AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Necronomicón (privado)(+18)
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El Necronomicón (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Los días se sucedieron dentro de nuestra calma tensa y la poca tranquilidad que ostentaban desde el principio nuestras citas. Por suerte la perra de sacar a relucir los sentimientos y hablar sobre el amor en todas sus formas se había diluido con el paso de los días y volvíamos a ser esos demonios que se complacían.
Nuestra relación se estrechaba, las risas se sucedían y casi sin darnos cuenta nos estábamos convirtiendo en una pareja.
Aun así los miedos me sobrevolaban cuanto mejor estábamos, cuanto mas disfrutaba de sus retos, de sus palabras y de su afilada lengua mas miedo tenia de perderla y no dejaba de repetirme en mi cabeza aquella voraz frase que se marcó a fuego en mi piel aquella noche en la que se desató la tormenta.
“¿te has parado a pensar, por un breve momento, si en algún momento de mi vida yo quisiera sentir esa droga que dices que se siente, o sentir como me lanzan al vacío? Podré caerme mil veces Joe, pero siempre volveré a levantarme mil veces más… esa es nuestra diferencia, que mientras yo me levanto tú te quedas hundido “
Aun así trataba de olvidarlo, puede que no tuviera ese tiovivo de sensaciones que extrañaba pero no podía negar que lo nuestro era algo parecido, algo que te arrastraba cada noche a los infiernos, nunca había un instante igual al otro y aunque no se le podía llamar amor, creo que lo suplíamos con una mezcla de odio y pasión o quizás solo era un necio que se negaba a si mismo y a ella lo obvio, que me estaba enamorando hasta las trancas aunque no pensaba decir de eso una palabra.
“Dueño de mis silencios, esclavo de mis palabras”
Aquella noche había sido invitado por mi prometida, bueno en realidad mas por su madre, pero eso era otro tema, a la fiesta de su veinte cumpleaños, los padres querían celebrar en su mansión por ultima vez el cumpleaños de esta, así que generosamente me ofrecí a pagar la fiesta sin que tuvieran que escatimar en gastos, pues todo era poco para la reina de mi averno.
Ademas durante esos días había estado ayudando a su padre con los documentos que me pidió, tenia un negocio entre manso y quizás bien llevado podría acabar siendo rentable.
Le aseguré que contaría con el mejor gestor y abogado y que ambos le acompañarían a cerrar el trato, puse el dinero para la inversión y nos convertimos así en socios los dos.
Solo le pedí que mantuviera a su hija ajena a estos negocios nuestros, no quería que la dama pensara que la estaba comprando, aunque en verdad lo que no quería era que viera que ayudaba a sus padres, que pudiera encontrar en mi una imagen alejada del monstruo que tenia grabada en su retina y que me ayudaba a que siguiera siendo el odio y no el amor lo que motivaba sus sentimientos por mi.
Vestido de gala, con un chaqué gris, camisa azul clara y sin corbata me presenté con sendos ramos de flores en su casa, ni de lejos este era el regalo de la dama, este se encontraba a buen recaudo y se lo daría en privado terminada la fiesta que acontecía.
La puerta se abrió empujada por la doncella que me sonrió agradable tomando mi abrigo e invitándome a pasar pues era sin duda uno de los invitados con mas honores a esa fiesta.
Podía sentir todos los ojos clavados en mi mientras avanzaba por el gran salón que se había convertido en una pista de baile improvisado en la que tocaba una de las mejores orquestas instrumentales.
Ademas una mujer de voz aterciopelada cantaba al piano logrando acariciar el oído de todos los invitados.
Me acerqué a la madre, un beso en su mejilla un alago y le entregué uno de los ramos alegando que no pude contenerme en comprar tibien uno para la segunda mujer mas importante de mi vida.
Ella parecía dichosa por mis palabras y rauda llamó a una de las sirvientas para que las pusiera en agua ofreciéndome su compañía hasta que Dan bajara por las escaleras con su impoluto y caro vestido nuevo.
Última edición por Joe Black el Dom Jul 16, 2017 12:03 pm, editado 1 vez
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Me eché a reír cuando dijo que no había respondido a sus preguntas, que solo había dado la vuelta a sus palabras y las había usado a mi antojo.
-Eso quiere decir que somos igual de tramposos -susurré contra sus labios con cierta diversión en mi voz.
Dan me aseguró que esta seria la ultima que me pasaría lo que me forzó a hacer un mohin contra sus labios en señal de clara rendición.
-Tu futuro marido promete portarse bien -aseguré alzando las manos en señal de rendición.
Fue entonces cuando mi siguiente pregunta la hizo saltar, responder airada, como si hubiera adivinado en quien pensaba cuando ella dijo eso y en parte el motivo de mi cabreo de esa noche en el laberinto y de mi huida.
No respondí cuando pronunció ese nombre, admito que me gustó cuando le negó el beso, lo disfruté y lo saboreé, pero que él no le pusiera como lo hacia yo, no implicaba que junto a ese hombre no pudiera encontrar paz, amor y una estabilidad.
Era humano podía darle hijos, descendencia, yo solo dinero y fiestas paganas.
-No lo se Dan, si, supongo que si, que en ese pensaba -reconocí enarcando una ceja.
Escuché como me decía que me equivocaba solo hablaba de la creencia irracional que tiene cualquier jovencita acerca del amor pero no se refería a nadie en concreto.
Lamí su escote apurando la sal de forma lasciva, tomé el vaso con mis labios acariciando sus pechos con mi boca de paso, dejé que la tequila abrasara mi garganta mientras mis labios quedaban húmedos por el alcohol y de su boca devoré el limón antes de perderme en su boca con hambruna.
Su siguiente pregunta era clara, la respuesta no tenia muchas dobles interpretaciones mas bien solo una.
-Si, me puse celoso -respondí tajante.
Ella me miraba esperando que le explicara el por que ¿acaso no era obvio?
-Porque eres mía -dije sin mas -mi prometida y pronto mi mujer, detesto que oro toque l oque es mio.
Choqué mi chupito con el ajeno y me lo bebí de un trago.
De nuevo había dicho medias verdades, era mía, pero también podía ser mía una esclava de sangre y ni de lejos me pondría celoso porque otro en una de esas fiestas le pusiera una mano encima.
-¿y tu? -pregunté ladeando la sonrisa -no parecías dispuesta a poner ningún tipo de regla ¿realmente no te importa a cuantas me tire?
-Eso quiere decir que somos igual de tramposos -susurré contra sus labios con cierta diversión en mi voz.
Dan me aseguró que esta seria la ultima que me pasaría lo que me forzó a hacer un mohin contra sus labios en señal de clara rendición.
-Tu futuro marido promete portarse bien -aseguré alzando las manos en señal de rendición.
Fue entonces cuando mi siguiente pregunta la hizo saltar, responder airada, como si hubiera adivinado en quien pensaba cuando ella dijo eso y en parte el motivo de mi cabreo de esa noche en el laberinto y de mi huida.
No respondí cuando pronunció ese nombre, admito que me gustó cuando le negó el beso, lo disfruté y lo saboreé, pero que él no le pusiera como lo hacia yo, no implicaba que junto a ese hombre no pudiera encontrar paz, amor y una estabilidad.
Era humano podía darle hijos, descendencia, yo solo dinero y fiestas paganas.
-No lo se Dan, si, supongo que si, que en ese pensaba -reconocí enarcando una ceja.
Escuché como me decía que me equivocaba solo hablaba de la creencia irracional que tiene cualquier jovencita acerca del amor pero no se refería a nadie en concreto.
Lamí su escote apurando la sal de forma lasciva, tomé el vaso con mis labios acariciando sus pechos con mi boca de paso, dejé que la tequila abrasara mi garganta mientras mis labios quedaban húmedos por el alcohol y de su boca devoré el limón antes de perderme en su boca con hambruna.
Su siguiente pregunta era clara, la respuesta no tenia muchas dobles interpretaciones mas bien solo una.
-Si, me puse celoso -respondí tajante.
Ella me miraba esperando que le explicara el por que ¿acaso no era obvio?
-Porque eres mía -dije sin mas -mi prometida y pronto mi mujer, detesto que oro toque l oque es mio.
Choqué mi chupito con el ajeno y me lo bebí de un trago.
De nuevo había dicho medias verdades, era mía, pero también podía ser mía una esclava de sangre y ni de lejos me pondría celoso porque otro en una de esas fiestas le pusiera una mano encima.
-¿y tu? -pregunté ladeando la sonrisa -no parecías dispuesta a poner ningún tipo de regla ¿realmente no te importa a cuantas me tire?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Lo miré de forma fija cuando alegó que los dos éramos unos tramposos cuando le acusé de que había cogido mis palabras y las había cambiado para responderme, en realidad no, yo le había contestado de forma clara y concisa a lo que él me había preguntado y mi pregunta distaba mucho de la que me había hecho él. Joe quería saber un “por qué” y yo si sentía algo, cosa que no había respondido del todo cuando de eso se trataba aquel juego, cuando el beber era solamente una excusa con aquel juego para poder sonsacar aquello que los dos queríamos saber y que quizás el otro jamás respondería, el vampiro casi nunca me había respondido a lo que yo le había preguntado así que el juego era perfecto para hacerle las mismas preguntas y obtener respuesta, las respuestas que quería y que no me había dado anteriormente. De eso se trataba el juego y por eso habíamos empezado así de fuerte en vez de ir poco a poco, directos al grano, algo que yo también hacía porque pronto los efectos del alcohol se notarían y él tenía más resistencia que yo con el alcohol, así que lo que más me urgiera preguntarle era lo que antes debía de hacerlo para estar en plenas facultades y que el alcohol no nublara mi juicio. Levantó sus manos diciendo que se portaría bien y lo miré de forma fija, esperaba que así fuera porque yo estaba siendo sincera en todo momento.
Lo miré cuando dijo y me confirmó que sí que estuvo pensando en mi maestro cuando le dije aquellas palabras, la verdad es que era el más obvio para pensar de todos puesto que de las personas que conocía, y no eran muchas precisamente, con él era con quien más relación tenía. Pero después de haber visto que me había negado a besarle y que lo había apartado de mi lado no entendía por qué aun así seguía pensando en Matthew, sabía que no le había gustado desde la noche en la que nos conocimos en aquella fiesta, él se pensaba que mi amor platónico todavía estaba patente cuando se había quedado en admiración, así que era lógico que pensara que mis pensamientos iban hacia él, pero la verdad es que no había ido hacia nadie, hacia ninguna persona. Ante su respuesta lamió de forma lasciva la sal que puso en mi escote y sin apartar sus ojos de los míos bebió del chupito que estaba entre mis pechos para tomar el limón y luego besarme, sus labios ardían por el alcohol en diferencia a cuando siempre los tenía algo más fríos de lo normal. Estaba esperando por la respuesta a mi pregunta, la otra en verdad no lo había sido aunque me la hubiera respondido, así que esperé a que se decidiera a responder.
Con un claro y tajante sí reconoció que se había puesto celoso, así que le insté con la mirada como esperando el por qué que le había pedido al hacerle la pregunta. Ya intuí que se había puesto celoso pero ahora lo acababa de confirmar y me mordí el labio, ya sabía que se puso celoso en ese momento. Me mordí el labio antes de que dijera que era suya dejando un claro domino sobre mí, como si me reclamara, y la verdad es que en cierta forma me gustó que lo dijera, fue más bien el tono que empleó para ello, la manera en que había fruncido el ceño cuando lo dijo... me gustaron sus celos y más me gustó que me lo reconociera aunque no diera demasiadas explicaciones para ello. No soportaba que otro tocara lo que era suyo y era lo que había tenido que ver en la fiesta que él mismo me había propuesto ir, una sonrisa ladeada asomó en mis labios por sus palabras dándome la razón en aquella vez, chocó su chupito con el mío y le acompañé en aquel trago, ahora era el turno de su pregunta y esperé a ver qué era lo que tenía que preguntarme, y no tardó demasiado en hacerla. Enarqué una ceja cuando me preguntó por mí, por esa misma fiesta que habíamos tenido. Cierto era que cuando me lo dijo no quise poner ninguna norma y ninguna regla, era la primera vez que iba a ir a un sitio como ese y preferí experimentar libremente lo que era, cómo se sucedían ese tipo de fiestas en el palacio. Había disfrutado y eso era algo que no podía negar porque había sido más que obvio, allí no habían restricciones, todo era muy liberal y no importaba que fueras una cazadora o un vampiro, tan sólo se miraba por el placer y cierto era que había descubierto un placer oculto que me había gustado, hice cosas que jamás había hecho y quizás si me dijeran de repetir incluso lo haría sin pensarlo.
Tampoco sabía qué iba a encontrarme así que poner unas reglas y unas normas sin saber cómo sería la fiesta era algo absurdo, ahora ya lo había experimentado de primera mano y sabía lo que eran esas fiestas, si me dijeran que pusiera normas sabía a lo que atenerme y las pondría en consecuencia. Quizás si pusiera alguna que otra norma, no todo me gustaba y aunque no había experimentado ciertas cosas había algunas que no me hacían falta experimentar para negarme a ellas sin pensarlo demasiado. Ahora, en cuanto a su pregunta, si me importaba cuántas se tirara... ¿me importaba? La única vez que yo había conocido y que me habían hecho llegar noticias había sido con la prostituta, y en su momento no me gustó porque a mí me dejaba en una mala imagen y reputación y era lo que más me había enfadado, además de que mi familia hubiera estado en boca de todos pero, realmente, ¿había pensado en más allá de todo eso? Sí, claro que sí. Pero mi enfado aquella vez lo enfoqué de esa manera porque no quería reconocer ni mucho menos admitir que no me había gustado, en la fiesta quizás me importó algo menos porque sabía a lo que iba y lo que pasaría, presuponía que obtendríamos y daríamos placer a otras personas, pero en el fondo no me gustaba. Lo que era mío, era mío.
-¿Prefieres que te diga que sí, o que te diga que no? –Dije mientras llenaba de nuevo el chupito dejando la botella en la mesa, jugando con la rodaja de limón para luego mirarle- no puse ninguna regla porque realmente no quería poner ninguna regla en esa noche, decidimos jugar sin ellas y eso fue exactamente lo que hicimos. Quería conocer ese mundo con libertad, no con ciertas cadenas –comenté cogiendo ahora el bote de la sal abriendo su camisa que llevaba puesta dejando parte de su pecho al descubierto- pero respondiendo a tú pregunta sí, si me importa y no me da igual. Lo que es mío es mío, no soy muy dada a compartir lo que es de mi propiedad. ¿Un par de dagas? No me importa, ¿algún vestido? Ese tipo de cosas me da igual, pero tú no –lamí la piel de su pecho de una pasada lenta justo en el centro de este hasta subir a su garganta dejando un pequeño mordisco- si te privara del sexo lo podría entender, pero creo que te tengo bastante saciado en ese asunto –y además me encontraba con que me gustaba dominarlo en ese juego que nos llevábamos, su resistencia lo hacía todo más divertido y las sesiones eran agotadoras, pero plenas y satisfactorias. Puse la sal en la zona húmeda que había lamido y la quité para luego beber del chupito, morder el limón y de nuevo buscar sus labios, era como algo más que añadir cuando tomábamos un chupito. Mi garganta ardía notando como bajaba el alcohol y pronto, muy pronto, comenzaría a notar los efectos si es que no los estaba notando ya teniendo el cuerpo caliente por los... ni siquiera sabía cuántos chupitos llevaba- me dijiste una vez que no dormiríamos juntos y siempre lo has evitado, ¿por qué?, ahora parece como si te diera igual tus razones.
Lo miré cuando dijo y me confirmó que sí que estuvo pensando en mi maestro cuando le dije aquellas palabras, la verdad es que era el más obvio para pensar de todos puesto que de las personas que conocía, y no eran muchas precisamente, con él era con quien más relación tenía. Pero después de haber visto que me había negado a besarle y que lo había apartado de mi lado no entendía por qué aun así seguía pensando en Matthew, sabía que no le había gustado desde la noche en la que nos conocimos en aquella fiesta, él se pensaba que mi amor platónico todavía estaba patente cuando se había quedado en admiración, así que era lógico que pensara que mis pensamientos iban hacia él, pero la verdad es que no había ido hacia nadie, hacia ninguna persona. Ante su respuesta lamió de forma lasciva la sal que puso en mi escote y sin apartar sus ojos de los míos bebió del chupito que estaba entre mis pechos para tomar el limón y luego besarme, sus labios ardían por el alcohol en diferencia a cuando siempre los tenía algo más fríos de lo normal. Estaba esperando por la respuesta a mi pregunta, la otra en verdad no lo había sido aunque me la hubiera respondido, así que esperé a que se decidiera a responder.
Con un claro y tajante sí reconoció que se había puesto celoso, así que le insté con la mirada como esperando el por qué que le había pedido al hacerle la pregunta. Ya intuí que se había puesto celoso pero ahora lo acababa de confirmar y me mordí el labio, ya sabía que se puso celoso en ese momento. Me mordí el labio antes de que dijera que era suya dejando un claro domino sobre mí, como si me reclamara, y la verdad es que en cierta forma me gustó que lo dijera, fue más bien el tono que empleó para ello, la manera en que había fruncido el ceño cuando lo dijo... me gustaron sus celos y más me gustó que me lo reconociera aunque no diera demasiadas explicaciones para ello. No soportaba que otro tocara lo que era suyo y era lo que había tenido que ver en la fiesta que él mismo me había propuesto ir, una sonrisa ladeada asomó en mis labios por sus palabras dándome la razón en aquella vez, chocó su chupito con el mío y le acompañé en aquel trago, ahora era el turno de su pregunta y esperé a ver qué era lo que tenía que preguntarme, y no tardó demasiado en hacerla. Enarqué una ceja cuando me preguntó por mí, por esa misma fiesta que habíamos tenido. Cierto era que cuando me lo dijo no quise poner ninguna norma y ninguna regla, era la primera vez que iba a ir a un sitio como ese y preferí experimentar libremente lo que era, cómo se sucedían ese tipo de fiestas en el palacio. Había disfrutado y eso era algo que no podía negar porque había sido más que obvio, allí no habían restricciones, todo era muy liberal y no importaba que fueras una cazadora o un vampiro, tan sólo se miraba por el placer y cierto era que había descubierto un placer oculto que me había gustado, hice cosas que jamás había hecho y quizás si me dijeran de repetir incluso lo haría sin pensarlo.
Tampoco sabía qué iba a encontrarme así que poner unas reglas y unas normas sin saber cómo sería la fiesta era algo absurdo, ahora ya lo había experimentado de primera mano y sabía lo que eran esas fiestas, si me dijeran que pusiera normas sabía a lo que atenerme y las pondría en consecuencia. Quizás si pusiera alguna que otra norma, no todo me gustaba y aunque no había experimentado ciertas cosas había algunas que no me hacían falta experimentar para negarme a ellas sin pensarlo demasiado. Ahora, en cuanto a su pregunta, si me importaba cuántas se tirara... ¿me importaba? La única vez que yo había conocido y que me habían hecho llegar noticias había sido con la prostituta, y en su momento no me gustó porque a mí me dejaba en una mala imagen y reputación y era lo que más me había enfadado, además de que mi familia hubiera estado en boca de todos pero, realmente, ¿había pensado en más allá de todo eso? Sí, claro que sí. Pero mi enfado aquella vez lo enfoqué de esa manera porque no quería reconocer ni mucho menos admitir que no me había gustado, en la fiesta quizás me importó algo menos porque sabía a lo que iba y lo que pasaría, presuponía que obtendríamos y daríamos placer a otras personas, pero en el fondo no me gustaba. Lo que era mío, era mío.
-¿Prefieres que te diga que sí, o que te diga que no? –Dije mientras llenaba de nuevo el chupito dejando la botella en la mesa, jugando con la rodaja de limón para luego mirarle- no puse ninguna regla porque realmente no quería poner ninguna regla en esa noche, decidimos jugar sin ellas y eso fue exactamente lo que hicimos. Quería conocer ese mundo con libertad, no con ciertas cadenas –comenté cogiendo ahora el bote de la sal abriendo su camisa que llevaba puesta dejando parte de su pecho al descubierto- pero respondiendo a tú pregunta sí, si me importa y no me da igual. Lo que es mío es mío, no soy muy dada a compartir lo que es de mi propiedad. ¿Un par de dagas? No me importa, ¿algún vestido? Ese tipo de cosas me da igual, pero tú no –lamí la piel de su pecho de una pasada lenta justo en el centro de este hasta subir a su garganta dejando un pequeño mordisco- si te privara del sexo lo podría entender, pero creo que te tengo bastante saciado en ese asunto –y además me encontraba con que me gustaba dominarlo en ese juego que nos llevábamos, su resistencia lo hacía todo más divertido y las sesiones eran agotadoras, pero plenas y satisfactorias. Puse la sal en la zona húmeda que había lamido y la quité para luego beber del chupito, morder el limón y de nuevo buscar sus labios, era como algo más que añadir cuando tomábamos un chupito. Mi garganta ardía notando como bajaba el alcohol y pronto, muy pronto, comenzaría a notar los efectos si es que no los estaba notando ya teniendo el cuerpo caliente por los... ni siquiera sabía cuántos chupitos llevaba- me dijiste una vez que no dormiríamos juntos y siempre lo has evitado, ¿por qué?, ahora parece como si te diera igual tus razones.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Ante mi pregunta la veía dudar, como si una parte de ella se debatiera en una respuesta que del todo no tenia clara.
A ver, yo me divertía en esas fiestas, por eso la había llevado, era sexo, placer en estado puro con la clandestinidad que te otorga una mascara.
A lo largo de los tiempos este tipo de celebraciones siempre habían existido recibiendo nombres distintos, al final eran bacanales camufladas con elegancia y una mascara.
“¿Prefieres que te diga que sí, o que te diga que no? “
-La verdad estaría bien -bromeé relamiendome los labios sin dejar de mirarla.
Su respuesta no se hizo de esperar, disfrutó en la fiesta, eso es algo que yo mismo aprecié con mis ojos y en parte no me importaba que así fuera, a ver...me jodía que otro la tocara, pero eran como sentimientos encontrados, me gustaba acudir con ella a esos sitios, compartir la lascivia, peor a su vez...me molestaba que otro la tocara.
Sin embargo sabia que a ella no, pues ese mismo día había pedido a otra mujer que me la comiera...
-No te creo, no demuestras que te moleste -dije con cierto tono jocoso mientras dejaba de lamiera mi pecho para esparcir sal sobre la zona mojada.
Sonreí de medio lado mirándola fijamente como tomaba el chupito, bebía y tomaba el limón antes de besarme con ese sabor abrasador.
-no me quejo de lo que me haces en la cama, de echo me tienes saciado por completo y tampoco es que mi vida de para mas -bromeé recordandolé la marca de mi pecho.
Nuestras bocas casi pegadas seguían provocándose, el deseo era algo implícito entre nosotros.
Ahora llegaba la pregunta fuerte de la noche, hasta este instante nada habíamos sacado en claro, porque la verdad es que de esta ultima pregunta yo era el único que fue sincero.
“Me dijiste una vez que no dormiríamos juntos y siempre lo has evitado, ¿por qué?, ahora parece como si te diera igual tus razones. “
-Porque me extingo, para mi todo aquello que se salga de follar implica sentir, dormir abrazados se hace porque sietes algo, esa necesidad de tener al otro a tu lado y ya te dije que entre mis planes no estaba el amor.
Di un trago del chupito vaciandolo sin sal ni limón, ya entraba bien.
-por eso duermo contigo ¿que mas da?
Ladeé la sonrisa deslizando mi dedo por sus labios despacio, bajé su inferior depositando sobre este un cálido bocado.
-Te deseo, la verdad es que me gusta nuestra relación, no quiero que se estropeé y los sentimientos siempre acaban mal ¿lo entiendes? -creo que esa era mi mayor verdad
Tiré de su cintura moviendola sobre mi suavemente, el alcohol iba calentándonos y nuestros cuerpos se buscaban, mi nariz acarició la ajena y la bese con hambre, con necesidad.
-¿no te gusta nuestra relación como esta? -pregunté lamiendo sus labios
A ver, yo me divertía en esas fiestas, por eso la había llevado, era sexo, placer en estado puro con la clandestinidad que te otorga una mascara.
A lo largo de los tiempos este tipo de celebraciones siempre habían existido recibiendo nombres distintos, al final eran bacanales camufladas con elegancia y una mascara.
“¿Prefieres que te diga que sí, o que te diga que no? “
-La verdad estaría bien -bromeé relamiendome los labios sin dejar de mirarla.
Su respuesta no se hizo de esperar, disfrutó en la fiesta, eso es algo que yo mismo aprecié con mis ojos y en parte no me importaba que así fuera, a ver...me jodía que otro la tocara, pero eran como sentimientos encontrados, me gustaba acudir con ella a esos sitios, compartir la lascivia, peor a su vez...me molestaba que otro la tocara.
Sin embargo sabia que a ella no, pues ese mismo día había pedido a otra mujer que me la comiera...
-No te creo, no demuestras que te moleste -dije con cierto tono jocoso mientras dejaba de lamiera mi pecho para esparcir sal sobre la zona mojada.
Sonreí de medio lado mirándola fijamente como tomaba el chupito, bebía y tomaba el limón antes de besarme con ese sabor abrasador.
-no me quejo de lo que me haces en la cama, de echo me tienes saciado por completo y tampoco es que mi vida de para mas -bromeé recordandolé la marca de mi pecho.
Nuestras bocas casi pegadas seguían provocándose, el deseo era algo implícito entre nosotros.
Ahora llegaba la pregunta fuerte de la noche, hasta este instante nada habíamos sacado en claro, porque la verdad es que de esta ultima pregunta yo era el único que fue sincero.
“Me dijiste una vez que no dormiríamos juntos y siempre lo has evitado, ¿por qué?, ahora parece como si te diera igual tus razones. “
-Porque me extingo, para mi todo aquello que se salga de follar implica sentir, dormir abrazados se hace porque sietes algo, esa necesidad de tener al otro a tu lado y ya te dije que entre mis planes no estaba el amor.
Di un trago del chupito vaciandolo sin sal ni limón, ya entraba bien.
-por eso duermo contigo ¿que mas da?
Ladeé la sonrisa deslizando mi dedo por sus labios despacio, bajé su inferior depositando sobre este un cálido bocado.
-Te deseo, la verdad es que me gusta nuestra relación, no quiero que se estropeé y los sentimientos siempre acaban mal ¿lo entiendes? -creo que esa era mi mayor verdad
Tiré de su cintura moviendola sobre mi suavemente, el alcohol iba calentándonos y nuestros cuerpos se buscaban, mi nariz acarició la ajena y la bese con hambre, con necesidad.
-¿no te gusta nuestra relación como esta? -pregunté lamiendo sus labios
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Lo miré de forma fija cuando esperaba la respuesta a su pregunta, pero la verdad es que había sido sincera en mis palabras aunque él pudiera pensar que no había sido así. La primera vez que había sentido eso fue cuando me enteré de que se había estado viendo con una prostituta, el paseo en aquel barco fue la excusa perfecta para hacerle saber que era conocedora de esos encuentros que tenía con ella y que además en cierto modo fue la forma en que había encontrado la libertad que él me quería arrebatar, apresándome en una jaula cortando mis alas. Mis palabras en ese entonces fueron ciertas aunque también camufladas, porque sí que era verdad que si la gente se enteraba de sus aventuras con ellas la que caería en mala reputación sería yo y con ello el apellido de mi familia, porque la sociedad en la que vivíamos era demasiado exigente con las mujeres y no nos pasaban ni una, ¿qué habría pensado la gente de saber que nos habíamos comprometido pero mi futuro marido buscaba otras piernas para obtener placer? Se dirían toda clase de cosas sobre mí y, además, implicaría a mi familia y era algo que yo no pensaba permitir bajo ninguna de las maneras. Esa noche la pelea que tuve con él fue por eso, aunque escondí el motivo de que me picaba en cierta manera que se acostara con otras, pero no lo pensaba admitir en aquellos momentos y mucho menos hacérselo saber a él bajo ninguna de las maneras, y todo lo camuflé para que no pensara que sí me había molestado tal como a él le habían molestado otras cosas que tampoco me había dicho.
Fui sincera, disfruté de la fiesta y quise hacerlo sin ponerme ninguna barrera o ninguna regla porque entonces no habría conocido de tan primera mano aquel mundo que él me enseñó y que sí, me gustó, porque mentir y decir lo contrario sería de necios cuando ya le había dicho que me había gustado y que había disfrutado sobremanera. Él jugó con otra, yo jugué con otro. No hubo nada más y ambos sabíamos a lo que íbamos, pero eso no quitaba para que en cierta manera no me gustara que se tirara a otras, a otras fuera de ese juego que ambos habíamos buscado, ambos habíamos provocado. Ver de primera mano cómo le daba placer a otra por un lado fue tremendamente erótico, pero al mismo tiempo no me gustó en absoluto... escuchar los jadeos de ella, los gemidos de placer saliendo de sus labios, el choque de sus cuerpos, saber lo que le estaba haciendo porque yo misma lo había sentido... quizás aquella noche fue un tira y afloja por parte de ambos, quizás por eso me había ensañado tanto con el vampiro, pero la verdad es que después de todo a quien había ido a buscar había sido a Joe, y a nadie más. Y eso era algo que ya sabía, sí, estaba presa de aquel colocón por haber bebido tanta sangre pero todos mis instintos me habían llevado a él después de todo. Enarqué una ceja cuando me dijo que no me creía, que no demostraba que me molestara... pero fui sincera, lo fui en todo momento. ¿Qué tendría que hacer entonces para que pensara que era verdad?
-Pues créetelo porque he sido totalmente sincera en mi respuesta, se supone que debemos decir la verdad Joe, no una verdad a medias –le respondí tras haber bebido el chupito con la sal y el limón, después de habernos enfrascado en un beso ardiente y apasionado que solo nosotros nos dábamos despertando esa necesidad que ambos teníamos- dices que no me crees pero yo también podría alegar que tampoco te creo del todo con tú respuesta, ¿celoso? Debería de recordarte que mientras te hundías en mi interior en aquella cama de aquel baile, le pediste a otro que me tomara mientras tú también lo hacías –le recordé porque esa idea había nacido puramente de él y que yo no le había pedido que hiciera eso- ¿no se supone que fuimos allí para jugar? Eso fue lo que hicimos, tú jugaste y yo jugué, ¿debería de no creerme ahora cuando me dices que te pusiste celoso después de pedirle al esclavo que me follara? –Directa y sin tapujos, porque es cierto que yo también hice que jugaran con él pero más bien creía que eso entraba y formaba parte de toda aquella fiesta- ¿qué debo hacer, según tú, para que me creas y demostrarlo? –Lo miré de forma fija sentada sobre él al tiempo que él ponía otro chupito- ¿salir corriendo y huir de ti? –Fruncí un poco el ceño por mi pregunta sabiendo que, sin duda, había sido un golpe bajo para el vampiro- no huyo Joe, y no voy a empezar a hacerlo ahora. Disfruté en la fiesta y no quise poner normas o reglas porque quería saber de qué se trataba sin restricción alguna, ambos jugamos esa noche y aunque no lo dijera en su momento e hiciera ver que no pasaba nada sí que me molestó ver cómo te tirabas a la vampira, escuchar sus jadeos y sus gemidos de fondo sabiendo lo que estaría sintiendo, lo que eres capaz de provocar –mi cadera se movió sobre el vampiro para dar veracidad a mis palabras y lo miré ahora esperando su turno a que me respondiera, fruncí el ceño por sus primeras palabras aunque asintiera ante el hecho de que estaba saciado por completo- no sigas diciendo que tú vida no da para más –murmuré en tono bajo y enfadado, me enervaba y enfadaba muchísimo que dijera que su vida no daba para más o que estaba próximo a morir, odiaba ese hecho y que se rindiera tan fácilmente me ponía de los nervios, me hervía la sangre. “Porque me extingo” fueron sus primeras palabras a mi respuesta, odié que dijera que su eternidad llegaba a su fin sin luchar por aquello que podría salvarlo, tenía una oportunidad y sin embargo se había rendido como a quien le decían que le quedaban tres días de vida y solo pensaba en disfrutar de esos días: eso es lo que estaba haciendo el vampiro. Rendirse y disfrutar aun cuando incumpliera sus propias palabras. Decía que dormir abrazados implicaba sentir algo y él no había tenido entre sus planes el sentir algo en aquella “relación” que nos traíamos entre manos- sin embargo, pese a que dices que no quieres sentir más allá cada noche duerno entre tus brazos bajo tu agarre, ¿crees que se puede planificar o planear el no sentir o el no enamorarse? Son sentimientos Joe, y como tales estos vienen y van sin control alguno, dices que no quieres nada más que el sexo y sin embargo olvidas todas tus normas y las incumples aun a riesgo de que pase aquello que no quieres –vi como daba el trago a aquel chupito ya sin limón y sin sal y yo ya empezaba a sentir los efectos del alcohol en mi cuerpo, sus dedos recorrieron mis labios y dejó un mordisco en el inferior que me hizo jadear mientras seguía sentada sobre él. Su siguiente confesión hizo que lo mirara de forma fija ante la verdad de sus palabras, o al menos yo lo sentía como verdad. Que nos deseábamos era un hecho innegable, teníamos una relación un poco extraña pero que se había convertido en... no sabía cómo explicarlo, pero ya era algo que hacíamos día a día como si de verdad fuéramos pareja, a mí también me gustaba aunque no sabía del todo por qué, enarqué levemente una ceja cuando habló de los sentimientos y de que siempre acababan mal- no siempre tienen por qué hacerlo –pero él llevaba una herida de la cual seguía cicatrizando y supurando todavía y se había cerrado en banda en cuanto a sentir se trataba, lo sabía, lo había descubierto aquel día en el lago cuando vi cómo se puso por ello, tocar el tema de su anterior prometida había hecho que estallara y explotara y sabía que era uno de sus puntos débiles.
El alcohol en esos momentos se me subía a la cabeza y jadeé contra sus labios cuando movió mis caderas sobre su cuerpo sintiendo su miembro rozar mi centro, sabía muy bien lo que se hacía y nuestros cuerpos volvían a buscarse de nuevo como si nunca tuvieran suficiente del otro, como si necesitaran más y más y más. Su nariz rozó la mía y nuestras bocas se buscaron con urgencia y necesidad, con hambre como si hubiéramos estado separados bastante tiempo. A ojos ajenos aparentaríamos una pareja más que no podría controlarse aunque no fuera del todo mentira, salvo que en realidad no éramos una pareja pero sí nos costaba controlarlos cuando estábamos cerca. Su lengua lamió mis labios cuando se separó y fue entones que hizo su pregunta mientras recobraba la respiración, el calor me recorría por entera por el hecho de el alcohol que había tomado y que me embotaba un poco la cabeza, aparte de por la cercanía del vampiro y esa atracción que ejercíamos sobre el otro. Lo miré unos segundos mientras pensaba en la pregunta que me había hecho, la verdad es que como a él también me gustaba lo que teníamos pero es que no sabíamos realmente qué era lo que teníamos, ¿cómo llamábamos a aquello? A lo que de verdad teníamos, no a la farsa que el resto se creía y que teníamos montado. Cerré los ojos ante el leve mareo que comencé a sentir producto únicamente de los chupitos de tequila que llevaba en el cuerpo, que no recordaba cuántos eran, y clavé mis ojos en los suyos.
-¿Si me gusta nuestra relación? Pensaba que no teníamos ninguna –lo miré de forma fija porque lo estaba haciendo, únicamente, para pillarlo a ver si me decía algo más- supongo que te referirás a la “relación” que tenemos fuera de toda esa farsa que hemos creado a nuestro alrededor ¿es eso? –Cogí el chupito que él ya había preparado y lo bebí de un golpe, el calor bajaba abrasando mi garganta pero ya lo notaba menos que las primeras veces- a lo que tenemos ahora, al hecho de que estamos aquí, que sabemos lo que hay, a que dormimos en la misma cama... –hice una leve pausa- si te refieres a esa relación y no a la otra farsa te diré que al igual que tú me gusta, sobre todo me gusta ejercer una dominación sobre un vampiro como tú –dije enredando mis dedos en su pelo y llevando su cabeza hacia atrás de un movimiento seco dejando su cuello al descubierto donde mis labios y mis dientes dejaron un camino- pero no me gusta la actitud derrotista que estás teniendo y eso me enerva y me enfada, porque te has rendido y no concibo que lo hagas después de todo. Te vendiste como un demonio cuando nos conocimos y quiero a ese demonio de vuelta, así que olvídate de esa actitud porque no me gusta para nada –mordí su labio inferior y moví mi cadera en un círculo sobre él, ahora me tocaba de nuevo preguntar a mí y lo miré de forma fija ladeando un poco mi rostro- sé por qué llevas todas esas máscaras, esos escudos y demás que te pones aunque sea inútil porque puedo ver a través de todo. Me pregunto qué pasará con todas esas normas que te estás saltando por alto si luego, como yo creo, tú eternidad no acaba aquí –eso sería algo interesante de ver, pero mi pregunta iba hacia otro tipo y ya era casi el alcohol el que me había soltado la lengua sin pensar- también sé que tienes una herida abierta que te está supurando por lo que pasó, te hicieron daño y en vez de cerrar la herida y seguir adelante decidiste dejarla abierta y hundirte lentamente para recordarlo... lo que no entiendo es por qué lo haces, por qué la dejas abierta y te cierras tanto en banda cuando tienes muchísimo tiempo para que todo sane, como toda herida –lo miré de forma fija- ¿qué sientes por tu anterior prometida, sigues enamorado de ella y por eso te niegas a sentir y a cerrar la herida de nuevo? ¿Soy como... un parche para tus dolores? –En el fondo siempre lo había pensado desde que llegué a ese punto, a esa verdad que escondía. Pero lo que yo debería de preguntarme realmente era por qué me molestaba tanto ese hecho, esa certeza que tenía tras mi pregunta.
Fui sincera, disfruté de la fiesta y quise hacerlo sin ponerme ninguna barrera o ninguna regla porque entonces no habría conocido de tan primera mano aquel mundo que él me enseñó y que sí, me gustó, porque mentir y decir lo contrario sería de necios cuando ya le había dicho que me había gustado y que había disfrutado sobremanera. Él jugó con otra, yo jugué con otro. No hubo nada más y ambos sabíamos a lo que íbamos, pero eso no quitaba para que en cierta manera no me gustara que se tirara a otras, a otras fuera de ese juego que ambos habíamos buscado, ambos habíamos provocado. Ver de primera mano cómo le daba placer a otra por un lado fue tremendamente erótico, pero al mismo tiempo no me gustó en absoluto... escuchar los jadeos de ella, los gemidos de placer saliendo de sus labios, el choque de sus cuerpos, saber lo que le estaba haciendo porque yo misma lo había sentido... quizás aquella noche fue un tira y afloja por parte de ambos, quizás por eso me había ensañado tanto con el vampiro, pero la verdad es que después de todo a quien había ido a buscar había sido a Joe, y a nadie más. Y eso era algo que ya sabía, sí, estaba presa de aquel colocón por haber bebido tanta sangre pero todos mis instintos me habían llevado a él después de todo. Enarqué una ceja cuando me dijo que no me creía, que no demostraba que me molestara... pero fui sincera, lo fui en todo momento. ¿Qué tendría que hacer entonces para que pensara que era verdad?
-Pues créetelo porque he sido totalmente sincera en mi respuesta, se supone que debemos decir la verdad Joe, no una verdad a medias –le respondí tras haber bebido el chupito con la sal y el limón, después de habernos enfrascado en un beso ardiente y apasionado que solo nosotros nos dábamos despertando esa necesidad que ambos teníamos- dices que no me crees pero yo también podría alegar que tampoco te creo del todo con tú respuesta, ¿celoso? Debería de recordarte que mientras te hundías en mi interior en aquella cama de aquel baile, le pediste a otro que me tomara mientras tú también lo hacías –le recordé porque esa idea había nacido puramente de él y que yo no le había pedido que hiciera eso- ¿no se supone que fuimos allí para jugar? Eso fue lo que hicimos, tú jugaste y yo jugué, ¿debería de no creerme ahora cuando me dices que te pusiste celoso después de pedirle al esclavo que me follara? –Directa y sin tapujos, porque es cierto que yo también hice que jugaran con él pero más bien creía que eso entraba y formaba parte de toda aquella fiesta- ¿qué debo hacer, según tú, para que me creas y demostrarlo? –Lo miré de forma fija sentada sobre él al tiempo que él ponía otro chupito- ¿salir corriendo y huir de ti? –Fruncí un poco el ceño por mi pregunta sabiendo que, sin duda, había sido un golpe bajo para el vampiro- no huyo Joe, y no voy a empezar a hacerlo ahora. Disfruté en la fiesta y no quise poner normas o reglas porque quería saber de qué se trataba sin restricción alguna, ambos jugamos esa noche y aunque no lo dijera en su momento e hiciera ver que no pasaba nada sí que me molestó ver cómo te tirabas a la vampira, escuchar sus jadeos y sus gemidos de fondo sabiendo lo que estaría sintiendo, lo que eres capaz de provocar –mi cadera se movió sobre el vampiro para dar veracidad a mis palabras y lo miré ahora esperando su turno a que me respondiera, fruncí el ceño por sus primeras palabras aunque asintiera ante el hecho de que estaba saciado por completo- no sigas diciendo que tú vida no da para más –murmuré en tono bajo y enfadado, me enervaba y enfadaba muchísimo que dijera que su vida no daba para más o que estaba próximo a morir, odiaba ese hecho y que se rindiera tan fácilmente me ponía de los nervios, me hervía la sangre. “Porque me extingo” fueron sus primeras palabras a mi respuesta, odié que dijera que su eternidad llegaba a su fin sin luchar por aquello que podría salvarlo, tenía una oportunidad y sin embargo se había rendido como a quien le decían que le quedaban tres días de vida y solo pensaba en disfrutar de esos días: eso es lo que estaba haciendo el vampiro. Rendirse y disfrutar aun cuando incumpliera sus propias palabras. Decía que dormir abrazados implicaba sentir algo y él no había tenido entre sus planes el sentir algo en aquella “relación” que nos traíamos entre manos- sin embargo, pese a que dices que no quieres sentir más allá cada noche duerno entre tus brazos bajo tu agarre, ¿crees que se puede planificar o planear el no sentir o el no enamorarse? Son sentimientos Joe, y como tales estos vienen y van sin control alguno, dices que no quieres nada más que el sexo y sin embargo olvidas todas tus normas y las incumples aun a riesgo de que pase aquello que no quieres –vi como daba el trago a aquel chupito ya sin limón y sin sal y yo ya empezaba a sentir los efectos del alcohol en mi cuerpo, sus dedos recorrieron mis labios y dejó un mordisco en el inferior que me hizo jadear mientras seguía sentada sobre él. Su siguiente confesión hizo que lo mirara de forma fija ante la verdad de sus palabras, o al menos yo lo sentía como verdad. Que nos deseábamos era un hecho innegable, teníamos una relación un poco extraña pero que se había convertido en... no sabía cómo explicarlo, pero ya era algo que hacíamos día a día como si de verdad fuéramos pareja, a mí también me gustaba aunque no sabía del todo por qué, enarqué levemente una ceja cuando habló de los sentimientos y de que siempre acababan mal- no siempre tienen por qué hacerlo –pero él llevaba una herida de la cual seguía cicatrizando y supurando todavía y se había cerrado en banda en cuanto a sentir se trataba, lo sabía, lo había descubierto aquel día en el lago cuando vi cómo se puso por ello, tocar el tema de su anterior prometida había hecho que estallara y explotara y sabía que era uno de sus puntos débiles.
El alcohol en esos momentos se me subía a la cabeza y jadeé contra sus labios cuando movió mis caderas sobre su cuerpo sintiendo su miembro rozar mi centro, sabía muy bien lo que se hacía y nuestros cuerpos volvían a buscarse de nuevo como si nunca tuvieran suficiente del otro, como si necesitaran más y más y más. Su nariz rozó la mía y nuestras bocas se buscaron con urgencia y necesidad, con hambre como si hubiéramos estado separados bastante tiempo. A ojos ajenos aparentaríamos una pareja más que no podría controlarse aunque no fuera del todo mentira, salvo que en realidad no éramos una pareja pero sí nos costaba controlarlos cuando estábamos cerca. Su lengua lamió mis labios cuando se separó y fue entones que hizo su pregunta mientras recobraba la respiración, el calor me recorría por entera por el hecho de el alcohol que había tomado y que me embotaba un poco la cabeza, aparte de por la cercanía del vampiro y esa atracción que ejercíamos sobre el otro. Lo miré unos segundos mientras pensaba en la pregunta que me había hecho, la verdad es que como a él también me gustaba lo que teníamos pero es que no sabíamos realmente qué era lo que teníamos, ¿cómo llamábamos a aquello? A lo que de verdad teníamos, no a la farsa que el resto se creía y que teníamos montado. Cerré los ojos ante el leve mareo que comencé a sentir producto únicamente de los chupitos de tequila que llevaba en el cuerpo, que no recordaba cuántos eran, y clavé mis ojos en los suyos.
-¿Si me gusta nuestra relación? Pensaba que no teníamos ninguna –lo miré de forma fija porque lo estaba haciendo, únicamente, para pillarlo a ver si me decía algo más- supongo que te referirás a la “relación” que tenemos fuera de toda esa farsa que hemos creado a nuestro alrededor ¿es eso? –Cogí el chupito que él ya había preparado y lo bebí de un golpe, el calor bajaba abrasando mi garganta pero ya lo notaba menos que las primeras veces- a lo que tenemos ahora, al hecho de que estamos aquí, que sabemos lo que hay, a que dormimos en la misma cama... –hice una leve pausa- si te refieres a esa relación y no a la otra farsa te diré que al igual que tú me gusta, sobre todo me gusta ejercer una dominación sobre un vampiro como tú –dije enredando mis dedos en su pelo y llevando su cabeza hacia atrás de un movimiento seco dejando su cuello al descubierto donde mis labios y mis dientes dejaron un camino- pero no me gusta la actitud derrotista que estás teniendo y eso me enerva y me enfada, porque te has rendido y no concibo que lo hagas después de todo. Te vendiste como un demonio cuando nos conocimos y quiero a ese demonio de vuelta, así que olvídate de esa actitud porque no me gusta para nada –mordí su labio inferior y moví mi cadera en un círculo sobre él, ahora me tocaba de nuevo preguntar a mí y lo miré de forma fija ladeando un poco mi rostro- sé por qué llevas todas esas máscaras, esos escudos y demás que te pones aunque sea inútil porque puedo ver a través de todo. Me pregunto qué pasará con todas esas normas que te estás saltando por alto si luego, como yo creo, tú eternidad no acaba aquí –eso sería algo interesante de ver, pero mi pregunta iba hacia otro tipo y ya era casi el alcohol el que me había soltado la lengua sin pensar- también sé que tienes una herida abierta que te está supurando por lo que pasó, te hicieron daño y en vez de cerrar la herida y seguir adelante decidiste dejarla abierta y hundirte lentamente para recordarlo... lo que no entiendo es por qué lo haces, por qué la dejas abierta y te cierras tanto en banda cuando tienes muchísimo tiempo para que todo sane, como toda herida –lo miré de forma fija- ¿qué sientes por tu anterior prometida, sigues enamorado de ella y por eso te niegas a sentir y a cerrar la herida de nuevo? ¿Soy como... un parche para tus dolores? –En el fondo siempre lo había pensado desde que llegué a ese punto, a esa verdad que escondía. Pero lo que yo debería de preguntarme realmente era por qué me molestaba tanto ese hecho, esa certeza que tenía tras mi pregunta.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
El deseo era un pacto tácito no reflejado en ningún lado mas allá de en nuestros cuerpos, nos buscábamos, la pesada respiración de uno y otro bañada en alcohol acariciaba nuestros labios y las palabras susurradas entre gemidos daban fe de la humedad que sentía con la fricción de nuestros sexos.
Gruñí mordiendo sus labios cuando dijo que no teníamos ninguna relación, moví su pelvis pegándola mas a mi, en ese momento no me quedaba un ápice de razón, íbamos borrachos y nuestros cuerpos se movían por libre buscándose desesperados.
-Si tenemos una relación -apunté sonriendo contra su boca -una complicada -me reí de nuevo deslizando mi lengua hambrienta por sus labios -y en breve vamos a casarnos, tenemos una relación, eres mi mujer -apunté con seguridad enredando las palabras antes de volver a vaciar un chupito de tequila entre mis labios.
Mis manos asieron sus caderas con fuerza, moviendola sobre mi con cierta violencia, el roce de nuestros cuerpos aun con la ropa puesta me daba placer.
-Subamos a follar -le pedí mientras ella sonreía sin mas.
Me encogí de hombros cuando me hablo de lo que era la relación fuera de la farsa, yo ya no distinguía bien la farsa de la realidad, esa era la verdad, claro que tampoco es que fuera a decírselo ahora.
Me llevaba bien con sus padres, me gustaba dormir abrazado a ella y me gustaba tenerla sobre mi en este instante moviéndose sobre mi entrepierna.
Tiró de mi pelo recordándome al dejar mi cuello expuesto que le placía mucho dominarme, jadeé ante su rudo acto.
Los dos sabíamos que solo lo hacia porque yo se lo permitía y ahí radicaba mi excitación, había dominado toda mi vida, a Celine incluso y ahora había encontrado cierto placer en dejarme hacer.
Su siguiente pregunta no se hizo de esperar, Celine, de eso que yo no quería hablar.
-Al principio no es que fueras el parche, eras mas bien la solución ...me eche a reír ante su cara de perplejidad.
-Me odiabas, veía en tus ojos como te repugnaba, obligarte a pasar tiempo conmigo me excitaba, me excitaba ese odio profundo que me profesabas.
Eras la solución a no volver a sentir nunca mas por nadie, puede que cuando me prometí a ti aun la quisiera en cierta manera, pero ahora, no, no siento nada por ella, si eso es lo que te preocupa -susurré atrayendola de la nuca para besadla despacio, sintiendo nuestras lenguas bailar pegadas, enredadas como la hiedra, sonriendo con cada bocado que nos regalábamos.
-No siento nada por ella -repetí sin completar la frase que bien diría que lo hacia por esa mujer a la que iba a convertir en mi esposa.
Mi final con Celine no fue idílico, yo era incapaz de tener una relación normal, era una bestia y al final creo que ella necesitaba otra cosa, supongo que aunque la saqué de su jaula de oro, ella sola regresó a ella pues le resultaba mas cómoda que las mazmorras de mi cuerpo.
Dan sin embargo ardía de placer en las mazmorras, los dos estábamos hechos de un material muy parecido, aun así, desconfiaba, ella había dicho que soñaba con el amor y yo no sabia querer de una manera normal...solo a mi modo.
-Vamos a casarnos, no aguanto mas sin follarte -le pedí deslizando mi boca por su mandíbula -una ultima pregunta -¿te preocupa que mi ex prometida vuelva? ¿crees que me iría con ella?
Gruñí mordiendo sus labios cuando dijo que no teníamos ninguna relación, moví su pelvis pegándola mas a mi, en ese momento no me quedaba un ápice de razón, íbamos borrachos y nuestros cuerpos se movían por libre buscándose desesperados.
-Si tenemos una relación -apunté sonriendo contra su boca -una complicada -me reí de nuevo deslizando mi lengua hambrienta por sus labios -y en breve vamos a casarnos, tenemos una relación, eres mi mujer -apunté con seguridad enredando las palabras antes de volver a vaciar un chupito de tequila entre mis labios.
Mis manos asieron sus caderas con fuerza, moviendola sobre mi con cierta violencia, el roce de nuestros cuerpos aun con la ropa puesta me daba placer.
-Subamos a follar -le pedí mientras ella sonreía sin mas.
Me encogí de hombros cuando me hablo de lo que era la relación fuera de la farsa, yo ya no distinguía bien la farsa de la realidad, esa era la verdad, claro que tampoco es que fuera a decírselo ahora.
Me llevaba bien con sus padres, me gustaba dormir abrazado a ella y me gustaba tenerla sobre mi en este instante moviéndose sobre mi entrepierna.
Tiró de mi pelo recordándome al dejar mi cuello expuesto que le placía mucho dominarme, jadeé ante su rudo acto.
Los dos sabíamos que solo lo hacia porque yo se lo permitía y ahí radicaba mi excitación, había dominado toda mi vida, a Celine incluso y ahora había encontrado cierto placer en dejarme hacer.
Su siguiente pregunta no se hizo de esperar, Celine, de eso que yo no quería hablar.
-Al principio no es que fueras el parche, eras mas bien la solución ...me eche a reír ante su cara de perplejidad.
-Me odiabas, veía en tus ojos como te repugnaba, obligarte a pasar tiempo conmigo me excitaba, me excitaba ese odio profundo que me profesabas.
Eras la solución a no volver a sentir nunca mas por nadie, puede que cuando me prometí a ti aun la quisiera en cierta manera, pero ahora, no, no siento nada por ella, si eso es lo que te preocupa -susurré atrayendola de la nuca para besadla despacio, sintiendo nuestras lenguas bailar pegadas, enredadas como la hiedra, sonriendo con cada bocado que nos regalábamos.
-No siento nada por ella -repetí sin completar la frase que bien diría que lo hacia por esa mujer a la que iba a convertir en mi esposa.
Mi final con Celine no fue idílico, yo era incapaz de tener una relación normal, era una bestia y al final creo que ella necesitaba otra cosa, supongo que aunque la saqué de su jaula de oro, ella sola regresó a ella pues le resultaba mas cómoda que las mazmorras de mi cuerpo.
Dan sin embargo ardía de placer en las mazmorras, los dos estábamos hechos de un material muy parecido, aun así, desconfiaba, ella había dicho que soñaba con el amor y yo no sabia querer de una manera normal...solo a mi modo.
-Vamos a casarnos, no aguanto mas sin follarte -le pedí deslizando mi boca por su mandíbula -una ultima pregunta -¿te preocupa que mi ex prometida vuelva? ¿crees que me iría con ella?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Ya podía notar los chupitos de tequila haciendo estragos en mi cuerpo, caliente por completo notando lo excitado que él también estaba de forma que en cada roce y en cada movimiento notaba su miembro contra mi sexo, nuestras respiraciones se tornaban pesadas conforme pasaban los minutos y nuestros besos incrementaban la intensidad al mismo tiempo que nuestros cuerpos ardían por la atracción que teníamos y por los chupitos. Había perdido la cuenta pero estos ya entraban solos sin necesidad de limón y de sal, ya no hacía falta para poder tomarlos, sentía la cabeza embotada y el cuerpo ardiendo de pura necesidad, mi sexo húmedo pidiendo porque nos rozáramos piel con piel y las mejillas ardiendo y seguramente coloradas por el tequila. El juego estaba llegando a su fin porque tampoco quería pasarme demasiado, solamente había querido coger el puntillo y ya lo tenía, más bien me había pasado un poco del puntillo y mi cuerpo me pedía por completo desnudar al vampiro y moverme sobre él aplacando la necesidad que sentía en esos momentos de notarlo en mi interior dándome placer. En ese sentido sí que era un maldito demonio pero no podía quejarme por la forma en la que me dejaba temblando, literalmente, de placer cada vez que nos acostábamos, me llevaba al límite y me gustaba que lo hiciera, con él todo era más intenso, más sentido, mucho más placentero de lo que jamás hubiera podido imaginar.
Sus manos no dejaban de mover mis caderas sobre su miembro y yo jadeaba con cada pasada que me daba dejando mi aliento caliente y pesado contra sus labios, nos buscábamos y era demasiado fácil encontrarnos en ese juego que llevábamos aquella noche. Sonreí de lado cuando me pidió que subiéramos pero todavía no era el momento, dos chupitos más y sería mi límite, podría casarme con ese demonio y dejar que me tomara en la cama de forma salvaje y ruda, admitía que me gustaba demasiado jugar con él y dominarlo, oh sí, dominarlo me producía un placer exagerado como para dejar de hacerlo. Gruñó en mitad de un gemido cuando tiré su pelo hacia atrás y me moví contra él totalmente a posta, calentando un juego que llevaba ya caliente desde hacía un rato, mis dientes marcaron un camino por su cuello dejándole alguna que otra marca solo para notar que esta se iba enseguida por su rápida curación y que apenas le duraba en la piel, le dejé pensar en la respuesta de mi pregunta porque quería la verdad, aunque sabía o creía saber la respuesta de mi pregunta, ¿no era por eso mismo que la había hecho? En ese estado en el que no pude controlar mi lengua, en ese estado en el que el deseo me embargaba y solamente podía pensar en una cosa: aplacarlo. Mordí su labio inferior con fuerza justo antes de que comenzara a responderme.
Me separé un poco para mirarlo y enarqué una ceja sin entender, muy bien, a qué se refería con que más bien era su “solución”... no entendía nada así que dejé que se explicara mientras volvía a llenar otro chupito y me lo tomaba de una, quizás así la respuesta entrara mejor y la soportaría mejor. “Me odiabas, veía en tus ojos como te repugnaba, obligarte a pasar tiempo conmigo me excitaba, me excitaba ese odio profundo que me profesabas” Cierto, desde el primer momento en que lo vi en aquella fiesta lo odié, algo en él en cuanto nos miramos hizo que todo mi ser lo odiara... claro que cuando me enteré de que era un vampiro supe exactamente la razón a por qué lo odiaba tanto, porque era lo que yo debía de cazar y de matar, debía de darle muerte y además porque el muy canalla me escogió como su prometida cuando era la única de aquella fiesta que no lo quería para nada. Pero la pregunta era, ¿ese odio había quedado en el olvido como él decía, o es que simplemente se había visto mermado un poco por el deseo? No dejábamos de ser vampiro y cazadora, pero la realidad es que Joe y Dan se atraían demasiado como para poder dejarlo pasar por alto y, más bien, eso podía más con el odio que sentíamos el uno por el otro, las pullas seguían, el tira y afloja también y a veces volvíamos a estar como en los primeros días... eran como fases que recorríamos en diferentes etapas y días.
-Aún te sigo odiando, vampiro –dije mordiendo su labio inferior y mirándolo- salvo que ahora se ha visto mermado por el deseo y la excitación que sentimos –maldito tequila, ya me estaba soltando la lengua demasiado. Continuó diciendo que quizás cuando empezó todo si pudiera sentir algo por ella, que yo era la solución perfecta para no volver a sentir de nuevo- así que lo admites –dije cortándole pero me callé dejando que terminara de hablar. Finalizó con que no sentía nada por ella, que en esos momentos no lo hacía y yo me vi ante la duda de si lo creía o no lo creía. Dejé de pensar cuando me acercó de la nuca y nos fundimos en un nuevo beso, jadeé contra su boca y aferré su pelo respondiendo a su beso, enredando nuestras lenguas, mordiéndonos constantemente y moviendo mis caderas de forma lenta sobre las suyas, encendida por completo. Volvió a asegurarme que no sentía nada por ella y volvimos a besarnos, encendidos, calientes y necesitados de tomarnos después de todo aquel juego, cuando dijo que fuéramos a casarnos porque no aguantaba más con sus labios descendiendo por mi cuello gemí cerrando los ojos- sí... vámonos –yo tampoco podía más, no en esos momentos. Iba a levantarme cuando me paró y me hizo aquella última pregunta, antes de responder tomé el chupito y me lo bebí de un trago aun sin pensar que lo que me había dicho fuera verdad, lo miré antes de responder con mis manos ya coladas bajo su camisa notando su piel fría en contraste con la mía que ardía como si tuviera una fiebre enorme. Me mordí el labio antes de contestar, él quería la verdad y a esas alturas la iba a tener aunque no había mentido en ningún momento de la noche- Sí, y sí –dije resumiendo pero parecía que en su mirada me pedía una explicación a mis palabras, ¿qué explicación podía darle? Se negaba a sentir, se negaba a cerrar una herida que le seguía supurando y aunque hubiera dicho que no sentía nada por ello donde hubo fuego siempre habrá cenizas. Se cerraba en banda a sentir por alguien más y, aunque me creía que era por el dolor de su pérdida y por lo mal que lo pasó tal y como una vez me dijo, ¿eso no me hacía pensar que si ella volvía él regresaría?- Seamos sinceros Joe, te enamoraste de ella hasta tal punto en el que os ibais a casar, no por conveniencia, no por aparentar... sino porque de verdad la querías. Entiendo que seas algo reservado después de lo que pasó, de que te dejara y tú te quedaras sufriendo por su pérdida... pero ¿me preguntas si me preocupa que vuelva? En parte sí, y en parte no... no me digas que me ponga a explicarlo ahora mismo porque ni yo misma lo entiendo, solo sé que... no sé, por una parte sé que todo esto es una farsa pero por otro lado tengo confianza y seguridad en mi misma Joe, sé que lo que provoco en ti no es una farsa, sé cómo te hago sentir, cuando jadeas, cuando gruñes, cuando gimes... tu cuerpo reacciona al mío y sé que no es mentira, que en parte te gusta que te domine porque encuentras placer en ello y sobre eso no tengo duda alguna y por esa parte no me preocupa que vuelva, ahora, ¿si pienso que te irías con ella? Creo que esto contesta a la otra parte de la otra pregunta y a esta, la diferencia entre ambas es que por ellas sientes de verdad, mientras que todo esto, aunque el deseo sea algo que nos nuble y nos condene, esto es una farsa. Donde hubo fuego cenizas quedan, Joe, es todo lo que tengo que decir al respecto... pero sé que eres hombre de palabra y que las cumples, como tú dices “dueño de mis palabras y esclavo de mis silencios” –mordí su labio inferior con los ojos cerrados, no quería pensar en su ex prometida, ni en si se podría ir o no si ella regresara... joder, no quería pensar en nada en esos momentos que no fuéramos él y yo, todo lo demás carecía de importancia- no puedes preguntarme ahora esas cosas cuando en lo único que pienso es en que me lleves arriba, me desnudes y me hagas tuya de esa forma que tienes y como el demonio que eres, así que vamos a casarnos de una maldita vez porque no aguanto mucho más –dije besando de forma algo salvaje sus labios, dejando un mordisco en ellos y levantándome de golpe aunque fue una mala idea, me tuvo que coger el vampiro para que no me cayera ante el leve mareo que me provocó- vale, no es buna idea levantarse tan de golpe después de tantos chupitos –acabé riéndome entre dientes ya con el colocón y cerrando los ojos mientras me recobraba- bien, vamos en busca de ese capitán –dije mientras salíamos del bar del barco y nos encaminábamos hacia donde quisiera que estuviera, yo no tenía ni idea puesto que al parecer Joe lo había predispuesto todo- espero que no nos de un sermón largo, ¿crees que si le decimos que abrevie se enfadará mucho? –Pregunté y me miró de reojo mientras tiraba de mí para ir hacia donde estaba el capitán, podía ver una sonrisa en sus labios seguro que divertido con mi estado, maldito demonio del infierno. No sabía por qué pero me percataba más de lo atractivo que era ese hombre, era algo que pensé en cuanto lo vi porque aunque lo odiara era mujer y tenía sendos ojos para apreciar las cosas. Era muy atractivo y en lo único en lo que pensaba era en desnudarlo, dominarlo y hacerlo mío... vaya, sonaba bien eso último- ¿sabes que estás hecho del más puro, atractivo y sexy pecado? –Oh Dan, demasiados chupitos te has tomado como para ahora callar todo lo que tú lasciva mente está pensando, me pregunté si él podría saber lo que pensaba y sencillamente esperaba que no, mis pensamientos giraban en torno a él en una cama, desnudo, atado y privado de todos sus sentidos mientras jugábamos obteniendo placer para luego dejar que me tomara como él bien sabía y hacía- ¿y sabes que a mí me gusta pecar? Oh, pero claro que lo sabes... no sé quién de los dos es más pervertido –me reí mientras me dejaba tirar sin saber dónde estábamos pero sabiendo que él si lo sabía- ¿por qué no te afectan los chupitos tanto como a mí? Eso no es justo –declaré mientras llegábamos a una puerta y me mordí el labio mientras pensaba en centrarme, si es que podía conforme estaba.
Sus manos no dejaban de mover mis caderas sobre su miembro y yo jadeaba con cada pasada que me daba dejando mi aliento caliente y pesado contra sus labios, nos buscábamos y era demasiado fácil encontrarnos en ese juego que llevábamos aquella noche. Sonreí de lado cuando me pidió que subiéramos pero todavía no era el momento, dos chupitos más y sería mi límite, podría casarme con ese demonio y dejar que me tomara en la cama de forma salvaje y ruda, admitía que me gustaba demasiado jugar con él y dominarlo, oh sí, dominarlo me producía un placer exagerado como para dejar de hacerlo. Gruñó en mitad de un gemido cuando tiré su pelo hacia atrás y me moví contra él totalmente a posta, calentando un juego que llevaba ya caliente desde hacía un rato, mis dientes marcaron un camino por su cuello dejándole alguna que otra marca solo para notar que esta se iba enseguida por su rápida curación y que apenas le duraba en la piel, le dejé pensar en la respuesta de mi pregunta porque quería la verdad, aunque sabía o creía saber la respuesta de mi pregunta, ¿no era por eso mismo que la había hecho? En ese estado en el que no pude controlar mi lengua, en ese estado en el que el deseo me embargaba y solamente podía pensar en una cosa: aplacarlo. Mordí su labio inferior con fuerza justo antes de que comenzara a responderme.
Me separé un poco para mirarlo y enarqué una ceja sin entender, muy bien, a qué se refería con que más bien era su “solución”... no entendía nada así que dejé que se explicara mientras volvía a llenar otro chupito y me lo tomaba de una, quizás así la respuesta entrara mejor y la soportaría mejor. “Me odiabas, veía en tus ojos como te repugnaba, obligarte a pasar tiempo conmigo me excitaba, me excitaba ese odio profundo que me profesabas” Cierto, desde el primer momento en que lo vi en aquella fiesta lo odié, algo en él en cuanto nos miramos hizo que todo mi ser lo odiara... claro que cuando me enteré de que era un vampiro supe exactamente la razón a por qué lo odiaba tanto, porque era lo que yo debía de cazar y de matar, debía de darle muerte y además porque el muy canalla me escogió como su prometida cuando era la única de aquella fiesta que no lo quería para nada. Pero la pregunta era, ¿ese odio había quedado en el olvido como él decía, o es que simplemente se había visto mermado un poco por el deseo? No dejábamos de ser vampiro y cazadora, pero la realidad es que Joe y Dan se atraían demasiado como para poder dejarlo pasar por alto y, más bien, eso podía más con el odio que sentíamos el uno por el otro, las pullas seguían, el tira y afloja también y a veces volvíamos a estar como en los primeros días... eran como fases que recorríamos en diferentes etapas y días.
-Aún te sigo odiando, vampiro –dije mordiendo su labio inferior y mirándolo- salvo que ahora se ha visto mermado por el deseo y la excitación que sentimos –maldito tequila, ya me estaba soltando la lengua demasiado. Continuó diciendo que quizás cuando empezó todo si pudiera sentir algo por ella, que yo era la solución perfecta para no volver a sentir de nuevo- así que lo admites –dije cortándole pero me callé dejando que terminara de hablar. Finalizó con que no sentía nada por ella, que en esos momentos no lo hacía y yo me vi ante la duda de si lo creía o no lo creía. Dejé de pensar cuando me acercó de la nuca y nos fundimos en un nuevo beso, jadeé contra su boca y aferré su pelo respondiendo a su beso, enredando nuestras lenguas, mordiéndonos constantemente y moviendo mis caderas de forma lenta sobre las suyas, encendida por completo. Volvió a asegurarme que no sentía nada por ella y volvimos a besarnos, encendidos, calientes y necesitados de tomarnos después de todo aquel juego, cuando dijo que fuéramos a casarnos porque no aguantaba más con sus labios descendiendo por mi cuello gemí cerrando los ojos- sí... vámonos –yo tampoco podía más, no en esos momentos. Iba a levantarme cuando me paró y me hizo aquella última pregunta, antes de responder tomé el chupito y me lo bebí de un trago aun sin pensar que lo que me había dicho fuera verdad, lo miré antes de responder con mis manos ya coladas bajo su camisa notando su piel fría en contraste con la mía que ardía como si tuviera una fiebre enorme. Me mordí el labio antes de contestar, él quería la verdad y a esas alturas la iba a tener aunque no había mentido en ningún momento de la noche- Sí, y sí –dije resumiendo pero parecía que en su mirada me pedía una explicación a mis palabras, ¿qué explicación podía darle? Se negaba a sentir, se negaba a cerrar una herida que le seguía supurando y aunque hubiera dicho que no sentía nada por ello donde hubo fuego siempre habrá cenizas. Se cerraba en banda a sentir por alguien más y, aunque me creía que era por el dolor de su pérdida y por lo mal que lo pasó tal y como una vez me dijo, ¿eso no me hacía pensar que si ella volvía él regresaría?- Seamos sinceros Joe, te enamoraste de ella hasta tal punto en el que os ibais a casar, no por conveniencia, no por aparentar... sino porque de verdad la querías. Entiendo que seas algo reservado después de lo que pasó, de que te dejara y tú te quedaras sufriendo por su pérdida... pero ¿me preguntas si me preocupa que vuelva? En parte sí, y en parte no... no me digas que me ponga a explicarlo ahora mismo porque ni yo misma lo entiendo, solo sé que... no sé, por una parte sé que todo esto es una farsa pero por otro lado tengo confianza y seguridad en mi misma Joe, sé que lo que provoco en ti no es una farsa, sé cómo te hago sentir, cuando jadeas, cuando gruñes, cuando gimes... tu cuerpo reacciona al mío y sé que no es mentira, que en parte te gusta que te domine porque encuentras placer en ello y sobre eso no tengo duda alguna y por esa parte no me preocupa que vuelva, ahora, ¿si pienso que te irías con ella? Creo que esto contesta a la otra parte de la otra pregunta y a esta, la diferencia entre ambas es que por ellas sientes de verdad, mientras que todo esto, aunque el deseo sea algo que nos nuble y nos condene, esto es una farsa. Donde hubo fuego cenizas quedan, Joe, es todo lo que tengo que decir al respecto... pero sé que eres hombre de palabra y que las cumples, como tú dices “dueño de mis palabras y esclavo de mis silencios” –mordí su labio inferior con los ojos cerrados, no quería pensar en su ex prometida, ni en si se podría ir o no si ella regresara... joder, no quería pensar en nada en esos momentos que no fuéramos él y yo, todo lo demás carecía de importancia- no puedes preguntarme ahora esas cosas cuando en lo único que pienso es en que me lleves arriba, me desnudes y me hagas tuya de esa forma que tienes y como el demonio que eres, así que vamos a casarnos de una maldita vez porque no aguanto mucho más –dije besando de forma algo salvaje sus labios, dejando un mordisco en ellos y levantándome de golpe aunque fue una mala idea, me tuvo que coger el vampiro para que no me cayera ante el leve mareo que me provocó- vale, no es buna idea levantarse tan de golpe después de tantos chupitos –acabé riéndome entre dientes ya con el colocón y cerrando los ojos mientras me recobraba- bien, vamos en busca de ese capitán –dije mientras salíamos del bar del barco y nos encaminábamos hacia donde quisiera que estuviera, yo no tenía ni idea puesto que al parecer Joe lo había predispuesto todo- espero que no nos de un sermón largo, ¿crees que si le decimos que abrevie se enfadará mucho? –Pregunté y me miró de reojo mientras tiraba de mí para ir hacia donde estaba el capitán, podía ver una sonrisa en sus labios seguro que divertido con mi estado, maldito demonio del infierno. No sabía por qué pero me percataba más de lo atractivo que era ese hombre, era algo que pensé en cuanto lo vi porque aunque lo odiara era mujer y tenía sendos ojos para apreciar las cosas. Era muy atractivo y en lo único en lo que pensaba era en desnudarlo, dominarlo y hacerlo mío... vaya, sonaba bien eso último- ¿sabes que estás hecho del más puro, atractivo y sexy pecado? –Oh Dan, demasiados chupitos te has tomado como para ahora callar todo lo que tú lasciva mente está pensando, me pregunté si él podría saber lo que pensaba y sencillamente esperaba que no, mis pensamientos giraban en torno a él en una cama, desnudo, atado y privado de todos sus sentidos mientras jugábamos obteniendo placer para luego dejar que me tomara como él bien sabía y hacía- ¿y sabes que a mí me gusta pecar? Oh, pero claro que lo sabes... no sé quién de los dos es más pervertido –me reí mientras me dejaba tirar sin saber dónde estábamos pero sabiendo que él si lo sabía- ¿por qué no te afectan los chupitos tanto como a mí? Eso no es justo –declaré mientras llegábamos a una puerta y me mordí el labio mientras pensaba en centrarme, si es que podía conforme estaba.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Enarqué una ceja sonriendo contra sus labios al contestar a mi pregunta, el caso es que nuestros cuerpos bailaban de forma incesante, los dos íbamos en ese momento muy ebrios y muy calientes de paso.
Se equivocaba, se equivocaba con creces, peor no iba a corregirla de su error porque eso hubiera implicado confesar que mis sentimientos por ella superaban a lo que sentí con anterioridad.
-no me iría con ella -le aseguré deslizando mis manos por debajo de su falda con necesidad, su pelvis se movía de adelante a atrás mojando mi pantalón, los dos teníamos ganas de subir a la habitación, de perdernos en uno de nuestros perversos juegos, pero antes teníamos que darnos ese “si quiero” que la convertiría en mi viuda en caso de que acabara dejando de existir.
La miré fijamente cuando dijo que esto era una “farsa”, lo era pero admito que me jodió, mucho y me mordí la lengua apunto de envenenarme por no contestarle, agradecí que pese a llevar mucho tequila en el cuerpo mi condición pudiera hacerme aguantar mejor el alcohol.
Nos habíamos buscado mil veces al separarnos, si esto era un farsa podrían darnos el mejor de los premios, pues ambos nos necesitábamos, no se si porque el odio nos alimentaba o porque el deseo nos carcomía o porque eramos incapaces de vivir sin la “farsa”
Fuere como fuere estábamos unidos y ahora íbamos a casarnos borrachos porque eso convertía esta “ farsa” en lo único cuerdo.
Nos levantamos, mi brazo rodeó su cintura se tambaleaba, no podía aguantarse en pie y eso me hacia reír una y otra vez.
-Estas muy sexy borracha -le aseguré también soltandoseme la lengua mientras nuestra nariz se acariciaba sin pausa dejando que nuestros alientos chocaran en cada esquina del barco que encontrábamos.
Sus caderas se movían contra mi dureza, se reía sin parar pidiéndome que la subiera arriba, que necesitaba que se la metiera y que tenia mucho calor, de nuevo reía, me besaba enredando su lengua sin pausa con la mía, tiraba de mi labios inferior medio cayéndose mientras yo volvía a sujetarla aferrando su cuerpo al mio.
-Si, soy sexy -bromeé acariciando su boca entre risas -no te tienes cazadora -aseguré divertido mientras la guiaba como si fuera un muñeco de trapo.
Antes de llegar a cubierta donde había quedado con el capitán la volteé, gimió al sentir mi hombría impactar contra su espalda baja, mas lo hizo cunado mis dedos ascendieron por su muslo alzándole la falda.
Su boca me busco por encima del hombro reía calcinando mis labios hasta que un gemido ronco escapó de su boca.
Ladeé la sonrisa, estaba empapada, había apartado sus bragas y había colado dos de mis fríos dedos en su interior.
Sus caderas buscaban mi mano, gemía completamente fuera de si, estaba tan borracha que le daba igual gritar mi nombre entre risas y que los dos presenciaran lo que hacíamos.
Su cálido aliento impacto en mis gélidos labios, perdido en esa sensación de placer de cielo e infierno, nuestras bocas colisionaron, nos mordíamos con anhelo mientras yo torturaba su cuerpo.
-dilo -le pedí -di “si quiero” y te follaré en el lecho hasta que no puedas cerrar las pernas, hoy yo seré tu dueño, voy a atarte pequeña y te haré rozar el infierno con mi lengua.
Se equivocaba, se equivocaba con creces, peor no iba a corregirla de su error porque eso hubiera implicado confesar que mis sentimientos por ella superaban a lo que sentí con anterioridad.
-no me iría con ella -le aseguré deslizando mis manos por debajo de su falda con necesidad, su pelvis se movía de adelante a atrás mojando mi pantalón, los dos teníamos ganas de subir a la habitación, de perdernos en uno de nuestros perversos juegos, pero antes teníamos que darnos ese “si quiero” que la convertiría en mi viuda en caso de que acabara dejando de existir.
La miré fijamente cuando dijo que esto era una “farsa”, lo era pero admito que me jodió, mucho y me mordí la lengua apunto de envenenarme por no contestarle, agradecí que pese a llevar mucho tequila en el cuerpo mi condición pudiera hacerme aguantar mejor el alcohol.
Nos habíamos buscado mil veces al separarnos, si esto era un farsa podrían darnos el mejor de los premios, pues ambos nos necesitábamos, no se si porque el odio nos alimentaba o porque el deseo nos carcomía o porque eramos incapaces de vivir sin la “farsa”
Fuere como fuere estábamos unidos y ahora íbamos a casarnos borrachos porque eso convertía esta “ farsa” en lo único cuerdo.
Nos levantamos, mi brazo rodeó su cintura se tambaleaba, no podía aguantarse en pie y eso me hacia reír una y otra vez.
-Estas muy sexy borracha -le aseguré también soltandoseme la lengua mientras nuestra nariz se acariciaba sin pausa dejando que nuestros alientos chocaran en cada esquina del barco que encontrábamos.
Sus caderas se movían contra mi dureza, se reía sin parar pidiéndome que la subiera arriba, que necesitaba que se la metiera y que tenia mucho calor, de nuevo reía, me besaba enredando su lengua sin pausa con la mía, tiraba de mi labios inferior medio cayéndose mientras yo volvía a sujetarla aferrando su cuerpo al mio.
-Si, soy sexy -bromeé acariciando su boca entre risas -no te tienes cazadora -aseguré divertido mientras la guiaba como si fuera un muñeco de trapo.
Antes de llegar a cubierta donde había quedado con el capitán la volteé, gimió al sentir mi hombría impactar contra su espalda baja, mas lo hizo cunado mis dedos ascendieron por su muslo alzándole la falda.
Su boca me busco por encima del hombro reía calcinando mis labios hasta que un gemido ronco escapó de su boca.
Ladeé la sonrisa, estaba empapada, había apartado sus bragas y había colado dos de mis fríos dedos en su interior.
Sus caderas buscaban mi mano, gemía completamente fuera de si, estaba tan borracha que le daba igual gritar mi nombre entre risas y que los dos presenciaran lo que hacíamos.
Su cálido aliento impacto en mis gélidos labios, perdido en esa sensación de placer de cielo e infierno, nuestras bocas colisionaron, nos mordíamos con anhelo mientras yo torturaba su cuerpo.
-dilo -le pedí -di “si quiero” y te follaré en el lecho hasta que no puedas cerrar las pernas, hoy yo seré tu dueño, voy a atarte pequeña y te haré rozar el infierno con mi lengua.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Me había respondido con rotundidad de nuevo que no se iría con ella, tras mi explicación repitió por tercera vez que no se iría y me encontré preguntándome si de verdad lo creía pero, ¿por qué iba a mentirme en esos momentos y en ese estado? Mentirme no le serviría de nada puesto que fuera verdad o mentira no iba a cambiar nada el hecho de que íbamos a casarnos, ni tampoco el hecho de que nuestros cuerpos se buscaban constantemente y que por mucho que lo evitáramos nos atraíamos como imanes y como polos opuestos, era innegable y eso podía más que cualquier otra cosa. Nos habíamos separado dos veces y había sido como un infierno en la tierra lo que habíamos sentido; vacío, desazón, sentir que nada nos llenaba... ¿qué cambiaría si me mentía en eso? Nada, no cambiaría absolutamente nada pero yo de alguna forma me sentiría más tranquila. Además, ¿qué me importaba si venía o no su prometida? No lo sabía, me había encontrado con esa pregunta un par de veces durante la noche en el momento en que su nombre salió a colación en mí pregunta, lo cierto es que me lo había preguntado varias veces desde que descubrí esa verdad en aquel lago aquella noche. Me había preguntado qué pasaría si ella volvía, cómo actuaría él en esa situación y en parte también me había preguntado cómo me sentiría yo al respecto, como bien le había dicho no por nada por ella sí que había sentido mientras que lo que nosotros sentíamos era diferente, o eso pensaba y creía aunque en el fondo...
Su brazo rodeó mi cintura cuando me levanté de golpe y me mareé un poco por el alcohol que llevaba en el cuerpo, tenía que ir con más cuidado y podía ver su sonrisa ladeada mirándome mientras yo intentaba recobrarme con los ojos cerrados ahora para que el leve mareo pasara. Sentía todo mi cuerpo ardiendo y las mejillas las notaba también que ardían, abrí los ojos cuando me dijo que estaba sexy borracha y rodé los ojos dándole un manotazo en el pecho mientras ahora mi espalda estaba contra una de las paredes del pasillo y su cuerpo se cernía sobre el mío, su aliento impactaba en mis labios notando el contraste de su aliento algo más gélido y su nariz acariciaba la mía para volver a perdernos en un beso pasional y salvaje, mis caderas buscaban las suyas y no dejaba de restregarme mientras solo podía pensar en que me llevara al camarote y aplacara la necesidad y el calentón que llevaba mi cuerpo, como solo él podía aplacarme y darme placer hasta dejarme extenuada, llevándome al límite que tanto me gustaba. Mis risas se oían por el pasillo incapaz de controlarlas y de contenerme, el alcohol ya hacía sus estragos y ya no pensaba con raciocinio ni con coherencia, la verdad es que no pensaba en nada más que no fuera en él, una cama y estar desnudos.
-No me gustaría que te fueras con ella si volviera –la lengua, ya suelta, y la mente incapaz de contener mis pensamientos se unieron en ese momento contra mí para soltar aquella verdad que había nacido tras su pregunta. Me molestaría, claro que me molestaría que se fuera con ella si volviera después de lo que le había hecho, y pensamientos como ese me hacían preguntarme por qué me molestaría tanto, pero no hallaba respuesta y si la hallaba no quería reconocerla ni darla a conocer, la acallaba simplemente. Mis labios rozaban los suyos y mi mano en su pelo lo obligó a inclinarse a mi rostro para buscar sus labios y besarlos de forma desenfrenada sin dejar de pegar mi cuerpo al suyo perdida en aquel estado de éxtasis que me recorría, jadeando cada vez que su miembro rozaba mi centro cuando buscaba que nos rozáramos totalmente a posta. Reí contra sus labios cuando reconoció que era sexy y negué con la cabeza- yo no he dicho que seas sexy, lo eres, pero lo que te he dicho es que eres puro pecado –lo miré a los ojos, los suyos brillaban seguramente igual que los míos por el alcohol y por el calentón de nuestros cuerpos- un pecado sexy –añadí mordiendo sus labios- un endemoniado y sexy pecado –vaya Dan, cuando vas borracha dices demasiadas obviedades... me tenía que guiar porque aparte de que yo no sabía dónde estaba el dichoso capitán no me tenía en pie demasiado, al menos no con el balanceo leve del barco. En un punto dado noté que me giraba y pegaba su pecho a mi espalda y noté su miembro rozando mis nalgas ante lo duro que estaba, sus manos ascendieron por mí muslo en una caricia abrasadora que subía la falda que llevaba a su paso y jadeé por lo que me hacía. Giré mi rostro para buscar su boca riéndome por lo que me hacía cuando sentí que sus dedos apartaron mi ropa interior y se colaron en mi caliente y húmedo sexo, gemí por ello contra sus labios necesitada sintiendo el contraste con sus dedos más fríos. Mi mano ascendió para enredarse en su pelo mientras mis caderas se movían contra sus dedos buscando más placer, buscando y necesitando por más. Me reí y gemía a partes iguales acercándolo a mis labios para buscar los suyos y besarlos con lujuria, mordiéndonos entre gemidos y jadeos mientras me deshacía de placer por lo que me hacía- Joe –gemí su nombre cerrando los ojos aferrándome a él porque notaba que mis piernas comenzaban a temblar de placer con la respiración agitada. Sus palabras sonaron roncas y tremendamente sexys que prometían el paraíso entre sus manos, su cuerpo y sus labios, en esos momentos sus palabras enviaron una corriente eléctrica directa a mi centro que me hizo gemir con fuerza y casi hizo que me corriera en mitad de aquel pasillo. Santo joder, ¿qué mujer se resistiría a algo tan prometedoramente placentero como eso?- Oh joder, sí... –tiré la cabeza hacia atrás y cogí su mano para pararlo o me correría ahí mismo entre sus palabras y sus dedos en mi sexo- si quiero –dije con la respiración agitada y acelerada- sí, quiero –volví a repetir con los ojos cerrados para abrirlos buscando los suyos- Sí. Quiero –puntualicé tras un gemido apartando su mano de mi sexo e intentando recobrar la compostura o al menos hacer el intento de recobrarla- ya lo he dicho pero seguro que hace falta otra así que ¿vamos? Luego quiero que me hagas todo eso que has dicho... lo quiero todo –me separé de su cuerpo porque de seguir juntos acabaríamos por terminar o seguir lo que habíamos empezado y me llevó tirando de mi mano hasta donde estaba el capitán, llevaba un uniforme marítimo que lo reconocía como tal y el hombre tendría los cuarenta años, nos miró a uno y a otro y solo empezó cuando Joe le hizo un gesto con la cabeza. Joder, iba a casarme, iba a hacerlo de verdad y en vez de huir como siempre pensé que haría llegado dicho momento me quedé quieta mirando al hombre esperando a que no nos diera un sermón demasiado largo pero no supe si eran por mis pensamientos que rondaban con las palabras del vampiro y que hacían sacudir mi cuerpo, o porque realmente lo hizo corto, que para cuando quise darme cuenta me estaba mirando de forma fija haciéndome aquella pregunta que encadenaría toda mi vida a la del vampiro, los anillos cada uno ya los teníamos puestos que fue los mismos que compré así que no supe si era por eso o porque no oficiaba las bodas de manera convencional pero no nos hizo quitarnos los anillos y me miró esperando una respuesta por mí parte, mis labios se movieron por sí solos- sí, quiero –dije bajo la mirada del vampiro al que le devolví la mirada ahora mientras el capitán le hacía la misma pregunta pero yo no podía prestar especial atención a lo que decía, solo recorría el rostro del vampiro y me centraba en sus labios pensando que dos palabras nos separaban de todo hasta convertirnos en marido y mujer. Me mordí el labio cuando respondió ese “si quiero” que me provocó un revoloteo en el estómago al escucharlo y finalmente nos declaró marido y mujer y dijo que ya podíamos besarnos, no le faltó decirlo para que lo hiciéramos, su mano me acercó de la nuca estampando sus labios sobre los míos y mis dedos se enredaron en su pelo para acercarlo más a mí impactando nuestros cuerpos, me impulsé y me rodeó la cintura con un brazo mientras mis piernas rodeaban las suyas y un gemido salió de mis labios sin poder contenerme- y ahora, marido, nos toca la noche de bodas –moví mi cadera contra su miembro sin importarme que estuviera el capitán dándole a entender lo que quería- me has prometido algo y lo quiero.
Su brazo rodeó mi cintura cuando me levanté de golpe y me mareé un poco por el alcohol que llevaba en el cuerpo, tenía que ir con más cuidado y podía ver su sonrisa ladeada mirándome mientras yo intentaba recobrarme con los ojos cerrados ahora para que el leve mareo pasara. Sentía todo mi cuerpo ardiendo y las mejillas las notaba también que ardían, abrí los ojos cuando me dijo que estaba sexy borracha y rodé los ojos dándole un manotazo en el pecho mientras ahora mi espalda estaba contra una de las paredes del pasillo y su cuerpo se cernía sobre el mío, su aliento impactaba en mis labios notando el contraste de su aliento algo más gélido y su nariz acariciaba la mía para volver a perdernos en un beso pasional y salvaje, mis caderas buscaban las suyas y no dejaba de restregarme mientras solo podía pensar en que me llevara al camarote y aplacara la necesidad y el calentón que llevaba mi cuerpo, como solo él podía aplacarme y darme placer hasta dejarme extenuada, llevándome al límite que tanto me gustaba. Mis risas se oían por el pasillo incapaz de controlarlas y de contenerme, el alcohol ya hacía sus estragos y ya no pensaba con raciocinio ni con coherencia, la verdad es que no pensaba en nada más que no fuera en él, una cama y estar desnudos.
-No me gustaría que te fueras con ella si volviera –la lengua, ya suelta, y la mente incapaz de contener mis pensamientos se unieron en ese momento contra mí para soltar aquella verdad que había nacido tras su pregunta. Me molestaría, claro que me molestaría que se fuera con ella si volviera después de lo que le había hecho, y pensamientos como ese me hacían preguntarme por qué me molestaría tanto, pero no hallaba respuesta y si la hallaba no quería reconocerla ni darla a conocer, la acallaba simplemente. Mis labios rozaban los suyos y mi mano en su pelo lo obligó a inclinarse a mi rostro para buscar sus labios y besarlos de forma desenfrenada sin dejar de pegar mi cuerpo al suyo perdida en aquel estado de éxtasis que me recorría, jadeando cada vez que su miembro rozaba mi centro cuando buscaba que nos rozáramos totalmente a posta. Reí contra sus labios cuando reconoció que era sexy y negué con la cabeza- yo no he dicho que seas sexy, lo eres, pero lo que te he dicho es que eres puro pecado –lo miré a los ojos, los suyos brillaban seguramente igual que los míos por el alcohol y por el calentón de nuestros cuerpos- un pecado sexy –añadí mordiendo sus labios- un endemoniado y sexy pecado –vaya Dan, cuando vas borracha dices demasiadas obviedades... me tenía que guiar porque aparte de que yo no sabía dónde estaba el dichoso capitán no me tenía en pie demasiado, al menos no con el balanceo leve del barco. En un punto dado noté que me giraba y pegaba su pecho a mi espalda y noté su miembro rozando mis nalgas ante lo duro que estaba, sus manos ascendieron por mí muslo en una caricia abrasadora que subía la falda que llevaba a su paso y jadeé por lo que me hacía. Giré mi rostro para buscar su boca riéndome por lo que me hacía cuando sentí que sus dedos apartaron mi ropa interior y se colaron en mi caliente y húmedo sexo, gemí por ello contra sus labios necesitada sintiendo el contraste con sus dedos más fríos. Mi mano ascendió para enredarse en su pelo mientras mis caderas se movían contra sus dedos buscando más placer, buscando y necesitando por más. Me reí y gemía a partes iguales acercándolo a mis labios para buscar los suyos y besarlos con lujuria, mordiéndonos entre gemidos y jadeos mientras me deshacía de placer por lo que me hacía- Joe –gemí su nombre cerrando los ojos aferrándome a él porque notaba que mis piernas comenzaban a temblar de placer con la respiración agitada. Sus palabras sonaron roncas y tremendamente sexys que prometían el paraíso entre sus manos, su cuerpo y sus labios, en esos momentos sus palabras enviaron una corriente eléctrica directa a mi centro que me hizo gemir con fuerza y casi hizo que me corriera en mitad de aquel pasillo. Santo joder, ¿qué mujer se resistiría a algo tan prometedoramente placentero como eso?- Oh joder, sí... –tiré la cabeza hacia atrás y cogí su mano para pararlo o me correría ahí mismo entre sus palabras y sus dedos en mi sexo- si quiero –dije con la respiración agitada y acelerada- sí, quiero –volví a repetir con los ojos cerrados para abrirlos buscando los suyos- Sí. Quiero –puntualicé tras un gemido apartando su mano de mi sexo e intentando recobrar la compostura o al menos hacer el intento de recobrarla- ya lo he dicho pero seguro que hace falta otra así que ¿vamos? Luego quiero que me hagas todo eso que has dicho... lo quiero todo –me separé de su cuerpo porque de seguir juntos acabaríamos por terminar o seguir lo que habíamos empezado y me llevó tirando de mi mano hasta donde estaba el capitán, llevaba un uniforme marítimo que lo reconocía como tal y el hombre tendría los cuarenta años, nos miró a uno y a otro y solo empezó cuando Joe le hizo un gesto con la cabeza. Joder, iba a casarme, iba a hacerlo de verdad y en vez de huir como siempre pensé que haría llegado dicho momento me quedé quieta mirando al hombre esperando a que no nos diera un sermón demasiado largo pero no supe si eran por mis pensamientos que rondaban con las palabras del vampiro y que hacían sacudir mi cuerpo, o porque realmente lo hizo corto, que para cuando quise darme cuenta me estaba mirando de forma fija haciéndome aquella pregunta que encadenaría toda mi vida a la del vampiro, los anillos cada uno ya los teníamos puestos que fue los mismos que compré así que no supe si era por eso o porque no oficiaba las bodas de manera convencional pero no nos hizo quitarnos los anillos y me miró esperando una respuesta por mí parte, mis labios se movieron por sí solos- sí, quiero –dije bajo la mirada del vampiro al que le devolví la mirada ahora mientras el capitán le hacía la misma pregunta pero yo no podía prestar especial atención a lo que decía, solo recorría el rostro del vampiro y me centraba en sus labios pensando que dos palabras nos separaban de todo hasta convertirnos en marido y mujer. Me mordí el labio cuando respondió ese “si quiero” que me provocó un revoloteo en el estómago al escucharlo y finalmente nos declaró marido y mujer y dijo que ya podíamos besarnos, no le faltó decirlo para que lo hiciéramos, su mano me acercó de la nuca estampando sus labios sobre los míos y mis dedos se enredaron en su pelo para acercarlo más a mí impactando nuestros cuerpos, me impulsé y me rodeó la cintura con un brazo mientras mis piernas rodeaban las suyas y un gemido salió de mis labios sin poder contenerme- y ahora, marido, nos toca la noche de bodas –moví mi cadera contra su miembro sin importarme que estuviera el capitán dándole a entender lo que quería- me has prometido algo y lo quiero.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Sus palabras eran música para mis oídos, jadeaba ese “si “que yo ansiaba mientras mis dedos se movían en su interior empujando con fuerza, los metía tan dentro que mi puño chocaba contra su centro una y otra vez.
Sus piernas se abrían para mi, estaba muy mojada, su elixir resbalaba por mis dedos y su boca buscó la mía calcinandome con su aliento.
Su lengua destilaba lascivia dentro de mi boca enredados en un beso pasional, largo y húmedo los dos estábamos perdidos en el otro.
Aquella noche prometía ser distinta a las anteriores, quizás porque cuando bajáramos a los camarotes ella seria mi esposa.
Detuvo mi mano aferrando la muñeca, sus paredes temblaban contra mis dedos, ladeé la sonrisa acercando mis labios al lóbulo de su oreja.
-¿y si sigo moviendo los dedos? -pregunté -estas a nada de correrte -aseguré altivo mientras ella que apenas se sujetaba por la cantidad de alcohol ingerida reía asumiendo la veracidad de mis palabras.
-Vamos susurre sacando mi mano de su interior.
Le recoloqué el vestido, ella se tambaleaba entre mis brazos riéndose sin parar mientras ascendiamos hacia cubierta subiendo un para de escalones entre risas.
Llegamos ante el capitán que lo tenia ya todo preparados, un camino de velas iluminaba la proa, de frente el inmenso mar y el en su atril mirando como íbamos los dos, sobre todo la dama que no se tenia en pie.
Su mirada le preguntó si estaba bien para cometer esta locura a lo que ella asintió con una sonrisa.
No la solté ni por un instante, el balanceó del barco la desestabilizaba y trastabillar la hacia reír.
Nos mirábamos fijamente mientras el capitán daba su discurso, solo teníamos ganas de besarnos, eso era una realidad que reflejaban ciertamente nuestros ojos.
“si, quiero”
Esas palabras tan inútiles me hicieron sonreír, me hacia sentir bien saber que había decidido pasar junto a mi toda la eternidad, hasta que la muerte nos separe.
La misma pregunta del capitán para mi, no dudé, sin despegar mi mirada de sus inmensas tormentas conteste con el mismo “si, quiero”
No necesitó pedir que la besara, nuestros cuerpos como imanes se buscaron hambrientos y su lengua voraz atravesó mis labios perdiéndose con lujuria en mi boca.
Duelo de ambas enredadas, paladeándose ante la mirada del capitán, sus caderas me buscaban, mi hombría rugía contra su vientre y sus palabras bastaron para que ambos abandonáramos las velas dispuestos a quemarnos abajo.
Entre risas bajamos a nuestro camarote, en cada rincón, hacíamos una parada, sus manos luchaban con los botones de mi camisa, tironeando de esta para ir sacándola de la cinturilla de mi pantalón.
Mis dedos ágiles desataban las lazadas de su corseé que cedía mientras ambos rugíamos descontrolados por los pasillos sin poder parar de besarnos.
Su cuerpo contra la puerta, sus dedos amarraban mi pelo atrayendome contra sus labios, sin dejar na mínima distancia para que una brizna de aire pasara entre ellos.
Con una mano sujetaba sus nalgas, sus piernas enroscadas a mi cintura, jadeábamos sin parar completamente febriles.
Me costó lo mio acertar con la llave, entre lo borracho que iba y Dan que no dejaba de mover su pelvis contra mi dureza aquello no cedía.
Nos adentramos en la habitación, la bajé al suelo y ahora su vestido calló resbalando por su inmaculada piel, solo el sujetador negro de encaje, las bragas a juego y unas medias en el mismo tono ademas de esos altos tacones cubrían su cuerpo.
La admiré de arriba a bajo, ella sonreía con picardia al ver el tono rojo de mis ojos.
Repasaba su propio cuerpo con sus manos mientras se reía tambaleándose esperando que le diera exactamente aquello que le había prometido.
Sobre la mesa, fresas, champan, nata y chocolate, no estaba mal para empezar, ladeé la sonrisa mirándola, los dos estábamos a mil en ese instante.
Sus piernas se abrían para mi, estaba muy mojada, su elixir resbalaba por mis dedos y su boca buscó la mía calcinandome con su aliento.
Su lengua destilaba lascivia dentro de mi boca enredados en un beso pasional, largo y húmedo los dos estábamos perdidos en el otro.
Aquella noche prometía ser distinta a las anteriores, quizás porque cuando bajáramos a los camarotes ella seria mi esposa.
Detuvo mi mano aferrando la muñeca, sus paredes temblaban contra mis dedos, ladeé la sonrisa acercando mis labios al lóbulo de su oreja.
-¿y si sigo moviendo los dedos? -pregunté -estas a nada de correrte -aseguré altivo mientras ella que apenas se sujetaba por la cantidad de alcohol ingerida reía asumiendo la veracidad de mis palabras.
-Vamos susurre sacando mi mano de su interior.
Le recoloqué el vestido, ella se tambaleaba entre mis brazos riéndose sin parar mientras ascendiamos hacia cubierta subiendo un para de escalones entre risas.
Llegamos ante el capitán que lo tenia ya todo preparados, un camino de velas iluminaba la proa, de frente el inmenso mar y el en su atril mirando como íbamos los dos, sobre todo la dama que no se tenia en pie.
Su mirada le preguntó si estaba bien para cometer esta locura a lo que ella asintió con una sonrisa.
No la solté ni por un instante, el balanceó del barco la desestabilizaba y trastabillar la hacia reír.
Nos mirábamos fijamente mientras el capitán daba su discurso, solo teníamos ganas de besarnos, eso era una realidad que reflejaban ciertamente nuestros ojos.
“si, quiero”
Esas palabras tan inútiles me hicieron sonreír, me hacia sentir bien saber que había decidido pasar junto a mi toda la eternidad, hasta que la muerte nos separe.
La misma pregunta del capitán para mi, no dudé, sin despegar mi mirada de sus inmensas tormentas conteste con el mismo “si, quiero”
No necesitó pedir que la besara, nuestros cuerpos como imanes se buscaron hambrientos y su lengua voraz atravesó mis labios perdiéndose con lujuria en mi boca.
Duelo de ambas enredadas, paladeándose ante la mirada del capitán, sus caderas me buscaban, mi hombría rugía contra su vientre y sus palabras bastaron para que ambos abandonáramos las velas dispuestos a quemarnos abajo.
Entre risas bajamos a nuestro camarote, en cada rincón, hacíamos una parada, sus manos luchaban con los botones de mi camisa, tironeando de esta para ir sacándola de la cinturilla de mi pantalón.
Mis dedos ágiles desataban las lazadas de su corseé que cedía mientras ambos rugíamos descontrolados por los pasillos sin poder parar de besarnos.
Su cuerpo contra la puerta, sus dedos amarraban mi pelo atrayendome contra sus labios, sin dejar na mínima distancia para que una brizna de aire pasara entre ellos.
Con una mano sujetaba sus nalgas, sus piernas enroscadas a mi cintura, jadeábamos sin parar completamente febriles.
Me costó lo mio acertar con la llave, entre lo borracho que iba y Dan que no dejaba de mover su pelvis contra mi dureza aquello no cedía.
Nos adentramos en la habitación, la bajé al suelo y ahora su vestido calló resbalando por su inmaculada piel, solo el sujetador negro de encaje, las bragas a juego y unas medias en el mismo tono ademas de esos altos tacones cubrían su cuerpo.
La admiré de arriba a bajo, ella sonreía con picardia al ver el tono rojo de mis ojos.
Repasaba su propio cuerpo con sus manos mientras se reía tambaleándose esperando que le diera exactamente aquello que le había prometido.
Sobre la mesa, fresas, champan, nata y chocolate, no estaba mal para empezar, ladeé la sonrisa mirándola, los dos estábamos a mil en ese instante.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
No era muy consciente del lugar donde me encontraba, bueno sí lo era, pero en el estado en el que iba costaba un poco diferenciar todas las velas que había en aquel pasillo mientras luchaba por mantenerme en pie frente al capitán que no dudó en preguntarme si estaba segura de lo que iba a hacer, una sonrisa en mis labios fue su única respuesta que tuvo y empezó con aquella ceremonia mientras el brazo del vampiro intentaba sujetarme de la cintura para que los vaivenes del barco no terminaran por desestabilizarme mientras el capitán comenzaba con la ceremonia. Si dio un discurso largo o uno corto lo desconocí por completo porque en mi mente solo podía pensar en el hecho de que iba a casarme con el vampiro, justo en ese momento, aunque no fuese una boda como se esperaba ya que era bastante íntima el capitán podía hacerla oficial a bordo del barco por lo que la boda tenía toda la validez que si nos casábamos en cualquier iglesia. Pronto la pregunta en cuestión llegó y durante unos momentos me paré pensando en las palabras, las conocía pero decirlas implicaba realmente que íbamos a casarnos pero ¿no era eso lo que sucedería igualmente? Mis labios se movieron solos y salió ese “si quiero” que nos acercaba más como marido y mujer.
Podía sentir la mirada del vampiro puesta en mí, la sonrisa que traían sus labios y en vez de mirarlo con el ceño fruncido porque se había salido con la suya me encontré con que empecé a recorrer su rostro con mis ojos y centrarme en sus labios, abrí los míos ligeramente y esperé hasta que el capitán le hizo la misma pregunta. Sus palabras fueron las mismas sin apartar sus ojos de los míos sellando esa unión que nos encadenaba para toda la eternidad, o al menos, hasta que la muerte nos separara. Él tenía la firme convicción de que iba a morir en aquel viaje y por eso la prisa de casarse, pero yo más bien creía que no iba a ser así y que tendríamos que volver a casarnos frente a los demás organizando esa boda que teníamos preparada en París. No había mucho más que añadir y escuché perfectamente el “os declaro marido y mujer” que me provocó un escalofrío porque lo habíamos hecho finalmente, tanto que había luchado porque ese momento no llegara y me había encontrado con que lo estaba haciendo por voluntad propia, sin ser coaccionada en ningún momento y de libre elección. Antes de que dijera que podíamos besarnos lo hicimos nosotros juntando nuestros cuerpos, buscando los labios del otro y apoderándose de ellos incluso frente al capitán.
Nuestro deseo quedaba patente y si a eso le sumabas todo el alcohol ingerido, lo que había calentado el vampiro mi cuerpo y la situación en sí misma era como una bomba de relojería, solo quería llegar al camarote y que cumpliera con sus palabras. Un jadeo escapó de mis labios cuando nuestras lenguas se enredaron en aquel beso y finalmente comenzamos a alejarnos de aquel lugar poniendo rumbo al camarote que él ocupaba. Mis dedos se enredaban en su pelo y la otra mano comencé a desabrochar los botones de su camisa pero me era imposible, así que tuve que hacerlo con las dos manos mientras sentía que él deshacía los lazos de mi vestido mientras no nos separábamos en ningún momento, chocando nuestras espaldas contra las paredes en el recorrido, entreteniéndonos, sin dejar de besarnos riéndonos desatando esa pasión que sentíamos, esa necesidad que nos carcomía por dentro.
Finalmente llegamos a la puerta del camarote y pegó mi espalda contra esta mientras me encargaba de tirar de su camisa para sacarla de su pantalón, mis caderas se rozaban contra su miembro provocándole gruñidos y a mí jadeos por el roce, abrí su camisa finalmente y deslicé mis manos por su pecho notando su piel fría hasta que enredé una de mis manos de nuevo en su pelo acercándolo aún más. Mordí su labio, mordí su lengua y cuando me alzó con una mano un poco mis piernas se enroscaron en su cintura, estábamos completamente desatados pero no me extrañaba, era la combinación de todo lo que nos tenía así. Me reía, principalmente de él, cuando no atinaba a abrir la puerta y yo no dejaba de provocarle sin dejar de moverme contra él. Consiguió abrirla y entramos, cuando me dejó en el suelo el vestido cayó dejándome en ropa interior con un conjunto negro, medias de rejilla negra a juego con los tacones. Sentí su mirada, roja como las mismas llamas, recorrer mi cuerpo y sonreí cuando siguió el camino que hice con mis manos por mi cuerpo retrocediendo, cerró la puerta y nos dejó encerrados mientras me mordía el labio y, en silencio, le pedía aquello. Me giré para ver lo que había sobre la mesa y sonreí de lado acercándome para coger una fresa y morderla, él se acercó para poner champán en las dos copas que había y lo miré con una sonrisa terminándome la fresa.
-¿Tienes hambre, Joe? –Pregunté deslizando mis manos por sus hombros y haciendo que su camisa cayera al suelo- porque yo sí –mi dedo fue hacia el chocolate y lo unté en el bol del chocolate para llevar dicho dedo a su pecho y dejar un camino para luego lamer el chocolate del dedo- de ti –aclaré llevando mi lengua para quitar el chocolate sobre su piel, mis manos se quedaron en su cadera mientras mi lengua de forma lascivia limpiaba su piel y mis ojos lo miraban, no necesitábamos demasiado conforme íbamos, pero ya que estaba seguramente que lo aprovecharíamos a lo largo de la noche. Volví a coger otra fresa y esa vez la mordí de forma que el jugo cayera por mi cuello notando como bajaba por mi piel, por si fuera poco, deslicé lo que quedaba de la fruta por mi pecho hasta dejarlo justo entre mis pechos sobre el sujetador de encaje- podemos comer luego, ahora quiero otra cosa que me has prometido –mis manos fueron hacia la hebilla de su cinturón para desabrocharlo mientras él se encargaba del reguero de la fresa que había dejado en mi cuerpo, mordiéndome los labios al sentir sus labios por mi piel.
Podía sentir la mirada del vampiro puesta en mí, la sonrisa que traían sus labios y en vez de mirarlo con el ceño fruncido porque se había salido con la suya me encontré con que empecé a recorrer su rostro con mis ojos y centrarme en sus labios, abrí los míos ligeramente y esperé hasta que el capitán le hizo la misma pregunta. Sus palabras fueron las mismas sin apartar sus ojos de los míos sellando esa unión que nos encadenaba para toda la eternidad, o al menos, hasta que la muerte nos separara. Él tenía la firme convicción de que iba a morir en aquel viaje y por eso la prisa de casarse, pero yo más bien creía que no iba a ser así y que tendríamos que volver a casarnos frente a los demás organizando esa boda que teníamos preparada en París. No había mucho más que añadir y escuché perfectamente el “os declaro marido y mujer” que me provocó un escalofrío porque lo habíamos hecho finalmente, tanto que había luchado porque ese momento no llegara y me había encontrado con que lo estaba haciendo por voluntad propia, sin ser coaccionada en ningún momento y de libre elección. Antes de que dijera que podíamos besarnos lo hicimos nosotros juntando nuestros cuerpos, buscando los labios del otro y apoderándose de ellos incluso frente al capitán.
Nuestro deseo quedaba patente y si a eso le sumabas todo el alcohol ingerido, lo que había calentado el vampiro mi cuerpo y la situación en sí misma era como una bomba de relojería, solo quería llegar al camarote y que cumpliera con sus palabras. Un jadeo escapó de mis labios cuando nuestras lenguas se enredaron en aquel beso y finalmente comenzamos a alejarnos de aquel lugar poniendo rumbo al camarote que él ocupaba. Mis dedos se enredaban en su pelo y la otra mano comencé a desabrochar los botones de su camisa pero me era imposible, así que tuve que hacerlo con las dos manos mientras sentía que él deshacía los lazos de mi vestido mientras no nos separábamos en ningún momento, chocando nuestras espaldas contra las paredes en el recorrido, entreteniéndonos, sin dejar de besarnos riéndonos desatando esa pasión que sentíamos, esa necesidad que nos carcomía por dentro.
Finalmente llegamos a la puerta del camarote y pegó mi espalda contra esta mientras me encargaba de tirar de su camisa para sacarla de su pantalón, mis caderas se rozaban contra su miembro provocándole gruñidos y a mí jadeos por el roce, abrí su camisa finalmente y deslicé mis manos por su pecho notando su piel fría hasta que enredé una de mis manos de nuevo en su pelo acercándolo aún más. Mordí su labio, mordí su lengua y cuando me alzó con una mano un poco mis piernas se enroscaron en su cintura, estábamos completamente desatados pero no me extrañaba, era la combinación de todo lo que nos tenía así. Me reía, principalmente de él, cuando no atinaba a abrir la puerta y yo no dejaba de provocarle sin dejar de moverme contra él. Consiguió abrirla y entramos, cuando me dejó en el suelo el vestido cayó dejándome en ropa interior con un conjunto negro, medias de rejilla negra a juego con los tacones. Sentí su mirada, roja como las mismas llamas, recorrer mi cuerpo y sonreí cuando siguió el camino que hice con mis manos por mi cuerpo retrocediendo, cerró la puerta y nos dejó encerrados mientras me mordía el labio y, en silencio, le pedía aquello. Me giré para ver lo que había sobre la mesa y sonreí de lado acercándome para coger una fresa y morderla, él se acercó para poner champán en las dos copas que había y lo miré con una sonrisa terminándome la fresa.
-¿Tienes hambre, Joe? –Pregunté deslizando mis manos por sus hombros y haciendo que su camisa cayera al suelo- porque yo sí –mi dedo fue hacia el chocolate y lo unté en el bol del chocolate para llevar dicho dedo a su pecho y dejar un camino para luego lamer el chocolate del dedo- de ti –aclaré llevando mi lengua para quitar el chocolate sobre su piel, mis manos se quedaron en su cadera mientras mi lengua de forma lascivia limpiaba su piel y mis ojos lo miraban, no necesitábamos demasiado conforme íbamos, pero ya que estaba seguramente que lo aprovecharíamos a lo largo de la noche. Volví a coger otra fresa y esa vez la mordí de forma que el jugo cayera por mi cuello notando como bajaba por mi piel, por si fuera poco, deslicé lo que quedaba de la fruta por mi pecho hasta dejarlo justo entre mis pechos sobre el sujetador de encaje- podemos comer luego, ahora quiero otra cosa que me has prometido –mis manos fueron hacia la hebilla de su cinturón para desabrocharlo mientras él se encargaba del reguero de la fresa que había dejado en mi cuerpo, mordiéndome los labios al sentir sus labios por mi piel.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa con picardia al notar como deslizaba mi camisa por los hombros, ella sonreía mordiendo una fresa, provocandome con sus labios untados.
Mi lengua atajó la distancia, lamiéndolos, saboreandolos, nuestras lenguas batallaron fuera de nuestras bocas, tal y como íbamos nos buscábamos ansiosos.
La atraje de la cintura, riéndonos contra nuestras bocas, sin duda esa noche era un punto y aparte, algo distinto.
-Mi mujer -susurré recorriendo su mandíbula con mis dientes, bajando por su cuello, jadeando contra su yugular -tengo hambre, mucha -susurré sintiendo la sangre fluir contra mis labios.
Me separé con una ladeada sonrisa viéndola como tomaba el chocolate y creaba un reguero marrón por mi cuerpo, lamiéndolo, haciéndome jadear.
No podía mas, la alcé en volandas cogiéndola por la cintura y la llevé hasta el lecho dejándola caer obre las sabanas de seda.
Borracha como iba se reía mirándome, tomé su pie, lamiendo sus dedos, mordiéndolos mientras subía con mis labios por su pierna, mirando fijamente sus ojos. Nuestras miradas hablaban por los dos, reíamos con los labios entreabiertos, dejando que mi aliento chocara con su piel, erizandola.
Los ojos oscuros reflejaban la verdad que no decían nuestros labios, el deseo era titánico.
Ascendí por su pierna, mi lengua recorrió su muslo, ella reía por las cosquillas, mis colmillos surcaron la cara interna.
Estaba muy excitado, abrí con mis dedos su centro, observando fijamente su raja, deslizando por allí mi roja mirada.
-Dame de beber por ahí -le pedí alzando los ojos hasta los suyos, riéndome al ver como ella lo hacia pícaramente.
Cogió la botella de champan, luchó por abrirla muerta de la risa mientras yo me entretenía deslizando mi lengua por sus labios bajos, golpeando con la punta su clítoris, trazando círculos saboreando su esencia.
Me estaba volviendo loco, gruñí hundiendo mi nariz mas, mi boca contra su sexo, devorando la trinchera haciéndola jadear roncamente.
Tiró por el monte de venus el dorado y burbujeante liquido, lo lamí, el contraste de su calor, su sabor, la borrachera que llevábamos y el champan...
Metí dos dedos por la vagina, sacudiéndolos mientras seguía torturando su clítoris con mi boca.
Estaba muy mojada entre alcohol, su esencia y mi saliva.
Sus caderas me buscaban, jadeaba roncamente, atrayéndome por el pelo, pidiéndome que bebiera mas con la voz muy ronca, sin dejar de echar alcohol sobre esa zona.
Mi lengua atajó la distancia, lamiéndolos, saboreandolos, nuestras lenguas batallaron fuera de nuestras bocas, tal y como íbamos nos buscábamos ansiosos.
La atraje de la cintura, riéndonos contra nuestras bocas, sin duda esa noche era un punto y aparte, algo distinto.
-Mi mujer -susurré recorriendo su mandíbula con mis dientes, bajando por su cuello, jadeando contra su yugular -tengo hambre, mucha -susurré sintiendo la sangre fluir contra mis labios.
Me separé con una ladeada sonrisa viéndola como tomaba el chocolate y creaba un reguero marrón por mi cuerpo, lamiéndolo, haciéndome jadear.
No podía mas, la alcé en volandas cogiéndola por la cintura y la llevé hasta el lecho dejándola caer obre las sabanas de seda.
Borracha como iba se reía mirándome, tomé su pie, lamiendo sus dedos, mordiéndolos mientras subía con mis labios por su pierna, mirando fijamente sus ojos. Nuestras miradas hablaban por los dos, reíamos con los labios entreabiertos, dejando que mi aliento chocara con su piel, erizandola.
Los ojos oscuros reflejaban la verdad que no decían nuestros labios, el deseo era titánico.
Ascendí por su pierna, mi lengua recorrió su muslo, ella reía por las cosquillas, mis colmillos surcaron la cara interna.
Estaba muy excitado, abrí con mis dedos su centro, observando fijamente su raja, deslizando por allí mi roja mirada.
-Dame de beber por ahí -le pedí alzando los ojos hasta los suyos, riéndome al ver como ella lo hacia pícaramente.
Cogió la botella de champan, luchó por abrirla muerta de la risa mientras yo me entretenía deslizando mi lengua por sus labios bajos, golpeando con la punta su clítoris, trazando círculos saboreando su esencia.
Me estaba volviendo loco, gruñí hundiendo mi nariz mas, mi boca contra su sexo, devorando la trinchera haciéndola jadear roncamente.
Tiró por el monte de venus el dorado y burbujeante liquido, lo lamí, el contraste de su calor, su sabor, la borrachera que llevábamos y el champan...
Metí dos dedos por la vagina, sacudiéndolos mientras seguía torturando su clítoris con mi boca.
Estaba muy mojada entre alcohol, su esencia y mi saliva.
Sus caderas me buscaban, jadeaba roncamente, atrayéndome por el pelo, pidiéndome que bebiera mas con la voz muy ronca, sin dejar de echar alcohol sobre esa zona.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
El vampiro no perdió el tiempo y cuando hice aquel reguero con la fresa sus labios se encargaron de lamer lo que la fresa había dejado por mi cuerpo, sus labios recorrieron mi cuello dejando pequeños mordiscos, bajando hasta llegar a mis clavículas y finalmente coger el trozo de fruta que había entre mis pechos haciendo que sus colmillos rozaran mi piel cuando lo quitó provocándome un escalofrío, su respiración era agitada pero no era muy diferente de como estaba la mía propia. Sus manos me alzaron alegando que tenía mucha hambre sin dejar de besarnos, sus labios sabían a fresa y los mordí antes de notar que me dejaba en la cama, sus manos no tardaron en deshacerse de la ropa interior de encaje que llevaba, así también como de las medias de rejilla y de los tacones que llevaba dejándome ahora desnuda frente a sus ojos rojos que me recorrían entera con ese hambre impregnado en sus ojos y que hizo que me mordiera los labios. Cogió uno de mis tobillos y elevó mi pierna para llevar sus labios a mi pie recorriéndolo con sus labios, arrancándome jadeos por sus caricias notando que ascendía por mi pierna dejando besos, mordiscos, sus colmillos rozando mi piel. Yo me reía de vez en cuando sin poder contener la risa borracha como iba sintiendo todo mucho más en esos momentos y las cosquillas que me provocaba con sus caricias, sus colmillos hicieron un camino desde la cara interna de mis muslos hasta llegar casi a mi sexo que me hizo mover mi cadera en su dirección, caliente como estaba. Sentí sus dedos gélidos en mi sexo y gemí incluso aun cuando no me habían tocado, mis ojos se centraron en los suyos cuando me dijo que le diera de beber... y no me lo pensé.
Alargué el brazo y cogí la botella de champán que había en la mesita tras una risita pícara por las palabras del vampiro, intenté abrirla y lo cierto es que conforme iba me costó horrores pero no dejé de reírme por darme cuenta de que me costaba abrir una simple botella, risa que se veía interrumpida a veces por gemidos cuando sentí que su lengua recorría mi sexo, se centraba en mí clítoris y no me daba tregua mientras yo arqueaba mi espalda y movía mi cadera contra él totalmente encendida, extasiada en ese momento. Me mordí el labio con fuerza y finalmente abrí la botella para echar aquel líquido sobre mi sexo todo lo despacio que pude notando lo frío que estaba en contraste con mi piel que ardía y noté que lamía el champán y que yo me volvía loca incapaz de soportarlo, era un contraste entre lo caliente que yo estaba, lo frío que estaba el champán y lo fría que estaba también su lengua... todo en un contraste perfecto y maravilloso que me volvía loca de placer incapaz de aguantar los gemidos que salían de mis labios, perdida entre sensaciones. Por si toda esa combinación fuera poca pronto sus dedos se unieron a la fiesta y se colaron en mi interior, arqué mi cadera hacia él que tuvo que rodearla con su brazo y mi mano fue a su pelo enredando allí mis dedos por el placer.
La otra mano que estaba libre recorría mis pechos mientras él se centraba en mi sexo y me llevaba al borde de la locura, su lengua, sus dedos... todo era demasiado como para poder soportarlo y ya notaba como el orgasmo se acercaba a pasos agigantados después de todo lo que nos habíamos estado calentando. Tiraba de su pelo hacia mí para que no dejara de hacerme aquello, para que me diera más y me terminara de enloquecerme, acabé apoyándome en un codo sobre el colchón porque no quería perderme la imagen del vampiro entre mis piernas dándome placer, mis caderas se movían contra él, su lengua me golpeaba el clítoris y sus dedos implacables acompañaban ese ritmo demoledor. Sus ojos se alzaron para mirar los míos y nos encontramos mirándonos en aquel momento, en aquella imagen sumamente sensual y erótica del vampiro mientras yo gemía, eché la cabeza hacia atrás sin poder aguantar mucho más, movía mis caderas acompasando el movimiento de sus dedos, cogí la botella y di un trago para luego volver a tirar sobre mi sexo dejándola otra vez sobre la mesita. El vampiro se había propuesto cumplir su palabra y joder, lo estaba consiguiendo de maravilla, iba a hacer que llegara al infierno solamente con lo que me hacía... era experto en llevarme por ese camino y descender al mismísimo infierno, solo él conseguía hacerlo.
-Muérdeme –pedí moviendo mi cadera sin parar, gimiendo pero sin apartar mis ojos de lo que él me hacía. Me miró al escuchar mis palabras y, por un momento, dudé en que fuera a hacerme caso en lo que le pedía- vamos Joe... muérdeme, así, justo ahora... –estaba al borde y no iba a aguantar mucho más, sabía lo que se había propuesto y quizás por ese mismo motivo no me mordiera así que tiré de su pelo para que me hiciera algo de caso pero no lo hizo, aunque si sentí el gruñido que hizo por mis palabras y pareció enfrascado en hacerme llegar al orgasmo... y lo consiguió. Gemí y sentí que mi cuerpo explotaba pero mientras estaba con esa sensación sentí que me mordía, una vez logrado lo que quería, y mi orgasmo se intensificó haciendo que cayera en la cama, cerrara los ojos y arqueara todo mi cuerpo tensándolo- Joe –gemí su nombre notando como bebía directo de mi sexo y yo me deshacía sobre la cama. Terminó de beber, sacó sus dedos, y con una última pasada de su lengua subió mi cuerpo hasta llegar a mi rostro para fundirnos en un beso que sabía a mí, a champán y a mi sangre en una combinación rara pero para nada desagradable, mis manos se deslizaron por su cuerpo y mis piernas se anclaron a él moviéndome rozando su miembro, con ganas de más, de mucho más. Rodé quedando arriba sobre él y besé sus labios deslizando mis manos por su pecho hasta llegar a desabrochar su pantalón notando su miembro que pedía por ser liberado, me reí contra sus labios dejando un mordisco en su inferior y pasé a morder su cuello con poca delicadeza, bajando por su garganta mordiendo su nuez y llegar hasta su pecho donde dejé un camino descendente con mis labios plagado de mordiscos, de besos y de lamidas sobre su piel hasta que llegué sobre su cintura, lo miré con una sonrisa divertida pasando mi mano sobre su miembro que lo sentía duro bajo mi tacto, totalmente excitado, y me gustaba tenerlo así, saber que en cierto forma tenía cierta dominación sobre el vampiro.
Bajé sus pantalones dejándolos a un lado y mi boca se encargó de quitarle la ropa interior rozando con mi nariz su miembro totalmente a posta, terminé por quitárselo con las manos y alcé mi mirada para observarlo, aparté mi pelo a un lado y mi mano fue a su miembro, luego acerqué mi rostro y mi lengua lo recorrió por entero notando lo húmedo que estaba en la punta donde dejé un beso y mi lengua lo recorrió quitando el líquido que había, volví a bajar para lamer todo su tronco jugando con él notando sus gruñidos y sus jadeos, volví a subir de nuevo a su punta y esa vez lo metí de lleno de en mi boca, mis ojos se alzaron para buscar los suyos que me contemplaban con ese tono rojo que poseían, su mano había ido a mi pelo para apartarlo y lo tenía cogido para que no me molestara y para que no se perdiera él nada de lo que le hacía. Mi lengua se deslizó por su tronco y pronto comencé a subir y a bajar metiéndolo en mi boca, succionando la punta notando que cada vez que me separaba seguía húmedo y me encargaba de limpiarlo, volví a metérmelo otra vez y lo dejé dentro durante unos segundos, podía notar lo mucho que le gustaba eso al vampiro y casi sonreí al ver como movía su cadera preso del placer. Sabía que no iba a aguantar mucho más y su mano tiró de mi pelo para apartarme, sabía que no era así como quería llegar y lamí mis labios cuando me alejó de su miembro mirándolo de forma lasciva, cogí el cinturón de sus pantalones y lo alcé pasándolo por su cuello para hacer que elevara su torso y acercar su rostro para besarlo, sus manos recorrían mi cuerpo mientras mi sexo se rozaba con su duro miembro.
-Átame Joe, quiero que lo hagas –mis labios buscaron los suyos en una cruenta pero pasional batalla en la que ninguno éramos ni ganador ni perdedor restregando nuestros cuerpos, mi pecho rozaba el suyo y mis sexo se deslizaba por su miembro mojándolo aún más- quiero que esta noche te conviertas en mi todo –mi mano ascendió por su mejilla y luego la dejé en su nuca- en mi dueño... en mi señor... en mi amo... –con cada palabra dejaba un beso y un mordisco en sus labios- no solo en mi marido –mis ojos observaron los suyos de forma fija y con mi lengua repasé sus labios- lo quiero todo Joe, así que vamos, átame y dame todo lo que tengas de ti, mi demonio.
Alargué el brazo y cogí la botella de champán que había en la mesita tras una risita pícara por las palabras del vampiro, intenté abrirla y lo cierto es que conforme iba me costó horrores pero no dejé de reírme por darme cuenta de que me costaba abrir una simple botella, risa que se veía interrumpida a veces por gemidos cuando sentí que su lengua recorría mi sexo, se centraba en mí clítoris y no me daba tregua mientras yo arqueaba mi espalda y movía mi cadera contra él totalmente encendida, extasiada en ese momento. Me mordí el labio con fuerza y finalmente abrí la botella para echar aquel líquido sobre mi sexo todo lo despacio que pude notando lo frío que estaba en contraste con mi piel que ardía y noté que lamía el champán y que yo me volvía loca incapaz de soportarlo, era un contraste entre lo caliente que yo estaba, lo frío que estaba el champán y lo fría que estaba también su lengua... todo en un contraste perfecto y maravilloso que me volvía loca de placer incapaz de aguantar los gemidos que salían de mis labios, perdida entre sensaciones. Por si toda esa combinación fuera poca pronto sus dedos se unieron a la fiesta y se colaron en mi interior, arqué mi cadera hacia él que tuvo que rodearla con su brazo y mi mano fue a su pelo enredando allí mis dedos por el placer.
La otra mano que estaba libre recorría mis pechos mientras él se centraba en mi sexo y me llevaba al borde de la locura, su lengua, sus dedos... todo era demasiado como para poder soportarlo y ya notaba como el orgasmo se acercaba a pasos agigantados después de todo lo que nos habíamos estado calentando. Tiraba de su pelo hacia mí para que no dejara de hacerme aquello, para que me diera más y me terminara de enloquecerme, acabé apoyándome en un codo sobre el colchón porque no quería perderme la imagen del vampiro entre mis piernas dándome placer, mis caderas se movían contra él, su lengua me golpeaba el clítoris y sus dedos implacables acompañaban ese ritmo demoledor. Sus ojos se alzaron para mirar los míos y nos encontramos mirándonos en aquel momento, en aquella imagen sumamente sensual y erótica del vampiro mientras yo gemía, eché la cabeza hacia atrás sin poder aguantar mucho más, movía mis caderas acompasando el movimiento de sus dedos, cogí la botella y di un trago para luego volver a tirar sobre mi sexo dejándola otra vez sobre la mesita. El vampiro se había propuesto cumplir su palabra y joder, lo estaba consiguiendo de maravilla, iba a hacer que llegara al infierno solamente con lo que me hacía... era experto en llevarme por ese camino y descender al mismísimo infierno, solo él conseguía hacerlo.
-Muérdeme –pedí moviendo mi cadera sin parar, gimiendo pero sin apartar mis ojos de lo que él me hacía. Me miró al escuchar mis palabras y, por un momento, dudé en que fuera a hacerme caso en lo que le pedía- vamos Joe... muérdeme, así, justo ahora... –estaba al borde y no iba a aguantar mucho más, sabía lo que se había propuesto y quizás por ese mismo motivo no me mordiera así que tiré de su pelo para que me hiciera algo de caso pero no lo hizo, aunque si sentí el gruñido que hizo por mis palabras y pareció enfrascado en hacerme llegar al orgasmo... y lo consiguió. Gemí y sentí que mi cuerpo explotaba pero mientras estaba con esa sensación sentí que me mordía, una vez logrado lo que quería, y mi orgasmo se intensificó haciendo que cayera en la cama, cerrara los ojos y arqueara todo mi cuerpo tensándolo- Joe –gemí su nombre notando como bebía directo de mi sexo y yo me deshacía sobre la cama. Terminó de beber, sacó sus dedos, y con una última pasada de su lengua subió mi cuerpo hasta llegar a mi rostro para fundirnos en un beso que sabía a mí, a champán y a mi sangre en una combinación rara pero para nada desagradable, mis manos se deslizaron por su cuerpo y mis piernas se anclaron a él moviéndome rozando su miembro, con ganas de más, de mucho más. Rodé quedando arriba sobre él y besé sus labios deslizando mis manos por su pecho hasta llegar a desabrochar su pantalón notando su miembro que pedía por ser liberado, me reí contra sus labios dejando un mordisco en su inferior y pasé a morder su cuello con poca delicadeza, bajando por su garganta mordiendo su nuez y llegar hasta su pecho donde dejé un camino descendente con mis labios plagado de mordiscos, de besos y de lamidas sobre su piel hasta que llegué sobre su cintura, lo miré con una sonrisa divertida pasando mi mano sobre su miembro que lo sentía duro bajo mi tacto, totalmente excitado, y me gustaba tenerlo así, saber que en cierto forma tenía cierta dominación sobre el vampiro.
Bajé sus pantalones dejándolos a un lado y mi boca se encargó de quitarle la ropa interior rozando con mi nariz su miembro totalmente a posta, terminé por quitárselo con las manos y alcé mi mirada para observarlo, aparté mi pelo a un lado y mi mano fue a su miembro, luego acerqué mi rostro y mi lengua lo recorrió por entero notando lo húmedo que estaba en la punta donde dejé un beso y mi lengua lo recorrió quitando el líquido que había, volví a bajar para lamer todo su tronco jugando con él notando sus gruñidos y sus jadeos, volví a subir de nuevo a su punta y esa vez lo metí de lleno de en mi boca, mis ojos se alzaron para buscar los suyos que me contemplaban con ese tono rojo que poseían, su mano había ido a mi pelo para apartarlo y lo tenía cogido para que no me molestara y para que no se perdiera él nada de lo que le hacía. Mi lengua se deslizó por su tronco y pronto comencé a subir y a bajar metiéndolo en mi boca, succionando la punta notando que cada vez que me separaba seguía húmedo y me encargaba de limpiarlo, volví a metérmelo otra vez y lo dejé dentro durante unos segundos, podía notar lo mucho que le gustaba eso al vampiro y casi sonreí al ver como movía su cadera preso del placer. Sabía que no iba a aguantar mucho más y su mano tiró de mi pelo para apartarme, sabía que no era así como quería llegar y lamí mis labios cuando me alejó de su miembro mirándolo de forma lasciva, cogí el cinturón de sus pantalones y lo alcé pasándolo por su cuello para hacer que elevara su torso y acercar su rostro para besarlo, sus manos recorrían mi cuerpo mientras mi sexo se rozaba con su duro miembro.
-Átame Joe, quiero que lo hagas –mis labios buscaron los suyos en una cruenta pero pasional batalla en la que ninguno éramos ni ganador ni perdedor restregando nuestros cuerpos, mi pecho rozaba el suyo y mis sexo se deslizaba por su miembro mojándolo aún más- quiero que esta noche te conviertas en mi todo –mi mano ascendió por su mejilla y luego la dejé en su nuca- en mi dueño... en mi señor... en mi amo... –con cada palabra dejaba un beso y un mordisco en sus labios- no solo en mi marido –mis ojos observaron los suyos de forma fija y con mi lengua repasé sus labios- lo quiero todo Joe, así que vamos, átame y dame todo lo que tengas de ti, mi demonio.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
La habitación quedaba inundada de sus jadeos, roncos, excitantes, sus dedos aferraban con fuerza mi pelo empujándome para que no cesara en mi empeño ojos como el fuego que se alzaron perdiéndose en su turbia mirada oscurecida por la pasión del momento.
Labios entreabiertos que dejaban escapar el aire de forma muy pesada mientras mi lengua traviesa seguía la tortura en su trinchera y mis dedos se la follaban hasta quedar completamente dentro.
“Muérdeme” pidió tirando hacia atrás la cabeza, su cascada de pelo negro se esparció sobre las sabanas, sus pechos ofrecidos parecían desde abajo cúspides de montañas y sus piernas abiertas por completo me exigían que continuara.
Solo con esa imagen, viéndola como estaba me llevaba al borde del mismo abismo en el que ella estaba. Sus paredes temblaron violentas, mi hombría palpito de pura excitación, mojándose el glande mientras la veía correrse contra mis dedos, acogerlos, presionándolos mientras gruñía revolviéndose entre las sabanas.
Fue en ese instante en el que mis colmillos se hundieron directamente en sus labios, bebiendo de su sexo, pegando tirones mientras la sangre carmesí se fundía con su propia esencia.
El placer nos recorría a ambos, gruñí completamente excitado, tocando con mis manos sus pezones duros, pellizcandolos intensificando ese orgasmo que la sumía en un placer inusitado.
Llevó la botella a sus labios dando un buen trago, mientras yo seguía bebiendo de ella sintiendo la cantidad de alcohol en sangre que llevaba en ese momento.
Ebrio de ella era incapaz de parar, hasta que tiró de mi pelo elevando mi cabeza para detenerme, mi hombría estaba muy dura, presionaba el pantalón. Su boca chocó con la mía, sabor férreo, a sexo y a champan, todo ello se mezclo en una combinación letal.
Sus manos se dedicaron a bajar mis pantalones al sentir mi urgencia, mi hombría mojada quedó frente a sus labios, sonreí al ver el estado en el que estaba. Dura palpitante a esperaba y ella no se hizo de rogar, sus labios se pasearon lentos por la punta, su lengua limpio el liquido de esta dejando después un beso al sentir como gemía de placer por cada roce. Estaba muy excitado por el modo en el que llevábamos la noche entera calentándonos.
Gruñí cuando se la metió entera en la boca, deslizando sus labios por el tronco, succionando la punta sin dejar de masturbarme con sus labios, alzando la mirada para verme jadear con los ojos rojos, turbios, oscurecidos.
Mi mano sujetó su pelo, quería verla comérmela, no perderme detalle de como sus labios la envolvían por completo.
Gruñí cada vez mas fuerte, mas ronco, al borde del abismo, cada vez salia mas liquido, ella lo limpiaba complacida, sabia como me estaba de puesto en ese momento.
Tiré de su pelo para que nuestros jadeos volvieran encontrarse contra la boca ajena, mi hombría rozaba su sexo en un baile plagado de deseo, moví sus caderas contra el martillo, excitandome con cada movimiento de su cuerpo.
“Átame”
Sonreí con malicia dejándola caer en el lecho y buscando los pantalones tomé el cinturón alzando sus manos hacia el cabecero de la cama, allí las ate con fuerza dejando su cuerpo expuesto a mi eterna voluntad.
Era mía, completamente mía, mi mujer.
Alcé sus piernas sobre mis hombros, mis dedos se hundieron en su trasero, azotandolo con fuerza, marcando mis dedos mientras ella sucumbía a cada manotazo gritando.
Me adentre entre sus piernas con rudeza, mi miembro se abrió paso por su vagina metiendola hasta el fondo haciéndola gruñir de placer.
Gemí contra sus labios moviéndome dentro de ella de forma salvaje, muy brusco, su boca mordía mis labios acallando mis gemidos.
Cogí su mano y la lleve a su entrada, para que tocara lo metida que estaba, lo mojado que estaba mi tronco y como resbalaba, el calor que desprendíamos pese a que mi hombría era tan gélida como yo mismo.
-¿me estas volviendo loco -confesé -métete los dedos, quiero follarte el culo, masturbaté para mi, demuéstrame como estas de excitada.
Labios entreabiertos que dejaban escapar el aire de forma muy pesada mientras mi lengua traviesa seguía la tortura en su trinchera y mis dedos se la follaban hasta quedar completamente dentro.
“Muérdeme” pidió tirando hacia atrás la cabeza, su cascada de pelo negro se esparció sobre las sabanas, sus pechos ofrecidos parecían desde abajo cúspides de montañas y sus piernas abiertas por completo me exigían que continuara.
Solo con esa imagen, viéndola como estaba me llevaba al borde del mismo abismo en el que ella estaba. Sus paredes temblaron violentas, mi hombría palpito de pura excitación, mojándose el glande mientras la veía correrse contra mis dedos, acogerlos, presionándolos mientras gruñía revolviéndose entre las sabanas.
Fue en ese instante en el que mis colmillos se hundieron directamente en sus labios, bebiendo de su sexo, pegando tirones mientras la sangre carmesí se fundía con su propia esencia.
El placer nos recorría a ambos, gruñí completamente excitado, tocando con mis manos sus pezones duros, pellizcandolos intensificando ese orgasmo que la sumía en un placer inusitado.
Llevó la botella a sus labios dando un buen trago, mientras yo seguía bebiendo de ella sintiendo la cantidad de alcohol en sangre que llevaba en ese momento.
Ebrio de ella era incapaz de parar, hasta que tiró de mi pelo elevando mi cabeza para detenerme, mi hombría estaba muy dura, presionaba el pantalón. Su boca chocó con la mía, sabor férreo, a sexo y a champan, todo ello se mezclo en una combinación letal.
Sus manos se dedicaron a bajar mis pantalones al sentir mi urgencia, mi hombría mojada quedó frente a sus labios, sonreí al ver el estado en el que estaba. Dura palpitante a esperaba y ella no se hizo de rogar, sus labios se pasearon lentos por la punta, su lengua limpio el liquido de esta dejando después un beso al sentir como gemía de placer por cada roce. Estaba muy excitado por el modo en el que llevábamos la noche entera calentándonos.
Gruñí cuando se la metió entera en la boca, deslizando sus labios por el tronco, succionando la punta sin dejar de masturbarme con sus labios, alzando la mirada para verme jadear con los ojos rojos, turbios, oscurecidos.
Mi mano sujetó su pelo, quería verla comérmela, no perderme detalle de como sus labios la envolvían por completo.
Gruñí cada vez mas fuerte, mas ronco, al borde del abismo, cada vez salia mas liquido, ella lo limpiaba complacida, sabia como me estaba de puesto en ese momento.
Tiré de su pelo para que nuestros jadeos volvieran encontrarse contra la boca ajena, mi hombría rozaba su sexo en un baile plagado de deseo, moví sus caderas contra el martillo, excitandome con cada movimiento de su cuerpo.
“Átame”
Sonreí con malicia dejándola caer en el lecho y buscando los pantalones tomé el cinturón alzando sus manos hacia el cabecero de la cama, allí las ate con fuerza dejando su cuerpo expuesto a mi eterna voluntad.
Era mía, completamente mía, mi mujer.
Alcé sus piernas sobre mis hombros, mis dedos se hundieron en su trasero, azotandolo con fuerza, marcando mis dedos mientras ella sucumbía a cada manotazo gritando.
Me adentre entre sus piernas con rudeza, mi miembro se abrió paso por su vagina metiendola hasta el fondo haciéndola gruñir de placer.
Gemí contra sus labios moviéndome dentro de ella de forma salvaje, muy brusco, su boca mordía mis labios acallando mis gemidos.
Cogí su mano y la lleve a su entrada, para que tocara lo metida que estaba, lo mojado que estaba mi tronco y como resbalaba, el calor que desprendíamos pese a que mi hombría era tan gélida como yo mismo.
-¿me estas volviendo loco -confesé -métete los dedos, quiero follarte el culo, masturbaté para mi, demuéstrame como estas de excitada.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Los dos estábamos aquella noche completamente locos, pero locos por el placer que nos recorría y que no nos dejaba pensar con claridad, habíamos pasado toda la noche calentándonos y había que añadir que el alcohol había también tenido parte de la culpa, esos chupitos de tequila que nos habíamos tomado nos habían puesto demasiado calientes, demasiados necesitados del otro como para poder aplacarlo de forma sencilla. Me había llevado al orgasmo una vez y sin embargo necesitaba más, mucho más de lo que pudiera darme... lo quería todo. Por esa noche quería todo lo que el vampiro tuviera para darme, todo lo que quisiera hacerme lo haría porque así yo lo deseaba, con él la palabra “placer” cobraba nuevos significados y me enseñaba otros mundos con los cuales ni habría soñado siquiera con que me llegaran a gustar tanto, pero con él todo era completamente diferente, mucho más placentero, mucho más satisfactorio de lo que podría ser con cualquier otro. Prueba de ello es que me había dado un orgasmo y me había sabido a poco, se había propuesto cumplir esas palabras que casi hicieron que llegara al límite en el pasillo, ya me había torturado con su boca y con sus labios y ahora tocaba hacerme suya, atarme y tomarme como el demonio que era, como solo él sabía hacer, y llevarme a esa locura placentera, bajar a los mismísimos infiernos si hiciera falta... no me importaba, me gustaba descender si era con él por ese abismo carnal y tremendamente placentero.
Sus labios buscaban los míos de forma desesperada ahora que había jugado con él y que me había parado porque no quería terminar así, yo lo sabía pero eso no impidió en ningún momento que mi boca fuera a su miembro para lamerlo, limpiarlo de ese líquido que denotaba lo tremendamente excitado que estaba, que no aguantaría mucho más y metérmelo en la boca mientras sus ojos me observaban, me gustaba verlo retorcerse bajo mi toque y aunque me había parado demasiado pronto lo disfruté enormemente. Nos besábamos con una pasión salvaje y desorbitada y en cuanto le dije que me atara una sonrisa maliciosa surcó sus labios para dejarme de nuevo contra el colchón y cernirse sobre mi cuerpo, cogió el cinturón y subió mis manos al cabecero de la cama para atarlos allí, supe lo que venía y lamí mis labios deseando que me embistiera, sentirlo dentro y que me llevara a la maldita locura. Notaba sus ojos rojos como las mismas llamas recorrerme de esa forma, atada, expuesta a él y a su voluntad, a lo que quisiera hacerme, sus ojos recorrían mi cuerpo y se pararon en mi sexo viendo lo mojado que estaba de nuevo, un dedo lo recorrió haciendo que arqueara mi cuerpo y ese mismo dedo lo llevó a mis labios para que probara mi propia excitación, no dudé ni un segundo en llevar su dedo a mi boca como si me llevara su miembro de igual forma.
Un ronco gemido salió de sus labios y sus manos cogieron mis piernas para ponerlas sobre sus hombros dejándome expuesta, notaba su miembro deslizarse por mi sexo y jadeé moviendo mi cadera para que me penetrara de una vez pero él tenía otros planes totalmente diferentes. Sus manos fueron a mis nalgas y el primer azote me pilló totalmente desprevenida, un grito salió de mis labios pero en vez de dolor fue tremendamente placentero, no se contenía en azotarme y yo disfruté con cada uno de ellos excitándome más con cada nuevo azote que hacía vibrar mis nalgas y una corriente me sacudiera por dentro, mis manos aferraban con fuerza los barrotes de la cama como único anclaje y movía mis caderas dándole a entender que me gustaba lo que me hacía sin apartar sus ojos ni por un solo momento de los míos viendo mis reacciones. Sin esperarlo siquiera centrada en cada azote que me daba me embistió con rudeza sacándome un gemido de placer de mis labios seguido de un último azote que se intensificó al estar él en mi interior. Comenzó a moverse como el demonio que era de forma brusca, salvaje, ruda... de esa forma que tanto me gustaba y que me volvía completamente loca.
Sus labios estaban sobre los míos y me aferraba con fuerza a los barrotes de la cama por el placer, mordía sus labios totalmente perdida en las sensaciones que me provocaba y escuchaba sus gemidos que morían en mis labios. Se hundía por completo y eso me volvía loca, entraba y salía del todo arremetiendo con fuerza y notaba que tensaba mis piernas sobre sus hombros incapaz de hacer nada, sentirme atada mientras él me embestía de esa forma con sus manos acariciando mis pechos, pellizcándolos para torturarlos con su lengua y con su aliento era placentero pero algo frustrante, quería recorrerlo por entero pero de esa forma solo podía entregarme a él, a lo que quisiera hacerme y eso también daba placer porque te dejabas llevar a lo que el otro quisiera hacerte. Quitó una de mis manos de aquel agarre pero dejó la otra en el cabecero, la cogió entre sus dedos y la llevó a mi sexo para que notara como entraba y salía de mi cuerpo, como se deslizaba, lo mojado que tenía el tronco... joder, ¿pensaba que no notaba como entraba? Lo sentía llegar hasta aquel tope interno que me producía dolor y placer, chocaba de forma salvaje y me producía escalofríos por todo el cuerpo.
-Eres un completo demonio... –jadeé contra sus labios con una sonrisa antes de buscar sus labios y besarle para morder luego su inferior, llevé mis dedos a mi sexo y gemí cuando dijo aquellas palabras provocándome una sonrisa maliciosa en el rostro, comencé a masturbarme como él me había pedido sin dejar de mirarlo cegada por completo en aquel juego que nos traíamos de perversión. Sacó su miembro y gruñí por ello deseando que siguiera penetrándome pero ya me había dicho lo que quería de mí así que mis dedos ocuparon el lugar de su miembro y comencé a moverlos en mi interior entrando y saliendo tal y como me había pedido. Sus ojos se centraron en lo que me hacía provocándome placer a mí misma mientras jadeaba y movía mis caderas... pero la sensación no era ni de lejos la misma que había sentido antes- Joe... –lo llamé necesitada de más mientras él no dejaba de mirar como me daba placer y subió sus ojos a los míos, en un movimiento rápido bajó mis piernas y me giró dejándome a cuatro patas sobre la cama, sus labios y sus colmillos recorrieron mi espalda mientras me pedía que no dejara de masturbarme y no lo hice en ningún momento, sentía su miembro recorrer mis nalgas y abrirse paso entre ellas, sus manos separaron más mis piernas, agacharon mi cuerpo presionándome por la nuca hacia el colchón donde mis pechos lo rozaban en cada movimiento todavía con la otra mano atada al cabecero, y sentí que me embestía de nuevo aferrando mis caderas. Un gemido salió de mis labios incapaz de contenerme y comenzó a moverse entrando y saliendo volviéndome loca, mordió mi nuca y sus manos fueron a mis pechos para aferrarse a ellos mientras me embestía con rudeza y con fuerza, me pidió que no dejara de tocarme y no lo hice aunque debía de admitir que era un tanto difícil cuando se movía así de esa forma, cuando me llevaba a la locura. Mi mano aferraba con fuerza el cabecero como único anclaje a algo ante aquel devastador ritmo que ponía el vampiro, pronto me alzó por el pecho para pegar mi espalda a su cuerpo sin dejar de moverse, yo era incapaz ya en esos momentos de seguir su ritmo abandonada por completo al pacer y sus labios buscaron los míos con mi rostro girado sobre el hombro, apartó mi mano de mi sexo y la sustituyó por la suya moviéndose con fuerza en mi interior. Mi mano aferró su pelo moviendo mi cadera a su mismo son entre jadeos y gemidos, besándolo sintiendo que no podía más- Joe... –gemí su nombre notando que todo mi cuerpo temblaba y finalmente acabé por alcanzar el orgasmo quedándome recostada contra su cuerpo sintiendo que mi interior se cernía sobre su miembro y sus dedos y él terminaba de embestirme un par de veces hasta que finalmente también acabó por correrse y nos quedamos así lo que duró aquella sensación, incapaz de movernos hasta que finalmente caímos al colchón con la respiración entrecortada, cerré los ojos unos segundos y lo miré con una sonrisa- un tiempo muerto... necesito... unos minutos... –acabé recorriendo su pecho con mis dedos, ambos estábamos perlados de sudor y apoyé mi frente en su pecho mientras mi respiración se normalizaba poco a poco. Al cabo de unos minutos, cuando me dejaron de temblar las piernas me levanté a por una fresa que mojé en chocolate y me la comí para volver de nuevo a la cama gateando por su cuerpo semi recostado en el colchón hasta llegar a sus labios- ¿quieres seguir, Joe? –Mi lengua lamió su labio con lascivia- lo digo porque todavía puedo cerrar las piernas –apunté con malicia mordiendo su labio inferior dejando mi cuerpo pegado al completo sobre el suyo- quiero más.
Sus labios buscaban los míos de forma desesperada ahora que había jugado con él y que me había parado porque no quería terminar así, yo lo sabía pero eso no impidió en ningún momento que mi boca fuera a su miembro para lamerlo, limpiarlo de ese líquido que denotaba lo tremendamente excitado que estaba, que no aguantaría mucho más y metérmelo en la boca mientras sus ojos me observaban, me gustaba verlo retorcerse bajo mi toque y aunque me había parado demasiado pronto lo disfruté enormemente. Nos besábamos con una pasión salvaje y desorbitada y en cuanto le dije que me atara una sonrisa maliciosa surcó sus labios para dejarme de nuevo contra el colchón y cernirse sobre mi cuerpo, cogió el cinturón y subió mis manos al cabecero de la cama para atarlos allí, supe lo que venía y lamí mis labios deseando que me embistiera, sentirlo dentro y que me llevara a la maldita locura. Notaba sus ojos rojos como las mismas llamas recorrerme de esa forma, atada, expuesta a él y a su voluntad, a lo que quisiera hacerme, sus ojos recorrían mi cuerpo y se pararon en mi sexo viendo lo mojado que estaba de nuevo, un dedo lo recorrió haciendo que arqueara mi cuerpo y ese mismo dedo lo llevó a mis labios para que probara mi propia excitación, no dudé ni un segundo en llevar su dedo a mi boca como si me llevara su miembro de igual forma.
Un ronco gemido salió de sus labios y sus manos cogieron mis piernas para ponerlas sobre sus hombros dejándome expuesta, notaba su miembro deslizarse por mi sexo y jadeé moviendo mi cadera para que me penetrara de una vez pero él tenía otros planes totalmente diferentes. Sus manos fueron a mis nalgas y el primer azote me pilló totalmente desprevenida, un grito salió de mis labios pero en vez de dolor fue tremendamente placentero, no se contenía en azotarme y yo disfruté con cada uno de ellos excitándome más con cada nuevo azote que hacía vibrar mis nalgas y una corriente me sacudiera por dentro, mis manos aferraban con fuerza los barrotes de la cama como único anclaje y movía mis caderas dándole a entender que me gustaba lo que me hacía sin apartar sus ojos ni por un solo momento de los míos viendo mis reacciones. Sin esperarlo siquiera centrada en cada azote que me daba me embistió con rudeza sacándome un gemido de placer de mis labios seguido de un último azote que se intensificó al estar él en mi interior. Comenzó a moverse como el demonio que era de forma brusca, salvaje, ruda... de esa forma que tanto me gustaba y que me volvía completamente loca.
Sus labios estaban sobre los míos y me aferraba con fuerza a los barrotes de la cama por el placer, mordía sus labios totalmente perdida en las sensaciones que me provocaba y escuchaba sus gemidos que morían en mis labios. Se hundía por completo y eso me volvía loca, entraba y salía del todo arremetiendo con fuerza y notaba que tensaba mis piernas sobre sus hombros incapaz de hacer nada, sentirme atada mientras él me embestía de esa forma con sus manos acariciando mis pechos, pellizcándolos para torturarlos con su lengua y con su aliento era placentero pero algo frustrante, quería recorrerlo por entero pero de esa forma solo podía entregarme a él, a lo que quisiera hacerme y eso también daba placer porque te dejabas llevar a lo que el otro quisiera hacerte. Quitó una de mis manos de aquel agarre pero dejó la otra en el cabecero, la cogió entre sus dedos y la llevó a mi sexo para que notara como entraba y salía de mi cuerpo, como se deslizaba, lo mojado que tenía el tronco... joder, ¿pensaba que no notaba como entraba? Lo sentía llegar hasta aquel tope interno que me producía dolor y placer, chocaba de forma salvaje y me producía escalofríos por todo el cuerpo.
-Eres un completo demonio... –jadeé contra sus labios con una sonrisa antes de buscar sus labios y besarle para morder luego su inferior, llevé mis dedos a mi sexo y gemí cuando dijo aquellas palabras provocándome una sonrisa maliciosa en el rostro, comencé a masturbarme como él me había pedido sin dejar de mirarlo cegada por completo en aquel juego que nos traíamos de perversión. Sacó su miembro y gruñí por ello deseando que siguiera penetrándome pero ya me había dicho lo que quería de mí así que mis dedos ocuparon el lugar de su miembro y comencé a moverlos en mi interior entrando y saliendo tal y como me había pedido. Sus ojos se centraron en lo que me hacía provocándome placer a mí misma mientras jadeaba y movía mis caderas... pero la sensación no era ni de lejos la misma que había sentido antes- Joe... –lo llamé necesitada de más mientras él no dejaba de mirar como me daba placer y subió sus ojos a los míos, en un movimiento rápido bajó mis piernas y me giró dejándome a cuatro patas sobre la cama, sus labios y sus colmillos recorrieron mi espalda mientras me pedía que no dejara de masturbarme y no lo hice en ningún momento, sentía su miembro recorrer mis nalgas y abrirse paso entre ellas, sus manos separaron más mis piernas, agacharon mi cuerpo presionándome por la nuca hacia el colchón donde mis pechos lo rozaban en cada movimiento todavía con la otra mano atada al cabecero, y sentí que me embestía de nuevo aferrando mis caderas. Un gemido salió de mis labios incapaz de contenerme y comenzó a moverse entrando y saliendo volviéndome loca, mordió mi nuca y sus manos fueron a mis pechos para aferrarse a ellos mientras me embestía con rudeza y con fuerza, me pidió que no dejara de tocarme y no lo hice aunque debía de admitir que era un tanto difícil cuando se movía así de esa forma, cuando me llevaba a la locura. Mi mano aferraba con fuerza el cabecero como único anclaje a algo ante aquel devastador ritmo que ponía el vampiro, pronto me alzó por el pecho para pegar mi espalda a su cuerpo sin dejar de moverse, yo era incapaz ya en esos momentos de seguir su ritmo abandonada por completo al pacer y sus labios buscaron los míos con mi rostro girado sobre el hombro, apartó mi mano de mi sexo y la sustituyó por la suya moviéndose con fuerza en mi interior. Mi mano aferró su pelo moviendo mi cadera a su mismo son entre jadeos y gemidos, besándolo sintiendo que no podía más- Joe... –gemí su nombre notando que todo mi cuerpo temblaba y finalmente acabé por alcanzar el orgasmo quedándome recostada contra su cuerpo sintiendo que mi interior se cernía sobre su miembro y sus dedos y él terminaba de embestirme un par de veces hasta que finalmente también acabó por correrse y nos quedamos así lo que duró aquella sensación, incapaz de movernos hasta que finalmente caímos al colchón con la respiración entrecortada, cerré los ojos unos segundos y lo miré con una sonrisa- un tiempo muerto... necesito... unos minutos... –acabé recorriendo su pecho con mis dedos, ambos estábamos perlados de sudor y apoyé mi frente en su pecho mientras mi respiración se normalizaba poco a poco. Al cabo de unos minutos, cuando me dejaron de temblar las piernas me levanté a por una fresa que mojé en chocolate y me la comí para volver de nuevo a la cama gateando por su cuerpo semi recostado en el colchón hasta llegar a sus labios- ¿quieres seguir, Joe? –Mi lengua lamió su labio con lascivia- lo digo porque todavía puedo cerrar las piernas –apunté con malicia mordiendo su labio inferior dejando mi cuerpo pegado al completo sobre el suyo- quiero más.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Obediente por una vez Dan no rechisto metiéndose los dedos para darse placer, mi turbia mirada se quedó anclada a su feminidad, ladeé la sonrisa completamente excitado viendo como sus dedos entraban y salían una y otra vez mientras gemía mi nombre con urgencia suplicando que me adentrara en ella, que la tocara, que la poseyera pues nunca fue mas mía de lo que esa noche era.
La giré con rudeza, ella gruñó al sentir la violencia de mi acto mientras mi martillo se abría paso entre los cachetes de su trasero.
Gimió cuando empujé adentrándome en su interior, ella seguía masturbándose con los dedos, las tetas friccionaban con las sabanas mientras mi mano las colmaba de atenciones y su otra mano se sujetaba en el cabecero de la cama que retumbaba contra la pared.
Gruñí salvaje deslizando mis colmillos por su espalda, marcándola, haciéndola sangrar y lamiendo los ríos escarlata, jadeé de forma ronca, pesada sintiendo el placer que su culo prieto me daba acogiendo mi hombría mojada.
La alcé por los pechos nuestras bocas colisionaron mordiéndose, lamiéndose, jadeé excitado cuando su lengua se adentro en mi boca lujuriosa, tentándome a rozarla, a buscarla.
Sustituí sus dedos masturbandola, estaba muy mojada. La empalaba una y otra vez por el culo metiendola tan dentro que mis huevos se montaban sobre su culo con cada empujón. Su mano los tocó, duros, alzados, la oí gemir excitada.
Ella gruñía a cuatro patas, pidiéndome que no parara.
Nos corrimos al unisono, una corriente de placer nos inundo, apreté fuerte su cuerpo contra el mio, empujando mas fuerte mientras los últimos coletazos esparcían mi simiente en su interior.
Caímos jadeando sobre el lecho, mi hombría y mis dedos aun en su interior, se movían muy despacio mientras una picara sonrisa se dibujaba en mis labios al escucharla pedir un descanso.
-¿seguro? -pregunté con los ojos enrojecidos.
Me sacó de su interior girándose para mirarme, sus dedos recorrieron mi pecho mientras los míos apartaban el pelo mojado de su perlada frente.
-Quiero que no olvides esta noche -susurré otra sus labios.
Permanecíamos allí, en silencio, abrazados.
Por mi menté paso un sinfín de imágenes, desde el día que la conocí en el baile, el laberinto, la fiesta en conjunto, las mil y una noches de placer y tortura …
Sonreí depositando un beso tierno en su frente, ciertamente el único que le había dado y agradecí que fuera ebria porque posiblemente ni lo recordaría.
Se puso en pie para comerse una fresa, mis ojos siguieron el trayecto de su cuerpo hasta de nuevo gatear sobre mi piel fundiendonos en un beso.
-¿aun puedes nadar? -pregunté arrastrando las palabras con cierto tono juguetón -tendremos que remediar eso -aseguré contra sus labios mientras de nuevo sus caderas me buscaban incitando a mi miembro.
Azoté su trasero con mi mano sin dejar de mirarla, mi boca recorrió su mandíbula mordiendo su contorno con suavidad.
Busqué su sexo con mi mano acariciando su trinchera si dejar de mirarla fijamente, llegando al botón engrosado por lo hecho hace apenas unos minutos.
Estaba muy mojada todavía y mi esencia resbalaba por sus muslos.
La giré de golpe tumbándola en la cama sin dejar de mirarla fijamente.
-Tengo sed -aseguré gateando despacio por su piel, lamiendo cada rincón mientras me acercaba peligrosamente a su feminidad.
-Ábrete para mi, quiero beber.
Hundí mi boca en su centro...
La giré con rudeza, ella gruñó al sentir la violencia de mi acto mientras mi martillo se abría paso entre los cachetes de su trasero.
Gimió cuando empujé adentrándome en su interior, ella seguía masturbándose con los dedos, las tetas friccionaban con las sabanas mientras mi mano las colmaba de atenciones y su otra mano se sujetaba en el cabecero de la cama que retumbaba contra la pared.
Gruñí salvaje deslizando mis colmillos por su espalda, marcándola, haciéndola sangrar y lamiendo los ríos escarlata, jadeé de forma ronca, pesada sintiendo el placer que su culo prieto me daba acogiendo mi hombría mojada.
La alcé por los pechos nuestras bocas colisionaron mordiéndose, lamiéndose, jadeé excitado cuando su lengua se adentro en mi boca lujuriosa, tentándome a rozarla, a buscarla.
Sustituí sus dedos masturbandola, estaba muy mojada. La empalaba una y otra vez por el culo metiendola tan dentro que mis huevos se montaban sobre su culo con cada empujón. Su mano los tocó, duros, alzados, la oí gemir excitada.
Ella gruñía a cuatro patas, pidiéndome que no parara.
Nos corrimos al unisono, una corriente de placer nos inundo, apreté fuerte su cuerpo contra el mio, empujando mas fuerte mientras los últimos coletazos esparcían mi simiente en su interior.
Caímos jadeando sobre el lecho, mi hombría y mis dedos aun en su interior, se movían muy despacio mientras una picara sonrisa se dibujaba en mis labios al escucharla pedir un descanso.
-¿seguro? -pregunté con los ojos enrojecidos.
Me sacó de su interior girándose para mirarme, sus dedos recorrieron mi pecho mientras los míos apartaban el pelo mojado de su perlada frente.
-Quiero que no olvides esta noche -susurré otra sus labios.
Permanecíamos allí, en silencio, abrazados.
Por mi menté paso un sinfín de imágenes, desde el día que la conocí en el baile, el laberinto, la fiesta en conjunto, las mil y una noches de placer y tortura …
Sonreí depositando un beso tierno en su frente, ciertamente el único que le había dado y agradecí que fuera ebria porque posiblemente ni lo recordaría.
Se puso en pie para comerse una fresa, mis ojos siguieron el trayecto de su cuerpo hasta de nuevo gatear sobre mi piel fundiendonos en un beso.
-¿aun puedes nadar? -pregunté arrastrando las palabras con cierto tono juguetón -tendremos que remediar eso -aseguré contra sus labios mientras de nuevo sus caderas me buscaban incitando a mi miembro.
Azoté su trasero con mi mano sin dejar de mirarla, mi boca recorrió su mandíbula mordiendo su contorno con suavidad.
Busqué su sexo con mi mano acariciando su trinchera si dejar de mirarla fijamente, llegando al botón engrosado por lo hecho hace apenas unos minutos.
Estaba muy mojada todavía y mi esencia resbalaba por sus muslos.
La giré de golpe tumbándola en la cama sin dejar de mirarla fijamente.
-Tengo sed -aseguré gateando despacio por su piel, lamiendo cada rincón mientras me acercaba peligrosamente a su feminidad.
-Ábrete para mi, quiero beber.
Hundí mi boca en su centro...
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Estaba algo cansada y necesitaba un respiro y unos minutos para reponerme antes de seguir con aquella noche de bodas, mi cuerpo estaba perlado en sudor y mi pelo se pegaba a mi frente mojado por lo que acabábamos de hacer hacía apenas un par de minutos, mi respiración seguía estando algo agitada y necesitaba un mínimo de descanso para coger fuerzas y seguir hasta que ninguno de los dos pudiéramos más, que seguramente sería yo la primera en caer dado que él era un vampiro que tenía muchísimo más aguante que yo mientras que mi resistencia estaba condicionada por ser humana. El alcohol seguía todavía recorriendo mi cuerpo, los chupitos de tequila habían cumplido su función y es que no sabía exactamente cuántos me había tomado, de ahí que pidiera un pequeño respiro. Sentía sus dedos apartar mi pelo pegado a mi frente y yo me medio recosté contra su cuerpo repasando con mis dedos su pecho sintiendo su cuerpo algo más frío por ser vampiro pero que, conforme estaba, incluso hasta me venía bien en aquel momento. Su brazo rodeó mi cintura y terminó por pegarme a su cuerpo ahora no quedando nada de espacio entre uno y otro, mi pecho se rozaba con el suyo con cada respiración que daba y me dejó ese par de minutos aunque él parecía divertido con que necesitara parar un poco, si hubiera sido por él seguramente habríamos seguido sin siquiera parar un poco, pero yo si lo necesitaba. Su olor me envolvía por completo y cerré los ojos ante la extraña sensación de estar los dos abrazados en la cama, ya como marido y mujer, y una corriente placentera me recorrió ante ese pensamiento. Podía ver sus ojos rojos brillando cuando me preguntó si de verdad quería parar y alcé mi rostro para mirarle.
-¿Tengo que recordarte que soy humana y que no tengo la misma resistencia que tú, ni el mismo aguante tampoco? –Sonreí de lado por ello y repasé sus labios con la yema de mis dedos- solo necesito un par de minutos, luego te dominaré y te montaré como la digna Lilith que soy –mordí su labio inferior de forma lasciva sin apartar mis ojos de los suyos que estaban completamente rojos, como ya había visto un par de veces denotando el demonio que era, lamí su inferior tras sus palabras de que no quería que olvidara esa noche y reí contra sus labios subiendo mi mano por el costado de su cuerpo hasta enredar mis dedos en su pelo- ¿y quién te ha dicho que la vaya a olvidar? Aún me queda algo de alcohol por el cuerpo pero te aseguro que mi mente está bastante lúcida Joe –dejé un beso en sus labios que se hizo un poco largo y dejé mi rostro contra su pecho recuperándome para el siguiente asalto, sabía que ese vampiro iba a cumplir su palabra y de alguna forma quería que lo hiciera, cada fibra de mi ser lo deseaba, incluso después de haberme tomado quería más y deseaba que me volviera a tomar hasta que apenas me quedaran fuerzas, hasta que el cansancio pudiera conmigo. Mordí su labio inferior y me separé para levantarme y coger una fresa que llevé a mis labios aprovechando que mis piernas habían dejado de temblar, no sabía por qué pero con el vampiro todo era mucho más intenso, más sentido, más vívido... tanto que me dejaba temblando por completo sin poder moverme, quizás fuera por su condición de vampiro pero no me molestaba en absoluto, me gustaba que me dejara así. Sus ojos no se apartaban de mi cuerpo mientras me comía la fresa y sonreí de lado, cogí otra más comiéndola notando el sabor dulce de la misma y cuando la acabé volví de nuevo a la cama, me subí gateando sobre esta gateando sobre su cuerpo rozándolo con el mío hasta que llegué a su rostro buscando besarlo de forma pasional, le pedí más, le recordé que aún podía moverme cuando había jurado que al terminar conmigo no lo haría y vi esa sonrisa maliciosa que traía en sus labios y que presagiaba que iba a hacerme pagar por ello- sí, aún puedo andar vampiro –le piqué siguiéndole ese juego moviendo mis caderas de forma lenta sobre su miembro, incitándolo, provocándolo y reí contra sus labios cuando dijo que tendría que remediarlo. Me dio un azote en el trasero sin apartar sus ojos de los míos y jadeé por ello, aparté mi pelo a un lado y sus labios hicieron un recorrido por mi mandíbula dejando algún que otro mordisco sin yo dejar de mover mis caderas de forma suave sobre su miembro, moviéndome de forma lenta hacia delante y hacia atrás. Mi mano fue a su mandíbula cogiéndola con fuerza con nuestros labios cerca el uno del otro, sintiendo el aliento del otro chocar contra ambos labios sin dejar de mirarnos, volvió a darme otro azote y siseé contra sus labios ante el placer de aquel acto, no lo iba a negar, me gustaba su juego duro y eso era algo que a él no le pillaba por sorpresa en ningún momento, la primera noche ya me había atado las muñecas aquella noche en el hotel y disfruté enormemente, claro que también disfruté sometiéndolo a mi voluntad.
Mi mano todavía en su mandíbula la tiré un poco hacia atrás sin dejar de mirarnos, me ponía muchísimo que jugáramos de esa forma y mi lengua recorrió sus labios de forma lasciva sin dejar de mirarlo a los ojos, los dos nos provocábamos y nos calentábamos y ahí residía nuestra mayor perdición, nos conocíamos demasiado bien como para saber dónde atacar al otro y cómo. Su mano bajó hasta mi sexo y jadeé cuando sentí que su dedo se deslizaba por la zona húmeda, completamente mojada, pero gemí cuando su dedo llegó al clítoris y moví mis caderas contra sus dedos. Tenía la zona sensible tras lo que habíamos hecho y el menor roce me producía placer, y eso era algo que él sabía. De un movimiento rápido me tumbó en la cama dejándome contra el colchón, se cernió sobre mi cuerpo y me aseguró que tenía sed comenzando a descender por mi cuerpo, lamiendo cada trozo de piel en su recorrido sin dejar ningún trozo que lamer, supe a que lo que se había referido con lo de que tenía sed y me mordí el labio con fuerza mientras bajaba de una forma deliciosa por mi cuerpo que respondía a cada caricia suya, me pidió que me abriera para él, para que bebiera y lo hice, separé mis piernas y le di acceso tras un jadeo escaparse de mis labios por sus palabras, gemí cuando su boca de nuevo fue a mi sexo y arqueé mi cuerpo elevando mis caderas al sentir que su lengua me recorría de nuevo, las sensaciones se multiplicaban por dos al tener la zona sensible y me costaba estarme quieta, tuvo que poner su mano contra mi vientre y presionarme hacia abajo para intentar controlarme mientras yo no podía dejar de arquearme y de gemir, llevé mis dedos a su pelo y los enredé con fuerza ante el placer que me recorría sintiendo que jugaba conmigo como él quería.
-Muérdeme –pedí otra vez entre jadeos mirándolo con aquella imagen erótica de tenerlo entre mis piernas- bebe de mí... –llevé mis manos a mi sexo separando así mis labios y gruñó por eso contra mi sexo y... ni se lo pensó, sus colmillos se clavaron en la carne sensible de mi sexo y gemí con fuerza sin dejar de verlo, sus ojos rojos puestos en los míos, la sangre que succionaba directamente de mi sexo, su lengua que lamía el lugar recogiendo mi sangre y al mismo tiempo acariciándome... joder, aquello era demasiado. Volví a llevar de nuevo mis dedos a su pelo y sus manos me cogieron de las caderas para acercarme más contra su boca, luego subieron a mis pechos y los acarició presionándolos, pellizcando mis pezones sin yo poder apartar la mirada de lo que él me hacía, sus mordiscos siempre traían esa excitación que calentaba todo mi cuerpo y que lo movía como si fuera un motor, era como si lo reactivara de nuevo y el placer se extendía otra vez en aquel círculo vicioso que no tenía fin. Bebió lo que quiso de mi mientras me masturbaba al mismo tiempo y no pude contenerme demasiado, el placer por ambas cosas mezcladas acabó por llevarme de nuevo al orgasmo tensando todo mi cuerpo, gemí con fuerza cuando me liberé por segunda vez en la noche notando que su lengua lamía la sangre del mordisco así como también mi propio orgasmo, con la espalda en el colchón mordiéndome los labios ante el placer que me recorría por completo, tiré de su pelo para que subiera a mi rostro y lo besé de forma algo ruda y salvaje completamente excitada moviendo mi cadera contra la suya buscando rozarme con su miembro que ya estaba otra vez listo para el siguiente asalto. Probé mi propio sabor mezclado con mi sangre y mi mano bajó por su espalda arañándola, encendida por completo otra vez- domíname –pedí contra sus labios subiendo mi mirada a la suya- quiero que me domines por lo que queda de noche Joe –le pedí mirándole de forma fija y supe que había entendido lo que le pedía- quiero que lo hagas, quiero que me lleves a ese límite al que solo tú sabes y puedes llevarme, esta noche quiero sentirlo todo, lo quiero todo.... y tú no me has dominado nunca, no al menos de verdad –era cierto, no como le había visto hacer con otras. Mis piernas rodearon su cintura y mi mano bajó por su pecho hasta llegar a su miembro recorriéndolo con mis dedos- pero primero tómame... necesito sentirte dentro –mordí su labio inferior sabiendo que no tardaría en cumplir con mi petición.
-¿Tengo que recordarte que soy humana y que no tengo la misma resistencia que tú, ni el mismo aguante tampoco? –Sonreí de lado por ello y repasé sus labios con la yema de mis dedos- solo necesito un par de minutos, luego te dominaré y te montaré como la digna Lilith que soy –mordí su labio inferior de forma lasciva sin apartar mis ojos de los suyos que estaban completamente rojos, como ya había visto un par de veces denotando el demonio que era, lamí su inferior tras sus palabras de que no quería que olvidara esa noche y reí contra sus labios subiendo mi mano por el costado de su cuerpo hasta enredar mis dedos en su pelo- ¿y quién te ha dicho que la vaya a olvidar? Aún me queda algo de alcohol por el cuerpo pero te aseguro que mi mente está bastante lúcida Joe –dejé un beso en sus labios que se hizo un poco largo y dejé mi rostro contra su pecho recuperándome para el siguiente asalto, sabía que ese vampiro iba a cumplir su palabra y de alguna forma quería que lo hiciera, cada fibra de mi ser lo deseaba, incluso después de haberme tomado quería más y deseaba que me volviera a tomar hasta que apenas me quedaran fuerzas, hasta que el cansancio pudiera conmigo. Mordí su labio inferior y me separé para levantarme y coger una fresa que llevé a mis labios aprovechando que mis piernas habían dejado de temblar, no sabía por qué pero con el vampiro todo era mucho más intenso, más sentido, más vívido... tanto que me dejaba temblando por completo sin poder moverme, quizás fuera por su condición de vampiro pero no me molestaba en absoluto, me gustaba que me dejara así. Sus ojos no se apartaban de mi cuerpo mientras me comía la fresa y sonreí de lado, cogí otra más comiéndola notando el sabor dulce de la misma y cuando la acabé volví de nuevo a la cama, me subí gateando sobre esta gateando sobre su cuerpo rozándolo con el mío hasta que llegué a su rostro buscando besarlo de forma pasional, le pedí más, le recordé que aún podía moverme cuando había jurado que al terminar conmigo no lo haría y vi esa sonrisa maliciosa que traía en sus labios y que presagiaba que iba a hacerme pagar por ello- sí, aún puedo andar vampiro –le piqué siguiéndole ese juego moviendo mis caderas de forma lenta sobre su miembro, incitándolo, provocándolo y reí contra sus labios cuando dijo que tendría que remediarlo. Me dio un azote en el trasero sin apartar sus ojos de los míos y jadeé por ello, aparté mi pelo a un lado y sus labios hicieron un recorrido por mi mandíbula dejando algún que otro mordisco sin yo dejar de mover mis caderas de forma suave sobre su miembro, moviéndome de forma lenta hacia delante y hacia atrás. Mi mano fue a su mandíbula cogiéndola con fuerza con nuestros labios cerca el uno del otro, sintiendo el aliento del otro chocar contra ambos labios sin dejar de mirarnos, volvió a darme otro azote y siseé contra sus labios ante el placer de aquel acto, no lo iba a negar, me gustaba su juego duro y eso era algo que a él no le pillaba por sorpresa en ningún momento, la primera noche ya me había atado las muñecas aquella noche en el hotel y disfruté enormemente, claro que también disfruté sometiéndolo a mi voluntad.
Mi mano todavía en su mandíbula la tiré un poco hacia atrás sin dejar de mirarnos, me ponía muchísimo que jugáramos de esa forma y mi lengua recorrió sus labios de forma lasciva sin dejar de mirarlo a los ojos, los dos nos provocábamos y nos calentábamos y ahí residía nuestra mayor perdición, nos conocíamos demasiado bien como para saber dónde atacar al otro y cómo. Su mano bajó hasta mi sexo y jadeé cuando sentí que su dedo se deslizaba por la zona húmeda, completamente mojada, pero gemí cuando su dedo llegó al clítoris y moví mis caderas contra sus dedos. Tenía la zona sensible tras lo que habíamos hecho y el menor roce me producía placer, y eso era algo que él sabía. De un movimiento rápido me tumbó en la cama dejándome contra el colchón, se cernió sobre mi cuerpo y me aseguró que tenía sed comenzando a descender por mi cuerpo, lamiendo cada trozo de piel en su recorrido sin dejar ningún trozo que lamer, supe a que lo que se había referido con lo de que tenía sed y me mordí el labio con fuerza mientras bajaba de una forma deliciosa por mi cuerpo que respondía a cada caricia suya, me pidió que me abriera para él, para que bebiera y lo hice, separé mis piernas y le di acceso tras un jadeo escaparse de mis labios por sus palabras, gemí cuando su boca de nuevo fue a mi sexo y arqueé mi cuerpo elevando mis caderas al sentir que su lengua me recorría de nuevo, las sensaciones se multiplicaban por dos al tener la zona sensible y me costaba estarme quieta, tuvo que poner su mano contra mi vientre y presionarme hacia abajo para intentar controlarme mientras yo no podía dejar de arquearme y de gemir, llevé mis dedos a su pelo y los enredé con fuerza ante el placer que me recorría sintiendo que jugaba conmigo como él quería.
-Muérdeme –pedí otra vez entre jadeos mirándolo con aquella imagen erótica de tenerlo entre mis piernas- bebe de mí... –llevé mis manos a mi sexo separando así mis labios y gruñó por eso contra mi sexo y... ni se lo pensó, sus colmillos se clavaron en la carne sensible de mi sexo y gemí con fuerza sin dejar de verlo, sus ojos rojos puestos en los míos, la sangre que succionaba directamente de mi sexo, su lengua que lamía el lugar recogiendo mi sangre y al mismo tiempo acariciándome... joder, aquello era demasiado. Volví a llevar de nuevo mis dedos a su pelo y sus manos me cogieron de las caderas para acercarme más contra su boca, luego subieron a mis pechos y los acarició presionándolos, pellizcando mis pezones sin yo poder apartar la mirada de lo que él me hacía, sus mordiscos siempre traían esa excitación que calentaba todo mi cuerpo y que lo movía como si fuera un motor, era como si lo reactivara de nuevo y el placer se extendía otra vez en aquel círculo vicioso que no tenía fin. Bebió lo que quiso de mi mientras me masturbaba al mismo tiempo y no pude contenerme demasiado, el placer por ambas cosas mezcladas acabó por llevarme de nuevo al orgasmo tensando todo mi cuerpo, gemí con fuerza cuando me liberé por segunda vez en la noche notando que su lengua lamía la sangre del mordisco así como también mi propio orgasmo, con la espalda en el colchón mordiéndome los labios ante el placer que me recorría por completo, tiré de su pelo para que subiera a mi rostro y lo besé de forma algo ruda y salvaje completamente excitada moviendo mi cadera contra la suya buscando rozarme con su miembro que ya estaba otra vez listo para el siguiente asalto. Probé mi propio sabor mezclado con mi sangre y mi mano bajó por su espalda arañándola, encendida por completo otra vez- domíname –pedí contra sus labios subiendo mi mirada a la suya- quiero que me domines por lo que queda de noche Joe –le pedí mirándole de forma fija y supe que había entendido lo que le pedía- quiero que lo hagas, quiero que me lleves a ese límite al que solo tú sabes y puedes llevarme, esta noche quiero sentirlo todo, lo quiero todo.... y tú no me has dominado nunca, no al menos de verdad –era cierto, no como le había visto hacer con otras. Mis piernas rodearon su cintura y mi mano bajó por su pecho hasta llegar a su miembro recorriéndolo con mis dedos- pero primero tómame... necesito sentirte dentro –mordí su labio inferior sabiendo que no tardaría en cumplir con mi petición.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Mi mano se alojó en su vientre para mantenerla quieta, sentía como se movía frenética, me hundía mas la cabeza para que siguiera jugando con su engrosado botón, redondo, endurecido, mi lengua lo lamió succionandolo, mordiéndolo.
Su voz sonaba ronca “muérdeme” separó sus labios para mi, no dudé, hundí mis colmillos en su centro, tiré de los ríos carmesí que entraban con violencia en mi organismo, la sentía sacudirse cuando mis dedos se introdujeron entre las mojadas paredes de su laberinto.
Mis dedos la embestían introduciéndose muy dentro.
Mi lengua recogía su elixir mezclado de sangre, jadeé roncamente, mi hombría ya se había endurecido de nuevo y cuando su cuerpo se tensó por le orgasmo y calló lánguido sobre el lecho completamente saciada ascendí por su piel, lamiendo el recorriendo hasta su boca.
Su lengua salió a mi encuentro, jadeaba rodeando mi cuello, suplicando cuando notó mi verga entre sus piernas que la hiciera mía de un modo posesivo, quería que la dominara, claro que antes necesitaba que me adentrara en su interior.
-¿Aun puedes cerrar las piernas? -pregunté con picarda mientras gruñía al sentir como sus dedos rodeaban la piel de mi miembro y la movía contra su entrada masturbándome.
Me adentré con rudeza entre sus paredes, gimió de placer, toda esa parte la tenia muy sensible por le placer al que habíamos sucumbido durante toda la noche, aun así, como si no pudiera aguantar el deseo se movió buscándome.
Su pelvis chocaba con la mía, alzada, exigiéndome mas de todo lo que esa noche nos estábamos ofreciendo.
-Shhhh -susurré contra sus labios.
Llevé mis dedos a mi yugular sajandola con mis uñas para que bebiera directamente de allí, de la vena principal de mi cuerpo.
Quería que se repusiera, la noche iba a dar para mucho mas, hoy ella se había convertido en mi mujer, mi Lilith.
Su boca se alzó, sus labios succionaron directamente de la herida, sentía los bruscos tirones que daba mientras yo la embestía con fuerza sobre el lecho.
La sangre escurría por sus comisuras, con sus dientes evitaba que cerrara la herida, friccionaban nuestros cuerpos, sus pezones en mi torso rugían ofrecidos, duros.
Al borde del abismo de nuevo nuestros labios se encontraron, sabor férreo, sus gemidos eran acallados con los míos.
Me apretaba de las nalgas para que me metiera mas dentro, sus piernas enredadas en mi cintura.
La empalé con violencia hasta sentir que me sacudía en su interior nuevamente, ella jadeó al recibirme, sus manso tocaban mis duros huevos que estaban casi metidos dentro de la brutalidad del encuentro.
Mi cuerpo calló sobre el suyo, exhausto, me perdí en su olor.
-Un segundo -pedí entre susurros en su oído mientras ella gemía acariciando mi pelo conmigo todavía dentro.
Mis ojos se cerraron, mi brazo rodeó su cintura, sonreí cuando la escuché recordarme que no habíamos terminado.
-Lo se -aseguré buscando sus labios, nos reímos mirándonos, mis dedos se deslizaron por su rostro perlado en sudor -solo un segundo -apunté moviendo mis caderas para que me notara en su interior.
Su voz sonaba ronca “muérdeme” separó sus labios para mi, no dudé, hundí mis colmillos en su centro, tiré de los ríos carmesí que entraban con violencia en mi organismo, la sentía sacudirse cuando mis dedos se introdujeron entre las mojadas paredes de su laberinto.
Mis dedos la embestían introduciéndose muy dentro.
Mi lengua recogía su elixir mezclado de sangre, jadeé roncamente, mi hombría ya se había endurecido de nuevo y cuando su cuerpo se tensó por le orgasmo y calló lánguido sobre el lecho completamente saciada ascendí por su piel, lamiendo el recorriendo hasta su boca.
Su lengua salió a mi encuentro, jadeaba rodeando mi cuello, suplicando cuando notó mi verga entre sus piernas que la hiciera mía de un modo posesivo, quería que la dominara, claro que antes necesitaba que me adentrara en su interior.
-¿Aun puedes cerrar las piernas? -pregunté con picarda mientras gruñía al sentir como sus dedos rodeaban la piel de mi miembro y la movía contra su entrada masturbándome.
Me adentré con rudeza entre sus paredes, gimió de placer, toda esa parte la tenia muy sensible por le placer al que habíamos sucumbido durante toda la noche, aun así, como si no pudiera aguantar el deseo se movió buscándome.
Su pelvis chocaba con la mía, alzada, exigiéndome mas de todo lo que esa noche nos estábamos ofreciendo.
-Shhhh -susurré contra sus labios.
Llevé mis dedos a mi yugular sajandola con mis uñas para que bebiera directamente de allí, de la vena principal de mi cuerpo.
Quería que se repusiera, la noche iba a dar para mucho mas, hoy ella se había convertido en mi mujer, mi Lilith.
Su boca se alzó, sus labios succionaron directamente de la herida, sentía los bruscos tirones que daba mientras yo la embestía con fuerza sobre el lecho.
La sangre escurría por sus comisuras, con sus dientes evitaba que cerrara la herida, friccionaban nuestros cuerpos, sus pezones en mi torso rugían ofrecidos, duros.
Al borde del abismo de nuevo nuestros labios se encontraron, sabor férreo, sus gemidos eran acallados con los míos.
Me apretaba de las nalgas para que me metiera mas dentro, sus piernas enredadas en mi cintura.
La empalé con violencia hasta sentir que me sacudía en su interior nuevamente, ella jadeó al recibirme, sus manso tocaban mis duros huevos que estaban casi metidos dentro de la brutalidad del encuentro.
Mi cuerpo calló sobre el suyo, exhausto, me perdí en su olor.
-Un segundo -pedí entre susurros en su oído mientras ella gemía acariciando mi pelo conmigo todavía dentro.
Mis ojos se cerraron, mi brazo rodeó su cintura, sonreí cuando la escuché recordarme que no habíamos terminado.
-Lo se -aseguré buscando sus labios, nos reímos mirándonos, mis dedos se deslizaron por su rostro perlado en sudor -solo un segundo -apunté moviendo mis caderas para que me notara en su interior.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Estaba totalmente excitada a pesar del par de orgasmos que había tenido en aquella noche, el alcohol nos había calentado demasiado y no sabía por qué pero mi cuerpo aún quería más, pedía por más como si fuera incapaz de contenerme, como si fuera incapaz de controlarlo... no sabía explicar muy bien esa sensación pero era como si no me llenara todavía, como si todavía no fuera suficiente y necesitara más de aquella noche, más de él. En realidad lo quería todo, absolutamente todo de él, al menos por esa noche así lo quería y lo deseaba. Era una noche algo diferente y no solamente porque nos hubiéramos casado de aquella manera un poco precipitada y totalmente íntima, sino que había... algo, no sabía definir muy bien qué era, sumándole a eso que estábamos en nuestra noche de bodas y solo de pensar en todo lo que quería que me hiciera el vampiro me recorría un escalofrío, solamente de verlo desnudo me mordía el labio completamente excitada. No sabía por qué y era algo a lo que no le encontraba mucho sentido, como si el alcohol hubiera llevado algo más que me provocaba esa sensación, como si hubiera mezclado alcohol y su sangre como un potente detonador que ahora era todo mi cuerpo. Quería sentir realmente lo que era que el vampiro me dominara y podríamos haberlo hecho en cualquier otro momento pero lo quería ahora, en esa cama y en ese maldito barco que nos llevaba hasta México. Lo había visto en aquella fiesta, o había visto un poco porque estaba también centrada en otras cosas y tampoco había querido ver demasiado como tomaba a la vampiresa, y quería sentirlo en mis propias carnes.
Su lengua después de haberme dado aquel segundo orgasmo, en una mezcla entre mi propia excitación y mi sangre, subió por mi cuerpo hasta llegar de nuevo a mi rostro donde nos besamos de forma pasional y salvaje, mis brazos rodearon su cuello y mis piernas encarcelaron su cintura sintiendo su miembro rozarse contra mi vientre provocándome un jadeo, era imposible que siguiera estando de esa forma después de lo que habíamos hecho pero sí, lo estaba y no iba a ponerme a buscar explicaciones ni a quejarme, no cuando el vampiro tampoco tenía queja alguna de mi estado. Mordí su labio inferior tirando del mismo y reí contra sus labios al preguntarme si todavía podía cerrar las piernas, mis ojos se anclaron en los suyos y lamí sus labios de forma provocativa enredando mis dedos en su pelo con nuestros cuerpos pegados, quería que me dominara en esa noche pero antes necesitaba sentirlo en mi interior, mi mano bajó por su cuerpo recorriendo su pecho con mis dedos hasta que llegué a su miembros y comencé a mover mi mano provocándole un jadeo que me hizo sonreír de lado, estaba duro y listo preparado para el siguiente asalto y yo estaba deseando que volviera a tomarme de nuevo.
Fue mi mano quien llevó su miembro hasta la entrada de mi sexo, moviéndola de forma que nos provocara placer a ambos hasta que él, de un certero movimiento, me penetró por completo de un movimiento rudo. Gemí cerrando los ojos ante el placer y apreté mis piernas entorno a su cintura, seguía teniendo la zona sensible que me provocaba un maravilloso placer ya acostumbrada a que estuviera dentro y lo miré esperando a que se moviera, pero él no hacía absolutamente nada por moverse, se quedó quieto sintiendo mis paredes que se cernían sobre su miembro palpitando levemente al notarlo en mi interior, completamente excitada y caliente. Traía una sonrisa en los labios mientras no dejaba de mirarme y busqué sus labios dejando pequeños mordiscos por estos, por su mandíbula y por su cuello con la intención de que comenzara a moverse pero no lo hizo, mis dedos en su pelo tiraron su cabeza hacia atrás y lo miré frunciendo el ceño como pidiéndole explicaciones de por qué no se movía, sus manos seguían en mis caderas y recorrían con lentitud mi cuerpo como si no supiera por qué le estaba mirando de esa forma. Lo hacía aposta, lo estaba haciendo aposta aunque seguramente él también quisiera comenzar a moverse. Ya que él no lo hacía comencé a moverme de forma desesperada no contentándome con tenerlo solamente dentro, así que mi cadera fue al encuentro de la suya todo el rato hasta que sus labios quedaron sobre los míos y en cierta forma me paró de las caderas.
-Deja de chistarme y muévete –pedí mordiendo su labio para luego ver como llevaba sus manos a su cuello haciendo un corte del cual salía sangre, sabía perfectamente lo que quería con aquel gesto al darme su sangre, no me hacía falta para ponerme más encendida como pasaba cada vez que bebía de él sino quizás despejar un poco mi mente, darme las fuerzas que había perdido y... ni lo pensé. Me erguí para llevar mis labios a su cuello y comenzar a beber de su sangre, un jadeo escapó de mis labios cuando esta bajó por mi garganta y fue entonces cuando comenzó a moverse de forma ruda, gemí contra su cuello sin dejar de beber y él ahora se movía como el demonio que era arrancándome gemidos y jadeos. Me separé dejando un mordisco en el lugar y nuestros labios se encontraron acallando los gemidos del otro, mis manos bajaron por su espalda hasta llegar a sus nalgas que apreté con mis dedos presionándolo para que entrara más como si eso fuera posible, me embestía con rudeza y con rapidez como un demonio y yo no podía dejar de gemir y arquear mi cuerpo hacia el suyo. Así era como quería que me tomara, así era como me gustaba que lo hiciera, sin medir sus movimientos, sin controlarse... era cuanto más lo sentía y sí, a veces dolía por la fuerza que imprimía tocando el fondo en mi interior pero era tremendamente placentero y eso restaba todo lo demás. Noté que de nuevo me acercaba al orgasmo, lo mismo que le pasaba a él, y mis uñas se clavaron en la piel de sus nalgas haciéndole sangre, mis piernas apretaron su cintura y me dejé llevar por esa sensación llegando al orgasmo notando como se corría también, mi cuerpo tembló y ya tenía mis piernas temblando en torno a su cintura, llevé mi mano a la unión de nuestros sexos viendo que estaba completamente dentro acariciando sus testículos recorriéndolos con mis dedos. Se dejó caer sobre mi cuerpo y mis manos fueron a su espalda y su pelo acariciándolo notando su respiración en mi oído, me pidió un segundo y sonreí estando todavía en mi interior, me pegó a su cuerpo y ladeé el rostro recorriendo con mis labios su oreja- aún no hemos terminado, vampiro –él se rió buscando mis labios con un “lo sé” que me hizo reír, dejé un beso en estos sintiendo sus dedos apartar mi pelo pegado a mi rostro y volvió a repetir que era solo un segundo a lo que enarqué una ceja- y yo que creía que los vampiros tenían mucho más aguante –le piqué porque antes había sido yo quien había necesitado parar un momento, y ahora lo pedía él- un segundo para ti puede ser una eternidad para mí –comenté con una sonrisa ladeada cuando se movió de forma que pudiera notarlo todavía dentro- mmmm –murmuré dejándome hacer apartando algunos mechones de su rostro, mis labios recorrieron su contorno y lo miré enredando mis dedos en su pelo- aun no entiendo cómo puedo seguir teniendo ganas de ti –comenté dejando un mordisco en su labio inferior- ¿por eso me has dado de tú sangre? Oh, pero qué demonio pervertido estás hecho –reí entre dientes repasando su columna vertebral con mi índice- me gusta que lo seas, a esta Lilith le gusta demasiado –busqué sus labios para besarlo dejando que pasara ese segundo que él necesitaba pero todavía teniendo en mente lo que quería de él, no sabía si es que no quería pero por esa noche lo deseaba, que lo hiciera de verdad y no como la noche del hotel- oh, ¿me estás pidiendo un segundo para ver si se me olvida de la cabeza la idea de que me domines? –Mis ojos buscaron los suyos, sonriendo de forma burlona, para recorrer su rostro con mis dedos- no lo vas a conseguir, esta noche no me puedes negar nada Joe ¿quieres empezar llevándole la contraria a tú mujer? Yo no te lo recomendaría, vampiro –tiré de su pelo hacia un lado dejando su cuello al descubierto y dejé la marca de mis dientes en su piel- vamos Joe, me apetece jugar y que me muestres cómo eres de “amo” –deslicé mis labios por su cuello hasta llegar a su pecho y dejar otro mordisco- tengo mucha curiosidad, ya sabes como soy y que puedo aguantar bastante.... venga, compláceme. Enséñame ese lado tuyo, quiero sentirlo en mis propias carnes y no solo recordar que lo has hecho con esa vampira -eso último se me había escapado, pero ya no había marcha atrás- no me lo pongas fácil Joe, ya sabes que me gustan los retos. Vamos amo, ¿qué quieres que haga esta esclava? -Murmuré contra su oreja para luego recorrerla con mi lengua y mover muy lentamente mi cadera contra la suya- estoy a sus órdenes.
Su lengua después de haberme dado aquel segundo orgasmo, en una mezcla entre mi propia excitación y mi sangre, subió por mi cuerpo hasta llegar de nuevo a mi rostro donde nos besamos de forma pasional y salvaje, mis brazos rodearon su cuello y mis piernas encarcelaron su cintura sintiendo su miembro rozarse contra mi vientre provocándome un jadeo, era imposible que siguiera estando de esa forma después de lo que habíamos hecho pero sí, lo estaba y no iba a ponerme a buscar explicaciones ni a quejarme, no cuando el vampiro tampoco tenía queja alguna de mi estado. Mordí su labio inferior tirando del mismo y reí contra sus labios al preguntarme si todavía podía cerrar las piernas, mis ojos se anclaron en los suyos y lamí sus labios de forma provocativa enredando mis dedos en su pelo con nuestros cuerpos pegados, quería que me dominara en esa noche pero antes necesitaba sentirlo en mi interior, mi mano bajó por su cuerpo recorriendo su pecho con mis dedos hasta que llegué a su miembros y comencé a mover mi mano provocándole un jadeo que me hizo sonreír de lado, estaba duro y listo preparado para el siguiente asalto y yo estaba deseando que volviera a tomarme de nuevo.
Fue mi mano quien llevó su miembro hasta la entrada de mi sexo, moviéndola de forma que nos provocara placer a ambos hasta que él, de un certero movimiento, me penetró por completo de un movimiento rudo. Gemí cerrando los ojos ante el placer y apreté mis piernas entorno a su cintura, seguía teniendo la zona sensible que me provocaba un maravilloso placer ya acostumbrada a que estuviera dentro y lo miré esperando a que se moviera, pero él no hacía absolutamente nada por moverse, se quedó quieto sintiendo mis paredes que se cernían sobre su miembro palpitando levemente al notarlo en mi interior, completamente excitada y caliente. Traía una sonrisa en los labios mientras no dejaba de mirarme y busqué sus labios dejando pequeños mordiscos por estos, por su mandíbula y por su cuello con la intención de que comenzara a moverse pero no lo hizo, mis dedos en su pelo tiraron su cabeza hacia atrás y lo miré frunciendo el ceño como pidiéndole explicaciones de por qué no se movía, sus manos seguían en mis caderas y recorrían con lentitud mi cuerpo como si no supiera por qué le estaba mirando de esa forma. Lo hacía aposta, lo estaba haciendo aposta aunque seguramente él también quisiera comenzar a moverse. Ya que él no lo hacía comencé a moverme de forma desesperada no contentándome con tenerlo solamente dentro, así que mi cadera fue al encuentro de la suya todo el rato hasta que sus labios quedaron sobre los míos y en cierta forma me paró de las caderas.
-Deja de chistarme y muévete –pedí mordiendo su labio para luego ver como llevaba sus manos a su cuello haciendo un corte del cual salía sangre, sabía perfectamente lo que quería con aquel gesto al darme su sangre, no me hacía falta para ponerme más encendida como pasaba cada vez que bebía de él sino quizás despejar un poco mi mente, darme las fuerzas que había perdido y... ni lo pensé. Me erguí para llevar mis labios a su cuello y comenzar a beber de su sangre, un jadeo escapó de mis labios cuando esta bajó por mi garganta y fue entonces cuando comenzó a moverse de forma ruda, gemí contra su cuello sin dejar de beber y él ahora se movía como el demonio que era arrancándome gemidos y jadeos. Me separé dejando un mordisco en el lugar y nuestros labios se encontraron acallando los gemidos del otro, mis manos bajaron por su espalda hasta llegar a sus nalgas que apreté con mis dedos presionándolo para que entrara más como si eso fuera posible, me embestía con rudeza y con rapidez como un demonio y yo no podía dejar de gemir y arquear mi cuerpo hacia el suyo. Así era como quería que me tomara, así era como me gustaba que lo hiciera, sin medir sus movimientos, sin controlarse... era cuanto más lo sentía y sí, a veces dolía por la fuerza que imprimía tocando el fondo en mi interior pero era tremendamente placentero y eso restaba todo lo demás. Noté que de nuevo me acercaba al orgasmo, lo mismo que le pasaba a él, y mis uñas se clavaron en la piel de sus nalgas haciéndole sangre, mis piernas apretaron su cintura y me dejé llevar por esa sensación llegando al orgasmo notando como se corría también, mi cuerpo tembló y ya tenía mis piernas temblando en torno a su cintura, llevé mi mano a la unión de nuestros sexos viendo que estaba completamente dentro acariciando sus testículos recorriéndolos con mis dedos. Se dejó caer sobre mi cuerpo y mis manos fueron a su espalda y su pelo acariciándolo notando su respiración en mi oído, me pidió un segundo y sonreí estando todavía en mi interior, me pegó a su cuerpo y ladeé el rostro recorriendo con mis labios su oreja- aún no hemos terminado, vampiro –él se rió buscando mis labios con un “lo sé” que me hizo reír, dejé un beso en estos sintiendo sus dedos apartar mi pelo pegado a mi rostro y volvió a repetir que era solo un segundo a lo que enarqué una ceja- y yo que creía que los vampiros tenían mucho más aguante –le piqué porque antes había sido yo quien había necesitado parar un momento, y ahora lo pedía él- un segundo para ti puede ser una eternidad para mí –comenté con una sonrisa ladeada cuando se movió de forma que pudiera notarlo todavía dentro- mmmm –murmuré dejándome hacer apartando algunos mechones de su rostro, mis labios recorrieron su contorno y lo miré enredando mis dedos en su pelo- aun no entiendo cómo puedo seguir teniendo ganas de ti –comenté dejando un mordisco en su labio inferior- ¿por eso me has dado de tú sangre? Oh, pero qué demonio pervertido estás hecho –reí entre dientes repasando su columna vertebral con mi índice- me gusta que lo seas, a esta Lilith le gusta demasiado –busqué sus labios para besarlo dejando que pasara ese segundo que él necesitaba pero todavía teniendo en mente lo que quería de él, no sabía si es que no quería pero por esa noche lo deseaba, que lo hiciera de verdad y no como la noche del hotel- oh, ¿me estás pidiendo un segundo para ver si se me olvida de la cabeza la idea de que me domines? –Mis ojos buscaron los suyos, sonriendo de forma burlona, para recorrer su rostro con mis dedos- no lo vas a conseguir, esta noche no me puedes negar nada Joe ¿quieres empezar llevándole la contraria a tú mujer? Yo no te lo recomendaría, vampiro –tiré de su pelo hacia un lado dejando su cuello al descubierto y dejé la marca de mis dientes en su piel- vamos Joe, me apetece jugar y que me muestres cómo eres de “amo” –deslicé mis labios por su cuello hasta llegar a su pecho y dejar otro mordisco- tengo mucha curiosidad, ya sabes como soy y que puedo aguantar bastante.... venga, compláceme. Enséñame ese lado tuyo, quiero sentirlo en mis propias carnes y no solo recordar que lo has hecho con esa vampira -eso último se me había escapado, pero ya no había marcha atrás- no me lo pongas fácil Joe, ya sabes que me gustan los retos. Vamos amo, ¿qué quieres que haga esta esclava? -Murmuré contra su oreja para luego recorrerla con mi lengua y mover muy lentamente mi cadera contra la suya- estoy a sus órdenes.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Mis labios toman hambrientos los ajenos, lamo su inferior con una sonrisa instalada en ellos, nos miramos, nos acariciamos y por supuesto las palabras de Lilith me retan a un nuevo intento.
Aun estoy dentro me muevo y ella gime, le gusta lo que hacemos y a mi ella me vuelve loco arrastrándome al infierno.
No se olvida de lo que quiere, lo necesita, lo exige, es insaciable y eso me excita de sobremanera,
-No quiero hacerte daño -confieso. Demasiado borracho para mentir y ocultar mis motivos de porque siempre dejo que ella domine -demasiado hago cuando pierdo el control y te follo de un modo bastante brusco, te puedo hacer mucho daño -susurré deslizando mi dedo por su mejilla -No eres un vampiro Dan, solo una humana, mi mujer.
La giró alzandola sobre mi cuando inspecciona mis ojos turbios con los suyos, nuestro aliento se acaricia al ritmo que nuestras lenguas vuelven a enredarse en un duelo a muerte, sonreímos ambos contra la boca del otro, aquella noche esta siendo diferente.
-Espera, eso que has dicho -me cuesta darme cuenta voy tan ciego que voy con retraso -¿eran celos? ¿Celos de la vampiresa? ¿por eso quieres que te tome así? ¿crees que me excito mas con alguien como ella porque puedo funcionar sin control?
Me echo a reír sin poder evitarlo y ella me muerde los labios enfadada para que deje de hacerlo, le hago cosquillas y su cuerpo cede sobre el mio emitiendo sonoras carcajadas que se pierden en mi boca, acariciando nuestros labios de nuevo sin tregua.
-Nada me excita mas que tu cuerpo caliente -como si le contara un secreto susurro -¿sabes lo que mas me excita? Sentir tu sangre correr desaforada por tus venas, tu corazón la impulsa con fuerza, el ritmo aumenta cuando te corres, oxigena mas la sangre y cuando bebo de tu coño mezclando la vitae con tu elixir me vuelvo loco.
Eso no lo tengo con ninguna vampiresa
Deslizo mis dedos por su sexo mojado, antes de llevar a mi boca los dedos después.
-Joder -susurró gruñendo mientras ella me mira fijamente.
-Es verdad que follar duro me gusta, me gusta mucho, pero tu me gustas mas -confieso borracho volviendo a enredarme en su boca pidiendo que mas de ese delicioso manantial.
Tiro de ella con una picara sonrisa, lasciva mi mirada se pierde en su cuerpo.
-Quiero ver algo, quiero que te metas en la tina y me enseñes eso que haces en la bañera de tu mansión cuando yo estoy durmiendo, cuando piensas en mi y no en otro, quiero verlo -digo con la voz ronca fruto de la excitación.
Iba a replicar pero mi boca la silencia, ladeo la sonrisa cazando del cuello la botella de champan.
-No me dirás ahora que no piensas en mi -bromeo muerto de la risa dando un trago mirándola.
-Hazlo.
Recuerdo lo que le hice a Erline con una daga recuerdo como suplico por su vida, recuerdo que era humana y recuerdo que fue una tortura ¿podría hacerle eso a Dan?
Aun estoy dentro me muevo y ella gime, le gusta lo que hacemos y a mi ella me vuelve loco arrastrándome al infierno.
No se olvida de lo que quiere, lo necesita, lo exige, es insaciable y eso me excita de sobremanera,
-No quiero hacerte daño -confieso. Demasiado borracho para mentir y ocultar mis motivos de porque siempre dejo que ella domine -demasiado hago cuando pierdo el control y te follo de un modo bastante brusco, te puedo hacer mucho daño -susurré deslizando mi dedo por su mejilla -No eres un vampiro Dan, solo una humana, mi mujer.
La giró alzandola sobre mi cuando inspecciona mis ojos turbios con los suyos, nuestro aliento se acaricia al ritmo que nuestras lenguas vuelven a enredarse en un duelo a muerte, sonreímos ambos contra la boca del otro, aquella noche esta siendo diferente.
-Espera, eso que has dicho -me cuesta darme cuenta voy tan ciego que voy con retraso -¿eran celos? ¿Celos de la vampiresa? ¿por eso quieres que te tome así? ¿crees que me excito mas con alguien como ella porque puedo funcionar sin control?
Me echo a reír sin poder evitarlo y ella me muerde los labios enfadada para que deje de hacerlo, le hago cosquillas y su cuerpo cede sobre el mio emitiendo sonoras carcajadas que se pierden en mi boca, acariciando nuestros labios de nuevo sin tregua.
-Nada me excita mas que tu cuerpo caliente -como si le contara un secreto susurro -¿sabes lo que mas me excita? Sentir tu sangre correr desaforada por tus venas, tu corazón la impulsa con fuerza, el ritmo aumenta cuando te corres, oxigena mas la sangre y cuando bebo de tu coño mezclando la vitae con tu elixir me vuelvo loco.
Eso no lo tengo con ninguna vampiresa
Deslizo mis dedos por su sexo mojado, antes de llevar a mi boca los dedos después.
-Joder -susurró gruñendo mientras ella me mira fijamente.
-Es verdad que follar duro me gusta, me gusta mucho, pero tu me gustas mas -confieso borracho volviendo a enredarme en su boca pidiendo que mas de ese delicioso manantial.
Tiro de ella con una picara sonrisa, lasciva mi mirada se pierde en su cuerpo.
-Quiero ver algo, quiero que te metas en la tina y me enseñes eso que haces en la bañera de tu mansión cuando yo estoy durmiendo, cuando piensas en mi y no en otro, quiero verlo -digo con la voz ronca fruto de la excitación.
Iba a replicar pero mi boca la silencia, ladeo la sonrisa cazando del cuello la botella de champan.
-No me dirás ahora que no piensas en mi -bromeo muerto de la risa dando un trago mirándola.
-Hazlo.
Recuerdo lo que le hice a Erline con una daga recuerdo como suplico por su vida, recuerdo que era humana y recuerdo que fue una tortura ¿podría hacerle eso a Dan?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: El Necronomicón (privado)(+18)
Seguíamos todavía tumbados en la cama en el “segundo” que el vampiro había pedido, no dije nada esperando el momento a que quisiera continuar haciéndome gracia que en cierta forma pidiera un breve descanso, no es algo que esperara en un vampiro como él y no puedo evitar reírme por ello cuando hacía unos minutos había sido yo quien había pedido un descanso. Sus labios bajaron por mi cuello y lamieron mis labios continuando sobre mí, sus ojos estaban fijos en los míos y tenía una sonrisa un tanto maliciosa en los labios, pero sabía lo que pretendía con ese “segundo”: que se me olvidara el hecho de que le había pedido que fuera él quien dominara, parecía que no estaba demasiado de acuerdo con ello porque aunque no me había dicho un “no” rotundo parecía querer que dejara pasar el tiempo a ver si así conseguía olvidarme. Mis dedos recorrían la piel de su espalda repasando su columna vertebral notando su piel fría, mucho más en comparación con lo caliente que estaba mi piel y mi cuerpo. Volvió a moverse de nuevo todavía estando dentro y jadeé contra sus labios por ello, cualquier roce aunque fuera mínimo me provocaba un escalofrío y hacía que el vello de mi cuerpo se erizara. Mis labios rozaron los suyos dejando una de mis manos enredadas en su pelo con mis piernas enredadas en las suyas.
Alcé de nuevo mis ojos para ver los suyos, rojos todavía, ante la confesión que me acababa de hacer de que no quería hacerme daño, algo extrañada aunque no tanto porque con el alcohol que llevábamos en nuestros cuerpos hacía que se nos soltara la lengua y que dijéramos aquello que a veces queríamos acallar y que ahora salía con demasiada facilidad. No quería hacerme daño pero que me dominara no implicara que me hiciera realmente daño, quizás él nada más que conocía esa forma de dominar al haber estado sometido durante tantos siglos a esas torturas, quizás para él a través del dolor era como realmente sentía placer. Algo que también sabía, me había dicho en varias ocasiones que le excitaba que le hiciera daño y entendía eso, podía entenderlo cuando había sido torturado durante muchísimo tiempo. Sonreí de lado por sus siguientes palabras, cierto era que a veces perdía el control cuando me tomaba de una forma brusca, pero lejos de lo que él pensara me gustaba, me gustaba cómo me dejaba, las sensaciones que me transmitía... no tenía queja por eso, no me había quejado nunca. Acabó diciendo que no era un vampiro sino una humana como si con eso diera su alegato final, pero ni de lejos me había convencido para cambiar de idea, mordí su labio inferior antes de que se moviera y me dejara sobre su cuerpo con sus dedos acariciando mi mejilla.
-Sé que soy humana y tú un vampiro, pero que me domines no quiere decir ni lleva implícito la palabra “dolor” Joe, no vas a hacerme daño y si crees que cuando me tomas de esa manera tan tuya y típica de un demonio no me gusta estás equivocado, solo tienes que notar como me dejas temblando cada vez que me llevas al orgasmo para saber que me gusta, me gusta demasiado –sus labios fueron en busca de los míos enredándonos en un beso de nuevo, nuestras lenguas se enredan como si estuvieran en una batalla a muerte y solamente cuando nos separamos pareció que había pillado algo en mis anteriores palabras, enarqué una ceja cuando no sabía a qué se refería a “eso que has dicho” porque no especificaba... pero pronto supe a lo que se refería. A la vampira, a dominar. Lo había visto en la fiesta de máscaras con la vampira, o lo que había podido ver porque no quería ver cómo se la tiraba, la forma que tuvo de jugar con ella, cómo la había dominado... eso no lo había hecho conmigo y en cierta manera quería probarlo, quería que él también lo hiciera conmigo, que jugara, que me dominara. Fruncí el ceño ante sus preguntas sin querer contestarlas porque se me había escapado pero sí, había sentido algo de celos, aunque no pensaba que se excitara más con ella porque no tenía que contenerse, sino más bien que era... otro tipo de excitación- quiero que lo hagas porque tengo curiosidad y porque nunca, realmente, te has parado a dominarme de verdad –no iba a decirle que sí había estado celosa ¿para qué? Mis palabras ya lo habían dejado claro- oh, cállate y deja de reírte –dije mordiendo sus labios para que parara de una vez y cuando terminó de reírse dijo que mi cuerpo caliente era lo que más le excitaba, es más, como si fuera un secreto entre susurros me dijo qué era lo que más le gustaba de todo: mi sangre bombeada con fuerza tras el orgasmo mezclada con mi esencia... y eso no lo tenía con ninguna vampira. Gemí contra sus labios, ahí estaba de nuevo esa sensación que había sentido en el pasillo- joder... –fue lo único que pude decir notando mi cuerpo ardiendo de nuevo no solo imaginándome sus palabras, sino sintiéndolas como lo había sentido hacía unos minutos- suena como el jodido infierno de placentero –mordí su labio inferior con fuerza y su mano se pierde de nuevo por mi sexo, caliente y húmedo, y lleva sus dedos a sus labios bajo mi atenta mirada. Dice que le gusta follar duro y no hacía falta que lo dijera, sus labios volvieron a enredarse en los míos en un nuevo beso algo salvaje y sonreí de lado cuando nos separamos cogiendo su mentón entre mis dedos- me gusta que me folles duro, Joe, ya sabes que no soy ninguna princesita que quiera o le guste la delicadeza –mordí su labio inferior cuando me separó de su cuerpo con una sonrisa lasciva recorriéndome desnuda con sus ojos, al parecer se le había ocurrido una idea y quería verme en la tina desnuda, dándome placer, como lo haría al pensar en él cuando no estuviera. Enarqué una ceja con diversión al levantarme por el tirón que me pegó- ¿y quién te dice que me toco pensando o ti, o que siquiera pienso en ti? –Le piqué viendo que cogía la botella de champán tirando con decisión de mí hacia el aseo, me dejó en mitad de este y se rió alegando que no podía decirle que no pensaba en él- igual que tú no puedes decirme que no piensas en mí –sonreí de lado porque sí, era cierto, pensaba en él y en las que cosas que hacíamos, en lo placentero y sentido que era todo, más vívido, más extremo pero me gustaba, me dejaba cansada y completamente saciada... sí, había pensado en él como sabía que él había pensado en mí- ¿es una orden de amo a esclava? ¿Quieres que lo haga? –Sonreí de lado mordiéndome el labio, claro que lo había ordenado pero antes de ello me acerqué quedando parada pegando mi cuerpo al suyo de forma que mis pechos quedaban contra su torso- está bien, lo haré. Pero tú deja de pensar en que me harás daño porque no lo vas a hacer, pondremos una palabra de seguridad si te sientes más tranquilo y cuando vea que no puedo soportarlo la diré y pararemos –mi mano subió a su rostro- tú quieres ver como me masturbo para ti y yo quiero que me domines, si lo hago... tú harás lo otro, compláceme en ese capricho Joe, estoy en mi noche de bodas amor –mis labios buscaron los suyos y dejé un beso en ellos antes de alejarme y llenar la bañera con agua templada, el baño me ayudaría a despejarme por completo, el vampiro tomó asiento frente a la bañera para no perderse nada y con una sonrisa ladeada me metí en la tina dejando que el agua me calmara y refrescara- bueno, si le miro el lado positivo a esto es que no tendré que imaginarte... te tengo justo delante para inspirarme –sonreí con malicia, recosté la espalda contra el borde, me abrí de piernas, apoyé la cabeza en el borde de la tina y cerré los ojos al tiempo que mis manos comenzaron un descenso lento por mis pechos abarcándolos con mis manos, recorriéndolos con mis dedos haciendo trazos imaginarios como si fuera él quien los acariciara. Mis dedos aprisionaron mis pezones hasta ponerlos tiesos en lo que solté un jadeo y elevé un poco mi cuerpo, seguía totalmente encendida en ese momento y algo sensible todavía.
Me entretuve un rato con mis pechos y antes de bajar mis manos descendiendo por mi cuerpo abrí los ojos para mirarle, sus ojos estaban completamente rojos en ese momento y sonreí viendo que no perdía detalle de ninguna parte de mi cuerpo, ni de mi respiración agitada, ni mis pechos ni mucho menos el recorrido descendente que estaba haciendo. Llegué hasta mi sexo y mi dedo lo recorrió por completo moviendo un poco la cadera por ello y siseando por el placer sin apartar mi mirada de él, comencé a recorrerlo de forma lenta con el dedo plagada de pequeños escalofríos así unas cuantas veces hasta que dejé mi dedo centrándome solo en el clítoris, jadeé arqueando mi cuerpo por el placer por lo sensible que tenía todo, aún todavía excitada pese a todo lo que habíamos eso. Mordí mi labio entre jadeos mirando al vampiro que no perdía detalle con la respiración acelerada, la otra mano jugaba con mis pechos para aumentar más el placer en aquel juego, era más excitante cuando me miraba de esa forma, mucho más placentero, más morboso todo. Mi cadera se elevaba con cada leve golpecito que daba hasta que finalmente jadeé echando mi cabeza hacia atrás notando que el placer se extendía y que no solo me valía con eso, quité mi mano de aquel lugar y llevé mis dedos a mi boca para chupar dos mojándolos con mi saliva sin apartar la mirada del vampiro y los llevé a la entrada de mi sexo para hundirlos en mi interior, un gemido salió de mis labios por ello y me quedé quieta dejándolos dentro.
-¿Crees que voy bien, amor? –Pregunté tras un gemido salir de nuevo de mis labios, estaba totalmente encendida de nuevo pero quería que disfrutara ya que lo había pedido- ¿tienes buenas vistas o quieres unas mejores? –Pregunté con malicia abriéndome más de piernas sacando ambas a cada lado para estar más expuesta y que me viera más, mi respiración era errática y sin dejar de mirarlo excitándome con sus ojos clavados en lo que hacía comencé a mover mis dedos en mi interior, entrando y saliendo provocándome jadeos y gemidos que no controlaba. Aumenté el ritmo y cerré los ojos otra vez arqueando mi cadera con cada roce, añadí un tercer dedo y con la otra mano me aferré al borde de la bañera notando el placer que me recorría por completo- Joe –lo llamé en mitad de un gemido con el placer extendiéndose por mi cuerpo, este tensándose de nuevo con las mejillas ardiendo, la respiración errática y mis ojos nublados puestos en los suyos rojos, llamándole para que viniera imaginándome que era él quien me daba placer y no mis dedos, invitándole a que se acercara y terminara con lo que yo había empezado.
Alcé de nuevo mis ojos para ver los suyos, rojos todavía, ante la confesión que me acababa de hacer de que no quería hacerme daño, algo extrañada aunque no tanto porque con el alcohol que llevábamos en nuestros cuerpos hacía que se nos soltara la lengua y que dijéramos aquello que a veces queríamos acallar y que ahora salía con demasiada facilidad. No quería hacerme daño pero que me dominara no implicara que me hiciera realmente daño, quizás él nada más que conocía esa forma de dominar al haber estado sometido durante tantos siglos a esas torturas, quizás para él a través del dolor era como realmente sentía placer. Algo que también sabía, me había dicho en varias ocasiones que le excitaba que le hiciera daño y entendía eso, podía entenderlo cuando había sido torturado durante muchísimo tiempo. Sonreí de lado por sus siguientes palabras, cierto era que a veces perdía el control cuando me tomaba de una forma brusca, pero lejos de lo que él pensara me gustaba, me gustaba cómo me dejaba, las sensaciones que me transmitía... no tenía queja por eso, no me había quejado nunca. Acabó diciendo que no era un vampiro sino una humana como si con eso diera su alegato final, pero ni de lejos me había convencido para cambiar de idea, mordí su labio inferior antes de que se moviera y me dejara sobre su cuerpo con sus dedos acariciando mi mejilla.
-Sé que soy humana y tú un vampiro, pero que me domines no quiere decir ni lleva implícito la palabra “dolor” Joe, no vas a hacerme daño y si crees que cuando me tomas de esa manera tan tuya y típica de un demonio no me gusta estás equivocado, solo tienes que notar como me dejas temblando cada vez que me llevas al orgasmo para saber que me gusta, me gusta demasiado –sus labios fueron en busca de los míos enredándonos en un beso de nuevo, nuestras lenguas se enredan como si estuvieran en una batalla a muerte y solamente cuando nos separamos pareció que había pillado algo en mis anteriores palabras, enarqué una ceja cuando no sabía a qué se refería a “eso que has dicho” porque no especificaba... pero pronto supe a lo que se refería. A la vampira, a dominar. Lo había visto en la fiesta de máscaras con la vampira, o lo que había podido ver porque no quería ver cómo se la tiraba, la forma que tuvo de jugar con ella, cómo la había dominado... eso no lo había hecho conmigo y en cierta manera quería probarlo, quería que él también lo hiciera conmigo, que jugara, que me dominara. Fruncí el ceño ante sus preguntas sin querer contestarlas porque se me había escapado pero sí, había sentido algo de celos, aunque no pensaba que se excitara más con ella porque no tenía que contenerse, sino más bien que era... otro tipo de excitación- quiero que lo hagas porque tengo curiosidad y porque nunca, realmente, te has parado a dominarme de verdad –no iba a decirle que sí había estado celosa ¿para qué? Mis palabras ya lo habían dejado claro- oh, cállate y deja de reírte –dije mordiendo sus labios para que parara de una vez y cuando terminó de reírse dijo que mi cuerpo caliente era lo que más le excitaba, es más, como si fuera un secreto entre susurros me dijo qué era lo que más le gustaba de todo: mi sangre bombeada con fuerza tras el orgasmo mezclada con mi esencia... y eso no lo tenía con ninguna vampira. Gemí contra sus labios, ahí estaba de nuevo esa sensación que había sentido en el pasillo- joder... –fue lo único que pude decir notando mi cuerpo ardiendo de nuevo no solo imaginándome sus palabras, sino sintiéndolas como lo había sentido hacía unos minutos- suena como el jodido infierno de placentero –mordí su labio inferior con fuerza y su mano se pierde de nuevo por mi sexo, caliente y húmedo, y lleva sus dedos a sus labios bajo mi atenta mirada. Dice que le gusta follar duro y no hacía falta que lo dijera, sus labios volvieron a enredarse en los míos en un nuevo beso algo salvaje y sonreí de lado cuando nos separamos cogiendo su mentón entre mis dedos- me gusta que me folles duro, Joe, ya sabes que no soy ninguna princesita que quiera o le guste la delicadeza –mordí su labio inferior cuando me separó de su cuerpo con una sonrisa lasciva recorriéndome desnuda con sus ojos, al parecer se le había ocurrido una idea y quería verme en la tina desnuda, dándome placer, como lo haría al pensar en él cuando no estuviera. Enarqué una ceja con diversión al levantarme por el tirón que me pegó- ¿y quién te dice que me toco pensando o ti, o que siquiera pienso en ti? –Le piqué viendo que cogía la botella de champán tirando con decisión de mí hacia el aseo, me dejó en mitad de este y se rió alegando que no podía decirle que no pensaba en él- igual que tú no puedes decirme que no piensas en mí –sonreí de lado porque sí, era cierto, pensaba en él y en las que cosas que hacíamos, en lo placentero y sentido que era todo, más vívido, más extremo pero me gustaba, me dejaba cansada y completamente saciada... sí, había pensado en él como sabía que él había pensado en mí- ¿es una orden de amo a esclava? ¿Quieres que lo haga? –Sonreí de lado mordiéndome el labio, claro que lo había ordenado pero antes de ello me acerqué quedando parada pegando mi cuerpo al suyo de forma que mis pechos quedaban contra su torso- está bien, lo haré. Pero tú deja de pensar en que me harás daño porque no lo vas a hacer, pondremos una palabra de seguridad si te sientes más tranquilo y cuando vea que no puedo soportarlo la diré y pararemos –mi mano subió a su rostro- tú quieres ver como me masturbo para ti y yo quiero que me domines, si lo hago... tú harás lo otro, compláceme en ese capricho Joe, estoy en mi noche de bodas amor –mis labios buscaron los suyos y dejé un beso en ellos antes de alejarme y llenar la bañera con agua templada, el baño me ayudaría a despejarme por completo, el vampiro tomó asiento frente a la bañera para no perderse nada y con una sonrisa ladeada me metí en la tina dejando que el agua me calmara y refrescara- bueno, si le miro el lado positivo a esto es que no tendré que imaginarte... te tengo justo delante para inspirarme –sonreí con malicia, recosté la espalda contra el borde, me abrí de piernas, apoyé la cabeza en el borde de la tina y cerré los ojos al tiempo que mis manos comenzaron un descenso lento por mis pechos abarcándolos con mis manos, recorriéndolos con mis dedos haciendo trazos imaginarios como si fuera él quien los acariciara. Mis dedos aprisionaron mis pezones hasta ponerlos tiesos en lo que solté un jadeo y elevé un poco mi cuerpo, seguía totalmente encendida en ese momento y algo sensible todavía.
Me entretuve un rato con mis pechos y antes de bajar mis manos descendiendo por mi cuerpo abrí los ojos para mirarle, sus ojos estaban completamente rojos en ese momento y sonreí viendo que no perdía detalle de ninguna parte de mi cuerpo, ni de mi respiración agitada, ni mis pechos ni mucho menos el recorrido descendente que estaba haciendo. Llegué hasta mi sexo y mi dedo lo recorrió por completo moviendo un poco la cadera por ello y siseando por el placer sin apartar mi mirada de él, comencé a recorrerlo de forma lenta con el dedo plagada de pequeños escalofríos así unas cuantas veces hasta que dejé mi dedo centrándome solo en el clítoris, jadeé arqueando mi cuerpo por el placer por lo sensible que tenía todo, aún todavía excitada pese a todo lo que habíamos eso. Mordí mi labio entre jadeos mirando al vampiro que no perdía detalle con la respiración acelerada, la otra mano jugaba con mis pechos para aumentar más el placer en aquel juego, era más excitante cuando me miraba de esa forma, mucho más placentero, más morboso todo. Mi cadera se elevaba con cada leve golpecito que daba hasta que finalmente jadeé echando mi cabeza hacia atrás notando que el placer se extendía y que no solo me valía con eso, quité mi mano de aquel lugar y llevé mis dedos a mi boca para chupar dos mojándolos con mi saliva sin apartar la mirada del vampiro y los llevé a la entrada de mi sexo para hundirlos en mi interior, un gemido salió de mis labios por ello y me quedé quieta dejándolos dentro.
-¿Crees que voy bien, amor? –Pregunté tras un gemido salir de nuevo de mis labios, estaba totalmente encendida de nuevo pero quería que disfrutara ya que lo había pedido- ¿tienes buenas vistas o quieres unas mejores? –Pregunté con malicia abriéndome más de piernas sacando ambas a cada lado para estar más expuesta y que me viera más, mi respiración era errática y sin dejar de mirarlo excitándome con sus ojos clavados en lo que hacía comencé a mover mis dedos en mi interior, entrando y saliendo provocándome jadeos y gemidos que no controlaba. Aumenté el ritmo y cerré los ojos otra vez arqueando mi cadera con cada roce, añadí un tercer dedo y con la otra mano me aferré al borde de la bañera notando el placer que me recorría por completo- Joe –lo llamé en mitad de un gemido con el placer extendiéndose por mi cuerpo, este tensándose de nuevo con las mejillas ardiendo, la respiración errática y mis ojos nublados puestos en los suyos rojos, llamándole para que viniera imaginándome que era él quien me daba placer y no mis dedos, invitándole a que se acercara y terminara con lo que yo había empezado.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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