No contaba con esto [Wesh]

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 3:53 pm

La ropa que envolvía su cuerpo y le producía irritaciones en la piel la había tomado prestada de Marie. La criada había sido muy amable ofreciéndole uno de los pocos vestidos de los que disponía y Victoria se había anotado mentalmente regalarle un hermoso vestido como compensación. Hizo una mueca cuando pensó en Samuel y en lo poco adecuado que vería ese regalo a la criada. Pero, ahora mismo, aquella era toda la familia que tenía. Sí, no se avergonzaba de decir que quería a esos sirvientes como si fueran familia y estaba segura de que ellos la querían de igual modo -y no sólo porque fuera la señora de la casa.

Desde que puso un pie en Paris, la casa entera se había volcado en ella. Sobre todo Pierre y Marie, con los que tenía mñas confianza y quienes la estaban ayudando en su empresa.

Un estremecimiento le recorrió el cuerpo cuando pisó con una de sus botas un charco negro y una ráfaga de viento le revolvió la capa.

-¿Estamos muy lejos, señor? -tuvo que apretar los dientes después de hablar porque se pusieron a castañear. A pesar de ser primavera, los últimos días habían amanecido nublados y con precipitaciones. Estaba cansada, llevaba todo el día recorriendo los bajos fondos de arriba abajo en busca de un hombre del que sólo sabía el nombre y del que nadie quería hablar. La gente no solía ser demasiado amable por esos lares y aún lo eran menos cuando mencionaba el nombre del hombre. La miraban mal, una especie de mezcla de miedo y fastidio, y la despachaban sin ninguna consideración. Había estado a punto de darse por vencida... pero había tenido la suerte de encontrar al caballero que ahora mismo la llevaba hasta el encuentro del hombre que buscaba.

-Estamos a punto de llegar, gatita -respondió el hombre mientras se lamía los labios y se secaba el sudor de la frente con la mano. Victoría no podía enterder por qué sudaba cuando ella temblaba de frío. Siguió caminando a su lado. El caballero la condujo por calles oscuras sin apenas iluminación, que olían tan mal que sentía arcadas en el estomago.

Pero elesfuerzo valía la pena.

Sin saber cómo, se vio de pronto empujada contra una de las frías paredes. Sólo tardó una milésima de segundos en darse cuenta de lo estúpida que había sido por confiar en aquel hombre. Se raspó la mejilla al intentar soltarse.

-Vamos, vamos, no te alteres, gatita. ¡Si es lo que has estado buscando!

Frenética, introdujo una mano dentro de la capa para coger la pistola que llevaba. Había sido de Samuel y llevarla con ella era como tener a Samuel protegiéndola. Sus estumecidos dedos fueron torpes y el arma cayó al suelo produciendo un sonido que retumbó en aquel callejón sin salida.

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 4:14 pm

Llevaba un largo rato siguiendo a la extraña pareja. Más o menos desde uno de los peores barrios de París a lo que sin duda era el lugar más peligroso de la capital. Definitivamente, la opinión que le había merecido la señoritinga no había mejorado ni un ápice.

Esas cosas la ocurrían por no quedarse en su barrio de mármol y cristal, metida en su palacio dorado y esponjoso. No, tenía que venir y dar su nombre a gente a la que no se acercaría ni el más idiota de sus criados, gritando su nombre a los cuatro vientos. Como si él fuera a dejarse ver con una mocosa malcriada que probablemente le acusaría de ensuciar su vista. ¡Ricos! No podían quedarse todos dentro de su barrio de ensueño. Llevaba tiempo evitando el encuentro que ella buscaba y, esa noche, ella había sido tan tonta de ofrecerse en bandeja al primer delincuente novato que le había asegurado conocerle.

En fin, podía perdonarle ese error. Para ella cualquier persona del barrio bajo debía parecer un asesino y violador, así que no había sido capaz de distinguir el que tenía potencial para ello y el que definitivamente tenía experiencia en ello. Sí, aquello no se lo tendría en cuenta. Pero ¡por Dios! que lo que no podría perdonarle nunca era que hubiera sido tan idiota de seguirle por todos los callejones por los que la guió sin darse cuenta de que la estaban timando.

Ahora, había pasado lo que tenía que pasar. Estaban en las zonas abandonadas de París. A ella le estaban levantando las faldas con muy malas intenciones. Y nadie iría a rescatarla... todavía.

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 4:42 pm

Abrió los ojos de par en par e hizo intención de girarse cuando sintió unas manos aferrando la basta tela de su falda. Poco a poco el borde de la falda fue subiendo y la fresca corriente de la noche le acarició las piernas con su mano de hiel. El hombre detuvo su movmiento con un duró golpe contra la pared y Victoria se movió, casi histérica.

-¿Cómo se atreve? ¡Suélteme ahora mismo, señor! -se sorprendió pensando en qué diría Samuel si la viese en esa situación. Él siempre la había tratado como una reina, nunca le había gustado dejarla salir sola y normalmente la acompañaba a todas partes. Sólo salía sola cuando Samuel estaba fuera de viaje. Si la viese ahora, seguramente le dirigiría una mirada de profunda decepción. Era curioso que estuviese pensando en eso en vez de en el peligro que corría.

¡Oh, Dios santo!

Con todas sus fuerzas, echó el brazo hacia atrás y hundió el codo en el estómago de aquel despreciable hombre que la había engañado de un modo tan miserable. Escuchó un gruñido y luego una maldición antes de que una mano sudorosa se deslizase por su cuello y hurgase en la capa hasta meterse en su escote.

Soltó un grito ahogado y la conciencia del peligro cayó sobre ella como una piedra de veinte quilos. No iba a dejar que ese desgraciado la manchase, que manchase el recuerdo de Samuel. Agachó la cabeza para morder aquel brazo sucio mientras intentaba contener las arcadas.

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 4:58 pm

La correosa satisfacción que había sentido al ver que la mujer se hallaba en apuros, se evaporó envuelta en una nube de absoluta sorpresa. La mujercita enseñaba los dientes... en el sentido más literal de la palabra. Reprimió una carcajada al oír el grito de dolor del hombre, y otra cuando el tacón de los botines finos que no había tenido la inteligencia de ocultar se clavaron en el enpeine del agresor. La diversión desapareció, sin embargo, cuando el hombre sacó un cuchillo de los sucios pantalones y amenazó la suave y blanca garganta.

Avanzó por el callejón en penumbras, esquivando los cascotes de mampostería que se habían desprendido de los edificios. Aquel lugar era un auténtico vertedero. Si es que la mujer era tonta...

El hombre estaba tan atareado levantando de nuevo las faldas de la mujer, que no se percató de su llegada hasta que estuvo encima de ellos. De todas formas, no actuó de inmediato. Se apoyó en la pared con un brazo y observó a la extraña pareja con descaro. El violador se detuvo de golpe y tuvo que alzar el rostro hacia él. La mujer se percató entonces de su presencia y clavó en él unos ojos tan abiertos por el miedo que casi ocultaban toda su cara. Sacudió la cabeza con decepción hacia ella y volvió a fijarse en el tipo del cuchillo.

-¿Qué quiere, amigo? -exclamó el hombre, claramente alterado-. ¿No ve que estoy ocupado?
Volvió a recorrer a la pareja con la mirada.

-No parece que la señorita esté de acuerdo con su ocupación -comentó arrastrando las palabras, dejando que el acento extranjero se colara entre las vocales.

-¡Señora! -matizó ella.

Si eso era todo lo que le preocupaba...

-Está bien -concedió con una media sonrisa-, señora.

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 5:12 pm

No supo que la asustó más, si el filo del cuchillo que presionaba su garganta o el oscuro hombre que había aparecido de la nada y que apoyaba la mano a apenas unos centímetros de su rostro. Lo miró a los ojos y en ellos no vio ninguna expresión. Nada.

Absolutamente nada.

¿Cómo podía estar ahí de píe, quieto, impavido mientras ella era atacada de ese modo? O era un bastardo insensible o era un canalla en busca de lo mismo que el que ahora se apretaba contra ella por detrás.

Resopló para sacudirse unos mechones que le habían caído sobre los ojos y bajó los párpados un instante, infundiéndose un valor que no tenía. Al abrirlos de nuevo, lo miró implorante, rezando a los cielos que aquel fuese un hombre honrrado a pesar de su apariencia.

-En efecto, monsieur, no estoy de acuerdo -se apresuró a decir rápidamente; intentó no pensar en el filo que le raspaba la piel de la garganta-. Este caballero se está sobrepasando conmigo.

Bien, el temblor de la voz estaba controlado, pero no el miedo de sus ojos.

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 5:27 pm

-¡Calla, zorra!

El hombre sacudió a la mujer contra la pared, provocándola un gemido de dolor. Esperaba que la mirada que lanzó en su dirección fuera suficiente como para que controlara su fuerza la próxima vez.

-Ya ha oído a la señorit... -inclinó la cabeza como disculpa en su dirección-, perdón, señora. Se está sobrepasando con ella.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlar la sonrisa que amenazaba con escapársele. Aquella situación era demasiado cómica.

-La señora no tiene nada que opinar. Vino buscando problemas y no ha hecho más que encontrarlos -explicó el hombre.

-En eso tengo que darle la razón -aprovechó para censurar la actuación de la mujer que le otorgó un gruñido de reprobación-. Pero ese no es motivo suficiente para continuar con este espectáculo. La señora ha aprendido la lección -le lanzó una mirada significativa-, espero. Ya puede soltarla.

-De eso nada -apretó más el cuchillo contra la garganta de la joven-. Espera tu turno o búscate a otra. Pero esta es mía y haré con ella lo que... ¡Aaarg!

En un descuido, agarró la muñeca que sostenía el cuchillo y la apartó del cuello con una rapidez sorprendente, apartando al mismo tiempo a la mujer que fue a estrellarse contra la otra pared. Estampó la muñeca del tipo contra los ladrillos desgastados, levantando una nube de polvo. El cuchillo hizo un ruido metálico al caer al suelo y fue la señal para volver al hombre y atenazar su cuello con un brazo de acero.

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 5:45 pm

Se estrelló contra la pared y su hombro golpeó con fuerza los ladrillos. Perdió el equilibrio y resbaló hacia abajo mientras se raspaba dolorosamente la piel. Cuando cayó al suelo de rodillas, se quedó momentanemanete sin aliento en los pulmones y tardó unos segundos en llevar de nuevo aire a ellos. Demasiado sorprendida por los acontecimientos, sus ojos rebolotearon por el callejón hasta que cayerón sobre las dos figuras enzarzadas en una pelea... aunque de pelea tenía poco, puesto que su atacante no era un contrincante digno para el recién llegado.

Vio cómo el hombre de pelo largo obligaba al otro a soltar el cuchillo y estrujaba el grueso cuello del atacante entre su bícep y su fuerte antebrazo. Daba la impresión de que podía partirle el cuello con la facilidad con la que se parten las ramas secas.

Se levantó con rapidez, reprimiendo un gemido cuando sus rodillas magulladas ahullaron de dolor, y corrió hacia el lugar donde había caído su arma. Se lanzó sobre ella y la cogió entre sus manos que, momentanemanete, temblaron.

Amartilló el arma y apuntó con ella a los dos hombres.

-¡Quietos!

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 5:57 pm

No podía creer que sus oídos acabaran de escuchar el chasquido de una pistola amartillada. Ni tampoco que fuera la mujercita a la que acababa de salvar de una experiencia poco grata la que ahora mismo estaba apuntándole con el arma. La ira se le subió a la cabeza y apretó los dientes con fuerza. Debió de hacer lo mismo con el brazo, ya que el hombre jadeó contra él.

- ¡Madame, es usted definitivamente idiota! -excalmó sin poder contenerse un solo segundo más-. ¿No ha encontrado otro momento mejor para sacar el arma?

-Lo intenté -se encogió de hombros restándole importancia-, pero se me cayó antes de poder sujetarla.

La blanca piel de la mujer se tornó del color de la grana. Quizá en otro momento se habría fijado en lo mucho que contrastaba su piel clara con la oscuridad de sus cabellos. En lo hermosos y expresivos que eran sus ojos. En lo gruesos y apetecibles que eran sus labios. Quizá en otro momento... ¡cuando no estuviera mirando el negro cañón de una pistola!

-¿Y ahora le parece divertido apuntarme con ella?

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 6:17 pm

Sus labios formaron una perfecta O cuando escuchó la absurda pregunta del hombre. Sorprendida y ofendida a partes iguales, miró al del pelo largo mientras alzaba la barbilla.

-No me parece en absoluto divertido, monsieur. Es insultante que diga eso, que lo piense incluso -apretó con las dos manos la culata de marfil de la pistola y su dedos rozó el gatillo-. Estoy devolviendole el favor.

Avanzó hacia ellos con cuidado de no resbalarse con los botines. El suelo estaba embarrado y había charcos por todas partes... y otro tipo de cosas en las que prefirió no pensar ni centrar su atención. El hedor era más que suficiente. Dio un paso delante del otro hasta que se detuvo a escasos metros.

-Suételo y yo vigilaré sus espaldas -le aseguró de forma solemne-. Este... -lo miró de arirba a bajo-, caballero no merece más nuestra atención-lo miró funciendo el ceño-. Venga, ¿a qué espera? Camine hacia mí, yo le cubriré.

Al ver que no se movía, Victoria supuso que tal vez no la entendía bien. Había hablado muy rápido y estaba claro que el hombre era de fuera, su fuerte acento lo dejaba patente.

-Venga aquí -repitió de forma más lenta-. Yo le cubriré.

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 6:37 pm

Rechinó los dientes al darse cuenta de que la mujer hablaba tan despacio por deferencia a su condición de extranjero, pero casi parecía que estaba dirigiéndose a un perro o a un niño de pecho. Eso le cabreó aún más. Como el que pensara que necesitaba la ayuda de una mujercita como ella para librarse de la sabandija que, en primer lugar, la había atacando a ella.

-Haga el favor de bajar la pistola -ordenó en un gruñido amenazador, agotándosele la paciencia-. Como se le ocurra dispararla por error, se va a quedar sin dientes. Y si por algún casual se le ocurre darme, seré yo quién no le deje uno

- ¡Oh, pero cómo...! -por un momento, se quedó sin palabras. Wesh casi se atrevió a creer que la había dejado muda. Pero lo único que había hecho era coger carrerilla-. ¿Cómo se atreve a amenazarme? Lo único que intento es ayudarle y usted me amenaza con... con... ¡Maltratarme! - su rostro estaba congestionado por la histeria, como si realmente la hubiera insultado de alguna manera... a ella-. Sepa, señor, que estoy cubriéndole las espaldas. Solo Dios sabe lo que ese truhán podría hacerle si llegara a escaparse...

La charla continuaba y continuaba y la pistola no hacía más que bambolearse en sus manos. Al final, acabaría disparándola. Sólo había una manera de frenar aquella diatriba. Y desgraciadamente a ella no podía tocarla. Justo en el momento en que ella empezaba una frase aclarando que "mi inestimable ayuda es necesaria porque...", Wesh lanzó al hombre de cabeza contra la pared y éste cayó inconsciente y desmadejado a sus pies.

La mujer abrió los ojos como platos y miró del suelo a la pared, de la pared a la frente sangrante del atacante y de la frente a él. Por suerte, había dejado de hablar.

-Continúe, por favor -cabeceó con el rostro inexpresivo-, ¿qué decía sobre su inestimable ayuda?

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 6:47 pm

Volvió a mirar alternativamente al hombre inconsciente en el suelo, que sangraba como debía hacerlo un cerdo, y al hombre que acababa de mandarlo de cabeza contra la pared. El golpe le había dolido incluso a ella y, por un momento, pensó que el inconsciente se había roto el cráneo.

Carraspeó, pero no bajó el arma. Ahora toda la atención de aquel hombre de aspecto salvaje estaba puesta en ella. Exclusivamente en ella. Los ojos oscuros la miraban fijamente, manteniéndola clavada en el sitio. Dios, le parecía inmenso. Era sumamente alto y tenía una espalda tan ancha que Victoria estaba segura de que no cabría por las puertas de la Mansión Bennet.

-Yo... -dio un paso atrás-. Trataba de ayudarle, señor, pero parece que le he molestado con algo-inclinó la cabeza-. Me diculpo por ello y le doy las gracias por haberme prestado su ayuda para librarme del señor indeseable que acaba de dejar inconsciente -aún así no bajó el arma.

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 6:58 pm

Dio un paso hacia ella, apoyando las manos en las caderas. Una sonrisa tensa y sin humor curvó apenas sus labios. Sí, su boca podía estar dándole las gracias, pero su instinto era lo suficientemente bueno como para mantener la pistola en alto.

-El señor indeseable que está inconsciente en el suelo sólo ha hecho lo que todos los hombres de los suburbios querían hacerle, señora. Lo que usted parecía estar pidiendo a gritos con su estúpido comportamiento. ¿Se ha dado cuenta de eso?

En otras circunstancias, podría haberse apiadado del miedo que debía sentir la mujer. Su aspecto, desde luego, estaba bastante maltratado. La mitad del cabello se le había soltado del moño y la mitad de su ondulada cabellera le caía sobre un hombro. Su rostro estaba manchado donde lo había apoyado sobre la pared. En su cuello y su pecho había marcas negras por donde las manos del atacante habían pasado. Sus manos temblaban con fuerza... ¡Pero todavía le apuntaba con la pistola!

-¿Quiere bajar eso de una vez?

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 7:12 pm

Él dio un paso hacia ella y, esta vez, ella no retrocedió. No porque no quisiera, sino porque la pared le impedía cualquier tipo de retroceso. Por segunda vez en aquella noche, salía a relucir su estupidez. Debería haberse puesto en otro ángulo, un ángulo que le dejase vía libre para escapar si era necesario. Aunque ¿por qué iba a hacerlo si él la había salvado de ser violada o algo peor?

Un hombre con malas intenciones no actúa de ese modo. No habla con semejante calma, no se molesta en hablarle. Había quedado demostrado con el anterior, ¿no?

-No es un comportamiento estúpido -lo miró directamente a los ojos a pesar de que la oscuridad de la noche no la dejaba verlo con total nitidez-, es un comportamiento desesperado. Usted no lo entiende...

Dios, de nuevo aquella sensación de frustración le atenazaba el pecho y le estrujaba los pulmones. Sentía tal impotencia por no poder hacer nada bien... Quería vengar a Samuel, quería encontrar a los causantes de su muerte y quería hacerse cargo de ellos con sus propias manos, pero por mucho que se esforzase o se empeñase las cosas siempre salían mal.

Siempre.

Parpadeó con rapidez, por un momento su mirada se había perdido, mirando más allá del hombre. Volvió a enfocar los ojos en él.

-Quizá pueda ayudarme a encontrar a alguien -empezó lentamente, en un susurro apenas audible-. Se hace llamar Wesh -juntó las cejas-, pero no sé si es su nombre real o algún tipo de mote. ¿Lo conoce? ¿Sabe dónde podría encontrarlo?

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 7:26 pm

Resopló exasperado al oír su pregunta. No sólo no había aprendido nada sino que seguía cometiendo los mismos errores una y otra vez. A este paso conseguiría que la mataran en cuestión de días y no de semanas, como había pensado en un principio. Dudó si hacerle la pregunta que le corroía desde que había oído hablar de su inútil búsqueda por las barriadas. Probablemente mostrar curiosidad sólo serviría para alentar su búsqueda, pero no parecía que fuera a dejarla a un lado de todas formas.

-¿Quién lo busca y para qué? -hizo la pregunta al fin-. ¿Y dónde ha oído ese nombre para empezar?

Iba a matar al que le hubiera proporcionado cualquier tipo de información después de quitarle la tontería a la señora. Esto último podría llevarle toda la vida si no lo hacía bien desde el principio

por Invitado Miér Mayo 04, 2011 7:36 pm

Arqueó una ceja al escuchar su pregunta y bajó el arma mientras daba un paso hacia delante. Tal vez se estaba confiando demasiado. Tal vez. Pero en caso de verse en peligro la pistola ya estaba amartillada y la tenía bien sujeta en la mano. Sólo tendría que levantar el brazo.

-Es evidente que lo busco yo, ¿no? -se apartó un mechón de pelo del rostro e intentó engancharseló al moño, pero no lo consiguió y se dio por vencida-. Llevo días moviéndome por aquí. Buscando a alguien que me ayude. Dos ya se han ido con mi dinero y sin prestarme su ayuda y otro me dijo que Wesh podría ayudarme porque si alguien podía hacerlo ese era él. Desconozco su nombre, pero aprecié la información que me dio.

Empezó a caer una suave llovizna sobre ellos, apenas perceptible. Victoria sintió las gotas en la nariz y se pasó la mano por el rostro, restregándose inconscientemente la suciedad que le manchaba las mejillas.

-No entiendo porque nadie quiere hablar de él. -aquella frase encerraba todo un mundo de interrogaciones.

por **Wesh** Miér Mayo 04, 2011 8:02 pm

Esta vez sí pudo apreciar la desesperación en su voz y una punzada de lástima le hizo apartar la mirada y respirar hondo. No sabía los detalles que rodeaban a la mujer ni el motivo por el que queria contratarlo, pero tampoco quería que le interesaban lo más mínimo. Las exigencias de los ricos solían ser absurdas y tenían tendencia a olvidarse de los tratos que hacían con él. Suerte que los juramentos que hacían con él no podían romperse fácilmente. Aún así, le asqueaba trabajar con gente tan frívola y despreocupada. Siempre era mejor poder ayudar a gente que realmente lo necesitaba.

Sin embargo, la señora había conseguido captar totalmente su atención y ahora se estaba planteando desvelar su identidad a una persona que no dudaría en mandarlo a la horca si un día se levantara con mal pie. Paseó la mirada una vez más por su rostro esperanzado y su figura escondida tras ropas bastas. Todas las razones por las que no debía aceptar un trato con ella eran obvias. Podía ir disfrazada de campesina, pero su piel era suave, sus modales impecables, y sus ademanes lentos y elegantes. ¿Realmente pretendía engañar a alguien?

Se llevó una mano al pecho, donde escondía la carta que no le había abandonado en sus 31 años de vida. Paseó los dedos como tantas otras veces, sobre el tacto aterciopelado que el tiempo le había dado y rezó por encontrar la respuesta que tanto le eludía. Cerró los ojos con fuerza. Al abrirlos, fue su mirada inocente lo primero que captó su atención. Todo aquello era una locura. Bien, lo mejor era dejarla marchar, con un par de consejos gratuitos

-Puede ser que al hombre no le guste ser la comidilla de los bajos fondos. Lo más probable es que no quiera ser encontrado. ¿No cree que con tanto ruido como ha hecho estos días, él ya se habrá enterado de que le busca?

Le habría gustado ser más duro con ella. Gritarle a la cara todos los problemas que le había ocasionado con su búsqueda sin sentido. Pero no parecía tonta del todo, así que era posible que llegara a captar el mensaje de una forma un poco más sutil.

-Estas calles no son para gente como usted. Probablemente si yo le dijera que sé donde está el hombre, me daría el dinero por adelantado sin cerciorarse de si digo la verdad y me seguiría a cualquier parte a la que quisiera llevarla. Volvería a estar como hace un momento: de cara a la pared y con las faldas arrugadas en las caderas. Su determinación es elogiable, pero su empresa está abocada al fracaso -suspiró y sacudió levemente la cabeza.

Estiró un brazo y tomó una de sus pequeñas manos, intentando aliviar con su compasión las lágrimas que habían asomado a sus ojazos. La apretó brevemente antes de continuar.

-Lo siento, muchacha. Pero lo mejor es que vuelva a casa con su marido.

por Invitado Jue Mayo 05, 2011 9:43 am

O fue la caricia de su mano o el tono de su voz, pero las últimas palabras que pronunció el hombre la sacudieron con fuerza. Hicieron más real que nunca la susencia de Samuel y sintió ese familiar vacío en el estómago que la había acompañado los dos últimos años y que amenazaba con tragarsela en cualquier momento.

Ojalá pudiese volver a casa junto a su marido, ojalá no se lo hubiesen quitado, ojalá...

Su cuerpo se estremeció y el pecho le tembló mientras soltaba su mano de la amable caricia del hombre. Apartó los ojos de él, bajando la mirada, y el suelo embarrado se empañó por momentos. Las lágrimas contenidas amenazaban por desbordarse de sus ojos y deslizarse por sus mejillas. Quería ser fuerte, no quería derrumbarse ahora... ¡pero la vida era tan injusta!

Sintió una lágrima deslizándose por su mejilla y rezó para que pasase inadvertida entre las gotas de lluvia.

-No puedo regresar a casa junto a mi marido porque me lo arrebataron, ¿lo entiende? Yo... yo... -cortó el aire con la mano-. No está y necesito... saber. Necesito saber qué ocurrió. Ni siquiera pude verlo una última vez -un silencioso sollozo le sacudió el pecho-. No pude verlo. No me dejaron y... no puedo dejar de pensar en cómo debieron dejarlo para que no me permitiesen entrar -se limpió con el dorso de la mano que sotenía el pistola las pocas lágrimas que lograron desbordarse de sus ojos-. Necesito encontrar al señor Wesh. Sé que el modo de buscarlo no es el más adecuado, pero ¿cómo voy a llegar hasta él si no es preguntando? Debe ser muy estúpido si ha escuchado que le estoy buscando y no ha venido a hablar conmigo, ¿no cree? Nos hubiesemos ahorrado muchos inconvenientes.

Respiró hondo y sus pálidas manos se movieron por encima de la capa, recolocando la tela para cubrirse mejor. La lluvia era débil, pero empezaba a empaparle la ropa y a colarse entre las capas.

-Agradezco la ayuda que me ha prestado esta noche. No tenía por qué intervenir, pero lo hizo. Gracias -sus manos se movieron bajo la capa-. No llevo nada de demasiado valor ahora mismo, así que espero que esto pueda compensar las molestias que se ha tomado -extrajo la mano y alargó el brazo hacia él. Puso en su mano un antiguo reloj con cadena-. Es de oro y ¿ve esas incrustraciones de ahí? Creo que son de algún tipo de piedra preciosa -sus labios se estiraron apenas en una sonrisa-. Me temo que es hora de que cada uno siga su camino. Bonne nuit, monsieur.

Se apartó de él mientras se subía la capucha de la capa, dispuesta a emprender el camino de vuelta a casa. Estaba claro que el hombre no podía ayudarla y ella no iba a abusar de su amabilidad. Llevaba la pistola y estaba vez no iba a ser tan estúpida como para dejarla caer si alguien la atacaba de regreso a casa.

por **Wesh** Jue Mayo 05, 2011 10:04 am

"Estúpido, ¿eh"? pensó, divertido con sus palabras. Las siguientes frenaron su diversión al percatarse de las lágrimas que caían por sus mejillas, algo más gruesas que las gotas de lluvia. Tomó el reloj de sus pequeñas manos, sorprendido de que se fuera deshaciendo de sus joyas por haber intervenido en el incidente. No creía merecer un precio. Salvar su honra y su vida era lo menos que cualquier persona decente habría hecho en su lugar.

La vio alejarse despacio, con los hombros hundidos bajo la capa.Acarició la cara rugosa del reloj, donde la mujer había señalado las incrustraciones de piedras, pensando en sus palabras. Así que buscaba respuestas acerca de la mente de su marido. No parecía todo lo superficial que se había imaginado. Esperaba algo más del tipo: "he perdido la mejor joya de la familia" o "quiero que siga a mi marido para ver a qué mujeres frecuenta". No lo que ella quería.

-¿Qué es lo que hará cuando tenga las respuestas que busca? -preguntó a gritos en su dirección. Estaba interesado en saber si quería justicia... o venganza.

por Invitado Jue Mayo 05, 2011 10:16 am

Sus botines golpeaban el suelo con rapidez mientras se alejaba a toda prisa del lugar. Ansiaba llegar a una de esas calles en que, por fin, pudiese sentirse segura. No deseaba estar mucho más tiempo allí. No esta noche. Mañana regresaría, por supuesto, pero hoy había tenido suficiente.

Se detuvo cuando escuchó la pregunta, que se repetió debido al eco.

¿Qué es lo que hará cuando tenga las respuesta que busca? ¿Qué es lo que hará cuando tenga las respuestas...? ¿qué es lo que hará...?

Bajó la cabeza y miró la alianza de su dedo. Sentía rabia. Rabia porque le habían arrebatado a quien amaba, porque la habían dejado sola, porque le habían quitado toda oportunidad de ser feliz, porque habían destruido sus planes de futuro.

-Hacer que corran la misma suerte que mi marido. -susurró, volviéndose apenas-. Es lo único que me hace seguir adelante.

Exigía la ley del talión: "ojo por ojo, diente por diente". Le habían quitado la vida a su marido y ella se la quitaría a ellos, aunque se condenase al infierno con eso.

por **Wesh** Jue Mayo 05, 2011 10:23 am

Una oleada de respeto por la mujer lo recorrió al escuchar su respuesta: Hacer que corran la misma suerte. Sí, aquella era la más vieja de las leyes ancestrales y sonaba a venganza en cada una de las letras. Quizás otros quisieran referirse a ella como justicia divina, pero Wesh prefería llamar a las cosas de su nombre. Lo que más le intrigaba, sin embargo, era cómo iba a conseguir semejante hazaña.

-¿Y cómo piensa hacer que eso suceda? -continuó interrogándola, sin importarle que se hubiera detenido bajo la lluvia.

Ella lo miraba con firmeza, aunque con cierto aire de cansancio. En sus ojos podía apreciar toda la determinación que emanaba de ella. Realmente estaba dispuesta a intentarlo como fuera.

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