AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
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La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Recuerdo del primer mensaje :
De todo lo que he saboreado…
Nada es más sabroso que tu cuerpo, tus labios.
El criado del brujo, quien no tenía nada que ver con tal, le ayudó a al menos tener algún que otro vestido para cambiarse y así poder alternarlos. Ya había desayunado, un poco de café y alguna pieza de fruta, tampoco necesitaba más hasta la hora de comer…ya sería entonces cuando arrasaría con parte de los platos en la mesa. La primera clase era la más importante y por ello, quería estar de lo más preparada. Antes de empezar, le mostraría su “talento”, ¿de qué manera? Disponiendo en la mesa con sumo cuidado todas y cada una de las especias, hierbas, ungüentos, esencias y un sinfín de cosas que solo ella tenía constancia de para qué servían y lo que eran.
Desde su posición, sonrió ampliamente al ver el amplio abanico que podía ofrecer y enseñar al brujo. Se preguntó incontables veces, si fue capaz de todo eso que le había mostrado en el callejón, lo de la alfombra y demás… ¿qué más secretos guardaba aquel hombre? Era un misterio y un gran descubrimiento por su parte. ¿Quién iba a pensar que aquel joven podía ser un brujo negro? O como bien lo llamaba ella, un brujo del mal. Rió por lo bajo al recordar el apodo con el que le había bautizado, le venía como anillo al dedo.
-Para la fiebre, centaura… cornejo… perfecto -murmuró por lo bajo, llevándose una de las flores color violeta para olerla.. No iba a empezar hasta que él hiciese acto de presencia y… como viese su mesa en la que trabajaba llena de potingues e hierbas de ella… seguramente pondría el grito en el cielo. -Centinodia para el estómago … y ¿cuántas clases hay? Ah bien, perfecto -lo iba apuntando todo en su pequeño cuaderno, algo así como una especie de inventario.
Oyó pasos, supo de quién se trataba al instante. Fritz era más sigiloso, como si caminase de puntillas y así no molestar. Sonrió de espaldas a él, acababa de terminar de apuntar todo y así al menos, la próxima vez que fuese a la tienda o… mejor, sondease los callejones en donde vendían de exportación…podría saber con lo que contaba y le faltaba. Se llevó a los labios la pluma, acariciando éstos de lo más pensativa, la pluma le hacía cosquillas.
-Buenos días, señor Tisdale -dijo lo suficientemente alto, giró el rostro, quedando de perfil y recorrerlo con la mirada, imposible no hacerlo. El muy canalla era atractivo y ella no era estúpida, sonrió traviesa al recordar fugazmente lo que ocurrió anoche y ya solo con eso, se distrajo lo suficiente, tanto… que suspiró por lo bajo intentando no gemir, ella era así de expresiva. No había dejado de acariciarse los labios con los finos y suaves cabellos de la pluma, tomando alguno con los dientes -Estas son todas mis hierbas, especias, esencias…y cosas que se escapan de la sabiduría humana porque es mejor no saber -
Tomó impulso y se sentó en el borde de la mesa, ahora sí, mirándole intensamente con sus orbes azules como el mismo cielo. Pensativa, guió la mano de la pluma hasta el brujo y la deslizó por su frente , bajando por su nariz y acabar rozando sus labios, aquellos que había mordido infinidad de veces durante toda la noche y provocó que ella, se mordiese el inferior.
-¿Empezamos con la primera clase? Cogeré apuntes… como buena ayudante aplicada -más que dispuesta, lo miró fijamente a los ojos, estaba deseando empezar.
De todo lo que he saboreado…
Nada es más sabroso que tu cuerpo, tus labios.
El criado del brujo, quien no tenía nada que ver con tal, le ayudó a al menos tener algún que otro vestido para cambiarse y así poder alternarlos. Ya había desayunado, un poco de café y alguna pieza de fruta, tampoco necesitaba más hasta la hora de comer…ya sería entonces cuando arrasaría con parte de los platos en la mesa. La primera clase era la más importante y por ello, quería estar de lo más preparada. Antes de empezar, le mostraría su “talento”, ¿de qué manera? Disponiendo en la mesa con sumo cuidado todas y cada una de las especias, hierbas, ungüentos, esencias y un sinfín de cosas que solo ella tenía constancia de para qué servían y lo que eran.
Desde su posición, sonrió ampliamente al ver el amplio abanico que podía ofrecer y enseñar al brujo. Se preguntó incontables veces, si fue capaz de todo eso que le había mostrado en el callejón, lo de la alfombra y demás… ¿qué más secretos guardaba aquel hombre? Era un misterio y un gran descubrimiento por su parte. ¿Quién iba a pensar que aquel joven podía ser un brujo negro? O como bien lo llamaba ella, un brujo del mal. Rió por lo bajo al recordar el apodo con el que le había bautizado, le venía como anillo al dedo.
-Para la fiebre, centaura… cornejo… perfecto -murmuró por lo bajo, llevándose una de las flores color violeta para olerla.. No iba a empezar hasta que él hiciese acto de presencia y… como viese su mesa en la que trabajaba llena de potingues e hierbas de ella… seguramente pondría el grito en el cielo. -Centinodia para el estómago … y ¿cuántas clases hay? Ah bien, perfecto -lo iba apuntando todo en su pequeño cuaderno, algo así como una especie de inventario.
Oyó pasos, supo de quién se trataba al instante. Fritz era más sigiloso, como si caminase de puntillas y así no molestar. Sonrió de espaldas a él, acababa de terminar de apuntar todo y así al menos, la próxima vez que fuese a la tienda o… mejor, sondease los callejones en donde vendían de exportación…podría saber con lo que contaba y le faltaba. Se llevó a los labios la pluma, acariciando éstos de lo más pensativa, la pluma le hacía cosquillas.
-Buenos días, señor Tisdale -dijo lo suficientemente alto, giró el rostro, quedando de perfil y recorrerlo con la mirada, imposible no hacerlo. El muy canalla era atractivo y ella no era estúpida, sonrió traviesa al recordar fugazmente lo que ocurrió anoche y ya solo con eso, se distrajo lo suficiente, tanto… que suspiró por lo bajo intentando no gemir, ella era así de expresiva. No había dejado de acariciarse los labios con los finos y suaves cabellos de la pluma, tomando alguno con los dientes -Estas son todas mis hierbas, especias, esencias…y cosas que se escapan de la sabiduría humana porque es mejor no saber -
Tomó impulso y se sentó en el borde de la mesa, ahora sí, mirándole intensamente con sus orbes azules como el mismo cielo. Pensativa, guió la mano de la pluma hasta el brujo y la deslizó por su frente , bajando por su nariz y acabar rozando sus labios, aquellos que había mordido infinidad de veces durante toda la noche y provocó que ella, se mordiese el inferior.
-¿Empezamos con la primera clase? Cogeré apuntes… como buena ayudante aplicada -más que dispuesta, lo miró fijamente a los ojos, estaba deseando empezar.
Última edición por Gaïa Goncourt el Vie Feb 10, 2017 5:04 pm, editado 1 vez
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
No podía desvincularse de su apellido aunque quisiera. Ser una Goncourt era todo un prestigio de allá donde venía. Todos y cada uno de sus hermanos, estaban más que unidos en perseguir un solo objetivo: acabar con el mal sobrenatural. Y ella, nunca se había sentido como parte de esa unión…de esa familia. Le llamaba a gritos lo peligroso, lo oculto e inexplicable. La magia y no, no cualquier magia…magia negra. La magia blanca estaba más que acostumbrada pero el lado oscuro era su perdición y ese hombre, el joven Conde brujo se lo ofreció.
No iba a ser fácil pero lo intentaría con todas sus fuerzas. Ni él ni ninguno de sus hermanos podría evitar conseguir lo que tanto le costó alcanzar. Era su momento, su dichoso hermano llegó en un momento clave en donde podía abandonarlo todo o por fin conseguir aquello que ansió durante toda su vida. Contar con el señor Tisdale, Logan…al que guardaba el respeto que debió tener desde el primer segundo y no comportarse como una niña caprichosa, con aires de grandeza. Allí estaba para aprender y le quedó lo suficiente claro como para jugar ahora. Con quien iba a jugar ahora sería con su hermano… cuanto antes se fuese, mucho mejor.
Decidió ponerse aquel vestido que le quedaba como un guante. Le pidió a Fritz uno elegante con un tono en particular. Quería ir de ese color, atrevido como ella… los dejaría sin palabras y quisiera o no…también deseaba que Logan Tisdale la mirase de otra forma , como realmente debería mirarle un prometido.
-Gracias querido… -dedicó una breve sonrisa a su hermano. A Logan, se dirigió con paso decidido, le dedicó una leve reverencia pero no quedó todo ahí. Sus orbes azules, brillaron con cierta malicia. Delante de aquel maldito hombre, fue ella quien le tomó de la barbilla y se lanzó a su boca como si no hubiese mañana, provocándole con un simple roce de manos que podía dar paso a claras intenciones que no escondió -Luego me lo dices en privado y… de paso… me lo quitas -mordió su labio inferior, guiñando un ojo y deslizar dos de sus dedos por su mejilla.
Tomó asiento a su lado, movimientos elegantes y calculados. Su hermano no podía dejar de mirarla, de esa forma acusadora… como si volviese a equivocarse y aún así, no le importó. Sus ojos azules, no reparaban en otra cosa que no fuesen la mirada del brujo, simplemente para fastidiar a su hermano.
-Tú lo estás siempre, amor mío -Su hermano carraspeó por lo bajo, a Gaïa se le formó una breve sonrisa, como si fuese un completo ángel -¿Sí hermano? -el hombre esperó a que sirviesen el primer plato para hablar, un consomé caliente, que olía realmente delicioso -Cierto que no solo estás preciosa… irradias felicidad pero no soy estúpido. Odias a los hombres… ¿por qué iba a creerme que ahora sí que te has enamorado? -Gaïa no perdió la sonrisa, es más dio un par de sorbos a su consomé antes de hablar
- Me da igual que no te lo creas. Voy a casarme con él. Es el único que me quiere tal como soy, con mis defectos y mis virtudes. Además… te equivocas porque sí, le quiero -dejó la cuchara apoyada en el cuenco y buscó tomar la mano ajena para apretar con cierta fuerza , mirándole a los ojos -Es mi prometido… te quiero -lo hacía realmente bien, parecía una chiquilla enamorada…por dentro, un mar revuelto… porque quizás esas palabras, no estaban tan equivocadas… sintió un hormigueo, seguido de una risa de lo más divertida… incapaz de controlarlo .
No iba a ser fácil pero lo intentaría con todas sus fuerzas. Ni él ni ninguno de sus hermanos podría evitar conseguir lo que tanto le costó alcanzar. Era su momento, su dichoso hermano llegó en un momento clave en donde podía abandonarlo todo o por fin conseguir aquello que ansió durante toda su vida. Contar con el señor Tisdale, Logan…al que guardaba el respeto que debió tener desde el primer segundo y no comportarse como una niña caprichosa, con aires de grandeza. Allí estaba para aprender y le quedó lo suficiente claro como para jugar ahora. Con quien iba a jugar ahora sería con su hermano… cuanto antes se fuese, mucho mejor.
Decidió ponerse aquel vestido que le quedaba como un guante. Le pidió a Fritz uno elegante con un tono en particular. Quería ir de ese color, atrevido como ella… los dejaría sin palabras y quisiera o no…también deseaba que Logan Tisdale la mirase de otra forma , como realmente debería mirarle un prometido.
-Gracias querido… -dedicó una breve sonrisa a su hermano. A Logan, se dirigió con paso decidido, le dedicó una leve reverencia pero no quedó todo ahí. Sus orbes azules, brillaron con cierta malicia. Delante de aquel maldito hombre, fue ella quien le tomó de la barbilla y se lanzó a su boca como si no hubiese mañana, provocándole con un simple roce de manos que podía dar paso a claras intenciones que no escondió -Luego me lo dices en privado y… de paso… me lo quitas -mordió su labio inferior, guiñando un ojo y deslizar dos de sus dedos por su mejilla.
Tomó asiento a su lado, movimientos elegantes y calculados. Su hermano no podía dejar de mirarla, de esa forma acusadora… como si volviese a equivocarse y aún así, no le importó. Sus ojos azules, no reparaban en otra cosa que no fuesen la mirada del brujo, simplemente para fastidiar a su hermano.
-Tú lo estás siempre, amor mío -Su hermano carraspeó por lo bajo, a Gaïa se le formó una breve sonrisa, como si fuese un completo ángel -¿Sí hermano? -el hombre esperó a que sirviesen el primer plato para hablar, un consomé caliente, que olía realmente delicioso -Cierto que no solo estás preciosa… irradias felicidad pero no soy estúpido. Odias a los hombres… ¿por qué iba a creerme que ahora sí que te has enamorado? -Gaïa no perdió la sonrisa, es más dio un par de sorbos a su consomé antes de hablar
- Me da igual que no te lo creas. Voy a casarme con él. Es el único que me quiere tal como soy, con mis defectos y mis virtudes. Además… te equivocas porque sí, le quiero -dejó la cuchara apoyada en el cuenco y buscó tomar la mano ajena para apretar con cierta fuerza , mirándole a los ojos -Es mi prometido… te quiero -lo hacía realmente bien, parecía una chiquilla enamorada…por dentro, un mar revuelto… porque quizás esas palabras, no estaban tan equivocadas… sintió un hormigueo, seguido de una risa de lo más divertida… incapaz de controlarlo .
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Podía notarse la tensión que había en el ambiente y que se podía cortar perfectamente con un cuchillo, incluso con uno que estuviera poco afilado bastaría para poder cortarla. La presencia de su hermano no era de mí agrado, mucho menos, desde que había abierto aquella boca que tenía y había soltado todo aquello por ella. En realidad, muy en el fondo, estaba deseando que hiciera o dijera algo parecido a todo lo que ya había dicho para darme realmente un motivo de echarlo de mí casa, si era necesario, usando la magia de por medio… luego ya me encargaría de borrarle esa parte de su memoria y no tendríamos ningún tipo de problema. Lo miré durante unos leves segundos en la mesa y ni siquiera me digné en darle ningún tipo de conversación, quería que se largara cuanto antes y terminar con aquella farsa.
Por suerte para mí Gaïa apareció haciendo que el eco provocado por sus tacones resonara en el lugar, anunciándonos de que se acercaba hacia donde estábamos. Me di el lujo de recorrerla con la mirada conforme se acercaba sin importarme que su hermano estuviera presente en el lugar, su pelo rubio le caía en hondas libremente por sus hombros dejando ver su largura, sus ojos azules se posaron en los míos y la miré con aquel vestido morado que tan bien le quedaba, que la hacían resaltar con sus ojos azules y que se ceñía a cada una de las curvas de su cuerpo, curvas que ya había tenido el placer y nunca mejor dicho, de recorrer con mis dedos y con mis labios.
Sus pasos no pararon hasta que estuvo delante de mí, mirándome de aquella forma hasta que sentí sus manos en mí rostro, inclinándome para quedar algo más a su altura y sentir sus labios contra los míos. Sabía que lo estaba haciendo porque estaba delante de su hermano, era el pretexto de todo aquello, y yo le correspondí el beso rodeando su cintura con uno de mis brazos importándome bien poco que él nos estuviera mirando. Reí ante sus palabras sintiendo sus dedos deslizarse por mí rostro y sonreí de lado, divertido con todo aquello. ¿Quitárselo después? Demasiado atrevido como para andar jugando con fuego, algo que ella ya debería de saber.
-Sabes que me encanta quitarte la ropa –sí, eso lo dije con segundas y con toda la intención de que su hermano me oyera, dejé que se sentara ella primero y luego me senté a su lado dando así por iniciada aquella cena, y en parte, aquella tortura que tendría que aguantar esa noche. Fritz no tardó mucho en traer el primer plato, un consomé caliente para el tiempo que hacía y que olía de maravilla, a aquel hombre se le daba demasiado bien cocinar. Podía sentir la mirada de Gaïa puesta en mí, a lo que yo también la miraba, notando como el humor de su hermano iba cambiando forme su aura se volvía de otro color más diferente. Perfecto. Aquello podía ser incluso hasta divertido.
Evité reírme ante la inocencia en su voz al responder a su hermano probando el consomé que había hecho Fritz y que sabía aún mejor de lo que olía, algo que era complicado de superar realmente, levanté mí vista para mirar a su hermano y fruncí el ceño… qué hombre más pesado. Cierto era que ambos estábamos representando un papel, una argucia, una farsa para que él pensara que de verdad iba a casarse y así la dejara en paz… pero ambos estábamos, lejos de lo que pensaba, haciendo bien nuestro papel. Cómo me gustaría sacar a aquel hombre de mí casa y terminar con todo aquello, volví a probar del consomé hasta que sentí la mano de Gaïa sobre la mía, libre, apretándola con fuerza haciendo que girara mí rostro para verla.
Sus orbes azules estaban fijos en mis ojos, mirándome de forma fija y detenida, con su mano todavía apretando la mía y diciendo aquellas palabras que, no supe por qué, pero me dieron la sensación de que había algo de trasfondo en ellas, algo a lo que no quise prestar atención. Evité enarcar una ceja porque eso no sería lo realmente adecuado y porque podría destapar aquel engaño que llevábamos entre manos, no debería de ser raro que me dijera que me quería si era su prometido, el problema venía ahora… ¿tenía que decirle, que yo también la quería? Sabía que era mentira, sabía que no era verdad pero ni aún así podía decírselo y mucho menos que mis palabras sonaran convincentes como debían de serlo… así que, haciendo de tripas corazón, sonreí ante sus palabras y cogí su mentón con mí mano libre.
-Yo también te quiero –lo dije todo lo sincero que pude, salvo que obviamente, en mí mente siguieron otras palabras que daban sentido y esa veracidad con las que sonaron, y eran “matar por esto”, algo que no dije de mí boca hacia fuera, pero sí en mí mente. Me incliné para dejar un beso en sus labios, reclamándolos delante de su hermano, mordí su labio inferior y me separé para mirarlo- Ya veis, tendréis que creer en la palabra de vuestra hermana, y si no es así, en lo que a mí concierne me da exactamente igual que no la creáis. Los planes de boda siguen adelante y no se van a cancelar, mucho menos porque alguien como tú no crea en los sentimientos de su hermana –lo miré frunciendo el ceño- Mí consejo es que lo aceptes cuanto antes y será mejor para todos.
Por suerte para mí Gaïa apareció haciendo que el eco provocado por sus tacones resonara en el lugar, anunciándonos de que se acercaba hacia donde estábamos. Me di el lujo de recorrerla con la mirada conforme se acercaba sin importarme que su hermano estuviera presente en el lugar, su pelo rubio le caía en hondas libremente por sus hombros dejando ver su largura, sus ojos azules se posaron en los míos y la miré con aquel vestido morado que tan bien le quedaba, que la hacían resaltar con sus ojos azules y que se ceñía a cada una de las curvas de su cuerpo, curvas que ya había tenido el placer y nunca mejor dicho, de recorrer con mis dedos y con mis labios.
Sus pasos no pararon hasta que estuvo delante de mí, mirándome de aquella forma hasta que sentí sus manos en mí rostro, inclinándome para quedar algo más a su altura y sentir sus labios contra los míos. Sabía que lo estaba haciendo porque estaba delante de su hermano, era el pretexto de todo aquello, y yo le correspondí el beso rodeando su cintura con uno de mis brazos importándome bien poco que él nos estuviera mirando. Reí ante sus palabras sintiendo sus dedos deslizarse por mí rostro y sonreí de lado, divertido con todo aquello. ¿Quitárselo después? Demasiado atrevido como para andar jugando con fuego, algo que ella ya debería de saber.
-Sabes que me encanta quitarte la ropa –sí, eso lo dije con segundas y con toda la intención de que su hermano me oyera, dejé que se sentara ella primero y luego me senté a su lado dando así por iniciada aquella cena, y en parte, aquella tortura que tendría que aguantar esa noche. Fritz no tardó mucho en traer el primer plato, un consomé caliente para el tiempo que hacía y que olía de maravilla, a aquel hombre se le daba demasiado bien cocinar. Podía sentir la mirada de Gaïa puesta en mí, a lo que yo también la miraba, notando como el humor de su hermano iba cambiando forme su aura se volvía de otro color más diferente. Perfecto. Aquello podía ser incluso hasta divertido.
Evité reírme ante la inocencia en su voz al responder a su hermano probando el consomé que había hecho Fritz y que sabía aún mejor de lo que olía, algo que era complicado de superar realmente, levanté mí vista para mirar a su hermano y fruncí el ceño… qué hombre más pesado. Cierto era que ambos estábamos representando un papel, una argucia, una farsa para que él pensara que de verdad iba a casarse y así la dejara en paz… pero ambos estábamos, lejos de lo que pensaba, haciendo bien nuestro papel. Cómo me gustaría sacar a aquel hombre de mí casa y terminar con todo aquello, volví a probar del consomé hasta que sentí la mano de Gaïa sobre la mía, libre, apretándola con fuerza haciendo que girara mí rostro para verla.
Sus orbes azules estaban fijos en mis ojos, mirándome de forma fija y detenida, con su mano todavía apretando la mía y diciendo aquellas palabras que, no supe por qué, pero me dieron la sensación de que había algo de trasfondo en ellas, algo a lo que no quise prestar atención. Evité enarcar una ceja porque eso no sería lo realmente adecuado y porque podría destapar aquel engaño que llevábamos entre manos, no debería de ser raro que me dijera que me quería si era su prometido, el problema venía ahora… ¿tenía que decirle, que yo también la quería? Sabía que era mentira, sabía que no era verdad pero ni aún así podía decírselo y mucho menos que mis palabras sonaran convincentes como debían de serlo… así que, haciendo de tripas corazón, sonreí ante sus palabras y cogí su mentón con mí mano libre.
-Yo también te quiero –lo dije todo lo sincero que pude, salvo que obviamente, en mí mente siguieron otras palabras que daban sentido y esa veracidad con las que sonaron, y eran “matar por esto”, algo que no dije de mí boca hacia fuera, pero sí en mí mente. Me incliné para dejar un beso en sus labios, reclamándolos delante de su hermano, mordí su labio inferior y me separé para mirarlo- Ya veis, tendréis que creer en la palabra de vuestra hermana, y si no es así, en lo que a mí concierne me da exactamente igual que no la creáis. Los planes de boda siguen adelante y no se van a cancelar, mucho menos porque alguien como tú no crea en los sentimientos de su hermana –lo miré frunciendo el ceño- Mí consejo es que lo aceptes cuanto antes y será mejor para todos.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 16/12/2015
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Esa noche, lucía diferente ante los ojos de los dos hombres. Con Logan no tuvo la oportunidad de mostrarse como esa señorita que debía ser, aprovechando su belleza que mezcla con su rebeldía innata le daban ese toque salvaje y único, la fiereza con la que defendía todo por lo que creía y luchaba. Conocimiento y saber, no solo mágico. Una digna contrincante a cualquiera de sus hermanos esos “maestros” curtidos en el saber de protocolo y disciplina, materias que solo los hombres debían saber. Y ella, lo mostraba mejor que ninguno de los cuatro Goncourt, he ahí el afán de sus propios hermanos por hacerla comprender donde debía estar su lugar y donde permanecer para formar su familia.
Gaïa, una joven independiente que solo se desvivía por lo que pudiese absorber y no dedicarse a sí misma ningún cuidado , como todas esas mujeres que tardaban horas y horas en acicalarse. Pero esa noche, lo había hecho a conciencia, su cabello lucía distinto, peinado en ondas que ensortijadas caían por su espalda…insinuantes, una cascada de cabello dorado infinito que moría al final de su cintura.
-Y a mí danzar para ti frente a la lumbre. Desnuda -a la última palabra, miró fijamente a su hermano, desafiante… iba a ser una cena muy peculiar . Ya notaba el aura de su hermano brillar con cierto recelo y eso le divertía aún más. Tomó asiento a su lado, sirviéndose un poco de vino tino, saboreando el primer sorbo y observar tanto a uno y a otro de reojo -Fritz como siempre, una comida deliciosa -se perdió en la sopa, saboreándola, disfrutando de ese momento… de todo lo que más le gustaba era cómo se comía en aquella casa, si el postre además lo hacía ella aún mejor.
-Elaboré una tarta de tres chocolates diferentes…espero que sea de tu agrado, hermano. -mostró una fingida sonrisa, esa sonrisa que la hacía resplandecer aún más hermosa. La confirmación de aquel “yo también te quiero”, le hizo sonrojar pero no de vergüenza, aunque lo pareció… si no de agobio, el hecho de que un hombre sintiese esas cosas por ellas le abrumaba, aunque fuesen mentiras.
-Conmovedora escena pero hasta que no se celebre la boda, no , no me lo creeré. Tranquilos, pronto me iré, dadme una fecha…vendremos a la ceremonia y… prometemos no molestarte más, solo en el caso de que llenes la casa de niños…tan hermosos y fuertes como sus padres -Gaïa mostró una sonrisa, sus ojos decían otra cosa pero no dijo nada, solo asintió. El segundo plato no tardó en llegar, unos muslos de pollo con patatas panaderas. Durante la velada no dijo nada hasta que… llegó el postre.
Fue ella quien se levantó para ir a por él y aparecer con una tarta redonda de tres capaz que parecía deliciosa. Partió tres trozos para cada uno pero… antes de que le diesen un bocado. Sacó una de sus botellitas pequeñas, olía al destaparla a vainilla. Roció el trozo y sonrió de medio lado, deslizándola hasta su hermano. En un juego de manos, cambió de botecito, haciendo el mismo gesto de rociar la tarta. La dispuso a Logan y el otro trozo para ella, …esperó. El plato de su hermano, tenía un fuerte tranquilizante que lo dejaría KO. Sonrió cuando al tercer bocado todo comenzó a darle vueltas y le vio finalmente hundir la cara en su postre. Gaïa se moría de risa.
-Necesitaba paz , le diremos que fue el vino. Yo también tengo mis trucos . ¿No decías que te gustaba quitarme la ropa? Bien
Gaïa, una joven independiente que solo se desvivía por lo que pudiese absorber y no dedicarse a sí misma ningún cuidado , como todas esas mujeres que tardaban horas y horas en acicalarse. Pero esa noche, lo había hecho a conciencia, su cabello lucía distinto, peinado en ondas que ensortijadas caían por su espalda…insinuantes, una cascada de cabello dorado infinito que moría al final de su cintura.
-Y a mí danzar para ti frente a la lumbre. Desnuda -a la última palabra, miró fijamente a su hermano, desafiante… iba a ser una cena muy peculiar . Ya notaba el aura de su hermano brillar con cierto recelo y eso le divertía aún más. Tomó asiento a su lado, sirviéndose un poco de vino tino, saboreando el primer sorbo y observar tanto a uno y a otro de reojo -Fritz como siempre, una comida deliciosa -se perdió en la sopa, saboreándola, disfrutando de ese momento… de todo lo que más le gustaba era cómo se comía en aquella casa, si el postre además lo hacía ella aún mejor.
-Elaboré una tarta de tres chocolates diferentes…espero que sea de tu agrado, hermano. -mostró una fingida sonrisa, esa sonrisa que la hacía resplandecer aún más hermosa. La confirmación de aquel “yo también te quiero”, le hizo sonrojar pero no de vergüenza, aunque lo pareció… si no de agobio, el hecho de que un hombre sintiese esas cosas por ellas le abrumaba, aunque fuesen mentiras.
-Conmovedora escena pero hasta que no se celebre la boda, no , no me lo creeré. Tranquilos, pronto me iré, dadme una fecha…vendremos a la ceremonia y… prometemos no molestarte más, solo en el caso de que llenes la casa de niños…tan hermosos y fuertes como sus padres -Gaïa mostró una sonrisa, sus ojos decían otra cosa pero no dijo nada, solo asintió. El segundo plato no tardó en llegar, unos muslos de pollo con patatas panaderas. Durante la velada no dijo nada hasta que… llegó el postre.
Fue ella quien se levantó para ir a por él y aparecer con una tarta redonda de tres capaz que parecía deliciosa. Partió tres trozos para cada uno pero… antes de que le diesen un bocado. Sacó una de sus botellitas pequeñas, olía al destaparla a vainilla. Roció el trozo y sonrió de medio lado, deslizándola hasta su hermano. En un juego de manos, cambió de botecito, haciendo el mismo gesto de rociar la tarta. La dispuso a Logan y el otro trozo para ella, …esperó. El plato de su hermano, tenía un fuerte tranquilizante que lo dejaría KO. Sonrió cuando al tercer bocado todo comenzó a darle vueltas y le vio finalmente hundir la cara en su postre. Gaïa se moría de risa.
-Necesitaba paz , le diremos que fue el vino. Yo también tengo mis trucos . ¿No decías que te gustaba quitarme la ropa? Bien
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
No me estaba gustando para nada la actitud que estaba teniendo su hermano a lo largo de aquel día, ya bastante estaba cediendo con que se quedara en mí casa por unos días como tener que aguantar que diga ciertas… cosas por su boca, era algo que no iba a permitir. Pero al parecer la cena iba a ser más divertida de lo que en un principio me había imaginado; había pensado que sería más bien hablando sobre cómo nos conocimos –algo que ninguno de los dos habíamos quedado en claro como había sido- o sobre la boda o ciertos matices y detalles de los cuales iban a ser demasiados aburridos para mí.
Pero para mí suerte Gaïa parecía querer crispar a su hermano tanto como yo lo estaba deseando también, se notaba en cada gesto y mirada que le daba y es que él solo se había ganado que ella actuara de esa manera con él. Podían ser los tiempos que eran, pero que sus hermanos dictaran por ella su vida era algo que nadie debía hacer… mucho menos si eran familia. Quizás era por el hecho de que así había sido conmigo, dándome un cargo que yo jamás llegué a querer y teniendo que aceptarlo sin quererlo. Se había puesto aquel vestido lila que, realmente, no sabía de dónde lo había sacado y si Fritz le había ayudado con ello… pero sabía a ciencia cierta que en aquella casa no había ropa de mujer.
La cena comenzó y su hermano ya comenzó a crisparme de nuevo, tuve que coger la cuchara con más fuerza de lo normal y callarme para no montar una escena, no quería que pudiera conocer que realmente la magia existía y que podría salir mal parado de aquello, por que eso conllevaría a que ella se fuera de allí y no sabía qué podría ocurrir con el pacto de sangre que teníamos si eso pasaba, así que mejor era evitar problemas aunque tuviera ganas de que su hermano conociera de primera mano con quién estaba tratando.
No evité la risa que salió de mis labios, de forma algo baja, cuando ella afirmó que le gustaba bailar para mí y sobre todo la última palabra que dijo mirando a su hermano para que supiera sin que hiciera falta de qué estábamos hablando. Seguí con la cena hasta que tuve que responder a su te quiero, aunque mí respuesta sonó bastante convincente ya que en mí mente continué la frase que había acortado para que su hermano no supiera que todo aquello era mentira, así que quedó bastante creíble y pude notar que las mejillas de ella se sonrojaban por mis palabras. Evité pensar en cualquier cosa que hubiera provocado esa reacción y seguí comiendo, esa vez, el segundo plato que Fritz había preparado de tan magnífica forma. Hice una mueca cuando dijo lo de los niños que, al parecer, él no reparó para nada ya que miraba a su hermana y obvié entrar en aquel tema… no tenía nada que decir al respecto puesto que nada de aquello sucedería.
A eso se le sumó cuando ya habíamos terminado una tarta que ella misma había preparado de tres chocolates, y nos dejó a ambos solos mientras ella fue a buscarla. Ni siquiera intenté darle una conversación o hacer que se sintiera cómodo, mí postura estaba más que clara y por muy hermano suyo que fuera quería que se largara cuanto antes, por lo que hacer que estuviera cómodo era lo último que quería. Por fin ella llegó con una tarta que tenía una pinta deliciosa, la dejó sobre la mesa y la vi partir los trozos para cada uno. Dejó primero el de su hermano que, mirando aquella tarta, comenzó a comérsela mientras ella servía otros dos trozos. Volví a ver aquel botecito que había utilizado en aquella ocasión y me mordí el labio, recordaba que había estado muy buena.
No pasaron más de un par de minutos, cuando ya me estaba comiendo la tarta, que su hermano de pronto dejó de hablar y su rostro cayó como si fuera de plomo sobre la tarta que tenía en el plato. No evité la risa que estalló en mí pecho mientras lo observaba, para luego mirar mí tarta al recordar que también había rociado lo mismo en mí trozo y pasé a mirarla, con el ceño fruncido mientras dejaba el tenedor pinchado sobre la primera capa.
-Espero que lo que le hayas echado a tú hermano no lo hayas puesto en el mío –mí voz, de un tono bajo, era una clara advertencia de que no debía de haberlo hecho. Sus palabras hicieron que sonriera, de forma ladina, mientras terminaba de comerme el trozo que había pinchado y la observaba- Vaya, vaya… así que, ¿ya quieres que te quite el vestido, Gaïa? ¿Y delante de tú hermano? –chasqué un par de veces la lengua, como si estuviera recriminándola por aquello, pero se podía notar lo sumamente divertido que me parecía- Qué chica tan mala, ¿dónde está tú falta de decoro? –ni siquiera me moví de donde estaba mientras seguía comiendo el trozo que me había partido y la miré de soslayo- ¿Tantas ganas tienes de que te desnude de nuevo? –mordí la cuchara con un trozo de tarta en ella- Me pregunto si podrás aguantar hasta que termine esta deliciosa tarta, o tendré que quitarte el vestido, subirte a la mesa y hundirme en tú interior como sé que quieres que lo haga –sonreí de lado- ¿Y si se despierta tú hermano mientras te hago tocar el cielo? ¿Me dejarías entonces darte más fuerte para que sepa de quien eres, y a quien le perteneces? Si es así te desnudaré y te saborearé como estoy haciendo con esta tarta –me lamí los labios y volví a coger otro trozo.
Pero para mí suerte Gaïa parecía querer crispar a su hermano tanto como yo lo estaba deseando también, se notaba en cada gesto y mirada que le daba y es que él solo se había ganado que ella actuara de esa manera con él. Podían ser los tiempos que eran, pero que sus hermanos dictaran por ella su vida era algo que nadie debía hacer… mucho menos si eran familia. Quizás era por el hecho de que así había sido conmigo, dándome un cargo que yo jamás llegué a querer y teniendo que aceptarlo sin quererlo. Se había puesto aquel vestido lila que, realmente, no sabía de dónde lo había sacado y si Fritz le había ayudado con ello… pero sabía a ciencia cierta que en aquella casa no había ropa de mujer.
La cena comenzó y su hermano ya comenzó a crisparme de nuevo, tuve que coger la cuchara con más fuerza de lo normal y callarme para no montar una escena, no quería que pudiera conocer que realmente la magia existía y que podría salir mal parado de aquello, por que eso conllevaría a que ella se fuera de allí y no sabía qué podría ocurrir con el pacto de sangre que teníamos si eso pasaba, así que mejor era evitar problemas aunque tuviera ganas de que su hermano conociera de primera mano con quién estaba tratando.
No evité la risa que salió de mis labios, de forma algo baja, cuando ella afirmó que le gustaba bailar para mí y sobre todo la última palabra que dijo mirando a su hermano para que supiera sin que hiciera falta de qué estábamos hablando. Seguí con la cena hasta que tuve que responder a su te quiero, aunque mí respuesta sonó bastante convincente ya que en mí mente continué la frase que había acortado para que su hermano no supiera que todo aquello era mentira, así que quedó bastante creíble y pude notar que las mejillas de ella se sonrojaban por mis palabras. Evité pensar en cualquier cosa que hubiera provocado esa reacción y seguí comiendo, esa vez, el segundo plato que Fritz había preparado de tan magnífica forma. Hice una mueca cuando dijo lo de los niños que, al parecer, él no reparó para nada ya que miraba a su hermana y obvié entrar en aquel tema… no tenía nada que decir al respecto puesto que nada de aquello sucedería.
A eso se le sumó cuando ya habíamos terminado una tarta que ella misma había preparado de tres chocolates, y nos dejó a ambos solos mientras ella fue a buscarla. Ni siquiera intenté darle una conversación o hacer que se sintiera cómodo, mí postura estaba más que clara y por muy hermano suyo que fuera quería que se largara cuanto antes, por lo que hacer que estuviera cómodo era lo último que quería. Por fin ella llegó con una tarta que tenía una pinta deliciosa, la dejó sobre la mesa y la vi partir los trozos para cada uno. Dejó primero el de su hermano que, mirando aquella tarta, comenzó a comérsela mientras ella servía otros dos trozos. Volví a ver aquel botecito que había utilizado en aquella ocasión y me mordí el labio, recordaba que había estado muy buena.
No pasaron más de un par de minutos, cuando ya me estaba comiendo la tarta, que su hermano de pronto dejó de hablar y su rostro cayó como si fuera de plomo sobre la tarta que tenía en el plato. No evité la risa que estalló en mí pecho mientras lo observaba, para luego mirar mí tarta al recordar que también había rociado lo mismo en mí trozo y pasé a mirarla, con el ceño fruncido mientras dejaba el tenedor pinchado sobre la primera capa.
-Espero que lo que le hayas echado a tú hermano no lo hayas puesto en el mío –mí voz, de un tono bajo, era una clara advertencia de que no debía de haberlo hecho. Sus palabras hicieron que sonriera, de forma ladina, mientras terminaba de comerme el trozo que había pinchado y la observaba- Vaya, vaya… así que, ¿ya quieres que te quite el vestido, Gaïa? ¿Y delante de tú hermano? –chasqué un par de veces la lengua, como si estuviera recriminándola por aquello, pero se podía notar lo sumamente divertido que me parecía- Qué chica tan mala, ¿dónde está tú falta de decoro? –ni siquiera me moví de donde estaba mientras seguía comiendo el trozo que me había partido y la miré de soslayo- ¿Tantas ganas tienes de que te desnude de nuevo? –mordí la cuchara con un trozo de tarta en ella- Me pregunto si podrás aguantar hasta que termine esta deliciosa tarta, o tendré que quitarte el vestido, subirte a la mesa y hundirme en tú interior como sé que quieres que lo haga –sonreí de lado- ¿Y si se despierta tú hermano mientras te hago tocar el cielo? ¿Me dejarías entonces darte más fuerte para que sepa de quien eres, y a quien le perteneces? Si es así te desnudaré y te saborearé como estoy haciendo con esta tarta –me lamí los labios y volví a coger otro trozo.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
La situación se había vuelto insostenible. Los días venideros se harían tan largos como aquella cena a la que pronto, daría un respiro. A ambos, solo a maestro y a alumna. El silencio se veía interrumpido siempre por ellos dos, su hermano solo observaba, comiendo en el más completo silencio. Qué patético, seguramente pensaría en la siguiente reunión con esas personas que iban detrás de gente como Logan. No, no iba a condenarlo, se condenaría ella misma por el pacto de sangre. ¿La verdad? Preferiría ver a su hermano muerto, en un charco de sangre e inmóvil para que la dejasen en paz.
No era ningún secreto que Fritz y ella se llevaban muy bien, tanto que él mismo le eligió ese hermoso vestido que le quedaba como un guante. Resplandecía, elegante y hermosa , más que por su hermano, quiso sorprender a su maestro. No era una simple jovencita que solo aspiraba a conocer algunos trucos de magia, más que eso, más que un simple revolcón de una noche. Ocurrió sin más , hubo atracción desde el primer segundo, eso era innegable. No se molestaba en ocultar su deseo hacia él, indirectas que a su hermano casi le hacen atragantarse con la comida y a ellos… mirarse como si el mundo se hubiese detenido.
El momento de la tarta, fue único. Muy hábil. Solo había que esperar y al oír aquel golpe secó, la risa de la joven contra la cuchara fue inmediata. No podía evitarlo. La cabeza de su hermano hundida en la deliciosa tarta de chocolate. El mejor momento de su vida, desde luego. Sonrió, oyendo la risa del brujo. Por unos instantes, se quedó observándolo, mirándolo intensamente sin dejar de comerse la tarta. Le gustaba su risa, era diferente a su voz autoritaria cuando le ordenaba algo.
-Podías reír así más a menudo, es mejor que tus gruñidos y tus gritos hacia mi persona… me gusta -sonrió traviesa, terminándose la tarta y no poder evitar, deslizar el dedo por el plato, llevándoselo a los labios…estaba deliciosa-No. No le he puesto nada a tu tarta… a no ser que quieras o desees que tu tarta sea yo, diferente a esta, no se la daría a mi hermano. Sería solo para ti, aunque ya has comido un trozo… no querrás repetir -miró de reojo a su hermano, relamiéndose los labios, imaginándose el simple hecho de que ocurriese algo en aquel salón entre los dos.
Lo que dijo a continuación no podía decirlo en serio. Sus ojos azules, se oscurecieron por el simple hecho de imaginarlo. Para ella su hermano ni existía, miraba fijamente al brujo, diciéndoselo todo con la mirada. No lo pensó, era impulsiva por naturaleza. Se levantó dirigiéndose hacia su posición e inclinarse por detrás a uno de sus oídos, sonriendo de esa forma pícara… insinuante.
-Si se despierta… que mire. Mire de una vez a quien pertenezco y… a quién perteneces. ¿Lo imaginas…Logan? Sobre la mesa, como dos salvajes buscando el infierno… saboreando mi tarta en la piel… -mordió su cuello, pasando la lengua por la marca y reír en el lugar, apoyando ambas manos a cada lado de la mesa, acorralándolo entre ella y su cuerpo. Su nariz se hundió en sus cabellos, dejando escapar un gemido seguido de una risa, besó su nuca rozándole con los labios la otra parte del cuello que aún no pudo probar -¿Te imaginas? Ser quien me quite el vestido, vuelva a ocurrir, él nos mire y dejemos bien claras las cosas… lo haría, bailaría sobre ti hasta robarte el aliento… desde aquella noche no pienso en otra cosa… me gustó mucho, demasiado -mordió el lugar, riendo contra la piel de su cuello -Seamos un segundo postre -
No era ningún secreto que Fritz y ella se llevaban muy bien, tanto que él mismo le eligió ese hermoso vestido que le quedaba como un guante. Resplandecía, elegante y hermosa , más que por su hermano, quiso sorprender a su maestro. No era una simple jovencita que solo aspiraba a conocer algunos trucos de magia, más que eso, más que un simple revolcón de una noche. Ocurrió sin más , hubo atracción desde el primer segundo, eso era innegable. No se molestaba en ocultar su deseo hacia él, indirectas que a su hermano casi le hacen atragantarse con la comida y a ellos… mirarse como si el mundo se hubiese detenido.
El momento de la tarta, fue único. Muy hábil. Solo había que esperar y al oír aquel golpe secó, la risa de la joven contra la cuchara fue inmediata. No podía evitarlo. La cabeza de su hermano hundida en la deliciosa tarta de chocolate. El mejor momento de su vida, desde luego. Sonrió, oyendo la risa del brujo. Por unos instantes, se quedó observándolo, mirándolo intensamente sin dejar de comerse la tarta. Le gustaba su risa, era diferente a su voz autoritaria cuando le ordenaba algo.
-Podías reír así más a menudo, es mejor que tus gruñidos y tus gritos hacia mi persona… me gusta -sonrió traviesa, terminándose la tarta y no poder evitar, deslizar el dedo por el plato, llevándoselo a los labios…estaba deliciosa-No. No le he puesto nada a tu tarta… a no ser que quieras o desees que tu tarta sea yo, diferente a esta, no se la daría a mi hermano. Sería solo para ti, aunque ya has comido un trozo… no querrás repetir -miró de reojo a su hermano, relamiéndose los labios, imaginándose el simple hecho de que ocurriese algo en aquel salón entre los dos.
Lo que dijo a continuación no podía decirlo en serio. Sus ojos azules, se oscurecieron por el simple hecho de imaginarlo. Para ella su hermano ni existía, miraba fijamente al brujo, diciéndoselo todo con la mirada. No lo pensó, era impulsiva por naturaleza. Se levantó dirigiéndose hacia su posición e inclinarse por detrás a uno de sus oídos, sonriendo de esa forma pícara… insinuante.
-Si se despierta… que mire. Mire de una vez a quien pertenezco y… a quién perteneces. ¿Lo imaginas…Logan? Sobre la mesa, como dos salvajes buscando el infierno… saboreando mi tarta en la piel… -mordió su cuello, pasando la lengua por la marca y reír en el lugar, apoyando ambas manos a cada lado de la mesa, acorralándolo entre ella y su cuerpo. Su nariz se hundió en sus cabellos, dejando escapar un gemido seguido de una risa, besó su nuca rozándole con los labios la otra parte del cuello que aún no pudo probar -¿Te imaginas? Ser quien me quite el vestido, vuelva a ocurrir, él nos mire y dejemos bien claras las cosas… lo haría, bailaría sobre ti hasta robarte el aliento… desde aquella noche no pienso en otra cosa… me gustó mucho, demasiado -mordió el lugar, riendo contra la piel de su cuello -Seamos un segundo postre -
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Había sido divertido ver cómo su hermano caía sobre el plato de tarta dejando su rostro completamente embadurnado con aquel postre, no lo había esperado y había sido gratificante que algo lo hiciera callar aunque hubiera sido de aquella forma. No lo había esperado pero, verlo delante de mis ojos así, era de lo más divertido. Por ello no evité la risa que escapó de mis labios cuando cayó, con aplomo, sobre la tarta que su hermana había preparado. Tras mí risa mí mirada se dirigió a ella de forma momentánea ante su risa, amortiguada por la cuchara, para mirar el pastel y preguntarme si habría puesto lo mismo en el mío… aunque lo dudaba.
Su respuesta no tardó en llegar mientras seguía comiendo el trozo que tenía en el plato ahora que sabía que no llevaba nada, que solamente lo había hecho porque su hermano comenzaba a ser molesto y para darnos un poco de paz. Su pregunta me hizo mirarla de nuevo, no era un hombre que se riera demasiado en su vida, de hecho, pocas ocasiones hacían que me riera de verdad… pero ver a su hermano así había propiciado aquel hecho. Rodé los ojos y corté un trozo de lo que había en mí plato, si pretendía verme reírme más sería algo que podría ver en contadas ocasiones.
-No suelen sorprenderme lo suficiente como para hacer que ría, o tener la gracia necesario para ello. En este caso ha sido divertido ver cómo tu hermano hundía su rostro en el pastel. Me gustan más los gruñidos y los gritos, pero gracias por la información –lo último lo dije de forma sarcástica mientras seguía comiendo. Su insinuación de que ella fuera mí tarta me hizo mirarla de reojo durante un momento, sería un postre de lo más diferente sin duda alguna, mientras veía que se levantaba de su asiento y se ponía detrás de mí. Sonreí de lado cuando dijo que si lo imaginaba, y sí, lo hacía puesto que yo también había dado aquella idea de tomarla al lado de su hermano.
Mientras yo seguía en la misma posición pude sentir el mordisco que dio en mi cuello y que luego pasó a lamer la zona que había mordido, mientras yo seguía terminando de comer lo poco que quedaba ya del trozo que me había servido. Mí vista fue de forma rápida a su hermano y me pregunté cuánto tiempo duraría el efecto de aquello que le había echado. Sus manos se apoyaron en la mesa, cercando así mi cuerpo contra el suyo, y reí entre dientes por aquello sabiendo de sobra qué era lo que estaba haciendo con todo aquello. Buscaba provocarme, buscaba que la pusiera sobre la mesa, le quitara el vestido y la hiciera mía como le había dicho delante de su hermano. Una situación de lo más morbosa, sin duda alguna.
Podía notar su respiración en mí cabeza y luego sus labios sobre mí nuca mientras yo, de forma impasible, terminaba de comer lo que quedaba y apartaba el plato de la mesa hacia un lado. Me mordí el labio con una sonrisa ladina en el rostro, que ella no podía ver, y evité reírme por aquello. Una vez le dije que, si probaba, repetiría en algún momento y tras saber que no había dejado de pensar en ello… lancé una risa y eché mí cabeza a un lado, para poder verla divertido con la situación.
-Así que no has dejado de pensar en ello, ¿no es así? –Reí entre dientes- Dime, cuando me veías, ¿querías que te arrancara la ropa, verdad? –Eché hacia un lado el lugar donde estaba sentado para poder verla mejor y que pasara a estar en vez de detrás de mí, a mí lado. Mí brazo pasó a rodear su cintura mientras terminaba de hablar y la llevé hacia la mesa para que su cadera quedara contra el borde de esta mientras yo seguía sentado. El vestido era bonito y no sabía de dónde lo habría sacado, pero poco le duraría puesto. Decidí levantarme echando hacia atrás el asiento e incliné el rostro para poder verla, era un poco más baja que yo aunque con los tacones que seguramente llevaba había ganado unos centímetros.- Ya veo que no te importa que tú hermano nos vea y nos pille, de hecho, hasta parecer ser que lo estás deseando –mí cuerpo se pegó al suyo haciendo que se apretara más contra el borde de aquella mesa. Mis manos se deslizaron por sus hombros que estaban libres de tela, dado que el vestido cubría más bien de sus pechos hacia abajo e incliné mí rostro a su cuello para dejar un mordisco en uno de sus lados, subir a su oreja y morder el lóbulo. Mis manos fueron ahora hacia sus nalgas y la levanté para sentarla en la mesa, que abriera sus piernas y me dejara colarme entre ellas en una mejor posición. Una de ellas subió a su cuello, lo cogí rodeándolo con mí mano y la miré a escasos centímetros- Yo no tengo ningún problema en que me vea, quizás así nos deje en paz de una jodida vez –miré sus labios unos segundos y luego la obligué a tumbarse sobre la mesa al apartar los platos que molestaban- ¿No lo crees así, Gaïa? –mí cuerpo se cernió sobre el de ella y mordí su labio inferior- Así que quieres ser mí postre humano, ¿eh? –Reí divertido contra sus labios- Muy bien, empecemos a quitar la primera capa –mis labios buscaron los suyos y mis manos comenzaron a levantar el vestido por bajo para poder quitárselo, ya no tenía sentido que lo llevara puesto en aquel momento.
Su respuesta no tardó en llegar mientras seguía comiendo el trozo que tenía en el plato ahora que sabía que no llevaba nada, que solamente lo había hecho porque su hermano comenzaba a ser molesto y para darnos un poco de paz. Su pregunta me hizo mirarla de nuevo, no era un hombre que se riera demasiado en su vida, de hecho, pocas ocasiones hacían que me riera de verdad… pero ver a su hermano así había propiciado aquel hecho. Rodé los ojos y corté un trozo de lo que había en mí plato, si pretendía verme reírme más sería algo que podría ver en contadas ocasiones.
-No suelen sorprenderme lo suficiente como para hacer que ría, o tener la gracia necesario para ello. En este caso ha sido divertido ver cómo tu hermano hundía su rostro en el pastel. Me gustan más los gruñidos y los gritos, pero gracias por la información –lo último lo dije de forma sarcástica mientras seguía comiendo. Su insinuación de que ella fuera mí tarta me hizo mirarla de reojo durante un momento, sería un postre de lo más diferente sin duda alguna, mientras veía que se levantaba de su asiento y se ponía detrás de mí. Sonreí de lado cuando dijo que si lo imaginaba, y sí, lo hacía puesto que yo también había dado aquella idea de tomarla al lado de su hermano.
Mientras yo seguía en la misma posición pude sentir el mordisco que dio en mi cuello y que luego pasó a lamer la zona que había mordido, mientras yo seguía terminando de comer lo poco que quedaba ya del trozo que me había servido. Mí vista fue de forma rápida a su hermano y me pregunté cuánto tiempo duraría el efecto de aquello que le había echado. Sus manos se apoyaron en la mesa, cercando así mi cuerpo contra el suyo, y reí entre dientes por aquello sabiendo de sobra qué era lo que estaba haciendo con todo aquello. Buscaba provocarme, buscaba que la pusiera sobre la mesa, le quitara el vestido y la hiciera mía como le había dicho delante de su hermano. Una situación de lo más morbosa, sin duda alguna.
Podía notar su respiración en mí cabeza y luego sus labios sobre mí nuca mientras yo, de forma impasible, terminaba de comer lo que quedaba y apartaba el plato de la mesa hacia un lado. Me mordí el labio con una sonrisa ladina en el rostro, que ella no podía ver, y evité reírme por aquello. Una vez le dije que, si probaba, repetiría en algún momento y tras saber que no había dejado de pensar en ello… lancé una risa y eché mí cabeza a un lado, para poder verla divertido con la situación.
-Así que no has dejado de pensar en ello, ¿no es así? –Reí entre dientes- Dime, cuando me veías, ¿querías que te arrancara la ropa, verdad? –Eché hacia un lado el lugar donde estaba sentado para poder verla mejor y que pasara a estar en vez de detrás de mí, a mí lado. Mí brazo pasó a rodear su cintura mientras terminaba de hablar y la llevé hacia la mesa para que su cadera quedara contra el borde de esta mientras yo seguía sentado. El vestido era bonito y no sabía de dónde lo habría sacado, pero poco le duraría puesto. Decidí levantarme echando hacia atrás el asiento e incliné el rostro para poder verla, era un poco más baja que yo aunque con los tacones que seguramente llevaba había ganado unos centímetros.- Ya veo que no te importa que tú hermano nos vea y nos pille, de hecho, hasta parecer ser que lo estás deseando –mí cuerpo se pegó al suyo haciendo que se apretara más contra el borde de aquella mesa. Mis manos se deslizaron por sus hombros que estaban libres de tela, dado que el vestido cubría más bien de sus pechos hacia abajo e incliné mí rostro a su cuello para dejar un mordisco en uno de sus lados, subir a su oreja y morder el lóbulo. Mis manos fueron ahora hacia sus nalgas y la levanté para sentarla en la mesa, que abriera sus piernas y me dejara colarme entre ellas en una mejor posición. Una de ellas subió a su cuello, lo cogí rodeándolo con mí mano y la miré a escasos centímetros- Yo no tengo ningún problema en que me vea, quizás así nos deje en paz de una jodida vez –miré sus labios unos segundos y luego la obligué a tumbarse sobre la mesa al apartar los platos que molestaban- ¿No lo crees así, Gaïa? –mí cuerpo se cernió sobre el de ella y mordí su labio inferior- Así que quieres ser mí postre humano, ¿eh? –Reí divertido contra sus labios- Muy bien, empecemos a quitar la primera capa –mis labios buscaron los suyos y mis manos comenzaron a levantar el vestido por bajo para poder quitárselo, ya no tenía sentido que lo llevara puesto en aquel momento.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
La cena había transcurrido todo lo bien que ambos creyeron en un principio. No le echó unas gotitas precisamente, casi medio bote de aquello y con suerte, no se despertaría nunca. No sería la primera ni la última vez que haría aquello. La gente que ya no hacía falta en este mundo ¿para qué seguir en el? Sonrió satisfecha con su trabajo, lo tendría que haber hecho antes ¿qué pasaría si no despertaba? Ataque al corazón, muerte natural, alergia con la comida… cualquier cosa para no ser culpada. Pobre hermano, si ese era su fin pero mejor, era de los cuatro el peor con diferencia.
Sus ojos azules, se centraron en él cuando le preguntó tal cosa. Rió de lo más divertida, inclinándose hacia él y responderle solo con la mirada, seguido de un mordisco en la barbilla. Estaba segura que ella no solo lo había imaginado él también. Lo que ocurrió fue natural, placentero y sin promesas. Se mordió el labio inferior, mirando de reojo al hermano, una escena de lo más surrealista y divertida al mismo tiempo. No respondió tampoco, su mano derecha lo atrajo hacia sí por la cintura cuando se levantó, buscando sus labios… para susurrarle algo mucho más tentador.
- Si nos ve, se dará cuenta por fin de que no es una farsa , aunque la sea… ¿qué demonios me importa si se despierta cuando tú y yo estamos haciendo lo que nos da la gana? -lo miró desafiante, un reto, como si los dos no pudiesen evitarlo. Ambos lo deseaban, de nuevo sin promesas solo calmar aquella tensión creada desde el primer segundo. Rió contra sus labios cuando le tomó del cuello, no perdió tiempo en deslizar la mano por su pecho y atraerle hacia sí del pantalón, sus cuerpos chocasen irremediablemente.
Rió al comprobar lo que pretendía, ahora en vez de los platos su melena rubia caía esparcida por toda la mesa y sus ojos azules, lo devoraban con la misma intensidad que las manos del brujo le acariciaban. Siseó para que no dijese nada cuando una de sus piernas se deslizó por la pierna ajena, hasta dejarla apoyada en el trasero de él y atraerle hacia sí para que el contacto fuese más directo y ambas zonas tomasen contacto aún con la ropa. Se echó a reír, no era alguien que se dejaba hacer. Sus manos buscaron los botones de su camisa para desabrochar uno por uno. Le observó mordiéndose los labios, acariciando su torso con detenimiento hasta sus hombros y dejar que la prenda cayese por su propio peso.
- Creía que te gustaba mi vestido, maestro -rió contra sus labios, lanzándose a sus labios para besarle de una maldita vez, en cuestión de segundos lo tenía semi desnudo, podía sentir el calor que irradiaba calor… se relamió al separarse, dejando besos y lamer su cuello hasta llegar a su oído -Quien sabe si con los gritos se despierte… ¿me harás gritar, señor Tisdale? -rió terminando con ambas piernas enredadas en la cintura de él y atraerle por las nalgas, haciendo que aquel movimiento acabase con sus zonas reclamándose.
- Como me rompas el vestido… me tendrás que hacer otros muchos como este… y así sucesivamente - dedos enredados en su nuca, la mirada de Gaïa desprendía un fuego que ninguno podía compararse a ningún conjuro.
Sus ojos azules, se centraron en él cuando le preguntó tal cosa. Rió de lo más divertida, inclinándose hacia él y responderle solo con la mirada, seguido de un mordisco en la barbilla. Estaba segura que ella no solo lo había imaginado él también. Lo que ocurrió fue natural, placentero y sin promesas. Se mordió el labio inferior, mirando de reojo al hermano, una escena de lo más surrealista y divertida al mismo tiempo. No respondió tampoco, su mano derecha lo atrajo hacia sí por la cintura cuando se levantó, buscando sus labios… para susurrarle algo mucho más tentador.
- Si nos ve, se dará cuenta por fin de que no es una farsa , aunque la sea… ¿qué demonios me importa si se despierta cuando tú y yo estamos haciendo lo que nos da la gana? -lo miró desafiante, un reto, como si los dos no pudiesen evitarlo. Ambos lo deseaban, de nuevo sin promesas solo calmar aquella tensión creada desde el primer segundo. Rió contra sus labios cuando le tomó del cuello, no perdió tiempo en deslizar la mano por su pecho y atraerle hacia sí del pantalón, sus cuerpos chocasen irremediablemente.
Rió al comprobar lo que pretendía, ahora en vez de los platos su melena rubia caía esparcida por toda la mesa y sus ojos azules, lo devoraban con la misma intensidad que las manos del brujo le acariciaban. Siseó para que no dijese nada cuando una de sus piernas se deslizó por la pierna ajena, hasta dejarla apoyada en el trasero de él y atraerle hacia sí para que el contacto fuese más directo y ambas zonas tomasen contacto aún con la ropa. Se echó a reír, no era alguien que se dejaba hacer. Sus manos buscaron los botones de su camisa para desabrochar uno por uno. Le observó mordiéndose los labios, acariciando su torso con detenimiento hasta sus hombros y dejar que la prenda cayese por su propio peso.
- Creía que te gustaba mi vestido, maestro -rió contra sus labios, lanzándose a sus labios para besarle de una maldita vez, en cuestión de segundos lo tenía semi desnudo, podía sentir el calor que irradiaba calor… se relamió al separarse, dejando besos y lamer su cuello hasta llegar a su oído -Quien sabe si con los gritos se despierte… ¿me harás gritar, señor Tisdale? -rió terminando con ambas piernas enredadas en la cintura de él y atraerle por las nalgas, haciendo que aquel movimiento acabase con sus zonas reclamándose.
- Como me rompas el vestido… me tendrás que hacer otros muchos como este… y así sucesivamente - dedos enredados en su nuca, la mirada de Gaïa desprendía un fuego que ninguno podía compararse a ningún conjuro.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
La cena ya había acabado y para mí total suerte y diversión Gaïa había echo que su hermano quedara apartado de la cena, aunque sin abandonar la mesa, al haberle puesto aquello en su trozo de tarta tal y como me había dicho ella. Su sonrisa pícara denotaba que lo había echo con toda la intención de que su hermano se quedara cao durante un buen rato ya que al parecer le había echado bastante de aquel botecito. Reí entre dientes al darme cuenta y ver cómo su hermano tenía todavía el rostro entre el trozo de tarta pero su hermana no se afanaba por apartarlo, sino que lo dejaba ahí a la vista para mí total goce y disfrute. Al parecer lo tenía pensado desde el momento en que fue a por la tarta, y agradecía que a mí no me hubiera echado porque las consecuencias podrían ser, para ella, totalmente nefastas.
Ahora sin embargo la cena estaba tomando otro matiz totalmente divertido y que me gustaba mucho más, tener a su hermano a pocos centímetros de nosotros sobre el trozo de tarta era bastante divertido, pero lo era mucho más tener así a Gaïa quien parecía que quería ser la segunda parte de mí postre, un postre mucho más interesante que el que me había puesto sobre el plato. Tomarla a ella, directamente sobre la mesa, con su hermano a nuestro lado sin duda alguna me indicaba la rebeldía que aquella mujer poseía por dentro, rebeldía que ya había comprobado en más de una ocasión y que era innata en ella.
Miré sus ojos azules como el mar y me di cuenta del fuego que desprendían cada vez que me miraba, ella había provocado la situación en la que ahora nos encontrábamos desde el momento en que apareció con aquel vestido, su objetivo había sido claro y para mí no había pasado por alto; me estaba provocando. Lo había estado haciendo desde el comienzo de la cena y una vez eliminado a su hermano del medio no había tardado mucho en acercarse y comenzar a provocarme, poco a poco, mientras yo terminaba mí trozo de tarta de manera impasible, sin inmutarme. La dejé hacer mientras tanto concediéndole aquello, dándome cuenta de que quería que la devorara como estaba haciendo con la tarta, la idea de que lo hiciera solamente había provocado que me provocara más a mí, algo totalmente divertido y de lo cual iba a disfrutar.
El resultado de ello se podía comprobar, ahora la tenía sobre la mesa con su pelo rubio esparcido por ella, sus piernas las había rodeado en torno a mí cintura y de forma descarada había presionado para que mí sexo se rozara con su centro, creando una fricción en aquella zona con cada movimiento que dábamos. Dejó un mordisco en mí barbilla y yo mordí su cuello mientras me dejaba que desabotonara mí camisa para luego notar que sus manos ascendían por mí pecho, se colaban por mis hombros hasta hacer que la camisa se deslizara por mí cuerpo y cayera finalmente al suelo.
-A mí sí que no me importa en absoluto que nos vea o no. Es más, estoy deseando que se despierte cuando esté hundido en tú interior, moviéndome en tú húmedo sexo sin cesar, haciendo que grites de placer hasta que vea que te hago gritar mí nombre en mitad del orgasmo… para que vea a quién le perteneces, madre tierra. Estoy rezando para que eso ocurra y así se marche de mí casa de una jodida vez –mí cadera se movió en cada frase que dije pegándome más contra ella haciendo fricción en cada movimiento. Mis manos que ya habían subido su vestido hasta su cintura recorriendo sus piernas en el camino, siguieron un camino ascendente por fuera de este hasta sus hombros, aferré su pelo con fuerza en un puño y di un tirón hacia abajo, dejando su cuello tirante. Llevé mis labios a la zona y reí por sus palabras dejando un mordisco en el lugar- ¿Quién te ha dicho que no me guste el vestido? Estás demasiado… sexy con el. Podría tomarte con el vestido puesto, sin embargo, prefiero disfrutar de la tarta por completo –llevé el otro brazo a su cintura y lo rodeé para luego izar su espalda y que quedara recta, mí mano se deslizó por su espalda hasta buscar la cremallera y deslizarla abriendo así el vestido, que en cuanto estuvo abierto, tiré de él para sacárselo y dejarla en ropa interior.
Mis labios buscaron los suyos recorriendo su contorno libre del vestido y quité el broche de la prenda superior, la tumbé de nuevo en la mesa y se lo quité dejando al descubierto sus pechos lanzando la prenda lejos de donde estábamos. Una de mis manos recorrió una de sus piernas y mí boca bajó por su cuello lamiendo la zona hasta que llegué a sus pechos ahora libres de toda prenda. Mí boca no paró en el recorrido y tomé uno de ellos lamiendo su contorno, mordiendo el pezón mientras la otra mano se encargaba de darle placer y atender al otro pecho. Comenzaba a notar como sus pezones se ponían tiesos y sonreí, alcé la mirada ante su pregunta y chasqueé la lengua como si me sintiera ofendido por aquello.
-¿No te hice gritar dos veces la otra vez, madre tierra? –Pregunté socarrón al saber que había sido así- Esta vez sin trucos de por medios, voy a hacer que grites tan fuerte que despertarás tú misma a tú hermano del estado en el que lo has… inducido –aprovechando que tenía la tarta cerca, llevé mí mano y hundí los dedos dejando que se impregnaran del chocolate para luego llevarla al cuerpo de Gaïa y untar sus pechos con el chocolate- Ahora, si no te importa, quiero disfrutar de mí tarta personal mientras te oigo gemir–sin esperar respuesta mí boca fue hacia uno de sus pechos y comencé a chupar y a lamer el chocolate con el que la había manchado, mientras mis manos recorrían su cuerpo pero sin llegar a tocar su sexo todavía, aún no había llegado el momento.
Ahora sin embargo la cena estaba tomando otro matiz totalmente divertido y que me gustaba mucho más, tener a su hermano a pocos centímetros de nosotros sobre el trozo de tarta era bastante divertido, pero lo era mucho más tener así a Gaïa quien parecía que quería ser la segunda parte de mí postre, un postre mucho más interesante que el que me había puesto sobre el plato. Tomarla a ella, directamente sobre la mesa, con su hermano a nuestro lado sin duda alguna me indicaba la rebeldía que aquella mujer poseía por dentro, rebeldía que ya había comprobado en más de una ocasión y que era innata en ella.
Miré sus ojos azules como el mar y me di cuenta del fuego que desprendían cada vez que me miraba, ella había provocado la situación en la que ahora nos encontrábamos desde el momento en que apareció con aquel vestido, su objetivo había sido claro y para mí no había pasado por alto; me estaba provocando. Lo había estado haciendo desde el comienzo de la cena y una vez eliminado a su hermano del medio no había tardado mucho en acercarse y comenzar a provocarme, poco a poco, mientras yo terminaba mí trozo de tarta de manera impasible, sin inmutarme. La dejé hacer mientras tanto concediéndole aquello, dándome cuenta de que quería que la devorara como estaba haciendo con la tarta, la idea de que lo hiciera solamente había provocado que me provocara más a mí, algo totalmente divertido y de lo cual iba a disfrutar.
El resultado de ello se podía comprobar, ahora la tenía sobre la mesa con su pelo rubio esparcido por ella, sus piernas las había rodeado en torno a mí cintura y de forma descarada había presionado para que mí sexo se rozara con su centro, creando una fricción en aquella zona con cada movimiento que dábamos. Dejó un mordisco en mí barbilla y yo mordí su cuello mientras me dejaba que desabotonara mí camisa para luego notar que sus manos ascendían por mí pecho, se colaban por mis hombros hasta hacer que la camisa se deslizara por mí cuerpo y cayera finalmente al suelo.
-A mí sí que no me importa en absoluto que nos vea o no. Es más, estoy deseando que se despierte cuando esté hundido en tú interior, moviéndome en tú húmedo sexo sin cesar, haciendo que grites de placer hasta que vea que te hago gritar mí nombre en mitad del orgasmo… para que vea a quién le perteneces, madre tierra. Estoy rezando para que eso ocurra y así se marche de mí casa de una jodida vez –mí cadera se movió en cada frase que dije pegándome más contra ella haciendo fricción en cada movimiento. Mis manos que ya habían subido su vestido hasta su cintura recorriendo sus piernas en el camino, siguieron un camino ascendente por fuera de este hasta sus hombros, aferré su pelo con fuerza en un puño y di un tirón hacia abajo, dejando su cuello tirante. Llevé mis labios a la zona y reí por sus palabras dejando un mordisco en el lugar- ¿Quién te ha dicho que no me guste el vestido? Estás demasiado… sexy con el. Podría tomarte con el vestido puesto, sin embargo, prefiero disfrutar de la tarta por completo –llevé el otro brazo a su cintura y lo rodeé para luego izar su espalda y que quedara recta, mí mano se deslizó por su espalda hasta buscar la cremallera y deslizarla abriendo así el vestido, que en cuanto estuvo abierto, tiré de él para sacárselo y dejarla en ropa interior.
Mis labios buscaron los suyos recorriendo su contorno libre del vestido y quité el broche de la prenda superior, la tumbé de nuevo en la mesa y se lo quité dejando al descubierto sus pechos lanzando la prenda lejos de donde estábamos. Una de mis manos recorrió una de sus piernas y mí boca bajó por su cuello lamiendo la zona hasta que llegué a sus pechos ahora libres de toda prenda. Mí boca no paró en el recorrido y tomé uno de ellos lamiendo su contorno, mordiendo el pezón mientras la otra mano se encargaba de darle placer y atender al otro pecho. Comenzaba a notar como sus pezones se ponían tiesos y sonreí, alcé la mirada ante su pregunta y chasqueé la lengua como si me sintiera ofendido por aquello.
-¿No te hice gritar dos veces la otra vez, madre tierra? –Pregunté socarrón al saber que había sido así- Esta vez sin trucos de por medios, voy a hacer que grites tan fuerte que despertarás tú misma a tú hermano del estado en el que lo has… inducido –aprovechando que tenía la tarta cerca, llevé mí mano y hundí los dedos dejando que se impregnaran del chocolate para luego llevarla al cuerpo de Gaïa y untar sus pechos con el chocolate- Ahora, si no te importa, quiero disfrutar de mí tarta personal mientras te oigo gemir–sin esperar respuesta mí boca fue hacia uno de sus pechos y comencé a chupar y a lamer el chocolate con el que la había manchado, mientras mis manos recorrían su cuerpo pero sin llegar a tocar su sexo todavía, aún no había llegado el momento.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Ese hombre le llevaba por el camino de la perdición y locura absoluta. Entre ellos ese tira y afloja incesante pero tan de ellos que no era de sorpresa precisamente, el simple hecho de estar justo como estaban. Las miradas se habían reducido al deseo y la necesidad. Gaïa no ocultaba la atracción que sentía por él, desde el primer segundo. No apartaba sus ojos azules de él, como si su hermano hubiese desaparecido en una nube de humo y todo se redujese a ellos dos en aquella mesa.
-Entonces es mutuo, puedes despertarle con tus poderes cuando esté a gatas en la cama, perdiéndonos en el otro… sin darnos más que placer, más y más… mientras él se va corriendo llorando como una niñita -rió lamiendo sus labios, enredando sus dedos en su nuca, tirando del cabello y la mirase a los ojos -Le he echado de menos… -sus ojos azules dibujaron cada parte de su rostro, mordiendo sus labios y lamer su barbilla…mirada que seguía bajando hasta su vientre y junto con su mano, perderse en su miembro que lucha por salir.
-Se te da bien… quitar vestidos. ¿tengo que preocuparme? No me gusta que te ronden aunque no seas mío. No me gusta , simplemente… me encanta comerme también mi postre -se relamió, lamiendo sus labios y unirse en un beso que había tardo demasiado en llegar, mordió su lengua pero él tenía un plan mejor. No pudo evitar, ahora que estaba desnuda, abrir sus piernas… para mostrar el postre que iba a comerse, lo mucho que iban a disfrutar esa noche - Vas a torturarme -era un hecho, sus dedos se enredaron en su cabello, arqueando la espalda para que tomase sus pechos, gemir de pura necesidad.
Su sexo vibraba esperando unas atenciones que no llegaban. Siseó, sin dejar de mover las caderas no podía con la presión de su miembro en su sexo, la estaba volviendo loca. Le obligó a seguir lamiendo sus senos, aún sin haber chocolate en ellos… una sonrisa entre gemidos, una risa que le advertía que algo malo pasaba por su cabeza. Él tenía las riendas pero también sabía que no se quedaría de brazos cruzados. Aprovechó que estaba sentada en la mesa para aprovechar darse la vuelta aún subida en la mesa y quedar de rodillas en ésta. Él podía ver totalmente su sexo, esperándole, mirándole de reojo bajo, mirad sobre su hombro…provocándole.
-¿No decías que ibas a probar el postre entero? Voy a darle un toque - antes de que dijese nada o la obligase a darse la vuelta, sus dedos no tardaron en perfilar su trasero para adentrarse en su interior y comenzar a estimularse… provocando al hechicero. Sus ojos azules fijos en él, recorriéndole con la mirada, mordiéndose los labios de puro gusto -Aún queda lo más interesante-rió por lo bajo, con la respiración entrecortada… la mano libre, la estiró para tomar un poco más de chocolate y pintar su sexo , un manjar que le ofrecía… y si no se atrevía a ello que lo dudaba…. Ella misma recogió parte del chocolate para con su propia esencia mezclada con el chocolate…se lo llevase a los labios. Una completa provocación.
-Entonces es mutuo, puedes despertarle con tus poderes cuando esté a gatas en la cama, perdiéndonos en el otro… sin darnos más que placer, más y más… mientras él se va corriendo llorando como una niñita -rió lamiendo sus labios, enredando sus dedos en su nuca, tirando del cabello y la mirase a los ojos -Le he echado de menos… -sus ojos azules dibujaron cada parte de su rostro, mordiendo sus labios y lamer su barbilla…mirada que seguía bajando hasta su vientre y junto con su mano, perderse en su miembro que lucha por salir.
-Se te da bien… quitar vestidos. ¿tengo que preocuparme? No me gusta que te ronden aunque no seas mío. No me gusta , simplemente… me encanta comerme también mi postre -se relamió, lamiendo sus labios y unirse en un beso que había tardo demasiado en llegar, mordió su lengua pero él tenía un plan mejor. No pudo evitar, ahora que estaba desnuda, abrir sus piernas… para mostrar el postre que iba a comerse, lo mucho que iban a disfrutar esa noche - Vas a torturarme -era un hecho, sus dedos se enredaron en su cabello, arqueando la espalda para que tomase sus pechos, gemir de pura necesidad.
Su sexo vibraba esperando unas atenciones que no llegaban. Siseó, sin dejar de mover las caderas no podía con la presión de su miembro en su sexo, la estaba volviendo loca. Le obligó a seguir lamiendo sus senos, aún sin haber chocolate en ellos… una sonrisa entre gemidos, una risa que le advertía que algo malo pasaba por su cabeza. Él tenía las riendas pero también sabía que no se quedaría de brazos cruzados. Aprovechó que estaba sentada en la mesa para aprovechar darse la vuelta aún subida en la mesa y quedar de rodillas en ésta. Él podía ver totalmente su sexo, esperándole, mirándole de reojo bajo, mirad sobre su hombro…provocándole.
-¿No decías que ibas a probar el postre entero? Voy a darle un toque - antes de que dijese nada o la obligase a darse la vuelta, sus dedos no tardaron en perfilar su trasero para adentrarse en su interior y comenzar a estimularse… provocando al hechicero. Sus ojos azules fijos en él, recorriéndole con la mirada, mordiéndose los labios de puro gusto -Aún queda lo más interesante-rió por lo bajo, con la respiración entrecortada… la mano libre, la estiró para tomar un poco más de chocolate y pintar su sexo , un manjar que le ofrecía… y si no se atrevía a ello que lo dudaba…. Ella misma recogió parte del chocolate para con su propia esencia mezclada con el chocolate…se lo llevase a los labios. Una completa provocación.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
No había muchas dudas sobre lo que iba a pasar aquella noche, no había pensado que acabaríamos de esa forma sobre la mesa con su hermano bajo el efecto de una “poción”, que ella había previamente rociado en su tarta. Pensaba que la cena iba a ser algo más tediosa y aburrida pero debía de reconocer que estaba siendo totalmente inesperado y que el cambio de acontecimientos me estaba gustando mucho más. Ver a su hermano con el rostro hundido en la tarta era tremendamente gracioso, a lo que dio paso a que Gaïa comenzara a provocarme de aquella manera mientras yo, impasible, terminaba de comerme el trozo de tarta que me había servido. Al final acabaríamos por dar rienda suelta de nuevo a esa atracción que ejercíamos sobre el otro, y la tendría esa vez en aquella mesa con su hermano a pocos centímetros de nosotros como mudo y ciego espectador.
Y ahí estábamos, ella tumbada sobre la mesa tras haber apartado lo que había en ella y ahora quitándole aquel vestido que no sabía de donde lo había sacado, pero que le quedaba como un guante al resaltar su figura. Tuve que reír entre dientes ante sus palabras de que lo despertara cuando estuviéramos en la cama siguiendo lo que empezáramos allí y eso me hizo mirar por un momento a su hermano unos segundos. Me daba igual cuando se despertase, aunque si se despertaba a mediante para mí sería mucho más divertido que viera cómo tomaba a su hermana para que se diera cuenta de quién era el que mandaba realmente. Un claro ejemplo de que nada podría hacer ante sus palabras ya dichas, y esperaba que se largara lo antes posible.
Me olvidé de su hermano cuando el vestido estuvo fuera de su cuerpo y luego la dejé desnuda sobre la mesa, con la idea de que iba a poner chocolate sobre su cuerpo y a disfrutar de aquel momento con la morbosa idea de tener a su hermano cerca de nosotros. La miré cuando dijo que me había echado de menos y sonreí ladino, sabía que en alguna que otra ocasión me había buscado y yo me había alejado, no quería que pensara en equivocaciones. Enarqué una ceja ante su pregunta cuando me hizo aquella pregunta justo antes de que nuestros labios se encontraran en aquel beso, sus dedos se enredaban en mi pelo y sus piernas se enroscaban entorno a mí cintura.
-Tengo experiencia, no es la primera vez que quito un vestido a una mujer –mis labios bajaron por su cuello al tiempo que ella abría sus piernas mostrándome de una forma descarada y desvergonzada su cuerpo desnudo al completo. Mí mirada la recorrió sin prisa alguna y evité responder a aquello, ya sabía mí postura, y por ese tipo de cosas había mantenido cierta distancia para con ella. Mis ojos bajaron por su cuerpo hasta llegar a su sexo y sonreí, estaba algo brillante por la excitación- Pero va a ser una tortura muy placentera –mis dedos se untaron con el chocolate de la tarta y delineé sus pechos dejándolos con el chocolate por todos lados. Mis labios no tardaron en tomar uno de sus pechos y comenzar a lamer el chocolate que había en el lugar, mí lengua daba lametazos por todo el lugar quitando así aquel dulce de su piel. Sus pezones también estaban llenos de chocolate y mí lengua lamió primero uno, para luego chupar en aquel lugar y terminar por dejar un mordisco en el lugar.
Sus gemidos y la forma que tenía de moverse contra mí hacían que, con cada roce, mí miembro se pusiera más y más duro. Este daba de bruces contra su sexo y sentía mí cuerpo ardiendo por la excitación que me recorría. Pronto sería el turno de ella de centrarse en mí y no quería pensarlo o al final terminaría por reventar el pantalón que ya comenzaba a opresar mí miembro. Sus dedos se enredaban en mí pelo y me acercaban más a su pecho como si eso fuera posible, pasé al otro que aún seguía con chocolate y mí mano fue al que había dejado para seguir tocándolo y estimulándolo. Podía notar el calor de su sexo contra la tela de mí pantalón justo sobre mí miembro, sabía que si llevaba la mano al lugar se empaparía por su excitación que era más que evidente… y no sé como pude aguantarlo.
Ella se entregaba en cada roce y en cada lamida, mordida que le propiciaba. Pronto se alejó y se sentó en la mesa dándome una mejor imagen de su sexo que, efectivamente, brillaba de excitación. Me miraba de forma provocadora por sobre sus hombros y yo reí al lanzarme aquella pregunta. Lo había dicho, pero también había dicho que quería disfrutarlo y no ir con demasiada prisa… no la teníamos. Contemplé cómo sus manos recorrían la forma de sus nalgas y se perdía por su interior para llegar a su sexo, podía verlo con demasiada nitidez. Ahogué un gemido y gruñí por ello notando que o liberaba ya mí miembro, o iba a reventar el pantalón de lo apretado que lo notaba. El bulto era más que notorio a esas alturas. Terminó por coger chocolate y ser ella misma quien lo llevara a su sexo embadurnándolo por completo… y no aguanté más.
Cogí su mano y la quité de aquel lugar con la respiración entrecortada, de forma rápida y algo brusca hice que se girara y que su cuerpo quedara ahora boca arriba. Hice que su espalda se quedara pegara contra la mesa y separé sus piernas haciendo que sus nalgas quedaran justo en el linde del borde. Uno de mis brazos lo pasé por debajo de una de sus piernas para que no pudiera moverse, aunque sabía que no iba a hacerlo. Miré su sexo lleno de chocolate y con una mirada socarrona y una sonrisa ladina… terminé por llevar mis labios a su sexo. Di una pasada quitando algo del chocolate que había y la mezcla entre su sabor y el del chocolate.
-Mmm, estás completamente mojada Gaïa. Y eso que no he empezado contigo todavía –volví a lamer aquella zona de forma lenta, una pasada lenta que terminó en su clítoris- Me gusta la combinación de tu sabor con el chocolate, es muy erótica –reí sobre su sexo y volví a lamer hasta dejar el lugar sin nada. Volví a llenar mis dedos de chocolate y puse un pequeño montón cubriendo su clítoris, abultado por la excitación. Mi lengua lamió sin llegar a aquel lugar lleno de chocolate y se adentró en su sexo notando lo húmeda y caliente que estaba. Subí entonces hasta donde había puesto el chocolate y comencé a lamer quitándolo notando en cada lamida que rozaba su clítoris. Terminé por succionarlo y dejar un mordisco en el lugar. Subí mis dedos a su boca e hice que los lamiera mientras seguía lamiendo su sexo que cada vez estaba más y más mojado. Descendí con los dedos húmedos de su saliva y dibujé sus pechos para luego llegar a su sexo, mí lengua se deslizó en su interior y con el pulgar comencé a estimular su clítoris sin cesar, aumentando ambos movimientos. Solamente me aparté cuando llegó al orgasmo en el que no me aparté hasta que terminé con una lamida a su sexo, subí hasta su rostro y sonreí mirándola con las mejillas encendidas y su pecho subiendo y bajando por rapidez. Mí mano se enredó en su pelo y mis labios los dejé sobre los suyos- Y ahora, quiero ver cómo me comes tú
Y ahí estábamos, ella tumbada sobre la mesa tras haber apartado lo que había en ella y ahora quitándole aquel vestido que no sabía de donde lo había sacado, pero que le quedaba como un guante al resaltar su figura. Tuve que reír entre dientes ante sus palabras de que lo despertara cuando estuviéramos en la cama siguiendo lo que empezáramos allí y eso me hizo mirar por un momento a su hermano unos segundos. Me daba igual cuando se despertase, aunque si se despertaba a mediante para mí sería mucho más divertido que viera cómo tomaba a su hermana para que se diera cuenta de quién era el que mandaba realmente. Un claro ejemplo de que nada podría hacer ante sus palabras ya dichas, y esperaba que se largara lo antes posible.
Me olvidé de su hermano cuando el vestido estuvo fuera de su cuerpo y luego la dejé desnuda sobre la mesa, con la idea de que iba a poner chocolate sobre su cuerpo y a disfrutar de aquel momento con la morbosa idea de tener a su hermano cerca de nosotros. La miré cuando dijo que me había echado de menos y sonreí ladino, sabía que en alguna que otra ocasión me había buscado y yo me había alejado, no quería que pensara en equivocaciones. Enarqué una ceja ante su pregunta cuando me hizo aquella pregunta justo antes de que nuestros labios se encontraran en aquel beso, sus dedos se enredaban en mi pelo y sus piernas se enroscaban entorno a mí cintura.
-Tengo experiencia, no es la primera vez que quito un vestido a una mujer –mis labios bajaron por su cuello al tiempo que ella abría sus piernas mostrándome de una forma descarada y desvergonzada su cuerpo desnudo al completo. Mí mirada la recorrió sin prisa alguna y evité responder a aquello, ya sabía mí postura, y por ese tipo de cosas había mantenido cierta distancia para con ella. Mis ojos bajaron por su cuerpo hasta llegar a su sexo y sonreí, estaba algo brillante por la excitación- Pero va a ser una tortura muy placentera –mis dedos se untaron con el chocolate de la tarta y delineé sus pechos dejándolos con el chocolate por todos lados. Mis labios no tardaron en tomar uno de sus pechos y comenzar a lamer el chocolate que había en el lugar, mí lengua daba lametazos por todo el lugar quitando así aquel dulce de su piel. Sus pezones también estaban llenos de chocolate y mí lengua lamió primero uno, para luego chupar en aquel lugar y terminar por dejar un mordisco en el lugar.
Sus gemidos y la forma que tenía de moverse contra mí hacían que, con cada roce, mí miembro se pusiera más y más duro. Este daba de bruces contra su sexo y sentía mí cuerpo ardiendo por la excitación que me recorría. Pronto sería el turno de ella de centrarse en mí y no quería pensarlo o al final terminaría por reventar el pantalón que ya comenzaba a opresar mí miembro. Sus dedos se enredaban en mí pelo y me acercaban más a su pecho como si eso fuera posible, pasé al otro que aún seguía con chocolate y mí mano fue al que había dejado para seguir tocándolo y estimulándolo. Podía notar el calor de su sexo contra la tela de mí pantalón justo sobre mí miembro, sabía que si llevaba la mano al lugar se empaparía por su excitación que era más que evidente… y no sé como pude aguantarlo.
Ella se entregaba en cada roce y en cada lamida, mordida que le propiciaba. Pronto se alejó y se sentó en la mesa dándome una mejor imagen de su sexo que, efectivamente, brillaba de excitación. Me miraba de forma provocadora por sobre sus hombros y yo reí al lanzarme aquella pregunta. Lo había dicho, pero también había dicho que quería disfrutarlo y no ir con demasiada prisa… no la teníamos. Contemplé cómo sus manos recorrían la forma de sus nalgas y se perdía por su interior para llegar a su sexo, podía verlo con demasiada nitidez. Ahogué un gemido y gruñí por ello notando que o liberaba ya mí miembro, o iba a reventar el pantalón de lo apretado que lo notaba. El bulto era más que notorio a esas alturas. Terminó por coger chocolate y ser ella misma quien lo llevara a su sexo embadurnándolo por completo… y no aguanté más.
Cogí su mano y la quité de aquel lugar con la respiración entrecortada, de forma rápida y algo brusca hice que se girara y que su cuerpo quedara ahora boca arriba. Hice que su espalda se quedara pegara contra la mesa y separé sus piernas haciendo que sus nalgas quedaran justo en el linde del borde. Uno de mis brazos lo pasé por debajo de una de sus piernas para que no pudiera moverse, aunque sabía que no iba a hacerlo. Miré su sexo lleno de chocolate y con una mirada socarrona y una sonrisa ladina… terminé por llevar mis labios a su sexo. Di una pasada quitando algo del chocolate que había y la mezcla entre su sabor y el del chocolate.
-Mmm, estás completamente mojada Gaïa. Y eso que no he empezado contigo todavía –volví a lamer aquella zona de forma lenta, una pasada lenta que terminó en su clítoris- Me gusta la combinación de tu sabor con el chocolate, es muy erótica –reí sobre su sexo y volví a lamer hasta dejar el lugar sin nada. Volví a llenar mis dedos de chocolate y puse un pequeño montón cubriendo su clítoris, abultado por la excitación. Mi lengua lamió sin llegar a aquel lugar lleno de chocolate y se adentró en su sexo notando lo húmeda y caliente que estaba. Subí entonces hasta donde había puesto el chocolate y comencé a lamer quitándolo notando en cada lamida que rozaba su clítoris. Terminé por succionarlo y dejar un mordisco en el lugar. Subí mis dedos a su boca e hice que los lamiera mientras seguía lamiendo su sexo que cada vez estaba más y más mojado. Descendí con los dedos húmedos de su saliva y dibujé sus pechos para luego llegar a su sexo, mí lengua se deslizó en su interior y con el pulgar comencé a estimular su clítoris sin cesar, aumentando ambos movimientos. Solamente me aparté cuando llegó al orgasmo en el que no me aparté hasta que terminé con una lamida a su sexo, subí hasta su rostro y sonreí mirándola con las mejillas encendidas y su pecho subiendo y bajando por rapidez. Mí mano se enredó en su pelo y mis labios los dejé sobre los suyos- Y ahora, quiero ver cómo me comes tú
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Él y su ego, un duelo de egos por ambas partes. Siempre terminaban luchando de una manera peculiar. Rió al sentir el tacto de sus dedos en su piel al bajarle el vestido, hacía demasiado, mucho…que ocurrió aquella primera vez en la que no se prometieron nada. Simplemente un buen rato que pasar por ambas partes, estallando entre los brazos del otro sin complicaciones ni dolores de cabeza después. ambos lo tenían muy claro y más claro lo tenían en cuanto se miraban a los ojos y se deseaban de esa forma enfermiza que los llevaba a hacer locuras.
Echó hacia atrás la cabeza al sentir el tacto suave y el olor tan dulce que desprendía el chocolate. Abrió un tanto más las piernas para que se acomodase, enredando sus dedos en su nuca y atrayéndole hacia sí, para que no se le ocurriese apartarse un ápice. Rió, mordiéndose los labios, el brujo sabía jugar y de una forma que le estaba derritiendo. Luego le tocaría a ella, no iba a quedarse sin postre, la tarta estaba mucho mejor con un buen acompañante… y tal como olía para ella, un olor intenso como el café recién molido pero con ese toque avainillado del chocolate. Se relamió con la sola idea de imaginarlo lamer cualquier parte de su cuerpo, deseando que ocurriese.
Una de sus manos, recorrió su pecho hasta su miembro, por su culpa estaba empapado. Quería liberarle, regalarle ciertas atenciones para que le pidiese más. lo liberó entre gemidos, estimulándolo con los dedos, moviendo las caderas para atraparlo en su sexo. La presión le arrancó un gemido de impaciencia, sus caderas comenzaron a moverse en torno a su miembro. Necesitaba más, ambos. Lo miró intensamente cuando le obligó a tumbarse en la mesa, totalmente ofrecida para él, sabía lo que tenía en mente justo lo que iba a hacerle después , porque iba a saborear cada parte de su cuerpo. No pudo contenerse, mordiéndose los labios, moviendo las caderas sin darle tregua, sus palabras le excitaban de tal forma que no controló que una de sus manos le obligase a adentrarse aún más en ella y estalló retorciéndose de placer…aumentando aún más las ganas y el deseo.
Impulsada por sus palabras, le atrajo hacia sí de las nalgas para que volvieran a impactar sus sexos. Tomó su mentón, lamiendo despacio sus labios y reír contra éstos, sí, era su turno. Se bajó de la mesa, buscando sus labios y aprovechar tomarlo de sus caderas para apoyar su cuerpo en el borde de la mesa donde antes había estado ella. A tientas, tomó un poco de tarta, untándolo desde su cuello, su pecho por su vientre y coronar su miembro, como la guinda del pastel. Un ronquido le hizo reír por lo bajo, ahora sí que estaba bien dormido.
-Qué ganas de que se despierte-murmuró contra su cuello, pasando la lengua y los dientes por el lugar, hizo lo mismo por su pecho hasta mordisquear su vientre, dibujando y apartando a la vez, los restos de chocolate del lugar. No pudo evitar, fue imposible el simple hecho de no lanzarse a su miembro como si le fuese la vida en ello. Apartó su cabello rubio a un lado y estimulándole con una de sus manos su boca tomó el lugar como si nada más existiese.
Lo miraba a los ojos, reía al verle totalmente entregado, desquiciado… quería más y ella se lo daba, no podía dejar de darle atenciones, jugar con su lengua, morder la punta de su miembro y tomarlo cuando estalló, acababan de sentenciarse y lo sabían. Querían más, había sido un momento muy placentero.
- Señor Tisdale… -se apartó de él para de espaldas, apoyarse en la mesa, a su lado, recorriendo uno de sus brazos con uno de sus dedos…dándole tiempo. Se subió a la mesa, riendo como una niña traviesa… mirando de reojo a su hermano e imaginarse su reacción al verlos desnudos -Dame el plato principal, es interesante empezar por el postre -buscó su mirada, totalmente oscurecida por el deseo.
Echó hacia atrás la cabeza al sentir el tacto suave y el olor tan dulce que desprendía el chocolate. Abrió un tanto más las piernas para que se acomodase, enredando sus dedos en su nuca y atrayéndole hacia sí, para que no se le ocurriese apartarse un ápice. Rió, mordiéndose los labios, el brujo sabía jugar y de una forma que le estaba derritiendo. Luego le tocaría a ella, no iba a quedarse sin postre, la tarta estaba mucho mejor con un buen acompañante… y tal como olía para ella, un olor intenso como el café recién molido pero con ese toque avainillado del chocolate. Se relamió con la sola idea de imaginarlo lamer cualquier parte de su cuerpo, deseando que ocurriese.
Una de sus manos, recorrió su pecho hasta su miembro, por su culpa estaba empapado. Quería liberarle, regalarle ciertas atenciones para que le pidiese más. lo liberó entre gemidos, estimulándolo con los dedos, moviendo las caderas para atraparlo en su sexo. La presión le arrancó un gemido de impaciencia, sus caderas comenzaron a moverse en torno a su miembro. Necesitaba más, ambos. Lo miró intensamente cuando le obligó a tumbarse en la mesa, totalmente ofrecida para él, sabía lo que tenía en mente justo lo que iba a hacerle después , porque iba a saborear cada parte de su cuerpo. No pudo contenerse, mordiéndose los labios, moviendo las caderas sin darle tregua, sus palabras le excitaban de tal forma que no controló que una de sus manos le obligase a adentrarse aún más en ella y estalló retorciéndose de placer…aumentando aún más las ganas y el deseo.
Impulsada por sus palabras, le atrajo hacia sí de las nalgas para que volvieran a impactar sus sexos. Tomó su mentón, lamiendo despacio sus labios y reír contra éstos, sí, era su turno. Se bajó de la mesa, buscando sus labios y aprovechar tomarlo de sus caderas para apoyar su cuerpo en el borde de la mesa donde antes había estado ella. A tientas, tomó un poco de tarta, untándolo desde su cuello, su pecho por su vientre y coronar su miembro, como la guinda del pastel. Un ronquido le hizo reír por lo bajo, ahora sí que estaba bien dormido.
-Qué ganas de que se despierte-murmuró contra su cuello, pasando la lengua y los dientes por el lugar, hizo lo mismo por su pecho hasta mordisquear su vientre, dibujando y apartando a la vez, los restos de chocolate del lugar. No pudo evitar, fue imposible el simple hecho de no lanzarse a su miembro como si le fuese la vida en ello. Apartó su cabello rubio a un lado y estimulándole con una de sus manos su boca tomó el lugar como si nada más existiese.
Lo miraba a los ojos, reía al verle totalmente entregado, desquiciado… quería más y ella se lo daba, no podía dejar de darle atenciones, jugar con su lengua, morder la punta de su miembro y tomarlo cuando estalló, acababan de sentenciarse y lo sabían. Querían más, había sido un momento muy placentero.
- Señor Tisdale… -se apartó de él para de espaldas, apoyarse en la mesa, a su lado, recorriendo uno de sus brazos con uno de sus dedos…dándole tiempo. Se subió a la mesa, riendo como una niña traviesa… mirando de reojo a su hermano e imaginarse su reacción al verlos desnudos -Dame el plato principal, es interesante empezar por el postre -buscó su mirada, totalmente oscurecida por el deseo.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Acabábamos prácticamente de empezar y nuestros cuerpos ya se buscaban el uno al otro, como viejos conocidos que sabían lo que tenían que hacer en el otro para causar placer. Su cuerpo desnudo era toda una delicia contemplarlo, tumbada en la mesa desnuda, con el pelo rubio esparcido sobre esta como un manto dorado, su cuerpo entregado frente a mí, su pecho que subía y bajaba mientras su mirada estaba puesta en la mía… y ese sexo que brillaba de excitación y necesidad era una imagen demasiado erótica, sensual y provocadora como para que uno pudiera rechazarla, y si alguien lo hacía, era un completo imbécil. No había forma de resistirse a ella cuando estaba de esa forma, no cuando se entregaba de aquella manera. Siempre dispuesta, siempre buscando y pidiendo por más… algo a lo que yo me complacería mucho en darle.
Atrevida y descarada como siempre no tardó en incluso antes de jugar con su miembro y que mí boca atendiera aquella zona necesitaba que clamaba por atención, poner sus manos en mis nalgas y apretarme contra ella de modo que mí miembro casi se introdujo un poco en su cavidad, podía notar lo caliente que estaba, lo brillante que estaba y sobre todo lo mojada que estaba… ardía de pura necesidad. Mis ojos subieron a los suyos aún con mí boca en su pecho y sonreí divertido por aquello, terminé de quitar el chocolate que había en su pecho y subí a su rostro para morder su labio inferior y tirar de él mientras mí miembro seguía presionando contra su entrada. No iba a negar que me moría de ganas por hundirme en su interior y que me acogiera, pero llevaba otra idea en mente que quería hacer antes.
-Gaïa, Gaïa, Gaïa… ¿tantas ganas tienes de que me hunda en ti que no puedes esperar? –Pregunté con un deje burlón en mí voz al tiempo que veía cómo ella luego ponía chocolate en su centro para dejarme con una vista más que exquisita, con las ganas de devorarla y lamer el chocolate que había puesto en aquel lugar. Mí boca buscó su centro que latía necesitado y lamí dando una primera pasada, sonreí ante su reacción y seguí lamiéndola de forma lenta, recreándome con el lugar, con las sensaciones, con el sabor del chocolate mezclado con el de su propio sexo… una combinación deliciosa- Sabes tan bien con el chocolate –murmuré justo sobre su centro que seguía pidiéndome a gritos que lo siguiera martirizando… y es precisamente lo que iba a hacer.
Su cuerpo se movía estimulado por mí lengua que repasaba todo el lugar y por el dedo que, tras hacer que ella los lamiera, introduje primero uno en su interior. Gruñí al notar lo caliente y húmeda que estaba y seguí con lo estaba haciendo mientras el dedo lo sacaba y entraba de su interior. Pronto un segundo acompañó al primero preparándola y ensanchándola aunque no necesitaba de ello, estaba convencido de que si me hundía ahora mismo en su interior sería todo placer. Mí miembro daba sacudidas y estaba tan duro que incluso dolía, me pedía que acabara con aquella tortura para poder hundirme en su interior… pero pronto. Solamente me separé de ella cuando la hice llegar al orgasmo, su respiración agitada, su cadera moviéndose contra mí boca y el gemido que escapó de sus labios me hicieron gruñir y casi provocaron mí propio orgasmo. Subí a su rostro y tras besarla le pedí que le tocaba a ella… y me dejé hacer.
Se incorporó de la mesa y sus labios buscaron los míos mientras sus dedos buscaron la tarta donde había cogido yo el chocolate que puse en su cuerpo, se bajó y me apoyó contra el borde de la mesa y esperé a que hiciera lo que tuviera que hacer. Sus dedos llenos de chocolate se pasearon desde mí cuello pasando por mí brazo, el pecho, el vientre y… terminar donde más lo estaba esperando. Un ronquido me hizo mirar hacia el lado para ver el rostro de su hermano y su hermano me hizo reír entre dientes.
Comenzó entonces a lamer el chocolate que había puesto por mí cuerpo, lamía, succionaba o mordía dependiendo de la zona donde estuviera y yo solamente me dejé hacer, apoyando mis manos en el borde de la mesa para aferrarme a algo, sintiendo cómo limpiaba mí cuerpo del chocolate. Mis ojos se pusieron en los suyos y seguí cada uno de sus movimientos, viendo como se arrodillaba frente a mí, apartaba su pelo, su mano aprisionaba mí miembro y después pude observar con todo lujo de detalles cómo su boca devoraba mí miembro. Gemí al sentir la calidez de su boca rodeando mí miembro, su lengua jugar con el tronco y su mano acompasar sus movimientos. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás disfrutando de las caricias, aferrado al borde de la mesa.
Al bajar mí vista de nuevo a ella pude ver que me estaba mirando y jadeé notando cómo comenzaba a llevarme al borde de la misma locura. El placer se extendía por mí cuerpo por su boca y su mano ejerciendo aquel impecable trabajo. Mis caderas se movían por sí solas contra ella pidiéndole más, al final una de mis manos bajó a su pelo y lo cogí con un puño para que se metiera más mi miembro en su boca, deleitado por el placer que me estaba dando. Poco me faltó para terminar por tomar yo el ritmo y apoderarme de su boca, lo hice en los últimos coletazos en los que apreté su cabeza contra mí miembro para que se lo tragara entera mientras con un gemido me corría en su interior, con los ojos cerrados y apretando el borde de la mesa con fuerza.
Se apartó de mí mientras el orgasmo remitía y la vi pasar uno de sus dedos por mí brazo mirándome de aquella forma, como una niña traviesa en busca de su próxima travesura, se subió a la mesa en una más que clara invitación, y yo sonreí acercándome a ella. Cogí su rostro con mis manos y la besé de manera algo ruda mientras de nuevo mí cuerpo se calentaba y mí miembro se alzaba pidiendo continuar con aquello. Era una atracción magnética en la que nos buscábamos y nos atraíamos sin poder evitarlo, mí cuerpo ya estaba listo y preparado y llevando un dedo a su sexo pude comprobar que ella ya estaba húmeda y necesitada. Me separé tirando de su labio inferior y volví a tumbarla sobre la mesa, mí brazo rodeó su cadera para cogerla con fuerza y sonreí pegando mí pecho al suyo, rozando con mí miembro la entrada de su sexo.
-Ya veo que la pequeña traviesa quiere más –mis labios estaban por su cuello, mí miembro seguía rozándose contra su centro, con la mano libre cogí una de sus piernas que envolví entorno a mí cintura y mirándola con el deseo en mí interior, de una estocada, me hundí en su interior. Estaba húmeda, caliente y apretaba mí miembro en su interior. Rugí por la sensación y comencé a moverme en su interior preparándola para lo que venía- ¿Quieres despertar a tú hermano, Gaïa? –La miré- Dímelo y te haré gritar tan fuerte que se despertará de oírte –comencé a imprimir un ritmo más rápido, más profundo y más fuerte incapaz de contener las ganas que tenía de oírla gritar.-Quiero oírte gritar mí nombre cuando te corras para mí
Atrevida y descarada como siempre no tardó en incluso antes de jugar con su miembro y que mí boca atendiera aquella zona necesitaba que clamaba por atención, poner sus manos en mis nalgas y apretarme contra ella de modo que mí miembro casi se introdujo un poco en su cavidad, podía notar lo caliente que estaba, lo brillante que estaba y sobre todo lo mojada que estaba… ardía de pura necesidad. Mis ojos subieron a los suyos aún con mí boca en su pecho y sonreí divertido por aquello, terminé de quitar el chocolate que había en su pecho y subí a su rostro para morder su labio inferior y tirar de él mientras mí miembro seguía presionando contra su entrada. No iba a negar que me moría de ganas por hundirme en su interior y que me acogiera, pero llevaba otra idea en mente que quería hacer antes.
-Gaïa, Gaïa, Gaïa… ¿tantas ganas tienes de que me hunda en ti que no puedes esperar? –Pregunté con un deje burlón en mí voz al tiempo que veía cómo ella luego ponía chocolate en su centro para dejarme con una vista más que exquisita, con las ganas de devorarla y lamer el chocolate que había puesto en aquel lugar. Mí boca buscó su centro que latía necesitado y lamí dando una primera pasada, sonreí ante su reacción y seguí lamiéndola de forma lenta, recreándome con el lugar, con las sensaciones, con el sabor del chocolate mezclado con el de su propio sexo… una combinación deliciosa- Sabes tan bien con el chocolate –murmuré justo sobre su centro que seguía pidiéndome a gritos que lo siguiera martirizando… y es precisamente lo que iba a hacer.
Su cuerpo se movía estimulado por mí lengua que repasaba todo el lugar y por el dedo que, tras hacer que ella los lamiera, introduje primero uno en su interior. Gruñí al notar lo caliente y húmeda que estaba y seguí con lo estaba haciendo mientras el dedo lo sacaba y entraba de su interior. Pronto un segundo acompañó al primero preparándola y ensanchándola aunque no necesitaba de ello, estaba convencido de que si me hundía ahora mismo en su interior sería todo placer. Mí miembro daba sacudidas y estaba tan duro que incluso dolía, me pedía que acabara con aquella tortura para poder hundirme en su interior… pero pronto. Solamente me separé de ella cuando la hice llegar al orgasmo, su respiración agitada, su cadera moviéndose contra mí boca y el gemido que escapó de sus labios me hicieron gruñir y casi provocaron mí propio orgasmo. Subí a su rostro y tras besarla le pedí que le tocaba a ella… y me dejé hacer.
Se incorporó de la mesa y sus labios buscaron los míos mientras sus dedos buscaron la tarta donde había cogido yo el chocolate que puse en su cuerpo, se bajó y me apoyó contra el borde de la mesa y esperé a que hiciera lo que tuviera que hacer. Sus dedos llenos de chocolate se pasearon desde mí cuello pasando por mí brazo, el pecho, el vientre y… terminar donde más lo estaba esperando. Un ronquido me hizo mirar hacia el lado para ver el rostro de su hermano y su hermano me hizo reír entre dientes.
Comenzó entonces a lamer el chocolate que había puesto por mí cuerpo, lamía, succionaba o mordía dependiendo de la zona donde estuviera y yo solamente me dejé hacer, apoyando mis manos en el borde de la mesa para aferrarme a algo, sintiendo cómo limpiaba mí cuerpo del chocolate. Mis ojos se pusieron en los suyos y seguí cada uno de sus movimientos, viendo como se arrodillaba frente a mí, apartaba su pelo, su mano aprisionaba mí miembro y después pude observar con todo lujo de detalles cómo su boca devoraba mí miembro. Gemí al sentir la calidez de su boca rodeando mí miembro, su lengua jugar con el tronco y su mano acompasar sus movimientos. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás disfrutando de las caricias, aferrado al borde de la mesa.
Al bajar mí vista de nuevo a ella pude ver que me estaba mirando y jadeé notando cómo comenzaba a llevarme al borde de la misma locura. El placer se extendía por mí cuerpo por su boca y su mano ejerciendo aquel impecable trabajo. Mis caderas se movían por sí solas contra ella pidiéndole más, al final una de mis manos bajó a su pelo y lo cogí con un puño para que se metiera más mi miembro en su boca, deleitado por el placer que me estaba dando. Poco me faltó para terminar por tomar yo el ritmo y apoderarme de su boca, lo hice en los últimos coletazos en los que apreté su cabeza contra mí miembro para que se lo tragara entera mientras con un gemido me corría en su interior, con los ojos cerrados y apretando el borde de la mesa con fuerza.
Se apartó de mí mientras el orgasmo remitía y la vi pasar uno de sus dedos por mí brazo mirándome de aquella forma, como una niña traviesa en busca de su próxima travesura, se subió a la mesa en una más que clara invitación, y yo sonreí acercándome a ella. Cogí su rostro con mis manos y la besé de manera algo ruda mientras de nuevo mí cuerpo se calentaba y mí miembro se alzaba pidiendo continuar con aquello. Era una atracción magnética en la que nos buscábamos y nos atraíamos sin poder evitarlo, mí cuerpo ya estaba listo y preparado y llevando un dedo a su sexo pude comprobar que ella ya estaba húmeda y necesitada. Me separé tirando de su labio inferior y volví a tumbarla sobre la mesa, mí brazo rodeó su cadera para cogerla con fuerza y sonreí pegando mí pecho al suyo, rozando con mí miembro la entrada de su sexo.
-Ya veo que la pequeña traviesa quiere más –mis labios estaban por su cuello, mí miembro seguía rozándose contra su centro, con la mano libre cogí una de sus piernas que envolví entorno a mí cintura y mirándola con el deseo en mí interior, de una estocada, me hundí en su interior. Estaba húmeda, caliente y apretaba mí miembro en su interior. Rugí por la sensación y comencé a moverme en su interior preparándola para lo que venía- ¿Quieres despertar a tú hermano, Gaïa? –La miré- Dímelo y te haré gritar tan fuerte que se despertará de oírte –comencé a imprimir un ritmo más rápido, más profundo y más fuerte incapaz de contener las ganas que tenía de oírla gritar.-Quiero oírte gritar mí nombre cuando te corras para mí
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
La cena había tomado un camino diferente. No solo por su hermano quien ahora dormía sobre el plato. Dejó de incordiar, de dar su opinión como si a alguien le importase y ahora… a Gaïa y a su maestro solo le importaba una cosa… perderse en el cuerpo del otro, olvidar de una vez aquellos días en los que su hermano les había amargado la existencia. Solo tendrían que esperar al día siguiente, a que se marchase…estaba segura de que lo haría y por fin, aquella farsa terminaría. Sería raro no ser “la futura señora Tisdale”.
Una completa provocación mutua, los dos se miraban ansiosos del otro. Gaïa disfrutaba con el simple hecho de verle estremecerse por sus caricias, la manera en la que su cuerpo se movía buscando más y ella no era menos. Totalmente ofrecida, sus orbes azules le acababan de abrir las puertas al mismo paraíso del placer. Deseosa de que acabase con aquella tortura, movió las caderas de tal forma que casi podía notar como su miembro entraba en ella…solo un tanto, lo que provocó que se le erizase la piel.
Desafiante, le miró fijamente a los ojos, arqueando la espalda, acercándole hacia sí por la cintura, ejerciendo presión con una de sus piernas. echó hacia atrás la cabeza, moviendo las caderas despacio, siguiendo su ritmo…cada vez más desenfrenado. El control lo había perdido en cuanto entró en ella. tuvo que morderse con fuerza los labios al sentir como perdían el control. La atracción era innegable, las ganas del otro les había llevado a ese momento en el que ya no importaba donde estuviesen.
- Deseo concedido -murmuró entre gemidos, gemidos que se iban convirtiendo en jadeos, gritos desesperados , pidiendo más… mucho más. Fritz cerró la puerta que daba al salón, lo que provocó una risa divertida en la rubia. Sus gritos, traspasaron mucho más allá de la enorme casa. Sí, podría despertarse…solo había que darle tiempo. -Si se despierta… quiero que me vea de esta forma - le empujó por el pecho para que saliese de forma brusca de él y volver a girarse, clavando sus orbes azules en su hermano, quien aun permanecía dormido.
Sus pechos aplastados sobre la mesa, endureciéndose al contacto de la fría madera. Rió al comprobar como sus gritos y palabras de pedirle más surtían efecto. El hermano de Gaïa se despertó de golpe, casi cayéndose de la silla entre la tarta que adornaba su rostro y la imagen que se presentaba ante ella, de su hermana perdiéndose en los brazos de aquel brujo.
-Creo que está claro a quien pertenezco, tienes una mancha…en…toda la cara -rió, aferrándose al mueble, moviendo las caderas, incitando al brujo a que no se detuviese, siguiese mientras aquel hombre les miraba atónito, a los dos les daba igual y ella lo demostró aprovechando que se detenía un instante para caer de rodillas ante él y devorar de nuevo su miembro, ahora sí que se han vuelto locos… no, no iban a detenerse.
Una completa provocación mutua, los dos se miraban ansiosos del otro. Gaïa disfrutaba con el simple hecho de verle estremecerse por sus caricias, la manera en la que su cuerpo se movía buscando más y ella no era menos. Totalmente ofrecida, sus orbes azules le acababan de abrir las puertas al mismo paraíso del placer. Deseosa de que acabase con aquella tortura, movió las caderas de tal forma que casi podía notar como su miembro entraba en ella…solo un tanto, lo que provocó que se le erizase la piel.
Desafiante, le miró fijamente a los ojos, arqueando la espalda, acercándole hacia sí por la cintura, ejerciendo presión con una de sus piernas. echó hacia atrás la cabeza, moviendo las caderas despacio, siguiendo su ritmo…cada vez más desenfrenado. El control lo había perdido en cuanto entró en ella. tuvo que morderse con fuerza los labios al sentir como perdían el control. La atracción era innegable, las ganas del otro les había llevado a ese momento en el que ya no importaba donde estuviesen.
- Deseo concedido -murmuró entre gemidos, gemidos que se iban convirtiendo en jadeos, gritos desesperados , pidiendo más… mucho más. Fritz cerró la puerta que daba al salón, lo que provocó una risa divertida en la rubia. Sus gritos, traspasaron mucho más allá de la enorme casa. Sí, podría despertarse…solo había que darle tiempo. -Si se despierta… quiero que me vea de esta forma - le empujó por el pecho para que saliese de forma brusca de él y volver a girarse, clavando sus orbes azules en su hermano, quien aun permanecía dormido.
Sus pechos aplastados sobre la mesa, endureciéndose al contacto de la fría madera. Rió al comprobar como sus gritos y palabras de pedirle más surtían efecto. El hermano de Gaïa se despertó de golpe, casi cayéndose de la silla entre la tarta que adornaba su rostro y la imagen que se presentaba ante ella, de su hermana perdiéndose en los brazos de aquel brujo.
-Creo que está claro a quien pertenezco, tienes una mancha…en…toda la cara -rió, aferrándose al mueble, moviendo las caderas, incitando al brujo a que no se detuviese, siguiese mientras aquel hombre les miraba atónito, a los dos les daba igual y ella lo demostró aprovechando que se detenía un instante para caer de rodillas ante él y devorar de nuevo su miembro, ahora sí que se han vuelto locos… no, no iban a detenerse.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Gaïa al parecer quería que su hermano se despertara por los gritos y los gemidos de ésta misma, así que, ¿quién era yo para decirle lo contrario o que siquiera no lo hiciera? Iba a ser tremendamente divertido cuando su hermano se despertara con su rostro en la tarta, manchado de esta, y ver lo que le estaba haciendo a su hermana en un claro ejemplo de quién era realmente el dueño de ella y no él, ese imbécil que me había sacado de quicio y el que me habían dado ganas muchas veces de silenciarlo y callarlo con mis poderes, pero claro, no sería algo producente y no quería que supiera que podía utilizar magia… aunque lo hubiera pensado millones de veces en esos días en los que había estado allí.
Los dos nos centramos en darnos placer y en disfrutar, perdidos en nuestro propio éxtasis embargados en el cuerpo del otro, yo movía mis caderas y me adentraba en su interior de forma salvaje y rauda, arrancándole gemidos y gritos por más haciendo que se riera cuando Fritz tuvo que cerrar una de las puertas, eso no haría que no se oyeran los gemidos y los gritos de Gaïa por toda la casa. Se movía contra mí cadera, arqueaba su cuerpo para darme una mejor posición en la que hundirme en ella y darme una mejor forma de hacerlo, penetrándola hasta el fondo, saliendo y entrando de ella con rapidez notando como el placer nos sacudía a los dos cada vez que me adentraba en su cálido y húmedo interior, produciéndome un escalofrío.
La miré cuando me apartó haciendo que saliera de ella y fue entonces ella quien se giró alegando que prefería que su hermano la viera así cuando se despertara, de pie, apoyando sus pechos sobre la mesa dándome un acceso a ella en aquella posición. Le di un azote riendo en el culo y no tardé demasiado en hundirme de nuevo en su interior, volviendo a buscar un ritmo rápido y placentero que nos abrasaba a los dos por igual. Una de mis manos fue a su cintura para apretarla hacia mí y la otra fue a su pelo, cogiéndolo en un puño, mientras no dejaba de moverme en su interior.
Por los gritos y los gemidos de ella su hermano no tardó demasiado en despertarse estando en aquella posición, fue tan de golpe que se cayó de la silla al suelo, lo que a mí me produjo una risa, Gaïa se burló de su hermano al decirle que tenía tarta en la cara mientras notaba su cadera moverse contra la mía, pidiéndome que no me detuviera… no iba a hacerlo. Su hermano nos miraba sin dar crédito a lo que veía y eso me hizo volver a reírme de nuevo, pero su hermana impulsiva como siempre, volvió a empujarme esta vez para arrodillarse en el suelo y llevar su boca a mí miembro, introduciéndosela sin dejar de mirar a su hermano. Gemí por aquello y cogiendo su pelo en un puño le obligué a que se la metiera más mientras su hermano se había quedado paralizado sin moverse.
-¿Entiendes ya de quien es tú hermana, o tengo que darte otra explicación de nuevo? –Pregunté como pude mientras ella se afanaba en devorar mí miembro, totalmente encendida y buscando provocar a su hermano y desafiarle con aquel acto, y yo, no me iba a interponer para nada. La paré notando que de seguir así poco faltaría para llegar al orgasmo, la levanté y la volví a poner sobre la mesa con su pelo rubio esparcida sobre esta, no tardé demasiado en volver a penetrarla con un ritmo loco y abrasador, demencial, que nos iba a llevar a alcanzar el orgasmo- Vamos Gaïa… muéstrale a tú hermano cuando te corras a quien perteneces –mis manos en sus pechos, apresándolos sin dejar de mover en su interior, como un demonio, buscando que llegara al orgasmo y gritara mí nombre.
Los dos nos centramos en darnos placer y en disfrutar, perdidos en nuestro propio éxtasis embargados en el cuerpo del otro, yo movía mis caderas y me adentraba en su interior de forma salvaje y rauda, arrancándole gemidos y gritos por más haciendo que se riera cuando Fritz tuvo que cerrar una de las puertas, eso no haría que no se oyeran los gemidos y los gritos de Gaïa por toda la casa. Se movía contra mí cadera, arqueaba su cuerpo para darme una mejor posición en la que hundirme en ella y darme una mejor forma de hacerlo, penetrándola hasta el fondo, saliendo y entrando de ella con rapidez notando como el placer nos sacudía a los dos cada vez que me adentraba en su cálido y húmedo interior, produciéndome un escalofrío.
La miré cuando me apartó haciendo que saliera de ella y fue entonces ella quien se giró alegando que prefería que su hermano la viera así cuando se despertara, de pie, apoyando sus pechos sobre la mesa dándome un acceso a ella en aquella posición. Le di un azote riendo en el culo y no tardé demasiado en hundirme de nuevo en su interior, volviendo a buscar un ritmo rápido y placentero que nos abrasaba a los dos por igual. Una de mis manos fue a su cintura para apretarla hacia mí y la otra fue a su pelo, cogiéndolo en un puño, mientras no dejaba de moverme en su interior.
Por los gritos y los gemidos de ella su hermano no tardó demasiado en despertarse estando en aquella posición, fue tan de golpe que se cayó de la silla al suelo, lo que a mí me produjo una risa, Gaïa se burló de su hermano al decirle que tenía tarta en la cara mientras notaba su cadera moverse contra la mía, pidiéndome que no me detuviera… no iba a hacerlo. Su hermano nos miraba sin dar crédito a lo que veía y eso me hizo volver a reírme de nuevo, pero su hermana impulsiva como siempre, volvió a empujarme esta vez para arrodillarse en el suelo y llevar su boca a mí miembro, introduciéndosela sin dejar de mirar a su hermano. Gemí por aquello y cogiendo su pelo en un puño le obligué a que se la metiera más mientras su hermano se había quedado paralizado sin moverse.
-¿Entiendes ya de quien es tú hermana, o tengo que darte otra explicación de nuevo? –Pregunté como pude mientras ella se afanaba en devorar mí miembro, totalmente encendida y buscando provocar a su hermano y desafiarle con aquel acto, y yo, no me iba a interponer para nada. La paré notando que de seguir así poco faltaría para llegar al orgasmo, la levanté y la volví a poner sobre la mesa con su pelo rubio esparcida sobre esta, no tardé demasiado en volver a penetrarla con un ritmo loco y abrasador, demencial, que nos iba a llevar a alcanzar el orgasmo- Vamos Gaïa… muéstrale a tú hermano cuando te corras a quien perteneces –mis manos en sus pechos, apresándolos sin dejar de mover en su interior, como un demonio, buscando que llegara al orgasmo y gritara mí nombre.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
La cena había transcurrido de un modo muy distinto al que sus asistentes imaginaban. Lejos de parecer aburrida, aumentasen las ganas de matar a su hermano e irse pronto a la cama… el camino que había tomado todo aquello a Gaïa le divertía como le consumía por dentro. Odiaba a sus hermanos por igual, ¿por qué era tan importante casarla? Ella no se metía en los asuntos de nadie, era libre, siempre lo sería.
El juego se había convertido en lo mas excitante de la cena. Disfrutar del placer del sexo junto aquel brujo era lo que menos había imaginado. No era ningún secreto la forma en la que la había recorrido al bajar con ese vestido. Le excitó, le llamó a gritos hasta que al final…ambos sucumbieron al pecado ¿para qué negarlo? Se deseaban, se buscaban y se encontraban de igual forma. Los ojos de Gaïa se entornaron al sentir como aumentaba el ritmo y no se detenía. Gemidos mezclados con su risa… el hecho de ver a su hermano totalmente incrédulo y asustado… le incitó a seguir portándose mal, de manera indebida pero increíblemente divertida y placentera.
Su maestro, no ayudaba demasiado, la tenía totalmente perdida en el juego del placer. Ya no importaba quien perdiese, solo deseaba alcanzar el orgasmo y sentir el de su amante de esa noche. Gritó su nombre, a medida que sus propias caderas empujaban para que entrase de golpe, profundo… sentir como la llenaba de su esencia y caía totalmente satisfecha contra la mesa. Rió de lo más divertida, la puerta se oyó de fondo. Su hermano se fue, dejando allí su equipaje, sin mediar palabra aunque tampoco hizo falta.
-¡Adiós! ¡da recuerdos de mi parte! -gritó entre risas, mirando por encima del hombro a Logan. Lo recorrió detenidamente, desnudo. -Soy tuya, es cierto. El pacto -se giró para encararle, apoyando ambas manos en la mesa y subirse en el borde -Gracias por hacer de mi enamorado… ahora te debo otra. ¿Quieres más? -hizo un gesto a la tarta, inclinándose y tomar el plato para acercárselo despacio… el pecado de la lujuria llamaba al pecado de la gula.
Hundió la cuchara en el pastel y se llevó un buen trozo a los labios, estaba aún más deliciosa después de haber llegado al clímax. Esa chica rebosaba vitalidad y no solo eso, seguía mirándole de aquella manera tan provocativa, entre risas.
-Tranquilo, sigo sin estar enamorada de ti. En todo caso , me enamoraría de …eso -señaló a su miembro , mordiéndose el labio inferior -Hacía mucho que no…ya sabes, pero tranquilo sé que ha sido casual , no se volverá a repetir… aunque no me importaría, la verdad…se siente muy bien -lamió la cuchara, de forma lasciva, tal como erea ella… una provocadora innata - ¿Es una especie de… clase? Porque si es así, quiero muchas más como esa -
Volvían a ser ellos mismos, sin fingir…
El juego se había convertido en lo mas excitante de la cena. Disfrutar del placer del sexo junto aquel brujo era lo que menos había imaginado. No era ningún secreto la forma en la que la había recorrido al bajar con ese vestido. Le excitó, le llamó a gritos hasta que al final…ambos sucumbieron al pecado ¿para qué negarlo? Se deseaban, se buscaban y se encontraban de igual forma. Los ojos de Gaïa se entornaron al sentir como aumentaba el ritmo y no se detenía. Gemidos mezclados con su risa… el hecho de ver a su hermano totalmente incrédulo y asustado… le incitó a seguir portándose mal, de manera indebida pero increíblemente divertida y placentera.
Su maestro, no ayudaba demasiado, la tenía totalmente perdida en el juego del placer. Ya no importaba quien perdiese, solo deseaba alcanzar el orgasmo y sentir el de su amante de esa noche. Gritó su nombre, a medida que sus propias caderas empujaban para que entrase de golpe, profundo… sentir como la llenaba de su esencia y caía totalmente satisfecha contra la mesa. Rió de lo más divertida, la puerta se oyó de fondo. Su hermano se fue, dejando allí su equipaje, sin mediar palabra aunque tampoco hizo falta.
-¡Adiós! ¡da recuerdos de mi parte! -gritó entre risas, mirando por encima del hombro a Logan. Lo recorrió detenidamente, desnudo. -Soy tuya, es cierto. El pacto -se giró para encararle, apoyando ambas manos en la mesa y subirse en el borde -Gracias por hacer de mi enamorado… ahora te debo otra. ¿Quieres más? -hizo un gesto a la tarta, inclinándose y tomar el plato para acercárselo despacio… el pecado de la lujuria llamaba al pecado de la gula.
Hundió la cuchara en el pastel y se llevó un buen trozo a los labios, estaba aún más deliciosa después de haber llegado al clímax. Esa chica rebosaba vitalidad y no solo eso, seguía mirándole de aquella manera tan provocativa, entre risas.
-Tranquilo, sigo sin estar enamorada de ti. En todo caso , me enamoraría de …eso -señaló a su miembro , mordiéndose el labio inferior -Hacía mucho que no…ya sabes, pero tranquilo sé que ha sido casual , no se volverá a repetir… aunque no me importaría, la verdad…se siente muy bien -lamió la cuchara, de forma lasciva, tal como erea ella… una provocadora innata - ¿Es una especie de… clase? Porque si es así, quiero muchas más como esa -
Volvían a ser ellos mismos, sin fingir…
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Parecía que su hermano no podía dar más crédito a lo que sus ojos veían, su hermana ahora sobre la mesa, a cuatro patas, con el pelo rubio cayéndole en cascada por uno de los lados mientras yo me movía en su interior de forma rápida, fuerte, buscando que llegara al orgasmo y gimiera mi nombre entre gritos, para que su hermano se enterara de una vez a quién le pertenecía y jamás tuviera duda alguna de ello. Ella se movía contra mí, moviendo sus caderas en círculos y se apretaba contra mí cuerpo buscando que mi miembro se adentrara más en su interior. Mis manos en sus pechos apresándolos con fuerza, pellizcando sus pezones erectos, mis labios en su cuello, sus pechos también como algo a lo que agarrarme moviéndome como un demonio en su interior, entrando y saliendo de ella con rapidez hasta el fondo, hasta que finalmente los dos alcanzamos el orgasmo dejándonos llevar, corriéndome en su interior sintiendo su sexo apresar mi miembro entre espasmos, jadeando por las sensaciones cuando su hermano ya se había ido al oír el portazo de la puerta.
Reí en esos momentos sintiendo que el orgasmo remitía y me separé de ella soltándola para que se sentara en el borde de la mesa, con la respiración agitada, su pecho subiendo y bajando con rapidez, las mejillas coloradas y esa mirada brillante que tenía por haber alcanzado el orgasmo. Ella recordó que era mía por el pacto y es que, realmente, así era. Si se alejaba demasiado de mi tendría consecuencias negativas para ambos porque no sabía a ciencia cierta qué efectos provocaría aquello, pero ninguno bueno para ninguno de los dos. Reí entre dientes recuperando la respiración y enarqué una ceja.
-Tú hermano se ha ido en la mejor parte, ¿lo sabes? –Pregunté con una sonrisa ladeada, contento porque se hubiera ido por fin su hermano de mi casa… no lo aguantaba, me había tenido que controlar mucho para que no supiera más de cuatro cosas- Me alegro de que se haya ido, sinceramente, un día más y creo que le habría dado una buena lección –fruncí el ceño- me he contenido bastante, cosa que no suelo hacer nunca... Me debes algo más que un simple “otra”, porque aguantar a ese gilipollas que tienes de hermano no ha sido nada fácil –había sido más fácil fingir, pero eso no se lo iba a decir. Acepté el trozo de tarta sin decirle nada, ahora todo volvería a la normalidad y podríamos seguir como antes de que llegara a él, con la relación maestro-aprendiz y sin tener que fingir algo que ninguno de los dos sentíamos- Espero que no te hayas enamorado de verdad, Gaïa, porque no sería bueno para ti… -cogí un trozo de tarta y lo llevé a mis labios, enarcando una ceja con diversión al nombrar a mí miembro que me hizo reír entre dientes- de eso te puedes enamorar lo que quieras –la escuché hablar que no se volvería a repetir, la verdad, es que yo no sabía nada con certeza… lo que quería lo tomaba, sin preguntar, punto. Reí cuando dijo si era una especie de clase y volví a coger otro trozo de tarta- Sí, es la clase de “cómo obedecer a tú maestro hasta que este te vuelva loca de placer” –argumenté para luego mirar a la puerta por donde había salido corriendo su hermano, escandalizado por lo que había visto, sin decir siquiera ninguna palabra- ¿Qué crees que pasará ahora? ¿Le contará la verdad, se callará…? Creo que ha sido demasiad para él ver cómo su hermana se perdía en placer en los brazos de un hombre… aunque este fuera su “prometido” –hice una mueca por ello, esperando su respuesta.
Reí en esos momentos sintiendo que el orgasmo remitía y me separé de ella soltándola para que se sentara en el borde de la mesa, con la respiración agitada, su pecho subiendo y bajando con rapidez, las mejillas coloradas y esa mirada brillante que tenía por haber alcanzado el orgasmo. Ella recordó que era mía por el pacto y es que, realmente, así era. Si se alejaba demasiado de mi tendría consecuencias negativas para ambos porque no sabía a ciencia cierta qué efectos provocaría aquello, pero ninguno bueno para ninguno de los dos. Reí entre dientes recuperando la respiración y enarqué una ceja.
-Tú hermano se ha ido en la mejor parte, ¿lo sabes? –Pregunté con una sonrisa ladeada, contento porque se hubiera ido por fin su hermano de mi casa… no lo aguantaba, me había tenido que controlar mucho para que no supiera más de cuatro cosas- Me alegro de que se haya ido, sinceramente, un día más y creo que le habría dado una buena lección –fruncí el ceño- me he contenido bastante, cosa que no suelo hacer nunca... Me debes algo más que un simple “otra”, porque aguantar a ese gilipollas que tienes de hermano no ha sido nada fácil –había sido más fácil fingir, pero eso no se lo iba a decir. Acepté el trozo de tarta sin decirle nada, ahora todo volvería a la normalidad y podríamos seguir como antes de que llegara a él, con la relación maestro-aprendiz y sin tener que fingir algo que ninguno de los dos sentíamos- Espero que no te hayas enamorado de verdad, Gaïa, porque no sería bueno para ti… -cogí un trozo de tarta y lo llevé a mis labios, enarcando una ceja con diversión al nombrar a mí miembro que me hizo reír entre dientes- de eso te puedes enamorar lo que quieras –la escuché hablar que no se volvería a repetir, la verdad, es que yo no sabía nada con certeza… lo que quería lo tomaba, sin preguntar, punto. Reí cuando dijo si era una especie de clase y volví a coger otro trozo de tarta- Sí, es la clase de “cómo obedecer a tú maestro hasta que este te vuelva loca de placer” –argumenté para luego mirar a la puerta por donde había salido corriendo su hermano, escandalizado por lo que había visto, sin decir siquiera ninguna palabra- ¿Qué crees que pasará ahora? ¿Le contará la verdad, se callará…? Creo que ha sido demasiad para él ver cómo su hermana se perdía en placer en los brazos de un hombre… aunque este fuera su “prometido” –hice una mueca por ello, esperando su respuesta.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Después de aquel encuentro y la huida de su hermano, necesitaba un buen trozo de tarta de chocolate. Rió divertida al pasear sus ojos azules por encima de la mesa, verlo todo completamente hecho un desastre. Ella y él tuvieron la culpa de ello. había sido aún más intenso que la primera vez, la piel aún se erizaba por las sensaciones. Solo fueron eso, sensaciones. Dejó escapar un suspiro, largo y pesado, el fingir ya se había acabado, todo volví a la normalidad.
Una rutina en la que ninguno se cruzaba ni por los pasillos, menos se buscaban. Estos días fueron diferentes, se vieron más e intercambiaron cosas de sí mismos. Fue extraño , a nadie le había contado tanto. Desvió la mirada a él, le avisaba de que era mejor que no se hubiese enamorado. Su reacción, no fue otra que sonreír ampliamente, riendo como si lo que acababa de decir fuera una completa locura.
-Y si ha pasado, tranquilo, aunque me enamorase no iba a decírtelo… ni buscar nada. Es cosa mía. Pero no, no me he enamorado de ti -devolvió una sonrisa cómplice y divertida, para ella el amor era eso… diversión y placer pero nunca atarse a nadie. Era evidente que entre ellos había atracción pero ¿amor? Nunca. Eran distintos, no surgió esa chispa, no se miraban a los ojos si no era para desafiarse.
Comió otro trozo, clavando la mirada en la tarta. Era una situación extraña, ¿y si había pasado? No, claro que no. ¿O sí? No estaba segura, no entendía al amor. ¿Ellos dos? Una risa se le escapó de los labios, parecía una loca y con razón pero es que lo que se le estaba pasando por la cabeza era completamente imposible. Quería devolverle la pregunta aún conociendo la respuesta. Terminó la tarta y dejó el plato en la mesa, deslizándolo con suavidad por la mesa , sin bajarse de ésta.
-Ven -no le dejó que reaccionase, con sus piernas, rodeó su cintura, atrayéndole hacia sí, jugando era el único modo de encontrar respuesta -No te habrás enamorado de mí ¿verdad? Claro que no, tú no tienes sentimientos y si es así, los suprimes del modo que sea -se encogió de hombros, deslizando su dedo índice por sus labios, retirando trozos de chocolate , hizo lo mismo con él… mordiéndose el labio inferior, centrándose en sus labios, esa mirada azulada decía más en silencio.
-Ha sido interesante ser tu prometida. La futura Condesa , en casa les gustará esa historia. Qué triste realidad ¿cierto? Tu aprendiz. ¿No vas a casarte nunca? Se supone tienes que tener herederos y demás, a alguien le tendrás que dejar tu legado. -hizo una pausa, bromas aparte , ahora venía lo más importante… el tema de ese libro ¿has descubierto algo? puedo ayudarte, parte de mi agradecimiento ¿o de qué modo te lo hago pagar? Pide lo que sea, es más que justo [/color]-sonrió de forma leve, esa conversación se estaba tornando extraña.
Una rutina en la que ninguno se cruzaba ni por los pasillos, menos se buscaban. Estos días fueron diferentes, se vieron más e intercambiaron cosas de sí mismos. Fue extraño , a nadie le había contado tanto. Desvió la mirada a él, le avisaba de que era mejor que no se hubiese enamorado. Su reacción, no fue otra que sonreír ampliamente, riendo como si lo que acababa de decir fuera una completa locura.
-Y si ha pasado, tranquilo, aunque me enamorase no iba a decírtelo… ni buscar nada. Es cosa mía. Pero no, no me he enamorado de ti -devolvió una sonrisa cómplice y divertida, para ella el amor era eso… diversión y placer pero nunca atarse a nadie. Era evidente que entre ellos había atracción pero ¿amor? Nunca. Eran distintos, no surgió esa chispa, no se miraban a los ojos si no era para desafiarse.
Comió otro trozo, clavando la mirada en la tarta. Era una situación extraña, ¿y si había pasado? No, claro que no. ¿O sí? No estaba segura, no entendía al amor. ¿Ellos dos? Una risa se le escapó de los labios, parecía una loca y con razón pero es que lo que se le estaba pasando por la cabeza era completamente imposible. Quería devolverle la pregunta aún conociendo la respuesta. Terminó la tarta y dejó el plato en la mesa, deslizándolo con suavidad por la mesa , sin bajarse de ésta.
-Ven -no le dejó que reaccionase, con sus piernas, rodeó su cintura, atrayéndole hacia sí, jugando era el único modo de encontrar respuesta -No te habrás enamorado de mí ¿verdad? Claro que no, tú no tienes sentimientos y si es así, los suprimes del modo que sea -se encogió de hombros, deslizando su dedo índice por sus labios, retirando trozos de chocolate , hizo lo mismo con él… mordiéndose el labio inferior, centrándose en sus labios, esa mirada azulada decía más en silencio.
-Ha sido interesante ser tu prometida. La futura Condesa , en casa les gustará esa historia. Qué triste realidad ¿cierto? Tu aprendiz. ¿No vas a casarte nunca? Se supone tienes que tener herederos y demás, a alguien le tendrás que dejar tu legado. -hizo una pausa, bromas aparte , ahora venía lo más importante… el tema de ese libro ¿has descubierto algo? puedo ayudarte, parte de mi agradecimiento ¿o de qué modo te lo hago pagar? Pide lo que sea, es más que justo [/color]-sonrió de forma leve, esa conversación se estaba tornando extraña.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Tenía que reconocer que había sido muy divertido ver la cara de su hermano cuando se había despertado de aquel sueño en que ella le había inmerso, quizás pudiera compensar todo lo que había tenido que aguantar desde su llegada, la verdad es que a esas alturas no sabía cómo había podido aguantar sin hacerle nada, sin siquiera enseñarle los poderes que tenía, lo que podía hacer con él para que se asustara de verdad y dejara en paz a su hermana… yo bien sabía lo que era tener que cumplir con obligaciones, de verdad, que no podías eludir aunque se quisiera. Ella podría decidir si quería casarse o no y con quién, aunque eso a mí en realidad no me importaba, lo había hecho porque no me quedaba de otra. Tendría que haberle dado un toque mágico a su huida cual cobarde, quizás así se hubiera largado antes y nos habría dejado tranquilos.
Miré a la rubia que tenía frente a mi siguiendo ambos desnudos después de lo que acabábamos de hacer, había sido placentero y lo había sido más por el morbo de que su hermano podría despertarse en cualquier momento, como había pasado, y nos había pillado de la forma más salvaje y primitiva que se conocía. Enarqué una ceja cuando la vi coger un trozo de tarta mientras mis ojos se desviaron, por un momento, hacia el lugar donde su hermano se había largado hacía unos minutos y luego volví mi vista a ella. Ladeé un poco el rostro pero fue tan nimio que apenas podría notar que había hecho ese gesto, si no había sentimientos de por medio mejor, yo no era alguien capaz de sentir nada por nadie.
-Mantén eso en tú mente, madre tierra, y no tendrás dolores de cabeza ni de corazón –porque se lo destruiría, yo no había sido hecho para amar, de hecho nunca había habido amor en mi vida, ¿mujeres? Por supuesto, ¿sexo? También… pero nada de amor. La sola palabra pronunciada en mi mente me daba hasta cierta grima… Terminó de comerse la tarta y dejó el platillo sobre la mesa, con sus piernas rodeó mi cintura y me acercó a ella y yo me dejé hacer para saber qué era lo que quería en esos momentos, ahora ya no teníamos que fingir algo que no sentíamos, ya no estaría su hermano para tener que hacer un papel con el que no nos pegaba en absoluto, al menos a mí no. Sonreí de forma ladina por sus palabras, ¿se decepcionaba de que no me hubiera enamorado de ella? Jamás le prometí tal cosa, jamás le prometí algo más que mis enseñanzas y mi cuerpo de vez en cuando…- ¿Es decepción lo que oigo en tú voz, Gaïa? Espero que no sea eso y que no pensara que por hacer este estúpido juego pudiera quedar rendido y prendado de ti, porque eso no va a pasar. Yo no tengo que suprimir nada… simplemente no siento ese tipo de cosas –tajante, quizás fui más tajante de lo que debería de haber sido en un principio, pero era la única manera de hacerle ver que jamás sentiría, ni por ella, ni por nadie. Era su maestro, y nada más iba a obtener de mí que mi magia y placer esporádico.
Su dedo se deslizó por su labio quitando los restos de chocolate que se había dejado de la tarta que se había comido, y pronto sus dedos se pasearon por los míos dejándome el sabor del chocolate en mis labios, pasando mi lengua para quitar lo que había podido manchar degustando aquel sabor. Enarqué una ceja por sus preguntas que ahora iban dirigidas hacia mi persona, a si alguna vez iba a casarme y a tener hijos… y no pude evitar la carcajada que salió de mis labios ante tales preguntas. Me recordaba a mi madre cuando me decía que debía de desposarme y tener hijos… ya, como si los quisiera. La línea familiar sanguínea no moriría conmigo y eso era algo que tenía claro, pero de momento no percibía el tener hijos ni quererlo, y mucho menos encontrar una mujer con la que casarme y pasar el resto de mi vida. ¿Por qué conformarme con una… cuando podía tener a varias? No, desde luego que no me iba a casar, y por el momento tener hijos no era algo que entrara en mis planes… menos con la venganza que tenía aún por delante.
-Suenas como mi madre –me crucé de brazos observándola- mi mayor preocupación ahora mismo es en hacer la venganza que tengo por delante, y en el caso de que quisiera casarme y tener hijos lo haría cuando todo pasara, pero no contemplo esa opción así que me temo que no habrá una condesa –dejé claro mirándola, ahora su dedo se paseaba por mi pecho preguntándome sobre el libro y si podía ayudar en alguna manera, algo que me hizo mirarla de forma fija. Era cierto que había invocado hacía unos meses a un espíritu para que me ayudara en su búsqueda, cierto era que Nastiara me había ayudado dándome un nombre y un sitio al que acudir y que gracias a eso había encontrado a Soren, un vampiro que tenía una tienda de antigüedades, quien resultaba que había tenido el libro escondido durante mucho tiempo bajo un sótano en una casa… pero también había sido cierto que el libro resultó ser falso. Una pista más que seguir y que poder tirar del hilo, debía de reconocer que estaba mejor que hacía unos cuantos años- No hay nada que puedas hacer para ayudarme, es más, ni siquiera deberías de estar pensando en ello. Olvídate de mí búsqueda de ese libro y si quieres agradecerme de alguna forma lo que he hecho por ti; aplícate en lo que te digo y estudia. El libro es peligroso Gaïa, muchos lo buscan y lo quieren y tienen mucho poder… céntrate en aprenderte lo que te digo sin rechistar, practica y no pienses en algo que no te concierne… sería la mejor forma de agradecerme esto que he hecho por ti.
Miré a la rubia que tenía frente a mi siguiendo ambos desnudos después de lo que acabábamos de hacer, había sido placentero y lo había sido más por el morbo de que su hermano podría despertarse en cualquier momento, como había pasado, y nos había pillado de la forma más salvaje y primitiva que se conocía. Enarqué una ceja cuando la vi coger un trozo de tarta mientras mis ojos se desviaron, por un momento, hacia el lugar donde su hermano se había largado hacía unos minutos y luego volví mi vista a ella. Ladeé un poco el rostro pero fue tan nimio que apenas podría notar que había hecho ese gesto, si no había sentimientos de por medio mejor, yo no era alguien capaz de sentir nada por nadie.
-Mantén eso en tú mente, madre tierra, y no tendrás dolores de cabeza ni de corazón –porque se lo destruiría, yo no había sido hecho para amar, de hecho nunca había habido amor en mi vida, ¿mujeres? Por supuesto, ¿sexo? También… pero nada de amor. La sola palabra pronunciada en mi mente me daba hasta cierta grima… Terminó de comerse la tarta y dejó el platillo sobre la mesa, con sus piernas rodeó mi cintura y me acercó a ella y yo me dejé hacer para saber qué era lo que quería en esos momentos, ahora ya no teníamos que fingir algo que no sentíamos, ya no estaría su hermano para tener que hacer un papel con el que no nos pegaba en absoluto, al menos a mí no. Sonreí de forma ladina por sus palabras, ¿se decepcionaba de que no me hubiera enamorado de ella? Jamás le prometí tal cosa, jamás le prometí algo más que mis enseñanzas y mi cuerpo de vez en cuando…- ¿Es decepción lo que oigo en tú voz, Gaïa? Espero que no sea eso y que no pensara que por hacer este estúpido juego pudiera quedar rendido y prendado de ti, porque eso no va a pasar. Yo no tengo que suprimir nada… simplemente no siento ese tipo de cosas –tajante, quizás fui más tajante de lo que debería de haber sido en un principio, pero era la única manera de hacerle ver que jamás sentiría, ni por ella, ni por nadie. Era su maestro, y nada más iba a obtener de mí que mi magia y placer esporádico.
Su dedo se deslizó por su labio quitando los restos de chocolate que se había dejado de la tarta que se había comido, y pronto sus dedos se pasearon por los míos dejándome el sabor del chocolate en mis labios, pasando mi lengua para quitar lo que había podido manchar degustando aquel sabor. Enarqué una ceja por sus preguntas que ahora iban dirigidas hacia mi persona, a si alguna vez iba a casarme y a tener hijos… y no pude evitar la carcajada que salió de mis labios ante tales preguntas. Me recordaba a mi madre cuando me decía que debía de desposarme y tener hijos… ya, como si los quisiera. La línea familiar sanguínea no moriría conmigo y eso era algo que tenía claro, pero de momento no percibía el tener hijos ni quererlo, y mucho menos encontrar una mujer con la que casarme y pasar el resto de mi vida. ¿Por qué conformarme con una… cuando podía tener a varias? No, desde luego que no me iba a casar, y por el momento tener hijos no era algo que entrara en mis planes… menos con la venganza que tenía aún por delante.
-Suenas como mi madre –me crucé de brazos observándola- mi mayor preocupación ahora mismo es en hacer la venganza que tengo por delante, y en el caso de que quisiera casarme y tener hijos lo haría cuando todo pasara, pero no contemplo esa opción así que me temo que no habrá una condesa –dejé claro mirándola, ahora su dedo se paseaba por mi pecho preguntándome sobre el libro y si podía ayudar en alguna manera, algo que me hizo mirarla de forma fija. Era cierto que había invocado hacía unos meses a un espíritu para que me ayudara en su búsqueda, cierto era que Nastiara me había ayudado dándome un nombre y un sitio al que acudir y que gracias a eso había encontrado a Soren, un vampiro que tenía una tienda de antigüedades, quien resultaba que había tenido el libro escondido durante mucho tiempo bajo un sótano en una casa… pero también había sido cierto que el libro resultó ser falso. Una pista más que seguir y que poder tirar del hilo, debía de reconocer que estaba mejor que hacía unos cuantos años- No hay nada que puedas hacer para ayudarme, es más, ni siquiera deberías de estar pensando en ello. Olvídate de mí búsqueda de ese libro y si quieres agradecerme de alguna forma lo que he hecho por ti; aplícate en lo que te digo y estudia. El libro es peligroso Gaïa, muchos lo buscan y lo quieren y tienen mucho poder… céntrate en aprenderte lo que te digo sin rechistar, practica y no pienses en algo que no te concierne… sería la mejor forma de agradecerme esto que he hecho por ti.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Me eché a reír sin poder evitarlo ¿en serio pensaba que me había enamorado de él? era mucho más inteligente de lo que él llegase a imaginar. Sabía cuál era mi sitio y él el suyo. Ninguno de los dos estaba preparado para eso que llaman amor, no podía negar eso de que no me enamoraría nunca porque no podía saberlo pero… no de él. Logan Tisdale , un hombre de alto nombre, poderoso el cual estaba solo casado con ese libro perdido.
-Yo tampoco lo siento por ti, señor Tisdale. Por eso me elegiste, por eso…estoy aquí. No se me olvida pero parece ser que sí lo has olvidado tú. Sé cual es mi lugar -volví a puntualizar, dejando escapar un suspiro largo y profundo. Lo que acababa de pasar podría pasar en otro momento, una necesidad física. Los dos nos habíamos dado ese capricho pero solo era eso, un simple y mero capricho.
Junté los labios a modo de decepción fingida al oír “no habrá una condesa” me hizo gracia tal cosa. Reí sin poder evitarlo, me hacía gracia cuando se ponía serio. El vestido que me habían prestado, ante mis pies, parecía una gran rosa violeta. Me bajé de la mesa, tomando el vestido y colocándomelo como buenamente pude. Mis ojos se clavaron en él como si nada más existiese en ese salón. Me sentí por primera vez en todo este tiempo, muy pequeña como si para él tan solo fuese un estorbo, un error que cometió por haber unido su sangre a la mía.
-Olvidado. Lástima que no pueda olvidar el pacto de sangre. Si por mí fuese, esta unión se acabaría justo en este momento. No entiendo para qué me quieres bajo tu cuidado y ofrecerme conocer la magia -dejé escapar un suspiro, lo que acababa de pasar estaba bien, solo era sexo, un momento de debilidad y de deseo pero nada más. No esperaba me pidiese casarme con él pero el hecho de rechazar mi ayuda, me confirmó que seguía sin confiar en mí.
No me pude abrochar el vestido, me lo puse como pude y le lancé una mirada de desaprobación, estaba cansada de dejarme la piel en conseguir al menos un poco de reconocimiento pero de él… nunca. Antes de abandonar la habitación, le miré a los ojos… no supe bien qué decir, solo asentí , haría lo que él deseaba ¿Acaso podía negarme? El pacto me tenía atada, atrapada a él por y para siempre.
-No volverá a tener queja de mí, seré buena alumna, no me meteré en asuntos que no son de mi incumbencia, ya no me necesita… -le dediqué una reverencia, tomando la tarta sobrante para llevarla a la cocina…ese era mi lugar y aquella enorme biblioteca en donde me pasaría leyendo el resto de mi vida… no fue una buena idea acertar pues ni sería como él ni me necesitaría nunca.
Dejé el vestido colgado, tendría que devolverlo. Rose fue muy amable al prestármelo, jamás podría permitirme un vestido como ese en toda mi vida y el habérmelo puesto para ese momento , valió la pena. Desnuda, me miré ante el espejo, era suya y no de un modo romántico, como una esclava a la que supuestamente iba a enseñarle su mundo…
-Yo tampoco lo siento por ti, señor Tisdale. Por eso me elegiste, por eso…estoy aquí. No se me olvida pero parece ser que sí lo has olvidado tú. Sé cual es mi lugar -volví a puntualizar, dejando escapar un suspiro largo y profundo. Lo que acababa de pasar podría pasar en otro momento, una necesidad física. Los dos nos habíamos dado ese capricho pero solo era eso, un simple y mero capricho.
Junté los labios a modo de decepción fingida al oír “no habrá una condesa” me hizo gracia tal cosa. Reí sin poder evitarlo, me hacía gracia cuando se ponía serio. El vestido que me habían prestado, ante mis pies, parecía una gran rosa violeta. Me bajé de la mesa, tomando el vestido y colocándomelo como buenamente pude. Mis ojos se clavaron en él como si nada más existiese en ese salón. Me sentí por primera vez en todo este tiempo, muy pequeña como si para él tan solo fuese un estorbo, un error que cometió por haber unido su sangre a la mía.
-Olvidado. Lástima que no pueda olvidar el pacto de sangre. Si por mí fuese, esta unión se acabaría justo en este momento. No entiendo para qué me quieres bajo tu cuidado y ofrecerme conocer la magia -dejé escapar un suspiro, lo que acababa de pasar estaba bien, solo era sexo, un momento de debilidad y de deseo pero nada más. No esperaba me pidiese casarme con él pero el hecho de rechazar mi ayuda, me confirmó que seguía sin confiar en mí.
No me pude abrochar el vestido, me lo puse como pude y le lancé una mirada de desaprobación, estaba cansada de dejarme la piel en conseguir al menos un poco de reconocimiento pero de él… nunca. Antes de abandonar la habitación, le miré a los ojos… no supe bien qué decir, solo asentí , haría lo que él deseaba ¿Acaso podía negarme? El pacto me tenía atada, atrapada a él por y para siempre.
-No volverá a tener queja de mí, seré buena alumna, no me meteré en asuntos que no son de mi incumbencia, ya no me necesita… -le dediqué una reverencia, tomando la tarta sobrante para llevarla a la cocina…ese era mi lugar y aquella enorme biblioteca en donde me pasaría leyendo el resto de mi vida… no fue una buena idea acertar pues ni sería como él ni me necesitaría nunca.
Dejé el vestido colgado, tendría que devolverlo. Rose fue muy amable al prestármelo, jamás podría permitirme un vestido como ese en toda mi vida y el habérmelo puesto para ese momento , valió la pena. Desnuda, me miré ante el espejo, era suya y no de un modo romántico, como una esclava a la que supuestamente iba a enseñarle su mundo…
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
No entendía el comportamiento de aquella joven ni sus palabras hacia mí, podía ver resignación en su mirada y en la forma en la que tenía de hacerme ver que lo que le había dicho no le gustaba pero… ¿es que podía esperar de mí otra cosa? Acepté aquella estúpida treta solamente por el hecho de que así la pudieran dejar en paz, yo sabían bien lo que era que tus familiares te hicieran hacer cosas que no querías, lo había vivido casi toda mi vida y aún podía oír de fondo en mi cabeza las palabras que mi madre me decía sobre que algún día debería de casarme… pero ese día todavía no había llegado. Le dejé claras las cosas en todo momento, le dejé claro lo que obtendría de mí y no sabía qué más era lo que aquella mujer quería de mí salvo mi magia y de vez en cuando tener mi cuerpo… era más de lo que le había dado a nadie; nunca.
Miré sus ojos mientras se reía por mis palabras y enarqué una ceja, se preguntaba por qué la había acogido de esa forma y por qué le enseñaba la magia cuando de momento en su interior no había ni una pizca de magia, pero eso no significaba que esta no se pudiera manifestar en algún momento. ¿Sería fácil, un camino de rosas? Por supuesto que no, encontrar y despertar su magia le llevaría tiempo y esfuerzo, muchas caídas de las que tendría que levantarse pero que si iba con esa actitud derrotista… no iba a conseguir nada. A mí si lo conseguía o no me daba igual, era como un pajarillo que estaba aprendiendo a volar y yo quería ver si iba a poder alzar el vuelo o no. Por el momento no había hecho más que estrellarse contra el suelo y tendría que cambiar esa actitud, ya se lo había dicho una vez; muchas veces caería. El pacto de sangre la ligaba a mí en ese sentido, pero en lo demás era completamente libre.
-¿Y qué es lo que te ha hecho cambiar de idea, Gaïa? De querer bajo toda circunstancia el que te enseñe la magia a ahora querer dejarlo… ¿esas son tus ganas de aprender? –Me reí entre dientes cruzándome de brazos, debía de haber algo oculto tras esas palabras que se me escapaban y que no lograba entender porque no la entendía- no te entiendo, sinceramente. Te ofrezco una oportunidad que nadie más ha tenido, ya te dije que te costaría, que esto no eran aprenderse trucos baratos donde sacas a un conejo de la chistera… hablamos de magia, de energía que tiene tú cuerpo y que tienes que proyectar. Te quejas cuando te doy libros para que te documentes, te entrenes y aprendas… ¿crees que con chasquear los dedos harás magia? Por favor, no me hagas reír –la miré de forma fija- son años los que cuesta sacar ese potencial y otros más controlarlos… quieres y deseas casi un imposible y yo te brindo la oportunidad de que puedas hacerlo y parece que cuando algo no sale como tú quieres te rindes a la primera de cambio… pues déjame decirte algo –hice una leve pausa- tendrás que caerte un millón de veces para conseguir lo que quieres, y te levantarás otro millón más para llegar al final de la meta. Sangrarás, te cansarás hasta la extenuación, te agotarás, querrás claudicar mil veces pero si persistes solo conseguirás lo que quieres: magia. Te advertí que no era fácil y quisiste seguir, ¿por qué motivo ahora quieres dejarlo y abandonar un pacto que no puedes abandonar? –Fruncí el ceño observándola sin saber exactamente por qué se ponía así, la vi ponerse el vestido como podía ya que no se lo podía abrochar y me crucé de brazos viendo que parecía haberle jodido que le dijera que se olvidara de la búsqueda que tenía de aquel libro, era un libro muy poderoso y peligroso como para que ella que no poseía magia alguna pudiera alguna vez acercarse o estar inmiscuida… era mejor dejarla al margen. Volvía a repetirme que no tendría queja de ella y en parte sonaba como derrotada por algo, aunque no flaqueé y seguí firme porque yo había tenido a mi abuelo que me entrenó y fue terriblemente duro y cruel conmigo… yo estaba siendo bastante bueno con ella para todo lo que pasé yo- No sé qué más esperas de mí, madre tierra, creo que dejamos las cosas claras y que nada cambiaría la relación que teníamos… espero que esto no te haya hecho cambiar de parecer –la contemplé alejarse con el vestido y el trozo de tarta, me puse la ropa y me senté en la silla observando lo que había quedado de aquella cena. Mejor para ella mantenerse al margen de todo, la ayudaría con la magia que era lo que quería y cuando lo tuviera pudiera ser libre, aunque algo me decía que ya quería ser libre en esa misma noche.
Miré sus ojos mientras se reía por mis palabras y enarqué una ceja, se preguntaba por qué la había acogido de esa forma y por qué le enseñaba la magia cuando de momento en su interior no había ni una pizca de magia, pero eso no significaba que esta no se pudiera manifestar en algún momento. ¿Sería fácil, un camino de rosas? Por supuesto que no, encontrar y despertar su magia le llevaría tiempo y esfuerzo, muchas caídas de las que tendría que levantarse pero que si iba con esa actitud derrotista… no iba a conseguir nada. A mí si lo conseguía o no me daba igual, era como un pajarillo que estaba aprendiendo a volar y yo quería ver si iba a poder alzar el vuelo o no. Por el momento no había hecho más que estrellarse contra el suelo y tendría que cambiar esa actitud, ya se lo había dicho una vez; muchas veces caería. El pacto de sangre la ligaba a mí en ese sentido, pero en lo demás era completamente libre.
-¿Y qué es lo que te ha hecho cambiar de idea, Gaïa? De querer bajo toda circunstancia el que te enseñe la magia a ahora querer dejarlo… ¿esas son tus ganas de aprender? –Me reí entre dientes cruzándome de brazos, debía de haber algo oculto tras esas palabras que se me escapaban y que no lograba entender porque no la entendía- no te entiendo, sinceramente. Te ofrezco una oportunidad que nadie más ha tenido, ya te dije que te costaría, que esto no eran aprenderse trucos baratos donde sacas a un conejo de la chistera… hablamos de magia, de energía que tiene tú cuerpo y que tienes que proyectar. Te quejas cuando te doy libros para que te documentes, te entrenes y aprendas… ¿crees que con chasquear los dedos harás magia? Por favor, no me hagas reír –la miré de forma fija- son años los que cuesta sacar ese potencial y otros más controlarlos… quieres y deseas casi un imposible y yo te brindo la oportunidad de que puedas hacerlo y parece que cuando algo no sale como tú quieres te rindes a la primera de cambio… pues déjame decirte algo –hice una leve pausa- tendrás que caerte un millón de veces para conseguir lo que quieres, y te levantarás otro millón más para llegar al final de la meta. Sangrarás, te cansarás hasta la extenuación, te agotarás, querrás claudicar mil veces pero si persistes solo conseguirás lo que quieres: magia. Te advertí que no era fácil y quisiste seguir, ¿por qué motivo ahora quieres dejarlo y abandonar un pacto que no puedes abandonar? –Fruncí el ceño observándola sin saber exactamente por qué se ponía así, la vi ponerse el vestido como podía ya que no se lo podía abrochar y me crucé de brazos viendo que parecía haberle jodido que le dijera que se olvidara de la búsqueda que tenía de aquel libro, era un libro muy poderoso y peligroso como para que ella que no poseía magia alguna pudiera alguna vez acercarse o estar inmiscuida… era mejor dejarla al margen. Volvía a repetirme que no tendría queja de ella y en parte sonaba como derrotada por algo, aunque no flaqueé y seguí firme porque yo había tenido a mi abuelo que me entrenó y fue terriblemente duro y cruel conmigo… yo estaba siendo bastante bueno con ella para todo lo que pasé yo- No sé qué más esperas de mí, madre tierra, creo que dejamos las cosas claras y que nada cambiaría la relación que teníamos… espero que esto no te haya hecho cambiar de parecer –la contemplé alejarse con el vestido y el trozo de tarta, me puse la ropa y me senté en la silla observando lo que había quedado de aquella cena. Mejor para ella mantenerse al margen de todo, la ayudaría con la magia que era lo que quería y cuando lo tuviera pudiera ser libre, aunque algo me decía que ya quería ser libre en esa misma noche.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 16/12/2015
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