AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
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Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Llevaban algo más de un mes en Rumanía y las cosas se habían complicado bastante, no tanto en su relación como en el reino en sí. Lobbo se había vuelto más territorial y sobreprotector aún e incluso se había negado a dejar que Thea participara en la lucha por proteger el palacio, como si pudiera evitar que ella peleara como el resto. Se habían sucedido muchas discusiones a raíz de eso, pero con esfuerzo y rebeldía, el joven Landvik había terminado cediendo. Básicamente porque no le había quedado otra opción.
Ahora las aguas estaban más calmadas o eso parecía. La morena llevaba mejor lo del embarazo, ya parecía haber encontrado un equilibrio con la vida que crecía dentro y ya no drenaba del mismo modo que al inicio su energía.
La hija del comandante se acariciaba con ambas manos el vientre que comenzaba a abultarse ligeramente. De no ser un licántropo, ni se percataría de los ligeros movimientos que tenían lugar ahí dentro, pero su extrema sensibilidad le permitía saber que las cosas iban bien de algún modo. Suspiró al alzar la vista y se encontró con una de las doncellas que, en silencio, aguardaba que le diera permiso para aproximarse. -¿Qué ocurre?- Preguntó con tono calmo, ladeando ligeramente la cabeza en un gesto muy lobuno. La muchacha se acercó a ella y con una reverencia le entregó un sobre cerrado con cera, pero sin sello. Thea arrugó la frente al verlo y lo primero que hizo fue olerlo. No le sonaba aquel aroma, el único que reconocía era el de la sirvienta y un extraño resto de tabaco y canela. Con un gesto de la mano le indicó a la chica que se marchara y la dejara a solas. Fue a sentarse al escritorio y tomó el abrecartas. Justo hundía la hoja bajo la ceja para abrir el sobre cuando se percató del acercamiento de su prometido. En un primer momento, por mero instinto, ocultó la carta, pero enseguida lo meditó, pensando de manera razonada que la orden jamás se comunicaría con ella de manera tan descarada, así que la colocó de nuevo sobre la mesa y giró la cabeza para encontrarse con los pardos del castaño. -¿Ya terminó la reunión?- Lobbo había estado hablando con Damon y Velkan, desde el ataque de los brujos se había convertido en algo periódico. Dejó ambos objetos al levantarse y se giró para acercarse al contrario. Posó las manos en el pecho del macho y las hizo descender hasta sus hombros, acercando su rostro al foráneo hasta que sus narices se rozaron lentamente. -¿Se sabe algo de la antigua reina?- Inquirió, porque aunque había repelido los ataques, acabado con muchos hechiceros oscuros y regresado la calma al reino, uno nunca estaba seguro de cuándo retornaría el mal a morar en las casas de su pueblo. Todos estaban preocupados aún y ellos, además, debían sumar los problemas propios que tenían como extraña pareja que eran. Pudo ver entonces como la mirada el alfa se desviaba hacia aquel pedazo rectangular de papel que reposaba sobre el escritorio. Se separó un poco y fue a cogerlo. -Me lo acaba de traer una de las doncellas, viene dirigido a mí, pero no tiene sello.- Sacó el papel de su interior delante del joven Landvik y se dispuso a leer el contenido, arqueando una ceja al descubrir que se trataba de una declaración de amor. -¿Es una broma tuya?- Inquirió, clavando sus orbes avellana en los ajenos.
Ahora las aguas estaban más calmadas o eso parecía. La morena llevaba mejor lo del embarazo, ya parecía haber encontrado un equilibrio con la vida que crecía dentro y ya no drenaba del mismo modo que al inicio su energía.
La hija del comandante se acariciaba con ambas manos el vientre que comenzaba a abultarse ligeramente. De no ser un licántropo, ni se percataría de los ligeros movimientos que tenían lugar ahí dentro, pero su extrema sensibilidad le permitía saber que las cosas iban bien de algún modo. Suspiró al alzar la vista y se encontró con una de las doncellas que, en silencio, aguardaba que le diera permiso para aproximarse. -¿Qué ocurre?- Preguntó con tono calmo, ladeando ligeramente la cabeza en un gesto muy lobuno. La muchacha se acercó a ella y con una reverencia le entregó un sobre cerrado con cera, pero sin sello. Thea arrugó la frente al verlo y lo primero que hizo fue olerlo. No le sonaba aquel aroma, el único que reconocía era el de la sirvienta y un extraño resto de tabaco y canela. Con un gesto de la mano le indicó a la chica que se marchara y la dejara a solas. Fue a sentarse al escritorio y tomó el abrecartas. Justo hundía la hoja bajo la ceja para abrir el sobre cuando se percató del acercamiento de su prometido. En un primer momento, por mero instinto, ocultó la carta, pero enseguida lo meditó, pensando de manera razonada que la orden jamás se comunicaría con ella de manera tan descarada, así que la colocó de nuevo sobre la mesa y giró la cabeza para encontrarse con los pardos del castaño. -¿Ya terminó la reunión?- Lobbo había estado hablando con Damon y Velkan, desde el ataque de los brujos se había convertido en algo periódico. Dejó ambos objetos al levantarse y se giró para acercarse al contrario. Posó las manos en el pecho del macho y las hizo descender hasta sus hombros, acercando su rostro al foráneo hasta que sus narices se rozaron lentamente. -¿Se sabe algo de la antigua reina?- Inquirió, porque aunque había repelido los ataques, acabado con muchos hechiceros oscuros y regresado la calma al reino, uno nunca estaba seguro de cuándo retornaría el mal a morar en las casas de su pueblo. Todos estaban preocupados aún y ellos, además, debían sumar los problemas propios que tenían como extraña pareja que eran. Pudo ver entonces como la mirada el alfa se desviaba hacia aquel pedazo rectangular de papel que reposaba sobre el escritorio. Se separó un poco y fue a cogerlo. -Me lo acaba de traer una de las doncellas, viene dirigido a mí, pero no tiene sello.- Sacó el papel de su interior delante del joven Landvik y se dispuso a leer el contenido, arqueando una ceja al descubrir que se trataba de una declaración de amor. -¿Es una broma tuya?- Inquirió, clavando sus orbes avellana en los ajenos.
Última edición por Thea Silje el Lun Jun 11, 2018 12:23 pm, editado 3 veces
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Llevábamos un mes en Rumanía, la confrontación entre magos y lobos se había encrudecido y en parte también la nuestra.
Thea parecía no asumir que crecía vida en su vientre y terca como ella sola se empecina en batallar a mi lado en cada nueva revuelta, peleé con ella hasta quedarme sin saliva, gruñí, la amenacé y hasta mi padre trató de poner algo de cordura en la cabeza de esa mujer, peor nada, las hormonas parecían controlar su vida y al final decidí que lo mejor era dejarla hacer, pero sin hacer.
La enviábamos a las zonas menos conflictivas y siempre bien vigilada, era lo mas sensato si no queríamos que esta eterna pelea que nos traíamos acabara en una ruptura que no nos interesaba.
Aquella mañana había estado reunido con Damon y Velkan, Sirius también nos acompañó gran parte de esta aunque luego tuvo que irse porque quería asegurar el perímetro de un almacén de grano que había sido varias veces atacado.
Así que acabada la reunión fui con Thea, estaba cansado, mi rostro reflejaba la tensión y fueron las manos de mi prometida y su frente contra la mi la que me dieron un poco de aliento.
Iba a besadla cuando me detuve girando la cabeza hacía aquel sobre con olor a tabaco y canela ¿de quien era la misiva que sobre el escritorio reposaba?
Mis ojos se volvieron interrogantes hacia ella, mas no necesité preguntar, ella misma se justifico y trayendo la nota la abrió frente a mi.
Leí cada linea mientras mis ojos se teñían de un amarillo radioactivo, no sabia bien quien podía ser el incauto que enviara eso a Thea pero lo descubriría y lo mataría, ella era mía.
-Gruñí clavando mis esferas en sus ojos.
-¿Yo? ¿crees tengo tiempo Thea para escribir cartas de amor? Y de hacerlo crees seria tan cursi como es este cabrón?
Furibundo guardé la misiva en mi chaleco, no me daría por vencido hasta dar con ese hombre que se atrevía a intentar usurparme lo que es mio.
-¿hay mas? ¿es la primera que recibes? -pregunté inquisitivo -no volverás a salir sola, quiero que me comuniques todo lo que sucede a este respecto, eres mi hembra.
La di vueltas en circulo, contemplándola mientras el aire era expulsado con fuerza por mi nariz y mi pecho subía y bajaba de forma desorbitada, mis instinto de alfa se ponían en alerta y el lobo que anidaba emergía rugiendo mientras sentía la ponzoña regar mi lengua.
-¡Mía! -rugí.
Thea parecía no asumir que crecía vida en su vientre y terca como ella sola se empecina en batallar a mi lado en cada nueva revuelta, peleé con ella hasta quedarme sin saliva, gruñí, la amenacé y hasta mi padre trató de poner algo de cordura en la cabeza de esa mujer, peor nada, las hormonas parecían controlar su vida y al final decidí que lo mejor era dejarla hacer, pero sin hacer.
La enviábamos a las zonas menos conflictivas y siempre bien vigilada, era lo mas sensato si no queríamos que esta eterna pelea que nos traíamos acabara en una ruptura que no nos interesaba.
Aquella mañana había estado reunido con Damon y Velkan, Sirius también nos acompañó gran parte de esta aunque luego tuvo que irse porque quería asegurar el perímetro de un almacén de grano que había sido varias veces atacado.
Así que acabada la reunión fui con Thea, estaba cansado, mi rostro reflejaba la tensión y fueron las manos de mi prometida y su frente contra la mi la que me dieron un poco de aliento.
Iba a besadla cuando me detuve girando la cabeza hacía aquel sobre con olor a tabaco y canela ¿de quien era la misiva que sobre el escritorio reposaba?
Mis ojos se volvieron interrogantes hacia ella, mas no necesité preguntar, ella misma se justifico y trayendo la nota la abrió frente a mi.
Leí cada linea mientras mis ojos se teñían de un amarillo radioactivo, no sabia bien quien podía ser el incauto que enviara eso a Thea pero lo descubriría y lo mataría, ella era mía.
-Gruñí clavando mis esferas en sus ojos.
-¿Yo? ¿crees tengo tiempo Thea para escribir cartas de amor? Y de hacerlo crees seria tan cursi como es este cabrón?
Furibundo guardé la misiva en mi chaleco, no me daría por vencido hasta dar con ese hombre que se atrevía a intentar usurparme lo que es mio.
-¿hay mas? ¿es la primera que recibes? -pregunté inquisitivo -no volverás a salir sola, quiero que me comuniques todo lo que sucede a este respecto, eres mi hembra.
La di vueltas en circulo, contemplándola mientras el aire era expulsado con fuerza por mi nariz y mi pecho subía y bajaba de forma desorbitada, mis instinto de alfa se ponían en alerta y el lobo que anidaba emergía rugiendo mientras sentía la ponzoña regar mi lengua.
-¡Mía! -rugí.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 178
Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
La reacción de Lobbo dejó claro que la posibilidad de haberla escrito él a modo de torturarla por amarle de manera insensata cuando él sólo estaba con ella por las tierras y la vida que ahora crecía en su vientre iba desencaminada. El macho se puso hecho un basilisco, comenzando a resoplar, gruñir y rondarla como si fuera una presa que pretendieran quitarle. La morena enarcó una de sus cejas ante la suma de preguntas y prohibiciones que salieron de la boca del joven Landvik, porque seguía creyendo que ella era una posesión y no un ser vivo con poder de elegir lo que quisiera. Aún así, ella era una mujer inteligente y sabía que discutir con su prometido en el estado en que éste se encontraba era inútil y sólo suscitaría una nueva pelea. -Es la primera que me llega y no sé quién puede enviarla, no me relaciono con nadie fuera de este palacio, lo sabes tan bien como yo.- Mas la mirada ambarina del castaño dejaba claro que no atendía a razones ni explicaciones lógicas. -Y ya sé que no eres cursi, ni romántico, ni cuidadoso, ni poético. Por eso lo consideré una broma. También conozco tu letra y nada tiene que ver con esa, ni el aroma que desprende el papel…- Expuso verbalmente los detalles que la habían llevado a aquella conclusión que, obviamente, había quedado rechazada al ver cómo le había sentado al joven Landvik la recepción de dicha carta.
Arrugó la frente cuando gruñó que él la poseía. -Soy tan tuya como tú mío, eso no lo olvides.- No podía quedarse callada y dejarse dominar sin marcar terreno, ella también era una alfa y se lo había dejado claro en más de una ocasión al que era su prometido. Especialmente desde el embarazo, porque aquellas hormonas la tenían alterada y el humor que se gastaba a veces, amedrentaba a cualquiera. Levantó los belfos, mostrando los dientes y le devolvió el gruñido al macho. -Esa carta la puedes quemar si quieres. No sé de quién es ni me importa. Es a ti a quien amo y si no me crees, ¿qué haces aquí?- Le retaba, ofendida. Era buena actuando y lo tenía asumido. Lobbo había aceptado por las tierras, pero convencido de que ella le quería, fuera cual fuera el extraño motivo que la había llevado a hacerlo. Sino, no hubiese accedido a aquel compromiso, porque significaría que Thea tendría planes ocultos para desear estar con él y con lo desconfiado que era, aún perdiendo a cambio las manadas del norte, hubiese controlado sus instintos por proteger a su familia.
Fue ella la que se movió ahora, siguiendo los pasos del alfa, como si se persiguieran con los ojos dorados y las pupilas dilatadas. Pasos lentos y pesados, en círculos. -No me puedes tener encerrada, lo sabes. ¿No confías en mí?- Fulminó al contrario con sus palabras, en tono seco y de advertencia. Su respuesta podía salirle muy cara.
Arrugó la frente cuando gruñó que él la poseía. -Soy tan tuya como tú mío, eso no lo olvides.- No podía quedarse callada y dejarse dominar sin marcar terreno, ella también era una alfa y se lo había dejado claro en más de una ocasión al que era su prometido. Especialmente desde el embarazo, porque aquellas hormonas la tenían alterada y el humor que se gastaba a veces, amedrentaba a cualquiera. Levantó los belfos, mostrando los dientes y le devolvió el gruñido al macho. -Esa carta la puedes quemar si quieres. No sé de quién es ni me importa. Es a ti a quien amo y si no me crees, ¿qué haces aquí?- Le retaba, ofendida. Era buena actuando y lo tenía asumido. Lobbo había aceptado por las tierras, pero convencido de que ella le quería, fuera cual fuera el extraño motivo que la había llevado a hacerlo. Sino, no hubiese accedido a aquel compromiso, porque significaría que Thea tendría planes ocultos para desear estar con él y con lo desconfiado que era, aún perdiendo a cambio las manadas del norte, hubiese controlado sus instintos por proteger a su familia.
Fue ella la que se movió ahora, siguiendo los pasos del alfa, como si se persiguieran con los ojos dorados y las pupilas dilatadas. Pasos lentos y pesados, en círculos. -No me puedes tener encerrada, lo sabes. ¿No confías en mí?- Fulminó al contrario con sus palabras, en tono seco y de advertencia. Su respuesta podía salirle muy cara.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Mis dos estrellas refulgían en un intenso tono ambarino y ella, lejos de simplemente bajar la cabeza y resignarme a mis designios alzó el mentón asegurando que podía con la carta hacer lo que quisiera, restandole importancia ¿Quemarla? Claro que no la quemaría, rastrearía a ese cabrón yo mismo y le arrancaría la cabeza a mordiscos.
Mas su osadía no frenó en ese momento, altiva como la alfa que era camino tras de mi en circulo hundiendo sus dorados en los míos.
-¡No confió en él! -rugí cuando sus palabras me hicieron aquella pregunta absurda. Thea quería llevarse todo a su terreno y no pensaba permitírselo.
Me detuve de golpe frente a ella, mi pecho subía y bajaba furibundo y ella frente a mi se detuvo con el ceño fruncido dispuesta a una nueva acometida.
-No harás nada que yo no te permita hacer, eres mi hembra, dentro llevas a mi vástago, tu no saldrás sin escolta o sin mi de esta casa hasta que dé con el poeta que pronto estará muerto.
Thea apretó los dientes y yo lancé un par de mordiscos al aire para dar mas veracidad a mis palabras, que comprendiera que no había opción, no pensaba aceptar un no.
Pero esta negó ocn la cabeza, fue instintivo, mi cuerpo se abalanzó sobre el suyo y mis colmillos se hundieron en su cuello en un claro acto de reprimenda, de castigo.
Aulló de dolor y seguramente también porque se asusto, abrí la mandíbula aflojando el mordisco.
-¿Thea? ¿estas bien?
Sus ojso plagados e agua me miraron hastiados, habíamos llegado a un punto que no tenia que sobrepasar, peor es que Thea era incapaz de entender cuando estaba al limite.
Caminé dos pasos hacia atrás alzando las manos para que no se asustara...como lobo no era un acto tan violento, pero como humanos, su piel había quedado marcada por mis colmillos.
Salí de la habitación cerrando la puerta para darle espacio.
-¡Joder!
Mas su osadía no frenó en ese momento, altiva como la alfa que era camino tras de mi en circulo hundiendo sus dorados en los míos.
-¡No confió en él! -rugí cuando sus palabras me hicieron aquella pregunta absurda. Thea quería llevarse todo a su terreno y no pensaba permitírselo.
Me detuve de golpe frente a ella, mi pecho subía y bajaba furibundo y ella frente a mi se detuvo con el ceño fruncido dispuesta a una nueva acometida.
-No harás nada que yo no te permita hacer, eres mi hembra, dentro llevas a mi vástago, tu no saldrás sin escolta o sin mi de esta casa hasta que dé con el poeta que pronto estará muerto.
Thea apretó los dientes y yo lancé un par de mordiscos al aire para dar mas veracidad a mis palabras, que comprendiera que no había opción, no pensaba aceptar un no.
Pero esta negó ocn la cabeza, fue instintivo, mi cuerpo se abalanzó sobre el suyo y mis colmillos se hundieron en su cuello en un claro acto de reprimenda, de castigo.
Aulló de dolor y seguramente también porque se asusto, abrí la mandíbula aflojando el mordisco.
-¿Thea? ¿estas bien?
Sus ojso plagados e agua me miraron hastiados, habíamos llegado a un punto que no tenia que sobrepasar, peor es que Thea era incapaz de entender cuando estaba al limite.
Caminé dos pasos hacia atrás alzando las manos para que no se asustara...como lobo no era un acto tan violento, pero como humanos, su piel había quedado marcada por mis colmillos.
Salí de la habitación cerrando la puerta para darle espacio.
-¡Joder!
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 178
Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Lobbo se empeñaba en tener la razón en todo, en no sólo dominarla, sino en encerrarla en palacio y no permitirle salir si ella así lo deseaba. Le contestó que era del otro de quien no se fiaba, pero eso no le valía a la hembra, porque dos no tenían nada si uno de ellos no quería, a no ser que la violaran. Y Thea no era una mujer cualquiera, era una alfa, la hija del comandante Ruran Silje. Estaba llena de orgullo igual que su prometido, pero éste no accedía a darse cuenta que no necesitaba su protección las veinticuatro horas del día.
El castaño se puso amenazante, lanzando mordiscos al aire, mostrando sus afilados dientes. La morena le respondió del mismo modo, buscando aclarar el malentendido en el que parecía que ella era muy inferior al macho. Ella era desafiante, iba con su carácter, aunque normalmente comedida, ahora no se contenía y la reacción del joven Landvik la encontró desprevenida. Que la acorralara era previsible, aceptable, pero cuando la mordió en el cuello de aquel modo, se quejó y le empujó con ambas manos. La observó entonces con sus pupilas dilatadas y vidriosas, sorprendida porque la atacara de modo semejante. -¡Claro que no estoy bien!- Espetó en respuesta a la pregunta ajena, llena de rabia. ¿Cómo osaba tratarla de esa manera? Arrugó el belfo superior y le gruñó cuando le vio salir por la puerta.
Dolida y decepcionada, se llevó la mano al cuello y tocó las marcas. Le quemaba cerca de la garganta, un ardor que bajaba y terminaba por anidar en su pecho. Su corazón, desbocado, parecía querer salírsele del pecho. Fue a buscar un lugar donde sentarse, pero al segundo paso sintió una fuerte punzada en el vientre y tuvo que apoyarse en la pared, deteniendo su avance. -Creía que teníamos un acuerdo…- Murmuró con la voz afectada por la desagradable sensación que la invadía. Despacio, alcanzó la silla del escritorio, tiró del respaldo de ésta y se dejó caer con sumo cuidado, resoplando. -Maldito Lobbo estúpido… Ya dijo Giuliana que no debía alterarme…- Gruñó de nuevo, aferrándose con ambas manos a los reposabrazos, clavando sus afiladas uñas en la madera que los decoraba, intentando controlar su respiración y pulsaciones para calmarse.
Allí estaba, resoplando casi como si estuviera de parto, con los ojos cerrados y suma concentración, cuando escuchó los pasos de alguien que se aproximaba. Nadie llamaba y la puerta no se abría. Ella estaba demasiado fijada en sus propias reacciones como para agudizar los sentidos y averiguar quién aguardaba en el pasillo.
El castaño se puso amenazante, lanzando mordiscos al aire, mostrando sus afilados dientes. La morena le respondió del mismo modo, buscando aclarar el malentendido en el que parecía que ella era muy inferior al macho. Ella era desafiante, iba con su carácter, aunque normalmente comedida, ahora no se contenía y la reacción del joven Landvik la encontró desprevenida. Que la acorralara era previsible, aceptable, pero cuando la mordió en el cuello de aquel modo, se quejó y le empujó con ambas manos. La observó entonces con sus pupilas dilatadas y vidriosas, sorprendida porque la atacara de modo semejante. -¡Claro que no estoy bien!- Espetó en respuesta a la pregunta ajena, llena de rabia. ¿Cómo osaba tratarla de esa manera? Arrugó el belfo superior y le gruñó cuando le vio salir por la puerta.
Dolida y decepcionada, se llevó la mano al cuello y tocó las marcas. Le quemaba cerca de la garganta, un ardor que bajaba y terminaba por anidar en su pecho. Su corazón, desbocado, parecía querer salírsele del pecho. Fue a buscar un lugar donde sentarse, pero al segundo paso sintió una fuerte punzada en el vientre y tuvo que apoyarse en la pared, deteniendo su avance. -Creía que teníamos un acuerdo…- Murmuró con la voz afectada por la desagradable sensación que la invadía. Despacio, alcanzó la silla del escritorio, tiró del respaldo de ésta y se dejó caer con sumo cuidado, resoplando. -Maldito Lobbo estúpido… Ya dijo Giuliana que no debía alterarme…- Gruñó de nuevo, aferrándose con ambas manos a los reposabrazos, clavando sus afiladas uñas en la madera que los decoraba, intentando controlar su respiración y pulsaciones para calmarse.
Allí estaba, resoplando casi como si estuviera de parto, con los ojos cerrados y suma concentración, cuando escuchó los pasos de alguien que se aproximaba. Nadie llamaba y la puerta no se abría. Ella estaba demasiado fijada en sus propias reacciones como para agudizar los sentidos y averiguar quién aguardaba en el pasillo.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Los gruñidos de Lobbo retumbaban en todo el caserón, Brianna clavó sus esmeraldas en mis pardos, bien sabía lo que quería, que pusiera paz en este asunto pues Lobbo pecaba en ocasiones de falta de auto control y ninguno queríamos lamentar después algo peor.
Me levanté del sofá frente a la lumbre, mi prometida se cepillaba el pelo y en sus labios pude leer un “no tardes” acompañado de un susurro que significaba “te quiero”.
Recorrí el pasillo hasta quedar frente a la cámara que Lobbo y Thea ocupaban, mas solo percibía el aura de ella y por el sonido que venía del interior parecía estar en problemas, no llamé, preocupado abrí la puerta encontrándome de frente con ella que apoyada sobre un bajo mueble jadeaba sin tregua con su mano en el vientre.
-Ya esta -aseguré tomando su cuerpo con mi fuerza para llevarla sobre el lecho.
-Haré llamar al medico ¿estas bien?
Thea apremio en pedirme que no lo hiciera, al parecer era algo normal en su embarazo estos dolores repentinos, así que simplemente se relajó sobre las sabanas esperando que pasara.
-Pediré que busquen a Lobbo -dije sin saber bien como iniciar la conversación, esto se le daba mucho mejor a Brianna -se que mi hijo es complicado, tiene demasiado pronto.
No pude evitar ver las marcas del cuello de la loba, mis ojos centellearon pues estaban recién hechas, de seguro Lobbo la había tocado y no precisamente en un arranque pasional si no violento que no podía permitir en ninguno de los casos.
-Si vuelve a pasar házmelo saber Thea, mi hijo tiene demasiado tempera mente, me ha costado mucho educar esa parte suya, la que rige los instintos. No es un mal chico, pero tiene que aprender a controlarse.
Me puse en pie asegurándome que estaba bien y salí de la habitación dejándola sola. Avisé a uno de los lobos de la mañana para que buscaran a mi hijo, pero era escurridizo y aun entrada la noche no había acudido.
Me levanté del sofá frente a la lumbre, mi prometida se cepillaba el pelo y en sus labios pude leer un “no tardes” acompañado de un susurro que significaba “te quiero”.
Recorrí el pasillo hasta quedar frente a la cámara que Lobbo y Thea ocupaban, mas solo percibía el aura de ella y por el sonido que venía del interior parecía estar en problemas, no llamé, preocupado abrí la puerta encontrándome de frente con ella que apoyada sobre un bajo mueble jadeaba sin tregua con su mano en el vientre.
-Ya esta -aseguré tomando su cuerpo con mi fuerza para llevarla sobre el lecho.
-Haré llamar al medico ¿estas bien?
Thea apremio en pedirme que no lo hiciera, al parecer era algo normal en su embarazo estos dolores repentinos, así que simplemente se relajó sobre las sabanas esperando que pasara.
-Pediré que busquen a Lobbo -dije sin saber bien como iniciar la conversación, esto se le daba mucho mejor a Brianna -se que mi hijo es complicado, tiene demasiado pronto.
No pude evitar ver las marcas del cuello de la loba, mis ojos centellearon pues estaban recién hechas, de seguro Lobbo la había tocado y no precisamente en un arranque pasional si no violento que no podía permitir en ninguno de los casos.
-Si vuelve a pasar házmelo saber Thea, mi hijo tiene demasiado tempera mente, me ha costado mucho educar esa parte suya, la que rige los instintos. No es un mal chico, pero tiene que aprender a controlarse.
Me puse en pie asegurándome que estaba bien y salí de la habitación dejándola sola. Avisé a uno de los lobos de la mañana para que buscaran a mi hijo, pero era escurridizo y aun entrada la noche no había acudido.
Damon Landvik- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 06/06/2016
Edad : 288
Localización : Bajo las estrellas
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
La puerta se abrió y apareció Damon que enseguida fue a ver lo que le ocurría con expresión preocupada. Era extraño verle así cuando normalmente la fulminaba con la mirada cargada de sospecha y desconfianza. -Estoy bien, se me pasará en un rato… Es habitual que me ocurra cuando me altero.- Intentó calmarle con aquellas palabras pero él se empeñó en llevarla a la cama y recostarla.
Pudo notar el cambio en el rostro ajeno cuando el rey le vio las marcas del cuello. Enseguida defendió a su hijo, aunque sin excusarle, asegurando que ya sabía de su temperamento y que llevaba años intentando ayudarle con ello. La morena ya sabía como era su prometido y aunque el acto de la mordida le había sorprendido, ya se había imaginado que no se tomaría a bien su desafío. Los dos tenían un carácter muy fuerte, eran alfas dominantes y eso les llevaba a discutir constantemente. Pero así como les hacía enfrentarse con frecuencia, también les atraía como a los polos opuestos de un imán. Se retaban, se medían y se deseaban a partes iguales. -Sé como es, no te preocupes.- Le dedicó una breve sonrisa antes de que éste la dejara reposando y se fuera a pedir que llamaran a Lobbo. Sin embargo, pasaron las horas y éste no regresó ni a la habitación ni a palacio siquiera.
Thea ya se encontraba bien, así que tras alimentarse, más por exigencia de la vida que crecía en su vientre que por necesidad propia, se abrigó con pieles y salió a buscar a su escurridizo prometido. Para no preocuparle más ni discutir de nuevo, se llevó a dos betas como escolta. Como ya conocía bien al joven Landvik, fue directa a la zona más pobre de la ciudad llena de tabernas. Allí se dedicó a seguir su rastro mediante su desarrollado sentido del olfato y en cuanto dio con él, entró, dejando a los guardas fuera vigilando la puerta y la gente que entraba y salía. Quería hablar a solas con el castaño sin oídos conocidos que escucharan lo que se decían.
Seguro que él ya se había percatado de su llegada aunque fingiera ignorarla. Tomó asiento a su lado y pidió un vaso de agua. -¿Así vas a protegerme del poeta, largándote y dejándome sola?- Sí, empezaba provocándole, porque sólo así la miraría. Sabía el orgullo que se gastaba y que en aquellos momentos se sentía defraudado consigo mismo por haberla marcado de manera brusca al acorralarla. Pero necesitaba que superara eso aunque fuera enfadándolo de nuevo. Se quedó mirando su perfil, esperando a que él se girara para enfrentarla.
Pudo notar el cambio en el rostro ajeno cuando el rey le vio las marcas del cuello. Enseguida defendió a su hijo, aunque sin excusarle, asegurando que ya sabía de su temperamento y que llevaba años intentando ayudarle con ello. La morena ya sabía como era su prometido y aunque el acto de la mordida le había sorprendido, ya se había imaginado que no se tomaría a bien su desafío. Los dos tenían un carácter muy fuerte, eran alfas dominantes y eso les llevaba a discutir constantemente. Pero así como les hacía enfrentarse con frecuencia, también les atraía como a los polos opuestos de un imán. Se retaban, se medían y se deseaban a partes iguales. -Sé como es, no te preocupes.- Le dedicó una breve sonrisa antes de que éste la dejara reposando y se fuera a pedir que llamaran a Lobbo. Sin embargo, pasaron las horas y éste no regresó ni a la habitación ni a palacio siquiera.
Thea ya se encontraba bien, así que tras alimentarse, más por exigencia de la vida que crecía en su vientre que por necesidad propia, se abrigó con pieles y salió a buscar a su escurridizo prometido. Para no preocuparle más ni discutir de nuevo, se llevó a dos betas como escolta. Como ya conocía bien al joven Landvik, fue directa a la zona más pobre de la ciudad llena de tabernas. Allí se dedicó a seguir su rastro mediante su desarrollado sentido del olfato y en cuanto dio con él, entró, dejando a los guardas fuera vigilando la puerta y la gente que entraba y salía. Quería hablar a solas con el castaño sin oídos conocidos que escucharan lo que se decían.
Seguro que él ya se había percatado de su llegada aunque fingiera ignorarla. Tomó asiento a su lado y pidió un vaso de agua. -¿Así vas a protegerme del poeta, largándote y dejándome sola?- Sí, empezaba provocándole, porque sólo así la miraría. Sabía el orgullo que se gastaba y que en aquellos momentos se sentía defraudado consigo mismo por haberla marcado de manera brusca al acorralarla. Pero necesitaba que superara eso aunque fuera enfadándolo de nuevo. Se quedó mirando su perfil, esperando a que él se girara para enfrentarla.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
No se cuantas copas llevaba pero mas de la cuenta, estaba enfadado, no solo con el maldito poeta si no conmigo mismo por haberme descontrolado y con ella porque me había llevado con su desafió a un punto que no sentía de retorno.
Varias mujeres tonteaban conmigo, sobre todo la camarera rubia que botella de tequila en mano me servia los chupitos trayendo sal y limón.
No se bien que me contaba, había desconectado hacia rato, pero la risa tonta me acompañaba hasta que percibí el olor de Thea en la puerta, resoplé porque no quería verla, mi gesto se tensó y la mirada se perdió al frente.
Mi hembra tomó asiento a mi lado pidiendo un vaso e agua que la rubia le sirvió sin ganas, las mismas que yo mostraba, como no al ver que la ignoraba Thea metió el dedo en la yaga.
-¿y no has pensado que si no he vuelto a tu lado es porque no quiero? -pregunté enredando las palabras con una sonrisa engreída en la cara.
No estaba comportándome bien, eso era algo obvio, el problema es que ni siquiera sabía como comportarme ahora.
-¿Por que no coges a tus escoltas y vuelves al caserón? volveré, no se cuando pero lo haré.
No estaba cómodo con ella, las marcas eran visibles, aparté de nuevo la mirada haciendo un gesto a la rubia para que rellenara mi vaso de nuevo apurandolo entre mis labios de golpe, sin sal, ni limón, llevaba tantos que no era necesario.
Varias mujeres tonteaban conmigo, sobre todo la camarera rubia que botella de tequila en mano me servia los chupitos trayendo sal y limón.
No se bien que me contaba, había desconectado hacia rato, pero la risa tonta me acompañaba hasta que percibí el olor de Thea en la puerta, resoplé porque no quería verla, mi gesto se tensó y la mirada se perdió al frente.
Mi hembra tomó asiento a mi lado pidiendo un vaso e agua que la rubia le sirvió sin ganas, las mismas que yo mostraba, como no al ver que la ignoraba Thea metió el dedo en la yaga.
-¿y no has pensado que si no he vuelto a tu lado es porque no quiero? -pregunté enredando las palabras con una sonrisa engreída en la cara.
No estaba comportándome bien, eso era algo obvio, el problema es que ni siquiera sabía como comportarme ahora.
-¿Por que no coges a tus escoltas y vuelves al caserón? volveré, no se cuando pero lo haré.
No estaba cómodo con ella, las marcas eran visibles, aparté de nuevo la mirada haciendo un gesto a la rubia para que rellenara mi vaso de nuevo apurandolo entre mis labios de golpe, sin sal, ni limón, llevaba tantos que no era necesario.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
La rubia que atendía mostraba su descarado coqueteo con el licántropo, se recolocaba los pechos mostrando más escote y se reía de las tonterías más absurdas, incluso desde antes que Thea entrara en el establecimiento, ya había escuchado aquel sonido estruendoso y ridículo. A ella, sin embargo, la atendió porque era imposible que nadie ignorara su aura, mas de ser por la mesera hubiese obviado la existencia de la hija de Ruran, no fuera a quitarle a su presa. Pobre ilusa si se creía a la altura de una hembra como ella, pero no pasaba nada, enseguida le demostraría quien era la alfa de la taberna.
Lobbo estaba ebrio, su aliento bañado en alcohol era muy notorio y su mirada se perdía cuando intentaba enfocar el rostro de su prometida. La morena, lejos de ofenderse por sus palabras, se tomó el agua con calma, sonriéndole a la camarera con intenciones ocultas. Giró en la silla para encarar al castaño y se levantó, dejando el dinero por su vaso en la barra. -Disculpa, no sabía que te molestaba cuando querías irte de putas.- Su voz sonó calma, pero las palabras iban cargadas de malicia, mirando a las chicas que no le quitaban los ojos de encima al joven Landvik y que al escucharla a ella, enseguida se mostraron irascibles. Giró el rostro hacia la mesera de nuevo. -Seguramente te costará satisfacerlo, está acostumbrado a una mujer de verdad, pero te pagaré por ese sobreesfuerzo. Tal vez deberíais ir dos o tres a la vez, para asegurar el éxito…- Se inclinó entonces hacia el macho. Y le susurró al oído. -Pásalo bien.- Dejó unas monedas extras junto al importe de la consumición, pero no muchas, dejando en evidencia el valor que les ponía a aquellas que ansiosas se abrirían de piernas para cualquiera. Lobbo era más de lo que merecían todas ellas juntas, pero él era así de estúpido y llevaba toda la vida yéndose a la cama con la primera que le reía las gracias.
La morena echó un último vistazo al interior del local, dio media vuelta y se dirigió a la salida.
Lobbo estaba ebrio, su aliento bañado en alcohol era muy notorio y su mirada se perdía cuando intentaba enfocar el rostro de su prometida. La morena, lejos de ofenderse por sus palabras, se tomó el agua con calma, sonriéndole a la camarera con intenciones ocultas. Giró en la silla para encarar al castaño y se levantó, dejando el dinero por su vaso en la barra. -Disculpa, no sabía que te molestaba cuando querías irte de putas.- Su voz sonó calma, pero las palabras iban cargadas de malicia, mirando a las chicas que no le quitaban los ojos de encima al joven Landvik y que al escucharla a ella, enseguida se mostraron irascibles. Giró el rostro hacia la mesera de nuevo. -Seguramente te costará satisfacerlo, está acostumbrado a una mujer de verdad, pero te pagaré por ese sobreesfuerzo. Tal vez deberíais ir dos o tres a la vez, para asegurar el éxito…- Se inclinó entonces hacia el macho. Y le susurró al oído. -Pásalo bien.- Dejó unas monedas extras junto al importe de la consumición, pero no muchas, dejando en evidencia el valor que les ponía a aquellas que ansiosas se abrirían de piernas para cualquiera. Lobbo era más de lo que merecían todas ellas juntas, pero él era así de estúpido y llevaba toda la vida yéndose a la cama con la primera que le reía las gracias.
La morena echó un último vistazo al interior del local, dio media vuelta y se dirigió a la salida.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Podía esperarlo todo de Thea, aunque admito que entre las posibilidades que barajaba estaba que se largara ofendida, que tratara de convencerme de que la acompañara o por contra que le arrancara la cabeza a la rubia, mas fíjate que en vez de eso su desidia llegó a tal extremo que dejó caer unas monedas en la barra para pagarme las copas y las putas que después me llevaría a la cama.
Mis ojos se tornaron ámbar por su desprecio, mi pecho se alzaba violento fruto de la rabia, la impotencia el alcohol que había consumido en abundancia. Yo no necesitaba su maldito dinero, tampoco putas, bien sabíamos los dos que cualquiera de estas mujeres me abriría las piernas gratis.
Thea se levantó para largarse pero antes de llegar a la puerta las monedas sobrepasaron por su lateral golpeando la madera antes de que la abriera.
-No necesito tu dinero -rugí desde la barra sin moverme un ápice -estoy seguro de que están muy dispuestas a hacerme lo que quiera gratis.
Buscaba joderla, molestarla, llevarla a la desesperación como ella estaba haciendo conmigo. Me importaban una mierda todas esas mujeres, ahora mismo toda mi atención la tenia mi prometida y lo peor es que ella de una forma u otra lo sabia.
Apuré un nuevo vaso entre mis labios esperando escuchar la puerta cerrarse a mis espaldas. Thea me arrastraba al abismo y sin duda me dejaba caer por él sin medir las consecuencias después.
Mis ojos se tornaron ámbar por su desprecio, mi pecho se alzaba violento fruto de la rabia, la impotencia el alcohol que había consumido en abundancia. Yo no necesitaba su maldito dinero, tampoco putas, bien sabíamos los dos que cualquiera de estas mujeres me abriría las piernas gratis.
Thea se levantó para largarse pero antes de llegar a la puerta las monedas sobrepasaron por su lateral golpeando la madera antes de que la abriera.
-No necesito tu dinero -rugí desde la barra sin moverme un ápice -estoy seguro de que están muy dispuestas a hacerme lo que quiera gratis.
Buscaba joderla, molestarla, llevarla a la desesperación como ella estaba haciendo conmigo. Me importaban una mierda todas esas mujeres, ahora mismo toda mi atención la tenia mi prometida y lo peor es que ella de una forma u otra lo sabia.
Apuré un nuevo vaso entre mis labios esperando escuchar la puerta cerrarse a mis espaldas. Thea me arrastraba al abismo y sin duda me dejaba caer por él sin medir las consecuencias después.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
La reacción del joven Landvik no se hizo esperar, primero vino la respiración agitada, luego el crujir de la silla al levantarse y por último el silbido de las monedas al cortar el aire antes de impactar contra los tablones de la muerta. La morena ocultó una sonrisa al apretar los labios y giró el rostro, más no el cuerpo, para buscar al macho que apuraba la copa de nuevo. -Podrías tirártelas a todas a la vez, incluso a las putas más caras y expertas de la ciudad y ninguna te haría sentir lo que te hago sentir yo.- Regresó la vista a la puerta, tiró de la perilla y salió al exterior.
Allí se reunió con los dos guardias que esperaban por su regreso, formando, alerta y con su oído extremadamente fino, al tanto de los gritos que se habían sucedido en el interior de la taberna. Sin embargo, no se habían movido ni un ápice porque Thea no había alzado la voz, ella se había mantenido fría y calmada en todo momento, por lo que sabían que no había corrido peligro alguno. -Regresamos a palacio.- Sentenció, emprendiendo la marcha tras cubrir su cabeza con la capucha que acompañaba las pieles que portaba sobre los hombros. Si Lobbo quería quedarse allí y tirarse a las mujerzuelas, era asunto suyo, ella no le seguiría la rabieta de niño pequeño que estaba teniendo. Luego cuando la buscara para que le diera sexo de verdad, le mandaría a darse una vuelta por oler a cortesana barata o, como había insinuado él, gratuita.
Sabía que su prometido era testarudo y orgulloso como él solo, pero ambos eran alfas herederos de tierras bastas y llenas de lobos, por mucho que se sometiera a él en momentos contados, no lo haría en ese concreto. Él se había buscado estar sumido en esa espiral de auto-compadecimiento y si no quería aceptar la oportunidad que ella le tendía, acabaría siendo otro arrepentimiento más para su larga lista.
Allí se reunió con los dos guardias que esperaban por su regreso, formando, alerta y con su oído extremadamente fino, al tanto de los gritos que se habían sucedido en el interior de la taberna. Sin embargo, no se habían movido ni un ápice porque Thea no había alzado la voz, ella se había mantenido fría y calmada en todo momento, por lo que sabían que no había corrido peligro alguno. -Regresamos a palacio.- Sentenció, emprendiendo la marcha tras cubrir su cabeza con la capucha que acompañaba las pieles que portaba sobre los hombros. Si Lobbo quería quedarse allí y tirarse a las mujerzuelas, era asunto suyo, ella no le seguiría la rabieta de niño pequeño que estaba teniendo. Luego cuando la buscara para que le diera sexo de verdad, le mandaría a darse una vuelta por oler a cortesana barata o, como había insinuado él, gratuita.
Sabía que su prometido era testarudo y orgulloso como él solo, pero ambos eran alfas herederos de tierras bastas y llenas de lobos, por mucho que se sometiera a él en momentos contados, no lo haría en ese concreto. Él se había buscado estar sumido en esa espiral de auto-compadecimiento y si no quería aceptar la oportunidad que ella le tendía, acabaría siendo otro arrepentimiento más para su larga lista.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Terca, cabezota, orgullosa como ninguna otra, así se largó Thea dejándome allí como un despojo, ahogando en alcohol mis penas.
No la seguí hacerlo me hubiera convertido en su perro faldero y la compañía de la Rubita de tetas grandes no era nada desdeñable.
Saqué a mi prometida de la cabeza, bebí hasta apenas tenerme en pie y la misma posadera animada por mi estado tiró de mi escaleras arriba.
Sus labios surcaron mi cuello con cada parada en la que nuestros cuerpos se recostaban contra las paredes. Mis manos afianzaron su cintura elevando la camisola con cada rudo y torpe movimiento mientras ella se reía restregándose contra mi hombría.
Mi espalda acabó contra la puerta, sus dedos afianzaban la pechera de mi camisa arrugando la tela mordí su mandíbula con mis dientes, ascendiendo despacio con mis labios hasta que la imagen de Thea vino a mi cabeza. Su cuerpo era mas menudo que el de esta, aun así, lo echaba de menos entre mis dedos.
Sacudí la cabeza tratando de quitármela de la cabeza, sus ojos, su olor, nada de ella desaparecía.
-No puedo -rugí alzando las manos para separarla -estoy muy borracho -me excusé como si eso bastara cuando mi hombría que tenía vida propia estaba alzada como una lanza
Salí de la taberna con paso errante, jodido porque Thea había ganado esta batalla, pero ni de lejos iba a ganarme la guerra.
Cogí la montura y de nuevo puse rumbo al caserón, cuando llegué los mozos se encargaron de darle sustento mientras yo atravesaba el portón y escaleras arriba iba directo a nuestro cuarto.
Thea dormía plácidamente como si le importara una soberana mierda lo que yo esa noche hacia. Di un portazo con toda la intención de despertarla y casi me tropecé con uno de los muebles bajo echándome a reír después.*
No la seguí hacerlo me hubiera convertido en su perro faldero y la compañía de la Rubita de tetas grandes no era nada desdeñable.
Saqué a mi prometida de la cabeza, bebí hasta apenas tenerme en pie y la misma posadera animada por mi estado tiró de mi escaleras arriba.
Sus labios surcaron mi cuello con cada parada en la que nuestros cuerpos se recostaban contra las paredes. Mis manos afianzaron su cintura elevando la camisola con cada rudo y torpe movimiento mientras ella se reía restregándose contra mi hombría.
Mi espalda acabó contra la puerta, sus dedos afianzaban la pechera de mi camisa arrugando la tela mordí su mandíbula con mis dientes, ascendiendo despacio con mis labios hasta que la imagen de Thea vino a mi cabeza. Su cuerpo era mas menudo que el de esta, aun así, lo echaba de menos entre mis dedos.
Sacudí la cabeza tratando de quitármela de la cabeza, sus ojos, su olor, nada de ella desaparecía.
-No puedo -rugí alzando las manos para separarla -estoy muy borracho -me excusé como si eso bastara cuando mi hombría que tenía vida propia estaba alzada como una lanza
Salí de la taberna con paso errante, jodido porque Thea había ganado esta batalla, pero ni de lejos iba a ganarme la guerra.
Cogí la montura y de nuevo puse rumbo al caserón, cuando llegué los mozos se encargaron de darle sustento mientras yo atravesaba el portón y escaleras arriba iba directo a nuestro cuarto.
Thea dormía plácidamente como si le importara una soberana mierda lo que yo esa noche hacia. Di un portazo con toda la intención de despertarla y casi me tropecé con uno de los muebles bajo echándome a reír después.*
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
El camino se le hizo largo a la morena que no dejaba de darle vueltas a las palabras que le había dicho a su prometido en la taberna. Básicamente lo había empujado, a los brazos no, a las piernas de aquella fulana rubia de grandes tetas, sin percatarse que aunque Lobbo era muy orgulloso y rebelarse era casi su lema, en eso no funcionaría la treta. Él no haría lo contrario sólo por fastidiarla, porque en su actuación simulaba amarle y él estaba tan ofuscado que, por dañarla, sería capaz de tirarse a la mesera sin meditarlo siquiera, más aún estando ebrio como lo había dejado antes de partir del local en cuestión.
Una vez en palacio se cruzó con Damon que la cuestionó con la mirada, pero ella no le hizo comentario alguno, simplemente le saludó como correspondía por el cargo que ostentaba, por ser el alfa de mayor rango y su futuro suegro, para seguidamente proseguir en dirección a su estancia.
Una vez allí, se deshizo de las pieles y comenzó a gruñir y murmurar, hablando con ella misma, discutiéndose sus propias acciones y maldiciendo al joven Landvik, tan terco y estúpido como era. -Como te tires a la puta esa te juro que lo lamentarás...- Farfulló con los dientes apretados y los colmillos crecidos, amenazantes. Sentía arder las entrañas y las pulsaciones se trasladaron con fuerza hasta sus palmas. Se miró las manos, enrojecidas por la acumulación de sangre, por ese bombeo incesante y acelerado que provocaba la rabia que la inundaba.
Estaba desganada y enfurecida al mismo tiempo. No sacaría nada en claro por muchas vueltas que le diera al tema, así que se puso el camisón y se metió en la cama. Intentó leer a la luz de una vela, pero no se concentraba en las palabras plasmadas en el papel y tras más de media hora de insistir en ello, cedió, cerró el libro y tras soplar la llama, se recostó de lado. Cerró los ojos en innumerables ocasiones pero Morfeo no parecía querer llevarla consigo al mundo de los sueños.
De lejos ya sintió el aroma a alcohol y las feromonas alteradas de su prometido, así que se preparó para hacerse la dormida, al menos al principio, hasta averiguar cuál era su estado de ánimo. Lo descubrió enseguida, porque cuando estaba de buenas no solía dar tremendos portazos. Se incorporó hasta quedar sentada y clavó sus dos pardos en la mirada ambarina que brillaba en dirección a la entrada. Estaba todo oscuro, pero gracias a sus poderes licanos alcanzaba a verle bastante bien, igual que ocurría al revés. -¿Con cuántas te has acostado?- Inquirió, procurando que su tono sonara calmo, pero percibía el olor dulzón y asqueroso de la rubia en Lobbo y todo intento quedó en nada.
Una vez en palacio se cruzó con Damon que la cuestionó con la mirada, pero ella no le hizo comentario alguno, simplemente le saludó como correspondía por el cargo que ostentaba, por ser el alfa de mayor rango y su futuro suegro, para seguidamente proseguir en dirección a su estancia.
Una vez allí, se deshizo de las pieles y comenzó a gruñir y murmurar, hablando con ella misma, discutiéndose sus propias acciones y maldiciendo al joven Landvik, tan terco y estúpido como era. -Como te tires a la puta esa te juro que lo lamentarás...- Farfulló con los dientes apretados y los colmillos crecidos, amenazantes. Sentía arder las entrañas y las pulsaciones se trasladaron con fuerza hasta sus palmas. Se miró las manos, enrojecidas por la acumulación de sangre, por ese bombeo incesante y acelerado que provocaba la rabia que la inundaba.
Estaba desganada y enfurecida al mismo tiempo. No sacaría nada en claro por muchas vueltas que le diera al tema, así que se puso el camisón y se metió en la cama. Intentó leer a la luz de una vela, pero no se concentraba en las palabras plasmadas en el papel y tras más de media hora de insistir en ello, cedió, cerró el libro y tras soplar la llama, se recostó de lado. Cerró los ojos en innumerables ocasiones pero Morfeo no parecía querer llevarla consigo al mundo de los sueños.
De lejos ya sintió el aroma a alcohol y las feromonas alteradas de su prometido, así que se preparó para hacerse la dormida, al menos al principio, hasta averiguar cuál era su estado de ánimo. Lo descubrió enseguida, porque cuando estaba de buenas no solía dar tremendos portazos. Se incorporó hasta quedar sentada y clavó sus dos pardos en la mirada ambarina que brillaba en dirección a la entrada. Estaba todo oscuro, pero gracias a sus poderes licanos alcanzaba a verle bastante bien, igual que ocurría al revés. -¿Con cuántas te has acostado?- Inquirió, procurando que su tono sonara calmo, pero percibía el olor dulzón y asqueroso de la rubia en Lobbo y todo intento quedó en nada.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Nada mas levantó la cabeza lo primero que hizo fue mirarme con sus dos grandes gigantes amarillas. Escupió su pregunta con rabia, pero si pensaba le iba a responder a algo que podía oler desde donde estaba se equivocaba ¿que quería? ¿Seguir retándome?
Rugí, de mi garganta salio un medio aullido ahogado cargado de rabia y enronquecido por las circunstancias que delataban el estado en el que llegaba.
Me quité las botas, mis ojos ámbar iluminaban la estancia mientras no le dedicaba ni una sola palabra.
Me dejé caer en la cama gruñendo mientras Thea seguía incorporada de medio cuerpo viendo como le daba la espalda y cerraba los ojos dispuesto a dormir.
Mas bien a fingir que lo hacía aunque con la que llevaba encima dudaba mucho que me costara caer medio inconsciente en el lecho.
Aun así era muy obvio mi grado de cabreo pues los gruñidos no dejaban de manar de mi garganta y mi pecho subía y bajaba sin parar.
Thea no contenta con la calma que trataba de mantener , llevó su mano a mi cintura para girarme y que la enfrentara.
Gruñí elevando el labio superior dándome la vuelta como un resorte, los ojos amarillos radioactivos se encontraron feroces mientras nos batimos en un duelo de alfas.
-¿que cojones quieres Thea? -dije entre dientes enredando las palabras.
Rugí, de mi garganta salio un medio aullido ahogado cargado de rabia y enronquecido por las circunstancias que delataban el estado en el que llegaba.
Me quité las botas, mis ojos ámbar iluminaban la estancia mientras no le dedicaba ni una sola palabra.
Me dejé caer en la cama gruñendo mientras Thea seguía incorporada de medio cuerpo viendo como le daba la espalda y cerraba los ojos dispuesto a dormir.
Mas bien a fingir que lo hacía aunque con la que llevaba encima dudaba mucho que me costara caer medio inconsciente en el lecho.
Aun así era muy obvio mi grado de cabreo pues los gruñidos no dejaban de manar de mi garganta y mi pecho subía y bajaba sin parar.
Thea no contenta con la calma que trataba de mantener , llevó su mano a mi cintura para girarme y que la enfrentara.
Gruñí elevando el labio superior dándome la vuelta como un resorte, los ojos amarillos radioactivos se encontraron feroces mientras nos batimos en un duelo de alfas.
-¿que cojones quieres Thea? -dije entre dientes enredando las palabras.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Lobbo no le contestó, pero sus gruñidos no dejaron de resonar en toda la habitación mientras se descalzaba y dejaba caer sobre la cama. Le dio la espalda mientras la morena clavaba sus orbes en la silueta ajena que parecía intentar ignorarla. Arrugó el labio superior, mostrando los dientes, pero no emitió ningún sonido. Posó una mano en la cintura de él y tiró para que se girara, pudo ver los ambarinos ojos del licántropo brillando, enfurecido. Las palabras escupían veneno, Thea le había herido de verdad el ego. -Te quiero a ti.- Respondió, llevando la diestra a perfilar el rostro ajeno. Sabía que el joven Landvik no cedería sin pelear, que era dominante y orgulloso. Si no cedía ella un poco, no terminaría nunca la pelea, así que lo intentó.
La respiración del castaño seguía agitada y su pulso acelerado. Le oía resoplar entre gruñidos cuando se fue inclinando despacio sobre él hasta que las frentes de ambos se tocaron. Dejó caer los párpados, controlando su propia respiración, intentando contagiar su fingida calma a Lobbo. Los dedos de la hija de Ruran se deslizaron por el cuello y el torso de su prometido, despacio, apaciguadores. Los dos eran como titanes, siempre peleando, sus personalidades chocaban constantemente, pero sus cuerpos se atraían y esperaba que con eso bastara.
La respiración del castaño seguía agitada y su pulso acelerado. Le oía resoplar entre gruñidos cuando se fue inclinando despacio sobre él hasta que las frentes de ambos se tocaron. Dejó caer los párpados, controlando su propia respiración, intentando contagiar su fingida calma a Lobbo. Los dedos de la hija de Ruran se deslizaron por el cuello y el torso de su prometido, despacio, apaciguadores. Los dos eran como titanes, siempre peleando, sus personalidades chocaban constantemente, pero sus cuerpos se atraían y esperaba que con eso bastara.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
“Te quiero a ti” Podía esperar un sin fin de necedades escupidas por sus labios, pero esa, esas palabras impulsaron mi corazón a latir desbocado calentando mi pecho. Mis labios se entreabrieron pero no emitieron palabras, solo el vaho de mi propio resuello que ante su cercanía golpeo su boca despacio.
Su frente cayó cansina reposando sobre la propia como si fuera un velo, sus ojos se cerraron y sus dedos se deslizaron tímidos por mi mandíbula, bajando sutilmente por mi cuelo hasta anclarse a mi pecho.
Abrió sus pardos para clavarlos en los propios y sin mas la distancia ínfima fue acotada por mis labios cálidos. Choqué contra su boca ansioso, hambriento, jadeando y gruñendo al mismo tiempo mientras ella sonreía dándome paso, abriendo al ariete de mi lengua sus fronteras hasta que el beso se torno húmedo y profundo.
Su cuerpo se enterró bajo el mio, necesitada de sentirme pues el lecho estaba frio. El mio trepó por su piel adueñándome de su razón, conquistando su cuerpo y proclamandome único vencedor.
-Thea -pronuncie su nombre buscando con mi pelvis su centro, calcinando sus entrañas, fue entonces cuando lo escuché por primera vez.
Me detuve tratando de centrarme, algo difícil en mi estado ,Thea me miraba interrogante buscando mis labios provocandome con sus mordidas y lamidas.
-shhhhh, espera -pedí con la voz ronca mientras agudizaba el oído.
Mi sonrisa se ensanchó atrapando su rostro con sendas manos para que me mirara.
-¿Lo oyes? -pregunté esperando una respuesta que no llegaba -son dos Thea, tendremos dos hijos, no oyes su latido, escucha.
Su frente cayó cansina reposando sobre la propia como si fuera un velo, sus ojos se cerraron y sus dedos se deslizaron tímidos por mi mandíbula, bajando sutilmente por mi cuelo hasta anclarse a mi pecho.
Abrió sus pardos para clavarlos en los propios y sin mas la distancia ínfima fue acotada por mis labios cálidos. Choqué contra su boca ansioso, hambriento, jadeando y gruñendo al mismo tiempo mientras ella sonreía dándome paso, abriendo al ariete de mi lengua sus fronteras hasta que el beso se torno húmedo y profundo.
Su cuerpo se enterró bajo el mio, necesitada de sentirme pues el lecho estaba frio. El mio trepó por su piel adueñándome de su razón, conquistando su cuerpo y proclamandome único vencedor.
-Thea -pronuncie su nombre buscando con mi pelvis su centro, calcinando sus entrañas, fue entonces cuando lo escuché por primera vez.
Me detuve tratando de centrarme, algo difícil en mi estado ,Thea me miraba interrogante buscando mis labios provocandome con sus mordidas y lamidas.
-shhhhh, espera -pedí con la voz ronca mientras agudizaba el oído.
Mi sonrisa se ensanchó atrapando su rostro con sendas manos para que me mirara.
-¿Lo oyes? -pregunté esperando una respuesta que no llegaba -son dos Thea, tendremos dos hijos, no oyes su latido, escucha.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Lobbo cedió enseguida a la tentación que resultaba la morena, en parte por el alcohol que corría por sus venas, pero mayormente porque él era así, impulsivo, animal y Thea sabía que aunque discutieran a todas horas, él la deseaba más que a ninguna, igual que él lo deseaba a él, aunque sin que ella tuviera interés alguno por otros machos, cosa que al revés no ocurría. Iniciaron con un beso húmedo y lento, pero voraz y dejando que sus manos se surcaran, reconociendo el cuerpo del otro que ya a aquellas alturas conocían bien. La temperatura de ambos era elevada, por la excitación y por aquello que eran, licántropos. Giraron sobre el colchón hasta que fue él quien quedó encima, cubriendo el cuerpo de la hija de Ruran con su peso. Los ojos de los dos se encontraron entre jadeos, mordiscos y besos. Las piernas de ella se enroscaron en la cintura foránea cuando, de repente, el castaño se detuvo, desconcertando por completo a la hembra. -¿Qué ocurre?- Intentó provocarle de nuevo, por si acaso, de pronto, había recordado el motivo de su enfado y no quería seguir con lo que estaban haciendo.
Mas la pregunta del joven Landvik hizo que ella ladeara la cabeza, interrogativa. No hizo falta que formulara la cuestión, su expresión lo decía todo y su prometido enseguida disipó las dudas, creando nuevas. -¿Qué has dicho?- Los ojos de Thea se abrieron más, dilatando sus pupilas que oscurecieron su mirar. Se incorporó, empujando a Lobbo para buscar espacio y llevó ambas manos al vientre, separando bien los dedos, adhiriendo las palmas a la piel que recubría toda la zona del abdomen. Se concentró, aunque el corazón del macho estaba desbocado y le costaba localizar los latidos que provenían de su propio cuerpo y no fueran los del pecho. Esperó varios segundos y, finalmente, pudo notarlo, latidos desacompasados y que a veces coincidían formando uno más fuerte. Había dos vidas en su vientre. -Gemelos…- Murmuró en un hilo de voz, antes de clavar sus pardos en los foráneos y dibujarse en sus labios una sonrisa. -Son gemelos, Lobbo.-
Mas la pregunta del joven Landvik hizo que ella ladeara la cabeza, interrogativa. No hizo falta que formulara la cuestión, su expresión lo decía todo y su prometido enseguida disipó las dudas, creando nuevas. -¿Qué has dicho?- Los ojos de Thea se abrieron más, dilatando sus pupilas que oscurecieron su mirar. Se incorporó, empujando a Lobbo para buscar espacio y llevó ambas manos al vientre, separando bien los dedos, adhiriendo las palmas a la piel que recubría toda la zona del abdomen. Se concentró, aunque el corazón del macho estaba desbocado y le costaba localizar los latidos que provenían de su propio cuerpo y no fueran los del pecho. Esperó varios segundos y, finalmente, pudo notarlo, latidos desacompasados y que a veces coincidían formando uno más fuerte. Había dos vidas en su vientre. -Gemelos…- Murmuró en un hilo de voz, antes de clavar sus pardos en los foráneos y dibujarse en sus labios una sonrisa. -Son gemelos, Lobbo.-
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Thea me dio un empujón al percatarse de lo que estaba diciendo, no pude evitar ladear la sonrisa apostado sobre las sábanas mientras la miraba fijamente con el corazón desbocado.
Sus manos acariciaban su vientre, dejando el pulgar en la media luna de su ombligo.
-¿Lo oyes Thea? Hay dos, dos latidos.
Su mirada se alzó para confirmar lo que ya sabía, que tendríamos gemelos, que seríamos padres de dos niños.
Mis ojos titilaban como dos súper novas chocando con sus dos agujeros negros mientras ambos sonreíamos como idiotas hasta que nuestros labios se encontraron y nuestra risa plagada de felicidad supuso el fin de toda discusión para dar comienzo a otra cosa.
-Si es que donde pongo el ojo..-apunté con ese carácter engreído que me caracterizaba mientras ella me daba una palmada en el pecho para de seguido coger las solapas de mi camisa y plantarme un beso húmedo.
Si bien era cierto que cuando me enteré de su embarazo me quedé paralizado, no era menos cierto que el tiempo me había ido ilusionando con la idea de ser padre y ahora, ahora era feliz, algo que mis gestos delataban contra los suyos.
Lo que había empezado como una noche peligrosa, llena de desafíos, de orgullo y de ira, se había transformado en un momento íntimo en el que nos acariciábamos despacio sintiendo como nuestros labios se enterraban en los del otro.
-siento lo de antes -susurre -no debí marcarte así.*
Los ánimos habían cambiado en dos instantes, primero pasando de rabia a pasión y seguidamente a una felicidad inaudita, algo a lo que ninguno de los dos estaba acostumbrado, al menos en compañía del otro. Thea se había tomado la noticia como un castigo al principio, como esa losa que debía llevar para realizar su cometido. Sin embargo, con el paso del tiempo, sentir esa vida crecer dentro de ella había hecho que cambiara su opinión. Y ahora, de pronto, no iba a ser sólo un hijo el que trajera al mundo, sino dos. Había muchas cosas aún por aclarar y si bien no sabía cómo terminaría todo con Lobbo, en aquellos instantes se sentía dichosa por que iba a ser madre.
Bromearon entre besos, caricias y tocadas entre sus frentes cuando el castaño interpuso unos centímetros de distancia para que los ojos de ambos se encontraran.
-Shhhh, deja eso, ya está olvidado, ¿de acuerdo?
No quería que pensaran en lo ocurrido porque sino iniciaría de nuevo el círculo ese vicioso en el que parecía que vivían juntos. Acarició la barba ajena con ambas manos, deslizando los dedos hacia la nuca y le atrajo de nuevo para que sus bocas se unieran una vez más en un lento y sentido beso.
La diestra del joven Landvik parecía anclada en el vientre de la morena, acariciando, sintiendo aquel par de latidos que, en ese instante, para ellos lo significaban todo.*
Nuestras lenguas se acariciaban en un baile lento, mordidas suaves que engrosaban nuestros belfos mientras mi diestra se deslizaba por la piel tersa del vientre de Thea. Puede que nunca lo dijera, puede que no fuera el más expresivo de los hombres que conociera, pero Thea había pasado a significar algo más que un trato en mi vida.
Sonreí contra sus labios cerrando los ojos, ocultando mi mirada turbia por el alcohol al escuchar que lo dejara estar.
-No, no quiero...-dije como un niño pequeño -no quiero que me odies -reconocí seguramente porque iba demasiado ebrio como para pensar con claridad.
Nuestros cuerpos se buscaban, como imanes se atraían en momentos para repelerse en otros instantes, pero si algo sabia es que estaba perdido por la condena de sus piernas, necesitado de satisfacerme en su cuerpo pues ya no tenia ganas de hacerlo en el de otras.
Al final acabaría tocado y hundido, el amor siempre resultaba ser engañoso, un maleficio, pero mientras lo sentías revolotear en el estómago era cálido y demasiado adictivo.*
Las narices de ambos se rozaron y al escuchar la respuesta del castaño, esta negó con una leve sonrisa en los labios.
-No te odio, idiota... No podría hacerlo.
Pegó sus labios a los ajenos, dejando en ellos varios besos cortos, mientras ahuecaba las mejillas foráneas contra las palmas de sus manos. Las hizo descender por su cuello y después por la camisa, soltando uno a uno los botones que la mantenían aún medio cerrada. Ascendió una vez más para deslizar la tela por los hombros del joven Lanvik, dejando su torso al descubierto. Ella se incorporó para que él la ayudara a terminar de quitarse el camisón que seguía arrugado por encima del abdomen.
-¿Me odias tú a mí por no ser sumisa?
Preguntó, clavando sus orbes pardos en los de Lobbo, ya desnuda bajo su cuerpo. Le acarició los músculos con lentitud, disfrutando del calor que el tronco desprendía, igual al suyo, sin embargo lograba que las yemas de sus dedos hormiguearan y su corazón se aceleraba con sólo tocarle.*
Sus manos acariciaban su vientre, dejando el pulgar en la media luna de su ombligo.
-¿Lo oyes Thea? Hay dos, dos latidos.
Su mirada se alzó para confirmar lo que ya sabía, que tendríamos gemelos, que seríamos padres de dos niños.
Mis ojos titilaban como dos súper novas chocando con sus dos agujeros negros mientras ambos sonreíamos como idiotas hasta que nuestros labios se encontraron y nuestra risa plagada de felicidad supuso el fin de toda discusión para dar comienzo a otra cosa.
-Si es que donde pongo el ojo..-apunté con ese carácter engreído que me caracterizaba mientras ella me daba una palmada en el pecho para de seguido coger las solapas de mi camisa y plantarme un beso húmedo.
Si bien era cierto que cuando me enteré de su embarazo me quedé paralizado, no era menos cierto que el tiempo me había ido ilusionando con la idea de ser padre y ahora, ahora era feliz, algo que mis gestos delataban contra los suyos.
Lo que había empezado como una noche peligrosa, llena de desafíos, de orgullo y de ira, se había transformado en un momento íntimo en el que nos acariciábamos despacio sintiendo como nuestros labios se enterraban en los del otro.
-siento lo de antes -susurre -no debí marcarte así.*
Los ánimos habían cambiado en dos instantes, primero pasando de rabia a pasión y seguidamente a una felicidad inaudita, algo a lo que ninguno de los dos estaba acostumbrado, al menos en compañía del otro. Thea se había tomado la noticia como un castigo al principio, como esa losa que debía llevar para realizar su cometido. Sin embargo, con el paso del tiempo, sentir esa vida crecer dentro de ella había hecho que cambiara su opinión. Y ahora, de pronto, no iba a ser sólo un hijo el que trajera al mundo, sino dos. Había muchas cosas aún por aclarar y si bien no sabía cómo terminaría todo con Lobbo, en aquellos instantes se sentía dichosa por que iba a ser madre.
Bromearon entre besos, caricias y tocadas entre sus frentes cuando el castaño interpuso unos centímetros de distancia para que los ojos de ambos se encontraran.
-Shhhh, deja eso, ya está olvidado, ¿de acuerdo?
No quería que pensaran en lo ocurrido porque sino iniciaría de nuevo el círculo ese vicioso en el que parecía que vivían juntos. Acarició la barba ajena con ambas manos, deslizando los dedos hacia la nuca y le atrajo de nuevo para que sus bocas se unieran una vez más en un lento y sentido beso.
La diestra del joven Landvik parecía anclada en el vientre de la morena, acariciando, sintiendo aquel par de latidos que, en ese instante, para ellos lo significaban todo.*
Nuestras lenguas se acariciaban en un baile lento, mordidas suaves que engrosaban nuestros belfos mientras mi diestra se deslizaba por la piel tersa del vientre de Thea. Puede que nunca lo dijera, puede que no fuera el más expresivo de los hombres que conociera, pero Thea había pasado a significar algo más que un trato en mi vida.
Sonreí contra sus labios cerrando los ojos, ocultando mi mirada turbia por el alcohol al escuchar que lo dejara estar.
-No, no quiero...-dije como un niño pequeño -no quiero que me odies -reconocí seguramente porque iba demasiado ebrio como para pensar con claridad.
Nuestros cuerpos se buscaban, como imanes se atraían en momentos para repelerse en otros instantes, pero si algo sabia es que estaba perdido por la condena de sus piernas, necesitado de satisfacerme en su cuerpo pues ya no tenia ganas de hacerlo en el de otras.
Al final acabaría tocado y hundido, el amor siempre resultaba ser engañoso, un maleficio, pero mientras lo sentías revolotear en el estómago era cálido y demasiado adictivo.*
Las narices de ambos se rozaron y al escuchar la respuesta del castaño, esta negó con una leve sonrisa en los labios.
-No te odio, idiota... No podría hacerlo.
Pegó sus labios a los ajenos, dejando en ellos varios besos cortos, mientras ahuecaba las mejillas foráneas contra las palmas de sus manos. Las hizo descender por su cuello y después por la camisa, soltando uno a uno los botones que la mantenían aún medio cerrada. Ascendió una vez más para deslizar la tela por los hombros del joven Lanvik, dejando su torso al descubierto. Ella se incorporó para que él la ayudara a terminar de quitarse el camisón que seguía arrugado por encima del abdomen.
-¿Me odias tú a mí por no ser sumisa?
Preguntó, clavando sus orbes pardos en los de Lobbo, ya desnuda bajo su cuerpo. Le acarició los músculos con lentitud, disfrutando del calor que el tronco desprendía, igual al suyo, sin embargo lograba que las yemas de sus dedos hormiguearan y su corazón se aceleraba con sólo tocarle.*
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
La ropa abandonó nuestros cuerpos entre caricias, nuestras miradas hablaban un idioma que los labios eran incapaces de convertir en palabras pero las yemas de mis dedos surcaron el mar inquebrantable de su piel cuando por su cabeza saqué su camisón.
Bajo mi cuerpo me convertí en su escudo, sus manos se aferraron a él como si bajo este pudiera sentirse protegida.
-No me la juegues -pedí elevando el torso para morder sus labios embebiéndome de su boca con hambre, con deseo, ofrecido a unas circunstancias que pocas veces me pasaban.
Mi acero golpeó su centro, enardecido y palpitando acariciaba su botón logrando que su cuerpo se arqueara. Ladeé la sonrisa descubriendo que un roce bastaba para hacerla sentir.
No nos entendíamos, la mayor parte del tiempo éramos volcanes, perdíamos sin parar, peor de nuevo volvíamos a jugar y entonces creábamos magia, esa que ahora fluía entre ambos.*
Ladeó la cabeza sin entender aquel comentario, sus ojos se oscurecieron en cuanto el glande, húmedo y suave, se deslizó entre los labios de su sexo, provocándola, erizando el vello de su nuca y tensando los músculos de sus piernas y baja espalda. Se abrazó al cuello del macho, arqueándose y dejando caer la cabeza, para al alzarla de nuevo, morder el labio inferior ajeno y tirar de él.
-¿Quién juega con quién?
Inquirió por ese vaivén de caderas ajeno que si bien la tentaba y excitaba, no la satisfacía para nada. Con la pierna izquierda flexionada y de apoyo, alzó la derecha y con ella se abrazó a la cintura foránea, apretando, empujándole a pegarse más a ella, a penetrarla de una vez y dejarse de tonterías.*
Gruñí cuando Thea impaciente como era empujó mis nalgas con los talones para que me adentrara en sus abismos e hiciera temblar los pilares de su cordura.
Mi aliento invadió su boca antes de que mi lengua se enterrara en ella contando sus muelas, saboreando cada senda, mientras gruñía empujando con violencia.
Nuestros pechos friccionaban en un vaivén de movimientos rudos, animales que aseguraban que éramos dos alfas más que dispuestos a mostrar nuestra hambre al contrincante en una gesta a muerte.
La empalé con la estaca hasta el fondo, sus piernas se abrieron por el impulso de mis caderas mientras sus dientes se aferraban a mi cuello marcándome como suyo allí donde quedaba algún rastro de olor a otra, la escuché gruñir, lamer, poseer, éramos lo que éramos y no podíamos evitar que nuestros instintos nos ganaran la partida.*
Jadeó, gruñó y gimió con cada movimiento de pelvis ajeno, con cada caricia, lamida, mordida o beso que recorría su piel de boca del alfa que parecía no querer dejar rincón sin cubrir. Ella hizo lo mismo, con cierta saña por el cuello y los labios, allí donde se notaba el olor de la fulana rubia de la taberna que había osado tocar lo que era suyo. Le haría una visita al día siguiente y se aseguraría que entendiera que no habría segunda vez.
Bajó con ambas manos por la espalda foránea, rasgando la dermis con las uñas, dejando marcas rojizas e incluso llegando a cortar en algunos puntos. Podía oler la sangre de Lobbo y sus ojos brillaron ambarinos. Todo comenzaba como un acto humano, pero a cada embestida se volvían más animales ambos y ellos lo sabían. La ventaja era que no debían contenerse, que los dos aguantabas la fuerza sobrehumana del otro y tenían la misma estamina aproximadamente.*
Mi martillo golpeaba el yunque con tanta saña que podía imaginar las chispas saltar, calientes como estábamos nuestros cuerpos se tensaban, ríos carmesí chorreaban por mi espalda creando heridas que cerraban casi de inmediato al paso de las uñas de mi amada. ,Me gustaba aquella sensación animal, como cada pasada delataba a las bestias que en nosotros anidaban.
Gruñí llevando mi boca a su cuello, hundiendo los dientes ligeramente mientras mis gruñidos se tornaban cada vez más seguidos, roncos, acompasados al incesante movimiento de pelvis que como un péndulo empujaba mi verga dentro y fuera por completo.
Los fluidos rezumaban de afrodisiaco de la pasión mientras mi capullo tocaba las paredes del fondo con cada nueva acometida.
-No puedo mas -rugí dejando un rastro de saliva allí donde había mordido antes de elevar la cabeza con los ojos ámbar aullando a la media luna plateada.
Mi polla se sacudió violenta entre las paredes que temblaban estrangulándola mientras, con brutales sacudidas, la llenaba siguiendo penetrándola con fuerza.*
Los labios de la morena se trasladaron hasta la oreja izquierda de Lobbo, recorriéndola con la lengua y el filo de los dientes, gimiéndole al oído. Quería que notara con todos sus sentidos lo mucho que disfrutaba teniéndole dentro. El aroma a sexo que ambos desprendían, el sonido de sus jadeos, la tensión de los músculos, el estrangulamiento de su vagina alrededor del duro falo del castaño, su rostro lleno de placer con la mirada radiactiva y de pupilas dilatadas y el sabor de sus besos o el sudor que perlaba la piel de su cuello, ahora mezclada con la saliva ajena.
-No te contengas...
Susurró al buscar la boca del joven Landvik, pasando por el contorno de la mandíbula, sintiendo el cosquilleo de la barba al rozar sus belfos. Entreabrió la cavidad, dejando escapar un ronco jadeo. Las miradas de ambos estaban fijas una en la otra cuando el alfa se corrió dentro de su hembra. Ella tembló por completo, apretando el abrazo de las piernas alrededor de la cintura contraria que mantenía presa. Arqueó la espalda, despegando la zona lumbar de la cama y liberó un grito sin contención alguna, sin importarle lo que nadie pudiera pensar cuando lo oyera, porque lo harían en todo el palacio, sin duda alguna.*
Caí rendido sobre su cuerpo,no se si fue ese el momento en el que firmé mi sentencia a muerte o mas tarde cuando cerré los ojos con una sonrisa sincera pintada en el rostro.
Cerré los ojos haciendo a un lado mi cuerpo ligeramente para no aplastar el ajeno sintiendo sus dedos deslizarse por mi pelo.
-Tengo sueño -reconocí sin saber bien lo que estaba diciendo, llevábamos una noche intensa, seguramente en apenas unas horas, quizás menos, el sol con sus haces naranjas controlaría la estancia.
No tardé demasiado en caer preso de Morfeo, seguramente contestó algo pero para entonces yo ya no estaba allí con ella.*
Bajo mi cuerpo me convertí en su escudo, sus manos se aferraron a él como si bajo este pudiera sentirse protegida.
-No me la juegues -pedí elevando el torso para morder sus labios embebiéndome de su boca con hambre, con deseo, ofrecido a unas circunstancias que pocas veces me pasaban.
Mi acero golpeó su centro, enardecido y palpitando acariciaba su botón logrando que su cuerpo se arqueara. Ladeé la sonrisa descubriendo que un roce bastaba para hacerla sentir.
No nos entendíamos, la mayor parte del tiempo éramos volcanes, perdíamos sin parar, peor de nuevo volvíamos a jugar y entonces creábamos magia, esa que ahora fluía entre ambos.*
Ladeó la cabeza sin entender aquel comentario, sus ojos se oscurecieron en cuanto el glande, húmedo y suave, se deslizó entre los labios de su sexo, provocándola, erizando el vello de su nuca y tensando los músculos de sus piernas y baja espalda. Se abrazó al cuello del macho, arqueándose y dejando caer la cabeza, para al alzarla de nuevo, morder el labio inferior ajeno y tirar de él.
-¿Quién juega con quién?
Inquirió por ese vaivén de caderas ajeno que si bien la tentaba y excitaba, no la satisfacía para nada. Con la pierna izquierda flexionada y de apoyo, alzó la derecha y con ella se abrazó a la cintura foránea, apretando, empujándole a pegarse más a ella, a penetrarla de una vez y dejarse de tonterías.*
Gruñí cuando Thea impaciente como era empujó mis nalgas con los talones para que me adentrara en sus abismos e hiciera temblar los pilares de su cordura.
Mi aliento invadió su boca antes de que mi lengua se enterrara en ella contando sus muelas, saboreando cada senda, mientras gruñía empujando con violencia.
Nuestros pechos friccionaban en un vaivén de movimientos rudos, animales que aseguraban que éramos dos alfas más que dispuestos a mostrar nuestra hambre al contrincante en una gesta a muerte.
La empalé con la estaca hasta el fondo, sus piernas se abrieron por el impulso de mis caderas mientras sus dientes se aferraban a mi cuello marcándome como suyo allí donde quedaba algún rastro de olor a otra, la escuché gruñir, lamer, poseer, éramos lo que éramos y no podíamos evitar que nuestros instintos nos ganaran la partida.*
Jadeó, gruñó y gimió con cada movimiento de pelvis ajeno, con cada caricia, lamida, mordida o beso que recorría su piel de boca del alfa que parecía no querer dejar rincón sin cubrir. Ella hizo lo mismo, con cierta saña por el cuello y los labios, allí donde se notaba el olor de la fulana rubia de la taberna que había osado tocar lo que era suyo. Le haría una visita al día siguiente y se aseguraría que entendiera que no habría segunda vez.
Bajó con ambas manos por la espalda foránea, rasgando la dermis con las uñas, dejando marcas rojizas e incluso llegando a cortar en algunos puntos. Podía oler la sangre de Lobbo y sus ojos brillaron ambarinos. Todo comenzaba como un acto humano, pero a cada embestida se volvían más animales ambos y ellos lo sabían. La ventaja era que no debían contenerse, que los dos aguantabas la fuerza sobrehumana del otro y tenían la misma estamina aproximadamente.*
Mi martillo golpeaba el yunque con tanta saña que podía imaginar las chispas saltar, calientes como estábamos nuestros cuerpos se tensaban, ríos carmesí chorreaban por mi espalda creando heridas que cerraban casi de inmediato al paso de las uñas de mi amada. ,Me gustaba aquella sensación animal, como cada pasada delataba a las bestias que en nosotros anidaban.
Gruñí llevando mi boca a su cuello, hundiendo los dientes ligeramente mientras mis gruñidos se tornaban cada vez más seguidos, roncos, acompasados al incesante movimiento de pelvis que como un péndulo empujaba mi verga dentro y fuera por completo.
Los fluidos rezumaban de afrodisiaco de la pasión mientras mi capullo tocaba las paredes del fondo con cada nueva acometida.
-No puedo mas -rugí dejando un rastro de saliva allí donde había mordido antes de elevar la cabeza con los ojos ámbar aullando a la media luna plateada.
Mi polla se sacudió violenta entre las paredes que temblaban estrangulándola mientras, con brutales sacudidas, la llenaba siguiendo penetrándola con fuerza.*
Los labios de la morena se trasladaron hasta la oreja izquierda de Lobbo, recorriéndola con la lengua y el filo de los dientes, gimiéndole al oído. Quería que notara con todos sus sentidos lo mucho que disfrutaba teniéndole dentro. El aroma a sexo que ambos desprendían, el sonido de sus jadeos, la tensión de los músculos, el estrangulamiento de su vagina alrededor del duro falo del castaño, su rostro lleno de placer con la mirada radiactiva y de pupilas dilatadas y el sabor de sus besos o el sudor que perlaba la piel de su cuello, ahora mezclada con la saliva ajena.
-No te contengas...
Susurró al buscar la boca del joven Landvik, pasando por el contorno de la mandíbula, sintiendo el cosquilleo de la barba al rozar sus belfos. Entreabrió la cavidad, dejando escapar un ronco jadeo. Las miradas de ambos estaban fijas una en la otra cuando el alfa se corrió dentro de su hembra. Ella tembló por completo, apretando el abrazo de las piernas alrededor de la cintura contraria que mantenía presa. Arqueó la espalda, despegando la zona lumbar de la cama y liberó un grito sin contención alguna, sin importarle lo que nadie pudiera pensar cuando lo oyera, porque lo harían en todo el palacio, sin duda alguna.*
Caí rendido sobre su cuerpo,no se si fue ese el momento en el que firmé mi sentencia a muerte o mas tarde cuando cerré los ojos con una sonrisa sincera pintada en el rostro.
Cerré los ojos haciendo a un lado mi cuerpo ligeramente para no aplastar el ajeno sintiendo sus dedos deslizarse por mi pelo.
-Tengo sueño -reconocí sin saber bien lo que estaba diciendo, llevábamos una noche intensa, seguramente en apenas unas horas, quizás menos, el sol con sus haces naranjas controlaría la estancia.
No tardé demasiado en caer preso de Morfeo, seguramente contestó algo pero para entonces yo ya no estaba allí con ella.*
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Habían transcurrido dos semanas extrañamente apacibles para los prometidos, algo que, hasta el momento, no se había dado ni por asomo. Catorce días sin discusiones ni gruñidos, excepto durante el sexo. Había miradas cómplices, risas de vez en cuando y una Thea relativamente calmada y "obediente", algo que a Lobbo debía sorprenderle, pero que no comentaba. Sin embargo, como todo lo bueno, tenía fecha de caducidad, una que nadie había previsto aunque todos vaticinaban, porque aquel ambiente tan calmado era incluso escalofriante entre aquellos dos alfas.
De nuevo llegó algo sin remitente ni sello en el lacrado para la hija de Ruran, mas esta vez no era una simple carta, sino una caja. La doncella era distinta y la entregó en presencia del macho que de inmediato se alzó para examinar el sospechoso paquete que, en eso no había cambios, olía a canela y hojas de tabaco. La morena se incorporó de su asiento y se aproximó al joven Landvik que tenso miraba el objeto sin tocarlo, con su pecho subiendo y bajando entre resoplidos, al tiempo en que arrugaba el labio superior y mostraba los dientes.
-Ni siquiera lo abramos, Lobbo, tiremos la caja a la chimenea.
Comentó, acariciando el antebrazo izquierdo ajeno en un intento por calmar a la bestia que amenazaba con salir en cualquier instante.*
Dos semanas en las que Thea y yo habíamos sido como cualquier pareja de enamorados, nuestra vida era relativamente apacible y aunque ambos ostentábamos un fuerte carácter en estos días Thea estaba especialmente tranquila y sumisa.
Nos besábamos a cada rato, acariciábamos y cómplices hablábamos de todo..hasta que llegó el nuevo obsequio y con él mi furia convertida en caos.
Mi pecho subía y bajaba desbocado, mis ojos se habían tornado dos gigantes rojas mientras me centraba en esa caja con olor a canela.
Elevé la mirada para buscar la de mi prometida que me pedía tiráramos todo lo que contenía.
Gruñí quitándosela de un zarpazo.
-¡No! -rugí mientras el labio superior se alzaba y mis uñas crecían considerablemente casi convirtiéndose en zarpas.
Respiré varias veces por la boca tratando de conservar la calma, pero incapaz de ello la caja se cayó de mis manos y sentí como mis huesos se quebraban, aullé enfurecido moviendo el cuello que crujía violento.
-Sal, sal -ordené -sal de aquí.*
El macho, testarudo como él solo no quiso hacer caso a la morena que con palabras tranquilas y gestos cariñosos intentaba que dejara de centrarse en el paquete que reposaba frente a ambos en la mesa. Éste comenzó a gruñir y sus huesos a crujir. Thea sabía lo que eso significaba, lo había visto aquella noche en la taberna y al igual que entonces, aunque él intentara apartarla, ella no lo hizo, al menos no por ahora. Se colocó entre Lobbo y el mueble mientras los ojos de éste cambiaban de color y sus brazos se alargaban y doblaban el tamaño de su musculatura.
-No me voy a ir.
Espetó en contestación en un tono convincente y tan cabezota como lo era el del joven Landvik con sus órdenes. Llevó ambas manos a sujetar el rostro ajeno, hundiendo sus pardos en los ambarinos del licántropo.
-Confío en que no le harás daño a nuestros hijos...
Él le había prometido tiempo atrás que no le haría daño a ella, que no sería capaz de hacerlo. Podría haber hecho alusión a aquel juramento, pero deseaba anclarlo al futuro que les aguardaba más que al presente, un presente en el que el hombre por el que, aunque se negara a aceptarlo, empezaba a sentir algo, estaba perdiendo el control.*
De nuevo llegó algo sin remitente ni sello en el lacrado para la hija de Ruran, mas esta vez no era una simple carta, sino una caja. La doncella era distinta y la entregó en presencia del macho que de inmediato se alzó para examinar el sospechoso paquete que, en eso no había cambios, olía a canela y hojas de tabaco. La morena se incorporó de su asiento y se aproximó al joven Landvik que tenso miraba el objeto sin tocarlo, con su pecho subiendo y bajando entre resoplidos, al tiempo en que arrugaba el labio superior y mostraba los dientes.
-Ni siquiera lo abramos, Lobbo, tiremos la caja a la chimenea.
Comentó, acariciando el antebrazo izquierdo ajeno en un intento por calmar a la bestia que amenazaba con salir en cualquier instante.*
Dos semanas en las que Thea y yo habíamos sido como cualquier pareja de enamorados, nuestra vida era relativamente apacible y aunque ambos ostentábamos un fuerte carácter en estos días Thea estaba especialmente tranquila y sumisa.
Nos besábamos a cada rato, acariciábamos y cómplices hablábamos de todo..hasta que llegó el nuevo obsequio y con él mi furia convertida en caos.
Mi pecho subía y bajaba desbocado, mis ojos se habían tornado dos gigantes rojas mientras me centraba en esa caja con olor a canela.
Elevé la mirada para buscar la de mi prometida que me pedía tiráramos todo lo que contenía.
Gruñí quitándosela de un zarpazo.
-¡No! -rugí mientras el labio superior se alzaba y mis uñas crecían considerablemente casi convirtiéndose en zarpas.
Respiré varias veces por la boca tratando de conservar la calma, pero incapaz de ello la caja se cayó de mis manos y sentí como mis huesos se quebraban, aullé enfurecido moviendo el cuello que crujía violento.
-Sal, sal -ordené -sal de aquí.*
El macho, testarudo como él solo no quiso hacer caso a la morena que con palabras tranquilas y gestos cariñosos intentaba que dejara de centrarse en el paquete que reposaba frente a ambos en la mesa. Éste comenzó a gruñir y sus huesos a crujir. Thea sabía lo que eso significaba, lo había visto aquella noche en la taberna y al igual que entonces, aunque él intentara apartarla, ella no lo hizo, al menos no por ahora. Se colocó entre Lobbo y el mueble mientras los ojos de éste cambiaban de color y sus brazos se alargaban y doblaban el tamaño de su musculatura.
-No me voy a ir.
Espetó en contestación en un tono convincente y tan cabezota como lo era el del joven Landvik con sus órdenes. Llevó ambas manos a sujetar el rostro ajeno, hundiendo sus pardos en los ambarinos del licántropo.
-Confío en que no le harás daño a nuestros hijos...
Él le había prometido tiempo atrás que no le haría daño a ella, que no sería capaz de hacerlo. Podría haber hecho alusión a aquel juramento, pero deseaba anclarlo al futuro que les aguardaba más que al presente, un presente en el que el hombre por el que, aunque se negara a aceptarlo, empezaba a sentir algo, estaba perdiendo el control.*
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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