AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
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Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Recuerdo del primer mensaje :
La noche se cernía sobre mí mientras caminaba por las calles parisinas. Sabía perfectamente que este no era el lugar en el que debía estar. En estos momentos, mi sitio estaba al lado de algún rico infiel, disfrutando de una noche de placer. Pero ese ambiente recargado del burdel me agobiaba. Mucha gente pegada, cuerpos sudorosos y un ambiente cálido, por llamarlo de alguna manera. Así que, de vez en cuando, decidía hacer alguna escapadita. Las tenía merecidas, ya que mi cuerpo se vendía muy bien. Sentía las miradas de la gente normal. Miradas devoradoras las de los hombres, de odio las de mujeres. No se me daba bien relacionarme con el sexo femenino. Demasiado envidiosas. Además, no les solía gustar que sus hombres se quedaran embobados observando las curvas de mi cuerpo. ¿Qué se le va a hacer? No necesito amigas para sobrevivir. Ni siquiera para vivir. No necesito a nadie.
Mi vestido no era decente. Enseñaba más carne de lo que cualquier mujer con marido deseaba, y se ceñía tanto a mi cuerpo que no dejaba demasiado lugar a la imaginación. Soy prostituta, y orgullosa de ello. Ha sido una elección mía y no me arrepiento. También sé que podría cambiar de vida. Pero... ¿Para qué? Placer y dinero se juntan en esta profesión. Además arruino la reputación de mi padre. ¿Qué más quiero? Sumergida en mis pensamientos, tropecé en un saliente del suelo. No logré recuperar el equilibrio a tiempo ni había por allí ningún héroe que me rescatase cual princesa de cuento. Así que solo quedaba la dura realidad, un brusco golpe contra el suelo.
Me recompuse con rapidez. Ninguna mueca de dolor se adivinaba en mi rostro. ¿Para qué? Probablemente a nadie le interesaría. Tampoco esta era una calle demasiado transitada. Podría volver a levantarme conservando mi dignidad. Y es lo que intenté. Pero al apoyar mi pie derecho, un dolor agudo me recorrió el tobillo. ¡Genial! Volví a perder el equilibrio, y esta vez un pequeño atisbo de dolor cruzó por mi mirada. Así que allí estaba yo, sentada en el suelo y con el tobillo derecho doblado. Me voy superando cada día más. ¿Quién iba a pensar que acabaría tirada por las calles de París como una pordiosera?
Mi vestido no era decente. Enseñaba más carne de lo que cualquier mujer con marido deseaba, y se ceñía tanto a mi cuerpo que no dejaba demasiado lugar a la imaginación. Soy prostituta, y orgullosa de ello. Ha sido una elección mía y no me arrepiento. También sé que podría cambiar de vida. Pero... ¿Para qué? Placer y dinero se juntan en esta profesión. Además arruino la reputación de mi padre. ¿Qué más quiero? Sumergida en mis pensamientos, tropecé en un saliente del suelo. No logré recuperar el equilibrio a tiempo ni había por allí ningún héroe que me rescatase cual princesa de cuento. Así que solo quedaba la dura realidad, un brusco golpe contra el suelo.
Me recompuse con rapidez. Ninguna mueca de dolor se adivinaba en mi rostro. ¿Para qué? Probablemente a nadie le interesaría. Tampoco esta era una calle demasiado transitada. Podría volver a levantarme conservando mi dignidad. Y es lo que intenté. Pero al apoyar mi pie derecho, un dolor agudo me recorrió el tobillo. ¡Genial! Volví a perder el equilibrio, y esta vez un pequeño atisbo de dolor cruzó por mi mirada. Así que allí estaba yo, sentada en el suelo y con el tobillo derecho doblado. Me voy superando cada día más. ¿Quién iba a pensar que acabaría tirada por las calles de París como una pordiosera?
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/06/2011
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Comencé a removerme en mi posición, cada vez más incómoda. Su gran hombro se clavaba en mi vientre. Al final iba a vomitar. ¿Preocupada? Me lo había planteado un instante, pero lo cierto era que no. Nadie puede reprenderme y que me lo tome en serio, nadie tiene tal poder sobre mi. Llevábamos ya un buen rato andando y al parecer el grandullón no tenía intención de cambiarme de posición. ¿Qué si me había comido la lengua el gato? ¡Já!
-Me duele- musité.- ¿Sabes? Yo me esperaba algo más tipo recién casados. Pero veo que eres todo un caballero, señor Wesh.- Un momento. Con el tobillo, el zapato volador, las risas y la discusión no me había fijado, pero su nombre me sonaba. Wesh, sí, me lo habían mencionado en alguna ocasión. Conocía todos los secretos de la parte oscura de la ciudad. Vaya, vaya, me he topado con un buen espécimen.
-¿Y usted en que trabaja? Porque, no se ofenda, pero lo del circo no le pega.- una sonrisita de niña pilla se dibujó en mi rostro. Esa era la única ventaja de la posición en la que me llevaba, él no podía verme la cara.- Ah, lo de la lengua... Podría usted comprobarlo pero temo estar fuera de su presupuesto.
-Me duele- musité.- ¿Sabes? Yo me esperaba algo más tipo recién casados. Pero veo que eres todo un caballero, señor Wesh.- Un momento. Con el tobillo, el zapato volador, las risas y la discusión no me había fijado, pero su nombre me sonaba. Wesh, sí, me lo habían mencionado en alguna ocasión. Conocía todos los secretos de la parte oscura de la ciudad. Vaya, vaya, me he topado con un buen espécimen.
-¿Y usted en que trabaja? Porque, no se ofenda, pero lo del circo no le pega.- una sonrisita de niña pilla se dibujó en mi rostro. Esa era la única ventaja de la posición en la que me llevaba, él no podía verme la cara.- Ah, lo de la lengua... Podría usted comprobarlo pero temo estar fuera de su presupuesto.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/06/2011
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Wesh soltó una risa ronca por su comentario.
-Quizá algún día se sorprenda de lo que mi presupuesto puede comprar -aunque no sería a ella, se prometió. Cualquier cosa menos alquilar a esa mujer.
Se instó a sí mismo a dejar de pensarlo con tanta vehemencia. El destino tenía curiosas formas de darse a conocer. Una de ellas solía ser juntarte con personas a las que, en circunstancias normales, nunca te hubieras acercado.
-Y no, el circo no es lo mío. Nunca me han sentado bien las ropas ajustadas -ni ofrecer espectáculo a todo aquel que quisiera pagar para verlo. Aunque en ese mismo momento, estaba dando uno bien bueno y totalmente gratis a juzgar por los rostros con los que se cruzaba. Aún así, dejó que la señorita di Noir se quejara un poco más-: Mi trabajo consiste en hacer cosas que la mayoría de la gente prefiere evitar.
Ella se revolvía sobre su hombro, consiguiendo un par de veces que casi perdiera el equilibrio. Por suerte no se notó demasiado. Pero a la tercera le dio un aviso de que se estuviera quieta en forma de palmada en su hermoso trasero.
-Quizá algún día se sorprenda de lo que mi presupuesto puede comprar -aunque no sería a ella, se prometió. Cualquier cosa menos alquilar a esa mujer.
Se instó a sí mismo a dejar de pensarlo con tanta vehemencia. El destino tenía curiosas formas de darse a conocer. Una de ellas solía ser juntarte con personas a las que, en circunstancias normales, nunca te hubieras acercado.
-Y no, el circo no es lo mío. Nunca me han sentado bien las ropas ajustadas -ni ofrecer espectáculo a todo aquel que quisiera pagar para verlo. Aunque en ese mismo momento, estaba dando uno bien bueno y totalmente gratis a juzgar por los rostros con los que se cruzaba. Aún así, dejó que la señorita di Noir se quejara un poco más-: Mi trabajo consiste en hacer cosas que la mayoría de la gente prefiere evitar.
Ella se revolvía sobre su hombro, consiguiendo un par de veces que casi perdiera el equilibrio. Por suerte no se notó demasiado. Pero a la tercera le dio un aviso de que se estuviera quieta en forma de palmada en su hermoso trasero.
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
¿Podía ser que fuera verdad? ¿Qué sus oscuros trabajos en los bajos fondos le salieran rentables? ¿Tendría dinero? Lo cierto es que me daba igual, no me acostaría con él. No es por el señor Wesh en especial, es que no me acuesto con gente que haya conocido fuera del burdel. Y además mis clientes son solo para una noche. Y cuando digo solo, es solo. No suelo repetir, no tengo clientes habituales como las demás. Supongo que me da miedo encariñarme con alguien. Pero en fin, a lo que iba, no me vendería él. No mezclo trabajo y placer. Ah espera... sí.
Nada más escuchar sus palabras me vino a la mente una imagen del gitano con ropas apretadas. No pude evitar soltar una carcajada. Y esta vez era verdadera. ¿Ya había traspasado todas mis barreras? Primero la frialdad, después el bombardeo. No, con él esto último era inagotable.
-Sé quien eres.- no pude evitar ocultarlo. Es lo que hay, no se me da bien guardar secretos, y menos tonterías de este tipo.- Y bueno, lo que haces realmente bien no lo sabe mucha gente, ¿verdad?- Ya estaba harta de esta posición. Y pese a poder caernos, seguí moviéndome, cada vez con más ímpetu. Vaya vaya, con que tocándome.
-¡Eh!- exclamé, fingiendo sorpresa. La verdad es que me molestaba, pero no lo suficiente como para soltar un estúpido gritito.- Primero se paga, después se toca. Que yo no soy como las baratas prostitutas que sueles ver en la calle, o que frecuentas, ¿quién sabe?- tras mi última frase, escuché el gritito de una señora -o eso espero- seguramente sorprendida por el espectáculo. Estaba claro que nadie me ayudaría. ¿Quién iba a enfrentarse a un gitano de tal envergadura por una cortesana? A tan solo un loco se le cruzaría por la cabeza.-[/color=dodgerblue]Eh, vamos, ¿no hay otra forma de coger a una señorita?[/color]- me hubiese gustado seguir tratando el tema de su persona y sus labores de ciudadano, pero había problemas más preocupantes.
Nada más escuchar sus palabras me vino a la mente una imagen del gitano con ropas apretadas. No pude evitar soltar una carcajada. Y esta vez era verdadera. ¿Ya había traspasado todas mis barreras? Primero la frialdad, después el bombardeo. No, con él esto último era inagotable.
-Sé quien eres.- no pude evitar ocultarlo. Es lo que hay, no se me da bien guardar secretos, y menos tonterías de este tipo.- Y bueno, lo que haces realmente bien no lo sabe mucha gente, ¿verdad?- Ya estaba harta de esta posición. Y pese a poder caernos, seguí moviéndome, cada vez con más ímpetu. Vaya vaya, con que tocándome.
-¡Eh!- exclamé, fingiendo sorpresa. La verdad es que me molestaba, pero no lo suficiente como para soltar un estúpido gritito.- Primero se paga, después se toca. Que yo no soy como las baratas prostitutas que sueles ver en la calle, o que frecuentas, ¿quién sabe?- tras mi última frase, escuché el gritito de una señora -o eso espero- seguramente sorprendida por el espectáculo. Estaba claro que nadie me ayudaría. ¿Quién iba a enfrentarse a un gitano de tal envergadura por una cortesana? A tan solo un loco se le cruzaría por la cabeza.-[/color=dodgerblue]Eh, vamos, ¿no hay otra forma de coger a una señorita?[/color]- me hubiese gustado seguir tratando el tema de su persona y sus labores de ciudadano, pero había problemas más preocupantes.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/06/2011
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Suspiró de forma sonora al oírla quejarse por la postura. No le vendría mal hacer así todo el camino, pero ya quedaba poco, y que ella supiera de él, por lo que daba a entender, bastantes cosas, era algo que tenía que tratarse con más intimidad. La levantó con un pequeño impulso y la cogió al vuelo, antes de que cayera al suelo. Pudo ver su cara de pánico antes de estar firmemente asentada entre sus brazos, esta vez como ella quería, a modo caballero. Ni que se lo mereciera...
¿Y exactamente de qué me conoces y qué sabes de lo que hago? - en ese momento, las formalidades sobraban-. Y quiero que me lo digas todo o lo que puedan hacerte tus jefes por torcerte el tobillo será una caricia en comparación con lo que te haré yo
Ni mencionó la palmada en el trasero. Si alguien pagaba por eso es que estaba realmente loco. Ralentizó el paso porque ya no quedaba tanto para llegar a su destino. Tenía verdadero interés en saber lo que ella tuviera que contarle.
¿Y exactamente de qué me conoces y qué sabes de lo que hago? - en ese momento, las formalidades sobraban-. Y quiero que me lo digas todo o lo que puedan hacerte tus jefes por torcerte el tobillo será una caricia en comparación con lo que te haré yo
Ni mencionó la palmada en el trasero. Si alguien pagaba por eso es que estaba realmente loco. Ralentizó el paso porque ya no quedaba tanto para llegar a su destino. Tenía verdadero interés en saber lo que ella tuviera que contarle.
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
El pequeño salto me pilló de imprevisto, y más cuando estuve a punto de caer. Así que hice lo que haría cualquiera, agarrarle del cuello de la camisa y en el intento, arañarle el cuello. En cuanto me encontré a salvo en sus brazos, puse carita de arrepentimiento. No era del todo mentira. En el fondo, me sabía mal que estuviese cargando conmigo todo el camino con lo mal que lo había tratado. Pero era tan al fondo que nunca nadie lo encontraría.
Ah, o sea que eso le preocupaba. O por lo menos, le interesaba. Bien. En mi cara se dibujó una sonrisa pilla. Si pensaba que se lo contaría por una simple amenaza que sabía perfectamente que no cumpliría, mal íbamos.
-Yo sé muchas cosas.- le dije, mirándolo directamente a los ojos. ¡Por fin cara a cara! La verad que había oído hablar un par de veces de él, por eso lo recordaba. Una vez, fue una charla entre cortesanas. Las escuché hablar, creo que decían algo así: "Sí, él te solucionará los problemas, no tendrás que preocuparte más, aunque he oído que el precio es alto. Recuerda, Wesh". La verdad es que me importó muy muy poco, así que olvidé su nombre. La segunda vez que lo escuché fue por un cliente. Parecía de clase baja, pero tenía bastante dinero. Me reconoció, sabía mi historia. Muy amablemente, me recomendó unos cuantos nombres para hundir a mi padre. Entre ellos, el del gitano.
Gracias a mi nueva posición, podía ver a la gente. Seguían mirándonos sorprendidos, pero las mujeres ya no daban grititos asombrados ni los hombres paraban para observar nuestra trayectoria. Yo, realmente divertida, les dedicaba sonrisas a todos los que se sorprendían al vernos.
Ah, o sea que eso le preocupaba. O por lo menos, le interesaba. Bien. En mi cara se dibujó una sonrisa pilla. Si pensaba que se lo contaría por una simple amenaza que sabía perfectamente que no cumpliría, mal íbamos.
-Yo sé muchas cosas.- le dije, mirándolo directamente a los ojos. ¡Por fin cara a cara! La verad que había oído hablar un par de veces de él, por eso lo recordaba. Una vez, fue una charla entre cortesanas. Las escuché hablar, creo que decían algo así: "Sí, él te solucionará los problemas, no tendrás que preocuparte más, aunque he oído que el precio es alto. Recuerda, Wesh". La verdad es que me importó muy muy poco, así que olvidé su nombre. La segunda vez que lo escuché fue por un cliente. Parecía de clase baja, pero tenía bastante dinero. Me reconoció, sabía mi historia. Muy amablemente, me recomendó unos cuantos nombres para hundir a mi padre. Entre ellos, el del gitano.
Gracias a mi nueva posición, podía ver a la gente. Seguían mirándonos sorprendidos, pero las mujeres ya no daban grititos asombrados ni los hombres paraban para observar nuestra trayectoria. Yo, realmente divertida, les dedicaba sonrisas a todos los que se sorprendían al vernos.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/06/2011
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
-Oh, así que sabes muchas cosas -fingió un tono de sorpresa despreocupada, pero lo cierto era que le alteraba más de lo que iba a dejar ver. Cuando había empezado en el negocio quiso hacerse un nombre. El problema era que ahora ese nombre lo conocía demasiada gente-. ¿Y qué piensas hacer con esa información? ¿Acaso tienes intención de contratar mis servicios?
Era curioso. Dicho así, no se diferenciaba mucho del ofrecimiento de una cortesana. Quizá Giulietta di Noir y él no fueran tan diferentes, después de todo. Quizá se parecían más de lo que sospechaban y por eso no llegaban a tolerarse. Por supuesto que esos pensamientos se los guardó para sus adentros. Sí tenía interés, sin embargo, en qué clase de petición podría hacerle una mujer como ella.
También, en lo más profundo de su cerebro, él maquinaba pensando qué tenía la señorita di Noir para ofrecer en caso de querer contratarle. Lo más obvio no funcionaría con él. Para una cortesana no tendría ningún misterio ofrecer su cuerpo como recompensa. Pero para él, ese cuerpo podía no tener el valor suficiente. La verdad era que no le hacía gracia que esa mujer le resultara una exótica curiosidad. Sería mucho más fácil si pudiera limitarse a ignorarla, un hecho difícil ya que la llevaba a cuestas.
Era curioso. Dicho así, no se diferenciaba mucho del ofrecimiento de una cortesana. Quizá Giulietta di Noir y él no fueran tan diferentes, después de todo. Quizá se parecían más de lo que sospechaban y por eso no llegaban a tolerarse. Por supuesto que esos pensamientos se los guardó para sus adentros. Sí tenía interés, sin embargo, en qué clase de petición podría hacerle una mujer como ella.
También, en lo más profundo de su cerebro, él maquinaba pensando qué tenía la señorita di Noir para ofrecer en caso de querer contratarle. Lo más obvio no funcionaría con él. Para una cortesana no tendría ningún misterio ofrecer su cuerpo como recompensa. Pero para él, ese cuerpo podía no tener el valor suficiente. La verdad era que no le hacía gracia que esa mujer le resultara una exótica curiosidad. Sería mucho más fácil si pudiera limitarse a ignorarla, un hecho difícil ya que la llevaba a cuestas.
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Por suerte no se tomó a mal mi poca apetencia de conversar sobre lo que yo sabía sobre su oficio. Y, palabra tras palabra, los hechos fueron tomando un camino bastante inesperado. ¿Era él el que me proponía contratar sus servicios? Fruncí el ceño. Sonreí con arrogancia tal vez intentando ganar un poco de tiempo para pensar. ¿Estaba dispuesta a contratar a un matón y acabar con las tonterías? ¿Decirle adiós para siempre al causante de mis desgracias? O, por el contrario, seguir con el juego. Lo más seguro es que el gitano también hiciera todo tipo de tejemanejes para acabar con negocios, amistades... Y, decididamente eso era lo que yo quería.
-Yo... no lo sé. Pero puede que en un futuro no muy lejano lo sepa, y entonces te buscaré.- le respondí, seria, sin ningún tipo de falsas sonrisas ni miradas divertidas. Esto suponía que volveríamos a vernos. Decidí hacerme la inocente respecto al precio, ya que era algo que me importaba realmente.- ¿Cuánto cobras?- le pregunté mientras observaba a los transeúntes pasar. Estuve a punto de apoyar la cabeza en su hombro por pura comodidad, pero no me gustaba que me malinterpretasen, y después del mal rato que habíamos pasado era cuanto menos de incoherente.
¿De verdad querría dinero? Comencé a juguetear con un mechón de mi pelo, distraída. Ya no quedaba casi nada para llegar al burdel. Menuda noche más extraña.
-Yo... no lo sé. Pero puede que en un futuro no muy lejano lo sepa, y entonces te buscaré.- le respondí, seria, sin ningún tipo de falsas sonrisas ni miradas divertidas. Esto suponía que volveríamos a vernos. Decidí hacerme la inocente respecto al precio, ya que era algo que me importaba realmente.- ¿Cuánto cobras?- le pregunté mientras observaba a los transeúntes pasar. Estuve a punto de apoyar la cabeza en su hombro por pura comodidad, pero no me gustaba que me malinterpretasen, y después del mal rato que habíamos pasado era cuanto menos de incoherente.
¿De verdad querría dinero? Comencé a juguetear con un mechón de mi pelo, distraída. Ya no quedaba casi nada para llegar al burdel. Menuda noche más extraña.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/06/2011
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
-Te deseo suerte si piensas que podrás encontrarme -bromeó con una sonrisa irónica estampada en el rostro. Era cierto que mucha gente conocía su nombre, pero muy pocos los que conocían su guarida. Por no mencionar su don para desaparecer frente a aquellos que lo buscaban. En contra de lo que pudiera parecer, él elegía sus clientes. Y en cuanto al precio...-: Mis honorarios ascienden a un favor. Uno solo. Lo que yo quiera, donde yo quiera y cuando yo diga. -le lanzó una pequeña mirada provocativa-: No son muchos los que aceptan. Y la mayoría se arrepiente.
Era mejor que estuviera avisada de antemano sobre lo que podría encontrarse. Había muchas especulaciones sobre él y muchas de ellas equivocadas. Solían buscarle con unas expectativas que por lo general no se cumplían. Podría tener una figura imponente, pero la gente esperaba casi algo sobrenatural en él. Wesh no podía ser más normal. Lo que no esperaban era que se mostrara inflexible en cuanto a regatear el precio. Siempre era el mismo. Y siempre se cumplía... quisieran o no. La magia era la encargada de ello.
Era mejor que estuviera avisada de antemano sobre lo que podría encontrarse. Había muchas especulaciones sobre él y muchas de ellas equivocadas. Solían buscarle con unas expectativas que por lo general no se cumplían. Podría tener una figura imponente, pero la gente esperaba casi algo sobrenatural en él. Wesh no podía ser más normal. Lo que no esperaban era que se mostrara inflexible en cuanto a regatear el precio. Siempre era el mismo. Y siempre se cumplía... quisieran o no. La magia era la encargada de ello.
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
-Ya veremos- respondí ante la provocación del hombre. Mi forma de sacarle información a la gente podía llegar a resultar muy... ¿Efectiva? Llamémoslo así. Y esta vez si que sonreí, de nuevo. La verdad es que Wesh no me prestaba la misma atención que los demás hombres. No babeaba por mí ni por tenerme en brazos. Eso me molestaba, me sacaba de mis casillas. Pero por otro lado era un descanso no tener a un acosador. No tener que preocuparme por si estoy guapa o fea- siempre estoy guapa pero me ha invadido la modestia por un instante.- o tener que fingir pícaras sonrisas y miradas. Así que lo cierto es que no sé si con su comportamiento estoy contenta o descontenta.
¿Un favor? ¿Lo decía en serio? Creía que el precio iba a ser alto, pero se había pasado. Eso era demasiado... en el caso en que tuviera que cumplirlo. ¿Qué me haría, darle mi palabra? No valía nada.
-Perdona y... ¿Lo suelen cumplir? Porque sería de idiotas.- ya, no puedo mantener la boquita cerrada. ¿Los amenazaría de muerte?- ¿No preferirías un buen saco de monedas? Con eso también puedes ganarte los favores de mucha gente.- de gente como yo, por ejemplo. Aunque, pensándolo bien, no era cierto. A mí no me bastaba un saco de monedas para acostarme con alguien. Ese alguien tenía que convencerme, a no ser que me ofreciera cantidades desorbitadas, entonces la cosa cambiaba.
¿Un favor? ¿Lo decía en serio? Creía que el precio iba a ser alto, pero se había pasado. Eso era demasiado... en el caso en que tuviera que cumplirlo. ¿Qué me haría, darle mi palabra? No valía nada.
-Perdona y... ¿Lo suelen cumplir? Porque sería de idiotas.- ya, no puedo mantener la boquita cerrada. ¿Los amenazaría de muerte?- ¿No preferirías un buen saco de monedas? Con eso también puedes ganarte los favores de mucha gente.- de gente como yo, por ejemplo. Aunque, pensándolo bien, no era cierto. A mí no me bastaba un saco de monedas para acostarme con alguien. Ese alguien tenía que convencerme, a no ser que me ofreciera cantidades desorbitadas, entonces la cosa cambiaba.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Ya estaban llegando a su destino. Wesh podía ver delante el suntuoso edificio barroco, con cortinas de pesado terciopelo negro, granate y púrpura. Los carruajes se dirigían a la parte trasera del edificio, pero mucho que intentaran esconderse, todo París sabía quién acudía a sus cortesanas.
No le resultó extraño que una mujer como Giulietta dudara de los acuerdos que hacía con sus clientes. Para ella podía no haber nada más importante que el dinero. Quizá todavía no había descubierto que un favor imposible de evitar de ciertos personajes de las altas esferas te abrían muchas más puertas que todo el oro del mundo. Aún en el mundo moderno en el que vivían, las clases sociales se hacían patentes a cada instante y siempre sería mejor visto un noble arruinado que un comerciante más rico que Creso. Dentro del burdel, sin embargo, no era así.
-Cometes el mismo error que muchos de mis clientes -comentó con una sonrisa-. Piensan que un favor no es nada mientras sus arcas sigan llenas. Más tarde acaban pensándoselo mejor, pero siempre cuando ya se ha cerrado el trato -volvió la mirada hacia la joven, a sus ojos hermosos y burlones-. Pero tengo medios para conseguir que los acuerdos se cumplan
Y que le quedara bien claro. Si por alguna extraña razón pretendía contratarle, más le valía aceptar que había ciertas cosas que no podría eludir. Él la más importante de todas.
No le resultó extraño que una mujer como Giulietta dudara de los acuerdos que hacía con sus clientes. Para ella podía no haber nada más importante que el dinero. Quizá todavía no había descubierto que un favor imposible de evitar de ciertos personajes de las altas esferas te abrían muchas más puertas que todo el oro del mundo. Aún en el mundo moderno en el que vivían, las clases sociales se hacían patentes a cada instante y siempre sería mejor visto un noble arruinado que un comerciante más rico que Creso. Dentro del burdel, sin embargo, no era así.
-Cometes el mismo error que muchos de mis clientes -comentó con una sonrisa-. Piensan que un favor no es nada mientras sus arcas sigan llenas. Más tarde acaban pensándoselo mejor, pero siempre cuando ya se ha cerrado el trato -volvió la mirada hacia la joven, a sus ojos hermosos y burlones-. Pero tengo medios para conseguir que los acuerdos se cumplan
Y que le quedara bien claro. Si por alguna extraña razón pretendía contratarle, más le valía aceptar que había ciertas cosas que no podría eludir. Él la más importante de todas.
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Seguí la mirada del hombre. Por supuesto, yo ya sabía donde nos encontrábamos. Me sabía esas calles como la palma de mi mano, pero me gustaba admirar a fachada del edificio. Una de esas habitaciones cubiertas con las espesas cortinas era mía. Bueno, era la que utilizaba para atender a los clientes. También tenía otra en la que dormir. Me había ganado cada una de ellas a pulso.
Parecía divertirle que cometiera un error tan "común". Sin embargo, tenía razón. Un favor, el que él quiera cuando él quiera es una deuda peligrosa. ¿Medios para que los acuerdos se cumplan? Vaya, vaya, ¿que se ocultaría tras sus palabras? Entrecerré los ojos con desconfianza.
-Me lo pensaré.-musité sin mucha convicción. Deber algo me ponía los pelos de punta, y más si lo tenía que cumplir sí o sí. Los pasos del gitano me llevaron muy cerca de la puerta trasera. A estas horas de la noche y en mi estado no me apetecía nada entrar por la principal. Así que, pasé mi brazo por su cuello y con un pequeño salto volví al suelo. El dolor del pie me pilló desprevenida, ya que hacía tiempo que había dejado de preocuparme por él. Retiré el brazo de su cuello, deshaciendo el contacto que nos unía, esperando poder caminar perfectamente -resaltemos el hecho de que voy descalza debido al "incidente" con mis tacones- mientras él me viera. Pestañeé varias veces seguidas, intentando no volver a demostrar dolor. Con el propósito de desviar su atención comencé a hablar.
-Podrías pasar, tengo compañeras que llegan a ser muy agradables, y seguramente estarán dentro de tu presupuesto.- sin embargo, era una oferta que seguro declinaría. No parecía de su estilo pagar por acostarse con un par de putas baratas. Aunque, ¿quién sabe? Tampoco lo conozco desde hace tanto tiempo como para intentar predecir sus actos.
Parecía divertirle que cometiera un error tan "común". Sin embargo, tenía razón. Un favor, el que él quiera cuando él quiera es una deuda peligrosa. ¿Medios para que los acuerdos se cumplan? Vaya, vaya, ¿que se ocultaría tras sus palabras? Entrecerré los ojos con desconfianza.
-Me lo pensaré.-musité sin mucha convicción. Deber algo me ponía los pelos de punta, y más si lo tenía que cumplir sí o sí. Los pasos del gitano me llevaron muy cerca de la puerta trasera. A estas horas de la noche y en mi estado no me apetecía nada entrar por la principal. Así que, pasé mi brazo por su cuello y con un pequeño salto volví al suelo. El dolor del pie me pilló desprevenida, ya que hacía tiempo que había dejado de preocuparme por él. Retiré el brazo de su cuello, deshaciendo el contacto que nos unía, esperando poder caminar perfectamente -resaltemos el hecho de que voy descalza debido al "incidente" con mis tacones- mientras él me viera. Pestañeé varias veces seguidas, intentando no volver a demostrar dolor. Con el propósito de desviar su atención comencé a hablar.
-Podrías pasar, tengo compañeras que llegan a ser muy agradables, y seguramente estarán dentro de tu presupuesto.- sin embargo, era una oferta que seguro declinaría. No parecía de su estilo pagar por acostarse con un par de putas baratas. Aunque, ¿quién sabe? Tampoco lo conozco desde hace tanto tiempo como para intentar predecir sus actos.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Cuando Giulietta saltó al suelo, se apresuró a sujetarla por la cintura; un movimiento que la acercó a su cuerpo más de lo que habían estado durante todo aquel paseo. Fue un error. Debía de haber dejado que trastabillara y se fuera al suelo por esa reacción tan autosuficiente cuando era obvio por la mueca de su rostro que aún no podía valerse del todo sola. Y no solo por eso. Quizá haberla acercado tanto a su cuerpo había sido la razón de su comentario. ¿Acaso había notado la dureza de sus pantalones?
-Gracias por el ofrecimiento, pero creo que aún soy capaz de buscar compañía por mi cuenta. No necesito que me la pongan en bandeja -replicó, algo mordaz por el malestar que habían provocado sus palabras... y su cuerpo.
Se apartó de ella lo justo para que sus cuerpos no se tocaran. Solo su brazo seguía alrededor de la estrecha cintura de la joven y con la fuerza suficiente como para no dejarla caer en caso de que trastabillara de nuevo.
-¿Crees que serás capaz de llegar tú sola o necesitas que te acompañe hasta la puerta? -se abstuvo de comentar que quizá no debería entrar por la puerta principal, donde todo el mundo podría ver su debilidad. En ambos mundos, el de Giulietta y el suyo propio, tales muestras podrían resultar peligrosas. Pero eso ya lo sabía ella, ¿no?
Además, le gustaba su compañía y no le importaría alargarla unos instantes más. Quizá pedir algo a cambio de su extrema generosidad al llevarla en brazos por las calles de París. O quizá no, a saber por dónde podría salirle...
-Gracias por el ofrecimiento, pero creo que aún soy capaz de buscar compañía por mi cuenta. No necesito que me la pongan en bandeja -replicó, algo mordaz por el malestar que habían provocado sus palabras... y su cuerpo.
Se apartó de ella lo justo para que sus cuerpos no se tocaran. Solo su brazo seguía alrededor de la estrecha cintura de la joven y con la fuerza suficiente como para no dejarla caer en caso de que trastabillara de nuevo.
-¿Crees que serás capaz de llegar tú sola o necesitas que te acompañe hasta la puerta? -se abstuvo de comentar que quizá no debería entrar por la puerta principal, donde todo el mundo podría ver su debilidad. En ambos mundos, el de Giulietta y el suyo propio, tales muestras podrían resultar peligrosas. Pero eso ya lo sabía ella, ¿no?
Además, le gustaba su compañía y no le importaría alargarla unos instantes más. Quizá pedir algo a cambio de su extrema generosidad al llevarla en brazos por las calles de París. O quizá no, a saber por dónde podría salirle...
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Por fin había encontrado la debilidad que demostraba que era un hombre como otro más. Podía ser fuerte, seguro de si mismo, mordaz e incluso desagradable si se lo proponía, pero sucumbiría a los encantos de una mujer como yo si me apetecía. Una lengua tan afilada solo demostraba que estaba incómodo con algo, y ¡bingo! la cercanía de nuestros cuerpos había causado un bulto en su pantalón. No podía decir que a mí me hubiese desagradado, pero no me incomodaba, gajes del oficio.
Me encogí de hombros ante la respuesta. La verdad es que que fuera un hombre al que no le gustaran los burdeles le daba muchos puntos a su favor. O tal vez es que no los había probado. Pero lo cierto es que en esos momentos me daba igual. Observé la distancia que había puesto entre nosotros, pero pese a ello seguía sujetándome como si yo fuese de cristal y pudiese romperme en cualquier momento. Me sentía segura en sus brazos, pero eso era algo que jamás reconocería.
Volví a dar un paso adelante, pegando mi cuerpo al suyo. No me gustaba que se preocupase por mí. Debería haberme dejado allí tirada por lo mal que me había portado con él, y sin embargo aquí estaba. No sabía yo que los gitanos fueran tan caballeros. En el fondo tenía miedo de que alguien me viera como a algo más que una golfa.
-Haga usted lo que considere conveniente, señor Wesh.- en otras condiciones, me habría puesto de puntillas para quedar más cerca de sus labios -que aún hubiesen estado a una distancia considerable- pero con mi pie así me limité a mirarle a los ojos con un brillo de picardía en los míos. Sentía sus músculos contra mi cuerpo. Sin duda estaba claro que yo disfrutaba con mi trabajo, lo que me llevaba a ejercerlo cuando me tocaba y cuando no también. Pero esto tan solo era el inocente juego de una niña que sabe que va a resultar divertido.
Me encogí de hombros ante la respuesta. La verdad es que que fuera un hombre al que no le gustaran los burdeles le daba muchos puntos a su favor. O tal vez es que no los había probado. Pero lo cierto es que en esos momentos me daba igual. Observé la distancia que había puesto entre nosotros, pero pese a ello seguía sujetándome como si yo fuese de cristal y pudiese romperme en cualquier momento. Me sentía segura en sus brazos, pero eso era algo que jamás reconocería.
Volví a dar un paso adelante, pegando mi cuerpo al suyo. No me gustaba que se preocupase por mí. Debería haberme dejado allí tirada por lo mal que me había portado con él, y sin embargo aquí estaba. No sabía yo que los gitanos fueran tan caballeros. En el fondo tenía miedo de que alguien me viera como a algo más que una golfa.
-Haga usted lo que considere conveniente, señor Wesh.- en otras condiciones, me habría puesto de puntillas para quedar más cerca de sus labios -que aún hubiesen estado a una distancia considerable- pero con mi pie así me limité a mirarle a los ojos con un brillo de picardía en los míos. Sentía sus músculos contra mi cuerpo. Sin duda estaba claro que yo disfrutaba con mi trabajo, lo que me llevaba a ejercerlo cuando me tocaba y cuando no también. Pero esto tan solo era el inocente juego de una niña que sabe que va a resultar divertido.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
¿Y ahora qué juego se traía entre manos? Se había tirado todo el maldito camino recordándole una y otra vez que no tenía suficiente dinero para comprarla y que ella era demasiado buena para él. Quizá esto último no con palabras, pero sí con cada uno de sus actos. ¿Y ahora se pegaba a él, sinuosa como una serpiente, y le alzaba esos morritos para que él hiciera lo que creyera más conveniente? Quizá era hora de demostrarle a la pequeña arpía que no tenía ni idea a qué clase de hombre estaba intentando seducir.
La guió sin apartarse un centímetro hasta la parte trasera del burdel, donde muy pocas personas, por no decir nadie, podía verlos. Antes de llegar a la puerta que la traspasaría a la seguridad del edificio, la apretó contra la pared. Con un brazo continuaba rodeando su cintura, el otro lo apoyó en la piedra fría, cortándole cualquier intento de huida.
-Lo que yo crea conveniente, ¿dices? -susurró muy cerca de sus labios entreabiertos-. Quizá lo que yo crea conveniente no es lo que más te conviene a ti, ¿te has parado a pensarlo?
Apretó sus caderas contra su vientre, remarcando sus palabras con la dureza de su erección. No tenía intención de asustarla. Si la tuviera, no se le ocurriría amenazar a una prostituta con su miembro erecto. Sólo quería darle una idea de que si juegas con fuego, podrías quemarte.
La guió sin apartarse un centímetro hasta la parte trasera del burdel, donde muy pocas personas, por no decir nadie, podía verlos. Antes de llegar a la puerta que la traspasaría a la seguridad del edificio, la apretó contra la pared. Con un brazo continuaba rodeando su cintura, el otro lo apoyó en la piedra fría, cortándole cualquier intento de huida.
-Lo que yo crea conveniente, ¿dices? -susurró muy cerca de sus labios entreabiertos-. Quizá lo que yo crea conveniente no es lo que más te conviene a ti, ¿te has parado a pensarlo?
Apretó sus caderas contra su vientre, remarcando sus palabras con la dureza de su erección. No tenía intención de asustarla. Si la tuviera, no se le ocurriría amenazar a una prostituta con su miembro erecto. Sólo quería darle una idea de que si juegas con fuego, podrías quemarte.
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Observé con curiosidad la reacción del hombretón. Parecía ofuscado. Yo no intentaría encontrarle sentido a mis acciones, pero si el quiere intentarlo... Me llevó hasta la puerta trasera casi con fiereza, hasta que me estrechó contra la pared. Su mano seguía rodeando mi cintura y con la otra me cortó una posible fuga. Ahora el que estaba cometiendo un error muy "común" era él. La mayoría de los hombres creían que por tener más fuerza que nosotras eran los que llevaban el mando. Así que me hice la asustada ante la fiera que acababa de despertar.
Contuve la sonrisa cuando se acercó tanto a mí. Podría contener cualquier tentación, aunque se tratara de unos labios tan apetecibles.
-No suelo pararme a pensar demasiado.- musité con la voz débil. Era cierto, soy demasiado impulsiva. Eché la cabeza lo más hacia atrás posible al notar la dureza en sus pantalones. Por favor, ¿estaría intentando impresionarme o asustarme? Ninguna de las dos cosas tendría sentido. Había estado en demasiadas situaciones como esta.
¿De verdad quería jugar en mi terreno? Pues jugaríamos. Alcé la mano derecha, hasta rozar su mejilla. Al principio parecía una caricia tan inocente como tantas otras, pero conforme fue bajando por su cuello, su pecho y su abdomen se pudo adivinar su objetivo. Finalmente, mi mano se posó suavemente en el cinturón de su pantalón, y comenzó a juguetear con la hebilla. Tras llegar hasta ese punto, volví a mirarle a los ojos.
-¿Quién te diría a ti que acabarías en una situación como esta con una de tus apreciadas putas?-.
Contuve la sonrisa cuando se acercó tanto a mí. Podría contener cualquier tentación, aunque se tratara de unos labios tan apetecibles.
-No suelo pararme a pensar demasiado.- musité con la voz débil. Era cierto, soy demasiado impulsiva. Eché la cabeza lo más hacia atrás posible al notar la dureza en sus pantalones. Por favor, ¿estaría intentando impresionarme o asustarme? Ninguna de las dos cosas tendría sentido. Había estado en demasiadas situaciones como esta.
¿De verdad quería jugar en mi terreno? Pues jugaríamos. Alcé la mano derecha, hasta rozar su mejilla. Al principio parecía una caricia tan inocente como tantas otras, pero conforme fue bajando por su cuello, su pecho y su abdomen se pudo adivinar su objetivo. Finalmente, mi mano se posó suavemente en el cinturón de su pantalón, y comenzó a juguetear con la hebilla. Tras llegar hasta ese punto, volví a mirarle a los ojos.
-¿Quién te diría a ti que acabarías en una situación como esta con una de tus apreciadas putas?-.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Tenía curiosidad por saber qué haría con la mano a continuación, ahora que la tenía tan cerca de cierta parte necesitada de su anatomía. Era de esperar que no hiciera lo que él deseaba, así que empezó a pensar agua muy fría que pudiera entibiar su cuerpo. Por alguna extraña razón, no funcionaba.
-Aprecio a las putas, cariño -de verdad que sí. Su voz tenía la dulzura del azúcar, pero su significado pretendía ser afilado como el acero-. Con lo que no puedo es con las zorras que calientan a los hombres con la única intención de convertirlos en títeres.
Podría advertirle de que ese juego no funcionaría con él. Que ya fue un títere una vez y que había aprendido a resistir la tentación cuando le ponían la miel en los labios. Decidió dejar que lo descubriera por sí misma. Tenía más interés en adivinar qué narices era lo que se proponía. Si todo aquello tenía algún propósito o era sólo el juego caprichoso de una niña malcriada. La sensación que tenía era que sería precisamente lo último. Quizá después tuviera la oportunidad de enseñarle que los caprichos se acababan pagando. Por el momento, la dejó hacer.
-Aprecio a las putas, cariño -de verdad que sí. Su voz tenía la dulzura del azúcar, pero su significado pretendía ser afilado como el acero-. Con lo que no puedo es con las zorras que calientan a los hombres con la única intención de convertirlos en títeres.
Podría advertirle de que ese juego no funcionaría con él. Que ya fue un títere una vez y que había aprendido a resistir la tentación cuando le ponían la miel en los labios. Decidió dejar que lo descubriera por sí misma. Tenía más interés en adivinar qué narices era lo que se proponía. Si todo aquello tenía algún propósito o era sólo el juego caprichoso de una niña malcriada. La sensación que tenía era que sería precisamente lo último. Quizá después tuviera la oportunidad de enseñarle que los caprichos se acababan pagando. Por el momento, la dejó hacer.
Wesh- Gitano
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Fruncí el ceño ante las hirientes palabras del gitano. Bueno, hirientes hirientes... Era verdad. Lo solía hacer mucho. Había días en los que no me apetecía ejercer el trabajo entero, así que lo dejaba a mitad. A todos les pillaba completamente desprevenidos y medio desnudos también. Se quejaban a mis superiores y me echaban la bronca. Sin embargo, tanto ellos como yo sabíamos que lo volveré a hacer, una y otra vez.
Volviendo al tema, no pude evitar que mi mano parara un instante. Wesh me había calado desde el principio, y supongo que me tendría catalogada de bruja. No me importaba, pero me preocupaba el hecho de como iba a dejarlo a mitad si no podía huir de sus brazos. Fruncí el ceño, así que me dejaba campo libre para seguir. Mi delicada mano siguió jugueteando con la hebilla de su cinturón un momento para después desabrocharlo con una habilidad que solo se aprende en esta profesión. Lo siguiente que caería sería el pantalón.
No podía evitar preguntar en que momento me pararía. No necesitaba mirar para saber lo que hacía, así que mis ojos solo observaban al gitano. Al parecer tenía bastante capacidad de autocontrol, otros ya estarían intentando quitarme el corsé a mordiscos. Pero, ¿durante cuanto tiempo aguantaría esto? Este hombre no era una piedra... ¿Oh sí?
El primer botón de su pantalón cedió entre mis dedos, al igual que el segundo instantes después. Coloqué las dos manos en sus caderas, dispuestas a dar un delicado tirón para dejarlo en ropa interior.
Volviendo al tema, no pude evitar que mi mano parara un instante. Wesh me había calado desde el principio, y supongo que me tendría catalogada de bruja. No me importaba, pero me preocupaba el hecho de como iba a dejarlo a mitad si no podía huir de sus brazos. Fruncí el ceño, así que me dejaba campo libre para seguir. Mi delicada mano siguió jugueteando con la hebilla de su cinturón un momento para después desabrocharlo con una habilidad que solo se aprende en esta profesión. Lo siguiente que caería sería el pantalón.
No podía evitar preguntar en que momento me pararía. No necesitaba mirar para saber lo que hacía, así que mis ojos solo observaban al gitano. Al parecer tenía bastante capacidad de autocontrol, otros ya estarían intentando quitarme el corsé a mordiscos. Pero, ¿durante cuanto tiempo aguantaría esto? Este hombre no era una piedra... ¿Oh sí?
El primer botón de su pantalón cedió entre mis dedos, al igual que el segundo instantes después. Coloqué las dos manos en sus caderas, dispuestas a dar un delicado tirón para dejarlo en ropa interior.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Los botones de su pantalón cedieron bajo la experta mano de la cortesana. Demasiado experta, pensó con una exhalación brusca. Ni siquiera tenía que seguir tocándolo para hacerle desear entre sus piernas. ¡Oh, sí! Era un hombre como cualquier otro, con los mismos deseos e insatisfacciones. Los próximos instantes podrían ser memorables, o de lo más frustrantes. Decidió intervenir en el asunto. Quizá provocándola tomara una decisión acerca de lo que iba a hacer. Dudaba de que ni siquiera ella lo supiera.
Movió las caderas hacia arriba, de forma que su mano rozara la erección. Apretó las mandíbulas. Mal movimiento, quizá debería habérselo ahorrado.
-¿Piensas terminar lo que has empezado? -esta vez su tono de voz sí fue amenazante... aunque no pretendía asustarla con golpes-. Lo digo porque si la respuesta es no quizá quieras empezar a abrocharme de nuevo los botones.
Volvió a mover las caderas, esta vez para alejarse un poco de ella y poder meter una mano entre ambos. Con la otra apretó su cintura aún más fuerte para que no pudiera escaparse. Con los dedos que rozaban su muslo, empezó a subir lentamente la falda de la mujer. Primero fueron sus rodillas las que quedaron descubiertas. Después los muslos. Y cuando la tela estuvo del todo levantada, internó la mano en la calidez entre sus piernas.
-Te lo advierto porque yo también sé jugar a este juego, Giulietta -ronroneó cerca de su oído, dejando que sus labios la acariciasen-. Y puede que descubras que te gusta tan poco como a los hombres a los que torturas.
Movió las caderas hacia arriba, de forma que su mano rozara la erección. Apretó las mandíbulas. Mal movimiento, quizá debería habérselo ahorrado.
-¿Piensas terminar lo que has empezado? -esta vez su tono de voz sí fue amenazante... aunque no pretendía asustarla con golpes-. Lo digo porque si la respuesta es no quizá quieras empezar a abrocharme de nuevo los botones.
Volvió a mover las caderas, esta vez para alejarse un poco de ella y poder meter una mano entre ambos. Con la otra apretó su cintura aún más fuerte para que no pudiera escaparse. Con los dedos que rozaban su muslo, empezó a subir lentamente la falda de la mujer. Primero fueron sus rodillas las que quedaron descubiertas. Después los muslos. Y cuando la tela estuvo del todo levantada, internó la mano en la calidez entre sus piernas.
-Te lo advierto porque yo también sé jugar a este juego, Giulietta -ronroneó cerca de su oído, dejando que sus labios la acariciasen-. Y puede que descubras que te gusta tan poco como a los hombres a los que torturas.
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Debido a uno de sus movimientos, mi mano rozó el bulto de su pantalón. ¿Realmente consideraba que sería capaz de aguantar mis expertas manos? Estaba por ver. Éstas volvieron al cierre del pantalón, jugueteando con los botones como respuesta a su amenazante actitud. Ni siquiera yo sabía lo que haría a continuación. Supongo que podría ser algo aislado, un desliz. Sí, eso, al margen de mi trabajo. ¿Quién diría que acabaríamos así? Así que mientras acababa de convencerme a mí misma, le di un suave tirón al pantalón para que bajara.
Una de mis manos se quedó ahí, y comenzó a acariciar la erección por encima de la ropa interior de una forma que una "cría" de diecinueve años no debería conocer tan a la perfección. La otra mano volvió a subir por su abdomen y su pecho, desabrochando los botones de la camisa a su paso. Cuando hubo vía libre, ésta se dedicó a explorar los músculos de su tronco, insinuante.
Con curiosidad, observé los gestos del gitano. Al separar un poco nuestros cuerpos, me agarró con más fuerza, como intentando que no pudiese escaparme. Una mueca de dolor cruzó mis ojos, pero ni siquiera me molesté en abrir la boca para quejarme. Cuando comenzó a levantarme en vestido, no pude evitar separarme de piernas. Era un acto reflejo. Respiré hondo al ver que su mano se colaba entre mis piernas y en consecuencia, al notar húmeda mi ropa interior.
Sonreí ante sus palabras y reanudé las nada inocentes caricias con mis manos.
-¿Esto te parece una tortura?- esta vez era a mi a la que me tocaba ronronear cerca de su oído. Y mis labios no se detuvieron con un simple roce. Recorrieron su oreja hasta pasar a su cuello. Mientras, mi mano estaba a punto de colarse dentro de su ropa interior. Sin embargo, algo me detuvo.
Con un golpe seco se abrió la puerta trasera. De ella salió un hombre corriendo que ni siquiera reparó en nosotros. Parecía demasiado ocupado en sus asuntos. Pero después de él salió una de las encargadas del burdel. Ella gritaba algo así como: "Pagarás lo que nos debes". Ah, era uno de esos hombres que contrataban servicios demasiado lujosos y después tenían que correr, o una demanda podría llevarlos al calabozo. Al darse cuenta de que no podría alcanzarlo, la mujer -llamada Inès- se dio la vuelta con intención de volver al interior del burdel. Cuando reparó en nosotros, quedó muy sorprendida. Y más aún cuando me reconoció.
-¡Giulietta!- yo estaba completamente segura de que no gritaba así por encontrar a una de las chicas en una posición comprometida, le habría ocurrido demasiadas veces.- ¿Qué haces aquí fuera con un... - pensó un adjetivo para Wesh mientras lo miraba de arriba a abajo- gitano? ¡Entra ahí dentro y llévate a tu habitación a uno de esos nobles que están ahí sentados!- la verdad es que yo no solía ser lo que se dice obediente, pero tampoco era tan tonta como para desobedecer una orden tan directa.
Una de mis manos se quedó ahí, y comenzó a acariciar la erección por encima de la ropa interior de una forma que una "cría" de diecinueve años no debería conocer tan a la perfección. La otra mano volvió a subir por su abdomen y su pecho, desabrochando los botones de la camisa a su paso. Cuando hubo vía libre, ésta se dedicó a explorar los músculos de su tronco, insinuante.
Con curiosidad, observé los gestos del gitano. Al separar un poco nuestros cuerpos, me agarró con más fuerza, como intentando que no pudiese escaparme. Una mueca de dolor cruzó mis ojos, pero ni siquiera me molesté en abrir la boca para quejarme. Cuando comenzó a levantarme en vestido, no pude evitar separarme de piernas. Era un acto reflejo. Respiré hondo al ver que su mano se colaba entre mis piernas y en consecuencia, al notar húmeda mi ropa interior.
Sonreí ante sus palabras y reanudé las nada inocentes caricias con mis manos.
-¿Esto te parece una tortura?- esta vez era a mi a la que me tocaba ronronear cerca de su oído. Y mis labios no se detuvieron con un simple roce. Recorrieron su oreja hasta pasar a su cuello. Mientras, mi mano estaba a punto de colarse dentro de su ropa interior. Sin embargo, algo me detuvo.
Con un golpe seco se abrió la puerta trasera. De ella salió un hombre corriendo que ni siquiera reparó en nosotros. Parecía demasiado ocupado en sus asuntos. Pero después de él salió una de las encargadas del burdel. Ella gritaba algo así como: "Pagarás lo que nos debes". Ah, era uno de esos hombres que contrataban servicios demasiado lujosos y después tenían que correr, o una demanda podría llevarlos al calabozo. Al darse cuenta de que no podría alcanzarlo, la mujer -llamada Inès- se dio la vuelta con intención de volver al interior del burdel. Cuando reparó en nosotros, quedó muy sorprendida. Y más aún cuando me reconoció.
-¡Giulietta!- yo estaba completamente segura de que no gritaba así por encontrar a una de las chicas en una posición comprometida, le habría ocurrido demasiadas veces.- ¿Qué haces aquí fuera con un... - pensó un adjetivo para Wesh mientras lo miraba de arriba a abajo- gitano? ¡Entra ahí dentro y llévate a tu habitación a uno de esos nobles que están ahí sentados!- la verdad es que yo no solía ser lo que se dice obediente, pero tampoco era tan tonta como para desobedecer una orden tan directa.
Giulietta Di Noir- Mensajes : 78
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Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]
Hizo más profundas las caricias de sus dedos mientras ella envolvía con mano experta su miembro. Quizá pudiera considerar todo aquel día como un acierto, después de todo. La ropa interior no suponía un problema. Sentía el calor de su mano por encima de la tela. Y la humedad que impregnaba la tela de encaje que la cubría hacía que esta pareciera inexistente.
Entonces, la puerta se abrió con un golpe seco que sobresaltó a ambos. Un hombre corría y una mujer gruñona les gritaba como si no pudiera creerse la escena que se reproducía bajo sus narices. No le sorprendió que de todo lo que acaecía frente a sus ojos, lo que más le molestara fuera su condición de gitano. Era una barrera con la que se había topado más de una vez y de dos. No solía incomodarle, excepto cuando pasaba exactamente eso... que le dejaban a medias de un acto que siempre debería ser completado.
-Esto sí que es una tortura -susurró algo frustrado en el oído de Giulietta, sin apartar las manos de ella-: Ve abrochándome, pequeña
Luego giró la cabeza hacia la mujer, el resto del cuerpo mejor quedaba prudentemente oculto hasta que ella le tapara. Le lanzó la mirada más asesina de su arsenal, con los ojos entrecerrados y una mueca que pretendía ser feroz, pero que no pasaba de irónica dada la situación en la que le habían encontrado. Hacía años que no se sentía como un adolescente cazado.
-Tranquilícese, señora -le aconsejó en un tono que no daba lugar a réplicas-. No creo que sea la primera vez que ve a una pareja hacerse arrumacos -aunque en su caso, el acto no tratara precisamente de cariño-. No hace falta que se escandalice.
Si pensaba que la mujer iba a quedarse satisfecha con su comentario, estaba muy equivocado. Era todo un ogro. Sentía curiosidad por saber qué puesto ocupaba en el burdel.
Entonces, la puerta se abrió con un golpe seco que sobresaltó a ambos. Un hombre corría y una mujer gruñona les gritaba como si no pudiera creerse la escena que se reproducía bajo sus narices. No le sorprendió que de todo lo que acaecía frente a sus ojos, lo que más le molestara fuera su condición de gitano. Era una barrera con la que se había topado más de una vez y de dos. No solía incomodarle, excepto cuando pasaba exactamente eso... que le dejaban a medias de un acto que siempre debería ser completado.
-Esto sí que es una tortura -susurró algo frustrado en el oído de Giulietta, sin apartar las manos de ella-: Ve abrochándome, pequeña
Luego giró la cabeza hacia la mujer, el resto del cuerpo mejor quedaba prudentemente oculto hasta que ella le tapara. Le lanzó la mirada más asesina de su arsenal, con los ojos entrecerrados y una mueca que pretendía ser feroz, pero que no pasaba de irónica dada la situación en la que le habían encontrado. Hacía años que no se sentía como un adolescente cazado.
-Tranquilícese, señora -le aconsejó en un tono que no daba lugar a réplicas-. No creo que sea la primera vez que ve a una pareja hacerse arrumacos -aunque en su caso, el acto no tratara precisamente de cariño-. No hace falta que se escandalice.
Si pensaba que la mujer iba a quedarse satisfecha con su comentario, estaba muy equivocado. Era todo un ogro. Sentía curiosidad por saber qué puesto ocupaba en el burdel.
Wesh- Gitano
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