AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdo del primer mensaje :
He caminado en la vida
fabricando mi destino,
de a poco junté las cosas
que estaban en mi camino,
pero no me cuestioné
tras tan largo recorrido,
si todo aquello fue real
o era un dictado frío...
________
La función del día anterior me dejó rendido, física y mentalmente. Ya no disfruto de la actuación en ese recinto como antes. Ha dejado de ilusionarme, todo me parece igual. Comienzo a pensar que la decisión de haber ido a aquella audición en la taberna fue una buena idea. Jefes nuevos, rostros frescos, nuevos compañeros… Los aires de cambio me sentarán bien. Si bien, no es algo seguro en cuanto al prestigio del teatro, es lo que menos me importa. Las cosas con sujeto que se hace llamar mi jefe, están muy tensas. No puedo seguir ni un minuto más ahí. Mucho de lo que pase hoy, va a influir en mi vida futura, para bien, para mal, pero será un parte aguas. Formar parte de un nuevo proyecto me ilusiona, porque me da la oportunidad de volver a comenzar. De aprender de los errores del pasado y no volverlos a repetir.
Con éste pensamiento feliz, termino de arreglarme, luego de haber desayunado un poco, más no mucho (De cualquier modo, no es que hiciera abundancia en casa) me gusta sentirme ligero, porque de ésta manera estoy alerta, y no con pesadez, bostezando. No quiero causar una mala impresión al señor Callahan y a la señorita Natalia. Un pensamiento vuela fugaz hasta la figura del que será mi nuevo jefe. Tan joven, pero ya con ideas claras en su cabeza. No es mucho mayor que yo, y sin embargo ya con un importante proyecto entre manos. Es ambicioso y sabe lo que hace, lo que quiere y lo que busca. Aquella noche en la taberna dijo mucho y a la vez nada. Ha depositado su confianza en mi y no quiero fallarle. No le voy a fallar…
Cerrando con trompicones la puerta de mi hogar - la perilla esta demasiado oxidada - me dirijo hacia una de las avenidas principales a buscar un carromato. La dirección que se me ha proporcionado parece ser un poco alejados De mi actual ubicación y si bien puedo ir a pie - o valido - No quiero llegar tarde y mucho menos perder mi ropa. Gastaré un poco más de lo planeado porque será un viaje un poco costoso, pero no me importa. Estoy decididoido y cuando algo se mete en mi cabeza, no hay poder humano que me haga cambiar de opinión.
Una vez abordo, me dedico a observar el paisaje circundante. Como, con el transcurso del camino, las construcciones van cambiando de aspecto. De las muy humildes, a las muy elegantes y… A las derruidas. << ¿Estaremos en la dirección correcta? >> Es inevitable el que yo saque mi cabeza y le pregunte al hombre que va guiando al caballo si es correcto el camino por el que vamos pasando. Él tranquilamente contesta, que no desespere, que la dirección que le he proporcionado está retirado del centro de la ciudad, pero que en cuestión de minutos estaremos a la puerta de mi destino. Me encojo de hombros, si lo ha dicho tan seguro, es por que así debe ser. No soy quién para cuestionarlo. Yo creo que estoy ansioso, desesperado por llegar y todo se me vuelve más alejado de lo que realmente debe estar.
-Hemos llegado señor.-La voz del ansiando me hace respingar, arrancándome de mis pensamientos. Al parecer cerré los ojos sin darme cuenta y comenzaba a quedarme dormido.
-Muchas gracias, aquí tiene. Muy amable-. Pago la cantidad pactada antes de haber abordado, observando cómo es que se aleja lentamente . Giro sobre mis talones y me sorprende ver lo que observo. La construcción parece abandonada, aunque el cancel está abierto de par en par. ¿Sería conveniente entrar sin antes anunciarme? Camino sigiloso, intentando no hacer demasiado ruido, todo parece tan silencioso…
-¿Buenos días?
Mi voz hace eco.
-Vengo al ensayo… Busco a Kurt Callahan-. Cuando ingreso por completo al recinto, me doy cuenta de que algún grupo de gente está tratando de limpiar y poner todo en orden barriendo la estancia, lo que ocasiona que el polvo acumulado se levante, haciéndome toser.-- Me ha citado a ésta hora.
fabricando mi destino,
de a poco junté las cosas
que estaban en mi camino,
pero no me cuestioné
tras tan largo recorrido,
si todo aquello fue real
o era un dictado frío...
La función del día anterior me dejó rendido, física y mentalmente. Ya no disfruto de la actuación en ese recinto como antes. Ha dejado de ilusionarme, todo me parece igual. Comienzo a pensar que la decisión de haber ido a aquella audición en la taberna fue una buena idea. Jefes nuevos, rostros frescos, nuevos compañeros… Los aires de cambio me sentarán bien. Si bien, no es algo seguro en cuanto al prestigio del teatro, es lo que menos me importa. Las cosas con sujeto que se hace llamar mi jefe, están muy tensas. No puedo seguir ni un minuto más ahí. Mucho de lo que pase hoy, va a influir en mi vida futura, para bien, para mal, pero será un parte aguas. Formar parte de un nuevo proyecto me ilusiona, porque me da la oportunidad de volver a comenzar. De aprender de los errores del pasado y no volverlos a repetir.
Con éste pensamiento feliz, termino de arreglarme, luego de haber desayunado un poco, más no mucho (De cualquier modo, no es que hiciera abundancia en casa) me gusta sentirme ligero, porque de ésta manera estoy alerta, y no con pesadez, bostezando. No quiero causar una mala impresión al señor Callahan y a la señorita Natalia. Un pensamiento vuela fugaz hasta la figura del que será mi nuevo jefe. Tan joven, pero ya con ideas claras en su cabeza. No es mucho mayor que yo, y sin embargo ya con un importante proyecto entre manos. Es ambicioso y sabe lo que hace, lo que quiere y lo que busca. Aquella noche en la taberna dijo mucho y a la vez nada. Ha depositado su confianza en mi y no quiero fallarle. No le voy a fallar…
Cerrando con trompicones la puerta de mi hogar - la perilla esta demasiado oxidada - me dirijo hacia una de las avenidas principales a buscar un carromato. La dirección que se me ha proporcionado parece ser un poco alejados De mi actual ubicación y si bien puedo ir a pie - o valido - No quiero llegar tarde y mucho menos perder mi ropa. Gastaré un poco más de lo planeado porque será un viaje un poco costoso, pero no me importa. Estoy decididoido y cuando algo se mete en mi cabeza, no hay poder humano que me haga cambiar de opinión.
Una vez abordo, me dedico a observar el paisaje circundante. Como, con el transcurso del camino, las construcciones van cambiando de aspecto. De las muy humildes, a las muy elegantes y… A las derruidas. << ¿Estaremos en la dirección correcta? >> Es inevitable el que yo saque mi cabeza y le pregunte al hombre que va guiando al caballo si es correcto el camino por el que vamos pasando. Él tranquilamente contesta, que no desespere, que la dirección que le he proporcionado está retirado del centro de la ciudad, pero que en cuestión de minutos estaremos a la puerta de mi destino. Me encojo de hombros, si lo ha dicho tan seguro, es por que así debe ser. No soy quién para cuestionarlo. Yo creo que estoy ansioso, desesperado por llegar y todo se me vuelve más alejado de lo que realmente debe estar.
-Hemos llegado señor.-La voz del ansiando me hace respingar, arrancándome de mis pensamientos. Al parecer cerré los ojos sin darme cuenta y comenzaba a quedarme dormido.
-Muchas gracias, aquí tiene. Muy amable-. Pago la cantidad pactada antes de haber abordado, observando cómo es que se aleja lentamente . Giro sobre mis talones y me sorprende ver lo que observo. La construcción parece abandonada, aunque el cancel está abierto de par en par. ¿Sería conveniente entrar sin antes anunciarme? Camino sigiloso, intentando no hacer demasiado ruido, todo parece tan silencioso…
-¿Buenos días?
Mi voz hace eco.
-Vengo al ensayo… Busco a Kurt Callahan-. Cuando ingreso por completo al recinto, me doy cuenta de que algún grupo de gente está tratando de limpiar y poner todo en orden barriendo la estancia, lo que ocasiona que el polvo acumulado se levante, haciéndome toser.-- Me ha citado a ésta hora.
Última edición por Joshua Maloney el Mar Jul 14, 2015 5:14 pm, editado 1 vez
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 322
Fecha de inscripción : 12/08/2013
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
-Espera. No. ¡No! No me atraparás.
Debido a la cena que tendríamos en la casa de la señora Callahan, María se había empecinado en que me afeitara la barba, alegando que desde que me había conocido no me había afeitado el rostro ni una sola vez, por lo que de regalo de navidad, le gustaría mucho que me deshiciera de las barbas que picaban cuando le daba un beso. << Ella me robaba los besos la mayoría de las veces >> pero como buen hombre orgulloso de su preciada barba cubriendo su rostro, había presentado una lucha intensa por conservar mi dignidad, por lo que nos enfrascamos en una batalla campal en medio de la sala y el comedor.
Finalmente me dejé atrapar encima del sofá. Era obvio que jamás iba a alcanzarme, pero lo pasábamos muy bien en compañía el uno del otro. Sonreíamos y nos hacíamos bromas constantemente.
-Está bien, tú ganas. Me afeitaré. Pero yo lo haré...Dame acá eso, señorita barbera, o eres capaz de sacarme un ojo. - Bromeé. María se había apoderado de la navaja y amenazaba con hacerme algunos cortes si no cedía. -Tendrás que esperar aquí hasta que salga. Sé buena y no hagas travesuras mientras vuelvo.
Me robó tres besos más y comenzaba a abrirme los primeros botones de la camisa. A últimas fechas la notaba muy insistente conmigo para tener intimidad, pero yo no cedía tan fácilmente, puesto que no sentiamos lo mismo. Ella era una señorita apasionada y enamorada. Yo por el contrario, había dejado de pensar en el amor hacía ya tiempo. No era justo para ella, pero no podía ofrecerle nada más. Ella parecía intuirlo por lo que constantamente cambiaba de peinado, de vestido, con tal de agradarme lo más posible. Aquella sombra que representaba "ojos azules" era muy grande y oscura, como siempre me recordaba cuando discutíamos, que eran pocas veces, pero aún así, siempre sintiéndose a su sombra. No había tal punto de comparaciön, desde luego, pero ella no podía saberlo y yo no iba a decírselo.
-Ya vuelvo, no tardo. - retiré sutilmente sus manos de mi ropa y me levanté. Pareció molestarse, pero no le di tiempo a nada. Me encerré en el baño, y suspiré recargado sobre la puerta. Resignado, fui hacia el lavabo para echarme agua y enjabonarme. Cuando hube terminado, observé largo rato mi reflejo en el espejo. Ahí estaba de nuevo Joshua. Siempre con su mirada triste, sin un ápice de cambio. Esa era mi maldición. Negué y me sequé el rostro finalmente. Salí del baño.
-¿ Y bien? ¿Qué opinas? -giré sobre mis talones para que me observara.
-Oh...- Me miró con insistencia y se acercó para acariciar mi rostro con ambas manos.- Así que aquí estás. Te has quitado al menos unos cinco años de encima. Pareces un chiquillo. Uno muy guapo.
-Bueno, no exageres- me puse rojo -. Ya tienes tu regalo de cumpleaños. Espero te guste.
-Muchas gracias, eres el mejor. - besó mi mentón.
Estuvo abrazándome un rato. Yo igualmente le abracé y le dí un beso en la cabeza. Yo le quería mucho, si, pero no como ella necesitaba. Todos los días me culpaba por ello, pero trataba de hacerle felíz en todo lo que podía. Ella lo merecía, puesto que era una mujer extraordinaria, muy trabajadora y buena hija y hermana. Además sus padres me adoraban, ¿qué más podía pedir?
-Ahora, apuremos que se nos hará tarde y los panecillos de zarzamora que horneaste se enfriarán. Vamos, vamos.
Salimos de casa bien arropados pues el clima estaba muy frío, y abordamos el primer carromato que pasó libre. Tardamos en llegar un poco más de lo imprevisto, pero era debido a la nieve que se agolpaba por el camino. Esta caía a ratos y otras tantas se presentaba una ligera escarcha que nos ponía roja la nariz. Pagué los servicios, no sin antes desearle una feliz Nochebuena al cochero y María tocó finalmente la puerta de la casa.
Me quedé literalmente helado. ¡Congelado sobre el piso! Fue una sorpresa inesperada el reencontrarme con ese par de ojos de azul intenso que me miraron con absoluta incredulidad. Yo, que llevaba la canastilla con los panes, me aferré a ella, aunque fue tanta la fuerza que apliqué, que terminé por romperla. Ahí mismo tuve el deseo de dar media vuelta y alejarme, pero la voz de la madre de Kurt, terminó por hacerme desistir de mi repentina cobardía. Nos hizo pasar, incluso presentó a María con su hijo, que no tardó en ser cordial, dándole dos besos en cada mejilla. Pero así era ella, muy social y amable.
Por mi parte, procuré guardar silencio. ¡No estaba preparado para decir nada, y mi corazón latía tan aprisa, que me oprimía el pecho. Estaba sumamente nervioso! No pude sino evocar aquel triste momento en el cuál le perdí en medio de aquel mar de gente. Nuevamente volvió a doler como el primer día. Él se había marchado, dejándome solo y ahora se presentaba así, de la nada... No había pasado mucho tiempo desde la separación, pero había un aire alrededor que significaba cambio. Kurt había cambiado, aunque yo también. Aún así, se le veía tan bien...
Afortunadamente la cena llegó en el momento adecuado. María y la señora Callahan, llevaban el hilo de la conversación, para mi beneplácito. Se llevaban muy bien.
-Si, pavo y ensalada para mi también. Huele muy delicioso, es usted una estupenda cocinera...- La madre de Kurt, pidió mi plato para poner sobre él una segunda ronda de comida. Necesitaba tener la boca y la vista ocupada, para no decir nada. No deseaba decir nada. Quería irme de ahí, tanto así, que me ofrecía llevar los platos a la cocina, para esperar la media noche y brindar. Estaba deseoso de un respiro, aunque fuera un momento.
Ya en la cocina, acomodé todo desparpajadamente, e incluso tiré un par de trastos. Mi torpeza se había incrementado, aunque afortunadamente no había roto ni un solo trasto. << Tranquilo...Respira, respira. Disimula y todo está bien..>> hice algunos ejercicios de respiración, muy parecidos a los que solía hacer antes de salir a escena. Solía funcionar y esperaba que ésta vez no fuera la excepción.
Debido a la cena que tendríamos en la casa de la señora Callahan, María se había empecinado en que me afeitara la barba, alegando que desde que me había conocido no me había afeitado el rostro ni una sola vez, por lo que de regalo de navidad, le gustaría mucho que me deshiciera de las barbas que picaban cuando le daba un beso. << Ella me robaba los besos la mayoría de las veces >> pero como buen hombre orgulloso de su preciada barba cubriendo su rostro, había presentado una lucha intensa por conservar mi dignidad, por lo que nos enfrascamos en una batalla campal en medio de la sala y el comedor.
Finalmente me dejé atrapar encima del sofá. Era obvio que jamás iba a alcanzarme, pero lo pasábamos muy bien en compañía el uno del otro. Sonreíamos y nos hacíamos bromas constantemente.
-Está bien, tú ganas. Me afeitaré. Pero yo lo haré...Dame acá eso, señorita barbera, o eres capaz de sacarme un ojo. - Bromeé. María se había apoderado de la navaja y amenazaba con hacerme algunos cortes si no cedía. -Tendrás que esperar aquí hasta que salga. Sé buena y no hagas travesuras mientras vuelvo.
Me robó tres besos más y comenzaba a abrirme los primeros botones de la camisa. A últimas fechas la notaba muy insistente conmigo para tener intimidad, pero yo no cedía tan fácilmente, puesto que no sentiamos lo mismo. Ella era una señorita apasionada y enamorada. Yo por el contrario, había dejado de pensar en el amor hacía ya tiempo. No era justo para ella, pero no podía ofrecerle nada más. Ella parecía intuirlo por lo que constantamente cambiaba de peinado, de vestido, con tal de agradarme lo más posible. Aquella sombra que representaba "ojos azules" era muy grande y oscura, como siempre me recordaba cuando discutíamos, que eran pocas veces, pero aún así, siempre sintiéndose a su sombra. No había tal punto de comparaciön, desde luego, pero ella no podía saberlo y yo no iba a decírselo.
-Ya vuelvo, no tardo. - retiré sutilmente sus manos de mi ropa y me levanté. Pareció molestarse, pero no le di tiempo a nada. Me encerré en el baño, y suspiré recargado sobre la puerta. Resignado, fui hacia el lavabo para echarme agua y enjabonarme. Cuando hube terminado, observé largo rato mi reflejo en el espejo. Ahí estaba de nuevo Joshua. Siempre con su mirada triste, sin un ápice de cambio. Esa era mi maldición. Negué y me sequé el rostro finalmente. Salí del baño.
-¿ Y bien? ¿Qué opinas? -giré sobre mis talones para que me observara.
-Oh...- Me miró con insistencia y se acercó para acariciar mi rostro con ambas manos.- Así que aquí estás. Te has quitado al menos unos cinco años de encima. Pareces un chiquillo. Uno muy guapo.
-Bueno, no exageres- me puse rojo -. Ya tienes tu regalo de cumpleaños. Espero te guste.
-Muchas gracias, eres el mejor. - besó mi mentón.
Estuvo abrazándome un rato. Yo igualmente le abracé y le dí un beso en la cabeza. Yo le quería mucho, si, pero no como ella necesitaba. Todos los días me culpaba por ello, pero trataba de hacerle felíz en todo lo que podía. Ella lo merecía, puesto que era una mujer extraordinaria, muy trabajadora y buena hija y hermana. Además sus padres me adoraban, ¿qué más podía pedir?
-Ahora, apuremos que se nos hará tarde y los panecillos de zarzamora que horneaste se enfriarán. Vamos, vamos.
Salimos de casa bien arropados pues el clima estaba muy frío, y abordamos el primer carromato que pasó libre. Tardamos en llegar un poco más de lo imprevisto, pero era debido a la nieve que se agolpaba por el camino. Esta caía a ratos y otras tantas se presentaba una ligera escarcha que nos ponía roja la nariz. Pagué los servicios, no sin antes desearle una feliz Nochebuena al cochero y María tocó finalmente la puerta de la casa.
Me quedé literalmente helado. ¡Congelado sobre el piso! Fue una sorpresa inesperada el reencontrarme con ese par de ojos de azul intenso que me miraron con absoluta incredulidad. Yo, que llevaba la canastilla con los panes, me aferré a ella, aunque fue tanta la fuerza que apliqué, que terminé por romperla. Ahí mismo tuve el deseo de dar media vuelta y alejarme, pero la voz de la madre de Kurt, terminó por hacerme desistir de mi repentina cobardía. Nos hizo pasar, incluso presentó a María con su hijo, que no tardó en ser cordial, dándole dos besos en cada mejilla. Pero así era ella, muy social y amable.
Por mi parte, procuré guardar silencio. ¡No estaba preparado para decir nada, y mi corazón latía tan aprisa, que me oprimía el pecho. Estaba sumamente nervioso! No pude sino evocar aquel triste momento en el cuál le perdí en medio de aquel mar de gente. Nuevamente volvió a doler como el primer día. Él se había marchado, dejándome solo y ahora se presentaba así, de la nada... No había pasado mucho tiempo desde la separación, pero había un aire alrededor que significaba cambio. Kurt había cambiado, aunque yo también. Aún así, se le veía tan bien...
Afortunadamente la cena llegó en el momento adecuado. María y la señora Callahan, llevaban el hilo de la conversación, para mi beneplácito. Se llevaban muy bien.
-Si, pavo y ensalada para mi también. Huele muy delicioso, es usted una estupenda cocinera...- La madre de Kurt, pidió mi plato para poner sobre él una segunda ronda de comida. Necesitaba tener la boca y la vista ocupada, para no decir nada. No deseaba decir nada. Quería irme de ahí, tanto así, que me ofrecía llevar los platos a la cocina, para esperar la media noche y brindar. Estaba deseoso de un respiro, aunque fuera un momento.
Ya en la cocina, acomodé todo desparpajadamente, e incluso tiré un par de trastos. Mi torpeza se había incrementado, aunque afortunadamente no había roto ni un solo trasto. << Tranquilo...Respira, respira. Disimula y todo está bien..>> hice algunos ejercicios de respiración, muy parecidos a los que solía hacer antes de salir a escena. Solía funcionar y esperaba que ésta vez no fuera la excepción.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Me sentía en tensión constante, sin apenas poder respirar. Tener a Joshua tan cerca después de tantos años era…extraño y complicado. De alguna forma debía comportarme como si el fuese un extraño para mi, alguien a quien había conocido hacía mucho tiempo y que un día dejo de estar sin más pero era no era la realidad. Joshua no había sido una persona más, nunca dejo de estar y sin embargo era la primera vez en más de un año que podía ver sus manos desde cerca, sentir suavemente su olor e intuir el verde de sus ojos porque en realidad no me atrevía a mirarlos de frente pero me los imaginaba con el brillo de siempre, escondidos entre sus pestañas negras…
No estuve atento a la conversación, me limitaba a responder con monosílabos o frases cortas cada vez que alguna de las dos damas de la mesa solicitaban mi atención. Terminamos la comida y Joshua se ofreció a llevar los platos a la cocina, nosotros nos movimos hacia el pequeño salón en el que había dos sillones y un sofá para dos. Me senté en uno de los sillones y mi madre en el otro, María esperaba compartir el sofá cuando Joshua volviese.
Ellas siguieron con su charla pero unos ruidos en la cocina nos pusieron en alerta a todos, mi madre y María hicieron un ademán de ponerse en pie. –No, por favor, sentaros, voy a ver qué pasa…-No sé porqué lo hice, no quería acercarme a él ni tener que hablar pero lo cierto es que me levante y fui hacia la cocina intentando no hacer mucho ruido. Cuando entré vi a Joshua con una olla entre sus manos, seguramente la que había hecho caer. Estaba concentrado o al menos eso parecía.
Terminé de acortar la distancia entre los dos y me coloqué tras su espalda tomando con delicadeza sus dos manos y a la vez sujetando las azas de la olla -cuidado o se te volverá a caer-dije cerca de su oído y dejamos aquel traste sobre el mesón de la cocina. Solo fueron unos segundos, pues pude escuchar unos pasos acercarse a la cocina y sabía que pronto sería rechazado por él pero en esos breves segundos pude acaricias sus manos y acercarme muy despacio a su cabello dejando que su aroma me llenase los pulmones. Contuve la respiración unos cuantos segundos después de haberme separado de él pues no quería que ese olor me abandonase tan pronto.
María atravesó el marco de la puerta y le dijo a Josh que le ayudaría con los platos, para ese momento yo ya estaba al otro lado de la cocina buscando las copas donde serviríamos el Champagne que mi madre guardaba para ocasiones especiales. Cuando salí de la cocina volví a respirar con normalidad intentando no pensar en el beso que María acababa de darle a Joshua.
Deje las copas sobre la pequeña mesilla que había en el centro del salón, rodeada por los sillones y el sofá. Las manos me temblaban un poco y casi rompo una, mi madre me miró – ¿Ha pasado algo?- me preguntó y yo negué con la cabeza. Me senté.
Al poco rato la pareja volvió de la cocina con los panecillos que había traído para el postre. Mi madre sirvió las copas y las repartió. La velada transcurrió sin más, dieron las doce, brindamos, comimos los panecillos de María que estaban muy buenos y después de un par de copas más de champagne y un regalo que nos hizo mi madre a todos, una bufanda y guantes que ella misma había tejido para cada uno, la pareja se despidió.
Me quedé un poco más ayudando a mi madre para terminar de lavar y recoger todo. No quería hablar con ella, estaba molesto por haberme hecho aquella encerrona.
-Lo siento…creí que sería una buena idea que le vieses y que conocieras a María, en una ocasión me dijiste que solo querías que Joshua fuese feliz y bueno, lo has visto…-No respondí- Ahora veo que fue un error pero kurt, hijo-se acerco a mi cogiéndome de los brazos- él ha rehecho su vida y tu también deberías, no puedes pasar el resto de tu vida escuchándole tocar desde una esquina, tu también tienes derecho a ser feliz, a formar una familia…
-No te ofendas pero eso es asunto mío, probablemente no llegue a tener una familia ni hijos y creo que deberías empezar a aceptar ese hecho mamá…gracias por la cena-me despedí de ella, me enfundé en mis guantes y mi bufanda nuevos y en mi abrigo un tanto raido. Caminé entre la nieve dando un rodeo antes de llegar a casa, no quería volver a esa habitación fría a pensar en Joshua y su pareja que seguramente en esos momentos se estuviese enredando entre sus brazos y sus labios.
Caminando me tope con un burdel que irradiaba calor y perfumes, una joven rubia con unos enormes ojos se acerco a mí y me sonrió- tienes aspecto de estar muy triste y solo-acaricio mi mejilla-parecer un cachorrito perdido…-la mire a los ojos y en ella me vi a mi, esa misma tristeza y esa misma soledad de quien vive sin rumbo fijo.
Tome sus mejillas entre mis manos y la bese de forma suave, necesitaba darle a alguien ese beso que intentaba retener desde que vi a Joshua en la puerta –esta noche no, pero vendré a buscarte- esa noche quería estar solo a pesar de todo, pero la mirada de aquella joven me había tocado y seguramente volvería a buscarla para compartir esa soledad.
Finalmente volví a casa a esperar el próximo día y el siguiente y el siguiente a ese…
No estuve atento a la conversación, me limitaba a responder con monosílabos o frases cortas cada vez que alguna de las dos damas de la mesa solicitaban mi atención. Terminamos la comida y Joshua se ofreció a llevar los platos a la cocina, nosotros nos movimos hacia el pequeño salón en el que había dos sillones y un sofá para dos. Me senté en uno de los sillones y mi madre en el otro, María esperaba compartir el sofá cuando Joshua volviese.
Ellas siguieron con su charla pero unos ruidos en la cocina nos pusieron en alerta a todos, mi madre y María hicieron un ademán de ponerse en pie. –No, por favor, sentaros, voy a ver qué pasa…-No sé porqué lo hice, no quería acercarme a él ni tener que hablar pero lo cierto es que me levante y fui hacia la cocina intentando no hacer mucho ruido. Cuando entré vi a Joshua con una olla entre sus manos, seguramente la que había hecho caer. Estaba concentrado o al menos eso parecía.
Terminé de acortar la distancia entre los dos y me coloqué tras su espalda tomando con delicadeza sus dos manos y a la vez sujetando las azas de la olla -cuidado o se te volverá a caer-dije cerca de su oído y dejamos aquel traste sobre el mesón de la cocina. Solo fueron unos segundos, pues pude escuchar unos pasos acercarse a la cocina y sabía que pronto sería rechazado por él pero en esos breves segundos pude acaricias sus manos y acercarme muy despacio a su cabello dejando que su aroma me llenase los pulmones. Contuve la respiración unos cuantos segundos después de haberme separado de él pues no quería que ese olor me abandonase tan pronto.
María atravesó el marco de la puerta y le dijo a Josh que le ayudaría con los platos, para ese momento yo ya estaba al otro lado de la cocina buscando las copas donde serviríamos el Champagne que mi madre guardaba para ocasiones especiales. Cuando salí de la cocina volví a respirar con normalidad intentando no pensar en el beso que María acababa de darle a Joshua.
Deje las copas sobre la pequeña mesilla que había en el centro del salón, rodeada por los sillones y el sofá. Las manos me temblaban un poco y casi rompo una, mi madre me miró – ¿Ha pasado algo?- me preguntó y yo negué con la cabeza. Me senté.
Al poco rato la pareja volvió de la cocina con los panecillos que había traído para el postre. Mi madre sirvió las copas y las repartió. La velada transcurrió sin más, dieron las doce, brindamos, comimos los panecillos de María que estaban muy buenos y después de un par de copas más de champagne y un regalo que nos hizo mi madre a todos, una bufanda y guantes que ella misma había tejido para cada uno, la pareja se despidió.
Me quedé un poco más ayudando a mi madre para terminar de lavar y recoger todo. No quería hablar con ella, estaba molesto por haberme hecho aquella encerrona.
-Lo siento…creí que sería una buena idea que le vieses y que conocieras a María, en una ocasión me dijiste que solo querías que Joshua fuese feliz y bueno, lo has visto…-No respondí- Ahora veo que fue un error pero kurt, hijo-se acerco a mi cogiéndome de los brazos- él ha rehecho su vida y tu también deberías, no puedes pasar el resto de tu vida escuchándole tocar desde una esquina, tu también tienes derecho a ser feliz, a formar una familia…
-No te ofendas pero eso es asunto mío, probablemente no llegue a tener una familia ni hijos y creo que deberías empezar a aceptar ese hecho mamá…gracias por la cena-me despedí de ella, me enfundé en mis guantes y mi bufanda nuevos y en mi abrigo un tanto raido. Caminé entre la nieve dando un rodeo antes de llegar a casa, no quería volver a esa habitación fría a pensar en Joshua y su pareja que seguramente en esos momentos se estuviese enredando entre sus brazos y sus labios.
Caminando me tope con un burdel que irradiaba calor y perfumes, una joven rubia con unos enormes ojos se acerco a mí y me sonrió- tienes aspecto de estar muy triste y solo-acaricio mi mejilla-parecer un cachorrito perdido…-la mire a los ojos y en ella me vi a mi, esa misma tristeza y esa misma soledad de quien vive sin rumbo fijo.
Tome sus mejillas entre mis manos y la bese de forma suave, necesitaba darle a alguien ese beso que intentaba retener desde que vi a Joshua en la puerta –esta noche no, pero vendré a buscarte- esa noche quería estar solo a pesar de todo, pero la mirada de aquella joven me había tocado y seguramente volvería a buscarla para compartir esa soledad.
Finalmente volví a casa a esperar el próximo día y el siguiente y el siguiente a ese…
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
No preví nada de lo que ocurrió. Simplemente unas manos atraparon las mías y de inmediato supe de quién se trataba. Su inconfundible e inolvidable aroma envolviéndome entre sus brazos y su boca muy cerca al oído. Fue un chispazo, una llamarada que me quemó entero al instante. Un simple roce que me había hecho vibrar. Sólo él podía hacerme sentirlo, solo él. Me hizo perder la cabeza y sólo recuperé la cordura al escuchar la voz de María, arrancándome de aquel pequeño pero intenso sueño al plantarme un beso robado, como tenía acostumbrado. Kurt ya se había apartado y abandonado la cocina.
-¿Ocurre algo Joshua? Has estado muy callado todo el tiempo. Más de lo normal. - terminó de acomodar todo el desastre que había hecho.
-Debe... Ser la fecha. Recordé a mi madre eso es todo. -En parte era verdad. Le extrañaba demasiado y Dios sabía cuánto la necesité todos aquellos meses.-Estaré bien, no te preocupes. Volvamos con los demás. Es Nochebuena. Época de estar felices y celebrar-traté de sonreír. El siguiente par de horas me limité a asentir y a platicar un poco, como si nada pasara. No podía hacer otra cosa. Estaba librando una cruenta batalla en mi interior por tratar de alejar pensamientos no adecuados para la velada. ¿Qué me ocurría?
Afortunadamente para todos, terminamos el postre y nos despedimos, después de dar las gracias y repartir bendiciones. Evité hacer contacto con la mirada de Kurt. No estaba preparado aún, aunque la dudas me carcomían: ¿Qué habría hecho todo ése tiempo lejos de París? ¿Habría conodido a alguien más? ¿Sólo estaba de paso por las fiestas? ¿Volvería a irse?
Fue un alivio cuando la puerta cerró detrás de nosotros. Llevé a María de regreso a su casa, aún en contra de su voluntad, pero le hice reflexionar en el hecho de que su familia nos esperaba para cenar de nuevo. En eso habíamos quedado en un principio. Aún hacía hacía remilgos. A veces me molestaba su manera infantil de comportarse. Sólo éramos novios sólo por el simple hecho de no romperle el corazón - porque sabía lo horrible que podías sentirte en un momento así y no quería verla sufrir - pero ella era tan insistente en querer estar todo el tiempo conmigo, como si fuéramos un matrimonio, que me asfixiaba.
Pasada las dos de la madrugada, pude por fin escaparme a la casa. A fuera hacía mucho frío, aún así preferí ir caminando, que ya no quedaba muy lejos. Necesitaba despejarme, acomodar las ideas y estar solo. Apenas traspasé el umbral, y resguardado en mi nido, me tumbé sobre la cama, perdiendo mi vista en el techo. Cerré los ojos posteriormente, evocando el momento en que Kurt había acariciado mis manos. Lo que un simple roce podía provocar... Me hice ovillo sobre la cama, imaginándole a mi lado. En ése lado izquierdo que le gustaba ocupar, desde donde yo le observaba respirar mientras el dormía. Sí, habíamos tenido bellos momentos juntos a pesar de todo. Acaricié la suave colcha, con una mano, mientras que con la otra simulaba... Ya saben qué.
Luego de muchos días, con sus respectivas noches, y haber localizado su aroma (que busqué como loco desesperado por todo París) planeé hacerle una visita luego de localizar su casa que no quedaba demasiado lejos de mi área de trabajo, por fortuna. Sería una visita especial y muy anhelada. De verdad necesitaba verlo, ya no podía soportar el tenerle lejos, sin saber qué era de su vida. Necesitaba respuestas.
Terminé la última función de la noche en la plaza y le pedí a María que llevara el dinero recaudado a casa, y que le buscaría al dia siguiente como siempre. Una vez me libré de ella y decidido, puse marcha hacia el edificio donde vivia el rubio. Traté de ser lo más cuidadoso posible, mimetizándome con el entorno para que nadie me viera entrar. Cosa que logré muy fácil. Tener ciertas habilidades ayudaba mucho en situaciones desesperadas como ésta. Me sentía como un ladrón al invadir su espacio, pero felizmente me di cuenta de que vivía solo. Dentro de su armario, únicamente había ropa suya. Una cama amplia resaltaba al centro de la habitación, un escritorio con algunos libros encima - sus preferidos - y un cuaderno con sus memorias, que no me atreví a abrir por obvias razones. Aunque las ansias me carcomían. Estuve a punto de hacerlo, pero la puerta se abrió. El había llegado. Aunque no podía verme, me sentía nervioso de que todo saliera mal y me pillara; mi torpeza se incrementaba cuando de él se trataba.
Dios, estábamos tan cerca, y tan lejos a la vez...
Kurt se sacó el abrigo, y lo puso en el respaldo de la silla. Deslizó la misma y se sentó, colocando algunas monedas sobre la mesa. Aproveché el momento para acercarme y susurrar su nombre al oído. El pareció desconcertarse y me separé inmediatamente. Fueron apenas unos cuantos pasos. El en su incertidumbre, revisó la habitación con la mirada. Por fin, pude verle a los ojos. Eran tan azules y profundos... Ahí pude darme cuenta de que le seguía amando como desde el primer día. ¡Necesitaba tanto un abrazo suyo!
Una tristeza infinita me invadió y abandoné la habitación así como llegué. ¿Por qué había ido a buscarle? Estaba enojado conmigo mismo. ¡Era un completo estúpido! Aún no sabía nada sobre su vida y... ¡Argg! Fui pateando piedras por el camino de tan enojado que estaba. Una de ellas pegó en los escalones de una taberna. No supe por qué, pero mis pasos me llevaron directamente dentro. Lo primero que hice fue pedirle algo fuerte al camarero. ¡Lo que fuera! Y no fue una copa, no, sino tomé toda la bostella y la bebí como si de agua se tratara. De la primera llegó la segunda, la tercera ¿Cuántas se necesitaban para emborrachar a un cambiante? Al final perdí la cuenta y el dinero también, pero eso si, salí de ahí ya de madrugada con una de ellas en mi mano, riéndome como tonto.
Armado de valor y aún en mi inconsciencia alcohólica , decidí hacerle frente a la situación. Regresé con Kurt, entré a ese oscuro edifició y toqué su puerta insistentemente. No me iría hasta que me abriera.
-¡Kurt! ¡Kurt, ábreme la puerta! - segui riéndome de tan estupido que me sentía-.
Finalmente, la puerta se abrió lentamente y fue como si saliera el sol. Rubio, somnoliento y despeinado estaba. Me vio sin podérselo creer. Pero no le di tiempo a decir nada, aventé la puerta y sin decir nada más, le atraje por la nuca y le besé.
-¿Ocurre algo Joshua? Has estado muy callado todo el tiempo. Más de lo normal. - terminó de acomodar todo el desastre que había hecho.
-Debe... Ser la fecha. Recordé a mi madre eso es todo. -En parte era verdad. Le extrañaba demasiado y Dios sabía cuánto la necesité todos aquellos meses.-Estaré bien, no te preocupes. Volvamos con los demás. Es Nochebuena. Época de estar felices y celebrar-traté de sonreír. El siguiente par de horas me limité a asentir y a platicar un poco, como si nada pasara. No podía hacer otra cosa. Estaba librando una cruenta batalla en mi interior por tratar de alejar pensamientos no adecuados para la velada. ¿Qué me ocurría?
Afortunadamente para todos, terminamos el postre y nos despedimos, después de dar las gracias y repartir bendiciones. Evité hacer contacto con la mirada de Kurt. No estaba preparado aún, aunque la dudas me carcomían: ¿Qué habría hecho todo ése tiempo lejos de París? ¿Habría conodido a alguien más? ¿Sólo estaba de paso por las fiestas? ¿Volvería a irse?
Fue un alivio cuando la puerta cerró detrás de nosotros. Llevé a María de regreso a su casa, aún en contra de su voluntad, pero le hice reflexionar en el hecho de que su familia nos esperaba para cenar de nuevo. En eso habíamos quedado en un principio. Aún hacía hacía remilgos. A veces me molestaba su manera infantil de comportarse. Sólo éramos novios sólo por el simple hecho de no romperle el corazón - porque sabía lo horrible que podías sentirte en un momento así y no quería verla sufrir - pero ella era tan insistente en querer estar todo el tiempo conmigo, como si fuéramos un matrimonio, que me asfixiaba.
Pasada las dos de la madrugada, pude por fin escaparme a la casa. A fuera hacía mucho frío, aún así preferí ir caminando, que ya no quedaba muy lejos. Necesitaba despejarme, acomodar las ideas y estar solo. Apenas traspasé el umbral, y resguardado en mi nido, me tumbé sobre la cama, perdiendo mi vista en el techo. Cerré los ojos posteriormente, evocando el momento en que Kurt había acariciado mis manos. Lo que un simple roce podía provocar... Me hice ovillo sobre la cama, imaginándole a mi lado. En ése lado izquierdo que le gustaba ocupar, desde donde yo le observaba respirar mientras el dormía. Sí, habíamos tenido bellos momentos juntos a pesar de todo. Acaricié la suave colcha, con una mano, mientras que con la otra simulaba... Ya saben qué.
Luego de muchos días, con sus respectivas noches, y haber localizado su aroma (que busqué como loco desesperado por todo París) planeé hacerle una visita luego de localizar su casa que no quedaba demasiado lejos de mi área de trabajo, por fortuna. Sería una visita especial y muy anhelada. De verdad necesitaba verlo, ya no podía soportar el tenerle lejos, sin saber qué era de su vida. Necesitaba respuestas.
Terminé la última función de la noche en la plaza y le pedí a María que llevara el dinero recaudado a casa, y que le buscaría al dia siguiente como siempre. Una vez me libré de ella y decidido, puse marcha hacia el edificio donde vivia el rubio. Traté de ser lo más cuidadoso posible, mimetizándome con el entorno para que nadie me viera entrar. Cosa que logré muy fácil. Tener ciertas habilidades ayudaba mucho en situaciones desesperadas como ésta. Me sentía como un ladrón al invadir su espacio, pero felizmente me di cuenta de que vivía solo. Dentro de su armario, únicamente había ropa suya. Una cama amplia resaltaba al centro de la habitación, un escritorio con algunos libros encima - sus preferidos - y un cuaderno con sus memorias, que no me atreví a abrir por obvias razones. Aunque las ansias me carcomían. Estuve a punto de hacerlo, pero la puerta se abrió. El había llegado. Aunque no podía verme, me sentía nervioso de que todo saliera mal y me pillara; mi torpeza se incrementaba cuando de él se trataba.
Dios, estábamos tan cerca, y tan lejos a la vez...
Kurt se sacó el abrigo, y lo puso en el respaldo de la silla. Deslizó la misma y se sentó, colocando algunas monedas sobre la mesa. Aproveché el momento para acercarme y susurrar su nombre al oído. El pareció desconcertarse y me separé inmediatamente. Fueron apenas unos cuantos pasos. El en su incertidumbre, revisó la habitación con la mirada. Por fin, pude verle a los ojos. Eran tan azules y profundos... Ahí pude darme cuenta de que le seguía amando como desde el primer día. ¡Necesitaba tanto un abrazo suyo!
Una tristeza infinita me invadió y abandoné la habitación así como llegué. ¿Por qué había ido a buscarle? Estaba enojado conmigo mismo. ¡Era un completo estúpido! Aún no sabía nada sobre su vida y... ¡Argg! Fui pateando piedras por el camino de tan enojado que estaba. Una de ellas pegó en los escalones de una taberna. No supe por qué, pero mis pasos me llevaron directamente dentro. Lo primero que hice fue pedirle algo fuerte al camarero. ¡Lo que fuera! Y no fue una copa, no, sino tomé toda la bostella y la bebí como si de agua se tratara. De la primera llegó la segunda, la tercera ¿Cuántas se necesitaban para emborrachar a un cambiante? Al final perdí la cuenta y el dinero también, pero eso si, salí de ahí ya de madrugada con una de ellas en mi mano, riéndome como tonto.
Armado de valor y aún en mi inconsciencia alcohólica , decidí hacerle frente a la situación. Regresé con Kurt, entré a ese oscuro edifició y toqué su puerta insistentemente. No me iría hasta que me abriera.
-¡Kurt! ¡Kurt, ábreme la puerta! - segui riéndome de tan estupido que me sentía-.
Finalmente, la puerta se abrió lentamente y fue como si saliera el sol. Rubio, somnoliento y despeinado estaba. Me vio sin podérselo creer. Pero no le di tiempo a decir nada, aventé la puerta y sin decir nada más, le atraje por la nuca y le besé.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
A pesar de lo que dijese mi madre yo había vuelto a mi rutina diaria…escuchar a tocar a Joshua desde una esquina e irme a trabajar hasta quedarme exhausto. Aunque la verdad no dejaba de pensar en lo que me dijo, si era verdad que Joshua había rehecho su vida ya no me necesitaba, pero el problema era que le seguía queriendo y no sabía a dónde ir o qué hacer... No sabía cuánto tiempo más podía seguir así.
Pero para bien o para mal la monotonía acaba rompiéndose y muchas veces de forma complicada. Unos días después de la cena en casa de mi madre volví del trabajo por la mañana, cansado como siempre. Al entrar en la habitación noté algo raro pero no sabía definir el qué. Deje mi abrigo y me senté en mi escritorio para escribir antes de dormir. La sensación no me abandonaba, como si alguien estuviese allí observándome. Incluso llegue a escuchar mi nombre, parecía la voz de Joshua susurrándolo. Me levante y mire la habitación.
-Definitivamente estoy empezando a perder la cabeza-dije en voz baja y decidí acostarme. No sé cuánto tiempo dormí o si realmente llegué a despertarme cuando escuche unos golpes fuertes contra mi puerta porque sin duda lo que ocurrió a continuación parecía más bien un sueño.
Me puse en pie como pude, escuchaba a alguien decir mi nombre y pidiendo que le dejase entrar, no entendía nada y mucho menos aun cuando al abrir la puerta vi que era Joshua, se notaba que había bebido, olía a alcohol y se tambaleaba ligeramente. No tuve tiempo de decir nada. Se abalanzó sobre mí y me beso con fuerza, sujetándome de la nuca.
Había deseado tanto con ese momento…lo había soñado cientos de veces pero me sentía extraño.
-Joshua espera...-dije apartándole un poco y haciéndole entrar, temía que algún vecino nos viera y eso podría ser un mayor problema-¿qué…?-pero no me dejo terminar la pregunta, volvió a besarme y yo…yo…simplemente no pude rechazar a la persona a la que amaba. Aquello era una estupidez, el tenía novia o mujer o lo que fuese aquella chica y sabía que él se acabaría yendo después de esa noche pero…al menos le tendría para mí una noche más.
Pasé mis brazos por su cintura besándole con pasión y deseo, todo ese deseo reprimido durante meses. Casi había olvidado la electricidad de sus labios y el calor que me invadía al hacer contacto con su cuerpo.
No nos dijimos nada, ¿para qué? El estaba borracho y yo, bueno, estaba seguro de que ese era el sueño erótico más real que había tenido nunca. Nos desvestimos como ya habíamos aprendido a hacer. Él buscando mi oreja, yo sus pezones, nuestras manos invadiendo el cuerpo del otro reclamando lo que era suyo por derecho.
Le eche en la cama y busque mi lugar preferido en el mundo, que no era otro que estar entre sus piernas, buscando el camino hacia su interior. Con la erección que se había estado gestando durante los primeros besos fui penetrándole sin pensar demasiado en lo estrecho que estaba hasta que un gemido, mezcla de dolor y placer, me recordaron que debía hacerlo con más suavidad y así lo hice a partir de ese momento.
Pero para bien o para mal la monotonía acaba rompiéndose y muchas veces de forma complicada. Unos días después de la cena en casa de mi madre volví del trabajo por la mañana, cansado como siempre. Al entrar en la habitación noté algo raro pero no sabía definir el qué. Deje mi abrigo y me senté en mi escritorio para escribir antes de dormir. La sensación no me abandonaba, como si alguien estuviese allí observándome. Incluso llegue a escuchar mi nombre, parecía la voz de Joshua susurrándolo. Me levante y mire la habitación.
-Definitivamente estoy empezando a perder la cabeza-dije en voz baja y decidí acostarme. No sé cuánto tiempo dormí o si realmente llegué a despertarme cuando escuche unos golpes fuertes contra mi puerta porque sin duda lo que ocurrió a continuación parecía más bien un sueño.
Me puse en pie como pude, escuchaba a alguien decir mi nombre y pidiendo que le dejase entrar, no entendía nada y mucho menos aun cuando al abrir la puerta vi que era Joshua, se notaba que había bebido, olía a alcohol y se tambaleaba ligeramente. No tuve tiempo de decir nada. Se abalanzó sobre mí y me beso con fuerza, sujetándome de la nuca.
Había deseado tanto con ese momento…lo había soñado cientos de veces pero me sentía extraño.
-Joshua espera...-dije apartándole un poco y haciéndole entrar, temía que algún vecino nos viera y eso podría ser un mayor problema-¿qué…?-pero no me dejo terminar la pregunta, volvió a besarme y yo…yo…simplemente no pude rechazar a la persona a la que amaba. Aquello era una estupidez, el tenía novia o mujer o lo que fuese aquella chica y sabía que él se acabaría yendo después de esa noche pero…al menos le tendría para mí una noche más.
Pasé mis brazos por su cintura besándole con pasión y deseo, todo ese deseo reprimido durante meses. Casi había olvidado la electricidad de sus labios y el calor que me invadía al hacer contacto con su cuerpo.
No nos dijimos nada, ¿para qué? El estaba borracho y yo, bueno, estaba seguro de que ese era el sueño erótico más real que había tenido nunca. Nos desvestimos como ya habíamos aprendido a hacer. Él buscando mi oreja, yo sus pezones, nuestras manos invadiendo el cuerpo del otro reclamando lo que era suyo por derecho.
Le eche en la cama y busque mi lugar preferido en el mundo, que no era otro que estar entre sus piernas, buscando el camino hacia su interior. Con la erección que se había estado gestando durante los primeros besos fui penetrándole sin pensar demasiado en lo estrecho que estaba hasta que un gemido, mezcla de dolor y placer, me recordaron que debía hacerlo con más suavidad y así lo hice a partir de ese momento.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Siempre me burlé de aquellos que decían que el alcohol te daba valor y te orillaba a hacer cosas que jamás harías en tus cinco sentidos. Ahora comprendía que tenían toda la boca llena de razón. No sólo me había atrevido a buscar a Kurt (cosa que no creía hacer jamás) sino que me entregaba a sus besos aún en contra de mis principios. Yo tenía un compromiso con otra persona (Una persona que no amaba por cierto y que no me hacía sentir el inmenso amor que sentía por aquel príncipe de cabellos rubios) Estaba tan sediento de amor que necesitaba el elixir, la miel de sus labios para seguir sobreviviendo.
Me dejé desvestir, lo desvestí ¿O nos desvestimos? ¡Qué importaba! la ropa acabó en el suelo, en el trayecto hacia la cama, olvidada y echa nudos en el suelo de madera de la habitación. En ningún instante abandoné el refugio de su boca, hasta que me arrojó hacia el lecho, cálido y tibio del cuál se había levantado. Lo recibí entre mis piernas sin ningún ápice de arrepentimiento. Estaba beodo, pero totalmente consciente de mis actos. Yo le pertenecía por completo y aquel lugar rústico a media luz, era el único lugar sobre la tierra en el que deseaba estar.
De inmediato el pinchazo al abrirse paso en mi interior que me arrancó un gemido. Me sujeté con fuerza de su cuello, atrapando su cintura con mis piernas. Creo haber atrapado su cabello en un puño y jalado hacia atrás su cabeza, para comerme su nuez y su cuello a besos y mordidas para dejarlo marcado. Trataba de controlar mi fuerza, ya que era superior al humano promedio. No quería lastimarlo, pero tampoco dejarlo escapar, dejándole en claro de que estaba dispuesto a todo aquella madrugada, a hacer cualquier cosa que me pidiera. inclusive a comportarme rudo y salvaje en la cama, cosa que nunca había ocurrido en nuestros anteriores encuentros, donde Kurt siempre llevaba la batuta, la intensidad y el modo en el sexo. Únicamente me dejaba guiar, para sentir y complacerlo. Él era un amante de ensueño ¡un Dios en la cama! puesto que cada caricia encontraba el punto exacto, arrancándome gemidos y gritos ahogados.
-Fóllame... Fóllame fuerte y profundo... -le dije sin pensar, a escasos centímetros de su rostro, haciendo el amago de besarle, pero sin hacer contacto. Lo miré a los ojos, esperando que encontrara en los míos, el fuego y la pasión que habitaba en ellos.
Me dejé desvestir, lo desvestí ¿O nos desvestimos? ¡Qué importaba! la ropa acabó en el suelo, en el trayecto hacia la cama, olvidada y echa nudos en el suelo de madera de la habitación. En ningún instante abandoné el refugio de su boca, hasta que me arrojó hacia el lecho, cálido y tibio del cuál se había levantado. Lo recibí entre mis piernas sin ningún ápice de arrepentimiento. Estaba beodo, pero totalmente consciente de mis actos. Yo le pertenecía por completo y aquel lugar rústico a media luz, era el único lugar sobre la tierra en el que deseaba estar.
De inmediato el pinchazo al abrirse paso en mi interior que me arrancó un gemido. Me sujeté con fuerza de su cuello, atrapando su cintura con mis piernas. Creo haber atrapado su cabello en un puño y jalado hacia atrás su cabeza, para comerme su nuez y su cuello a besos y mordidas para dejarlo marcado. Trataba de controlar mi fuerza, ya que era superior al humano promedio. No quería lastimarlo, pero tampoco dejarlo escapar, dejándole en claro de que estaba dispuesto a todo aquella madrugada, a hacer cualquier cosa que me pidiera. inclusive a comportarme rudo y salvaje en la cama, cosa que nunca había ocurrido en nuestros anteriores encuentros, donde Kurt siempre llevaba la batuta, la intensidad y el modo en el sexo. Únicamente me dejaba guiar, para sentir y complacerlo. Él era un amante de ensueño ¡un Dios en la cama! puesto que cada caricia encontraba el punto exacto, arrancándome gemidos y gritos ahogados.
-Fóllame... Fóllame fuerte y profundo... -le dije sin pensar, a escasos centímetros de su rostro, haciendo el amago de besarle, pero sin hacer contacto. Lo miré a los ojos, esperando que encontrara en los míos, el fuego y la pasión que habitaba en ellos.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Estaba en el cielo.
Disfrutando de sus caricias, de su piel, su olor, por dios de sus besos…me había resignado a no poder volver a tocarle y sin embargo ahí estaba otra vez, besando sus lunares, haciéndole el amor.
Sin duda algo había cambiado, le notaba más apasionado, me dejaba marcas en el cuello, removía mi cabello con pasión…por unos instantes pensaba que se debía a la práctica que habría estado teniendo con otros, ese pensamiento me dolió en las entrañas pero se disipó cuando sus ojos verdes y ardientes se encontraron con los míos. Los reconocí enseguida, eran los mismos que me miraban cuando nos escondíamos entre los matorrales en el bosque para estar juntos o las innumerables veces que acabe en su cama y él en la mía.
Me pidió que le follase duro, eso consiguió estremecerme de placer, me prometió un beso que no me dio así que tuve que robárselo. Sus labios eran míos en aquel momento así que los bese, los mordí, lo lamí...lo mismo hice con su cuello sin preocuparme en las marcas que iba dejando a mi paso, también las deje sobre su pecho, su clavícula. Lo cierto es que no podía dejar de besarle.
Mi cuerpo reacciono ante su solicitud. Pude penetrarle por completo al cabo de unos momentos y entonces comencé a moverme con mas ritmo, poco a poco, a medida que iba besando su piel mis penetraciones también empezaron a ser más fuertes, intensas y profundas. La cama empezó a golpear contra la pared vieja y descolorida, el suelo de madera chirriaba por los roces con las patas de la cama y las sábanas se revolvían y estrujaban a nuestro alrededor.
-Dios cuanto te he echado de menos…-dije entre jadeos de placer
Disfrutando de sus caricias, de su piel, su olor, por dios de sus besos…me había resignado a no poder volver a tocarle y sin embargo ahí estaba otra vez, besando sus lunares, haciéndole el amor.
Sin duda algo había cambiado, le notaba más apasionado, me dejaba marcas en el cuello, removía mi cabello con pasión…por unos instantes pensaba que se debía a la práctica que habría estado teniendo con otros, ese pensamiento me dolió en las entrañas pero se disipó cuando sus ojos verdes y ardientes se encontraron con los míos. Los reconocí enseguida, eran los mismos que me miraban cuando nos escondíamos entre los matorrales en el bosque para estar juntos o las innumerables veces que acabe en su cama y él en la mía.
Me pidió que le follase duro, eso consiguió estremecerme de placer, me prometió un beso que no me dio así que tuve que robárselo. Sus labios eran míos en aquel momento así que los bese, los mordí, lo lamí...lo mismo hice con su cuello sin preocuparme en las marcas que iba dejando a mi paso, también las deje sobre su pecho, su clavícula. Lo cierto es que no podía dejar de besarle.
Mi cuerpo reacciono ante su solicitud. Pude penetrarle por completo al cabo de unos momentos y entonces comencé a moverme con mas ritmo, poco a poco, a medida que iba besando su piel mis penetraciones también empezaron a ser más fuertes, intensas y profundas. La cama empezó a golpear contra la pared vieja y descolorida, el suelo de madera chirriaba por los roces con las patas de la cama y las sábanas se revolvían y estrujaban a nuestro alrededor.
-Dios cuanto te he echado de menos…-dije entre jadeos de placer
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
-Yo también... te eché de menos. -Calló sus palabras con un nuevo beso apasionado.
Dios sabía las noches en vela que pasó pensando en él. En lo que habría sido de su vida. Le imaginó feliz, lejos de todo lo que había dejado atrás - incluyéndole - y en la cantidad de camas en las que habría terminado, hasta el amanecer. Sin embargo las aguas turbulentas del río en las que siempre habían navegado, los reunían nuevamente. En aquel instante no importaba el lastre de los meses pasados, únicamente las caricias y los besos contenidos durante muchos meses. Kurt estaba con él, apasionado como siempre y volviéndole loco, hasta con la más ínfimo de sus besos.
Abrió los ojos. No quería perder ningún detalle de su rostro. Necesita verlo. Tocarlo, escucharlo, rasguñarlo, ¡morderlo! para saber que era real y no producto de sus alucinaciones debido al alcohol.
-No sabes cuánto deseé éste momento.
Ni siquiera María lo hacía sentir de aquel modo. No le gustaban las comparaciones. Tampoco la infidelidad. ¡Pero por Dios que amaba a aquel hombre con todas sus fuerzas! No iba a dejarlo escapar. Al menos se tendrían el uno al otro hasta, que la madrugada diera paso al nuevo día.
Pasándole la pierna por la cintura, le obligó a cambiar de posición para quedar por encima, más no se separó en ningún segundo de su cuerpo, aunque ahora el llevaba el ritmo de los movimientos. A veces lentos, a veces rápidos y profundos. Sujetarse con las manos de la cabecera, le daba el apoyo suficiente para dar y recibir placer.
Dios sabía las noches en vela que pasó pensando en él. En lo que habría sido de su vida. Le imaginó feliz, lejos de todo lo que había dejado atrás - incluyéndole - y en la cantidad de camas en las que habría terminado, hasta el amanecer. Sin embargo las aguas turbulentas del río en las que siempre habían navegado, los reunían nuevamente. En aquel instante no importaba el lastre de los meses pasados, únicamente las caricias y los besos contenidos durante muchos meses. Kurt estaba con él, apasionado como siempre y volviéndole loco, hasta con la más ínfimo de sus besos.
Abrió los ojos. No quería perder ningún detalle de su rostro. Necesita verlo. Tocarlo, escucharlo, rasguñarlo, ¡morderlo! para saber que era real y no producto de sus alucinaciones debido al alcohol.
-No sabes cuánto deseé éste momento.
Ni siquiera María lo hacía sentir de aquel modo. No le gustaban las comparaciones. Tampoco la infidelidad. ¡Pero por Dios que amaba a aquel hombre con todas sus fuerzas! No iba a dejarlo escapar. Al menos se tendrían el uno al otro hasta, que la madrugada diera paso al nuevo día.
Pasándole la pierna por la cintura, le obligó a cambiar de posición para quedar por encima, más no se separó en ningún segundo de su cuerpo, aunque ahora el llevaba el ritmo de los movimientos. A veces lentos, a veces rápidos y profundos. Sujetarse con las manos de la cabecera, le daba el apoyo suficiente para dar y recibir placer.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
¿Lo decía en serio? ¿Eso de que había deseado ese momento? ¿Significaba eso que aun sentía algo por mí? No pude evitar sonreír como un idiota aunque intenté recordarme a mí mismo que no debía hacerme ilusiones. Probablemente su presencia ahí, en mi cama, no era más que un capricho o un desahogo…como lo hice yo cuando empezamos a conocernos.
Rodamos en la cama y él se puso al mando, me miró desde su posición superior, con los cabellos salvajes casi llegando a sus hombros. Se sujeto del cabecero de la cama y empezó a moverse haciéndome retorcerme de placer, echar la cabeza hacia atrás, cerrar los ojos aunque lo único que quería seguir viendo fuesen sus ojos.
Mis manos se acomodaron en sus caderas y de vez en cuando, cuando él se movía más despacio, apretaba su trasero. A veces cuando se acercaba más a mi podía alcanzar su pecho y besarlo, morder sus pezones y lamerlos. Estaba disfrutando muchísimo, tanto que no tarde mucho más en llegar…al poco rato él también se vino.
Apoyó su cuerpo tembloroso y sudoroso contra el mío y entonces supe que no había tenido suficiente. Llevaba mucho tiempo sin estar con nadie y no estaba satisfecho. Quería más. Volví a atrapar sus labios con fogosidad, acariciándole con necesidad y le moví para ponerle boca abajo. Acaricie sus brazos estrilándolos hasta dejar sus manos por encima de su cabeza mientras besaba su cuello.
Despacio fui deslizándome por su columna con la lengua húmeda, recorriendo diversos caminos…desde su nuca hasta la mitad de su espalda, desde el costado derecho hasta el izquierdo, empezando en el final de su espalda y llegando hasta su nuca donde acaba con un beso. Mis manos no dejaron a mi lengua sola en su labor. Mis dedos jugaban a unir los lunares de Josh formando constelaciones como solían hacer.
Y llegue hasta su culo perfecto y lo mordí suavemente porque deseaba hacerlo, recuerdo haberme reído un poco, era como un juego delicioso. Seguí mordiéndoselo por todas partes sin hacer mucha presión –eres mío…-dije en voz muy baja sin intención de que Joshua me oyese aunque no sé si lo hizo. Después de esos besos me sentía listo para continuar.
Me coloque sobre Josh apoyándome en mi codo derecho y pase mi brazo izquierdo por debajo del pecho de josh para abrazarle después de haberme colocado en su entrada una vez más. Empecé a moverme con cierto ritmo, las penetraciones ya no eran tan complicadas como al empezar.
-Ahmm…-deje escapar un pequeño suspiro-gemido cerca de su oído y le mordí la oreja. Tenía tantas ganas de decirle que le amaba y que no se marchase que no sabía cuánto tiempo más iba a poder contener esas palabras.
Rodamos en la cama y él se puso al mando, me miró desde su posición superior, con los cabellos salvajes casi llegando a sus hombros. Se sujeto del cabecero de la cama y empezó a moverse haciéndome retorcerme de placer, echar la cabeza hacia atrás, cerrar los ojos aunque lo único que quería seguir viendo fuesen sus ojos.
Mis manos se acomodaron en sus caderas y de vez en cuando, cuando él se movía más despacio, apretaba su trasero. A veces cuando se acercaba más a mi podía alcanzar su pecho y besarlo, morder sus pezones y lamerlos. Estaba disfrutando muchísimo, tanto que no tarde mucho más en llegar…al poco rato él también se vino.
Apoyó su cuerpo tembloroso y sudoroso contra el mío y entonces supe que no había tenido suficiente. Llevaba mucho tiempo sin estar con nadie y no estaba satisfecho. Quería más. Volví a atrapar sus labios con fogosidad, acariciándole con necesidad y le moví para ponerle boca abajo. Acaricie sus brazos estrilándolos hasta dejar sus manos por encima de su cabeza mientras besaba su cuello.
Despacio fui deslizándome por su columna con la lengua húmeda, recorriendo diversos caminos…desde su nuca hasta la mitad de su espalda, desde el costado derecho hasta el izquierdo, empezando en el final de su espalda y llegando hasta su nuca donde acaba con un beso. Mis manos no dejaron a mi lengua sola en su labor. Mis dedos jugaban a unir los lunares de Josh formando constelaciones como solían hacer.
Y llegue hasta su culo perfecto y lo mordí suavemente porque deseaba hacerlo, recuerdo haberme reído un poco, era como un juego delicioso. Seguí mordiéndoselo por todas partes sin hacer mucha presión –eres mío…-dije en voz muy baja sin intención de que Joshua me oyese aunque no sé si lo hizo. Después de esos besos me sentía listo para continuar.
Me coloque sobre Josh apoyándome en mi codo derecho y pase mi brazo izquierdo por debajo del pecho de josh para abrazarle después de haberme colocado en su entrada una vez más. Empecé a moverme con cierto ritmo, las penetraciones ya no eran tan complicadas como al empezar.
-Ahmm…-deje escapar un pequeño suspiro-gemido cerca de su oído y le mordí la oreja. Tenía tantas ganas de decirle que le amaba y que no se marchase que no sabía cuánto tiempo más iba a poder contener esas palabras.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Acabé rendido - y muy rápido - recostándome sobre su pecho desnudo. Escuchaba claramente el sonido agitado de su corazón, su respiración entrecortada, sus brazos acariciando mi espalda. Le había echado tanto de menos, que no sabía cómo es había podido soportar estar lejos de su cuerpo todo ese tiempo. Estaba claro en donde es que se encontraba mi corazón y mi amor: Estaban con él, él era el poseedor de todo lo bello que yo pudiera poseer. Bien decían que el primer amor nunca se olvidaba, y estaba comprobándolo en aquel mismo instante.
Hubo momento de silencio entre ambos, y estuve apunto de decir algunas palabras, pero Kurt no me lo permitió. Con sumo cuidado y habilidad, se las ingenió para colocarme boca abajo, donde continuó recetándome decenas de besos y caricias por todo mi cuerpo, erizando cada parte de él, regresándome al limbo en el cuál me perdía, cada que hacíamos el amor, como antaño. Ahí mismo, volvió a poseerme con pasión, con urgencia, ¡con todo aquello que solíamos entregarnos! Apresé su mano, que descansaba sobre mi pecho y entrelacé mis dedos, apretando con fuerza, haciendo danzar mi trasero al mismo son. Nuestros cuerpos unidos, bailando aquella pieza que dejamos inconclusa, de la cuál únicamente él y yo sabíamos los pasos: Uno, dos, uno dos...
Efectivamente, tal y como había dicho minutos antes, era irremediable y completamente suyo. Siempre lo había sido, desde el momento en que nuestros caminos se habían cruzado, formando uno. Lleno de escombros y peligros, pero finalmente, uno solo. Mismo que siempre había estado gustoso de caminar a su lado, a pesar de todo.
-¡Ah! - el último movimiento, había llegado muy profundo. Mordí la almohada que acariciaba mi mejilla, más le permití continuar. ¡Necesitaba tanto tenerle cerca! Compartir sus ansias infinitas. Que el tiempo fuera eterno. -No... pares... Sigue, sigue, no me dejes... -Le invité a proseguir, besando los nudillos de su mano.
La cama había dejado de dar tumbos. Ahora se escuchaba ese rechinido acompasado característico de los colchones viejos y su respiración agitada sobre mi oído. ¡Dios! Estaba completamente perdido por él.
-Tú... Tú eres mi príncipe. - Aún estaban frescas sus letras y deseos en mi mente. Aquella carta -ahora arrugada y borrosa por tantas lágrimas derramadas sobre ella, ahora poseía una respuesta definitiva -. Siempre te tuve a mi lado y no me di cuenta... Al fin te encontré.
El hablar se me dificultaba, más no quise dejarlo pasar. Era el momento adecuado de poner las cosas en su lugar aunque... Aunque yo no fuera un pajarillo libre. Ahora era un ave encerrada en una jaula que yo mismo había construído.
Hubo momento de silencio entre ambos, y estuve apunto de decir algunas palabras, pero Kurt no me lo permitió. Con sumo cuidado y habilidad, se las ingenió para colocarme boca abajo, donde continuó recetándome decenas de besos y caricias por todo mi cuerpo, erizando cada parte de él, regresándome al limbo en el cuál me perdía, cada que hacíamos el amor, como antaño. Ahí mismo, volvió a poseerme con pasión, con urgencia, ¡con todo aquello que solíamos entregarnos! Apresé su mano, que descansaba sobre mi pecho y entrelacé mis dedos, apretando con fuerza, haciendo danzar mi trasero al mismo son. Nuestros cuerpos unidos, bailando aquella pieza que dejamos inconclusa, de la cuál únicamente él y yo sabíamos los pasos: Uno, dos, uno dos...
Efectivamente, tal y como había dicho minutos antes, era irremediable y completamente suyo. Siempre lo había sido, desde el momento en que nuestros caminos se habían cruzado, formando uno. Lleno de escombros y peligros, pero finalmente, uno solo. Mismo que siempre había estado gustoso de caminar a su lado, a pesar de todo.
-¡Ah! - el último movimiento, había llegado muy profundo. Mordí la almohada que acariciaba mi mejilla, más le permití continuar. ¡Necesitaba tanto tenerle cerca! Compartir sus ansias infinitas. Que el tiempo fuera eterno. -No... pares... Sigue, sigue, no me dejes... -Le invité a proseguir, besando los nudillos de su mano.
La cama había dejado de dar tumbos. Ahora se escuchaba ese rechinido acompasado característico de los colchones viejos y su respiración agitada sobre mi oído. ¡Dios! Estaba completamente perdido por él.
-Tú... Tú eres mi príncipe. - Aún estaban frescas sus letras y deseos en mi mente. Aquella carta -ahora arrugada y borrosa por tantas lágrimas derramadas sobre ella, ahora poseía una respuesta definitiva -. Siempre te tuve a mi lado y no me di cuenta... Al fin te encontré.
El hablar se me dificultaba, más no quise dejarlo pasar. Era el momento adecuado de poner las cosas en su lugar aunque... Aunque yo no fuera un pajarillo libre. Ahora era un ave encerrada en una jaula que yo mismo había construído.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Me gustaba escuchar su voz, pidiéndome más, diciéndome que no me fuese…llevaba un año entero sin escucharle hablar y antes de eso meses en los que apenas se dirigía a mí. Cuando me dijo que yo era su príncipe no supe que pensar ¿era el alcohol lo que hablaba por él? ¿Se estaba riendo de mí? O quizá…quizá lo decía en serio. Después de tantos resentimientos por ambos bandos tuve la esperanza de que a lo mejor volvíamos a estar en paz.
Deseaba decirle que seguía queriéndole, pero la última vez que lo hice solo conseguí que se marchase enfadado y no quería estropear aquel momento, quería aprovecharlo al máximo, exprimir hasta el último segundo a su lado. Deje que mis manos y mis besos intentasen hacerle llegar todo lo que sentía por él para evitar que las palabras lo estropeasen todo.
Joshua se movía al compás y nuestros cuerpos al chocas emitían un sonido que se mezclaba con el ritmo de nuestros gemidos y jadeos, acompañados de una orquesta metálica que rechinaba desde el colchón. No podía mantener los ojos abiertos ni los labios quietos, disfrutábamos sin saber que la luna ya se había escondido y que el sol amenazaba con descubrir nuestro pecado.
En el culmen del placer en que nos vimos envueltos los dos una vez más, los rayos del primer sol empezaban a colarse por las rendijas de la ventana. Los vi de reojo sin separarme aun del cuerpo tembloroso y ardiente de Joshua. Supe entonces que era momento de despertar, de que él se iría para volver a casa con su mujer. Ni siquiera el placer que acababa de sentir con él pudo mitigar ese mazazo.
No quería que fuese él quien me apartase de su cuerpo, aun me quedaba un poco de dignidad. Muy despacio, apretando su piel, me separé de él tumbándome de espaldas en el colchón. Lo primero que sentí fue un frío que me hizo estremecer, busque un cigarrillo en la mesita coja que tenía junto a la cama y lo lleve a mis labios. Le mire, aún estaba recostado y los labios rojos y temblorosos. Tuve que besarle, no tenía opción, sentí que ese sería el último.
Cuando me separé me lleve el cigarrillo a la boca, lo encendí de prisa y le di una calada larga.
-Sé que debes irte- solté el humo buscando la manera de hablar y decirle todo lo que llevaba dentro desde que le vi en casa de mi madre- María estará preocupada por ti, es una buena mujer y muy guapa –sonreí de lado y baje la mirada hacia mis manos que reposaban sobre mi regazo- mi madre dice que eres feliz con ella, creo que intenta conseguir que me olvide de ti pero ella no lo entiende…-le di una calada más a mi pitillo-estoy seguro de que tendrás una bonita familia con ella, podrás ir con ella de la mano por la calle, casarte, tener hijos…serán maravillosos porque tendrán tus ojos – le mire a los ojos un segundo pero aparte la mirada enseguida porque no quería que viese que los míos empezaban a empañarse. Otra calada- es un futuro muy tentador y agradable – “algo que yo nunca podré darte” pensé pero no se lo dije- Sin embargo quiero que sepas que yo esteré aquí esperándote, quiero decir…que…no te estos pidiendo que dejes a tu mujer por mí solo…-di otra calada larga y la solté – solo que si me necesitas estaré aquí, si necesitas desahogarte y echar un polvo, dicho pronto y mal, aquí me tienes o si solo quieres hablar…no sé, lo que necesites de mí y no te preocupes porque no te pediré nada a cambio.
Estaba dispuesto a ser solo su amante y nada más si él lo quería. Me quedaría en aquella habitación esperando que volviese a entrar aunque no lo hiciese nunca más.
Deseaba decirle que seguía queriéndole, pero la última vez que lo hice solo conseguí que se marchase enfadado y no quería estropear aquel momento, quería aprovecharlo al máximo, exprimir hasta el último segundo a su lado. Deje que mis manos y mis besos intentasen hacerle llegar todo lo que sentía por él para evitar que las palabras lo estropeasen todo.
Joshua se movía al compás y nuestros cuerpos al chocas emitían un sonido que se mezclaba con el ritmo de nuestros gemidos y jadeos, acompañados de una orquesta metálica que rechinaba desde el colchón. No podía mantener los ojos abiertos ni los labios quietos, disfrutábamos sin saber que la luna ya se había escondido y que el sol amenazaba con descubrir nuestro pecado.
En el culmen del placer en que nos vimos envueltos los dos una vez más, los rayos del primer sol empezaban a colarse por las rendijas de la ventana. Los vi de reojo sin separarme aun del cuerpo tembloroso y ardiente de Joshua. Supe entonces que era momento de despertar, de que él se iría para volver a casa con su mujer. Ni siquiera el placer que acababa de sentir con él pudo mitigar ese mazazo.
No quería que fuese él quien me apartase de su cuerpo, aun me quedaba un poco de dignidad. Muy despacio, apretando su piel, me separé de él tumbándome de espaldas en el colchón. Lo primero que sentí fue un frío que me hizo estremecer, busque un cigarrillo en la mesita coja que tenía junto a la cama y lo lleve a mis labios. Le mire, aún estaba recostado y los labios rojos y temblorosos. Tuve que besarle, no tenía opción, sentí que ese sería el último.
Cuando me separé me lleve el cigarrillo a la boca, lo encendí de prisa y le di una calada larga.
-Sé que debes irte- solté el humo buscando la manera de hablar y decirle todo lo que llevaba dentro desde que le vi en casa de mi madre- María estará preocupada por ti, es una buena mujer y muy guapa –sonreí de lado y baje la mirada hacia mis manos que reposaban sobre mi regazo- mi madre dice que eres feliz con ella, creo que intenta conseguir que me olvide de ti pero ella no lo entiende…-le di una calada más a mi pitillo-estoy seguro de que tendrás una bonita familia con ella, podrás ir con ella de la mano por la calle, casarte, tener hijos…serán maravillosos porque tendrán tus ojos – le mire a los ojos un segundo pero aparte la mirada enseguida porque no quería que viese que los míos empezaban a empañarse. Otra calada- es un futuro muy tentador y agradable – “algo que yo nunca podré darte” pensé pero no se lo dije- Sin embargo quiero que sepas que yo esteré aquí esperándote, quiero decir…que…no te estos pidiendo que dejes a tu mujer por mí solo…-di otra calada larga y la solté – solo que si me necesitas estaré aquí, si necesitas desahogarte y echar un polvo, dicho pronto y mal, aquí me tienes o si solo quieres hablar…no sé, lo que necesites de mí y no te preocupes porque no te pediré nada a cambio.
Estaba dispuesto a ser solo su amante y nada más si él lo quería. Me quedaría en aquella habitación esperando que volviese a entrar aunque no lo hiciese nunca más.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Entre abrí los ojos, luego de volver a sentir un beso de sus labios. Después de todo, no había sido un sueño. Estaba ahí con él, en el mismo espacio, en el mismo cuarto y en la misma cama. Bostecé ligeramente, antes de incorporarme sobre el colchón, ya que el frío de sentirme separado de sus brazos, me asaltó. Me enrosqué sobre la parte de la sábana que me tocaba en ése instante, y aunque roída y áspera, supe inmediatamente, que no deseaba estar en otro lado más que ahí. Un sentimiento de pertenencia me invadió, y un golpe inesperado de cordura me pegó directo al corazón, luego de escuchar con atención sus palabras.
Kurt tenía la "particularidad" de hacerme bajar del cielo al infierno en cuestión de segundos, porque en realidad, no esperaba éste momento reflexivo, luego de haber estado juntos, haciendo el amor dos veces consecutivas. Aunque quizás fuera su manera de poner las cosas en claro - y estaba en su derecho- pero estaba suponiendo cosas que aún no ocurrían y que muy probablemente nunca llegarían a volverse una realidad tangible. Si bien, la idea de tener niños me ilusionaba -y el lo sabía- el inmenso amor que sentía por el, lo compensaba todo. Eso era algo que a él, nunca le había quedado claro al parecer. El sólo hecho de estar a su lado bajo cualquier circunstancia, era lo único que deseaba. ¿Por qué no podía entenderlo luego de todo ése tiempo juntos y la subsecuente separación?
Pero en algo tenía razón. María era una buena mujer, y su familia lo era también, aquello me remordía la conciencia, puesto que yo no la amaba, como amaba a éste hombre que fumaba un pitillo y me parecía el ser más hermoso de todo el mundo con su cabellera revuelta y muy rubia... ¡Ay de la pobre María! Y Ay de mí! Porque sin querer, estaba sumergido en un pozo del cuál, solo había una dolorosa salida.
Reflexionando sobre lo que acababa de decir, sobre el polvo y esas cosas, estiré el brazo, y me apoderé de su pitillo. No se porqué de pronto tuve la necesidad de hacerlo. También le dí un par de caladas con poca experiencia y lo devolví a sus labios, volviéndome a tumbar sobre la cama, acomodando mis brazos detrás de mi cabeza, perdiendo la vista sobre el techo agrietado de su habitación, puesto que no sabía que responder. Es decir, sabía sí, pero no quería actuar precipitadamente. Antes de cualquier cosa, necesitaba saber qué había sido de él durante todo ése tiempo.
-Fuí a buscarte ¿sabes? Luego de... Leer tu carta. -suspiré- Había mucha gente y perdí el rastro de tu olor - parpadeé por lo dicho. Había cometido un error que traté de cubrir inmediatamente. -Quiero decir que... Estuve gritando tu nombre incontables veces, pero fue inútil. Tú habías desaparecido y.. bueno...-cerré los ojos, recordando el momento.- ¿Qué fue de ti? Quiero saberlo... Lo necesito.
Me recosté de lado, acariciando su abdomen, por encima de la sábana, atento a lo que el deseara contarme. Ya fuera algo bueno o malo...porque Dios sabía la cantidad de veces que lo imaginé en los brazos de otra persona. Acariciándole y besándole.
Kurt tenía la "particularidad" de hacerme bajar del cielo al infierno en cuestión de segundos, porque en realidad, no esperaba éste momento reflexivo, luego de haber estado juntos, haciendo el amor dos veces consecutivas. Aunque quizás fuera su manera de poner las cosas en claro - y estaba en su derecho- pero estaba suponiendo cosas que aún no ocurrían y que muy probablemente nunca llegarían a volverse una realidad tangible. Si bien, la idea de tener niños me ilusionaba -y el lo sabía- el inmenso amor que sentía por el, lo compensaba todo. Eso era algo que a él, nunca le había quedado claro al parecer. El sólo hecho de estar a su lado bajo cualquier circunstancia, era lo único que deseaba. ¿Por qué no podía entenderlo luego de todo ése tiempo juntos y la subsecuente separación?
Pero en algo tenía razón. María era una buena mujer, y su familia lo era también, aquello me remordía la conciencia, puesto que yo no la amaba, como amaba a éste hombre que fumaba un pitillo y me parecía el ser más hermoso de todo el mundo con su cabellera revuelta y muy rubia... ¡Ay de la pobre María! Y Ay de mí! Porque sin querer, estaba sumergido en un pozo del cuál, solo había una dolorosa salida.
Reflexionando sobre lo que acababa de decir, sobre el polvo y esas cosas, estiré el brazo, y me apoderé de su pitillo. No se porqué de pronto tuve la necesidad de hacerlo. También le dí un par de caladas con poca experiencia y lo devolví a sus labios, volviéndome a tumbar sobre la cama, acomodando mis brazos detrás de mi cabeza, perdiendo la vista sobre el techo agrietado de su habitación, puesto que no sabía que responder. Es decir, sabía sí, pero no quería actuar precipitadamente. Antes de cualquier cosa, necesitaba saber qué había sido de él durante todo ése tiempo.
-Fuí a buscarte ¿sabes? Luego de... Leer tu carta. -suspiré- Había mucha gente y perdí el rastro de tu olor - parpadeé por lo dicho. Había cometido un error que traté de cubrir inmediatamente. -Quiero decir que... Estuve gritando tu nombre incontables veces, pero fue inútil. Tú habías desaparecido y.. bueno...-cerré los ojos, recordando el momento.- ¿Qué fue de ti? Quiero saberlo... Lo necesito.
Me recosté de lado, acariciando su abdomen, por encima de la sábana, atento a lo que el deseara contarme. Ya fuera algo bueno o malo...porque Dios sabía la cantidad de veces que lo imaginé en los brazos de otra persona. Acariciándole y besándole.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Su mano cálida se posó sobre mi abdomen, su cuerpo recostado junto al mío y su pregunta me descolocaron por completo. Pensaba que se iría sin decir nada y que así sería siempre, un par de besos y cada uno a su realidad. Pero no fue así, él se quedó y no solo eso, sino que también me preguntó sobre lo que había pasado y lo más importante. Él había ido a buscarme…
-Así que no lo soñé…estabas ahí…-dije en un susurro-escuche tu voz a lo lejos llamándome pero pensé que eran alucinaciones mías, ni si quiera tenía la esperanza de que hubieses llegado a leer mi carta-El cigarrillo se había desvanecido, pero creí conveniente encender otro. Le miré junto a mí y pensé que a lo mejor estaba equivocado, que quizá lo había estado siempre con respecto a él, quizá sí que sentía algo por mí después de todo.
Fume, y él me pregunto sobre lo que había hecho ese tiempo, no sabía si contárselo, casi prefería que él no supiese nada porque si yo hablaba Joshua también tendría que hacerlo y la verdad, sabiendo que tenía mujer prefería no saber lo que Joshua había estado haciendo en mi ausencia. Estaba cansado de reproches.
-Simplemente me fui, quería empezar una nueva vida lejos de todo, pero no pude. Dejar atrás el pasado es más difícil de lo que parece-fume y mire hacia el techo. Podía decirle la verdad, que había vuelto por él, que no había podido olvidarme de sus besos, de sus ojos, de su amor…pero ¿de qué serviría? Lo menos que quería era ser una molestia para él en ese momento.
Empecé a sentirme confuso, no entendía qué debía hacer, Clara me dijo que luchase por su amor, pero a la vez, si el me rechazaba, que siguiese cuidándole en silencio y desde las sombras…el hecho de que estuviese con otra era un rechazo evidente y eso solo me dejaba la opción de quererle en silencio…y aun así, no podía resignarme.
-Joshua…-le mire dispuesto a despejar mis dudas y confusión- ¿a qué has venido hoy? Quiero decir…tienes pareja, no creo que fuese por necesidad. Has dicho que fuiste a buscarme y me preguntas sobre lo que he estado haciendo este tiempo…-me frote los ojos –hay algo que yo también necesito saber-volví a mirarle –tu… ¿me quieres?
Quizá aquella fuese la pregunta más difícil que había hecho. Aunque nosotros habíamos estados juntos un tiempo nunca hablamos de amor, ni de que lo que tuviésemos fuese algo más que pasar el tiempo juntos, hasta que yo le confesé lo que sentía y comprendí que era demasiado tarde.
-Así que no lo soñé…estabas ahí…-dije en un susurro-escuche tu voz a lo lejos llamándome pero pensé que eran alucinaciones mías, ni si quiera tenía la esperanza de que hubieses llegado a leer mi carta-El cigarrillo se había desvanecido, pero creí conveniente encender otro. Le miré junto a mí y pensé que a lo mejor estaba equivocado, que quizá lo había estado siempre con respecto a él, quizá sí que sentía algo por mí después de todo.
Fume, y él me pregunto sobre lo que había hecho ese tiempo, no sabía si contárselo, casi prefería que él no supiese nada porque si yo hablaba Joshua también tendría que hacerlo y la verdad, sabiendo que tenía mujer prefería no saber lo que Joshua había estado haciendo en mi ausencia. Estaba cansado de reproches.
-Simplemente me fui, quería empezar una nueva vida lejos de todo, pero no pude. Dejar atrás el pasado es más difícil de lo que parece-fume y mire hacia el techo. Podía decirle la verdad, que había vuelto por él, que no había podido olvidarme de sus besos, de sus ojos, de su amor…pero ¿de qué serviría? Lo menos que quería era ser una molestia para él en ese momento.
Empecé a sentirme confuso, no entendía qué debía hacer, Clara me dijo que luchase por su amor, pero a la vez, si el me rechazaba, que siguiese cuidándole en silencio y desde las sombras…el hecho de que estuviese con otra era un rechazo evidente y eso solo me dejaba la opción de quererle en silencio…y aun así, no podía resignarme.
-Joshua…-le mire dispuesto a despejar mis dudas y confusión- ¿a qué has venido hoy? Quiero decir…tienes pareja, no creo que fuese por necesidad. Has dicho que fuiste a buscarme y me preguntas sobre lo que he estado haciendo este tiempo…-me frote los ojos –hay algo que yo también necesito saber-volví a mirarle –tu… ¿me quieres?
Quizá aquella fuese la pregunta más difícil que había hecho. Aunque nosotros habíamos estados juntos un tiempo nunca hablamos de amor, ni de que lo que tuviésemos fuese algo más que pasar el tiempo juntos, hasta que yo le confesé lo que sentía y comprendí que era demasiado tarde.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Escuchaba atentamente todas y cada una de sus palabras. El tono de voz me parecía la melodía más linda de todas. Ese instante me hizo recordar meses atrás, cuando en la soledad de mi habitación, cerraba los ojos, para tratar de recordar el tiempo vivido juntos, hasta el más mínimo detalle, y de ésta forma mantenerlo fresco en mi memoria, aferrándome a aquellos momentos de tristeza, pero de felicidad al mismo tiempo.
Continuaba observando su perfil, su pecho subir y bajar debido a su respiración, los dedos apretando el cigarrillo... Si, ahi estaba Kurt, un poco más maduro, pero seguía siendo el mismo bohemio de siempre. El mismo rubio inseguro, del que me había enamorado tiempo atrás.
-La palabra necesidad tiene muchos matices. -estiré mi mano para acariciarle la mejilla- Y... Dios ¿aún no sabes por qué he venido? -con un dedo de esa misma mano, le hice girar el rostro hacia mi, para que me observara frente a frente-: Vine aqui por tí, porque te necesito, porque... Porque te amo.
Había jurado que la próxima vez que tuviera la oprtunidad de encontrarme con la profundidad de su mirada- si es que eso alguna vez ocurría por algún evento fortuito como éste - le diría exactamente lo que mi corazón sentía. Me abriría como aquel libro donde solamente él había escrito las más hermosas poesías. Sería total y absolutamente sincero, no me guardaría nada, aunque muriera de nervios y miedo.
-Siempre fuiste y serás el único amor de mi vida.
Impulsivamente, me volví a arrojar a sus brazos para besarle sin control. Había sido tanto el tiempo alejado de tus caricias, que me daba miedo volverle a perder, que no tuviera el tiempo suficiente para demostrárselo con hechos, con palabras, todo el gran amor que sentía por el.
-Me hiciste tanta falta, creí morir sin ti - entre beso y beso, iba diciéndole cúan necesitado estaba de su calor. -Ahora que has vuelto, no voy a dejarte escapar. Vayámonos lejos, donde nadie nos conozca. ¡Seamos libres!
Estaba tan desbordado, que no era consiente de todo lo que implicaba el dejar todo atrás y comenzar de nuevo. Aún tenía pasos adelante y atrás de mí. Seguía siendo observado por muchos pares de ojos, dispuesto a atraparme a la primera equivocación.
Continuaba observando su perfil, su pecho subir y bajar debido a su respiración, los dedos apretando el cigarrillo... Si, ahi estaba Kurt, un poco más maduro, pero seguía siendo el mismo bohemio de siempre. El mismo rubio inseguro, del que me había enamorado tiempo atrás.
-La palabra necesidad tiene muchos matices. -estiré mi mano para acariciarle la mejilla- Y... Dios ¿aún no sabes por qué he venido? -con un dedo de esa misma mano, le hice girar el rostro hacia mi, para que me observara frente a frente-: Vine aqui por tí, porque te necesito, porque... Porque te amo.
Había jurado que la próxima vez que tuviera la oprtunidad de encontrarme con la profundidad de su mirada- si es que eso alguna vez ocurría por algún evento fortuito como éste - le diría exactamente lo que mi corazón sentía. Me abriría como aquel libro donde solamente él había escrito las más hermosas poesías. Sería total y absolutamente sincero, no me guardaría nada, aunque muriera de nervios y miedo.
-Siempre fuiste y serás el único amor de mi vida.
Impulsivamente, me volví a arrojar a sus brazos para besarle sin control. Había sido tanto el tiempo alejado de tus caricias, que me daba miedo volverle a perder, que no tuviera el tiempo suficiente para demostrárselo con hechos, con palabras, todo el gran amor que sentía por el.
-Me hiciste tanta falta, creí morir sin ti - entre beso y beso, iba diciéndole cúan necesitado estaba de su calor. -Ahora que has vuelto, no voy a dejarte escapar. Vayámonos lejos, donde nadie nos conozca. ¡Seamos libres!
Estaba tan desbordado, que no era consiente de todo lo que implicaba el dejar todo atrás y comenzar de nuevo. Aún tenía pasos adelante y atrás de mí. Seguía siendo observado por muchos pares de ojos, dispuesto a atraparme a la primera equivocación.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Me hizo mírale a os ojos para confesarlo. “He venido por ti” me dijo “te amo” me dijo y me atrapo con sus labios y su pasión, me arrasó por completo y me devolvió a la vida segundos después, me pidió que nos marchásemos “seamos libres” me dijo y yo apenas podía creerme lo que estaba escuchando.
Nuestra pasión se había desarrollado en apenas dos meses y llevábamos sin vernos seis veces más que todo ese tiempo y aun así…parecía que nada había cambiado, que ese periodo de distancia, que no fue solo física, nunca hubiese existido, que aquella era la mañana en la que nos despertábamos después de haber hecho el amor en mi cama y de que yo dibujase aquellas dos palabras en su espalda.
Me separé un segundo de sus labios, solo para observarle, solo para desear y suplicar que todo aquello fuese real, solo para acariciar sus labios rojos con el pulgar.
-Te quiero –le dije al fin y sentí que me quitaba un peso enorme de encima, que al fin era libre- Te quiero Joshua, desde el día en que me robaste ese beso jugando a ser Ofelia y Hamlet, te quiero y no he dejado de hacerlo a pesar de todo. He vuelto a París porque te quiero, porque no podía olvidarme de ti, porque necesitaba verte, saber que aun existías…-le abracé escondiendo mi cara en su cuello –no va a ser fácil-entrelace una de mis piernas con la suya-no vamos a ser libres nunca, porque lo que hacemos no está bien, porque nuestro amor es un pecado en sí mismo y nunca nadie deberá saber que te amo, salvo tú. –me quedé en silencio un segundo-pero no me importa, porque solo tú me haces feliz y estar contigo, aunque sea solo en mis sueños, me ayuda a soportar esta vida gris. – Cerré los ojos dejándome llevar solo por su olor- Espera un momento…casi lo olvidaba-me separé de él y salí de la cama casi de un salto.
Rápidamente me puse a buscar entre los papeles de mi escritorio, cogí lo que andaba buscando y volví a la cama sentándome a horcajadas sobre Joshua por encima de las sábanas, estaba emocionado por enseñárselo, creía que nunca iba a tener la oportunidad de hacerlo pero la ocasión se había presentado.
-Mira…-le enseñe dos hojas con borrones y un boceto hecho a carboncillo, era de una caravana de teatro ambulante- aun no se me ha ocurrido un nombre pero he pensado en todo lo demás- le enseñó otra hoja en la que había representado un teatrillo de títeres- ¿recuerdas la obra de “Nuestra Señora de París” que estaba adaptando para teatro? Ya la he terminado y la he ajustado para poder representarla con un teatro de marionetas, sé que no es lo que hacemos pero es la mejor forma de empezar porque no necesitamos muchos actores, nosotros dos solo podremos hacerlo sin problema- hablaba deprisa y con entusiasmo por presentarle mi idea- con la caravana podremos viajar por todo el país –le enseño otro boceto que mostraba el supuesto interior de esa caravana- esta sería nuestra cama y aquí guardaríamos los disfraces, aquí las provisiones, sé que no sería muy cómodo pero estaríamos bien y en las noches de verano podrías dormir fuera.
Todas aquellas ideas se habían estado estando en mi cabeza casi desde que me fui a Italia, nunca abandone el sueño del teatro, era lo que me apasionaba y aunque me hubiese resignado a trabajar para comer mi mente se resistía a dejarme caer en esa vida grisácea. Me atacaba por las noches con los colores del espectáculo, con las ideas delirantes de viajar con Joshua en una caravana por toda Francia, me proporcionaba los sueños más felices y las sonrisas más inesperadas cuando soñaba despierto con una vida mejor. Pero todo fue haciéndose más real en mi cabeza, de repente un día tuve la necesidad de plasmar esas ideas y empecé a dibujarlas, sin pensarlo estaba calculando lo que me costaría todo aquello y hasta llegué a sacar un presupuesto de todo el dinero que necesitaría.
-Tengo algo de dinero ahorrado, lo suficiente para comprar una caravana y algunos materiales, aun me falta reunir para comprar un caballo y provisiones, al menos hasta que empecemos a ganar algo de dinero, mira, esto es lo que necesitaríamos..-le enseñé la lista que hice con todos los detalles
Nuestra pasión se había desarrollado en apenas dos meses y llevábamos sin vernos seis veces más que todo ese tiempo y aun así…parecía que nada había cambiado, que ese periodo de distancia, que no fue solo física, nunca hubiese existido, que aquella era la mañana en la que nos despertábamos después de haber hecho el amor en mi cama y de que yo dibujase aquellas dos palabras en su espalda.
Me separé un segundo de sus labios, solo para observarle, solo para desear y suplicar que todo aquello fuese real, solo para acariciar sus labios rojos con el pulgar.
-Te quiero –le dije al fin y sentí que me quitaba un peso enorme de encima, que al fin era libre- Te quiero Joshua, desde el día en que me robaste ese beso jugando a ser Ofelia y Hamlet, te quiero y no he dejado de hacerlo a pesar de todo. He vuelto a París porque te quiero, porque no podía olvidarme de ti, porque necesitaba verte, saber que aun existías…-le abracé escondiendo mi cara en su cuello –no va a ser fácil-entrelace una de mis piernas con la suya-no vamos a ser libres nunca, porque lo que hacemos no está bien, porque nuestro amor es un pecado en sí mismo y nunca nadie deberá saber que te amo, salvo tú. –me quedé en silencio un segundo-pero no me importa, porque solo tú me haces feliz y estar contigo, aunque sea solo en mis sueños, me ayuda a soportar esta vida gris. – Cerré los ojos dejándome llevar solo por su olor- Espera un momento…casi lo olvidaba-me separé de él y salí de la cama casi de un salto.
Rápidamente me puse a buscar entre los papeles de mi escritorio, cogí lo que andaba buscando y volví a la cama sentándome a horcajadas sobre Joshua por encima de las sábanas, estaba emocionado por enseñárselo, creía que nunca iba a tener la oportunidad de hacerlo pero la ocasión se había presentado.
-Mira…-le enseñe dos hojas con borrones y un boceto hecho a carboncillo, era de una caravana de teatro ambulante- aun no se me ha ocurrido un nombre pero he pensado en todo lo demás- le enseñó otra hoja en la que había representado un teatrillo de títeres- ¿recuerdas la obra de “Nuestra Señora de París” que estaba adaptando para teatro? Ya la he terminado y la he ajustado para poder representarla con un teatro de marionetas, sé que no es lo que hacemos pero es la mejor forma de empezar porque no necesitamos muchos actores, nosotros dos solo podremos hacerlo sin problema- hablaba deprisa y con entusiasmo por presentarle mi idea- con la caravana podremos viajar por todo el país –le enseño otro boceto que mostraba el supuesto interior de esa caravana- esta sería nuestra cama y aquí guardaríamos los disfraces, aquí las provisiones, sé que no sería muy cómodo pero estaríamos bien y en las noches de verano podrías dormir fuera.
Todas aquellas ideas se habían estado estando en mi cabeza casi desde que me fui a Italia, nunca abandone el sueño del teatro, era lo que me apasionaba y aunque me hubiese resignado a trabajar para comer mi mente se resistía a dejarme caer en esa vida grisácea. Me atacaba por las noches con los colores del espectáculo, con las ideas delirantes de viajar con Joshua en una caravana por toda Francia, me proporcionaba los sueños más felices y las sonrisas más inesperadas cuando soñaba despierto con una vida mejor. Pero todo fue haciéndose más real en mi cabeza, de repente un día tuve la necesidad de plasmar esas ideas y empecé a dibujarlas, sin pensarlo estaba calculando lo que me costaría todo aquello y hasta llegué a sacar un presupuesto de todo el dinero que necesitaría.
-Tengo algo de dinero ahorrado, lo suficiente para comprar una caravana y algunos materiales, aun me falta reunir para comprar un caballo y provisiones, al menos hasta que empecemos a ganar algo de dinero, mira, esto es lo que necesitaríamos..-le enseñé la lista que hice con todos los detalles
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Luego de confesarle que le amaba, ví la luz brillar en los ojos de Kurt. Esos preciosos ojos azules que reflejaban mucho de lo que era él, ya que con palabras siempre se le había dificultado expresarse; pero ellos, sus ojos, hablaban y demostraban mucho más allá. Por primera vez en mucho tiempo, se mostraban serenos. En paz. Ambos nos habíamos quitado un enorme peso de nuestras espaldas. Por fin, después de un largo período de prueba - que a pesar de todo habíamos logrado solventar - ese amor que ambos nos profesábamos, había explotado ahí, en ese cuarto, en esa cama.
Lo acuné entre mis brazos, escuchándole con atención, acariciando su cabello, disfrutando cada centímetro de su compañía. De pronto se me había figurado como un niño pequeño. Un ratoncito rubio deseoso de ser querido y protegido, al igual que yo. Porque Kurt tenía razón, en todo lo que había dicho: Nuestro amor era una enorme falta a Dios y a la moral. Y aunque yo discrepaba por dentro (Sobre que el amor puro no podía ser malo, ni pecado) vivíamos dentro de una sociedad y como tal, debíamos acatar reglas e irnos con cuidado. En suma, yo debía resolver con prontitud mi situación con María de ser posible esa misma noche o a la primera oportunidad.
De un salto y visiblemente emocionado, mi principe salió de la cama para compartirme un proyecto, que observé con una inmensa emoción. ¡Prácticamente tenía todo planeado! Era una idea sumamente extraordinaria. El viajar por todas partes en una caravana no era esconocido para mí, sin embargo el pensar que lo haría, que lo podría hacer a su lado, el sentimiento era significativamente distinto de todo lo que yo hubiera hecho con anterioridad.
-Esto es... Maravilloso. eché un último vistazo a aquellos bosquejos antes de devolverlos a su legítimo dueño, sellando con un grande y largo beso, el " si" implicito en aquel gesto. Mi firma en aquel contrato en blanco, que ya se iría escribiendo con el paso del tiempo.
Nos quedamos un tiempo más otorgándonos caricias y besos robados, planeando el futuro cercano, más las campanas de la iglesia, tristemente me indicaron que era tiempo de marcharme. El tiempo a su lado - al menos por aquel instante - había expirado. El nuevo día laboral me reclamaba, lamentablemente. Yo no deseaba alejarme de sus brazos, ni de sus labios, más nada pidía solucionar en aquel momento.
-Debo marcharme, príncipe... -le di un pico en la punta de la nariz y me levanté de la cama, para buscar mi ropa, que estaba desperdigada por toda la habitación. Me colé un instante a su aseo para limpiarme y mojarme el rostro. Ahí pude darme cuenta en el espejo roto, que tenía unos morados en el cuello y en el pecho. Eso definitivamente debía cubrirlos de algún modo. Para mi buena suerte, el clima invernal, me regalaría la oportunidad de esconderlos con ropa abrigadora y... Eso marcaba el final de cualquier tipo de acercamiento con María. En el fondo lo agradecía, yo nunca había disfrutado, ni sentido nada tan bonito, como aquélla noche y parte de la mañana.
Para cuando salí, Kurt ya se fumaba un cigarrillo sobre la cama, revuelto entre las sábanas. Dios se veía tan...Guapo.
-¿Podría volver por la noche? -No sabía si tenía algo planeado. A veces el salía a deambular por las calles o quizás asistir con su madre -.Tengo que volver y... hacer... Tengo que trabajar.-suspiré desanimado. No deseaba enfrentarme con mi triste realidad, una vez habiendo descubierto el paraíso.
Me acerqué a él y lo abracé con fuerza, dándole besos en su rostro.
-Gracias por haber regresado por mí. Me hiciste mucha falta... Mucha. Te veré cuando el sol se haya ocultado.
Dirigí mis pasos hacia la puerta y la abrí, me recreé la vista una última vez con su silueta, le mandé un beso volado y salí de su habitación, tratando de ser lo más discreto posible. Los Parisinos solían ser muy dados a inmiscuirse en problemas o situaciones ajenas para pasar cualquier tipo de información valiosa a la santa inquisición y "hacerse de sus favores".
Afuera, a pesar de que había algo de sol, el frío soplaba con fuerza. Me abrigué lo mejor que pude y arrastré mis pasos hacia mi humilde morada. Nunca me había costado tanto trabajo llegar hasta ella. Cuando entré, me percaté de que María había estado ahí. Había flores recién cortadas colocadas sobre la mesa dentro de un jarrón, unos panecillos recién horneados y una nota que no quise leer en un principio, no deseaba leer aquello que estuviera escrito ahí, sin embargo lo hice y fruncí el ceño. "¿Dónde estuviste? Te extrañé. Te espero como todas las noches en la plaza. Te quiero". Dejé la nota sobre la mesa, no quería pensar en la incómoda situación en la que me encontraba. Más de una cosa estaba seguro y era que no le mentiría más, todo debía terminar ese mísmo día.
Lo acuné entre mis brazos, escuchándole con atención, acariciando su cabello, disfrutando cada centímetro de su compañía. De pronto se me había figurado como un niño pequeño. Un ratoncito rubio deseoso de ser querido y protegido, al igual que yo. Porque Kurt tenía razón, en todo lo que había dicho: Nuestro amor era una enorme falta a Dios y a la moral. Y aunque yo discrepaba por dentro (Sobre que el amor puro no podía ser malo, ni pecado) vivíamos dentro de una sociedad y como tal, debíamos acatar reglas e irnos con cuidado. En suma, yo debía resolver con prontitud mi situación con María de ser posible esa misma noche o a la primera oportunidad.
De un salto y visiblemente emocionado, mi principe salió de la cama para compartirme un proyecto, que observé con una inmensa emoción. ¡Prácticamente tenía todo planeado! Era una idea sumamente extraordinaria. El viajar por todas partes en una caravana no era esconocido para mí, sin embargo el pensar que lo haría, que lo podría hacer a su lado, el sentimiento era significativamente distinto de todo lo que yo hubiera hecho con anterioridad.
-Esto es... Maravilloso. eché un último vistazo a aquellos bosquejos antes de devolverlos a su legítimo dueño, sellando con un grande y largo beso, el " si" implicito en aquel gesto. Mi firma en aquel contrato en blanco, que ya se iría escribiendo con el paso del tiempo.
Nos quedamos un tiempo más otorgándonos caricias y besos robados, planeando el futuro cercano, más las campanas de la iglesia, tristemente me indicaron que era tiempo de marcharme. El tiempo a su lado - al menos por aquel instante - había expirado. El nuevo día laboral me reclamaba, lamentablemente. Yo no deseaba alejarme de sus brazos, ni de sus labios, más nada pidía solucionar en aquel momento.
-Debo marcharme, príncipe... -le di un pico en la punta de la nariz y me levanté de la cama, para buscar mi ropa, que estaba desperdigada por toda la habitación. Me colé un instante a su aseo para limpiarme y mojarme el rostro. Ahí pude darme cuenta en el espejo roto, que tenía unos morados en el cuello y en el pecho. Eso definitivamente debía cubrirlos de algún modo. Para mi buena suerte, el clima invernal, me regalaría la oportunidad de esconderlos con ropa abrigadora y... Eso marcaba el final de cualquier tipo de acercamiento con María. En el fondo lo agradecía, yo nunca había disfrutado, ni sentido nada tan bonito, como aquélla noche y parte de la mañana.
Para cuando salí, Kurt ya se fumaba un cigarrillo sobre la cama, revuelto entre las sábanas. Dios se veía tan...Guapo.
-¿Podría volver por la noche? -No sabía si tenía algo planeado. A veces el salía a deambular por las calles o quizás asistir con su madre -.Tengo que volver y... hacer... Tengo que trabajar.-suspiré desanimado. No deseaba enfrentarme con mi triste realidad, una vez habiendo descubierto el paraíso.
Me acerqué a él y lo abracé con fuerza, dándole besos en su rostro.
-Gracias por haber regresado por mí. Me hiciste mucha falta... Mucha. Te veré cuando el sol se haya ocultado.
Dirigí mis pasos hacia la puerta y la abrí, me recreé la vista una última vez con su silueta, le mandé un beso volado y salí de su habitación, tratando de ser lo más discreto posible. Los Parisinos solían ser muy dados a inmiscuirse en problemas o situaciones ajenas para pasar cualquier tipo de información valiosa a la santa inquisición y "hacerse de sus favores".
Afuera, a pesar de que había algo de sol, el frío soplaba con fuerza. Me abrigué lo mejor que pude y arrastré mis pasos hacia mi humilde morada. Nunca me había costado tanto trabajo llegar hasta ella. Cuando entré, me percaté de que María había estado ahí. Había flores recién cortadas colocadas sobre la mesa dentro de un jarrón, unos panecillos recién horneados y una nota que no quise leer en un principio, no deseaba leer aquello que estuviera escrito ahí, sin embargo lo hice y fruncí el ceño. "¿Dónde estuviste? Te extrañé. Te espero como todas las noches en la plaza. Te quiero". Dejé la nota sobre la mesa, no quería pensar en la incómoda situación en la que me encontraba. Más de una cosa estaba seguro y era que no le mentiría más, todo debía terminar ese mísmo día.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Joshua me dijo que sí con un beso. Y eso era lo único que necesitaba.
Como no, el momento en que tuvo que marcharse no se hizo esperar, claro que no pretendía que se quedase allí conmigo, ambos teníamos responsabilidades pero eso no evitó que me sintiese entre enfadado y triste. Volví a tumbarme en la cama y me encendí un cigarrillo mientras él se preparaba para salir, finalmente se despidió con un beso y preguntándome sí podía volver. Asentí pero le advertí que llegaría tarde por el trabajo, que si podía viniese pasadas la media noche. No era muy seguro caminar por las calles a esas horas.
Me quede solo y en blanco por un momento, pero la rutina volvió a rodar cuando mi cabeza se recupero de aquella noche. Me aseé y salí deprisa hacia mi lugar de trabajo.
-Que sea la última vez que llegas tarde, la próxima te echaré a la calle, hoy cobraras la mitad de tu jornal
-Pero si solo he llegado media hora tarde- reclamé
-Pues si te parece injusto ya puedes largarte, hay cientos de chicos que esperan por este trabajo, así que tú mismo –dijo con voz más fuerte. No tuve más remedio que agachar la cabeza y aceptar sus condiciones, mi jefe era un cabrón. –ya que vas a quedarte ve con el deshollinador a limpiar las chimeneas.
Así lo hice, y a pesar de que era un trabajo realmente desagradable no podía esconder mi sonrisa. No dejaba de pensar en la noche que había pasado con Josh, recreándola en mi mente detalle a detalle, eso me hizo estar distraído y que me llamasen la atención un par de veces más a lo largo de la mañana pero no me importaba.
Como siempre hicimos un pequeño parón para comer.
-Gracias Lourdes, tus lentejas son las mejores que he comido
-Vaya vaya muchacho, hoy te veo muy contento, que, ¿es que hay alguna moza? No me digas que la hay porque aun no te he presentado a mi hija
Me reí – Lo siento pero sí que hay alguien
-¿y quién es la afortunada?
-Una antigua compañera del teatro, siempre estuve enamorado de ella
-Bueno, si es así te perdono que no vayas a ser mi yerno, ya nos invitarás a la boda-me reí un poco incomodo
-Sí, claro, bueno, salgo a fumar, gracias por la comida- Me despedí y fui hacia la plaza en la que tocaba Josh, tenía la costumbre de hacerlo siempre en ese breve periodo de descanso, pero esta vez tenía intención de acercarme y no de quedarme mirando desde lejos y a escondidas como solía hacer. Sin embargo no pude hacerlo.
Desde mi posición habitual vi que Joshua estaba con María, como siempre él tocaba y ella repartía rosas. Tiré la colilla del cigarrillo que acababa de encenderme y volví al hotel en el que trabajaba. Al principio estaba desconcertado ¿qué hacía con ella? Se suponía que…lo cierto es que había supuesto demasiadas cosas de las que realmente no hablamos esa noche.
Supuse que la dejaría aquel mismo día, que a partir de ese momento estaríamos juntos y bueno, eso no la incluía a ella en absoluto, pero estaba claro que él no había puesto orden a ese tema. ¿A qué estaba jugando?
El resto de la tarde y noche me comí la cabeza, a veces pensando de forma positiva, quizá no había podido hablar con ella aún pero seguramente lo haría pronto, él me quería al fin y al cabo ¿no? Pero otras me daba por pensar todo lo contrario, que él solo se había aprovechado de la situación sin más…esta última idea me cabreaba y dolía como es lógico.
Por fin terminé y cené lo que quedaba de las lentejas de medio día. Me fui a casa ensimismado en esos pensamientos, no quería pensar en ello pero era inevitable.
Al llegar a casa me quite el abrigo, las botas y el jersey de lana que mi madre me había tejido. Me senté en el escritorio junto a una vela moribunda y espere bebiendo una copa de ron y fumando un pitillo a que Joshua apareciese.
Como no, el momento en que tuvo que marcharse no se hizo esperar, claro que no pretendía que se quedase allí conmigo, ambos teníamos responsabilidades pero eso no evitó que me sintiese entre enfadado y triste. Volví a tumbarme en la cama y me encendí un cigarrillo mientras él se preparaba para salir, finalmente se despidió con un beso y preguntándome sí podía volver. Asentí pero le advertí que llegaría tarde por el trabajo, que si podía viniese pasadas la media noche. No era muy seguro caminar por las calles a esas horas.
Me quede solo y en blanco por un momento, pero la rutina volvió a rodar cuando mi cabeza se recupero de aquella noche. Me aseé y salí deprisa hacia mi lugar de trabajo.
-Que sea la última vez que llegas tarde, la próxima te echaré a la calle, hoy cobraras la mitad de tu jornal
-Pero si solo he llegado media hora tarde- reclamé
-Pues si te parece injusto ya puedes largarte, hay cientos de chicos que esperan por este trabajo, así que tú mismo –dijo con voz más fuerte. No tuve más remedio que agachar la cabeza y aceptar sus condiciones, mi jefe era un cabrón. –ya que vas a quedarte ve con el deshollinador a limpiar las chimeneas.
Así lo hice, y a pesar de que era un trabajo realmente desagradable no podía esconder mi sonrisa. No dejaba de pensar en la noche que había pasado con Josh, recreándola en mi mente detalle a detalle, eso me hizo estar distraído y que me llamasen la atención un par de veces más a lo largo de la mañana pero no me importaba.
Como siempre hicimos un pequeño parón para comer.
-Gracias Lourdes, tus lentejas son las mejores que he comido
-Vaya vaya muchacho, hoy te veo muy contento, que, ¿es que hay alguna moza? No me digas que la hay porque aun no te he presentado a mi hija
Me reí – Lo siento pero sí que hay alguien
-¿y quién es la afortunada?
-Una antigua compañera del teatro, siempre estuve enamorado de ella
-Bueno, si es así te perdono que no vayas a ser mi yerno, ya nos invitarás a la boda-me reí un poco incomodo
-Sí, claro, bueno, salgo a fumar, gracias por la comida- Me despedí y fui hacia la plaza en la que tocaba Josh, tenía la costumbre de hacerlo siempre en ese breve periodo de descanso, pero esta vez tenía intención de acercarme y no de quedarme mirando desde lejos y a escondidas como solía hacer. Sin embargo no pude hacerlo.
Desde mi posición habitual vi que Joshua estaba con María, como siempre él tocaba y ella repartía rosas. Tiré la colilla del cigarrillo que acababa de encenderme y volví al hotel en el que trabajaba. Al principio estaba desconcertado ¿qué hacía con ella? Se suponía que…lo cierto es que había supuesto demasiadas cosas de las que realmente no hablamos esa noche.
Supuse que la dejaría aquel mismo día, que a partir de ese momento estaríamos juntos y bueno, eso no la incluía a ella en absoluto, pero estaba claro que él no había puesto orden a ese tema. ¿A qué estaba jugando?
El resto de la tarde y noche me comí la cabeza, a veces pensando de forma positiva, quizá no había podido hablar con ella aún pero seguramente lo haría pronto, él me quería al fin y al cabo ¿no? Pero otras me daba por pensar todo lo contrario, que él solo se había aprovechado de la situación sin más…esta última idea me cabreaba y dolía como es lógico.
Por fin terminé y cené lo que quedaba de las lentejas de medio día. Me fui a casa ensimismado en esos pensamientos, no quería pensar en ello pero era inevitable.
Al llegar a casa me quite el abrigo, las botas y el jersey de lana que mi madre me había tejido. Me senté en el escritorio junto a una vela moribunda y espere bebiendo una copa de ron y fumando un pitillo a que Joshua apareciese.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Ese día transcurrió de lo más normal, hasta donde tuve entendido. Estuve haciendo mis quehaceres habituales la mayor parte del día, hasta que se llegó la hora de reencontrarme con ella., quien como siempre puntual, tocaba tres veces la puerta de mi casa para anunciar su llegada, así sabría que se trataba de ella. Abrí desganado, regalándole una sonrisa falsa, por supuesto. Ella se arrojó a mis brazos para robarme un beso pero no le correspondí. Discretamente y con educación la aparté. Necesitaba con urgencia hablar con ella, ya que tenía las palabras necesarias - y quizás no justas- en la punta de la lengua, listas para ser... escupidas a la brevedad.
-María, necesito hablar contigo de algo muy importante. Se trata de algo que no puedo dejar escapar más... Lo he estado pensando mucho y...
Ella me miró con esos grandes ojos vivarachos y sonrió emocionada, mas no me dejó completar la frase:
-Cualquier cosa que vayas a decirme, dímela luego de tocar en la plaza ¿si? - De pronto se puso roja, tomó el estuche de mi violín y me sujetó del abrigo para sacarme de la casa. Refunfuñé, no se suponía que debíamos salir juntos ni trabajar en la plaza. Yo...Ya no estaba a gusto con su compañía, de pronto su presencia me molestaba y me enfadaba.
Malhumorado, le seguí los pasos sin mucho ánimo de seguir su conversación. Mi mente estaba ocupada en unos hermosos ojos azules. Sonreí un poco al recordar su rostro, su cuerpo y sus besos.
-¿Puedo asumir que esa sonrisa es por lo que vas a decirme ésta noche? - De pronto llegó a mí, la idea de que María quizás estuviera esperando una declaración formal de compromiso de mi parte. La manera en cómo me observaba y se acariciaba el cabello, daban pie a ello. No se necesitaba ser demasiado inteligente para asumirlo.
No respondí su pregunta. Me limité a sacar mi instrumento del estuche , limpiarlo y afinar las cuerdas. No lo necesitaban desde luego, pero necesitaba distraerme, ya que la tormenta que se vendría luego de terminar, sería una muy grande. Más decidido estaba a regresarle su libertad. Nunca había estado tan seguro de nada, pero ese amor tan grande que sentía por el rubio, me daba fuerzas para seguir adelante.
Me coloqué en la misma posición que todas las noches y el concierto comenzó, con María bailando y regalando flores a todo aquel que dejara algunas monedas dentro del estuche. Toqué como nunca, inspirado, enamorado, sonriente. ¡Feliz! era tal mi ensimismamiento que la gente que transitaba por la plaza debió de haberse dado cuenta, porque cuando culminé la melodía, me aplaudieron con más entusiasmo. Agradecí con una leve inclinación de cabeza, mordiéndome el labio. Si, había tocado estupendamente gracias a su recuerdo.
-Hemos ganado muchos francos ésta noche.-María ya contaba las ganancias, sentada en la banca acostumbrada, donde hacíamos la repartición de las monedas. Apartó un montoncito y lo guardó en un saquito dentro de su falda. El resto lo tomó con su mano, colocándolo dentro de la bolsa de mi abrigo, dándome un beso de puntillas, cerca del mentón. -¿Qué es esa cosa tan importante que vas a decirme?
Volví a apartarla.
-¿Joshua, ¿qué sucede? - sus ojos interrogantes me miraban con aprensión. Quise que la tierra me tragara ahí mismo porque iba a romperle el corazón en miles de pedacitos. Ella era una buena mujer, trabajadora, buena hija, noble y comprensiva y yo... ¡argh! Me sentí el bastardo más grande de todo París.
-María... - suspiré- Ojos azules ha regresado. Ha vuelto por mí. - mi corazón latía con fuerza. Sentí el rostro caliente y las manos sudorosas. Pasé saliva y al ver que ella no parecía comprender, nuevamente haciendo alarde de un valor fuerte y renovado, continué-: María, yo... Sé que esto no es justo para ti, pero... En el corazón, no se manda y yo... Yo estoy enamorado de esa persona...siempre lo estuve.
Ella dejó caer la canasta al suelo, dejando sus brazos inertes a sus costados. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y su boca se había convertido en una línea recta que amenazaba con soltar un chillido. Intenté acercarme a ella, para brindarle apoyo en la medida de mis posibilidades, pero retrocedió dos pasos sin darse cuenta y cayó en una zanja. Intenté ayudarle a levantar, pero lo único que conseguí fue que me empujara con todas sus fuerzas. Luego de eso ella comenzó a gritar y aventarme puños de tierra.
-¡Maria, por favor, tranquilízate!
-¡ERES UN MALDITO MENTIROSO! ¡TE ODIO! -se levantó como pudo y cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí, me abofeteó liándose a golpes con mi pecho. Tuve que sostenerle las manos con fuerza para que no siguiera lastimándose-. -¡Yo creí en ti, me entregué a ti...!
Algunos transeúntes detuvieron sus pasos para observar nuestra pelea. Más luego se retiraban a paso lento, sabiendo que no era su problema ni estaba correcto escuchar trifulcas ajenas.
-¡Por favor escúchame! Más ella seguía tratando de golpearme, incluso me escupió el rostro. Jamás de los jamases habría esperado algo así de su parte. Le aparté con brusquedad, para limpiarme. Ahora sí que estaba enojado con ella. Le devolví una mirada reprobatoria, mordiéndome los labios para no faltarle al respeto.
-No vas a entender razones y yo ya no pienso dártelas. Lo nuestro se terminó María. Créeme que es mejor así para los dos, con el tiempo lo vas a comprender. - Retrocedí dos pasos para sacudirme la tierra.
-Claro, ahora te vas... Así como si nada , dejándome el corazón herido..Sólo fui un juguete. Alguien con quien acostarse, y satisfacer tus bajos instintos... Pero esto te va a pesar Joshua Maloney, te va a pesar... Juro que te va a pesar... No puedes abandonarme a mi suerte... ¡Tienes que responder tu afrenta! ¡Has pisoteado mi honor!
¿Bajos instintos? ¿pisoteado su honor? ¿De verdad creía algo tan absurdo y estúpido? Quise gritarle en su cara, que ella había sido la primera en buscarme y casi obligarme a tener relaciones con ella, pero estaba tan cabreado que lo único que hice fue darle la espalda y comenzar a andar y dejarla rumiar su coraje. Nada quedaba de la mujer que había conocido meses atrás, quizás esa fuera su verdadera personalidad. Sus gritos y sus maldiciones se fueron quedando atrás poco a poco.
Caminé de prisa, casi corrí para escapar de ese infierno. Ya en un callejón recargué la espalda en la pared para tranquilizarme, aferrándome a mi violín. No sabía por qué me sentía tan sucio. Si, había tenido mucho la culpa por no haber sido claro desde un principio con ella, pero ya no había marcha atrás, ahora tenía que luchar por mi propia felicidad y ésta me esperaba a pocos bloques de ahí. Éste último pensamiento, desancló los pies del suelo. Tenía que llegar con él, como había prometido.
Para cuando llegué a la casa de Kurt, ya me había tranquilizado lo suficiente aunque sentía aún el ardor en la mejilla y algo de tierra por todas partes. Discretamente golpeé su puerta para que me abriera. Necesitaba el refugio de sus brazos.
-María, necesito hablar contigo de algo muy importante. Se trata de algo que no puedo dejar escapar más... Lo he estado pensando mucho y...
Ella me miró con esos grandes ojos vivarachos y sonrió emocionada, mas no me dejó completar la frase:
-Cualquier cosa que vayas a decirme, dímela luego de tocar en la plaza ¿si? - De pronto se puso roja, tomó el estuche de mi violín y me sujetó del abrigo para sacarme de la casa. Refunfuñé, no se suponía que debíamos salir juntos ni trabajar en la plaza. Yo...Ya no estaba a gusto con su compañía, de pronto su presencia me molestaba y me enfadaba.
Malhumorado, le seguí los pasos sin mucho ánimo de seguir su conversación. Mi mente estaba ocupada en unos hermosos ojos azules. Sonreí un poco al recordar su rostro, su cuerpo y sus besos.
-¿Puedo asumir que esa sonrisa es por lo que vas a decirme ésta noche? - De pronto llegó a mí, la idea de que María quizás estuviera esperando una declaración formal de compromiso de mi parte. La manera en cómo me observaba y se acariciaba el cabello, daban pie a ello. No se necesitaba ser demasiado inteligente para asumirlo.
No respondí su pregunta. Me limité a sacar mi instrumento del estuche , limpiarlo y afinar las cuerdas. No lo necesitaban desde luego, pero necesitaba distraerme, ya que la tormenta que se vendría luego de terminar, sería una muy grande. Más decidido estaba a regresarle su libertad. Nunca había estado tan seguro de nada, pero ese amor tan grande que sentía por el rubio, me daba fuerzas para seguir adelante.
Me coloqué en la misma posición que todas las noches y el concierto comenzó, con María bailando y regalando flores a todo aquel que dejara algunas monedas dentro del estuche. Toqué como nunca, inspirado, enamorado, sonriente. ¡Feliz! era tal mi ensimismamiento que la gente que transitaba por la plaza debió de haberse dado cuenta, porque cuando culminé la melodía, me aplaudieron con más entusiasmo. Agradecí con una leve inclinación de cabeza, mordiéndome el labio. Si, había tocado estupendamente gracias a su recuerdo.
-Hemos ganado muchos francos ésta noche.-María ya contaba las ganancias, sentada en la banca acostumbrada, donde hacíamos la repartición de las monedas. Apartó un montoncito y lo guardó en un saquito dentro de su falda. El resto lo tomó con su mano, colocándolo dentro de la bolsa de mi abrigo, dándome un beso de puntillas, cerca del mentón. -¿Qué es esa cosa tan importante que vas a decirme?
Volví a apartarla.
-¿Joshua, ¿qué sucede? - sus ojos interrogantes me miraban con aprensión. Quise que la tierra me tragara ahí mismo porque iba a romperle el corazón en miles de pedacitos. Ella era una buena mujer, trabajadora, buena hija, noble y comprensiva y yo... ¡argh! Me sentí el bastardo más grande de todo París.
-María... - suspiré- Ojos azules ha regresado. Ha vuelto por mí. - mi corazón latía con fuerza. Sentí el rostro caliente y las manos sudorosas. Pasé saliva y al ver que ella no parecía comprender, nuevamente haciendo alarde de un valor fuerte y renovado, continué-: María, yo... Sé que esto no es justo para ti, pero... En el corazón, no se manda y yo... Yo estoy enamorado de esa persona...siempre lo estuve.
Ella dejó caer la canasta al suelo, dejando sus brazos inertes a sus costados. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y su boca se había convertido en una línea recta que amenazaba con soltar un chillido. Intenté acercarme a ella, para brindarle apoyo en la medida de mis posibilidades, pero retrocedió dos pasos sin darse cuenta y cayó en una zanja. Intenté ayudarle a levantar, pero lo único que conseguí fue que me empujara con todas sus fuerzas. Luego de eso ella comenzó a gritar y aventarme puños de tierra.
-¡Maria, por favor, tranquilízate!
-¡ERES UN MALDITO MENTIROSO! ¡TE ODIO! -se levantó como pudo y cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí, me abofeteó liándose a golpes con mi pecho. Tuve que sostenerle las manos con fuerza para que no siguiera lastimándose-. -¡Yo creí en ti, me entregué a ti...!
Algunos transeúntes detuvieron sus pasos para observar nuestra pelea. Más luego se retiraban a paso lento, sabiendo que no era su problema ni estaba correcto escuchar trifulcas ajenas.
-¡Por favor escúchame! Más ella seguía tratando de golpearme, incluso me escupió el rostro. Jamás de los jamases habría esperado algo así de su parte. Le aparté con brusquedad, para limpiarme. Ahora sí que estaba enojado con ella. Le devolví una mirada reprobatoria, mordiéndome los labios para no faltarle al respeto.
-No vas a entender razones y yo ya no pienso dártelas. Lo nuestro se terminó María. Créeme que es mejor así para los dos, con el tiempo lo vas a comprender. - Retrocedí dos pasos para sacudirme la tierra.
-Claro, ahora te vas... Así como si nada , dejándome el corazón herido..Sólo fui un juguete. Alguien con quien acostarse, y satisfacer tus bajos instintos... Pero esto te va a pesar Joshua Maloney, te va a pesar... Juro que te va a pesar... No puedes abandonarme a mi suerte... ¡Tienes que responder tu afrenta! ¡Has pisoteado mi honor!
¿Bajos instintos? ¿pisoteado su honor? ¿De verdad creía algo tan absurdo y estúpido? Quise gritarle en su cara, que ella había sido la primera en buscarme y casi obligarme a tener relaciones con ella, pero estaba tan cabreado que lo único que hice fue darle la espalda y comenzar a andar y dejarla rumiar su coraje. Nada quedaba de la mujer que había conocido meses atrás, quizás esa fuera su verdadera personalidad. Sus gritos y sus maldiciones se fueron quedando atrás poco a poco.
Caminé de prisa, casi corrí para escapar de ese infierno. Ya en un callejón recargué la espalda en la pared para tranquilizarme, aferrándome a mi violín. No sabía por qué me sentía tan sucio. Si, había tenido mucho la culpa por no haber sido claro desde un principio con ella, pero ya no había marcha atrás, ahora tenía que luchar por mi propia felicidad y ésta me esperaba a pocos bloques de ahí. Éste último pensamiento, desancló los pies del suelo. Tenía que llegar con él, como había prometido.
Para cuando llegué a la casa de Kurt, ya me había tranquilizado lo suficiente aunque sentía aún el ardor en la mejilla y algo de tierra por todas partes. Discretamente golpeé su puerta para que me abriera. Necesitaba el refugio de sus brazos.
Última edición por Joshua Maloney el Miér Jun 14, 2017 7:53 am, editado 1 vez
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Con una segunda copa servida me quede mirando la llama de la vela que aguantaba obstinada a su fin. Me preguntaba qué hubiese sido de mi vida si hubiese aguantado en el taller curtiendo pieles el suficiente tiempo como para morir en mi cama de viejo con unos cuantos nietos esperando a que les contase alguna historia antes de quedarme dormido. A veces me preguntaba si en realidad solamente era un niño estúpido que creía que había algo mas allí fuera.
Me convencí de que sí, de que la vida como curtidor no habría sido lo mío de todas formas y entonces empecé a pensar en Joshua, en la vida que hubiese tenido si no le hubiera conocido. Tendría una compañía de teatro aún, puede que hubiese acabado casándome con Natalia…o… ¿qué hubiese pasado si hubiese aguantado el exilio en Italia? ¿Le habría olvidado con el tiempo? ¿Hubiese podido haber rehecho mi vida? A lo mejor sí.
Antes de que me terminase la segunda copa llamaron a mi puerta, me puse en pie y sentí un ligero mareo provocado por el ron barato. Abrí la puerta y le vi. Encontré las respuestas a mi bagaje al ver sus ojos verdes envueltos en sus pestañas negras y tupidas. No podría haberle olvidado. Tarde o temprano acabaría topándome con él por el camino porque siempre estaría buscando a alguien que me hiciese sentir aquello que sentía al mirarle. Sentí el impulso de besarle, de arrancarle la ropa para hacerle mío en ese instante, en el pasillo, en frente de todos. Decirles que era para mí. Pero me contuve porque aun no sabía si él iba enserio conmigo después de todo, lo que vi en la plaza reavivo esa incertidumbre que ya me tenía harto.
Le observe unos segundos antes de dejarle entrar, parecía algo agitado e indispuesto –Pasa –Le dije y cerré la puerta – Hoy te vi tocar en la plaza, parecías contento – fui directo al grano, ¿para qué más rodeos? Él vino hacia mí pero le pare – estabas con María, se que ayer no hablamos del tema pero supuse que…en fin, que la dejarías –le dije mirándole a los ojos - ¿a qué estás jugando? Sé que dije que no me importaba ser algo menos que tu amante pero no me gusta que me tomen el pelo Joshua. - Fui hacia el escritorio para coger mi copa, me la termine de un trago y me serví otra esperando su respuesta.
Me convencí de que sí, de que la vida como curtidor no habría sido lo mío de todas formas y entonces empecé a pensar en Joshua, en la vida que hubiese tenido si no le hubiera conocido. Tendría una compañía de teatro aún, puede que hubiese acabado casándome con Natalia…o… ¿qué hubiese pasado si hubiese aguantado el exilio en Italia? ¿Le habría olvidado con el tiempo? ¿Hubiese podido haber rehecho mi vida? A lo mejor sí.
Antes de que me terminase la segunda copa llamaron a mi puerta, me puse en pie y sentí un ligero mareo provocado por el ron barato. Abrí la puerta y le vi. Encontré las respuestas a mi bagaje al ver sus ojos verdes envueltos en sus pestañas negras y tupidas. No podría haberle olvidado. Tarde o temprano acabaría topándome con él por el camino porque siempre estaría buscando a alguien que me hiciese sentir aquello que sentía al mirarle. Sentí el impulso de besarle, de arrancarle la ropa para hacerle mío en ese instante, en el pasillo, en frente de todos. Decirles que era para mí. Pero me contuve porque aun no sabía si él iba enserio conmigo después de todo, lo que vi en la plaza reavivo esa incertidumbre que ya me tenía harto.
Le observe unos segundos antes de dejarle entrar, parecía algo agitado e indispuesto –Pasa –Le dije y cerré la puerta – Hoy te vi tocar en la plaza, parecías contento – fui directo al grano, ¿para qué más rodeos? Él vino hacia mí pero le pare – estabas con María, se que ayer no hablamos del tema pero supuse que…en fin, que la dejarías –le dije mirándole a los ojos - ¿a qué estás jugando? Sé que dije que no me importaba ser algo menos que tu amante pero no me gusta que me tomen el pelo Joshua. - Fui hacia el escritorio para coger mi copa, me la termine de un trago y me serví otra esperando su respuesta.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: - Destinos inciertos - / Kurt / +18
Iba a abrazarle, pero Kurt me detuvo y se dirigió a su mesilla, para servirse una copa y beber. Al principio me desconcertó, pero en cuanto le escuché referirse a María, comprendí todo. Estaba celoso de ella. Deposité el violín sobre su cama, y me acerqué hacia el, casi sin hacer ruido y entonces lo abracé por la espalda, que tanto me gustaba. Besé uno de sus hombros y le susurré al oído que todo había terminado entre ella y yo. Me encontraba feliz, pero no completamente. Le había roto el corazón a una mujer inocente y yo sabía cómo sería el día a día para ella a partir de esa noche: Llanto y sufrimiento... Más las cosas eran así. La felicidad de unos era la tristeza de otros. Yo merecía algo de felicidad. La merecía y volvía a aferrarme a ella con todas mis fuerzas.
-Todo se ha terminado -reiteré-Soy libre, para estar por siempre a tu lado, pase lo que pase. -le apreté un poco más fuerte, sin ejercer más presión de la necesaria. No sabía aún medir mis fuerzas. --¡Qué rico hueles!- me dediqué a olfatear su ropa. Mi sentido del olfato era más desarrollado que el humano promedio, de ésta forma podía descubrir aromas diferentes. Kurt olía a tabaco, alcohol, madera, a su cama, a su misma escencia - muy parecida a la madera - y a algo más que intentaba descubrir y darle un nombre. Pero el conjunto era delicioso.
Le hice girar despacio, para poder mirarle a los ojos. El aún llevaba el vaso a medio terminar en la mano. Lentamente acerqué la mía, y lo tomé. Volví a mirar directamente a sus orbes azules y bebí. El néctar me quemó la garganta, porque yo no estaba acostumbrado a beber, pero en aquel instante lo necesitaba. Se me antojaba ponerme al mismo tono que él.
Una vez que terminé, dejé el vaso sobre su escritorio. Tomé nuevamente una de sus manos y la besé.
-Príncipe. Deja atrás los celos.-sonreí, sintiendo que mis mejillas se teñían de rojo--Siempre he sido tuyo. Siempre lo seré. -esa misma mano, la coloqué en mi cintura. Y con el corazón latiéndome muy fuerte, me paré de puntillas y lo besé. Fue a penas un pequeño roce, dando pié a que el se decidiera a continuar la caricia o a otra cosa. No iba a forzarle.
-Todo se ha terminado -reiteré-Soy libre, para estar por siempre a tu lado, pase lo que pase. -le apreté un poco más fuerte, sin ejercer más presión de la necesaria. No sabía aún medir mis fuerzas. --¡Qué rico hueles!- me dediqué a olfatear su ropa. Mi sentido del olfato era más desarrollado que el humano promedio, de ésta forma podía descubrir aromas diferentes. Kurt olía a tabaco, alcohol, madera, a su cama, a su misma escencia - muy parecida a la madera - y a algo más que intentaba descubrir y darle un nombre. Pero el conjunto era delicioso.
Le hice girar despacio, para poder mirarle a los ojos. El aún llevaba el vaso a medio terminar en la mano. Lentamente acerqué la mía, y lo tomé. Volví a mirar directamente a sus orbes azules y bebí. El néctar me quemó la garganta, porque yo no estaba acostumbrado a beber, pero en aquel instante lo necesitaba. Se me antojaba ponerme al mismo tono que él.
Una vez que terminé, dejé el vaso sobre su escritorio. Tomé nuevamente una de sus manos y la besé.
-Príncipe. Deja atrás los celos.-sonreí, sintiendo que mis mejillas se teñían de rojo--Siempre he sido tuyo. Siempre lo seré. -esa misma mano, la coloqué en mi cintura. Y con el corazón latiéndome muy fuerte, me paré de puntillas y lo besé. Fue a penas un pequeño roce, dando pié a que el se decidiera a continuar la caricia o a otra cosa. No iba a forzarle.
Joshua Maloney- Cambiante Clase Baja
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Pude notar algo mucho más cálido que el alcohol recorriendo mis venas, pude notar su abrazo y su voz calmada y sincera diciéndome todo aquello que quería oír. Me abrazo con fuerza dejando besos sobre mi espalda, cerré los ojos dejándome querer sin más. Fue una sensación diferente, me sentía vulnerable y a la vez seguro.
Mi carácter muchas veces era más dado a dar que a recibir en muchos sentidos y tenía claro que se debían a las incontables barreras que ponía yo mismo. Con ese simple gesto Josh acabo con todas ellas, se hicieron añicos entre sus brazos y sentí paz, la misma que experimentaba cuando nos escapábamos juntos al bosque y pasábamos la tarde bajo ese enorme sauce junto a la orilla del río donde hacíamos el tonto, compartíamos experiencias e intimábamos.
Momentos después me hizo girar y por un segundo estuve nervioso aunque no sabría explicar muy bien porqué. Cogió mi copa y la terminó sin apartar su mirada felina de mí y sus mejillas encendidas, me dijo que dejase atrás los celos, que él era mío, que siempre lo había sido y a partir de ese instante no volvieron a existir dudas al respecto. Con esas sencillas palabras me liberó del peso de la incertidumbre, sus manos sobre mi cuerpo y sus labios rozando los míos sellaron aquella afirmación. Él me quería y yo le quería a él. Él era mío y yo era suyo.
Mis manos que reposaban sobre su cintura aceptaron el compromiso rodeándole y acercándole más hacia mí y mi boca respondió con un beso suave y algo tímido, pero poco a poco, al percibir el sabor de sus labios, el beso se hizo más exigente, apasionado y voraz.
La necesidad del calor de su cuerpo y el alcohol me hacían sentirme completamente desbocado en aquel momento –tienes razón, se acabaron los celos – le dije en un descanso para respirar –es solo que cuando te vi con ella…-negué con la cabeza-no importa, todo eso ya no importa –sonreí y volví a besarle con las mismas ansias, revolviendo su camisa para sacársela de dentro de los pantalones –te amo…te amo Joshua Maloney – que bien sentaba decir aquello con total libertad –y soy tuyo, voy a serlo siempre- me escondí en su cuello, en su piel y en su olor. Bese con suavidad toda aquella zona mordiendo ligeramente su oreja de vez en cuando, acariciando su espalda por debajo de su camisa con las manos.
La vela que aguantaba por pura cabezonería finalmente se fundió dejándonos a oscuras con algunos pequeños rayos de luna y nuestras manos y piel como única guía para encontrarnos en la noche.
Mi carácter muchas veces era más dado a dar que a recibir en muchos sentidos y tenía claro que se debían a las incontables barreras que ponía yo mismo. Con ese simple gesto Josh acabo con todas ellas, se hicieron añicos entre sus brazos y sentí paz, la misma que experimentaba cuando nos escapábamos juntos al bosque y pasábamos la tarde bajo ese enorme sauce junto a la orilla del río donde hacíamos el tonto, compartíamos experiencias e intimábamos.
Momentos después me hizo girar y por un segundo estuve nervioso aunque no sabría explicar muy bien porqué. Cogió mi copa y la terminó sin apartar su mirada felina de mí y sus mejillas encendidas, me dijo que dejase atrás los celos, que él era mío, que siempre lo había sido y a partir de ese instante no volvieron a existir dudas al respecto. Con esas sencillas palabras me liberó del peso de la incertidumbre, sus manos sobre mi cuerpo y sus labios rozando los míos sellaron aquella afirmación. Él me quería y yo le quería a él. Él era mío y yo era suyo.
Mis manos que reposaban sobre su cintura aceptaron el compromiso rodeándole y acercándole más hacia mí y mi boca respondió con un beso suave y algo tímido, pero poco a poco, al percibir el sabor de sus labios, el beso se hizo más exigente, apasionado y voraz.
La necesidad del calor de su cuerpo y el alcohol me hacían sentirme completamente desbocado en aquel momento –tienes razón, se acabaron los celos – le dije en un descanso para respirar –es solo que cuando te vi con ella…-negué con la cabeza-no importa, todo eso ya no importa –sonreí y volví a besarle con las mismas ansias, revolviendo su camisa para sacársela de dentro de los pantalones –te amo…te amo Joshua Maloney – que bien sentaba decir aquello con total libertad –y soy tuyo, voy a serlo siempre- me escondí en su cuello, en su piel y en su olor. Bese con suavidad toda aquella zona mordiendo ligeramente su oreja de vez en cuando, acariciando su espalda por debajo de su camisa con las manos.
La vela que aguantaba por pura cabezonería finalmente se fundió dejándonos a oscuras con algunos pequeños rayos de luna y nuestras manos y piel como única guía para encontrarnos en la noche.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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