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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Ubbe Cannif Vie Dic 29, 2017 10:18 am

Recuerdo del primer mensaje :

Noruega, 2017

Aquella noche había quedado en la discoteca Bla para celebrar la despedida de soltero de uno de mis mejores colegas.
Habíamos bromeado con ese “te casaste, la cagaste” durante años, como si todos tuviéramos alergia al matrimonio, pero al fina Bryon sucumbía ante las amenazas de su prometida lo que nos hacia reírnos de él llamándolo calzonazos.
Al menos habíamos liado una buena fiesta, empezaríamos en aquel antro y una vez fuéramos borrachos la idea era irnos a un hotel que habíamos reservado donde unas cuantas mujeres nos harían un espectáculo mas subido de tono.

Detuve la moto en el Bla, me quité el casco y ladeé la sonrisa al ver a Floqui que acababa de aparcar su descapotable, según él todo un baja bragas. Cruzamos el umbral de la discoteca, la música retumbaba por los altavoces, la gente bailaba al ritmo del dj que pinchaba la música del momento.
Había un buen ganado, las féminas con poca ropa se movían al son de las distintas canciones de moda, sobre las tarimas y enganchadas a las columnas de hierro bailaban las gogos con esos cuerpos esculturales.

En el reservado nos unimos al resto de colegas que acudían a la despedida, el novio aun no había llegado ,así que unos cuantos nos bajamos a bailar a la pista.
Una rubita de ojos claros se acercó a mi, llevaba una minifalda que se encargó de restregar animando mi abultada entrepierna.
Pedimos unas jarras y pronto empezó el alcohol a animar la velada.

No se el rato que había pasado cuando vi a una morena vestida de un modo extraño que caminaba medio asustada por le medio de la discoteca, no se que mierda se había metido, peor sin duda debía de ser bueno porque estaba completamente desubicada.
Miré su culo, tenia unas nalgas épicas, dejé a la rubia caminando hacia la morenita de piel caramelo que intentaban zafarse del agarre de un borracho que motivado de mas por la belleza de esa mujer quería sacarla a bailar.
-Está conmigo -dije apartando la tipo de un empujón.

Mi envergadura bastaba para achantar a mas de uno, eso y que hacia artes marciales lo que me llevaba a defenderme bastante bien.
-¿esta bien señorita? -pregunté tirando de ella para llevarla hacia un rincón donde pudiéramos tener algo de tranquilidad.
Yo era militar, así que supongo llevaba escrito a fuego en la piel el lema de ayudar a los demás y esa mujer parecía perdida.

Miré fijamente sus ojos para ver si sus pupilas estaban dilatadas porque desde luego no olia a alcohol.
-¿que te has metido preciosa? -pregunté


Última edición por Ubbe Cannif el Vie Ene 19, 2018 9:17 am, editado 1 vez
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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Feb 05, 2018 9:06 am

Había disfrutado como siempre de esa sensación que nos recorría a los dos cuando estábamos juntos, cuando éramos incapaces de estar quietos y nuestros cuerpos se buscaban de forma necesitada y desesperada sin poder evitarlo, era cierto que en algunos sentidos me encantaba tener el control sobre él y disfrutaba ejerciéndolo cuando podía dejarlo desarmado con mis labios o con mi mano, sobre todo en un hombre como él que no le gustaba que nadie le dominara y que era imposible que se dejara hacer porque lo había intentado millones de veces, me reí por ese “niña mala” que me había dicho incapaz de aguantar la risa, por esos momentos los dos nos habíamos olvidado del mundo para centrarnos en nosotros, olvidándonos de que el tiempo corría en nuestra contra y que estábamos en una carrera a contrarreloj para volver a nuestra vida, a esa que hacía poco habíamos empezado formalmente juntos como marido y mujer, una en la que lo necesitaba de vuelta más que se necesita el aire para respirar. Nos consumimos como siempre hacíamos en un tornado de pasión y de lujuria salvaje que nos envolvía, no nos costaba encender la llama y el fuego que creábamos ardía con fuerza entre ambos. Él me había dicho que no se trataba de mi dios Ra el que me provocaba todo eso, algo que era bastante evidente, sino que era yo para que gimiera su nombre entre espasmos de placer con mi cuerpo arqueándose contra el suyo. Al final acabó tomándome con esa furia salvaje que tanto le precedía, incapaz de hacer caso a la indicación médica que nos dio su amigo y en la que yo tampoco pensé porque lo único que quería era sentirlo y grabar ese momento a fuego en mi mente y en mi piel, él se encargó de hacer que mi cuerpo se arqueara y temblara contra el suyo hasta que finalmente entre embestidas raudas acabamos los dos en un orgasmo, mi cuerpo pegado contra el suyo temblando con mis dedos recorriendo su pelo recuperando la respiración, su cuerpo dejado contra el mío pero sin dejar caer todo su peso para no aplastarme, su frente en la mía mirándonos intentando recuperar el aliento, cuerpos perlados en sudor por lo que habíamos hecho. Busqué sus labios para besarlo de forma lenta y pausada y no contuve las palabras que salieron de mis labios mirándolo, mordí su labio inferior antes de que él pegara su frente a mi pecho dejándola descansar ahí con mis dedos por su espalda en pequeña caricias.

Sabía que mis palabras podían quedarse en nada aunque sonaban ciertas porque era lo que sentía, no podía acallarlo más y necesitaba expresarlo, tampoco esperaba que me respondiera a mis palabras porque sabía que aunque me creía era imposible que sintiera por mí lo mismo que yo sentía por él, pero yo necesitaba expresarlo y que lo supiera por lo que pudiera llegar a pasar, porque necesitaba decírselo y no lo podía acallar por mucho más tiempo. No esperaba que me respondiera y tampoco me molestó el que no dijera nada, sabía que iba a ser así precisamente por lo que no me pilló de sorpresa... lo raro hubiera sido que me contestara. Aunque sabía que teníamos que irnos y ponernos en marcha porque su primo pronto nos esperaría para irnos al norte no quería moverme de esa cama, quería quedarme allí sintiendo su cuerpo contra el mío, su respiración dar contra mi piel erizándola, su calor que me envolvía, su piel rozándose contra mi piel... no quería moverme pero sabía que teníamos que hacerlo, hice un pequeño mohín cuando levantó su rostro para mirarme como si me dijera que era hora de ponernos en marcha pero no dije nada, busqué otra vez sus labios para besarlos como si no fuera suficiente y necesitara de más, cosa que era verdad, antes de levantarnos de la cama y darnos una ducha rápida los dos juntos ya que cabíamos perfectamente ambos en aquella ducha, entre risas y bromas sabiendo que no podíamos perder mucho más tiempo, y nos vestimos para salir al salón donde el cachorro estaba tumbado en la alfombra. Lo miré mientras se acercaba para que lo saludara y mi vista fue hacia el vikingo enarcando una ceja preguntándole qué iba a hacer con el cachorro, como aún quedaba tiempo pasaríamos por su casa para dejarlo y quizás coger algo más de ropa de la que simplemente llevábamos. Así que tras ponerle la correa salimos hacia el coche rumbo a su casa, acariciaba al cachorro tumbado sobre mis piernas y de vez en cuando dirigía mis ojos hacia el vikingo que ahora un poco más serio estaba centrado en la carretera. Mi mano fue hacia su nuca para acariciarlo como si quisiera tranquilizarlo de esa forma y tras unos cuantos minutos en los que estuvimos en carretera finalmente llegamos hasta el edificio donde tenía el piso, acaricié al cachorro antes de que fuera con su dueño y lo miré apoyada contra el coche, algo me decía que era mejor que esa vez no subiera y que lo esperara allí. Tampoco me necesitaba para coger algo de ropa y bajar, no tardaría mucho más de diez minutos y si su novia estaba prefería no encontrármela, todo sea dicho.



-Te espero aquí a que bajes ¿vale? Te prometo que no me moveré de aquí –lo miré afirmándole que no iba a moverme y que lo esperaría allí, mi espalda se apoyó contra el coche y lo miré como se adentraba en el edificio hasta desaparecer de mi vista, lancé un suspiro y miré hacia el cielo mordiéndome el labio pensando en que Upsala era la única oportunidad que nos quedaba y esperaba, de todo corazón, que fuera la respuesta que habíamos estado buscando para salir de aquel problema y que despertara el vikingo. Mis dedos tamborileaban sobre mi piel un tanto nerviosa esperando a que bajara de nuevo, la gente pasaba por aquel lugar ya que era una zona residencial y algunos reparaban en mi persona quizás porque destacaba bastante con los de allí pero tampoco me miraban mal así que no era un problema, tras unos cuantos minutos que no supe cuántos fueron mis ojos volvieron hacia la puerta para encontrarme que el vikingo salía en mi dirección y no de muy buen humor precisamente, parecía que estaba algo cabreado no solo por la cara que traía sino por la forma en la que andaba, me mordí el labio imaginando lo que podría haber pasado hasta que finalmente se acercó y su espalda la dejó caer contra el coche, lanzó un suspiro y llevó varios dedos al puente de su nariz mientras yo lo contemplaba en silencio- ¿Ubbe? –Pregunté llamándolo para centrar su atención en mi persona tras haberle dado algo de espacio, suponía qué había pasado y lo que menos quería era molestarlo- ¿estás bien? –Mi mano subió por su brazo hasta su nuca y fue entonces cuando apartó la mano de su rostro y lo ladeó en mi dirección, sus preciosos orbes azules como dos mares intensos clavaron su mirada en mis desiertos y me mordí el labio observándolo, ese hombre me provocaba demasiado con tan solo una simple mirada, sonrió de lado como si quisiera olvidar lo que hubiera pasado ahí arriba y se acercó a mi cuerpo dejándome contra el coche de nuevo, su mano en mi nuca enredada entre los rizos de mi pelo y su boca contra la mía besándome de forma necesitada, como si quisiera hacerse ver que lo que hacía era lo correcto a pesar de toda la locura que parecía. No dije demasiado porque no hacía falta tampoco, tras el beso nos montamos otra vez en el coche y puso rumbo al edificio militar donde se encontraba su primo esperándonos, había bajado una pequeña bolsa, tras unos cuantos minutos estuvimos de vuelta en aquel lugar donde me había llevado a ver a su primo, de su hombro colgaba la mochila y su mano entrelazada con la mía tiraba de mí mientras íbamos hacia donde Niels nos esperaba. En un principio pensé que nos montaríamos en un avión pero me encontré con algo totalmente diferente para cuando llegamos, enarqué una ceja y el vikingo se rió mirándome mientras me explicaba qué era aquel aparato, un helicóptero dijo. Me explicó un poco cómo funcionaba cuando ya veíamos a Niels preparado esperándonos a los pies de aquel helicóptero- ¿también tenemos que ponernos casco? –Él asintió con la cabeza justo cuando llegamos frente a su primo al que saludamos con una sonrisa, sabía que él no quería decirle mucho por lo que era mejor aparentar. Nos miró a uno y a otro con una sonrisilla en los labios pero no dijo demasiado, nos instó a montar y ayudada por Ubbe lo hice mientras me ponían cinturones de seguridad y me pasaban aquel casco, Niels iba delante en los mandos y el vikingo se sentó a mi lado tras hablar algo con su primo, notó lo nerviosa que estaba en esos momentos y tomó mi mano para tranquilizarme a lo que yo simplemente sonreí. Pronto despegamos y emprendimos vuelo hacia Upsala, hacia aquel lugar que esperaba fuera nuestra salvación, mientras nos dirigíamos hacia allí disfruté del paisaje que se podía apreciar desde el helicóptero, sin duda alguna el norte tenía unos paisajes preciosos y entendía mucho más por qué ellos querían luchar por conservarlo, aparte de porque era su hogar. Iba a ser la primera vez que visitara Upsala, solo tenía una imagen que me había hecho a partir de lo que sus padres me habían contado, esperaba que la visita nos sirviera para que todo acabara y pudiéramos despertar dejando atrás esta pesadilla.
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Mensaje por Ubbe Cannif Lun Feb 05, 2018 12:53 pm

Sabia lo que tenia que hacer, quizás por eso mi semblante serio y tenso chocaba con los desiertos de la egipcia que buscaba con caricias hacerme cambiar mi animo.
Até al cachorro y juntos nos fuimos al garaje del edificio cogiendo el coche, mi cabeza estaba en otra cosa tal era así, que no la escuchaba, ni siquiera sus caricias tuvieron el efecto deseado sobre mi pierna.
Aparqué bajo mi casa, hundiendo mis océanos en aquella mirada limpia que me decía que no mentía.
-Ahora bajo.
Ella asintió prometiéndome que no se iría a ningún lado y yo asentí enseñandole mando en mano como podía poner el seguro en el coche si pasaba algo y cualquier peligro venia.
No me gustaba dejarla sola, pero para lo que tenia que hacer era mejor ir solo y no con ella.

En mi piso la voz alegre de mi novia retumbó entre las paredes, con harina en su nariz y las manos llenas de masa se acercó sonriente asegurando que estaba haciendo pizza para comer, barbacoa como a mi me gustaba.
Sus labios buscaron los míos cuando la quebré y besé su mejilla con cierta tristeza.
-Lo siento -dije buscando su mirada que se apagaba por momentos -yo lo siento, pero ..no estoy enamorado de ti.
Sus puños golpearon mi pecho, me gritó, me pregunto ¿cuando lo había descubierto? ¿si me había acostado con la otra mujer? Me dijo que ella me engañaría que me abandonaría, lloró mientras yo la sujetaba contra mi pecho para que no se desplomara sumida en un profundo llanto.

Me desgarraba verla así, pero no tenia otro tipo de opción ¿era mejor mentirle cuando estaba enamorándome de otra mujer? Nai había significado mas en dos días para mi que mi novia en un año.
-Lo siento -dije saliendo de allí dejándola con el cachorro.
Bajando por las escaleras llamé a Devon, sabia que ella era la única que mas o menos soportaba a mi ex novia y quería que fuera a verla, era también mi abogado, así que tendríamos que hablar del piso y de las cosas...podía quedárselo todo, a fin de cuentas estaba perdido en un infierno de sueño.

Entré en el coche con el rostro desencajado, cerré los ojos llevando mis dedos al puente de la nariz en silencio.
Me preguntaba como estaba, la verdad no en mi mejor momento, me giré hacia ella con mis azules turbios y me perdí en su boca enterrando mi lengua en ella, lamiendo su sinhueso hasta formar un tornado.
-estoy bien -mentí contra sus labios mojados de la saliva de ambos.

De nuevo nos pusimos en marcha, esta vez hacia el aeropuerto militar donde Niels nos esperaba, mi primo que me conocía bien y que de seguro había recibido la llamada de su mujer me pregunto que había pasado separándome un momento de la egipcia.
Le conté la verdad, bueno, la verdad a medias, pues no quería hablarle de esa locura de que esto era un sueño, no lo entendería, no tenia por que confiar en la egipcia como lo estaba haciendo yo.

Volví con ella ayudándola a ponerse el casco y el paracaídas, mientras le iba explicando todo, se le veía muy nerviosa.
-Mi primo es el mejor piloto militar, te aseguro que con ningún otro estaríamos mas seguros.
El viaje no tardo en empezar, Nai se abrazaba a mi aterrorizada, yo besaba despacio su cuello sin soltar su mano mientras mi primo desde los mandos se descojonaba mofándose de la egipcia, incluso en ocasiones se atrevió a voltear el helicóptero con esas maniobras bien aprendidas.
-¡Niels! -rugí apretando los labios para no reírme llevándome un manotazo de la egipcia.
Tras unas horas llegábamos al norte, a Noruega, Upsala, nuestra ultima oportunidad de despertar.






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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Feb 06, 2018 6:38 am

Sabía perfectamente qué es lo que pasaría cuando subiera al piso a dejar al cachorro, era algo que aunque él no me había dicho ni comentado tampoco hacía falta porque la cara que había puesto durante todo el trayecto, en el que ni siquiera mis caricias pudieron hacer que la cambiara era más que evidente. Habíamos pasado dos días juntos por completo, en el piso protegido habíamos estado como siempre como si estuviéramos en casa, actuando como una pareja más en todo momento... y eso él, cuando allí tenía “novia” debía de haberle pasado factura también. Su mundo había comenzado a cambiar con mi aparición y poco a poco me iba creyendo un poco más, confiaba más en mí y en esos sentimientos que teníamos ambos aunque él todavía no los recordara, esos lazos fuertes que nos mantenían unidos y que eran inquebrantables... todo eso era algo que no se podía fingir en ningún momento y que él, al igual que yo, también había sentido. En cierto sentido me sentía hasta mal por su “novia”, sueño o no ella sentía por él y no me gustaba que nadie lo tuviera que pasar mal... pero necesitaba al vikingo de vuelta y no desaprovecharía toda oportunidad que tuviéramos para intentarlo, para que él volviera conmigo de nuevo a su casa junto a su familia, volver a París y tener esa familia que él también estaba deseando. Sabía que el vikingo me creía, de no hacerlo, no habría propuesto la idea de ir a Upsala y que a mí francamente ni se me había pasado por la cabeza. Todo era una completa locura y lo sabía, para mí lo era y sabía perfectamente de que iba todo así que no me podía imaginar lo que para él sonaba... pero me había creído y eso era lo importante, eso era lo que contaba. Deseaba fervientemente que en llegar a Upsala aquel lugar obrara de su magia para que pudiera despertar, deseaba volver a mi vida junto a él, teníamos muchas cosas pendientes y aunque la vuelta iba a ser bastante dolorosa porque tendría que decirle la fatídica noticia... teníamos que seguir adelante, por mucho que me costara. Quería casarme allí con él en Upsala y pensar que las leyendas que contaban sobre el lugar, sobre que Freya bendecía a las parejas que allí se casaban y que les hacían una ofrenda con un linaje era cierto... después de haber pasado por perderlo, por saber que no podría volver y más aún de verlo con otra persona me había dolido, pero también había hecho que quisiera estar más con él, tener a nuestros hijos y cuidarlos juntos.

Entendía que para él era algo que costaba de hacer y que no era de muy buen agrado el dejar a su novia, era consciente de ello porque aunque fuese un sueño y una mentira él la había querido, y me sabía muy mal que tuviera que pasar por aquel mal trago pero era necesario. Con el mando en la mano que él me había dejado mientras me mordía el labio de los nervios y mis dedos tamborileaban en mi brazo nerviosa esperé aquellos minutos que se me hicieron un poco largos a que volviera de nuevo, cuando lo hizo no tenía mejor cara que con la que se había ido. Entendí que lo había dejado con ella porque el dolor se reflejaba en su cara, él no quería ni había pretendido hacerle daño a ella pero ninguno de los dos podíamos negar lo evidente cuando estábamos juntos, cuando nuestros cuerpo se rozaban y el deseo fluía como un potente torrente que lo arrasaba con todo. Le di el espacio necesario para que se tranquilizara hasta que mi mano acarició su brazo, en cuanto lo llamé su rostro se giró en mi dirección y hasta a mí me dolió ver esos ojos turbios por el dolor, tampoco me dio tiempo a decir mucho más porque su boca se apoderó de la mía, su lengua atravesó mis labios y se hizo la dueña de todo resquicio de mi boca, un leve jadeo escapó de mis labios por aquel beso que , como todos, era un tornado de pasión y de deseo que nos envolvía a los dos. Aferré su camiseta con fuerza hasta que al separarnos dejé un mordisco en su labio inferior, mis ojos subieron de nuevo a los suyos con mi mano acariciando su nuca contemplándonos durante unos segundos hasta que finalmente nos pusimos en marcha en dirección hacia el centro militar donde Niels ya nos esperaba para montar en el helicóptero, algo que no había visto nunca y que me confundió un poco porque era muy diferente del avión en el que nos habíamos montado. Me tendió un casco para que me lo pusiera y lo miré girándolo porque no tenía ni idea de cómo se ponía aquello, llevaba muchas más cosas que el caso de su moto y enarqué una ceja mientras los miraba a los dos alejados un poco hablando, no los interrumpí porque supuse que Niels no se habría tragado del todo lo que le había dicho el vikingo, quizás intentaba sacar algo más de información. Tras unos minutos en los que estuvieron hablando volvieron hacia donde yo me encontraba y mis ojos se centraron en los de Niels, tenía una sonrisa algo traviesa en sus labios y lo miré de forma fija ladeando un poco mi rostro, no me fiaba un pelo de él y más sabiendo lo que sabía y la trayectoria que tenía... no porque nos hiciera algo que evidentemente no era eso, sino que con lo bromista que era no intentara hacer alguna de las suyas durante el camino, sino no sería él en ningún momento.



-Niels –le dije sonriéndole cuando me saludó mientras el vikingo se acercaba para ayudarme- espero que no hagas ninguna de las tuyas ni te de por hacer algo totalmente suicida –él solo se rió subiendo al helicóptero, centré mi vista en el vikingo que tenía el casco entre mis manos y lo miré enarcando una ceja como advertencia- ¿Ubbe? –Pregunté cuando sus ojos se quedaron en los míos y me sonrió diciéndome que estábamos en buenas manos y que era el mejor piloto que podíamos encontrar, bueno, no era eso precisamente lo que me preocupaba. Cuando me puso el casco me estuvo explicando qué era lo que tendríamos que hacer exactamente, me puso un paracaídas y lo miré sin entender por qué me lo ponía a lo que él aseguró ser una cuestión de “seguridad”- ¿tengo que saltar con... eso? –Pregunté porque una cosa era hacerlo pegada a él, y otra muy diferente era saltar yo sola, y la idea ya me aterraba. Aseguró que no que era porque era mejor ir preparado, me ayudó a subir al helicóptero, me sujetó con el cinturón sentado detrás conmigo y pronto nos pusimos en marcha. Cabía decir que estaba bastante nerviosa porque esperaba que no pasara nada y que no tuviera que usar el maldito paracaídas, Ubbe tenía sus manos entre las mías y no paraba de dejar besos por todo mi cuello intentando tranquilizarme, Niels desde los mandos se burlaba de mí a lo que yo bufaba y le devolvía algunas pullas pero centrándome más en tranquilizarme que en otra cosa, algo que poco a poco parecía que el vikingo conseguía con sus manos en las mías, dejando pequeños besos en mi cuello... hasta que a su primo se le ocurrió la brillante idea de hacer voltear el helicóptero poniéndolo boca abajo, hecho que hizo que gritara ya no sólo por la sorpresa sino por el miedo, ponía de nuevo el helicóptero normal y de vez en cuando hacía alguna maniobra que había aprendido y que, de verdad, que yo no quería ni saber porque no me importaba... solo quería llegar y bajarme de ese maldito aparato. Aunque Ubbe llamaba la atención de su primo cada vez que hacía algo así, a lo que yo me aferraba a su brazo con fuerza y cerraba los ojos, podía ver que se estaba conteniendo la risa a lo que le di un manotazo. Finalmente pareció hacernos caso, se apiadó de mí, y tras un par de horas llegamos finalmente a aquel lugar. Tuvo que buscar un área para aterrizar que fuera lo suficientemente amplio sin árboles ni nada que le estorbara por el medio para aterrizar el helicóptero, al final consiguió encontrarlo y pude bajar a tierra mientras el aire que generaba revolvía mi pelo, no sé qué habló con su primo pero a los pocos minutos nos alejamos de él para ver cómo partía dejándonos allí a los dos con la esperanza de encontrar lo que andábamos buscando, de poder despertar. Apoyé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos soltando un suspiro, había pasado un mal rato cuando comenzó a hacer maniobras de esas y me había asustado bastante, para él que era un temerario no era nada pero para mí que todo era nuevo daba miedo- qué mal lo he pasado... creo a Niels le gustaba ponerme nerviosa con todo lo que hacía –subí mi rostro para mirarlo- y a ti te divertía, de verdad que sois de lo que no hay –dije con una leve sonrisa buscando sus labios en un beso ahora que todo había pasado- deberíamos de ponernos en marcha y buscar ese templo –no se lo había dicho, pero cada vez notaba que me quedaba más y más sin tiempo, que en cierto sentido me iba desvaneciendo como si poco a poco mis recuerdos se perdieran, como si todo cuanto una vez hube conocido no hubiera existido nunca... me daba miedo no llegar a tiempo y no le quise decir nada, no quería preocuparlo más de lo que ya estaba. Conseguimos encontrar preguntando el camino que nos llevaría hasta el templo, estaba en el bosque y no muy lejos de donde nos había dejado Niels por lo que podríamos llegar con tiempo, una vez allí esperaba que todo pasara y que nos despertáramos en su casa. Tal y como me había dicho conforme nos fuimos acercando el templo todavía estaba en pie aunque le faltaban algunas partes por lo antiguo que era, pero se conservaba mejor de lo que yo pensaba. En las escaleras que subían hasta la entrada del templo había varias estatuas, una de Odín y otra de Thor que eran como los que custodiaban la entrada, tallados en madera que incluso con el paso del tiempo seguían viéndose perfectamente. Miré al vikingo antes de comenzar a subir por las escaleras, con sus dedos entrelazados en los míos, y le sonreí con la esperanza de que pudiéramos hallar las respuestas en aquel lugar. Comenzamos a subir por las escaleras para adentrarnos en aquel lugar, era bastante grande y amplio y por la zona habían estatuas de los dioses, también estaba la de Freya aunque la principal era la de Odín que estaba en el centro, pero había una parte dedicada completamente a Freya con esculturas talladas de ella, con ofrendas que había como si la gente siguiera yendo a aquel lugar para ofrecerles cosas a los dioses, no sacrificios como se hacía antiguamente, pero sí traían otras cosas que dejaban allí. El lugar estaba iluminado con velas como si alguien se encargara de mantenerlo así y le daba un toque bastante mágico al templo, yo curiosa como siempre era lo observé todo por completo seguida del vikingo mientras veíamos las ofrendas, los altares y las esculturas- ya entiendo por qué quieres casarte aquí –dije girándome para verlo con una sonrisa en los labios- quizás haya podido perder algo de su encanto por el paso del tiempo, pero me gusta mucho –hice una pequeña pausa y me mordí el labio- ¿recuerdas algo? ¿Sientes algo diferente? –Poco más podía pensar para hacer que despertara, necesitaba que lo hiciera y aquel lugar era nuestra última baza. Sus ojos me dijeron que no había nada que lo hicieran recordar lo que yo le decía que era su vida, que no se acordaba de nada y que no había sentido nada... y yo ya no sabía qué más hacer. Quizás si hiciéramos alguna ofrenda a sus dioses pudiera recordar algo, alguna ofrenda que él hubiera hecho a lo largo de su vida... estaba a punto de decírselo cuando de nuevo comenzó aquel pitido de nuevo, el zumbido era demasiado potente y tuve que cerrar los ojos porque comenzaba a marearme- no... –dije aferrando su camiseta con mis manos intentando luchar con esa sensación porque sabía lo que pasaría, perdería la consciencia y la otra “yo” tomaría lugar. Luché con todas las fuerzas que tenía pero era imposible, mi cabeza se emborronaba y embotaba y era incapaz de sostenerme, el mareo era fuerte junto con aquel pitido... ni siquiera podía escuchar lo que me decía el vikingo porque no oía nada, abrí los ojos para mirarlo pero no podía escucharlo, me perdía y mi tiempo estaba llegando a su fin en aquel lugar- me pierdo.... busca la manera.... volver juntos....–dije costándome porque el dolor y el mareo eran muy fuertes, no lo escuchaba y empezaba a verlo borroso- .... te quiero.... –fue lo último que pude decir antes de que perdiera la consciencia y me perdiera en aquel sueño, en aquella maldita pesadilla.
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Feb 06, 2018 11:25 am

Seguía aguantándome la risa literalmente cuando la Egipcia ya en la aldea de Upsala me decía que a mi primo le divertía hacerle pasar miedo y que yo encima aunque le llamaba la atención me moría de la risa.
-¿yo? ¿como puedes haberlo notado? -pregunté haciéndome el inocente antes de explotar en carcajadas mientras esta negaba sin parar mirándome.

Rodeé su cintura con mi brazo pegándola a mi, buscando sus labios, su cuello, mientras caminábamos por un sendero del bosque donde mi primo nos había dejado.
-Así que estos bosques son los que me van a dar un hijo -dije guiñándole un ojo -pues en cuanto despierte tendremos que ir a Upsala -dije lanzándome un bocado.
Ella se reía metiendo sus dedos en el bolsillo de mi vaquero.
Unos lugareños nos guiaron dándonos señas sobre como llegar al templo.
Paseamos cogidos de la mano, dándonos besos como cualquier pareja joven de enamorados que viajaban a ese lugar al parecer mítico para los antiguos vikingos.

Al llegar pudimos ver un lugar bien conservado, aunque había zonas que parecían haber sido tocadas, reformadas para que este se mantuviera en pie tras el paso del tiempo.
Los dioses del norte eran las figuras que presidian aquel lugar, Thor, Freya y Odin el mas importante de todos ellos que presidia el templo.
Muchas eran las ofrendas, sobre todo florales, aunque según los letreros en la antigüedad, en la época de los vikingos lo que se ofrecía eran sacrificios de sangre, incluso a veces humanos.
Se me antojaron unos bárbaros.
-¿yo soy así? -pregunté - ¿un asesino capaz de matar a un inocente par tener una buena cosecha?

Nai pasó sus dedos por mi rostro, peor antes de responder vi como se nuevo se llevaba a la cabeza las manos, gritaba desesperada, de nuevo ese pitido, me pedía que intentara despertar, peor yo solo encontraba desesperación en sus palabras, porque yo no recordaba nada de nada, aquel lugar no tenia le menos significado para mi.
“Te quiero! Sus dos ultimas palabras antes de desfallecer entre mis brazos.
-Nai, Nai -rugí golpeando su rostro con la palma de la mano con delicadeza -Nai, no puedes irte, no se volver, no se como despertar, ayúdame.

Nai abrió los ojos, sus dos desiertos inmensos se hundieron en mis aceros.
De un manotazo me apartó de ella, alcé las manos mirándola.
-Soy yo Nai, tienes que volver, soy Ubbe.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Feb 07, 2018 6:11 am

Empezaba a comprender por qué era Upsala tan importante para el vikingo, por qué quería casarse en ese lugar al que habíamos acudido como última esperanza para poder despertar de aquella pesadilla y volver a nuestra vida juntos. Cierto era que tenía algo de magia aquel lugar y que parecía hasta notarse en el ambiente, me tuve que reír cuando me preguntó si aquellos eran los bosques que nos haría tener un hijo bendecidos por la diosa Freya mientras negaba con la cabeza, su brazo rodeaba mi cintura y me pegaba a su cuerpo, sus labios buscaban mi cuello dejando pequeños besos que me hacían reír antes de buscar finalmente mis labios para fundirnos en un beso mientras paseábamos por aquel lugar en dirección al templo. Me gustaban esos ratos junto a él y los aprovechaba al máximo sabiendo que mi tiempo se agotaba y que pronto comenzaría todo sino encontrábamos la forma, cualquiera que nos mirara vería a una pareja de jóvenes enamorados que paseaban por aquel lugar en dirección al templo seguidos por las leyendas que habían entorno al lugar, cuando llegamos el templo se conservaba bastante bien aunque se notaba que habían tenido que reformarlo... pero no perdía esa “magia” que destilaba. En el interior las figuras de los tres dioses se sucedían por todos lados siendo la de Odín la más importante, las velas estaban encendidas y se podían ver las ofrendas que la gente hacía cuando pasaban por allí, en su mayoría eran ramos o arreglos florales que dejaban a los pies del altar de sus dioses, pero habían carteles que explicaban qué sacrificios hacían los vikingos en su época, uno que yo no conocía de forma directa pero que sí sabía porque los había estudiado. Dejé que él lo observara todo también por si acaso eso hacía que pudiera recordar para despertar mientras no me separaba de su lado, leyó los carteles las ofrendas que hacían antiguamente los vikingos y su pregunta sonó en el aire terminando de leer el cartel, me preguntaba si él era así como si se extrañara de ello y no fuera capaz de ser consciente de que era algo arraigado en él aunque no lo recordara, ladeó su rostro y sus ojos buscaron los míos preguntándome si él era capaz de matar a inocentes por obtener una buena cosecha. Lo cierto es que, aunque sí hacían sacrificios humanos, estos eran voluntarios que se ofrecían para esos momentos, pero él no era de los que mataba a inocentes para una buena cosecha, él mataba por liberar a los suyos del yugo que tenían de Randulf, él era un guerrero que alzaba su arma en pos de ayudar a aquellos que no podían luchar. Quise hacerle ver que no era así pasando mis dedos por su rostro pero, cuando fui a hablar, todo comenzó de nuevo a pitar y a nublarse sintiendo que me perdía. Era incapaz de escuchar lo que él me decía mientras el dolor me recorría con fuerza y no escuchaba nada... tan solo pude decirle unas pocas palabras, apenas me dio el tiempo suficiente de mirarlo a los ojos y decirle que lo quería antes de sumirme en la más absoluta oscuridad. Rogaba a nuestros dioses porque nos dieran la oportunidad de volver, de que encontrara la forma de hacer que despertáramos.







*********







De nuevo abrí los ojos tras haber caído inconsciente sin saber qué era lo que estaba pasando, lo último que recordaba es que estaba en una casa que no era la mía junto a aquel hombre que recordaba y que había sido la última persona que había visto. Lo había amenazado con un cuchillo para que me dijera dónde estaba y por qué me tenía secuestrada, para quién trabajaba o quién se lo había ordenado... porque no había otra explicación posible. No supe qué me inyectó o que me había dado para volver a perder el conocimiento de esa forma, con un pitido ensordecedor que era capaz de dejarme desarmada por completo incapaz de moverme, incapaz de hacer algo más que gritar por el dolor y la presión en la cabeza mientras todo enmudecía y no era consciente de nada.... ahora de nuevo despertaba escuchando la voz del mismo hombre que me llamaba aunque la escuchaba con tanto eco que parecía que me llamaba desde mucha distancia. Sentí unas manos golpear de forma suave mi rostro mientras yo poco a poco iba recuperando el sentido, permanecía todavía con los ojos cerrados y era como si mi cuerpo poco a poco fuera activándose tras estar mucho tiempo inconsciente, intubada y me costara moverme. Me pedía que despertara porque no sabía cómo volver, que lo ayudara... ¿qué diablos estaba pasando? ¿Por qué me estaba diciendo esas cosas? De pronto sentí como mi cuerpo se iba activando y finalmente fui capaz de abrir los ojos encontrándome con unos mares intensos que me observaban con preocupación de forma fija, sujeta entre los brazos de aquel hombre otra vez en un lugar completamente diferente al de la última vez. ¿Dónde me había llevado y por qué lo había hecho? Reconocí quién era el que me sujetaba así que gruñí levemente y fruncí el ceño para darle un manotazo y alejarlo de mi persona mientras mis ojos examinaban el lugar donde estábamos, ¿estábamos en un templo? No sabía por qué me había llevado a un maldito templo pero no pensaba averiguarlo, mi objetivo estaba más que claro y en esos momentos en los que terminaba de reponerme mis ojos se anclaron a los suyos mirándonos de forma fija, cerré mis manos en sendos puños un par de veces, una de mis manos la llevé buscando cualquier tipo de arma pero no llevaba ninguna encima, tampoco había mucho por el lugar. Levantó sus manos mientras me miraba para que no le hiciera nada, me llamó por mí nombre y yo fruncí más el ceño, ¿cómo sabía cómo me llamaba? ¿Volver, qué era eso de volver?


-Tú otra vez –dije en un tono bajo mientras en mi mente ideaba algún plan para, primero, obtener algo con lo que defenderme, y segundo una ruta y una vía para salir de allí cuando hubiera terminado con mi trabajo... debería de averiguar qué era aquel lugar y dónde se encontraba, pero antes tenía otra cosa que hacer y que no podía esperar- ¿cómo sabes mi nombre? ¿Quién te envía? ¿Por qué me has secuestrado? –Pregunté dando un paso hacia atrás en busca de algo que pudiera servirme, pero no encontraba nada... no entendía muchas cosas porque todo lo tenía bastante borroso y confuso, pero algo fuerte me habrían inyectado para que no recordara nada. Entonces se presentó mientras me miraba de esa forma, como si me pidiera de alguna forma algo que no era capaz de lograr entender, una súplica de algo que yo no podía darle porque mi objetivo era uno bien diferente y distinto- oh, sé quién eres... Ubbe Cannif –dije elevando ligeramente mi labio sin quitar mis ojos de los suyos- o debería de decir General Cannif –lo contemplé mientras sus ojos me miraban de forma fija intentando saber qué es lo que estaba pasando, extrañado por mis palabras como si no supiera de lo que le estaba hablando- ganaste puestos muy rápido gracias a tus aptitudes, condecorado casi como un héroe de guerra tras la hazaña que tuviste en Irak... te has convertido en alguien importante y eso a los de “arriba” no les gusta para nada –chasqueé la lengua- mataste al hombre equivocado en el momento equivocado general, tu solo te pusiste en el punto de mira y ahora su único deseo es que desaparezcas, le han puesto precio a tú cabeza. ¿Quién te ha dado el chivatazo? –Pregunté porque era una misión secreta, algo que no mucha gente sabía. Yo no era militar como él ni trabajaba para el ejército, pero sí me encargaba también de matar a las personas que mis jefes me ordenaban... él había matado a alguien muy importante en Irak y la Organización secreta para la que trabajaba quería venganza. Sumida en las sombras era imposible que nadie supiera de dicha Organización, solo rumores fantasma que nadie podía corroborar, en todos los efectos Cypher era una organización fantasma de la que solo unos pocos sabían de su existencia, habían rumores sobre gente que había aparecido muerta, gente importante y de peso asesinada pero sin rastro alguno de quién podía haberlo hecho. Nuestra Organización sonaba con fuerza, "Cypher" tenía atemorizados a muchos peces gordos pero nadie sabie quiénes lo formaban, ni quién sería el próximo objetivo. Solo el rastro que dejaban los cadáveres de hombres y mujeres importantes en el mundo, gente que obstaculizaba sus progresos y que eliminaban mandando a gente para que hiciera su trabajo, gente como yo, una asesina entrenada para matar a cualquier objetivo. Mi físico había que decir que muchas veces me ayudaba a acercarme a mis objetivos, hombres en su gran mayoría, para que no sospecharan y cuando estábamos a solas poder matarlo sin dejar pruebas de que estuve allí y sin testigo alguno-  no sé qué es lo que has estado haciendo conmigo ni a donde me has llevado, pero si este es el lugar que has elegido para morir ¿quién soy yo para negarme? –elevé de forma lenta mis brazos y luego los bajé con una sonrisa, dudaba que él no llevara arma alguna así que lo primero que debía de hacer aprovechando su confusión era desarmarlo, así que sin decir mucho más me lancé en su dirección ya que no se esperaba esa acción de mi parte y mi mano cerrada en un puño le dio un golpe en su rostro, como militar que era entrenado para el combate no se quedó parado y sus instintos reaccionaron por él, algo que esperaba que hiciera, por lo que me agaché y lo barrí con mi pierna haciendo un giro en el suelo que lo tumbó en este para lanzarme sobre él y al menos quitarle la pistola que llevaba encima lanzándola lejos, igualando casi el combate. Mi objetivo estaba muy claro y para eso me habían contratado: Matar a Ubbe Cannif.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Feb 07, 2018 1:05 pm

Nai se puso en pie, su gesto había cambiado, ahora tras escuchar mi nombre la rabia quedaba impregnada en sus ojos, como si la verdad fuera por fin desvelada ante mi desconcierto.
Las dudas me asolaron y si todo era una falacia y si la organización de la que hablaba la había hecho olvidar ¿que mejor engaño que el que ni ella misma conoce su verdadera identidad? Quizás esa Nai que me besaba creía a pies juntillas que yo era su marido el vikingo del que estaba enamorada, pero ahora, que recobraba su buen juicio yo volvía a ser el General Cannif y ella la asesina que habían enviado para matarme.

Un plan maestro, solos en Upsala, en un templo donde en esas fechas no había nadie yo mismo había cavado mi propia tumbar y de ahí su maldita sonrisa.
El problema es que yo seguía amándola incluso ahora y me había tragado su historia cegado por su belleza.
-Sin duda has hecho un gran trabajo egipcia -rugí antes de recibir el primer puñetazo.

No iba a dejar que los suyos se salieron con al suya, quizás para mi matarla no era una opción, pero iba a vivir encerrada en la cárcel y se pudriría ahí para no volver a hacer esto a ningún otro militar.
Me puse en actitud defensiva cuando me barrió tirándome en el suelo ,de una patada lanzó mi pipa lejos de ambos, así que nuestros cuerpos se enredaron en esta ocasión de un modo muy distinto al que hasta hoy habían experimentado.

Era rápida, letal, pero mi fuerza física era infinitamente superior, era un militar entrenado para el combate, no tenia la pistola, pero si dos manos con los que le hice una llave dejando su pecho contra el suelo, mi rodilla apoyada en su espalda donde sus manso quedaban reducidas a la nada.
-Estate quieta preciosa, se te va a acabar las vistas, espero te gusten los lugares reducidos -atajé ladeando la sonrisa.

No se como se revolvió logrando zafarse de la llave, arqueó el cuerpo y de nuevo rodamos por el suelo golpeándonos, su puño contra mi labio me hizo paladear el férreo sabor de la sangre.
Acabé de nuevo sobre ella, mi mano en su garganta, apreté con fuerza mientras esta aferraba mi brazo arañandolo, quebrándose pues el aire no entraba por su garganta, ni una brizna llegaba a sus pulmones y un tono amoratado empezaba a copar su bronceada piel
-¡Maldita sea !-rugí incapaz de matarla o dañara.

Aflojé permitiendola respirar, vi como tomaba una bocanada que no se quedó en eso, alzo de golpe la cabeza dándome un cabezazo, haciéndome caer al suelo aturdido y se levantó para correr hacia la pistola.
Llevé la mano para agarrar su tobillo haciéndola caer antes de que la alcanzara, de nuevo nuestros cuerpos friccionaban en un duelo a muerte.
-Nai -ni siquiera sabia porque lo intentaba, quizás se llamaba esperanza... -vuelve, joder -rugí.


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Mensaje por Naitiri Zahir Vie Feb 09, 2018 6:29 am

No sabía muy bien todavía cómo es que había llegado a ese lugar y por qué me había llevado allí, además de que mi último recuerdo era el de haber ido andando por la calle dirección a una discoteca que me habían chivado que estaría el militar esa noche, había investigado y resultaba que iba a celebrar una fiesta con sus amigos por lo que iba a aprovechar la ocasión que me habían brindado para acercarme a él todo lo que pudiera, quizás lograra que me llevara a un lugar algo más apartado y alejado donde pudiéramos estar los dos solos para acabar con el trabajo que me habían encomendado: matarle. Yo no hacía preguntas del por qué matar a ciertos objetivos o no, tan solo recibía un dossier con información sobre la persona en cuestión para trazar el mejor plan a seguir, pero Cypher no se caracterizaba precisamente por cuestiones morales o de ética, carecía totalmente de ellos y su propósito era en cierta forma seguir gobernando en las sombras sin que nadie los molestara, sin que nadie pudiera hacer nada para quitarles el poder que habían conseguido. Una organización secreta de la que muy poca gente tenía conocimiento, o más bien, había visto en persona a los líderes detrás de aquellas letras que conformaban la organización. Sabía que Cypher había estado inmiscuido en algunos de los conflictos bélicos que estaban a la orden del día en el mundo, movían los hilos como querían a su antojo como más les convenía para salir siempre ganando, eran gente demasiado importante influyente y con poderes que se encargaban de todo, tenían asesinos de élite contratados para que mataran sin dejar rastro alguno a los objetivos que ellos seleccionaban y que consideraban que eran amenaza, como el caso que me había tocado a mí. Un hombre joven que había ido ganando puestos dentro del ámbito militar, que había sido condecorado hacía apenas unas semanas por su actuación en Irak matando a uno de los líderes y cabecillas... algo que a Cypher no le gustó para nada pues tenían muchos tratos y negocios con ese país, y con esa persona. Quizás él no supiera a quién había matado pero había hecho que todas las miradas se centraran en su persona y pintarse, él mismo, una diana en su espalda en la que Cypher había puesto el ojo sin duda alguna.

No sabía quién le había podido dar el chivatazo o cómo se había enterado de que iban a por él y que, sobre todo, iba a ser yo la encargada de terminar con su vida y darle muerte porque recordaba que había ido en dirección a la discoteca cuando ya no pude recordar mucho más como si me hubieran golpeado y quedado inconsciente, la siguiente vez que desperté estaba en un piso que no era el mío junto con aquel hombre que era mi objetivo, su cercanía me había desconcertado pero sobre todo que no estuviera atada ni amordazada, libre para poder largarme o en su defecto matarlo ya que era mi trabajo a cumplir... sin embargo no sabía qué me había vuelto a dar porque caí de nuevo inconsciente hasta que había despertado allí, no sabía qué juegos se traía entre manos aquel hombre pero no iba a dejar que me volviera a desconcertar de nuevo, si sabía quién era y lo que había ido a hacer había sido un error fatal por su parte el dejarme suelta para que lo matara, tendría que haberme amordazado y atado para evitar eso pero ahora que estaba libre y que lo tenía delante en aquel lugar que parecía un templo, pero que no sabía dónde se encontraba, iba a ser su funeral porque de ahí no iba a salir con vida. Matar al objetivo y no dejar rastro alguno que pudiera relacionarnos, Cypher debía de seguir como una organización fantasma que asustaba a los de “arriba” para tenerlos en vereda y que nos hicieran caso. No sabía muy bien qué había pasado en todo ese tiempo pero no podía desaprovechar la oportunidad que él mismo me había brindado en bandeja de plata, acabaría con él en aquel lugar ya que parecía que le gustaba. No entendí que me dijera que había hecho un gran trabajo ya que ni siquiera había empezado con él, pero pronto vería lo buena que era trabajando. Mi mano rauda cerrada en un puño surcó la distancia que nos separaba y se estampó en su rostro dándole así el primer golpe, no perdí el tiempo y me lancé contra él para quitarle la pistola ya que él iba armado pero yo no así que la lancé lejos de ambos con una patada para ganar más tiempo, no debía de olvidar que él era un militar entrenado como yo para defenderse. Me agaché y con mi pierna de un rápido movimiento lo barrí tirándolo al suelo, aproveché para lanzarme sobre él y enredarnos en una pelea en la que él me ganó en esos momentos porque tenía más fuerza que yo. Consiguió de un movimiento hacerme una llave quedando mi pecho contra el suelo, mis manos a mi espalda y su rodilla presionando esta para que no pudiera moverme.



-Espérate a que acabe contigo, entonces verás el buen trabajo que he hecho –no entendía lo que me decía y no lo comprendía, ¿a qué trabajo se refería? ¿Y cómo sabía que era Egipcia? No entendía nada pero, en esos momentos en los que él me hablaba alegando que iba a encerrarme y yo seguía apresada de esa forma encontré la manera de revolverme para salir de la llave que me tenía presa, un giro de mi cuerpo hacia uno de los lados de forma rápida y su rodilla se desplazó lo suficiente como para poder moverme, arqueé mi cuerpo y me zafé logrando de nuevo rodar por el suelo mientras nos peleábamos intentando ganar una posición ventajosa sobre el otro. Mi puño de nuevo fue a su rostro haciendo que su labio sangrara, él me golpeaba pero sus golpes iban más enfocados a mi cuerpo, a pararme y a intentar reducirme para que no hiciera nada. Rodando por el suelo acabé con mi espalda contra el suelo y él subido sobre mí, sus manos pronto fueron a mi garganta y comenzaron a apretarla logrando que el aire no pasara a mis pulmones y comenzaran a ahogarme. Mis manos le pegaron e intenté quitarlas de mi garganta pero tenía mucha más fuerza que yo y me era imposible, el aire me faltaba y yo intentaba quitármelo de encima como podía sin dar resultado, arañé su brazo haciéndole sangre en un intento porque me soltara pero nada surtía efecto. Sentía que cada vez más el aire me faltaba y me asfixiaba sin aire que respirar, podía notar los latidos de mi corazón con fuerza retumbando con rapidez en mi pecho como si me ensordecieran, las fuerzas me iban faltando y mi cuerpo se removía buscando la forma de encontrar el aire necesario... pero no lo hallaba. Rugió una maldición sin apartar sus ojos de los míos y, sin saber muy bien por qué, su mano aflojó el agarre que tenía sobre mi garganta permitiendo que el aire volviera a pasar de nuevo. Tomé una bocanada llenando mis pulmones ante la falta que me hacía mientras tosía, volví a tomar una segunda bocanada y mis ojos lo fulminaron haciéndole ver que si él había tenido piedad conmigo, que no sabía muy bien por qué la había tenido, yo no iba a tenerla. Levanté mi cabeza de golpe dándole un cabezazo para apartarlo de mi cuerpo y alejarlo, aún con la respiración errática mientras me reponía me levanté deprisa para ir en dirección hacia la pistola, nada más estar en pie su mano tomó mi tobillo tirando de este haciendo que cayera al suelo para no permitir que fuera hacia la pistola, de nuevo su cuerpo sobre el mío mientras me intentaba reducirme apresando mis muñecas con sus manos y yo me revolvía para que me soltara- ¡suéltame! Hagas lo que hagas nada te va a librar de que te mate –dije fulminándolo con la mirada cuando sus orbes azules observaron mis desiertos de una forma que no fui capaz de comprender y de entender con exactitud. Volvió a llamarme de nuevo y lo miré extrañada porque me llamara por mi nombre, porque supiera siquiera el verdadero y no el apodo por el que todos me conocían en aquel mundo... es más, la familiaridad con la que lo había dicho me descolocó por unos segundos. Me pedía que volviera casi de una forma desesperada y necesitada pero yo no tenía ni puta idea de lo que me estaba hablando o qué clase de truco barato era ese- no sé cómo sabes realmente ni nombre ni quién te crees que soy... pero yo no te conozco de nada para volver contigo a ningún sitio. ¿Quién te dio el chivatazo? ¿Quién te dijo que me habían enviado para matarte? –Todavía me quedaban esas dudas que no lograba despejar y por las que sentía cierta curiosidad- no sé a qué estás jugando conmigo ni porqué me has traído a este lugar pero has hecho muy mal en no tenerme atada y amordazada para que pueda matarte, ni siquiera sé cómo me has traído aquí ni dónde estamos.... pero ten clara una cosa: uno de los dos saldrá de aquí con vida y ese no serás tú –sonreí de lado al ver la forma en la que me miraba- si yo muero otro vendrá para matarte, si te dejo con vida y ninguno muere me matarán a mí y luego te darán caza... estamos sentenciados hagamos lo que hagamos, yo puedo darte una muerte mucho más dulce de la que te daría cualquier otro –era una completa lástima que tuviera que matarle, el general era demasiado atractivo y sus ojos azules como dos mares podían cautivar a cualquier mujer que se preciara, no me habría importado pasar esa noche en la que fui a la discoteca a por él junto a él, ir después a un lugar más privado y tras una buena sesión se sexo acabar con su vida de forma plácida... al menos habría podido disfrutar de él antes de matarlo, ahora ni eso podría hacerlo. Era una asesina pero no era ciega y tenía mis deseos, el general era una de esas personas que no podías dejar pasar por alto. Chasqueé la lengua mientras contemplaba su rostro, sus ojos y sus labios y me mordía los míos lamentando que todo tuviera que ser de esa forma- una lástima, ahora me quedaré sin probarte a ti y a tus labios –sus ojos seguían fijos en los míos y aprovechando ese pequeño descuido que tenía mi pierna subió por su cuerpo hasta llegar a su estómago donde apoyé la planta del pie y con fuerza empujé hacia atrás para apartarlo de mí y que no estuviera cogiéndome, sus manos me soltaron y antes de que volviera a cogerme apoyando las manos en el suelo elevé uno de mis pies para darle un golpe con fuerza en la barbilla que lo hizo caer de espaldas, aproveché ese momento para levantarme y dirigirme hacia la pistola, me lancé contra esta estirando mi cuerpo pero él había reaccionado también rápido tras el golpe y había seguido mis pasos, se había lanzado como yo y ahora volvía a tenerlo sobre mi cuerpo apresando mis piernas en un intento porque no llegara al arma, pero esa vez yo portaba la pistola en mis manos y el cañón apuntaba directamente hacia su cabeza tumbada en el suelo pero con mi torso inclinado en su dirección- ni te muevas –le dije de forma lenta y fría cogiendo el arma con las dos manos- quita las manos de mi cuerpo –le dije para que lo hiciera sin apartar mi mirada de la suya, sus manos se alzaron apartándose como le había pedido- bien, ahora aléjate un poco y cuando yo te diga te vas a levantar de forma muy lenta sin hacer movimientos extraños ni rápidos –me senté ahora que estaba un poco alejado de mí- ahora –dije mientras yo también me levantaba, igual que él, hasta quedar de pie uno frente al otro apuntándole con la pistola- manos arriba general –le dije sin dejar de apuntarlo en ningún momento, él era un militar y estaba más que preparado para desarmarme si tenía la oportunidad adecuada, una que no debía de darle.
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Mensaje por Ubbe Cannif Sáb Feb 10, 2018 9:47 am

Me apuntó con la pistola directamente a la cabeza, mis dos océanos hundidos en sus desiertos trataban de mirar a través de la joven que me apuntaba.
-Esta bien -rugí cuando me dijo que me pusiera despacio en pie o me mataría -no te pongas nerviosa -le dije mientras iba poco a poco poniéndome en pie- tranquila ¿vale? Estoy poniéndome en pie.
Algo me decía que si ganaba tiempo quizás tuviera una oportunidad. Tenia que conseguir que Nai volviera, esa mujer que me amaba, si algo tenia claro es que le atraía, eso era lo que esta había dicho y quizás ahí residiera su debilidad.

Con las manos en alto fui acercándome a ella, aunque esta insistía en que no me moviera.
-Estoy desarmado -susurré cuando llegué frente a ella sin bajar las manos.
Cerré un instante los ojos cuando el cañón se apoyó en mi frente sintiendo el frio del acero. Su pecho subía y bajaba agitado en consonancia con el mio.
-¿Sabes? Quería casarme aquí -dije ladeando la sonrisa, mi aliento golpeó el dorso de su mano y en ese instante abrí los ojos fijándolos en esas dos pirámides de arena – bueno, eso me has contado tu.

Su mano seguía fija en el gatillo como si de un modo u otro no entendiera que demonios estaba diciendo.
-Tu me has dicho que estamos casados, que me quieres, que nos amamos, que soy un bárbaro terco y cabezota, general de un ejercito, tu una egipcia que ha decidido ademas de trabajar en un museo compartir tu vida conmigo ¿sabes lo mas gracioso de todo esto? Que te he creído, ya no tienes que mentirme ¿ha sido todo un juego? ¡vamos! Tienes la pistola, me estas apuntando a la cabeza y vas a rebanarme los sesos ¿que te cuesta ser sincera? Quería según tu tener hijos y si follamos en los bosques que rodena este templo lo conseguiremos.

Di un paso mas hacia ella, sus brazos se doblaron ligeramente, pero esta no cedió en su empeño de apuntarme.
-Acabas de decir que quieres besarme, hazlo, no te la voy a jugar, solo quiero antes de morir volver a sentir tu boca presionar la mía, enredarnos neu n beso.
He dejado a mi novia por ti, soy incapaz de hacerte daño, de querer hacerlo cuando te tenia cogida pro le cuello hubiera seguido apretando.

Un paso mas, su mano se ladeó apuntado de lado a mi cabeza, ladeé la sonrisa cuando nuestra nariz se rozó, ahora la distancia ínfima que separaba nuestras bocas entreabiertas se llenaban del vaho de nuestras respiraciones agitadas.
-Solo un beso -pedí deslizando mi lengua a través de sus labios, hundiéndola en ella, enredando mi lengua como un tornado con al suya, gruñí hambriento de mas y mi mano atrapó su nuca enredandose en esa cascada parda olvidando que me seguía apuntando con su diestra.

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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Feb 12, 2018 10:29 am

El objetivo estaba más que claro en esos momentos y debía de aprovechar aquella oportunidad que me brindaban en bandeja de plata, debía de aprovechar que estábamos los dos solos en un lugar que parecía que no era frecuentado por demasiada gente y terminar con el trabajo encomendado, lo cierto es que seguía un poco confusa por el hecho de cómo había llegado hasta allí y cómo es que no me había atado ni amordazado para evitar lo que él debía ya de saber; que iba a matarlo. Si no, ¿por qué no recordaba nada y las veces que había despertado estando consciente había estado él cerca? Es más, ¿cómo sabía mi nombre y por qué me llamaba con tanta familiaridad que a veces me desconcertaba? Nadie sabía mi verdadero nombre, en Cypher todos los asesinos que trabajaban lo hacían bajo un pseudónimo para no dar nuestros verdaderos nombres, solamente aquellos que nos contrataban sabían el nombre pero para los demás éramos anónimos, asesinos bajo un pseudónimo para no ser reconocibles... sin identidad no era fácil reconocernos y dar con nuestro paradero ya que un mote o un pseudónimo no era absolutamente nada, ninguna pista se podía sacar de eso. Nuestra identidad estaba protegida para que no pudiéramos ser encontrados, había gente de todo el mundo trabajando para Cypher, incluso gente bastante importante y pública que nadie se podía llegar a imaginar, las redes o las raíces que abarcaba la organización eran tan grandes y tan profundas que desmantelarla sería demasiado complicado y llevaría muchísimo trabajo, uno que no se llegaría a hacer porque no darían tiempo a que siquiera llegan a buscar más de lo debido. Los asesinos no preguntábamos el motivo por el cual debíamos de aniquilar a ciertas personas, solamente cumplíamos con nuestro cometido y aunque el general frente a mí no había hecho más que su trabajo para su país que estaba en guerra sí que había matado a la persona menos indicada. Quizás él no lo sabía pero cometió un pequeño error matando a un líder que, para Cypher, era importante porque era uno de sus mayores contactos en Irak que les proporcionaba información... algo así como un “topo” que trabajaba para ellos, y no veían bien que se cargaran a los que eran suyos.

Era una verdadera lástima porque el general iba a morir a mis manos, podría haber muerto de forma placentera pero el hecho de no saber qué había estado pasando aquellas veces en las que perdí el conocimiento hacía que lo tuviera que eliminar en aquel lugar. Como le había dicho uno de los no saldría con vida de ese templo; si yo salía con vida cumpliría con mi objetivo, pero si por el contrario era él quien me mataba a mí mandarían a otro para continuar mi trabajo y que rematara la faena. Si decidía dejarlo con vida se acabarían enterando y no solo irían a por él, sino que yo también me habría puesto una diana en la espalda. Por eso no debía de fallar y debía de terminar el trabajo, a fin de cuentas ese era mi cometido y para eso me había estado formando toda mi vida, recogida siendo pequeña en un orfanato donde me educaron y además me entrenaron para ser una eficiente asesina, silenciosa, perfecta y minuciosa para no dejar rastro alguno. Cypher me rescató de aquel orfanato y aunque hubiera preferido acabar en un hogar debía de decir que no fue tan malo como había pensado en un principio. Una lástima que tuviera que matarlo, me habría gustado poder disfrutar con él a solas pero eso ya iba a ser misión imposible y tendría que aprovechar el momento. Había logrado zafarme de su agarre y logrado llegar hasta la pistola antes que él, le había pedido que se alejara de mi cuerpo y que me soltara mientras le pedía que se levantara de forma despacio sin hacer ningún movimiento extraño, con las manos en alto para poder verlas en todo momento lista para disparar si hacía algún movimiento. Nos levantamos a la vez quedando de pie frente al otro y sus ojos azules miraban de forma fija mis desiertos mientras lo apuntaba con la pistola, era un general y además un militar entrenado para esas situaciones así que debía de llevar cuidado de que no me arrebatara el arma. Él sería un militar pero a mí también me habían entrenado para ese tipo de situaciones, no debía de dudar, debía de ser fría y apretar el gatillo acabando con la misión y con mi objetivo. Ubbe Cannif no debía de ver un nuevo amanecer y yo debía de darle el último golpe de gracia acabando con su vida. Con las manos levantadas me decía que estuviera tranquila y que no me pusiera nerviosa, no le gustaba estar en esa situación porque era consciente de que iba a matarlo. Volvió a repetirme que estuviera tranquila y yo enarqué una ceja como si esa fuera mi primera vez, como si nunca hubiera apuntado a nadie con una pistola y mucho menos hubiera quitado una vida... ya había perdido la cuenta de las veces que había apretado el gatillo por orden de Cypher.



-Yo estoy muy tranquila general, pero entiendo que tú no lo estés dado que te estoy apuntando con la pistola y me basta solo un pequeño movimiento de mi dedo para acabar con tu vida –aseguré sin dejar de mirarlo dándole a entender que sabía lo que hacía, que había sido entrenada para ello. Comenzó a acercarse y cuando dio el segundo paso moví mi pistola haciéndole ver que, si daba un paso más, acabaría apretando el gatillo- ¡no des ni un paso más! Quédate donde estás o no te mataré con un solo disparo –amenacé porque sabía que había sitios que te mantenían con vida si disparabas a ese lugar, pero que era tremendamente doloroso. Pero él no me hacía caso y siguió andando pese a mis advertencias- ¡que no te muevas!–Pedí sin dejar de mirarlo y de apuntarle con la pistola, pero este con las manos en alza siguió avanzando hasta que su frente quedó contra el cañón de la pistola, me recordó que estaba desarmado, su pecho subía y bajaba al mismo ritmo que el mío por la breve pelea que habíamos tenido. Abrió sus labios para hablar diciendo que quería casarse en ese lugar, ladeó su sonrisa al tiempo que ladeó un poco su rostro pudiendo sentir su aliento en mi mano y abrió esos orbes azules como dos mares profundos clavándolos en mis desiertos, asegura que yo le había contado aquello. Enarqué una ceja ante ello porque yo no le había dicho absolutamente nada y no se lo diría nunca, no entendía de qué me estaba hablando y pareció que se dio cuenta porque sin que yo dijera nada continuó hablando sin quitar el cañón de su frente sin dejar de apuntarlo. Cada cosa que me decía me desconcertaba más porque yo no había dicho tales cosas, ¿a qué demonios jugaba? Apenas sí había intercambiado palabras con él y mucho menos iba a decirle que lo amaba, que nos habíamos casado... yo no estaba con nadie ni mucho menos pretendía casarme en un futuro. ¿Trabajar en un museo? Demasiado tedioso y aburrido para ser cierto... hablara de quien hablara evidentemente que no se refería a mí, porque yo no era así y mucho menos me conocía para afirmar tales cosas. Mi cara era bastante expresiva en esos momentos y dejaba ver el desconcierto de sus palabras, ¿cómo iba a creerme en todo eso si yo no le había dicho nada?- No sé a qué estás jugando general, pero yo no te he dicho nada de eso... si intentas darme lástima o pena te garantizo que son cosas que no siento por mis objetivos –así me habían entrenado- tú me secuestraste, tú me dejaste inconsciente y me llevaste al piso ese y luego aquí, ¿cómo te iba a decir toda esa sarta de gilipolleces? No preciso de mentir para matar a mis objetivos, me basta con acercarme a ellos y cuando menos lo esperan reciben un balazo que los lleva directos a la muerte –sonreí de lado- no sé quién te piensas que soy ni por qué debías de creer algo así... pero yo no soy esa, soy una asesina contratada para matarte pero alguien te dio el chivatazo de que iba a por ti ¿verdad? Me interceptaste de camino a la discoteca y me alejaste, tú error ha sido dejarme libre... yo no amo a nadie, no quiero casarme con nadie y mucho menos tener hijos –hice una mueca por ello- te he dicho que eres atractivo y que estás bueno, no que esté enamorada de ti –puntualicé por si no me había entendido en un principio. Volvió a dar otro paso y yo fruncí el ceño aunque no aparté el arma, reconocía que tenía huevos aquel hombre pero no por ello yo me iba a echar atrás. Me pedía que lo besara, que quería antes de morir volver a besarme aunque no lo entendía muy bien puesto que no nos habíamos besado nunca, aseguraba haber dejado a su novia por mí y yo fruncí el ceño... también decía que era incapaz de hacerme daño y por eso me soltó cuando me había estado estrangulando dejándome libre. ¿Quería un beso como última voluntad antes de morir, como último deseo? Bueno, ¿por qué iba a negarme cuando me apetecía probar sus labios? Era demasiado atractivo y una verdadera lástima que tuviera que morir- ¿eso es lo que quieres, es tú último deseo antes de que apriete el gatillo general? –No obtuve respuesta, dio otro paso más haciendo que mis brazos se doblaran pero sin apartar la pistola, mi mano llevó el cañón al lado de su sien dejando que su rostro se acercara al mío, una sonrisa ladeada en sus labios, su nariz rozando la mía en una leve caricia, su aliento chocando contra mis labios... pura tentación. Aseguró que solo quería un beso y, antes de que yo dijera nada, sus labios acortaron la distancia con los míos y su lengua se abrió paso hasta alcanzar la mía, como una tormenta en mitad del mar que se desataba con furia tomó mi boca, haciéndose dueño de aquel beso que sonaba desesperado y necesitado, ávido de mucho más. No me había esperado toda esa pasión que derrochó en el beso y que me hizo jadear sin apartar la pistola de su sien, cerré los ojos disfrutando del beso hasta que gruñó sobre mis labios y su mano se coló por mi nuca aferrando algunos mechones de mi pelo, acercándome más a él y a su cuerpo. “Oh, jo-der” fue lo que pensé cuando su otra mano bajó por mi espalda hasta dar con mis nalgas apretándolas, no supe cómo lo hizo pero me atrapó en aquel beso que me dejó anclada a él, mi mano subió hasta su nuca pero la otra no quitó la pistola de su sien sin olvidar que era mi enemigo, que era mi objetivo a abatir y que era o él o yo... pero eso no quitaba que no pudiera disfrutar de ese devastador beso antes de matarlo. Su lengua jugaba con la mía arrasando con todo a su paso, nos mordíamos los labios para volver a besarnos como si no fuéramos capaces de contenernos... ¿qué era eso que sentía y que no me hacía querer separarme? Algo que me ataba a él y que me unía sin poder comprenderlo, que me hacía querer más de él... absolutamente todo. Mordía mi labio y bajaba por mi cuello ya perdida en aquella sensación cuando escuchamos una voz que procedía de la entrada del templo de la cual no nos habíamos percatado. Una pregunta lanzada al aire que nos hizo reaccionar en ese momento y separarnos, volví a tomar consciencia de dónde estaba y de lo que había ido a hacer y mi mano rauda se movió hacia donde procedía la voz viendo por el rabillo del ojo dónde se encontraba exactamente dicha figura. Un hombre joven de pelo rubio, ojos azules que nos miraba extrañado a ambos y que llamó al general como si quisiera intentar saber o averiguar qué estaba pasando, un silencio que se hizo en el lugar para ser seguido del ruido del disparo que rebotó en la estancia. La bala surcó el espacio que restaba saliendo disparada del cañón hasta dar contra el hombre que nos observaba con un casco militar en uno de sus brazos, como de un piloto. El grito del general fue seguido del disparo mientras el joven, que nos miraba extrañado, quedaba de pie manchándose su camiseta tiñéndose de rojo para finalmente comenzar a desplomarse y caer al suelo frente a nuestra mirada. El general no perdió el tiempo y se agachó hacia donde él estaba llamándolo, el suelo manchado con su sangre, sus manos manchadas intentando que siguiera con vida aquel a quien llamaba “Niels” mientras yo, a unos pasos de distancia todavía con la pistola en mi mano lo seguía apuntando observando el dolor en su rostro, como lo llamaba e intentaba que despertara cuando claramente ya no había vida en aquel cuerpo porque yo se la había arrebatado.
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Mensaje por Ubbe Cannif Lun Feb 12, 2018 1:15 pm

Jadeé a escasos milímetros de su boca con esa ladeada sonrisa que caracterizaba a los Cannif, si me quisiera muerto ya habría apretado el gatillo y sin embargo estábamos allí, como dos animales salvajes heridos de muerte perdidos en la estimulante respiración del otro que caldeaba el ambiente.
No pedí permiso, cuando su frase me preguntó cual era mi ultimo deseo ¿no era evidente?

Mi boca atajó la distancia con rudeza, mi lengua se abrió paso entre sus belfos arrasando con todo a su paso, recorriendo aquel sendero ya conocido, enredando mi lengua en su húmeda sin hueso gruñendo como bestias.
Mis dedos se enredaron en aquella cascada parda atrayendola mas contra mi boca, profundizando en el beso, mordiéndonos entre roncos jadeos.

Su mano ascendió hasta mi nuca, como si no le bastara, incapaz de separarnos, deseosos de seguir combatiendo en aquella gesta peligrosa que nos convertían en titanes plagados de deseo.
Fue entonces cuando una voz familiar se escuchó desde la puerta, era Niels que tras lograr dejar bien el helicóptero venia en nuestra búsqueda.
Todo pasó a cámara lenta ante mis ojos, ella apartó el cañón de mi sien.
-¡No! -rugí a la vez que su dedo apretaba le gatillo y del cañón salia la bala en dirección a mi primo, mi hermano.

Después todo se aceleró, el cuerpo de Niels caía retumbando contra el suelo, de su camisa brotaba la sangre a borbollonees.
-¡Niels! ¡Niels! -corrí a su lado tratando con mis propias manos de parar la hemorragia, manchandome el rostro de sangre mientras las gotas de agua salada resbalaban por mis mejillas y anegaban mis ojos de pura rabia.
-¡No me dejes Niels! -supliqué intentando traerlo de vuelta aun cuando su corazón ya no latía.

Alcé el rostro desencajado por el dolor, vació y lleno de ira saqué la pistola que mi primo guardaba en su cinto quedando ahora ambos apuntando al otro.
Nada ya tenia sentido,ni me importaba, por mi culpa Niels había muerto, había creído a una maldita asesina, habían confabulado contra mi y el final lejos de ser el esperado había sesgado la vida de mi primo.
Rugí mirándola, mis océanos se perdían en sus desiertos, la odiaba mas que a nada en el mundo ahora mismo.
-¡Dispara! -grité al tiempo que del cañón de una de las dos armas salia un ruido seco y con el, una bala era disparada hacia el otro.


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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Feb 13, 2018 5:07 pm

Me sentía perdida, o al menos, era la sensación que sentí cuando sus labios presionaron los míos abriéndose paso hasta que su lengua alcanzó la mía empezando aquel baile entre ambos, duelo de titanes que no cedían en ninguno de los aspectos y que incluso con una pistola apuntando con el cañón en su sien ni siquiera se achantaba, decidido y sin perder absolutamente nada pues su final estaba escrito acortó la distancia y me besó. Si dijera que alguien alguna vez me había besado como lo estaba haciendo él mentiría de forma vil porque no era cierto, un escalofrío recorrió mi cuerpo y un jadeo traicionero escapó de mis labios ante la forma en la que me besaba. Rudo, salvaje, pasional... eran las formas en las que podía describir aquel beso que me estaba dando el general, atrevido en todo momento en el que me vi que aunque sabía que era mi enemigo me dejé llevar por aquel momento, un gruñido salió de sus labios y su mano se enredó en mi cascada hasta llegar a mi nuca para acercarme más a su cuerpo, a él, a la forma en la que tenía de besarme. Hubiera sido un verdadero delito y un pecado no haber probado aquellos labios antes de apretar el gatillo, porque me sentía perdida en mitad del océano como esos dos orbes azules profundos que tenía. Al contrario de lo que había pensado en un primer momento me vi que quería más, mucho más de aquel simple beso y mi mano subió hasta su nuca aunque la pistola no la aparté de su sien como recordatorio de que era mi enemigo, el objetivo a abatir y que debía de matar porque para eso me habían encomendado la misión. Se encargó de arrasar en aquel beso con todo lo que tenía, se hizo el dueño indiscutible de mi boca en una lucha sin cuartel en la que ninguno dábamos tregua alguna, quería mucho más que aquel beso que de simple no tenía nada y que además me dejaba con ganas de querer probarlo en profundidad aunque era mi enemigo, si me había dejado jadeando con un beso como aquel podía intuir cómo acabaría si le dejaba hacer más. No podía olvidar, tampoco, que era una muy buena maniobra de distracción pero en vez de alejarme lo que hizo fue acercarme aún más a él, su mano bajó por mi espalda hasta llegar a mis nalgas, presionarlas, y pegarme a su cuerpo no dejando un espacio entre ambos... y yo no hice mucho por apartarme. Atrapada como si me hubiera lanzado una telaraña había caído en sus redes, pese a que no decía mucho a mi favor, pero era imposible no decir lo contrario cuando mi lengua también lo buscaba, cuando mordía sus labios y nos perdíamos entre jadeos incapaces de separarnos y solo lo hacíamos para buscar una brizna de aire, solo para volver a empezar.

Sentí un hormigueo en el estómago y la sensación de que algo fuerte me unía y me ataba a él apareció de improvisto, algo que no supe definir pero que había conseguido anular y bajar todas mis defensas sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo... era la primera vez que me pasaba aquello con un objetivo, aquel hombre había tenido la capacidad de desarmarme con un beso y me había dejado expuesta ante él aunque eso jamás lo diría en voz alta ni lo reconocería fuera de mi mente, moriría como lo haría él en aquel lugar y jamás nadie lo sabría... se suponía que no debía de ser débil y que me habían entrenado para ello durante muchos años. Desarmada por un beso, si Cypher se enteraba de aquello mi cabeza acabaría rodando por el suelo sin contemplación alguna. Tan perdida estaba en aquel hombre que ni siquiera escuché ni me di cuenta de que había alguien en la puerta del templo, solamente fui consciente cuando la voz sonó en el lugar haciendo que nos separáramos con la respiración entrecortada, fue en ese momento en el que su “magia” dejó de tener efecto alguno sobre mí que recuperé por completo toda la noción que había perdido, recordé dónde estaba y a quién tenía enfrente, cuál era mi misión y con esos reflejos aprendidos que había adquirido con el paso del tiempo moví mi mano, una vez localizado al hombre que había en la entrada por el rabillo del ojo, la pistola pasó de estar apuntando a la sien del general para apuntar al hombre que había entrada en un movimiento rápido y preciso. El general gritó un “no” que no sirvió para nada porque cuando lo dijo yo ya había apretado el gatillo y la bala había salido volando en dirección a aquel hombre, impactó en su cuerpo que dio un paso hacia atrás mientras nos miraba extrañado. Sus ojos azules, iguales a los que él tenía, se clavaron en los dos mientras la sangre comenzaba a teñir su camisa apenas unos segundos que fue lo que tardó en caer desplomado al suelo. El general se apartó de mí y corrió hacia donde él estaba llamándolo, se agachó para coger su rostro y taponar una herida que ambos sabíamos que no tenía solución alguna... la vida se le escapaba. Pude observar como de sus ojos caían lágrimas bajando por sus mejillas hasta resbalar por su barbilla y morir en el cuerpo del joven, lo llamaba intentando que reaccionara pero era demasiado tarde porque ya estaba muerto.

Fue en ese momento que sus ojos subieron hacia los míos, anegados en lágrimas y con un odio desmedido que no había visto en muchas personas, cuando mataba a alguien no dejaba testigos y no veía el dolor que las muertes causaban... pero ese día lo estaba viendo. Sus manos cerrados en sendos puños aferrando la camiseta del joven al que había llamado “Niels” manchada de sangre, su rostro manchado también con la sangre del joven y de un movimiento rápido cegado por la rabia, la ira y la impotencia sacó el arma que llevaba en el cinto y se levantó apuntándome con ella. Nos quedamos así durante un par de segundos en los que nos apuntábamos con el cañón uno contra el otro, podía ver en sus ojos la rabia y el odio que me tenía en esos momentos y que distaba mucho de cómo me había mirado hacía unos minutos. Sus intensos y profundos orbes azules, como dos mares, se clavaron en mis desiertos, rugió en mi dirección sin soltar el arma y me gritó que disparara mientras yo lo contemplaba, sí, tenía que hacerlo pero... ¿por qué ahora me costaba apretar aquel maldito gatillo que sentía contra la yema de mi dedo? El frío del acero daba contra mi dedo y por un momento hice el acto reflejo de apretarlo, pero no lo hice del todo. El templo se quedó por apenas varios segundos en silencio en el que no se escuchaba absolutamente nada, enfrentados en esos momentos apuntándonos con la pistola, hasta que de nuevo se escuchó en el lugar el sonido de un disparo que retumbó en aquel gran salón que tenía el templo, apenas unas milésimas de segundo bastaron para que otro disparo sonara como réplica quedando todo en silencio. Las balas volaron en ambas direcciones buscando a los objetivos, ambos nos disparamos aunque el acierto no fue en igual medida para los dos... uno se había llevado peor parte que el otro. El primero ruido del disparo procedió de su arma, la bala con tal rapidez surcó el espacio que nos separaba alcanzando mi cuerpo justo cuando mi dedo, como réplica, apretaba también el gatillo... pero mi cuerpo desestabilizado por el impacto de la bala dio con su objetivo pero apenas rozándole el brazo por el desvío. Sentí un dolor agudo e intenso en el estómago y todo lo vi a cámara lenta, cómo la bala rozaba su brazo y el dolor se extendía por todo mi cuerpo. Inmóvil me quedé parada apenas unos segundos sintiendo aquel líquido carmesí manchar mi camiseta y comenzar a brotar de mi cuerpo... el arma cayó de mis manos al mismo tiempo que mi cuerpo cedía hacia atrás hasta caer en el suelo donde mi cabeza impactó contra el suelo sintiendo que la oscuridad me envolvía.







Abrí los ojos para observar el techo de aquel templo al que habíamos acudido con la intención de que recuperara la memoria, había vuelto a perder el conocimiento y no sabía el tiempo que había pasado desde entonces. Temí que hubiera sido demasiado tarde para que todo se pudiera solucionar y lejos de lo que yo creía que podría haber sido había vuelto a recobrar el conocimiento, ¿sería quizás la última oportunidad que tendría? Enseguida mis ojos buscaron al vikingo para saber que todo estaba bien y que no era tarde, fue entonces cuando sentí un intenso y agudo dolor en mi vientre junto a un líquido caliente que caía por mi cuerpo, incapaz de moverme en esos momentos llevé una mano al lugar para encontrármela manchada de sangre al levantarla... y temí lo peor en esos momentos. Mi cuerpo tumbado en el suelo apenas se podía mover y el dolor hacía que me costara respirar con normalidad, sentí que un frío se iba apoderando de mi cuerpo y sentí miedo de que hubiera sido demasiado tarde y de que lo hubiera perdido al estar todavía en aquella pesadilla. Abrí los labios y un jadeo de dolor salió de ellos notando que mi cuerpo comenzaba a temblar ligeramente, el dolor era tan intenso que era hasta peor que el que había sentido cuando me hirieron en aquel lago cuando fui salvada por Erlend, todo a mi alrededor parecía que se enfriaba por segundos.



-¿Ubbe? –Llamé con la voz temblorosa hasta que apareció arrodillado a mi lado con la cara manchada de sangre, sus manos también lo estaban, su brazo sangraba y sus ojos azules anegados en lágrimas me miraban sin comprender demasiado lo que estaba pasando- ¿...qué...? –Intenté preguntar qué había pasado pero me fue imposible, fue entonces cuando sentí el sabor ferroso de la sangre en mi boca y supe que de alguna forma todo se estaba acabando, podía notarlo de forma dolorosa por el frío que sentía, por el dolor y porque poco a poco parecía que me iba apagando como si me quedara sin fuerzas. Fue cuando me dijo lo que había pasado y que había matado a Niels, que me lo merecía por haberlo engañado y haber acabado con la vida de su primo y que él consideraba su hermano... ladeé el rostro para ver su cuerpo tumbado en el suelo sin moverse- no.... –dije volviendo mi rostro hacia el suyo- yo no..... lo siento..... –había intentado por todos los medios que despertara y no lo había conseguido, había fallado en mi propósito y ahora iba a perderlo para siempre. Mi mano se elevó para recorrer su rostro y pareció que, en ese momento, como si se hubiera dado cuenta de alguna forma supo que era yo- yo no quería matarlo...... solo que volvieras conmigo.... –me miraba con sus ojos anegados en lágrimas y de los míos también cayeron bajando por mi mejilla- tengo fr.... fr-frio –dije con los labios temblando ligeramente, sus manos recorrieron mi rostro asegurándome que todo iba a estar bien y que aguantara, que no le dejara, que no tenía que haber ido a por él a lo que yo sonreí débilmente- por amor si-siempre... se hacen grandes... locuras.... –como la locura de ir sin pensarlo a por él, y ahora había sido incapaz de traerlo de vuelta. Cerré los ojos sin dejar de llorar aceptando que aquello, de alguna forma, era el final de todo y que solo me quedaban unos momentos para despedirme de él para siempre- al menos he... podido amarte una... una última vez... –él me decía que no hablara y que guardara fuerzas pero yo sentía que estas me abandonaban y que cada vez el frío era mayor, que no lo dejara allí y que aguantara, que no podía morirme- prefiero morir ahora... que vivir mil años sin haberte conocido... –notaba que los ojos me pesaban y que apenas era capaz de sostener el brazo en alza con mi mano acariciando su rostro, su frente se apoyó en la mía y sonreí con las pocas fuerzas que me quedaban sin dejar de mirarlo con los ojos empañados en lágrimas- .... te amo Ubbe.... –mis ojos se iban cerrando al tiempo que mi mano se deslizaba sin fuerzas por su rostro, apagándoseme la vida.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Feb 14, 2018 6:04 am

Dos balas, dos presas y una de ellas, certera como ninguna otra, impacto en el estomago de la mujer que si bien amaba, había matado a mi primo.
Apreté los dientes al sentir como el calor del acero entrando rápido por mi piel desgarrando mi camisa, abriendo la carne de mi hombro me hacia aullar de dolor.
El cuerpo de Nai cayó impulsado por el disparó, su vida se apagaba ante mis ojos y mi semblante vació e inamovible seguía allí, presenciando una escena dantesca donde lo había perdido todo.

De sus trémulos labios escapo mi nombre, me costó reaccionar, estaba bloqueado. Finalmente me acerqué a ella, yo la había matado y eso me arrastro a quedar vencido de rodillas a su lado, mi mano se hundió en su vientre para parar la hemorragia, mientras sus dedos limpiaban mi rostro ensangrentado acariciándolo.
-No hables -supliqué tratando de sacar el móvil y buscar cobertura, pero no había ni una ralla y aun existiendo, no llegarían a tiempo y lo sabia.

Dejé caer mi frente contra la suya, sus palabras morían contra mis labios y mis lagrimas sobre sus mejillas.
-Saldremos de esta -mentí con los ojos cerrados para que no pudiera leer en mis mares la mentira. Su boca se entreabrió, me decía que me quería, que todo había valido la pena y que era feliz por haber compartido una vida breve junto a mi.
Negué con la cabeza, suplicando a esos dioses que nos miraban sobre sus altares ajenos a mi dolor, inamovibles, impertérritos, con su gesto severo, suplicaba que la salvaran.
Rugí pidiendo a Thor que me la devolviera, maldije a Loqui y sus engaños y odia a Odin renegando de mi religión.

Una consecución de imágenes se paseó frente a mis dos océanos abiertos descomunalmente.
Egipto, sus arenas doradas, la pirámide, las mil y ua pruebas vividas para obtener la reliquia, su muerte y mi desesperación mas absoluta.
-Nai -la llamé temblando por la cantidad de imágenes que se sucedían abruptamente en mi cabeza -¡Nai! -rugí apretando los dientes llevando mis dos manos llenas de sangre a las sienes.
Hicimos el amor, los piques, los besos, cuando la secuestré frente al museo, la pelea porque queria ser padre y ella consumía esas hiervas..todo, lo recordaba todo, la boda, el anillo que forje para ella, su vestido, su piel caramelo, estaba preciosa.
Lo hicimos en la playa, con rudeza, su cuerpo curvilíneo ofrecido ante el mio, sonreí al recordar como le pedí que se casara conmigo ¿podía ser mas idiota?

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Abrí de golpe los ojos tomando una bocanada de aire, mi madre sentada a mi lado sujetaba mi mano, su rostro plagado de preocupación me miró y dio un respingo gritando el nombre de mi padre, asegurando que había vuelto.
-¡Nai, Nai, la he matado, Nai! -la llamé a voz de grito girándome para encontrarla tumbada a mi lado -por favor Nai despierta, estoy aquí, Nai -supliqué pegando mi frente a la suya desesperado. No quería vivir sin ella.
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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Feb 15, 2018 5:53 am

No había que ser demasiado lista para saber que todo se acababa, el dolor era tan intenso que era hasta insoportable y lo único que quería era poder ver al vikingo una última vez, contemplarlo para que fuera lo último que viera antes de que todo acabara. No había podido hacer que despertara, todos mis intentos habían sido en vanos y no pude lograrlo, era frustrante y la impotencia me recorría porque había deseado con todas mis fuerzas que despertara, volver a nuestra vida, seguir con todos los planes que habíamos trazado de futuro.... quería tener hijos, a sus hijos, los nuestros y verlos crecer convirtiéndose en mayores... quería una vida que en esos momentos se me escapaba porque no había sido capaz de lograr que me recordara, había hecho que tuviera sentimientos por mí pero eso no había bastado ni había sido suficiente para que me recordase. No me arrepentía de nada en absoluto, mi decisión de ir a por él no había sido un error y de no hacerlo me lo habría reprochado y echado en cara durante toda mi vida, decían que por amor se hacían grandes locuras y el ir a por él había sido una locura de la que no me arrepentía, no había nada que no hiciera por ese vikingo y la prueba de ello es que estaba allí, en esa pesadilla que nos había llevado a un mundo extraño en el que yo no tenía cabida en su vida, en el que para él era una completa desconocida. Sabía que el tiempo se me agotaba y cuando se arrodilló a mi lado con su rostro manchado de sangre igual que sus manos y su camisa elevé mis manos para acariciarlo, sus ojos azules me contemplaban con sus manos en mi vientre mientras me rogaba que no hablara pero ¿cómo no hacerlo para decirle mis últimas palabras? Quería que supiera que no me arrepentía de nada y que había sido feliz a su lado, que lo amaba por encima de todas las cosas y que si tenía que morir en ese instante al menos moriría entre sus brazos, prefería eso a vivir toda una vida sin haberlo conocido si es que ese era mi sino. Había tanto dolor en su mirada azul, tanta rabia, frustración e impotencia.... me miraba intentando que todo pasara, como si quisiera hacerme creer que saldríamos de aquella situación pero yo sabía que no lo haríamos y que mi tiempo se agotaba. Su frente se apoyó en la mía teniéndolo más cerca, así me era más fácil recorrer su rostro porque fuerzas no tenía, podía sentir su aliento contra mis labios, había intentado pedir ayuda pero no había podido y ahora me decía que saldríamos de aquella situación pero con sus ojos cerrados, sabiendo que no era verdad porque yo podía sentirlo.

Era la segunda vez que veía llorar al vikingo, la primera había sido en Egipto en aquella prueba que debimos de superar, ver su dolor en aquel momento me hizo darme cuenta de lo que realmente sentía por él, ver cómo daba su vida por la mía fue la pieza que juntó el puzle y que me hizo darme cuenta de mis sentimientos. Fue desgarrador en su momento verlo derrumbado en aquella sala, ahora sentía sus lágrimas caer contra mis mejillas y lejos de que la otra vez yo fuera una visión en esos momentos todo era real y no era una mera mentira. Me dolía verlo así y todo por mi culpa, me gustaría borrar todo su dolor pero no podía hacer nada en esos momentos, negaba con la cabeza tras mis palabras sintiendo que perdía fuerza cada vez más y más y que mi tiempo llegaba a su fin. No fui capaz de sostener mi mano en alza y esta se deslizó cayendo por su rostro hasta finalmente caer al suelo, quería luchar para mantener mis ojos abiertos y apurar al máximo aquel momento pero mis ojos se cerraban y lo único que escuchaba de fondo eran sus palabras llamándome, pero yo no podía hacer nada. Solo escuchaba mi nombre salir de sus labios llamándome pero era imposible abrir los ojos o responderle, era como si lo sintiera llamarme desde la distancia y cada vez su voz sonaba como si todo se estuviera desvaneciendo hasta que la oscuridad y la nada me envolvieron. ¿Todo se había terminado ya? Si era así al menos lo había amado y le había dicho lo que significaba para mí aunque él no pudiera recordarlo, no recordara todo lo que habíamos vivido juntos... pero yo jamás lo olvidaría, todos y cada uno de los momentos que pasamos juntos ya fueran buenos o malos, eso nadie podría quitármelo. De nuevo volví a sentir que me llamaban, una voz sonaba desde la lejanía y apenas era reconocible, pero me llamaban... ¿serían los dioses que me llamaban para mi juicio? Volvieron a llamarme de nuevo y la voz sonó algo más cercana pero todavía perdida en la distancia, era como si cada vez sonara con más fuerza y más cerca aunque no lo estaba del todo. Fue entonces cuando reconocí de quién era la voz que me llamaba, una voz que me impulsaba a ir en su dirección hasta que la sentí tan cercana que era como si tuviera delante a esa persona, pero yo solo veía oscuridad. En ese momento fue cuando pude abrir los ojos, veía un poco borroso y la claridad del lugar hizo que parpadeara varias veces hasta que pude enfocar lo que tenía frente a mí solo para encontrarme al vikingo con su frente pegada a la mía, y sus ojos que denotaban preocupación observándome.



-Ubbe.... –dije como pude sorprendida de poder verlo ya que pensaba que todo se habría acabado, mis ojos contemplaron aquellos inmensos orbes azules como dos mares y pensé que era la vista más hermosa que alguien pudiera regalarme nunca. ¿Había algo más hermoso y bonito que esos dos intensos océanos observarme? No, no lo había y daba gracias de poder volver a verlo cuando creía que todo se había acabado y que lo había perdido para siempre. Sus manos tomaron mi rostro y yo elevé las mías para hacer lo mismo, sorprendida de que estuviera allí frente a mí sin comprender qué había pasado- ¿qué ha pasado? –Pregunté para luego mirar a mi alrededor y darme cuenta de que estábamos de nuevo en su casa, en el norte, pude escuchar la voz de Adaline llamando a Erlend porque habíamos despertado y me di cuenta de que sí lo había logrado, no supe cómo, pero estábamos allí los dos de vuelta en nuestra vida. Sonreí mirándolo y nuestras bocas se encontraron en un beso lleno de alegría porque habíamos vuelto y estábamos de vuelta, juntos, y eso era lo que importaba- no vuelvas a darme un susto como este, no quiero que me dejes nunca –aseguré sobre sus labios con mis dedos enredados en su pelo mientras los demás se acercaban al ver que habíamos despertado, si algo tenía en claro después de todo lo que habíamos pasado es que me había reafirmado en lo que sentía por ese hombre, lo mucho que lo necesitaba en mi vida. Pronto sus padres aparecieron para abrazar a su hijo y ver que estaba bien tras todo lo que había sucedido, se había sentado en la cama y yo observé la escena con una sonrisa mientras los veía abrazarse viendo las caras de felicidad de sus padres por traerlo de vuelto, lo habían curado y seguía herido pero al menos lo tenían de vuelta y no sumido en un sueño. Niels también apareció por allí acercándose al vikingo, juntaron sus frentes mientras se miraban con una sonrisa y Adaline me ayudaba a incorporarme agradeciéndome que lo hubiera traído de vuelta aunque no sabía qué había pasado exactamente, me preguntó cómo me encontraba y mi sonrisa quedó un poco opaca en esos momentos... vuelta a la realidad era volver al hecho de lo que había pasado hacía unos días antes de que el vikingo llegara en ese estado, era volver a aceptar que había perdido a nuestro hijo, era volver al dolor en cierto sentido. En esos momentos bailaba entre dos emociones contrarias y diferentes, por una parte me alegraba enormemente que el vikingo hubiera despertado y con ello pudiéramos volver a nuestra vida, volver con los nuestros y tenerlo a mi lado sin preocuparme de nada más... pero por otro lado estaba destrozada por lo que había pasado, me dolía saber que tenía que decírselo al vikingo porque dudaba que pudiera ocultárselo y que él no se diera cuenta de lo que pasaba. Pero, ¿cómo decirle ahora que habíamos vuelto que había perdido a nuestro hijo? Era un palo duro y, cuando estuviéramos a solas, hablaríamos con tranquilidad. Adaline me sonrió para tranquilizarme alegando que juntos lo superaríamos y fue entonces que Niels se acercó a mi lado, por Ra, daba tanto gusto que no estuviera muerto- ¡Niels! –Dije abrazándolo cuando ya estaba en pie sintiendo que los puntos me tiraban pero intentando que no se me notara- tan bajito como siempre –dije sonriendo mientras él me soltaba una de las suyas, poco a poco también fueron llegando Synnove y Hakon que sabían que Ubbe había despertado, también Caleb y Eileen que se habían quedado allí hasta que todo pasara y me mantuve un poco al margen quedando junto a Niels- sé que te ofreciste el primero para ir a ayudarlo pero, créeme, no lo habrías hecho tan bien como yo –comenté con una leve sonrisa a lo que él se rió, Niels me caía muy bien y sabía lo unidos que estaban él y Ubbe, se notaba que lo estaba más que con su melliza y Hakon- ¿habéis curado sus heridas? –Pregunté mientras lo miraba con su melliza sobre él rodeándole el cuello, me dijo que las habían curado igual que habían ido curando la mía, había pasado una semana casi desde que caí en ese sueño hasta ahora que habíamos despertado. Me preguntó cómo estaba y yo le sonreí levemente, sabía que para ellos un hijo era algo muy importante- bien, se pasará –aseguré agradeciendo que preguntara, cuando estuviéramos él y yo solos tendría que decírselo. En ese momento su mirada y la mía coincidieron, mar contra arena que se contemplaban de forma fija, estiró su mano hacia mí pidiéndome que fuera hacia donde él estaba porque aunque hubiera pasado una semana no estaba curado del todo de sus heridas y cuando estuve a su lado atrapó mi mano pegándome a su cuerpo, siseé levemente por el tirón que sentí en el vientre y me sentó de lado sobre sus piernas con él apoyando su espalda contra el cabecero de la cama, necesitaba reposo y ahora que todos lo habían visto su madre pedía que le dejaran descansar mientras él acariciaba mi nariz con la suya, sus dedos se entrelazaban con los míos y nos mirábamos de forma fija- ¿te he dicho alguna vez lo mucho que te quiero? –Pregunté rozando sus labios con cada palabra que pronunciaba- me alegro tanto de estar de vuelta a nuestra vida y que vuelvas a ser mi vikingo –cerré los ojos apoyando mi frente contra la suya, lancé un suspiro y volví a buscar sus orbes azules- jeg elsker deg Ubbe –dije antes de buscar de nuevo sus labios con los míos en un beso calmo y lento, disfrutando de sus labios y de volver a tenerlo otra vez como mi marido, lo había echado mucho de menos.
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La egipcia y el vikingo (privado)(+18) - Página 3 Empty Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)

Mensaje por Ubbe Cannif Vie Feb 16, 2018 1:29 pm

Sus dos pirámides se abrieron pesadas, como un reloj de arena sus parpados se abrían y cerraban hasta que logró enfocarme por completo. Mi sonrisa se ensancho y de nuevo mares y desiertos crearon un oasis en el que nuestros labios se embebieron del otro despacio.
Como si estuviéramos solos deslicé mis dedos por su rostro, incrédulo de haber vuelto, de que estuviera viva y de que se hubiera casado conmigo.
Mi nariz friccionó despacio con la suya hasta que de un tirón mi primo me enganchó del cuello pegando nuestras frentes y alejándome de la egipcia. Ambos reímos, padre sonreía mirándome y nuestras manos se encontraron en un saludo.
Madre acariciaba mi espalda y mi hermana apartaba a Niels para sentarse en mi regazo y depositar un reguero de besos en mi mandíbula que me hizo reír.
Hakon me revolvió el pelo como hacia cuando yo solo era un niño pequeño y pronto las bromas se sucedieron ampliadas hacia Nai que sin duda se había convertido en un miembro de la familia mas.

Tras un rato e risas, bromas y como no, de hidromiel corriendo de mano en mano, incluso entre las mías pese a la mirada de mi madre que decía que aun estaba convaleciente y que no abusara, se marcharon dejándonos un poco de intimidad.
Sonreí buscando sus dos enormes orbes mientras mis manso se deslizaban tibias por su cuerpo.
-¿que pasa? Se que no estas bien, te conozco egipcia, me he fijado en esas miradas que te has lanzado con mi madre...he visto que tus ojos no brillan como antes ¿he hecho algo que te haya molestado? Si es por la mujer esa del sueño no ha significado nada para mi, solo era un hechizo, tu eres mi mujer.

Sonreí al escuchar ese “ te quiero” en nórdico, la deseaba, aunque mi cuerpo estuviera herido me alcé para ascender sobre el cuerpo de mi esposa, trepando por su piel hasta quedar sobre el ajeno mirándonos de frente.
-Eres preciosa egipcia -aseguré bajando la mirada hasta su carnosa boca.
Su aliento cálido se adueñaba de mi cavidad húmeda, penetrando, tentándome de forma deliciosa.
Sonrió contra mis labios antes de que estos la tomaran con rudeza, arrasando con mi lengua los confines de su humedad.

Gruñí hambriento de ella, empujando contra su centro mi abultada entrepierna que ante las atenciones del vaivén de sus caderas tomo mas envergadura endureciéndose contra su sexo, mojando la ropa del elixir de ambos.
Mordió mis belfos acallando mis ya roncos jadeos, embravecido como las olas, mi legua penetró lamiendo la ajena, chocando furiosa en un duelo titanico.

Su mano se interpuso un instante para tomar aire, como si le faltase y noté entonces el leve gesto del dolor en su bajo vientre, lo que me llevó a enarcar una ceja.
-¿que pasa? -pregunté de nuevo deteniendo mis empujones.
Su rostro reflejaba la necesidad de una conversación, el mio el deseo teñido en mis azules y el desconcierto dibujado en mis iris.
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La egipcia y el vikingo (privado)(+18) - Página 3 Empty Re: La egipcia y el vikingo (privado)(+18)

Mensaje por Naitiri Zahir Dom Feb 18, 2018 10:53 am

Daba tanto gusto estar de vuelta y que todo volviera a la normalidad dejando atrás todo lo que habíamos pasado, aun no me creía del todo que lo hubiera conseguido y exactamente no sabía cómo lo había hecho y era algo que cuando pasara un poco el tiempo le preguntaría para saber qué le había hecho recordar y que despertara, no podía alegrarme más de que todo hubiera terminado y pudiéramos seguir con nuestras vidas, con los planes que habíamos hablado y que quería realizar junto a él... estar en esa pesadilla, o maldición, no había hecho sino confirmarme lo que yo ya sabía y es que él era el hombre de mi vida y con la que quería pasar el resto de ella a su lado, no había duda alguna sobre eso. Ahora después de lo que había pasado comprendía algo más lo que tuvo que pasar el vikingo cuando vino a buscarme por primera vez, lo mal que lo tuvo que pasar cuando él venía con unos sentimientos por mí que yo no tenía... básicamente había pasado algo parecido salvo que él estuvo mucho más tiempo hasta que yo me decidí a dar el paso y tener algo con él, mientras tanto solo nos habíamos acercado y alejado constantemente en un juego en el que sin duda alguna él había salido perdiendo. Después de esto comprendía mucho más lo que tuvo que ser para él y lo que pasó en todo ese tiempo, me lo había imaginado pero sin duda alguna no se podía comparar a cuando lo sentías en persona, pero ya todo había pasado y lo bueno es que estábamos de vuelta para poder celebrarlo y seguir adelante. La noticia de que se había despertado por fin corrió como la pólvora y apenas pudimos estar un poco a solas antes de que fuera llegando su familia para poder verlo, comenzaron a llegar uno a uno y pronto la habitación se quedó pequeña para todos los que éramos. Me alegraba muchísimo poder verlo de nuevo feliz con su familia mientras lo iban viendo, abrazándolo, dándole besos como si hubiera pasado mucho tiempo sin verse y a mí me daban las gracias aunque no tenían por qué darlas, no había otra opción que no fuera ir a por él y ni siquiera lo pensé cuando el hechicero planteó la única manera que teníamos de que volviera. Como era ya algo bastante normal y común en ellos pronto las jarras de hidromiel no faltaron celebrando que había vuelto y, además, que habían conseguido traer la reliquia de la fortaleza de Randulf. Miré al vikingo enarcando una ceja cuando lo vi con una jarra de hidromiel en su mano pero su madre se encargó por mí de recordarle que no debía de pasarse pues aún no se había recuperado.

Me gustaba verlos juntos y lo bien que se llevaban, las veces que había coincidido con sus hermanos y su primo había sido todo risas y bromas con jarras corriendo entre sus manos... y ahora los veía a todos juntos y era incapaz de no sonreír todo el rato. Ellos eran muy familiares y se notaban esos lazos, el hecho de haber crecido todos juntos se notaba por cómo se gastaban bromas... bromas que no tardaron en incluirme a mí haciéndome partícipe como si fuera una más, estaba claro que yo no era norteña ni tenía sus costumbres pero con ellos me hacían sentir una más de la familia y me encontraba muy cómoda con ellos, me habían aceptado enseguida y ya era como una más para ellos lo que a mí me relajaba bastante. Tras un buen rato en el que estuvimos todos riéndonos y bromeando fue el momento en que su madre casi que los tiró para que él descansara y así pudiéramos estar solos, su madre fue la que más “encima” mía había estado para ver cómo estaba y para tranquilizarme, todos sabían lo que había pasado y era algo que tenía que contarle al vikingo porque se merecía saberlo. Antes de irse me miró y dejó su mano en mi hombro presionando un poco para darme algo de ánimos, cosa que agradecí, porque no sabía muy bien cómo enfrentar la situación ni la mejor manera de darle esa noticia que le iba a doler... más sabiendo que él deseaba tener un hijo. Acabé sentada de forma ladeada sobre él que seguía en la cama con sus ojos azules en los míos y sus manos recorriendo mi cuerpo de forma leve, apoyé mi frente en la suya enredando mis dedos en su pelo viendo esa sonrisa que traía en sus labios por mis palabras y porque sabía lo que le gustaba que le hablara en su idioma y al final acabó haciéndome la pregunta sobre qué pasaba, claro que él no era tonto y me conocía demasiado para saber que algo me pasaba, intentaba lidiar con la alegría y el dolor que tenía y no quería que lo notara pero él sabía leerme demasiado bien y no se le había escapado. Lo miré ante su pregunta de si había hecho algo malo y negué con la cabeza con una leve sonrisa, era tan dulce a pesar de su apariencia ruda... pensaba que algo podría haberme molestado pero estaba equivocado, y era evidente que no sabía por dónde iban los tiros.


-Tú no has hecho nada Ubbe, de verdad. Sé que lo del hechizo era todo una mentira y que tus sentimientos por ella no existían, fue todo un engaño para que pensaras en esa vida y te la “creyeras” de tal forma que nada pudiera sacarte de esa idea... hasta que llegué yo para cambiarlo todo –sonreí de lado recorriendo su rostro con mis dedos- sé que no sentías de verdad nada por ella y que todo fue una mentira, que no era real, de hecho no me preocupaba demasiado que tuvieras “novia” y nunca fue un obstáculo en mi camino –mis labios rozaron los suyos- sé cuáles son tus sentimientos por mí y eso para mí es lo importante, los sé porque me los demuestras con tus acciones, en la forma en la que me miras, en la que tus manos recorren mi cuerpo, lo mucho que te ponen mis nalgas... eso no me preocupó en realidad –hice una pequeña pausa- sí es cierto que, cuando os vi la primera vez, me jodió mientras yo os contemplaba en el salón, o la noche que volvimos de aquella fiesta –eso sí me había jodido, sueño o no lo había hecho- eso me dolió pero ¿cómo no dolerme cuando se trataba de la persona que estoy enamorada y además es mi marido? Me dieron ganas de entrar a la habitación y sacarla arrastras de los pelos –reconocí mirándolo- pero no quería que pensaras que estaba loca así que lo dejé pasar y me calmé. Pero aun así sabía que todo era mentira, y la verdad, es que no me importa porque te he sacado de ese sueño y estás aquí conmigo... y para mí es lo que cuenta –seguramente él había pensado que ciertas cosas podrían haberme dolido, y no se equivocaba, por eso se lo dije aunque eso era agua pasada y olvidada. Sonreí cuando dijo que yo era su mujer y mordí su labio inferior para luego rozar con mi nariz la suya- suena tan sexy que me digas eso, en tu idioma más seguro –me gustaba escucharle hablar en nórdico porque su acento era más sexy y ronco y me ponía bastante. Al final acabó tumbándome sobre la cama mientras él ascendía por mi cuerpo hasta dejar su rostro frente al mío, sus manos recorrían mi cuerpo de forma lenta mientras nos mirábamos, mares contra desiertos que eran capaces de crear la mejor y más perfecta de las tormentas juntas.

Sonreí por sus palabras y me fijé en que sus orbes azules bajaron su vista a mis labios, los mordí totalmente a posta sabiendo lo que le ponía ese gesto y apenas bastó unos segundos para que finalmente los tomara de esa forma que tanto me gustaba, haciéndose el dueño de mi boca, arrasando con todo a su paso. Mis manos recorrieron sus brazos y su pecho sin querer tocar demasiado su espalda por los latigazos moviendo mi cuerpo contra el suyo, olvidándome del dolor de los puntos centrada en el calor que me provocaba aquel hombre, la capacidad que tenía de que su deseo fuera igualmente el mío. Lo necesitaba, en muchos sentidos además, quería perderme en él y olvidarme de todo, olvidarme del mundo y solo que fuéramos él y yo... nadie más. Sus caderas se movieron al son de las mías, un gruñido escapó de sus labios cuando movió sus caderas contra mi centro rozando nuestros sexos, un jadeo escapó de los míos y mordí sus labios evitando así el siseo que casi se me escapaba. Su cuerpo se movía contra el mío besándome de esa forma que tenía, con su lengua batallando con la mía de forma ruda, haciéndose el dueño de todo... y yo aunque aguantaba como podía sus embistes al final tuve que separarlo un poco para tomar algo de aire, intentar calmarme pero... no podía, me dolían los puntos con cada embestida que me daba y aunque me apetecía muchísimo perderme en él... no iba a poder hacerlo, es más, en cuanto me desnudara se daría cuenta de la herida y me preguntaría así que ¿por qué atrasarlo? Tenía que decírselo y yo solo podía pensar en hacerlo lo menos doloroso para él. De nuevo volvió a preguntarme qué me pasaba mientras yo lo miraba, veía el deseo en sus ojos pero también la preocupación así que me mordí el labio y lo aparté para que se sentara de nuevo en la cama apoyando su espalda contra el cabecero, yo acabé sentándome a horcajadas sobre él mientras mi pelo caía como una cascada por mi brazo y por mi pecho, sus ojos me miraban pidiéndome que hablara y le dijera qué pasaba, mis dedos recorrían su larga trenza fijando mis ojos ahí mientras él me concedía los segundos que necesitaba antes de empezar a hablar y contar qué pasaba.



-Cuando te fuiste a por la reliquia estaba muy preocupada y pasé unos días inquieta e intranquila, no estoy acostumbrada a que te vayas y aunque intentaba distraerme no funcionaba demasiado. Me hablaste muchas veces del lago donde ibas con tus hermanos y con Niels y le pregunté a tu madre donde estaba, necesitaba salir y despejarme y ella me dijo cómo llegar. De vuelta me encontré con unos soldados de Randulf que venían en mi búsqueda, al parecer, para llevarme allí y que tú hablaras con más facilidad... hui y tu padre llegó a tiempo para salvarme, pero caí herida. Estoy bien, tranquilo –añadí enseguida al ver su cara cuando dije que estaba herida, supo que era en el vientre porque bajó mi falda lo suficiente como para ver la herida por sí mismo, estaba con una venda tapando los puntos y su dedo la recorrió de forma lenta- lo perdí.... –dije más en un susurro notando que mis ojos se cristalizaban al punto de comenzar a llorar de nuevo, incapaz de aguantar las lágrimas y el dolor que decírselo me causaba. Él subió su rostro sin entender a qué me refería- ¿recuerdas las náuseas y los mareos? Creíamos que era por los nervios pero aquí los seguí teniendo y... –me mordí el labio, joder, me costaba demasiado decírselo pero él necesitaba saberlo- al par de días de irte supe que estaba embarazada... y ahora..... –mi labio temblaba, mi cuerpo temblaba y al final acabé explotando a llorar, mis manos taparon mi rostro y rompí en llanto sin poder controlarme, apartó mis manos para observarme y tomar mi rostro aunque en el suyo también se veía el dolor reflejado- perdí mucha sangre y.... no pudieron hacer nada... –negaba con la cabeza entre llantos por lo mal que me sentía, acabé aferrando su camiseta entre mis dedos y apoyando mi frente en su pecho- te he fallado y.... y lo siento tanto.... –porque yo era la culpable de todo, si no me hubiera ido nada hubiera ocurrido- yo solo..... solo quería que llegaras y.... decirte que por fin lo habíamos logrado pero.... –no podía seguir y me costaba hacerlo sin parar de llorar- perdóname por favor –pedí abrazándome a él buscando un perdón y un consuelo que necesitaba, sacar todo lo que llevaba dentro y que me hacía tanto mal. Él era el único con la capacidad para sanar todo mi dolor, como el bálsamo que necesitaba en esos momentos, solo con él podría recuperarme y seguir adelante en esos duros y complicados momentos. No era fácil para ninguno de los dos porque ambos teníamos el mismo deseo de formar una familia juntos, y era un palo que teníamos que afrontar juntos. Yo no paraba de repetir como podía un “lo siento” mientras lloraba aferrada a él, sacando todo mi dolor con la esperanza de que él me salvara.
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Feb 20, 2018 10:53 am

Su relato me llevo a un abismo muy oscuro del que apenas era capaz de emerger con acierto. Mis azules se clavaron cual arpones en los desiertos de la egipcia, si bien ahora húmedos parecían navegables, yo había tocado fondo y era incapaz de articular palabra.
Solo un gruñido que se convirtió en aullido y reflejo mi dolor por el hijo no nato copó la habitación donde los tonos naranjas de las llamas parecían gastarme una broma pesada.
Me pidió perdón, como si mi tristeza fuera por ella causada, cuando nada tenia de culpa, Radulf era el único responsable de mi dolor y del de muchos otros norteños.

La abracé con calidez, dejando que su cuerpo se amoldara al mio ,que se acariciaran y rencontraran ambos heridos en cuerpo y alma.
-No es tu culpa -aseveré con certeza, mas cierto es que mi segunda pregunta si bien desafortunada era necesaria -¿podrás convertirme en padre?
Seguramente esa pregunta hubiera ofendido a una parisina, mas para nosotros los norteños el linaje lo era todo y mis ansias por tener el propio no conocían parangón.

Ella lloraba aferrando mi camisa, yo buscaba darme la calma que en mi no existía.
-Te quiero Nai, nada camba ese hecho, eres mi esposa y los dioses nos bendecirán con un hijo que pronto crecerá en tus entrañas -dije tratando de calmarnos ambos.
Conocía todo tipo de historias, habían mujeres que tras una perdida su aparato reproductor había quedado inútil, nunca mas dieron hijos a sus maridos que recurrieron a segundas esposas, era el único modo de poder cumplir con nuestro deber ante los dioses, prevalecer en este mundo.

Lloró contra mi pecho desesperada, sintiéndose culpable de algo que se escapaba a su razón, mis dedos se pasearon por su pelo pardo, era la mujer mas bella que jamas había visto, la amé casi sin darme cuenta y desde le principio.
Tumbados en el lecho nuestras manos se encontraron, se acariciaron sus sus ojos anegados en lagrimas me buscaron.
-No es tu culpa -aseguré de nuevo para que esa idea se anclase a su mente y perdurara para siempre -te amo Naitiri y quiero casarme contigo ante mis dioses, en Upsala, pasaremos la noche en ese bosque y te tomaré como nunca antes lo hice..

Mis palabras parecían darle calma y así, contra mi pecho terminó sucumbiendo al suelo, mecida entre mis brazos.
El dolor ahora si pudo escapar por mis ojos permitiendo al mar que se esparciera sobre la arena, en silencio sepulcral pues los hombres han de ser fuertes mientras las mujeres lloran exprese mi dolor ante la perdida de mi hijo no nato.

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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Feb 21, 2018 6:39 am

No era fácil para ninguno de los dos el momento que estábamos pasando y atravesando, estaba contenta y feliz porque estuviera de vuelta conmigo y pudiéramos seguir con nuestra vida, pero también estaba destrozada por la pérdida de nuestro hijo y me quemaba el tener que decírselo para que lo supiera, pero me conocía demasiado bien como para saber que algo me pasaba y no podía ocultárselo, todos lo sabían y él no debía de ser menos y no enterarse de lo que había pasado... pero era difícil de decirlo más cuando sabía de sus ganas por ser padre, de lo feliz que se hubiera puesto ante la noticia... y ahora tenía que decírselo mientras en mi mente buscaba las palabras más adecuadas y correctas para ello, pero ¿las había? No lo tenía tan claro en esos momentos en los que su mirada me pedía que hablara y le contara aquello que me mortificaba y me angustiaba, tampoco debía de callármelo porque a la larga acababa por estallar y explotar y eso no nos hacía ningún bien a ninguno. Pero lo cierto es que me costaba dar con las palabras adecuadas para decírselo así que pensé que, si le empezaba contando poco a poco lo que había pasado para mí sería más fácil que ir directamente y decirle que lo había perdido puesto que él no sabía absolutamente nada. Mientras hablaba podía darme cuenta de los gestos de su rostro, de cómo el semblante le iba cambiando conforme avanzaba en el relato, la cara de preocupación cuando le dije que había caído herida y como quiso enseguida asegurarse de que estaba bien mirando mi herida cubierta por una venda sin pensar siquiera en que lo peor estaba por venir. Pude ver como le cambiaba el rostro por completo cuando acabé contándole lo que pasó aquella fatídica noche, si hubiera hecho caso a Erlend y me hubiera quedado en casa nada habría pasado, igualmente hubieran venido a por mí pero él me habría protegido desde un principio quedándome en casa y ahora no tendríamos que lamentar la pérdida... algo que me destrozaba por dentro. No pude contener las lágrimas ni el llanto soltando lo que había callado y guardado en mi interior esperando que pudiera perdonarme porque sentía que le había fallado y que todo era mi culpa, una sensación horrible pero que nadie iba a quitarme porque lo sentía de esa forma, era lo que pensaba.

Acabé llorando desconsolada sobre su cuerpo y sentí sus brazos que me rodeaban con calidez pegándome a su cuerpo queriendo, de alguna forma, borrar todo ese dolor que tenía para que me sintiera mejor. Había visto sus ojos antes de que me apoyara en su pecho y había visto el dolor en ellos, un dolor profundo que a mí también me dolió porque sabía que para él iba a ser un palo duro, él decía que no era mi culpa mientras yo seguía llorando sobre su pecho, y su siguiente pregunta... hizo que llorara aún más. No lo sabía, no sabíamos por el momento si iba a poder quedarme embarazada de nuevo y no le contesté, en parte porque no podía, en parte porque me daba miedo conocer esa respuesta y sus posibles consecuencias si era cierto que no podía tener más hijos. Decía que me quería y que nada iba a cambiar eso, que pronto volvería a quedar embarazada y yo solo rogaba y esperaba que fuera verdad. Sabía que quería calmarme y tranquilizarme pero primero debía de soltar todo lo que llevaba dentro, los días previos a su llegada habían sido horribles y apenas había salido de la cama, después tuve que hacer que no pasaba nada cuando fui a por él aun estando bastante jodida... ahora era el momento de soltarlo todo, liberarlo de alguna forma. Sus dedos recorrían mi pelo y lo apartaban de mi rostro, caricias lentas y suaves que buscaban calmarme y consolarme, acabamos tumbados en la cama y su mano buscó la mía enredando nuestros dedos, elevé mi rostro con los surcos de las lágrimas para mirarlo, su dolor era notable y palpable, quitó las lágrimas que caían de mis ojos y volvió a asegurarme que no era mi culpa, que me amaba y quería casarse conmigo en Upsala, pasar la noche en ese bosque... algo que hizo que elevara ligeramente la comisura de mi labio en un amago de sonrisa. Escondí mi rostro en su cuello sintiendo su esencia envolverme calmándome, sus brazos rodeando mi cuerpo pegándome al suyo sintiendo su calor, sus manos acariciándome de forma suave y lenta, mecida entre sus brazos fue como acabé dormida. No podía decir que dormí bien porque no fue así, pero el sentirme entre sus brazos las veces que desperté esa noche me ayudaban y me aliviaban, me calmaban y sentir que él estaba ahí y su apoyo era lo que más necesitaba. Para cuando llegó el siguiente día y la luz del sol ya entraba por la ventana anunciando que hacía horas que era de día abrí de nuevo los ojos, todavía entre sus brazos y mis ojos se alzaron para contemplar sus mares, todavía con dolor por lo sucedido. Fue a levantarse para ir a por algo de comer aunque yo me aferré a su ropa para que no se fuera, pero lo dejé para que volviera a los minutos con algo de comida... yo tenía el estómago cerrado y no me apetecía demasiado.



-No tengo hambre... –dije tras un rato en el que apenas había comido algo, intentó que comiera algo pero yo no tenía ganas y lo dejó estar por ese momento- quédate aquí conmigo –pedí rodeando su cuerpo con mis brazos pegando el mío al suyo de nuevo, él también necesitaba reposo por las heridas que llevaba y a mí no me apetecía estar más que entre sus brazos, el único lugar donde me sentía calmada, donde podía sanar el dolor y que era un bálsamo para mí. Pasamos el resto del día abrazados acariciándonos, él intentaba calmarme y tranquilizarme, restaba ese dolor que tenía y yo hacía con él lo mismo. Hablábamos de todo y de nada al mismo tiempo, entre besos y caricias, fue atento y cariñoso todo el rato y de vez en cuando me repetía que no era mi culpa para que no me sintiera así. Yo sabía que estaba siendo el fuerte de los dos en esos momentos y tampoco quería que se guardara ese dolor solo por mostrarse como el fuerte- Ubbe –lo llamé cuando mi dedo en su pecho hacía trazos imaginarios y sin patrón alguno, elevé mi rostro para encontrarme con su mirada- no tienes por qué ser el fuerte de los dos –dije para dejar un beso en su pecho y alzar mis desiertos a sus mares de nuevo, escogiendo las palabras adecuadas- no quiero que te guardes ese dolor para ti solo, esto lo vamos a superar juntos –mi mano subió hasta su rostro para acunarlo y acariciarlo, no quería que mis palabras le pudieran ofender o sentar mal- sé que no es lo normal en un guerrero pero ante todo eres un humano que siente y padece, no hay nada de malo es mostrar tu dolor y expresarlo para sentirte mejor y aliviarte... no por ello eres menos hombre o menos guerrero para mí. Las lágrimas no son un signo de debilidad, son el valor de un sentimiento –acerqué mis labios a los suyos para dejar un beso, tierno y suave, para volver a esconder mi rostro en su cuello dejando que el día pasara y diera paso a la noche, y este diera paso a un nuevo día. Su madre nos había informado la pasada noche que el hechicero llegaría por la mañana para revisar nuestras heridas, había pasado semana y media desde que perdí al bebé y venía para revisar que todo estuviera bien. Mentiría si dijera que no estaba nerviosa o preocupada, lo estuve incluso cuando revisó mi herida e hizo algunas comprobaciones para luego mirar las heridas del vikingo que llevarían algo más de tiempo en curarse, ya que llevaba muchas en su espalda pero que evolucionaban bastante bien. Sentada en el borde de la cama miré al hechicero esperando a que diera su diagnóstico sintiéndome nerviosa- ¿todo está bien? –Terminé preguntando con el vikingo sentado a mi lado, me mordí el labio de los nervios esperando su respuesta.
-Todo está bien, la herida se ha curado bien y no se ve que se haya infectado durante estos días. En un par de días como mucho ya no llevarás los puntos y apenas quedará una fina línea como recuerdo –mis dedos estaban entrelazados con los del vikingo y pasó su mirada a él- sin embargo a ti aun te queda un poco más, pero ya sabes cómo va esto –al parecer los dos se conocían ya de antes y, por lo que había escuchado, no era la primera vez que atendía al vikingo por sus heridas... pero yo quería saber otra cosa de la que él no había hablado.
-Pero... ¿podré quedarme embarazada de nuevo? –Era la pregunta clave, sus ojos se fijaron en los míos por un par de segundos, que se me hicieron eternos, hasta que finalmente habló.
-Nada indica lo contrario, eres una mujer joven, sana y fuerte y en el examen no has sentido dolor alguno por la zona donde te hicieron la herida no han llegado a dañar nada interno, de estarlo te habría dolido en el examen que te he hecho. Podrás ser madre, pero recuperaos y tomáoslo con calma –sonrió y miró al vikingo diciéndole que tenía que reposar unos días más por las heridas y luego me miró a mí para que lo hiciera a lo que simplemente asentí. Aunque estaba con otros pensamientos porque había temido el no poder tener hijos, no quería ni pensarlo siquiera y si él decía que así sería confiaba en él. Subí mis ojos para mirar sus azules y me acerqué restando distancia hasta alcanzar sus labios con los míos, mi mano se enredó en su pelo mientras nos besábamos, al separarnos mordí su labio inferior y apoyé mi frente contra la suya sin dejar de mirarnos.
-Ven, vamos a darnos un baño y luego te pongo las vendas con el ungüento que nos ha dejado –tiré de su mano levantándome para encaminarnos hasta el baño, abrí el grifo dejando que el agua templada saliera y llenara la tina, mientras mis manos se colaron bajo su camiseta y la subí dejando su pecho desnudo, dejé un beso en este y mis dedos recorrieron sus costados, desnudándonos entre caricias y besos suaves. Una vez la tina llena de agua y ambos desnudos me metí en la tina y le pedí que lo hiciera quedando entre mis piernas, limpié las heridas de su espalda con sus manos acariciando mis piernas. Su espalda tenía mejor aspecto de cuando había llegado pero aun así me dolía ver cómo la tenía y lo que le había hecho ese hijo de puta, cuando terminé con sus heridas rodeé su cuello con mis brazos dejando mi mentón en su hombro, besé su cuello hasta que me pidió que me pusiera delante de él. Me levanté para pasar delante de su cuerpo, se apoyó contra la tina y mi cuerpo quedó sobre el suyo con sus brazos rodeándome, mi pelo caía por un lado de mi hombro tapando uno de mis pechos, nuestras manos entrelazadas disfrutando de aquel momento algo más tranquila y calmada- he estado pensando –dije girando mi rostro para verlo- ¿y si nos quedamos aquí una temporada? –Pregunté rozando con mi nariz su cuello para volver a mirarlo- podemos quedarnos aquí un tiempo y recuperarnos bien, después quiero casarme contigo en Upsala frente a tus dioses, quiero pasar la noche en ese bosque mientras hacemos el amor, quiero disfrutar de este tiempo aquí contigo y así podrías enseñarme el norte, sabes que siempre he querido venir –sonreí rozando mis labios con los suyos dejando un beso en ellos- ¿te parece una buena idea? Además hace tiempo que no ves a tus padres y yo me siento muy cómoda con ellos, así que ¿nos quedamos? –Pregunté sobre sus labios con una sonrisa, no nos iba a venir mal ese tiempo allí si nos quedábamos y siempre había querido conocer el norte- me dijiste una vez que me harías de guía, me enseñarías los atardeceres, los amaneceres en la playa... creo que ha llegado ese día Ubbe –dije recordando esa noche en concreto cuando todavía estábamos en Egipto- te quiero tanto -dije con mis labios rozando los suyos sin apartar mis desiertos de sus océanos.
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Mensaje por Ubbe Cannif Dom Feb 25, 2018 12:01 pm

El día sucedió a la noche, no había pegado ojo, mi aspecto demacrado por las heridas, los huesos rotos y ahora, porque la noticia de la perdida de mi vástago había caído como una jarra de agua fría sobre un cuerpo desgastado delataban el dolor que por dentro sufría.
Cuando la egipcia abrió sus desiertos, le sonreí besando con suavidad su nariz.
-Buenos días preciosa -susurré deslizando mis labios sobre los ajenos -voy a por desayuno, necesitas comer.

Nai negó aferrándose a mi, no tenía hambre pero me necesitaba a su lado, así que mi cuerpo volvió a caer sobre el lecho mientras rodeaba su cintura pegándola contra mi.
Silencio, no era capaz de hablar sentía un dolor desgarrador, pero no podía dejarme vencer porque ella estaba peor. Vino por mi, aguantó el envite y me saco de una tétrica realidad, ahora merecía al menos que yo la sujetara a ella, la salvara...
-Estoy bien -atajé mintiendo al escuchar como me decía que si me rompía ella lo entendería.
Yo era un guerrero, no era tan fácil que explotara en llanto aunque por dentro estaba destrozado.

Pasamos el día abrazos, compartiendo simplemente caricias, confesiones en voz baja y como no, mi madre nos trajo algo de comer tratando de animarnos a ambos.
El alquimista no se hizo de esperar, me conocía desde niño, había sanado muchas de mis heridas, así que mas o menos los dos sabíamos como reaccionaba mi cuerpo ante los ungüentos. Mi preocupación iba mas que por mi, por la egipcia que inquieta dejo que este la palpara mientras sus dedos se ensalzaban a los míos aterrada.

El curandero nos dio buenas noticias, se había repuesto, en un par de días podría hacer vida normal, era joven fuerte y podría darme un linaje, nada lo impedía, aunque me pedía cierta calma durante estos dos días para que todo acabara de cerrar.
Asentí llevando mis labios al cuello caramelo, la noticia era buena, a mi me dio esperanza pues mi mayor miedo era su incapacidad de darme hijos.

Cuando todos no dejaron solos, nos besamos primero despacio, luego el fuego se apoderó de mi cuerpo, mi hombría alzada presionó su viente y su sonrisa delató que le agradaba lo mucho que cada una de sus curvas me excitaban.
El mapa de su cuerpo era mi perdición, cada sendero, cada quiebro, todo lo marcaría con mis besos, el amor que nos profesábamos era fuerte, habíamos superado muchas cosas como para a estas alturas ser castigados por los dioses a los que siempre fui fiel.

Acabamos en la tina, Nai necesitaba sentir el piel con piel, los dos teníamos que relajarnos, dejar de pensar y las sonrisas de ambos se perdieron entre los labios ajenos pues era evidente que aun sin poder hacer nada, nos deseábamos y cada caricia nos prendía la piel en todo momento.
Mis labios se deslizaron por su cuello, mi aliento cálido erizo su piel.
-Quiero montarte -susurré mordiendo el lóbulo de su oreja mientras ella reía y se recostaba sobre mi pecho.
Nai acariciando mi rostro echando hacia atrás sus dedos no dudo en hacerme una propuesta que me sorprendió.
-¿De verdad? -pregunté -era muy evidente que le norte era mi hogar, solo aquí me sentía en casa y París me quemaba las entrañas. Creía que tras la perdida quería volver a los brazos protectores de su madre, peor que dijera que deseaba ver conmigo el norte aunque tan malos recuerdos y tanto dolor le hubiera traído...
-Lo agradezco, necesito estar aquí un tiempo, odio París -confesé llevado por el ofuscamiento -necesito un tiempo con mi familia.
Niles no iba a quedarse en París, en ese tiempo..y eso me había hecho venirme un poco abajo, me quedaría completamente solo.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Feb 28, 2018 6:28 am

Sabía que Ubbe no estaba bien del todo por mucho que me dijera que lo estaba, lo conocía demasiado bien como para saber cuándo tapaba su dolor con aquella mentira para que yo no lo viera, pero para mí era evidente porque solamente mirando sus ojos podía darme cuenta de que no estaba bien y que también era preso del dolor por la pérdida que habíamos sufrido. También era consciente de que él era un guerrero y que no era común en él dar o mostrar ese tipo de dolor frente a los demás, que lo vieran roto no era algo que él hiciera con frecuencia y sabía que se lo estaba guardando quizás para hacer más ameno el que yo sentía... pero como ya le había dicho no quería que se lo guardara para él solo porque si algo tenía claro es que aquello lo íbamos a superar juntos, para mí si se mostraba de esa forma que él seguramente considerara como “débil” no iba a ser menos hombre o  menos guerrero por eso... era normal que lamentara la pérdida de su hijo y me preocuparía más el que no lo hiciera, que mostrara indiferencia a que expresara su dolor. Pero no insistí porque no quería que se sintiera mal en parte porque yo lo obligara a ello, conque supiera que para mí iba a seguir siendo el mismo si lo veía mal o con alguna lágrima escapando de sus preciosos orbes azules era más que suficiente, si él en algún momento quería expresarme su dolor y no soltarlo cuando estuviera solo sabía que podía hacerlo. Había sido un golpe muy duro para los dos y después de haberlo aguantado el tiempo que fui a por él a esa pesadilla había sido el momento de soltarlo y fue peor por retenerlo tanto tiempo, pero parecía que la carga se había aligerado un poco aunque el dolor seguía estando ahí. Cuando le pedí que se quedara conmigo en la cama no se negó y se volvió a tumbar en la cama pegándome a su cuerpo, necesitaba esos momentos y él supo comprenderlo a la perfección por lo que no dijo nada, me cuidó y me animó en todo momento sin dejar de acariciarme y así pasamos el resto del día sin salir de aquella cama que no nos venía mal a ninguno para recuperarnos y hacer reposo, él más que yo. Su madre fue la única que entró a la habitación para dejarnos algo para comer aunque yo tenía el estómago cerrado, pero si comí fue solamente por petición del vikingo para que así me recuperara antes, pasamos el resto del día entre caricias, besos y confesiones hasta que de nuevo la noche dio paso y nos quedamos durmiendo envuelta entre sus brazos, como mejor me sentía.

Al día siguiente recibimos la visita del mismo hechicero que nos había ayudado a traer de vuelta al vikingo y el que nos había dado la información que necesitábamos, también fue el mismo que curó mis heridas cuando me atacaron y Erlend me trajo de vuelta y después de casi semana y media que había pasado era hora de que no solo examinara las heridas del vikingo, sino que también las mías. Mentiría si dijera que no estuve nerviosa desde el momento en que supe que llegaría, mordía mi labio pensando en que por una parte quería saber si todo estaba bien pero por otra la simple pregunta ya me daba miedo, más bien, me daba miedo la respuesta que pudiera recibir por tal pregunta. Tras ver sus heridas pasó a ver las mías comenzando a palpar la zona de la herida, no dejaba de morderme el labio nerviosa y mis dedos se habían entrelazado con los del vikingo mientras esperaba a que terminara, dijo que todo estaba bien pero no dijo lo que yo realmente quería saber, pero todo estaba bien y para nuestro alivio mi herida no había causado daños internos por lo que podría ser madre. Sentí un gran alivio y que me había quitado un peso de encima, nos pidió calma para que todo terminara de curar mientras sentía los labios del vikingo por mi cuello, una vez solos le insté a darnos un baño para limpiar sus heridas y poder cambiarle las vendas, lo cierto es que me sentía algo más tranquila y calmada. Nos besamos de forma lenta antes de quitarnos la ropa y sonreí cuando el beso fue a más y su cuerpo reaccionó por ello, sentí su excitación contra mí vientre y mordí su labio por ello, sabíamos que no podíamos pero nos prendíamos enseguida con tan solo besarnos. Cuando terminé de curarlo me recosté en la tina sobre su cuerpo, sus brazos rodeando el mío con sus manos recorriendo mi cuerpo. Sus labios bajaban por mi cuello mientras yo solo sonreía más calmada después de la visita del hechicero, me aseguró que me tenía ganas y yo solo me reí sintiendo el mordisco que dejó en mi lóbulo y que me hizo jadear de forma leve. Yo también le tenía ganas pero quería hacer las cosas bien.


-Yo también te tengo ganas, pero todavía no podemos –dije recorriendo su brazo con mis dedos de forma lenta- quiero que todo se cure bien para no tener problemas, no quiero arriesgarme con esto –dije ladeando mi rostro alzándolo para rozar su mandíbula con mis labios, donde dejé pequeños mordiscos- ¿crees que podrás aguantar un par de días hasta que me cure del todo? –Pregunté con una sonrisa porque, conociéndolo, sabía la respuesta sin necesidad de la pregunta. Había estado pensando cuando estuvimos en la cama tumbados en quedarnos allí una temporada, así que ¿por qué no decírselo? Elevé mi rostro y me moví para quedar recostada de lado de forma que pudiera mirarlo mientras hablábamos con mis dedos recorriendo su pecho, sonreí porque parecía haberle pillado por sorpresa mis palabras mientras lo miraba y me perdía en esos mares que tanto me gustaban- claro que de verdad Ubbe, creo que sería una buena idea quedarnos aquí una temporada –aseguré reafirmando mis palabras sin apartar mis ojos de los suyos, sabía lo que para él representaba el norte además de que allí estaba su gente, su familia... él se sentía más unido al norte que a París y no había que ser muy hábil para darse cuenta de ello e incluso me lo había dicho en alguna que otra ocasión también. Sonreí cuando dijo que lo agradecía y que necesitaba estar un tiempo con su familia, era consciente de que París no le gustaba y me mordí el labio cuando lo dijo bajando mis ojos hasta su pecho donde hacía formas con mis dedos acariciándolo, tras un par de segundos volví a subir mi mirada a sus orbes azules juntando mares y desiertos- quiero que entiendas una cosa Ubbe, desde el momento en que me... “pediste” que me casara contigo –sonreí de lado porque exactamente no lo preguntó, sino que fue algo más complejo- y yo acepté el norte pasó a ser también parte de mi hogar, igual que Egipto pasó a ser parte del tuyo porque de ahí son nuestras raíces, de ahí es de donde procedemos y a donde perteneceremos –París no era mi “hogar”, me había acostumbrado a vivir allí pero siempre tiraría para mi tierra porque era de donde pertenecía realmente, así que tendía eso que él sentía y lo comprendía perfectamente. Era cierto que allí había formado mi vida y había logrado tener ese trabajo que siempre quise, pero siempre primarían mis raíces y eso incluso después de tantos años que había pasado lejos de mi hogar no había cambiado en absoluto- sabes que siempre he querido ver el norte y que me lo enseñes, me prometiste en una de nuestras citas en Egipto que me lo enseñarías y me harías de guía, quiero que me lo muestres todo; tus bosques, el lugar donde creciste, los lugares más emblemáticos de vuestra cultura, este lugar rebosa de naturaleza y quiero que me la enseñes, también quiero ver una aurora boreal y pasar la noche contemplando las estrellas tumbados mientras hacemos el amor –mis labios rozaron los suyos con una sonrisa- tienes que cumplir con tu promesa, sabes que me gusta tu cultura y quiero vivirla en primera persona... ya sabes lo curiosa que soy –mordí su labio inferior- el norte ahora también es mi hogar y no pienso dejar que nadie, ni siquiera lo que ha pasado, me quite esa ilusión y esas ganas –lo miré rozando mi nariz con la suya, era una mujer fuerte que siempre luchaba por seguir adelante y aunque sin duda alguna aquello era lo peor que me había pasado nunca siempre seguía luchando, y esa vez no iba a ser menos- sé que tú vas a venir más veces que yo al norte, porque tu gente te necesite en la batalla o porque quieras venir a ver a tu familia, quizás por mi trabajo no pueda acompañarte tanto como quisiera pero te prometo que cada vez que tengamos la mínima oportunidad vendremos, sé que para ti es importante y jamás te diré nada porque quieras venir aquí aunque sea tú solo, lo entiendo y lo entenderé –eso también quería que lo supiera- yo perdí a mi familia y es duro, tú estás muy ligado a ellos y no quiero que tengas que sentir esa sensación... si puedo evitarlo lo haré –lancé un suspiro acariciando ahora su rostro con mis dedos- ¿sabes? muchas veces me siento egoísta, y culpable, porque te tengas que quedar en París conmigo –dije confesando lo que desde hacía tiempo llevaba sintiendo y pensando, la confianza entre ambos era máxima como para decirnos las cosas- también quiero que en algún momento volvamos a Egipto juntos, enseñarte con más calma las cosas e ir a otras ciudades sin preocuparnos de estar en una carrera contrarreloj ni que una manda de licántropos nos persiga poniendo en riesgo nuestras vidas, quiero volver a tener más citas de esas contigo... aquí te las dejo a ti –sonreí sobre sus labios buscándolos para besarlo de forma lenta pero sentida, demostrando lo que él era para mí en ese beso- nos hemos juntado dos culturas distintas pero eso no significa que no podamos encontar la forma de llevarlo, ¿no crees? Te quiero y te prometo que le daremos prioridad para venir aquí siempre que podamos, y de vez en cuando haremos una escapada por Egipto ¿qué me dices? –Pregunté mirándolo recorriendo con mis dedos su cuello llegando hasta su nuca donde los dejé y enredé con su pelo, mis dedos recorrieron su trenza y dejé que esta cayera sobre su pecho cuan larga era con una sonrisa- y hablando de pedir... ¿vas a volver a pedirme que me case contigo, Ubbe? –Pregunté subiendo mis ojos de nuevo a los suyos, mordí mi labio un par de segundos y luego sonreí soltando una pequeña risa entre dientes antes de volver a buscar sus labios para fundirnos en un nuevo beso.
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Mensaje por Ubbe Cannif Jue Mar 01, 2018 10:26 am

Mis dedos se deslizaban por su precioso cuerpo, amaba cada curva de su piel de caramelo, perfecta como ninguna otra. Como un mapa conocía su relieve, sus alzadas montañas aquellos valles y ríos de aguas claras que se formaban en la media luna de su ombligo, cuando el sudor resbalaba por su cuello era una cascada, cuando la tomaba me volvía loco de deseo.

Ella me conocía, era como si fuera capaz de leer a través de mis azules, notaba lo que para mi significaba el norte, mi familia y la promesa de que daría mi vida por proteger estas tierras que me vieron crecer. Era un norteño y eso es algo que no podría arrancarme el paso del tiempo.
-He de reconocer que la idea de vivir en París me inquieta, no hay nada en esa ciudad que me haga feliz, nada que no pueda tener hoy en esta tina.
Estoy muy enamorado de ti, no puedo y no quiero perderte, se que si mi decisión fuera quedarme, seria egoísta, pues tu acabas de encontrar a tu madre...has luchado por una vida distinta y has conseguido el trabajo que querías ¿como puedo arrancarte todo eso?

Guardé silencio, también yo había luchado por ser general, también yo tenia que renunciar a mi vida, a mis tierras, a mis dioses, a mi cultura y a mi familia con la que estaba muy unido.
Dejé escapar el aire despacio cundo sus labios me buscaron ,se que sus desiertos eran capaces de leer en mis ojos desasosiego y no era justo, no ahora, no cuando acabábamos de perder a nuestro hijo, así que fingí, cambié mi semblante y arrasé con sus labios con hambre.
-Te quiero -gruñí deslizando mi sinhueso entre sus dos precipicios, adentrándome en la caverna húmeda de su boca y saqueando todo a mi paso.

Cuando me separé jadeando mis ojos estaba turbios, plagados de deseo, pero teníamos que esperar y lo haríamos, no quería jugármela, no cuando mi deseo era convertirme en padre.
-Quiero enseñártelo todo Nai -aseguré ensanchando la sonrisa, mis ojos brillaron ante la idea de quedarnos por unos meses en Noruega, al menos hasta la boda. Ansiaba poder enseñarle porque amaba de ese modo estas tierras.

Mordí su cuello riéndome deslizando la punta de mi nariz por su piel que se erizaba bajo la calidez de mi aliento.
-Veremos las auroras boreales, veremos los fiordos, quiero enseñarte cada rincón..los templos, la taberna donde bebemos, quiero que surques conmigo el mar.
Sus dedos recorrieron mi mandíbula, los míos se perdían en su cintura, si algo estaba claro es que lucharíamos, lo intentaríamos porque perderla para mi no era una opción.

Me eché a reir ante su pregunta.
-¿que quieres que te pida matrimonio de nuevo? -pregunté con picarda buscando sus labios – así que mi preciosa esposa quiere ver al vikingo arrodillado -susurré rozando mi nariz con la suya -puede que lo haga -susurré antes de tomar de nuevo su boca.

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