The Misty Mountains cold (privado)

Recuerdo del primer mensaje :

Hacia apenas un da había encontrado un pájaro herido, todavía estaba en fase de recuperarse, era una cambiante, así que se unió a mi y a la loba en mi camino hacia la fortaleza de Akershus.
Supongo era una simbiosis bastante practica, ella no quedaba herida en las montañas y para mi podía llegar a serme útil en algún momento del viaje.

Habíamos cruzado una escarpada montaña, con un rio de aguas vivas bajo esta, a vista de pájaro una gruta quedaba al otro lado de la escarpada montaña, así que la idea de investigarla no me pareció en absoluto descabellada.
Las dos parecían confirmes con el plan y aunque eso nos llevaría algo de tiempo, algo me decía que lo que descubriéramos al otro lado podía tener una importancia vital.

Pronto estuvimos todos en el interior de la estrecha gruta, por donde concurría con fluidez el agua de aquel rio natural, podía notar como los líquenes y otras plantas acuáticas se enredaban en mis pies, convirtiendo el suelo en una zona muy resbaladiza.
El musgo que crecía en las húmedas paredes, tampoco permitían afianzarse mucho a ellas. Por las rocas formando pequeños surcos resbalaban pequeñas cantidades de agua, que terminaban en el rio. Pero pese a todos las dificultades, parecía que podríamos atravesarlo; desde luego  el agua tenía que venir de algún sitio, y tenía el extraño presentimiento de que quizás proviniera de la ciudad enana que buscábamos.
Caminamos durante un buen rato, agachados para no golpear con la cabeza en algunas zonas de aquella gruta rocosa, el agua nos llegaba por la cintura, congelando nuestros músculos y quebrantando nuestro ánimo.

Bry y Altair se acercaron a mí, mirando la pared con cierta curiosidad.
No veía nada, así que todo lo que percibía era a través del resto de mis sentidos.
Aquello parecía una red de alcantarillado creada por manos enanas, deslicé mis manos por las paredes, creía que era un mito la existencia de una raza de pequeños hombres.
-Seguramente si seguimos este camino encontraremos una zona más amplia donde concurrirán

Caminamos durante una hora, encontrando varias ramificaciones. A diferencia del rio natural, el caudal del agua que procedía de la ciudad, era más bajo, incluso en ocasiones permitía ver un suelo pavimentado con una especie de pequeñas losetas rectangulares. Desde luego estos enanos, trabajaban con tesón, sin descuidar el mínimo detalle.
Continuamos caminado a paso ligero, el suelo comenzó a empinarse hacia arriba y así a reducirse el nivel del agua, hasta que finalmente, todo resto de agua había desaparecido, cosa que parecía aliviarnos enormemente.

No tardaron las damas en ver una salida cuadrada, no de gran tamaño, que cruzamos de uno en uno, la rejilla que taponaba la entrada a la alcantarilla estaba en el suelo tirada, era evidente que no éramos los primeros en llegar hasta allí por ese camino, pero desde luego, ninguna de las pisadas que percibí acariciando el suelo a mi alrededor eran  recientes, cosa que me alivio enormemente. Imaginaba que aquel mapa que encontré en mi aldea y que había guiado los pasos de Bry y míos, pertenecía a algún saqueador, que desde luego había salido y entrado por aquella misma alcantarilla y a juzgar por la cantidad de objetos esparcidos por el suelo, con las manos llenas.
Alce la mano de aquel pavimentado suelo de piedra, habíamos llegado sin lugar a dudas a lo que quedaba de lo que en su día fue una hermosa ciudad enana. No había dudas de que aquello debió de ser impresionante, hoy solo era un espejismo, que aun derruido y lleno de polvo guardaba una enorme hermosura capaz de dejar boquiabierto a cualquiera, era mas que evidente  lo esplendoroso que debió de ser todo aquello.
-Descubramos que es guardado aquí con tanto recelo ¿Podia tener algo que ver eso tambien ocn la destruccion de mi aldea? Si asi era, pensaba descubrirlo.

La conversación tendría que esperar un poco más, Sirius se levantó y salió de la estancia, suponía que iría a entrenar o algo similar, para desfogar ese exceso de energía que le carcomía por dentro.

No era un asesino, no era un monstruo, sólo que él se sentía en ese momento ofuscado por haber perdido el control por un momento y casi haberle hecho daño a Aren. Altair entró a preguntar y ella tenía la templanza suficiente para calmar los humos y saber hasta donde podía apretar. Sirius necesitaba un respiro, estar solo un rato y dejó que se marchase.

— Pues... me duele un poco, pero sanará pronto, me pasa como a ti, nuestra naturaleza nos ayuda.— se sentó en una silla junto a la ventana y le indicó al pajarillo que se sentara cerca.— ¿Y Aren? ¿cómo sigue?.— sabía que habían tenido algunos problemas de comunicación, pero esperaba que los hubieran resuelto, el joven Cannif tenía el ímpetu del guerrero, y ella ya conocía los prontos de los norteños, a fin de cuentas se había quedado con el más tranquilo, que ahora salia por la puerta.— Habéis luchado bien, juntos hacéis muy buen equipo, en verdad... ha sido alucinante, no sé como Aren puede moverse así guiado por tik, es sólo un humano.

Para un sobrenatural era más fácil guiarse con los demás sentidos cuando uno fallaba, porque eran biológicamente superiores, tenían ese aspecto más desarrollado, pero Aren tan sólo era un humano y para blandir la espada sin ver tenía que ser muy preciso.

Ya estaba adormilado cuando Altair irrumpió en mi habitación, bostecé ladeando la sonrisa con un deje de diversión.
-¿Has venido a darme un beso de buenas noches? -pregunté alargando la mano para tocarla.
Tiré de su antebrazo con suavidad para que cogiera asiento en mi lecho, al parecer había acudido para interesarse por mi estado.
-Estoy bien, solo son rasguños, nada que no se arregle con un poco de descanso y buena comida.
Deslicé mis dedos por sus nudillos.
-¿como estas tu? Si no hubiera sido por ti estaría muerto, así que deja de sentirte culpable, soy un guerrero y se a lo que me arriesgo cuando desenvaino el acero, es mi decisión, no la tuya.

Conversamos un rato entre risas, ella quería saber cual sería el siguiente paso en esta aventura pero mas que de mi dependía de Elaine, ella era la encargada de encontrar paz entre las manadas de acunarlas, habíamos recibido un ataque programado para evitarlo, eso solo significaba que estábamos por el buen camino.
-¿cuando escaparas volando? -pregunté guiñándole un ojo.

Era muy evidente que Altair estaba haciendo un sobre esfuerzo para ayudarme en mi venganza, una que no le pertenecía, no era una guerrera y me preguntaba hasta que punto su ayuda me la brindaba solo porque en el pasado yo salve su vida.
-Te lo he dicho muchas veces Alatair, estamos en paz, si te quedas a mi lado quiero que sea por algo que no implique gratitud.

Nos acabamos despidiendo, ella quería que yo descansara y también ir a ver a Elaine, asentí y solté su mano para que pudiera irse.
Me costó volver a coger el sueño, así que decidí salir a tomar un poco de aire fresco, demasiado en lo que pensar, escuché a Sirius reír con el anciano de la casa, al parecer estaba cortando leña así que me acerqué para ver si podía echarles una mano.

-Es sólo un humano, sí...

A ella también le sorprendía la facilidad en la que un simple humano entendía su forma animal, la simbiosis que se había creado entre ellos, cómo era capaz de interpretar sus graznidos o sus trinos según la situación. El mundo se veía de otra forma en el hombro de Aren Cannif.

Aprovechando la conversación con Elaine, decidió hacer partícipe a su amiga de sus inquietudes.
-Elaine... yo... No sé a veces cómo actuar con Aren. Es... complicado.

La verdad es que no sabía ni siquiera cómo explicarlo, porque se sentía extraña. Era como un nerviosismo y una inquietud constantes, pero, al mismo tiempo, encontraba tranquilidad en su presencia.
-A veces tengo la sensación de que él espera que me comporte un poco más... suelta. No sé si me explico. Como si le pareciera que a veces soy demasiado tímida o mojigata. Hoy me ha preguntado cuándo voy a irme y... a veces creo que preferiría que me fuera, porque estando siempre a su lado evito que otras mujeres se le acerquen y le den... bueno, lo que obviamente yo no le doy. Y ni siquiera sé si quiere que se lo dé o si yo podría dárselo. Es todo tan confuso...

Porque venían de zonas tan distintas y se habían criado de formas tan dispares que no entendía las señales, no sabía si les unia la venganza, la rutina, la gratitud o algo más. Sólo sabía que no quería dejarlo a su suerte, solo, en su mundo de perpetuas tinieblas.

Podía entender al pajarillo, ya que su madre era similar en ese aspecto, no compartía con Elaine y con Damon, Lobbo y Velkan su naturaleza salvaje de depredador, por eso la identificaba con la delicadeza y la serenidad que Brianna siempre irradiaba.

— Altair... es un bárbaro. ¿Sabes qué ocurre? que necesita la seguridad, la certeza. Para un guerrero hay una certeza muy grande: que morirá, seguramente en combate, lo que no sabe es cuándo. Aren necesita saber a qué atenerse, siente que su tiempo es limitado y que no puede perderlo persiguiendo sueños inútiles ¿comprendes? por eso se siente más seguro tratando con mujeres de las que sabe qué obtendrá... y contigo pues... seguramente no sabe ni por dónde empezar.

Estaba acostumbrada a los hermanos y primos de Sirius, a sus vecinos Tollak y a cómo se gastaban su carácter. Entendía los mecanismos que movían a un guerrero norteño, la simplicidad de su propósito: defender a los suyos, morir con honor. Tenían formas de vida alejadas de la corrupción de París, eran el polo opuesto a quienes manipulaban, criticaban, tramaban planes retorcidos, buscaban hacer caer al prójimo por deporte... Sus vidas distaban mucho de lo que se cocía en las grandes ciudades y cortes reales, y Elaine en verdad lo prefería así.

—No te preocupes por eso, tú sólo deja que... fluya. Eso es, déjate llevar con lo que realmente te apetezca hacer o decir, siempre apreciará tu sinceridad. Aren es buen chico, pero le consume la venganza y necesita a alguien que le ayude a redirigir toda esa furia en la dirección correcta.

El viejo era un buen hombre, mientras yo partía leña saco unos tacos de queso y una botella de mosto elaborada por su propia mujer.
El anciano me contó lo dura que había sido su vida, nada se lo habían puesto fácil y vivir bajo la dictadura de un tirano sacando a sus hijos adelante tenía merito, el suficiente como para darme cuenta que me estaba quejando porque disponía de un poder desmesurado y si, a veces descontrolado, peor en el fondo era un afortunado. Tenía suerte de tener a mi padre que siempre apoyó cada uno de mis pasos, a Dani que impuso esa educación tan inglesa, Giuliana que había sido como una madre para mi, mis hermanos siendo una piña y como no una mujer preciosa que no me merecía pero tenia.

Dejé el hacha clavada en el tocón y me senté frente al anciano para degustar aquel mosto que sabia dulce y muy rico, no tardo Aren en unirse a nosotros.
Bebimos, reímos, escuchamos las historias que ese hombre tenía para contar y que eran muchas dada su edad y cuando pasó cerca de una hora el anciano llamado por su mujer se retiró a descansar dejándonos a mi y a mi hermano con la botella a la que ya le habíamos dado un buen tiento.
-¿Como era padre cuando eras un niño Sirius -preguntó de golpe Aren con cierta curiosidad.
-Un buen padre -respondí con seguridad -Padre siempre nos ha protegido, hemos vivido en guerra, siempre con la espada en la mano, en eso no hemos sido distintos al resto de los norteños que sueñan a ser guerreros, pero en nuestra caso hemos tenido el mejor de los ejemplos. Padre siempre se ha mantenido en pie, nos ha enseñado la importancia de la familia, del honor, de la lealtad, de no dejarse vencer por la adversidad.

Ladeé la sonrisa al escuchar a mi hermano hablar así de Höor Cannif, vertí de nuevo el contenido de la botella llenando sendos vasos meditando un instante sus palabras.
-¿Sabes? Creo que te pareces mucho a padre -aseguré- Sirius eres un gran hombre, no te dejas corromper, te han criado bien -aseguré dando un sorbo del vaso.
-¿Como era el padre que te crio Aren? -preguntó mi hermano queriendo saber.
-Un buen hombre, era herrero. Los dioses no los bendijeron con un linaje, así que ya bastante mayores perdieron la esperanza. Madre había ido a un lago a lavar la ropa y allí enganchada mi barcaza entre algunos matorrales de la orilla me encontró llorando famélico.
Así que me convertí en el hijo del herrero.

Bebimos hablamos, bromeamos y acabamos contándonos hazañas de cuando eramos niños, estaba apunto de amanecer cuando Elaine, la mujer de mi hermano salió a por él para la menos poder dormir un par de horas y seguramente porque estaba preocupada por él.
Entre con ellos despidiéndome en el piso superior, puse rumbo directo a mi habitación, estaba cansado así que nada mas llegué y sin quitarme ni las botas me dejé vencer sobre el lecho de paja, no tarde nada en caer dormido en parte por la modorra del mosto y por la intensidad de la batalla.

Dormí hasta bien entrado el medio día, de echo fue Altair con su melodiosa voz la que irrumpió en mi sueño, gruñí molesto cubriéndome la cabeza con la almohada.
-Un poco mas -replique como un niño escuchando su risa retumbar en la cámara.
-Vamos Aren apestas -aseguró empujándome para que me pusiera en pie y me lavara y cambiara de ropa antes de bajar a comer.

Altair había estado pensándolo mucho tiempo. Más de lo que era sano. Pero empezaba a sentir los fríos barrotes del norte alrededor de su corazón. Allí estaba sola. Sí, tenía un par de amigos. Un par. Aren y Elaine. Y no tenía muy claro si lo que la unía al primero era amistad.

Estaba confundida y metida en una rutina de guerra, en una venganza que no era la suya. Se había propuesto ayudar a Aren y lo cumpliría. Pero todo lo demás era tan incierto…

¿Estaba realmente allí su lugar? ¿Quería quedarse en el norte? ¿Quería abrir su corazón a un bárbaro? Había sufrido demasiado y no estaba lista para ese tipo de sentimientos aún. No sabía gestionarlo. Aren la atraía, sí. Pero no se sentía segura de ir más allá. Y mucho menos en una situación como la que vivían, de guerra e incertidumbre.

Necesitaba pensar, necesitaba aclarar sus ideas. Necesitaba sentir que sus trinos hacían vibrar de nuevo su corazón.