AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
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La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Recuerdo del primer mensaje :
De todo lo que he saboreado…
Nada es más sabroso que tu cuerpo, tus labios.
El criado del brujo, quien no tenía nada que ver con tal, le ayudó a al menos tener algún que otro vestido para cambiarse y así poder alternarlos. Ya había desayunado, un poco de café y alguna pieza de fruta, tampoco necesitaba más hasta la hora de comer…ya sería entonces cuando arrasaría con parte de los platos en la mesa. La primera clase era la más importante y por ello, quería estar de lo más preparada. Antes de empezar, le mostraría su “talento”, ¿de qué manera? Disponiendo en la mesa con sumo cuidado todas y cada una de las especias, hierbas, ungüentos, esencias y un sinfín de cosas que solo ella tenía constancia de para qué servían y lo que eran.
Desde su posición, sonrió ampliamente al ver el amplio abanico que podía ofrecer y enseñar al brujo. Se preguntó incontables veces, si fue capaz de todo eso que le había mostrado en el callejón, lo de la alfombra y demás… ¿qué más secretos guardaba aquel hombre? Era un misterio y un gran descubrimiento por su parte. ¿Quién iba a pensar que aquel joven podía ser un brujo negro? O como bien lo llamaba ella, un brujo del mal. Rió por lo bajo al recordar el apodo con el que le había bautizado, le venía como anillo al dedo.
-Para la fiebre, centaura… cornejo… perfecto -murmuró por lo bajo, llevándose una de las flores color violeta para olerla.. No iba a empezar hasta que él hiciese acto de presencia y… como viese su mesa en la que trabajaba llena de potingues e hierbas de ella… seguramente pondría el grito en el cielo. -Centinodia para el estómago … y ¿cuántas clases hay? Ah bien, perfecto -lo iba apuntando todo en su pequeño cuaderno, algo así como una especie de inventario.
Oyó pasos, supo de quién se trataba al instante. Fritz era más sigiloso, como si caminase de puntillas y así no molestar. Sonrió de espaldas a él, acababa de terminar de apuntar todo y así al menos, la próxima vez que fuese a la tienda o… mejor, sondease los callejones en donde vendían de exportación…podría saber con lo que contaba y le faltaba. Se llevó a los labios la pluma, acariciando éstos de lo más pensativa, la pluma le hacía cosquillas.
-Buenos días, señor Tisdale -dijo lo suficientemente alto, giró el rostro, quedando de perfil y recorrerlo con la mirada, imposible no hacerlo. El muy canalla era atractivo y ella no era estúpida, sonrió traviesa al recordar fugazmente lo que ocurrió anoche y ya solo con eso, se distrajo lo suficiente, tanto… que suspiró por lo bajo intentando no gemir, ella era así de expresiva. No había dejado de acariciarse los labios con los finos y suaves cabellos de la pluma, tomando alguno con los dientes -Estas son todas mis hierbas, especias, esencias…y cosas que se escapan de la sabiduría humana porque es mejor no saber -
Tomó impulso y se sentó en el borde de la mesa, ahora sí, mirándole intensamente con sus orbes azules como el mismo cielo. Pensativa, guió la mano de la pluma hasta el brujo y la deslizó por su frente , bajando por su nariz y acabar rozando sus labios, aquellos que había mordido infinidad de veces durante toda la noche y provocó que ella, se mordiese el inferior.
-¿Empezamos con la primera clase? Cogeré apuntes… como buena ayudante aplicada -más que dispuesta, lo miró fijamente a los ojos, estaba deseando empezar.
De todo lo que he saboreado…
Nada es más sabroso que tu cuerpo, tus labios.
El criado del brujo, quien no tenía nada que ver con tal, le ayudó a al menos tener algún que otro vestido para cambiarse y así poder alternarlos. Ya había desayunado, un poco de café y alguna pieza de fruta, tampoco necesitaba más hasta la hora de comer…ya sería entonces cuando arrasaría con parte de los platos en la mesa. La primera clase era la más importante y por ello, quería estar de lo más preparada. Antes de empezar, le mostraría su “talento”, ¿de qué manera? Disponiendo en la mesa con sumo cuidado todas y cada una de las especias, hierbas, ungüentos, esencias y un sinfín de cosas que solo ella tenía constancia de para qué servían y lo que eran.
Desde su posición, sonrió ampliamente al ver el amplio abanico que podía ofrecer y enseñar al brujo. Se preguntó incontables veces, si fue capaz de todo eso que le había mostrado en el callejón, lo de la alfombra y demás… ¿qué más secretos guardaba aquel hombre? Era un misterio y un gran descubrimiento por su parte. ¿Quién iba a pensar que aquel joven podía ser un brujo negro? O como bien lo llamaba ella, un brujo del mal. Rió por lo bajo al recordar el apodo con el que le había bautizado, le venía como anillo al dedo.
-Para la fiebre, centaura… cornejo… perfecto -murmuró por lo bajo, llevándose una de las flores color violeta para olerla.. No iba a empezar hasta que él hiciese acto de presencia y… como viese su mesa en la que trabajaba llena de potingues e hierbas de ella… seguramente pondría el grito en el cielo. -Centinodia para el estómago … y ¿cuántas clases hay? Ah bien, perfecto -lo iba apuntando todo en su pequeño cuaderno, algo así como una especie de inventario.
Oyó pasos, supo de quién se trataba al instante. Fritz era más sigiloso, como si caminase de puntillas y así no molestar. Sonrió de espaldas a él, acababa de terminar de apuntar todo y así al menos, la próxima vez que fuese a la tienda o… mejor, sondease los callejones en donde vendían de exportación…podría saber con lo que contaba y le faltaba. Se llevó a los labios la pluma, acariciando éstos de lo más pensativa, la pluma le hacía cosquillas.
-Buenos días, señor Tisdale -dijo lo suficientemente alto, giró el rostro, quedando de perfil y recorrerlo con la mirada, imposible no hacerlo. El muy canalla era atractivo y ella no era estúpida, sonrió traviesa al recordar fugazmente lo que ocurrió anoche y ya solo con eso, se distrajo lo suficiente, tanto… que suspiró por lo bajo intentando no gemir, ella era así de expresiva. No había dejado de acariciarse los labios con los finos y suaves cabellos de la pluma, tomando alguno con los dientes -Estas son todas mis hierbas, especias, esencias…y cosas que se escapan de la sabiduría humana porque es mejor no saber -
Tomó impulso y se sentó en el borde de la mesa, ahora sí, mirándole intensamente con sus orbes azules como el mismo cielo. Pensativa, guió la mano de la pluma hasta el brujo y la deslizó por su frente , bajando por su nariz y acabar rozando sus labios, aquellos que había mordido infinidad de veces durante toda la noche y provocó que ella, se mordiese el inferior.
-¿Empezamos con la primera clase? Cogeré apuntes… como buena ayudante aplicada -más que dispuesta, lo miró fijamente a los ojos, estaba deseando empezar.
Última edición por Gaïa Goncourt el Vie Feb 10, 2017 5:04 pm, editado 1 vez
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Lo que menos necesitaba ahora mismo, era un sermón. No me había rendido, no desistiría en mi empeño por aprender y manejar la magia …casi como un hechicero…mejor su aprendiz. Canalizaba energía, jugaba con los elementos climáticos como ancestrales pero poder, no tendría nunca. Un hecho que ambos sabíamos y por ende… jamás podría serle de utilidad.
El poder del señor Tisdale, se extendía más allá de lo que él imaginaba. Mis trapicheos en la calle, con hechiceros de toda índole …le conocían, era poderoso…mucho ¿Y yo? Una jovencita insignificante, cargada de locura pero fascinación por ese mundo oscuro que él poseía. Lo miré fijamente mientras me decía todo aquello, comprendía que le hubiese decepcionado pues lo estaba conmigo misma. Quería serle de ayuda, aunque simplemente fuese para espionaje pero…ni para eso serviría, era torpe y alocada, no me tomaba nunca en serio las cosas ¿por qué esto sí?
-Nunca me convertiré en una hechicera. Solo se de hierbas, masajes curativos y todo lo que aprendí en los libros. No sirvo tan siquiera para ayudarte a buscar eso que tanto ansías ¿por qué hiciste el pacto de sangre? No soy tan valiosa para que desees perderme. Quizás te equivocaste al pensar en que me convertiría… en ti -chasqueé la lengua, lo admiraba y era comprensible. Suspiré pesadamente, odiaba ser una simple humana… a este paso mis poderes básicos de magia blanca, tardarían años en llegar…solo se me ocurría un modo de ser más poderosa…
-La sangre de vampiro es poderosa. Me dará el poder suficiente para estar a tu altura. Puedo ayudarte… sabes que… puedo, maldita sea -insistí pero reacio a que le ayudase, giré la cabeza, abrazándome a mí misma… estaba cansada de ser “la cocinera” quería más -No me he rendido, si te digo todo esto es justo por el contrario… y me caeré miles de veces y me levantaré sola, como hasta ahora -negué con la cabeza, estaba tan descontenta conmigo misma…me esforzaba al máximo y terminaba en la cocina con el señor Frinch… no deseaba eso, para tal cosa me hubiese quedado en la cocina de mi casa, con mis cuatro hermanos y sus respectivas familias.
-Algún día, no me importa cuando pero… estarás orgulloso de mí, conseguiré estar a tu altura -di un par de pasos hacia él, mirándole desafiante… si pensaba que me iría llorando como una niña estaba muy pero que muy equivocado. -No he cambiado de parecer. No me he creído ese cuento, no soy tan ingenua. No hemos nacido para comprometernos…y yo ya lo estoy con ese poder que aún intento conseguir.. para ¿qué iba a querer que..? oh dios, no! tenerte como… pareja o lo que demonios te refieras…es horrible. No te soporto, como para...¡NO! no tienes que temer nada… pero eso no quita que pueda divertirme, si no puedo salir más allá tendré que traerme la fiesta a casa… tú lo haces supongo ¿o no puedo? No voy a estar sin sexo ¿qué quieres que me muera?
Mi risa contagiosa se perdió en el pasillo, haciendo eco… sabía que estaba total y absolutamente loca.
El poder del señor Tisdale, se extendía más allá de lo que él imaginaba. Mis trapicheos en la calle, con hechiceros de toda índole …le conocían, era poderoso…mucho ¿Y yo? Una jovencita insignificante, cargada de locura pero fascinación por ese mundo oscuro que él poseía. Lo miré fijamente mientras me decía todo aquello, comprendía que le hubiese decepcionado pues lo estaba conmigo misma. Quería serle de ayuda, aunque simplemente fuese para espionaje pero…ni para eso serviría, era torpe y alocada, no me tomaba nunca en serio las cosas ¿por qué esto sí?
-Nunca me convertiré en una hechicera. Solo se de hierbas, masajes curativos y todo lo que aprendí en los libros. No sirvo tan siquiera para ayudarte a buscar eso que tanto ansías ¿por qué hiciste el pacto de sangre? No soy tan valiosa para que desees perderme. Quizás te equivocaste al pensar en que me convertiría… en ti -chasqueé la lengua, lo admiraba y era comprensible. Suspiré pesadamente, odiaba ser una simple humana… a este paso mis poderes básicos de magia blanca, tardarían años en llegar…solo se me ocurría un modo de ser más poderosa…
-La sangre de vampiro es poderosa. Me dará el poder suficiente para estar a tu altura. Puedo ayudarte… sabes que… puedo, maldita sea -insistí pero reacio a que le ayudase, giré la cabeza, abrazándome a mí misma… estaba cansada de ser “la cocinera” quería más -No me he rendido, si te digo todo esto es justo por el contrario… y me caeré miles de veces y me levantaré sola, como hasta ahora -negué con la cabeza, estaba tan descontenta conmigo misma…me esforzaba al máximo y terminaba en la cocina con el señor Frinch… no deseaba eso, para tal cosa me hubiese quedado en la cocina de mi casa, con mis cuatro hermanos y sus respectivas familias.
-Algún día, no me importa cuando pero… estarás orgulloso de mí, conseguiré estar a tu altura -di un par de pasos hacia él, mirándole desafiante… si pensaba que me iría llorando como una niña estaba muy pero que muy equivocado. -No he cambiado de parecer. No me he creído ese cuento, no soy tan ingenua. No hemos nacido para comprometernos…y yo ya lo estoy con ese poder que aún intento conseguir.. para ¿qué iba a querer que..? oh dios, no! tenerte como… pareja o lo que demonios te refieras…es horrible. No te soporto, como para...¡NO! no tienes que temer nada… pero eso no quita que pueda divertirme, si no puedo salir más allá tendré que traerme la fiesta a casa… tú lo haces supongo ¿o no puedo? No voy a estar sin sexo ¿qué quieres que me muera?
Mi risa contagiosa se perdió en el pasillo, haciendo eco… sabía que estaba total y absolutamente loca.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Había algo que no entendía en aquella mujer que tenía frente a mí, no entendía como era que sabiendo lo que ella era y que se podía decir que “alguien no mágico” tenía esas dudas en esos momentos, cómo no habría pensado que el camino que había elegido y que había tomado era uno muy diferente y difícil, extremadamente complicado porque precisamente era sacar un poder que si ella tenía lo tenía muy dormido. Pero la hechicería no se dominaba de la noche a la mañana, eran años de práctica, años de estudio, años de caer y levantarte de nuevo mientras cuando te levantabas volvías a caerte… eso es lo que era el camino de la magia, y ella pretendía en poco tiempo obtenerlo cuando todos empezaban por la magia blanca, la magia más fácil de canalizar y ya de ahí cuando se había cogido una base podías empezar con otros campos, experimentar, tomar tu propio camino… pero ella lo quería todo de golpe, había empezado tarde en el mundo de la magia y quería aprenderlo todo como si con chasquear los dedos ya el poder fluyera por su cuerpo, ya la energía sería canalizada como era debido y podría realizar hechizos… si pensaba eso estaba muy equivocada.
Y no sería porque no se lo había dicho antes de empezar a enseñarle la magia, no era un camino fácil para aquellos que nacían con algo de magia ya de por sí, mucho más complicado para quien nacía sin ella o la tenía “dormida”, a la espera de que fuera despertada si es que en algún momento se era despertada. Decía que quería ayudarme a buscar el libro que tras años estaba rastreando, se tomaba mis palabras como una ofensa cuando lo que estaba haciendo era alejarla del peligro porque no era un libro cualquiera, estábamos hablando del Necronomicón, el Libro de los Muertos y eso tenía una importancia muy notoria. Muchos querían ese libro, hechiceros poderosos ávidos de poder que lo buscaban con ansias, ¿cómo iba a defenderse ella de los problemas y dificultades que pudiera acarrear su búsqueda? No entendía que la alejaba porque era lo mejor para su vida y su bienestar, pensaba que quería alejarla y aunque yo sabía que no era verdad… no dije lo contrario, que creyera lo que quisiera, no iba a hacerme caso de todas formas.
-La magia es un camino que hay que recorrer despacio, Gaïa, no es fácil ni sencillo, lleva años de estudio, de prácticas y de caerte para alzarte y mientras te alzas caerte cien veces más… no puedes pretender chaquear los dedos y aprender a usar hechizos, a dominar la magia porque si piensas así estás muy equivocada. Te lo dije cuando empezamos y tú lo único que has hecho ha sido cuestionarme en mis decisiones, en lo que tú creías que no era enseñanza cuando de los dos quien posee magia soy yo –apunté mirándola de forma fija, que me cuestionara cuando era yo quien había pasado por todo y ella no me había cabreado en exceso- tú te empeñaste en que querías aprender, vi un fuego en tú mirada cuando lo decías que te creí… ahora estoy viendo que esas llamas se apagan porque no lo has conseguido en poco tiempo, pero has empezado tarde y te lo dije, a mí me llevó años, ¿crees que tú en un mes ya podrás hacerlo? –Hice una pausa- Si sigues cuestionándome desde luego que no serás una hechicera, porque pones todo en entredicho en vez de hacerme caso y tomar mis lecciones en serio. Tienes que estudiar y hasta que no aprendas la jodida base jamás podrás utilizar y canalizar la magia –la miré frunciendo el ceño- ¿En mí? No te confundas Gaïa, no quiero que nadie se convierta en mí porque no habrá nadie como yo. Todos somos distintos y ni el más distinguidos de los magos podrá ser como yo, ni yo ser como él… cada uno es como es y si pretendes, el algún momento ser yo, te diré que dejes de querer serlo porque escúchame madre tierra… te vas a llevar muchos batacazos –le dije de forma sincera, a mí me había costado muchos años llegar donde estaba, pero si algo sabía es que no había nada igual a otro alguien, todos tenían matices diferentes.
Sus siguientes palabras salieron para hacerme saber que pretendía tomar sangre de vampiro para fortalecer sus poderes, y en esos pensé que se había vuelto completamente loca, porque no sabía lo que estaba diciendo en esos momentos. La sangre de vampiro te ofrecía poder momentáneo pero el efecto, como toda droga, pasaba y luego te quedabas en nada. Aparte de eso beber de vampiros era adictivo y luego cada vez se quería más y más y al final se acababa convirtiendo en esclavos de sangre, esa no era su solución para lo que ella quería, solo el estudio y el esfuerzo lograrían lo que ella quería, pero no iba a ser yo quien la estampara contra el muro… ya lo haría ella sola cuando llegara el momento. Pero por si fuera poco con lo que me había dicho, dijo también que quería llevarse la diversión a casa porque no iba a estar sin sexo, que se volvería loca. Me preguntó si yo lo hacía y enarqué una ceja porque, sinceramente, no sabía a qué estaba viniendo todo aquello. Los dos éramos libres para hacer con quien quisiéramos lo que quisiéramos, en ningún momento le había puesto restricciones y le había dicho que no podía tener nada con nadie… en ese sentido era libre, en el otro sentido del pacto de sangre no lo era porque las consecuencias yo también las sufriría.
-Yo solo te voy a decir Gaïa que la sangre de vampiro te ofrece poder efímero, con el tiempo se desvanece. Y que como bebas mucho de estos al final acabarás convertida en esclava de sangre pero ¿sabes qué? Eres mayor para decidir tú propio camino y cómo consigues tus metas –me giré para comenzar a alejarme, pero paré y la miré- puedes divertirte todo lo que quieras, mientras recuerdes que el pacto de sangre sigue vigente para que no vea afectado puedes hacer lo que quieras –y me giré para salir del salón donde, por una noche, ya había tenido bastante de todo aquello. Algo me decía que la joven no sabía muy bien qué es lo que iba a hacer y su idea mostraba cómo de descabellada y desesperaba estaba por conseguir lo que quería, ese no era el camino, yo le había avisado pero la decisión final y los pasos tenía que darlos ella.
Y no sería porque no se lo había dicho antes de empezar a enseñarle la magia, no era un camino fácil para aquellos que nacían con algo de magia ya de por sí, mucho más complicado para quien nacía sin ella o la tenía “dormida”, a la espera de que fuera despertada si es que en algún momento se era despertada. Decía que quería ayudarme a buscar el libro que tras años estaba rastreando, se tomaba mis palabras como una ofensa cuando lo que estaba haciendo era alejarla del peligro porque no era un libro cualquiera, estábamos hablando del Necronomicón, el Libro de los Muertos y eso tenía una importancia muy notoria. Muchos querían ese libro, hechiceros poderosos ávidos de poder que lo buscaban con ansias, ¿cómo iba a defenderse ella de los problemas y dificultades que pudiera acarrear su búsqueda? No entendía que la alejaba porque era lo mejor para su vida y su bienestar, pensaba que quería alejarla y aunque yo sabía que no era verdad… no dije lo contrario, que creyera lo que quisiera, no iba a hacerme caso de todas formas.
-La magia es un camino que hay que recorrer despacio, Gaïa, no es fácil ni sencillo, lleva años de estudio, de prácticas y de caerte para alzarte y mientras te alzas caerte cien veces más… no puedes pretender chaquear los dedos y aprender a usar hechizos, a dominar la magia porque si piensas así estás muy equivocada. Te lo dije cuando empezamos y tú lo único que has hecho ha sido cuestionarme en mis decisiones, en lo que tú creías que no era enseñanza cuando de los dos quien posee magia soy yo –apunté mirándola de forma fija, que me cuestionara cuando era yo quien había pasado por todo y ella no me había cabreado en exceso- tú te empeñaste en que querías aprender, vi un fuego en tú mirada cuando lo decías que te creí… ahora estoy viendo que esas llamas se apagan porque no lo has conseguido en poco tiempo, pero has empezado tarde y te lo dije, a mí me llevó años, ¿crees que tú en un mes ya podrás hacerlo? –Hice una pausa- Si sigues cuestionándome desde luego que no serás una hechicera, porque pones todo en entredicho en vez de hacerme caso y tomar mis lecciones en serio. Tienes que estudiar y hasta que no aprendas la jodida base jamás podrás utilizar y canalizar la magia –la miré frunciendo el ceño- ¿En mí? No te confundas Gaïa, no quiero que nadie se convierta en mí porque no habrá nadie como yo. Todos somos distintos y ni el más distinguidos de los magos podrá ser como yo, ni yo ser como él… cada uno es como es y si pretendes, el algún momento ser yo, te diré que dejes de querer serlo porque escúchame madre tierra… te vas a llevar muchos batacazos –le dije de forma sincera, a mí me había costado muchos años llegar donde estaba, pero si algo sabía es que no había nada igual a otro alguien, todos tenían matices diferentes.
Sus siguientes palabras salieron para hacerme saber que pretendía tomar sangre de vampiro para fortalecer sus poderes, y en esos pensé que se había vuelto completamente loca, porque no sabía lo que estaba diciendo en esos momentos. La sangre de vampiro te ofrecía poder momentáneo pero el efecto, como toda droga, pasaba y luego te quedabas en nada. Aparte de eso beber de vampiros era adictivo y luego cada vez se quería más y más y al final se acababa convirtiendo en esclavos de sangre, esa no era su solución para lo que ella quería, solo el estudio y el esfuerzo lograrían lo que ella quería, pero no iba a ser yo quien la estampara contra el muro… ya lo haría ella sola cuando llegara el momento. Pero por si fuera poco con lo que me había dicho, dijo también que quería llevarse la diversión a casa porque no iba a estar sin sexo, que se volvería loca. Me preguntó si yo lo hacía y enarqué una ceja porque, sinceramente, no sabía a qué estaba viniendo todo aquello. Los dos éramos libres para hacer con quien quisiéramos lo que quisiéramos, en ningún momento le había puesto restricciones y le había dicho que no podía tener nada con nadie… en ese sentido era libre, en el otro sentido del pacto de sangre no lo era porque las consecuencias yo también las sufriría.
-Yo solo te voy a decir Gaïa que la sangre de vampiro te ofrece poder efímero, con el tiempo se desvanece. Y que como bebas mucho de estos al final acabarás convertida en esclava de sangre pero ¿sabes qué? Eres mayor para decidir tú propio camino y cómo consigues tus metas –me giré para comenzar a alejarme, pero paré y la miré- puedes divertirte todo lo que quieras, mientras recuerdes que el pacto de sangre sigue vigente para que no vea afectado puedes hacer lo que quieras –y me giré para salir del salón donde, por una noche, ya había tenido bastante de todo aquello. Algo me decía que la joven no sabía muy bien qué es lo que iba a hacer y su idea mostraba cómo de descabellada y desesperaba estaba por conseguir lo que quería, ese no era el camino, yo le había avisado pero la decisión final y los pasos tenía que darlos ella.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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DATOS DEL PERSONAJE
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Mi risa se detuvo, la sonrisa se congeló en mis labios. Oí cada una de sus palabras, me estaba equivocando y lo sabía, no pensé las cosas...esa era mi debilidad, demasiado impulsiva. Resoplé varias veces, ahora me sentía una verdadera estúpida. Estaba claro que allí no entraba cualquiera, a su casa...y menos perdía tiempo en enseñar. Aquel tema del libro lo tenía totalmente absorbido y ...solo quise ayudar. Me sentí inútil y terminé diciendo cosas que no pensaba, menos sentía.
Como me decía mi abuela “eres una cabra loca, Gaïa piensa las cosas antes de decirlas” pero siempre se me olvidaba el consejo. Seguía juzgándole por su método de enseñanza pero no tenía la culpa de ser tan impaciente. Dejé escapar un suspiro , ahora sí que me sentía pequeña. ¿Qué esperaba? Él vio en mí fuego, y ese mismo fuego lo estaba apagando.
-No, no creo que pueda hacerlo pero no veo ningún fruto y... -me mordí el labio inferior, era mejor que me callase, estaba poniéndome en completo ridículo -Sé que no es un camino fácil y que cada uno canaliza el poder diferente. No poseo ninguno, nací como humana corriente y tú... lo tienes todo. Me conformaría con un poco, una mínima parte de lo que posees...lo he deseado toda mi vida -mi tono fue bajando, a medida que mis ojos se cerraban... estaba soñando como la niña que fui y dejé de ser, era hora de madurar -No voy a rendirme
Lo dije con decisión cuando le vi hacer ademán para marcharse, sabía que en gran parte le había decepcionado y absoluto quería eso. Los dos éramos muy liberales, tan diferentes... él lo tenía todo y yo, deseaba tanto de verdad aquello , agradecí sus palabras con una reverencia. Cuando nos despedimos en mi cabeza se sucedían las mismas palabras una y otra vez, me advertía y me aconsejaba...y yo, me había reído de todo por ser una completa inmadura.
Tras tomar un té con un toque de vainilla, me dirigí hacia la gran biblioteca. Me quedaban dos libros de canalización de energía, tenía que concentrarme para lograr mi cometido y... también me encontraba perdida con nuevos métodos de curación rápida. La verdad, mejoré bastante , mis ungüentos quedaron anticuados. Me encontraba mezclando una cosa y otra, machacando unas hierbas. Solo tenía que ponerse morado oscuro para dar con la clave, al final quedó con un ligero toque rosado.
-Perfecto, cicatrizante acelerado preparado -algunos rasguños de mis brazos, los que aquel maldito gato callejero al que intenté llevarme a casa... sirvieron de experimento, dejé caer unas gotas y cuando me di cuenta... la herida se agrandó, tomando un tono rojo oscuro, el brazo me pesaba...y poco a poco se me fue haciendo un agujero ¿acaso lo hice mal? Tomé el libro a toda prisa y me dirigí hasta donde se encontraba Logan, la herida se iba extendiendo por todo el brazo..a este paso por todo mi cuerpo. Corrí, dando un par de golpes secos en la puerta...no pude decir nada, estaba tan asustada que me perdí en sus ojos azules...
-Me he equivocado de hierba... me escuece, oh diablos, duele...- no podía tener ante sí una imagen más lamentable que la mía.
Como me decía mi abuela “eres una cabra loca, Gaïa piensa las cosas antes de decirlas” pero siempre se me olvidaba el consejo. Seguía juzgándole por su método de enseñanza pero no tenía la culpa de ser tan impaciente. Dejé escapar un suspiro , ahora sí que me sentía pequeña. ¿Qué esperaba? Él vio en mí fuego, y ese mismo fuego lo estaba apagando.
-No, no creo que pueda hacerlo pero no veo ningún fruto y... -me mordí el labio inferior, era mejor que me callase, estaba poniéndome en completo ridículo -Sé que no es un camino fácil y que cada uno canaliza el poder diferente. No poseo ninguno, nací como humana corriente y tú... lo tienes todo. Me conformaría con un poco, una mínima parte de lo que posees...lo he deseado toda mi vida -mi tono fue bajando, a medida que mis ojos se cerraban... estaba soñando como la niña que fui y dejé de ser, era hora de madurar -No voy a rendirme
Lo dije con decisión cuando le vi hacer ademán para marcharse, sabía que en gran parte le había decepcionado y absoluto quería eso. Los dos éramos muy liberales, tan diferentes... él lo tenía todo y yo, deseaba tanto de verdad aquello , agradecí sus palabras con una reverencia. Cuando nos despedimos en mi cabeza se sucedían las mismas palabras una y otra vez, me advertía y me aconsejaba...y yo, me había reído de todo por ser una completa inmadura.
Tras tomar un té con un toque de vainilla, me dirigí hacia la gran biblioteca. Me quedaban dos libros de canalización de energía, tenía que concentrarme para lograr mi cometido y... también me encontraba perdida con nuevos métodos de curación rápida. La verdad, mejoré bastante , mis ungüentos quedaron anticuados. Me encontraba mezclando una cosa y otra, machacando unas hierbas. Solo tenía que ponerse morado oscuro para dar con la clave, al final quedó con un ligero toque rosado.
-Perfecto, cicatrizante acelerado preparado -algunos rasguños de mis brazos, los que aquel maldito gato callejero al que intenté llevarme a casa... sirvieron de experimento, dejé caer unas gotas y cuando me di cuenta... la herida se agrandó, tomando un tono rojo oscuro, el brazo me pesaba...y poco a poco se me fue haciendo un agujero ¿acaso lo hice mal? Tomé el libro a toda prisa y me dirigí hasta donde se encontraba Logan, la herida se iba extendiendo por todo el brazo..a este paso por todo mi cuerpo. Corrí, dando un par de golpes secos en la puerta...no pude decir nada, estaba tan asustada que me perdí en sus ojos azules...
-Me he equivocado de hierba... me escuece, oh diablos, duele...- no podía tener ante sí una imagen más lamentable que la mía.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Todo lo que tenía que decirle a Gaïa sobre la magia, sobre el proceso que conllevaba el poder ser parte de la misma ya se lo había dicho todo, no iba a ser fácil ni sencillo y el que en un mes o dos controlara de forma perfecta era algo que no iba a suceder por mucho que ella lo soñase y lo quisiera. La magia requería de mucha práctica y de tiempo, de ensayo y error y vuelta a empezar a otra vez. De caerte miles de veces y levantarse otras mil más para seguir luchando. No era un camino fácil el que ella había elegido, pero tampoco era uno completamente imposible si le ponía ganas y empeño, pero como siguiera cuestionando todas mis decisiones en cuanto a mi estudio o en cuanto a lo que debía estudiar o practicar, el que iba a perder la paciencia iba a ser yo. Estaba siendo más flexible, mucho más de lo que había sido mi abuelo conmigo nunca y eso que nos unía el parentesco y los lazos de sangre, jamás había cuestionado una sola de sus órdenes y sin embargo Gaïa lo hacía una y otra vez sacándome de mis casillas porque, hasta donde yo sabía, el que era hechicero era yo y no ella, tendría que hacerme caso sin rechistar siquiera. Había dicho que quería probar la sangre de vampiro, yo solo le dije los efectos que producía y la opción de que podría ser esclava de sangre, y si eso pasaba yo mismo la largaría de mi casa.
Me alejé de nuevo al salón donde me senté en el sillón frente a la chimenea leyendo uno de los libros que tenía en la biblioteca, debería de ampliar mi repertorio y conseguir algunos libros, sabía dónde podía hacerlo así que no me preocupaba el hecho de que tuviera que pagar una suma cuantiosa de dinero, ese no era realmente el problema. Además todavía estaba pendiente de que Nastiara, el espíritu con el que había contactado volviera para decirme si había encontrado algo de aquel libro que me traía tanto de cabeza y que lo había estado buscando por años, el que me llevaría al asesino de mi padre y por fin clamaría venganza. No sabía que me encontraría cuando hallara ese libro, pero sabiendo lo poderoso que era quizás hasta tuviera algún bloqueo, alguna barrera o algo que lo protegiera de futuros hechiceros que quisieran utilizarlo. Lancé un suspiro pasando la hoja de aquel libro, solo esperaba que Nastiara llegara pronto con noticias porque los días pasaban y no sabía nada de nada, estaba a la espera de que lo que pudiera ser y esperaba que encontrara algo y de ahí su tardanza.
No fue que dejé el libro de lado hasta que Gaïa entró por la puerta con otro libro en la mano, por su rostro deduje que algo habría pasado y parecía que le pasaba algo en su brazo porque lo tenía alejado de su rostro. Se acercó corriendo hacia donde estaba y me extendió el brazo poniéndolo delante para que viera lo que le pasaba. Tenía una herida bastante considerable que empezaba a extenderse por todo su cuerpo, de un color rojo mientras me explicaba que se había equivocado de hierba. Enarqué una ceja y tomé el libro mirando lo que ella había intentado hacer así también como sus ingredientes para saber qué era lo que intentaba hacer y en qué había fallado. Al leer los ingredientes y que debía de ponerse de un color morado, pero al parecer la cubierta de piel se había quedado rosa enarqué una ceja y la miré porque se había equivocado seguramente en la cantidad de una de las hierbas, provocando lo que ahora le pasaba en el brazo. Lancé un suspiro y examiné con detenimiento cómo se extendía de rápido aquello y la llevé hasta la mesa del salón, cogí unas hierbas que tenía allí y las mezclé para aplicarlas sobre su brazo conjurando un hechizo de sanación bastante sencillo que pararía cualquier avance y limpiaría los rastros, cuando el efecto fue aminorando la miré y sonreí de lado.
-Debes de llevar cuidado con las cantidades y sobre todo con no equivocarte de planta porque si no entonces podría causarte la muerte –examiné de nuevo su brazo viendo que todas las manchas se habían quitado y que solo quedaban seguramente la herida original y que habría tratado de curar- si el libro dice que la pasta se debe de quedar de color morado, y te sale rosa es que algo has hecho mal, madre tierra –dejé el libro sobre la mesa y llevé mi dedo hacia la planta en cuestión en la que se había equivocado- has confundido esta planta por la Aldelfa, es una planta bastante venenosa que de haberla ingerido te hubiera atacado literalmente al corazón y quizás ahora estuvieras muerta –la miré de forma fija, parecía asustada por lo que había hecho y no dije nada al respecto- estas cosas pasan, pero antes de probar nada ten a mano algo que pueda contrarrestarlo ¿vale? Está bien que innoves e inventes cosas por tú cuenta, eso es parte de tu desarrollo, pero procura leer mejor la receta –añadí con cierto tono burlón para darle un tinte cómico. Me alejé para coger dos vasos , ponerle sendos hielos y llenarlo con alcohol, le tendí uno y la miré- no eres la única que quiso experimentar en su enseñanza ni serás la última, yo confundí un hechizo una vez y la lección fue demasiado clara como para no mirar las cosas dos veces, o leer la palabra con detenimiento –di un trago al vaso sin decir mucho más y la miré- querías curarte esa herida, ¿verdad? -murmuré un hechizo de sanación bastante simple y sencillo, para heridas o rasguños como esos y esta desapareció de su brazo- ¿cómo llevas los libros que te mandé leer?
Me alejé de nuevo al salón donde me senté en el sillón frente a la chimenea leyendo uno de los libros que tenía en la biblioteca, debería de ampliar mi repertorio y conseguir algunos libros, sabía dónde podía hacerlo así que no me preocupaba el hecho de que tuviera que pagar una suma cuantiosa de dinero, ese no era realmente el problema. Además todavía estaba pendiente de que Nastiara, el espíritu con el que había contactado volviera para decirme si había encontrado algo de aquel libro que me traía tanto de cabeza y que lo había estado buscando por años, el que me llevaría al asesino de mi padre y por fin clamaría venganza. No sabía que me encontraría cuando hallara ese libro, pero sabiendo lo poderoso que era quizás hasta tuviera algún bloqueo, alguna barrera o algo que lo protegiera de futuros hechiceros que quisieran utilizarlo. Lancé un suspiro pasando la hoja de aquel libro, solo esperaba que Nastiara llegara pronto con noticias porque los días pasaban y no sabía nada de nada, estaba a la espera de que lo que pudiera ser y esperaba que encontrara algo y de ahí su tardanza.
No fue que dejé el libro de lado hasta que Gaïa entró por la puerta con otro libro en la mano, por su rostro deduje que algo habría pasado y parecía que le pasaba algo en su brazo porque lo tenía alejado de su rostro. Se acercó corriendo hacia donde estaba y me extendió el brazo poniéndolo delante para que viera lo que le pasaba. Tenía una herida bastante considerable que empezaba a extenderse por todo su cuerpo, de un color rojo mientras me explicaba que se había equivocado de hierba. Enarqué una ceja y tomé el libro mirando lo que ella había intentado hacer así también como sus ingredientes para saber qué era lo que intentaba hacer y en qué había fallado. Al leer los ingredientes y que debía de ponerse de un color morado, pero al parecer la cubierta de piel se había quedado rosa enarqué una ceja y la miré porque se había equivocado seguramente en la cantidad de una de las hierbas, provocando lo que ahora le pasaba en el brazo. Lancé un suspiro y examiné con detenimiento cómo se extendía de rápido aquello y la llevé hasta la mesa del salón, cogí unas hierbas que tenía allí y las mezclé para aplicarlas sobre su brazo conjurando un hechizo de sanación bastante sencillo que pararía cualquier avance y limpiaría los rastros, cuando el efecto fue aminorando la miré y sonreí de lado.
-Debes de llevar cuidado con las cantidades y sobre todo con no equivocarte de planta porque si no entonces podría causarte la muerte –examiné de nuevo su brazo viendo que todas las manchas se habían quitado y que solo quedaban seguramente la herida original y que habría tratado de curar- si el libro dice que la pasta se debe de quedar de color morado, y te sale rosa es que algo has hecho mal, madre tierra –dejé el libro sobre la mesa y llevé mi dedo hacia la planta en cuestión en la que se había equivocado- has confundido esta planta por la Aldelfa, es una planta bastante venenosa que de haberla ingerido te hubiera atacado literalmente al corazón y quizás ahora estuvieras muerta –la miré de forma fija, parecía asustada por lo que había hecho y no dije nada al respecto- estas cosas pasan, pero antes de probar nada ten a mano algo que pueda contrarrestarlo ¿vale? Está bien que innoves e inventes cosas por tú cuenta, eso es parte de tu desarrollo, pero procura leer mejor la receta –añadí con cierto tono burlón para darle un tinte cómico. Me alejé para coger dos vasos , ponerle sendos hielos y llenarlo con alcohol, le tendí uno y la miré- no eres la única que quiso experimentar en su enseñanza ni serás la última, yo confundí un hechizo una vez y la lección fue demasiado clara como para no mirar las cosas dos veces, o leer la palabra con detenimiento –di un trago al vaso sin decir mucho más y la miré- querías curarte esa herida, ¿verdad? -murmuré un hechizo de sanación bastante simple y sencillo, para heridas o rasguños como esos y esta desapareció de su brazo- ¿cómo llevas los libros que te mandé leer?
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Malditos botes del demonio.
Acababan de echar a perder todo un largo proceso, estuve a punto de alcanzarlo y...¡tuvo que salir mal! Con una gota menos , mi logro se habría convertido en un paso más cerca de lo que deseaba conseguir. Él solo era el único capaz de ayudarme , no dudé ni un segundo y ante él...me presenté con la catástrofe. Resoplé mirando a otro lado, dolía pero más mi orgullo por no haberlo conseguido y haber quedado en un punto en el que ni podía seguir ni dar un paso atrás.
No quise ni mirarlo, no deseaba ver su expresión de desagrado y la peor de las expresiones...decepción. Suspiré, dejando escapar un resoplido...aguantando y apretar los dientes para no gritar como una niña pequeña. La herida seguía extendiéndose y con ella, mis ganas de seguir. No iba a dejar que un simple fallo me derrumbase, no le decepcionaría...me estaba estudiando todos esos libres, canalizando día y noche la energía...absorber magia blanca y lo más importante y difícil...saber utilizarla.
-Maldición....claro. ¡La adelfa! Son parecidas salvo que en las puntas tienen un color diferentes y no lo distinguí, no volverá a pasar la próxima vez -enfrenté por primera vez su mirada, acababa de decirle en silencio que no iba a rendirme...seguiría mejorando poco a poco para eso estaba allí y puso fé ciega en mí -Oído cocina. Prometo leer mejor la receta...y tener hoja de salvia cerca, esa mierda lo cura todo -me eché a reír mientras él me curaba, ya no dolía tanto y diablos, era una pesadilla imaginar que aquello se extendiese por cada poro de mi cuerpo.
Me quedé maravillada con unas simples palabras, su energía...hizo que la herida se cerrase, sanase despacio y dejase de escocer. Tardé en responder, no perdí detalle de lo que él hacía, lo admiraba...era un hecho. Me gustaba ver cómo usaba la magia, con qué precisión.
-Lo llevo bien. Voy por lo básico, esto se suponía era para curar una herida grave y profunda en la que se ve el hueso y he creado justo eso, provocarla en vez de curarla. No salgo de la biblioteca, bueno...y al jardín, es más fácil experimentar con los animalitos...y no me mires así, no he hecho daño a ninguno pero si ves alguna especie rara...mia culpa. -me reí por lo bajo, al menos no estábamos tan tensos. Sonreí mirándole fijamente...sabía que seguía en su empeño en conseguir aquel libro -Te haré un pollo asado con especias especiales ¿qué me dices? A especiales me refiero... una mezcla de todas ellas... y no liarla como se la lié a mi hermano aunque he de admitir que fue divertido. -
reí de lo más divertida, la herida ya apenas era visible. Suspiré de alivio y miré por una de las ventanas era un buen día para salir al centro de la ciudad...claro que si no iba sola sería mejor, me gustaría comprar algunas cosas.
-¿Y si me enseñas donde compras los ingredientes? Tendrás que tener tus trucos -fue una clara invitación que estaba segura decantaría, a nadie le gustaría ir acompañado de alguien tan loca como una servidora.
Acababan de echar a perder todo un largo proceso, estuve a punto de alcanzarlo y...¡tuvo que salir mal! Con una gota menos , mi logro se habría convertido en un paso más cerca de lo que deseaba conseguir. Él solo era el único capaz de ayudarme , no dudé ni un segundo y ante él...me presenté con la catástrofe. Resoplé mirando a otro lado, dolía pero más mi orgullo por no haberlo conseguido y haber quedado en un punto en el que ni podía seguir ni dar un paso atrás.
No quise ni mirarlo, no deseaba ver su expresión de desagrado y la peor de las expresiones...decepción. Suspiré, dejando escapar un resoplido...aguantando y apretar los dientes para no gritar como una niña pequeña. La herida seguía extendiéndose y con ella, mis ganas de seguir. No iba a dejar que un simple fallo me derrumbase, no le decepcionaría...me estaba estudiando todos esos libres, canalizando día y noche la energía...absorber magia blanca y lo más importante y difícil...saber utilizarla.
-Maldición....claro. ¡La adelfa! Son parecidas salvo que en las puntas tienen un color diferentes y no lo distinguí, no volverá a pasar la próxima vez -enfrenté por primera vez su mirada, acababa de decirle en silencio que no iba a rendirme...seguiría mejorando poco a poco para eso estaba allí y puso fé ciega en mí -Oído cocina. Prometo leer mejor la receta...y tener hoja de salvia cerca, esa mierda lo cura todo -me eché a reír mientras él me curaba, ya no dolía tanto y diablos, era una pesadilla imaginar que aquello se extendiese por cada poro de mi cuerpo.
Me quedé maravillada con unas simples palabras, su energía...hizo que la herida se cerrase, sanase despacio y dejase de escocer. Tardé en responder, no perdí detalle de lo que él hacía, lo admiraba...era un hecho. Me gustaba ver cómo usaba la magia, con qué precisión.
-Lo llevo bien. Voy por lo básico, esto se suponía era para curar una herida grave y profunda en la que se ve el hueso y he creado justo eso, provocarla en vez de curarla. No salgo de la biblioteca, bueno...y al jardín, es más fácil experimentar con los animalitos...y no me mires así, no he hecho daño a ninguno pero si ves alguna especie rara...mia culpa. -me reí por lo bajo, al menos no estábamos tan tensos. Sonreí mirándole fijamente...sabía que seguía en su empeño en conseguir aquel libro -Te haré un pollo asado con especias especiales ¿qué me dices? A especiales me refiero... una mezcla de todas ellas... y no liarla como se la lié a mi hermano aunque he de admitir que fue divertido. -
reí de lo más divertida, la herida ya apenas era visible. Suspiré de alivio y miré por una de las ventanas era un buen día para salir al centro de la ciudad...claro que si no iba sola sería mejor, me gustaría comprar algunas cosas.
-¿Y si me enseñas donde compras los ingredientes? Tendrás que tener tus trucos -fue una clara invitación que estaba segura decantaría, a nadie le gustaría ir acompañado de alguien tan loca como una servidora.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Parecía que Gaïa se sentía consternada por la equivocación que había sufrido con aquella planta en la que se había equivocado de nombre y en vez de curarle la herida lo que estaba haciendo era precisamente lo contrario: hacérsela aún más grande. No quería decirle demasiado ni reñirle en demasía puesto que errores como esos habíamos cometido todos cuando éramos todavía aprendices en nuestra carrera por dominar y aprender la magia, yo mismo había tenido un percance parecido al leer mal una palabra y me equivoqué pronunciándola... claro que el desastre que había causado con ese insignificante y pequeño error como yo creía en aquel momento fue bastante devastador y fue una lección demasiado clara como para olvidarla en futuras ocasiones, leer bien las cosas y asegurarse de que utilizabas o bien los ingredientes adecuados o pronunciabas las palabras correctas. Muchas más veces se equivocaría y de eso no tenía duda alguna, aquel camino también se basaba en un “ensayo-error” que te permitía avanzar para aprender de los errores cometidos, grabarlos en la memoria y no volver a cometerlos de nuevo. Toda enseñanza y todo aprendizaje estaba lleno de ese tipo de fallos por lo que darle un discurso no le ayudaría en nada, simplemente me limité a limpiar bien la herida quitando lo que se había puesto en el brazo con un sencillo conjuro que hizo que los efectos que tenía se pasaran.
Así también, después de decirle lo que había causado que la herida se extendiera en vez de curarse, con un pequeño y sencillo hechizo de curación básico hice que su herida desapareciera para que no tuviera ni quedara ninguna marca en su piel, dejándola limpia e inmaculada como solía estar. Era una buena idea que experimentara con ella misma, pero siempre y cuando tuviera algún antídoto que contrarrestara los efectos que provocaba lo que quisiera probar, si no hubiera estado yo en la mansión aquello habría subido por su brazo y en cuanto hubiera llegado al corazón se le habría parado causando su muerte, y teniendo en cuenta el pacto que teníamos no era algo que a mí me conviniera en absoluto. Le di un vaso con hielo y alcohol y preparé uno para mí igualmente dando un trago preguntándole como llevaba los libros que le había mandado leer. Lo cierto es que desde que su hermano se había ido no había vuelto a tener otra rebeldía por su parte, acallaba cuando le mandaba a leer libros y se quedaba encerrada estudiándolos, tampoco es que estuviera recluida en la mansión pero me gustaba que no me rechistara cuando yo sabía bien los pasos que debía de dar para obtener aunque fuera un poco de magia, con lo que me alegraba que se aplicara de verdad y que finalmente no se opusiera a mis enseñanzas, era bastante enervante y molesto.
-Es bueno que practiques y experimentes por tu cuenta pero acuérdate siempre de tener algo que contrarreste lo que vayas a probar –le dije para dar otro trago al vaso que llevaba en la mano- sigue por ese camino que es el correcto, aquí no hay atajos para lograr lo que quieres Gaïa, solamente duro y arduo trabajo y estudio. Empezar desde cero no tiene por qué suponer algo malo y de hecho tienes que asentar unas bases para poder ir progresando, sin cimientos no se llega a ningún lado –hice una mueca extraña cuando dijo sobre si veía algo raro que no era su culpa, claro que lo sería pero eso era algo más que obvio, la miré cuando dijo que haría un pollo asado y se me escapó una leve risa cuando dijo que pondría especias pero no como las que le puso a su hermano- espero que no intentes drogarme Gaïa, o créeme, las consecuencias para ti serán terribles –y no había tono de broma en mi voz, más bien fue una amenaza velada para que supiera lo que haría en caso de que eso sucediera. Enarqué una ceja cuando dijo si le enseñaba donde compraba los ingredientes asegurando que debía de tener algún truco, sonreí de lado por aquella palabra que había utilizado y terminé el vaso con el brandy dejándolo sobre la mesa para mirarla con una sonrisa ladeada- ¿nunca te han dicho que un mago no revela nunca sus trucos? –Miré aquel libro con el que había estado experimentando y luego por la ventana tal y como había hecho ella, hacía un buen día y aunque no era muy dado a salir a no ser que fuera para comparar lo necesario... lancé un leve suspiro- está bien, te prometo que después de comer podremos ir al centro de la ciudad para enseñarte los lugares donde suelo comprar los ingredientes –estaba convencido de que no se imaginaría qué tipos de lugares eran- le diré a Fritz que prepare el carro para después de comer, mientras puedes ir haciendo ese pollo al horno que decías antes –la miré unos segundos antes de alejarme para encaminarme hacia ese sótano que era donde tenía las cosas protegidas con magia- nos vemos a la hora de la comida, ya que vamos a comprar voy a hacer inventario para ver qué es lo que me falta –y sin más la dejé allí en el salón y yo me encaminé al sótano, quité la barrera que protegía el lugar y bajé las escaleras para hacer una pequeña lista con aquello que necesitaba, la mayoría de las cosas no se conseguían en una tienda cualquiera, seguramente para ella sería una sorpresa las cosas que pudiera llegar a comprar y a necesitar. Mientras tanto hice tiempo hasta la hora de la comida y cuando Fritz me avisó de que ya estaba lista subí de nuevo al comedor con la lista preparada y guardada, en comer iríamos de compras a la ciudad aunque no me gustaba demasiado el gentío que solía haber a esas horas.
Así también, después de decirle lo que había causado que la herida se extendiera en vez de curarse, con un pequeño y sencillo hechizo de curación básico hice que su herida desapareciera para que no tuviera ni quedara ninguna marca en su piel, dejándola limpia e inmaculada como solía estar. Era una buena idea que experimentara con ella misma, pero siempre y cuando tuviera algún antídoto que contrarrestara los efectos que provocaba lo que quisiera probar, si no hubiera estado yo en la mansión aquello habría subido por su brazo y en cuanto hubiera llegado al corazón se le habría parado causando su muerte, y teniendo en cuenta el pacto que teníamos no era algo que a mí me conviniera en absoluto. Le di un vaso con hielo y alcohol y preparé uno para mí igualmente dando un trago preguntándole como llevaba los libros que le había mandado leer. Lo cierto es que desde que su hermano se había ido no había vuelto a tener otra rebeldía por su parte, acallaba cuando le mandaba a leer libros y se quedaba encerrada estudiándolos, tampoco es que estuviera recluida en la mansión pero me gustaba que no me rechistara cuando yo sabía bien los pasos que debía de dar para obtener aunque fuera un poco de magia, con lo que me alegraba que se aplicara de verdad y que finalmente no se opusiera a mis enseñanzas, era bastante enervante y molesto.
-Es bueno que practiques y experimentes por tu cuenta pero acuérdate siempre de tener algo que contrarreste lo que vayas a probar –le dije para dar otro trago al vaso que llevaba en la mano- sigue por ese camino que es el correcto, aquí no hay atajos para lograr lo que quieres Gaïa, solamente duro y arduo trabajo y estudio. Empezar desde cero no tiene por qué suponer algo malo y de hecho tienes que asentar unas bases para poder ir progresando, sin cimientos no se llega a ningún lado –hice una mueca extraña cuando dijo sobre si veía algo raro que no era su culpa, claro que lo sería pero eso era algo más que obvio, la miré cuando dijo que haría un pollo asado y se me escapó una leve risa cuando dijo que pondría especias pero no como las que le puso a su hermano- espero que no intentes drogarme Gaïa, o créeme, las consecuencias para ti serán terribles –y no había tono de broma en mi voz, más bien fue una amenaza velada para que supiera lo que haría en caso de que eso sucediera. Enarqué una ceja cuando dijo si le enseñaba donde compraba los ingredientes asegurando que debía de tener algún truco, sonreí de lado por aquella palabra que había utilizado y terminé el vaso con el brandy dejándolo sobre la mesa para mirarla con una sonrisa ladeada- ¿nunca te han dicho que un mago no revela nunca sus trucos? –Miré aquel libro con el que había estado experimentando y luego por la ventana tal y como había hecho ella, hacía un buen día y aunque no era muy dado a salir a no ser que fuera para comparar lo necesario... lancé un leve suspiro- está bien, te prometo que después de comer podremos ir al centro de la ciudad para enseñarte los lugares donde suelo comprar los ingredientes –estaba convencido de que no se imaginaría qué tipos de lugares eran- le diré a Fritz que prepare el carro para después de comer, mientras puedes ir haciendo ese pollo al horno que decías antes –la miré unos segundos antes de alejarme para encaminarme hacia ese sótano que era donde tenía las cosas protegidas con magia- nos vemos a la hora de la comida, ya que vamos a comprar voy a hacer inventario para ver qué es lo que me falta –y sin más la dejé allí en el salón y yo me encaminé al sótano, quité la barrera que protegía el lugar y bajé las escaleras para hacer una pequeña lista con aquello que necesitaba, la mayoría de las cosas no se conseguían en una tienda cualquiera, seguramente para ella sería una sorpresa las cosas que pudiera llegar a comprar y a necesitar. Mientras tanto hice tiempo hasta la hora de la comida y cuando Fritz me avisó de que ya estaba lista subí de nuevo al comedor con la lista preparada y guardada, en comer iríamos de compras a la ciudad aunque no me gustaba demasiado el gentío que solía haber a esas horas.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
No perdí detalle de cada gesto, cada movimiento era crucial y más en este tipo de mezclas. Aprendí con el tiempo que había que hacerlo despacio y no a la ligera, así me pasó con aquel mejunje. Suspiré negando con la cabeza, fui una inconsciente no medí ni el tiempo ni la cantidad y casi me cuesta la vida, menos mal que llegué a tiempo. Le debía mucho, no solo me acogió en su casa y perdía el tiempo en enseñarme, era lo que más deseaba del mundo. Y notaba como iba progresando, un camino largo pero con paciencia y constancia estaba segura que encontraría mi propósito.
-Empezar la casa por el tejado es un error, lo sé bien...con lo que estoy aprendiendo y mis conocimientos sé que me costará menos que a otras personas, poco a poco, sé que es un camino difícil... y voy asumiendo que la paciencia es la virtud que debes poseer para conseguir tu meta. Al menos ya sé canalizar mi energía sin esfuerzo... antes, recuerdo que me costaba hasta dormirme... era imposible cerrar los ojos sin que me temblase todo el cuerpo y ...lo siento, creo que estoy hablando demasiado -me eché a reír, buscando su mirada. Nos habíamos hecho digamos que más que alumna y maestro, ese amigo...el pilar fundamental al que acudir cuando las cosas no salían bien.
Lo veía como mi mentor, estaba más que claro y nada más. No habría problemas en eso, al contrario que las jovencillas enamoradizas, sabía perfectamente cual era mi sitio y no era el de conquistarlo, tampoco es que nos fuese bien juntos...éramos tan diferentes pero nos entendíamos y lo mejor, nos soportábamos. Sin perder la sonrisa, perdí mi mirada en la mesa... esperando me respondiese a mi petición.
-¿Drogarte? Para qué? Oh vamos, drogué a mi hermano para que se callase, no te drogaría, no soy tan estúpida -lo miré con cierta decepción, si pensaba era tan niña para ir por ese camino se equivocaba, ya le confirmé cual era mi propósito, aprender...conseguir ser quién deseaba hacer además ¿de qué me serviría drogarlo? Era un sin sentido [color=darkorchid]-Tienes razones para desconfiar pero no voy a hacerlo, palabra de no bruja.
-¿Qué truco y qué niño muerto? Si me la paso todo el día negociando con extraños con mis remedios, no conozco a todas las tiendas de París y estoy interesada, simplemente... no es porque quiera salir contigo para dar un paseo, Soy tu invitada, no pretendo ser otra cosa...bueno sí, tu grano molesto del que no puedes desprenderte -me eché a reír realmente divertida y me acomodé el vendaje antes de salir, me prepararía para la salida al centro de París, Rose me dejó otro de sus vestidos...al menos iría decente -Bien, yo voy a terminar unos encargos
me puse enseguida con ello, la verdad me apenaba tener que elaborar preparar ciertos botes. La mayoría eran de esas señoritas que no podían estarse quietas y al final, terminaba pasando lo evidente. Tener que deshacerte del fruto de tu vientre no era una decisión que omar a la ligera aunque esas señoritas, no eran la primera vez que requerían mis servicios, una pena..pero la vida era así.
Lo esperé en la entrada, llevaba un vestido nuevo para la ocasión...uno que debería devolver, yo no tenía nada. Lo recaudado siempre era para ingredientes nuevos, poco quedaba para mí y esos vestidos no es que estuviesen a mi alcance. Como siempre, llevaba a mi hombro mi maleta marrón de cuero, con los encargos en cuestión.
-Quedé a las seis con una señora... no tardaré mucho. Estoy deseando conocer tus lugares secretos...señor Tisdale -moví las cejas de forma cómica, ese paseo sí que iba a ser interesante.
-Empezar la casa por el tejado es un error, lo sé bien...con lo que estoy aprendiendo y mis conocimientos sé que me costará menos que a otras personas, poco a poco, sé que es un camino difícil... y voy asumiendo que la paciencia es la virtud que debes poseer para conseguir tu meta. Al menos ya sé canalizar mi energía sin esfuerzo... antes, recuerdo que me costaba hasta dormirme... era imposible cerrar los ojos sin que me temblase todo el cuerpo y ...lo siento, creo que estoy hablando demasiado -me eché a reír, buscando su mirada. Nos habíamos hecho digamos que más que alumna y maestro, ese amigo...el pilar fundamental al que acudir cuando las cosas no salían bien.
Lo veía como mi mentor, estaba más que claro y nada más. No habría problemas en eso, al contrario que las jovencillas enamoradizas, sabía perfectamente cual era mi sitio y no era el de conquistarlo, tampoco es que nos fuese bien juntos...éramos tan diferentes pero nos entendíamos y lo mejor, nos soportábamos. Sin perder la sonrisa, perdí mi mirada en la mesa... esperando me respondiese a mi petición.
-¿Drogarte? Para qué? Oh vamos, drogué a mi hermano para que se callase, no te drogaría, no soy tan estúpida -lo miré con cierta decepción, si pensaba era tan niña para ir por ese camino se equivocaba, ya le confirmé cual era mi propósito, aprender...conseguir ser quién deseaba hacer además ¿de qué me serviría drogarlo? Era un sin sentido [color=darkorchid]-Tienes razones para desconfiar pero no voy a hacerlo, palabra de no bruja.
-¿Qué truco y qué niño muerto? Si me la paso todo el día negociando con extraños con mis remedios, no conozco a todas las tiendas de París y estoy interesada, simplemente... no es porque quiera salir contigo para dar un paseo, Soy tu invitada, no pretendo ser otra cosa...bueno sí, tu grano molesto del que no puedes desprenderte -me eché a reír realmente divertida y me acomodé el vendaje antes de salir, me prepararía para la salida al centro de París, Rose me dejó otro de sus vestidos...al menos iría decente -Bien, yo voy a terminar unos encargos
me puse enseguida con ello, la verdad me apenaba tener que elaborar preparar ciertos botes. La mayoría eran de esas señoritas que no podían estarse quietas y al final, terminaba pasando lo evidente. Tener que deshacerte del fruto de tu vientre no era una decisión que omar a la ligera aunque esas señoritas, no eran la primera vez que requerían mis servicios, una pena..pero la vida era así.
Lo esperé en la entrada, llevaba un vestido nuevo para la ocasión...uno que debería devolver, yo no tenía nada. Lo recaudado siempre era para ingredientes nuevos, poco quedaba para mí y esos vestidos no es que estuviesen a mi alcance. Como siempre, llevaba a mi hombro mi maleta marrón de cuero, con los encargos en cuestión.
-Quedé a las seis con una señora... no tardaré mucho. Estoy deseando conocer tus lugares secretos...señor Tisdale -moví las cejas de forma cómica, ese paseo sí que iba a ser interesante.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Era consciente del motivo por el que había drogado a su hermano, para que se callara de una maldita vez y lo cierto es que resultó de lo más divertido cuando lo hizo, mucho más cuando despertó viéndonos a los dos, viendo como estando entre las piernas de su hermana embestía con fuerza entre gemidos y gritos de placer por su parte, sin duda era una imagen de la que tardaría en desprenderme, teniendo en cuenta de la memoria eidética que tenía podría afirmar que sería nunca. Después de esa noche y de quizás las duras, pero necesarias, palabras que le había dicho a Gaïa había cambiado su actitud por completo, me rebatía menos cuando le decía lo que tenía que hacer, la veía esforzándose más y al menos lo que le había dicho le había servido de lección, mi abuelo fue mucho más severo conmigo y lo cierto es que había sido muchísimo más cruel de lo que yo pudiera ser con ella, pero debía de aprender que el camino de la magia no era uno fácil y sencillo, llevaba sus piedras en el mismo y se tropezaría muchas veces, se caería muchas más y se clavaría espinas en el trayecto, eso era la magia, no había un atajo para llegar a la meta, eso era lo que ella quería y eso sería lo que obtendría. De sus fallos aprendería lo que debía y no debía hacer, cuáles eran sus límites, aprendería a base de ensayo y error como habíamos hecho todos y poco a poco iría sacando lo que llevaba en su interior, no iba a ser fácil pero nada era imposible si le ponías empeño. Su actitud me gustaba, había dejado ese afán derrotista en el que se rendía cuando no le salían las cosas como ella quería y cuando quería, pero era una principiante y aunque empezaba algo tarde en ese campo no todo estaba perdido. Poco a poco iría aprendiendo más y más, apenas había empezado por rozar la punta del iceberg, controlar su energía era la base de todo pero también solamente el primero de muchos pasos que debía de dar, y eso era algo que tenía que dejarle claro.
Sonreí de lado cuando dijo que empezar la casa por el tejado no era lo apropiado, lo cierto es que era un infortunio y que podría llevarle granes consecuencias, pero debía de aprender de sus errores. Veía que prestaba más atención y eso al menos me tranquilizó un poco, no por nada llevábamos ese pacto de sangre que nos unía y que podría traernos serias consecuencias si lo rompíamos para ambos, consecuencias que yo ni siquiera llegaba a imaginar, sabía de su intención sobre ayudarme con el libro pero lo cierto es que era un tema bastante oscuro y peligroso, quería que se centrara en sus deberes porque el libro era lo menos importante en lo que debía de pensar. Enarqué una ceja cuando dijo que quería salir porque ella se centraba en hacer pociones para la gente, sabía de sobra qué clase de pociones hacía para algunas jovencitas, en esa casa no pasaba nada sin que yo lo supiera y no dije nada al respecto, era su forma de ganarse la vida. No solía gustarme ir al centro de la ciudad sobre todo de día, encontraba demasiado molesto el tener que encontrarme con demasiada gente y era por ese mismo motivo que tenía mi mansión en las afueras de la ciudad en una parte alejada, por eso mismo solía partir de noche pero ya que ella insistía iríamos ahora, quizás con el tiempo algo nublado que había no hubiera mucha gente. Me retiré para hacer inventario en el sótano que era donde tenía la mayoría de mis hierbas y demás y solamente subí cuando Fritz me dijo que ya estaba todo listo. Al llegar a la puerta estaba ya preparándome con un vestido nuevo que no supe de dónde lo sacó, y una mochila a la espalda. Hice un sonido parecido a un “jum” en forma irónica cuando dijo que había quedado con una señora y le indique que saliera para subir al carruaje.
-No te preocupes, te acompañaré en ese encargo que tienes y después partiremos hacia las tiendas para comprar lo necesario –un golpe en el carruaje con la mano para indicarle que estábamos listos y se puso en marcha, llevaba un vestido elegante pero ligero que se ajustaba a su cuerpo, lo cierto es que no sabía de dónde los sacaba pues cuando entró en la mansión solamente había llegado con lo que traía puesto- ¿quién te ha dado ese vestido? –Pregunté dejando mis ojos en los suyos, no me importaba, de hecho tenía dinero suficiente como para que se comprara algún que otro vestido más, el dinero no era una preocupación para mí- siempre te veo con diferentes vestidos pero no sé de dónde los sacas –apunté para luego sacar algo de dinero y dárselo- cómprate algunos vestidos, pero no lo hagas hoy, le pediré a Fritz que te lleve otro día a ti sola –odiaba las compras, si para mí eran tediosas cuando se trataban de mis trajes Fritz se empeñaba algunas veces en que debía de estar presente mucho menos ir de compras con una mujer. Llegamos al centro de la ciudad había una ligera llovizna pero apenas mojaba así que comenzamos a andar hacia donde había quedado con la mujer, le hice un gesto con la cabeza para que se adelantara y yo le esperaría mirando algunas cosas, al rato volvió y le hice un gesto con la cabeza- sígueme –dije encaminándome hacia una taberna donde no había mucha gente, saludé al tabernero y pasé por una puerta a lo que sería el trastero, este conducía a otra puerta diferente que daba a una boutique donde habían diferentes especias, frascos de cristal con diferentes elementos dentro de todo tipo imaginable, en el ambiente olor a cítricos que desprendían algunas velas, un tono tenue en el lugar y muchos artefactos diferentes por todo el lugar. La mujer, de mediana edad, me sonrió al verme entrar.
-Señor Tisdale, es raro verle por aquí en estas horas –sonreí de lado y me encogí de hombros sacando una lista con las cosas que necesitaba comprar, la mujer no pasó por alto mi acompañante y no dije nada al respecto, no daba explicaciones a nadie.
-¿Has vuelto a traer Tacca chantrieri? –Pregunté mientras ella se giraba para buscar lo que necesitaba, me miró de soslayo y sonrió mientras buscaba lo que necesitaba.
-Tengo muy poco de esa planta, ya sabes que es algo... extraña y difícil de conseguir –eso significaba que era cara, pero tampoco me importaba.
Sonreí de lado cuando dijo que empezar la casa por el tejado no era lo apropiado, lo cierto es que era un infortunio y que podría llevarle granes consecuencias, pero debía de aprender de sus errores. Veía que prestaba más atención y eso al menos me tranquilizó un poco, no por nada llevábamos ese pacto de sangre que nos unía y que podría traernos serias consecuencias si lo rompíamos para ambos, consecuencias que yo ni siquiera llegaba a imaginar, sabía de su intención sobre ayudarme con el libro pero lo cierto es que era un tema bastante oscuro y peligroso, quería que se centrara en sus deberes porque el libro era lo menos importante en lo que debía de pensar. Enarqué una ceja cuando dijo que quería salir porque ella se centraba en hacer pociones para la gente, sabía de sobra qué clase de pociones hacía para algunas jovencitas, en esa casa no pasaba nada sin que yo lo supiera y no dije nada al respecto, era su forma de ganarse la vida. No solía gustarme ir al centro de la ciudad sobre todo de día, encontraba demasiado molesto el tener que encontrarme con demasiada gente y era por ese mismo motivo que tenía mi mansión en las afueras de la ciudad en una parte alejada, por eso mismo solía partir de noche pero ya que ella insistía iríamos ahora, quizás con el tiempo algo nublado que había no hubiera mucha gente. Me retiré para hacer inventario en el sótano que era donde tenía la mayoría de mis hierbas y demás y solamente subí cuando Fritz me dijo que ya estaba todo listo. Al llegar a la puerta estaba ya preparándome con un vestido nuevo que no supe de dónde lo sacó, y una mochila a la espalda. Hice un sonido parecido a un “jum” en forma irónica cuando dijo que había quedado con una señora y le indique que saliera para subir al carruaje.
-No te preocupes, te acompañaré en ese encargo que tienes y después partiremos hacia las tiendas para comprar lo necesario –un golpe en el carruaje con la mano para indicarle que estábamos listos y se puso en marcha, llevaba un vestido elegante pero ligero que se ajustaba a su cuerpo, lo cierto es que no sabía de dónde los sacaba pues cuando entró en la mansión solamente había llegado con lo que traía puesto- ¿quién te ha dado ese vestido? –Pregunté dejando mis ojos en los suyos, no me importaba, de hecho tenía dinero suficiente como para que se comprara algún que otro vestido más, el dinero no era una preocupación para mí- siempre te veo con diferentes vestidos pero no sé de dónde los sacas –apunté para luego sacar algo de dinero y dárselo- cómprate algunos vestidos, pero no lo hagas hoy, le pediré a Fritz que te lleve otro día a ti sola –odiaba las compras, si para mí eran tediosas cuando se trataban de mis trajes Fritz se empeñaba algunas veces en que debía de estar presente mucho menos ir de compras con una mujer. Llegamos al centro de la ciudad había una ligera llovizna pero apenas mojaba así que comenzamos a andar hacia donde había quedado con la mujer, le hice un gesto con la cabeza para que se adelantara y yo le esperaría mirando algunas cosas, al rato volvió y le hice un gesto con la cabeza- sígueme –dije encaminándome hacia una taberna donde no había mucha gente, saludé al tabernero y pasé por una puerta a lo que sería el trastero, este conducía a otra puerta diferente que daba a una boutique donde habían diferentes especias, frascos de cristal con diferentes elementos dentro de todo tipo imaginable, en el ambiente olor a cítricos que desprendían algunas velas, un tono tenue en el lugar y muchos artefactos diferentes por todo el lugar. La mujer, de mediana edad, me sonrió al verme entrar.
-Señor Tisdale, es raro verle por aquí en estas horas –sonreí de lado y me encogí de hombros sacando una lista con las cosas que necesitaba comprar, la mujer no pasó por alto mi acompañante y no dije nada al respecto, no daba explicaciones a nadie.
-¿Has vuelto a traer Tacca chantrieri? –Pregunté mientras ella se giraba para buscar lo que necesitaba, me miró de soslayo y sonrió mientras buscaba lo que necesitaba.
-Tengo muy poco de esa planta, ya sabes que es algo... extraña y difícil de conseguir –eso significaba que era cara, pero tampoco me importaba.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
En cuanto le vi aparecer, le recorrí con la mirada detenidamente, su atuendo y de añadido la forma de andar, de moverse y gesticular. Era muy observadora, demasiado según mi abuela pero ese refrán de “la curiosidad mató al gato”, era inverso…el gato terminaría matando la curiosidad pues jamás me quedaba con nada en el tintero. Elegante y distinguido con ese aire rebelde, esa mirada fiera y determinante. Me hizo sonreír cuando oí el golpe en el techo del carro y suspiré, alisé los pliegues del vestido que se formaron al sentarme.
-Prestado, es prestado. Me lo ha dejado Rose. Es una amiga del burdel -sincera, diciéndole lo que quería saber pero no entrando en detalles, ya lo conocía y si hablaba demasiado terminaba saturándole. -Es un trato, le doy las hierbas que eliminan cualquier rastro , ya sabes…embarazos no deseados y ella me apremia con vestuario o adornos, es un trato justo además la comida del restaurante del burdel es suprema, deberías visitarlo alguna vez tan solo por la carne fresca -se formó una sonrisa pícara en mis labios por mis dobles palabras, ahora vendría un “Gaïa, no me hace falta ir a burdeles”. Lo conocía lo suficiente para no tocar lo que no debía pero si bromear para que pasásemos un buen rato.
-Te lo agradezco, maestro pero odio las compras. Dispongo de todo lo que deseo con las chicas, por favor no le hagas eso a Fritz, soy indecisa…y terminaría sin llevarme ninguno y estar todo el día para…nada. Eres muy amable. Te fijas demasiado en eso…no es importante, solo es…ropa -le miré de reojo ,dejando escapar una risa…no fue a mal pero no es que fuese alguien materialista, me críe en una casa bien pero me la pasaba en plena naturaleza…lo material era relativo -Curioso lugar, no lo conocía y me he recorrido toda París, los lugares más inhóspitos. Y…NO ME LO CREO
Abrí la boca, sorprendida por lo que veían mis ojos. Al entrar ni saludé, me quedé prendada de todo lo que en ese pequeño lugar se encontraban. Había de todo, recorría cada estante como si fuese una niña con completa disposición de hacer lo que me diese la real gana. Mis sentidos se centraron en la voz del brujo.
-Esa planta está prohibida y …vale, me callo -paseé la mirada por el mostrador, un frasco color púrpura, me sonaba el contenido pero al no estar etiquetado me causó mucha curiosidad -Pero la tengo, la planta que dices…no me preguntaste, tengo mis contactos así que señora , le vendo un kilo y maestro, podrá disponer la que guste -lo dije sin más, sin pestañear tan siquiera…quién iba a pensar que en esa mochila podría llevar algo tan valioso, y lo que no se sabía…
-Prestado, es prestado. Me lo ha dejado Rose. Es una amiga del burdel -sincera, diciéndole lo que quería saber pero no entrando en detalles, ya lo conocía y si hablaba demasiado terminaba saturándole. -Es un trato, le doy las hierbas que eliminan cualquier rastro , ya sabes…embarazos no deseados y ella me apremia con vestuario o adornos, es un trato justo además la comida del restaurante del burdel es suprema, deberías visitarlo alguna vez tan solo por la carne fresca -se formó una sonrisa pícara en mis labios por mis dobles palabras, ahora vendría un “Gaïa, no me hace falta ir a burdeles”. Lo conocía lo suficiente para no tocar lo que no debía pero si bromear para que pasásemos un buen rato.
-Te lo agradezco, maestro pero odio las compras. Dispongo de todo lo que deseo con las chicas, por favor no le hagas eso a Fritz, soy indecisa…y terminaría sin llevarme ninguno y estar todo el día para…nada. Eres muy amable. Te fijas demasiado en eso…no es importante, solo es…ropa -le miré de reojo ,dejando escapar una risa…no fue a mal pero no es que fuese alguien materialista, me críe en una casa bien pero me la pasaba en plena naturaleza…lo material era relativo -Curioso lugar, no lo conocía y me he recorrido toda París, los lugares más inhóspitos. Y…NO ME LO CREO
Abrí la boca, sorprendida por lo que veían mis ojos. Al entrar ni saludé, me quedé prendada de todo lo que en ese pequeño lugar se encontraban. Había de todo, recorría cada estante como si fuese una niña con completa disposición de hacer lo que me diese la real gana. Mis sentidos se centraron en la voz del brujo.
-Esa planta está prohibida y …vale, me callo -paseé la mirada por el mostrador, un frasco color púrpura, me sonaba el contenido pero al no estar etiquetado me causó mucha curiosidad -Pero la tengo, la planta que dices…no me preguntaste, tengo mis contactos así que señora , le vendo un kilo y maestro, podrá disponer la que guste -lo dije sin más, sin pestañear tan siquiera…quién iba a pensar que en esa mochila podría llevar algo tan valioso, y lo que no se sabía…
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
No pude evitar enarcar una ceja cuando dijo que había conseguido el vestido que llevaba de una tal Rose, de alguien a la que ayudaba en el burdel y fue precisamente ese detalle el que me hizo enarcar una ceja por saber lo que me estaba diciendo en esos momentos. Entendí perfectamente qué clase de negocios podría tener con las chicas de un lugar como el burdel, era sabido que muchas de ellas tenían embarazos no deseados y que muchas veces no podían ni quedarse con los hijos para seguir con el trabajo y estos acababan en un orfanato, así que lo mejor era darles esas hierbas para que ni ella sufriera ni llegaran al mundo más hijos indeseados que no tenían culpa alguna del trabajo que ejercía su madre. Era un intercambio justo pues muchas de las jóvenes los vestidos que llevaban se los compraban los clientes para sus gustos, seguramente el que ella llevaba en esos momentos lo hubiera comprado en algún momento algún cliente y ahora su propietaria era ella. La miré con la sonrisa ladeada por sus palabras y acabé riendo entre dientes por ese pique que quiso lanzarme, ¿probar el menú del burdel? Era más sofisticado que eso y Fritz era un excelente cocinero que hacía los mejores platos que podían existir y que yo de vez en cuando le pedía que hiciera, negué con la cabeza con cierta diversión mientras el carruaje atravesaba la ciudad para ir a aquella tienda, un tanto escondida, y poder comprar algunos elementos que necesitaba para llenas los botes y la despensa que tenía con ese tipo de hierbas. Aunque sabía que con lo de “carne fresca” no se refería solo a la comida y rodé los ojos, no necesitaba de ir a burdeles para obtener placer y era algo que no pensaba hacer a lo largo de mi vida, sin embargo ella parecía demasiado experta en eso y sonreí de forma ladina alisando una arruga de la chaqueta haciendo tiempo hasta llegar al lugar indicado al cochero.
-Ya veo que tienes experiencia en eso de la “carne fresca”, seguramente porque ya la hayas probado ¿no? –Enarqué una ceja con cierta diversión sin entrar demasiado en detalle y miré por el cristal del carruaje viendo la gente en sus calles y la miré de reojo cuando dijo que no compraría nada y que los vestidos para ella solamente eran algo material- puedes pedirle a Fritz que te lleve cuando quieras, lo cierto es que seguramente se sentiría mejor de saber de dónde sacas los vestidos, yo no tengo problema, pero quizás él si –dije para luego mirarla, el carruaje había llegado y tras pasar esa tienda falsa llegamos a la verdadera, su expresión me hizo sonreír como si fuera una niña que se encontraba una habitación llena de vestidos, o de juguetes, o lo que más ilusión le hacía mientras observaba todo a su alrededor y lo miraba con detenimiento mientras yo me acercaba a la mujer que conocía desde hacía años y que llevaba aquel lugar clandestino que pocas personas conocían, ante el nombre de la planta que le había pedido y que necesitaba porque apenas tenía me giré para contemplar a mi aprendiz cuando dijo que estaba prohibida, como casi la mayoría de las cosas que había en aquella tienda, de ahí que el lugar estuviese escondido y pocos conocieran su ubicación realmente y su funcionalidad. Luego la mujer y yo nos miramos de forma fija durante unos segundos, apoyé un brazo en el mostrado y me giré para mirar a Gaïa cuando dijo que ella tenía esa planta, era muy difícil de conseguir y mucho más de que pudiera entrar en París y ella afirmaba tener de sobra, algo que me hizo reír con cierta gracia e ironía- ¿tienes esa planta? –Pregunté porque, aunque me lo creía, era un tanto difícil y me llevé a cuestionar sus contactos, gente de la peor calaña y de los barrios bajos seguramente- ¿qué te parece, Marie? Puede que mi pequeña aprendiz te quite el puesto algún día –comenté con diversión y la mujer se rió, apoyó sus codos en el mostrador y comenzó a negociar con Gaïa por aquella planta, cuando esta me miró yo alcé las manos sin querer saber nada sobre ello- tú sabrás lo que puedes sacar por ella –dije moviéndome por la tienda mientras las dos mujeres negociaban para llegar a un acuerdo, pensaba mantener una conversación con ella cuando estuviéramos a solas para preguntarle cómo había conseguido esa planta, y sobre todo porque conocía la clase de gente que “traficaba” con ella, Marie se me adelantó y le dijo que tuviera cuidado porque era algo ilegal y peligroso al mismo tiempo- ahora me pregunto qué más podrás tener ahí dentro, no esperaba que pudiera tener Tacca chantrieri en esa mochila que llevas –vi que se interesaba por un frasco cuyo contenido era de color púrpura y tomé su muñeca para que no tocara aquel frasco- si quieres conservar tú vida te aconsejo que no toques ese frasco, su color puede ser llamativo pero es la más absoluta oscuridad encerrada en un frasco pequeño de cristal –aseguré apartándole la mano- crea un conjuro rápido para sacar la oscuridad del interior de las personas y convertirlo en poder... pero se paga un precio muy alto, demasiado alto; una parte de tú alma. Tienes que encerrar mucho poder para poder siquiera utilizar dicho conjuro y no sé ni cómo lo tiene Marie expuesto –mi vista se fijó en ella y fruncí el ceño- eso es mucho más peligroso –aseguré mientras le entregaba una lista con las cosas que quería y miraba a mi aprendiz- echa un vistazo, pero no toques nada. Si hay algo que te interese dímelo, si no es peligroso te lo regalaré –aseguré apoyándome contra el mostrador esperando a que Marie preparara lo que había en la lista.
-Ya veo que tienes experiencia en eso de la “carne fresca”, seguramente porque ya la hayas probado ¿no? –Enarqué una ceja con cierta diversión sin entrar demasiado en detalle y miré por el cristal del carruaje viendo la gente en sus calles y la miré de reojo cuando dijo que no compraría nada y que los vestidos para ella solamente eran algo material- puedes pedirle a Fritz que te lleve cuando quieras, lo cierto es que seguramente se sentiría mejor de saber de dónde sacas los vestidos, yo no tengo problema, pero quizás él si –dije para luego mirarla, el carruaje había llegado y tras pasar esa tienda falsa llegamos a la verdadera, su expresión me hizo sonreír como si fuera una niña que se encontraba una habitación llena de vestidos, o de juguetes, o lo que más ilusión le hacía mientras observaba todo a su alrededor y lo miraba con detenimiento mientras yo me acercaba a la mujer que conocía desde hacía años y que llevaba aquel lugar clandestino que pocas personas conocían, ante el nombre de la planta que le había pedido y que necesitaba porque apenas tenía me giré para contemplar a mi aprendiz cuando dijo que estaba prohibida, como casi la mayoría de las cosas que había en aquella tienda, de ahí que el lugar estuviese escondido y pocos conocieran su ubicación realmente y su funcionalidad. Luego la mujer y yo nos miramos de forma fija durante unos segundos, apoyé un brazo en el mostrado y me giré para mirar a Gaïa cuando dijo que ella tenía esa planta, era muy difícil de conseguir y mucho más de que pudiera entrar en París y ella afirmaba tener de sobra, algo que me hizo reír con cierta gracia e ironía- ¿tienes esa planta? –Pregunté porque, aunque me lo creía, era un tanto difícil y me llevé a cuestionar sus contactos, gente de la peor calaña y de los barrios bajos seguramente- ¿qué te parece, Marie? Puede que mi pequeña aprendiz te quite el puesto algún día –comenté con diversión y la mujer se rió, apoyó sus codos en el mostrador y comenzó a negociar con Gaïa por aquella planta, cuando esta me miró yo alcé las manos sin querer saber nada sobre ello- tú sabrás lo que puedes sacar por ella –dije moviéndome por la tienda mientras las dos mujeres negociaban para llegar a un acuerdo, pensaba mantener una conversación con ella cuando estuviéramos a solas para preguntarle cómo había conseguido esa planta, y sobre todo porque conocía la clase de gente que “traficaba” con ella, Marie se me adelantó y le dijo que tuviera cuidado porque era algo ilegal y peligroso al mismo tiempo- ahora me pregunto qué más podrás tener ahí dentro, no esperaba que pudiera tener Tacca chantrieri en esa mochila que llevas –vi que se interesaba por un frasco cuyo contenido era de color púrpura y tomé su muñeca para que no tocara aquel frasco- si quieres conservar tú vida te aconsejo que no toques ese frasco, su color puede ser llamativo pero es la más absoluta oscuridad encerrada en un frasco pequeño de cristal –aseguré apartándole la mano- crea un conjuro rápido para sacar la oscuridad del interior de las personas y convertirlo en poder... pero se paga un precio muy alto, demasiado alto; una parte de tú alma. Tienes que encerrar mucho poder para poder siquiera utilizar dicho conjuro y no sé ni cómo lo tiene Marie expuesto –mi vista se fijó en ella y fruncí el ceño- eso es mucho más peligroso –aseguré mientras le entregaba una lista con las cosas que quería y miraba a mi aprendiz- echa un vistazo, pero no toques nada. Si hay algo que te interese dímelo, si no es peligroso te lo regalaré –aseguré apoyándome contra el mostrador esperando a que Marie preparara lo que había en la lista.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
“Carne fresca”
lo cierto es que no le importaba en absoluto pasárselo bien, alguna que otra historia tuvo pero no es que soliese ir de cama en cama. Ese era el trabajo de Rose y las chicas, desde que estaba en casa del Conde, mantenía la discreción a rajatabla. Lo último que deseaba era tener problemas con aquel quien le dio la oportunidad de tener más que un techo donde dormir, desde que conocía esos libros y sabía canalizar la energía... sus remedios naturales habían dado un buen giro positivo.
Mejoró mucho con las mezclas, desde el accidente de la herida en el brazo, fue mucho más prudente. Le hizo caso, ya no era una cabra loca y siempre ponía a prueba cualquier cosa nueva que él le enseñaba. Evitaba ser un lastre y un estorbo para aquel que era su mentor, tenía tanto que agradecerle y sin embargo no sabía cómo.
-No es una mala idea, tener mi propio negocio de importación de plantas, entre otras cosas, además... pasaría mi consulta de “curandera”, odio esa palabra pero llamarnos “médicos o especialistas de”... es relativo. Es un oficio para hombres o eso dicen pero no lo creo. Soy buena en eso, lo sabes...-se mordió el labio inferior de pura impotencia, tenía tanto potencial que explotarlo era su máxima prioridad, la llamaban para infinidad de dolencias a las que trataba con fines muy positivos y esos remedios para deshacerse de “problemas” , crear vida en tus entrañas...suponía un problema para esas señoritas que retozaban con todo aquel que se le pusiese por delante.
Apartó la mano del frasco en cuestión, esa chica siempre jugando con fuego y le encantaba tanto arriesgar, como bien solía decir “quién no arriesga no gana”. Sin apartar la mirada de aquel frasco, sus ojos azules se oscurecieron, si tanto poder contenía aquel pequeño frasco... podía tener magia. Si tomaba un poco, no tenía porqué vender su alma...seguro estaba exagerando como siempre pero ¿y si tenía razón?
-No creo que haya aquí lo que deseo. -no podía apartar la mirada de aquel elixir, todas sus respuestas podrían estar en ese pequeño trozo de cristal. Con un deje de tristeza en la mirada, chasqueó la lengua y negó con la cabeza, era mejor que todo se quedase como estaba...la magia no se compraba, nunca tendría poder. Aprovechó que pagaba para volver a la calle y no pensar, su cabeza era un auténtico huracán -No creo que puedas darme nunca lo que deseo -dijo en voz alta, buscándolo tras el cristal, perderse en su imagen sin que él se percatase de ello, lo de pasarse por su prometido inevitablemente...no pasó desapercibido, no se sintió sola y aunque fuese fingido...pertenecer a alguien y te cuidase de ese modo... ¿quién sería capaz de soportarla? Le dedicó una sonrisa cuando sus miradas se encontraron, sólo esperaba que aquello no fuese en serio, no podía sentir algo más por alguien que no la correspondería nunca.
lo cierto es que no le importaba en absoluto pasárselo bien, alguna que otra historia tuvo pero no es que soliese ir de cama en cama. Ese era el trabajo de Rose y las chicas, desde que estaba en casa del Conde, mantenía la discreción a rajatabla. Lo último que deseaba era tener problemas con aquel quien le dio la oportunidad de tener más que un techo donde dormir, desde que conocía esos libros y sabía canalizar la energía... sus remedios naturales habían dado un buen giro positivo.
Mejoró mucho con las mezclas, desde el accidente de la herida en el brazo, fue mucho más prudente. Le hizo caso, ya no era una cabra loca y siempre ponía a prueba cualquier cosa nueva que él le enseñaba. Evitaba ser un lastre y un estorbo para aquel que era su mentor, tenía tanto que agradecerle y sin embargo no sabía cómo.
-No es una mala idea, tener mi propio negocio de importación de plantas, entre otras cosas, además... pasaría mi consulta de “curandera”, odio esa palabra pero llamarnos “médicos o especialistas de”... es relativo. Es un oficio para hombres o eso dicen pero no lo creo. Soy buena en eso, lo sabes...-se mordió el labio inferior de pura impotencia, tenía tanto potencial que explotarlo era su máxima prioridad, la llamaban para infinidad de dolencias a las que trataba con fines muy positivos y esos remedios para deshacerse de “problemas” , crear vida en tus entrañas...suponía un problema para esas señoritas que retozaban con todo aquel que se le pusiese por delante.
Apartó la mano del frasco en cuestión, esa chica siempre jugando con fuego y le encantaba tanto arriesgar, como bien solía decir “quién no arriesga no gana”. Sin apartar la mirada de aquel frasco, sus ojos azules se oscurecieron, si tanto poder contenía aquel pequeño frasco... podía tener magia. Si tomaba un poco, no tenía porqué vender su alma...seguro estaba exagerando como siempre pero ¿y si tenía razón?
-No creo que haya aquí lo que deseo. -no podía apartar la mirada de aquel elixir, todas sus respuestas podrían estar en ese pequeño trozo de cristal. Con un deje de tristeza en la mirada, chasqueó la lengua y negó con la cabeza, era mejor que todo se quedase como estaba...la magia no se compraba, nunca tendría poder. Aprovechó que pagaba para volver a la calle y no pensar, su cabeza era un auténtico huracán -No creo que puedas darme nunca lo que deseo -dijo en voz alta, buscándolo tras el cristal, perderse en su imagen sin que él se percatase de ello, lo de pasarse por su prometido inevitablemente...no pasó desapercibido, no se sintió sola y aunque fuese fingido...pertenecer a alguien y te cuidase de ese modo... ¿quién sería capaz de soportarla? Le dedicó una sonrisa cuando sus miradas se encontraron, sólo esperaba que aquello no fuese en serio, no podía sentir algo más por alguien que no la correspondería nunca.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Al parecer mi pequeña aprendiz escondía más de lo que aparentaba a simple vista porque no me esperaba, para nada, que sacara de su bolso aquella planta que eran tan difícil de conseguir porque su producción era muy limitada, además de que no crecía en Francia sino que la tenía que traer y sabiendo de lo peligrosa que era tenía entendido que hacían bastantes controles para que no llegara mucha cantidad al país, por lo que conseguirla era un tanto complicado. Sonreí de lado cuando me apoyé en el mostrador mientras Marie y ella hablaban sobre lo que podría sacar por la planta, al parecer a Gaïa le interesaba más montar algún negocio como el que tenía Marie pero con curaciones, con cosas con las que poder ayudar a la gente. Cuando lo conocí me dijo que sabía sobre hierbas y sobre especias, lo último lo había comprobado cuando había cocinado un par de veces, y ahora me enteraba de que se acercaba por el burdel a ayudar a las chicas y, aunque no me había dicho con qué intención, tampoco hizo falta que lo dijera porque entendía muy bien que iba precisamente para ayudarlas a que no se quedaran en cinta por el trabajo que tenía. No era muy extraño que muchas prostitutas se quedaran en estado y luego hubieran tenido que irse del burdel donde trabajaban, algunas de ellas morían en los partos o simplemente abandonaban a sus hijos ya que no sabían de quién podría ser el padre y de hacérselo saber jamás lo reconocerían... el libertinaje estaba a la orden del día en la ciudad, muchos eran los que iban a los burdeles a satisfacer sus necesidades pero luego eran incapaces de admitirlo. Yo jamás había necesitado de burdeles y dudaba que en algún momento fuera a uno de ellos, pero cada uno hacía lo que quería con su vida y yo no iba a juzgar absolutamente nada porque entre otras cosas ni me importaba. Tuve que advertirle que no tocara el frasco que había estado mirando por un rato y no entendía tampoco como es que Marie lo tenía puesto a la vista, ese frasco por muy pequeño que fuera era extremadamente peligroso, un hechizo que sacaba la oscuridad del interior de cada persona y que cuyo precio a pagar era el alma.
Lancé un suspiro quitándole de la cabeza a Gaïa que tocara aquel frasco que era muy peligroso y recriminé a Marie que lo tuviera en el mostrador para que todos pudieran verlo, era algo con lo que no se debía de jugar y que lo tuviera como si nada no era algo que le conviniera a ella. Sonreí de lado cuando dijo que era buena curando y que yo lo sabía, no había mentiras en sus palabras y simplemente asentí con la cabeza, su conocimiento sobre plantas era una ayuda en su aprendizaje aunque aún que quedaba mucho por aprender, dese aquel incidente con aquellas hierbas en las que en vez de curarse se había hecho más grande la herida había mejorado mucho, se centraba más en lo que ponía, llevaba cuidado y ya no había tenido ningún percance más aunque no dudaba de que lo tendría en el futuro porque el camino era largo y ella apenas había comenzado a andarlo. Le dije que podía echar un vistazo y que si no escogía algo que fuera demasiado peligros podría regalárselo, echó un vistazo pero alegó que allí no había nada que deseara, la seguí con la mirada cuando se marchó fuera y luego atendí a Marie cuando terminaba de prepararme lo que le había pedido, notaba su aura fuera así que supe que no iba a estar demasiado lejos. Siempre acudía a Marie porque era la mejor de París en su campo, tenía muchas cosas prohibidas que nadie más tenía y llevaba años yendo a comprar lo que necesitaba a su tienda que muy pocos conocían. Acabé por pagar una vez tuve todo lo que necesitaba y cogí la bolsa que me tendió para salir fuera encontrándome con Gaïa, enarqué una ceja al notar un tinte en su aura como si se hubiera puesto triste o melancólica aunque no entendía del todo por qué.
-¿Segura que no había nada ahí dentro que quisieras? Marie tiene mercancía que no se puede encontrar en otro sitio –alegué mientras le hacía un gesto con la cabeza para que me siguiera, debíamos de atravesar la otra tienda que hacía de tapadera de esta para volver de nuevo a salir a la calle, una vez fuera miré hacia el cielo que parecía haberse nublado un poco y que posiblemente amenazara con lluvia a lo largo del día- aún necesito hacer unas compras más, quizás deberías de mirarte algún vestido –dije mientras seguíamos andando por la calle pasando por las tiendas- puedes escoger el que quieras, luego le diré a Fritz que pase a recogerlo si te gusta alguno –miré un momento sus ojos para que me dijera una cosa u otra- acompáñame, vamos a hacer una parada primero, tengo la boca seca –dije mientras entrábamos en una taberna que no estaba demasiado concurrida por ser las horas que eran y que, en cierto sentido, era diferente a las demás porque tenía un toque algo más refinado que las demás. Nos acercamos hasta una de las mesas donde esperamos que una joven nos atendiera, pedí una jarra de cerveza esperando a que ella pidiera lo que quisiera y cuando nos trajeron lo pedido fue entonces que di un trago, dejé la jarra sobre la mesa y la miré poniendo mis brazos en la mesa- y bien, ¿qué es lo que te ocurre exactamente? Desde que hemos salido pareces estar alicaída y no entiendo el motivo –de normal no solía preocuparme, nunca lo hacía, sin embargo esa vez hice una excepción- ¿es por el tema de la magia? –Pregunté en un tono bajo para que no nos oyeran hablar de ese tema- no debes de preocuparte, vas avanzando aunque sea a pasos pequeños... no es fácil Gaïa, es algo que te avisé desde el principio y que te costará esfuerzo. No hago nunca apuestas si sé que voy a perderlas, aposté por ti y espero que me devuelvas esa confianza que una vez deposité en ti cuando decidí enseñarte –hice una leve pausa- ¿tiene que ver esto con tus hermanos? ¿Te han dicho algo? –Su hermano era un soberano imbécil que no entendía absolutamente nada, comprendía por qué quiso irse de su casa y buscarse la vida... si el resto de sus hermanos eran como el que me presentó entendía sus dudas.
Lancé un suspiro quitándole de la cabeza a Gaïa que tocara aquel frasco que era muy peligroso y recriminé a Marie que lo tuviera en el mostrador para que todos pudieran verlo, era algo con lo que no se debía de jugar y que lo tuviera como si nada no era algo que le conviniera a ella. Sonreí de lado cuando dijo que era buena curando y que yo lo sabía, no había mentiras en sus palabras y simplemente asentí con la cabeza, su conocimiento sobre plantas era una ayuda en su aprendizaje aunque aún que quedaba mucho por aprender, dese aquel incidente con aquellas hierbas en las que en vez de curarse se había hecho más grande la herida había mejorado mucho, se centraba más en lo que ponía, llevaba cuidado y ya no había tenido ningún percance más aunque no dudaba de que lo tendría en el futuro porque el camino era largo y ella apenas había comenzado a andarlo. Le dije que podía echar un vistazo y que si no escogía algo que fuera demasiado peligros podría regalárselo, echó un vistazo pero alegó que allí no había nada que deseara, la seguí con la mirada cuando se marchó fuera y luego atendí a Marie cuando terminaba de prepararme lo que le había pedido, notaba su aura fuera así que supe que no iba a estar demasiado lejos. Siempre acudía a Marie porque era la mejor de París en su campo, tenía muchas cosas prohibidas que nadie más tenía y llevaba años yendo a comprar lo que necesitaba a su tienda que muy pocos conocían. Acabé por pagar una vez tuve todo lo que necesitaba y cogí la bolsa que me tendió para salir fuera encontrándome con Gaïa, enarqué una ceja al notar un tinte en su aura como si se hubiera puesto triste o melancólica aunque no entendía del todo por qué.
-¿Segura que no había nada ahí dentro que quisieras? Marie tiene mercancía que no se puede encontrar en otro sitio –alegué mientras le hacía un gesto con la cabeza para que me siguiera, debíamos de atravesar la otra tienda que hacía de tapadera de esta para volver de nuevo a salir a la calle, una vez fuera miré hacia el cielo que parecía haberse nublado un poco y que posiblemente amenazara con lluvia a lo largo del día- aún necesito hacer unas compras más, quizás deberías de mirarte algún vestido –dije mientras seguíamos andando por la calle pasando por las tiendas- puedes escoger el que quieras, luego le diré a Fritz que pase a recogerlo si te gusta alguno –miré un momento sus ojos para que me dijera una cosa u otra- acompáñame, vamos a hacer una parada primero, tengo la boca seca –dije mientras entrábamos en una taberna que no estaba demasiado concurrida por ser las horas que eran y que, en cierto sentido, era diferente a las demás porque tenía un toque algo más refinado que las demás. Nos acercamos hasta una de las mesas donde esperamos que una joven nos atendiera, pedí una jarra de cerveza esperando a que ella pidiera lo que quisiera y cuando nos trajeron lo pedido fue entonces que di un trago, dejé la jarra sobre la mesa y la miré poniendo mis brazos en la mesa- y bien, ¿qué es lo que te ocurre exactamente? Desde que hemos salido pareces estar alicaída y no entiendo el motivo –de normal no solía preocuparme, nunca lo hacía, sin embargo esa vez hice una excepción- ¿es por el tema de la magia? –Pregunté en un tono bajo para que no nos oyeran hablar de ese tema- no debes de preocuparte, vas avanzando aunque sea a pasos pequeños... no es fácil Gaïa, es algo que te avisé desde el principio y que te costará esfuerzo. No hago nunca apuestas si sé que voy a perderlas, aposté por ti y espero que me devuelvas esa confianza que una vez deposité en ti cuando decidí enseñarte –hice una leve pausa- ¿tiene que ver esto con tus hermanos? ¿Te han dicho algo? –Su hermano era un soberano imbécil que no entendía absolutamente nada, comprendía por qué quiso irse de su casa y buscarse la vida... si el resto de sus hermanos eran como el que me presentó entendía sus dudas.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
El saber no ocupa lugar.
Siempre dispuesta a aprender, a superarse a sí misma. Gaïa aprendía cada día a no sólo canalizar las energías, el lado oculto de la magia, un largo camina que apenas acababa de emprender tras el Conde. Podía ser más duro con ella, él mismo le contó alguna que otra anécdota de cuando apenas era un niño y sus duros entrenamientos le costaban casi la vida. Ante ella, se encontraba un ejemplo a seguir, un gran hechicero que no sólo le enseñó ese campo si no el más importante...jamás abandonar sus objetivos y sueños, aprender a ser ella misma y ser fiel a todos sus principios.
Con la mirada azulada perdida en el frente, reanudó el paso, pensativa. No era tan mala idea sumergirse en el camino del empresario pero ni tenía dinero y ya fue señalada por esos chivatos charlatanes que intentaban cazar a lo sobrenatural y llenarse de gloria. Tenía cuidado con según que personas negociaba y trataba, era conocida no sólo por sus contactos más selectos. Sus manos mágicas aliviaban dolores, ayudaba en partos y la mayoría de las veces, colocaba huesos rotos en su sitio para su curación más inmediata.
No, no podía regalarle lo que deseaba. Una sonrisa incompleta que apenas dejó de ser un amago de ésta, sus orbes azules se oscurecieron un tanto por sus pensamientos. Era una ilusa si pensaba en aprender a usar la magia cuando no poseía ésta, ¿acaso se podía pagar con dinero? Por unas horas, sólo saber qué se sentía con poseer ese poder, no pedía más. Se superaba a sí misma pero no era lo mismo si... ese poder te pertenecía, recorría cada parte de tu ser, nunca se sintió totalmente plena... pues sabía que algo le faltaba.
-No necesito vestidos, ¿acaso importa si parezco una pordiosera? -lo miró de reojo con una divertida sonrisa en los labios, nunca perdería ese carácter tan lleno de vida, ese positivismo tan usual en ella. Pidió lo mismo que el Conde para beber, su mirada se paseó por el lugar, no tardaron en fijarse en ambos... en los recién llegados. La proximidad a su oído, la voz masculina le erizó la piel por unos segundos, al girar el rostro, se perdió en su mirada atreviéndose a deslizar las yemas por su cabello en un gesto tan natural y despreocupado, sólo ella podía convertirlo así. -Mis hermanos se pueden ir al infierno si quieren. Además ya no hay vuelta atrás, tengo que quedarme contigo...por el pacto de sangre ¿recuerdas? Y aunque así no fuera... seguiría estando a tu lado, eres mi mentor, estoy aprendiendo mucho pero ambos sabemos que nunca tendré magia ...dime ¿se puede comprar con dinero? Un poco sólo, me conformaba con sentir ese cosquilleo en cada poro de mi piel, sentirme poderosa... capaz de cualquier cosa, aún más -puntualizó mirándole fijamente a los ojos, sus dedos se habían deslizado por su mejilla, acortando las distancias, fue un acto reflejo... sin pensarlo, necesitó tenerle cerca -No vas a perder ninguna apuesta. Te lo prometo pero yo sí voy a perder una que me hice hace mucho tiempo-
tal como la frase acabó, se apartó de golpe como si quemase, centrándose en su copa y beberla de golpe, pidiendo un par más, intentaba no pensar demasiado. Él no se lo ponía nada fácil, algunas cosas escapaban de sus manos, imposibles de controlar.
Siempre dispuesta a aprender, a superarse a sí misma. Gaïa aprendía cada día a no sólo canalizar las energías, el lado oculto de la magia, un largo camina que apenas acababa de emprender tras el Conde. Podía ser más duro con ella, él mismo le contó alguna que otra anécdota de cuando apenas era un niño y sus duros entrenamientos le costaban casi la vida. Ante ella, se encontraba un ejemplo a seguir, un gran hechicero que no sólo le enseñó ese campo si no el más importante...jamás abandonar sus objetivos y sueños, aprender a ser ella misma y ser fiel a todos sus principios.
Con la mirada azulada perdida en el frente, reanudó el paso, pensativa. No era tan mala idea sumergirse en el camino del empresario pero ni tenía dinero y ya fue señalada por esos chivatos charlatanes que intentaban cazar a lo sobrenatural y llenarse de gloria. Tenía cuidado con según que personas negociaba y trataba, era conocida no sólo por sus contactos más selectos. Sus manos mágicas aliviaban dolores, ayudaba en partos y la mayoría de las veces, colocaba huesos rotos en su sitio para su curación más inmediata.
No, no podía regalarle lo que deseaba. Una sonrisa incompleta que apenas dejó de ser un amago de ésta, sus orbes azules se oscurecieron un tanto por sus pensamientos. Era una ilusa si pensaba en aprender a usar la magia cuando no poseía ésta, ¿acaso se podía pagar con dinero? Por unas horas, sólo saber qué se sentía con poseer ese poder, no pedía más. Se superaba a sí misma pero no era lo mismo si... ese poder te pertenecía, recorría cada parte de tu ser, nunca se sintió totalmente plena... pues sabía que algo le faltaba.
-No necesito vestidos, ¿acaso importa si parezco una pordiosera? -lo miró de reojo con una divertida sonrisa en los labios, nunca perdería ese carácter tan lleno de vida, ese positivismo tan usual en ella. Pidió lo mismo que el Conde para beber, su mirada se paseó por el lugar, no tardaron en fijarse en ambos... en los recién llegados. La proximidad a su oído, la voz masculina le erizó la piel por unos segundos, al girar el rostro, se perdió en su mirada atreviéndose a deslizar las yemas por su cabello en un gesto tan natural y despreocupado, sólo ella podía convertirlo así. -Mis hermanos se pueden ir al infierno si quieren. Además ya no hay vuelta atrás, tengo que quedarme contigo...por el pacto de sangre ¿recuerdas? Y aunque así no fuera... seguiría estando a tu lado, eres mi mentor, estoy aprendiendo mucho pero ambos sabemos que nunca tendré magia ...dime ¿se puede comprar con dinero? Un poco sólo, me conformaba con sentir ese cosquilleo en cada poro de mi piel, sentirme poderosa... capaz de cualquier cosa, aún más -puntualizó mirándole fijamente a los ojos, sus dedos se habían deslizado por su mejilla, acortando las distancias, fue un acto reflejo... sin pensarlo, necesitó tenerle cerca -No vas a perder ninguna apuesta. Te lo prometo pero yo sí voy a perder una que me hice hace mucho tiempo-
tal como la frase acabó, se apartó de golpe como si quemase, centrándose en su copa y beberla de golpe, pidiendo un par más, intentaba no pensar demasiado. Él no se lo ponía nada fácil, algunas cosas escapaban de sus manos, imposibles de controlar.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Para un hechicero era sumamente fácil saber cómo se encontraban otras personas y el estado de ánimo de estas, así que no me era muy complicado saber que mi joven aprendiz estaba algo alicaída por alguna razón que yo no llegaba a comprender, no entendía qué era lo que pasaba y aunque de normalidad no me importaba en absoluto cómo se sintieran los demás por esa vez decidí tomar un pequeño respiro y parar a tomar algo antes de seguir con las compras, debía de pasar por un par de tiendas más así que una pausa nos haría bien a los dos, o al menos eso creí. Nos metimos en una de las tabernas que había, una que parecía ser frecuentada por gente de algo más de nivel y que sinceramente a mí me complacía más que las de otros barrios y nos sentamos en la mesa para pedir algo que beber. Mi mirada se fijó en mi aprendiz durante un par de segundos, entendía que le frustrara que todavía no pudiera emplear la magia pero es que era un camino muy difícil y tortuoso de recorrer, no era para nada fácil y ella apenas había empezado a tocar la punta del iceberg, le quedaba un largo recorrido por delante y caería y se tropezaría muchas más veces de las que llevaba en esos momentos, pero ella había sido la que había querido empezar ese camino y ahora no podía dejarlo atrás, no porque yo estaba más implicado de lo que me hubiera gustado en un principio y las consecuencias también podrían recaer sobre mí, algo que no era lo que andaba buscando en esos momentos. Enarqué una ceja cuando me preguntó sobre los vestidos, sinceramente, me era indiferente cómo fuera vestida... pero dado que vivía en mi casa lo que menos quería es que fuera vestida con vestidos andrajosos, tenía demasiado dinero y a mí no me importaba en absoluto así que le diría a Fritz que una tarde se fuera con ella para que se comprara un par de vestidos y no tuviera que ir pidiéndoselos a nadie, mucho menos a las jóvenes del burdel que visitaba y que yo sabía que lo hacía, me gustaba tener todo absolutamente bajo mi control y esa era una de las cosas que sabía ella hacía pero sin embargo no dije nada porque no iba a controlar toda su vida, mientras se ciñera en lo que a mí me concernía era más que suficiente.
Di un trago a la jarra que me sirvieron esperando a que me contestara a la pregunta, la última vez que había visto a su hermano yo me hundía en el interior de su hermana mientras este se alejaba corriendo despavorido por lo que había visto mientras mi risa resonaba entre las paredes, yo siempre había querido mantener una posición con ella que no le diera a error o a confusión para conmigo, era mi aprendiz y yo era su mentor pero no negaba que su cuerpo me atraía y que me lo pasaba bien cuando nos encontrábamos piel con piel y nos acostábamos, pero no iba más allá y tampoco pretendía mantener una relación con ella, así que esperaba que eso le quedara claro. Decía que sus hermanos se podían ir al infierno y solté una leve risa irónica por ello dando otro trago a la jarra que había pedido, por mí como si todos caían en desgracia, lo único que me había frenado de darle su merecido a su hermano es que se lo había prometido a ella pero sino gustoso me habría enfrentado a ese imbécil y le hubiera mostrado lo que era realmente ser un hechicero y el poder que se puede obtener con él, las cosas que se pueden conseguir. Chasqueé la lengua cuando dijo si no había una forma de poder comprar la magia y lo cierto es que sí se podía, pero hacerlo conllevaba muchos peligros y se podía acabar con la vida de uno mismo si no se hacía con cuidado. Mayormente quienes vendían dicha “magia” eran personas que no les importaba nada salvo conseguir algo de dinero, pero no era una magia normal y corriente, esta te consumía lentamente aunque no te dabas cuenta por la sensación de poder que te hacía sentir...era un arma peligrosa y de doble filo, una que no iba a decirle a ella para nada.
-¿Para qué quieres comprar magia, Gaïa? No lo necesitas y no deberías de pensar en algo como eso –negué lentamente con la cabeza- ¿recuerdas el frasco de la tienda? Algo así te pasaría si lograras encontrar quien te vendiera magia, ¿crees que la gente la iría vendiendo así como así, cuando es algo que nos consume y que nos gaste energía? No te creas todo lo que dicen y todo lo que oyes, la mitad o más de esta es mentira. Nadie quiere vender su magia, prestar servicios sí, pero darle a alguien su magia conlleva un riesgo para la persona que la quiere y para la persona que la entrega... siempre acaba mal –apuntillé volviendo a dar un trago a la jarra- tú lo estás haciendo por el camino correcto, las cosas que uno desea a menudo no son fáciles de conseguir, pero si te crees que te acepté sin siquiera pensar que tendrías posibilidades de conseguirlo estás muy equivocada madre tierra, porque yo no pierdo el tiempo –sonreí de lado observándola a mí lado, ella decía que quería sentirse poderosa, quería sentir cada cosquilleo recorriendo su piel, lo que sentíamos todos los magos y me mordí el labio- ¿de verdad quieres sentirlo? –Sin esperar respuesta llevé mi mano a su brazo y tan solo le hice sentir lo que yo sentía cuando utilizaba magia, sobre todo con hechizos fuertes y peligroso, no solo se trataba de ese cosquilleo que ella mencionaba sino también de dolor, gastabas energías y notabas como estas se consumían y eso es también lo que le mostré- ¿lo has notado? No todo son cosquillas lo que sientes, hay mucho más, también dolor –porque consume parte de uno mismo, por eso era tan complicado- eres una alumna aplicada y sé que con el tiempo lograrás lo que te propones, pero no puedes pretender que sea en unos meses o en unas semanas... es un camino largo pero ya lo sabías cuando decidiste empezar ¿no es así? Ahora tienes que seguir –la contemplé esperando que de una vez se diera cuenta de que el camino que había elegido no era fácil ni sencillo, pero con esfuerzo y tiempo se conseguiría. Fue cuando su mano subió hasta mi rostro y lo acarició observándome con sus ojos azul cielo, como el mismo mar, asegurándome que yo no perdería ninguna apuesta pero que ella por el contrario sí perdería una, al parecer que se había hecho hacía tiempo. Nada más decir aquello apartó su mano de mi rostro y bebió el contenido de golpe pidiendo otra jarra, no dije absolutamente nada porque no iba a entrar en esos temas, las cosas estaban más que claras entre nosotros y yo siempre se lo había dejado claro, así que ¿qué sentido tenía decirle algo que ya sabía? No quería relaciones, jamás las había querido y ese no era el momento... Me callé sin decir nada di otro trago más a la jarra y cambié de tema hablándole del lugar al que debíamos de ir a continuación, era una tienda parecía a la que habíamos ido pero vendían objetos diferentes, se centraba más en libros de hechicería que en otra cosa aunque había toda clase de volúmenes en aquel lugar.
Di un trago a la jarra que me sirvieron esperando a que me contestara a la pregunta, la última vez que había visto a su hermano yo me hundía en el interior de su hermana mientras este se alejaba corriendo despavorido por lo que había visto mientras mi risa resonaba entre las paredes, yo siempre había querido mantener una posición con ella que no le diera a error o a confusión para conmigo, era mi aprendiz y yo era su mentor pero no negaba que su cuerpo me atraía y que me lo pasaba bien cuando nos encontrábamos piel con piel y nos acostábamos, pero no iba más allá y tampoco pretendía mantener una relación con ella, así que esperaba que eso le quedara claro. Decía que sus hermanos se podían ir al infierno y solté una leve risa irónica por ello dando otro trago a la jarra que había pedido, por mí como si todos caían en desgracia, lo único que me había frenado de darle su merecido a su hermano es que se lo había prometido a ella pero sino gustoso me habría enfrentado a ese imbécil y le hubiera mostrado lo que era realmente ser un hechicero y el poder que se puede obtener con él, las cosas que se pueden conseguir. Chasqueé la lengua cuando dijo si no había una forma de poder comprar la magia y lo cierto es que sí se podía, pero hacerlo conllevaba muchos peligros y se podía acabar con la vida de uno mismo si no se hacía con cuidado. Mayormente quienes vendían dicha “magia” eran personas que no les importaba nada salvo conseguir algo de dinero, pero no era una magia normal y corriente, esta te consumía lentamente aunque no te dabas cuenta por la sensación de poder que te hacía sentir...era un arma peligrosa y de doble filo, una que no iba a decirle a ella para nada.
-¿Para qué quieres comprar magia, Gaïa? No lo necesitas y no deberías de pensar en algo como eso –negué lentamente con la cabeza- ¿recuerdas el frasco de la tienda? Algo así te pasaría si lograras encontrar quien te vendiera magia, ¿crees que la gente la iría vendiendo así como así, cuando es algo que nos consume y que nos gaste energía? No te creas todo lo que dicen y todo lo que oyes, la mitad o más de esta es mentira. Nadie quiere vender su magia, prestar servicios sí, pero darle a alguien su magia conlleva un riesgo para la persona que la quiere y para la persona que la entrega... siempre acaba mal –apuntillé volviendo a dar un trago a la jarra- tú lo estás haciendo por el camino correcto, las cosas que uno desea a menudo no son fáciles de conseguir, pero si te crees que te acepté sin siquiera pensar que tendrías posibilidades de conseguirlo estás muy equivocada madre tierra, porque yo no pierdo el tiempo –sonreí de lado observándola a mí lado, ella decía que quería sentirse poderosa, quería sentir cada cosquilleo recorriendo su piel, lo que sentíamos todos los magos y me mordí el labio- ¿de verdad quieres sentirlo? –Sin esperar respuesta llevé mi mano a su brazo y tan solo le hice sentir lo que yo sentía cuando utilizaba magia, sobre todo con hechizos fuertes y peligroso, no solo se trataba de ese cosquilleo que ella mencionaba sino también de dolor, gastabas energías y notabas como estas se consumían y eso es también lo que le mostré- ¿lo has notado? No todo son cosquillas lo que sientes, hay mucho más, también dolor –porque consume parte de uno mismo, por eso era tan complicado- eres una alumna aplicada y sé que con el tiempo lograrás lo que te propones, pero no puedes pretender que sea en unos meses o en unas semanas... es un camino largo pero ya lo sabías cuando decidiste empezar ¿no es así? Ahora tienes que seguir –la contemplé esperando que de una vez se diera cuenta de que el camino que había elegido no era fácil ni sencillo, pero con esfuerzo y tiempo se conseguiría. Fue cuando su mano subió hasta mi rostro y lo acarició observándome con sus ojos azul cielo, como el mismo mar, asegurándome que yo no perdería ninguna apuesta pero que ella por el contrario sí perdería una, al parecer que se había hecho hacía tiempo. Nada más decir aquello apartó su mano de mi rostro y bebió el contenido de golpe pidiendo otra jarra, no dije absolutamente nada porque no iba a entrar en esos temas, las cosas estaban más que claras entre nosotros y yo siempre se lo había dejado claro, así que ¿qué sentido tenía decirle algo que ya sabía? No quería relaciones, jamás las había querido y ese no era el momento... Me callé sin decir nada di otro trago más a la jarra y cambié de tema hablándole del lugar al que debíamos de ir a continuación, era una tienda parecía a la que habíamos ido pero vendían objetos diferentes, se centraba más en libros de hechicería que en otra cosa aunque había toda clase de volúmenes en aquel lugar.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Ni todo el dinero que lograse juntar a lo largo de su vida, podría llegar a comprar lo que tanto ansiaba. Magia. Cinco letras que comprendían la palabra más importante para la rubia, el simple hecho de tener poder, sentir en cada poro de su piel el hormigueo, sentirse realmente ella misma en todo su esplendor. Algo le faltaba, una pizca de sal para terminar de evolucionar y alcanzar lo que tanto había buscado en su vida.
La voz del hechicero la calmaba, advirtiéndole que abandonara la loca idea de poseer la magia del modo más erróneo de todos. Atenta, le observó en silencio, oyendo cada una de sus palabras y meditar sobre cada una de ellas, desde que se conocieron no había hecho otra cosa que mostrarle su mundo, darle la oportunidad que le denegaron e incluso su propia familia la hubiese quemado en la hoguera por los pensamientos que rondaban por su cabeza, alimentando la esperanza de que algún día alcanzaría su objetivo. No iba a desistir, lucharía por lo que deseaba aunque pereciera en el intento, el jugar con magia conllevaba una gran responsabilidad, arriesgando la vida cuando se dedicaba en cuerpo y alma a realizar esas mezclas que ya le causaron marcas de guerra, en el brazo derecho.
-Llevo mucho tiempo estudiando, me he leído todos esos libros tres veces al pie de la letra, he mejorado y lo sabes pero sabemos que la magia no llega en un chasquido de dedos. Naces con el don y yo... no lo tengo -le dio un largo trago a la copa, no era de las personas que se derrumbaban a la primera de cambio, luchaba hasta el final -Todo a su tiempo, poco a poco... pero ¿cuándo será el momento? Puedo ser capaz de realizar esas mezclas complicadas al milímetro, quiero sentirlo... realmente por unos segundos sentir qué se siente -
No hizo falta decirlo con palabras, el cielo de sus ojos se perdió en la mirada del hechicero, esperando ansiosa la sensación que aún sin conocer, ya echaba de menos. El tacto cálido ajeno, le erizó la piel antes de que el fuego recorriese cada vena de su cuerpo, como si de repente echase a hervir. Una sonrisa de completa felicidad en los labios carmesí, un jadeo escapó de sus labios, como si con el simple hecho de tener ese contacto se encontrasen piel con piel. Rió, bajando la mirada un instante, ocultando la inmensa sonrisa que se dibujó en su rostro...el dolor desapareció en cuanto pequeñas chispas en las yemas de los dedos finalizaron la conexión que habían mantenido.
-Es mejor que tenerte entre mis piernas -enarcó una ceja de lo más divertida, aún más animada...¿cuándo podría sentirse poderosa? Él acababa de complacerla, de hacerla tan feliz con tan poco...y es que “madre tierra”, se conformaba con tan poco.
Recordó el libro que no debía ser nombrado, le ofreció su ayuda pero no quiso. De un salto, abandonó el taburete donde se encontraba sentada, más que ofreciéndole su mano para que siguiesen con los recados, se aferró a su palma y tiró hacia sí, con tanta fuerza y energía que por un instante chocaron sus cuerpos, rió divertida... acercándose a su boca pero ni rozarla siquiera, volvía a jugar al gato y al ratón, teniendo en cuenta por supuesto.... de la distancia que debían mantener.
-Me gustaría algo, más que me comprases... hicieses por mí. Mi reputación como vendedora ambulante es más peligrosa de lo que parece... ya he tenido que dejar inconsciente a más de un individuo. Creo … me gustaría un broche ¡no me mires con esa cara! -cuando salieron de nuevo a la calle, miró al cielo distraída, sin confesar para qué deseaba el dicho broche. -Un campo de fuerza.-lo dijo sin más, seguramente él no la entendiese en absoluto, la cantarina sonrisa volvía hacer eco entre ambos, un torbellino -Crear un campo de fuerza cuando me encuentre en peligro ¿podrás hacer eso por mí? Y prometo... portarme bien y no jugar con los frascos oscuros, aunque...dicho así suena de lo más tentador ¿qué?... no debiste decir que no debía desear lo peligroso, ¿y si saliese bien? Sería como tú... -
Buscó su mirada, sonreía pero lo que buscaba en sus ojos claros era comprensible mostrase admiración por su mentor, su amante y confesor.
-Comer la tarta del modo en el que lo hicimos...sólo hace que desee que...vuelva a ocurrir... -se mordió el labio inferior, negando con la cabeza - Dejarte dormido, por supuesto...no pensarás que quiero adentrarte en algún callejón para hacerte cualquier cosa, lo haría... pero no creo que seas de los que se arriesgan -se encogió de hombros, tan sincera y pura, alguien siempre dispuesta a aprender... a desconcertar, a dibujar una sonrisa.
La voz del hechicero la calmaba, advirtiéndole que abandonara la loca idea de poseer la magia del modo más erróneo de todos. Atenta, le observó en silencio, oyendo cada una de sus palabras y meditar sobre cada una de ellas, desde que se conocieron no había hecho otra cosa que mostrarle su mundo, darle la oportunidad que le denegaron e incluso su propia familia la hubiese quemado en la hoguera por los pensamientos que rondaban por su cabeza, alimentando la esperanza de que algún día alcanzaría su objetivo. No iba a desistir, lucharía por lo que deseaba aunque pereciera en el intento, el jugar con magia conllevaba una gran responsabilidad, arriesgando la vida cuando se dedicaba en cuerpo y alma a realizar esas mezclas que ya le causaron marcas de guerra, en el brazo derecho.
-Llevo mucho tiempo estudiando, me he leído todos esos libros tres veces al pie de la letra, he mejorado y lo sabes pero sabemos que la magia no llega en un chasquido de dedos. Naces con el don y yo... no lo tengo -le dio un largo trago a la copa, no era de las personas que se derrumbaban a la primera de cambio, luchaba hasta el final -Todo a su tiempo, poco a poco... pero ¿cuándo será el momento? Puedo ser capaz de realizar esas mezclas complicadas al milímetro, quiero sentirlo... realmente por unos segundos sentir qué se siente -
No hizo falta decirlo con palabras, el cielo de sus ojos se perdió en la mirada del hechicero, esperando ansiosa la sensación que aún sin conocer, ya echaba de menos. El tacto cálido ajeno, le erizó la piel antes de que el fuego recorriese cada vena de su cuerpo, como si de repente echase a hervir. Una sonrisa de completa felicidad en los labios carmesí, un jadeo escapó de sus labios, como si con el simple hecho de tener ese contacto se encontrasen piel con piel. Rió, bajando la mirada un instante, ocultando la inmensa sonrisa que se dibujó en su rostro...el dolor desapareció en cuanto pequeñas chispas en las yemas de los dedos finalizaron la conexión que habían mantenido.
-Es mejor que tenerte entre mis piernas -enarcó una ceja de lo más divertida, aún más animada...¿cuándo podría sentirse poderosa? Él acababa de complacerla, de hacerla tan feliz con tan poco...y es que “madre tierra”, se conformaba con tan poco.
Recordó el libro que no debía ser nombrado, le ofreció su ayuda pero no quiso. De un salto, abandonó el taburete donde se encontraba sentada, más que ofreciéndole su mano para que siguiesen con los recados, se aferró a su palma y tiró hacia sí, con tanta fuerza y energía que por un instante chocaron sus cuerpos, rió divertida... acercándose a su boca pero ni rozarla siquiera, volvía a jugar al gato y al ratón, teniendo en cuenta por supuesto.... de la distancia que debían mantener.
-Me gustaría algo, más que me comprases... hicieses por mí. Mi reputación como vendedora ambulante es más peligrosa de lo que parece... ya he tenido que dejar inconsciente a más de un individuo. Creo … me gustaría un broche ¡no me mires con esa cara! -cuando salieron de nuevo a la calle, miró al cielo distraída, sin confesar para qué deseaba el dicho broche. -Un campo de fuerza.-lo dijo sin más, seguramente él no la entendiese en absoluto, la cantarina sonrisa volvía hacer eco entre ambos, un torbellino -Crear un campo de fuerza cuando me encuentre en peligro ¿podrás hacer eso por mí? Y prometo... portarme bien y no jugar con los frascos oscuros, aunque...dicho así suena de lo más tentador ¿qué?... no debiste decir que no debía desear lo peligroso, ¿y si saliese bien? Sería como tú... -
Buscó su mirada, sonreía pero lo que buscaba en sus ojos claros era comprensible mostrase admiración por su mentor, su amante y confesor.
-Comer la tarta del modo en el que lo hicimos...sólo hace que desee que...vuelva a ocurrir... -se mordió el labio inferior, negando con la cabeza - Dejarte dormido, por supuesto...no pensarás que quiero adentrarte en algún callejón para hacerte cualquier cosa, lo haría... pero no creo que seas de los que se arriesgan -se encogió de hombros, tan sincera y pura, alguien siempre dispuesta a aprender... a desconcertar, a dibujar una sonrisa.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
El camino que Gaïa había elegido no era ni mucho menos fácil, para conseguir lo que ella quería debía de esforzarse mucho, tropezarse, caer y levantarse de nuevo porque no le quedaba más remedio... el camino de la magia no era algo fácil ni sencillo y aún le quedaban pasar muchos más obstáculos de los que ella se imaginaba. No constaba solamente de leer un par de libros y ya está, se necesitaba de un estudio constante diario, practicar la energía interior y saber cómo utilizarla y moldearla... eso llevaba su tiempo y es lo que al parecer ella no entendía. Claro que el camino más fácil era conseguir la “magia” por métodos poco ortodoxos y peligrosos que podrían acabar muy mal para ella, había gente que cegados por el poder de la magia habían perdido algo más que sus vidas en pos de ese poder y lo habían perdido todo. No había que jugar con fuego y aunque sabía que ella estaba un poco desanimada porque no obtenía los resultados que ella quería no debía dejar que cayera en esos pensamientos. Ella no era capaz de entender que era un proceso largo y que apenas había comenzado a recorrer ese camino, su desesperación por conseguir lo que ella quería no le dejaba ver que estaba dando pequeños pasos aunque ella no viera los resultados, no se podía hacer en meses el trabajo que llevaba de años... entendía que quería tener magia y saber utilizarla pero ella quería volar cuando ni siquiera sabía andar y eso no podía hacer. Yo ya no sabía cómo decirle que todo esto llevaba tiempo, yo no aprendí la magia de la noche a la mañana y fueron muchos años de estudio, de aprendizaje, de caídas contra el suelo, de golpizas que solo hacían que siguiera hacia delante. Yo tardé años y ella también tardaría en lograrlo pero si le ponía empeño y dedicación lo lograría, solo necesitaba una paciencia que al parecer no tenía y que se le había agotado. Ella decía que quería y necesitaba sentir la magia así que yo, para que viera que la magia no era solo una sensación chispeante que te recorría el cuerpo sino que también había algo de dolor pues se tiene que pagar un sacrificio para ello, hice que sintiera esas chispas que ella mencionaba, pero también hice que sintiera el dolor y el cansancio que sentías cuando practicabas la magia. Te restaba energía y dolía y a eso también tendría que acostumbrarse.
Tan solo duró unos segundos la sensación pero los suficiente para que supiera lo que era, sin embargo ella parecía buscarle otros sentidos y negué con la cabeza con una sonrisa ante sus palabras, Gaïa era atrevida y algo descarada cuando quería y ya lo había mostrado cuando su hermano vino a verla e hizo que durmiera con aquel trozo de tarta para pedirme que la tomara frente a su hermano, tenía esa chispa picante que no muchas mujeres tenía y que me gustaba y divertía de ella. Lo mejor sería seguir nuestro camino y dirigirnos hacia la siguiente tienda que era donde habían los mejores libros de hechicería, habían más libros pero esa tienda se especializaba en eso en concreto y al igual que la anterior también estaba oculta a ojos de los demás. Se levantó y tiró de mi mano para que me levantara yo también, lo hizo tan fuerte que al estar en pie su cuerpo quedó pegado contra el mío por el tirón que dio y su sonrisa se ensanchó en sus labios, podía ver un toque pícaro en su mirada y enarqué una ceja porque a saber qué estaba pensando en esos momentos. Acercó tanto su rostro al mío que sus labios se rozaron de forma breve con los míos por apenas un par de segundos, su aliento cálido impactó contra mis labios sus ojos me miraron de forma pícara mientras se reía buscándome y tentándome, sonreí ante ese juego que se traía entre manos y la dejé hacer divertido para ver a dónde llevaba aquello. Tomó mi brazo para salir del local y dirigirnos de nuevo hacia la calle donde el sol iluminaba y aportaba calor a aquel día, la gente paseaba por la ciudad haciendo sus compras ajenos totalmente a nosotros dos. Fue entonces cuando me pidió lo que quería aunque más que comprarlo quería que se lo hiciera, enarqué una ceja dejando que se explicara escuchando sus palabras. Quería que le hiciera un colgante que la protegiera cuando estuviera en peligro, un “campo de fuerza” lo había llamado ella y eso me hizo reír durante un par de segundos para dejar que se siguiera explicando. Sabía que vendía sus conocimientos en hierbas en la calle, que incluso visitaba al burdel para proporcionarle a las cortesanas hierbas para que no pudieran quedar embarazadas y así seguir con su trabajo... sabía que la noche tenía muchos peligros y la idea no era tan absurda dado que cualquiera podría hacerle algo, y los vampiros y los licántropos podían hacerle daño. Crearle un collar como el que me pedía no era algo que me supusiera demasiado y a ella podría ayudarla. La contemplé un par de segundos con una ceja alzada para ver qué intenciones tenía para con ese colgante o si solamente se trataba de lo que había dicho.
-No es muy difícil hacer lo que me pides, es un conjuro sencillo y tan solo necesitaría un colgante que fuera tuyo para que el hechizo funcionase. Te daría un “campo de fuerza” pero este tan solo duraría durante unos segundos en los que te daría tiempo a escapar o a huir, pero no te escondería a otros ojos –expliqué por si era eso exactamente lo que ella quería- ¿es eso lo que quieres? –Pregunté mirándola porque antes no había querido nada y ahora me venía con aquella petición que haría solo porque sabía que la calle y la noche eran peligrosos para una mujer como ella y era mejor estar protegida. Sonreí de lado cuando dijo que si se lo hacía se portaría bien a lo que reí entre dientes- tú no te portas bien ni durmiendo Gaïa, en ese viejo truco no voy a caer –sonreí de lado pero luego borré mi sonrisa cuando siguió con la idea de aquel frasco de magia del que le había advertido- no, no saldría para nada bien. Créeme he visto los efectos que ese frasco puede hacer y perder el alma solo será el principio de tu fin, lo perderás todo y no obtendrás lo que anhelas y deseas porque la magia oscura tiene como propósito destruir, no crear –aclaré para que me entendiera- el precio que se paga no es con nuestra energía sino con sangre, con tu alma y con tu vida. Sigue estudiando los libros y practicando, que te los sepas de memoria no quiere decir que con eso puedas hacer magia, apenas has comenzado en este largo camino que te va a llevar años y debes de entenderlo y comprenderlo ya, los milagros no existen y todo requiere de su esfuerzo y dedicación... aún te queda mucho por aprender pero vas mejorando, aunque tú no lo veas yo sí lo puedo notar –aclaré para dejarle claro que eso era lo mejor, luego me reí de sus palabras- no tengo miedo de que me hagas algo Gaïa, al contrario, la que debería de temerme eres tú –concluí tirando de ella para entrar en la siguiente tienda que le había dicho, como en la otra debíamos de pasar por otra tienda que hacía de “cortina” para la gente que no conocía su existencia y nos adentramos en su interior, allí habían muchos libros de magia que quizás pudieran ayudarle en su recorrido- escoge el que quieras.
Tan solo duró unos segundos la sensación pero los suficiente para que supiera lo que era, sin embargo ella parecía buscarle otros sentidos y negué con la cabeza con una sonrisa ante sus palabras, Gaïa era atrevida y algo descarada cuando quería y ya lo había mostrado cuando su hermano vino a verla e hizo que durmiera con aquel trozo de tarta para pedirme que la tomara frente a su hermano, tenía esa chispa picante que no muchas mujeres tenía y que me gustaba y divertía de ella. Lo mejor sería seguir nuestro camino y dirigirnos hacia la siguiente tienda que era donde habían los mejores libros de hechicería, habían más libros pero esa tienda se especializaba en eso en concreto y al igual que la anterior también estaba oculta a ojos de los demás. Se levantó y tiró de mi mano para que me levantara yo también, lo hizo tan fuerte que al estar en pie su cuerpo quedó pegado contra el mío por el tirón que dio y su sonrisa se ensanchó en sus labios, podía ver un toque pícaro en su mirada y enarqué una ceja porque a saber qué estaba pensando en esos momentos. Acercó tanto su rostro al mío que sus labios se rozaron de forma breve con los míos por apenas un par de segundos, su aliento cálido impactó contra mis labios sus ojos me miraron de forma pícara mientras se reía buscándome y tentándome, sonreí ante ese juego que se traía entre manos y la dejé hacer divertido para ver a dónde llevaba aquello. Tomó mi brazo para salir del local y dirigirnos de nuevo hacia la calle donde el sol iluminaba y aportaba calor a aquel día, la gente paseaba por la ciudad haciendo sus compras ajenos totalmente a nosotros dos. Fue entonces cuando me pidió lo que quería aunque más que comprarlo quería que se lo hiciera, enarqué una ceja dejando que se explicara escuchando sus palabras. Quería que le hiciera un colgante que la protegiera cuando estuviera en peligro, un “campo de fuerza” lo había llamado ella y eso me hizo reír durante un par de segundos para dejar que se siguiera explicando. Sabía que vendía sus conocimientos en hierbas en la calle, que incluso visitaba al burdel para proporcionarle a las cortesanas hierbas para que no pudieran quedar embarazadas y así seguir con su trabajo... sabía que la noche tenía muchos peligros y la idea no era tan absurda dado que cualquiera podría hacerle algo, y los vampiros y los licántropos podían hacerle daño. Crearle un collar como el que me pedía no era algo que me supusiera demasiado y a ella podría ayudarla. La contemplé un par de segundos con una ceja alzada para ver qué intenciones tenía para con ese colgante o si solamente se trataba de lo que había dicho.
-No es muy difícil hacer lo que me pides, es un conjuro sencillo y tan solo necesitaría un colgante que fuera tuyo para que el hechizo funcionase. Te daría un “campo de fuerza” pero este tan solo duraría durante unos segundos en los que te daría tiempo a escapar o a huir, pero no te escondería a otros ojos –expliqué por si era eso exactamente lo que ella quería- ¿es eso lo que quieres? –Pregunté mirándola porque antes no había querido nada y ahora me venía con aquella petición que haría solo porque sabía que la calle y la noche eran peligrosos para una mujer como ella y era mejor estar protegida. Sonreí de lado cuando dijo que si se lo hacía se portaría bien a lo que reí entre dientes- tú no te portas bien ni durmiendo Gaïa, en ese viejo truco no voy a caer –sonreí de lado pero luego borré mi sonrisa cuando siguió con la idea de aquel frasco de magia del que le había advertido- no, no saldría para nada bien. Créeme he visto los efectos que ese frasco puede hacer y perder el alma solo será el principio de tu fin, lo perderás todo y no obtendrás lo que anhelas y deseas porque la magia oscura tiene como propósito destruir, no crear –aclaré para que me entendiera- el precio que se paga no es con nuestra energía sino con sangre, con tu alma y con tu vida. Sigue estudiando los libros y practicando, que te los sepas de memoria no quiere decir que con eso puedas hacer magia, apenas has comenzado en este largo camino que te va a llevar años y debes de entenderlo y comprenderlo ya, los milagros no existen y todo requiere de su esfuerzo y dedicación... aún te queda mucho por aprender pero vas mejorando, aunque tú no lo veas yo sí lo puedo notar –aclaré para dejarle claro que eso era lo mejor, luego me reí de sus palabras- no tengo miedo de que me hagas algo Gaïa, al contrario, la que debería de temerme eres tú –concluí tirando de ella para entrar en la siguiente tienda que le había dicho, como en la otra debíamos de pasar por otra tienda que hacía de “cortina” para la gente que no conocía su existencia y nos adentramos en su interior, allí habían muchos libros de magia que quizás pudieran ayudarle en su recorrido- escoge el que quieras.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
La confianza se había forjado entre ellos, él no sólo era su mentor, se habían convertido en cómplices y compañeros de batalla, él...le ayudaría a emprender este largo y duro camino. Aún le quedaba tanto por aprender, conocer y vivir, de qué mejor manera...a su lado, codo con codo. Una sonrisa se dibujó en los labios de la aprendiz al oír que le ayudaria con el hechizo, no se lo hubiese pedido si no fuese necesario y lo necesitaba. Si en alguno de sus intercambios, no lograse escapar de esos seres sobrenaturales, lo pagaría con su vida. No podía arriesgarse más, hasta ahora todo salió bien, la última vez no tuvo tanta suerte, gracias a su ingenio y a la ilusión que creó, pudo lograr escapar...pero ¿y la próxima vez?
-Lo sé, será momentáneo. Intenté crear un campo de energía, de apenas unos metros pero...no canalizo toda la energía que debo y termino con las puntas del pelo chamuscadas-se echó a reír, realmente divertida, sus orbes azules buscaron las ajenas, tan natural y viva, un torbellino de alegría y positividad-Sí, eso quisiera. Me ayudaría a no jugarme el cuello...aunque creo que necesitaré más de un hechizo de esos para volver a casa, sana y salva... quién sabe si un día, te quedas si tu aprendiz. Estoy segura... muy segura de que estarías mejor sin mí -
Frunció ligeramente el ceño, sin perder la sonrisa. No, no se portaba bien nunca, jamás le pidió nada y estaba en su derecho negarse a hacerle tal conjuro. Y si necesitaba un colgante, tendría que hacerse con uno, Rose tenía muchos pero no contaría como es uno propio por lo que el conjuro sólo le valdría a la verdadera dueña del collar en cuestión. Resopló, no muy convencida de que fuese tan buena idea, algo tan simple acababa de convertirse de lo más complicado.
-La magia oscura, si sabes utilizarla , te llevaría al fin que desees. Me he informado sobre ello, he leído todos esos libros. Sólo aquel que posee un poder infinito sería capaz de manejar a la oscuridad. Ni tú ni yo tenemos poderes infinitos... por una vez no me siento tan vacía e incompleta -sus intenciones por lo oscuro acaparaban su cabeza pero sabia perfectamente que si sucumbía a la oscuridad... terminaría atrapándote para siempre -Me olvido de lo oscuro...está bien -alzó ambas manos, rindiéndose... lo importante para ella ahora era el colgante en cuestión -No tengo colgantes, Logan. No tengo nada ¿Recuerdas? Si le pido alguno o lo robo no sería mío...-se encogió de hombros, abandonando la idea de obtener aquel hechizo protector.
Su mirada, le observó en silencio, a medida que se perdía en la tienda. Los pasos de Gaïa se perdieron en una dirección totalmente opuesta. Sonrió, ampliamente al ver la gran cantidad de libros pero … tendría que leerlos así que un suspiro...escapó de sus labios, maldiciendo por lo bajo ¿elegir un libro? ¡si ya tenía muchos! Pero...a caballo regalado no le mires el diente. Paseó el índice por la segunda estantería del tercer pasillo hasta detenerse en un libro de tapa dorada con pequeños dibujos en el borde. Muy bonito.
-Pues...te elijo a ti, veamos que tienes -con cuidado, pasó hoja por hoja...el idioma no lo conocía pero al menos podía leerlo -Anruek satoe amorise venite, comeas esete, aliset -enarcó una ceja, el tono de voz empleado fue muy suave, los pasos de Logan se acercaban a ella... y al girarse, sus miradas se encontraron, Gaïa no sólo había elegido. El libro lo había hecho.
-Lo sé, será momentáneo. Intenté crear un campo de energía, de apenas unos metros pero...no canalizo toda la energía que debo y termino con las puntas del pelo chamuscadas-se echó a reír, realmente divertida, sus orbes azules buscaron las ajenas, tan natural y viva, un torbellino de alegría y positividad-Sí, eso quisiera. Me ayudaría a no jugarme el cuello...aunque creo que necesitaré más de un hechizo de esos para volver a casa, sana y salva... quién sabe si un día, te quedas si tu aprendiz. Estoy segura... muy segura de que estarías mejor sin mí -
Frunció ligeramente el ceño, sin perder la sonrisa. No, no se portaba bien nunca, jamás le pidió nada y estaba en su derecho negarse a hacerle tal conjuro. Y si necesitaba un colgante, tendría que hacerse con uno, Rose tenía muchos pero no contaría como es uno propio por lo que el conjuro sólo le valdría a la verdadera dueña del collar en cuestión. Resopló, no muy convencida de que fuese tan buena idea, algo tan simple acababa de convertirse de lo más complicado.
-La magia oscura, si sabes utilizarla , te llevaría al fin que desees. Me he informado sobre ello, he leído todos esos libros. Sólo aquel que posee un poder infinito sería capaz de manejar a la oscuridad. Ni tú ni yo tenemos poderes infinitos... por una vez no me siento tan vacía e incompleta -sus intenciones por lo oscuro acaparaban su cabeza pero sabia perfectamente que si sucumbía a la oscuridad... terminaría atrapándote para siempre -Me olvido de lo oscuro...está bien -alzó ambas manos, rindiéndose... lo importante para ella ahora era el colgante en cuestión -No tengo colgantes, Logan. No tengo nada ¿Recuerdas? Si le pido alguno o lo robo no sería mío...-se encogió de hombros, abandonando la idea de obtener aquel hechizo protector.
Su mirada, le observó en silencio, a medida que se perdía en la tienda. Los pasos de Gaïa se perdieron en una dirección totalmente opuesta. Sonrió, ampliamente al ver la gran cantidad de libros pero … tendría que leerlos así que un suspiro...escapó de sus labios, maldiciendo por lo bajo ¿elegir un libro? ¡si ya tenía muchos! Pero...a caballo regalado no le mires el diente. Paseó el índice por la segunda estantería del tercer pasillo hasta detenerse en un libro de tapa dorada con pequeños dibujos en el borde. Muy bonito.
-Pues...te elijo a ti, veamos que tienes -con cuidado, pasó hoja por hoja...el idioma no lo conocía pero al menos podía leerlo -Anruek satoe amorise venite, comeas esete, aliset -enarcó una ceja, el tono de voz empleado fue muy suave, los pasos de Logan se acercaban a ella... y al girarse, sus miradas se encontraron, Gaïa no sólo había elegido. El libro lo había hecho.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Sabía lo peligroso que era jugar con la magia negra y sobre todo con lo que aquel frasco contenía, frasco que no sabía por qué lo tenía Marie en su tienda y mucho menos por qué lo tenía en su mostrador como si nada. Era muy peligroso si alguien lo cogía, no por lo que pudiera pasarle, sino por lo que podría hacer con dicho poder. La oscuridad era tentadora en todos los sentidos, era como si pudiera escudriñar en las mentes de las personas buscando aquello que más anhelaba o lo que más le hacía falta hasta tal punto de que te seducía para que cayeras en su propia trampa, solamente eran engaños que ejecutaba para que cayeran y la oscuridad pudiera apoderarse de ellos, así era más fácil controlarlos y someterlos a su oscura voluntad. No era un juego ni una tontería, yo había experimentado a lo largo de mi vida con la oscuridad, se podría decir que era un nigromante porque utilizaba más la magia negra que la blanca, pero no había sucumbido de esa forma ante el poder de lo que contenía aquel frasco... eso era algo que ni hechiceros como yo podían controlar, dudaba que alguien pudiera hacerlo y no quería ni pensar lo que podría hacer si Gaïa cogía ese frasco y lo utilizaba en su propio beneficio. Perder el alma sería lo mejor que pudiera pasarle pero lo que hiciera con ella o con sus seres queridos... la oscuridad era retorcida y era mejor dejarle claro que no era el camino a seguir. Sí, podría darle la sensación de que tenía el poder que ella ansiaba y que estaba buscando desesperadamente, pero no duraría, tan solo sería una ilusión efímera que acabaría sucumbiéndola por completo y perdería toda humanidad para convertirse quizás en un espectro, sin alma y a merced de algo maligno que utilizaría su cuerpo como enlace. Tendría que hablar con Marie para que quitara eso de la tienda, no debía de exhibirlo de esa forma pero al menos había podido haberle hecho entrar en razón a ella de que no era una buena idea, lo que ella quería tenía un coste y un sacrificio pero con el tiempo podría obtenerlo... tendría que tener paciencia porque no era cuestión de chasquear los dedos y ya saber lanzar hechizos, debía de controlar muchas cosas antes de que eso pasara y era mejor que lo tuviera claro. Nunca le dije que fuera fácil, siempre le advertí que le costaría y no le estaba mintiendo para nada... pero ella era obstinada y a veces no escuchaba aunque me dijera lo contrario.
Al menos lo que me pedía no era tan descabellado como yo creía en un principio, un colgante con el que pudiera protegerse cuando salía de noche con los peligros que había. Aún le quedaba mucho por aprender, y sobre todo, a aprender a canalizar la energía que teníamos porque apenas había comenzado con su recorrido. Era normal que sus hechizos no fueran tan fuertes y que se desvanecieran con rapidez, las primeras veces costaba pero con el tiempo y práctica se iba mejorando. La miré cuando dijo que no tenía nada para ofrecerme para hacerle el colgante, tenía que ser algo de ella para que surtiera efecto porque pensaba ligarlo a su energía, así sería más fácil mantener el hechizo por más tiempo o al menos el tiempo necesario para que escapara de ese lugar y se pusiera a salvo. Lancé un suspiro mirando la tienda en la que estábamos, llena de libros de hechizos y dejé que mirara para luego enarcar una ceja cuando me dijo que la magia oscura la llevaría al fin que ella desease y ya iba a reprocharle cuando al menos me hizo ver que no sería capaz de manejarla, ni ella ni nadie que yo conociera podría hacerlo... esos eran palabras mayores y no quería averiguar qué pasaría de utilizarla. Tampoco entendía, ni dije nada, cuando comentó que estaría mejor sin ella... estaba claro que estaba desanimada y yo no sabía –ni quería, tampoco- lidiar con aquello porque no se me daba especialmente bien, yo ya le había dicho todo cuanto necesitaba saber para seguir adelante, no era un hombre que expresara emociones y sentimientos y más bien era frío, no daba muestras de afecto así que me mantuve al margen y no hice nada algo que era característico en mi persona. Bajé mis ojos para contemplarla mientras pensaba qué podríamos utilizar para hacer ese colgante, cualquier cosa suya me valdría.
-Me valdría cualquier cosa mientras que sea tuya, si es tuya y no es prestada puedo enlazarla mejor con tu energía para que el hechizo dure durante más tiempo. Los objetos con el paso del tiempo acaban adquiriendo parte de nuestra energía, por lo que podría de alguna forma amplificar la duración de hechizo –dije mientras yo mismo iba revisando los libros que allí había, le había dicho que podía escoger el libro que quisiera porque seguramente cualquiera de los presentes la ayudaría por lo que dejé que anduviera por el lugar. Cogí uno de los libros entre mis manos y lo abrí leyendo su contenido, ese ya lo tenía. Pasados unos cuantos minutos sin saber dónde se encontraba Gaïa fui en su búsqueda, escuché que murmuraba algo y seguí el sonido de su voz... por lo que decía tenía que ser algún hechizo, ¿qué estaría haciendo ahora?- ¿Gaïa? –Pregunté atravesando uno de los pasillos encontrándola junto a una estantería llena de libros, cuando esta terminó de hablar y cerró el libro hubo algo en el ambiente que fue diferente, un pico que pude notar perfectamente y que supe que algo había hecho con aquel libro, ¿en qué lío se habría metido ahora? Fue entonces cuando se giró en mi dirección donde nuestros ojos se encontraron que supe, de alguna forma, que algo había sucedido por la forma en la que tuvo de mirarme. El ambiente volvió a cambiar de nuevo volviéndose algo más cálido, como más tentador.... ella no me apartaba la mirada y yo enarqué una ceja- ¿qué es lo que has hecho? –Me acerqué a ella quien no me apartaba la mirada y tomé el libro entre mis manos buscando esas palabras que había pronunciado. Parecía como si estuviera en un trance y finalmente fijé mis ojos en los suyos, enarcando una ceja por ello- ¿qué has leído? –No sabía lo que había sido pero estaba claro que algo relacionado con su persona, y empezaba a intuir con la mía también, porque no me quitaba la vista y su sonrisa se pintaba en sus labios. Seguramente al no tener todo el poder necesario para lanzar aquel hechizo no hubiera alcanzado su efecto, aunque sí lo suficiente como para afectarle a ella.
Al menos lo que me pedía no era tan descabellado como yo creía en un principio, un colgante con el que pudiera protegerse cuando salía de noche con los peligros que había. Aún le quedaba mucho por aprender, y sobre todo, a aprender a canalizar la energía que teníamos porque apenas había comenzado con su recorrido. Era normal que sus hechizos no fueran tan fuertes y que se desvanecieran con rapidez, las primeras veces costaba pero con el tiempo y práctica se iba mejorando. La miré cuando dijo que no tenía nada para ofrecerme para hacerle el colgante, tenía que ser algo de ella para que surtiera efecto porque pensaba ligarlo a su energía, así sería más fácil mantener el hechizo por más tiempo o al menos el tiempo necesario para que escapara de ese lugar y se pusiera a salvo. Lancé un suspiro mirando la tienda en la que estábamos, llena de libros de hechizos y dejé que mirara para luego enarcar una ceja cuando me dijo que la magia oscura la llevaría al fin que ella desease y ya iba a reprocharle cuando al menos me hizo ver que no sería capaz de manejarla, ni ella ni nadie que yo conociera podría hacerlo... esos eran palabras mayores y no quería averiguar qué pasaría de utilizarla. Tampoco entendía, ni dije nada, cuando comentó que estaría mejor sin ella... estaba claro que estaba desanimada y yo no sabía –ni quería, tampoco- lidiar con aquello porque no se me daba especialmente bien, yo ya le había dicho todo cuanto necesitaba saber para seguir adelante, no era un hombre que expresara emociones y sentimientos y más bien era frío, no daba muestras de afecto así que me mantuve al margen y no hice nada algo que era característico en mi persona. Bajé mis ojos para contemplarla mientras pensaba qué podríamos utilizar para hacer ese colgante, cualquier cosa suya me valdría.
-Me valdría cualquier cosa mientras que sea tuya, si es tuya y no es prestada puedo enlazarla mejor con tu energía para que el hechizo dure durante más tiempo. Los objetos con el paso del tiempo acaban adquiriendo parte de nuestra energía, por lo que podría de alguna forma amplificar la duración de hechizo –dije mientras yo mismo iba revisando los libros que allí había, le había dicho que podía escoger el libro que quisiera porque seguramente cualquiera de los presentes la ayudaría por lo que dejé que anduviera por el lugar. Cogí uno de los libros entre mis manos y lo abrí leyendo su contenido, ese ya lo tenía. Pasados unos cuantos minutos sin saber dónde se encontraba Gaïa fui en su búsqueda, escuché que murmuraba algo y seguí el sonido de su voz... por lo que decía tenía que ser algún hechizo, ¿qué estaría haciendo ahora?- ¿Gaïa? –Pregunté atravesando uno de los pasillos encontrándola junto a una estantería llena de libros, cuando esta terminó de hablar y cerró el libro hubo algo en el ambiente que fue diferente, un pico que pude notar perfectamente y que supe que algo había hecho con aquel libro, ¿en qué lío se habría metido ahora? Fue entonces cuando se giró en mi dirección donde nuestros ojos se encontraron que supe, de alguna forma, que algo había sucedido por la forma en la que tuvo de mirarme. El ambiente volvió a cambiar de nuevo volviéndose algo más cálido, como más tentador.... ella no me apartaba la mirada y yo enarqué una ceja- ¿qué es lo que has hecho? –Me acerqué a ella quien no me apartaba la mirada y tomé el libro entre mis manos buscando esas palabras que había pronunciado. Parecía como si estuviera en un trance y finalmente fijé mis ojos en los suyos, enarcando una ceja por ello- ¿qué has leído? –No sabía lo que había sido pero estaba claro que algo relacionado con su persona, y empezaba a intuir con la mía también, porque no me quitaba la vista y su sonrisa se pintaba en sus labios. Seguramente al no tener todo el poder necesario para lanzar aquel hechizo no hubiera alcanzado su efecto, aunque sí lo suficiente como para afectarle a ella.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Libros , libros, libros y más libros. ¿Es que tendría que estar toda su santa existencia leyendo? Siempre había algo que aprender pero ya le parecía casi obsesiva la fijación de su maestro con los textos. No era hechicera, sabía canalizar la energía, algún que otro hechizo básico pero de ahí a que algo le saliese bien...imposible. Estaba completamente chiflada, esa expresión, se la había oído en más de una ocasión a Frinch, pobre hombre...lidiar con ella suponía un rato de tortura para el criado y siempre terminaba siendo una aventura que contar, exceptuando algunos detalles.
El libro en cuestión, lo cerró de golpe, sin previo aviso como una niña que acababa de ser pillada por un adulto. No hizo nada, o eso creía, sólo leyó un párrafo ¿qué iba a hacer mal? Si seguramente hasta lo había leído mal y a medias. Resopló, lo que provocó que su flequillo se apartase de sus ojos azules, el Conde la reclamaba, seguro para recomendarle algún libro con su correspondiente regañina “Es peligroso”, “No se juega con la magia negra”, “No te pongas nerviosa, lee bien”. Estaba acostumbrada a ya no sólo releer todo libro que entraba en la mansión, también leía por su cuenta más que nada recetas y sus propios apuntes.
La idea de dedicarse a la gastronomía cada vez era más imposible, desistió de ello, ¿quién iba a contratarla? No tenía referencias, menos...experiencia en una industrial. Y fue oír su nombre cuando se giró, de golpe ¿qué pasaba ahora? Ni que fuese a liar ningún embrollo, siempre , SIEMPRE, tenía cuidado ¿por qué no se fiaba de ella? Por muchas razones y una...fue justo aquella. Las palabras pronunciadas, provocaron que sus ojos se aclarasen, volviéndose más claros y vidriosos, sólo como punto de fijación la imagen del hechicero.
¿Brillaba? Con pequeños destellos rosados, morados...y esa sonrisa burlona que le pareció lo más hermoso que había visto en toda su vida. ¿Dessde cuándo Logan lucía tan especialmente atractivo? Un hecho que le atrayese, desde el primer segundo la tensión entre ambos fue más que notoria pero...lo de ese momento no fue sólo una necesidad fisiológica. Atontada, ensimismada en el tono suave de su voz, se acercaba...cada vez más, ¡estaba tan cerca! Podía oler su perfume, a canela con ese toque amargo del chocolate más puro. Ronroneó sólo con imaginar cómo sabría su piel, los ojos de la picara madre tierra se paseaban sin control por cada centímetro de su rostro.
-Leer. Pues un libro de esos...¡no me regañes! ¿quieres? Sólo te miraba...digo miraba, ¡quiero este! - “te quiero a ti, en mi cama a todas horas”, con el libro en alto, sobre su cabeza, los ojos de la joven se perdieron en los ajenos, mirándole intensamente... -Tienes un hoyuelo en la barbilla, ¿lo sabías? Y estás más guapo sonriendo que regañándome, podrías... regalarme algo tú, para lo del hechizo, para lo que tú quieras -lo último lo ronroneó acortando las distancias, al darse cuenta del detalle, la mano libre la paseó por su pecho, tomando su mentón -¿Estás preocupado por mí, Logan? ¿Puedo llamarte Logan? Como tú me digas, tú mandas
Una risita, un leve rubor ¿qué diablos estaba haciendo? No podía controlarlo, la atracción hacia él era tan fuerte, le tomó del brazo para que fuesen a pagar... con una gran sonrisa, estaba rara, sí...pero tan sumamente adorable y tierna que era imposible no quererla en ese estado.
-Estás muy flaco -aprovechó que pagaba el libro para pasear la palma por el trasero del hechicero a la atenta mirada de los compradores, no le importó, es más le dio un pellizco en una de sus nalgas -Cómo me gusta tocarte...tocar cosas... ¿qué? ¿no me compras el libro? No hay quién te entienda, por ti...me leo todos si hace falta -de lo más rara...sin duda.
El libro en cuestión, lo cerró de golpe, sin previo aviso como una niña que acababa de ser pillada por un adulto. No hizo nada, o eso creía, sólo leyó un párrafo ¿qué iba a hacer mal? Si seguramente hasta lo había leído mal y a medias. Resopló, lo que provocó que su flequillo se apartase de sus ojos azules, el Conde la reclamaba, seguro para recomendarle algún libro con su correspondiente regañina “Es peligroso”, “No se juega con la magia negra”, “No te pongas nerviosa, lee bien”. Estaba acostumbrada a ya no sólo releer todo libro que entraba en la mansión, también leía por su cuenta más que nada recetas y sus propios apuntes.
La idea de dedicarse a la gastronomía cada vez era más imposible, desistió de ello, ¿quién iba a contratarla? No tenía referencias, menos...experiencia en una industrial. Y fue oír su nombre cuando se giró, de golpe ¿qué pasaba ahora? Ni que fuese a liar ningún embrollo, siempre , SIEMPRE, tenía cuidado ¿por qué no se fiaba de ella? Por muchas razones y una...fue justo aquella. Las palabras pronunciadas, provocaron que sus ojos se aclarasen, volviéndose más claros y vidriosos, sólo como punto de fijación la imagen del hechicero.
¿Brillaba? Con pequeños destellos rosados, morados...y esa sonrisa burlona que le pareció lo más hermoso que había visto en toda su vida. ¿Dessde cuándo Logan lucía tan especialmente atractivo? Un hecho que le atrayese, desde el primer segundo la tensión entre ambos fue más que notoria pero...lo de ese momento no fue sólo una necesidad fisiológica. Atontada, ensimismada en el tono suave de su voz, se acercaba...cada vez más, ¡estaba tan cerca! Podía oler su perfume, a canela con ese toque amargo del chocolate más puro. Ronroneó sólo con imaginar cómo sabría su piel, los ojos de la picara madre tierra se paseaban sin control por cada centímetro de su rostro.
-Leer. Pues un libro de esos...¡no me regañes! ¿quieres? Sólo te miraba...digo miraba, ¡quiero este! - “te quiero a ti, en mi cama a todas horas”, con el libro en alto, sobre su cabeza, los ojos de la joven se perdieron en los ajenos, mirándole intensamente... -Tienes un hoyuelo en la barbilla, ¿lo sabías? Y estás más guapo sonriendo que regañándome, podrías... regalarme algo tú, para lo del hechizo, para lo que tú quieras -lo último lo ronroneó acortando las distancias, al darse cuenta del detalle, la mano libre la paseó por su pecho, tomando su mentón -¿Estás preocupado por mí, Logan? ¿Puedo llamarte Logan? Como tú me digas, tú mandas
Una risita, un leve rubor ¿qué diablos estaba haciendo? No podía controlarlo, la atracción hacia él era tan fuerte, le tomó del brazo para que fuesen a pagar... con una gran sonrisa, estaba rara, sí...pero tan sumamente adorable y tierna que era imposible no quererla en ese estado.
-Estás muy flaco -aprovechó que pagaba el libro para pasear la palma por el trasero del hechicero a la atenta mirada de los compradores, no le importó, es más le dio un pellizco en una de sus nalgas -Cómo me gusta tocarte...tocar cosas... ¿qué? ¿no me compras el libro? No hay quién te entienda, por ti...me leo todos si hace falta -de lo más rara...sin duda.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: La primera clase- Privado Logan Tisdale +18
Había llevado a Gaïa para que pudiera encontrar un libro y que pudiera llevárselo, en esa tienda siempre encontraba cosas muy interesantes y acudía a ella muchas veces para comprar nuevos libros que pudieran servirme con la magia para seguir mejorando, un mago siempre debía de seguir practicando y mejorando con la magia que poseía porque siempre debía de estar en constante movimiento, no era fácil olvidar los hechizos pero cuando se llevaba un tiempo sin magia al final acababas perdiendo no solo práctica, sino el poder para lanzar los hechizos... sobre todo los más peligrosos de todos. Por eso era bueno mantener siempre una buena energía interior, saber canalizarla, fundirla con el entorno para utilizarlo a tu favor y mantener la mente despierta y hábil para poder estar atento al peligro. A ella aún le quedaba un largo recorrido por delante para poder empezar a controlar la magia, siempre le había dicho que era muy complicado el camino que había tomado pero que con paciencia y perseverancia podría lograrlo... pero ella quería pasar de no saber siquiera andar a empezar a volar y eso no podía ser porque era muy complicado, la magia no se basaba en aprender un par de cosas y ya saber utilizarla por completo, requería de temas complejos que a veces se tardaban años en aprenderlos y aunque ella lo sabía a veces bien sabía que quería tirar por lo fácil, como la idea de la magia negra con la que le había sobrevolado la idea, pero era peligroso porque podías perder mucho más que el alma y acabar reducido a la nada... no sería la primera vez que veía que pasaba algo como eso en una persona, que sus ansias de poder fueran tan grandes que lograra sucumbir ante lo más evidente y más fácil. Pero no podía dejar que ella hiciera eso, no porque en cierto sentido también me estaría condenando a mí y eso era algo que no iba a permitir por nada del mundo. Nadie dijo que fuera a ser fácil pero igualmente ella sabía muy bien las consecuencias al decidir aprender la magia, y yo no era una persona que estuviera constantemente encima de las demás ni dándole los ánimos constantemente, porque yo no los recibí en su momento y porque todas esas cosas me hastiaban por completo, me eran bastante tediosas y que ya la hubiera animado varias veces era más de lo que cualquiera podría obtener de mí. No me gustaba la gente que se hacía la “víctima” y que se quejaba constantemente por lo que si pretendía que yo estuviera para recogerla cada vez que caía estaba muy equivocada.
Le había dicho que cogiera el libro que quisiera para poder irnos mientras pensaba en la idea de si algo que yo le diera funcionaría para el hechizo que ella me había pedido, quizás si pudiera resultar efectivo. Fue cuando había pasado un tiempo sin saber nada de ella la busqué entre los pasillos del lugar hasta que finalmente di con ella, aunque había algo extraño que la rodeaba y que tenía que ver con el cambio que sentía en su aura sobre todo, que me hacía pensar sobre el libro que llevaba en sus manos mientras su mirada se clavaba en la mía, cuando me acerqué y cogí el libro preguntándole qué era lo que había hecho supe, al leer la página por la que estaba abierto, lo que había pasado y enarqué una ceja por ello.... de entre todas las páginas ¿había tenido que leer precisamente ese hechizo? Claro que al no tener el poder necesario su hechizo no había surtido efecto y , como si de un espejo se tratara, le había dado de rebote a ella mientras la miraba y ella a su vez me miraba de esa forma y sus palabras como si se contradijera a si misma era un síntoma de aquel hechizo que había lanzado. Negué con la cabeza mientras decía que quería ese libro y lo tomé entre mis manos pensando que bastante había hecho con tal libro cuando sus palabras hicieron que ladeara ligeramente la cabeza. ¿Un hoyuelo? Sin duda los efectos ya empezaban a notarse Acortó la distancia mientras me ronroneaba de forma seductora, su mano ascendía por mi pecho hasta llegar a mi mentón cogiéndolo entre sus dedos, me preguntó si estaba preocupado por ella llamándome por mi nombre algo que no solía hacer demasiado porque siempre me trataba con respeto, sin embargo con aquel hechizo parecía encontrar la valentía que a veces le faltaba y ahora estaba más envalentonada de lo normal. Enarqué una ceja observándola pensando en cuánto duraría los efectos del hechizo si tenía en cuenta que le había salido mal y esperaba que no le durase demasiado.
-Eres mi aprendiz, tendré que preocuparme por lo que haces ¿no? –Dije en respuesta a su pregunta mientras ella no se apartaba de mi cuerpo- puedes llamarme Logan, pero no te acostumbres a ello. Venga, vamos a pagar por el libro –dije haciendo un movimiento con mi mano para que empezara a andar hacia el mostrador, tenía las mejillas sonrojadas y una risa salía de sus labios, por suerte me hizo caso y llegamos hasta el mostrador para pagar por el libro cuando me dijo que estaba flaco, a lo que yo la miré de reojo y negué con la cabeza porque tenía exactamente la constitución que quería tener, y para nada me consideraba que lo estuviera en absoluto, Fritz se encargaba de alimentarme bastante bien. Aprovechando sus palabras su mano se pasó por mis nalgas y, sin esperarlo, pellizcó una a lo que tomé su muñeca para que se estuviera quieta. No me importaba lo que pudieran pensar los demás pero sabía que su actitud era provocada por el hechizo, al igual que las palabras que salían de sus labios- estate quieta Gaïa, sí voy a comprarte el libro –sonreí de lado- oh, no me darás el gusto leyéndote absolutamente todo –dije con cierta ironía mientras finalmente pagaba por el libro y salíamos de la tienda bajo la mirada de algunos hechiceros que acudían a esa tienda “escondida” por lo mismo que había acudido. Tras salir de nuevo a la calle la mire de forma fija durante unos segundos- ¿no crees que estás un poco.... rara? –pregunté para ver qué era lo que me respondía- más bien, ¿sabes por qué estás así? –Pregunté para ver si sabía que era por el efecto del hechizo o no siquiera se acordaba ya de esa parte.
Le había dicho que cogiera el libro que quisiera para poder irnos mientras pensaba en la idea de si algo que yo le diera funcionaría para el hechizo que ella me había pedido, quizás si pudiera resultar efectivo. Fue cuando había pasado un tiempo sin saber nada de ella la busqué entre los pasillos del lugar hasta que finalmente di con ella, aunque había algo extraño que la rodeaba y que tenía que ver con el cambio que sentía en su aura sobre todo, que me hacía pensar sobre el libro que llevaba en sus manos mientras su mirada se clavaba en la mía, cuando me acerqué y cogí el libro preguntándole qué era lo que había hecho supe, al leer la página por la que estaba abierto, lo que había pasado y enarqué una ceja por ello.... de entre todas las páginas ¿había tenido que leer precisamente ese hechizo? Claro que al no tener el poder necesario su hechizo no había surtido efecto y , como si de un espejo se tratara, le había dado de rebote a ella mientras la miraba y ella a su vez me miraba de esa forma y sus palabras como si se contradijera a si misma era un síntoma de aquel hechizo que había lanzado. Negué con la cabeza mientras decía que quería ese libro y lo tomé entre mis manos pensando que bastante había hecho con tal libro cuando sus palabras hicieron que ladeara ligeramente la cabeza. ¿Un hoyuelo? Sin duda los efectos ya empezaban a notarse Acortó la distancia mientras me ronroneaba de forma seductora, su mano ascendía por mi pecho hasta llegar a mi mentón cogiéndolo entre sus dedos, me preguntó si estaba preocupado por ella llamándome por mi nombre algo que no solía hacer demasiado porque siempre me trataba con respeto, sin embargo con aquel hechizo parecía encontrar la valentía que a veces le faltaba y ahora estaba más envalentonada de lo normal. Enarqué una ceja observándola pensando en cuánto duraría los efectos del hechizo si tenía en cuenta que le había salido mal y esperaba que no le durase demasiado.
-Eres mi aprendiz, tendré que preocuparme por lo que haces ¿no? –Dije en respuesta a su pregunta mientras ella no se apartaba de mi cuerpo- puedes llamarme Logan, pero no te acostumbres a ello. Venga, vamos a pagar por el libro –dije haciendo un movimiento con mi mano para que empezara a andar hacia el mostrador, tenía las mejillas sonrojadas y una risa salía de sus labios, por suerte me hizo caso y llegamos hasta el mostrador para pagar por el libro cuando me dijo que estaba flaco, a lo que yo la miré de reojo y negué con la cabeza porque tenía exactamente la constitución que quería tener, y para nada me consideraba que lo estuviera en absoluto, Fritz se encargaba de alimentarme bastante bien. Aprovechando sus palabras su mano se pasó por mis nalgas y, sin esperarlo, pellizcó una a lo que tomé su muñeca para que se estuviera quieta. No me importaba lo que pudieran pensar los demás pero sabía que su actitud era provocada por el hechizo, al igual que las palabras que salían de sus labios- estate quieta Gaïa, sí voy a comprarte el libro –sonreí de lado- oh, no me darás el gusto leyéndote absolutamente todo –dije con cierta ironía mientras finalmente pagaba por el libro y salíamos de la tienda bajo la mirada de algunos hechiceros que acudían a esa tienda “escondida” por lo mismo que había acudido. Tras salir de nuevo a la calle la mire de forma fija durante unos segundos- ¿no crees que estás un poco.... rara? –pregunté para ver qué era lo que me respondía- más bien, ¿sabes por qué estás así? –Pregunté para ver si sabía que era por el efecto del hechizo o no siquiera se acordaba ya de esa parte.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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