AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Necronomicón (privado)(+18)
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El Necronomicón (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Última edición por Joe Black el Dom Jul 16, 2017 12:03 pm, editado 1 vez
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa cuando me preguntó porque me alimentaba de ella cuando tenia esclavas..realmente no era una afirmación del todo cierta.
Yo no era de los que atesoran esclavas de sangre para alimentarme, mas bien me va la caza, pero en un barco una semana cazando pasajeros algo me dice que iba a terminar siendo descubierto, así que me había garantizado no pasar hambre por medio de dos de las esclavas que Assur me había prestado, a fin de cuentas, él últimamente tampoco les daba mucho uso.
-Me alimento de ti porque me excita -fue una respuesta sincera.
La mayoría de las veces lo hacia durante el coito, llegaba al puntó álgido y no lograba evitar saciar mi cuerpo de las dos formas placenteras que conocía, beber de ella intensificaba ese momento y también para ella era un estimulo para alargar su orgasmo.
Las otras veces que me dio de beber ,yo estaba débil, como yo le había dado cuando lo estaba ella...sin mas..no era una rutina entre nosotros, conocía bien lo que para una cazadora que odiaba a los de mi calaña suponía dejar que un inmortal se alimentara de ella, así como sabia que beber mi sangre le causaba placer pero también cierto conflicto moral.
Su boca ávida de mas, se deslizó por mi cuello asegurándome que lo de portarse bien no iba con ella, pero confirmándome lo que yo ya sabia, que estaba mas que dispuesta a jugar conmigo.
-No se me ocurre mejor modo de pasar le tiempo pequeña cazadora que jugando contigo? ¿seras mala? -dije con la voz ronca dejando el deseo implícito que eso me proporcionaba.
Desde que escapé de los iluminati, encontraba en la tortura cierto placer, no cuando clavaba astillas en mi corazón, pero si con otos juegos un tanto menos presuntuosos.
La dama me recordó que necesitaba ella también alimentarse, así que bajamos de la mano como una pareja mas de prometidos al restaurante, había reservado mesa, una buena suma para que nos colocaran en la mejor de todo le restaurante y para que nos trajeran la comida mas suculenta que a Dan le apeteciera.
El camarero descorchó un delicioso Borgoña que sirvió en nuestras copas, no tardé en llevar el vidrio en mis labios sin dejar de mirar a mi prometida ni por un minuto.
Demasiada había sido ya la distancia interpuesta entre ambos durante este tiempo que la argolla no apresaba mi dedo.
Ella parecía interesada en saber que había descubierto sobre México y el libro, la idea de que me lo sacara de otro modo me resultó a decir verdad tentadora, peor aparte de dedicarle una desafiante sonrisa no apunté nada la respecto.
-La vieja Gitana, me contó que antiguamente había una civilización Maya, dioses que habían ascendido del infierno para alimentarse y crear el caos por allí por donde pasaba.
México es el lugar donde dicen que se instauró ese mundo desconocido para el resto de mortales, demonios, sucubos, banshee... y vampiros.
Dicen que hay una diosa que se alimenta de sangre y que es venerada por todos estos seres oscuros, nadie sabe la veracidad de esto, quizás solo sea una leyenda, pero busco a esa diosa capaz de dar y quitar vida..si ella no puede ayudarme con esta marca ¿quien podría?
Ladeé la sonrisa dando un nuevo trago de mi copa sin dejar de perderme en su mirada, me excitaba solo el estar frente a ella.
-Quizás estemos mas cerca del infierno de lo que pensamos amor -susurré relamiendome los labios -por eso, tu te portaras bien y obedecerás...antes de meterte en la boca del Tartaro, permiteme llamar y asegurarme que cancerbero no nos espera al otro lado.
Quería dejarle claro que iba a obedecerme, no quería ponerla en peligro y mis siguientes palabras creo serian la razón para que cumpliera mis reglas.
-Si no sales viva de México, no podrás heredar mi dinero, tu familia se irá a pique, tu madre se verá en la necesidad de prostituirse y tu padre sera un parias en todos los sentidos..así que amor, por una vez..portate bien -atajé dando un nuevo trago a mi copa hasta vaciarla.
Yo no era de los que atesoran esclavas de sangre para alimentarme, mas bien me va la caza, pero en un barco una semana cazando pasajeros algo me dice que iba a terminar siendo descubierto, así que me había garantizado no pasar hambre por medio de dos de las esclavas que Assur me había prestado, a fin de cuentas, él últimamente tampoco les daba mucho uso.
-Me alimento de ti porque me excita -fue una respuesta sincera.
La mayoría de las veces lo hacia durante el coito, llegaba al puntó álgido y no lograba evitar saciar mi cuerpo de las dos formas placenteras que conocía, beber de ella intensificaba ese momento y también para ella era un estimulo para alargar su orgasmo.
Las otras veces que me dio de beber ,yo estaba débil, como yo le había dado cuando lo estaba ella...sin mas..no era una rutina entre nosotros, conocía bien lo que para una cazadora que odiaba a los de mi calaña suponía dejar que un inmortal se alimentara de ella, así como sabia que beber mi sangre le causaba placer pero también cierto conflicto moral.
Su boca ávida de mas, se deslizó por mi cuello asegurándome que lo de portarse bien no iba con ella, pero confirmándome lo que yo ya sabia, que estaba mas que dispuesta a jugar conmigo.
-No se me ocurre mejor modo de pasar le tiempo pequeña cazadora que jugando contigo? ¿seras mala? -dije con la voz ronca dejando el deseo implícito que eso me proporcionaba.
Desde que escapé de los iluminati, encontraba en la tortura cierto placer, no cuando clavaba astillas en mi corazón, pero si con otos juegos un tanto menos presuntuosos.
La dama me recordó que necesitaba ella también alimentarse, así que bajamos de la mano como una pareja mas de prometidos al restaurante, había reservado mesa, una buena suma para que nos colocaran en la mejor de todo le restaurante y para que nos trajeran la comida mas suculenta que a Dan le apeteciera.
El camarero descorchó un delicioso Borgoña que sirvió en nuestras copas, no tardé en llevar el vidrio en mis labios sin dejar de mirar a mi prometida ni por un minuto.
Demasiada había sido ya la distancia interpuesta entre ambos durante este tiempo que la argolla no apresaba mi dedo.
Ella parecía interesada en saber que había descubierto sobre México y el libro, la idea de que me lo sacara de otro modo me resultó a decir verdad tentadora, peor aparte de dedicarle una desafiante sonrisa no apunté nada la respecto.
-La vieja Gitana, me contó que antiguamente había una civilización Maya, dioses que habían ascendido del infierno para alimentarse y crear el caos por allí por donde pasaba.
México es el lugar donde dicen que se instauró ese mundo desconocido para el resto de mortales, demonios, sucubos, banshee... y vampiros.
Dicen que hay una diosa que se alimenta de sangre y que es venerada por todos estos seres oscuros, nadie sabe la veracidad de esto, quizás solo sea una leyenda, pero busco a esa diosa capaz de dar y quitar vida..si ella no puede ayudarme con esta marca ¿quien podría?
Ladeé la sonrisa dando un nuevo trago de mi copa sin dejar de perderme en su mirada, me excitaba solo el estar frente a ella.
-Quizás estemos mas cerca del infierno de lo que pensamos amor -susurré relamiendome los labios -por eso, tu te portaras bien y obedecerás...antes de meterte en la boca del Tartaro, permiteme llamar y asegurarme que cancerbero no nos espera al otro lado.
Quería dejarle claro que iba a obedecerme, no quería ponerla en peligro y mis siguientes palabras creo serian la razón para que cumpliera mis reglas.
-Si no sales viva de México, no podrás heredar mi dinero, tu familia se irá a pique, tu madre se verá en la necesidad de prostituirse y tu padre sera un parias en todos los sentidos..así que amor, por una vez..portate bien -atajé dando un nuevo trago a mi copa hasta vaciarla.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Debía de admitir que no entendía por qué decía que iba a beber de mí cuando tenía esclavas para alimentarse esos días, ya sabía que a él le gustaba más la caza pero teniendo en cuenta que estábamos en un barco y que la travesía iba a durar una semana era más que claro que tuviera esclavas, él iba a hacer aquel viaje sin mí porque todo había terminado y se iba a marchar solo a México, era lógico pensar que se iba a alimentar de alguna forma puesto que si yo no iba a ir en un principio de alguien se alimentaría, lo cierto es que lo pregunté aunque ya sabía la respuesta a su pregunta, pero lo miré de forma fija cuando dijo que le excitaba alimentarse de mí, ladeando la sonrisa por la confesión que me acababa de hacer y lo que ello implicaba. Recordaba las veces que el vampiro me había mordido, habían sido cuando él estaba débil o cuando había desatado a la bestia que moraba en su interior y no había podido controlarse como pasó en el hotel, las otras veces sí que me había mordido un par de veces mientras manteníamos relaciones, pero su mordisco había sido algo más como figurativo, nunca había bebido realmente ni demasiado de mí sino que siempre pensé que era como… una marca, dejarme claro que le pertenecía en esos momentos y que era suya, tomarme de todas las formas posibles para que yo lo tuviera claro, su demonio marcaba al mío, era lo que sentía cuando lo hacía.
Su idea de buscar luego algo de diversión me gustó, me gustó su idea y supe de qué estaba hablando exactamente cuando se refirió a la habitación de la esclava, una sonrisa ladina asomó en mis labios y mis manos subieron por el pecho del vampiro pensando en lo que podríamos hacer en aquella habitación. Pero una cosa sí que tenía clara; yo no sabía portarme bien y delante de él, que era cuando me quitaba las máscaras y no tenía que fingir ser quien no era… menos. Mi parte malvada afloraba, esa que era desafiante, descarada y tremendamente atrevida… además de soltar mi lengua afiliada con él quien, al parecer, ya se acostumbraba a mis comentarios mordaces e incluso hasta se reía de ellos. Si me negaba, que no había pensado que ser mala era mucho más placentero para ambos que ser buena no le iba a creer ni por un solo segundo. Reí contra sus labios cuando me preguntó que si sería mala, con mi mano en su nuca, y alcé mis ojos para verlo.
-¿Prefieres que sea buena, entonces? Ser mala es mucho más placentero y se me da infinitamente mejor Joe… placeres oscuros, ¿no quieres probarlos? –Mordí su labio inferior con cierta diversión y dejé que tirara de mí para cenar, luego tendríamos tiempo para poder jugar y divertirnos, ser mala y castigarlo como seguramente haría en aquella diversión. Él mismo me lo confesó llegado cierto punto, le excitaba que le castigara y lo torturara y a mí también lo hacía, aunque siempre terminaba por recordarme que la idea de la astilla en su corazón no le había agradado en demasía, algo que fue totalmente un accidente, porque si hubiera querido matarlo lo hubiera hecho con algo más que una astilla. Pronto llegamos al comedor donde nos sentaron en una mesa central del lugar y nos atendieron bastante pronto, el vampiro pidió el vino y yo la comida que tomaría y solo cuando tomaron nota y trajeron el vino fue que le pregunté, no eran temas para hablar delante de nadie así que cuando nos quedamos solos de nuevo le pregunté por la maldición y lo que había averiguado. Fue la gitana, la misma que había hecho lo de enlazar su vida con la de la vampira la que le dio la información. Al parecer en México habían muchas leyendas sobre demonios que subieron del infierno, sobre cierta diosa que se alimentaba de sangre, que era capaz de dar y quitar vida y él iba en su búsqueda, algo que podía entender ya que nada tenía que perder por intentarlo- Entonces, ¿para qué el libro? ¿Nos dirá cómo llegar o… quizás haya algo para encontrarla? –Lo miré de forma fija, aseguraba que íbamos a acercarnos al Infierno dando a entender lo peligroso que era aquello, su mirada estaba fija en la mía en todo momento e incluso se atrevió a decirme que tenía que portarme bien, que le dejara comprobar el peligro antes de que yo me adentrara en lo que quisiera que fuéramos a buscar. Fruncí el ceño por ello, significaba que me dejaba ir con él pero que si la cosa era demasiado peligrosa y mi vida corría riesgo… no iba a dejar que lo acompañara- no puedes hablar en serio, no le temo al Infierno ni a Cerbero Joe, si es necesario le llevaré carne suficiente para que se distraiga con ella y nosotros pasemos –lo miré de forma fija cogiendo la copa entre mis dedos y dando un sorbo de ella- no voy a hacer el viaje para quedarme a las puertas, eso lo te garantizo –puede que no fuera inmortal como él, pero al igual que yo él también podía morir y no era una humana normal y corriente, sabía pelear y defenderme. Pero no cedió y me dio los motivos por los que tenía que mantenerme al margen, entendía los motivos pero no compartía su opinión- siempre puedes dejarles un cheque en blanco –comenté en un tono algo mordaz pro sus palabras antes de que el camarero llegara con el primero de los platos, el de pasta, con una pinta increíble y un maravilloso olor que hizo que mis tripas rugieran de hambre, cogí el tenedor y lo probé lanzando un pequeño jadeo, aquello estaba demasiado bueno y era una lástima que no pudiera probarlo- si no sales vivo de México, amor, jamás podré heredar tu dinero, mi familia se irá a pique, mi madre, mi hermano e incluso yo tendremos que vender nuestros cuerpos para pagar las deudas y mi padre seguramente quede excluido de todos los círculos, pierda todo y no sé qué más podría llegar a hacer –lo miré repitiendo sus palabras- así que amor, por una vez hazme caso y no me excluyas de esto. O entramos los dos o no entra ninguno, no voy a negociarlo Joe, la decisión está más que tomada sobre el asunto –concluí mirándolo de forma fija bebiendo de la copa, esperaba que la diosa que decía pudiera ayudarnos porque entonces si no podía entonces no sabría qué nos ayudaría. Suficiente información había tenido sobre lo que íbamos a buscar a México, además él no había averiguado nada más en aquel libro y teníamos esa semana para poder hallar algo, no sabía si íbamos a encontrar alguna pista que nos ayudara pero teníamos tiempo hasta llegar a México, había visto como tenía la marca y desde la última vez había crecido algo, me había dado cuenta que no crecía hacia arriba solamente y por lo que me había explicado parecía más bien para causar todo el daño posible, para hacer sufrir a quien la portara. Joe había decidido intercambiarse por su hermano, algo que seguían sin gustarme y que en mi interior realmente me frustraba y me enervaba, él quería protegerme y no entendía por qué lo hacía, si no se casaba conmigo siempre habían más jóvenes y más familias dispuestas a contraer matrimonio con él.
La cena pasó sin ningún comentario más al respecto sobre el viaje lo que podíamos o no hacer cuando llegáramos a encontrar a aquella diosa y más bien fue amena y distendida, el vampiro me veía comer los platos que me trajeron mientras bebía de la copa y del vino que nos habían traído, yo llevaba ya tres o cuatro copas y no quería beber demasiado porque no era dada a beber alcohol, no quería que me afectara demasiado porque mi mente solo podía pensar en lo que haríamos después de la cena. Los dos quisimos dejar el tema como habíamos dejado otros solamente para no volver a discutir, aunque este tema no fuera igual que los otros donde seguramente el vampiro querría huir de nuevo pero… estábamos en un barco en mitad del mar, no le sería fácil. Una vez terminado todo e incluso con postre incluido ya que el chocolate me encantaba finalmente nos levantamos pero antes de ir de nuevo a los camarotes le hice subir de nuevo a cubierta donde no había nadie, volví a pegarme a la barandilla con su pecho pegado a mi espalda y su nariz recorriendo la piel de mi cuello con mi cabeza ladeada, todo estaba tranquilo, la leve brisa acariciaba mi rostro y solo se oía el ruido de los motores en el agua, contemplé la estela que dejaba el barco a su paso y contemplé aquel cielo iluminado. Terminé por girarme para mirar al vampiro y me mordí el labio.
-No deberías de haber dejado que bebiera tanto, ahora tengo calor –comenté con una sonrisa de lado, con un tono de voz bajo y sugerente que dejaba claro a qué tipo de calor me refería, mis manos subieron por su pecho y sonreí con mis labios sobre los suyos- creo que me he portado bien en la cena, ¿no? Ahora es cuando me toca ser mala contigo, a solas –mordí su labio inferior y alcé mis ojos para ver los suyos- ¿tengo que cerrar los ojos antes de entrar o no va a hacer falta? –Pregunté con un deje divertido dejando que mis labios recorrieran su mandíbula, dejando algún que otro beso por su rostro y cuello y reí entre dientes- ¿Vamos, Joe? Algo me dice que tenemos toda la noche por delante y que ya descansaré de día, tenemos días para mirar ese regalo tan apropiado que me hiciste. ¿Puedo empezar ya a ser mala contigo? –Mi cuerpo se pegó al suyo buscando sus labios- ya me entiendes, amor –acabé besándolo esperando que tirara de mí para llevarme a ese camarote que decía para ver qué es lo que había que tanto iba a gustarme, sentía cierta curiosidad.
Su idea de buscar luego algo de diversión me gustó, me gustó su idea y supe de qué estaba hablando exactamente cuando se refirió a la habitación de la esclava, una sonrisa ladina asomó en mis labios y mis manos subieron por el pecho del vampiro pensando en lo que podríamos hacer en aquella habitación. Pero una cosa sí que tenía clara; yo no sabía portarme bien y delante de él, que era cuando me quitaba las máscaras y no tenía que fingir ser quien no era… menos. Mi parte malvada afloraba, esa que era desafiante, descarada y tremendamente atrevida… además de soltar mi lengua afiliada con él quien, al parecer, ya se acostumbraba a mis comentarios mordaces e incluso hasta se reía de ellos. Si me negaba, que no había pensado que ser mala era mucho más placentero para ambos que ser buena no le iba a creer ni por un solo segundo. Reí contra sus labios cuando me preguntó que si sería mala, con mi mano en su nuca, y alcé mis ojos para verlo.
-¿Prefieres que sea buena, entonces? Ser mala es mucho más placentero y se me da infinitamente mejor Joe… placeres oscuros, ¿no quieres probarlos? –Mordí su labio inferior con cierta diversión y dejé que tirara de mí para cenar, luego tendríamos tiempo para poder jugar y divertirnos, ser mala y castigarlo como seguramente haría en aquella diversión. Él mismo me lo confesó llegado cierto punto, le excitaba que le castigara y lo torturara y a mí también lo hacía, aunque siempre terminaba por recordarme que la idea de la astilla en su corazón no le había agradado en demasía, algo que fue totalmente un accidente, porque si hubiera querido matarlo lo hubiera hecho con algo más que una astilla. Pronto llegamos al comedor donde nos sentaron en una mesa central del lugar y nos atendieron bastante pronto, el vampiro pidió el vino y yo la comida que tomaría y solo cuando tomaron nota y trajeron el vino fue que le pregunté, no eran temas para hablar delante de nadie así que cuando nos quedamos solos de nuevo le pregunté por la maldición y lo que había averiguado. Fue la gitana, la misma que había hecho lo de enlazar su vida con la de la vampira la que le dio la información. Al parecer en México habían muchas leyendas sobre demonios que subieron del infierno, sobre cierta diosa que se alimentaba de sangre, que era capaz de dar y quitar vida y él iba en su búsqueda, algo que podía entender ya que nada tenía que perder por intentarlo- Entonces, ¿para qué el libro? ¿Nos dirá cómo llegar o… quizás haya algo para encontrarla? –Lo miré de forma fija, aseguraba que íbamos a acercarnos al Infierno dando a entender lo peligroso que era aquello, su mirada estaba fija en la mía en todo momento e incluso se atrevió a decirme que tenía que portarme bien, que le dejara comprobar el peligro antes de que yo me adentrara en lo que quisiera que fuéramos a buscar. Fruncí el ceño por ello, significaba que me dejaba ir con él pero que si la cosa era demasiado peligrosa y mi vida corría riesgo… no iba a dejar que lo acompañara- no puedes hablar en serio, no le temo al Infierno ni a Cerbero Joe, si es necesario le llevaré carne suficiente para que se distraiga con ella y nosotros pasemos –lo miré de forma fija cogiendo la copa entre mis dedos y dando un sorbo de ella- no voy a hacer el viaje para quedarme a las puertas, eso lo te garantizo –puede que no fuera inmortal como él, pero al igual que yo él también podía morir y no era una humana normal y corriente, sabía pelear y defenderme. Pero no cedió y me dio los motivos por los que tenía que mantenerme al margen, entendía los motivos pero no compartía su opinión- siempre puedes dejarles un cheque en blanco –comenté en un tono algo mordaz pro sus palabras antes de que el camarero llegara con el primero de los platos, el de pasta, con una pinta increíble y un maravilloso olor que hizo que mis tripas rugieran de hambre, cogí el tenedor y lo probé lanzando un pequeño jadeo, aquello estaba demasiado bueno y era una lástima que no pudiera probarlo- si no sales vivo de México, amor, jamás podré heredar tu dinero, mi familia se irá a pique, mi madre, mi hermano e incluso yo tendremos que vender nuestros cuerpos para pagar las deudas y mi padre seguramente quede excluido de todos los círculos, pierda todo y no sé qué más podría llegar a hacer –lo miré repitiendo sus palabras- así que amor, por una vez hazme caso y no me excluyas de esto. O entramos los dos o no entra ninguno, no voy a negociarlo Joe, la decisión está más que tomada sobre el asunto –concluí mirándolo de forma fija bebiendo de la copa, esperaba que la diosa que decía pudiera ayudarnos porque entonces si no podía entonces no sabría qué nos ayudaría. Suficiente información había tenido sobre lo que íbamos a buscar a México, además él no había averiguado nada más en aquel libro y teníamos esa semana para poder hallar algo, no sabía si íbamos a encontrar alguna pista que nos ayudara pero teníamos tiempo hasta llegar a México, había visto como tenía la marca y desde la última vez había crecido algo, me había dado cuenta que no crecía hacia arriba solamente y por lo que me había explicado parecía más bien para causar todo el daño posible, para hacer sufrir a quien la portara. Joe había decidido intercambiarse por su hermano, algo que seguían sin gustarme y que en mi interior realmente me frustraba y me enervaba, él quería protegerme y no entendía por qué lo hacía, si no se casaba conmigo siempre habían más jóvenes y más familias dispuestas a contraer matrimonio con él.
La cena pasó sin ningún comentario más al respecto sobre el viaje lo que podíamos o no hacer cuando llegáramos a encontrar a aquella diosa y más bien fue amena y distendida, el vampiro me veía comer los platos que me trajeron mientras bebía de la copa y del vino que nos habían traído, yo llevaba ya tres o cuatro copas y no quería beber demasiado porque no era dada a beber alcohol, no quería que me afectara demasiado porque mi mente solo podía pensar en lo que haríamos después de la cena. Los dos quisimos dejar el tema como habíamos dejado otros solamente para no volver a discutir, aunque este tema no fuera igual que los otros donde seguramente el vampiro querría huir de nuevo pero… estábamos en un barco en mitad del mar, no le sería fácil. Una vez terminado todo e incluso con postre incluido ya que el chocolate me encantaba finalmente nos levantamos pero antes de ir de nuevo a los camarotes le hice subir de nuevo a cubierta donde no había nadie, volví a pegarme a la barandilla con su pecho pegado a mi espalda y su nariz recorriendo la piel de mi cuello con mi cabeza ladeada, todo estaba tranquilo, la leve brisa acariciaba mi rostro y solo se oía el ruido de los motores en el agua, contemplé la estela que dejaba el barco a su paso y contemplé aquel cielo iluminado. Terminé por girarme para mirar al vampiro y me mordí el labio.
-No deberías de haber dejado que bebiera tanto, ahora tengo calor –comenté con una sonrisa de lado, con un tono de voz bajo y sugerente que dejaba claro a qué tipo de calor me refería, mis manos subieron por su pecho y sonreí con mis labios sobre los suyos- creo que me he portado bien en la cena, ¿no? Ahora es cuando me toca ser mala contigo, a solas –mordí su labio inferior y alcé mis ojos para ver los suyos- ¿tengo que cerrar los ojos antes de entrar o no va a hacer falta? –Pregunté con un deje divertido dejando que mis labios recorrieran su mandíbula, dejando algún que otro beso por su rostro y cuello y reí entre dientes- ¿Vamos, Joe? Algo me dice que tenemos toda la noche por delante y que ya descansaré de día, tenemos días para mirar ese regalo tan apropiado que me hiciste. ¿Puedo empezar ya a ser mala contigo? –Mi cuerpo se pegó al suyo buscando sus labios- ya me entiendes, amor –acabé besándolo esperando que tirara de mí para llevarme a ese camarote que decía para ver qué es lo que había que tanto iba a gustarme, sentía cierta curiosidad.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Como imaginaba mi quería prometida no pensaba quedarse a las puertas del infierno, pero mi miedo residía en algo que no había dicho, que estaba guardándome para mi mismo y no iba ni por asomo a correr riesgos innecesarios.
-Dan, respetaras mis reglas, ese es el trato -sentencié con seriedad.
El tema lo íbamos a dejar estar, si seguíamos por este camino acabaríamos como siempre en una discursion de esas que acababa con anillo y cheque en blanco en el suelo, algo que la dama me recordó y que me obligó a ladear la sonrisa dándole la razón.
Di un nuevo sorbo de la copa, estaba delicioso y como ella, ambos íbamos bebiendo apurando copas entre risas varias.
En ese momento me dejó claro que si yo moría en México, ella no iba a heredar nada, ni su familia saldría del pozo ni nada bueno para ellos sucedería y tenia razón.
Nuestros labios se buscaban, se encontraban, caricias, risas contra la piel del otro y asi los platos de la cena fueron consumiéndose sin tregua.
Estaba enfadada, lo sabia, no quería que me pasara nada, pero del mismo modo tampoco yo quería perderla.
La situación era complicada, demasiado, porque ser sinceros era algo que nos llevaría a conversaciones complicadas que no quería asumir.
Siempre iba frenandome, porque si quitaba todas las mascaras solo quedaría le vampiro y al descubierto era fácil que me clavara una estaca por la espalda.
Subimos de nuevo a cubierta, íbamos contentos, riendo, mi pecho contra su espalda, nuestras bocas se llamaban y pronto estuvimos de nuevo contemplando el gran horizonte de una noche estrellada.
Se giró para enfrentar mi turbia mirada, nuestro aliento chocaba , nariz que se rozaban, estábamos provocandonos, nuestras lenguas emergían de la boca para unirse en un duelo de caricias mientras mis manso empezaron a surcar el océano de su cuerpo.
Ella alegaba haber bebido demasiado, estar caliente y necesitar bajar a la habitación de las esclavas, solo esa información alzó contra su vientre mi hombría y su risa murió en mi boca consciente de lo que solo ella en mi provoca.
-Espera -le pedí sujetándola contra mi para que no empezara a caminar hacia el camarote-casémonos, aquí, en Mexico...
Un jadeo escapó contra sus labios, mi petición le pillaba de improvisto pero con lo rápido que la marca se extendía y los peligros que este viaje representaban para ambos, mi idea no era nada descabellada.
Gruñí al sentir como mordía mi labio inferior, sus manso en mis mejillas atrayéndome contra su boca para arrasar con cada resquicio de ella.
Un sinfín de sensaciones recorrían nuestro cuerpo como una brava marea.
-Cásate conmigo en México -repetí entre roncos jadeos mientras la alzaba por las nalgas logrando así acortar la distancia entre nuestros sexos -borrachos, con tequila, limón...casémonos allí... no me hagas ir a pedírtelo borracho acompañado de unos mariachis -bromeé
-Dan, respetaras mis reglas, ese es el trato -sentencié con seriedad.
El tema lo íbamos a dejar estar, si seguíamos por este camino acabaríamos como siempre en una discursion de esas que acababa con anillo y cheque en blanco en el suelo, algo que la dama me recordó y que me obligó a ladear la sonrisa dándole la razón.
Di un nuevo sorbo de la copa, estaba delicioso y como ella, ambos íbamos bebiendo apurando copas entre risas varias.
En ese momento me dejó claro que si yo moría en México, ella no iba a heredar nada, ni su familia saldría del pozo ni nada bueno para ellos sucedería y tenia razón.
Nuestros labios se buscaban, se encontraban, caricias, risas contra la piel del otro y asi los platos de la cena fueron consumiéndose sin tregua.
Estaba enfadada, lo sabia, no quería que me pasara nada, pero del mismo modo tampoco yo quería perderla.
La situación era complicada, demasiado, porque ser sinceros era algo que nos llevaría a conversaciones complicadas que no quería asumir.
Siempre iba frenandome, porque si quitaba todas las mascaras solo quedaría le vampiro y al descubierto era fácil que me clavara una estaca por la espalda.
Subimos de nuevo a cubierta, íbamos contentos, riendo, mi pecho contra su espalda, nuestras bocas se llamaban y pronto estuvimos de nuevo contemplando el gran horizonte de una noche estrellada.
Se giró para enfrentar mi turbia mirada, nuestro aliento chocaba , nariz que se rozaban, estábamos provocandonos, nuestras lenguas emergían de la boca para unirse en un duelo de caricias mientras mis manso empezaron a surcar el océano de su cuerpo.
Ella alegaba haber bebido demasiado, estar caliente y necesitar bajar a la habitación de las esclavas, solo esa información alzó contra su vientre mi hombría y su risa murió en mi boca consciente de lo que solo ella en mi provoca.
-Espera -le pedí sujetándola contra mi para que no empezara a caminar hacia el camarote-casémonos, aquí, en Mexico...
Un jadeo escapó contra sus labios, mi petición le pillaba de improvisto pero con lo rápido que la marca se extendía y los peligros que este viaje representaban para ambos, mi idea no era nada descabellada.
Gruñí al sentir como mordía mi labio inferior, sus manso en mis mejillas atrayéndome contra su boca para arrasar con cada resquicio de ella.
Un sinfín de sensaciones recorrían nuestro cuerpo como una brava marea.
-Cásate conmigo en México -repetí entre roncos jadeos mientras la alzaba por las nalgas logrando así acortar la distancia entre nuestros sexos -borrachos, con tequila, limón...casémonos allí... no me hagas ir a pedírtelo borracho acompañado de unos mariachis -bromeé
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
No le había pasado por alto el hecho de que repitiera sus palabras, las mismas que él me había dicho y que ahora él parecía que también las pensaba y reparaba en ellas, si uno de los dos no salíamos vivos de México de nada serviría. Si él moría no heredaría nada, si yo moría él no podía ayudar a mi familia como había prometido… no había mucho más que pensar al respecto, teníamos que salir los dos vivos de allí para que todo pudiera seguir según lo planeado y tal y como le había dicho el tema en esa cuestión estaba cerrado, no iba a claudicar y no iba a hacer todo aquel viaje para quedarme a las puertas del mismo porque era algo que no iba a pasar bajo ningún concepto. Él no dijo nada más al respecto mientras seguía comiendo de aquel plato que estaba delicioso y las copas de vino iban y venían, acabado el primero plato me trajeron el segundo mientras él solo veía cómo degustaba aquel trozo de pollo marinado que me estaban sirviendo.
Alcé mi mirada para clavarla en la suya al decirme que respetaría las reglas, y que ese era al trato. Enarqué una ceja por ello, yo no había dicho nada sobre respetar o no las reglas, de hecho, seguía sin saber cuáles eran esas reglas de las que siempre hablaba y ya quería saber qué era, de qué clase de reglas se trataría. Además, ¿cómo iba a aceptar algo que no sabía sobre qué trataba? No podía hacerlo, así que lo miré de forma fija mientras tenía el trozo de carne cortado y pinchado con el tenedor pero quedándome quieta, a la espera de saber si me iluminaba en ese aspecto porque no tenía idea alguna. Jamás había pronunciado un “seguiré las reglas” o “aceptaré las reglas”, si él creía que lo había hecho estaba bastante equivocado, si lo había imaginado lo sentía por él pero de mi boca esas palabras no habían salido.
-¿Desde cuándo he dicho que aceptaría o respetaría las normas, Joe? –Llevé el trozo de carne a mis labios y esperé a que me contestara- No voy a aceptar o respetar algo que no sé sobre qué trata, o qué es. Si quieres que las acepte, o que las respete empieza primero por decírmelas y luego ya hablamos –en eso no iba a ceder, no iba a aceptar nada que no supiera de antemano lo que era… eso lo tenía más que claro. Ninguno de los dos dijimos nada al respecto y la cena pasó sin mayor percance como si quisiéramos dejar a un lado las discusiones, los planes que tuviéramos y las malditas reglas que no paraba de nombrar pero que no terminaba de decírmelas… quizás porque no quería realmente que supiera cuales eran las reglas. No supe cuántas copas de vino me había bebido durante la cena, no sabía si eran tres, cuatro… perdí la cuenta y notaba ese calor que te provocaba el alcohol en el cuerpo además de las risas que salían con mayor facilidad de mis labios. Antes de ir al camarote lo llevé de nuevo a cubierta, quería disfrutar de las vistas en mitad del océano con aquella noche estrellada que teníamos, así que volvimos donde habíamos estado antes de bajar y el vampiro rodeaba mi cuerpo mientras yo me apoyaba contra su pecho y la leve brisa mecía mis cabellos. Me giré para contemplarle con una sonrisa divertida, ahora tocaba bajar al camarote y jugar un rato para ser mala con el vampiro, algo que sabía que le gustara que hiciera y que ya me había confesado en alguna ocasión. Le excitaba que lo torturara y a mí me excitaba hacerlo, en ese aspecto éramos los dos bastante parecidos e iguales.
Su boca buscó la mía para fundirnos en un beso que arrasó con todo calentándonos y provocándonos más, como si mis palabras solo hubieran dado el comienzo de todo aquello. Sonreí cuando noté el miembro del vampiro contra mi cuerpo por mis palabras dándome a entender lo que le había gustado, mi cuerpo buscaba el suyo caliente por el vino y caliente por lo que él me provocaba. Esa atracción seguía impresa en nosotros desde el primer día, una que nos envolvía y que nos hacía ceder ante la necesidad de poseernos. Quería bajar al camarote y empezar a jugar porque sabía que podía ser divertido y tremendamente excitante y placentero, como todo lo que sucedía con el vampiro que llevaba ese ligero tinte, como si fuera algo que no pudiéramos dejar de lado. Fue él quien me paró y me sujetó pegándome contra su cuerpo pidiéndome que esperara, ¿esperar a qué? Mi mirada se centró en la suya hasta que pronunció esas palabras… quería que nos casáramos nada más llegar a México.
-¿Casarnos? –Pregunté sin entender demasiado bien qué era lo que me estaba pidiendo, sabía que nos íbamos a casar porque por ese hecho nos habíamos conocido pero creía que lo haríamos al volver del viaje… mis labios se entreabrieron ante lo que me estaba pidiendo y un jadeo de sus labios murió en los míos, mordí su labio inferior al tiempo que mis manos recorrían su rostro y él volvió a pedírmelo de nuevo, entre roncos jadeos que denotaban el estado de nuestros cuerpos, la necesidad que nos recorría y las ganas de diversión que presentaba esa noche entre los dos- ¿Por qué tan de repente, Joe? –No lo entendía, debía de haber algo que se escapaba de mi control para que se adelantara y quisiera casarse ya. Cierto es que me había dicho que quería casarse en volver, pero no había ni acabado el día cuando ahora quería hacerlo en México. Sus manos me alzaron de las nalgas, mis piernas rodearon su cintura y un jadeo escapó de mis labios al sentir su miembro presionando contra mi centro. Decía que nos casáramos, borrachos, a base de tequila. Mis ojos lo miraron durante unos segundos y sonreí de lado- no se me pasaría por la cabeza que vinieras a pedírmelo borracho con mariachis, porque eres bastante capaz de hacerlo –mis brazos rodearon su cuello- sabes que eso no te exime luego de tener que hacer la boda, ¿verdad? Mi madre te mataría si no celebra la boda que ya está más que planeando –me mordí el labio- ¿sería algo así como casarnos en secreto, de forma privada e íntima? –Si mi madre se enteraba que ya nos habíamos casado obligaría al vampiro a celebrar una ceremonia alegando que esa no tendría validez ninguna, que no estaríamos casados ante los ojos de Dios y nada la pararía de verme en un altar vestida de blanco, no hacía más que hablar sobre los preparativos de la boda y ya quería empezar incluso con el vestido de novia. El caso era que nos íbamos a casar pasara lo que pasara, el lugar para mí era irrelevante porque lo hacía por lo que tenía que hacerlo, no entendía la prisa que le había entrado a Joe para querer casarse en México, daba igual donde fuese el resultado iba a ser el mismo- creo que vamos a tener que casarnos dos veces, pero no se lo digas a mi madre o puede que los puntos que hayas ganado con ella los pierdas por esto –mis labios rozaron los suyos- nos casaremos en México –afirmé buscando sus labios para besarlo pegando mi cuerpo al suyo- y ahora, ¿podemos ir ya al camarote para que pueda jugar y ser mala contigo? Tranquilo amor, te prometo que seré todo lo mala que pueda pero sin que tengamos que lamentar nada –mi mano se enredó en su pelo y eché su cabeza hacia atrás para perfilar su mandíbula con mis labios, con una sonrisa ladeada- y si te portas bien dejaré que te alimentes –mordí su mentón y luego su labio inferior- ¿Vamos? Tengo ganas de empezar contigo –mi cuerpo era un claro ejemplo de lo que decía, estaba caliente y excitada y la noche no había hecho más que empezar.
Alcé mi mirada para clavarla en la suya al decirme que respetaría las reglas, y que ese era al trato. Enarqué una ceja por ello, yo no había dicho nada sobre respetar o no las reglas, de hecho, seguía sin saber cuáles eran esas reglas de las que siempre hablaba y ya quería saber qué era, de qué clase de reglas se trataría. Además, ¿cómo iba a aceptar algo que no sabía sobre qué trataba? No podía hacerlo, así que lo miré de forma fija mientras tenía el trozo de carne cortado y pinchado con el tenedor pero quedándome quieta, a la espera de saber si me iluminaba en ese aspecto porque no tenía idea alguna. Jamás había pronunciado un “seguiré las reglas” o “aceptaré las reglas”, si él creía que lo había hecho estaba bastante equivocado, si lo había imaginado lo sentía por él pero de mi boca esas palabras no habían salido.
-¿Desde cuándo he dicho que aceptaría o respetaría las normas, Joe? –Llevé el trozo de carne a mis labios y esperé a que me contestara- No voy a aceptar o respetar algo que no sé sobre qué trata, o qué es. Si quieres que las acepte, o que las respete empieza primero por decírmelas y luego ya hablamos –en eso no iba a ceder, no iba a aceptar nada que no supiera de antemano lo que era… eso lo tenía más que claro. Ninguno de los dos dijimos nada al respecto y la cena pasó sin mayor percance como si quisiéramos dejar a un lado las discusiones, los planes que tuviéramos y las malditas reglas que no paraba de nombrar pero que no terminaba de decírmelas… quizás porque no quería realmente que supiera cuales eran las reglas. No supe cuántas copas de vino me había bebido durante la cena, no sabía si eran tres, cuatro… perdí la cuenta y notaba ese calor que te provocaba el alcohol en el cuerpo además de las risas que salían con mayor facilidad de mis labios. Antes de ir al camarote lo llevé de nuevo a cubierta, quería disfrutar de las vistas en mitad del océano con aquella noche estrellada que teníamos, así que volvimos donde habíamos estado antes de bajar y el vampiro rodeaba mi cuerpo mientras yo me apoyaba contra su pecho y la leve brisa mecía mis cabellos. Me giré para contemplarle con una sonrisa divertida, ahora tocaba bajar al camarote y jugar un rato para ser mala con el vampiro, algo que sabía que le gustara que hiciera y que ya me había confesado en alguna ocasión. Le excitaba que lo torturara y a mí me excitaba hacerlo, en ese aspecto éramos los dos bastante parecidos e iguales.
Su boca buscó la mía para fundirnos en un beso que arrasó con todo calentándonos y provocándonos más, como si mis palabras solo hubieran dado el comienzo de todo aquello. Sonreí cuando noté el miembro del vampiro contra mi cuerpo por mis palabras dándome a entender lo que le había gustado, mi cuerpo buscaba el suyo caliente por el vino y caliente por lo que él me provocaba. Esa atracción seguía impresa en nosotros desde el primer día, una que nos envolvía y que nos hacía ceder ante la necesidad de poseernos. Quería bajar al camarote y empezar a jugar porque sabía que podía ser divertido y tremendamente excitante y placentero, como todo lo que sucedía con el vampiro que llevaba ese ligero tinte, como si fuera algo que no pudiéramos dejar de lado. Fue él quien me paró y me sujetó pegándome contra su cuerpo pidiéndome que esperara, ¿esperar a qué? Mi mirada se centró en la suya hasta que pronunció esas palabras… quería que nos casáramos nada más llegar a México.
-¿Casarnos? –Pregunté sin entender demasiado bien qué era lo que me estaba pidiendo, sabía que nos íbamos a casar porque por ese hecho nos habíamos conocido pero creía que lo haríamos al volver del viaje… mis labios se entreabrieron ante lo que me estaba pidiendo y un jadeo de sus labios murió en los míos, mordí su labio inferior al tiempo que mis manos recorrían su rostro y él volvió a pedírmelo de nuevo, entre roncos jadeos que denotaban el estado de nuestros cuerpos, la necesidad que nos recorría y las ganas de diversión que presentaba esa noche entre los dos- ¿Por qué tan de repente, Joe? –No lo entendía, debía de haber algo que se escapaba de mi control para que se adelantara y quisiera casarse ya. Cierto es que me había dicho que quería casarse en volver, pero no había ni acabado el día cuando ahora quería hacerlo en México. Sus manos me alzaron de las nalgas, mis piernas rodearon su cintura y un jadeo escapó de mis labios al sentir su miembro presionando contra mi centro. Decía que nos casáramos, borrachos, a base de tequila. Mis ojos lo miraron durante unos segundos y sonreí de lado- no se me pasaría por la cabeza que vinieras a pedírmelo borracho con mariachis, porque eres bastante capaz de hacerlo –mis brazos rodearon su cuello- sabes que eso no te exime luego de tener que hacer la boda, ¿verdad? Mi madre te mataría si no celebra la boda que ya está más que planeando –me mordí el labio- ¿sería algo así como casarnos en secreto, de forma privada e íntima? –Si mi madre se enteraba que ya nos habíamos casado obligaría al vampiro a celebrar una ceremonia alegando que esa no tendría validez ninguna, que no estaríamos casados ante los ojos de Dios y nada la pararía de verme en un altar vestida de blanco, no hacía más que hablar sobre los preparativos de la boda y ya quería empezar incluso con el vestido de novia. El caso era que nos íbamos a casar pasara lo que pasara, el lugar para mí era irrelevante porque lo hacía por lo que tenía que hacerlo, no entendía la prisa que le había entrado a Joe para querer casarse en México, daba igual donde fuese el resultado iba a ser el mismo- creo que vamos a tener que casarnos dos veces, pero no se lo digas a mi madre o puede que los puntos que hayas ganado con ella los pierdas por esto –mis labios rozaron los suyos- nos casaremos en México –afirmé buscando sus labios para besarlo pegando mi cuerpo al suyo- y ahora, ¿podemos ir ya al camarote para que pueda jugar y ser mala contigo? Tranquilo amor, te prometo que seré todo lo mala que pueda pero sin que tengamos que lamentar nada –mi mano se enredó en su pelo y eché su cabeza hacia atrás para perfilar su mandíbula con mis labios, con una sonrisa ladeada- y si te portas bien dejaré que te alimentes –mordí su mentón y luego su labio inferior- ¿Vamos? Tengo ganas de empezar contigo –mi cuerpo era un claro ejemplo de lo que decía, estaba caliente y excitada y la noche no había hecho más que empezar.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Dan no era tonta, aun algo contenta por el alcohol las preguntas se sucedían escapando cálidas de sus labios contra mi boca.
Mis manos acariciaban cada centímetro de su piel mientras ahora sus piernas enredadas como la hiedra en mi cintura permitía que nuestros sexos se encontraran voraces y hambrientos.
La distraía con besos, mi lengua cruzaba el precipicio de su boca una y otra vez pidiéndole silencio mientras los jadeos de uno y otro se sucedían dando claro empuje a como ardía nuestros cuerpos.
-¿Te vas a portar mal? -susurré contra su boca mirándola fijamente -¿muy mal? -arrastraba cada palabra excitado.
Pero Dan como de costumbre quería respuestas unas que no le daba.
Quería casarme en México porque de pasarme algo quedaba expuesta a una ruina que arrastraban sus padres, quería protegerla y económicamente este era el modo de hacerlo.
Ademas me aseguraba que la niña tuviera si sobrevivía una buena vida...era lo mas coherente dada la situación que en este momento tenia.
La marca había crecido demasiado, el dolor cada vez era mas fuerte, a veces me doblaba del dolor y eso que tenia la capacidad de aguantarlo mejor de lo que el resto de los inmortales, una capacidad que adquirí a lo largo de los milenios.
-Nos casaremos en México y repetiremos la boda frente a tus padres -le aseguré para que estuviera tranquila.
Sabia que la madre me mataría con sus propias manos si la dejaba sin esa gran fiesta que estaba planeando para nuestra boda, pero..si me pasaba algo se alegraría de que hubiera sido previsor para con su hija.
Ademas había descubierto que esa diosa necesitaba un cuerpo para poder escapar del lugar donde estaba recluida, una prisión para ella.
Así que...mantener a Dan lejos del peligro era para mi una prioridad...llegado el momento vería como me las arreglaba para negociar con la diosa maya.
Con mis manos en sus nalgas y sin dejar de besarla bajé hacia el camarote donde estaban las esclavas, mi boca hambrienta recorría su mandíbula, mordí su mentón ,sus risas morían en mis labios, estábamos los dos animados de mas y la danza de sus caderas alzando mas y mas mi hombría lo decía todo.
-Estoy a mil -aseguré bajándola justo en la puerta del camarote.
Posé mi mano buscando el pomo de la puerta, nos besábamos muy bruscamente, su espalda contra la puerta, jadeábamos sin parar
Mi hombría contra su vientre sus manso atrayéndome de las mejillas, tirándome del pelo para atraerme mas y besarme con mas dureza.
-Joder como me estas poniendo -le dije -casi podemos pasar de la tortura, quiero metertela ya.
Ella se reía divertida, la puerta cedió y dos esclavas de sangre de cabello dorado nos contemplaron fijamente.
Llevaban puesto sendos camisones negros, dispuestas para complacerme de todas las maneras posibles, algo que incrementó mi deseo, enrojeció mis ojos y con la sonrisa ladeada contemple a mi futura mujer.
-¿vamos a jugar? -pregunté con la voz ronca cerrando tras de mi la puerta.
Mis manos acariciaban cada centímetro de su piel mientras ahora sus piernas enredadas como la hiedra en mi cintura permitía que nuestros sexos se encontraran voraces y hambrientos.
La distraía con besos, mi lengua cruzaba el precipicio de su boca una y otra vez pidiéndole silencio mientras los jadeos de uno y otro se sucedían dando claro empuje a como ardía nuestros cuerpos.
-¿Te vas a portar mal? -susurré contra su boca mirándola fijamente -¿muy mal? -arrastraba cada palabra excitado.
Pero Dan como de costumbre quería respuestas unas que no le daba.
Quería casarme en México porque de pasarme algo quedaba expuesta a una ruina que arrastraban sus padres, quería protegerla y económicamente este era el modo de hacerlo.
Ademas me aseguraba que la niña tuviera si sobrevivía una buena vida...era lo mas coherente dada la situación que en este momento tenia.
La marca había crecido demasiado, el dolor cada vez era mas fuerte, a veces me doblaba del dolor y eso que tenia la capacidad de aguantarlo mejor de lo que el resto de los inmortales, una capacidad que adquirí a lo largo de los milenios.
-Nos casaremos en México y repetiremos la boda frente a tus padres -le aseguré para que estuviera tranquila.
Sabia que la madre me mataría con sus propias manos si la dejaba sin esa gran fiesta que estaba planeando para nuestra boda, pero..si me pasaba algo se alegraría de que hubiera sido previsor para con su hija.
Ademas había descubierto que esa diosa necesitaba un cuerpo para poder escapar del lugar donde estaba recluida, una prisión para ella.
Así que...mantener a Dan lejos del peligro era para mi una prioridad...llegado el momento vería como me las arreglaba para negociar con la diosa maya.
Con mis manos en sus nalgas y sin dejar de besarla bajé hacia el camarote donde estaban las esclavas, mi boca hambrienta recorría su mandíbula, mordí su mentón ,sus risas morían en mis labios, estábamos los dos animados de mas y la danza de sus caderas alzando mas y mas mi hombría lo decía todo.
-Estoy a mil -aseguré bajándola justo en la puerta del camarote.
Posé mi mano buscando el pomo de la puerta, nos besábamos muy bruscamente, su espalda contra la puerta, jadeábamos sin parar
Mi hombría contra su vientre sus manso atrayéndome de las mejillas, tirándome del pelo para atraerme mas y besarme con mas dureza.
-Joder como me estas poniendo -le dije -casi podemos pasar de la tortura, quiero metertela ya.
Ella se reía divertida, la puerta cedió y dos esclavas de sangre de cabello dorado nos contemplaron fijamente.
Llevaban puesto sendos camisones negros, dispuestas para complacerme de todas las maneras posibles, algo que incrementó mi deseo, enrojeció mis ojos y con la sonrisa ladeada contemple a mi futura mujer.
-¿vamos a jugar? -pregunté con la voz ronca cerrando tras de mi la puerta.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Estaba claro que el vampiro no iba a decirme mucho y no iba a responder a mis preguntas, algo que tenía ya como costumbre y manía y que a mí me enervaba por completo. Pero no era tonta, el cambio era notable e intuía que había algo que el vampiro no me contaba para que tomara la decisión de casarnos en México, casi como que un seguro, y eso es lo que me hacía sospechar. ¿Qué sabía que no me decía que lo había hecho cambiar de idea y adelantar la boda? No lo sabía pero lo averiguaría, no sabía como ese vampiro a esas alturas no se había dado cuenta de que era especialista en llegar al fondo de toda cuestión, si no había seguido llegando al fondo en otras cosas era simplemente porque no había querido y por no volver a discutir y que se marchara como siempre hacía, aunque la verdad el saber que estábamos en un barco donde no iba a poder escapar me animaba, pero por eso noche lo dejaría estar porque no quería peleas ni discusiones, menos ahora mismo conforme me buscaba su cuerpo y sus manos se paseaban por este mientras mis piernas rodeaban su cintura.
El vino que habíamos tomado había calentado mi cuerpo y mis ganas de pasar aquella noche con él, sabía que me iba a llevar al camarote donde tenía a las esclavas y seguramente que hubiera habilitado la habitación para pasar un rato agradable y no solamente se alimentara de ellas. Mis ojos contemplaron los suyos, algo turbios, mientras sus palabras escapaban de sus labios preguntándome si me iba a portar mal. Su tono era bajo, ronco denotando lo excitado que estaba y yo como respuesta moví mis caderas contra las suyas haciendo que nuestros sexos se rozaran de forma deliberada al tiempo que mordía su labio inferior y tiraba del mismo observándolo. Por supuesto que me iba a portar mal, ¿cuándo me había portado yo bien? Con él nunca, la verdad, se me daba mucho mejor ser mala y encontraba cierto placer siendo mala con el vampiro, desde la noche en el hotel había encontrado que atarlo me excitaba, tenerlo postrado ante mí también y llevarlo al límite en todos los sentidos era una auténtica gozada.
-Pienso ser mala, muy muy mala –afirmé arqueando mi cuerpo contra el suyo mientras el vampiro no perdía el tiempo y, en vez de soltarme, simplemente me llevó de esa forma por cubierta hasta bajar para llegar a la zona donde estaban los camarotes. Nuestros labios no se daban tregua alguna y no dejaban de besarse, mis manos recorrían su espalda y las suyas me cogían de las nalgas mientras me llevaba por los pasillos. Sus labios recorrían los míos, dejaba besos por mí mandíbula, la mordía, bajaba por el mentón y terminaba en mi cuello para volver a empezar de vuelta, yo me reía contra sus labios por el alcohol ingerido y porque me tuviera que llevar de esa forma por todo el barco hasta la misma puerta del camarote, donde solo me dejó así en el suelo con mi espalda apoyada en la puerta del mismo. Sonreí de lado cuando dijo cómo estaba como si su miembro presionando mi cuerpo no fuera un claro indicativo de cómo estaba, su mano buscaba ahora el pomo de la puerta para abrirla mientras mis manos lo acercaban de sus mejillas y tiraba de su pelo acortando la distancia entre ambos, mordí con fuerza su labio inferior cuando dijo cómo le estaba poniendo y que podríamos pasar de la tortura, algo a lo que me reí divertida y negué con la cabeza. La puerta se abrió a mi espalda y me giré para contemplar a dos jóvenes rubias que llevaban un camisón negro y que nos miraban de forma fija, me adentré en el camarote y Joe cerró la puerta dejándonos a los cuatro dentro. Quizás ellas no supieran que iba a aquel viaje, aunque si era así no fue algo que reflejaron en sus rostros. Me giré para observar al vampiro con una sonrisa ladeada y una ceja enarcada ante su pregunta- Sí, vamos a jugar –ya había visto y sabía por qué me decía que podría gustarme el camarote y era porque al parecer el vampiro se había encargado de que cubrieran ciertas… necesidades. Al igual que en el hotel justo sobre la cama había unas esposas y por el lugar demás utensilios de diversión y placer, el vampiro había pensado en todo durante esa semana al parecer. Este tenía ya los ojos rojos y me giré para contemplar a las dos jóvenes que nos miraban quizás porque no me esperaban en aquella ecuación, pero le había prometido al vampiro ser mala así que… eso es lo que iba a hacer. Lo primero que hice fue subirme a la cama y ponerme justo debajo de las esposas, las cogí entre mis manos y me giré al vampiro para mirarlo y hacerle una seña con el dedo- ven aquí, amor –lo llamé esperando que se acercara y no tardó demasiado en quitarse el calzado y subirse sobre la cama quedando frente a mí, mis manos recorrieron su pecho- ya sabes lo que me gusta atarte, levanta los brazos Joe, vamos a ponerte esas esposas que tenías preparadas –sonreí de lado con sus ojos contemplándome pero alzó sus brazos sin rechistar, mis manos recorrieron sus brazos primero uno hasta ponerle el grillete y luego recorriendo el otro para dejarle atado.
Mis labios buscaron los suyos llevando una mano a su nuca y me separé con una sonrisa bajando de la cama y contemplándolo, no podía decir que las vistas no me gustaran porque sería estar mintiendo. Las otras dos me miraban como si esperaran que les dijera lo que tenían que hacer, me quedaba claro que estaban allí para cubrir todas las necesidades que tuviera el vampiro y no solo la de alimentarse, así que suponía que si él llegaba con una invitada más ellas tendrían que hacerme caso a mí también… eso quería decir que podía llevar el control de los tres a mi voluntad, y eso era lo más divertido de todo. El vampiro no sabía la que le esperaba aquella noche e iba a ser mala con él, tenía que tener en cuenta que ellas eran humanas y que seguramente aguantarían ciertas cosas, pero por fortuna el vampiro no y eso era lo mejor de todo. Las dos nos miraban con cierta curiosidad pero una, a decir verdad, lo hacía más que la otra. Le hice una seña a la que parecía más predispuesta para que se acercara donde yo estaba y mis manos recorrieron su torso parándose en sus pechos bajo la mirada del vampiro y mis labios surcaron su cuello tirando su pelo hacia atrás.
-Le he prometido al vampiro que sería mala con él esta noche, y pretendo hacerlo por el momento sin tener que tocarlo… -mis ojos fueron hacia los de la joven, azules como el mismo cielo que me devolvían la mirada y una sonrisa ladeada se extendió en sus labios como si supiera lo que le estaba diciendo. La giré poniéndola de cara al vampiro y apartando su pelo mis labios recorrieron su cuello mientras mis manos se encargaban de deslizar los tirantes del camisón que llevaba por sus brazos de forma que este cayó al suelo dejando a la joven solo con la prenda inferior. Mis manos bajaron por su cuello y su clavícula para abarcar sus pechos y estimularlos jugando con ellos, recorriéndolos, cogiendo sus pezones entre mis dedos estimulándolos hasta que se pusieron duros. Mi boca repartía mordiscos por el cuello de ella que se dejaba hacer con los ojos cerrados y su cabeza reposada en mi hombro, sin quitar mis ojos del vampiro. La puse de perfil y mi boca sustituyó a mis manos recorriendo sus pechos, succionándolos, mordiendo sus pezones mientras ella gemía dejándose hacer y mis ojos no se apartaban del vampiro con una sonrisa ladeada, volví a girarla de cara a él y me puse a su espalda para mirar a la otra- desnúdalo, y te pida lo que te pida, no lo hagas –sonreí de lado y la otra fue hacia el vampiro para subir frente a él y quitarle la camisa que tuvo que romper al llegar a las muñecas para quitársela del todo. Sus manos descendieron por su pecho y las mías lo hicieron por el de la joven siguiendo el ritmo que marcaba sobre el cuerpo del vampiro, comenzó a desabrochar el cinturón que llevaba y mis dedos se colaron por la prenda interior de ella cuando le quitó los pantalones, y cuando finalmente lo dejó desnudo mis manos descendieron la ropa interior de la joven dejando que cayera al suelo. La otra esclava volvió donde estaba dejando al vampiro solo con ganas de más, de que lo tocaran pero si le había pedido algo dada mi orden no hizo nada. Sonreí de lado y le pedí que se acercara y que me desnudara a mí mientras mis dedos iban al sexo de la joven desnuda notando su humedad y excitación, como sus caderas se movían y arqueaban y yo le otorgaba placer sin dejar de mirar al vampiro. Metí dos dedos en su interior y los sacudí haciendo que se cogiera con fuerza mientras gemía por el placer pero paré enseguida dejándola con ganas de más, y les pedí que se tocaran mientras, me alejé y me subí a la cama quedando de frente al vampiro para que chupara esos dedos para luego morder su cuello- ¿Disfrutas de las vistas y del espectáculo, amor? –Mi mano acarició su miembro que pedía por atención de forma lenta y pausada- me siento generosa, pídeme una cosa que quieras hacer, y te la concedo –sonreí divertida a expensas de saber qué pediría.
El vino que habíamos tomado había calentado mi cuerpo y mis ganas de pasar aquella noche con él, sabía que me iba a llevar al camarote donde tenía a las esclavas y seguramente que hubiera habilitado la habitación para pasar un rato agradable y no solamente se alimentara de ellas. Mis ojos contemplaron los suyos, algo turbios, mientras sus palabras escapaban de sus labios preguntándome si me iba a portar mal. Su tono era bajo, ronco denotando lo excitado que estaba y yo como respuesta moví mis caderas contra las suyas haciendo que nuestros sexos se rozaran de forma deliberada al tiempo que mordía su labio inferior y tiraba del mismo observándolo. Por supuesto que me iba a portar mal, ¿cuándo me había portado yo bien? Con él nunca, la verdad, se me daba mucho mejor ser mala y encontraba cierto placer siendo mala con el vampiro, desde la noche en el hotel había encontrado que atarlo me excitaba, tenerlo postrado ante mí también y llevarlo al límite en todos los sentidos era una auténtica gozada.
-Pienso ser mala, muy muy mala –afirmé arqueando mi cuerpo contra el suyo mientras el vampiro no perdía el tiempo y, en vez de soltarme, simplemente me llevó de esa forma por cubierta hasta bajar para llegar a la zona donde estaban los camarotes. Nuestros labios no se daban tregua alguna y no dejaban de besarse, mis manos recorrían su espalda y las suyas me cogían de las nalgas mientras me llevaba por los pasillos. Sus labios recorrían los míos, dejaba besos por mí mandíbula, la mordía, bajaba por el mentón y terminaba en mi cuello para volver a empezar de vuelta, yo me reía contra sus labios por el alcohol ingerido y porque me tuviera que llevar de esa forma por todo el barco hasta la misma puerta del camarote, donde solo me dejó así en el suelo con mi espalda apoyada en la puerta del mismo. Sonreí de lado cuando dijo cómo estaba como si su miembro presionando mi cuerpo no fuera un claro indicativo de cómo estaba, su mano buscaba ahora el pomo de la puerta para abrirla mientras mis manos lo acercaban de sus mejillas y tiraba de su pelo acortando la distancia entre ambos, mordí con fuerza su labio inferior cuando dijo cómo le estaba poniendo y que podríamos pasar de la tortura, algo a lo que me reí divertida y negué con la cabeza. La puerta se abrió a mi espalda y me giré para contemplar a dos jóvenes rubias que llevaban un camisón negro y que nos miraban de forma fija, me adentré en el camarote y Joe cerró la puerta dejándonos a los cuatro dentro. Quizás ellas no supieran que iba a aquel viaje, aunque si era así no fue algo que reflejaron en sus rostros. Me giré para observar al vampiro con una sonrisa ladeada y una ceja enarcada ante su pregunta- Sí, vamos a jugar –ya había visto y sabía por qué me decía que podría gustarme el camarote y era porque al parecer el vampiro se había encargado de que cubrieran ciertas… necesidades. Al igual que en el hotel justo sobre la cama había unas esposas y por el lugar demás utensilios de diversión y placer, el vampiro había pensado en todo durante esa semana al parecer. Este tenía ya los ojos rojos y me giré para contemplar a las dos jóvenes que nos miraban quizás porque no me esperaban en aquella ecuación, pero le había prometido al vampiro ser mala así que… eso es lo que iba a hacer. Lo primero que hice fue subirme a la cama y ponerme justo debajo de las esposas, las cogí entre mis manos y me giré al vampiro para mirarlo y hacerle una seña con el dedo- ven aquí, amor –lo llamé esperando que se acercara y no tardó demasiado en quitarse el calzado y subirse sobre la cama quedando frente a mí, mis manos recorrieron su pecho- ya sabes lo que me gusta atarte, levanta los brazos Joe, vamos a ponerte esas esposas que tenías preparadas –sonreí de lado con sus ojos contemplándome pero alzó sus brazos sin rechistar, mis manos recorrieron sus brazos primero uno hasta ponerle el grillete y luego recorriendo el otro para dejarle atado.
Mis labios buscaron los suyos llevando una mano a su nuca y me separé con una sonrisa bajando de la cama y contemplándolo, no podía decir que las vistas no me gustaran porque sería estar mintiendo. Las otras dos me miraban como si esperaran que les dijera lo que tenían que hacer, me quedaba claro que estaban allí para cubrir todas las necesidades que tuviera el vampiro y no solo la de alimentarse, así que suponía que si él llegaba con una invitada más ellas tendrían que hacerme caso a mí también… eso quería decir que podía llevar el control de los tres a mi voluntad, y eso era lo más divertido de todo. El vampiro no sabía la que le esperaba aquella noche e iba a ser mala con él, tenía que tener en cuenta que ellas eran humanas y que seguramente aguantarían ciertas cosas, pero por fortuna el vampiro no y eso era lo mejor de todo. Las dos nos miraban con cierta curiosidad pero una, a decir verdad, lo hacía más que la otra. Le hice una seña a la que parecía más predispuesta para que se acercara donde yo estaba y mis manos recorrieron su torso parándose en sus pechos bajo la mirada del vampiro y mis labios surcaron su cuello tirando su pelo hacia atrás.
-Le he prometido al vampiro que sería mala con él esta noche, y pretendo hacerlo por el momento sin tener que tocarlo… -mis ojos fueron hacia los de la joven, azules como el mismo cielo que me devolvían la mirada y una sonrisa ladeada se extendió en sus labios como si supiera lo que le estaba diciendo. La giré poniéndola de cara al vampiro y apartando su pelo mis labios recorrieron su cuello mientras mis manos se encargaban de deslizar los tirantes del camisón que llevaba por sus brazos de forma que este cayó al suelo dejando a la joven solo con la prenda inferior. Mis manos bajaron por su cuello y su clavícula para abarcar sus pechos y estimularlos jugando con ellos, recorriéndolos, cogiendo sus pezones entre mis dedos estimulándolos hasta que se pusieron duros. Mi boca repartía mordiscos por el cuello de ella que se dejaba hacer con los ojos cerrados y su cabeza reposada en mi hombro, sin quitar mis ojos del vampiro. La puse de perfil y mi boca sustituyó a mis manos recorriendo sus pechos, succionándolos, mordiendo sus pezones mientras ella gemía dejándose hacer y mis ojos no se apartaban del vampiro con una sonrisa ladeada, volví a girarla de cara a él y me puse a su espalda para mirar a la otra- desnúdalo, y te pida lo que te pida, no lo hagas –sonreí de lado y la otra fue hacia el vampiro para subir frente a él y quitarle la camisa que tuvo que romper al llegar a las muñecas para quitársela del todo. Sus manos descendieron por su pecho y las mías lo hicieron por el de la joven siguiendo el ritmo que marcaba sobre el cuerpo del vampiro, comenzó a desabrochar el cinturón que llevaba y mis dedos se colaron por la prenda interior de ella cuando le quitó los pantalones, y cuando finalmente lo dejó desnudo mis manos descendieron la ropa interior de la joven dejando que cayera al suelo. La otra esclava volvió donde estaba dejando al vampiro solo con ganas de más, de que lo tocaran pero si le había pedido algo dada mi orden no hizo nada. Sonreí de lado y le pedí que se acercara y que me desnudara a mí mientras mis dedos iban al sexo de la joven desnuda notando su humedad y excitación, como sus caderas se movían y arqueaban y yo le otorgaba placer sin dejar de mirar al vampiro. Metí dos dedos en su interior y los sacudí haciendo que se cogiera con fuerza mientras gemía por el placer pero paré enseguida dejándola con ganas de más, y les pedí que se tocaran mientras, me alejé y me subí a la cama quedando de frente al vampiro para que chupara esos dedos para luego morder su cuello- ¿Disfrutas de las vistas y del espectáculo, amor? –Mi mano acarició su miembro que pedía por atención de forma lenta y pausada- me siento generosa, pídeme una cosa que quieras hacer, y te la concedo –sonreí divertida a expensas de saber qué pediría.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Al adentrarnos en la habitación pude observar el rostro de mi prometida, maquinaba las torturas que me haría mientras sus ojos centelleaban no solo al ver las esposas sobre la cama, si no a las esclavas de sangre de mi hermano y utensilios varios.
Me gustaba complacerla, en un acto egoísta, pues me gustaba mas una el placer que me daba cuando me llevaba al limite, al borde del abismo y simplemente me dejaba caer.
No titubeó, el lecho se convirtió en la reunión de los dos, allí nos miramos de frente, mi aliento golpeaba errático su boca, sinceramente el camino hasta allí me había calentado bastante y por mi metersela ahora seria mas que suficiente.
Alcé los brazos cuando me lo pidió con una sonrisa ladeada, íbamos a jugar, algo que sabíamos de sobra los dos.
Una vez estuve postrado ante si, en el justo lugar donde Dan me necesitaba para empezar a jugar se deslizo cual serpiente por las sabanas en busca de su próxima victima con la que jugar.
Una rubia de cuerpo despampanante y ojos cielo miraba excitada la escena, no dudó en acercarse cuando mi prometida le juro que rozaría esa noche el cielo, o quizás el infierno en este momento con lo cachondo que estaba distinguirlos era complicado.
Ante mi, sin apartar ni por un instante esos centelleantes ojos se deshizo del negro camisón, empezó a tocar a la joven lentamente, no se corto, con su boca lamia su yugular, mordía su cuello, su mandíbula y calentaba con tibieza sus labios mientras con las manos repasaba en una dulce tortura sus dos alzados pechos, los pezones endurecidos cedían contra las yemas de los dedos mientras la humana jadeaba por las atenciones de mi diablo.
Susurró en su oído su siguiente orden, quería que me desnudara, claro que con la voz convertida en un ronroneo le pidió que no me hiciera nada de lo que yo le pidiera, algo que hizo que mis ojos se tornaran rojos como el fuego.
No llevaba bien que me negaran nada, supongo que hay radicaba la tortura y la excitación que mi preciosa futura mujer en mi producía.
La humana obedeció, no lo pensó, descalza se alzo sobre el lecho y lentamente empezó a desabrochar mi camisa mientras Dan como si la misma Lilith la poseyera se encargaba de caldear mi vista.
Jadeé de forma pesada al ver como mi camisa caía y ahora los dedos ágiles de la humana se centraban en la cinturilla de mi botón.
Por un instante se detuvo cerrando los ojos y tirando hacia atrás la cabeza presa del placer que los dos dedos de Dan le proporcionaban.
Habían surcado el cuerpo de la joven y ahora se sacudían húmedos en su interior.
-Sigue pidió Dan a la chica para que liberará así mi hombría.
Alzada, dura y palpitante quedó frente a ambas, ligeramente húmeda los ojos de Dan oscurecieron al verla, su deseo era tan palpable como el mio, solo que se esforzaba en disimularlo en demasía.
Pidió a la esclava que fuera a jugar con la otra, las quería, desnudas, excitadas y su mirada se clavó en la mía como si fuera un genio de la lampara y me concediera un solo deseo.
Sus dedos ardían deslizándose por mi tronco, yo jadeaba golpeando su boca con mi ronca respiración.
-Chupamela -pedí relamiendo mis labios resecos por el aliento que exhalaba preso de la excitación -hazlo Dan -pedí con la voz ronca como la misma noche -estoy muy excitado.
Ladeó la sonrisa con cierta malicia, sin apartar de mi sus ojos y lentamente su cuerpo se dejo caer sobre el lecho quedando frente a mi de rodillas.
-Hazlo -pedí impaciente al ver como se entretenía en alargar aquello que yo deseaba ahora mismo mas que nada en este mundo.
Entreabrió los labios sobre mi punta, cuando me doblé de dolor, un rugido escapó de mi boca, la marca crecía.
Los ojos de Dan se alzaron, en ellos una preocupación extrema, ella conocía mi poder para soportar el dolor, si esto me doblegaba era porque realmente estaba mal.
Apreté los dientes cerrando los ojos que ahora burdeos se asomaban entre mis parpados cada vez que los entreabría.
Tiré de las cadenas rompiéndolas y caí sobre el lecho gruñendo encogido, el dolor era insoportable.
Mi piel ardía, era como si las entrañas se abrieran desde dentro y el infierno saliera por ellas.
Jadeaba, pero no fruto de la excitación ahora mismo, mi cuerpo se perlo de sudor y de un rugido mandé fuera a las mujeres de esa habitación.
Odiaba que me vieran doblegado, débil.
-¡Fuera! -ordené
Me gustaba complacerla, en un acto egoísta, pues me gustaba mas una el placer que me daba cuando me llevaba al limite, al borde del abismo y simplemente me dejaba caer.
No titubeó, el lecho se convirtió en la reunión de los dos, allí nos miramos de frente, mi aliento golpeaba errático su boca, sinceramente el camino hasta allí me había calentado bastante y por mi metersela ahora seria mas que suficiente.
Alcé los brazos cuando me lo pidió con una sonrisa ladeada, íbamos a jugar, algo que sabíamos de sobra los dos.
Una vez estuve postrado ante si, en el justo lugar donde Dan me necesitaba para empezar a jugar se deslizo cual serpiente por las sabanas en busca de su próxima victima con la que jugar.
Una rubia de cuerpo despampanante y ojos cielo miraba excitada la escena, no dudó en acercarse cuando mi prometida le juro que rozaría esa noche el cielo, o quizás el infierno en este momento con lo cachondo que estaba distinguirlos era complicado.
Ante mi, sin apartar ni por un instante esos centelleantes ojos se deshizo del negro camisón, empezó a tocar a la joven lentamente, no se corto, con su boca lamia su yugular, mordía su cuello, su mandíbula y calentaba con tibieza sus labios mientras con las manos repasaba en una dulce tortura sus dos alzados pechos, los pezones endurecidos cedían contra las yemas de los dedos mientras la humana jadeaba por las atenciones de mi diablo.
Susurró en su oído su siguiente orden, quería que me desnudara, claro que con la voz convertida en un ronroneo le pidió que no me hiciera nada de lo que yo le pidiera, algo que hizo que mis ojos se tornaran rojos como el fuego.
No llevaba bien que me negaran nada, supongo que hay radicaba la tortura y la excitación que mi preciosa futura mujer en mi producía.
La humana obedeció, no lo pensó, descalza se alzo sobre el lecho y lentamente empezó a desabrochar mi camisa mientras Dan como si la misma Lilith la poseyera se encargaba de caldear mi vista.
Jadeé de forma pesada al ver como mi camisa caía y ahora los dedos ágiles de la humana se centraban en la cinturilla de mi botón.
Por un instante se detuvo cerrando los ojos y tirando hacia atrás la cabeza presa del placer que los dos dedos de Dan le proporcionaban.
Habían surcado el cuerpo de la joven y ahora se sacudían húmedos en su interior.
-Sigue pidió Dan a la chica para que liberará así mi hombría.
Alzada, dura y palpitante quedó frente a ambas, ligeramente húmeda los ojos de Dan oscurecieron al verla, su deseo era tan palpable como el mio, solo que se esforzaba en disimularlo en demasía.
Pidió a la esclava que fuera a jugar con la otra, las quería, desnudas, excitadas y su mirada se clavó en la mía como si fuera un genio de la lampara y me concediera un solo deseo.
Sus dedos ardían deslizándose por mi tronco, yo jadeaba golpeando su boca con mi ronca respiración.
-Chupamela -pedí relamiendo mis labios resecos por el aliento que exhalaba preso de la excitación -hazlo Dan -pedí con la voz ronca como la misma noche -estoy muy excitado.
Ladeó la sonrisa con cierta malicia, sin apartar de mi sus ojos y lentamente su cuerpo se dejo caer sobre el lecho quedando frente a mi de rodillas.
-Hazlo -pedí impaciente al ver como se entretenía en alargar aquello que yo deseaba ahora mismo mas que nada en este mundo.
Entreabrió los labios sobre mi punta, cuando me doblé de dolor, un rugido escapó de mi boca, la marca crecía.
Los ojos de Dan se alzaron, en ellos una preocupación extrema, ella conocía mi poder para soportar el dolor, si esto me doblegaba era porque realmente estaba mal.
Apreté los dientes cerrando los ojos que ahora burdeos se asomaban entre mis parpados cada vez que los entreabría.
Tiré de las cadenas rompiéndolas y caí sobre el lecho gruñendo encogido, el dolor era insoportable.
Mi piel ardía, era como si las entrañas se abrieran desde dentro y el infierno saliera por ellas.
Jadeaba, pero no fruto de la excitación ahora mismo, mi cuerpo se perlo de sudor y de un rugido mandé fuera a las mujeres de esa habitación.
Odiaba que me vieran doblegado, débil.
-¡Fuera! -ordené
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
El juego ya había comenzado y la verdad era que me iba a divertir con las posibilidades que tenía frente a mí, en otro momento y en otra situación hasta me habría negado ante la mera idea, pero debía de reconocer que después de la noche del baile de máscaras había descubierto una faceta nueva hasta ese momento dormida que no había salido nunca a la luz, y debía de decir que me había gustado y que solo podría haberla conocido gracias al vampiro. Para mí eran simple juegos, unos juegos con los que me sentía cómoda y donde podía sacar mi lado más dominante, hacer y deshacer a mi antojo sin que nadie me dijera nada y donde más placer encontraba. Sabía que las esclavas no se opondrían a lo que tuviera que decirles, no por nada estaban allí solamente vestidas con un camisón negro a la espera de que el vampiro les dijera lo que tenían que hacer, su sorpresa fue cuando me vieron a mi aparecer por allí pero no dijeron nada y una de ellas incluso parecía divertida con la propuesta de que estuviera allí esa noche, como si todo lo hiciera más divertido y fue por eso mismo que no dudé en ir a por ella la primera, por la forma que tenía de mirarnos mientras ataba al vampiro a la cama.
Debía de reconocer que me gustaba tenerlo atado y postrado a mi merced, no era algo que escondiera frente a él y además se lo había dicho en un par de ocasiones sin importarme el reconocerlo, era evidente por la forma en que tenía de mirarlo y la sonrisa que se me ponía en los labios con cierta malicia, ¿quería jugar esa noche? Bien, pues jugaríamos pero algo diferente a lo que él quizás pudiera pensar. Por eso había decidido jugar primero con la humana y caldear un poco el ambiente aunque no hiciera falta, de sobra sabía que el vampiro estaba más que listo y preparado e incluso él mismo me lo había dicho pero yo quería jugar, jugar a que viera como recorría el cuerpo de la humana que él hubiera utilizado para beber de ella y para seguramente suplir otras necesidades en aquel viaje, mis ojos no se apartaron de los de él en ningún momento mientras lo veía observándonos sin perder detalle de lo que le hacía a la humana, de cómo mis dedos recorrían su cuerpo desnudo y mis labios perfilaban su cuello mientras le arrancaba jadeos y su cuerpo se arqueaba por las atenciones dadas.
Ah, pero es que ahí no iba a quedar la cosa porque pretendía que lo desnudara pero que no le hiciera nada al vampiro, seguramente le pediría que le hiciera algo y sus ojos brillaron ya rojos cuando me escuchó decirle a la humana que no le hiciera nada de lo que le pidiera. Comenzó a desnudarle y yo detrás de ella deslicé mis dedos por su cuerpo, la respiración del vampiro era más que errática en esos momentos y sonreí de forma ladina, para cuando llegó al cinturón mis dedos surcaron el centro de la joven quien se paró presa del placer cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, separó sus piernas y yo le incité a que siguiera mientras no dejaba de mirar al vampiro en aquel juego que había iniciado, hasta que finalmente lo dejó completamente desnudo, ambas podíamos ver lo excitado que estaba y como casi rogaba por atención sin siquiera decir nada... admitía que me gustaba tener así al vampiro sin siquiera hacerle demasiado, sabía sus puntos débiles y sabía cómo aprovecharlos. Mandé a la joven a que fuera con la otra quedándome de frente con el vampiro y sonreí de lado llevando mis dedos a su tronzo deslizándolos de forma lenta, con una sonrisa ladeada y como si fuera su genio particular le iba a conceder un deseo. Reí rozando mis labios con los suyos sin dejar de acariciarlo cuando dijo lo que quería y lo miré de forma fija.
-¿Eso es lo que más deseas ahora, Joe? De todas las cosas que puedes pedir, en este momento, has elegido esa –lamí mis labios tan solo para provocarlo un poco más de lo que ya estaba, cierto que era que estaba muy excitado- lo noto amor, puedo notar entre mis dedos lo excitado que estás –mi aliento daba contra sus labios mientras no perdía la sonrisa, me gustaba que me rogara y que me pidiera anhelante por lo que quería de mí en esos momentos, era una imagen demasiado erótica como para dejarla pasar por alto y no disfrutar de eso. No por nada no se tenía todos los días a un vampiro rogando a una cazadora, aunque en esos momentos el vampiro y la cazadora quedaran totalmente olvidados- así me gusta, que me pidas y ruegues por lo que quieres... –mis labios acortaron la distancia dejando apenas un beso bastante corto y pegué mi cadera haciendo que su miembro rozara mi sexo de forma deliberada- ¿prefieres mi boca a sentirte dentro de mí? –Sí, estaba siendo mala pero... ¿no había dicho que sería muy mala con él? Era lo que quería, era lo que tenía. Reí contra sus labios de nuevo, mordí su labio inferior y finalmente acabé por mirarlo con una sonrisa ladeada y mirándole de forma fija comenzar a bajar por su cuerpo hasta finalmente quedar de rodillas frente a él, dejé que mi aliento diera contra su miembro en una anticipación a lo que iba a sentir y sonreí cuando volvió a pedirme lo que quería, y justo era lo que iba a hacer cuando rugió y se dobló como si algo le doliera en esos momentos, alcé mi ojos y en el recorrido pude ver como la marca se extendía en su vientre y supe qué era lo que estaba pasando. Lo miré sin entender cómo es que siendo vampiro, teniendo tanto aguante, pudiera dolerle de esa forma cuando estaba muy acostumbrado al dolor como él ya me había dicho y fue que me di cuenta del color de sus ojos que había cambiado, cerró los ojos, apretó la mandíbula y tiró de las cadenas rompiéndolas como si fueran de papel y cayó sobre la cama, encogido, incapaz de soportar el dolor que aquello le causaba.
Su respiración era errática pero por un motivo totalmente diferente al estar excitado, su cuerpo y frente estaban perlados en sudor y se revolvía mientras gruñía por lo que debía de dolerle... algo que se había incrementado desde la última vez que le pasó en el baile, cuanto más tiempo pasaba al parecer peor era y frente a mí tenía los estragos que causaba la marca; ni un vampiro al que le habían torturado por siglos era capaz de soportar aquel dolor. Gruñó, rugió que nos largáramos de allí y las dos esclavas fueron las que salieron corriendo seguramente asustadas por lo que veían... pero yo me quedé mientras el dolor lo doblegaba y le debilitaba seguramente, o al menos eso creía por lo que había visto que le había hecho a Sun y lo poco que le había visto a él. No sabía qué podía hacer exactamente para ayudarlo así que hice lo que se me ocurrió aunque no fuera mucho, me recosté contra el cabezal de la cama y tiré de su cuerpo para dejarlo recostado contra mi cuerpo de manera que este quedaba entre mis piernas pero con su rostro apoyado contra mi pecho, una de mis manos acarició su pelo y la otra acariciaba su espalda mientras esperaba a que el dolor amainara sin saber qué hacer, actuando más bien como una madre cuando su hijo está malo, pero es que no sabía exactamente qué hacer.
Intenté calmarlo y tranquilizarlo dejando mis labios en su frente tarareando una vieja canción mientras él se revolvía por el dolor hasta que este poco a poco fue parando, al principio luchó por soltarse pero era incapaz de hacer eso y soportar a su vez el dolor de la marca extendiéndose. Finalmente se tranquilizó y la marca dejó de expandirse por su vientre donde llevé la mano que recorría su espalda notando el calor que manaba, lo notaba algo cansado y débil y simplemente no dije demasiado, podría haberlo hecho pero le concedí unos segundos para recuperarse mientras se calmaba. No sabía que la situación había empeorado tanto y él no me había dicho nada, quizás entendiera un poco por qué se drogaba y también comprendí ya que antes él no me lo había dicho el porqué de querer casarse en México: le preocupaba la marca y no me había dicho nada. Por eso decirme lo de Nim, por eso hacerme ver que quería adelantar todo... se estaba previniendo. Me pregunté en esos momentos por qué le importaba la situación de mi familia cuando para él no eran nada, entendía lo de Nim aunque no sabía si yo podría proporcionarle los mismos cuidados que él le daba. Acaricié su rostro cuando se calmó y lo miré esperando a que sus ojos se centran de nuevo e los míos, quité algunos mechones que se le habían pegado por el sudor y quité este con el dorso de mi mano.
-Ahora entiendo por qué quieres casarte en México... ¿por qué no me habías dicho que había llegado a tanto? –Lo miré aunque sabía que no iba a tener respuesta por su parte- tenemos que mirar en ese libro a ver si encontramos algo que nos pueda servir –intuía que si él estaba así Sun también lo estaría, quizás ellos encontraran la forma de parar todo aquello- deberías de descansar, mañana empezaré a leer ese libro –llevé la muñeca a sus labios y se la dejé delante como claro ejemplo de lo que quería que hiciera, se lo notaba débil y dudaba que las esclavas por esa noche se acercaran y no iba a ir a buscarlas en esos momentos- bebe –dije de forma que no admitía réplica alguna sobre ese punto.
Debía de reconocer que me gustaba tenerlo atado y postrado a mi merced, no era algo que escondiera frente a él y además se lo había dicho en un par de ocasiones sin importarme el reconocerlo, era evidente por la forma en que tenía de mirarlo y la sonrisa que se me ponía en los labios con cierta malicia, ¿quería jugar esa noche? Bien, pues jugaríamos pero algo diferente a lo que él quizás pudiera pensar. Por eso había decidido jugar primero con la humana y caldear un poco el ambiente aunque no hiciera falta, de sobra sabía que el vampiro estaba más que listo y preparado e incluso él mismo me lo había dicho pero yo quería jugar, jugar a que viera como recorría el cuerpo de la humana que él hubiera utilizado para beber de ella y para seguramente suplir otras necesidades en aquel viaje, mis ojos no se apartaron de los de él en ningún momento mientras lo veía observándonos sin perder detalle de lo que le hacía a la humana, de cómo mis dedos recorrían su cuerpo desnudo y mis labios perfilaban su cuello mientras le arrancaba jadeos y su cuerpo se arqueaba por las atenciones dadas.
Ah, pero es que ahí no iba a quedar la cosa porque pretendía que lo desnudara pero que no le hiciera nada al vampiro, seguramente le pediría que le hiciera algo y sus ojos brillaron ya rojos cuando me escuchó decirle a la humana que no le hiciera nada de lo que le pidiera. Comenzó a desnudarle y yo detrás de ella deslicé mis dedos por su cuerpo, la respiración del vampiro era más que errática en esos momentos y sonreí de forma ladina, para cuando llegó al cinturón mis dedos surcaron el centro de la joven quien se paró presa del placer cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás, separó sus piernas y yo le incité a que siguiera mientras no dejaba de mirar al vampiro en aquel juego que había iniciado, hasta que finalmente lo dejó completamente desnudo, ambas podíamos ver lo excitado que estaba y como casi rogaba por atención sin siquiera decir nada... admitía que me gustaba tener así al vampiro sin siquiera hacerle demasiado, sabía sus puntos débiles y sabía cómo aprovecharlos. Mandé a la joven a que fuera con la otra quedándome de frente con el vampiro y sonreí de lado llevando mis dedos a su tronzo deslizándolos de forma lenta, con una sonrisa ladeada y como si fuera su genio particular le iba a conceder un deseo. Reí rozando mis labios con los suyos sin dejar de acariciarlo cuando dijo lo que quería y lo miré de forma fija.
-¿Eso es lo que más deseas ahora, Joe? De todas las cosas que puedes pedir, en este momento, has elegido esa –lamí mis labios tan solo para provocarlo un poco más de lo que ya estaba, cierto que era que estaba muy excitado- lo noto amor, puedo notar entre mis dedos lo excitado que estás –mi aliento daba contra sus labios mientras no perdía la sonrisa, me gustaba que me rogara y que me pidiera anhelante por lo que quería de mí en esos momentos, era una imagen demasiado erótica como para dejarla pasar por alto y no disfrutar de eso. No por nada no se tenía todos los días a un vampiro rogando a una cazadora, aunque en esos momentos el vampiro y la cazadora quedaran totalmente olvidados- así me gusta, que me pidas y ruegues por lo que quieres... –mis labios acortaron la distancia dejando apenas un beso bastante corto y pegué mi cadera haciendo que su miembro rozara mi sexo de forma deliberada- ¿prefieres mi boca a sentirte dentro de mí? –Sí, estaba siendo mala pero... ¿no había dicho que sería muy mala con él? Era lo que quería, era lo que tenía. Reí contra sus labios de nuevo, mordí su labio inferior y finalmente acabé por mirarlo con una sonrisa ladeada y mirándole de forma fija comenzar a bajar por su cuerpo hasta finalmente quedar de rodillas frente a él, dejé que mi aliento diera contra su miembro en una anticipación a lo que iba a sentir y sonreí cuando volvió a pedirme lo que quería, y justo era lo que iba a hacer cuando rugió y se dobló como si algo le doliera en esos momentos, alcé mi ojos y en el recorrido pude ver como la marca se extendía en su vientre y supe qué era lo que estaba pasando. Lo miré sin entender cómo es que siendo vampiro, teniendo tanto aguante, pudiera dolerle de esa forma cuando estaba muy acostumbrado al dolor como él ya me había dicho y fue que me di cuenta del color de sus ojos que había cambiado, cerró los ojos, apretó la mandíbula y tiró de las cadenas rompiéndolas como si fueran de papel y cayó sobre la cama, encogido, incapaz de soportar el dolor que aquello le causaba.
Su respiración era errática pero por un motivo totalmente diferente al estar excitado, su cuerpo y frente estaban perlados en sudor y se revolvía mientras gruñía por lo que debía de dolerle... algo que se había incrementado desde la última vez que le pasó en el baile, cuanto más tiempo pasaba al parecer peor era y frente a mí tenía los estragos que causaba la marca; ni un vampiro al que le habían torturado por siglos era capaz de soportar aquel dolor. Gruñó, rugió que nos largáramos de allí y las dos esclavas fueron las que salieron corriendo seguramente asustadas por lo que veían... pero yo me quedé mientras el dolor lo doblegaba y le debilitaba seguramente, o al menos eso creía por lo que había visto que le había hecho a Sun y lo poco que le había visto a él. No sabía qué podía hacer exactamente para ayudarlo así que hice lo que se me ocurrió aunque no fuera mucho, me recosté contra el cabezal de la cama y tiré de su cuerpo para dejarlo recostado contra mi cuerpo de manera que este quedaba entre mis piernas pero con su rostro apoyado contra mi pecho, una de mis manos acarició su pelo y la otra acariciaba su espalda mientras esperaba a que el dolor amainara sin saber qué hacer, actuando más bien como una madre cuando su hijo está malo, pero es que no sabía exactamente qué hacer.
Intenté calmarlo y tranquilizarlo dejando mis labios en su frente tarareando una vieja canción mientras él se revolvía por el dolor hasta que este poco a poco fue parando, al principio luchó por soltarse pero era incapaz de hacer eso y soportar a su vez el dolor de la marca extendiéndose. Finalmente se tranquilizó y la marca dejó de expandirse por su vientre donde llevé la mano que recorría su espalda notando el calor que manaba, lo notaba algo cansado y débil y simplemente no dije demasiado, podría haberlo hecho pero le concedí unos segundos para recuperarse mientras se calmaba. No sabía que la situación había empeorado tanto y él no me había dicho nada, quizás entendiera un poco por qué se drogaba y también comprendí ya que antes él no me lo había dicho el porqué de querer casarse en México: le preocupaba la marca y no me había dicho nada. Por eso decirme lo de Nim, por eso hacerme ver que quería adelantar todo... se estaba previniendo. Me pregunté en esos momentos por qué le importaba la situación de mi familia cuando para él no eran nada, entendía lo de Nim aunque no sabía si yo podría proporcionarle los mismos cuidados que él le daba. Acaricié su rostro cuando se calmó y lo miré esperando a que sus ojos se centran de nuevo e los míos, quité algunos mechones que se le habían pegado por el sudor y quité este con el dorso de mi mano.
-Ahora entiendo por qué quieres casarte en México... ¿por qué no me habías dicho que había llegado a tanto? –Lo miré aunque sabía que no iba a tener respuesta por su parte- tenemos que mirar en ese libro a ver si encontramos algo que nos pueda servir –intuía que si él estaba así Sun también lo estaría, quizás ellos encontraran la forma de parar todo aquello- deberías de descansar, mañana empezaré a leer ese libro –llevé la muñeca a sus labios y se la dejé delante como claro ejemplo de lo que quería que hiciera, se lo notaba débil y dudaba que las esclavas por esa noche se acercaran y no iba a ir a buscarlas en esos momentos- bebe –dije de forma que no admitía réplica alguna sobre ese punto.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
La intenté alejar de mi cuando me acuno entre sus brazos como si fuera un maldito bebe, rugía, gruñía preso del dolor y ella parecía insistir en amarme como si fuera la criatura mas endeble sobre la faz de la tierra.
Aparté su mano de mi pelo de un manotazo mientras luchaba tanto contra el dolor como contra la imagen patética que le mostraba a esa terca mujer que no parecía dispuesta a abandonarme.
La marca se extendía, me consumía y la debilidad se apoderaba de mi cuerpo como si me engullera.
Jadeé preso de un dolor atroz, superior al que hasta el día de hoy había experimentado y me pregunté en ese entonces como Sun podría aguantarlo cuando no tenia mi don.
Como si el demonio de mi interior tuviera mas fuerza que yo, mis zarpas acortaron la distancia hacia la marca y la rasgué desesperado como un animal acorralado que intenta librarse de un cepo.
Sus manso trataban sin éxito de su jetar mis muñecas para que dijera de hacerme sangre, luchaba como un titan contra un un vampiro milenario.
Hasta que la marca dejó de crecer y con eso mi dolor menguo dejándome exhausto contra el lecho.
Los dedos de Dan se paseaban por mi pelo mientras mis ojos se cerraban por la debilidad que sentía.
Otro hubiera caído inconsciente de seguro, mas yo me mantenía en una especie de duermevela.
Ella no hizo comentario alguno sobre nada, nada mas allá de un tienes que descansar y la pregunta que sin necesidad de respuesta se le había pasado por la cabeza.
Mis prisas por la boda no se debían a un arrebato de amor si no a la necesidad de dejar su vida resuelta.
Lo disimulaba pero me sentía herido de muerte, aunque era algo que callaba y no le decía.
Dudaba poder volver de México, si allí no daba con la cura posiblemente no llegaría a la boda que su madre con tanto afán estaba organizando en París.
Ladeé la sonrisa fingiendo estar mejor de lo que estaba y lentamente trepe sobre su cuerpo gateando para chocar con sus labios.
-Ya esta, ha pasado -mentí – sigamos -le pedí intentando mostrar esa fortaleza que me caracterizaba.
Convertido en su escudo, desnudo mi cuerpo se rozó despacio con el suyo, nuestras manos se enlazaron de forma pausada sintiendo su espalda arquearse bajo mi cuerpo cuando mi glande ahora endurecido acariciaba la entrada de su sexo.
-Parece que ahora eres tu la que necesita sentirme dentro -susurre aun con la respiración errática.
No iba a permitir que esto me impidiera poseer a mi prometida, quería estar con ella ahora, al menos el tiempo que me quedara lo pensaba utilizar de la mejor manera que conocía.
Duelo de húmedas bocas que parecían necesitarse tras amainar la tormenta.
Se que estaba preocupada, la forma en la que me acariciaba no era portarse mal exactamente, sabia que disfrutaba mas de la otra manera pero estaba cansado.
-Te recompensaré -prometí jadeando contra sus labios mientras nuestra nariz se acariciaba buscándose, encontrándose hasta sumirnos de nuevo en un intenso beso, apasionado cargado de eso que ambos negábamos pero que existía.
Hubiera cogido algo de droga, algo que me hubiera llevado a la euforia, pero de decírselo creo no me lo hubiera permitido.
-Puedo meterme algo y seguimos por donde lo hemos dejado -ladeé la sonrisa con picardia -no me va a matar
Aparté su mano de mi pelo de un manotazo mientras luchaba tanto contra el dolor como contra la imagen patética que le mostraba a esa terca mujer que no parecía dispuesta a abandonarme.
La marca se extendía, me consumía y la debilidad se apoderaba de mi cuerpo como si me engullera.
Jadeé preso de un dolor atroz, superior al que hasta el día de hoy había experimentado y me pregunté en ese entonces como Sun podría aguantarlo cuando no tenia mi don.
Como si el demonio de mi interior tuviera mas fuerza que yo, mis zarpas acortaron la distancia hacia la marca y la rasgué desesperado como un animal acorralado que intenta librarse de un cepo.
Sus manso trataban sin éxito de su jetar mis muñecas para que dijera de hacerme sangre, luchaba como un titan contra un un vampiro milenario.
Hasta que la marca dejó de crecer y con eso mi dolor menguo dejándome exhausto contra el lecho.
Los dedos de Dan se paseaban por mi pelo mientras mis ojos se cerraban por la debilidad que sentía.
Otro hubiera caído inconsciente de seguro, mas yo me mantenía en una especie de duermevela.
Ella no hizo comentario alguno sobre nada, nada mas allá de un tienes que descansar y la pregunta que sin necesidad de respuesta se le había pasado por la cabeza.
Mis prisas por la boda no se debían a un arrebato de amor si no a la necesidad de dejar su vida resuelta.
Lo disimulaba pero me sentía herido de muerte, aunque era algo que callaba y no le decía.
Dudaba poder volver de México, si allí no daba con la cura posiblemente no llegaría a la boda que su madre con tanto afán estaba organizando en París.
Ladeé la sonrisa fingiendo estar mejor de lo que estaba y lentamente trepe sobre su cuerpo gateando para chocar con sus labios.
-Ya esta, ha pasado -mentí – sigamos -le pedí intentando mostrar esa fortaleza que me caracterizaba.
Convertido en su escudo, desnudo mi cuerpo se rozó despacio con el suyo, nuestras manos se enlazaron de forma pausada sintiendo su espalda arquearse bajo mi cuerpo cuando mi glande ahora endurecido acariciaba la entrada de su sexo.
-Parece que ahora eres tu la que necesita sentirme dentro -susurre aun con la respiración errática.
No iba a permitir que esto me impidiera poseer a mi prometida, quería estar con ella ahora, al menos el tiempo que me quedara lo pensaba utilizar de la mejor manera que conocía.
Duelo de húmedas bocas que parecían necesitarse tras amainar la tormenta.
Se que estaba preocupada, la forma en la que me acariciaba no era portarse mal exactamente, sabia que disfrutaba mas de la otra manera pero estaba cansado.
-Te recompensaré -prometí jadeando contra sus labios mientras nuestra nariz se acariciaba buscándose, encontrándose hasta sumirnos de nuevo en un intenso beso, apasionado cargado de eso que ambos negábamos pero que existía.
Hubiera cogido algo de droga, algo que me hubiera llevado a la euforia, pero de decírselo creo no me lo hubiera permitido.
-Puedo meterme algo y seguimos por donde lo hemos dejado -ladeé la sonrisa con picardia -no me va a matar
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
El vampiro no dejaba de revolverse entre mis brazos incapaz de dejar que lo acercara a mi cuerpo sin saber exactamente qué podría hacer para ayudarle con el dolor que estaba sintiendo, debía de ser uno extremo para tenerlo de esa forma dada su resistencia a este mismo, no solo por su condición de vampiro sino también porque había sido torturado bastantes siglos y debería de haber adquirido una resistencia al dolor bastante superior, sin embargo mientras la marca crecía y se extendía por su vientre el vampiro era incapaz de soportarlo y eso me hizo darme cuenta de lo grave que era la situación en la que se encontraba. La última vez que lo había visto cuando creció la marca fue en la fiesta de mi cumpleaños, aunque había aguantado bastante bien el dolor pero después de una semana este se había intensificado de tal forma que había tenido que recurrir a las drogas para paliar los efectos, sumirse en ese estado en el que lo había encontrado aunque no dudaba que también lo había hecho por otro motivo que él mismo me había reconocido estando con el chute recorriendo su cuerpo.
Me apartó de un manotazo la mano que tenía recorriendo su pelo y siseé levemente para sujetarlo con fuerza contra mí porque se revolvía de una forma incontrolable y no podía con él, me resultaba imposible. Rugía, gruñía y jadeaba por lo que estaba sintiendo y yo me veía incapaz de ayudarlo a sobrellevarlo y nada más que se me había ocurrido pegarlo a mi cuerpo para que de alguna forma no pasara por eso él solo, pero trataba de luchar contra el dolor que sentía, por separarse de mi cuerpo y con lo que sabía de él seguramente hasta de hacerme ver lo débil que estaba, algo que el vampiro jamás había dejado que pasara y que siempre me había dicho que jamás lo vería... y seguro que odiaba eso. Como si la respuesta y la solución se le hubiera pasado por la cabeza en aquellos momentos, al no poder luchar contra el dolor ni contra el querer separarme de su cuerpo sus manos fueron directamente hacia su vientre donde sus uñas comenzaron a arañar la piel del lugar, arañazos que surcaban su piel de donde salía sangre y él no paró, obcecado en esa idea como si así pudiera librarse de lo que sentía, arañándose como si fuera un animal herido. Mis manos fueron hacia sus muñecas intentando que no se hiciera más arañazos ni ninguna herida más, pero era difícil con la fuerza que tenía.
-Joe... ¡para! –Cogía sus muñecas pero sin embargo era incapaz de apartarlas aunque sí que lo hacía un poco pero él de un tirón volvía de nuevo a arañarse... hasta que por fin la marca dejó de crecer, aunque para ese entonces ya se había hecho muchas heridas y la sangre manaba de su vientre mientras las heridas comenzaban a curarse sin mayor problema en unos segundos. Cayó desplomado recostado contra la cama y contra mi cuerpo cansado, su pecho subía y bajaba con rapidez y mis dedos se deslizaron de nuevo por su pelo apartando algunos mechones de su frente que estaba perlada en sudor, él parecía que se estuviera quedando dormido pero sabía que no era así y dejé que se recuperara de aquello. Entendía por qué quería casarse en México, era una forma de dejar todo atado por lo que pudiera pasar, eso me decía que él quizás pensaba que no volviera de México sino, ¿por qué adelantar la boda? Lancé un suspiro mientras él se recuperaba de lo que había sufrido y lo mejor era que descansara y yo mañana me pusiera con el libro, llevé mi muñeca a sus labios pero no quiso beber por alguna razón que desconocía, sus esclavas se habían ido huyendo despavoridas y andarían por algún lado del barco lo más lejos de aquel camarote- Joe –lo llamé pasados unos minutos en los que no decía nada ni se había movido, abrió sus ojos centrándolos en los míos y sonrió de lado como si no pasara nada, se giró y comenzó a moverse trepando por mi cuerpo hasta dejar su rostro a la altura del mío, pegando su cuerpo desnudo al mío notando lo fría que estaba su piel en comparación con la mía más caliente, dijo que ya estaba y que había pasado, sonrió como si de verdad fuera así y dijo que continuáramos sin darse cuenta y sin recordar que podía ver a través de sus mentiras y de sus máscaras–mientes fatal -fue el único comentario que hice al respecto por sus palabras. Sus labios buscaron los míos para besarnos, su cuerpo se rozó con el mío como si intentara convencerme de ello provocándome, tentándome... y maldición, sabía tan bien como yo que ambos ejercíamos esa atracción y ese imán que nublaba nuestra razón, mi cuerpo respondió al suyo mientras él se acomodaba sobre mí y mis piernas le daban el acceso que necesitaba, nuestras manos extrañamente se enlazaron en ese momento pero ninguno dijo nada al respecto, jadeé al sentir como su miembro recorría y acariciaba mi centro caliente, húmedo y necesitado y sus palabras me hicieron mirarlo de forma fija- somos presos de nuestra necesidad, Joe –sonreí de lado haciéndole ver que no era el único que deseaba ese hecho, fundirnos piel con piel y volvimos a besarnos de nuevo en un beso necesitado, como si lo que había pasado hubiera marcado un antes y un después al menos en esa noche.
Mis manos recorrían sus costados al mismo tiempo que nuestras narices se rozaban y acariciaban para terminar de nuevo en un beso necesitado e intenso, quizás decía más de lo que nosotros decíamos y ninguno dijo nada al respecto. Su cuerpo se movía contra el mío, mi espalda se arqueaba para buscar más contacto y mis caderas se movían contra las suyas en una danza provocadora, sus manos recorrían mi cuerpo y por un momento nos olvidamos de lo que habíamos ido a hacer esa noche como si hubiera quedado en un segundo plano. Me dijo que me recompensaría y me pregunté sobre qué se refería exactamente, cierto que era un poco extraño estar los dos en esa situación pero tampoco me quejaba, nos habíamos acostumbrado a actuar como dos demonios y ahora que no lo hacíamos nos sentíamos extraños y parecía que se sentía con la necesidad de recompensarme, como si el no ser una noche desenfrenada no cumpliera con lo que normalmente solíamos tener. Sexo pasional y salvaje, así había sido siempre con el vampiro pero sinceramente dudaba que ahora pudiera ser tan salvaje dejando que su demonio saliera al exterior... pero para eso tenía al mío. Giré dejándolo a él bajo mi cuerpo cuando dijo que podía meterse algo, droga quería decir, para volver a estar como antes y seguir donde lo habíamos dejado. Sonreí de lado sentada sobre él a horcajadas y mi pelo cayendo hacia un lado.
-Creía haberte dicho que no ibas a tomar más droga, no voy a dejar que lo hagas y además tú camello “descansa” en una de mis maletas así que... –me encogí de hombros, despreocupada, mientras mi dedo surcaba su pecho y bajaba hacia su vientre donde estaban los restos de su sangre, la yema de mi dedo se manchó de su sangre y la llevé a mis labios para lamer el dedo y luego meterlo en mi boca sin apartar mi mirada de la suya para sonreír cuando quité los restos de sangre- además has roto las cadenas y la sujeción del techo, tus esclavas han huido... ¿quieres que vaya a por ellas y las busque mientras te quedas aquí solo? –Moví mis caderas sobre las suyas haciendo que nuestros sexos se rozaran y sonreí de lado por ello, sabía que no iba a dejar que me fuera y lo dejara de esa forma mientras las buscaba y a saber dónde las encontraba- ¿qué tal si lo dejamos para otro día y ahora seguimos nosotros o... las necesitas para algo? –Sonreí de lado de forma algo maliciosa y me moví bajando por su cuerpo hasta quedar medio recostada entre sus piernas y mirarlo pasando mi lengua por la sangre que quedaba de su vientre con sus heridas ya cerradas y mi mano iba a su miembro para acariciarlo- creo que no las necesitamos –dije bajando mi boca dejándola sobre su miembro- ¿qué era lo que me habías pedido...? ¡Ah, sí! Ya me acuerdo –dije mirándolo antes de recorrer su tronco con mi lengua de una pasada y meterlo en mi boca notando el movimiento de su cadera, su gemido mientras me encargaba de otorgarle placer de esa forma subiendo y bajando mi cabeza, acariciándolo con mi mano también, ayudándome también de la lengua. No estuve demasiado por cómo estaba ya el vampiro así que dejando un mordisco juguetón me separé y gateé por su cuerpo hasta rozar mi sexo contra su miembro, jadeé por ello y lo miré- ¿no te basta conmigo, Joe? –Comencé a bajar notando como se adentraba en mi interior y gemí cerrando los ojos ante la sensación placentera moviendo mis caderas, disfrutando, notando el contraste con mi cálido y húmedo interior que intensificaba todo. Comencé a moverme y llevando una de sus manos a mi pecho con sus uñas me hice un corte en el pecho de donde comenzó a caer un hilo de sangre que descendía por entre mis pechos por mis movimientos- vamos Joe, bebe –pedí arqueando mi cuerpo ante el placer que me provocaba moviéndome sobre él, rotando mis caderas, volviéndonos poco a poco locos.
Me apartó de un manotazo la mano que tenía recorriendo su pelo y siseé levemente para sujetarlo con fuerza contra mí porque se revolvía de una forma incontrolable y no podía con él, me resultaba imposible. Rugía, gruñía y jadeaba por lo que estaba sintiendo y yo me veía incapaz de ayudarlo a sobrellevarlo y nada más que se me había ocurrido pegarlo a mi cuerpo para que de alguna forma no pasara por eso él solo, pero trataba de luchar contra el dolor que sentía, por separarse de mi cuerpo y con lo que sabía de él seguramente hasta de hacerme ver lo débil que estaba, algo que el vampiro jamás había dejado que pasara y que siempre me había dicho que jamás lo vería... y seguro que odiaba eso. Como si la respuesta y la solución se le hubiera pasado por la cabeza en aquellos momentos, al no poder luchar contra el dolor ni contra el querer separarme de su cuerpo sus manos fueron directamente hacia su vientre donde sus uñas comenzaron a arañar la piel del lugar, arañazos que surcaban su piel de donde salía sangre y él no paró, obcecado en esa idea como si así pudiera librarse de lo que sentía, arañándose como si fuera un animal herido. Mis manos fueron hacia sus muñecas intentando que no se hiciera más arañazos ni ninguna herida más, pero era difícil con la fuerza que tenía.
-Joe... ¡para! –Cogía sus muñecas pero sin embargo era incapaz de apartarlas aunque sí que lo hacía un poco pero él de un tirón volvía de nuevo a arañarse... hasta que por fin la marca dejó de crecer, aunque para ese entonces ya se había hecho muchas heridas y la sangre manaba de su vientre mientras las heridas comenzaban a curarse sin mayor problema en unos segundos. Cayó desplomado recostado contra la cama y contra mi cuerpo cansado, su pecho subía y bajaba con rapidez y mis dedos se deslizaron de nuevo por su pelo apartando algunos mechones de su frente que estaba perlada en sudor, él parecía que se estuviera quedando dormido pero sabía que no era así y dejé que se recuperara de aquello. Entendía por qué quería casarse en México, era una forma de dejar todo atado por lo que pudiera pasar, eso me decía que él quizás pensaba que no volviera de México sino, ¿por qué adelantar la boda? Lancé un suspiro mientras él se recuperaba de lo que había sufrido y lo mejor era que descansara y yo mañana me pusiera con el libro, llevé mi muñeca a sus labios pero no quiso beber por alguna razón que desconocía, sus esclavas se habían ido huyendo despavoridas y andarían por algún lado del barco lo más lejos de aquel camarote- Joe –lo llamé pasados unos minutos en los que no decía nada ni se había movido, abrió sus ojos centrándolos en los míos y sonrió de lado como si no pasara nada, se giró y comenzó a moverse trepando por mi cuerpo hasta dejar su rostro a la altura del mío, pegando su cuerpo desnudo al mío notando lo fría que estaba su piel en comparación con la mía más caliente, dijo que ya estaba y que había pasado, sonrió como si de verdad fuera así y dijo que continuáramos sin darse cuenta y sin recordar que podía ver a través de sus mentiras y de sus máscaras–mientes fatal -fue el único comentario que hice al respecto por sus palabras. Sus labios buscaron los míos para besarnos, su cuerpo se rozó con el mío como si intentara convencerme de ello provocándome, tentándome... y maldición, sabía tan bien como yo que ambos ejercíamos esa atracción y ese imán que nublaba nuestra razón, mi cuerpo respondió al suyo mientras él se acomodaba sobre mí y mis piernas le daban el acceso que necesitaba, nuestras manos extrañamente se enlazaron en ese momento pero ninguno dijo nada al respecto, jadeé al sentir como su miembro recorría y acariciaba mi centro caliente, húmedo y necesitado y sus palabras me hicieron mirarlo de forma fija- somos presos de nuestra necesidad, Joe –sonreí de lado haciéndole ver que no era el único que deseaba ese hecho, fundirnos piel con piel y volvimos a besarnos de nuevo en un beso necesitado, como si lo que había pasado hubiera marcado un antes y un después al menos en esa noche.
Mis manos recorrían sus costados al mismo tiempo que nuestras narices se rozaban y acariciaban para terminar de nuevo en un beso necesitado e intenso, quizás decía más de lo que nosotros decíamos y ninguno dijo nada al respecto. Su cuerpo se movía contra el mío, mi espalda se arqueaba para buscar más contacto y mis caderas se movían contra las suyas en una danza provocadora, sus manos recorrían mi cuerpo y por un momento nos olvidamos de lo que habíamos ido a hacer esa noche como si hubiera quedado en un segundo plano. Me dijo que me recompensaría y me pregunté sobre qué se refería exactamente, cierto que era un poco extraño estar los dos en esa situación pero tampoco me quejaba, nos habíamos acostumbrado a actuar como dos demonios y ahora que no lo hacíamos nos sentíamos extraños y parecía que se sentía con la necesidad de recompensarme, como si el no ser una noche desenfrenada no cumpliera con lo que normalmente solíamos tener. Sexo pasional y salvaje, así había sido siempre con el vampiro pero sinceramente dudaba que ahora pudiera ser tan salvaje dejando que su demonio saliera al exterior... pero para eso tenía al mío. Giré dejándolo a él bajo mi cuerpo cuando dijo que podía meterse algo, droga quería decir, para volver a estar como antes y seguir donde lo habíamos dejado. Sonreí de lado sentada sobre él a horcajadas y mi pelo cayendo hacia un lado.
-Creía haberte dicho que no ibas a tomar más droga, no voy a dejar que lo hagas y además tú camello “descansa” en una de mis maletas así que... –me encogí de hombros, despreocupada, mientras mi dedo surcaba su pecho y bajaba hacia su vientre donde estaban los restos de su sangre, la yema de mi dedo se manchó de su sangre y la llevé a mis labios para lamer el dedo y luego meterlo en mi boca sin apartar mi mirada de la suya para sonreír cuando quité los restos de sangre- además has roto las cadenas y la sujeción del techo, tus esclavas han huido... ¿quieres que vaya a por ellas y las busque mientras te quedas aquí solo? –Moví mis caderas sobre las suyas haciendo que nuestros sexos se rozaran y sonreí de lado por ello, sabía que no iba a dejar que me fuera y lo dejara de esa forma mientras las buscaba y a saber dónde las encontraba- ¿qué tal si lo dejamos para otro día y ahora seguimos nosotros o... las necesitas para algo? –Sonreí de lado de forma algo maliciosa y me moví bajando por su cuerpo hasta quedar medio recostada entre sus piernas y mirarlo pasando mi lengua por la sangre que quedaba de su vientre con sus heridas ya cerradas y mi mano iba a su miembro para acariciarlo- creo que no las necesitamos –dije bajando mi boca dejándola sobre su miembro- ¿qué era lo que me habías pedido...? ¡Ah, sí! Ya me acuerdo –dije mirándolo antes de recorrer su tronco con mi lengua de una pasada y meterlo en mi boca notando el movimiento de su cadera, su gemido mientras me encargaba de otorgarle placer de esa forma subiendo y bajando mi cabeza, acariciándolo con mi mano también, ayudándome también de la lengua. No estuve demasiado por cómo estaba ya el vampiro así que dejando un mordisco juguetón me separé y gateé por su cuerpo hasta rozar mi sexo contra su miembro, jadeé por ello y lo miré- ¿no te basta conmigo, Joe? –Comencé a bajar notando como se adentraba en mi interior y gemí cerrando los ojos ante la sensación placentera moviendo mis caderas, disfrutando, notando el contraste con mi cálido y húmedo interior que intensificaba todo. Comencé a moverme y llevando una de sus manos a mi pecho con sus uñas me hice un corte en el pecho de donde comenzó a caer un hilo de sangre que descendía por entre mis pechos por mis movimientos- vamos Joe, bebe –pedí arqueando mi cuerpo ante el placer que me provocaba moviéndome sobre él, rotando mis caderas, volviéndonos poco a poco locos.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa cuando repitió que mi camello estaba en su maleta, reconozco que en la mía si había algo que chutarme, pero de momento guardaría silencio, no quería problemas con ella, no ahora que estaba recorriendo mi vientre con su dedo mientras sus ojos centelleaban contra los míos.
MI vientre se contrajo cuando su dedo dibujó mis abdominales manchándose con los restos de sangre que yo mismo me había causado ante la desesperación por el dolor.
Lasciva como solo mi demonio sabia ser lamió la sangre de su dedo sin apartar de mi sus ojos ni por un momento.
Me preguntaba ronroneando si de verdad quería que fuera a buscar a las esclavas o si por le contrario creía que era mejor idea seguir el juego, ella y yo solos.
La respuesta se la dí anclando su cuerpo al mio, dejando que un jadeo retumbara en la estancia al sentir como su boca lamia mi torso deslizadose hacia abajo, dispuesta a cumplir aquello que le había pedido antes de caer en el lecho doblado de dolor.
Cerré los ojos llevando hacia atrás la cabeza al sentir como lamia mi glande, mis caderas empujaron mi hombría alzada contra sus labios, gruñía fruto del placer que solo esa mujer sabia darme.
Mi respiración cada vez mas pesada, jadeaba al sentir como su cabeza se movía y su boca engullía sin pausa mi húmeda virilidad que palpitaba entre sus labios.
Estaba muy excitado, tiraba de su pelo para moverla cada vez mas rápido, su sonrisa se ladeó al sentir que ya no podía mas y se alzó relamiéndose los labios dispuesta a montarme como la mejor de las amazonas.
No pensaba ponerle pegas al echo de que hoy tomara ella las riendas de la relación, no cuando estaba jadeando sin tregua fruto de la excitación.
Sus caderas bailaban un bale demencial, su espalda se arqueaba y ese pelo caía en bucles pardos por su espalda.
La imagen bien podría ser la de la misma Lilith, un demonio, un sucubo echo para llevar al hombre al infierno mas absoluto.
Apreté sus caderas contra mi al sentir como explotaba, mi simiente se esparcía en su interior mientras nuestras bocas se mordían, se devastaban con una hambruna inusitada y los jadeos de uno y otro daban paso a roncos gruñidos de placer sin igual.
Caímos sobre el lecho con los cuerpos pegados, perlados en sudor, laxos mientras mis dedos recorrían despacio ahora su columna vertebral.
-Recuerdame que repitamos esto en otra ocasión.
Quizás acababa de darme una lección, no necesitábamos juegos, ni esposas, ni a nadie, lo que me excitaba de sobre manera era ella, sin mas..no iba a reconocerlo, pero así era.
Cerré los ojos cansado, sus besos por mi cuello me hicieron sonreír, caricias lentas que al fina lograron un fin, que cayera dormido en el lecho con mi brazo aferrando contra mi piel su cuerpo.
MI vientre se contrajo cuando su dedo dibujó mis abdominales manchándose con los restos de sangre que yo mismo me había causado ante la desesperación por el dolor.
Lasciva como solo mi demonio sabia ser lamió la sangre de su dedo sin apartar de mi sus ojos ni por un momento.
Me preguntaba ronroneando si de verdad quería que fuera a buscar a las esclavas o si por le contrario creía que era mejor idea seguir el juego, ella y yo solos.
La respuesta se la dí anclando su cuerpo al mio, dejando que un jadeo retumbara en la estancia al sentir como su boca lamia mi torso deslizadose hacia abajo, dispuesta a cumplir aquello que le había pedido antes de caer en el lecho doblado de dolor.
Cerré los ojos llevando hacia atrás la cabeza al sentir como lamia mi glande, mis caderas empujaron mi hombría alzada contra sus labios, gruñía fruto del placer que solo esa mujer sabia darme.
Mi respiración cada vez mas pesada, jadeaba al sentir como su cabeza se movía y su boca engullía sin pausa mi húmeda virilidad que palpitaba entre sus labios.
Estaba muy excitado, tiraba de su pelo para moverla cada vez mas rápido, su sonrisa se ladeó al sentir que ya no podía mas y se alzó relamiéndose los labios dispuesta a montarme como la mejor de las amazonas.
No pensaba ponerle pegas al echo de que hoy tomara ella las riendas de la relación, no cuando estaba jadeando sin tregua fruto de la excitación.
Sus caderas bailaban un bale demencial, su espalda se arqueaba y ese pelo caía en bucles pardos por su espalda.
La imagen bien podría ser la de la misma Lilith, un demonio, un sucubo echo para llevar al hombre al infierno mas absoluto.
Apreté sus caderas contra mi al sentir como explotaba, mi simiente se esparcía en su interior mientras nuestras bocas se mordían, se devastaban con una hambruna inusitada y los jadeos de uno y otro daban paso a roncos gruñidos de placer sin igual.
Caímos sobre el lecho con los cuerpos pegados, perlados en sudor, laxos mientras mis dedos recorrían despacio ahora su columna vertebral.
-Recuerdame que repitamos esto en otra ocasión.
Quizás acababa de darme una lección, no necesitábamos juegos, ni esposas, ni a nadie, lo que me excitaba de sobre manera era ella, sin mas..no iba a reconocerlo, pero así era.
Cerré los ojos cansado, sus besos por mi cuello me hicieron sonreír, caricias lentas que al fina lograron un fin, que cayera dormido en el lecho con mi brazo aferrando contra mi piel su cuerpo.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Incluso después de lo que había pasado el deseo que nuestros cuerpos sentían el uno por el otro era innegable y, tan fuerte, que éramos incapaces de permanecer quietos cuando lo que deberíamos de hacer era descansar o él más concretamente debería de descansar tras lo que había pasado. Sabía que eso le hacía perder fuerzas y por ese mismo motivo permanecía tumbado sobre la cama mientras era yo quien se encargaba de proporcionarle placer ahora con mi boca, quería volverlo loco, al punto justo y suficiente para que no pudiera aguantar más y fuera yo quien llevara el control. Verlo jadeando, gimiendo y moviendo su cuerpo en busca de más era algo que me ponía mucho, verlo encadenado también pero eran placeres diferentes. Su cadera se movían contra mi boca buscando por más, intentando adentrarse más en mi boca como si fuera posible y yo reía como podía por ello dándole placer. Claro que ese no era mi plan del todo, cuando no pudiera aguantar más me separaría para dejarlo con las ganas y que me pidiera lo que quería, su mano en mi pelo aferrándolo marcaba un ritmo más rápido del que yo marcaba notando la necesidad que lo recorría, viéndolo estremecerse, escuchando sus gemidos, jadeos y gruñidos que profería dándome a entender que iba por el buen camino. Con un último lametazo sonriendo de forma provocativa me separé de él escuchando el gruñido que brotó de su pecho, al parecer poco conforme con mi decisión.
Sus ojos rojos se anclaron a los míos sentándome sobre su vientre mientras notaba la punta en la entrada de mi sexo y bajaba hasta sentarme teniéndolo dentro por completo. Cerré los ojos y gemí ante la sensación que me provocaba, su frialdad incluso en ese estado hacía un contraste con mi interior más húmedo y caliente que me encantaba y que acrecentaba las sensaciones y los estímulos, se incorporó para buscar mi boca de forma voraz y hambrienta y yo comencé a moverme sobre él. Sus manos abarcaron mis pechos mientras nos besábamos, nos mordíamos de forma necesitada y el placer aumentaba en nuestros cuerpos hasta alcanzar un ritmo rápido subiendo y bajando sobre él, moviendo mis caderas en círculos rodeando su cuello con mis brazos y sus manos bajaron por mi cuerpo hasta que finalmente apresaron mis caderas manteniéndome pegada a su cuerpo cuando el orgasmo nos alcanzó de forma salvaje. Lo notaba llegar mientras mi cuerpo se tensaba y se anclaba al del vampiro hundiendo mis uñas en su espalda, nuestros gemidos y gruñidos eran acallados por los labios del otro y moví mis caderas estando contra la suya de forma lenta notando que se iba en mi interior.
Notaba todo mi cuerpo perlado en sudor y el pelo se me pegaba a mi espalda y a mi rostro, lo aparté mientras recuperaba la respiración y nos dejamos caer en la cama cansados y agotados, mi pecho subía y bajaba de forma errática y cerré los ojos notando que el placer remitía lentamente por mi cuerpo en una agradable sensación. Sus dedos comenzaron a recorrer mi columna y apoyé mi frente en su pecho antes de que se moviera y saliera de mi interior para acomodarme mejor sobre la cama. Estaba cansada, llevaba un par de días que dormía mitad de noche y mitad de día y aquella noche había sido intensa, no había esperado que la marca actuara de esa forma y contenerlo había sido casi imposible... la diferencia es que ahora lo tenía totalmente relajado contra mi cuerpo. Sonreí dejando mi rostro escondido en su cuello cuando dijo que teníamos que repetir aquello en otra ocasión y que se lo recordara, me mordí la lengua porque quise hacer un comentario sobre sus palabras pero lo dejé estar en ese momento sintiendo que cada vez más se relajaba entre mis brazos. Al final mis labios acabaron por dejar pequeños besos y mordiscos en su cuello hasta que noté que su brazo rodeaba mi cintura y me pegaba a su cuerpo, algo que me hizo morderme el labio para no decir nada más.
¿Dónde quedaba eso de que no íbamos a compartir cama? Al parecer se había perdido o quedado por el camino, porque ya era la segunda noche que me dejaba dormir con él y me pegaba a su cuerpo. Lancé un suspiro notando que fue él el primero en que acabó por quedarse durmiendo, seguramente más agotado por lo de la marca y el no haberse alimentado debidamente estos últimos días, mientras yo hacía figuras con la yema de mi dedo en su pecho. Apenas si se oía su respiración en la habitación y su pecho subía y bajaba de forma pausada, opté por descansar yo también y cerré los ojos abandonándome a los brazos de Morfeo sabiendo que al día siguiente mientras él descansaba yo podría echarle un vistazo a aquel libro tranquilamente en la cubierta. Desperté cuando la poca luz comenzó a entrar por la ventana del camarote abriendo los ojos para darme cuenta de que las persianas no estaban del todo tapadas, al fin y al cabo ese no era el camarote del vampiro así que alejándome del agarre de su brazo me levanté y las pasé asegurándome de que no entrara nada de luz en lo que restaba de día. Volví a tumbarme y al hacerlo noté que el vampiro se movía como si se despertara, mis dedos acariciaron su rostro.
-Ssssh, tranquilo, vuelve a dormirte Joe... todavía es de día –aseguré esperando a que volviera a dormirse aunque no tardó demasiado en hacerlo, se acomodó en la cama y siguió durmiendo mientras lo contemplaba. Parecía demasiado inocente de esa forma y no como el demonio que normalmente solía ser, mis dedos apartaron un mechón de su pelo y recorrieron su mejilla observándolo. Era demasiado atractivo ese hombre, algo que nunca había negado, la perfecta personificación de un demonio que me arrastraba al infierno. Una parte de mí quería estar con él, la otra quería matarlo y así me encontraba; en la mayor encrucijada interior de todas las que había sentido. Podría haberlo abandonado, podría no haber ido en su búsqueda después de abandonarme en mi cumpleaños y sin embargo había acabado yendo a su encuentro, de forma inevitable sin saber realmente por qué. O sí lo sabía y me negaba a darle mayor importancia a ese hecho, a ese pensamiento. Lancé un suspiro y acabé durmiendo tan solo un par de horas más, cuando desperté era ya medio día y lo dejé durmiendo en la cama, fui hasta su camarote y llevé las maletas al mío donde dejé todo y me di un baño cambiándome de ropa poniéndome un cómodo y sencillo vestido, subí para comer algo pues tenía hambre y cogí el libro para comenzar a leerlo sentada en la popa del barco, intentando hallar algo que pudiera ayudarnos. Así pasé todo el día enfrascada en aquel libro, la verdad es que a veces me costaba mucho entender lo que ponía porque estaba escrito en una lengua que desconocía, quizás Joe pudiera arrojar algo de luz en aquello porque yo no entendía nada. Un poco antes de que llegara la noche procuré que una de las esclavas estuviera preparada y dispuesta en mi camarote, ya que él ocupaba el suyo, para en cuanto despertara mandar al vampiro y que se alimentara de ellas, bastante lo estaba dejando pasar ya. Me encaminé al camarote donde lo había dejado y me lo encontré todavía durmiendo, me acerqué hasta la cama y me senté en el borde observándolo- Joe, despierta –comencé a llamarlo para que fuera despertando- es hora de que te levantes, te des un baño, bebas sangre y me ayudes con el dichoso libro... hay cosas que no puedo leer y no entiendo –por fin abrió los ojos y sonreí de lado- venga arriba, no pensaba que fueras un holgazán... tenemos cosas que hacer.
Sus ojos rojos se anclaron a los míos sentándome sobre su vientre mientras notaba la punta en la entrada de mi sexo y bajaba hasta sentarme teniéndolo dentro por completo. Cerré los ojos y gemí ante la sensación que me provocaba, su frialdad incluso en ese estado hacía un contraste con mi interior más húmedo y caliente que me encantaba y que acrecentaba las sensaciones y los estímulos, se incorporó para buscar mi boca de forma voraz y hambrienta y yo comencé a moverme sobre él. Sus manos abarcaron mis pechos mientras nos besábamos, nos mordíamos de forma necesitada y el placer aumentaba en nuestros cuerpos hasta alcanzar un ritmo rápido subiendo y bajando sobre él, moviendo mis caderas en círculos rodeando su cuello con mis brazos y sus manos bajaron por mi cuerpo hasta que finalmente apresaron mis caderas manteniéndome pegada a su cuerpo cuando el orgasmo nos alcanzó de forma salvaje. Lo notaba llegar mientras mi cuerpo se tensaba y se anclaba al del vampiro hundiendo mis uñas en su espalda, nuestros gemidos y gruñidos eran acallados por los labios del otro y moví mis caderas estando contra la suya de forma lenta notando que se iba en mi interior.
Notaba todo mi cuerpo perlado en sudor y el pelo se me pegaba a mi espalda y a mi rostro, lo aparté mientras recuperaba la respiración y nos dejamos caer en la cama cansados y agotados, mi pecho subía y bajaba de forma errática y cerré los ojos notando que el placer remitía lentamente por mi cuerpo en una agradable sensación. Sus dedos comenzaron a recorrer mi columna y apoyé mi frente en su pecho antes de que se moviera y saliera de mi interior para acomodarme mejor sobre la cama. Estaba cansada, llevaba un par de días que dormía mitad de noche y mitad de día y aquella noche había sido intensa, no había esperado que la marca actuara de esa forma y contenerlo había sido casi imposible... la diferencia es que ahora lo tenía totalmente relajado contra mi cuerpo. Sonreí dejando mi rostro escondido en su cuello cuando dijo que teníamos que repetir aquello en otra ocasión y que se lo recordara, me mordí la lengua porque quise hacer un comentario sobre sus palabras pero lo dejé estar en ese momento sintiendo que cada vez más se relajaba entre mis brazos. Al final mis labios acabaron por dejar pequeños besos y mordiscos en su cuello hasta que noté que su brazo rodeaba mi cintura y me pegaba a su cuerpo, algo que me hizo morderme el labio para no decir nada más.
¿Dónde quedaba eso de que no íbamos a compartir cama? Al parecer se había perdido o quedado por el camino, porque ya era la segunda noche que me dejaba dormir con él y me pegaba a su cuerpo. Lancé un suspiro notando que fue él el primero en que acabó por quedarse durmiendo, seguramente más agotado por lo de la marca y el no haberse alimentado debidamente estos últimos días, mientras yo hacía figuras con la yema de mi dedo en su pecho. Apenas si se oía su respiración en la habitación y su pecho subía y bajaba de forma pausada, opté por descansar yo también y cerré los ojos abandonándome a los brazos de Morfeo sabiendo que al día siguiente mientras él descansaba yo podría echarle un vistazo a aquel libro tranquilamente en la cubierta. Desperté cuando la poca luz comenzó a entrar por la ventana del camarote abriendo los ojos para darme cuenta de que las persianas no estaban del todo tapadas, al fin y al cabo ese no era el camarote del vampiro así que alejándome del agarre de su brazo me levanté y las pasé asegurándome de que no entrara nada de luz en lo que restaba de día. Volví a tumbarme y al hacerlo noté que el vampiro se movía como si se despertara, mis dedos acariciaron su rostro.
-Ssssh, tranquilo, vuelve a dormirte Joe... todavía es de día –aseguré esperando a que volviera a dormirse aunque no tardó demasiado en hacerlo, se acomodó en la cama y siguió durmiendo mientras lo contemplaba. Parecía demasiado inocente de esa forma y no como el demonio que normalmente solía ser, mis dedos apartaron un mechón de su pelo y recorrieron su mejilla observándolo. Era demasiado atractivo ese hombre, algo que nunca había negado, la perfecta personificación de un demonio que me arrastraba al infierno. Una parte de mí quería estar con él, la otra quería matarlo y así me encontraba; en la mayor encrucijada interior de todas las que había sentido. Podría haberlo abandonado, podría no haber ido en su búsqueda después de abandonarme en mi cumpleaños y sin embargo había acabado yendo a su encuentro, de forma inevitable sin saber realmente por qué. O sí lo sabía y me negaba a darle mayor importancia a ese hecho, a ese pensamiento. Lancé un suspiro y acabé durmiendo tan solo un par de horas más, cuando desperté era ya medio día y lo dejé durmiendo en la cama, fui hasta su camarote y llevé las maletas al mío donde dejé todo y me di un baño cambiándome de ropa poniéndome un cómodo y sencillo vestido, subí para comer algo pues tenía hambre y cogí el libro para comenzar a leerlo sentada en la popa del barco, intentando hallar algo que pudiera ayudarnos. Así pasé todo el día enfrascada en aquel libro, la verdad es que a veces me costaba mucho entender lo que ponía porque estaba escrito en una lengua que desconocía, quizás Joe pudiera arrojar algo de luz en aquello porque yo no entendía nada. Un poco antes de que llegara la noche procuré que una de las esclavas estuviera preparada y dispuesta en mi camarote, ya que él ocupaba el suyo, para en cuanto despertara mandar al vampiro y que se alimentara de ellas, bastante lo estaba dejando pasar ya. Me encaminé al camarote donde lo había dejado y me lo encontré todavía durmiendo, me acerqué hasta la cama y me senté en el borde observándolo- Joe, despierta –comencé a llamarlo para que fuera despertando- es hora de que te levantes, te des un baño, bebas sangre y me ayudes con el dichoso libro... hay cosas que no puedo leer y no entiendo –por fin abrió los ojos y sonreí de lado- venga arriba, no pensaba que fueras un holgazán... tenemos cosas que hacer.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Abrí los ojos o eso creo pues estaba sumido en un duermevela, era de día, lo sabia porque estaba agotado, los parpados me pesaban ,eso por no contar con que la marca parecía consumir mi energía devorándome por dentro las entrañas.
Mi mano aferró su cintura como acto reflejo, ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo pero sus dedos tibios deslizándose por los mechones de mi pelo, su voz suave pidiéndome que me tranquilizara surtió efecto y de nuevo cerré los ojos acomodándome en el lecho sintiendo ese olor a vida que ella desprendía.
No se las horas que pasaron, solo que la noche había precedido al día y que la voz de Dan, me pedía que despertara.
Ladeé la sonrisa tirándome la almohada por encima de la cabeza en un gesto infantil para que no me obligara a moverme del lecho, estaba muerto, no llegaría a tiempo, lo sabíamos los dos, la marca se había extendido mucho, a no ser que Assur tuviera mas suerte era difícil que nosotros lidiáramos con esto de descifrar el libro y dar con esa diosa maya de la que hablaban las leyendas.
Estaba cansado, algo que empezaba a notarse en mi aspecto demacrado, me había rendido y solo me limitaba a disfrutar cada día.
No discutía sobre lo de no dormir juntos ¿para que si tarde o temprano acabaría convertido en ceniza? No había motivo para desperdiciar un segundo a su lado, a fin de cuentas...aunque quisiera en un futuro dejarme, empujarme al abismo, iba a dejarla yo antes.
No eran necesarios los escudos ¿protegerme de que?
Abrí los ojos finalmente haciéndome un poco de rogar acabé levantándome, dándome una ducha que mejoro un poco mi aspecto y colocándome mi habitual raje sin corbata alguna que sentenciara mi cuello.
Subimos a cubierta sentándonos en una hamaca los dos juntos, su cabeza apoyada en mi pecho, mis brazos sujetaban el libro buscando en sus grabados algo que pudiera servirnos.
-Dan, deja de preocuparte, ese no es el trato -le aseguré deslizando mi dedo por su cálida mejilla.
Me habia insistido hasta la saciedad que me alimentara pero había empezado a vomitar parte de lo que comía, no me sentaba bien nada, estaba débil y su sangre era de lo poco que toleraba mi organismo aunque desconocía el por que.
Centré mi mirada en esas lineas doradas que hablaban de una antigua civilización Maya que adoraba a unos dioses que se alimentaban de sangre, a estos se les ofrecía sacrificios para tenerlos contentos.
Uno de ellos se enamoró al parecer de una sacerdotisa de un templo maya y la trasformó elevándola a la categoría de diosa, su belleza no conocía parangón, así que atraía a miles de hombres con sus artes y sus dones para que fueran el alimento de esos dioses.
Seguí pasando paginas, hasta que volví a dar con la historia de esa doncella convertida en semidiosa.
Dicen que estaba encerrada en un lugar en México, que ella tenia la clave de muchas cosas, que si llegabas a ella podías obtener un deseo, el mas ferviente de estos seria concedido si a cambio le otorgabas la libertad.
Negué con la cabeza cerrando el libro de un golpe, era absurdo, aun considerando cierta esa leyenda y dando con ella, dudaba que si era así de importante los dioses que la habían encerrado le permitieran la libertad y yo estaba débil para luchar, meter a mi prometida en este lio era algo que me negaba a aceptar.
-Casémonos - repetí contra sus labios -vamos a disfrutar de este viaje pequeña -susurré contra su boca con una ladeada sonrisa perdiéndome en cada resquicio de su piel.
Mi mano aferró su cintura como acto reflejo, ni siquiera era consciente de lo que estaba haciendo pero sus dedos tibios deslizándose por los mechones de mi pelo, su voz suave pidiéndome que me tranquilizara surtió efecto y de nuevo cerré los ojos acomodándome en el lecho sintiendo ese olor a vida que ella desprendía.
No se las horas que pasaron, solo que la noche había precedido al día y que la voz de Dan, me pedía que despertara.
Ladeé la sonrisa tirándome la almohada por encima de la cabeza en un gesto infantil para que no me obligara a moverme del lecho, estaba muerto, no llegaría a tiempo, lo sabíamos los dos, la marca se había extendido mucho, a no ser que Assur tuviera mas suerte era difícil que nosotros lidiáramos con esto de descifrar el libro y dar con esa diosa maya de la que hablaban las leyendas.
Estaba cansado, algo que empezaba a notarse en mi aspecto demacrado, me había rendido y solo me limitaba a disfrutar cada día.
No discutía sobre lo de no dormir juntos ¿para que si tarde o temprano acabaría convertido en ceniza? No había motivo para desperdiciar un segundo a su lado, a fin de cuentas...aunque quisiera en un futuro dejarme, empujarme al abismo, iba a dejarla yo antes.
No eran necesarios los escudos ¿protegerme de que?
Abrí los ojos finalmente haciéndome un poco de rogar acabé levantándome, dándome una ducha que mejoro un poco mi aspecto y colocándome mi habitual raje sin corbata alguna que sentenciara mi cuello.
Subimos a cubierta sentándonos en una hamaca los dos juntos, su cabeza apoyada en mi pecho, mis brazos sujetaban el libro buscando en sus grabados algo que pudiera servirnos.
-Dan, deja de preocuparte, ese no es el trato -le aseguré deslizando mi dedo por su cálida mejilla.
Me habia insistido hasta la saciedad que me alimentara pero había empezado a vomitar parte de lo que comía, no me sentaba bien nada, estaba débil y su sangre era de lo poco que toleraba mi organismo aunque desconocía el por que.
Centré mi mirada en esas lineas doradas que hablaban de una antigua civilización Maya que adoraba a unos dioses que se alimentaban de sangre, a estos se les ofrecía sacrificios para tenerlos contentos.
Uno de ellos se enamoró al parecer de una sacerdotisa de un templo maya y la trasformó elevándola a la categoría de diosa, su belleza no conocía parangón, así que atraía a miles de hombres con sus artes y sus dones para que fueran el alimento de esos dioses.
Seguí pasando paginas, hasta que volví a dar con la historia de esa doncella convertida en semidiosa.
Dicen que estaba encerrada en un lugar en México, que ella tenia la clave de muchas cosas, que si llegabas a ella podías obtener un deseo, el mas ferviente de estos seria concedido si a cambio le otorgabas la libertad.
Negué con la cabeza cerrando el libro de un golpe, era absurdo, aun considerando cierta esa leyenda y dando con ella, dudaba que si era así de importante los dioses que la habían encerrado le permitieran la libertad y yo estaba débil para luchar, meter a mi prometida en este lio era algo que me negaba a aceptar.
-Casémonos - repetí contra sus labios -vamos a disfrutar de este viaje pequeña -susurré contra su boca con una ladeada sonrisa perdiéndome en cada resquicio de su piel.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
La noche de nuevo había llegado y yo había pasado la mayor parte del tiempo que había estado sola en mirar algo en aquel libro que me había regalado Joe por si podía encontrar algo que nos sirviera. No por nada era el Libro de los Muertos, pero el caso es que daba un poco de... grima, tener un libro como ese entre mis manos. Había escuchado muchas leyendas y muchas historias sobre aquel libro, lo que se contaba del mismo, lo que se decía... era un libro poderoso y muy importarte, un libro que seguramente mucha gente querría tener en sus manos y no para obrar el bien precisamente. Muchas de las cosas que había en aquel libro no las entendía, habían muchos dibujos sobre seres extraños, demonios que parecían haber salido del mismísimo infierno y que eran plasmados en aquellas páginas. Palabras en cursiva como si fueran hechizos y conjuros, no había página donde no hubiera un dibujo de algo diferente, incluso había alguna que otra página donde habían dibujos de armas... pero no entendía lo que ponía y me era complicado buscar de esa forma una solución para el vampiro. Él llevaba mucho más tiempo vagando por el mundo, quizá él fuera capaz de leer lo que yo no podía y así intentar buscar una solución... pero debía de ser rápido, la marca había avanzado esa noche bastante y jamás había visto al vampiro doblarse de esa forma por el dolor, menos sabiendo que había sido torturado por siglos y que solo lo había visto de forma parecida cando aquella astilla casi rozó su corazón.
Fui al camarote de nuevo y dejé el libro sobre la mesita para sentarme en el borde de la cama y mirarlo mientras dormía, lo cierto era que su aspecto no había mejorado mucho desde que le había dado de nuevo aquel dolor hasta ahora, seguía un poco demacrado y parecía como si tuviera ojeras bajo sus ojos... pero también era cierto que se había pasado toda una semana sin apenas alimentarse ni dormir entre chute y chute... eso también le iba a pasar factura y ya lo estaba haciendo. Lo llamé esperando a que se levantara de la cama para empezar con aquello, debía de alimentarse, darse una ducha y después empezaríamos con aquel libro ahora que él seguro que entendía lo que en sus páginas estaba escrito. Cuando por fin abrió sus ojos lo primero que vi fue esa sonrisa ladeada y luego como ponía la almohada sobre su cabeza en un gesto infantil, y seguramente impropio del vampiro, como si me pidiera quedarse cinco minutos más en la cama y yo enarqué una ceja ante su comportamiento mientras él se hacía de rogar. Negué con la cabeza y volví a llamarlo llevando mis manos a su espalda y dándole ligeramente unos empujones en su costado para que se moviera, pero él permanecía tumbado boca abajo con la almohada en su rostro... ya era la segunda vez que me hacía aquello y sonreí de lado ante su actitud infantil.
Finalmente acabó por hacerme caso y se levantó completamente desnudo para darse un baño que mejoró un poco su aspecto viéndolo salir con una toalla atada a su cintura para sacar uno de sus trajes mientras yo permanecía tumbada en la cama esperándolo. Mis ojos recorrieron el camino que hicieron varias de las gotas resbalando por su piel viendo cómo se ponía aquel traje sin corbata como siempre solía ir cada vez que lo veía, de forma impecable e impoluta. Una vez se terminó de vestir cogí el libro y nos dirigimos hacia cubierta poniéndonos en la zona de popa donde habían varias hamacas y donde nos tumbamos en una de ellas, hacía una noche muy buena y se podían ver todas las estrellas brillando en el cielo. Estábamos solos en aquel lado del barco ya que seguramente el resto de la gente estaría cenando, el barco se movía ligeramente por el pequeño oleaje que había y al final acabó con el libro ojeándolo mientras mi rostro se recostaba en su pecho. Le había pedido bastantes veces que se alimentara, que debía de hacerlo para seguir con fuerzas pero parecía negarse a hacerlo y no entendía el por qué, aún quedaban unos días para llegar a México y luego tendríamos que hacer toda la búsqueda hasta dar con el templo ese que me había comentado en la cena, la razón por la que estábamos haciendo el viaje realmente. Me callé cuando dijo que no me preocupara, que dejara de hacerlo puesto que ese no era el trato que teníamos, lo dejé estar mientras él miraba las páginas y esperaba que me dijera algo.
-Quiero que me traduzcas algo, hay muchas cosas de este libro que no puedo leer porque no sé en qué idioma está escrito –elevé mi mano para pasar las páginas hasta que di con la imagen de la daga que había visto antes por la mañana, no sabía por qué pero me había llamado la atención- ¿qué es lo que dice? –Dejé la yema de mi dedo sobre el dibujo de la daga esperando a que me tradujera lo que ponía. Al parecer era una daga muy antigua que utilizaban los antiguos Mayas para hacer rituales y sacrificios, pero según decía el libro llevaba una maldición impregnada en su hoja por todas las vidas que había segado miles de vidas, se decía que estaba hecha de obsidiana la hoja y que su color negro era por todas las muertes. Decían que había sido enterrada junto a una deidad maya en un templo perdido, y que su hoja era capaz de acabar con cualquier ser por muy poderoso o divino que fuera. Me mordí el labio cuando terminó de traducir lo que ponía- ¿crees que estará en el mismo lugar que a la semidiosa que buscamos? –Pregunté elevando el rostro para mirarlo, fue pasando páginas hasta que finalmente cerró el libro dejándolo sobre la hamaca a nuestro lado, en vez de responderme, se centró en recordarme en que nos casáramos en llegar a México y en que disfrutáramos de aquel viaje... y esa vez no me quedé callada. Desde que se había extendido de esa forma la marca había cambiado su actitud por completo, parecía que se había dado por vencido y que lo único que ocupaba su mente en esos momentos era en casarnos, en dejar esa seguridad económica para mí familia aun cuando no sabía por qué lo hacía si yo para él no era nada. Me enervó y me cabreo su actitud derrotista porque eran claros los signos y las señales que habían para que eso sucediera y pasara... ¿tan poco le importaba su vida? Al parecer solo quería dejar claros mí futuro y el de Nim, y ambos sabíamos que casándonos aseguraría dichos futuros.... pero no podía entender ni era capaz de comprender por qué se rendía sin siquiera luchar, había soportado torturas mucho peores durante más tiempo que la marca que llevaba en su vientre y sin embargo parecía importarle poco, o más bien nada, que su vida se consumiera y se agotara, se fuera apagando. Fruncí el ceño mirándolo sin entender por qué se rendía cuando había una posibilidad para salvarse, Assur no dejaría que Sun se consumiera y quizás ellos en el Norte encontraran lo necesario para acabar con la maldición, había visto como su hermano la miraba y lo que estuvo dispuesto a hacer por ella, así que si no iba a permitir que ella cayera mucho menos que lo hiciera su hermano- así que... ¿ya está? –Pregunté mirándolo de forma fija- ¿eso es lo que vas a luchar por tú vida? –Me cabreaba de sobremanera, entonces, ¿por qué me había traído a aquel viaje?- ¿Cuál era el trato, Joe? ¿No era precisamente venir a México para encontrar una solución que te despojara de la marca? Porque creo que tus palabras fueron exactamente esas –me levanté de la hamaca alejándome de su lado y acorté la poca distancia que restaba hasta la barandilla donde me apoyé un par de segundos mirando la estela que dejaba el barco tras su paso y me giré para mirarlo, enfadada- Te has rendido –no fue una pregunta, fue la afirmación de lo que estaba haciendo en esos momentos- te has dado por vencido y ni siquiera piensas presentar batalla, no piensas en ir a buscar ese templo para ver si de esa forma te salvas... joder Joe, has encontrado una pista que podría acabar con todo ¿y tú vas a pasar de ella? No te entiendo, no entiendo nada de lo que estás haciendo... –aseguré cruzándome de brazos mirándolo de forma fija- ¿Por qué decidiste entonces venir a México, porqué enrolarte en esta misión si pensabas rendirte cuando las cosas peor se ponen? Tú prioridad debería de ser el salvarte, no el casarnos para asegurar un futuro económico de una familia de la cual no te toca nada y de la cual no es nada para ti –porque, siendo realistas, es que no entendía esa fijación para con mi familia- ¿tan poco te importa tú vida? ¿Tan poco te importan las personas que vas a dejar atrás si no luchas? Te importa todo una mierda, ¿verdad? Debe de ser así para rendirte como un cobarde, como el que siempre has sido, y el que siempre serás... eres el vampiro más cobarde que he conocido en toda mi vida, siempre huyendo de todo, cada vez que algo no sale como tú tenías planeado y pensado, cada vez que algo no puedes controlarlo y que ves que se te escapa sales huyendo por patas... eres un maldito hipócrita egoísta pero ¿qué más te dará cómo se queden los demás mientras tú no estés para verlo? Si tantas ganas tienes de morir, entonces dame una jodida estaca y acabamos con esto cuanto antes –escupí observándolo de manera fija, con el ceño fruncido- Te miro y soy incapaz de reconocerte; poco o nada queda de aquel vampiro que conocí en aquella maldita fiesta y si alguna vez llevabas dentro un demonio lo perdiste por el camino, lo dejaste morir poco a poco. Tus llamas se están apagando y aun sabiendo que tienes una oportunidad para reavivarlas tú las vas a apagar por completo dejando que estas mueran... ¿dónde está ese demonio que luchaba contra todo por su vida, tus años de torturas no te han hecho querer vivir el tiempo que te fue arrebatado?, ¿dónde está ese vampiro que luchaba y prevalecía sobre todas las malditas cosas? –Cerré los ojos intentando calmarme pero me era imposible, no entendía por qué se rendía ni tampoco qué hacía yo allí- ¿Para eso me pediste que viniera a México, para ver cómo te ibas apagando y consumiendo cegado en no luchar por salvar tú vida? No entiendo qué ha cambiado para este cambio de actitud tuyo, pero si vas a dejarte morir no cuentes conmigo para verlo –aseguré cerrando mis manos en puños apretando con fuerza- eres un maldito egoísta de mierda –me giré para dejar de mirarle apoyándome en la barandilla controlando mi respiración que se había vuelto rápida por el cabreo que había ido subiendo conforme empezaba a hablar y a decirle cosas, la brisa que había movía mi pelo mientras le daba la espalda sin entender por qué me molestaba tanto su decisión, o su actitud, pero lo hacía de forma bastante considerable y me cabreaba muchísimo.
Fui al camarote de nuevo y dejé el libro sobre la mesita para sentarme en el borde de la cama y mirarlo mientras dormía, lo cierto era que su aspecto no había mejorado mucho desde que le había dado de nuevo aquel dolor hasta ahora, seguía un poco demacrado y parecía como si tuviera ojeras bajo sus ojos... pero también era cierto que se había pasado toda una semana sin apenas alimentarse ni dormir entre chute y chute... eso también le iba a pasar factura y ya lo estaba haciendo. Lo llamé esperando a que se levantara de la cama para empezar con aquello, debía de alimentarse, darse una ducha y después empezaríamos con aquel libro ahora que él seguro que entendía lo que en sus páginas estaba escrito. Cuando por fin abrió sus ojos lo primero que vi fue esa sonrisa ladeada y luego como ponía la almohada sobre su cabeza en un gesto infantil, y seguramente impropio del vampiro, como si me pidiera quedarse cinco minutos más en la cama y yo enarqué una ceja ante su comportamiento mientras él se hacía de rogar. Negué con la cabeza y volví a llamarlo llevando mis manos a su espalda y dándole ligeramente unos empujones en su costado para que se moviera, pero él permanecía tumbado boca abajo con la almohada en su rostro... ya era la segunda vez que me hacía aquello y sonreí de lado ante su actitud infantil.
Finalmente acabó por hacerme caso y se levantó completamente desnudo para darse un baño que mejoró un poco su aspecto viéndolo salir con una toalla atada a su cintura para sacar uno de sus trajes mientras yo permanecía tumbada en la cama esperándolo. Mis ojos recorrieron el camino que hicieron varias de las gotas resbalando por su piel viendo cómo se ponía aquel traje sin corbata como siempre solía ir cada vez que lo veía, de forma impecable e impoluta. Una vez se terminó de vestir cogí el libro y nos dirigimos hacia cubierta poniéndonos en la zona de popa donde habían varias hamacas y donde nos tumbamos en una de ellas, hacía una noche muy buena y se podían ver todas las estrellas brillando en el cielo. Estábamos solos en aquel lado del barco ya que seguramente el resto de la gente estaría cenando, el barco se movía ligeramente por el pequeño oleaje que había y al final acabó con el libro ojeándolo mientras mi rostro se recostaba en su pecho. Le había pedido bastantes veces que se alimentara, que debía de hacerlo para seguir con fuerzas pero parecía negarse a hacerlo y no entendía el por qué, aún quedaban unos días para llegar a México y luego tendríamos que hacer toda la búsqueda hasta dar con el templo ese que me había comentado en la cena, la razón por la que estábamos haciendo el viaje realmente. Me callé cuando dijo que no me preocupara, que dejara de hacerlo puesto que ese no era el trato que teníamos, lo dejé estar mientras él miraba las páginas y esperaba que me dijera algo.
-Quiero que me traduzcas algo, hay muchas cosas de este libro que no puedo leer porque no sé en qué idioma está escrito –elevé mi mano para pasar las páginas hasta que di con la imagen de la daga que había visto antes por la mañana, no sabía por qué pero me había llamado la atención- ¿qué es lo que dice? –Dejé la yema de mi dedo sobre el dibujo de la daga esperando a que me tradujera lo que ponía. Al parecer era una daga muy antigua que utilizaban los antiguos Mayas para hacer rituales y sacrificios, pero según decía el libro llevaba una maldición impregnada en su hoja por todas las vidas que había segado miles de vidas, se decía que estaba hecha de obsidiana la hoja y que su color negro era por todas las muertes. Decían que había sido enterrada junto a una deidad maya en un templo perdido, y que su hoja era capaz de acabar con cualquier ser por muy poderoso o divino que fuera. Me mordí el labio cuando terminó de traducir lo que ponía- ¿crees que estará en el mismo lugar que a la semidiosa que buscamos? –Pregunté elevando el rostro para mirarlo, fue pasando páginas hasta que finalmente cerró el libro dejándolo sobre la hamaca a nuestro lado, en vez de responderme, se centró en recordarme en que nos casáramos en llegar a México y en que disfrutáramos de aquel viaje... y esa vez no me quedé callada. Desde que se había extendido de esa forma la marca había cambiado su actitud por completo, parecía que se había dado por vencido y que lo único que ocupaba su mente en esos momentos era en casarnos, en dejar esa seguridad económica para mí familia aun cuando no sabía por qué lo hacía si yo para él no era nada. Me enervó y me cabreo su actitud derrotista porque eran claros los signos y las señales que habían para que eso sucediera y pasara... ¿tan poco le importaba su vida? Al parecer solo quería dejar claros mí futuro y el de Nim, y ambos sabíamos que casándonos aseguraría dichos futuros.... pero no podía entender ni era capaz de comprender por qué se rendía sin siquiera luchar, había soportado torturas mucho peores durante más tiempo que la marca que llevaba en su vientre y sin embargo parecía importarle poco, o más bien nada, que su vida se consumiera y se agotara, se fuera apagando. Fruncí el ceño mirándolo sin entender por qué se rendía cuando había una posibilidad para salvarse, Assur no dejaría que Sun se consumiera y quizás ellos en el Norte encontraran lo necesario para acabar con la maldición, había visto como su hermano la miraba y lo que estuvo dispuesto a hacer por ella, así que si no iba a permitir que ella cayera mucho menos que lo hiciera su hermano- así que... ¿ya está? –Pregunté mirándolo de forma fija- ¿eso es lo que vas a luchar por tú vida? –Me cabreaba de sobremanera, entonces, ¿por qué me había traído a aquel viaje?- ¿Cuál era el trato, Joe? ¿No era precisamente venir a México para encontrar una solución que te despojara de la marca? Porque creo que tus palabras fueron exactamente esas –me levanté de la hamaca alejándome de su lado y acorté la poca distancia que restaba hasta la barandilla donde me apoyé un par de segundos mirando la estela que dejaba el barco tras su paso y me giré para mirarlo, enfadada- Te has rendido –no fue una pregunta, fue la afirmación de lo que estaba haciendo en esos momentos- te has dado por vencido y ni siquiera piensas presentar batalla, no piensas en ir a buscar ese templo para ver si de esa forma te salvas... joder Joe, has encontrado una pista que podría acabar con todo ¿y tú vas a pasar de ella? No te entiendo, no entiendo nada de lo que estás haciendo... –aseguré cruzándome de brazos mirándolo de forma fija- ¿Por qué decidiste entonces venir a México, porqué enrolarte en esta misión si pensabas rendirte cuando las cosas peor se ponen? Tú prioridad debería de ser el salvarte, no el casarnos para asegurar un futuro económico de una familia de la cual no te toca nada y de la cual no es nada para ti –porque, siendo realistas, es que no entendía esa fijación para con mi familia- ¿tan poco te importa tú vida? ¿Tan poco te importan las personas que vas a dejar atrás si no luchas? Te importa todo una mierda, ¿verdad? Debe de ser así para rendirte como un cobarde, como el que siempre has sido, y el que siempre serás... eres el vampiro más cobarde que he conocido en toda mi vida, siempre huyendo de todo, cada vez que algo no sale como tú tenías planeado y pensado, cada vez que algo no puedes controlarlo y que ves que se te escapa sales huyendo por patas... eres un maldito hipócrita egoísta pero ¿qué más te dará cómo se queden los demás mientras tú no estés para verlo? Si tantas ganas tienes de morir, entonces dame una jodida estaca y acabamos con esto cuanto antes –escupí observándolo de manera fija, con el ceño fruncido- Te miro y soy incapaz de reconocerte; poco o nada queda de aquel vampiro que conocí en aquella maldita fiesta y si alguna vez llevabas dentro un demonio lo perdiste por el camino, lo dejaste morir poco a poco. Tus llamas se están apagando y aun sabiendo que tienes una oportunidad para reavivarlas tú las vas a apagar por completo dejando que estas mueran... ¿dónde está ese demonio que luchaba contra todo por su vida, tus años de torturas no te han hecho querer vivir el tiempo que te fue arrebatado?, ¿dónde está ese vampiro que luchaba y prevalecía sobre todas las malditas cosas? –Cerré los ojos intentando calmarme pero me era imposible, no entendía por qué se rendía ni tampoco qué hacía yo allí- ¿Para eso me pediste que viniera a México, para ver cómo te ibas apagando y consumiendo cegado en no luchar por salvar tú vida? No entiendo qué ha cambiado para este cambio de actitud tuyo, pero si vas a dejarte morir no cuentes conmigo para verlo –aseguré cerrando mis manos en puños apretando con fuerza- eres un maldito egoísta de mierda –me giré para dejar de mirarle apoyándome en la barandilla controlando mi respiración que se había vuelto rápida por el cabreo que había ido subiendo conforme empezaba a hablar y a decirle cosas, la brisa que había movía mi pelo mientras le daba la espalda sin entender por qué me molestaba tanto su decisión, o su actitud, pero lo hacía de forma bastante considerable y me cabreaba muchísimo.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Se levanto presa de un enfado que la consumía, abandonándome en la hamaca con el libro caído sobre mi costado. Mis ojos la siguieron mientras se acercaba a la barandilla del barco, se asomó por el posiblemente buscando la calma pues escuchaba su corazón bombear rabia como si fuera un tambor.
Se giró para enfrentarme, su demonio no guardo silencio, dejo escapar una palabra tras otra con la verdad de su lado, no le faltaba razón, me había rendido y era un cobarde por ello.
Eso no pensaba discutírselo, pero ¿un egoísta? No, no era un egoísta ni mucho menos, quería asegurarme de su bienestar y del de Nim y no podía culparme por que las quisiera a las dos aunque no lo reconociera.
Me alcé de la hamaca acortando la distancia que nos separaba, mis brazos rodearon su cintura y apoyé mi cabeza en su hombro despacio.
-Lo siento, siento dar la peor versión de mi mismo, pero estoy cansado -reconocí -Sun va acompañada de un inmortal que la puede arrastrar de ser necesario, no me quedan fuerzas, apenas aguanto el alimento que consumo ¿como voy a meterte en ese templo sabiendo que hay peligros de los que no puedo protegerte? No me ves mujer, estoy destrozado, no puedo luchar y no voy a condenar tu vida por salvar la mía, no era ese el trato ¿lo entiendes?
La giré para mirar su tormentas, deslice mis dedos por su rostro cálido, apartando los mechones de pelo pardo de su rostro.
-Solo quiero disfrutar de lo que nos queda, como tu has dicho mi hermano no dejara de luchar, pues volquemos nuestra esperanza en que encuentre la solución para Sun y para mi, pero estemos preparados por si no lo hace.
Clavé mis rojos en su mirada incrédula.
-Solo estoy cumpliendo con el trato que hice, ya sabes esclavos de nuestras palabras dueños de nuestros silencios, prometí que si aceptabas casarte conmigo sacaría a tu familia de la quiebra y eso voy a hacer, asegurarme que te dejo en una buena posición económica, lo tendrás todo Dan, podrás incluso buscar ese amor del que me hablabas, piénsalo...
No merezco tu cabreo si no un altar -dije con cierto sarcasmo.
Acerqué ms labios contra los suyos los presioné mientras mi mano se colaba por su nuca atrayendola para que me besara, borrar de su gesto ese cabreo que la consumía
-Y si nos olvidamos de ese libro, bebemos tequila, me das ese si quiero y follamos hasta que te canses de hacerlo conmigo -ladeé la sonrisa -algo que ambos sabemos no va a pasar nunca -apunté de forma engreída repasando con mi lengua sus labios.
La atraje por la cintura pegando su caliente cuerpo al mio, no parecía dispuesta a ceder un ápice en eso de que firmara mi rendición y no entendía que ganaba salvándome cuando en parte eso suponía su condena.
Vivo estaba anclada ami, muerto todo seria suyo y ella libre -¿cual era el problema?
Se giró para enfrentarme, su demonio no guardo silencio, dejo escapar una palabra tras otra con la verdad de su lado, no le faltaba razón, me había rendido y era un cobarde por ello.
Eso no pensaba discutírselo, pero ¿un egoísta? No, no era un egoísta ni mucho menos, quería asegurarme de su bienestar y del de Nim y no podía culparme por que las quisiera a las dos aunque no lo reconociera.
Me alcé de la hamaca acortando la distancia que nos separaba, mis brazos rodearon su cintura y apoyé mi cabeza en su hombro despacio.
-Lo siento, siento dar la peor versión de mi mismo, pero estoy cansado -reconocí -Sun va acompañada de un inmortal que la puede arrastrar de ser necesario, no me quedan fuerzas, apenas aguanto el alimento que consumo ¿como voy a meterte en ese templo sabiendo que hay peligros de los que no puedo protegerte? No me ves mujer, estoy destrozado, no puedo luchar y no voy a condenar tu vida por salvar la mía, no era ese el trato ¿lo entiendes?
La giré para mirar su tormentas, deslice mis dedos por su rostro cálido, apartando los mechones de pelo pardo de su rostro.
-Solo quiero disfrutar de lo que nos queda, como tu has dicho mi hermano no dejara de luchar, pues volquemos nuestra esperanza en que encuentre la solución para Sun y para mi, pero estemos preparados por si no lo hace.
Clavé mis rojos en su mirada incrédula.
-Solo estoy cumpliendo con el trato que hice, ya sabes esclavos de nuestras palabras dueños de nuestros silencios, prometí que si aceptabas casarte conmigo sacaría a tu familia de la quiebra y eso voy a hacer, asegurarme que te dejo en una buena posición económica, lo tendrás todo Dan, podrás incluso buscar ese amor del que me hablabas, piénsalo...
No merezco tu cabreo si no un altar -dije con cierto sarcasmo.
Acerqué ms labios contra los suyos los presioné mientras mi mano se colaba por su nuca atrayendola para que me besara, borrar de su gesto ese cabreo que la consumía
-Y si nos olvidamos de ese libro, bebemos tequila, me das ese si quiero y follamos hasta que te canses de hacerlo conmigo -ladeé la sonrisa -algo que ambos sabemos no va a pasar nunca -apunté de forma engreída repasando con mi lengua sus labios.
La atraje por la cintura pegando su caliente cuerpo al mio, no parecía dispuesta a ceder un ápice en eso de que firmara mi rendición y no entendía que ganaba salvándome cuando en parte eso suponía su condena.
Vivo estaba anclada ami, muerto todo seria suyo y ella libre -¿cual era el problema?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Le había dado la espalda al vampiro, había tenido que hacerlo porque no podía controlar más la rabia y el enfado que se había apoderado de mí cuerpo. No entendía nada de lo que estaba haciendo el vampiro, no entendía su actitud derrotista ni sus acciones, por qué entonces se había embarcado en aquel viaje dispuesto a encontrar una solución para su maldición y ahora se rendía a la primera de cambio. Sabíamos lo que la maldición hacía, sabíamos que avanzaría consumiéndoles y eso era algo que Sun y Joe sabían sobre todo por propia experiencia así que ¿qué narices estaba haciendo el vampiro? Sun y Assur habían ido al norte para encontrar una solución siguiendo una pista y nosotros íbamos a hacer lo mismo yendo hacia el sur, quizás ellos llegaran antes para encontrar la solución necesaria antes de que llegáramos al templo, o quizás fuéramos nosotros quienes diéramos con lo que necesitábamos para parar aquello. Había una oportunidad y había que intentarlo, de estar yo en la piel de Joe querría intentarlo a toda costa no importara el costo que me llevara, él era inmortal y se repondría rápido de las pérdidas de energía que sufría con la marca... después de todo había sido torturado por mucho tiempo y aún seguía con vida.
Mis manos aferraron la barandilla con fuerza dándole la espalda al vampiro mientras contemplaba la estela que dejaba el barco a su paso, de alguna forma contemplarla me relajaba un poco pero no lo suficiente para el cabreo que llevaba encima y es que, pese a todo, es que no sabía muy bien por qué me cabreaba y me molestaba tanto. ¿A mí qué me importaba lo que hiciera, se rindiera o no? No debería de importarme lo que le pasara al vampiro ni que se hubiera rendido, sin embargo sí que lo hacía... me cabreaba sobremanera que se hubiera dejado vencer de esa forma y que me hubiera llevado con él a ese viaje para ver cómo se consumía y se marchitaba, ¿qué sentido entonces tenía ir al templo e ir a México? Se había rendido y lo único que ahora él quería era disfrutar del viaje centrado en la idea de casarnos, quería dejar un futuro para mi familia aun cuando no era nada para él preocupado más en ese hecho que en el de salvar su vida. Lancé un suspiro, seguía sin saber por qué me molestaba tanto ese hecho sintiendo la rabia bullir en mi interior como si fuera un huracán, me cabreaba mucho su actitud derrotista dándose por vencido, importándole muy poco aquellos que dejaba atrás.
Sentí su presencia tras mi espalda y noté sus brazos que rodeaban mi cintura apoyando su cabeza en mi hombro mientras yo seguía contemplando el mar y la estela del barco, sin girarme aunque estuviera detrás de mí rodeándome con sus brazos. Se disculpó, algo que no pensaba que haría, por dar su peor versión alegando que estaba cansado, aseguró que Sun al ir con su hermano podría tirar de ella porque seguramente la vampira estuviera quizás en las mismas condiciones que él, que no toleraba el alimento algo que podía intuir pese a su negativa constante de alimentarse y que no le quedaban fuerzas. Decía que no podía consentir meterme en aquel templo si no podía protegerme, ¿tan débil me creía, tan débil era frente a sus ojos? ¿Por qué debería de protegerme de esa forma tan incesante? Él no podía luchar pero eso no significaba que yo no pudiera luchar tampoco, se olvidaba de que era una cazadora y que había sido entrenada para afrontar desafíos, era buena luchando y yo podía ayudarle, pero al parecer había obviado y olvidado ese detalle por completo. Volvía de nuevo con el trato, ¿qué trato en concreto? Habíamos ido allí a por una solución, y él se rendía antes siquiera de empezar la búsqueda. Me giró quedando de cara a él y su dedo, frío y gélido, se deslizó por mi mejilla de forma lenta mientras me miraba apartando algún que otro mechón de mi pelo.
-Te olvidas de que soy una cazadora, puedo apañármelas Joe –fue lo que dije mientras lo miraba como respuesta a sus palabras, no sería inmortal pero sí sabía defenderme y podía tirar de él de ser necesario- y porque tú ya hayas dejado de luchar significa que los demás debemos de hacer lo mismo... ¿cómo puedes ser tan cobarde? Has emprendido un viaje hasta México para salvarte siguiendo una pista que puede acabar con todo y tú, escudándote en que Assur y Sun están siguiendo una pista en el norte, ya te dejas y te das por vencido –fruncí el ceño- yo seguiría luchando hasta que no me quedara aliento en el cuerpo... tenía razón cuando te dije que yo por mucho que me cayera siempre me volvía a levantar, pero tú te quedas hundido a merced de lo que pase –negué con la cabeza, sin importarme si mis palabras le dolían o no, lo miré de forma fija cuando me estaba diciendo que dejáramos que la suerte decidiera y que nos preparáramos por si ellos no encontraba nada... más me cabreaba que dijera ese tipo de cosas, que dijera que se dejaba vencer sin presentar batalla y sin luchar- ¿ni siquiera vas a luchar por tu vida, te rindes así de fácil aferrándote a algo que quizás no surta efecto sin haberlo intentado tú? –Me cabreaba por momentos, no entendía el cambio de actitud que estaba teniendo ni me gustaba para nada sus palabras, de nuevo decía que cumplía con lo que había prometido y fruncí el ceño- ¿habías prometido rendirte a la primera de cambio? –Pregunté cortándole aunque luego prosiguió como si no hubiera dicho nada, alegando que cumpliría su palabra de sacar a mi familia de la situación económica que atravesaban, que lo tendría todo e incluso volvió a decirme que podría buscar el amor... maldito vampiro imbécil- odio tus silencios Joe Black, los odio –apunté sin quitar mi ceño fruncido porque era cierto, los odiaba con todas mis fuerzas- ¿ni siquiera vas a ser sincero con ellos antes de morir? –Solté una risa sarcástica- ni siquiera sé de qué me extraña sabiendo el cobarde que eres –su sarcasmo me hizo querer soltarme de su agarre pero acercó sus labios a los míos aunque no hice intención de besarle, su mano fue a mi nuca para pegarme más a sus labios, por si fuera poco volvió a insistir en olvidarnos del libro, que le diera el “sí quiero” y según él hacerlo hasta que me cansara de hacerlo con él algo que apuntó de forma engreída sonriendo mientras su lengua repasaba el contorno de mis labios. Su mano me atrajo por la cintura pegándome a su cuerpo – pensaba que no te quedaban fuerzas, ¿para eso sí? –Pregunté lanzando el dardo de forma envenenada, no le iba a dejar pasar ni una- eres un engreído Joe, demasiada confianza tienes puesta, pretendes casarte aquí ¿en este barco? –Miré alrededor, estábamos en medio del océano, ¿iba a hacerlo? ¿Iba a casarme realmente con ese vampiro? Él parecía empeñado en hacerlo para velar por mi futuro y seguramente por el de Nim también, ya me lo había dejado caer, pero siempre de alguna forma pensé que no llegaríamos a casarnos y que algo haría para evitarlo- ¿no vas a buscar alguien que de la boda por buena y de parte de ello para asegurar eso que tienes fervientemente en tu cabeza como una promesa grabada a fuego? –Seguía cabreada, que me dijera “vámonos a olvidarnos de todo, a casarnos, beber y follar” no cambiaba ni borraba el cabreo que llevaba encima- Voy a necesitar mucho tequila para darte el sí quiero, sobre todo con el cabreo que llevo encima ahora mismo contigo y con las ganas que tengo de matarte –apunté sin importarme que lo supiera, mis gestos lo decían perfectamente así que no tenía por qué esconderlo. Me miró de forma fija y hasta una sonrisa ladeada asomó en sus labios antes de pegarme a su cuerpo y apoderarse de mis labios, me quise resistir por lo enfadada que estaba, quise alejarme o no corresponderle al beso para que viera que iba en serio pero fue inevitable, como cada vez que pasaba cuando nos tocábamos y nos besábamos esa atracción que había entre ambos pujó más fuerte en mi interior que mi enfado y terminé por corresponder a su beso dejándome llevar por él, mis manos ascendieron por su pecho hasta quedarse en sus hombros y llevé una mano para dejarla en su nuca mientras él me pegaba a su cuerpo- no tengo vestido de novia –comenté al separarme un poco de sus labios, pareció no importarle ese hecho y mordió mi labio inferior acariciándome la cintura y la espalda hasta que finalmente cogimos el libro que habíamos dejado en la hamaca y bajamos hasta un pequeño bar que había ubicado cerca del comedor donde compró una botella de tequila, el camarero nos dio dos vasos de chupitos, rodajas de limón y un salero y nos sentamos en una de las mesas algo más alejadas de todas, llenó los chupitos y tras prepararlo todo nos bebimos el primero de la noche, el alcohol quemaba mi garganta y pude notar como descendía ardiendo hacia mi estómago- juguemos a algo mientras bebemos los chupitos –me miró esperando a que dijera el “juego”- antes de beber tenemos que responder a algo que el otro quiera o confesar algo, sino no podremos beber –claramente había dicho ese juego a posta- te dejo ser el primero; dispara, Joe –dije mientras llenaba de nuevo los chupitos con el licor y esperaba a que me dijera lo que quisiera oír... salvo que se niegue a jugar que era lo que esperaba realmente.
Mis manos aferraron la barandilla con fuerza dándole la espalda al vampiro mientras contemplaba la estela que dejaba el barco a su paso, de alguna forma contemplarla me relajaba un poco pero no lo suficiente para el cabreo que llevaba encima y es que, pese a todo, es que no sabía muy bien por qué me cabreaba y me molestaba tanto. ¿A mí qué me importaba lo que hiciera, se rindiera o no? No debería de importarme lo que le pasara al vampiro ni que se hubiera rendido, sin embargo sí que lo hacía... me cabreaba sobremanera que se hubiera dejado vencer de esa forma y que me hubiera llevado con él a ese viaje para ver cómo se consumía y se marchitaba, ¿qué sentido entonces tenía ir al templo e ir a México? Se había rendido y lo único que ahora él quería era disfrutar del viaje centrado en la idea de casarnos, quería dejar un futuro para mi familia aun cuando no era nada para él preocupado más en ese hecho que en el de salvar su vida. Lancé un suspiro, seguía sin saber por qué me molestaba tanto ese hecho sintiendo la rabia bullir en mi interior como si fuera un huracán, me cabreaba mucho su actitud derrotista dándose por vencido, importándole muy poco aquellos que dejaba atrás.
Sentí su presencia tras mi espalda y noté sus brazos que rodeaban mi cintura apoyando su cabeza en mi hombro mientras yo seguía contemplando el mar y la estela del barco, sin girarme aunque estuviera detrás de mí rodeándome con sus brazos. Se disculpó, algo que no pensaba que haría, por dar su peor versión alegando que estaba cansado, aseguró que Sun al ir con su hermano podría tirar de ella porque seguramente la vampira estuviera quizás en las mismas condiciones que él, que no toleraba el alimento algo que podía intuir pese a su negativa constante de alimentarse y que no le quedaban fuerzas. Decía que no podía consentir meterme en aquel templo si no podía protegerme, ¿tan débil me creía, tan débil era frente a sus ojos? ¿Por qué debería de protegerme de esa forma tan incesante? Él no podía luchar pero eso no significaba que yo no pudiera luchar tampoco, se olvidaba de que era una cazadora y que había sido entrenada para afrontar desafíos, era buena luchando y yo podía ayudarle, pero al parecer había obviado y olvidado ese detalle por completo. Volvía de nuevo con el trato, ¿qué trato en concreto? Habíamos ido allí a por una solución, y él se rendía antes siquiera de empezar la búsqueda. Me giró quedando de cara a él y su dedo, frío y gélido, se deslizó por mi mejilla de forma lenta mientras me miraba apartando algún que otro mechón de mi pelo.
-Te olvidas de que soy una cazadora, puedo apañármelas Joe –fue lo que dije mientras lo miraba como respuesta a sus palabras, no sería inmortal pero sí sabía defenderme y podía tirar de él de ser necesario- y porque tú ya hayas dejado de luchar significa que los demás debemos de hacer lo mismo... ¿cómo puedes ser tan cobarde? Has emprendido un viaje hasta México para salvarte siguiendo una pista que puede acabar con todo y tú, escudándote en que Assur y Sun están siguiendo una pista en el norte, ya te dejas y te das por vencido –fruncí el ceño- yo seguiría luchando hasta que no me quedara aliento en el cuerpo... tenía razón cuando te dije que yo por mucho que me cayera siempre me volvía a levantar, pero tú te quedas hundido a merced de lo que pase –negué con la cabeza, sin importarme si mis palabras le dolían o no, lo miré de forma fija cuando me estaba diciendo que dejáramos que la suerte decidiera y que nos preparáramos por si ellos no encontraba nada... más me cabreaba que dijera ese tipo de cosas, que dijera que se dejaba vencer sin presentar batalla y sin luchar- ¿ni siquiera vas a luchar por tu vida, te rindes así de fácil aferrándote a algo que quizás no surta efecto sin haberlo intentado tú? –Me cabreaba por momentos, no entendía el cambio de actitud que estaba teniendo ni me gustaba para nada sus palabras, de nuevo decía que cumplía con lo que había prometido y fruncí el ceño- ¿habías prometido rendirte a la primera de cambio? –Pregunté cortándole aunque luego prosiguió como si no hubiera dicho nada, alegando que cumpliría su palabra de sacar a mi familia de la situación económica que atravesaban, que lo tendría todo e incluso volvió a decirme que podría buscar el amor... maldito vampiro imbécil- odio tus silencios Joe Black, los odio –apunté sin quitar mi ceño fruncido porque era cierto, los odiaba con todas mis fuerzas- ¿ni siquiera vas a ser sincero con ellos antes de morir? –Solté una risa sarcástica- ni siquiera sé de qué me extraña sabiendo el cobarde que eres –su sarcasmo me hizo querer soltarme de su agarre pero acercó sus labios a los míos aunque no hice intención de besarle, su mano fue a mi nuca para pegarme más a sus labios, por si fuera poco volvió a insistir en olvidarnos del libro, que le diera el “sí quiero” y según él hacerlo hasta que me cansara de hacerlo con él algo que apuntó de forma engreída sonriendo mientras su lengua repasaba el contorno de mis labios. Su mano me atrajo por la cintura pegándome a su cuerpo – pensaba que no te quedaban fuerzas, ¿para eso sí? –Pregunté lanzando el dardo de forma envenenada, no le iba a dejar pasar ni una- eres un engreído Joe, demasiada confianza tienes puesta, pretendes casarte aquí ¿en este barco? –Miré alrededor, estábamos en medio del océano, ¿iba a hacerlo? ¿Iba a casarme realmente con ese vampiro? Él parecía empeñado en hacerlo para velar por mi futuro y seguramente por el de Nim también, ya me lo había dejado caer, pero siempre de alguna forma pensé que no llegaríamos a casarnos y que algo haría para evitarlo- ¿no vas a buscar alguien que de la boda por buena y de parte de ello para asegurar eso que tienes fervientemente en tu cabeza como una promesa grabada a fuego? –Seguía cabreada, que me dijera “vámonos a olvidarnos de todo, a casarnos, beber y follar” no cambiaba ni borraba el cabreo que llevaba encima- Voy a necesitar mucho tequila para darte el sí quiero, sobre todo con el cabreo que llevo encima ahora mismo contigo y con las ganas que tengo de matarte –apunté sin importarme que lo supiera, mis gestos lo decían perfectamente así que no tenía por qué esconderlo. Me miró de forma fija y hasta una sonrisa ladeada asomó en sus labios antes de pegarme a su cuerpo y apoderarse de mis labios, me quise resistir por lo enfadada que estaba, quise alejarme o no corresponderle al beso para que viera que iba en serio pero fue inevitable, como cada vez que pasaba cuando nos tocábamos y nos besábamos esa atracción que había entre ambos pujó más fuerte en mi interior que mi enfado y terminé por corresponder a su beso dejándome llevar por él, mis manos ascendieron por su pecho hasta quedarse en sus hombros y llevé una mano para dejarla en su nuca mientras él me pegaba a su cuerpo- no tengo vestido de novia –comenté al separarme un poco de sus labios, pareció no importarle ese hecho y mordió mi labio inferior acariciándome la cintura y la espalda hasta que finalmente cogimos el libro que habíamos dejado en la hamaca y bajamos hasta un pequeño bar que había ubicado cerca del comedor donde compró una botella de tequila, el camarero nos dio dos vasos de chupitos, rodajas de limón y un salero y nos sentamos en una de las mesas algo más alejadas de todas, llenó los chupitos y tras prepararlo todo nos bebimos el primero de la noche, el alcohol quemaba mi garganta y pude notar como descendía ardiendo hacia mi estómago- juguemos a algo mientras bebemos los chupitos –me miró esperando a que dijera el “juego”- antes de beber tenemos que responder a algo que el otro quiera o confesar algo, sino no podremos beber –claramente había dicho ese juego a posta- te dejo ser el primero; dispara, Joe –dije mientras llenaba de nuevo los chupitos con el licor y esperaba a que me dijera lo que quisiera oír... salvo que se niegue a jugar que era lo que esperaba realmente.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
No entendía porque le molestaba tanto mi derrota cuando debería estar bailando un tango desnuda imaginando cuantas riquezas heredaría. Iba a ser libre, libre de encontrar el amor, de hacer y deshacer a su antojo y podría sacar a sus padres de la quiebra. No entendía el porque de ese enfado cuando lo único que le pedía era pasar estos días bien, besándonos, acariciándonos...
-Soy un cobarde -confesé contra la piel de su cuello plagandola de besos con una picara sonrisa.
No pensaba discutir con ella y si necesitaba esa afirmación para guardar silencio y hacer cuanto le pedía estaba dispuesto a ceder también en eso, en lo único que no iba a ceder es en ponerla en peligro.
Sabia que era una cazadora valiente, efectiva, sabia defenderse, incluso podría matar algún neófito y algún que otro licantropo, pero esto era demasiado para ella, dioses, antiguos vampiros, profecías...no estaba tan loco como para llevar a mi futura mujer a la boca del lobo y dejar que la engullera. Si eso era ser un cobarde, lo era, pero mejor un cobarde que un necio y lo segundo ni de lejos lo era.
Finalmente se dejo llevar por mis besos, incluso me pidió un vestido de novia, lo que me hizo sonreír con picardia alzando su rostro, atrayendola por la nuca para que nuestros labios se acariciaran.
-Nos casará esta noche el capitán del barco, tiene poder para hacer valido el matrimonio en estas aguas... sobre lo de beber para obtener ese si quiero no es problema, bajemos y emborrachemonos pues y el vestido, estas preciosa, no creo que necesites nada mas que ponerte.
Bajamos al bar del barco, pedimos un par de botellas de tequila, limón y sal y nos dejamos caer en una mesa mirándonos fijamente, mi ladeada sonrisa mostraba la felicidad de salirme con la mía.
Coloqué sal en la parte superior de mi mano, lamí, bebí de un trago el chupito y después mordí el limón.
Me relamí mirándola sintiendo el abrasador liquido bajar por mi garganta.
Quería jugar y no me pareció mala idea, a fin de cuentas ¿que podíamos perder?
Me acerqué a ella, mis labios rozaban los suyos, ambos con sabor a alcohol.
-¿Por que te molesta tanto esto cuando en el fondo implica tu liberación? -pregunté hundiendo mis ojos en sus pardos que ahora parecían dos tormentas.
-Es por el sexo que te doy -apunté con picardia volviendo a beberme un vaso de tequila.
Mientras ella pensaba la respuesta, puse sal en su hombro, deslicé mi lengua por el lascivamente mirándola, otro chupito y mordí el limón.
Mi boca ascendió a la suya, la bese lleno de ganas de ella, saqueando cada centímetro de sus labios
-No me he olvidado de la pregunta -aseguré contra su boca -responde.
-Soy un cobarde -confesé contra la piel de su cuello plagandola de besos con una picara sonrisa.
No pensaba discutir con ella y si necesitaba esa afirmación para guardar silencio y hacer cuanto le pedía estaba dispuesto a ceder también en eso, en lo único que no iba a ceder es en ponerla en peligro.
Sabia que era una cazadora valiente, efectiva, sabia defenderse, incluso podría matar algún neófito y algún que otro licantropo, pero esto era demasiado para ella, dioses, antiguos vampiros, profecías...no estaba tan loco como para llevar a mi futura mujer a la boca del lobo y dejar que la engullera. Si eso era ser un cobarde, lo era, pero mejor un cobarde que un necio y lo segundo ni de lejos lo era.
Finalmente se dejo llevar por mis besos, incluso me pidió un vestido de novia, lo que me hizo sonreír con picardia alzando su rostro, atrayendola por la nuca para que nuestros labios se acariciaran.
-Nos casará esta noche el capitán del barco, tiene poder para hacer valido el matrimonio en estas aguas... sobre lo de beber para obtener ese si quiero no es problema, bajemos y emborrachemonos pues y el vestido, estas preciosa, no creo que necesites nada mas que ponerte.
Bajamos al bar del barco, pedimos un par de botellas de tequila, limón y sal y nos dejamos caer en una mesa mirándonos fijamente, mi ladeada sonrisa mostraba la felicidad de salirme con la mía.
Coloqué sal en la parte superior de mi mano, lamí, bebí de un trago el chupito y después mordí el limón.
Me relamí mirándola sintiendo el abrasador liquido bajar por mi garganta.
Quería jugar y no me pareció mala idea, a fin de cuentas ¿que podíamos perder?
Me acerqué a ella, mis labios rozaban los suyos, ambos con sabor a alcohol.
-¿Por que te molesta tanto esto cuando en el fondo implica tu liberación? -pregunté hundiendo mis ojos en sus pardos que ahora parecían dos tormentas.
-Es por el sexo que te doy -apunté con picardia volviendo a beberme un vaso de tequila.
Mientras ella pensaba la respuesta, puse sal en su hombro, deslicé mi lengua por el lascivamente mirándola, otro chupito y mordí el limón.
Mi boca ascendió a la suya, la bese lleno de ganas de ella, saqueando cada centímetro de sus labios
-No me he olvidado de la pregunta -aseguré contra su boca -responde.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
No iba a volver a entrar en aquel detalle porque no pensaba discutir sobre el mismo tema otra vez, reconocía que se había rendido y que era un cobarde por ello, lo admitió y eso fue todo cuanto íbamos a hablar del tema porque no pensaba volver a discutir con él, lo dejé estar viendo que no iba a sacar nada en claro de él y que parecía querer esquivar el tema todo el rato porque aunque no me cortaba en mis palabras no me respondía tampoco. Decía que quería casarse en el barco y yo solo lancé un suspiro por ello, era lo que más le preocupaba al parecer y decía que el capitán del barco podía hacer la boda oficial, que nos casaríamos esa misma noche y que no hacía falta ningún vestido de novia porque él decía que con lo que llevaba bastaba, que iba preciosa. Me mordí el labio sintiendo un pequeño cosquilleo por mi estómago, ¿de verdad iba a hacerlo? ¿Iba a casarme con él? Ya sabíamos que ese matrimonio no implicaba nada de nada, que era todo una farsa para él poder volver a estar en la sociedad y yo ayudaría a mi familia con el problema económico que tenían y del cual no había sabido nada hasta que mi padre me había llevado a la misma fiesta donde lo conocí, pensé que era un ardid del vampiro pero luego tras escuchar accidentalmente una conversación entre mis padres me di cuenta de que era todo verdad.
Sus labios recorrían mi cuello dejando pequeños besos por el lugar hasta que finalmente alzó mi rostro para mirarme con una sonrisa ladeada cuando finalmente cedí en beber y en casarnos en el barco, por mucho que intentara discutir sobre ese tema sería inútil. Acabamos en el bar del barco donde pidió una botella de tequila junto con la sal y el limón, nos bebimos el primero chupito e hice un mohín notando como el calor del alcohol bajaba por mi garganta quemándolo todo a su paso, fue entonces cuando se me ocurrió proponer aquel juego que seguramente destaparía –o eso pensaba- cosas que no había podido saber del vampiro. Las reglas estaban claras, no se bebía hasta que no se respondiera a la otra persona ya bien te hicieran una pregunta o te pidieran una confesión. Llené ambos vasos de nuevo con el tequila y lo miré haciéndole un gesto para que supiera que le dejaba primero preguntar a él. Normalmente el juego empezaba poco a poco hasta que las preguntas iban siendo cada vez más comprometidas, primero quería saber si el vampiro iba a jugar o no pero sonrió de lado haciéndome ver que sí iba a jugar también. Lo miré de forma fija cuando me lanzó aquella pregunta, y yo pensando que iba a empezar por una más fácil y normal mientras que él se lanzaba de lleno a la piscina, ¿quería eso? Pues eso tendría también de mi parte.
Sus labios rozaban los míos notando en ambos el sabor del alcohol fuerte que desprendíamos y eso que solo nos habíamos tomado un chupito. Sus palabras, arrogantes y engreídas le hicieron sonreír de lado mientras yo lo miraba de forma fija tras la pregunta que me había dado. ¿La verdad? Yo tampoco sabía muy bien por qué me había puesto así, pero me había enfadado muchísimo. Todo el asunto de la maldición desde el momento en que se había cambiado por su hermano me tenía muy cabreada, algo que el vampiro ya sabía y que le había hecho saber en innumerables ocasiones, sin embargo no encontraba del todo la respuesta a por qué. Desde lo más profundo de mí odiaba que no luchara y que se rindiera con esa facilidad pasmosa, la cuestión era por qué. Según él debería de estar contenta y danzando porque eso significaba el final de todo, mi familia estaría salvada y yo me libraría de él... sin embargo no encontraba satisfacción en ese pensamiento. El vampiro me distrajo mientras pensaba en la respuesta poniendo sal en mi hombro, una vez puesta la lamió de forma lasciva, provocándome, tomó el chupito y mordió el limón sin apartar sus ojos de los míos para luego llevar sus labios a mi boca y besarme, notaba fuerte el sabor del tequila junto con el limón en el beso mientras él arrasaba con mi boca.
-Se supone que la que tiene que beber más soy yo –murmuré contra sus labios, alcé mi mirada a sus ojos cuando me pidió que respondiera y que no se había olvidado de su pregunta- Es por el sexo –respondí mirándolo de forma haciendo alusión a sus propias palabras, lamí la sal, tomé el chupito y mordí el limón mientras notaba como bajaba y volví a llenar de nuevo con alcohol para mirarle, para ahora sí responder- supongo que porque no concibo la idea de que un vampiro como tú, que tiene miles de años, y que ha sido torturado durante siglos se rinda tan fácilmente a la primera de cambio. Si yo estuviera en tú situación y viera que hay una mínima posibilidad de salvarme me aferraría a ella como a un clavo ardiendo –cogí la rodaja de limón y la pasé por su cuello dejando un rastro, puse la rodaja en sus labios mirándolo y cogí la sal- también porque me he acostumbrado a ti y, en el fondo, te echaría de menos. Ya he pasado por dos veces lo que era estar sin ti unos días, y era una mierda, no quiero volver a tener esa sensación de nuevo sabiendo que no se va a solucionar tan sólo con ir a buscarte –puse la sal donde había dejado el rastro del limón en su cuello y cogí el chupito, lamí la sal de forma lenta en su cuello, bebí de un trago y alcé mi boca para buscar el limón juntando nuestros labios, lo mordí mirándole y quité la corteza para juntar mis labios con los suyos. Ahora era mi turno. Llené ambos vasos de alcohol de nuevo y lo miré, él había empezado fuerte así que ¿por qué no empezar yo también fuerte?- ¿Sientes algo por mí, fuera del sexo y la atracción, y es por eso que te fuiste del laberinto aquel día y por eso callas tus silencios? –Lo miré de forma fija, si me mentía lo sabría y lo descubriría. Respondiera lo que respondiera iba a saber la verdad.
Sus labios recorrían mi cuello dejando pequeños besos por el lugar hasta que finalmente alzó mi rostro para mirarme con una sonrisa ladeada cuando finalmente cedí en beber y en casarnos en el barco, por mucho que intentara discutir sobre ese tema sería inútil. Acabamos en el bar del barco donde pidió una botella de tequila junto con la sal y el limón, nos bebimos el primero chupito e hice un mohín notando como el calor del alcohol bajaba por mi garganta quemándolo todo a su paso, fue entonces cuando se me ocurrió proponer aquel juego que seguramente destaparía –o eso pensaba- cosas que no había podido saber del vampiro. Las reglas estaban claras, no se bebía hasta que no se respondiera a la otra persona ya bien te hicieran una pregunta o te pidieran una confesión. Llené ambos vasos de nuevo con el tequila y lo miré haciéndole un gesto para que supiera que le dejaba primero preguntar a él. Normalmente el juego empezaba poco a poco hasta que las preguntas iban siendo cada vez más comprometidas, primero quería saber si el vampiro iba a jugar o no pero sonrió de lado haciéndome ver que sí iba a jugar también. Lo miré de forma fija cuando me lanzó aquella pregunta, y yo pensando que iba a empezar por una más fácil y normal mientras que él se lanzaba de lleno a la piscina, ¿quería eso? Pues eso tendría también de mi parte.
Sus labios rozaban los míos notando en ambos el sabor del alcohol fuerte que desprendíamos y eso que solo nos habíamos tomado un chupito. Sus palabras, arrogantes y engreídas le hicieron sonreír de lado mientras yo lo miraba de forma fija tras la pregunta que me había dado. ¿La verdad? Yo tampoco sabía muy bien por qué me había puesto así, pero me había enfadado muchísimo. Todo el asunto de la maldición desde el momento en que se había cambiado por su hermano me tenía muy cabreada, algo que el vampiro ya sabía y que le había hecho saber en innumerables ocasiones, sin embargo no encontraba del todo la respuesta a por qué. Desde lo más profundo de mí odiaba que no luchara y que se rindiera con esa facilidad pasmosa, la cuestión era por qué. Según él debería de estar contenta y danzando porque eso significaba el final de todo, mi familia estaría salvada y yo me libraría de él... sin embargo no encontraba satisfacción en ese pensamiento. El vampiro me distrajo mientras pensaba en la respuesta poniendo sal en mi hombro, una vez puesta la lamió de forma lasciva, provocándome, tomó el chupito y mordió el limón sin apartar sus ojos de los míos para luego llevar sus labios a mi boca y besarme, notaba fuerte el sabor del tequila junto con el limón en el beso mientras él arrasaba con mi boca.
-Se supone que la que tiene que beber más soy yo –murmuré contra sus labios, alcé mi mirada a sus ojos cuando me pidió que respondiera y que no se había olvidado de su pregunta- Es por el sexo –respondí mirándolo de forma haciendo alusión a sus propias palabras, lamí la sal, tomé el chupito y mordí el limón mientras notaba como bajaba y volví a llenar de nuevo con alcohol para mirarle, para ahora sí responder- supongo que porque no concibo la idea de que un vampiro como tú, que tiene miles de años, y que ha sido torturado durante siglos se rinda tan fácilmente a la primera de cambio. Si yo estuviera en tú situación y viera que hay una mínima posibilidad de salvarme me aferraría a ella como a un clavo ardiendo –cogí la rodaja de limón y la pasé por su cuello dejando un rastro, puse la rodaja en sus labios mirándolo y cogí la sal- también porque me he acostumbrado a ti y, en el fondo, te echaría de menos. Ya he pasado por dos veces lo que era estar sin ti unos días, y era una mierda, no quiero volver a tener esa sensación de nuevo sabiendo que no se va a solucionar tan sólo con ir a buscarte –puse la sal donde había dejado el rastro del limón en su cuello y cogí el chupito, lamí la sal de forma lenta en su cuello, bebí de un trago y alcé mi boca para buscar el limón juntando nuestros labios, lo mordí mirándole y quité la corteza para juntar mis labios con los suyos. Ahora era mi turno. Llené ambos vasos de alcohol de nuevo y lo miré, él había empezado fuerte así que ¿por qué no empezar yo también fuerte?- ¿Sientes algo por mí, fuera del sexo y la atracción, y es por eso que te fuiste del laberinto aquel día y por eso callas tus silencios? –Lo miré de forma fija, si me mentía lo sabría y lo descubriría. Respondiera lo que respondiera iba a saber la verdad.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Sonreí contra sus labios al escuchar su respuesta “es por el sexo”, lamí su boca excitado por la respuesta, aunque no era el único motivo y de sobra lo sabia.
La miré al decirme que le molestaba que me dejara vencer por la marca de mi vientre, se que no era capaz de entender que no me dejaba vencer por la maldición, si no que era incapaz de pensar que por salvar mi vida podía perder la suya.
Prefería disfrutar de este tiempo con ella, asegurarme de que estuviera bien, era un gesto desinteresado, el primero que tenia en mucho tiempo y se que ante sus ojos era cobardía, pero ante los míos tenia otro nombre muy distinto que no pensaba pronunciar ni borracho en alto.
-¿entonces lo que te cabrea es que te he desilusionado con mis actos? -pregunté con diversión mientras la dama colocaba un chorro de limón sobre mi cuello y dejaba caer un poco de sal sobre el.
No se cayó con eso, reconoció que se había acostumbrado a tenerme cerca, el tiempo sin mi le resultaba una mierda y la idea de perderme era algo que no concebía en estos momentos, supongo que era el éxtasis de su mundana vida.
Ladeé le cuello para que lo chupara, se bebió el chupito y tomó el limón de mi boca.
Nuevamente nos enredamos en un tórrido beso, húmedo, necesitado, íbamos calentándonos y no solo a base de alcohol.
Su pregunta tampoco se quedo atrás, lo que me hizo sonreír sin mas, ella había elegido bien las palabras, tampoco yo lo haría mal.
-Que me atraes, que te deseo es un echo, que el sexo contigo me resulta muy placentero una realidad que ambos experimentamos cada vez que se rozan nuestros cuerpos.
La pregunta es si siento algo mas...pues como tu, supongo que tampoco concibo la idea de no tenerte en mi vida, o lo que quede de ella.
Nos divertimos juntos, mi vida era mas oscura sin ti y la verdad es que tampoco quiero que desaparezcas de ella.
Mi hermano puede con esto, no permitirá que Sun muera, pero si yo hago un movimiento en falso, si arriesgo mi reina en esta partida cuando el rey esta débil, puede que pierda a la reina y no quiero que mi hermano encuentre la cura y yo haya apostado demasiado. No quiero perderte Dan...simplemente eso.
No respondí nada acerca de los silencios, era obvio que si sentía algo por ella, pero eso era algo que no iba a confesarle.
Lamí su escoté, sobe este dejé caer la sal coloque el vaso de chupito entre sus dos pechos mientras alzaba la mirada con picardia hasta sus pardos.
-Cuando me dijiste en el laberinto que no querías una vida solo con el éxtasis que producimos en el otro, que algún día quieres encontrar el amor y no tener una vida vacía ¿en quien pensabas?
Eso era lo que me había torturado durante este tiempo, eso me obligó a irme, conmigo tenia ese frenesí pero ella quería algo mas que yo no le podía dar.
La miré al decirme que le molestaba que me dejara vencer por la marca de mi vientre, se que no era capaz de entender que no me dejaba vencer por la maldición, si no que era incapaz de pensar que por salvar mi vida podía perder la suya.
Prefería disfrutar de este tiempo con ella, asegurarme de que estuviera bien, era un gesto desinteresado, el primero que tenia en mucho tiempo y se que ante sus ojos era cobardía, pero ante los míos tenia otro nombre muy distinto que no pensaba pronunciar ni borracho en alto.
-¿entonces lo que te cabrea es que te he desilusionado con mis actos? -pregunté con diversión mientras la dama colocaba un chorro de limón sobre mi cuello y dejaba caer un poco de sal sobre el.
No se cayó con eso, reconoció que se había acostumbrado a tenerme cerca, el tiempo sin mi le resultaba una mierda y la idea de perderme era algo que no concebía en estos momentos, supongo que era el éxtasis de su mundana vida.
Ladeé le cuello para que lo chupara, se bebió el chupito y tomó el limón de mi boca.
Nuevamente nos enredamos en un tórrido beso, húmedo, necesitado, íbamos calentándonos y no solo a base de alcohol.
Su pregunta tampoco se quedo atrás, lo que me hizo sonreír sin mas, ella había elegido bien las palabras, tampoco yo lo haría mal.
-Que me atraes, que te deseo es un echo, que el sexo contigo me resulta muy placentero una realidad que ambos experimentamos cada vez que se rozan nuestros cuerpos.
La pregunta es si siento algo mas...pues como tu, supongo que tampoco concibo la idea de no tenerte en mi vida, o lo que quede de ella.
Nos divertimos juntos, mi vida era mas oscura sin ti y la verdad es que tampoco quiero que desaparezcas de ella.
Mi hermano puede con esto, no permitirá que Sun muera, pero si yo hago un movimiento en falso, si arriesgo mi reina en esta partida cuando el rey esta débil, puede que pierda a la reina y no quiero que mi hermano encuentre la cura y yo haya apostado demasiado. No quiero perderte Dan...simplemente eso.
No respondí nada acerca de los silencios, era obvio que si sentía algo por ella, pero eso era algo que no iba a confesarle.
Lamí su escoté, sobe este dejé caer la sal coloque el vaso de chupito entre sus dos pechos mientras alzaba la mirada con picardia hasta sus pardos.
-Cuando me dijiste en el laberinto que no querías una vida solo con el éxtasis que producimos en el otro, que algún día quieres encontrar el amor y no tener una vida vacía ¿en quien pensabas?
Eso era lo que me había torturado durante este tiempo, eso me obligó a irme, conmigo tenia ese frenesí pero ella quería algo mas que yo no le podía dar.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Jugar con chupitos de tequila que ya no sólo bebíamos de los vasos era bastante peligroso y arriesgado teniendo en cuenta que, cada vez que nos rozábamos, ese magnetismo que teníamos sobre el otro aparecía y nos hacía esclavos y presos a merced del otro, pero también sabía que era la única forma de averiguar ciertas cosas y dado que el vampiro había aceptado mi juego no iba a echarme atrás cuando lo había propuesto yo. Quizás así conociera y resolviera un par de preguntas que se me habían pasado por la cabeza, claro que también sabía que él no se iba a quedar atrás y que también formularía preguntas que quizás podrían ponerme entre las cuerdas, había empezado bastante fuerte y aunque admitía que yo no iba a hacerlo solo por eso yo también empezaría igual. De ahí mi pregunta, sabía que me dijera lo que me dijera si era una mentira lo vería cuando me respondiera y entonces le haría saber que me estaba mintiendo, él conocía los riesgos de aquel juego y de hecho había sido el primer en lanzar el dardo... ahora lo que cabía esperar es que yo se lo devolviera. Había muchas cosas del vampiro que quería saber, muchas cosas que preguntarle pero lo que me temía es que el alcohol –y más el tequila- pudiera antes conmigo de preguntar todo lo que quería así que las preguntas que más quería hacerle serían las primeras.
Esperé sus palabras tras haberle contestado a su pregunta, fui sincera en todo momento porque de eso se trataba también el juego, y en cada respuesta nos buscábamos besándonos sin tregua alguna calentando nuestros cuerpos y no solo a base del alcohol que estábamos tomando, sino de esa atracción que nos tenía presos y que siempre emergía cuando nos tocábamos. Lo cierto es que sus palabras no me habían convencido del todo, no me había respondido claramente si sentía algo por mí más allá de la atracción que ejercíamos, estando de acuerdo con esas primeras palabras que dijo porque negarlo sería de necios, pero la otra parte había cogido más bien mis palabras y las había cambiado para hacerlas suyas y no me había respondido con claridad. Además de que me había dejado claro que no pensaba perderme bajo ningún concepto, ni arriesgarme a que pudiera pasarle, por lo que entendí él era el rey y yo su reina, y en la partida en la que llevábamos que era buscar una solución para su maldición no pensaba sacrificarme para salvarse él. Me quería sana y salva, eso lo acababa de dejar bastante claro con sus palabras y ya me hacía ver que si el peligro era mayor no me pondría en riesgo, pero para eso había venido a México, para ayudarle y no quedarme de brazos cruzados... pero parecía insistir en ese punto.
-No has respondido con claridad, Joe –le dije mirándolo volviendo a beber del vaso de chupito- además no has mencionado nada de tus silencios y has repetido mis palabras pero cambiándolas, eso no vale –le miré con el ceño fruncido- debes de ser claro y no se vale repetir, sino no es un juego equitativo y entonces no tiene sentido alguno jugar. Te la dejo pasar, pero a la próxima no... quedas avisado –lo miré unos segundos antes de que llenara de nuevo ambos vasos de tequila y esa vez lamió mi escote bajo mi atenta mirada de forma lasciva, su lengua recorrió mi piel de forma lenta provocándome un leve jadeo sin dejar de observarle, el chupito el muy descarado lo dejó entre mis pechos y enarqué una ceja por ello cuando alzó su vista hacia la mía y formuló entonces su pregunta. Recordé aquel momento en el que le había dicho aquellas palabras en mitad del laberinto la noche de mi cumpleaños, pero la verdad es que cuando mis palabras salieron de mis labios no había pensado en nadie en concreto- En nadie –afirmé con rotundidad mirándolo de forma fija para que supiera que no estaba mintiendo, no lo hacía porque era verdad- ¿creías que pensaba en Matthew? –Pregunté, no por nada siempre me lo había estado recalcando, siempre lo había estado metiendo como si pensara que ese amor platónico que sentí por él de niña volviera a resurgir de nuevo como si nunca se hubiera ido. Pero no era así, cuando era joven y me salvó admitía que me gustaba y que de hecho por eso mismo era mi amor platónico, el primer amor puro e inocente, uno que yo sabía que jamás llegaría a cumplirse. Por Matthew, por el que era mi maestro solo sentía admiración, lo admiraba por haberme soportado en mi juventud, por haberme entrenado aun cuando él no quería hacerlo y por cuidar de mí siempre que salíamos... pero nada más. No había salido mucho y no había conocido a demasiadas personas como para tener a una en mente en la que pensar cuando dije esas palabras- ¿crees que soy la única joven que ha pensado en experimentar lo que es amor, o querer tenerlo? –Negué con la cabeza- no pensaba en nadie cuando lo dije, no había nadie en mi cabeza... siempre he pensado que todos deberíamos de experimentar ese sentimiento, aunque a veces al final perdamos –lo miré de forma fija porque ya sabía que era eso lo que le hacía no querer sentir de nuevo, que su anterior prometida de la que al parecer él si estaba enamorada le había dejado una marca y una huella, una herida que todavía le supuraba y que él no quería cerrar bajo ningún concepto. Cogí el bote de sal y alcé su mano para lamer su muñeca donde dejé la sal luego, con el cuchillo que tenía en la mesa de cortar el limón hice una pequeña herida sobre la vena de su muñeca mezclando la sangre con la sal, lo lamí notando que la herida ya se cerraba, bebí el chupito y luego mordí el limón dejando de nuevo el vaso sobre la mesa, ahora me tocaba a mí y sabía cuál iba a ser la siguiente pregunta- en el baile de máscaras, cuando me lo dijiste me preguntaste que sin normas y acepté, luego me lo repetías alegando que todo podía parar con una palabra mía. ¿Sentiste celos esa noche en aquella habitación, y si es así, por qué? –Siempre había tenido la sospecha aunque luego me lo negara hasta la saciedad, pero era algo que no se me había pasado después de todos estos días.
Esperé sus palabras tras haberle contestado a su pregunta, fui sincera en todo momento porque de eso se trataba también el juego, y en cada respuesta nos buscábamos besándonos sin tregua alguna calentando nuestros cuerpos y no solo a base del alcohol que estábamos tomando, sino de esa atracción que nos tenía presos y que siempre emergía cuando nos tocábamos. Lo cierto es que sus palabras no me habían convencido del todo, no me había respondido claramente si sentía algo por mí más allá de la atracción que ejercíamos, estando de acuerdo con esas primeras palabras que dijo porque negarlo sería de necios, pero la otra parte había cogido más bien mis palabras y las había cambiado para hacerlas suyas y no me había respondido con claridad. Además de que me había dejado claro que no pensaba perderme bajo ningún concepto, ni arriesgarme a que pudiera pasarle, por lo que entendí él era el rey y yo su reina, y en la partida en la que llevábamos que era buscar una solución para su maldición no pensaba sacrificarme para salvarse él. Me quería sana y salva, eso lo acababa de dejar bastante claro con sus palabras y ya me hacía ver que si el peligro era mayor no me pondría en riesgo, pero para eso había venido a México, para ayudarle y no quedarme de brazos cruzados... pero parecía insistir en ese punto.
-No has respondido con claridad, Joe –le dije mirándolo volviendo a beber del vaso de chupito- además no has mencionado nada de tus silencios y has repetido mis palabras pero cambiándolas, eso no vale –le miré con el ceño fruncido- debes de ser claro y no se vale repetir, sino no es un juego equitativo y entonces no tiene sentido alguno jugar. Te la dejo pasar, pero a la próxima no... quedas avisado –lo miré unos segundos antes de que llenara de nuevo ambos vasos de tequila y esa vez lamió mi escote bajo mi atenta mirada de forma lasciva, su lengua recorrió mi piel de forma lenta provocándome un leve jadeo sin dejar de observarle, el chupito el muy descarado lo dejó entre mis pechos y enarqué una ceja por ello cuando alzó su vista hacia la mía y formuló entonces su pregunta. Recordé aquel momento en el que le había dicho aquellas palabras en mitad del laberinto la noche de mi cumpleaños, pero la verdad es que cuando mis palabras salieron de mis labios no había pensado en nadie en concreto- En nadie –afirmé con rotundidad mirándolo de forma fija para que supiera que no estaba mintiendo, no lo hacía porque era verdad- ¿creías que pensaba en Matthew? –Pregunté, no por nada siempre me lo había estado recalcando, siempre lo había estado metiendo como si pensara que ese amor platónico que sentí por él de niña volviera a resurgir de nuevo como si nunca se hubiera ido. Pero no era así, cuando era joven y me salvó admitía que me gustaba y que de hecho por eso mismo era mi amor platónico, el primer amor puro e inocente, uno que yo sabía que jamás llegaría a cumplirse. Por Matthew, por el que era mi maestro solo sentía admiración, lo admiraba por haberme soportado en mi juventud, por haberme entrenado aun cuando él no quería hacerlo y por cuidar de mí siempre que salíamos... pero nada más. No había salido mucho y no había conocido a demasiadas personas como para tener a una en mente en la que pensar cuando dije esas palabras- ¿crees que soy la única joven que ha pensado en experimentar lo que es amor, o querer tenerlo? –Negué con la cabeza- no pensaba en nadie cuando lo dije, no había nadie en mi cabeza... siempre he pensado que todos deberíamos de experimentar ese sentimiento, aunque a veces al final perdamos –lo miré de forma fija porque ya sabía que era eso lo que le hacía no querer sentir de nuevo, que su anterior prometida de la que al parecer él si estaba enamorada le había dejado una marca y una huella, una herida que todavía le supuraba y que él no quería cerrar bajo ningún concepto. Cogí el bote de sal y alcé su mano para lamer su muñeca donde dejé la sal luego, con el cuchillo que tenía en la mesa de cortar el limón hice una pequeña herida sobre la vena de su muñeca mezclando la sangre con la sal, lo lamí notando que la herida ya se cerraba, bebí el chupito y luego mordí el limón dejando de nuevo el vaso sobre la mesa, ahora me tocaba a mí y sabía cuál iba a ser la siguiente pregunta- en el baile de máscaras, cuando me lo dijiste me preguntaste que sin normas y acepté, luego me lo repetías alegando que todo podía parar con una palabra mía. ¿Sentiste celos esa noche en aquella habitación, y si es así, por qué? –Siempre había tenido la sospecha aunque luego me lo negara hasta la saciedad, pero era algo que no se me había pasado después de todos estos días.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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