AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
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La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Recuerdo del primer mensaje :
De todo lo que he saboreado…
Nada es más sabroso que tu cuerpo, tus labios.
El criado del brujo, quien no tenía nada que ver con tal, le ayudó a al menos tener algún que otro vestido para cambiarse y así poder alternarlos. Ya había desayunado, un poco de café y alguna pieza de fruta, tampoco necesitaba más hasta la hora de comer…ya sería entonces cuando arrasaría con parte de los platos en la mesa. La primera clase era la más importante y por ello, quería estar de lo más preparada. Antes de empezar, le mostraría su “talento”, ¿de qué manera? Disponiendo en la mesa con sumo cuidado todas y cada una de las especias, hierbas, ungüentos, esencias y un sinfín de cosas que solo ella tenía constancia de para qué servían y lo que eran.
Desde su posición, sonrió ampliamente al ver el amplio abanico que podía ofrecer y enseñar al brujo. Se preguntó incontables veces, si fue capaz de todo eso que le había mostrado en el callejón, lo de la alfombra y demás… ¿qué más secretos guardaba aquel hombre? Era un misterio y un gran descubrimiento por su parte. ¿Quién iba a pensar que aquel joven podía ser un brujo negro? O como bien lo llamaba ella, un brujo del mal. Rió por lo bajo al recordar el apodo con el que le había bautizado, le venía como anillo al dedo.
-Para la fiebre, centaura… cornejo… perfecto -murmuró por lo bajo, llevándose una de las flores color violeta para olerla.. No iba a empezar hasta que él hiciese acto de presencia y… como viese su mesa en la que trabajaba llena de potingues e hierbas de ella… seguramente pondría el grito en el cielo. -Centinodia para el estómago … y ¿cuántas clases hay? Ah bien, perfecto -lo iba apuntando todo en su pequeño cuaderno, algo así como una especie de inventario.
Oyó pasos, supo de quién se trataba al instante. Fritz era más sigiloso, como si caminase de puntillas y así no molestar. Sonrió de espaldas a él, acababa de terminar de apuntar todo y así al menos, la próxima vez que fuese a la tienda o… mejor, sondease los callejones en donde vendían de exportación…podría saber con lo que contaba y le faltaba. Se llevó a los labios la pluma, acariciando éstos de lo más pensativa, la pluma le hacía cosquillas.
-Buenos días, señor Tisdale -dijo lo suficientemente alto, giró el rostro, quedando de perfil y recorrerlo con la mirada, imposible no hacerlo. El muy canalla era atractivo y ella no era estúpida, sonrió traviesa al recordar fugazmente lo que ocurrió anoche y ya solo con eso, se distrajo lo suficiente, tanto… que suspiró por lo bajo intentando no gemir, ella era así de expresiva. No había dejado de acariciarse los labios con los finos y suaves cabellos de la pluma, tomando alguno con los dientes -Estas son todas mis hierbas, especias, esencias…y cosas que se escapan de la sabiduría humana porque es mejor no saber -
Tomó impulso y se sentó en el borde de la mesa, ahora sí, mirándole intensamente con sus orbes azules como el mismo cielo. Pensativa, guió la mano de la pluma hasta el brujo y la deslizó por su frente , bajando por su nariz y acabar rozando sus labios, aquellos que había mordido infinidad de veces durante toda la noche y provocó que ella, se mordiese el inferior.
-¿Empezamos con la primera clase? Cogeré apuntes… como buena ayudante aplicada -más que dispuesta, lo miró fijamente a los ojos, estaba deseando empezar.
De todo lo que he saboreado…
Nada es más sabroso que tu cuerpo, tus labios.
El criado del brujo, quien no tenía nada que ver con tal, le ayudó a al menos tener algún que otro vestido para cambiarse y así poder alternarlos. Ya había desayunado, un poco de café y alguna pieza de fruta, tampoco necesitaba más hasta la hora de comer…ya sería entonces cuando arrasaría con parte de los platos en la mesa. La primera clase era la más importante y por ello, quería estar de lo más preparada. Antes de empezar, le mostraría su “talento”, ¿de qué manera? Disponiendo en la mesa con sumo cuidado todas y cada una de las especias, hierbas, ungüentos, esencias y un sinfín de cosas que solo ella tenía constancia de para qué servían y lo que eran.
Desde su posición, sonrió ampliamente al ver el amplio abanico que podía ofrecer y enseñar al brujo. Se preguntó incontables veces, si fue capaz de todo eso que le había mostrado en el callejón, lo de la alfombra y demás… ¿qué más secretos guardaba aquel hombre? Era un misterio y un gran descubrimiento por su parte. ¿Quién iba a pensar que aquel joven podía ser un brujo negro? O como bien lo llamaba ella, un brujo del mal. Rió por lo bajo al recordar el apodo con el que le había bautizado, le venía como anillo al dedo.
-Para la fiebre, centaura… cornejo… perfecto -murmuró por lo bajo, llevándose una de las flores color violeta para olerla.. No iba a empezar hasta que él hiciese acto de presencia y… como viese su mesa en la que trabajaba llena de potingues e hierbas de ella… seguramente pondría el grito en el cielo. -Centinodia para el estómago … y ¿cuántas clases hay? Ah bien, perfecto -lo iba apuntando todo en su pequeño cuaderno, algo así como una especie de inventario.
Oyó pasos, supo de quién se trataba al instante. Fritz era más sigiloso, como si caminase de puntillas y así no molestar. Sonrió de espaldas a él, acababa de terminar de apuntar todo y así al menos, la próxima vez que fuese a la tienda o… mejor, sondease los callejones en donde vendían de exportación…podría saber con lo que contaba y le faltaba. Se llevó a los labios la pluma, acariciando éstos de lo más pensativa, la pluma le hacía cosquillas.
-Buenos días, señor Tisdale -dijo lo suficientemente alto, giró el rostro, quedando de perfil y recorrerlo con la mirada, imposible no hacerlo. El muy canalla era atractivo y ella no era estúpida, sonrió traviesa al recordar fugazmente lo que ocurrió anoche y ya solo con eso, se distrajo lo suficiente, tanto… que suspiró por lo bajo intentando no gemir, ella era así de expresiva. No había dejado de acariciarse los labios con los finos y suaves cabellos de la pluma, tomando alguno con los dientes -Estas son todas mis hierbas, especias, esencias…y cosas que se escapan de la sabiduría humana porque es mejor no saber -
Tomó impulso y se sentó en el borde de la mesa, ahora sí, mirándole intensamente con sus orbes azules como el mismo cielo. Pensativa, guió la mano de la pluma hasta el brujo y la deslizó por su frente , bajando por su nariz y acabar rozando sus labios, aquellos que había mordido infinidad de veces durante toda la noche y provocó que ella, se mordiese el inferior.
-¿Empezamos con la primera clase? Cogeré apuntes… como buena ayudante aplicada -más que dispuesta, lo miró fijamente a los ojos, estaba deseando empezar.
Última edición por Gaïa Goncourt el Vie Feb 10, 2017 5:04 pm, editado 1 vez
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
“Quién de verdad posee magia,
no necesita trucos”
El hechizo no fue para otra persona que a ella misma, alguien más débil de los que se encontraban en el lugar. Canalizó la energía justo para que aquellas palabras surtiesen el efecto menos esperado, ella mucho más cariñosa y cercana, más lanzada que de costumbre. No solía callarse lo que pensaba, en este caso... la atracción hacia el hechicero no era simplemente por las palabras del libro, tenían esa conexión diferente a cualquier otra persona, ambos con sus asuntos y un pacto de sangre que ninguno había traicionado, “madre tierra” era fiel y leal, sobre todo con aquel que le dio la oportunidad de conocerse a sí misma , esa fuerza y magia interior que muy pocos humanos llegaban a conocer de sí mismos.
-Como siempre un auténtico aguafiestas. Ya...Logan. -le hacía sentir bien pero a la vez, muy pequeña. Él poseía poder ¿Y ella? Nada. Nada al menos que a él le sirviese para algo. Con un fingido puchero, salió de la tienda, ambos aparecieron en una boca calle que daba a la plaza Tertre, la salida de la puerta desapareció en un destello.
-No sé de qué me hablas. O quizás...sea el hechizo aunque ¿qué hay de malo en que te encuentre atractivo? Sabes que me lo paso bien contigo y ya sé que cero compromisos pero estoy segura que... -el labio inferior, se lo mordió con cierto recelo, no debía pronunciar esas palabras, no al menos si quería seguir formándose como la aprendiz y no terminar en la calle todo el santo día, las ventas habían descendido desde que el chivatazo se hizo presente, la inquisición buscaba a las brujas...o a las aprendices de”.
-Gracias por el libro. Seguro que me ayuda en mi camino...como todos los mil novecientos cincuenta y nueve, los he contado, este es el mil novecientos sesenta -se encogió de hombros ojeándolo, iba dando zancadas como si andase bailando mientras caminaba, un torbellino imparable, tan pizpireta y feliz como siempre salvo por el detalle que … le miraba de reojo de cuando en cuando, ya no sólo por el hechizo, él le llamaba la atención...y tampoco es que tratase con hombres, no con tanta confianza de dejarle colarse entre sus piernas.
-Creo que me he enamorado de ti -dijo sin más, sin titubear, sin dejar de caminar, con el libro entre los dedos, ya sabía lo que vendría ahora pero eso no le importó seguir hablando -El hechizo, claro, o no...no lo sé. No me ando con rodeos, tampoco pretendo regarte las orejas, siempre digo lo que pienso y este es uno de esos casos, no te pido me correspondas, sé que eso sería absoluta y completamente imposible, ¿por qué te lo he soltado? No lo he controlado, lo pensaba y mis labios lo pronunciaron pero ya está dicho, ahórrate el sermón, ya sé lo que tengo que hacer. No estoy enfadada, ni triste ni cosas parecidas...lo acepté
se encogió de hombros y leyó algún texto por encima, Logan sería ese amor inalcanzable, al igual que el señor Thomson, un hombre amigo de su hermano mayor al que Gaïa embobada observó en silencio desde muy pequeña.
-Ha sido una tarde entretenida. Le tengo que llevar a Rose el vestido morado, ¿a qué me quedaba bien? Me lo puse para impresionarte, estar bonita para ti pero seguro sólo veías a la loca de tu aprendiz hacer el ridículo. No tienes tiempo de oír tonterías, menos hablar de sentimientos...yo tampoco suelo hacerlo pero como bien dije ya está dicho y no puedo parar de hablar ¿quieres hacerme un favor?
Interceptó su paso, las pequeñas y frágiles manos de Gaïa sostenían el libro como un escudo, esperando palabras o acciones...estaba preparada, o eso creía.
-Hazme el favor...y cállame. Deshaz esto -en sus orbes azules se reflejó la súplica, no quería seguir con esto.
no necesita trucos”
El hechizo no fue para otra persona que a ella misma, alguien más débil de los que se encontraban en el lugar. Canalizó la energía justo para que aquellas palabras surtiesen el efecto menos esperado, ella mucho más cariñosa y cercana, más lanzada que de costumbre. No solía callarse lo que pensaba, en este caso... la atracción hacia el hechicero no era simplemente por las palabras del libro, tenían esa conexión diferente a cualquier otra persona, ambos con sus asuntos y un pacto de sangre que ninguno había traicionado, “madre tierra” era fiel y leal, sobre todo con aquel que le dio la oportunidad de conocerse a sí misma , esa fuerza y magia interior que muy pocos humanos llegaban a conocer de sí mismos.
-Como siempre un auténtico aguafiestas. Ya...Logan. -le hacía sentir bien pero a la vez, muy pequeña. Él poseía poder ¿Y ella? Nada. Nada al menos que a él le sirviese para algo. Con un fingido puchero, salió de la tienda, ambos aparecieron en una boca calle que daba a la plaza Tertre, la salida de la puerta desapareció en un destello.
-No sé de qué me hablas. O quizás...sea el hechizo aunque ¿qué hay de malo en que te encuentre atractivo? Sabes que me lo paso bien contigo y ya sé que cero compromisos pero estoy segura que... -el labio inferior, se lo mordió con cierto recelo, no debía pronunciar esas palabras, no al menos si quería seguir formándose como la aprendiz y no terminar en la calle todo el santo día, las ventas habían descendido desde que el chivatazo se hizo presente, la inquisición buscaba a las brujas...o a las aprendices de”.
-Gracias por el libro. Seguro que me ayuda en mi camino...como todos los mil novecientos cincuenta y nueve, los he contado, este es el mil novecientos sesenta -se encogió de hombros ojeándolo, iba dando zancadas como si andase bailando mientras caminaba, un torbellino imparable, tan pizpireta y feliz como siempre salvo por el detalle que … le miraba de reojo de cuando en cuando, ya no sólo por el hechizo, él le llamaba la atención...y tampoco es que tratase con hombres, no con tanta confianza de dejarle colarse entre sus piernas.
-Creo que me he enamorado de ti -dijo sin más, sin titubear, sin dejar de caminar, con el libro entre los dedos, ya sabía lo que vendría ahora pero eso no le importó seguir hablando -El hechizo, claro, o no...no lo sé. No me ando con rodeos, tampoco pretendo regarte las orejas, siempre digo lo que pienso y este es uno de esos casos, no te pido me correspondas, sé que eso sería absoluta y completamente imposible, ¿por qué te lo he soltado? No lo he controlado, lo pensaba y mis labios lo pronunciaron pero ya está dicho, ahórrate el sermón, ya sé lo que tengo que hacer. No estoy enfadada, ni triste ni cosas parecidas...lo acepté
se encogió de hombros y leyó algún texto por encima, Logan sería ese amor inalcanzable, al igual que el señor Thomson, un hombre amigo de su hermano mayor al que Gaïa embobada observó en silencio desde muy pequeña.
-Ha sido una tarde entretenida. Le tengo que llevar a Rose el vestido morado, ¿a qué me quedaba bien? Me lo puse para impresionarte, estar bonita para ti pero seguro sólo veías a la loca de tu aprendiz hacer el ridículo. No tienes tiempo de oír tonterías, menos hablar de sentimientos...yo tampoco suelo hacerlo pero como bien dije ya está dicho y no puedo parar de hablar ¿quieres hacerme un favor?
Interceptó su paso, las pequeñas y frágiles manos de Gaïa sostenían el libro como un escudo, esperando palabras o acciones...estaba preparada, o eso creía.
-Hazme el favor...y cállame. Deshaz esto -en sus orbes azules se reflejó la súplica, no quería seguir con esto.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Sabía lo que había provocado cuando leyó aquel hechizo que cogió de aquel libro, de todos los libros que habían y de todos los hechizos que habían ¿tenía que escoger precisamente aquel? Claro que al no tener toda la magia había canalizado mal la energía y este le había caído de rebote haciendo que el hechizo cayera precisamente sobre ella en vez de sobre mí como hubiera sido lo normal. El problema era que hechizos como esos de amor no eran tan fáciles de deshacer como ella pensaba, sino que más bien costaban bastante y dependiendo del grado en que “cayera” o surtiera efecto demoraban más o menos en pasarse. Por suerte para ella al no canalizar bien la energía y no poseer tanta magia su efecto duraría quizás un par de días, los hechizos de amor eran falsas ilusiones que utilizaba la gente para que otra se enamorara de ellos, pero siempre traía consecuencias negativas e incluso había oído historias de que habían acabado muertos los que habían lanzado el hechizo cuando se dieron cuenta de que la forma de “querer” o de “amar” no eran lo que ellos pensaba porque rallaba lo obsesivo. Los sentimientos era un tema delicado y complicado de tratar pero ella se daría cuenta con aquel enorme fallo que había tenido y le serviría de lección, todos los fallos que tuviera, todo lo que le saliera mal le serviría para poder mejorar y experimentar, aprender de sus propios errores para no volver a cometerlos, era un camino largo y tortuoso pero ella mismo había sido la que lo había pedido, y era lo que iba a tener. Sabía que su comportamiento, raro, se debía precisamente al hechizo que había intentando lanzar pero nada podía hacer por ella y solo esperaba que no se siguiera comportando de esa manera delante de la gente, a mí me daba exactamente igual lo que ella hiciera, pero sabía que no todos eran tan liberales y no verían ni moral ni apropiado el comportamiento que ella estaba teniendo en esos momentos. Finalmente cuando fuimos al pagar el libro fue cuando se le fue la mano, además de las palabras, dejándome en claro que me deseaba y que quizás añoraba de nuevo que nos volviéramos a fundir en uno... sabía que la que hablaba no era ella, sino que más bien era producto de aquel hechizo mal lanzado lo que le hacía tener la boca tan suelta porque aunque sí me había dejado caer ciertas cosas nunca lo había hecho de esa forma.
Me llamaba aguafiestas pero si había algo que no quería y que quizás otro cualquiera en mi situación haría era aprovecharme de ella en ese estado, ahora que era “vulnerable” por el hechizo que corría por su cuerpo y que la hacía estar así de esa forma y es que otro en mi lugar ni se lo hubiera pensado dos veces sin embargo yo sabía cómo era ella, sabía que aunque nos lo pasábamos bien juntos y eso era cierto bien sabía que tenía unas “normas” en cuanto a lo que hubiera más allá de eso porque el placer era el placer, pero yo no quería nada de sentimientos y siempre se lo había dejado claro. En el estado en el que se encontraba no quería aprovecharme de su situación, era mi aprendiz y por ello la respetaba, de no estar así ya le hubiera dado una lección para que aprendiera a comportarse delante de la gente sin embargo no hice nada al respecto. Enarqué una ceja cuando me dijo con exactitud la cantidad de libros que había y que tendría que leer y ladeé la sonrisa, ¿se pensaba que con leerse los libros bastaba? Ni aunque se leyera cada libro cien veces bastaría para todo lo que tendría que hacer en su camino, algo que quizás no entendía pero que debía de hacerlo porque no le quedaba más remedio que ese. No dije nada mientras salíamos por la puerta hasta que fue ella cuando comenzamos a andar alejándonos que sin dejar de andar soltó aquellas palabras que me hicieron mirarla con fijeza, no se paró en ningún momento sino que continuó andando mientras yo fruncía el ceño. Intuía que aquello podría llegar a pasar y por eso mismo había querido dejárselo claro en todo momento, que supiera que yo no era un hombre que se comprometía o que tenía sentimientos, siempre se lo había dejado claro y ahora quizás por el hechizo me soltaba aquellas palabras que no supe muy bien cómo responderlas, porque no quería hacerle daño, porque no quería que lo pasara mal por mi culpa aun cuando la había avisado en todo momento de que yo no era como el resto de los hombres, porque la respetaba, porque era mi aprendiz y sí era cierto que le tenía cariño, pero no quizás el mismo que ella quisiera que tuviera o sintiera. Lancé un suspiro cerrando los ojos por unos segundos mientras escuchaba sus palabras, decía que no sabía si era por el hechizo pero que lo había pensado y lo había soltado, que no estaba triste ni enfadada porque ya era algo que había aceptado. Luego fue que me saltó con el vestido, ¿qué había con ese vestido? Para descubrir que se lo había puesto para que me fijara en ella, y claro que lo había hecho, ¿cómo no hacerlo cuando llamaba la atención de los hombres que se encontraba por la calle? Pero yo era demasiado parco en ese tipo de cosas, lancé un suspiro negando con la cabeza hasta que finalmente me hizo aquella petición que si bien quería ayudarla no podía hacerlo por mucho que quisiera.
-Sí me he fijado en el vestido, ya te he dicho que te quedaba bien pero que no hacía faltas que fueras al burdel para tener vestidos como esos, que Fritz puede ayudarte a comprar los que necesites –hice una leve pausa- ¿qué querías que te dijera realmente, Gaïa? Ya sabes como soy yo, un hombre bastante parco en algunos menesteres y si pretendías que te dijera que te quedaba muy bien y que te ves hermosa por mucho que lo piense no lo diré, no porque no lo estés, sino porque no está en mí –hice una pequeña pausa- no puedo ayudarte a deshacer el hechizo, pasará con un par de días o a lo sumo mañana habrá desaparecido. No lo canalizaste bien y no durará el efecto demasiado, pero escúchame una cosa –mis dedos tomaron su mentón para alzar su rostro y que me mirara- no puedes jugar con los sentimientos de una persona, ¿sabes que ha muerto gente por utilizar estos hechizos? Uno nunca sabe la forma en la que se va a amar o a querer la otra persona, puede llegar a ser obsesivo y enfermizo y al darte cuenta de que no es lo que esperabas e intentar dejarlo no podrías hacerlo. Ha muerto gente por jugar con los sentimientos y yo te aconsejo que no lo hagas, no de esta forma al menos –negué con la cabeza ligeramente- te acompañaré para que dejes el vestido y luego iremos a tomar algo para cenar por ahí, no quiero que vuelvas sola cuando sabes de los peligros que hay en la noche, últimamente la ciudad está bastante revolucionada debido a que la Inquisición está haciendo de las suyas por ahí, así que olvídate de ir tu sola a vender a las mujeres del burdel, no te voy a prohibir que lo hagas pero no lo harás tú sola y si pare ello tengo que ponerte una escolta lo haré, no sabes los peligros que aguarda la noche Gaïa, y tú eres un bocado demasiado apetecible como para dejarte pasar por alto –tomé su mentón con algo más de fuerza anclándola al lugar para que no se moviera, solamente con la intención de buscar sus labios con los míos y besarla, dejando que su furia traspasara a través del beso y mi mano fuera a su nuca para acercarla, incluso así, no quería aprovecharme demasiado de ella en esos momentos en los que el hechizo todavía estaba en alza así que simplemente la besé, mi lengua penetró entre sus labios buscando su lengua que salió también en busca de la mía en un duelo en mitad de la calle importándome nada que la gente nos mirara. Mis dedos se deslizaron por sus rubios mechones hasta acabar mordiendo su labio inferior de una manera provocativa y juguetona- si te portas bien luego podemos divertirnos un rato, puedo enseñarte lecciones valiosas –sonreí de lado dejando en claro qué tipo de lecciones me refería mientras tiraba de ella para que devolviera el vestido, no dejaría que conforme estaban las cosas en la ciudad saliera ella sola de noche.
Me llamaba aguafiestas pero si había algo que no quería y que quizás otro cualquiera en mi situación haría era aprovecharme de ella en ese estado, ahora que era “vulnerable” por el hechizo que corría por su cuerpo y que la hacía estar así de esa forma y es que otro en mi lugar ni se lo hubiera pensado dos veces sin embargo yo sabía cómo era ella, sabía que aunque nos lo pasábamos bien juntos y eso era cierto bien sabía que tenía unas “normas” en cuanto a lo que hubiera más allá de eso porque el placer era el placer, pero yo no quería nada de sentimientos y siempre se lo había dejado claro. En el estado en el que se encontraba no quería aprovecharme de su situación, era mi aprendiz y por ello la respetaba, de no estar así ya le hubiera dado una lección para que aprendiera a comportarse delante de la gente sin embargo no hice nada al respecto. Enarqué una ceja cuando me dijo con exactitud la cantidad de libros que había y que tendría que leer y ladeé la sonrisa, ¿se pensaba que con leerse los libros bastaba? Ni aunque se leyera cada libro cien veces bastaría para todo lo que tendría que hacer en su camino, algo que quizás no entendía pero que debía de hacerlo porque no le quedaba más remedio que ese. No dije nada mientras salíamos por la puerta hasta que fue ella cuando comenzamos a andar alejándonos que sin dejar de andar soltó aquellas palabras que me hicieron mirarla con fijeza, no se paró en ningún momento sino que continuó andando mientras yo fruncía el ceño. Intuía que aquello podría llegar a pasar y por eso mismo había querido dejárselo claro en todo momento, que supiera que yo no era un hombre que se comprometía o que tenía sentimientos, siempre se lo había dejado claro y ahora quizás por el hechizo me soltaba aquellas palabras que no supe muy bien cómo responderlas, porque no quería hacerle daño, porque no quería que lo pasara mal por mi culpa aun cuando la había avisado en todo momento de que yo no era como el resto de los hombres, porque la respetaba, porque era mi aprendiz y sí era cierto que le tenía cariño, pero no quizás el mismo que ella quisiera que tuviera o sintiera. Lancé un suspiro cerrando los ojos por unos segundos mientras escuchaba sus palabras, decía que no sabía si era por el hechizo pero que lo había pensado y lo había soltado, que no estaba triste ni enfadada porque ya era algo que había aceptado. Luego fue que me saltó con el vestido, ¿qué había con ese vestido? Para descubrir que se lo había puesto para que me fijara en ella, y claro que lo había hecho, ¿cómo no hacerlo cuando llamaba la atención de los hombres que se encontraba por la calle? Pero yo era demasiado parco en ese tipo de cosas, lancé un suspiro negando con la cabeza hasta que finalmente me hizo aquella petición que si bien quería ayudarla no podía hacerlo por mucho que quisiera.
-Sí me he fijado en el vestido, ya te he dicho que te quedaba bien pero que no hacía faltas que fueras al burdel para tener vestidos como esos, que Fritz puede ayudarte a comprar los que necesites –hice una leve pausa- ¿qué querías que te dijera realmente, Gaïa? Ya sabes como soy yo, un hombre bastante parco en algunos menesteres y si pretendías que te dijera que te quedaba muy bien y que te ves hermosa por mucho que lo piense no lo diré, no porque no lo estés, sino porque no está en mí –hice una pequeña pausa- no puedo ayudarte a deshacer el hechizo, pasará con un par de días o a lo sumo mañana habrá desaparecido. No lo canalizaste bien y no durará el efecto demasiado, pero escúchame una cosa –mis dedos tomaron su mentón para alzar su rostro y que me mirara- no puedes jugar con los sentimientos de una persona, ¿sabes que ha muerto gente por utilizar estos hechizos? Uno nunca sabe la forma en la que se va a amar o a querer la otra persona, puede llegar a ser obsesivo y enfermizo y al darte cuenta de que no es lo que esperabas e intentar dejarlo no podrías hacerlo. Ha muerto gente por jugar con los sentimientos y yo te aconsejo que no lo hagas, no de esta forma al menos –negué con la cabeza ligeramente- te acompañaré para que dejes el vestido y luego iremos a tomar algo para cenar por ahí, no quiero que vuelvas sola cuando sabes de los peligros que hay en la noche, últimamente la ciudad está bastante revolucionada debido a que la Inquisición está haciendo de las suyas por ahí, así que olvídate de ir tu sola a vender a las mujeres del burdel, no te voy a prohibir que lo hagas pero no lo harás tú sola y si pare ello tengo que ponerte una escolta lo haré, no sabes los peligros que aguarda la noche Gaïa, y tú eres un bocado demasiado apetecible como para dejarte pasar por alto –tomé su mentón con algo más de fuerza anclándola al lugar para que no se moviera, solamente con la intención de buscar sus labios con los míos y besarla, dejando que su furia traspasara a través del beso y mi mano fuera a su nuca para acercarla, incluso así, no quería aprovecharme demasiado de ella en esos momentos en los que el hechizo todavía estaba en alza así que simplemente la besé, mi lengua penetró entre sus labios buscando su lengua que salió también en busca de la mía en un duelo en mitad de la calle importándome nada que la gente nos mirara. Mis dedos se deslizaron por sus rubios mechones hasta acabar mordiendo su labio inferior de una manera provocativa y juguetona- si te portas bien luego podemos divertirnos un rato, puedo enseñarte lecciones valiosas –sonreí de lado dejando en claro qué tipo de lecciones me refería mientras tiraba de ella para que devolviera el vestido, no dejaría que conforme estaban las cosas en la ciudad saliera ella sola de noche.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
“Hay instantes que no van a volver,
momentos irrepetibles y
personas a quién es mejor dejar marchar”
Sin intención alguna de meterse en líos, en esta ocasión acababa de abrir una brecha que esperaba no ser tan estúpida de hacerla aún mayor. Sus ojos azules se perdieron en el asfalto, el conjuro no había más que empeorar la situación, estaba claro que entre ellos dos no tendrían una relación más íntima, tampoco ella lo buscaba pero esas palabras habían ocasionado en ella un estado de frenesí desconocido, creyendo algo irreal. Inevitable no mirarle embobada, para Gaïa él era el único en ese momento, alguien de quién se había convertido en un eslabón irreemplazable en su vida.
Todo lo que salía de sus labios no era lo que esperaba oír ¿entonces qué? Nada, no iba a esperar nada. La joven suspiró, apretando con fuerza los labios, sus ojos cerrados oyéndole de fondo. Él no era como ningún otro hombre y ser la más importante ante sus ojos sería completa y absolutamente imposible. Sangre con sangre, así sellaron, un vínculo que no tendría con nadie más pero ¿era suficiente? No. El deseo se había convertido en un algo enfermizo, una obsesión absurda que esperaba pasase pronto, así que lo mejor sería refugiarse en su alcoba, olvidar sus tejes manejes y olvidarse de lo que le estaba volviendo loca.
-No estoy jugando con los sentimientos de nadie, en todo caso los míos. ¿No crees? No me adviertas de algo que no pensé sería tan grave. Leí el libro por encima, no creí que iba a desembocar en esto y... ¿quieres dejar de tocarme? Yo sí que te advierto que no lo hagas, podría tomarte aquí mismo. No me hagas decir cosas que no siento -sus orbes azules se entrecerraron, endureciéndose... el hecho de estar en esa situación no le estaba haciendo ningún bien. El tacto de sus dedos le estaba perdiendo. -No me toques-suplicó, deteniendo sus pasos, apretando con cierta fuerza su muñeca, el simple hecho le perdía en lo más hondo de su alma.
-Estoy bien, no te preocupes, menos mal que has dicho lo de comer... tengo demasiada hambre y... -no esperó el beso, se lo devolvió pero si seguían era un completo error. Negó para que no se acercase más de lo debido -Lo mejor será que cuando lleguemos de cenar me refugie en mi alcoba, pase el hechizo y así no haré daño a nadie -se encogió de hombros, dejando escapar un largo suspiro, sus pasos se perdieron una vez más por las calles para dirigirse a dicho restaurante, no tenía ni un franco en el bolsillo, sólo pequeñas bolsas con especias.
-Un bocado apetecible que todos quieren comerse y uno sólo quiere probar -lo miró de reojo, encogiéndose de hombros, no esperaba ninguna declaración pero tanta negativa y con el hechizo.... le estaba terminando por rematar esa noche -Tu aprendiz sólo sabe meterse en líos pero mirándolo por el lado bueno...soy pura diversión en tu vida. Sé que hay más mujeres, sé que llegará una que te haga olvidar todo lo que has conocido...hasta de mí, algún día te terminaré estorbando y lo comprenderé.
Esperó a que llegasen a dicho restaurante y fue ella quien le dio paso a él, al fin y al cabo la diferencia de clase era más que notable, él un Conde y ella... bueno, una chica de lo más peculiar.
-Intentaré no pedirte en el menú-rio divertida pero lo cierto es que lo pensaba realmente, hechizo o no...ya estaba dicho.
momentos irrepetibles y
personas a quién es mejor dejar marchar”
Sin intención alguna de meterse en líos, en esta ocasión acababa de abrir una brecha que esperaba no ser tan estúpida de hacerla aún mayor. Sus ojos azules se perdieron en el asfalto, el conjuro no había más que empeorar la situación, estaba claro que entre ellos dos no tendrían una relación más íntima, tampoco ella lo buscaba pero esas palabras habían ocasionado en ella un estado de frenesí desconocido, creyendo algo irreal. Inevitable no mirarle embobada, para Gaïa él era el único en ese momento, alguien de quién se había convertido en un eslabón irreemplazable en su vida.
Todo lo que salía de sus labios no era lo que esperaba oír ¿entonces qué? Nada, no iba a esperar nada. La joven suspiró, apretando con fuerza los labios, sus ojos cerrados oyéndole de fondo. Él no era como ningún otro hombre y ser la más importante ante sus ojos sería completa y absolutamente imposible. Sangre con sangre, así sellaron, un vínculo que no tendría con nadie más pero ¿era suficiente? No. El deseo se había convertido en un algo enfermizo, una obsesión absurda que esperaba pasase pronto, así que lo mejor sería refugiarse en su alcoba, olvidar sus tejes manejes y olvidarse de lo que le estaba volviendo loca.
-No estoy jugando con los sentimientos de nadie, en todo caso los míos. ¿No crees? No me adviertas de algo que no pensé sería tan grave. Leí el libro por encima, no creí que iba a desembocar en esto y... ¿quieres dejar de tocarme? Yo sí que te advierto que no lo hagas, podría tomarte aquí mismo. No me hagas decir cosas que no siento -sus orbes azules se entrecerraron, endureciéndose... el hecho de estar en esa situación no le estaba haciendo ningún bien. El tacto de sus dedos le estaba perdiendo. -No me toques-suplicó, deteniendo sus pasos, apretando con cierta fuerza su muñeca, el simple hecho le perdía en lo más hondo de su alma.
-Estoy bien, no te preocupes, menos mal que has dicho lo de comer... tengo demasiada hambre y... -no esperó el beso, se lo devolvió pero si seguían era un completo error. Negó para que no se acercase más de lo debido -Lo mejor será que cuando lleguemos de cenar me refugie en mi alcoba, pase el hechizo y así no haré daño a nadie -se encogió de hombros, dejando escapar un largo suspiro, sus pasos se perdieron una vez más por las calles para dirigirse a dicho restaurante, no tenía ni un franco en el bolsillo, sólo pequeñas bolsas con especias.
-Un bocado apetecible que todos quieren comerse y uno sólo quiere probar -lo miró de reojo, encogiéndose de hombros, no esperaba ninguna declaración pero tanta negativa y con el hechizo.... le estaba terminando por rematar esa noche -Tu aprendiz sólo sabe meterse en líos pero mirándolo por el lado bueno...soy pura diversión en tu vida. Sé que hay más mujeres, sé que llegará una que te haga olvidar todo lo que has conocido...hasta de mí, algún día te terminaré estorbando y lo comprenderé.
Esperó a que llegasen a dicho restaurante y fue ella quien le dio paso a él, al fin y al cabo la diferencia de clase era más que notable, él un Conde y ella... bueno, una chica de lo más peculiar.
-Intentaré no pedirte en el menú-rio divertida pero lo cierto es que lo pensaba realmente, hechizo o no...ya estaba dicho.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Sabía lo que ocurriría cuando mi impulsiva aprendiz leyó aquel hechizo en voz alta y aunque hubiera intentado evitarlo no habría podido hacerlo, y aunque ahora quisiera ayudarla liberándola del hechizo yo nada podía hacer pues solo con el paso de los días, quizás un par de ellos, el hechizo se desvanecería por sí solo volviendo a su estado original. No era algo con lo que debiera de jugar porque sabía que había gente que encontró la muerte por jugar con los sentimientos de los demás, uno nunca sabía cómo iba a reaccionar la otra persona o en lo que podría convertirse porque quizás no era lo que uno se pensaba, a Gaïa aún le quedaban muchas lecciones que aprender y muchos pasos que recorrer en su camino de aprendizaje, pero el tiempo era su mayor aliado porque todavía era muy joven y podía aprender si tan solo se centrara en lo que debía de centrarse. Entendía que fuera frustrante para ella sentir o pensar que no avanzaba, pero ya le había dicho muchas veces que el camino de la magia era uno bastante complicado y que llevaba de muchos años dar con la fórmula indicada y con poder manejar los poderes, no era algo que sucediera en un corto plazo de tiempo por lo que tendría que aprender que la paciencia era una virtud muy buena y que se tenía que aferrar a eso le gustara o no. Yo lo sabía porque también había sido aprendiz y había tardado en ver que mis poderes siquiera asomaban, llevaba de tiempo, constancia y mucho entrenamiento pero también de conocimiento y de leer libros por mucho que me criticara que no me contradecía cuando le mandaba a leer... la sabiduría era la base de todo y sin ello era imposible llegar hasta la meta que ella se había propuesto. Ahora teníamos que añadirle el hándicap del hechizo que ella misma se había auto-lanzado y que la estaba afectando de más, sabía que la gran parte de sus palabras eran producto del hechizo pero incluso así tomé las palabras más adecuadas para hacerle saber y recordar cómo era yo, que ya se lo había advertido cuando decidió que la enseñara y que no la había engañado en ningún momento con respecto a eso, siempre había sido clara y concisa y no cambiaría de opinión por mucho que se pusiera así. Debía de entenderlo para que no hubieran errores en el futuro, yo era de esa forma y aunque pasábamos buenos ratos juntos y disfrutábamos mucho no podía ofrecerle lo que ella quizás me pedía porque yo no era así, y claro que sus palabras iban con la intención de hacérmelo saber pero no iba a entrar en ese terreno porque no quería hacerle daño en las condiciones que estaba, por lo que lo dejé correr. Lo que si no iba a pasar por alto era que saliera ella de noche a la calle sola, era demasiado peligroso y sin poderes para defenderse no me fiaba de lo que pudiera pasarle, así que si tenía que ponerle una maldita escolta lo haría para que dejara de jugar con fuego, porque al final acabaría quemándose.
Si tenía que dejar el vestido la acompañaría para volver a casa acompañándola por si algo sucediera, las noches en la ciudad se habían vuelto algo más violentas y la inquisición no perdía el tiempo, aunque fuera una humana que no tenía poderes los vampiros necesitaban alimentarse y no quería que sufriera por su insensatez. Ella me pedía que no la tocara porque conforme estaba no podía contenerse, extraño cuando había sido ella la que había empezado y ahora me pedía que no la tocara... no entendía a las mujeres pero sobre todo no entendía a la mujer que tenía frente a mí ni a sus formas de ser. No hice caso a sus palabras, porque yo no era de hacer caso a nada, y tomé su boca en donde me devolvió el beso pero cuando nos separamos puso distancia entre ambos asegurándome que no era lo mejor dado el hechizo, lancé un suspiro y finalmente nos dirigimos para tomar algo y cenar antes de volver a casa, ya era casi de noche y me apetecía cenar algo fuera por una vez luego volver a la mansión. Enarqué una ceja cuando aseguró que solo sabía meterse en líos y que era eso mismo lo que le daba un toque divertido a mí vida, lo cierto es que no sabía dónde le veía la gracia pero lo dejé estar porque no quería discutir más en esa noche y parecía que todo lo que dijera le iba a sentar mal, por lo que preferí callarme y no decirle nada. Sobre todo cuando habló sobre mujeres, que sabía que había más mujeres en mi vida algo que me hizo ladear la sonrisa y reírme porque ella no sabía nada, sí era cierto que habían más mujeres en mi vida pero nada serio y rollos de una sola noche, como ella yo también había tenido un pasado y aunque este había quedado atrás a veces sí tenía contacto con alguna de ellas, no por nada sino porque como yo eran hechiceras y nos encontrábamos de vez en cuando. Pero si pretendía sonsacarme algo estaba muy equivocada y desde luego que no iba a caer en esa trampa porque ya me conocía cómo eran las mujeres en ese sentido, así que simplemente ladré una sonrisa mientras nos sentábamos en una de las mesas del restaurante y esperábamos a que el camarero nos trajera la carta para empezar a pedir. Ella estaba convencida de que algún día llegaría una mujer que me haría perder la cabeza, la razón y el norte y que ella sería una molestia... yo había dejado claro mi postura y ya no sabía qué palabras emplear para que entendiera.
-Si ese día llegara en algún momento entonces veríamos la situación y cómo se desarrollarían las cosas, no me gusta preocuparme por un “y si” que quizás no pueda ni ocurrir. Vive el presente Gaïa y no te obceques tanto en el futuro o en cosas que quizás puedan pasar o no y disfruta del momento, lo que tenga que venir ya vendrá y ya nos ocuparemos en su momento. Ahora vamos a cenar, a tomar un par de copas de vino y olvídate de todo lo demás ¿quieres? Piensa que es una tarea que te pongo para esta noche a ver si así haces caso a tú maestro de una maldita vez sin rechistar –levanté un dedo cuando supe que iba a abrir la boca y sonreí ladino- he dicho que sin rechistar, ¿tienes que protestarme por todo? –Pregunté con cierta sorna y diversión en mis palabras mientras llegaba el camarero y pedía una botella de vino para ambos, como ya había acudido alguna que otra vez sabía lo que pediría por lo que ambos esperamos a que fuera ella la que pidiera, al verla indecisa fui yo quien le recomendó sabiendo de sus gustos y de lo que solía cenar en el tiempo que estaba viviendo conmigo en la mansión. El camarero se llevó la comanda y volvió a dejarnos solos aunque no tardó en traer la botella de vino y llenar sendas copas dejando la botella sobre la mesa de nuevo, cogí la copa y la moví para mover el vino antes de llevarlo a mi boca y dar un trago dejándola de nuevo sobre la mesa- así que, vas al burdel a ayudar a las mujeres que trabajan allí –si ella pensaba que no la tenía controlada estaba equivocada, sabía de sus movimientos y no me sorprendía que lo hiciera, me gustaba tener todo controlado y ella no se escaparía de ese control. Cierto que me reí cuando dijo antes de que llegara el camarero que intentaría no pedirme en el menú ladeando mi sonrisa- ¿me estás provocando, madre tierra? Creo que sería capaz de hacerte pasar vergüenza, incluso siendo tú, en un lugar público como este... ¿quieres retarme? –Enarqué una ceja con cierta diversión esperando su respuesta, como dijera que sí me iba a divertir de lo lindo en esa cena en la que pretendía ser bueno pero que ella parecía que no me dejaba opciones- cuidado Gaïa, a veces los deseos se hacen realidad y te aseguro que los retos son algo que tomo sin importar lo complicados que sean –volví a dar un nuevo trago a la copa en lo que el camarero dejaba un plato en el centro con diferentes tipos de quesos mientras comenzaban a traer lo que habíamos pedido- así que quieres vender lo que sabes hacer con las hierbas... ¿has pensado alguna vez dedicarte a ello aunque sea en cubierta? Ya sabes, tiendas clandestinas sin tener la necesidad de vender en la calle o visitar burdeles para atender a las chicas. Sé que eres muy buena con ello, ¿por qué no decidiste empezar por ahí en vez de lanzarte a una carrera arriesgada y peligrosa? Podrías ganar dinero con esas ventas y lo sabes tan bien como yo, ¿qué es lo que te frena? Quizás pueda ayudarte –el dinero me sobraba, no era algo que me preocupara realmente.
Si tenía que dejar el vestido la acompañaría para volver a casa acompañándola por si algo sucediera, las noches en la ciudad se habían vuelto algo más violentas y la inquisición no perdía el tiempo, aunque fuera una humana que no tenía poderes los vampiros necesitaban alimentarse y no quería que sufriera por su insensatez. Ella me pedía que no la tocara porque conforme estaba no podía contenerse, extraño cuando había sido ella la que había empezado y ahora me pedía que no la tocara... no entendía a las mujeres pero sobre todo no entendía a la mujer que tenía frente a mí ni a sus formas de ser. No hice caso a sus palabras, porque yo no era de hacer caso a nada, y tomé su boca en donde me devolvió el beso pero cuando nos separamos puso distancia entre ambos asegurándome que no era lo mejor dado el hechizo, lancé un suspiro y finalmente nos dirigimos para tomar algo y cenar antes de volver a casa, ya era casi de noche y me apetecía cenar algo fuera por una vez luego volver a la mansión. Enarqué una ceja cuando aseguró que solo sabía meterse en líos y que era eso mismo lo que le daba un toque divertido a mí vida, lo cierto es que no sabía dónde le veía la gracia pero lo dejé estar porque no quería discutir más en esa noche y parecía que todo lo que dijera le iba a sentar mal, por lo que preferí callarme y no decirle nada. Sobre todo cuando habló sobre mujeres, que sabía que había más mujeres en mi vida algo que me hizo ladear la sonrisa y reírme porque ella no sabía nada, sí era cierto que habían más mujeres en mi vida pero nada serio y rollos de una sola noche, como ella yo también había tenido un pasado y aunque este había quedado atrás a veces sí tenía contacto con alguna de ellas, no por nada sino porque como yo eran hechiceras y nos encontrábamos de vez en cuando. Pero si pretendía sonsacarme algo estaba muy equivocada y desde luego que no iba a caer en esa trampa porque ya me conocía cómo eran las mujeres en ese sentido, así que simplemente ladré una sonrisa mientras nos sentábamos en una de las mesas del restaurante y esperábamos a que el camarero nos trajera la carta para empezar a pedir. Ella estaba convencida de que algún día llegaría una mujer que me haría perder la cabeza, la razón y el norte y que ella sería una molestia... yo había dejado claro mi postura y ya no sabía qué palabras emplear para que entendiera.
-Si ese día llegara en algún momento entonces veríamos la situación y cómo se desarrollarían las cosas, no me gusta preocuparme por un “y si” que quizás no pueda ni ocurrir. Vive el presente Gaïa y no te obceques tanto en el futuro o en cosas que quizás puedan pasar o no y disfruta del momento, lo que tenga que venir ya vendrá y ya nos ocuparemos en su momento. Ahora vamos a cenar, a tomar un par de copas de vino y olvídate de todo lo demás ¿quieres? Piensa que es una tarea que te pongo para esta noche a ver si así haces caso a tú maestro de una maldita vez sin rechistar –levanté un dedo cuando supe que iba a abrir la boca y sonreí ladino- he dicho que sin rechistar, ¿tienes que protestarme por todo? –Pregunté con cierta sorna y diversión en mis palabras mientras llegaba el camarero y pedía una botella de vino para ambos, como ya había acudido alguna que otra vez sabía lo que pediría por lo que ambos esperamos a que fuera ella la que pidiera, al verla indecisa fui yo quien le recomendó sabiendo de sus gustos y de lo que solía cenar en el tiempo que estaba viviendo conmigo en la mansión. El camarero se llevó la comanda y volvió a dejarnos solos aunque no tardó en traer la botella de vino y llenar sendas copas dejando la botella sobre la mesa de nuevo, cogí la copa y la moví para mover el vino antes de llevarlo a mi boca y dar un trago dejándola de nuevo sobre la mesa- así que, vas al burdel a ayudar a las mujeres que trabajan allí –si ella pensaba que no la tenía controlada estaba equivocada, sabía de sus movimientos y no me sorprendía que lo hiciera, me gustaba tener todo controlado y ella no se escaparía de ese control. Cierto que me reí cuando dijo antes de que llegara el camarero que intentaría no pedirme en el menú ladeando mi sonrisa- ¿me estás provocando, madre tierra? Creo que sería capaz de hacerte pasar vergüenza, incluso siendo tú, en un lugar público como este... ¿quieres retarme? –Enarqué una ceja con cierta diversión esperando su respuesta, como dijera que sí me iba a divertir de lo lindo en esa cena en la que pretendía ser bueno pero que ella parecía que no me dejaba opciones- cuidado Gaïa, a veces los deseos se hacen realidad y te aseguro que los retos son algo que tomo sin importar lo complicados que sean –volví a dar un nuevo trago a la copa en lo que el camarero dejaba un plato en el centro con diferentes tipos de quesos mientras comenzaban a traer lo que habíamos pedido- así que quieres vender lo que sabes hacer con las hierbas... ¿has pensado alguna vez dedicarte a ello aunque sea en cubierta? Ya sabes, tiendas clandestinas sin tener la necesidad de vender en la calle o visitar burdeles para atender a las chicas. Sé que eres muy buena con ello, ¿por qué no decidiste empezar por ahí en vez de lanzarte a una carrera arriesgada y peligrosa? Podrías ganar dinero con esas ventas y lo sabes tan bien como yo, ¿qué es lo que te frena? Quizás pueda ayudarte –el dinero me sobraba, no era algo que me preocupara realmente.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
El hechizo empleado inconscientemente le estaba pasando factura, pagándolo muy caro. Odiaba sentirse así, dependiendo de un hombre que ni siquiera la miraba como a las demás mujeres, sólo como alguien a quién había acogido y ayudaba con la magia, la aprendiz molesta que no cerraba el pico. Por esa razón, intentó controlar las palabras, no ser tan descarada y no decir cualquier burrada que el hechizo ejercía sobre ella, no había parado de darle dolores de cabeza ¿y por qué pecaba tanto de ser sincera? Estaba claro que si se sentía como una molestia debía de decirlo, sin paños calientes, la sinceridad era algo que en Gaïa brillaba y él lo sabía, no era una mujer fácil, adelantada a la época, libre como el viento y con la ambición como punto de poder.
-No me preocupo por el futuro ni el pasado, vivo cada instante, como si fuese algo nuevo...-entornó los ojos, pidió un plato de pescado y ensalada, tenía hambre pero el hecho de comer demasiada carne le daba dolor de estómago, ni sus hierbas curaban ese ardor molesto -No estoy rechistando. Sólo tengo hambre, contigo no se puede hablar y ya no te trato como un Conde, no me parece adecuado cuando me estás sermoneando como siempre haces, como una niña que se ha portado mal -apretó los labios como una niña molesta, el simple hecho de picarla y herir su orgullo, le hacían parecer aún más adorable.
-Pasar vergüenza...como si a mí me importase lo que dijera la gente. El Conde eres tú Logan Tisdale, no soy yo ¿quién pasaría más vergüenza de los dos? Pero tranquilo, no me apetece probar tu carne, hay menús muy ricos en la carta ¿los has leído? -esa muchacha no tenía pelos en la lengua, remató la frase con una sonrisa divertida, buscando su mirada y al encontrarse, centellear de pura diversión. El conde poco pudo decir, el camarero sirvió las copas de vino y ella tomó la suya, alzándola y acercarla a la ajena para que pudiesen chocarla, un brindis en el que sin duda sería diferente a lo normal.
-Por la poca vergüenza y falta de decoro. -dio un largo sorbo , echándose a reír y dejarlo en la mesa, ella era así, tan auténtica como salvaje pero...le era fiel y leal, desde que se encontraba bajo el techo de la casa del Conde ni se había metido en líos y menos que tuviesen que ver con hombres -Lo hago y me pagan bien, todo lo invierto en material que me traen de todas las partes del mundo, el puerto es el verdadero negocio... poco me quedo para mí. Ya tengo casa, con lo que gano es suficiente y... si no he abierto tienda o similar es porque mis gastos son mayores que las inversiones, no tengo dinero... ya lo sabes y ahora menos que no me he casado. Para que me den mi parte tengo que casarme , soy la única que queda pero como nadie me soporta y entiende que si me casara fuese por puro interés...me quedo sin dinero -
Bajó la mirada hasta su copa, siempre quiso dedicarse a ello, vender sus remedios y habilidades como herbolaria pero ¿cómo si no tenía donde caerse muerta? Negó con la cabeza esperando su plato, las tripas de madre tierra rugieron.
-A no ser que encuentre a un idiota que me aguante y me case sin más , así me dejarían en paz ¿lo harías? ¿casarte conmigo? Por supuesto que no -no, no lo dijo tan en broma pero ...él que iba a pensar, esa joven siempre volviendo a cualquiera loco de remate.
-No me preocupo por el futuro ni el pasado, vivo cada instante, como si fuese algo nuevo...-entornó los ojos, pidió un plato de pescado y ensalada, tenía hambre pero el hecho de comer demasiada carne le daba dolor de estómago, ni sus hierbas curaban ese ardor molesto -No estoy rechistando. Sólo tengo hambre, contigo no se puede hablar y ya no te trato como un Conde, no me parece adecuado cuando me estás sermoneando como siempre haces, como una niña que se ha portado mal -apretó los labios como una niña molesta, el simple hecho de picarla y herir su orgullo, le hacían parecer aún más adorable.
-Pasar vergüenza...como si a mí me importase lo que dijera la gente. El Conde eres tú Logan Tisdale, no soy yo ¿quién pasaría más vergüenza de los dos? Pero tranquilo, no me apetece probar tu carne, hay menús muy ricos en la carta ¿los has leído? -esa muchacha no tenía pelos en la lengua, remató la frase con una sonrisa divertida, buscando su mirada y al encontrarse, centellear de pura diversión. El conde poco pudo decir, el camarero sirvió las copas de vino y ella tomó la suya, alzándola y acercarla a la ajena para que pudiesen chocarla, un brindis en el que sin duda sería diferente a lo normal.
-Por la poca vergüenza y falta de decoro. -dio un largo sorbo , echándose a reír y dejarlo en la mesa, ella era así, tan auténtica como salvaje pero...le era fiel y leal, desde que se encontraba bajo el techo de la casa del Conde ni se había metido en líos y menos que tuviesen que ver con hombres -Lo hago y me pagan bien, todo lo invierto en material que me traen de todas las partes del mundo, el puerto es el verdadero negocio... poco me quedo para mí. Ya tengo casa, con lo que gano es suficiente y... si no he abierto tienda o similar es porque mis gastos son mayores que las inversiones, no tengo dinero... ya lo sabes y ahora menos que no me he casado. Para que me den mi parte tengo que casarme , soy la única que queda pero como nadie me soporta y entiende que si me casara fuese por puro interés...me quedo sin dinero -
Bajó la mirada hasta su copa, siempre quiso dedicarse a ello, vender sus remedios y habilidades como herbolaria pero ¿cómo si no tenía donde caerse muerta? Negó con la cabeza esperando su plato, las tripas de madre tierra rugieron.
-A no ser que encuentre a un idiota que me aguante y me case sin más , así me dejarían en paz ¿lo harías? ¿casarte conmigo? Por supuesto que no -no, no lo dijo tan en broma pero ...él que iba a pensar, esa joven siempre volviendo a cualquiera loco de remate.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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