AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
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La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Aquella noche había quedado en la discoteca Bla para celebrar la despedida de soltero de uno de mis mejores colegas.
Habíamos bromeado con ese “te casaste, la cagaste” durante años, como si todos tuviéramos alergia al matrimonio, pero al fina Bryon sucumbía ante las amenazas de su prometida lo que nos hacia reírnos de él llamándolo calzonazos.
Al menos habíamos liado una buena fiesta, empezaríamos en aquel antro y una vez fuéramos borrachos la idea era irnos a un hotel que habíamos reservado donde unas cuantas mujeres nos harían un espectáculo mas subido de tono.
Detuve la moto en el Bla, me quité el casco y ladeé la sonrisa al ver a Floqui que acababa de aparcar su descapotable, según él todo un baja bragas. Cruzamos el umbral de la discoteca, la música retumbaba por los altavoces, la gente bailaba al ritmo del dj que pinchaba la música del momento.
Había un buen ganado, las féminas con poca ropa se movían al son de las distintas canciones de moda, sobre las tarimas y enganchadas a las columnas de hierro bailaban las gogos con esos cuerpos esculturales.
En el reservado nos unimos al resto de colegas que acudían a la despedida, el novio aun no había llegado ,así que unos cuantos nos bajamos a bailar a la pista.
Una rubita de ojos claros se acercó a mi, llevaba una minifalda que se encargó de restregar animando mi abultada entrepierna.
Pedimos unas jarras y pronto empezó el alcohol a animar la velada.
No se el rato que había pasado cuando vi a una morena vestida de un modo extraño que caminaba medio asustada por le medio de la discoteca, no se que mierda se había metido, peor sin duda debía de ser bueno porque estaba completamente desubicada.
Miré su culo, tenia unas nalgas épicas, dejé a la rubia caminando hacia la morenita de piel caramelo que intentaban zafarse del agarre de un borracho que motivado de mas por la belleza de esa mujer quería sacarla a bailar.
-Está conmigo -dije apartando la tipo de un empujón.
Mi envergadura bastaba para achantar a mas de uno, eso y que hacia artes marciales lo que me llevaba a defenderme bastante bien.
-¿esta bien señorita? -pregunté tirando de ella para llevarla hacia un rincón donde pudiéramos tener algo de tranquilidad.
Yo era militar, así que supongo llevaba escrito a fuego en la piel el lema de ayudar a los demás y esa mujer parecía perdida.
Miré fijamente sus ojos para ver si sus pupilas estaban dilatadas porque desde luego no olia a alcohol.
-¿que te has metido preciosa? -pregunté
Noruega, 2017
Aquella noche había quedado en la discoteca Bla para celebrar la despedida de soltero de uno de mis mejores colegas.
Habíamos bromeado con ese “te casaste, la cagaste” durante años, como si todos tuviéramos alergia al matrimonio, pero al fina Bryon sucumbía ante las amenazas de su prometida lo que nos hacia reírnos de él llamándolo calzonazos.
Al menos habíamos liado una buena fiesta, empezaríamos en aquel antro y una vez fuéramos borrachos la idea era irnos a un hotel que habíamos reservado donde unas cuantas mujeres nos harían un espectáculo mas subido de tono.
Detuve la moto en el Bla, me quité el casco y ladeé la sonrisa al ver a Floqui que acababa de aparcar su descapotable, según él todo un baja bragas. Cruzamos el umbral de la discoteca, la música retumbaba por los altavoces, la gente bailaba al ritmo del dj que pinchaba la música del momento.
Había un buen ganado, las féminas con poca ropa se movían al son de las distintas canciones de moda, sobre las tarimas y enganchadas a las columnas de hierro bailaban las gogos con esos cuerpos esculturales.
En el reservado nos unimos al resto de colegas que acudían a la despedida, el novio aun no había llegado ,así que unos cuantos nos bajamos a bailar a la pista.
Una rubita de ojos claros se acercó a mi, llevaba una minifalda que se encargó de restregar animando mi abultada entrepierna.
Pedimos unas jarras y pronto empezó el alcohol a animar la velada.
No se el rato que había pasado cuando vi a una morena vestida de un modo extraño que caminaba medio asustada por le medio de la discoteca, no se que mierda se había metido, peor sin duda debía de ser bueno porque estaba completamente desubicada.
Miré su culo, tenia unas nalgas épicas, dejé a la rubia caminando hacia la morenita de piel caramelo que intentaban zafarse del agarre de un borracho que motivado de mas por la belleza de esa mujer quería sacarla a bailar.
-Está conmigo -dije apartando la tipo de un empujón.
Mi envergadura bastaba para achantar a mas de uno, eso y que hacia artes marciales lo que me llevaba a defenderme bastante bien.
-¿esta bien señorita? -pregunté tirando de ella para llevarla hacia un rincón donde pudiéramos tener algo de tranquilidad.
Yo era militar, así que supongo llevaba escrito a fuego en la piel el lema de ayudar a los demás y esa mujer parecía perdida.
Miré fijamente sus ojos para ver si sus pupilas estaban dilatadas porque desde luego no olia a alcohol.
-¿que te has metido preciosa? -pregunté
Última edición por Ubbe Cannif el Vie Ene 19, 2018 9:17 am, editado 1 vez
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Incluso después de haber compartido aquel momento las cosas no se me ponían para nada fáciles en aquella situación, de alguna forma había esperado que aquel encuentro nos acercara un poco, se diera cuenta de que de verdad existían esos hilos de los que hablaba y que nada de lo que le había contado en todo ese tiempo era mentira, aunque entendía perfectamente que no me creyera en absoluto y más después de haber comprobado que no existía, que no habían datos de mí en ningún lugar y no los habían encontrado. Pero eso era precisamente de lo que se trataba esa maldición, no solamente consistía en inducirlo en un sueño haciéndole creer que todo cuanto veía, hablaba y sentía era real... sino que se trataba de hacer que nada ni nadie pudiera despertarlo ni traerlo de vuelta, era como si la propia maldición hubiera escaneado y estudiado su mente creando un mundo acorde a la personalidad del vikingo inventándose una vida similar a la que realmente tenía, un guerrero con una gran familia, una mujer con la que compartir su vida, un trabajo arriesgado... todas y cada una de las cosas que habían sido creadas para anclarlo en esa realidad partían de su mente, de lo que él era... la única cosa que podría sacarlo de allí, la única que podría hacer que despertara era yo y era como si de alguna forma me hubieran borrado del mapa. Si yo no existía no cabría la posibilidad de que se pudiera despertar, eliminar todo rastro mío que él conocía, hacerme una desconocida frente a sus ojos incluso si se hubiera topado en alguna ocasión conmigo en aquel sueño él jamás me reconocería. Tenía una vida hecha, un trabajo que era más o menos a lo que él se dedicaba; a luchar por los demás, su familia seguía existiendo tal cual pasaba en la vida real e incluso tenía una novia. Todo lo que él siempre había querido lo tenía en aquel sueño, todo menos yo. ¿Cómo podía hacer que se diera cuenta de mi verdad y no de la mentira que estaba viviendo? Sabía que era complicado, su situación era complicada porque él seguía teniendo una novia aunque esto solo fuera un sueño, un sueño que se sentía demasiado real y que por eso mismo lo confundía tanto. Lamentablemente para ambos el tiempo corría en nuestra contra, el hechicero no me había comentado cuánto tiempo tendría para que despertara pero dudaba que tuviera el que quisiera, por lo que tenía que pensar rápido y moverme aún más rápido para sacarlo de ahí.
Se me hacía raro tenerlo justo delante de mí sentada sobre sus piernas y que tuviera que pensar en una forma de que volviera conmigo, después de lo que había pasado me iba a costar mucho contenerme con él y desde luego que no iba a dejar que su novia volviera a tocarlo aun cuando ella se creía con todo el derecho, pero estaba totalmente equivocada. Si dejaba de pensar en todo lo que me preocupaba nada me haría pensar que estaba en esa situación, ahora me miraba como siempre me había mirado, sus manos recorrían mi piel provocándome escalofríos y sus labios estaban tan cerca de los míos que podía sentir su cálido aliento humedeciéndolos, tentándome a cada segundo que pasaba. Era él, mi vikingo, el hombre del que me había enamorado y con el que me había casado... pero al mismo tiempo no lo era, una situación complicada y extraña. Intentaba pensar en una solución al problema que teníamos entre manos pero debía de reconocer que sintiendo sus manos recorrer mi cuerpo me era imposible, habían ascendido hasta mis nalgas acariciándolas y yo solo pude sonreír por esa sana obsesión que tenía. Ladeé ligeramente el rostro sonriendo mientras él me decía que le ponía más esa parte de mi cuerpo explicándome qué era lo que le gustaba de mí, reí cuando dejó caer en qué le hacían pensar mis labios sintiendo el mordisco que dejó en mi inferior, mis dedos se enredaron en su nuca acariciándola mientras no dejaba de mirar aquellos mares que me contemplaban algo turbios, sin querer separarnos del otro. Callé cuando me dijo que dejara de decirle que nos conocíamos y que estábamos juntos, la vida que habíamos creado, que él no era ese vikingo del que hablaba... pero se equivocaba por completo. Se creía que lo hacía para conquistarle pero ¿qué sentido tenía contarle una mentira, y una como esa? Solo haría que me tacharan de loca si no fuera cierto y sería jugármela demasiado. Mordí mi labio cuando dijo que la había fastidiado con su novia y no le quitaba razón, salvo que eso no importaba en absoluto. Contemplé cómo se ponía la camiseta cubriendo su torso, decía que sabía lo que estaba haciendo y que él cuando tenía una relación cumplía, pero que le gustaba y no se arrepentía... también que se lo había pasado bien conmigo y que había compartido con él más que con su novia en el tiempo que él creía que llevaban juntos.
-Tú también me gustas mucho –no era del todo mentira, aunque más bien quería gritarle que le quería- y tampoco me arrepiento de esto -¿cómo hacerlo si lo había anhelado desde que me lo encontré en la discoteca? Mis ojos se fijaron en las llaves que me había mostrado y reí entre dientes ante sus palabras- así que Niels sabía que iba a pasar esto –negué con diversión- pues pensará que has cumplido con sus expectativas –murmuré sobre sus labios antes de morder su inferior y luego besarlo, fueron sus palabras las que me hicieron mirarlo de forma fija, me preguntaba quién era y quería saber la verdad pero es que ya se la había dicho, no le mentí en ningún momento. No habían encontrado dato alguno sobre mí y quería saber quién era, me pedía que le contara la verdad y yo no podía decirle más de lo que le había dicho ya. Entreabrí mis labios dejando salir el aire, aire que acabó sobre sus labios por lo cerca que estábamos y volvió a pedirme que le dijera quién era porque necesitaba saberlo, ¿qué podía decirle? ¿No se daba cuenta de que todo lo que le había dicho era la verdad? No quería que mencionara nada paranormal, ni que era de otra época o de otro mundo así que ¿qué podía contarle? Lancé un suspiro y cerré los ojos un segundo antes de clavarlos en sus mares- te he dicho toda la verdad Ubbe, no te he mentido en ningún momento –negué lentamente con la cabeza- te lo dije, no van a dejar que vuelvas conmigo y por eso han borrado todo rastro mío, lo han suprimido como si no existiera para que nunca despertaras... para Randulf sería la venganza perfecta contra tu familia, en un sueño del que no puedes despertar, muerto en vida para siempre –hice una pausa y me mordí el labio- te he contado absolutamente todo, que soy egipcia, que nací en Guiza y luego junto a mis padres nos fuimos hasta París donde crecí, donde tengo mi trabajo en el museo. Me hice especialista en la cultura egipcia, en egiptología y arqueología, estudié la cultura nórdica y su idioma porque me gustaron y encontré similitudes entre ambas ya que son muy parecidas. Luego nos conocimos, necesitabas mi ayuda para encontrar un objeto importante y ahí comenzó todo... todo eso es verdad, no te he mentido. Te dije que no encontrarías nada sobre mí, no quieren que te haga ver la verdad y no me van a dejar que te la enseñe –hice una pausa y me mordí el labio, comenzaba a desesperarme y a ponerme nerviosa porque no sabía cómo explicarle, qué más hacer para que viera que no mentía y que le estaba diciendo la verdad- no tengo necesidad alguna de inventarme una historia y mucho menos una como esa si no fuera verdad, no lo necesito. Si de verdad no te conociera y la primera vez que nos cruzáramos fuera esa noche en la discoteca, aun sin saber nada de ti y sin conocerte, habría ido a por ti igualmente... no necesito de historias para conquistarte, tengo confianza ciega en mí misma y soy una mujer que siempre consigue lo que quiere. Sé que la historia es difícil de creer, si pensara conquistarte así ¿no crees que me habría inventado algo mejor que algo tan loco? –Hice una pausa intentando pensar con claridad- ¿crees que esto es fácil para mí? en absoluto, no lo es para nada. Estoy en un mundo extraño y diferente al mío del que no conozco absolutamente nada y en el que me encuentro perdida, pero incluso así te he encontrado, y cuando lo hago resulta que no me conoces para nada... pero tienes a toda tu familia, tienes a Niels, a Synnove, a Hakon, a Erlend y a Ada... y falto yo, ¿sabes cómo me hace sentir eso, o acaso lo mal que me puso verte con ella y ver cómo te besaba y te abrazaba, saber que estás con otra y que ni me recuerdas? –Apreté una de mis manos arrugando su camiseta presa la rabia y la frustración que tenía- Quieres saber la mujer con lo que lo has hecho, pues te diré que soy tú mujer, que nos casamos hace apenas un mes y tú ni siquiera lo recuerdas porque absolutamente todo sobre mí te lo han borrado –aparté mis ojos de los suyos sintiendo que estos se cristalizaban teniendo ganas de llorar, él no se daba cuenta de lo complicado que era todo para mí en esos momentos en los que no me creía- sé que no vas a creerte mis palabras y que no vas a pensar que lo que te digo es la verdad, porque te niegas a verla –alcé mis ojos a los suyos casi a punto de que cayeran un par de lágrimas por estos, otra en mi situación ya se habría rendido pero yo no lo haría- pero ¿qué hay de lo que nos une? Sé que lo has sentido porque yo lo siento igual, eso es algo que no se puede fingir... –lancé un suspiro cerrando un momento los ojos- no tengo mucho tiempo Ubbe, no sé cuánto va a durar el hechizo antes de que yo también comience a quedarme atrapada en esta “realidad” –me mordí el labio y lo miré apartando con mi dedo la lágrima que caía por mi mejilla- pero te prometo que no me iré sin ti, no solo por mí, sino por tu familia que te espera y te necesita –si no volvía con él, ¿qué sentido tenía volver yo sola? Prefería quedarme atrapada en esa “realidad” a volver y no tenerlo nunca más. Mis manos aferraron su rostro y resté la distancia que separaban nuestros labios para besarlo con toda la calma que podía conseguir en esos momentos, me hice la dueña de su boca conquistándola y me separé no sin dejar un mordisco en su labio inferior- deberíamos de volver –nada me apetecía más que quedarme con él pero sabía que teníamos que irnos, yo me sentía un poco hundida aunque no quisiera demostrarlo, también estaba dolida por la situación pero tenía que seguir luchando y seguir adelante. De hecho se me había pasado por la cabeza pedirle a Synnove o a Niels que me dejaran irme con ellos esa noche, no sabía si iba a poder aguantar estar cerca de Ubbe y saber que, en la habitación contigua, él dormía junto a la que en esos momentos era su “novia”, abrazándola y besándola cuando en realidad quería que estuviera conmigo... aunque no lo viera dolía igualmente.
Se me hacía raro tenerlo justo delante de mí sentada sobre sus piernas y que tuviera que pensar en una forma de que volviera conmigo, después de lo que había pasado me iba a costar mucho contenerme con él y desde luego que no iba a dejar que su novia volviera a tocarlo aun cuando ella se creía con todo el derecho, pero estaba totalmente equivocada. Si dejaba de pensar en todo lo que me preocupaba nada me haría pensar que estaba en esa situación, ahora me miraba como siempre me había mirado, sus manos recorrían mi piel provocándome escalofríos y sus labios estaban tan cerca de los míos que podía sentir su cálido aliento humedeciéndolos, tentándome a cada segundo que pasaba. Era él, mi vikingo, el hombre del que me había enamorado y con el que me había casado... pero al mismo tiempo no lo era, una situación complicada y extraña. Intentaba pensar en una solución al problema que teníamos entre manos pero debía de reconocer que sintiendo sus manos recorrer mi cuerpo me era imposible, habían ascendido hasta mis nalgas acariciándolas y yo solo pude sonreír por esa sana obsesión que tenía. Ladeé ligeramente el rostro sonriendo mientras él me decía que le ponía más esa parte de mi cuerpo explicándome qué era lo que le gustaba de mí, reí cuando dejó caer en qué le hacían pensar mis labios sintiendo el mordisco que dejó en mi inferior, mis dedos se enredaron en su nuca acariciándola mientras no dejaba de mirar aquellos mares que me contemplaban algo turbios, sin querer separarnos del otro. Callé cuando me dijo que dejara de decirle que nos conocíamos y que estábamos juntos, la vida que habíamos creado, que él no era ese vikingo del que hablaba... pero se equivocaba por completo. Se creía que lo hacía para conquistarle pero ¿qué sentido tenía contarle una mentira, y una como esa? Solo haría que me tacharan de loca si no fuera cierto y sería jugármela demasiado. Mordí mi labio cuando dijo que la había fastidiado con su novia y no le quitaba razón, salvo que eso no importaba en absoluto. Contemplé cómo se ponía la camiseta cubriendo su torso, decía que sabía lo que estaba haciendo y que él cuando tenía una relación cumplía, pero que le gustaba y no se arrepentía... también que se lo había pasado bien conmigo y que había compartido con él más que con su novia en el tiempo que él creía que llevaban juntos.
-Tú también me gustas mucho –no era del todo mentira, aunque más bien quería gritarle que le quería- y tampoco me arrepiento de esto -¿cómo hacerlo si lo había anhelado desde que me lo encontré en la discoteca? Mis ojos se fijaron en las llaves que me había mostrado y reí entre dientes ante sus palabras- así que Niels sabía que iba a pasar esto –negué con diversión- pues pensará que has cumplido con sus expectativas –murmuré sobre sus labios antes de morder su inferior y luego besarlo, fueron sus palabras las que me hicieron mirarlo de forma fija, me preguntaba quién era y quería saber la verdad pero es que ya se la había dicho, no le mentí en ningún momento. No habían encontrado dato alguno sobre mí y quería saber quién era, me pedía que le contara la verdad y yo no podía decirle más de lo que le había dicho ya. Entreabrí mis labios dejando salir el aire, aire que acabó sobre sus labios por lo cerca que estábamos y volvió a pedirme que le dijera quién era porque necesitaba saberlo, ¿qué podía decirle? ¿No se daba cuenta de que todo lo que le había dicho era la verdad? No quería que mencionara nada paranormal, ni que era de otra época o de otro mundo así que ¿qué podía contarle? Lancé un suspiro y cerré los ojos un segundo antes de clavarlos en sus mares- te he dicho toda la verdad Ubbe, no te he mentido en ningún momento –negué lentamente con la cabeza- te lo dije, no van a dejar que vuelvas conmigo y por eso han borrado todo rastro mío, lo han suprimido como si no existiera para que nunca despertaras... para Randulf sería la venganza perfecta contra tu familia, en un sueño del que no puedes despertar, muerto en vida para siempre –hice una pausa y me mordí el labio- te he contado absolutamente todo, que soy egipcia, que nací en Guiza y luego junto a mis padres nos fuimos hasta París donde crecí, donde tengo mi trabajo en el museo. Me hice especialista en la cultura egipcia, en egiptología y arqueología, estudié la cultura nórdica y su idioma porque me gustaron y encontré similitudes entre ambas ya que son muy parecidas. Luego nos conocimos, necesitabas mi ayuda para encontrar un objeto importante y ahí comenzó todo... todo eso es verdad, no te he mentido. Te dije que no encontrarías nada sobre mí, no quieren que te haga ver la verdad y no me van a dejar que te la enseñe –hice una pausa y me mordí el labio, comenzaba a desesperarme y a ponerme nerviosa porque no sabía cómo explicarle, qué más hacer para que viera que no mentía y que le estaba diciendo la verdad- no tengo necesidad alguna de inventarme una historia y mucho menos una como esa si no fuera verdad, no lo necesito. Si de verdad no te conociera y la primera vez que nos cruzáramos fuera esa noche en la discoteca, aun sin saber nada de ti y sin conocerte, habría ido a por ti igualmente... no necesito de historias para conquistarte, tengo confianza ciega en mí misma y soy una mujer que siempre consigue lo que quiere. Sé que la historia es difícil de creer, si pensara conquistarte así ¿no crees que me habría inventado algo mejor que algo tan loco? –Hice una pausa intentando pensar con claridad- ¿crees que esto es fácil para mí? en absoluto, no lo es para nada. Estoy en un mundo extraño y diferente al mío del que no conozco absolutamente nada y en el que me encuentro perdida, pero incluso así te he encontrado, y cuando lo hago resulta que no me conoces para nada... pero tienes a toda tu familia, tienes a Niels, a Synnove, a Hakon, a Erlend y a Ada... y falto yo, ¿sabes cómo me hace sentir eso, o acaso lo mal que me puso verte con ella y ver cómo te besaba y te abrazaba, saber que estás con otra y que ni me recuerdas? –Apreté una de mis manos arrugando su camiseta presa la rabia y la frustración que tenía- Quieres saber la mujer con lo que lo has hecho, pues te diré que soy tú mujer, que nos casamos hace apenas un mes y tú ni siquiera lo recuerdas porque absolutamente todo sobre mí te lo han borrado –aparté mis ojos de los suyos sintiendo que estos se cristalizaban teniendo ganas de llorar, él no se daba cuenta de lo complicado que era todo para mí en esos momentos en los que no me creía- sé que no vas a creerte mis palabras y que no vas a pensar que lo que te digo es la verdad, porque te niegas a verla –alcé mis ojos a los suyos casi a punto de que cayeran un par de lágrimas por estos, otra en mi situación ya se habría rendido pero yo no lo haría- pero ¿qué hay de lo que nos une? Sé que lo has sentido porque yo lo siento igual, eso es algo que no se puede fingir... –lancé un suspiro cerrando un momento los ojos- no tengo mucho tiempo Ubbe, no sé cuánto va a durar el hechizo antes de que yo también comience a quedarme atrapada en esta “realidad” –me mordí el labio y lo miré apartando con mi dedo la lágrima que caía por mi mejilla- pero te prometo que no me iré sin ti, no solo por mí, sino por tu familia que te espera y te necesita –si no volvía con él, ¿qué sentido tenía volver yo sola? Prefería quedarme atrapada en esa “realidad” a volver y no tenerlo nunca más. Mis manos aferraron su rostro y resté la distancia que separaban nuestros labios para besarlo con toda la calma que podía conseguir en esos momentos, me hice la dueña de su boca conquistándola y me separé no sin dejar un mordisco en su labio inferior- deberíamos de volver –nada me apetecía más que quedarme con él pero sabía que teníamos que irnos, yo me sentía un poco hundida aunque no quisiera demostrarlo, también estaba dolida por la situación pero tenía que seguir luchando y seguir adelante. De hecho se me había pasado por la cabeza pedirle a Synnove o a Niels que me dejaran irme con ellos esa noche, no sabía si iba a poder aguantar estar cerca de Ubbe y saber que, en la habitación contigua, él dormía junto a la que en esos momentos era su “novia”, abrazándola y besándola cuando en realidad quería que estuviera conmigo... aunque no lo viera dolía igualmente.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Frustración, eso sentía al volver a escuchar la misma maldita historia una y otra vez, acababa de acostarme con una mujer que o estaba loca o por contra me ocultaba un secreto profundo.
No podía ser que no hubieran registros de su existencia, parecía que la tierra la había escupido y puesto ante mis ojos, pero conocía mucha información de mi, demasiada y yo no dejaba de darle vueltas a todo intentando encajar las piezas de un puzzle demasiado complicado.
Me pidió que volviéramos con los demás, asentí con un sabor agridulce, ella me gustaba, mucho, y solo quería que me dijera la maldita verdad. Yo habia sido trasparente, le había confesado que tenia mas en común con ella que con mi novia de un año, le estaba diciendo que me gustaba, pero ella se anclaba a esa historia inverosímil.
Entramos dentro, mi primo no tardó en engancharse a mi cuello riéndose, preguntándome que había pasado mientras yo le devolvía las llaves dándole a entender que si habíamos mantenido relaciones sexuales.
Bebimos un poco mas, yo mucho mas, porque estaba ofuscado, joder ¿tanto le costaba decirme la puta verdad?
Borracho como iba no quise coger la moto, así que Hakon nos pidió un taxi y se llevó él mi moto con intención de devolvérmela al día siguiente.
Tambaleándome entre en el portal, no quería hablarle, estaba cabreado porque no era sincera conmigo y yo necesitaba la verdad.
Fue Nai la que cogió las llaves y las consiguió meter en la cerradura, el suelo se tambaleaba bajo mis pies, peor yo seguía con el ceño fruncido en todo momento.
Cuando entramos escuché los pasos de mi novia, sonreía al verme en ese estado y se colgó de mi cuello besándome hambrienta.
-Te lo has pasado bien -susurró contra mi boca -anda vamos a la cama, estas así muy guapo -dijo tirando de mi.
Mis azules turbios por el alcohol les perdieron en los desiertos de la egipcia.
Mi novia le dijo que podía ir a la habitación de invitados, que le había dejado allí un pijama y se despidió dándole las buenas noches.
Mi novia cerró la habitación de un portazo, se esforzó por hacer el ruido suficiente para que la egipcia supiera lo que estaba pasando allí dentro.
Aunque llevaba tal borrachera que solo quería dormir...
No podía ser que no hubieran registros de su existencia, parecía que la tierra la había escupido y puesto ante mis ojos, pero conocía mucha información de mi, demasiada y yo no dejaba de darle vueltas a todo intentando encajar las piezas de un puzzle demasiado complicado.
Me pidió que volviéramos con los demás, asentí con un sabor agridulce, ella me gustaba, mucho, y solo quería que me dijera la maldita verdad. Yo habia sido trasparente, le había confesado que tenia mas en común con ella que con mi novia de un año, le estaba diciendo que me gustaba, pero ella se anclaba a esa historia inverosímil.
Entramos dentro, mi primo no tardó en engancharse a mi cuello riéndose, preguntándome que había pasado mientras yo le devolvía las llaves dándole a entender que si habíamos mantenido relaciones sexuales.
Bebimos un poco mas, yo mucho mas, porque estaba ofuscado, joder ¿tanto le costaba decirme la puta verdad?
Borracho como iba no quise coger la moto, así que Hakon nos pidió un taxi y se llevó él mi moto con intención de devolvérmela al día siguiente.
Tambaleándome entre en el portal, no quería hablarle, estaba cabreado porque no era sincera conmigo y yo necesitaba la verdad.
Fue Nai la que cogió las llaves y las consiguió meter en la cerradura, el suelo se tambaleaba bajo mis pies, peor yo seguía con el ceño fruncido en todo momento.
Cuando entramos escuché los pasos de mi novia, sonreía al verme en ese estado y se colgó de mi cuello besándome hambrienta.
-Te lo has pasado bien -susurró contra mi boca -anda vamos a la cama, estas así muy guapo -dijo tirando de mi.
Mis azules turbios por el alcohol les perdieron en los desiertos de la egipcia.
Mi novia le dijo que podía ir a la habitación de invitados, que le había dejado allí un pijama y se despidió dándole las buenas noches.
Mi novia cerró la habitación de un portazo, se esforzó por hacer el ruido suficiente para que la egipcia supiera lo que estaba pasando allí dentro.
Aunque llevaba tal borrachera que solo quería dormir...
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
No me hacía falta conocerlo demasiado para saber que, tras mis palabras, seguía sin creerme pensando que me lo estaba inventando todo y que lo único que quería era conquistarlo de esa forma, seguir con la historia que había empezado pero ¿por qué razón debería de hacerlo cuando no me hacía falta? Y de querer conquistarlo con alguna historia inventad, aunque yo no era así para nada, no me inventaría una de una vida pasada donde él era un vikingo porque no tenía sentido alguno. Él no me creía y sus ojos me lo decían con tan sólo mirarle, pero es que ya no sabía qué más hacer para que me creyera y viera la verdad en mis palabras, era complicado y el tiempo cada vez se agotaba más rápido sin saber cuándo sería el momento en que comenzaría a perder la consciencia y me quedaría atrapada en esa realidad junto a él, tenía que buscar la manera de que despertara pero me quedaba sin ideas, ni así había conseguido que se acordara de mí y cada vez veía todo más negro... pero eso no significaba que no luchara por traerlo de vuelta, siempre me había considerado una mujer que luchaba por lo que quería y no iba a ser menos en esos momentos, siempre superaba las adversidades y aunque aquella era una adversidad bastante grande no me achantaba, lograría que el vikingo despertara y volviera conmigo a casa porque no había otra opción y yo no quería otra cosa diferente a esa, así que al final lo lograría aunque en esos momentos no supiera cómo hacerlo. Tras pedirle que volviéramos con todos, aunque yo quería quedarme allí, las cosas cambiaron de forma notable entre los dos ya que prácticamente no me dijo nada por el camino y se mantuvo callado hasta que llegamos al local, era como si intentara mantener las distancias conmigo y ni siquiera hubo un roce entre ambos en el tiempo que estuvimos allí. Yo no me veía con muchos ánimos así que puse mi mejor cara como si no pasara nada, como si no estuviera hecha una mierda por dentro y hablaba con sus hermanos quienes me contaban cosas de sus vidas y de ese trabajo de militares que tenían. Ubbe sí que bebió más a lo largo de la noche y para cuando decidimos volver a casa no estaba en condiciones de coger la moto y no quiso cogerla, así que Hakon se prestó para llevársela con la intención de devolvérsela al día siguiente y nos pidió un taxi para que nos llevara a casa, en el camino de vuelta tampoco es que me dirigiera la palabra y sabía que no era solamente por estar borracho, sino porque se notaba que estaba cabreado conmigo por lo que seguro pensaba que no le decía la verdad.
Él había sido claro y conciso a la hora de decirme las cosas, había reconocido que le gustaba y que teníamos más cosas en común nosotros dos que él y su novia con el tiempo que llevaban juntos, reconocía que no se había arrepentido de lo que había pasado en el coche y que se sentía bien cuando estaba conmigo, a cambio había esperado una sinceridad por mi parte pero aunque la tuvo no me creyó ni un momento y se pensó que le estaba mintiendo, cosa que no era cierta porque le había contado la verdad igual que lo había hecho él, pero seguía sin creerme y en parte es que no podía culparlo cuando mi historia sonaba tan extraña para esos tiempos. Miré por el cristal y lancé un suspiro cerrando los ojos unos segundos, lo tenía a mi lado y después de lo que había pasado en el coche de su primo me costaba contenerme, quería tocarlo, quería abrazarlo y recostarlo contra mi cuerpo haciéndole ver que no pasaba nada pero esa distancia que había interpuesto conmigo me dolía. Llegamos al edificio donde vivía y el silencio siguió como protagonista indiscutible entre ambos, ni siquiera me miraba, actuaba como si no estuviera aunque sabía que iba tras él en todo momento. Tuve que ayudarlo en cierto momento porque parecía que iba a caerse pero se apartó de mí y de mi cuerpo como si este quemara, me dolía lo que estaba haciendo pero no dije nada tampoco porque no quería empeorar mucho más la situación, parado frente a la puerta de su casa intentó meter la llave pero entre que no era capaz de sostenerse demasiado en pie y que no atinaba finalmente le quité las llaves de sus manos y fui yo la que abrí la puerta ya que él no podía, entró el primero y yo cerré la puerta a mi espalda escuchando enseguida la voz de su “novia” que lo llamaba, a unos pasos contemplé como ella se acercaba a él, rodeaba su cuello con sus brazos y lo besaba de una forma necesitada sin cortarse un pelo porque estuviera yo delante, de hecho sabía que lo estaba haciendo a posta. Le hablaba bajito aunque no lo suficiente como para que yo no pudiera oírla y finalmente tomó su mano tirando de él, ella me miró con una sonrisa ladeada para decirme que me había dejado un pijama dándome las buenas noches para tirar del vikingo, mis ojos fueron hasta los suyos que me miraban turbios por el alcohol que llevaba en su cuerpo, no supe si fue capaz de darse cuenta del dolor que había en estos y tras un portazo se perdieron de vista.
-Maldita sea –murmuré cuando me quedé sola en el salón, parada en la entrada de este, tras ver cómo se habían ido los dos hasta su habitación y con la extraña sensación de que ahí no acabaría la cosa. Me dirigí hasta la habitación de invitados donde encima de la cama tenía un pijama que me puse para tumbarme en la cama, y pronto mis sospechas se confirmaron cuando comencé a escuchar jadeos que provenían de la otra habitación. La podía escuchar con total claridad, sus palabras, sus jadeos, sus gemidos, el ruido que hacían en la cama y que era más que evidente que relataba lo que estaba pasando en aquella habitación... y supe que lo estaba haciendo a posta, como si quisiera marcar territorio. Cerré los ojos e intenté evadirme pero me era imposible, escucharlos y saber lo que estaba pasando en aquella habitación me dolía y me mataba por dentro, lo que quería hacer era entrar en esa habitación y apartarla de él, alejarla de su cuerpo y hacerle ver que yo era la única que podía tocarlo, besarlo, tenerlo.... sin embargo no podía por más que quisiera, por más que la idea me tentara horrores. No aguanté más cuando escuché cómo ella le pedía que la tomara así que sin pensarlo demasiado me levanté de la cama y salí de la habitación dirigiéndome al salón para alejarme lo más que podía, acabé en el balcón apoyada en la barandilla con la leve brisa nocturna despejándome porque calmarme era imposible, no los oiría pero sabía de sobra qué estaban haciendo y me quemaba, me hacía daño y me rompía un poco aunque era consciente de que todo era mentira, todo era un sueño y nada era de verdad pero aun así... dolía demasiado. Como único compañero en esos momentos fue el cachorro que tenían, acabé sentada en el suelo con la espalda apoyada en la pared acariciando su pelaje subido sobre mis piernas mientras las lágrimas caían de mis ojos mojando mi rostro incapaz de contenerlas, así estuve casi una hora hasta que decidí entrar, la casa estaba en silencio y yo me tumbé en la cama dispuesta a dormir algo aunque no lo conseguí demasiado, no podía dejar de darle vueltas a todo. La mañana siguiente la cosa no fue mejor cuando me levanté, apenas había dormido y no me encontraba bien por todo en general, me había venido encima y no veía cómo salir de esa situación. Cuando salí para dirigirme a la cocina oí ruidos en ella encontrándome, apoyada en la bancada, a su novia que se tomaba un café leyendo el periódico. Sus ojos subieron a los míos observándome y analizándome mejor ahora que estábamos solas como si fuera una amenaza para ella- buenos días –dije porque la educación ante todo, ella me respondió igualmente y me dijo que había café por si quería un poco, me acerqué para preparármelo cuando ella terminó el suyo y se fue hacia la puerta para salir pero se paró en esta como si hubiera olvidado algo y se giró para mirarme.
-Puedes quedarte aquí si quieres, pero no despiertes a Ubbe porque todavía sigue durmiendo, ayer lo dejé bastante cansado y agotado –su sonrisa se extendió porque lo estaba haciendo totalmente aposta marcando terreno- hasta luego –dijo despidiéndose para salir por la puerta y dejarme allí en la cocina.
-Maldita zorra –fue lo que dije sin poder contenerlo, podría haberme dicho que seguía durmiendo pero había tenido que matizar el por qué como si anoche no los hubiera oído para nada. Me acabé el café y sentí que necesitaba salir y tomar el aire, dar una vuelta y despejarme para poder pensar con claridad porque no quería quedarme encerrada entre esas paredes acordándome de lo que había escuchado la pasada noche, miré a su cachorro y al ver una correa decidí dar una vuelta con él para despejarme y pensar. Me cambié de ropa y tras ponerle la correa al cachorro salimos a la calle donde el sol calentaba un poco aunque hacía un poco de frío, típico de esas tierras. Comenzamos a andar alejándonos cada vez más y más de aquel edificio aunque me había apuntado la dirección por si no sabía volver, apenas conocía algo de aquel lugar así que era mejor así. Me alejé más y más adentrándome en el centro de la ciudad donde había gente andando por las calles mientras yo pensaba en una forma de que todo aquello pasara, en encontrar la solución que me faltaba... quería volver a casa y no sabía cuánto más iba a poder soportar aquella situación, metida en mis pensamientos como estaba el cachorro se me escapó al tirar con fuerza y perdí la correa, lo llamé para que parara pero seguía corriendo hasta que se metió por un callejón y yo fui tras él para poder cogerlo- ¿dónde estás bonito? –Pregunté adentrándome en aquel callejón buscándolo, mientras lo hacía tuve la sensación de que estaba siendo observada aunque allí no había nadie más que yo y tuve un mal presentimiento, seguí andando para buscarlo cuando un pitido agudo sonó en mi cabeza y me tambaleé un poco, tuve que apoyarme en la pared para no caerme mientras cogía mi cabeza entre mis manos, mareándome como si fuera a caer al suelo, duró unos segundos pero lo suficiente como para sentirme mareada, fue una sensación extraña y por un momento pensé que el tiempo se me estaba agotando, ¿y si era el primer síntoma de que iba a perderme yo también? Un ladrido me sacó de mis pensamientos y me dirigí hacia el lugar encontrándome al cachorro que al verme vino hacia donde estaba, por el rabillo del ojo vi que algo se movía y el cachorro comenzó a ladrar y a gruñir mostrando los dientes en la misma dirección, me giré para ver que algo se movía entre las sombras y fue entonces que vi unos ojos rojos brillantes que me miraban- ¿pero qué...? –Me agaché para coger al cachorro y comencé a correr hacia la salida, pero aquella figura negra de ojos rojos brillantes y dientes afilados me cortó el paso, un gruñido hizo que retrocediera y me giré para empezar a correr alejándome de aquella cosa, ¿qué narices era eso y por qué estaba en aquel lugar? Lo sentía acercándose como si fuera capaz de moverse entre las sombras y de la nada su brazo emergió de una de las paredes, sus garras intentaron atraparme pero ladeé mi cuerpo para que no lo hiciera aunque sus garras arañaron mi brazo haciéndome sangre, seguí corriendo hasta que de nuevo volvió a emerger y esta vez logró tirarme al suelo, aun con el dolor del brazo que sangraba y el dolor de la caída que seguro me habría hecho alguna magulladura me levanté para seguir corriendo hasta llegar a un callejón sin salida- ¡No! –Dije golpeando la pared con mi puño sosteniendo al cachorro con mi otro brazo hasta que escuché aquel gruñido de nuevo, para cuando me giré aquel ser estaba a unos metros observándome y mostrándome sus dientes afilados, no supe por qué pero me dio la sensación de que aquello podía ser mi fin.
Él había sido claro y conciso a la hora de decirme las cosas, había reconocido que le gustaba y que teníamos más cosas en común nosotros dos que él y su novia con el tiempo que llevaban juntos, reconocía que no se había arrepentido de lo que había pasado en el coche y que se sentía bien cuando estaba conmigo, a cambio había esperado una sinceridad por mi parte pero aunque la tuvo no me creyó ni un momento y se pensó que le estaba mintiendo, cosa que no era cierta porque le había contado la verdad igual que lo había hecho él, pero seguía sin creerme y en parte es que no podía culparlo cuando mi historia sonaba tan extraña para esos tiempos. Miré por el cristal y lancé un suspiro cerrando los ojos unos segundos, lo tenía a mi lado y después de lo que había pasado en el coche de su primo me costaba contenerme, quería tocarlo, quería abrazarlo y recostarlo contra mi cuerpo haciéndole ver que no pasaba nada pero esa distancia que había interpuesto conmigo me dolía. Llegamos al edificio donde vivía y el silencio siguió como protagonista indiscutible entre ambos, ni siquiera me miraba, actuaba como si no estuviera aunque sabía que iba tras él en todo momento. Tuve que ayudarlo en cierto momento porque parecía que iba a caerse pero se apartó de mí y de mi cuerpo como si este quemara, me dolía lo que estaba haciendo pero no dije nada tampoco porque no quería empeorar mucho más la situación, parado frente a la puerta de su casa intentó meter la llave pero entre que no era capaz de sostenerse demasiado en pie y que no atinaba finalmente le quité las llaves de sus manos y fui yo la que abrí la puerta ya que él no podía, entró el primero y yo cerré la puerta a mi espalda escuchando enseguida la voz de su “novia” que lo llamaba, a unos pasos contemplé como ella se acercaba a él, rodeaba su cuello con sus brazos y lo besaba de una forma necesitada sin cortarse un pelo porque estuviera yo delante, de hecho sabía que lo estaba haciendo a posta. Le hablaba bajito aunque no lo suficiente como para que yo no pudiera oírla y finalmente tomó su mano tirando de él, ella me miró con una sonrisa ladeada para decirme que me había dejado un pijama dándome las buenas noches para tirar del vikingo, mis ojos fueron hasta los suyos que me miraban turbios por el alcohol que llevaba en su cuerpo, no supe si fue capaz de darse cuenta del dolor que había en estos y tras un portazo se perdieron de vista.
-Maldita sea –murmuré cuando me quedé sola en el salón, parada en la entrada de este, tras ver cómo se habían ido los dos hasta su habitación y con la extraña sensación de que ahí no acabaría la cosa. Me dirigí hasta la habitación de invitados donde encima de la cama tenía un pijama que me puse para tumbarme en la cama, y pronto mis sospechas se confirmaron cuando comencé a escuchar jadeos que provenían de la otra habitación. La podía escuchar con total claridad, sus palabras, sus jadeos, sus gemidos, el ruido que hacían en la cama y que era más que evidente que relataba lo que estaba pasando en aquella habitación... y supe que lo estaba haciendo a posta, como si quisiera marcar territorio. Cerré los ojos e intenté evadirme pero me era imposible, escucharlos y saber lo que estaba pasando en aquella habitación me dolía y me mataba por dentro, lo que quería hacer era entrar en esa habitación y apartarla de él, alejarla de su cuerpo y hacerle ver que yo era la única que podía tocarlo, besarlo, tenerlo.... sin embargo no podía por más que quisiera, por más que la idea me tentara horrores. No aguanté más cuando escuché cómo ella le pedía que la tomara así que sin pensarlo demasiado me levanté de la cama y salí de la habitación dirigiéndome al salón para alejarme lo más que podía, acabé en el balcón apoyada en la barandilla con la leve brisa nocturna despejándome porque calmarme era imposible, no los oiría pero sabía de sobra qué estaban haciendo y me quemaba, me hacía daño y me rompía un poco aunque era consciente de que todo era mentira, todo era un sueño y nada era de verdad pero aun así... dolía demasiado. Como único compañero en esos momentos fue el cachorro que tenían, acabé sentada en el suelo con la espalda apoyada en la pared acariciando su pelaje subido sobre mis piernas mientras las lágrimas caían de mis ojos mojando mi rostro incapaz de contenerlas, así estuve casi una hora hasta que decidí entrar, la casa estaba en silencio y yo me tumbé en la cama dispuesta a dormir algo aunque no lo conseguí demasiado, no podía dejar de darle vueltas a todo. La mañana siguiente la cosa no fue mejor cuando me levanté, apenas había dormido y no me encontraba bien por todo en general, me había venido encima y no veía cómo salir de esa situación. Cuando salí para dirigirme a la cocina oí ruidos en ella encontrándome, apoyada en la bancada, a su novia que se tomaba un café leyendo el periódico. Sus ojos subieron a los míos observándome y analizándome mejor ahora que estábamos solas como si fuera una amenaza para ella- buenos días –dije porque la educación ante todo, ella me respondió igualmente y me dijo que había café por si quería un poco, me acerqué para preparármelo cuando ella terminó el suyo y se fue hacia la puerta para salir pero se paró en esta como si hubiera olvidado algo y se giró para mirarme.
-Puedes quedarte aquí si quieres, pero no despiertes a Ubbe porque todavía sigue durmiendo, ayer lo dejé bastante cansado y agotado –su sonrisa se extendió porque lo estaba haciendo totalmente aposta marcando terreno- hasta luego –dijo despidiéndose para salir por la puerta y dejarme allí en la cocina.
-Maldita zorra –fue lo que dije sin poder contenerlo, podría haberme dicho que seguía durmiendo pero había tenido que matizar el por qué como si anoche no los hubiera oído para nada. Me acabé el café y sentí que necesitaba salir y tomar el aire, dar una vuelta y despejarme para poder pensar con claridad porque no quería quedarme encerrada entre esas paredes acordándome de lo que había escuchado la pasada noche, miré a su cachorro y al ver una correa decidí dar una vuelta con él para despejarme y pensar. Me cambié de ropa y tras ponerle la correa al cachorro salimos a la calle donde el sol calentaba un poco aunque hacía un poco de frío, típico de esas tierras. Comenzamos a andar alejándonos cada vez más y más de aquel edificio aunque me había apuntado la dirección por si no sabía volver, apenas conocía algo de aquel lugar así que era mejor así. Me alejé más y más adentrándome en el centro de la ciudad donde había gente andando por las calles mientras yo pensaba en una forma de que todo aquello pasara, en encontrar la solución que me faltaba... quería volver a casa y no sabía cuánto más iba a poder soportar aquella situación, metida en mis pensamientos como estaba el cachorro se me escapó al tirar con fuerza y perdí la correa, lo llamé para que parara pero seguía corriendo hasta que se metió por un callejón y yo fui tras él para poder cogerlo- ¿dónde estás bonito? –Pregunté adentrándome en aquel callejón buscándolo, mientras lo hacía tuve la sensación de que estaba siendo observada aunque allí no había nadie más que yo y tuve un mal presentimiento, seguí andando para buscarlo cuando un pitido agudo sonó en mi cabeza y me tambaleé un poco, tuve que apoyarme en la pared para no caerme mientras cogía mi cabeza entre mis manos, mareándome como si fuera a caer al suelo, duró unos segundos pero lo suficiente como para sentirme mareada, fue una sensación extraña y por un momento pensé que el tiempo se me estaba agotando, ¿y si era el primer síntoma de que iba a perderme yo también? Un ladrido me sacó de mis pensamientos y me dirigí hacia el lugar encontrándome al cachorro que al verme vino hacia donde estaba, por el rabillo del ojo vi que algo se movía y el cachorro comenzó a ladrar y a gruñir mostrando los dientes en la misma dirección, me giré para ver que algo se movía entre las sombras y fue entonces que vi unos ojos rojos brillantes que me miraban- ¿pero qué...? –Me agaché para coger al cachorro y comencé a correr hacia la salida, pero aquella figura negra de ojos rojos brillantes y dientes afilados me cortó el paso, un gruñido hizo que retrocediera y me giré para empezar a correr alejándome de aquella cosa, ¿qué narices era eso y por qué estaba en aquel lugar? Lo sentía acercándose como si fuera capaz de moverse entre las sombras y de la nada su brazo emergió de una de las paredes, sus garras intentaron atraparme pero ladeé mi cuerpo para que no lo hiciera aunque sus garras arañaron mi brazo haciéndome sangre, seguí corriendo hasta que de nuevo volvió a emerger y esta vez logró tirarme al suelo, aun con el dolor del brazo que sangraba y el dolor de la caída que seguro me habría hecho alguna magulladura me levanté para seguir corriendo hasta llegar a un callejón sin salida- ¡No! –Dije golpeando la pared con mi puño sosteniendo al cachorro con mi otro brazo hasta que escuché aquel gruñido de nuevo, para cuando me giré aquel ser estaba a unos metros observándome y mostrándome sus dientes afilados, no supe por qué pero me dio la sensación de que aquello podía ser mi fin.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Cerré los ojos cuando los rayos del sol entraron por le ventanal, debía ser media mañana por su intensidad, llevé mis dedos a la sien, la resaca era tan épica como la borrachera de la noche anterior.
Había partes de la noche que tenia en negro, sobre todo la parte de casa, pero recordaba perfectamente lo que pasó en el coche y el detonante que me llevó a esta situación, la egipcia y su don para aferrarse a una mentira.
Me puse en pie, me calcé los pantalones, botas, una camiseta de un grupo musical del momento y una sudadera.
Salí de la habitación rumbo a la cocina a tomarme un café bien cargado, un ibuprofeno un buen vaso de agua.
De camino miré el mocil ,petado de whatsapp de mi primo Niels, alguno de Hakon y de Synnobe.
Una vez allí esperaba reencontrarme ocn la egipcia, peor aparte de su taza de café junto a la de mi novia no había rastro de ella lo que me llevó a enarcar una ceja.
Teniendo en cuenta que decía no conocer nada de aquí ¿donde cojones había ido?
Desconfiaba de ella, ¿y si había ido a dar información relevante a algún grupo de terrorismo organizado? Esa idea llevaba dándome vueltas desde que pro la noche se aferró a su estúpida historia.
¿Y si era una espía y su única intención era descubrir los planes del gobierno? La acogería apiadándome de ella, de su desvalido estado ¿ y si todo era una falacia?
Cuando vi que ni el cachorro, ni la correa estaba, no lo dudé, tomé las llaves y me bajé corriendo la calle, tenia que perseguirla, quizás averiguara algo sobre quien era verdaderamente esa muejr de hipnóticos ojos y movimientos felinos.
Esa que parecía saberlo todo de mi, me debía tener bien estudiado, todo lo que hacia me complementaba, demasiada perfección, era como si la hubieran creado a mi medida y de normal cuando algo demasiado bueno pasa, desconfía.
Tras un par de calles la ví, su rostro reflejaba el miedo mas absoluto, el perro en sus brazos, sus desiertos fijos en la oscuridad del callejón, corrí hacia allí ¿que demonios pasaba?
Saqué la 9 milímetros de la parte trasera de mi pantalón, apuntando hacia esa oscuridad.
-¡Nai!¡Detrás de mi! -grité cubriéndola de todo peligro.
Fijé mis ojos en las sombras, nada, no había nada y si lo hubo se haba esfumado no dejando rastro alguno.
-No hay nada egipcia! -aseguré introduciéndome en el callejón para asegurarme -¡quédate ahí! -le pedí mientras me adentraba apuntando.
-¡Salga con las manos en alto! -dije a voz de grito
Busqué entre esas estrechas paredes respuestas que no llegaban, solo silencios y algún gato maltrecho en busca de alimento.
La ira me hizo salir de nuevo, no sabia si todo era un engaño, la verdad de la locura o un truco para acabar haciéndome daño, peor me estaba volviendo loco.
-¡Joder Nai! -rugí metiendo la pipa en la cinturilla de mi pantalón pasando mis dedos por mi pelo despeinado.
Había partes de la noche que tenia en negro, sobre todo la parte de casa, pero recordaba perfectamente lo que pasó en el coche y el detonante que me llevó a esta situación, la egipcia y su don para aferrarse a una mentira.
Me puse en pie, me calcé los pantalones, botas, una camiseta de un grupo musical del momento y una sudadera.
Salí de la habitación rumbo a la cocina a tomarme un café bien cargado, un ibuprofeno un buen vaso de agua.
De camino miré el mocil ,petado de whatsapp de mi primo Niels, alguno de Hakon y de Synnobe.
Una vez allí esperaba reencontrarme ocn la egipcia, peor aparte de su taza de café junto a la de mi novia no había rastro de ella lo que me llevó a enarcar una ceja.
Teniendo en cuenta que decía no conocer nada de aquí ¿donde cojones había ido?
Desconfiaba de ella, ¿y si había ido a dar información relevante a algún grupo de terrorismo organizado? Esa idea llevaba dándome vueltas desde que pro la noche se aferró a su estúpida historia.
¿Y si era una espía y su única intención era descubrir los planes del gobierno? La acogería apiadándome de ella, de su desvalido estado ¿ y si todo era una falacia?
Cuando vi que ni el cachorro, ni la correa estaba, no lo dudé, tomé las llaves y me bajé corriendo la calle, tenia que perseguirla, quizás averiguara algo sobre quien era verdaderamente esa muejr de hipnóticos ojos y movimientos felinos.
Esa que parecía saberlo todo de mi, me debía tener bien estudiado, todo lo que hacia me complementaba, demasiada perfección, era como si la hubieran creado a mi medida y de normal cuando algo demasiado bueno pasa, desconfía.
Tras un par de calles la ví, su rostro reflejaba el miedo mas absoluto, el perro en sus brazos, sus desiertos fijos en la oscuridad del callejón, corrí hacia allí ¿que demonios pasaba?
Saqué la 9 milímetros de la parte trasera de mi pantalón, apuntando hacia esa oscuridad.
-¡Nai!¡Detrás de mi! -grité cubriéndola de todo peligro.
Fijé mis ojos en las sombras, nada, no había nada y si lo hubo se haba esfumado no dejando rastro alguno.
-No hay nada egipcia! -aseguré introduciéndome en el callejón para asegurarme -¡quédate ahí! -le pedí mientras me adentraba apuntando.
-¡Salga con las manos en alto! -dije a voz de grito
Busqué entre esas estrechas paredes respuestas que no llegaban, solo silencios y algún gato maltrecho en busca de alimento.
La ira me hizo salir de nuevo, no sabia si todo era un engaño, la verdad de la locura o un truco para acabar haciéndome daño, peor me estaba volviendo loco.
-¡Joder Nai! -rugí metiendo la pipa en la cinturilla de mi pantalón pasando mis dedos por mi pelo despeinado.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Creía que dar una vuelta para despejarme sería lo mejor porque quedarme encerrada entre cuatro paredes no era para nada lo adecuado, sobre todo cuando en mi cabeza como si yo misma quisiera atormentarme recordaba lo que había pasado por la noche, lo bien que habíamos estado y lo mal que habíamos terminado cuando me dijo que le contara la verdad, pero es que esa era la maldita verdad y él no quería creerme, no quería creer que lo que le decía era cierto porque era algo demasiado imposible de creer, inverosímil. Me frustraba mucho no saber qué podía hacer para que me creyera así que lo mejor sería dar una vuelta por la ciudad con el cachorro, hacía buen día y el sol calentaba mientras andaba por la calle, parecía que el cachorro era feliz de salir a dar una vuelta y no estar encerrado y a mí me ayudaba a despejarme, las palabras de aquella maldita zorra resonaban de vez en cuando en mi cabeza cuando me hizo saber con exactitud lo que pasó en su habitación como si no los hubiera oído, no tenía necesidad alguna de decirme el por qué estaba cansado pero quería marcar territorio, como si me viera como una amenaza y en realidad hacía bien aunque no me importaba en lo más mínimo que me viera así, ella no existía, nada de allí existía y pronto estaría de vuelta en casa con mi marido y esto tan solo sería una pesadilla como estaba resultando ser, una pesadilla camuflado en un sueño. Lo que no esperé es que el cachorro se me escapara y corriera hacia unos callejones mientras yo lo seguía porque no quería que se perdiera ni perderlo, así que me adentré en esos callejones para recuperarlo cuando sentí por primera vez desde que estaba allí ese pitido y ese zumbido que me hizo marearme, tenerme que apoyarme contra la pared del lugar llevando mis manos tapándome los oídos por el fuerte ruido, sentía como si fuera a perder la consciencia y por un momento sentí miedo, sentí miedo de lo que me dijo el hechicero y que me quedara atrapada en aquel sueño sin poder salir... tenía que luchar porque eso no pasara, tenía que encontrar la maldita forma de acabar con todo aquello aunque reconocía que no sabía muy bien cómo hacerlo, pero siempre me había caracterizado por luchar y seguir adelante así que esa vez no iba a ser menos, iba a luchar por romper aquella maldición y que despertáramos de una vez para volver a casa y estar juntos, era todo cuanto quería.
Encontré al cachorro pero no fue lo único que encontré en ese callejón, había algo que se movía en las sombras y me sentía observada como si fuera acechada en todo momento, no veía nada pero un escalofrío recorrió mi columna y me hizo mirar a todos lados con el cachorro ladrando en una dirección en concreto, una en la que no había absolutamente nada, o al menos eso es lo que parecía porque al poco de estar mirando vi una forma que salía de la pared, como si fuera una parte más de la misma sombra, ojos rojos brillantes y dientes afilados que brillaban en la oscuridad, ni siquiera lo pensé cogí al cachorro entre mis brazos e intenté salir de allí pero me cortó el paso, haciendo que retrocediera y volviera a los callejones, me di la vuelta y seguí corriendo mientras notaba que se movía entre paredes, intentó atraparme un par de veces y en una de las veces logró arañarme con sus zarpas en el brazo, sentí la sangre caliente que resbalaba por mi brazo por las heridas que me hizo pero no me paré y seguí adelante, en uno de esos momentos consiguió hacer que cayera al suelo y tropezara, me hice daño en las rodillas y en parte de mis brazos pero igualmente me levanté cogiendo al cachorro y seguí corriendo pero de alguna forma supe que no me dejaría escapar, y sobre todo lo sentí cuando vi que no tenía escapatoria y que posiblemente aquel fuera mi final, el ser me miraba con sus ojos fijos en los míos y me pregunté cómo es que aquello podía estar en un sitio como ese, aunque quizás pudiera ser que viniera a por mí para que no lograra mi objetivo, el hechicero me advirtió sobre esos peligros y que no dejarían que lograrla sacarlo, así que seguramente aquello había aparecido para matarme porque si moría en el sueño moriría también en la realidad y él se quedaría atrapado para siempre, creyendo una vida que no era cierta. Fue entonces que escuché una voz llamándome en un grito, una voz que conocía a la perfección y que reconocería en cualquier parte del mundo, giré mi rostro para ver cómo el vikingo se acercaba, me gritó que me quedara tras de él y para cuando volví a mirar al frente aquel ser había desaparecido, no dejando rastro de su presencia, como si no hubiera estado frente a mí a unos pasos hacía apenas un segundo, el tiempo que había tardado en girar mi rostro para verlo a él y al segundo siguiente ya no estaba. En aquel callejón no había nada salvo nosotros, como si hubiera desaparecido por arte de magia, pero yo podía sentir su presencia por el lugar como si no lo hubiera abandonado del todo. Cuando me dijo que no había nada y que me quedara allí, porque pensaba ir a averiguar qué era lo que ocurría, negué con la cabeza porque no quería que fuera.
-No vayas, ¡es peligroso! –Pero no me hizo el menor caso y se adentró llevando algo en sus manos, que no supe qué era, mientras inspeccionaba el lugar. Pero se estaba equivocando porque él estaba buscando un “quién” cuando debería de estar buscando un “qué”, aún seguía sosteniendo al cachorro mientras él inspeccionaba el lugar pero supe que no iba a encontrar nada, de hecho al cabo de unos minutos volvió a salir sin encontrar nada en aquel callejón, su mirada se centró en la mía y me maldijo guardando aquello que llevaba en sus manos, me fijé en su atuendo siendo uno muy diferente al que estaba acostumbrada, llevó sus manos a su pelo peinándolo y supe que estaba enfadado, enfadado y nervioso al mismo tiempo en un gesto que reconocía perfectamente. No me creía, seguía sin creerme aun cuando no sabía qué había pasado en ese callejón y sin que yo le explicara y le dijera nada- sí había algo en ese callejón, no estoy loca y no me lo estoy inventando –dije dejando al cachorro en el suelo, aún tenía los arañazos en el brazo así que se lo mostré para que viera que no estaba mintiendo- lo que fuera eso me hizo esto, iba a matarme –dije porque estaba convencida de ello- ¿crees que esto me lo puede hacer tú perro o un gato? Son mucho más grandes para que me los hagan ellos.... no estoy mintiendo –volví a repetir ante su mirada que no me creía en absoluto, me picaba la herida pero ahora eso no me importaba en lo más mínimo, me importaba más que se pensara que estaba loca y que desvariaba- ¿qué haces aquí, me estabas siguiendo? ¿Acaso no te lo ha prohibido tú novia? –Comenté con tono mordaz casi sin poder evitarlo, estaba cansada de que me tomara por loca, cansada de verlo con otra y no saber qué más hacer en aquella situación. Me mordí el labio arrepintiéndome al segundo de lo que había dicho, pero las palabras habían salido solas y no fui capaz de contenerlas dentro de mi boca, salieron y para cuando quise darme cuenta ya era demasiado tarde, giré mi rostro hacia un lado sin querer verlo porque me había ido de su casa precisamente por eso, necesitaba pensar con claridad y teniéndolo cera era imposible. Estaba furiosa, rabiosa y los celos me corroían destrozándome por dentro porque aunque fuera un sueño, lo que pasó en el coche había sido tan real, se sentía tan real como si no estuviéramos en un sueño, su tacto, sus besos, su cuerpo contra el mío, el placer.... y de solo pensar que eso lo había tenido también esa zorra rabiaba- cree lo que quieras, diga lo que diga vas a pensar que sigo mintiendo –dije mirándolo unos segundos para luego llamar a su cachorro, era hora de salir de ese callejón que me daba mala espina y además tenía que curarme la herida del brazo, fue él quien comenzó a salir primero de aquel callejón con ese ambiente raro entre ambos, como si las cosas estuvieran tensas, y yo lo seguí aun cuando me seguía sintiendo observando. De hecho es que justo antes de salir del callejón sentí como algo me tiraba al suelo de nuevo, cayendo de bruces contra este, fui a levantarme cuando noté que algo me atrapaba por uno de mis tobillos, algo frío que me heló la piel, ni siquiera me dio tiempo a levantarme sino tan solo a mirar hacia atrás cuando lo vi de nuevo, en la pared del callejón como si emergiera de las mismas profundidades del averno, me levanté pero volvió a tirarme al suelo cayendo de culo- Ubbe –lo llamé intentando soltarme mientras el cachorro de nuevo ladraba y gruñía mostrando sus pequeños y afilados dientes, intenté soltarme pero aquello comenzó a tirar de mí hacia el interior del callejón mientras yo intentaba agarrarme a algo o soltarme- ¡Ubbe! –Volví a gritar viendo como cada vez tiraba más de mí, los ojos rojos fijos en mi persona y esos dientes afilados que parecían presagiar que me destrozaría con ellos- ¡Ayúdame Ubbe! –Grité presa del miedo y del pánico viendo como cada vez más me arrastraba hacia el interior tirando de mí, acercándome más a él preparado y listo para matarme.
Encontré al cachorro pero no fue lo único que encontré en ese callejón, había algo que se movía en las sombras y me sentía observada como si fuera acechada en todo momento, no veía nada pero un escalofrío recorrió mi columna y me hizo mirar a todos lados con el cachorro ladrando en una dirección en concreto, una en la que no había absolutamente nada, o al menos eso es lo que parecía porque al poco de estar mirando vi una forma que salía de la pared, como si fuera una parte más de la misma sombra, ojos rojos brillantes y dientes afilados que brillaban en la oscuridad, ni siquiera lo pensé cogí al cachorro entre mis brazos e intenté salir de allí pero me cortó el paso, haciendo que retrocediera y volviera a los callejones, me di la vuelta y seguí corriendo mientras notaba que se movía entre paredes, intentó atraparme un par de veces y en una de las veces logró arañarme con sus zarpas en el brazo, sentí la sangre caliente que resbalaba por mi brazo por las heridas que me hizo pero no me paré y seguí adelante, en uno de esos momentos consiguió hacer que cayera al suelo y tropezara, me hice daño en las rodillas y en parte de mis brazos pero igualmente me levanté cogiendo al cachorro y seguí corriendo pero de alguna forma supe que no me dejaría escapar, y sobre todo lo sentí cuando vi que no tenía escapatoria y que posiblemente aquel fuera mi final, el ser me miraba con sus ojos fijos en los míos y me pregunté cómo es que aquello podía estar en un sitio como ese, aunque quizás pudiera ser que viniera a por mí para que no lograra mi objetivo, el hechicero me advirtió sobre esos peligros y que no dejarían que lograrla sacarlo, así que seguramente aquello había aparecido para matarme porque si moría en el sueño moriría también en la realidad y él se quedaría atrapado para siempre, creyendo una vida que no era cierta. Fue entonces que escuché una voz llamándome en un grito, una voz que conocía a la perfección y que reconocería en cualquier parte del mundo, giré mi rostro para ver cómo el vikingo se acercaba, me gritó que me quedara tras de él y para cuando volví a mirar al frente aquel ser había desaparecido, no dejando rastro de su presencia, como si no hubiera estado frente a mí a unos pasos hacía apenas un segundo, el tiempo que había tardado en girar mi rostro para verlo a él y al segundo siguiente ya no estaba. En aquel callejón no había nada salvo nosotros, como si hubiera desaparecido por arte de magia, pero yo podía sentir su presencia por el lugar como si no lo hubiera abandonado del todo. Cuando me dijo que no había nada y que me quedara allí, porque pensaba ir a averiguar qué era lo que ocurría, negué con la cabeza porque no quería que fuera.
-No vayas, ¡es peligroso! –Pero no me hizo el menor caso y se adentró llevando algo en sus manos, que no supe qué era, mientras inspeccionaba el lugar. Pero se estaba equivocando porque él estaba buscando un “quién” cuando debería de estar buscando un “qué”, aún seguía sosteniendo al cachorro mientras él inspeccionaba el lugar pero supe que no iba a encontrar nada, de hecho al cabo de unos minutos volvió a salir sin encontrar nada en aquel callejón, su mirada se centró en la mía y me maldijo guardando aquello que llevaba en sus manos, me fijé en su atuendo siendo uno muy diferente al que estaba acostumbrada, llevó sus manos a su pelo peinándolo y supe que estaba enfadado, enfadado y nervioso al mismo tiempo en un gesto que reconocía perfectamente. No me creía, seguía sin creerme aun cuando no sabía qué había pasado en ese callejón y sin que yo le explicara y le dijera nada- sí había algo en ese callejón, no estoy loca y no me lo estoy inventando –dije dejando al cachorro en el suelo, aún tenía los arañazos en el brazo así que se lo mostré para que viera que no estaba mintiendo- lo que fuera eso me hizo esto, iba a matarme –dije porque estaba convencida de ello- ¿crees que esto me lo puede hacer tú perro o un gato? Son mucho más grandes para que me los hagan ellos.... no estoy mintiendo –volví a repetir ante su mirada que no me creía en absoluto, me picaba la herida pero ahora eso no me importaba en lo más mínimo, me importaba más que se pensara que estaba loca y que desvariaba- ¿qué haces aquí, me estabas siguiendo? ¿Acaso no te lo ha prohibido tú novia? –Comenté con tono mordaz casi sin poder evitarlo, estaba cansada de que me tomara por loca, cansada de verlo con otra y no saber qué más hacer en aquella situación. Me mordí el labio arrepintiéndome al segundo de lo que había dicho, pero las palabras habían salido solas y no fui capaz de contenerlas dentro de mi boca, salieron y para cuando quise darme cuenta ya era demasiado tarde, giré mi rostro hacia un lado sin querer verlo porque me había ido de su casa precisamente por eso, necesitaba pensar con claridad y teniéndolo cera era imposible. Estaba furiosa, rabiosa y los celos me corroían destrozándome por dentro porque aunque fuera un sueño, lo que pasó en el coche había sido tan real, se sentía tan real como si no estuviéramos en un sueño, su tacto, sus besos, su cuerpo contra el mío, el placer.... y de solo pensar que eso lo había tenido también esa zorra rabiaba- cree lo que quieras, diga lo que diga vas a pensar que sigo mintiendo –dije mirándolo unos segundos para luego llamar a su cachorro, era hora de salir de ese callejón que me daba mala espina y además tenía que curarme la herida del brazo, fue él quien comenzó a salir primero de aquel callejón con ese ambiente raro entre ambos, como si las cosas estuvieran tensas, y yo lo seguí aun cuando me seguía sintiendo observando. De hecho es que justo antes de salir del callejón sentí como algo me tiraba al suelo de nuevo, cayendo de bruces contra este, fui a levantarme cuando noté que algo me atrapaba por uno de mis tobillos, algo frío que me heló la piel, ni siquiera me dio tiempo a levantarme sino tan solo a mirar hacia atrás cuando lo vi de nuevo, en la pared del callejón como si emergiera de las mismas profundidades del averno, me levanté pero volvió a tirarme al suelo cayendo de culo- Ubbe –lo llamé intentando soltarme mientras el cachorro de nuevo ladraba y gruñía mostrando sus pequeños y afilados dientes, intenté soltarme pero aquello comenzó a tirar de mí hacia el interior del callejón mientras yo intentaba agarrarme a algo o soltarme- ¡Ubbe! –Volví a gritar viendo como cada vez tiraba más de mí, los ojos rojos fijos en mi persona y esos dientes afilados que parecían presagiar que me destrozaría con ellos- ¡Ayúdame Ubbe! –Grité presa del miedo y del pánico viendo como cada vez más me arrastraba hacia el interior tirando de mí, acercándome más a él preparado y listo para matarme.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Me recriminó que borracho me hubiera acostado con mi novia, mis aceros se hundieron un instante en sus desiertos, entre los dos se había abierto un abismo llamado desconfianza, no creía una sola de sus palabras porque se empeñaba en contar la historia mas inverosímil jamas contada.
Negué con la cabeza, abanderaba la ira y resoplé para que se diera cuenta, ademas en ese maldito callejón no había nada, todo era como una película de las malas, esa mujer o estaba loca o era mas lista de lo que yo imaginaba y estaba llevándome a un punto que le interesaba.
Bajé mi mirada hasta su brazo, esas heridas tenían mala pinta ¿que o como se las había hecho?
Me quité el cinturón usándolo como torniquete, la sudadera como vendaje, la preocupación se reflejo en mis mares mientras ella se perdía entre palabras inconclusas, frases mal dichas y de nuevo la divagación de un enorme monstruo
-Voy a llevarte al hospital -le dije para que lo comprendiera antes de emprender camino hacia el exterior del callejón.
Fue entonces cuando la escuché gritar mi nombre, me giré dispuesto a decirle que ya estaba bien de mentiras, pero en ese instante una sombra negra de ojos oscuros, tan vacíos como el mismo infierno y afilados colmillos emergía del espesor de la oscuridad arrastrándola consigo.
No dudé, saque de nuevo la 9 milímetros y a bocajarro descargué el cargador sobre el ente arrebatándola de sus afiladas zarpas a la egipcia.
-¡Sal de aquí! -rugí a Nai para que se pusiera a salvo mientras buscaba mas balas en el bolsillo.
Suplicó, tiro de mi para que saliera del callejón, cedí finalmente porque su estado de nervios era tal que pensé de no hacerlo se desplomaría allí mismo, ademas estaba herida y lo primero era su seguridad aunque nada ansiaba mas que dar caza a eso que la había atacado.
Saqué el móvil llamando a la central, me identifique y pedí refuerzos y una ambulancia en el cruce de la calle en el que nos encontrábamos.
-Tranquila egipcia, estas conmigo, estas segura te lo juro -susurré besando su frente mientras la arropaba entre mis brazos – no permitiré que eso te atrape, cuidaré de ti -susurré meciendo el pelo de su oído con mi aliento.
No tardaron en llegar los refuerzos, ni al ambulancia ¿y si no toda su historia era falsa? ¿que demonios la perseguía?
-Pongámonos en que te creo ¿Que demonios era eso? -pregunté sin soltarla, su cuerpo temblaba como una hoja y así, envuelta entre mis brazos la llevé hasta la ambulancia.
-Van a darte sutura y a desinfectar tu herida, pero insisten en que hemos de pasar por el hospital ¿de acuerdo? No me separaré de ti, te lo prometo.
Aferrando su mano mientras los enfermeros hacían lo que debían hablé con el inspector, un piso protegido era la mejor opción hasta que supiéramos que la perseguía y quien cojones era. Yo me encargaría de custodiarla.
Negué con la cabeza, abanderaba la ira y resoplé para que se diera cuenta, ademas en ese maldito callejón no había nada, todo era como una película de las malas, esa mujer o estaba loca o era mas lista de lo que yo imaginaba y estaba llevándome a un punto que le interesaba.
Bajé mi mirada hasta su brazo, esas heridas tenían mala pinta ¿que o como se las había hecho?
Me quité el cinturón usándolo como torniquete, la sudadera como vendaje, la preocupación se reflejo en mis mares mientras ella se perdía entre palabras inconclusas, frases mal dichas y de nuevo la divagación de un enorme monstruo
-Voy a llevarte al hospital -le dije para que lo comprendiera antes de emprender camino hacia el exterior del callejón.
Fue entonces cuando la escuché gritar mi nombre, me giré dispuesto a decirle que ya estaba bien de mentiras, pero en ese instante una sombra negra de ojos oscuros, tan vacíos como el mismo infierno y afilados colmillos emergía del espesor de la oscuridad arrastrándola consigo.
No dudé, saque de nuevo la 9 milímetros y a bocajarro descargué el cargador sobre el ente arrebatándola de sus afiladas zarpas a la egipcia.
-¡Sal de aquí! -rugí a Nai para que se pusiera a salvo mientras buscaba mas balas en el bolsillo.
Suplicó, tiro de mi para que saliera del callejón, cedí finalmente porque su estado de nervios era tal que pensé de no hacerlo se desplomaría allí mismo, ademas estaba herida y lo primero era su seguridad aunque nada ansiaba mas que dar caza a eso que la había atacado.
Saqué el móvil llamando a la central, me identifique y pedí refuerzos y una ambulancia en el cruce de la calle en el que nos encontrábamos.
-Tranquila egipcia, estas conmigo, estas segura te lo juro -susurré besando su frente mientras la arropaba entre mis brazos – no permitiré que eso te atrape, cuidaré de ti -susurré meciendo el pelo de su oído con mi aliento.
No tardaron en llegar los refuerzos, ni al ambulancia ¿y si no toda su historia era falsa? ¿que demonios la perseguía?
-Pongámonos en que te creo ¿Que demonios era eso? -pregunté sin soltarla, su cuerpo temblaba como una hoja y así, envuelta entre mis brazos la llevé hasta la ambulancia.
-Van a darte sutura y a desinfectar tu herida, pero insisten en que hemos de pasar por el hospital ¿de acuerdo? No me separaré de ti, te lo prometo.
Aferrando su mano mientras los enfermeros hacían lo que debían hablé con el inspector, un piso protegido era la mejor opción hasta que supiéramos que la perseguía y quien cojones era. Yo me encargaría de custodiarla.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Seguía sin darme buena espina quedarnos y estar en aquel callejón, él podría no haber visto lo que me había estado persiguiendo porque había desaparecido en cuanto él llegó, como si no quisiera que se diera cuenta de su presencia o que no lo viera aunque no entendía muy bien con qué fin, pero esa cosa no era de ese mundo y no parecía serlo, más bien tenía toda la pinta de ser algo mágico y quizás tuviera que ver con la maldición que le habían lanzado a Ubbe. ¿Y si por algún motivo, eso quería matarme para que no lo despertara? Solo había esa posibilidad, sino, ¿por qué aparecer justo cuando estaba sola para atacarme? Yo era la única que podía despertarlo y aquello no dejaba de ser algo lanzado con magia, aquel ser era producto de la maldición como si esta en sí misma quisiera que nada lo sacara de ese sueño en el que lo tenía sumido, como si fuera capaz de notar que había algo que no cuadraba del todo y que ponía en riesgo la “veracidad” de aquel mundo. Sí, era algo extraño pero no encontraba mayor explicación que esa y era imposible que fuera de otra forma diferente porque en el tiempo que llevaba allí no había visto nada raro ni nada mágico, de hecho, es que no pensara siquiera que existieran los vampiros y demás y eso sumaba una preocupación más porque ¿cómo iba a explicarle lo que había visto? Sabía que no iba a creerme igual que no me había estado creyendo el resto de las demás cosas que le había dicho, una más que sumar a su lista seguramente. No sólo eso, con el cabreo que llevaba encima y la frustración que me recorría fui incapaz de mantenerme callada y solté en parte la rabia que llevaba dentro con el tema de su novia, no lo soportaba y no lo aguantaba, para mí era superior a mis fuerzas y me era imposible quedarme callada. Odiaba que ella existiera, odiaba que estuviera con él y se me hacía insoportable verlos juntos, abrazándose, tocándose, besándose... sabiendo que todo lo que sentía cuando estaba con él de alguna forma era real aunque al mismo tiempo no lo fuera, no lo culpaba en absoluto porque era producto de la maldición pero para mí era una auténtica pesadilla. Resopló tras mis palabras y sus ojos bajaron a la herida que tenía en mi brazo, la misma que ese ser me había hecho y que sangraba frente a sus ojos... no me contestó directamente pero sí se quitó el cinturón para ayudarme y aunque quise en un principio apartarme no lo hice, estaba cabreada, hundida y desesperada pero siempre anhelaba un toque suyo por más que fuera un mero roce.
El cinturón sirvió para cortar la sangre, se quitó la sudadera y presionó en mi herida a lo que siseé levemente porque escocía aunque no dije nada y tampoco aparté mi brazo mientras él lo sujetaba, mis ojos se centraron en sus mares hasta que subió de nuevo la mirada para centrarlos en mis desiertos y me aseguró que iríamos al hospital, asentí con la cabeza porque ¿qué más podía hacer o decirle en esos momentos? Me sentía cansada y agobiada por intentar que me creyera y pensara que estaba loca, que no me diera la oportunidad de demostrarle que todo era cierto aunque sabía lo difícil que eso sonaba que me creyera, pero solo pedía una oportunidad, ¿era tanto pedir después de demostrarle que lo que teníamos iba más allá de una simple atracción? ¿Qué él había sentido lo mismo que yo esa noche? Me mordí el labio para salir del callejón con el cachorro que iba detrás de su dueño cuando sentí de nuevo que me observaban, no tardé demasiado en caer de bruces al suelo y comenzar a ser arrastrada por aquel ser que de nuevo salía de la oscuridad con la intención de llevarme con él, matarme con sus afilados dientes mientras tiraba de mi pie y me arrastraba por el suelo en su dirección como si quisiera comerme, devorarme, matarme... llevarme al abismo oscuro del que había salido con sus ojos brillando y sus afilados dientes como muestra de lo que me esperaba. Intenté agarrarme a todo lo que podía pero me fue imposible, no fue hasta que grité llamando al vikingo desesperado porque me ayudara que no vio con sus propios ojos lo que estaba pasando, que no le había mentido en lo que había visto en el callejón. Se acercó corriendo sacando de nuevo la pistola que llevaba antes en las manos y comenzó a disparar, el ruido resonó en el callejón produciendo un eco que retumbaba en el lugar, pero al menos sentí cómo mi pie era liberado del agarre de aquel ser y me dejaba libre, me levanté también con heridas en el lugar donde me había apresado como si estas quemaran cuando el vikingo me pidió que saliera de allí, quedándose, dispuesto a enfrentarse a lo mismo que me había querido atraer para matarme.
-¡No, no lo hagas por favor! –Dije mientras aferraba su brazo con fuerza en lo que él no parecía demasiado dispuesto a hacerme caso, ¿estaba loco? Vale sí, conocía ese gen y esa vena suicida que se gastaba pero ¿contra aquel demonio? No iba a poder vencer y el hecho de que pudiera salir herido por mi culpa me mortificaba demasiado, teníamos que salir de allí y no iba a hacerlo si el vikingo no se venía conmigo y nada, absolutamente nada, iba a hacerme cambiar de idea- no te pienso dejar aquí solo, ¡es demasiado peligroso! –Tiraba de su camiseta intentando que entrara en razón, quedarnos sería fatal para los dos y no podía permitir que eso pasara. Me preocupaba demasiado por ese hombre y perderlo no entraba en mis planes, ni que se hiriera por mi culpa... mi nerviosismo crecía y avanzaba conforme veía que no se movía y que se quedaba ahí quieto plantado mientras yo, sin cesar, tiraba de la camiseta y de su brazo para que entrara en razón- ¡no pienso irme sin ti, maldita sea! –Tozuda y cabezota como yo solo era me anclé a su cintura rodeándola con mis brazos para tirar de él mientras le rogaba y le suplicaba, cada vez más nerviosa y asustada que nos fuéramos de allí- por favor Ubbe –acabé rogándole de forma desesperada centrando mis desiertos en sus azules y por fin conseguí que se moviera, salimos de aquel callejón y sacó algo de su bolsillo para escucharlo pedir refuerzos y una ambulancia, para cuando estábamos fuera mi cuerpo temblaba por completo con el miedo y el susto todavía presa de mi cuerpo. Por Ra, había faltado tan poco para que aquella cosa me atrapara y me cogiera... si no hubiera estado el vikingo cerca me habría engullido por completo sin dudarlo. De pronto sentí que sus brazos envolvían mi cuerpo y me pegaban a su pecho, descansé mi cabeza y cerré los ojos dejándome envolver por su esencia, por esa calma que siempre me transmitía, por la seguridad que desprendía ese hombre y que conseguía apaciguar y calmar todos mis males. Mis manos rodearon su espalda y aferré su camisa entre mis dedos en aquel brazo dejándome arropar por su cuerpo, sintiendo su calor, ¿cómo podía calmarme con apenas tan poco? No lo sabía pero Ubbe siempre lo lograba, como el bálsamo que necesitaba cuando peor me encontraba, el que me daba fuerzas y me ayudaba a seguir adelante. Me hacía mucha falta, lo echaba muchísimo de menos y lo amaba demasiado como para no luchar por él, como para darme por vencida... yo jamás me daba por vencida sin luchar hasta el final y por él daría todo lo que tuviera sin importar nada a cambio, ya no concebía mi vida sin él y quizás después de lo que había pasado comenzara a creerme aunque fuera un poco, aunque solo fuera un rayo de luz en mitad de toda la oscuridad pero al menos era un paso hacia delante, avanzábamos. Me pedía que me tranquilizara, que estaba con él, que estaba segura entre sus brazos... sonreí al sentir que dejaba un beso en mi frente, me prometía que no dejaría que el demonio me atrapara y que cuidaría de mí sintiendo su aliento mover levemente me pelo al hablarme al oído. Me aferré con más fuerza a su cuerpo sin soltarlo y sin querer que me soltara mientras permanecíamos así en lo que llegaban a los que había llamado, solo alcé mi rostro para mirar sus mares cuando me dijo que me “creía”, preguntándome que era aquello a lo que me mordí el labio, no era fácil de explicar y no lo haría delante de todos aquellos. Mi cuerpo aún seguía temblando, aunque menos, entre sus brazos y me acompañó hasta la ambulancia sin soltarme y sin dejar de rodearme, me avisó de que iban a curar y desinfectar mis heridas pero que tendríamos que pasarnos por el hospital, negué con la cabeza cuando me dijo que no se separaría de mí y me pegué más a su cuerpo- no quiero ir al hospital, no quiero que te separes de mí –me sinceré aunque esa última frase podía tener muchos significados. Al final acabé sentada en la ambulancia sin soltar su mano aferrándome a él con fuerza, temiendo perderle, mientras me curaban la herida del brazo y la limpiaban para darle sutura. El joven que me atendía bromeó un par de veces para hacerme pasar mejor aquello, ya que dolía y escocía, y me sacó una leve sonrisa cuando me dijo que debía de ver los arañazos que le hacían sus gatos, me puso un poco de pomada que estaba algo fría, y una gasa y una venda cubriendo las heridas que me había hecho. Tuvieron que revisar también la herida que tenía en el tobillo por el que aquella cosa me había agarrado, eran quemaduras muy leves y me vendaron también el tobillo poniéndome una pomada quedando lista, hablaban sobre algo que debía de tomarme y de lo que no me estaba enterando demasiado bien mientras escuchaba de fondo la conversación que Ubbe mantenía, hablaban sobre un piso protegido y que él personalmente se encargaría de custodiarme. Me negué en rotundo ir al hospital, no podía perder más el tiempo en ir a un hospital y aunque Ubbe intentó convencer no lo consiguió tampoco, quería irme de ahí y alejarme de ese callejón pero en el fondo sabía que por mucho que me alejara aquello volvería a perseguirme de nuevo, dándome caza hasta que me matara pues ese era su cometido. Nos llevaron en coche hasta su piso y al llegar según me dijeron tenía que tomarme unas pastillas, así que me dio un vaso de agua y la pastilla blanca que me tenía que tragar y que ayudaría a las heridas del brazo, no rechisté y sentada en el sofá hice lo que me dijo con el cachorro subido en mis piernas, solo cuando dejé el vaso sobre la mesa que tenía enfrente fue que decidí responder a la pregunta que me había hecho pero que, a haber tanta gente, no le había respondido- ¿vas a escucharme de verdad? ¿Vas a dejar de pensar en que estoy loca y en que todo lo que te digo es mentira? –Lo miré a los ojos de forma fija- ¿vas a ponerte en el otro lado y, al menos, considerarás lo que digo sin tacharlo como locura? –Pregunté esperando su respuesta, solo si era afirmativa le respondería... pero después de lo que él mismo había visto en el callejón al menos me debía eso- ven, siéntate aquí conmigo –palmeé el sitio a mi lado en el sofá y me giré quedando de cara a él mientras acariciaba al cachorro que se dejaba hacer tranquilo sobre mi regazo- si me preguntas qué era eso te diré que, exactamente, no lo sé... pero creo que es algo así como un demonio, un ente oscuro –lo miré y alcé mi dedo índice para que me dejara continuar- creo que debería de empezar diciendo que, de dónde venimos, existe la magia... hay hechiceros de magia blanca que son buenos y hechiceros de magia negra que tienden a ser malos. Ese demonio o como quieras llamarlo es provocado por la magia negra, en sí todo esto es a causa de un hechizo que te lanzaron sumiéndote en un sueño para que olvidaras tu verdadera vida, cogieron a tu familia y tu forma de vida y lo adaptaron para que te lo creyeras... pero todo esto es mentira. Te lo dije, no dejarán que te despierte y que te lleve de vuelta conmigo Ubbe, a Randulf le interesa más mantenerte en un sueño eterno que te deje muerto en vida cobrándose venganza contra tu familia... esa cosa quiere matarme y no parará hasta conseguirlo porque yo soy la única que puede traerte de vuelta, hacer que despiertes –hice una pausa- mira, sé que es de locos pero tú mismo lo has visto, ha aparecido de la nada a través de la oscuridad y venía a por mí, tú mismo revisaste el callejón unos segundos antes y no había nada –tomé sus manos entre las mías- te prometo que no te miento, nunca lo he hecho... no quiero estar mal contigo, ni pelearme, ni estar así –me mordí el labio mirándolo- creo que es producto de la misma maldición, algo ha cambiado y es como si supiera que yo soy la causante... no parará hasta matarme, no quieren que despiertes y yo he venido justo a eso –subí una de mis manos a su rostro para acariciarlo- me duele estar así contigo, esta distancia me quema por dentro cuando yo solo quiero estar contigo Ubbe –mi pulgar acarició sus labios y mis ojos bajaron observando el recorrido que hacía la yema de mi dedo sintiéndolos cálido bajo esta, mordí mis labios ante las ganas que le tenía para luego subir mis ojos a los suyos y darme cuenta de que había acortado las distancias acercando mi rostro al suyo- siento lo que te dije en el callejón, yo... solo pagué contigo toda mi frustración, mi rabia y mi malestar –lancé un suspiro y pegué mi frente a la suya- gracias por salvarme Ubbe, eres algo así como mi caballero de brillante armadura –sonreí enredando mis dedos en el pelo de su nuca, incapaz de separarme de él.
El cinturón sirvió para cortar la sangre, se quitó la sudadera y presionó en mi herida a lo que siseé levemente porque escocía aunque no dije nada y tampoco aparté mi brazo mientras él lo sujetaba, mis ojos se centraron en sus mares hasta que subió de nuevo la mirada para centrarlos en mis desiertos y me aseguró que iríamos al hospital, asentí con la cabeza porque ¿qué más podía hacer o decirle en esos momentos? Me sentía cansada y agobiada por intentar que me creyera y pensara que estaba loca, que no me diera la oportunidad de demostrarle que todo era cierto aunque sabía lo difícil que eso sonaba que me creyera, pero solo pedía una oportunidad, ¿era tanto pedir después de demostrarle que lo que teníamos iba más allá de una simple atracción? ¿Qué él había sentido lo mismo que yo esa noche? Me mordí el labio para salir del callejón con el cachorro que iba detrás de su dueño cuando sentí de nuevo que me observaban, no tardé demasiado en caer de bruces al suelo y comenzar a ser arrastrada por aquel ser que de nuevo salía de la oscuridad con la intención de llevarme con él, matarme con sus afilados dientes mientras tiraba de mi pie y me arrastraba por el suelo en su dirección como si quisiera comerme, devorarme, matarme... llevarme al abismo oscuro del que había salido con sus ojos brillando y sus afilados dientes como muestra de lo que me esperaba. Intenté agarrarme a todo lo que podía pero me fue imposible, no fue hasta que grité llamando al vikingo desesperado porque me ayudara que no vio con sus propios ojos lo que estaba pasando, que no le había mentido en lo que había visto en el callejón. Se acercó corriendo sacando de nuevo la pistola que llevaba antes en las manos y comenzó a disparar, el ruido resonó en el callejón produciendo un eco que retumbaba en el lugar, pero al menos sentí cómo mi pie era liberado del agarre de aquel ser y me dejaba libre, me levanté también con heridas en el lugar donde me había apresado como si estas quemaran cuando el vikingo me pidió que saliera de allí, quedándose, dispuesto a enfrentarse a lo mismo que me había querido atraer para matarme.
-¡No, no lo hagas por favor! –Dije mientras aferraba su brazo con fuerza en lo que él no parecía demasiado dispuesto a hacerme caso, ¿estaba loco? Vale sí, conocía ese gen y esa vena suicida que se gastaba pero ¿contra aquel demonio? No iba a poder vencer y el hecho de que pudiera salir herido por mi culpa me mortificaba demasiado, teníamos que salir de allí y no iba a hacerlo si el vikingo no se venía conmigo y nada, absolutamente nada, iba a hacerme cambiar de idea- no te pienso dejar aquí solo, ¡es demasiado peligroso! –Tiraba de su camiseta intentando que entrara en razón, quedarnos sería fatal para los dos y no podía permitir que eso pasara. Me preocupaba demasiado por ese hombre y perderlo no entraba en mis planes, ni que se hiriera por mi culpa... mi nerviosismo crecía y avanzaba conforme veía que no se movía y que se quedaba ahí quieto plantado mientras yo, sin cesar, tiraba de la camiseta y de su brazo para que entrara en razón- ¡no pienso irme sin ti, maldita sea! –Tozuda y cabezota como yo solo era me anclé a su cintura rodeándola con mis brazos para tirar de él mientras le rogaba y le suplicaba, cada vez más nerviosa y asustada que nos fuéramos de allí- por favor Ubbe –acabé rogándole de forma desesperada centrando mis desiertos en sus azules y por fin conseguí que se moviera, salimos de aquel callejón y sacó algo de su bolsillo para escucharlo pedir refuerzos y una ambulancia, para cuando estábamos fuera mi cuerpo temblaba por completo con el miedo y el susto todavía presa de mi cuerpo. Por Ra, había faltado tan poco para que aquella cosa me atrapara y me cogiera... si no hubiera estado el vikingo cerca me habría engullido por completo sin dudarlo. De pronto sentí que sus brazos envolvían mi cuerpo y me pegaban a su pecho, descansé mi cabeza y cerré los ojos dejándome envolver por su esencia, por esa calma que siempre me transmitía, por la seguridad que desprendía ese hombre y que conseguía apaciguar y calmar todos mis males. Mis manos rodearon su espalda y aferré su camisa entre mis dedos en aquel brazo dejándome arropar por su cuerpo, sintiendo su calor, ¿cómo podía calmarme con apenas tan poco? No lo sabía pero Ubbe siempre lo lograba, como el bálsamo que necesitaba cuando peor me encontraba, el que me daba fuerzas y me ayudaba a seguir adelante. Me hacía mucha falta, lo echaba muchísimo de menos y lo amaba demasiado como para no luchar por él, como para darme por vencida... yo jamás me daba por vencida sin luchar hasta el final y por él daría todo lo que tuviera sin importar nada a cambio, ya no concebía mi vida sin él y quizás después de lo que había pasado comenzara a creerme aunque fuera un poco, aunque solo fuera un rayo de luz en mitad de toda la oscuridad pero al menos era un paso hacia delante, avanzábamos. Me pedía que me tranquilizara, que estaba con él, que estaba segura entre sus brazos... sonreí al sentir que dejaba un beso en mi frente, me prometía que no dejaría que el demonio me atrapara y que cuidaría de mí sintiendo su aliento mover levemente me pelo al hablarme al oído. Me aferré con más fuerza a su cuerpo sin soltarlo y sin querer que me soltara mientras permanecíamos así en lo que llegaban a los que había llamado, solo alcé mi rostro para mirar sus mares cuando me dijo que me “creía”, preguntándome que era aquello a lo que me mordí el labio, no era fácil de explicar y no lo haría delante de todos aquellos. Mi cuerpo aún seguía temblando, aunque menos, entre sus brazos y me acompañó hasta la ambulancia sin soltarme y sin dejar de rodearme, me avisó de que iban a curar y desinfectar mis heridas pero que tendríamos que pasarnos por el hospital, negué con la cabeza cuando me dijo que no se separaría de mí y me pegué más a su cuerpo- no quiero ir al hospital, no quiero que te separes de mí –me sinceré aunque esa última frase podía tener muchos significados. Al final acabé sentada en la ambulancia sin soltar su mano aferrándome a él con fuerza, temiendo perderle, mientras me curaban la herida del brazo y la limpiaban para darle sutura. El joven que me atendía bromeó un par de veces para hacerme pasar mejor aquello, ya que dolía y escocía, y me sacó una leve sonrisa cuando me dijo que debía de ver los arañazos que le hacían sus gatos, me puso un poco de pomada que estaba algo fría, y una gasa y una venda cubriendo las heridas que me había hecho. Tuvieron que revisar también la herida que tenía en el tobillo por el que aquella cosa me había agarrado, eran quemaduras muy leves y me vendaron también el tobillo poniéndome una pomada quedando lista, hablaban sobre algo que debía de tomarme y de lo que no me estaba enterando demasiado bien mientras escuchaba de fondo la conversación que Ubbe mantenía, hablaban sobre un piso protegido y que él personalmente se encargaría de custodiarme. Me negué en rotundo ir al hospital, no podía perder más el tiempo en ir a un hospital y aunque Ubbe intentó convencer no lo consiguió tampoco, quería irme de ahí y alejarme de ese callejón pero en el fondo sabía que por mucho que me alejara aquello volvería a perseguirme de nuevo, dándome caza hasta que me matara pues ese era su cometido. Nos llevaron en coche hasta su piso y al llegar según me dijeron tenía que tomarme unas pastillas, así que me dio un vaso de agua y la pastilla blanca que me tenía que tragar y que ayudaría a las heridas del brazo, no rechisté y sentada en el sofá hice lo que me dijo con el cachorro subido en mis piernas, solo cuando dejé el vaso sobre la mesa que tenía enfrente fue que decidí responder a la pregunta que me había hecho pero que, a haber tanta gente, no le había respondido- ¿vas a escucharme de verdad? ¿Vas a dejar de pensar en que estoy loca y en que todo lo que te digo es mentira? –Lo miré a los ojos de forma fija- ¿vas a ponerte en el otro lado y, al menos, considerarás lo que digo sin tacharlo como locura? –Pregunté esperando su respuesta, solo si era afirmativa le respondería... pero después de lo que él mismo había visto en el callejón al menos me debía eso- ven, siéntate aquí conmigo –palmeé el sitio a mi lado en el sofá y me giré quedando de cara a él mientras acariciaba al cachorro que se dejaba hacer tranquilo sobre mi regazo- si me preguntas qué era eso te diré que, exactamente, no lo sé... pero creo que es algo así como un demonio, un ente oscuro –lo miré y alcé mi dedo índice para que me dejara continuar- creo que debería de empezar diciendo que, de dónde venimos, existe la magia... hay hechiceros de magia blanca que son buenos y hechiceros de magia negra que tienden a ser malos. Ese demonio o como quieras llamarlo es provocado por la magia negra, en sí todo esto es a causa de un hechizo que te lanzaron sumiéndote en un sueño para que olvidaras tu verdadera vida, cogieron a tu familia y tu forma de vida y lo adaptaron para que te lo creyeras... pero todo esto es mentira. Te lo dije, no dejarán que te despierte y que te lleve de vuelta conmigo Ubbe, a Randulf le interesa más mantenerte en un sueño eterno que te deje muerto en vida cobrándose venganza contra tu familia... esa cosa quiere matarme y no parará hasta conseguirlo porque yo soy la única que puede traerte de vuelta, hacer que despiertes –hice una pausa- mira, sé que es de locos pero tú mismo lo has visto, ha aparecido de la nada a través de la oscuridad y venía a por mí, tú mismo revisaste el callejón unos segundos antes y no había nada –tomé sus manos entre las mías- te prometo que no te miento, nunca lo he hecho... no quiero estar mal contigo, ni pelearme, ni estar así –me mordí el labio mirándolo- creo que es producto de la misma maldición, algo ha cambiado y es como si supiera que yo soy la causante... no parará hasta matarme, no quieren que despiertes y yo he venido justo a eso –subí una de mis manos a su rostro para acariciarlo- me duele estar así contigo, esta distancia me quema por dentro cuando yo solo quiero estar contigo Ubbe –mi pulgar acarició sus labios y mis ojos bajaron observando el recorrido que hacía la yema de mi dedo sintiéndolos cálido bajo esta, mordí mis labios ante las ganas que le tenía para luego subir mis ojos a los suyos y darme cuenta de que había acortado las distancias acercando mi rostro al suyo- siento lo que te dije en el callejón, yo... solo pagué contigo toda mi frustración, mi rabia y mi malestar –lancé un suspiro y pegué mi frente a la suya- gracias por salvarme Ubbe, eres algo así como mi caballero de brillante armadura –sonreí enredando mis dedos en el pelo de su nuca, incapaz de separarme de él.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Llegamos al piso protegido, lo solíamos usar para testigos que tenían que declarar en importantes juicios de mafias o narcotráfico, gente que era buscada para impedir que hablara ante la justicia.
Este piso franco estaba bien situado, podía mirar por la ventana y apreciar prácticamente la calle entera, acerqué lo prismáticos a mis ojos y por la rendija de la ventana observé con fijeza los edificios colindantes mientras esta tomaba la medicación para sanar las heridas y que no se le infectaran.
En principio nada sospechoso y los pisos que bien podían ser usados por un franco tirador habían sido investigados antes de llegar
Esa mujer era terca como una mula, no quiso pasar por el hospital, asi que le advertí muy seriamente que a la primera señal de que las heridas se infectaban, la llevaría. Acepto y así sellamos aquel pacto entre los dos.
Mis ojos danzaron hasta sus desiertos cuando me invitó a sentarme en el sofá a su lado, iba a explicarme que era eso que en el callejón habíamos visto los dos, pero solo lo haría si mi confianza era plena, si escuchaba aquello que tenia que contarme y si aceptaba que no era una locura ni una sola de sus palabras.
-No puedo prometer tanto, pero te escucharé – aseguré sin despegar mis dos mares de la arena de sus desiertos.
De nuevo la historia antes contada, magia, demonios, un tal Randulf y una maquiavelica conspiración para mantenerme sumido en un sueño como a la bella durmiente pero a lo vikingo.
Era difícil de creer, pero lo que había visto en ese callejón no era de este mundo.
-¿quizás un experimento de los Soviéticos? -pregunté enarcando una ceja -siempre andan creando el arma perfecta.
Ella negaba, se iba a levantar, pero aferré su muñeca no permitiendole hacerlo.
-Esta bien..sigue.
Mis ojos en su boca, se mordía el labio, ese gesto entreabrió los propios, mi respiración pesada contra su húmeda boca.
Joder, tenerla frente a mi no me permitía concentrarme, solo podía desear volver a fundirme en su piel.
-Así que tu eres mi única opción de despertar – susurré cada vez mas cerca de sus labios.
Su mano ascendió por mi pecho hasta mis labios, los dibujó con la yema de su dedo, descendiendo ligeramente el inferior.
El aliento de ambos chocaba penetrando entre los labios del otro.
Ya ni sabia lo que me decía yo solo podía pensar en besarla.
Un gruñido escapó de mi garganta cuando mi frente se posó contra la ajena, como si tratara de frenarme mis labios iban y venían apenas rozándose, caldeándose con aquel candor del vaho de su boca.
Sabia que la primera regla era no liarte con la mujer a la que tenias que proteger, hacerlo no me permitiría pensar con claridad.
-No debo -susurré contra su boca- soy el militar que han asignado para tu protección -susurré contra su boca, cada palabra la acariciaba.
Mi atracción por ella iba contra-natura, no era capaz de resistirme y siempre acababa así, acortando la distancia, pero ahora estaba sobrio, tenia que hacer acopio de la poca cordura me quedaba.
Este piso franco estaba bien situado, podía mirar por la ventana y apreciar prácticamente la calle entera, acerqué lo prismáticos a mis ojos y por la rendija de la ventana observé con fijeza los edificios colindantes mientras esta tomaba la medicación para sanar las heridas y que no se le infectaran.
En principio nada sospechoso y los pisos que bien podían ser usados por un franco tirador habían sido investigados antes de llegar
Esa mujer era terca como una mula, no quiso pasar por el hospital, asi que le advertí muy seriamente que a la primera señal de que las heridas se infectaban, la llevaría. Acepto y así sellamos aquel pacto entre los dos.
Mis ojos danzaron hasta sus desiertos cuando me invitó a sentarme en el sofá a su lado, iba a explicarme que era eso que en el callejón habíamos visto los dos, pero solo lo haría si mi confianza era plena, si escuchaba aquello que tenia que contarme y si aceptaba que no era una locura ni una sola de sus palabras.
-No puedo prometer tanto, pero te escucharé – aseguré sin despegar mis dos mares de la arena de sus desiertos.
De nuevo la historia antes contada, magia, demonios, un tal Randulf y una maquiavelica conspiración para mantenerme sumido en un sueño como a la bella durmiente pero a lo vikingo.
Era difícil de creer, pero lo que había visto en ese callejón no era de este mundo.
-¿quizás un experimento de los Soviéticos? -pregunté enarcando una ceja -siempre andan creando el arma perfecta.
Ella negaba, se iba a levantar, pero aferré su muñeca no permitiendole hacerlo.
-Esta bien..sigue.
Mis ojos en su boca, se mordía el labio, ese gesto entreabrió los propios, mi respiración pesada contra su húmeda boca.
Joder, tenerla frente a mi no me permitía concentrarme, solo podía desear volver a fundirme en su piel.
-Así que tu eres mi única opción de despertar – susurré cada vez mas cerca de sus labios.
Su mano ascendió por mi pecho hasta mis labios, los dibujó con la yema de su dedo, descendiendo ligeramente el inferior.
El aliento de ambos chocaba penetrando entre los labios del otro.
Ya ni sabia lo que me decía yo solo podía pensar en besarla.
Un gruñido escapó de mi garganta cuando mi frente se posó contra la ajena, como si tratara de frenarme mis labios iban y venían apenas rozándose, caldeándose con aquel candor del vaho de su boca.
Sabia que la primera regla era no liarte con la mujer a la que tenias que proteger, hacerlo no me permitiría pensar con claridad.
-No debo -susurré contra su boca- soy el militar que han asignado para tu protección -susurré contra su boca, cada palabra la acariciaba.
Mi atracción por ella iba contra-natura, no era capaz de resistirme y siempre acababa así, acortando la distancia, pero ahora estaba sobrio, tenia que hacer acopio de la poca cordura me quedaba.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Habíamos llegado al piso protegido que nos habían asignado para velar por mi seguridad, había sido Ubbe quien lo había pedido o eso había escuchado mientras me curaban la herida del brazo y él se encargaría de custodiarme y protegerme, lo que eso me daba el tiempo necesario y suficiente para intentar pensar en la forma de despertar de esa maldición, de esa pesadilla que nos tenía atrapados a los dos en aquel lugar y en la que no conseguía que el vikingo se acordara de nada. Mirando el lado bueno que tenía aquello, ahora solo estaríamos los dos y la maldita zorra no estaría de por medio y no tendría que verlos juntos, algo que me hacía daño aunque sabía que él no lo hacía aposta y que nada era real, pero lo que yo sí sentía era real y me dolía infinitamente ver todo aquello... el vikingo iba a tener que recompensarme por esto cuando lográramos despertar los dos de aquel sueño, y me lo iba a tener que recompensar con creces por todo lo que estaba pasando. Sentada en el sofá tras tomarme la pastilla que me habían dado y que según el enfermero me tendría que seguir tomando un par de días lo contemplé, miraba por la ventana como si quisiera asegurarse que todo estaba en orden, habían mandado a varios agentes a vigilar otros edificios para que todo estuviera en orden y solamente así habíamos podido venir directos al piso junto con el cachorro que ni siquiera dejamos en su casa. No habíamos ido al hospital porque yo me había negado en rotundo, no quería perder el tiempo en un hospital y Ubbe me había insistido varias veces en que debíamos de acercarnos, pero yo que era cabezota y terca me había negado en rotundo y al final habíamos ido directos al piso, claro que le hice prometer que en el momento en que las heridas empezaran a infectarse nos iríamos directos al hospital y parecía que no iba a pasar por ese aro, así que asentí firmando un pequeño pacto entre ambos y esperaba que no se infectaran las heridas, me habían dado un tubo con una pomada en su interior y me aconsejaron cambiar las gasas y la venda cada cierto tiempo volviendo a aplicar la pomada, limpiar las heridas y volver a tapar de nuevo, esperaba que con eso fuera suficiente.
Lancé un suspiro observándolo parado frente a la ventana buscando y mirando que todo estuviera en orden, lo que él no sabía es que aquel demonio, ente oscuro, o lo que quiera que fuera... no iba a aparecer de la nada y mucho menos a la luz del día. Se había esperado y me había conducido a la oscuridad del callejón porque quizás no podría ir por la luz y solo se movía entre las sombras, por lo que mientras el sol estuviera en el cielo no habría problema, me preocupaba más cuando oscureciera y anocheciera porque ahí sí que estaría el peligro de verdad. Tenía que contarle qué era aquello así que cuando se alejó de la ventana lo invité a sentarse conmigo junto al sofá, sus orbes azules miraron de forma fija mis desiertos y yo no aparté la mirada teniéndolo frente a mí, perdiéndome como hacía muchas veces en sus ojos, en esos mares que tan bien conocía y que añoraba que me mirara como siempre hacía. Era el momento de decirle, otra vez, lo que pasaba para que supiera que no le había mentido, la prueba la tenía en lo que nos habíamos encontrado en el callejón y que no era propio de aquel lugar sino que procedía de la magia. Le dije que solo hablaría si me prometía que iba a creerme y me aseguró que no podía prometerme tanto, pero sí algo y que me escucharía. Empecé a hablarle y a contarle de nuevo lo que ya le había dicho y lo que no me cansaría de repetirle, negó con la cabeza no creyéndose lo que le dije sobre el demonio o ente oscuro del callejón así que iba a levantarme pero su mano aferró mi muñeca, parando mi avance, y me pidió que continuara. La distancia cada vez era menor entre ambos, mi mano ascendió por su pecho hasta sus labios recorriéndolos con mi yema, mordí los míos deseando besarlo y sus ojos ya se estaban fijando en mis labios, su aliento cálido chocaba contra estos y mis ganas crecían y aumentaban por momentos... me era tan complicado estar frente a él y no hacer nada, tener que controlar cada uno de mis impulsos que era demasiado frustrante. Era como un círculo vicioso; yo miraba sus labios y me mordía los míos presa de la necesidad que sentía de besarlos, por el contrario él entreabría los suyos con sus ojos puestos en cómo mordía mi inferior, su aliento cálido chocando contra estos provocándome y vuelta a empezar de nuevo, y así estábamos, deseando besarnos pero no sabía por qué conteniéndonos cuando no era nada malo, cuando él era mío aunque no lo recordase.
-Soy tú única opción para salir de aquí y volver con los tuyos, conmigo –cada vez nos acercábamos más atraídos como por imanes, con esa química y esa magia que nos envolvía cada vez que estábamos juntos y que era muy complicado obviar y pasar por alto. Su frente sobre la mía acortando toda la distancia que podíamos dejando nuestros rostros casi rozándose, sentía más su aliento cálido contra mis labios, un gruñido escapó de su garganta sin dejar de mirarnos muestra de la necesidad que sentíamos, el deseo por el otro. Mi nariz rozó la suya mordiendo mi inferior mirándolo a los ojos, mi mano se había ido hasta su nuca, nuestros labios se rozaban tentándose y a mí me estaba volviendo loca ese “sí pero no” constante con cada roce para luego alejarse, mi mano bajó por su mandíbula recorriendo la barba que tenía repasándola con mis dedos, cerré los ojos unos segundos y suspiré para volver a abrirlos- pero quieres –contesté a su “no debo”, porque según él era el militar encargado de mi protección, pero con cada palabra nos rozábamos y yo no veía qué mal podía hacer, seguía protegiéndome y un beso no iba a cambiar nada- ahora no corremos peligro, creo que mientras haya luz y el sol reine en el cielo eso no podrá perseguirme... creo que el problema está cuando sea de noche, esa cosa no podía salir a la luz y por eso me condujo hasta la oscuridad de ese callejón, no se puede mover durante el día –dije mirándolo de forma fija, sus labios rozando los míos, por Ra que aquello era una tortura y aunque no iba borracha tampoco contuve mis ganas, me estaba volviendo loca y lo deseaba fervientemente, así que fui yo quien terminó de acortar distancias buscando sus labios con los míos, su mano en mi rostro mientras nos besábamos aunque tras unos segundos esa misma mano separó mi rostro del suyo para mirarnos, lamí mi labio inferior y lo mordí ante las ganas que le tenía, y la misma mano que me había alejado fue la que volvió a acercarme para besarnos de nuevo, jadeé ante aquel beso envolviendo su rostro con mis manos, su brazo rodeó mi cintura y dio un pequeño tirón que me pegó a su cuerpo, volví a jadear al sentirlo pegado a mi cuerpo necesitándolo, su otra mano se perdía entre los rizos de mi cascada sin separarnos en ningún momento. Siempre con esa conexión y esa magia fluyendo entre ambos, que nos hacía incapaces de separarnos, nuestras lenguas batallaban tras haberse encontrado. Una vez que empezábamos nos costaba parar dejándonos llevar por eso que sentíamos, incapaces de alejarnos... y eso habría pasado de no ser porque el cachorro se había metido de por medio y demandaba atención para que jugáramos con él haciendo que nos separáramos, lo miré una vez me separé dejando un mordisco en su labio inferior, nos miraba con una carita, la lengua fuera y moviendo el rabo que era difícil decirle que no- qué oportuno eres –le dije acariciándolo y luego me eché a reír negando con la cabeza, apoyé mi frente en su hombro mientras terminaba de reírme y subí mi rostro para mirarlo- bueno, será mejor que preparemos algo para comer. Tengo hambre –dije mirándolo de forma fija, pero mis ojos bajaron a sus labios y luego volvieron a sus dos mares dándole a entender que no solo tenía hambre de comida, sino también de él- ¿me ayudas a preparar algo para comer? Sí, ya sé que me vas a decir que eso no es algo que tengas que hacer tú o vaya contigo pero... dado que no conozco muchas de las cosas que hay en la cocina es mejor que estés presente –sonreí- además tengo herido un brazo y no puedo hacerlo yo todo, así que venga ¡vamos!, me ayudarás a cortar y a pelar algunas cosas –reí entre dientes por la cara que puso, una que bien conocía y que no me era para nada extraña, mientras me levantaba y tiraba de él hacia la cocina- trabajo en equipo Ubbe –dije llegando a la cocina y sacándole unas cuentas cosas para que pelara y cortara como ya tenía costumbre, unas cuantas patatas, unas cebollas... nada complicado, las dejé sobre una tabla de madera y le entregué un cuchillo- oh, vamos general... me has contado las misiones que has hecho y que eran muy peligrosas, ¡esto para ti no es nada! ¿Van a poder contigo unas patatas y unas cebollas? –Me reí divertida entregándole el cuchillo dejando un azote en sus nalgas, a veces me olvidaba de “donde” estaba y que aquello no era París ni nuestra vida normal, pero la familiaridad con todo hacía que actuara de esa forma- te haré mi plato favorito, te encantará –dije elevándome un poco dejando un beso en su mejilla mientras yo me ponía a hacer otras cosas, así el trabajo era más rápido- ¿cuánto tiempo crees que tendremos que quedarnos aquí? Entiendo que si nos hemos venido aquí es que no podemos salir, ¿no? –Pregunté mirándole para que me respondiera, ya llevábamos un rato hablando y cocinando cuando de nuevo sentí ese pitido en mi cabeza que comenzó a crecer conforme pasaban los segundos, intensificándose y haciendo mucho más ruido. Siseé llevando una mano a mi cabeza mientras sentía que me mareaba, llevé mis manos a mis oídos y cerré los ojos apoyándome para no caerme, escuché a Ubbe que me llamaba preguntándome qué me pasaba y si estaba bien pero pronto el pitido fue ensordecedor y ya no escuchaba nada, no era consciente de nada y se me nubló la vista sintiendo que perdía las fuerzas aunque luchaba por todos los medios de mantenerme firme, serena... pero no lo conseguí.
Aquel pitido era ensordecedor y todo parecía dar vueltas, me encontraba mareada y mis manos las había llevado tapándome las orejas como si así pudiera dejar de escuchar aquel ruido molesto que no sabía de dónde venía ni por qué lo estaba escuchando. Me costó abrir los ojos ante el mareo que tenía y lo turbio que veía como si me hubiera dado un fuerte golpe en la cabeza, parpadeé un par de veces hasta que poco a poco pude ser consciente de nuevo, comencé a ver todo lo que había a mi alrededor para poder saber dónde me encontraba. La cuestión era que no reconocía el lugar donde estaba, aquello no era mi casa y mucho menos algún lugar que yo hubiera visitado alguna vez, mis ojos subieron cuando escuché el ladrido de ¿un perro? Yo no tenía ningún perro pero al elevar mis ojos, ya que estaba acuclillada, me encontré con un cachorro de color negro que me miraba como si intentara saber qué me pasaba, ¿qué diablos? Pero si aquello no era suficientemente extraño fue cuando una voz masculina me llamó, una voz que no reconocía porque no había escuchado nunca pero que me llamaba con familiaridad, acortando mi nombre con ese “Nai” que solo los que me conocían de verdad sabían. Sentí que unas manos me alzaban y pronto fui consciente de todo como si el aturdimiento inicial hubiera pasado, mis ojos se clavaron en el hombre que tenía frente a mí y que no conocía en absoluto, fruncí el ceño y de un gesto y un movimiento rápido aparté sus manos de mi cuerpo alejándolo de un empujón mientras no apartaba mis ojos de él.
-¿Quién eres, qué hago aquí y por qué me has secuestrado? –Pregunté porque para mí, lo más lógico, es que me hubieran pillado y quisieran interrogarme, sacarme una información que no iban a tener- ¿quién te envía? –Pregunté y fue cuando intentó acercarse de nuevo que vi el cuchillo sobre la encima y no lo pensé, lo cogí con mi mano y me puse en posición de ataque preparada para defenderme de ser necesario, estaba más que entrenada para salir de esa situación. Recorrí el lugar para poder tener una vía de escape pero sin dejar que se acercara demasiado y fue entonces cuando, mirándolo de forma detenida, caí en la cuenta- tú –dije sorprendida de tenerlo delante, iba a decir algo más y a moverme cuando de nuevo el pitido en mi cabeza comenzó de nuevo, fuerte, agudo que me ensordecía y me anulaba sin poder decir nada, sin poder hacer nada. Llevé mi mano tapando mi oreja pero pronto comenzó a nublárseme la vista, a perder la consciencia como había pasado aquella vez y de nuevo no fui consciente de nada.
Poco a poco volví de nuevo en mí igual que había pasado en aquel callejón, el mareo comenzó a pasarse igual que el pitido en mi cabeza, de nuevo fui consciente de todo pero para cuando abrí los ojos no sabía qué había pasado ni el tiempo que había pasado, aunque el vikingo seguía frente a mí y la comida estaba casi hecha tal y como recordaba que debía de estar. Pero volvíamos a estar en ese maldito sueño, no habíamos despertado y entonces comprendí a mi pesar que lo que dijo el hechicero era cierto; comenzaba a quedarme atrapada yo también, ya era la segunda vez que me pasaba aunque esa vez me había quedado en blanco como si no fuera capaz de ser consciente de nada. Miré al vikingo que tenía sus ojos fijos en los míos, mi respiración era rápida y entrecortada, me sentía perdida y no sabía qué había pasado. Me ayudó a levantarme ya que estaba acuclillada en el suelo y lo miré de forma fija perdida, sabiendo que me había perdido algo pero no sabía lo que era.
-¿Qué ha pasado? ¿Me he desmayado? Sólo recuerdo el pitido ese y después.... nada –mis ojos se fijaron en los suyos- me estoy quedando sin tiempo, lo que dijo el hechicero es cierto; me estoy quedando atrapada aquí –hice una leve pausa en la que él me miró sin comprender- si no consigo que despiertes a tiempo yo me perderé igual que tú te has perdido aquí, no recordará nada de mi vida pasada, ni siquiera me acordaré de ti... –mi mano subió hasta su rostro- tengo que darme prisa no puedo dejar que eso pase –ahora no solo tenía que luchar contra el poco tiempo que me quedara, sino que también con el demonio que quería matarme. La situación se complicaba por momentos y yo no tenía control alguno sobre ella.
Lancé un suspiro observándolo parado frente a la ventana buscando y mirando que todo estuviera en orden, lo que él no sabía es que aquel demonio, ente oscuro, o lo que quiera que fuera... no iba a aparecer de la nada y mucho menos a la luz del día. Se había esperado y me había conducido a la oscuridad del callejón porque quizás no podría ir por la luz y solo se movía entre las sombras, por lo que mientras el sol estuviera en el cielo no habría problema, me preocupaba más cuando oscureciera y anocheciera porque ahí sí que estaría el peligro de verdad. Tenía que contarle qué era aquello así que cuando se alejó de la ventana lo invité a sentarse conmigo junto al sofá, sus orbes azules miraron de forma fija mis desiertos y yo no aparté la mirada teniéndolo frente a mí, perdiéndome como hacía muchas veces en sus ojos, en esos mares que tan bien conocía y que añoraba que me mirara como siempre hacía. Era el momento de decirle, otra vez, lo que pasaba para que supiera que no le había mentido, la prueba la tenía en lo que nos habíamos encontrado en el callejón y que no era propio de aquel lugar sino que procedía de la magia. Le dije que solo hablaría si me prometía que iba a creerme y me aseguró que no podía prometerme tanto, pero sí algo y que me escucharía. Empecé a hablarle y a contarle de nuevo lo que ya le había dicho y lo que no me cansaría de repetirle, negó con la cabeza no creyéndose lo que le dije sobre el demonio o ente oscuro del callejón así que iba a levantarme pero su mano aferró mi muñeca, parando mi avance, y me pidió que continuara. La distancia cada vez era menor entre ambos, mi mano ascendió por su pecho hasta sus labios recorriéndolos con mi yema, mordí los míos deseando besarlo y sus ojos ya se estaban fijando en mis labios, su aliento cálido chocaba contra estos y mis ganas crecían y aumentaban por momentos... me era tan complicado estar frente a él y no hacer nada, tener que controlar cada uno de mis impulsos que era demasiado frustrante. Era como un círculo vicioso; yo miraba sus labios y me mordía los míos presa de la necesidad que sentía de besarlos, por el contrario él entreabría los suyos con sus ojos puestos en cómo mordía mi inferior, su aliento cálido chocando contra estos provocándome y vuelta a empezar de nuevo, y así estábamos, deseando besarnos pero no sabía por qué conteniéndonos cuando no era nada malo, cuando él era mío aunque no lo recordase.
-Soy tú única opción para salir de aquí y volver con los tuyos, conmigo –cada vez nos acercábamos más atraídos como por imanes, con esa química y esa magia que nos envolvía cada vez que estábamos juntos y que era muy complicado obviar y pasar por alto. Su frente sobre la mía acortando toda la distancia que podíamos dejando nuestros rostros casi rozándose, sentía más su aliento cálido contra mis labios, un gruñido escapó de su garganta sin dejar de mirarnos muestra de la necesidad que sentíamos, el deseo por el otro. Mi nariz rozó la suya mordiendo mi inferior mirándolo a los ojos, mi mano se había ido hasta su nuca, nuestros labios se rozaban tentándose y a mí me estaba volviendo loca ese “sí pero no” constante con cada roce para luego alejarse, mi mano bajó por su mandíbula recorriendo la barba que tenía repasándola con mis dedos, cerré los ojos unos segundos y suspiré para volver a abrirlos- pero quieres –contesté a su “no debo”, porque según él era el militar encargado de mi protección, pero con cada palabra nos rozábamos y yo no veía qué mal podía hacer, seguía protegiéndome y un beso no iba a cambiar nada- ahora no corremos peligro, creo que mientras haya luz y el sol reine en el cielo eso no podrá perseguirme... creo que el problema está cuando sea de noche, esa cosa no podía salir a la luz y por eso me condujo hasta la oscuridad de ese callejón, no se puede mover durante el día –dije mirándolo de forma fija, sus labios rozando los míos, por Ra que aquello era una tortura y aunque no iba borracha tampoco contuve mis ganas, me estaba volviendo loca y lo deseaba fervientemente, así que fui yo quien terminó de acortar distancias buscando sus labios con los míos, su mano en mi rostro mientras nos besábamos aunque tras unos segundos esa misma mano separó mi rostro del suyo para mirarnos, lamí mi labio inferior y lo mordí ante las ganas que le tenía, y la misma mano que me había alejado fue la que volvió a acercarme para besarnos de nuevo, jadeé ante aquel beso envolviendo su rostro con mis manos, su brazo rodeó mi cintura y dio un pequeño tirón que me pegó a su cuerpo, volví a jadear al sentirlo pegado a mi cuerpo necesitándolo, su otra mano se perdía entre los rizos de mi cascada sin separarnos en ningún momento. Siempre con esa conexión y esa magia fluyendo entre ambos, que nos hacía incapaces de separarnos, nuestras lenguas batallaban tras haberse encontrado. Una vez que empezábamos nos costaba parar dejándonos llevar por eso que sentíamos, incapaces de alejarnos... y eso habría pasado de no ser porque el cachorro se había metido de por medio y demandaba atención para que jugáramos con él haciendo que nos separáramos, lo miré una vez me separé dejando un mordisco en su labio inferior, nos miraba con una carita, la lengua fuera y moviendo el rabo que era difícil decirle que no- qué oportuno eres –le dije acariciándolo y luego me eché a reír negando con la cabeza, apoyé mi frente en su hombro mientras terminaba de reírme y subí mi rostro para mirarlo- bueno, será mejor que preparemos algo para comer. Tengo hambre –dije mirándolo de forma fija, pero mis ojos bajaron a sus labios y luego volvieron a sus dos mares dándole a entender que no solo tenía hambre de comida, sino también de él- ¿me ayudas a preparar algo para comer? Sí, ya sé que me vas a decir que eso no es algo que tengas que hacer tú o vaya contigo pero... dado que no conozco muchas de las cosas que hay en la cocina es mejor que estés presente –sonreí- además tengo herido un brazo y no puedo hacerlo yo todo, así que venga ¡vamos!, me ayudarás a cortar y a pelar algunas cosas –reí entre dientes por la cara que puso, una que bien conocía y que no me era para nada extraña, mientras me levantaba y tiraba de él hacia la cocina- trabajo en equipo Ubbe –dije llegando a la cocina y sacándole unas cuentas cosas para que pelara y cortara como ya tenía costumbre, unas cuantas patatas, unas cebollas... nada complicado, las dejé sobre una tabla de madera y le entregué un cuchillo- oh, vamos general... me has contado las misiones que has hecho y que eran muy peligrosas, ¡esto para ti no es nada! ¿Van a poder contigo unas patatas y unas cebollas? –Me reí divertida entregándole el cuchillo dejando un azote en sus nalgas, a veces me olvidaba de “donde” estaba y que aquello no era París ni nuestra vida normal, pero la familiaridad con todo hacía que actuara de esa forma- te haré mi plato favorito, te encantará –dije elevándome un poco dejando un beso en su mejilla mientras yo me ponía a hacer otras cosas, así el trabajo era más rápido- ¿cuánto tiempo crees que tendremos que quedarnos aquí? Entiendo que si nos hemos venido aquí es que no podemos salir, ¿no? –Pregunté mirándole para que me respondiera, ya llevábamos un rato hablando y cocinando cuando de nuevo sentí ese pitido en mi cabeza que comenzó a crecer conforme pasaban los segundos, intensificándose y haciendo mucho más ruido. Siseé llevando una mano a mi cabeza mientras sentía que me mareaba, llevé mis manos a mis oídos y cerré los ojos apoyándome para no caerme, escuché a Ubbe que me llamaba preguntándome qué me pasaba y si estaba bien pero pronto el pitido fue ensordecedor y ya no escuchaba nada, no era consciente de nada y se me nubló la vista sintiendo que perdía las fuerzas aunque luchaba por todos los medios de mantenerme firme, serena... pero no lo conseguí.
Aquel pitido era ensordecedor y todo parecía dar vueltas, me encontraba mareada y mis manos las había llevado tapándome las orejas como si así pudiera dejar de escuchar aquel ruido molesto que no sabía de dónde venía ni por qué lo estaba escuchando. Me costó abrir los ojos ante el mareo que tenía y lo turbio que veía como si me hubiera dado un fuerte golpe en la cabeza, parpadeé un par de veces hasta que poco a poco pude ser consciente de nuevo, comencé a ver todo lo que había a mi alrededor para poder saber dónde me encontraba. La cuestión era que no reconocía el lugar donde estaba, aquello no era mi casa y mucho menos algún lugar que yo hubiera visitado alguna vez, mis ojos subieron cuando escuché el ladrido de ¿un perro? Yo no tenía ningún perro pero al elevar mis ojos, ya que estaba acuclillada, me encontré con un cachorro de color negro que me miraba como si intentara saber qué me pasaba, ¿qué diablos? Pero si aquello no era suficientemente extraño fue cuando una voz masculina me llamó, una voz que no reconocía porque no había escuchado nunca pero que me llamaba con familiaridad, acortando mi nombre con ese “Nai” que solo los que me conocían de verdad sabían. Sentí que unas manos me alzaban y pronto fui consciente de todo como si el aturdimiento inicial hubiera pasado, mis ojos se clavaron en el hombre que tenía frente a mí y que no conocía en absoluto, fruncí el ceño y de un gesto y un movimiento rápido aparté sus manos de mi cuerpo alejándolo de un empujón mientras no apartaba mis ojos de él.
-¿Quién eres, qué hago aquí y por qué me has secuestrado? –Pregunté porque para mí, lo más lógico, es que me hubieran pillado y quisieran interrogarme, sacarme una información que no iban a tener- ¿quién te envía? –Pregunté y fue cuando intentó acercarse de nuevo que vi el cuchillo sobre la encima y no lo pensé, lo cogí con mi mano y me puse en posición de ataque preparada para defenderme de ser necesario, estaba más que entrenada para salir de esa situación. Recorrí el lugar para poder tener una vía de escape pero sin dejar que se acercara demasiado y fue entonces cuando, mirándolo de forma detenida, caí en la cuenta- tú –dije sorprendida de tenerlo delante, iba a decir algo más y a moverme cuando de nuevo el pitido en mi cabeza comenzó de nuevo, fuerte, agudo que me ensordecía y me anulaba sin poder decir nada, sin poder hacer nada. Llevé mi mano tapando mi oreja pero pronto comenzó a nublárseme la vista, a perder la consciencia como había pasado aquella vez y de nuevo no fui consciente de nada.
Poco a poco volví de nuevo en mí igual que había pasado en aquel callejón, el mareo comenzó a pasarse igual que el pitido en mi cabeza, de nuevo fui consciente de todo pero para cuando abrí los ojos no sabía qué había pasado ni el tiempo que había pasado, aunque el vikingo seguía frente a mí y la comida estaba casi hecha tal y como recordaba que debía de estar. Pero volvíamos a estar en ese maldito sueño, no habíamos despertado y entonces comprendí a mi pesar que lo que dijo el hechicero era cierto; comenzaba a quedarme atrapada yo también, ya era la segunda vez que me pasaba aunque esa vez me había quedado en blanco como si no fuera capaz de ser consciente de nada. Miré al vikingo que tenía sus ojos fijos en los míos, mi respiración era rápida y entrecortada, me sentía perdida y no sabía qué había pasado. Me ayudó a levantarme ya que estaba acuclillada en el suelo y lo miré de forma fija perdida, sabiendo que me había perdido algo pero no sabía lo que era.
-¿Qué ha pasado? ¿Me he desmayado? Sólo recuerdo el pitido ese y después.... nada –mis ojos se fijaron en los suyos- me estoy quedando sin tiempo, lo que dijo el hechicero es cierto; me estoy quedando atrapada aquí –hice una leve pausa en la que él me miró sin comprender- si no consigo que despiertes a tiempo yo me perderé igual que tú te has perdido aquí, no recordará nada de mi vida pasada, ni siquiera me acordaré de ti... –mi mano subió hasta su rostro- tengo que darme prisa no puedo dejar que eso pase –ahora no solo tenía que luchar contra el poco tiempo que me quedara, sino que también con el demonio que quería matarme. La situación se complicaba por momentos y yo no tenía control alguno sobre ella.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Uno frente al otro, sentados en el sofá, ese hilo invisible tiraba de mi hasta que nuestra boca impactó acariciándose.
Despacio, presioné sus labios traspasando con mi lengua su precipicio, lamiendo su lengua, envolviéndola con la propia que se trasformó en un tornado.
Jadeé entre gruñidos, tiré de su cuerpo pegándola contra el mio, descontrolado, no era capaz de pensar cuando sus besos húmedos silenciaban mi razón.
Su mano me acariciaba, me separó ligeramente parar enfrentar nuestras miradas y de nuevo nuestros labios se buscaron con hambre, con la pasión que desde que la conocí en la discoteca había sentido por ella.
Empujé con mi cuerpo, mientras mis manos se paseaban por sus piernas, quería tomarla, pero el perro se metió en medo, muy oportuno.
Gruñí, la risa de Nai me hizo gruñir y al final peleándome con el chucho acabé riéndome porque la situación era cuanto menos divertida.
-Yo tambien tengo hambre -dije alzando la cabeza como si ahora fuera yo el cachorro.
Pero mi sonrisa se frustro en cuanto me dijo que yo tenai que ayudarla.
Enarque una ceja sin acabar de entender.
-¿ayudar? - negué con una sonrisa traviesa -a ver, yo te protejo, y tu me cocinas y aplacas mi hambre, es un trato justo.
La egipcia se reía negando, tiraba de mi mientras yo me afianzaba al sofá negando.
-Que no, que yo soy un general, que yo no cocino -gruñí
Tuvimos un tira y afloja, hasta que al final entre gruñidos acabé en la cocina.
-Pero ¿por que tengo que cocinar? -pregunté sin entender esa manía que le había dado y tanto le divertía.
Yo enfurruñado como un niño maldecía entre dientes, me atizó en el culo y yo con brusquedad enganché su muñeca, tiré de ella hasta dejarla frente a mis y posando mis manos en la cintura la alcé subiéndola sobre la bancada metiéndome entre sus piernas.
-Y si yo te embisto, y tu me cocinas ¿es justo?
No se que demonios pasó que de repente perdió el sentido, un dolor la atenazaban, asustado la sujete bajandola al suelo, intentaba que volviera en si, pero al hacerlo no me conocía, creía que era su enemigo.
Blandió frente a mi el cuchillo que había dejado para que cortara la verdura.
-Tranquila, soy Ubbe, no te he secuestrado -aseguré alzando las manos para que viera no quería hacerle daño.
Tenia que desarmarla, me acerqué deteniéndome cuando su nerviosa mano con filo de acero me dijo un “tu” que me dio a pensar que no le resultaba tan desconocido como a primera vista creía.
Me lancé para reducirla, cuando la joven acabó de nuevos desplomándose, gritaba de dolor.
-Nai, vamos pequeña -le dije abrazándola intentando calmarla.
Pasaron unos minutos hasta que de nuevo regreso a mi, buscando con sus desiertos mis mares.
De nuevo su historia era complicada de asimilar ¿se perdía?.
-¿y como me despierto? ¿no te das cuenta de que todo esto es una puta locura -dije deslizando mis dedos por mi pelo mientras dejaba escapar el aire con un bufido -¿como lo hago?
¿un beso? ¿como Nai?
Me conocías, esa otra tu, me conocía ¿de que?
Y si tenia doble personalidad y su conciencia real era la otra, la que había esgrimido el cuchillo.
Tampoco justificaba eso el monstruo ese negro.
-¡Joder!
Despacio, presioné sus labios traspasando con mi lengua su precipicio, lamiendo su lengua, envolviéndola con la propia que se trasformó en un tornado.
Jadeé entre gruñidos, tiré de su cuerpo pegándola contra el mio, descontrolado, no era capaz de pensar cuando sus besos húmedos silenciaban mi razón.
Su mano me acariciaba, me separó ligeramente parar enfrentar nuestras miradas y de nuevo nuestros labios se buscaron con hambre, con la pasión que desde que la conocí en la discoteca había sentido por ella.
Empujé con mi cuerpo, mientras mis manos se paseaban por sus piernas, quería tomarla, pero el perro se metió en medo, muy oportuno.
Gruñí, la risa de Nai me hizo gruñir y al final peleándome con el chucho acabé riéndome porque la situación era cuanto menos divertida.
-Yo tambien tengo hambre -dije alzando la cabeza como si ahora fuera yo el cachorro.
Pero mi sonrisa se frustro en cuanto me dijo que yo tenai que ayudarla.
Enarque una ceja sin acabar de entender.
-¿ayudar? - negué con una sonrisa traviesa -a ver, yo te protejo, y tu me cocinas y aplacas mi hambre, es un trato justo.
La egipcia se reía negando, tiraba de mi mientras yo me afianzaba al sofá negando.
-Que no, que yo soy un general, que yo no cocino -gruñí
Tuvimos un tira y afloja, hasta que al final entre gruñidos acabé en la cocina.
-Pero ¿por que tengo que cocinar? -pregunté sin entender esa manía que le había dado y tanto le divertía.
Yo enfurruñado como un niño maldecía entre dientes, me atizó en el culo y yo con brusquedad enganché su muñeca, tiré de ella hasta dejarla frente a mis y posando mis manos en la cintura la alcé subiéndola sobre la bancada metiéndome entre sus piernas.
-Y si yo te embisto, y tu me cocinas ¿es justo?
No se que demonios pasó que de repente perdió el sentido, un dolor la atenazaban, asustado la sujete bajandola al suelo, intentaba que volviera en si, pero al hacerlo no me conocía, creía que era su enemigo.
Blandió frente a mi el cuchillo que había dejado para que cortara la verdura.
-Tranquila, soy Ubbe, no te he secuestrado -aseguré alzando las manos para que viera no quería hacerle daño.
Tenia que desarmarla, me acerqué deteniéndome cuando su nerviosa mano con filo de acero me dijo un “tu” que me dio a pensar que no le resultaba tan desconocido como a primera vista creía.
Me lancé para reducirla, cuando la joven acabó de nuevos desplomándose, gritaba de dolor.
-Nai, vamos pequeña -le dije abrazándola intentando calmarla.
Pasaron unos minutos hasta que de nuevo regreso a mi, buscando con sus desiertos mis mares.
De nuevo su historia era complicada de asimilar ¿se perdía?.
-¿y como me despierto? ¿no te das cuenta de que todo esto es una puta locura -dije deslizando mis dedos por mi pelo mientras dejaba escapar el aire con un bufido -¿como lo hago?
¿un beso? ¿como Nai?
Me conocías, esa otra tu, me conocía ¿de que?
Y si tenia doble personalidad y su conciencia real era la otra, la que había esgrimido el cuchillo.
Tampoco justificaba eso el monstruo ese negro.
-¡Joder!
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Sabía que el vikingo no iba a ceder en ayudarme a hacer la comida, lo conocía demasiado bien y además ya había pasado por esa situación un par de veces en las que se negaba en rotundo ayudarme con una tarea tan fácil y sencilla pero que él dictaba que era cosa de mujeres. Al final como de costumbre tras un tira y afloja en el que él se había aferrado al sofá con intención de no moverse del mismo acabé tirando de él llevándolo a la cocina, me gustaba cuando me protestaba, me bufaba, me gruñía y despotricaba todo el rato por mandarle a hacer algo tan sencillo pero que según él “un general como él no hace” y al final acababa haciendo lo que le había pedido, eso sí, sin dejar de maldecir por lo bajo y entre dientes lanzándome miradas que a mí solo me provocaban más y más risa. Luego se lo compensaba con creces pero es que era de lo más divertido ver cómo se negaba y luego cómo lo hacía, seguramente él pensaba que por mucho que se negara le tocaría hacerlo y por eso cedía, o más bien, porque si no luego no le recompensaba como a él le gustaba y si me tenía “contenta” al final lo tendría. Sabía que no le gustaba que le mandaran pero tampoco veía nada malo el que ayudara en la cocina, pelara un par de cosas, cortara otras... aunque no podía negar que había habido días en que llegaba tan tarde del museo que él se había encargado de la cena, pero una cosa es que lo hiciera porque él quisiera o porque yo llegaba muy tarde y cansada, y otra porque yo le mandara... ese hombre tenía un problema con que le dieran órdenes y yo se las daba únicamente porque sabía que lo haría, porque podía permitirme ese lujo... mandarle en cualquier otro ámbito era imposible porque ni en la cama se dejaba hacer, como si fuera superior a sus fuerzas y no sería porque no lo había intentado veces, pero hasta herido y medio muerto no se dejaba hacer. Como siempre pasaba al final acabó en la cocina, gruñendo y bufando sin parar maldiciéndome mientras me miraba, y yo me reía divertida porque aquella escena era tan cómica a la par que familiar que por un momento me olvidé de verdad de dónde me encontraba, como si estuviéramos en casa con nuestros perros, como si fuera un día normal y corriente en nuestras vidas.... nada me hacía pensar que estábamos en otro “mundo” y que había ido allí para despertarlo de aquel sueño maldito.
Seguía negándose a ayudarme pero al menos ya lo había metido en la cocina, al final acabaría cediendo como siempre hacía, a mí me gustaban esos momentos que pasábamos juntos, esos tiras y aflojas que nos traíamos y que le daban un tinte cómico a todo. Además, no se lo había dicho pero encontraba muy sexy ver a un hombre cocinando –o en su defecto- ayudando en la cocina, quizás debería de decírselo la próxima vez que le pidiera ayuda y así no se enfadaría tanto. De nuevo parecíamos esa pareja que éramos en la vida real porque esos lazos estaban ahí, esa conexión permanecía entre ambos y aunque no lo pareciera la complicidad no se había perdido aunque no se acordara de nada, igual que esa chispa que nos conectaba y que nos unía. Como él solía hacer a veces le di un azote en sus nalgas y cuando me giré para seguir haciendo cosas tomó mi muñeca con su mano, me giró y me pegó a su cuerpo quedando frente a él, sus manos bajaron a mi cintura y de un movimiento me subió sobre la bancada colándose entre mis piernas. Jadeé dejando mi rostro cerca del suyo con sus manos acariciando mi cintura y mis nalgas lo que podía, nos mirábamos en esos momentos a los ojos con mis manos recorriendo sus brazos y su pecho, ese hombre tenía la capacidad de volverme loca y la forma en la que sus ojos me miraban era más que suficiente para saber lo que quería, lo mismo que yo también quería; a él. El cachorro antes nos había interrumpido y nos habíamos quedado con todas las ganas en aquel sofá, solo le bastaba tenerme contra su cuerpo, sentir su aliento sobre mis labios para que dejara de pensar en todo y solo fuera capaz de quererlo a él. Su cuerpo me atraía demasiado y ese magnetismo nos recorría a los dos volviéndonos locos incapaces de pensar en otra cosa que no fuera la persona que teníamos delante. Mis labios rozaron los suyos, su nariz acarició la mía y cuando lanzó aquella pregunta sonreí sin poder evitarlo ya que trataba por todos los medios de librarse de algo tan sencillo como pelar un par de cosas, se mantenía en que eso no era para él y a mí me divertía en sobremanera. ¿Si era justo? Pues no lo sabía del todo pero me obnubilaba tanto que fue mi cuerpo el que respondió esa pregunta antes de que siquiera pudiera llegar a negociar con él llegando a un término medio.
-Sí –dije sobre sus labios y me mordí el inferior, maldición, mi boca me había traicionado porque no quería decirle eso pero mi cuerpo hablaba por sí solo, iba a rectificar cuando entonces aquel pitido volvió de nuevo haciendo que no escuchara nada y que perdiera la consciencia nublándose la vista. Para cuando volví en mí no recordaba que había pasado, el vikingo me abrazaba entre sus brazos y estábamos arrodillados en el suelo... no recordaba nada después de aquel pitido y mis ojos buscaron sus mares que me miraban de forma fija como si intentara averiguar algo que yo desconocía. Nos pusimos en pie y le pregunté qué había pasado y si me había desmayado porque no recordaba nada, caí entonces en la cuenta de que me estaba quedando sin tiempo y que el hechicero tenía razón, me perdía en aquel “mundo” y en el sueño al que lo habían sumido y corría el riesgo de quedarme atrapada para siempre allí, perdiendo toda mi memoria, olvidándome de quién era y seguramente ni lo conocería... no podía perder eso. Lo miré cuando me preguntó cómo se despertaba, la verdad es que había estado intentando dar con la forma pero no la había hallado, aquello era más difícil de lo que pensé en un principio y no iba a negar que me tenía desesperada, nerviosa, y más ahora que comprendía que mi tiempo se iba agotando de forma lenta sin poder hacer nada por evitarlo. Lo miré y no dije nada porque entendía que para él todo fuera una locura y me tachara por loca, pero como yo él también había visto aquel demonio en el callejón y había comprobado que no estaba tan loca como él pensaba... que había algo más que desconocía. Estaba nervioso y enfadado y es que yo no podía culparlo, si hubiera sido al revés seguramente de estar en su situación yo estaría igual... pero eso no podía desanimarme aunque la situación comenzaba ya a pesarme, me agobiaba saber que me quedaba sin tiempo y no había descubierto cómo hacer que se despertara. Lo miré frunciendo levemente el ceño cuando me dijo que esa otra “yo” lo conocía, me preguntó de qué pero yo negué con la cabeza porque no me acordaba de nada- no lo sé Ubbe, no recuerdo nada después de escuchar el pitido, sentí que se me nublaba la vista y que perdía el conocimiento... te aseguro que no sé por qué te podía conocer, pero esa otra es lo que seré si no consigo que despiertes a tiempo y logramos salir de aquí, me quedaré atrapada en este sueño eterno como tú y me olvidaré de todo; de mi familia, de mi vida, de ti.... –hice una pausa viendo que se pasaba sus dedos por el pelo señal de que estaba nervioso y enfadado por la situación, pero al menos había visto al demonio y no me tachaba por una loca porque eso no se podía explicar. Negué de nuevo con la cabeza porque me preguntó cómo hacía para despertarse, preguntó si era con un beso y negué mirándolo... si hubiera sido eso ya nos habríamos despertado los dos- no lo sé Ubbe, ¡no lo sé! Yo... –llevé una mano a mi frente apartando mi pelo a un lado y solté un suspiro- yo pensaba que debía de encontrarte y que una vez lo hiciera me recordarías... pero eso no ha sucedido, pensé que quizás tardarías un poco en que todo volviera a tu mente, que pasar tiempo contigo dejando que esos lazos que nos unen te hagan de nuevo recordar... incluso pensé que después de lo del coche algo vendría a tu mente pero nada.... yo no sé.... ¡no sé cómo hacerlo! –dije sintiendo que mi desesperación crecía- no sé qué más tengo que hacer para que despiertes y te acuerdes de mí, de tú vida, de nuestra vida juntos.... te he pedido que me ayudaras a cocinar porque sé de sobra que no te gusta y que siempre intentas evitar pero al final cedes, pensé que si revivíamos cosas que ya habíamos pasado juntos irías acordándote.... pero no sé qué más hacer y yo me quedo sin tiempo –había empezado a hablar rápido, a gesticular mucho y mi respiración era rápida e irregular... mi desesperación crecía por momentos y sentía que al igual que en la discoteca me empezaba a faltar el aire. Notó el estado en el que me encontraba y sus brazos rodearon mi cuerpo pegándome al suyo mientras me pedía que me calmara y que me tranquilizara, recorría mi espalda con su mano, la enredaba entre mis rizos mientras susurraba que me calmara y me relajara pero me costaba un poco hacerlo- no puedo fallarte Ubbe, te prometí que te encontraría y que te traería de vuelta y es lo que pienso hacer pero... –cerré los ojos apoyando mi rostro en su pecho aferrándome a él- tengo miedo de perderte, de que no lo consiga.... pero me siento tan perdida –confesé en lo que me relajaba entre sus brazos. Pasado un tiempo me fui calmando lo suficiente aunque no dejaba de darle vueltas en mi mente a lo que podía hacer, algo se me debía de estar escapando.
Decidimos terminar de prepararnos algo para comer aunque los dos en nuestras cabezas no dejábamos de darle vueltas a algo, intentamos que el ambiente volviera a la normalidad pero parecía que tras lo pasado costaba un poco y yo no lo podía culpar, lo entendía aunque eso me dolía. Comimos y pasamos el resto de la tarde bastante tranquilos, hablábamos mientras yo intentaba pensar en la forma de que despertara. Vimos algunas películas para pasar el rato sentados en el sofá, en lo que yo creía que era magia y él me explicaba como podía para que yo lo entendiera que eso funcionaba así, me puso un par de películas mientras yo miraba la pantalla embobada sin poder apartarla viendo todo lo que pasaba en ella mientras le hacía preguntas sobre lo que iba pasando. Así fue como nos encontró la noche, él no había dejado de mirar y de comprobar por la ventana durante todo el rato por si veía algo pero yo sabía, perfectamente, que no encontraría nada hasta que no oscureciera... tenía la sensación de que vendría a por mí y que actuaría durante la noche y le pedí que no me dejara sola cuando volvió a mi lado apoyando mi cabeza en su hombro mientras él ponía otra película asegurándome que no iba a dejarme sola. Acabé durmiéndome recostada sobre él a mediante película incapaz de permanecer despierta, no había dormido demasiado y solo con él me sentía tan tranquila y tan segura que acabé sucumbiendo a Morfeo. No sé el tiempo que pasó hasta que un ruido me hizo abrir los ojos, el salón estaba ligeramente iluminado y la tele estaba apagada, tenía una manta por encima del cuerpo y cuando me di cuenta el vikingo no estaba. Me incorporé en el sofá y miré a todos lados pero no había rastro de él, no sabía dónde se había metido pero esperaba que estuviera por la casa porque no quería estar sola y menos de noche cuando podría aparecer de nuevo el demonio para matarme.
-¿Ubbe? –Pregunté levantándome envuelta en la manta y me acerqué hasta la habitación para ver que no estaba en la cama, ¿dónde se habría metido? Justo cuando iba a salir de la habitación fue que escuché un ruido que provenía del interior, un gruñido que me puso la piel de gallina y que al girarme de forma lenta pude ver al fondo en la pared unos ojos brillantes que me miraban, emergió de la oscuridad y me mostró sus afilados colmillos en señal de amenaza. Salí de allí corriendo dirigiéndome hacia la puerta pero me tropecé en el salón, volví a levantarme y para cuando quise llegar a la puerta esta no se abría, como si hubieran cerrado con llave y no pudiera salir- no... –dije girándome para darme cuenta de que no estaba ni Ubbe ni tampoco el cachorro, el gruñido cada vez sonaba con más fuerza y podía escuchar como se acercaba por el pasillo, como la oscuridad se iba a acercando cada vez más hacia el salón así que busqué algo con lo que defenderme pero ¿qué exactamente? Apareció finalmente y uno de sus brazos, o lo que quiera que fuera eso, intentó atraparme como la otra vez pero me moví rápida esquivándolo moviéndome por el salón, todo lo que pillaba por el camino lo cogía y lo lanzaba aunque no parecía afectarle en lo más mínimo. Acabé entrando a la cocina justo cuando de nuevo me atrapó por el pie parando mi avance, logré coger un cuchillo y mientras me arrastraba logré cortar aquello que me tenía atrapada, me levanté cogiendo con lo que lo había visto encender algunas velas y el fuego y lo abrí dejando que la llama iluminara un poco, pareció que eso no le gustaba porque gruñó, era como si la luz o el fuego fueran su debilidad... una que no duró en mis manos porque volvió a cogerme y a arrastrarme, aquello cayó al suelo mientras yo intentaba librarme aferrándome a todo lo que podía hasta que oí la puerta- Ubbe, ¡Ubbe! –Grité desesperada para que me ayudara mientras luchaba porque no me llevara, aquel demonio notó la presencia del vikingo y fue que intentó librarse de él para que no le molestara- ¡No! –Dije arrastrándome por el suelo para alejarme de aquel demonio que volvió a tirar de mí sin querer soltar a su presa- el fuego.... ¡usa el fuego! –le dije para que pudiera hacer algo con el fuego ya que parecía que era su punto débil, mientras no dejaba de tirar de nuevo de mí esa vez con intención de llevarme a otra parte, seguramente para poder matarme sin que el vikingo lo molestara.
Seguía negándose a ayudarme pero al menos ya lo había metido en la cocina, al final acabaría cediendo como siempre hacía, a mí me gustaban esos momentos que pasábamos juntos, esos tiras y aflojas que nos traíamos y que le daban un tinte cómico a todo. Además, no se lo había dicho pero encontraba muy sexy ver a un hombre cocinando –o en su defecto- ayudando en la cocina, quizás debería de decírselo la próxima vez que le pidiera ayuda y así no se enfadaría tanto. De nuevo parecíamos esa pareja que éramos en la vida real porque esos lazos estaban ahí, esa conexión permanecía entre ambos y aunque no lo pareciera la complicidad no se había perdido aunque no se acordara de nada, igual que esa chispa que nos conectaba y que nos unía. Como él solía hacer a veces le di un azote en sus nalgas y cuando me giré para seguir haciendo cosas tomó mi muñeca con su mano, me giró y me pegó a su cuerpo quedando frente a él, sus manos bajaron a mi cintura y de un movimiento me subió sobre la bancada colándose entre mis piernas. Jadeé dejando mi rostro cerca del suyo con sus manos acariciando mi cintura y mis nalgas lo que podía, nos mirábamos en esos momentos a los ojos con mis manos recorriendo sus brazos y su pecho, ese hombre tenía la capacidad de volverme loca y la forma en la que sus ojos me miraban era más que suficiente para saber lo que quería, lo mismo que yo también quería; a él. El cachorro antes nos había interrumpido y nos habíamos quedado con todas las ganas en aquel sofá, solo le bastaba tenerme contra su cuerpo, sentir su aliento sobre mis labios para que dejara de pensar en todo y solo fuera capaz de quererlo a él. Su cuerpo me atraía demasiado y ese magnetismo nos recorría a los dos volviéndonos locos incapaces de pensar en otra cosa que no fuera la persona que teníamos delante. Mis labios rozaron los suyos, su nariz acarició la mía y cuando lanzó aquella pregunta sonreí sin poder evitarlo ya que trataba por todos los medios de librarse de algo tan sencillo como pelar un par de cosas, se mantenía en que eso no era para él y a mí me divertía en sobremanera. ¿Si era justo? Pues no lo sabía del todo pero me obnubilaba tanto que fue mi cuerpo el que respondió esa pregunta antes de que siquiera pudiera llegar a negociar con él llegando a un término medio.
-Sí –dije sobre sus labios y me mordí el inferior, maldición, mi boca me había traicionado porque no quería decirle eso pero mi cuerpo hablaba por sí solo, iba a rectificar cuando entonces aquel pitido volvió de nuevo haciendo que no escuchara nada y que perdiera la consciencia nublándose la vista. Para cuando volví en mí no recordaba que había pasado, el vikingo me abrazaba entre sus brazos y estábamos arrodillados en el suelo... no recordaba nada después de aquel pitido y mis ojos buscaron sus mares que me miraban de forma fija como si intentara averiguar algo que yo desconocía. Nos pusimos en pie y le pregunté qué había pasado y si me había desmayado porque no recordaba nada, caí entonces en la cuenta de que me estaba quedando sin tiempo y que el hechicero tenía razón, me perdía en aquel “mundo” y en el sueño al que lo habían sumido y corría el riesgo de quedarme atrapada para siempre allí, perdiendo toda mi memoria, olvidándome de quién era y seguramente ni lo conocería... no podía perder eso. Lo miré cuando me preguntó cómo se despertaba, la verdad es que había estado intentando dar con la forma pero no la había hallado, aquello era más difícil de lo que pensé en un principio y no iba a negar que me tenía desesperada, nerviosa, y más ahora que comprendía que mi tiempo se iba agotando de forma lenta sin poder hacer nada por evitarlo. Lo miré y no dije nada porque entendía que para él todo fuera una locura y me tachara por loca, pero como yo él también había visto aquel demonio en el callejón y había comprobado que no estaba tan loca como él pensaba... que había algo más que desconocía. Estaba nervioso y enfadado y es que yo no podía culparlo, si hubiera sido al revés seguramente de estar en su situación yo estaría igual... pero eso no podía desanimarme aunque la situación comenzaba ya a pesarme, me agobiaba saber que me quedaba sin tiempo y no había descubierto cómo hacer que se despertara. Lo miré frunciendo levemente el ceño cuando me dijo que esa otra “yo” lo conocía, me preguntó de qué pero yo negué con la cabeza porque no me acordaba de nada- no lo sé Ubbe, no recuerdo nada después de escuchar el pitido, sentí que se me nublaba la vista y que perdía el conocimiento... te aseguro que no sé por qué te podía conocer, pero esa otra es lo que seré si no consigo que despiertes a tiempo y logramos salir de aquí, me quedaré atrapada en este sueño eterno como tú y me olvidaré de todo; de mi familia, de mi vida, de ti.... –hice una pausa viendo que se pasaba sus dedos por el pelo señal de que estaba nervioso y enfadado por la situación, pero al menos había visto al demonio y no me tachaba por una loca porque eso no se podía explicar. Negué de nuevo con la cabeza porque me preguntó cómo hacía para despertarse, preguntó si era con un beso y negué mirándolo... si hubiera sido eso ya nos habríamos despertado los dos- no lo sé Ubbe, ¡no lo sé! Yo... –llevé una mano a mi frente apartando mi pelo a un lado y solté un suspiro- yo pensaba que debía de encontrarte y que una vez lo hiciera me recordarías... pero eso no ha sucedido, pensé que quizás tardarías un poco en que todo volviera a tu mente, que pasar tiempo contigo dejando que esos lazos que nos unen te hagan de nuevo recordar... incluso pensé que después de lo del coche algo vendría a tu mente pero nada.... yo no sé.... ¡no sé cómo hacerlo! –dije sintiendo que mi desesperación crecía- no sé qué más tengo que hacer para que despiertes y te acuerdes de mí, de tú vida, de nuestra vida juntos.... te he pedido que me ayudaras a cocinar porque sé de sobra que no te gusta y que siempre intentas evitar pero al final cedes, pensé que si revivíamos cosas que ya habíamos pasado juntos irías acordándote.... pero no sé qué más hacer y yo me quedo sin tiempo –había empezado a hablar rápido, a gesticular mucho y mi respiración era rápida e irregular... mi desesperación crecía por momentos y sentía que al igual que en la discoteca me empezaba a faltar el aire. Notó el estado en el que me encontraba y sus brazos rodearon mi cuerpo pegándome al suyo mientras me pedía que me calmara y que me tranquilizara, recorría mi espalda con su mano, la enredaba entre mis rizos mientras susurraba que me calmara y me relajara pero me costaba un poco hacerlo- no puedo fallarte Ubbe, te prometí que te encontraría y que te traería de vuelta y es lo que pienso hacer pero... –cerré los ojos apoyando mi rostro en su pecho aferrándome a él- tengo miedo de perderte, de que no lo consiga.... pero me siento tan perdida –confesé en lo que me relajaba entre sus brazos. Pasado un tiempo me fui calmando lo suficiente aunque no dejaba de darle vueltas en mi mente a lo que podía hacer, algo se me debía de estar escapando.
Decidimos terminar de prepararnos algo para comer aunque los dos en nuestras cabezas no dejábamos de darle vueltas a algo, intentamos que el ambiente volviera a la normalidad pero parecía que tras lo pasado costaba un poco y yo no lo podía culpar, lo entendía aunque eso me dolía. Comimos y pasamos el resto de la tarde bastante tranquilos, hablábamos mientras yo intentaba pensar en la forma de que despertara. Vimos algunas películas para pasar el rato sentados en el sofá, en lo que yo creía que era magia y él me explicaba como podía para que yo lo entendiera que eso funcionaba así, me puso un par de películas mientras yo miraba la pantalla embobada sin poder apartarla viendo todo lo que pasaba en ella mientras le hacía preguntas sobre lo que iba pasando. Así fue como nos encontró la noche, él no había dejado de mirar y de comprobar por la ventana durante todo el rato por si veía algo pero yo sabía, perfectamente, que no encontraría nada hasta que no oscureciera... tenía la sensación de que vendría a por mí y que actuaría durante la noche y le pedí que no me dejara sola cuando volvió a mi lado apoyando mi cabeza en su hombro mientras él ponía otra película asegurándome que no iba a dejarme sola. Acabé durmiéndome recostada sobre él a mediante película incapaz de permanecer despierta, no había dormido demasiado y solo con él me sentía tan tranquila y tan segura que acabé sucumbiendo a Morfeo. No sé el tiempo que pasó hasta que un ruido me hizo abrir los ojos, el salón estaba ligeramente iluminado y la tele estaba apagada, tenía una manta por encima del cuerpo y cuando me di cuenta el vikingo no estaba. Me incorporé en el sofá y miré a todos lados pero no había rastro de él, no sabía dónde se había metido pero esperaba que estuviera por la casa porque no quería estar sola y menos de noche cuando podría aparecer de nuevo el demonio para matarme.
-¿Ubbe? –Pregunté levantándome envuelta en la manta y me acerqué hasta la habitación para ver que no estaba en la cama, ¿dónde se habría metido? Justo cuando iba a salir de la habitación fue que escuché un ruido que provenía del interior, un gruñido que me puso la piel de gallina y que al girarme de forma lenta pude ver al fondo en la pared unos ojos brillantes que me miraban, emergió de la oscuridad y me mostró sus afilados colmillos en señal de amenaza. Salí de allí corriendo dirigiéndome hacia la puerta pero me tropecé en el salón, volví a levantarme y para cuando quise llegar a la puerta esta no se abría, como si hubieran cerrado con llave y no pudiera salir- no... –dije girándome para darme cuenta de que no estaba ni Ubbe ni tampoco el cachorro, el gruñido cada vez sonaba con más fuerza y podía escuchar como se acercaba por el pasillo, como la oscuridad se iba a acercando cada vez más hacia el salón así que busqué algo con lo que defenderme pero ¿qué exactamente? Apareció finalmente y uno de sus brazos, o lo que quiera que fuera eso, intentó atraparme como la otra vez pero me moví rápida esquivándolo moviéndome por el salón, todo lo que pillaba por el camino lo cogía y lo lanzaba aunque no parecía afectarle en lo más mínimo. Acabé entrando a la cocina justo cuando de nuevo me atrapó por el pie parando mi avance, logré coger un cuchillo y mientras me arrastraba logré cortar aquello que me tenía atrapada, me levanté cogiendo con lo que lo había visto encender algunas velas y el fuego y lo abrí dejando que la llama iluminara un poco, pareció que eso no le gustaba porque gruñó, era como si la luz o el fuego fueran su debilidad... una que no duró en mis manos porque volvió a cogerme y a arrastrarme, aquello cayó al suelo mientras yo intentaba librarme aferrándome a todo lo que podía hasta que oí la puerta- Ubbe, ¡Ubbe! –Grité desesperada para que me ayudara mientras luchaba porque no me llevara, aquel demonio notó la presencia del vikingo y fue que intentó librarse de él para que no le molestara- ¡No! –Dije arrastrándome por el suelo para alejarme de aquel demonio que volvió a tirar de mí sin querer soltar a su presa- el fuego.... ¡usa el fuego! –le dije para que pudiera hacer algo con el fuego ya que parecía que era su punto débil, mientras no dejaba de tirar de nuevo de mí esa vez con intención de llevarme a otra parte, seguramente para poder matarme sin que el vikingo lo molestara.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Pasamos la tarde justos, riéndonos, comiendo palomitas tapados con una manta y con el cachorro a nuestros pies durmiendo.
Ella miraba sorprendida a la caja tonta pensando que todo era magia, yo le iba explicando cada cosa extraña que sucedía según ella, le tomaba el pelo, me reía y ella se enfadaba dándome golpes en el pecho.
Habíamos cenado sin poder dejar de acariciarnos, con ella sentada sobre mis piernas dándome trozos de carne mojada con salsa.
Nos bebimos un par de copas de vino, no abusé del alcohol pues la verdad es que necesitaba estar atento.
Acabamos durmiéndonos en el sofá, ella sobre mi cuerpo, con su cabeza apoyada en mi pecho y la mía sobre su cabeza.
Con mis brazos rodeaba su cintura de forma posesiva mientras la respiración pesada de ambos nos acunaba.
Fue entonces cuando el perro inquieto rascó mi brazo para que lo bajara, el pobre no podía aguantarse. Adormilado me levanté del sofá intentando no despertar a la egipcia, bostecé, me rasqué la nuca y con los ojos medio cerrados busque la correa para pasear al cachorro.
Apenas estuvimos diez minutos fuera, no la quería dejar demasiado tiempo sola, lo justo para que Thor hiciera sus necesidades.
Nada mas metí la llave en bombillo de la puerta supe que algo iba mal, sus gritos se escuchaban, solté la correa y llevé mi mano a la parte trasera de mi pantalón sacando la nueve milímetros.
Aquel monstruo la atrapaba introduciendola en la habitación, vanos mis intentos de dar la luz pues como si algo maquiavelico la controlara era imposible que funcionara.
Solo una vela iluminaba la estancia, descargué sobre la caeza de la bestia mi pistola atravesándola, aunque no parecía herir aquel ser de tiniebla.
Por contra Nai sangraba malherida sin lograr escapar de sus zarpas.
-¡Nai corre! -rugí acercando la luz como ella me había pedido, pero eso solo lo mantenía ligeramente en la penumbra.
-¿Como despierto Nai? Como cojones despierto? -pregunté desesperado al ver que ella se arrastraba por le suelo intentado escapar sin éxito, un reguero de sangre sobre el embaldosado
Con una puta vela no hacia una mierda, entonces se me ocurrió una solucion infinitamente mejor.
Ladeé la sonrisa corriendo hacia la chimenea, aceite de quemar para rociar los leños, eso tendria que funcionar.
Lo tomé con la diestra mientras con la siniestra sujetaba la vela.
-Ve te al infierno -rugí lanzándole el liquido encima al demonio de las tinieblas y antes de que arrastrara a la egipcia hasta su boca para devorarla le lancé la vela convirtiéndolo en una bola de fuego.
Tiré de Nai abrazándola, pegándola a mi cuerpo mientras veia como ese monstruo gritaba de dolor esfumándose ante nuestras miradas dejando como unica prueba de haber existido un reguero de ceniza en el suelo.
-Estas bien? -pregunté acunado ocn mis manos su rostro mientras mi boca acortaba la distancia hasta sus labios para tomarlos calmos.
-¿como despierto? -pregunté
No sabia si esto era real o no, pero desde luego en mi vida, y muchas eran las atrocidades que habai visto, jamas me enfrente a un demonio.
Ella miraba sorprendida a la caja tonta pensando que todo era magia, yo le iba explicando cada cosa extraña que sucedía según ella, le tomaba el pelo, me reía y ella se enfadaba dándome golpes en el pecho.
Habíamos cenado sin poder dejar de acariciarnos, con ella sentada sobre mis piernas dándome trozos de carne mojada con salsa.
Nos bebimos un par de copas de vino, no abusé del alcohol pues la verdad es que necesitaba estar atento.
Acabamos durmiéndonos en el sofá, ella sobre mi cuerpo, con su cabeza apoyada en mi pecho y la mía sobre su cabeza.
Con mis brazos rodeaba su cintura de forma posesiva mientras la respiración pesada de ambos nos acunaba.
Fue entonces cuando el perro inquieto rascó mi brazo para que lo bajara, el pobre no podía aguantarse. Adormilado me levanté del sofá intentando no despertar a la egipcia, bostecé, me rasqué la nuca y con los ojos medio cerrados busque la correa para pasear al cachorro.
Apenas estuvimos diez minutos fuera, no la quería dejar demasiado tiempo sola, lo justo para que Thor hiciera sus necesidades.
Nada mas metí la llave en bombillo de la puerta supe que algo iba mal, sus gritos se escuchaban, solté la correa y llevé mi mano a la parte trasera de mi pantalón sacando la nueve milímetros.
Aquel monstruo la atrapaba introduciendola en la habitación, vanos mis intentos de dar la luz pues como si algo maquiavelico la controlara era imposible que funcionara.
Solo una vela iluminaba la estancia, descargué sobre la caeza de la bestia mi pistola atravesándola, aunque no parecía herir aquel ser de tiniebla.
Por contra Nai sangraba malherida sin lograr escapar de sus zarpas.
-¡Nai corre! -rugí acercando la luz como ella me había pedido, pero eso solo lo mantenía ligeramente en la penumbra.
-¿Como despierto Nai? Como cojones despierto? -pregunté desesperado al ver que ella se arrastraba por le suelo intentado escapar sin éxito, un reguero de sangre sobre el embaldosado
Con una puta vela no hacia una mierda, entonces se me ocurrió una solucion infinitamente mejor.
Ladeé la sonrisa corriendo hacia la chimenea, aceite de quemar para rociar los leños, eso tendria que funcionar.
Lo tomé con la diestra mientras con la siniestra sujetaba la vela.
-Ve te al infierno -rugí lanzándole el liquido encima al demonio de las tinieblas y antes de que arrastrara a la egipcia hasta su boca para devorarla le lancé la vela convirtiéndolo en una bola de fuego.
Tiré de Nai abrazándola, pegándola a mi cuerpo mientras veia como ese monstruo gritaba de dolor esfumándose ante nuestras miradas dejando como unica prueba de haber existido un reguero de ceniza en el suelo.
-Estas bien? -pregunté acunado ocn mis manos su rostro mientras mi boca acortaba la distancia hasta sus labios para tomarlos calmos.
-¿como despierto? -pregunté
No sabia si esto era real o no, pero desde luego en mi vida, y muchas eran las atrocidades que habai visto, jamas me enfrente a un demonio.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Con él parecía que todo había vuelto a la normalidad y que nada había pasado, que seguíamos en nuestra casa juntos haciendo las cosas que, de normalidad, hacíamos como preparar las cosas para cenar, pasar tiempo juntos, acariciarnos, besarnos... si no fuera porque aquella no era nuestra casa ni estábamos en París, tampoco estábamos en su casa y ahora parecía que nos encontrábamos en un mundo diferente sumidos en un sueño viviendo y atravesando una pesadilla de la que solo quería escapar y despertar. Me había costado que me creyera aunque fuera solo un poco y no lo culpaba, él creía en la vida que “vivía” y todo lo que tenía allí: un trabajo que le recordaba al general del ejército de su tío que era, su familia, sus padres, una casa, una mascota... hasta una novia que no había hecho más que marcar territorio y a la que me habían dado ganas de apartarlo de él y darle un sonoro guantazo que le dejara bien claro que él era mío, no de ella. Había intentado recrear momentos cotidianos que ya habíamos vivido y pasado, como el gastarnos bromas, el estar juntos, incluso le había pedido que me ayudara solo porque sabía que se iba a negar como había hecho conociéndolo tanto como lo conocía. Pero al final habíamos acabado haciendo la cena juntos, incluso tras aquel episodio en el que había perdido la consciencia y no recordaba absolutamente nada, me frustraba porque él decía que la otra “yo” lo había reconocido y yo no podía echarle una mano en ese sentido y tampoco sabía si era algo bueno o malo. ¿Y si era malo? ¿Y si era algo que debía de evitar a toda costa? La pregunta en cuestión era: ¿cómo? Porque yo no sabía qué más hacer ni cómo ayudar ante eso... todo se me venía un poco cuesta arriba y me costaba un poco más conforme pasaba el tiempo, un tiempo que sentía que se agotaba como si las arenas del reloj cayeran en mi contra de forma rápida sin que yo pudiera hacer nada. Necesitaba encontrar la forma de que despertara y algo se me tenía que estar pasando porque ni aquellos momentos que ya habíamos vivido y compartido varias veces le hacían volver en sí, ¿qué más tendría que hacer? No quería quedarme atrapada en aquel sueño junto a él y perderlo así como perder también la memoria y olvidarme de todo, mi familia, la nueva “familia” que tenía al casarme con él... no quería perder lo que tanto me había costado construir y encontrar.
Mientras tanto disfrutaba de los momentos que pasábamos juntos y que atesoraban mientras pensaba en qué hacer, parecía que estar tiempo juntos había cambiado en algo al vikingo, antes se había mostrado distante cuando nos conocimos y había mantenido las distancias, ahora era como si le fuera imposible mantenerse lejos de mí y yo no podía borrar la sonrisa de mis labios por ello, como si esos lazos que nos ataban y nos unían actuaran en él y le hicieran ver poco a poco la realidad. ¿Y si lo que necesitaba era lo que precisamente no tenía? Tiempo. Me aterraba la idea de perderlo y no lo contemplaba, yo cumplía con mis palabras y jamás me daba por vencida así que no iba a darme por vencida y mucho menos por él. Me gastaba bromas mientras veíamos la tele tapados con mantas en el sofá, me daba palomitas y me acariciaba pegada a su cuerpo, la cena pasó como las demás y como ya tenía costumbre: sentada sobre sus piernas dándonos de comer. No podía evitar sentirme con más esperanzas, hacía cosas tan propias de él que pensaba que estaba un paso más cerca de mi propósito, me gustaba darle la comida con esa tensión palpable entre ambos. Al final acabé dormida sobre él en el sofá viendo la tela, rodeada por sus brazos y pegada a su cuerpo sin poder separarme tranquila y relajada... hasta que desperté y no estaba. Momento que aquel demonio aprovechó para aparecer y volver a querer matarme de nuevo, yo solo podía alejarme y evitar que me cogiera rezando porque llegara el vikingo a tiempo, seguramente se habría ido a sacar a Thor porque el cachorro tampoco estaba. Pero el demonio no iba a dejar que me fuera dos veces y esa vez pretendía llevarme con él para que Ubbe no interviniera, llegó justo cuando me tenía atrapada tirando de mí en mitad del salón arrastrándome por el suelo hacia sus afilados colmillos, esperando pegado a la pared como si tras su cuerpo se encontrara otra dimensión, un abismo profundo y oscuro. El fuego era su debilidad y solo podría matarlo con eso, le había disparado y no le había hecho ningún efecto. La vela que este había acercado tampoco era demasiado fuerte e intensa como para hacer que se largara, tan sólo retrocedió un poco como si aquello no lo pudiera dañar o siquiera matar. Intentó atacar al vikingo que por suerte no consiguió darle, le grité para que se apartara mientras me arrastraba intentando alejarme del demonio sin éxito, el vikingo me había pedido que corriera y me fuera pero me era difícil porque me dolía la pierna y me había hecho una herida por la que sangraba, manchaba el suelo de color carmesí para la alarma del vikingo que miraba la escena asimilando mis palabras sin dejar de preguntarme cómo despertaba... pero yo no tenía respuesta para eso. Solo podía decirle una cosa; “fuego”, es lo que le repetía cuando el demonio volvió a cogerme de nuevo tirando de mí.
Tiraba de mí con fuerza preparado y listo para llevarme hacia las profundidades más oscuras, justo cuando escuchaba que el vikingo se movía por el lugar como si buscara algo que pudiera serle de utilidad para matar al demonio y este me arrastraba acercándome cada vez, más y más, a sus afilados colmillos. Lo veía tan cerca que podía ver los hilos de baba pegajosa que caían por sus colmillos, la saliva que goteaba al suelo y que parecía corroer la madera, quería matarme y esos ojos oscuros sin vida parecían resplandecer con las mismas llamas del infierno. No fue hasta que escuché las palabras del vikingo que aquel demonio reparó en él centrado en la tarea de llevarme, como si pudiera degustar con antelación un exquisito manjar que se iba a dar conmigo. No sé lo que hizo Ubbe ni lo que cogió, así tampoco como lo que le tiró pero enseguida el demonio y todo lo que lo rodeaba comenzó a arder haciendo que gritara y chillara de dolor, su agarre se soltó sobre mi pierna y me pude deshacer de este. Ayudada por el vikingo me levantó y me apartó del demonio rodeándome con sus brazos, pegándome a su pecho mientras ambos contemplábamos en la distancia como el fuego consumía aquel demonio, el agujero tras este se cerraba y solo quedaba el recuerdo de que estaba ahí junto a sus cenizas. Me aferré a él con fuerza hasta que supimos que el demonio había muerto por completo, solo las cenizas quedaban como prueba de su existencia dejando la forma de aquel ser que se había retorcido en el suelo hasta su muerte, levanté mi vista para mirarlo a los ojos cuando sus manos acunaron mi rostro preguntándome si estaba bien, asentí con la cabeza porque había faltado muy poco y me había llevado un buen susto pensando que todo se terminaría en ese momento.
-Estoy bien –dije para tranquilizarlo porque salvo la herida de la pierna, y el susto en el cuerpo, me encontraba bien para lo que podría haber pasado de no haber llegado a tiempo. Su rostro acortó la distancia y yo no me moví esperando y ansiando esos labios que ahora, calmos, tomaban los míos como si de esa forma de verdad se asegurara de que estaba bien. Disfruté del beso y de la forma en que me tomaba, como si no dudara de lo que le decía, o de lo que él sentía cuando se suponía que me conocía de dos días. Ubbe era capaz de calmar todos mis males con tan poco que me sorprendía cada vez que lo hacía, solo un abrazo y un beso bastaba para borrar todo el dolor de mi cuerpo, así era el poder que tenía sobre mí y el efecto que producía. Su boca se separó de la mía sintiendo su aliento cálido dar contra mis húmedos labios, mis ojos en los suyos mirando esos dos inmensos mares- te quiero –las palabras habían salido antes de siquiera pensar en qué decía pero ¿acaso le pillaría por sorpresa? No debería tras todo lo que le había dicho, no pude callarlo más y bastante lo había mantenido. Vi parte de su sorpresa y algo más cuando le dije esas dos simples palabras, volvió a preguntar cómo despertaba y suspiré dejando que mi aliento golpeara ahora sus labios que seguían cerca de los míos, su nariz contra la mía rozándose en un momento tan íntimo que no quería separarme de su cuerpo- no lo sé, pero pienso dar con la forma de que despiertes Ubbe, te lo prometo –mordí mi labio rodeando su cuello acariciando su nuca con mis dedos incapaz de tocarlo, incapaz de separarme de él- te juro que no te estoy mintiendo, que todo lo que te he dicho es verdad... cuando despiertes me encontrarás dormida junto a ti, estarás herido pero se están encargando de curarte –no iba a decirle cuánto iba a herido porque no venía a cuento, tampoco la pérdida que habíamos sufrido y que él todavía no sabía- me vas a tener siempre sin demonios que me persigan, todos los días... además de que tenemos que casarnos otra vez en Upsala, siempre has querido casarte allí –mis labios rozaban los suyos- sé que una parte de ti por pequeña que sea me cree, tendremos más momentos juntos, más cenas que preparar, que tomar entre caricias y besos... no veremos más películas pero no las echarás en falta y de eso me encargaré yo –sonreí con mi cuerpo pegado al suyo- no hay más camino que el tuyo Ubbe, y de haberlo no lo quiero –aseguré negando con la cabeza, siseé al cambiar el peso de una pierna a otra y fue entonces cuando me pidió que me sentara ayudándome a andar para curar esa herida que me había hecho al atraparme, acabé sentada y me quité los pantalones para que pudiera curar bien la herida, ocupaba la parte inferior de la pierna y se encargó él de aplicar alcohol que quemó haciendo que siseara para luego limpiarlo con una gasa, aplicar una pomada y vendarlo- se me hace raro que tengas que curarme tú, por lo general es más bien al contrario –murmuré haciendo que sus ojos subieran a los míos, estaba empeñado en que teníamos que ir al hospital y yo negué con la cabeza, tiempo me faltaba y no iba a perderlo en ese lugar- teníamos un trato ¿recuerdas? No puedo perder tiempo en un hospital Ubbe, las arenas del tiempo corren en mi contra y estoy bien –tiré de su mano cogiéndola con la mía para que se sentara a mi lado- solo quiero dormir y que pase esta noche, mañana seguiré con la búsqueda de cómo despertar. Puede que te suene raro pero, aquí no tenéis hechiceros ¿verdad? –Él me miró y supe que no- vaya, con todas las cosas que tenéis y resulta que la que necesito no es una de ellas –bufé acariciando su mano con la mía, algo se me escapaba, algo que no veía y que era la clave de todo- vayámonos a la cama a dormir, te prometo que si cuando despertemos la herida está mal no me negaré a ir al hospital, solo quiero dormir para estar y así poder salir de aquí los dos cuanto antes –mi otra mano subió a su rostro acariciándolo- vamos general, es hora de que lleves a tu protegida a dormir. Quizás esta noche contigo pueda descansar algo más que las otras veces –me fui a levantar cuando él me ayudó a tirar de mí para que no apoyara demasiado la pierna y juntos fuimos hacia la cama, me dejé caer en ella y lo esperé para que se tumbara conmigo, cuando lo hizo me pegué a su cuerpo y lo envolví también entre mis brazos acostumbrada a dormir con él, nos tapó con las sábanas y mis labios subieron buscando los suyos esa vez sin dejarle un simple beso en la frente, un beso sentido aunque corto de buenas noches antes de dejar mi rostro en su pecho, sin saber que el tiempo se me acababa antes de lo que yo siquiera pensaba.
Mientras tanto disfrutaba de los momentos que pasábamos juntos y que atesoraban mientras pensaba en qué hacer, parecía que estar tiempo juntos había cambiado en algo al vikingo, antes se había mostrado distante cuando nos conocimos y había mantenido las distancias, ahora era como si le fuera imposible mantenerse lejos de mí y yo no podía borrar la sonrisa de mis labios por ello, como si esos lazos que nos ataban y nos unían actuaran en él y le hicieran ver poco a poco la realidad. ¿Y si lo que necesitaba era lo que precisamente no tenía? Tiempo. Me aterraba la idea de perderlo y no lo contemplaba, yo cumplía con mis palabras y jamás me daba por vencida así que no iba a darme por vencida y mucho menos por él. Me gastaba bromas mientras veíamos la tele tapados con mantas en el sofá, me daba palomitas y me acariciaba pegada a su cuerpo, la cena pasó como las demás y como ya tenía costumbre: sentada sobre sus piernas dándonos de comer. No podía evitar sentirme con más esperanzas, hacía cosas tan propias de él que pensaba que estaba un paso más cerca de mi propósito, me gustaba darle la comida con esa tensión palpable entre ambos. Al final acabé dormida sobre él en el sofá viendo la tela, rodeada por sus brazos y pegada a su cuerpo sin poder separarme tranquila y relajada... hasta que desperté y no estaba. Momento que aquel demonio aprovechó para aparecer y volver a querer matarme de nuevo, yo solo podía alejarme y evitar que me cogiera rezando porque llegara el vikingo a tiempo, seguramente se habría ido a sacar a Thor porque el cachorro tampoco estaba. Pero el demonio no iba a dejar que me fuera dos veces y esa vez pretendía llevarme con él para que Ubbe no interviniera, llegó justo cuando me tenía atrapada tirando de mí en mitad del salón arrastrándome por el suelo hacia sus afilados colmillos, esperando pegado a la pared como si tras su cuerpo se encontrara otra dimensión, un abismo profundo y oscuro. El fuego era su debilidad y solo podría matarlo con eso, le había disparado y no le había hecho ningún efecto. La vela que este había acercado tampoco era demasiado fuerte e intensa como para hacer que se largara, tan sólo retrocedió un poco como si aquello no lo pudiera dañar o siquiera matar. Intentó atacar al vikingo que por suerte no consiguió darle, le grité para que se apartara mientras me arrastraba intentando alejarme del demonio sin éxito, el vikingo me había pedido que corriera y me fuera pero me era difícil porque me dolía la pierna y me había hecho una herida por la que sangraba, manchaba el suelo de color carmesí para la alarma del vikingo que miraba la escena asimilando mis palabras sin dejar de preguntarme cómo despertaba... pero yo no tenía respuesta para eso. Solo podía decirle una cosa; “fuego”, es lo que le repetía cuando el demonio volvió a cogerme de nuevo tirando de mí.
Tiraba de mí con fuerza preparado y listo para llevarme hacia las profundidades más oscuras, justo cuando escuchaba que el vikingo se movía por el lugar como si buscara algo que pudiera serle de utilidad para matar al demonio y este me arrastraba acercándome cada vez, más y más, a sus afilados colmillos. Lo veía tan cerca que podía ver los hilos de baba pegajosa que caían por sus colmillos, la saliva que goteaba al suelo y que parecía corroer la madera, quería matarme y esos ojos oscuros sin vida parecían resplandecer con las mismas llamas del infierno. No fue hasta que escuché las palabras del vikingo que aquel demonio reparó en él centrado en la tarea de llevarme, como si pudiera degustar con antelación un exquisito manjar que se iba a dar conmigo. No sé lo que hizo Ubbe ni lo que cogió, así tampoco como lo que le tiró pero enseguida el demonio y todo lo que lo rodeaba comenzó a arder haciendo que gritara y chillara de dolor, su agarre se soltó sobre mi pierna y me pude deshacer de este. Ayudada por el vikingo me levantó y me apartó del demonio rodeándome con sus brazos, pegándome a su pecho mientras ambos contemplábamos en la distancia como el fuego consumía aquel demonio, el agujero tras este se cerraba y solo quedaba el recuerdo de que estaba ahí junto a sus cenizas. Me aferré a él con fuerza hasta que supimos que el demonio había muerto por completo, solo las cenizas quedaban como prueba de su existencia dejando la forma de aquel ser que se había retorcido en el suelo hasta su muerte, levanté mi vista para mirarlo a los ojos cuando sus manos acunaron mi rostro preguntándome si estaba bien, asentí con la cabeza porque había faltado muy poco y me había llevado un buen susto pensando que todo se terminaría en ese momento.
-Estoy bien –dije para tranquilizarlo porque salvo la herida de la pierna, y el susto en el cuerpo, me encontraba bien para lo que podría haber pasado de no haber llegado a tiempo. Su rostro acortó la distancia y yo no me moví esperando y ansiando esos labios que ahora, calmos, tomaban los míos como si de esa forma de verdad se asegurara de que estaba bien. Disfruté del beso y de la forma en que me tomaba, como si no dudara de lo que le decía, o de lo que él sentía cuando se suponía que me conocía de dos días. Ubbe era capaz de calmar todos mis males con tan poco que me sorprendía cada vez que lo hacía, solo un abrazo y un beso bastaba para borrar todo el dolor de mi cuerpo, así era el poder que tenía sobre mí y el efecto que producía. Su boca se separó de la mía sintiendo su aliento cálido dar contra mis húmedos labios, mis ojos en los suyos mirando esos dos inmensos mares- te quiero –las palabras habían salido antes de siquiera pensar en qué decía pero ¿acaso le pillaría por sorpresa? No debería tras todo lo que le había dicho, no pude callarlo más y bastante lo había mantenido. Vi parte de su sorpresa y algo más cuando le dije esas dos simples palabras, volvió a preguntar cómo despertaba y suspiré dejando que mi aliento golpeara ahora sus labios que seguían cerca de los míos, su nariz contra la mía rozándose en un momento tan íntimo que no quería separarme de su cuerpo- no lo sé, pero pienso dar con la forma de que despiertes Ubbe, te lo prometo –mordí mi labio rodeando su cuello acariciando su nuca con mis dedos incapaz de tocarlo, incapaz de separarme de él- te juro que no te estoy mintiendo, que todo lo que te he dicho es verdad... cuando despiertes me encontrarás dormida junto a ti, estarás herido pero se están encargando de curarte –no iba a decirle cuánto iba a herido porque no venía a cuento, tampoco la pérdida que habíamos sufrido y que él todavía no sabía- me vas a tener siempre sin demonios que me persigan, todos los días... además de que tenemos que casarnos otra vez en Upsala, siempre has querido casarte allí –mis labios rozaban los suyos- sé que una parte de ti por pequeña que sea me cree, tendremos más momentos juntos, más cenas que preparar, que tomar entre caricias y besos... no veremos más películas pero no las echarás en falta y de eso me encargaré yo –sonreí con mi cuerpo pegado al suyo- no hay más camino que el tuyo Ubbe, y de haberlo no lo quiero –aseguré negando con la cabeza, siseé al cambiar el peso de una pierna a otra y fue entonces cuando me pidió que me sentara ayudándome a andar para curar esa herida que me había hecho al atraparme, acabé sentada y me quité los pantalones para que pudiera curar bien la herida, ocupaba la parte inferior de la pierna y se encargó él de aplicar alcohol que quemó haciendo que siseara para luego limpiarlo con una gasa, aplicar una pomada y vendarlo- se me hace raro que tengas que curarme tú, por lo general es más bien al contrario –murmuré haciendo que sus ojos subieran a los míos, estaba empeñado en que teníamos que ir al hospital y yo negué con la cabeza, tiempo me faltaba y no iba a perderlo en ese lugar- teníamos un trato ¿recuerdas? No puedo perder tiempo en un hospital Ubbe, las arenas del tiempo corren en mi contra y estoy bien –tiré de su mano cogiéndola con la mía para que se sentara a mi lado- solo quiero dormir y que pase esta noche, mañana seguiré con la búsqueda de cómo despertar. Puede que te suene raro pero, aquí no tenéis hechiceros ¿verdad? –Él me miró y supe que no- vaya, con todas las cosas que tenéis y resulta que la que necesito no es una de ellas –bufé acariciando su mano con la mía, algo se me escapaba, algo que no veía y que era la clave de todo- vayámonos a la cama a dormir, te prometo que si cuando despertemos la herida está mal no me negaré a ir al hospital, solo quiero dormir para estar y así poder salir de aquí los dos cuanto antes –mi otra mano subió a su rostro acariciándolo- vamos general, es hora de que lleves a tu protegida a dormir. Quizás esta noche contigo pueda descansar algo más que las otras veces –me fui a levantar cuando él me ayudó a tirar de mí para que no apoyara demasiado la pierna y juntos fuimos hacia la cama, me dejé caer en ella y lo esperé para que se tumbara conmigo, cuando lo hizo me pegué a su cuerpo y lo envolví también entre mis brazos acostumbrada a dormir con él, nos tapó con las sábanas y mis labios subieron buscando los suyos esa vez sin dejarle un simple beso en la frente, un beso sentido aunque corto de buenas noches antes de dejar mi rostro en su pecho, sin saber que el tiempo se me acababa antes de lo que yo siquiera pensaba.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Nai temblaba entre mis brazos, de nuevo ,herida sus desiertos me buscaban, si algo tenia claro es que eso que había ardido ante nuestros ojos no era nada de este mundo.
No sabia si la egipcia tenia razón en todo, pero lo que si sabia es que no estaba a salvo y si era cierta la historia que contaba, tenia que despertar.
Su mano se perdía entre los mechones de mi nuca, su boca me acariciaba, su lengua perfilaba mis labios que se abrían para acoger su sinhueso envolvente.
-Tengo que curarte -susurré contra sus labios perdido en el vaho que penetraba en mi boca.
Ella prometía que no permitiría en ningún caso que no volviéramos a estar juntos, no pude evitar preguntar algo que ella no me había dicho.
-Dices que mi familia esta curándome, pero..¿tenemos hijos? -pregunté buscando sus desiertos.
Esta negó con la cabeza y me explicó que íbamos a contraer matrimonio en Upsala, que lo habíamos hecho en París con anterioridad.
-¿por que Upsala? -pregunté mientras esta tomaba asiento tras quitarse los pantalones y yo con el botiquín que en la casa había encontrado empezaba desinfectar la herida para adormecer la zona con una crema que había encontrado y suturar después uniendo la carne y tirando del hilo que corría por su piel.
Ella siseaba, cada vez que lo hacia le pedía que fuéramos al hospital, necesitaba atenciones, yo era militar, no sabia una mierda de heridas, no mas allá de unos primero auxilios básicos.
En cada grupo militar llevábamos un medico de campaña, así que no nos era necesario aprender mas que estabilizar para cosas urgentes.
Nai insistió en que no quería ir al hospital, que estaba bien y que solo necesitaba que nos acostáramos juntos, que nos abrazáramos y que la cuidara como hacia en la otra vida.
La ayudé a alcanzar la cama y tras quitarme la ropa me colé bajo las mantas.
Su cuerpo se orilló contra el mio, nos enzarzamos en un duelo intenso, pero ella estaba herida y al final, tras besarnos y en mi caso dejarme jadeando contra su boca por las ganas que aquellas curvas perfectas me producían acabamos durmiendo.
Los primeros haces de luz me hicieron abrir los ojos, ella dormía contra mi pecho, era preciosa, y si era verdad lo que contaba, era mía.
Abrió sus dos desiertos perdiéndolos en mis mares.
-Me has babeado -le dije riéndome mientras ella me pegaba un manotazo -eso es de lo a gusto que duermes conmigo -bromeé con picarda mientras esta negaba -lo que me recuerda que me debes un copioso desayuno, mis tripas rugen.
Teníamos que buscar el modo de despertar, no descartaba que vinieran mas demonios por ella.
-Egipcia, vamos a ir al hospital quiero te miren las heridas -iba a replicar cuando rápido la acallé con un beso profundo que la hizo sonreír como una niña -no admito replica -después iremos a la biblioteca, hechiceros no existen en este mundo, peri si muchos libros ..quizás en la sección de mierdas paranormales encontremos algo que nos ayude ¿que me dices?
Le di un azote en ese culo perfecto.
-Vamos mujer, hazme el desayuno - bromeé poniendo voz de vikingo
No sabia si la egipcia tenia razón en todo, pero lo que si sabia es que no estaba a salvo y si era cierta la historia que contaba, tenia que despertar.
Su mano se perdía entre los mechones de mi nuca, su boca me acariciaba, su lengua perfilaba mis labios que se abrían para acoger su sinhueso envolvente.
-Tengo que curarte -susurré contra sus labios perdido en el vaho que penetraba en mi boca.
Ella prometía que no permitiría en ningún caso que no volviéramos a estar juntos, no pude evitar preguntar algo que ella no me había dicho.
-Dices que mi familia esta curándome, pero..¿tenemos hijos? -pregunté buscando sus desiertos.
Esta negó con la cabeza y me explicó que íbamos a contraer matrimonio en Upsala, que lo habíamos hecho en París con anterioridad.
-¿por que Upsala? -pregunté mientras esta tomaba asiento tras quitarse los pantalones y yo con el botiquín que en la casa había encontrado empezaba desinfectar la herida para adormecer la zona con una crema que había encontrado y suturar después uniendo la carne y tirando del hilo que corría por su piel.
Ella siseaba, cada vez que lo hacia le pedía que fuéramos al hospital, necesitaba atenciones, yo era militar, no sabia una mierda de heridas, no mas allá de unos primero auxilios básicos.
En cada grupo militar llevábamos un medico de campaña, así que no nos era necesario aprender mas que estabilizar para cosas urgentes.
Nai insistió en que no quería ir al hospital, que estaba bien y que solo necesitaba que nos acostáramos juntos, que nos abrazáramos y que la cuidara como hacia en la otra vida.
La ayudé a alcanzar la cama y tras quitarme la ropa me colé bajo las mantas.
Su cuerpo se orilló contra el mio, nos enzarzamos en un duelo intenso, pero ella estaba herida y al final, tras besarnos y en mi caso dejarme jadeando contra su boca por las ganas que aquellas curvas perfectas me producían acabamos durmiendo.
Los primeros haces de luz me hicieron abrir los ojos, ella dormía contra mi pecho, era preciosa, y si era verdad lo que contaba, era mía.
Abrió sus dos desiertos perdiéndolos en mis mares.
-Me has babeado -le dije riéndome mientras ella me pegaba un manotazo -eso es de lo a gusto que duermes conmigo -bromeé con picarda mientras esta negaba -lo que me recuerda que me debes un copioso desayuno, mis tripas rugen.
Teníamos que buscar el modo de despertar, no descartaba que vinieran mas demonios por ella.
-Egipcia, vamos a ir al hospital quiero te miren las heridas -iba a replicar cuando rápido la acallé con un beso profundo que la hizo sonreír como una niña -no admito replica -después iremos a la biblioteca, hechiceros no existen en este mundo, peri si muchos libros ..quizás en la sección de mierdas paranormales encontremos algo que nos ayude ¿que me dices?
Le di un azote en ese culo perfecto.
-Vamos mujer, hazme el desayuno - bromeé poniendo voz de vikingo
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
No sabía cómo lo había hecho exactamente pero habíamos logrado sobrevivir al demonio y al final Ubbe había podido matarlo, el fuego había sido su debilidad y este había aprovechado lo que yo le había dicho para poder matarlo y librarnos de lo que me acechaba para matarme, algo que no era normal en su “mundo” y que hasta a él le había sorprendido porque parecía que no había visto nada igual, algo que en parte a mí me ayudaba a que me creyera un poco más y darle veracidad a mis palabras pues aquel demonio era algo que no se podía explicar con exactitud, era producto de la magia negra y de la misma maldición que le habían echado al vikingo para que no despertara jamás, pero no habían contado conmigo y con mi tenacidad para hacer las cosas ya que no me daba por vencida, no habían tenido en cuenta la posibilidad de que fuera a sacarlo de aquel sueño y de la maldición que llevaba encima porque no dejaría que Randulf me lo arrebatara. Estaba cansada de perder a gente en mi vida, me prometí que jamás perdería a nadie más si estaba en mis manos el poder hacer algo para evitarlo... pero si se trataba del vikingo ni aun cuando todo estuviera perdido abandonaría, yo no podía vivir sin él y quería realizar todos y cada uno de los planes que habíamos hablado sobre nuestro futuro, tener una vida con él, tener a nuestros hijos y nadie me arrebataría eso, ni siquiera Randulf. Mis brazos rodeaban su cuello y sus brazos mi cintura pegándome a su cuerpo con nuestros labios rozándose, me pidió que me sentara para curarme y lo hice con él ayudándome, me senté en el sofá y me quité los pantalones mientras esperaba a que él buscara lo necesario para curarme, el cachorro se subió al sofá a mi lado y lo acaricié mientras se tumbaba pegando su cuerpo al mío apoyando su cabeza en mi pierna mirando lo que me hacía el vikingo, me puso una pomada que estaba fría pero que alivió el dolor que sentía, me curó con alcohol para desinfectar la herida y vi como tenía que coserme la herida que me había hecho el demonio. Se me hacía raro que fuera yo a la que tuvieran que curar, por norma general era yo quien siempre curaba y suturaba las heridas del vikingo tras alguna batalla, cualquier herida por mínima que fuera se la curaba asegurándome y él siempre me contestaba con ese “estoy bien” que a veces me enervaba porque sabía que muchas de las veces –en su gran mayoría- no estaba bien, pero lo hacía por tranquilizarme. Y porque era un cabezota que a veces no le daba importancia a las heridas como debería de dárselas, por eso me preocupaba tanto por él.
Lo contemplé mientras me curaba y siseaba por el dolor, no paraba de subir sus dos inmensos mares a mis desiertos cada vez que siseaba con cada puntada que daba, y no paraba de repetirme que teníamos que ir a un hospital a lo que yo negué con la cabeza. Lo estaba haciendo bien y no podía perder tiempo en ir a hospitales porque mi prioridad no era esa, sino despertarle. Parecía que me creía cada vez más porque ahora me preguntaba cosas sobre nosotros a lo que yo sonreía, ya no me tachaba tanto de loca como lo hacía al principio y sin duda alguna era porque el demonio había sido una pieza clave en que me creyera. Además de que los lazos que nos unían y nos ataban siempre habían estado presentes y eso hasta ni él podría explicarlo porque es que no tenía más explicación que lo que sentía, nos atraíamos como imanes y cada vez que nos tocábamos era como tocar la pieza que nos faltaba, esa mitad que creíamos perdida y que al final habíamos hallado. Nos sentíamos plenos y completos y esa sensación no se podía fingir, solamente se podía sentir y era sin duda alguna lo que él había sentido. Sonaba mal pensarlo pero hasta parecía que se había olvidado de su “novia”, ya no pensaba que no podía hacerlo porque tenía a otra persona, cada vez que tenía que besarme lo hacía y la pasión que ponía era la misma de siempre, la que me volvía loca con solo un beso. Todo iba bien hasta que me lanzó aquella pregunta que me hizo morderme el labio quedándome callada por un par de segundos. Era lógico que quisiera saber si teníamos hijos pero esa pregunta me dolía por la reciente pérdida, una que él no sabía y que no le iba a decir en esos momentos ni en esas condiciones porque no era necesario que lo supiera así, ya hablaríamos con calma cuando despertara. Intenté que no se me notara dolida y algo rota tras la pregunta, mordí mi labio mientras pensaba que no debía ni podía derrumbarme en ese momento, que debía de ser fuerte para que no notara nada. Negué con la cabeza concediéndome unos segundos más mientras no dejaba que él pudiera ver lo mal que me había puesto esa pregunta, así que seguí como si no pasara nada.
-No, todavía no tenemos hijos –sus ojos se habían clavado en los míos y me costó horrores esconder el dolor en mis ojos, pero lo hice porque no quería que se enterara así de esa manera- hace apenas un mes que nos hemos casado –sonreí recordando aquel día- pero tú quieres tener hijos, muchos hijos –reí entre dientes al acordarme de sus palabras una de las tantas veces que habíamos hablado sobre el tema- para vosotros es importante tener descendencia, sois guerreros y ponéis vuestras vidas en riesgo enfrentándoos a la parca más veces de las que admito me gustaría, es el modo de dejar un legado en la tierra, alguien que recuerde vuestro nombre, que garantice vuestro apellido y con honor lo sostenga –lo miré con una sonrisa- no estaré embarazada todavía, pero te aseguro que te encargas bastante bien de que eso pase –reí entre dientes buscando sus labios con los míos, aquel hombre era insaciable, en todos los sentidos. Lo miré ya sentado a mi lado cuando me preguntó que por qué Upsala y lo cierto es que él no me había dicho unos motivos propios, solo me dijo con convicción que quería casarse allí y yo no me opuse ni me negué, luego cuando pregunté a sus padres por el lugar me hablaron de la leyenda que había sobre ese templo y de lo “especial” que era no solo por su cultura- supongo que por las leyendas que hay entorno al lugar y por lo sagrado que es, un templo consagrado a Thor, Odín y a Freya. Quieres una ceremonia junto a tu familia, hacer unos sacrificios para bendecir el matrimonio y poder tener un linaje –sonreí- tú madre me contó que hay una leyenda en la que dicen que si haces sacrificios a Freya y la pareja pasa la noche en el bosque que hay en el templo esta les bendice con descendencia.... supongo que ese será tú plan para la noche de bodas –me reí no sólo por la cara que puso, sino porque desde que Adaline me lo dijo supe que exactamente ese era su plan para esa noche. No podía darle un por qué concreto sobre su decisión de ese lugar, él no me lo había dicho pero sí podíamos especular sobre ello. Al final acabamos en la cama para poder dormir y descansar, insistía en llevarme al hospital y volví a negarme alegando que solo necesitaba una cama y a él para dormir tranquila. Me ayudó a llegar a la habitación y me tumbé en la cama sin poder dejar de mirar a ese hombre que ahora frente a mí se desvestía quitándose la ropa para meterse conmigo bajo las sábanas, me mordí el labio sin dejar de recorrer su cuerpo ni siquiera un segundo hasta que él me pilló mirándolo de esa forma- menudo espectáculo, es un delito apartar la mirada –comenté mientras se metía conmigo en la cama y se reía por mis palabras, nos acomodamos junto al otro y entre besos y caricias que se quedaron en eso pues para mi desgracia estaba herida, acabamos durmiéndonos pegados uno al otro. Esa noche por fin pude dormir algo, tenerlo junto a mí con su brazo rodeándome, su olor envolviéndome que me producía tanto calma hizo que descansara tras aquellos días. Para cuando llegó el día y abrí los ojos él ya estaba despierto, una de sus manos acariciaba mi espalda jugando con algunos mechones ondulados de mi pelo, mis ojos subieron para contemplar esos mares que me miraban con una sonrisa ladeada, divertido por algo que yo desconocía. Me reí dándole un pequeño manotazo en su pecho por sus palabras y apoyé mi frente en su pecho dejando un beso para apoyar la barbilla después- no es sólo porque contigo duermo muy a gusto –dije concordando con él- sino porque hasta en sueños te tengo ganas –lamí su pecho con una sonrisa sin dejar de mirarlo- no sé si eres consciente de lo atractivo que eres, podrías tener a cualquier mujer si así lo desearas... sin embargo la afortunada de tenerte soy yo –mordí su labio y enarqué una ceja cuando me dijo que le preparara el desayuno- ¿en serio? ¿No tienes piedad ni siquiera estando herida? –Sonreí de lado acariciando su rostro con mis dedos, volvió a decirme que me llevaría al hospital para que me miraran las heridas y yo iba a replicarle que no iba a ir a ningún hospital, pero antes de que pronunciara alguna palabra sus labios me silenciaron con un beso profundo y húmedo que me hizo jadear y que me dejó una sonrisa de boba en los labios por ello- vaya, creo que voy a pasarme el día entero replicándote si tú forma de callarme es esta –mi risa se mezcló con la suya escuchando que aunque no tenían hechiceros podíamos ir a la biblioteca a buscar información- es una buena idea, me parece bien –iba a levantarme de la cama cuando me dio aquel azote, con esas palabras y ese tono que ya me conocía que me dejó anclada sentada sobre él inclinada ligeramente hacia él, con mi pelo cayendo como una cascada- no hagas eso –dije con mis manos en su pecho cerrando unos segundos los ojos, me mordí el labio y los abrí para mirarlo de forma fija con mi rostro cerca del suyo- no a menos que no quieras salir de esta cama y que seas tú el que se convierta en mi desayuno –ganas sin duda alguna no me faltaban, ese hombre me tentaba demasiado con muy poco. Pero sí me faltaba tiempo, acabé besándolo con sus manos en mis nalgas apretándolas, con mi lengua apoderándose de su boca queriendo ser su dueña, arrasando con todo a su paso como hacia él conmigo. Mis dientes apresaron su labio inferior mirándolo como punto y final de aquel beso, o me alejaba o al final no íbamos a salir de esa cama- mejor me voy a hacer el desayuno –dije con una sonrisa levantándome para vestirme porque tenía todas las ganas de quedarme allí con él, pero teníamos cosas que hacer. Al final se apiadó un poco de mí y me ayudó, más que nada, porque a veces me dolía la pierna al estar de pie y desayunamos como siempre lo hacíamos, como otro día más juntos. Cedí en pasar por el hospital porque me llevó en coche pese a que me negué en que no quería, pero se quería asegurar de mis heridas y allí me atenderían mejor. Para nuestra suerte conocía a alguien que al parecer había trabajado con él en algunas misiones y que era médico por lo que nos coló y nos metió a una sala donde revisó mis heridas, las del brazo iban bien y se iban curando, las de la pierna aplicó otra pomada con un espray y cambió las vendas estando bien las suturas. Hablaban sobre algunas misiones y algunas cosas suicidas que habían hecho mientras yo los escuchaba y me reía por las locuras tan típicas en ellos, que arrastraban a los demás. Me dio algunas pastillas más para que las fuera tomando y que ayudarían con el dolor y pudimos salir de allí ahora que él se había quedado más tranquilo- ¿te quedas más tranquilo? Venga, vayamos ahora a la biblioteca –teníamos que buscar información sobre qué podíamos hacer para que despertara, no iba a tirar la toalla. Buscamos en la sección paranormal que él había comentado y cogimos unos cuantos libros para sentarnos en una mesa y ponernos a investigar con la esperanza de encontrar algo, a falta de algún hechicero que me pudiera ayudar esa era mi única pista. Estando en la biblioteca fue cuando comencé a sentir algo extraño, no era ninguna presencia como había sentido la del demonio, más bien, era algo que tenía que ver conmigo. Una sensación rara que me recorría el cuerpo y que intenté encontrar una explicación pero no la hallaba, no tardó el vikingo en darse cuenta de que algo pasaba porque me preguntó ya que me había quedado como pensando en blanco, subí mis ojos a los suyos estando a mi lado- algo no va bien –dije cerrando un momento los ojos. Era difícil de explicar lo que sentía aunque trataba de encontrar las palabras- es como.... como si tiraran de mí, no de forma física sino más bien... psíquica, mental –me giré para quedar frente a él- no lo sé, como si mi mente se fuera convirtiendo en una laguna, como si intentaran quitarme algo –llevé una mano a mi frente- nunca había sentido esto pero me da mala espina –no quería decirlo ni pensarlo pero sabía más o menos lo que pasaba, lo que el hechicero me había dicho- Noto como si mis recuerdos se nublaran, como si no fuera capaz de recordar ciertas cosas... –lo miré con temor- ¿y si me pierdo Ubbe? ¿Y si pierdo la consciencia del todo y ya no puedo volver? –Mis manos atraparon las suyas- si pasaba aquí mucho tiempo yo también quedaría atrapada –esas fueron exactamente sus palabras- ¿y si es lo que me pasa, y si es el principio de eso? No quiero perderte, no quiero perder otra vez la consciencia y que no pueda tomar el control de nuevo... –ninguno sabíamos por qué mi “yo” la conocía y si era algo bueno o malo, pero teniendo en cuenta todo y lo retorcido que era Randulf no sería nada bueno- prométeme una cosa; prométeme que pase lo que pase vas a seguir buscando la forma de despertar, no podemos acabar así –negué con la cabeza- no me queda mucho tiempo Ubbe, lo noto y cada vez lo noto con más fuerza –y cuando pasara sería el fin de todo, yo quedaría como él en aquel sueño y Randulf se saldría con la suya cobrándose su venganza.
Lo contemplé mientras me curaba y siseaba por el dolor, no paraba de subir sus dos inmensos mares a mis desiertos cada vez que siseaba con cada puntada que daba, y no paraba de repetirme que teníamos que ir a un hospital a lo que yo negué con la cabeza. Lo estaba haciendo bien y no podía perder tiempo en ir a hospitales porque mi prioridad no era esa, sino despertarle. Parecía que me creía cada vez más porque ahora me preguntaba cosas sobre nosotros a lo que yo sonreía, ya no me tachaba tanto de loca como lo hacía al principio y sin duda alguna era porque el demonio había sido una pieza clave en que me creyera. Además de que los lazos que nos unían y nos ataban siempre habían estado presentes y eso hasta ni él podría explicarlo porque es que no tenía más explicación que lo que sentía, nos atraíamos como imanes y cada vez que nos tocábamos era como tocar la pieza que nos faltaba, esa mitad que creíamos perdida y que al final habíamos hallado. Nos sentíamos plenos y completos y esa sensación no se podía fingir, solamente se podía sentir y era sin duda alguna lo que él había sentido. Sonaba mal pensarlo pero hasta parecía que se había olvidado de su “novia”, ya no pensaba que no podía hacerlo porque tenía a otra persona, cada vez que tenía que besarme lo hacía y la pasión que ponía era la misma de siempre, la que me volvía loca con solo un beso. Todo iba bien hasta que me lanzó aquella pregunta que me hizo morderme el labio quedándome callada por un par de segundos. Era lógico que quisiera saber si teníamos hijos pero esa pregunta me dolía por la reciente pérdida, una que él no sabía y que no le iba a decir en esos momentos ni en esas condiciones porque no era necesario que lo supiera así, ya hablaríamos con calma cuando despertara. Intenté que no se me notara dolida y algo rota tras la pregunta, mordí mi labio mientras pensaba que no debía ni podía derrumbarme en ese momento, que debía de ser fuerte para que no notara nada. Negué con la cabeza concediéndome unos segundos más mientras no dejaba que él pudiera ver lo mal que me había puesto esa pregunta, así que seguí como si no pasara nada.
-No, todavía no tenemos hijos –sus ojos se habían clavado en los míos y me costó horrores esconder el dolor en mis ojos, pero lo hice porque no quería que se enterara así de esa manera- hace apenas un mes que nos hemos casado –sonreí recordando aquel día- pero tú quieres tener hijos, muchos hijos –reí entre dientes al acordarme de sus palabras una de las tantas veces que habíamos hablado sobre el tema- para vosotros es importante tener descendencia, sois guerreros y ponéis vuestras vidas en riesgo enfrentándoos a la parca más veces de las que admito me gustaría, es el modo de dejar un legado en la tierra, alguien que recuerde vuestro nombre, que garantice vuestro apellido y con honor lo sostenga –lo miré con una sonrisa- no estaré embarazada todavía, pero te aseguro que te encargas bastante bien de que eso pase –reí entre dientes buscando sus labios con los míos, aquel hombre era insaciable, en todos los sentidos. Lo miré ya sentado a mi lado cuando me preguntó que por qué Upsala y lo cierto es que él no me había dicho unos motivos propios, solo me dijo con convicción que quería casarse allí y yo no me opuse ni me negué, luego cuando pregunté a sus padres por el lugar me hablaron de la leyenda que había sobre ese templo y de lo “especial” que era no solo por su cultura- supongo que por las leyendas que hay entorno al lugar y por lo sagrado que es, un templo consagrado a Thor, Odín y a Freya. Quieres una ceremonia junto a tu familia, hacer unos sacrificios para bendecir el matrimonio y poder tener un linaje –sonreí- tú madre me contó que hay una leyenda en la que dicen que si haces sacrificios a Freya y la pareja pasa la noche en el bosque que hay en el templo esta les bendice con descendencia.... supongo que ese será tú plan para la noche de bodas –me reí no sólo por la cara que puso, sino porque desde que Adaline me lo dijo supe que exactamente ese era su plan para esa noche. No podía darle un por qué concreto sobre su decisión de ese lugar, él no me lo había dicho pero sí podíamos especular sobre ello. Al final acabamos en la cama para poder dormir y descansar, insistía en llevarme al hospital y volví a negarme alegando que solo necesitaba una cama y a él para dormir tranquila. Me ayudó a llegar a la habitación y me tumbé en la cama sin poder dejar de mirar a ese hombre que ahora frente a mí se desvestía quitándose la ropa para meterse conmigo bajo las sábanas, me mordí el labio sin dejar de recorrer su cuerpo ni siquiera un segundo hasta que él me pilló mirándolo de esa forma- menudo espectáculo, es un delito apartar la mirada –comenté mientras se metía conmigo en la cama y se reía por mis palabras, nos acomodamos junto al otro y entre besos y caricias que se quedaron en eso pues para mi desgracia estaba herida, acabamos durmiéndonos pegados uno al otro. Esa noche por fin pude dormir algo, tenerlo junto a mí con su brazo rodeándome, su olor envolviéndome que me producía tanto calma hizo que descansara tras aquellos días. Para cuando llegó el día y abrí los ojos él ya estaba despierto, una de sus manos acariciaba mi espalda jugando con algunos mechones ondulados de mi pelo, mis ojos subieron para contemplar esos mares que me miraban con una sonrisa ladeada, divertido por algo que yo desconocía. Me reí dándole un pequeño manotazo en su pecho por sus palabras y apoyé mi frente en su pecho dejando un beso para apoyar la barbilla después- no es sólo porque contigo duermo muy a gusto –dije concordando con él- sino porque hasta en sueños te tengo ganas –lamí su pecho con una sonrisa sin dejar de mirarlo- no sé si eres consciente de lo atractivo que eres, podrías tener a cualquier mujer si así lo desearas... sin embargo la afortunada de tenerte soy yo –mordí su labio y enarqué una ceja cuando me dijo que le preparara el desayuno- ¿en serio? ¿No tienes piedad ni siquiera estando herida? –Sonreí de lado acariciando su rostro con mis dedos, volvió a decirme que me llevaría al hospital para que me miraran las heridas y yo iba a replicarle que no iba a ir a ningún hospital, pero antes de que pronunciara alguna palabra sus labios me silenciaron con un beso profundo y húmedo que me hizo jadear y que me dejó una sonrisa de boba en los labios por ello- vaya, creo que voy a pasarme el día entero replicándote si tú forma de callarme es esta –mi risa se mezcló con la suya escuchando que aunque no tenían hechiceros podíamos ir a la biblioteca a buscar información- es una buena idea, me parece bien –iba a levantarme de la cama cuando me dio aquel azote, con esas palabras y ese tono que ya me conocía que me dejó anclada sentada sobre él inclinada ligeramente hacia él, con mi pelo cayendo como una cascada- no hagas eso –dije con mis manos en su pecho cerrando unos segundos los ojos, me mordí el labio y los abrí para mirarlo de forma fija con mi rostro cerca del suyo- no a menos que no quieras salir de esta cama y que seas tú el que se convierta en mi desayuno –ganas sin duda alguna no me faltaban, ese hombre me tentaba demasiado con muy poco. Pero sí me faltaba tiempo, acabé besándolo con sus manos en mis nalgas apretándolas, con mi lengua apoderándose de su boca queriendo ser su dueña, arrasando con todo a su paso como hacia él conmigo. Mis dientes apresaron su labio inferior mirándolo como punto y final de aquel beso, o me alejaba o al final no íbamos a salir de esa cama- mejor me voy a hacer el desayuno –dije con una sonrisa levantándome para vestirme porque tenía todas las ganas de quedarme allí con él, pero teníamos cosas que hacer. Al final se apiadó un poco de mí y me ayudó, más que nada, porque a veces me dolía la pierna al estar de pie y desayunamos como siempre lo hacíamos, como otro día más juntos. Cedí en pasar por el hospital porque me llevó en coche pese a que me negué en que no quería, pero se quería asegurar de mis heridas y allí me atenderían mejor. Para nuestra suerte conocía a alguien que al parecer había trabajado con él en algunas misiones y que era médico por lo que nos coló y nos metió a una sala donde revisó mis heridas, las del brazo iban bien y se iban curando, las de la pierna aplicó otra pomada con un espray y cambió las vendas estando bien las suturas. Hablaban sobre algunas misiones y algunas cosas suicidas que habían hecho mientras yo los escuchaba y me reía por las locuras tan típicas en ellos, que arrastraban a los demás. Me dio algunas pastillas más para que las fuera tomando y que ayudarían con el dolor y pudimos salir de allí ahora que él se había quedado más tranquilo- ¿te quedas más tranquilo? Venga, vayamos ahora a la biblioteca –teníamos que buscar información sobre qué podíamos hacer para que despertara, no iba a tirar la toalla. Buscamos en la sección paranormal que él había comentado y cogimos unos cuantos libros para sentarnos en una mesa y ponernos a investigar con la esperanza de encontrar algo, a falta de algún hechicero que me pudiera ayudar esa era mi única pista. Estando en la biblioteca fue cuando comencé a sentir algo extraño, no era ninguna presencia como había sentido la del demonio, más bien, era algo que tenía que ver conmigo. Una sensación rara que me recorría el cuerpo y que intenté encontrar una explicación pero no la hallaba, no tardó el vikingo en darse cuenta de que algo pasaba porque me preguntó ya que me había quedado como pensando en blanco, subí mis ojos a los suyos estando a mi lado- algo no va bien –dije cerrando un momento los ojos. Era difícil de explicar lo que sentía aunque trataba de encontrar las palabras- es como.... como si tiraran de mí, no de forma física sino más bien... psíquica, mental –me giré para quedar frente a él- no lo sé, como si mi mente se fuera convirtiendo en una laguna, como si intentaran quitarme algo –llevé una mano a mi frente- nunca había sentido esto pero me da mala espina –no quería decirlo ni pensarlo pero sabía más o menos lo que pasaba, lo que el hechicero me había dicho- Noto como si mis recuerdos se nublaran, como si no fuera capaz de recordar ciertas cosas... –lo miré con temor- ¿y si me pierdo Ubbe? ¿Y si pierdo la consciencia del todo y ya no puedo volver? –Mis manos atraparon las suyas- si pasaba aquí mucho tiempo yo también quedaría atrapada –esas fueron exactamente sus palabras- ¿y si es lo que me pasa, y si es el principio de eso? No quiero perderte, no quiero perder otra vez la consciencia y que no pueda tomar el control de nuevo... –ninguno sabíamos por qué mi “yo” la conocía y si era algo bueno o malo, pero teniendo en cuenta todo y lo retorcido que era Randulf no sería nada bueno- prométeme una cosa; prométeme que pase lo que pase vas a seguir buscando la forma de despertar, no podemos acabar así –negué con la cabeza- no me queda mucho tiempo Ubbe, lo noto y cada vez lo noto con más fuerza –y cuando pasara sería el fin de todo, yo quedaría como él en aquel sueño y Randulf se saldría con la suya cobrándose su venganza.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Su boca perfilaba la mía, enredados en un nuevo beso mientras apretaba sus nalgas con hambre nos mirábamos fijamente presos de una especie de conexión mágica, de deseo ardiente.
-Solo puedo pensar ahora mismo en el vaivén de tus caderas sobre mi verga -confesé mordiendo su inferior con mis azules opacos de deseo.
Con ella sentía una conexión que jamas había sentido con nadie -eres preciosa, lo pensé nada mas verte en la discoteca, creo que te convertiste en la única mujer ante mis ojos.
Sus desiertos me inflamaban, me daban sed, y su boca era el afluente del que me necesitaba embeber, mas ella tenia razón, si seguíamos allí, devorándonos con la mirada, nunca nos pondríamos en marcha.
Acabé acercándome con ella a la cocina, refunfuñando un poco pero con una ladeada sonrisa, preparé café mientras esta a la plancha hacia unos curasanes y en la tostadora tostadas para echar mermelada.
Besé su cuello, rodeé con mis brazos su cintura y la plague de caricias, la deseaba y la verdad es que había mandado a la mierda mi mundo entero, pero es que lo que sentía por ella iba mas allá de toda razón, de cordura alguna.
Sabia que tenia que hablar con mi novia, tenia que dejar esa relación, indiferentemente de que esto fuera verdad o mentira, de que Nai solo fuera una loca o el loco fuera yo, mi novia merecía una explicación.
Tras el desayuno la llevé la hospital, nos cogieron pronto pues tenia amistad con uno de los médicos militares que trabajaba allí, así que ademas de bromear sobre las suturas que hacia y lo buena que estaba Nai, le receto nolotil para el dolor y reposo para que no se abrieran las heridas.
Con lo de reposo me señaló a mi dejándome claro que nada de embestirla, al menos fuerte.
Nai se reía, parecía acostumbrada a las bromas militares y a las burradas que soltábamos por la boca aunque una preciosa mujer estuviera delante.
Fuimos a la biblioteca, los libros me aburrían soberanamente, aunque hice lo posible e imposible por centrar mi atención en todo aquello que pudiera ser útil.
Desde hipnosis a regresiones, cualquier cosa me valía francamente, pero Nai negaba con al cabeza.
Fue entonces cuando me dijo lo que la preocupaba, al parecer sentía que empezaba a perderse.
-Nai, tienes que quedarte conmigo, voy a encontrar el modo de despertar, no se como cojones será peor lo encontraré ¿de acuerdo? -le dije esperando confiara en mi.
-y si viajamos al norte ¿crees que recordaría algo? Dices quiero casarme en Upsala ¿y si vamos? Creo se mantiene en pie...tiene que haber algún modo Nai...
Hundí mis dedos en el pelo ya con la desesperación mas que palpable, gruñí cerrando un libro de golpe, era evidente que no había nada, que perdíamos el tiempo y dábamos palos de ciego.
Empezaba a estar furioso, furioso conmigo mismo porque si nuestro amor era tan fuerte, como no era capaz de despertarme.
-necesito una copa..o dos -aseguré acercando mis labios a los ajenos -necesito perderme entre tus piernas. -confesé con rudeza.
-Solo puedo pensar ahora mismo en el vaivén de tus caderas sobre mi verga -confesé mordiendo su inferior con mis azules opacos de deseo.
Con ella sentía una conexión que jamas había sentido con nadie -eres preciosa, lo pensé nada mas verte en la discoteca, creo que te convertiste en la única mujer ante mis ojos.
Sus desiertos me inflamaban, me daban sed, y su boca era el afluente del que me necesitaba embeber, mas ella tenia razón, si seguíamos allí, devorándonos con la mirada, nunca nos pondríamos en marcha.
Acabé acercándome con ella a la cocina, refunfuñando un poco pero con una ladeada sonrisa, preparé café mientras esta a la plancha hacia unos curasanes y en la tostadora tostadas para echar mermelada.
Besé su cuello, rodeé con mis brazos su cintura y la plague de caricias, la deseaba y la verdad es que había mandado a la mierda mi mundo entero, pero es que lo que sentía por ella iba mas allá de toda razón, de cordura alguna.
Sabia que tenia que hablar con mi novia, tenia que dejar esa relación, indiferentemente de que esto fuera verdad o mentira, de que Nai solo fuera una loca o el loco fuera yo, mi novia merecía una explicación.
Tras el desayuno la llevé la hospital, nos cogieron pronto pues tenia amistad con uno de los médicos militares que trabajaba allí, así que ademas de bromear sobre las suturas que hacia y lo buena que estaba Nai, le receto nolotil para el dolor y reposo para que no se abrieran las heridas.
Con lo de reposo me señaló a mi dejándome claro que nada de embestirla, al menos fuerte.
Nai se reía, parecía acostumbrada a las bromas militares y a las burradas que soltábamos por la boca aunque una preciosa mujer estuviera delante.
Fuimos a la biblioteca, los libros me aburrían soberanamente, aunque hice lo posible e imposible por centrar mi atención en todo aquello que pudiera ser útil.
Desde hipnosis a regresiones, cualquier cosa me valía francamente, pero Nai negaba con al cabeza.
Fue entonces cuando me dijo lo que la preocupaba, al parecer sentía que empezaba a perderse.
-Nai, tienes que quedarte conmigo, voy a encontrar el modo de despertar, no se como cojones será peor lo encontraré ¿de acuerdo? -le dije esperando confiara en mi.
-y si viajamos al norte ¿crees que recordaría algo? Dices quiero casarme en Upsala ¿y si vamos? Creo se mantiene en pie...tiene que haber algún modo Nai...
Hundí mis dedos en el pelo ya con la desesperación mas que palpable, gruñí cerrando un libro de golpe, era evidente que no había nada, que perdíamos el tiempo y dábamos palos de ciego.
Empezaba a estar furioso, furioso conmigo mismo porque si nuestro amor era tan fuerte, como no era capaz de despertarme.
-necesito una copa..o dos -aseguré acercando mis labios a los ajenos -necesito perderme entre tus piernas. -confesé con rudeza.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Me gustaba compartir esos momentos con él como si nada estuviera pasando, como si de verdad estuviéramos en París y fuera un día más de nuestra vida juntos como matrimonio, hacer esas cosas que nos unían aún más y que todos compartían en el día a día. Algo tan simple y sencillo como hacer el desayuno juntos eran momentos que me gustaba mucho, no sólo porque lo tenía gruñendo, bufando y refunfuñando coda dos por tres porque esas no eran “cosas que un general hacía”, sino porque nos unían más como pareja y afianzaban aún más la relación que teníamos. Me era tan fácil perderme y olvidarme de que estaba en ese sueño en momentos así que compartía con él que me costaba volver a la “realidad”, porque aquellos momentos eran los mismos que pasábamos casi todas las mañanas. Yo me afanaba de hacer el desayuno con él ayudándome en cualquier cosa, aunque esa vez fuera hacer el café porque yo no sabía cómo hacerlo con esa máquina, pero siempre como lo mío tardaba más al final acababa pegado a mi cuerpo como un imán que era atraído por el mío, dejaba besos por mi cuello que me provocaban una leve risa mientras seguía haciendo el desayuno, sus brazos rodeando mi cintura, acariciándome el cuerpo y yo ladeaba mi cabeza para darle un mejor acceso a mi cuerpo y que me pusiera los vellos de punta, mientras reía por las cosquillas que me hacían y me dejaba hacer por él disfrutando de esos momentos. Mi mano iba a su pelo y se enredaba acariciándolo, giraba mi rostro y lo besaba aunque procuraba no dejarme llevar demasiado porque no quería causar ningún estropicio en la cocina. Desayunamos como siempre entre besos y caricias incapaces de separarnos, cada vez lo sentía a él más unido y más pegado a mí con ese hilo invisible que cada vez nos acortaba más y nos acercaba, en su momento le dije que él era mi hilo rojo de la vida y que siempre nos conectaría y nos acercaría... y desde aquel momento en que lo pensé en Egipto lo seguía manteniendo, cada momento que pasaba con él me lo reafirmaba mucho más. Tras una pasada al hospital ya que al final cedí, más bien, me llevó contra mi voluntad porque al montarnos en el coche pensé que iríamos a la biblioteca pero tal y como me había dicho la visita al hospital fue obligatoria. Por suerte tardamos poco ya que nos atendió un amigo suyo, las bromas estaban servidas y además de hablar de las suturas del vikingo bromeaba conmigo y sobre lo “buena” que estaba, mientras me reía mirándolos negando con la cabeza pasando un rato ameno y divertido. Una media hora más tarde de que nos colara salíamos por la puerta del hospital, eso sí, con más pastillas que tomarme, una venda nueva, suturas mejoras, un reposo que debía de hacer y una advertencia al vikingo de que nada tomarme de forma ruda a lo que estallé en risas mirando la cara que puso porque la advertencia era más que clara, ¿Qué se controlara? ¿Ese hombre? No sabía lo que le estaba diciendo, cuando Ubbe se dejaba llevar perdía los papeles, se olvidaba de todo y no reparaba en si lo hacía más o menos fuerte... algo que había comprobado bastante bien y que ni yo había podido lograr que siguiera mis indicaciones ni estando herido.
En cuanto salimos mientras yo me seguía riendo divertida por las palabras de su amigo y sintiendo la mirada del vikingo sobre mí nos montamos al coche para la siguiente parada: la biblioteca. Esperaba poder encontrar algo que nos sirviera de ayuda a falta de poder tener a un hechicero para que nos ayudara porque allí no habían hechiceros, ni vampiros, ni licántropos... era un mundo totalmente diferente y aparte. Aunque para mí sí tenían “magia”, con lo de la tele que él me había explicado, no tenían hechiceros... así que los libros tendrían que ser nuestra guía de información para poder averiguar qué debíamos de hacer, porque yo me sentía perdida y no se me ocurría mucho más. Cogimos bastantes libros para empezar a mirarlos y a leer buscando algo que nos pudiera ayudar por mínimo que fuera, sabía que eso no le gustaba demasiado el vikingo porque cuando estuvimos en Egipto se había desesperado muchas veces, era demasiado inquieto y nervioso como para pasarse sentado unas horas leyendo unos libros, algo a lo que yo estaba más que acostumbrada. Estuvimos bastante rato mirando de libro en libro pero por el momento no encontrábamos nada, no nos servía nada y podía notar como su desesperación iba creciendo por momentos, lo conocía demasiado como para saberlo sin necesidad de que él me lo dijera en ningún momento, fue entonces cuando ya llevaba yo un rato sintiendo aquel sensación extraña que decidí contárselo para que supiera lo que me estaba pasando. Tenía miedo de que me perdiera completo y que no me acordara de él, cuando había perdido la consciencia en el piso no recordaba lo que había pasado, tan solo desmayarme y ya está. Temía que algo pudiera pasar si eso sucedía y necesitaba que lo supiera, que entendiera que aunque yo perdiera la consciencia y terminara por quedarme atrapada en aquel lugar él tenía que seguir buscando, tenía que seguir encontrando la forma de salir de allí. Nuestra conexión estaba más que clara en esos momentos y hasta él se había dado cuenta de ello, de que lo que nos unía era algo más allá difícil de explicar pero fácil de entender. Sus ojos se quedaron fijos en los míos y me pidió que me quedara con él, nada me gustaría más que poder quedarme con él, más bien deseaba despertar y tenerlo sin preocuparme de nada. Ahora no tenía dudas de que lo haría después de lo que habíamos pasado, confiaba plenamente en él.
-Confío ciegamente en ti Ubbe, sé que si algo pasara y yo no pudiera ayudarte porque al final me he perdido encontrarías la forma y no desistirías –mis dedos recorrieron su rostro sin dejar de mirarlo, él necesitaba que yo creyera en él y es que lo hacía, creía en él y confiaba en él en todos los sentidos, siempre o había hecho- nada me gustaría más que quedarme aquí contigo, solo deseo ayudarte para encontrar la forma de despertar y poder volver a nuestra vida juntos –mis dedos se habían enredado en el pelo de su nuca para intentar calmarlo y tranquilizarlo, pensé durante unos segundos lo que me había dicho de viajar al norte, ¿y si daba resultado? Quizás allí hubiera ido con la otra Nai y hubiera estado allí, quizás ya que él siempre había querido ese lugar y tenía algo de magia pudiera ayudarnos, ¿qué perdíamos por intentarlo e ir? Absolutamente nada. Agotaría todos y cada uno de los recursos que estuvieran a mi alcance sin importar nada más, haría todo cuanto estuviera en mis manos para que él despertara y si eso pasaba por ir al norte iríamos, quizás allí con la magia que tenía el lugar pudiera recordar algo que aquí no hacía- vayamos al norte, sé que tiene que haber algo y quizás ese lugar que es tan mágico y místico pueda ayudarnos. Iremos y lo comprobaremos, no tenemos nada que perder por ir allí –le sonreí para calmarlo- hay un modo Ubbe, solo tenemos que encontrarlo... y con lo tenaz, cabezota y persistente que soy créeme que daremos con él, lo encontraremos –dije con seguridad porque era lo que yo creía fervientemente, había un modo y aunque no lo hubiéramos encontrado por el momento eso no significaba que no lo encontráramos en un futuro. Seguimos mirando en los libros para ver si descubríamos algo, quizás nos hubiéramos pasado por alto alguna parte y continuamos en busca de esa llama de la esperanza que todavía no se apagaba y seguía con vida. Pese a que le había dicho que confiaba en él y que daríamos con el modo podía ver como cada vez se desesperaba más y más, bufaba con más frecuencia, gruñía al no encontrar nada y al final acabó hundiendo sus dedos en su pelo en un gesto que me conocía muy bien cerrando un libro de golpe, con fuerza. Mi mano se alzó hundiéndose en su pelo para acariciarlo y tranquilizarlo, aquello me recordó a cuando estábamos descifrando el lugar donde estaba encontrada la reliquia y él se desesperaba en la casa donde nos habíamos quedado esos días en Egipto sentado a mi lado en el sofá. Para él, un hombre que era más de acción, aquello lo desesperaba y le ponía nervioso porque estarse quieto no era lo suyo. Alcé mi vista cuando se giró para quedar de cara hacia mí apoyando el codo en la mesa y mirándome aun con mis dedos en su pelo en un intento de relajarlo, había acortado distancias y ahora su rostro estaba a escasos centímetros del mío con su aliento golpeando mis labios, tentándome. Decía necesitar una copa y eso me trajo recuerdos a cuando buscábamos información sobre la Orden, sin duda a Ubbe buscar información en libros no le pegaba para nada y no iba con él, lo contemplé de forma fija cuando dijo que necesitaba perderse entre mis piernas con ese tono ronco que se gastaba y que tanto me gustaba, sonreí tentando sus labios rozándolos con los míos- ¿no te acuerdas de lo que dijo tú amigo el médico? Reposo –sonreí de lado por la cara que me puso, una que bien me decía “me importa una mierda el reposo” y que me dejaba claro que íbamos a obviar esas indicaciones médicas. Yo también lo necesitaba a él y más sabiendo y notando que me perdía por momentos, que lo podía sentir de una forma extraña, quería aprovechar al máximo todos los momentos pero tampoco quería desviar mis atenciones de dar con la forma de encontrar la solución a todo. Su aliento cálido golpeaba mis labios y me tentaba, ese hombre era en sí una tentación enorme que bajaba siempre mis defensas y sus ganas las convertía en las mías aun sin saber cómo lo hacía- ¿nos vamos al norte? Quizás allí encontremos una solución, puede que directamente esté allí y no hemos caído hasta ahora –quería también tranquilizarlo y no perder la esperanza en ningún momento. Mi nariz rozó la suya en una caricia mientras le pedía que fuéramos al norte y buscáramos para salir de dudas, ¿qué más podíamos hacer allí?
Acabó por darme la razón y sacando ese teléfono que me había dicho y que me había explicado, aunque no entendí nada, cómo funcionaba pareció que llamaba a Niels para que le ayudara a ir a Upsala, ese hombre aprovechaba todos y cada uno de los recursos que tenía mientras mis dedos acariciaban su nuca y la otra jugaba con sus dedos sin dejar de mirarlo y sonreírle, queriendo transmitirle calma. Nada más colgar me dijo que había quedado con su primo en un par de horas y que nos acercaría para no perder demasiado el tiempo ya que volando era la forma más rápida de llegar hasta allí, montaría otra vez en avión pero esa vez sin tener que saltar como hicimos la primera vez. Recogimos todos los libros y los dejamos en su sitio para salir de la biblioteca y montarnos al coche, no sabíamos si regresaríamos en el mismo día o no así que tendríamos que coger algo de ropa por si acaso, nos montamos en el coche y yo en un principio pensé que iríamos a su casa para coger algo de ropa, en ese momento me pregunté qué le diría a su novia si la veía, me olvidé de ella en cuanto su mano fue a mi muslo y lo acarició sobre la tela de mi pantalón mientras conducía, lo miré viendo esa sonrisa ladeada y traviesa que tenía en sus labios y le pedí que se centrara en conducir a lo que él se rió sin dejar de acariciarme, mi mano fue a su nuca enredando mis dedos allí y él ni corto ni perezoso me dijo que podía bajarla más bajo para que acariciara otra cosa y le di un manotazo mientras él se reía. Para mi sorpresa no fuimos a su casa sino que fuimos al piso protegido que nos habían dado, bajamos del coche y su mano tomó la mía adentrándonos en el edificio hasta llegar al piso, al llegar allí se encargó de mirar todas y cada una de mis heridas comprobando que las vendas no estaban manchadas como si quisiera asegurarse, me trajo un vaso de agua con la pastilla que me había dado su amigo en el hospital y me la tomé bajo su mirada frente a mí, repasándome con sus ojos caldeándome solamente con la forma en la que tenía de mirarme, o más bien, de devorarme.
-¿Ubbe? –Pregunté enarcando una ceja aunque bien sabía lo que se le pasaba por la cabeza a ese hombre, lo que necesitaba porque era un fiel reflejo de lo que yo necesitaba también. No me dijo nada, simplemente restó la distancia entre ambos, bajó su rostro para dejarlo cerca del mío y sus labios se apoderaron de los míos, jadeé por aquel beso que arrasaba adueñándose de todo a su paso, su mano cogiendo mi pelo en un puño acercándome más a él, su otra mano se deslizó por mi espalda hasta quedar en una de mis nalgas, nos separamos y enseguida me alzó de las nalgas y yo aferré su cintura con mis piernas, mis manos en su rostro calentándonos sin dejar de mirarnos, podía notar su miembro contra mi centro pegándome a su cuerpo- oh por Ra –jadeé sobre sus labios para mover mi cintura contra la suya que lo hizo gruñir, mordí mi labio y me llevó hasta la cama sin dejar de besarnos dejándome despacio sobre el colchón, me contempló como si fuera la primera vez que lo hiciera repasando mi cuerpo de forma lenta y su cuerpo se puso sobre el mío, teníamos tiempo y yo también lo necesitaba. Mis manos no perdieron tiempo y le quité la camiseta que llevaba dejando su torso a mi vista, mis manos recorrieron su piel mientras mi cadera buscaba la suya, mi camiseta corrió la misma suerte que la suya y sus labios recorrieron mi piel entre besos, mordiscos y lamidas. Ese hombre me llevaba a la locura más infinita con su deseo quemando y ardiendo junto al mío, sus mares subieron a mis desiertos y volvimos a besarnos con ganas, con necesidad. Mordí su labio tirando del mismo mientras nos acariciábamos y nos íbamos quitando la ropa, con suavidad quitó mis pantalones para no hacerme daño y yo solo pude sonreír por ello- ya sabes lo que han dicho Ubbe; despacito –dije con una sonrisa divertida porque bien sabía que ese hombre y la palabra “despacio” no pegaban ni con cola, en su forma de ser no existía el ir despacio por mucho que lo intentara.
En cuanto salimos mientras yo me seguía riendo divertida por las palabras de su amigo y sintiendo la mirada del vikingo sobre mí nos montamos al coche para la siguiente parada: la biblioteca. Esperaba poder encontrar algo que nos sirviera de ayuda a falta de poder tener a un hechicero para que nos ayudara porque allí no habían hechiceros, ni vampiros, ni licántropos... era un mundo totalmente diferente y aparte. Aunque para mí sí tenían “magia”, con lo de la tele que él me había explicado, no tenían hechiceros... así que los libros tendrían que ser nuestra guía de información para poder averiguar qué debíamos de hacer, porque yo me sentía perdida y no se me ocurría mucho más. Cogimos bastantes libros para empezar a mirarlos y a leer buscando algo que nos pudiera ayudar por mínimo que fuera, sabía que eso no le gustaba demasiado el vikingo porque cuando estuvimos en Egipto se había desesperado muchas veces, era demasiado inquieto y nervioso como para pasarse sentado unas horas leyendo unos libros, algo a lo que yo estaba más que acostumbrada. Estuvimos bastante rato mirando de libro en libro pero por el momento no encontrábamos nada, no nos servía nada y podía notar como su desesperación iba creciendo por momentos, lo conocía demasiado como para saberlo sin necesidad de que él me lo dijera en ningún momento, fue entonces cuando ya llevaba yo un rato sintiendo aquel sensación extraña que decidí contárselo para que supiera lo que me estaba pasando. Tenía miedo de que me perdiera completo y que no me acordara de él, cuando había perdido la consciencia en el piso no recordaba lo que había pasado, tan solo desmayarme y ya está. Temía que algo pudiera pasar si eso sucedía y necesitaba que lo supiera, que entendiera que aunque yo perdiera la consciencia y terminara por quedarme atrapada en aquel lugar él tenía que seguir buscando, tenía que seguir encontrando la forma de salir de allí. Nuestra conexión estaba más que clara en esos momentos y hasta él se había dado cuenta de ello, de que lo que nos unía era algo más allá difícil de explicar pero fácil de entender. Sus ojos se quedaron fijos en los míos y me pidió que me quedara con él, nada me gustaría más que poder quedarme con él, más bien deseaba despertar y tenerlo sin preocuparme de nada. Ahora no tenía dudas de que lo haría después de lo que habíamos pasado, confiaba plenamente en él.
-Confío ciegamente en ti Ubbe, sé que si algo pasara y yo no pudiera ayudarte porque al final me he perdido encontrarías la forma y no desistirías –mis dedos recorrieron su rostro sin dejar de mirarlo, él necesitaba que yo creyera en él y es que lo hacía, creía en él y confiaba en él en todos los sentidos, siempre o había hecho- nada me gustaría más que quedarme aquí contigo, solo deseo ayudarte para encontrar la forma de despertar y poder volver a nuestra vida juntos –mis dedos se habían enredado en el pelo de su nuca para intentar calmarlo y tranquilizarlo, pensé durante unos segundos lo que me había dicho de viajar al norte, ¿y si daba resultado? Quizás allí hubiera ido con la otra Nai y hubiera estado allí, quizás ya que él siempre había querido ese lugar y tenía algo de magia pudiera ayudarnos, ¿qué perdíamos por intentarlo e ir? Absolutamente nada. Agotaría todos y cada uno de los recursos que estuvieran a mi alcance sin importar nada más, haría todo cuanto estuviera en mis manos para que él despertara y si eso pasaba por ir al norte iríamos, quizás allí con la magia que tenía el lugar pudiera recordar algo que aquí no hacía- vayamos al norte, sé que tiene que haber algo y quizás ese lugar que es tan mágico y místico pueda ayudarnos. Iremos y lo comprobaremos, no tenemos nada que perder por ir allí –le sonreí para calmarlo- hay un modo Ubbe, solo tenemos que encontrarlo... y con lo tenaz, cabezota y persistente que soy créeme que daremos con él, lo encontraremos –dije con seguridad porque era lo que yo creía fervientemente, había un modo y aunque no lo hubiéramos encontrado por el momento eso no significaba que no lo encontráramos en un futuro. Seguimos mirando en los libros para ver si descubríamos algo, quizás nos hubiéramos pasado por alto alguna parte y continuamos en busca de esa llama de la esperanza que todavía no se apagaba y seguía con vida. Pese a que le había dicho que confiaba en él y que daríamos con el modo podía ver como cada vez se desesperaba más y más, bufaba con más frecuencia, gruñía al no encontrar nada y al final acabó hundiendo sus dedos en su pelo en un gesto que me conocía muy bien cerrando un libro de golpe, con fuerza. Mi mano se alzó hundiéndose en su pelo para acariciarlo y tranquilizarlo, aquello me recordó a cuando estábamos descifrando el lugar donde estaba encontrada la reliquia y él se desesperaba en la casa donde nos habíamos quedado esos días en Egipto sentado a mi lado en el sofá. Para él, un hombre que era más de acción, aquello lo desesperaba y le ponía nervioso porque estarse quieto no era lo suyo. Alcé mi vista cuando se giró para quedar de cara hacia mí apoyando el codo en la mesa y mirándome aun con mis dedos en su pelo en un intento de relajarlo, había acortado distancias y ahora su rostro estaba a escasos centímetros del mío con su aliento golpeando mis labios, tentándome. Decía necesitar una copa y eso me trajo recuerdos a cuando buscábamos información sobre la Orden, sin duda a Ubbe buscar información en libros no le pegaba para nada y no iba con él, lo contemplé de forma fija cuando dijo que necesitaba perderse entre mis piernas con ese tono ronco que se gastaba y que tanto me gustaba, sonreí tentando sus labios rozándolos con los míos- ¿no te acuerdas de lo que dijo tú amigo el médico? Reposo –sonreí de lado por la cara que me puso, una que bien me decía “me importa una mierda el reposo” y que me dejaba claro que íbamos a obviar esas indicaciones médicas. Yo también lo necesitaba a él y más sabiendo y notando que me perdía por momentos, que lo podía sentir de una forma extraña, quería aprovechar al máximo todos los momentos pero tampoco quería desviar mis atenciones de dar con la forma de encontrar la solución a todo. Su aliento cálido golpeaba mis labios y me tentaba, ese hombre era en sí una tentación enorme que bajaba siempre mis defensas y sus ganas las convertía en las mías aun sin saber cómo lo hacía- ¿nos vamos al norte? Quizás allí encontremos una solución, puede que directamente esté allí y no hemos caído hasta ahora –quería también tranquilizarlo y no perder la esperanza en ningún momento. Mi nariz rozó la suya en una caricia mientras le pedía que fuéramos al norte y buscáramos para salir de dudas, ¿qué más podíamos hacer allí?
Acabó por darme la razón y sacando ese teléfono que me había dicho y que me había explicado, aunque no entendí nada, cómo funcionaba pareció que llamaba a Niels para que le ayudara a ir a Upsala, ese hombre aprovechaba todos y cada uno de los recursos que tenía mientras mis dedos acariciaban su nuca y la otra jugaba con sus dedos sin dejar de mirarlo y sonreírle, queriendo transmitirle calma. Nada más colgar me dijo que había quedado con su primo en un par de horas y que nos acercaría para no perder demasiado el tiempo ya que volando era la forma más rápida de llegar hasta allí, montaría otra vez en avión pero esa vez sin tener que saltar como hicimos la primera vez. Recogimos todos los libros y los dejamos en su sitio para salir de la biblioteca y montarnos al coche, no sabíamos si regresaríamos en el mismo día o no así que tendríamos que coger algo de ropa por si acaso, nos montamos en el coche y yo en un principio pensé que iríamos a su casa para coger algo de ropa, en ese momento me pregunté qué le diría a su novia si la veía, me olvidé de ella en cuanto su mano fue a mi muslo y lo acarició sobre la tela de mi pantalón mientras conducía, lo miré viendo esa sonrisa ladeada y traviesa que tenía en sus labios y le pedí que se centrara en conducir a lo que él se rió sin dejar de acariciarme, mi mano fue a su nuca enredando mis dedos allí y él ni corto ni perezoso me dijo que podía bajarla más bajo para que acariciara otra cosa y le di un manotazo mientras él se reía. Para mi sorpresa no fuimos a su casa sino que fuimos al piso protegido que nos habían dado, bajamos del coche y su mano tomó la mía adentrándonos en el edificio hasta llegar al piso, al llegar allí se encargó de mirar todas y cada una de mis heridas comprobando que las vendas no estaban manchadas como si quisiera asegurarse, me trajo un vaso de agua con la pastilla que me había dado su amigo en el hospital y me la tomé bajo su mirada frente a mí, repasándome con sus ojos caldeándome solamente con la forma en la que tenía de mirarme, o más bien, de devorarme.
-¿Ubbe? –Pregunté enarcando una ceja aunque bien sabía lo que se le pasaba por la cabeza a ese hombre, lo que necesitaba porque era un fiel reflejo de lo que yo necesitaba también. No me dijo nada, simplemente restó la distancia entre ambos, bajó su rostro para dejarlo cerca del mío y sus labios se apoderaron de los míos, jadeé por aquel beso que arrasaba adueñándose de todo a su paso, su mano cogiendo mi pelo en un puño acercándome más a él, su otra mano se deslizó por mi espalda hasta quedar en una de mis nalgas, nos separamos y enseguida me alzó de las nalgas y yo aferré su cintura con mis piernas, mis manos en su rostro calentándonos sin dejar de mirarnos, podía notar su miembro contra mi centro pegándome a su cuerpo- oh por Ra –jadeé sobre sus labios para mover mi cintura contra la suya que lo hizo gruñir, mordí mi labio y me llevó hasta la cama sin dejar de besarnos dejándome despacio sobre el colchón, me contempló como si fuera la primera vez que lo hiciera repasando mi cuerpo de forma lenta y su cuerpo se puso sobre el mío, teníamos tiempo y yo también lo necesitaba. Mis manos no perdieron tiempo y le quité la camiseta que llevaba dejando su torso a mi vista, mis manos recorrieron su piel mientras mi cadera buscaba la suya, mi camiseta corrió la misma suerte que la suya y sus labios recorrieron mi piel entre besos, mordiscos y lamidas. Ese hombre me llevaba a la locura más infinita con su deseo quemando y ardiendo junto al mío, sus mares subieron a mis desiertos y volvimos a besarnos con ganas, con necesidad. Mordí su labio tirando del mismo mientras nos acariciábamos y nos íbamos quitando la ropa, con suavidad quitó mis pantalones para no hacerme daño y yo solo pude sonreír por ello- ya sabes lo que han dicho Ubbe; despacito –dije con una sonrisa divertida porque bien sabía que ese hombre y la palabra “despacio” no pegaban ni con cola, en su forma de ser no existía el ir despacio por mucho que lo intentara.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Llamé a Niels, él podía perfectamente sacar con cierta discreción un helicóptero que nos dejara en el norte, en Upsala concretamente, sabia que ese templo se seguía manteniendo en pie y mi esperanza era que si de verdad la historia de Nai era cierta, al ver un lugar tan significativo como lo era ese para mi, me despertara.
Las ideas se me acababan, quería creerla pero una parte de mi decía que todo esto solo era una locura, una que quería creer porque me sentía unido a ella.
Por supuesto a Niels no le conté nada de esta locura, solo que quería junto a ella visitar el norte porque de allí era originario y a la egipcia le apetecía conocer el lugar donde yo había nacido.
Mi primo era bastante avispado pero en esta ocasión no me hizo preguntas, deduzco que el tono de mi voz dejaba claro que no las necesitaba.
Cerramos los libros devolviéndolos a su lugar, allí no habíamos encontrado nada sobre sueños como este, la magia desde luego nada tenia que ver con el esoterismo.
-En un par de horas he quedado con mi primo en el aeropuerto militar.
Mi impaciencia se notaba tal y como conducía rumbo al piso protegido, mi mano se perdía por su muslo, estaba muy hambriento del roce de su piel, ella era una mujer demasiado deseable, en la biblioteca de no estar abarrotada la hubiera tomado en uno de los pasillos menos transitados, pero la egipcia no parecía muy ducha a esto de montárselo en publico, así que mientras esta reía por mi temeridad y me pedía mirara hacia delante, yo seguía metiendole mano cada vez mas arriba.
Nada mas alcanzar la casa tira de ella, mi verga estaba tan dura que en cuento se pegó a su cuerpo esta nombró a su dios lo que me hizo sonreír con cierta maldad y un toque de travesura implícito en mis labios.
-No tenemos mucho tiempo, pero mira como me has puesto -aseguré tomando su mano para que por encima de la ropa pudiera con sus dedos dibujar el tronco que se notaba perfectamente a través de mi vaquero.
Mi aliento penetró entre la humedad de sus labios que se entreabrieron para acoger mi lengua en un beso tórrido que batallo envolviendo su sinhueso mientras jadeábamos ambos en aquella vorágine de tornados.
Mi cuerpo la iba empujando hacia el lecho, mis manos ascendían por su piel arrasando la camiseta que saqué por su cabeza en ese instante breve en el que nuestras bocas se separaron para volver a colisionar rabiosas.
Sus manos en mis abdominales, buscando el botón para liberar el kraken, nos mirábamos con los ojos turbios de deseo, mares contra desiertos en un torrente apasionado de sensaciones que en mi caso me estaban volviendo loco.
Gruñí contra su boca al sacar sus dos pechos del sujetador, envolviéndolos con mi lengua, tirando de sus pezones perdiendo la cordura en el sabor de su piel.
Las ideas se me acababan, quería creerla pero una parte de mi decía que todo esto solo era una locura, una que quería creer porque me sentía unido a ella.
Por supuesto a Niels no le conté nada de esta locura, solo que quería junto a ella visitar el norte porque de allí era originario y a la egipcia le apetecía conocer el lugar donde yo había nacido.
Mi primo era bastante avispado pero en esta ocasión no me hizo preguntas, deduzco que el tono de mi voz dejaba claro que no las necesitaba.
Cerramos los libros devolviéndolos a su lugar, allí no habíamos encontrado nada sobre sueños como este, la magia desde luego nada tenia que ver con el esoterismo.
-En un par de horas he quedado con mi primo en el aeropuerto militar.
Mi impaciencia se notaba tal y como conducía rumbo al piso protegido, mi mano se perdía por su muslo, estaba muy hambriento del roce de su piel, ella era una mujer demasiado deseable, en la biblioteca de no estar abarrotada la hubiera tomado en uno de los pasillos menos transitados, pero la egipcia no parecía muy ducha a esto de montárselo en publico, así que mientras esta reía por mi temeridad y me pedía mirara hacia delante, yo seguía metiendole mano cada vez mas arriba.
Nada mas alcanzar la casa tira de ella, mi verga estaba tan dura que en cuento se pegó a su cuerpo esta nombró a su dios lo que me hizo sonreír con cierta maldad y un toque de travesura implícito en mis labios.
-No tenemos mucho tiempo, pero mira como me has puesto -aseguré tomando su mano para que por encima de la ropa pudiera con sus dedos dibujar el tronco que se notaba perfectamente a través de mi vaquero.
Mi aliento penetró entre la humedad de sus labios que se entreabrieron para acoger mi lengua en un beso tórrido que batallo envolviendo su sinhueso mientras jadeábamos ambos en aquella vorágine de tornados.
Mi cuerpo la iba empujando hacia el lecho, mis manos ascendían por su piel arrasando la camiseta que saqué por su cabeza en ese instante breve en el que nuestras bocas se separaron para volver a colisionar rabiosas.
Sus manos en mis abdominales, buscando el botón para liberar el kraken, nos mirábamos con los ojos turbios de deseo, mares contra desiertos en un torrente apasionado de sensaciones que en mi caso me estaban volviendo loco.
Gruñí contra su boca al sacar sus dos pechos del sujetador, envolviéndolos con mi lengua, tirando de sus pezones perdiendo la cordura en el sabor de su piel.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Por lo que había escuchado mientras él había hablado por teléfono con seguramente Niels, ya que era con quien más estrecha tenía la relación y en el que más se apoyaba, le había pedido que sacara un ¿helicóptero? Que no tenía ni idea de lo que era mientras seguía repasando las páginas del libro que tenía frente a mí, pero escuchando la conversación que tenía el vikingo con su primo, mis dedos peinaban su pelo para tranquilizarlo como muchas veces hacía y que lograba conseguirlo porque no quería tenerlo así ni que le pudiera la impaciencia, algo francamente difícil para un hombre como él que no se podía estar quieto ni cinco minutos y que le había resultado demasiado tedioso el buscar información en la biblioteca, sus gestos lo delataban aunque no dijera nada y yo que ya me los conocía como la palma de mi mano me eran más que evidentes. No le dijo nada a su primo de lo que estaba pasando ni del verdadero motivo por el que queríamos ir a Upsala, yo tenía la esperanza de que allí él pudiera recordar algo y así despertar, notaba que no me quedaba mucho tiempo y que cuando me perdiera no sabía qué podía pasar. Me preocupaba que la otra “yo” lo conociera porque no tenía ni idea del porqué la conocía ni nada parecido, era todo un misterio y él tampoco pudo sacar mucha información de ella porque volvió a perder el conocimiento y yo volví en mí. Allí nada era seguro y yo no me fiaba de Randulf ni de los hechiceros que tenía en su ejército, así que no me esperaba nada bueno por lo que cuanto antes despertara mejor para todos. Me daba miedo perderle y esa era la verdad más absoluta, después de haber pasado aquel tiempo juntos ya no concebía ni imaginaba mi vida sin él, como si todo lo que había pasado con anterioridad no existiera y comenzara cuando él llegó a mi vida, ya nada tenía sentido si él no estaba y no quería perderle, más bien; no podía. Teníamos un par de horas antes de que nos reuniéramos de nuevo en aquel lugar militar a donde me había llevado el día anterior, él solo le había explicado a Niels que quería enseñarme el lugar de donde él era originario y me mordí el labio mirándolo de reojo con una leve sonrisa, Niels no era tonto pero tampoco preguntó y lo dejó pasar.
Recogimos las cosas y las dejamos en su sitio para salir de la biblioteca bastante frustrados por no poder conseguir la información necesaria, de hecho es que no habíamos encontrado nada que nos sirviera y me fui con cierto malestar ya que pensé que podríamos encontrar algo, pero nos habíamos dado de bruces contra una pared. De nuevo estábamos sin pistas y dando palos de ciegos, por lo que nuestra única opción era Upsala, ese lugar mágico e importante para Ubbe que esperaba de todo corazón que pudiera ser la clave de todo y que despertara al vikingo, necesitaba creer en ello y mantener al menos esa llama de la esperanza que sentía que se iba apagando poco a poco igual que yo iba sintiendo que me perdía, que algo tiraba de mí como si quisiera borrar todos mis recuerdos y hacer que me olvidara del vikingo, pero yo luchaba por aferrarme tanto a él como me fuera posible, agotaría todos y cada uno de los recursos que estuvieran a mi alcance, probaría cualquier cosa por muy estúpida, loca e increíble que pareciera con tal de que volviera conmigo a casa. Por el camino de vuelta en el coche podía notar su estado de desesperación y su desazón, bastantes palpables, por los gestos que hacía, por la forma en la que tenía de mirarme, por sus muecas... estábamos en una carrera contra reloj en la que sentía que la arena que marcaba el tiempo se nos iba acabando y nos quedábamos sin salidas y sin opciones, odiaba sentirme así pero no podía evitarlo. Lo único que quitaba esa sensación, y que me aliviaba bastante, es que al menos Ubbe estaba más dispuesto a ayudarme y parecía que comenzaba a creerme. Sabía que todo sonaba como una auténtica locura pero aunque mis palabras no habían logrado llegarle en un principio sí lo hizo esa conexión única que teníamos, eso había hablado por los dos y era demasiado notable, algo que no se podía explicar pero que él si había sentido. Algo que no se tiene con una persona que acabas de conocer, al menos de una forma tan fuerte. Su mano subía por mi muslo con esa sonrisa pícara en sus labios que me presagiaba lo que pasaría en llegar y que se saltaría la indicación de reposo que me habían dado, pero aunque yo no lo dijera también lo necesitaba. Iba a aprovechar cada segundo que pasara con él tanto como me fuera posible, y es que él no pensaba perder el tiempo tampoco porque cuando llegamos al piso protegido y me tomé la pastilla su cuerpo se pegó al mío restando toda la distancia, me recordó que no teníamos mucho tiempo y además me hizo saber exactamente cómo estaba de excitado por mi culpa a lo que yo enarqué una ceja.
-Tenemos el tiempo suficiente –dije mirándolo sin importarme nada más en ese momento, él no tardó en coger mi mano y bajarla hasta que pudiera notar su miembro bajo la tela de su pantalón, con una sonrisa pícara y con cierta maldad consciente de lo que se hacía en todo momento, mis dedos repasaron todo su tronco y emití un jadeo sin dejar de mirarnos- culpable –dije sonriendo para morderme el labio sabiendo lo mucho que eso le ponía- pero si te tengo ganas durmiendo, imagínate las que te tengo cuando te tengo frente a mí –no tardó demasiado en tomar mis nalgas y alzarme para que rodeara su cintura pegando mi centro contra su miembro, nuestras bocas se buscaron de forma hambrienta y necesitada mientras él iba hacia la habitación para aprovechar ese momento que teníamos, devorándonos como si fuera el último momento en el que pudiéramos estar juntos y necesitáramos marcarlo a fuego, devorarnos mutuamente, saciar las ganas que nos teníamos, recorrernos dejando un rastro de fuego en la piel para acordarnos... o al menos yo lo sentía así. Su lengua arrasaba con todo a su paso en aquel beso adueñándose mi boca y de cada resquicio de esta en una batalla intensa, gruñíamos y jadeábamos por el torrente de deseo y pasión que derrochábamos mientras movía mi cadera contra su miembro y mis manos recorrían su espalda y su pecho mientras la otra se perdía en su pelo, necesitada de mucho más. Acabamos en la cama y su camiseta fue lo primero que quité dejando su torso al descubierto, mis dedos recorrieron cada músculo sintiendo como se contraían a mi paso sin dejar de besarnos en ningún momento, sus manos subieron por mis costados arrastrando la camiseta que llevaba y me la quitó cuando nos separamos para coger aire, incendiados en el deseo que provocábamos cuando estábamos juntos éramos incapaces de dejar de besarnos o de tocarnos. Mis manos bajaron por su espalda dejando un recorrido con mis uñas leve hasta llegar a su cintura, la recorrí hasta llegar a su pantalón que comencé a desabrochar mientras nos mirábamos de forma fija, mares contra desiertos que delataban lo mucho que nos necesitábamos, con los ojos turbios por el placer y el deseo que sentíamos, una vorágine de sentimientos que nos volvían locos y que solo hacía afianzar más ese lazo que nos unía. Sin apartar la mirada del otro sus manos tomaron mis pechos para dejarlos libres, mordí su labio ante su gruñido antes de que bajara su boca hacia estos y los tomara haciendo que jadeara y arqueara mi cuerpo hacia él, dejándome hacer por él. Los recorrió con su lengua, los mordió y los succionó antes de ir a mis pezones y morderlos y succionarlos volviéndome loca.
Mis manos ya habían desabrochado su pantalón y habían liberado su miembro, duro y listo, que recorrí con mis dedos desde la base hacia la punta notando lo mojado que estaba, mis dedos recorrieron su glande y con mis dedos húmedos de él comencé a recorrer su tronco, un gruñido contra mis pechos por ello sin dejar de mover mi mano, rotándola, sintiendo sus caderas que se movían pidiéndome por más y porque no parara. No lo hice y aumenté paulatinamente la velocidad con mis dedos en su pelo, subió de nuevo para besarme de forma ruda, con su respiración agitada conforme seguía recorriendo su tronco, masajeando la punta con el pulgar. Mordió mis labios gruñéndome por lo que le hacía, sus manos desabrocharon mi pantalón para quitármelo y bajarlo, comenzó a bajar por mi cuerpo dejando mordiscos y apartó mi mano de su miembro cuando estaba demasiado encendido, me miró a lo que yo sonreí mordiéndome el labio y volvió a gruñirme quitándome el pantalón despacio para no hacerme daño en la pierna. Subió recorriéndola con sus labios hasta que llegó a mi ropa interior, sus pulgares se colaron por cada lado de la prenda, comenzó a bajarlos y dejó un mordisco justo donde empezaba mi sexo que me hizo jadear y arquear mi cuerpo hacia él hasta que me quitó la prenda, él hizo lo propio con sus pantalones y su ropa interior y me miró de esa forma que tan bien me conocía, separé algo más mis piernas para darle la invitación que no necesitaba porque él ya la tenía y sonrió de lado de forma traviesa recorriéndome con la mirada, sus manos ascendían por mis piernas dejando un rastro de fuego a su paso mientras él a su vez subía por mi cuerpo. Dejó su rostro a la altura de mi sexo y sentí su aliento cálido en aquella zona húmeda y necesitada de él que me hizo jadear, me miró acercándose hasta que su lengua recorrió mi sexo provocándome un gemido y que alzara mi cadera hacia él buscándolo, mi mano aferró la almohada con fuerza cuando sentí que volvía a hacer lo mismo. Mis ojos bajaron para mirarlo y me mordí el labio ante aquella imagen erótica, una tercera pasada dejando un mordisco en el clítoris y ya me tenía temblando. Bajé mi mano enredándola en su pelo para apartarlo, no porque no me gustara, sino porque no era lo que necesitaba en ese momento.
-Oh por Ra... Ubbe –lo llamé en jadeo necesitado para que subiera hasta mi rostro, lamí sus labios probando mi sabor en ellos y volvimos a besarnos notando su miembro recorrer mi sexo, nos separamos para mirarnos y mordí su labio inferior- hazlo, tómame –pedí contra estos con mi mano en su nuca y en su espalda. No hizo falta decirle más porque pronto noté cómo la punta de su miembro se adentraba de forma lenta abriéndose paso en mi interior, gemí ante aquella placentera sensación en la que de forma lenta pero sin pararse se hundió por completo en mi interior sin dejar de mirarme, mi cuerpo se aferró al suyo y mordí su labio con las respiraciones agitadas sin dejar de mirarnos, supe que lo había hecho por no hacerme daño y moví mi cadera incitándolo a que se moviera. Y lo hizo, comenzó a moverse aumentando poco a poco el ritmo pero yo sabía que pronto ese control se le iría de las manos. Mi cadera iba a su encuentro entre jadeos y gemidos, nos besábamos, nos mordíamos los labios entregándonos por completo el uno al otro, mis piernas rodearon sus caderas y una de mis manos bajó apretando una de sus nalgas notando cada movimiento... hasta que en un gemido pidiéndole más el control que llevaba lo perdió y comenzó a moverse de forma ruda y salvaje como él era, éramos incapaces de contenernos y no me importó estar herida y me olvidé de ello centrada solo en tenerlo y en sentirlo. Aferré su rostro entre mis manos cuando sentí que iba a correrme sin dejar de arquearme y moverme hacia él, gimiendo en cada embestida que me llevaba a la cima hasta que finalmente alcancé el orgasmo, mi cuerpo se tensó, eché la cabeza hacia atrás y gemí con fuerza notando que él también llegaba al orgasmo corriéndose en mi interior, con mi cuerpo temblando hasta que caí en el colchón con la respiración agitada y el cuerpo perlado en sudor. Nos miramos en esos momentos y su frente se apoyó en la mía recuperando el aliento, mis labios buscaron los suyos en un beso algo más sosegado y tierno- te quiero –dije mirándolo antes de rodear su cuello con mis brazos cuando se tumbó a mi lado y escondí mi rostro- pase lo que pase no lo olvides –cerré los ojos dejándome envolver por sus brazos, disfrutando de ese momento como si fuera el último.
Recogimos las cosas y las dejamos en su sitio para salir de la biblioteca bastante frustrados por no poder conseguir la información necesaria, de hecho es que no habíamos encontrado nada que nos sirviera y me fui con cierto malestar ya que pensé que podríamos encontrar algo, pero nos habíamos dado de bruces contra una pared. De nuevo estábamos sin pistas y dando palos de ciegos, por lo que nuestra única opción era Upsala, ese lugar mágico e importante para Ubbe que esperaba de todo corazón que pudiera ser la clave de todo y que despertara al vikingo, necesitaba creer en ello y mantener al menos esa llama de la esperanza que sentía que se iba apagando poco a poco igual que yo iba sintiendo que me perdía, que algo tiraba de mí como si quisiera borrar todos mis recuerdos y hacer que me olvidara del vikingo, pero yo luchaba por aferrarme tanto a él como me fuera posible, agotaría todos y cada uno de los recursos que estuvieran a mi alcance, probaría cualquier cosa por muy estúpida, loca e increíble que pareciera con tal de que volviera conmigo a casa. Por el camino de vuelta en el coche podía notar su estado de desesperación y su desazón, bastantes palpables, por los gestos que hacía, por la forma en la que tenía de mirarme, por sus muecas... estábamos en una carrera contra reloj en la que sentía que la arena que marcaba el tiempo se nos iba acabando y nos quedábamos sin salidas y sin opciones, odiaba sentirme así pero no podía evitarlo. Lo único que quitaba esa sensación, y que me aliviaba bastante, es que al menos Ubbe estaba más dispuesto a ayudarme y parecía que comenzaba a creerme. Sabía que todo sonaba como una auténtica locura pero aunque mis palabras no habían logrado llegarle en un principio sí lo hizo esa conexión única que teníamos, eso había hablado por los dos y era demasiado notable, algo que no se podía explicar pero que él si había sentido. Algo que no se tiene con una persona que acabas de conocer, al menos de una forma tan fuerte. Su mano subía por mi muslo con esa sonrisa pícara en sus labios que me presagiaba lo que pasaría en llegar y que se saltaría la indicación de reposo que me habían dado, pero aunque yo no lo dijera también lo necesitaba. Iba a aprovechar cada segundo que pasara con él tanto como me fuera posible, y es que él no pensaba perder el tiempo tampoco porque cuando llegamos al piso protegido y me tomé la pastilla su cuerpo se pegó al mío restando toda la distancia, me recordó que no teníamos mucho tiempo y además me hizo saber exactamente cómo estaba de excitado por mi culpa a lo que yo enarqué una ceja.
-Tenemos el tiempo suficiente –dije mirándolo sin importarme nada más en ese momento, él no tardó en coger mi mano y bajarla hasta que pudiera notar su miembro bajo la tela de su pantalón, con una sonrisa pícara y con cierta maldad consciente de lo que se hacía en todo momento, mis dedos repasaron todo su tronco y emití un jadeo sin dejar de mirarnos- culpable –dije sonriendo para morderme el labio sabiendo lo mucho que eso le ponía- pero si te tengo ganas durmiendo, imagínate las que te tengo cuando te tengo frente a mí –no tardó demasiado en tomar mis nalgas y alzarme para que rodeara su cintura pegando mi centro contra su miembro, nuestras bocas se buscaron de forma hambrienta y necesitada mientras él iba hacia la habitación para aprovechar ese momento que teníamos, devorándonos como si fuera el último momento en el que pudiéramos estar juntos y necesitáramos marcarlo a fuego, devorarnos mutuamente, saciar las ganas que nos teníamos, recorrernos dejando un rastro de fuego en la piel para acordarnos... o al menos yo lo sentía así. Su lengua arrasaba con todo a su paso en aquel beso adueñándose mi boca y de cada resquicio de esta en una batalla intensa, gruñíamos y jadeábamos por el torrente de deseo y pasión que derrochábamos mientras movía mi cadera contra su miembro y mis manos recorrían su espalda y su pecho mientras la otra se perdía en su pelo, necesitada de mucho más. Acabamos en la cama y su camiseta fue lo primero que quité dejando su torso al descubierto, mis dedos recorrieron cada músculo sintiendo como se contraían a mi paso sin dejar de besarnos en ningún momento, sus manos subieron por mis costados arrastrando la camiseta que llevaba y me la quitó cuando nos separamos para coger aire, incendiados en el deseo que provocábamos cuando estábamos juntos éramos incapaces de dejar de besarnos o de tocarnos. Mis manos bajaron por su espalda dejando un recorrido con mis uñas leve hasta llegar a su cintura, la recorrí hasta llegar a su pantalón que comencé a desabrochar mientras nos mirábamos de forma fija, mares contra desiertos que delataban lo mucho que nos necesitábamos, con los ojos turbios por el placer y el deseo que sentíamos, una vorágine de sentimientos que nos volvían locos y que solo hacía afianzar más ese lazo que nos unía. Sin apartar la mirada del otro sus manos tomaron mis pechos para dejarlos libres, mordí su labio ante su gruñido antes de que bajara su boca hacia estos y los tomara haciendo que jadeara y arqueara mi cuerpo hacia él, dejándome hacer por él. Los recorrió con su lengua, los mordió y los succionó antes de ir a mis pezones y morderlos y succionarlos volviéndome loca.
Mis manos ya habían desabrochado su pantalón y habían liberado su miembro, duro y listo, que recorrí con mis dedos desde la base hacia la punta notando lo mojado que estaba, mis dedos recorrieron su glande y con mis dedos húmedos de él comencé a recorrer su tronco, un gruñido contra mis pechos por ello sin dejar de mover mi mano, rotándola, sintiendo sus caderas que se movían pidiéndome por más y porque no parara. No lo hice y aumenté paulatinamente la velocidad con mis dedos en su pelo, subió de nuevo para besarme de forma ruda, con su respiración agitada conforme seguía recorriendo su tronco, masajeando la punta con el pulgar. Mordió mis labios gruñéndome por lo que le hacía, sus manos desabrocharon mi pantalón para quitármelo y bajarlo, comenzó a bajar por mi cuerpo dejando mordiscos y apartó mi mano de su miembro cuando estaba demasiado encendido, me miró a lo que yo sonreí mordiéndome el labio y volvió a gruñirme quitándome el pantalón despacio para no hacerme daño en la pierna. Subió recorriéndola con sus labios hasta que llegó a mi ropa interior, sus pulgares se colaron por cada lado de la prenda, comenzó a bajarlos y dejó un mordisco justo donde empezaba mi sexo que me hizo jadear y arquear mi cuerpo hacia él hasta que me quitó la prenda, él hizo lo propio con sus pantalones y su ropa interior y me miró de esa forma que tan bien me conocía, separé algo más mis piernas para darle la invitación que no necesitaba porque él ya la tenía y sonrió de lado de forma traviesa recorriéndome con la mirada, sus manos ascendían por mis piernas dejando un rastro de fuego a su paso mientras él a su vez subía por mi cuerpo. Dejó su rostro a la altura de mi sexo y sentí su aliento cálido en aquella zona húmeda y necesitada de él que me hizo jadear, me miró acercándose hasta que su lengua recorrió mi sexo provocándome un gemido y que alzara mi cadera hacia él buscándolo, mi mano aferró la almohada con fuerza cuando sentí que volvía a hacer lo mismo. Mis ojos bajaron para mirarlo y me mordí el labio ante aquella imagen erótica, una tercera pasada dejando un mordisco en el clítoris y ya me tenía temblando. Bajé mi mano enredándola en su pelo para apartarlo, no porque no me gustara, sino porque no era lo que necesitaba en ese momento.
-Oh por Ra... Ubbe –lo llamé en jadeo necesitado para que subiera hasta mi rostro, lamí sus labios probando mi sabor en ellos y volvimos a besarnos notando su miembro recorrer mi sexo, nos separamos para mirarnos y mordí su labio inferior- hazlo, tómame –pedí contra estos con mi mano en su nuca y en su espalda. No hizo falta decirle más porque pronto noté cómo la punta de su miembro se adentraba de forma lenta abriéndose paso en mi interior, gemí ante aquella placentera sensación en la que de forma lenta pero sin pararse se hundió por completo en mi interior sin dejar de mirarme, mi cuerpo se aferró al suyo y mordí su labio con las respiraciones agitadas sin dejar de mirarnos, supe que lo había hecho por no hacerme daño y moví mi cadera incitándolo a que se moviera. Y lo hizo, comenzó a moverse aumentando poco a poco el ritmo pero yo sabía que pronto ese control se le iría de las manos. Mi cadera iba a su encuentro entre jadeos y gemidos, nos besábamos, nos mordíamos los labios entregándonos por completo el uno al otro, mis piernas rodearon sus caderas y una de mis manos bajó apretando una de sus nalgas notando cada movimiento... hasta que en un gemido pidiéndole más el control que llevaba lo perdió y comenzó a moverse de forma ruda y salvaje como él era, éramos incapaces de contenernos y no me importó estar herida y me olvidé de ello centrada solo en tenerlo y en sentirlo. Aferré su rostro entre mis manos cuando sentí que iba a correrme sin dejar de arquearme y moverme hacia él, gimiendo en cada embestida que me llevaba a la cima hasta que finalmente alcancé el orgasmo, mi cuerpo se tensó, eché la cabeza hacia atrás y gemí con fuerza notando que él también llegaba al orgasmo corriéndose en mi interior, con mi cuerpo temblando hasta que caí en el colchón con la respiración agitada y el cuerpo perlado en sudor. Nos miramos en esos momentos y su frente se apoyó en la mía recuperando el aliento, mis labios buscaron los suyos en un beso algo más sosegado y tierno- te quiero –dije mirándolo antes de rodear su cuello con mis brazos cuando se tumbó a mi lado y escondí mi rostro- pase lo que pase no lo olvides –cerré los ojos dejándome envolver por sus brazos, disfrutando de ese momento como si fuera el último.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)
Sus dedos ávidos de mi verga desabrocharon el pantalón dejando que mi dureza emergiera hambrienta. Mi boca se perdía entre sus dos montañas torturándolas, apoderándome de las cumbres y tirando de estas con los dientes mientras ella se retorcía de placer entre mis manos.
Sus dedos se humedecieron con mi glande, brillante por el deseo que me producía aquel cuerpo perfecto de la egipcia, cincelado por Ra para volver loco a cualquier hombre.
Jadeé al sentir como sus dedos se paseaban por mi tronco ascendiendo y descendiendo, llenándolo de caricias.
Cada vez mi respiración era mas ronca, mas violenta, gruñí contra su pezones perfilandolos con la lengua completamente encendido por como me masturbaba la egipcia. De un manotazo quité su mano cuando sentí que iba a explotar, su sonrisa pintada en los labios, traviesa, me dejaba claro que le gustaba ejercer ese control sobre mi cuerpo.
-Niña mala -dije deslizando mis labios por su mandíbula, arrasando su cuello y perdiéndome en su esternón donde dejé un sin fin de besos y mordiscos.
Atravesé sus montañas, el vallé, la media luna de su ombligo donde me deleité introduciendo mi lengua en una promesa de lo que pronto vendría y finalmente mordí el monte de venus perdiéndome entre sus dos cumbres, paladeando aquel sabor delicioso, elixir de los dioses mas embriagante que la misma hidromiel de Odin.
Sus caderas bailaron al son de mi lengua, encendida con sus dedos en mi pelo rubio, el vaivén de sus caderas era demencial.
Con su diestra retorcía la almohada, su cintura formaba un puente arqueada, ofrecida y gritando mi nombre hasta elevarlo a ese Valhalla de donde decía yo pertenecía.
Mi aliento se perdió en su humedad cuando sonreí al escuchar como pronunciaba el nombre de su dios.
-No, no es Ra, soy yo -susurré con mi boca mojada.
Tiró de mi pelo para que nuestros labios chocaran consumiéndose como las brasas, eramos fuego, un delicioso elemento caliente que nos hacia arder sobre las sabanas.
Su lengua lamió mis labios con lujuria, mi glande se adentró entre sus dos cumbres que se dilataron para engullir lentamente mi hombría.
La embestí con fuerza, salvaje, violento, era difícil para mi obedecer el mandato medico, mis estocadas hacían temblar su cuerpo que se abría para mi, sus uñas en mi espalda, sus dientes mordían el hueco entre mi cuello y hombro.
Disfruté de cada embestida, con sus piernas enredadas en mi cintura, hasta que el rugido de ambos colmó la cámara. Caí extenuado, perlado en sudor sobre ella, mis rodillas en el lecho para no aplastarla mientras mis ojos se cerraban y sus dedos me acariciaban.
La respiración de ambos se fue calmando, adaptando …
-Tenemos que irnos -susurré contra la piel de su pecho.
No le dije que la queria, no hasta que recuperara mi recuerdo, peor estaba claro que el vinculo que nso ataba era fuerte, inquebrantable.
Sus dedos se humedecieron con mi glande, brillante por el deseo que me producía aquel cuerpo perfecto de la egipcia, cincelado por Ra para volver loco a cualquier hombre.
Jadeé al sentir como sus dedos se paseaban por mi tronco ascendiendo y descendiendo, llenándolo de caricias.
Cada vez mi respiración era mas ronca, mas violenta, gruñí contra su pezones perfilandolos con la lengua completamente encendido por como me masturbaba la egipcia. De un manotazo quité su mano cuando sentí que iba a explotar, su sonrisa pintada en los labios, traviesa, me dejaba claro que le gustaba ejercer ese control sobre mi cuerpo.
-Niña mala -dije deslizando mis labios por su mandíbula, arrasando su cuello y perdiéndome en su esternón donde dejé un sin fin de besos y mordiscos.
Atravesé sus montañas, el vallé, la media luna de su ombligo donde me deleité introduciendo mi lengua en una promesa de lo que pronto vendría y finalmente mordí el monte de venus perdiéndome entre sus dos cumbres, paladeando aquel sabor delicioso, elixir de los dioses mas embriagante que la misma hidromiel de Odin.
Sus caderas bailaron al son de mi lengua, encendida con sus dedos en mi pelo rubio, el vaivén de sus caderas era demencial.
Con su diestra retorcía la almohada, su cintura formaba un puente arqueada, ofrecida y gritando mi nombre hasta elevarlo a ese Valhalla de donde decía yo pertenecía.
Mi aliento se perdió en su humedad cuando sonreí al escuchar como pronunciaba el nombre de su dios.
-No, no es Ra, soy yo -susurré con mi boca mojada.
Tiró de mi pelo para que nuestros labios chocaran consumiéndose como las brasas, eramos fuego, un delicioso elemento caliente que nos hacia arder sobre las sabanas.
Su lengua lamió mis labios con lujuria, mi glande se adentró entre sus dos cumbres que se dilataron para engullir lentamente mi hombría.
La embestí con fuerza, salvaje, violento, era difícil para mi obedecer el mandato medico, mis estocadas hacían temblar su cuerpo que se abría para mi, sus uñas en mi espalda, sus dientes mordían el hueco entre mi cuello y hombro.
Disfruté de cada embestida, con sus piernas enredadas en mi cintura, hasta que el rugido de ambos colmó la cámara. Caí extenuado, perlado en sudor sobre ella, mis rodillas en el lecho para no aplastarla mientras mis ojos se cerraban y sus dedos me acariciaban.
La respiración de ambos se fue calmando, adaptando …
-Tenemos que irnos -susurré contra la piel de su pecho.
No le dije que la queria, no hasta que recuperara mi recuerdo, peor estaba claro que el vinculo que nso ataba era fuerte, inquebrantable.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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