Wake me to reality [Adam]

Alexis le parecía un ave herida en ese momento, y eso le hacía querer protegerlo. Abrazó su cuerpo con lentitud y le cobijo con ellos no queriendo soltarlo, no deseaba dejarlo ir ahora. En el pasado le había rechazado, incluso deseaba acabar con él, no hubiese dudado pero sus razones eran estúpidas, era el hijo de aquel hombre de quién tenía malos recuerdos, y sabía que tampoco era la culpa de aquel ausente padre, pues había sido víctima de la persona a la que había perdido. Todo por amor. Alexis le sorprendió cuando escuchó de su historia, un VanVollehoven huérfano a tan corta edad, al cual se le obligo a vagar en busca de un lugar en aquel cruel mundo. Un chiquillo que lo fue perdiendo todo poco a poco, la historia en él siempre se repetía, le daban a probar un poco de felicidad para después arrebatársela de la forma mas cruel, una tras otra se volvía mas sádica, incluso el amor y la oportunidad de tener una familia y enderezar su camino se vio ensombrecida.

Adam no era tan cruel, no con aquel chiquillo que se vio obligado a ser un hombre, él no tenía la culpa. Y deseaba protegerlo, no perderle el rastro, hacerlo su prisionero con tal de que estuviese bien. Aquella desgracia con el vampiro le hizo darse cuenta de algo sumamente importante, él era quién mas necesitaba de su hermano y no al revés, era él quién se perdería completamente sin aquel pequeño tornado dando problemas y preocupaciones, y no podía mantenerlo siempre prisionero. Se dio cuenta que lo amaba, y no de una forma natural o como se esperaría que fuera. Adam amaba a aquel chiquillo de piel tostada, cabellos largos y casi dorados. Alexis siempre le daba esa imagen, de ser un pirata, amaba su aspecto físico, y le había dolido en el orgullo que aquel vampiro se lo arrebatara tan cruelmente. Aquel hecho que fue una desgracia sirvió en su momento para aclarar sus sentimientos y reafirmar sus objetivos; Protegería a Alexis costará lo que le costará incluso su vida. Alejaría aquellos miedos, y trataría de darle un poco de la felicidad que había perdido porque lo amaba, de una forma que muchos considerarían enferma.

Estaba condenado, pero no importaba, solo quería tener al menor consigo, cobijarlo en sus brazos, besar esos labios y jamás separarse de él, no retrocedería ante nada ni ante nadie. No quería expresar todo aquello frente al menor, no deseaba alejarlo, quería ir lento, así como ese momento en el que se perdía en sus hermosos ojos que reflejaban un mar en plena tormenta, en los que se podía perder imaginando a Alexis en una nueva aventura por robar un botín. Adoraba eso de él. Su valentía. Eso le hacía único, aquel chiquillo era por demasiado mejor nigromante. Se dice que los hermanos menores son mejores, lo creía, él fue amado desde un principio, y ahora, y hasta el final lo seguiría siendo. Era una promesa.

Alexis… -Susurró con un tono estúpidamente impropió de él. Estaba embelesado, embobado, perdidamente enamorado, ah, que estúpido, todo el tiempo fue de esa manera y le había costado tanto aceptarlo. – No te dejaré solo de ahora en adelante. Incluso si llegó a faltarte amarra mi alma a la tuya. Déjame abrazar tus miedos, refúgiate en mis brazos. Depende de mí si es necesario. Ocúpame para calmar tus temores… úsame para lo que desees. – Le abrazó con fuerza y sonrió. – Debo estar loco. – Susurró cobijando al chiquillo. – Descansa. -Besó su frente sin soltarlo.

Notó como su pequeño hermano se quedaba dormido entre sus brazos quedándose en silencio tras haber interpretado sus gestos. Alexis era la única familia que ahora le quedaba, y no deseaba a nadie más. Las personas allá a fuera no eran mas que arpías, cuervos… esperando por una herencia.

Acarició los cabellos dorados del menor mientras descansaba y deseo que en verdad lo hiciera, que esa fuera la primera noche donde no soñara con un infierno. Se relajó junto a él y pronto comenzó a quedarse dormido sin dejar de proteger a aquel chiquillo. Estaba feliz, era feliz ahora. Tenerlo consigo de esa loca y enferma manera le producía un encanto único que no había sido capaz de sentir con nadie. Lejos de torturarse por lo correcto o incorrecto, solo estaba disfrutando de aquello.

Tras haber descansado un par de horas una fuerte curiosidad le hizo despertar. Era aquella caja de recuerdos que su abuelo guardaba. Observó al menor descansar e intento moverse lo menos posible para no despertarlo. Una vez logrado su cometido llevó la caja a la mesita que tenía en la habitación y se sentó frente al escritorio. Al abrir aquel tesoro se encontró con varias fotografías, cartas y un par de libretas que parecían una especie de diarios. Observó las fotografías, eran de él con su madre… se imaginaba que ella las había mandando en algún momento, pero al seguir husmeando, en lo profundo había más cartas y fotografías. Al tomarlas y observar por encima vio a quien era su padre, a un bebé y después el rostro de una mujer quien sostenía al niño.

Casi saltó al descubrir que ella era aquella tía que nadie mencionaba, a quien todos daban por perdida, y que aquel niño ahora estaba en su cama dormido plácidamente. Al rebuscar entre las cosas se dio cuenta que tras el papel estaba un escrito. Ella pedía el perdón de aquel patriarca, le decía que era feliz a pesar de todo, y que ahora tenía en sus manos el fruto de aquella felicidad, y pedía con suplicas que cuidara de aquel niño por que el peligro acechaba su vida.

Su mente se nubló, comenzó a marearse entre tantas fotografías de aquella mujer y aquel hombre a quién había odiado toda su vida, ahora entendida porque la insistencia de su abuelo al mandarlo a buscar s u padre, no era para enmendar las cosas, él sabía que ese hombre estaba muerto, y que solo quería buscar a aquel nieto que no pudo proteger. Y cuando lo encontró su insistencia creció al exigirle a Adam que lo llevara ante él.

Jadeó como si le faltara el oxígeno, como si estuviera ahogándose en las profundidades del océano. Sus fuerzas fallaron, se sostuvo del escritorio, pero estaba a punto de desmayarse, de morir… intentó gritar, pero su voz no salía solo escuchaba el eco de su respiración mientras todo daba vueltas a su alrededor. De pronto estuvo sumergido en una intensa oscuridad.

La culpabilidad no dejó de invadirle. Su abuelo deseaba conocer a Alex y él se había negado. Negó ese derecho y ahora se sentía abatido. Mientras Alexis descansaba había bajado a preparar un poco de té para mantenerse cuerdo al leer todo lo escrito en el diario de su abuelo. Había descubierto tantas cosas y no sabía por dónde comenzar. Deseaba hacer tantas preguntas como le fuesen posibles y solo había un método, y él no era experto en la materia.

Se quedó observando los papeles, las fotografías y a su pequeño hermano durmiendo como un angelito y eso le parecía adorable. Suspiró observando de nuevo las cosas hasta que escucho la voz de su hermano, no se había percatado de los ruidos o de que le observaba. Sonrió disimulando sus descubrimientos y se levantó para ir a la cama y besar la frente del chiquillo. -No pasa nada. -Sonrió con ternura y le envolvió en una de las sabanas mientras le cargaba en sus brazos y le llevaba consigo de vuelta a la silla.

Sentó a Alexis en sus piernas y le descubrió el rostro. -Te quiero Alex, te quiero demasiado. -Susurró con un tono íntimo y abrazó con fuerzas al menor. -Te contaré algo que sucedió hace tiempo en esta familia. -Sonrió peinando al chiquillo y suspiró. -Existió una vez un hombre muy poderoso, con riquezas, poder y una inteligencia intachable. Él conoció a mi abuelo por algunos tratos comerciales. -Observó aquellas pupilas claras. -Mi abuelo comenzó a considerarlo de la familia, le estimaba demasiado, era como su mano derecha y sabía que podía contar con él en cualquier momento. -Suspiró. – Mi abuelo prometió a su hija mayor con ese caballero, pero aquel se enamoró de la hija menor. Ambos se enamoraron, y aún con esos sentimientos de por medio él se casó. Mi abuelo para evitar que se vieran los envió lejos, un par de años después ella dio a luz a un hijo. Pero el matrimonio no era feliz, pasaron varios años y la situación empeoraba y en medio de reproches, reclamos y problemas se encontraba el hijo. -Suspiró desviando la mirada. -Una noche, unos enemigos atacaron la mansión familiar, la hija de mi abuelo murió y su nieto fue llevado a salvo lejos del lugar. Desde ese día no volvió a ver su padre, y al mismo tiempo una desgracia pasaba, la hija menor de mi abuelo había desaparecido. Años mas tarde se enteró que su padre le había olvidado, ese chiquillo espero años a que su padre le buscara, eso jamás pasó pues él había formado una nueva familia, tenía una esposa y un hijo. -Le abrazó con fuerza. -No hace mucho él encontró a su hermano, descubrió que no solo era su hermano, sino que era su primo también. La madre de ese muchacho que sostiene en brazos era su tía a quién la daban por desaparecida. -Le sonrió. -Todo eso esta narrado con fotografías, cartas y más evidencia en aquella caja. -Señalo con la mirada en la mesa. Mientras esperó la reacción del castaño.