AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdo del primer mensaje :
Había sido un viaje bastante largo el que había hecho desde París hasta el Norte, allí estaba mi próxima parada durante los próximos meses, había decidido tomarme un pequeño descanso y viajar a ese lugar que tanto me había llamado la atención, hacía apenas unos días había llegado de Egipto para descubrir unos documentos que habían estado enterrados bajo la arena durante miles de años y sin siquiera esperar demasiado partía hacia el norte, a esa tierra y a esa cultura que me gustaba y que ya había estudiado aunque, para mí enorme desgracia, no lo había hecho visitando aquella tierra, algo que siempre quise hacer y que ahora se había presentado la ocasión perfecta para ello. Ser una vampira tenía bastantes ventajas si sabías utilizarlas, llevaba ya tiempo tras aquel viaje pero mi trabajo en el museo había dificultado el poder darme ese viaje de placer que tanto había ansiado, una cosa era estudiar la cultura y el idioma en el papel –idioma con el que me defendía bastante- y otra cosa era ver sus lugares con mis propios ojos, estudiar su cultura, ver sus paisajes, ver sus costumbres, sus ofrendas, sus rituales, su forma de vida... solamente adquirías esos conocimientos yendo al lugar y aprendiéndolo de sus gentes. No me costó demasiado convencer a mi jefe en el museo para que me dejara hacer un viaje al norte como muestra de “estudio”, de hecho, llevaba guardado en una carpeta una carta que tendría que presentarle al Conde Cannif en cuanto llegara para que me dejara quedarme allí con ellos lo que durara mi estudio, en la que por supuesto ellos no se hacían ni cargo ni responsables de lo que pudiera ocurrir durante mi estancia.
Sabía de la guerra que asolaba el norte, lo sabía desde que había empezado aquella revolución y por ese mismo motivo no había mucha gente que quería viajar hasta allí para estudiar su cultura y sus tierras, pero yo siendo vampira y no teniendo nada que ver con el lugar y sus gentes poco me importaba que estuvieran en guerra. Sabía defenderme, de eso se había encargado mi padre hacía ya algunos años, y aunque mi madre se negó en rotundo a que fuera mía era la decisión y no suya. Hacía demasiado tiempo que quería ir y aunque rondaba ya casi el siglo de vida me sentía como si fuera una niña pequeña con ansias de explorar y de descubrir, París ya lo tenía bastante visto y me resultaba tedioso y aburrido, Egipto era mi tierra y jamás me cansaría de mis raíces pero el norte... presentaba todo un desafío, tierras nuevas que explorar, nuevos lugares que conocer, ver las cosas con mis propios ojos, era una tierra de magia plagada de leyendas, de seres mitológicos, de dioses legendarios... ¿cómo no resistir la tentación? Al final había obtenido mi billete y junto con algún que otro baúl repleto de ropa y de cuadernos para apuntar y demás tras una semana y media llegué hasta tierras norteñas.
Noruega me recibió bajo un cielo cubierto de nubes negras que presagiaban una tormenta, ya habíamos atravesado una bastante fuerte mientras veníamos de camino y ahora me recibía con algo de lluvia a mi llegada, lluvia que no me importó en absoluto y que para mí me hizo más fácil el estar en ese lugar, siendo humana había vivido en un lugar algo mucho más caluroso y desértico, por lo que ver esas tierras plagadas de campos, de prados, de bosque y de tanta vegetación fue un regalo para los ojos. Tenía todo previsto para que me recogieran y me llevaran directamente hasta el castillo donde el conde Cannif me recibiría, ya había sido avisado con antelación por el museo en una carta que habían mandado por lo que estaba al tanto de mi llegada. Había oído hablar cosas de él, de lo que había hecho en sus tiempos de juventud por aquellas tierras que amaba y la verdad era que era de admirar que hubiera luchado –y siguieran haciendo- por ese norte libre en el que tanto se empeñaban. La travesía fue corta y sin ningún contratiempo, el lugar donde había desembarcado era el propio condado y este estaba fuertemente vigilado para que nada pasara, allí sus gentes residían con la esperanza de que la guerra pronto se terminara y el norte estuviera libre y en paz, lejos de la tiranía que soportaban en esos momentos. Una lucha encarecida y cruda que había arrasado con muchas zonas, podía ver a la gente en los campamentos que se habían habilitado porque era tal la mayoría de refugiados que no habían casas suficientes como para albergarlos a todos.
El carruaje paró frente al castillo y al parecer ya estaban al tanto de mi llegada por lo que unos sirvientes cogieron todas mis pertenencias y me indicaron el camino hacia los aposentos que ocuparía durante mi estancia en el castillo, también me dijeron que el conde estaba en una reunión importante y que en terminar me recibiría para hablar sobre mi estancia allí, debía de agradecerle que estando en guerra como estaban me dejaran quedarme, lo cierto es que pensaba molestar lo menos posible, hacer mi trabajo, recabar datos, alguna que otra excavación si él me lo permitía en su condado ya que había descubierto algunas pistas que me llevaban exactamente allí, a antiguos manuscritos, e integrarme entre sus gentes para que me contaran leyendas, historias y demás sobre aquellas tierras. Una vez todo preparado y listo para que me recibiera el conde tras haber terminado con su reunión salí con la carpeta donde tenía aquellos documentos que me había entregado el museo y que necesitaba que me firmara para poder permanecer allí, aunque no se había negado a que me quedara allí, pero igualmente necesitaba su consentimiento. Me habían explicado donde se encontraba así que me dirigí hacia allí mientras en el camino por los pasillos miraba la carpeta y revisaba por enésima vez que los papeles estuvieran correctos y no hubiera fallo ni error alguno. La gente pasaba por aquellos pasillos, algunos soldados que parecía que iban a salir mientras me mantenía ajena a todo lo que pasaba cuando, sin esperarlo, me di de bruces con alguien haciendo que los papeles que llevaba saltaran por los aires y quedaran esparcidos por el suelo.
-Joder –maldije al ver los papeles por el suelo me agaché para recogerlos viendo que la otra persona, a la cual ni había mirado, también me ayudaba a recogerlos. Los metí en la carpeta y me encontré con una mano masculina de piel algo pálida que me tendía los demás papeles que había recogido, mis ojos subieron desde sus pies estando acuclillado en el suelo por sus piernas, su torso, su brazo extendido hacia mí y dar a parar a su rostro, un joven de quizás más o menos la edad humana que yo tenía cuando me convertí en vampiro me devolvía la mirada, facciones marcadas, expresión seria y ruda, pelo rubio vestido con pieles de donde de su espalda asomaba el mando de una espada. Barba de unos días en su rostro y unos ojos azules como el mismísimo cielo que me devolvían la mirada, cogí los papeles que me tendía y nos levantamos a la vez una vez todo estuvo recogido, él era algo más alto que yo y tenía que elevar un poco la vista para observarlo, fruncí ligeramente el ceño- podrías mirar por dónde vas, ¿no te parece? –Pregunté en su idioma para que me entendiera sin despegar mis ojos de los suyos, dudaba que allí alguno hablara en francés y mucho menos en árabe, pero para algo me había aprendido su idioma. Su olor fue captado por mis sentidos y me mordí el labio al notar la sangre que, de forma rápida, bombeaba su corazón... hacía unos días que no me había alimentado y con toda la emoción del momento me había hasta olvidado de ello. Controlaba mis instintos pero cuando se me presentaba tal delicioso bocado a veces costaba incluso hasta contenerse, pese a eso mi enfado por el golpe en ese momento mermaba lo demás y por ende también encontraba cierto... captaba cierta esencia en él que me desagradaba, y que me hizo arrugar la nariz en cuanto su olor me llegó por completo.
Había sido un viaje bastante largo el que había hecho desde París hasta el Norte, allí estaba mi próxima parada durante los próximos meses, había decidido tomarme un pequeño descanso y viajar a ese lugar que tanto me había llamado la atención, hacía apenas unos días había llegado de Egipto para descubrir unos documentos que habían estado enterrados bajo la arena durante miles de años y sin siquiera esperar demasiado partía hacia el norte, a esa tierra y a esa cultura que me gustaba y que ya había estudiado aunque, para mí enorme desgracia, no lo había hecho visitando aquella tierra, algo que siempre quise hacer y que ahora se había presentado la ocasión perfecta para ello. Ser una vampira tenía bastantes ventajas si sabías utilizarlas, llevaba ya tiempo tras aquel viaje pero mi trabajo en el museo había dificultado el poder darme ese viaje de placer que tanto había ansiado, una cosa era estudiar la cultura y el idioma en el papel –idioma con el que me defendía bastante- y otra cosa era ver sus lugares con mis propios ojos, estudiar su cultura, ver sus paisajes, ver sus costumbres, sus ofrendas, sus rituales, su forma de vida... solamente adquirías esos conocimientos yendo al lugar y aprendiéndolo de sus gentes. No me costó demasiado convencer a mi jefe en el museo para que me dejara hacer un viaje al norte como muestra de “estudio”, de hecho, llevaba guardado en una carpeta una carta que tendría que presentarle al Conde Cannif en cuanto llegara para que me dejara quedarme allí con ellos lo que durara mi estudio, en la que por supuesto ellos no se hacían ni cargo ni responsables de lo que pudiera ocurrir durante mi estancia.
Sabía de la guerra que asolaba el norte, lo sabía desde que había empezado aquella revolución y por ese mismo motivo no había mucha gente que quería viajar hasta allí para estudiar su cultura y sus tierras, pero yo siendo vampira y no teniendo nada que ver con el lugar y sus gentes poco me importaba que estuvieran en guerra. Sabía defenderme, de eso se había encargado mi padre hacía ya algunos años, y aunque mi madre se negó en rotundo a que fuera mía era la decisión y no suya. Hacía demasiado tiempo que quería ir y aunque rondaba ya casi el siglo de vida me sentía como si fuera una niña pequeña con ansias de explorar y de descubrir, París ya lo tenía bastante visto y me resultaba tedioso y aburrido, Egipto era mi tierra y jamás me cansaría de mis raíces pero el norte... presentaba todo un desafío, tierras nuevas que explorar, nuevos lugares que conocer, ver las cosas con mis propios ojos, era una tierra de magia plagada de leyendas, de seres mitológicos, de dioses legendarios... ¿cómo no resistir la tentación? Al final había obtenido mi billete y junto con algún que otro baúl repleto de ropa y de cuadernos para apuntar y demás tras una semana y media llegué hasta tierras norteñas.
Noruega me recibió bajo un cielo cubierto de nubes negras que presagiaban una tormenta, ya habíamos atravesado una bastante fuerte mientras veníamos de camino y ahora me recibía con algo de lluvia a mi llegada, lluvia que no me importó en absoluto y que para mí me hizo más fácil el estar en ese lugar, siendo humana había vivido en un lugar algo mucho más caluroso y desértico, por lo que ver esas tierras plagadas de campos, de prados, de bosque y de tanta vegetación fue un regalo para los ojos. Tenía todo previsto para que me recogieran y me llevaran directamente hasta el castillo donde el conde Cannif me recibiría, ya había sido avisado con antelación por el museo en una carta que habían mandado por lo que estaba al tanto de mi llegada. Había oído hablar cosas de él, de lo que había hecho en sus tiempos de juventud por aquellas tierras que amaba y la verdad era que era de admirar que hubiera luchado –y siguieran haciendo- por ese norte libre en el que tanto se empeñaban. La travesía fue corta y sin ningún contratiempo, el lugar donde había desembarcado era el propio condado y este estaba fuertemente vigilado para que nada pasara, allí sus gentes residían con la esperanza de que la guerra pronto se terminara y el norte estuviera libre y en paz, lejos de la tiranía que soportaban en esos momentos. Una lucha encarecida y cruda que había arrasado con muchas zonas, podía ver a la gente en los campamentos que se habían habilitado porque era tal la mayoría de refugiados que no habían casas suficientes como para albergarlos a todos.
El carruaje paró frente al castillo y al parecer ya estaban al tanto de mi llegada por lo que unos sirvientes cogieron todas mis pertenencias y me indicaron el camino hacia los aposentos que ocuparía durante mi estancia en el castillo, también me dijeron que el conde estaba en una reunión importante y que en terminar me recibiría para hablar sobre mi estancia allí, debía de agradecerle que estando en guerra como estaban me dejaran quedarme, lo cierto es que pensaba molestar lo menos posible, hacer mi trabajo, recabar datos, alguna que otra excavación si él me lo permitía en su condado ya que había descubierto algunas pistas que me llevaban exactamente allí, a antiguos manuscritos, e integrarme entre sus gentes para que me contaran leyendas, historias y demás sobre aquellas tierras. Una vez todo preparado y listo para que me recibiera el conde tras haber terminado con su reunión salí con la carpeta donde tenía aquellos documentos que me había entregado el museo y que necesitaba que me firmara para poder permanecer allí, aunque no se había negado a que me quedara allí, pero igualmente necesitaba su consentimiento. Me habían explicado donde se encontraba así que me dirigí hacia allí mientras en el camino por los pasillos miraba la carpeta y revisaba por enésima vez que los papeles estuvieran correctos y no hubiera fallo ni error alguno. La gente pasaba por aquellos pasillos, algunos soldados que parecía que iban a salir mientras me mantenía ajena a todo lo que pasaba cuando, sin esperarlo, me di de bruces con alguien haciendo que los papeles que llevaba saltaran por los aires y quedaran esparcidos por el suelo.
-Joder –maldije al ver los papeles por el suelo me agaché para recogerlos viendo que la otra persona, a la cual ni había mirado, también me ayudaba a recogerlos. Los metí en la carpeta y me encontré con una mano masculina de piel algo pálida que me tendía los demás papeles que había recogido, mis ojos subieron desde sus pies estando acuclillado en el suelo por sus piernas, su torso, su brazo extendido hacia mí y dar a parar a su rostro, un joven de quizás más o menos la edad humana que yo tenía cuando me convertí en vampiro me devolvía la mirada, facciones marcadas, expresión seria y ruda, pelo rubio vestido con pieles de donde de su espalda asomaba el mando de una espada. Barba de unos días en su rostro y unos ojos azules como el mismísimo cielo que me devolvían la mirada, cogí los papeles que me tendía y nos levantamos a la vez una vez todo estuvo recogido, él era algo más alto que yo y tenía que elevar un poco la vista para observarlo, fruncí ligeramente el ceño- podrías mirar por dónde vas, ¿no te parece? –Pregunté en su idioma para que me entendiera sin despegar mis ojos de los suyos, dudaba que allí alguno hablara en francés y mucho menos en árabe, pero para algo me había aprendido su idioma. Su olor fue captado por mis sentidos y me mordí el labio al notar la sangre que, de forma rápida, bombeaba su corazón... hacía unos días que no me había alimentado y con toda la emoción del momento me había hasta olvidado de ello. Controlaba mis instintos pero cuando se me presentaba tal delicioso bocado a veces costaba incluso hasta contenerse, pese a eso mi enfado por el golpe en ese momento mermaba lo demás y por ende también encontraba cierto... captaba cierta esencia en él que me desagradaba, y que me hizo arrugar la nariz en cuanto su olor me llegó por completo.
Última edición por Naitiri Zahir el Jue Sep 28, 2017 5:45 am, editado 1 vez
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
El placer nos desbordaba por completo y más con la forma en la que el vikingo tenía de tomarme y de hacerme suya, desde que le había pedido en su idioma que quería más escuchando ese gruñido contra mis labios que seguramente fue producto por la forma en que se lo había dicho, había cambiado del ritmo de forma considerable. Se movía más rápido, más duro y más fuerte... tal y lo que le había pedido que hiciera cumpliendo así con mi pedido, en realidad con mi necesidad, aunque no pensaba que pudiera cansarme de esa placentera y maravillosa sensación que me recorría el cuerpo cada vez que me embestía y nuestras caderas chocaban. De haber sido humana me habría hecho daño por la forma en la que me embestía y se movía pero siendo vampira me provocaba un tremendo placer, gemidos que salían de mis labios y morían en los suyos besándonos de forma salvaje, mordiendo nuestros labios engrosándolos, jadeando, gimiendo y pidiendo por más. En la postura en la que me encontraba con las piernas sobre sus hombros el vikingo entraba por completo, su cadera chocaba contra la mía casi produciendo un ruido seco cada vez que me embestía que se mezclaba con nuestras respiraciones entrecortadas, los gruñidos, los jadeos y los gemidos. Rozaba un punto en mi interior que me volvía loca y hacía que mis piernas temblaran... era la primera vez, en muchísimos siglos, que no tenía un encuentro como aquel con un humano, los vampiros solían ser más rudos pero aquel humano estaba batiendo récords por segundos. Notaba que no iba a aguantar mucho más de seguir de esa forma y el hecho de sentir su corazón bombear con fuerza y su sangre correr desaforada por sus venas no mejoraba las cosas. Tampoco ayudaba que su lengua mordiera y succionara mis pechos jugando con mis pezones a placer, provocándome escalofríos constantemente que me hacían jadear.
No aguanté más, mi cuerpo estaba totalmente tenso y ms piernas se pegaban por completo a la espalda del vikingo, una de mis manos en su espalda donde clavé las uñas y la otra con los dedos enredados en su pelo, mi cadera se movía buscándolo en todo momento y finalmente acabé por girar su cuello cuando noté que el orgasmo nos sacudía a los dos, mis colmillos atravesaron la piel de su cuello y la sangre comenzó a brotar de la cual bebí notando como el líquido carmesí bajaba de forma cálida por mi garganta. Nuestro orgasmo se prolongó y se intensificó con mi mordisco haciendo que el vikingo gruñera y se moviera con más ímpetu notando que se corría en mi interior pero que seguía embistiendo, bajé mis piernas ahora que el orgasmo iba poco a poco remitiendo y extrañamente estas estaban temblando por el orgasmo que había alcanzado, no bebí demasiado porque ya lo había hecho a lo largo de la noche así que me separé cuando ya se movía bastante menos, con mi lengua lamí su cuello quitando las gotas de sangre que caían de los orificios hechos por mis colmillos sintiendo que salía de mi interior y se tumbaba a mi lado para reponer el aliento tras el esfuerzo que había hecho, solo se escuchaba nuestras respiraciones en aquella habitación, cuando giré mi cabeza para mirarle ya me estaba mirando.
Asentí cuando dijo que debíamos de irnos ya que el sol se había escondido en el horizonte y de nuevo la noche reinaba con la luna brillando en el firmamento, se había pasado el tiempo más rápido de lo que había pensado aunque ya se sabía que para un vampiro el tiempo pasaba de forma más relativa, y también era cierto que él había dormido durante unas cuantas horas tras haber bebido de mi sangre. Tenía una sonrisa pícara en sus labios mientras sus ojos me miraban de forma fija, los tenía algo brillantes, y sus dedos recorrían la piel de mi cuerpo en lentas caricias. Me preguntó si lo echaría de menos y enarqué una ceja ante su pregunta, como de costumbre su vena engreída y vanidosa salía a relucir y no la dejaba apartada ni siquiera en momentos como aquel. Negué con una sonrisa en los labios y ladeé la cabeza cuando me preguntó si había encontrado el Valhalla y era por eso que no quería volver... acabé lanzando un suspiro porque ese hombre no tenía remedio alguno y lo miré con una sonrisa ladeada en mis labios, acortó de nuevo la distancia hasta mi rostro y sus labios buscaron los míos para besarnos de nuevo, tenía su rostro perlado en sudor y su pecho subía y bajaba todavía un poco con rapidez, mi mano se puso en su pecho notando los latidos de su corazón que poco a poco se iban calmando y tranquilizando y tiré del inferior de su labio para mirarlo con una sonrisa ladeada.
-Por Ra... ¿es que no puedes dejar tú lado engreído ni vanidoso por un momento? –Rodé los ojos y luego lo miré- ¿me echarás tú de menos, vikingo? Creo que eres tú quien ha descubierto un Valhalla diferente conmigo ¿me equivoco? –Mis dedos se pasearon por su pecho y no contesté a su pregunta, no pensaba hacerlo para inflarle ese ego que tenía. Finalmente acabamos vistiéndonos y montando sobre ese drakar que nos llevaría de vuelta a Akershus, por el camino no faltaron los piques constantes pero tampoco los besos y las caricias hasta que finalmente llegamos de nuevo y emprendimos camino hacia la ciudad, justo cuando llegábamos a las puertas de la misma nos encontramos con un vampiro que, espada en mano, nos contempló a los dos y hubo algo en él que me resultó vagamente familiar. No tuve que atar demasiados cabos cuando este cogió el rostro del vikingo y lo ladeó dejando al descubierto sus marcas de colmillos, supe entonces que lo que me sonaba era que estaba ante su padre, aquel que me había dicho del que había bebido de su sangre en un par de ocasiones. Mis ojos lo contemplaron y no vi mucho el parecido con él, salvo la complexión que tenían y lo altos que eran los dos, pero de cara no se parecían demasiado ya que uno era moreno y el otro era rubio. Enarqué una ceja cuando sus ojos se posaron en los míos y me dijo que esperaba hubiera estado a las expectativas con la risa del vikingo tras palabras, entendí de dónde le venía esa arrogancia y esa actitud engreída que se gastaba y no dije nada mientras su padre se despedía de él dándole un manotazo haciéndole saber que le esperaba en el patio de armas para entrenar, al haberse pasado la mañana conmigo no lo había hecho y eso me hizo sonreír divertida- parece que vas a tener entrenamiento extra –dije con cierto deje divertido en mi voz, lo miré de forma fija cuando me preguntó si nos veíamos luego y ladeé ligeramente la cabeza- ¿es una invitación lo que me dices, quieres verme luego, vikingo? –Pregunté en un tono bajo dando un paso en su dirección acortando la escasa distancia que había entre ambos- puede que nos veamos, sigues siendo mi guía ¿no? No conozco todavía este lugar como para ir yo sola por ella... además, querrás cuidar que nadie más toque mis nalgas ¿verdad? –Sonreí de lado ante lo que él había dicho cuando su tío le pidió que me “vigilara” camuflándolo con un “es tú guía”- ve vikingo, tu padre te espera para un arduo ejercicio que algo me dice no será tan placentero como el ejercicio que te he dado yo –sonreí mordiendo su labio inferior- luego nos vemos vikingo, tengo una excavación que estudiar –dejé un corto beso en sus labios y me separé, cuando había dado un par de pasos me giré para mirarlo- ¡ah, por cierto! Le diré a tú tío lo buen guía que fuiste, que me llevaste a ver una aurora boreal... y que te quedaste durmiendo el resto del tiempo –sonreí de lado con cierta malicia y riéndome me alejé de allí para encaminar mis pasos a aquella excavación a la que había ido para estudiar y para ayudarlos. Debía de decir que cuando llegué al lugar, que estaba custodiada por un par de guardias, y la miré con detenimiento... era extraña. Supuse que habría más bajo aquella tierra de lo que se veía a simple vista y era la primera vez que veía algo como aquello, podría afirmar sin lugar a dudas que era egipcio pero... era demasiado extraño.
Me pasé toda aquella noche en la excavación recabando datos, anotando y catalogando lo que iba encontrando pero cada vez estaba más convencida de que había mucho más bajo la superficie de lo que se veía, que no era lo que a simple vista se podía ver y que entrañaba mucho más de lo que quizás incluso hasta ellos pensaran. Antes de que las luces del sol despuntaran por el horizonte volví de nuevo y me encaminé a mis aposentos para descansar, llevaba un día entero sin descansar nada y aunque había bebido de la sangre del vikingo necesitaba un descanso para seguir con la investigación y hallar más cosas, algo que ocupaba bastante mis pensamientos. Pasó un día más en el que apenas coincidí con el vikingo sumergida en aquella excavación y supuse que, como general, tendría tareas que hacer pendientes ya que pasé esos dos días entre la habitación y la excavación para intentar dar una respuesta lo antes posible al conde, pero tendría que decirle que tardaría más de lo esperado porque era algo extraño y muchas cosas eran nuevas, algo nunca visto, y eso me ralentizaba bastante. Esa noche, después de ir un momento a la excavación otra vez decidí pedir una audiencia con él para comentarle cómo iba en mis avances, lo encontré a él solo cuando me recibió y le comenté cómo iban las cosas y que además tardaría algo más de tiempo del previsto para hallar soluciones y respuestas, que era algo extraño y que por eso iba más lenta, no me dijo nada al respecto solo que eso les podría ayudar en la guerra que tenía y asentí siendo consciente de ello.
-Necesitaría a un par de hombres más que me ayudaran en el lugar, no tienen por qué ser guerreros si los necesitas, pero así podría ir más rápido que trabajando yo sola y sacando las cosas. Hay más de lo que se ve a simple vista, es... algo extraño que no había visto nunca pero sin duda es egipcio, de eso no tengo duda alguna –la puerta se abrió en ese momento en el que al girarme, aunque no hizo falta pues distinguí de quién se trataba, me encontré con los orbes azules del vikingo tras esos dos días en los que no lo había visto, al parecer tenía algo que decirle algo conde porque este le hizo un gesto para que esperara un momento mientras terminábamos de hablar, pero se puso a su lado de forma que cuando miraba a esta podía verlo a los dos. El conde me dijo que tendría ese par de hombres que necesitaba y me pidió que fuera lo más rápida que pudiera, que la vida de muchos dependía de aquella excavación y asentí- soy consciente de ello, pero ten en cuenta que es algo que nadie jamás había visto antes y el hecho de que, precisamente, esté en estas tierras es... bueno, no es lo normal. Avisaré si averiguo algo más al respecto –parecía que todo estaba ya dicho pero, sin embargo, quería tratar otro tema más con él- hay... algo que quería comentar también –él me miró sin entender y mi mirada se posó por un segundo en el vikingo pensando que quizás lo hacía salir, sin embargo me instó a que le contara qué era y mis ojos volvieron al conde- es sobre alimentarme –aclaré para que supiera lo que era- no soy dada a tener esclavos de sangre y dado que soy vuestra invitada tampoco considero ir dejando una colección de cuerpos de los cuales me haya alimentado tras mi paso. Me gustaría contar con algún esclavo, o alguna esclava, que se preste voluntario para poder alimentarme lo que dure mi estancia aquí, no quiero causar un problema entre la gente si se van encontrando con que aparecen de la noche a la mañana con marcas de colmillos –podría parecer algo descabellado pero no lo era en absoluto, pareció un tanto divertido y extraño por mi petición pero aseguró que dispondría de alguien y tras una mirada al vikingo salí de allí aunque me quedé en el pasillo, un tanto apartada de la puerta, para esperar a que saliera el vikingo.
No aguanté más, mi cuerpo estaba totalmente tenso y ms piernas se pegaban por completo a la espalda del vikingo, una de mis manos en su espalda donde clavé las uñas y la otra con los dedos enredados en su pelo, mi cadera se movía buscándolo en todo momento y finalmente acabé por girar su cuello cuando noté que el orgasmo nos sacudía a los dos, mis colmillos atravesaron la piel de su cuello y la sangre comenzó a brotar de la cual bebí notando como el líquido carmesí bajaba de forma cálida por mi garganta. Nuestro orgasmo se prolongó y se intensificó con mi mordisco haciendo que el vikingo gruñera y se moviera con más ímpetu notando que se corría en mi interior pero que seguía embistiendo, bajé mis piernas ahora que el orgasmo iba poco a poco remitiendo y extrañamente estas estaban temblando por el orgasmo que había alcanzado, no bebí demasiado porque ya lo había hecho a lo largo de la noche así que me separé cuando ya se movía bastante menos, con mi lengua lamí su cuello quitando las gotas de sangre que caían de los orificios hechos por mis colmillos sintiendo que salía de mi interior y se tumbaba a mi lado para reponer el aliento tras el esfuerzo que había hecho, solo se escuchaba nuestras respiraciones en aquella habitación, cuando giré mi cabeza para mirarle ya me estaba mirando.
Asentí cuando dijo que debíamos de irnos ya que el sol se había escondido en el horizonte y de nuevo la noche reinaba con la luna brillando en el firmamento, se había pasado el tiempo más rápido de lo que había pensado aunque ya se sabía que para un vampiro el tiempo pasaba de forma más relativa, y también era cierto que él había dormido durante unas cuantas horas tras haber bebido de mi sangre. Tenía una sonrisa pícara en sus labios mientras sus ojos me miraban de forma fija, los tenía algo brillantes, y sus dedos recorrían la piel de mi cuerpo en lentas caricias. Me preguntó si lo echaría de menos y enarqué una ceja ante su pregunta, como de costumbre su vena engreída y vanidosa salía a relucir y no la dejaba apartada ni siquiera en momentos como aquel. Negué con una sonrisa en los labios y ladeé la cabeza cuando me preguntó si había encontrado el Valhalla y era por eso que no quería volver... acabé lanzando un suspiro porque ese hombre no tenía remedio alguno y lo miré con una sonrisa ladeada en mis labios, acortó de nuevo la distancia hasta mi rostro y sus labios buscaron los míos para besarnos de nuevo, tenía su rostro perlado en sudor y su pecho subía y bajaba todavía un poco con rapidez, mi mano se puso en su pecho notando los latidos de su corazón que poco a poco se iban calmando y tranquilizando y tiré del inferior de su labio para mirarlo con una sonrisa ladeada.
-Por Ra... ¿es que no puedes dejar tú lado engreído ni vanidoso por un momento? –Rodé los ojos y luego lo miré- ¿me echarás tú de menos, vikingo? Creo que eres tú quien ha descubierto un Valhalla diferente conmigo ¿me equivoco? –Mis dedos se pasearon por su pecho y no contesté a su pregunta, no pensaba hacerlo para inflarle ese ego que tenía. Finalmente acabamos vistiéndonos y montando sobre ese drakar que nos llevaría de vuelta a Akershus, por el camino no faltaron los piques constantes pero tampoco los besos y las caricias hasta que finalmente llegamos de nuevo y emprendimos camino hacia la ciudad, justo cuando llegábamos a las puertas de la misma nos encontramos con un vampiro que, espada en mano, nos contempló a los dos y hubo algo en él que me resultó vagamente familiar. No tuve que atar demasiados cabos cuando este cogió el rostro del vikingo y lo ladeó dejando al descubierto sus marcas de colmillos, supe entonces que lo que me sonaba era que estaba ante su padre, aquel que me había dicho del que había bebido de su sangre en un par de ocasiones. Mis ojos lo contemplaron y no vi mucho el parecido con él, salvo la complexión que tenían y lo altos que eran los dos, pero de cara no se parecían demasiado ya que uno era moreno y el otro era rubio. Enarqué una ceja cuando sus ojos se posaron en los míos y me dijo que esperaba hubiera estado a las expectativas con la risa del vikingo tras palabras, entendí de dónde le venía esa arrogancia y esa actitud engreída que se gastaba y no dije nada mientras su padre se despedía de él dándole un manotazo haciéndole saber que le esperaba en el patio de armas para entrenar, al haberse pasado la mañana conmigo no lo había hecho y eso me hizo sonreír divertida- parece que vas a tener entrenamiento extra –dije con cierto deje divertido en mi voz, lo miré de forma fija cuando me preguntó si nos veíamos luego y ladeé ligeramente la cabeza- ¿es una invitación lo que me dices, quieres verme luego, vikingo? –Pregunté en un tono bajo dando un paso en su dirección acortando la escasa distancia que había entre ambos- puede que nos veamos, sigues siendo mi guía ¿no? No conozco todavía este lugar como para ir yo sola por ella... además, querrás cuidar que nadie más toque mis nalgas ¿verdad? –Sonreí de lado ante lo que él había dicho cuando su tío le pidió que me “vigilara” camuflándolo con un “es tú guía”- ve vikingo, tu padre te espera para un arduo ejercicio que algo me dice no será tan placentero como el ejercicio que te he dado yo –sonreí mordiendo su labio inferior- luego nos vemos vikingo, tengo una excavación que estudiar –dejé un corto beso en sus labios y me separé, cuando había dado un par de pasos me giré para mirarlo- ¡ah, por cierto! Le diré a tú tío lo buen guía que fuiste, que me llevaste a ver una aurora boreal... y que te quedaste durmiendo el resto del tiempo –sonreí de lado con cierta malicia y riéndome me alejé de allí para encaminar mis pasos a aquella excavación a la que había ido para estudiar y para ayudarlos. Debía de decir que cuando llegué al lugar, que estaba custodiada por un par de guardias, y la miré con detenimiento... era extraña. Supuse que habría más bajo aquella tierra de lo que se veía a simple vista y era la primera vez que veía algo como aquello, podría afirmar sin lugar a dudas que era egipcio pero... era demasiado extraño.
Me pasé toda aquella noche en la excavación recabando datos, anotando y catalogando lo que iba encontrando pero cada vez estaba más convencida de que había mucho más bajo la superficie de lo que se veía, que no era lo que a simple vista se podía ver y que entrañaba mucho más de lo que quizás incluso hasta ellos pensaran. Antes de que las luces del sol despuntaran por el horizonte volví de nuevo y me encaminé a mis aposentos para descansar, llevaba un día entero sin descansar nada y aunque había bebido de la sangre del vikingo necesitaba un descanso para seguir con la investigación y hallar más cosas, algo que ocupaba bastante mis pensamientos. Pasó un día más en el que apenas coincidí con el vikingo sumergida en aquella excavación y supuse que, como general, tendría tareas que hacer pendientes ya que pasé esos dos días entre la habitación y la excavación para intentar dar una respuesta lo antes posible al conde, pero tendría que decirle que tardaría más de lo esperado porque era algo extraño y muchas cosas eran nuevas, algo nunca visto, y eso me ralentizaba bastante. Esa noche, después de ir un momento a la excavación otra vez decidí pedir una audiencia con él para comentarle cómo iba en mis avances, lo encontré a él solo cuando me recibió y le comenté cómo iban las cosas y que además tardaría algo más de tiempo del previsto para hallar soluciones y respuestas, que era algo extraño y que por eso iba más lenta, no me dijo nada al respecto solo que eso les podría ayudar en la guerra que tenía y asentí siendo consciente de ello.
-Necesitaría a un par de hombres más que me ayudaran en el lugar, no tienen por qué ser guerreros si los necesitas, pero así podría ir más rápido que trabajando yo sola y sacando las cosas. Hay más de lo que se ve a simple vista, es... algo extraño que no había visto nunca pero sin duda es egipcio, de eso no tengo duda alguna –la puerta se abrió en ese momento en el que al girarme, aunque no hizo falta pues distinguí de quién se trataba, me encontré con los orbes azules del vikingo tras esos dos días en los que no lo había visto, al parecer tenía algo que decirle algo conde porque este le hizo un gesto para que esperara un momento mientras terminábamos de hablar, pero se puso a su lado de forma que cuando miraba a esta podía verlo a los dos. El conde me dijo que tendría ese par de hombres que necesitaba y me pidió que fuera lo más rápida que pudiera, que la vida de muchos dependía de aquella excavación y asentí- soy consciente de ello, pero ten en cuenta que es algo que nadie jamás había visto antes y el hecho de que, precisamente, esté en estas tierras es... bueno, no es lo normal. Avisaré si averiguo algo más al respecto –parecía que todo estaba ya dicho pero, sin embargo, quería tratar otro tema más con él- hay... algo que quería comentar también –él me miró sin entender y mi mirada se posó por un segundo en el vikingo pensando que quizás lo hacía salir, sin embargo me instó a que le contara qué era y mis ojos volvieron al conde- es sobre alimentarme –aclaré para que supiera lo que era- no soy dada a tener esclavos de sangre y dado que soy vuestra invitada tampoco considero ir dejando una colección de cuerpos de los cuales me haya alimentado tras mi paso. Me gustaría contar con algún esclavo, o alguna esclava, que se preste voluntario para poder alimentarme lo que dure mi estancia aquí, no quiero causar un problema entre la gente si se van encontrando con que aparecen de la noche a la mañana con marcas de colmillos –podría parecer algo descabellado pero no lo era en absoluto, pareció un tanto divertido y extraño por mi petición pero aseguró que dispondría de alguien y tras una mirada al vikingo salí de allí aunque me quedé en el pasillo, un tanto apartada de la puerta, para esperar a que saliera el vikingo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Naitiri y yo apenas nos cruzamos los días siguientes, ella enfrascada en esa excavación, al parecer mas importante de lo que pensábamos en principio.
La egipcia necesitaba tiempo pero sus avances daban su fruto y mi tío me pidió personalmente que no la distrajera de sus obligaciones.
No la molesté supongo que porque algo a mi también me mantenía ocupado, la guerra se encrudecía, Randulf estaba moviendo sus ejércitos hacia uno de los condados fieles a nuestra causa. Permitirle tomarlo no solo nos dejaba con la desventaja de perder un nuevo territorio, si no que Randulf encontraría una posición estratégica perfecta para en futuras ocasiones marchar sobre Akershus.
El arte de la guerra era complicado, demasiado, muchos dirían que podía ganarse sobre el tablero de una mesa de ajedrez, mas ciertamente yo no estaba del todo de acuerdo, las guerras se ganaban salpicados de sangre, derramando la propia por aquello que amas. No ha habido guerra que haya ganado un rey desde su trono, ni paz conseguida sin antes luchar por ella.
Padre se había reunido con los generales en el salón del consejo, allí buscábamos la mejor estrategia para parar los pies a Randlf, sin duda tendríamos que partir a la guerra al día siguiente, la pregunta no era el cuando, si no mas bien la estrategia a seguir.
Entré en el despacho de mi tío para decirle que estaba todo listo, que lo esperábamos para ultimarlo todo.
Nai estaba allí en pie, mis ojos sobrevolaron al estancia hasta chocar con sus desiertos, francamente cierta sensación me recorrió al volverla verla, allí, en pie, preciosa.
Guardé silencio dejándola acabar, mi ladeada sonrisa chocaba con su mirada de forma engreída cada vez que sin quererlo su mirada se desviaba para encontrarse con la mía.
Pidió ademas de mas tiempo para seguir estudiando el hallazgo alguna esclava que le permitiera alimentarse sin dejar un reguero de cadáveres.
Ladeé la sonrisa mientras mi tío sonreía con cierta complicidad asegurandole que cada día recibiría la visita de un par de doncellas que le ofrecerían alimento.
Mi padre cazaba, no a los nuestros si no a los del ejercito enemigo, no tenia esclavas de ningún tipo, madre normalmente hacia lo mismo, la inmensa mayoría de las ocasiones lo hacían juntos, cosas de vampiros que prefería no preguntar, solo se que volvían bastante animados los dos de esas cacerías.
Nai salio antes que yo por la puerta y tras comunicar a mi tío que todo estaba listo abandoné la dependencia encontrándome a la egipcia esperándome en la puerta.
-¿me echabas de menos? -pregunté con arrogancia orillando mi cuerpo al ajeno sin ningún tipo de reparo.
Me relamí los labios cuando su aliento golpeó mi boca. La encarcele entre mi piel y mis huesos, la pared el improvisado lecho y mis manos a cada lado de su cuerpo los barrotes de acero.
-Esta noche será la última que pase en Akershus, pasaré semanas fuera antes de volver y si..¿duermes conmigo hoy? -le pedí.
Mi picara sonrisa dejaba claro que no era dormir lo que buscaba, sus dedos se pasearon ágiles por mi rostro, podía ver un tinte de preocupación en sus ojos.
-No te asustes preciosa, la guerra para mi es como para ti investigar en esa excavación, somos lo que somos egipcia y eso no lo cambiara ni Ra, ni Odin
Rocé mi nariz con la suya tentándola con mis labios entreabiertos.
-Una noche, solo pido una noche antes de partir.
La egipcia necesitaba tiempo pero sus avances daban su fruto y mi tío me pidió personalmente que no la distrajera de sus obligaciones.
No la molesté supongo que porque algo a mi también me mantenía ocupado, la guerra se encrudecía, Randulf estaba moviendo sus ejércitos hacia uno de los condados fieles a nuestra causa. Permitirle tomarlo no solo nos dejaba con la desventaja de perder un nuevo territorio, si no que Randulf encontraría una posición estratégica perfecta para en futuras ocasiones marchar sobre Akershus.
El arte de la guerra era complicado, demasiado, muchos dirían que podía ganarse sobre el tablero de una mesa de ajedrez, mas ciertamente yo no estaba del todo de acuerdo, las guerras se ganaban salpicados de sangre, derramando la propia por aquello que amas. No ha habido guerra que haya ganado un rey desde su trono, ni paz conseguida sin antes luchar por ella.
Padre se había reunido con los generales en el salón del consejo, allí buscábamos la mejor estrategia para parar los pies a Randlf, sin duda tendríamos que partir a la guerra al día siguiente, la pregunta no era el cuando, si no mas bien la estrategia a seguir.
Entré en el despacho de mi tío para decirle que estaba todo listo, que lo esperábamos para ultimarlo todo.
Nai estaba allí en pie, mis ojos sobrevolaron al estancia hasta chocar con sus desiertos, francamente cierta sensación me recorrió al volverla verla, allí, en pie, preciosa.
Guardé silencio dejándola acabar, mi ladeada sonrisa chocaba con su mirada de forma engreída cada vez que sin quererlo su mirada se desviaba para encontrarse con la mía.
Pidió ademas de mas tiempo para seguir estudiando el hallazgo alguna esclava que le permitiera alimentarse sin dejar un reguero de cadáveres.
Ladeé la sonrisa mientras mi tío sonreía con cierta complicidad asegurandole que cada día recibiría la visita de un par de doncellas que le ofrecerían alimento.
Mi padre cazaba, no a los nuestros si no a los del ejercito enemigo, no tenia esclavas de ningún tipo, madre normalmente hacia lo mismo, la inmensa mayoría de las ocasiones lo hacían juntos, cosas de vampiros que prefería no preguntar, solo se que volvían bastante animados los dos de esas cacerías.
Nai salio antes que yo por la puerta y tras comunicar a mi tío que todo estaba listo abandoné la dependencia encontrándome a la egipcia esperándome en la puerta.
-¿me echabas de menos? -pregunté con arrogancia orillando mi cuerpo al ajeno sin ningún tipo de reparo.
Me relamí los labios cuando su aliento golpeó mi boca. La encarcele entre mi piel y mis huesos, la pared el improvisado lecho y mis manos a cada lado de su cuerpo los barrotes de acero.
-Esta noche será la última que pase en Akershus, pasaré semanas fuera antes de volver y si..¿duermes conmigo hoy? -le pedí.
Mi picara sonrisa dejaba claro que no era dormir lo que buscaba, sus dedos se pasearon ágiles por mi rostro, podía ver un tinte de preocupación en sus ojos.
-No te asustes preciosa, la guerra para mi es como para ti investigar en esa excavación, somos lo que somos egipcia y eso no lo cambiara ni Ra, ni Odin
Rocé mi nariz con la suya tentándola con mis labios entreabiertos.
-Una noche, solo pido una noche antes de partir.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Mentiría si dijera que no me gustó verlo cuando entró por la puerta de aquella sala en la que estaba hablando con su tío poniéndole al día sobre los avances en la excavación, ciertamente no esperaba encontrármelo en esa situación en la que no estábamos solos después de la noche que habíamos pasado en aquella isla a la que me llevó para ver la aurora boreal aunque, según él, me llevó con unas claras segundas intenciones. Mordí mi labio cuando sus ojos se encontraron por primera vez con los míos y él no dijo nada al respecto, se quedó al lado de su tío observándome mientras yo hablaba con el conde aunque de vez en cuando, como estaba a su lado, mi mirada se quedaba en la de él quien traía una sonrisa ladeada en sus labios consciente probablemente de que a veces le miraba... tenía que ser consciente puesto que no apartaba su mirada de mí en ningún momento. Se le veía bastante bien, como siempre llevaba esas ropas seguro que venía de algún entrenamiento o de alguna misión y el mango de su espada asomaba tras su espalda. No dijo nada en todo lo que estuve allí hablando con su tío pero sí sentía su mirada clavada en mí como si, de alguna forma, me estudiara o me devorara con ella y eso hacía que mis ojos se desviaran de forma incontrolable hacia él. Pensé que trataríamos el asunto de alimentarme a solas y que lo haría salir pero al parecer estaba completamente equivocada, cuando lo dije pude ver su sonrisa ladeada y supe lo que estaría pensando sin necesidad de que abriera la boca porque aunque apenas lo conocía había visto esa misma sonrisa muchas veces y, sabiendo como era el vikingo, ya me imaginaba lo que estaría pensando. Su tío, por el contrario, parecía ciertamente divertido con mi petición pero ya que era su invitada no quería causar mayor desastre que el que esa gente ya sufría con la guerra, así que encontrar una solución sin que hubiera problema alguno era la mejor opción. Les estaba ayudando así que eso quizás me convertía en aliada de ellos, mejor no causar problema alguno.
Tuve su palabra de que cada día acudiría algún esclavo o alguna esclava para poder alimentarme lo que mi estancia durara allí y tras tener todo hablado, y darle una mirada al vikingo, salí dejándolos solos para que hablaran sobre aquello a lo que él hubiera acudido allí. Por un momento iba a seguir camino hacia mi habitación para dejar todos los papeles que llevaba encima con lo que había ido averiguando, pero finalmente decidí quedarme a esperar a que Ubbe saliera apoyada contra la pared de aquel pasillo ojeando los papeles que tenía entre mis manos, podría haberme ido pero me encontré con que prefería esperarlo para verlo ya que no nos habíamos visto en aquel par de días, no nos habíamos cruzado para nada yo porque estaba enfrascada en la excavación y él seguramente que como general del ejército tendría obligaciones que hacer en esos tiempos de guerra que corría y asolaba el país. No tardó demasiado en abrirse la puerta de nuevo de donde salió el vikingo y su mirada se encontró con la mía en cuanto se dio cuenta de que estaba allí, esperándole, con ese simple gesto de esperarle le decía bastante porque bien podría haberme ido y sin embargo allí estaba. Tras su pregunta de si lo echaba de menos reí entre dientes negando ligeramente con la cabeza, ahí estaba de nuevo ese tono engreído y arrogante que se gastaba acercando su cuerpo al mío pegándolo con sus ojos puestos en los míos, nuestros rostros quedaron cerca y podía sentir su aliento contra mis labios, vi cómo se lamía los suyos y mordí los míos en respuesta.
-Lo cierto es que sí –admití mirando esos orbes azules que se gastaba y que no apartaban su mirada de mis desiertos, mi mano fue a su pecho y la dejé allí mientras mi espalda seguía contra la pared y ahora su cuerpo se había convertido en una cárcel de la que no me dejaba salir presa de él, sus brazos estaban a cada lado de mi cuerpo como si me cortara el paso pero la verdad no lo necesitaba, no hacía falta puesto que no pensaba moverme, si no quisiera verlo no lo habría esperado- estos días han sido demasiado aburridos y no tenía a nadie con quién meterme, al menos contigo me puedo meter un poco y burlarme de vez en cuando para reírme de tus fanfarronerías y tu lado engreído y arrogante –sonreí de lado con cierta diversión sabiendo que, tras mis primeras palabras, no se había esperado eso para nada y acabé riéndome entre dientes dejando una de mis manos en su nuca enredando mis dedos en su pelo- pensé que quizás nos veríamos en... estos días, supongo que estarías ocupado con tus obligaciones de general –ladeé la sonrisa mirándolo, yo había ido de la habitación a la excavación y viceversa- he querido adelantar todo lo posible para darle un informe a tu tío, parece que va para largo, pero... podrías haberte pasado –mis ojos bajaron a sus labios y subí de nuevo a mirarlo mordiendo mis labios de nuevo- ¿y tú, me has echado de menos vikingo? ¿Quizás mis nalgas? –Pregunté con diversión mirándolo antes de que dijera que esa era la última noche que pasaba en Akershus, que partiría por la mañana y que podría tardar semanas en volver, fruncí ligeramente el ceño por eso y lo miré cuando me preguntó si dormía con él aquella noche- ¿me invitas a tú cama esta noche? –Sonreí de lado porque sabía, tan bien como él, que no íbamos a dormir precisamente y su sonrisa me lo dejaba también más que claro. Mis dedos fueron de su nuca a su rostro para recorrerlo de forma ligera hasta bajar a su mandíbula y a su mentón donde los dejé escuchando sus palabras. Sabía que la guerra formaba parte de él como mi trabajo formaba parte de mí, sonreí de lado cuando nombró a ambos dioses y reí entre dientes por ello- no estoy asustada vikingo, después de saber cómo te convertiste en general no tengo dudas de que volverás con ese carácter tan peculiar que te gastas –mis ojos se quedaron fijos en los suyos, su nariz rozó la mía y sus labios entreabiertos hacían que su aliento diera contra los míos cuando hablaba, me pedía aquella noche para que la pasara con él y la verdad es que no encontraba el problema a esa petición. Sabía que tarde o temprano aquello pasaría, que volveríamos a caer presos del cuerpo del otro y que él querría más, lo cierto es que yo también quería- algo me dice que esta noche no voy a dormir en mi cuarto –sonreí de lado rozando mis labios con los suyos, mi lengua lamió su labio inferior para luego dejar un mordisco sin apartar mis ojos de los suyos- te doy esta noche, es tuya –murmuré sobre sus labios antes de que su tío abriera la puerta y nos encontrara de aquella manera, no había mucha sorpresa en su rostro cuando nos vio y le hizo un gesto al vikingo para que fuera con él portando una sonrisa divertida en sus labios. Miré al vikingo y mordí mi labio recorriendo su pecho con mi mano, debía de ir con él, luego nos podríamos encontrar en su habitación- ve con él, yo tengo que ir a la habitación a dejar los documentos –nuestros labios volvieron a rozarse y antes de que nos besáramos la voz de su tío llamándolo hizo que no llegáramos a besarnos, sonreí de lado y lo separé ligeramente para que fuera con su tío- ve nos vemos en tu habitación, sabré cual es por tu olor –mi nariz recorrió su cuello y lo miré antes de separarme con una sonrisa ladeada y me encaminé hacia la habitación donde dejé los papeles que había llevado y pensé en darme un baño antes de salir, estaba manchada y llena de tierra al ir quitando más cosas de la excavación, fui a darme un baño cuando unos golpes en la puerta hicieron que me acercara a esta para mirar quién era encontrándome con una joven que no había visto nunca pero que me dijo que la había mandado el conde y entendí perfectamente de lo que se trataba.
La joven, que se llamaba Kara era una de las esclavas que tendría para alimentarme de ella, era la primera vez que “tenía” una esclava pero prefería eso antes de causar problemas. Ella sin duda no era la primera vez que alimentaba a un vampiro con su sangre y se sentó en el borde de la cama, apartó su rubia melena dejando expuesto su cuello y mis colmillos crecieron clavándose en su cuello para beber de su sangre, dulce que bajaba por mi garganta alimentándome escuchando sus jadeos de fondo por lo que toda mordida de vampiro provocaba. No quise abusar demasiado y bebí lo suficiente, parecía que estaba acostumbrada a que bebieran más de ella y no dudó al decirme que tomara lo que necesitara, pero por el momento me era suficiente. Se retiró asegurándome que a la noche siguiente volvería de nuevo y se alejó con una sonrisa, no entendía demasiado a los esclavos de sangre pero no era quien para juzgarla. Ahora ya alimentada me di ese baño que necesitaba y al salir me vestí con un camisón, dejé mi pelo mojado que ya comenzaba a ondularse levemente y me coloqué encima una bata antes de salir en busca de la habitación del vikingo. No me costó demasiado encontrarla porque como le había dicho su olor me ayudaría para encontrarlo y me paré frente a la puerta, mis nudillos golpearon la madera de esta escuchando los pasos del vikingo que se dirigían hacia la puerta, cuando abrió me lo encontré sin camiseta y con unos pantalones diferentes a los que llevaba, tenía el pelo mojado y algunas gotas caían por su pecho, su mirada me repasó por completo a lo que sonreí por ello.
-Hola de nuevo –dije entrando en la habitación en lo que él cerraba la puerta- he tardado un poco más de... –no me dejó terminar de hablar, su mano fue a mi rostro y la otra a su cintura y pegó su cuerpo al mío, sus labios me buscaron en un beso y mi espalda chocó contra la puerta ya cerrada, jadeé por ello y por la forma en la que tenía de besarme ese hombre y enredé mis dedos en su pelo arqueando mi cuerpo hacia el suyo, nos separamos con la respiración agitada y mordí su labio inferior sintiendo esa electricidad que me recorría el cuerpo cada vez que él me tocaba o me besaba, miré la habitación alejándome de la puerta- vaya, así que esta es la habitación que le dan a un general ¿no? –Era bastante grande y amplia y contaba con una pequeña chimenea que tenía encendida para seguramente calentarla, tenía también una gran ventana desde la cual se podía ver por la altura en la que estábamos aquel valle- tendremos que cerrar esto para que no entre la luz del sol –la cerré para mi seguridad y me acerqué a la lumbre que estaba enfrente de la cama y sonreí para girarme y mirarlo- ¿tenías frío, vikingo? ¿quieres que sea yo quien te caliente? –Pregunté con una sonrisa divertida antes de que acortara la distancia y quedara frente a mí de nuevo, desde donde estaba las llamas de la lumbre hacía que brillaran más sus orbes azules y mis manos ascendieron por su pecho de forma lenta.
Tuve su palabra de que cada día acudiría algún esclavo o alguna esclava para poder alimentarme lo que mi estancia durara allí y tras tener todo hablado, y darle una mirada al vikingo, salí dejándolos solos para que hablaran sobre aquello a lo que él hubiera acudido allí. Por un momento iba a seguir camino hacia mi habitación para dejar todos los papeles que llevaba encima con lo que había ido averiguando, pero finalmente decidí quedarme a esperar a que Ubbe saliera apoyada contra la pared de aquel pasillo ojeando los papeles que tenía entre mis manos, podría haberme ido pero me encontré con que prefería esperarlo para verlo ya que no nos habíamos visto en aquel par de días, no nos habíamos cruzado para nada yo porque estaba enfrascada en la excavación y él seguramente que como general del ejército tendría obligaciones que hacer en esos tiempos de guerra que corría y asolaba el país. No tardó demasiado en abrirse la puerta de nuevo de donde salió el vikingo y su mirada se encontró con la mía en cuanto se dio cuenta de que estaba allí, esperándole, con ese simple gesto de esperarle le decía bastante porque bien podría haberme ido y sin embargo allí estaba. Tras su pregunta de si lo echaba de menos reí entre dientes negando ligeramente con la cabeza, ahí estaba de nuevo ese tono engreído y arrogante que se gastaba acercando su cuerpo al mío pegándolo con sus ojos puestos en los míos, nuestros rostros quedaron cerca y podía sentir su aliento contra mis labios, vi cómo se lamía los suyos y mordí los míos en respuesta.
-Lo cierto es que sí –admití mirando esos orbes azules que se gastaba y que no apartaban su mirada de mis desiertos, mi mano fue a su pecho y la dejé allí mientras mi espalda seguía contra la pared y ahora su cuerpo se había convertido en una cárcel de la que no me dejaba salir presa de él, sus brazos estaban a cada lado de mi cuerpo como si me cortara el paso pero la verdad no lo necesitaba, no hacía falta puesto que no pensaba moverme, si no quisiera verlo no lo habría esperado- estos días han sido demasiado aburridos y no tenía a nadie con quién meterme, al menos contigo me puedo meter un poco y burlarme de vez en cuando para reírme de tus fanfarronerías y tu lado engreído y arrogante –sonreí de lado con cierta diversión sabiendo que, tras mis primeras palabras, no se había esperado eso para nada y acabé riéndome entre dientes dejando una de mis manos en su nuca enredando mis dedos en su pelo- pensé que quizás nos veríamos en... estos días, supongo que estarías ocupado con tus obligaciones de general –ladeé la sonrisa mirándolo, yo había ido de la habitación a la excavación y viceversa- he querido adelantar todo lo posible para darle un informe a tu tío, parece que va para largo, pero... podrías haberte pasado –mis ojos bajaron a sus labios y subí de nuevo a mirarlo mordiendo mis labios de nuevo- ¿y tú, me has echado de menos vikingo? ¿Quizás mis nalgas? –Pregunté con diversión mirándolo antes de que dijera que esa era la última noche que pasaba en Akershus, que partiría por la mañana y que podría tardar semanas en volver, fruncí ligeramente el ceño por eso y lo miré cuando me preguntó si dormía con él aquella noche- ¿me invitas a tú cama esta noche? –Sonreí de lado porque sabía, tan bien como él, que no íbamos a dormir precisamente y su sonrisa me lo dejaba también más que claro. Mis dedos fueron de su nuca a su rostro para recorrerlo de forma ligera hasta bajar a su mandíbula y a su mentón donde los dejé escuchando sus palabras. Sabía que la guerra formaba parte de él como mi trabajo formaba parte de mí, sonreí de lado cuando nombró a ambos dioses y reí entre dientes por ello- no estoy asustada vikingo, después de saber cómo te convertiste en general no tengo dudas de que volverás con ese carácter tan peculiar que te gastas –mis ojos se quedaron fijos en los suyos, su nariz rozó la mía y sus labios entreabiertos hacían que su aliento diera contra los míos cuando hablaba, me pedía aquella noche para que la pasara con él y la verdad es que no encontraba el problema a esa petición. Sabía que tarde o temprano aquello pasaría, que volveríamos a caer presos del cuerpo del otro y que él querría más, lo cierto es que yo también quería- algo me dice que esta noche no voy a dormir en mi cuarto –sonreí de lado rozando mis labios con los suyos, mi lengua lamió su labio inferior para luego dejar un mordisco sin apartar mis ojos de los suyos- te doy esta noche, es tuya –murmuré sobre sus labios antes de que su tío abriera la puerta y nos encontrara de aquella manera, no había mucha sorpresa en su rostro cuando nos vio y le hizo un gesto al vikingo para que fuera con él portando una sonrisa divertida en sus labios. Miré al vikingo y mordí mi labio recorriendo su pecho con mi mano, debía de ir con él, luego nos podríamos encontrar en su habitación- ve con él, yo tengo que ir a la habitación a dejar los documentos –nuestros labios volvieron a rozarse y antes de que nos besáramos la voz de su tío llamándolo hizo que no llegáramos a besarnos, sonreí de lado y lo separé ligeramente para que fuera con su tío- ve nos vemos en tu habitación, sabré cual es por tu olor –mi nariz recorrió su cuello y lo miré antes de separarme con una sonrisa ladeada y me encaminé hacia la habitación donde dejé los papeles que había llevado y pensé en darme un baño antes de salir, estaba manchada y llena de tierra al ir quitando más cosas de la excavación, fui a darme un baño cuando unos golpes en la puerta hicieron que me acercara a esta para mirar quién era encontrándome con una joven que no había visto nunca pero que me dijo que la había mandado el conde y entendí perfectamente de lo que se trataba.
La joven, que se llamaba Kara era una de las esclavas que tendría para alimentarme de ella, era la primera vez que “tenía” una esclava pero prefería eso antes de causar problemas. Ella sin duda no era la primera vez que alimentaba a un vampiro con su sangre y se sentó en el borde de la cama, apartó su rubia melena dejando expuesto su cuello y mis colmillos crecieron clavándose en su cuello para beber de su sangre, dulce que bajaba por mi garganta alimentándome escuchando sus jadeos de fondo por lo que toda mordida de vampiro provocaba. No quise abusar demasiado y bebí lo suficiente, parecía que estaba acostumbrada a que bebieran más de ella y no dudó al decirme que tomara lo que necesitara, pero por el momento me era suficiente. Se retiró asegurándome que a la noche siguiente volvería de nuevo y se alejó con una sonrisa, no entendía demasiado a los esclavos de sangre pero no era quien para juzgarla. Ahora ya alimentada me di ese baño que necesitaba y al salir me vestí con un camisón, dejé mi pelo mojado que ya comenzaba a ondularse levemente y me coloqué encima una bata antes de salir en busca de la habitación del vikingo. No me costó demasiado encontrarla porque como le había dicho su olor me ayudaría para encontrarlo y me paré frente a la puerta, mis nudillos golpearon la madera de esta escuchando los pasos del vikingo que se dirigían hacia la puerta, cuando abrió me lo encontré sin camiseta y con unos pantalones diferentes a los que llevaba, tenía el pelo mojado y algunas gotas caían por su pecho, su mirada me repasó por completo a lo que sonreí por ello.
-Hola de nuevo –dije entrando en la habitación en lo que él cerraba la puerta- he tardado un poco más de... –no me dejó terminar de hablar, su mano fue a mi rostro y la otra a su cintura y pegó su cuerpo al mío, sus labios me buscaron en un beso y mi espalda chocó contra la puerta ya cerrada, jadeé por ello y por la forma en la que tenía de besarme ese hombre y enredé mis dedos en su pelo arqueando mi cuerpo hacia el suyo, nos separamos con la respiración agitada y mordí su labio inferior sintiendo esa electricidad que me recorría el cuerpo cada vez que él me tocaba o me besaba, miré la habitación alejándome de la puerta- vaya, así que esta es la habitación que le dan a un general ¿no? –Era bastante grande y amplia y contaba con una pequeña chimenea que tenía encendida para seguramente calentarla, tenía también una gran ventana desde la cual se podía ver por la altura en la que estábamos aquel valle- tendremos que cerrar esto para que no entre la luz del sol –la cerré para mi seguridad y me acerqué a la lumbre que estaba enfrente de la cama y sonreí para girarme y mirarlo- ¿tenías frío, vikingo? ¿quieres que sea yo quien te caliente? –Pregunté con una sonrisa divertida antes de que acortara la distancia y quedara frente a mí de nuevo, desde donde estaba las llamas de la lumbre hacía que brillaran más sus orbes azules y mis manos ascendieron por su pecho de forma lenta.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Mis ojos bailaban por su boca, se mordía el labio inferior y ese gesto en ella me provocaba, me volvía completamente loco.
-No hagas eso -susurré tirando de su inferior -por Odin que solo pienso en hacerte mía y tengo que tener la cabeza centrada -le aseguré.
Sus labios rozaban los míos mientras los dos sonreíamos mirándonos fijamente, tentándonos, su lengua se paseó por mis labios asegurando que esa noche no iba a dormir en su cuarto.
-¿eso es un si? -susurré con mis ojos en su boca arrastrando las palabras.
Mi brazo había rodeado su cintura, mis dedos surcaban su piel, incapaces de apartarnos de provocarnos.
-¿eres mía? -pregunté con picarda cuando aseguró que esa noche era para mi.
Ella negó ante esa seguridad que yo siempre ostentaba, se reía contra mis labios mientras nuestros alientos chocaban desbocados.
La puerta se abrió, mi tío salió por ella pidiéndome que lo acompañara, la reunión era importante y yo el general de una de las tropas.
Nai interpuso su manso entre ambos buscando una distancia necesaria, pues de no tomarla no me largaría.
Iba a besarla cuando la voz de mi tío retumbó de nuevo deteniéndome a medio camino.
Con mis labios abiertos exhale el aire de forma pesada e hice un mohin por la impaciencia de mi rio.
-Nos vemos luego egipcia.
Su nariz se paseo por mi cuello ,tomé su mano y la llevé a mi hombría endurecida.
-Mira como me pones-le dije echándome a reír mientras me llevaba un manotazo y un eres incorregible.
Me largué de allí riéndome tras mi tío que sabia perfectamente lo que la egipcia y yo nos traíamos entre manos.
Ni Höor ni mi padre se metían en nuestros asuntos de faldas, en nuestra cultura el sexo era algo normal que se vivía con naturalidad.
Pasé el día entero con los míos, las tácticas de guerra eran complicadas y mas sabiendo que Randulf era experto en escapar de todo como una rata.
Aun así, teníamos que proteger el condado, el plan establecido era claro.
Synnove guiaría a los arqueros para detener su avance desde la muralla del castillo, seriamos Hakon, niels y yo quienes junto a nuestros hombres enfrentaríamos al enemigo a melé.
Hoor y padre se encargarían de cubrir los francos a caballo, intentado pillar a la retaguardia a los guerreros mas experimentados y matarlos.
Regresé a la habitación cansado, me di un baño en la tina y me puse unos pantalones cómodos y una camisola ancha.
Me acuclillé echando unos troncos a la lumbre cuando escuché el repiqueteo de la puerta, me levante de un salto, mi sonrisa se ensanchó al tiempo que la abría y me encontraba de frente con la egipcia y sus dos enormes desiertos fijos en los míos.
Entró con ese movimiento de caderas que esa mujer se traía, mis ojos bajaron a sus nalgas al tiempo que cerraba a mis espaldas la puerta, me relamí los labios y antes de que abriera la boca mis dedos se engancharon en el pelo de su nuca en un puño.
Gruñí colisionando con su boca, deslizando mi lengua por entre el precipicio de sus labios, acercándola por la espalda con la otra mano, hasta que nuestros cuerpos se enredaron.
Jadeé contra su boca ansioso, la deseaba muchísimo, algo demasiado evidente al ver como mis ojos oscurecían y sus ojos enrojecían.
Se separó un poco para mirar a su alrededor, mi habitación era grande y sus ojos navegaron por ella acercándose al ventanal para cerrar los postigos de la habitación.
-mi cama también es grande -apunté con picarda guiñándole un ojo.
Caminé tras ella rodeando con mi brazo su cintura su espalda se apoyo en mi pecho, mis labios recorrieron su cuello mientras mi nariz ascendía por este en busca de sus labios.
-¿Vas a calentarme? -pregunté arrasando las palabras- ¿como? -susurré contra su piel dejando que mi aliento golpeara su boca.
-¿quieres beber algo? Iba a cenar ahora.
Mis manos apretaron su culo, aunque no lo dijera estaba nervioso, era la primera vez que llevaba a una mujer a mi habitación y no sabia bien como actuar porque yo era mas de polvos esporádicos.
-Pfffff, madre mía egipcia, que posaderas te gastas.
Ella reía negando con esa sonrisa perfecta, la giré para enfrentarla, mis labios volvieron a colisionar ansiosos, gruñí jadeante mientras mis manos se perdían en sus nalgas, apretándola contra mi cuerpo, mi hombría se hundía en su vientre, mi lengua rompía el portón, conquistaba las murallas y entre gruñidos se coronaba dueña absoluta de un Egipto en llamas.
-Te deseo -susurré jadeando, empujándola con mi cuerpo hacia la cama haciendo gala de mis ansias por tomarla.
-No hagas eso -susurré tirando de su inferior -por Odin que solo pienso en hacerte mía y tengo que tener la cabeza centrada -le aseguré.
Sus labios rozaban los míos mientras los dos sonreíamos mirándonos fijamente, tentándonos, su lengua se paseó por mis labios asegurando que esa noche no iba a dormir en su cuarto.
-¿eso es un si? -susurré con mis ojos en su boca arrastrando las palabras.
Mi brazo había rodeado su cintura, mis dedos surcaban su piel, incapaces de apartarnos de provocarnos.
-¿eres mía? -pregunté con picarda cuando aseguró que esa noche era para mi.
Ella negó ante esa seguridad que yo siempre ostentaba, se reía contra mis labios mientras nuestros alientos chocaban desbocados.
La puerta se abrió, mi tío salió por ella pidiéndome que lo acompañara, la reunión era importante y yo el general de una de las tropas.
Nai interpuso su manso entre ambos buscando una distancia necesaria, pues de no tomarla no me largaría.
Iba a besarla cuando la voz de mi tío retumbó de nuevo deteniéndome a medio camino.
Con mis labios abiertos exhale el aire de forma pesada e hice un mohin por la impaciencia de mi rio.
-Nos vemos luego egipcia.
Su nariz se paseo por mi cuello ,tomé su mano y la llevé a mi hombría endurecida.
-Mira como me pones-le dije echándome a reír mientras me llevaba un manotazo y un eres incorregible.
Me largué de allí riéndome tras mi tío que sabia perfectamente lo que la egipcia y yo nos traíamos entre manos.
Ni Höor ni mi padre se metían en nuestros asuntos de faldas, en nuestra cultura el sexo era algo normal que se vivía con naturalidad.
Pasé el día entero con los míos, las tácticas de guerra eran complicadas y mas sabiendo que Randulf era experto en escapar de todo como una rata.
Aun así, teníamos que proteger el condado, el plan establecido era claro.
Synnove guiaría a los arqueros para detener su avance desde la muralla del castillo, seriamos Hakon, niels y yo quienes junto a nuestros hombres enfrentaríamos al enemigo a melé.
Hoor y padre se encargarían de cubrir los francos a caballo, intentado pillar a la retaguardia a los guerreros mas experimentados y matarlos.
Regresé a la habitación cansado, me di un baño en la tina y me puse unos pantalones cómodos y una camisola ancha.
Me acuclillé echando unos troncos a la lumbre cuando escuché el repiqueteo de la puerta, me levante de un salto, mi sonrisa se ensanchó al tiempo que la abría y me encontraba de frente con la egipcia y sus dos enormes desiertos fijos en los míos.
Entró con ese movimiento de caderas que esa mujer se traía, mis ojos bajaron a sus nalgas al tiempo que cerraba a mis espaldas la puerta, me relamí los labios y antes de que abriera la boca mis dedos se engancharon en el pelo de su nuca en un puño.
Gruñí colisionando con su boca, deslizando mi lengua por entre el precipicio de sus labios, acercándola por la espalda con la otra mano, hasta que nuestros cuerpos se enredaron.
Jadeé contra su boca ansioso, la deseaba muchísimo, algo demasiado evidente al ver como mis ojos oscurecían y sus ojos enrojecían.
Se separó un poco para mirar a su alrededor, mi habitación era grande y sus ojos navegaron por ella acercándose al ventanal para cerrar los postigos de la habitación.
-mi cama también es grande -apunté con picarda guiñándole un ojo.
Caminé tras ella rodeando con mi brazo su cintura su espalda se apoyo en mi pecho, mis labios recorrieron su cuello mientras mi nariz ascendía por este en busca de sus labios.
-¿Vas a calentarme? -pregunté arrasando las palabras- ¿como? -susurré contra su piel dejando que mi aliento golpeara su boca.
-¿quieres beber algo? Iba a cenar ahora.
Mis manos apretaron su culo, aunque no lo dijera estaba nervioso, era la primera vez que llevaba a una mujer a mi habitación y no sabia bien como actuar porque yo era mas de polvos esporádicos.
-Pfffff, madre mía egipcia, que posaderas te gastas.
Ella reía negando con esa sonrisa perfecta, la giré para enfrentarla, mis labios volvieron a colisionar ansiosos, gruñí jadeante mientras mis manos se perdían en sus nalgas, apretándola contra mi cuerpo, mi hombría se hundía en su vientre, mi lengua rompía el portón, conquistaba las murallas y entre gruñidos se coronaba dueña absoluta de un Egipto en llamas.
-Te deseo -susurré jadeando, empujándola con mi cuerpo hacia la cama haciendo gala de mis ansias por tomarla.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
El conde había cumplido con su palabra y esa misma noche había tenido a una joven llamada Kara que era una esclava de sangre y que se había acercado a mi dormitorio para que me alimentara de ella, no esperaba que pudiera cumplir con su palabra tan pronto pero lo agradecí porque llevaba un par de días sin alimentarme y seguramente, si no lo hacía esa noche antes de ir con el vikingo, acabaría por morderlo a él y dado que tenía que irse a una batalla al día siguiente consideraba que ya iba a hacer bastante ejercicio y se iba a “cansar” bastante esa noche que pasara conmigo, por lo que procuraría beber de él lo menos posible pero también era cierto que lo había mordido cada vez que llevaba al orgasmo y sabía que de no alimentarme esa vez no sería solamente un par de sorbos lo que daría a su sangre, con la sed que tendría acabaría por beber de él y no era eso precisamente lo que buscaba. Me vino bien que Kara apareciera esa noche antes de darme un baño para ir al encuentro del vikingo, me había quedado en la habitación repasando los papeles que le había ido a enseñar a su tío para ver si podía ir sacando algo en claro y podía empezar a traducir lo que íbamos encontrando, era algo un poco extraño y raro porque no era algo que hubiera visto nunca en todos los años que llevaba como egiptóloga, estaba claro que no era nórdico y que era egipcio pero me extrañaba enormemente que precisamente estuviera aquella excavación en el norte y no por ejemplo en Egipto, había algo que se me escapaba de las manos pero tras lo poco que había podido averiguar si el rey que quería arrasar con estas tierras había puesto interés quería decir que era más importante de lo que parecía a simple vista.
Kara había sido una delicia no solo por su sangre sino también por su forma de comportarse y con una sonrisa me dijo que tomara cuanto necesitara, al parecer había bebido menos de los que solían beber cuando se alimentaban de ella y aunque sabía que nunca había tenido un esclavo porque se lo dije se mostró en cierta manera divertida por ese detalle. Nada más irse fue que decidí tomar el baño antes de ir a la habitación del vikingo, salí con el pelo mojado y me puse un camisón y encima un batín antes de salir por la puerta ya que veía innecesario vestirme cuando me iba a durar más bien poco lo que llevara puesto. Sabía más o menos donde estaban el resto de las habitaciones así que me encaminé hacia allí y una vez en el lugar no me costó demasiado encontrar cuál era su habitación porque aparte de que notaba su aura su olor estaba más patente tras esta, así que me acerqué para tocar con los nudillos la puerta. Pude escuchar desde dentro como unos pasos se acercaban y abría la puerta encontrándome con esos orbes azules que tenía, y que había descubierto que me gustaba mirarlos, con una sonrisa en sus labios y aunque no me dijo nada me adentré en la habitación dándole un vistazo rápido y excusándome por haber tardado algo más de la cuenta, claro que no me dejó continuar porque su mano fue a enredarse en mi pelo por la nuca cogiéndolo en un puño, me acercó hacia él y sus labios chocaron con los míos en un beso, gruñó contra mis labios mientras me besaba y me acercó de la espalda a su cuerpo para que estos se pegaran, jadeé en el beso por la forma en la que ese hombre tenía de besarme y mis manos subieron por su espalda hasta enredarse una en su pelo respondiéndole aquel beso terminando por morder su labio inferior. Nuestras miradas se encontraron en ese momento y podía ver la suya que estaba un poco más oscurecidas, seguramente la mía tendría tintes rojizos muestra del deseo que teníamos y de las ganas, no iba a mentir en algo tan evidente como eso, lo deseaba.
-Buenas noches a ti también, vikingo –comenté con cierto deje divertido separándome para ver la habitación que tenía, una bastante grande, me acerqué al ventanal para ver desde allí el valle y la cerré para que la luz no pudiera entrar y no me pasara nada por la mañana. Mis pasos fueron hacia la lumbre que tenía encendida y lo miré con una sonrisa divertida cuando dijo que su cama también era la grande- sí, la he visto vikingo –dije antes de que su cuerpo se pegara al mío, su pecho contra mi espalda y su brazo rodeando mi cintura, su nariz ascendió por un lado de mi cuello hacia mi rostro y yo lo ladeé un poco para darle más acceso, sonreí cuando dijo que si iba a calentarlo y giré mi cabeza para encontrarlo por encima de mi hombro, mordí mi labio observándolo sintiendo su aliento golpear mis labios y luego sonreí- ¿que cómo voy a calentarte? –Reí entre dientes por esa pregunta sintiendo sus manos que descendían hasta mis nalgas y las apretaba a su gusto, me giré para quedar de cara a él y mis labios rozaron los suyos dejando que mi gélido aliento golpeara contra estos- con mis manos, pueden parecer frías al principio pero luego empezarán a calentar tu cuerpo poco a poco –las colé por la camisola que llevaba recorriendo su torso de forma que notara mis manos sintiendo su piel cálida para darle más énfasis a mis palabras- con mis labios –murmuré sobre los suyos- recorreré tu cuerpo entre besos mordiscos, lameré tú piel despacio y dejaré mi aliento luego solo para sentir cómo te estremeces –lamí su labio inferior sin dejar de mirarlo- y por último mi cuerpo se encargará de avivar unas llamas ya encendidas sobre tu cuerpo desnudo... ¿te parece una buena forma? –Pregunté dejando un mordisco en su labio inferior mientras él seguía acariciando mis nalgas hasta que dijo esa frase que me hizo reír negando ligeramente con la cabeza- lo sé, me lo dijiste la primera vez que chocamos, ¿cómo dijiste? ¡Ah, sí! Te habías quedado anclado a mi culo –enarqué una ceja divertida por ello, preguntó si quería algo de beber que iba a cenar y negué con la cabeza por eso- no gracias, acabo de alimentarme –vi de reojo la bandeja que reposaba sobre una mesa redonda e iba a decirle algo cuando de nuevo sus labios volvieron a colisionar contra los míos, me apretaba contra su cuerpo de las nalgas no dejando un espacio entre ambos cuerpos, mi mano subió para enredarse en su pelo mientras su lengua se abría paso entre mis labios y se colaba para enredarse con mi lengua en una batalla, jadeé de nuevo por la forma ruda y abrasadora que tenía ese hombre de besarme, de provocarme y dejé que me fuera empujando hacia la cama, sentía su miembro duro contra mi vientre y arqueé mi cadera hacia él en respuesta, yo también lo deseaba de una forma que no había deseado a nadie, era como si pudiera contagiarme de esa sensación que él tenía y su necesidad la hacía mía, un escalofrío como si fuera una corriente sacudía mi cuerpo cada vez que me tocaba o me besaba, y eso era algo que me gustaba. Mis manos fueron a su rostro para cogerlo y separarme un poco con la respiración agitada, nuestros alientos se mezclaban por la escasa distancia y lo miré con una sonrisa- te dije que querrías repetir vikingo, ahora no estás borracho... ¿cuál es tú excusa esta vez? –Pregunté con un deje divertido en los labios mordiendo su inferior no esperando respuesta por su parte, no se lo había dicho para que me respondiera sino para hacérselo saber tras lo que me había dicho en aquella cabaña donde me llevó hacía un par de días. Decía que no había cenado y podía ver el plato sobre la bandeja en la mesa, giré de forma que ahora a su espalda quedaba la cama y sin perder la sonrisa lo empujé para que cayera sobre esta- deberías de cenar –su ceja enarcada dejaba en claro que no entendía lo que hacía y por qué en vez de acercarme a él para subirme encima me alejaba, cogí la bandeja y le pedí que se sentara en la cama mirándolo- venga vikingo, cuanto antes empieces antes terminarás –sonreí divertida y le hice un gesto con la cabeza para que se sentara, al final al regañadientes lo hizo se sentó en la cama y apoyó su espalda contra el cabezal de la misma, asentí con la cabeza y me senté de lado sobre él con la bandeja en mis piernas- necesitas coger energías para esta noche y para mañana, y ya que parece que por ti no vas a cenar pues... te lo doy yo –además también era un juego excitante darle de comer, por la cercanía, porque podíamos seguir tocándonos mientras tanto... y él cenaba. El plato llevaba carne y patatas asadas con algo más de guarnición así que cogí un gajo de patata entre mis dedos y lo acerqué a su boca sin apartar la mirada, él tampoco la quitó y cogió el gajo de patata sintiendo sus labios rozar la yema de mis dedos, sonreí y mi dedo se deslizó por su labio antes de volver otra vez al plato- así que mañana te vas a una batalla –dije cogiendo esa vez un trozo de carne para dárselo también, sus labios rozaban mis dedos, una de sus manos recorría mis muslos lo que dejaba aquella bata que llevaba y la otra se enredaba en mi pelo mojado que comenzaba a ondularse, por mi espalda e incluso bajaba hasta lo que podía de mis nalgas- supongo que estabais trazando la estrategia a seguir, ¿vais muy lejos? –Pregunté presa de esa curiosidad que tenía aunque si no quería decírmelo en cierta forma lo entendía, yo era una extranjera en aquellas tierras- ¿qué has estado haciendo estos días que no nos hemos visto? –Dije cogiendo otro gajo de patata para dárselo dejando que sus dientes rozaran también la yema de mi dedo, mi mirada se quedó en la suya de forma fija, quizás podría pensar que lo decía como si le estuviera reprochando algo, pero nada más lejos- ¿cuál es tú función, aparte de dirigir a un ejército? ¿Los entrenas y los adiestras también? –Me miró de forma fija y me mordí el labio viendo que cogía la jarra y daba un trago de la misma, cuando terminó de beber me acerqué a su rostro para dejar mis labios sobre los suyos- te prometo que luego te compensaré por esto, ¿crees que me he venido en camisón para darte de cenar? –Sonreí de lado rozando mis labios con los suyos como si fuera una caricia y acabé por dejar un beso en sus labios, uno en el que pretendí arrasar con todo a mi paso y hacerle ver que, aunque estuviera quieta solamente dándole de cenar, lo deseaba- te prometo que luego seré yo la que te coma a ti –sonreí de lado moviendo mi cadera sobre su miembro para seguir dándole de cenar divertida por la situación- ¿sabes? Pensé que vendrías alguno de estos días a donde estaba, quizás para asegurarte de que nadie más tocaba mis nalgas –seguí dándole de cenar con la promesa de que yo sería su postre.
Kara había sido una delicia no solo por su sangre sino también por su forma de comportarse y con una sonrisa me dijo que tomara cuanto necesitara, al parecer había bebido menos de los que solían beber cuando se alimentaban de ella y aunque sabía que nunca había tenido un esclavo porque se lo dije se mostró en cierta manera divertida por ese detalle. Nada más irse fue que decidí tomar el baño antes de ir a la habitación del vikingo, salí con el pelo mojado y me puse un camisón y encima un batín antes de salir por la puerta ya que veía innecesario vestirme cuando me iba a durar más bien poco lo que llevara puesto. Sabía más o menos donde estaban el resto de las habitaciones así que me encaminé hacia allí y una vez en el lugar no me costó demasiado encontrar cuál era su habitación porque aparte de que notaba su aura su olor estaba más patente tras esta, así que me acerqué para tocar con los nudillos la puerta. Pude escuchar desde dentro como unos pasos se acercaban y abría la puerta encontrándome con esos orbes azules que tenía, y que había descubierto que me gustaba mirarlos, con una sonrisa en sus labios y aunque no me dijo nada me adentré en la habitación dándole un vistazo rápido y excusándome por haber tardado algo más de la cuenta, claro que no me dejó continuar porque su mano fue a enredarse en mi pelo por la nuca cogiéndolo en un puño, me acercó hacia él y sus labios chocaron con los míos en un beso, gruñó contra mis labios mientras me besaba y me acercó de la espalda a su cuerpo para que estos se pegaran, jadeé en el beso por la forma en la que ese hombre tenía de besarme y mis manos subieron por su espalda hasta enredarse una en su pelo respondiéndole aquel beso terminando por morder su labio inferior. Nuestras miradas se encontraron en ese momento y podía ver la suya que estaba un poco más oscurecidas, seguramente la mía tendría tintes rojizos muestra del deseo que teníamos y de las ganas, no iba a mentir en algo tan evidente como eso, lo deseaba.
-Buenas noches a ti también, vikingo –comenté con cierto deje divertido separándome para ver la habitación que tenía, una bastante grande, me acerqué al ventanal para ver desde allí el valle y la cerré para que la luz no pudiera entrar y no me pasara nada por la mañana. Mis pasos fueron hacia la lumbre que tenía encendida y lo miré con una sonrisa divertida cuando dijo que su cama también era la grande- sí, la he visto vikingo –dije antes de que su cuerpo se pegara al mío, su pecho contra mi espalda y su brazo rodeando mi cintura, su nariz ascendió por un lado de mi cuello hacia mi rostro y yo lo ladeé un poco para darle más acceso, sonreí cuando dijo que si iba a calentarlo y giré mi cabeza para encontrarlo por encima de mi hombro, mordí mi labio observándolo sintiendo su aliento golpear mis labios y luego sonreí- ¿que cómo voy a calentarte? –Reí entre dientes por esa pregunta sintiendo sus manos que descendían hasta mis nalgas y las apretaba a su gusto, me giré para quedar de cara a él y mis labios rozaron los suyos dejando que mi gélido aliento golpeara contra estos- con mis manos, pueden parecer frías al principio pero luego empezarán a calentar tu cuerpo poco a poco –las colé por la camisola que llevaba recorriendo su torso de forma que notara mis manos sintiendo su piel cálida para darle más énfasis a mis palabras- con mis labios –murmuré sobre los suyos- recorreré tu cuerpo entre besos mordiscos, lameré tú piel despacio y dejaré mi aliento luego solo para sentir cómo te estremeces –lamí su labio inferior sin dejar de mirarlo- y por último mi cuerpo se encargará de avivar unas llamas ya encendidas sobre tu cuerpo desnudo... ¿te parece una buena forma? –Pregunté dejando un mordisco en su labio inferior mientras él seguía acariciando mis nalgas hasta que dijo esa frase que me hizo reír negando ligeramente con la cabeza- lo sé, me lo dijiste la primera vez que chocamos, ¿cómo dijiste? ¡Ah, sí! Te habías quedado anclado a mi culo –enarqué una ceja divertida por ello, preguntó si quería algo de beber que iba a cenar y negué con la cabeza por eso- no gracias, acabo de alimentarme –vi de reojo la bandeja que reposaba sobre una mesa redonda e iba a decirle algo cuando de nuevo sus labios volvieron a colisionar contra los míos, me apretaba contra su cuerpo de las nalgas no dejando un espacio entre ambos cuerpos, mi mano subió para enredarse en su pelo mientras su lengua se abría paso entre mis labios y se colaba para enredarse con mi lengua en una batalla, jadeé de nuevo por la forma ruda y abrasadora que tenía ese hombre de besarme, de provocarme y dejé que me fuera empujando hacia la cama, sentía su miembro duro contra mi vientre y arqueé mi cadera hacia él en respuesta, yo también lo deseaba de una forma que no había deseado a nadie, era como si pudiera contagiarme de esa sensación que él tenía y su necesidad la hacía mía, un escalofrío como si fuera una corriente sacudía mi cuerpo cada vez que me tocaba o me besaba, y eso era algo que me gustaba. Mis manos fueron a su rostro para cogerlo y separarme un poco con la respiración agitada, nuestros alientos se mezclaban por la escasa distancia y lo miré con una sonrisa- te dije que querrías repetir vikingo, ahora no estás borracho... ¿cuál es tú excusa esta vez? –Pregunté con un deje divertido en los labios mordiendo su inferior no esperando respuesta por su parte, no se lo había dicho para que me respondiera sino para hacérselo saber tras lo que me había dicho en aquella cabaña donde me llevó hacía un par de días. Decía que no había cenado y podía ver el plato sobre la bandeja en la mesa, giré de forma que ahora a su espalda quedaba la cama y sin perder la sonrisa lo empujé para que cayera sobre esta- deberías de cenar –su ceja enarcada dejaba en claro que no entendía lo que hacía y por qué en vez de acercarme a él para subirme encima me alejaba, cogí la bandeja y le pedí que se sentara en la cama mirándolo- venga vikingo, cuanto antes empieces antes terminarás –sonreí divertida y le hice un gesto con la cabeza para que se sentara, al final al regañadientes lo hizo se sentó en la cama y apoyó su espalda contra el cabezal de la misma, asentí con la cabeza y me senté de lado sobre él con la bandeja en mis piernas- necesitas coger energías para esta noche y para mañana, y ya que parece que por ti no vas a cenar pues... te lo doy yo –además también era un juego excitante darle de comer, por la cercanía, porque podíamos seguir tocándonos mientras tanto... y él cenaba. El plato llevaba carne y patatas asadas con algo más de guarnición así que cogí un gajo de patata entre mis dedos y lo acerqué a su boca sin apartar la mirada, él tampoco la quitó y cogió el gajo de patata sintiendo sus labios rozar la yema de mis dedos, sonreí y mi dedo se deslizó por su labio antes de volver otra vez al plato- así que mañana te vas a una batalla –dije cogiendo esa vez un trozo de carne para dárselo también, sus labios rozaban mis dedos, una de sus manos recorría mis muslos lo que dejaba aquella bata que llevaba y la otra se enredaba en mi pelo mojado que comenzaba a ondularse, por mi espalda e incluso bajaba hasta lo que podía de mis nalgas- supongo que estabais trazando la estrategia a seguir, ¿vais muy lejos? –Pregunté presa de esa curiosidad que tenía aunque si no quería decírmelo en cierta forma lo entendía, yo era una extranjera en aquellas tierras- ¿qué has estado haciendo estos días que no nos hemos visto? –Dije cogiendo otro gajo de patata para dárselo dejando que sus dientes rozaran también la yema de mi dedo, mi mirada se quedó en la suya de forma fija, quizás podría pensar que lo decía como si le estuviera reprochando algo, pero nada más lejos- ¿cuál es tú función, aparte de dirigir a un ejército? ¿Los entrenas y los adiestras también? –Me miró de forma fija y me mordí el labio viendo que cogía la jarra y daba un trago de la misma, cuando terminó de beber me acerqué a su rostro para dejar mis labios sobre los suyos- te prometo que luego te compensaré por esto, ¿crees que me he venido en camisón para darte de cenar? –Sonreí de lado rozando mis labios con los suyos como si fuera una caricia y acabé por dejar un beso en sus labios, uno en el que pretendí arrasar con todo a mi paso y hacerle ver que, aunque estuviera quieta solamente dándole de cenar, lo deseaba- te prometo que luego seré yo la que te coma a ti –sonreí de lado moviendo mi cadera sobre su miembro para seguir dándole de cenar divertida por la situación- ¿sabes? Pensé que vendrías alguno de estos días a donde estaba, quizás para asegurarte de que nadie más tocaba mis nalgas –seguí dándole de cenar con la promesa de que yo sería su postre.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Enarqué una ceja cuando tras hacerme caer a la cama puso entre ambos distancia para ir a por la bandeja de comida.
-¡Vamos egipcia, tengo hambre y no de eso precisamente! -apunté con la sonrisa ladeada. Lancé mi mano para cazar sus nalgas antes de que se alejara, peor por Odin que la inmortal era rápida y entre carcajadas me esquivó escuchando de fondo mi claro gruñido mientras me la recolocaba en su sitio.
Regresó a mi lado tomando asiento al lado ,eso si, la bandeja marcaba la distancia correcta y por mas que mi boca buscó la ajena saqueándola con rudeza, ella mordió mi labio dejándome claro que primero tenia que cenar y no pensaba ceder.
-Soy muy persuasivo dije deslizando mi mano por su muslo ascendiendo hacia la cara interna de este.
Rugí cuando llevó una patata a mis labios, mi cara lo decía todo ¿en serio?
-Y si te prometo cenar luego,egipcia tengo ganas -le replique antes de morder el gajo y masticarlo.
Mi estomago rugió mientras ella se proclamaba vencedora y yo negaba riéndome y maldiciendo de paso por lo terca que era la dama.
Tiré de su cintura subiéndola sobre mi, un nuevo trozo esta vez de carne a llevó a mis labios, lamí sus dedos tras cogerlo chupando la salsa, la verdad es que estaba hambriento y empezaba a cogerle gusto a esto de que me alimentara.
Entre bocado y bocado bebía, la besaba y los dos nos reíamos mirandonos de forma cómplice, eso si, mi mano ni por un instante se quitó de sus nalgas.
Sus preguntas no tardaron, al parecer me había echado de menos lo que me hizo sonreír de forma altiva mientras un “te lo dije” escapaba de mis labios.
-Mi tío me pidió que no te molestara, la excavación es importante y bueno, después de ver que te había enseñado algo mas que la fiesta de la cosecha..pues imaginó que si seguíamos viéndonos acabarías visitando el Valhalla con demasiada frecuencia -dije lamiendo sus labios -ademas he estado muy ocupado con las tropas, los días antes de partir a la guerra son complicados, pero tenia muchas ganas de estar contigo y no para que me dieras de comer precisamente.
Mi mano se enredó en la cascada de cuervo de su nuca, mis labios la buscaron hambrientos mientras mi lengua se abría paso con violencia y un jadeo arrastraba su lengua que ahora furiosa se enredaba en la ajena.
-Nadie iba a tocar tus nalgas, ya me he ocupado de eso -le dije de forma interrumpida en las ínfimas pausas que me tome en ese beso pasional, uno que arrasó con todo por completo.
Mi cuerpo la tumbó sobre el lecho, a un lado la bandeja medio vacía, gruñí perdido en sus labios, sus dedos me atraían del pelo, devorándonos de forma salvaje.
Mi martillo en su vientre completamente alzado, engrosado, sus caderas ofrecidas lo buscaban, abierta de piernas me daba permiso para empezar el asedio.
Abrí su bata, un cuerpo curvilíneo, perfecto, fue la recompensa hallada, mis manso sobrevolaron su piel de caramelo mientras mi agitación quedaba reflejada en mis ojos oscurecidos y en el modo en el que embestía humedeciendo mis pantalones con ese gesto.
Mi lengua saqueó la calidez de su boca, descendí entre mordiscos por su mandíbula marcandole la piel del cuello en cada trazo, estaba tan excitado que era incapaz de medir las formas en las que mi boca mordía su piel. La marcaba succionandola y de no ser por su condición de vampiro durante todo el tiempo que iba a permanecer fuera todos sabrían que ella era mía.
Rugí preso de la frustración cuando elevé la mirada y no había un solo moratón, enarqué una ceja y maldije en un perfecto nórdico que a ella le divirtió.
Sus dedos desabrocharon mi botón liberando una verga dura, enardecida y húmeda, la guió rauda hacia su centro, ambos estábamos desesperados en ese momento y el modo en el que entre la hizo aullar de placer. Se la incrusté tan dentro que emitió un quejido mientras sus paredes se acoplaban a mi martillo.
-¿Vas a esperarme? -pregunté mordiendo sus pechos, coronandome vencedor en la cumbre, lamiendo las cúspides mientras me movía en su interior como una bestia queriendo dejarle claro que nadie iba a montarla de ese modo.
-¡Vamos egipcia, tengo hambre y no de eso precisamente! -apunté con la sonrisa ladeada. Lancé mi mano para cazar sus nalgas antes de que se alejara, peor por Odin que la inmortal era rápida y entre carcajadas me esquivó escuchando de fondo mi claro gruñido mientras me la recolocaba en su sitio.
Regresó a mi lado tomando asiento al lado ,eso si, la bandeja marcaba la distancia correcta y por mas que mi boca buscó la ajena saqueándola con rudeza, ella mordió mi labio dejándome claro que primero tenia que cenar y no pensaba ceder.
-Soy muy persuasivo dije deslizando mi mano por su muslo ascendiendo hacia la cara interna de este.
Rugí cuando llevó una patata a mis labios, mi cara lo decía todo ¿en serio?
-Y si te prometo cenar luego,egipcia tengo ganas -le replique antes de morder el gajo y masticarlo.
Mi estomago rugió mientras ella se proclamaba vencedora y yo negaba riéndome y maldiciendo de paso por lo terca que era la dama.
Tiré de su cintura subiéndola sobre mi, un nuevo trozo esta vez de carne a llevó a mis labios, lamí sus dedos tras cogerlo chupando la salsa, la verdad es que estaba hambriento y empezaba a cogerle gusto a esto de que me alimentara.
Entre bocado y bocado bebía, la besaba y los dos nos reíamos mirandonos de forma cómplice, eso si, mi mano ni por un instante se quitó de sus nalgas.
Sus preguntas no tardaron, al parecer me había echado de menos lo que me hizo sonreír de forma altiva mientras un “te lo dije” escapaba de mis labios.
-Mi tío me pidió que no te molestara, la excavación es importante y bueno, después de ver que te había enseñado algo mas que la fiesta de la cosecha..pues imaginó que si seguíamos viéndonos acabarías visitando el Valhalla con demasiada frecuencia -dije lamiendo sus labios -ademas he estado muy ocupado con las tropas, los días antes de partir a la guerra son complicados, pero tenia muchas ganas de estar contigo y no para que me dieras de comer precisamente.
Mi mano se enredó en la cascada de cuervo de su nuca, mis labios la buscaron hambrientos mientras mi lengua se abría paso con violencia y un jadeo arrastraba su lengua que ahora furiosa se enredaba en la ajena.
-Nadie iba a tocar tus nalgas, ya me he ocupado de eso -le dije de forma interrumpida en las ínfimas pausas que me tome en ese beso pasional, uno que arrasó con todo por completo.
Mi cuerpo la tumbó sobre el lecho, a un lado la bandeja medio vacía, gruñí perdido en sus labios, sus dedos me atraían del pelo, devorándonos de forma salvaje.
Mi martillo en su vientre completamente alzado, engrosado, sus caderas ofrecidas lo buscaban, abierta de piernas me daba permiso para empezar el asedio.
Abrí su bata, un cuerpo curvilíneo, perfecto, fue la recompensa hallada, mis manso sobrevolaron su piel de caramelo mientras mi agitación quedaba reflejada en mis ojos oscurecidos y en el modo en el que embestía humedeciendo mis pantalones con ese gesto.
Mi lengua saqueó la calidez de su boca, descendí entre mordiscos por su mandíbula marcandole la piel del cuello en cada trazo, estaba tan excitado que era incapaz de medir las formas en las que mi boca mordía su piel. La marcaba succionandola y de no ser por su condición de vampiro durante todo el tiempo que iba a permanecer fuera todos sabrían que ella era mía.
Rugí preso de la frustración cuando elevé la mirada y no había un solo moratón, enarqué una ceja y maldije en un perfecto nórdico que a ella le divirtió.
Sus dedos desabrocharon mi botón liberando una verga dura, enardecida y húmeda, la guió rauda hacia su centro, ambos estábamos desesperados en ese momento y el modo en el que entre la hizo aullar de placer. Se la incrusté tan dentro que emitió un quejido mientras sus paredes se acoplaban a mi martillo.
-¿Vas a esperarme? -pregunté mordiendo sus pechos, coronandome vencedor en la cumbre, lamiendo las cúspides mientras me movía en su interior como una bestia queriendo dejarle claro que nadie iba a montarla de ese modo.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Al final había terminado dándole de cenar sentada sobre su regazo con su mano acariciando mis nalgas como si de alguna manera no pudiera estarse quieto y dejar de tocarme, su otra mano se había perdido por mi muslo pero al ver que no había sido capaz de quitarme de la cabeza la idea de que cenara desistió y comenzó a recorrer mi espalda con la mano que le quedaba libre mientras me miraba y me ponía caras, me hacía gestos y algún que otro mohín porque no quería que le diera de comer, más bien, quería comerme que era diferente. Tenía ganas y ya me lo había dejado claro pero era una mujer algo testaruda y primero cenaría, luego podríamos pasar al postre y disfrutar, aunque yo estuviera tan tranquila sobre él dándole de comer también tenía ganas y lo deseaba. Me hizo un mohín con el que no pude evitar reírme cuando le di el primer gajo de patatas mirándome como si no se creyera que estuviera haciendo aquello, pero al final acabó por comérselo y su estómago rugiendo por la comida fue la victoria que necesitaba para que dejara de refunfuñar como estaba haciendo. Entre bocado y bocado no dejaba de tentarme, de buscarme y de provocarme constantemente, bebíamos de la jarra de hidromiel que tenía y sus labios me buscaban para besarme tras lamer mis dedos cada vez que le daba de comer, en el fondo hasta pareció que comenzó a gustarle aquel juego en el que no dejábamos de mirarnos, sus azules en mis desiertos, creándose como... algo cómplice entre ambos, como una conexión que no tenía que ver con el sexo y con la forma en la que nuestros cuerpos respondían cada vez que estaban juntos. Él me buscaba y su lengua lamía mis dedos cada vez que le daba de comer, y así cenó entre risas cada vez que me ponía alguna cara o me hacía algún mohín como si fuera un niño pequeño, besos, caricias.... todo bastante íntimo.
Rodé los ojos cuando un “te lo dije” salió de sus labios y para que se callara le di un gajo de patata y que no pudiera decirme nada más, el caso es que él también me había buscado, había sido él quien había pedido esa noche y no yo, quizás sí nos habíamos buscado en esos días o habíamos pensado en el otro, era difícil no hacerlo después de la noche que habíamos pasado en aquella isla y en aquella casona, pocas veces encontrabas a alguien con la que tenías tanta química y conectabas de esa forma como lo habíamos hecho nosotros. Lo miré mientras me explicaba que su tío le había pedido que no me molestara, al parecer era consciente de la noche que habíamos pasado juntos y pensó que eso me distraería de mis obligaciones, nada más lejos de la realidad, porque sabía a lo que había ido allí y cuál era mi trabajo, no me conocían en ese aspecto pero cuando tenía un trabajo por hacer y que estaba pendiente me dedicaba a ello como había estado haciendo esos días, si el vikingo hubiera aparecido no me habría distraído de ese trabajo, salvo que no pudiera estar en la excavación en las horas de sol que era cuando descansaba, no dije nada al respecto mientras él lamía mi labio inferior y sonreí de lado por la forma en la que me miraba, también porque había dicho que tenía muchas ganas de estar conmigo y no para que le diera de comer.
-Así que tenías muchas ganas de estar conmigo, ¿no? –Sonreí de lado mirándolo con nuestros rostros cerca el uno del otro- supongo que tú tío pensaría que me distraerías de mis obligaciones, sé lo importante que es esa excavación para vosotros y cuando algo se me mete entre ceja y ceja no paro hasta conseguirlo, esa excavación me tiene muy intrigada –dije antes de que su mano se enredara en mi pelo y me acercara a sus labios para besarme de una forma ruda y pasional que consiguió un jadeo por mi parte con su lengua saqueando mi boca y la mía batiéndose con la suya. En lo que se separaba para coger aire, ya que él lo necesitaba mucho más que yo, me dijo que se había encargado de que nadie tocara mis nalgas y lo miré enarcando ceja- ¿ah sí, y qué es lo que has hecho? ¿Les has dicho a todos “no tocar las nalgas de la egipcia, que son mías”? –Lo miré esperando a que me respondiera antes de que volviera de nuevo a saquear mi boca, como buen vikingo que era, demostrándome por qué se les daba tan bien. La bandeja, ya casi sin comida, quedó relegada a un lado en la mesilla que había junto a la cama y no tardó en dejarme contra el colchón con su cuerpo sobre el mío, mis dedos enredados en su pelo lo acercaban más a mi rostro y la otra se colaba bajo la camisola que llevaba acariciando su piel. La pasión y el desenfreno era algo que se juntaba con las ganas y la necesidad, una cruda y salvaje que nos devoraba por completo y que nos hacía actuar como si fuéramos animales, mis piernas abiertas dándole paso, su cuero sobre el mío notando su miembro en mi vientre y la forma en la que me embestía aun con la ropa puesta perdidos en la necesidad que nos devoraba. Mi mano alzó su camisola quitándosela para dejar su torso al descubierto que recorrí con mis dedos, sus manos no perdieron el tiempo y me abrieron la bata dejando mi cuerpo desnudo ante sus ojos, sus manos recorrieron mi piel sin pausa alguna mientras nos mirábamos con el deseo reflejado en nuestros ojos, los suyos algo más oscuros, los míos con un tinte rojo.
Sentía su miembro embistiendo mi centro buscándome de forma desesperada como si no pudiera aguantarse las ganas, su boca saqueaba de nuevo la mía haciendo que jadeara con ese acto, me gustaba demasiado la forma que tenía ese hombre de besarme, y pronto comenzó a dejar mordiscos por mi barbilla, lamía mi piel y la succionaba como si quisiera marcarla enardecido por completo, me arrancaba jadeos cuando me mordía de esa forma sintiendo sus dientes, cuando succionaba mi piel como si quisiera dejar una marca o una huella, pero le sería difícil de conseguir. De haber sido humana habría quedado marcada por sus dientes, por las succiones de mi piel que hizo pero al ser vampira aquello desaparecía y no duraba apenas nada, levantó la vista para ver que se desvanecía y gruñó maldiciendo entre dientes a lo que yo me reí, era una vampira, ¿qué esperaba? Mis dedos mientras descendieron por su espalda hasta que llegué a la cinturilla de su pantalón, lo desabroché bajándolo para dejar libre su miembro, mis dedos se cernieron entorno a su tronco y los moví deslizándolos por este sintiendo la punta mojada a lo que sonreí mordiendo su labio inferior, mis caderas lo buscaban de forma necesitada y fui yo la que acercó su miembro a mi sexo recorriéndolo primero para luego notar que de un movimiento certero me penetraba por completo, gemí por el placer que eso me provocó notando como mi interior se iba haciendo a su grosor y a su tamaño, arremetió con fuerza como si intentara entrar más dentro y gemí al tiempo que comenzaba a moverse embistiéndome con fuerza, raudo, duro, salvaje... mis dedos fueron a su pelo acercándolo a mi rostro para besarme de igual forma que me embestía y me tomaba, mi otra mano descendió por su espalda hasta dar con sus nalgas que apreté notando el movimiento que hacía su cadera, sus labios bajaron por mi cuerpo y comenzaron a torturar mis pechos lamiéndolos, succionándolos, apresando mis pezones entre sus dientes y sus labios haciendo que mi cuerpo se arqueara hacia el suyo mientras me pegaba más a él. Mis ojos lo buscaron cuando me preguntó si lo iba a esperar, por Ra, ¿cómo no lo iba a hacer cuando me embestía de esa forma tan placentera?
-¿Vas a volver de una pieza? –Pregunté como respuesta rodeando su cintura con mis piernas, mis pies en sus nalgas apretándolo más contra mí como si eso fuera posible de nuevo tocando ese punto que me volvía loca, me aferré a él y mi cadera iba a su encuentro con cada embestida placentera que venía de su parte con esas chispas eléctricas que nos recorrían cada vez que estábamos así. Nos besábamos, nos mordíamos y no dejábamos de movernos entre gemidos, gruñidos y jadeos que salían de nuestros labios, mi mano en su espalda clavó mis uñas en su carne sintiendo que me acercaba al orgasmo, lo notaba llegar hasta ese tope placentero aunque con un poco de dolor en una combinación muy placentera, la fricción de nuestros cuerpos combinado con la fricción de su miembro en mi interior, la forma en la que se movía, hasta donde llegaba... todo hacía que mi cuerpo se tensara mientras nos mirábamos hasta que finalmente sentí que alcanzaba el orgasmo, ladeé su cuello hacia un lado y hundí mis colmillos en su piel haciendo que el orgasmo fuera mucho más placentero, notando cómo se corría en mi interior y el placer nos sacudía a los dos haciendo más intenso, más duradero. Gruñó cuando se corrió y en ese frenesí en el que estábamos sumado al mordisco que le había dado no dejó de moverse enardecido por completo, era como un círculo vicioso que no tenía ni principio ni fin, que solamente terminó cuando aparté mi boca de su cuello y dejé de beber de él, poco a poco se fue calmando, lamí la sangre de su cuello y busqué sus labios para besarlo rodeando su cuello con mi brazo todavía con él en mi interior- si para cuando vuelvas sigo todavía aquí; búscame vikingo, seré yo quien te presente una batalla muy diferente y mucho más placentera, morirás entre mis piernas pero al menos morirás feliz –comenté mordiendo su labio inferior con una sonrisa.
Rodé los ojos cuando un “te lo dije” salió de sus labios y para que se callara le di un gajo de patata y que no pudiera decirme nada más, el caso es que él también me había buscado, había sido él quien había pedido esa noche y no yo, quizás sí nos habíamos buscado en esos días o habíamos pensado en el otro, era difícil no hacerlo después de la noche que habíamos pasado en aquella isla y en aquella casona, pocas veces encontrabas a alguien con la que tenías tanta química y conectabas de esa forma como lo habíamos hecho nosotros. Lo miré mientras me explicaba que su tío le había pedido que no me molestara, al parecer era consciente de la noche que habíamos pasado juntos y pensó que eso me distraería de mis obligaciones, nada más lejos de la realidad, porque sabía a lo que había ido allí y cuál era mi trabajo, no me conocían en ese aspecto pero cuando tenía un trabajo por hacer y que estaba pendiente me dedicaba a ello como había estado haciendo esos días, si el vikingo hubiera aparecido no me habría distraído de ese trabajo, salvo que no pudiera estar en la excavación en las horas de sol que era cuando descansaba, no dije nada al respecto mientras él lamía mi labio inferior y sonreí de lado por la forma en la que me miraba, también porque había dicho que tenía muchas ganas de estar conmigo y no para que le diera de comer.
-Así que tenías muchas ganas de estar conmigo, ¿no? –Sonreí de lado mirándolo con nuestros rostros cerca el uno del otro- supongo que tú tío pensaría que me distraerías de mis obligaciones, sé lo importante que es esa excavación para vosotros y cuando algo se me mete entre ceja y ceja no paro hasta conseguirlo, esa excavación me tiene muy intrigada –dije antes de que su mano se enredara en mi pelo y me acercara a sus labios para besarme de una forma ruda y pasional que consiguió un jadeo por mi parte con su lengua saqueando mi boca y la mía batiéndose con la suya. En lo que se separaba para coger aire, ya que él lo necesitaba mucho más que yo, me dijo que se había encargado de que nadie tocara mis nalgas y lo miré enarcando ceja- ¿ah sí, y qué es lo que has hecho? ¿Les has dicho a todos “no tocar las nalgas de la egipcia, que son mías”? –Lo miré esperando a que me respondiera antes de que volviera de nuevo a saquear mi boca, como buen vikingo que era, demostrándome por qué se les daba tan bien. La bandeja, ya casi sin comida, quedó relegada a un lado en la mesilla que había junto a la cama y no tardó en dejarme contra el colchón con su cuerpo sobre el mío, mis dedos enredados en su pelo lo acercaban más a mi rostro y la otra se colaba bajo la camisola que llevaba acariciando su piel. La pasión y el desenfreno era algo que se juntaba con las ganas y la necesidad, una cruda y salvaje que nos devoraba por completo y que nos hacía actuar como si fuéramos animales, mis piernas abiertas dándole paso, su cuero sobre el mío notando su miembro en mi vientre y la forma en la que me embestía aun con la ropa puesta perdidos en la necesidad que nos devoraba. Mi mano alzó su camisola quitándosela para dejar su torso al descubierto que recorrí con mis dedos, sus manos no perdieron el tiempo y me abrieron la bata dejando mi cuerpo desnudo ante sus ojos, sus manos recorrieron mi piel sin pausa alguna mientras nos mirábamos con el deseo reflejado en nuestros ojos, los suyos algo más oscuros, los míos con un tinte rojo.
Sentía su miembro embistiendo mi centro buscándome de forma desesperada como si no pudiera aguantarse las ganas, su boca saqueaba de nuevo la mía haciendo que jadeara con ese acto, me gustaba demasiado la forma que tenía ese hombre de besarme, y pronto comenzó a dejar mordiscos por mi barbilla, lamía mi piel y la succionaba como si quisiera marcarla enardecido por completo, me arrancaba jadeos cuando me mordía de esa forma sintiendo sus dientes, cuando succionaba mi piel como si quisiera dejar una marca o una huella, pero le sería difícil de conseguir. De haber sido humana habría quedado marcada por sus dientes, por las succiones de mi piel que hizo pero al ser vampira aquello desaparecía y no duraba apenas nada, levantó la vista para ver que se desvanecía y gruñó maldiciendo entre dientes a lo que yo me reí, era una vampira, ¿qué esperaba? Mis dedos mientras descendieron por su espalda hasta que llegué a la cinturilla de su pantalón, lo desabroché bajándolo para dejar libre su miembro, mis dedos se cernieron entorno a su tronco y los moví deslizándolos por este sintiendo la punta mojada a lo que sonreí mordiendo su labio inferior, mis caderas lo buscaban de forma necesitada y fui yo la que acercó su miembro a mi sexo recorriéndolo primero para luego notar que de un movimiento certero me penetraba por completo, gemí por el placer que eso me provocó notando como mi interior se iba haciendo a su grosor y a su tamaño, arremetió con fuerza como si intentara entrar más dentro y gemí al tiempo que comenzaba a moverse embistiéndome con fuerza, raudo, duro, salvaje... mis dedos fueron a su pelo acercándolo a mi rostro para besarme de igual forma que me embestía y me tomaba, mi otra mano descendió por su espalda hasta dar con sus nalgas que apreté notando el movimiento que hacía su cadera, sus labios bajaron por mi cuerpo y comenzaron a torturar mis pechos lamiéndolos, succionándolos, apresando mis pezones entre sus dientes y sus labios haciendo que mi cuerpo se arqueara hacia el suyo mientras me pegaba más a él. Mis ojos lo buscaron cuando me preguntó si lo iba a esperar, por Ra, ¿cómo no lo iba a hacer cuando me embestía de esa forma tan placentera?
-¿Vas a volver de una pieza? –Pregunté como respuesta rodeando su cintura con mis piernas, mis pies en sus nalgas apretándolo más contra mí como si eso fuera posible de nuevo tocando ese punto que me volvía loca, me aferré a él y mi cadera iba a su encuentro con cada embestida placentera que venía de su parte con esas chispas eléctricas que nos recorrían cada vez que estábamos así. Nos besábamos, nos mordíamos y no dejábamos de movernos entre gemidos, gruñidos y jadeos que salían de nuestros labios, mi mano en su espalda clavó mis uñas en su carne sintiendo que me acercaba al orgasmo, lo notaba llegar hasta ese tope placentero aunque con un poco de dolor en una combinación muy placentera, la fricción de nuestros cuerpos combinado con la fricción de su miembro en mi interior, la forma en la que se movía, hasta donde llegaba... todo hacía que mi cuerpo se tensara mientras nos mirábamos hasta que finalmente sentí que alcanzaba el orgasmo, ladeé su cuello hacia un lado y hundí mis colmillos en su piel haciendo que el orgasmo fuera mucho más placentero, notando cómo se corría en mi interior y el placer nos sacudía a los dos haciendo más intenso, más duradero. Gruñó cuando se corrió y en ese frenesí en el que estábamos sumado al mordisco que le había dado no dejó de moverse enardecido por completo, era como un círculo vicioso que no tenía ni principio ni fin, que solamente terminó cuando aparté mi boca de su cuello y dejé de beber de él, poco a poco se fue calmando, lamí la sangre de su cuello y busqué sus labios para besarlo rodeando su cuello con mi brazo todavía con él en mi interior- si para cuando vuelvas sigo todavía aquí; búscame vikingo, seré yo quien te presente una batalla muy diferente y mucho más placentera, morirás entre mis piernas pero al menos morirás feliz –comenté mordiendo su labio inferior con una sonrisa.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Cuando sus colmillos se hundieron en mi cuello gruñí con fuerza, mi cuerpo se sacudió violento ante su mordida, jadeé de puro placer completamente enardecido por ese corriente nerviosos que recorría mi cuerpo y que calentaba mi falo por completo.
Dentro de ella me esparcí entre espasmos brutales, salvaje mis caderas se movían mientras mi aliento golpeaba su boca y mi lengua se deslizaba por ella tempestuosa ebrio de su esencia.
Sabor férreo, de mi sangre mientras nos besábamos desesperados, y ella trataba de calmarme aun cuando me había corrido en su interior y mi glande tocaba el final de sus húmedas paredes.
Caí derrumbado con el ultimo latigazo, gruñí rudo mordiendo su cuello mientras la sentía sonreír deslizando sus dedos por la curvatura de mi culo.
-No te vas a ir -dije entre jadeos como respuesta a aquello que me dijo – mañana me veras salir de Akershus sobre mi montura y mi ejercito seguirá mis pasos.
Tu pensaras que no te importa, que hemos disfrutado del tiempo que juntos hemos pasado pero al final de la noche pensaras en mi, te preguntaras si estoy bien y desde ese momento hasta que vuelva tu existencia sera un sin vivir -dije convencido de cada palabra y con tal seguridad que sus desiertos se hundieron en los míos mientras mi sonrisa se ladeaba por completo.
Se lo que pensaba que estaba errado, que en dos días me habría olvidado.
-No vas olvidarte de mi, da igual cuantas veces lo intentes, antes de que el ocaso del segundo día se produzca buscaras a las mujeres de los que parten para saber si han llegado noticias, no tendrás hambre, tu estomago rugirá cerrado plagada de preocupación.
Ella se reía por mis palabras, como si esa seguridad con la que hablaba fueran falacias y tuviera claro que no solo iba a estar ocupada con la excavación, si no que de terminar su trabajo se largaría sin saber de mi.
-No te iras, cuando se acerque el séptimo día no dejaras de mirar el horizonte esperando una bandada de cuervos que anuncie la llegada de los guerreros y si crees que eso te aliviara, e equivocas porque veras bajas, pero no sabrás identificar desde la distancia si yo formo o no parte de estas.
Mis dedos se deslizaron lentos por la curva de su cintura ascendiendo hasta sus nalgas.
-No pensaras solo en abrirme las piernas, si no que bajaras al patio de armas cuando atravesemos la puerta, tu cara de miedo se reflejara junto a la del resto y solo cuando me veas llegar, ya sea en pie o caído sabrás a que atenerte.
Si es en pie correrás a abrazarme, fingirás que no me has echado de menos pero yo sabré la verdad, si es caído me darás sepultura vikinga y lloraras la perdida del que podía haber sido y no fue el único hombre en tu vida -apunté vanagloriandome de mi mismo.
Sus labios me buscaron con una mueca divertida y los míos la encontraron en un beso lento, disfrutandonos de un modo distinto.
- y sobre tu otra pregunta, si, he dejado claro a todos que tu culo es mio y si alguien no esta de acuerdo, puedo explicárselo con gusto -apunté con una sonrisa socarrona.
Dentro de ella me esparcí entre espasmos brutales, salvaje mis caderas se movían mientras mi aliento golpeaba su boca y mi lengua se deslizaba por ella tempestuosa ebrio de su esencia.
Sabor férreo, de mi sangre mientras nos besábamos desesperados, y ella trataba de calmarme aun cuando me había corrido en su interior y mi glande tocaba el final de sus húmedas paredes.
Caí derrumbado con el ultimo latigazo, gruñí rudo mordiendo su cuello mientras la sentía sonreír deslizando sus dedos por la curvatura de mi culo.
-No te vas a ir -dije entre jadeos como respuesta a aquello que me dijo – mañana me veras salir de Akershus sobre mi montura y mi ejercito seguirá mis pasos.
Tu pensaras que no te importa, que hemos disfrutado del tiempo que juntos hemos pasado pero al final de la noche pensaras en mi, te preguntaras si estoy bien y desde ese momento hasta que vuelva tu existencia sera un sin vivir -dije convencido de cada palabra y con tal seguridad que sus desiertos se hundieron en los míos mientras mi sonrisa se ladeaba por completo.
Se lo que pensaba que estaba errado, que en dos días me habría olvidado.
-No vas olvidarte de mi, da igual cuantas veces lo intentes, antes de que el ocaso del segundo día se produzca buscaras a las mujeres de los que parten para saber si han llegado noticias, no tendrás hambre, tu estomago rugirá cerrado plagada de preocupación.
Ella se reía por mis palabras, como si esa seguridad con la que hablaba fueran falacias y tuviera claro que no solo iba a estar ocupada con la excavación, si no que de terminar su trabajo se largaría sin saber de mi.
-No te iras, cuando se acerque el séptimo día no dejaras de mirar el horizonte esperando una bandada de cuervos que anuncie la llegada de los guerreros y si crees que eso te aliviara, e equivocas porque veras bajas, pero no sabrás identificar desde la distancia si yo formo o no parte de estas.
Mis dedos se deslizaron lentos por la curva de su cintura ascendiendo hasta sus nalgas.
-No pensaras solo en abrirme las piernas, si no que bajaras al patio de armas cuando atravesemos la puerta, tu cara de miedo se reflejara junto a la del resto y solo cuando me veas llegar, ya sea en pie o caído sabrás a que atenerte.
Si es en pie correrás a abrazarme, fingirás que no me has echado de menos pero yo sabré la verdad, si es caído me darás sepultura vikinga y lloraras la perdida del que podía haber sido y no fue el único hombre en tu vida -apunté vanagloriandome de mi mismo.
Sus labios me buscaron con una mueca divertida y los míos la encontraron en un beso lento, disfrutandonos de un modo distinto.
- y sobre tu otra pregunta, si, he dejado claro a todos que tu culo es mio y si alguien no esta de acuerdo, puedo explicárselo con gusto -apunté con una sonrisa socarrona.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Mis manos recorrían su espalda de forma lenta dejando una de mis manos enredada en su pelo dejando que el vikingo terminara de moverse de esa forma por lo que mi mordisco le provocaba, como si fueran espasmos incontrolables incluso después de haber alcanzado el orgasmo y haberse corrido en mi interior seguía moviéndose, mis labios rozaban los suyos y pasé mi lengua para borrar todo rastro de su sangre, sus labios buscaron los míos y nos besamos de forma salvaje mientras él remitía con esos últimos movimientos hasta que finalmente se quedó quieto por completo hundido en mi interior, piernas se enredaban en las suyas ha bajadas de su cintura y mi mano descendía de forma lenta por su espalda notando cada músculo de esta escuchando los latidos de su corazón que se relajaba poco a poco y descendía su ritmo de manera constante, su pecho también se tranquilizaba poco a poco y al final acabó apoyado contra mi cuerpo, ambos perlados en sudor, pero satisfechos por completo. Un gruñido salió de sus labios cuando acabó sobre mi cuerpo y sus labios fueron a mi cuello, sus dientes mordieron con fuerza el lugar intentando dejar en vano la marca de sus dientes algo que me hizo reírme entre dientes deslizando mis dedos por sus nalgas, no se podía decir que el vikingo no tuviera un cuerpo fibroso, sin duda alguna por el entrenamiento que había recibido durante toda su vida. Sus ojos azules como dos mares subieron para encontrarse con mis desiertos para responder a mis palabras, de forma segura decía que no me iría cuando terminara de averiguar qué pasaba con esa excavación, que mañana lo vería partir junto a su ejército, que pensaría en él y me acordaría de él y al llegar la noche me preguntaría cómo estaba, si seguiría con vida y que mi existencia se basaría en un sin vivir preocupada por lo que pudiera pasarle en el campo de batalla.
Sonaba tan seguro, tan convencido de lo que me decía desprendiendo cierta arrogancia por la sonrisa que me lanzó pero convencido, firme en cada palabra como si supiera al cien por cien que es exactamente lo que iba a pasar en cuanto se fuera que, mis ojos, se clavaron en los suyos de manera fija y mis dedos seguían enredados en su pelo dejándole hablar para saber qué más tenía que decirme. Me lo decía como si me contara que su dios era Odín y que una valquiria bajaría para llevarlo al Valhalla cuando muriera, con esa misma convicción, con esos pensamientos férreos que él tenía. No se quedó en eso sino que siguió de manera que dijo que al segundo día bajaría a preguntar a las mujeres por sus maridos y si había alguna noticia, no obtendría ninguna y eso me dejaría preocupada. Aseguraba que no iba a poder olvidarme de él y eso me hizo sonreír por la seguridad que derrochaba, confianza en sí mismo tenía de sombra aquel hombre. Mis dedos perfilaban todo su perfil, las deslizaba por sus nalgas perfilando la redondez de las mismas para subir por su torso notando cómo cada músculo se contraía por el paso de mis dedos de forma lenta mientras le escuchaba hablar. Aseguraba también que no me iría en terminar la excavación y que me quedaría, que cuando pasara una semana no haría más que otear el horizonte esperando la anunciada de los guerreros, que vería que eran menos y no podría distinguir si él estaba entre las filas.
Ahora eran sus dedos los que también se deslizaban por mi cuerpo, se perdían por mi cintura y bajaban hasta dar con mis nalgas haciendo que sonriera de lado sabiendo que sentía, en parte, predilección por esa zona de mi cuerpo y lo dejé hacer esperando que terminara de hablar sobre su predicción y lo que pasaría al cien por cien. Por un momento mientras él hablaba y conforme lo hacía me visualicé a mí misma bajando a ese patio de armas abarrotado de gente, con familias encontrándose tras la batalla y los llantos de aquellos a los que habían perdido en la batalla. Nos visualicé a los dos encontrándonos entre la marea de gente que se formaría en ese momento, como si la gente se separara de repente para que nuestros ojos se encontraran, sabiendo que él estaba vivo como si de verdad estuviera pasando. Decía que correría a abrazarlo y aunque no le dijera que lo había echado de menos él sabría que era sí, si por el contrario no lo encontraba lloraría su muerte, lamentando que él pudo haber sido el único hombre de mi vida. Eso, sin duda alguna, sí que eran palabras mayores... quien dijera que el vikingo no tenía confianza en sí mismo mentía, pues la tenía y de sobra, vanagloriándose de esa forma aunque quizás lo último le había sobrado por completo. Me quedé callada por un momento en los que sus ojos no dejaban de mirarme de forma fija, como si esperara una respuesta por mí parte y lo único que hice fue sonreírle tras esos segundos de silencio.
-Eres un vikingo vanidoso y engreído, como de costumbre –dije antes de buscar sus labios con una mueca divertida y los suyos me encontraron en un beso lento, como si fuera la calma que llegaba tras la tempestad, mi cuerpo se arqueó de forma lenta contra su cuerpo presionando durante unos segundos y mis dedos finalmente terminaron por subir por su rostro repasando esa barba de un par de días que llevaba- ¿tanta confianza tienes en ti mismo, que sabes a ciencia cierta que eso es lo que va a pasar? –Enarqué una ceja mirándolo pero sin decirle nada por el momento, pero mi pregunta no necesitaba respuesta porque con sus palabras ya me la había dado- ¿eso es lo que quieres que pase, Ubbe? –Mis dedos en su pelo bajaron hasta su nuca y ladeé un poco la cabeza- ¿quieres que me quede cuando acabe en la excavación y que te espere? –Pregunté sin apartar mi mirada de la suya, mis labios rozaron los suyos y dejé un mordisco en su labio inferior con una sonrisa- así que, ¿les has dicho a todos que, de alguna forma, soy tuya? –Rodé quedándome ahora sobre su cuerpo de forma que estaba tumbada sobre él, aparté mi pelo que cayó a un lado como una cascada de rizos oscuros y mi nariz rozó la suya moviendo mi cuerpo como en ondas apresando su labio inferior entre mis dientes- ¿y tú vikingo, qué hay de ti? No has hecho más que hablar sobre mí y sin embargo sobre ti no has dicho absolutamente nada, ¿me echarás de menos? –Pregunté tras lamer su labio inferior de forma provocativa- ¿pensarás en mí en esas largas noches durante la batalla, te acordarás de las veces que estabas entre mis piernas y desearías estarlo en esos momentos? –Mis dedos se deslizaron por sus labios y acabé incorporándome sentándome sobre él sin apartar mi mirada de la suya, mi pelo caía por mi espalda y algunos mechones se deslizaban hacia delante cayendo por mi rostro y por mi pecho. Cogí sus manos entre las mías y mis ojos lo buscaron- ¿echarás de menos mi cuerpo, vikingo? ¿Mis labios? –Subí una de sus manos para que rozara estos con sus dedos y dejé un mordisco en un par de sus yemas y un beso en la palma de su mano- tal vez mis colmillos y mis mordiscos –di un mordisco juguetón en su palma y sonreí- ¿mis pechos? –Bajé sus manos hasta estos para que pudiera tomarlos entre sus dedos sin dejar de mirarlo- mis caderas... –murmuré moviendo estas de forma lenta en pequeños círculos hablando en tono bajo, provocativo, seductor- mi sexo -Deslicé una de sus manos para que un par de sus dedos pudiera recorrer este de una pasada, dedos que me encargué luego de lamer con una sonrisa- de mis nalgas no tengo la menor duda –sonreí llevando sus manos hacia esa parte de mi cuerpo sintiendo como las apretaba entre sus dedos, mis manos subieron por su pecho hasta dejarlas apoyadas en sus hombros con parte de mi pelo cayendo por un lado- esta podría ser tú última noche conmigo, deberías de aprovecharla Ubbe –seguí moviendo mis caderas ahora animadas por sus manos en mis nalgas que me movían al mismo son que yo marcaba, deslicé mis dedos por su labio hasta que sacó su lengua para humedecerlo y sonreí por ello- tendré que darte un aliciente para que quieras volver de una pieza, luego podremos mirar quién ha echado más de menos a quien –dije antes de inclinarme hacia su rostro y buscar sus labios para besarlo mordiendo su labio inferior, mis labios bajaron a su cuello donde dejé pequeños mordiscos y lamí su piel- ¿me dejas hacerte una marca, vikingo? Una que no sean mis colmillos –pregunté con cierta malicia sin dejar de mover mis caderas de forma lenta con mis manos por su pecho.
Sonaba tan seguro, tan convencido de lo que me decía desprendiendo cierta arrogancia por la sonrisa que me lanzó pero convencido, firme en cada palabra como si supiera al cien por cien que es exactamente lo que iba a pasar en cuanto se fuera que, mis ojos, se clavaron en los suyos de manera fija y mis dedos seguían enredados en su pelo dejándole hablar para saber qué más tenía que decirme. Me lo decía como si me contara que su dios era Odín y que una valquiria bajaría para llevarlo al Valhalla cuando muriera, con esa misma convicción, con esos pensamientos férreos que él tenía. No se quedó en eso sino que siguió de manera que dijo que al segundo día bajaría a preguntar a las mujeres por sus maridos y si había alguna noticia, no obtendría ninguna y eso me dejaría preocupada. Aseguraba que no iba a poder olvidarme de él y eso me hizo sonreír por la seguridad que derrochaba, confianza en sí mismo tenía de sombra aquel hombre. Mis dedos perfilaban todo su perfil, las deslizaba por sus nalgas perfilando la redondez de las mismas para subir por su torso notando cómo cada músculo se contraía por el paso de mis dedos de forma lenta mientras le escuchaba hablar. Aseguraba también que no me iría en terminar la excavación y que me quedaría, que cuando pasara una semana no haría más que otear el horizonte esperando la anunciada de los guerreros, que vería que eran menos y no podría distinguir si él estaba entre las filas.
Ahora eran sus dedos los que también se deslizaban por mi cuerpo, se perdían por mi cintura y bajaban hasta dar con mis nalgas haciendo que sonriera de lado sabiendo que sentía, en parte, predilección por esa zona de mi cuerpo y lo dejé hacer esperando que terminara de hablar sobre su predicción y lo que pasaría al cien por cien. Por un momento mientras él hablaba y conforme lo hacía me visualicé a mí misma bajando a ese patio de armas abarrotado de gente, con familias encontrándose tras la batalla y los llantos de aquellos a los que habían perdido en la batalla. Nos visualicé a los dos encontrándonos entre la marea de gente que se formaría en ese momento, como si la gente se separara de repente para que nuestros ojos se encontraran, sabiendo que él estaba vivo como si de verdad estuviera pasando. Decía que correría a abrazarlo y aunque no le dijera que lo había echado de menos él sabría que era sí, si por el contrario no lo encontraba lloraría su muerte, lamentando que él pudo haber sido el único hombre de mi vida. Eso, sin duda alguna, sí que eran palabras mayores... quien dijera que el vikingo no tenía confianza en sí mismo mentía, pues la tenía y de sobra, vanagloriándose de esa forma aunque quizás lo último le había sobrado por completo. Me quedé callada por un momento en los que sus ojos no dejaban de mirarme de forma fija, como si esperara una respuesta por mí parte y lo único que hice fue sonreírle tras esos segundos de silencio.
-Eres un vikingo vanidoso y engreído, como de costumbre –dije antes de buscar sus labios con una mueca divertida y los suyos me encontraron en un beso lento, como si fuera la calma que llegaba tras la tempestad, mi cuerpo se arqueó de forma lenta contra su cuerpo presionando durante unos segundos y mis dedos finalmente terminaron por subir por su rostro repasando esa barba de un par de días que llevaba- ¿tanta confianza tienes en ti mismo, que sabes a ciencia cierta que eso es lo que va a pasar? –Enarqué una ceja mirándolo pero sin decirle nada por el momento, pero mi pregunta no necesitaba respuesta porque con sus palabras ya me la había dado- ¿eso es lo que quieres que pase, Ubbe? –Mis dedos en su pelo bajaron hasta su nuca y ladeé un poco la cabeza- ¿quieres que me quede cuando acabe en la excavación y que te espere? –Pregunté sin apartar mi mirada de la suya, mis labios rozaron los suyos y dejé un mordisco en su labio inferior con una sonrisa- así que, ¿les has dicho a todos que, de alguna forma, soy tuya? –Rodé quedándome ahora sobre su cuerpo de forma que estaba tumbada sobre él, aparté mi pelo que cayó a un lado como una cascada de rizos oscuros y mi nariz rozó la suya moviendo mi cuerpo como en ondas apresando su labio inferior entre mis dientes- ¿y tú vikingo, qué hay de ti? No has hecho más que hablar sobre mí y sin embargo sobre ti no has dicho absolutamente nada, ¿me echarás de menos? –Pregunté tras lamer su labio inferior de forma provocativa- ¿pensarás en mí en esas largas noches durante la batalla, te acordarás de las veces que estabas entre mis piernas y desearías estarlo en esos momentos? –Mis dedos se deslizaron por sus labios y acabé incorporándome sentándome sobre él sin apartar mi mirada de la suya, mi pelo caía por mi espalda y algunos mechones se deslizaban hacia delante cayendo por mi rostro y por mi pecho. Cogí sus manos entre las mías y mis ojos lo buscaron- ¿echarás de menos mi cuerpo, vikingo? ¿Mis labios? –Subí una de sus manos para que rozara estos con sus dedos y dejé un mordisco en un par de sus yemas y un beso en la palma de su mano- tal vez mis colmillos y mis mordiscos –di un mordisco juguetón en su palma y sonreí- ¿mis pechos? –Bajé sus manos hasta estos para que pudiera tomarlos entre sus dedos sin dejar de mirarlo- mis caderas... –murmuré moviendo estas de forma lenta en pequeños círculos hablando en tono bajo, provocativo, seductor- mi sexo -Deslicé una de sus manos para que un par de sus dedos pudiera recorrer este de una pasada, dedos que me encargué luego de lamer con una sonrisa- de mis nalgas no tengo la menor duda –sonreí llevando sus manos hacia esa parte de mi cuerpo sintiendo como las apretaba entre sus dedos, mis manos subieron por su pecho hasta dejarlas apoyadas en sus hombros con parte de mi pelo cayendo por un lado- esta podría ser tú última noche conmigo, deberías de aprovecharla Ubbe –seguí moviendo mis caderas ahora animadas por sus manos en mis nalgas que me movían al mismo son que yo marcaba, deslicé mis dedos por su labio hasta que sacó su lengua para humedecerlo y sonreí por ello- tendré que darte un aliciente para que quieras volver de una pieza, luego podremos mirar quién ha echado más de menos a quien –dije antes de inclinarme hacia su rostro y buscar sus labios para besarlo mordiendo su labio inferior, mis labios bajaron a su cuello donde dejé pequeños mordiscos y lamí su piel- ¿me dejas hacerte una marca, vikingo? Una que no sean mis colmillos –pregunté con cierta malicia sin dejar de mover mis caderas de forma lenta con mis manos por su pecho.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Ladeé la sonrisa ante su pregunta, aun con mis labios sobre los suyos acariciándose despacio, en un duelo de lenguas reptantes que dentro y fuera de nuestras bocas se buscaban jadeantes.
-Se que eso es lo que va a pasar -dije con total seguridad ante la pregunta formulada.
Desde que había llegado no había estado con otro, las miradas hablaban por nosotros, no era necesario ser un oráculo para saber que igual que me había esperado en estos días ...igual que había ansiado un momento a solas, con mas motivo lo haría si me iba a la guerra.
“¿eso es lo que quieres que pase, Ubbe? ¿quieres que me quede cuando acabe en la excavación y que te espere?
Sus preguntas fueron lanzadas contra mis labios, un mordisco después que me incitaba a darle la respuesta mientras yo sonreía de forma engreída.
-Da igual lo que quiera o no, eso es lo que sucederá Naitiri, lo sabes tan bien como yo y si no me crees...pues solo has de esperar y ya me contaras.
así que, ¿les has dicho a todos que, de alguna forma, soy tuya?
Dijo rodando sobre mi cuerpo para trepar por mi piel, su larga melena a un lado y sus desiertos presos de mis mares, nos miramos fijamente mientras mis labios rozaban los ajenos con la respuesta.
-Si -tajante, conciso y sincero.
De normal me importaba una mierda si una tía que pasaba conmigo una noche se acostaba con otro, era lo habitual aquí..no había problema, eran amigas escuderas que hoy estaban bailando sobre mi verga y mañana reptaban por la piel de Niels, no pasaba nada, era lo normal cuando la adrenalina corría por nuestras venas detrás de la batalla, pero en este caso dejé claro que nadie debía tocarla o se enfrentaría a mi espada.
¿y tú vikingo, qué hay de ti? No has hecho más que hablar sobre mí y sin embargo sobre ti no has dicho absolutamente nada, ¿me echarás de menos? ¿pensarás en mí en esas largas noches durante la batalla, te acordarás de las veces que estabas entre mis piernas y desearías estarlo en esos momentos?
Mordí sus labios, mi lengua cruzo el precipicio de estos bailando húmeda contra la ajena en un duelo sin causa ni tregua.
-Te equivocas en las preguntas, las respuestas te la he dado pidiendo que pasaras esta ultima noche a mi lado, podría estar ahora mismo bebiendo en la taberna y acabar la noche entre otras piernas -aseguré contra sus labios y en el fondo los dos sabíamos que era cierto.
-la pregunta es ¿quieres que esté entre otras piernas?
Tomó asiento sobre mi cuerpo, mis manos se unieron a las ajenas mientras la deslizaba despacio por su cuerpo encendiéndome por completo, deslicé mis dedos por sus labios con los míos entreabiertos, su cuello, sus pechos que me hicieron gruñir de pura excitación mientras mi hombría se alzaba de nuevo en una nueva justa que ahora presionaba su centro.
Mis dedos se pasearon por la humedad de su sexo, empapados en ella los llevó a su boca sin dejar de mirarme en ningún momento.
-Me estas volviendo loco -confesé con la voz ronca mientras mis manos ansiosas tomaban sus caderas empujándola hacia abajo y mi torso se elevaba hambriento hasta colisionar con su boca.
Beso rudo, pasional, plagado de mordiscos, de palabras no dicha y de encuentro vikingos, espada y escudo acero contra acero, ese beso lo arrasó todo.
Gruñí perdido en su esencia mientras ella bailaba entre jadeos sobre mi entrepierna.
-Marcame -le pedí desesperado empujando sus caderas hacia bajo hasta que mi martillo golpeó a su yunque atravesándolo.
Sus dedos en mis hombros, anclada a mi piel, con las uñas sentenciando el camino del desenfreno, nuestros torsos friccionaban encendiendo las fraguas mientras los ojos resplandecían presos del fuego.
Gruñí de nuevo atrayendola mas de la nuca, como si mi lengua pudiera entrar mas dentro, como si el beso no fuera suficiente y la distancia que pronto nos separaría fuera un abismo que solo con este irracional acto cruzaría.
Gruñí de nuevo, no estaba ebrio, ni drogado no había escusa para esto que me empujaba a tomarla de un modo distinto al esperado.
-Marcame -repetí en un instante que usé para tomar aliento -y cuando vuelva asegúrate de que ha funcionado -rugí.
-Se que eso es lo que va a pasar -dije con total seguridad ante la pregunta formulada.
Desde que había llegado no había estado con otro, las miradas hablaban por nosotros, no era necesario ser un oráculo para saber que igual que me había esperado en estos días ...igual que había ansiado un momento a solas, con mas motivo lo haría si me iba a la guerra.
“¿eso es lo que quieres que pase, Ubbe? ¿quieres que me quede cuando acabe en la excavación y que te espere?
Sus preguntas fueron lanzadas contra mis labios, un mordisco después que me incitaba a darle la respuesta mientras yo sonreía de forma engreída.
-Da igual lo que quiera o no, eso es lo que sucederá Naitiri, lo sabes tan bien como yo y si no me crees...pues solo has de esperar y ya me contaras.
así que, ¿les has dicho a todos que, de alguna forma, soy tuya?
Dijo rodando sobre mi cuerpo para trepar por mi piel, su larga melena a un lado y sus desiertos presos de mis mares, nos miramos fijamente mientras mis labios rozaban los ajenos con la respuesta.
-Si -tajante, conciso y sincero.
De normal me importaba una mierda si una tía que pasaba conmigo una noche se acostaba con otro, era lo habitual aquí..no había problema, eran amigas escuderas que hoy estaban bailando sobre mi verga y mañana reptaban por la piel de Niels, no pasaba nada, era lo normal cuando la adrenalina corría por nuestras venas detrás de la batalla, pero en este caso dejé claro que nadie debía tocarla o se enfrentaría a mi espada.
¿y tú vikingo, qué hay de ti? No has hecho más que hablar sobre mí y sin embargo sobre ti no has dicho absolutamente nada, ¿me echarás de menos? ¿pensarás en mí en esas largas noches durante la batalla, te acordarás de las veces que estabas entre mis piernas y desearías estarlo en esos momentos?
Mordí sus labios, mi lengua cruzo el precipicio de estos bailando húmeda contra la ajena en un duelo sin causa ni tregua.
-Te equivocas en las preguntas, las respuestas te la he dado pidiendo que pasaras esta ultima noche a mi lado, podría estar ahora mismo bebiendo en la taberna y acabar la noche entre otras piernas -aseguré contra sus labios y en el fondo los dos sabíamos que era cierto.
-la pregunta es ¿quieres que esté entre otras piernas?
Tomó asiento sobre mi cuerpo, mis manos se unieron a las ajenas mientras la deslizaba despacio por su cuerpo encendiéndome por completo, deslicé mis dedos por sus labios con los míos entreabiertos, su cuello, sus pechos que me hicieron gruñir de pura excitación mientras mi hombría se alzaba de nuevo en una nueva justa que ahora presionaba su centro.
Mis dedos se pasearon por la humedad de su sexo, empapados en ella los llevó a su boca sin dejar de mirarme en ningún momento.
-Me estas volviendo loco -confesé con la voz ronca mientras mis manos ansiosas tomaban sus caderas empujándola hacia abajo y mi torso se elevaba hambriento hasta colisionar con su boca.
Beso rudo, pasional, plagado de mordiscos, de palabras no dicha y de encuentro vikingos, espada y escudo acero contra acero, ese beso lo arrasó todo.
Gruñí perdido en su esencia mientras ella bailaba entre jadeos sobre mi entrepierna.
-Marcame -le pedí desesperado empujando sus caderas hacia bajo hasta que mi martillo golpeó a su yunque atravesándolo.
Sus dedos en mis hombros, anclada a mi piel, con las uñas sentenciando el camino del desenfreno, nuestros torsos friccionaban encendiendo las fraguas mientras los ojos resplandecían presos del fuego.
Gruñí de nuevo atrayendola mas de la nuca, como si mi lengua pudiera entrar mas dentro, como si el beso no fuera suficiente y la distancia que pronto nos separaría fuera un abismo que solo con este irracional acto cruzaría.
Gruñí de nuevo, no estaba ebrio, ni drogado no había escusa para esto que me empujaba a tomarla de un modo distinto al esperado.
-Marcame -repetí en un instante que usé para tomar aliento -y cuando vuelva asegúrate de que ha funcionado -rugí.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Ubbe seguía todavía convencido de que eso sería exactamente lo que pasara en la semana que él estuviera fuera en el campo de batalla, derrochaba una confianza y una seguridad extrema en sí mismo que me hacía pensar que no lo decía por decir, sino porque él creía que pasaría exactamente así. Quizás se equivocara, quizás tuviera razón... eso era algo que solamente con el paso de los días sabría y ya le haría saber si tenía razón o estaba totalmente equivocado por completo. Ante mi pregunta si era eso exactamente lo que él quería que pasara me respondió que, lo quisiera o no, así pasaría y así sería y que era algo que yo también sabía... lo cierto es que no me había planteado el qué hacer cuando descubriera qué escondía esa excavación, sabía que me llevaría tiempo porque avanzaba pero de forma lenta, también era cierto que aunque lo había odiado al principio por esas formas que se gastó cuando chocamos encontraba cierta diversión en su bravuconería y fanfarronería, era demasiado engreído y vanidoso para su propio bien pero también era cierto que me lo pasaba bien cuando estaba con él, y no solamente en la cama, él tenía un carácter algo dominante que no le gustaba que le dijeran qué tenía que hacer y a mí me pasaba exactamente lo mismo, de ahí que chocáramos tanto. En la cama era totalmente diferente, como si todo lo que chocáramos fuera de ella dentro se convirtiera en una conexión extraña, brutal a decir verdad... jamás había tenido tanta conexión ni tanta química con nadie. Le sonreí sin contestarle esperando a que me diera una respuesta si les había dicho a todos que era suya, rodando sobre la cama para quedar sobre su cuerpo.
Sus labios recorrieron los míos de forma lenta con sus orbes azules en mis desiertos, sus manos recorrían mi espalda y sin despegar sus labios de los míos contestó un tajante y sincero “sí” que me hizo mirarlo de forma fija durante unos segundos. Eso decía demasiado de ese vikingo sobre todo teniendo en cuenta que con su primo se apostaban ese tipo de cosas y que ellos y el sexo era algo muy unido y ligado en su cultura, sobre todo después de decirme que él lo que tenía eran encuentros esporádicos. Eso me restaba opciones por si alguna vez se presentaba la ocasión y de no habérmelo seguramente me hubiera enterado igualmente, no por sus labios pero tenía mis propios métodos para sacar información a la gente. Hablaba de mí y de lo seguro que estaba sobre lo que yo haría; que lo esperaría, que pensaría en él, estaría preocupado por él y al final estaría como las demás mujeres a la espera de noticias pero ¿y él? Fue por eso que mi pregunta iba dirigida hacia él y sabía que si estaba conmigo en esa última noche que tenía era porque así lo quería, porque de entre las mujeres que podía pasar la noche en aquella habitación me lo había pedido a mí, y eso decía bastante pero una cosa era intuirlo y otra que me lo dijera él mismo. Ladeé la sonrisa cuando me respondió exactamente lo mismo que estaba pensando, que la respuesta la tenía cuando me pidió que pasara con él esa noche. Los dos sabíamos que, al igual que si yo quería estar con otro en la cama, él también era bastante capaz de buscar otras piernas en las que enredarse, más antes de una batalla como la que tenían por delante. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos y mordí su labio inferior antes de contestarle a su pregunta.
-No –dije de la misma forma que él me había dicho ese “sí”, clara y directa que le hizo sonreír de lado y yo rodara los ojos por ello- pero también sé que no has siquiera pensando en buscar otras piernas aunque hayas podido hacerlo, sino que solamente podías pensar en las mías y en estar entre ellas de nuevo –sonreí rozando sus labios con los míos para luego hacer lo que mejor se me daba, llevar al vikingo por donde quería. Hice que, junto con mis manos, repasara mi cuerpo para que se hiciera un mapa mental del mismo, de forma lenta para que sintiera mi piel y pudiera memorizarla en esos días que iba a estar lejos sentada sobre él, podía notar como eso lo iba excitando poco a poco sin dejar de mirarle, los gruñidos que lanzaba y sonreí cuando lamí sus dedos manchados con mi propia excitación diciéndome que lo volvía loco- pero es una locura placentera –dije antes de que elevara su torso de forma que quedó sentada en la cama con sus manos en mis caderas moviéndome de forma lenta, sus labios buscaron los míos en un beso rudo, pasional y salvaje donde nos mordíamos y nos buscábamos intentando arrasar con todo, jadeé ante esa forma ya conocida que tenía de besar el vikingo y dejé mis manos en sus hombros, ante mi pregunta de si podía marcarlo me dijo que podía hacerlo justo cuando de nuevo movía mis caderas haciendo que su miembro me penetrara, gemí ante el placer de ese acto. Llevé mis piernas rodeando su cintura para darle mejor acceso y yo moverme mejor y mis uñas descendieron por su espalda dejando las marcas de mis uñas perdida en esa sensación que él me provocaba. Su mano en mi nuca me acercó más a él restando la ínfima distancia que nos separaba, me besó de forma desesperada y necesitada y yo correspondí sin dejar de moverme sobre él, aferrada a él por completo con su otra mano en mis nalgas ayudándome en mis movimientos. Nuestros pechos se rozaban en cada subida y bajada placentera que hacía sobre su miembro y volvió a pedirme que lo marcara, mordí su labio inferior y mis labios descendieron por su cuello hasta que sentí su yugular bajo mis labios, lamí la zona y sin piedad succioné su piel de manera que le durara aquel tiempo casi marcándolo como mío, pero sin dejar de moverme sobre él en ningún momento. Al separarme y ver aquel chupetón oscuro que tenía en su piel subí a sus labios de nuevo para mirarlo- no hacía falta que te marcara, ¿no te habías dado cuenta de que mi cuerpo ya te había marcado? –Dije mordiendo su labio inferior tirando del mismo para soltarlo tras un gemido ronco por el placer de ese acto, moviéndome rauda y de forma salvaje, eché la cabeza hacia atrás dejando mis manos en su espalda notando mi pelo caer por mi cuerpo produciéndome pequeñas cosquillas ante el movimiento y el roce del mismo y su boca no tuvo piedad alguna con mis pechos al tener mi cuerpo arqueado hacia atrás, más expuesto para él. Enredé una de mis manos en su pelo moviendo mis caderas en círculos notándolo dentro en cada bajada, elevé su rostro cuando sentí que estaba a punto de llegar al orgasmo y nuestros ojos se encontraron en ese momentos, sus manos en mis nalgas ayudándome en cada movimiento como si fuéramos dos bestias incapaces de parar, perdidos en aquel placer que nos desbordaba. Nuestros rostros cerca, nuestras respiraciones que se mezclaban y sin apartar la mirada del otro acabamos alcanzando el orgasmo, uno que nos devastó por completo- Ubbe –gemí moviendo mi cadera hacia delante y hacía atrás notando como terminaba en mi interior, llenándome con su esencia entre espasmos de los dos que nos provocaba más placer. Esa vez no le mordí, no fue necesario para el placer que nos sacudió por completo mientras movía lentamente mis caderas sin dejar que saliera de mi interior en lo que el orgasmo remitía, mi frente se pegó a la suya y mi dedo gordo deslizó su labio inferior hacia abajo para luego besarlo, con su sangre fluyendo rauda por sus venas, con su corazón bombeando con rapidez, llamándome, tentándome en demasía... pero no le mordí, no porque no quisiera sino porque ya lo había mordido suficiente. Nos quedamos de esa forma durante unos minutos hasta que volvimos a caer sobre la cama para tumbarnos, sus manos recorrían mi cuerpo de forma lenta y la mía estaba en su pecho haciendo figuras sin patrón alguno mientras nos reponíamos de ese segundo asalto. Elevé mi rostro para mirarlo y sonreí- ¿vas a descansar en algún momento de la noche, vikingo? –Pregunté con diversión sabiendo que no íbamos a estar toda la noche así, pero me gustaba picarlo incluso en momentos como ese- tranquilo, si te duermes prometo despertarte de manera muy placentera –mordí su labio inferior buscando de nuevo sus labios.
Sus labios recorrieron los míos de forma lenta con sus orbes azules en mis desiertos, sus manos recorrían mi espalda y sin despegar sus labios de los míos contestó un tajante y sincero “sí” que me hizo mirarlo de forma fija durante unos segundos. Eso decía demasiado de ese vikingo sobre todo teniendo en cuenta que con su primo se apostaban ese tipo de cosas y que ellos y el sexo era algo muy unido y ligado en su cultura, sobre todo después de decirme que él lo que tenía eran encuentros esporádicos. Eso me restaba opciones por si alguna vez se presentaba la ocasión y de no habérmelo seguramente me hubiera enterado igualmente, no por sus labios pero tenía mis propios métodos para sacar información a la gente. Hablaba de mí y de lo seguro que estaba sobre lo que yo haría; que lo esperaría, que pensaría en él, estaría preocupado por él y al final estaría como las demás mujeres a la espera de noticias pero ¿y él? Fue por eso que mi pregunta iba dirigida hacia él y sabía que si estaba conmigo en esa última noche que tenía era porque así lo quería, porque de entre las mujeres que podía pasar la noche en aquella habitación me lo había pedido a mí, y eso decía bastante pero una cosa era intuirlo y otra que me lo dijera él mismo. Ladeé la sonrisa cuando me respondió exactamente lo mismo que estaba pensando, que la respuesta la tenía cuando me pidió que pasara con él esa noche. Los dos sabíamos que, al igual que si yo quería estar con otro en la cama, él también era bastante capaz de buscar otras piernas en las que enredarse, más antes de una batalla como la que tenían por delante. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos y mordí su labio inferior antes de contestarle a su pregunta.
-No –dije de la misma forma que él me había dicho ese “sí”, clara y directa que le hizo sonreír de lado y yo rodara los ojos por ello- pero también sé que no has siquiera pensando en buscar otras piernas aunque hayas podido hacerlo, sino que solamente podías pensar en las mías y en estar entre ellas de nuevo –sonreí rozando sus labios con los míos para luego hacer lo que mejor se me daba, llevar al vikingo por donde quería. Hice que, junto con mis manos, repasara mi cuerpo para que se hiciera un mapa mental del mismo, de forma lenta para que sintiera mi piel y pudiera memorizarla en esos días que iba a estar lejos sentada sobre él, podía notar como eso lo iba excitando poco a poco sin dejar de mirarle, los gruñidos que lanzaba y sonreí cuando lamí sus dedos manchados con mi propia excitación diciéndome que lo volvía loco- pero es una locura placentera –dije antes de que elevara su torso de forma que quedó sentada en la cama con sus manos en mis caderas moviéndome de forma lenta, sus labios buscaron los míos en un beso rudo, pasional y salvaje donde nos mordíamos y nos buscábamos intentando arrasar con todo, jadeé ante esa forma ya conocida que tenía de besar el vikingo y dejé mis manos en sus hombros, ante mi pregunta de si podía marcarlo me dijo que podía hacerlo justo cuando de nuevo movía mis caderas haciendo que su miembro me penetrara, gemí ante el placer de ese acto. Llevé mis piernas rodeando su cintura para darle mejor acceso y yo moverme mejor y mis uñas descendieron por su espalda dejando las marcas de mis uñas perdida en esa sensación que él me provocaba. Su mano en mi nuca me acercó más a él restando la ínfima distancia que nos separaba, me besó de forma desesperada y necesitada y yo correspondí sin dejar de moverme sobre él, aferrada a él por completo con su otra mano en mis nalgas ayudándome en mis movimientos. Nuestros pechos se rozaban en cada subida y bajada placentera que hacía sobre su miembro y volvió a pedirme que lo marcara, mordí su labio inferior y mis labios descendieron por su cuello hasta que sentí su yugular bajo mis labios, lamí la zona y sin piedad succioné su piel de manera que le durara aquel tiempo casi marcándolo como mío, pero sin dejar de moverme sobre él en ningún momento. Al separarme y ver aquel chupetón oscuro que tenía en su piel subí a sus labios de nuevo para mirarlo- no hacía falta que te marcara, ¿no te habías dado cuenta de que mi cuerpo ya te había marcado? –Dije mordiendo su labio inferior tirando del mismo para soltarlo tras un gemido ronco por el placer de ese acto, moviéndome rauda y de forma salvaje, eché la cabeza hacia atrás dejando mis manos en su espalda notando mi pelo caer por mi cuerpo produciéndome pequeñas cosquillas ante el movimiento y el roce del mismo y su boca no tuvo piedad alguna con mis pechos al tener mi cuerpo arqueado hacia atrás, más expuesto para él. Enredé una de mis manos en su pelo moviendo mis caderas en círculos notándolo dentro en cada bajada, elevé su rostro cuando sentí que estaba a punto de llegar al orgasmo y nuestros ojos se encontraron en ese momentos, sus manos en mis nalgas ayudándome en cada movimiento como si fuéramos dos bestias incapaces de parar, perdidos en aquel placer que nos desbordaba. Nuestros rostros cerca, nuestras respiraciones que se mezclaban y sin apartar la mirada del otro acabamos alcanzando el orgasmo, uno que nos devastó por completo- Ubbe –gemí moviendo mi cadera hacia delante y hacía atrás notando como terminaba en mi interior, llenándome con su esencia entre espasmos de los dos que nos provocaba más placer. Esa vez no le mordí, no fue necesario para el placer que nos sacudió por completo mientras movía lentamente mis caderas sin dejar que saliera de mi interior en lo que el orgasmo remitía, mi frente se pegó a la suya y mi dedo gordo deslizó su labio inferior hacia abajo para luego besarlo, con su sangre fluyendo rauda por sus venas, con su corazón bombeando con rapidez, llamándome, tentándome en demasía... pero no le mordí, no porque no quisiera sino porque ya lo había mordido suficiente. Nos quedamos de esa forma durante unos minutos hasta que volvimos a caer sobre la cama para tumbarnos, sus manos recorrían mi cuerpo de forma lenta y la mía estaba en su pecho haciendo figuras sin patrón alguno mientras nos reponíamos de ese segundo asalto. Elevé mi rostro para mirarlo y sonreí- ¿vas a descansar en algún momento de la noche, vikingo? –Pregunté con diversión sabiendo que no íbamos a estar toda la noche así, pero me gustaba picarlo incluso en momentos como ese- tranquilo, si te duermes prometo despertarte de manera muy placentera –mordí su labio inferior buscando de nuevo sus labios.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Dos colosales hacían el amor en aquella habitación, los jadeos acompasados a unos movimientos tan salvajes como las fieras nocturnas que lo desgarran todo, que se devoran con hambruna marcando un final titánico.
Su cuerpo rugió contra el mio, sacudidas en su centro, me esparcí entre gruñidos que su boca aplacó mordiendo desesperada, no solo me había marcado el cuello, mis labios engrosados enrojecidos y sangrando por el encuentro dejaban claro que me esperaría en ese mismo lecho.
Con su frente contra la mía, nuestras respiraciones se acariciaban plagadas de vida, de promesas silenciosas, de miradas cómplices y lascivas.
Mis manos apretaron sus nalgas despertando su risa, una que ensanchó mi sonrisa y sobre el lecho caímos enredados en una batalla distinta, de besos y carias que sentenciaron nuestra dicha.
Hablamos durante horas, reíamos enredando nuestros dedos en el aire, dibujando nuestras manos con las miradas mientras ella apoyada en mi pecho reía sin parar por mis bravuconadas.
Acabé durmiéndome con una mano en su teta y otra en sus nalgas mientras ella negaba por lo idiota que le resultaba.
Pero todo lo bueno acaba y a la noche le sucedió el día, esa fue mi ultima imagen de la egipcia enredada en blancas sabanas de seda.
En el patio de armas me esperaban los mios, era hora de centrarme en la batalla y olvidar lo vivido aun cuando su olor quedaba impregnado en mi piel y su recuerdo en mi memoria escrito.
Sobre mi espectro y seguido del ejercito atravesé le patio de armas uniéndome a otros generales, tras ellos Niels, Hakon, Synnove, Freya y Fio, ladeé la sonrisa contemplando a mi familia, siempre juntos enfrentábamos al enemigo y ahí residía nuestra fuerza, exactamente en eso, en nuestro apellido.
La batalla fue sangrienta, muchos de nuestro bando cayeron, las hogueras de la noche estaban plagadas de cánticos, alguno de despedida, otros de esperanza y en su mayoría hablaban del Valhalla.
El fuego trajo sexo, alcohol y necesidad de olvidar, pero yo la recordé y me limité a mirar entre risas y alcohol.
Regresamos pasados nueve días desde que partimos, las puertas de Akershus se abrían para lso guerreros, entre vítores nuestros nombres eran elevados a los cielos.
Heridos, muchos caídos la busqué entre el gentío...
Su cuerpo rugió contra el mio, sacudidas en su centro, me esparcí entre gruñidos que su boca aplacó mordiendo desesperada, no solo me había marcado el cuello, mis labios engrosados enrojecidos y sangrando por el encuentro dejaban claro que me esperaría en ese mismo lecho.
Con su frente contra la mía, nuestras respiraciones se acariciaban plagadas de vida, de promesas silenciosas, de miradas cómplices y lascivas.
Mis manos apretaron sus nalgas despertando su risa, una que ensanchó mi sonrisa y sobre el lecho caímos enredados en una batalla distinta, de besos y carias que sentenciaron nuestra dicha.
Hablamos durante horas, reíamos enredando nuestros dedos en el aire, dibujando nuestras manos con las miradas mientras ella apoyada en mi pecho reía sin parar por mis bravuconadas.
Acabé durmiéndome con una mano en su teta y otra en sus nalgas mientras ella negaba por lo idiota que le resultaba.
Pero todo lo bueno acaba y a la noche le sucedió el día, esa fue mi ultima imagen de la egipcia enredada en blancas sabanas de seda.
En el patio de armas me esperaban los mios, era hora de centrarme en la batalla y olvidar lo vivido aun cuando su olor quedaba impregnado en mi piel y su recuerdo en mi memoria escrito.
Sobre mi espectro y seguido del ejercito atravesé le patio de armas uniéndome a otros generales, tras ellos Niels, Hakon, Synnove, Freya y Fio, ladeé la sonrisa contemplando a mi familia, siempre juntos enfrentábamos al enemigo y ahí residía nuestra fuerza, exactamente en eso, en nuestro apellido.
La batalla fue sangrienta, muchos de nuestro bando cayeron, las hogueras de la noche estaban plagadas de cánticos, alguno de despedida, otros de esperanza y en su mayoría hablaban del Valhalla.
El fuego trajo sexo, alcohol y necesidad de olvidar, pero yo la recordé y me limité a mirar entre risas y alcohol.
Regresamos pasados nueve días desde que partimos, las puertas de Akershus se abrían para lso guerreros, entre vítores nuestros nombres eran elevados a los cielos.
Heridos, muchos caídos la busqué entre el gentío...
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Habíamos caído sobre la cama después de aquella noche cargada por el encuentro que habíamos tenido, por la forma en la que teníamos de tomarnos y de llevarnos a esa locura infinita y placentera que nos volvía como animales salvajes, que nos dejaba con ganas de más como si nunca tuviéramos suficiente, como si no nos saciáramos del otro en ningún momento. Tumbados en la cama sus manos ahora estaban en mis nalgas que apretaba con fuerza y yo me reí incapaz de contener la risa por las acciones del vikingo y en especial por lo que le gustaba esa parte de mi cuerpo. Mis dedos recorrían su pecho y no dejamos de buscarnos entre besos y caricias de una forma completamente distinta a la que nos habíamos buscado hacía unos minutos, más tranquilos y relajados por completo. Sentía su corazón que bombeaba cada vez de forma más lenta regulando así sus latidos hasta volver a la normalidad, su pecho subía y bajaba a un ritmo que era el normal y mordí su labio inferior sintiendo sus manos acariciar mi cuerpo. Nos reíamos, nos picábamos y nos divertimos en esos momentos que tuvimos de tranquilidad y de paz disfrutando de esos momento que eran totalmente diferentes. Hablábamos sobre todo a decir verdad mientras enlazábamos nuestros dedos y se acariciaban, nos buscábamos constantemente besándonos y yo me reía sobre su pecho por las tonterías que decía el vikingo y esa forma de ser tan engreída que tenía y que tanto le caracterizaba. Su cuello presentaba un moratón de haberlo marcado y de vez en cuando lo repasaba ante su risa para dejar mis labios por su cuello hasta terminar en un beso. Pasamos así bastantes horas hasta que sentía que el vikingo se estaba quedando durmiendo, su respiración era mucho más calmada y tranquila y cuando elevé mi mirada ya tenía su mano en mis nalgas y otra en uno de mis pechos y reí negando por lo idiota que era.
Repasé sus labios con mis dedos y acabé por quedarme dormida acomodada sobre su pecho, la noche pronto pasó y con ella llegó el día haciendo que el vikingo se levantara para partir, lo miré antes de que se fuera sin poder salir por los rayos del sol viendo su figura que se alejaba por la puerta y me dejaba sola, empezaba aquella semana sin él. Decir que se me hizo corta sería mentir vilmente porque aunque estaba enfrascada en esa excavación maldije mil veces al vikingo y por las palabras que me había dicho, esperaba todos los días noticias sobre ellos pero nadie sabía nada, pasaba mis noches entre aquella excavación descubriendo más cosas cada día que pasaba, dormía un poco por la mañana y la restante la pasaba investigando en la habitación... bueno, en realidad la habitación del vikingo que había hecho como mía, y la otra parte pensando en ese maldito vikingo engreído que echaba de menos, por Ra, lo echaba de menos. Las sábanas también tenían su olor y me recordaba a él constantemente, parecía mucho más grande esa cama si él no estaba y así se fueron sucediendo los días. Al cumplir una semana volví a preguntar a las mujeres si sabían algo, yo estaba algo aislada y no me enteraba de nada, me miraban de forma extraña al principio sobre todo preguntando yo que era una extranjera y llevaba allí poco tiempo pero luego cuando me veían directamente me respondían.
Al final en esos días resultó que aparte de hacerme con las mujeres y con más gente quienes me saludaban cuando me veían, también conocí a la madre del vikingo. Una francesa que llevaba mucho tiempo viviendo en el norte, morena de ojos castaños que nada tenía que ver con el vikingo, pero con la que pasaba algunos de mis ratos conversando. La mujer estaba preocupada, no solo porque sus hijos estaban en el campo de batalla sino también por su marido y las dos entablamos una amistad. Cierto que me preguntó también por su hijo a lo que no le di una contestación exacta y ella solo me sonrió, alegando algo sobre “vikingos” que no entendí bien para alejarse a descansar pues el sol pronto saldría por el horizonte. Kara resultó ser una fuente no solo de alimento sino también de información que me contaba sobre cómo iban la cosas, todo el mundo esperaba la llegada de los guerreros de nuevo. No fue hasta el noveno día que, aun con el sol en lo alto, escuché el revuelo de la gente que corría por los pasillos, faltaba poco para que el sol se pusiera y cuando me asomé una de las mujeres me avisó de que habían llegado ya los hombres, me encontraba despierta intentando descifrar el rompecabezas que era aquella excavación y bajé hasta quedarme en la puerta del patio de armas, viendo que la gente celebraba la llegada de sus hombres al mismo tiempo que lloraba a los caídos. Habían vuelto menos y muchos de ellos estaban heridos, aproveché que había zonas en los laterales donde no llegaba el sol para moverme sin que la luz me rozara y busqué al vikingo. Lo encontré pero parecía que él no me había encontrado, daba la sensación de que buscaba a alguien y lo seguí de lejos por los laterales, parecía que a simple vista estaba bien pero seguramente podría estar herido. Solo cuando la luz del sol se escondió por completo ocultando así el último de sus rayos fue que me colé entre la gente, a las espaldas del vikingo, y cuando lo tuve cerca pegué un salto y me subí a su espalda, ni se lo esperó y tapé sus ojos con mis manos acercando mis labios a su oreja.
-¿Me estabas buscando, Ubbe? –Pregunté con una sonrisa en los labios quitando mis manos de sus ojos, su rostro se ladeó y sus orbes azules dieron con los míos, parecía cansado y llevaba una marca que se le veía salir de la armadura por el hombro, me bajé de su espalda y no tardó en colocarme frente a él, su mano en mi pelo enredado en un puño, la otra en mi cintura casi que rozando mis nalgas y sonreí mientras nos mirábamos- has tardado más de una semana –comenté antes de rodear su cuello y abrazarnos pegando nuestros cuerpo, pero con la impaciencia que le caracterizaba a ese hombre no tardó en separarse para fundir sus labios con los míos en un beso que lo devastó todo a su paso, jadeé contra sus labios y mis dedos se enredaron en su pelo acercándolo más a mi cuerpo.
Repasé sus labios con mis dedos y acabé por quedarme dormida acomodada sobre su pecho, la noche pronto pasó y con ella llegó el día haciendo que el vikingo se levantara para partir, lo miré antes de que se fuera sin poder salir por los rayos del sol viendo su figura que se alejaba por la puerta y me dejaba sola, empezaba aquella semana sin él. Decir que se me hizo corta sería mentir vilmente porque aunque estaba enfrascada en esa excavación maldije mil veces al vikingo y por las palabras que me había dicho, esperaba todos los días noticias sobre ellos pero nadie sabía nada, pasaba mis noches entre aquella excavación descubriendo más cosas cada día que pasaba, dormía un poco por la mañana y la restante la pasaba investigando en la habitación... bueno, en realidad la habitación del vikingo que había hecho como mía, y la otra parte pensando en ese maldito vikingo engreído que echaba de menos, por Ra, lo echaba de menos. Las sábanas también tenían su olor y me recordaba a él constantemente, parecía mucho más grande esa cama si él no estaba y así se fueron sucediendo los días. Al cumplir una semana volví a preguntar a las mujeres si sabían algo, yo estaba algo aislada y no me enteraba de nada, me miraban de forma extraña al principio sobre todo preguntando yo que era una extranjera y llevaba allí poco tiempo pero luego cuando me veían directamente me respondían.
Al final en esos días resultó que aparte de hacerme con las mujeres y con más gente quienes me saludaban cuando me veían, también conocí a la madre del vikingo. Una francesa que llevaba mucho tiempo viviendo en el norte, morena de ojos castaños que nada tenía que ver con el vikingo, pero con la que pasaba algunos de mis ratos conversando. La mujer estaba preocupada, no solo porque sus hijos estaban en el campo de batalla sino también por su marido y las dos entablamos una amistad. Cierto que me preguntó también por su hijo a lo que no le di una contestación exacta y ella solo me sonrió, alegando algo sobre “vikingos” que no entendí bien para alejarse a descansar pues el sol pronto saldría por el horizonte. Kara resultó ser una fuente no solo de alimento sino también de información que me contaba sobre cómo iban la cosas, todo el mundo esperaba la llegada de los guerreros de nuevo. No fue hasta el noveno día que, aun con el sol en lo alto, escuché el revuelo de la gente que corría por los pasillos, faltaba poco para que el sol se pusiera y cuando me asomé una de las mujeres me avisó de que habían llegado ya los hombres, me encontraba despierta intentando descifrar el rompecabezas que era aquella excavación y bajé hasta quedarme en la puerta del patio de armas, viendo que la gente celebraba la llegada de sus hombres al mismo tiempo que lloraba a los caídos. Habían vuelto menos y muchos de ellos estaban heridos, aproveché que había zonas en los laterales donde no llegaba el sol para moverme sin que la luz me rozara y busqué al vikingo. Lo encontré pero parecía que él no me había encontrado, daba la sensación de que buscaba a alguien y lo seguí de lejos por los laterales, parecía que a simple vista estaba bien pero seguramente podría estar herido. Solo cuando la luz del sol se escondió por completo ocultando así el último de sus rayos fue que me colé entre la gente, a las espaldas del vikingo, y cuando lo tuve cerca pegué un salto y me subí a su espalda, ni se lo esperó y tapé sus ojos con mis manos acercando mis labios a su oreja.
-¿Me estabas buscando, Ubbe? –Pregunté con una sonrisa en los labios quitando mis manos de sus ojos, su rostro se ladeó y sus orbes azules dieron con los míos, parecía cansado y llevaba una marca que se le veía salir de la armadura por el hombro, me bajé de su espalda y no tardó en colocarme frente a él, su mano en mi pelo enredado en un puño, la otra en mi cintura casi que rozando mis nalgas y sonreí mientras nos mirábamos- has tardado más de una semana –comenté antes de rodear su cuello y abrazarnos pegando nuestros cuerpo, pero con la impaciencia que le caracterizaba a ese hombre no tardó en separarse para fundir sus labios con los míos en un beso que lo devastó todo a su paso, jadeé contra sus labios y mis dedos se enredaron en su pelo acercándolo más a mi cuerpo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Admito que no esperaba no verla, mis ojos deambulaban de un lado a otro buscándola entre las mujeres.
Mi gestó se fue oscureciendo, era consciente de que si ella quería verme lo hubiera hecho, sus sentidos no le hubieran llevado a error, unos pasos mas allá madre abrazaba a padre, le besaba de forma ferviente, como si su ultimo aliento se perdiera en ese beso.
Todo pasaba a cámara lenta, por primera vez eché de denos a alguien después de una guerra y un poco mas allá Niels se reía conversando con un par de escuderas y al verme mirar hacia allí me hizo gestos con la mano para que fuera.
En ese momento sentí que algo saltaba a mi espalda, si sonrisa se ladeo al escuchar sus palabras y de un brusco manotazo la gire denotando así mis ganas, mis brazos rodearon su cintura aferrándome a su cuerpo como si nada mas existiera.
Mis labios se perdieron en roces en los suyos, nos hablábamos bajito incitándonos a una esta distinta de la que había venido.
-¿me has echado de menos? -pregunté consciente de la respuesta.
Estaba allí era evidente que así había sido.
Mi mano sujetaba su pelo cerrada en un puño atrayendola, sus labios eran un pecado y yo pensaba cometer el delito, su lengua lasciva lamió los míos, choque de aceros cuando la mía salió a su encuentro y como ben vikingo saqueé su boca con hambre mientras arriba nos sobrevolaban los cuervos.
Un manotazo en mi espalda me sacó de aquel momento, mi padre abrazado a mi madre que venia a ver a su hijo.
-¿Esta es la mujer por la que no te has follado a ninguna en las hogueras? -preguntó mi padre con esa delicadez de la que hacia gala.
Chasqueé la lengua mientras mi madre y Nai se reían. Madre me abrazo, preocupada por mi acunaba mi rostro llenándolo de besos.
Al parecer ella y Nai en estos días se habían conocido mejor, ambas esperaban a alguien volver de la guerra, en el caso de madre a tres de sus hijos y a su marido.
-Tienes que traerla a casa Ubbe me dijo mi madre, ha estado muy preocupada por ti.
Ladeé la sonrisa de forma engreída mientras la miraba de reojo.
-Como ha dicho padre llevo nueve días sin catar hembra, así que si me perdonáis.
De un tirón hundí mi hombro bajo su vientre y la alcé apoyando mi mano en su nalga y dándole unos cachetes.
-Hijo -gruñó mi madre por mis formas mientras padre le decía que me dejara, que había luchado con valor y que me lo merecía.
-Necesito un baño -aseguré a la egipcia, me ayudas con al armadura y a frotarme la espalda.
Además iba herido, tendría que darme unas suturas.
Mi gestó se fue oscureciendo, era consciente de que si ella quería verme lo hubiera hecho, sus sentidos no le hubieran llevado a error, unos pasos mas allá madre abrazaba a padre, le besaba de forma ferviente, como si su ultimo aliento se perdiera en ese beso.
Todo pasaba a cámara lenta, por primera vez eché de denos a alguien después de una guerra y un poco mas allá Niels se reía conversando con un par de escuderas y al verme mirar hacia allí me hizo gestos con la mano para que fuera.
En ese momento sentí que algo saltaba a mi espalda, si sonrisa se ladeo al escuchar sus palabras y de un brusco manotazo la gire denotando así mis ganas, mis brazos rodearon su cintura aferrándome a su cuerpo como si nada mas existiera.
Mis labios se perdieron en roces en los suyos, nos hablábamos bajito incitándonos a una esta distinta de la que había venido.
-¿me has echado de menos? -pregunté consciente de la respuesta.
Estaba allí era evidente que así había sido.
Mi mano sujetaba su pelo cerrada en un puño atrayendola, sus labios eran un pecado y yo pensaba cometer el delito, su lengua lasciva lamió los míos, choque de aceros cuando la mía salió a su encuentro y como ben vikingo saqueé su boca con hambre mientras arriba nos sobrevolaban los cuervos.
Un manotazo en mi espalda me sacó de aquel momento, mi padre abrazado a mi madre que venia a ver a su hijo.
-¿Esta es la mujer por la que no te has follado a ninguna en las hogueras? -preguntó mi padre con esa delicadez de la que hacia gala.
Chasqueé la lengua mientras mi madre y Nai se reían. Madre me abrazo, preocupada por mi acunaba mi rostro llenándolo de besos.
Al parecer ella y Nai en estos días se habían conocido mejor, ambas esperaban a alguien volver de la guerra, en el caso de madre a tres de sus hijos y a su marido.
-Tienes que traerla a casa Ubbe me dijo mi madre, ha estado muy preocupada por ti.
Ladeé la sonrisa de forma engreída mientras la miraba de reojo.
-Como ha dicho padre llevo nueve días sin catar hembra, así que si me perdonáis.
De un tirón hundí mi hombro bajo su vientre y la alcé apoyando mi mano en su nalga y dándole unos cachetes.
-Hijo -gruñó mi madre por mis formas mientras padre le decía que me dejara, que había luchado con valor y que me lo merecía.
-Necesito un baño -aseguré a la egipcia, me ayudas con al armadura y a frotarme la espalda.
Además iba herido, tendría que darme unas suturas.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Me sentí aliviada cuando lo pude encontrar en mitad del todo el gentío que había con la gente celebrando la llegada de sus guerreros, celebrando esa victoria. Reconocía que hacía tiempo que no me sentía así de esa forma, tan preocupada por alguien esperando a que llegara sin saber si estaría bien o no, vivo o muerto... era una sensación que no había sentido en mucho tiempo y que ahora volvía a sentir de nuevo. Pensé en él en esa semana, tal y como había dicho, y me había preocupado cuando ya habían pasado tantos días sin obtener noticia alguna de ellos. Lo maldije en mi fuera interno miles de veces, pero todo se me pasó cuando lo vi de una pieza en aquel patio de armas entre todo el gentío, buscándome con la mirada y no encontrándome aunque yo sí había puesto mi vista en él. Solo cuando la noche cayó del todo fui hacia él por la espalda y salté sobre él aferrándome a su cuerpo, mis manos taparon sus ojos y vi su sonrisa ladeada cuando mis labios rozaron su oreja y le hablé haciéndole saber quién era. En su impaciencia tan propia de él me giró para ponerme frente a él, rodeó mi cintura con mis brazos y me pegó a su cuerpo bando sus manos a mis nalgas haciendo que negara con la cabeza. Nuestros labios se rozaban y nos buscábamos constantemente sin dejar de mirarnos, nuestras palabras prometían una batalla completamente diferente y a solas entre ambos de la que él había tenido esos días, mi mano subía por su brazo y la otra se enredaba en su nuca ajenos totalmente a lo que pasaba alrededor, ajenos al mundo que nos rodeaba.
-Sólo un poquito –dije mordiendo su labio inferior- sobre todo tus fanfarronerías, ha sido una semana un poco aburrida –le resté importancia sin separarnos- podría hacerte la misma pregunta, ¿me has echado de menos? –Enarqué una ceja sintiendo su mano enredarse en mi pelo antes de que me acercara totalmente restando el espacio que nos separaba, sus labios rozaban los míos, mi lengua los recorrió tentándolo y finalmente nos besamos, jadeé por aquel beso con esa forma que tenía el vikingo de besarme arrasando con todo, saqueándolo a su paso olvidándonos de que no estábamos solos pegando nuestros cuerpos, solo nos separamos cuando alguien dejó un manotazo en su espalda que lo hizo girarse y mis ojos pudieron ver a sus padres que, abrazados, se habían acercado para ver a su hijo. La pregunta de su padre hizo que lo mirara con cierta diversión sabiendo así la respuesta a mi pregunta y que me riera junto a su madre, vaya con el vikingo. Chasqueó la lengua como si le hubiera pillado y me reí viendo como su madre lo abrazaba y repartía besos por su cara a lo que enarqué una ceja con cierta diversión por ello. Los castaños de su madre se encontraron con los míos y me sonrió antes de separarse de él y pedirle que me llevara a su casa alguna vez, eso no me lo esperaba para nada, como tampoco que le dijera que había estado preocupada por él a lo que esa vez fui yo quien chasqueó la lengua viendo que el vikingo me miraba con una sonrisa divertida y engreída, por Ra seguro que ahora me soltaba alguna perlita de las suyas. Su contestación no fue otra que llevaba más de una semana a pan y agua y antes de que lo esperara clavó su hombro en mi vientre y me alzó como si fuera un saco de patatas dejando unos azotes en mis nalgas- ¡Ubbe! –Le dije a la par que su madre le regañó por aquello y su padre le restaba importancia- ¡bájame ahora mismo maldito vikingo engreído! –Dejé unos azotes en su trasero para la risa de su padre y finalmente me bajé para enfrentar su mirada con un tinte rojo en mis ojos- pero ¿tú te crees que puedes tratarme así? Te dije que no volvieras a hacerlo, ¿recuerdas que yo también puedo contigo? –Apresé sus muñecas entre mis manos y lo miré con una sonrisa- ¿así las tratas a todas? Por Ra, ahora entiendo que no te dure ninguna –parecía que a su padre le divertía ese pique que nos llevábamos y dejé que tirara de mí hacia el interior diciéndome que necesitaba un baño a lo que arrugué la nariz por ello- ni que lo jures –dije cuando llegábamos hacia su habitación y entrábamos mientras los reencuentros seguían bajo. Lo miré con una sonrisa cuando me dijo eso y me reí por sus palabras cuando me pidió que le ayudara con la armadura y le frotara la espalda... negué con la cabeza pero no dije nada al respecto- sí, mi general – murmuré sobre sus labios al tiempo que desataba las correas de la armadura que llevaba y se la quitaba dejándola a un lado, pude ver que recorrió la mesa grande a modo de escritorio con los papeles que tenía y luego su mirada sobre mí- me he apoderado de tú habitación, más grande que la mía y más cómoda para pensar y organizar las cosas –dije encogiéndome de hombros como si no fuera conmigo la cosa- así que... no has hecho nada en estos días, seguro que me has echado mucho de menos –le quité la armadura y pude ver las heridas que bajo esta llevaba, algunas le surcaban el pecho, otras su costado, otra más grave en la espalda... iba lleno de heridas por todo su cuerpo- por Ra Ubbe... voy a tener que hacer algo más que frotarte la espalda –dije mirándolo sabiendo que tendría que dolerle muchísimo- vamos, métete en la tina –dije mientras abría el grifo y que esta se fuera llenando- ahora vengo –dije cuando me miró sin saber por qué salía del baño, busqué lo necesario para curarle pero primero debía de desinfectar las heridas y limpiarlas, cuando volví no se había metido todavía- por Ra, ¿tanto te cuesta hacerme caso? Eres peor que un niño –dije negando divertida- venga métete y si te portas bien te dejo jugar un rato –me reí entre dientes por su cara y sus manos no perdieron el tiempo en comenzar a desprenderme de mi ropa, me besaba de esa forma abrasadora y solo me hizo caso cuando me tuvo desnuda y me dio una vuelta para verme mejor a lo que yo bufé- venga, ¡métete ya! –Al final logré que se metiera en la tina y yo me coloqué a su espalda para limpiarle la herida que tenía en esta con cuidado, no quería preguntarle por esa guerra así que me centré en otro tema- ¿ha servido la marca que te hice? –Pregunté ahora pidiéndole que se girara para tenerlo de cara y limpiarle las heridas por delante bajo su atenta mirada y ante sus manos que no paraban de tocarme, tendría que coserle las heridas para que cerraran bien y aunque no debía quizás sería bueno darle de mi sangre, ayudaría con la hemorragia que tenía y así curarían antes. Llevé mi muñeca y con mi colmillo hice un corte acercándosela- bebe, te ayudará con la hemorragia y así curarás mejor las heridas, hay que coserlas y estás perdiendo mucha sangre –le insté a que bebiera y dejé mi muñeca cerca de sus labios, sin apartar sus ojos de los míos terminó por hacerme caso y bebió lo necesario, tampoco quería que bebiera mucho por ese viaje que le daría y por la reacción que tenía- y ahora voy a coserte –lo vi enarcar una ceja y lamí sus labios manchados con mi sangre para limpiárselos- ¿qué, no pensabas que supieras de heridas? Tengo casi un siglo, sé bastantes cosas y no solo sobre tú cultura, la mía y excavaciones –comenté divertida mientras le pedía que estuviera quito y le daba una jarra de hidromiel que había preparado para que bebiera tras desinfectar la aguja.
-Sólo un poquito –dije mordiendo su labio inferior- sobre todo tus fanfarronerías, ha sido una semana un poco aburrida –le resté importancia sin separarnos- podría hacerte la misma pregunta, ¿me has echado de menos? –Enarqué una ceja sintiendo su mano enredarse en mi pelo antes de que me acercara totalmente restando el espacio que nos separaba, sus labios rozaban los míos, mi lengua los recorrió tentándolo y finalmente nos besamos, jadeé por aquel beso con esa forma que tenía el vikingo de besarme arrasando con todo, saqueándolo a su paso olvidándonos de que no estábamos solos pegando nuestros cuerpos, solo nos separamos cuando alguien dejó un manotazo en su espalda que lo hizo girarse y mis ojos pudieron ver a sus padres que, abrazados, se habían acercado para ver a su hijo. La pregunta de su padre hizo que lo mirara con cierta diversión sabiendo así la respuesta a mi pregunta y que me riera junto a su madre, vaya con el vikingo. Chasqueó la lengua como si le hubiera pillado y me reí viendo como su madre lo abrazaba y repartía besos por su cara a lo que enarqué una ceja con cierta diversión por ello. Los castaños de su madre se encontraron con los míos y me sonrió antes de separarse de él y pedirle que me llevara a su casa alguna vez, eso no me lo esperaba para nada, como tampoco que le dijera que había estado preocupada por él a lo que esa vez fui yo quien chasqueó la lengua viendo que el vikingo me miraba con una sonrisa divertida y engreída, por Ra seguro que ahora me soltaba alguna perlita de las suyas. Su contestación no fue otra que llevaba más de una semana a pan y agua y antes de que lo esperara clavó su hombro en mi vientre y me alzó como si fuera un saco de patatas dejando unos azotes en mis nalgas- ¡Ubbe! –Le dije a la par que su madre le regañó por aquello y su padre le restaba importancia- ¡bájame ahora mismo maldito vikingo engreído! –Dejé unos azotes en su trasero para la risa de su padre y finalmente me bajé para enfrentar su mirada con un tinte rojo en mis ojos- pero ¿tú te crees que puedes tratarme así? Te dije que no volvieras a hacerlo, ¿recuerdas que yo también puedo contigo? –Apresé sus muñecas entre mis manos y lo miré con una sonrisa- ¿así las tratas a todas? Por Ra, ahora entiendo que no te dure ninguna –parecía que a su padre le divertía ese pique que nos llevábamos y dejé que tirara de mí hacia el interior diciéndome que necesitaba un baño a lo que arrugué la nariz por ello- ni que lo jures –dije cuando llegábamos hacia su habitación y entrábamos mientras los reencuentros seguían bajo. Lo miré con una sonrisa cuando me dijo eso y me reí por sus palabras cuando me pidió que le ayudara con la armadura y le frotara la espalda... negué con la cabeza pero no dije nada al respecto- sí, mi general – murmuré sobre sus labios al tiempo que desataba las correas de la armadura que llevaba y se la quitaba dejándola a un lado, pude ver que recorrió la mesa grande a modo de escritorio con los papeles que tenía y luego su mirada sobre mí- me he apoderado de tú habitación, más grande que la mía y más cómoda para pensar y organizar las cosas –dije encogiéndome de hombros como si no fuera conmigo la cosa- así que... no has hecho nada en estos días, seguro que me has echado mucho de menos –le quité la armadura y pude ver las heridas que bajo esta llevaba, algunas le surcaban el pecho, otras su costado, otra más grave en la espalda... iba lleno de heridas por todo su cuerpo- por Ra Ubbe... voy a tener que hacer algo más que frotarte la espalda –dije mirándolo sabiendo que tendría que dolerle muchísimo- vamos, métete en la tina –dije mientras abría el grifo y que esta se fuera llenando- ahora vengo –dije cuando me miró sin saber por qué salía del baño, busqué lo necesario para curarle pero primero debía de desinfectar las heridas y limpiarlas, cuando volví no se había metido todavía- por Ra, ¿tanto te cuesta hacerme caso? Eres peor que un niño –dije negando divertida- venga métete y si te portas bien te dejo jugar un rato –me reí entre dientes por su cara y sus manos no perdieron el tiempo en comenzar a desprenderme de mi ropa, me besaba de esa forma abrasadora y solo me hizo caso cuando me tuvo desnuda y me dio una vuelta para verme mejor a lo que yo bufé- venga, ¡métete ya! –Al final logré que se metiera en la tina y yo me coloqué a su espalda para limpiarle la herida que tenía en esta con cuidado, no quería preguntarle por esa guerra así que me centré en otro tema- ¿ha servido la marca que te hice? –Pregunté ahora pidiéndole que se girara para tenerlo de cara y limpiarle las heridas por delante bajo su atenta mirada y ante sus manos que no paraban de tocarme, tendría que coserle las heridas para que cerraran bien y aunque no debía quizás sería bueno darle de mi sangre, ayudaría con la hemorragia que tenía y así curarían antes. Llevé mi muñeca y con mi colmillo hice un corte acercándosela- bebe, te ayudará con la hemorragia y así curarás mejor las heridas, hay que coserlas y estás perdiendo mucha sangre –le insté a que bebiera y dejé mi muñeca cerca de sus labios, sin apartar sus ojos de los míos terminó por hacerme caso y bebió lo necesario, tampoco quería que bebiera mucho por ese viaje que le daría y por la reacción que tenía- y ahora voy a coserte –lo vi enarcar una ceja y lamí sus labios manchados con mi sangre para limpiárselos- ¿qué, no pensabas que supieras de heridas? Tengo casi un siglo, sé bastantes cosas y no solo sobre tú cultura, la mía y excavaciones –comenté divertida mientras le pedía que estuviera quito y le daba una jarra de hidromiel que había preparado para que bebiera tras desinfectar la aguja.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Apreté los dientes al sentir como los correajes eran aflojados. Mientras la carne se mantenía prieta el dolor era intenso pero no tanto como en ese instante en el que se libera, en el que la sangre brotaba con mas fuerza y el dolor me deja sin respiración por un momento.
Cerré los ojos apoyando mi frente en la suya dejando que el aire saliera mientras ella dejaba caer la armadura a un lado deslizaba la yema de sus dedos por mis moratones si dejar de fijarse en las heridas abiertas.
Mi carne se contraria ante sus caricias
-Me haces cosquillas -bromeé abriendo mis azules para perderlos en sus desiertos, mi boca la busco hambrienta -así que mi habitación es tu habitación ¿he de preocuparme? -bromeé atrayendola de las nalgas.
Era una evidencia que si no me había acostado con otra era porque había pensado en ella.
No iba a preguntarle si ella había estado con otro, sabia que no, había dormido en mi habitación, no había cambiado las sabanas, creo que era evidente que me había necesitado en ella mas de lo que ella imaginaba cuando me largué.
-Vaticiné bien lo que ha pasado -bromeé contra sus labios mientras sonreía de forma engreída.
Sus ojos seguían fijos en mis heridas, preocupada me pidió que me metiera en al tina.
-Espera -pedí intentando atraparla cuando la vi salir de allí dejándome con el ceño fruncido.
Volvió minutos después con un arsenal de cosas, entre ellas, aguja e hilo para darme suturas.
-No voy a meterme solo -le aseguré volviendo a tirar de ella.
Mi boca consumió la ajena como el aire una vela, arrastré los jadeos contra sus labios, lamiéndolos, húmedos por un beso pasional que saqueó nuestra cordura.
Mis manos arrancaban con rudeza cada prenda, caían al suelo desgarradas acompañadas de gruñidos, tiré de sus caderas pegándolas a mi verga lazada mientras ella sonreía por mi impaciencia.
Me pidió con la voz ronca que obedeciera, pero yo solo quería entrar dentro de ella, cedí con la mirada oscurecida a su petición, sentí como limpiaba la herida de mi espalda, el agua se llenaba de ríos carmesí.
Siseé por el dolor mientras bebía de la jarra que me acercó, acabada su obra de arte, tiré de ella para sentarla a horcajadas sobre mi.
-¿sabes coser egipcia o me has hecho un bordado a la espada que será la risa?
Ella negaba muerta de la risa contra mi boca.
Me pidió que bebiera de ella, que eso me ayudaría a curar, no tuvo que insistir demasiado llevé mis labios a la sangre que fluía de su piel y bebí entre jadeos hasta que ella misma me apartó su brazo lamiendo la sangre de mis labios.
Gruñí, siempre que su sangre corría por mi organismo me sentía enloquecer, tiré de ella pegándola mas a mi con fuerzas renovadas, como si el dolor desapareciera mas no así las heridas, era un estado de frenesí salvaje que oscureció mi mirada.
Tiré de sus caderas empujándola sobre mi mástil alzado, quería metersela, la empotré de forma salvaje, sin miramientos mientras Nai buscaba el modo de calmarme. La giré, esta vez quedando ella bajo de mi cuerpo, mis rodillas clavadas en la tina y empujaba con tanta fuerza que el agua se salia desbordada.
Mi boca saqueó sus cumbres montañosas, las succione, las mordí, mis dientes tiraron de sus astas mientras coronaba los picos con mi lengua.
Gruñí violento ,excitado por completo, manchando su pecho con la sangre de mi cuerpo.
-Ubbe -me llamo entre jadeos al ver mi estado de descontrol -tengo que curarte.
-Luego -rugí fuera de mi tomando sus muñecas para que no hiciera el intento mientras rugía tirando de sus pechos y embistiendo con tanta rudeza que sus piernas temblaban al notarme tan adentro.
Cerré los ojos apoyando mi frente en la suya dejando que el aire saliera mientras ella dejaba caer la armadura a un lado deslizaba la yema de sus dedos por mis moratones si dejar de fijarse en las heridas abiertas.
Mi carne se contraria ante sus caricias
-Me haces cosquillas -bromeé abriendo mis azules para perderlos en sus desiertos, mi boca la busco hambrienta -así que mi habitación es tu habitación ¿he de preocuparme? -bromeé atrayendola de las nalgas.
Era una evidencia que si no me había acostado con otra era porque había pensado en ella.
No iba a preguntarle si ella había estado con otro, sabia que no, había dormido en mi habitación, no había cambiado las sabanas, creo que era evidente que me había necesitado en ella mas de lo que ella imaginaba cuando me largué.
-Vaticiné bien lo que ha pasado -bromeé contra sus labios mientras sonreía de forma engreída.
Sus ojos seguían fijos en mis heridas, preocupada me pidió que me metiera en al tina.
-Espera -pedí intentando atraparla cuando la vi salir de allí dejándome con el ceño fruncido.
Volvió minutos después con un arsenal de cosas, entre ellas, aguja e hilo para darme suturas.
-No voy a meterme solo -le aseguré volviendo a tirar de ella.
Mi boca consumió la ajena como el aire una vela, arrastré los jadeos contra sus labios, lamiéndolos, húmedos por un beso pasional que saqueó nuestra cordura.
Mis manos arrancaban con rudeza cada prenda, caían al suelo desgarradas acompañadas de gruñidos, tiré de sus caderas pegándolas a mi verga lazada mientras ella sonreía por mi impaciencia.
Me pidió con la voz ronca que obedeciera, pero yo solo quería entrar dentro de ella, cedí con la mirada oscurecida a su petición, sentí como limpiaba la herida de mi espalda, el agua se llenaba de ríos carmesí.
Siseé por el dolor mientras bebía de la jarra que me acercó, acabada su obra de arte, tiré de ella para sentarla a horcajadas sobre mi.
-¿sabes coser egipcia o me has hecho un bordado a la espada que será la risa?
Ella negaba muerta de la risa contra mi boca.
Me pidió que bebiera de ella, que eso me ayudaría a curar, no tuvo que insistir demasiado llevé mis labios a la sangre que fluía de su piel y bebí entre jadeos hasta que ella misma me apartó su brazo lamiendo la sangre de mis labios.
Gruñí, siempre que su sangre corría por mi organismo me sentía enloquecer, tiré de ella pegándola mas a mi con fuerzas renovadas, como si el dolor desapareciera mas no así las heridas, era un estado de frenesí salvaje que oscureció mi mirada.
Tiré de sus caderas empujándola sobre mi mástil alzado, quería metersela, la empotré de forma salvaje, sin miramientos mientras Nai buscaba el modo de calmarme. La giré, esta vez quedando ella bajo de mi cuerpo, mis rodillas clavadas en la tina y empujaba con tanta fuerza que el agua se salia desbordada.
Mi boca saqueó sus cumbres montañosas, las succione, las mordí, mis dientes tiraron de sus astas mientras coronaba los picos con mi lengua.
Gruñí violento ,excitado por completo, manchando su pecho con la sangre de mi cuerpo.
-Ubbe -me llamo entre jadeos al ver mi estado de descontrol -tengo que curarte.
-Luego -rugí fuera de mi tomando sus muñecas para que no hiciera el intento mientras rugía tirando de sus pechos y embistiendo con tanta rudeza que sus piernas temblaban al notarme tan adentro.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Por fin conseguí que se metiera a la tina aunque me costó un poco que lo hiciera, su cuerpo estaba surcado por heridas pero sin duda alguna la que más me preocupaba es esa que había visto en su espalda y que iba a curar en cuanto se metiera a la ducha, claro que un general y sobre todo en particular el que tenía frente a mí no llevaba muy bien que le dieran órdenes, por lo que aunque le pedí que se metiera en la tina ya llena de agua cuando volví con aguja, hilo y alcohol para desinfectar todavía estaba parado de pie, desnudo, al lado de la tina donde mismo lo había dejado. Bufé negando con la cabeza ante su cabezonería y tras decirme que no se iba a meter solo, algo que me hizo enarcar una ceja, me desnudó con prisa y con urgencia deshaciéndose de la ropa que llevaba para luego tirar de mí y meterme en la tina junto a él, me dio la espalda y empecé a curar esa herida escuchando que había acertado en su vaticinio y rodé los ojos aunque él no pudiera escucharme, cuando me había preguntado si debía de preocuparse porque hubiera ocupado su habitación me reí sin contestarle y mientras él bebía y siseaba de forma baja limpiando su herida el agua se tenía de carmesí con su sangre. Tenía una herida que atravesaba su tatuaje y que no le dejaría una marca, al menos intentaría que no fuera así dándole de mi sangre solo lo necesario y comencé a coserle la herida para que cerrara y dejara de sangrarle, no se movió en ningún momento ni hizo ningún gesto de dolor aun cuando seguramente le tendría que doler bastante, solo bebía y esperaba paciente a que terminara con él. Cuando lo hice no tardó demasiado en rodear con su brazo mi cintura y moverme de forma que quedé sentada sobre él a horcajadas y mis dedos se deslizaron por su pecho, reí negando con la cabeza divertida cuando me preguntó si le había hecho una obra de tarde y me mordí el labio acercando mi rostro al suyo.
-Podría haberlo hecho... debería de haberlo hecho para decorar la cicatriz, pero había pensado que con el tatuaje sería más que suficiente –mordí su labio inferior- claro que sé coser vikingo, tengo conocimientos sobre heridas, venenos y demás aunque no sea toda una experta al cien por cien en la materia, pero una herida claro que sé coserla –rodé los ojos y me fui a separar para ver sus otras heridas en el pecho cuando con mi colmillo hice un corte en mi muñeca para que pudiera beber de mi sangre, él había perdido mucha y eso le ayudaría a curarse mejor y a que sanaran bien. No quería darle mucha de mi sangre porque ya sabía lo que le pasaba cuando bebía sangre de vampiro, así que aunque no me costó demasiado que bebiera con sus ojos en los míos viendo cómo estos oscurecían por mí sangre, aparté mi brazo cuando creía que ya era más que suficiente. Lamí sus labios al terminar limpiándolos del líquido carmesí para centrarme en sus heridas restantes, pero al parecer el vikingo tenía otros planes totalmente diferentes. Me pegó a su cuerpo con fuerza sintiendo que parecía estar mejor y con energías renovadas y mi pecho se pegó al suyo rozándose con cada respiración que dábamos, podía notar el latir de su corazón que comenzaba a ir algo más acelerado y su cuerpo caliente por completo producto del efecto de mi sangre. Gruñó con fuerza mientras me miraba de forma fija, sus labios rozaban los míos sintiendo su aliento cálido golpear los míos, notaba su miembro contra mi centro preparado y totalmente excitado, duro que se rozaba contra mi sexo moviendo sus caderas ligeramente hacia delante y hacia atrás. Sus manos en mis caderas terminaron por pegar el empujón que faltaba con mis manos en su rostro y sentí que me embestía de una de forma un tanto salvaje que me hizo gruñir contra sus labios por la impaciencia que se apoderaba de ese hombre, sin acordarse de que aún tenía que curar las demás heridas que tenía en su cuerpo, mis manos acariciaban su rostro intentando calmarlo un poco pera era algo imposible porque enseguida se giró dejándome bajo su cuerpo, pegada mi espalda contra el borde de la tina, sus manos alzándome de las nalgas con mis piernas entorno a su caderas, de rodillas comenzó a moverse con fuerza haciendo que el agua salpicara y se saliera de la tina con cada brusco movimiento que hacía. Arqueé mi cuerpo hacia el suyo dejándome hacer mientras me tomaba de esa manera salvaje, desesperada y necesitada como si le fuera imposible aguantar más las ganas, su boca bajó hasta mis pechos y se hizo el dueño de los mismos recorriéndolos, lamiéndolos, succionándolos, mordiéndolos arrancándome jadeos y gemidos moviéndose de esa forma en mi interior, salvaje y profunda con mis manos en su espalda y en su nuca. Parecía fuera de control después de haber bebido de mi sangre y era imposible que parara en esos momentos por más que lo intentaba- Ubbe –lo llamé para que su mirada subiera a la mía, sus ojos encendidos y oscuros por el frenesí de su interior, sus gruñidos que se escuchaban de fondo cuando sus ojos se alzaron hasta los míos- tengo que curarte esas heridas –le dije para que entrara en razón pero me respondió con un “luego” mientras seguía moviéndose en mi interior de forma salvaje, para evitar que lo empujara apresó mis muñecas y las colocó a cada lado de mi rostro apretando con fuerza y se movió salvaje arrancándome un gemido, sus labios se apoderaron de los míos en un beso que arrasó con todo convirtiéndose en el dueño absoluto de todo en esos momentos, mis piernas se apretaron en sus caderas notando como me acercaba al orgasmo y arqueé mi cuerpo hacia el suyo por el placer que me producía, mordí sus labios y gemí mirándolo a los ojos con nuestros rostros pegados, soltó mis manos para rodear mi cuerpo pegándolo al suyo y con un par de embestidas más mi cuerpo se tensó alcanzando el orgasmo, gemí con fuerza cerrando los ojos sintiendo que tras un par de embestidas más acababa terminando él también en mi interior pero era incapaz de parar como otras veces en un estado loco de frenesí, me abracé a su cuerpo esperando a que pasara recorriendo su cuello con mis labios, besándolo y mordiéndolo ya sin marca alguna hasta que finalmente paró por completo y se dejó caer rendido contra mi cuerpo. Mis dedos se enredaron en su pelo y busqué sus labios para besarlo con su frente perlada en sudor- me alegro de que sigas con vida –aseguré con una sonrisa viendo la que él ponía de forma socarrona y enarqué una ceja- oh venga, esto ha sido aburrido sin meterme con nadie en estos días –resté importancia sonriendo contra sus labios y cuando se calmó por completo lo miré- ¿me vas a dejar que te limpie esas heridas? –Enarqué una ceja pero igualmente hice que se sentara bien en la tina y le limpié ahora sí sin que me pusiera demasiada resistencia curándole y cerrándole las heridas.
-Podría haberlo hecho... debería de haberlo hecho para decorar la cicatriz, pero había pensado que con el tatuaje sería más que suficiente –mordí su labio inferior- claro que sé coser vikingo, tengo conocimientos sobre heridas, venenos y demás aunque no sea toda una experta al cien por cien en la materia, pero una herida claro que sé coserla –rodé los ojos y me fui a separar para ver sus otras heridas en el pecho cuando con mi colmillo hice un corte en mi muñeca para que pudiera beber de mi sangre, él había perdido mucha y eso le ayudaría a curarse mejor y a que sanaran bien. No quería darle mucha de mi sangre porque ya sabía lo que le pasaba cuando bebía sangre de vampiro, así que aunque no me costó demasiado que bebiera con sus ojos en los míos viendo cómo estos oscurecían por mí sangre, aparté mi brazo cuando creía que ya era más que suficiente. Lamí sus labios al terminar limpiándolos del líquido carmesí para centrarme en sus heridas restantes, pero al parecer el vikingo tenía otros planes totalmente diferentes. Me pegó a su cuerpo con fuerza sintiendo que parecía estar mejor y con energías renovadas y mi pecho se pegó al suyo rozándose con cada respiración que dábamos, podía notar el latir de su corazón que comenzaba a ir algo más acelerado y su cuerpo caliente por completo producto del efecto de mi sangre. Gruñó con fuerza mientras me miraba de forma fija, sus labios rozaban los míos sintiendo su aliento cálido golpear los míos, notaba su miembro contra mi centro preparado y totalmente excitado, duro que se rozaba contra mi sexo moviendo sus caderas ligeramente hacia delante y hacia atrás. Sus manos en mis caderas terminaron por pegar el empujón que faltaba con mis manos en su rostro y sentí que me embestía de una de forma un tanto salvaje que me hizo gruñir contra sus labios por la impaciencia que se apoderaba de ese hombre, sin acordarse de que aún tenía que curar las demás heridas que tenía en su cuerpo, mis manos acariciaban su rostro intentando calmarlo un poco pera era algo imposible porque enseguida se giró dejándome bajo su cuerpo, pegada mi espalda contra el borde de la tina, sus manos alzándome de las nalgas con mis piernas entorno a su caderas, de rodillas comenzó a moverse con fuerza haciendo que el agua salpicara y se saliera de la tina con cada brusco movimiento que hacía. Arqueé mi cuerpo hacia el suyo dejándome hacer mientras me tomaba de esa manera salvaje, desesperada y necesitada como si le fuera imposible aguantar más las ganas, su boca bajó hasta mis pechos y se hizo el dueño de los mismos recorriéndolos, lamiéndolos, succionándolos, mordiéndolos arrancándome jadeos y gemidos moviéndose de esa forma en mi interior, salvaje y profunda con mis manos en su espalda y en su nuca. Parecía fuera de control después de haber bebido de mi sangre y era imposible que parara en esos momentos por más que lo intentaba- Ubbe –lo llamé para que su mirada subiera a la mía, sus ojos encendidos y oscuros por el frenesí de su interior, sus gruñidos que se escuchaban de fondo cuando sus ojos se alzaron hasta los míos- tengo que curarte esas heridas –le dije para que entrara en razón pero me respondió con un “luego” mientras seguía moviéndose en mi interior de forma salvaje, para evitar que lo empujara apresó mis muñecas y las colocó a cada lado de mi rostro apretando con fuerza y se movió salvaje arrancándome un gemido, sus labios se apoderaron de los míos en un beso que arrasó con todo convirtiéndose en el dueño absoluto de todo en esos momentos, mis piernas se apretaron en sus caderas notando como me acercaba al orgasmo y arqueé mi cuerpo hacia el suyo por el placer que me producía, mordí sus labios y gemí mirándolo a los ojos con nuestros rostros pegados, soltó mis manos para rodear mi cuerpo pegándolo al suyo y con un par de embestidas más mi cuerpo se tensó alcanzando el orgasmo, gemí con fuerza cerrando los ojos sintiendo que tras un par de embestidas más acababa terminando él también en mi interior pero era incapaz de parar como otras veces en un estado loco de frenesí, me abracé a su cuerpo esperando a que pasara recorriendo su cuello con mis labios, besándolo y mordiéndolo ya sin marca alguna hasta que finalmente paró por completo y se dejó caer rendido contra mi cuerpo. Mis dedos se enredaron en su pelo y busqué sus labios para besarlo con su frente perlada en sudor- me alegro de que sigas con vida –aseguré con una sonrisa viendo la que él ponía de forma socarrona y enarqué una ceja- oh venga, esto ha sido aburrido sin meterme con nadie en estos días –resté importancia sonriendo contra sus labios y cuando se calmó por completo lo miré- ¿me vas a dejar que te limpie esas heridas? –Enarqué una ceja pero igualmente hice que se sentara bien en la tina y le limpié ahora sí sin que me pusiera demasiada resistencia curándole y cerrándole las heridas.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
u sangre arrasaba mis entrañas invitándome a ese ritmo frenético con el que la empalaba, cogía impulso agachándome ligeramente para hundirme por completo, mis huevos tirantes, gruñía con violencia contra su boca que acogía mis gemidos entre tibios mordiscos.
Mis manos al borde de la tina, su cuerpo encarcelado entre ellas mientras sus caderas se lazaban pecaminosas buscando mis embestidas.
Aliento gélido que calcinaba mi boca, una batalla de dos sierpes que deambulaban entre la marea de un beso húmedo sin tregua.
Arrase con todo en su interior como ella saqueaba mi cuerpo arañandolo con los dedos.
Ríos carmesí en mi espalda, rugidos que se convirtieron en truenos mientras la sacudida de mi verga la llenó por completo.
Su cuerpo se tensaba entre mis manos, ella presa de la fuerza de ese acto, gemía lujuriosa buscando calmar lo que no cesaba, mi forma de tomarla.
Tardé en dejar de moverme sobre ella, un shhhhh susurrado en mi oído mientras sus dedos acariciaban mi pelo dándome alivio.
Laxo cayó mi cuerpo sobre el ajeno, aunque mi respiración todavía pesada moría contra la piel de su cuello.
Sonreí al escuchar sus palabras.
-De seguro nadie te a follado como yo -de nuevo mi fanfarronería entró en juego y algo me decía que pese a los siglos que había vivido mi afirmación era tan cierta como que estábamos allí mismo.
Tomé asiento para que la inmortal pudiera tener acceso a mi pecho, me acomodé despacio, el cuerpo me dolía aunque con la adrenalina corriendo por mis venas se me había olvidado y ahora el dolor de nuevo me atenazaba.
Ella trepo sobre mi, sus manos acariciaron la piel de mi pecho y pronto comenzó a desinfectar y cerrar las heridas a base de hilo y aguja.
Sus ojos ascendían hacia los míos que se entrecerraban por momentos fruto del cansancio que acumulaba en mi cuerpo.
Mis intentos por mantenerme allí , con ella, eran épicos, algo que la hacia ladear la sonrisa mientras de vez en cuando me besaba despacio.
No se en que momento me dormí, solo que ella intentó moverme y volví a abrir los ojos.
-¿Te vas? -pregunté desubicado mientras sacudía la cabeza dándome cuenta que seguía en la tina -¿me he dormido? -pregunté riéndome mientras llevaba la mano a la nuca para rascarme -vamos a la cama egipcia.
Mi mano se apoderó de sus nalgas mientras ella sonreía, aun adormilado necesitaba tocar cacho.
La ventana se abrió, una mujer encapuchada se adentró en la cámara, bien la conocía, al parecer quería verme tras la batalla.
-No te han enseñado a llamar -pregunté tensándome mientras me erguía arrogante
Mis manos al borde de la tina, su cuerpo encarcelado entre ellas mientras sus caderas se lazaban pecaminosas buscando mis embestidas.
Aliento gélido que calcinaba mi boca, una batalla de dos sierpes que deambulaban entre la marea de un beso húmedo sin tregua.
Arrase con todo en su interior como ella saqueaba mi cuerpo arañandolo con los dedos.
Ríos carmesí en mi espalda, rugidos que se convirtieron en truenos mientras la sacudida de mi verga la llenó por completo.
Su cuerpo se tensaba entre mis manos, ella presa de la fuerza de ese acto, gemía lujuriosa buscando calmar lo que no cesaba, mi forma de tomarla.
Tardé en dejar de moverme sobre ella, un shhhhh susurrado en mi oído mientras sus dedos acariciaban mi pelo dándome alivio.
Laxo cayó mi cuerpo sobre el ajeno, aunque mi respiración todavía pesada moría contra la piel de su cuello.
Sonreí al escuchar sus palabras.
-De seguro nadie te a follado como yo -de nuevo mi fanfarronería entró en juego y algo me decía que pese a los siglos que había vivido mi afirmación era tan cierta como que estábamos allí mismo.
Tomé asiento para que la inmortal pudiera tener acceso a mi pecho, me acomodé despacio, el cuerpo me dolía aunque con la adrenalina corriendo por mis venas se me había olvidado y ahora el dolor de nuevo me atenazaba.
Ella trepo sobre mi, sus manos acariciaron la piel de mi pecho y pronto comenzó a desinfectar y cerrar las heridas a base de hilo y aguja.
Sus ojos ascendían hacia los míos que se entrecerraban por momentos fruto del cansancio que acumulaba en mi cuerpo.
Mis intentos por mantenerme allí , con ella, eran épicos, algo que la hacia ladear la sonrisa mientras de vez en cuando me besaba despacio.
No se en que momento me dormí, solo que ella intentó moverme y volví a abrir los ojos.
-¿Te vas? -pregunté desubicado mientras sacudía la cabeza dándome cuenta que seguía en la tina -¿me he dormido? -pregunté riéndome mientras llevaba la mano a la nuca para rascarme -vamos a la cama egipcia.
Mi mano se apoderó de sus nalgas mientras ella sonreía, aun adormilado necesitaba tocar cacho.
La ventana se abrió, una mujer encapuchada se adentró en la cámara, bien la conocía, al parecer quería verme tras la batalla.
-No te han enseñado a llamar -pregunté tensándome mientras me erguía arrogante
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
El cuerpo del vikingo cayó sobre el mío cuando sus movimientos cesaron tras tener ese frenesí que mi sangre le daba, esperaba que no le pasara como la otra vez y que no le diera esa reacción, aunque quizás si se dormía antes puede que no le afectara tanto como la otra vez. Sentía su respiración en mi cuello ahora más tranquila y relajada y sonreí negando lentamente con la cabeza ante la impaciencia que derrochaba ese hombre, se desangraba con heridas que necesitaban de curación y de suturas y solo había podido pensar en poseerme desde que me había visto en el patio de armas, era incorregible aunque algo me decía que muchos eran como él pero ese hombre tenía un grave problema de percepción sobre lo que era necesario y lo que era vital. Al menos mi sangre pudo aplacar un poco el efecto de sus heridas y que no se desangrara en la tina, su espalda tenía algunos surcos de sangre por mis uñas clavadas en su carne y ahora tenía que curar las heridas de su pecho que aunque no revestían tanta gravedad e importancia como la de su espalda era mejor que curara. Su sonrisa ladeada y socarrona lo decía todo en ese momento y rodé los ojos sonriendo divertida, me reí sin poder evitarlo ante sus palabras volviendo de nuevo la vena engreída y le di un ligero manotazo en su hombro porque era imposible, negué con la cabeza divertida y no entré en ese juego que él se traía y no iba a responderle ni sí ni no... Que pensara lo que quisiera. Volví a pedirle que me dejara limpiar sus heridas y esa vez no me puso pega alguna, su apetito sexual se había saciado ya y me dejaba limpiar sus heridas ahora que estaba más calmado y más tranquilo. Se sentó apoyando su espalda en el borde de la tina y lo miré un par de segundos antes de acercarme a él de nuevo y coger lo necesario para limpiarle, habíamos salpicado bastante agua con aquel encuentro pasional y salvaje y podía curar sus heridas bastante bien porque el agua le llegaba más bajo.
Cogí una de las gasas y comencé a pasarla por su herida para limpiar y desinfectarla bien mientras de vez en cuando lo miraba subiendo mis desiertos para dejarlos en sus azules, sonreía y volvía de nuevo a bajar para comenzar a suturar las heridas y que así empezaran a curarse. Estaba muy tranquilo en ese momento y sentía sus constantes vitales muy tranquilas, mis ojos volvieron a subir a los suyos y vi el esfuerzo que hacía por mantenerse despierto en esos momentos y eso hizo que me riera entre dientes, en ningún momento se quejó de que le cosiera las heridas y empezaba a dormirse. No lo culpaba en absoluto, habían sido días seguramente muy duros y cansados por la batalla, no habría descansado mucho y estaba herido con lo que su recuperación sería menor por las heridas, y después de lo que acabábamos de hacer era normal que su cuerpo ya relajado entrara en ese estado de duermevela. Incluso así luchaba por mantenerse despierto y acerqué mi rostro al suyo para dejar un beso en sus labios mientras me reía levemente por eso. Era algo extraño lo que me pasaba con ese hombre, de normalidad no estaría en una situación así de ser otra persona y no era muy dada desde hacía un tiempo a estar tan cerca con una persona, al menos de esa manera en la que estaba con el vikingo. Había ocupado su habitación con la burda excusa de que era más grande, dormía cada día en su cama y cuando percibía el olor de sus sábanas lo había extrañado... por Ra, hasta me había preocupado de que le pasara algo. Mordí mis labios ante mis propios pensamientos cuando me di cuenta de que se había quedado dormido, aproveché para terminar de coserle la herida y terminé dejándolo todo a un lado. Tendría que sacarlo de allí y llevarlo a la cama, no me costaría demasiado y cuando comencé a moverlo fue que sus ojos se abrieron y me preguntó que si me iba.
-Lo cierto es que sí –sonreí de lado divertida por su confusión hasta que miró alrededor y se dio cuenta de que estaba todavía en la tina metido conmigo- te has quedado durmiendo mientras te cosía, pero tranquilo ya he terminado –vi que se reía por haberse quedado durmiendo y que se rascaba la nuca mientras yo ladeaba un poco la cabeza, dijo de irnos a la cama y me reí sin poder evitarlo cuando su mano fue a mi nalga para apretarla, ese hombre no tenía remedio alguno- creo que es una de las mejores ideas que has tenido, y dudo que tú tío te diga algo porque esta noche no investigue en la excavación –dije apartando mi pelo a un lado y cuando iba a levantarme fue que entonces escuché el ruido de la ventana que se abría y un olor inconfundible llegó hasta mi nariz, arrugué esta al darme cuenta de que olía a lobo y medio gruñí por ello cuando vi la figura tapada por una capucha, pero sin duda alguna era la misma que había visto la noche de la fiesta de la cosecha, ese olor era inconfundible. No había que ser demasiado inteligente para saber qué hacía allí sabiendo que se habían visto de vez en cuando, quizás demasiado atrevida por ir justo después de la batalla. El vikingo se irguió de la tina sin apartar la mirada de la loba que ahora fijaba sus ojos en nosotros, podía ver ese brillo característico de ellos en sus ojos y como casi de una forma algo incrédula nos miraba a uno y a otro de forma consecutiva... tampoco le hacía falta mucho más para saber qué había pasado viéndonos a los dos desnudos, le preguntó si no le habían enseñado a llamar y ella pareció quedarse muda por lo que veía, seguramente ni se lo esperaba. Sin inmutarme y con una sonrisa ladeada me levanté de la tina dejando que el agua escurriera por mi cuerpo y sin apartar mi mirada de ella salí pero dejando una mano en el pecho del vampiro- es una loba, quizás es que no le han enseñado modales –dije quitando el agua de mi pelo como si aquello no fuera conmigo y cogí una toalla para tapar mi cuerpo con ella y secarlo y le tendí otra al vikingo. Parecía desubicada y no la culpaba, por lo que él me había dicho se habían visto de vez en cuando pero no le había informado de que se estaba viendo también conmigo, yo en cambio lo sabía pero a quien había pedido que lo esperara y a quien buscó cuando llegó no fue a ella... sino a mí. Me jodía y me cabreaba que hubiera llegado en ese preciso momento, nuestras miradas se encontraron y pude ver en ella el odio que no solo tenía a los de nuestra condición, sino también a mí persona por seguramente “quitarle” lo que era “suyo”.
-Tú –murmuró con rabia quitándose la capucha dejando su rostro al descubierto, había venido buscando al vikingo y no se había esperado aquella sorpresa- ¿qué haces con una muerta, Ubbe? –Preguntó con cierto odio y rencor a lo que yo me reí cruzándome de brazos quedándome a un paso por delante del vikingo.
-Lo mismo que hacía con una loba salvaje –repliqué con cierta malicia llevando mis manos a mis caderas, hasta donde yo sabía los dos eran libres de hacer y deshacer a su antojo... aunque parecía que a eso ella no le quedaba muy claro. Me dejó claro que era una zorra y que habría utilizado algún truco de los que nosotros nos gastábamos para seducirlo y tenerlo bajo un “control”, cierto que los vampiros podíamos hacerlo pero en mi caso no había necesitado de eso- cuidado con lo que dices, loba, porque aunque estoy de buen humor ahora mismo eso no quita para que pueda arrancarte esa cabeza que tienes –amenacé frunciendo el ceño- no he necesitado de trucos para que quiera estar conmigo, aunque eso te aliviara un poco... lo que no entiendo es la desfachatez que tienes para venir aquí –dije observándola, estaba muy cabreada y yo no quería perder la compostura... al fin y al cabo yo no tenía nada serio con el vikingo y ellos tampoco lo tenían, entendía que pudiera joderle vernos así a los dos pero no iba a montar una escena, al menos que ella intentara algo cosa que no le aconsejaba porque no solo estaba en territorio enemigo, sino que yo podría hacerle mucho daño.
Cogí una de las gasas y comencé a pasarla por su herida para limpiar y desinfectarla bien mientras de vez en cuando lo miraba subiendo mis desiertos para dejarlos en sus azules, sonreía y volvía de nuevo a bajar para comenzar a suturar las heridas y que así empezaran a curarse. Estaba muy tranquilo en ese momento y sentía sus constantes vitales muy tranquilas, mis ojos volvieron a subir a los suyos y vi el esfuerzo que hacía por mantenerse despierto en esos momentos y eso hizo que me riera entre dientes, en ningún momento se quejó de que le cosiera las heridas y empezaba a dormirse. No lo culpaba en absoluto, habían sido días seguramente muy duros y cansados por la batalla, no habría descansado mucho y estaba herido con lo que su recuperación sería menor por las heridas, y después de lo que acabábamos de hacer era normal que su cuerpo ya relajado entrara en ese estado de duermevela. Incluso así luchaba por mantenerse despierto y acerqué mi rostro al suyo para dejar un beso en sus labios mientras me reía levemente por eso. Era algo extraño lo que me pasaba con ese hombre, de normalidad no estaría en una situación así de ser otra persona y no era muy dada desde hacía un tiempo a estar tan cerca con una persona, al menos de esa manera en la que estaba con el vikingo. Había ocupado su habitación con la burda excusa de que era más grande, dormía cada día en su cama y cuando percibía el olor de sus sábanas lo había extrañado... por Ra, hasta me había preocupado de que le pasara algo. Mordí mis labios ante mis propios pensamientos cuando me di cuenta de que se había quedado dormido, aproveché para terminar de coserle la herida y terminé dejándolo todo a un lado. Tendría que sacarlo de allí y llevarlo a la cama, no me costaría demasiado y cuando comencé a moverlo fue que sus ojos se abrieron y me preguntó que si me iba.
-Lo cierto es que sí –sonreí de lado divertida por su confusión hasta que miró alrededor y se dio cuenta de que estaba todavía en la tina metido conmigo- te has quedado durmiendo mientras te cosía, pero tranquilo ya he terminado –vi que se reía por haberse quedado durmiendo y que se rascaba la nuca mientras yo ladeaba un poco la cabeza, dijo de irnos a la cama y me reí sin poder evitarlo cuando su mano fue a mi nalga para apretarla, ese hombre no tenía remedio alguno- creo que es una de las mejores ideas que has tenido, y dudo que tú tío te diga algo porque esta noche no investigue en la excavación –dije apartando mi pelo a un lado y cuando iba a levantarme fue que entonces escuché el ruido de la ventana que se abría y un olor inconfundible llegó hasta mi nariz, arrugué esta al darme cuenta de que olía a lobo y medio gruñí por ello cuando vi la figura tapada por una capucha, pero sin duda alguna era la misma que había visto la noche de la fiesta de la cosecha, ese olor era inconfundible. No había que ser demasiado inteligente para saber qué hacía allí sabiendo que se habían visto de vez en cuando, quizás demasiado atrevida por ir justo después de la batalla. El vikingo se irguió de la tina sin apartar la mirada de la loba que ahora fijaba sus ojos en nosotros, podía ver ese brillo característico de ellos en sus ojos y como casi de una forma algo incrédula nos miraba a uno y a otro de forma consecutiva... tampoco le hacía falta mucho más para saber qué había pasado viéndonos a los dos desnudos, le preguntó si no le habían enseñado a llamar y ella pareció quedarse muda por lo que veía, seguramente ni se lo esperaba. Sin inmutarme y con una sonrisa ladeada me levanté de la tina dejando que el agua escurriera por mi cuerpo y sin apartar mi mirada de ella salí pero dejando una mano en el pecho del vampiro- es una loba, quizás es que no le han enseñado modales –dije quitando el agua de mi pelo como si aquello no fuera conmigo y cogí una toalla para tapar mi cuerpo con ella y secarlo y le tendí otra al vikingo. Parecía desubicada y no la culpaba, por lo que él me había dicho se habían visto de vez en cuando pero no le había informado de que se estaba viendo también conmigo, yo en cambio lo sabía pero a quien había pedido que lo esperara y a quien buscó cuando llegó no fue a ella... sino a mí. Me jodía y me cabreaba que hubiera llegado en ese preciso momento, nuestras miradas se encontraron y pude ver en ella el odio que no solo tenía a los de nuestra condición, sino también a mí persona por seguramente “quitarle” lo que era “suyo”.
-Tú –murmuró con rabia quitándose la capucha dejando su rostro al descubierto, había venido buscando al vikingo y no se había esperado aquella sorpresa- ¿qué haces con una muerta, Ubbe? –Preguntó con cierto odio y rencor a lo que yo me reí cruzándome de brazos quedándome a un paso por delante del vikingo.
-Lo mismo que hacía con una loba salvaje –repliqué con cierta malicia llevando mis manos a mis caderas, hasta donde yo sabía los dos eran libres de hacer y deshacer a su antojo... aunque parecía que a eso ella no le quedaba muy claro. Me dejó claro que era una zorra y que habría utilizado algún truco de los que nosotros nos gastábamos para seducirlo y tenerlo bajo un “control”, cierto que los vampiros podíamos hacerlo pero en mi caso no había necesitado de eso- cuidado con lo que dices, loba, porque aunque estoy de buen humor ahora mismo eso no quita para que pueda arrancarte esa cabeza que tienes –amenacé frunciendo el ceño- no he necesitado de trucos para que quiera estar conmigo, aunque eso te aliviara un poco... lo que no entiendo es la desfachatez que tienes para venir aquí –dije observándola, estaba muy cabreada y yo no quería perder la compostura... al fin y al cabo yo no tenía nada serio con el vikingo y ellos tampoco lo tenían, entendía que pudiera joderle vernos así a los dos pero no iba a montar una escena, al menos que ella intentara algo cosa que no le aconsejaba porque no solo estaba en territorio enemigo, sino que yo podría hacerle mucho daño.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: Vår Begynnelse, Vår Ende ~ Privado {+18}
Muchos hubieran disfrutado de una pelea de barro entre dos mujeres realmente bellas, pero en este caso no fue así.
Quizás si ninguna de las dos me importara las haría salir a ambas de la habitación, estaba cansado, necesitaba descansar y en estos momentos me sentía saciado.
-largó -espeté sin mas ignorando la discusión de esas dos.
Los ámbar de la loba centellearon furiosos enfrentando mis azules.
-¿pensabas buscarme? -me preguntó aun sin entender que lo nuestro solo era un lio de faldas que se había alargado mas de lo premeditado.
-No -dije escueto.
No era mi intención dañarla, aunque eramos enemigo tampoco era ese mi estilo, pero no podía culparme de no haber sido claro en todas las circunstancias posibles.
-Ambos sabíamos que esto era solo eso, un par de polvos que estuvieron bien ..pero nada mas..
Sus ámbar centellearon sin apartar la mirada de la mía.
-A partir de hoy seras mi enemigo.
-Tu no has dejado de serlo nunca Bry, lo siento pero esto se ha terminado -dije manteniendo el tipo -fuera.
Tal y como vino su estela oscura como la de una sombra se perdió por el ventanal de mi habitación, era consciente de que esto no terminaría así, pero al menos por esa noche si lo haría.
Los aullidos desgarradores de la joven loba despuntaron en la noche.
-Lo siento egipcia, no era mi intención meterte en esto.
Acorté la distancia que me separaba de su piel de caramelo, mis labios surcaron tibios su cuello en un intento de aplacar la tensión del momento y llevarla de nuevo conmigo hacia el lecho.
La había echado de menos durante todos los días que había pasado fuera, necesitaba dormir con ella, claro que ni de lejos iba a reconocerlo.
Sin embargo a ella la notaba tensa como si se debatiera entre quedarse o largarse también ella.
-Vamos Nai, ven conmigo a la cama -le pedí -antes de que pasara esto ibas a hacerlo, lo mio con la loba se ha terminado si es que se puede decir que alguna vez había empezado, ven conmigo egipcia.
Sus ojos me miraban fijos, dos desiertos inmensos que tensos por la situación evaluaban mis palabras como si buscara algo en ellas que le ocultara.
-Nai, se ha ido, estamos solos, quiero pasar la noche contigo, quédate -le pedí de nuevo llevando mis manos a sus nalgas y apretándolas.
No habría una tercera petición ,si salia por la puerta era decisión suya, pero no lo merecía y por tanto no la seguiría.
Yo era Ubbe Cannif, no iba detrás de las mujeres.
Quizás si ninguna de las dos me importara las haría salir a ambas de la habitación, estaba cansado, necesitaba descansar y en estos momentos me sentía saciado.
-largó -espeté sin mas ignorando la discusión de esas dos.
Los ámbar de la loba centellearon furiosos enfrentando mis azules.
-¿pensabas buscarme? -me preguntó aun sin entender que lo nuestro solo era un lio de faldas que se había alargado mas de lo premeditado.
-No -dije escueto.
No era mi intención dañarla, aunque eramos enemigo tampoco era ese mi estilo, pero no podía culparme de no haber sido claro en todas las circunstancias posibles.
-Ambos sabíamos que esto era solo eso, un par de polvos que estuvieron bien ..pero nada mas..
Sus ámbar centellearon sin apartar la mirada de la mía.
-A partir de hoy seras mi enemigo.
-Tu no has dejado de serlo nunca Bry, lo siento pero esto se ha terminado -dije manteniendo el tipo -fuera.
Tal y como vino su estela oscura como la de una sombra se perdió por el ventanal de mi habitación, era consciente de que esto no terminaría así, pero al menos por esa noche si lo haría.
Los aullidos desgarradores de la joven loba despuntaron en la noche.
-Lo siento egipcia, no era mi intención meterte en esto.
Acorté la distancia que me separaba de su piel de caramelo, mis labios surcaron tibios su cuello en un intento de aplacar la tensión del momento y llevarla de nuevo conmigo hacia el lecho.
La había echado de menos durante todos los días que había pasado fuera, necesitaba dormir con ella, claro que ni de lejos iba a reconocerlo.
Sin embargo a ella la notaba tensa como si se debatiera entre quedarse o largarse también ella.
-Vamos Nai, ven conmigo a la cama -le pedí -antes de que pasara esto ibas a hacerlo, lo mio con la loba se ha terminado si es que se puede decir que alguna vez había empezado, ven conmigo egipcia.
Sus ojos me miraban fijos, dos desiertos inmensos que tensos por la situación evaluaban mis palabras como si buscara algo en ellas que le ocultara.
-Nai, se ha ido, estamos solos, quiero pasar la noche contigo, quédate -le pedí de nuevo llevando mis manos a sus nalgas y apretándolas.
No habría una tercera petición ,si salia por la puerta era decisión suya, pero no lo merecía y por tanto no la seguiría.
Yo era Ubbe Cannif, no iba detrás de las mujeres.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
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