AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Había sido un viaje bastante largo el que había hecho desde París hasta el Norte, allí estaba mi próxima parada durante los próximos meses, había decidido tomarme un pequeño descanso y viajar a ese lugar que tanto me había llamado la atención, hacía apenas unos días había llegado de Egipto para descubrir unos documentos que habían estado enterrados bajo la arena durante miles de años y sin siquiera esperar demasiado partía hacia el norte, a esa tierra y a esa cultura que me gustaba y que ya había estudiado aunque, para mí enorme desgracia, no lo había hecho visitando aquella tierra, algo que siempre quise hacer y que ahora se había presentado la ocasión perfecta para ello. Ser una vampira tenía bastantes ventajas si sabías utilizarlas, llevaba ya tiempo tras aquel viaje pero mi trabajo en el museo había dificultado el poder darme ese viaje de placer que tanto había ansiado, una cosa era estudiar la cultura y el idioma en el papel –idioma con el que me defendía bastante- y otra cosa era ver sus lugares con mis propios ojos, estudiar su cultura, ver sus paisajes, ver sus costumbres, sus ofrendas, sus rituales, su forma de vida... solamente adquirías esos conocimientos yendo al lugar y aprendiéndolo de sus gentes. No me costó demasiado convencer a mi jefe en el museo para que me dejara hacer un viaje al norte como muestra de “estudio”, de hecho, llevaba guardado en una carpeta una carta que tendría que presentarle al Conde Cannif en cuanto llegara para que me dejara quedarme allí con ellos lo que durara mi estudio, en la que por supuesto ellos no se hacían ni cargo ni responsables de lo que pudiera ocurrir durante mi estancia.
Sabía de la guerra que asolaba el norte, lo sabía desde que había empezado aquella revolución y por ese mismo motivo no había mucha gente que quería viajar hasta allí para estudiar su cultura y sus tierras, pero yo siendo vampira y no teniendo nada que ver con el lugar y sus gentes poco me importaba que estuvieran en guerra. Sabía defenderme, de eso se había encargado mi padre hacía ya algunos años, y aunque mi madre se negó en rotundo a que fuera mía era la decisión y no suya. Hacía demasiado tiempo que quería ir y aunque rondaba ya casi el siglo de vida me sentía como si fuera una niña pequeña con ansias de explorar y de descubrir, París ya lo tenía bastante visto y me resultaba tedioso y aburrido, Egipto era mi tierra y jamás me cansaría de mis raíces pero el norte... presentaba todo un desafío, tierras nuevas que explorar, nuevos lugares que conocer, ver las cosas con mis propios ojos, era una tierra de magia plagada de leyendas, de seres mitológicos, de dioses legendarios... ¿cómo no resistir la tentación? Al final había obtenido mi billete y junto con algún que otro baúl repleto de ropa y de cuadernos para apuntar y demás tras una semana y media llegué hasta tierras norteñas.
Noruega me recibió bajo un cielo cubierto de nubes negras que presagiaban una tormenta, ya habíamos atravesado una bastante fuerte mientras veníamos de camino y ahora me recibía con algo de lluvia a mi llegada, lluvia que no me importó en absoluto y que para mí me hizo más fácil el estar en ese lugar, siendo humana había vivido en un lugar algo mucho más caluroso y desértico, por lo que ver esas tierras plagadas de campos, de prados, de bosque y de tanta vegetación fue un regalo para los ojos. Tenía todo previsto para que me recogieran y me llevaran directamente hasta el castillo donde el conde Cannif me recibiría, ya había sido avisado con antelación por el museo en una carta que habían mandado por lo que estaba al tanto de mi llegada. Había oído hablar cosas de él, de lo que había hecho en sus tiempos de juventud por aquellas tierras que amaba y la verdad era que era de admirar que hubiera luchado –y siguieran haciendo- por ese norte libre en el que tanto se empeñaban. La travesía fue corta y sin ningún contratiempo, el lugar donde había desembarcado era el propio condado y este estaba fuertemente vigilado para que nada pasara, allí sus gentes residían con la esperanza de que la guerra pronto se terminara y el norte estuviera libre y en paz, lejos de la tiranía que soportaban en esos momentos. Una lucha encarecida y cruda que había arrasado con muchas zonas, podía ver a la gente en los campamentos que se habían habilitado porque era tal la mayoría de refugiados que no habían casas suficientes como para albergarlos a todos.
El carruaje paró frente al castillo y al parecer ya estaban al tanto de mi llegada por lo que unos sirvientes cogieron todas mis pertenencias y me indicaron el camino hacia los aposentos que ocuparía durante mi estancia en el castillo, también me dijeron que el conde estaba en una reunión importante y que en terminar me recibiría para hablar sobre mi estancia allí, debía de agradecerle que estando en guerra como estaban me dejaran quedarme, lo cierto es que pensaba molestar lo menos posible, hacer mi trabajo, recabar datos, alguna que otra excavación si él me lo permitía en su condado ya que había descubierto algunas pistas que me llevaban exactamente allí, a antiguos manuscritos, e integrarme entre sus gentes para que me contaran leyendas, historias y demás sobre aquellas tierras. Una vez todo preparado y listo para que me recibiera el conde tras haber terminado con su reunión salí con la carpeta donde tenía aquellos documentos que me había entregado el museo y que necesitaba que me firmara para poder permanecer allí, aunque no se había negado a que me quedara allí, pero igualmente necesitaba su consentimiento. Me habían explicado donde se encontraba así que me dirigí hacia allí mientras en el camino por los pasillos miraba la carpeta y revisaba por enésima vez que los papeles estuvieran correctos y no hubiera fallo ni error alguno. La gente pasaba por aquellos pasillos, algunos soldados que parecía que iban a salir mientras me mantenía ajena a todo lo que pasaba cuando, sin esperarlo, me di de bruces con alguien haciendo que los papeles que llevaba saltaran por los aires y quedaran esparcidos por el suelo.
-Joder –maldije al ver los papeles por el suelo me agaché para recogerlos viendo que la otra persona, a la cual ni había mirado, también me ayudaba a recogerlos. Los metí en la carpeta y me encontré con una mano masculina de piel algo pálida que me tendía los demás papeles que había recogido, mis ojos subieron desde sus pies estando acuclillado en el suelo por sus piernas, su torso, su brazo extendido hacia mí y dar a parar a su rostro, un joven de quizás más o menos la edad humana que yo tenía cuando me convertí en vampiro me devolvía la mirada, facciones marcadas, expresión seria y ruda, pelo rubio vestido con pieles de donde de su espalda asomaba el mando de una espada. Barba de unos días en su rostro y unos ojos azules como el mismísimo cielo que me devolvían la mirada, cogí los papeles que me tendía y nos levantamos a la vez una vez todo estuvo recogido, él era algo más alto que yo y tenía que elevar un poco la vista para observarlo, fruncí ligeramente el ceño- podrías mirar por dónde vas, ¿no te parece? –Pregunté en su idioma para que me entendiera sin despegar mis ojos de los suyos, dudaba que allí alguno hablara en francés y mucho menos en árabe, pero para algo me había aprendido su idioma. Su olor fue captado por mis sentidos y me mordí el labio al notar la sangre que, de forma rápida, bombeaba su corazón... hacía unos días que no me había alimentado y con toda la emoción del momento me había hasta olvidado de ello. Controlaba mis instintos pero cuando se me presentaba tal delicioso bocado a veces costaba incluso hasta contenerse, pese a eso mi enfado por el golpe en ese momento mermaba lo demás y por ende también encontraba cierto... captaba cierta esencia en él que me desagradaba, y que me hizo arrugar la nariz en cuanto su olor me llegó por completo.
Sabía de la guerra que asolaba el norte, lo sabía desde que había empezado aquella revolución y por ese mismo motivo no había mucha gente que quería viajar hasta allí para estudiar su cultura y sus tierras, pero yo siendo vampira y no teniendo nada que ver con el lugar y sus gentes poco me importaba que estuvieran en guerra. Sabía defenderme, de eso se había encargado mi padre hacía ya algunos años, y aunque mi madre se negó en rotundo a que fuera mía era la decisión y no suya. Hacía demasiado tiempo que quería ir y aunque rondaba ya casi el siglo de vida me sentía como si fuera una niña pequeña con ansias de explorar y de descubrir, París ya lo tenía bastante visto y me resultaba tedioso y aburrido, Egipto era mi tierra y jamás me cansaría de mis raíces pero el norte... presentaba todo un desafío, tierras nuevas que explorar, nuevos lugares que conocer, ver las cosas con mis propios ojos, era una tierra de magia plagada de leyendas, de seres mitológicos, de dioses legendarios... ¿cómo no resistir la tentación? Al final había obtenido mi billete y junto con algún que otro baúl repleto de ropa y de cuadernos para apuntar y demás tras una semana y media llegué hasta tierras norteñas.
Noruega me recibió bajo un cielo cubierto de nubes negras que presagiaban una tormenta, ya habíamos atravesado una bastante fuerte mientras veníamos de camino y ahora me recibía con algo de lluvia a mi llegada, lluvia que no me importó en absoluto y que para mí me hizo más fácil el estar en ese lugar, siendo humana había vivido en un lugar algo mucho más caluroso y desértico, por lo que ver esas tierras plagadas de campos, de prados, de bosque y de tanta vegetación fue un regalo para los ojos. Tenía todo previsto para que me recogieran y me llevaran directamente hasta el castillo donde el conde Cannif me recibiría, ya había sido avisado con antelación por el museo en una carta que habían mandado por lo que estaba al tanto de mi llegada. Había oído hablar cosas de él, de lo que había hecho en sus tiempos de juventud por aquellas tierras que amaba y la verdad era que era de admirar que hubiera luchado –y siguieran haciendo- por ese norte libre en el que tanto se empeñaban. La travesía fue corta y sin ningún contratiempo, el lugar donde había desembarcado era el propio condado y este estaba fuertemente vigilado para que nada pasara, allí sus gentes residían con la esperanza de que la guerra pronto se terminara y el norte estuviera libre y en paz, lejos de la tiranía que soportaban en esos momentos. Una lucha encarecida y cruda que había arrasado con muchas zonas, podía ver a la gente en los campamentos que se habían habilitado porque era tal la mayoría de refugiados que no habían casas suficientes como para albergarlos a todos.
El carruaje paró frente al castillo y al parecer ya estaban al tanto de mi llegada por lo que unos sirvientes cogieron todas mis pertenencias y me indicaron el camino hacia los aposentos que ocuparía durante mi estancia en el castillo, también me dijeron que el conde estaba en una reunión importante y que en terminar me recibiría para hablar sobre mi estancia allí, debía de agradecerle que estando en guerra como estaban me dejaran quedarme, lo cierto es que pensaba molestar lo menos posible, hacer mi trabajo, recabar datos, alguna que otra excavación si él me lo permitía en su condado ya que había descubierto algunas pistas que me llevaban exactamente allí, a antiguos manuscritos, e integrarme entre sus gentes para que me contaran leyendas, historias y demás sobre aquellas tierras. Una vez todo preparado y listo para que me recibiera el conde tras haber terminado con su reunión salí con la carpeta donde tenía aquellos documentos que me había entregado el museo y que necesitaba que me firmara para poder permanecer allí, aunque no se había negado a que me quedara allí, pero igualmente necesitaba su consentimiento. Me habían explicado donde se encontraba así que me dirigí hacia allí mientras en el camino por los pasillos miraba la carpeta y revisaba por enésima vez que los papeles estuvieran correctos y no hubiera fallo ni error alguno. La gente pasaba por aquellos pasillos, algunos soldados que parecía que iban a salir mientras me mantenía ajena a todo lo que pasaba cuando, sin esperarlo, me di de bruces con alguien haciendo que los papeles que llevaba saltaran por los aires y quedaran esparcidos por el suelo.
-Joder –maldije al ver los papeles por el suelo me agaché para recogerlos viendo que la otra persona, a la cual ni había mirado, también me ayudaba a recogerlos. Los metí en la carpeta y me encontré con una mano masculina de piel algo pálida que me tendía los demás papeles que había recogido, mis ojos subieron desde sus pies estando acuclillado en el suelo por sus piernas, su torso, su brazo extendido hacia mí y dar a parar a su rostro, un joven de quizás más o menos la edad humana que yo tenía cuando me convertí en vampiro me devolvía la mirada, facciones marcadas, expresión seria y ruda, pelo rubio vestido con pieles de donde de su espalda asomaba el mando de una espada. Barba de unos días en su rostro y unos ojos azules como el mismísimo cielo que me devolvían la mirada, cogí los papeles que me tendía y nos levantamos a la vez una vez todo estuvo recogido, él era algo más alto que yo y tenía que elevar un poco la vista para observarlo, fruncí ligeramente el ceño- podrías mirar por dónde vas, ¿no te parece? –Pregunté en su idioma para que me entendiera sin despegar mis ojos de los suyos, dudaba que allí alguno hablara en francés y mucho menos en árabe, pero para algo me había aprendido su idioma. Su olor fue captado por mis sentidos y me mordí el labio al notar la sangre que, de forma rápida, bombeaba su corazón... hacía unos días que no me había alimentado y con toda la emoción del momento me había hasta olvidado de ello. Controlaba mis instintos pero cuando se me presentaba tal delicioso bocado a veces costaba incluso hasta contenerse, pese a eso mi enfado por el golpe en ese momento mermaba lo demás y por ende también encontraba cierto... captaba cierta esencia en él que me desagradaba, y que me hizo arrugar la nariz en cuanto su olor me llegó por completo.
Última edición por Naitiri Zahir el Jue Sep 28, 2017 5:45 am, editado 1 vez
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
La guerra en el norte se recrudecía día tras día, el ejercito de Randulf había pasado a la ofensiva devastando varias aldeas reduciéndolas a ceniz
Quimeras, las ultimas adquisiciones de ese demonio, experimentos que hacia con lobos, cambiantes mezclando con brujería sus adn para crear bestias inimaginables.
El caos se había adueñado de mi hogar, la gente mantenía resistencia esperando que mi tío ayudado por los dioses los salvara de la codicia del rey del norte.
En una semana emprendería camino hacia los valles de Helmian, entre los picos de Stron. Contener al enemigo, nuestra suicida misión, nos doblaban en numero, triplicaban quizás, pero nosotros eramos fieros, nacidos para la guerra y con un motivo por el que luchar,
Por primera vez iríamos todos a excepción de Sirius que descontrolado podría no solo masacrar al enemigo si no a nosotros mismos, ademas mi tio quería guardarse ese as bajo la manga para proteger nuestras murallas en el caso de que nos sobrepasaran ,algo que no consentiría que sucediera.
Höor, Atharal, padre y Ulf se encargarían de dar a Randulf por el culo en su propia fortaleza, con el groso de nuestro ejercito, su único plan consistía en hacer que tuvieran que replegar sus fuerzas para proteger la fortaleza y así evitar el avance hacia las aldeas.
Por otro lado habíamos encontrado una extraña excavación, quizás por eso Höor cedió en que una extranjera acudiera a nuestras tierras en plena guerra, al parecer una egipcia, la típica rata de biblioteca que podría resultarnos útil para identificar los jeroglíficos escritos en aquel lugar y dar quizás con algo que nos pudiera ayudar.
Iba inmerso en mis preocupaciones cuando choqué contra una mujer, los papeles salieron volando y me agaché a recogerlos mientras gruñía y mascullaba maldiciones en mi idioma.
-Du kan se gjennom hvor du kvinne (podias mirar por donde vas mujer) -dije alzando mis azules para tropezar con una mirada parda que me dejó clavado en el sitio, ladeé la sonrisa como un idiota mientras ella me decía básicamente lo mismo.
-Vi kunne returnere til kolliderer, naken hvis du foretrekker (podríamos volver a chocar, desnudos si lo prefieres)
Mis ojos se deslizaron por cada curva de su cuerpo centrándose en sus nalgas, así acuclillada se le veía un culazo épico.
-Dammit (Joder)
Al parecer a la dama no le gustó mucho mis palabra porque arrugó la nariz como si le oliera mal, enarqué una ceja, venia del lago, mas aun así me llevé la nariz al sobaco por si acaso.
La voz de Niels sonó a mis espaldas, venia animado de mas como de costumbre después de haber estado fornicando con una norteña en las gélidas aguas del norte, claro que eso no le restó ganas y sus ojos como los míos se centraron en el cuerpo impresionante de esa mujer de piel oscura.
-At fuck sin første skjerpe andre våpen i uken (el que se la folle primero afila las armas del otro una semana) -me soltó poniendo su mejor sonrisa creyendo que la señorita por su aspecto extranjero no iba a pillar ni papa.
-Pazguato que nos entiende -le dije dándole un capón mientras los dos nos echábamos a reír como niños delante de ella.
Quimeras, las ultimas adquisiciones de ese demonio, experimentos que hacia con lobos, cambiantes mezclando con brujería sus adn para crear bestias inimaginables.
El caos se había adueñado de mi hogar, la gente mantenía resistencia esperando que mi tío ayudado por los dioses los salvara de la codicia del rey del norte.
En una semana emprendería camino hacia los valles de Helmian, entre los picos de Stron. Contener al enemigo, nuestra suicida misión, nos doblaban en numero, triplicaban quizás, pero nosotros eramos fieros, nacidos para la guerra y con un motivo por el que luchar,
Por primera vez iríamos todos a excepción de Sirius que descontrolado podría no solo masacrar al enemigo si no a nosotros mismos, ademas mi tio quería guardarse ese as bajo la manga para proteger nuestras murallas en el caso de que nos sobrepasaran ,algo que no consentiría que sucediera.
Höor, Atharal, padre y Ulf se encargarían de dar a Randulf por el culo en su propia fortaleza, con el groso de nuestro ejercito, su único plan consistía en hacer que tuvieran que replegar sus fuerzas para proteger la fortaleza y así evitar el avance hacia las aldeas.
Por otro lado habíamos encontrado una extraña excavación, quizás por eso Höor cedió en que una extranjera acudiera a nuestras tierras en plena guerra, al parecer una egipcia, la típica rata de biblioteca que podría resultarnos útil para identificar los jeroglíficos escritos en aquel lugar y dar quizás con algo que nos pudiera ayudar.
Iba inmerso en mis preocupaciones cuando choqué contra una mujer, los papeles salieron volando y me agaché a recogerlos mientras gruñía y mascullaba maldiciones en mi idioma.
-Du kan se gjennom hvor du kvinne (podias mirar por donde vas mujer) -dije alzando mis azules para tropezar con una mirada parda que me dejó clavado en el sitio, ladeé la sonrisa como un idiota mientras ella me decía básicamente lo mismo.
-Vi kunne returnere til kolliderer, naken hvis du foretrekker (podríamos volver a chocar, desnudos si lo prefieres)
Mis ojos se deslizaron por cada curva de su cuerpo centrándose en sus nalgas, así acuclillada se le veía un culazo épico.
-Dammit (Joder)
Al parecer a la dama no le gustó mucho mis palabra porque arrugó la nariz como si le oliera mal, enarqué una ceja, venia del lago, mas aun así me llevé la nariz al sobaco por si acaso.
La voz de Niels sonó a mis espaldas, venia animado de mas como de costumbre después de haber estado fornicando con una norteña en las gélidas aguas del norte, claro que eso no le restó ganas y sus ojos como los míos se centraron en el cuerpo impresionante de esa mujer de piel oscura.
-At fuck sin første skjerpe andre våpen i uken (el que se la folle primero afila las armas del otro una semana) -me soltó poniendo su mejor sonrisa creyendo que la señorita por su aspecto extranjero no iba a pillar ni papa.
-Pazguato que nos entiende -le dije dándole un capón mientras los dos nos echábamos a reír como niños delante de ella.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
El tropiezo había generado que los papeles salieran volando y desperdigándose por el suelo, me agaché junto a la persona con la que había chocado para recoger juntos todos los papeles desperdigados por el suelo, no eran demasiados y por suerte los había enumerado por si alguno se traspapelaba poder tenerlos en orden, lo que no había esperado era chocar contra alguien y que se salieran todos, mientras los recogíamos ambos nos reprochamos a la vez el hecho de que debíamos de mirar por donde andábamos en su idioma, allí difícilmente encontraría a alguien que hablara francés y muchísimo menos que hablara mi idioma, pero había aprendido su idioma y no era dificultad para mí el hacerme entender o que me entendiera. Fue entonces cuando repasé al hombre con el que había chocado, de pies a cabeza conforme estaba acuclillado igual que yo en el suelo, músculos definidos, constitución grande de un guerrero, vestido con pieles como iban allí la gran mayoría, de su espalda asomaba el mango de una bastarda con las correas que le cruzaban el pecho, piel pálida, manos grandes y fuertes, y fue el turno de subir hasta su rostro. La barba de un par de días que llevaba, las facciones marcadas, los labios que tenían una sonrisa ladeada y esos ojos azules como el cielo que me devolvían la mirada. No me pasó por alto ni su continuo escrutinio como había hecho yo con él ni las palabras que me dedicó después en el que me decía que podíamos volver a chocar, pero esa vez desnudos y que me hizo enarcar una ceja mirándolo.
No respondí a su comentario pero sí sentí sus ojos que seguían recorriendo mi cuerpo a lo que sonreí de lado, todos los hombres eran iguales en ese aspecto, lo miré de forma fija cuando terminó de ello y enarqué una ceja esperando alguna disculpa por su parte por haber chocado o por haberme tirado los papeles, claro que no obtuve ninguna por su parte salvo las palabras pronunciadas de forma ronca de sus labios sobre otro nuevo choque desnudos. Casi me habría reído por ello pero sin embargo no lo hice, ya sabía cómo eran los norteños y la forma de ser que tenían, es más, me habían dicho cómo eran y que me encontraría con situaciones como estas dado cómo veían ellos el sexo y lo implícito que estaba en su cultura, en cierto modo hasta me hizo gracia que lo dijera para luego repasar mi cuerpo no pasándome por algo que no había perdido detalle alguno de cada una de mis curvas, tan solo le hacía falta pasar su mano aunque era como si hubiera sentido que su mano se deslizaba por cada lugar en el que había mirado por la intensidad de su mirada. Mirada de un azul mar y azul cielo que ahora se había clavado en la mía, su cara de no presentar extrañez alguna por mi presencia me hacía indicar que habían sido avisados de que acudiría, parecía uno de los guerreros del lugar aunque por el ropaje que llevaba diferente a los que había visto me daba a entender que él, seguramente, fuera lo que allí consideraban la “alta clase”.
Iba a continuar con mi camino para alejarme de aquel norteño cuyo corazón bombeaba su sangre con fuerza por todo su cuerpo, hacía días que no me había alimentado y aunque tenía el control de mi cuerpo sí era cierto que había veces que se presentaba una tentación como lo era él que era difícil controlarse. Mis ojos viajaron por su rostro hasta sus labios con esa sonrisa ladeada que llevaba todavía puesta, mis ojos bajaron hasta su cuello donde podía notar la vena que surcaba su yugular y que transportaba la sangre por todo su cuerpo, mordí mi labio con fuerza por eso ante las ganas que me dieron de acercarme y hundir mis colmillos en su cuello para beber directamente, pero me llegó un matiz diferente en su esencia, uno que me hizo arrugar la nariz y él al ver mi gesto olerse por si olía mal pero... no era de él, no era suya, era una que llevaba un poco impregnada en su piel pero no era la suya propia... fuera lo que fuese me hizo arrugar la nariz en cuanto lo noté y él fue a comprobar si era su olor propiamente dicho, podría haberle dicho que no pero preferí callarme. Por si uno fuera poco otro de ellos se sumó a la fiesta acercándose hacia donde nos encontrábamos, era parecido al hombre con el que me había chocado, piel pálida, rubio, ojos azules... salvo que este era un pelín más bajo que el otro. Se quedó a su lado dejando una mano en su espalda tras darle un golpe al llegar y sus ojos me recorrieron por entera igual que había hecho el otro como si fuera la primera vez que veían a una mujer frente a sus ojos, enarqué una ceja ante las palabras del recién llegando no gustándome para nada lo que dijo, como si fuera una competición por ver cuál de los dos se colaba primero entre mis piernas para ver como el otro le daba un capón diciéndole que podía entenderlos, el segundo me miró y luego los dos se echaron a reír frente a mis narices haciendo que frunciera el ceño, ¿les parecía gracioso?
-Sí, os entiendo –dije hablando en su idioma para verificar que había escuchado lo que le había dicho- así que, ¿esta es la forma que tenéis de tratar a vuestros invitados y, sobre todo, a las mujeres? –Inquirí pasando mi mirada de uno a otro mientras terminaban de reírse pero, en lo que a mí concernía, no me hacía ni pizca de gracia- ya me habían dicho sobre la forma de ser de los norteños, que sois burdos, bastos, rudos, que carecéis a veces de modales... vaya, me topo con dos de ellos y dan en el blanco –comenté mirándolos consecutivamente con la carpeta donde tenía los papeles- ¿siempre vais apostando el acostaros con las mujeres? ¿Os funciona? –Pregunté enarcando una ceja como si no terminara de creerme que lo hacían pero sí, lo hacían y quedaba claro por las palabras del segundo que había llegado al que centré mi mirada dirigiéndome particularmente a él- pues déjame decirte una cosa, voy a ponértelo fácil, dado que no vais a conseguir colaros entre mis piernas y vais a perder la apuesta... ¿por qué no me dejas a mí afilar tú arma? –Pregunté aunque por la entonación que le había dado a la última palabra dejó claro que, por arma, me refería a su miembro- claro que quizás acabes sin filo... o sin arma alguna –mi lengua se paseó por los colmillos que tenía dándole a entender que acabaría sin su miembro y sonreí con cierta malicia para luego centrarme con el que me había chocado- y tú, ¿has visto algo que te guste o quieres que me de una vuelta para tener una visión completa de mi cuerpo, tal vez centrarte más en mis nalgas? –Pregunté sin apartar mis ojos de los suyos por unos segundos, morderme de nuevo el labio antes de hablar- espero que no tenga que chocarme nunca más contigo, y que si eso ocurre, me des la disculpa que se merece y de la cual ahora ni has pronunciado –dije recordándole que no se había disculpado por chocar y tirarme todos los papeles al suelo- y ahora tengo mejores cosas que hacer y no quiero hacer esperar al conde –extendí mis brazos de forma que el dorso de mi mano diera contra cada brazo de ellos y de un movimiento los aparté a ambos haciéndome hueco pasando entre medio de los dos y siguiendo mi camino para encontrarme con el conde, menudos imbéciles. Por suerte no tardé demasiado para llegar hasta donde se encontraba el conde y que me atendió mientras le tendía los papeles y le explicaba mis condiciones para estar allí, él por su parte me había pedido que examinara una excavación que habían encontrado y que quizás pudieran ayudarle en su guerra, puesto que también estaba allí para eso no me negué en absoluto y además le pedí que quería estar presente en sus día a día el tiempo que pudiera y la puesta de sol me lo permitiera, conocer sus costumbres, estar en sus tradiciones, mezclarme con su gente... me dio total libertad siempre y cuando no interfiriera en mi labor de la excavación así que tras presentarle los papeles y que firmara para aceptar que estaba allí, antes de salir, me dijo que esa noche celebraban una ofrenda y una fiesta para las batallas venideras que se acercaban y que podía acudir si así lo deseaba, me retiré a mi aposento para cambiarme y darme un baño e ir a alimentarme antes de acudir a la fiesta a la que me habían dejado asistir. No tardé demasiado en estar preparada, en alimentarme y en acudir hacia donde hacían la fiesta y aquella ofrenda a los dioses, para mi suerte había ido en una época donde las horas de sol eran muy pocas y podría estar más tiempo fuera que si hubiera sido otra época del año. Llegué antes de que todo comenzara y fue cuando el conde se acercó hasta donde me encontraba, había decidido ponerme algo de protección cuando saliera de palacio, a lo que enarqué una ceja porque sabía cuidar de mí misma pero alegó que no se fiaba de aquella guerra y dada la importancia de la excavación no quería dejarme sola, es más, tomó mi brazo tirando con suavidad del mismo por el lugar para presentarme al que sería el que por el momento se encargaría de dicha labor, me pasaron una jarra con hidromiel que tomé con una sonrisa a la mujer que me la ofrecía para escuchar como llamaba a un tal Ubbe, cuando giré mi rostro para ver de quién se trataba mis ojos se encontraron con unos azules que me devolvían la mirada y que se acercaba hacia donde estábamos. No, ¿en serio?- ¿tú? –Pregunté cuando estuvo a nuestra altura frunciendo levemente el ceño, aquello debía de ser una maldita broma.
No respondí a su comentario pero sí sentí sus ojos que seguían recorriendo mi cuerpo a lo que sonreí de lado, todos los hombres eran iguales en ese aspecto, lo miré de forma fija cuando terminó de ello y enarqué una ceja esperando alguna disculpa por su parte por haber chocado o por haberme tirado los papeles, claro que no obtuve ninguna por su parte salvo las palabras pronunciadas de forma ronca de sus labios sobre otro nuevo choque desnudos. Casi me habría reído por ello pero sin embargo no lo hice, ya sabía cómo eran los norteños y la forma de ser que tenían, es más, me habían dicho cómo eran y que me encontraría con situaciones como estas dado cómo veían ellos el sexo y lo implícito que estaba en su cultura, en cierto modo hasta me hizo gracia que lo dijera para luego repasar mi cuerpo no pasándome por algo que no había perdido detalle alguno de cada una de mis curvas, tan solo le hacía falta pasar su mano aunque era como si hubiera sentido que su mano se deslizaba por cada lugar en el que había mirado por la intensidad de su mirada. Mirada de un azul mar y azul cielo que ahora se había clavado en la mía, su cara de no presentar extrañez alguna por mi presencia me hacía indicar que habían sido avisados de que acudiría, parecía uno de los guerreros del lugar aunque por el ropaje que llevaba diferente a los que había visto me daba a entender que él, seguramente, fuera lo que allí consideraban la “alta clase”.
Iba a continuar con mi camino para alejarme de aquel norteño cuyo corazón bombeaba su sangre con fuerza por todo su cuerpo, hacía días que no me había alimentado y aunque tenía el control de mi cuerpo sí era cierto que había veces que se presentaba una tentación como lo era él que era difícil controlarse. Mis ojos viajaron por su rostro hasta sus labios con esa sonrisa ladeada que llevaba todavía puesta, mis ojos bajaron hasta su cuello donde podía notar la vena que surcaba su yugular y que transportaba la sangre por todo su cuerpo, mordí mi labio con fuerza por eso ante las ganas que me dieron de acercarme y hundir mis colmillos en su cuello para beber directamente, pero me llegó un matiz diferente en su esencia, uno que me hizo arrugar la nariz y él al ver mi gesto olerse por si olía mal pero... no era de él, no era suya, era una que llevaba un poco impregnada en su piel pero no era la suya propia... fuera lo que fuese me hizo arrugar la nariz en cuanto lo noté y él fue a comprobar si era su olor propiamente dicho, podría haberle dicho que no pero preferí callarme. Por si uno fuera poco otro de ellos se sumó a la fiesta acercándose hacia donde nos encontrábamos, era parecido al hombre con el que me había chocado, piel pálida, rubio, ojos azules... salvo que este era un pelín más bajo que el otro. Se quedó a su lado dejando una mano en su espalda tras darle un golpe al llegar y sus ojos me recorrieron por entera igual que había hecho el otro como si fuera la primera vez que veían a una mujer frente a sus ojos, enarqué una ceja ante las palabras del recién llegando no gustándome para nada lo que dijo, como si fuera una competición por ver cuál de los dos se colaba primero entre mis piernas para ver como el otro le daba un capón diciéndole que podía entenderlos, el segundo me miró y luego los dos se echaron a reír frente a mis narices haciendo que frunciera el ceño, ¿les parecía gracioso?
-Sí, os entiendo –dije hablando en su idioma para verificar que había escuchado lo que le había dicho- así que, ¿esta es la forma que tenéis de tratar a vuestros invitados y, sobre todo, a las mujeres? –Inquirí pasando mi mirada de uno a otro mientras terminaban de reírse pero, en lo que a mí concernía, no me hacía ni pizca de gracia- ya me habían dicho sobre la forma de ser de los norteños, que sois burdos, bastos, rudos, que carecéis a veces de modales... vaya, me topo con dos de ellos y dan en el blanco –comenté mirándolos consecutivamente con la carpeta donde tenía los papeles- ¿siempre vais apostando el acostaros con las mujeres? ¿Os funciona? –Pregunté enarcando una ceja como si no terminara de creerme que lo hacían pero sí, lo hacían y quedaba claro por las palabras del segundo que había llegado al que centré mi mirada dirigiéndome particularmente a él- pues déjame decirte una cosa, voy a ponértelo fácil, dado que no vais a conseguir colaros entre mis piernas y vais a perder la apuesta... ¿por qué no me dejas a mí afilar tú arma? –Pregunté aunque por la entonación que le había dado a la última palabra dejó claro que, por arma, me refería a su miembro- claro que quizás acabes sin filo... o sin arma alguna –mi lengua se paseó por los colmillos que tenía dándole a entender que acabaría sin su miembro y sonreí con cierta malicia para luego centrarme con el que me había chocado- y tú, ¿has visto algo que te guste o quieres que me de una vuelta para tener una visión completa de mi cuerpo, tal vez centrarte más en mis nalgas? –Pregunté sin apartar mis ojos de los suyos por unos segundos, morderme de nuevo el labio antes de hablar- espero que no tenga que chocarme nunca más contigo, y que si eso ocurre, me des la disculpa que se merece y de la cual ahora ni has pronunciado –dije recordándole que no se había disculpado por chocar y tirarme todos los papeles al suelo- y ahora tengo mejores cosas que hacer y no quiero hacer esperar al conde –extendí mis brazos de forma que el dorso de mi mano diera contra cada brazo de ellos y de un movimiento los aparté a ambos haciéndome hueco pasando entre medio de los dos y siguiendo mi camino para encontrarme con el conde, menudos imbéciles. Por suerte no tardé demasiado para llegar hasta donde se encontraba el conde y que me atendió mientras le tendía los papeles y le explicaba mis condiciones para estar allí, él por su parte me había pedido que examinara una excavación que habían encontrado y que quizás pudieran ayudarle en su guerra, puesto que también estaba allí para eso no me negué en absoluto y además le pedí que quería estar presente en sus día a día el tiempo que pudiera y la puesta de sol me lo permitiera, conocer sus costumbres, estar en sus tradiciones, mezclarme con su gente... me dio total libertad siempre y cuando no interfiriera en mi labor de la excavación así que tras presentarle los papeles y que firmara para aceptar que estaba allí, antes de salir, me dijo que esa noche celebraban una ofrenda y una fiesta para las batallas venideras que se acercaban y que podía acudir si así lo deseaba, me retiré a mi aposento para cambiarme y darme un baño e ir a alimentarme antes de acudir a la fiesta a la que me habían dejado asistir. No tardé demasiado en estar preparada, en alimentarme y en acudir hacia donde hacían la fiesta y aquella ofrenda a los dioses, para mi suerte había ido en una época donde las horas de sol eran muy pocas y podría estar más tiempo fuera que si hubiera sido otra época del año. Llegué antes de que todo comenzara y fue cuando el conde se acercó hasta donde me encontraba, había decidido ponerme algo de protección cuando saliera de palacio, a lo que enarqué una ceja porque sabía cuidar de mí misma pero alegó que no se fiaba de aquella guerra y dada la importancia de la excavación no quería dejarme sola, es más, tomó mi brazo tirando con suavidad del mismo por el lugar para presentarme al que sería el que por el momento se encargaría de dicha labor, me pasaron una jarra con hidromiel que tomé con una sonrisa a la mujer que me la ofrecía para escuchar como llamaba a un tal Ubbe, cuando giré mi rostro para ver de quién se trataba mis ojos se encontraron con unos azules que me devolvían la mirada y que se acercaba hacia donde estábamos. No, ¿en serio?- ¿tú? –Pregunté cuando estuvo a nuestra altura frunciendo levemente el ceño, aquello debía de ser una maldita broma.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Joder, la morenita tenia genio, en un perfecto noruego nos dejo no solo claro que nos entendía, si no que nos hizo la pregunta del millón ¿si siempre tratábamos así a nuestros invitados, sobre todo si eran mujeres?
Los dos nos miramos y nos echamos a reír a carcajadas, la pregunta tenia su aquel, y juro que no llevábamos ni una gota encima de hidromiel, pero ni borrachos nos reíamos tanto.
-Depende del culo que tengan nuestras invitadas -le respondí sin dejar de reírme.
-Hay mujeres que se gastan mas barba que yo, a esas las tratamos como hombres, da las gracias a Odin de que no sea tu caso -le soltó mi primo lanzandole un par de mordiscos.
-Joder pues yo me he quedado anclado al culo, pedazo nalgas tiene la morenita -le dije a mi primo poniendo las manos dejando hueco y moviendolas ligeramente como si estuviera sobandole las posaderas con cara de pervertido -buena que esta.
La egipcia no parecía divertida por nuestros comentarios, mas bien todo lo contrario, porque con esos modos que se gastaba le dijo a mi primo si quería que le afilara el arma, no acabó la frase y mi primo ya tenia los pantalones bajados con la verga en la mano diciéndole que empezara.
Los ojos de la mujer ardían en fuego, creo que ni se creía la situación que vivía, claro que con su siguiente comentario no mejoró la cosa en absoluto.
Ladeé la cabeza mirando su culo dejando escapar el aire por los labios negando con la cabeza.
-Pfffffff -solté mientras con el dedo le indicaba que si giraba y me ponía las cosas mas fáciles no iba a ponerle pegas.
Harta de los dos se abrió paso con las manos empujándonos a un lado, los dos nos giramos para ver su estela mientras nos descojonabamos, mi primo aun con la verga en la mano le preguntaba si se la podía guardar ya, al parecer la limpieza de sable había sido rápida, vamos inexistente lo que me llevo a burlarme de él señor don juan durante le resto de la mañana.
Pasamos el día en el lago, por la noche se celebraba la fiesta de la cosecha ,así que habíamos quedado con unas norteñas para beber, bailar..y lo que surgiera.
Ademas la loba me había echo llegar un mensaje para un encuentro clandestino en el bosque, la noche apuntaba maneras hasta que mi tío decidió convertirme en niñero.
Con Hóor me acerqué a la morenita que soltó un descarado “¿tu?” plagada de incredibilidad y disgusto.
Mi respuesta fue una reverencia engreída mientras alzaba mi porte ladeando la sonrisa.
-El mismo, el gran general Ubbe Cannif -le dije ensalzando mis éxitos -seré tu vigía hoy para que nadie toque tu culo, quiero decir, que nadie te ponga una mano encima.
Mi tío me dio una colleja disculpándose por mis modales, le advirtió que eramos unos pazguatos pero buenos chicos y que estaba seguro que me comportaría.
Yo asentí con la cabeza sin apartar mis ojos de sus desiertos.
-Me voy a portar muy bien -aseguré relamiendome los labios mientras bajaba los ojos hasta su boca y resoplaba otra vez.
Cuanto mas la miraba, mas me gustaba.
-Vamos egipcia -le dije llevando mi mano a su espalda para guiarla entre la muchedumbre, bajé la mano ligeramente hacia sus posaderas, y sin llegar a apoyarla hice como que se las tocaba, eso si manteniendo mi porte serio aunque mi primo que venia por detrás con Hakon y Synnove se descojonaban.
Los dos nos miramos y nos echamos a reír a carcajadas, la pregunta tenia su aquel, y juro que no llevábamos ni una gota encima de hidromiel, pero ni borrachos nos reíamos tanto.
-Depende del culo que tengan nuestras invitadas -le respondí sin dejar de reírme.
-Hay mujeres que se gastan mas barba que yo, a esas las tratamos como hombres, da las gracias a Odin de que no sea tu caso -le soltó mi primo lanzandole un par de mordiscos.
-Joder pues yo me he quedado anclado al culo, pedazo nalgas tiene la morenita -le dije a mi primo poniendo las manos dejando hueco y moviendolas ligeramente como si estuviera sobandole las posaderas con cara de pervertido -buena que esta.
La egipcia no parecía divertida por nuestros comentarios, mas bien todo lo contrario, porque con esos modos que se gastaba le dijo a mi primo si quería que le afilara el arma, no acabó la frase y mi primo ya tenia los pantalones bajados con la verga en la mano diciéndole que empezara.
Los ojos de la mujer ardían en fuego, creo que ni se creía la situación que vivía, claro que con su siguiente comentario no mejoró la cosa en absoluto.
Ladeé la cabeza mirando su culo dejando escapar el aire por los labios negando con la cabeza.
-Pfffffff -solté mientras con el dedo le indicaba que si giraba y me ponía las cosas mas fáciles no iba a ponerle pegas.
Harta de los dos se abrió paso con las manos empujándonos a un lado, los dos nos giramos para ver su estela mientras nos descojonabamos, mi primo aun con la verga en la mano le preguntaba si se la podía guardar ya, al parecer la limpieza de sable había sido rápida, vamos inexistente lo que me llevo a burlarme de él señor don juan durante le resto de la mañana.
Pasamos el día en el lago, por la noche se celebraba la fiesta de la cosecha ,así que habíamos quedado con unas norteñas para beber, bailar..y lo que surgiera.
Ademas la loba me había echo llegar un mensaje para un encuentro clandestino en el bosque, la noche apuntaba maneras hasta que mi tío decidió convertirme en niñero.
Con Hóor me acerqué a la morenita que soltó un descarado “¿tu?” plagada de incredibilidad y disgusto.
Mi respuesta fue una reverencia engreída mientras alzaba mi porte ladeando la sonrisa.
-El mismo, el gran general Ubbe Cannif -le dije ensalzando mis éxitos -seré tu vigía hoy para que nadie toque tu culo, quiero decir, que nadie te ponga una mano encima.
Mi tío me dio una colleja disculpándose por mis modales, le advirtió que eramos unos pazguatos pero buenos chicos y que estaba seguro que me comportaría.
Yo asentí con la cabeza sin apartar mis ojos de sus desiertos.
-Me voy a portar muy bien -aseguré relamiendome los labios mientras bajaba los ojos hasta su boca y resoplaba otra vez.
Cuanto mas la miraba, mas me gustaba.
-Vamos egipcia -le dije llevando mi mano a su espalda para guiarla entre la muchedumbre, bajé la mano ligeramente hacia sus posaderas, y sin llegar a apoyarla hice como que se las tocaba, eso si manteniendo mi porte serio aunque mi primo que venia por detrás con Hakon y Synnove se descojonaban.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
No me podía creer la desfachatez que se gastaban aquellos dos hombres con los que me había topado, ante mi pregunta como si les hubiera contado el mejor chiste del mundo se habían comenzado a reír mientras se miraban y yo los contemplaba con el ceño fruncido, sin duda alguna la definición que me habían dado de ellos era exactamente la que me había encontrado en aquellos dos hombres, por no decir que parecían totalmente divertidos por la situación que se había desarrollado y habían comenzado a hablar alegando que dependiendo de las nalgas que tuviera, mientras que el otro decía que a las que tenían barba las trataban como a hombres... enarqué una ceja incrédula por ello, era imposible que hablaran en serio pero sin embargo sí que lo hacían. Miré al primero cuando dijo que se había quedado anclado mirando mis nalgas mientras con sus manos hacía como que las tocaba poniendo cara de pervertido... por Ra, lo que me estaba conteniendo para no darles sendos puñetazos a cada uno como se estaban mereciendo, pero allí era una invitada y debía de comportarme, al menos, por el momento. Siguiendo con tamaña desfachatez por su parte uno de ellos se bajó los pantalones alegando que si quería empezar mirándole con los ojos mostrando la rabia que me había provocado aquel acto, pasando olímpicamente de sus palabras y chasqueando la lengua mientras ellos se reían, por si eso fuera poco el otro tampoco se quedó callado, ladeó la cabeza y me miró de forma descarada el culo para soltar un “pffff” mientras me indicaba con el dedo que me girara respondiendo así a mi pregunta. Pasé, pasé de ellos porque era lo mejor para el momento aunque cuando los aparté para pasar entre ellos al dar un par de pasos y preguntarme si ya podía subirse los pantalones me giré para mirarlo y soltarle un “ahí no hay nada que poder afilar” que hizo que se riera de él el hombre con el que me había chocado mientras me dirigía a presentarme con el conde.
Por suerte los dos queríamos algo en común y lo cierto es que no me puso pega alguna para quedarme y mezclarme entre sus gentes, conocer su cultura y sus raíces, es más, parecía hasta en cierta medida divertido de que alguien como yo –que aunque viniera de París mi tono de piel y mi condición algo más exótica que la de los propios parisinos dejaba en claro que no lo era- se interesara por su cultura. Él quería que le ayudara con una excavación y yo quería conocer todo cuanto pudiera en primera mano de aquel país así que tras firmar los papeles e invitarme a una fiesta que tenían sobre una ofrenda me alejé para alimentarme, darme un baño y cambiarme de ropa antes de asistir a la fiesta, había demasiada gente y no quería descontrolarme a esas alturas de mi vida como vampira por la sed de sangre. Esperaba no tener que encontrarme a los dos bárbaros de antes, y nunca mejor dicho, porque no solo los delataba su condición física sino también la escasez de modales que se traían y que se gastaban. La fiesta parecía bastante amena y divertida, la gente bebía, reía y cantaba al ritmo de la música mientras parecían esperar a que pasara algo, me mezclé entre la gente no sin pasar por alto algunas miradas que me daban y que encontraba de lo más normal, contrastaba bastante entre todo ellos que tenían la piel más pálida y se notaba que era extranjera, eso no quitó para que me integrara en un pequeño grupo de mujeres antes de que el mismo conde me tomara del brazo para, según él, presentarme al que debía de ser algo así como mi “guardaespaldas”
Estaba en total desacuerdo con ese punto pero él insistía en que los ayudaría y necesitaban mi ayuda, además, la guerra ponía en alerta a todos y no quería jugársela conmigo incluso después de haberle dicho que sabía defenderme perfectamente. Cogí una jarra que me tendió una mujer algo mayor mientras me dejaba conducir hasta que mis ojos se centraron en la persona que iba a ser de guardaespaldas, sus ojos azules chocaron con los míos color miel, unos ojos que ya había visto cuando llegué al palacio y que me había dado de bruces con ellos. Él se acercó hacia donde nos encontrábamos con una jarra en sus manos hasta que se quedó parado delante de nosotros, se me escapó un “tú” que le hizo sonreír de lado mientras se notaba mi descontento por aquella decisión, ¿no tendría otro que ser precisamente él? Por Ra, mi suerte no mejoraba en aquel día y fruncía levemente el ceño. Su respuesta una reverencia frente a mí que me hizo enarcar una ceja cuando dijo que se trataba de un general y que se llamaba Ubbe, pro el apellido podía saber que era familia del conde, miré hacia este un segundo y luego hacia el tal Ubbe quien alegó que hoy cuidaría de que nadie me tocara el culo para luego rectificar y decir que me pusieran una mano encima. El conde le dio una colleja que me hizo soltar una risa entre dientes porque yo le hubiera dado más fuerte y me aseguró que era buen chico pero que era un poco “pazguato” a lo que me tuve que reír afirmando eso mientras sus ojos no dejaban de observar los míos, casi como si fuera un duelo o un desafío.
-Oh, ya he comprobado lo pazguato que es –comenté sin decir demasiado sobre el asunto pero que el conde le lanzó una mirada como si, de alguna forma, supiera que había hecho algo- me sorprende incluso que tenga hasta modales, la otra vez que nos cruzamos me demostró que carecía de ellos al no tenerlos –sonreí de lado llevando la jarra a mis labios para dar un trago a la bebida, me aseguró el conde que se portaría bien y vi que se lamía los labios bajando sus ojos hasta mis labios, los mordí totalmente a posta y resopló por ello... hombres, eran tan fáciles de saber cómo llevarlos y en lo que estaban pensando. Nos dejó a solas ahora que había hecho las presentaciones y llevando su mano a mi espalda me llevó entre la gente notando que bajaba ligeramente su mano hasta dejarla en el peligroso borde donde empezaban mis nalgas, y decía peligroso porque podía serlo para él si osaba tocarme porque esa vez no se iba a librar de un buen puñetazo. Claro que las risas tras mi espalda, sobre todo de aquel con el que le había visto acompañado antes me hizo pensar que algo estaba haciendo y dado que había dicho que le gustaban mis nalgas... no era demasiado difícil pensar qué podría estar queriendo hacer- señorita Zahir para ti –apunté cuando me dijo “egipcia” que sí, lo era, pero él que no me tratara con ciertas confianzas que no tenía- así que... ¿te voy a tener que soportar durante toda la noche? Por Ra, menuda tortura –comenté dando un trago a la jarra de hidromiel que llevaba en las manos para mirarlo de soslayo siguiendo escuchando las risas de fondo- ¿te importaría apartar tus sucias manos de mis nalgas? O las quitas tú o te las quito yo... si las quito yo no será a buenas –dije con voz baja y un poco afilada- podría dejarte sin mano y dado que eres general... –comenté observando todo a mi alrededor- ¿de verdad eres el general? –Rodé los ojos- pobres, compadezco al ejército que mandes entonces –sonreí con cierta malicia volviendo a dar otro trago más a la jarra- tampoco tienes por qué cuidarme esta noche, me puedo cuidar sola... llevo haciéndolo durante muchos años y no me ha pasado nada, creo que podré sobrevivir esta noche sin ti –apunté para ver si así me dejaba pero parecía que la orden de su tío era inamovible y no me iba a quitar ojo de encima, a lo que bufé exasperada por ello sabiendo que tendría que aguantarlo toda la noche- ¿y se supone que eres tú quien me va a explicar y a enseñar todo esto? Estoy apañada entonces –comenté mientras él me seguía llevando siendo seguidos por el otro joven, uno de piel algo más oscura y una joven que iban detrás de nosotros y que al parecer él no iba a presentarme- ¿nos vas a presentar formalmente o solo sabes pensar y decir cosas sobre lo buenas que están las mujeres y como tienen las nalgas? –Parecía que la gente comenzaba a animarse más y más conforme corría la hidromiel por las jarras.
Por suerte los dos queríamos algo en común y lo cierto es que no me puso pega alguna para quedarme y mezclarme entre sus gentes, conocer su cultura y sus raíces, es más, parecía hasta en cierta medida divertido de que alguien como yo –que aunque viniera de París mi tono de piel y mi condición algo más exótica que la de los propios parisinos dejaba en claro que no lo era- se interesara por su cultura. Él quería que le ayudara con una excavación y yo quería conocer todo cuanto pudiera en primera mano de aquel país así que tras firmar los papeles e invitarme a una fiesta que tenían sobre una ofrenda me alejé para alimentarme, darme un baño y cambiarme de ropa antes de asistir a la fiesta, había demasiada gente y no quería descontrolarme a esas alturas de mi vida como vampira por la sed de sangre. Esperaba no tener que encontrarme a los dos bárbaros de antes, y nunca mejor dicho, porque no solo los delataba su condición física sino también la escasez de modales que se traían y que se gastaban. La fiesta parecía bastante amena y divertida, la gente bebía, reía y cantaba al ritmo de la música mientras parecían esperar a que pasara algo, me mezclé entre la gente no sin pasar por alto algunas miradas que me daban y que encontraba de lo más normal, contrastaba bastante entre todo ellos que tenían la piel más pálida y se notaba que era extranjera, eso no quitó para que me integrara en un pequeño grupo de mujeres antes de que el mismo conde me tomara del brazo para, según él, presentarme al que debía de ser algo así como mi “guardaespaldas”
Estaba en total desacuerdo con ese punto pero él insistía en que los ayudaría y necesitaban mi ayuda, además, la guerra ponía en alerta a todos y no quería jugársela conmigo incluso después de haberle dicho que sabía defenderme perfectamente. Cogí una jarra que me tendió una mujer algo mayor mientras me dejaba conducir hasta que mis ojos se centraron en la persona que iba a ser de guardaespaldas, sus ojos azules chocaron con los míos color miel, unos ojos que ya había visto cuando llegué al palacio y que me había dado de bruces con ellos. Él se acercó hacia donde nos encontrábamos con una jarra en sus manos hasta que se quedó parado delante de nosotros, se me escapó un “tú” que le hizo sonreír de lado mientras se notaba mi descontento por aquella decisión, ¿no tendría otro que ser precisamente él? Por Ra, mi suerte no mejoraba en aquel día y fruncía levemente el ceño. Su respuesta una reverencia frente a mí que me hizo enarcar una ceja cuando dijo que se trataba de un general y que se llamaba Ubbe, pro el apellido podía saber que era familia del conde, miré hacia este un segundo y luego hacia el tal Ubbe quien alegó que hoy cuidaría de que nadie me tocara el culo para luego rectificar y decir que me pusieran una mano encima. El conde le dio una colleja que me hizo soltar una risa entre dientes porque yo le hubiera dado más fuerte y me aseguró que era buen chico pero que era un poco “pazguato” a lo que me tuve que reír afirmando eso mientras sus ojos no dejaban de observar los míos, casi como si fuera un duelo o un desafío.
-Oh, ya he comprobado lo pazguato que es –comenté sin decir demasiado sobre el asunto pero que el conde le lanzó una mirada como si, de alguna forma, supiera que había hecho algo- me sorprende incluso que tenga hasta modales, la otra vez que nos cruzamos me demostró que carecía de ellos al no tenerlos –sonreí de lado llevando la jarra a mis labios para dar un trago a la bebida, me aseguró el conde que se portaría bien y vi que se lamía los labios bajando sus ojos hasta mis labios, los mordí totalmente a posta y resopló por ello... hombres, eran tan fáciles de saber cómo llevarlos y en lo que estaban pensando. Nos dejó a solas ahora que había hecho las presentaciones y llevando su mano a mi espalda me llevó entre la gente notando que bajaba ligeramente su mano hasta dejarla en el peligroso borde donde empezaban mis nalgas, y decía peligroso porque podía serlo para él si osaba tocarme porque esa vez no se iba a librar de un buen puñetazo. Claro que las risas tras mi espalda, sobre todo de aquel con el que le había visto acompañado antes me hizo pensar que algo estaba haciendo y dado que había dicho que le gustaban mis nalgas... no era demasiado difícil pensar qué podría estar queriendo hacer- señorita Zahir para ti –apunté cuando me dijo “egipcia” que sí, lo era, pero él que no me tratara con ciertas confianzas que no tenía- así que... ¿te voy a tener que soportar durante toda la noche? Por Ra, menuda tortura –comenté dando un trago a la jarra de hidromiel que llevaba en las manos para mirarlo de soslayo siguiendo escuchando las risas de fondo- ¿te importaría apartar tus sucias manos de mis nalgas? O las quitas tú o te las quito yo... si las quito yo no será a buenas –dije con voz baja y un poco afilada- podría dejarte sin mano y dado que eres general... –comenté observando todo a mi alrededor- ¿de verdad eres el general? –Rodé los ojos- pobres, compadezco al ejército que mandes entonces –sonreí con cierta malicia volviendo a dar otro trago más a la jarra- tampoco tienes por qué cuidarme esta noche, me puedo cuidar sola... llevo haciéndolo durante muchos años y no me ha pasado nada, creo que podré sobrevivir esta noche sin ti –apunté para ver si así me dejaba pero parecía que la orden de su tío era inamovible y no me iba a quitar ojo de encima, a lo que bufé exasperada por ello sabiendo que tendría que aguantarlo toda la noche- ¿y se supone que eres tú quien me va a explicar y a enseñar todo esto? Estoy apañada entonces –comenté mientras él me seguía llevando siendo seguidos por el otro joven, uno de piel algo más oscura y una joven que iban detrás de nosotros y que al parecer él no iba a presentarme- ¿nos vas a presentar formalmente o solo sabes pensar y decir cosas sobre lo buenas que están las mujeres y como tienen las nalgas? –Parecía que la gente comenzaba a animarse más y más conforme corría la hidromiel por las jarras.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Al parecer la egipcia, señorita Zair para mi, era ademas de guapa inteligente y con un oído privilegiado, pues entre la multitud era capaz de escuchar a mis primo partirse el culo acompañado de Hakon y Synnove.
-Señorita Zair, para mi -apunté ladeando la sonrisa -mi mano esta a una distancia prudencial de sus nalgas, prudencial para tus ganas de que la acorte y prudencial para mis ganas de acortarla ¿que me dices? ¿acortamos la distancia?
Si las miradas mataran estaría colgado de una pica,claro que era el general de un ejercito, no es que las palabras de una mujer como ella me amedrentaran.
-¿y como piensa señorita Zair, para mi, matarme? ¿a polvos? -le pregunté lanzandole un bocado mientras apuraba mi jarra y la llenaba en el primer bidón que me encontraba -parece que nos toca pasar juntos toda la noche, se que la idea hace que se te mojen las piernas, pro bueno, es el efecto que produzco en las mujeres, así que tampoco te sientas...incomoda por ello señorita Zair ,para mi.
Ladeé la sonrisa cuando nso detuvimos, no tardaron en alcanzarnos.
-Este, el de la verga corta es Niels, mi primo, hijo del conde. Los otros dos son mis hermanos, Hakon es el simpático de la familia, a madre se le cayó de pequeño y se ha quedado algo oscuro y deformado. Synnove es mi melliza -acerqué mi mano a su oído para susurrar un secreto -yo me lleve la inteligencia y la belleza, ella es lo que sobro tras mi perfección.
Synnove fue la única que me lanzó la jarra a la cabeza, por lo que intuí que el resto estaba de acuerdo con mi descripción, aunque mas bien, Niels estaba atento a dos rubias con las que había quedado en un rato en la taberna y Hakon simplemente se dedicaba respetuoso a saludar a la egipcia con esa educación que aveces no se de donde cojones se sacaba
Mi hermana le dio un capón y tirando de él por el cuello de la camisa lo llevó hasta ella enfrentando sus tempestuosas miradas.
-Siempre están discutiendo, así que tampoco te alarmes, es lo normal, mi hermano mayor en vez de follar, se corre con las peleas, es un hecho.
Esta vez fueron los dos los que me lanzaron un puñetazo mientras Niels que había vuelto a la conversación se descojonaba apurando su segunda jarra.
Nos largamos hacia la taberna haciendo paradas en todas las hogueras para bailar entre risas, vaciando jarras. Mis ojos no se apartaban de los desiertos de la morena, mientras nos movíamos al ritmo del fuego con el alcohol corriendo por mis venas. Mi mano la acercó por la cintura, pegando nuestros cuerpos.
-Señorita Zair, para mi, ¿no tienes un nombre, que pueda pronunciar borracho? -pregunté con mis ojos puestos en su boca.
Noté un tirón en ese momento, en el que nuestros alientos combustionaban, ladeé la sonrisa al ver a una morena que bajo la capucha fácilmente reconocía, sus pardos rasgados se hundieron en los míos con fijeza.
-¿Ya estas tonteando con otra? -me preguntó moviendo sus caderas contra mi ya abultada hombría.
-Ya me conoces -contesté con indiferencia.
Su boca colisionó con la mía, beso que se prolongó en tiempo y en espacio, aunque no pude evitar abrir los ojos y buscarla a ella.
-Señorita Zair, para mi -apunté ladeando la sonrisa -mi mano esta a una distancia prudencial de sus nalgas, prudencial para tus ganas de que la acorte y prudencial para mis ganas de acortarla ¿que me dices? ¿acortamos la distancia?
Si las miradas mataran estaría colgado de una pica,claro que era el general de un ejercito, no es que las palabras de una mujer como ella me amedrentaran.
-¿y como piensa señorita Zair, para mi, matarme? ¿a polvos? -le pregunté lanzandole un bocado mientras apuraba mi jarra y la llenaba en el primer bidón que me encontraba -parece que nos toca pasar juntos toda la noche, se que la idea hace que se te mojen las piernas, pro bueno, es el efecto que produzco en las mujeres, así que tampoco te sientas...incomoda por ello señorita Zair ,para mi.
Ladeé la sonrisa cuando nso detuvimos, no tardaron en alcanzarnos.
-Este, el de la verga corta es Niels, mi primo, hijo del conde. Los otros dos son mis hermanos, Hakon es el simpático de la familia, a madre se le cayó de pequeño y se ha quedado algo oscuro y deformado. Synnove es mi melliza -acerqué mi mano a su oído para susurrar un secreto -yo me lleve la inteligencia y la belleza, ella es lo que sobro tras mi perfección.
Synnove fue la única que me lanzó la jarra a la cabeza, por lo que intuí que el resto estaba de acuerdo con mi descripción, aunque mas bien, Niels estaba atento a dos rubias con las que había quedado en un rato en la taberna y Hakon simplemente se dedicaba respetuoso a saludar a la egipcia con esa educación que aveces no se de donde cojones se sacaba
Mi hermana le dio un capón y tirando de él por el cuello de la camisa lo llevó hasta ella enfrentando sus tempestuosas miradas.
-Siempre están discutiendo, así que tampoco te alarmes, es lo normal, mi hermano mayor en vez de follar, se corre con las peleas, es un hecho.
Esta vez fueron los dos los que me lanzaron un puñetazo mientras Niels que había vuelto a la conversación se descojonaba apurando su segunda jarra.
Nos largamos hacia la taberna haciendo paradas en todas las hogueras para bailar entre risas, vaciando jarras. Mis ojos no se apartaban de los desiertos de la morena, mientras nos movíamos al ritmo del fuego con el alcohol corriendo por mis venas. Mi mano la acercó por la cintura, pegando nuestros cuerpos.
-Señorita Zair, para mi, ¿no tienes un nombre, que pueda pronunciar borracho? -pregunté con mis ojos puestos en su boca.
Noté un tirón en ese momento, en el que nuestros alientos combustionaban, ladeé la sonrisa al ver a una morena que bajo la capucha fácilmente reconocía, sus pardos rasgados se hundieron en los míos con fijeza.
-¿Ya estas tonteando con otra? -me preguntó moviendo sus caderas contra mi ya abultada hombría.
-Ya me conoces -contesté con indiferencia.
Su boca colisionó con la mía, beso que se prolongó en tiempo y en espacio, aunque no pude evitar abrir los ojos y buscarla a ella.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
No podía creerme que me hubiera tocado a aquel hombre para que “cuidara” de mí por aquella noche y encima me enseñara todo aquello, me explicara las ofrendas y me introdujera un poco más en su cintura... desde luego no era mi día de suerte porque después del encuentro que habíamos tenido lo menos que quería era volver a encontrármelo, mucho menos chocarme con él y de la forma en que él quería que nos chocáramos. Pero ahí estaba, su brazo pasaba por mi espalda para conducirme entre la gente mientras no solo era como mi protección, sino que además me tenía que explicar todo lo que yo quisiera preguntarle. No sabía si el conde había sabía lo que estaba haciendo y por el apellido que él ostentaba era más que claro que tenía relación directa con él, por lo que quizás fuera por eso mismo que me lo había puesto para velar por mi seguridad aun cuando yo era lo suficientemente capaz como valerme por mi misma, desde hacía muchos años ya lo estaba haciendo y no había habido problema alguno, dudaba que empezara a tenerlo ahora. Siendo vampira y con las habilidades que tenía podía escuchar a los que venían tras nosotros reírse, en especial, a aquel con el que también me había topado mientras nos movíamos entre la multitud y las jarras iban y venían comenzando a amenizar el ambiente y no solo eso, sino que propiciaba un cambio significativo en las gentes que habían acudido allí, más animados, mucho más liberales. Desde luego sus costumbres distaban mucho de las mías o de las parisinas, que aunque también eran liberales no lo eran ni de lejos como los norteños.
Lo miré cuando me llamó como le había dicho añadiendo el “para mí” que me hizo enarcar una ceja por ello, para luego ver que de una forma descarada decía que su mano estaba a una distancia prudencial, para que yo quisiera que la acortara y para él querer acortarla... no me podía creer la tremenda desfachatez ante sus descaradas palabras y ante su pregunta que me hizo mirarlo como si quisiera matarlo en esos momentos, ¿se podía ser más descarado? Pues como si hubiera podido escuchar la pregunta que me hice a mí misma preguntó que cómo pensaba matarlo, algo que yo no le había dicho en ningún momento, pero que obviamente por mi cara pudo deducir que la respuesta a esa pregunta era un “no” rotundo... que no pensaba matarlo a polvos porque lo que más quería era alejarme de él y el hecho de pensar en los dos haciendo aquello... me mordí el labio por ello y bebí otro trago más de la jarra que tenía casi acabando con ella, parecía que aquella noche iba a necesitar bastante el alcohol si tenía que estar con él durante lo que durara esta, esperaba sinceramente poder librarme de él cuanto antes porque me enervaba con cada cosa que decía, con cada mirada que me echaba y desde luego que no me hizo gracia que lanzara bocados hacia mí como si pensara morderme o comerme, aunque por sus palabras de la anterior vez y de esta, me dejaba en claro que no le importaría comerme. Por si aquello no fuera todo cuanto tuvo para decir, se atrevió con ese descaro que parecía tener en su forma de ser, que la idea de pasar juntos la noche hacía que se me mojaran las piernas, que no me incomodara por eso y que ese era el efecto que producía en las mujeres... gruñí levemente ante su descaro mientras él parecía divertido así que llevé mis manos al cuello de la camisa que llevaba y sin contemplación alguna estampé su espalda contra una de las paredes sin importarme que le hubiera podido hacer daño.
-Eres un insolente, descarado, desvergonzado, engreído, osado y vanidoso vikingo, ¿crees que me apetece que precisamente tú tengas que estar vigilándome o enseñándome esto? –Inquirí mirándolo- lo cierto es que no, y más te vale dejar a un lado cualquier insinuación sobre tú y yo juntos como si pudiera pasar algo porque me canso de tus bravuconas tonterías, y de seguir así me importa muy poco que puedas ser un guerrero o el general de un ejército –lo repasé con la mirada de forma rápida mientras lo tenía contra la pared- no dudaría en machacarte, así que no juegues con fuego porque acabarás reducido a cenizas –lo miré con los ojos color fuego brillando de pura furia y lo solté cogiendo otra de las jarras para beber mientras los que nos habían estado siguiendo se acercaban hacia donde estaban. Me presentó a su primo Niels, con el que había topado antes, diciéndome que era el hijo del conde así que tal y como había pensado él era de su familia, ni más ni menos que el conde era su tío. Luego me presentó a sus hermanos siendo el moreno el más educado de todos y al que me presenté con una sonrisa porque distaba mucho de ser como los otros dos- encantada Hakon, al menos él tiene mucha más educación de la que tú jamás podrías llegar a tener –solté mirándolo para centrarme luego en su melliza, a diferencia de él era morena con los ojos castaños y cuando me susurró eso al oído enarqué una ceja para reírme cuando le lanzó una jarra a la cabeza- yo le hubiera derramado el contenido encima –espeté mirándola con una sonrisa divertida en los labios- tú melliza sin duda se llevó toda la guapura de los dos, no hay más que veros para darse cuenta –esta se rió por mis palabras para luego ver cómo iban desapareciendo hasta dejarnos a solas de nuevo, lancé un suspiro por ello- de vuelta a la tortura –murmuré para dejar que me guiara de nuevo por las diferentes hogueras de camino a la taberna, no paraba de preguntarle sobre la fiesta y demás porque también quería aprender de su cultura así que de camino las jarras se sucedían de forma consecutiva, bailando en cada una de las hogueras donde cogíamos otra jarra de nuevo y bebíamos, bailando al calor del fuego de las hogueras creando sombras a nuestro alrededor, yo miraba cómo es que se bailaba para intentarlo y tras un par de veces ya había pillado totalmente el truco a aquello. El vikingo no apartaba sus ojos de los míos, me buscaba en cada ocasión y lo cierto es que nuestros ojos se encontraron en más de una ocasión en aquella noche, fue en ese momento que su mano rodeó mi cintura y me pegó hacia su cuerpo caliente por las jarras que se había tomado. Por enésima vez me llamó “señorita Zahir para mí” haciendo alusión de forma divertida para él a cómo le había dicho que tenía que llamarme para preguntarme si tenía un nombre que pudiera pronunciar borracho fijando sus ojos en mis labios, los mordí a posta provocándolo solamente porque me divertía ese hecho y sonreí negando con la cabeza- apenas puedes pronunciar bien mi apellido como para decirte mi nombre –fue cuando noté de nuevo ese olor que había sentido con anterioridad cuando me lo había cruzado, una joven captó su atención haciendo que se girara hacia ella, llevaba una capucha puesta pero incluso así su olor era tan patente para mí que supe inmediatamente lo que era: una loba. Arrugué la nariz ante su olor y comprendí que ese era el matiz que antes había captado en su piel, la morena se acercó a él y buscó sus labios para besarlo, hice un mohín por eso y bebí de la jarra dándoles espacio porque quizás si tenía suerte ella misma haría que pudiera librarme de él por un rato, solo volví a poner mis ojos sobre él cuando sentí que sus ojos azules me buscaban y me miraban aun besando a la morena, sonreí de lado con cierta diversión porque pese a estar con la otra sus ojos me buscaban, levanté la jarra y le dije “adiós” con la mano para hacerle saber que me largaba y lo dejaba allí, total no lo necesitaba para nada porque podía defenderme perfectamente y así me libraba de su compañía, era demasiado engreído y vanidoso y como hubiera seguido por el camino que llevaba hubiera acabado mal la noche.
Me alejé de allí mezclándome con la gente para que se entretuviera con la otra morena y me dejara a mí un poco tranquila, estaba demasiado convencido con respecto a que quizás podría pasar algo pero estaba de los más equivocado, pero me hacía gracia que lo pensara, cuanto más lo hiciera más grande sería su caída, si seguía pensando que podía colarse entre mis piernas se había topado con la horma de su zapato, porque eso no pasaría bajo ningún concepto. La gente iba demasiado animada para esos entonces, habían bebido muchas jarras y la actitud liberal que tenían salió a relucir cuando me encontré con varias personas teniendo sexo a la vista de todos, sin duda se llevaban la palma en ese aspecto, mucho más liberales que en París. El alcohol había hecho de las suyas en ese momento y aunque yo era una vampira y lo toleraba bien lo cierto es que me había entrado cierta sed, y no de más alcohol precisamente. Encontrar una presa en esas condiciones para saciar un poco la sed no fue una tarea demasiado complicado, cuatro frases en el tono justo y correcto, un par de miradas y ya tenía a un hombre alto y corpulento que me había tomado del brazo para llevarme a un lugar aparte para lo que él creía que sería una noche de diversión, bueno... para él no lo sería pero para mí sí. Nos alejamos un poco, lo suficiente para que nadie se diera cuenta de lo que pretendía hacer, y contra una de las paredes de aquel lugar el hombre me arrinconó contra la pared, lo cierto es que no tenía miedo alguno ni corría peligro tampoco porque en su estado –y aunque no fuera borracho- podría con él como quisiera. Cambié las tornas y lo dejé contra la pared, le gustó mi acción porque se rió y sus manos fueron a mis nalgas, manos que aparté de un manotazo para pedirle que se quedara quieto, mis dedos en su pelo apartaron hacia un lado su cuello y dejando mis labios por el lugar sintiendo la sangre correr por su vena lamí su yugular para luego clavar los colmillos haciendo que la sangre brotara. Emitió un jadeo y su brazo me pegó más de la cintura, estaba tan borracho que ni se enteraba de lo que le hacía y el mordisco le producía cierto placer. Finalmente acabé de beber lo suficiente, apenas fue un poco, y lo dejé caer al suelo dejándolo tumbado cuando sentí una presencia que ya conocía al principio de la calle, observando. Mis ojos se fijaron en él y lamí mis labios limpiando la sangre que había en ellos.
-¿No podías haberte quedado con la morena un rato más? –Pregunté observándolo- tú tío no se tendría que haber enterado de que no cumpliste con lo que te pidió, no al menos que se lo hubieras dicho tú –comenté ladeando un poco la cabeza- tenías que seguirme ¿verdad? No has podido evitarlo, ¡oh, espera! No me digas que eso es lo que has durado mientras te la tirabas... qué decepción –comenté con tono divertido avanzando lentamente hacia él viendo que miraba al hombre tendido en el suelo- tranquilo, sigue con vida, no lo he matado... mañana no se acordará de nada –seguí avanzando sin apartar mis ojos de los suyos viendo que el enterarse de lo que yo era para él no era una sorpresa, lo que quería decir que quizás sabía lo que la morena era y que se había topado con más vampiros- ¿qué haces aquí, general? ¿Acaso quieres ser tú mi próxima víctima? –Pregunté estando ya delante de él, repasando mis labios con la lengua así también como mis colmillos sin apartar mis ojos de los suyos azules.
Lo miré cuando me llamó como le había dicho añadiendo el “para mí” que me hizo enarcar una ceja por ello, para luego ver que de una forma descarada decía que su mano estaba a una distancia prudencial, para que yo quisiera que la acortara y para él querer acortarla... no me podía creer la tremenda desfachatez ante sus descaradas palabras y ante su pregunta que me hizo mirarlo como si quisiera matarlo en esos momentos, ¿se podía ser más descarado? Pues como si hubiera podido escuchar la pregunta que me hice a mí misma preguntó que cómo pensaba matarlo, algo que yo no le había dicho en ningún momento, pero que obviamente por mi cara pudo deducir que la respuesta a esa pregunta era un “no” rotundo... que no pensaba matarlo a polvos porque lo que más quería era alejarme de él y el hecho de pensar en los dos haciendo aquello... me mordí el labio por ello y bebí otro trago más de la jarra que tenía casi acabando con ella, parecía que aquella noche iba a necesitar bastante el alcohol si tenía que estar con él durante lo que durara esta, esperaba sinceramente poder librarme de él cuanto antes porque me enervaba con cada cosa que decía, con cada mirada que me echaba y desde luego que no me hizo gracia que lanzara bocados hacia mí como si pensara morderme o comerme, aunque por sus palabras de la anterior vez y de esta, me dejaba en claro que no le importaría comerme. Por si aquello no fuera todo cuanto tuvo para decir, se atrevió con ese descaro que parecía tener en su forma de ser, que la idea de pasar juntos la noche hacía que se me mojaran las piernas, que no me incomodara por eso y que ese era el efecto que producía en las mujeres... gruñí levemente ante su descaro mientras él parecía divertido así que llevé mis manos al cuello de la camisa que llevaba y sin contemplación alguna estampé su espalda contra una de las paredes sin importarme que le hubiera podido hacer daño.
-Eres un insolente, descarado, desvergonzado, engreído, osado y vanidoso vikingo, ¿crees que me apetece que precisamente tú tengas que estar vigilándome o enseñándome esto? –Inquirí mirándolo- lo cierto es que no, y más te vale dejar a un lado cualquier insinuación sobre tú y yo juntos como si pudiera pasar algo porque me canso de tus bravuconas tonterías, y de seguir así me importa muy poco que puedas ser un guerrero o el general de un ejército –lo repasé con la mirada de forma rápida mientras lo tenía contra la pared- no dudaría en machacarte, así que no juegues con fuego porque acabarás reducido a cenizas –lo miré con los ojos color fuego brillando de pura furia y lo solté cogiendo otra de las jarras para beber mientras los que nos habían estado siguiendo se acercaban hacia donde estaban. Me presentó a su primo Niels, con el que había topado antes, diciéndome que era el hijo del conde así que tal y como había pensado él era de su familia, ni más ni menos que el conde era su tío. Luego me presentó a sus hermanos siendo el moreno el más educado de todos y al que me presenté con una sonrisa porque distaba mucho de ser como los otros dos- encantada Hakon, al menos él tiene mucha más educación de la que tú jamás podrías llegar a tener –solté mirándolo para centrarme luego en su melliza, a diferencia de él era morena con los ojos castaños y cuando me susurró eso al oído enarqué una ceja para reírme cuando le lanzó una jarra a la cabeza- yo le hubiera derramado el contenido encima –espeté mirándola con una sonrisa divertida en los labios- tú melliza sin duda se llevó toda la guapura de los dos, no hay más que veros para darse cuenta –esta se rió por mis palabras para luego ver cómo iban desapareciendo hasta dejarnos a solas de nuevo, lancé un suspiro por ello- de vuelta a la tortura –murmuré para dejar que me guiara de nuevo por las diferentes hogueras de camino a la taberna, no paraba de preguntarle sobre la fiesta y demás porque también quería aprender de su cultura así que de camino las jarras se sucedían de forma consecutiva, bailando en cada una de las hogueras donde cogíamos otra jarra de nuevo y bebíamos, bailando al calor del fuego de las hogueras creando sombras a nuestro alrededor, yo miraba cómo es que se bailaba para intentarlo y tras un par de veces ya había pillado totalmente el truco a aquello. El vikingo no apartaba sus ojos de los míos, me buscaba en cada ocasión y lo cierto es que nuestros ojos se encontraron en más de una ocasión en aquella noche, fue en ese momento que su mano rodeó mi cintura y me pegó hacia su cuerpo caliente por las jarras que se había tomado. Por enésima vez me llamó “señorita Zahir para mí” haciendo alusión de forma divertida para él a cómo le había dicho que tenía que llamarme para preguntarme si tenía un nombre que pudiera pronunciar borracho fijando sus ojos en mis labios, los mordí a posta provocándolo solamente porque me divertía ese hecho y sonreí negando con la cabeza- apenas puedes pronunciar bien mi apellido como para decirte mi nombre –fue cuando noté de nuevo ese olor que había sentido con anterioridad cuando me lo había cruzado, una joven captó su atención haciendo que se girara hacia ella, llevaba una capucha puesta pero incluso así su olor era tan patente para mí que supe inmediatamente lo que era: una loba. Arrugué la nariz ante su olor y comprendí que ese era el matiz que antes había captado en su piel, la morena se acercó a él y buscó sus labios para besarlo, hice un mohín por eso y bebí de la jarra dándoles espacio porque quizás si tenía suerte ella misma haría que pudiera librarme de él por un rato, solo volví a poner mis ojos sobre él cuando sentí que sus ojos azules me buscaban y me miraban aun besando a la morena, sonreí de lado con cierta diversión porque pese a estar con la otra sus ojos me buscaban, levanté la jarra y le dije “adiós” con la mano para hacerle saber que me largaba y lo dejaba allí, total no lo necesitaba para nada porque podía defenderme perfectamente y así me libraba de su compañía, era demasiado engreído y vanidoso y como hubiera seguido por el camino que llevaba hubiera acabado mal la noche.
Me alejé de allí mezclándome con la gente para que se entretuviera con la otra morena y me dejara a mí un poco tranquila, estaba demasiado convencido con respecto a que quizás podría pasar algo pero estaba de los más equivocado, pero me hacía gracia que lo pensara, cuanto más lo hiciera más grande sería su caída, si seguía pensando que podía colarse entre mis piernas se había topado con la horma de su zapato, porque eso no pasaría bajo ningún concepto. La gente iba demasiado animada para esos entonces, habían bebido muchas jarras y la actitud liberal que tenían salió a relucir cuando me encontré con varias personas teniendo sexo a la vista de todos, sin duda se llevaban la palma en ese aspecto, mucho más liberales que en París. El alcohol había hecho de las suyas en ese momento y aunque yo era una vampira y lo toleraba bien lo cierto es que me había entrado cierta sed, y no de más alcohol precisamente. Encontrar una presa en esas condiciones para saciar un poco la sed no fue una tarea demasiado complicado, cuatro frases en el tono justo y correcto, un par de miradas y ya tenía a un hombre alto y corpulento que me había tomado del brazo para llevarme a un lugar aparte para lo que él creía que sería una noche de diversión, bueno... para él no lo sería pero para mí sí. Nos alejamos un poco, lo suficiente para que nadie se diera cuenta de lo que pretendía hacer, y contra una de las paredes de aquel lugar el hombre me arrinconó contra la pared, lo cierto es que no tenía miedo alguno ni corría peligro tampoco porque en su estado –y aunque no fuera borracho- podría con él como quisiera. Cambié las tornas y lo dejé contra la pared, le gustó mi acción porque se rió y sus manos fueron a mis nalgas, manos que aparté de un manotazo para pedirle que se quedara quieto, mis dedos en su pelo apartaron hacia un lado su cuello y dejando mis labios por el lugar sintiendo la sangre correr por su vena lamí su yugular para luego clavar los colmillos haciendo que la sangre brotara. Emitió un jadeo y su brazo me pegó más de la cintura, estaba tan borracho que ni se enteraba de lo que le hacía y el mordisco le producía cierto placer. Finalmente acabé de beber lo suficiente, apenas fue un poco, y lo dejé caer al suelo dejándolo tumbado cuando sentí una presencia que ya conocía al principio de la calle, observando. Mis ojos se fijaron en él y lamí mis labios limpiando la sangre que había en ellos.
-¿No podías haberte quedado con la morena un rato más? –Pregunté observándolo- tú tío no se tendría que haber enterado de que no cumpliste con lo que te pidió, no al menos que se lo hubieras dicho tú –comenté ladeando un poco la cabeza- tenías que seguirme ¿verdad? No has podido evitarlo, ¡oh, espera! No me digas que eso es lo que has durado mientras te la tirabas... qué decepción –comenté con tono divertido avanzando lentamente hacia él viendo que miraba al hombre tendido en el suelo- tranquilo, sigue con vida, no lo he matado... mañana no se acordará de nada –seguí avanzando sin apartar mis ojos de los suyos viendo que el enterarse de lo que yo era para él no era una sorpresa, lo que quería decir que quizás sabía lo que la morena era y que se había topado con más vampiros- ¿qué haces aquí, general? ¿Acaso quieres ser tú mi próxima víctima? –Pregunté estando ya delante de él, repasando mis labios con la lengua así también como mis colmillos sin apartar mis ojos de los suyos azules.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
La egipcia era francamente como insoportable, como un grano en el culo, no podía quedarse quieta, aprovechó el menos descuido para perderse entre el bullicio dejándome atrás con la loba.
Un manotazo en el culo de esta y un gruñido fue cuanto le regale a Bry antes de emprender camino para cumplir la misión encomendada por mi tío, vigilar a la morena de mal carácter.
Fui apartando a la gente buscando de derecha a izquierda a una dama como ella, esperaba que no me costara en exceso pues allí en el norte nadie tenia aquel aspecto tan exótico.
Tras un buen rato me pareció ver su estela colándose por un callejón con un hombre bastante ebrio y posiblemente con ganas de follársela, no lo culpaba la señorita Zahir, para mi estaba muy follable.
Encaminé hacia allí mis pasos, no solo porque mi tío así me lo había pedido si no porque ella me había arruinado el polvo y yo pensaba hacer lo mismo.
Mi sorpresa vino cuando al entrar en ese callejón apenas iluminado por las luces de las hogueras de fuera y esa media luna que el dio sol nos otorgaba vi a la egipcia con sus ojos rojos como el mismo fuego relamiéndose los labios.
El tipo estaba tirado en el suelo, no necesité la confirmación mas evidente del día, seguía con vida, era un guerrero, conocía cuando un muerto se abría paso ante mis pies y el movimiento de la respiración de este era demasiado evidente.
Se acercó a mi, creo que con la esperanza de que su acción lograra intimidarme, algo que no paso.
Ladeé la sonrisa ante sus estúpidas palabras.
-¿quieres probar mi aguante en la cama? -pregunté sin dejar de contemplar esa mirada que ahora me devolvía completamente excitada -¿tu próxima victima?
Me eche a reír a carcajadas, como chiste cómico no tenia precio, quizás tuviera la absurda idea de que ser un vampiro me dejaba en una clara posición de inferioridad, es mas, quizás en lo referente a fuerza y destreza así era, pero, yo era hijo de Erled Cannif, un vampiro ¿como no imaginar que padre se habría preocupado muy mucho de enseñarnos como darles muerte a los de su especie?
-Ten cuidado con a quien amenazas egipcia -escupí inmóvil frente a ella -yo no soy ese -añadí señalando al suelo del callejón.
Si las miradas pudieran ser blandidas como espadas ahora mismo las nuestras se batirían de forma encarnizada, entre nosotros las cosas no habían empezado bien.
-Eres una estirada, mas te vale adaptarte a esto preciosa, creo que has viajado para estudiar mi cultura, pues yo soy uno de los mejores especímenes que hallaras en ella...si quieres estudiarme mas de cerca -susurré arrinconado de golpe contra la pared del callejón, mi cuerpo se trasformo en su cárcel, mi martillo alzado choco con su centro mientras mis manso raudas la alzaban de las nalgas para subirla sobre mi a horcajadas.
Mis labios fueron directos a su oído, lascivas arrastre mis palabras.
-No vuelvas a amenazarme egipcia
Escasa la distancia entre nuestros rostros su cuerpo gélido como el mismo norte se perdía en el candor humano. El alcohol corría enérgico por mis venas, posiblemente a mi tío no le gustaría como su invitada estaba siendo tratada, pero yo no llevaba bien un desafió y esa mujer era uno que no me daba tregua.
-¿que quieres que te enseñé? -susurré contra sus labios
A fin de cuentas yo era su guía esa noche.
Un manotazo en el culo de esta y un gruñido fue cuanto le regale a Bry antes de emprender camino para cumplir la misión encomendada por mi tío, vigilar a la morena de mal carácter.
Fui apartando a la gente buscando de derecha a izquierda a una dama como ella, esperaba que no me costara en exceso pues allí en el norte nadie tenia aquel aspecto tan exótico.
Tras un buen rato me pareció ver su estela colándose por un callejón con un hombre bastante ebrio y posiblemente con ganas de follársela, no lo culpaba la señorita Zahir, para mi estaba muy follable.
Encaminé hacia allí mis pasos, no solo porque mi tío así me lo había pedido si no porque ella me había arruinado el polvo y yo pensaba hacer lo mismo.
Mi sorpresa vino cuando al entrar en ese callejón apenas iluminado por las luces de las hogueras de fuera y esa media luna que el dio sol nos otorgaba vi a la egipcia con sus ojos rojos como el mismo fuego relamiéndose los labios.
El tipo estaba tirado en el suelo, no necesité la confirmación mas evidente del día, seguía con vida, era un guerrero, conocía cuando un muerto se abría paso ante mis pies y el movimiento de la respiración de este era demasiado evidente.
Se acercó a mi, creo que con la esperanza de que su acción lograra intimidarme, algo que no paso.
Ladeé la sonrisa ante sus estúpidas palabras.
-¿quieres probar mi aguante en la cama? -pregunté sin dejar de contemplar esa mirada que ahora me devolvía completamente excitada -¿tu próxima victima?
Me eche a reír a carcajadas, como chiste cómico no tenia precio, quizás tuviera la absurda idea de que ser un vampiro me dejaba en una clara posición de inferioridad, es mas, quizás en lo referente a fuerza y destreza así era, pero, yo era hijo de Erled Cannif, un vampiro ¿como no imaginar que padre se habría preocupado muy mucho de enseñarnos como darles muerte a los de su especie?
-Ten cuidado con a quien amenazas egipcia -escupí inmóvil frente a ella -yo no soy ese -añadí señalando al suelo del callejón.
Si las miradas pudieran ser blandidas como espadas ahora mismo las nuestras se batirían de forma encarnizada, entre nosotros las cosas no habían empezado bien.
-Eres una estirada, mas te vale adaptarte a esto preciosa, creo que has viajado para estudiar mi cultura, pues yo soy uno de los mejores especímenes que hallaras en ella...si quieres estudiarme mas de cerca -susurré arrinconado de golpe contra la pared del callejón, mi cuerpo se trasformo en su cárcel, mi martillo alzado choco con su centro mientras mis manso raudas la alzaban de las nalgas para subirla sobre mi a horcajadas.
Mis labios fueron directos a su oído, lascivas arrastre mis palabras.
-No vuelvas a amenazarme egipcia
Escasa la distancia entre nuestros rostros su cuerpo gélido como el mismo norte se perdía en el candor humano. El alcohol corría enérgico por mis venas, posiblemente a mi tío no le gustaría como su invitada estaba siendo tratada, pero yo no llevaba bien un desafió y esa mujer era uno que no me daba tregua.
-¿que quieres que te enseñé? -susurré contra sus labios
A fin de cuentas yo era su guía esa noche.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Parecía que no iba a librarme de aquel maldito vikingo ni siquiera cuando lo había dejado en aquel lugar junto a aquella loba, momento en el que entendí por qué había captado esa esencia en él y comprendí que era de ella, así que aprovechando que parecía bastante entretenido me alejé de allí en busca de alguna presa con la que saciar la sed de sangre, y lo cierto es que conforme estaba allí la gente no fue demasiado difícil encontrar a alguien para poder alimentarme, tampoco necesitaba demasiado porque con un par de sorbos y de tragos sería más que suficiente. Unas palabras adecuadas, el tono justo, unas miradas y unas sonrisas y ya tenía a la víctima de la noche de la cual alimentarme. Sinceramente ni siquiera pensé en que aquel maldito general volviera porque pensaba que se mantendría ocupado con la otra y aproveché esos momentos para estar completamente a solas y libre. Un callejón de cerca de donde nos encontrábamos fue el lugar perfecto para arrinconarlo contra la pared y entre juegos, o lo que el pobre idiota pensaban que eran juegos antes de que sus manos comenzaran a alzar mi vestido, mis colmillos ya estaban en su cuello traspasando su piel y alimentándome de su sangre. No me gustaba demasiado alimentarme de aquellos que iban tan ebrios como él pero, a falta de encontrar uno que no lo estuviera, aquel era mi única opción. Llevaba mucho alcohol en su sangre y esta había perdido parte de su sabor con ello pero igualmente lo necesitaba para seguir aquella noche, algo me hacía pensar que el general no se entretendría demasiado con la loba y que seguramente empezaría a buscarme, algo que no quería que pasara pero que temía que sería así. Era un general, en él seguramente estaría dar órdenes pero también recibirlas y sobre todo cuando era su tío el conde quien se la había dado.
Dicho y hecho, como si hubiera sido convocado por mis propios pensamientos, justo en la entrada del callejón apareció su figura justo cuando el otro vikingo caía al suelo sumido en la inconsciencia, cuando despertara tendría un dolor de cabeza pero no recordaría absolutamente nada de lo que hubiera pasado. Lamí mis labios llevando mis ojos ahora rojos como el mismo fuego de las hogueras hacia los suyos del color del cielo, nuestras miradas se encontraron y vi que miraba al hombre que había dejado en el suelo pero seguía con vida, era una invitada allí y no se me ocurriría matar a ninguno de los norteños que me habían acogido, eso era algo que no hacía falta que ni el conde me dijera, pero de alguien tendría que alimentarme para pasar el tiempo que estuviera entre aquellas tierras. Avancé hacia él sin prisa alguna con nuestras miradas clavadas la una en la otra hasta quedarme solamente a un par de pasos de distancia el uno con el otro, su sonrisa ladeada la tenía pintada en el rostro y pareció que más bien mis palabras le habían hecho gracia más que otra cosa, porque parecía divertido frente a mí mientras me contemplaba en aquel callejón donde las sombras de la hoguera creaban extrañas figuras que danzaban en las paredes y que nos bañaban a los dos iluminándonos tenuemente.
Enarqué una ceja cuando me preguntó si quería probar su aguante en la cama y comenzó a reírse por mis palabras sobre si quería ser mi próxima víctima sin saber dónde le encontraba precisamente él la gracia a todo aquello. Aunque él fuera un guerrero yo era una vampira y por mucho entrenamiento que él tuviera mi velocidad no podía compararse con la suya, tampoco mi fuerza que era muy superior y si quisiera... sí, ¿por qué no podría ser mí víctima? Lo tendría demasiado fácil dada la predisposición que él tenía para querer algo conmigo, para buscar algo más o al menos es lo que decía pero la forma en la que me miraba no era algo que me pasara desapercibida. Lo contemplé mientras se reía como si le hubiera contado el mejor chiste del mundo y mordí mi labio observándolo dejando que se riera, que lo hiciera cuanto quisiera pero había algo que decía que “quien ríe el último ríe mejor”, y eso era precisamente lo que pasaría, al final sería yo quien acabaría riéndose por lo que sucediera y entonces no me iba a privar de hacérselo recordar. Tan pronto como cesó de reírse me recordó, o más bien me amenazó, con que tuviera cuidado a quien amenazaba y haciendo un gesto con su cabeza hacia el hombre que había tumbado en el callejón me dijo que él no era aquel hombre. Eso era algo obvio cuando él seguía de pie frente a mí y el otro estaba tumbado, nos desafiamos de nuevo tan solo con la mirada, desde luego no habíamos empezado bien pero la culpa la había tenido enteramente él por la forma en la que tuvo de comportarse. Se atrevió a decirme que era una estirada y abrí ligeramente mis labios por eso sin creer que tuviera la gran desfachatez de decirme algo como eso, y esa vez fui yo la que soltó una risa de lo más irónica.
-¿Qué soy qué? –Pregunté dando un paso hacia él enarcando una ceja sin dejar de mirarlo, con mis ojos demostrando que me volvía a enfadar de nuevo con sus palabras- Sí, he venido a estudiar vuestra cultura pero eso no quiere decir que me comporte como las gentes de aquí, esa es la sutil diferencia. Me adapto sin ningún problema pero dejarme decirte una cosa, que me adapte no significa que me abra de piernas como las demás quizás hagan contigo a la primera de cambio, listillo –le di un leve golpe en la frente con mi dedo para luego notar que mi espalda chocaba contra la pared del callejón, su cuerpo se pegaba al mío diciendo que él era el mejor espécimen que hallaría allí haciendo que volviera a reírme de nuevo por sus palabras, era un vanidoso y al parecer su ego no conocía parangón alguno, pero ya me encargaría yo de bajarle los humos que tenía. Pegó su cadera a la mía haciendo que notara su miembro, duro y excitado, y sus manos fueron a mis nalgas para alzarlas de forma que tuviera que rodear mis piernas entorno a su cintura, sus labios fueron a mi oreja para susurrarme en tono bajo y ronco que no volviera a amenazarle, algo que me hizo sonreír de lado con cierta diversión. En cuanto separó sus labios de mi oído le di un guantazo en el rostro por haberse atrevido no solo a acorralarme, sino por decir que era una estrecha y porque ya le había dicho que si volvía a tocarme pondría medidas, y sus manos estaban bien posicionadas en mis nalgas- y yo te dije que ni se te ocurriera ponerme una mano encima –mis dedos los enredé en su pelo y tiré su rostro hacia atrás elevando así su rostro tensando su cuello y aunque quisiera ponerse bien mi fuerza era mayor a la suya- oh, ¿no te gusta que te amenace? Yo creo más bien que es algo que te encanta, seguro que todas las mujeres que has conocido han caído rendidas a tus pies con solo chasquear los dedos... pero yo te presento un verdadero desafío ¿no es así? –Dejé que mi aliento gélido diera contra sus labios- seguro que ninguna mujer se te ha resistido tanto y estás acostumbrado a que se postren ante ti... pero yo no soy como ellas, conmigo no va a pasar eso –hice una leve pausa- ¿de verdad que no quieres ser mi víctima? Estoy convencida de que te gustaría, de que me pedirías por más –mis labios los paseé por su cuello dejando que notara mis colmillos- seguro que te excitaría uno de mis mordiscos, notar como bebo de tu sangre... ¡ah, no! Que ya lo estás y ni siquiera he hecho nada –me reí contra sus labios- ¿te gustan más mis nalgas ahora que las estás tocando? Pues bien, grábatelo en la mente porque será la última vez que me pongas una mano encima. De verdad, ¿todos estos trucos te funcionan? ¿Crees que así conseguirás algo? Por Ra –me reí frente a él y solté mi mano de su pelo para que pudiera mover bien su cabeza- déjame advertirte algo, general, ya que pareces estar empeñado en colarte entre mis piernas: si alguna vez logras probarme general, te harás una adicto a mi cuerpo, no te bastará con esa vez y querrás más y más –sonreí de lado perfilando mis labios- supongo que eso no le gustará a tú amiga –comenté con diversión sin apartar mis ojos de los suyos, no dejábamos de desafiarnos en ningún momento y era como si no pudiéramos dejar de hacerlo. Ahora que tenía movimientos libres acercó sus labios a los míos para preguntarme, en un susurro, qué quería que le enseñara- joder, por fin dices algo sensato en todo lo que llevas de noche... quiero que me enseñes las ofrendas que vais a hacer en esta fiesta, que me cuentes sobre el dios al que vais a hacer la ofrenda y qué es lo que le pedís, y no quiero perderme detalle alguno así que más te vale que me lleves para que vea todo o dudo mucho que a tu tío le guste lo que has estado prefiriendo hacer en vez de cumplir su orden –sonreí de lado con cierta malicia y acabé apartándolo para separarme de su cuerpo- no vuelvas a hacerme algo así, te lo advierto por última vez; no juegues con fuego o acabarás convertido en ceniza general, es la última advertencia que te doy –lo contemplé durante unos segundos en los que lo recorrí por entero y luego dejé mis ojos en sus orbes azules, no podía decir que no fuera atractivo, pero esa soberbia y ese ego que se gastaba le restaban muchos puntos- luego si veo que eres apto para el puesto ya veré qué es lo que te pido que me enseñes, de momento veamos si eres buen guía o no –comencé a andar para salir del callejón y cuando lo hice me paré para mirarlo todavía donde estaba, sus ojos me repasaban sin cortarse lo más mínimo y esperé hasta que llegara a mi altura para seguirlo, por el camino cogí otra jarra más mientras esperaba que cumpliera con su cometido.
Dicho y hecho, como si hubiera sido convocado por mis propios pensamientos, justo en la entrada del callejón apareció su figura justo cuando el otro vikingo caía al suelo sumido en la inconsciencia, cuando despertara tendría un dolor de cabeza pero no recordaría absolutamente nada de lo que hubiera pasado. Lamí mis labios llevando mis ojos ahora rojos como el mismo fuego de las hogueras hacia los suyos del color del cielo, nuestras miradas se encontraron y vi que miraba al hombre que había dejado en el suelo pero seguía con vida, era una invitada allí y no se me ocurriría matar a ninguno de los norteños que me habían acogido, eso era algo que no hacía falta que ni el conde me dijera, pero de alguien tendría que alimentarme para pasar el tiempo que estuviera entre aquellas tierras. Avancé hacia él sin prisa alguna con nuestras miradas clavadas la una en la otra hasta quedarme solamente a un par de pasos de distancia el uno con el otro, su sonrisa ladeada la tenía pintada en el rostro y pareció que más bien mis palabras le habían hecho gracia más que otra cosa, porque parecía divertido frente a mí mientras me contemplaba en aquel callejón donde las sombras de la hoguera creaban extrañas figuras que danzaban en las paredes y que nos bañaban a los dos iluminándonos tenuemente.
Enarqué una ceja cuando me preguntó si quería probar su aguante en la cama y comenzó a reírse por mis palabras sobre si quería ser mi próxima víctima sin saber dónde le encontraba precisamente él la gracia a todo aquello. Aunque él fuera un guerrero yo era una vampira y por mucho entrenamiento que él tuviera mi velocidad no podía compararse con la suya, tampoco mi fuerza que era muy superior y si quisiera... sí, ¿por qué no podría ser mí víctima? Lo tendría demasiado fácil dada la predisposición que él tenía para querer algo conmigo, para buscar algo más o al menos es lo que decía pero la forma en la que me miraba no era algo que me pasara desapercibida. Lo contemplé mientras se reía como si le hubiera contado el mejor chiste del mundo y mordí mi labio observándolo dejando que se riera, que lo hiciera cuanto quisiera pero había algo que decía que “quien ríe el último ríe mejor”, y eso era precisamente lo que pasaría, al final sería yo quien acabaría riéndose por lo que sucediera y entonces no me iba a privar de hacérselo recordar. Tan pronto como cesó de reírse me recordó, o más bien me amenazó, con que tuviera cuidado a quien amenazaba y haciendo un gesto con su cabeza hacia el hombre que había tumbado en el callejón me dijo que él no era aquel hombre. Eso era algo obvio cuando él seguía de pie frente a mí y el otro estaba tumbado, nos desafiamos de nuevo tan solo con la mirada, desde luego no habíamos empezado bien pero la culpa la había tenido enteramente él por la forma en la que tuvo de comportarse. Se atrevió a decirme que era una estirada y abrí ligeramente mis labios por eso sin creer que tuviera la gran desfachatez de decirme algo como eso, y esa vez fui yo la que soltó una risa de lo más irónica.
-¿Qué soy qué? –Pregunté dando un paso hacia él enarcando una ceja sin dejar de mirarlo, con mis ojos demostrando que me volvía a enfadar de nuevo con sus palabras- Sí, he venido a estudiar vuestra cultura pero eso no quiere decir que me comporte como las gentes de aquí, esa es la sutil diferencia. Me adapto sin ningún problema pero dejarme decirte una cosa, que me adapte no significa que me abra de piernas como las demás quizás hagan contigo a la primera de cambio, listillo –le di un leve golpe en la frente con mi dedo para luego notar que mi espalda chocaba contra la pared del callejón, su cuerpo se pegaba al mío diciendo que él era el mejor espécimen que hallaría allí haciendo que volviera a reírme de nuevo por sus palabras, era un vanidoso y al parecer su ego no conocía parangón alguno, pero ya me encargaría yo de bajarle los humos que tenía. Pegó su cadera a la mía haciendo que notara su miembro, duro y excitado, y sus manos fueron a mis nalgas para alzarlas de forma que tuviera que rodear mis piernas entorno a su cintura, sus labios fueron a mi oreja para susurrarme en tono bajo y ronco que no volviera a amenazarle, algo que me hizo sonreír de lado con cierta diversión. En cuanto separó sus labios de mi oído le di un guantazo en el rostro por haberse atrevido no solo a acorralarme, sino por decir que era una estrecha y porque ya le había dicho que si volvía a tocarme pondría medidas, y sus manos estaban bien posicionadas en mis nalgas- y yo te dije que ni se te ocurriera ponerme una mano encima –mis dedos los enredé en su pelo y tiré su rostro hacia atrás elevando así su rostro tensando su cuello y aunque quisiera ponerse bien mi fuerza era mayor a la suya- oh, ¿no te gusta que te amenace? Yo creo más bien que es algo que te encanta, seguro que todas las mujeres que has conocido han caído rendidas a tus pies con solo chasquear los dedos... pero yo te presento un verdadero desafío ¿no es así? –Dejé que mi aliento gélido diera contra sus labios- seguro que ninguna mujer se te ha resistido tanto y estás acostumbrado a que se postren ante ti... pero yo no soy como ellas, conmigo no va a pasar eso –hice una leve pausa- ¿de verdad que no quieres ser mi víctima? Estoy convencida de que te gustaría, de que me pedirías por más –mis labios los paseé por su cuello dejando que notara mis colmillos- seguro que te excitaría uno de mis mordiscos, notar como bebo de tu sangre... ¡ah, no! Que ya lo estás y ni siquiera he hecho nada –me reí contra sus labios- ¿te gustan más mis nalgas ahora que las estás tocando? Pues bien, grábatelo en la mente porque será la última vez que me pongas una mano encima. De verdad, ¿todos estos trucos te funcionan? ¿Crees que así conseguirás algo? Por Ra –me reí frente a él y solté mi mano de su pelo para que pudiera mover bien su cabeza- déjame advertirte algo, general, ya que pareces estar empeñado en colarte entre mis piernas: si alguna vez logras probarme general, te harás una adicto a mi cuerpo, no te bastará con esa vez y querrás más y más –sonreí de lado perfilando mis labios- supongo que eso no le gustará a tú amiga –comenté con diversión sin apartar mis ojos de los suyos, no dejábamos de desafiarnos en ningún momento y era como si no pudiéramos dejar de hacerlo. Ahora que tenía movimientos libres acercó sus labios a los míos para preguntarme, en un susurro, qué quería que le enseñara- joder, por fin dices algo sensato en todo lo que llevas de noche... quiero que me enseñes las ofrendas que vais a hacer en esta fiesta, que me cuentes sobre el dios al que vais a hacer la ofrenda y qué es lo que le pedís, y no quiero perderme detalle alguno así que más te vale que me lleves para que vea todo o dudo mucho que a tu tío le guste lo que has estado prefiriendo hacer en vez de cumplir su orden –sonreí de lado con cierta malicia y acabé apartándolo para separarme de su cuerpo- no vuelvas a hacerme algo así, te lo advierto por última vez; no juegues con fuego o acabarás convertido en ceniza general, es la última advertencia que te doy –lo contemplé durante unos segundos en los que lo recorrí por entero y luego dejé mis ojos en sus orbes azules, no podía decir que no fuera atractivo, pero esa soberbia y ese ego que se gastaba le restaban muchos puntos- luego si veo que eres apto para el puesto ya veré qué es lo que te pido que me enseñes, de momento veamos si eres buen guía o no –comencé a andar para salir del callejón y cuando lo hice me paré para mirarlo todavía donde estaba, sus ojos me repasaban sin cortarse lo más mínimo y esperé hasta que llegara a mi altura para seguirlo, por el camino cogí otra jarra más mientras esperaba que cumpliera con su cometido.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Sujetaba mi pelo con férreo agarré, la miraba desafiante, era cierto que tenia fuerza, casi tanta como el fuego que desprendía sus palabras.
Mis labios se entreabrieron mostrandole una ladeada sonrisa casi al instante en que su aliento gélido los agolpé suavemente.
-¿Has terminado? -pregunté cuando me soltó el pelo logrando que sus desiertos se tornaran rojos por el agravio.
-Señorita Zahir, para mi -dije sin soltar sus nalgas, es mas apretándolas con mis manso dejandole muy claro que su desafió era aceptado -tengo una duda, quizás es por lo borracho que ando, pero como puedo por un lado olvidarme de tomaros porque decís “eso nunca pasara” y al rato escupís contra mis labios “si eso pasara...querrías mas y mas...bla, bla, bla” ¿en que quedamos? -pregunté burlón sin dejar de contemplar como su enfado iba increscendo.
La moví contra mi endurecida hombría dejando escapar un jadeo.
-¿Sabes? Creo que estas mojada, tu humedad traspasa de tus bragas a mis pantalones -le dije relamiendome los labios – y yo tampoco he tenido que morderte -susurré despendole los dientes antes de lanzarle un picaro mordisco que la hizo revolverse entre mis brazos hasta soltarse.
Esta se alejo de mi dejándome claro que era la última vez que la tocaba, algo me decía que mas bien era la primera, pero bueno, era cuestión de matices y discutirlo ahora sinceramente era absurdo.
Me había pedido que le hiciera de guía y por el momento iba a dejarlo así. Mi tío se gastaba muy mala hostia cuando las cosas no se hacían como quería, podía ya imaginarme un consejo de guerra, vale, no, peor si una buena reprimenda.
Deslicé mi mirada por su torneado cuerpo, lo hice con descaro, lo que veía me gustaba y no tenia porque ocultarlo.
-Ya veo dije llegando a su posición tomando otra de las jarras para dar un trago -¿estas celosa? De ahí que hayas sacado a relucir a mi amiga en todo esto.
Creo que me hubiera atizado con la jarra de poder hacerlo, pero yo me limité a ladear la cabeza y señalar un grupo de norteños que alrededor del fuego se reunía.
Una mujer vestida de blanco pedía a Freya buenas cosechas, batallas ganadas, que los dioses nos acompañaran u fertilidad para su linaje.
-Freya es es una de las diosas mayores, diosa del amor, la belleza y la fertilidad. La gente la invocaba para obtener felicidad en el amor, asistir en los partos y para tener buenas estaciones.
Freya también es asociada con la guerra, la muerte, la magia, la profecía y la riqueza
Se le ofrece sangre de animales para estos menesteres, sacrificios de carneros, ovejas...En ocasiones y si la guerra que nos atañe es muy arriesgada también sacrificios humanos.
Di un trago nuevamente de la jarra buscando de nuevo sus pardos.
-Y eso nos lleva a las valquirias dije poniendo cara de pervertido.
Las valquirias son deidades femeninas menores que servían a Odín bajo el mando de Freja. Su propósito es elegir a los más heroicos de aquellos caídos en batalla y llevarlos al Valhalla . Esto es necesario, ya que Odín precisa de guerreros para que luchen a su lado en la batalla del fin del mundo, el Ragnarök.
Di otro trago de la jarra sonriendo mientras mis ojos turbios bajaban a sus labios.
¿Que mas necesitas egipcia? -pregunte sintiendo ya los claros efectos del alcohol y las ganas de hacer algo mas que explicarle de que iba todo esto de la cultura nórdica.
Mis labios se entreabrieron mostrandole una ladeada sonrisa casi al instante en que su aliento gélido los agolpé suavemente.
-¿Has terminado? -pregunté cuando me soltó el pelo logrando que sus desiertos se tornaran rojos por el agravio.
-Señorita Zahir, para mi -dije sin soltar sus nalgas, es mas apretándolas con mis manso dejandole muy claro que su desafió era aceptado -tengo una duda, quizás es por lo borracho que ando, pero como puedo por un lado olvidarme de tomaros porque decís “eso nunca pasara” y al rato escupís contra mis labios “si eso pasara...querrías mas y mas...bla, bla, bla” ¿en que quedamos? -pregunté burlón sin dejar de contemplar como su enfado iba increscendo.
La moví contra mi endurecida hombría dejando escapar un jadeo.
-¿Sabes? Creo que estas mojada, tu humedad traspasa de tus bragas a mis pantalones -le dije relamiendome los labios – y yo tampoco he tenido que morderte -susurré despendole los dientes antes de lanzarle un picaro mordisco que la hizo revolverse entre mis brazos hasta soltarse.
Esta se alejo de mi dejándome claro que era la última vez que la tocaba, algo me decía que mas bien era la primera, pero bueno, era cuestión de matices y discutirlo ahora sinceramente era absurdo.
Me había pedido que le hiciera de guía y por el momento iba a dejarlo así. Mi tío se gastaba muy mala hostia cuando las cosas no se hacían como quería, podía ya imaginarme un consejo de guerra, vale, no, peor si una buena reprimenda.
Deslicé mi mirada por su torneado cuerpo, lo hice con descaro, lo que veía me gustaba y no tenia porque ocultarlo.
-Ya veo dije llegando a su posición tomando otra de las jarras para dar un trago -¿estas celosa? De ahí que hayas sacado a relucir a mi amiga en todo esto.
Creo que me hubiera atizado con la jarra de poder hacerlo, pero yo me limité a ladear la cabeza y señalar un grupo de norteños que alrededor del fuego se reunía.
Una mujer vestida de blanco pedía a Freya buenas cosechas, batallas ganadas, que los dioses nos acompañaran u fertilidad para su linaje.
-Freya es es una de las diosas mayores, diosa del amor, la belleza y la fertilidad. La gente la invocaba para obtener felicidad en el amor, asistir en los partos y para tener buenas estaciones.
Freya también es asociada con la guerra, la muerte, la magia, la profecía y la riqueza
Se le ofrece sangre de animales para estos menesteres, sacrificios de carneros, ovejas...En ocasiones y si la guerra que nos atañe es muy arriesgada también sacrificios humanos.
Di un trago nuevamente de la jarra buscando de nuevo sus pardos.
-Y eso nos lleva a las valquirias dije poniendo cara de pervertido.
Las valquirias son deidades femeninas menores que servían a Odín bajo el mando de Freja. Su propósito es elegir a los más heroicos de aquellos caídos en batalla y llevarlos al Valhalla . Esto es necesario, ya que Odín precisa de guerreros para que luchen a su lado en la batalla del fin del mundo, el Ragnarök.
Di otro trago de la jarra sonriendo mientras mis ojos turbios bajaban a sus labios.
¿Que mas necesitas egipcia? -pregunte sintiendo ya los claros efectos del alcohol y las ganas de hacer algo mas que explicarle de que iba todo esto de la cultura nórdica.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Maldito vikingo insolente, le gustaba contradecirme con cada una de las cosas que le decía, con cada una de las cosas que hacía y no se amedrentaba bajo ningún concepto por las palabras que le había dicho, por la amenaza que le había dejado en claro dos veces. Parecía disfruta con ese momento con sus ojos azules puestos en los míos mientras lo tenía medio inmovilizado, fijándose en mis ojos y prestando atención a mis palabras, claro que era un vanidoso engreído que se creía que podía hacer conmigo lo que quisiera, como si yo fuera otra más de las norteñas que caerían rendida a sus pies, pero se equivocaba completamente porque si nadie le había dicho que no y se le había presentado como un desafío yo lo sería, me gustaba decirle que no mientras sentía su miembro duro contra el centro de mi cuerpo, presionando con cada movimiento que hacíamos, su pecho pegado al mío con mi espalda contra la pared como si quisiera de alguna forma hacerme saber que ese sería nuestro futuro, que en algún momento me tendría así y yo solo podía sonreír con autosuficiencia, me había tomado como a una facilona que le abriría las piernas a la primera de cambio, es más, habían bromeado su primero y él sobre ello y sin duda alguna si por algo me caracterizaba es que era orgullosa, algo que él no sabía pero por eso mismo jamás haría nada conmigo, jamás me podría meter en su lista de conquistas que luego comentar con su primo porque no, eso no dejaría que sucediera. Sin embargo él estaba atento a cada una de mis palabras y no dudó en rebatirme cuando terminé de hablar lo que le había dicho, como si le divirtiera en lo más profundo o quizás simplemente era por el alcohol que llevaba en la sangre.
No dejaba de decirme de esa forma que enervaba, lo hacía ver como si fuera suya y eso era demasiado lejos de la realidad, sin embargo dejé que continuara para ver qué nueva gilipollez se le ocurría en aquel momento de la noche encontrándome con la “duda” que se le planteaba y que le recorría por la cabeza. Alegó que estaba algo borracho pero entendía cómo es que era posible que le dijera que jamás iba a tomarme pero luego, sin embargo, le diga que si pasaba querría más y más... y quería saber cuál de las dos opciones era la correcta. Enarqué una ceja mirándolo como si no entendiera qué problema tenía con ello, como si le faltara raciocinio y seguramente el alcohol era al causante de ello. Yo no le había dicho que fuera a tomarme, le había dejado en claro que no pasaría y que de pasarlo en un supuesto demasiado lejano para que él pudiera entenderlo quizás, querría más. Ese hombre me desesperaba por momentos, después de aquella estúpida pregunta se atrevió a decirme que estaba mojada, que traspasaba de mi ropa interior a sus pantalones y que no le había hecho falta morderme para que eso pasara... ¡sería engreído! Me lanzó un mordisco que hizo que terminara de soltarme de él y lo alejara de un empujón fulminándolo con la mirada, que Ra me diera paciencia porque de seguir así a la mierda con él, entraríamos en una lucha y por muy guerrero que fuera no saldría bien parado de ella, y no lo mataba porque estaba en calidad de invitada y no quería que me echaran de allí ni causar problemas, ellos me necesitaban para descubrir y estudiar una excavación, y más le valía al maldito general no cabrearme demasiado.
-Vamos a ver, imbécil, ¿sabes lo que es una hipótesis? No, mejor no me respondas –dije antes de que abriera la boca negando con la cabeza- pero ¿Qué yo estoy mojada? –Me reí, me reí apoyando mi espalda contra la pared y luego apoyé mi cabeza contra la misma riéndome a su costa- Oh sí, Ubbe, me pones tanto... que es imposible esconderlo-dije mirándole pronunciando su nombre y sonriendo de lado, entre jadeos mientras mis manos recorrían mi cuerpo desde mi cintura subiendo por mi torso, pasando por mis pechos y acabando en mi pelo mordiéndome los labios, hice una leve pausa y luego lo miré- más quisieras que estuviera mojada para ti, lo que has sentido manaba solamente de tú pantalón y no, ni mordiéndome mil veces lograrías que me mojara. No sé quién te has creído que eres pero deberías de bajar tu ego de macho alfa conmigo, tienes unos aires de grandeza desmedidos y desconsiderados... quizás porque las mujeres de aquí son demasiado fáciles –atajé mirándolo con fijeza queriendo dejar el tema al lado, parecía que solamente se podía hablar de una cosa con él y no era un tema del que quisiera hablar precisamente así que pasé esperando que llegara al final del callejón y que me enseñara aquella fiesta a la que había acudido a posta por ese mismo motivo, no para discutir con él tonterías. Enarqué una ceja cuando me preguntó mientras andábamos si estaba celosa y volví a reírme, por segunda vez en pocos minutos, a carcajadas llevando mi brazo entorno a mi barriga mientras me reía a su costa de sus palabras- ¿yo celosa? No general, no vas a conseguir que esté celosa por ese motivo nunca... pero ya entendí qué no me gustaba de ti cuando nos encontramos por primera vez, ese olor... –arrugué la nariz de nuevo al recordar el olor a licántropo. Desde eones los vampiros y los licántropos no se llevaban demasiado bien, de hecho, enemigos naturales por contables milenios habían hecho que entre ellos la paz fuera imposible... su olor me desagradaba, ese olor a perro mojado que se gastaban... hice un mohín de nuevo al recordarlo y lo miré de forma fija- a mí no me importa lo que hagas en tú vida privada y con quién te acuestes, pero quizás a ella no le haga tanta gracia que hueles a vampira... seguro que no le gusta demasiado –sonreí de lado mientras me conducía hacia una de las hogueras donde la gente estaba reunida y había una mujer vestida de blanco, me contó sobre la ofrenda que se hacía y a la diosa que se la hacía. Había estudiado algo de cultura nórdica así también como sus dioses, era cierto que había algunos parecidos con mi cultura pero nada tenía que ver los sacrificios u ofrendas que se hacían allí a los que hacía mi pueblo, lo miré cuando dijo que incluso hacían sacrificios humanos si la guerra era demasiado arriesgada- Sé quién es Freya –dije cuando terminó de contarme- aparte de aprender vuestro idioma también conozco vuestras deidades, lo que dices me recuerda a uno de mis dioses pero nuestras ofrendas no son tan... sangrientas como las vuestras –dije mirándole de reojo para encontrarme de nuevo con sus ojos puestos en los míos, ahora tocaba la parte de las valquirias y puso cara de pervertido por ello a lo que enarqué una ceja- ¿tienes fantasías con las valquirias? –Pregunté con una sonrisa ladeada mientras bebía de la jarra que llevaba en las manos, mientras le escuchaba hablar sobre ellas aunque sí sabía lo que eran, pero igualmente le dejé hacer- ahora entiendo tu fijación por las valquirias, nosotros también tenemos algo... parecido, no son valquirias pero si al morir pasas una prueba asciendes con los dioses para luchar junto a Ra contra Apofis, algo así como el fin del mundo –puntualicé viendo que volvía a beber de la jarra y que sus ojos ahora se centraban en mis labios, sonreí de lado cuando me preguntó qué más necesitaba y ladeé un poco la cabeza- me gustaría decir que desaparecieras de mi vista pero, estoy segura, de que es algo que ni quieres ni puedes hacer –sonreí con cierta malicia en mis labios para observarlo de forma detenida durante unos segundos- creo que por hoy no te voy a pedir que me expliques nada más, era demasiado serio y soso como para hacerlo, ¿esa es la pasión que sientes por tú cultura? –Enarqué una ceja por ella- por Ra, ahora entiendo mucho más que solamente seas un guerrero y un general –di un trago de nuevo a la jarra, me había explicado lo más básico sin entrar en detalle alguno y suerte para él que ya conocía algo de su cultura porque con la explicación que había dado no se había lucido para nada- dejemos las explicaciones para otro momento, ya encontraré a alguien que me sea mejor guía en ese aspecto que tú, sin embargo –dije alzando mi mano antes de que comenzara con otra retahíla para desafiarme y rebatirme cada una de mis palabras- me he pasado semana y media encerrada en un maldito barco para venir hasta aquí y, lo cierto es, que aunque estemos al aire libre creo que es una de las pocas noches que voy a pasar en la que no tenga que trabajar en la excavación que habéis encontrado, así que... vamos a hacer una cosa –di un paso hacia él quedando más cerca- ¿por qué no dejamos toda esta fiesta y me muestras algo interesante que ver por aquí? Apenas he podido ver nada y seguramente tu tío no me deje salir sola así que... –le hice un gesto para que nos fuéramos- seguro que tú sabes algún lugar mejor que este, sé que el norte está plagado de lugares con mucho encanto y ya que he visto de qué va la fiesta y los sacrificios... mejor no estar cerca de tanta sangre –pasé mi lengua por los colmillos sin apartar mi mirada de la suya- salvo que, claro, tengas miedo de ir a un sitio donde no haya nadie y nos quedemos a solas –lo desafié con una sonrisa pintada en los labios- ¿nos vamos y me enseñas otro lugar o... tienes miedo de quedarte a solas conmigo? –Sí, lo estaba picando totalmente a posta, era algo que encontraba divertido en esa situación y cuando sus ojos estaban fijos en mis labios los mordí intencionadamente, sus orbes azules subieron hasta mis desiertos y sonreí con cierta diversión- vamos general, no creo que queden muchas horas para la salida del sol y a diferencia tuya yo no quiero convertirme en ceniza... Ahora o nunca, ¿qué vas a decidir?
No dejaba de decirme de esa forma que enervaba, lo hacía ver como si fuera suya y eso era demasiado lejos de la realidad, sin embargo dejé que continuara para ver qué nueva gilipollez se le ocurría en aquel momento de la noche encontrándome con la “duda” que se le planteaba y que le recorría por la cabeza. Alegó que estaba algo borracho pero entendía cómo es que era posible que le dijera que jamás iba a tomarme pero luego, sin embargo, le diga que si pasaba querría más y más... y quería saber cuál de las dos opciones era la correcta. Enarqué una ceja mirándolo como si no entendiera qué problema tenía con ello, como si le faltara raciocinio y seguramente el alcohol era al causante de ello. Yo no le había dicho que fuera a tomarme, le había dejado en claro que no pasaría y que de pasarlo en un supuesto demasiado lejano para que él pudiera entenderlo quizás, querría más. Ese hombre me desesperaba por momentos, después de aquella estúpida pregunta se atrevió a decirme que estaba mojada, que traspasaba de mi ropa interior a sus pantalones y que no le había hecho falta morderme para que eso pasara... ¡sería engreído! Me lanzó un mordisco que hizo que terminara de soltarme de él y lo alejara de un empujón fulminándolo con la mirada, que Ra me diera paciencia porque de seguir así a la mierda con él, entraríamos en una lucha y por muy guerrero que fuera no saldría bien parado de ella, y no lo mataba porque estaba en calidad de invitada y no quería que me echaran de allí ni causar problemas, ellos me necesitaban para descubrir y estudiar una excavación, y más le valía al maldito general no cabrearme demasiado.
-Vamos a ver, imbécil, ¿sabes lo que es una hipótesis? No, mejor no me respondas –dije antes de que abriera la boca negando con la cabeza- pero ¿Qué yo estoy mojada? –Me reí, me reí apoyando mi espalda contra la pared y luego apoyé mi cabeza contra la misma riéndome a su costa- Oh sí, Ubbe, me pones tanto... que es imposible esconderlo-dije mirándole pronunciando su nombre y sonriendo de lado, entre jadeos mientras mis manos recorrían mi cuerpo desde mi cintura subiendo por mi torso, pasando por mis pechos y acabando en mi pelo mordiéndome los labios, hice una leve pausa y luego lo miré- más quisieras que estuviera mojada para ti, lo que has sentido manaba solamente de tú pantalón y no, ni mordiéndome mil veces lograrías que me mojara. No sé quién te has creído que eres pero deberías de bajar tu ego de macho alfa conmigo, tienes unos aires de grandeza desmedidos y desconsiderados... quizás porque las mujeres de aquí son demasiado fáciles –atajé mirándolo con fijeza queriendo dejar el tema al lado, parecía que solamente se podía hablar de una cosa con él y no era un tema del que quisiera hablar precisamente así que pasé esperando que llegara al final del callejón y que me enseñara aquella fiesta a la que había acudido a posta por ese mismo motivo, no para discutir con él tonterías. Enarqué una ceja cuando me preguntó mientras andábamos si estaba celosa y volví a reírme, por segunda vez en pocos minutos, a carcajadas llevando mi brazo entorno a mi barriga mientras me reía a su costa de sus palabras- ¿yo celosa? No general, no vas a conseguir que esté celosa por ese motivo nunca... pero ya entendí qué no me gustaba de ti cuando nos encontramos por primera vez, ese olor... –arrugué la nariz de nuevo al recordar el olor a licántropo. Desde eones los vampiros y los licántropos no se llevaban demasiado bien, de hecho, enemigos naturales por contables milenios habían hecho que entre ellos la paz fuera imposible... su olor me desagradaba, ese olor a perro mojado que se gastaban... hice un mohín de nuevo al recordarlo y lo miré de forma fija- a mí no me importa lo que hagas en tú vida privada y con quién te acuestes, pero quizás a ella no le haga tanta gracia que hueles a vampira... seguro que no le gusta demasiado –sonreí de lado mientras me conducía hacia una de las hogueras donde la gente estaba reunida y había una mujer vestida de blanco, me contó sobre la ofrenda que se hacía y a la diosa que se la hacía. Había estudiado algo de cultura nórdica así también como sus dioses, era cierto que había algunos parecidos con mi cultura pero nada tenía que ver los sacrificios u ofrendas que se hacían allí a los que hacía mi pueblo, lo miré cuando dijo que incluso hacían sacrificios humanos si la guerra era demasiado arriesgada- Sé quién es Freya –dije cuando terminó de contarme- aparte de aprender vuestro idioma también conozco vuestras deidades, lo que dices me recuerda a uno de mis dioses pero nuestras ofrendas no son tan... sangrientas como las vuestras –dije mirándole de reojo para encontrarme de nuevo con sus ojos puestos en los míos, ahora tocaba la parte de las valquirias y puso cara de pervertido por ello a lo que enarqué una ceja- ¿tienes fantasías con las valquirias? –Pregunté con una sonrisa ladeada mientras bebía de la jarra que llevaba en las manos, mientras le escuchaba hablar sobre ellas aunque sí sabía lo que eran, pero igualmente le dejé hacer- ahora entiendo tu fijación por las valquirias, nosotros también tenemos algo... parecido, no son valquirias pero si al morir pasas una prueba asciendes con los dioses para luchar junto a Ra contra Apofis, algo así como el fin del mundo –puntualicé viendo que volvía a beber de la jarra y que sus ojos ahora se centraban en mis labios, sonreí de lado cuando me preguntó qué más necesitaba y ladeé un poco la cabeza- me gustaría decir que desaparecieras de mi vista pero, estoy segura, de que es algo que ni quieres ni puedes hacer –sonreí con cierta malicia en mis labios para observarlo de forma detenida durante unos segundos- creo que por hoy no te voy a pedir que me expliques nada más, era demasiado serio y soso como para hacerlo, ¿esa es la pasión que sientes por tú cultura? –Enarqué una ceja por ella- por Ra, ahora entiendo mucho más que solamente seas un guerrero y un general –di un trago de nuevo a la jarra, me había explicado lo más básico sin entrar en detalle alguno y suerte para él que ya conocía algo de su cultura porque con la explicación que había dado no se había lucido para nada- dejemos las explicaciones para otro momento, ya encontraré a alguien que me sea mejor guía en ese aspecto que tú, sin embargo –dije alzando mi mano antes de que comenzara con otra retahíla para desafiarme y rebatirme cada una de mis palabras- me he pasado semana y media encerrada en un maldito barco para venir hasta aquí y, lo cierto es, que aunque estemos al aire libre creo que es una de las pocas noches que voy a pasar en la que no tenga que trabajar en la excavación que habéis encontrado, así que... vamos a hacer una cosa –di un paso hacia él quedando más cerca- ¿por qué no dejamos toda esta fiesta y me muestras algo interesante que ver por aquí? Apenas he podido ver nada y seguramente tu tío no me deje salir sola así que... –le hice un gesto para que nos fuéramos- seguro que tú sabes algún lugar mejor que este, sé que el norte está plagado de lugares con mucho encanto y ya que he visto de qué va la fiesta y los sacrificios... mejor no estar cerca de tanta sangre –pasé mi lengua por los colmillos sin apartar mi mirada de la suya- salvo que, claro, tengas miedo de ir a un sitio donde no haya nadie y nos quedemos a solas –lo desafié con una sonrisa pintada en los labios- ¿nos vamos y me enseñas otro lugar o... tienes miedo de quedarte a solas conmigo? –Sí, lo estaba picando totalmente a posta, era algo que encontraba divertido en esa situación y cuando sus ojos estaban fijos en mis labios los mordí intencionadamente, sus orbes azules subieron hasta mis desiertos y sonreí con cierta diversión- vamos general, no creo que queden muchas horas para la salida del sol y a diferencia tuya yo no quiero convertirme en ceniza... Ahora o nunca, ¿qué vas a decidir?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Hundí mis azules en sus desiertos cuando aseguró entender porque solo era un general, según ella por la falta de pasión que sentía por mi cultura, reconozco que hasta ese momento mi tono con ella fue el que siempre usaba cuando estaba a buenas, puede que para ella fuera una afrenta pero así era exactamente como era, peor esto ni de lejos pensaba permitirselo a esa mujer que venia a darme lecciones a mis tierras.
-Claro, de seguro tu amas mucho mas tu cultura, si crees que por leer pergaminos e ir a excavaciones te conviertes en la egipcia perfecta, te diré que ni de lejos es así.
Amo cada palmo de esta tierra, cada piedra,cada árbol, he derramado tanta sangre por ellas que aun no entiendo como me queda una gota.
Puede que me creas simple, bárbaro y un necio, me importa una mierda si así me ves, pero ser general no ha sido un regalo de mi tío, me lo he ganado a pulso siendo el primer Cannif de la nueva generación que he ascendido y ni de lejos lo he hecho porque no amo esta cultura, a sus gentes y al norte, soy general porque estoy dispuesto a morir, porque he consagrado mi vida al acero y porque cuando me pongo al mando la gente me respeta, cree en mi.
Rugí apurando la jarra de golpe, acababa de darme en el único sitio que podía dolerme.
Aparté mis azules de su mirada, ofendido y cabreado, a la mierda la hubiera mandado de no ser porque de hacerlo me hubiera ganado la desconfianza de mi tío que me había dado como misión su maldito cuidado.
Ahora podría estar follando borracho, riendo y festejando, sin embargo tenia que aguantar a una vampiresa engreída con aires de grandeza asegurarme que podría vencerme en combate singular.
Negué maldiciendo en mi idioma, bufe exasperado y tome otra jarra gruñendo contra el vidrio.
A la dama se le ocurrió la siguiente idea de la noche y aunque me resultaba tentadora la idea de que se trasformara en ceniza en ese preciso instante me planteé el tiempo que tardaríamos en llegar a las Islas Lofoten que emergen entre las turbulentas aguas del Mar de Noruega, por encima del Círculo Polar Ártico.
-Hay unas islas donde se pueden ver las aurora boreal mas nítida que jamas hayan presenciado esos desiertos ¿que me dices? En la isla tenemos una casona, si salimos ya podremos pasar día allí para que tus preciosas nalgas no se calcinen con las luces del alba -aseguré ladeando la sonrisa.
Tomamos un pequeño Drakkar, lo necesario para llegar a las islas y emprendimos viaje mientras yo lo guiaba por las gélidas aguas del mar del norte.
Sus ojos no dejaron ni por un instante de bailar en la inmensidad de la belleza de mis tierras lo que me hizo sonreír abiertamente.
El firmamento brillaba en el cielo, la noche era calma, el mar nos acunaba con su murmullo y en una hora aproximadamente pude dejar el barco en la costa para guiarla a través de las montañas hasta la construcción que le había dicho.
-¿que me dices? -susurré señalando las luces que destacaban por las montañas y que enmarcaban la casa.
-Claro, de seguro tu amas mucho mas tu cultura, si crees que por leer pergaminos e ir a excavaciones te conviertes en la egipcia perfecta, te diré que ni de lejos es así.
Amo cada palmo de esta tierra, cada piedra,cada árbol, he derramado tanta sangre por ellas que aun no entiendo como me queda una gota.
Puede que me creas simple, bárbaro y un necio, me importa una mierda si así me ves, pero ser general no ha sido un regalo de mi tío, me lo he ganado a pulso siendo el primer Cannif de la nueva generación que he ascendido y ni de lejos lo he hecho porque no amo esta cultura, a sus gentes y al norte, soy general porque estoy dispuesto a morir, porque he consagrado mi vida al acero y porque cuando me pongo al mando la gente me respeta, cree en mi.
Rugí apurando la jarra de golpe, acababa de darme en el único sitio que podía dolerme.
Aparté mis azules de su mirada, ofendido y cabreado, a la mierda la hubiera mandado de no ser porque de hacerlo me hubiera ganado la desconfianza de mi tío que me había dado como misión su maldito cuidado.
Ahora podría estar follando borracho, riendo y festejando, sin embargo tenia que aguantar a una vampiresa engreída con aires de grandeza asegurarme que podría vencerme en combate singular.
Negué maldiciendo en mi idioma, bufe exasperado y tome otra jarra gruñendo contra el vidrio.
A la dama se le ocurrió la siguiente idea de la noche y aunque me resultaba tentadora la idea de que se trasformara en ceniza en ese preciso instante me planteé el tiempo que tardaríamos en llegar a las Islas Lofoten que emergen entre las turbulentas aguas del Mar de Noruega, por encima del Círculo Polar Ártico.
-Hay unas islas donde se pueden ver las aurora boreal mas nítida que jamas hayan presenciado esos desiertos ¿que me dices? En la isla tenemos una casona, si salimos ya podremos pasar día allí para que tus preciosas nalgas no se calcinen con las luces del alba -aseguré ladeando la sonrisa.
Tomamos un pequeño Drakkar, lo necesario para llegar a las islas y emprendimos viaje mientras yo lo guiaba por las gélidas aguas del mar del norte.
Sus ojos no dejaron ni por un instante de bailar en la inmensidad de la belleza de mis tierras lo que me hizo sonreír abiertamente.
El firmamento brillaba en el cielo, la noche era calma, el mar nos acunaba con su murmullo y en una hora aproximadamente pude dejar el barco en la costa para guiarla a través de las montañas hasta la construcción que le había dicho.
-¿que me dices? -susurré señalando las luces que destacaban por las montañas y que enmarcaban la casa.
- drakar:
- casa vikinga:
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Al parecer en mis palabras le había dado en el clavo donde al vikingo más le dolía, y eso era exactamente su cultura, su pasión, su hogar, sus gentes... en definitiva: el norte. Pude ver en su cara como su gesto cambió en cuanto mis palabras salieron de mis labios mirándome de forma fija, es más, hasta cambió incluso hasta el acento con el que me hablaba siendo ahora uno algo más rudo y tosco, más enfadado dejándome ver que no le habían hecho gracia mis palabras. No le había dicho gran cosa, tampoco, solamente que si esa era la pasión que mostraba su cultura y que por eso entendía que fuera general, pero no podía negarme que me había explicado lo más básico de todo y así todo muy por encima, no me había contado mucho más allá y no sabía si es que él no conocía mucho más o es que no quería contarme mucho más. Lo cierto era que, para mí, le había faltado algo más de expresión, algo más de chispa que poner mientras me contaba las cosas pero al parecer le había dado donde más le dolía y fue por eso mismo que no tardó demasiado en decirme que yo no era la egipcia perfecta, claro que no lo era, pero si tenía que explicarle o enseñarle algo de mi cultura seguramente pusieran más pasión de la que había puesto él en esos momentos. Me decía que se había ganado el ser general a base de sudor y sangre, peleando en el campo de batalla y que cuando se ponía al mando la gente lo respetaba y creía en él... pero yo no había cuestionado su capacidad de liderazgo, había expresado la poca pasión que puso para explicarme en qué consistía todo aquello.
Se atrevió a decirme que sí sentía pasión por su tierra y por su hogar, que había derramado tanta sangre por la misma que no sabía cómo le quedaba una gota en su cuerpo, que amaba cada lugar de aquellas tierras, cada pequeña cosa que había y no lo ponía en duda pero al parecer se había tomado a mal mis palabras y lo cierto era que eso, realmente, no se lo había dicho para hacer daño. Quizás es que yo estaba acostumbrada a tratar demasiado con la gente, a explicarles cosas sobre mi cultura, sus dioses, la vida en la antigüedad... quizás es que debía de ponerle más énfasis para que la gente quisiera saber más y de ahí mis palabras, pero juraba por Ra que eso no lo hice a mala intención y resultaba que era lo que más le había dolido. Terminó su jarra entre bufidos, maldiciones que no se cortaba en expresar incluso aun sabiendo que podía entenderlo perfectamente. Había apartado sus ojos azules de los míos y miraba hacia la nada mientras bebía y maldecía, me maldecía a mí también de paso y supe que me habría dejado ahí tirada si no fuera porque su tío le había dicho que le tocaba vigilarme, eso me hizo sonreír de lado mientras le daba un trago a la jarra que llevaba en las manos, volvió a mirarme de nuevo tras unos cuantos minutos cuando le expuse aquella idea de marcharnos, de que me enseñara algo diferente y pareció pensarlo y meditarlo mientras estábamos a apenas un par de pasos de distancia el uno con el otro.
Pareció decantarse por llevarme a otro sitio diferente ahora que teníamos la oportunidad y me dijo que si partíamos podríamos ir a una isla donde, al parecer, se veían las mejores auroras boreales y aseguró que sería la más nítida que hubiera visto en mi vida, asentí con la cabeza, dijo que había una casona donde podríamos quedarnos y que si partíamos llegaríamos antes de que el sol amenazara con convertirme en ceniza. Cogimos todo lo necesario alejándonos de esa fiesta y de esas ofrendas, por supuesto que hidromiel no faltó en ese viaje y en unos minutos teníamos lo necesario para partir, se subió encima de uno de los drakar y yo hice lo mismo acomodándome mientras él manejaba por aquellas aguas. En la travesía mi mano se hundió en el agua y pude notar que estaba casi igual de congelada que yo misma tenía la piel, le salpiqué un poco de agua cuando no miraba lanzándome una mirada que me hizo reírme entre dientes y lo dejé tranquilo el resto de la travesía observando todo el paisaje que se extendía ante mis ojos, sin duda alguna el norte tenía paisajes preciosos incluso para el frío que hacía aunque yo no lo notara. Tras casi una hora llegamos a la isla que él había dicho, cogimos todo del barco y lo seguí hasta donde decía que estaba la casona en la que nos quedaríamos por un día entero. Tras ella podían verse las luces que la aurora boreal pintaba en el cielo y me maravillé con aquello quedándome parada a su lado, sin duda nada que jamás hubiera visto en mi vida.
-Es precioso –reconocí porque era cierto, las luces que se formaban, los colores... todo se veía perfecto, mi mano fue a su pecho y la dejé ahí para mirarlo a los ojos- por una vez has acertado –dije antes de emprender camino a la casona y dejar las cosas, llenar sendas jarras de hidromiel y coger una manta para extenderla en el suelo frente a la casona y tumbarnos para contemplar la aurora boreal, viendo como se movía por el cielo, como iba cambiando de color e iluminándolo todo a su paso... desde luego que no había visto nada igual en todo lo que llevaba de existencia- dices que vamos a pasar aquí un día y salir mañana de noche otra vez, ¿crees que a tú tío le gustará que me hayas secuestrado por un día entero? –Pregunté girando mi rostro para sonreír de lado divertida por la pregunta, sabía que quería que empezara a investigar lo de la excavación que habían encontrado y lo cierto es que sentía curiosidad por saber qué era y por qué pensaban que yo podría ayudarles, aunque yo no discutía con el museo me habían mandado ellos expresamente así que... me intrigaba saber qué encontraría- no creo que él quiera que pierda el tiempo, ya sabes, no solo he venido para estudiar vuestra cultura y mezclarme entre el pueblo para ver mejor vuestras costumbres, sino también para ayudaros con una excavación... cosas de egipcios –le dije mirándolo en base a lo que él me había dicho con anterioridad en la fiesta- ¿la has visto? Tengo curiosidad por saber por qué precisamente tú tío ha solicitado mi ayuda –mis dedos tamborileaban en la jarra antes de darle otro trago, acabé por recostarme de lado apoyando el codo sobre la manta completamente tumbada pero dejando mi cabeza recostada contra mi mano- así que... eres general ¿eh? –Dije mirándolo mientras las luces de la aurora boreal se reflejaban en su rostro dotándolo de diferentes matices- ¿no eres demasiado joven para ser general? Bueno, no se te ve demasiado viejo –apunté con una sonrisa ladeada, quizás podría tener mi edad cuando era humana- ¿cómo es que te convertiste en general? –Sus ojos se clavaron en los míos y quizás pensaba que me estaba burlando otra vez de él, pero lo cierto era que no, simplemente era demasiado curiosa- solo pregunto no es para burlarme ni ofenderte, soy demasiado curiosa así que... –me encogí de hombros- aquí no hay nadie más con el que pueda hablar y, dado que eres mi guía y me preguntaste qué era lo que quería saber eso te convierte en que tienes que responderme, o debes, la que más te guste de las dos –sonreí de lado apartando mi pelo a un lado para que no me molestara, dar otro trago de nuevo a la jarra de hidromiel y esperar a que empezara- oh venga vamos, soy tú... vuestra, invitada así que... compláceme –y sabía que tenía que hacerlo porque seguramente a su tío no le gustara que le dijera cómo se había portado conmigo desde que le dijo que me cuidara, así que tenía que responderme para contarme cómo se había convertido en general, era una mujer muy curiosa y aunque no habíamos empezado con el mejor pie precisamente eso no quitaba para que mi curiosidad menguara o disminuyera en absoluto.
Se atrevió a decirme que sí sentía pasión por su tierra y por su hogar, que había derramado tanta sangre por la misma que no sabía cómo le quedaba una gota en su cuerpo, que amaba cada lugar de aquellas tierras, cada pequeña cosa que había y no lo ponía en duda pero al parecer se había tomado a mal mis palabras y lo cierto era que eso, realmente, no se lo había dicho para hacer daño. Quizás es que yo estaba acostumbrada a tratar demasiado con la gente, a explicarles cosas sobre mi cultura, sus dioses, la vida en la antigüedad... quizás es que debía de ponerle más énfasis para que la gente quisiera saber más y de ahí mis palabras, pero juraba por Ra que eso no lo hice a mala intención y resultaba que era lo que más le había dolido. Terminó su jarra entre bufidos, maldiciones que no se cortaba en expresar incluso aun sabiendo que podía entenderlo perfectamente. Había apartado sus ojos azules de los míos y miraba hacia la nada mientras bebía y maldecía, me maldecía a mí también de paso y supe que me habría dejado ahí tirada si no fuera porque su tío le había dicho que le tocaba vigilarme, eso me hizo sonreír de lado mientras le daba un trago a la jarra que llevaba en las manos, volvió a mirarme de nuevo tras unos cuantos minutos cuando le expuse aquella idea de marcharnos, de que me enseñara algo diferente y pareció pensarlo y meditarlo mientras estábamos a apenas un par de pasos de distancia el uno con el otro.
Pareció decantarse por llevarme a otro sitio diferente ahora que teníamos la oportunidad y me dijo que si partíamos podríamos ir a una isla donde, al parecer, se veían las mejores auroras boreales y aseguró que sería la más nítida que hubiera visto en mi vida, asentí con la cabeza, dijo que había una casona donde podríamos quedarnos y que si partíamos llegaríamos antes de que el sol amenazara con convertirme en ceniza. Cogimos todo lo necesario alejándonos de esa fiesta y de esas ofrendas, por supuesto que hidromiel no faltó en ese viaje y en unos minutos teníamos lo necesario para partir, se subió encima de uno de los drakar y yo hice lo mismo acomodándome mientras él manejaba por aquellas aguas. En la travesía mi mano se hundió en el agua y pude notar que estaba casi igual de congelada que yo misma tenía la piel, le salpiqué un poco de agua cuando no miraba lanzándome una mirada que me hizo reírme entre dientes y lo dejé tranquilo el resto de la travesía observando todo el paisaje que se extendía ante mis ojos, sin duda alguna el norte tenía paisajes preciosos incluso para el frío que hacía aunque yo no lo notara. Tras casi una hora llegamos a la isla que él había dicho, cogimos todo del barco y lo seguí hasta donde decía que estaba la casona en la que nos quedaríamos por un día entero. Tras ella podían verse las luces que la aurora boreal pintaba en el cielo y me maravillé con aquello quedándome parada a su lado, sin duda nada que jamás hubiera visto en mi vida.
-Es precioso –reconocí porque era cierto, las luces que se formaban, los colores... todo se veía perfecto, mi mano fue a su pecho y la dejé ahí para mirarlo a los ojos- por una vez has acertado –dije antes de emprender camino a la casona y dejar las cosas, llenar sendas jarras de hidromiel y coger una manta para extenderla en el suelo frente a la casona y tumbarnos para contemplar la aurora boreal, viendo como se movía por el cielo, como iba cambiando de color e iluminándolo todo a su paso... desde luego que no había visto nada igual en todo lo que llevaba de existencia- dices que vamos a pasar aquí un día y salir mañana de noche otra vez, ¿crees que a tú tío le gustará que me hayas secuestrado por un día entero? –Pregunté girando mi rostro para sonreír de lado divertida por la pregunta, sabía que quería que empezara a investigar lo de la excavación que habían encontrado y lo cierto es que sentía curiosidad por saber qué era y por qué pensaban que yo podría ayudarles, aunque yo no discutía con el museo me habían mandado ellos expresamente así que... me intrigaba saber qué encontraría- no creo que él quiera que pierda el tiempo, ya sabes, no solo he venido para estudiar vuestra cultura y mezclarme entre el pueblo para ver mejor vuestras costumbres, sino también para ayudaros con una excavación... cosas de egipcios –le dije mirándolo en base a lo que él me había dicho con anterioridad en la fiesta- ¿la has visto? Tengo curiosidad por saber por qué precisamente tú tío ha solicitado mi ayuda –mis dedos tamborileaban en la jarra antes de darle otro trago, acabé por recostarme de lado apoyando el codo sobre la manta completamente tumbada pero dejando mi cabeza recostada contra mi mano- así que... eres general ¿eh? –Dije mirándolo mientras las luces de la aurora boreal se reflejaban en su rostro dotándolo de diferentes matices- ¿no eres demasiado joven para ser general? Bueno, no se te ve demasiado viejo –apunté con una sonrisa ladeada, quizás podría tener mi edad cuando era humana- ¿cómo es que te convertiste en general? –Sus ojos se clavaron en los míos y quizás pensaba que me estaba burlando otra vez de él, pero lo cierto era que no, simplemente era demasiado curiosa- solo pregunto no es para burlarme ni ofenderte, soy demasiado curiosa así que... –me encogí de hombros- aquí no hay nadie más con el que pueda hablar y, dado que eres mi guía y me preguntaste qué era lo que quería saber eso te convierte en que tienes que responderme, o debes, la que más te guste de las dos –sonreí de lado apartando mi pelo a un lado para que no me molestara, dar otro trago de nuevo a la jarra de hidromiel y esperar a que empezara- oh venga vamos, soy tú... vuestra, invitada así que... compláceme –y sabía que tenía que hacerlo porque seguramente a su tío no le gustara que le dijera cómo se había portado conmigo desde que le dijo que me cuidara, así que tenía que responderme para contarme cómo se había convertido en general, era una mujer muy curiosa y aunque no habíamos empezado con el mejor pie precisamente eso no quitaba para que mi curiosidad menguara o disminuyera en absoluto.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Era evidente que seguía cabreado por lo que la egipcia me había dicho ¿que yo no tenia pasión por mis tierras? ¿que entendería esa mujer de pasión si era fría como un tempano.
Sus desiertos contemplaron el cielo, las luces que tras las montañas brillaban dotadas de hermosos colores.
Su mano se posó en mi pecho, ahora parecía redimirse de sus palabras, pero iba borracho y después de tocarme los cojones no podía ser tan necia de esperar que me limitara a seguir a buenas.
-Pues ya sabes, dile a mi tío lo contenta que estas con tu guía -dije sin mas no deteniendo mis pasos dejando así su mano en el aire.
Llegamos a la casona, me adentré por el umbral de la puerta y saqué una manta de pieles que dejé caer en el suelo para poder mirar desde fuera el firmamento y sus luces que se reflejaban en sus dos preciosos desiertos.
-¿secuestrado? -me eché a reír -vuelves a contradecirte vampiresa -dije dando un trago a la jarra manteniendo mi actitud en pie de guerra -según tu, eres mas fuerte, rápida y voraz que yo...¿como voy a secuestrarte? -dije poniendo cara de pervertido antes de echarme a reír a carcajadas.
Negué con la cabeza, en el norte las cosas eran distintas.
-Mi tío, si no volvemos ninguno de los dos pensará que hemos pasado la noche juntos -ladeé la sonrisa -si, ese juntos que imaginas...y que la mañana la hemos pasado durmiendo la borrachera. Si volvemos por la noche no va ni siquiera a hacer preguntas, no es la primera vez que desaparecemos hasta el día siguiente, no doy cuentas de a donde voy y a donde vengo desde hace mucho tiempo, no soy un niño de teta, si no el general de uno de los ejércitos.
Parecía que habíamos cambiado las tornas, ella estaba mas tranquila, diría que hasta disfrutando de esto, pero yo aun entando borracho me mantenía firme en mi sitio.
-Si, lo he visto, no entiendo mucho de excavaciones, estuve allí para proteger el hallazgo del ejercito de Randulf...para mi no dejan de ser rocas, pintadas en ellas...no se que decirte de eso. Si pongo poca pasión con mi cultura, imagínate con la tuya -apunté dejandole claro que sus palabras me habían jodido demasiado.
Di un nuevo trago de la jarra y me dejé caer sobre las pieles, giré el rostro para mirarla, su rostro reposaba sobre la mono, miso jo se deslizaron por sus labios mientras esta me preguntaba como había llegado tan joven a general.
-¿quieres saberlo? -pregunté mirándola -te lo cambio por un beso -le dije sin mas. Dices que eres curiosa y yo tengo ganas, para ti soy el único con el que hablar, para mi eres la única con la que follar...supongo que un beso es el centro de ambos anhelos. Tu usas la lengua aunque no para hablar y yo la uso aunque no para follar.
Engreído tiré de un mechón de su pelo orillandola hacia mi, nuestros labios quedaron a escasa distancia, su gélido aliento calcino mis labios que se entreabrieron, el olor a alcohol y nuestro estado era evidente.
-Después te contaré como llegué a general, la historia te va a gustar -sonreí con picarda -es épica.
Seguíamos mirándonos, el vaho del frio de la noche golpeaba sus labios.
-¿que se siente cuando te muerden? -pregunté con curiosidad, se que padre mordía a madre cuando fornicaban pero..no alcanzaba a entender el porque y no era algo que me había parado a preguntar a ninguno de los dos jamas.
Sus desiertos contemplaron el cielo, las luces que tras las montañas brillaban dotadas de hermosos colores.
Su mano se posó en mi pecho, ahora parecía redimirse de sus palabras, pero iba borracho y después de tocarme los cojones no podía ser tan necia de esperar que me limitara a seguir a buenas.
-Pues ya sabes, dile a mi tío lo contenta que estas con tu guía -dije sin mas no deteniendo mis pasos dejando así su mano en el aire.
Llegamos a la casona, me adentré por el umbral de la puerta y saqué una manta de pieles que dejé caer en el suelo para poder mirar desde fuera el firmamento y sus luces que se reflejaban en sus dos preciosos desiertos.
-¿secuestrado? -me eché a reír -vuelves a contradecirte vampiresa -dije dando un trago a la jarra manteniendo mi actitud en pie de guerra -según tu, eres mas fuerte, rápida y voraz que yo...¿como voy a secuestrarte? -dije poniendo cara de pervertido antes de echarme a reír a carcajadas.
Negué con la cabeza, en el norte las cosas eran distintas.
-Mi tío, si no volvemos ninguno de los dos pensará que hemos pasado la noche juntos -ladeé la sonrisa -si, ese juntos que imaginas...y que la mañana la hemos pasado durmiendo la borrachera. Si volvemos por la noche no va ni siquiera a hacer preguntas, no es la primera vez que desaparecemos hasta el día siguiente, no doy cuentas de a donde voy y a donde vengo desde hace mucho tiempo, no soy un niño de teta, si no el general de uno de los ejércitos.
Parecía que habíamos cambiado las tornas, ella estaba mas tranquila, diría que hasta disfrutando de esto, pero yo aun entando borracho me mantenía firme en mi sitio.
-Si, lo he visto, no entiendo mucho de excavaciones, estuve allí para proteger el hallazgo del ejercito de Randulf...para mi no dejan de ser rocas, pintadas en ellas...no se que decirte de eso. Si pongo poca pasión con mi cultura, imagínate con la tuya -apunté dejandole claro que sus palabras me habían jodido demasiado.
Di un nuevo trago de la jarra y me dejé caer sobre las pieles, giré el rostro para mirarla, su rostro reposaba sobre la mono, miso jo se deslizaron por sus labios mientras esta me preguntaba como había llegado tan joven a general.
-¿quieres saberlo? -pregunté mirándola -te lo cambio por un beso -le dije sin mas. Dices que eres curiosa y yo tengo ganas, para ti soy el único con el que hablar, para mi eres la única con la que follar...supongo que un beso es el centro de ambos anhelos. Tu usas la lengua aunque no para hablar y yo la uso aunque no para follar.
Engreído tiré de un mechón de su pelo orillandola hacia mi, nuestros labios quedaron a escasa distancia, su gélido aliento calcino mis labios que se entreabrieron, el olor a alcohol y nuestro estado era evidente.
-Después te contaré como llegué a general, la historia te va a gustar -sonreí con picarda -es épica.
Seguíamos mirándonos, el vaho del frio de la noche golpeaba sus labios.
-¿que se siente cuando te muerden? -pregunté con curiosidad, se que padre mordía a madre cuando fornicaban pero..no alcanzaba a entender el porque y no era algo que me había parado a preguntar a ninguno de los dos jamas.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Su cabreo después del tiempo que había pasado se podía notar no solo en la forma en la que tenía de mirarme sino que lo noté cuando le dije que aquello era precioso y comentó que, si estaba contenta se lo dijera a su tío mientras seguía andando dejando que mi mano quedara en el aire, enarqué una ceja por ello y no comenté nada más al respecto. Se le notaba bastante enfadado a decir verdad, mantenía una expresión seria y algo rígida y aunque había bajado un poco aquellos tira y afloja que manteníamos desde que nos habíamos conocido, para disfrutar un poco de aquel momento, él seguía a pie de guerra lo que me provocaba una sonrisa en los labios ladeada, si él quería seguir por ese camino entonces yo no tenía problema alguno en seguirlo, parecía que era innato en nosotros el hecho de que no podíamos dejar de lanzarnos puntadas una tras otra. No habíamos empezado con bueno pie y eso era algo que los dos sabíamos, el encuentro que tuvimos por los pasillos del castillo había hecho que surgiera esta especie de “pique” o de constantes desafíos que a mí en lo particular me divertían, aunque sí que era cierto que muchas veces me enervaba y me sacaba de mis casillas con sus palabras y con su forma de ser, era tosco y burdo y muchas veces me daban ganas de querer matarlo por la forma de ser que tenía, por los modales de los que carecía tener en ciertos momentos... sin embargo no hice comentario alguno porque tampoco había nada que decir en esos momentos, me limité a sacar la manta de pieles y extenderla como él lo hacía para poder tumbarnos y contemplar la aurora boreal.
Jamás había visto nada parecido y lo cierto es que me quedé un buen rato observándola en silencio mientras seguíamos bebiendo, viendo como se movía por el cielo y como iba cambiando de color, era algo muy bello de contemplar y era una lástima que solo se diera en ciertas partes del mundo, pero había valido la pena tener que aguantar estar con él a solas hasta mañana que volvamos para poder disfrutar de las vistas que tenía en esos momentos. Suponía que a su tío no le gustaría demasiado que no empezara con la excavación, por lo que tenía entendido era algo bastante importante que podría ayudarlos en su lucha y seguramente quisiera que empezara cuanto antes, de ahí la pregunta que le había hecho poniendo como tinte cómico el que me hubiera secuestrado, evidentemente que no lo había hecho y de querer hacerlo tampoco podría porque le ganaba en fuerza y en velocidad así que sería una tarea algo difícil para él. Lo miré cuando comenzó a reírse y enarqué una ceja cuando dijo que me contradecía de nuevo, ¿en qué lo hacía? ¿Ese hombre no entendía lo que era una broma? Por Ra, parecía que no porque realmente se había pensado que mis palabras eran ciertas en vez de que eran a broma. Claro que no me había secuestrado, me había ido porque había querido y porque quería aprovechar el tiempo que pudiera tener antes de meterme de lleno en aquella excavación. Rodé los ojos cuando puso esa cara de pervertido ante su pregunta y decidí no contestarle, no merecía la pena a esas alturas.
Lo miré cuando dijo que su tío pensaría al no volver que pasaríamos la noche juntos y confirmó mis sospechas con lo que a “juntos” se refería a lo que hice un pequeño mohín, en el norte parecía que tenían la costumbre de que si dos personas desaparecían ya tenían que estar teniendo sexo y seguramente es lo que pensarían todos cuando después de desaparecer de la fiesta apareciéramos al día siguiente. No me importaba lo que pudieran pensar pero me hacía cierta gracia lo que tenían ellos con el sexo, algo muy arraigada en su cultura, siendo tan liberales como eran. Decía que no daba explicaciones a nadie de lo que hacía y no hice comentario alguno sobre eso, sin embargo sí le pregunté por la excavación, hasta que no fuera la noche siguiente para verla me tenía intrigada de por qué solicitar mi ayuda, siendo tierras norteñas seguramente debía de ser algo de su cultura pero ya no lo tenía tan claro. Dijo que había estado allí para defenderla del ejército de Randulf, ya me había informado de quién era y sabía lo que estaba haciendo en aquellas tierras, su tío llevaba años luchando contra su tiranía en una guerra que parecía no tener fin. También me dijo que no sabía decirme exactamente que para él eran rocas y pintadas solamente añadiendo, además, que si por su cultura mostraba poca pasión entonces por la mía mucho menos dejándome más que claro que mis palabras le habían dolido. Me mordí el labio observándolo, era curioso como podías hacer daño realmente a ese hombre teniendo en cuenta lo alto que era, su constitución fuerte y que estaría acostumbrado a las heridas y al dolor y sin embargo un comentario sobre su cultura y le había jodido más de lo que llegué a pensar.
-Por eso mismo tú tío me ha pedido ayuda, porque no es algo que tú puedas entender ya que dices que solo son rocas y pintadas... es mucho más que eso y ciertamente general, eso es lo que puede hacer que la balanza se incline a vuestro favor –le recordé con una sonrisa un tanto engreída y lo que no me esperé para nada es lo que me dijo después cuando le pedí que me contara como se hizo general. Mis labios se abrieron ligeramente y lo miré de forma fija, ¿un beso, me pedía un beso a cambio por contármelo? Menudo vikingo descarado estaba hecho, era un engreído desmedido que se atrevía a pedirme algo así alegando que era “el centro de nuestros anhelos”. Iba a contestarle cuando sin pararse en eso sus dedos se enredaron en un mechón de mis rizos y tiró de forma que me pegó a él estando tumbado de espaldas en la manta, no había pasado por alto que no dejaba de mirar mis labios de vez en cuando... no me podía creer la cara que le estaba echando aquel hombre con lo del beso, era algo que no me había esperado para nada y que me hizo fruncir ligeramente el ceño- ¿pero cómo puedes ser tan engreído, tan vanidoso y tan descarado? –Dije sintiendo su respiración dar contra mis labios, a pesar de que esta era cálida en el ambiente tan frío en el que estábamos apenas notaba dicho calor- ¿cómo tienes el descaro de pedirme algo así a cambio de decirme cómo te hiciste general? –Aunque sabía que era un beso y que no me había pedido nada demasiado excéntrico, no quitaba que no fuera un descarado en ese aspecto que pensaba sacar partido de la situación. Sonreí de lado por ello- ¿tantas ganas tienes de besarme? –Pregunté con una sonrisa ladeada ahora mirándonos a los ojos, estábamos relativamente cerca, demasiado cerca, y sus ojos vagaban de los míos a mis labios. No negaba que no fuera atractivo y que no llamara la atención pero era precisamente su forma de ser lo que más le restaba puntos, aunque me reí entre dientes observándolo- dime una cosa, ¿ese truco te funciona con todas, estás tan convencido de que voy a caer en eso? –Intentaría sacárselo por otros medios porque ahora me había dejado con toda la intriga, lo dicho, era demasiado curiosa y ahora quería saberlo. Lo cierto es que ambos éramos conscientes de la situación, nos habíamos atraído y alejado constantemente por ese choque que teníamos cada vez que estábamos juntos, pero sus ganas eran patentes sobre todo en el estado en el que iba. Luego fue cuando lanzó aquella pregunta que me hizo sonreír de lado mirándole, ah, quizás con eso pudiera llegar a algo para que me contara y yo así le dijera- oh, ¿quiere saber qué es lo que se siente? –Pregunté llevando mi dedo índice a su cuello deslizando mi yema por encima de su vena, por encima de la yugular que podía notar cómo palpitaba. Su tacto era cálido pese a mi frialdad, lo contemplé unos segundos dándome cuenta de lo vivo que estaba, de la vida que recorría su cuerpo, su corazón bombeando con un ritmo fuerte y constante en su pecho, su sangre fluyendo por sus venas, por ese torrente que le daba la vida. Mi mano bajó entonces hasta su pecho dejándola justo sobre su corazón, cerré los ojos sintiendo el latido de este y como casi lo podía sentir contra mi palma, el ritmo era fuerte y constante como si fuera el ritmo de un tambor aunque quizás un poco rápido por el estado en el que iba. Hacía tanto tiempo que no sentía nada así, demasiados años sin sentir ese sonido bajo mi palma... cuando abrí los ojos su mirada estaba puesta fija en la mía- ¿de verdad quieres saberlo? Porque eso tiene fácil solución –mi lengua se paseó por mi colmillo dándole a entender que podría morderlo para que supiera lo que se sentía- ni aunque te lo explicara de forma detallada podrías realmente llegar a siquiera imaginar lo que se siente cuando un vampiro te muerde –mi palma se quedó extendida en su pecho- al principio sentirías dolor cuando mis colmillos atraviesan la carne pero después... oh, después llega lo mejor de todo –sonreí acercando mi rostro al suyo de forma lenta hasta dejar que nuestros labios se rozaran- después sientes placer, un placer inusitado que jamás pensarías con experimentar o sentir, te excita, te recorre todo el cuerpo e incluso puedes hasta alcanzar el orgasmo solo con un mordisco –mi aliento golpeaba directo a sus labios que estaban entreabiertos mientras hablaba y los rozaba, ahora mi mano subía de forma lenta por su pecho hasta su cuello- y si bebes de mi sangre sería sin duda alguna un viaje épico –dijo mirándolo a los ojos repitiendo esa palabra que él había dicho- no hay forma de describirlo, para cada uno es diferente pero la sensación de poder que sientes, la euforia, la adrenalina... todo te llevan a que tu cuerpo se encienda como si fuera la lava de un volcán, ardiente y peligroso, y en lo único en lo que podrías pensar sería en que te tomara, una y otra, y otra, y otra vez sin descanso –aunque apenas lo estaba tocando mi tono era uno bajo, mis palabras las susurraba de forma lenta y en un tono algo lascivo, seductor- y si te mordiera mientras tenemos sexo tu orgasmo se duplicaría y se alargaría, sería el doble de placentero no solo para ti que te están mordiendo, sino para mí también al morderte –mis colmillos rozaron su labio sin dejar de mirarnos de forma fija y sonreí- ¿sigues queriendo saber qué se siente, experimentarlo por ti mismo? –Mi aliento dio contra el suyo y nuestros labios se rozaron de forma leve al principio como si estuviéramos midiéndonos o como si esperábamos que fuera el otro el que se lanzara, la cercanía era demasiado abrasadora entre ambos lo cierto es que nos encontramos en aquel beso, nuestras lenguas también se encontraron en una mezcla de frío y calor y antes de llegar a más me separé y subiendo con mis labios dejé un beso en su frente- cuando no huelas a perro mojado –dije volviendo a tumbarme de nuevo como estaba aunque no me moví para alejarme, sino que simplemente me acomodé, mis palabras claramente iban hacia la loba, lo cierto es que no me gustaba la olor de licántropo y él olía a loba, eso hacía que hiciera un mohín con mi nariz- y ahora venga, a ver cómo es de épica esa historia.
Jamás había visto nada parecido y lo cierto es que me quedé un buen rato observándola en silencio mientras seguíamos bebiendo, viendo como se movía por el cielo y como iba cambiando de color, era algo muy bello de contemplar y era una lástima que solo se diera en ciertas partes del mundo, pero había valido la pena tener que aguantar estar con él a solas hasta mañana que volvamos para poder disfrutar de las vistas que tenía en esos momentos. Suponía que a su tío no le gustaría demasiado que no empezara con la excavación, por lo que tenía entendido era algo bastante importante que podría ayudarlos en su lucha y seguramente quisiera que empezara cuanto antes, de ahí la pregunta que le había hecho poniendo como tinte cómico el que me hubiera secuestrado, evidentemente que no lo había hecho y de querer hacerlo tampoco podría porque le ganaba en fuerza y en velocidad así que sería una tarea algo difícil para él. Lo miré cuando comenzó a reírse y enarqué una ceja cuando dijo que me contradecía de nuevo, ¿en qué lo hacía? ¿Ese hombre no entendía lo que era una broma? Por Ra, parecía que no porque realmente se había pensado que mis palabras eran ciertas en vez de que eran a broma. Claro que no me había secuestrado, me había ido porque había querido y porque quería aprovechar el tiempo que pudiera tener antes de meterme de lleno en aquella excavación. Rodé los ojos cuando puso esa cara de pervertido ante su pregunta y decidí no contestarle, no merecía la pena a esas alturas.
Lo miré cuando dijo que su tío pensaría al no volver que pasaríamos la noche juntos y confirmó mis sospechas con lo que a “juntos” se refería a lo que hice un pequeño mohín, en el norte parecía que tenían la costumbre de que si dos personas desaparecían ya tenían que estar teniendo sexo y seguramente es lo que pensarían todos cuando después de desaparecer de la fiesta apareciéramos al día siguiente. No me importaba lo que pudieran pensar pero me hacía cierta gracia lo que tenían ellos con el sexo, algo muy arraigada en su cultura, siendo tan liberales como eran. Decía que no daba explicaciones a nadie de lo que hacía y no hice comentario alguno sobre eso, sin embargo sí le pregunté por la excavación, hasta que no fuera la noche siguiente para verla me tenía intrigada de por qué solicitar mi ayuda, siendo tierras norteñas seguramente debía de ser algo de su cultura pero ya no lo tenía tan claro. Dijo que había estado allí para defenderla del ejército de Randulf, ya me había informado de quién era y sabía lo que estaba haciendo en aquellas tierras, su tío llevaba años luchando contra su tiranía en una guerra que parecía no tener fin. También me dijo que no sabía decirme exactamente que para él eran rocas y pintadas solamente añadiendo, además, que si por su cultura mostraba poca pasión entonces por la mía mucho menos dejándome más que claro que mis palabras le habían dolido. Me mordí el labio observándolo, era curioso como podías hacer daño realmente a ese hombre teniendo en cuenta lo alto que era, su constitución fuerte y que estaría acostumbrado a las heridas y al dolor y sin embargo un comentario sobre su cultura y le había jodido más de lo que llegué a pensar.
-Por eso mismo tú tío me ha pedido ayuda, porque no es algo que tú puedas entender ya que dices que solo son rocas y pintadas... es mucho más que eso y ciertamente general, eso es lo que puede hacer que la balanza se incline a vuestro favor –le recordé con una sonrisa un tanto engreída y lo que no me esperé para nada es lo que me dijo después cuando le pedí que me contara como se hizo general. Mis labios se abrieron ligeramente y lo miré de forma fija, ¿un beso, me pedía un beso a cambio por contármelo? Menudo vikingo descarado estaba hecho, era un engreído desmedido que se atrevía a pedirme algo así alegando que era “el centro de nuestros anhelos”. Iba a contestarle cuando sin pararse en eso sus dedos se enredaron en un mechón de mis rizos y tiró de forma que me pegó a él estando tumbado de espaldas en la manta, no había pasado por alto que no dejaba de mirar mis labios de vez en cuando... no me podía creer la cara que le estaba echando aquel hombre con lo del beso, era algo que no me había esperado para nada y que me hizo fruncir ligeramente el ceño- ¿pero cómo puedes ser tan engreído, tan vanidoso y tan descarado? –Dije sintiendo su respiración dar contra mis labios, a pesar de que esta era cálida en el ambiente tan frío en el que estábamos apenas notaba dicho calor- ¿cómo tienes el descaro de pedirme algo así a cambio de decirme cómo te hiciste general? –Aunque sabía que era un beso y que no me había pedido nada demasiado excéntrico, no quitaba que no fuera un descarado en ese aspecto que pensaba sacar partido de la situación. Sonreí de lado por ello- ¿tantas ganas tienes de besarme? –Pregunté con una sonrisa ladeada ahora mirándonos a los ojos, estábamos relativamente cerca, demasiado cerca, y sus ojos vagaban de los míos a mis labios. No negaba que no fuera atractivo y que no llamara la atención pero era precisamente su forma de ser lo que más le restaba puntos, aunque me reí entre dientes observándolo- dime una cosa, ¿ese truco te funciona con todas, estás tan convencido de que voy a caer en eso? –Intentaría sacárselo por otros medios porque ahora me había dejado con toda la intriga, lo dicho, era demasiado curiosa y ahora quería saberlo. Lo cierto es que ambos éramos conscientes de la situación, nos habíamos atraído y alejado constantemente por ese choque que teníamos cada vez que estábamos juntos, pero sus ganas eran patentes sobre todo en el estado en el que iba. Luego fue cuando lanzó aquella pregunta que me hizo sonreír de lado mirándole, ah, quizás con eso pudiera llegar a algo para que me contara y yo así le dijera- oh, ¿quiere saber qué es lo que se siente? –Pregunté llevando mi dedo índice a su cuello deslizando mi yema por encima de su vena, por encima de la yugular que podía notar cómo palpitaba. Su tacto era cálido pese a mi frialdad, lo contemplé unos segundos dándome cuenta de lo vivo que estaba, de la vida que recorría su cuerpo, su corazón bombeando con un ritmo fuerte y constante en su pecho, su sangre fluyendo por sus venas, por ese torrente que le daba la vida. Mi mano bajó entonces hasta su pecho dejándola justo sobre su corazón, cerré los ojos sintiendo el latido de este y como casi lo podía sentir contra mi palma, el ritmo era fuerte y constante como si fuera el ritmo de un tambor aunque quizás un poco rápido por el estado en el que iba. Hacía tanto tiempo que no sentía nada así, demasiados años sin sentir ese sonido bajo mi palma... cuando abrí los ojos su mirada estaba puesta fija en la mía- ¿de verdad quieres saberlo? Porque eso tiene fácil solución –mi lengua se paseó por mi colmillo dándole a entender que podría morderlo para que supiera lo que se sentía- ni aunque te lo explicara de forma detallada podrías realmente llegar a siquiera imaginar lo que se siente cuando un vampiro te muerde –mi palma se quedó extendida en su pecho- al principio sentirías dolor cuando mis colmillos atraviesan la carne pero después... oh, después llega lo mejor de todo –sonreí acercando mi rostro al suyo de forma lenta hasta dejar que nuestros labios se rozaran- después sientes placer, un placer inusitado que jamás pensarías con experimentar o sentir, te excita, te recorre todo el cuerpo e incluso puedes hasta alcanzar el orgasmo solo con un mordisco –mi aliento golpeaba directo a sus labios que estaban entreabiertos mientras hablaba y los rozaba, ahora mi mano subía de forma lenta por su pecho hasta su cuello- y si bebes de mi sangre sería sin duda alguna un viaje épico –dijo mirándolo a los ojos repitiendo esa palabra que él había dicho- no hay forma de describirlo, para cada uno es diferente pero la sensación de poder que sientes, la euforia, la adrenalina... todo te llevan a que tu cuerpo se encienda como si fuera la lava de un volcán, ardiente y peligroso, y en lo único en lo que podrías pensar sería en que te tomara, una y otra, y otra, y otra vez sin descanso –aunque apenas lo estaba tocando mi tono era uno bajo, mis palabras las susurraba de forma lenta y en un tono algo lascivo, seductor- y si te mordiera mientras tenemos sexo tu orgasmo se duplicaría y se alargaría, sería el doble de placentero no solo para ti que te están mordiendo, sino para mí también al morderte –mis colmillos rozaron su labio sin dejar de mirarnos de forma fija y sonreí- ¿sigues queriendo saber qué se siente, experimentarlo por ti mismo? –Mi aliento dio contra el suyo y nuestros labios se rozaron de forma leve al principio como si estuviéramos midiéndonos o como si esperábamos que fuera el otro el que se lanzara, la cercanía era demasiado abrasadora entre ambos lo cierto es que nos encontramos en aquel beso, nuestras lenguas también se encontraron en una mezcla de frío y calor y antes de llegar a más me separé y subiendo con mis labios dejé un beso en su frente- cuando no huelas a perro mojado –dije volviendo a tumbarme de nuevo como estaba aunque no me moví para alejarme, sino que simplemente me acomodé, mis palabras claramente iban hacia la loba, lo cierto es que no me gustaba la olor de licántropo y él olía a loba, eso hacía que hiciera un mohín con mi nariz- y ahora venga, a ver cómo es de épica esa historia.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Enarqué una ceja incrédulo ¿en serio me preguntaba como podía tener tanta cara?
-No entiendo porque, veo como me miras, se que no soy el único que tiene ganas de esto -ladeé la sonrisa de forma engreída -tu te haces la estrecha porque así despiertas mas ganas en mi y lo sabes.
Yo quiero saquearlo todo de ti y tu resistencia me excita, así que continuo el juego que te traes..-dije de forma engreída sin dejar de mirar sus desiertos.
Su gélido aliento chocaba en mis labios, el vaho era lo único que separaba esa ínfima distancia.
Mis dedos se enredaron en el pelo de su nuca manteniendo su boca anclada a la amia, ínfima la distancia mientras como cíclopes nos mirábamos fijamente.
Mis ojos bajaban hasta sus labios, me tentaba con cada rocé, ese era su juego y mi verga delataba hasta que punto la vampiresa me estaba excitando.
-¿No has caído ya? -pregunté rozando sus labios con los míos.
Si, funcionaba con todas, yo era el general del ejercito, un Cannif, las mujeres se bajaban las bragas tal y como paseaba ante ellas. Naitiri era distinta, me retaba, ademas de que sus facciones exóticas eran lo mas bello que jamas hubiera visto en una mujer.
Mi pregunta la hizo sonreír pero francamente sentía mucha curiosidad por saber que era eso que se sentía al ser mordido. Mi padre mordía a mi madre, podía ver las marcas en su cuello cuando era mortal y también ahora, era un juego que ambos se traían y siempre despertó mi curiosidad el saber exactamente que se sentía.
Su dedo recorrió mi yugular, mi cuerpo estaba caliente ante el frio contacto de su dedo, entreabrí los labios, un jadeó murió en su boca delatando no solo lo ebrio que iba, si no lo excitado que me tenia.
Su mano bajó por mi pecho, marcando los músculos hasta detenerse en mi corazón, la miré fijamente, sus ojos adquirían un destello rojizo que me hizo gruñir.
Alcé mi torso ligeramente, nuestros labios chocaban con cada palabra que la inmortal pronunciaba, una descripción detallada de lo que me haría sentir cuando sus colmillos se hundieran rasgado mi piel, buscando mi vena, dando tirones de mi sangre arrastrándome al Valhalla según la descripción usada.
-Hazlo -dije con la voz ronca.
Posé una de mis manos en sus nalgas, la otra seguía aferrando sus rizos de cuervo pegándola a mi boca.
Tiré de su culo para subirla sobre mi a horcajadas, su centro copó mi dureza mientras seguíamos desafiándonos con la mirada sin dejar de jadear contra los labios ajenos.
-Hazlo -pedí ebrio antes de colisionar contra su boca, cruzando con rudeza el precipicio de sus labios, lenguas que treparon por la ajena, duelo húmedo entre ambos mientras gruñía moviendola contra mi hombría.
La egipcia parecía tener bastante, pues se detuvo de golpe, algo que me hizo gruñir molesto afianzandola a mi.
-¡oh, vamos! -le pedí que no se fuera, peor esta se dejó caer de nuevo a mi lado sonriendo mientras alegaba arrugando la nariz que olia a perro mojado.
Resoplé relamiéndome mientras mi mano iba a mi verga por debajo de mi pantalón mientras me la tocaba con descaro.
-Hace medio año nos enteramos de que Ranulf había enviado tropas a través del paso de Rains hacia una de las ladeas que Akershus protege. Los generales evaluaron los riesgos y se decidió hacer una emboscada con nuestros hombres..mientras Hakon y Synnove junto al ejercito de tierra retendrían el ataque de frente, mi general guiaría a la caballería por atrás dejándolos así rodeados pues los flancos serian cubiertos por mi padre y Höor sucesivamente.
El caso es que el plan no salio como lo teníamos previsto. Randulf tiene oráculos que informaron al rey loco sobre nuestras intenciones, así que la caballería fue emboscada antes de alcanzar a su ejercito por atrás.
Fue una carnicería, mataron a nuestro general, intenté reagrupar a los míos, luché contra licantropos que nos triplicaban en numero y vi caer a los míos uno a uno.
Solo yo quedé en pie, aguanté las envestidas de los lobos, sangrando me alzaba del suelo una y otra vez.
Yo no temo al a muerte, el Valhalla se abría y mi Valquiria descendía, hasta que la loba, esa que dices huele a perro mojado, alfa del ejercito de licnatropos de Randulf paró los ataques de los suyos antes de que me dieran el golpe de gracia.
Jadenado alcé la mirada, según ella había luchado con valor y merecía salir vivo de esa contienda, se largo con los suyos dejándome allí, malherido pero con vida...
Ladeé la sonrisa contemplando sus desiertos.
-Esa es la historia de como Höor creyó que estaba preparado para ser uno de los generales de su ejercito, me trasformé en leyenda y aquí estoy, haciendo de niñera -bromeé aun con mi mano en mi hombría -muérdeme, quiero saber que se siente -le pedí.
Yo era un guerrero ardiente de emociones fuertes ahora que me había descrito esa sensación la necesitaba, también beber de ella.
Le tendí mi jarra y mi cuchillo.
-Vierte de tu sangre aquí..veamos que eso que me haces sentir mujer.
-No entiendo porque, veo como me miras, se que no soy el único que tiene ganas de esto -ladeé la sonrisa de forma engreída -tu te haces la estrecha porque así despiertas mas ganas en mi y lo sabes.
Yo quiero saquearlo todo de ti y tu resistencia me excita, así que continuo el juego que te traes..-dije de forma engreída sin dejar de mirar sus desiertos.
Su gélido aliento chocaba en mis labios, el vaho era lo único que separaba esa ínfima distancia.
Mis dedos se enredaron en el pelo de su nuca manteniendo su boca anclada a la amia, ínfima la distancia mientras como cíclopes nos mirábamos fijamente.
Mis ojos bajaban hasta sus labios, me tentaba con cada rocé, ese era su juego y mi verga delataba hasta que punto la vampiresa me estaba excitando.
-¿No has caído ya? -pregunté rozando sus labios con los míos.
Si, funcionaba con todas, yo era el general del ejercito, un Cannif, las mujeres se bajaban las bragas tal y como paseaba ante ellas. Naitiri era distinta, me retaba, ademas de que sus facciones exóticas eran lo mas bello que jamas hubiera visto en una mujer.
Mi pregunta la hizo sonreír pero francamente sentía mucha curiosidad por saber que era eso que se sentía al ser mordido. Mi padre mordía a mi madre, podía ver las marcas en su cuello cuando era mortal y también ahora, era un juego que ambos se traían y siempre despertó mi curiosidad el saber exactamente que se sentía.
Su dedo recorrió mi yugular, mi cuerpo estaba caliente ante el frio contacto de su dedo, entreabrí los labios, un jadeó murió en su boca delatando no solo lo ebrio que iba, si no lo excitado que me tenia.
Su mano bajó por mi pecho, marcando los músculos hasta detenerse en mi corazón, la miré fijamente, sus ojos adquirían un destello rojizo que me hizo gruñir.
Alcé mi torso ligeramente, nuestros labios chocaban con cada palabra que la inmortal pronunciaba, una descripción detallada de lo que me haría sentir cuando sus colmillos se hundieran rasgado mi piel, buscando mi vena, dando tirones de mi sangre arrastrándome al Valhalla según la descripción usada.
-Hazlo -dije con la voz ronca.
Posé una de mis manos en sus nalgas, la otra seguía aferrando sus rizos de cuervo pegándola a mi boca.
Tiré de su culo para subirla sobre mi a horcajadas, su centro copó mi dureza mientras seguíamos desafiándonos con la mirada sin dejar de jadear contra los labios ajenos.
-Hazlo -pedí ebrio antes de colisionar contra su boca, cruzando con rudeza el precipicio de sus labios, lenguas que treparon por la ajena, duelo húmedo entre ambos mientras gruñía moviendola contra mi hombría.
La egipcia parecía tener bastante, pues se detuvo de golpe, algo que me hizo gruñir molesto afianzandola a mi.
-¡oh, vamos! -le pedí que no se fuera, peor esta se dejó caer de nuevo a mi lado sonriendo mientras alegaba arrugando la nariz que olia a perro mojado.
Resoplé relamiéndome mientras mi mano iba a mi verga por debajo de mi pantalón mientras me la tocaba con descaro.
-Hace medio año nos enteramos de que Ranulf había enviado tropas a través del paso de Rains hacia una de las ladeas que Akershus protege. Los generales evaluaron los riesgos y se decidió hacer una emboscada con nuestros hombres..mientras Hakon y Synnove junto al ejercito de tierra retendrían el ataque de frente, mi general guiaría a la caballería por atrás dejándolos así rodeados pues los flancos serian cubiertos por mi padre y Höor sucesivamente.
El caso es que el plan no salio como lo teníamos previsto. Randulf tiene oráculos que informaron al rey loco sobre nuestras intenciones, así que la caballería fue emboscada antes de alcanzar a su ejercito por atrás.
Fue una carnicería, mataron a nuestro general, intenté reagrupar a los míos, luché contra licantropos que nos triplicaban en numero y vi caer a los míos uno a uno.
Solo yo quedé en pie, aguanté las envestidas de los lobos, sangrando me alzaba del suelo una y otra vez.
Yo no temo al a muerte, el Valhalla se abría y mi Valquiria descendía, hasta que la loba, esa que dices huele a perro mojado, alfa del ejercito de licnatropos de Randulf paró los ataques de los suyos antes de que me dieran el golpe de gracia.
Jadenado alcé la mirada, según ella había luchado con valor y merecía salir vivo de esa contienda, se largo con los suyos dejándome allí, malherido pero con vida...
Ladeé la sonrisa contemplando sus desiertos.
-Esa es la historia de como Höor creyó que estaba preparado para ser uno de los generales de su ejercito, me trasformé en leyenda y aquí estoy, haciendo de niñera -bromeé aun con mi mano en mi hombría -muérdeme, quiero saber que se siente -le pedí.
Yo era un guerrero ardiente de emociones fuertes ahora que me había descrito esa sensación la necesitaba, también beber de ella.
Le tendí mi jarra y mi cuchillo.
-Vierte de tu sangre aquí..veamos que eso que me haces sentir mujer.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
¿Se podía ser más engreído de lo que estaba siendo ya el vikingo? Ah, espera... sí se podía. Estaba alcanzando cotas altas e insospechadas en ese sentido porque parecía demasiado seguro de sí mismo, demasiado seguro de lo que hacía y de lo que decía como por ejemplo el hecho de que él se había dado cuenta de la forma en que lo miraba, algo de lo que no había que ser demasiado elocuente para ello, y que solamente me hacía la “estrecha” para aumentar sus ganas, por el contrario yo sabía que él quería arrasar con todo y mi resistencia le excitaba... enarqué una ceja por sus palabras, demasiado vanidoso era ese hombre y se pensaba que todas caían rendidas en cuanto pasaba por delante. Estaba convencida de que con solo chasquear los dedos las mujeres acudirían a su llamada, y ahora se había topado con una mujer que por mucho que chasqueara los dedos no acudía a su llamada, y eso es lo que más me divertía de todo, ver sus intentos frustrados. Sus dedos se habían enredado en el pelo de mi nuca dejando una mínima distancia entre nuestros labios, nos mirábamos de forma fija y sonreí de lado cuando me preguntó si no había caído ya. Lo cierto es que era un juego que nos traíamos entre manos los dos, pero también era cierto que si yo caía él también lo haría... de hecho es que parecía que ya estábamos cayendo cada uno en el juego del otro, había demasiada atracción como para no caer por ambas partes, aunque eso no era algo que fuera a decirle. Pero la prueba más fehaciente de ello es que ahí estábamos los dos, después de haber empezado con muy mal pie uno frente al otro tumbados en aquella manta de pieles bajo una aurora boreal que nos iluminaba en aquella estrellada noche, jugando a tentarnos.
Ahora resultaba que el vikingo sentía curiosidad por saber qué se sentía cuando te mordían, pero como bien le había dicho, por mucho que se lo explicara de la manera más detallada posible jamás llegaría a saberlo porque para cada persona, ciertas cosas, eran totalmente diferente. Mis palabras buscaban tentarlo, en un tono bajo y de forma seductora buscaba que se imaginara precisamente cada una de las palabras que salían de mis labios y que chocaban contra los suyos, mi mano había subido de forma lenta desde justo donde estaba su corazón hasta su cuello donde podía sentir la sangre fluir por su vena directa a todo su cuerpo. Buscaba ese efecto en él, que se imaginara cada cosa que decía y su jadeo me dio a entender que estaba consiguiendo mi trabajo a la perfección, de hecho... me lo pidió. Con la voz ronca por la excitación me dijo que lo hiciera con su torso alzado dejando ya una ínfima distancia entre nuestros labios, una de sus manos fue a mis nalgas y la dejó allí mientras que la otra me anclaba a él teniendo sus dedos enredados en mis rizos. De un movimiento me subió sobre él de forma que sentí en mi centro su miembro que ya estaba más que listo y me mordí el labio ante la presión que ejercía de esa forma, mi pelo cayó como una cortina pero aun así no quitó el agarre de mi pelo jadeando contra mis labios, antes de que se rozaran y finalmente nos besáramos.
Su beso bien podía describir como era él mismo: rudo, salvaje que arrasaba con todo. En lo que duró el beso me bastó para saber cómo era aquel hombre en ese aspecto, arrasó con todo lo que encontró a su paso hasta que nuestras lenguas se encontraron en una batalla, frío y calor juntos, en un beso húmedo mientras sentía que movía mi cadera sobre su miembro arrancándome un jadeo... pero antes de que llegara a más me aparté, dejé un beso en su frente ante su insistencia de que no me apartara y caí tumbada de lado para mirarlo, olía a perro mojado y lo cierto es que me desagradaba un poco, volví a apoyar el codo en la manta y mi rostro sobre mi mano para esperar a que me contara la historia de cómo se hizo general, se lamió los labios mirándome y de forma descarada su mano se coló por su pantalón en busca de su miembro, reí entre dientes por ello y esperé a que comenzara. Estuve atenta a la historia que me contó de la batalla, sus planes, cómo resultó luego que las oráculos habían hecho que perdiera a su grupo, cómo los acorralaron y aunque intentó reagruparlos fueron cayendo hasta que solamente quedó él. Mientras me lo contaba me pude imaginar, perfectamente, aquella escena que me estaba contando rodeado de licántropos que querían acabar con él golpe tras golpe sangrando pero luchando hasta el final. Hubo una frase que resumió perfectamente lo que eran los vikingos, ellos luchaban hasta la muerte sin temer a esta pues según ellos cuando un guerrero moría en combate Odín los esperaba en su mesa para que cenara con ellos, las valquirias bajaban a por los héroes y eran llevados al Valhalla. Algo que, para mí, era una barbaridad pero no era mi cultura ni tampoco eran mis dioses, pero más bien pensaba que eso se decía para que los hombres no tuvieran miedo de luchar por muy adversa que fuera la situación, como por ejemplo la que él había pasado. Enarqué una ceja cuando dijo que había salido con vida porque la loba del ejército rival, que resultaba ser general y también la misma loba con quien lo había visto en la fiesta, decidió que merecía vivir por cómo había luchado... no le encontré el sentido y dejé que terminara diciendo que lo habían dejado allí malherido pero con vida y que, por eso mismo, lo habían convertido en general... salvo esa noche que su tío lo había puesto de niñera a lo que me reí entre dientes.
-Sí que es una historia épica, tenías toda la razón... no me quiero ni imaginar lo que tuvo que ser en ese momento cuando te viste rodeado de licántropos luchando por salvar tú vida... sin embargo, aquí estás –sonreí- pero no te puedes quejar sobre mí, te aseguro que me estoy portando bien general –comenté con una sonrisa ladeada mirándolo- así que... tú y la loba.... –hice una pausa y sonreí con cierta malicia- ¿te acuestas con el enemigo? –Porque no era tonta, si no hubieran tenido nada después de verse en aquella batalla no se habría acercado con tanta confianza- dime general, ¿sabe tú tío acaso que te acuestas con la general del ejército rival, que te acuestas con el enemigo? –Pregunté con tono malicioso y una sonrisa dejándole ver que, quizás, podría contárselo- es... algo así como ¿un amor imposible? –Me eché a reír por ello divertida y di un manotazo a su pecho mientras me seguía riendo hasta que finalmente paré cuando me pidió que lo mordiera, que quería saber lo que se sentía. Sonreí mirándolo aun teniendo él su mano entorno a su miembro y mordí mis labios- ¿quieres ser mi víctima? ¿Quién está cayendo ahora? –Pregunté totalmente aposta mientras veía que quitaba su mano de su miembro, cogía su jarra y un cuchillo que tenía y me lo tendía para que vertiera mi sangre, quería saber qué le hacía sentir con mi sangre. Enarqué una ceja mirándolo sin quitar la sonrisa de mis labios y reí levemente entre dientes- ¿ahora me pides que te muerda? Al final sabía que acabarías pidiéndomelo, general –dije con una sonrisa mientras dejaba la jarra sobre la manta al igual que el cuchillo. La verdad es que yo no había sido muy dada, en los años que llevaba como vampira que podría ser casi un centenar, a darle a alguien para que bebiera de mi sangre. Pocas veces lo había hecho, un par de hombres, un par de mujeres... pero siempre fue al principio de mis años como vampira para ver qué era lo que sentían, luego me había limitado a beber de los humanos para alimentar y no había vuelto a darle mi sangre a nadie más, y ahora me encontraba con un vikingo que me pedía que vertiera mi sangre en su jarra para descubrir ese viaje épico que proporcionaba mi sangre- me gusta que me pidas las cosas, me gusta verte en cierta forma ansioso porque te de a beber de mi sangre –mi dedo índice descendió por su cuello notando su vena bajo mi tacto- aparte también quieres que te muerda, no es algo a lo que voy a negarme –mis colmillos se vieron asomando de mis labios- pero.... si quieres que eso ocurra vas a tener que hacer algo con ese olor a perro mojado que llevas –sonreí de lado- no es que ella huela así, es que así huelen todos los licántropos... es lo que tiene ser perro –sonreí con cierta malicia mirándolo a los ojos- seguro que en esa casona tienes una tina para quitarte esa olor, luego te daré a beber de mi sangre y te morderé –mordí su labio inferior creando más énfasis a mis palabras sin apartar mi mirada de la suya- vamos general, te espero –dije esperando a que se moviera para que se levantara y fuera a darse ese baño, sabía perfectamente qué pasaría cuando le diera de beber de mi sangre, la euforia, el colocón, la tremenda excitación que recorrería su cuerpo... pero como parecía ser un vikingo bastante duro y resistente me preguntaba cuánto aguantaría hasta sucumbir finalmente. Mientras él hacía lo que le había pedido cogí la jarra y me la bebí entera, no tardó demasiado en salir de nuevo recostándose de nuevo en la manta, acerqué mi nariz a su cuello y sonreí al no notar rastro alguno como antes en su piel- ahora sí –dije en un jadeo con mis labios contra su cuello lamiendo este antes de separarme y mirarlo a los ojos. Cogí la jarra y me hice un corte con mis colmillos en la muñeca para que viera como la sangre caía mezclándose con la hidromiel hasta que supe que sería suficiente para llevarle a ese estado que le había descrito, lamí la herida que me había hecho y le tendí la jarra no sin antes agitarla un poco- cuando te bebas esto sabrás exactamente lo que se siente al beber sangre de un vampiro, te aseguro que no podrás controlarte y nada te saciará, nada que no sea yo –sonreí de lado- sentirás euforia, adrenalina y te excitarás tanto como si fueras un volcán a punto de erupcionar... estás a punto de emprender un viaje épico, general, muy diferente a cualquier viaje que puedas hacer con tu drakar, veamos qué te provoca mi sangre –murmuré contra sus labios dejando un beso antes de que bebiera de la jarra mezclada con mi sangre, a la espera de ver cómo reaccionaba él mirándolo con una sonrisa y una de mis manos recorriendo su torso sobre la tela de la ropa.
Ahora resultaba que el vikingo sentía curiosidad por saber qué se sentía cuando te mordían, pero como bien le había dicho, por mucho que se lo explicara de la manera más detallada posible jamás llegaría a saberlo porque para cada persona, ciertas cosas, eran totalmente diferente. Mis palabras buscaban tentarlo, en un tono bajo y de forma seductora buscaba que se imaginara precisamente cada una de las palabras que salían de mis labios y que chocaban contra los suyos, mi mano había subido de forma lenta desde justo donde estaba su corazón hasta su cuello donde podía sentir la sangre fluir por su vena directa a todo su cuerpo. Buscaba ese efecto en él, que se imaginara cada cosa que decía y su jadeo me dio a entender que estaba consiguiendo mi trabajo a la perfección, de hecho... me lo pidió. Con la voz ronca por la excitación me dijo que lo hiciera con su torso alzado dejando ya una ínfima distancia entre nuestros labios, una de sus manos fue a mis nalgas y la dejó allí mientras que la otra me anclaba a él teniendo sus dedos enredados en mis rizos. De un movimiento me subió sobre él de forma que sentí en mi centro su miembro que ya estaba más que listo y me mordí el labio ante la presión que ejercía de esa forma, mi pelo cayó como una cortina pero aun así no quitó el agarre de mi pelo jadeando contra mis labios, antes de que se rozaran y finalmente nos besáramos.
Su beso bien podía describir como era él mismo: rudo, salvaje que arrasaba con todo. En lo que duró el beso me bastó para saber cómo era aquel hombre en ese aspecto, arrasó con todo lo que encontró a su paso hasta que nuestras lenguas se encontraron en una batalla, frío y calor juntos, en un beso húmedo mientras sentía que movía mi cadera sobre su miembro arrancándome un jadeo... pero antes de que llegara a más me aparté, dejé un beso en su frente ante su insistencia de que no me apartara y caí tumbada de lado para mirarlo, olía a perro mojado y lo cierto es que me desagradaba un poco, volví a apoyar el codo en la manta y mi rostro sobre mi mano para esperar a que me contara la historia de cómo se hizo general, se lamió los labios mirándome y de forma descarada su mano se coló por su pantalón en busca de su miembro, reí entre dientes por ello y esperé a que comenzara. Estuve atenta a la historia que me contó de la batalla, sus planes, cómo resultó luego que las oráculos habían hecho que perdiera a su grupo, cómo los acorralaron y aunque intentó reagruparlos fueron cayendo hasta que solamente quedó él. Mientras me lo contaba me pude imaginar, perfectamente, aquella escena que me estaba contando rodeado de licántropos que querían acabar con él golpe tras golpe sangrando pero luchando hasta el final. Hubo una frase que resumió perfectamente lo que eran los vikingos, ellos luchaban hasta la muerte sin temer a esta pues según ellos cuando un guerrero moría en combate Odín los esperaba en su mesa para que cenara con ellos, las valquirias bajaban a por los héroes y eran llevados al Valhalla. Algo que, para mí, era una barbaridad pero no era mi cultura ni tampoco eran mis dioses, pero más bien pensaba que eso se decía para que los hombres no tuvieran miedo de luchar por muy adversa que fuera la situación, como por ejemplo la que él había pasado. Enarqué una ceja cuando dijo que había salido con vida porque la loba del ejército rival, que resultaba ser general y también la misma loba con quien lo había visto en la fiesta, decidió que merecía vivir por cómo había luchado... no le encontré el sentido y dejé que terminara diciendo que lo habían dejado allí malherido pero con vida y que, por eso mismo, lo habían convertido en general... salvo esa noche que su tío lo había puesto de niñera a lo que me reí entre dientes.
-Sí que es una historia épica, tenías toda la razón... no me quiero ni imaginar lo que tuvo que ser en ese momento cuando te viste rodeado de licántropos luchando por salvar tú vida... sin embargo, aquí estás –sonreí- pero no te puedes quejar sobre mí, te aseguro que me estoy portando bien general –comenté con una sonrisa ladeada mirándolo- así que... tú y la loba.... –hice una pausa y sonreí con cierta malicia- ¿te acuestas con el enemigo? –Porque no era tonta, si no hubieran tenido nada después de verse en aquella batalla no se habría acercado con tanta confianza- dime general, ¿sabe tú tío acaso que te acuestas con la general del ejército rival, que te acuestas con el enemigo? –Pregunté con tono malicioso y una sonrisa dejándole ver que, quizás, podría contárselo- es... algo así como ¿un amor imposible? –Me eché a reír por ello divertida y di un manotazo a su pecho mientras me seguía riendo hasta que finalmente paré cuando me pidió que lo mordiera, que quería saber lo que se sentía. Sonreí mirándolo aun teniendo él su mano entorno a su miembro y mordí mis labios- ¿quieres ser mi víctima? ¿Quién está cayendo ahora? –Pregunté totalmente aposta mientras veía que quitaba su mano de su miembro, cogía su jarra y un cuchillo que tenía y me lo tendía para que vertiera mi sangre, quería saber qué le hacía sentir con mi sangre. Enarqué una ceja mirándolo sin quitar la sonrisa de mis labios y reí levemente entre dientes- ¿ahora me pides que te muerda? Al final sabía que acabarías pidiéndomelo, general –dije con una sonrisa mientras dejaba la jarra sobre la manta al igual que el cuchillo. La verdad es que yo no había sido muy dada, en los años que llevaba como vampira que podría ser casi un centenar, a darle a alguien para que bebiera de mi sangre. Pocas veces lo había hecho, un par de hombres, un par de mujeres... pero siempre fue al principio de mis años como vampira para ver qué era lo que sentían, luego me había limitado a beber de los humanos para alimentar y no había vuelto a darle mi sangre a nadie más, y ahora me encontraba con un vikingo que me pedía que vertiera mi sangre en su jarra para descubrir ese viaje épico que proporcionaba mi sangre- me gusta que me pidas las cosas, me gusta verte en cierta forma ansioso porque te de a beber de mi sangre –mi dedo índice descendió por su cuello notando su vena bajo mi tacto- aparte también quieres que te muerda, no es algo a lo que voy a negarme –mis colmillos se vieron asomando de mis labios- pero.... si quieres que eso ocurra vas a tener que hacer algo con ese olor a perro mojado que llevas –sonreí de lado- no es que ella huela así, es que así huelen todos los licántropos... es lo que tiene ser perro –sonreí con cierta malicia mirándolo a los ojos- seguro que en esa casona tienes una tina para quitarte esa olor, luego te daré a beber de mi sangre y te morderé –mordí su labio inferior creando más énfasis a mis palabras sin apartar mi mirada de la suya- vamos general, te espero –dije esperando a que se moviera para que se levantara y fuera a darse ese baño, sabía perfectamente qué pasaría cuando le diera de beber de mi sangre, la euforia, el colocón, la tremenda excitación que recorrería su cuerpo... pero como parecía ser un vikingo bastante duro y resistente me preguntaba cuánto aguantaría hasta sucumbir finalmente. Mientras él hacía lo que le había pedido cogí la jarra y me la bebí entera, no tardó demasiado en salir de nuevo recostándose de nuevo en la manta, acerqué mi nariz a su cuello y sonreí al no notar rastro alguno como antes en su piel- ahora sí –dije en un jadeo con mis labios contra su cuello lamiendo este antes de separarme y mirarlo a los ojos. Cogí la jarra y me hice un corte con mis colmillos en la muñeca para que viera como la sangre caía mezclándose con la hidromiel hasta que supe que sería suficiente para llevarle a ese estado que le había descrito, lamí la herida que me había hecho y le tendí la jarra no sin antes agitarla un poco- cuando te bebas esto sabrás exactamente lo que se siente al beber sangre de un vampiro, te aseguro que no podrás controlarte y nada te saciará, nada que no sea yo –sonreí de lado- sentirás euforia, adrenalina y te excitarás tanto como si fueras un volcán a punto de erupcionar... estás a punto de emprender un viaje épico, general, muy diferente a cualquier viaje que puedas hacer con tu drakar, veamos qué te provoca mi sangre –murmuré contra sus labios dejando un beso antes de que bebiera de la jarra mezclada con mi sangre, a la espera de ver cómo reaccionaba él mirándolo con una sonrisa y una de mis manos recorriendo su torso sobre la tela de la ropa.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Negué con una ladeada sonrisa mirándola, centré mis ojos en sus enormes desiertos, su tono era picaro, malicioso, dejándome claro que en cualquier momento podría traicionarme y contárselo a mi tío.
Apuré la jarra divertido.
-No, no vas a traicionarme -aseguré de forma segura -me acuesto con mi enemigo, pero ahora mismo solo pienso en acostarme contigo ¿eres amiga o enemiga? -le pregunté arrastrando las palabras.
Dejó a un lado la jarra y el cuchillo que le había ofrecido, al parecer antes de cumplir mis deseos yo tendría que cumplir el suyo, hice un mohin pero me puse finalmente en pie cruzando el umbral de la cabaña para darme ese baño.
En otra ocasión la abría mandado a la mierda, pero entre que iba borracho y tenia muchas ganas de montarla y mas aun de saber que demonios se sentía cuando te mordían con la sangre de un vampiro corriendo por tus venas, al final, cedí sin mas.
Cuando regresé con el pelo mojado me sacudí como un perro, lo que la hizo fruncir el ceño y a mi reírme. Mi cuerpo recuperó su posición ligeramente ladeado hacia ella, de nuevo nuestras miradas se desafiaban, las mías eran dagas afiladas mientras ella portaba el escudo.
Acercó su nariz a mi cuello, jadeé al unisono que de su boca emitió un gemido al sentir como rozaba mi yugular y de forma instintiva y con los labios entreabiertos ladeé la cabeza dispuesto a dejarla hacer.
Lamió mi piel antes de separarse para volver a contemplar mis aceros.
-Creo que no soy el único que tiene ganas de algo mas que palabras esta noche -aseguré de forma engreída -¿déjame mostrarte lo que es tener a un vikingo embistiendote, te aseguró que entenderás bien la definición del Valhalla.
Ella sonreía con picarda esta vez abriéndose en la muñeca una brecha con sus colmillos, dejó que ríos carmesí fueran vertidos de su piel a la jarra de hidromiel ante mi atenta mirada y como si el demonio me tentara me dijo que la apurara. Un beso selló su promesa, estaba a punto de empezar el viaje mas épico de mi vida y si ella creía que yo tenia miedo, se equivocaba conmigo, se lo demostré apurandola de un trago, hasta la última gota corrió por mi garganta abrasando todo a mi paso.
Sacudí la cabeza por la cantidad de alcohol que llevaba ya encima, por la rapidez con la que había bebido esta última, pero casi al instante sentí como una corriente eléctrica recorría mi anatomía instalando un calor difícil de apagar en mi hombría.
-Ufffff -susurré cerrando los ojos y entreabriendo la boca dejando que los jadeos salieran de mis labios de forma entrecortada, era como estar al borde del éxtasis, era como cuando estas a punto de correrte y la pava se para contigo dentro por completo y te mira alargando ese momento antes de volver a bailar contra tu verga como un demonio.
Gruñí de forma salvaje tirando de las nalgas de la egipcia, jadeé roncamente colisionando como una bestia contra su boca mientras mis manos la movían contra mi abultada entrepierna.
Jadeaba sin poder contenerme completamente excitado, mas de lo que nunca lo había estado.
Mis manos descendieron por sus muslos, una de ellas buscando la cara interna.
-Siento que voy a correrme, pero también que puedo aguantar horas sin hacerlo, es ...-jadeé de nuevo mordiendo su boca ansioso -es bestial -aseguré buscando sus bragas con mis dedos completamente fuera de mi.
Apuré la jarra divertido.
-No, no vas a traicionarme -aseguré de forma segura -me acuesto con mi enemigo, pero ahora mismo solo pienso en acostarme contigo ¿eres amiga o enemiga? -le pregunté arrastrando las palabras.
Dejó a un lado la jarra y el cuchillo que le había ofrecido, al parecer antes de cumplir mis deseos yo tendría que cumplir el suyo, hice un mohin pero me puse finalmente en pie cruzando el umbral de la cabaña para darme ese baño.
En otra ocasión la abría mandado a la mierda, pero entre que iba borracho y tenia muchas ganas de montarla y mas aun de saber que demonios se sentía cuando te mordían con la sangre de un vampiro corriendo por tus venas, al final, cedí sin mas.
Cuando regresé con el pelo mojado me sacudí como un perro, lo que la hizo fruncir el ceño y a mi reírme. Mi cuerpo recuperó su posición ligeramente ladeado hacia ella, de nuevo nuestras miradas se desafiaban, las mías eran dagas afiladas mientras ella portaba el escudo.
Acercó su nariz a mi cuello, jadeé al unisono que de su boca emitió un gemido al sentir como rozaba mi yugular y de forma instintiva y con los labios entreabiertos ladeé la cabeza dispuesto a dejarla hacer.
Lamió mi piel antes de separarse para volver a contemplar mis aceros.
-Creo que no soy el único que tiene ganas de algo mas que palabras esta noche -aseguré de forma engreída -¿déjame mostrarte lo que es tener a un vikingo embistiendote, te aseguró que entenderás bien la definición del Valhalla.
Ella sonreía con picarda esta vez abriéndose en la muñeca una brecha con sus colmillos, dejó que ríos carmesí fueran vertidos de su piel a la jarra de hidromiel ante mi atenta mirada y como si el demonio me tentara me dijo que la apurara. Un beso selló su promesa, estaba a punto de empezar el viaje mas épico de mi vida y si ella creía que yo tenia miedo, se equivocaba conmigo, se lo demostré apurandola de un trago, hasta la última gota corrió por mi garganta abrasando todo a mi paso.
Sacudí la cabeza por la cantidad de alcohol que llevaba ya encima, por la rapidez con la que había bebido esta última, pero casi al instante sentí como una corriente eléctrica recorría mi anatomía instalando un calor difícil de apagar en mi hombría.
-Ufffff -susurré cerrando los ojos y entreabriendo la boca dejando que los jadeos salieran de mis labios de forma entrecortada, era como estar al borde del éxtasis, era como cuando estas a punto de correrte y la pava se para contigo dentro por completo y te mira alargando ese momento antes de volver a bailar contra tu verga como un demonio.
Gruñí de forma salvaje tirando de las nalgas de la egipcia, jadeé roncamente colisionando como una bestia contra su boca mientras mis manos la movían contra mi abultada entrepierna.
Jadeaba sin poder contenerme completamente excitado, mas de lo que nunca lo había estado.
Mis manos descendieron por sus muslos, una de ellas buscando la cara interna.
-Siento que voy a correrme, pero también que puedo aguantar horas sin hacerlo, es ...-jadeé de nuevo mordiendo su boca ansioso -es bestial -aseguré buscando sus bragas con mis dedos completamente fuera de mi.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Había captado a la perfección lo que quería haberle dicho sobre que se acostaba con el enemigo metiendo a su tío por el medio, se lo podría decir y quizás no me creería aunque tampoco tendría por qué mentirle en ese sentido, ¿qué ganaría? Pero siendo enemigos de bandos diferentes y contrarios era demasiado peligros que se vieran y se acostaran, a mí me daba lo mismo porque no tenía nada que ver y me daba igual con quién se acostara y con quién dejara de hacerlo, pero peligroso era bastante y además la loba se paseaba por allí, con capucha, pero a riesgo de que alguien lo supiera y me pregunté si alguien sabría de aquello o solamente era yo quien la había pillado. Sinceramente no me hubiera percatado de que era esa loba si él no la hubiera mencionado en su relato, podría haber sido una loba más cualquiera pero al decirme que era esa me había resultado divertido hacerle ver que podía decírselo a su tío cuando yo quisiera y ponerlo en un aprieto, ¿qué pensaría de su gran general si sabía que se acostaba con la general del enemigo? Casi me reí allí mismo de mi propia pregunta dejándole entrever que me reía con malicia por eso mismo y luego enarqué una ceja cuando, seguro, dijo que yo no iba a decirle nada a su tío sobre lo que había descubierto. Me pregunté cómo es que estaba tan seguro de que no diría nada y finalmente sonreí mordiéndome el labio viendo cómo me miraba y como sus ojos iban de mis labios y volvían a subir de nuevo como si solo pudiera centrarse en una de las dos cosas y no se pudiera decantar por ninguna.
Su pregunta me hizo enarcar una ceja, ¿Qué que era? Fácil: amiga. Bueno, aliada, o invitada o lo que quisiera llamarme en ese momento porque lo cierto era que había ido allí con la intención no solo de aprender de sus costumbres y de su cultura, de su país... sino principalmente también para ayudarles con aquella excavación que habían encontrado. La solicitud había llegado al museo por parte de su tío y aunque no sabíamos muy bien quién de todos debía de ir lo cierto era que, de todos, yo era la que más conocimientos tenía sobre la cultura nórdica y sabía también su idioma así que me hacía la candidata perfecta para ir allí. No habían detallado mucho pero por lo que habían mandado en aquella carta en forma de dibujo, o como habían podido dibujarlo, parecían jeroglíficos egipcios y aunque habían un par de personas trabajando en ese cargo dado que sabía hablar noruego fui yo quien finalmente vio la oportunidad para viajar a esas tierras. Era algo que no se le debía de olvidar al general, estaba allí para ayudarles a ellos en una guerra en la que a mí –en lo personal- ni me iba ni me venía puesto que no me tocaba. Sí era cierto que no me terminaba de gustar lo que se oía que hacía Randulf en aquel país, pero iba allí como invitada y para ayudarles algo que al parecer tendría que recordarle al vikingo porque se había olvidado de ese pequeño pero importante detalle.
-¿Que qué soy? Por el momento no te he atacado en ningún momento, ni he querido matarte –al menos no que lo hubiera expresado con palabras, básicamente- soy vuestra... “aliada” si prefieres llamarlo así. O vuestra invitada, o vuestra amiga... llámalo como quieres, he venido para ayudaros en esa excavación y de querer convertirme en vuestra enemiga me aliaría con Randulf y le daría a él lo que pudiera deciros a vosotros –sabía que esas palabras no iban a gustarle así que por ello puse mi dedo sobre su labio- sin embargo aquí estoy, tú tío me dejó entrar para que os ayudara con la excavación y descifrara los secretos que esconde, soy consciente de que estáis en guerra y que el museo no se quiere meter ni tomar partido a favor de nadie así que vengo por “voluntad propia” y no como mandada. También sé que tú tío no se responsabiliza, o al menos eso pone en el contrato que ha firmado esta tarde, en lo que pueda pasarme lo que dure aquí mi estancia... de ahí que haya cogido a su general para ponerlo de “niñera” –sonreí de lado- míralo por el lado positivo, te ha dado una misión importante y yo no te veo que lo estés pasando demasiado mal precisamente... –acabé con una sonrisa ladeada en el rostro, me pedía que le diera de mi sangre para saber lo que se sentía y que le mordiera, su respiración era algo agitada y sus jadeos salían de sus labios. Pero antes de eso debía de cumplir con un pequeño inconveniente, así que lo mandé dentro enarcando una ceja para que de alguna forma dejara de oler a perro mojado, o a perra mejor dicho, porque de lo contrario no obtendría ni mi sangre, ni un mordisco... ni a mí. Él decía que era un guerrero valiente que no temía a nada y que no le daba miedo nada de nada, así que veríamos cómo se desenvolvía el vikingo cuando mi sangre corriera por sus venas como un torrente poderoso por su venas, cuando calentara su cuerpo y nublara su razón solamente con una sola cosa, una que yo era la única que sería capaz de aplacar. Vi que hacía un mohín pero acabó levantándose mientras yo esperaba a que hiciera lo que le había pedido y cuando salió, con el pelo mojado, al llegar a mi altura se sacudió como si fuera un pelo haciendo que fruncir el ceño mirándolo para ver que se quedaba como antes de haberse levantado, acerqué mi nariz para comprobar que ya no olía a perro mojado y rocé mis labios contra su piel, mi lengua dejó un pequeño camino escuchando su jadeo al tiempo que ladeaba su cabeza dándome más acceso. Sonreí cuando vi que ahora sí y sus ojos se clavaron en los míos, sus palabras hicieron que me riera entre dientes y llevé mi mano a su mentón cogiéndolo para moverlo ligeramente hacia uno y otro lado pero de forma muy leve- eres un vikingo engreído –comenté con cierta diversión ante sus palabras de que sabría lo que era el Valhalla y procedí a llenar la jarra con mi sangre tendiéndosela para que bebiera el contenido esperando que este hiciera efecto, se lo bebió de una y sonreí porque era como si me quisiera mostrar que no tenía miedo alguno.
Notaba mi sangre bajando por su cuerpo y recorriendo cada lugar del mismo calentándolo, encendiéndolo, excitándolo por completo. Sacudió su cabeza y cerró los ojos cuando el efecto comenzó a ser notable y patente en su cuerpo y en su organismo, sentí que su temperatura aumentaba de forma considerable y ese bufido que me hizo sonreír viendo que cerraba los ojos y de sus labios no dejaban de escapar jadeos por lo que tendría que estar sintiendo, su miembro se notaba en sus pantalones y sonreí divertida por lo que provocaba en él, una reacción que bien conocía. Sus manos fueron directas a mis nalgas y me subió con rudeza sobre él haciendo que nuestros sexos se rozaran sobre la tela, jadeaba contra mis labios y finalmente acabó besándome totalmente encendido, como si fuera una bestia que luchaba por ser liberado mientras sus manos en mis nalgas me movían a placer sobre su miembro, friccionando de una forma placentera para los dos. Sabía la sensación que recorría su cuerpo porque una vez yo también lo había sentido, la enorme excitación que lo atravesaba... lo miré a los ojos con mi pelo cayendo a cada lado de mi rostro como una cascada de rizos oscura sonriendo mientras lo veía jadear sin parar moviéndose contra mí, su respiración subir y bajar agitada y sus manos ahora descendiendo por mis muslos notando que buscaba el camino hacia mi sexo y le dejé hacer. Reí mirándolo cuando dijo que sentía que iba a correrse pero que sentía que podía aguantar horas sin hacerlo, era demasiado claro y directo pero eso no me molestaba en absoluto, en cierta manera me divertía esa franqueza que tenía. Mordió mi boca buscando la forma de expresar aquello y mi lengua recorrió su labio cuando se separó, la palabra fue “bestial” y sonreí de lado notando que sus manos se habían colado bajo mi vestido y que una de ellas se encaminaba hacia mis bragas para, seguramente, arrancármelas ante la necesidad imperiosa que sentía.
-Sí, sé lo que estás sintiendo –su corazón bombeaba su sangre con fuerza- como si fueras casi invencible, mi poder te hace sentirte más fuerte, te sientes eufórico y desde luego tan excitado como no te has sentido nunca –me separé un poco tras morder sus labios y me incorporé un poco cogiendo su mano bajo mi vestido y también la otra que recorría mi cuerpo como si no pudiera aguantarse y las coloqué sobre su cabeza observándole- tranquilo general, esto es solo el comienzo de todo lo que te espera –mis labios rozaron los suyos y mantuve sus manos ahí quietas mientras lo miraba, seguramente ninguna mujer hubiera hecho eso con él y me quedé observándolo con una sonrisa durante unos segundos- no seas tan impaciente –perfilé sus labios con mis colmillos y mis labios fueron a su cuello dejando que mis colmillos recorrieran su piel mientras él no dejaba de mover sus caderas, encendido completamente, buscándome en todo momento incapaz de quedarse quieta sobre la manta- sssh, tranquilo... el efecto dura bastante, tienes tiempo más que suficiente –me mordí el labio observándolo de forma fija, incluso tenía hasta las pupilas diferentes de todo lo que corría por su cuerpo de forma potente y abrasadora- pero... ¿qué te hace pensar que no te puedo dejar así? ¿Te has parado a pensarlo? –Sonreí con malicia con sus ojos clavados en los míos y me eché a reír divertida por la situación- seguro que soy la primera mujer que te pone tanta resistencia y que, además, puede con la fuerza que tienes... eso me gusta –dije para bajar otra vez a sus labios y besarlos, él como vikingo que era hizo honor a lo que era y arrasó con aquel beso mis labios, su lengua atravesó mis labios y buscó la mía para entablar una batalla algo ruda y húmeda, buscándome sin dejar de mover sus caderas contra mi centro como si de alguna forma me estuviera embistiendo, jadeé contra sus labios por la forma en que tenía ese hombre de besar y que no me desagradaba para nada, sino más bien al contrario encendiéndome más y cuando me separé tirando de su labio sonreí soltando sus manos finalmente- muy bien Ubbe, dices que puedes llevarme al Valhalla así que... veamos cómo te las gastas, vikingo –su mano fue directamente bajo mi falda otra vez y apartó mis bragas para dos dedos que recorrieron mi sexo y que me hizo gemir contra sus labios, mis manos acabaron por colarse bajo la camisa que llevaba y subir por su piel, que ardía bajo mi toque, hasta acabar quitándosela dejando su pecho al descubierto. Mis labios recorrieron su pecho mientras movía mis caderas sobre él y su mano ahora me subía el vestido sin demasiada delicadeza llevando sus labios a mi pecho ahora libre del vestido. Mi mano bajó por su costado para comenzar a desabrochar su pantalón mientras él, encendido por completo, no dejaba de moverse, de tocarme, de besarme y de morderme.
Su pregunta me hizo enarcar una ceja, ¿Qué que era? Fácil: amiga. Bueno, aliada, o invitada o lo que quisiera llamarme en ese momento porque lo cierto era que había ido allí con la intención no solo de aprender de sus costumbres y de su cultura, de su país... sino principalmente también para ayudarles con aquella excavación que habían encontrado. La solicitud había llegado al museo por parte de su tío y aunque no sabíamos muy bien quién de todos debía de ir lo cierto era que, de todos, yo era la que más conocimientos tenía sobre la cultura nórdica y sabía también su idioma así que me hacía la candidata perfecta para ir allí. No habían detallado mucho pero por lo que habían mandado en aquella carta en forma de dibujo, o como habían podido dibujarlo, parecían jeroglíficos egipcios y aunque habían un par de personas trabajando en ese cargo dado que sabía hablar noruego fui yo quien finalmente vio la oportunidad para viajar a esas tierras. Era algo que no se le debía de olvidar al general, estaba allí para ayudarles a ellos en una guerra en la que a mí –en lo personal- ni me iba ni me venía puesto que no me tocaba. Sí era cierto que no me terminaba de gustar lo que se oía que hacía Randulf en aquel país, pero iba allí como invitada y para ayudarles algo que al parecer tendría que recordarle al vikingo porque se había olvidado de ese pequeño pero importante detalle.
-¿Que qué soy? Por el momento no te he atacado en ningún momento, ni he querido matarte –al menos no que lo hubiera expresado con palabras, básicamente- soy vuestra... “aliada” si prefieres llamarlo así. O vuestra invitada, o vuestra amiga... llámalo como quieres, he venido para ayudaros en esa excavación y de querer convertirme en vuestra enemiga me aliaría con Randulf y le daría a él lo que pudiera deciros a vosotros –sabía que esas palabras no iban a gustarle así que por ello puse mi dedo sobre su labio- sin embargo aquí estoy, tú tío me dejó entrar para que os ayudara con la excavación y descifrara los secretos que esconde, soy consciente de que estáis en guerra y que el museo no se quiere meter ni tomar partido a favor de nadie así que vengo por “voluntad propia” y no como mandada. También sé que tú tío no se responsabiliza, o al menos eso pone en el contrato que ha firmado esta tarde, en lo que pueda pasarme lo que dure aquí mi estancia... de ahí que haya cogido a su general para ponerlo de “niñera” –sonreí de lado- míralo por el lado positivo, te ha dado una misión importante y yo no te veo que lo estés pasando demasiado mal precisamente... –acabé con una sonrisa ladeada en el rostro, me pedía que le diera de mi sangre para saber lo que se sentía y que le mordiera, su respiración era algo agitada y sus jadeos salían de sus labios. Pero antes de eso debía de cumplir con un pequeño inconveniente, así que lo mandé dentro enarcando una ceja para que de alguna forma dejara de oler a perro mojado, o a perra mejor dicho, porque de lo contrario no obtendría ni mi sangre, ni un mordisco... ni a mí. Él decía que era un guerrero valiente que no temía a nada y que no le daba miedo nada de nada, así que veríamos cómo se desenvolvía el vikingo cuando mi sangre corriera por sus venas como un torrente poderoso por su venas, cuando calentara su cuerpo y nublara su razón solamente con una sola cosa, una que yo era la única que sería capaz de aplacar. Vi que hacía un mohín pero acabó levantándose mientras yo esperaba a que hiciera lo que le había pedido y cuando salió, con el pelo mojado, al llegar a mi altura se sacudió como si fuera un pelo haciendo que fruncir el ceño mirándolo para ver que se quedaba como antes de haberse levantado, acerqué mi nariz para comprobar que ya no olía a perro mojado y rocé mis labios contra su piel, mi lengua dejó un pequeño camino escuchando su jadeo al tiempo que ladeaba su cabeza dándome más acceso. Sonreí cuando vi que ahora sí y sus ojos se clavaron en los míos, sus palabras hicieron que me riera entre dientes y llevé mi mano a su mentón cogiéndolo para moverlo ligeramente hacia uno y otro lado pero de forma muy leve- eres un vikingo engreído –comenté con cierta diversión ante sus palabras de que sabría lo que era el Valhalla y procedí a llenar la jarra con mi sangre tendiéndosela para que bebiera el contenido esperando que este hiciera efecto, se lo bebió de una y sonreí porque era como si me quisiera mostrar que no tenía miedo alguno.
Notaba mi sangre bajando por su cuerpo y recorriendo cada lugar del mismo calentándolo, encendiéndolo, excitándolo por completo. Sacudió su cabeza y cerró los ojos cuando el efecto comenzó a ser notable y patente en su cuerpo y en su organismo, sentí que su temperatura aumentaba de forma considerable y ese bufido que me hizo sonreír viendo que cerraba los ojos y de sus labios no dejaban de escapar jadeos por lo que tendría que estar sintiendo, su miembro se notaba en sus pantalones y sonreí divertida por lo que provocaba en él, una reacción que bien conocía. Sus manos fueron directas a mis nalgas y me subió con rudeza sobre él haciendo que nuestros sexos se rozaran sobre la tela, jadeaba contra mis labios y finalmente acabó besándome totalmente encendido, como si fuera una bestia que luchaba por ser liberado mientras sus manos en mis nalgas me movían a placer sobre su miembro, friccionando de una forma placentera para los dos. Sabía la sensación que recorría su cuerpo porque una vez yo también lo había sentido, la enorme excitación que lo atravesaba... lo miré a los ojos con mi pelo cayendo a cada lado de mi rostro como una cascada de rizos oscura sonriendo mientras lo veía jadear sin parar moviéndose contra mí, su respiración subir y bajar agitada y sus manos ahora descendiendo por mis muslos notando que buscaba el camino hacia mi sexo y le dejé hacer. Reí mirándolo cuando dijo que sentía que iba a correrse pero que sentía que podía aguantar horas sin hacerlo, era demasiado claro y directo pero eso no me molestaba en absoluto, en cierta manera me divertía esa franqueza que tenía. Mordió mi boca buscando la forma de expresar aquello y mi lengua recorrió su labio cuando se separó, la palabra fue “bestial” y sonreí de lado notando que sus manos se habían colado bajo mi vestido y que una de ellas se encaminaba hacia mis bragas para, seguramente, arrancármelas ante la necesidad imperiosa que sentía.
-Sí, sé lo que estás sintiendo –su corazón bombeaba su sangre con fuerza- como si fueras casi invencible, mi poder te hace sentirte más fuerte, te sientes eufórico y desde luego tan excitado como no te has sentido nunca –me separé un poco tras morder sus labios y me incorporé un poco cogiendo su mano bajo mi vestido y también la otra que recorría mi cuerpo como si no pudiera aguantarse y las coloqué sobre su cabeza observándole- tranquilo general, esto es solo el comienzo de todo lo que te espera –mis labios rozaron los suyos y mantuve sus manos ahí quietas mientras lo miraba, seguramente ninguna mujer hubiera hecho eso con él y me quedé observándolo con una sonrisa durante unos segundos- no seas tan impaciente –perfilé sus labios con mis colmillos y mis labios fueron a su cuello dejando que mis colmillos recorrieran su piel mientras él no dejaba de mover sus caderas, encendido completamente, buscándome en todo momento incapaz de quedarse quieta sobre la manta- sssh, tranquilo... el efecto dura bastante, tienes tiempo más que suficiente –me mordí el labio observándolo de forma fija, incluso tenía hasta las pupilas diferentes de todo lo que corría por su cuerpo de forma potente y abrasadora- pero... ¿qué te hace pensar que no te puedo dejar así? ¿Te has parado a pensarlo? –Sonreí con malicia con sus ojos clavados en los míos y me eché a reír divertida por la situación- seguro que soy la primera mujer que te pone tanta resistencia y que, además, puede con la fuerza que tienes... eso me gusta –dije para bajar otra vez a sus labios y besarlos, él como vikingo que era hizo honor a lo que era y arrasó con aquel beso mis labios, su lengua atravesó mis labios y buscó la mía para entablar una batalla algo ruda y húmeda, buscándome sin dejar de mover sus caderas contra mi centro como si de alguna forma me estuviera embistiendo, jadeé contra sus labios por la forma en que tenía ese hombre de besar y que no me desagradaba para nada, sino más bien al contrario encendiéndome más y cuando me separé tirando de su labio sonreí soltando sus manos finalmente- muy bien Ubbe, dices que puedes llevarme al Valhalla así que... veamos cómo te las gastas, vikingo –su mano fue directamente bajo mi falda otra vez y apartó mis bragas para dos dedos que recorrieron mi sexo y que me hizo gemir contra sus labios, mis manos acabaron por colarse bajo la camisa que llevaba y subir por su piel, que ardía bajo mi toque, hasta acabar quitándosela dejando su pecho al descubierto. Mis labios recorrieron su pecho mientras movía mis caderas sobre él y su mano ahora me subía el vestido sin demasiada delicadeza llevando sus labios a mi pecho ahora libre del vestido. Mi mano bajó por su costado para comenzar a desabrochar su pantalón mientras él, encendido por completo, no dejaba de moverse, de tocarme, de besarme y de morderme.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Eufórico, descontrolado, mi cuerpo la buscaba de forma desesperada mientras mis orbes completamente oscurecidos la reataban.
Tomó mi mano por la muñeca sacándola de debajo de la falda, un gruñido gutural escapó de mis labios muriendo contra su boca.
Sus palabras aseguraban que tendría tiempo mientras me alzaba la otra mano juntando las dos encima de mi cabeza.
Mi pelvis golpeaba furiosa buscando su centro, el calor palpitaba en mi hacha mientras entre gruñidos impacientes le dejaba claro que necesitaba lago mas que palabras tentando mis oídos
-Vamos egipcia -Bramé buscándola.
Ella sonreía viendo mi estado, conocedora de que nadie había logrado controlarme así, ni excitarme hasta ese punto en el que me sentía simplemente invencible.
“No seas tan impaciente” susurró perfilando con sus colmillos mis labios, mi lengua emergió explorando su boca, sintiendo esas ráfagas eléctricas que su cuerpo provocaba cada vez que se movía friccionando mi hombría.
“Tienes tiempo suficiente”
Se equivocaba, el tiempo nunca fue mi aliado en esto, mas bien todo lo contrario, mi vida era un contrarreloj y el tiempo siempre corría al mismo son.
Jadeé fuera de mi, incapaz de mantenerme quieto , sus desiertos miraban con un tinte rojo mis aceros, parecía complacida de observar en mi aquel estado que rozaba la crispación al mantener mis brazos presos, pues lo quería todo, algo que le demostré en el mismo instante en el que fui liberado.
-No, no vas a dejarme así -dije con esa seguridad de la que siempre hacia gala.
Su boca me busco jadeante, duelo de lenguas que fuera y dentro de nuestras bocas batallaban incansables, rudas, combinando el frio y el calor de nuestras temperaturas.
La embestí con rudeza cuando habló del Valhalla, mi mano regreso hasta la cara interna de su muslo, ágiles mis dedos hicieron a un lado sus mojadas bragas mientras dos de mis dedos recorrieron la trinchera abriéndome paso con ellos hasta su agujero empapado, algo que me hizo sonreír desafiante mirándola.
-¿que se siente cuando un mortal consigue esto? -le pregunté deslizando mis dedos empapados de su esencia por su botón haciéndola gemir de forma brusca.
Sus manos se deshacían de mi camisa esta vez tan necesitada como yo mismo, nuestras bocas se buscaban cuando esta fue sacada de su cabeza, pechos alzados como montañas, lamí sus pezones, los mordí, los succione, bajé por su piel hasta el valle central hundiendo mi cabeza entre sus senos.
Resoplé preso del ansia que tenia por tomarlo todo.
Desenvainó mi bastarda, esta emergió de la vaina rugiendo con una violencia inusitada y sin pensarlo la atraje por las nalgas para clavarla en su coño.
Mi mano la subía y la bajaba de forma violenta, calentando sus frías paredes con mi verga.
Jadeaba tan fuerte contra mis labios, friccionando sus dos pechos alzados contra mi toroso.
-Voy a follarte toda la noche -bramé contra su boca mientras la empalaba con su cuerpo sentado sobre mi regazo sacudiéndose con lujuria entre mis manos.
Espalda arqueada, completamente entregada a este vikingo salvaje que se había convertido de seguro en ese dios que tanto mencionaba.
Tomó mi mano por la muñeca sacándola de debajo de la falda, un gruñido gutural escapó de mis labios muriendo contra su boca.
Sus palabras aseguraban que tendría tiempo mientras me alzaba la otra mano juntando las dos encima de mi cabeza.
Mi pelvis golpeaba furiosa buscando su centro, el calor palpitaba en mi hacha mientras entre gruñidos impacientes le dejaba claro que necesitaba lago mas que palabras tentando mis oídos
-Vamos egipcia -Bramé buscándola.
Ella sonreía viendo mi estado, conocedora de que nadie había logrado controlarme así, ni excitarme hasta ese punto en el que me sentía simplemente invencible.
“No seas tan impaciente” susurró perfilando con sus colmillos mis labios, mi lengua emergió explorando su boca, sintiendo esas ráfagas eléctricas que su cuerpo provocaba cada vez que se movía friccionando mi hombría.
“Tienes tiempo suficiente”
Se equivocaba, el tiempo nunca fue mi aliado en esto, mas bien todo lo contrario, mi vida era un contrarreloj y el tiempo siempre corría al mismo son.
Jadeé fuera de mi, incapaz de mantenerme quieto , sus desiertos miraban con un tinte rojo mis aceros, parecía complacida de observar en mi aquel estado que rozaba la crispación al mantener mis brazos presos, pues lo quería todo, algo que le demostré en el mismo instante en el que fui liberado.
-No, no vas a dejarme así -dije con esa seguridad de la que siempre hacia gala.
Su boca me busco jadeante, duelo de lenguas que fuera y dentro de nuestras bocas batallaban incansables, rudas, combinando el frio y el calor de nuestras temperaturas.
La embestí con rudeza cuando habló del Valhalla, mi mano regreso hasta la cara interna de su muslo, ágiles mis dedos hicieron a un lado sus mojadas bragas mientras dos de mis dedos recorrieron la trinchera abriéndome paso con ellos hasta su agujero empapado, algo que me hizo sonreír desafiante mirándola.
-¿que se siente cuando un mortal consigue esto? -le pregunté deslizando mis dedos empapados de su esencia por su botón haciéndola gemir de forma brusca.
Sus manos se deshacían de mi camisa esta vez tan necesitada como yo mismo, nuestras bocas se buscaban cuando esta fue sacada de su cabeza, pechos alzados como montañas, lamí sus pezones, los mordí, los succione, bajé por su piel hasta el valle central hundiendo mi cabeza entre sus senos.
Resoplé preso del ansia que tenia por tomarlo todo.
Desenvainó mi bastarda, esta emergió de la vaina rugiendo con una violencia inusitada y sin pensarlo la atraje por las nalgas para clavarla en su coño.
Mi mano la subía y la bajaba de forma violenta, calentando sus frías paredes con mi verga.
Jadeaba tan fuerte contra mis labios, friccionando sus dos pechos alzados contra mi toroso.
-Voy a follarte toda la noche -bramé contra su boca mientras la empalaba con su cuerpo sentado sobre mi regazo sacudiéndose con lujuria entre mis manos.
Espalda arqueada, completamente entregada a este vikingo salvaje que se había convertido de seguro en ese dios que tanto mencionaba.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
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