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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Ubbe Cannif Vie Dic 29, 2017 10:18 am

Recuerdo del primer mensaje :

Noruega, 2017

Aquella noche había quedado en la discoteca Bla para celebrar la despedida de soltero de uno de mis mejores colegas.
Habíamos bromeado con ese “te casaste, la cagaste” durante años, como si todos tuviéramos alergia al matrimonio, pero al fina Bryon sucumbía ante las amenazas de su prometida lo que nos hacia reírnos de él llamándolo calzonazos.
Al menos habíamos liado una buena fiesta, empezaríamos en aquel antro y una vez fuéramos borrachos la idea era irnos a un hotel que habíamos reservado donde unas cuantas mujeres nos harían un espectáculo mas subido de tono.

Detuve la moto en el Bla, me quité el casco y ladeé la sonrisa al ver a Floqui que acababa de aparcar su descapotable, según él todo un baja bragas. Cruzamos el umbral de la discoteca, la música retumbaba por los altavoces, la gente bailaba al ritmo del dj que pinchaba la música del momento.
Había un buen ganado, las féminas con poca ropa se movían al son de las distintas canciones de moda, sobre las tarimas y enganchadas a las columnas de hierro bailaban las gogos con esos cuerpos esculturales.

En el reservado nos unimos al resto de colegas que acudían a la despedida, el novio aun no había llegado ,así que unos cuantos nos bajamos a bailar a la pista.
Una rubita de ojos claros se acercó a mi, llevaba una minifalda que se encargó de restregar animando mi abultada entrepierna.
Pedimos unas jarras y pronto empezó el alcohol a animar la velada.

No se el rato que había pasado cuando vi a una morena vestida de un modo extraño que caminaba medio asustada por le medio de la discoteca, no se que mierda se había metido, peor sin duda debía de ser bueno porque estaba completamente desubicada.
Miré su culo, tenia unas nalgas épicas, dejé a la rubia caminando hacia la morenita de piel caramelo que intentaban zafarse del agarre de un borracho que motivado de mas por la belleza de esa mujer quería sacarla a bailar.
-Está conmigo -dije apartando la tipo de un empujón.

Mi envergadura bastaba para achantar a mas de uno, eso y que hacia artes marciales lo que me llevaba a defenderme bastante bien.
-¿esta bien señorita? -pregunté tirando de ella para llevarla hacia un rincón donde pudiéramos tener algo de tranquilidad.
Yo era militar, así que supongo llevaba escrito a fuego en la piel el lema de ayudar a los demás y esa mujer parecía perdida.

Miré fijamente sus ojos para ver si sus pupilas estaban dilatadas porque desde luego no olia a alcohol.
-¿que te has metido preciosa? -pregunté


Última edición por Ubbe Cannif el Vie Ene 19, 2018 9:17 am, editado 1 vez
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Mensaje por Naitiri Zahir Vie Abr 13, 2018 6:50 am

Que yo le pidiera al vikingo que me tomara en esos momentos en los que la fiesta seguía su curso, rodeados de tanta gente que podría percatarse de lo que estuviéramos haciendo cuando yo no era muy dada de hacer nada en lugares públicos, ni mucho menos, que pudieran verme tan fácilmente... no era sino la clara evidencia del estado en el que nos encontrábamos los dos. En esos momentos me daba igual que alguien pudiera mirarnos, me daba igual que fuera evidente lo que estuviéramos haciendo o que nuestros jadeos y nuestros gemidos pudieran ser escuchados a pesar del ruido de los tambores y de los cánticos, solo lo quería y lo necesitaba a él y es lo que le pedí; que me tomara. Nuestros cuerpos ardían como si lava líquida recorriera nuestras venas y éramos incapaces de estar quietos, de no tocarnos, de no besarnos y pegar más nuestros cuerpos como si eso fuera posible ya que no quedaba distancia entre uno y otro. Perdidos en el más puro deseo que nos consumía vorazmente nos dejamos llevar, no me importó que pudieran oír mis gemidos mientras dejaba que el vikingo me tomara notándolo como me movía, sintiéndolo entrar y salir en una danza placentera que me estaba volviendo loca y en la que nuestros cuerpos nos pedían más y más. Nos besábamos de forma salvaje, el vikingo tomaba mi boca como un buen norteño arrasando y haciéndose el dueño indiscutible de mis labios, mis brazos que rodeaban su cuello me permitían algo de movimiento aunque era más bien él quien lo hacía casi todo, me movía como si apenas le costara hacerlo quizás en parte porque nuestros cuerpos ardían de una forma loca e incontrolable, en parte porque con su fuerza era más que probable que me moviera a su antojo. Movía mis caderas en círculos de vez en cuando para incrementar el placer que sentíamos, no me importaba que nos vieran, no me importaba que nos escucharan porque solo podía pensar en el hombre que me tenía sujeta haciéndome suya y en lo mucho que lo deseaba, en lo loca que me volvía cada vez que se movía y lo sentía hundiéndose en mi interior arrancándome gemidos que se mezclaban con el ruido de los tambores. Siempre había tiendo la habilidad para convertir su deseo en el mío propio, en llevarme a su terreno y convertir sus ganas en las mías propias... pero esa vez los dos estábamos en la misma situación y cuanto más nos movíamos más queríamos. Mordí su labio inferior dejando mi aliento entrecortado que diera en su boca y fue entonces que vi esa sonrisa pícara que portaba en sus labios y supe que algo iba a hacer.

Con esa cara de pícaro que traía y esa sonrisa pintada en sus labios fue que sacó sus dedos de mi sexo mientras no apartaba sus azules que brillaban con fuerza de mis desiertos, no tuve que esperar demasiado para saber qué iba a hacer en aquel momento y en cierto sentido hasta me esperé algo así, porque lo conocía demasiado y esa cara me daba a entender que haría algo como lo que estaba a punto de hacer. Sentí su dedo que presionaba mi otra entrada en lo que sus ojos no se apartaban de los míos como si quisiera observar todas y cada una de mis reacciones, no tardó demasiado en hundirlo en mi interior provocándome un gemido, que mordiera mi labio y apretara el agarre de mis piernas entorno a su cintura ante el placer que sentí. Seguía moviéndose y yo solo podía aferrarme con fuerza porque sentía como si fuera a desfallecer ante tanto placer que me proporcionaba el vikingo, mi rostro fue a su cuello y lo mordí presa de todas las sensaciones que ese hombre me provocaba, él mordía mis pechos aumentando más las sensaciones por todo mi cuerpo sin dejar de embestirme notando como se hundía por completo en mi interior. Un segundo dedo acompañó al primero y fue que noté que llegaba a mi límite por esos momentos, me aferré con fuerza a él y estallé en un orgasmo en el cual gemí su nombre mientras mi cuerpo temblaba ligeramente y lo notaba a él alcanzar el orgasmo corriéndose mientras mi sexo palpitaba todavía por el placer. Nuestras frentes se apoyaron con la respiración agitada en lo que nos calmábamos sintiendo mi corazón que latía desbocado, reí por su típico “uffff” mientras mis dedos se deslizaban por su trenza sin dejar de mirarnos con una sonrisa pintada en los labios, siempre lograba salirse con la suya. Ahora que ya estábamos más calmados y saciados el uno del otro sentía curiosidad por lo que había visto el vikingo y me pregunté si él habría visto algo, seguramente así hubiera sido porque si sus dioses me permitieron esas visiones no tenía dudas de que con él habían hecho lo mismo. Escuché sus palabras y fruncí ligeramente el ceño cuando me las dijo porque no lo entendí muy bien, hablaba sobre una mujer pálida de pelo rubio que estaba en el fresno que ellos consideraban como el árbol de la vida y que era el origen de todos sus mundos, los cimientos en los que se basaba su cultura... pero más extraño todavía que la misma mujer le pidiera auxilio... no entendía absolutamente nada y lo miré enarcando una ceja cuando pareció omitir cierto detalle que no quiso decirme. También comentó que no todo se cumplía y que a veces lo que veíamos era producto del propio colocón, mordí mi labio pensando en sus palabras en lo que su nariz rozaba la mía en una lenta caricia y hacía que sonriera, ahora me tocaba a mí contarle lo que había visto.



-¿Y por qué iba a pedirte ayuda una mujer, y precisamente, te pedía ayuda en ese árbol tan importante para vosotros? ¿No dijo nada más, no hizo nada más?
–Lo miré a esos mares que tanto me gustaban y en los que me perdería miles de veces, día tras día. Sabía que había algo que no me contaba pero tampoco quise insistir porque quizás no tendría importancia alguna- yo vi a una mujer de piel morena, su pelo oscuro caía como ondas y unos ojos azules intensos. Portaba un péndulo que parecía emitir un leve brillo, al principio no me había visto pero luego centró su mirada en mí y... corrió en mi dirección y se quedó plantada frente a mí observándome con esos ojos azules –hice una pequeña pausa- llevó su mano hacia atrás y sacó una daga pero no parecía ser una daga normal, sino que parecía como si hubieran runas o inscripciones en su hoja... –me mordí el labio omitiendo la parte en la que había sentido el filo deslizándose por mi cuello, rebanándolo de donde había manado toda la sangre hasta caer al suelo- no la había visto nunca, se quedó parada frente a mí a escasos centímetros pero sí me dio la sensación de peligro, que era muy peligrosa –eso sin contar con mi “muerte”- pero no fue lo único que vi, tan pronto como apareció la mujer se desvaneció y después escuché una risa; la risa de un niño –mis dedos se deslizaban por su trenza que caía por su pecho- no podía ver bien pero tengo claro que era la figura de un niño aunque fuera una figura negra, no había mucho más que me indicara si era un niño o una niña. Lo que sí sé es que quería jugar conmigo porque empezó a correr y a mediante camino se paró y se giró mirándome, como si me incitara a que jugara con él mientras escuchaba su risa. Lo hice, lo seguí y tras un par de veces más como esa apareció otra figura más grande que cogió al niño en brazos... te vi a ti –afirmé rozando mis labios con los suyos en los que sentí que me prestaba atención y que se había sorprendido por mis palabras- no como te estoy viendo ahora, pero supe que eras tú por la figura, por el cuerpo, por la trenza –mordí su labio inferior recordando ese momento en mi mente- tomaste al niño en brazos y lo alzaste en volandas girando con él, luego cuando ya lo tenías en brazo pude sentir como si de alguna forma me mirarais, y el niño extendió su brazo como si me invitara a que fuera con ellos –lo miré con una sonrisa pintada en mis labios por mis palabras- ¿y si es cierto, Ubbe? ¿Y si es una señal de que sí vamos a tener descendencia, que vamos a poder tener a nuestros hijos? Es lo que yo quiero pensar, es lo que más deseo –y en parte también seguía un poco preocupada, aunque más bien, la palabra correcta era “miedo” por si no podía darle descendencia al vikingo, si no podíamos tener a nuestros hijos- nada me gustaría más que quedarme embarazada aunque... con el ritmo que llevas estoy convencida de que no tardaré demasiado, eres un vikingo insaciable –reí contra sus labios dejando un beso en ellos algo más animada- vamos a disfrutar de lo que queda de noche y esta vez nada de beber de jarras que hayan preparado las sacerdotisas, podemos pasar la noche disfrutando de la fiesta y descansar mañana para poder continuar el viaje, ven –tiré de su mano para coger un par de jarras cerciorándonos de que no llevaran nada en su interior y le tendí una al vikingo. Quería disfrutar de esos momentos y sabía que hacía tiempo que él tampoco estaba en una fiesta como esa, no teníamos prisa y podíamos darnos el lujo de descansar el día siguiente para poder partir al otro- ¿te he dicho alguna vez lo mucho que te quiero? –Pregunté pegando mi cuerpo contra el suyo, alzando mi rostro y llevando mis dedos a su trenza para que bajara su rostro y nuestros labios se rozaran- siempre te daré las gracias por haber aparecido en mi vida esa noche en el museo y ponerla patas arriba, por darle sentido a mi vida –mordí su labio inferior tirando de este- sé que no hemos pasado por una buena época, sé que las cosas no van a ser fáciles... pero todo lo que merece la pena no lo es. Gracias por estar ahí, por apoyarme y por ayudarme, por levantarme cuando más hundida estaba... no habría podido seguir de no ser por ti –porque no era mentira y era totalmente cierto- soy feliz porque te tengo a mi lado, sé que aún nos quedan muchas cosas por ver, por recorrer y por superar... pero sé que no querría hacerlo con alguien que no fueras tú –dije de forma segura acariciando su rostro con mis dedos- quiero que me muestres tu mundo, tus tierras y empaparme de esta cultura que es tan importante para ti. Luego quiero casarme contigo en Upsala y dar esa ofrenda a Freya para que nos bendiga con descendencia... quiero tener a nuestros hijos y criarlos juntos, verlos crecer felices. Jeg elsker deg, Ubbe.
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Mensaje por Ubbe Cannif Dom Abr 15, 2018 1:10 pm

No pude evitar sonreír ante sus palabras, un linaje, eso es aquello que me regalaban sus palabras, aseguraba que lo había visto perturbada por le sueño, Freya enviaba la visión de mi heredero y no pude mas que sonreír ante la dicha, el jubilo de sus palabras.
-¿Era niño? -pregunte ansioso de escucharla -¿era un varón?
Quería saber, necesitaba comprender...
-¿es una niña? -sonreí imaginándola entre mis brazos, rubia, con sus ojos azules como el mar que era mi madre -no se si sera hombre o mujer, mas si será guerrero, amará estas tierras, conocerá mis dioses, mis costumbres y amara cada palmo de este lugar.
Te quiero amor, te deseo mas que a ninguna mujer en el mundo, pero necesito que sepas que criaré a ese niño bajo las leyes de mi pueblo, nunca será francés, aunque pasemos allí gran parte del tiempo.
Es mi amor por ti lo que me ata a esas tierras, pero mi hijo será norteño.

Sonreí cuando sus dedos se deslizaron por mi pelo, creo que entendía mejor que nade mi desasosiego, mis manos elevaron su cintura y la acerqué a mi besándola, lamiendo sus labios con hambre, mordiéndolos con deseo, porque ella era fuego de Egipto y a mis tradiciones uniría las suyas, mas no serían nunca parisinos, jamas consentiría que mi linaje fuera de medio hombres y de furcias.

Acaricié su boca con la mía mientras daba vueltas a sus palabras.
-¿una mujer morena? ¿quien era? ¿ojos azules? ¿un péndulo? Explícate mejor.
Mi visión aun daba vueltas en mi cabeza, empezaba a comprendedlo, era un espíritu guardián, y yo yacía muerto en el suelo.
Las visiones no siempre eran claras, estaban llenas de sombras, de fantasmas, mas si Odin me había enviado tal imagen es porque algo peligroso se acercaba.

Rodeé el cuello de mi esposa con mi brazo, no quería borrar la sonrisa de mis labios y tomando la jarra sonreí divertido.
-Eres el amor de mi vida, no hay nada que por ti no haría, dios al que no enfrentaría.
Aquella noche era para celebrar, enfrentaría el destino marcado por Thor y si la muerte, el Valhalla era mi sino aceptaba humildemente la decisión de los que un día fueron forjados con fuego y acero.
-Quiero casarme contigo en Upsala, quiero hacerte un hijo y quiero estar contigo hasta que los dioses marquen el fin de mi camino.

La noche la pasamos entre risas, celebraciones, nos besamos, nos amamos y nos emborrachamos, a la vuelta a casa follamos como nunca antes y acabamos cayendo sobre el lecho dormidos con los cuerpos enredados en uno solo.
-Te quiero -susurré en su oído enredando las palabras dejándome vencer por el abrigo de la noche que pronto daría paso al día nuevo.
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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Abr 16, 2018 10:59 am

Me encantaba ver feliz al vikingo, verlo con esa sonrisa en sus labios que marcaba la felicidad que sentía en esos momentos en los que yo hablaba con él y le comentaba lo que había visto en aquella visión. Él decía que las visiones a veces no eran exactas, pero yo quería pensar que lo que sus dioses me habían concedido era la afirmación y confirmación de que podríamos tener un linaje, de que podríamos tener a nuestros hijos después de lo que habíamos pasado, de aquella herida que había sufrido y por la cual aún tenía algo de dudas al respecto pero que tras aquello se habían esfumado un poco. Quería pensar de que de verdad podríamos tener a nuestros hijos ya no solo porque era la ilusión y el deseo del vikingo, sino porque también había sido un proyecto que yo siempre había tenido claro y que quería realizar en mi vida, y ahora que estaba con Ubbe y que teníamos ese futuro  de pareja juntos quería verlo realizado, quería tener a nuestros hijos y criarlos para ver cómo crecían felices junto a nosotros, quería enseñarles todo lo que los dos sabíamos sobre nuestras culturas porque si algo tenía claro es que nuestros hijos nacerían aprendiendo ambas culturas, quería que conocieran los orígenes de ambos aunque pasáramos más tiempo en París por motivos de trabajo pero eso era algo que nadie iba a hacerme cambiar de idea. Yo era Egipcia y él era Norteño, ambos aprenderían nuestras costumbres y sabrían de nuestros dioses porque nuestras raíces tiraban con fuerza en nosotros, no serían cristianos ni tendrían las costumbres típicas de París porque ni Ubbe ni yo las habíamos seguido  así que no había necesidad de ello, pero para ello aún teníamos mucho tiempo de planificar y pensar las cosas aunque eso ambos lo tuviéramos claro. Me reí cuando me pedía que le contara más en profundidad sobre lo que había visto aunque no había mucho más que decir, no es que lo hubiera visto a él como lo veía ahora, sino que más bien fue una figura oscura que tenía su forma y que sabía que era él porque la reconocería en cualquier parte. No hablaron pero la risa del niño, o de la niña, era más que suficiente para saber que se trataba de un niño pequeño y el detalle que verlo en los brazos del vikingo, dando vueltas con él alzándolo con sus brazos y luego que el niño extendiera su brazo hacia mí era todo cuanto necesité saber para darme cuenta de que era nuestro hijo, o nuestra hija, porque no había podido distinguir cuál de los dos sexos era... no importaba, para mí lo importante era saber que tendríamos a nuestros hijos y era con lo que pensaba quedarme de aquellas visiones. Podía notar como mis palabras habían cambiado la actitud del vikingo haciendo que sonriera de forma plena, mientras sus ojos brillaban entusiasmado e ilusionado ante la idea porque ambos sabíamos el significado de lo que había visto.

Mis dedos se deslizaban por su trenza que caía sobre su pecho escuchando sus palabras, sabía perfectamente que los criaría bajo sus costumbres, bajo sus creencias y no me oponía a ello porque nuestros hijos eran una mezcla de ambos y, como tal, era normal que conocieran sus orígenes aunque fueran distintos... aunque en realidad habían muchas cosas de ambas culturas que se parecían la una a la otra. Sus manos bajaron hasta mis caderas y me elevaron para que sus labios toparan con los míos, los lamió provocando mi risa notando el deseo y el hambre que tenía ese hombre y que parecía que era insaciable, cuando hacía apenas unos minutos que me había tomado haciéndome suya. Mis dientes mordieron su labio inferior con una risa enredando mis brazos en su cuello sin separarme de él, me encantaba cuando me decía que me quería porque me provocaba un escalofrío placentero que recorría todo mi cuerpo y que me pintaba una sonrisa medio boba en los labios, pero no podía evitarlo porque esas dos palabras me hacían muy feliz cuando las escuchaba de sus labios, no solamente me lo decía con palabras sino que muchas veces me lo demostraba con sus acciones, con la forma que tenía de mirarme, con cómo acariciaba mi cuerpo, todas las cosas que hacía por mí aun cuando le enervaban porque según él no debía de hacerlas. Amaba a ese hombre por encima de todas las cosas y me costaba pensar en una vida en la que él no estuviera, lo necesitaba siempre conmigo porque sabía que nuestro camino no sería fácil pero que juntos podríamos superar cualquier obstáculo que se nos presentara, porque juntos podíamos con todo y la fuerza que a uno le faltaba la aportaba el otro. Y es que eso era el amor, apoyarse mutuamente cuando más lo necesitabas y si yo me encontraba bien en esos momentos era gracias al vikingo que me había apoyado cuando más lo necesité, fue comprensivo, paciente y cariñoso. También me preguntó sobre la mujer morena que había visto y que me tenía un poco descolocada porque yo tampoco sabía quién era ni por qué había aparecido, pero lo que vi no me gustó para nada y no quise preocuparme por eso, quise centrarme en la otra visión que era mucho más importante y que nos atañía a los dos porque hablaba sobre nuestro futuro, uno que hacía un mes habíamos empezado a andar juntos al casarnos, un proyecto con el que siempre había soñado y hasta que no apareció él no vi esperanzas de poder cumplir nunca. Quizás porque tenía que esperar a que él apareciera, quizás porque siempre fue él de algún modo u otro y como siempre le había dicho al vikingo creía, firmemente, que aquella leyenda sobre “el hilo rojo” era algo por lo que ambos estábamos conectados, que estábamos predestinados a que estar juntos y no fue algo del azar, era imposible que encajáramos tan bien sino estábamos hechos el uno para el otro.



-No lo sé Ubbe... ya te he contado todo lo que vi sobre la mujer morena que apreció en mi visión. Podría tener quizás mi edad porque parecía también joven, pero no habló ni dijo nada, solamente me miró con aquel péndulo que portaba en su cuello y que se iluminó tenuemente, para luego clavar sus ojos azules en los míos y correr hacia mí hasta quedar a escasos centímetros –me mordí el labio inferior- no lo sé pero sentí frío cuando ella estaba cerca, frialdad... como si fuera alguien oscura y peligrosa, pero todo esto son conjeturas porque no hizo nada más aparte de sacar la daga esa con unas runas extrañas que no había visto nunca. Quizá no deberíamos de preocuparnos –comenté restándole importancia, luego comencé a reírme cuando me pedía que le diera más detalles de lo que había visto- ¡pero si te lo he contado todo! –Dije riéndome contra sus labios incapaz de no contagiarme del estado del vikingo- ya te lo he dicho, solo vi unas figuras negras que representaban a un niño y otra te representaba a ti... no sé si sería un niño o una niña, nadie dijo nada solamente empezó a jugar conmigo y luego apareciste tú, alzándolo en volandas y cogiéndolo entre tus brazos –mis manos subieron por su pecho hasta enredar mis dedos en su nuca, mordí su labio inferior tras dejar un beso en sus labios- sé cómo quieres criar a tus hijos, pero Ubbe, ¿se te ha olvidado de dónde soy yo? Por mis venas corre sangre egipcia, que viva en París no significa que me sienta como una francesa –dije alzando mi rostro para observar sus preciosos mares- quiero criar a nuestros hijos con las costumbres de nuestras culturas, que conozcan nuestros dioses y sepan de dónde son realmente. Serán norteños, pero también serán egipcios –mi nariz rozó la suya cuando me dijo que era el amor de su vida, que no había nada que por mí no hiciera ni dios al que no enfrentara- deja a los dioses tranquilos que te necesito con vida –lamí su labio inferior y sonreí por sus palabras- ¿un hijo solo, Ubbe? Pensaba que más bien pretendías tener una legión –reí divertida por mis palabras- eres un hombre demasiado insaciable como para tener solo un hijo, y sé que quieres más de uno –mi nariz rozó la suya en una lenta caricia- nos casaremos en Upsala frente a tus dioses, que nos bendecirán para tener a nuestros hijos y espero que nos bendigan con una vida larga –sus labios tomaron los míos besándome de esa forma que me encantaba, de esa manera ruda que me volvía loca y me dejaba sin respiración y deseosa de más. Pasamos el resto de la noche bebiendo, riendo y celebrando junto al resto de la aldea, era imposible estar separados y no buscarnos constantemente queriendo borrar lo mal que lo habíamos pasado, celebrando lo bien que estábamos en esos momentos.

Él como de costumbre bebió más que yo y con lo poco que bebí ya iba más que contenta de modo que al final tuvo que llevarme cargándome sobre su hombro, azotando mis nalgas y acariciándolas dejando mordiscos por mi cuerpo mientras yo me reía y azotaba su trasero por la forma en la que me tomaba. Acabamos de nuevo en el altillo donde pasaríamos la noche y donde volvimos a entregarnos mutuamente, amándonos en cada embestida, en cada gemido y jadeo que salía de nuestros labios que forjaban y consolidaban aún más los lazos que nos unían haciéndolos irrompibles. Gemía su nombre elevándolo al cielo incapaz de contener las sensaciones que me recorrían, necesitándolo conmigo para que no se separara nunca. Nos recostamos sobre el lecho, cansados pero satisfechos, con nuestros cuerpos enredados sin dejar espacio entre ambos, sintiéndolo todavía en mi interior quedando sobre su cuerpo recostada, sus manos recorrieron mi cuerpo y sus dedos se enredaron en los mechones de mi pelo, sonreí por sus palabras antes de abandonarme a los brazos de Morfeo esperando por un nuevo día. Pasamos el día siguiente a la celebración para descansar todo lo que pudiéramos, habíamos tomado la decisión de que seguiríamos nuestro recorrido por el norte al día siguiente así que aprovechamos para descansar y pasar el día en aquella aldea agradeciendo que nos permitieran quedarnos esos días y que pudiéramos participar de aquella celebración que había mejorado bastante nuestro ánimo. Quería que el vikingo me enseñara sus tierras porque así de paso también sería bueno para él que se sentía tan ligado al norte, yo siempre había querido conocerlo y me pareció una idea excelente que me enseñara cada pequeño rincón de su hogar, que me plagara de su cultura y me embebiera de cada palmo de tierra con aquellos paisajes preciosos, esa naturaleza salvaje y desbordante que no había en muchos lugares y que sin duda distaba mucho de la naturaleza que había en Egipto. Allí era todo bosque, todo verde miraras por donde miraras y todo plagado de naturaleza, de animales salvajes que libremente pastaban libres. Yo quería ver los fiordos, quería ver las auroras boreales, quería perderme por sus ríos y sus lagos, adentrarme en sus bosques y conocer todo lo referente a sus tierras... por supuesto ver sus templos, los monumentos alzados dedicados a los dioses, absolutamente todo lo que el vikingo quisiera enseñarme. Y es que no me podía quejar que tenía el mejor guía sin duda alguna, uno al que muchas veces le metía mano mientras me explicaba algo porque me hacía mucha gracia y no podía evitar sonreír viendo la pasión que desprendía, visitamos un par de aldeas más que quedaban por el camino y creía que tenía la intención de mostrarme los fiordos que quedaban, desde nos encontrábamos, a un par de días de camino. Me estaba gustando demasiado la experiencia y tras unas jordanas de viaje volvimos a alojarnos en una aldea que estaba en mejores condiciones que la anterior, una zona mercantil que contaba con un puerto y en donde nos dieron alojamiento ya que al parecer su apellido era conocido por aquellas tierras. Todavía reinaba el  sol cuando nos acercamos al puerto donde habían varios drakar amarrados al muelle, vi como se acercaba a uno de ellos como si tuviera pactado algo con el dueño, me hizo una seña para que me acercara y enarqué una ceja sin comprender qué era lo que quería que hiciera. Aunque pronto me lo dijo y su sonrisa denotaba lo divertido que le parecía, algo que yo nunca había hecho y que me hizo mirar sus mares con fijeza.



-¿Quieres enseñarme a navegar? ¿A una egipcia?
–Me tuve que reír porque su sonrisa lo decía todo totalmente convencido de lo que quería hacer- por Ra, tú quieres que nos mojemos ¿verdad? –No admitió réplica y me ayudó a subir al barco mientras me explicaba un poco lo que debía de hacer y yo lo miraba con una ceja enarcada en todo momento- ¿tú estás seguro de esto? Es la primera vez que voy a manejar un barco –me preguntó si confiaba en él y yo ni siquiera dudé tras su pregunta- confío en ti ciegamente Ubbe, solo quería asegurarme –dije mientras con sus direcciones, o más bien órdenes porque ese hombre solo sabía que mandar, me enseñó a guiar un drakar aunque debía de decir que él era quien mayormente lo manejaba, pero a veces me dejaba hacerlo a mi bajo su supervisión. Llegamos a lo que parecía una pequeña isla que no estaba lejos de la aldea costera donde había una casa que se podía ver conforme nos acercábamos, llegamos a tierra sin ningún percance cuando faltaba poco para la puesta de sol, pasaríamos esa noche allí y tras dejar las cosas me sorprendió que cogiera varias mantas, algo de comida y fuera las extendiera sobre la hierba para luego tumbarnos sobre ellas mientras las estrellas se iluminaban por la noche... hasta que tumbados entendí por qué me había llevado allí; para ver la aurora boreal. Sonreí alzando mi rostro para buscar el suyo y besar sus labios- me encanta que me hayas traído aquí a ver la aurora boreal, era algo que quería que me enseñaras del norte –afirmé rodeándolo con mis brazos todavía tumbados bajo aquel cielo estrellado, con la hermosa visión de las luces boreales que pintaba el cielo de colores- está siendo un viaje perfecto, te quiero mucho Ubbe.
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Mensaje por Ubbe Cannif Vie Abr 20, 2018 8:44 am

No pudimos evitar despertar con un poco de resaca, habíamos bebido, fornicado y nos habíamos amado durante toda la noche.
Era cierto que las visiones no siempre se cumplían necesariamente, así que durante esté día que le tenía preparada una sorpresa preferí olvidarme de espíritus guardianes, de muerte, destrucción y centrarme en ella sencillamente.

Tiré de su mano tras un copioso desayuno, de nuevo con los petates a nuestras espaldas, nos despedimos de los aldeanos que con amabilidad lo habían compartido todo con ambos y continuamos nuestro viaje. El final sería Upsala, allí uniríamos nuestras vidas para siempre frente a los míos, pero de momento seguiríamos disfrutando del norte y de sus marcadas raíces.

Llegamos a puerto, muerto de risa la cargué como un saco cuando se negó a dar otro paso ,al parecer me veía las intenciones y pataleaba diciendo que no sabía llevar un barco.
-Vamos egipcia, yo estaré a tu lado -bromeé dándole un par de manotazos en el cuelo.
Estaba enamorado de ella, después de haber pasado tanto merecíamos ser felices aunque solo fuera un tiempo efímero, un instante.
Acabamos sobre el drakka rumbo a la isla, le hice creer que lo llevaba ella y bueno en parte algo así era, pero ya la ayudé..bastante.

No podía evitar reír por sus comentarios, como niña saltaba creyéndose capaz de cualquier cosa, extendía los brazos desafiando al viento que acariciaba su cuerpo.
-Creo hubieran sido una gran vikinga -aseguré guiñándole un ojo mientras ella cogía un cubo y me lo tiraba por tonto encima mojandome las ropas.
-Así que esas tenemos.

Acabamos persiguiéndonos mientras la marea nos llevaba, riéndonos, besándonos, devorándonos los labios.
-Te quiero Nai, te quiero y tu y yo vamos a tener hijos, nos casaremos y Freya nos bendecirá en Upsala.

Acabamos en la isla, tumbados frente a unas mantas, observando el firmamento, desde ese lugar se veían las mas nítidas auroras boreales.
-La Nai inmortal disfruto de esta visión, quiero que compartas conmigo ese instante, te deseo -susurré elevando mi cuerpo para golpear su boca con la mía, cubriendo su menuda figura con mi cuerpo.
Nuestras lenguas bailaron al ritmo de las llamas del crepitante fuego que había frente a nosotros cuando las primeras luces inundaron el cielo.
-¡Mira! - Susurré contra sus labios -fíjate en eso -susurré señalando las luces -prométeme algo.. -pedí hendiendo mis mares en sus dos desiertos – que superaremos todo juntos.
Sus ojos estaban plagados de dudas, peor me limité a sonreír..no quería hablar de nada..solo escuchar esa promesa.




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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Abr 22, 2018 11:38 am

Una de las mejores ideas que había tenido sin duda alguna había sido la de pasar un tiempo en el norte y quedarnos en aquellas tierras que eran tan importantes para el vikingo. Se notaba demasiado el efecto que producía en él y me reafirmé en mi decisión de que había sido la mejor idea pasar unos meses en el norte. Quería que el vikingo me enseñara sus tierras porque así de paso también sería bueno para él que se sentía tan ligado al norte, yo siempre había querido conocerlo y me pareció una idea excelente que me enseñara cada pequeño rincón de su hogar, que me plagara de su cultura y me embebiera de cada palmo de tierra con aquellos paisajes preciosos, esa naturaleza salvaje y desbordante que no había en muchos lugares y que sin duda distaba mucho de la naturaleza que había en Egipto. Allí era todo bosque, todo verde miraras por donde miraras y todo plagado de naturaleza, de animales salvajes que libremente pastaban libres. Yo quería ver los fiordos, quería ver las auroras boreales, quería perderme por sus ríos y sus lagos, adentrarme en sus bosques y conocer todo lo referente a sus tierras... por supuesto ver sus templos, los monumentos alzados dedicados a los dioses, absolutamente todo lo que el vikingo quisiera enseñarme. Sabía que con él todo sería por descontado mucho más divertido e interesante porque le añadía ese toque que hacía que todo fuera perfecto, además me encantaba verlo con esa sonrisa en los labios mientras me explicaba las cosas y me enseñaba cada pequeño rincón de sus tierras para que lo conociera disfrutando del viaje tranquilos, relajados, disfrutando y aprovechando ese tiempo a solas que teníamos para estar juntos dejando todo atrás y mirando hacia delante, aprovechando esos pequeños momentos de paz que sabía que no durarían siempre pues con el vikingo todos los días eran una aventura, pero sin embargo me encantaba pasar tiempo con él y más aún cuando estaba de tan buen humor. Nos apoyábamos mutuamente y eso era lo mejor de todo, lo cierto es que debía de reconocer que él me había ayudado muchísimo y su apoyo fue vital para que yo saliera adelante de la situación que habíamos vivido, fue gracias a él que en cierta forma pude superarlo porque de no estar me habría hundido sin duda alguna... entendía que él era esa fuerza que a veces me faltaba, el que tiraba de mí para sacarme y el que aportaba luz en mitad de  mi oscuridad ya que de haber estado sola no hubiera salido, o quizás sí pero me habría costado muchísimo. También sabía que el quedarnos en esa pequeña aldea solo era la primera parada del viaje que teníamos por delante y que aunque tenía mucha curiosidad el vikingo no había querido decirme absolutamente nada, algo que me hacía mirarlo mientras le pedía que me contara y él se reía de las caras que ponía al no decirme qué planes tenía para el viaje que estábamos haciendo.

Aunque si algo tenía claro de todo lo que íbamos a hacer era que en algún punto del recorrido, que no sabía cuándo sería, quería enseñarme a que montara en un drakar y que encima hasta lo manejara yo... y ese momento llegó cuando nuestra siguiente parada fue en una aldea que estaba en mejores condiciones que la anterior, una zona mercantil que contaba con un puerto y en donde nos dieron alojamiento ya que al parecer su apellido era conocido por aquellas tierras. Por un breve momento pensé que cuando me dijo que quería que surcara la mar con él lo estaba diciendo un poco en broma, o en su defecto, no pensaba que se estuviera refiriendo a que quería enseñarme a navegar y que manejara un barco... porque por lo que se ve es lo que había pactado con aquel hombre con el que estaba hablando mientras yo los observaba a tan solo unos pasos de distancia. Tuvo que cogerme como si fuera un saco, algo que le encantaba, mientras me daba manotazos en mis nalgas y se reía mientras yo le pedía que me bajara, que me soltara porque estaba loco si pretendía enseñarme a navegar como lo hacían ellos. Me dejó sobre el barco sin que pudiera rechistar y de nada me sirvieron los azotes que le di en sus nalgas para que me bajara porque se ve que le hicieron cosquillas porque no me soltó. Me preguntó si confiaba en él y lo miré de forma fija para asentir, por supuesto que confiaba plena y ciegamente en él sin siquiera dudarlo. Me aseguraba que él estaría a mi lado mientras me enseñaba así que tras recibir unas nociones básicas pusimos rumbo hacia lo que él me había dicho que era una isla, donde pasaríamos la noche en una casa que había en el lugar y que al parecer él había frecuentado alguna que otra vez con su familia. Fue cierto que me ayudó a llevar el barco pero ese nombre más bien lo que hacía era darme órdenes que me hacían mirarlo de forma fija mientras él sonreía divertido observándome, con ese carácter dominante que tenía en plan “general” como si yo fuera un soldado... pero lo cierto es que pudimos dirigir del drakar sin mayores problemas. Era la primera vez en mi vida que manejaba un barco y me sentía un poco como una niña pequeña, por lo que no paraba de ir de un lado a otro dando pequeños saltitos que hacían que el vikingo se riera mirándome, extendiendo mis brazos dejando que la brisa marina diera en mi cuerpo. Reí cuando me dijo que podría haber sido una vikinga y me giré para mirarlo, eso era algo que me había dicho muchas veces, que solo me faltaba saber pelear para ser una vikinga y eso hacía que me riera divertida. Acabé lanzándole algo de agua mojándolo, hecho que provocó mi risa y que hizo que me persiguiera por el barco hasta que me atrapó para envolverme con sus brazos, alzarme de nuevo sobre sus hombros y luego besarme. Aseguraba quererme al igual que tendríamos hijos cuando nos casáramos en Upsala, algo que me hizo sonreír. Llegamos sin mayores problemas a la isla y tras dejar las cosas en la casa sacó unas mantas que extendió en la hierba, había cogido algo de comida y encendió una hoguera para tumbarnos sobre las mantas a esperar para ver la aurora boreal. Mis dedos se paseaban por su pecho y de vez en cuando los enredaba en su trenza que caía mientras dejaba besos por su cuello, algún que otro mordisco. Mis ojos se alzaron para contemplarlo cuando dijo que también había disfrutado de la inmortal viendo la aurora boreal, lo cierto es que no había preguntado demasiado sobre lo que tuvo con ella más allá de lo que él me había contado, tampoco es que necesitara saber mucho más y tampoco lo quería.


-¿Ah sí? –Pregunté observando sus mares con mis desiertos enredando mis dedos en su trenza, sabía que no lo había dicho con mala intención sino que más bien había sido un comentario... pero no pude evitar sentir ciertos “celos”. ¿Era posible que tuviera celos de algo que él hubiera hecho con esa Nai que era vampiro? No era algo que debiera de tener puesto que si lo pensaba hasta en cierto sentido lo había hecho “conmigo”, y no con otra persona pero... a veces era imposible que no sintiera ese tipo de celos puesto que sus sentimientos nacieron a raíz de estar con ella, aunque no tenía ninguna duda de lo que él sentía por mí, estaba más que claro, quizás por eso no pensaba demasiado en ese tiempo que pasaron juntos- ¿y qué más compartiste con ella? –Pregunté curiosa, algo tan innato en mí y una faceta que él estaba más que acostumbrado, porque quería que lo que hizo con ella lo hiciera conmigo también en ese viaje, sabía que no podía borrar el recuerdo de ella de su memoria pero egoístamente quería que cuando pensara en esos momentos se acordara de los míos, y no de los de ella. Sí, quizás era algo egoísta pero no podía evitar pensarlo ni sentirlo- quiero que compartas conmigo todo lo que compartiste con ella el tiempo que estuvo en el norte, hasta que tuviste que marcharte –una de sus manos acariciaba mis nalgas y la otra había enredado sus dedos en los mechones de mi pelo, sus mares los había dejado fijos en mis desiertos y yo mordí mi labio inferior un par de segundos sabiendo quizás lo que estaría pensando por mis palabras- puede que suene tremendamente egoísta, pero quiero que cuando pienses en esos momentos el que te venga a la mente sea el mío –su cuerpo se alzó sobre el mío dejándome a mí debajo, mis manos recorrieron su cuerpo hasta que sus labios rozaron los míos, su robusto cuerpo cobijando y envolviendo el mío que era más menudo hasta que sus labios tomaron los míos fundiéndonos en un beso. Sabía que había sido egoísta con esa petición pero no había podido evitarlo aunque en mi tono no había reproche alguno, el pasado no se podía cambiar y en parte si no hubiera sido por que ella apreció incluso yo no hubiera conocido al vikingo.

Las llamas de la hoguera que él había encendido dibujaban nuestros cuerpos mientras seguíamos besándonos con la misma pasión de siempre, con esa forma que él tenía que me volvía tan loca. Solo nos separamos cuando las primeras luces de la aurora boreal se empezaron a ver en el firmamento, alcé mi rostro para verlas disfrutando de aquella visión tan hermosa con el cielo iluminado de colores, solo desvié mi atención cuando me habló para que le prometiera una cosa fijando mis desiertos en sus azules que me miraban con intensidad intrigada por saber qué era lo que iba a pedirme... hasta que escuché sus palabras. “Que superaremos todo juntos” fueron las cuatro palabras que quería que le prometiera mientras yo lo miraba con la duda reflejada en mis desiertos, sin saber por qué me decía eso ni por qué quería que se lo prometiera mientras él simplemente sonreía enredando sus dedos con los míos, acariciando mi mano con su pulgar en lentas caricias, dibujando mi rostro con su otra mano mientras me miraba esperando que de mis labios saliera la promesa que quería escuchar, y yo me pregunté en ese momento por qué me hacía prometerle algo así. Desde que habíamos tenido las visiones en la aldea sabía que algo me estaba ocultando, no lo quise presionar en su momento porque quería darle su espacio y que él me lo contara, pero supe que no me había contado parte de toda su visión y que algo se callaba y se guardaba para sí, ¿el qué? No lo podría saber hasta que él no me lo dijera pero había estado con las dudas, que ahora con esas palabras cobraban fuerza haciéndome pensar firmemente que había visto algo que no me había dicho y que quizás no me lo había dicho porque fuera algo malo. Para mí había quedado demostrado que solamente juntos podíamos superar todo y no tenía duda alguna, y si esa era la promesa que él necesitaba oír de mis labios yo gustosa se la daría porque era algo que yo ya llevaba conmigo, algo que yo ya sabía y sentía en lo más profundo... sobre todo después de lo que habíamos pasado. Alcé mi dedo índice para perfilar sus labios bajando mis ojos a estos por unos segundos en lo que él me seguía sonriendo, mordí mi inferior y clavé mis ojos en los suyos viendo que se fijaba ahora él en mis labios y me hizo sonreír porque sabía lo mucho que ese gesto le ponía.



-Siempre Ubbe –fue lo que dije mientras mi índice recorría su rostro en una lenta caricia- te prometo que siempre superaremos todo junto –aunque para mí no era necesario decirlo, porque era algo que ya sabía y que ya había pasado. Mi mano fue a su trenza y de un leve tirón hice que agachara su rostro para buscar sus labios y besarlo de manera profunda terminando por morder su labio inferior- esa promesa te la hice incluso antes de casarnos, pero cuando nos casamos quedó implícita entre ambos. Todo lo que tenga que pasar, todo lo que tengamos que afrontar lo haremos juntos, lo superaremos juntos –mi nariz rozó la suya para luego dejar un beso en su punta- sé que contigo cada día va a ser como una aventura,  y yo quiero vivirlas todas a tu lado –hice una pequeña pausa- sé que viste algo en esa visión que tuviste, algo que no me has contado... pero te conozco y sé que algo te tiene inquieto, solo esperaba el momento en que me lo dijeras. Puedes decírmelo, quiero que cuentes conmigo y que sepas que voy a estar ahí para ayudarte y apoyarte, que lo que sea, venga o pase lo afrontaremos juntos porque somos uno. No dudes en que superaremos todo lo que nos venga por delante, porque te amo y no concibo una vida sin ti –le sonreí para tranquilizarlo y mis labios volvieron a buscar los suyos. Al final acabamos conmigo recostada sobre su cuerpo observando la aurora boreal, envuelta entre sus brazos y sin dejar de besarnos y acariciarnos- oye Ubbe, ¿vas a decirme qué planes tienes para nuestro viaje... o vas a seguir con el secreto y con la sorpresa? –Alcé mis ojos para contemplarlo con una sonrisa divertida- sabes que eso no se hace, ¿verdad? Soy una mujer muy curiosa y me muero por saber qué planes y sorpresas me guardas para este viaje, ¿crees que es bonito hacerle eso a tu preciosa y maravillosa mujer? –Reí entre dientes para alzarme y quedar sentada sobre su cuerpo mientras la aurora boreal iluminaba el cielo y sus colores se reflejaban en la piel del vikingo. Mi pelo caía por un lado y mis manos subían lentas por su pecho acariciándolo sin poder contener el hecho de no tocarle- ¿Sabes? En algún inesperado momento de este viaje estoy esperando a que te lances y me hagas una propuesta –sonreí de lado- no sé por qué vas diciéndoles a todo el mundo que soy tu mujer cuando ni siquiera nos hemos casado, no está bien mentir Ubbe –reí entre dientes divertida picando al vikingo inclinándome hacia delante rozando mi nariz con la suya, divirtiéndome con la cara con la que me miraba- así que ya sabes lo que tienes que hacer –mordí su labio inferior dejando un pequeño beso en sus labios- ¿te puedo contar un secreto? –Dije enlazando mis manos con las suyas inclinada un poco hacia delante- me gusta mucho el guía que tengo, me gusta la forma en la que tiene de explicar las cosas, la pasión que muestra por esta cultura... –hablé como si no fuera él de quién estaba hablando y fuera otra persona, claramente en un juego entre ambos- me gusta muchísimo y además es tremendamente atractivo, por Ra, su cuerpo, esa barba que tiene, la trenza que me dan ganas de enredar mis dedos y tirar de ella para acercarlo, sus labios que son puro pecado, sus ojos que son como dos mares  intensos que me tienen cautivada –lo miré sin perder la sonrisa- pero cuando le oigo hablar en su idioma me pone muchísimo –mordí mi labio y moví mi cadera sobre la de él- ¿crees que si me lanzo... se apartará? –Pregunté evitando reírme mientras él me seguía el juego- creo que tendré que lanzarme y averiguarlo –acabé por acortar distancia y tomar sus labios adueñándome de ellos moviendo mi cuerpo sobre el suyo, creando una fricción entre ambos en un roce que nos calentaba bajo aquel cielo iluminado- te deseo mucho Ubbe –jadeé sobre sus labios antes de volver a tomarlos de nuevo.
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Abr 24, 2018 2:05 pm

Las luces de la aurora boreal cobijo nuestras pieles desnudas, lamiéndolas mientras me enterraba en su abismo y ella me montaba como la misma diosa Freya. Egipto y su fuego se fundía con un mundo de hielo y acero, mis manos surcaron aquella piel turgente, erizada y llena de secretos mientras le hacía el amor bajo el firmamento.
Roncas nuestras palabras parecían acompañar el melodiosos sonido del viento.
-Jeg vil synke inn i kroppen din resten av dagene i mitt liv. Du er mitt egyptiske kompass. (Quiero hundirme en tu cuerpo el resto de los días de mi vida. Eres mi brújula Egipcia)

Esa noche nuestras manos se enlazaron, mientras nos mirábamos a los ojos y nos besábamos embistiendo con la lengua la boca ajena, follándomela con ansia, con esos besos que lo saqueaban todo acabamos cayendo rendidos sobre el cuerpo ajeno.
Tiré de las mantas, hacía frio y ahora que nuestros cuerpos no friccionaban pero seguían perlados en sudor mientras nuestras respiraciones se acompasaban, contemplé el firmamento y en la lejanía las montañas.
-Según las leyendas germanas, la desigual superficie de la Tierra se debió a los gigantes, que desfiguraron su uniformidad pisándola cuando aún estaba blanda y recién creada, mientras que los ríos se formaron a partir de las copiosas lágrimas derramadas por las gigantas cuando vieron los valles creados por las enormes huellas de sus esposos. -dije señalando los fiordos con una sonrisa -no dices que te gusta el guía que tienes -dije ensanchando la sonrisa - los gigantes, que para nosotros personifican las montañas, eran enormes y grotescas criaturas que sólo podían moverse, de un lugar a otro en la oscuridad o en la niebla, y que quedaban petrificados tan pronto como los primeros rayos del Sol atravesaban la oscuridad o nubes dispersas.
Esta creencia nos llevó a bautizar a una de sus cordilleras principales como Riesengebirge (montañas gigantes).

Nuestros labios se encontraron, nuestras narices friccionaban deteniendo la mirada de uno en la del otro, sabia que a mi esposa le gustaba escuchar todas y cada una de estas historias.
-Pues eres mi mujer porque en París nos desposamos, aunque para mi la ceremonia importante es como bien sabes la de Upsala.

Le di un azote en las nalgas con una picara sonrisa mientras ella mordía mi pecho como reprimenda enredando sus dedos en el pelo de mi pecho después para acariciarme.
-¿que quieres ver Nai? Pondré mi mundo a tus pies ...Du er eier av mitt liv og min skjebne -añadí en mi idioma.
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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Abr 26, 2018 5:56 am

Me gustaba demasiado el tiempo que estábamos pasando en sus tierras y a cada minutos que pasábamos juntos de esa forma me reafirmaba, aún más, en que había sido la mejor idea de todas quedarnos un tiempo en el norte. Lo sabía porque su expresión había cambiado desde el momento en que habíamos partido de su casa para emprender viaje y desde entonces su sonrisa se había extendido por sus labios y no la había abandonado en ningún momento, hecho que a mí me alegraba y que aparte me contagiaba en cierta manera porque me gustaba mucho verlo feliz, sabía lo importante que era para él sus tierras y el norte y como yo siempre había querido visitarlas no veía mejor momento que ese. Tenía el mejor guía de todos y además éramos libres de viajar por donde quisiéramos porque con él me sentía muy segura y protegida y sabía que nada malo me iba a pasar si iba con él de viaje, lo había visto luchar y defenderse y era un gran guerrero, siempre me había sacado de todos los peligros y me había protegido de forma que siempre terminaba yo curándole las heridas mientras él me decía su típico “estoy bien” que a veces me sacaba de quicio porque sabía precisamente que bien no estaba. Había muchas cosas en el norte que quería visitar y ver, lugares que había leído de cuando estudiaba su idioma, su cultura y su mitología y sabía que acabaría pidiéndole al vikingo que me llevara a visitarlos porque ya que estábamos ¿por qué no aprovechar? Era el momento de recorrer algo de mundo y a mí no me importaba que fuera el suyo, me gustaba y como ya le había dicho muchas veces encontraba ciertas similitudes con mi cultura y mi mitología que a veces me hacía pensar en que era como un símil de nuestra propia unión, dos culturas diferentes pero que juntas incluso hasta casaban bien. Lo que sí sabía y tenía por seguro es dónde íbamos a acabar al final de aquel viaje, uno que él había “programado” y del cual yo no sabía absolutamente nada porque todo era como un misterio, él no es que quisiera decirme demasiado sobre el viaje y pensaba que quería sorprenderme porque cuando le pregunta no respondía sobre nada en concreto haciendo que frunciera el ceño e hiciera algún que otro mohín que acababa con su risa mientras yo daba manotazos en su hombro o en su pecho mientras pedía que me contara, pero a veces se cerraba en banda y por más que le pedía y le rogaba no había forma de que soltara prenda. Me conocía demasiado y sabía que era una mujer de lo más curiosa, que siempre tenía ganas por saber y se divertía bastante no contándome los planes que tenía para aquel viaje, del que solo podía intuir el final del mismo.

Al menos me había hecho llevar un drakar, aunque más bien lo llevó él, y habíamos acabado tumbados cerca de aquella casona en la isla donde nos encontrábamos viendo la aurora boreal juntos, disfrutando de la magnífica vista que teníamos en el cielo con las estrellas brillando con fuerza y nitidez, viendo aquella preciosa aurora boreal cuyos colores se reflejaban en nuestras pieles mientras abrazados la contemplábamos. Aunque como de costumbre y ya pasaba entre nosotros, cada vez que nos rozábamos por mínimamente que fuera, siempre surgía esa magia que nos envolvía a los dos y que nos hacía presa del deseo y de la necesidad, como si nunca fuera suficiente ni obtuviéramos suficiente del otro. Le hacía bromas y le picaba mientras él me seguía la corriente y se notaba que ambos estábamos mejor, que nos reíamos y disfrutábamos más dejando atrás ese halo de tristeza y de dolor. Nos habíamos centrado en disfrutar del otro y del viaje y era lo que estábamos haciendo en todo momento, mirando hacia delante y hacia ese futuro que juntos queríamos construir, uno que sabía que haríamos porque no tenía ya duda alguna de que tendríamos a nuestros hijos... y con lo insaciable que era ese hombre no dudaba en que pronto me quedara embarazada, quizás tras nuestra unión final en Upsala y en esos bosques de los que había oído hablar pasara, aunque tampoco quería pensarlo mucho porque si tenía que suceder, pasaría. Acabé sentada sobre su cuerpo repasando su pecho con mis brazos y con ese deseo que nos consumía, nos abrasaba y nos calcinaba acabamos sucumbiendo presos de la magia que teníamos, de lo fácil que prendíamos la hoguera con tan solo una mínima chispa, con el deseo que nos atravesaba a ambos. Desnudos bajo aquel cielo estrellado y la aurora boreal iluminando nuestros cuerpos reflejando sus colores acabamos haciendo el amor, ambos sentados sobre la manta que había extendido con mis piernas rodeando su cintura en una posición íntima, sus manos recorriendo la piel de mi cuerpo, sus labios por mis pechos y mi cuello mientras me movía sobre él llevándonos a ese paraíso placentero que alcanzábamos juntos. Mis manos tomaron su rostro cuando me dijo aquellas palabras en su idioma, jadeé de forma ronca sobre sus labios, mordí su inferior mirándolo con una sonrisa por lo mucho que me gustaba escuchar eso y lo que me ponía que me hablara de esa forma, y juntos acabamos llegando a un orgasmo que nos hizo gemir con fuerza y aferrarnos con fuerza recuperando el aliento de aquel momento, mis labios besaron los suyos todavía sentados con los cuerpos perlados en sudor, saciados y satisfechos. Se dejó caer sobre la manta y sus brazos envolvieron mi cuerpo tumbándome junto a él mientras nuestras respiraciones se acompasaban y él apartaba algunos mechones de mi pelo que se habían pegado a mi rostro mientras no borraba la sonrisa de mis labios.


-Por eso llevo una brújula tatuada, para que nunca más ninguno de los dos nos perdamos –sus dedos recorrieron el tatuaje que él mismo me había hecho en Egipto hasta que nuestras manos se enlazaron, en los que mares y desiertos se contemplaron de forma fija y nuestras bocas se buscaban ávidas de más como si no fuera suficiente, realmente comenzaba a pensar que nunca sería suficiente y que mis ganas por él no se acabarían nunca; sino que su sumarían. Tras besarnos de esa forma que tanto me gustaba y que me dejó un poco sin respiración tiró de las mantas para taparnos mientras me acomodaba sobre su cuerpo y me pegaba a él si es que quedaba algún milímetro que separa nuestros cuerpos- estás tan calentito –dije apoyando parte de mi rostro en su pecho dejando que nos tapara con la manta, podría jurar que hacía frío y que lo agradecía porque nuestros cuerpos tras tomarnos estaban perlados en sudor... pero a su lado yo no pasaba frío porque él me calentaba. Perdida en mis propios pensamientos en aquel momento de silencio que hubo entre ambos mis dedos recorrían su pecho creando figuras, su mano acariciaba mi pelo enredándolo entre mis mechones y su otra mano recorría mi brazo en lentas caricias mientras contemplaba aquella hermosa vista que aquel cielo nos regalaba. Escuché sus palabras con una sonrisa sin dejar de acariciarlo hasta que subí mi vista para contemplarlo, portaba una sonrisa mientras me señalaba los fiordos que se veían al fondo, reí entre dientes cuando dijo que me gustaba el guía que tenía haciendo más ancha su sonrisa y yo disfrutaba de verlo así- creo que estoy enamorada de él... pero no se lo digas, no quiero que se le suba a la cabeza –mordí su cuello con diversión- ¿también sabes de leyendas germanas? ¿Hay algo que no sepas, Ubbe? –Pregunté mientras mis dedos bordeaban uno de sus pezones y en mi recorrido por su pecho notaba las cicatrices que tenía, experiencias e historias de batallas que contaban cómo era el hombre con el que me había casado- pues es una leyenda muy bonita, me gusta que me cuentes esas cosas –dije alzando de nuevo mi rostro para fundirnos en otro beso, me encantaba tentarlo y provocarlo pero él sin duda también tenía sus trucos y conocía mis puntos débiles, su nariz acariciaba la mía para luego reírme por sus palabras asegurando que era su mujer porque nos habíamos casado en París- no hay forma de que cedas un poquito ante la idea de una petición, ¿verdad? –Hice un pequeño mohín por ello- y tampoco en que me digas a dónde vas a llevarme en el viaje, aunque sí sé dónde va a terminar –mordí su labio inferior justo cuando me daba un azote en mis nalgas haciendo que me riera y que mordiera su pecho como respuesta. Me preguntaba qué quería ver y sonreí cuando me dijo que pondría su mundo a mis pies, pero yo no quería precisamente su mundo- a mí con tenerte a ti me basta –apoyé mi mano en su pecho, el codo de mi otro brazo en la manta y reposé la cabeza en mi mano para poder verlo mejor. Sus dedos se enredaban en mi pelo creando caricias allí por donde tocaba, su otra mano se encargaba de acariciar mi cuerpo y cómo no de centrarse en mis nalgas con esa sana obsesión que tenía por ellas y que a mí me divertía. Jadeé mirándole moviendo mi cuerpo contra el suyo ligeramente cuando me habló en su idioma, con esa voz algo más ronca y sexy que ponía mientras mordía mi labio y contemplaba sus mares- eso es trampa, ¿lo sabes, no? Me pone mucho que me hables en tu idioma –acabé por acortar la distancia, besar sus labios y morder su inferior antes de separarme tirando del mismo- puede que te sueñe extraño pero... no he visto muchos animales salvajes, y tampoco es que me haya perdido alguna vez por un bosque –lo contemplé mordiéndome el labio- aquí tenéis una naturaleza desbordante y muchos animales por los bosques, a diferencia de ti nunca he visto un oso, o un lobo... o incluso un ciervo, Egipto tiene una naturaleza más seca y árida y lo que más hay es desierto y camellos –sonreí de lado- sé que es una tontería pero me gustaría poder ver alguno de esos animales por el bosque, sé que para ti no es ninguna novedad pero te aseguro que lo más cerca que he estado yo alguna vez de ver a un “lobo” es a mi perra Isis, con eso te lo digo todo –nos echamos a reír por mis palabras porque sabía que él estaba muy acostumbrado pero ni siquiera en París había entrado a los bosques, no más que a aquel claro con él, porque nunca me había llamado la atención y yo sola tampoco me atrevía- podríamos empezar por ahí... además, hay otros sitios que... –me callé mordiéndome el labio, sus mares intensos y brillantes en esa noche de estrellas que parecía que las mismas brillaban en sus ojos me instaban a que dijera aquello que pensaba y que quería visitar- como sé que eres un buen guía, porque lo estás demostrando con creces, sí que hay un par de sitios que me gustaría visitar si es probable. Cuando estudié tu cultura, tu idioma y tu mitología también leí sobre los lugares que hay en el norte y me quedé con las ganas y la curiosidad de visitarlos... y ya sabes lo curiosa que puede llegar a ser tu mujer –dejé un beso en su nariz para luego acariciarla con la mía mientras mi mano se perdía por su pecho- leí sobre las Islas Lofoten, sé que son una cadena de islas que se encuentran en Nordland y que además en una de sus islas se encuentra lo que los historiadores consideran que es la primera ciudad conocida que existía ya en la era vikinga, la ciudad de Vågar –mis dedos en ese momento se deslizaban por su trenza mientras la recorría de forma lenta- también hay un lugar del que leí que me gustó visitar y que era el fiordo de Geirangerfjord, sé que a lo largo del fiordo hay muchas cascadas, como la de Syv Søstrene (Siete Hermanas), Brudesløret (Velo Nupcial) o Friaren (Pretendiente), y que se tiene que visitar en drakar pero... tengo al mejor navegante del mundo que ha hecho que hasta una egipcia como yo pueda manejar un drakar –reí recordando cómo me daba órdenes como el general que era- me gustaría visitarlas porque dicen que las vistas son preciosas al igual que las cascadas, además sé que también tienen un templo muy importante y muy antiguo en el lugar que podríamos visitar antes de culminar nuestro viaje en Upsala –sonreí de lado porque sabía que esa era la idea del vikingo aunque no me lo hubiera dicho- Ubbe, ¿me vas a decir qué viste en aquella visión? Puedes contar conmigo, además ¿no soy la dueña de tu vida y tu destino? Debería de saberlo entonces ¿no? –Pregunté con una sonrisa antes de volver a tomar sus labios, no quería insistir demasiado en el tema pero sabía que algo pasaba y que no quería contarme- deberíamos de descansar por esta noche –dije acomodándome sobre su cuerpo mientras él terminaba de taparnos con las sábanas y yo me reía abrazándome a su cuerpo- me encanta dormir así contigo, es sin duda alguna mi lugar favorito del mundo –dejé un beso en su pecho tapados con las mantas que nos proporcionaban calor, igual que la lumbre que había hecho y nuestros cuerpos desnudos pegados- god natt min kjærlighet, jeg elsker deg –murmuré sobre su piel cerrando los ojos dejándome envolver por sus brazos.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Mayo 02, 2018 2:31 pm

Acabamos dormidos completamente enredados piel con piel, aquella sensación era agradable, cálida y sentir su respiración contra mi pecho me hizo sonreír casi de forma inconsciente.
Los fiordos, la egipcia quería ver aquel lugar mágico de mis tierras, aunque eran también peligroso, pero podríamos desde el drakkar ver lo inmensos que eran, sin necesidad de escapar por ellos. Siempre me había gustado estas tierras porque su naturaleza te envolvía hasta hacerte sentir pequeño, pero a la vez te mostraba que el valor de un hombre era mas que suficiente para ir al valhalla. Mi cultura estaba llena de mitos, leyendas de dioses combativos, amaba cada palmo de este lugar, sus auroras boreales, sus gélidos inviernos que congelaban los lagos permitiéndonos patinar, sus bellas primaveras plagadas de flores y como la luna se reflejaba en nuestra madre mar.

Cuando Nai abrió los ojos las primeras luces del alba ya habían hecho acto de presencia hacia un par de horas, había pasado parte de estas mirándola dormir en silencio, ella era el motivo por el que me iría a París trascurrida nuestra boda y aunque iba a echar de menos todo esto estaba seguro de ser la decisión correcta.
Mordí su labio inferior cunado su sonrisa ilumino aquel lugar que yo llamaba hogar.
-voy a cumplir tu deseo -dije ensanchando la sonrisa
Pude ver como sus ojos titilaban de felicidad ante mis palabras.
-No, lo de pedir que nos casemos no -dije muerto de la risa llevándome un manotazo por como le tomaba el pelo -lo de mostrarte los fiordos desde el mar, podrás ver la inmensidad de los acantilados.

Tras desayunar entre risas, besos y caricias partimos nuevamente esta vez a pie, teníamos que recorrer un buen trecho hasta llegar al puerto de Gerangeir, los fiordos mas bellos pertenecían a ese lugar, el hogar de las cascadas: las Siete Hermanas (De Syv Søstre), el Velo de la Novia (Brudesløret) y el Pretendiente (Friaren).

Al anochecer con la dama blanca coronando el firmamento nos adentramos con el drakkar por el estrecho de agua salada, procedente del mar, que corre entre grandes montañas. Este estrecho se formó por los glaciares de la era del hielo, que llegaban al mar, rompiendo las montañas creados bajo el nivel del agua. En algunos puntos, podía haber hasta más de mil metros de profundidad.

Dejé de remar y abracé el cuerpo de mi esposa dejándome embargar por aquella imagen.
-Parecen gigantes verdad -dije ladeando la sonrisa al ver como se fijaba en todo ocn esos dos inquietos ojos que desbancaban en belleza al mismo Egipto.
-Con un poco de suerte quizás encontremos una Asradi.
Si bien el término no expresa cabalmente su naturaleza, las Asradi pueden ser entendidas como sirenas, es decir, criaturas femeninas, acuáticas, de inusual belleza y fragilidad.
Las leyendas comentan que la piel de las Asradi es de una blancura increíblemente brillante. Sus cabellos, rígidos y delgados, parecen hechos del más fino cristal y repiten el azul intenso de los icebergs.
Semejantes características no son caprichosas. Las Asradi habitan en las heladas aguas del Mar del Norte, y sólo suben a la superficie durante ciertas noches de cielos claros y abiertos.
A Nai le encantaba escuchar las leyendas del norte.
-Las Asradi participan escasamente en la mitología nórdica, aunque la antigüedad de su nombre parece indicar que alguna vez ocuparon un rol preponderante entre los Vanes, aquellas deidades marítimas cuyo poder igualaba al de los dioses del Vallhala.


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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Mayo 06, 2018 11:23 am

No mentiría si dijera que en toda mi vida aquella había sido la noche que más a la intemperie había dormido, algo a lo que nunca estaba acostumbrada y que era la primera vez que hacía porque jamás había dormido bajo la luz de las estrellas, aunque estaba convencida de que el vikingo habría dormido más de una vez y por eso parecía mucho más cómodo que. Mientras él estuviera conmigo me daba igual el dónde y el cuándo, tampoco mentiría si dijera que seguía estando algo preocupada por lo que había visto el vikingo en ese ritual y del cual apenas había comentado nada, sabía que algo lo tenía preocupado y en cierto sentido que no me dijera nada era algo que me hacía sospechar, pero aunque se lo había preguntado un par de veces no me había querido decir nada quizás por no preocuparme más. Había tomado la decisión de no hacerle preguntas sobre ello en lo que restaba de viaje, aunque no me lo quitara de vez en cuando de la cabeza, pero tampoco quería “estropear” el viaje que estábamos haciendo en donde él hacía de guía, cuando volviéramos a París ya tendría el tiempo y encontraría el momento adecuado para preguntarle sobre ello. En un primer instante cuando me acomodé sobre él pensé que me iba a costar algo más quedarme durmiendo, sin embargo quizás por todo el cansancio del viaje y el hecho de que el vikingo era insaciable, acabé dormida sobre su pecho arropado bajo las mantas enredados el uno en el otro con mis dedos acariciando su pecho bajo las mantas que nos daban calor. Aún nos quedaban unas cuantas jordanas de viaje antes de que acabáramos finalmente en Upsala donde nos casaríamos de nuevo bajo sus costumbres vikingas, había leído un poco sobre lo que hacían en las ceremonias de boda y quería verlo por mí misma, sabía que para él era mucho más importante la ceremonia aquí en el norte que en la que habíamos tenido en París porque precisamente lo hacíamos en su hogar, y a mí no me importaba contentarle en ese sentido, además sus padres estaban emocionados con la boda como si la idea de ver a su hijo casarse fuera algo que les sorprendieran, y después de saber cómo había sido no me extrañaba en absoluto. Lo que había visto del norte me había gustado mucho y solo quería conocer más y más, ver los fiordos, perderme por sus bosques, acudir a los templos... no era muy complicado entender por qué le gustaba tanto el norte a Ubbe, a mí me había conquistado en apenas un par de días.

No supe cuántas horas había dormido hasta que finalmente abrí los ojos, el día ya había comenzado y parpadeé acostumbrándome a la claridad que había, me moví acomodándome mejor sin la intención de separarme hasta elevar mi rostro finalmente hasta el vikingo donde sus mares ya me contemplaban, su mano se deslizaba por la piel de mi cuerpo provocándome pequeños escalofríos en lo que yo dejaba mi rostro contra su cuello haciéndome la perezosa, sabía que teníamos que movernos pero estaba tan cómoda que no me apetecía. Finalmente elevé mi rostro para contemplarlo y sonreí por la forma en la que tenía de mirarme hasta que mordió mi labio inferior y yo reí por ello deslizando mis dedos por su pecho, lo miré cuando me dijo que iba a cumplir mi deseo y mis desiertos se quedaron fijos en sus mares, ¿iba a...? Oh por Ra, ¿iba a hacer lo que creía que iba a hacer? Su sonrisa que se extendía por sus labios mientras me contemplaba y yo, expectante, lo miraba esperando que dijera las palabras que tanto le había pedido y que él no había sido capaz de decir hasta el momento, quizás ahora las cosas cambiaran así que me callé para dejarle hablar... pero mi gozo en un pozo cuando me dijo que no iba a sobre el hecho de la petición que le había pedido mientras se reía de mí por haberme tomado el pelo y yo le daba varios manotazos seguidos en el pecho por lo mismo. Era un maldito tramposo engañándome como quería mientras yo me había creído que al final acabaría diciéndomelo, fruncí el ceño mirándolo por la broma pero dejé que terminara de hablar para saber a qué se refería con mi deseo, que era llevarme para ver los fiordos tal y como le había pedido. Mordí mi labio y volví a darle otro manotazo cuando terminó de hablar por haberme engañado de esa manera haciéndome ilusiones que después eran vanas, y ya comenzaba a pensar que tendría que olvidarme de mi deseo de que me lo pidiera.



-Eres un tramposo Ubbe, esas cosas no se hacen
–mordí su cuello dejando la marca de mis dientes por haberme engañado mientras él se reía- no deberías de jugar así con los deseos de tu mujer –hice un mohín mientras le miraba pero finalmente acabé riéndome porque sabía que, por muy broma que fuera, no lo hacía con maldad y no se lo tomaba en serio ni me molestaba. Bueno, al menos no mucho porque sí me habría gustado que me lo hubiera dicho, pero también sabía cómo era y pese a todo y conociéndolo había caído en su maldita trampa- anda, vayamos a desayunar –debíamos de seguir camino para que me pudiera llevar a ver los fiordos, sabía que era algo peligroso pero que si me había dicho que me llevaría sería porque habría una forma de poder verlos. Tras un desayuno entre risas, caricias y besos partimos de nuevo poniéndonos en marcha para llegar hasta nuestro siguiente destino. Agradecía que su hermana me hubiera dejado algo de ropa más cómoda para el viaje y aunque al principio me había visto un tanto extraña con aquellos ropajes eran muy cómodos para el viaje. Tras un par de paradas para descansar ya que no estaba acostumbrada a recorrer tan largas distancias, llegamos finalmente hasta nuestro destino donde descansamos un poco. Cuando finalmente llegamos tomamos otro drakar, según él la forma más fácil y sin correr riesgos de ver los fiordos así nos subimos mientras era él quien mayormente lo manejaba. En algún que otro momento le di alguna que otra orden puntual que hizo que me mirara de forma fija mientras yo me reía y tomaba una actitud como si fuera una “capitana”, a ese hombre no le gustaba para nada que le dieran órdenes y en parte era mi pequeña venganza por haberme tomado el pelo por la mañana. Pronto nos adentramos en un estrecho entre enormes montañas que formaban parte del paisaje, las cascadas estaban distribuidas a lo largo de este, mientras contemplaba el paisaje noté el cuerpo del vikingo a mi espalda rodeándome con sus brazos, sonreí deslizando la yema de mis dedos por su piel y asentí cuando dijo que parecían gigantes mientras contemplábamos las montañas- bastante gigantes sí, me siento como una hormiga pequeñita en comparación –reí por la comparación mientras observaba todo con esa curiosidad tan innata en mí. Ladeé mi rostro cuando me dijo que quizás veíamos sirenas, o como ellos las llamaban “Asradi”. Lo cierto es que en la cultura egipcia no se hablaba sobre sirenas y quizás fuera al hecho de que en Egipto, al ser todo algo más árido en comparación con el norte, no había tanta importancia a seres del mar aunque sí teníamos dioses que eran animales marinos... pero la cultura nórdica, en cambio, sí que tenía mucha más importancia con el mar que nosotros- ¿crees que podremos ver alguna? –Pregunté enarcando una ceja con una sonrisa divertida en mis labios, dejé que me contara sobre su naturaleza al tiempo que observaba las montañas mientras llegábamos a las cascadas de las que había leído. Cuando terminó su relato me giré quedando frente a él envuelta todavía entre sus brazos- oh, pero tú ya tienes una sirena –sonreí de lado- aunque en vez de tan pálida más morena, y en vez de tan fría... puro fuego –mis labios rozaron los suyos con una sonrisa en estos- sí, hablo de mí, soy tu sirena particular –reí llevando mis brazos a su cuello antes de besarlo, nuestros cuerpos unidos y su lengua arrasando de una forma salvaje hasta que conseguí separarme con la respiración entrecortada- una sirena que espera oír las palabras mágicas antes de llegar a Upsala, sino... –sonreí de lado dejando un mordisco en su labio inferior cuando se empezó a ver una de las cascadas principales- ¡mira eso! –Dije tirando de su mano para acercarnos a la borda del drakar y mirar la cascada, como el agua caía por la pendiente entre la vegetación dándole un aspecto precioso, una imagen idílica como si fuera un pequeño paraíso- es precioso Ubbe –dije apoyándome contra su cuerpo- por eso tengo el mejor guía del mundo, porque me lleva a lugares como estos para disfrutar de ellos –mis dedos se enredaron con los suyos y sonreí disfrutando del paisaje que nos regalaba aquel hermoso lugar- gracias por traerme aquí y cumplir uno de mis deseos, al final resulta que me he casado con el mejor vikingo de todos –reí por mis palabras mientras disfrutábamos de aquel paseo por los fiordos disfrutando de sus paisajes y de las cascadas tan características de ellos. Fue una pena que terminara pero me alegré haberlo visto de su mano los dos juntos, sería algo que no olvidaría. Volvimos de nuevo al pueblo donde habíamos tomado el drakar y decidimos pasar la noche allí, nuestro viaje nos iba acercando conforme pasaban los días más a Upsala donde finalmente culminaría. Aprovechaba cada momento en cada aldea para saber más de sus costumbres, de sus formas de vida, de sus cuentos y leyendas mientras también visitábamos los templos importantes que ellos tenían por todo el Norte y que yo examinaba cada vez que llegábamos, de hecho llevaba conmigo un pequeño cuaderno donde anotaba algunas cosas o donde dibujaba algunos de los lugares donde habíamos estado, una práctica que había adquirido al ser necesaria en mi trabajo. Ya llevábamos varias semanas de viaje y habíamos visitado muchas aldeas y algunas ciudades en nuestro viaje por el norte, estábamos en una pequeña aldea donde habíamos pasado por un templo que estaba en mitad del bosque, habíamos podido ver también algunos animales salvajes que yo no había visto más que en libros y habíamos decidido pasar la noche en la aldea, nos habían dejado quedarnos y estaba sentada cerca del fuego mirando el cuaderno que había utilizado durante el viaje por el norte, sentí que el vikingo se sentaba a mi lado y me preguntaba qué era lo que miraba, sonreí de lado y apoyándome contra su cuerpo le mostré las páginas del cuaderno, mostrando los dibujos que había hecho sobre algunos lugares como aldeas, templos, alguno de los animales que habíamos visto- es lo que he estado dibujando del viaje, mira, esto es del templo que hemos visto hoy –dije mostrándole alguna de las columnas donde estaban representados sus dioses- me he dado cuenta a lo largo del viaje que tu familia es muy conocida –prácticamente, en cada lugar donde habíamos estado, habían conocido al vikingo por ser de la familia que era o sino lo conocían a él sabían de su familia- me preguntaba si habíais ayudado en todos esos lugares –porque nos habían dejado quedarnos sin darles nada a cambio, lo que me hacía pensar que en algún momento los tuvieron que ayudar por la gratitud que habían mostrado- a ver si me he casado con un vikingo que es famoso y yo no lo sabía –elevé mi rostro buscando sus labios para besarlo dejando a un lado el cuaderno- ¿tienes ganas de llegar a Upsala? –Pregunté porque nuestro viaje estaba cerca de terminar, por lo que sabía Upsala quedaba cerca y eso significaría que pronto volveríamos a unirnos bajo sus leyes y tradiciones. Por una parte no quería que el viaje terminara pero por otra estaba deseando llegar a aquel templo del que tanto había oído hablar.
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Mayo 08, 2018 1:46 pm

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