Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]

por **Giulietta Di Noir** Jue Jun 30, 2011 5:32 pm

Recuerdo del primer mensaje :

La noche se cernía sobre mí mientras caminaba por las calles parisinas. Sabía perfectamente que este no era el lugar en el que debía estar. En estos momentos, mi sitio estaba al lado de algún rico infiel, disfrutando de una noche de placer. Pero ese ambiente recargado del burdel me agobiaba. Mucha gente pegada, cuerpos sudorosos y un ambiente cálido, por llamarlo de alguna manera. Así que, de vez en cuando, decidía hacer alguna escapadita. Las tenía merecidas, ya que mi cuerpo se vendía muy bien. Sentía las miradas de la gente normal. Miradas devoradoras las de los hombres, de odio las de mujeres. No se me daba bien relacionarme con el sexo femenino. Demasiado envidiosas. Además, no les solía gustar que sus hombres se quedaran embobados observando las curvas de mi cuerpo. ¿Qué se le va a hacer? No necesito amigas para sobrevivir. Ni siquiera para vivir. No necesito a nadie.

Mi vestido no era decente. Enseñaba más carne de lo que cualquier mujer con marido deseaba, y se ceñía tanto a mi cuerpo que no dejaba demasiado lugar a la imaginación. Soy prostituta, y orgullosa de ello. Ha sido una elección mía y no me arrepiento. También sé que podría cambiar de vida. Pero... ¿Para qué? Placer y dinero se juntan en esta profesión. Además arruino la reputación de mi padre. ¿Qué más quiero? Sumergida en mis pensamientos, tropecé en un saliente del suelo. No logré recuperar el equilibrio a tiempo ni había por allí ningún héroe que me rescatase cual princesa de cuento. Así que solo quedaba la dura realidad, un brusco golpe contra el suelo.

Me recompuse con rapidez. Ninguna mueca de dolor se adivinaba en mi rostro. ¿Para qué? Probablemente a nadie le interesaría. Tampoco esta era una calle demasiado transitada. Podría volver a levantarme conservando mi dignidad. Y es lo que intenté. Pero al apoyar mi pie derecho, un dolor agudo me recorrió el tobillo. ¡Genial! Volví a perder el equilibrio, y esta vez un pequeño atisbo de dolor cruzó por mi mirada. Así que allí estaba yo, sentada en el suelo y con el tobillo derecho doblado. Me voy superando cada día más. ¿Quién iba a pensar que acabaría tirada por las calles de París como una pordiosera?

por **Giulietta Di Noir** Lun Ago 29, 2011 4:57 am

No pude hacer más que reírme. No podía decir que no me molestase que nos hubiesen dejado a medias, ahora que me había decidido a terminar, pero la situación era divertida. Wesh, frustrado, continuó un instante más con el juego. Ah, y además pretendía que le abrochase. Pues bueno. Me acuclillé ante él con la intención de llegar hasta sus pantalones bajados. Sin embargo, mi cara y especialmente, mi boca, quedaron a la altura del anterior bulto que ahora iba disminuyendo poco a poco. Sentía la mirada de Inès clavada en mi cogote, pero no decía nada. Cosas mucho peores se veían ahí dentro.

Comencé a subirle los pantalones lentamente, hasta que quedaron a la altura de su cadera. Y entonces se los abroché, sin preocuparme por si tocaba cosas que lo podían excitar. Miré hacia arriba con una sonrisa entretenida, y no pude evitar guiñarle un ojo. Volví a ponerme de pie, y lentamente le abotoné la camisa, mientras él intentaba tranquilizar a la encargada. No se tranquilizaría porque ya estaba harta de todas las que montaba en el burdel. De no ser porque soy una buena fuente de ingresos estaría de patitas en la calle. Tal vez era el momento de controlarse.

-Ya acabaré lo que he empezado.- le dije en voz alta, divertida. Nada más alejarme un par de pasos del gitano, Inès me agarró del brazo con fiereza.- ¡Venga para adentro!- exclamó. Tal vez no se hubiese atrevido a acercarse antes por el tamaño del hombre- Y tírate al rubito ese, que parece que tiene dinero.- yo solté una risita y le dediqué una última mirada a Wesh. La brusquedad de la mujer me hacía mucho daño en el pie, pero como se lo dijera me mataría. Ya me inventaría algo para escaquearme esta noche. Me obligo a caminar delante de ella para asegurarse de que entraba, así que me tragué el dolor y caminé como lo haría normalmente. Mientras la puerta se cerraba, aún se escuchó un último grito de la mujer.- ¿¡Dónde están tus zapatos!?

por **Wesh** Lun Ago 29, 2011 5:14 am

Por un momento había pensado que Giulietta le dejaría ahí, con los pantalones por los tobillos y la camiseta desabrochada. Pero le sorprendió de nuevo, agachándose a por la ropa y lanzándole una sonrisa divertida más tarde. Él acabó por contagiarse de su diversión aunque se hubiera quedado con las ganas. La promesa de que aquello se repetiría en un futuro y que ésa vez no habría interrupciones le calentó casi más que sus caricias. Y la respetó por ello... aunque esa información se la guardaría para sus adentros, por supuesto.

Apartar las manos de ella fue difícil, pero lo consiguió. Se alejó de su cuerpo un par de pasos, lo que la señora gruñona aprovechó para cogerla de un brazo y arrastrarla hacia el interior del burdel. Giulietta apenas cojeaba. No se atribuyó el mérito, ni a su caballerosidad ni a sus caricias, antes bien al miedo que la señora pudiera provocar en ella. La mirada de resignación que le lanzó lo decía todo. Le devolvió un guiño compasivo y algo divertido. La puerta se cerró con estrépito.

-¿¡Dónde están tus zapatos!? -La exclamación le hizo soltar una carcajada.

Aquel encuentro abría un sinfín de posibilidades. ¿Volverían a verse? ¿Sería Giulietta tan intratable como parecía? ¿Terminarían alguna vez aquel episodio? Casi estaba impaciente por ver qué sucedería.

por Contenido patrocinado

Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]

Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]

Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]

Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]

Re: Dulce soledad. Tenías que amargarla. [Wesh]