AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
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Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Recuerdo del primer mensaje :
Llevaban algo más de un mes en Rumanía y las cosas se habían complicado bastante, no tanto en su relación como en el reino en sí. Lobbo se había vuelto más territorial y sobreprotector aún e incluso se había negado a dejar que Thea participara en la lucha por proteger el palacio, como si pudiera evitar que ella peleara como el resto. Se habían sucedido muchas discusiones a raíz de eso, pero con esfuerzo y rebeldía, el joven Landvik había terminado cediendo. Básicamente porque no le había quedado otra opción.
Ahora las aguas estaban más calmadas o eso parecía. La morena llevaba mejor lo del embarazo, ya parecía haber encontrado un equilibrio con la vida que crecía dentro y ya no drenaba del mismo modo que al inicio su energía.
La hija del comandante se acariciaba con ambas manos el vientre que comenzaba a abultarse ligeramente. De no ser un licántropo, ni se percataría de los ligeros movimientos que tenían lugar ahí dentro, pero su extrema sensibilidad le permitía saber que las cosas iban bien de algún modo. Suspiró al alzar la vista y se encontró con una de las doncellas que, en silencio, aguardaba que le diera permiso para aproximarse. -¿Qué ocurre?- Preguntó con tono calmo, ladeando ligeramente la cabeza en un gesto muy lobuno. La muchacha se acercó a ella y con una reverencia le entregó un sobre cerrado con cera, pero sin sello. Thea arrugó la frente al verlo y lo primero que hizo fue olerlo. No le sonaba aquel aroma, el único que reconocía era el de la sirvienta y un extraño resto de tabaco y canela. Con un gesto de la mano le indicó a la chica que se marchara y la dejara a solas. Fue a sentarse al escritorio y tomó el abrecartas. Justo hundía la hoja bajo la ceja para abrir el sobre cuando se percató del acercamiento de su prometido. En un primer momento, por mero instinto, ocultó la carta, pero enseguida lo meditó, pensando de manera razonada que la orden jamás se comunicaría con ella de manera tan descarada, así que la colocó de nuevo sobre la mesa y giró la cabeza para encontrarse con los pardos del castaño. -¿Ya terminó la reunión?- Lobbo había estado hablando con Damon y Velkan, desde el ataque de los brujos se había convertido en algo periódico. Dejó ambos objetos al levantarse y se giró para acercarse al contrario. Posó las manos en el pecho del macho y las hizo descender hasta sus hombros, acercando su rostro al foráneo hasta que sus narices se rozaron lentamente. -¿Se sabe algo de la antigua reina?- Inquirió, porque aunque había repelido los ataques, acabado con muchos hechiceros oscuros y regresado la calma al reino, uno nunca estaba seguro de cuándo retornaría el mal a morar en las casas de su pueblo. Todos estaban preocupados aún y ellos, además, debían sumar los problemas propios que tenían como extraña pareja que eran. Pudo ver entonces como la mirada el alfa se desviaba hacia aquel pedazo rectangular de papel que reposaba sobre el escritorio. Se separó un poco y fue a cogerlo. -Me lo acaba de traer una de las doncellas, viene dirigido a mí, pero no tiene sello.- Sacó el papel de su interior delante del joven Landvik y se dispuso a leer el contenido, arqueando una ceja al descubrir que se trataba de una declaración de amor. -¿Es una broma tuya?- Inquirió, clavando sus orbes avellana en los ajenos.
Llevaban algo más de un mes en Rumanía y las cosas se habían complicado bastante, no tanto en su relación como en el reino en sí. Lobbo se había vuelto más territorial y sobreprotector aún e incluso se había negado a dejar que Thea participara en la lucha por proteger el palacio, como si pudiera evitar que ella peleara como el resto. Se habían sucedido muchas discusiones a raíz de eso, pero con esfuerzo y rebeldía, el joven Landvik había terminado cediendo. Básicamente porque no le había quedado otra opción.
Ahora las aguas estaban más calmadas o eso parecía. La morena llevaba mejor lo del embarazo, ya parecía haber encontrado un equilibrio con la vida que crecía dentro y ya no drenaba del mismo modo que al inicio su energía.
La hija del comandante se acariciaba con ambas manos el vientre que comenzaba a abultarse ligeramente. De no ser un licántropo, ni se percataría de los ligeros movimientos que tenían lugar ahí dentro, pero su extrema sensibilidad le permitía saber que las cosas iban bien de algún modo. Suspiró al alzar la vista y se encontró con una de las doncellas que, en silencio, aguardaba que le diera permiso para aproximarse. -¿Qué ocurre?- Preguntó con tono calmo, ladeando ligeramente la cabeza en un gesto muy lobuno. La muchacha se acercó a ella y con una reverencia le entregó un sobre cerrado con cera, pero sin sello. Thea arrugó la frente al verlo y lo primero que hizo fue olerlo. No le sonaba aquel aroma, el único que reconocía era el de la sirvienta y un extraño resto de tabaco y canela. Con un gesto de la mano le indicó a la chica que se marchara y la dejara a solas. Fue a sentarse al escritorio y tomó el abrecartas. Justo hundía la hoja bajo la ceja para abrir el sobre cuando se percató del acercamiento de su prometido. En un primer momento, por mero instinto, ocultó la carta, pero enseguida lo meditó, pensando de manera razonada que la orden jamás se comunicaría con ella de manera tan descarada, así que la colocó de nuevo sobre la mesa y giró la cabeza para encontrarse con los pardos del castaño. -¿Ya terminó la reunión?- Lobbo había estado hablando con Damon y Velkan, desde el ataque de los brujos se había convertido en algo periódico. Dejó ambos objetos al levantarse y se giró para acercarse al contrario. Posó las manos en el pecho del macho y las hizo descender hasta sus hombros, acercando su rostro al foráneo hasta que sus narices se rozaron lentamente. -¿Se sabe algo de la antigua reina?- Inquirió, porque aunque había repelido los ataques, acabado con muchos hechiceros oscuros y regresado la calma al reino, uno nunca estaba seguro de cuándo retornaría el mal a morar en las casas de su pueblo. Todos estaban preocupados aún y ellos, además, debían sumar los problemas propios que tenían como extraña pareja que eran. Pudo ver entonces como la mirada el alfa se desviaba hacia aquel pedazo rectangular de papel que reposaba sobre el escritorio. Se separó un poco y fue a cogerlo. -Me lo acaba de traer una de las doncellas, viene dirigido a mí, pero no tiene sello.- Sacó el papel de su interior delante del joven Landvik y se dispuso a leer el contenido, arqueando una ceja al descubrir que se trataba de una declaración de amor. -¿Es una broma tuya?- Inquirió, clavando sus orbes avellana en los ajenos.
Última edición por Thea Silje el Lun Jun 11, 2018 12:23 pm, editado 3 veces
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Aullé enrabietado, porque parar la transformación no era algo sencillo y Thea se empeñaba en forzarme a ello. Mi rostro entre sus manos, jadeaba contra sus labioso con los colmillos fuera en un desesperado intento por contener la ira.
-Sal -gruñí de nuevo pero esta vez dejando caer mi frente sobre la suya, resignado al escuchar sus palabras que aseguraban no lo haría -sal -repetí mas bajito contra su boca.
Había cerrado los ojos y por unos instantes solo sentía su voz clama y su respiración cálida.
El vaivén de mi pecho iba bajando en intensidad y el bombeo irascible de mi corazón que como un tambor tronando guerra retumbaba entre las paredes fue aminorando en ritmo.
Fue en ese instante en el que abrí los ojos, la caja seguía a nuestros pies, gruñí de nuevo al verla y sin poder contenerme me giré golpeando una de las mesas que estampé contra la puerta.
-¡¿Quien es?! ¡Lo mataré! ¡le arrancaré la cabeza y la colgaré en una pica para que entienda que lo mío no se toca!
Como una bestia di vueltas por la habitación fuera de mi, mas de nuevo Thea había parado la transformación mas que inminente.*
Pudo notar como el corazón del contrario reducía sus pulsaciones y la respiración se calmaba. Las caricias de su prometida seguían acariciando sus mejillas cuando las frentes de ambos se tocaron. Él insistía en que saliera, pero estaba funcionando. Los orbes de ambos se encontraron, pero, de pronto, Lobbo desvió la mirada hacia un costado y se encontró con el paquete que seguía en el suelo.
-No sé quién es. ¿Cómo puedes pensar que lo sé y te lo oculto?
La mirada de la hembra se afiló y oscureció, aunque nada de su loba salía a la luz, era un enfado con todas las de la ley como humana.
-¿Para qué quiero yo a un falso poeta?
Gruñó y cogió la caja del suelo, lanzándola contra el fuego que danzaba en la chimenea, pero con tan mala leche que no apuntó bien y ésta se estampó en un lateral, rompiéndose y abriéndose, desparramando por el suelo pétalos pútridos.*
Thea se había ofendido por mi indagación, mas si bien podía estar errado en ese momento en el que la bestia tomaba el control, ella solo conseguía con cada palabra que pronunciaba sacarme más de mis casillas.
Elevé el labio mostrándole los colmillos y con dos zancadas me planté frente a ella.
Mi diestra agarró en un puño su lacio pelo negro para que me enfrentara de cerca, ojos pardos contra los amarillos radioactivos.
-Eres mía -gruñí recordándoselo hambriento de sus labios.
Los apresé, los devoré, los marqué hasta paladear en un beso violento el sabor de la sangre.
Mi zurda se posó en su vientre acariciándolo.
-Son míos -susurré contra su boca -lo mataré.
Thea había estampado la caja contra el lateral de la chimenea, el poeta tenía un gusto un tanto retorcido, los pétalos estaban marchitos.
-Doblaré la vigilancia, mas no saldrás de aquí sin mí, este tipo es peligroso, está loco y no voy a correr riesgos.
Vale, que puestos a pensar yo también era peligroso, pero ella era mi mujer, no le haría daño nunca o al menso eso intentaría.*
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Le sorprendió que en mitad de su estado enfurecido, en vez de someterla, la besara, aunque fuera de forma voraz y posesiva. Se pasó la lengua por el labio inferior cuando la boca foránea se separó de la propia, dejando el sabor férrico de la sangre en ella. Bajó la mirada hasta la mano ajena que se posaba en su vientre y poco después la alzó de nuevo hasta encontrarse con los dorados orbes del macho.
-Los tres somos tuyos, Lobbo. Lo sé.
Suspiró, queriendo apoyar su frente en la de él, pero entonces comenzó a dar órdenes sobre la vigilancia y la prohibición que tenía de salir de allí sin él. Fijó la vista en los pétalos del suelo y la caja volcada. Dentro había una nota, oculta entre más restos de rosa marchita.
-Hay algo más en la caja...
Le comentó al castaño, dando un paso hacia atrás. Posó ambas manos allí donde antes había reposado la de él.
-No saldré sin ti, lo prometo.
Accedía por ellos, por las dos vidas que crecían en su vientre y a las que no deseaba arriesgar a pesar de lo independiente que pudiera llegar a ser Thea.*
Me acerqué a ella para besar su frente con calidez, la veía por primera vez asustada, seguramente no por ella sino por aquello que crecía en sus entrañas.
-No permitiré que te haga nada, tienes mi palabra.
Mis ojos se perdieron en sus dos titilantes orbes que habían adquirido un fantasmagórico tono amarillo.
Deslicé mi boca hasta presionar sus labios muy despacio.
-Cuidaré de ti, de ellos.
Antes de que pudiera responder, me di la vuelta acercándome a la colección de hojas muertas y a ese pequeño sobre que se camuflaba entre ellas, lo abrí, quería leer aquello que podía ahora querer aquel ser que de seguro se sentía plantado y despechado.
Abrí el sobre, mas si pensábamos solo contenía una carta, nos equivocábamos. De dentro emergió un escorpión que desubicado y sintiéndose en peligro mordió mi mano.
En principio no supondría peligro para un licano, mas no tardé en descubrir aquello que dentro del sobre había junto al regalo envenenado.
-Acónito -gruñí sacando la navaja de mi bota y abriendo con un corte pronunciado allí donde el bicho había hundido sus colmillos.*
Cerró los ojos cuando el castaño besó su frente y asintió ante las palabras ajenas, justo cuando los labios de ambos se unieron suavemente. Suspiró de nueva cuenta, observando al lobo alejarse en dirección al paquete.
-¿Qué hay escrito?
Preguntó, mas no salió una carta del sobre, sino un escorpión que picó la mano de Lobbo al instante. Ella sabía que ese veneno en comparación a la maldición del licántropo no sería nada, pero aún así no pudo evitar sobresaltarse y correr junto a su prometido. Aún no le había alcanzado que le escuchó gruñir la temida palabra.
-¡Tiene que verte un médico!
Exclamó asustada y se rasgó parte de la camisa para el sangrante corte de la mano del castaño.
-Es un psicópata, ¿cómo puede mandarme eso?
Sus orbes estaban oscurecidos y brillantes, la humedad se acumulaba en los lagrimales.*
-Los tres somos tuyos, Lobbo. Lo sé.
Suspiró, queriendo apoyar su frente en la de él, pero entonces comenzó a dar órdenes sobre la vigilancia y la prohibición que tenía de salir de allí sin él. Fijó la vista en los pétalos del suelo y la caja volcada. Dentro había una nota, oculta entre más restos de rosa marchita.
-Hay algo más en la caja...
Le comentó al castaño, dando un paso hacia atrás. Posó ambas manos allí donde antes había reposado la de él.
-No saldré sin ti, lo prometo.
Accedía por ellos, por las dos vidas que crecían en su vientre y a las que no deseaba arriesgar a pesar de lo independiente que pudiera llegar a ser Thea.*
Me acerqué a ella para besar su frente con calidez, la veía por primera vez asustada, seguramente no por ella sino por aquello que crecía en sus entrañas.
-No permitiré que te haga nada, tienes mi palabra.
Mis ojos se perdieron en sus dos titilantes orbes que habían adquirido un fantasmagórico tono amarillo.
Deslicé mi boca hasta presionar sus labios muy despacio.
-Cuidaré de ti, de ellos.
Antes de que pudiera responder, me di la vuelta acercándome a la colección de hojas muertas y a ese pequeño sobre que se camuflaba entre ellas, lo abrí, quería leer aquello que podía ahora querer aquel ser que de seguro se sentía plantado y despechado.
Abrí el sobre, mas si pensábamos solo contenía una carta, nos equivocábamos. De dentro emergió un escorpión que desubicado y sintiéndose en peligro mordió mi mano.
En principio no supondría peligro para un licano, mas no tardé en descubrir aquello que dentro del sobre había junto al regalo envenenado.
-Acónito -gruñí sacando la navaja de mi bota y abriendo con un corte pronunciado allí donde el bicho había hundido sus colmillos.*
Cerró los ojos cuando el castaño besó su frente y asintió ante las palabras ajenas, justo cuando los labios de ambos se unieron suavemente. Suspiró de nueva cuenta, observando al lobo alejarse en dirección al paquete.
-¿Qué hay escrito?
Preguntó, mas no salió una carta del sobre, sino un escorpión que picó la mano de Lobbo al instante. Ella sabía que ese veneno en comparación a la maldición del licántropo no sería nada, pero aún así no pudo evitar sobresaltarse y correr junto a su prometido. Aún no le había alcanzado que le escuchó gruñir la temida palabra.
-¡Tiene que verte un médico!
Exclamó asustada y se rasgó parte de la camisa para el sangrante corte de la mano del castaño.
-Es un psicópata, ¿cómo puede mandarme eso?
Sus orbes estaban oscurecidos y brillantes, la humedad se acumulaba en los lagrimales.*
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 178
Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Tiré de su cuerpo para pegar su cabeza a mi pecho, parecía estar a nada de caer derrotada, asustada y posiblemente frustrada.
-Shhh, tranquila, todo está bien -susurré contra su pelo dejando allí un beso.
-No cortes la hemorragia, he de desangrarme para eliminar el veneno... con la tela haz un torniquete arriba, por encima del codo, aprieta fuerte.
No era la primera vez que me enfrentaba al acónito, pero siempre era peligroso y mi prometida y su miedo estaba mas que justificado.
-Lo atraparé y pagará por esto.
Por suerte ella no había abierto el sobre, de haberlo hecho mis hijos hubieran estado en peligro.
-No volverán a entregarte ningún paquete -jadeé contra sus labios apretando el gesto por el dolor del veneno corriendo por mis venas.
No había entrado demasiado y había actuado rápido, su intención no era matarme, o matarla mejor dicho, sino producirle un aborto.
-Tranquila, todo esta bien.*
No podía evitarlo, temía por Lobbo y por lo que podría haber ocurrido de ser ella quien abriera aquella caja. Le temblaba el pulso y agradeció la ternura con la que la estaba tratando su prometido. Intentaba calmarla, hacerla sentir protegida.
-Temo que te ocurra algo...
Alzó la vista de nuevo y sus grandes pupilas negras ocupaban casi todo el círculo que le pertenecía al iris. Llevó ambas manos a la nuca foránea y le instó a agacharse un poco hasta llegar a abrazarle, rodeándole por encima de los hombros con las extremidades.
-Te prohíbo que me dejes sola con nuestros hijos, ¿me oyes?
Susurró junto al oído del joven Lanvdik. Sabía que lo que ella le permitiera o negara estaba de más, pero era su manera de decirle que no deseaba perderle y que le necesitaba.*
Sonreí contra sus labios acariciándoos con los propios, mi temperatura se elevaba por el veneno, pero en breve la pérdida de sangre eliminaría la peligrosa sustancia y todo volvería a la normalidad.
-¿Me prohibes? -me reí contra su boca restando importancia a todo y poniendo cierto tono cómico mordí su labio inferior -bien, mi preciosa alfa me prohibe dejarla sola, eso suena utópico -bromeé rodeando con mi brazo su cintura y manchando de carmesí su vestido la besé despacio, sintiendo como nuestras lenguas se acariciaba y nuestros alientos se calcinaban.
-No voy a dejarte sola...pero he de dar con el que ha hecho esto y no quiero que corras peligros. Prometo que nunca voy a dejarte completamente sola...*
Le hizo el torniquete tal y como él le había indicado, sorbiendo la nariz al intentar contener las lágrimas que se empeñaban en aflorar a sus ojos. Nunca se había sentido tan débil, debía ser culpa de las hormonas.
Se apegó al cuerpo ajeno cuando éste la atrajo por la cintura y sus labios se unieron de nuevo, dejando caer los párpados al liberar un suspiro.
-¿Qué quiere decir eso?
Inquirió al volver a mirar al contrario, tras escuchar aquella promesa en la que decía no dejarla "completamente" sola nunca.
-Si es necesario iré a buscarte al dichoso infierno y te traeré de la oreja.
Aseguro con un bajo gruñido, arrugando la frente y la nariz al mostrarle los dientes a su prometido.
-Aunque tendrás que esperar, porque no bajaré con ellos...
Comentó, acariciándose el vientre. Por nada del mundo deseaba poner a los niños en peligro. La situación había cambiado mucho en mes y medio.*
-Shhh, tranquila, todo está bien -susurré contra su pelo dejando allí un beso.
-No cortes la hemorragia, he de desangrarme para eliminar el veneno... con la tela haz un torniquete arriba, por encima del codo, aprieta fuerte.
No era la primera vez que me enfrentaba al acónito, pero siempre era peligroso y mi prometida y su miedo estaba mas que justificado.
-Lo atraparé y pagará por esto.
Por suerte ella no había abierto el sobre, de haberlo hecho mis hijos hubieran estado en peligro.
-No volverán a entregarte ningún paquete -jadeé contra sus labios apretando el gesto por el dolor del veneno corriendo por mis venas.
No había entrado demasiado y había actuado rápido, su intención no era matarme, o matarla mejor dicho, sino producirle un aborto.
-Tranquila, todo esta bien.*
No podía evitarlo, temía por Lobbo y por lo que podría haber ocurrido de ser ella quien abriera aquella caja. Le temblaba el pulso y agradeció la ternura con la que la estaba tratando su prometido. Intentaba calmarla, hacerla sentir protegida.
-Temo que te ocurra algo...
Alzó la vista de nuevo y sus grandes pupilas negras ocupaban casi todo el círculo que le pertenecía al iris. Llevó ambas manos a la nuca foránea y le instó a agacharse un poco hasta llegar a abrazarle, rodeándole por encima de los hombros con las extremidades.
-Te prohíbo que me dejes sola con nuestros hijos, ¿me oyes?
Susurró junto al oído del joven Lanvdik. Sabía que lo que ella le permitiera o negara estaba de más, pero era su manera de decirle que no deseaba perderle y que le necesitaba.*
Sonreí contra sus labios acariciándoos con los propios, mi temperatura se elevaba por el veneno, pero en breve la pérdida de sangre eliminaría la peligrosa sustancia y todo volvería a la normalidad.
-¿Me prohibes? -me reí contra su boca restando importancia a todo y poniendo cierto tono cómico mordí su labio inferior -bien, mi preciosa alfa me prohibe dejarla sola, eso suena utópico -bromeé rodeando con mi brazo su cintura y manchando de carmesí su vestido la besé despacio, sintiendo como nuestras lenguas se acariciaba y nuestros alientos se calcinaban.
-No voy a dejarte sola...pero he de dar con el que ha hecho esto y no quiero que corras peligros. Prometo que nunca voy a dejarte completamente sola...*
Le hizo el torniquete tal y como él le había indicado, sorbiendo la nariz al intentar contener las lágrimas que se empeñaban en aflorar a sus ojos. Nunca se había sentido tan débil, debía ser culpa de las hormonas.
Se apegó al cuerpo ajeno cuando éste la atrajo por la cintura y sus labios se unieron de nuevo, dejando caer los párpados al liberar un suspiro.
-¿Qué quiere decir eso?
Inquirió al volver a mirar al contrario, tras escuchar aquella promesa en la que decía no dejarla "completamente" sola nunca.
-Si es necesario iré a buscarte al dichoso infierno y te traeré de la oreja.
Aseguro con un bajo gruñido, arrugando la frente y la nariz al mostrarle los dientes a su prometido.
-Aunque tendrás que esperar, porque no bajaré con ellos...
Comentó, acariciándose el vientre. Por nada del mundo deseaba poner a los niños en peligro. La situación había cambiado mucho en mes y medio.*
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Apreté el brazo con fuerza, mi futura esposa insistía en que fuera al médico, pasaría, no había una gran urgencia pues aunque el acónito era peligroso, lo eliminaría. La pretensión de aquel "demente" no era matarla, era forzarla a perder a mi descendencia.
-Estoy bien, así que tendrás que cogerme de la oreja para retenerme, no consentiré que nadie atente contra tu vida ¿que hombre sería? -susurré ladeando la sonrisa. La atraje con mi diestra soltando mi brazo izquierdo que quedó pegado a mi cuerpo, adormecido y adolorido.
Mis labios chocaron contra sus belfos, aun temblaba, la loba estaba asustada y aquel signo de debilidad me pareció ciertamente bello de admirar.
Era un alfa, como yo pocas veces mostrábamos la otra cara de la luna y sin embargo últimamente parecíamos confiar en el otro.
No habían habido más faldas, más besos, más mujeres en mi lecho, no porque ella me lo prohibiera, si no porque simplemente mis necesidades parecían arrastrarme cada noche a ella de vuelta.
Mordí su labio inferior y rocé con mi nariz la ajena, tenía que irme, buscar al admirador poeta, aun podía seguir su rastro si esa carta a palacio había llegado de su mano, quedarme entre sus brazos era una imprudencia.
-Doblaré la vigilancia, pero he de irme -dije alzando mis dos pardos.*
Sabía que el orgullo del macho era superior a sus fuerzas, pero también comprendía que quisiera protegerla. Ella llevaba a su prole en el vientre y aunque ambos siguieran empeñados en defender que lo que tenían era un trato, las cosas habían cruzado esa línea ya hacía tiempo sin que ninguno de los dos pudiera evitarlo. Llegarían tiempos difíciles en los que tendrían que afrontar la realidad, pero hasta que esos días llegaran, seguirían pretendiendo y medio ocultando que se atraían demasiado.
-Serías un hombre sensato... Pero los lobos no somos sensatos, ¿cierto?
Respondió a aquella hipotética pregunta, antes de que los labios de ambos se encontraran en un nuevo beso. Sus cuerpos eran como dos polos de un imán, necesitaban pegarse el uno al otro, era inevitable. Correspondió al gesto lobuno cuando sus narices se rozaron, suspirando antes de que sus orbes se cruzaran con la mirada ajena.
-Lleva escolta, no sea imprudente, Lobbo. Te necesitamos...
La voz se le quebró por un instante al pronunciar aquellas dos últimas palabras, pero pronto se recompuso, carraspeando.
-Sé que tú solo puedes con el mundo, pero hazme caso, por favor. No vayas sin ayuda.*
Sonreí contra sus labios, su aliento empujaba aquellas palabras que sabían dulces nublando mi cordura.
-Vaya, mi prometida se preocupa en demasía.
Aflojé las cintas que sujetaban mi brazo a modo de torniquete volviendo a sentir fluir la vitae por mis venas.
-Iré solo, será mas répido, soy un buen rastreador, no necesito ayuda para vencer a un hombre Thea, pero te doy mi palabra de que si la cosa se complica, si veo que no está solo, volveré, reclutaré un ejercito y lo machacaré con él ¿de acuerdo?
Deposité un beso húmedo en sus labios que se prolongó durante un buen rato, como un hechizo la loba parecía tener el don de atraparme entre sus brazos y también entre sus piernas.
-He de irme -musité aun con los ojos cerrados contra su boca -o no tendré nada que seguir.
Me separé para ir al armero a recoger la espada y las correas que podían a mi pecho sujetarla.
-No me esperes despierta -dije guiñándole un ojo con picardía.*
-Claro que me preocupo, porque mi prometido es demasiado impulsivo.
Aseguró la morena, aunque se resignó a la contestación del alfa. Conocía lo suficiente a Lobbo como para saber que no atendería a razones, que cuando se le metía algo entre ceja y ceja, de allí no salía.
-Está bien...
Rodeó el cuello ajeno con los brazos cuando sus bocas se juntaron una vez más. Temía soltarlo, que se marchara y no regresara. Un nudo se anidó en su garganta y los bebés hicieron de las suyas en su vientre. Ahora sabían que venían dos, que no sería sólo un heredero. ¿Sería por eso que al inicio la drenaban de aquel modo? Eran conscientes de la magia que residía gestando en su interior, pero no de si eran ambos los que la portaban o únicamente uno de ellos.
Se separó a regañadientes del macho, pegando su frente a la foránea y descendió hasta que notó que la nariz ajena se hundía en su cabello. Le soltó y siguió con la mirada cada gesto, cada pieza que se ponía para prepararse. Mordiéndose el labio contuvo las ganas de retenerle a su lado. Debía ser fuerte, era una alfa.
-Ve con cuidado.
Fue lo último que le pidió, sujetándose una mano con la otra a la espalda para no decir ni hacer más de la cuenta. A veces sentía que las palabras se agolpaban en su lengua, pero la cordura ganaba siempre. Por ahora.*
Cerré la puerta nada mas atravesar el umbral, bajé las escaleras de dos en dos a toda velocidad, mi zurda estaba inmóvil todavía, mas no la necesitaba para poder rastrear.
Allí donde la misiva fue entregada a aquel que la hizo llegar a Thea aspiré aire en profundidad. Apenas era capaz de notar los matices, desde entonces habían pasado muchos, comida, perfume, cada uno con un olor distinto, algunos conocidos, otros extraños hasta que me pareció dar con aquel olor a canela o nuez moscada o algo por el estilo.
Con aquel rastro en mis fosas nasales corrí a las caballerizas, ensillé el caballo y de un salto monté sobre el espectro emprendiendo camino hacia la profundidad del bosque. Cabalgué durante horas, el olor se perdía y de nuevo lo hallaba hasta que di con el nuevamente, más intenso, más poderoso, estaba solo. Desmonté de un salto aproximándome a una gruta cercana, olía a leños prendidos, elevé la mirada lobuna mirado por encima de los matorrales mientras desenvainaba la espada dispuesto a adentrarme en los confines de la gruta.*
Cuando Lobbo abandonó la estancia, la morena hizo llamar a una sirvienta para que se encargara de recoger los restos del "regalo". La muchacha era humana, a ella el acónito no le afectaría y Thea no deseaba poner en peligro a los hijos que llevaba dentro, ni tampoco de preocupar a su prometido que, cabezón como era, se había empeñado en salir solo a darle caza al supuesto poeta.
Aunque llevaba ya cierto tiempo en Rumanía, la hija de Ruran no se había tomado la molestia de interactuar mucho con nadie, por lo que no tenía amigas ni nadie a quien recurrir ante la preocupación que sentía. Decidió ir a la cocina a por algo de comida, tal vez si se alimentaba, las vidas que se revolvían en su vientre, le dieran cierta tregua a la agitación que tenían.
Se sentó en una silla allí mismo, bajo la inquisitiva mirada de la cocinera que, medio disimulando, intentaba que no se le notara que no comprendía que en vez de subirse las cosas a su cuarto, se aposentara allí como si no fuera la prometida del joven Landvik, sino una simple empleada.*
-Estoy bien, así que tendrás que cogerme de la oreja para retenerme, no consentiré que nadie atente contra tu vida ¿que hombre sería? -susurré ladeando la sonrisa. La atraje con mi diestra soltando mi brazo izquierdo que quedó pegado a mi cuerpo, adormecido y adolorido.
Mis labios chocaron contra sus belfos, aun temblaba, la loba estaba asustada y aquel signo de debilidad me pareció ciertamente bello de admirar.
Era un alfa, como yo pocas veces mostrábamos la otra cara de la luna y sin embargo últimamente parecíamos confiar en el otro.
No habían habido más faldas, más besos, más mujeres en mi lecho, no porque ella me lo prohibiera, si no porque simplemente mis necesidades parecían arrastrarme cada noche a ella de vuelta.
Mordí su labio inferior y rocé con mi nariz la ajena, tenía que irme, buscar al admirador poeta, aun podía seguir su rastro si esa carta a palacio había llegado de su mano, quedarme entre sus brazos era una imprudencia.
-Doblaré la vigilancia, pero he de irme -dije alzando mis dos pardos.*
Sabía que el orgullo del macho era superior a sus fuerzas, pero también comprendía que quisiera protegerla. Ella llevaba a su prole en el vientre y aunque ambos siguieran empeñados en defender que lo que tenían era un trato, las cosas habían cruzado esa línea ya hacía tiempo sin que ninguno de los dos pudiera evitarlo. Llegarían tiempos difíciles en los que tendrían que afrontar la realidad, pero hasta que esos días llegaran, seguirían pretendiendo y medio ocultando que se atraían demasiado.
-Serías un hombre sensato... Pero los lobos no somos sensatos, ¿cierto?
Respondió a aquella hipotética pregunta, antes de que los labios de ambos se encontraran en un nuevo beso. Sus cuerpos eran como dos polos de un imán, necesitaban pegarse el uno al otro, era inevitable. Correspondió al gesto lobuno cuando sus narices se rozaron, suspirando antes de que sus orbes se cruzaran con la mirada ajena.
-Lleva escolta, no sea imprudente, Lobbo. Te necesitamos...
La voz se le quebró por un instante al pronunciar aquellas dos últimas palabras, pero pronto se recompuso, carraspeando.
-Sé que tú solo puedes con el mundo, pero hazme caso, por favor. No vayas sin ayuda.*
Sonreí contra sus labios, su aliento empujaba aquellas palabras que sabían dulces nublando mi cordura.
-Vaya, mi prometida se preocupa en demasía.
Aflojé las cintas que sujetaban mi brazo a modo de torniquete volviendo a sentir fluir la vitae por mis venas.
-Iré solo, será mas répido, soy un buen rastreador, no necesito ayuda para vencer a un hombre Thea, pero te doy mi palabra de que si la cosa se complica, si veo que no está solo, volveré, reclutaré un ejercito y lo machacaré con él ¿de acuerdo?
Deposité un beso húmedo en sus labios que se prolongó durante un buen rato, como un hechizo la loba parecía tener el don de atraparme entre sus brazos y también entre sus piernas.
-He de irme -musité aun con los ojos cerrados contra su boca -o no tendré nada que seguir.
Me separé para ir al armero a recoger la espada y las correas que podían a mi pecho sujetarla.
-No me esperes despierta -dije guiñándole un ojo con picardía.*
-Claro que me preocupo, porque mi prometido es demasiado impulsivo.
Aseguró la morena, aunque se resignó a la contestación del alfa. Conocía lo suficiente a Lobbo como para saber que no atendería a razones, que cuando se le metía algo entre ceja y ceja, de allí no salía.
-Está bien...
Rodeó el cuello ajeno con los brazos cuando sus bocas se juntaron una vez más. Temía soltarlo, que se marchara y no regresara. Un nudo se anidó en su garganta y los bebés hicieron de las suyas en su vientre. Ahora sabían que venían dos, que no sería sólo un heredero. ¿Sería por eso que al inicio la drenaban de aquel modo? Eran conscientes de la magia que residía gestando en su interior, pero no de si eran ambos los que la portaban o únicamente uno de ellos.
Se separó a regañadientes del macho, pegando su frente a la foránea y descendió hasta que notó que la nariz ajena se hundía en su cabello. Le soltó y siguió con la mirada cada gesto, cada pieza que se ponía para prepararse. Mordiéndose el labio contuvo las ganas de retenerle a su lado. Debía ser fuerte, era una alfa.
-Ve con cuidado.
Fue lo último que le pidió, sujetándose una mano con la otra a la espalda para no decir ni hacer más de la cuenta. A veces sentía que las palabras se agolpaban en su lengua, pero la cordura ganaba siempre. Por ahora.*
Cerré la puerta nada mas atravesar el umbral, bajé las escaleras de dos en dos a toda velocidad, mi zurda estaba inmóvil todavía, mas no la necesitaba para poder rastrear.
Allí donde la misiva fue entregada a aquel que la hizo llegar a Thea aspiré aire en profundidad. Apenas era capaz de notar los matices, desde entonces habían pasado muchos, comida, perfume, cada uno con un olor distinto, algunos conocidos, otros extraños hasta que me pareció dar con aquel olor a canela o nuez moscada o algo por el estilo.
Con aquel rastro en mis fosas nasales corrí a las caballerizas, ensillé el caballo y de un salto monté sobre el espectro emprendiendo camino hacia la profundidad del bosque. Cabalgué durante horas, el olor se perdía y de nuevo lo hallaba hasta que di con el nuevamente, más intenso, más poderoso, estaba solo. Desmonté de un salto aproximándome a una gruta cercana, olía a leños prendidos, elevé la mirada lobuna mirado por encima de los matorrales mientras desenvainaba la espada dispuesto a adentrarme en los confines de la gruta.*
Cuando Lobbo abandonó la estancia, la morena hizo llamar a una sirvienta para que se encargara de recoger los restos del "regalo". La muchacha era humana, a ella el acónito no le afectaría y Thea no deseaba poner en peligro a los hijos que llevaba dentro, ni tampoco de preocupar a su prometido que, cabezón como era, se había empeñado en salir solo a darle caza al supuesto poeta.
Aunque llevaba ya cierto tiempo en Rumanía, la hija de Ruran no se había tomado la molestia de interactuar mucho con nadie, por lo que no tenía amigas ni nadie a quien recurrir ante la preocupación que sentía. Decidió ir a la cocina a por algo de comida, tal vez si se alimentaba, las vidas que se revolvían en su vientre, le dieran cierta tregua a la agitación que tenían.
Se sentó en una silla allí mismo, bajo la inquisitiva mirada de la cocinera que, medio disimulando, intentaba que no se le notara que no comprendía que en vez de subirse las cosas a su cuarto, se aposentara allí como si no fuera la prometida del joven Landvik, sino una simple empleada.*
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Con cuidado me adentré en la caverna, si sabía usar el acónito de seguro sería peligroso. El humo tal y como entraba nublaba mi visión, así como mi olfato, sacudí la cabeza, algo estaban quemando en esa hoguera... aspiré antes de toser, los ojos empezaron a llorarme y con el antebrazo pude limpiarlos manteniendo frente a mi nariz la tela para poder seguir avanzando.
No me costó mucho llegar, una hoguera y tras ella una sombra cubierta por una especie de capa de piel de oso, no se movía, como si nada, pero el olor era inconfundible, era de él.
Me acerqué en actitud amenazante con el filo de mi espada apuntándole, me costaba enfocarlo pero eso no me arrancaría mi merecida victoria de las manos.
Entonces descubrí mi error, la capa caía sobre un inerte tronco que hacía las veces de cuerpo, era una trampa, no había hombre alguno.
Tosí de nuevo, me centré en la fogata, quemaban un ramillete de belladona, veneno.
-¡Mierda! -gruñí tratando de salir de allí con rapidez.
La belladona era una plata tóxica, un veneno fuerte que podría matarme, pero que al ser lobo y no humano me daba cierta ventaja para aguantarlo.
El poeta imaginaba que al ser un príncipe vendría acompañado por un séquito, pretendía matar a los humanos, sabía que yo no caería, así que para mi parecía tener otro sino preparado.
Tosiendo salí de allí, me costó bastante tomar una bocanada de aire puro, limpiar mis pulmones, me dejé caer al suelo gruñendo, rugiendo con los ojos rojos y enrabiado como un niño, parecía sacarme ventaja el hijo de puta del demente que quería a mi esposa.*
Tal vez la mirada de la cocinera tenía más que ver con las cantidades ingentes de comida que se situaban sobre la mesa, frente a la morena, que no por el simple hecho de andar llevándoselas a la boca con las manos. Pan, queso, carne cruda, curada, asada, bizcocho y montones de leche, porque el agua no le apetecía, asegurando que le daba náuseas. Se limpió la boca con el antebrazo, sin miramientos, porque la preocupación hacía que el resto de cosas le importaran un pimiento. Sentía ansiedad y el único método que conocía para saciarla y estaba al alcance, era llenarse el estómago de buena comida y en abundancia.
-¿Puedo prepararle algo a la señora?- Preguntó la mujer entrada en años que portaba un mandil y llevaba un rato frotando una gran olla medio carbonizada.
Thea negó, porque allí delante tenía todo lo que necesitaba. Todo menos a Lobbo, claro.*
Volví de nuevo a casa, furibundo entré en la cámara donde mi prometida reposaba, desobediente alzó su cuerpo, no había dormido y por el gesto que ya conocía en mi sabía que las cosas no habían ido como yo quería en ningún momento.
Cerré la puerta a mis espaldas aflojé los correajes con un deje de dolor en mi brazo izquierdo y dejé caer todo sobre la mesa del lateral de la estancia.
-No he dado con él -dije con una mezcla de rabia y vergüenza.
Caminé hacia el lecho, sus pardos se hundían en los míos esperado no sé bien qué.
-Lo mataré -mis palabras sonaron a promesa.*
Después de quedar saciada, dejó a una cocinera sorprendida tras dedicarle un gracias y regresó a su habitación. Se quitó la ropa, se puso el camisón y se metió en la cama. Sería imposible dormir, pero su cuerpo le reclamaba reposo de un modo u otro, así que le daría algo de tregua poniendo las piernas en alto tras colocar bajo los gemelos un par de almohadas.
Pasaron un par de horas antes de que Lobbo regresara. Le olió ya en la distancia, como también notó que no se percibía el aroma de la sangre. Incluso antes de verle o de que le dijera que no había dado con el sujeto, ella ya lo sabía. Se incorporó para recibirle, bajando los pies de los cojines y apartó la ropa de cama, haciéndole hueco a su lado.
-Sé que le matarás.
Aseguró, dándole esa confianza que sabía que ahora necesitaba. Llevó la diestra a la mejilla ajena, acariciando con los dedos su barba.
-¿Qué ha ocurrido? Tienes las pupilas dilatadas y los ojos enrojecidos...*
Dejé caer mi frente sobre la ajena cerrando esos ojos que delataban mi estado, mi nariz rozó la suya despacio, dejándome embriagar de su olor, de la calidez de su cuerpo.
-Belladona, había prendido una hoguera en una gruta, había dejado hasta allí un rastro marcado y dentro su capa de piel, si hubiera ido acompañado quizás no hubiéramos salido de allí, no todos al menos.
Es peligroso Thea, no es un loco cualquiera, parece saber de venenos, de lobos, de ti -abrí los ojos chocando mis ámbar con su mirada parda.
-Has de ir con cuidado, no quiero asustarte, pero te pido prudencia hasta que le dé caza y muerte ¿bien? -sujeté su rostro con la palma de mis manos antes de sonreír para quitar importancia a todo -¿así que llevas toda la vida enamorada de mí? -bromeé mordiendo sus belfos ensanchando la sonrisa -¿y? ..y ahora que estoy aquí ¿que vas a hacer conmigo? -pregunté con un deje divertido que pretendía hacerle olvidar el peligro.*
La preocupación tintó el rostro de la morena en cuanto escuchó lo que ambos habían deducido al aparecer en la caja aquel escorpión alimentado con acónito. Aunque el uso de esa planta era bastante conocido para todos los licántropos y por los cazadores y los brujos, pero si ya se hablaba de otras hierbas, la cosa comenzaba a ponerse aún más seria. Con toda seguridad se trataría de un hechicero o de un aprendiz de éstos, porque sino hubiese recurrido a trucos más sucios, a magia.
-Siempre he sido la prudente de los dos, ¿no?
Preguntó como contestación al interrogante de Lobbo, asintiendo con las manos ajenas enmarcando su rostro. Le miró a los ojos tras el breve mordisco y asintió.
-Ahora lo que voy a hacer contigo es aguantarte, porque eres un testarudo.
Intentó seguir su tono bromista. Los dos necesitaban relajarse, aunque a los dos les carcomiera el miedo la cabeza. Por el otro y por aquellas dos vidas que crecían dentro de Thea.
Posó sus manos sobre las foráneas, acariciando el dorso con las yemas de los dedos al descender con éstos hacia las muñecas e hizo que el macho retirase lentamente sus palmas y bajara con éstas hasta rodear la cintura de la hembra. Ella se recostó boca arriba en la cama y guió la cabeza del joven Landvik con la zurda para que pegara la oreja a su abultado vientre.
-Dime lo que oyes...*
Me dejé guiar por mi prometida sin borrar la sonrisa, con mi oreja pegada a su vientre y sus dedos peinando mi pelo me preguntó qué escuchaba en ese momento.
-A ver..-dije llevando mi mano a su vientre para hacerle cosquillas con la yema de mis dedos - ummm, dos corazones que laten rápidos y otro de fondo, más fuerte, más grande -elevé la mirada encontrándome con sus pardos -el tuyo. Escucho como se mueven, el agua en la que nadan, escucho tu vientre contraerse por las cosquillas ¿que más he de escuchar Thea? -pregunté alzando la cabeza para mirarla*
No me costó mucho llegar, una hoguera y tras ella una sombra cubierta por una especie de capa de piel de oso, no se movía, como si nada, pero el olor era inconfundible, era de él.
Me acerqué en actitud amenazante con el filo de mi espada apuntándole, me costaba enfocarlo pero eso no me arrancaría mi merecida victoria de las manos.
Entonces descubrí mi error, la capa caía sobre un inerte tronco que hacía las veces de cuerpo, era una trampa, no había hombre alguno.
Tosí de nuevo, me centré en la fogata, quemaban un ramillete de belladona, veneno.
-¡Mierda! -gruñí tratando de salir de allí con rapidez.
La belladona era una plata tóxica, un veneno fuerte que podría matarme, pero que al ser lobo y no humano me daba cierta ventaja para aguantarlo.
El poeta imaginaba que al ser un príncipe vendría acompañado por un séquito, pretendía matar a los humanos, sabía que yo no caería, así que para mi parecía tener otro sino preparado.
Tosiendo salí de allí, me costó bastante tomar una bocanada de aire puro, limpiar mis pulmones, me dejé caer al suelo gruñendo, rugiendo con los ojos rojos y enrabiado como un niño, parecía sacarme ventaja el hijo de puta del demente que quería a mi esposa.*
Tal vez la mirada de la cocinera tenía más que ver con las cantidades ingentes de comida que se situaban sobre la mesa, frente a la morena, que no por el simple hecho de andar llevándoselas a la boca con las manos. Pan, queso, carne cruda, curada, asada, bizcocho y montones de leche, porque el agua no le apetecía, asegurando que le daba náuseas. Se limpió la boca con el antebrazo, sin miramientos, porque la preocupación hacía que el resto de cosas le importaran un pimiento. Sentía ansiedad y el único método que conocía para saciarla y estaba al alcance, era llenarse el estómago de buena comida y en abundancia.
-¿Puedo prepararle algo a la señora?- Preguntó la mujer entrada en años que portaba un mandil y llevaba un rato frotando una gran olla medio carbonizada.
Thea negó, porque allí delante tenía todo lo que necesitaba. Todo menos a Lobbo, claro.*
Volví de nuevo a casa, furibundo entré en la cámara donde mi prometida reposaba, desobediente alzó su cuerpo, no había dormido y por el gesto que ya conocía en mi sabía que las cosas no habían ido como yo quería en ningún momento.
Cerré la puerta a mis espaldas aflojé los correajes con un deje de dolor en mi brazo izquierdo y dejé caer todo sobre la mesa del lateral de la estancia.
-No he dado con él -dije con una mezcla de rabia y vergüenza.
Caminé hacia el lecho, sus pardos se hundían en los míos esperado no sé bien qué.
-Lo mataré -mis palabras sonaron a promesa.*
Después de quedar saciada, dejó a una cocinera sorprendida tras dedicarle un gracias y regresó a su habitación. Se quitó la ropa, se puso el camisón y se metió en la cama. Sería imposible dormir, pero su cuerpo le reclamaba reposo de un modo u otro, así que le daría algo de tregua poniendo las piernas en alto tras colocar bajo los gemelos un par de almohadas.
Pasaron un par de horas antes de que Lobbo regresara. Le olió ya en la distancia, como también notó que no se percibía el aroma de la sangre. Incluso antes de verle o de que le dijera que no había dado con el sujeto, ella ya lo sabía. Se incorporó para recibirle, bajando los pies de los cojines y apartó la ropa de cama, haciéndole hueco a su lado.
-Sé que le matarás.
Aseguró, dándole esa confianza que sabía que ahora necesitaba. Llevó la diestra a la mejilla ajena, acariciando con los dedos su barba.
-¿Qué ha ocurrido? Tienes las pupilas dilatadas y los ojos enrojecidos...*
Dejé caer mi frente sobre la ajena cerrando esos ojos que delataban mi estado, mi nariz rozó la suya despacio, dejándome embriagar de su olor, de la calidez de su cuerpo.
-Belladona, había prendido una hoguera en una gruta, había dejado hasta allí un rastro marcado y dentro su capa de piel, si hubiera ido acompañado quizás no hubiéramos salido de allí, no todos al menos.
Es peligroso Thea, no es un loco cualquiera, parece saber de venenos, de lobos, de ti -abrí los ojos chocando mis ámbar con su mirada parda.
-Has de ir con cuidado, no quiero asustarte, pero te pido prudencia hasta que le dé caza y muerte ¿bien? -sujeté su rostro con la palma de mis manos antes de sonreír para quitar importancia a todo -¿así que llevas toda la vida enamorada de mí? -bromeé mordiendo sus belfos ensanchando la sonrisa -¿y? ..y ahora que estoy aquí ¿que vas a hacer conmigo? -pregunté con un deje divertido que pretendía hacerle olvidar el peligro.*
La preocupación tintó el rostro de la morena en cuanto escuchó lo que ambos habían deducido al aparecer en la caja aquel escorpión alimentado con acónito. Aunque el uso de esa planta era bastante conocido para todos los licántropos y por los cazadores y los brujos, pero si ya se hablaba de otras hierbas, la cosa comenzaba a ponerse aún más seria. Con toda seguridad se trataría de un hechicero o de un aprendiz de éstos, porque sino hubiese recurrido a trucos más sucios, a magia.
-Siempre he sido la prudente de los dos, ¿no?
Preguntó como contestación al interrogante de Lobbo, asintiendo con las manos ajenas enmarcando su rostro. Le miró a los ojos tras el breve mordisco y asintió.
-Ahora lo que voy a hacer contigo es aguantarte, porque eres un testarudo.
Intentó seguir su tono bromista. Los dos necesitaban relajarse, aunque a los dos les carcomiera el miedo la cabeza. Por el otro y por aquellas dos vidas que crecían dentro de Thea.
Posó sus manos sobre las foráneas, acariciando el dorso con las yemas de los dedos al descender con éstos hacia las muñecas e hizo que el macho retirase lentamente sus palmas y bajara con éstas hasta rodear la cintura de la hembra. Ella se recostó boca arriba en la cama y guió la cabeza del joven Landvik con la zurda para que pegara la oreja a su abultado vientre.
-Dime lo que oyes...*
Me dejé guiar por mi prometida sin borrar la sonrisa, con mi oreja pegada a su vientre y sus dedos peinando mi pelo me preguntó qué escuchaba en ese momento.
-A ver..-dije llevando mi mano a su vientre para hacerle cosquillas con la yema de mis dedos - ummm, dos corazones que laten rápidos y otro de fondo, más fuerte, más grande -elevé la mirada encontrándome con sus pardos -el tuyo. Escucho como se mueven, el agua en la que nadan, escucho tu vientre contraerse por las cosquillas ¿que más he de escuchar Thea? -pregunté alzando la cabeza para mirarla*
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Las yemas de los dedos del macho rozaban su vientre y lograban que la piel de la morena se erizara a su paso. Ella le seguía peinando suavemente con la diestra, observándole con una sonrisa en los labios.
-¿Y no oyes el tuyo? Porque yo lo oigo desde aquí...
Contestó a su pregunta, riendo bajo. Notaba el pulso acelerado de Lobbo y no por el enfado de antes, sino por el momento que experimentaban justo en ese instante.
-¿Qué crees que hacen ahí dentro? ¿Crees que nos oyen? ¿Que pueden entender algo de lo que decimos?
Los dos eran novatos en eso de la paternidad y aunque quisieran negarlo en muchas ocasiones, se sentían ilusionados ante la idea. Sí, nada se había dado como ellos habían querido. Ninguno de los dos hubiese planeado a aquella altura de sus vidas tener hijos, pero había ocurrido y no lo lamentaban.*
Ladeé la sonrisa aun con mi oido pegado a su viente.
-¿Mi corazón? hasta hace poco pensaba no tener corazón, así que sí, lo escucho, late fuerte como el tuyo, como el de nuestros hijos, se que esto empezó como un acuerdo "de negocios" quiero que sepas...-No terminé la frase cuando la puerta fue golpeada por un de las doncellas, mi padre requería mi presencia.
La joven se marcho con una sutil reverencia antes de que yo me alzara del lecho para clazarme nuevamente la ropa.
-Problemas -conocía a mi padre lo suficiente como para saber que no irrumpiría en plena noche de no ser importante -ahora vuelvo.
Atravesé el corredor rumbo al despacho de Damon, como imaginé, mi hermano estaba ya allí reunido en ese momento.
Me encogí de hombros cuando Velkan ladeó la sonrisa ante el misterio de haber sido llamados a estas horas de la noche intempestivas, al parecer él también se divertía con la dama que últimamente frecuentaba en demasía, apestaba al perfume caro de esta.
Padre fue el último en llegar, su gesto delataba la tensión del momento y no tardó en decirnos porque habíamos sido allí convocados.
Le había llegado información sobre los fieles súbditos de la anterior reina, si bien habíamos aniquilado a muchos de esos que escaparon, al parecer una pequeña facción se había hecho fuerte en Transilvania, teníamos que darles caza antes de que buscaran nuevos medios, más alianzas, la inquisición bien podía con el fin de hacernos caer aliarse con un mal menor.*
Se quedó sin saber lo que el lobo quería decirlo, porque una sirvienta apareció, llamando a su prometido al despacho de su padre. Algo tenía que haber ocurrido bastante serio para que Damon dejara a Brianna de noche y reuniera a sus hijos con urgencia.
La morena se incorporó, sentándose en la cama y observó al macho vestirse. Los niños se movieron alterados en su vientre y con ambas manos acarició la zona intentarlo calmarlos.
-Pero nada de irte sin venir a verme, ¿me oyes?
Sabía lo impulsivo que era el joven Landvik y que si se le requería, saldría empuñando la espada sin mirar atrás. Ella era sólo su prometida por interés, pero esperaba que no olvidara que también se había convertido en la madre de su linaje.
-Ve con cuidado.
Añadió al verle partir y se quedó despierta, aguardando su regreso. No siempre podía decirle lo que ocurría, pues el rey era receloso de la información que tenía. Ella mejor que nadie comprendía que lo fuera, a fin de cuentas, era una espía.*
Al regresar al lecho Thea me esperaba despierta, ladeé la sonrisa cerrando tras de mi la puerta mientras empezaba a quitarme cada prenda de ropa dejándola caer al suelo con un picara sonrisa.
-Se está convirtiendo en costumbre que me esperes despierta -dije caminando hacía ella.
Gateé por el lecho llegando a su altura y me dejé vencer a su lado.
Mis labios recorrieron los ajenos mordiéndolos primero con cierta suavidad hasta que el beso se tornó frenético y salvaje como ambos acostumbrábamos a tomarnos.
-¿Y me has esperado despierta por algún motivo? -susurré contra su boca.*
Al verle regresar, ella estaba tensa, no sabía cómo volvería, y no fue hasta que le vio sonreír que ella se relajó y también lo hizo. Le observó desnudarse y moverse por el colchón hasta recostarse a su lado. La morena se tumbó también, acariciando la barba ajena mientras le devolvía los mordiscos uno a uno.
Le rodeó el cuello con los brazos cuando el beso se intensificó, moviéndose hasta casi colocarse encima el cuerpo del macho.
-Porque estaba preocupada, obviamente.
Respondió con mirada seria y tono algo fiero, aunque pronto se calmó de nuevo, pegando su frente a la foránea con un suspiro.
-Bueno y también porque quiero saber qué era lo que ibas a decirme antes...
Confesó con un mínimo sentimiento de vergüenza, algo casi inexistente.*
Ladeé la cabeza en un gesto muy lobuno, si bien era cierto que ella siempre confesó estar de mi enamorada me sorprendía el interés de saber lo que quería decir al ser interrumpido por la doncella.
-Estás embarazada de mi descendencia, si en un principio esto solo fue para mi algo "comercial" tierras a cambio de un matrimonio, no lo siento hoy así exactamente, Thea.
No se me daba bien explicarme, pero le estaba siendo sincero, creo que era obvio lo que decía pues desde hacía mucho que no me perdía en otras sábanas que no fueran las de ella.
-Quiero que nos casemos, pronto, en tierras norteñas, antes celebraremos aquí algo, se lo debo a Rumanía pero ambos sabemos que parte de nuestra historia está en el norte, en esas tierras que pertenecieron a mi familia y hoy regenta la tuya.*
Pudo ver la incredulidad tiñendo el rostro del joven Landvik. Le sorprendía a él tanto como a Thea el que le preguntara por la frase que había quedado a medias. Lo que no esperaba era que su respuesta fuera a crear tal conflicto en ella. Un nudo se formó en su garganta que dificultó el que tragara saliva. Se obligó a sí misma a no desviar la mirada, a no levantar sospechas. Desde que iniciara el embarazo, ella había estado cambiando. Poco a poco había ido relegando su deber a un segundo plano y centrado su día a día en ser la prometida de Lobbo. El problema era que actuar resultaba excesivamente sencillo con el paso de las semanas, hasta llegar a un punto en el que no diferenciaba una cosa de la otra.
Hizo de tripas corazón e intentó desviar ínfimamente el tema, pero sin que se notara demasiado.
-¿Crees que les parecerá bien eso a Damon y Brianna?*
Ladeé la sonrisa al escuchar su pregunta, bien sabía que padre querría una boda como la de mi hermana, pero ellos pronto celebrarían la propia, yo quería casarme en el norte, quería unir mi vida a la de Thea frente a las manadas, eran nuestras tierras y aunque siempre sería fiel a Rumanía, mi hermano heredaría la corona, solo si fallecía sin descendencia ocuparía su lugar en la linea de sucesión, no veía por qué no podía desposarme en las tierras que me vieron nacer.
De un tirón arranqué el colgante de cuero que pendía en mi cuello.
-No soy muy romántico, me conoces, no te he comprado ningún anillo, pero estas son las alianzas de mis padres, nunca fueron usadas, lo suyo fue un amor extraño, lleno de complicaciones pero para mi representan el compromiso a una manada y el amor sacrificado por ella... espero que aceptes el anillo de mi madre como prueba de mis sentimientos para contigo y para la familia que estamos creando juntos.*
La reacción del lobo no fue para nada lo que ella hubiese esperado. De hecho, hubiese esperado cualquier cosa excepto aquello. El castaño tenía razón, Thea sabía que no era romántico para nada, precisamente por eso, que le ofreciera la alianza que antaño fuera de su madre, la encontró completamente desprevenida y contrajo su corazón.
Se sentó mejor en la cama, observando a Lobbo en todo momento, los movimientos de sus dedos, el gesto de su rostro. La morena sabía que las cosas habían cambiado entre ellos, que lo reconocieran o no, para ambos, aquel compromiso, había dejado de ser un medio para un fin. Aunque la hija de Ruran no tenía muy claro qué era en lo que se había convertido exactamente. Porque sí, sentía el vínculo de manada y esa necesidad de proteger a su prometido por ser el padre de sus futuros hijos, pero había algo más que se negaba a admitir. No era el momento.
-¿Estás seguro?
Preguntó con el rostro lleno de mil sentimientos a la vez, entre los que destacaban la sorpresa, la confusión y el interés. Extendió la mano derecha con la palma hacia arriba para que las alianzas rozaran la piel de ésta aún coladas por el trozo de cuero. Podían no ser anillos finos, pero estaban cargados de significado.*
-¿Y no oyes el tuyo? Porque yo lo oigo desde aquí...
Contestó a su pregunta, riendo bajo. Notaba el pulso acelerado de Lobbo y no por el enfado de antes, sino por el momento que experimentaban justo en ese instante.
-¿Qué crees que hacen ahí dentro? ¿Crees que nos oyen? ¿Que pueden entender algo de lo que decimos?
Los dos eran novatos en eso de la paternidad y aunque quisieran negarlo en muchas ocasiones, se sentían ilusionados ante la idea. Sí, nada se había dado como ellos habían querido. Ninguno de los dos hubiese planeado a aquella altura de sus vidas tener hijos, pero había ocurrido y no lo lamentaban.*
Ladeé la sonrisa aun con mi oido pegado a su viente.
-¿Mi corazón? hasta hace poco pensaba no tener corazón, así que sí, lo escucho, late fuerte como el tuyo, como el de nuestros hijos, se que esto empezó como un acuerdo "de negocios" quiero que sepas...-No terminé la frase cuando la puerta fue golpeada por un de las doncellas, mi padre requería mi presencia.
La joven se marcho con una sutil reverencia antes de que yo me alzara del lecho para clazarme nuevamente la ropa.
-Problemas -conocía a mi padre lo suficiente como para saber que no irrumpiría en plena noche de no ser importante -ahora vuelvo.
Atravesé el corredor rumbo al despacho de Damon, como imaginé, mi hermano estaba ya allí reunido en ese momento.
Me encogí de hombros cuando Velkan ladeó la sonrisa ante el misterio de haber sido llamados a estas horas de la noche intempestivas, al parecer él también se divertía con la dama que últimamente frecuentaba en demasía, apestaba al perfume caro de esta.
Padre fue el último en llegar, su gesto delataba la tensión del momento y no tardó en decirnos porque habíamos sido allí convocados.
Le había llegado información sobre los fieles súbditos de la anterior reina, si bien habíamos aniquilado a muchos de esos que escaparon, al parecer una pequeña facción se había hecho fuerte en Transilvania, teníamos que darles caza antes de que buscaran nuevos medios, más alianzas, la inquisición bien podía con el fin de hacernos caer aliarse con un mal menor.*
Se quedó sin saber lo que el lobo quería decirlo, porque una sirvienta apareció, llamando a su prometido al despacho de su padre. Algo tenía que haber ocurrido bastante serio para que Damon dejara a Brianna de noche y reuniera a sus hijos con urgencia.
La morena se incorporó, sentándose en la cama y observó al macho vestirse. Los niños se movieron alterados en su vientre y con ambas manos acarició la zona intentarlo calmarlos.
-Pero nada de irte sin venir a verme, ¿me oyes?
Sabía lo impulsivo que era el joven Landvik y que si se le requería, saldría empuñando la espada sin mirar atrás. Ella era sólo su prometida por interés, pero esperaba que no olvidara que también se había convertido en la madre de su linaje.
-Ve con cuidado.
Añadió al verle partir y se quedó despierta, aguardando su regreso. No siempre podía decirle lo que ocurría, pues el rey era receloso de la información que tenía. Ella mejor que nadie comprendía que lo fuera, a fin de cuentas, era una espía.*
Al regresar al lecho Thea me esperaba despierta, ladeé la sonrisa cerrando tras de mi la puerta mientras empezaba a quitarme cada prenda de ropa dejándola caer al suelo con un picara sonrisa.
-Se está convirtiendo en costumbre que me esperes despierta -dije caminando hacía ella.
Gateé por el lecho llegando a su altura y me dejé vencer a su lado.
Mis labios recorrieron los ajenos mordiéndolos primero con cierta suavidad hasta que el beso se tornó frenético y salvaje como ambos acostumbrábamos a tomarnos.
-¿Y me has esperado despierta por algún motivo? -susurré contra su boca.*
Al verle regresar, ella estaba tensa, no sabía cómo volvería, y no fue hasta que le vio sonreír que ella se relajó y también lo hizo. Le observó desnudarse y moverse por el colchón hasta recostarse a su lado. La morena se tumbó también, acariciando la barba ajena mientras le devolvía los mordiscos uno a uno.
Le rodeó el cuello con los brazos cuando el beso se intensificó, moviéndose hasta casi colocarse encima el cuerpo del macho.
-Porque estaba preocupada, obviamente.
Respondió con mirada seria y tono algo fiero, aunque pronto se calmó de nuevo, pegando su frente a la foránea con un suspiro.
-Bueno y también porque quiero saber qué era lo que ibas a decirme antes...
Confesó con un mínimo sentimiento de vergüenza, algo casi inexistente.*
Ladeé la cabeza en un gesto muy lobuno, si bien era cierto que ella siempre confesó estar de mi enamorada me sorprendía el interés de saber lo que quería decir al ser interrumpido por la doncella.
-Estás embarazada de mi descendencia, si en un principio esto solo fue para mi algo "comercial" tierras a cambio de un matrimonio, no lo siento hoy así exactamente, Thea.
No se me daba bien explicarme, pero le estaba siendo sincero, creo que era obvio lo que decía pues desde hacía mucho que no me perdía en otras sábanas que no fueran las de ella.
-Quiero que nos casemos, pronto, en tierras norteñas, antes celebraremos aquí algo, se lo debo a Rumanía pero ambos sabemos que parte de nuestra historia está en el norte, en esas tierras que pertenecieron a mi familia y hoy regenta la tuya.*
Pudo ver la incredulidad tiñendo el rostro del joven Landvik. Le sorprendía a él tanto como a Thea el que le preguntara por la frase que había quedado a medias. Lo que no esperaba era que su respuesta fuera a crear tal conflicto en ella. Un nudo se formó en su garganta que dificultó el que tragara saliva. Se obligó a sí misma a no desviar la mirada, a no levantar sospechas. Desde que iniciara el embarazo, ella había estado cambiando. Poco a poco había ido relegando su deber a un segundo plano y centrado su día a día en ser la prometida de Lobbo. El problema era que actuar resultaba excesivamente sencillo con el paso de las semanas, hasta llegar a un punto en el que no diferenciaba una cosa de la otra.
Hizo de tripas corazón e intentó desviar ínfimamente el tema, pero sin que se notara demasiado.
-¿Crees que les parecerá bien eso a Damon y Brianna?*
Ladeé la sonrisa al escuchar su pregunta, bien sabía que padre querría una boda como la de mi hermana, pero ellos pronto celebrarían la propia, yo quería casarme en el norte, quería unir mi vida a la de Thea frente a las manadas, eran nuestras tierras y aunque siempre sería fiel a Rumanía, mi hermano heredaría la corona, solo si fallecía sin descendencia ocuparía su lugar en la linea de sucesión, no veía por qué no podía desposarme en las tierras que me vieron nacer.
De un tirón arranqué el colgante de cuero que pendía en mi cuello.
-No soy muy romántico, me conoces, no te he comprado ningún anillo, pero estas son las alianzas de mis padres, nunca fueron usadas, lo suyo fue un amor extraño, lleno de complicaciones pero para mi representan el compromiso a una manada y el amor sacrificado por ella... espero que aceptes el anillo de mi madre como prueba de mis sentimientos para contigo y para la familia que estamos creando juntos.*
La reacción del lobo no fue para nada lo que ella hubiese esperado. De hecho, hubiese esperado cualquier cosa excepto aquello. El castaño tenía razón, Thea sabía que no era romántico para nada, precisamente por eso, que le ofreciera la alianza que antaño fuera de su madre, la encontró completamente desprevenida y contrajo su corazón.
Se sentó mejor en la cama, observando a Lobbo en todo momento, los movimientos de sus dedos, el gesto de su rostro. La morena sabía que las cosas habían cambiado entre ellos, que lo reconocieran o no, para ambos, aquel compromiso, había dejado de ser un medio para un fin. Aunque la hija de Ruran no tenía muy claro qué era en lo que se había convertido exactamente. Porque sí, sentía el vínculo de manada y esa necesidad de proteger a su prometido por ser el padre de sus futuros hijos, pero había algo más que se negaba a admitir. No era el momento.
-¿Estás seguro?
Preguntó con el rostro lleno de mil sentimientos a la vez, entre los que destacaban la sorpresa, la confusión y el interés. Extendió la mano derecha con la palma hacia arriba para que las alianzas rozaran la piel de ésta aún coladas por el trozo de cuero. Podían no ser anillos finos, pero estaban cargados de significado.*
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
¿Estas seguro? ¿Que tipo de pregunta era esa cuando por fin ponía un poco de sentimiento en esta relación que empezó siendo un mero trato?
Mi ceja se enarcó y mi cabeza se ladeó en un gesto muy lobuno sin comprender lo que a primera impresión me parecía un gesto frío, al menos no el coherente al de una mujer enamorada que tras insistir consigue despertar un corazón de piedra.
Dejé escapar el aire al tiempo que los anillos caían en su palma.
-Si, estoy seguro -dije sn mas.
¿Acaso me veía un hombre que no estaba seguro de sus convicciones, un hombre capaz de recular o sin palabra.
-¿Y tu? ¿estas segura de estar de mi enamorada?
No tendía a las dobleces, mas bien lo contrario, era directo y claro y en esta ocasión algo no me encajaba.*
Siempre que ella intentaba poner un poco de sensatez en el macho, éste sacaba a colación que dudaba de su supuesto enamoramiento, aquel con el que consiguió inicialmente el trato, porque ¿qué iba a sacar ella sino del compromiso? Algo que no podía saberse, que no se podía decir. Lobbo jamás hubiese accedido, de hecho, seguramente la hubiese apresado aquella noche en el concilio o incluso la hubiese matado.
Ahora era ella quien flaqueaba, quien dudaba de si estaba haciendo lo correcto. Cuando el compromiso había sido algo por interés mutuo y sin sentimientos, nada importaba, pero la situación había cambiado y para ambos. Su misión era importante, ¿pero sería capaz de alejarse más adelante de ese hombre que tenía en frente? ¿De traicionarle? O peor aún, ¿de matarle?
Centró la vista en los dos aros que reposaban sobre su mano, fríos en contraposición del calor que ella desprendía. Pasó la yema del pulgar por ellos, acariciando el metal con cuidado. Sus pardos se alzaron en busca de los ojos ajenos y con la voz seria, le pidió algo.
-Bésame, Lobbo.*
Mis labios se curvaron complacidos amagando una media sonrisa, fue mi diestra la que atajó la distancia hasta sus pardos y en un puño se enredó en su pelo lacio atrayéndola hambriento contra mi boca.
Jadeé nada mas nuestros labios se encontraron, las cosas habían cambiado, algo me ataba a ella y no era solo la vida que crecía en sus entrañas y que pronto me convertiría en padre, era algo mas salvaje, mas irracional, era mía, la posesividad de un lobo hacía la hembra con la que se empareja de por vida.
pocos encuentran esa mitad y aunque en esencia todos somos autoritarios y marcamos lo que es nuestro, esto iba un nivel mas allá.
Mi instinto como lobo estaba muy desarrollado, era fiel a las tradiciones y sabía que en tierras de su padre quedaba mucho por hacer y muchos enfrentamientos que ganar pues mi severidad en cuanto a las normas no estaba bien vista ya que las ordenes y leyes de ahora eran laxas, peor contaba con Thea, con que me apoyara, me amara, cuidara y a mi lado creara un mundo mejor para nuestros dos hijos y para lo que vinieran.
-¿esa es tu respuesta? -susurré contra sus labios.*
Aquella petición podría haber sonado extraña, pero era lo que la morena necesitaba. Las dudas la invadían, el miedo la atenazaba y por raro que fuera, sólo la cercanía con Lobbo la calmaba. Irónico, pues él era la causa de aquello que la acobardaba y, al mismo tiempo, lo que le daba coraje.
Las bocas de ambos encajaron al primer contacto como si fueran la pieza del puzzle que le faltaba al otro. La mano libre de Thea se aferró a la espalda del macho, mientras la otra la cerraba en un puño con las alianzas dentro y se la llevaba al centro del pecho.
Cuando dejaron de besarse, pero negándose a separarse, los ojos de la loba se abrieron despacio, colisionando con los pardos de su prometido. Sabía lo que tenía que hacer, pero no cómo hacerlo. Y, desde luego, aquel no era ni el lugar ni el momento. Asintió despacio a la pregunta ajena, con su respiración aún chocando contra los belfos foráneos para susurrar sobre éstos.
-Esta es mi respuesta...*
No pude evitar reírme contra sus labios, una respuesta un tanto enigmática al convencional ¿quieres casarte conmigo?
-Y he de interpretarlo como un ¿si? -pregunté sin separarme un ápice, como si compartir el mismo oxigeno fuera el aliento que nos faltaba a ambos en tiempos difíciles.
Mordí su inferior de forma juguetona mientras su nariz rozaba la mía despacio.
-¿entonces...bésame quiere decir si en ese extraño idioma que se gasta mi hembra? -bromeé tirando de sus nalgas para subirla sobre mi.
-o quiere decir ¿depende? Depende de como me beses, depende de como me tomes... -dije llevándome un manotazo antes de estallar los dos en carcajadas retozando sobre el lecho, llenándonos de nuevos besos y caricias.*
El modo en que el macho le formulaba las preguntas, el cómo la miraba, acariciaba y apegaba a su cuerpo. La sonrisa ladina que se gastaba y aquel humor a veces tonto y engreído. La morena se acomodó sobre el cuerpo ajeno cuando éste a atrajo y no pudo sino reír tras darle un golpe con la mano libre en el pecho.
-Es un: Un beso tuyo es todo lo que necesito para saber lo que quiero.
Aseguró, antes de volver a besarle mientras ambos rodaban por la cama como niños jugando. Se detuvieron cuando ella volvía a estar encima, momento en que abrió la otra mano y miró de nuevo los anillos.
-Es algo abrumador que desees compartir esto conmigo, ¿sabes?
Volvía a ser sincera, lo era siempre que podía, cosa que, por desgracia, no acontecía tanto como a ella desearía.*
La mire desde abajo, con mi espalda reposando en el mullido colchón y mis manso navegando por sus muslos rozando la tela blanca del camisón.
-Es autentico Thea, es sincero, es real y no un trato por unas tierras, te hablo de...ya sabes de que estoy hablando -dije ladeando la sonrisa tras una mueca que evidenciaba lo mucho que me costaban aquellas palabras y pronunciar aquella palabra hasta hoy para mi maldita.
Me costaba confiar y mas aun abrir mi corazón, pero con ella lo estaba haciendo, quizás despacio, con miedo y pies de plomo, pero daba pasos y eso en mi era todo un mérito.
-¿y bien? -pregunté divertido.
Thea me miró con cara de no comprender.
-¿Y bien tras el beso revelador la respuesta es?*
El corazón le dolía, le dolía como nunca lo había hecho en toda su vida. Ahora lo sabía, sabía que quería aceptar aquella proposición y no por un trato, ni por un amor fingido. Pero precisamente porque ya no había ficción era que sentía aquella quemazón en sus entrañas. ¿Qué ocurriría cuando se lo contara? Conocía a Lobbo, más de lo que él incluso creía, y sabía que se había abierto a ella como jamás pensó que lo haría. Y ella, le había traicionado. No ahora, no cuando se habían acercado, cuando habían desarrollado sentimientos el uno por el otro. Sino antes, pero eso era tal vez incluso peor, porque él vería que todo había iniciado como una mentira y, seguramente, llegaría a la conclusión que el amor que sentía ahora por Thea, era lo mismo, un engaño, porque ella había estado fingiendo.
Tragó con dificultad, apretando los labios, reprimiendo una tristeza que amenazaba con asomar a sus ojos en forma de lágrimas. Alzó la cabeza, mirando al techo y parpadeó un par de veces para que se le pasara. Tras varios segundos, la bajó de nuevo hasta encontrarse con los confusos orbes de Lobbo que no entendía lo que ella estaba haciendo.
-La respuesta es...
Hizo una breve pausa en la que su corazón dio un vuelco. La situación era sumamente difícil y la solución, en cambio, era sencilla. Huir y no mirar atrás. Pero la hija de Ruran jamás había tomado un atajo en su vida y no iba a empezar ahora.
-La respuesta es sí.*
Mi ceja se enarcó y mi cabeza se ladeó en un gesto muy lobuno sin comprender lo que a primera impresión me parecía un gesto frío, al menos no el coherente al de una mujer enamorada que tras insistir consigue despertar un corazón de piedra.
Dejé escapar el aire al tiempo que los anillos caían en su palma.
-Si, estoy seguro -dije sn mas.
¿Acaso me veía un hombre que no estaba seguro de sus convicciones, un hombre capaz de recular o sin palabra.
-¿Y tu? ¿estas segura de estar de mi enamorada?
No tendía a las dobleces, mas bien lo contrario, era directo y claro y en esta ocasión algo no me encajaba.*
Siempre que ella intentaba poner un poco de sensatez en el macho, éste sacaba a colación que dudaba de su supuesto enamoramiento, aquel con el que consiguió inicialmente el trato, porque ¿qué iba a sacar ella sino del compromiso? Algo que no podía saberse, que no se podía decir. Lobbo jamás hubiese accedido, de hecho, seguramente la hubiese apresado aquella noche en el concilio o incluso la hubiese matado.
Ahora era ella quien flaqueaba, quien dudaba de si estaba haciendo lo correcto. Cuando el compromiso había sido algo por interés mutuo y sin sentimientos, nada importaba, pero la situación había cambiado y para ambos. Su misión era importante, ¿pero sería capaz de alejarse más adelante de ese hombre que tenía en frente? ¿De traicionarle? O peor aún, ¿de matarle?
Centró la vista en los dos aros que reposaban sobre su mano, fríos en contraposición del calor que ella desprendía. Pasó la yema del pulgar por ellos, acariciando el metal con cuidado. Sus pardos se alzaron en busca de los ojos ajenos y con la voz seria, le pidió algo.
-Bésame, Lobbo.*
Mis labios se curvaron complacidos amagando una media sonrisa, fue mi diestra la que atajó la distancia hasta sus pardos y en un puño se enredó en su pelo lacio atrayéndola hambriento contra mi boca.
Jadeé nada mas nuestros labios se encontraron, las cosas habían cambiado, algo me ataba a ella y no era solo la vida que crecía en sus entrañas y que pronto me convertiría en padre, era algo mas salvaje, mas irracional, era mía, la posesividad de un lobo hacía la hembra con la que se empareja de por vida.
pocos encuentran esa mitad y aunque en esencia todos somos autoritarios y marcamos lo que es nuestro, esto iba un nivel mas allá.
Mi instinto como lobo estaba muy desarrollado, era fiel a las tradiciones y sabía que en tierras de su padre quedaba mucho por hacer y muchos enfrentamientos que ganar pues mi severidad en cuanto a las normas no estaba bien vista ya que las ordenes y leyes de ahora eran laxas, peor contaba con Thea, con que me apoyara, me amara, cuidara y a mi lado creara un mundo mejor para nuestros dos hijos y para lo que vinieran.
-¿esa es tu respuesta? -susurré contra sus labios.*
Aquella petición podría haber sonado extraña, pero era lo que la morena necesitaba. Las dudas la invadían, el miedo la atenazaba y por raro que fuera, sólo la cercanía con Lobbo la calmaba. Irónico, pues él era la causa de aquello que la acobardaba y, al mismo tiempo, lo que le daba coraje.
Las bocas de ambos encajaron al primer contacto como si fueran la pieza del puzzle que le faltaba al otro. La mano libre de Thea se aferró a la espalda del macho, mientras la otra la cerraba en un puño con las alianzas dentro y se la llevaba al centro del pecho.
Cuando dejaron de besarse, pero negándose a separarse, los ojos de la loba se abrieron despacio, colisionando con los pardos de su prometido. Sabía lo que tenía que hacer, pero no cómo hacerlo. Y, desde luego, aquel no era ni el lugar ni el momento. Asintió despacio a la pregunta ajena, con su respiración aún chocando contra los belfos foráneos para susurrar sobre éstos.
-Esta es mi respuesta...*
No pude evitar reírme contra sus labios, una respuesta un tanto enigmática al convencional ¿quieres casarte conmigo?
-Y he de interpretarlo como un ¿si? -pregunté sin separarme un ápice, como si compartir el mismo oxigeno fuera el aliento que nos faltaba a ambos en tiempos difíciles.
Mordí su inferior de forma juguetona mientras su nariz rozaba la mía despacio.
-¿entonces...bésame quiere decir si en ese extraño idioma que se gasta mi hembra? -bromeé tirando de sus nalgas para subirla sobre mi.
-o quiere decir ¿depende? Depende de como me beses, depende de como me tomes... -dije llevándome un manotazo antes de estallar los dos en carcajadas retozando sobre el lecho, llenándonos de nuevos besos y caricias.*
El modo en que el macho le formulaba las preguntas, el cómo la miraba, acariciaba y apegaba a su cuerpo. La sonrisa ladina que se gastaba y aquel humor a veces tonto y engreído. La morena se acomodó sobre el cuerpo ajeno cuando éste a atrajo y no pudo sino reír tras darle un golpe con la mano libre en el pecho.
-Es un: Un beso tuyo es todo lo que necesito para saber lo que quiero.
Aseguró, antes de volver a besarle mientras ambos rodaban por la cama como niños jugando. Se detuvieron cuando ella volvía a estar encima, momento en que abrió la otra mano y miró de nuevo los anillos.
-Es algo abrumador que desees compartir esto conmigo, ¿sabes?
Volvía a ser sincera, lo era siempre que podía, cosa que, por desgracia, no acontecía tanto como a ella desearía.*
La mire desde abajo, con mi espalda reposando en el mullido colchón y mis manso navegando por sus muslos rozando la tela blanca del camisón.
-Es autentico Thea, es sincero, es real y no un trato por unas tierras, te hablo de...ya sabes de que estoy hablando -dije ladeando la sonrisa tras una mueca que evidenciaba lo mucho que me costaban aquellas palabras y pronunciar aquella palabra hasta hoy para mi maldita.
Me costaba confiar y mas aun abrir mi corazón, pero con ella lo estaba haciendo, quizás despacio, con miedo y pies de plomo, pero daba pasos y eso en mi era todo un mérito.
-¿y bien? -pregunté divertido.
Thea me miró con cara de no comprender.
-¿Y bien tras el beso revelador la respuesta es?*
El corazón le dolía, le dolía como nunca lo había hecho en toda su vida. Ahora lo sabía, sabía que quería aceptar aquella proposición y no por un trato, ni por un amor fingido. Pero precisamente porque ya no había ficción era que sentía aquella quemazón en sus entrañas. ¿Qué ocurriría cuando se lo contara? Conocía a Lobbo, más de lo que él incluso creía, y sabía que se había abierto a ella como jamás pensó que lo haría. Y ella, le había traicionado. No ahora, no cuando se habían acercado, cuando habían desarrollado sentimientos el uno por el otro. Sino antes, pero eso era tal vez incluso peor, porque él vería que todo había iniciado como una mentira y, seguramente, llegaría a la conclusión que el amor que sentía ahora por Thea, era lo mismo, un engaño, porque ella había estado fingiendo.
Tragó con dificultad, apretando los labios, reprimiendo una tristeza que amenazaba con asomar a sus ojos en forma de lágrimas. Alzó la cabeza, mirando al techo y parpadeó un par de veces para que se le pasara. Tras varios segundos, la bajó de nuevo hasta encontrarse con los confusos orbes de Lobbo que no entendía lo que ella estaba haciendo.
-La respuesta es...
Hizo una breve pausa en la que su corazón dio un vuelco. La situación era sumamente difícil y la solución, en cambio, era sencilla. Huir y no mirar atrás. Pero la hija de Ruran jamás había tomado un atajo en su vida y no iba a empezar ahora.
-La respuesta es sí.*
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Francamente imaginaba otra cos,a no se, no confeti, ni lágrimas o grandes gritos de júbilo, peor al menos algún tipo de ilusión, un ápice de felicidad rezumando a través de su mirada, algo...
Guardé silencio enarcando una ceja, intentando hilar sus silencios, sus ojos húmedos no de alegría si no de otra cosa muy distinta.
Ladeé la cabeza en un gesto lobuno al verla alzar la mirada hacía el techo como si en Dios pudiera encontrar la respuesta, creía que era ella quien quería esta boda y ahora que dejaba de ser un negocio para pasar a ser otra cosa, cogía y tenía que meditar si ¿me quería?
Acabó aceptando, su respuesta me dejó un sabor agridulce y aunque mis labios buscaron los suyos me supo algo amargo aquel beso, seguramente porque no era lo que esperaba o quizás porque no lo entendía o porque no sentía que me quería a diferencia de lo que durante todo el camino hasta ese instante había hecho.*
Podía notar que Lobbo estaba dándole vueltas a algo, y era normal, su comportamiento distaba mucho del habitual. No estaba fingiendo ser la necia enamorada que hacía un trato aún cuando sabía que el macho no la soportaba. Las cosas habían cambiado, los sentimientos dejaron de ser falsos hacía tiempo y eso suponía un serio problema para la morena, cuyo principio de todo había sido una falacia y ahora no deseaba continuarla.
Agachó un instante la cabeza, buscando las manos ajenas con las suyas. Acarició los nudillos foráneos con la yema de sus pulgares, tomando aire con calma. No podía empezar por la parte difícil, no era oportuno y su lado racional se lo gritaba. Así que comenzaría por lo bueno, aunque a su orgullo le doliera. Elevó de nuevo el rostro, encontrándose con los pardos del joven Landvik.
-Sé que te lo he dicho en muchas ocasiones, tal vez no con estas palabras, pero parecidas y he intentado demostrártelo con actos, aunque nunca me creías...
Hizo una breve pausa para tomar aire, los dos eran muy reacios a tocar ese tema, al menos cuando se trataba de la verdad y no de mero teatro.
-Te quiero, Lobbo. A pesar de las discusiones, de los malos momentos, de las peleas como alfas, de nuestro orgullo, de nuestro ego... De las grandes diferencias que nos separan. Te quiero, más allá del hecho que seas el padre de las criaturas que crecen en mi vientre.*
Estaba perdido, perdido en sus palabras, en lo difícil que me resultaba encontrar el problema.
-Lo sé, me lo dijiste el día que nos vimos en el concilio, eso nos llevó a sellar el trato, tú me amabas y yo quería las tierras de tu padre sin hacer saltar por los aires el tratado de mi hermana.
Fue un acuerdo de intereses mutuos, tú tendrías al hombre que amabas y yo las tierras que me vieron nacer, lo que no comprendo es porque ahora mi amor te pesa como una lápida, deberías saltar de alegría, llorar de felicidad y sin embargo parece que mis palabras te han traído una penosa desgracia encima.*
Se mordió el labio inferior, porque a veces la suspicacia del macho era demasiado acertada para su gusto, como en aquel momento. Pero en otros había sido tan estúpido que era imposible reconocerlo.
-No es eso. Cuando dije que te amaba, para ti todo era un trato, un medio para un fin. Lo hiciste principalmente por tu hermana, los dos lo sabemos. Pero ahora, ahora las cosas han cambiado... Por eso ahora temo perderte con cada acto, con cada pensamiento y cada palabra que suelto. Eres un insensato, antes saliste a toda prisa a por el loco del acónito y me dejaste aquí sola sin saber si volverías. Perder a un hombre que no me amaba era complicado y dolía la idea, pero perder a alguien que ha dejado de verme como a un contrato... a alguien que de verdad me quiere...
No mentía, sus palabras eran todas ciertas, simplemente seguía omitiendo una realidad que aún no estaba lista para afrontar.
-Tal vez si volvemos al norte me sienta más tranquila. Si dejamos atrás a ese chalado de los escorpiones... Si volvemos a casa. Juntos.*
Ladeé la sonrisa al escuchar sus palabra,s seguramente era el embarazo lo que la llevaba a actuar de esa forma, estaba mas sensible y su amor era lo que la llevaba a tener unos miedos irracionales, miedo a perderme.
Tiré de ella enredando mi brazo en su cintura para tumbarla conmigo en el lecho y que descansara.
-Volveremos al norte, quiero que nuestros hijos nazcan en nuestras tierras, pero no podemos irnos ahora, mi padre tiene una situación complicada y he de estar por y para la familia.
Besé su nariz en un gesto tierno -pero volveré, siempre lo haré, cada noche la pasaré a tu lado, te doy mi palabra que nada me separará de ti y de mis hijos, esos que veré nacer. No has de temer por mi ¿de acuerdo?
Besé sus labios despacio, entendía que se sintiera insegura en un país que no conocía, con una familia que no era la suya y bajo unas reglas de manada estrictas, comprendía como se sentía y mi intención no era que se encontrara sola, no quería eso para ella así que en cuanto pudiera nos iríamos a casa.*
Guardé silencio enarcando una ceja, intentando hilar sus silencios, sus ojos húmedos no de alegría si no de otra cosa muy distinta.
Ladeé la cabeza en un gesto lobuno al verla alzar la mirada hacía el techo como si en Dios pudiera encontrar la respuesta, creía que era ella quien quería esta boda y ahora que dejaba de ser un negocio para pasar a ser otra cosa, cogía y tenía que meditar si ¿me quería?
Acabó aceptando, su respuesta me dejó un sabor agridulce y aunque mis labios buscaron los suyos me supo algo amargo aquel beso, seguramente porque no era lo que esperaba o quizás porque no lo entendía o porque no sentía que me quería a diferencia de lo que durante todo el camino hasta ese instante había hecho.*
Podía notar que Lobbo estaba dándole vueltas a algo, y era normal, su comportamiento distaba mucho del habitual. No estaba fingiendo ser la necia enamorada que hacía un trato aún cuando sabía que el macho no la soportaba. Las cosas habían cambiado, los sentimientos dejaron de ser falsos hacía tiempo y eso suponía un serio problema para la morena, cuyo principio de todo había sido una falacia y ahora no deseaba continuarla.
Agachó un instante la cabeza, buscando las manos ajenas con las suyas. Acarició los nudillos foráneos con la yema de sus pulgares, tomando aire con calma. No podía empezar por la parte difícil, no era oportuno y su lado racional se lo gritaba. Así que comenzaría por lo bueno, aunque a su orgullo le doliera. Elevó de nuevo el rostro, encontrándose con los pardos del joven Landvik.
-Sé que te lo he dicho en muchas ocasiones, tal vez no con estas palabras, pero parecidas y he intentado demostrártelo con actos, aunque nunca me creías...
Hizo una breve pausa para tomar aire, los dos eran muy reacios a tocar ese tema, al menos cuando se trataba de la verdad y no de mero teatro.
-Te quiero, Lobbo. A pesar de las discusiones, de los malos momentos, de las peleas como alfas, de nuestro orgullo, de nuestro ego... De las grandes diferencias que nos separan. Te quiero, más allá del hecho que seas el padre de las criaturas que crecen en mi vientre.*
Estaba perdido, perdido en sus palabras, en lo difícil que me resultaba encontrar el problema.
-Lo sé, me lo dijiste el día que nos vimos en el concilio, eso nos llevó a sellar el trato, tú me amabas y yo quería las tierras de tu padre sin hacer saltar por los aires el tratado de mi hermana.
Fue un acuerdo de intereses mutuos, tú tendrías al hombre que amabas y yo las tierras que me vieron nacer, lo que no comprendo es porque ahora mi amor te pesa como una lápida, deberías saltar de alegría, llorar de felicidad y sin embargo parece que mis palabras te han traído una penosa desgracia encima.*
Se mordió el labio inferior, porque a veces la suspicacia del macho era demasiado acertada para su gusto, como en aquel momento. Pero en otros había sido tan estúpido que era imposible reconocerlo.
-No es eso. Cuando dije que te amaba, para ti todo era un trato, un medio para un fin. Lo hiciste principalmente por tu hermana, los dos lo sabemos. Pero ahora, ahora las cosas han cambiado... Por eso ahora temo perderte con cada acto, con cada pensamiento y cada palabra que suelto. Eres un insensato, antes saliste a toda prisa a por el loco del acónito y me dejaste aquí sola sin saber si volverías. Perder a un hombre que no me amaba era complicado y dolía la idea, pero perder a alguien que ha dejado de verme como a un contrato... a alguien que de verdad me quiere...
No mentía, sus palabras eran todas ciertas, simplemente seguía omitiendo una realidad que aún no estaba lista para afrontar.
-Tal vez si volvemos al norte me sienta más tranquila. Si dejamos atrás a ese chalado de los escorpiones... Si volvemos a casa. Juntos.*
Ladeé la sonrisa al escuchar sus palabra,s seguramente era el embarazo lo que la llevaba a actuar de esa forma, estaba mas sensible y su amor era lo que la llevaba a tener unos miedos irracionales, miedo a perderme.
Tiré de ella enredando mi brazo en su cintura para tumbarla conmigo en el lecho y que descansara.
-Volveremos al norte, quiero que nuestros hijos nazcan en nuestras tierras, pero no podemos irnos ahora, mi padre tiene una situación complicada y he de estar por y para la familia.
Besé su nariz en un gesto tierno -pero volveré, siempre lo haré, cada noche la pasaré a tu lado, te doy mi palabra que nada me separará de ti y de mis hijos, esos que veré nacer. No has de temer por mi ¿de acuerdo?
Besé sus labios despacio, entendía que se sintiera insegura en un país que no conocía, con una familia que no era la suya y bajo unas reglas de manada estrictas, comprendía como se sentía y mi intención no era que se encontrara sola, no quería eso para ella así que en cuanto pudiera nos iríamos a casa.*
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 178
Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Cayó con el mecho en el lecho, abrazándose a su torso con las dos manos. Hundió la nariz en el centro del pecho, aspiró el aroma que éste desprendía, subiendo lentamente hasta rozarle con la punta de ésta la mandíbula. Los pardos de ambos se encontraron una vez más mientras la morena escuchaba atentamente las promesas que le hacía Lobbo. Asintió despacio, sonriendo al sentir el beso en la nariz.
-Te lo dije y lo repito, no pienso bajar a buscarte al infierno estando embarazada, así que más te vale no obligarme...
Aseguró en tono amenazante, antes de hundir el rostro en la curvatura del cuello ajeno y estrechar fuertemente el abrazo. Odiaba sentirse vulnerable, pero era algo que desde que se quedara preñada experimentaba, por desgracia, muy seguido.*
-Tendrá pues el infierno que esperar -bromeé quitando como de costumbre importancia a las cosas.
Rumanía vivía tiempos difíciles, peor éramos alfas, saldríamos de esta juntos, como manada y ella aunque no lo viera formaba parte de mi manada, de mi familia. Éramos norte, pero una parte de mí era de Rumanía y mis hijos tendrían fuertes lazos con esta tierra, era mi obligación protegerla, dejarles un legado donde vivieran.
-Y ahora que estás embarazada y tan sensible, por que no me adulas los oídos -bromeé haciéndole cosquillas para llevarme un manotazo -ya sabes, oh, que fuerte es mi alfa...-no podía dejar de reír mientras ella fruncía el ceño. Nos revolcamos por la cama, nos besamos, nos acariciamos y tonteamos entre risas a fin de cuentas los dos merecíamos tras esta noche complicada un poco de paz.*
El joven Landvik tenía un sentido del humor muy peculiar. La morena estaba ya acostumbrada y por ello, seguramente, se reía aún cuando muchas de sus tonterías no tuvieran gracia. Pero fue cuando le pidió que le regalara los oídos que le dio un golpe en el pecho.
-Oh, qué tonto es mi alfa...
Respondió ella como réplica a la frase anunciada por el contrario segundos antes. Los dos se echaron a reír y rodaron por la cama, cuidando de no dejar el peso el uno encima del otro por los niños. Entre caricias y besos calmaron la situación, una que comenzó tensa, continuó relajada y que por el camino que llevaban, terminaría apasionada.
Thea se detuvo estando encima de Lobbo, apoyando ambas manos a los lados de la cabeza ajena y se quedó mirándole fijamente a los ojos. Se acercó despacio hasta rozar su nariz con la foránea en un gesto muy lobuno.
-No importa lo fuerte o tonto que seas, ¿sabes? Sólo importa que eres mi alfa.*
-Auuuuuuuu -aullé ladeando la sonrisa mientras mi futura esposa negaba con la cabeza tratando de callarme alegando que me escucharían en todo el palacio -no te preocupa tanto cuando son tus jadeos los que retumban hasta en los cimientos del castillo -bromeé haciéndola rodar los ojos mientras sus mejillas se teñían de rojo.
-No importa como empezara esto Thea, importa cómo acaba, el ahora, sé que no me porté bien en inicio, pero te compensaré, no quiero que pienses que soy como habías escuchado, bueno, si, lo era, pero...conocerte me ha cambiado.*
Por un momento, ante las palabras ajenas, pensó que, tal vez, si lo decía, él lo comprendería, que opinaría lo mismo si hablara de ella, pero conocía lo suficiente al castaño como para saber que no sería de ese modo. Cuando algo no salía como él quería, se ofuscaba y no atendía a razones. Soltarlo ahora únicamente estropearía el momento. Puestos a fastidiarlo todo, mejor esperar a tener un mal día.
-Sé que has cambiado, Lobbo... porque yo también lo he hecho.
Al menos eso podía decirlo y no dejaba de ser cierto. Ahuecó el rostro ajeno entre sus manos y se incorporó hasta que sus labios se unieron de nuevo en un suave y lento beso.*
Acabamos sucumbiendo al sueño, mirándonos, ella lo hizo primero, yo permanecí un rato acariciando su rostro, contemplándola y sintiéndome un tanto idiota, si no hubiera estado tan cegado por conquistar sus tierras, si hubiera ido al concilio con la mente más abierta quizás las cosas entre los dos hubieran sido distintas. No se lo había hecho pasar bien en inicio, solo esperaba que me perdonara.
No sé cuando me dormí, solo que lo hice abrazado a ella sintiendo su respiración perderse lenta contra mi pecho.*
-Te lo dije y lo repito, no pienso bajar a buscarte al infierno estando embarazada, así que más te vale no obligarme...
Aseguró en tono amenazante, antes de hundir el rostro en la curvatura del cuello ajeno y estrechar fuertemente el abrazo. Odiaba sentirse vulnerable, pero era algo que desde que se quedara preñada experimentaba, por desgracia, muy seguido.*
-Tendrá pues el infierno que esperar -bromeé quitando como de costumbre importancia a las cosas.
Rumanía vivía tiempos difíciles, peor éramos alfas, saldríamos de esta juntos, como manada y ella aunque no lo viera formaba parte de mi manada, de mi familia. Éramos norte, pero una parte de mí era de Rumanía y mis hijos tendrían fuertes lazos con esta tierra, era mi obligación protegerla, dejarles un legado donde vivieran.
-Y ahora que estás embarazada y tan sensible, por que no me adulas los oídos -bromeé haciéndole cosquillas para llevarme un manotazo -ya sabes, oh, que fuerte es mi alfa...-no podía dejar de reír mientras ella fruncía el ceño. Nos revolcamos por la cama, nos besamos, nos acariciamos y tonteamos entre risas a fin de cuentas los dos merecíamos tras esta noche complicada un poco de paz.*
El joven Landvik tenía un sentido del humor muy peculiar. La morena estaba ya acostumbrada y por ello, seguramente, se reía aún cuando muchas de sus tonterías no tuvieran gracia. Pero fue cuando le pidió que le regalara los oídos que le dio un golpe en el pecho.
-Oh, qué tonto es mi alfa...
Respondió ella como réplica a la frase anunciada por el contrario segundos antes. Los dos se echaron a reír y rodaron por la cama, cuidando de no dejar el peso el uno encima del otro por los niños. Entre caricias y besos calmaron la situación, una que comenzó tensa, continuó relajada y que por el camino que llevaban, terminaría apasionada.
Thea se detuvo estando encima de Lobbo, apoyando ambas manos a los lados de la cabeza ajena y se quedó mirándole fijamente a los ojos. Se acercó despacio hasta rozar su nariz con la foránea en un gesto muy lobuno.
-No importa lo fuerte o tonto que seas, ¿sabes? Sólo importa que eres mi alfa.*
-Auuuuuuuu -aullé ladeando la sonrisa mientras mi futura esposa negaba con la cabeza tratando de callarme alegando que me escucharían en todo el palacio -no te preocupa tanto cuando son tus jadeos los que retumban hasta en los cimientos del castillo -bromeé haciéndola rodar los ojos mientras sus mejillas se teñían de rojo.
-No importa como empezara esto Thea, importa cómo acaba, el ahora, sé que no me porté bien en inicio, pero te compensaré, no quiero que pienses que soy como habías escuchado, bueno, si, lo era, pero...conocerte me ha cambiado.*
Por un momento, ante las palabras ajenas, pensó que, tal vez, si lo decía, él lo comprendería, que opinaría lo mismo si hablara de ella, pero conocía lo suficiente al castaño como para saber que no sería de ese modo. Cuando algo no salía como él quería, se ofuscaba y no atendía a razones. Soltarlo ahora únicamente estropearía el momento. Puestos a fastidiarlo todo, mejor esperar a tener un mal día.
-Sé que has cambiado, Lobbo... porque yo también lo he hecho.
Al menos eso podía decirlo y no dejaba de ser cierto. Ahuecó el rostro ajeno entre sus manos y se incorporó hasta que sus labios se unieron de nuevo en un suave y lento beso.*
Acabamos sucumbiendo al sueño, mirándonos, ella lo hizo primero, yo permanecí un rato acariciando su rostro, contemplándola y sintiéndome un tanto idiota, si no hubiera estado tan cegado por conquistar sus tierras, si hubiera ido al concilio con la mente más abierta quizás las cosas entre los dos hubieran sido distintas. No se lo había hecho pasar bien en inicio, solo esperaba que me perdonara.
No sé cuando me dormí, solo que lo hice abrazado a ella sintiendo su respiración perderse lenta contra mi pecho.*
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Los primeros haces de luz se adentraron por los postigos de nuestra cámara, Thea dormía a mi lado llenando de babas mi pecho lo que me hizo ladear la sonrisa con un divertido deje de picardía en la cara.
Me revolví ligeramente para estirar los músculos cuando mi preciosa prometida abrió sus dos faros para elevarlos hasta mis pardos.
-Te caen las babas de lo bueno que estoy -aseguré guiñándole un ojo mientras ella negaba con la cabeza asegurando que era incorregible -vamos, tengo mucha hambre ¿y mi desayuno? Me suena tenia una preciosa prometida predispuesta a complacerme en todos los ámbitos de mi vida.
Thea se echó a reír sin poder contenerse por las caras de pervertido que ponía mientras deslizaba mis manso por su curvilínea figura.
-poner recta la única curva que tengo, mira -apunté sonriendo mientras cazaba su mano y la llevaba a mi verga alzada colándola por la cinturilla del pantalón -tu no has oído eso que desde que amanece apetece.
Mordí sus labios deslizando mi lengua entre ellos, abriéndome paso como un ariete entre sus fronteras para perderme en la húmeda cavidad y enredarme en un duelo que nos dejó sin aliento haciéndonos jadear.
La puerta fue golpeada en ese momento, la doncella nos traía la invitación de madre para que bajáramos con la familia a desayunar. Ahora que nos tenía allí a todos quería disfrutar de nosotros.
Le di un par de azotes en el trasero afianzando sus caderas contra mi cuerpo para que no se bajara.
-¿donde crees que vas? Uno rapidito y bajamos a desayunar. Mi aliento golpeó sus labios humedeciéndolos.
Me revolví ligeramente para estirar los músculos cuando mi preciosa prometida abrió sus dos faros para elevarlos hasta mis pardos.
-Te caen las babas de lo bueno que estoy -aseguré guiñándole un ojo mientras ella negaba con la cabeza asegurando que era incorregible -vamos, tengo mucha hambre ¿y mi desayuno? Me suena tenia una preciosa prometida predispuesta a complacerme en todos los ámbitos de mi vida.
Thea se echó a reír sin poder contenerse por las caras de pervertido que ponía mientras deslizaba mis manso por su curvilínea figura.
-poner recta la única curva que tengo, mira -apunté sonriendo mientras cazaba su mano y la llevaba a mi verga alzada colándola por la cinturilla del pantalón -tu no has oído eso que desde que amanece apetece.
Mordí sus labios deslizando mi lengua entre ellos, abriéndome paso como un ariete entre sus fronteras para perderme en la húmeda cavidad y enredarme en un duelo que nos dejó sin aliento haciéndonos jadear.
La puerta fue golpeada en ese momento, la doncella nos traía la invitación de madre para que bajáramos con la familia a desayunar. Ahora que nos tenía allí a todos quería disfrutar de nosotros.
Le di un par de azotes en el trasero afianzando sus caderas contra mi cuerpo para que no se bajara.
-¿donde crees que vas? Uno rapidito y bajamos a desayunar. Mi aliento golpeó sus labios humedeciéndolos.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Cuando el castaño se estiró, el leve movimiento bajo su cuerpo, hizo que Thea se despertara, despegando lentamente los párpados. Notó la mejilla húmeda así que se limpió la boca con el dorso de la mano, escuchando en aquel instante el comentario de Lobbo que la observaba divertido. -Contigo es imposible ponerse seria...- Comentó, negando con una sonrisa. Lo que el macho dijo a continuación, fue la guinda del pastel, poniéndole en bandeja a su prometida que le golpeara en el pecho con una mano, entre risas. -¿No era yo la que tenía a un prometido dispuesto a hacerme feliz y compensarme por los dolores de cabeza que me causa muchas veces?- Quiso cambiar las tornas, pero el joven Landvik tenía una idea en mente y nada de lo que la morena decía, parecía hacer cambiar el rumbo que llevaba.
Los pardos de Thea descendieron junto a su mano, aunque tenía claro dónde acabaría, pero aún así sus orbes bajaron, mordiéndose el labio cuando, justo al rozar el glande, el macho la besó con ganas y rodaron por encima del colchón. Se estuvieron probando con lamidas y suaves mordiscos, hasta que alguien llamó a la puerta. La morena se colocó bien el camisón y fue a levantarse para abrir, mas Lobbo no se lo permitió. -¿Qué dices de uno rapidito? Contigo nunca nada es rapidito y lo sabemos los dos…- Cuando se ponían a retozar como adolescentes, podían pasarse horas, perdiendo la noción del tiempo, disfrutándose el uno al otro como bestias salvajes. -Mejor un desayuno rapidito y luego volvemos, ¿vale?- Besó brevemente al macho en la nariz y luego en los labios. Sabía que la idea no le gustaría, pero era lo que había. Brianna les había hecho llamar para desayunar todos juntos y si iban a decirles que se casarían en tierras del norte en vez de en Rumanía, más valía tenerlos todos contentos y de su parte, antes de darles la noticia.
-Venga, vamos.- Mordió el mentón de su prometido, paseando la nariz luego por su cuello en un gesto muy lobuno, cariñoso y sumiso, esperando que le concediera ese pequeño deseo.
Los pardos de Thea descendieron junto a su mano, aunque tenía claro dónde acabaría, pero aún así sus orbes bajaron, mordiéndose el labio cuando, justo al rozar el glande, el macho la besó con ganas y rodaron por encima del colchón. Se estuvieron probando con lamidas y suaves mordiscos, hasta que alguien llamó a la puerta. La morena se colocó bien el camisón y fue a levantarse para abrir, mas Lobbo no se lo permitió. -¿Qué dices de uno rapidito? Contigo nunca nada es rapidito y lo sabemos los dos…- Cuando se ponían a retozar como adolescentes, podían pasarse horas, perdiendo la noción del tiempo, disfrutándose el uno al otro como bestias salvajes. -Mejor un desayuno rapidito y luego volvemos, ¿vale?- Besó brevemente al macho en la nariz y luego en los labios. Sabía que la idea no le gustaría, pero era lo que había. Brianna les había hecho llamar para desayunar todos juntos y si iban a decirles que se casarían en tierras del norte en vez de en Rumanía, más valía tenerlos todos contentos y de su parte, antes de darles la noticia.
-Venga, vamos.- Mordió el mentón de su prometido, paseando la nariz luego por su cuello en un gesto muy lobuno, cariñoso y sumiso, esperando que le concediera ese pequeño deseo.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Me dejé caer hacia atrás con los brazos en cruz y un claro gesto de resignación mientras torcía los labios y fruncía el ceño enfadandome como un niño pequeño.
-Pero es que mira a mi pequeño lobo como esta -dije señalando mi virilidad alzada -dice que quiere una rapidito ahora y otro después -apunté lanzándole un mordisco mientras ella se reía no sabía bien de que.
Mi comportamiento con ella era divertido, infantil, afectuoso, distinto a como era con el resto de las hembras con las que no encontraba mas complicidad que para echar un buen polvo.
Al final me levanté renegando mientras buscaba los pantalones y me subía frustrado la piel pues se había descapullado de lo dura que la tenía ahora mismo y me rozaba con todo.
Thea se reía al verme despotricar como un crio y maldecir a mi paso mientras me vestía.
-Pero me lo vas a recompensar -dije mirándola de reojo mientras esta muerta de la risa asentía.
Bajamos las escaleras de la mano, hicimos barias paradas para devorarnos los labios, algo que no ayudaba demasiado a que se me bajara el nivel de testosterona que tenía disparado.
Cuando llegamos al gran salón estaba mi madre con esa sonrisa arrebatadora que se gastaba, feliz de tenernos a todos en casa, se acercó a Thea para darle un cálido abrazo, para las suspicacias estaba padre, para hacernos la vida mas fácil, sin duda madre.
Nos pidió nos sentáramos a la mesa y pronto empezó a hablar con Thea sobre su embarazo, compartiendo cosas de hembras. Para mi suerte Velkan no tardó en unirse al desayuno con cara de no haber pasado la noche precisamente jugando a las cartas, bostezaba y le di un codazo a lo que su cara picara respondió por él.
Nos iríamos luego a cazar seguramente, algo que mi hermano y yo disfrutábamos cuando nos juntábamos.
-Pero es que mira a mi pequeño lobo como esta -dije señalando mi virilidad alzada -dice que quiere una rapidito ahora y otro después -apunté lanzándole un mordisco mientras ella se reía no sabía bien de que.
Mi comportamiento con ella era divertido, infantil, afectuoso, distinto a como era con el resto de las hembras con las que no encontraba mas complicidad que para echar un buen polvo.
Al final me levanté renegando mientras buscaba los pantalones y me subía frustrado la piel pues se había descapullado de lo dura que la tenía ahora mismo y me rozaba con todo.
Thea se reía al verme despotricar como un crio y maldecir a mi paso mientras me vestía.
-Pero me lo vas a recompensar -dije mirándola de reojo mientras esta muerta de la risa asentía.
Bajamos las escaleras de la mano, hicimos barias paradas para devorarnos los labios, algo que no ayudaba demasiado a que se me bajara el nivel de testosterona que tenía disparado.
Cuando llegamos al gran salón estaba mi madre con esa sonrisa arrebatadora que se gastaba, feliz de tenernos a todos en casa, se acercó a Thea para darle un cálido abrazo, para las suspicacias estaba padre, para hacernos la vida mas fácil, sin duda madre.
Nos pidió nos sentáramos a la mesa y pronto empezó a hablar con Thea sobre su embarazo, compartiendo cosas de hembras. Para mi suerte Velkan no tardó en unirse al desayuno con cara de no haber pasado la noche precisamente jugando a las cartas, bostezaba y le di un codazo a lo que su cara picara respondió por él.
Nos iríamos luego a cazar seguramente, algo que mi hermano y yo disfrutábamos cuando nos juntábamos.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
El modo en que el macho se dejó caer de espaldas en la cama hizo reír a la morena que negaba, mirándole. Era como un niño pequeño, pero se veía encantador en ese estado y hasta hizo que se sintiera tentada de lanzarse sobre él y comérselo a besos. Pero la reina les esperaba y ella era muy estricta con los protocolos y no se los saltaría aunque se muriera de ganas por satisfacer sus propios deseos. -Prometo compensarte por esto.- Aseguró, estirando el brazo para que el lobo la tomara de la mano y juntos bajaron a reunirse con el resto de los Landvik.
La primera en recibirles, como era de esperar, fue la propia Brianna que enseguida la rodeó con sus brazos y le preguntó sobre el embarazo. -Lo cierto es que va mucho mejor y, bueno...- Desvió la mirada hacia su prometido y con una sonrisa cómplice, tomó asiento a su lado. -Ayer Lobbo descubrió algo que nos tiene a los dos muy ilusionados.- Ninguno de ellos se había esperado que Thea estuviera gestando gemelos y, menos aún, que enterarse fuera a hacerles tan felices a ambos. Pero eran los padres de él y no sería ella quien estropeara la sorpresa, así que atrapó de nuevo la mano ajena bajo la mesa, entrelazando con ésta sus dedos y las alzó para besarle el dorso, antes de rozar contra éste la mejilla.
Damon seguía mirándola con recelo, sin fiarse. Le hija de Ruran intentaba no fijar en él sus orbes porque se sentía incómoda bajo el escrutinio de aquellos ojos intensos y penetrantes. Era como si intentara leerle la mente o el alma y dada su situación, muy delicada, no le convenía que las cosas se descubrieran todavía. Cuando llegara el momento, ella misma hablaría con Lobbo y le contaría las cosas, con calma, meditándolo bien todo, hasta la última palabra. -Cuéntaselo tú.- Le instó, riendo bajo sin poder contener la emoción que le producía compartir esos instantes con el castaño. Las cosas podían haber empezado muy mal, forzadas, pero como bien decía el joven licántropo: Lo importante no era cómo iniciaba todo, sino cómo terminaba. Y ahora mismo, si fuera el final de una obra de teatro, sería uno muy feliz para Thea.
La primera en recibirles, como era de esperar, fue la propia Brianna que enseguida la rodeó con sus brazos y le preguntó sobre el embarazo. -Lo cierto es que va mucho mejor y, bueno...- Desvió la mirada hacia su prometido y con una sonrisa cómplice, tomó asiento a su lado. -Ayer Lobbo descubrió algo que nos tiene a los dos muy ilusionados.- Ninguno de ellos se había esperado que Thea estuviera gestando gemelos y, menos aún, que enterarse fuera a hacerles tan felices a ambos. Pero eran los padres de él y no sería ella quien estropeara la sorpresa, así que atrapó de nuevo la mano ajena bajo la mesa, entrelazando con ésta sus dedos y las alzó para besarle el dorso, antes de rozar contra éste la mejilla.
Damon seguía mirándola con recelo, sin fiarse. Le hija de Ruran intentaba no fijar en él sus orbes porque se sentía incómoda bajo el escrutinio de aquellos ojos intensos y penetrantes. Era como si intentara leerle la mente o el alma y dada su situación, muy delicada, no le convenía que las cosas se descubrieran todavía. Cuando llegara el momento, ella misma hablaría con Lobbo y le contaría las cosas, con calma, meditándolo bien todo, hasta la última palabra. -Cuéntaselo tú.- Le instó, riendo bajo sin poder contener la emoción que le producía compartir esos instantes con el castaño. Las cosas podían haber empezado muy mal, forzadas, pero como bien decía el joven licántropo: Lo importante no era cómo iniciaba todo, sino cómo terminaba. Y ahora mismo, si fuera el final de una obra de teatro, sería uno muy feliz para Thea.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Cuando Thea enredó sus dedos a los míos fui incapaz de borrar una sonrisa algo estúpida que pronto mi madre capto como la llegada de una gran noticia.
Llevé mis labios al cuello de mi prometida dejando un mordisco en el antes de levantar la mirada clavandola en la de mi padre.
-Vas a ser abuelo.
Damon me miró pensando de seguro que había perdido el juicio lo sabía seguramente incluso antes de que diéramos la noticia pues Thea apestaba a mujer embarazada.
-Dos, viene dos, si yo te volví loco, coge fuerza alfa porque ademas uno de los dos o quizás ambos poseé magia.
Mi madre dio un salto de la silla para abrazar a Thea, sabía que ella se alegraría de la llegada de dos niños que de nuevo corretearan entre sus faldas. Brianan me había convertido en el hombre que hoy era, fue lo mejor que le pudo pasar a mi padre, ella completo con Elaine la familia. Velkan le dio la enhorabuena llevando la diestra a su vientre para saludar a las dos criaturas asegurando que les enseñaría a cazar porque su padre era una pena.
Tiré mi brazo por encima del de mi hermano y sonreí mirando cómplice a mi futura mujer, puede que aquello hubiera empezado como un “modo de recuperar las tierras de mi padre” pero ante los dioses juraba que me había enamorado de esa mujer terca que tenía delante.
-Si te los llevas tu la bosque Velkan, mas les vale llevarse migas de pan como Hnasel y Gretel, porque con tu orientación se van a perder seguro.
Madre nos contaba ese cuento de niños, a los dos nos daba mucho miedo la bruja aunque luego cuando íbamos creciendo nos iba haciendo mas ilusión la idea de comernos la casa de chocolate.
Llevé mis labios al cuello de mi prometida dejando un mordisco en el antes de levantar la mirada clavandola en la de mi padre.
-Vas a ser abuelo.
Damon me miró pensando de seguro que había perdido el juicio lo sabía seguramente incluso antes de que diéramos la noticia pues Thea apestaba a mujer embarazada.
-Dos, viene dos, si yo te volví loco, coge fuerza alfa porque ademas uno de los dos o quizás ambos poseé magia.
Mi madre dio un salto de la silla para abrazar a Thea, sabía que ella se alegraría de la llegada de dos niños que de nuevo corretearan entre sus faldas. Brianan me había convertido en el hombre que hoy era, fue lo mejor que le pudo pasar a mi padre, ella completo con Elaine la familia. Velkan le dio la enhorabuena llevando la diestra a su vientre para saludar a las dos criaturas asegurando que les enseñaría a cazar porque su padre era una pena.
Tiré mi brazo por encima del de mi hermano y sonreí mirando cómplice a mi futura mujer, puede que aquello hubiera empezado como un “modo de recuperar las tierras de mi padre” pero ante los dioses juraba que me había enamorado de esa mujer terca que tenía delante.
-Si te los llevas tu la bosque Velkan, mas les vale llevarse migas de pan como Hnasel y Gretel, porque con tu orientación se van a perder seguro.
Madre nos contaba ese cuento de niños, a los dos nos daba mucho miedo la bruja aunque luego cuando íbamos creciendo nos iba haciendo mas ilusión la idea de comernos la casa de chocolate.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Tal y como empezó el castaño a contar las cosas, los lobos se miraron entre sí y luego a él como si estuviera loco o les creyera tontos. Todos allí sabían que Thea estaba embarazada, excepto Dasha, porque seguro que Brianna se lo había olido aún sin los poderes sobrenaturales. Era una mujer intuitiva y ya había sido madre, así que se habría percatado de los cambios de humor en la morena o del brillo de sus ojos. Si algo les pillaba por sorpresa era que se tratara de dos criaturas y que, además, una de ellas tuviera ya magia. Por norma general los hechiceros no mostraban poder hasta ya alcanzada cierta edad por lo que el caso de los hijos del joven Landvik era algo extraño y a tener en cuenta. Podía ser considerado tanto un muy buen presagio como uno nefasto, mas ellos habían optado por verle el lado positivo a la situación porque aquel embarazo les había unido hasta convertirlos en una verdadera pareja.
Enseguida llegaron las felicitaciones, las muestras de afecto, las bromas y las risas. Ver como se comportaba aquella familia le hacía imaginar a la hija de Ruran cómo sería Lobbo en el futuro con los hijos que tuvieran. Atrás quedaba ya la opinión sobre el mujeriego, sobre un licántropo descentrado y posiblemente peligroso. Thea veía ahora a un hombre sensato, impulsivo, un macho que cuidaba de los suyos, que apreciaba lo que tenía, que daría su vida por aquellos a los que quería. Veía al hombre del que, sin buscarlo, se había enamorado a base de pasar tiempo a su lado, de conocerlo, de comprenderlo.
Les escuchó hablar sobre aquel cuento y sonrió, pues su madre también se lo contaba a ella cuando era pequeña y ella se lo había contado a sus hermanas. Era curioso como aquellas cosas cruzaban fronteras. Tal vez las historias no fueran exactamente iguales, siempre había matices, pequeñas variantes, pero la esencia era la misma y la moraleja casi idéntica. -Sería bonito que fueran un niño y una niña, ¿no crees?- Preguntó, fijando sus pardos en los de su prometido. Últimamente eran muchos los momentos en los que se encontraba soñando despierta, imaginando una vida perfecta con sus niños creciendo felices en las tierras salvajes del norte bajo el mandato de dos alfas que unían sus fuerzas. Un pueblo fuerte, unido y dichoso. La imagen era idílica y soñaba con que de verdad así ocurriera, aunque al final siempre venía el momento de la verdad y todo terminaba convirtiéndose en una pesadilla, en un instante todo se venía abajo cuando Thea le contaba a Lobbo el verdadero inicio de su relación, el motivo por el que le había ofrecido aquellas tierras a cambio de un compromiso que, realmente, nada tenía que ver con el amor que primeramente había fingido y que, con el paso del tiempo, se había vuelto una verdad inevitable.
Enseguida llegaron las felicitaciones, las muestras de afecto, las bromas y las risas. Ver como se comportaba aquella familia le hacía imaginar a la hija de Ruran cómo sería Lobbo en el futuro con los hijos que tuvieran. Atrás quedaba ya la opinión sobre el mujeriego, sobre un licántropo descentrado y posiblemente peligroso. Thea veía ahora a un hombre sensato, impulsivo, un macho que cuidaba de los suyos, que apreciaba lo que tenía, que daría su vida por aquellos a los que quería. Veía al hombre del que, sin buscarlo, se había enamorado a base de pasar tiempo a su lado, de conocerlo, de comprenderlo.
Les escuchó hablar sobre aquel cuento y sonrió, pues su madre también se lo contaba a ella cuando era pequeña y ella se lo había contado a sus hermanas. Era curioso como aquellas cosas cruzaban fronteras. Tal vez las historias no fueran exactamente iguales, siempre había matices, pequeñas variantes, pero la esencia era la misma y la moraleja casi idéntica. -Sería bonito que fueran un niño y una niña, ¿no crees?- Preguntó, fijando sus pardos en los de su prometido. Últimamente eran muchos los momentos en los que se encontraba soñando despierta, imaginando una vida perfecta con sus niños creciendo felices en las tierras salvajes del norte bajo el mandato de dos alfas que unían sus fuerzas. Un pueblo fuerte, unido y dichoso. La imagen era idílica y soñaba con que de verdad así ocurriera, aunque al final siempre venía el momento de la verdad y todo terminaba convirtiéndose en una pesadilla, en un instante todo se venía abajo cuando Thea le contaba a Lobbo el verdadero inicio de su relación, el motivo por el que le había ofrecido aquellas tierras a cambio de un compromiso que, realmente, nada tenía que ver con el amor que primeramente había fingido y que, con el paso del tiempo, se había vuelto una verdad inevitable.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
El desayuno fue bien, como imaginaba la noticia fue bien recibida por todos que reíamos y celebrábamos que vinieran dos hijos en vez de uno. Thea y yo habíamos empezado la relación por el bien común de ldo nuestros y bueno, en su caso porque si me deseaba como marido mientras yo huía de las relaciones como si fueran la misma peste. Pero ahora las cosas eran muy distintas, había una conexión fuerte entre nosotros y cada mirada cómplice delataba nuestras ganas de encontrarnos bajo las sabanas.
Mi hermano insistió en salir a celebrar la noticia, así que pasé la tarde de cacería, nos pusimos al día sobre las inquietudes de uno y otro y puede así contarle bien como la había conocido y lo que había ido pasando. También que su manada era débil, mis encontronazos con sus padres, no todo era idílico.
El me hablo de la duquesa, parecía gustarle bastante aunque mi hermano era bastante dado a pensarse mas las cosas, quería conocerla despacio, saber que era la indicada.
Había lago que no me contaba, como si él dudara de Dasha o de algunas de sus reacciones, peor por otro lado aseguraba que era distinta a todas las mujeres que había conocido, bella, inteligente y con la determinación suficiente como para perderse entre vikingos y salir airosa de ello.
Tras dejar las piezas cobradas decidimos irnos a una taberna donde servían bebidas típicas de Rumanía, mi prometida no podía beber, pero Dasha si y una cena los 4 y unas copas para conocernos tampoco nos vendría demasiado mal, así que fuimos a buscar a las dos que se mantenían en sus respectivas habitaciones.
No se llevaban especialmente bien, era como si no conectaran, esperábamos que este encuentro las ayudara a conocerse y de paso pasáramos una noche de risas bailes y confesiones.
Golpeé la puerta de la habitación antes de abrirle y me adentré con una flamante sonrisa.
-He quedado con mi hermano para cenar y beber, podemos ir los cuatro, jugar a algo, bailar...¿que te parece la idea Thea?
Mi hermano insistió en salir a celebrar la noticia, así que pasé la tarde de cacería, nos pusimos al día sobre las inquietudes de uno y otro y puede así contarle bien como la había conocido y lo que había ido pasando. También que su manada era débil, mis encontronazos con sus padres, no todo era idílico.
El me hablo de la duquesa, parecía gustarle bastante aunque mi hermano era bastante dado a pensarse mas las cosas, quería conocerla despacio, saber que era la indicada.
Había lago que no me contaba, como si él dudara de Dasha o de algunas de sus reacciones, peor por otro lado aseguraba que era distinta a todas las mujeres que había conocido, bella, inteligente y con la determinación suficiente como para perderse entre vikingos y salir airosa de ello.
Tras dejar las piezas cobradas decidimos irnos a una taberna donde servían bebidas típicas de Rumanía, mi prometida no podía beber, pero Dasha si y una cena los 4 y unas copas para conocernos tampoco nos vendría demasiado mal, así que fuimos a buscar a las dos que se mantenían en sus respectivas habitaciones.
No se llevaban especialmente bien, era como si no conectaran, esperábamos que este encuentro las ayudara a conocerse y de paso pasáramos una noche de risas bailes y confesiones.
Golpeé la puerta de la habitación antes de abrirle y me adentré con una flamante sonrisa.
-He quedado con mi hermano para cenar y beber, podemos ir los cuatro, jugar a algo, bailar...¿que te parece la idea Thea?
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Aunque el desayuno fue animado gracias al optimismo de Brianna y el entusiasmo que los futuros padres derrochaban, la mirada penetrante de Damon se seguía clavando en el pecho de la morena que, por todos los medios, intentaba evitar que se fijara en sus ojos. Parecía que intentara leerle el alma y eso era, además de inquietante, desagradable. Así que se centró en charlar con la reina y su prometido, riendo las tonterías de Velkan que se empeñaba en tocarle la tripa porque decía que traía suerte y otras tantas cosas que a saber de dónde sacaba.
Al terminar, los dos hermanos se fueron a pasar el día juntos, algo que estaba claro que necesitaban. Les iría bien charlar y desfogarse con la caza, y a Thea le vendría bien un poco de reposo que, aunque era una alfa, estaba de tres meses y llevaba a dos criaturas en su vientre y, al menos, una de ellas cargada de magia. Así que se recostó en la cama y durmió unas horas. Para cuando despertó, ya era media tarde, así que se dio un relajante baño, pensando en lo que le había prometido a Lobbo aquella mañana. Sonrió de medio lado, ideando un plan para sorprenderlo y bajó a hablar con la cocinera para ver si la ayudaba a preparar algunas cosas.
En cuanto tuvo los filetes medio hechos, las patatas asadas con zanahorias dulces y una deliciosa tarta de cereza que, en el caso del postre, preparó ella sola, sonrió satisfecha y lo fue subiendo al dormitorio. Movió la mesa que servía de escritorio, la decoró con un par de velas, puso los cubiertos, platos y copas. Dejó una botella de vino aireándose y la cena lista para comerse. Mientras esperaba a que llegara el macho, fue a cambiarse de ropa y ponerse algo más adecuado para la ocasión, ya que iban a celebrar que estaban, esta vez de verdad, prometidos. Más que de verdad, de corazón. Ya no había motivos ocultos para su relación, aunque hubiera cosas que hablar más adelante, ahora se querían de verdad, se necesitaban y se cuidaban.
Cuando la puerta se abrió y apareció Lobbo diciendo lo de ir a cenar con Velkan y Dasha, la sonrisa de Thea se esfumó y su ceño se frunció. Estaba de pie, llevando ropa tan fina que prácticamente se transparentaba lo que había debajo, un juego delicado de prendas íntimas, las más bonitas que tenía. Se cerró el batín que hasta ahora sólo había cubierto sus hombros y se giró a apagar las velas con un resoplido de ofuscación. -Si lo sé no me molesto en preparar todo esto.- Gruñó. No podía evitar demostrar que estaba enfadada. Él era el que le había pedido compensación por dejarle a medias por la mañana y ahora le venía con cenas en familia y encima con Dasha, con la que no se llevaba precisamente bien que se dijera. Algo no le olía bien en ella.
Al terminar, los dos hermanos se fueron a pasar el día juntos, algo que estaba claro que necesitaban. Les iría bien charlar y desfogarse con la caza, y a Thea le vendría bien un poco de reposo que, aunque era una alfa, estaba de tres meses y llevaba a dos criaturas en su vientre y, al menos, una de ellas cargada de magia. Así que se recostó en la cama y durmió unas horas. Para cuando despertó, ya era media tarde, así que se dio un relajante baño, pensando en lo que le había prometido a Lobbo aquella mañana. Sonrió de medio lado, ideando un plan para sorprenderlo y bajó a hablar con la cocinera para ver si la ayudaba a preparar algunas cosas.
En cuanto tuvo los filetes medio hechos, las patatas asadas con zanahorias dulces y una deliciosa tarta de cereza que, en el caso del postre, preparó ella sola, sonrió satisfecha y lo fue subiendo al dormitorio. Movió la mesa que servía de escritorio, la decoró con un par de velas, puso los cubiertos, platos y copas. Dejó una botella de vino aireándose y la cena lista para comerse. Mientras esperaba a que llegara el macho, fue a cambiarse de ropa y ponerse algo más adecuado para la ocasión, ya que iban a celebrar que estaban, esta vez de verdad, prometidos. Más que de verdad, de corazón. Ya no había motivos ocultos para su relación, aunque hubiera cosas que hablar más adelante, ahora se querían de verdad, se necesitaban y se cuidaban.
Cuando la puerta se abrió y apareció Lobbo diciendo lo de ir a cenar con Velkan y Dasha, la sonrisa de Thea se esfumó y su ceño se frunció. Estaba de pie, llevando ropa tan fina que prácticamente se transparentaba lo que había debajo, un juego delicado de prendas íntimas, las más bonitas que tenía. Se cerró el batín que hasta ahora sólo había cubierto sus hombros y se giró a apagar las velas con un resoplido de ofuscación. -Si lo sé no me molesto en preparar todo esto.- Gruñó. No podía evitar demostrar que estaba enfadada. Él era el que le había pedido compensación por dejarle a medias por la mañana y ahora le venía con cenas en familia y encima con Dasha, con la que no se llevaba precisamente bien que se dijera. Algo no le olía bien en ella.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Desde la puerta ladeé la sonrisa al ver como fruncía ese precioso ceño enmarcando esos ojos verdes como la hierba fresca en la que tantas veces retozábamos.
Me relamí los labios deslizando mis ojos por aquel cuerpo perfecto, cada curva, cada trazo cincelado por los dioses para mi disfrute y pensé que estuve ciego si no la vi arrastrado por el odio antes de que ella me propusiera matrimonio.
Cuando se giró me pillo mirando descarado sus nalgas pero cuando hizo ademan de salir por la puerta atrapé su cintura y la empujé hacía dentro de la cámara.
-Creo que me estoy constipando y no es buena idea salir de casa... -fingí una excusa tan estúpida porque jamas enfermaba que ella se echó a reír -cenemos aquí, tu y yo...ya iremos otro día.
Tiré de ella pegando su espalda a mi pecho, dejé un reguero de besos por su cuello mientras mi mano descendía hasta su vientre plagándolo de caricias.
-¿Te han dejado dormir mis hijos? -susurré en su oído.
Mordí la ternilla de este, escuche como jadeaba cuando mi lengua humedeció su pabellón mientras mi mano tras saludar a nuestros hijos descendía hasta su centro para acariciar su clítoris muy despacio colándome por sus bragas de encaje.
-Lobbo -susurró con la voz ronca -la cena.
Llevé mi dedo a mis labios para lamer su elixir mientras ella sonreía divertida.
-Si, esta deliciosa, tengo ganas de comérmela.
-Esa no idiota -dijo señalando la mesa.
-Ah, esa.
Entre besos y mas caricias llegamos hasta ella, moví la silla para que pudiera tomar asiento de forma cortes.
-Soy todo un caballero -bromeé mientras ella sonreía feliz al verme rodear la mesa, eso si robando un trozo de queso de uno de los platos antes de tomar asiento.
Tomé la botella y me serví una abundante copa, después le serví a ella un par de dedos.
-Brinda conmigo..-dije levantando la copa -por nosotros y los tratos, no sabes lo placentero es negociar contigo.
Me relamí los labios deslizando mis ojos por aquel cuerpo perfecto, cada curva, cada trazo cincelado por los dioses para mi disfrute y pensé que estuve ciego si no la vi arrastrado por el odio antes de que ella me propusiera matrimonio.
Cuando se giró me pillo mirando descarado sus nalgas pero cuando hizo ademan de salir por la puerta atrapé su cintura y la empujé hacía dentro de la cámara.
-Creo que me estoy constipando y no es buena idea salir de casa... -fingí una excusa tan estúpida porque jamas enfermaba que ella se echó a reír -cenemos aquí, tu y yo...ya iremos otro día.
Tiré de ella pegando su espalda a mi pecho, dejé un reguero de besos por su cuello mientras mi mano descendía hasta su vientre plagándolo de caricias.
-¿Te han dejado dormir mis hijos? -susurré en su oído.
Mordí la ternilla de este, escuche como jadeaba cuando mi lengua humedeció su pabellón mientras mi mano tras saludar a nuestros hijos descendía hasta su centro para acariciar su clítoris muy despacio colándome por sus bragas de encaje.
-Lobbo -susurró con la voz ronca -la cena.
Llevé mi dedo a mis labios para lamer su elixir mientras ella sonreía divertida.
-Si, esta deliciosa, tengo ganas de comérmela.
-Esa no idiota -dijo señalando la mesa.
-Ah, esa.
Entre besos y mas caricias llegamos hasta ella, moví la silla para que pudiera tomar asiento de forma cortes.
-Soy todo un caballero -bromeé mientras ella sonreía feliz al verme rodear la mesa, eso si robando un trozo de queso de uno de los platos antes de tomar asiento.
Tomé la botella y me serví una abundante copa, después le serví a ella un par de dedos.
-Brinda conmigo..-dije levantando la copa -por nosotros y los tratos, no sabes lo placentero es negociar contigo.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/08/2016
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
No pudo contener la sonrisa cuando el macho canceló los planes hechos con su hermano con una excusa tan tonta que nadie, en su sano juicio, se hubiese tragado. Pero eran detalles absurdos como aquel que hacían que la relación entre aquellos dos alfa fuese única. Los dos se encendían enseguida, para lo bueno y para lo malo, pero siempre había uno de los dos que cedía, calmando así los ánimos. Normalmente era Thea la que lo hacía, pero de vez en cuando, en los momentos más inesperados Lobbo la sorprendía con gestos que la deshacían por dentro.
El calor del castaño era igual al suyo, pero aún así podía sentir como su contacto le erizaba el vello de todo el cuerpo, empezando por la nuca, donde los labios ajenos se posaron, rozando su piel con el cálido aliento al ir dejando un sendero de besos. Posó su mano sobre la foránea y giró un poco la cabeza hasta mirar de soslayo a su pareja. -Me dejan dormir más los hijos que el padre...- Comentó ella con una suave risa. Una que murió enseguida en un jadeo, porque los dedos del licántropo decidieron iniciar camino en descenso y en dos segundos alcanzaron los labios de su sexo. -Lobbo... La cena...- Murmuró entrecortadamente la morena, intentando apartarse, pero sin querer realmente hacerlo. El siguiente acto del joven Ladvik fue, como siempre, osado e hizo que su prometida sonriera de nuevo. -Qué tonto eres... me refiero a la de la mesa.- Comentó entre breves risas. Se dio la vuelta y le mordió los labios a su prometido, lamiéndolos después, perfilándolos lentamente con la lengua.
Los dos fueron a sentarse y Lobbo le apartó la silla para que ella se acomodara, echándose flores por su gesto caballeroso. -De brillante armadura, desde luego.- Añadió divertida, tendiendo la mano a recoger aquella copa que su pareja le ofrecía. En su estado no podía abusar del alcohol, pero un trago no le haría daño ni a ella ni a los pequeños, menos aún con lo fuertes que demostraban estar siendo. Brindó con el macho y dio un suave sorbo silencioso. -Aún nos quedan muchos tratos por hacer, te lo prometo.- Aseguró la hembra que destapó el cazo con la carne aún tibia y le sirvió el filete más grande a su prometido, bien conocido por el hambre voraz que poseía, tanto a la mesa como en la cama, de eso no cabía duda alguna. -Sasha me ha ayudado a prepararlo casi todo, menos el postre. Ese lo hice sola y es una receta de mi madre... que espero disfrutemos con las manos y en la cama.- Puntualizó, abriendo un poco el batín, dejando así que asomaran sus voluptuosos y turgentes pechos, para mostrarle al lobo lo que le aguardaba cuando terminaran la cena. O la primera, al menos.
Además, como le había prometido una buena recompensa, a Thea le pareció divertido aderezarlo todo con un poco de juego. Así que, descalza como estaba, rozó la espinilla de la pierna derecha de Lobbo y fue ascendiendo lentamente, rozando por encima del pantalón la extremidad ajena y, en cuanto pasó de la rodilla, coló el pie entre los muslos foráneos y fue directa a palparle la entrepierna, acariciando con el dedo gordo y el contiguo, marcando bien con ellos su bragueta. -¿Tanto te gusta lo que he organizado para ti?- Inquirió con una pícara y ladeada sonrisa.
El calor del castaño era igual al suyo, pero aún así podía sentir como su contacto le erizaba el vello de todo el cuerpo, empezando por la nuca, donde los labios ajenos se posaron, rozando su piel con el cálido aliento al ir dejando un sendero de besos. Posó su mano sobre la foránea y giró un poco la cabeza hasta mirar de soslayo a su pareja. -Me dejan dormir más los hijos que el padre...- Comentó ella con una suave risa. Una que murió enseguida en un jadeo, porque los dedos del licántropo decidieron iniciar camino en descenso y en dos segundos alcanzaron los labios de su sexo. -Lobbo... La cena...- Murmuró entrecortadamente la morena, intentando apartarse, pero sin querer realmente hacerlo. El siguiente acto del joven Ladvik fue, como siempre, osado e hizo que su prometida sonriera de nuevo. -Qué tonto eres... me refiero a la de la mesa.- Comentó entre breves risas. Se dio la vuelta y le mordió los labios a su prometido, lamiéndolos después, perfilándolos lentamente con la lengua.
Los dos fueron a sentarse y Lobbo le apartó la silla para que ella se acomodara, echándose flores por su gesto caballeroso. -De brillante armadura, desde luego.- Añadió divertida, tendiendo la mano a recoger aquella copa que su pareja le ofrecía. En su estado no podía abusar del alcohol, pero un trago no le haría daño ni a ella ni a los pequeños, menos aún con lo fuertes que demostraban estar siendo. Brindó con el macho y dio un suave sorbo silencioso. -Aún nos quedan muchos tratos por hacer, te lo prometo.- Aseguró la hembra que destapó el cazo con la carne aún tibia y le sirvió el filete más grande a su prometido, bien conocido por el hambre voraz que poseía, tanto a la mesa como en la cama, de eso no cabía duda alguna. -Sasha me ha ayudado a prepararlo casi todo, menos el postre. Ese lo hice sola y es una receta de mi madre... que espero disfrutemos con las manos y en la cama.- Puntualizó, abriendo un poco el batín, dejando así que asomaran sus voluptuosos y turgentes pechos, para mostrarle al lobo lo que le aguardaba cuando terminaran la cena. O la primera, al menos.
Además, como le había prometido una buena recompensa, a Thea le pareció divertido aderezarlo todo con un poco de juego. Así que, descalza como estaba, rozó la espinilla de la pierna derecha de Lobbo y fue ascendiendo lentamente, rozando por encima del pantalón la extremidad ajena y, en cuanto pasó de la rodilla, coló el pie entre los muslos foráneos y fue directa a palparle la entrepierna, acariciando con el dedo gordo y el contiguo, marcando bien con ellos su bragueta. -¿Tanto te gusta lo que he organizado para ti?- Inquirió con una pícara y ladeada sonrisa.
Theara Silje- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/03/2018
Re: Dos y dos son cuatro // Privado - Lobbo [+18]
Podía parecer una estupidez, pero esta era la primera vez en mi vida que cenaba con una mujer en mi habitación con velas de por medio y algo así como el “romanticismo” fluyendo en el ambiente.
Thea había estado ante mis ojos durante mucho tiempo y yo, mi odio me había cegado tanto que ni siquiera había sido capaz de verla de otro modo.
Ladeé la sonrisa al ver como se abría la bata.
-Y eso quiere decir que vas a ser mi plato para el postre o directamente eres mi postre -puntualicé lanzándole un mordisco al aire haciéndola reír.
Me gustaba como sonaba su risa, elevé la copa sin poder apartar mis ojos de sus esmeraldas, como estuve tan ciego para no darme cuenta de que mientras huía del amor este me encontraba.
Sonreí divertido llevando la copa a mis labios para dar un trago, pero pronto mi respiración se torno errática y su sonrisa asomó lujuriosa al tiempo que mi entrepierna se levantaba dura como una piedra al contacto con su pie descalzo.
-No se si aguantaré hasta el postre futura esposa mía.
Nuestros ojos chocaban constantemente, mientras bebíamos y bromeábamos, mis hijos crecían fuertes daban patadas alegres, era un pequeño momento de paz para ambos.
-¿cuando te enamoraste de mi? -pregunté de pronto queriendo saber -es decir me dijiste que querías casarte conmigo porque sentías algo por mi ¿físico? -bromeé ladeando la sonrisa mientras alzaba un par de veces las cejas de forma engreída -no te avergüences, es normal ¿tu me has visto? -dije abriéndome la camisa para que mirara mi pecho mientras deslizaba por msi pectorales una de mis manos -¿de verdad he de esperar al postre?
Thea se echó a reír sin parar por mi soberbia.
-Vamos preciosa, quiero beber y probar ese postre en tus enormes tetas.
Thea había estado ante mis ojos durante mucho tiempo y yo, mi odio me había cegado tanto que ni siquiera había sido capaz de verla de otro modo.
Ladeé la sonrisa al ver como se abría la bata.
-Y eso quiere decir que vas a ser mi plato para el postre o directamente eres mi postre -puntualicé lanzándole un mordisco al aire haciéndola reír.
Me gustaba como sonaba su risa, elevé la copa sin poder apartar mis ojos de sus esmeraldas, como estuve tan ciego para no darme cuenta de que mientras huía del amor este me encontraba.
Sonreí divertido llevando la copa a mis labios para dar un trago, pero pronto mi respiración se torno errática y su sonrisa asomó lujuriosa al tiempo que mi entrepierna se levantaba dura como una piedra al contacto con su pie descalzo.
-No se si aguantaré hasta el postre futura esposa mía.
Nuestros ojos chocaban constantemente, mientras bebíamos y bromeábamos, mis hijos crecían fuertes daban patadas alegres, era un pequeño momento de paz para ambos.
-¿cuando te enamoraste de mi? -pregunté de pronto queriendo saber -es decir me dijiste que querías casarte conmigo porque sentías algo por mi ¿físico? -bromeé ladeando la sonrisa mientras alzaba un par de veces las cejas de forma engreída -no te avergüences, es normal ¿tu me has visto? -dije abriéndome la camisa para que mirara mi pecho mientras deslizaba por msi pectorales una de mis manos -¿de verdad he de esperar al postre?
Thea se echó a reír sin parar por mi soberbia.
-Vamos preciosa, quiero beber y probar ese postre en tus enormes tetas.
Lobbo Landvik- Licántropo Clase Alta
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