Un nuevo comienzo

por **Charlize De Nantes** Sáb Sep 30, 2023 1:25 pm

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"CHARLIZE MARCHESSAULT"

Presente
Paris - Verano

Si algo había venido a ésta vida a pagar, de alguna anterior, ese precio ya lo terminaba de pagar. Su único hijo, había caído enfermo, y tras noches de insomnio y agonía, le había contemplado apagarse, como una débil llama. Esa pequeña luz, que le diera las fuerzas necesarias para enfrentar todo, durante los años en que se convirtió en una mujer repudiada por la sociedad, al ser dejada de lado por su esposo, aún en pleno embarazo. La llama que le ayudaba a levantarse día tras día y de ayudar a los mas necesitados, al pensar que su niño, tenía la misma edad, de muchos de los pequeños que salvaba de las garras de la pobreza o la esclavitud, en Paises tan atrasados como China, Japón o Corea. Ahora, se encontraba inerte en su lecho. Todas las risas, las frases, se habían apagado tras un velo tan pesado como el que divide la vida de la muerte.

Charlize, vivió como un autómata, cada uno de los días posteriores a su desgarradora perdida. A su lado solo estuvo su doncella, las pocas personas que se habían vuelto su familia, como lo era la joven Mi Young, la dulce y silenciosa Juyi, o el enjuto y caballeroso señor Hae. Ellos, le hicieron compañía en el doloroso camino de su hogar al cementerio, en donde depositó el féretro de su pequeño. Su suegro, la había repudiado, al saber que su único nieto y al que había deseado dejar todas sus riquezas, muriera por una enfermedad, - Nunca serviste para nada, ni un nieto fuerte y sano pudiste dar al apellido Marchessault, por eso, te pido, no, te exijo, que dejes de usar nuestro apellido -, había sido el tajante mensaje de su ex suegro. - ¿En verdad cree que deseo seguir usando éste apellido maldito? - había cavilado, tras recibir la misiva, el mismo día en que dejara a su pequeño ángel, en las frías tierras del cementerio de Paris.

Pidió que la disculpasen por unos días, o tal vez, unos meses, necesitaba tomarse un descanso, acomodar su dolor dentro del pecho. Pero el sollozo e uno de los pequeños, en la habitación de su hijo, le hizo entender, que al igual que esos niños, solo se tenían mutuamente, ambos habían perdido el sentido de la vida y solo en el mutuo dolor, podían seguir viviendo. Por eso, decidió mudarse, dejaría esa propiedad que fuera de la familia Marchessault y compraría un nuevo lugar, uno, en el que pudiera darle a esos niños, un sitio en el cual curar sus heridas y buscar un nuevo futuro, nuevos sueños.

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