AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Necronomicón (privado)(+18)
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El Necronomicón (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Última edición por Joe Black el Dom Jul 16, 2017 12:03 pm, editado 1 vez
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Mis ojos rojos como el fuego y nublados de placer no se perdieron un solo movimiento lascivo de mi mujer.
Si el demonio habitaba en su cuerpo en este momento no albergaba dudas de ello.
Con mi miembro alzado solo por ver como sucumbía entre gemidos al ritmo de sus dedos gruñí sin despegar mis ojos de su centro.
Sus labios abiertos y con las piernas por encima de la tina me regalaban la imagen de tres dedos sacudiéndose violentos dentro de ella.
Jadeé con la boca abierta, expulsando el aliento de forma errática. Ella me miraba fijamente, excitándose al ver como mi mano acortaba la distancia hasta mi miembro que palpitaba ante los ojos de ella.
El glande estaba mojado, mi liquido lo bañaba poniéndolo brillante, la piel subía y bajaba envolviéndolo.
Me acerqué a ella cuando mi nombre era pronunciado entre jadeos, exigiendo acabara lo que ella había empezado. Su cuerpo estaba tenso, al borde de correrse de nuevo.
-limpiamela -le pedí con la voz ronca sacudiendo mi hombría llevándola contra sus labios.
Deslicé mi verga por su boca, manchandola de mi esencia hasta que la engulló por completo haciéndome rugir de placer.
Su lengua se deslizó por mi tronco sin dejar de mirarme, de provocarme con esos ojos pardos. No podía mas, introduje la mano en la tina y rodeé su cintura alzándola del agua.
Con rudeza la llevé contra la pared del baño, un gruñido escapó se su boca cuando su pecho impactó contra esta.
Mi mano atrapó su cuello obligandola a mantener la cabeza contra esta.
Sus caderas buscaban mi abultado miembro, gimiendo porque me adentrara en su interior sustituyendo sus dedos, estaba al borde del orgasmo y lo sabia.
-Si te hago daño pídeme que pare, estoy muy excitado, borracho y no controlo una mierda -susurré contra su oído entre jadeos.
Alcé sus nalgas ligeramente y agachándome un poco la embestí, las paredes de su laberinto completamente abiertas, mojadas acogieron mi hombría.
Mis manos tiraron con fuerza de sus caderas, azote sus cachetes al meterme muy dentro, su cuerpo rebotaba contra la pared, sus pechos quedaban apretados contra esta, rozándola con los pezones duros.
Le di otro azote, mis colmillos rozaron mi lengua llenandola de ponzoña, estaba muy ido en ese momento.
Mi lengua se deslizó por su espalda, mis dientes la rozaban, la sangre fluía de esta por el paso de ellos, haciéndola sangrar, lamiendo los ríos escarlata entre roncos gruñidos.
La gire de golpe saliendo de ella, mis ojos rojos como el fuego pero oscurecidos en un tono burdeos se clavaron en sus pardos, la elevé de nuevo por el cuello, metiéndosela con rudeza.
Nuestras pelvis chocaban como yunque y martillo.
Sus manos fueron a la mía para que aflojara el agarre, gemía a su vez sin aire mientras me la follaba con violencia sin dejar de mirar como se ahogaba, como luchaba por su vida mientras a su vez sentía el placer de mi hombría sacudiéndose violenta en su interior, esparciéndose en sus paredes.
Su cuerpo se tensó, sucumbió al placer emitiendo un grito de placer desgarrador, aflojé en ese momento mi agarre, mis dedos marcados en su cuello.
Se sujetó a mi como pudo mientras su cuerpo temblaba corriéndose todavía, jadeaba de forma ronca contra mi oído completamente fuera de si.
-Así pequeña, así -susurré buscando sus labios.
Si el demonio habitaba en su cuerpo en este momento no albergaba dudas de ello.
Con mi miembro alzado solo por ver como sucumbía entre gemidos al ritmo de sus dedos gruñí sin despegar mis ojos de su centro.
Sus labios abiertos y con las piernas por encima de la tina me regalaban la imagen de tres dedos sacudiéndose violentos dentro de ella.
Jadeé con la boca abierta, expulsando el aliento de forma errática. Ella me miraba fijamente, excitándose al ver como mi mano acortaba la distancia hasta mi miembro que palpitaba ante los ojos de ella.
El glande estaba mojado, mi liquido lo bañaba poniéndolo brillante, la piel subía y bajaba envolviéndolo.
Me acerqué a ella cuando mi nombre era pronunciado entre jadeos, exigiendo acabara lo que ella había empezado. Su cuerpo estaba tenso, al borde de correrse de nuevo.
-limpiamela -le pedí con la voz ronca sacudiendo mi hombría llevándola contra sus labios.
Deslicé mi verga por su boca, manchandola de mi esencia hasta que la engulló por completo haciéndome rugir de placer.
Su lengua se deslizó por mi tronco sin dejar de mirarme, de provocarme con esos ojos pardos. No podía mas, introduje la mano en la tina y rodeé su cintura alzándola del agua.
Con rudeza la llevé contra la pared del baño, un gruñido escapó se su boca cuando su pecho impactó contra esta.
Mi mano atrapó su cuello obligandola a mantener la cabeza contra esta.
Sus caderas buscaban mi abultado miembro, gimiendo porque me adentrara en su interior sustituyendo sus dedos, estaba al borde del orgasmo y lo sabia.
-Si te hago daño pídeme que pare, estoy muy excitado, borracho y no controlo una mierda -susurré contra su oído entre jadeos.
Alcé sus nalgas ligeramente y agachándome un poco la embestí, las paredes de su laberinto completamente abiertas, mojadas acogieron mi hombría.
Mis manos tiraron con fuerza de sus caderas, azote sus cachetes al meterme muy dentro, su cuerpo rebotaba contra la pared, sus pechos quedaban apretados contra esta, rozándola con los pezones duros.
Le di otro azote, mis colmillos rozaron mi lengua llenandola de ponzoña, estaba muy ido en ese momento.
Mi lengua se deslizó por su espalda, mis dientes la rozaban, la sangre fluía de esta por el paso de ellos, haciéndola sangrar, lamiendo los ríos escarlata entre roncos gruñidos.
La gire de golpe saliendo de ella, mis ojos rojos como el fuego pero oscurecidos en un tono burdeos se clavaron en sus pardos, la elevé de nuevo por el cuello, metiéndosela con rudeza.
Nuestras pelvis chocaban como yunque y martillo.
Sus manos fueron a la mía para que aflojara el agarre, gemía a su vez sin aire mientras me la follaba con violencia sin dejar de mirar como se ahogaba, como luchaba por su vida mientras a su vez sentía el placer de mi hombría sacudiéndose violenta en su interior, esparciéndose en sus paredes.
Su cuerpo se tensó, sucumbió al placer emitiendo un grito de placer desgarrador, aflojé en ese momento mi agarre, mis dedos marcados en su cuello.
Se sujetó a mi como pudo mientras su cuerpo temblaba corriéndose todavía, jadeaba de forma ronca contra mi oído completamente fuera de si.
-Así pequeña, así -susurré buscando sus labios.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Los ojos del vampiro estaban totalmente rojos por lo que veía que estaba haciendo en aquella bañera, él lo había pedido y yo así lo hacía porque en cierta manera también me excitaba sentir cómo me miraba, como su miembro se alzaba poniéndose duro sin siquiera tocarlo o tocarse él mismo, con la única visión de mis dedos en mi centro para darme placer tal y como él había pedido. El agua estaba templada y me ayudaba a relajar cada músculo de mi cuerpo algo cansado por la noche de pasión y de lujuria que estábamos teniendo, ya quisieran las millones de mujeres que se casaban tener una noche como la que el vampiro estábamos teniendo... una noche algo diferente a todas las demás. Quizás fuera por el tequila que llevábamos en el cuerpo y que nos animaba a estar de esa forma, quizás por la idea de que era nuestra noche de bodas y nos habíamos casado en un arrebato loco en aquel viaje solamente para que si algo pasara yo pudiera estar cubierta y Nim tuviera alguien que velara por ella, que en este caso el vampiro quería que fuera yo. Un gemido escapó de mis labios cuando dejando mis ojos en los suyos rojos comencé a mover mis dedos en mi sexo, entrando y saliendo mientras la respiración se me aceleraba lentamente al mismo ritmo que aceleraba mis dedos en mi interior, el placer me recorría, el calor crecía y se extendía por todo mi cuerpo en pequeñas olas, cerré los ojos y apoyé la cabeza en el borde de la tina mientras escuchaba de fondo sus gruñidos y sus jadeos por lo que a mí misma me hacía.
Aumenté un poco más el ritmo totalmente centrada en el placer que me proporcionaba y abrí de nuevo mis ojos centrándolos en la imagen del vampiro con las piernas ya fuera de la tina regalándole una mejor vista de lo que hacía para fijarme que su mano descendía hasta su miembro, su boca ligeramente entreabierta de la que escapaban jadeos y gruñidos y su mano moviéndose de forma lenta por todo su miembro que brillaba por el líquido pre-seminal mojándolo un poco, mordí mi labio ante esa imagen y arqueé mi cadera con otro gemido lanzado de mis labios, me ponía demasiado que el vampiro estuviera frente a mí viendo cómo me daba placer, viendo como se tocaba por lo duro que estaba tan solo con lo que estaba haciendo. Lo llamé, lo llamé para que se acercara y fuera él quien terminara lo que yo había empezado, quería sus manos recorriendo mi cuerpo, sus dedos entrando en mi sexo como hacían los míos, sacudiéndose, mi boca lamer su miembro y devorarlo mientras nos dábamos placer mutuamente. Pareció que leyó mis pensamientos porque se acercó con paso lento pero decidido sin apartar su mirada de la mía, joder, era realmente excitante aquello que estábamos haciendo y notaba mi sexo palpitar por lo que me hacía, por todo en conjunto. Podía notar que el orgasmo se acercaba de nuevo y todo mi cuerpo se tensaba en anticipación, lo quería y lo necesitaba al mismo tiempo.
Su voz sonó oscura, ronca y sexy cuando me pidió que se la limpiara de una forma algo sucia y lasciva y yo lamí mis labios en respuesta a su petición, sus dedos acariciándose de forma lenta llevaron su miembro a mi boca y yo ladeé el rostro para que llegara mejor. Su miembro recorrió mis labios dejando que su esencia los manchara y bajó hasta mi mentón, lamí mis labios probando su esencia soltando un jadeo hasta que finalmente abrí mi boca y la engullí notando su rugido de placer por aquel acto. Mi lengua recorría todo su tronco sin apartar mis ojos de los suyos ni por un momento y sin dejar de mover mis dedos en mi interior, mi lengua jugaba con su miembro como quería, movía mi cabeza para sacarla de forma despacio y mi lengua lamió todo su glande sin apartar mis ojos del vampiro. Dejé un beso en la punta y volví a engullir su miembro, mi mano libre fue a sus testículos y los toqué mientras mi boca se deslizaba arriba y abaja por su tronco y mi lengua lo recorría también a voluntad. Saqué mi boca y deslicé mi lengua por sus lados dejando también que notara mis labios en cada pasada hasta que finalmente llegué a sus testículos, lamí ambos y luego me metí uno de ellos en la boca succionando su piel para luego dejarlo y hacer lo mismo con el otro. Cuando terminé volví a subir lamiendo todo su tronco, dejé un pequeño mordisco juguetón en el glande y lo engullí de nuevo notando la respiración rápida y entrecortada del vampiro, sus jadeos y gruñidos de placer que salían de sus labios... y no pudo más. Metió su brazo en el agua, rodeó mi cintura y me elevó para sacarme goteando el agua por mi cuerpo resbalando y mojando el suelo.
Quitó mi mano de mi sexo y me giró para llevarme contra la pared de un movimiento brusco que me hizo gruñir por el choque, mi pecho pegado a la pared del baño y su mano fue a mi nuca para dejar mi rostro pegado contra el mismo, ladeado. Mis caderas se movieron contra su miembro buscándolo gimiendo en cada roce cuando lo encontraba deseosa de que se hundiera y me tomara, me había dejado al borde y ahora lo necesitaba con urgencia dentro. Más que estar todo mi cuerpo pegado contra la pared estaba levemente semi inclinada hacia delante, mi rostro y pecho estaban contra la pared pero mi espalda hacia una curva y mis caderas quedaban separadas de la pared, separó mis piernas con su pie abriéndolas para darle mejor acceso y yo jadeaba por la necesidad de sentirlo dentro. Me pidió que le dijera si me hacía daño en algún momento, que estaba muy excitado, muy borracho y no controlaba nada... pero ah, era justamente como lo quería en ese preciso momento. Su aliento me susurraba en el oído y yo cerraba los ojos moviendo mis caderas para darle a entender que lo haría, pero que empezara ya, mi mano fue a su pelo y lo aferré con fuerza ladeando mi rostro para jadear contra sus labios en lo que sentía sus manos en mis nalgas.
-Si me haces daño te diré que pares... pero tómame, no aguanto más –murmuré contra sus labios sintiendo sus manos en mis nalgas subiéndolas un poco y... un gemido escapó de mis labios cuando me embistió. Estaba tan sumamente mojada y preparada de las otras veces que entró de una directo hasta el fondo, sus manos me pegaron contra él con fuerza y me dio un azote que me hizo jadear sin dejar de moverse, mi cuerpo rebotaba contra la pared por la rudeza de sus embestidas y jadeos y gemidos escapaban de mis labios por el placer- oh, sí... –gemí sintiendo sus azotes que mandaban una vibración por mi cuerpo, sus embestidas rudas y profundas, sus colmillos deslizándose por mi espalda haciéndome pequeñas heridas notando su lengua lamer después allí por donde pasaban sus colmillos. Agaché el rostro y me aferré a una de sus muñecas notando que mis piernas comenzaban a temblar y que el orgasmo se acercaba de forma inminente. De golpe paró saliéndose de mi interior con un gruñido de protesta por mi parte y me giró, mi respiración entrecortada, mis mejillas sonrosadas, mis labios entreabiertos, mi pelo revuelo y mis ojos turbios por el placer denotaban que disfrutaba y que poco me quedaba- Joe –jadeé su nombre antes de sentir su mano en mi cuello, me pegó a la pared de un movimiento brusco y me alzó del cuello levantándome del suelo, me embistió con rudeza y gemí ante el placer que me sacudió por ello, no cesaba de moverse entrando y saliendo con rapidez, tocando el fondo con cierto toque de dolor pero que era hasta incluso placentero entre toda la marea de placer, no paró como el demonio que era y sus ojos burdeos me lo hicieron saber. Llevé mis manos a la suya para que intentara aflojar un poco el garre pero fue imposible, sus dedos se cernían con fuerza en mi cuello obstaculizando la entrada de aire, mis pulmones lucharon por conseguir una brizna de aire y yo luchaba por conseguirlo, mis piernas entorno a su cintura y él golpeando en mi interior sin piedad. El aire se consumía y pude sentir con mayor intensidad el bombeo de mi corazón que retumbaba con fuerza en mis oídos como si fuera un tambor, sentía también mucho más cómo me embestía y me follaba el vampiro con esa violencia digna de él y eso también aumentaba el placer que me proporcionaba. Era una mezcla extraña entre el inmenso placer que me daba y el luchar por respirar y seguir con vida, en una mezcla explosiva que me estaba llevando, verdaderamente, al mismísimo borde. Lo sentí correrse en mi interior llenándome con su esencia, dio un par de embistes más fuertes y acabé por estallar en un orgasmo, gemí de forma desgarradora ante el placer y el sentir que me quedaba sin aire siendo él mi todo, el que me daba placer y el dueño de mi vida. Soltó el agarre de sus dedos en mi cuello y el orgasmo se intensificó cuando tomé la primera bocanada de aire llevándome a un extremo jamás conocido. Caí incapaz de sostenerme contra su cuerpo y mis brazos rodearon su cuello como pude, me tuvo que coger él dejando sus manos en mis nalgas para sujetarme porque todo mi cuerpo temblaba entre espasmos, pequeños temblores por todo mi cuerpo. Mi respiración agitada pero no dejaba de gemir por el placer inusitado que había experimentado- santo joder Joe –dije en su oreja mientras me reponía, intentaba tomar el control de mi cuerpo pero era imposible, no me respondía. Mis dedos se enredaron en su pelo y lo miré a los ojos y sentí sus labios que me susurraban sobre los míos- así quiero que me folles siempre –dije contra sus labios en un jadeo, seguía todavía dentro de mí y podía notarlo con cada espasmo de mi cuerpo, mis paredes cerniéndose contra su miembro, mis labios buscaron los suyos y los besé mientras me recomponía, bajé por su cuello dejando besos y algún que otro mordisco, pasé por su lóbulo que lo mordí y luego volví a sus labios recorriendo su mandíbula- no me has hecho daño –afirmé para que lo supiera dejando pequeños mordiscos en su labios inferior, tirando un poco de este para lamer lo que había mordido y volver a morder de nuevo, jugando con sus labios y mis dedos en su pelo- me gusta cuando te pones así, como un demonio, mi demonio.
Aumenté un poco más el ritmo totalmente centrada en el placer que me proporcionaba y abrí de nuevo mis ojos centrándolos en la imagen del vampiro con las piernas ya fuera de la tina regalándole una mejor vista de lo que hacía para fijarme que su mano descendía hasta su miembro, su boca ligeramente entreabierta de la que escapaban jadeos y gruñidos y su mano moviéndose de forma lenta por todo su miembro que brillaba por el líquido pre-seminal mojándolo un poco, mordí mi labio ante esa imagen y arqueé mi cadera con otro gemido lanzado de mis labios, me ponía demasiado que el vampiro estuviera frente a mí viendo cómo me daba placer, viendo como se tocaba por lo duro que estaba tan solo con lo que estaba haciendo. Lo llamé, lo llamé para que se acercara y fuera él quien terminara lo que yo había empezado, quería sus manos recorriendo mi cuerpo, sus dedos entrando en mi sexo como hacían los míos, sacudiéndose, mi boca lamer su miembro y devorarlo mientras nos dábamos placer mutuamente. Pareció que leyó mis pensamientos porque se acercó con paso lento pero decidido sin apartar su mirada de la mía, joder, era realmente excitante aquello que estábamos haciendo y notaba mi sexo palpitar por lo que me hacía, por todo en conjunto. Podía notar que el orgasmo se acercaba de nuevo y todo mi cuerpo se tensaba en anticipación, lo quería y lo necesitaba al mismo tiempo.
Su voz sonó oscura, ronca y sexy cuando me pidió que se la limpiara de una forma algo sucia y lasciva y yo lamí mis labios en respuesta a su petición, sus dedos acariciándose de forma lenta llevaron su miembro a mi boca y yo ladeé el rostro para que llegara mejor. Su miembro recorrió mis labios dejando que su esencia los manchara y bajó hasta mi mentón, lamí mis labios probando su esencia soltando un jadeo hasta que finalmente abrí mi boca y la engullí notando su rugido de placer por aquel acto. Mi lengua recorría todo su tronco sin apartar mis ojos de los suyos ni por un momento y sin dejar de mover mis dedos en mi interior, mi lengua jugaba con su miembro como quería, movía mi cabeza para sacarla de forma despacio y mi lengua lamió todo su glande sin apartar mis ojos del vampiro. Dejé un beso en la punta y volví a engullir su miembro, mi mano libre fue a sus testículos y los toqué mientras mi boca se deslizaba arriba y abaja por su tronco y mi lengua lo recorría también a voluntad. Saqué mi boca y deslicé mi lengua por sus lados dejando también que notara mis labios en cada pasada hasta que finalmente llegué a sus testículos, lamí ambos y luego me metí uno de ellos en la boca succionando su piel para luego dejarlo y hacer lo mismo con el otro. Cuando terminé volví a subir lamiendo todo su tronco, dejé un pequeño mordisco juguetón en el glande y lo engullí de nuevo notando la respiración rápida y entrecortada del vampiro, sus jadeos y gruñidos de placer que salían de sus labios... y no pudo más. Metió su brazo en el agua, rodeó mi cintura y me elevó para sacarme goteando el agua por mi cuerpo resbalando y mojando el suelo.
Quitó mi mano de mi sexo y me giró para llevarme contra la pared de un movimiento brusco que me hizo gruñir por el choque, mi pecho pegado a la pared del baño y su mano fue a mi nuca para dejar mi rostro pegado contra el mismo, ladeado. Mis caderas se movieron contra su miembro buscándolo gimiendo en cada roce cuando lo encontraba deseosa de que se hundiera y me tomara, me había dejado al borde y ahora lo necesitaba con urgencia dentro. Más que estar todo mi cuerpo pegado contra la pared estaba levemente semi inclinada hacia delante, mi rostro y pecho estaban contra la pared pero mi espalda hacia una curva y mis caderas quedaban separadas de la pared, separó mis piernas con su pie abriéndolas para darle mejor acceso y yo jadeaba por la necesidad de sentirlo dentro. Me pidió que le dijera si me hacía daño en algún momento, que estaba muy excitado, muy borracho y no controlaba nada... pero ah, era justamente como lo quería en ese preciso momento. Su aliento me susurraba en el oído y yo cerraba los ojos moviendo mis caderas para darle a entender que lo haría, pero que empezara ya, mi mano fue a su pelo y lo aferré con fuerza ladeando mi rostro para jadear contra sus labios en lo que sentía sus manos en mis nalgas.
-Si me haces daño te diré que pares... pero tómame, no aguanto más –murmuré contra sus labios sintiendo sus manos en mis nalgas subiéndolas un poco y... un gemido escapó de mis labios cuando me embistió. Estaba tan sumamente mojada y preparada de las otras veces que entró de una directo hasta el fondo, sus manos me pegaron contra él con fuerza y me dio un azote que me hizo jadear sin dejar de moverse, mi cuerpo rebotaba contra la pared por la rudeza de sus embestidas y jadeos y gemidos escapaban de mis labios por el placer- oh, sí... –gemí sintiendo sus azotes que mandaban una vibración por mi cuerpo, sus embestidas rudas y profundas, sus colmillos deslizándose por mi espalda haciéndome pequeñas heridas notando su lengua lamer después allí por donde pasaban sus colmillos. Agaché el rostro y me aferré a una de sus muñecas notando que mis piernas comenzaban a temblar y que el orgasmo se acercaba de forma inminente. De golpe paró saliéndose de mi interior con un gruñido de protesta por mi parte y me giró, mi respiración entrecortada, mis mejillas sonrosadas, mis labios entreabiertos, mi pelo revuelo y mis ojos turbios por el placer denotaban que disfrutaba y que poco me quedaba- Joe –jadeé su nombre antes de sentir su mano en mi cuello, me pegó a la pared de un movimiento brusco y me alzó del cuello levantándome del suelo, me embistió con rudeza y gemí ante el placer que me sacudió por ello, no cesaba de moverse entrando y saliendo con rapidez, tocando el fondo con cierto toque de dolor pero que era hasta incluso placentero entre toda la marea de placer, no paró como el demonio que era y sus ojos burdeos me lo hicieron saber. Llevé mis manos a la suya para que intentara aflojar un poco el garre pero fue imposible, sus dedos se cernían con fuerza en mi cuello obstaculizando la entrada de aire, mis pulmones lucharon por conseguir una brizna de aire y yo luchaba por conseguirlo, mis piernas entorno a su cintura y él golpeando en mi interior sin piedad. El aire se consumía y pude sentir con mayor intensidad el bombeo de mi corazón que retumbaba con fuerza en mis oídos como si fuera un tambor, sentía también mucho más cómo me embestía y me follaba el vampiro con esa violencia digna de él y eso también aumentaba el placer que me proporcionaba. Era una mezcla extraña entre el inmenso placer que me daba y el luchar por respirar y seguir con vida, en una mezcla explosiva que me estaba llevando, verdaderamente, al mismísimo borde. Lo sentí correrse en mi interior llenándome con su esencia, dio un par de embistes más fuertes y acabé por estallar en un orgasmo, gemí de forma desgarradora ante el placer y el sentir que me quedaba sin aire siendo él mi todo, el que me daba placer y el dueño de mi vida. Soltó el agarre de sus dedos en mi cuello y el orgasmo se intensificó cuando tomé la primera bocanada de aire llevándome a un extremo jamás conocido. Caí incapaz de sostenerme contra su cuerpo y mis brazos rodearon su cuello como pude, me tuvo que coger él dejando sus manos en mis nalgas para sujetarme porque todo mi cuerpo temblaba entre espasmos, pequeños temblores por todo mi cuerpo. Mi respiración agitada pero no dejaba de gemir por el placer inusitado que había experimentado- santo joder Joe –dije en su oreja mientras me reponía, intentaba tomar el control de mi cuerpo pero era imposible, no me respondía. Mis dedos se enredaron en su pelo y lo miré a los ojos y sentí sus labios que me susurraban sobre los míos- así quiero que me folles siempre –dije contra sus labios en un jadeo, seguía todavía dentro de mí y podía notarlo con cada espasmo de mi cuerpo, mis paredes cerniéndose contra su miembro, mis labios buscaron los suyos y los besé mientras me recomponía, bajé por su cuello dejando besos y algún que otro mordisco, pasé por su lóbulo que lo mordí y luego volví a sus labios recorriendo su mandíbula- no me has hecho daño –afirmé para que lo supiera dejando pequeños mordiscos en su labios inferior, tirando un poco de este para lamer lo que había mordido y volver a morder de nuevo, jugando con sus labios y mis dedos en su pelo- me gusta cuando te pones así, como un demonio, mi demonio.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
La sostuve de las nalgas mientras su cuerpo cedía aun convulsionando por las ráfagas de placer que mutuamente nos habíamos dado durante toda la noche.
Caminé sin dejar de besarla, tropecé en algún instante mientras los dos nos reíamos ebrios y así me dejé caer al lecho devorando sus labios, acariciando su estremecido cuerpo con la cárcel en la que se convirtió el mío.
Decía que no le había hecho daño, empezaba a pensar que un demonio habitaba en su interior, no era posible que no le doliera un ápice cuando no me había contenido demasiado.
Acaricié su rostro, aquella era una noche inolvidable, una que sellaría posiblemente nuestro futuro, eramos marido y mujer.
Sonreí contra su boca solo de pensarlo mientras sus dedos se deslizaran por mi espalda dibujando mi columna vertebral como si fuera un lienzo, dando forma a mi musculatura mientras me miraba de forma fija posiblemente intentando atesorar el día que habíamos vivido, uno sin duda diferente al resto.
Habíamos firmado una tregua, una en la que se olvidó de cabreo, maldición y mi rendición ante sus ojos, habíamos vuelto a ser ella y yo, la cazadora y el vampiro que siempre fuimos empujados por los demonios de nuestro propio averno.
-Creo que por hoy esta bien ¿no? -bromeé riéndome sin dejar de tocarla.
Sus dedos se pasearon por mis labios, seguía mirándome fijamente, sintiendo el contacto de su calidez con mi piel gélida.
-Soy lo que mas odias, mi raza, es mas, soy de los primeros cainitas y aquí estamos, casados, tuve un ojo en la fiesta de compromiso -bromeé
Era cierto la elegí ademas de evidentemente porque me atraía, porque era una cazadora, la única de esa fiesta que no bebía los vientos por mi, la única que nunca me amaría y a la que nunca podría amar y aquí estábamos mirándonos como dos idiotas.
No se podía decir que esto fuera amor, pero tampoco lo contrario, nuestra relación era compleja, nos retábamos en demasía, siempre con ese tira y afloja en el que ninguno acababa de desvelar su mano y sin embargo en este momento las bestias moraban saciadas mirándose fijamente hasta la próxima gesta.
-¿Que piensas? -le pregunté intrigado.
Por como me miraba de seguro estaba maquinando algo en esa preciosa cabeza.
Caminé sin dejar de besarla, tropecé en algún instante mientras los dos nos reíamos ebrios y así me dejé caer al lecho devorando sus labios, acariciando su estremecido cuerpo con la cárcel en la que se convirtió el mío.
Decía que no le había hecho daño, empezaba a pensar que un demonio habitaba en su interior, no era posible que no le doliera un ápice cuando no me había contenido demasiado.
Acaricié su rostro, aquella era una noche inolvidable, una que sellaría posiblemente nuestro futuro, eramos marido y mujer.
Sonreí contra su boca solo de pensarlo mientras sus dedos se deslizaran por mi espalda dibujando mi columna vertebral como si fuera un lienzo, dando forma a mi musculatura mientras me miraba de forma fija posiblemente intentando atesorar el día que habíamos vivido, uno sin duda diferente al resto.
Habíamos firmado una tregua, una en la que se olvidó de cabreo, maldición y mi rendición ante sus ojos, habíamos vuelto a ser ella y yo, la cazadora y el vampiro que siempre fuimos empujados por los demonios de nuestro propio averno.
-Creo que por hoy esta bien ¿no? -bromeé riéndome sin dejar de tocarla.
Sus dedos se pasearon por mis labios, seguía mirándome fijamente, sintiendo el contacto de su calidez con mi piel gélida.
-Soy lo que mas odias, mi raza, es mas, soy de los primeros cainitas y aquí estamos, casados, tuve un ojo en la fiesta de compromiso -bromeé
Era cierto la elegí ademas de evidentemente porque me atraía, porque era una cazadora, la única de esa fiesta que no bebía los vientos por mi, la única que nunca me amaría y a la que nunca podría amar y aquí estábamos mirándonos como dos idiotas.
No se podía decir que esto fuera amor, pero tampoco lo contrario, nuestra relación era compleja, nos retábamos en demasía, siempre con ese tira y afloja en el que ninguno acababa de desvelar su mano y sin embargo en este momento las bestias moraban saciadas mirándose fijamente hasta la próxima gesta.
-¿Que piensas? -le pregunté intrigado.
Por como me miraba de seguro estaba maquinando algo en esa preciosa cabeza.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Fue el vampiro el que tuvo que sostenerme entre sus brazos para que no me cayera resbalando por su cuerpo porque yo no podía hacerlo, todo mi ser temblaba mientras me recuperaba de aquello, sus manos aferrándome de las nalgas era lo que aún me mantenía sobre él, mis brazos rodeando su cuello apenas podía hacer un agarre fuerte y mis piernas sin duda se habían deslizado hacia abajo y ahora solo quedaban entorno a las suyas, pero sin el agarre que había mantenido antes. Cerré los ojos dejando mi rostro en su cuello mientras se normalizaba mi respiración sintiendo su respiración gélida dar contra mi pelo y mi cuello perlados en sudor, provocándome leves escalofríos. Elevé mi rostro para buscar sus labios y besarle dejando algún que otro mordisco en el inferior y así fue como me sacó del baño, buscándonos entre besos mientras él se tropezaba alguna que otra vez por el camino de vuelta a la habitación, algo que me hizo reír contra sus labios por no mirar por donde iba hasta que llegamos de vuelta a la habitación, seguíamos todavía bajo los efectos de los múltiples chupitos que nos habíamos tomado y el vampiro dejó mi cuerpo contra el colchón de la cama pero sin despejar su cuerpo del mío todavía, quedando sobre mí con sus manos recorriendo todo mi cuerpo que temblaba ya levemente mientras seguía besándome sin pausa, su lengua buscaba la mía y cuando la encontraba era una batalla entre ambas, una lucha que siempre manteníamos el vampiro y yo.
Mis dedos recorrieron su cuerpo subiendo por su columna vertebral notando cada músculo, cada parte de la misma definiendo su musculatura con mis dedos en leves caricias, sus dedos acariciaban mi rostro en ese respiro que nos habíamos dado mientras yo me acomodaba mejor sobre la cama. Me dolían un poco las piernas, concretamente, me dolían las ingles y un poco mi sexo, pero no quería decírselo porque era puramente normal que me doliera después de la noche desenfrenada que habíamos tenido, era lógico que sintiera un leve dolor por lo que habíamos hecho. Sus labios estaban sobre los míos y pude ver esa sonrisa que se traía el vampiro mientras yo lo miraba de forma fija sin dejar de recorrer su cuerpo con mis dedos, al final había terminado cediendo a lo que él había querido que era casarse, al final nos habíamos casado en ese barco y aun intentaba asimilarlo por completo. De esto no diríamos palabra alguna a nadie, cuando volviéramos a París después de resolver el asunto de la maldición nos volveríamos a casar igualmente, así que esto podía contar como un pre-ensayo de lo que nos esperaba cuando volviéramos porque mi madre ya estaba organizando el enlace y preparándolo todo a su gusto. No me pasaba por alto tampoco la noche que habíamos tenido, mientras habíamos jugado a beber tequila habíamos averiguado aquello que a ambos nos mantenía en intriga, entre chupito y chupito, luego nos habíamos casado y después... había sido una noche totalmente distinta y diferente... casi como si nos hubiéramos entregado de verdad.
Aún seguía cabreándome el hecho de que se hubiera rendido a lo que pudiera pasarle esperando que su hermano y Sun consiguieran quitar la maldición, de eso no me había olvidado pero simplemente había concedido una pausa en ese asunto por la noche que estábamos teniendo, pero seguía sin gustarme para nada la actitud derrotista del vampiro, como si su llamara de alguna forma se apagara y no hiciera nada por avivarla, simplemente disfrutara del tiempo que le quedaba. Me mordí el labio y quité esos pensamientos de mi cabeza porque no quería estropear aquella noche que habíamos tenido, mis dedos seguían dibujando todo su cuerpo todavía notándolo dentro y cada movimiento que hacíamos lo notaba provocándome un ligero escalofrío. Sonreí de lado cuando dijo que por ese momento ya era suficiente e incliné la cabeza para morder su labio inferir y tirar del mismo antes de dejar caer mi cabeza contra la almohada, aparté algunos mechones de mi rostro y mis dedos entonces fueron a su rostro, ninguno de los dos perdíamos la vista sobre el otro como si de alguna forma nos costara hacerlo, o es que simplemente tratábamos de asimilar que nos habíamos casado, que era un hecho. Lo miré de forma fija cuando me dijo que él era lo que más odiaba, a su raza, y que además él era uno de los más antiguos que había, uno de los primeros vampiros... ¿por qué quería recordármelo?
-¿Buen ojo? Si mal no recuerdo me elegiste porque querías hacer de mi vida un infierno –recordé con una sonrisa burlona- ibas a leerme pasajes apocalípticos todas las noches pero más bien creo que, en vez de leérmelos, los hacemos que no es lo mismo –comenté con cierto tono burlón, pero era cierto, yo odiaba a los vampiros desde que tenía diez años, desde que uno de ellos intentó matarme. Después cuando conocí a Matthew y me entrenó para ser cazadora seguí odiándolos aún más, cada vez que mataba a uno me enorgullecía de lo que había hecho, sí los odiaba y en eso no podía llevarle la contrario, sin embargo con el vampiro exactamente no era precisamente ese odio el que sentía, lo nuestro era algo mucho más complicado y complejo para definirlo solamente como “odio”- y yo soy lo que más aborreces en la vida, lo que más patético y tedioso encuentras; cazadores que quieren aniquilaros –respondí de vuelta porque él mismo ya me lo había dicho una vez, ninguno de los dos dijo nada más al respecto mientras nos mirábamos de forma fija sin dejar de acariciarnos, ante su pregunta de qué pensaba sonreí de lado enredando mis dedos en el pelo que tenía en su nuca acomodándome bajo su cuerpo- en que no puedo moverme... estoy reventada pero saciada por completo, y que más quisieran muchas mujeres tener una noche de bodas como esta –comenté mordiendo su labio inferior con una sonrisa pícara para luego mirarlo a los ojos- en que no me creo que nos hayamos casado –contesté de forma sincera porque era precisamente eso lo que surcaba mi mente- cuando anunciaste en tu maravillosa y brillante idea de que me elegías como tu prometida, en lo primero que pensé, fue en la manera de deshacerme de ti para que el compromiso no se llevara a cabo. De hecho, es que pensé que si no acababa contigo yo misma maquinaría algo para inculparte por algún crimen y desaparecer de la vista de todos, largarme a otro lugar y ser libre. Siempre buscaba la manera y la forma de poder alargar y retrasar ese momento todo lo que pudiera, cuando me enteré de tú.... aventura con la prostituta, vi el momento perfecto para liberarme de ti sin tener que hacer nada porque tú ya lo habías hecho por mí. Tan solo tendría que dejar que las noticias se extendieran como la pólvora entre la clase alta y llegara hasta nuestros oídos, haría la mejor de mis actuaciones como si me doliera de haberme enterado y luego todo se acabaría, sería libre –hice una leve pausa- lo que no esperé es que mi demonio te necesitara cambiando toda la jugada por completo, eso es algo que no pude prever para nada... y ahora míranos, ha pasado lo que una vez quise evitar tanto.
Mis dedos recorrieron su cuerpo subiendo por su columna vertebral notando cada músculo, cada parte de la misma definiendo su musculatura con mis dedos en leves caricias, sus dedos acariciaban mi rostro en ese respiro que nos habíamos dado mientras yo me acomodaba mejor sobre la cama. Me dolían un poco las piernas, concretamente, me dolían las ingles y un poco mi sexo, pero no quería decírselo porque era puramente normal que me doliera después de la noche desenfrenada que habíamos tenido, era lógico que sintiera un leve dolor por lo que habíamos hecho. Sus labios estaban sobre los míos y pude ver esa sonrisa que se traía el vampiro mientras yo lo miraba de forma fija sin dejar de recorrer su cuerpo con mis dedos, al final había terminado cediendo a lo que él había querido que era casarse, al final nos habíamos casado en ese barco y aun intentaba asimilarlo por completo. De esto no diríamos palabra alguna a nadie, cuando volviéramos a París después de resolver el asunto de la maldición nos volveríamos a casar igualmente, así que esto podía contar como un pre-ensayo de lo que nos esperaba cuando volviéramos porque mi madre ya estaba organizando el enlace y preparándolo todo a su gusto. No me pasaba por alto tampoco la noche que habíamos tenido, mientras habíamos jugado a beber tequila habíamos averiguado aquello que a ambos nos mantenía en intriga, entre chupito y chupito, luego nos habíamos casado y después... había sido una noche totalmente distinta y diferente... casi como si nos hubiéramos entregado de verdad.
Aún seguía cabreándome el hecho de que se hubiera rendido a lo que pudiera pasarle esperando que su hermano y Sun consiguieran quitar la maldición, de eso no me había olvidado pero simplemente había concedido una pausa en ese asunto por la noche que estábamos teniendo, pero seguía sin gustarme para nada la actitud derrotista del vampiro, como si su llamara de alguna forma se apagara y no hiciera nada por avivarla, simplemente disfrutara del tiempo que le quedaba. Me mordí el labio y quité esos pensamientos de mi cabeza porque no quería estropear aquella noche que habíamos tenido, mis dedos seguían dibujando todo su cuerpo todavía notándolo dentro y cada movimiento que hacíamos lo notaba provocándome un ligero escalofrío. Sonreí de lado cuando dijo que por ese momento ya era suficiente e incliné la cabeza para morder su labio inferir y tirar del mismo antes de dejar caer mi cabeza contra la almohada, aparté algunos mechones de mi rostro y mis dedos entonces fueron a su rostro, ninguno de los dos perdíamos la vista sobre el otro como si de alguna forma nos costara hacerlo, o es que simplemente tratábamos de asimilar que nos habíamos casado, que era un hecho. Lo miré de forma fija cuando me dijo que él era lo que más odiaba, a su raza, y que además él era uno de los más antiguos que había, uno de los primeros vampiros... ¿por qué quería recordármelo?
-¿Buen ojo? Si mal no recuerdo me elegiste porque querías hacer de mi vida un infierno –recordé con una sonrisa burlona- ibas a leerme pasajes apocalípticos todas las noches pero más bien creo que, en vez de leérmelos, los hacemos que no es lo mismo –comenté con cierto tono burlón, pero era cierto, yo odiaba a los vampiros desde que tenía diez años, desde que uno de ellos intentó matarme. Después cuando conocí a Matthew y me entrenó para ser cazadora seguí odiándolos aún más, cada vez que mataba a uno me enorgullecía de lo que había hecho, sí los odiaba y en eso no podía llevarle la contrario, sin embargo con el vampiro exactamente no era precisamente ese odio el que sentía, lo nuestro era algo mucho más complicado y complejo para definirlo solamente como “odio”- y yo soy lo que más aborreces en la vida, lo que más patético y tedioso encuentras; cazadores que quieren aniquilaros –respondí de vuelta porque él mismo ya me lo había dicho una vez, ninguno de los dos dijo nada más al respecto mientras nos mirábamos de forma fija sin dejar de acariciarnos, ante su pregunta de qué pensaba sonreí de lado enredando mis dedos en el pelo que tenía en su nuca acomodándome bajo su cuerpo- en que no puedo moverme... estoy reventada pero saciada por completo, y que más quisieran muchas mujeres tener una noche de bodas como esta –comenté mordiendo su labio inferior con una sonrisa pícara para luego mirarlo a los ojos- en que no me creo que nos hayamos casado –contesté de forma sincera porque era precisamente eso lo que surcaba mi mente- cuando anunciaste en tu maravillosa y brillante idea de que me elegías como tu prometida, en lo primero que pensé, fue en la manera de deshacerme de ti para que el compromiso no se llevara a cabo. De hecho, es que pensé que si no acababa contigo yo misma maquinaría algo para inculparte por algún crimen y desaparecer de la vista de todos, largarme a otro lugar y ser libre. Siempre buscaba la manera y la forma de poder alargar y retrasar ese momento todo lo que pudiera, cuando me enteré de tú.... aventura con la prostituta, vi el momento perfecto para liberarme de ti sin tener que hacer nada porque tú ya lo habías hecho por mí. Tan solo tendría que dejar que las noticias se extendieran como la pólvora entre la clase alta y llegara hasta nuestros oídos, haría la mejor de mis actuaciones como si me doliera de haberme enterado y luego todo se acabaría, sería libre –hice una leve pausa- lo que no esperé es que mi demonio te necesitara cambiando toda la jugada por completo, eso es algo que no pude prever para nada... y ahora míranos, ha pasado lo que una vez quise evitar tanto.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Su mano derecha bailaba entre mis manos, acariciaba sus finos dedos, con mis rojos puestos en ellos mientras mi sonrisa seguía pintada a fuego en mi rostro.
Estábamos riéndonos, mirándonos mientras nos besábamos entre risas, sus frases eran ciertas, habíamos empezado algo con el total convencimiento de que siempre nos odiaríamos, de que entre nosotros nunca existiría complicidad, solo odio y ganas de liquidarnos uno a otro cada día.
-Espera -dije de pronto echándome a reír a carcajadas muerto de la risa -¿que dices? ¿como estamos ahora? -pregunté.
Íbamos ebrios y las cosas se nos escapaban, pero juro que “enamorados” era la palabra que me encajaba.
Me moría de la risa por la cara que ponía, ninguno de los dos era muy dado a expresar sentimientos nos escondíamos de ellos, yo tenia mis motivos pero ¿y ella?
-Siempre me llamas cobarde, tu también lo eres -susurré contra su boca.
Su cuerpo subió sobre el mio, sus manos se deslizaban por el valle de mi cuerpo, marcando cada musculo mientras sus pardos me buscaban y su risa moría contra mi boca sin pausa ninguna.
-¿es una tregua? La tregua de nuestra noche de bodas -susurré con mis manos en sus caderas.
Los dos estábamos agotados, mis dedos acariciaban su piel erizandola, joder me sentía tan bien en ese momento cómplice entre ambos.
-¿me quieres verdad? -le pregunté riéndome contra sus labios -¿querías decirme eso?
Su rostro se hundió en mi cuello, la abracé, hacia apenas unas noches me negaba a dormir con ella, ahora la aferraba contra mi cuerpo sin soltarla, no quería que se largara, quería quedarme en el lecho con ella.
-Nim ¿si me pasa algo? -alzó la mirada clavandola en mis ojos -espera -le pedí antes de que estallara -si me pasa lago, dame tu palabra de que la cuidaras como si fuera tu hija. Se que Assur te dará sangre para que la mantengas con vida, no quiero que le falte nada, tampoco a ti..es una niña...
Hasta las peores bestias teníamos debilidades, los Black no eramos una excepción, ni siquiera padre que en parte y en ese afán de plagar el mundo de su linaje nos había convertido en su única debilidad.
Ninguno de nosotros sabia amar, crecimos aprendiendo a no hacerlo, Kane se encargó de ellos.
Estábamos riéndonos, mirándonos mientras nos besábamos entre risas, sus frases eran ciertas, habíamos empezado algo con el total convencimiento de que siempre nos odiaríamos, de que entre nosotros nunca existiría complicidad, solo odio y ganas de liquidarnos uno a otro cada día.
-Espera -dije de pronto echándome a reír a carcajadas muerto de la risa -¿que dices? ¿como estamos ahora? -pregunté.
Íbamos ebrios y las cosas se nos escapaban, pero juro que “enamorados” era la palabra que me encajaba.
Me moría de la risa por la cara que ponía, ninguno de los dos era muy dado a expresar sentimientos nos escondíamos de ellos, yo tenia mis motivos pero ¿y ella?
-Siempre me llamas cobarde, tu también lo eres -susurré contra su boca.
Su cuerpo subió sobre el mio, sus manos se deslizaban por el valle de mi cuerpo, marcando cada musculo mientras sus pardos me buscaban y su risa moría contra mi boca sin pausa ninguna.
-¿es una tregua? La tregua de nuestra noche de bodas -susurré con mis manos en sus caderas.
Los dos estábamos agotados, mis dedos acariciaban su piel erizandola, joder me sentía tan bien en ese momento cómplice entre ambos.
-¿me quieres verdad? -le pregunté riéndome contra sus labios -¿querías decirme eso?
Su rostro se hundió en mi cuello, la abracé, hacia apenas unas noches me negaba a dormir con ella, ahora la aferraba contra mi cuerpo sin soltarla, no quería que se largara, quería quedarme en el lecho con ella.
-Nim ¿si me pasa algo? -alzó la mirada clavandola en mis ojos -espera -le pedí antes de que estallara -si me pasa lago, dame tu palabra de que la cuidaras como si fuera tu hija. Se que Assur te dará sangre para que la mantengas con vida, no quiero que le falte nada, tampoco a ti..es una niña...
Hasta las peores bestias teníamos debilidades, los Black no eramos una excepción, ni siquiera padre que en parte y en ese afán de plagar el mundo de su linaje nos había convertido en su única debilidad.
Ninguno de nosotros sabia amar, crecimos aprendiendo a no hacerlo, Kane se encargó de ellos.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Me sentía completamente cansada, saciada y extenuada por la noche de bodas que había tenido con el vampiro, creo que había marcado mi propio récord personal y dudaba que fuera batido en algún momento porque mi cuerpo no daba para más, también era cierto que el alcohol me causaba esa sensación pero después de la noche que habíamos tenido era lógico que me doliera casi toda la parte inferior de mi cuerpo... pero joder, había merecido totalmente la pena cada uno de los minutos pasados y vividos en la habitación, cada una de las cosas que el vampiro me había hecho después de darnos ese “si quiero” precipitado que nos había llevado a estar en aquella situación. Si no fuera porque él me había cogido en brazos y me había llevado a la cama en ese momento no habría sido capaz de ir por mi propio pie, aun sentía leves resquicios de aquella noche de pasión y lujuria desenfrenada que habíamos tenido, su cuerpo estaba por completo pegado al mío sobre la cama y sentía sus manos recorrer mi cuerpo provocándome escalofríos allá a donde iban hasta que finalmente una de sus manos enredó sus dedo entre los míos, algo extraño incluso para nosotros pero no me quejé en ningún momento, era un momento de tregua y de paz el que nos estábamos dando y no iba a romperlo por eso, además... sentía bien su mano envolviendo la mía, sus dedos jugando con los míos en caricias, haciendo que sonriera porque para nada era una muestra que pudiera esperar del vampiro, no de ese que me había prometido convertir mi vida en un infierno desde que me eligió como su futura prometida.
Y sin embargo después de todo ese tiempo, de esos meses que habíamos pasados, de los desafíos, de los tiras y afloja, de las veces que nos habíamos peleado, nos habíamos hecho daño no solo con palabras sino con actos, de idas y venidas, de encuentros furtivos en noches de pasión, de cacerías, de verdades que dolían como puños... pese a todo ahí estábamos, en la cama de aquel barco rumbo a México ya como marido y mujer, lo que había deseado bajo toda circunstancia que no pasara, lo que había pretendido que no ocurriera ya había ocurrido: nos habíamos casado. Ya no había vuelta atrás y, de alguna forma, sentía que nos habíamos encadenado mutuamente aunque si era sincera conmigo misma las cadenas ya las llevábamos puestas con anterioridad y esa noche solamente lo habíamos manifestado. No era cierto cuando le dije que no me creía que nos hubiéramos casado, yo siempre intenté por todos los medios buscar y hallar la forma de que no pasara, de alargarlo todo lo que pudiera para que eso no llegara a suceder y sin embargo... las cosas habían cambiado desde aquella fiesta, en aquel primer baile, a ahora que lo tenía sobre mí. Cierto era también que habíamos pasado por mucho, que nos habíamos mostrado esos demonios que guardábamos bajo nuestra piel, los habíamos expuesto y sin embargo eso no nos había hecho salir corriendo, pensar que nos necesitábamos y ver que así era no era algo que tampoco hubiera previsto para nada.
Enarqué una ceja cuando el vampiro sonreía sobre mis labios acariciándolos de forma sutil para luego comenzar a reírse como si hubiera dicho algo tremendamente gracioso, salvo que yo no encontraba qué era eso que él veía gracioso en mis palabras. Vale, íbamos borrachos y no era la primera vez que decíamos verdades como puños pero en mis palabras no había nada que pudiera hacerlo reírse como se estaba riendo así que esperé a que arrojara algo de luz para que yo pudiera enterarme un poco de qué iba el asunto. Lo miré sin saber a qué se refería exactamente y me pregunté qué habría entendido él en esos momentos, ¿qué cómo estábamos? Pues casados, ¿cómo íbamos a estar? Hice un mohín por sus palabras y él siguió riéndose a lo que empezaba a cabrearme un poco porque no sabía de qué se reía, pero lo entendí cuando me dijo que siempre le decía que era un cobarde, pero que yo también lo era. Lo dijo contra mis labios y mis ojos buscaron los suyos para intentar ver a qué se refería. ¿Qué yo era cobarde? Precisamente eso no era algo cierto, la única que siempre había ido con las cosas por delante había sido yo mientras que él siempre reculaba.
-Oh, pero qué mentiroso eres –le respondí con una sonrisa torcida- ¿Qué yo soy cobarde? Por favor, si de los dos he sido siempre yo quien ha ido con la verdad por delante diciendo las cosas como eran, mientras que tú siempre has reculado. No me digas ahora que soy una cobarde, Joe Black, porque ambos sabemos que no tienes razón ninguna para decirlo y mucho menos una base para exponerlo –sonreí de lado y giré ahora siendo yo quien quedaba sobre su cuerpo, mis manos ascendieron desde su cadera por su torso delineando su figura, recorrí sus brazos perdiéndome en la forma en que sus músculos se marcaban. Sentía sus manos en mis caderas, mis ojos lo miraron y reí contra sus labios antes de besarlos para dejar un mordisco en su labio inferior, su pregunta sobre si era una tregua me hizo sonreír de lado y volver a morder su labio- ¿no te parece una buena tregua, vampiro? Pensaba que te ibas a alegrar de tener una tregua como esta en vez de que siguiera a como estaba antes de meternos en todo esto... ya sabes –dije haciendo alusión a cómo habíamos estado en la hamaca, arriba en cubierta, cuando me había dicho que literalmente se rendía. Su siguiente pregunta me pilló totalmente de improvisto y me dejó en cierta medida descolocada, mis ojos buscaron los suyos y una parte de mí se preguntó si de verdad lo quería, a él, no al demonio del abismo que arrastraba a mi infierno, sino a lo que él era en todo su conjunto, con el que me había casado. Él se reía por la pregunta y volvió a preguntarme si era eso lo que quería haber dicho, ¿quería haber dicho antes que lo quería, o simplemente que estábamos casado y eso resumía todo? No lo sabía, lo cierto es que no me lo había esperado y me había dejado algo descolocada- ¿y tú, vampiro, me quieres? –Pregunté de vuelta porque si él no me respondía a ciertas cosas yo tampoco lo haría- ahora puedes hacerme ver que no eres un cobarde si te atreves a contestarme a esa pregunta, si tú respondes yo respondo –dije para luego esconder mi rostro en su cuello, por primera vez deseé que no contestara porque no estaba preparada para asumir tales palabras que eso era demasiado complicado, demasiado como para empezar a pensarlo en esos momentos y en la situación en la que estábamos. Sus brazos rodearon mi cuerpo y me pegaron un poco más a él como si no quisiera soltarme, qué ironía, hacía unos meses se negaba a que durmiera con él o simplemente estuviera en su cama y últimamente no quería que la abandonara y dormía con él. Dejé un mordisco juguetón en su cuello y levanté mi vista cuando habló de Nim y si le pasaba algo, ya empezábamos con lo mismo e iba a rebatirle cuando me paró diciendo que si le pasaba algo quería que la cuidada como si fuera mi hija- ¿yo, estás seguro de eso? –Que Assur le daría la sangre necesaria pero quería mi palabra para que me cerciorara de que no le faltaría de nada a ella, de que la cuidaría y haría lo posible para mantenerla con vida tanto como su situación no se agravara... lancé un suspiro por ello y lo miré, quizás me pedía demasiado pero sabía que era su mayor debilidad- te prometo que haré lo que esté en mi mano para que no le falte de nada, por mí no debes de preocuparte –mis labios buscaron los suyos para intentar calmarlo, ya me dejó claro la primera noche que ella era su debilidad y que mataría si algo le pasara, casi me hizo algo a mí cuando me la llevé aquella noche a la feria para que disfrutara algo y seguramente su enfado se habría reducido al ver a la niña tan contenta con aquel oso de peluche- sé que es importante para ti, y entiendo que quieras asegurarte de que no le falta de nada y que está bien cuidada y protegida pero... dejemos las suposiciones, no quiero que sigas diciendo que algo te va a pasar así que espero que no vuelvas a ir por ese camino porque la tregua va muy bien y no me gustaría romperla en este momento –tiré de su labio inferior con ganas sin perder la sonrisa y reí sobre sus labios- creo que es la tregua más placentera que he tenido nunca.
Y sin embargo después de todo ese tiempo, de esos meses que habíamos pasados, de los desafíos, de los tiras y afloja, de las veces que nos habíamos peleado, nos habíamos hecho daño no solo con palabras sino con actos, de idas y venidas, de encuentros furtivos en noches de pasión, de cacerías, de verdades que dolían como puños... pese a todo ahí estábamos, en la cama de aquel barco rumbo a México ya como marido y mujer, lo que había deseado bajo toda circunstancia que no pasara, lo que había pretendido que no ocurriera ya había ocurrido: nos habíamos casado. Ya no había vuelta atrás y, de alguna forma, sentía que nos habíamos encadenado mutuamente aunque si era sincera conmigo misma las cadenas ya las llevábamos puestas con anterioridad y esa noche solamente lo habíamos manifestado. No era cierto cuando le dije que no me creía que nos hubiéramos casado, yo siempre intenté por todos los medios buscar y hallar la forma de que no pasara, de alargarlo todo lo que pudiera para que eso no llegara a suceder y sin embargo... las cosas habían cambiado desde aquella fiesta, en aquel primer baile, a ahora que lo tenía sobre mí. Cierto era también que habíamos pasado por mucho, que nos habíamos mostrado esos demonios que guardábamos bajo nuestra piel, los habíamos expuesto y sin embargo eso no nos había hecho salir corriendo, pensar que nos necesitábamos y ver que así era no era algo que tampoco hubiera previsto para nada.
Enarqué una ceja cuando el vampiro sonreía sobre mis labios acariciándolos de forma sutil para luego comenzar a reírse como si hubiera dicho algo tremendamente gracioso, salvo que yo no encontraba qué era eso que él veía gracioso en mis palabras. Vale, íbamos borrachos y no era la primera vez que decíamos verdades como puños pero en mis palabras no había nada que pudiera hacerlo reírse como se estaba riendo así que esperé a que arrojara algo de luz para que yo pudiera enterarme un poco de qué iba el asunto. Lo miré sin saber a qué se refería exactamente y me pregunté qué habría entendido él en esos momentos, ¿qué cómo estábamos? Pues casados, ¿cómo íbamos a estar? Hice un mohín por sus palabras y él siguió riéndose a lo que empezaba a cabrearme un poco porque no sabía de qué se reía, pero lo entendí cuando me dijo que siempre le decía que era un cobarde, pero que yo también lo era. Lo dijo contra mis labios y mis ojos buscaron los suyos para intentar ver a qué se refería. ¿Qué yo era cobarde? Precisamente eso no era algo cierto, la única que siempre había ido con las cosas por delante había sido yo mientras que él siempre reculaba.
-Oh, pero qué mentiroso eres –le respondí con una sonrisa torcida- ¿Qué yo soy cobarde? Por favor, si de los dos he sido siempre yo quien ha ido con la verdad por delante diciendo las cosas como eran, mientras que tú siempre has reculado. No me digas ahora que soy una cobarde, Joe Black, porque ambos sabemos que no tienes razón ninguna para decirlo y mucho menos una base para exponerlo –sonreí de lado y giré ahora siendo yo quien quedaba sobre su cuerpo, mis manos ascendieron desde su cadera por su torso delineando su figura, recorrí sus brazos perdiéndome en la forma en que sus músculos se marcaban. Sentía sus manos en mis caderas, mis ojos lo miraron y reí contra sus labios antes de besarlos para dejar un mordisco en su labio inferior, su pregunta sobre si era una tregua me hizo sonreír de lado y volver a morder su labio- ¿no te parece una buena tregua, vampiro? Pensaba que te ibas a alegrar de tener una tregua como esta en vez de que siguiera a como estaba antes de meternos en todo esto... ya sabes –dije haciendo alusión a cómo habíamos estado en la hamaca, arriba en cubierta, cuando me había dicho que literalmente se rendía. Su siguiente pregunta me pilló totalmente de improvisto y me dejó en cierta medida descolocada, mis ojos buscaron los suyos y una parte de mí se preguntó si de verdad lo quería, a él, no al demonio del abismo que arrastraba a mi infierno, sino a lo que él era en todo su conjunto, con el que me había casado. Él se reía por la pregunta y volvió a preguntarme si era eso lo que quería haber dicho, ¿quería haber dicho antes que lo quería, o simplemente que estábamos casado y eso resumía todo? No lo sabía, lo cierto es que no me lo había esperado y me había dejado algo descolocada- ¿y tú, vampiro, me quieres? –Pregunté de vuelta porque si él no me respondía a ciertas cosas yo tampoco lo haría- ahora puedes hacerme ver que no eres un cobarde si te atreves a contestarme a esa pregunta, si tú respondes yo respondo –dije para luego esconder mi rostro en su cuello, por primera vez deseé que no contestara porque no estaba preparada para asumir tales palabras que eso era demasiado complicado, demasiado como para empezar a pensarlo en esos momentos y en la situación en la que estábamos. Sus brazos rodearon mi cuerpo y me pegaron un poco más a él como si no quisiera soltarme, qué ironía, hacía unos meses se negaba a que durmiera con él o simplemente estuviera en su cama y últimamente no quería que la abandonara y dormía con él. Dejé un mordisco juguetón en su cuello y levanté mi vista cuando habló de Nim y si le pasaba algo, ya empezábamos con lo mismo e iba a rebatirle cuando me paró diciendo que si le pasaba algo quería que la cuidada como si fuera mi hija- ¿yo, estás seguro de eso? –Que Assur le daría la sangre necesaria pero quería mi palabra para que me cerciorara de que no le faltaría de nada a ella, de que la cuidaría y haría lo posible para mantenerla con vida tanto como su situación no se agravara... lancé un suspiro por ello y lo miré, quizás me pedía demasiado pero sabía que era su mayor debilidad- te prometo que haré lo que esté en mi mano para que no le falte de nada, por mí no debes de preocuparte –mis labios buscaron los suyos para intentar calmarlo, ya me dejó claro la primera noche que ella era su debilidad y que mataría si algo le pasara, casi me hizo algo a mí cuando me la llevé aquella noche a la feria para que disfrutara algo y seguramente su enfado se habría reducido al ver a la niña tan contenta con aquel oso de peluche- sé que es importante para ti, y entiendo que quieras asegurarte de que no le falta de nada y que está bien cuidada y protegida pero... dejemos las suposiciones, no quiero que sigas diciendo que algo te va a pasar así que espero que no vuelvas a ir por ese camino porque la tregua va muy bien y no me gustaría romperla en este momento –tiré de su labio inferior con ganas sin perder la sonrisa y reí sobre sus labios- creo que es la tregua más placentera que he tenido nunca.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa, la tregua estaba clara, yo no hablaba del final de mi no vida y ella me prometía a cambio hacer lo posible porque Nim se mantuviera con vida.
Entre besos, caricias y palabras cómplices acabamos sucumbiendo al sopor de la borrachera, abrazados, como si separarnos implicara no aprovechar los días que de extenderse por completo la maldición nos quedaban juntos.
Se que no quería hablar de ello, sabia que buscaba ni siquiera pensarlo, pero los dos eramos muy conscientes de lo que sobre mi se cernía.
Me desperté con el ocaso, ella aun dormía, la observé durante parte de la hora siguiente que permanecí en el lecho inmóvil, quizás tenia razón, quizás era un maldito cobarde por no decirle ni aun sabiendo que pronto mi existencia se extinguiría la verdad, me había enamorado de ella, estaba acojonado mas por eso que por la maldición de mi vientre, quizás por eso lo callaba, porque tampoco pensaba en el fondo que esa información a ella le ayudase fuere cual fuere mi destino.
Sus pardos se abrieron como si fuera capaz de leerme el pensamiento, ladeé la sonrisa sin apartar de ella mis tormentas.
-Buenas noches cazadora ¿que tal esa resaca? -pregunté atrayendola contra mi para de nuevo enredarme en su piel.
Era cálida, suave, firme, mi nariz se paseó por su yugular, mis labios surcaron su vena con hambruna, deseo y ella sonrió al sentir mi lengua lame suavemente su cuello.
Jadeó ante mis roces, estaba claro que me había despertado con infinitas ganas de ella, mas fue entonces cuando me separe de golpe, no me había percatado de algo, en este tiempo apenas había tenido hambre, la mitad lo vomitaba incapaz de mantenerlo en el cuerpo, sin embargo ahora me sentía francamente hambriento.
Alcé la camisa ante su atenta mirada, apenas sentía el dolor y al ver mi vientre desnudo se confirmo mis sospechas, Assur debía haber conseguido parar aquella mierda.
Seguía ahí, con lo cual el problema no estaba resuelto, pero...si servia para ganar tiempo nos daría esperanzas para buscar otra cura que consiguiera disolver la marca por completo.
Alcé la mirada hasta la de mi mujer.
-Parece que vas a tener que aguantarme por lago mas de tiempo amor -dije de forma engreída esperando ver en ella algún tipo de reacción.
Me relamí los labios sin apartar de ella mis ojos.
-Estoy muy hambriento confesé
Entre besos, caricias y palabras cómplices acabamos sucumbiendo al sopor de la borrachera, abrazados, como si separarnos implicara no aprovechar los días que de extenderse por completo la maldición nos quedaban juntos.
Se que no quería hablar de ello, sabia que buscaba ni siquiera pensarlo, pero los dos eramos muy conscientes de lo que sobre mi se cernía.
Me desperté con el ocaso, ella aun dormía, la observé durante parte de la hora siguiente que permanecí en el lecho inmóvil, quizás tenia razón, quizás era un maldito cobarde por no decirle ni aun sabiendo que pronto mi existencia se extinguiría la verdad, me había enamorado de ella, estaba acojonado mas por eso que por la maldición de mi vientre, quizás por eso lo callaba, porque tampoco pensaba en el fondo que esa información a ella le ayudase fuere cual fuere mi destino.
Sus pardos se abrieron como si fuera capaz de leerme el pensamiento, ladeé la sonrisa sin apartar de ella mis tormentas.
-Buenas noches cazadora ¿que tal esa resaca? -pregunté atrayendola contra mi para de nuevo enredarme en su piel.
Era cálida, suave, firme, mi nariz se paseó por su yugular, mis labios surcaron su vena con hambruna, deseo y ella sonrió al sentir mi lengua lame suavemente su cuello.
Jadeó ante mis roces, estaba claro que me había despertado con infinitas ganas de ella, mas fue entonces cuando me separe de golpe, no me había percatado de algo, en este tiempo apenas había tenido hambre, la mitad lo vomitaba incapaz de mantenerlo en el cuerpo, sin embargo ahora me sentía francamente hambriento.
Alcé la camisa ante su atenta mirada, apenas sentía el dolor y al ver mi vientre desnudo se confirmo mis sospechas, Assur debía haber conseguido parar aquella mierda.
Seguía ahí, con lo cual el problema no estaba resuelto, pero...si servia para ganar tiempo nos daría esperanzas para buscar otra cura que consiguiera disolver la marca por completo.
Alcé la mirada hasta la de mi mujer.
-Parece que vas a tener que aguantarme por lago mas de tiempo amor -dije de forma engreída esperando ver en ella algún tipo de reacción.
Me relamí los labios sin apartar de ella mis ojos.
-Estoy muy hambriento confesé
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
No recordaba el momento exacto en el que me había quedado durmiendo, después de aquella conversación en la que casi hizo que se rompiera el momento y la breve tregua que habíamos firmado por aquella noche no dijo nada más para su gran suerte y enorme bocaza y simplemente nos quedamos de esa forma todavía subida sobre su cuerpo con sus manos recorriendo mi desnudez, sus gélidos dedos recorriendo cada rincón de mi cuerpo que parecía arder en llamas aquella noche mientras mis manos hacían también lo mismo y dibujaba sus músculos que se tensaban al paso de mis dedos por su piel. Nos besábamos porque además era la forma en la que me aseguraba que no seguía hablando y que se mantuviera callado, a veces el vampiro tenía el don para joderlo todo y sin embargo otras veces callaba demasiado que era cuando más tenía que decir las cosas. No recuerdo en qué momento sus besos y sus manos hicieron que cayera rendida ante el sueño y me venciera entre sus brazos, estaba cansada por la noche que habíamos tenido y no estaba acostumbrada al irme a dormir cuando el sol despuntaba por el horizonte y pasarme la noche entera despierta, aunque sí que me había acostumbrado a acostarme tarde sobre todo las veces que me iba a cazar de noche pero no eran todos los días lo que podía hacerlo, no quería llamar la atención en mi casa y ya llevaba unos días que dormía de día y me quedaba despierta de noche, era un cambio demasiado brusco al que no estaba acostumbrada.
Las horas que dormí, que no supe tampoco cuántas fueron dado que allí en aquel camarote no entraba la luz del sol ya que todo estaba tapado con cortinas negras tupidas para que no entrara la luz, pero cuando lo hice lo primero que vi fue esos ojos que me devolvían la mirada, una sonrisa se extendía por sus labios y yo cerré los ojos de nuevo cuando el dolor de cabeza martilleó y golpeó mi cabeza con una fuerte sacudida, gruñí escondiendo mi rostro contra su cuello dándole a entender que no estaba fresca como una rosa como parecía estar él por la resaca y llevé una mano a la cabeza presionando un poco mis sienes con la intención de aplacar el dolor, lo hacía pero en cuanto quitaba la mano el dolor volvía de nuevo. Sus brazos me aceraron y pegaron a su cuerpo otra vez y sentí su nariz recorriendo mi cuello mientras sus manos se paseaban por todo mi cuerpo en suaves caricias, sentí sus labios recorrer también el lugar de mi cuello y sonreí al darme cuenta de que parecía tener hambre y que no tenía que insistirle para que bebiera, su lengua recorrió mi cuello y un jadeo escapó de mis labios muriendo contra su piel. Sus manos no se quedaron quietas y comenzaron también a recorrer mi cuerpo, se paseaban por mis nalgas donde dejó un pequeño azote aparte de apretarlas entre sus dedos, subían por mi espalda repasando toda mi columna y se perdieron por mis pechos abarcando uno de ellos con su mano.
Fue entonces cuando se apartó de golpe sin entender nada y vi que se separaba para quitar la sábana que cubría nuestro cuerpo tapándonos y que sus ojos bajaban hacia su vientre, hice lo mismo sin entender absolutamente nada cuando me fijé en algo: la marca había desaparecido casi por completo, se había hecho mucho más transparente pero no quedaba mucho rastro de la misma, el color negro del relieve de las marcas era como si hubiera sido borrado y solo quedara el recuerdo de lo que un día ocupó su piel. Mi dedo fue hacia el lugar recorriendo el lugar notando su piel sin notar los relieves de antes, no entendí absolutamente nada pero si se había quitado en parte significaba que habían encontrado algo para parar la marca, aunque algo me decía que no se había acabado del todo porque sino igual que habría aparecido habría desaparecido. Mis ojos buscaron los del vampiro escuchando sus palabras de que tenía que aguantarlo por más tiempo con esa sonrisa ladeada que traía y ese tono engreído que lo caracterizaba, enarqué una ceja mientras mis dedos recorrían la zona una y otra vez como si no fuera capaz de creerme que aquello se hubiera detenido, quizás habrían ganado algo de tiempo hasta acabar con la maldición del todo y sonreí mirándole mientras mi mano subía por su cuerpo, dejando de lado y por un momento el dolor de cabeza que tenía en aquel momento producto de la resaca que tenía de anoche.
-¿Puedo decir “te lo dije”? –Pregunté con cierta malicia- ¿me dejas decírtelo, amor? –Dije como si no se lo hubiera dicho ya en forma de pregunta- te lo dije –apunté con cierta diversión pues al fin y al cabo yo era la que había tenido razón en ese sentido, la que había conservado y pensado que no estaba todo perdido- ¿debería ahora de darte un carchote por no haberme creído? –Dije frunciendo un poco el ceño y le di una palmada en su nuca antes de que contestara- te lo dije maldito vampiro, mira que te lo dije –repetí para que le quedara claro y lo cierto es que me gustaba meter un poco el dedo en la llaga en ese sentido, regodeándome de que había tenido razón y él por el contrario no- debería de darte algo más que un carchote por la forma en la que has actuado este tiempo –sus ojos se quedaron clavados en los míos diciéndome que tenía hambre cuando, de pronto, mis tripas también rugieron haciéndonos ver que yo también tenía hambre... no había tomado demasiado anoche salvo un par de fresas y tenía el estómago vacío- oh, ¿así que tienes hambre, eh? –Pregunté acercando mis labios a los suyos rozándolos de forma deliberada- yo también tengo hambre, no cené nada anoche –sin embargo él había bebido de mi sangre, de una forma muy erótica y placentera que me había llevado al orgasmo durante la noche que habíamos pasado- para algo tienes a las esclavas ¿no? Para eso te las trajiste... –le dije picándole un poco con mis palabras sonriendo con diversión mordiendo su labio inferior con fuerza para subirme sobre su cuerpo pero quedándome como medio tumbada- tengo una idea, ¿por qué no vas a por algo de comer para mí, me traes algo para el dolor de cabeza, y yo te espero aquí en la cama para darte de comer cuando vuelvas directamente de mi vena? –Mis dientes recorrieron su cuello dejando que mi lengua luego se paseara también por su piel- salvo que conozcas una mejor forma de que se me pase el dolor de cabeza –sonreí con picardía- pero igualmente tengo hambre y necesito comer –lo miré y moví mi cadera sobre la suya incitándolo para que cediera ante mis palabras.
Las horas que dormí, que no supe tampoco cuántas fueron dado que allí en aquel camarote no entraba la luz del sol ya que todo estaba tapado con cortinas negras tupidas para que no entrara la luz, pero cuando lo hice lo primero que vi fue esos ojos que me devolvían la mirada, una sonrisa se extendía por sus labios y yo cerré los ojos de nuevo cuando el dolor de cabeza martilleó y golpeó mi cabeza con una fuerte sacudida, gruñí escondiendo mi rostro contra su cuello dándole a entender que no estaba fresca como una rosa como parecía estar él por la resaca y llevé una mano a la cabeza presionando un poco mis sienes con la intención de aplacar el dolor, lo hacía pero en cuanto quitaba la mano el dolor volvía de nuevo. Sus brazos me aceraron y pegaron a su cuerpo otra vez y sentí su nariz recorriendo mi cuello mientras sus manos se paseaban por todo mi cuerpo en suaves caricias, sentí sus labios recorrer también el lugar de mi cuello y sonreí al darme cuenta de que parecía tener hambre y que no tenía que insistirle para que bebiera, su lengua recorrió mi cuello y un jadeo escapó de mis labios muriendo contra su piel. Sus manos no se quedaron quietas y comenzaron también a recorrer mi cuerpo, se paseaban por mis nalgas donde dejó un pequeño azote aparte de apretarlas entre sus dedos, subían por mi espalda repasando toda mi columna y se perdieron por mis pechos abarcando uno de ellos con su mano.
Fue entonces cuando se apartó de golpe sin entender nada y vi que se separaba para quitar la sábana que cubría nuestro cuerpo tapándonos y que sus ojos bajaban hacia su vientre, hice lo mismo sin entender absolutamente nada cuando me fijé en algo: la marca había desaparecido casi por completo, se había hecho mucho más transparente pero no quedaba mucho rastro de la misma, el color negro del relieve de las marcas era como si hubiera sido borrado y solo quedara el recuerdo de lo que un día ocupó su piel. Mi dedo fue hacia el lugar recorriendo el lugar notando su piel sin notar los relieves de antes, no entendí absolutamente nada pero si se había quitado en parte significaba que habían encontrado algo para parar la marca, aunque algo me decía que no se había acabado del todo porque sino igual que habría aparecido habría desaparecido. Mis ojos buscaron los del vampiro escuchando sus palabras de que tenía que aguantarlo por más tiempo con esa sonrisa ladeada que traía y ese tono engreído que lo caracterizaba, enarqué una ceja mientras mis dedos recorrían la zona una y otra vez como si no fuera capaz de creerme que aquello se hubiera detenido, quizás habrían ganado algo de tiempo hasta acabar con la maldición del todo y sonreí mirándole mientras mi mano subía por su cuerpo, dejando de lado y por un momento el dolor de cabeza que tenía en aquel momento producto de la resaca que tenía de anoche.
-¿Puedo decir “te lo dije”? –Pregunté con cierta malicia- ¿me dejas decírtelo, amor? –Dije como si no se lo hubiera dicho ya en forma de pregunta- te lo dije –apunté con cierta diversión pues al fin y al cabo yo era la que había tenido razón en ese sentido, la que había conservado y pensado que no estaba todo perdido- ¿debería ahora de darte un carchote por no haberme creído? –Dije frunciendo un poco el ceño y le di una palmada en su nuca antes de que contestara- te lo dije maldito vampiro, mira que te lo dije –repetí para que le quedara claro y lo cierto es que me gustaba meter un poco el dedo en la llaga en ese sentido, regodeándome de que había tenido razón y él por el contrario no- debería de darte algo más que un carchote por la forma en la que has actuado este tiempo –sus ojos se quedaron clavados en los míos diciéndome que tenía hambre cuando, de pronto, mis tripas también rugieron haciéndonos ver que yo también tenía hambre... no había tomado demasiado anoche salvo un par de fresas y tenía el estómago vacío- oh, ¿así que tienes hambre, eh? –Pregunté acercando mis labios a los suyos rozándolos de forma deliberada- yo también tengo hambre, no cené nada anoche –sin embargo él había bebido de mi sangre, de una forma muy erótica y placentera que me había llevado al orgasmo durante la noche que habíamos pasado- para algo tienes a las esclavas ¿no? Para eso te las trajiste... –le dije picándole un poco con mis palabras sonriendo con diversión mordiendo su labio inferior con fuerza para subirme sobre su cuerpo pero quedándome como medio tumbada- tengo una idea, ¿por qué no vas a por algo de comer para mí, me traes algo para el dolor de cabeza, y yo te espero aquí en la cama para darte de comer cuando vuelvas directamente de mi vena? –Mis dientes recorrieron su cuello dejando que mi lengua luego se paseara también por su piel- salvo que conozcas una mejor forma de que se me pase el dolor de cabeza –sonreí con picardía- pero igualmente tengo hambre y necesito comer –lo miré y moví mi cadera sobre la suya incitándolo para que cediera ante mis palabras.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
“Te lo dije”
Su bandera se convirtieron esas dos palabras que ondeó contra mis labios mientras yo sonreía asumiendo que tenia razón, que por esta vez ella y yo había dado en el clavo.
-No te acostumbres -susurré contra su boca sin dejar de acariciarla -creo que era muy evidente que entre nosotros las cosas habían ganado intensidad posiblemente por el declive de mi cuerpo, porque estaba en el fin de mi existencia y ya no tenia que preocuparme por si me la iba a jugar..ahora mis miedos volvían y no sabia bien como actuar.
Habíamos dormido juntos desde que nos separamos en el laberinto, habíamos hecho el amor mas que follado, era una realidad y aunque la noche había sido muy fogosa porque era nuestro modo de amar, estuvo plagada de palabras, caricias y demasiado como para ahora alegar que no había nada entre nosotros mas allá del sexo de dos demonios que se atraen demasiado.
Supongo que culpar al alcohol era mi única salida y quizás también la suya.
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que me alimentara de las esclavas, lo que despertó en mi una mirada desafiante mientras mis labios se curvaban.
-¿de verdad quieres que haga eso o tus celos te corroyeran por dentro? -pregunté arrastrando las palabras contra su boca.
Me empujo del pecho para que me largara, quería comer y ciertamente también yo, así que a regañadientes me calcé los pantalones, mis ojos turbios se perdieron en su cuerpo, era preciosa, era mi mujer.
-Te deseo -susurré antes de largarme por la puerta acabando de colocarme la ultima bota mientras ella se reía por mi impaciencia.
No tardé en volver, una bandeja con todo tipo de carnes, condimentos y como no fruta y chocolate.
En esta ocasión no traje alcohol, creo que tras la noche que habíamos pasado, íbamos servidos de eso.
-Señorita -dije fingiendo ser un caballero y colocando la comida sobre sus piernas -he decidido traeros la comida a la cama, a cambio, me darás la mía en el mismo sitio.
Me senté a su lado viéndola devorar cada trozo, nuestras miradas de vez en cuando se cruzaba, la marca no había desaparecido, era una victoria a medias, pero el tiempo que habíamos conseguido seria suficiente como para acudir al templo y conseguir pedir ese deseo que me arrancara la maldición por completo.
Discutir con ella sobre si quería o no que me acompañara era absurdo, as que tenia un plan en mente para hacer lo que me daba la gana sin tener que perderme ahora mi preciada comida.
Su bandera se convirtieron esas dos palabras que ondeó contra mis labios mientras yo sonreía asumiendo que tenia razón, que por esta vez ella y yo había dado en el clavo.
-No te acostumbres -susurré contra su boca sin dejar de acariciarla -creo que era muy evidente que entre nosotros las cosas habían ganado intensidad posiblemente por el declive de mi cuerpo, porque estaba en el fin de mi existencia y ya no tenia que preocuparme por si me la iba a jugar..ahora mis miedos volvían y no sabia bien como actuar.
Habíamos dormido juntos desde que nos separamos en el laberinto, habíamos hecho el amor mas que follado, era una realidad y aunque la noche había sido muy fogosa porque era nuestro modo de amar, estuvo plagada de palabras, caricias y demasiado como para ahora alegar que no había nada entre nosotros mas allá del sexo de dos demonios que se atraen demasiado.
Supongo que culpar al alcohol era mi única salida y quizás también la suya.
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que me alimentara de las esclavas, lo que despertó en mi una mirada desafiante mientras mis labios se curvaban.
-¿de verdad quieres que haga eso o tus celos te corroyeran por dentro? -pregunté arrastrando las palabras contra su boca.
Me empujo del pecho para que me largara, quería comer y ciertamente también yo, así que a regañadientes me calcé los pantalones, mis ojos turbios se perdieron en su cuerpo, era preciosa, era mi mujer.
-Te deseo -susurré antes de largarme por la puerta acabando de colocarme la ultima bota mientras ella se reía por mi impaciencia.
No tardé en volver, una bandeja con todo tipo de carnes, condimentos y como no fruta y chocolate.
En esta ocasión no traje alcohol, creo que tras la noche que habíamos pasado, íbamos servidos de eso.
-Señorita -dije fingiendo ser un caballero y colocando la comida sobre sus piernas -he decidido traeros la comida a la cama, a cambio, me darás la mía en el mismo sitio.
Me senté a su lado viéndola devorar cada trozo, nuestras miradas de vez en cuando se cruzaba, la marca no había desaparecido, era una victoria a medias, pero el tiempo que habíamos conseguido seria suficiente como para acudir al templo y conseguir pedir ese deseo que me arrancara la maldición por completo.
Discutir con ella sobre si quería o no que me acompañara era absurdo, as que tenia un plan en mente para hacer lo que me daba la gana sin tener que perderme ahora mi preciada comida.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Al final resultaba que había tenido razón en cuanto a que el vampiro saldría de esa, él había estado tan convencido de que no poniéndose siempre en lo peor que ahora aunque la marca no había desaparecido del todo, porque seguía estando en su piel, sí que su efecto al menos había disminuido porque desde que le había dado aquel dolor hacía un día no había vuelto a darle de nuevo, me pregunté qué sería lo que Sun y Assur habrían hecho para que la maldición se quedara así pero algo me decía que la hechicera no estaría muerta todavía sino que más bien habían ganado algo de tiempo, el suficiente como para poder ir a aquel templo que nos había llevado a embarcarnos hacia México para poder terminar con la maldición de una vez por todas. Sabía que el vampiro no quería ponerme en riesgo alguno pero ahora que la maldición estaba medio diezmada quizás pudiéramos terminar de romperla con aquel templo, quizás no querría ponerme en peligro pero iba a ser inevitable el que fuera con él, ya quiso dejarme fuera de venir antes de partir y no iba a conseguir que me quedara de nuevo, no me había montado en ese barco para nada. Sus labios perfilaban los míos mientras le decía un “te lo dije” porque yo había tenido razón a lo que solo contestó con que no me acostumbrara haciendo que mi sonrisa fuera algo más ancha todavía recostada sobre su cuerpo, sus manos se paseaban por mi piel desnuda, decía que tenía hambre y lo cierto es que yo también de no haber cenado nada la pasada noche, mis tripas me delataron y subiendo mi mirada hacia la suya le pedí que me trajera algo de comer, aún me seguía doliendo la cabeza un poco así que le pedí de forma algo zalamera que me trajera algo de comida mientras yo me quedaba en la cama.
Su pregunta a si quería realmente que se alimentara de las esclavas o que los celos podrían conmigo, lo cierto es que aunque se lo había dicho más bien para picarlo si era porque necesitaba alimentarse no me importaba que lo hiciera de sus esclavas, al fin y al cabo para eso estaban y ese era su cometido, pero si iba algo más allá que del hecho de alimentarse de ellas entonces no me gustaba la idea. Sabía lo que un mordisco despertaba porque ya lo había experimentado y mientras ellas tuvieran claro que solamente bebería de su sangre no había problema alguno. Además yo era una cazadora, en teoría se supone que no debería de dejar que un vampiro me mordiera y bebiera de mi sangre... cierto que la noche que habíamos pasado había sido yo quien le había pedido que me mordiera, pero por el contexto sexual en el que nos encontrábamos y sabía que daba más placer, las otras veces que le había dado mi sangre había sido porque el vampiro lo había necesitado pero de normal... por muy placentero que fuera no me imaginaba que el vampiro se alimentara día tras día de mí. Sonreí de lado mirándolo porque sabía que quería una respuesta y mordí su labio inferior recorriendo su pecho con mis dedos estando todavía sobre su cuerpo, moviendo ligeramente mi cintura sobre la suya.
-Siempre y cuando solo sea para alimentarte no me importa, si es con alguna connotación sexual... entonces me molestaría, y mucho –dejé un mordisco en su mandíbula y le di un empujón para que fuera a por la comida y me la trajera a la cama, se levantó finalmente y comenzó a vestirse mientras yo me quedaba recostada sobre la almohada y su mirada no se apartaba de la mía, sus ojos recorrieron mi cuerpo con descaro y sonreí cuando me dijo que me deseaba a lo que me reí por la forma tan rápida en la que se había vestido, de hecho mientras salía por la puerta se calzaba la otra bota y salía por la puerta dejándome sobre la cama. Suspiré y cerré los ojos con fuerza teniendo toda la cama para mí sola, la almohada olía al vampiro y dejé mi nariz justo sobre aquel lugar en la que podía respirar su esencia intentando que se me pasara el dolor de cabeza. Me quedé durmiendo pero más bien fue algo por poco tiempo y me desperté justo antes de que el vampiro volviera con una bandeja de comida, me incorporé en la cama y me senté antes de que dejara la bandeja sobre mis piernas. Sonreí ante sus maneras observando todo lo que me había traído para cenar y enarqué una ceja ante el montón de comida- ¿para cuántas personas has traído comida? –Pregunté con una sonrisa escuchándole decir que luego yo le daría la comida en la cama también- oh, muy amable Joe –se sentó a mi lado y empecé a comer un trozo de carne que partí con el tenedor y el cuchillo, cogiendo las patatas asadas que había de guarnición con algo de verdura y la salsa que había, estaba todo delicioso y lo miré- es una lástima que te puedas perder esto –porque estaba exquisito aunque sabía que él prefería más la sangre. Comí varios trozos de carne con su guarnición correspondiente, lo cierto es que tenía hambre y fue lo que más toqué, dejé la ensalada que no me apetecía demasiado y cogí una pieza de fruta que pelé e hice a trozos para pincharla con el tenedor, de vez en cuando nuestras miradas se encontraban y le sonreí mientras ahora sus labios recorrían mi hombro y subían por mi cuello a lo que suspiré y elevé mi rostro para darle más acceso, se me erizaba la piel allí por donde sus labios pasaban. Terminé la pieza de fruta y acabé finalmente con el chocolate, cogí todo el que había y me lo comí ante la mirada del vampiro... tenía bastante hambre porque había acabado con casi toda la bandeja pero el no haber cenado nada y la noche que habíamos tenido me hacía tener que recuperar fuerzas. Terminada la última onza de chocolate y ante la mirada del vampiro por todo lo que me había comido me subí encima de él sentándome a horcajadas y comencé a desabrochar de nuevo su camisa dejando su pecho al descubierto hasta acabar finalmente quitándosela- puedes morderme cuando quieras, Joe –así se lo había prometido y se lo dije sobre sus labios, nos besamos y mis manos descendieron por sus brazos pasando por su pecho mientras mis caderas se movían de forma lenta, una de mis manos subió hasta su nuca y enredé allí mis dedos, él apartó mi pelo hacia un lado para que no molestara y mordí sus labios cuando me separé- ¿cuántos días quedan para llegar hasta México? –Pregunté recorriendo su mandíbula esperando a que fuera él quien tomara la iniciativa y acabara mordiéndome para alimentarse directamente de mi vena.
Su pregunta a si quería realmente que se alimentara de las esclavas o que los celos podrían conmigo, lo cierto es que aunque se lo había dicho más bien para picarlo si era porque necesitaba alimentarse no me importaba que lo hiciera de sus esclavas, al fin y al cabo para eso estaban y ese era su cometido, pero si iba algo más allá que del hecho de alimentarse de ellas entonces no me gustaba la idea. Sabía lo que un mordisco despertaba porque ya lo había experimentado y mientras ellas tuvieran claro que solamente bebería de su sangre no había problema alguno. Además yo era una cazadora, en teoría se supone que no debería de dejar que un vampiro me mordiera y bebiera de mi sangre... cierto que la noche que habíamos pasado había sido yo quien le había pedido que me mordiera, pero por el contexto sexual en el que nos encontrábamos y sabía que daba más placer, las otras veces que le había dado mi sangre había sido porque el vampiro lo había necesitado pero de normal... por muy placentero que fuera no me imaginaba que el vampiro se alimentara día tras día de mí. Sonreí de lado mirándolo porque sabía que quería una respuesta y mordí su labio inferior recorriendo su pecho con mis dedos estando todavía sobre su cuerpo, moviendo ligeramente mi cintura sobre la suya.
-Siempre y cuando solo sea para alimentarte no me importa, si es con alguna connotación sexual... entonces me molestaría, y mucho –dejé un mordisco en su mandíbula y le di un empujón para que fuera a por la comida y me la trajera a la cama, se levantó finalmente y comenzó a vestirse mientras yo me quedaba recostada sobre la almohada y su mirada no se apartaba de la mía, sus ojos recorrieron mi cuerpo con descaro y sonreí cuando me dijo que me deseaba a lo que me reí por la forma tan rápida en la que se había vestido, de hecho mientras salía por la puerta se calzaba la otra bota y salía por la puerta dejándome sobre la cama. Suspiré y cerré los ojos con fuerza teniendo toda la cama para mí sola, la almohada olía al vampiro y dejé mi nariz justo sobre aquel lugar en la que podía respirar su esencia intentando que se me pasara el dolor de cabeza. Me quedé durmiendo pero más bien fue algo por poco tiempo y me desperté justo antes de que el vampiro volviera con una bandeja de comida, me incorporé en la cama y me senté antes de que dejara la bandeja sobre mis piernas. Sonreí ante sus maneras observando todo lo que me había traído para cenar y enarqué una ceja ante el montón de comida- ¿para cuántas personas has traído comida? –Pregunté con una sonrisa escuchándole decir que luego yo le daría la comida en la cama también- oh, muy amable Joe –se sentó a mi lado y empecé a comer un trozo de carne que partí con el tenedor y el cuchillo, cogiendo las patatas asadas que había de guarnición con algo de verdura y la salsa que había, estaba todo delicioso y lo miré- es una lástima que te puedas perder esto –porque estaba exquisito aunque sabía que él prefería más la sangre. Comí varios trozos de carne con su guarnición correspondiente, lo cierto es que tenía hambre y fue lo que más toqué, dejé la ensalada que no me apetecía demasiado y cogí una pieza de fruta que pelé e hice a trozos para pincharla con el tenedor, de vez en cuando nuestras miradas se encontraban y le sonreí mientras ahora sus labios recorrían mi hombro y subían por mi cuello a lo que suspiré y elevé mi rostro para darle más acceso, se me erizaba la piel allí por donde sus labios pasaban. Terminé la pieza de fruta y acabé finalmente con el chocolate, cogí todo el que había y me lo comí ante la mirada del vampiro... tenía bastante hambre porque había acabado con casi toda la bandeja pero el no haber cenado nada y la noche que habíamos tenido me hacía tener que recuperar fuerzas. Terminada la última onza de chocolate y ante la mirada del vampiro por todo lo que me había comido me subí encima de él sentándome a horcajadas y comencé a desabrochar de nuevo su camisa dejando su pecho al descubierto hasta acabar finalmente quitándosela- puedes morderme cuando quieras, Joe –así se lo había prometido y se lo dije sobre sus labios, nos besamos y mis manos descendieron por sus brazos pasando por su pecho mientras mis caderas se movían de forma lenta, una de mis manos subió hasta su nuca y enredé allí mis dedos, él apartó mi pelo hacia un lado para que no molestara y mordí sus labios cuando me separé- ¿cuántos días quedan para llegar hasta México? –Pregunté recorriendo su mandíbula esperando a que fuera él quien tomara la iniciativa y acabara mordiéndome para alimentarse directamente de mi vena.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Con la sonrisa ladeada la observé comer, había traído comida para un regimiento, me hizo reír como ella me miraba con la ceja enarcada.
-Te quiero cebar para comerte mejor -dije imitando la voz del lobo feroz mientras me moría de la risa y ella me daba un toque con la palma de su mano empujando hacia atrás mi cabeza para que dejara de poner cara de lobo hambriento y de reírme de ella mientras comía.
Tomó una pieza de fruta, era el postre y yo decidido pasé al ataque, mi boca se deslizó por su hombro, arrastrando mis colmillos por su piel, erizandola a mi paso, ella me miraba fijamente, alcé los ojos rojos para que entendiera que estaba hambriento, hambriento de ella.
Mi lengua se paseó por su cuello, lamiendo el sendero de su yugular.
No tardé en salirme con la mía, pues hizo a un lado la bandeja alzándose sobre sus rodillas para montarme como la diosa que era.
A un lado la cascada de su pelo pardo, mis ojos surcaron su piel enrojecidos, mi respiración errática se perdió en su tez.
Deslicé mi lengua hambriento por su piel, sus caderas se movían torturándome despacio, incitándome a hacer algo mas que alimentarme en esos instantes.
-Lilith también tiene hambre ¿le pregunté divertido?
Mis manos afianzaron sus caderas, no tardé en arder entre sus piernas, sus caderas me buscaban mientras las prendas de ropa desaparecían de nuestros cuerpos rasgadas por mis nervios.
Gruñí, mis ojos eran fuego, obtuvieron ese peligroso tono burdeos que delataba mi ansia por poseer a mi mujer, era mía y eso me arrancaba gruñidos de pura desesperación y frenesí.
Me moví en su interior con demasiada rudeza, sus dedos tiraban de mi pelo, observando lo desbocadas que resultaban mis embestidas.
Mis manos controlaban su cuerpo, girándolo a mi voluntad, poniéndola a cuatro patas con violencia para embestirla con rudeza, una que hacia que su cuerpo cediera incapaz de aguantar mi ritmo, su rostro contra el colchón, sus nalgas alzadas y mi verga empalandola tan adentro que la hacia gritar arrancándole un placer difícil de alcanzar.
Mi nombre emergió de sus labios, el suyo salio entre gruñidos roncos de los míos, estaba tan cerca del abismo que empujarme le resultó excesivamente sencillo.
Sus caderas me buscaron hacia atrás.
-Joder -rugí violento al sentir que me esparcía mientras ella me miraba con los ojos oscurecidos por encima del hombro.
Aullé de puro placer corriéndome intensamente, sintiendo como mi mástil convulsionaba en su interior llenándola de mi.
Embestí aun así un par de veces mas, metiendo mi simiente hasta el fondo de su vagina, haciéndola estremecerse entre mis manso mientras corrientes eléctricas nos recorrían a ambos.
Caímos sobre el colchón jadeando, fue entonces cuando mis colmillos se hundieron en su cuello, la sentí tensarse, su coño volvió a vibrar y mis dedos acompasaron ese movimiento torturando su clítoris para prolongar un orgasmo que la hizo retorcerse completamente perdida en el dulce placer de mi cuerpo.
Esas noches se repitieron de forma incesante hasta que alcanzamos México. noches apasionadas, días plagados de caricias que me regalaba cando creía que dormía...ese viaje había cambiado las cosas entre nosotros, la pregunta era ¿funcionaria?
-Te quiero cebar para comerte mejor -dije imitando la voz del lobo feroz mientras me moría de la risa y ella me daba un toque con la palma de su mano empujando hacia atrás mi cabeza para que dejara de poner cara de lobo hambriento y de reírme de ella mientras comía.
Tomó una pieza de fruta, era el postre y yo decidido pasé al ataque, mi boca se deslizó por su hombro, arrastrando mis colmillos por su piel, erizandola a mi paso, ella me miraba fijamente, alcé los ojos rojos para que entendiera que estaba hambriento, hambriento de ella.
Mi lengua se paseó por su cuello, lamiendo el sendero de su yugular.
No tardé en salirme con la mía, pues hizo a un lado la bandeja alzándose sobre sus rodillas para montarme como la diosa que era.
A un lado la cascada de su pelo pardo, mis ojos surcaron su piel enrojecidos, mi respiración errática se perdió en su tez.
Deslicé mi lengua hambriento por su piel, sus caderas se movían torturándome despacio, incitándome a hacer algo mas que alimentarme en esos instantes.
-Lilith también tiene hambre ¿le pregunté divertido?
Mis manos afianzaron sus caderas, no tardé en arder entre sus piernas, sus caderas me buscaban mientras las prendas de ropa desaparecían de nuestros cuerpos rasgadas por mis nervios.
Gruñí, mis ojos eran fuego, obtuvieron ese peligroso tono burdeos que delataba mi ansia por poseer a mi mujer, era mía y eso me arrancaba gruñidos de pura desesperación y frenesí.
Me moví en su interior con demasiada rudeza, sus dedos tiraban de mi pelo, observando lo desbocadas que resultaban mis embestidas.
Mis manos controlaban su cuerpo, girándolo a mi voluntad, poniéndola a cuatro patas con violencia para embestirla con rudeza, una que hacia que su cuerpo cediera incapaz de aguantar mi ritmo, su rostro contra el colchón, sus nalgas alzadas y mi verga empalandola tan adentro que la hacia gritar arrancándole un placer difícil de alcanzar.
Mi nombre emergió de sus labios, el suyo salio entre gruñidos roncos de los míos, estaba tan cerca del abismo que empujarme le resultó excesivamente sencillo.
Sus caderas me buscaron hacia atrás.
-Joder -rugí violento al sentir que me esparcía mientras ella me miraba con los ojos oscurecidos por encima del hombro.
Aullé de puro placer corriéndome intensamente, sintiendo como mi mástil convulsionaba en su interior llenándola de mi.
Embestí aun así un par de veces mas, metiendo mi simiente hasta el fondo de su vagina, haciéndola estremecerse entre mis manso mientras corrientes eléctricas nos recorrían a ambos.
Caímos sobre el colchón jadeando, fue entonces cuando mis colmillos se hundieron en su cuello, la sentí tensarse, su coño volvió a vibrar y mis dedos acompasaron ese movimiento torturando su clítoris para prolongar un orgasmo que la hizo retorcerse completamente perdida en el dulce placer de mi cuerpo.
Esas noches se repitieron de forma incesante hasta que alcanzamos México. noches apasionadas, días plagados de caricias que me regalaba cando creía que dormía...ese viaje había cambiado las cosas entre nosotros, la pregunta era ¿funcionaria?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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