con la imagen del vampiro tumbada en el lecho, y a su lado en la mesita una botella de bourbon.
-¿Joe? –Pregunté cerrando la puerta tras de mí, todo estaba casi a oscuras salvo por la luz que hacía una lámpara de aceite en la mesita donde estaba el alcohol, me acerqué hasta él extrañándome que no se moviera cuando me di cuenta del por qué no lo hacía: llevaba una aguja y jeringa clavada en uno de sus brazos, una goma descansaba sobre la cama abrí mis ojos al darme cuenta de lo que estaba haciendo, colocarse con el opio- Joe –Lo llamé con el ceño fruncido cogiendo su rostro con mis manos y cuando sus ojos se centraron en los míos estos estaban dilatados por la droga, por el chute que debería de llevar en el cuerpo- ¡Joder! –exclamé quitándole la aguja y jeringuilla del brazo, me senté en el borde de la cama lanzando todo aquello lejos de su alcance incluida también la droga. El vampiro presentaba un aspecto lamentable que nada tenía que ver con lo que siempre había visto de él, algo demacrado, como consumido… llevé mi mano a su mejilla y noté que estaba frío, algo más frío que de costumbre y seguía como medio ido, decía palabras que no podía entender del todo bien pero mi nombre salió de sus labios, todavía colocado bajo los efectos de la droga, algo como que era imposible a lo que no le di mucha importancia mientras pensaba la forma en quitarle los efectos- maldito vampiro, ¿en qué estabas pensando? –Pregunté acariciando su mejilla viendo su frente perlada en sudor, debía de hacer algo para que se le pasara el efecto. Algo más manejable de esa forma tiré de su muñeca levantándolo, pasé su brazo por mis hombros y lo llevé hasta el aseo donde lo dejé caer en su amplia bañera, abrí el grifo para que esta comenzara a llenarse algo que al parecer no le gustó demasiado pero que no podía hacer nada por evitarlo en ese estado- maldito imbécil –murmuré dejando lo que había traído sobre la mesita y volví de nuevo con él quien intentaba levantarse de la bañera- ¡Ah no! El baño es para ti, amor –cerré el grifo cuando estaba ya llena y aparté los mechones de su pelo para ver mejor su rostro, parecía todavía ido como si no creyera que estaba pasando, como si divagara- Pronto volverás en ti –dije acercando mis labios a los suyos notando su gélido aliento, dejé un breve beso antes de separarme del todo. Del cinto que llevaba saqué una de las dagas que tenía y me hice un corte en el brazo donde comenzó a salir la sangre- vamos vampiro, bebe –acerqué mi brazo a su boca y en cuanto cayeron un par de gotas sobre sus labios y él lamió gruñó, abrió su boca mostrando los colmillos y sus manos engancharon mi brazo comenzando a beber, dando tirones fuertes que me hizo sisear- Eso es Joe –dije acariciando su pelo, me mordí el labio ante la imagen del vampiro bebiendo de mí y lo que el mordisco producía en todos los humanos. Poco a poco pareció que el vampiro fue volviendo en sí, sus pupilas comenzaron a centrarse más y cuando pareció darse cuenta de lo que pasaba sus ojos se centraron en los míos, viéndome como si fuera la primera vez que lo hacía de forma lúcida esa noche.
Acabé saliendo del jardín no sin costarme bastante por no romper el vestido, tuve que quitármelo y saltar la verja en ropa interior para luego volver a coger el vestido y ponérmelo. Un carruaje me llevó hasta casa donde la fiesta seguía y no quise seguir siendo partícipe de ella escondiendo el cheque y el anillo que supuestamente debería de estar en el dedo del vampiro. Guardé ambas cosas en uno de los cajones que tenía en la cómoda, dejando el cheque en blanco con su firma y encima el anillo, cerrando el cajón como si de alguna forma quisiera cerrar aquel capítulo… o eso es lo que me hubiera gustado que pasara. Porque los días siguientes que siguieron a aquel… fueron una mierda. Debía de mentirles a mis padres diciéndoles que Joe estaba demasiado ocupado por unos negociones y que tenía tantas reuniones que no podía venir algunas noches a recogerme, mi padre pareció entender lo que le decía porque no me hizo pregunta alguna –como si supiera lo que era estar ocupado con tantas cosas- que hizo que mi madre no me atosigara a preguntas.
Pero claro, ¿cómo le podía decir a mis padres que la verdadera razón de que no apareciera el vampiro, era porque había huido como un vil cobarde dejándome plantad en el jardín botánico la noche de mi cumpleaños? Era bastante difícil, y no solamente por eso, sino porque también tendría que explicarles el motivo de la pelea, ¿y qué les decía, que había tocado una tecla en el vampiro, que lo que conocieron de él era una máscara que ponía frente a ellos, pero que en verdad yo se las había despojado todas y había hecho que huyera? No, no podía decirles nada de eso… si tenía que darles una explicación debería de hacerlo al menos que fuera creíble, que pudiera explicar por qué se había acabado todo conforme nos habíamos comportado frente a todos en la fiesta.
Algunas noches hacía el paripé fingiendo que habíamos quedado simplemente para dejar tranquila sobre todo a mi madre, les había oído hablar alguna que otra vez sobre lo bueno que sería aquel matrimonio y lo contenta que estaba de que Joe y yo estuviéramos de esa forma, algo que rara vez pasaba en un matrimonio de conveniencia. Me mordía el labio cuando escuchaba aquello, escuchar la falta que les hacía aquel compromiso y como ahora por mi culpa se habría terminado de un plumazo… salía por las noches vestidas como si fuera a quedar con él cuando en realidad bajo llevaba las ropas de cazar y me iba a descargar toda la frustración, la rabia y el odio que sentía hacia el hecho de lo cobarde que había sido el maldito vampiro. De nuevo volvía a estar como esa vez que estuvimos separados, nada me llenaba, nada me saciaba y cada vez que cazaba a algún vampiro me acordaba sin poder evitarlo al vampiro, a sus ojos rojos que me contemplaban, la forma en la que me trataba, lo que me provocaba, lo que nos picábamos constantemente en un tira y afloja… a sus manos por mi cuerpo, sus labios recorriendo mi piel, moviéndose en mí interior…
Lancé un gruñido mientras contemplaba, desde mi habitación, la puerta de la mansión pensando en lo que debería de hacer. Estaba más revuelta que nunca, más enervada que la última vez, con más desazón, frustrada, incapaz de sentirme saciada, nada me llenaba por completo, nada era ni remotamente bueno para saciarme, para despertarme y mantener la chispa que el vampiro me propiciaba. Cerré los ojos lanzando un suspiro mientras la luna iluminaba la estancia con su haz de luz, debía de reconocerlo: echaba de menos al vampiro, y afirmar aquello me producía una quemazón en el centro de mi cuerpo por lo que eso implicaba. Presentaba sentimientos encontrados en mi interior, pero no podía negar que cada vez que había salido por la noche inconscientemente había mirado a mi alrededor esperando que apareciera por algún lado, que cayera frente a mí como lo hizo la otra vez y me despertara de nuevo… y todo eso me cabreaba sobre manera, porque era admitir cosas que quizás no estaba dispuesta a admitir, pero que eran ciertas.
Lo buscaba en cada rincón, en cada calle, en cada rostro que me cruzaba por las noches, lo buscaba porque inconscientemente lo anhelaba de una forma que hasta dolía, como si me hubieran desgarrado y quitado algo que me hacía funcionar y seguir adelante, un motivo, un propósito. Pero también sabía algo, que si quería verlo tendría que ser porque yo fuera a buscarlo, porque estaba más que claro que él no iba a hacerlo, de hecho ni siquiera sabría si quisiera verme o no pero… ¿acaso importaba eso? Di un puñetazo contra la pared y apoyé la cabeza contra el cristal cerrando los ojos, era una maraña de pensamientos y de sentimientos en esos momentos, pero debía de admitir que por esa vez Lilith me pujaba hacia el vampiro, como si de alguna forma me dijera que era lo que estaba deseando hacer… no aguantaba más estar de esa forma, me sentía vacía, como incompleta… maldición, quería ver al jodido vampiro, tocarle, besarle, pegarle, gritarle… no sabía muy bien cuál de todas pero no aguantaba pasar otro día más de la forma en la que había pasado los otros días, como si fueran eternos, vacíos, carentes de emoción y de sentimiento, nada me importaba, nada me interesaba.
Me acerqué hacia la cómoda y abrí el cajón donde había guardado el cheque y en anillo, los cogí y con la ropa de caza con la que iba salí de la habitación, bajé deprisa las escaleras y fui directa a los establos para montarme en uno de los corceles que teníamos y poner rumbo hacia el único lugar que se me ocurría: la mansión del vampiro. Atravesé la puerta de la misma y llegué con el caballo hasta la misma entrada parándome frente a la puerta, alguien se llevó el caballo hacia el establo y fui directa a la puerta pero antes de tocar ya me habían abierto como si hubieran sido informados de que iba. Las caras de sorpresa inicial de las sirvientes hizo que me diera cuenta de que había ido con la ropa de caza pero, ¿acaso no sabían que su amo era un vampiro? Quizás fuera por verme allí pero cuando pregunté por el vampiro hubo un pequeño silencio al principio, pero finalmente vi algo de preocupación en sus rostros, fue cuando me dijeron que no lo veían hacia días, y que no había salido de su habitación. Lancé una maldición contra él y sin decir mucho más me adentré para comenzar a subir las escaleras sin que nadie me detuviera hasta que llegué a la puerta de la habitación, no se oía nada desde fuera y me pregunté si estaría. Toqué con los nudillos pero no obtuve respuesta alguna, así que abrí la puerta para encontrarme con la imagen del vampiro tumbada en el lecho, y a su lado en la mesita una botella de bourbon.
-¿Joe? –Pregunté cerrando la puerta tras de mí, todo estaba casi a oscuras salvo por la luz que hacía una lámpara de aceite en la mesita donde estaba el alcohol, me acerqué hasta él extrañándome que no se moviera cuando me di cuenta del por qué no lo hacía: llevaba una aguja y jeringa clavada en uno de sus brazos, una goma descansaba sobre la cama abrí mis ojos al darme cuenta de lo que estaba haciendo, colocarse con el opio- Joe –Lo llamé con el ceño fruncido cogiendo su rostro con mis manos y cuando sus ojos se centraron en los míos estos estaban dilatados por la droga, por el chute que debería de llevar en el cuerpo- ¡Joder! –exclamé quitándole la aguja y jeringuilla del brazo, me senté en el borde de la cama lanzando todo aquello lejos de su alcance incluida también la droga. El vampiro presentaba un aspecto lamentable que nada tenía que ver con lo que siempre había visto de él, algo demacrado, como consumido… llevé mi mano a su mejilla y noté que estaba frío, algo más frío que de costumbre y seguía como medio ido, decía palabras que no podía entender del todo bien pero mi nombre salió de sus labios, todavía colocado bajo los efectos de la droga, algo como que era imposible a lo que no le di mucha importancia mientras pensaba la forma en quitarle los efectos- maldito vampiro, ¿en qué estabas pensando? –Pregunté acariciando su mejilla viendo su frente perlada en sudor, debía de hacer algo para que se le pasara el efecto. Algo más manejable de esa forma tiré de su muñeca levantándolo, pasé su brazo por mis hombros y lo llevé hasta el aseo donde lo dejé caer en su amplia bañera, abrí el grifo para que esta comenzara a llenarse algo que al parecer no le gustó demasiado pero que no podía hacer nada por evitarlo en ese estado- maldito imbécil –murmuré dejando lo que había traído sobre la mesita y volví de nuevo con él quien intentaba levantarse de la bañera- ¡Ah no! El baño es para ti, amor –cerré el grifo cuando estaba ya llena y aparté los mechones de su pelo para ver mejor su rostro, parecía todavía ido como si no creyera que estaba pasando, como si divagara- Pronto volverás en ti –dije acercando mis labios a los suyos notando su gélido aliento, dejé un breve beso antes de separarme del todo. Del cinto que llevaba saqué una de las dagas que tenía y me hice un corte en el brazo donde comenzó a salir la sangre- vamos vampiro, bebe –acerqué mi brazo a su boca y en cuanto cayeron un par de gotas sobre sus labios y él lamió gruñó, abrió su boca mostrando los colmillos y sus manos engancharon mi brazo comenzando a beber, dando tirones fuertes que me hizo sisear- Eso es Joe –dije acariciando su pelo, me mordí el labio ante la imagen del vampiro bebiendo de mí y lo que el mordisco producía en todos los humanos. Poco a poco pareció que el vampiro fue volviendo en sí, sus pupilas comenzaron a centrarse más y cuando pareció darse cuenta de lo que pasaba sus ojos se centraron en los míos, viéndome como si fuera la primera vez que lo hacía de forma lúcida esa noche.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Entreabrí los ojos al sentir que me sacudían, era su voz, su imagen distorsionada la que veía en mi cabeza, aquí estaba de nuevo, la sonreí o eso creo, mientras sentía sus cándidas manos sujetar mi mejilla.
Sabia que no estaba allí, era la droga la que hacia ese efecto en mi y a tientas busqué la goma para ponerme mas, no podía permitir que se fuera.
Enarqué una ceja cuando tiró todo lo de mi lecho al suelo, gruñí mis ojos se pusieron rojos como el mismo fuego de la lava de un volcán, pero pronto vivieron a su color mientras a carcajadas trataba de centrar mi vista en ella.
-No estas aquí -dije completamente ido -y aun así Dan, me jodes.
Su mano sobrevolaba la distancia con mi rostro, me acariciaba y yo cerré los ojos aun a sabiendas que no estaba, que cuando los abriera ya no estaría en mi cámara, en mi cama.
-No te vayas -pedí
Extendí los brazos para tirar de ella, para tumbarla conmigo en el lecho, infinidad de veces me había negado a compartir colchón con ella y ahora mismo no tenia ni idea de como la anhelaba entre mis brazos.
Sin embargo, no se bien porque ese espectro tiró de mi hacia el baño, yo negaba sin dejar de reír trastabillando, incapaz de mantenerme en pie.
Caí en la bañera, mi cuerpo se amoldó inerte a ella mientras los ojos se me cerraban y la cabeza reposaba en el borde de la tina tratando de enfocar aquella visión que estaba durando mas de la cuenta.
El grifó se abrió, di un respingo al sentir que me mojaba, un insulto de sus labios “imbécil” me reí de nuevo tratando de levantarme pero iba tan colocado que no podía, por no decir que aquella torturante imagen parecía decidida a no permitirme moverme de la tina.
Entreabrí los labios acogiendo los ajenos, sabia a ella, olía a ella...pero no lo era.
-no eres real -asegure atrayendola de la nuca para intensificar ese beso que necesitaba. Me llevé las manso a la cabeza apretándola, gruñí preso de la ira, la necesitaba y no estaba – Sal de mi cabeza -rugí.
La cazadora desapareció, me dejé caer, de nuevo estaba solo, cerré los ojos cuando sentí el calor de la sangre en mi boca, mi mirada enrojeció, turbia por la droga se intentó centrar en sus pardos mientras mis colmillos crecían hundiéndose en la vena de su antebrazo sin consideración.
Ríos escarlata que sorbí a tirones completamente descontrolado, gimiendo contra su cálida piel, empezaba a poder centrarme en ella, era como si estuviera allí, mirándome de frente, pero era imposible.
“eso es Joe” susurró acariciado delicadamente mi pelo -¿estas aquí de verdad? -pregunté nada mas aparté si labios de su piel.
La vitae escurría por mi boca, me relamí atesorando su sabor, me costaba mucho centrarme en la imagen de la mujer que tenia delante.
-No juegues conmigo -rugí al misterioso ente mientras trataba de alzarme de la tina completamente encolerizado.
No podía ser ella, me había dejado claro que a mi lado nunca seria feliz, le regalé la libertad de buscar ese amor que añoraba y le di el poder de liberar a sus familia de la carga pesada que supone la ruina, nada mas le quedaba por hacer conmigo.
Reí con amargura volviendo a tratar de alzarme de la tina completamente mojado, ignorando aquel ser que parecía burlarse de mi.
Quería que desapareciera, no era ella, solo mi mente enferma añorando su presencia. Ne necesitaba mas droga.
Sabia que no estaba allí, era la droga la que hacia ese efecto en mi y a tientas busqué la goma para ponerme mas, no podía permitir que se fuera.
Enarqué una ceja cuando tiró todo lo de mi lecho al suelo, gruñí mis ojos se pusieron rojos como el mismo fuego de la lava de un volcán, pero pronto vivieron a su color mientras a carcajadas trataba de centrar mi vista en ella.
-No estas aquí -dije completamente ido -y aun así Dan, me jodes.
Su mano sobrevolaba la distancia con mi rostro, me acariciaba y yo cerré los ojos aun a sabiendas que no estaba, que cuando los abriera ya no estaría en mi cámara, en mi cama.
-No te vayas -pedí
Extendí los brazos para tirar de ella, para tumbarla conmigo en el lecho, infinidad de veces me había negado a compartir colchón con ella y ahora mismo no tenia ni idea de como la anhelaba entre mis brazos.
Sin embargo, no se bien porque ese espectro tiró de mi hacia el baño, yo negaba sin dejar de reír trastabillando, incapaz de mantenerme en pie.
Caí en la bañera, mi cuerpo se amoldó inerte a ella mientras los ojos se me cerraban y la cabeza reposaba en el borde de la tina tratando de enfocar aquella visión que estaba durando mas de la cuenta.
El grifó se abrió, di un respingo al sentir que me mojaba, un insulto de sus labios “imbécil” me reí de nuevo tratando de levantarme pero iba tan colocado que no podía, por no decir que aquella torturante imagen parecía decidida a no permitirme moverme de la tina.
Entreabrí los labios acogiendo los ajenos, sabia a ella, olía a ella...pero no lo era.
-no eres real -asegure atrayendola de la nuca para intensificar ese beso que necesitaba. Me llevé las manso a la cabeza apretándola, gruñí preso de la ira, la necesitaba y no estaba – Sal de mi cabeza -rugí.
La cazadora desapareció, me dejé caer, de nuevo estaba solo, cerré los ojos cuando sentí el calor de la sangre en mi boca, mi mirada enrojeció, turbia por la droga se intentó centrar en sus pardos mientras mis colmillos crecían hundiéndose en la vena de su antebrazo sin consideración.
Ríos escarlata que sorbí a tirones completamente descontrolado, gimiendo contra su cálida piel, empezaba a poder centrarme en ella, era como si estuviera allí, mirándome de frente, pero era imposible.
“eso es Joe” susurró acariciado delicadamente mi pelo -¿estas aquí de verdad? -pregunté nada mas aparté si labios de su piel.
La vitae escurría por mi boca, me relamí atesorando su sabor, me costaba mucho centrarme en la imagen de la mujer que tenia delante.
-No juegues conmigo -rugí al misterioso ente mientras trataba de alzarme de la tina completamente encolerizado.
No podía ser ella, me había dejado claro que a mi lado nunca seria feliz, le regalé la libertad de buscar ese amor que añoraba y le di el poder de liberar a sus familia de la carga pesada que supone la ruina, nada mas le quedaba por hacer conmigo.
Reí con amargura volviendo a tratar de alzarme de la tina completamente mojado, ignorando aquel ser que parecía burlarse de mi.
Quería que desapareciera, no era ella, solo mi mente enferma añorando su presencia. Ne necesitaba mas droga.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Mis ojos contemplaron como estaba el vampiro en esos momentos en los que estaba tumbado en la cama, había apartado la jeringuilla, la aguja, la goma y todo aquello que le había causado ese efecto lo lancé lejos solo para ver el rojo en sus ojos como si estuviera molesto por eso, pero apenas le duró unos segundos hasta que sus ojos volvieron de nuevo a la normalidad, turbios sin poder enfocar bien la mirada en mi persona, drogado, ido. Empezó a reírse a carcajadas y fruncí el ceño mirándolo por estar de esa forma, ¿en qué narices había estado pensando para estar así? Se había vuelto completamente loco por recurrir a eso, mi mano acarició su rostro notando lo fría que estaba su piel, su frente completamente perlada fruto de los días que llevaría en ese estado pues parecía bastante cansado, además de que presentaba un estado lamentable del cual jamás habría atribuido al vampiro… ahora entendía por qué no había salido en días, porque seguramente hubiera estado durmiendo lo que hubiera podido y drogándose. Así que asumí que tampoco estaba alimentado y que también eso achacaría a cómo estaba… era un maldito imbécil.
-Joe –volví a llamarlo intentando que enfocara sus ojos y se centrara en mí sentada en el borde de la cama a su lado, sus ojos me miraban pero creía que no estaba allí, que era producto de la droga “No estás aquí y aun así Dan, me jodes” estaba completamente ido por le chute que se habría metido minutos antes de entrar yo por la puerta, lo miré de forma fija por sus palabras y lo que ellas encerraban, ¿tanto había hecho en el vampiro que le dolía de esa forma? ¿Tanta habría sido la huella dejada en su interior? Pese a lo que él, de estar lúcido, pudiera imaginar no me gustaba verlo de esa forma y menos por mi culpa, ser la causante directa de como se encontraba aunque el estado se lo hubiera provocado él. Mi mano en su mejilla pareció notarla porque sus ojos se cerraron por el contacto, “no te vayas” pedía a lo que él creía que era una ilusión en su cabeza de una proyección mía sin saber que realmente estaba allí con él. Me mordí el labio y opté por levantarlo cuando vi que sus brazos intentaban cogerme para acercarme a él, lo mejor sería llevarlo a la tina y mojarlo para ver si espabilaba. En el estado en el que estaba me era algo complicado porque se reía a carcajadas y daba trompicones, pero finalmente pude llevarlo a la tina donde dejé que cayera, él se recostó en un lado apoyando la cabeza en el borde y abrí el grifo para que el agua comenzara a salir y él dio un bote por ello.
Se rió de nuevo tras mi insulto hacia él comprobando el estado en el que estaba e intentó levantarse de la tina sin éxito alguno, su cuerpo no le respondía y del chute que llevaba no podía ni levantarse de allí. ¿Tanto daño le había hecho a Joe para que tuviera que recurrir a la droga como única meta y solución? Me quedé apoyada en el borde de la bañera mientras esta terminaba de llenarse, había dejado encima de la mesita al lado de su cama el cheque intacto y el anillo para volver con él, quité algunos mechones de su pelo y me acerqué para dejar un beso en sus labios bastante corto. “No eres real” fue su respuesta más lógica al sentir mis labios sobre los suyos, pero entonces su mano se alzó hasta mi nuca mojándola al tener su mano bajo el agua y acerarme más a sus labios como si estuviera totalmente consciente en un beso algo más intenso. Tan pronto como me acercó me soltó, se apartó y llevó sus manos a su cabeza como si no supiera discernir entre lo real y lo imaginario, gruñó pidiendo que saliera de su cabeza y supuse que seguía pensando que era producto de su imaginación. Aparté sus manos de su cabeza para que dejara de apretarse y se quedó recostado de nuevo contra la tina, sin moverse.
Fue entonces cuando saqué una daga y me hice un corte en el brazo acercando este a sus labios para que bebiera, cuando las gotas cayeron gruñó, sus colmillos crecieron y los hundió con cierta saña en mi vena, bebiendo, gimiendo y tomando sorbos de mi sangre que parecieron provocarle algo de lucidez porque pude ver que sus ojos estaban menos turbios por la droga, se apartó dejando de beber preguntando si estaba allí de verdad, lo miré de forma fija y asentí con la cabeza mientras él se relamía los restos de sangre de los labios y no apartaba su mirada de mí, aún parecía costarle fijarla un poco pero estaba mucho mejor que antes. Pidió que no jugara con él, a mi “proyección” totalmente enfadado y cabreado, volviendo a intentar levantarse pero no podía, se reía de forma casi amarga como si no creyera nada de lo que pasaba, intentando que desapareciera porque decía que no era real alegando que necesitaba más droga. Fruncí el ceño por ello, no iba a drogarse… además que no podía levantarse ni siquiera de la tina.
-Estoy aquí y soy de verdad, Joe –lo llamé haciendo que dejara de moverse y que se centrara de nuevo en mí, pero le seguía costando creerse que estaba allí de verdad- maldito vampiro del demonio, ¿en qué demonios estabas pensando para drogarte? Eres un maldito imbécil –lo empujé de nuevo para que se tumbara en la tina salpicándolo todo, mojando parte de mi ropa mientras él seguía pensando que no estaba allí, que todo era un producto de su mente y que no era real. Joder, ¿de verdad que tanto le había hecho al vampiro para que necesitara buscarme drogado como si intentara tenerme de alguna forma?- No he estado toda una semana jodida para que cuando decidiera y me atreviera a venir encontrarte de esta forma –sumergí por completo al vampiro haciendo que su rostro se sumergiera intentando que el agua fría lo despejara un poco más, también esperando que la sangre hubiera ayudado a paliar un poco los efectos de la droga. No sabía cómo hacer para que volviera en sí o para que supiera que de verdad estaba allí y no era producto de su imaginación por las drogas, así que al final acabé metiéndome yo en la tina también junto a él atravesándome un escalofrío por lo fría que estaba el agua, pero sería como mejor le ayudara a despejarse. Quedé sentada encima de él haciendo que al meterme un poco el agua rebosara y se saliera llenando el suelo, pero eso hizo que el vampiro centrara su atención de nuevo en mí y me mirara, aún tenía los ojos un poco enturbiados pero parecía que cada vez menos. Mis manos cogieron su rostro y este cerró los ojos de nuevo por el contacto como si no creyera de verdad que estuviera allí, metido en la tina junto a él- Joe, mírame –le pedí para que abriera sus ojos y los centrara de nuevo en mí- estoy aquí, justo aquí delante de ti –mis manos bajaron por su pecho hasta coger una de sus manos, meterla bajo la blusa que llevaba y subirla con las mías hasta donde estaba mi corazón- ¿sientes eso, amor? ¿Notas el latido de mi corazón, lo oyes? El calor de mi piel… –dije mientras sacaba su mano y de alguna manera le hacía ver que era real, luego subí su mano a mis labios y dejé que notara mi aliento, caliente contra sus dedos- ¿notas lo caliente que está? –Dejé su mano sobre mi mejilla ladeando un poco mi rostro hacia donde estaba su mano- ¿de verdad crees que algo en tú imaginación te sacaría de la cama, te llevaría a la tina y llenaría esta? ¿O se sentiría tan real como te he demostrado? Pues si eso no es suficiente… -llevé mi mano a su pelo enredándolo entre mis dedos, tiré un poco hacia abajo para alzar su rostro y me incliné para juntar mis labios con los suyos, en un beso más largo, unos labios que hice míos mientras arrasaba con todo a su paso, mi lengua se abrió paso hasta que comenzó una batalla contra la suya, por consecuencia mis caderas se movieron sobre las suyas y un jadeo fue totalmente absorbido por sus labios en aquel beso necesitado, algo que había extrañado toda la maldita semana y que esperaba que lo hiciera volver en sí. Me separé para mirarlo de forma fija esperando que esa vez sí se diera cuenta de que estaba allí y se le pasaran los efectos de la droga- Te quiero de vuelta, al vampiro que conozco, a ti Joe Black.
-Joe –volví a llamarlo intentando que enfocara sus ojos y se centrara en mí sentada en el borde de la cama a su lado, sus ojos me miraban pero creía que no estaba allí, que era producto de la droga “No estás aquí y aun así Dan, me jodes” estaba completamente ido por le chute que se habría metido minutos antes de entrar yo por la puerta, lo miré de forma fija por sus palabras y lo que ellas encerraban, ¿tanto había hecho en el vampiro que le dolía de esa forma? ¿Tanta habría sido la huella dejada en su interior? Pese a lo que él, de estar lúcido, pudiera imaginar no me gustaba verlo de esa forma y menos por mi culpa, ser la causante directa de como se encontraba aunque el estado se lo hubiera provocado él. Mi mano en su mejilla pareció notarla porque sus ojos se cerraron por el contacto, “no te vayas” pedía a lo que él creía que era una ilusión en su cabeza de una proyección mía sin saber que realmente estaba allí con él. Me mordí el labio y opté por levantarlo cuando vi que sus brazos intentaban cogerme para acercarme a él, lo mejor sería llevarlo a la tina y mojarlo para ver si espabilaba. En el estado en el que estaba me era algo complicado porque se reía a carcajadas y daba trompicones, pero finalmente pude llevarlo a la tina donde dejé que cayera, él se recostó en un lado apoyando la cabeza en el borde y abrí el grifo para que el agua comenzara a salir y él dio un bote por ello.
Se rió de nuevo tras mi insulto hacia él comprobando el estado en el que estaba e intentó levantarse de la tina sin éxito alguno, su cuerpo no le respondía y del chute que llevaba no podía ni levantarse de allí. ¿Tanto daño le había hecho a Joe para que tuviera que recurrir a la droga como única meta y solución? Me quedé apoyada en el borde de la bañera mientras esta terminaba de llenarse, había dejado encima de la mesita al lado de su cama el cheque intacto y el anillo para volver con él, quité algunos mechones de su pelo y me acerqué para dejar un beso en sus labios bastante corto. “No eres real” fue su respuesta más lógica al sentir mis labios sobre los suyos, pero entonces su mano se alzó hasta mi nuca mojándola al tener su mano bajo el agua y acerarme más a sus labios como si estuviera totalmente consciente en un beso algo más intenso. Tan pronto como me acercó me soltó, se apartó y llevó sus manos a su cabeza como si no supiera discernir entre lo real y lo imaginario, gruñó pidiendo que saliera de su cabeza y supuse que seguía pensando que era producto de su imaginación. Aparté sus manos de su cabeza para que dejara de apretarse y se quedó recostado de nuevo contra la tina, sin moverse.
Fue entonces cuando saqué una daga y me hice un corte en el brazo acercando este a sus labios para que bebiera, cuando las gotas cayeron gruñó, sus colmillos crecieron y los hundió con cierta saña en mi vena, bebiendo, gimiendo y tomando sorbos de mi sangre que parecieron provocarle algo de lucidez porque pude ver que sus ojos estaban menos turbios por la droga, se apartó dejando de beber preguntando si estaba allí de verdad, lo miré de forma fija y asentí con la cabeza mientras él se relamía los restos de sangre de los labios y no apartaba su mirada de mí, aún parecía costarle fijarla un poco pero estaba mucho mejor que antes. Pidió que no jugara con él, a mi “proyección” totalmente enfadado y cabreado, volviendo a intentar levantarse pero no podía, se reía de forma casi amarga como si no creyera nada de lo que pasaba, intentando que desapareciera porque decía que no era real alegando que necesitaba más droga. Fruncí el ceño por ello, no iba a drogarse… además que no podía levantarse ni siquiera de la tina.
-Estoy aquí y soy de verdad, Joe –lo llamé haciendo que dejara de moverse y que se centrara de nuevo en mí, pero le seguía costando creerse que estaba allí de verdad- maldito vampiro del demonio, ¿en qué demonios estabas pensando para drogarte? Eres un maldito imbécil –lo empujé de nuevo para que se tumbara en la tina salpicándolo todo, mojando parte de mi ropa mientras él seguía pensando que no estaba allí, que todo era un producto de su mente y que no era real. Joder, ¿de verdad que tanto le había hecho al vampiro para que necesitara buscarme drogado como si intentara tenerme de alguna forma?- No he estado toda una semana jodida para que cuando decidiera y me atreviera a venir encontrarte de esta forma –sumergí por completo al vampiro haciendo que su rostro se sumergiera intentando que el agua fría lo despejara un poco más, también esperando que la sangre hubiera ayudado a paliar un poco los efectos de la droga. No sabía cómo hacer para que volviera en sí o para que supiera que de verdad estaba allí y no era producto de su imaginación por las drogas, así que al final acabé metiéndome yo en la tina también junto a él atravesándome un escalofrío por lo fría que estaba el agua, pero sería como mejor le ayudara a despejarse. Quedé sentada encima de él haciendo que al meterme un poco el agua rebosara y se saliera llenando el suelo, pero eso hizo que el vampiro centrara su atención de nuevo en mí y me mirara, aún tenía los ojos un poco enturbiados pero parecía que cada vez menos. Mis manos cogieron su rostro y este cerró los ojos de nuevo por el contacto como si no creyera de verdad que estuviera allí, metido en la tina junto a él- Joe, mírame –le pedí para que abriera sus ojos y los centrara de nuevo en mí- estoy aquí, justo aquí delante de ti –mis manos bajaron por su pecho hasta coger una de sus manos, meterla bajo la blusa que llevaba y subirla con las mías hasta donde estaba mi corazón- ¿sientes eso, amor? ¿Notas el latido de mi corazón, lo oyes? El calor de mi piel… –dije mientras sacaba su mano y de alguna manera le hacía ver que era real, luego subí su mano a mis labios y dejé que notara mi aliento, caliente contra sus dedos- ¿notas lo caliente que está? –Dejé su mano sobre mi mejilla ladeando un poco mi rostro hacia donde estaba su mano- ¿de verdad crees que algo en tú imaginación te sacaría de la cama, te llevaría a la tina y llenaría esta? ¿O se sentiría tan real como te he demostrado? Pues si eso no es suficiente… -llevé mi mano a su pelo enredándolo entre mis dedos, tiré un poco hacia abajo para alzar su rostro y me incliné para juntar mis labios con los suyos, en un beso más largo, unos labios que hice míos mientras arrasaba con todo a su paso, mi lengua se abrió paso hasta que comenzó una batalla contra la suya, por consecuencia mis caderas se movieron sobre las suyas y un jadeo fue totalmente absorbido por sus labios en aquel beso necesitado, algo que había extrañado toda la maldita semana y que esperaba que lo hiciera volver en sí. Me separé para mirarlo de forma fija esperando que esa vez sí se diera cuenta de que estaba allí y se le pasaran los efectos de la droga- Te quiero de vuelta, al vampiro que conozco, a ti Joe Black.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Su voz airada sujetándome para evitar que emergiera de las aguas parecía real, gruñí mirando sus ojos pardos, para no estar aquí parecía estarlo. Poco a poco iba centrando mi vista en esa figura imaginaria que el colocon había creado, no era la primera vez que en mi mente se reflejaba ese espectro, aunque si la primera que lo sentía tan cierto.
Hundió mi cabeza en el agua, al emerger mis ojos rojos como el fuego chocaron contra su tempestuosa mirada plagada de desaprobación.
-A ti que te importa -fue lo que escupí arrastrando las palabras mientras el agua resbalaba por mi rostro.
Entro dentro de la tina conmigo, negué volviendo a echarme a reír, aquello solo podía ser un sueño, no podía estar allí ¿que podría querer de mi? Ya le había dado todo cuanto había necesitado desde un principio..nada la ataba ya a este vampiro.
Sus manso acunaron mi rostro, cerré los ojos dejándome embriagar de tan placentera sensación, aun siendo una burda mentira, quería creerla porque sentaba tan bien sentirla pegada a mi.
Me pidió que la mirara, así lo hice, abrí mis ojos hundiendo mis pozos oscuros en sus estrellas.
-¿eres tu? -pregunté incrédulo mientras escuchaba y palpaba su pecho y le rítmico rugir de su corazón.
Acelerado marcaba un impetuoso ritmo, uno que era mas que capa de reconocer, era ella, o al menos eso quería creer.
Entreabrí los labios dejando que siguiera con esa explicación que ahora me llevaba de nuevo al infierno, dulce duelo de lenguas que se paladearon como no lo hacían desde hacia ya demasiado tiempo.
Tiré de su ropa mojada, quería sentirla mía, arrebatarle cada prenda hasta que su piel entrara en contacto con mi gélido cuerpo.
Sus caderas se revolvían inquietas sobre mi, parecía desearme como el primer día, un jadeo murió en mis labios, mordí su inferior tirando de este para volver a someterla a mis húmedos besos impacientes, intranquilos, con sabor férreo.
Rugí preso de su sabor, enredando mis dedos en la lazada del corseé y haciendolo caer.
Mis dedos se pasearon por su cuerpo alzando a su paso la camisola mientras acariciaba su cálida piel, mojada resbalaba entre mis manso, como si se escapase, hasta que apenas separando un instante mis labios saqué por su cabeza la tela volviendo a colisionar hambriento de su dulce boca.
Mi mano se enredó en su pelo, gruñí besándola con una mezcla de miedo a que desapareciera, desasosiego, angustia y necesidad.
Cada instante parecía el ultimo, quizás lo era y por eso la abracé pegándola a mi de nuevo en una suplica que contrastaba con sus palabras.
“Te quiero de vuelta, al vampiro que conozco, a ti Joe Black “
Tenia frio, esa era otra sensación que nunca había sentido, al menos no desde que era humano, sin embargo mi frente perlada en sudor parecía reflejar lo contrario.
Arrastré mis dientes por su mandíbula, gruñí de nuevo como un animal herido contra su cuello, mis colmillos crecieron repasando su yugular, hambriento, sediento, necesitado de ella.
-No te vayas -pedí cerrando los ojos contra su piel, abrazándola con fuerza.
Nunca había dado una imagen mas penosa...el peor reflejo de un Black jamas visto en el espejo.
Hundió mi cabeza en el agua, al emerger mis ojos rojos como el fuego chocaron contra su tempestuosa mirada plagada de desaprobación.
-A ti que te importa -fue lo que escupí arrastrando las palabras mientras el agua resbalaba por mi rostro.
Entro dentro de la tina conmigo, negué volviendo a echarme a reír, aquello solo podía ser un sueño, no podía estar allí ¿que podría querer de mi? Ya le había dado todo cuanto había necesitado desde un principio..nada la ataba ya a este vampiro.
Sus manso acunaron mi rostro, cerré los ojos dejándome embriagar de tan placentera sensación, aun siendo una burda mentira, quería creerla porque sentaba tan bien sentirla pegada a mi.
Me pidió que la mirara, así lo hice, abrí mis ojos hundiendo mis pozos oscuros en sus estrellas.
-¿eres tu? -pregunté incrédulo mientras escuchaba y palpaba su pecho y le rítmico rugir de su corazón.
Acelerado marcaba un impetuoso ritmo, uno que era mas que capa de reconocer, era ella, o al menos eso quería creer.
Entreabrí los labios dejando que siguiera con esa explicación que ahora me llevaba de nuevo al infierno, dulce duelo de lenguas que se paladearon como no lo hacían desde hacia ya demasiado tiempo.
Tiré de su ropa mojada, quería sentirla mía, arrebatarle cada prenda hasta que su piel entrara en contacto con mi gélido cuerpo.
Sus caderas se revolvían inquietas sobre mi, parecía desearme como el primer día, un jadeo murió en mis labios, mordí su inferior tirando de este para volver a someterla a mis húmedos besos impacientes, intranquilos, con sabor férreo.
Rugí preso de su sabor, enredando mis dedos en la lazada del corseé y haciendolo caer.
Mis dedos se pasearon por su cuerpo alzando a su paso la camisola mientras acariciaba su cálida piel, mojada resbalaba entre mis manso, como si se escapase, hasta que apenas separando un instante mis labios saqué por su cabeza la tela volviendo a colisionar hambriento de su dulce boca.
Mi mano se enredó en su pelo, gruñí besándola con una mezcla de miedo a que desapareciera, desasosiego, angustia y necesidad.
Cada instante parecía el ultimo, quizás lo era y por eso la abracé pegándola a mi de nuevo en una suplica que contrastaba con sus palabras.
“Te quiero de vuelta, al vampiro que conozco, a ti Joe Black “
Tenia frio, esa era otra sensación que nunca había sentido, al menos no desde que era humano, sin embargo mi frente perlada en sudor parecía reflejar lo contrario.
Arrastré mis dientes por su mandíbula, gruñí de nuevo como un animal herido contra su cuello, mis colmillos crecieron repasando su yugular, hambriento, sediento, necesitado de ella.
-No te vayas -pedí cerrando los ojos contra su piel, abrazándola con fuerza.
Nunca había dado una imagen mas penosa...el peor reflejo de un Black jamas visto en el espejo.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
El vampiro seguía a esas alturas sin creerse que realmente estaba allí frente a él, con él en esos momentos, pensaba que era todo fruto de su imaginación porque aunque intentaba centrar su vista en mí algo menos turbia que al principio cuando lo había encontrado parecía creer que era todo producto de su mente, provocado por el chute que se había metido vía en el cuerpo, y ni siquiera aquel baño frío le estaba ayudando a que se le pasara. Tampoco la sangre que le había dado para ver si así se centraba algo más, la verdad es que no había bebido mucho de mi sangre, no la suficiente como para alimentarse del todo de los días que no lo habría hecho en condiciones y que quizás al estar más débil la droga hacía mayor efecto en su cuerpo. Lo volví a sumergir por completo porque no dejaba de intentar levantarse de la tina pese a sus intentos frustrados con la idea de coger más droga, ¿para qué, es que no iba ya suficientemente drogado? Sacó su cabeza del agua cuando le dejé y sus ojos rojos me hicieron saber que aquello no le había gustado en absoluto, de hecho me dijo que qué me importaba el motivo por el que lo hubiera hecho.
Al final no vi más remedio que terminar de meterme con él en la tina, algo que al parecer le hizo gracia que su mente hiciera aquella ilusión y se rió medio ido, el agua estaba fría y me produjo un escalofrío pero igualmente quedé sentada sobre él mirando al vampiro que reía y negaba con la cabeza incapaz de creer que realmente estuviera sentada sobre él en la tina, pensando que todo era producto de su mente. Mis manos fueron a su rostro para cogerlo, notaba su piel fría bajo las palmas de mi mano y vi que cerraba los ojos como si se dejara envolver por mi tacto, por mi calor y disfrutaba en la paranoia que su cabeza le estaba haciendo creer. Pedí que me mirara y sus ojos se abrieron, todavía algo turbios, para centrar sus ojos en los míos. Tenía que hacerle ver que estaba allí de verdad así que, ¿cuál era la mejor manera? Al menos la que se me ocurrió en ese momento, mostrarle que de verdad estaba allí haciendo que tocara mi cuerpo, que notara los latidos de mi corazón, la calidez de mi piel… asentí con la cabeza, de nuevo, cuando dijo que si era yo.
-Sí, Joe. Soy yo. Nada de imaginaciones producto de la droga –corroboré antes de dejar que su mano quedara en mi piel e inclinarme no sin antes alzar su rostro enredando mis dedos en su pelo para hacer que nuestras bocas colisionaran la una con la otra. Arrasé con aquel beso, me proclamé como la reina indiscutible del mismo abriéndome paso entre sus labios hasta que nuestras lenguas se encontraron en un beso más que necesitado, uno que fue echado de menos en el que de nuevo las ganas quedaron palpables por parte de ambos, necesitándonos como no lo habíamos hecho nunca. Sus manos tiraban de mi ropa mojada como si quisiera quitármela y mis caderas se movían inquietas sobre las suyas denotando lo que ambos nos habíamos extrañado en esos días, las ganas que nuestros cuerpos tenían por volver a sentirse. Un jadeo escapó de sus labios muriendo en los suyos, mordió mi labio inferior tirando del mismo simplemente para volver a fundirnos en otro beso como si no pudiéramos esperar ni ninguno de los dos supiera lo que era la calma en esos momentos notando mi sangre en sus labios por haber bebido hacía nada de mi brazo. Sus manos fueron hacia mi corsé deshaciendo los lazos que lo ataban dejando que cayera al suelo, mi cadera se movía de forma lenta notando ahora sus manos que se colaban por la blusa que llevaba parcialmente mojada, noté sus dedos gélidos ascender por mi piel de forma lenta sin que ninguno dejáramos de besarnos.
Ascendió entre caricias por mi piel que parecía resbalar un poco hasta que finalmente consiguió subirla del todo, se separó apenas unos segundos de mis labios para quitarme la blusa y dejarla caer junto al corsé en el suelo. Mis manos por ese entonces hábiles habían desatado los botones de su camisa que había sacado a tirones de sus pantalones y ahora mis manos se colaban por sus hombros bajando por sus brazos, mientras de nuevo nuestros labios se encontraban para terminar por quitársela y lanzarla lejos de la tina. Nuestros pechos se encontraron desnudos y jadeé por el contraste entre mi piel cálida y la suya algo más fría. Su mano se enredó en mi pelo besándome como si de alguna forma pensara que en cualquier momento iba a desaparecer y solo se apartó de mis labios cuando yo sentí que necesitaba coger aire, momento en el cual sin siquiera esperarlo sus brazos rodearon mi cuerpo abrazándome para pegarme más a su cuerpo.
Le había pedido que volviera y sin embargo él me abrazaba como si temiera que me fuera a desvanecer en algún momento, notaba su piel fría incluso algo más de lo normal y lo atribuí a lo que llevaba en el cuerpo, su frente estaba perlada de sudor y mi mano retiró las gotas de su frente mientras el vampiro me abrazaba, algo que jamás pensé que haría de esa forma, como si temiera que me fuera, como si me necesitara. Mordí mi labio dejando que me abrazara sentada sobre él en la tina preguntándome cuánto mal le habría hecho al vampiro con mis palabras para que estuviera así, qué habría presionado en él para llevarlo a esa situación. Sentí sus dientes descender por mi mandíbula y gruñó contra mí cuello sabiendo que notar mi sangre fluir le estaría dando hambre, de hecho sentí sus colmillos resbalando por el lugar y me provocó un escalofrío con mi mano acariciando su espalda.
-Vamos Joe, ¿dónde está ese vampiro que me prometía pasajes apocalípticos cada noche, para acabar en un acto tremendamente erótico entre ambos? –Pregunté intentando que volviera en sí, pero supe que en esos momentos necesitaba más mi sangre que otra cosa, aunque comenzaba a dudar que necesitaría algo más que mi sangre para alimentarse, quizás la sangre de alguien más para saciar su sed y su hambre. Me pidió que no me fuera mientras me abrazaba con fuerza y dejaba su rostro contra mi cuello, lancé un suspiro y enredé la otra mano en su pelo dejando que me abrazara contra él en una imagen que jamás habría pensado ver del vampiro, y ahí lo tenía, temiendo de alguna forma que me fuera, rogándome porque me quedara- No me voy a ir, Joe, tú Lilith está aquí –murmuré contra su pelo- estoy aquí; contigo –expliqué subiendo mi mano por su espalda hasta dejarla en su nuca para apartar el rostro del vampiro de mí cuello y dejar su rostro frente al mío, apoyé mi frente contra la suya mirando esos ojos que me devolvían la mirada y tras un suspiro volví a tomar posesión de sus labios con mi cuerpo pegado al suyo, mis caderas se movían lentas sobre él en pequeños vaivenes buscándolo, haciendo que de alguna forma despertase y volviera en sí. Mordí su labio inferior tirando del mismo dejando que mi aliento se fundiera con el suyo que se mezclaban, uno cálido, el otro gélido en un contraste como lo éramos nosotros mismos- te necesito, Joe –dije antes de volver a buscar sus labios en un nuevo beso pero que cuando me separé llevé su rostro a mi cuello, ladeándolo, aparté mi pelo a un lado y le dejé espacio mientras que hacía que clavara sus colmillos en mi carne- bebe, hazlo –le pedí justo antes de sentir sus colmillos clavarse en mi cuello, un gemido salió de mis labios y me aferré a su cuerpo mientras notaba cada tirón que daba bebiendo de mi sangre, aferré su pelo con fuerza cerrando los ojos mientras notaba la sangre que me abandonaba y que él bebía, mis caderas se movían con cada tirón aferrada a su cuerpo, mi boca se abrió dejando escapar pequeños jadeos esperando que de una maldita vez volviera en sí porque ya no sabía qué más hacer.
Al final no vi más remedio que terminar de meterme con él en la tina, algo que al parecer le hizo gracia que su mente hiciera aquella ilusión y se rió medio ido, el agua estaba fría y me produjo un escalofrío pero igualmente quedé sentada sobre él mirando al vampiro que reía y negaba con la cabeza incapaz de creer que realmente estuviera sentada sobre él en la tina, pensando que todo era producto de su mente. Mis manos fueron a su rostro para cogerlo, notaba su piel fría bajo las palmas de mi mano y vi que cerraba los ojos como si se dejara envolver por mi tacto, por mi calor y disfrutaba en la paranoia que su cabeza le estaba haciendo creer. Pedí que me mirara y sus ojos se abrieron, todavía algo turbios, para centrar sus ojos en los míos. Tenía que hacerle ver que estaba allí de verdad así que, ¿cuál era la mejor manera? Al menos la que se me ocurrió en ese momento, mostrarle que de verdad estaba allí haciendo que tocara mi cuerpo, que notara los latidos de mi corazón, la calidez de mi piel… asentí con la cabeza, de nuevo, cuando dijo que si era yo.
-Sí, Joe. Soy yo. Nada de imaginaciones producto de la droga –corroboré antes de dejar que su mano quedara en mi piel e inclinarme no sin antes alzar su rostro enredando mis dedos en su pelo para hacer que nuestras bocas colisionaran la una con la otra. Arrasé con aquel beso, me proclamé como la reina indiscutible del mismo abriéndome paso entre sus labios hasta que nuestras lenguas se encontraron en un beso más que necesitado, uno que fue echado de menos en el que de nuevo las ganas quedaron palpables por parte de ambos, necesitándonos como no lo habíamos hecho nunca. Sus manos tiraban de mi ropa mojada como si quisiera quitármela y mis caderas se movían inquietas sobre las suyas denotando lo que ambos nos habíamos extrañado en esos días, las ganas que nuestros cuerpos tenían por volver a sentirse. Un jadeo escapó de sus labios muriendo en los suyos, mordió mi labio inferior tirando del mismo simplemente para volver a fundirnos en otro beso como si no pudiéramos esperar ni ninguno de los dos supiera lo que era la calma en esos momentos notando mi sangre en sus labios por haber bebido hacía nada de mi brazo. Sus manos fueron hacia mi corsé deshaciendo los lazos que lo ataban dejando que cayera al suelo, mi cadera se movía de forma lenta notando ahora sus manos que se colaban por la blusa que llevaba parcialmente mojada, noté sus dedos gélidos ascender por mi piel de forma lenta sin que ninguno dejáramos de besarnos.
Ascendió entre caricias por mi piel que parecía resbalar un poco hasta que finalmente consiguió subirla del todo, se separó apenas unos segundos de mis labios para quitarme la blusa y dejarla caer junto al corsé en el suelo. Mis manos por ese entonces hábiles habían desatado los botones de su camisa que había sacado a tirones de sus pantalones y ahora mis manos se colaban por sus hombros bajando por sus brazos, mientras de nuevo nuestros labios se encontraban para terminar por quitársela y lanzarla lejos de la tina. Nuestros pechos se encontraron desnudos y jadeé por el contraste entre mi piel cálida y la suya algo más fría. Su mano se enredó en mi pelo besándome como si de alguna forma pensara que en cualquier momento iba a desaparecer y solo se apartó de mis labios cuando yo sentí que necesitaba coger aire, momento en el cual sin siquiera esperarlo sus brazos rodearon mi cuerpo abrazándome para pegarme más a su cuerpo.
Le había pedido que volviera y sin embargo él me abrazaba como si temiera que me fuera a desvanecer en algún momento, notaba su piel fría incluso algo más de lo normal y lo atribuí a lo que llevaba en el cuerpo, su frente estaba perlada de sudor y mi mano retiró las gotas de su frente mientras el vampiro me abrazaba, algo que jamás pensé que haría de esa forma, como si temiera que me fuera, como si me necesitara. Mordí mi labio dejando que me abrazara sentada sobre él en la tina preguntándome cuánto mal le habría hecho al vampiro con mis palabras para que estuviera así, qué habría presionado en él para llevarlo a esa situación. Sentí sus dientes descender por mi mandíbula y gruñó contra mí cuello sabiendo que notar mi sangre fluir le estaría dando hambre, de hecho sentí sus colmillos resbalando por el lugar y me provocó un escalofrío con mi mano acariciando su espalda.
-Vamos Joe, ¿dónde está ese vampiro que me prometía pasajes apocalípticos cada noche, para acabar en un acto tremendamente erótico entre ambos? –Pregunté intentando que volviera en sí, pero supe que en esos momentos necesitaba más mi sangre que otra cosa, aunque comenzaba a dudar que necesitaría algo más que mi sangre para alimentarse, quizás la sangre de alguien más para saciar su sed y su hambre. Me pidió que no me fuera mientras me abrazaba con fuerza y dejaba su rostro contra mi cuello, lancé un suspiro y enredé la otra mano en su pelo dejando que me abrazara contra él en una imagen que jamás habría pensado ver del vampiro, y ahí lo tenía, temiendo de alguna forma que me fuera, rogándome porque me quedara- No me voy a ir, Joe, tú Lilith está aquí –murmuré contra su pelo- estoy aquí; contigo –expliqué subiendo mi mano por su espalda hasta dejarla en su nuca para apartar el rostro del vampiro de mí cuello y dejar su rostro frente al mío, apoyé mi frente contra la suya mirando esos ojos que me devolvían la mirada y tras un suspiro volví a tomar posesión de sus labios con mi cuerpo pegado al suyo, mis caderas se movían lentas sobre él en pequeños vaivenes buscándolo, haciendo que de alguna forma despertase y volviera en sí. Mordí su labio inferior tirando del mismo dejando que mi aliento se fundiera con el suyo que se mezclaban, uno cálido, el otro gélido en un contraste como lo éramos nosotros mismos- te necesito, Joe –dije antes de volver a buscar sus labios en un nuevo beso pero que cuando me separé llevé su rostro a mi cuello, ladeándolo, aparté mi pelo a un lado y le dejé espacio mientras que hacía que clavara sus colmillos en mi carne- bebe, hazlo –le pedí justo antes de sentir sus colmillos clavarse en mi cuello, un gemido salió de mis labios y me aferré a su cuerpo mientras notaba cada tirón que daba bebiendo de mi sangre, aferré su pelo con fuerza cerrando los ojos mientras notaba la sangre que me abandonaba y que él bebía, mis caderas se movían con cada tirón aferrada a su cuerpo, mi boca se abrió dejando escapar pequeños jadeos esperando que de una maldita vez volviera en sí porque ya no sabía qué más hacer.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
“No me voy a ir” la mentira sonaba tan bien que quise creerla, mis manso rasgaban voraces los enganches de su falda liberándola de la tela que aun molestaba entre nuestros cuerpos.
Su frente se posó en la mía, ojos que devolvieron mi roja mirada presa de las sensaciones que la calidez de su piel me otorgaba.
Gruñí hambriento, voraz cuando su boca volvió a arrasar con la mía, entreabrí los labios dejando que su lengua se adentrara en la propia, que paladeara ese sabor férreo mientras mi manso dejaban caer fuera de la tina su falda.
Su viven de caderas alzo mi entrepierna, dura presionaba su centro buscando clavarse en su interior, notar su húmedo calor envolviendo mi glande, atrapando mi tronco.
Rugí necesitado de todo, los jadeos se hicieron uno, su vaho colisionaba con mi gélido aliento, apenas eramos capaces de separar nuestras bocas una décima de segundo.
Fue un tirón de su mano en mi pelo lo que obro el milagro, con las pupilas dilatadas la mire, me relamí ansioso de volver a danzar con su legua de fuego, pero en ese momento ella hizo a un lado su pelo y como si no tuviera juicio, ni razón, me llevo hasta su yugular para que me hundiera con rudeza en su piel.
Lilith, me ordenaba beber y yo quería hacerlo, quería sentir su sangre fluir dentro de mis venas.
Mis colmillos sajaron su tez, a tirones empecé a beber preso de una insaciable sed, poco a poco volvía en mi, al menos empezaba a darme cuenta de que era real, de que estaba aquí y aunque iba muy colocado me gustaba lo que estaba haciendo, me excitaba de sobremanera su cuerpo perfecto.
Aflojé con mi mano el botón y baje ligeramente el pantalón dejando mi virilidad libre de todo encierro, el agua la acogió y pronto fue su sexo húmedo y caliente quien la engulló por completo.
Rugí contra su piel y separé mis colmillos sintiéndola moverse de forma lenta conmigo dentro.
Con los ríos carmesí escurriendo por mis labios contemple su rostro, mi lengua dibujo el lienzo de su boca, preso del hechizo que esa mujer producía en mi.
-Hola Dan -susurré con la respiración errática.
Mi mano en sus caderas incrementaron el ritmo, cada vez mas violento, mas voraz, mas hambriento.
La alcé de las nalgas entre guturales rugidos, preso del éxtasis que su sangre me había producido, del frenesí de poder volver a recorrer cada centímetro de su piel.
Su espalda golpeó con la pared de la tina, empujé con violencia sintiendo como cada vez abría mas y mas las piernas para darme acceso cada vez mas dentro.
Gemía de placer, quizás también de dolor porque cada embestida desgarraba parte de su ser.
Gruñí sintiendo las corrientes nerviosas que recorrían todo mi cuerpo.
-Dan -susurré contra su boca, adentrándome tan dentro que su espalda golpeaba las baldosas rompiéndolas por la violencia con la que la empalaba.
No controlaba, iba demasiado puesto.
Tiré la cabeza hacia atrás dejando mi nuez al descubierto cuando mi hombría se sacudió violenta en su interior. Doblando las piernas para tomar mas impulso volví a golpear con ella la pared adentrándome mas para que mi simiente se esparciera en esos últimos coletazos que daba.
-Dan -susurré apoyado mi frente contra la ajena, apoyando mi mano contra la pared y sujetándola entre mis brazos con mi otra mano en sus nalgas.
-ufffff -susurré ladeando la sonrisa contra sus labios.
Su frente se posó en la mía, ojos que devolvieron mi roja mirada presa de las sensaciones que la calidez de su piel me otorgaba.
Gruñí hambriento, voraz cuando su boca volvió a arrasar con la mía, entreabrí los labios dejando que su lengua se adentrara en la propia, que paladeara ese sabor férreo mientras mi manso dejaban caer fuera de la tina su falda.
Su viven de caderas alzo mi entrepierna, dura presionaba su centro buscando clavarse en su interior, notar su húmedo calor envolviendo mi glande, atrapando mi tronco.
Rugí necesitado de todo, los jadeos se hicieron uno, su vaho colisionaba con mi gélido aliento, apenas eramos capaces de separar nuestras bocas una décima de segundo.
Fue un tirón de su mano en mi pelo lo que obro el milagro, con las pupilas dilatadas la mire, me relamí ansioso de volver a danzar con su legua de fuego, pero en ese momento ella hizo a un lado su pelo y como si no tuviera juicio, ni razón, me llevo hasta su yugular para que me hundiera con rudeza en su piel.
Lilith, me ordenaba beber y yo quería hacerlo, quería sentir su sangre fluir dentro de mis venas.
Mis colmillos sajaron su tez, a tirones empecé a beber preso de una insaciable sed, poco a poco volvía en mi, al menos empezaba a darme cuenta de que era real, de que estaba aquí y aunque iba muy colocado me gustaba lo que estaba haciendo, me excitaba de sobremanera su cuerpo perfecto.
Aflojé con mi mano el botón y baje ligeramente el pantalón dejando mi virilidad libre de todo encierro, el agua la acogió y pronto fue su sexo húmedo y caliente quien la engulló por completo.
Rugí contra su piel y separé mis colmillos sintiéndola moverse de forma lenta conmigo dentro.
Con los ríos carmesí escurriendo por mis labios contemple su rostro, mi lengua dibujo el lienzo de su boca, preso del hechizo que esa mujer producía en mi.
-Hola Dan -susurré con la respiración errática.
Mi mano en sus caderas incrementaron el ritmo, cada vez mas violento, mas voraz, mas hambriento.
La alcé de las nalgas entre guturales rugidos, preso del éxtasis que su sangre me había producido, del frenesí de poder volver a recorrer cada centímetro de su piel.
Su espalda golpeó con la pared de la tina, empujé con violencia sintiendo como cada vez abría mas y mas las piernas para darme acceso cada vez mas dentro.
Gemía de placer, quizás también de dolor porque cada embestida desgarraba parte de su ser.
Gruñí sintiendo las corrientes nerviosas que recorrían todo mi cuerpo.
-Dan -susurré contra su boca, adentrándome tan dentro que su espalda golpeaba las baldosas rompiéndolas por la violencia con la que la empalaba.
No controlaba, iba demasiado puesto.
Tiré la cabeza hacia atrás dejando mi nuez al descubierto cuando mi hombría se sacudió violenta en su interior. Doblando las piernas para tomar mas impulso volví a golpear con ella la pared adentrándome mas para que mi simiente se esparciera en esos últimos coletazos que daba.
-Dan -susurré apoyado mi frente contra la ajena, apoyando mi mano contra la pared y sujetándola entre mis brazos con mi otra mano en sus nalgas.
-ufffff -susurré ladeando la sonrisa contra sus labios.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Poco a poco el vampiro iba saliendo del sopor en el que estaba metido por la cantidad de droga que llevaba en el cuerpo, podía notar en que sus ojos cada vez estaban menos turbios y dejaba menos de repetir que no estaba allí y que no era real, como si se fuera convenciendo de que de verdad era yo y no una ilusión creada en su mente a partir del chute que llevaba en su cuerpo. Nuestros pechos estaban desnudos en aquel abrazo donde sentía la respiración del vampiro de forma errática contra mi cuerpo, su aliento en mi cuello al tener su rostro en aquel lugar mientras le aseguraba de alguna forma que no iba a irme, que su Lilith había ido a buscarle y que no me iba a ir. Cogí su rostro entre mis manos para volver a besarlo de nuevo mientras sus manos desabrochan la falda que llevaba y tiraba de ella hasta que dejó que cayera al suelo junto con el corsé y la blusa, un tirón fuerte le bastó para romper mi ropa interior y dejarme desnuda sobre él. Mis caderas no dejaban de moverse sobre las suyas, en vaivenes haciendo círculos notando que el vampiro se iba excitando con cada roce, con cada movimiento sintiendo su miembro rozar mi sexo aun por encima de la prenda de ropa que él llevaba.
No dejábamos de besarnos en ningún momento, sentía el sabor de mi sangre en su boca y mordiendo su labio inferior fue cuando me separé, mis ojos se encontraron de nuevo con los suyos y llevé su rostro a mi cuello, necesitaba alimentarse y quizás de esa forma bebiendo lo que necesitaba consiguiera paliar los efectos de la droga y volviera en sí. Le pedí que bebiera notando como sus colmillos repasaban la piel del lugar y tan solo le bastó aquella invitación para que finalmente sus colmillos se clavaran en mi piel, gemí al notarlo y comenzar a beber de mí, mis caderas se movían con cada tirón que daba bebiendo de mi sangre aferrado a su pelo, con los ojos cerrados notando lo que el mordisco me producía por todo el cuerpo, esa excitación que a todo humano le asaltaba cuando era mordido. Su mano fue a su pantalón para comenzar a desabrocharlo y lo bajó dejando así su miembro libre, con los movimientos de cadera nuestros sexos se rozaron un par de veces hasta que finalmente rodeando su espalda con mis brazos me alzó un poco para notar la punta de su miembro recorrer mi sexo, y luego bajar notando como se adentraba por completo.
Gemí cuando lo tuve dentro cerrando los ojos notando el placer que se extendía por mi cuerpo y que se sumaba al que su mordisco me producía, fue justo cuando lo tuve dentro que dejó de beber de mi cuello, un rugido escapó de sus labios como si fuera un animal mientras yo movía mis caderas de forma lenta sobre él. Nuestros rostros quedaron uno enfrente del otro, podía ver mi sangre que caía de sus labios y su lengua repasó mis labios, pero nuestros ojos estaban fijos en los del otro y fue entonces que me di cuenta de que esa mirada turbia había desaparecido, de vuelta estaba aquella mirada de ojos rojos, mordí su labio inferior notando mi propia sangre cuando sus palabras me confirmaron que el chute de su cuerpo se había desvanecido, que el efecto de la droga se había pasado y que frente a mí solo quedaba ese vampiro que había ido a buscar y que había tardado en encontrar.
-Joe –fue la respuesta a su saludo notando que sus manos iban a mis caderas y comenzaba a moverme incrementando el ritmo, más fuerte, más rápido, hasta que finalmente acabó por levantarme, levantarnos a ambos, y pegar mi cuerpo a la pared como si no pudiera controlarse en esos momentos, sediento, hambriento de más de lo que yo le daba. Mi espalda chocó contra la pared y emití un leve quejido, mis piernas rodearon la cintura del vampiro y este pronto comenzó a moverse en mi interior tomándome como el demonio que era, mientras yo gemía y abría más mis piernas todo lo que podía para darle un mejor acceso, notando como se apoderaba de mi cuerpo, como entraba y salía y marcaba un ritmo que me estaba volviendo loca. Duro. Fuerte. Violento. Mi mano se clavó en su espalda con la cabeza echada hacia atrás mientras notaba en cada embestida que me daba como mis nalgas chocaban contra la pared, la otra mano subió a su pelo para aferrarlo con fuerza mientras gemidos salían de mis labios, gemidos de placer, gemidos de dolor mezclados en una combinación explosiva por la forma en la que el vampiro me tomaba, como siempre lo hacía, adueñándose de todo.
Nuestros labios volvieron a besarse mientras el vampiro me tomaba de aquella forma tan característica suya llenándome por completo, no había parte de mi interior que él no llenara, que él no tocara llegando a ese punto en mi interior donde el dolor se convertía en placer. Cada penetración era una locura placentera, mis nalgas rebotaban contra la pared notando que las baldosas se rompían por la fuerza que el vampiro imprimía, entraba, salía, se quedaba dentro moviéndose y volvía a empezar llevándome a la locura. Susurró mi nombre sobre mis labios y yo arqueaba mi cuerpo como si así pudiera darle un mejor acceso a este, el placer se arremolinaba en mi interior y me estaba consumiendo poco a poco, mi respiración era errática, mi corazón bombeaba con tal rapidez que pensaba que iba a pasarle algo mientras notaba que el orgasmo se acercaba, un abismo del placer al que solo el vampiro me hacía llegar y por el que deliciosamente me dejaba caer.
Notaba como el orgasmo se acercaba y finalmente mi cuerpo se tensó, mis uñas se clavaron con fuerza en la espalda del vampiro y me aferré a él cuando sucumbí al placer que me proporcionaba gimiendo tan fuerte que seguramente me hubieran escuchado en la planta de abajo. Tiró la cabeza hacia atrás mientras yo me quedaba sin respiración unos segundos con aquel devastador orgasmo recorriendo mi cuerpo notando como el vampiro también llegaba, mordí su cuello cuando recuperé el aliento con fuerza notando que se venía en mi interior, y gruñí con fuerza cuando dio aquella estocada final con fuerza en mi interior que me hizo elevar mi cuerpo por la sacudida que me dio mientras yo seguía mordiendo su cuello con fuerza, para dejarme caer contra su cuerpo rendida, como cada vez que me tomaba, porque tomaba todo de mí que parecía que me robaba la energía. Pero la forma en que el vampiro me hacía suya era tan extrema, tan fuerte y tan ruda que solamente una vampira podría aguantar su ritmo tras acabar, yo quedaba extenuada.
Apoyó su frente en la mía cuando tiré mi cabeza hacia atrás notando el sudor que perlaba mi cuerpo, su miembro en mi interior todavía contrastando con lo caliente que estaba y el frío que él desprendía y que aliviaba aquella zona. Cerré los ojos cuando volvió a llamarme aferrándome con su mano cuando mi cuerpo quedó laxo aferrado al suyo ya que incluso mis piernas estaban ahora un poco más bajo de su cintura y mis brazos caían por su espalda, si me mantenía así era por apoyar mi espalda en la pared y porque él me sujetaba. Un bufido, o algo parecido, salió de sus labios y que murió en los míos. Abrí mis ojos cuando sus labios me buscaron para besarme notando el cuerpo pesado necesitaba de descansar un rato para recuperar las energías que el vampiro se había llevado. Mi mano subió a su nuca y la dejé ahí mientras nos besábamos, su boca arrasaba con la mía, haciéndose el dueño de ella mientras yo me dejaba hacer, dejé un mordisco en su labio luchando por mantener los ojos abiertos.
-Tienes una manera peculiar de tomarme, Joe Black –comenté cerrando los ojos unos segundos, pero los volví a abrir aunque debía de decir que me costaba horrores mantenerlos abiertos, mi otra mano subió a su mejilla- por fin eres tú –me había costado, pero al final había hecho que volviera de ese estado. Le hubiera reprochado por lo que había hecho pero la verdad es que solo quería descansar un rato, luego podría hablar claramente porque ahora no estaba en condiciones. Seguramente mañana me saldría un moratón en las nalgas porque tenía una ligera molestia, porque sí que no iba a beber de su sangre con la droga posiblemente recorriendo su torrente sanguíneo- ¿qué tal si hablamos en un lugar más… cómodo? ¿Una cama, tal vez? –Pregunté notando que las piernas me temblaban y resbalaban por el cuerpo del vampiro incapaz de sostenerlas en su cintura, si me soltara en esos momentos caería al suelo nada más mis pies intentaran mantenerme, no debía de olvidar el motivo por el que me encontraba allí y por el que seguramente pronto él me preguntara la razón- ¿Me invitas a una copa, Joe? –Pregunté con mis labios sobre los suyos dejando que mi aliento cálido se mezclara con el suyo- creo haber visto una botella de Bourbon en la mesita –también junto a la botella estaban el cheque en blanco y el anillo, tal y como él lo había dejado en aquel laberinto del jardín botánico. Esperé a que se moviera y me llevara a la habitación de invitados seguramente, donde me dejara sobre la cama y él cogía las cosas para invitarme a un trago mientras yo me reponía de lo ocurrido.
No dejábamos de besarnos en ningún momento, sentía el sabor de mi sangre en su boca y mordiendo su labio inferior fue cuando me separé, mis ojos se encontraron de nuevo con los suyos y llevé su rostro a mi cuello, necesitaba alimentarse y quizás de esa forma bebiendo lo que necesitaba consiguiera paliar los efectos de la droga y volviera en sí. Le pedí que bebiera notando como sus colmillos repasaban la piel del lugar y tan solo le bastó aquella invitación para que finalmente sus colmillos se clavaran en mi piel, gemí al notarlo y comenzar a beber de mí, mis caderas se movían con cada tirón que daba bebiendo de mi sangre aferrado a su pelo, con los ojos cerrados notando lo que el mordisco me producía por todo el cuerpo, esa excitación que a todo humano le asaltaba cuando era mordido. Su mano fue a su pantalón para comenzar a desabrocharlo y lo bajó dejando así su miembro libre, con los movimientos de cadera nuestros sexos se rozaron un par de veces hasta que finalmente rodeando su espalda con mis brazos me alzó un poco para notar la punta de su miembro recorrer mi sexo, y luego bajar notando como se adentraba por completo.
Gemí cuando lo tuve dentro cerrando los ojos notando el placer que se extendía por mi cuerpo y que se sumaba al que su mordisco me producía, fue justo cuando lo tuve dentro que dejó de beber de mi cuello, un rugido escapó de sus labios como si fuera un animal mientras yo movía mis caderas de forma lenta sobre él. Nuestros rostros quedaron uno enfrente del otro, podía ver mi sangre que caía de sus labios y su lengua repasó mis labios, pero nuestros ojos estaban fijos en los del otro y fue entonces que me di cuenta de que esa mirada turbia había desaparecido, de vuelta estaba aquella mirada de ojos rojos, mordí su labio inferior notando mi propia sangre cuando sus palabras me confirmaron que el chute de su cuerpo se había desvanecido, que el efecto de la droga se había pasado y que frente a mí solo quedaba ese vampiro que había ido a buscar y que había tardado en encontrar.
-Joe –fue la respuesta a su saludo notando que sus manos iban a mis caderas y comenzaba a moverme incrementando el ritmo, más fuerte, más rápido, hasta que finalmente acabó por levantarme, levantarnos a ambos, y pegar mi cuerpo a la pared como si no pudiera controlarse en esos momentos, sediento, hambriento de más de lo que yo le daba. Mi espalda chocó contra la pared y emití un leve quejido, mis piernas rodearon la cintura del vampiro y este pronto comenzó a moverse en mi interior tomándome como el demonio que era, mientras yo gemía y abría más mis piernas todo lo que podía para darle un mejor acceso, notando como se apoderaba de mi cuerpo, como entraba y salía y marcaba un ritmo que me estaba volviendo loca. Duro. Fuerte. Violento. Mi mano se clavó en su espalda con la cabeza echada hacia atrás mientras notaba en cada embestida que me daba como mis nalgas chocaban contra la pared, la otra mano subió a su pelo para aferrarlo con fuerza mientras gemidos salían de mis labios, gemidos de placer, gemidos de dolor mezclados en una combinación explosiva por la forma en la que el vampiro me tomaba, como siempre lo hacía, adueñándose de todo.
Nuestros labios volvieron a besarse mientras el vampiro me tomaba de aquella forma tan característica suya llenándome por completo, no había parte de mi interior que él no llenara, que él no tocara llegando a ese punto en mi interior donde el dolor se convertía en placer. Cada penetración era una locura placentera, mis nalgas rebotaban contra la pared notando que las baldosas se rompían por la fuerza que el vampiro imprimía, entraba, salía, se quedaba dentro moviéndose y volvía a empezar llevándome a la locura. Susurró mi nombre sobre mis labios y yo arqueaba mi cuerpo como si así pudiera darle un mejor acceso a este, el placer se arremolinaba en mi interior y me estaba consumiendo poco a poco, mi respiración era errática, mi corazón bombeaba con tal rapidez que pensaba que iba a pasarle algo mientras notaba que el orgasmo se acercaba, un abismo del placer al que solo el vampiro me hacía llegar y por el que deliciosamente me dejaba caer.
Notaba como el orgasmo se acercaba y finalmente mi cuerpo se tensó, mis uñas se clavaron con fuerza en la espalda del vampiro y me aferré a él cuando sucumbí al placer que me proporcionaba gimiendo tan fuerte que seguramente me hubieran escuchado en la planta de abajo. Tiró la cabeza hacia atrás mientras yo me quedaba sin respiración unos segundos con aquel devastador orgasmo recorriendo mi cuerpo notando como el vampiro también llegaba, mordí su cuello cuando recuperé el aliento con fuerza notando que se venía en mi interior, y gruñí con fuerza cuando dio aquella estocada final con fuerza en mi interior que me hizo elevar mi cuerpo por la sacudida que me dio mientras yo seguía mordiendo su cuello con fuerza, para dejarme caer contra su cuerpo rendida, como cada vez que me tomaba, porque tomaba todo de mí que parecía que me robaba la energía. Pero la forma en que el vampiro me hacía suya era tan extrema, tan fuerte y tan ruda que solamente una vampira podría aguantar su ritmo tras acabar, yo quedaba extenuada.
Apoyó su frente en la mía cuando tiré mi cabeza hacia atrás notando el sudor que perlaba mi cuerpo, su miembro en mi interior todavía contrastando con lo caliente que estaba y el frío que él desprendía y que aliviaba aquella zona. Cerré los ojos cuando volvió a llamarme aferrándome con su mano cuando mi cuerpo quedó laxo aferrado al suyo ya que incluso mis piernas estaban ahora un poco más bajo de su cintura y mis brazos caían por su espalda, si me mantenía así era por apoyar mi espalda en la pared y porque él me sujetaba. Un bufido, o algo parecido, salió de sus labios y que murió en los míos. Abrí mis ojos cuando sus labios me buscaron para besarme notando el cuerpo pesado necesitaba de descansar un rato para recuperar las energías que el vampiro se había llevado. Mi mano subió a su nuca y la dejé ahí mientras nos besábamos, su boca arrasaba con la mía, haciéndose el dueño de ella mientras yo me dejaba hacer, dejé un mordisco en su labio luchando por mantener los ojos abiertos.
-Tienes una manera peculiar de tomarme, Joe Black –comenté cerrando los ojos unos segundos, pero los volví a abrir aunque debía de decir que me costaba horrores mantenerlos abiertos, mi otra mano subió a su mejilla- por fin eres tú –me había costado, pero al final había hecho que volviera de ese estado. Le hubiera reprochado por lo que había hecho pero la verdad es que solo quería descansar un rato, luego podría hablar claramente porque ahora no estaba en condiciones. Seguramente mañana me saldría un moratón en las nalgas porque tenía una ligera molestia, porque sí que no iba a beber de su sangre con la droga posiblemente recorriendo su torrente sanguíneo- ¿qué tal si hablamos en un lugar más… cómodo? ¿Una cama, tal vez? –Pregunté notando que las piernas me temblaban y resbalaban por el cuerpo del vampiro incapaz de sostenerlas en su cintura, si me soltara en esos momentos caería al suelo nada más mis pies intentaran mantenerme, no debía de olvidar el motivo por el que me encontraba allí y por el que seguramente pronto él me preguntara la razón- ¿Me invitas a una copa, Joe? –Pregunté con mis labios sobre los suyos dejando que mi aliento cálido se mezclara con el suyo- creo haber visto una botella de Bourbon en la mesita –también junto a la botella estaban el cheque en blanco y el anillo, tal y como él lo había dejado en aquel laberinto del jardín botánico. Esperé a que se moviera y me llevara a la habitación de invitados seguramente, donde me dejara sobre la cama y él cogía las cosas para invitarme a un trago mientras yo me reponía de lo ocurrido.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Nuestras bocas se consumían lentamente, mi lengua se abrió paso entre sus labios, húmedos roces, mordiscos y jadeos que poco a poco iban calmándose.
Su cuerpo caía laxo sobre el mio, trastabillé antes de echarme a reír, tampoco es que mi equilibrio en este momento fuera épico.
Aun así tiré de ella negando cuando dijo que la tomaba de un modo peculiar mientras reía contra su boca encaminándome descalzó hacia la habitación.
La dejé caer en el colchón y tomé la botella de bourbon llevándola a mis labios dándole un trago.
-A espera -bromeé con picardia -que era para ti -bromeé volviendo a dar otro trago.
Mis ojos se centraron en el cheque y el anillo que reposaba junto a la botella, me relamí enarcando una ceja, no acaba de entender que significaba, tampoco lo que ella hacia aquí en este momento.
Gateé por el lecho tomando asiento en el, mi espalda apoyada en el cabezal con la botella en la mano.
Se la pasé para que diera un trago, había dicho que teníamos que hablar, pero la verdad tenia la cabeza embotada.
-Mañana salgo hacia México -dije cambiando de tema.
La verdad es que no sabia por donde seguir, tampoco tenia claro que hacia allí, ni que significaba ese cheque devuelto.
Ladeé la sonrisa centrando mi mirada en el papel.
-Tengo fondos -apunté ladeando la sonrisa -¿que haces aquí? -pregunté mirándola fijamente.
Cerré los ojos, estaba algo ido todavía, llevaba una semana en la que no me había alimentado, la imagen que reflejaba de mi el espejo era patética y yo era consciente de ello.
Mi orgullo rugía, no quería escuchar el sermón de las 12 y algo me decía que las campanas empezaban a llamar a los fieles.
Había pasado un milenio encarcelado en una mazmorra soportando todo tipo de torturas para que delatara a mis hermanos, algo que no hice, ahora que el mundo se postraba ante mis pies, era yo mismo el que me encadenaba y no sabia bien porque.
Dejé escapar el aire de forma pesada, esperando esas palabras que no llegaban.
-¿Por que me devuelves el cheque y el anillo? Todo quedo claro en el botánico -dije con cierta frialdad.
Sinceramente no sabia que hacia allí, me dejo claro que lo que yo quería y lo que ella necesitaba tomaban caminos enfrentados ¿entonces?
Su cuerpo caía laxo sobre el mio, trastabillé antes de echarme a reír, tampoco es que mi equilibrio en este momento fuera épico.
Aun así tiré de ella negando cuando dijo que la tomaba de un modo peculiar mientras reía contra su boca encaminándome descalzó hacia la habitación.
La dejé caer en el colchón y tomé la botella de bourbon llevándola a mis labios dándole un trago.
-A espera -bromeé con picardia -que era para ti -bromeé volviendo a dar otro trago.
Mis ojos se centraron en el cheque y el anillo que reposaba junto a la botella, me relamí enarcando una ceja, no acaba de entender que significaba, tampoco lo que ella hacia aquí en este momento.
Gateé por el lecho tomando asiento en el, mi espalda apoyada en el cabezal con la botella en la mano.
Se la pasé para que diera un trago, había dicho que teníamos que hablar, pero la verdad tenia la cabeza embotada.
-Mañana salgo hacia México -dije cambiando de tema.
La verdad es que no sabia por donde seguir, tampoco tenia claro que hacia allí, ni que significaba ese cheque devuelto.
Ladeé la sonrisa centrando mi mirada en el papel.
-Tengo fondos -apunté ladeando la sonrisa -¿que haces aquí? -pregunté mirándola fijamente.
Cerré los ojos, estaba algo ido todavía, llevaba una semana en la que no me había alimentado, la imagen que reflejaba de mi el espejo era patética y yo era consciente de ello.
Mi orgullo rugía, no quería escuchar el sermón de las 12 y algo me decía que las campanas empezaban a llamar a los fieles.
Había pasado un milenio encarcelado en una mazmorra soportando todo tipo de torturas para que delatara a mis hermanos, algo que no hice, ahora que el mundo se postraba ante mis pies, era yo mismo el que me encadenaba y no sabia bien porque.
Dejé escapar el aire de forma pesada, esperando esas palabras que no llegaban.
-¿Por que me devuelves el cheque y el anillo? Todo quedo claro en el botánico -dije con cierta frialdad.
Sinceramente no sabia que hacia allí, me dejo claro que lo que yo quería y lo que ella necesitaba tomaban caminos enfrentados ¿entonces?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Después de habernos consumido como lo habíamos hecho el uno en el otro nuestros labios se buscaban igualmente casi de forma desesperada, como si no pudieran contenerse tras haber estado una semana separados. Sus labios buscaron los míos y su lengua se abrió paso y yo dejé que lo hiciera, que conquistara y arrasara mi boca mientras mis brazos como podían rodeaban la espalda del vampiro. Poco a poco el beso se fue haciendo más calmado, nuestros jadeos iban cesando y los mordiscos disminuían conforme las ansias que sentíamos desaparecían en aquel beso, como si diéramos punto y final a lo que allí había pasado quitándonos las ganas locas que nuestros cuerpo sentían por el otro, algo que quizás nosotros no decíamos pero que nuestros cuerpos hablaban por sí solos. Le pedí que me llevara a un lugar más cómodo para hablar, la cama se me antojaba el mejor lugar para hacerlo y de paso dar un par de tragos a esa botella de bourbon que había fuera y que ahora me apetecía tras tener la boca seca, tras lo cansada y exhausta que me había dejado el vampiro tras haberme tomado.
Él no es que estuviera mucho mejor que yo, tras el paso de la droga por su cuerpo y el no haberse alimentado debidamente le estaban pasando factura porque parecía que incluso le costaba mantenerme mientras mi cuerpo, sin poder sostenerse por sí solo, caía laxo contra el suyo y me dejaba llevar por él. Se rió contra mis labios antes de salir del aseo y dejé mi rostro recostado contra su cuello pera luego notar que me dejaba en la cama notando enseguida mi cuerpo totalmente reposado, lo miré esperando a que me diera la botella para beber pero sin embargo bebió él de ella, sonrió cuando recordó que se la había pedido y tras dar otro trago me la tendió. Sin duda alguna no le habría pasado por alto el cheque y el anillo que había en la mesita y seguramente poco tardaría en preguntarme sobre ello, cogí la botella y di un trago largo para lo que me esperaba a continuación. De pie, a unos pocos pasos de donde yo me encontraba tumbada en la cama aunque me incorporé un poco apoyando mi espalda en la pared lo contemplé.
Sus palabras me hicieron mirarlo de forma fija, cierto, la última vez que nos habíamos visto dijo que tenía una pista que seguir y que le llevaba hacia México, si hubiera tardado un día más en decidir a venir a verlo ya no lo hubiera encontrado, e habría ido en busca de una cura para su maldición y la que atenazaba la vida del rayo de sol. Me había olvidado por completo de ese detalle y casi fue una suerte encontrarlo esa noche allí pero, ¿pretendía irse en el estado que estaba al día siguiente sin alimentarse en condiciones? No sabía si era demasiado temerario y tremendamente estúpido… quizás ambas, a mí parecer. Gateó por la cama hasta quedar más o menos como estaba yo, sentado con la espalda apoyada en el cabezal, me quitó la botella para un trago y luego volvió a dármela para que bebiera yo también, sentía que el alcohol quemaba al bajar por mi garganta, aunque no era lo único que quemaba en esos momentos.
-¿Piensas ir tú solo a México? –Pregunté aunque ya sabía la respuesta, en un principio íbamos a ir los dos porque me había pedido que lo acompañara a buscar una solución, y tras lo que había pasado esa noche había decidido ir él solo. No dijo mucho más al respecto y sabía que no iba a decirme que fuera con él, no conforme estaban las cosas tras aquella noche- Creo recordar que te dije que iría contigo –mis ojos se desviaron hacia la marca que el vampiro tenía en su vientre y por acto reflejo mis dedos se deslizaron por su piel notando el calor de la que esta manaba, la rugosidad de la piel como si estuviera marcada a fuego. Lo había odiado cuando se cambió por su hermano y selló su destino a Sun, era algo que desde ese momento no me había gustado y que me había llevado a estar también cabreada y enfadada con el vampiro, aunque los motivos ya habían quedado expuestos en ese lago. Mis ojos subieron para mirarle mientras él se fijaba en lo que hacía, podía ver la duda que lo recorría sin saber qué hacía allí, aunque eso mismo me lo había preguntado yo ya varias veces desde que había llegado- te acompañaré a México mañana cuando partas de viaje, te lo prometí y no me gusta incumplir mi palabra –aunque a veces yo misma la quebrara, quizás no era lo mejor conforme estaban las cosas pero… no iba a dejar que fuera él solo- no vas a ir tú solo –quise alegar un “me necesitas” pero sabía que no era cierto, que el vampiro se valía por sí mismo para ello, pero lo miré no dando lugar a réplica alguna aunque él bien podría negarse a que fuera, pero esperaba que no me pusiera trabas y tener que lidiar con eso también.
Fue entonces cuando hizo un comentario sobre el cheque que había traído, intacto como él lo había dejado, alegando que tenía fondos como si me diera a entender que no sabía qué estaba haciendo allí. De hecho me lo preguntó mirándome de forma fija esperando por una respuesta que no salía de mis labios, cerró los ojos denotando el cansancio que seguramente llevaba o quizás esperando que le cayera un buen discurso en esos momentos, pero todo lo que encontró de mi parte fue silencio, como yo había obtenido de él muchas veces. Lanzó un suspiro y volvió a hacerme la pregunta clave de la noche, por qué le devolvía el anillo y el cheque. Según él todo había quedado claro en el jardín botánico aunque yo eso no lo tenía tan claro como lo tenía él, ¿qué había quedado claro? Ni siquiera sabía por qué se había ido, no sabía el motivo por el que se fue o de todo lo que le dije en esa noche, qué de todo fue lo que hizo que me dejara plantara. Cuando recordó el lugar con esa frialdad fruncí el ceño mirándolo, estaba bastante cabreada porque me hubiera dejado tirado allí como un perro abandonado, di un trago a la botella y lo miré de forma fija estando en cierta manera cerca, ambos recostados contra el cabezal de la cama y sentados.
-¿Ah sí? ¿Todo quedó claro? Pues quedaría todo claro para ti porque yo, a día de hoy, sigo sin saber por qué mierda te fuiste del jardín sin decir nada, huyendo como un cobarde y dejándome allí como un perro abandonado –no me corté cuando quizás debería de rebajar el tono pero ¿para qué? No iba a cambiar demasiado la situación en la que estábamos en ese momento los dos y a peor ya no podían ir las cosas- Primero quizás deba de saber por qué te fuiste, y así al menos intente comprender qué pasó realmente en el laberinto –porque para cuando me quise dar cuenta él ya no estaba, se había ido dejándome sola y lo único que dejó fue ese cheque y ese anillo que ahora yo había traído de vuelta- he venido porque quería verte –confesé sin más, porque era cierto mientras apartaba la mirada del vampiro y me centraba por primera vez en la decoración de la habitación. De hecho me parecía hasta extraño que estuviéramos en su cama y no me hubiera dejado en otro sitio dada su aversión a dejarme siquiera tocar su colchón. Había sido una semana de mierda y tremendamente horrible, peor incluso que cuando habíamos estado separados aquellos días, aunque tras haber acudido a su mansión me daba cuenta de que no era la única que había echado de menos al otro… algo que sin duda alguna no me podía negar- al menos me doy cuenta de que no he sido la única que ha echado de menos –aunque mis palabras pudieran sonar casi a burla, no lo eran, mis ojos se fijaron en el vampiro porque no podía negarme lo que había visto y oído de él esa noche, la forma en la que me había pedido que no me fuera, cómo le había en parte dolido que no fuera real… si me decía que era producto de la droga no iba a creerle ni un solo segundo. Lo había sentido de verdad, confesiones a mi yo verdadero pensando que era una ilusión de su mente… mostrando una parte que nunca había mostrado, quizás por primera vez había visto al vampiro sin máscaras- ¿Sabes por qué estoy aquí, Joe? Porque te echaba de menos –volví a reconocer, sin huir, dando la cara como él no la daba nunca- sí, te echaba jodidamente de menos y no podía aguantar estar otro día más sin verte. Ha sido una semana de mierda peor que los días que pasamos lejos la última vez, me debatía todos los días entre lo que tenía, debía y quería hacer… y no conseguía ponerme de acuerdo. Te odié cuando te fuiste del laberinto, te odié tanto que pensé esa misma noche en ir a buscarte y acabar con tú existencia para siempre, por dejarme abandonada como si fuera un perro –aclaré denotándose la rabia en mis palabras, la furia en mis ojos apretando la botella con fuerza- ¿y sabes con qué me encontré? Que por mucho que lo deseaba, al final, me di cuenta de que no podía hacerlo –reí de forma amarga- vaya cazadora tan patética ¿no crees? Una que no es capaz de hundir una estaca en tú maldito corazón –llevé la botella a mis labios y volvía a dar un trago más largo, notando el líquido bajar por mi garganta y calentar todo mi cuerpo- aunque si hablamos de ser patéticos, amor, tú no que te quedas atrás… ¿en qué narices pensabas para drogarte? Eres un completo imbécil, ¿te lo he dicho alguna vez? –Acusé frunciendo el ceño, había cogido carrerilla y ya no iba a parar hasta soltarlo todo- No quería venir y sin embargo llevo días necesitando venir ¿por qué? No tengo ni puta idea, solo podía pensar en que quería verte, en que necesitaba tener cerca, gritarte, pegarte, besarte, desafiarte… eres como algo a lo que me he acostumbrado, algo que forma parte de mí y ahora que no te he tenido estos días… me faltaba algo, como si fuera una pieza de un puzle que no estaba completo –dejé la botella y alargué la mano cogiendo el cheque y sentarme sobre su regazo- ¿Esto? –Pregunté mientras se lo enseñaba igual que él lo había dejado- mira lo que hago –comencé a partirlo en trozos, pequeños, cada vez más y más pequeños hasta que finalmente el montón se hizo en mis manos que las alcé para que los papeles volaran como si fueran copos de nieve que caían sobre nosotros- eso es todo lo que quería hacer con eso. Y esto –alargué la mano cogiendo el anillo y poniéndolo en mi palma para mirarlo de forma directa- supongo que he venido a darte lo que te pertenece. Es tuyo. Siempre lo fue –acabé acercando mi mano para que lo cogiera, yo no lo quería, no era a mí a quien pertenecía aquel anillo.
Él no es que estuviera mucho mejor que yo, tras el paso de la droga por su cuerpo y el no haberse alimentado debidamente le estaban pasando factura porque parecía que incluso le costaba mantenerme mientras mi cuerpo, sin poder sostenerse por sí solo, caía laxo contra el suyo y me dejaba llevar por él. Se rió contra mis labios antes de salir del aseo y dejé mi rostro recostado contra su cuello pera luego notar que me dejaba en la cama notando enseguida mi cuerpo totalmente reposado, lo miré esperando a que me diera la botella para beber pero sin embargo bebió él de ella, sonrió cuando recordó que se la había pedido y tras dar otro trago me la tendió. Sin duda alguna no le habría pasado por alto el cheque y el anillo que había en la mesita y seguramente poco tardaría en preguntarme sobre ello, cogí la botella y di un trago largo para lo que me esperaba a continuación. De pie, a unos pocos pasos de donde yo me encontraba tumbada en la cama aunque me incorporé un poco apoyando mi espalda en la pared lo contemplé.
Sus palabras me hicieron mirarlo de forma fija, cierto, la última vez que nos habíamos visto dijo que tenía una pista que seguir y que le llevaba hacia México, si hubiera tardado un día más en decidir a venir a verlo ya no lo hubiera encontrado, e habría ido en busca de una cura para su maldición y la que atenazaba la vida del rayo de sol. Me había olvidado por completo de ese detalle y casi fue una suerte encontrarlo esa noche allí pero, ¿pretendía irse en el estado que estaba al día siguiente sin alimentarse en condiciones? No sabía si era demasiado temerario y tremendamente estúpido… quizás ambas, a mí parecer. Gateó por la cama hasta quedar más o menos como estaba yo, sentado con la espalda apoyada en el cabezal, me quitó la botella para un trago y luego volvió a dármela para que bebiera yo también, sentía que el alcohol quemaba al bajar por mi garganta, aunque no era lo único que quemaba en esos momentos.
-¿Piensas ir tú solo a México? –Pregunté aunque ya sabía la respuesta, en un principio íbamos a ir los dos porque me había pedido que lo acompañara a buscar una solución, y tras lo que había pasado esa noche había decidido ir él solo. No dijo mucho más al respecto y sabía que no iba a decirme que fuera con él, no conforme estaban las cosas tras aquella noche- Creo recordar que te dije que iría contigo –mis ojos se desviaron hacia la marca que el vampiro tenía en su vientre y por acto reflejo mis dedos se deslizaron por su piel notando el calor de la que esta manaba, la rugosidad de la piel como si estuviera marcada a fuego. Lo había odiado cuando se cambió por su hermano y selló su destino a Sun, era algo que desde ese momento no me había gustado y que me había llevado a estar también cabreada y enfadada con el vampiro, aunque los motivos ya habían quedado expuestos en ese lago. Mis ojos subieron para mirarle mientras él se fijaba en lo que hacía, podía ver la duda que lo recorría sin saber qué hacía allí, aunque eso mismo me lo había preguntado yo ya varias veces desde que había llegado- te acompañaré a México mañana cuando partas de viaje, te lo prometí y no me gusta incumplir mi palabra –aunque a veces yo misma la quebrara, quizás no era lo mejor conforme estaban las cosas pero… no iba a dejar que fuera él solo- no vas a ir tú solo –quise alegar un “me necesitas” pero sabía que no era cierto, que el vampiro se valía por sí mismo para ello, pero lo miré no dando lugar a réplica alguna aunque él bien podría negarse a que fuera, pero esperaba que no me pusiera trabas y tener que lidiar con eso también.
Fue entonces cuando hizo un comentario sobre el cheque que había traído, intacto como él lo había dejado, alegando que tenía fondos como si me diera a entender que no sabía qué estaba haciendo allí. De hecho me lo preguntó mirándome de forma fija esperando por una respuesta que no salía de mis labios, cerró los ojos denotando el cansancio que seguramente llevaba o quizás esperando que le cayera un buen discurso en esos momentos, pero todo lo que encontró de mi parte fue silencio, como yo había obtenido de él muchas veces. Lanzó un suspiro y volvió a hacerme la pregunta clave de la noche, por qué le devolvía el anillo y el cheque. Según él todo había quedado claro en el jardín botánico aunque yo eso no lo tenía tan claro como lo tenía él, ¿qué había quedado claro? Ni siquiera sabía por qué se había ido, no sabía el motivo por el que se fue o de todo lo que le dije en esa noche, qué de todo fue lo que hizo que me dejara plantara. Cuando recordó el lugar con esa frialdad fruncí el ceño mirándolo, estaba bastante cabreada porque me hubiera dejado tirado allí como un perro abandonado, di un trago a la botella y lo miré de forma fija estando en cierta manera cerca, ambos recostados contra el cabezal de la cama y sentados.
-¿Ah sí? ¿Todo quedó claro? Pues quedaría todo claro para ti porque yo, a día de hoy, sigo sin saber por qué mierda te fuiste del jardín sin decir nada, huyendo como un cobarde y dejándome allí como un perro abandonado –no me corté cuando quizás debería de rebajar el tono pero ¿para qué? No iba a cambiar demasiado la situación en la que estábamos en ese momento los dos y a peor ya no podían ir las cosas- Primero quizás deba de saber por qué te fuiste, y así al menos intente comprender qué pasó realmente en el laberinto –porque para cuando me quise dar cuenta él ya no estaba, se había ido dejándome sola y lo único que dejó fue ese cheque y ese anillo que ahora yo había traído de vuelta- he venido porque quería verte –confesé sin más, porque era cierto mientras apartaba la mirada del vampiro y me centraba por primera vez en la decoración de la habitación. De hecho me parecía hasta extraño que estuviéramos en su cama y no me hubiera dejado en otro sitio dada su aversión a dejarme siquiera tocar su colchón. Había sido una semana de mierda y tremendamente horrible, peor incluso que cuando habíamos estado separados aquellos días, aunque tras haber acudido a su mansión me daba cuenta de que no era la única que había echado de menos al otro… algo que sin duda alguna no me podía negar- al menos me doy cuenta de que no he sido la única que ha echado de menos –aunque mis palabras pudieran sonar casi a burla, no lo eran, mis ojos se fijaron en el vampiro porque no podía negarme lo que había visto y oído de él esa noche, la forma en la que me había pedido que no me fuera, cómo le había en parte dolido que no fuera real… si me decía que era producto de la droga no iba a creerle ni un solo segundo. Lo había sentido de verdad, confesiones a mi yo verdadero pensando que era una ilusión de su mente… mostrando una parte que nunca había mostrado, quizás por primera vez había visto al vampiro sin máscaras- ¿Sabes por qué estoy aquí, Joe? Porque te echaba de menos –volví a reconocer, sin huir, dando la cara como él no la daba nunca- sí, te echaba jodidamente de menos y no podía aguantar estar otro día más sin verte. Ha sido una semana de mierda peor que los días que pasamos lejos la última vez, me debatía todos los días entre lo que tenía, debía y quería hacer… y no conseguía ponerme de acuerdo. Te odié cuando te fuiste del laberinto, te odié tanto que pensé esa misma noche en ir a buscarte y acabar con tú existencia para siempre, por dejarme abandonada como si fuera un perro –aclaré denotándose la rabia en mis palabras, la furia en mis ojos apretando la botella con fuerza- ¿y sabes con qué me encontré? Que por mucho que lo deseaba, al final, me di cuenta de que no podía hacerlo –reí de forma amarga- vaya cazadora tan patética ¿no crees? Una que no es capaz de hundir una estaca en tú maldito corazón –llevé la botella a mis labios y volvía a dar un trago más largo, notando el líquido bajar por mi garganta y calentar todo mi cuerpo- aunque si hablamos de ser patéticos, amor, tú no que te quedas atrás… ¿en qué narices pensabas para drogarte? Eres un completo imbécil, ¿te lo he dicho alguna vez? –Acusé frunciendo el ceño, había cogido carrerilla y ya no iba a parar hasta soltarlo todo- No quería venir y sin embargo llevo días necesitando venir ¿por qué? No tengo ni puta idea, solo podía pensar en que quería verte, en que necesitaba tener cerca, gritarte, pegarte, besarte, desafiarte… eres como algo a lo que me he acostumbrado, algo que forma parte de mí y ahora que no te he tenido estos días… me faltaba algo, como si fuera una pieza de un puzle que no estaba completo –dejé la botella y alargué la mano cogiendo el cheque y sentarme sobre su regazo- ¿Esto? –Pregunté mientras se lo enseñaba igual que él lo había dejado- mira lo que hago –comencé a partirlo en trozos, pequeños, cada vez más y más pequeños hasta que finalmente el montón se hizo en mis manos que las alcé para que los papeles volaran como si fueran copos de nieve que caían sobre nosotros- eso es todo lo que quería hacer con eso. Y esto –alargué la mano cogiendo el anillo y poniéndolo en mi palma para mirarlo de forma directa- supongo que he venido a darte lo que te pertenece. Es tuyo. Siempre lo fue –acabé acercando mi mano para que lo cogiera, yo no lo quería, no era a mí a quien pertenecía aquel anillo.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Dejé escapar el aire de forma pesada enarcando ligeramente una ceja ¿no sabia por que cojones me había ido?
Pues la verdad si quería le hacia un esquema de mis claros motivos.
-No me fui como un cobarde, de echo, no me arrepiento, me dejaste las cosas claras y ante ellas yo tomé mi decisión.
Tu querías amor, aseguraste no ser feliz a mi lado y yo no puedo darte eso que necesitas, ahí es donde se separan nuestros caminos, pues el acuerdo no implicaba sentimientos -ladeé la sonrisa poniendo frente a mi las mil mascaras -sentimientos positivos ¿ya me entiendes?
Negué con la cabeza cuando aseguró querer verme. Que yo también la necesitaba era un echo, negarlo hubiera sido de necios y no pensaba hacerlo.
Podía negar verdades como puños, pero esa no hubiera resultado creíble en absoluto.
-También yo te he echado de menos, pero... eso no quita que te piense permitir acompañarme a México -bromeé acercando mis labios a su hombro y dejando un suave mordisco -ya sabes, sal, limón, tequila...
Me eche a reír por la cara que ponía, pero la verdad es que odiaba las conversaciones serias, sobre todo cuando me arrastraban a mi gran problema hablar de lo que sentía y se iba acercando ese momento que temía, como si una boa constrictor estuviera apretando mi cuerpo hasta no dejar pasar ni una brizna de aire.
Mis ojos se hundieron en sus pardos tras la nueva confesión, admitía haber pasado lejos de mi unos días de mierda, no es que los míos hubieran sido el jardín de los caramelos y las piruletas...
Admitía que me odió con fuerza al irme, que pensó acabar con mi vida mil veces pero que desestimó la idea porque no era capaz de hundir la estaca en mi corazón.
-Lilith quiere a mi demonio -aseguré ladeando la sonrisa -es el precio que pagamos pequeña cazadora -bromeé deslizando mi dedo por la cara interna de su pierna.
Quizás también el vampiro necesitaba a la humana, pero eso tampoco lo dije, hubiera implicado reconocer algo que no estaba dispuesto, no cedería, no porque sabia a donde te arrastran los sentimientos y odiaba estar en ese abismo, la debilidad que producía.
Me eche a reír cuando me llamo imbécil, ahí estaba mi Lilith en esencia ¿en que había pensado para drogarme? La respuesta sincera hubiera sido en ella, no aguantaba estar lejos de ella, su recuerdo me consumía y durante el colocon..no se..la veía, estaba allí...
-Bueno, tampoco hay que darle muchas vueltas, no es que la droga vaya a matarme no crees -bromeé restandole importancia a todo.
Era un experto en colocar mascaras, escudos y murallas.
Mis ojos bagaban por su boca mientras sus palabras mucho mas valientes y sinceras que las mías me hacían meditar en silencio.
Por una parte parecía querer decirme que me necesitaba..peor ¿que parte de mi exactamente.
Se alzó subiendo a horcajadas sobre mi para destrozar frente a mis ojos el cheque en mil trozos, una lluvia de papeles callo sobre nuestros cuerpos bajo mi inexpresiva mirada.
Mi aliento golpeó sus labios, no quería el dinero para salvar a su familia ¿entonces? ¿que quería?
Me estaba perdiendo...
Tomé el anillo que me ofreció mirándola fijamente, mi boca acortó distancias y la bese con rabia, con hambruna y necesidad.
-¿que quieres que haga con esto? -gruñí contra su boca volviendo a enredarme en un duelo a muerte.
Pues la verdad si quería le hacia un esquema de mis claros motivos.
-No me fui como un cobarde, de echo, no me arrepiento, me dejaste las cosas claras y ante ellas yo tomé mi decisión.
Tu querías amor, aseguraste no ser feliz a mi lado y yo no puedo darte eso que necesitas, ahí es donde se separan nuestros caminos, pues el acuerdo no implicaba sentimientos -ladeé la sonrisa poniendo frente a mi las mil mascaras -sentimientos positivos ¿ya me entiendes?
Negué con la cabeza cuando aseguró querer verme. Que yo también la necesitaba era un echo, negarlo hubiera sido de necios y no pensaba hacerlo.
Podía negar verdades como puños, pero esa no hubiera resultado creíble en absoluto.
-También yo te he echado de menos, pero... eso no quita que te piense permitir acompañarme a México -bromeé acercando mis labios a su hombro y dejando un suave mordisco -ya sabes, sal, limón, tequila...
Me eche a reír por la cara que ponía, pero la verdad es que odiaba las conversaciones serias, sobre todo cuando me arrastraban a mi gran problema hablar de lo que sentía y se iba acercando ese momento que temía, como si una boa constrictor estuviera apretando mi cuerpo hasta no dejar pasar ni una brizna de aire.
Mis ojos se hundieron en sus pardos tras la nueva confesión, admitía haber pasado lejos de mi unos días de mierda, no es que los míos hubieran sido el jardín de los caramelos y las piruletas...
Admitía que me odió con fuerza al irme, que pensó acabar con mi vida mil veces pero que desestimó la idea porque no era capaz de hundir la estaca en mi corazón.
-Lilith quiere a mi demonio -aseguré ladeando la sonrisa -es el precio que pagamos pequeña cazadora -bromeé deslizando mi dedo por la cara interna de su pierna.
Quizás también el vampiro necesitaba a la humana, pero eso tampoco lo dije, hubiera implicado reconocer algo que no estaba dispuesto, no cedería, no porque sabia a donde te arrastran los sentimientos y odiaba estar en ese abismo, la debilidad que producía.
Me eche a reír cuando me llamo imbécil, ahí estaba mi Lilith en esencia ¿en que había pensado para drogarme? La respuesta sincera hubiera sido en ella, no aguantaba estar lejos de ella, su recuerdo me consumía y durante el colocon..no se..la veía, estaba allí...
-Bueno, tampoco hay que darle muchas vueltas, no es que la droga vaya a matarme no crees -bromeé restandole importancia a todo.
Era un experto en colocar mascaras, escudos y murallas.
Mis ojos bagaban por su boca mientras sus palabras mucho mas valientes y sinceras que las mías me hacían meditar en silencio.
Por una parte parecía querer decirme que me necesitaba..peor ¿que parte de mi exactamente.
Se alzó subiendo a horcajadas sobre mi para destrozar frente a mis ojos el cheque en mil trozos, una lluvia de papeles callo sobre nuestros cuerpos bajo mi inexpresiva mirada.
Mi aliento golpeó sus labios, no quería el dinero para salvar a su familia ¿entonces? ¿que quería?
Me estaba perdiendo...
Tomé el anillo que me ofreció mirándola fijamente, mi boca acortó distancias y la bese con rabia, con hambruna y necesidad.
-¿que quieres que haga con esto? -gruñí contra su boca volviendo a enredarme en un duelo a muerte.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Al menos ya que me había atrevido esa noche a dar el paso y había decidido tras pensarlo bastante durante todos esos días, esperaba poder tener una respuesta de por qué se había ido de esa forma del laberinto dejándome sola, quizás así pudiera saber qué fue de todo lo que hablamos esa noche, o lo poco que hicimos, que le hizo cambiar de parecer en ese preciso momento y que se largara sin decirme nada, huyendo de nuevo como siempre hacía cuando algo se salía de su zona de confort, cuando algo se salía de lo que él pudiera dominar y no tenía control alguna. Pero se iba a encontrar así con muchas cosas, yo por ejemplo era así, incontrolable… ¿significaría eso que por esa lógica debería de huir también de mí? Enarqué una ceja esperando a que me contestara, la verdad es que quería una respuesta y esperaba que no me mintiera con ella o que no me dijera verdades a medias, porque como lo hiciera iba a saberlo y no me iba a cortar en decírselo.
Comenzó a hablar mientras seguíamos recostados contra el cabezal de la cama, di un trago de nuevo a la botella escuchando ahora sus palabras alegando que no se había ido como un cobarde, algo que me hizo casi emitir una risa corta e irónica por lo que decía ¿no se había ido como un cobarde? Para mí sí, sin decir nada, sin hablar las cosas y aprovechando cuando yo me había girado para que no lo viera marcharse, quizás para que no pudiera echarle nada en cara y pararlo, retenerlo allí como había hecho en el lago. Aun así dejé que continuara hablando, dijo que no se arrepintió y que volvería a hacerlo de nuevo si se diera el caso. Seguía sin saber qué era lo que había dejado tan claro para que se marchara, pero al menos obtuve respuesta. ¿Y esta cuál fue? De nuevo los sentimientos, mis palabras sobre que quería amor y que no era feliz fue lo que le hizo largarse, la cuestión era ¿por qué? Él decía que el acuerdo no implicaba sentimientos, pero la verdad es que nadie es capaz de controlar estos… ni siquiera un demonio como él.
-¿Por eso te fuiste, dejándome sola, huyendo del laberinto? –Casi quise echarme a reírme, y digo casi porque comenzaba a enfadarme por la respuesta que me había dado- Preferiste irte sin decir nada, sin dejar a opción a poder siquiera a hablar lo que según tú dices que te hizo tomar tú decisión, quizás porque sabías que si no te ibas en ese momento te retendría de alguna forma, directa o indirectamente, como pasó en el lago… sabía que no iba a dejar que te fueras así como así –eso era algo que ni él iba a quitarme de la cabeza- ¿te fuiste porque descubriste en ese momento que no podías darme algo que ya sabías que yo en algún momento de mi vida querría, y que en algún sitio que yo no recuerdo haber firmado y hablado no habrían sentimientos? ¿Por qué no era feliz? –No entendía nada, ¿no se suponía que no importaba lo que yo pensara o sintiera, que no tuvo eso en cuenta cuando decidió elegirme entre todas las demás?- Joe, ¿crees que alguna otra no hubiera querido lo mismo de estar en mi lugar, piensas que alguna de las otras candidatas no hubieran querido sentir amor? ¿No pensaste en ese pequeño y diminuto detalle cuando decidiste montar un baile para elegir esposa? –De verdad que no había pasado ese detalle por alto, no podía haberlo hecho- ¿te importa que sea feliz, lo eres tú acaso con todo esto? –De verdad que no me había esperado que me dijera todo aquello, ¿no se suponía que casándome con alguien por acuerdo no iba a ser feliz? Joder, esas eran cosas bastante lógicas y de cajón cuando se hablaba de un matrimonio por conveniencia, ninguno se casaba porque quería o sentía algo por el otro… no había nada- ¿Qué sentimientos, Joe? –Fruncí el ceño mirándolo de forma fija- ¿los míos… o los tuyos? –Porque aún no me había respondido a muchas cosas, igualmente me mordí el labio y lo dejé pasar, yo no era tan cobarde como lo era él, yo iba de frente por la verdad por delante, diciéndole que lo había echado de menos aun cuando podía haberme callado, que no sabía en esos días qué era lo que debía de hacer si ir a verlo como al final había hecho, o no… ladeé un poco la cabeza cuando dijo que, ni aun echándonos de menos, me permitiría acompañarlo a México aunque luego dejó un mordisco en mi hombro para luego reírse mirando mi cara- Por suerte para mí ir a México es una decisión libre que puede tomar cualquiera, mi decisión está tomada, acéptala o recházala pero la cuestión es que voy a ir contigo y… Joe –sonreí de lado- más te vale no luchar en ese aspecto contra mí, te aseguro que saldrás perdiendo. Pero tranquilo, al llegar te invitaré a tequila ya que veo que te gusta tanto –sonreí de lado, de forma ladina para devolverle el mordisco que me había dado aunque yo apreté más a diferencia del mordisco que él me había dado.
Ladeé la cabeza de nuevo cuando dijo que Lilith quería a su demonio, sin darse cuenta de que utilizábamos esos términos pero en realidad nos estábamos refiriendo a nosotros mismos. ¿De verdad creía que tenía a la misma diosa del averno en mi interior? Deliraba, si creía eso entonces yo misma le pincharía con la aguja llena de droga otra vez para que siguiera alucinando como lo estaría haciendo de decirme eso. Lilith no era más que el nombre que había puesto para, de alguna forma, denominarme a mí misma… lo que quedaba tras el cascarón vacío que era Danerys. De alguna forma Dan era la máscara, y Lilith era mi yo real, ese que con el vampiro no escondía porque era igual que yo, habíamos vivido bajo máscaras durante años, escondiéndonos de lo que realmente éramos y por ello debíamos de poner esos nombres para de alguna forma darles forma, que tomaran consciencia pero… el demonio que él decía no era más que el vampiro sin máscaras, ¿no se había dado cuenta de eso?
-¿Lilith? –Pregunté riéndome entre dientes mientras daba un trago a la botella- ¿crees que dentro de mi vive una mujer milenaria, mucho más antigua que tú, y que es la reina del averno y del Infierno? –Lo miré de forma fija porque, con aquello, iba a darle un buen mazazo- Lilith no existe, Joe. Lilith solo es el nombre, o mejor dicho, todo lo que queda cuando no llevo máscaras encima frente a los demás… Lilith es el nombre que yo le puse para darle forma, pero soy yo, la verdadera. Danerys es todas las máscaras que he tenido que llevar puestas durante toda mi vida, reprimida, fingiendo ser algo que no era frente a los demás, aparentando cosas que en realidad nunca diría, o haría… Lilith, sin embargo, es lo que queda cuando me despojas de las máscaras, lo que hay en lo más profundo de mí y que guardo con recelo porque si lo sacara, si dejara verla siempre… realmente sería un demonio a ojos de los demás –lo miré de forma fija- ¿tú demonio? Lo mismo que Lilith, el vampiro y Joe son las máscaras que te pones frente a todos, el papel que representas para que nadie vea de verdad quien eres… ¿pero sabes qué? Que al igual que tú ves a Lilith yo veo a tú demonio, quizás por eso nuestras almas sean tan parecidas y se busquen tanto, se necesiten… porque son iguales, porque juntas son lo que siempre han querido ser, libres frente a los demás, siendo como realmente son –lo miré de forma fija dejando que analizara, asimilara y tragara aquel golpe que le había dado al vampiro y luego me mordí el labio cuando siguió con lo de las drogas- ¿por eso te has encerrado durante toda esta semana, para drogarte? Quizás la droga no te matara, pero sabes que no alimentarte sí –fruncí el ceño- ¿por eso te drogabas, para poder verme sin que sintieras nada? ¿Los años que pasaste encerrado y torturado te han hecho ser masoquista ahora, que querías recordarme y torturarte por ello? No me niegues que lo hacías por ese motivo, me lo has dicho tú mientras sufrías el chute que te habías metido –segundo mazazo de la noche, venga que me faltaba el tercero para poder hacer un pleno. Fue entonces cuando dejé la botella, hice pedacitos pequeños su chequé que lancé sobre nosotros, sus ojos recorrían mi boca mientras terminaba de dar un paso hacia delante diciéndole que le había echado de menos y que lo había necesitado esos días, en mi palma el anillo que había comprado para él y que le había dado la noche del baile de máscaras, su aliento golpeaba mis labios mientras veía que tomaba el anillo y lo apresaba entre sus dedos, su boca acortó la distancia con la mía y me besó con rabia, con necesidad y yo le seguí aquel beso de la misma forma descargando de alguna forma lo que me había hecho enfadar con sus palabras antes enredando una de mis manos en su pelo y dejarla luego en su nuca.
Me separé para mirarlo de forma fija al preguntar qué hacía con el anillo, ¿de verdad? Su boca volvió a buscarme de nuevo como si los dos quisiéramos hacernos con aquel control, desafiándonos incluso en ese beso, dejando claro el carácter de cada uno, saciando nuestra necesidad y nuestras ganas, nuestros pechos se rozaban en cada movimiento de aquel beso que se tornaba algo más salvaje y pasional, moví mis caderas en respuesta a la forma en la que tenía de besarme, arrasando con todo como si fuera un huracán, un tsunami o un maldito tornado…pero a mí siempre conseguía arrastrarme con él. Cogí su mano con fuerza, le quité el anillo y se lo puse separando mi boca de la suya con la respiración errática por el beso. Lo puse igual que cuando lo hice en el carruaje camino a esa fiesta de máscaras, mordí su labio inferior sintiendo su mirada fija en mí.
-Te dije que había venido a devolvértelo porque era tuyo –eso implicaba que lo tenía que llevar puesto, no que lo guardara sin motivo alguno- siempre fue tuyo, ¿no crees? –Esa vez fui yo quien acortó la distancia y buscó sus labios para fundirnos de nuevo en un nuevo beso rodeando su cuello dejando mi mano en su nuca, moviendo mis caderas contra él por aquello. ¿Tercer mazazo de la noche? Podría serlo, perfectamente. Me separé y ya mejor me levanté de la cama, abrí su armario y cogí una de sus camisas que me puse abrochándola, me llegaba hasta medio muslo así que suficiente, fui a su escritorio bajo su mirada y cogiendo papel y tinta escribí una sencilla y breve nota que enrollé y até con un lazo para salir de la habitación con su mirada puesta en mí, bajé las escaleras para encontrarme con una de las criadas, se sorprendió bastante verme vestida de esa forma pero no dijo nada al respecto, le entregué la carta y que la enviara a mi casa, en ella pedía que prepararan las maletas, que por la mañana iría a recogerlas y que pasaba la noche en la mansión de Joe, que había estado ocupado para poder irnos de viaje y tener las cosas dejadas ya hechas y que en cuanto lo supe se lo había hecho saber. Volví arriba, cogí la botella para dar un trago y fui desabrochando los botones de la camisa para volver de vuelta a su lado- Bien, ¿a qué hora partimos mañana? –Pregunté alzando la mirada mientras soltaba el último botón de la camisa y sonreí de lado- ya he dispuesto para pasar mañana por las maletas, así no perdemos tiempo –gateé hasta acercarme a él y mordí sus labios- por cierto, ¿cómo está Nim? No la he visto cuando he llegado –apoyé el codo en la almohada, la cabeza reposada en la mano y mis dedos de la otra recorriendo su pecho- ¿algo que tenga que saber en concreto del viaje? ¿Has averiguado algo? -Aunque si había estado drogándose quizás ni hubiera tocado el libro- por cierto... te llevaste mi regalo contigo, supongo que nos lo llevaremos a México -lo miré preguntándome si me pediría que me quedara allí, como había hecho antes, con él o por el contrario me mandaría a la habitación de invitados como la otra vez.
Comenzó a hablar mientras seguíamos recostados contra el cabezal de la cama, di un trago de nuevo a la botella escuchando ahora sus palabras alegando que no se había ido como un cobarde, algo que me hizo casi emitir una risa corta e irónica por lo que decía ¿no se había ido como un cobarde? Para mí sí, sin decir nada, sin hablar las cosas y aprovechando cuando yo me había girado para que no lo viera marcharse, quizás para que no pudiera echarle nada en cara y pararlo, retenerlo allí como había hecho en el lago. Aun así dejé que continuara hablando, dijo que no se arrepintió y que volvería a hacerlo de nuevo si se diera el caso. Seguía sin saber qué era lo que había dejado tan claro para que se marchara, pero al menos obtuve respuesta. ¿Y esta cuál fue? De nuevo los sentimientos, mis palabras sobre que quería amor y que no era feliz fue lo que le hizo largarse, la cuestión era ¿por qué? Él decía que el acuerdo no implicaba sentimientos, pero la verdad es que nadie es capaz de controlar estos… ni siquiera un demonio como él.
-¿Por eso te fuiste, dejándome sola, huyendo del laberinto? –Casi quise echarme a reírme, y digo casi porque comenzaba a enfadarme por la respuesta que me había dado- Preferiste irte sin decir nada, sin dejar a opción a poder siquiera a hablar lo que según tú dices que te hizo tomar tú decisión, quizás porque sabías que si no te ibas en ese momento te retendría de alguna forma, directa o indirectamente, como pasó en el lago… sabía que no iba a dejar que te fueras así como así –eso era algo que ni él iba a quitarme de la cabeza- ¿te fuiste porque descubriste en ese momento que no podías darme algo que ya sabías que yo en algún momento de mi vida querría, y que en algún sitio que yo no recuerdo haber firmado y hablado no habrían sentimientos? ¿Por qué no era feliz? –No entendía nada, ¿no se suponía que no importaba lo que yo pensara o sintiera, que no tuvo eso en cuenta cuando decidió elegirme entre todas las demás?- Joe, ¿crees que alguna otra no hubiera querido lo mismo de estar en mi lugar, piensas que alguna de las otras candidatas no hubieran querido sentir amor? ¿No pensaste en ese pequeño y diminuto detalle cuando decidiste montar un baile para elegir esposa? –De verdad que no había pasado ese detalle por alto, no podía haberlo hecho- ¿te importa que sea feliz, lo eres tú acaso con todo esto? –De verdad que no me había esperado que me dijera todo aquello, ¿no se suponía que casándome con alguien por acuerdo no iba a ser feliz? Joder, esas eran cosas bastante lógicas y de cajón cuando se hablaba de un matrimonio por conveniencia, ninguno se casaba porque quería o sentía algo por el otro… no había nada- ¿Qué sentimientos, Joe? –Fruncí el ceño mirándolo de forma fija- ¿los míos… o los tuyos? –Porque aún no me había respondido a muchas cosas, igualmente me mordí el labio y lo dejé pasar, yo no era tan cobarde como lo era él, yo iba de frente por la verdad por delante, diciéndole que lo había echado de menos aun cuando podía haberme callado, que no sabía en esos días qué era lo que debía de hacer si ir a verlo como al final había hecho, o no… ladeé un poco la cabeza cuando dijo que, ni aun echándonos de menos, me permitiría acompañarlo a México aunque luego dejó un mordisco en mi hombro para luego reírse mirando mi cara- Por suerte para mí ir a México es una decisión libre que puede tomar cualquiera, mi decisión está tomada, acéptala o recházala pero la cuestión es que voy a ir contigo y… Joe –sonreí de lado- más te vale no luchar en ese aspecto contra mí, te aseguro que saldrás perdiendo. Pero tranquilo, al llegar te invitaré a tequila ya que veo que te gusta tanto –sonreí de lado, de forma ladina para devolverle el mordisco que me había dado aunque yo apreté más a diferencia del mordisco que él me había dado.
Ladeé la cabeza de nuevo cuando dijo que Lilith quería a su demonio, sin darse cuenta de que utilizábamos esos términos pero en realidad nos estábamos refiriendo a nosotros mismos. ¿De verdad creía que tenía a la misma diosa del averno en mi interior? Deliraba, si creía eso entonces yo misma le pincharía con la aguja llena de droga otra vez para que siguiera alucinando como lo estaría haciendo de decirme eso. Lilith no era más que el nombre que había puesto para, de alguna forma, denominarme a mí misma… lo que quedaba tras el cascarón vacío que era Danerys. De alguna forma Dan era la máscara, y Lilith era mi yo real, ese que con el vampiro no escondía porque era igual que yo, habíamos vivido bajo máscaras durante años, escondiéndonos de lo que realmente éramos y por ello debíamos de poner esos nombres para de alguna forma darles forma, que tomaran consciencia pero… el demonio que él decía no era más que el vampiro sin máscaras, ¿no se había dado cuenta de eso?
-¿Lilith? –Pregunté riéndome entre dientes mientras daba un trago a la botella- ¿crees que dentro de mi vive una mujer milenaria, mucho más antigua que tú, y que es la reina del averno y del Infierno? –Lo miré de forma fija porque, con aquello, iba a darle un buen mazazo- Lilith no existe, Joe. Lilith solo es el nombre, o mejor dicho, todo lo que queda cuando no llevo máscaras encima frente a los demás… Lilith es el nombre que yo le puse para darle forma, pero soy yo, la verdadera. Danerys es todas las máscaras que he tenido que llevar puestas durante toda mi vida, reprimida, fingiendo ser algo que no era frente a los demás, aparentando cosas que en realidad nunca diría, o haría… Lilith, sin embargo, es lo que queda cuando me despojas de las máscaras, lo que hay en lo más profundo de mí y que guardo con recelo porque si lo sacara, si dejara verla siempre… realmente sería un demonio a ojos de los demás –lo miré de forma fija- ¿tú demonio? Lo mismo que Lilith, el vampiro y Joe son las máscaras que te pones frente a todos, el papel que representas para que nadie vea de verdad quien eres… ¿pero sabes qué? Que al igual que tú ves a Lilith yo veo a tú demonio, quizás por eso nuestras almas sean tan parecidas y se busquen tanto, se necesiten… porque son iguales, porque juntas son lo que siempre han querido ser, libres frente a los demás, siendo como realmente son –lo miré de forma fija dejando que analizara, asimilara y tragara aquel golpe que le había dado al vampiro y luego me mordí el labio cuando siguió con lo de las drogas- ¿por eso te has encerrado durante toda esta semana, para drogarte? Quizás la droga no te matara, pero sabes que no alimentarte sí –fruncí el ceño- ¿por eso te drogabas, para poder verme sin que sintieras nada? ¿Los años que pasaste encerrado y torturado te han hecho ser masoquista ahora, que querías recordarme y torturarte por ello? No me niegues que lo hacías por ese motivo, me lo has dicho tú mientras sufrías el chute que te habías metido –segundo mazazo de la noche, venga que me faltaba el tercero para poder hacer un pleno. Fue entonces cuando dejé la botella, hice pedacitos pequeños su chequé que lancé sobre nosotros, sus ojos recorrían mi boca mientras terminaba de dar un paso hacia delante diciéndole que le había echado de menos y que lo había necesitado esos días, en mi palma el anillo que había comprado para él y que le había dado la noche del baile de máscaras, su aliento golpeaba mis labios mientras veía que tomaba el anillo y lo apresaba entre sus dedos, su boca acortó la distancia con la mía y me besó con rabia, con necesidad y yo le seguí aquel beso de la misma forma descargando de alguna forma lo que me había hecho enfadar con sus palabras antes enredando una de mis manos en su pelo y dejarla luego en su nuca.
Me separé para mirarlo de forma fija al preguntar qué hacía con el anillo, ¿de verdad? Su boca volvió a buscarme de nuevo como si los dos quisiéramos hacernos con aquel control, desafiándonos incluso en ese beso, dejando claro el carácter de cada uno, saciando nuestra necesidad y nuestras ganas, nuestros pechos se rozaban en cada movimiento de aquel beso que se tornaba algo más salvaje y pasional, moví mis caderas en respuesta a la forma en la que tenía de besarme, arrasando con todo como si fuera un huracán, un tsunami o un maldito tornado…pero a mí siempre conseguía arrastrarme con él. Cogí su mano con fuerza, le quité el anillo y se lo puse separando mi boca de la suya con la respiración errática por el beso. Lo puse igual que cuando lo hice en el carruaje camino a esa fiesta de máscaras, mordí su labio inferior sintiendo su mirada fija en mí.
-Te dije que había venido a devolvértelo porque era tuyo –eso implicaba que lo tenía que llevar puesto, no que lo guardara sin motivo alguno- siempre fue tuyo, ¿no crees? –Esa vez fui yo quien acortó la distancia y buscó sus labios para fundirnos de nuevo en un nuevo beso rodeando su cuello dejando mi mano en su nuca, moviendo mis caderas contra él por aquello. ¿Tercer mazazo de la noche? Podría serlo, perfectamente. Me separé y ya mejor me levanté de la cama, abrí su armario y cogí una de sus camisas que me puse abrochándola, me llegaba hasta medio muslo así que suficiente, fui a su escritorio bajo su mirada y cogiendo papel y tinta escribí una sencilla y breve nota que enrollé y até con un lazo para salir de la habitación con su mirada puesta en mí, bajé las escaleras para encontrarme con una de las criadas, se sorprendió bastante verme vestida de esa forma pero no dijo nada al respecto, le entregué la carta y que la enviara a mi casa, en ella pedía que prepararan las maletas, que por la mañana iría a recogerlas y que pasaba la noche en la mansión de Joe, que había estado ocupado para poder irnos de viaje y tener las cosas dejadas ya hechas y que en cuanto lo supe se lo había hecho saber. Volví arriba, cogí la botella para dar un trago y fui desabrochando los botones de la camisa para volver de vuelta a su lado- Bien, ¿a qué hora partimos mañana? –Pregunté alzando la mirada mientras soltaba el último botón de la camisa y sonreí de lado- ya he dispuesto para pasar mañana por las maletas, así no perdemos tiempo –gateé hasta acercarme a él y mordí sus labios- por cierto, ¿cómo está Nim? No la he visto cuando he llegado –apoyé el codo en la almohada, la cabeza reposada en la mano y mis dedos de la otra recorriendo su pecho- ¿algo que tenga que saber en concreto del viaje? ¿Has averiguado algo? -Aunque si había estado drogándose quizás ni hubiera tocado el libro- por cierto... te llevaste mi regalo contigo, supongo que nos lo llevaremos a México -lo miré preguntándome si me pediría que me quedara allí, como había hecho antes, con él o por el contrario me mandaría a la habitación de invitados como la otra vez.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Dan volvía a la carga, esa mujer era incapaz simplemente de dejarlo estar. Parecía que mis palabras por breves que resultaran servían de combustible para encender el fuego que escupía por sus labios dispuesto a calentarme hasta que de mi solo quedaran las cenizas de lo que un día fui.
“Joe, ¿crees que alguna otra no hubiera querido lo mismo de estar en mi lugar, piensas que alguna de las otras candidatas no hubieran querido sentir amor? ¿No pensaste en ese pequeño y diminuto detalle cuando decidiste montar un baile para elegir esposa? “
Ahí estaba la pregunta del millón, ladeé la sonrisa afilando las palabras que sin quererlo escaparon de mi lengua.
-Claro que lo pensé, de todas y cada una de esas mujeres que sin abrir tan siquiera la boca caían rendidas a mis pies ¿Por que crees que te elegí? ¿no te lo has preguntado?
Eras la única que me odiaba tanto por lo que era, un vampiro, que sabia nunca podrías amarme ni siquiera un ápice...
De eso se trataba, de firmar tu cadena perpetua al lado de un hombre al que jamas amarías a cambio de salvar a tu familia.
Luego llegó Lilith y …
Tomé una bocanada de airé, no quería seguir por ahí porque entonces volvería a pillarme en un renuncio.
“ ¿Qué sentimientos, Joe? ¿los míos… o los tuyos? “
Negué con la cabeza, supongo que la respuesta a esa pregunta también podía respondersela ella.
-Los de ambos...no podía amar a la mujer que me quería ver muerto ¿no crees? Eramos razas enfrentadas, el único sentimiento que veía coherente entre ambos era el odio mas potente...
Guardé de nuevo silencio y después todo cambio, me divertía con ella, era como mi otra mitad, el reflejo mio en el cristal, como una poderosa droga la necesitaba en mi día a día, cada noche la buscaba y me sentía vivo... Mis sentimientos, ese era el problema y por eso tenia que ponerles solución antes de que me arrastraran a la destrucción aunque por supuesto nada de esto lo dije y agradecí que no tuviera le don de leer la mente.
Enarqué una ceja cuando aseguró que vidria a México me gustara o no, al parecer según ella eso no era negociable y no me interesaba retarla en ese aspecto.
-¿y si te reto que? -la pique sin poder dejar de sonreír como un idiota. Me gustaba, era algo que se podía leer tan claro en mi mirada que no entendía ni porque cojones me lo preguntaba – me lo pensaré -sentencié sin mas...aunque algo me decía que la decisión estaba ya tomada por ella.
Alcé la mirada cuando aseguró que Lilith no existía en su interior, por supuesto que era consciente de esa realidad, no tanto de que ese demonio no habitara en mi saliendo a flote cuando era incapaz de controlar la situación. Quizás mi demonio era la versión descontrolada del vampiro, era tan yo como el otro, Joe era la mascara, esa que utilizaba frente a la sociedad para parecer un humano mas, un hombre de negocios y amantisimo futuro esposo.
-Lo se...reconocí tratando de esquivar este tema que quizás era el Kit de la cuestión ,si no se buscaban nuestros demonios, quizás eramos nosotros los que nos necesitábamos.
La respuesta la conocía...¿pero a donde pretendía llegar Dan con todo esto?
Tampoco pesaba contestar al por que me había estado drogando todo este tiempo. Eso hubiera implicado reconocer con palabras lo que la parecer le había ya confesado preso del colocon que llevaba encima.
-Ha debido de sonar muy patético -susurré, mas bien mascullé entre dientes mas para mi mismo que para que ella me diera una respuesta, pues era una afirmación en toda regla.
Busqué su boca necesitado, arrasé como un tornado con cada resquicio de ella, como un pirata saqueé su interior dispuesto a abordar su navío y no hacer rehén en mi conquista.
Jadeos, nuestros alientos roncos chocando como un mar embravecimiento y de nuevo mi mástil alzado rugía contra el centro de su sexo.
Se separó ligeramente para tomar el anillo y colocarlo en mi dedo, la argolla volvía a convertirme en su prisionero, ladeé la sonrisa, no respondí a su pregunta, tampoco pregunté en ningún momento lo que eso significaba, lo sabría sobradamente, nuestro compromiso seguía adelante y aunque teníamos que acordar los nuevos términos a seguir...supongo que esto no era le momento de hacerlo.
Se levantó de la cama para escribir en mi escritorio una carta, pasó el secante sellando la tinta en el pape y tras enrollarlo bajo mi atenta mirada desapareció con mi camisa escaleras abajo.
Me deje´caer en el lecho mirando el techo, no podía negar que su vuelta me hacia feliz, que la necesitaba allí, algo que ni por asomo pensaba reconocer.
Volvió tumbándose inmigro en el lecho, enarqué una ceja no tanto por sus palabras en las que aseguraba que partiría conmigo y que ya había pedido que todo estuviera dispuesto para recogerlo antes de hacerlo, si no porque había ocupado mi lecho y parecía tener la firme idea de asediarlo y quedarse en el hasta plantar su bandera.
-Saldremos con el ocaso... -ladeé la sonrisa repasando su vientre desnudo pues había abierto la camisa para regalarme una mejor vista de todo lo que durante una semana me había perdido.
-una noche -sentencié- disfrútala, no habrá mas.
Rodeé su cintura con mi brazo atrayendola, mis labios surcaron su mar en calma, no hubo piedad en ese beso, pronto arrase todo, mi aliento golpeaba sus labios hambriento, húmedo, rudo, danza de lenguas que se devoraban como fieras y pronto las caricias se sucedieron enredando nuestros cuerpos...
“Joe, ¿crees que alguna otra no hubiera querido lo mismo de estar en mi lugar, piensas que alguna de las otras candidatas no hubieran querido sentir amor? ¿No pensaste en ese pequeño y diminuto detalle cuando decidiste montar un baile para elegir esposa? “
Ahí estaba la pregunta del millón, ladeé la sonrisa afilando las palabras que sin quererlo escaparon de mi lengua.
-Claro que lo pensé, de todas y cada una de esas mujeres que sin abrir tan siquiera la boca caían rendidas a mis pies ¿Por que crees que te elegí? ¿no te lo has preguntado?
Eras la única que me odiaba tanto por lo que era, un vampiro, que sabia nunca podrías amarme ni siquiera un ápice...
De eso se trataba, de firmar tu cadena perpetua al lado de un hombre al que jamas amarías a cambio de salvar a tu familia.
Luego llegó Lilith y …
Tomé una bocanada de airé, no quería seguir por ahí porque entonces volvería a pillarme en un renuncio.
“ ¿Qué sentimientos, Joe? ¿los míos… o los tuyos? “
Negué con la cabeza, supongo que la respuesta a esa pregunta también podía respondersela ella.
-Los de ambos...no podía amar a la mujer que me quería ver muerto ¿no crees? Eramos razas enfrentadas, el único sentimiento que veía coherente entre ambos era el odio mas potente...
Guardé de nuevo silencio y después todo cambio, me divertía con ella, era como mi otra mitad, el reflejo mio en el cristal, como una poderosa droga la necesitaba en mi día a día, cada noche la buscaba y me sentía vivo... Mis sentimientos, ese era el problema y por eso tenia que ponerles solución antes de que me arrastraran a la destrucción aunque por supuesto nada de esto lo dije y agradecí que no tuviera le don de leer la mente.
Enarqué una ceja cuando aseguró que vidria a México me gustara o no, al parecer según ella eso no era negociable y no me interesaba retarla en ese aspecto.
-¿y si te reto que? -la pique sin poder dejar de sonreír como un idiota. Me gustaba, era algo que se podía leer tan claro en mi mirada que no entendía ni porque cojones me lo preguntaba – me lo pensaré -sentencié sin mas...aunque algo me decía que la decisión estaba ya tomada por ella.
Alcé la mirada cuando aseguró que Lilith no existía en su interior, por supuesto que era consciente de esa realidad, no tanto de que ese demonio no habitara en mi saliendo a flote cuando era incapaz de controlar la situación. Quizás mi demonio era la versión descontrolada del vampiro, era tan yo como el otro, Joe era la mascara, esa que utilizaba frente a la sociedad para parecer un humano mas, un hombre de negocios y amantisimo futuro esposo.
-Lo se...reconocí tratando de esquivar este tema que quizás era el Kit de la cuestión ,si no se buscaban nuestros demonios, quizás eramos nosotros los que nos necesitábamos.
La respuesta la conocía...¿pero a donde pretendía llegar Dan con todo esto?
Tampoco pesaba contestar al por que me había estado drogando todo este tiempo. Eso hubiera implicado reconocer con palabras lo que la parecer le había ya confesado preso del colocon que llevaba encima.
-Ha debido de sonar muy patético -susurré, mas bien mascullé entre dientes mas para mi mismo que para que ella me diera una respuesta, pues era una afirmación en toda regla.
Busqué su boca necesitado, arrasé como un tornado con cada resquicio de ella, como un pirata saqueé su interior dispuesto a abordar su navío y no hacer rehén en mi conquista.
Jadeos, nuestros alientos roncos chocando como un mar embravecimiento y de nuevo mi mástil alzado rugía contra el centro de su sexo.
Se separó ligeramente para tomar el anillo y colocarlo en mi dedo, la argolla volvía a convertirme en su prisionero, ladeé la sonrisa, no respondí a su pregunta, tampoco pregunté en ningún momento lo que eso significaba, lo sabría sobradamente, nuestro compromiso seguía adelante y aunque teníamos que acordar los nuevos términos a seguir...supongo que esto no era le momento de hacerlo.
Se levantó de la cama para escribir en mi escritorio una carta, pasó el secante sellando la tinta en el pape y tras enrollarlo bajo mi atenta mirada desapareció con mi camisa escaleras abajo.
Me deje´caer en el lecho mirando el techo, no podía negar que su vuelta me hacia feliz, que la necesitaba allí, algo que ni por asomo pensaba reconocer.
Volvió tumbándose inmigro en el lecho, enarqué una ceja no tanto por sus palabras en las que aseguraba que partiría conmigo y que ya había pedido que todo estuviera dispuesto para recogerlo antes de hacerlo, si no porque había ocupado mi lecho y parecía tener la firme idea de asediarlo y quedarse en el hasta plantar su bandera.
-Saldremos con el ocaso... -ladeé la sonrisa repasando su vientre desnudo pues había abierto la camisa para regalarme una mejor vista de todo lo que durante una semana me había perdido.
-una noche -sentencié- disfrútala, no habrá mas.
Rodeé su cintura con mi brazo atrayendola, mis labios surcaron su mar en calma, no hubo piedad en ese beso, pronto arrase todo, mi aliento golpeaba sus labios hambriento, húmedo, rudo, danza de lenguas que se devoraban como fieras y pronto las caricias se sucedieron enredando nuestros cuerpos...
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Trataba de entender lo que el vampiro me estaba diciendo, trataba de entender los motivos que le habían llevado a irse de esa forma del jardín y que lo habían mantenido durante aquella semana en su cama sin salir, sin alimentarse solamente drogándose como había estado haciendo. Quería comprenderlo de alguna forma pero a veces me lo ponía complicado por su maldita manía de decir las verdades a medias, yo sin embargo era más clara y directa que él, lo que tenía que decirle se lo decía sin reparar en las consecuencias, sin pensar en nada más que soltar lo que tuviera que decirle, con él sin embargo tenía que ir con verdades a medias, buscando qué era la otra parte que no me decía y que seguramente sería la que no quisiera decirme por lo que pudiera implicar. Ladeé un poco la cabeza porque yo con mi verdad, de alguna forma, quería empujarlo y presionarlo un poco para que soltara todo lo que tenía que soltar, ¿por qué no decía todo eso que callaba? Yo no lo hacía, iba directa y de frente y eso hacía que le diera ciertos mazazos con mis palabras pero… es que yo no sabía decir las cosas de otra forma, no tenía por qué ir con él con medias tintas cuando los dos sabíamos perfectamente cómo éramos.
Enarqué una ceja cuando respondió con más preguntas a mis palabras, me preguntaba si yo en algún momento me había parado a pensar o me había preguntado por qué me había elegido a mí de entre todas las que había en el baile, la verdad es que me lo había preguntado varias veces, pero en el fondo sabía que ellas no eran suficientes para aguantar al demonio que el vampiro dejaba ver cuando se quitaba las máscaras, que yo, de entre todas era la que más podría aguantar esa parte de él que siempre llevaba escondida y que como yo ambos portábamos máscaras para que nadie supiera cómo éramos realmente. ¿Alguna de aquellas jovencitas habría aguantado una sola noche con el vampiro? Ni de coña, vamos, es que no tenía duda alguna por eso. Decía que me había escogido porque yo no había caído rendida a sus pies, porque desde el principio mostré mi odio hacia él y eso era lo que él quería, alguien que no pudiera amarle para evitarse sufrir como siempre hacía, de forma que estuviera encadenada a él porque necesitara su ayuda para salvar a su familia. Lo miré de forma más fija cuando se quedó a medias con esa frase, presintiendo que estábamos llegando al quid de la cuestión.
-¿”Luego llegó Lilith y…”? Vamos Joe, sé valiente por una vez y termina la maldita frase –le espeté pero no lo hizo, como de costumbre tomó otro camino pasando de mis palabras haciendo que gruñera por ella ofuscada. “Los de ambos” había dicho, los sentimientos de ambos… que no podía amarme si lo odiaba, la pregunta era, ¿el vampiro sentía algo por mí más allá de lo que nuestros demonios sentían? ¿Por eso se había estado drogando?- ¿Era? ¿En pasado? –Pregunté prestando atención a cada palabra que decía porque sí, quería apretarle un poco más y que sacara aquello que callaba y que yo odiaba que lo callara porque siempre iba con verdades a medias, con medias mentiras… y eso era algo que no me gustaba, yo era clara ¿por qué no lo podía ser él? Lancé un suspiro por eso mientras seguía tumbada de lado y lo miré cuando me preguntó que qué pasaba si me retaba, enarqué una ceja por ello notando que de alguna forma quería picarme, sonreí de lado y me acerqué un poco a él para verlo mejor- ¿si me retas? Pues que perderías porque digas lo que digas, y hagas lo que hagas, no vas a poder negar que vaya a México contigo… y si no quieres que vaya contigo iré sin ti, el caso es amor que no puedes evitar que mi próximo destino sea ese país. Asúmelo Joe, quizás en el trayecto te des cuenta de que mi decisión es la mejor, no es que seas demasiado elocuente y necesitarás de mi ayuda –sonreí ladina por ello y reí entre dientes cuando me dijo que lo pensaría- no pierdas el tiempo, la decisión está tomada, ¿antes quería que te acompañara y ahora me lo intentas prohibir? –Sonreí de lado- Te dije que iría y como tú yo cumplo como mi palabra también –no dije mucho más al respecto sobre ese tema, estaba cerrado.
Sabía que mis siguientes palabras él ya era algo que conocía, que ambos sabíamos que Lilith, per sé, no existía en mí interior sino que más bien era lo que quedaba cuando me despojaba de todas mis máscaras, igual que hacía el vampiro cuando se quitaba las suyas y dejaba al demonio expuesto. De hecho, mientras había estado con el chute recorriéndole el cuerpo había sido más él que nunca, por esos momentos había visto de verdad al vampiro, sin máscaras, sin muros, sin capas… solo él, conforme era. Reconoció que lo sabía pero no dijo nada como si quisiera evitar el tema, mordí mi labio y recorrí con mis dedos su rostro como si le quitara un velo que llevara haciendo alusión a que quitaba sus máscaras y mirándole de forma fija durante unos segundos, ambos sabíamos que cuando estábamos el uno con el otro siempre éramos nosotros mismos, no fingíamos nada porque era cuando más libres nos sentíamos, pero ni así el vampiro decía todo lo que callaba.
-Hola, demonio –dije con una sonrisa haciéndole ver que lo veía a él, a través de sus máscaras, de sus muros y de sus capas- sigo sin entender por qué no me dices las cosas, por qué si ves que yo voy de frente tú tampoco lo haces. ¿Tienes miedo de las respuestas, de lo que puedas ver…? –Ladeé un poco el rostro- intento comprenderte, pero por más que lo intento y lo intento no consigo hacerlo… pero no por ello creas que me voy a rendir, siento que cada vez más me voy acercando al fondo de todo y créeme Joe… llegaré hasta el jodido final –sentencié para que no le pillara de susto y apoyé el codo en la almohada dejando mi cabeza reposada contra mi mano, sonreí de lado con mis dedos recorriendo su pecho pasando sobre la marca notando como la piel de esa zona estaba más caliente- no ha sonado tanto como creías –nuestras bocas se volvieron a encontrar en una nueva batalla donde no hubo ni vencido ni vencedor, acabé por ponerle de nuevo el anillo en su dedo y volvimos a besarnos de nuevo de esa manera que nos sucedía cuando estábamos cerca, tan hambrienta, cruda y necesitada. Me levanté para coger una camisa suya sin su permiso, me la puse, escribí una nota y salí de la habitación solo para entregarla a una de las criadas y que la llevaran a mi casa, volví y abriendo los botones de la camia me subí a su cama y gateé hasta quedar a su lado. Pareció entender que no iba a poder conmigo contra lo de México y me informó que saldríamos al ocaso, a lo que yo sonreí por esa victoria que me había atribuido- perfecto, tiempo de sobra para organizar el viaje –notaba su mirada fija en mí con esa ceja enarcada y por un momento pensé que me iba a decir que qué hacía en su cama, y que me fuera a la de invitados pero… no fue así. El vampiro que siempre decía que no íbamos a dormir juntos, el que nunca me había dejado ni siquiera rozar su colchón ahora me dejaba pasar esa noche allí. Tuve que reírme, lo hice por la forma en que me lo dijo como si fuera un premio y algo excepcional que tendría en mi vida solo una vez- ¿me concedes una noche en tú cama? Vaya, qué honor Joe –lo último lo dije con un poco de sarcasmo pero no había podido evitarlo, ¿dónde estaba todo ese discurso que él solía darme? No dije nada porque me cogió de la cintura y me pegó a su cuerpo para besarme, arrasó con todo a su paso en aquel beso, me devoró por completo y yo dejé que lo hiciera mientras el beso se iba intensificando y el ambiente se caldeaba con el beso. Mis manos recorrían su pecho y su espalda, mi pierna había rodeado su cintura pegando nuestros sexos, rozándonos, notando su miembro duro contra mi sexo provocándome jadeos de puro placer moviendo mi cadera… fue entonces cuando tocaron a la puerta, miré al vampiro y me separé para abrochar como pude la camisa, dirigirme hacia la puerta y tomar la bandeja con comida que había pedido ante la mirada del vampiro, casi podía decir que estaba hasta cabreado por haberlo cortado así- necesito alimentarme, y tú también –fue lo único que dije porque por lo que sabía el vampiro no tenía esclavas de sangre, me acerqué a la cama sentándome dejando la bandeja sobre mis piernas comenzando a cenar bajo su mirada, y bajo la caricia de sus manos- te preguntaría si quieres pero… -como ya sabía lo que les pasaba no quise darle nada mientras le hacía preguntas sobre México, sobre qué había descubierto para saber si había avanzado algo por el contrario estábamos igual que antes.
Sentía su mirada puesta en mi mientras comía, quizás preguntándose como había podido pararlo y cenar en un momento como ese en el que se notaba lo excitados que estábamos los dos, de hecho es que seguía estándolo pero había bebido una vez ya de mí y si pretendía que lo hiciera de nuevo debía de alimentarme y coger fuerzas. Mientras terminaba de cenar mi mano fue a su pecho y descendí por este bajándola hasta que llegó a su miembro, mis dedos recorrieron todo su tronco hasta llegar a la punta en una caricia lenta para luego bajar igual de lento mis dedos y seguir bajando hasta acariciar sus testículos de forma leve y lenta con su mirada puesta en la mía. Aparté la bandeja cuando terminé y me acerqué al vampiro buscando de nuevo sus labios en un nuevo duelo mientras mi mano ahora había subido otra vez a su miembro y mis dedos se cernían en su tronco, masturbándolo de forma lenta con nuestros cuerpos pegándose volviendo a devorarnos en ese beso, provocándonos, calentándonos rozando nuestros cuerpos.
Mordí su labio inferior dejando que mi aliento chocara contra su boca y bajé para morder su cuello dejando una leve marca que apenas duró en su piel antes de que comenzara a desaparecer. Seguí bajando por su cuerpo ante su atenta mirada, pasé por la zona donde estaba la marca y seguí bajando hasta llegar a su miembro, mi lengua recorrió su tronco en una batida escuchando los gruñidos y jadeos del vampiro recorriéndolo por completo ayudada también de mi mano. Lamí la punta y acabé por introducírmelo en su boca notando el movimiento de cadera que dio por ello ya que era algo que no le había hecho nunca, comencé a marcar un ritmo poco a poco notando que era capaz de metérmelo entero y mi nariz tocaba su vientre, lo dejaba en mi boca durante unos segundos en los que miraba al vampiro y mi lengua recorría su tronco para sacarla, lamerla y volver a empezar de nuevo. Su mano no tardó en ir a mi pelo y sonreí de lado por lo que le provocaba sabiendo que no aguantaría mucho más, acabé separándome y subir por su cuerpo hasta llegar a su rostro y rozar mi sexo con el suyo.
-Tienes que alimentarte –le dije aunque seguramente él no estuviera pensando en eso cuando se lo dije- si lo haces dejaré que me muerdas donde quieras –mis palabras sonaban roncas, excitadas por el roce que hacía de mi sexo contra el suyo con el cuerpo caliente por completo, jadeé al notar que la punta se introducía por los movimientos que hacía y mordí su labio tirando del mismo sin mucha delicadeza, necesitada de sentirlo de nuevo en mi interior- vamos Joe, hazlo –le dije mordiendo su cuello moviendo más y más mi cadera notándolo más en cada movimiento, volviéndonos locos.
Enarqué una ceja cuando respondió con más preguntas a mis palabras, me preguntaba si yo en algún momento me había parado a pensar o me había preguntado por qué me había elegido a mí de entre todas las que había en el baile, la verdad es que me lo había preguntado varias veces, pero en el fondo sabía que ellas no eran suficientes para aguantar al demonio que el vampiro dejaba ver cuando se quitaba las máscaras, que yo, de entre todas era la que más podría aguantar esa parte de él que siempre llevaba escondida y que como yo ambos portábamos máscaras para que nadie supiera cómo éramos realmente. ¿Alguna de aquellas jovencitas habría aguantado una sola noche con el vampiro? Ni de coña, vamos, es que no tenía duda alguna por eso. Decía que me había escogido porque yo no había caído rendida a sus pies, porque desde el principio mostré mi odio hacia él y eso era lo que él quería, alguien que no pudiera amarle para evitarse sufrir como siempre hacía, de forma que estuviera encadenada a él porque necesitara su ayuda para salvar a su familia. Lo miré de forma más fija cuando se quedó a medias con esa frase, presintiendo que estábamos llegando al quid de la cuestión.
-¿”Luego llegó Lilith y…”? Vamos Joe, sé valiente por una vez y termina la maldita frase –le espeté pero no lo hizo, como de costumbre tomó otro camino pasando de mis palabras haciendo que gruñera por ella ofuscada. “Los de ambos” había dicho, los sentimientos de ambos… que no podía amarme si lo odiaba, la pregunta era, ¿el vampiro sentía algo por mí más allá de lo que nuestros demonios sentían? ¿Por eso se había estado drogando?- ¿Era? ¿En pasado? –Pregunté prestando atención a cada palabra que decía porque sí, quería apretarle un poco más y que sacara aquello que callaba y que yo odiaba que lo callara porque siempre iba con verdades a medias, con medias mentiras… y eso era algo que no me gustaba, yo era clara ¿por qué no lo podía ser él? Lancé un suspiro por eso mientras seguía tumbada de lado y lo miré cuando me preguntó que qué pasaba si me retaba, enarqué una ceja por ello notando que de alguna forma quería picarme, sonreí de lado y me acerqué un poco a él para verlo mejor- ¿si me retas? Pues que perderías porque digas lo que digas, y hagas lo que hagas, no vas a poder negar que vaya a México contigo… y si no quieres que vaya contigo iré sin ti, el caso es amor que no puedes evitar que mi próximo destino sea ese país. Asúmelo Joe, quizás en el trayecto te des cuenta de que mi decisión es la mejor, no es que seas demasiado elocuente y necesitarás de mi ayuda –sonreí ladina por ello y reí entre dientes cuando me dijo que lo pensaría- no pierdas el tiempo, la decisión está tomada, ¿antes quería que te acompañara y ahora me lo intentas prohibir? –Sonreí de lado- Te dije que iría y como tú yo cumplo como mi palabra también –no dije mucho más al respecto sobre ese tema, estaba cerrado.
Sabía que mis siguientes palabras él ya era algo que conocía, que ambos sabíamos que Lilith, per sé, no existía en mí interior sino que más bien era lo que quedaba cuando me despojaba de todas mis máscaras, igual que hacía el vampiro cuando se quitaba las suyas y dejaba al demonio expuesto. De hecho, mientras había estado con el chute recorriéndole el cuerpo había sido más él que nunca, por esos momentos había visto de verdad al vampiro, sin máscaras, sin muros, sin capas… solo él, conforme era. Reconoció que lo sabía pero no dijo nada como si quisiera evitar el tema, mordí mi labio y recorrí con mis dedos su rostro como si le quitara un velo que llevara haciendo alusión a que quitaba sus máscaras y mirándole de forma fija durante unos segundos, ambos sabíamos que cuando estábamos el uno con el otro siempre éramos nosotros mismos, no fingíamos nada porque era cuando más libres nos sentíamos, pero ni así el vampiro decía todo lo que callaba.
-Hola, demonio –dije con una sonrisa haciéndole ver que lo veía a él, a través de sus máscaras, de sus muros y de sus capas- sigo sin entender por qué no me dices las cosas, por qué si ves que yo voy de frente tú tampoco lo haces. ¿Tienes miedo de las respuestas, de lo que puedas ver…? –Ladeé un poco el rostro- intento comprenderte, pero por más que lo intento y lo intento no consigo hacerlo… pero no por ello creas que me voy a rendir, siento que cada vez más me voy acercando al fondo de todo y créeme Joe… llegaré hasta el jodido final –sentencié para que no le pillara de susto y apoyé el codo en la almohada dejando mi cabeza reposada contra mi mano, sonreí de lado con mis dedos recorriendo su pecho pasando sobre la marca notando como la piel de esa zona estaba más caliente- no ha sonado tanto como creías –nuestras bocas se volvieron a encontrar en una nueva batalla donde no hubo ni vencido ni vencedor, acabé por ponerle de nuevo el anillo en su dedo y volvimos a besarnos de nuevo de esa manera que nos sucedía cuando estábamos cerca, tan hambrienta, cruda y necesitada. Me levanté para coger una camisa suya sin su permiso, me la puse, escribí una nota y salí de la habitación solo para entregarla a una de las criadas y que la llevaran a mi casa, volví y abriendo los botones de la camia me subí a su cama y gateé hasta quedar a su lado. Pareció entender que no iba a poder conmigo contra lo de México y me informó que saldríamos al ocaso, a lo que yo sonreí por esa victoria que me había atribuido- perfecto, tiempo de sobra para organizar el viaje –notaba su mirada fija en mí con esa ceja enarcada y por un momento pensé que me iba a decir que qué hacía en su cama, y que me fuera a la de invitados pero… no fue así. El vampiro que siempre decía que no íbamos a dormir juntos, el que nunca me había dejado ni siquiera rozar su colchón ahora me dejaba pasar esa noche allí. Tuve que reírme, lo hice por la forma en que me lo dijo como si fuera un premio y algo excepcional que tendría en mi vida solo una vez- ¿me concedes una noche en tú cama? Vaya, qué honor Joe –lo último lo dije con un poco de sarcasmo pero no había podido evitarlo, ¿dónde estaba todo ese discurso que él solía darme? No dije nada porque me cogió de la cintura y me pegó a su cuerpo para besarme, arrasó con todo a su paso en aquel beso, me devoró por completo y yo dejé que lo hiciera mientras el beso se iba intensificando y el ambiente se caldeaba con el beso. Mis manos recorrían su pecho y su espalda, mi pierna había rodeado su cintura pegando nuestros sexos, rozándonos, notando su miembro duro contra mi sexo provocándome jadeos de puro placer moviendo mi cadera… fue entonces cuando tocaron a la puerta, miré al vampiro y me separé para abrochar como pude la camisa, dirigirme hacia la puerta y tomar la bandeja con comida que había pedido ante la mirada del vampiro, casi podía decir que estaba hasta cabreado por haberlo cortado así- necesito alimentarme, y tú también –fue lo único que dije porque por lo que sabía el vampiro no tenía esclavas de sangre, me acerqué a la cama sentándome dejando la bandeja sobre mis piernas comenzando a cenar bajo su mirada, y bajo la caricia de sus manos- te preguntaría si quieres pero… -como ya sabía lo que les pasaba no quise darle nada mientras le hacía preguntas sobre México, sobre qué había descubierto para saber si había avanzado algo por el contrario estábamos igual que antes.
Sentía su mirada puesta en mi mientras comía, quizás preguntándose como había podido pararlo y cenar en un momento como ese en el que se notaba lo excitados que estábamos los dos, de hecho es que seguía estándolo pero había bebido una vez ya de mí y si pretendía que lo hiciera de nuevo debía de alimentarme y coger fuerzas. Mientras terminaba de cenar mi mano fue a su pecho y descendí por este bajándola hasta que llegó a su miembro, mis dedos recorrieron todo su tronco hasta llegar a la punta en una caricia lenta para luego bajar igual de lento mis dedos y seguir bajando hasta acariciar sus testículos de forma leve y lenta con su mirada puesta en la mía. Aparté la bandeja cuando terminé y me acerqué al vampiro buscando de nuevo sus labios en un nuevo duelo mientras mi mano ahora había subido otra vez a su miembro y mis dedos se cernían en su tronco, masturbándolo de forma lenta con nuestros cuerpos pegándose volviendo a devorarnos en ese beso, provocándonos, calentándonos rozando nuestros cuerpos.
Mordí su labio inferior dejando que mi aliento chocara contra su boca y bajé para morder su cuello dejando una leve marca que apenas duró en su piel antes de que comenzara a desaparecer. Seguí bajando por su cuerpo ante su atenta mirada, pasé por la zona donde estaba la marca y seguí bajando hasta llegar a su miembro, mi lengua recorrió su tronco en una batida escuchando los gruñidos y jadeos del vampiro recorriéndolo por completo ayudada también de mi mano. Lamí la punta y acabé por introducírmelo en su boca notando el movimiento de cadera que dio por ello ya que era algo que no le había hecho nunca, comencé a marcar un ritmo poco a poco notando que era capaz de metérmelo entero y mi nariz tocaba su vientre, lo dejaba en mi boca durante unos segundos en los que miraba al vampiro y mi lengua recorría su tronco para sacarla, lamerla y volver a empezar de nuevo. Su mano no tardó en ir a mi pelo y sonreí de lado por lo que le provocaba sabiendo que no aguantaría mucho más, acabé separándome y subir por su cuerpo hasta llegar a su rostro y rozar mi sexo con el suyo.
-Tienes que alimentarte –le dije aunque seguramente él no estuviera pensando en eso cuando se lo dije- si lo haces dejaré que me muerdas donde quieras –mis palabras sonaban roncas, excitadas por el roce que hacía de mi sexo contra el suyo con el cuerpo caliente por completo, jadeé al notar que la punta se introducía por los movimientos que hacía y mordí su labio tirando del mismo sin mucha delicadeza, necesitada de sentirlo de nuevo en mi interior- vamos Joe, hazlo –le dije mordiendo su cuello moviendo más y más mi cadera notándolo más en cada movimiento, volviéndonos locos.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa escuchando como me decía que seria un honor compartir por una noche lecho conmigo, se que sus palabras eran mordaces, que lo que pensaba era algo bien distinto.
Seguía en sus trece de que mi cobardía me consumía, quizás era cierto, pero por esa noche, no quería pensar en nada mas.
Nuestras bocas ansiosas se sobrealimentaron como el fuego lo hace del oxigeno que fuerza la danza de la llamas.
Gruñíamos, jadeábamos, mostrábamos la pasión que recorría nuestro cuerpo, embriagándonos del aliento que caldeaba la escasa distancia que separaba nuestros labios.
Lenguas que se acariciaban, serpenteaban ansiosas, acariciando nuestros labios en cada pasada.
Resoplé cuando la puerta fue golpeada, un gruñido fue mi respuesta cuando Dan abandonó mi cuerpo para ir por una bandeja de comida.
-¿en serio? ¿tenia que ser ahora? -me quejé viendo como regresaba al lecho y entre risas tomaba asiento dispuesta a degustar su cena.
Enarqué una ceja, ella me miraba con picardia comentándome los por menores del viaje a México, quería saber si tenia lago mas de información, si había ojeado el libro en este tiempo y a decir verdad, la respuesta era un rotundo no.
Mis dedos acariciaban lentos su muslo, desde fuera estaba seguro que pareceríamos una pareja de enamorados, pues sus atenciones para conmigo no distaban demasiado.
Acabada la bandeja la hizo a un lado, gateó sobre el lecho, quería que yo también comiera, que me alimentara de ella ahora que había recobrado fuerzas.
-Te preocupas demasiado por mi -susurré contra su boca.
Un beso lento, delicado, húmedo que dijo mas que las palabras peor que arrasó con todo en ese momento.
Sonrió con picardia deslizándose por mi pecho, marcando cada centímetro de piel con los dientes, hasta alcanzar mi alzado miembro.
No se contuvo, lamió el tronco humedeciéndolo y tras eso, lo introdujo por completo en la boca. Su lengua torturaba mi frenillo, subía y bajaba succionando la punta, lamiéndola, volviendo a recorrer con sus húmedos labios todo el tronco mientras me arrancaba guturales gruñidos, gemidos que mostraban el placer que esa mujer me daba con la boca en ese momento.
Mi mano en su pelo, incrementando el ritmo, al borde de explotar dentro de su boca en cualquier momento y entonces contra mi punta exhalo su aliento para repetir su petición, quería que me alimentara de ella y así como estaba negare a algo era muy complicado.
-Deja que me corra en tu boca y prometo alimentarme de ti... ¿un 69? -pregunté ladeando la sonrisa con picardia.
Ella no se lo pensó, los dos queríamos saciarnos, los dos estábamos ansioso del otro, de deseo, de todo lo que implicara satisfacer austros cuerpos.
Mi boca se hundió en su centro, sus caderas bailaron ansiosas sobre mi lengua de fuego.
Lamí su trinchera de arriba a bajo, centrado en la entrada de su vagina, endureciendo la lengua para golpear su clítoris y succionarlo después.
La oía gemir, gruñir y mis jadeos acompañaban a los suyos como respuesta de lo que su boca me hacia engullendo mi miembro.
No tardé en sacudirme en su interior, llenarla de mi por completo, casi al unisono ella exploto, terminaciones nerviosa que desencadenaron una corriente de vibraciones de las paredes de su vagina.
-Uffff- susurré contra su sexo antes de que mis colmillos crecieran y se hundieran violentos en su entrepierna.
Sentí como su orgasmo se incrementaba, la sangre fluía desesperada y yo la bebía a tirones.
Los dos de nuevo nos habíamos dejado llevar por la necesidad, por esa falta que nos hacíamos cuando el uno salia de la vida del otro.
Aparté mi boca de su entrepierna, ríos de sangre escurrían deliciosos por ella mientras mis ojos rojos como el mismo fuego trepaban por su piel al ritmo que lo hacia mi cuerpo.
Un beso, húmedo, cálido y con sabor férreo fue la respuesta a sus palabras.
Me dejé caer saciado por completo a su lado, rodeé su cintura en un gesto que para ella podía ser nimio pero que para mi implicaba enfrentarme a demasiados fantasmas.
-Una noche -repetí autoconvenciendome a mi mismo de que así seria mientras los ojos se me entrecerraban y los primeros rayos de luz chocaban contra el postigo de la habitación.
Seguía en sus trece de que mi cobardía me consumía, quizás era cierto, pero por esa noche, no quería pensar en nada mas.
Nuestras bocas ansiosas se sobrealimentaron como el fuego lo hace del oxigeno que fuerza la danza de la llamas.
Gruñíamos, jadeábamos, mostrábamos la pasión que recorría nuestro cuerpo, embriagándonos del aliento que caldeaba la escasa distancia que separaba nuestros labios.
Lenguas que se acariciaban, serpenteaban ansiosas, acariciando nuestros labios en cada pasada.
Resoplé cuando la puerta fue golpeada, un gruñido fue mi respuesta cuando Dan abandonó mi cuerpo para ir por una bandeja de comida.
-¿en serio? ¿tenia que ser ahora? -me quejé viendo como regresaba al lecho y entre risas tomaba asiento dispuesta a degustar su cena.
Enarqué una ceja, ella me miraba con picardia comentándome los por menores del viaje a México, quería saber si tenia lago mas de información, si había ojeado el libro en este tiempo y a decir verdad, la respuesta era un rotundo no.
Mis dedos acariciaban lentos su muslo, desde fuera estaba seguro que pareceríamos una pareja de enamorados, pues sus atenciones para conmigo no distaban demasiado.
Acabada la bandeja la hizo a un lado, gateó sobre el lecho, quería que yo también comiera, que me alimentara de ella ahora que había recobrado fuerzas.
-Te preocupas demasiado por mi -susurré contra su boca.
Un beso lento, delicado, húmedo que dijo mas que las palabras peor que arrasó con todo en ese momento.
Sonrió con picardia deslizándose por mi pecho, marcando cada centímetro de piel con los dientes, hasta alcanzar mi alzado miembro.
No se contuvo, lamió el tronco humedeciéndolo y tras eso, lo introdujo por completo en la boca. Su lengua torturaba mi frenillo, subía y bajaba succionando la punta, lamiéndola, volviendo a recorrer con sus húmedos labios todo el tronco mientras me arrancaba guturales gruñidos, gemidos que mostraban el placer que esa mujer me daba con la boca en ese momento.
Mi mano en su pelo, incrementando el ritmo, al borde de explotar dentro de su boca en cualquier momento y entonces contra mi punta exhalo su aliento para repetir su petición, quería que me alimentara de ella y así como estaba negare a algo era muy complicado.
-Deja que me corra en tu boca y prometo alimentarme de ti... ¿un 69? -pregunté ladeando la sonrisa con picardia.
Ella no se lo pensó, los dos queríamos saciarnos, los dos estábamos ansioso del otro, de deseo, de todo lo que implicara satisfacer austros cuerpos.
Mi boca se hundió en su centro, sus caderas bailaron ansiosas sobre mi lengua de fuego.
Lamí su trinchera de arriba a bajo, centrado en la entrada de su vagina, endureciendo la lengua para golpear su clítoris y succionarlo después.
La oía gemir, gruñir y mis jadeos acompañaban a los suyos como respuesta de lo que su boca me hacia engullendo mi miembro.
No tardé en sacudirme en su interior, llenarla de mi por completo, casi al unisono ella exploto, terminaciones nerviosa que desencadenaron una corriente de vibraciones de las paredes de su vagina.
-Uffff- susurré contra su sexo antes de que mis colmillos crecieran y se hundieran violentos en su entrepierna.
Sentí como su orgasmo se incrementaba, la sangre fluía desesperada y yo la bebía a tirones.
Los dos de nuevo nos habíamos dejado llevar por la necesidad, por esa falta que nos hacíamos cuando el uno salia de la vida del otro.
Aparté mi boca de su entrepierna, ríos de sangre escurrían deliciosos por ella mientras mis ojos rojos como el mismo fuego trepaban por su piel al ritmo que lo hacia mi cuerpo.
Un beso, húmedo, cálido y con sabor férreo fue la respuesta a sus palabras.
Me dejé caer saciado por completo a su lado, rodeé su cintura en un gesto que para ella podía ser nimio pero que para mi implicaba enfrentarme a demasiados fantasmas.
-Una noche -repetí autoconvenciendome a mi mismo de que así seria mientras los ojos se me entrecerraban y los primeros rayos de luz chocaban contra el postigo de la habitación.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Nuestros cuerpo volvían a encontrarse de nuevo, necesitándose tras la separación que habíamos tenido y como si lo que habíamos hecho en el baño no fuera suficiente, nos rozábamos constantemente mientras nos besábamos en una batalla como si uno quisiera imponerse sobre el otro, jadeando, gruñendo en el beso. Conforme aumentaba el ritmo más caldeado se volvía el ambiente, más calor nos recorría por el cuerpo y más pasional se volvía todo lo que hacíamos. Estábamos desnudos sobre la cama y necesitábamos suplir, de alguna forma, el tiempo que habíamos estados separados el uno del otro durante aquella infernal semana, y eso estaba quedando más que claro y demostrando por cómo nos besábamos y nos tocábamos, incapaces de separarnos. Solo lo hice cuando llamaron a la puerta y me fui a por la bandeja escuchando de fondo un gruñido por su parte que me hizo sonreír de lado, me senté en la cama dispuesta a cenar bajo su atenta mirada y sus preguntas que me hicieron reír entre dientes, sabiendo que no iba a gustarle que nos separáramos en ese momento.
La verdad es que mientras cenaba no respondió demasiado a mis preguntas y más por pensar que lo hacía porque no quería, era porque no lo sabía. Claramente no había tocado el libro desde que me lo regaló si se había pasado la semana como creía que la había pasado pero no dije nada al respecto, durante el trayecto a México tendríamos tiempo de mirarlo a ver si encontrábamos algo que nos pudiera dar alguna pista, que nos pudiera ayudar para saber qué era lo que teníamos que buscar o podíamos encontrar. Él decía que había encontrado algo sobre una antigua leyenda pero no me había contado mucho al respecto, tendría que preguntarle durante el viaje a ver qué era lo que podíamos sacar. Mientras cenaba su mirada no se apartaba de mí y su mano acariciaba mi pierna y la cara interna de mi muslo, yo lo miraba de reojo con una sonrisa de lado hasta que finalmente terminé de cenar y me acerqué al vampiro para buscar sus labios.
Sus palabras me hicieron pensar en ellas durante un breve momento en el que sus labios arrasaban con todo, “te preocupas demasiado por mí”, ¿lo hacía? No lo sabía exactamente, pero lo que sí tenía claro es que en esas condiciones no iba a viajar y dado que no tenía esclavas y no iba a buscarle una presa porque eso iba en contra de mi moral… mejor ahorrar tiempo y que bebiera de mí. No quise pensar en si me preocupaba o no por él, pero lo cierto es que algo sí lo hacía cuando había vuelto esa noche y lo había sacado del lamentado estado en el que lo había encontrado. Sus manos recorrieron mi cuerpo rozándonos de nuevo y esa vez marqué un camino descendente hasta acabar en su miembro, torturándolo, lamiéndolo, engulléndolo mientras le arrancaba gemidos y jadeos, movía su cadera incapaz de controlarse y yo sonreía por lo que le hacía. Su mano fue a mi pelo y marcó un ritmo sabiendo que iba a quedarle poco para que alcanzara el orgasmo, así que me separé y lamí su miembro de nuevo alzando mis ojos para verle, tenía que alimentarse porque todavía seguía algo débil por lo que la droga y el no alimentarse correctamente habían hecho en su cuerpo. Subí hasta sentarme sobre su cadera y mi rostro quedó cerca del suyo, sonreí de lado por sus palabras tan obscenas dichas sin ningún tipo de pudor y enarqué una ceja.
-¿Esto que es, como una negociación? –Pero no me dio tiempo a decir mucho más, raudo me giró sobre su cuerpo para ahora darle la espalda, con su brazo rodeó mi cintura mientras que su otra mano movía mi pierna y tiró de mí para colocarme en la posición que él buscaba, reí entre dientes pero paré de hacerlo cuando un gemido salió de mis labios al notar su lengua recorrer la parte más caliente y húmeda de mi cuerpo, pidiendo por atención. Mis caderas se movieron por si solas y me posicioné mejor para que no le costara y yo pudiera torturarlo como él estaba haciendo conmigo. Volví a gemir de nuevo antes de inclinarme y llevar mi boca hacia su miembro, recorriéndolo con mis labios y con mi lengua antes e introducírmelo y torturarlo mientras me ayudaba de la lengua para recorrerlo, subía y bajaba dejando gemidos y jadeos moviéndome, encorvando mi cuerpo por lo que el vampiro me provocaba, su mano la dejó justo al final de mi espalda y presionó hacia abajo para mantenerme quieta, algo un poco imposible porque no paraba de mover mis caderas y de moverme ante sus atenciones y el placer que me daba. Cuanto más sentíamos más hacíamos como si fuera un bucle que no tenía fin, lamía la punta de mi miembro, la succionaba y volvía a bajar de nuevo marcando un ritmo que el vampiro no iba a aguantar mucho más por como sus caderas se movían y sus gemidos y gruñidos salían de su boca. Yo no iba a durar mucho más tampoco, estaba al borde del orgasmo al haber introducido dos dedos en mi interior y su boca torturar el clítoris, fue el vampiro quien acabó primero, aceptando todo lo que tenía para darme, y tras llegar él alcancé también el orgasmo notando los espasmos por todo el cuerpo, me separé para respirar con normalidad y justo en ese momento fue cuando sentí sus colmillos mordiéndome- Joe –gemí aferrando las sábanas con fuerza ante el placer que su mordisco me provocaba, intuía dónde iba a morderme pero no esperé que lo hiciera tan pronto, mi cuerpo se sacudía por el placer y mi cadera se movía notando que intensificaba el orgasmo. Mordí su cadera con fuerza antes de alzarme y echar la cabeza hacia atrás cayendo mi pelo por la espalda como un manto, gimiendo con cada tirón que daba que me provocaba más placer… hasta que decidió que había sido suficiente y se apartó.
Me quedé tumbada en la cama con los ojos cerrados y la respiración errática mientras el placer se desvanecía lentamente, el vampiro tiró de mi cintura para ponerme bien a su lado y lo miré justo antes de que nuestros labios volvieran a encontrarse, con ese matiz ferroso de la sangre algo más calmados y saciados del todo, dejé un mordisco en su labio inferior antes de que su brazo rodeara mi cintura pegada a su cuerpo y sonreí de lado por sus palabras aunque no me veía. No sabía si lo decía para que lo tuviera claro yo, o lo tuviera claro él… lo repetía como había repetido en la fiesta que no habían reglas. No dije nada al respecto sobre eso y me acomodé contra él cerrando los ojos sintiendo que ya era muy tarde para mí y que debería de haber dormido hace horas, por lo que no tardé demasiado en quedarme durmiendo pegada al vampiro.
Desperté cuando el ocaso estaba próximo, se notaba que entraba algo de luz pero que era muy poca señal de que el anochecer estaba próximo. Abrí los ojos y pude ver que seguíamos en la misma posición en la que nos habíamos quedados durmiendo, salvo que mi cabeza recostaba en el pecho del vampiro y mi mano descansaba sobre su pecho, él seguía rodeándome la cintura con su brazo y lo contemplé durmiendo. Tan tranquilo, tan sereno… quién iba a decir que tras ese rostro casi angelical en esos momentos se escondía todo un demonio. Con cuidado me levanté y me puse lo primero que encontré para salir, tenía hambre pero más que eso necesitaba algo que ponerme así que pensé que quizás en la habitación de invitados hubiera algo. En el armario encontré varios vestidos y cogí uno de ellos, un baño rápido en lo que el día terminaba y finalmente acabé con el vestido puesto. Alguna de las sirvientas había reparado en mi presencia y cuando salí de la habitación ya vestido me informaron de que habían solucionado el pasaje para el barco como les había pedido la noche anterior, y que habían traído las maletas con la ropa de mi casa, le agradecí aquello y fui de vuelta a la habitación donde el vampiro seguía durmiendo completamente desnudo. Me mordí el labio y me senté en la cama contemplándolo antes de despertarlo.
-Joe –lo llamé y luego le di un leve golpecito en el rostro que lo despertó por completo e hizo que su mirada se centrara por completo en la mía- ya es de noche, tenemos que coger un barco. Ya tengo el billete y las maletas están bajo listas para irnos, así que venga… ¡levanta! –Tenía hambre también pero eso podía solucionarlo más tarde en el barco- espero que tengas todo arreglado y no que te pongas a hacerlo ahora –enarqué una ceja, algo me decía que no tenía nada preparado- ah por cierto, tenía razón: eres un colchón muy blandito –dije con tono jocoso acercando mis labios a los suyos para darle un beso y tiré de su brazo- ¡Venga arriba! Tenemos que coger un barco –la verdad es que quitando la parte del viaje y del motivo del mismo era la primera vez que iba a salir del país, me hacía algo de ilusión poder conocer mundo y no quedarme encerrada de por vida en París como había pensado siempre.
La verdad es que mientras cenaba no respondió demasiado a mis preguntas y más por pensar que lo hacía porque no quería, era porque no lo sabía. Claramente no había tocado el libro desde que me lo regaló si se había pasado la semana como creía que la había pasado pero no dije nada al respecto, durante el trayecto a México tendríamos tiempo de mirarlo a ver si encontrábamos algo que nos pudiera dar alguna pista, que nos pudiera ayudar para saber qué era lo que teníamos que buscar o podíamos encontrar. Él decía que había encontrado algo sobre una antigua leyenda pero no me había contado mucho al respecto, tendría que preguntarle durante el viaje a ver qué era lo que podíamos sacar. Mientras cenaba su mirada no se apartaba de mí y su mano acariciaba mi pierna y la cara interna de mi muslo, yo lo miraba de reojo con una sonrisa de lado hasta que finalmente terminé de cenar y me acerqué al vampiro para buscar sus labios.
Sus palabras me hicieron pensar en ellas durante un breve momento en el que sus labios arrasaban con todo, “te preocupas demasiado por mí”, ¿lo hacía? No lo sabía exactamente, pero lo que sí tenía claro es que en esas condiciones no iba a viajar y dado que no tenía esclavas y no iba a buscarle una presa porque eso iba en contra de mi moral… mejor ahorrar tiempo y que bebiera de mí. No quise pensar en si me preocupaba o no por él, pero lo cierto es que algo sí lo hacía cuando había vuelto esa noche y lo había sacado del lamentado estado en el que lo había encontrado. Sus manos recorrieron mi cuerpo rozándonos de nuevo y esa vez marqué un camino descendente hasta acabar en su miembro, torturándolo, lamiéndolo, engulléndolo mientras le arrancaba gemidos y jadeos, movía su cadera incapaz de controlarse y yo sonreía por lo que le hacía. Su mano fue a mi pelo y marcó un ritmo sabiendo que iba a quedarle poco para que alcanzara el orgasmo, así que me separé y lamí su miembro de nuevo alzando mis ojos para verle, tenía que alimentarse porque todavía seguía algo débil por lo que la droga y el no alimentarse correctamente habían hecho en su cuerpo. Subí hasta sentarme sobre su cadera y mi rostro quedó cerca del suyo, sonreí de lado por sus palabras tan obscenas dichas sin ningún tipo de pudor y enarqué una ceja.
-¿Esto que es, como una negociación? –Pero no me dio tiempo a decir mucho más, raudo me giró sobre su cuerpo para ahora darle la espalda, con su brazo rodeó mi cintura mientras que su otra mano movía mi pierna y tiró de mí para colocarme en la posición que él buscaba, reí entre dientes pero paré de hacerlo cuando un gemido salió de mis labios al notar su lengua recorrer la parte más caliente y húmeda de mi cuerpo, pidiendo por atención. Mis caderas se movieron por si solas y me posicioné mejor para que no le costara y yo pudiera torturarlo como él estaba haciendo conmigo. Volví a gemir de nuevo antes de inclinarme y llevar mi boca hacia su miembro, recorriéndolo con mis labios y con mi lengua antes e introducírmelo y torturarlo mientras me ayudaba de la lengua para recorrerlo, subía y bajaba dejando gemidos y jadeos moviéndome, encorvando mi cuerpo por lo que el vampiro me provocaba, su mano la dejó justo al final de mi espalda y presionó hacia abajo para mantenerme quieta, algo un poco imposible porque no paraba de mover mis caderas y de moverme ante sus atenciones y el placer que me daba. Cuanto más sentíamos más hacíamos como si fuera un bucle que no tenía fin, lamía la punta de mi miembro, la succionaba y volvía a bajar de nuevo marcando un ritmo que el vampiro no iba a aguantar mucho más por como sus caderas se movían y sus gemidos y gruñidos salían de su boca. Yo no iba a durar mucho más tampoco, estaba al borde del orgasmo al haber introducido dos dedos en mi interior y su boca torturar el clítoris, fue el vampiro quien acabó primero, aceptando todo lo que tenía para darme, y tras llegar él alcancé también el orgasmo notando los espasmos por todo el cuerpo, me separé para respirar con normalidad y justo en ese momento fue cuando sentí sus colmillos mordiéndome- Joe –gemí aferrando las sábanas con fuerza ante el placer que su mordisco me provocaba, intuía dónde iba a morderme pero no esperé que lo hiciera tan pronto, mi cuerpo se sacudía por el placer y mi cadera se movía notando que intensificaba el orgasmo. Mordí su cadera con fuerza antes de alzarme y echar la cabeza hacia atrás cayendo mi pelo por la espalda como un manto, gimiendo con cada tirón que daba que me provocaba más placer… hasta que decidió que había sido suficiente y se apartó.
Me quedé tumbada en la cama con los ojos cerrados y la respiración errática mientras el placer se desvanecía lentamente, el vampiro tiró de mi cintura para ponerme bien a su lado y lo miré justo antes de que nuestros labios volvieran a encontrarse, con ese matiz ferroso de la sangre algo más calmados y saciados del todo, dejé un mordisco en su labio inferior antes de que su brazo rodeara mi cintura pegada a su cuerpo y sonreí de lado por sus palabras aunque no me veía. No sabía si lo decía para que lo tuviera claro yo, o lo tuviera claro él… lo repetía como había repetido en la fiesta que no habían reglas. No dije nada al respecto sobre eso y me acomodé contra él cerrando los ojos sintiendo que ya era muy tarde para mí y que debería de haber dormido hace horas, por lo que no tardé demasiado en quedarme durmiendo pegada al vampiro.
Desperté cuando el ocaso estaba próximo, se notaba que entraba algo de luz pero que era muy poca señal de que el anochecer estaba próximo. Abrí los ojos y pude ver que seguíamos en la misma posición en la que nos habíamos quedados durmiendo, salvo que mi cabeza recostaba en el pecho del vampiro y mi mano descansaba sobre su pecho, él seguía rodeándome la cintura con su brazo y lo contemplé durmiendo. Tan tranquilo, tan sereno… quién iba a decir que tras ese rostro casi angelical en esos momentos se escondía todo un demonio. Con cuidado me levanté y me puse lo primero que encontré para salir, tenía hambre pero más que eso necesitaba algo que ponerme así que pensé que quizás en la habitación de invitados hubiera algo. En el armario encontré varios vestidos y cogí uno de ellos, un baño rápido en lo que el día terminaba y finalmente acabé con el vestido puesto. Alguna de las sirvientas había reparado en mi presencia y cuando salí de la habitación ya vestido me informaron de que habían solucionado el pasaje para el barco como les había pedido la noche anterior, y que habían traído las maletas con la ropa de mi casa, le agradecí aquello y fui de vuelta a la habitación donde el vampiro seguía durmiendo completamente desnudo. Me mordí el labio y me senté en la cama contemplándolo antes de despertarlo.
-Joe –lo llamé y luego le di un leve golpecito en el rostro que lo despertó por completo e hizo que su mirada se centrara por completo en la mía- ya es de noche, tenemos que coger un barco. Ya tengo el billete y las maletas están bajo listas para irnos, así que venga… ¡levanta! –Tenía hambre también pero eso podía solucionarlo más tarde en el barco- espero que tengas todo arreglado y no que te pongas a hacerlo ahora –enarqué una ceja, algo me decía que no tenía nada preparado- ah por cierto, tenía razón: eres un colchón muy blandito –dije con tono jocoso acercando mis labios a los suyos para darle un beso y tiré de su brazo- ¡Venga arriba! Tenemos que coger un barco –la verdad es que quitando la parte del viaje y del motivo del mismo era la primera vez que iba a salir del país, me hacía algo de ilusión poder conocer mundo y no quedarme encerrada de por vida en París como había pensado siempre.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Un golpe en mi rostro me despertó, abrí primero un ojo centrándome en mi prometida, ladeé la sonrisa retozando entre las sabanas sin ningún tipo de ganas de ponerme en pie.
La cazadora insistía en que teníamos que salir, que el barco nos esperaba atracado en el puerto.
La veía radiante, como si ese viaje le hiciera realmente ilusión, como si la idea de salir de París supusiera para ella un sueño que cumplía gracias a mi.
Alagué mi brazo lanzandola vestido incluido conmigo al lecho, mi boca recorrió su cuello mientras mi nariz acariciaba su piel y ella reía a carcajadas pidiéndome que la soltara.
-no tengo preparado nada -confesé contra su boca -esta semana he estado ocupado en otras cosas -apunté con sinceridad.
Su boca recorrió mi mandíbula, lamiéndola lentamente, riendo contra mi piel al ver como con mis dedos le hacia cosquillas.
-Amor, preparame la maleta -le pedí con cara de bueno, recorriendo su cuello con mi boca, plagandolo de besos.
Dan reía negándose, tiraba de mi para que me levantara y dejara de holgazanear, mientras yo seguía rodeando su cintura con mi brazo haciéndola caer una y otra vez al lecho conmigo.
El cochero nos llevó con el equipaje a puerto, una semana de trayecto teníamos para llegar a México, esperaba que en lo que había de trayecto pudiéramos echar un ojo a ese libro que ahora mi prometida apretaba contra su pecho.
Mis ojos se deslizaron por su precioso rostro, con ella me sentía bien, me dejaba embragar por cada instante que pasábamos juntos, como si de algún modo fuéramos una pareja mas, aunque eso no fuera del todo verdad.
-Cuando volvamos quiero que celebremos nuestro enlace -dije sin mas -al final me muero y sin casarme contigo -apunté con cierto tono cómico.
Dan casi me tira el libro a la cabeza, por suerte, al alzar el dedo y negar, se lo pensó mejor dándose cuenta de la importancia que tenia ese libro.
-Sabes que es posible que no salga de esta, necesito dejar tu futuro asegurado Dan -no había broma en mi voz – y te pido que cuides de la niña, te vi volver con ella de la feria.
Se que tu te encargaras de velar de sus intereses si yo falto.
Cambie de conversación, tampoco era mi intención que aquello se convirtiera en una conversación muy profunda, llegado el momento, hablaríamos largo y tendido de todo eso.
-Ademas tu padre no deja de insistirme, ya sabes que los tengo en el bote -dije guiñándole un ojo con cierta picardia.
Bajamos del carruaje, cargué con las maletas, pero no pude evitar enarcar una ceja y clavar mis ojos en los de mi prometida.
-¿a quien has descuartizado amor? -pregunté -sus maletas pesaban como si llevara un muerto en ellas.
La cazadora insistía en que teníamos que salir, que el barco nos esperaba atracado en el puerto.
La veía radiante, como si ese viaje le hiciera realmente ilusión, como si la idea de salir de París supusiera para ella un sueño que cumplía gracias a mi.
Alagué mi brazo lanzandola vestido incluido conmigo al lecho, mi boca recorrió su cuello mientras mi nariz acariciaba su piel y ella reía a carcajadas pidiéndome que la soltara.
-no tengo preparado nada -confesé contra su boca -esta semana he estado ocupado en otras cosas -apunté con sinceridad.
Su boca recorrió mi mandíbula, lamiéndola lentamente, riendo contra mi piel al ver como con mis dedos le hacia cosquillas.
-Amor, preparame la maleta -le pedí con cara de bueno, recorriendo su cuello con mi boca, plagandolo de besos.
Dan reía negándose, tiraba de mi para que me levantara y dejara de holgazanear, mientras yo seguía rodeando su cintura con mi brazo haciéndola caer una y otra vez al lecho conmigo.
El cochero nos llevó con el equipaje a puerto, una semana de trayecto teníamos para llegar a México, esperaba que en lo que había de trayecto pudiéramos echar un ojo a ese libro que ahora mi prometida apretaba contra su pecho.
Mis ojos se deslizaron por su precioso rostro, con ella me sentía bien, me dejaba embragar por cada instante que pasábamos juntos, como si de algún modo fuéramos una pareja mas, aunque eso no fuera del todo verdad.
-Cuando volvamos quiero que celebremos nuestro enlace -dije sin mas -al final me muero y sin casarme contigo -apunté con cierto tono cómico.
Dan casi me tira el libro a la cabeza, por suerte, al alzar el dedo y negar, se lo pensó mejor dándose cuenta de la importancia que tenia ese libro.
-Sabes que es posible que no salga de esta, necesito dejar tu futuro asegurado Dan -no había broma en mi voz – y te pido que cuides de la niña, te vi volver con ella de la feria.
Se que tu te encargaras de velar de sus intereses si yo falto.
Cambie de conversación, tampoco era mi intención que aquello se convirtiera en una conversación muy profunda, llegado el momento, hablaríamos largo y tendido de todo eso.
-Ademas tu padre no deja de insistirme, ya sabes que los tengo en el bote -dije guiñándole un ojo con cierta picardia.
Bajamos del carruaje, cargué con las maletas, pero no pude evitar enarcar una ceja y clavar mis ojos en los de mi prometida.
-¿a quien has descuartizado amor? -pregunté -sus maletas pesaban como si llevara un muerto en ellas.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
El día, o más bien la noche mejor dicho, había llegado finalmente y era el momento de ponernos en marcha para coger un barco que nos llevaría de destino a México, donde emprenderíamos una búsqueda con el libro que Joe me había regalado para intentar averiguar cómo podíamos parar esa maldición que le acechaba tanto a él como a Sun, aunque sabía que Assur y ella se habían ido al norte a seguir una pista nosotros sin embargo seguíamos una pista que nos llevaba al sur… puede que una de las dos fuera falsa, puede que fueran las dos o que ambas tuvieran significado y al final fueran necesarias… nunca lo sabríamos de no ir para averiguarlo. Él tenía que contarme más sobre la pista que lo había llevado a México y la leyenda esa de la que hablaba, la decisión había sido un poco precipitada pero ya le di mi palabra y pensaba cumplirá. Así que dejándolo a él durmiendo todavía me desprendí de su brazo que me rodeaba la cintura y fui a la habitación de invitados a darme un baño y buscar un vestido, al salir me encontré con que el billete y las maletas estaban ya allí como había pedido por la noche en la carta que les hice entregar a mis padres.
Volví de vuelta a la habitación del vampiro y por unos segundos lo contemplé durmiendo totalmente despreocupado, como si nada pasara y no nos esperara un barco, ni un viaje ni una maldición asolara su vida inmortal. Parecía hasta que era casi un ángel mientras dormía, pero nada más lejos de la realidad porque de ángel tenía más bien poco, era un completo demonio procedente del averno que me arrastraba con él al Infierno. Lo llamé esperando a que se despertara pero tuve que darle un leve golpe en su rostro hasta que abrió sus ojos, lo contemplé viendo que sonreía de lado y que se estiraba en las sábanas sin ganas de moverse de la cama, enarqué una ceja esperando a que se moviera pero tuve que decirle que lo hiciera porque parecía más bien hacer el vago y remolonear un rato más sobre el colchón. Esperaba que tuviera todo preparado y listo para el viaje pero más bien tenía la sensación de que no iba a ser así, con lo cual mayor motivo para levantarse de la cama, yo tiraba de su brazo pero parecía ser una estatua porque no se movía.
Acabó rodeando mi cintura con su brazo empujándome contra él para que cayera al colchón a su lado, lo miré de forma fija con una sonrisa ladeada porque parecía un niño pequeño que se negaba a salir de la cama, una faceta un tanto peculiar para el vampiro que ni por asomo había pensado ver nunca en él. Sus labios recorrían mi cuello y su nariz recorría mi piel en una lenta pasada, mientras le preguntaba si lo tenía todo preparado y que sin o teníamos que ponernos en marcha, además de que le decía que me soltara pero el vampiro parecía no querer soltarme en esos momentos y negué lentamente con la cabeza por ello. Acabó confirmando lo que yo sabía, que no tenía nada preparado y que había estado ocupado en otras cosas… cosas como drogarse, más bien. Sus labios estaban sobre los míos y fruncí levemente el ceño cuando dijo que le preparara la maleta como si fuera bueno, algo que me hizo reír entre dientes por su fingida actuación que no colaba en absoluto.
-No soy tú criada Joe, deberías de tener ya la maleta preparada –comenté perfilando su mandíbula con mis labios, riéndome por cómo se estaba comportando- pareces un niño pequeño, o peor que uno –dejé un beso en sus labios y me incorporé para tirar de su brazo y que se moviera- venga arriba, levántate ya –pedí tirando pero el resultado fue que me volvió a rodear para tirar de mí y dejarme caer sobre el colchón- Joe –le dije volviendo a levantarme con el mismo resultado mientras lo miraba de forma fija, era imposible levantarme y acabé riéndome por la actitud que tenía… curioso, antes no había querido que tocara su cama y ahora sin embargo no dejaba de hacer que cayera en su lecho una y otra vez. Jugaba conmigo y me desafiaba mientras él se divertía con aquello, era imposible contra su rapidez y su fuerza y al final me quedé tumbada en la cama negando con la cabeza con una sonrisa- peor que un niño –corroboré antes de girar mi rostro y buscar sus labios solo para darle un empujón y que rodara por la cama para que se moviera- venga, arriba –conseguí levantarme y que se pusiera en marcha, hacer que cogiera lo que necesitaba y yo cargué con el libro que durante esa semana iba a ser nuestra lectura.
Por fin acabamos montándonos en el carruaje que nos llevaría hasta el puerto para coger el barco con todo ya preparado mientras portaba el libro contra mi pecho y miraba por la ventana del carruaje acercándonos cada vez más al puerto. Estaba algo ilusionada por el viaje, no por el motivo del mismo, sino porque era la primera vez que iba a salir del país ya que era algo que nunca había hecho, y tenía ganas de conocer el mundo. Mi madre siempre había sido muy protectora en cuanto a cuidar de nosotros, y a veces ni siquiera nos dejaba demasiado salir fuera mucho menos de la capital o del país… y aunque el viaje fuera por salvar su vida y la del rayo del sol, que ahora compartían ambos destino, no podía evitar estar contenta por el viaje. Nunca había conocido la mar, no más allá de lo que se podía ver en la playa así que tenía ganas. Mis pensamientos cesaron cuando escuché las palabras del vampiro que hizo que me girara a mirarlo, quería casarse en volver viaje y debía de admitir que pensarlo me ponía de los nervios. Una cosa era pensar en el hecho de que íbamos a casarnos, de hecho es que pensé que nunca sucedería, y otra es saber que estaba inminente… no había pensado en que pasaría de verdad, y ahora debía de hacerme a la idea.
-No seas imbécil –dije por su último comentario y estuve a punto de tirarle el libro pero no lo hice porque él me paró y me hizo recordar que era importante como para lanzárselo… aunque ganas no me faltaron- ¿a qué viene esto ahora? –Pregunté pero su pregunta la obtuve enseguida; porque pensaba que quizás de nada sirviera el viaje y que terminara consumiéndole la maldición. Fruncí el ceño de nuevo apretando el libro con fuerza, seguía cabreándome sobremanera lo de la maldición y no contemplaba la opción de que no se pudiera salvar, si de algo me había dado cuenta era de que Assur no dejaría que ninguno de los dos muriera, eso lo pude ver la misma noche en la que él estuvo dispuesto a compartir destino con ella. Aparte de eso parecía bastante comprometido con la idea de ayudar a mi familia, prueba de ello fue el cheque en blanco que dejó junto al anillo el día de mi cumpleaños, además sus palabras iban totalmente en serio porque no lo decía en forma de broma, lo miré de forma más fija cuando me dijo que quería que fuera yo quien cuidara de Nim, eso me hizo abrir mis labios ligeramente porque era algo que no me lo había esperado para nada- ¿Yo? –Pregunté sin creerme todavía sus palabras, una cosa era llevarla un día a la feria y otra cuidar de ella y darle lo que necesitaba… yo no podía darle lo que necesitaba como él hacía, por mis venas no corría sangre de vampiro- ¿por qué me dices todo esto ahora? –Pregunté observándolo pero, como de costumbre, cambió de conversación alegando que mi padre no dejaba de preguntarle y que los tenía en el bote- pues tendrás que explicarles cómo es que la ceremonia tendría que ser de noche, ya que los tienes en el bote –sonreí de lado, no iba a ser yo quien se lo dijera porque además al vampiro le concedían y aceptaban todo, así que mejor él que yo para lidiar con eso. Finalmente llegamos al puerto y bajamos, mis ojos se fijaron en el barco y un cosquilleo se instaló en mi vientre porque no había montado nunca en uno, ni ido por el mar… pero me giré ante la pregunta del vampiro y sonreí con cierta malicia- a tú camello –respondí con seguridad y de forma seria- para que te acuerdes en el viaje de lo que no tienes que hacer, además, he de decirte que no me costó seguir el rastro ni darle caza –me crucé de brazos mientras él me miraba- sólo es esa maleta, el resto es ropa –sonreí con malicia y hasta por un momento el vampiro me creyó y todo… pero luego me reí entre dientes y me encogí de hombros- no he sido yo quien ha hecho la maleta, pero conociendo a Mina seguro que ha metido medio armario en las maletas con toda clase de ropa y demás utensilios, venga vamos –cogí una de las maletas yo también y pronto nos acercamos para embarcar, dimos los billetes y nos adentramos en el interior, yo seguía al vampiro porque estaba un poco perdida hasta su camarote donde dejamos las maletas, saqué mi billete y miré el número- luego llevaremos las maletas a mi camarote, está un par más allá –señalé con la cabeza y dejé todo sobre la cama de la habitación- luego, quiero ver como zarpamos –tiré de él para salir del camarote y subir a cubierta donde me acerqué hasta la popa del barco pegándome a la barandilla desde donde se veía el puerto y la ciudad con sus luces, la leve brisa marina mecía mi pelo y aparté unos mechones de mi rostro sintiendo la presencia del vampiro cerca tras mi espalda- ¿sabes que es la primera vez que monto en barco? También es la primera vez que salgo del país –dejé mis brazos sobre la barandilla notando que el barco comenzaba a moverse y que poco a poco nos íbamos alejando del puerto que cada vez se iba haciendo más diminuto, me asomé un poco para ver la estela que dejaba los motores del barco y me puse de nuevo bien- tengo una pregunta, ¿cómo te vas a alimentar lo que dura el viaje? –Giré mi rostro para mirarlo y enarcar una ceja por ello, aunque algo me hacía saber ya la respuesta de mi propia pregunta.
Volví de vuelta a la habitación del vampiro y por unos segundos lo contemplé durmiendo totalmente despreocupado, como si nada pasara y no nos esperara un barco, ni un viaje ni una maldición asolara su vida inmortal. Parecía hasta que era casi un ángel mientras dormía, pero nada más lejos de la realidad porque de ángel tenía más bien poco, era un completo demonio procedente del averno que me arrastraba con él al Infierno. Lo llamé esperando a que se despertara pero tuve que darle un leve golpe en su rostro hasta que abrió sus ojos, lo contemplé viendo que sonreía de lado y que se estiraba en las sábanas sin ganas de moverse de la cama, enarqué una ceja esperando a que se moviera pero tuve que decirle que lo hiciera porque parecía más bien hacer el vago y remolonear un rato más sobre el colchón. Esperaba que tuviera todo preparado y listo para el viaje pero más bien tenía la sensación de que no iba a ser así, con lo cual mayor motivo para levantarse de la cama, yo tiraba de su brazo pero parecía ser una estatua porque no se movía.
Acabó rodeando mi cintura con su brazo empujándome contra él para que cayera al colchón a su lado, lo miré de forma fija con una sonrisa ladeada porque parecía un niño pequeño que se negaba a salir de la cama, una faceta un tanto peculiar para el vampiro que ni por asomo había pensado ver nunca en él. Sus labios recorrían mi cuello y su nariz recorría mi piel en una lenta pasada, mientras le preguntaba si lo tenía todo preparado y que sin o teníamos que ponernos en marcha, además de que le decía que me soltara pero el vampiro parecía no querer soltarme en esos momentos y negué lentamente con la cabeza por ello. Acabó confirmando lo que yo sabía, que no tenía nada preparado y que había estado ocupado en otras cosas… cosas como drogarse, más bien. Sus labios estaban sobre los míos y fruncí levemente el ceño cuando dijo que le preparara la maleta como si fuera bueno, algo que me hizo reír entre dientes por su fingida actuación que no colaba en absoluto.
-No soy tú criada Joe, deberías de tener ya la maleta preparada –comenté perfilando su mandíbula con mis labios, riéndome por cómo se estaba comportando- pareces un niño pequeño, o peor que uno –dejé un beso en sus labios y me incorporé para tirar de su brazo y que se moviera- venga arriba, levántate ya –pedí tirando pero el resultado fue que me volvió a rodear para tirar de mí y dejarme caer sobre el colchón- Joe –le dije volviendo a levantarme con el mismo resultado mientras lo miraba de forma fija, era imposible levantarme y acabé riéndome por la actitud que tenía… curioso, antes no había querido que tocara su cama y ahora sin embargo no dejaba de hacer que cayera en su lecho una y otra vez. Jugaba conmigo y me desafiaba mientras él se divertía con aquello, era imposible contra su rapidez y su fuerza y al final me quedé tumbada en la cama negando con la cabeza con una sonrisa- peor que un niño –corroboré antes de girar mi rostro y buscar sus labios solo para darle un empujón y que rodara por la cama para que se moviera- venga, arriba –conseguí levantarme y que se pusiera en marcha, hacer que cogiera lo que necesitaba y yo cargué con el libro que durante esa semana iba a ser nuestra lectura.
Por fin acabamos montándonos en el carruaje que nos llevaría hasta el puerto para coger el barco con todo ya preparado mientras portaba el libro contra mi pecho y miraba por la ventana del carruaje acercándonos cada vez más al puerto. Estaba algo ilusionada por el viaje, no por el motivo del mismo, sino porque era la primera vez que iba a salir del país ya que era algo que nunca había hecho, y tenía ganas de conocer el mundo. Mi madre siempre había sido muy protectora en cuanto a cuidar de nosotros, y a veces ni siquiera nos dejaba demasiado salir fuera mucho menos de la capital o del país… y aunque el viaje fuera por salvar su vida y la del rayo del sol, que ahora compartían ambos destino, no podía evitar estar contenta por el viaje. Nunca había conocido la mar, no más allá de lo que se podía ver en la playa así que tenía ganas. Mis pensamientos cesaron cuando escuché las palabras del vampiro que hizo que me girara a mirarlo, quería casarse en volver viaje y debía de admitir que pensarlo me ponía de los nervios. Una cosa era pensar en el hecho de que íbamos a casarnos, de hecho es que pensé que nunca sucedería, y otra es saber que estaba inminente… no había pensado en que pasaría de verdad, y ahora debía de hacerme a la idea.
-No seas imbécil –dije por su último comentario y estuve a punto de tirarle el libro pero no lo hice porque él me paró y me hizo recordar que era importante como para lanzárselo… aunque ganas no me faltaron- ¿a qué viene esto ahora? –Pregunté pero su pregunta la obtuve enseguida; porque pensaba que quizás de nada sirviera el viaje y que terminara consumiéndole la maldición. Fruncí el ceño de nuevo apretando el libro con fuerza, seguía cabreándome sobremanera lo de la maldición y no contemplaba la opción de que no se pudiera salvar, si de algo me había dado cuenta era de que Assur no dejaría que ninguno de los dos muriera, eso lo pude ver la misma noche en la que él estuvo dispuesto a compartir destino con ella. Aparte de eso parecía bastante comprometido con la idea de ayudar a mi familia, prueba de ello fue el cheque en blanco que dejó junto al anillo el día de mi cumpleaños, además sus palabras iban totalmente en serio porque no lo decía en forma de broma, lo miré de forma más fija cuando me dijo que quería que fuera yo quien cuidara de Nim, eso me hizo abrir mis labios ligeramente porque era algo que no me lo había esperado para nada- ¿Yo? –Pregunté sin creerme todavía sus palabras, una cosa era llevarla un día a la feria y otra cuidar de ella y darle lo que necesitaba… yo no podía darle lo que necesitaba como él hacía, por mis venas no corría sangre de vampiro- ¿por qué me dices todo esto ahora? –Pregunté observándolo pero, como de costumbre, cambió de conversación alegando que mi padre no dejaba de preguntarle y que los tenía en el bote- pues tendrás que explicarles cómo es que la ceremonia tendría que ser de noche, ya que los tienes en el bote –sonreí de lado, no iba a ser yo quien se lo dijera porque además al vampiro le concedían y aceptaban todo, así que mejor él que yo para lidiar con eso. Finalmente llegamos al puerto y bajamos, mis ojos se fijaron en el barco y un cosquilleo se instaló en mi vientre porque no había montado nunca en uno, ni ido por el mar… pero me giré ante la pregunta del vampiro y sonreí con cierta malicia- a tú camello –respondí con seguridad y de forma seria- para que te acuerdes en el viaje de lo que no tienes que hacer, además, he de decirte que no me costó seguir el rastro ni darle caza –me crucé de brazos mientras él me miraba- sólo es esa maleta, el resto es ropa –sonreí con malicia y hasta por un momento el vampiro me creyó y todo… pero luego me reí entre dientes y me encogí de hombros- no he sido yo quien ha hecho la maleta, pero conociendo a Mina seguro que ha metido medio armario en las maletas con toda clase de ropa y demás utensilios, venga vamos –cogí una de las maletas yo también y pronto nos acercamos para embarcar, dimos los billetes y nos adentramos en el interior, yo seguía al vampiro porque estaba un poco perdida hasta su camarote donde dejamos las maletas, saqué mi billete y miré el número- luego llevaremos las maletas a mi camarote, está un par más allá –señalé con la cabeza y dejé todo sobre la cama de la habitación- luego, quiero ver como zarpamos –tiré de él para salir del camarote y subir a cubierta donde me acerqué hasta la popa del barco pegándome a la barandilla desde donde se veía el puerto y la ciudad con sus luces, la leve brisa marina mecía mi pelo y aparté unos mechones de mi rostro sintiendo la presencia del vampiro cerca tras mi espalda- ¿sabes que es la primera vez que monto en barco? También es la primera vez que salgo del país –dejé mis brazos sobre la barandilla notando que el barco comenzaba a moverse y que poco a poco nos íbamos alejando del puerto que cada vez se iba haciendo más diminuto, me asomé un poco para ver la estela que dejaba los motores del barco y me puse de nuevo bien- tengo una pregunta, ¿cómo te vas a alimentar lo que dura el viaje? –Giré mi rostro para mirarlo y enarcar una ceja por ello, aunque algo me hacía saber ya la respuesta de mi propia pregunta.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
No pude evitar echarme a reír por su mordaz comentario, como no, tenia que sacar a relucir el tema de las drogas que durante una semana había estado metiéndome sin pausa, es mas, sentía cierto mono ahora, la necesidad de seguir colocándome.
Claro que tampoco eso iba a decírselo a mi preciosa prometida, no solo me había ayudado a sobrellevar su ausencia, a verla como un espectro a mi lado si no a difuminar, camuflar, el dolor de esa marca que se extendía a paso rápido por mi vientre.
Subimos por la rampa del barco, Dan parecía una niña con zapatos nuevos, feliz correteaba por cubierta, maleta en mano mientras yo arrastraba a mi camello en la otra.
Descargamos en el camarote y tirando de mi me hizo subir a la cubierta, quería ver zarpar el barco.
Acorté la distancia que nos separaba, sus ojos se centraban en como se achicaba el paisaje ante sus ojos mientras el arco lentamente iba dejándose mecer por el arrullo de las olas.
Apoyé mi barbilla en su hombro, mis manos se apoyaron en la barandilla, su cuerpo en el centro de mis brazos y el viento meciendo con suavidad su pelo que acariciaba de forma lenta mi rostro.
-Una vez seas mi mujer podremos, podrás recorrer el mundo entero, puedo poner el mundo a tus pies Dan, todo lo que me pidas te lo daré -susurré en su oído -solo has de aceptar mis reglas -apunté dejando un suave mordisco en su cuello.
Dan se giró para enfrentar mis tormentas, es como si intuyera a lo que me refería y creo que ninguno de los dos hoy queríamos discutir sobre el tema, la ultima vez yo había acabado huyendo y una semana después volvíamos a estar juntos.
Tenia que admitir que esa noche junto a ella la había disfrutado, lo había hecho hasta un punto desmesurado y eso me inquietaba demasiado, pues mis ganas de repetir contrastaban con el miedo que me hacia evitarlo.
Me eché a reír volviendo a poner frente a mi esas mil una mascaras que siempre solía lucir.
-¿como me alimentaré? Fácil pequeña, de ti y de las jovencitas que he metido en una de las habitaciones para que cubran mis menesteres -apunté con una ladeada sonrisa.
Puede que yo no fuera Assur que ataba hasta el ultimo cabo, pero no era tan necio como para embarcar en un barco en el que iba a pasar una semana y no tener nada que llevarme a la boca.
-Te he preparado una deliciosa cena en el restaurante, espero que sea de tu agrado, tendremos tiempo después a leer ese libro que con tanto afán custodias pequeña cazadora, peor ahora complace a tu futuro marido y permiteme llevarte a cenar..a beber y después... -ladeé la sonrisa con picardia -una de las habitaciones, la de las esclavas, creo que te gustará, ya me entiendes preciosa... -hice una pausa -si te portas bien, te dejaré que juegues conmigo después.
Claro que tampoco eso iba a decírselo a mi preciosa prometida, no solo me había ayudado a sobrellevar su ausencia, a verla como un espectro a mi lado si no a difuminar, camuflar, el dolor de esa marca que se extendía a paso rápido por mi vientre.
Subimos por la rampa del barco, Dan parecía una niña con zapatos nuevos, feliz correteaba por cubierta, maleta en mano mientras yo arrastraba a mi camello en la otra.
Descargamos en el camarote y tirando de mi me hizo subir a la cubierta, quería ver zarpar el barco.
Acorté la distancia que nos separaba, sus ojos se centraban en como se achicaba el paisaje ante sus ojos mientras el arco lentamente iba dejándose mecer por el arrullo de las olas.
Apoyé mi barbilla en su hombro, mis manos se apoyaron en la barandilla, su cuerpo en el centro de mis brazos y el viento meciendo con suavidad su pelo que acariciaba de forma lenta mi rostro.
-Una vez seas mi mujer podremos, podrás recorrer el mundo entero, puedo poner el mundo a tus pies Dan, todo lo que me pidas te lo daré -susurré en su oído -solo has de aceptar mis reglas -apunté dejando un suave mordisco en su cuello.
Dan se giró para enfrentar mis tormentas, es como si intuyera a lo que me refería y creo que ninguno de los dos hoy queríamos discutir sobre el tema, la ultima vez yo había acabado huyendo y una semana después volvíamos a estar juntos.
Tenia que admitir que esa noche junto a ella la había disfrutado, lo había hecho hasta un punto desmesurado y eso me inquietaba demasiado, pues mis ganas de repetir contrastaban con el miedo que me hacia evitarlo.
Me eché a reír volviendo a poner frente a mi esas mil una mascaras que siempre solía lucir.
-¿como me alimentaré? Fácil pequeña, de ti y de las jovencitas que he metido en una de las habitaciones para que cubran mis menesteres -apunté con una ladeada sonrisa.
Puede que yo no fuera Assur que ataba hasta el ultimo cabo, pero no era tan necio como para embarcar en un barco en el que iba a pasar una semana y no tener nada que llevarme a la boca.
-Te he preparado una deliciosa cena en el restaurante, espero que sea de tu agrado, tendremos tiempo después a leer ese libro que con tanto afán custodias pequeña cazadora, peor ahora complace a tu futuro marido y permiteme llevarte a cenar..a beber y después... -ladeé la sonrisa con picardia -una de las habitaciones, la de las esclavas, creo que te gustará, ya me entiendes preciosa... -hice una pausa -si te portas bien, te dejaré que juegues conmigo después.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Mientras llevábamos las maletas para subir por la rampa del barco, enseñar los billetes que teníamos y dejarnos entrar para ir hacia el camarote y dejar las maletas que llevábamos, la verdad era que Mina parecía haberse pasado un poco con las maletas mías y estaba convencida de que portaba medio armario entre todas mis maletas. No había podido evitar decirle al vampiro que era su camello al que había descuartizado, la respuesta había salido sola y ni siquiera lo pensé cuando respondí. Lo dije de forma seria en todo momento pero también para que viera que no me había gustado lo que estuvo haciendo durante toda la semana, y que no iba a volver a hacerlo de nuevo o su camello, el próximo, de verdad acabaría descuartizado. Pero no quise pensar en eso sino en disfrutar de montar en un barco, observaba todo por donde pasábamos ya que era la primera vez que montaba en uno y seguí al vampiro quien fue directo hacia el camarote, dejamos las maletas y sobre el escritorio que había dejé el libro, seguía teniendo algo de hambre pero quería ver como zarpábamos.
Así que tirando de su brazo casi que lo obligué a seguirme mientras subíamos a cubierta y me dirigía hacia la popa del barco, no había mucha gente y me apoyé contra la barandilla dejando mis brazos sobre la misma notando la leve brisa marina acariciar mi rostro y revolver algunos mechones de mi pelo sintiendo la presencia del vampiro cerca, no tardó en acortar las distancias y lo noté contra mi espalda pegando su pecho, sus manos se apoyaron en la barandilla dejándome entre sus brazos y su barbilla se apoyó en mi hombro mientras el barco se alejaba del puerto y cada vez este se veía más y más pequeño, dejando una estela tras su paso mientras nos adentrábamos en el mar y ponían rumbo hacia nuestro próximo destino, aquel donde deberíamos de encontrar una cura para la maldición que les asolaba.
Sentí el aliento del vampiro dar en mi oído cuando me habló respondiendo de alguna forma a mis palabras sobre que no había salido nunca del país y que no había montado en barco. Él decía que cuando nos casáramos podría hacerlo más veces, él aseguraba poder recorrer el mundo entero e incluso afirmó que podía poner el mundo a mis pies, que todo lo que pidiera me lo daría… eso sonaba de otra forma bastante diferente, casi como si fuera una confesión, algo que una persona enamorada le diría a otra aunque bien sabía que las intenciones del vampiro no iban por ese lado. Él era inmortal y tenía todo el tiempo para poder disfrutar de viajar por donde quisiera, además el dinero para él no suponía un problema y era algo que en parte ya me había demostrado… él podría comprar un maldito barco, con su tripulación, para poder recorrer el mundo si quisiera. Mis palabras no habían sido para que él me dijera eso, de hecho aunque la idea era en sí algo bonita quizás no se llegara a realizar nunca, aunque sí era cierto que con él iba a tener la libertad que nunca me había sido otorgada.
Dejó un mordisco en mi cuello de forma suave no sin antes matizar sus palabras terminando que, para ello, para que cumpliera con lo que me había dicho solo tenía que aceptar sus reglas… volvíamos de nuevo a las reglas, el vampiro siempre hablaba de ellas pero en cambio jamás me decía en qué consistían esas reglas. Aunque sí sabía cuál era: dormir juntos. Algo en lo que se había empeñado y me había dejado más que claro unas cuantas veces, me giré para apoyar mi espalda contra la barandilla y mirarlo de forma fija, esperando que de alguna forma me dijera cuáles eran esas reglas de las que él hablaba, sin embargo no hizo comentario alguno en esos momentos… y lo dejé pasar por alto, no quería empezar una discusión de nuevo aunque esa vez el vampiro no podría salir huyendo como había hecho antes.
Su respuesta a mi pregunta de cómo se alimentaría llegó tras una pequeña risa, como ya había pensado dijo que de mí y de unas esclavas que ya había preparado para poder alimentarse en lo que durara el viaje, en parte había pensado también en esa opción pero al no haber visto rastro alguno de ahí mi pregunta, enarqué una ceja pensando en por qué se iba a alimentar de mí cuando ya tenía esclavas para que lo hiciera, las veces que se había alimentado de mí había sido o bien porque lo había llevado al extremo y su bestia había salido a flote como pasó la noche del hotel, o bien porque estaba tan débil y drogado que necesitaba sangre para recuperarse, como la noche pasada. Sonreí de lado de forma ladina y negué levemente con la cabeza, cierto era que anoche me había ofrecido yo para que se alimentara pero… mi orgullo de cazadora se retorcía cuando bebía de mí, no dejaba de lado el hecho de que era un vampiro y yo una cazadora, eso no casaba conmigo igual que tampoco vería cómo se alimentaba… algo que en mí política no entraba.
-Si ya tienes esclavas, ¿por qué alimentarte de mí? –Sonreí de lado, pero la verdad es que no veía motivo alguno para hacerlo, lo miré de forma fija cuando dijo que había una cena preparada y que le dejara llevarme a cenar y le complaciera en eso, la verdad es que tenía hambre así que no iba a negarme en absoluto. Dijo que ya tendríamos tiempo de echarle un ojo al libro que había portado en mis brazos todo el trayecto, le diría que “era un regalo” pero no quería entrar en detalles de si lo custodiaba más o menos, para luego reírme cuando dijo que después de cenar y de beber me llevaría a una de las habitaciones de las esclavas, con una sonrisa pícara pintada en sus labios, alegando que me gustaría y entendí por dónde iba, me reí entre dientes cuando me dijo que si me portaba bien dejaría que jugara con él, a lo que lo miré sonriendo de forma ladina- ¿portarme bien, Joe? Creo que eso no se me da nada bien –mis manos subieron por su pecho todavía teniendo mi cuerpo entre sus brazos y ladeé un poco la cabeza sin dejar de mirarlo, mordiéndome el labio- si me pidieras que me portara mal entonces no habría ningún problema, pero bien… -reí entre dientes- puedo hacer el intento –mis manos terminaron por subir hasta su nuca acercando mi rostro al suyo dejando mis labios sobre los de él- ¿quieres que sea mala y que juegue contigo? –Mi aliento impactaba cálido contra sus labios- eso lo puedo hacer… -mis labios bajaron por su cuello perfilándolo para dejar un leve mordisco al final del mismo- pero luego, primero dejaré que me lleves a cenar que tengo hambre –dejé un mordisco en sus labios y dejé que tirara de mí para volver al interior e ir hacia el restaurante donde nos sentamos en una mesa donde pronto nos atendieron y el vampiro fue quien pidió el vino mientras yo veía la carta, habían tantas cosas que tardé un par de minutos en finalmente decidir los platos que iba a tomar, algo de pasta y de carne sería más que suficiente para aquella cena, el camarero nos dejó solos y apenas tardó en volver con la botella de vino y servir ambas copas, cogí la mía y di un sorbo mientras traían los platos ya que como era lógico él no había pedido nada, y lo miré de forma bien- Bien, ¿me vas a contar qué fue lo que averiguaste sobre la pista que te ha llevado hasta el libro, y hasta nuestro destino? –Sonreí de lado y volví a dar otro trago a la copa- ¿O voy a tener que sacártelo de otra forma? –Una sonrisa ladina se pintó en mi rostro observándolo de forma fija mientras mis dedos cogían la copa y sobre la mesa la movía en pequeños círculos, haciendo que el contenido se moviera y no apartaba la mirada del vampiro.
Así que tirando de su brazo casi que lo obligué a seguirme mientras subíamos a cubierta y me dirigía hacia la popa del barco, no había mucha gente y me apoyé contra la barandilla dejando mis brazos sobre la misma notando la leve brisa marina acariciar mi rostro y revolver algunos mechones de mi pelo sintiendo la presencia del vampiro cerca, no tardó en acortar las distancias y lo noté contra mi espalda pegando su pecho, sus manos se apoyaron en la barandilla dejándome entre sus brazos y su barbilla se apoyó en mi hombro mientras el barco se alejaba del puerto y cada vez este se veía más y más pequeño, dejando una estela tras su paso mientras nos adentrábamos en el mar y ponían rumbo hacia nuestro próximo destino, aquel donde deberíamos de encontrar una cura para la maldición que les asolaba.
Sentí el aliento del vampiro dar en mi oído cuando me habló respondiendo de alguna forma a mis palabras sobre que no había salido nunca del país y que no había montado en barco. Él decía que cuando nos casáramos podría hacerlo más veces, él aseguraba poder recorrer el mundo entero e incluso afirmó que podía poner el mundo a mis pies, que todo lo que pidiera me lo daría… eso sonaba de otra forma bastante diferente, casi como si fuera una confesión, algo que una persona enamorada le diría a otra aunque bien sabía que las intenciones del vampiro no iban por ese lado. Él era inmortal y tenía todo el tiempo para poder disfrutar de viajar por donde quisiera, además el dinero para él no suponía un problema y era algo que en parte ya me había demostrado… él podría comprar un maldito barco, con su tripulación, para poder recorrer el mundo si quisiera. Mis palabras no habían sido para que él me dijera eso, de hecho aunque la idea era en sí algo bonita quizás no se llegara a realizar nunca, aunque sí era cierto que con él iba a tener la libertad que nunca me había sido otorgada.
Dejó un mordisco en mi cuello de forma suave no sin antes matizar sus palabras terminando que, para ello, para que cumpliera con lo que me había dicho solo tenía que aceptar sus reglas… volvíamos de nuevo a las reglas, el vampiro siempre hablaba de ellas pero en cambio jamás me decía en qué consistían esas reglas. Aunque sí sabía cuál era: dormir juntos. Algo en lo que se había empeñado y me había dejado más que claro unas cuantas veces, me giré para apoyar mi espalda contra la barandilla y mirarlo de forma fija, esperando que de alguna forma me dijera cuáles eran esas reglas de las que él hablaba, sin embargo no hizo comentario alguno en esos momentos… y lo dejé pasar por alto, no quería empezar una discusión de nuevo aunque esa vez el vampiro no podría salir huyendo como había hecho antes.
Su respuesta a mi pregunta de cómo se alimentaría llegó tras una pequeña risa, como ya había pensado dijo que de mí y de unas esclavas que ya había preparado para poder alimentarse en lo que durara el viaje, en parte había pensado también en esa opción pero al no haber visto rastro alguno de ahí mi pregunta, enarqué una ceja pensando en por qué se iba a alimentar de mí cuando ya tenía esclavas para que lo hiciera, las veces que se había alimentado de mí había sido o bien porque lo había llevado al extremo y su bestia había salido a flote como pasó la noche del hotel, o bien porque estaba tan débil y drogado que necesitaba sangre para recuperarse, como la noche pasada. Sonreí de lado de forma ladina y negué levemente con la cabeza, cierto era que anoche me había ofrecido yo para que se alimentara pero… mi orgullo de cazadora se retorcía cuando bebía de mí, no dejaba de lado el hecho de que era un vampiro y yo una cazadora, eso no casaba conmigo igual que tampoco vería cómo se alimentaba… algo que en mí política no entraba.
-Si ya tienes esclavas, ¿por qué alimentarte de mí? –Sonreí de lado, pero la verdad es que no veía motivo alguno para hacerlo, lo miré de forma fija cuando dijo que había una cena preparada y que le dejara llevarme a cenar y le complaciera en eso, la verdad es que tenía hambre así que no iba a negarme en absoluto. Dijo que ya tendríamos tiempo de echarle un ojo al libro que había portado en mis brazos todo el trayecto, le diría que “era un regalo” pero no quería entrar en detalles de si lo custodiaba más o menos, para luego reírme cuando dijo que después de cenar y de beber me llevaría a una de las habitaciones de las esclavas, con una sonrisa pícara pintada en sus labios, alegando que me gustaría y entendí por dónde iba, me reí entre dientes cuando me dijo que si me portaba bien dejaría que jugara con él, a lo que lo miré sonriendo de forma ladina- ¿portarme bien, Joe? Creo que eso no se me da nada bien –mis manos subieron por su pecho todavía teniendo mi cuerpo entre sus brazos y ladeé un poco la cabeza sin dejar de mirarlo, mordiéndome el labio- si me pidieras que me portara mal entonces no habría ningún problema, pero bien… -reí entre dientes- puedo hacer el intento –mis manos terminaron por subir hasta su nuca acercando mi rostro al suyo dejando mis labios sobre los de él- ¿quieres que sea mala y que juegue contigo? –Mi aliento impactaba cálido contra sus labios- eso lo puedo hacer… -mis labios bajaron por su cuello perfilándolo para dejar un leve mordisco al final del mismo- pero luego, primero dejaré que me lleves a cenar que tengo hambre –dejé un mordisco en sus labios y dejé que tirara de mí para volver al interior e ir hacia el restaurante donde nos sentamos en una mesa donde pronto nos atendieron y el vampiro fue quien pidió el vino mientras yo veía la carta, habían tantas cosas que tardé un par de minutos en finalmente decidir los platos que iba a tomar, algo de pasta y de carne sería más que suficiente para aquella cena, el camarero nos dejó solos y apenas tardó en volver con la botella de vino y servir ambas copas, cogí la mía y di un sorbo mientras traían los platos ya que como era lógico él no había pedido nada, y lo miré de forma bien- Bien, ¿me vas a contar qué fue lo que averiguaste sobre la pista que te ha llevado hasta el libro, y hasta nuestro destino? –Sonreí de lado y volví a dar otro trago a la copa- ¿O voy a tener que sacártelo de otra forma? –Una sonrisa ladina se pintó en mi rostro observándolo de forma fija mientras mis dedos cogían la copa y sobre la mesa la movía en pequeños círculos, haciendo que el contenido se moviera y no apartaba la mirada del vampiro.
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