AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Recuerdo del primer mensaje :
El bruto se cubre; el rico se adorna; el fatuo se disfraza; el elegante se viste.
Honoré De Balzac
Honoré De Balzac
Había llegado el día, la Alianza tendría su primera reunión general, en donde todos estaban invitados a participar. Dicha reunión, se efectuaría bajo el velo de un baile de máscaras, en celebración de la inauguración oficial de la N-Corporation, y nadie podía entrar a la mansión sin la respectiva invitación, aquella que había sido entregada de manera personal por los criados de Emerick en el transcurso de la semana.
Era de noche y la mansión lucía hermosamente iluminada hasta el mismo camino por el que los más lujosos carruajes desfilaban hasta su puerta principal. En la entrada había dos criados destinados a abrir las puertas de los carruajes, ayudar a bajar a los comensales y guiarles hasta la puerta principal en donde uno de los guardias pedía la invitación y recordaba a voz de susurro a los recién llegados que: “Vuestra identidad, es el tesoro más preciado que portaréis esta noche, cuidadla”.
Siguiendo por el vestíbulo, hacia el interior de la mansión, podía apreciarse tres grandes puertas de roble de doble hoja de las sólo una de ellas estaba abierta, y en su umbral una bella damisela, disfrazada de bufón real, invitaba todos los recién llegados a pasar. Sin embargo, el real motivo de su presencia era cuidar de que nadie intentase forzar las otras dos puertas que permanecían cerradas con llave.
En el interior, la música llenaba exquisitamente cada espacio del salón. Dos mesas alargadas, rebosantes de comida y bebestibles, eran atendidas a la perfección por otro grupo de criados a quienes los invitados podrían pedir lo que realmente quisieran. La orquesta tocaba majestuosamente mientras un par de comensales ya bailaba en medio de la pista de baile, ya que los mismos criados y otros externos habían sido contratados para hacer parecer una mayor presencia de gente. Todo estaba perfectamente manejado, y Emerick observaba desde una de las esquinas el desarrollo del evento.
Bebía una copa de ponche, preparada con vinos recién procesados, provenientes de sus propios viñedos, había sido una cosecha estupenda y por tanto le tenía guardada para aquella ocasión especial. Vestía un traje digno de la realeza, el que aprovechaba el reciente Danismo surgido en Francia, además de su respectiva mascara negra del tipo antifaz que se encargaba de cubrir su identidad. Respiró profundo y permaneció aparentemente tranquilo mientras vigilaba la llegada de cada persona nueva a ese salón.
Era de noche y la mansión lucía hermosamente iluminada hasta el mismo camino por el que los más lujosos carruajes desfilaban hasta su puerta principal. En la entrada había dos criados destinados a abrir las puertas de los carruajes, ayudar a bajar a los comensales y guiarles hasta la puerta principal en donde uno de los guardias pedía la invitación y recordaba a voz de susurro a los recién llegados que: “Vuestra identidad, es el tesoro más preciado que portaréis esta noche, cuidadla”.
Siguiendo por el vestíbulo, hacia el interior de la mansión, podía apreciarse tres grandes puertas de roble de doble hoja de las sólo una de ellas estaba abierta, y en su umbral una bella damisela, disfrazada de bufón real, invitaba todos los recién llegados a pasar. Sin embargo, el real motivo de su presencia era cuidar de que nadie intentase forzar las otras dos puertas que permanecían cerradas con llave.
En el interior, la música llenaba exquisitamente cada espacio del salón. Dos mesas alargadas, rebosantes de comida y bebestibles, eran atendidas a la perfección por otro grupo de criados a quienes los invitados podrían pedir lo que realmente quisieran. La orquesta tocaba majestuosamente mientras un par de comensales ya bailaba en medio de la pista de baile, ya que los mismos criados y otros externos habían sido contratados para hacer parecer una mayor presencia de gente. Todo estaba perfectamente manejado, y Emerick observaba desde una de las esquinas el desarrollo del evento.
Bebía una copa de ponche, preparada con vinos recién procesados, provenientes de sus propios viñedos, había sido una cosecha estupenda y por tanto le tenía guardada para aquella ocasión especial. Vestía un traje digno de la realeza, el que aprovechaba el reciente Danismo surgido en Francia, además de su respectiva mascara negra del tipo antifaz que se encargaba de cubrir su identidad. Respiró profundo y permaneció aparentemente tranquilo mientras vigilaba la llegada de cada persona nueva a ese salón.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 8:15 pm, editado 4 veces
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 23/09/2012
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
No vacilas;
más sabes que siempre hay un límite
La gente comenzaba a quitarse las máscaras, y esto asustaba a Selene, aunque en su rotro no apareciera la más mínima señal de recelo(cosa que tampoco importaría mucho, ya que de todos modo aún llevaba puesta la máscara), pues la identidad era como la vida, si no la protegías en condiciones podías acabar mal...muy pero que muy mal.
Pero Selene sabía muy bien dónde se había metido, o al menos eso creía ella...no por algo la habían dejado pasar, y la habían invitado. Así que debía dejar atrás su recelo...de un modo adecuado.
Así que se despojó de la máscara, desatando la pequeña cuerdecita que la sostenía. Tiró la máscara al rincón más cercano, dónde cayó con suavidad, aunque sabía de sobra que cuando se marchara de allí tendría que recogerla...pues no tenía la menor intención de regresar a casa con la cara descubierta. Le hubiera dado lo mismo tener que andar por la calle desnuda como estaba la otra chica que se acababa de quitar las ropas, no le daba la gana regresar aquella noche a casa sin la máscara. ¡No!
Luego siguió observando todo lo que ocurría a su alrededor, con un interés que iba aumentando cada vez más. Se llevó una mano a la garganta mientras escuchaba algunos de los murmullos del resto de los invitados, y esperaba el momento más adecuado para volver a hablar. Después del Duque volvió a tener la palabra y Selene le escuchó con atención...
...y se tuvo que llevar una mano a la boca para ahogar una risita irónica. ¿Que no lucharían "si no era necesario" ¿De veras creía que las cosas podrían ser así?
Selene sabía por experiencia propia que tarde o temprano alguien lucharía, y todo por un motivo tonto. Era como una especie de presentimiento, o más bien como un pensamiento irónico por parte de la bruja pelirroja. Pensaba, y con razón, que el corazón humano estaba lleno de rencor, lo miraras por dónde lo miraras, y ella misma no se excluía de esta regla. El rencor, aunque fuera poco, siempre estaba ahí acechando, esperando el momento más adecuado para atacar.
Incluso las intenciones de aquella gente podrían fallar de un momento a otro. La fuerza de voluntad no podía compararse con la tentación, y Selene pensaba que habría tentación y odio por ambas partes. El escepticismo invadió por varios segundos los pensamientos de la muchacha. El escepticismo que había sacado tantas veces a lo largo de su vida cada vez que había vito algo que le había parecido digno de cuestionar.
Aunque todo lo demás sonaba mejor, mucho mejor. Sus ojos brillaron de emoción cuando vio todos aquellos documentos, y al ver también las armas. Sintió la tentación de acercarse para tomar algunos de esos documentos y examinarlos, o de coger algunas de las armas y practicar con ellas, aunque no supiera manejar más arma que una maldita daga.
Pero no se movió de dónde estaba, aún no. Quería enterarse de algunas cosas más, "disfrutar" un poco más de la fiesta antes de decir algo más o de expresar algunas de su opiniones.
Vio cómo un hombre guiaba a la bruja ciega, vio también a un vampiro que se quitaba la máscara, a otro marcharse, a la mayoría murmurando cosas, y recordando algunas cosas más. Pensó entonces en las palabras de una de las brujas, llamada Crystall, que había mencionado una redada...y el nombre de uno de los inquisodores, Ruggero Russo. Había oído varias veces su nombre.
Y lo que dijo después...Selene no pudo evitar dar algunos pasos para esconderse un poco más entre la gente. Menos mal que no había participado en esa redada, pero de todos modos algo la instó a ocultarse más, como si sintiera algo más de recelo que antes.
-No se conseguirá nada a través de la legalidad-dijo simplemente la muchacha, alzando un poco más la voz de la cuenta. Poco le importaba que le hubieran leído también la mente. Había algunas cosas que sabía y otras que no. De todos modos ya se encargaría ella de comprobar unas cuantas cosas más tarde-Es tan imposible como pensar que mañana se acabará el mundo.
Iba a decir algo más, pero entonces una mujer que se disponía a irse cayó desmayada. Selene corrió y se agachó junto a ella, deseando poder ayudarla.
más sabes que siempre hay un límite
La gente comenzaba a quitarse las máscaras, y esto asustaba a Selene, aunque en su rotro no apareciera la más mínima señal de recelo(cosa que tampoco importaría mucho, ya que de todos modo aún llevaba puesta la máscara), pues la identidad era como la vida, si no la protegías en condiciones podías acabar mal...muy pero que muy mal.
Pero Selene sabía muy bien dónde se había metido, o al menos eso creía ella...no por algo la habían dejado pasar, y la habían invitado. Así que debía dejar atrás su recelo...de un modo adecuado.
Así que se despojó de la máscara, desatando la pequeña cuerdecita que la sostenía. Tiró la máscara al rincón más cercano, dónde cayó con suavidad, aunque sabía de sobra que cuando se marchara de allí tendría que recogerla...pues no tenía la menor intención de regresar a casa con la cara descubierta. Le hubiera dado lo mismo tener que andar por la calle desnuda como estaba la otra chica que se acababa de quitar las ropas, no le daba la gana regresar aquella noche a casa sin la máscara. ¡No!
Luego siguió observando todo lo que ocurría a su alrededor, con un interés que iba aumentando cada vez más. Se llevó una mano a la garganta mientras escuchaba algunos de los murmullos del resto de los invitados, y esperaba el momento más adecuado para volver a hablar. Después del Duque volvió a tener la palabra y Selene le escuchó con atención...
...y se tuvo que llevar una mano a la boca para ahogar una risita irónica. ¿Que no lucharían "si no era necesario" ¿De veras creía que las cosas podrían ser así?
Selene sabía por experiencia propia que tarde o temprano alguien lucharía, y todo por un motivo tonto. Era como una especie de presentimiento, o más bien como un pensamiento irónico por parte de la bruja pelirroja. Pensaba, y con razón, que el corazón humano estaba lleno de rencor, lo miraras por dónde lo miraras, y ella misma no se excluía de esta regla. El rencor, aunque fuera poco, siempre estaba ahí acechando, esperando el momento más adecuado para atacar.
Incluso las intenciones de aquella gente podrían fallar de un momento a otro. La fuerza de voluntad no podía compararse con la tentación, y Selene pensaba que habría tentación y odio por ambas partes. El escepticismo invadió por varios segundos los pensamientos de la muchacha. El escepticismo que había sacado tantas veces a lo largo de su vida cada vez que había vito algo que le había parecido digno de cuestionar.
Aunque todo lo demás sonaba mejor, mucho mejor. Sus ojos brillaron de emoción cuando vio todos aquellos documentos, y al ver también las armas. Sintió la tentación de acercarse para tomar algunos de esos documentos y examinarlos, o de coger algunas de las armas y practicar con ellas, aunque no supiera manejar más arma que una maldita daga.
Pero no se movió de dónde estaba, aún no. Quería enterarse de algunas cosas más, "disfrutar" un poco más de la fiesta antes de decir algo más o de expresar algunas de su opiniones.
Vio cómo un hombre guiaba a la bruja ciega, vio también a un vampiro que se quitaba la máscara, a otro marcharse, a la mayoría murmurando cosas, y recordando algunas cosas más. Pensó entonces en las palabras de una de las brujas, llamada Crystall, que había mencionado una redada...y el nombre de uno de los inquisodores, Ruggero Russo. Había oído varias veces su nombre.
Y lo que dijo después...Selene no pudo evitar dar algunos pasos para esconderse un poco más entre la gente. Menos mal que no había participado en esa redada, pero de todos modos algo la instó a ocultarse más, como si sintiera algo más de recelo que antes.
-No se conseguirá nada a través de la legalidad-dijo simplemente la muchacha, alzando un poco más la voz de la cuenta. Poco le importaba que le hubieran leído también la mente. Había algunas cosas que sabía y otras que no. De todos modos ya se encargaría ella de comprobar unas cuantas cosas más tarde-Es tan imposible como pensar que mañana se acabará el mundo.
Iba a decir algo más, pero entonces una mujer que se disponía a irse cayó desmayada. Selene corrió y se agachó junto a ella, deseando poder ayudarla.
Selene Ladomie- Condenado/Hechicero/Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
"Como es nuestra confianza, es nuestra capacidad."
William Hazlitt
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Un sentimiento extraño se hizo presente a modo de cosquilleo entre medio de las tripas. Era una mezcla de nervios y ansiedad, en parte por tener que finalmente asumir como director de aquella orquesta y por el deseo de que todo lo mal que pudiese salir, fuese aún menor del provecho que se pudiese sacar.
No esperaba los aplausos, ni tampoco el que todos comenzaran a sacarse sus máscaras pues había dicho que podían dejársela si así lo querían. Al parecer la mayoría aceptaba la propuesta, a pesar de haber dado instrucciones específicas de que aquella reunión sólo sería para los miembros de la Alianza, pues ya se había dado cuenta de que no se había cumplido tal caso al escuchar que algunos no sabían el porque estaban ahí. Por suerte, había logrado sortear airoso los reparos de la improvisación; ahora el desafío sería mantenerlos callados.
Observó a uno de licántropos acercarse con no muy buena cara, lo que hizo que Violette se concentrara en él sólo para poder interpretar la verdadera presencia de peligro, pero no la encontró y por ello se mantuvo en silencio y a cierta distancia del Duque, sin embargo, le comunicó a través del pensamiento la verdadera causa de molestia del lobo. Emerick cerró los ojos reconociendo su error; omitir parte de la explicación pensando que toda la gente lo creería obvio, pero por supuesto, no todos conocían a los vampiros y mucho menos conocían a Violette.
Hubiera deseado que al menos Remington le hubiese dado el tiempo para explicar, pero el hombre que no parecía querer transar, ya se dirigía a la puerta cuando los guardias se interpusieron de inmediato en la salida, evitando el paso de ambos licántropos. Oportunidad que Boussingaut aprovechó para hablar, pero —con el mismo respeto a la intimidad que el otro tuvo— él también se acercó para hablar en voz mas baja.
— Tranquilos — señaló a ambos, alzando una mano para llamar a la calma — Ellos sólo quieren asegurarse que la identidad y seguridad de todos los presentes esté a salvo en vuestras manos, daos cuenta del peso de lo que ahora sabéis — les explicó para luego dirigirse a Remington en exclusiva — Honrosamente acepto vuestra invitación, pero también espero que vos aceptéis el escuchar mis argumentos pues debéis entender que ahora tenéis mi vida, y la de todos, en vuestras manos — les miró a ambos — Ya me habéis dicho que no confiáis en mi, pero yo confío en ambos... Podéis marcharos — concluyó e hizo una seña a los guardias para que les permitieran la salida.
Apenas y había alcanzado a darse la media vuelta cuando una nueva voz se alzó entre todos, era la Inquisidora infiltrada quien ahora hablaba y dejaba ver su desconfianza en el proyecto y principalmente en los poderes de la Iglesia.
— El mundo se acaba para quienes perecen, y todos sabemos que la gente muere todos los días — le rebatió — Jamás sabréis si algo es imposible si no lo intentáis antes, y como ya os he dicho, la Iglesia, así como todos sus pilares, son poseedores de un punto débil...
Había explicado en partes y aún quedaban asuntos por discutir, pero la repentina caída de Chiara Di Moncalieri le arrebató de todas sus ideas, pues incluso había caído prácticamente a sus pies, dado que él aún estaba cerca de las puertas. Iba a socorrerla, cuando las palabras de Violette nuevamente resonaron en su mente, haciendo que se detuviera de pronto y cruzase una mirada de incredulidad con la vampiresa, antes de agacharse junto con Selene y tomar el pulso de Chiara.
— Eustace — llamó al brujo curandero para que se acercara — Llevadle a una habitación para que descanse y aseguraos de que no se vaya antes de que pueda yo hablar con ella — le indicó a sabiendas de que él sabría que hacer, aún cuando siempre le sorprendiese con sus métodos tan poco ortodoxos.
Se puso entonces de pie, y les observó marchar. Sólo una vez que hubiesen vuelto a cerrar las puertas, se giró a sus invitados y habló fuerte y claro para todos.
— Esta es la verdadera N-Corporation, la casa de la Alianza, y ahora vosotros sois portadores de su secreto, desde ya cada uno dependéis del otro, tal y como yo mismo dependo de ustedes; desde ahora que sois aliados y que lucháis por una misma causa, y ahora es cuando necesito saber... con quien de ustedes puedo contar y para que... incluso para trabajar dando vida a esta corporación para que funcione como tal podéis hacerlo — hizo una breve pausa — No es necesario que lo hagáis en voz alta si no os acomoda, aunque preferiría que ya comenzáramos a confiar en nosotros mismos.
No esperaba los aplausos, ni tampoco el que todos comenzaran a sacarse sus máscaras pues había dicho que podían dejársela si así lo querían. Al parecer la mayoría aceptaba la propuesta, a pesar de haber dado instrucciones específicas de que aquella reunión sólo sería para los miembros de la Alianza, pues ya se había dado cuenta de que no se había cumplido tal caso al escuchar que algunos no sabían el porque estaban ahí. Por suerte, había logrado sortear airoso los reparos de la improvisación; ahora el desafío sería mantenerlos callados.
Observó a uno de licántropos acercarse con no muy buena cara, lo que hizo que Violette se concentrara en él sólo para poder interpretar la verdadera presencia de peligro, pero no la encontró y por ello se mantuvo en silencio y a cierta distancia del Duque, sin embargo, le comunicó a través del pensamiento la verdadera causa de molestia del lobo. Emerick cerró los ojos reconociendo su error; omitir parte de la explicación pensando que toda la gente lo creería obvio, pero por supuesto, no todos conocían a los vampiros y mucho menos conocían a Violette.
Hubiera deseado que al menos Remington le hubiese dado el tiempo para explicar, pero el hombre que no parecía querer transar, ya se dirigía a la puerta cuando los guardias se interpusieron de inmediato en la salida, evitando el paso de ambos licántropos. Oportunidad que Boussingaut aprovechó para hablar, pero —con el mismo respeto a la intimidad que el otro tuvo— él también se acercó para hablar en voz mas baja.
— Tranquilos — señaló a ambos, alzando una mano para llamar a la calma — Ellos sólo quieren asegurarse que la identidad y seguridad de todos los presentes esté a salvo en vuestras manos, daos cuenta del peso de lo que ahora sabéis — les explicó para luego dirigirse a Remington en exclusiva — Honrosamente acepto vuestra invitación, pero también espero que vos aceptéis el escuchar mis argumentos pues debéis entender que ahora tenéis mi vida, y la de todos, en vuestras manos — les miró a ambos — Ya me habéis dicho que no confiáis en mi, pero yo confío en ambos... Podéis marcharos — concluyó e hizo una seña a los guardias para que les permitieran la salida.
Apenas y había alcanzado a darse la media vuelta cuando una nueva voz se alzó entre todos, era la Inquisidora infiltrada quien ahora hablaba y dejaba ver su desconfianza en el proyecto y principalmente en los poderes de la Iglesia.
— El mundo se acaba para quienes perecen, y todos sabemos que la gente muere todos los días — le rebatió — Jamás sabréis si algo es imposible si no lo intentáis antes, y como ya os he dicho, la Iglesia, así como todos sus pilares, son poseedores de un punto débil...
Había explicado en partes y aún quedaban asuntos por discutir, pero la repentina caída de Chiara Di Moncalieri le arrebató de todas sus ideas, pues incluso había caído prácticamente a sus pies, dado que él aún estaba cerca de las puertas. Iba a socorrerla, cuando las palabras de Violette nuevamente resonaron en su mente, haciendo que se detuviera de pronto y cruzase una mirada de incredulidad con la vampiresa, antes de agacharse junto con Selene y tomar el pulso de Chiara.
— Eustace — llamó al brujo curandero para que se acercara — Llevadle a una habitación para que descanse y aseguraos de que no se vaya antes de que pueda yo hablar con ella — le indicó a sabiendas de que él sabría que hacer, aún cuando siempre le sorprendiese con sus métodos tan poco ortodoxos.
Se puso entonces de pie, y les observó marchar. Sólo una vez que hubiesen vuelto a cerrar las puertas, se giró a sus invitados y habló fuerte y claro para todos.
— Esta es la verdadera N-Corporation, la casa de la Alianza, y ahora vosotros sois portadores de su secreto, desde ya cada uno dependéis del otro, tal y como yo mismo dependo de ustedes; desde ahora que sois aliados y que lucháis por una misma causa, y ahora es cuando necesito saber... con quien de ustedes puedo contar y para que... incluso para trabajar dando vida a esta corporación para que funcione como tal podéis hacerlo — hizo una breve pausa — No es necesario que lo hagáis en voz alta si no os acomoda, aunque preferiría que ya comenzáramos a confiar en nosotros mismos.
Última edición por Emerick Boussingaut el Dom Ene 20, 2013 8:19 pm, editado 1 vez
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Caminaba con Dakota y melonee tras el cuando dos guardias se interpusieron en su camino, levantando la cabeza con el rostro serio sus ojos observaron con cierta cantidad de desprecio a los sujetos, no seria un par de sujetos como aquellos los que le impedirían el paso, estaba siendo todo lo pacifico que podía pero aquí se había tocado lo sagrado, levanto una de sus manos comenzando un cambio parcial cuando el anfitrión de la fiesta se acercó a hablarle deteniendo sus intenciones. Tuvo que reconocer que al menos el duque tenía un buen sentido de la oportunidad pues había estado apunto de rebanarles el cuello a sus hombres.
El hombre hablo con aplomo y diplomacia, exponiendo la dramática situación y la importancia de las cosas, era una pena que el arrogante hombre no escuchase sus propias razones, acaso creía que su gente valía mas que la suya? Remington tenía gente que cuidar y vidas que proteger. Les había cuidado por 72 años desde su nombramiento como alfa y no comenzaría a fallarles ahora. No ahora que los hermanos estaban juntos nuevamente. Vio al duque darse la vuelta, después “permitirle marcharse” el cachorro aun pensaba que podía darle ordenes. Sin voltear a verlo susurro solo para el, con el susurro audible para el sentido de aquellos bendecidos con el espíritu de los lobos.
-le he dicho que le buscaría después “Duque”, le aconsejo que si desea proteger a esta gente, olvide la arrogancia de los de su clase cuando es necesario ¿A caso cree que es el único expuesto aquí? Ha actuado como un hombre sin honor, tomando una ventaja inicial no se comporta como un aliado si no como un oportunista. Espero sinceramente que una reunión mas larga pueda ser fructuosa y las malas impresiones se diluyan, pero si vamos a hacerlo espero que advierta a su vampiro de alejarse, no se donde esta exactamente pero puedo sentirla, puedo olerla, el murmullo en mi cabeza y mis dientes comen por cercenar su cuello. Hasta pronto duque.
Hablo mientras se retiraba y dejaba que aquella reunión continuase su rumbo, no era mas de su incumbencia lo que allí ocurría, al menos no hasta que aclarase las cosas con aquel que respondía al nombre de Emerick, pero la próxima vez tendrían que tomar precauciones, El chaman principal del clan no estaba con ellos pero Adrien era fuerte y ahora mismo tenia su primer trabajo en puerta, una historia de mas de mil años enfrentando amenazas de cazadores, de vampiros y de lobos rebeldes no iba a caer en la ruina mientras el fuese el alfa y definitivamente no iniciaría por un único vampiro.
El hombre hablo con aplomo y diplomacia, exponiendo la dramática situación y la importancia de las cosas, era una pena que el arrogante hombre no escuchase sus propias razones, acaso creía que su gente valía mas que la suya? Remington tenía gente que cuidar y vidas que proteger. Les había cuidado por 72 años desde su nombramiento como alfa y no comenzaría a fallarles ahora. No ahora que los hermanos estaban juntos nuevamente. Vio al duque darse la vuelta, después “permitirle marcharse” el cachorro aun pensaba que podía darle ordenes. Sin voltear a verlo susurro solo para el, con el susurro audible para el sentido de aquellos bendecidos con el espíritu de los lobos.
-le he dicho que le buscaría después “Duque”, le aconsejo que si desea proteger a esta gente, olvide la arrogancia de los de su clase cuando es necesario ¿A caso cree que es el único expuesto aquí? Ha actuado como un hombre sin honor, tomando una ventaja inicial no se comporta como un aliado si no como un oportunista. Espero sinceramente que una reunión mas larga pueda ser fructuosa y las malas impresiones se diluyan, pero si vamos a hacerlo espero que advierta a su vampiro de alejarse, no se donde esta exactamente pero puedo sentirla, puedo olerla, el murmullo en mi cabeza y mis dientes comen por cercenar su cuello. Hasta pronto duque.
Hablo mientras se retiraba y dejaba que aquella reunión continuase su rumbo, no era mas de su incumbencia lo que allí ocurría, al menos no hasta que aclarase las cosas con aquel que respondía al nombre de Emerick, pero la próxima vez tendrían que tomar precauciones, El chaman principal del clan no estaba con ellos pero Adrien era fuerte y ahora mismo tenia su primer trabajo en puerta, una historia de mas de mil años enfrentando amenazas de cazadores, de vampiros y de lobos rebeldes no iba a caer en la ruina mientras el fuese el alfa y definitivamente no iniciaría por un único vampiro.
Remington Talbot Colton- Licántropo Clase Alta
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Me sonreí a mí misma, con ironía. La verdad era que me gustaba sembrar la discordia a mi alrededor. Nada como una buena pelea para comenzar el día. Y allí había varias, de hecho. Mientras me callaba y volvía a mi lugar como si nada, envuelta en casi los mismos harapos con los que había llegado, me dediqué a mirar atentamente a las personas de la habitación que habían reaccionado tanto con mis palabras como con las del Jefazo.
Primero, los licántropos. Cielos, cuánta paranoia por su manada. Aunque la verdad, nada tenía yo que opinar en ese asunto. No sabía muy bien de la responsabilidad de ser un Jefe y todo eso. Siempre había estado sola, ¿Para qué mas compañía que la de Liza? Su compañero tampoco lo hacía nada mal. Lo escuché lanzarnos un par de maldiciones. Como si me asustara la mala suerte y todo eso. Tenía más que comprobado que tanto la muerte como la mala fortuna me rehuían como si tuviera Peste Negra. Enarqué una ceja, con una sonrisilla burlona jugueteando en la comisura de los labios.
Luego, escuché con respeto las palabras de Crystall Van Wijs. Sabía que era una mujer bastante dura, en la Redada había quedado más que demostrado. No era una persona a la que me gustaría molestar. Y sí, aunque no lo crean, también tengo sentido común para algunas cosas. El mago estaba al lado suyo. Había sobrevivido, el muy suertudo.
Y luego… una mujer desmayándose. ¡Vaya, el día estaba lleno de sorpresas! Una reunión muy particular, la verdad. No pude evitar sonreír abiertamente. Había logrado arruinar el ambiente.
Felicidades, Riful. ¿Y ahora qué? ¿Echarás sangre en el ponche? Olvídalo, ni siquiera lo consideres. Limítate a sonreir y asentir. No quiero que te metas en más problemas de los que estás ahora.
En respuesta al regaño de mi hermana, sólo solté una risita.
Primero, los licántropos. Cielos, cuánta paranoia por su manada. Aunque la verdad, nada tenía yo que opinar en ese asunto. No sabía muy bien de la responsabilidad de ser un Jefe y todo eso. Siempre había estado sola, ¿Para qué mas compañía que la de Liza? Su compañero tampoco lo hacía nada mal. Lo escuché lanzarnos un par de maldiciones. Como si me asustara la mala suerte y todo eso. Tenía más que comprobado que tanto la muerte como la mala fortuna me rehuían como si tuviera Peste Negra. Enarqué una ceja, con una sonrisilla burlona jugueteando en la comisura de los labios.
Luego, escuché con respeto las palabras de Crystall Van Wijs. Sabía que era una mujer bastante dura, en la Redada había quedado más que demostrado. No era una persona a la que me gustaría molestar. Y sí, aunque no lo crean, también tengo sentido común para algunas cosas. El mago estaba al lado suyo. Había sobrevivido, el muy suertudo.
Y luego… una mujer desmayándose. ¡Vaya, el día estaba lleno de sorpresas! Una reunión muy particular, la verdad. No pude evitar sonreír abiertamente. Había logrado arruinar el ambiente.
Felicidades, Riful. ¿Y ahora qué? ¿Echarás sangre en el ponche? Olvídalo, ni siquiera lo consideres. Limítate a sonreir y asentir. No quiero que te metas en más problemas de los que estás ahora.
En respuesta al regaño de mi hermana, sólo solté una risita.
Riful- Cambiante Clase Baja
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Todo parecía estarse saliendo de control o al menos eso me parecía, ropas destrozadas, mascaras fuera, lobos que se iban ofendidos, una mujer desmayada; bueno aquello parecía estar girando en todas direcciones menos en lo que era el motivo principal por el que todos habiamos asistido en primer lugar y no pude evitar pensar en que estaría pasando por la mente de Emerick sobre las cosas ocurrian.
Suspire y me quite la mascara que ya no servia de nada, la tome entre mis manos contemplandola.
- Todo un desperdicio - murmure para mi misma.
Observe posteriormente a mi alrededor preguntandome sobre lo que pensaban los demás asistentes, no solo sobre lo ocurrido ya si no sobre lo que ya se había dicho, inquisidores, compañeros muertos, que no se lucharía si no era necesario. Lo último era particularmente utopico, quizas se pensara lograr los cometidos de otra manera, pero si de algo podiamos estar seguros todos los presentes es que los inquisidores no tendrian dudas si se trataba de pelear contra nosotros y de aniquilarnos. Pero mi desición ya estaba tomada pasara lo que pasara.
Emerick volvia a hablar a los presentes, parecía que los demás inconvenientes estaban quedando de lado para enfocarnos nuevamente en lo importante.
"Saber con quienes contaba y para que" ... tome aire y por primera vez hable para todos los presentes, pero sobre todo para aquel que me había invitado a formar parte de aquella peculiar idea que lentamente habia tomado forma.
- Cuentas conmigo para lo que pueda servir y lo sabes de antemano, hare todo lo que este a mi alcance - sabía que no era necesario que se lo dijese a él, pero a los demás... bueno si ibamos a estar inmiscuidos en lo mismo por lo menos debian escuchar lo que estabamos dispuestos a hacer por aquella causa y por nosotros como grupo.
No di mi nombre al decir aquellas palabras, no por temor pues ya mostraba mi rostro si no porque eso se sabria despues, lentamente todos nos conoceriamos.
Suspire y me quite la mascara que ya no servia de nada, la tome entre mis manos contemplandola.
- Todo un desperdicio - murmure para mi misma.
Observe posteriormente a mi alrededor preguntandome sobre lo que pensaban los demás asistentes, no solo sobre lo ocurrido ya si no sobre lo que ya se había dicho, inquisidores, compañeros muertos, que no se lucharía si no era necesario. Lo último era particularmente utopico, quizas se pensara lograr los cometidos de otra manera, pero si de algo podiamos estar seguros todos los presentes es que los inquisidores no tendrian dudas si se trataba de pelear contra nosotros y de aniquilarnos. Pero mi desición ya estaba tomada pasara lo que pasara.
Emerick volvia a hablar a los presentes, parecía que los demás inconvenientes estaban quedando de lado para enfocarnos nuevamente en lo importante.
"Saber con quienes contaba y para que" ... tome aire y por primera vez hable para todos los presentes, pero sobre todo para aquel que me había invitado a formar parte de aquella peculiar idea que lentamente habia tomado forma.
- Cuentas conmigo para lo que pueda servir y lo sabes de antemano, hare todo lo que este a mi alcance - sabía que no era necesario que se lo dijese a él, pero a los demás... bueno si ibamos a estar inmiscuidos en lo mismo por lo menos debian escuchar lo que estabamos dispuestos a hacer por aquella causa y por nosotros como grupo.
No di mi nombre al decir aquellas palabras, no por temor pues ya mostraba mi rostro si no porque eso se sabria despues, lentamente todos nos conoceriamos.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
"La persona que no comete una tontería nunca hará nada interesante."
Proverbio inglés
Proverbio inglés
Pensar que hacía un par de segundos sólo había tenido ganas de estrangularle con sus propios jirones de ropa, y ahora que terminaba de sacarse todo lo que colgaba, la cabeza del brujo se ladeaba mirándole con aire evaluador. Por suerte y Riful aún andaba con interiores, lastima que no fuese una señorita delicada para esas cosas pues así al menos hubiese tenido algo agradable en que fijar su vista.
Suspiró relajado, pero aquel relajo sólo duró lo que su respiro ya que tanto el hombre que había tenido cara de no saber para que estaba ahí, ahora se acercaba a Emerick para estallarle en alegatos silenciosos por lo que, al no tener los sentidos tan desarrollados como el resto de sus compañeros sobrenaturales, tuvo que acercarse a ellos para oír mejor.
Así que los nenes estaban preocupados de la seguridad de su manada; Ja! Como si a ellos les interesara husmear en las cabezas por recuerdos personales o del pasado. Todos quienes habían estado organizando sabían de que se trataba aquella inspección de mentes y tampoco había que ser tan listo para dilucidarlas, pues sólo bastaba con escuchar los pensamientos actuales para adivinar las intenciones de cada quien. Nada de su grupo andrajoso, ni de con cuantas lobas se revolcara como el alfa que era y por eso no pudo entender el porque Emerick no le detuvo ahí mismo poniéndolo en su lugar, pues al menos eso era lo que el brujo habría hecho. Realmente a veces no lo entendía; su protocolo y respeto para los demás, muchas veces resultaba demasiado para él.
Se quedó callado, pero tuvo que morderse la lengua para no decirles alguna desfachatez. Les miró con agudeza y les siguió de cerca mientras se marchaban del lugar, escuchando los murmullos absurdos del penoso chamán que portaba el alfa como su chaperón. Como si realmente sus poderes pudiesen equipararse a la magia verdadera, aquella que corría en sus venas de hace tantos años que ni siquiera los aparentaba, pues Eustace era un mago viejo, uno que ni siquiera había tenido que cambiar de cuerpo como los otros, pues le gustaba su apariencia, así como también le gustaba disfrutar de los rayos del sol y por ello, aunque tuviera tratos con los inmortales, no se había hecho uno de ellos.
Cerró sus ojos y extendió sus manos, no necesitaba hacerlo, pero le gustaba montarse un espectáculo para ver las reacciones de la gente, e hizo un hechizo de contra para expulsar cualquiera de las maldiciones que haya hecho el chaman a los presentes, en el caso de tener alguna verdadera habilidad, que realmente lo dudaba. Después de todo ¿Qué podía saber un lobo?
Sólo abrió uno de sus ojos cuando se escuchó el sonido de un golpe sordo, y vio a través de él a una de las invitadas, tirada en el piso y siendo asistida por Emerick y la condenada espía ¿Cómo era que se llamaba? Oh, sí... Selene. Como fuera, tampoco era que le interesara lo que pasaba con la humana, así que se dio la vuelta para ir a buscar una copa de ponche cuando escuchó su nombre y por tanto rodó los ojos a sabiendas de lo que venía.
No tuvo más remedio que acercarse a la joven y tomarla entre sus brazos para asentir al Duque y salir con ella del salón. Fuera de éste, tuvo que informar a los centinelas para que le dejara subir a las habitaciones. Todo tenía mucha seguridad aquella noche y no era para menos. Así, subió las escaleras, aguantándose las ganas de dejarle caer y llevarle tirando de los cabellos como si fueran una pareja de cavernícolas; ¡Qué bellos y hermosos cabellos tenía la rubia! De seguro eran ultra resistentes.
Por fin llegaron al cuarto, y ahí la dejó caer sobre la cama sin ningún tipo de delicadeza. Entonces cerró las ventanas y las selló con su propia magia para que cuando la dejara sola, ella no pudiese ni pensar en escapar, y lo mismo hizo con la puerta. Una vez que estuvo todo cerrado y sellado, se acercó a ella sobre la cama y se frotó las manos antes de poner una de ellas sobre su vientre y cerrar los ojos para saber si sentía así alguna presencia ajena.
— Ppprrrff... ¡Qué debilucha! No estáis ni preñada y ya os andáis desmayando por la vida... ya os quiero ver cuando os toque dar a luz... y no es por ser un villano, pero ojalá y os preñe un gigante.
Sonrió por su propia broma y la empujó en la cama, para dejarle de espaldas y tener alcance a su corset, el cual desató para permitir un poco más de libertad a sus pulmones y que así pudiera respirar. Obviamente aquello significó que el vestido también quedara un poco suelto y por ello sus pechos estuvieran accesibles a una pequeña miradita antes de estirar sus labios en expresión de conformidad.
— He visto mejores — se dijo a si mismo y se pus de pie para marcharse de la habitación y dejar todo cerrado para que nadie más que él pudiese entrar o salir.
Bajo de nuevo a la reunión y entró al salón justo para alzar su mano y sumarse así a quienes estaban dispuestos a ayudar.
— Ya sabéis que podéis contar conmigo, pero de todos modos aquí me tenéis... Y por cierto, la debilucha se ha quedado durmiendo una siesta — informó con suma naturalidad y despreocupación.
Suspiró relajado, pero aquel relajo sólo duró lo que su respiro ya que tanto el hombre que había tenido cara de no saber para que estaba ahí, ahora se acercaba a Emerick para estallarle en alegatos silenciosos por lo que, al no tener los sentidos tan desarrollados como el resto de sus compañeros sobrenaturales, tuvo que acercarse a ellos para oír mejor.
Así que los nenes estaban preocupados de la seguridad de su manada; Ja! Como si a ellos les interesara husmear en las cabezas por recuerdos personales o del pasado. Todos quienes habían estado organizando sabían de que se trataba aquella inspección de mentes y tampoco había que ser tan listo para dilucidarlas, pues sólo bastaba con escuchar los pensamientos actuales para adivinar las intenciones de cada quien. Nada de su grupo andrajoso, ni de con cuantas lobas se revolcara como el alfa que era y por eso no pudo entender el porque Emerick no le detuvo ahí mismo poniéndolo en su lugar, pues al menos eso era lo que el brujo habría hecho. Realmente a veces no lo entendía; su protocolo y respeto para los demás, muchas veces resultaba demasiado para él.
Se quedó callado, pero tuvo que morderse la lengua para no decirles alguna desfachatez. Les miró con agudeza y les siguió de cerca mientras se marchaban del lugar, escuchando los murmullos absurdos del penoso chamán que portaba el alfa como su chaperón. Como si realmente sus poderes pudiesen equipararse a la magia verdadera, aquella que corría en sus venas de hace tantos años que ni siquiera los aparentaba, pues Eustace era un mago viejo, uno que ni siquiera había tenido que cambiar de cuerpo como los otros, pues le gustaba su apariencia, así como también le gustaba disfrutar de los rayos del sol y por ello, aunque tuviera tratos con los inmortales, no se había hecho uno de ellos.
Cerró sus ojos y extendió sus manos, no necesitaba hacerlo, pero le gustaba montarse un espectáculo para ver las reacciones de la gente, e hizo un hechizo de contra para expulsar cualquiera de las maldiciones que haya hecho el chaman a los presentes, en el caso de tener alguna verdadera habilidad, que realmente lo dudaba. Después de todo ¿Qué podía saber un lobo?
Sólo abrió uno de sus ojos cuando se escuchó el sonido de un golpe sordo, y vio a través de él a una de las invitadas, tirada en el piso y siendo asistida por Emerick y la condenada espía ¿Cómo era que se llamaba? Oh, sí... Selene. Como fuera, tampoco era que le interesara lo que pasaba con la humana, así que se dio la vuelta para ir a buscar una copa de ponche cuando escuchó su nombre y por tanto rodó los ojos a sabiendas de lo que venía.
No tuvo más remedio que acercarse a la joven y tomarla entre sus brazos para asentir al Duque y salir con ella del salón. Fuera de éste, tuvo que informar a los centinelas para que le dejara subir a las habitaciones. Todo tenía mucha seguridad aquella noche y no era para menos. Así, subió las escaleras, aguantándose las ganas de dejarle caer y llevarle tirando de los cabellos como si fueran una pareja de cavernícolas; ¡Qué bellos y hermosos cabellos tenía la rubia! De seguro eran ultra resistentes.
Por fin llegaron al cuarto, y ahí la dejó caer sobre la cama sin ningún tipo de delicadeza. Entonces cerró las ventanas y las selló con su propia magia para que cuando la dejara sola, ella no pudiese ni pensar en escapar, y lo mismo hizo con la puerta. Una vez que estuvo todo cerrado y sellado, se acercó a ella sobre la cama y se frotó las manos antes de poner una de ellas sobre su vientre y cerrar los ojos para saber si sentía así alguna presencia ajena.
— Ppprrrff... ¡Qué debilucha! No estáis ni preñada y ya os andáis desmayando por la vida... ya os quiero ver cuando os toque dar a luz... y no es por ser un villano, pero ojalá y os preñe un gigante.
Sonrió por su propia broma y la empujó en la cama, para dejarle de espaldas y tener alcance a su corset, el cual desató para permitir un poco más de libertad a sus pulmones y que así pudiera respirar. Obviamente aquello significó que el vestido también quedara un poco suelto y por ello sus pechos estuvieran accesibles a una pequeña miradita antes de estirar sus labios en expresión de conformidad.
— He visto mejores — se dijo a si mismo y se pus de pie para marcharse de la habitación y dejar todo cerrado para que nadie más que él pudiese entrar o salir.
Bajo de nuevo a la reunión y entró al salón justo para alzar su mano y sumarse así a quienes estaban dispuestos a ayudar.
— Ya sabéis que podéis contar conmigo, pero de todos modos aquí me tenéis... Y por cierto, la debilucha se ha quedado durmiendo una siesta — informó con suma naturalidad y despreocupación.
Última edición por Eustace Dubois el Sáb Ene 12, 2013 2:29 pm, editado 1 vez
Eustace Gougeon- Hechicero Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
La timidez se compone del deseo de agradar y del temor de no conseguirlo.
Edme P. Beauchene
Edme P. Beauchene
Pero que eran lo que mis oídos escuchaban? Por que tal molestia en lo que se suponía tenía que ser un lugar serio donde ninguna rata entrara. Mi ceño fruncido se desvío hacia aquel ser que al fin se iba, diciendo cosas sin sentido maldiciendo. Aquel era un lycan, pero estaba enojado! Por que estaba de ese modo? No me había enterado de mucho. Solo sabía que habían llegado personas no invitadas, para causar alboroto. Pero problema era, que no era un inquisidor o un cazador, sino uno de nuestro estilo, una raza humana diferente, un hombre que se convertía en lobo. Por que razón estaba tan furioso? Por que maldecía y no se nos unía? Era como si quisiera buscar pelea entre nosotros. Eso era justamente lo que no se tenía que hacer. Se supone que estábamos allí para hacer una alianza... Como el cielo raso, cuando la tormenta cae a la expectativa de un arcoíris y de repente todo se nubla y la luna llega apenas con una triste tiniebla. Lo que provoca que el aroíris no se encuentre jamás y solo desesperación y tristeza se encuentre por todos lados.
"Tristes los que buscan los colores, aún sabiendo que el mundo es blanco y negro. Y que el gris aún no esta hecho, y probablemente jamás lo este"
Me acerqué suavemente a lo que sería el nido de la conversación y mis ojos grandes y ovalados miraron con expectativas todo lo ocurrido. Un bufido pequeño salió de mis labios y con suavidad; proseguí a escuchar a las personas. Me hubiese gustado seguir tocando y mirando las cosas, curioseando por todo el lugar. Pero al parecer estaba un poco desubicado en el asunto. No deseaba meterme, aquello implicaría querer hablar y sentía que todos eran muy diferentes a mi. Ni siquiera veía vampiros cerca. Me entrelacé dedos con dedos y cerré mis ojos. Luego los abrí y miré de lado a lado y escurridiza mente seguí al brujo que estaba llevando a la muchacha desmayada; y me pregunté si un vampiro se podía desmayar de un susto? Quizá mas luego se lo preguntaría a alguien, aunque no veía a ninguno demasiado sabio por el lugar.
Miré con curiosidad; apoyando mis manos en el borde del marco de la puerta. Solo pude ver que el brujo le sacaba el corset y decía unas palabras. "He visto mejores" Mejores que? Corsets? Bueno, suponía que quizá sería sobre eso y cuando se dirigió a salir solo choqué mi mirada con la de él y salí hacía el lugar nuevamente del nido nuevamente. Encontrándome con varias personas hablando; se suponía que digamos en que podíamos ayudar, pero pensaba que eso ya estaba dicho. Lo había hablando antes con el lycan; pero quizá lo decía para que... Nos integremos? Lo intentaría al menos para darme a conocer. Mi rostro se mostraba algo frío y bastante distante, pero la realidad es que cuando alguien me caía bien me podía portar muy bien. Y hacer caso en casi el cien por-ciento de las cosas.
-Yo... Pues me gustaría ayudaros en la parte de sanación. Y puedo aprender muchas cosas específicas en solo uno o dos días. También se cocinar; bastante bien. Soy mm... Muy joven. Igual os ayudaré en todo. Si? Soy Hero... Jaejoong. Llamadme Hero, es mas corto de este modo.
Susurré al principio y luego fui elevando la voz, mirando a los presentes. Sintiendo que la vergüenza me embriagaba. Hice una suave reverencia de cabeza y luego y con rapidez volví a mirar hacía todos los lugares que había, proponiéndome ya a tocar un poco de las cosas. Miré al lycan con un interés indomable y apunté a los planos que había sobre unas mesas. Mordía mis labios y sonreía con picardia. Yo quería saber que eran todas esas cosas. Pues no tenía idea planos de que eran. Aunque ya los había visto, planos como esos estaban en libros de arquitectura. Pero había mas papeles, información por donde sea. Era como una enorme fuente de sabiduría parisiense. Pues solo había cosas de parís y de algunas otras ciudades. También podía observar en los libros algunos países. Quizá lugares donde la inquisición se instalaba, pues estaba de mas decir, que la iglesia estaba, hasta por debajo de las piedras.
-Que es todo esto? Puedo tocar? Puedo mirar? De donde habéis sacado toda esta información?
Me acerqué apuntando un plano con la boca abierta, apuntando a los títulos. Había planos de casi todos los lugares importantes de parís. Lugares estratégicos, donde si alguno de ellos era destruido, quizá causaba que la iglesia entre en crisis. Me preguntaba como haríamos para que las cosas sucedan a nuestro favor. Estaba inquietante por empezar a ver los progresos, pero ya sabía que todo a su debido tiempo. Iba a llevar quizá años que haya un buen avance. Y por eso intentaba hacerme a la idea, aunque mi desesperación y falta de tranquilidad me jugaban en contra.
Invitado- Invitado
Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
No conoceré el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es el pequeño
mal que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré
que pase sobre mi y a través de mi. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo
interior para escrutar su camino. Allí por donde mi miedo haya pasado ya
no quedará nada, sólo estaré yo.
mal que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré
que pase sobre mi y a través de mi. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo
interior para escrutar su camino. Allí por donde mi miedo haya pasado ya
no quedará nada, sólo estaré yo.
Frank Herbert
Se revolvió en el lecho y se fue despertando, tomando conciencia lentamente de donde había estado, de lo último que recordaba – ¿qué paso? – se dijo en la casi inconciencia, mientras observaba todo lo que le rodeaba. Era extraño no reconocía nada, no era su habitación. El aire fresco de la noche le erizó la piel de los senos, se miró el pecho y vio que el vestido estaba desajustado y sus senos quedaban casi expuestos, entonces como si eso hubiera sido un cachetazo que la había despertado, gritó con todas sus fuerzas, un alarido de desesperación.
Cubrió su desnudez con los brazos y miró para todos lados. Estaba sola en aquella habitación, las esquinas del aposento permanecían en penumbra y las flamas de las velas con el aire que provenía de vaya uno a saber, hacían que su imaginación volara y temiera que se le aparecieran nuevamente los asesinos de su familia. Se deslizó hasta bajar del lecho y buscó correr las cortinas de terciopelo que cubrían las ventanas, pero parecían estar clavadas o como si solo se tratasen de una pintura. Corrió a la puerta, forcejeando con el picaporte pero este tampoco cedió. Tanto jaleo hizo que se desajustara más el corsé haciendo que ya solo la cubriera la pequeña camisa de seda que ni tapaba, ni ocultaban su desnudes. Golpeó una y otra vez la puerta, gritó, insultó y estampó contra ella, todo jarrón o cosa valiosa que le pareció que llamaría la atención del dueño de la mansión.
Ofuscada aún pero sin poder hacer nada se deshizo de su vestido, que también fue a parar a la puerta. Sus cabellos caían en una mata de color dorado que cubría parte de su espalda y senos. Lloró en el piso haciendo un berrinche monumental, pero nada parecía atraer la atención de quienes estaban tras la puerta. Luego de desahogarse y de respirar más tranquila, se puso a inspeccionar la habitación, no había muchos artículos personales, en verdad casi ninguna, pero se notaba que era el dormitorio de un hombre.
Husmeó en el ropero que estaba con llave, pero esta permanecía en la cerradura con una elegante borla de pasamanería dorada,- algo se deduce de esto, que es un hombre que vive solo y que sabe que nadie le hurgará sus pertenencias - caviló – mmm, por lo menos tiene buen gusto en muebles y detalles – pensó mientras abría la puerta, en su interior encontró algunas camisas y pantalones. Sacó una de ellas y se la puso, se prendió hasta el último de los botones y era tan grande, que el borde inferior de la camisa le cubría la mitad del muslo, parecía una niña jugando con las ropas de sus padres. Rió con una risa cristalina y risueña, mientras se veía en un espejo de cuerpo completo. De pronto como si volviera a darse cuenta donde se encontraba, la ira volvió a llenar su cuerpo, tornó a gritar pero esta vez con mucha más fuerza – maldito!!! – El grito casi la ahoga. Comenzó a tironear de la elegante ropa mientras seguía insultando al dueño de ésta – hijo de… - las palabras quedaron suspendidas en el espacio, su rostro se sonrojó, en cuento iba a pronunciar uno de los insultos que más le dolían, le hacían recordar el día en que su padre echó a su hermano de Villa Scotty. Enfurruñada como estaba se sentó sobre la parva de ropa que había creado en el medio del cuarto.
Silencio, solo eso, podía distinguir, - ¿estaré lejos del salón de baile? – pensó mientras se levantaba y volvía al ataque contra el próximo mueble.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Como Derek, Crystall también aplaudió, estaba comprometida con los ideales del Duque y lo seguiría a donde él fuera.
La bruja fue a los brazos de su esposo, se besaron y en ese tiempo, en ese lapso de distracción varias situaciones se desenvolvieron. Entre ellas la caída de una mujer, una mujer que lucía inquieta luego de las palabras de Crystall y eso le intrigó y también le preocupó.
Una mujer pelirroja y el duque le atendieron y después otro hombre acudió al llamado. Cargaron a la mujer y subieron a otro nivel, un joven oriental les siguió y Crystall sintió deseos de ir a curiosear, sin embargo, la seguridad era prioridad y el acceso no sería fácil de obtener.
Entonces Crystall se concentró y reveló a sus ojos el plano fantasmal, a las energías y almas errantes y usando su poder nigromante ordenó a un par de almas ir a dónde debía de estar la mujer. Las almas llegaron, la encontraron inconsciente y solitaria, con la ropa floja en el pecho a modo que pudiera respirar sin complicaciones.
Una de las almas regresó con Crystall y a una voz lastimera comunicó a Crystall lo que había visto, entonces la bruja con el mismo poder hizo de los ojos del alma que yacía en la habitación, los suyos. De esa forma Crystall veía a la mujer recostada sin abandonar el salón donde se celebraba la Aliaza. La mujer despertó y sintiéndose (según pensó Crystall) "ultrajada" comenzó a gritar, hizo berrinches y golpeaba la puerta con desesperación, como una loca. Maldecía y se ahogaba en la ira de sus insultos contenidos. Y Crystall tuvo deseos de hablar con ella.
—Ven— dijo por debajo a Derek y se apartaron un poco de los aliados, —la mujer que se desmayó está en una habitación del piso de arriba a la derecha. Concentrate Derek y crea una ilusión mía dentro del cuarto, yo usaré mi poder titiritero y nigromante para que las almas errantes transporten mi voz y de esa forma me comunique con ella— dijo de nuevo en voz baja y Derek asintió. Aquello no era nuevo, cuando niños ya lo habían hecho y ahora con la experiencia de ambos no representaría ninguna dificultad.
Y la imagen de Crystall fue proyectada dentro de la habitación, tan nítida, tan colorida que inclusive los sobrenaturales podrían dudar de que no fuera real. La aparición repentina que debió de suponer un sobresalto a la angustiada mujer avanzó a ella. Crystall tomó control de más almas y las envió al lugar, las sometió con su poder titiritero y con el nigromante las convenció de que transmitieran su voz.
—Estás suficientemente lejos para que tus ruegos no sean oídos, sigues en la mansión como ya te habrás dado cuenta sin embargo, la puerta y las ventanas tienen un sello mágico y no podrás abrirlas— se comunicó, la gran ilusión de Derek hacía que la boca de la imagen se moviera según el movimiento de los labios de la bruja que hablaba en silencio, con una voz a penas audible emitida por Crystall y con un perfecto tono potenciado por las energías para ser escuchada por la mujer en la habitación.
—Tranquila mujer, no te hicieron nada el joven que la trajo no se propasó con su belleza. Pero dime mujer, ¿que le causó dicho desmayo, que sentía? Pues no quiero correr ningún riesgo en la velada y si hay algo extraño será mejor que mi esposo y yo nos marchemos— decía la bruja mientras atenta escuchaba al tal Hero que oficialmente y enfrente de todos firmaba -de cierta manera- su Alianza.
Pero Crystall continuó su charla volviendo a nombrar al inquisidor y ver la reacción de la mujer. La bruja quería eliminar de su cabeza la idea de que la mujer conociera al inquisidor. No parecería algo lógico, después de todo parecía ser una dulce e inocente dama para que tuviera conexiones con la iglesia de ese modo, aunque, todo era posible.
La ilusión tomó asiento, ahora Derek veía la habitación gracias a la conexión de su hermana con las almas, por lo que ahora era más real.
—Estoy dispuesta a todo, la inquisición es una institución cruel. Se debe de abolir... Por mi parte encontraré a Ruggero Rosso y le daré muerte. ¿Sabes? Estuvo a punto de matar a mi esposo y exorcizó a mi mejor amiga. Personas como él no tienen el derecho a la vida y como tal, el derecho a quitarlas— y la ilusión fijo los ojos en los de ella y en el salón principal Crystall esperaba la reacción de la mujer.
Mientras esperaba la bruja dio unos pasos adelante.
—Y yo Crystall Van Wijs con gusto ofreceré mis servicios a la Alianza. Sé que mis poderes pueden servir de utilidad, tanto como mi experiencia— se dirigió a todos a ciegas, pues sus ojos estaban dentro de la habitación, con la mujer de dorados cabellos.
La bruja fue a los brazos de su esposo, se besaron y en ese tiempo, en ese lapso de distracción varias situaciones se desenvolvieron. Entre ellas la caída de una mujer, una mujer que lucía inquieta luego de las palabras de Crystall y eso le intrigó y también le preocupó.
Una mujer pelirroja y el duque le atendieron y después otro hombre acudió al llamado. Cargaron a la mujer y subieron a otro nivel, un joven oriental les siguió y Crystall sintió deseos de ir a curiosear, sin embargo, la seguridad era prioridad y el acceso no sería fácil de obtener.
Entonces Crystall se concentró y reveló a sus ojos el plano fantasmal, a las energías y almas errantes y usando su poder nigromante ordenó a un par de almas ir a dónde debía de estar la mujer. Las almas llegaron, la encontraron inconsciente y solitaria, con la ropa floja en el pecho a modo que pudiera respirar sin complicaciones.
Una de las almas regresó con Crystall y a una voz lastimera comunicó a Crystall lo que había visto, entonces la bruja con el mismo poder hizo de los ojos del alma que yacía en la habitación, los suyos. De esa forma Crystall veía a la mujer recostada sin abandonar el salón donde se celebraba la Aliaza. La mujer despertó y sintiéndose (según pensó Crystall) "ultrajada" comenzó a gritar, hizo berrinches y golpeaba la puerta con desesperación, como una loca. Maldecía y se ahogaba en la ira de sus insultos contenidos. Y Crystall tuvo deseos de hablar con ella.
—Ven— dijo por debajo a Derek y se apartaron un poco de los aliados, —la mujer que se desmayó está en una habitación del piso de arriba a la derecha. Concentrate Derek y crea una ilusión mía dentro del cuarto, yo usaré mi poder titiritero y nigromante para que las almas errantes transporten mi voz y de esa forma me comunique con ella— dijo de nuevo en voz baja y Derek asintió. Aquello no era nuevo, cuando niños ya lo habían hecho y ahora con la experiencia de ambos no representaría ninguna dificultad.
Y la imagen de Crystall fue proyectada dentro de la habitación, tan nítida, tan colorida que inclusive los sobrenaturales podrían dudar de que no fuera real. La aparición repentina que debió de suponer un sobresalto a la angustiada mujer avanzó a ella. Crystall tomó control de más almas y las envió al lugar, las sometió con su poder titiritero y con el nigromante las convenció de que transmitieran su voz.
—Estás suficientemente lejos para que tus ruegos no sean oídos, sigues en la mansión como ya te habrás dado cuenta sin embargo, la puerta y las ventanas tienen un sello mágico y no podrás abrirlas— se comunicó, la gran ilusión de Derek hacía que la boca de la imagen se moviera según el movimiento de los labios de la bruja que hablaba en silencio, con una voz a penas audible emitida por Crystall y con un perfecto tono potenciado por las energías para ser escuchada por la mujer en la habitación.
—Tranquila mujer, no te hicieron nada el joven que la trajo no se propasó con su belleza. Pero dime mujer, ¿que le causó dicho desmayo, que sentía? Pues no quiero correr ningún riesgo en la velada y si hay algo extraño será mejor que mi esposo y yo nos marchemos— decía la bruja mientras atenta escuchaba al tal Hero que oficialmente y enfrente de todos firmaba -de cierta manera- su Alianza.
Pero Crystall continuó su charla volviendo a nombrar al inquisidor y ver la reacción de la mujer. La bruja quería eliminar de su cabeza la idea de que la mujer conociera al inquisidor. No parecería algo lógico, después de todo parecía ser una dulce e inocente dama para que tuviera conexiones con la iglesia de ese modo, aunque, todo era posible.
La ilusión tomó asiento, ahora Derek veía la habitación gracias a la conexión de su hermana con las almas, por lo que ahora era más real.
—Estoy dispuesta a todo, la inquisición es una institución cruel. Se debe de abolir... Por mi parte encontraré a Ruggero Rosso y le daré muerte. ¿Sabes? Estuvo a punto de matar a mi esposo y exorcizó a mi mejor amiga. Personas como él no tienen el derecho a la vida y como tal, el derecho a quitarlas— y la ilusión fijo los ojos en los de ella y en el salón principal Crystall esperaba la reacción de la mujer.
Mientras esperaba la bruja dio unos pasos adelante.
—Y yo Crystall Van Wijs con gusto ofreceré mis servicios a la Alianza. Sé que mis poderes pueden servir de utilidad, tanto como mi experiencia— se dirigió a todos a ciegas, pues sus ojos estaban dentro de la habitación, con la mujer de dorados cabellos.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Chiara estaba a punto de seguir con la metódica revisión de los muebles que se encontraban en el aposento. Abrió uno de los cajones de un mueble y comenzó a tirar todo lo de su interior sobre el lecho. Estaba en aquella ardua tarea, cuando sintió una presencia detrás de ella, lentamente se fue dando vuelta, se estremeció al ver a una mujer en el extremo opuesto de la habitación. De inmediato la reconoció, era Crystall Van Wijs, la había conocido en alguna velada y además era la mujer que había expresado las palabras que la descompusieron. Miró por todos lados tratando de comprender cuál era el sitio por donde entrara. La mujer le habló sobre donde se encontraba, confirmando sus sospechas y el porqué de no poder salir de ese lugar. Eso la tranquilizo, se apoyó en una mesita que tenía un jarrón de cristal de roca con unas hermosas flores, al lado estaba ubicado un sillón y lentamente se sentó, le molestaba estar con solo una camisa frente a esa mujer. Pero las siguientes palabras, hicieron que un escalofrío recorriera su espalda.
Trató con toda su alma mantenerse fría y distante al escuchar el nombre de su amado – por suerte estoy sentada de lo contrario mis piernas flaquearían – pensó mientras no dejaba de mirar hacia donde estaba Crystall. Abrió su boca, para decir algo cuando escuchó, lo que le haría al el hombre a quien amaba si llegaba a tener la oportunidad, unas nauseas horribles se apoderaron de ella y tuvo que retreparse en la silla para no caer. Le intentaba sacar datos de él, de algo estaba segura, ni muerta le podría hacer que lo delatara, en especial porque tanto no sabía y porque nunca lo pondría en riesgo – antes tendrías que torturarme, bruja - dijo con la mente – y aun así no sacarías nada, Ruggero puede estar tranquilo– se sonrió de medio lado y la miró altanera. - ¿deseas saber si tienen algo de qué preocuparse? – dijo mirándola fijamente – pues, si te quieres ir, vete. Aunque no creo que ningún cazador o inquisidor se haga presente en este lugar – bajó la mirada y contempló su desnudez, su fragilidad y recordó cómo se sentía fuerte en los brazos de su amado – Al señor Rosso, solo lo conozco de vista y de haber intercambiado un par de palabras – no mentía, no del todo – pero no es el único Inquisidor ¿verdad? – afirmó.
- ¿Quieres saber por qué me descompuse? – volvió a levantar la vista y clavarla en ella – no es porque nombraste a ese hombre que poco me importa – su corazón grito de dolor al negar su amor – tú lo hiciste, fueron tus palabras, cargadas de rencor y resentimiento – se trató de incorporar pero las fuerzas le fallaron – tu, que hablas de justicia, de razones y de verdades – la observó con desprecio – como te atreves – las palabras le salieron de la garganta como mordidas feroces - a venir con esas a mi – inspiró con todas sus fuerzas para seguir con su alegato – dices que quieres vivir en paz, vivir el amor que siente por tu esposo, porque según tú, los de este bando son los buenos, las pobres almas que no causaron ningún dolor – dijo con un tono de ironía en su voz- Se supone que esta alianza, es para lograr convivir en paz humanos y sobrenaturales – recorrió con su vista el lugar – sabes, tu no me conoces, no tienes ni idea de nada, pero deja que te cuente, ¿Hablas de venganza? De ojo por ojo, ¿de cobrar las afrentas? , si creyera igual a ti, entonces tendría que matar a todos los vampiros, porque seres como ellos aniquilaron a mi familia – dijo con un hilo de voz – y si no tuve su misma suerte, fue por uno de tus malditos inquisidores que me salvo y llevó a lugar seguro – Observó las flores del jarrón, alcatraces, recordó con una sonrisa el rostro de su amado – gracias a ese hombre hoy puedo estar aquí tratando de luchar por un mundo mejor, tanto para ustedes como para mis amados – acarició con sus dedos el pétalo de la flor - si no logramos parar esta lucha, si no desterramos los odios y los rencores, más nos valdría morir de una buena vez – concluyó, llevando sus manos al regazo y buscando serenar su espíritu.
Trató con toda su alma mantenerse fría y distante al escuchar el nombre de su amado – por suerte estoy sentada de lo contrario mis piernas flaquearían – pensó mientras no dejaba de mirar hacia donde estaba Crystall. Abrió su boca, para decir algo cuando escuchó, lo que le haría al el hombre a quien amaba si llegaba a tener la oportunidad, unas nauseas horribles se apoderaron de ella y tuvo que retreparse en la silla para no caer. Le intentaba sacar datos de él, de algo estaba segura, ni muerta le podría hacer que lo delatara, en especial porque tanto no sabía y porque nunca lo pondría en riesgo – antes tendrías que torturarme, bruja - dijo con la mente – y aun así no sacarías nada, Ruggero puede estar tranquilo– se sonrió de medio lado y la miró altanera. - ¿deseas saber si tienen algo de qué preocuparse? – dijo mirándola fijamente – pues, si te quieres ir, vete. Aunque no creo que ningún cazador o inquisidor se haga presente en este lugar – bajó la mirada y contempló su desnudez, su fragilidad y recordó cómo se sentía fuerte en los brazos de su amado – Al señor Rosso, solo lo conozco de vista y de haber intercambiado un par de palabras – no mentía, no del todo – pero no es el único Inquisidor ¿verdad? – afirmó.
- ¿Quieres saber por qué me descompuse? – volvió a levantar la vista y clavarla en ella – no es porque nombraste a ese hombre que poco me importa – su corazón grito de dolor al negar su amor – tú lo hiciste, fueron tus palabras, cargadas de rencor y resentimiento – se trató de incorporar pero las fuerzas le fallaron – tu, que hablas de justicia, de razones y de verdades – la observó con desprecio – como te atreves – las palabras le salieron de la garganta como mordidas feroces - a venir con esas a mi – inspiró con todas sus fuerzas para seguir con su alegato – dices que quieres vivir en paz, vivir el amor que siente por tu esposo, porque según tú, los de este bando son los buenos, las pobres almas que no causaron ningún dolor – dijo con un tono de ironía en su voz- Se supone que esta alianza, es para lograr convivir en paz humanos y sobrenaturales – recorrió con su vista el lugar – sabes, tu no me conoces, no tienes ni idea de nada, pero deja que te cuente, ¿Hablas de venganza? De ojo por ojo, ¿de cobrar las afrentas? , si creyera igual a ti, entonces tendría que matar a todos los vampiros, porque seres como ellos aniquilaron a mi familia – dijo con un hilo de voz – y si no tuve su misma suerte, fue por uno de tus malditos inquisidores que me salvo y llevó a lugar seguro – Observó las flores del jarrón, alcatraces, recordó con una sonrisa el rostro de su amado – gracias a ese hombre hoy puedo estar aquí tratando de luchar por un mundo mejor, tanto para ustedes como para mis amados – acarició con sus dedos el pétalo de la flor - si no logramos parar esta lucha, si no desterramos los odios y los rencores, más nos valdría morir de una buena vez – concluyó, llevando sus manos al regazo y buscando serenar su espíritu.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Desde la sala de la alianza Crystall reflexionaba cada una de las palabras de la joven y aunque la ilusión reflejada por Derek no lo demostraba, ella estaba consternada.
—Después de todo, ¿quién somos nosotros para juzgarlos?— susurró y las palabras fueron llevadas a la habitación. La voz melancólica se transmitió tal cual salían de los labios de Crystall, mas la imagen proyectada discrepaba, pues no mudaba de expresión.
—Todos los presentes hemos vivido tragedias que nos orillan a estar presentes. Cuando estaba en la flor de la juventud, cuando perdía mi adolescencia mi familia, excepto mi hermano el mago de Amsterdam, caímos en las manos de la inquisición. Por una semana fuimos torturados a mis hermanas, a mi madre y a mí nos violaron esos cerdos varias veces...— y Crystall se detuvo, se dio cuenta de que lloraba y buscó un rincón apartado para que nadie la mirase. —Mi padre se acusó de brujo luego de un supuesto juicio donde a mis hermanas, mi madre y yo nos liberarían. Pero no fue así, la inquisición faltó al acuerdo y uno a uno mi familia fue lanzada al fuego... Mis hermanas, unas tiernas niñas inocentes, que nada sabían de brujería, que no tenían el don, que ignoraban las vi arder, eran tan inocentes que cuando uno las miraba sentía la necesidad de cuidarlas... ¿Por qué nos tenía que suceder eso cuando nos dedicábamos al entretenimiento, cuando no dañábamos a nadie?—
La ilusión caminó hasta la mujer de dorados cabellos y se plantó frente a ella, —sobreviví gracias a mi mejor amiga, una fantasma. Si, de cierta forma me vengaba. Aunque nunca de los asesinos de mi familia o de los soldados que profanaron mi cuerpo incontables veces. Viajé por Europa, buscaba a crueles soldados que injustamente mataban y yo los mandaba al infierno. Incrementaba mis poderes para cuando llegara el día de regresar a donde ocurrió mi tragedia y poner fin a esas vidas miserables, pues como verás...— y entonces Crystall ordenó a un par de almas que sujetaran las muñecas de la mujer de dorados cabellos y en contra de su voluntad alzaron sus brazos, —... Tengo la capacidad de controlar cuerpos, como si de hilos invisibles se trataran y como títeres hago mi voluntad y en aquellos días era la tortura, así los mataba, torturándolos hasta que morían— y las almas soltaron las muñecas liberando a la mujer.
La ilusión continuó su andar hasta la mujer y atravesó su cuerpo, delatando su naturaleza ilusoria y que bien podía confundirse como fantasmal. —Y entonces llegó Ruggero Rosso, con la intención de matar al último Van Wijs, un inocente mago que se dedicaba a entretener a la gente de toda clase. Y recordé mi pasado, la injusticia y no pude soportarlo, lo encaré en una ocasión y me venció, y más que eso me despojó de lo que más amaba, de la fantasma que me salvó y vivía conmigo, mi confidente, mi amiga. La exorcizó, y estaba sola, sólo me quedaba alguien en esta vida y el señor Rosso como le llamas atentó contra la vida de mi esposo, casi lo mata así como yo a él... ¿Pero sabes algo? Quiero tener hijos, criarlos y vivir una vida plena con mi esposo, tener mi propia familia y con la seguridad de que no volveré a vivir el infierno que la inquisición invocó, lo cierto es, no lo buscaré, ni a él ni a nadie más— y una vez que concluyó la ilusión desapareció y sólo se escuchó la voz —Les diré que ya te recuperaste, será mejor que te vistas bien—.
Crystall limpió sus lágrimas con un pañuelo con un grabado VAN WIJS y caminó hasta el anfitrión y discretamente le dijo, —si no quiere que su habitación termine siendo un desastre debería de ir a tranquilizar a la mujer que ya ha despertado—, una vez dicho regresó con su esposo.
—Después de todo, ¿quién somos nosotros para juzgarlos?— susurró y las palabras fueron llevadas a la habitación. La voz melancólica se transmitió tal cual salían de los labios de Crystall, mas la imagen proyectada discrepaba, pues no mudaba de expresión.
—Todos los presentes hemos vivido tragedias que nos orillan a estar presentes. Cuando estaba en la flor de la juventud, cuando perdía mi adolescencia mi familia, excepto mi hermano el mago de Amsterdam, caímos en las manos de la inquisición. Por una semana fuimos torturados a mis hermanas, a mi madre y a mí nos violaron esos cerdos varias veces...— y Crystall se detuvo, se dio cuenta de que lloraba y buscó un rincón apartado para que nadie la mirase. —Mi padre se acusó de brujo luego de un supuesto juicio donde a mis hermanas, mi madre y yo nos liberarían. Pero no fue así, la inquisición faltó al acuerdo y uno a uno mi familia fue lanzada al fuego... Mis hermanas, unas tiernas niñas inocentes, que nada sabían de brujería, que no tenían el don, que ignoraban las vi arder, eran tan inocentes que cuando uno las miraba sentía la necesidad de cuidarlas... ¿Por qué nos tenía que suceder eso cuando nos dedicábamos al entretenimiento, cuando no dañábamos a nadie?—
La ilusión caminó hasta la mujer de dorados cabellos y se plantó frente a ella, —sobreviví gracias a mi mejor amiga, una fantasma. Si, de cierta forma me vengaba. Aunque nunca de los asesinos de mi familia o de los soldados que profanaron mi cuerpo incontables veces. Viajé por Europa, buscaba a crueles soldados que injustamente mataban y yo los mandaba al infierno. Incrementaba mis poderes para cuando llegara el día de regresar a donde ocurrió mi tragedia y poner fin a esas vidas miserables, pues como verás...— y entonces Crystall ordenó a un par de almas que sujetaran las muñecas de la mujer de dorados cabellos y en contra de su voluntad alzaron sus brazos, —... Tengo la capacidad de controlar cuerpos, como si de hilos invisibles se trataran y como títeres hago mi voluntad y en aquellos días era la tortura, así los mataba, torturándolos hasta que morían— y las almas soltaron las muñecas liberando a la mujer.
La ilusión continuó su andar hasta la mujer y atravesó su cuerpo, delatando su naturaleza ilusoria y que bien podía confundirse como fantasmal. —Y entonces llegó Ruggero Rosso, con la intención de matar al último Van Wijs, un inocente mago que se dedicaba a entretener a la gente de toda clase. Y recordé mi pasado, la injusticia y no pude soportarlo, lo encaré en una ocasión y me venció, y más que eso me despojó de lo que más amaba, de la fantasma que me salvó y vivía conmigo, mi confidente, mi amiga. La exorcizó, y estaba sola, sólo me quedaba alguien en esta vida y el señor Rosso como le llamas atentó contra la vida de mi esposo, casi lo mata así como yo a él... ¿Pero sabes algo? Quiero tener hijos, criarlos y vivir una vida plena con mi esposo, tener mi propia familia y con la seguridad de que no volveré a vivir el infierno que la inquisición invocó, lo cierto es, no lo buscaré, ni a él ni a nadie más— y una vez que concluyó la ilusión desapareció y sólo se escuchó la voz —Les diré que ya te recuperaste, será mejor que te vistas bien—.
Crystall limpió sus lágrimas con un pañuelo con un grabado VAN WIJS y caminó hasta el anfitrión y discretamente le dijo, —si no quiere que su habitación termine siendo un desastre debería de ir a tranquilizar a la mujer que ya ha despertado—, una vez dicho regresó con su esposo.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Arqueé una ceja en señal de disgusto ante las palabras de aquel brujo sobre la señorita. ¿Esa era la manera de tratar a una dama? ¡Pero qué insolencia! Quizá era bueno que no pudiera ver nada, o si no ese hombre se habría llevado un buen puñetazo. A estas alturas no me acordaba de la ayuda que me había prestado. Un cúmulo de palabras bastante duras vino a mi boca, pero las refrené a tiempo para cambiarlas a Lituano.
- Ačiū, aš aklas, kvailas, arba, jei turite ne jau taip pat gavo hitu.
Pero luego algo hizo que se encendieran todas mis alarmas. Y no cualquier cosa, sino una premonición. De las que llegaban de repente. Y esas eran las que traían las malas noticias. Mis ojos, que ya miraban al vacío, se perdieron aún más. Un nombre vino a mi mente, algo así como “Ruggero Rosso”. Una de las brujas lo estaba mencionando, pero a la vez no… Luego, otra imagen difusa de una mujer rubia y un hombre al que no le veía bien el rostro, pero que al parecer respondía a ese nombre tan enigmático. Aunque, según lo que la visión me decía, él ya no era el problema, sino que la gente a su alrededor. Personas peligrosas que se arremolinaban junto a él, pero a las que él ya no prestaba lealtad. Todo aquello se había ido gracias a la mujer rubia. Y luego, fuego. Fuego por todas partes, dolor. Angustia, desesperación. Muerte. Muerte por todos lados. Casi igual a la visión que tuve antes que quemaran a mi madre.
Por último, una voz. “Cuidado con la inquisición, o todos moriréis sin haber cumplido vuestra misión. El fuego os asechará a todos hasta la tumba. La muerte os perseguirá sin descanso hasta cobrarse vuestras vidas. El mismo color horrible que visteis cuando quemaron a vuestra madre. ¿Recordáis ahora, Karólynn?”
Lentamente, la oscuridad volvió a apoderarse de mi vista. Nunca me había sentido tan feliz de abrazarla como ahora. Nunca la había querido tanto. Sentía que mi respiración estaba entrecortada, pero la refrené lo suficiente como para que nadie me tomara la suficiente atención. No quería que nadie me ayudara ahora. Lo único que podía hacer era tratar de digerir aquella premonición en un rincón apartado. Podía advertir al anfitrión después.
Por supuesto que recordaba ese color. Era rojo. Rojo fuego. Y luego negro.
- Ačiū, aš aklas, kvailas, arba, jei turite ne jau taip pat gavo hitu.
Pero luego algo hizo que se encendieran todas mis alarmas. Y no cualquier cosa, sino una premonición. De las que llegaban de repente. Y esas eran las que traían las malas noticias. Mis ojos, que ya miraban al vacío, se perdieron aún más. Un nombre vino a mi mente, algo así como “Ruggero Rosso”. Una de las brujas lo estaba mencionando, pero a la vez no… Luego, otra imagen difusa de una mujer rubia y un hombre al que no le veía bien el rostro, pero que al parecer respondía a ese nombre tan enigmático. Aunque, según lo que la visión me decía, él ya no era el problema, sino que la gente a su alrededor. Personas peligrosas que se arremolinaban junto a él, pero a las que él ya no prestaba lealtad. Todo aquello se había ido gracias a la mujer rubia. Y luego, fuego. Fuego por todas partes, dolor. Angustia, desesperación. Muerte. Muerte por todos lados. Casi igual a la visión que tuve antes que quemaran a mi madre.
Por último, una voz. “Cuidado con la inquisición, o todos moriréis sin haber cumplido vuestra misión. El fuego os asechará a todos hasta la tumba. La muerte os perseguirá sin descanso hasta cobrarse vuestras vidas. El mismo color horrible que visteis cuando quemaron a vuestra madre. ¿Recordáis ahora, Karólynn?”
Lentamente, la oscuridad volvió a apoderarse de mi vista. Nunca me había sentido tan feliz de abrazarla como ahora. Nunca la había querido tanto. Sentía que mi respiración estaba entrecortada, pero la refrené lo suficiente como para que nadie me tomara la suficiente atención. No quería que nadie me ayudara ahora. Lo único que podía hacer era tratar de digerir aquella premonición en un rincón apartado. Podía advertir al anfitrión después.
Por supuesto que recordaba ese color. Era rojo. Rojo fuego. Y luego negro.
Última edición por Karólynn Schwarowzki el Sáb Dic 22, 2012 3:22 pm, editado 1 vez
Karólynn Schwarowzki- Hechicero Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Las palabras conmovidas de la bruja, la hicieron tranquilizarse – o Dios, has que no pretenda seguir con las venganzas – caviló mientras la miraba con suma tristeza, desde su sitio junto al ventanal cerrado. La historia de Crystall en verdad era extremadamente dolorosa y ella sentía que le desgarraba el alma. – Si supieras que parecidas somos – pensó mientras la miraba a los ojos – si conocieras la historia de mi familia, que en ella también existió una hechicera y que hoy he aprendido a respetarla – hacía muy poco que se había enterado que ella provenía de una familia que tenía muchos sobrenaturales en su haber y que siempre habían sido aquellos secretos bien guardados. Bajó la cabeza por que las lágrimas le nublaban la vista. Apoyó los brazos en el sillón para poder incorporarse, entonces en el momento que ella pensó que la calma ya había llegado, la mujer se le acercó peligrosamente. Mientras le decía cuáles eran sus poderes, Chiara intentó huir, pero unas manos invisibles la sujetaban con fuerza, comenzó a gritar aunque sabía que era inútil, nadie la escucharía.
En ese momento aquella fuerza que la sujetaba la soltó y se incorporó, dio unos pasos pero entonces la mujer se aproximó a ella cada vez más, estuvo casi segura de que la mataría. Ese ser la atravesó, como de un fantasma se tratase y cuando aquellos ojos estuvieron a milímetros de los suyos, además de lágrima, creyó ver el deseó de matar y su desesperación fue mayor cuando volvió a nombrar a su amor, toda ella temblaba, demostrando así no solo su debilidad, sino que su preocupación era por la persona nombrada.
Cuando todo parecía haberse ido al infierno y acurrucada en el suelo, llorando desesperada, tapando con sus manos los oídos para no escucharla, aunque eso fuera en vano ya que las palabras taladraban su cabeza, el discurso cambió y en vez de buscar más muerte y dolor, la oyó decir… “¿Pero sabes algo? Quiero tener hijos, criarlos y vivir una vida plena con mi esposo, tener mi propia familia...”, alzó los ojos para ver a la bruja, para comprobar si podía confiar en esas palabras. El rostro de Chiara estaba bañado en lágrimas, sus latidos se disparaban por la desesperación y aquella locura no se acababa. Tuvo miedo de confiarse – ¿cómo creer en una mujer que apenas conozco y que tiene tanto poder para hacernos daño? – pensó, mientras miraba sus muñecas, su piel blanca inmaculada, ahora estaba marcada como si unas poderosas manos la hubieran sujetado hasta dañarla. No abrió la boca, solo siguió escuchando, sentada en el suelo, con los cabellos revueltos, el rostro arrasado por las lágrimas, sus fuerzas y voluntad quebrada.
Antes de desaparecer, aquella dama le dijo que pronto vendrían a buscarla y que sería mejor que se vistiera. Solo pudo asentir y luego vio cómo se desvanecía, igual que cuando concluye una pesadilla. Siguió llorando y meciéndose, abrazando su propio cuerpo y llamando a su amor, pidiendo que la viniera a llevar entre sus fuertes brazos y que la alejara de tanta locura. Así se quedó en un silencio atávico, sin importarle quien llegara, quien la viera o si ese sería su triste final, lo único que lamentaba era no morir al lado de Ruggero.
En ese momento aquella fuerza que la sujetaba la soltó y se incorporó, dio unos pasos pero entonces la mujer se aproximó a ella cada vez más, estuvo casi segura de que la mataría. Ese ser la atravesó, como de un fantasma se tratase y cuando aquellos ojos estuvieron a milímetros de los suyos, además de lágrima, creyó ver el deseó de matar y su desesperación fue mayor cuando volvió a nombrar a su amor, toda ella temblaba, demostrando así no solo su debilidad, sino que su preocupación era por la persona nombrada.
Cuando todo parecía haberse ido al infierno y acurrucada en el suelo, llorando desesperada, tapando con sus manos los oídos para no escucharla, aunque eso fuera en vano ya que las palabras taladraban su cabeza, el discurso cambió y en vez de buscar más muerte y dolor, la oyó decir… “¿Pero sabes algo? Quiero tener hijos, criarlos y vivir una vida plena con mi esposo, tener mi propia familia...”, alzó los ojos para ver a la bruja, para comprobar si podía confiar en esas palabras. El rostro de Chiara estaba bañado en lágrimas, sus latidos se disparaban por la desesperación y aquella locura no se acababa. Tuvo miedo de confiarse – ¿cómo creer en una mujer que apenas conozco y que tiene tanto poder para hacernos daño? – pensó, mientras miraba sus muñecas, su piel blanca inmaculada, ahora estaba marcada como si unas poderosas manos la hubieran sujetado hasta dañarla. No abrió la boca, solo siguió escuchando, sentada en el suelo, con los cabellos revueltos, el rostro arrasado por las lágrimas, sus fuerzas y voluntad quebrada.
Antes de desaparecer, aquella dama le dijo que pronto vendrían a buscarla y que sería mejor que se vistiera. Solo pudo asentir y luego vio cómo se desvanecía, igual que cuando concluye una pesadilla. Siguió llorando y meciéndose, abrazando su propio cuerpo y llamando a su amor, pidiendo que la viniera a llevar entre sus fuertes brazos y que la alejara de tanta locura. Así se quedó en un silencio atávico, sin importarle quien llegara, quien la viera o si ese sería su triste final, lo único que lamentaba era no morir al lado de Ruggero.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Había estado muy atenta a todo lo que pasaba en ese salón, a los personajes que cada uno y a su modo daban opiniones, algunos se rasgaban las ropas, otros arengaban a una destrucción de inquisidores con la que no estaba tan en desacuerdo y otros se retiraron intempestivamente demostrando su desagrado por la reunión – ¿entonces a que han venido? – Pensó enojada – ¿acaso no es que todos queremos que esa maldita organización de asesinos sea desbaratada?- Prosiguió con la reflexión, mientras iba acercándose a un lugar más tranquilo, donde escuchar mejor y a la vez pasar inadvertida. Reconoció a la hermana de Girolamo y sonrió al hacerlo, era tan especial esa criatura, siempre se las ingeniaba para dar la nota y pasar a ser la protagonista de cualquier situación. Recordaba aun sus rabietas por la relación que habían mantenido con Giro y luego el llanto desmedido y las suplicas para que no terminaran una relación que no había tenido futuro desde su origen. Recordando su carácter impulsivo y aniñado rió con ganas y algunos invitados voltearon para verle porque en ese momento una mujer se rasgaba las vestiduras y casi quedaba desnuda ante todos, se ruborizo y buscó un nuevo lugar donde ocultarse.
A muy escasos metros se encontraba una mujer no vidente, que había sido retirada, por un hombre bastante torpe pero de buenas intenciones, de donde se volvió casi loca aquella extraña cambia formas. No le fue difícil darse cuenta que era una felina como ella – aunque no estoy tan loca como ella… creo – pensó mientras intentaba divisar nuevamente al líder de la Alianza, éste se encontraba hablando con los que se retiraban, luego se dio vuelta y prosiguió dirigiendo sus palabras a la concurrencia, cuando el golpe seco de algo que cae al piso le hizo poner los sentidos alertas. Cerró los ojos con resignación cuando vio a su querida Chiara desparramada en el piso junto a los pies del líder – y bueno, la nota que faltaba – pensó mientras escondía el rostro para ocultar la sonrisa que nació de su alma. En pocos minutos un hombre la cargó y apreció que la llevaban a otra zona de la construcción. – Deberé quedarme al término de la reunión y llevármela para que su hermano no se enoje ni con ella, ni menos conmigo – reflexionó.
El líder pidió que cada uno se presentara y dijera como podía ayudar en esta organización y así, se fueron presentando y diciendo en lo que podían ayudar a la causa. Iba a dar su parecer cuando el hombre que se había llevado a Chiara volvía anunciando que todo estaba en orden, pero no le gustó el modo de hablar que tuvo al referirse a la muchacha. El hombre continuó diciendo en qué podría participar. Tras éste lo hizo otro joven el cual rápidamente fue identificado por Maryeva como un vampiro, por su olor característico, su apariencia pero por lo menos parecía uno que no estaba loco como otros a los que en su momento se tuvo que enfrentar. Luego una mujer, que le extraño lo callada y apartada que se había mantenido hasta que decidió dar su parecer. Volvió a intentar expresarse y al hacerlo rosó apenas a la mujer sentada quien tembló y pareció que algo en ella no estaba bien. Se acuclilló al lado de ésta y tomándole las manos le preguntó con una voz dulce y tierna – ¿le sucede algo? – la miró a los ojos, aunque sabía que ella no la podía ver, pero era tan extraño porque parecían que en ese momento los tenía fijados en un punto en el cual podía ver algo - será una hechicera – caviló ya que parecía estar en un trace, cuando entendió que volvía al presente, le acarició las manos y volvió a preguntarle – ¿se encuentra bien?, ¿desea que vaya por ayuda?
A muy escasos metros se encontraba una mujer no vidente, que había sido retirada, por un hombre bastante torpe pero de buenas intenciones, de donde se volvió casi loca aquella extraña cambia formas. No le fue difícil darse cuenta que era una felina como ella – aunque no estoy tan loca como ella… creo – pensó mientras intentaba divisar nuevamente al líder de la Alianza, éste se encontraba hablando con los que se retiraban, luego se dio vuelta y prosiguió dirigiendo sus palabras a la concurrencia, cuando el golpe seco de algo que cae al piso le hizo poner los sentidos alertas. Cerró los ojos con resignación cuando vio a su querida Chiara desparramada en el piso junto a los pies del líder – y bueno, la nota que faltaba – pensó mientras escondía el rostro para ocultar la sonrisa que nació de su alma. En pocos minutos un hombre la cargó y apreció que la llevaban a otra zona de la construcción. – Deberé quedarme al término de la reunión y llevármela para que su hermano no se enoje ni con ella, ni menos conmigo – reflexionó.
El líder pidió que cada uno se presentara y dijera como podía ayudar en esta organización y así, se fueron presentando y diciendo en lo que podían ayudar a la causa. Iba a dar su parecer cuando el hombre que se había llevado a Chiara volvía anunciando que todo estaba en orden, pero no le gustó el modo de hablar que tuvo al referirse a la muchacha. El hombre continuó diciendo en qué podría participar. Tras éste lo hizo otro joven el cual rápidamente fue identificado por Maryeva como un vampiro, por su olor característico, su apariencia pero por lo menos parecía uno que no estaba loco como otros a los que en su momento se tuvo que enfrentar. Luego una mujer, que le extraño lo callada y apartada que se había mantenido hasta que decidió dar su parecer. Volvió a intentar expresarse y al hacerlo rosó apenas a la mujer sentada quien tembló y pareció que algo en ella no estaba bien. Se acuclilló al lado de ésta y tomándole las manos le preguntó con una voz dulce y tierna – ¿le sucede algo? – la miró a los ojos, aunque sabía que ella no la podía ver, pero era tan extraño porque parecían que en ese momento los tenía fijados en un punto en el cual podía ver algo - será una hechicera – caviló ya que parecía estar en un trace, cuando entendió que volvía al presente, le acarició las manos y volvió a preguntarle – ¿se encuentra bien?, ¿desea que vaya por ayuda?
Eva- Cambiante Clase Alta
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
El gran León había ido al bosque, su presa se había escapado de sus fauces. Ruggero Rosso seguía vivo y Jérémie estaba frustrado, lo tenía tan cerca y estaba tan debilitado que no causó ningún problema. Recordó aquel jueves, y lleno de furia rugió a la noche.
Pero entonces recordó las palabras de su jefe y con ellas el día, —la primera reunión de la alianza— pensó la bestia. Ya había estado mucho tiempo afuera tenía que regresar y presentarse frente a su jefe, la reunión ya debía haber comenzado y Jérémie llegaría tarde.
De León cambió al jaguar negro y con sus poderosas patas corrió hacía la mansión N-Corporation Manor. Cuando Jérémie llegó el baile continuaba, sin embargo, el olor de su jefe no se distinguía lo que significaba que se encontraba en la sala de la alianza.
El jaguar se abrió paso entre los jardines hasta llegar a la habitación que su jefe había dispuesto a él, como el felino que era trepó por un árbol hasta alcanzar la ventana que se encontraba abierta a proposito. Una vez adentro se transformó en humano, desnudo en la oscuridad abrió el ropero y fue vistiéndose sin apresurarse a nada. Cuando estaba vestido y con su cabello dorado en cola sujeto con un listón gris, salió de la habitación.
Recorrió el largo pasillo y escuchó la voz de dos mujeres conversando, estaba dispuesto a continuar hasta que escuchó el nombre de su rival, Ruggero Rosso, esas mujeres lo conocían y si sabían su paradero tendría que conseguirlo e ir de una vez a matarle.
Se dirigió hasta la habitación, la voz de una de las mujeres se desvaneció y Jérémie sólo escuchaba llanto, tomó el cerrojo y se dio cuenta de que la magia sellaba la puerta. El gran León tiraría la puerta primero que rompiendo el hechizo sobre los cerrojos. Y no pretendía dañar la mansión de su jefe, por lo que, aunque le provocó molestia, se marchó.
Comenzó a escuchar la voz de la alianza y fue bajando los escalones con elegancia, poco a poco veía a todos, algunos con máscaras y otros sin ellas. Y vio a la dueña de la voz que se encontraba en la habitación. ¡Crystall Van Wijs!
¿Pero como estando ella allí, Jérémie la había escuchado en la habitación?
Eso era algo que intrigó a Jérémie, su jefe tenía razón, el gran León conocería a gente extraordinaria dentro de la alianza. Finalmente bajo y distinguió a su jefe entre los demás, el gran porte del Duque Boussingaut era indiscutible, todo un lider, era por eso que Jérémie le había entregado su lealtad y al único al que respondería. Vio también a Riful con ropa desgarrada, típica en ella y que sin embargo, le atraía al gran León, estaba también el brujo Dubois que era como la mano derecha del duque, o al menos así lo apreciaba Jérémie.
El gran León se abrió paso entre todos y se acercó hasta el duque y susurrando le dijo, —disculpe jefe, me encontraba en los bosques cuando recordé la reunión. No volveré a fallarle— y se colocó a un costado de él, como su guardia personal.
Pero entonces recordó las palabras de su jefe y con ellas el día, —la primera reunión de la alianza— pensó la bestia. Ya había estado mucho tiempo afuera tenía que regresar y presentarse frente a su jefe, la reunión ya debía haber comenzado y Jérémie llegaría tarde.
De León cambió al jaguar negro y con sus poderosas patas corrió hacía la mansión N-Corporation Manor. Cuando Jérémie llegó el baile continuaba, sin embargo, el olor de su jefe no se distinguía lo que significaba que se encontraba en la sala de la alianza.
El jaguar se abrió paso entre los jardines hasta llegar a la habitación que su jefe había dispuesto a él, como el felino que era trepó por un árbol hasta alcanzar la ventana que se encontraba abierta a proposito. Una vez adentro se transformó en humano, desnudo en la oscuridad abrió el ropero y fue vistiéndose sin apresurarse a nada. Cuando estaba vestido y con su cabello dorado en cola sujeto con un listón gris, salió de la habitación.
Recorrió el largo pasillo y escuchó la voz de dos mujeres conversando, estaba dispuesto a continuar hasta que escuchó el nombre de su rival, Ruggero Rosso, esas mujeres lo conocían y si sabían su paradero tendría que conseguirlo e ir de una vez a matarle.
Se dirigió hasta la habitación, la voz de una de las mujeres se desvaneció y Jérémie sólo escuchaba llanto, tomó el cerrojo y se dio cuenta de que la magia sellaba la puerta. El gran León tiraría la puerta primero que rompiendo el hechizo sobre los cerrojos. Y no pretendía dañar la mansión de su jefe, por lo que, aunque le provocó molestia, se marchó.
Comenzó a escuchar la voz de la alianza y fue bajando los escalones con elegancia, poco a poco veía a todos, algunos con máscaras y otros sin ellas. Y vio a la dueña de la voz que se encontraba en la habitación. ¡Crystall Van Wijs!
¿Pero como estando ella allí, Jérémie la había escuchado en la habitación?
Eso era algo que intrigó a Jérémie, su jefe tenía razón, el gran León conocería a gente extraordinaria dentro de la alianza. Finalmente bajo y distinguió a su jefe entre los demás, el gran porte del Duque Boussingaut era indiscutible, todo un lider, era por eso que Jérémie le había entregado su lealtad y al único al que respondería. Vio también a Riful con ropa desgarrada, típica en ella y que sin embargo, le atraía al gran León, estaba también el brujo Dubois que era como la mano derecha del duque, o al menos así lo apreciaba Jérémie.
El gran León se abrió paso entre todos y se acercó hasta el duque y susurrando le dijo, —disculpe jefe, me encontraba en los bosques cuando recordé la reunión. No volveré a fallarle— y se colocó a un costado de él, como su guardia personal.
Jérémie Le Bihan- Cambiante Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Una y otra vez se saben cosas;
pero lo más importante es saber qué hacer con esa información
Algunas personas se iban marchando, otras iban saliendo y las demás estaban enfrentándose entre sí,o enfadadas a más no poder, pues algunas de las cosas que habia dicho el anfitrión no les habia gustado. Muchos tenían sed de venganza, y quizás estuvieran en aquel lugar simplemente por ese mismo motivo.La venganza era un incentivo tremendamente poderoso, mucho más de lo que muchos podrían imaginarse jamás.Ella misma podría haber estado allí por ese mismo motivo...o quizás ya estaba allí por ese motivo. Selene siguió a los demás vigilante, esperando con paciencia a las puertas de la habitación en la que se había dejado a la joven, esperando para ver si podía ser de ayuda y al mismo tiempo silenciosa, acechante como una sombra pero paciente como nunca lo había sido en toda su vida. Porque había algo que la impelía a no decir mucho más de lo necesario, y esto era algo que mezclaba el orgullo con algo más. Algo tremendamente más poderoso que lo anterior. Orgullo y culpabilidad. ¿Podría llamarse así? Quizás sí o quizás no. Eso a Selene no le importaba lo más mínimo.
Pero en cierto modo sintió deseos de echarse a reír de la ironía. Y de hecho lo hizo, aunque tuvo que taparse la boca para que no se oyera mucho. Era una risa bastante amarga...lo cual era normal durante aquellos dias.
Y entonces un enorme jaguar se abrió paso hacia el anfitrión, quién les había pedido que les dijera si estaban en esto o no...Selene dio un respingo y contempló muerta de curiosidad a la enorme criatura, con los ojos brillantes. Le encantaban los animales. Todos, absolutamente todos la volvían loca. Si en Suiza la hubiera obligado a casarse tal como pretendía su familia en un principio ella tendría una casa llena de animales. Perros, gatos, leones y toda clase de bicharracos peligrosos. Es más, cuanto más peligrosos mejor que mejor. En cierto modo, de no haber sido bruja, no le hubiera importado ser cambiaformas...aunque no estaba segura de qué animal le gustaba más. Había tantos que le gustaban...
Entonces se acercó hacia dónde estaba el duque Boussingaut para decirle qué era lo que ella pretendía. Le importaba muy poco si la oían o no.
-Por mi parte también podéis contar conmigo para lo que sea...haré lo que pueda, lo que ande a mi alcance...estoy aquí porque deseo ayudar a los demás, a pesar de todo , vine para ayudar, y eso es lo que haré. -dijo con convicción en la voz. Para eso había venido sobre todo. Para proteger a aquellas almas que debían ser protegidas, aparte de ese secreto motivo de venganza hacia aquellos para quiénes trabajaba y a quiénes odiaba. La culpabilidad, la empatía, el amor, el deseo de venganza...eran muchos de esos motivos. Sobre todo la empatía, el sentido del honor.
Hizo una inclinación de cabeza hacia el duque y luego fue junto a la humana y a la otra chica que no había dicho palabra alguna en todo aquel tiempo.
-¿Se encuentra bien?-le preguntó también.
pero lo más importante es saber qué hacer con esa información
Algunas personas se iban marchando, otras iban saliendo y las demás estaban enfrentándose entre sí,o enfadadas a más no poder, pues algunas de las cosas que habia dicho el anfitrión no les habia gustado. Muchos tenían sed de venganza, y quizás estuvieran en aquel lugar simplemente por ese mismo motivo.La venganza era un incentivo tremendamente poderoso, mucho más de lo que muchos podrían imaginarse jamás.Ella misma podría haber estado allí por ese mismo motivo...o quizás ya estaba allí por ese motivo. Selene siguió a los demás vigilante, esperando con paciencia a las puertas de la habitación en la que se había dejado a la joven, esperando para ver si podía ser de ayuda y al mismo tiempo silenciosa, acechante como una sombra pero paciente como nunca lo había sido en toda su vida. Porque había algo que la impelía a no decir mucho más de lo necesario, y esto era algo que mezclaba el orgullo con algo más. Algo tremendamente más poderoso que lo anterior. Orgullo y culpabilidad. ¿Podría llamarse así? Quizás sí o quizás no. Eso a Selene no le importaba lo más mínimo.
Pero en cierto modo sintió deseos de echarse a reír de la ironía. Y de hecho lo hizo, aunque tuvo que taparse la boca para que no se oyera mucho. Era una risa bastante amarga...lo cual era normal durante aquellos dias.
Y entonces un enorme jaguar se abrió paso hacia el anfitrión, quién les había pedido que les dijera si estaban en esto o no...Selene dio un respingo y contempló muerta de curiosidad a la enorme criatura, con los ojos brillantes. Le encantaban los animales. Todos, absolutamente todos la volvían loca. Si en Suiza la hubiera obligado a casarse tal como pretendía su familia en un principio ella tendría una casa llena de animales. Perros, gatos, leones y toda clase de bicharracos peligrosos. Es más, cuanto más peligrosos mejor que mejor. En cierto modo, de no haber sido bruja, no le hubiera importado ser cambiaformas...aunque no estaba segura de qué animal le gustaba más. Había tantos que le gustaban...
Entonces se acercó hacia dónde estaba el duque Boussingaut para decirle qué era lo que ella pretendía. Le importaba muy poco si la oían o no.
-Por mi parte también podéis contar conmigo para lo que sea...haré lo que pueda, lo que ande a mi alcance...estoy aquí porque deseo ayudar a los demás, a pesar de todo , vine para ayudar, y eso es lo que haré. -dijo con convicción en la voz. Para eso había venido sobre todo. Para proteger a aquellas almas que debían ser protegidas, aparte de ese secreto motivo de venganza hacia aquellos para quiénes trabajaba y a quiénes odiaba. La culpabilidad, la empatía, el amor, el deseo de venganza...eran muchos de esos motivos. Sobre todo la empatía, el sentido del honor.
Hizo una inclinación de cabeza hacia el duque y luego fue junto a la humana y a la otra chica que no había dicho palabra alguna en todo aquel tiempo.
-¿Se encuentra bien?-le preguntó también.
Selene Ladomie- Condenado/Hechicero/Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Seguida de aquel desconocido con el que había estado bailando, entré en el salón. Una gran puerta en la que antes no había reparado se abría ante nosotros y, por ella, iban pasando todos los invitados. Por supuesto, no íbamos a ser menos. Lancé una mirada al chico que me seguía para asegurarme de que no le había perdido. Me invitó a pasar a la estancia primero, con educación. La sala era amplia y estaba casi llena, pocos invitados quedaban fuera. Nos entremezclamos con el resto de la gente hasta situarnos al lado de una columna que alcanzaba el alto techo. Me encontraba contemplando la grandeza de aquel lugar cuando “el jefe”, Emerick, comenzó su esperado discurso. Mi compañero de baile me susurró unas palabras al oído que se me antojaron muy graciosas, daba la impresión de estar algo inquieto, incluso más expectante que yo. Le dediqué una sonrisa, en un intento tranquilizador y posé de nuevo mi atención en el Duque. El diálogo era magnífico, un líder muy elocuente, eso había que reconocerlo. Sabía cómo tratar a las masas y el objetivo de la organización parecía muy noble. Me sentía cómoda, a pesar de no entender del todo cuál era la razón por la que había decidido invitarme a formar parte de aquel asunto, más aún, cómo había dado conmigo.
— …Imagino que todos tenéis ya, al menos una mínima idea, del porqué estáis aquí. —concluyó.
Miré al resto de los invitados, extrañada. ¿De veras era la única que aún no sabía ni por asomo qué estaba haciendo allí? Me tranquilizó comprobar las expresiones estupefactas de un gran número de invitados que, al igual que yo, se sentían confusos con todo ese asunto. Decidí ser paciente y esperar a que continuara. En un momento dado, mi querido desconocido se ausentó. Le vi perderse entre la multitud y regresar con dos copas, una de las cuales me tendió cortésmente. Gesticulé un ”gracias” inaudible y le di un sorbo. Qué detalle por su parte.
El murmullo de la gente se elevaba sobre nuestras cabezas. Cuchicheos, miradas intrigadas e incluso bromas y risas se abrían paso entre la multitud. Y, de pronto, el sonido de la tela al rasgarse. Escuché una especie de grito ahogado procedente de las primeras filas. Mi baja estatura no me permitía ver más allá, no sabía qué ocurría pero el murmullo cesó de golpe. Una mujer dio un paso al frente, desafiante. La ropa hecha jirones dejaba entrever gran parte de su piel, incluso se deshizo de la máscara que ocultaba su rostro. Quería verlo mejor, por lo que, de puntillas, me apoyé en la columna que estaba a mi lado, dando pequeños saltitos para poder reconocer, si era posible, a aquella mujer que, con voz grave, se enfrentaba al jefe. Aquello empezaba a ponerse interesante. Una sonrisita asomó entre mis labios, divertida. La mujer se giró hacia la multitud, increpando a nuestra fortaleza y nuestro coraje para soportar el peso de la Inquisición sobre nuestras espaldas. Al parecer, tenía muy claro de qué iba todo aquello y esa seguridad despertó, de algún modo, cierta admiración por mi parte. Tanto era así que, una vez concluida su intervención, casi me entraron ganas de aplaudir, del mismo modo que se aplaude tras un buen espectáculo.
Acto seguido, intervino la bruja a la que había defendido en el teatro noches atrás, durante una redada inesperada de la Inquisición. El atrevido Doreckmair O’ Raven, “el mago de Ámsterdam”, a quien di por muerto en medio de aquel caos, se encontraba junto a ella, lo que me alivió enormemente. Crystall, en ese momento, dio la cara por la rebelde mujer que había optado por desnudarse en público en señal de protesta. Y no podía estar más de acuerdo con sus palabras. El simple recuerdo de Ruggero Rosso me hizo fruncir el ceño. Tampoco iba a ser la primera vez que me enfrentaba a un inquisidor, ni, por desgracia, la última. Había pasado toda mi existencia tratando de ocultar mis poderes, tratando de ser una persona normal de cara a la sociedad y, sin embargo, “ellos” no me dejaban vivir tranquila. Yo no había elegido aquella vida y, a pesar de todo, era perseguida por “mis pecados”, una premisa completamente hipócrita. En un instante me invadió una sensación de fatiga, como una presión en mi pecho que me obligaba a gritar y decir que estaba harta de todo aquello, que me uniría a aquella lucha costara lo que costase, porque, al fin y al cabo, no tenía nada que perder que no hubiera perdido ya. Estaba sola y lo único que podía hacer era luchar por mi libertad. Nunca había hecho nada malo a nadie, ¿por qué debía ser perseguida entonces?
La furia se convirtió en vorágine en mi interior y, al igual que Riful, Crystall y Emerick, seguidos después de otros tantos invitados, me deshice de mi máscara de un tirón. Me quedé contemplándola un instante, leve entre mis manos. Ya no había nada que ocultar, no para aquellas personas que estaban unidas a mí en un objetivo común, aunque difícil. Entonces el jefe tiró de una de las cuerdas y las enormes cortinas dejaron al descubierto el resto de la estancia, un lugar enorme, más grande aún que el pequeño espacio que ocupábamos los invitados, repleto de documentos, libros, planos e incluso armas. Me sentía pequeña en un lugar tan grande, pero al mismo tiempo, alentada. Permanecí unos minutos contemplando la inmensidad del lugar, observando las posibilidades que se abrían ante nosotros. Miré de nuevo a Emerick que, al parecer, discutía con un grupo de hombres que finalmente optaron por salir de la sala. No entendí por qué, pero tampoco me preocupó especialmente. Quizás no estaban dispuestos a participar directamente en aquella organización, era comprensible.
Me armé de valor, dispuesta a proclamarme del mismo modo que habían hecho otros antes, cuando un golpe seco nos hizo enmudecer. Una mujer de cabellos dorados yacía en el suelo, inconsciente. Se había desmayado de golpe. Quise acudir a socorrerla, pero me encontraba bastante lejos de la puerta. Una chica pelirroja y el mismo Emerick lo hicieron por mí. Intenté acercarme por si podía devolverle la consciencia mediante de mis habilidades curativas, pero el Duque llamó a un compañero suyo, un tal Eustace, que se la llevó a las dependencias privadas. ¿Qué más podía ocurrir en aquella reunión? Todo empezaba a parecer un poco surrealista, y la organización exquisita que se presentía en un principio comenzaba a tambalearse. Sin embargo, el líder de la corporación supo mantener la compostura.
Los invitados que aún llevaban puesta la máscara se deprendieron también de ella, haciendo pública su conformidad. El encargado de cuidar de la chica que se había desmayado volvió a hacer acto de presencia, postulándose a favor de la corporación para posteriormente dirigirse a ella como “debilucha”. —Qué insolente. —pensé, disgustada. Seguido de Eustace, se pronunció mi compañero de baile, Hero Jaejoong. Con que coreano, ¿eh? Nunca había conocido a un asiático, qué interesante. Le sonreí en la distancia y, esta vez sí, alcé la voz para que el jefe pudiera oírme claramente.
— Señor, me halaga que haya pensado en mí para formar parte de esta corporación. Mi nombre es Nói Runa Hauksdóttir y les ayudaré en todo lo que me sea posible. Estoy especializada en el campo de la sanación, por lo que creo que podría establecerme en este terreno si les parece bien, al menos por el momento. Me comprometo enteramente con esta organización y haré todo lo que esté en mi mano para que salga adelante. No poseo grandes bienes, por lo que no puedo contribuir económicamente, pero pongo a su disposición todas mis habilidades para poder acometer los objetivos que nos unen a todos los presentes.
Y dicho esto, sin esperar respuesta por su parte, volví a mezclarme con los demás. Quería acercarme de nuevo a Hero.
— …Imagino que todos tenéis ya, al menos una mínima idea, del porqué estáis aquí. —concluyó.
Miré al resto de los invitados, extrañada. ¿De veras era la única que aún no sabía ni por asomo qué estaba haciendo allí? Me tranquilizó comprobar las expresiones estupefactas de un gran número de invitados que, al igual que yo, se sentían confusos con todo ese asunto. Decidí ser paciente y esperar a que continuara. En un momento dado, mi querido desconocido se ausentó. Le vi perderse entre la multitud y regresar con dos copas, una de las cuales me tendió cortésmente. Gesticulé un ”gracias” inaudible y le di un sorbo. Qué detalle por su parte.
El murmullo de la gente se elevaba sobre nuestras cabezas. Cuchicheos, miradas intrigadas e incluso bromas y risas se abrían paso entre la multitud. Y, de pronto, el sonido de la tela al rasgarse. Escuché una especie de grito ahogado procedente de las primeras filas. Mi baja estatura no me permitía ver más allá, no sabía qué ocurría pero el murmullo cesó de golpe. Una mujer dio un paso al frente, desafiante. La ropa hecha jirones dejaba entrever gran parte de su piel, incluso se deshizo de la máscara que ocultaba su rostro. Quería verlo mejor, por lo que, de puntillas, me apoyé en la columna que estaba a mi lado, dando pequeños saltitos para poder reconocer, si era posible, a aquella mujer que, con voz grave, se enfrentaba al jefe. Aquello empezaba a ponerse interesante. Una sonrisita asomó entre mis labios, divertida. La mujer se giró hacia la multitud, increpando a nuestra fortaleza y nuestro coraje para soportar el peso de la Inquisición sobre nuestras espaldas. Al parecer, tenía muy claro de qué iba todo aquello y esa seguridad despertó, de algún modo, cierta admiración por mi parte. Tanto era así que, una vez concluida su intervención, casi me entraron ganas de aplaudir, del mismo modo que se aplaude tras un buen espectáculo.
Acto seguido, intervino la bruja a la que había defendido en el teatro noches atrás, durante una redada inesperada de la Inquisición. El atrevido Doreckmair O’ Raven, “el mago de Ámsterdam”, a quien di por muerto en medio de aquel caos, se encontraba junto a ella, lo que me alivió enormemente. Crystall, en ese momento, dio la cara por la rebelde mujer que había optado por desnudarse en público en señal de protesta. Y no podía estar más de acuerdo con sus palabras. El simple recuerdo de Ruggero Rosso me hizo fruncir el ceño. Tampoco iba a ser la primera vez que me enfrentaba a un inquisidor, ni, por desgracia, la última. Había pasado toda mi existencia tratando de ocultar mis poderes, tratando de ser una persona normal de cara a la sociedad y, sin embargo, “ellos” no me dejaban vivir tranquila. Yo no había elegido aquella vida y, a pesar de todo, era perseguida por “mis pecados”, una premisa completamente hipócrita. En un instante me invadió una sensación de fatiga, como una presión en mi pecho que me obligaba a gritar y decir que estaba harta de todo aquello, que me uniría a aquella lucha costara lo que costase, porque, al fin y al cabo, no tenía nada que perder que no hubiera perdido ya. Estaba sola y lo único que podía hacer era luchar por mi libertad. Nunca había hecho nada malo a nadie, ¿por qué debía ser perseguida entonces?
La furia se convirtió en vorágine en mi interior y, al igual que Riful, Crystall y Emerick, seguidos después de otros tantos invitados, me deshice de mi máscara de un tirón. Me quedé contemplándola un instante, leve entre mis manos. Ya no había nada que ocultar, no para aquellas personas que estaban unidas a mí en un objetivo común, aunque difícil. Entonces el jefe tiró de una de las cuerdas y las enormes cortinas dejaron al descubierto el resto de la estancia, un lugar enorme, más grande aún que el pequeño espacio que ocupábamos los invitados, repleto de documentos, libros, planos e incluso armas. Me sentía pequeña en un lugar tan grande, pero al mismo tiempo, alentada. Permanecí unos minutos contemplando la inmensidad del lugar, observando las posibilidades que se abrían ante nosotros. Miré de nuevo a Emerick que, al parecer, discutía con un grupo de hombres que finalmente optaron por salir de la sala. No entendí por qué, pero tampoco me preocupó especialmente. Quizás no estaban dispuestos a participar directamente en aquella organización, era comprensible.
Me armé de valor, dispuesta a proclamarme del mismo modo que habían hecho otros antes, cuando un golpe seco nos hizo enmudecer. Una mujer de cabellos dorados yacía en el suelo, inconsciente. Se había desmayado de golpe. Quise acudir a socorrerla, pero me encontraba bastante lejos de la puerta. Una chica pelirroja y el mismo Emerick lo hicieron por mí. Intenté acercarme por si podía devolverle la consciencia mediante de mis habilidades curativas, pero el Duque llamó a un compañero suyo, un tal Eustace, que se la llevó a las dependencias privadas. ¿Qué más podía ocurrir en aquella reunión? Todo empezaba a parecer un poco surrealista, y la organización exquisita que se presentía en un principio comenzaba a tambalearse. Sin embargo, el líder de la corporación supo mantener la compostura.
Los invitados que aún llevaban puesta la máscara se deprendieron también de ella, haciendo pública su conformidad. El encargado de cuidar de la chica que se había desmayado volvió a hacer acto de presencia, postulándose a favor de la corporación para posteriormente dirigirse a ella como “debilucha”. —Qué insolente. —pensé, disgustada. Seguido de Eustace, se pronunció mi compañero de baile, Hero Jaejoong. Con que coreano, ¿eh? Nunca había conocido a un asiático, qué interesante. Le sonreí en la distancia y, esta vez sí, alcé la voz para que el jefe pudiera oírme claramente.
— Señor, me halaga que haya pensado en mí para formar parte de esta corporación. Mi nombre es Nói Runa Hauksdóttir y les ayudaré en todo lo que me sea posible. Estoy especializada en el campo de la sanación, por lo que creo que podría establecerme en este terreno si les parece bien, al menos por el momento. Me comprometo enteramente con esta organización y haré todo lo que esté en mi mano para que salga adelante. No poseo grandes bienes, por lo que no puedo contribuir económicamente, pero pongo a su disposición todas mis habilidades para poder acometer los objetivos que nos unen a todos los presentes.
Y dicho esto, sin esperar respuesta por su parte, volví a mezclarme con los demás. Quería acercarme de nuevo a Hero.
Nói Runa Hauksdóttir- Hechicero Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Ay, no. Dos personas estaban acercándose a mí. La primera que habló tenía el aura de una cambiaformas, y me ayudó a sentarme. En cuanto puso una mano sobre mí, me puse a temblar. ¿Pero por qué tanto miedo? ¿Acaso ella…?
Y allí fue cuando lo entendí todo. Posiblemente la visión se refería, en parte, a ella. Entonces, ¿Ella moriría? Había grandes probabilidades de ello. Había sentido el olor de la pólvora, el crepitar del fuego y el frío abrazo de la muerte. Aunque no era seguro. Quizá aún tenía probabilidades de vivir. Si me adelantaba a la visión, probablemente esa chica inocente viviría…
Y ya estás engañándote a ti misma de nuevo, Karólynn… Tú más que nadie sabe que el único destino de esa joven es la muerte. Te lo han dicho.
La segunda persona era como yo, una bruja. Pero, ¿Qué era esa sensación de opresión que sentía alrededor de ella? Por lo menos en los brujos, no era nada normal. ¿Qué le había pasado? Estaba comenzando a preocuparme. Al parecer, nadie en este lugar era precisamente sano o normal. Todos tenían algún problema. Empezando por Riful, claro. Tratar de verlos me hacía polvo la cabeza.
-Estoy bien, no se preocupen por mí. Debe ser el aire, está un poco pesado- si hubiera podido tornear los ojos ante tamaña mentira, lo hubiera hecho. Qué bueno era ser ciega a veces. Luego me dirigí al aura de la Cambiaformas- ¿Cuál es tu nombre, jovencita?- esperé apenas la respuesta, y comencé a hablar de nuevo- Debes tener cuidado. El mundo está lleno de peligros.
Si hubiera podido llorar, lo hubiera hecho también. ¿Qué sentido tenía advertir a alguien que de cualquier forma iba a ser llevado por la muerte?
Y allí fue cuando lo entendí todo. Posiblemente la visión se refería, en parte, a ella. Entonces, ¿Ella moriría? Había grandes probabilidades de ello. Había sentido el olor de la pólvora, el crepitar del fuego y el frío abrazo de la muerte. Aunque no era seguro. Quizá aún tenía probabilidades de vivir. Si me adelantaba a la visión, probablemente esa chica inocente viviría…
Y ya estás engañándote a ti misma de nuevo, Karólynn… Tú más que nadie sabe que el único destino de esa joven es la muerte. Te lo han dicho.
La segunda persona era como yo, una bruja. Pero, ¿Qué era esa sensación de opresión que sentía alrededor de ella? Por lo menos en los brujos, no era nada normal. ¿Qué le había pasado? Estaba comenzando a preocuparme. Al parecer, nadie en este lugar era precisamente sano o normal. Todos tenían algún problema. Empezando por Riful, claro. Tratar de verlos me hacía polvo la cabeza.
-Estoy bien, no se preocupen por mí. Debe ser el aire, está un poco pesado- si hubiera podido tornear los ojos ante tamaña mentira, lo hubiera hecho. Qué bueno era ser ciega a veces. Luego me dirigí al aura de la Cambiaformas- ¿Cuál es tu nombre, jovencita?- esperé apenas la respuesta, y comencé a hablar de nuevo- Debes tener cuidado. El mundo está lleno de peligros.
Si hubiera podido llorar, lo hubiera hecho también. ¿Qué sentido tenía advertir a alguien que de cualquier forma iba a ser llevado por la muerte?
Karólynn Schwarowzki- Hechicero Clase Media
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
"El orden y la simplificación son los primeros pasos hacia el dominio de un tema, el enemigo real es lo desconocido."
Thomas Mann
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Y así Colton prosiguió con su perorata hipersensible, pues no podía llamarle de otro modo si ahora sin conocerle a parte de meterse con su titulo nobiliario —que nada tenía que ver— lo hacía también con amenazas directas hacia sus propios aliados. Aún así, se mantuvo estoico, como un verdadero caballero hubiera dicho su madre. Simplemente los dejó ir y continuó con la reunión, sin saber entonces que más tarde sumarían incluso más motivos para retractarse de asistir a aquella reunión.
Camila de Rose fue una de las primeras en alzar la voz delante de todos para decir que podrían contar con ella, por lo que asintió con la cabeza en una sutil reverencia como gesto de agradecimiento, pues ella había sido una de las primeras personas en creer en sus proyectos e incluso pudo disfrutar de su compañía durante algunos viajes en al búsqueda de otros aliados.
Eustace, por su parte, regresó de haber dejado a Chiara en una de la habitaciones y le informó que descansaba, aunque a su propia manera, para luego informar ante todos que él también se comprometía con la causa, por lo que volvió a agradecer a través de un gesto.
Hero Jaejoong aún husmeaba entre los documentos y planos cuando expresó sus ganas de ayudar en la parte sanación así como también en la parte de cocina, situación que le hizo al Duque sonreír y es que en verdad no se lo imaginaba en otra labor. Ya más adelante el joven vampiro tendría tiempo de descubrir su verdadero valor en batalla, o al menos esperaba que así fuera, por el bien de muchos.
— Podéis mirar, son principalmente planos de las principales catedrales de toda Francia, lugares en donde se sabe que hay bases montadas de la Inquisición. Muchos de ellos necesitan aún interpretación, pues algunos hay que están escritos en idiomas muy antiguos, lo mismo que los documentos — le regresó la sonrisa y alzó los hombros — Tengo mis métodos — mencionó revelando sólo el milagro, pero no el santo, ya que aún estaban recién comenzando con aquella Alianza y no era momento aún de rebelar los poderes de todos; unos podían entrar a lugares como verdaderas mascotas mientras otros, como Selene misma, eran parte de la Inquisición.
Crystal Van Wijs fue la siguiente en unir sus palabras y aunque parecía algo afectada por una razón que en verdad desconocía, no quiso indagar en ello de una manera publica, pues como todos, tenía derecho a guardar su privacidad, y apenas estaba terminando de escuchar a la bruja cuando la puerta de abrió para dejar entrar a Jeremie el cambiaformas felino quien presentó sus disculpas por el atraso.
— No hay problema, Jeremie, lo que ha pasado en al reunión es información con la vos ya contáis — asintió en una nueva reverencia de cabeza y retomó el habla con Crystall — Muchísimas gracias a vos por brindarnos vuestra experiencia.
En ese momento habló Selene, uno de los pilares fundamentales en la obtención de información y de quien estaba muy agradecido por haberse hecho partícipe de aquella Alianza ya que, de cierto modo, sabía cuanto arriesgaba la muchacha, por eso mismo es que no quiso hacer recaer en ella mucha más atención de la ya obtenida, era una pieza importante y delicada a la que tendría que cuidar con la mayor de las discreciones, así que sólo asintió.
Nói, una bruja de rasgos exóticos a quien también había visto en el teatro en el ataque contra Derek Van Wijs, antes conocido como Doreckmair O’Raven, se mostró muy halagada en su elección para formar parte de dicha Alianza, situación que inevitablemente le llevó a sonreír y asentir nuevamente, de forma cordial, para dar su bienvenida oficial a dicho pacto secreto en la lucha contra los poderes asesinos de la Iglesia.
— Todas las contribuciones son bienvenidas, sobre todo aquellas que no pueden costear su valor en dinero ni oro — le sonrió a la joven bruja, cuya sinceridad le había agradado de manera inmediata.
Crystal se acercó entonces con un nuevo recado, diciéndole que Chiara había despertado y estaba dejando un verdadero desastre en la habitación. Lamentablemente no era momento aún de abandonar el salón para atender otros asuntos y la italiana tendría que esperar pues necesitaba hablar con ella personalmente antes de permitirle la salida.
— Muchas gracias Crystall, pero creo que deberá seguir destrozando por un rato más pues aún hay asuntos importantes que atender, os doy mi palabra que acudiré a ella y resolveré toda la calma que se requiera en cuanto me sea posible — le explicó con calma.
Su mirada recayó ahora en la bruja ciega que al parecer había comenzado a sentirse mal, por lo que era asistida por otros dos comensales haciéndole suspirar ¿Qué en verdad no dejaría de ocurrir situaciones anómalas en aquella reunión? Al parecer no, y por eso mejor se apuraba en finalizar para prestar atención a aquellos asuntos más puntuales.
— Bien, ya que al parecer la gran mayoría está de acuerdo con la formación de la presente Alianza, pasaré al siguiente punto y verdadera razón por la que habéis sido citados hasta aquí — comenzó a explicar con claridad — Es bien sabido que para que las cosas funcionen de manera correcta, siempre debe haber un punto de orden en toda organización, sobre todos cuando se trata de una asociación tan diversa como la actual, en donde no tan sólo hay una mezcla de razas, sino razas que por mucho tiempo han sido incluso enemigas — señaló dirigiendo una mirada breve hacia Hero quien era precisamente un vampiro, cuya raza por siglos que era enemiga de la suya — Por tanto creo que muchas veces nos es más fácil comunicarnos de manera más directa con nuestros propios pares y por tanto había pensado en la formación de pequeños grupos o clases, diferenciados en razas, las que tendrían un líder en particular con quien yo trabajaría de manera directa y bueno, para ello necesitaba observarles a todos, ver como se desenvolvían y hacer detección de aquellos que podrían organizar a los de su propio grupo — hizo una breve pausa y posó sus ojos sobre una de las brujas — Crystal, me gustaría que asumierais como la líder de los brujos... y vos Riful, por muy loca y desquiciada que sois, quiero que os hagáis cargo de los cambiaformas — le sonrió — en cuanto a los vampiros... creo que aún esperaré un poco más... — «por si acaso encuentro a uno menos delicado» completó en su cabeza — y de los licántropos yo mismo me encargaré — concluyó y observó a todos — Espero que podáis aceptar, ya me comunicaré yo con ustedes y si no tenéis ninguna objeción a la cual acotar, podéis retiraos a al fiesta a disfrutar del banquete o ir a la comodidad y el amparo de vuestras propias casas. Muchas gracias.
Esperó entonces un momento más, por si alguien tenía algo más que decir y necesitase de su presencia, antes de dirigirse al cuarto en donde estaba encerrada la mujer.
Camila de Rose fue una de las primeras en alzar la voz delante de todos para decir que podrían contar con ella, por lo que asintió con la cabeza en una sutil reverencia como gesto de agradecimiento, pues ella había sido una de las primeras personas en creer en sus proyectos e incluso pudo disfrutar de su compañía durante algunos viajes en al búsqueda de otros aliados.
Eustace, por su parte, regresó de haber dejado a Chiara en una de la habitaciones y le informó que descansaba, aunque a su propia manera, para luego informar ante todos que él también se comprometía con la causa, por lo que volvió a agradecer a través de un gesto.
Hero Jaejoong aún husmeaba entre los documentos y planos cuando expresó sus ganas de ayudar en la parte sanación así como también en la parte de cocina, situación que le hizo al Duque sonreír y es que en verdad no se lo imaginaba en otra labor. Ya más adelante el joven vampiro tendría tiempo de descubrir su verdadero valor en batalla, o al menos esperaba que así fuera, por el bien de muchos.
— Podéis mirar, son principalmente planos de las principales catedrales de toda Francia, lugares en donde se sabe que hay bases montadas de la Inquisición. Muchos de ellos necesitan aún interpretación, pues algunos hay que están escritos en idiomas muy antiguos, lo mismo que los documentos — le regresó la sonrisa y alzó los hombros — Tengo mis métodos — mencionó revelando sólo el milagro, pero no el santo, ya que aún estaban recién comenzando con aquella Alianza y no era momento aún de rebelar los poderes de todos; unos podían entrar a lugares como verdaderas mascotas mientras otros, como Selene misma, eran parte de la Inquisición.
Crystal Van Wijs fue la siguiente en unir sus palabras y aunque parecía algo afectada por una razón que en verdad desconocía, no quiso indagar en ello de una manera publica, pues como todos, tenía derecho a guardar su privacidad, y apenas estaba terminando de escuchar a la bruja cuando la puerta de abrió para dejar entrar a Jeremie el cambiaformas felino quien presentó sus disculpas por el atraso.
— No hay problema, Jeremie, lo que ha pasado en al reunión es información con la vos ya contáis — asintió en una nueva reverencia de cabeza y retomó el habla con Crystall — Muchísimas gracias a vos por brindarnos vuestra experiencia.
En ese momento habló Selene, uno de los pilares fundamentales en la obtención de información y de quien estaba muy agradecido por haberse hecho partícipe de aquella Alianza ya que, de cierto modo, sabía cuanto arriesgaba la muchacha, por eso mismo es que no quiso hacer recaer en ella mucha más atención de la ya obtenida, era una pieza importante y delicada a la que tendría que cuidar con la mayor de las discreciones, así que sólo asintió.
Nói, una bruja de rasgos exóticos a quien también había visto en el teatro en el ataque contra Derek Van Wijs, antes conocido como Doreckmair O’Raven, se mostró muy halagada en su elección para formar parte de dicha Alianza, situación que inevitablemente le llevó a sonreír y asentir nuevamente, de forma cordial, para dar su bienvenida oficial a dicho pacto secreto en la lucha contra los poderes asesinos de la Iglesia.
— Todas las contribuciones son bienvenidas, sobre todo aquellas que no pueden costear su valor en dinero ni oro — le sonrió a la joven bruja, cuya sinceridad le había agradado de manera inmediata.
Crystal se acercó entonces con un nuevo recado, diciéndole que Chiara había despertado y estaba dejando un verdadero desastre en la habitación. Lamentablemente no era momento aún de abandonar el salón para atender otros asuntos y la italiana tendría que esperar pues necesitaba hablar con ella personalmente antes de permitirle la salida.
— Muchas gracias Crystall, pero creo que deberá seguir destrozando por un rato más pues aún hay asuntos importantes que atender, os doy mi palabra que acudiré a ella y resolveré toda la calma que se requiera en cuanto me sea posible — le explicó con calma.
Su mirada recayó ahora en la bruja ciega que al parecer había comenzado a sentirse mal, por lo que era asistida por otros dos comensales haciéndole suspirar ¿Qué en verdad no dejaría de ocurrir situaciones anómalas en aquella reunión? Al parecer no, y por eso mejor se apuraba en finalizar para prestar atención a aquellos asuntos más puntuales.
— Bien, ya que al parecer la gran mayoría está de acuerdo con la formación de la presente Alianza, pasaré al siguiente punto y verdadera razón por la que habéis sido citados hasta aquí — comenzó a explicar con claridad — Es bien sabido que para que las cosas funcionen de manera correcta, siempre debe haber un punto de orden en toda organización, sobre todos cuando se trata de una asociación tan diversa como la actual, en donde no tan sólo hay una mezcla de razas, sino razas que por mucho tiempo han sido incluso enemigas — señaló dirigiendo una mirada breve hacia Hero quien era precisamente un vampiro, cuya raza por siglos que era enemiga de la suya — Por tanto creo que muchas veces nos es más fácil comunicarnos de manera más directa con nuestros propios pares y por tanto había pensado en la formación de pequeños grupos o clases, diferenciados en razas, las que tendrían un líder en particular con quien yo trabajaría de manera directa y bueno, para ello necesitaba observarles a todos, ver como se desenvolvían y hacer detección de aquellos que podrían organizar a los de su propio grupo — hizo una breve pausa y posó sus ojos sobre una de las brujas — Crystal, me gustaría que asumierais como la líder de los brujos... y vos Riful, por muy loca y desquiciada que sois, quiero que os hagáis cargo de los cambiaformas — le sonrió — en cuanto a los vampiros... creo que aún esperaré un poco más... — «por si acaso encuentro a uno menos delicado» completó en su cabeza — y de los licántropos yo mismo me encargaré — concluyó y observó a todos — Espero que podáis aceptar, ya me comunicaré yo con ustedes y si no tenéis ninguna objeción a la cual acotar, podéis retiraos a al fiesta a disfrutar del banquete o ir a la comodidad y el amparo de vuestras propias casas. Muchas gracias.
Esperó entonces un momento más, por si alguien tenía algo más que decir y necesitase de su presencia, antes de dirigirse al cuarto en donde estaba encerrada la mujer.
Emerick Boussingaut- Licántropo/Realeza
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Re: Un secreto vestido de mascaras {La Alianza}
Crystall se distrajo en el momento de la llegada de aquel hombre que pedía una disculpa a su anfitrión y líder. Volvió a dirigirse a ella y Crystall asintió con la cabeza a la respuesta de Emerick. Tenía razón, la mujer de arriba podría esperar no era indispensable.
Se retiró unos pasos y Derek llegó hasta ella, abrazándola por detrás y besando sus cabellos oscuros. El duque comenzó a explicar las verdaderas razones, un discurso elaborado y resumido. Pero lo suficiente claro.
—Será un honor duque, no defraudaré su confianza— se expresó luego de la propuesta del líder. Y cuando Emerick los despachó, Crystall volvió a acercarse a él.
—Mi señor será conveniente que sea sutil, que en su estado visto por la clase alta, está media desnuda— y le guiñó el ojo. —Andaré un poco más por aquí, disfrutando de su hospitalidad. Con su permiso— se inclinó levemente cruzando las piernas y alzando su falda, tal como lo haría una damisela. Volvió a donde su esposo y tomándole del brazo regresaron al banquete del duque.
Se retiró unos pasos y Derek llegó hasta ella, abrazándola por detrás y besando sus cabellos oscuros. El duque comenzó a explicar las verdaderas razones, un discurso elaborado y resumido. Pero lo suficiente claro.
—Será un honor duque, no defraudaré su confianza— se expresó luego de la propuesta del líder. Y cuando Emerick los despachó, Crystall volvió a acercarse a él.
—Mi señor será conveniente que sea sutil, que en su estado visto por la clase alta, está media desnuda— y le guiñó el ojo. —Andaré un poco más por aquí, disfrutando de su hospitalidad. Con su permiso— se inclinó levemente cruzando las piernas y alzando su falda, tal como lo haría una damisela. Volvió a donde su esposo y tomándole del brazo regresaron al banquete del duque.
Crystall Van Wijs- Hechicero Clase Alta
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