AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡No me toques los cojones! (privado)
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¡No me toques los cojones! (privado)
Recuerdo del primer mensaje :
No recuerdo las copas que llevaba de eso que sabia a meado de burra pero que tras unas cuantas empezabas a cogerle el gusto.
El tedio de esa ciudad llamada París corría por mis venas como si fuera tiña, ademas de que acostumbrado a meter la verga cada noche, aquí parecía que tenias que coger tiquet para que te tocara la suerte en la tómbola de que una mujer te abriera las piernas, que estrechas eran las mujeres.
¿No me dijo una que paseaba con un paraguas sin estar lloviendo que podríamos vernos en el botánico con una de sus damas de compañía?
Al principio me sonó de maravilla, vamos, era como si me hubiera tocado e premio gordo en la tómbola, no solo me iba a trincar a una mujer, rara, pero mujer, si no que se traía una amiga. Infeliz de mi cuando acudo a eso que llamaban el botánico y que yo pensaba seria una manceria y me veo a la mujer esa tapada hasta los tobillos, con un sombrero que daba mas sombra que el propio paraguas que llevaba de nuevo sobre la cabeza y con una amiga..que pronto descubrí era una vieja, gorda y arrugada que venia a vigilar que mis manos estuvieran lejos de la tía buena del paraguas.
No había corrido tanto en mi vida y mira que había derramado sangre en el campo de batalla.
Por supuesto esa hazaña no se la conté ni a Bröok, ni a Dritt, estarían riéndose a mi costa un mes.
Volviendo a la taberna aburrida en la que estaba, un tipo me preguntó si quería ganarme algo de dinero extra, que me veía un tío fornido, diestro y armado.
En un principio pensé en pasar de su culo, después de mi suerte con la del paraguas este si me llevaba a un burdel para darme por culo.
Ahí en París había que estar avispado, porque los tíos tenían todos pinta un tanto afeminada y ese no era menos, con su gorrito en la cabeza pese a ser de noche y el gallato, aunque yo me había fijado y el cabrón no cojeaba ¿a saber que escondía en esa tercera pierna simulada?
-Una pregunta -dije alzando mi mirada del vaso -¿con bien armado, te refieres a mi verga?
Por suerte para el porque de decir que si juro por Odin que hubiera necesitado esa tercera pierna, hablaba de peleas.
No entendí muy bien si es que haba que saquear algo, o que..la cosa es que iba borracho, me aburría y eso que me contaba tenia buena pinta...así que lo seguí.
Llegamos tras atravesar varias cuadras a un sitio mas parecido a las tabernas norteñas, algo que me hizo sonreír abiertamente.
Caminé entre la gente abriéndome paso tras el hombrecillo, una mole dentro de un circulo mal pintado en el suelo machacaba a un par de tipos mientras todos lo vitoreaban.
El viejo me empujó hacia le circulo mientras pedía que la gente apostara ¿apostar por quien? No entendía muy bien la dinámica de esto, la cosa es que la mole esa a mi no me había hecho nada y los del suelo no eran amigos míos.
Fui a salir del circulo cuando un tipo me empujó para dentro.
-No me toques o te cortó el brazo -le aseguré encarandome a él mientras la mole se me acercaba por detrás.
No recuerdo las copas que llevaba de eso que sabia a meado de burra pero que tras unas cuantas empezabas a cogerle el gusto.
El tedio de esa ciudad llamada París corría por mis venas como si fuera tiña, ademas de que acostumbrado a meter la verga cada noche, aquí parecía que tenias que coger tiquet para que te tocara la suerte en la tómbola de que una mujer te abriera las piernas, que estrechas eran las mujeres.
¿No me dijo una que paseaba con un paraguas sin estar lloviendo que podríamos vernos en el botánico con una de sus damas de compañía?
Al principio me sonó de maravilla, vamos, era como si me hubiera tocado e premio gordo en la tómbola, no solo me iba a trincar a una mujer, rara, pero mujer, si no que se traía una amiga. Infeliz de mi cuando acudo a eso que llamaban el botánico y que yo pensaba seria una manceria y me veo a la mujer esa tapada hasta los tobillos, con un sombrero que daba mas sombra que el propio paraguas que llevaba de nuevo sobre la cabeza y con una amiga..que pronto descubrí era una vieja, gorda y arrugada que venia a vigilar que mis manos estuvieran lejos de la tía buena del paraguas.
No había corrido tanto en mi vida y mira que había derramado sangre en el campo de batalla.
Por supuesto esa hazaña no se la conté ni a Bröok, ni a Dritt, estarían riéndose a mi costa un mes.
Volviendo a la taberna aburrida en la que estaba, un tipo me preguntó si quería ganarme algo de dinero extra, que me veía un tío fornido, diestro y armado.
En un principio pensé en pasar de su culo, después de mi suerte con la del paraguas este si me llevaba a un burdel para darme por culo.
Ahí en París había que estar avispado, porque los tíos tenían todos pinta un tanto afeminada y ese no era menos, con su gorrito en la cabeza pese a ser de noche y el gallato, aunque yo me había fijado y el cabrón no cojeaba ¿a saber que escondía en esa tercera pierna simulada?
-Una pregunta -dije alzando mi mirada del vaso -¿con bien armado, te refieres a mi verga?
Por suerte para el porque de decir que si juro por Odin que hubiera necesitado esa tercera pierna, hablaba de peleas.
No entendí muy bien si es que haba que saquear algo, o que..la cosa es que iba borracho, me aburría y eso que me contaba tenia buena pinta...así que lo seguí.
Llegamos tras atravesar varias cuadras a un sitio mas parecido a las tabernas norteñas, algo que me hizo sonreír abiertamente.
Caminé entre la gente abriéndome paso tras el hombrecillo, una mole dentro de un circulo mal pintado en el suelo machacaba a un par de tipos mientras todos lo vitoreaban.
El viejo me empujó hacia le circulo mientras pedía que la gente apostara ¿apostar por quien? No entendía muy bien la dinámica de esto, la cosa es que la mole esa a mi no me había hecho nada y los del suelo no eran amigos míos.
Fui a salir del circulo cuando un tipo me empujó para dentro.
-No me toques o te cortó el brazo -le aseguré encarandome a él mientras la mole se me acercaba por detrás.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Tenia que reconocer que a Esthia no le faltaba sentido del humor, uno tan ácido como el mio, siempre estaba riéndose de todo hasta ahora de mi. Terco como yo solo me empeciné en trasportar toda la carne cazada y ganarme una pasta.
-No hace falta que me eches una mano con ese olor a mierda que te gastas -le dije mientras el se limitaba a mirarme trabajar empecinado en anudar unos cuantos troncos permitiendolos rodar a modo de carreta.
Tiré de mis presas durante todo el camino, de vez en cuando miraba de soslayo a mi acompañante, no pensaba repartir con el ni una moneda, vamos, aquí había hecho yo todo el trabajo.
Llegado al a taberna, este se fue para quitarse de encima el olor a mierda, yo me quedé haciendo negocios y cuando volvió me encontró complacido y sonriente hablando con la camarera mientras me bebía una buena jarra de cerveza bien fría.
-Ponle una a mi amigo, invito yo.
Me había sacado una pasta, así que la noche iba a ser sin duda épica.
-Bueno, yo creo que nos da tiempo a pillar un buen pedo, a buscar unas mujeres pechugonas como a ti y a mi nos gustan -le dije dándole un golpe en la espalda - después de follárnoslas, podemos ir a cazar eso que dices..
Enarqué una ceja divertido mientras me reía contra el vidrio de la jarra.
-Ya se, tu me has traído aquí para aprovecharte de mi -dije sin poder parar de descojonarme -has visto el don que tengo con las féminas y de todos es sabido que ir con un baja bragas te ayuda a ver coños.
Pedí otra jarra, nos merecíamos una buena borrachera, así que entre risas seguimos los dos apurando jarras hasta que la lengua se nos fue aflojando, las risas no tenían fin y el suelo se movía como un barco.
-¿Donde están las hembras follables? Aquí todo somos tíos, gordas menos la posadera esta de las perolas -enarqué una ceja -aquí si nos organizamos no follamos todos -bromeé -vamos a un burdel de mujeres guarronas que nos traten como merecemos -dije apurando la jarra y dejándola caer sobre la barra.
-No hace falta que me eches una mano con ese olor a mierda que te gastas -le dije mientras el se limitaba a mirarme trabajar empecinado en anudar unos cuantos troncos permitiendolos rodar a modo de carreta.
Tiré de mis presas durante todo el camino, de vez en cuando miraba de soslayo a mi acompañante, no pensaba repartir con el ni una moneda, vamos, aquí había hecho yo todo el trabajo.
Llegado al a taberna, este se fue para quitarse de encima el olor a mierda, yo me quedé haciendo negocios y cuando volvió me encontró complacido y sonriente hablando con la camarera mientras me bebía una buena jarra de cerveza bien fría.
-Ponle una a mi amigo, invito yo.
Me había sacado una pasta, así que la noche iba a ser sin duda épica.
-Bueno, yo creo que nos da tiempo a pillar un buen pedo, a buscar unas mujeres pechugonas como a ti y a mi nos gustan -le dije dándole un golpe en la espalda - después de follárnoslas, podemos ir a cazar eso que dices..
Enarqué una ceja divertido mientras me reía contra el vidrio de la jarra.
-Ya se, tu me has traído aquí para aprovecharte de mi -dije sin poder parar de descojonarme -has visto el don que tengo con las féminas y de todos es sabido que ir con un baja bragas te ayuda a ver coños.
Pedí otra jarra, nos merecíamos una buena borrachera, así que entre risas seguimos los dos apurando jarras hasta que la lengua se nos fue aflojando, las risas no tenían fin y el suelo se movía como un barco.
-¿Donde están las hembras follables? Aquí todo somos tíos, gordas menos la posadera esta de las perolas -enarqué una ceja -aquí si nos organizamos no follamos todos -bromeé -vamos a un burdel de mujeres guarronas que nos traten como merecemos -dije apurando la jarra y dejándola caer sobre la barra.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Claro, claro. Sí. Ir de putas. En eso justamente estaba pensando. En mujeres. Desnudas. Justamente eso. Puffff.
Pero como la mentira respecto a su sexualidad se había convertido en parte de su rutina, no abrió la boca para revelar nada. Estaba demasiado acostumbrado al secretismo, a los encuentros furtivos en un callejón, con hombres que, como él, tampoco podían aspirar a más que aquellos discretos arranques de pasión desenfrenada amparados por la oscuridad. Porque su instinto se pagaba con la muerte, con la prisión o a base de palizas.
Ninguna de las opciones era agradable. Así que así vivía, como cualquier otro varón de su época, lisonjeando alguna que otra dama, con la que nunca llegaba a cruzar más que unas palabras. La excusa era la caballerosidad, el respeto a la virtud y la reputación de las mujeres. La verdad era que no le movían un pelo, que lo que a él le atraían eran los cuerpos masculinos, las voces viriles, el ímpetu de la testosterona bullendo en las venas. Le gustaba la rudeza que contrastaba con la intimidad de dos cuerpos desnudos, compartiendo el calor. Adoraba el leve picor de la piel irritada tras una tempestuosa sesión de besos, barba contra barba.
Sonrió. Con ese gesto tan suyo, tan amplio, tan feliz, que escondía la frustración de no poder gritar a los cuatro vientos que las marcas moradas que tenía bajo la ropa no eran por golpes de las peleas, sino por los dedos de Uryan, apretándose en su carne, mientras se devoraban el uno al otro en la soledad del bosque.
-¡Estupendo! Conozco un sitio que te va a encantar. Tiene para todos los gustos. No es lo mas barato de París, pero te aseguro que merecerá la pena.
Sí, se conocía los burdeles, a base de visitarlos en compañía de otros hombres para acabar tirado en una mesa, fingiendo una borrachera que no siempre tenía o escabulléndose entre las sombras, a veces con la inesperada compañía de otro que, como él, sólo estaba allí para cubrir el expediente.
Se levantó, apuró la jarra y la dejó sobre la mesa. Se alisó la camisa y echó a andar hacia la puerta. Cuanto antes llegaran, antes acabaría Orn con subiendo a la habitación con alguna muchacha y antes podría él escabullirse al bosque para perderse entre dos metros y pico de piel.
Poison. Veneno. Una sutil adicción que acababa mermando la cordura de cualquier hombre. Así era el local al que se dirigieron. Decorado acorde a las últimas tendencias europeas, las damas que se paseaban por allí eran realmente una dulce droga para los clientes que las frecuentaban. Alegres y descaradas, vestidas con ropas insinuantes, con los labios rojos de carmín y generosas curvas que hacían las delicias de los parroquianos.
No había hombre en París que no soñara con una noche en alguna de las estancias de la parte superior, donde se prometía un paraíso de placer a cambio de unas monedas.
Salvo quizás para lo que eran como él. Pero era algo con lo que ya convivía. Guardar las apariencias de humano perfectamente normal garantizaba su supervivencia. Estaba solo -salvo Uryan, pero ni siquiera el lobo rojo podría defenderle de una multitud enardecida-, no tenía manada, no tenía territorio; era un omega perdido y debía permanecer en las sombras, en la clandestinidad de los bajos fondos parisinos.
-Vamos, amigo mío. Pidamos un par de rondas mientras echamos un ojo al ganado.
Pero como la mentira respecto a su sexualidad se había convertido en parte de su rutina, no abrió la boca para revelar nada. Estaba demasiado acostumbrado al secretismo, a los encuentros furtivos en un callejón, con hombres que, como él, tampoco podían aspirar a más que aquellos discretos arranques de pasión desenfrenada amparados por la oscuridad. Porque su instinto se pagaba con la muerte, con la prisión o a base de palizas.
Ninguna de las opciones era agradable. Así que así vivía, como cualquier otro varón de su época, lisonjeando alguna que otra dama, con la que nunca llegaba a cruzar más que unas palabras. La excusa era la caballerosidad, el respeto a la virtud y la reputación de las mujeres. La verdad era que no le movían un pelo, que lo que a él le atraían eran los cuerpos masculinos, las voces viriles, el ímpetu de la testosterona bullendo en las venas. Le gustaba la rudeza que contrastaba con la intimidad de dos cuerpos desnudos, compartiendo el calor. Adoraba el leve picor de la piel irritada tras una tempestuosa sesión de besos, barba contra barba.
Sonrió. Con ese gesto tan suyo, tan amplio, tan feliz, que escondía la frustración de no poder gritar a los cuatro vientos que las marcas moradas que tenía bajo la ropa no eran por golpes de las peleas, sino por los dedos de Uryan, apretándose en su carne, mientras se devoraban el uno al otro en la soledad del bosque.
-¡Estupendo! Conozco un sitio que te va a encantar. Tiene para todos los gustos. No es lo mas barato de París, pero te aseguro que merecerá la pena.
Sí, se conocía los burdeles, a base de visitarlos en compañía de otros hombres para acabar tirado en una mesa, fingiendo una borrachera que no siempre tenía o escabulléndose entre las sombras, a veces con la inesperada compañía de otro que, como él, sólo estaba allí para cubrir el expediente.
Se levantó, apuró la jarra y la dejó sobre la mesa. Se alisó la camisa y echó a andar hacia la puerta. Cuanto antes llegaran, antes acabaría Orn con subiendo a la habitación con alguna muchacha y antes podría él escabullirse al bosque para perderse entre dos metros y pico de piel.
Poison. Veneno. Una sutil adicción que acababa mermando la cordura de cualquier hombre. Así era el local al que se dirigieron. Decorado acorde a las últimas tendencias europeas, las damas que se paseaban por allí eran realmente una dulce droga para los clientes que las frecuentaban. Alegres y descaradas, vestidas con ropas insinuantes, con los labios rojos de carmín y generosas curvas que hacían las delicias de los parroquianos.
No había hombre en París que no soñara con una noche en alguna de las estancias de la parte superior, donde se prometía un paraíso de placer a cambio de unas monedas.
Salvo quizás para lo que eran como él. Pero era algo con lo que ya convivía. Guardar las apariencias de humano perfectamente normal garantizaba su supervivencia. Estaba solo -salvo Uryan, pero ni siquiera el lobo rojo podría defenderle de una multitud enardecida-, no tenía manada, no tenía territorio; era un omega perdido y debía permanecer en las sombras, en la clandestinidad de los bajos fondos parisinos.
-Vamos, amigo mío. Pidamos un par de rondas mientras echamos un ojo al ganado.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Esthia era un tipo divertido, pero una vez nos adentramos en ese local de luces rojas, pecaminosas damas de opulentas tetas y olor a sexo y alcohol mezclado pareció ausente, quizás perdido en guerras propias que debía lidiar por si mismo.
Yo andaba con mi mente como siempre ocupada por una dama, peor no una cualquiera si no la hechicera que había conocido en estas tierras, esa cuido de mi cuando mas lo necesitaba.
Una pelea me saco de mis pensamientos, una que al parecer era habitual en ese lugar pues la gente jaleaba al gordo y su amigo y no al calvo barbudo.
Reí ligeramente apartando mi vaso del camino de varias de las patas del taburete que habían volado por los aires tras ser estampadas en el cuerpo del barbudo.
Acabada la trifulca todo continuamos bebiendo acompañados de aquel olor infrahumano, de las risas ensordecedoras y del alcohol que poco a poco embotaba nuestros sentidos.
Observé la botella de whisky antes de servirme otro vaso con avidez, iba por la mitad, y aun quedaba suficiente para hacer mas placentera mi noche, para borrar de mi cabeza aquellos ojos que me perturbaban el día y que posiblemente también el sueño.
Di un profundo trago de aquel cristalino vaso cuando un golpe en mi espalda me saco del trance, me gire dispuesto a saber a que se debía el placer de ser llamado cuando un gordo, que posiblemente me sacaba mas de medio metro de altura, golpeaba de nuevo mi espalda con su repugnante mano abierta.
Sonreí de medio lado vaso en mano consciente de la mueca burlesca que dibujaba su rostro, mientras el resto de inútiles de una mesa cercana, de donde sin duda había alzado su sarnoso culo lo jaleaban animados, no solo por le alcohol si no por las ganas de gresca.
-¿Desea algo? -pregunté con cierta indiferencia.
Su respuesta no se hizo de esperar, claro que no en forma de palabras, dudaba tanto de que supiera hablar.
Fue su puño el que tenaz dirigió hacia mi cara, mientras mis ojos centelleaban fruto del ardor del whisky y de la inmediatez de la batalla.
Puñetazo que con gracilidad esquive a un lado mientras mi cuerpo se deslizaba del taburete al suelo estampandole el vaso que aun portaba en su rostro.
-Seguro que así ligas mas -aseguré con gracia al ver todos los cristales clavados en su piel, aunque claro, algunos también quedaron incrustados en mi mano (daños colaterales se llamaba a eso)
El hombre aulló de dolor frente a aquel arranque que sin duda no esperaba, un idiota mas empeñado en mirar a las putas que a la espada bastarda que sobresalía a mis espaldas, craso error.
Mis ojos se desviaron hacia los idiotas de la mesa, que ahora parecían enmudecer, y mas lo hicieron cuando camine hacia ellos, tomando asiento en el hueco vació del herido que aun luchaba por sacar de su fea cara los cristales adheridos.
Tomé uno de los vasos para servirme otro poco de eso que ellos estaban bebiendo mientras los estúpidos me miraban incrédulos, no solo por mi atrevimiento si no por la desfachatez que según ellos veían en mis actos y esa sonrisa picara que me acompañaba a todos lados.
Llevé el vidrio a mi boca para dar un profundo trago, mientras por el rabillo del ojo veía a uno de esos valientes sacar una daga con la que presentar batalla.
En la mesa del señor siempre había un valiente, que de normal era el mas estúpido por ende.
Desenvaine la espada con rapidez cortando el brazo del idiota que con un alarido soltó no solo la daga si no parte de su cuerpo con ella.
-¿espero que le pase como a la cola de las lagartija -añadí con una sonrisa mientras la sangre bañaba el suelo de la taberna.
Los otros me miraban con los ojos fuera de las órbitas, aterrados guardaban sepulcral silencio mientras alguno, viéndome espada en mano alzaba los brazos rindiéndose en el acto.
-Espero que me dejéis beber tranquilo, odio ser molestado -sentencié cogiendo la botella para caminar serenos hacia la barra enfundando de nuevo la espada a mis espaldas.
-Bien Esthia ¿por donde íbamos? A esas alturas los dos ibamos muy borrachos, llevábamos la noche entera haciendo le gilipollas -sabes, creo que solo tengo ganas de acostarme con una mujer ¿estaré enfermo? -bromeé
Dos mujeres de vida alegre se acercaron ,al verdad es que no podía decir que habíamos sido los primeros, aunque intuyo que tampoco los últimos, parecían tener las puertas del burdel recientemente abiertas y la competición entre ellas por captar clientela era voraz.
Las damas no dudaron en distraernos con sus atributos entre risas ebrias y a invitarnos a disfrutar las mieles de sus labios y de lo que igual de húmedo nos esperaba mas abajo.
Yo andaba con mi mente como siempre ocupada por una dama, peor no una cualquiera si no la hechicera que había conocido en estas tierras, esa cuido de mi cuando mas lo necesitaba.
Una pelea me saco de mis pensamientos, una que al parecer era habitual en ese lugar pues la gente jaleaba al gordo y su amigo y no al calvo barbudo.
Reí ligeramente apartando mi vaso del camino de varias de las patas del taburete que habían volado por los aires tras ser estampadas en el cuerpo del barbudo.
Acabada la trifulca todo continuamos bebiendo acompañados de aquel olor infrahumano, de las risas ensordecedoras y del alcohol que poco a poco embotaba nuestros sentidos.
Observé la botella de whisky antes de servirme otro vaso con avidez, iba por la mitad, y aun quedaba suficiente para hacer mas placentera mi noche, para borrar de mi cabeza aquellos ojos que me perturbaban el día y que posiblemente también el sueño.
Di un profundo trago de aquel cristalino vaso cuando un golpe en mi espalda me saco del trance, me gire dispuesto a saber a que se debía el placer de ser llamado cuando un gordo, que posiblemente me sacaba mas de medio metro de altura, golpeaba de nuevo mi espalda con su repugnante mano abierta.
Sonreí de medio lado vaso en mano consciente de la mueca burlesca que dibujaba su rostro, mientras el resto de inútiles de una mesa cercana, de donde sin duda había alzado su sarnoso culo lo jaleaban animados, no solo por le alcohol si no por las ganas de gresca.
-¿Desea algo? -pregunté con cierta indiferencia.
Su respuesta no se hizo de esperar, claro que no en forma de palabras, dudaba tanto de que supiera hablar.
Fue su puño el que tenaz dirigió hacia mi cara, mientras mis ojos centelleaban fruto del ardor del whisky y de la inmediatez de la batalla.
Puñetazo que con gracilidad esquive a un lado mientras mi cuerpo se deslizaba del taburete al suelo estampandole el vaso que aun portaba en su rostro.
-Seguro que así ligas mas -aseguré con gracia al ver todos los cristales clavados en su piel, aunque claro, algunos también quedaron incrustados en mi mano (daños colaterales se llamaba a eso)
El hombre aulló de dolor frente a aquel arranque que sin duda no esperaba, un idiota mas empeñado en mirar a las putas que a la espada bastarda que sobresalía a mis espaldas, craso error.
Mis ojos se desviaron hacia los idiotas de la mesa, que ahora parecían enmudecer, y mas lo hicieron cuando camine hacia ellos, tomando asiento en el hueco vació del herido que aun luchaba por sacar de su fea cara los cristales adheridos.
Tomé uno de los vasos para servirme otro poco de eso que ellos estaban bebiendo mientras los estúpidos me miraban incrédulos, no solo por mi atrevimiento si no por la desfachatez que según ellos veían en mis actos y esa sonrisa picara que me acompañaba a todos lados.
Llevé el vidrio a mi boca para dar un profundo trago, mientras por el rabillo del ojo veía a uno de esos valientes sacar una daga con la que presentar batalla.
En la mesa del señor siempre había un valiente, que de normal era el mas estúpido por ende.
Desenvaine la espada con rapidez cortando el brazo del idiota que con un alarido soltó no solo la daga si no parte de su cuerpo con ella.
-¿espero que le pase como a la cola de las lagartija -añadí con una sonrisa mientras la sangre bañaba el suelo de la taberna.
Los otros me miraban con los ojos fuera de las órbitas, aterrados guardaban sepulcral silencio mientras alguno, viéndome espada en mano alzaba los brazos rindiéndose en el acto.
-Espero que me dejéis beber tranquilo, odio ser molestado -sentencié cogiendo la botella para caminar serenos hacia la barra enfundando de nuevo la espada a mis espaldas.
-Bien Esthia ¿por donde íbamos? A esas alturas los dos ibamos muy borrachos, llevábamos la noche entera haciendo le gilipollas -sabes, creo que solo tengo ganas de acostarme con una mujer ¿estaré enfermo? -bromeé
Dos mujeres de vida alegre se acercaron ,al verdad es que no podía decir que habíamos sido los primeros, aunque intuyo que tampoco los últimos, parecían tener las puertas del burdel recientemente abiertas y la competición entre ellas por captar clientela era voraz.
Las damas no dudaron en distraernos con sus atributos entre risas ebrias y a invitarnos a disfrutar las mieles de sus labios y de lo que igual de húmedo nos esperaba mas abajo.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Esthia siguió con la mirada a Orn mientras arreglaba sus diferencias con los tipos de la mesa. Se hubiera metido de ser necesario, pero su nuevo amigo se apañaba bastante bien él solo para mantener a raya a un puñado de borrachos.
El momento amputación del brazo dejó una tensa calma en el ambiente, que acompañó a Orn de regreso al lado del licántropo, quien le palmeó la espalda con una sonrisa.
-¿Te has quedado a gusto?
Porque para él, la sangre y la violencia estaban a la orden del día. No sentía desprecio por la vida, al contrario, se aferraba a ella con todo su optimismo. Pero era un lobo y en concepto de la muerte o la sangre, para él, era algo natural en el ciclo de la vida. No se regodeaba en la pena, sino que seguía adelante.
Bebieron y brindaron sin que nadie les molestara. No después de aquella demostración por parte del norteño. Bastante borrachos estaban ya cuando dos mujeres se les acercaron. No tenía ganas, pensó con fastidio. No quería fingir y esconder la cara en aquellas curvas sinuosas que olían al sudor de alguien más. Quería irse al bosque y oler a hierba, a tierra, a madera y a la piel del lobo rojo.
Pero estaba allí, en mitad de una taberna, rodeado de bravucones borrachos que no dudarían en atravesarle con la espada de lado a lado si descubrían sus secretos. La típica excusa de sentirse intimitados o acosados. Ja, como si él les estuviera mirando... Pero tenía que seguir con la pantomima hasta que pudiera desembarazarse de ellas.
Vació el vaso de un trago para que el alcohol le avivara el coraje y recibió en su regazo a la muchacha, para que se le insinuara un poco. No tardaría mucho en descubrir que no estaba interesado. Era fácil de descubrir cuando no notaba nada contra el muslo por mucho que se frotara contra su cuerpo.
Le gustaba lisonjear a las mujeres y sacarles los colores, pero jamás se excedía de la raya para dar a pensar que tenía mayor interés. Sólo lo justo para que vieran que "le gustaban todas". Vació otro vaso de alcohol y fingió estar más borracho de lo que en realidad estaba para poder marcharse de allí.
Se despidió de Orn con un guiño, dejando que disfrutara de la compañía de la fulana, y regresó a la cabaña del bosque, donde sus frustraciones anteriores fueron borradas contra la rugosa corteza de los árboles.
Al día siguiente, puntual como el sol de la mañana, relajado y feliz, luciendo la sonrisa de quien ha pasado una muy buena noche a pesar de dormir poco, y sin marcas visibles, gracias a la curación acelerada que le proporcionaba su licantropía, Esthia fue en busca de Orn, con un papel en la mano.
-¡Acabo de apuntarnos a la expedición para ver al centauro! Había allí como sesenta personas para apuntarse, así que no sé cómo van a organizar las batidas o si cada uno va a ir por libre. Anoche bien, ¿no? ¿Qué te pareció el sitio?
El momento amputación del brazo dejó una tensa calma en el ambiente, que acompañó a Orn de regreso al lado del licántropo, quien le palmeó la espalda con una sonrisa.
-¿Te has quedado a gusto?
Porque para él, la sangre y la violencia estaban a la orden del día. No sentía desprecio por la vida, al contrario, se aferraba a ella con todo su optimismo. Pero era un lobo y en concepto de la muerte o la sangre, para él, era algo natural en el ciclo de la vida. No se regodeaba en la pena, sino que seguía adelante.
Bebieron y brindaron sin que nadie les molestara. No después de aquella demostración por parte del norteño. Bastante borrachos estaban ya cuando dos mujeres se les acercaron. No tenía ganas, pensó con fastidio. No quería fingir y esconder la cara en aquellas curvas sinuosas que olían al sudor de alguien más. Quería irse al bosque y oler a hierba, a tierra, a madera y a la piel del lobo rojo.
Pero estaba allí, en mitad de una taberna, rodeado de bravucones borrachos que no dudarían en atravesarle con la espada de lado a lado si descubrían sus secretos. La típica excusa de sentirse intimitados o acosados. Ja, como si él les estuviera mirando... Pero tenía que seguir con la pantomima hasta que pudiera desembarazarse de ellas.
Vació el vaso de un trago para que el alcohol le avivara el coraje y recibió en su regazo a la muchacha, para que se le insinuara un poco. No tardaría mucho en descubrir que no estaba interesado. Era fácil de descubrir cuando no notaba nada contra el muslo por mucho que se frotara contra su cuerpo.
Le gustaba lisonjear a las mujeres y sacarles los colores, pero jamás se excedía de la raya para dar a pensar que tenía mayor interés. Sólo lo justo para que vieran que "le gustaban todas". Vació otro vaso de alcohol y fingió estar más borracho de lo que en realidad estaba para poder marcharse de allí.
Se despidió de Orn con un guiño, dejando que disfrutara de la compañía de la fulana, y regresó a la cabaña del bosque, donde sus frustraciones anteriores fueron borradas contra la rugosa corteza de los árboles.
Al día siguiente, puntual como el sol de la mañana, relajado y feliz, luciendo la sonrisa de quien ha pasado una muy buena noche a pesar de dormir poco, y sin marcas visibles, gracias a la curación acelerada que le proporcionaba su licantropía, Esthia fue en busca de Orn, con un papel en la mano.
-¡Acabo de apuntarnos a la expedición para ver al centauro! Había allí como sesenta personas para apuntarse, así que no sé cómo van a organizar las batidas o si cada uno va a ir por libre. Anoche bien, ¿no? ¿Qué te pareció el sitio?
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
A la mañana siguiente Esthia fue a buscarme a la casa donde le había dicho que me hospedaba.
La sonrisa del lobo denotaba haber pasado una noche interesante, me preguntó por la mía, ciertamente, regresé a casa sin mas....el lugar estaba bien pero Katt llegó buscándome porque al parecer Dritt se había metido en uno de esos líos típicos de los Cannif, así que acabé con ella salvando el culo de mi amigo y luego dando los dos un paseo por la playa.
-Pues terminé paseando como un caballero por la playa con una amiga -le dije con sinceridad.
Me reí divertido al ver como Esthia me buscaba para meternos en nuevos líos ¿batidas para dar caza a un centauro?
-¿Donde hay que apuntarse? -le dije con cierta diversión.
Tiré mi brazo por encima de los hombros de mi amigo riéndome -le has cogido gusto a la compañía de los norteños -venga vamos a apuntarnos antes de que no queden huecos en esa lista.
Esta claro que le daremos caza nosotros ¿cual es el premio?
Nos pusimos en marcha entre risas.
-¿y tu lobo? Por la cara que traes algo me dije que no fue paseando como terminaste la noche ¿cierto?
He conocido a alguien en París, es una mujer muy distinta a las que acostumbro a frecuentar en el norte, va mas despacio, es mas tímida, me marca unos tiempos a los que no estoy acostumbrado y eso me hace volverme loco -le dije poniendo cara de depravado -pero solo pienso en arrancarle la ropa y montarla sin parar, así que...
Llegamos ante los dos tipos que con un registro sobre una vieja mesa de madera apuntaban pluma en mano a los integrantes de esa expedición de aventuras en busca el centauro. La cola era larga, mi paciencia no era infinita y en ese instante eché de menos llevar una buena jarra.
Lo bueno es que Esthia eran muy divertido, el tema de conversación no se terminaba, a carcajadas pasamos horas hasta que llegó nuestro turno.
-Apuntar a este pazguato y a mi, podéis si queréis borrar al resto, somos los que daremos caza al centauro -dije con esa seguridad que me caracterizaba.
La sonrisa del lobo denotaba haber pasado una noche interesante, me preguntó por la mía, ciertamente, regresé a casa sin mas....el lugar estaba bien pero Katt llegó buscándome porque al parecer Dritt se había metido en uno de esos líos típicos de los Cannif, así que acabé con ella salvando el culo de mi amigo y luego dando los dos un paseo por la playa.
-Pues terminé paseando como un caballero por la playa con una amiga -le dije con sinceridad.
Me reí divertido al ver como Esthia me buscaba para meternos en nuevos líos ¿batidas para dar caza a un centauro?
-¿Donde hay que apuntarse? -le dije con cierta diversión.
Tiré mi brazo por encima de los hombros de mi amigo riéndome -le has cogido gusto a la compañía de los norteños -venga vamos a apuntarnos antes de que no queden huecos en esa lista.
Esta claro que le daremos caza nosotros ¿cual es el premio?
Nos pusimos en marcha entre risas.
-¿y tu lobo? Por la cara que traes algo me dije que no fue paseando como terminaste la noche ¿cierto?
He conocido a alguien en París, es una mujer muy distinta a las que acostumbro a frecuentar en el norte, va mas despacio, es mas tímida, me marca unos tiempos a los que no estoy acostumbrado y eso me hace volverme loco -le dije poniendo cara de depravado -pero solo pienso en arrancarle la ropa y montarla sin parar, así que...
Llegamos ante los dos tipos que con un registro sobre una vieja mesa de madera apuntaban pluma en mano a los integrantes de esa expedición de aventuras en busca el centauro. La cola era larga, mi paciencia no era infinita y en ese instante eché de menos llevar una buena jarra.
Lo bueno es que Esthia eran muy divertido, el tema de conversación no se terminaba, a carcajadas pasamos horas hasta que llegó nuestro turno.
-Apuntar a este pazguato y a mi, podéis si queréis borrar al resto, somos los que daremos caza al centauro -dije con esa seguridad que me caracterizaba.
Orn Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
-¿Paseando con una amiga? -movió las cejas arriba y abajo. Ah, esa amiga debía de ser la mujer de la que hablaba; ésa que le quitaba el sueño y le hacía querer estar con ella solamente, aunque luego no lo cumpliera estrictamente. Él lo entendía.
No obstante, se tensó al oír que lo llamaba lobo. Había tenido mucho cuidado con lo que decía al respecto, con no hacer referencias a una manada, con no dejar que viera ninguna parte de su cuerpo cambiar o sus ojos brillar al mirar la luna. Por un momento se asustó... ¿qué implicaba que le hubiera descubierto?
Observó al norteño y trató de discernir por sus gestos y su actitud si era bueno o malo que lo supiera. Porque... ¿Y si pretendía cazarle? ¿O denunciarle a la inquisición? ¿O a los cazadores? ¿Y si era un cazador encubierto esperando cualquier movimiento en falso para poder atravesarle las entrañas con un arma de plata?
Demasiadas preguntas que pondrían muy nervioso a cualquiera. Pero tras ese instante de sorpresa y duda, Esthia se mantuvo fiel a su esencia y decidió que lo que tuviera que ser, sería. Que se lo plantearía cuando llegase y que, mientras tanto, iba a disfrutar del día.
Les dividieron en grupos, para peinar el bosque por los cuatro puntos cardinales. En parte era una buena estrategia, porque así, alguien lo pillaría si intentaba escapar. Pero por otra, a Esthia le parecía peligroso, porque podían dar con su pequeño refugio perdido en la espesura.
-Bah. Así no vamos a cazarlo en la vida. Somos demasiados y haremos demasiado ruido. Está muy bien trabajar en equipo, pero ¿tú les has visto? Si la mayoría llevan cacharros encima como si fueran vendiendo de feria en feria. Que si una espada, que si un puñal, que si no sé cuantas flechas y un arco. ¿Cómo pueden moverse con todo eso encima?
Porque él, acostumbrado a la libertad absoluta de no llevar más armas que sus garras y sus colmillos o, si acaso una única hoja para mimetizarse con el resto de humanos, no veía práctico ir con todo ese peso adicional. Igual que no veía cómodo llevar protecciones, ni de metal ni de cuero o cualquier otro material. Le impedirían transformarse, llegado el caso. La ropa podía simplemente restrozarla.
Así que ahí estaba, a pecho descubierto y con las manos desnudas, metiéndose en el bosque, con un puñado de hombres a los que no había visto nunca, para buscar a una criatura que se suponía que tenía los cabellos de oro, con idea de cazarlo. No tenía muy claro para qué, aunque suponía que sería para exponerlo como mono de feria ante los humanos en esas ferias que deambulaban de pueblo en pueblo.
-Ven, vayamos por aquí. Quizás tengamos más suerte si vamos solos. No nos escuchará llegar.
No obstante, se tensó al oír que lo llamaba lobo. Había tenido mucho cuidado con lo que decía al respecto, con no hacer referencias a una manada, con no dejar que viera ninguna parte de su cuerpo cambiar o sus ojos brillar al mirar la luna. Por un momento se asustó... ¿qué implicaba que le hubiera descubierto?
Observó al norteño y trató de discernir por sus gestos y su actitud si era bueno o malo que lo supiera. Porque... ¿Y si pretendía cazarle? ¿O denunciarle a la inquisición? ¿O a los cazadores? ¿Y si era un cazador encubierto esperando cualquier movimiento en falso para poder atravesarle las entrañas con un arma de plata?
Demasiadas preguntas que pondrían muy nervioso a cualquiera. Pero tras ese instante de sorpresa y duda, Esthia se mantuvo fiel a su esencia y decidió que lo que tuviera que ser, sería. Que se lo plantearía cuando llegase y que, mientras tanto, iba a disfrutar del día.
Les dividieron en grupos, para peinar el bosque por los cuatro puntos cardinales. En parte era una buena estrategia, porque así, alguien lo pillaría si intentaba escapar. Pero por otra, a Esthia le parecía peligroso, porque podían dar con su pequeño refugio perdido en la espesura.
-Bah. Así no vamos a cazarlo en la vida. Somos demasiados y haremos demasiado ruido. Está muy bien trabajar en equipo, pero ¿tú les has visto? Si la mayoría llevan cacharros encima como si fueran vendiendo de feria en feria. Que si una espada, que si un puñal, que si no sé cuantas flechas y un arco. ¿Cómo pueden moverse con todo eso encima?
Porque él, acostumbrado a la libertad absoluta de no llevar más armas que sus garras y sus colmillos o, si acaso una única hoja para mimetizarse con el resto de humanos, no veía práctico ir con todo ese peso adicional. Igual que no veía cómodo llevar protecciones, ni de metal ni de cuero o cualquier otro material. Le impedirían transformarse, llegado el caso. La ropa podía simplemente restrozarla.
Así que ahí estaba, a pecho descubierto y con las manos desnudas, metiéndose en el bosque, con un puñado de hombres a los que no había visto nunca, para buscar a una criatura que se suponía que tenía los cabellos de oro, con idea de cazarlo. No tenía muy claro para qué, aunque suponía que sería para exponerlo como mono de feria ante los humanos en esas ferias que deambulaban de pueblo en pueblo.
-Ven, vayamos por aquí. Quizás tengamos más suerte si vamos solos. No nos escuchará llegar.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Nos adentramos en el bosque en grupos, miré de reojo a Esthia que sin armas y a pecho descubierto entraba en el bosque tan tranquilo como si mas que de caza fuéramos de picnik.
-¿tu estas un poco loco no? -pregunté con una ladeada sonrisa -no se si sabes que eso que hace ruido se llama acero y se usa para dar caza a bestias como las que buscamos -le explique mientras uno me instigaba a callarme y yo emitía un gruñido para que cerrara la boca y siguiera andando.
Negué divertido cuando me aseguró que si íbamos por separado la cosa iría mucho mejor, no es que me creyera eso, pero sin duda alguna no terminaría cargándome a alguno de los bocazas que nos acompañaban.
-A estos parisinos parece que les han metido un palo por el culo.
Uno se giró para enfrentarme.
-¡Que! -le dije desafiante sacando pecho, empezaban a cansarme que se creyeran los únicos capaces de cazar cuando yo podía hacerlo con la verga fuera y echando una meada mejor que ellos.
Esthia mas diplomático tiró de mi brazo poniendo paz, así los dos terminamos perdiéndonos entre la espesura del bosque mientras yo maldecía en mi idioma natal y Esthia se reía al verme bufar.
Pasamos mas de media hora hasta que el que no llevaba armas encontró la parecer un rastro.
-Bien visto -apunté.
Ciertamente yo jamas me hubiera percatado pues la huella estaba en los lindes de un pequeño riachuelo y después no era capaz de seguirla y no precisamente porque fuera un mal rastreador, si no porque parecía que ese animal mitológico era capaz de borrar su rastro o no dejarlo.
No se como cojones Esthia si fue capaz de hacerlo pues el me guiaba pero yo no veía una puta pisada en el suelo.
-¿estas seguro tío? -le pregunté enarcando una ceja -¿o te estas echando el moco y estas tan perdido como yo ahora mismo?
-¿tu estas un poco loco no? -pregunté con una ladeada sonrisa -no se si sabes que eso que hace ruido se llama acero y se usa para dar caza a bestias como las que buscamos -le explique mientras uno me instigaba a callarme y yo emitía un gruñido para que cerrara la boca y siguiera andando.
Negué divertido cuando me aseguró que si íbamos por separado la cosa iría mucho mejor, no es que me creyera eso, pero sin duda alguna no terminaría cargándome a alguno de los bocazas que nos acompañaban.
-A estos parisinos parece que les han metido un palo por el culo.
Uno se giró para enfrentarme.
-¡Que! -le dije desafiante sacando pecho, empezaban a cansarme que se creyeran los únicos capaces de cazar cuando yo podía hacerlo con la verga fuera y echando una meada mejor que ellos.
Esthia mas diplomático tiró de mi brazo poniendo paz, así los dos terminamos perdiéndonos entre la espesura del bosque mientras yo maldecía en mi idioma natal y Esthia se reía al verme bufar.
Pasamos mas de media hora hasta que el que no llevaba armas encontró la parecer un rastro.
-Bien visto -apunté.
Ciertamente yo jamas me hubiera percatado pues la huella estaba en los lindes de un pequeño riachuelo y después no era capaz de seguirla y no precisamente porque fuera un mal rastreador, si no porque parecía que ese animal mitológico era capaz de borrar su rastro o no dejarlo.
No se como cojones Esthia si fue capaz de hacerlo pues el me guiaba pero yo no veía una puta pisada en el suelo.
-¿estas seguro tío? -le pregunté enarcando una ceja -¿o te estas echando el moco y estas tan perdido como yo ahora mismo?
Orn Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
-¿Que si estoy seguro? -arqueó la ceja en señal de incredulidad por la pregunta. ¡Claro que estaba seguro! Era un lobo, aunque no lo pregonara a los cuatro vientos. Y su principal habilidad en la manada de sus padres había sido el rastreo-. Orn, tú eres el guerrero, el que sabe de armas, de cotas, de escudos y de toda esa mierda, que mira como vas, que no puedes ni moverte -explicó mientras le señalaba con el índice-. Yo -se señaló a sí mismo con el pulgar de esa misma mano- soy el jodido rastreador. Así que sí, estoy seguro de que es por aquí.
Las huellas no eran visibles, apenas habían conseguido ver tres o cuatro para asegurarles que estaban en el buen camino. Pero había algo que ninguna criatura podía ocultar: su olor. Era algo que se llevaba impregnado en la piel, propio de cada persona, como una marca única incapaz de cambiar, aunque se cambiara su aspecto. Por eso los lobos reconocian a las personas aunque se disfrazaran.
Salvo que emplearan magia para cambiar su esencia, en cuyo caso, sería confuso, porque la esencia verdadera siempre estaría subyacente. Pero eso no venía al caso, lo que le importaba era que había un rastro claro para él.
-Shhh. Nos estamos acercando. Vayamos con cuidado, los centauros no son criaturas estúpidas precisamente.
Como si quisiera corroborar sus palabras, escucharon a uno de los miembros del grupo en que estaba antes gritar a lo lejos. Había caído en una trampa, simple y rudimentaria, pero efectiva. Y se encontraba colgando de un pie, cabeza abajo.
El centauro huía por el bosque, evitando toparse con los cazadores. Se había separado de su manada y estaba solo y asustado. Tenía la particularidad de llevar las crines de oro, lo que lo señalaba como una de las criaturas más extraordinarias del universo. Pero también una de las más codiciadas, porque su cabello no servía si se cortaba, así que necesitaban mantenerlo preso y con vida para poder aprovecharse de su poder.
Las huellas no eran visibles, apenas habían conseguido ver tres o cuatro para asegurarles que estaban en el buen camino. Pero había algo que ninguna criatura podía ocultar: su olor. Era algo que se llevaba impregnado en la piel, propio de cada persona, como una marca única incapaz de cambiar, aunque se cambiara su aspecto. Por eso los lobos reconocian a las personas aunque se disfrazaran.
Salvo que emplearan magia para cambiar su esencia, en cuyo caso, sería confuso, porque la esencia verdadera siempre estaría subyacente. Pero eso no venía al caso, lo que le importaba era que había un rastro claro para él.
-Shhh. Nos estamos acercando. Vayamos con cuidado, los centauros no son criaturas estúpidas precisamente.
Como si quisiera corroborar sus palabras, escucharon a uno de los miembros del grupo en que estaba antes gritar a lo lejos. Había caído en una trampa, simple y rudimentaria, pero efectiva. Y se encontraba colgando de un pie, cabeza abajo.
El centauro huía por el bosque, evitando toparse con los cazadores. Se había separado de su manada y estaba solo y asustado. Tenía la particularidad de llevar las crines de oro, lo que lo señalaba como una de las criaturas más extraordinarias del universo. Pero también una de las más codiciadas, porque su cabello no servía si se cortaba, así que necesitaban mantenerlo preso y con vida para poder aprovecharse de su poder.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Enarqué una ceja mirándome, según Esthia yo era una pandereta andante. Mi mueca fue todo lo que le dedique, un “tu que sabrás” fue suficiente para ladear la sonrisa con aire engreído y seguirlo mirando por encima de su hombro esas huellas imaginarias que decía haber visto.
-¿no te estarás echando aquí el mocazo de tu vida? -pregunté mientras este se giraba y llevando su dedo a los labios me ordenaba silencio.
Descolgué el arco de mi hombro, para cazar había que dejar volar una saeta, regla primera de todo cazador.
Al final parecía que mi compañero no mentía, a la orilla del rio, el animal mitológico bebía atento, no era un ser estúpido, si no mas bien todo lo contrario, así que dudaba mucho que no fuera capaz de percatarse pronto de que estábamos allí.
Por suerte el resto de cazadores no habían llegado hasta él, supongo que caían en las trampas que la bestia mágica había puesto y que no nos alcanzaron porque nos habíamos separado del groso del equipo.
Sentí el viento golpear mi rostro, con este en contra, situé la saeta en mi arco acomodándola a la cuerda, tensé abriendo le pecho y sintiendo como los músculos de mi espalda se contraían.
La cuerda a mis labios presionando mi nariz
El plan distaba mucho de darle muerte pues según Esthia nada salia en ese estado.
Así que deje volar la flecha que como un halcón sobrevoló su presa clavándose en sus cuartos traseros.
La bestia gritó frustrada ahora si centrándose en nosotros, el impacto la hizo caer y a duras penas logro alzarse decidida poner distancia entre ella y nosotros.
-Vamos, le he dado, capturemosla.
-¿no te estarás echando aquí el mocazo de tu vida? -pregunté mientras este se giraba y llevando su dedo a los labios me ordenaba silencio.
Descolgué el arco de mi hombro, para cazar había que dejar volar una saeta, regla primera de todo cazador.
Al final parecía que mi compañero no mentía, a la orilla del rio, el animal mitológico bebía atento, no era un ser estúpido, si no mas bien todo lo contrario, así que dudaba mucho que no fuera capaz de percatarse pronto de que estábamos allí.
Por suerte el resto de cazadores no habían llegado hasta él, supongo que caían en las trampas que la bestia mágica había puesto y que no nos alcanzaron porque nos habíamos separado del groso del equipo.
Sentí el viento golpear mi rostro, con este en contra, situé la saeta en mi arco acomodándola a la cuerda, tensé abriendo le pecho y sintiendo como los músculos de mi espalda se contraían.
La cuerda a mis labios presionando mi nariz
El plan distaba mucho de darle muerte pues según Esthia nada salia en ese estado.
Así que deje volar la flecha que como un halcón sobrevoló su presa clavándose en sus cuartos traseros.
La bestia gritó frustrada ahora si centrándose en nosotros, el impacto la hizo caer y a duras penas logro alzarse decidida poner distancia entre ella y nosotros.
-Vamos, le he dado, capturemosla.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Durante un momento, Esthia se quedó absorto en aquella visión. Mitad hombre, mitad equino. Imponente, desprendía potencia en cada músculo. Su cuerpo parecía esculpido en madera, pulida y suave. El color canela de sus cuartos traseros clareaba hasta el dorado de su piel, tostada al sol. Tenía los ojos negros y profundos, que parecían conocer todas las edades del mundo. Su cabello era largo y brillaba como el oro, al igual que su cola, que se tiñó de rojo cuando la saeta de Orn alcanzó su objetivo.
Asustado, porque no había contado con aquellos dos cazadores tan experimentados en seguir su rastro, cayó al suelo, por el impacto. Se levantó todo lo rápido que pudo y trató de huir, pero la flecha había sido certera y cojeaba, lo que dificultaba enormemente su carerra hacia la libertad.
Se adentró en lo profundo del bosque, donde se decía que habitaban las criaturas más terribles, capaces de descuartizar a un hombre de un solo bocado o arrancarle el corazón con las garras. Esthia fue directo hacia allí, como si la existencia de aquellas criaturas fuera más un aliciente que algo que temer.
El centauro iba dejando un rastro de sangre que hacía que fuera muy sencillo seguirle para cualquiera. Más para un lobo, que olía el característico aroma de la sangre a kilómetros.
La criatura buscó refugio en unas cuevas, pero no eran demasiado profundas, se había metido en una ratonera. No obstante, cuando ya lo tenían acorralado, el licántropo puso una mano en el brazo de Orn, para evitar que disparara de nuevo.
-¿Qué estamos haciendo? ¿Realmente vamos a dejar que lo conviertan en un esclavo o quizás le hagan algo peor por un saco de monedas?
El centauro les miró suplicante y dijo algo en un idioma que distaba mucho de ser francés, pero el tono era elocuente: conciliador, suplicante, igual que su mirada. Con un brillo de esperanza de que se apiadaran de él, puesto que el de ojos azules había cortado al otro de atacarle. ¿Tendría realmente una oportunidad o sólo era una estrategia para esperar a que llegaran los refuerzos?
Asustado, porque no había contado con aquellos dos cazadores tan experimentados en seguir su rastro, cayó al suelo, por el impacto. Se levantó todo lo rápido que pudo y trató de huir, pero la flecha había sido certera y cojeaba, lo que dificultaba enormemente su carerra hacia la libertad.
Se adentró en lo profundo del bosque, donde se decía que habitaban las criaturas más terribles, capaces de descuartizar a un hombre de un solo bocado o arrancarle el corazón con las garras. Esthia fue directo hacia allí, como si la existencia de aquellas criaturas fuera más un aliciente que algo que temer.
El centauro iba dejando un rastro de sangre que hacía que fuera muy sencillo seguirle para cualquiera. Más para un lobo, que olía el característico aroma de la sangre a kilómetros.
La criatura buscó refugio en unas cuevas, pero no eran demasiado profundas, se había metido en una ratonera. No obstante, cuando ya lo tenían acorralado, el licántropo puso una mano en el brazo de Orn, para evitar que disparara de nuevo.
-¿Qué estamos haciendo? ¿Realmente vamos a dejar que lo conviertan en un esclavo o quizás le hagan algo peor por un saco de monedas?
El centauro les miró suplicante y dijo algo en un idioma que distaba mucho de ser francés, pero el tono era elocuente: conciliador, suplicante, igual que su mirada. Con un brillo de esperanza de que se apiadaran de él, puesto que el de ojos azules había cortado al otro de atacarle. ¿Tendría realmente una oportunidad o sólo era una estrategia para esperar a que llegaran los refuerzos?
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Herido el centauro se convirtió en una presa fácil de seguir, lejos de plantarnos cara, sabiendo que no eramos los únicos cazadores que había en este bosque buscándolo, prefirió huir buscando refugio entre las cuevas.
Esthia no tardó en seguir su rastro, enarque una ceja, no miraba a diferencia de como yo lo hacia las huellas del suelo, era como si supiera por donde iba por una conexión o porque fuera capaz de olerlo.
Para mi la existencia de seres sobrenaturales no era algo desconocido y algo me decía que me encontraba frente a uno ,desconocía si un licantropo, como era la prometida de Sirius, Elaine o un cambiante como lo era Ulf.
Llegamos ante la criatura que nos miraba suplicante, mi arco alzado, ya era nuestro, mas en ese instante la voz de la consciencia hablo en mi oído derecho. Esthia no quería darle caza y en parte lo entendía.
Dejé escapar el aire y bajé el arco despacio, fuera se escuchaba la voz del resto de cazadores.
-Pues pensemos rápido si vamos a ayudar a este bicho, porque es cuestión de tiempo que encuentren las huellas y el rastro de sangre.
Mis ojos se pasearon por la gruta, no parecía terminar allí.
-¿Tiene salida? -le pregunté al centauro. Si la tenia nos daría cierta ventaja frente a los otros cazadores, pues podríamos dificultad su avance y esconder las huellas.
Me quité la camisa acercándola hacia el cíclope y la embadurne de un poco de sangre, esta la restregué por las paredes de la gruta, si llevaban perros el olor los entretendría pensando que estaba oculto allí.
Después con la misma camisa le hice un torniquete que le cíclope agradeció.
Por suerte, su poder de regeneración era mayor que el de un humano, así que en cuanto sacaramos la punta de la flecha, cerraría su herida.
-¡Vamos! -apremie -nos debes unas jarras -le dije con una ladeada sonrisa dándole unas palmaditas en el lomo -a este no se lo presentes a tu novia, que como la tenga como los caballos, nos quedamos sin hembras.
Esthia no tardó en seguir su rastro, enarque una ceja, no miraba a diferencia de como yo lo hacia las huellas del suelo, era como si supiera por donde iba por una conexión o porque fuera capaz de olerlo.
Para mi la existencia de seres sobrenaturales no era algo desconocido y algo me decía que me encontraba frente a uno ,desconocía si un licantropo, como era la prometida de Sirius, Elaine o un cambiante como lo era Ulf.
Llegamos ante la criatura que nos miraba suplicante, mi arco alzado, ya era nuestro, mas en ese instante la voz de la consciencia hablo en mi oído derecho. Esthia no quería darle caza y en parte lo entendía.
Dejé escapar el aire y bajé el arco despacio, fuera se escuchaba la voz del resto de cazadores.
-Pues pensemos rápido si vamos a ayudar a este bicho, porque es cuestión de tiempo que encuentren las huellas y el rastro de sangre.
Mis ojos se pasearon por la gruta, no parecía terminar allí.
-¿Tiene salida? -le pregunté al centauro. Si la tenia nos daría cierta ventaja frente a los otros cazadores, pues podríamos dificultad su avance y esconder las huellas.
Me quité la camisa acercándola hacia el cíclope y la embadurne de un poco de sangre, esta la restregué por las paredes de la gruta, si llevaban perros el olor los entretendría pensando que estaba oculto allí.
Después con la misma camisa le hice un torniquete que le cíclope agradeció.
Por suerte, su poder de regeneración era mayor que el de un humano, así que en cuanto sacaramos la punta de la flecha, cerraría su herida.
-¡Vamos! -apremie -nos debes unas jarras -le dije con una ladeada sonrisa dándole unas palmaditas en el lomo -a este no se lo presentes a tu novia, que como la tenga como los caballos, nos quedamos sin hembras.
Orn Cannif- Humano Clase Media
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
-Soy un rastreador, no un intérprete. No me conozco todos los idiomas del mundo.
Sin embargo, se le encendió una bombillita. Los centauros, originariamente, provenían de Grecia. Se habían extendido a lo largo y ancho del mundo conocido, ocupando las zonas más recónditas de valles y montañas, las profundidades de los bosques, constituyendo pequeñas colonias que sobrevivían al avance arrollador de los hombres.
Pero aquel en concreto, no hablaba griego. Porque demasiado estúpido sería para no reconocer su lengua materna. Parecía un idioma más lejano, seguramenve proviniera de alguna de esas colonias nómadas que se habían establecido muy al este y que a veces recorrían otras tierras en busca de algún lugar mejor donde pasar el crudo invierno o una época de sequía.
Tampoco era importante.
-¿Puedes entenderme? -probó con el griego, aun a sabiendas de que tendría que andar traduciendo de uno a otro si funcionaba-. Queremos ayudarte.
El centauro le miró extrañado por el cambio de lengua y asintió. Le respondió en un griego arcaico, que le costó entender, como si lo hubiera estudiado a fondo, pero no fuera la lengua habitual para él. Tenía una pronunciación forzada y poco fluida, pero se apañarían.
-¿Hay salida? -preguntó, señalando el fondo de la gruta, sumido en la negrura.
-No sé -respondió el asustado centauro.
-No tiene ni idea, Orn -explicó, volviendo al francés-. Tendremos que descubrirlo.
Tras atender someramente la herida del centauro, éste pareció confiar un poco más en ellos, aunque no del todo. Después de todo, habían intentado cazarlo, como tantos otros. Al adentrarse en la oscuridad de la cueva, el cabello y los cascos del centauro parecía brillar. Muy tenuemente, no les permitía iluminar el camino, pero sí podía ver donde estaba y no perderle en la oscuridad. Esthia podía manejarse en ella sin problemas, más o menos.
-Tendremos como mucho una hora de ventaja, puede que algo más si tardan en liberarse de las trampas, pero... no sabemos lo que puede haber en la gruta. Tendremos que ir con cuidado.
Sí, y lo decía el que ya estaba metiendose en la negrura sin un arma en la mano.
-La poca claridad que llega ya de la entrada no nos permitirá avanzar mucho más, necesitamos luz.
Sin embargo, se le encendió una bombillita. Los centauros, originariamente, provenían de Grecia. Se habían extendido a lo largo y ancho del mundo conocido, ocupando las zonas más recónditas de valles y montañas, las profundidades de los bosques, constituyendo pequeñas colonias que sobrevivían al avance arrollador de los hombres.
Pero aquel en concreto, no hablaba griego. Porque demasiado estúpido sería para no reconocer su lengua materna. Parecía un idioma más lejano, seguramenve proviniera de alguna de esas colonias nómadas que se habían establecido muy al este y que a veces recorrían otras tierras en busca de algún lugar mejor donde pasar el crudo invierno o una época de sequía.
Tampoco era importante.
-¿Puedes entenderme? -probó con el griego, aun a sabiendas de que tendría que andar traduciendo de uno a otro si funcionaba-. Queremos ayudarte.
El centauro le miró extrañado por el cambio de lengua y asintió. Le respondió en un griego arcaico, que le costó entender, como si lo hubiera estudiado a fondo, pero no fuera la lengua habitual para él. Tenía una pronunciación forzada y poco fluida, pero se apañarían.
-¿Hay salida? -preguntó, señalando el fondo de la gruta, sumido en la negrura.
-No sé -respondió el asustado centauro.
-No tiene ni idea, Orn -explicó, volviendo al francés-. Tendremos que descubrirlo.
Tras atender someramente la herida del centauro, éste pareció confiar un poco más en ellos, aunque no del todo. Después de todo, habían intentado cazarlo, como tantos otros. Al adentrarse en la oscuridad de la cueva, el cabello y los cascos del centauro parecía brillar. Muy tenuemente, no les permitía iluminar el camino, pero sí podía ver donde estaba y no perderle en la oscuridad. Esthia podía manejarse en ella sin problemas, más o menos.
-Tendremos como mucho una hora de ventaja, puede que algo más si tardan en liberarse de las trampas, pero... no sabemos lo que puede haber en la gruta. Tendremos que ir con cuidado.
Sí, y lo decía el que ya estaba metiendose en la negrura sin un arma en la mano.
-La poca claridad que llega ya de la entrada no nos permitirá avanzar mucho más, necesitamos luz.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
El “lobo” empezó a comunicarse con el centauro en un idioma desconocido para mi, enarqué una ceja escuchando a esos dos hablar y ya iba a decirle que me explicara cuando Esthia tradujo lo que la bestia que en principio íbamos a cazar y ahora a ayudar le decía.
-Osea que vamos a meternos en una gruta llena de peligros por ayudar a este caballito a salvar su vida, no esta mal para pasar un domingo -apunté divertido viendo al lobo meterse sin armas en la gruta tras decirlo.
Aquel tipo cada vez me caía mejor, lo que decía y lo que hacia era una contradicción constante, era casi peor que yo.
-No veo una mierda -aseguré tocando las paredes para poder moverme con relativa dificultad -¿no lleváis una antorcha?
El lobo veía, creo que el centauro también porque iban mucho mas rápido moviéndose entre la oscuridad que yo.
No sabia donde cojones meter los pies, los arrastraba, iba a tientas.
-No puedo avanzar -gruñí -Como o saquéis una estaca del culo...
En ese instante el ruido de un mecanismo hizo click, había pisado algo y no se porque no tenia pinta de ser bueno.
-Esthia, no puedo levantar el pie, bueno, si puedo -dije siendo mas concreto -pero quizás si lo hago pase algo...¿malo? -afirmé sin mover un musculo -Esto tiene que estar conectado a laguna trampa, pero no veo nada de nada.
Podía escuchar como el lobo se acercaba hasta mi posición con el firme propósito de ayudarme, eso o de darme un empujón y abandonarme por inútil.
-¿Ves algo Esthia? Ademas de a un vikingo muy capaz de hacernos volar por los aires -bromeé guiñándole un ojo como si pudiera verme.
Pensé como librarme de esta, aun era joven, con posibilidades de tener un gran linaje de guerreros, no podía después de haber ido a cientos de guerras en el norte morir por pisar donde no debía.
-¿Y si sustituyes mi pie por una piedra o por el centauro..total se están extinguiendo -bromeé -por algo será.
-Osea que vamos a meternos en una gruta llena de peligros por ayudar a este caballito a salvar su vida, no esta mal para pasar un domingo -apunté divertido viendo al lobo meterse sin armas en la gruta tras decirlo.
Aquel tipo cada vez me caía mejor, lo que decía y lo que hacia era una contradicción constante, era casi peor que yo.
-No veo una mierda -aseguré tocando las paredes para poder moverme con relativa dificultad -¿no lleváis una antorcha?
El lobo veía, creo que el centauro también porque iban mucho mas rápido moviéndose entre la oscuridad que yo.
No sabia donde cojones meter los pies, los arrastraba, iba a tientas.
-No puedo avanzar -gruñí -Como o saquéis una estaca del culo...
En ese instante el ruido de un mecanismo hizo click, había pisado algo y no se porque no tenia pinta de ser bueno.
-Esthia, no puedo levantar el pie, bueno, si puedo -dije siendo mas concreto -pero quizás si lo hago pase algo...¿malo? -afirmé sin mover un musculo -Esto tiene que estar conectado a laguna trampa, pero no veo nada de nada.
Podía escuchar como el lobo se acercaba hasta mi posición con el firme propósito de ayudarme, eso o de darme un empujón y abandonarme por inútil.
-¿Ves algo Esthia? Ademas de a un vikingo muy capaz de hacernos volar por los aires -bromeé guiñándole un ojo como si pudiera verme.
Pensé como librarme de esta, aun era joven, con posibilidades de tener un gran linaje de guerreros, no podía después de haber ido a cientos de guerras en el norte morir por pisar donde no debía.
-¿Y si sustituyes mi pie por una piedra o por el centauro..total se están extinguiendo -bromeé -por algo será.
Orn Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
El lobo blanco se acercó hasta Orn y le puso la mano en el hombro. A la distancia a la que estaban, a pesar de la oscuridad, había muchas cosas que delataban que se trataba de él. Su olor, su tacto, su respiración... Y que no podía mantenerse callado ni aunque lo amordazasen.
-Joder. Mecagonmiputavida. -Se agachó a inspeccionar el suelo, alrededor del pie del guerrero-. Pues... esto tiene mala pinta. Lo veo muy negro.
Sí, hasta le daba para hacer bromas acerca de que no estaba viendo absolutamente nada. Desvió su atención al centauro un momento, cambiando a su lengua natal, que era la que parecía que les servía para entenderse con aquella misteriosa criatura.
-¿Puedes hacer luz? -podría parecer una pregunta estúpida, pero no tenía ni idea de las habilidades o poderes del centauro de crines doradas, así que no perdían nada por intentarlo.
-Fuego.
-¿Puedes hacer fuego?
-Sí.
-¡Hazlo!
-No.
-¿Por qué?
-Es peligroso.
-Pero dará luz.
-Él se asustará.
-No lo hará. Es un guerrero.
-Se quemará. Saltará. Accionará la trampa.
-Eso ha sonado muy oráculo, ¿sabes? -soltó con una risita.
-Orn, socio. Nuestro nuevo amigo sabe hacer fuego, así que tú no te asustes -informó, palmeándole el hombro, en un gesto tranquilizador antes de encararse de nuevo al cuadrúpedo-. Hazlo.
El centauro chasqueó la lengua y murmuró algo su lengua natal, ésa que ninguno de los otros dos entendía. Pero sonaba claramente a que no le gustaba para nada la idea. El lobo estaba feliz de poder entenderse con alguien en griego, porque echaba a veces de menos el uso ese idioma. Lo empleaba a veces para cantar o cuando hablaba solo, pero en el resto de momentos no tenía más opciones que emplear el francés para comunicarse... O pasar directamente a los gestos.
Esperaba que la criatura convocara una llama en la palma de su mano, que les iluminase un poco y les permitiera evitar que Orn accionara la trampa. Pero estaba claro que las expectativas no se cumplieron, porque el centauro no extendió la mano con la palma hacia arriba ni murmuró un conjuro.
Lo que hizo fue coger aire hasta que su pecho no pudo hincharse más, apretó los puños y, literalmente, echó a arder. Su piel brillaba de un potente naranja, como si la luz del fuego estuviera atrapada debajo. El pelo que cubría la mitad de su cuerpo era como brasas candentes y la cola y la larga melena que antes se habían mostrado rubias, como el oro, eran ahora llamas que bailaban en el aire, parecía que llevara una hoguera en la cabeza y a la grupa.
Una onda de energía sacudió todo a su alrededor, como si hubiera explotado para prender todo su cuerpo. Los ojos refulgían, ígneos, tan intensamente que se veían completamente blancos y dejaban la misma sensación de ceguera que mirar directamente al sol.
Esthia se vio empujado hacia atrás, porque al estar agachado mirando la trampa que pisaba Orn no pudo guardar el equilibrio. Al caer, sus piernas golpearon las del guerrero.
-Oh, oh...
-Joder. Mecagonmiputavida. -Se agachó a inspeccionar el suelo, alrededor del pie del guerrero-. Pues... esto tiene mala pinta. Lo veo muy negro.
Sí, hasta le daba para hacer bromas acerca de que no estaba viendo absolutamente nada. Desvió su atención al centauro un momento, cambiando a su lengua natal, que era la que parecía que les servía para entenderse con aquella misteriosa criatura.
-¿Puedes hacer luz? -podría parecer una pregunta estúpida, pero no tenía ni idea de las habilidades o poderes del centauro de crines doradas, así que no perdían nada por intentarlo.
-Fuego.
-¿Puedes hacer fuego?
-Sí.
-¡Hazlo!
-No.
-¿Por qué?
-Es peligroso.
-Pero dará luz.
-Él se asustará.
-No lo hará. Es un guerrero.
-Se quemará. Saltará. Accionará la trampa.
-Eso ha sonado muy oráculo, ¿sabes? -soltó con una risita.
-Orn, socio. Nuestro nuevo amigo sabe hacer fuego, así que tú no te asustes -informó, palmeándole el hombro, en un gesto tranquilizador antes de encararse de nuevo al cuadrúpedo-. Hazlo.
El centauro chasqueó la lengua y murmuró algo su lengua natal, ésa que ninguno de los otros dos entendía. Pero sonaba claramente a que no le gustaba para nada la idea. El lobo estaba feliz de poder entenderse con alguien en griego, porque echaba a veces de menos el uso ese idioma. Lo empleaba a veces para cantar o cuando hablaba solo, pero en el resto de momentos no tenía más opciones que emplear el francés para comunicarse... O pasar directamente a los gestos.
Esperaba que la criatura convocara una llama en la palma de su mano, que les iluminase un poco y les permitiera evitar que Orn accionara la trampa. Pero estaba claro que las expectativas no se cumplieron, porque el centauro no extendió la mano con la palma hacia arriba ni murmuró un conjuro.
Lo que hizo fue coger aire hasta que su pecho no pudo hincharse más, apretó los puños y, literalmente, echó a arder. Su piel brillaba de un potente naranja, como si la luz del fuego estuviera atrapada debajo. El pelo que cubría la mitad de su cuerpo era como brasas candentes y la cola y la larga melena que antes se habían mostrado rubias, como el oro, eran ahora llamas que bailaban en el aire, parecía que llevara una hoguera en la cabeza y a la grupa.
Una onda de energía sacudió todo a su alrededor, como si hubiera explotado para prender todo su cuerpo. Los ojos refulgían, ígneos, tan intensamente que se veían completamente blancos y dejaban la misma sensación de ceguera que mirar directamente al sol.
Esthia se vio empujado hacia atrás, porque al estar agachado mirando la trampa que pisaba Orn no pudo guardar el equilibrio. Al caer, sus piernas golpearon las del guerrero.
-Oh, oh...
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Enarqué una ceja cuando esos dos empezaron otra vez a hablar en ese idioma que sonaba infernal.
-si estáis pensando en salir por patas y dejarme aquí con el marrón ya podéis ir olvidandolo, levantaré el pie y a tomar por culo los tres.
Esthia posó su mano en mi hombro, decía que el nuevo colega sabia hacer fuego, algo perfecto para iluminar esto y ver si se podía inutilizar el mecanismo.
-Bien, pues venga, que espera -apremié con una sonrisa sintiéndome ya a salvo. Casi podía oler mi libertad cuando lo que pasó fue algo muy distinto.
La libertad pasó a oler a quemado.
-¡Joder! -rugí perdiendo el equilibrio cuando el bicho ese de cuatro patas empezó a arder como una hoguera ante nosotros.
-¡No te asustes! ¡seras hijo de puta! -rugía mientras caía al suelo con Esthia enredado en mi.
Por suerte logré apoyar el pie al caer y no activar la puta trampa, claro que ahora el lobo y yo estábamos enredados y si nos movíamos implosionariamos.
-¿Alguna brillante idea mas Esthia? -pregunté enarcando una ceja -y tu bicho ígneo, alumbra aquí que veamos como cojones se desactiva este mecanismo.
Yo no alcanzaba a ver, pero mi compañero de fatigas tenia el hocico cerca.
-¿que ves? -le pregunté con impaciencia? Hay algo para que esto no nos haga estallar por los aires?
Esperé una respuesta con el ceño fruncido, sabia yo que confiar en un bicho que tenia cuatro patas y el rabo mas largo que los dos juntos no era buena idea.
-Tu lucecitas, no se te corra largarte de aquí.
Y cuando crees que nada puede ir peor, pasa algo y te das cuenta de que los dioses son unos hijos de puta que juegan contigo.
Al otro lado de la gruta se escuchan ruidos.
-Vamos ¿algo mas? -gruño ofuscado -date prisa Esthia.
-si estáis pensando en salir por patas y dejarme aquí con el marrón ya podéis ir olvidandolo, levantaré el pie y a tomar por culo los tres.
Esthia posó su mano en mi hombro, decía que el nuevo colega sabia hacer fuego, algo perfecto para iluminar esto y ver si se podía inutilizar el mecanismo.
-Bien, pues venga, que espera -apremié con una sonrisa sintiéndome ya a salvo. Casi podía oler mi libertad cuando lo que pasó fue algo muy distinto.
La libertad pasó a oler a quemado.
-¡Joder! -rugí perdiendo el equilibrio cuando el bicho ese de cuatro patas empezó a arder como una hoguera ante nosotros.
-¡No te asustes! ¡seras hijo de puta! -rugía mientras caía al suelo con Esthia enredado en mi.
Por suerte logré apoyar el pie al caer y no activar la puta trampa, claro que ahora el lobo y yo estábamos enredados y si nos movíamos implosionariamos.
-¿Alguna brillante idea mas Esthia? -pregunté enarcando una ceja -y tu bicho ígneo, alumbra aquí que veamos como cojones se desactiva este mecanismo.
Yo no alcanzaba a ver, pero mi compañero de fatigas tenia el hocico cerca.
-¿que ves? -le pregunté con impaciencia? Hay algo para que esto no nos haga estallar por los aires?
Esperé una respuesta con el ceño fruncido, sabia yo que confiar en un bicho que tenia cuatro patas y el rabo mas largo que los dos juntos no era buena idea.
-Tu lucecitas, no se te corra largarte de aquí.
Y cuando crees que nada puede ir peor, pasa algo y te das cuenta de que los dioses son unos hijos de puta que juegan contigo.
Al otro lado de la gruta se escuchan ruidos.
-Vamos ¿algo mas? -gruño ofuscado -date prisa Esthia.
Orn Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
-¡¡¿Qué?!! ¡Yo no sabía que iba a hacer eso! -exclamó el de ojos azules, en el suelo, con una pierna enredada entre las de Orn, echado en el suelo, apoyado en los codos-. ¡Pero es una pasada!
Sonreía como si toda aquella situación le divirtiera mucho. Con cuidado de no activar la trampa en el proceso, se desenganchó de Orn y, aprovechando la luz que les proporcionaba su nuevo amigo, estudió el mecanismo que estaba bajo el pie del nórdico para ver si encontraba la manera de liberarlo.
-Pues... No tengo ni idea de cómo se desarma esto. Jeje.
El centauro se acercó a mirar, podían notar el calor que desprendía.
-Fuera.
-¿Qué? No, nononono. Esto se activa si quita el pie.
-Fuera.
-Tú estás loco.
-¡Fuera!
Sin esperar más, agarró el tobillo de Orn con una mano para apartarlo del mecanismo y sustituirlo por su mano, completamente incandescente. Cualquier cosa que hubiera de madera o metal en el mecanismo quedó reducida a hierro derretido y cenizas. La trampa no se activó, porque el interruptor había quedado soldado.
-¿Ves? Ya te dije que tendría una solución. Que espero que aguante...
El sonido de pasos y voces llegó hasta ellos.
-Tenemos compañía, así que deberíamos seguir adelante todo lo que podamos. Lo mismo no hay salida. O vamos derechos a una sala donde habita un dragón... Pero casi que prefiero eso que ir los tres solos contra lo que sea que se nos venga encima, que me huelo que serán el resto de partidas de cazadores muy cabreados.
Se levantó y echó a correr apresuradamente hacia el interior de la gruta. Si había trampas era porque había algo en su interior. No sabía si era buena idea ir a descubrirlo, pero nunca había sido muy reflexivo con esas cosas. Ahora que el centauro iluminaba el camino, era más sencillo avanzar, aunque también lo era que les siguieran o supieran que llegaban.
Sonreía como si toda aquella situación le divirtiera mucho. Con cuidado de no activar la trampa en el proceso, se desenganchó de Orn y, aprovechando la luz que les proporcionaba su nuevo amigo, estudió el mecanismo que estaba bajo el pie del nórdico para ver si encontraba la manera de liberarlo.
-Pues... No tengo ni idea de cómo se desarma esto. Jeje.
El centauro se acercó a mirar, podían notar el calor que desprendía.
-Fuera.
-¿Qué? No, nononono. Esto se activa si quita el pie.
-Fuera.
-Tú estás loco.
-¡Fuera!
Sin esperar más, agarró el tobillo de Orn con una mano para apartarlo del mecanismo y sustituirlo por su mano, completamente incandescente. Cualquier cosa que hubiera de madera o metal en el mecanismo quedó reducida a hierro derretido y cenizas. La trampa no se activó, porque el interruptor había quedado soldado.
-¿Ves? Ya te dije que tendría una solución. Que espero que aguante...
El sonido de pasos y voces llegó hasta ellos.
-Tenemos compañía, así que deberíamos seguir adelante todo lo que podamos. Lo mismo no hay salida. O vamos derechos a una sala donde habita un dragón... Pero casi que prefiero eso que ir los tres solos contra lo que sea que se nos venga encima, que me huelo que serán el resto de partidas de cazadores muy cabreados.
Se levantó y echó a correr apresuradamente hacia el interior de la gruta. Si había trampas era porque había algo en su interior. No sabía si era buena idea ir a descubrirlo, pero nunca había sido muy reflexivo con esas cosas. Ahora que el centauro iluminaba el camino, era más sencillo avanzar, aunque también lo era que les siguieran o supieran que llegaban.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Perfecto, ahora el luciérnaga y el loco se ponían a discutir sobre donde tenia yo que poner o quitar el pie.
-estoy aquí -les recordé a los dos enarcando una ceja mientras hablaban en ese idioma que me sonaba a abismo.
El caso es que Esthia movió mi pie, el fuego fatuo metió la pezuña y todos cerramos los ojos rezando a nuestros dioses por no convertirnos en un salteado de carne picada.
Abrí primero un ojo, todo parecía correcto, luego el otro permaneciendo quieto.
¡de puta madre! parecía que había funcionado toda esta mierda.
Al vernos vivos, Esthia que de seguro era la primera vez que su pan descabellado funcionaba, se puso a celebrarlo como si acabaran de rellenarlo como a un pavo.
El caso es que iba tan hinchado de ego que el cabrón en cuanto escuchó a los que venían tras de nosotros dijo que había que seguir corriendo.
No se que parte no había pillado de que había trampas, claro que lo que dijo de dar de bruces con un dragón no es que me motivara mucho mas.
-¿Y si matamos esos que vienen? -no terminé la frase cuando el loco salió corriendo, miré al luciernaga encogiéndome de hombros.
-Los que explosionan con facilidad van delante -dije permitiendole la entrada.
El caso es que no me entendía una mierda, pero salio corriendo tras el otro que parecía conocer el camino, menuda decepción se iba a llevar la cabra fogosa cuando descubriera que Esthia estaba corriendo a ver que pasaba.
El caso es que emprendí camino tras ellos, algo me decía que nada bueno iba a pasar ahí dentro, pero de algo había que morir, aunque yo prefería hacerlo con el acero en la mano y esperando a mis tetonas valquirias.
Ya ni en paz dejaban morir a uno.
-estoy aquí -les recordé a los dos enarcando una ceja mientras hablaban en ese idioma que me sonaba a abismo.
El caso es que Esthia movió mi pie, el fuego fatuo metió la pezuña y todos cerramos los ojos rezando a nuestros dioses por no convertirnos en un salteado de carne picada.
Abrí primero un ojo, todo parecía correcto, luego el otro permaneciendo quieto.
¡de puta madre! parecía que había funcionado toda esta mierda.
Al vernos vivos, Esthia que de seguro era la primera vez que su pan descabellado funcionaba, se puso a celebrarlo como si acabaran de rellenarlo como a un pavo.
El caso es que iba tan hinchado de ego que el cabrón en cuanto escuchó a los que venían tras de nosotros dijo que había que seguir corriendo.
No se que parte no había pillado de que había trampas, claro que lo que dijo de dar de bruces con un dragón no es que me motivara mucho mas.
-¿Y si matamos esos que vienen? -no terminé la frase cuando el loco salió corriendo, miré al luciernaga encogiéndome de hombros.
-Los que explosionan con facilidad van delante -dije permitiendole la entrada.
El caso es que no me entendía una mierda, pero salio corriendo tras el otro que parecía conocer el camino, menuda decepción se iba a llevar la cabra fogosa cuando descubriera que Esthia estaba corriendo a ver que pasaba.
El caso es que emprendí camino tras ellos, algo me decía que nada bueno iba a pasar ahí dentro, pero de algo había que morir, aunque yo prefería hacerlo con el acero en la mano y esperando a mis tetonas valquirias.
Ya ni en paz dejaban morir a uno.
Orn Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
-Deja de quejarte, Orn. ¿Es que has perdido los huevos por el camino? -porque estaba claro que allí había algo. El qué, no lo sabía, pero no dudaba que merecería la pena si había trampas para protegerlo.
Se detuvo unos metros más adelante. Estaban ante un precipicio abierto en la roca. Seguramente por un curso de agua ya seco, porque no se escuchaba agua correr. Era una suerte que ahora el centauro les iluminase el camino, porque si no, habría acabado cayendo sin remedio.
Menkent, que así se llamaba el centauro, se detuvo junto al lobo, iluminando el espacio ante ellos. Estaban en una estrecha plataforma de roca que se abría a ambos lados, pero que no parecía llevar a ninguna parte. Por la izquierda, se veía su final, en un pico de roca. Por la derecha, se perdía tras una curva, pero nada garantizaba que siguiera por ahí o que siguiera siendo lo bastante amplia para que el cuadrúpedo pudiera avanzar. Y el otro estremo parecía demasiado lejano para un salto al vacío. Al menos para los humanos. El centauro podría tener una oportunidad, pero no llevando a los otros dos a cuestas. Parecían atrapados. Y los sonidos de sus perseguidores se iban acercando cada vez más.
-Bien, ¿alguna idea?
Menkent puso los ojos en blanco, retrocedió, cogió impulso en un corto y enérgico galope y se lanzó al vacío. No alcanzó el final por algo menos de un metro y Esthia y Orn le vieron golpearse contra las piedras y caer, chocando estrepitosamente en varias ocasiones, hasta aterrizar en una plataforma de piedra a media altura, que no no podían ver antes, en la oscuridad, pero que ahora quedaba iluminada por el brillo de la criatura. Parecía un camino, pero tampoco sabían de dónde venía o a dónde llevaba. El centauro se quedó tendido en el suelo, menos brillante que antes, seguramente con algún hueso roto y más de una herida, porque olía a sangre.
-De cojones. ¿Y ahora cómo se supone que bajamos nosotros ahí?
Se detuvo unos metros más adelante. Estaban ante un precipicio abierto en la roca. Seguramente por un curso de agua ya seco, porque no se escuchaba agua correr. Era una suerte que ahora el centauro les iluminase el camino, porque si no, habría acabado cayendo sin remedio.
Menkent, que así se llamaba el centauro, se detuvo junto al lobo, iluminando el espacio ante ellos. Estaban en una estrecha plataforma de roca que se abría a ambos lados, pero que no parecía llevar a ninguna parte. Por la izquierda, se veía su final, en un pico de roca. Por la derecha, se perdía tras una curva, pero nada garantizaba que siguiera por ahí o que siguiera siendo lo bastante amplia para que el cuadrúpedo pudiera avanzar. Y el otro estremo parecía demasiado lejano para un salto al vacío. Al menos para los humanos. El centauro podría tener una oportunidad, pero no llevando a los otros dos a cuestas. Parecían atrapados. Y los sonidos de sus perseguidores se iban acercando cada vez más.
-Bien, ¿alguna idea?
Menkent puso los ojos en blanco, retrocedió, cogió impulso en un corto y enérgico galope y se lanzó al vacío. No alcanzó el final por algo menos de un metro y Esthia y Orn le vieron golpearse contra las piedras y caer, chocando estrepitosamente en varias ocasiones, hasta aterrizar en una plataforma de piedra a media altura, que no no podían ver antes, en la oscuridad, pero que ahora quedaba iluminada por el brillo de la criatura. Parecía un camino, pero tampoco sabían de dónde venía o a dónde llevaba. El centauro se quedó tendido en el suelo, menos brillante que antes, seguramente con algún hueso roto y más de una herida, porque olía a sangre.
-De cojones. ¿Y ahora cómo se supone que bajamos nosotros ahí?
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
Aquello no pintaba bien, no había que ser muy listo para ver que habíamos llegado a una especie de callejón sin salida. Por un lado nada, la piedra se terminaba. Por el otro, el paso parecía estrecharse en exceso, lo que no nos garantizaba que el cuadrúpedo pasara y frente a nosotros un autentico salto de fe.
Para Esthia y para mi, siendo humanos imposible, quizás la bestia tuviera alguna oportunidad de aferrarse a la vida, lo que no se me antojó mala idea. Si el cruzaba nosotros podíamos alegar haberlo seguido hasta aquí para darle caza y que habíamos fracasado ante el terraplén que teníamos de frente.
El bicho lo intentó, no se puede decir que no puso toda la carne en el asador, peor por poco no alcanzó la meta cayendo estrepitosamente hacia bajo golpeándose con todo a su paso.
-¡Joder, no me toques los cojones!
Si algo podía salir mal, salia, allí abajo parecía haber una gruta pero el centauro aparentaba malherido.
-Hay que bajar -sentencié -si llegan los cazadores es blanco seguro, lo mataran.
Me relamí los labios tratando de pensar mientras escuchaba a los hombres cada vez mas cerca.
-¡Cuerda, descenderemos hasta donde llegue la cuerda y después saltaremos. No nos queda otra.
Deslicé mi petate por el hombro apoyándolo en el suelo mientras buscaba la cuerda que había enrollada dentro.
-Aquí -dije finalmente intentando ver donde podía anclarla para que quedara lo suficientemente sujeta para no vencerse con el peso de ambos.
-No es muy larga, el salto será considerable
Miré al aturdido centauro mientras le hacia señas para que se escondiera, si de algún modo pudiéramos lograr que no se le viera, existiría la posibilidad de decir que había alcanzado la otra parte de la gruta.
Si no se movía, bajar y ayudarlo era la uncia opción que teníamos.
-¿que me dices Esthia? -le pasé la cuerda -¿las damas primero? -bromeé guiñándole un ojo con picarda.
Para Esthia y para mi, siendo humanos imposible, quizás la bestia tuviera alguna oportunidad de aferrarse a la vida, lo que no se me antojó mala idea. Si el cruzaba nosotros podíamos alegar haberlo seguido hasta aquí para darle caza y que habíamos fracasado ante el terraplén que teníamos de frente.
El bicho lo intentó, no se puede decir que no puso toda la carne en el asador, peor por poco no alcanzó la meta cayendo estrepitosamente hacia bajo golpeándose con todo a su paso.
-¡Joder, no me toques los cojones!
Si algo podía salir mal, salia, allí abajo parecía haber una gruta pero el centauro aparentaba malherido.
-Hay que bajar -sentencié -si llegan los cazadores es blanco seguro, lo mataran.
Me relamí los labios tratando de pensar mientras escuchaba a los hombres cada vez mas cerca.
-¡Cuerda, descenderemos hasta donde llegue la cuerda y después saltaremos. No nos queda otra.
Deslicé mi petate por el hombro apoyándolo en el suelo mientras buscaba la cuerda que había enrollada dentro.
-Aquí -dije finalmente intentando ver donde podía anclarla para que quedara lo suficientemente sujeta para no vencerse con el peso de ambos.
-No es muy larga, el salto será considerable
Miré al aturdido centauro mientras le hacia señas para que se escondiera, si de algún modo pudiéramos lograr que no se le viera, existiría la posibilidad de decir que había alcanzado la otra parte de la gruta.
Si no se movía, bajar y ayudarlo era la uncia opción que teníamos.
-¿que me dices Esthia? -le pasé la cuerda -¿las damas primero? -bromeé guiñándole un ojo con picarda.
Orn Cannif- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 11/07/2017
Re: ¡No me toques los cojones! (privado)
-Tampoco tenemos muchas opciones, ¿no?
Pero no parecía demasiado desanimado por ello. Porque se consideraba un tipo con suerte y esas cosas solían acabar saliéndole bien. Que no quería decir que fueran a salir ilesos, ni mucho menos. Pero esperaba que sí vivos.
Agarró el cabo y se lo pasó por detrás, para darle una vuelta alrededor de su cuerpo, de forma que le sirviera de apoyo. Comenzó el descenso sin demasiada floritura, buscando los mejores puntos de apoyo y soltando cuerda conforme avanzaba.
-La bajada no está tan mal. El problema será el salto, que no podremos coger mucho impulso.
Se detuvo cuando calculó que más o menos podría caer en la plataforma donde estaba el centauro, se soltó la cuerda del cuerpo y tomó todo el impulso que podía, dada su situación. La parabola que describía la caída era pronunciada, pero como no podía ser de otro modo, la suerte estuvo de su parte y pudo caer en la plataforma.
Medio cuerpo dentro, medio al vacío, pero lo bastante cerca del cuadrúpedo como para que éste pudiera tirar de él.
-Gracias -le dijo en su lengua común.
Una vez en la plataforma, se giró para localizar a Orn. Si todo iba bien, pronto podrían escapar. La luz que emitía la criatura se iba apagando poco a poco, aunque podría volver a encenderse si quisiera. Aunque era algo que tendrían que pensar, porque les permitiría ver, sí, pero también ser vistos.
-Orn, venga, mueve el culo, que ya están llegando.
Y no se equivocaba, porque apenas el norteño aterrizó a su lado, vieron aparecer a los primeros cazadores por la plataforma de piedra que habían abandonado.
El centauro se movía, pero cojeaba, lo que les haría ir algo más lentos.
-Hacia adelante, imagino -dijo, señalando la gruta ante ellos. No sabía dónde podía llevarles, pero estaba claro que allí se escondia algo, porque si no, no tendría sentido que hubiera trampas para proteger la entrada.
En la siguiente gruta excavada en la piedra se toparon lo que parecía un altar y los restos de algún rito. Olía a polvo y a viejo, por lo que hacía tiempo que nadie la pisaba. En las paredes había una rozas talladas que hacían extraños dibujos, similares a los que había en el pie del altar.
-Pues tiene pinta de lugar de reuniones clandestinas de secta chunga...
Pero no parecía demasiado desanimado por ello. Porque se consideraba un tipo con suerte y esas cosas solían acabar saliéndole bien. Que no quería decir que fueran a salir ilesos, ni mucho menos. Pero esperaba que sí vivos.
Agarró el cabo y se lo pasó por detrás, para darle una vuelta alrededor de su cuerpo, de forma que le sirviera de apoyo. Comenzó el descenso sin demasiada floritura, buscando los mejores puntos de apoyo y soltando cuerda conforme avanzaba.
-La bajada no está tan mal. El problema será el salto, que no podremos coger mucho impulso.
Se detuvo cuando calculó que más o menos podría caer en la plataforma donde estaba el centauro, se soltó la cuerda del cuerpo y tomó todo el impulso que podía, dada su situación. La parabola que describía la caída era pronunciada, pero como no podía ser de otro modo, la suerte estuvo de su parte y pudo caer en la plataforma.
Medio cuerpo dentro, medio al vacío, pero lo bastante cerca del cuadrúpedo como para que éste pudiera tirar de él.
-Gracias -le dijo en su lengua común.
Una vez en la plataforma, se giró para localizar a Orn. Si todo iba bien, pronto podrían escapar. La luz que emitía la criatura se iba apagando poco a poco, aunque podría volver a encenderse si quisiera. Aunque era algo que tendrían que pensar, porque les permitiría ver, sí, pero también ser vistos.
-Orn, venga, mueve el culo, que ya están llegando.
Y no se equivocaba, porque apenas el norteño aterrizó a su lado, vieron aparecer a los primeros cazadores por la plataforma de piedra que habían abandonado.
El centauro se movía, pero cojeaba, lo que les haría ir algo más lentos.
-Hacia adelante, imagino -dijo, señalando la gruta ante ellos. No sabía dónde podía llevarles, pero estaba claro que allí se escondia algo, porque si no, no tendría sentido que hubiera trampas para proteger la entrada.
En la siguiente gruta excavada en la piedra se toparon lo que parecía un altar y los restos de algún rito. Olía a polvo y a viejo, por lo que hacía tiempo que nadie la pisaba. En las paredes había una rozas talladas que hacían extraños dibujos, similares a los que había en el pie del altar.
-Pues tiene pinta de lugar de reuniones clandestinas de secta chunga...
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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