Y el mundo se deshace para nosotros dos (Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Viernes 7:00 PM.

Cuando Denver detuvo la carrosa, sus manos ateridas por el frío le dolían mientras sostenía las cuerdas que controlaban a los caballos. Se quedó unos momentos sin moverse soplándose las manos en un vano intento de calentarse, el cliente sólo le había dado la indicación de dejar a Anuar en el borde del camino y regresar por donde había llegado. Pero ¿Como iba a dejar a ese jovencito en medio de un bosque en el borde de un camino que no llevaba a ninguna parte sin nisiquiera un candelabro? De repente se encontró pensando en lo peor. ¿Y si el cliente lo que quería era asesinarlo y que no hubiesen testigos? Porque en ese lugar hinóspito sería la carnada perfecta, el cuerpo podría ser escondido y jamás encontrado por la policía...

¿Tendría el chico una deuda pendiente con algún señor poderoso? ¿Estaría metido en un lio pasional? Pobre muchacho, con esa carita inocente que tenía. Denver comenzaba a sentir el remordimiento de consciencia carcomiéndolo por dentro, pero él era sólo un conductor ¿Que podía hacer para cambiar el destino oscuro de ese pobre y desnutrido joven?

- Hemos llegado - Anunció bajándo del carruaje buscando un candelabro y encendiéndolo para Anuar quien en algún momento del viaje se había metido dentro del carruaje de nuevo. Karl había dormido un par de horas también y se rascaba los ojos mientras bajaba el baúl con provisiones y lo depositaba en el suelo. El cliente además había dicho que el baúl se quedaba en ese lugar con Anuar.

- Fue un placer escoltarle hasta este lugar monsieur Dutuescu - Comenzó Denver con una sonrisa - Ahora yo debo volver... que Jesus y la virgen le protegan en su infinita misericordia - . Finalizó con un gesto bastante religioso y volviéndo a montar al carruaje, el viaje de regreso sería tedioso, así que probablemente su hijo le relevaría conduciéndo los caballos mientras el dormía un poco.

Debía estar acostumbrado a la indiferencia de Anuar, pero lo cierto era que, cada vez volvía a sorprenderse de lo cortante y directo que podía ser. La hipocresía no era uno de los defectos del chico, Soren a veces tenía la impresión de que se haría matar antes de adular a alguien con una mentira o negar alguna de sus convicciones. A veces se decían pequeñas mentiras para agradar a la gente, había aprendido aquello con el tiempo, porque cuando era humano solía decir las cosas tal y como le salían del corazón, pero sólo le causaba problemas.

-Yo... bueno... - Quedó desarmado frente a las palabras de Anuar, directo como una bala de cañón, ese humano siempre sabía como cogerlo con la guardia baja – No es... que no quisiera...es que... no estoy seguro de que sea el momento apropiado – Murmuró sintiéndose inseguro y nervioso, como si no hubiese pasado ya dos noches seguidas con ese chico 'conviviendo' juntos.

Observó el caballo que continuaba notablemente nervioso, los equinos eran criaturas diurnas, debía sentirse nervioso además por tan extraño horario en el que le habían puesto a pastar y obviamente por su presencia – No lo se... ¿Te gustaría conservarlo? - Preguntó y entonces pensó en lo estúpido que había sonado eso, teniendo en cuenta que Anuar vivía en un apartamento en la ciudad, no habría forma de tener un caballo – P-puedes venderlo... - Agregó intentando darle sentido a su premisa – Podríamos encontrarle un buen dueño o dejarlo simplemente por aquí en el bosque... sólo necesita hiervas para comer, así que creo que podría sobrevivir sólo sin muchos problemas -

Bajó la cabeza observando sus pies, dudando si reanudar con el tema o no, Anuar acababa de decir que ya no quería saber lo que tenía que decir – Anuar... ¿Aún quieres saber? - Preguntó dubitativo.

-me gustaría…pero no puedo- confeso con calma acariciando el corto pelaje del animal, peinado su crin con las manos y revolviendo sus dedos entre su cuerpo, aquel musculoso y bien torneado que seguramente los granjeros añorarían por días enteros, pero la forma en como se habia esmerado en salir del los limites de la granja le hacia suponer el mal trato que se le otorgaba aunque y a simple vista lucia en perfectas y optimas condiciones, podría venderlo por una alta suma de dinero, aunque no le apetecía hacerlo.

-si tan solo pudiese contestarnos- murmuro extrañado por su preocupación por aquel equino y no estaba seguro porque, quizas porque sin su ayuda no hubiesen logrado salir del granero y quzias fuese el quien hubiera sido atravesado por los balines, quizas por haberle ayudado a llevar al vampiro a la cabaña con tanta rapidez, o por el simple hecho de haber sido fiel a sus deseos, ser libre aunque aquello significara no tener ya un techo bajo el cual dormir, agua y comida a todas horas, nadie podia adorar sus cadenas aunque fuesen estas de oro puro.

-quiero saber, pero no quiero escuchar si tus palabras tienen lugar en mi molestia- asevero observándole por el rabillo del ojo –deberias aprender a no cumplir todos mis caprichos ¿sabes?- le cuestiono sonriendo de medio lado, porque podría decirse y no negaba que aquellas ansias de conocer no eran mas que un mero capricho momentáneo , con los días quizas lo olvidaría aunque mas probable era que la curiosidad lo impidiese con uñas y dientes –si me lo vas a decir porque deseas hacerlo te escuchare pero no por cualquier otro motivo, entonces será mejor que te guardes tus palabras- le indico andando hacia el, beso la punta de su nariz alzando su rostro por el mentón –no me e enojado contigo…que no seas eso lo que te incita a hablar- murmuro observando detenidamente la herida en su vientre.

Se quedó muy quieto y en silencio escuchando lo que Anuar decía, dudoso por la ambigüedad de sus acciones en relación con sus palabras, a veces no lograba entender las intenciones del chico y si estás estaban realmente ligadas a sus pensamientos, cerró los ojos cuando el chico estuvo demasiado cerca y había sentido sus labios en la nariz. Sonrió torpemente cuando lo escuchó decir que no estaba enojado, Soren suspiró, no había pensado que estaba enojado, pero si quizás algo molesto.

-E-entonces puedo decírtelo en otro momento sin problemas ¿verdad? - Confirmó, queriendo estar completamente seguro, le pasó ambas manos por los hombros y se acercó a él, pegando su cuerpo suavemente, porque no quería ser brusco y lastimarse dejándose llevar por el impulso, llevaban casi 3 días juntos y habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo, se preguntaba si...

Se quedó de nuevo en silencio inclinando un poco su rostro, ignorando el caballo y el mundo a su alrededor, buscando fuerzas para preguntar aquello – Anuar... - Comenzó a decir con un susurro que casi se lo lleva el viento nocturno - ¿Como te has sentido estos días? - Preguntó finalmente, entonces se dio cuenta de que su pregunta en si misma era ambigua – Quiero decir... se que no hemos tenido mucha suerte en la granja... pero aparte de eso... nunca habíamos pasado tanto tiempo juntos y esto... bueno, podría llamarse 'convivencia' ¿no? No se si estes cansado de verme tanto... -

Soren recordaba haber leído en alguno de sus libros que las relaciones cambiaban enormemente cuando la pareja comenzaba a vivir junta, verse todos los días, caer en la rutina y descubrir las cosas del otro que antes eran un misterio, hacían a muchas parejas romper o distanciarse. Sólo habían sido 2 días, Soren se preguntaba si, no sería demasiado y si Anuar, quien siempre había estado acostumbrado a vivir por su cuenta, no se sentiría un poco hostigado.

-si…supongo que si- asevero encogiéndose de hombros se preguntaba si para aquel entonces la curiosidad no lo habría devorado ya por completo, dejado como vestigios de existencia la ropa que vestía y su apartamento, las memorias instaladas en las mentes ajenas, tales era el caso de tan pocas personas que con una mano y sobrantes podia contarlas, gente que realmente se enteraría de su desaparición que quizas buscándole o no podrían decir que ellos conocían al hombre que sin dejar rastro habia desaparecido, el hombre del cual nadie habia hablado jamás.

Le escucho con atención rozando su mejilla con suavidad contra el rostro y cabellos del vampiro, los que resplandecían en contraste con los platinados ases que manaban como lluvia del cielo -¿cansarme?...no se si pueda llegar a hacerlo, pero por el momento todo con lo que me has dejado es con ganas de mas- asevero rodeando su espalda con aquellas brazos rígidos ahora por el saco que los cubría.

-creo yo que te basas demasiado en tus libros- aseguro acercando sus labios al oído del vampiro, dejando escapar su cálido aliento que apenas y en contacto con el ambiente se volvía gélido, abrió y cerró los labios repetidas veces intentando encontrar las palabras adecuadas para manifestar su sentir y pensar, a veces no era bueno haciendo aquello y otras sorprendía con frases que hacían alarde a la calidad de pensamientos que surcaban su mente dada la ocasión.

-¿no te has percatado ya que cada historia es diferente? ¿Por qué deberíamos tomar las otras como bases? Deberíamos escribirla nosotros mismos- aseguro con calma comprendiendo, que era el quien debía encaminarle en esos temas, el quien jamás habia sido el estereotipo de hombre o persona usual, de marido perfecto o novio de sueños, el quien jamás se habia preocupado por seguir un camino estipulado o no, se preocupaba ahora por llevar consigo a aquel ilustre vampiro que habia caído de un árbol para su encuentro, una intromisión en su vida nada usual y la cual recordaba con alegría.

Solo el fuerte ruido de las herraduras del equino sobre el suelo le hizo recordar donde estaban y como la gélida ventisca le cortaba la piel como navajas, enrojeciendo su nariz y mejillas no con el rubor de la vergüenza sino con la secuela de un rojo pardo que al tocar tenia el tacto del hielo. Le solto con lentitud girando hacia el caballo, observando con aquellos orbes color de miel y otras color de oro, de no poseer aquella calma bien podrían confundirse con los ojos de un demonio -¿crees que el hombre del carruaje lo quiera si le pido que lo cuide bien?...¿o le gustaría mas esta libertad? Estaría siempre solo…pasaría noches frias y quizas ayunos…¿Qué seria mejor?- le cuestiono ladeando levemente el rostro, era una total incógnita, su preocupación por el animal comenzaba a rebasar los limites de lo deseado, no era posible que se preocupase tanto por un ser como aquel, un animal de carga y mas nada…

Soren había sentido inseguridad toda su vida, irónicamente cuando estaba vivo parecía ser un chico más duro, de esas personas tercas e impenetrables. Una vez vampiro muchas cosas habían ido cambiando, él mismo había evolucionado con su contexto y había cambiado su manera de ver el mundo y a las personas, sin embargo la inseguridad siempre había estado presente como su marca personal. Se había dado cuenta de que , desde que conocía a Anuar había tenido que enfrentar una y otra vez esa sensación y en más de una vez había tenido que confiar en ese chico humano sin tener ninguna garantía.

En aquel momento, sintiendo su aliento cálido acariciando el costado de su rostro, diciendo aquellas palabras, volvía a sentirse de esa manera, con esa necesidad absurda de creer en él y en todo lo que decía. Su falta de seguridad se debía a su propia convicción de no creerse una buena persona, de sentirse como un monstruo, una abominación, alguien distinto y por lo tanto el miedo a ser juzgado fomentaba la creencia de que nunca podría llegar a satisfacer las necesidades de otra persona.

-¿En serio? - Murmuró con una sonrisa de alivio – Tienes razón... - Agregó con voz suave – Sólo te preguntaba porque... no quería hostigarte – Finalizó, entonces el equino los interrumpió con sus movimientos y Soren se quedó pensando en lo que decía Anuar.

- No se si pueda sobrevivir sólo, pero los caballos salvajes de Norte America, viven solos en las praderas, también las cebras y antílopes en Africa... pero este animalito a vivido con humanos quizás mucho tiempo, puede que adaptarse al mundo salvaje le sea difícil y no sepa valerse por si mismo – Explicó observando al caballo con atención, le acarició la crin lentamente, sintiendo el cabello suave, aunque por supuesto no tan suave como el de Anuar – Mmm... me parece que tu idea es buena, el señor Denver parece usar los caballos sólo para tirar de los carruajes y la otra noche que vi sus corceles, estaban todos en muy buen estado, parece que les alimenta bien y les baña, podría ser un buen trabajo – Esta vez se giró hacía el caballo y le dirigió la palabra - ¿Que te parece? ¿Te gustaría conseguir un nuevo trabajo o vivir con este joven tan apuesto? - Agregó refiriéndose a Anuar.

El caballo sólo resopló, sacudiendo la cabeza por los mosquitos.

-el dia que lo hagas te hare saber saber, antes no te preocupes por ello- asevero apaciblemente soltándole para escuchar lo que tenia por decirle, los conocimientos habían sido siempre su mas grande anhelo, la forma de resguardarse del mundo que le rodeaba, intentando hacerle diminuto e inservible, porque saber de que se habla o en defecto de lo que hablan los demás le hacia sentir que estaba todo bajo control, que nada de lo que dijera podia estar mal y por defecto no podia extinguirse en la inmensidad que era aquel globo terráqueo.

-¿no viven con sus iguales?- le cuestiono pensándolo unos instantes, negó restándole importancia al asunto, viviesen solos o en familias en punto era dejarle a su suerte aunque habia una diferencia abismal entre dejarle sabiendo que nunca mas podría estar con un igual aunque…no era el único caballo que habia escapado del establo quizas les buscarían arduamente dia y noche por los altos pinos y rocosos barrancos.

Enarco una ceja divertido por el adjetivo que habia osado colocarle –no deberías decirlo tanto, algun dia dejare de ser…si esque ahora soy- asevero nisiquiera seguro de creerse el mismo apuesto quizas inusual, pero de carisma tenia poco aun menos de galantería, era el tipo de persona que uno volteaba a ver por ser diferente al resto no porque su rostro fuese el de adonis.

-no podría quedármelo, en mi piso nadie mas puede vivir ademas no son animales para estar encerrados- suspiro ampliamente encaminándose al animal, sacudiendo sus manos sobre su cabeza para alejar aquellos animalejos de tan brioso ser –lamentablemente solo podría dejarte con aquel hombre…- le indico al animal acariciando entre sus ojos hasta llegar cerca de sus orejas, rechino mostrándole la dentadura bien cuidada, dejando dar de llano contra su rostro, como un puñetazo, el fétido olor de estos.

-o quizas dejarlo seria mejor…seguramente los demás de la granja no están demasiado lejos- le indico al vampiro no sabiendo que hacer.

Soren se alegró de saber que Anuar sería lo suficiéntemente sincero con él como para decirle ese tipo de cosas que a simple vista parecían tan incómodas. Esperaba también poder retribuir también esa misma sinceridad y ser capaz de decir las cosas que le molestaban, recordaba que en la primera cita, se había quedado callado frente a muchas cosas que le habían incomodado, especialmente al final, cuando quiso acompañarlo de regreso al apartamento y se había sentido rechazado.

-Si... viven juntos, los caballos salvajes al igual que todos los antílopes, viven en grupos numerosos, así pueden proteger a sus potros de los depredadores, si sienten una amenaza, hacen un circulo alrededor de los potros y patearán con fuerza a quien se acerque – Comentó con voz de catedrático – Pero dudo mucho que nuestro Equino rebelde, consiga acoplarse a un grupo de caballos salvajes, quizás ni siquiera perteneció a alguno y nació en la ciudad, puede que la Yegua que le parió también trabajara en la granja -

Se quedó mirando el caballo con seriedad – No puedo comunicarme con él a este nivel – Comentó a Anuar – Antes te dije que podía hablar con los animales, pero todo depende de la inteligencia de cada criatura, de por si dominar el don de lenguas es complejo, es aún más si el interlocutor tiene un razonamiento más limitado que el tuyo -

Escuchó lo que dijo Anuar y se quedó unos momentos en silencio – No se si estaré loco... pero me pareció que el caballo quería escapar de allí... ¿notas como se pone de nervioso cuando estoy cerca? Me sorprende que me hubiese permitido montarle... es como si una cebra le diera una vuelta a un león en su lomo ¡es ilógico! - Explicó y luego agregó – A no ser de que sea un cambiaformas – Dio un momento de dramatismo a lo que acababa de decir y luego rió - ¿Quieres dar una vuelta en él antes de que decidamos que hacer? -

-¿Qué dices? Quizas el tenga mayor inteligencia- sonrio de medio lado negando con tranquilidad incalculable, se meso con suavidad los cabellos metiéndose los dedos a la boca y soplando el calido aire, comenzaban a sentirlos entumidos o a no sentirlo, como quisiese verse aquello, escondió entonces sus manos entre sus ropas sus dientes no castañeaban ni su cuerpo temblaba pero su rostro estaba entumecido al igual que toda parte de su piel que quedase al descubierto.

-a mi también me pareció, quizas no le trataban bien en ese lugar- se encogió de hombros apoyando su cuerpo contra el del equino, el cual sin moverse sacudió la cabeza ondeando la larga crin en el aire -¿pueden también ser caballos?- le cuestiono con curiosidad solo conocía a Sophia en ese estado y era un diminuto minino cuando lo deseaba, desconocía en que otros animales podia cambiar un ser como aquel o si podían hacerlo en mas de uno.

Habia estado repasando la posibilidad en su cabeza desde que habia salido de la cabaña pero no sabia si era correcto dejar al vampiro porque el caballo parecía no pensar en darle una segunda vuelta a dicho cazador y la herida en su estomago quizas le impidiese subir y disfrutar de su trote –no tardare- asevero en voz baja buscando la forma de subir en el equino, lo observo unos instantes como esperando una respuesta al final se sujeto con las manos trepando a como Dios le daba a entender, termino sujeto al cuello del animal con el torso recargado sobre su lomo, enderezándose y observando el panorama.

El caballo movio las patas unos instantes como si se preparase para la indicación y salir asi en un rápido trote.

- ¿Me estás diciendo tonto? - Exclamó también con una sonrisa. - La verdad es que no he conocido a ninguno que pueda transformarse en caballo, sólo conozco a madame Lit y al Agente Colfer... sólo bromeaba - Explicó con el mismo tono tranquilo. Vio como Anuar intentaba montar el caballo y finalmente quedaba sobre él, al animal no parecía importarle la presencia del intruso sobre él, eso era bueno, Soren no quería que Anuar cayera y se partiera el cuello.

- No te preocupes - Exclamó rápidamente - Tómate el tiempo que quieras, la casa está hecha un desorden, iré a limpiar un poco y bueno... tampoco me conviene cabalgar con la herida, no quiero que vuelva a abrirse - Explicó dándole una palmadita al caballo que de inmediato dio un par de pasos y se apartó cabalgando hacía el frente de la casa - Me odia...- Comentó Soren encogiéndose de hombros y caminando hacía la casa.

Comenzó a subir los peldaños de madera y se giró para despedirse de Anuar meneando la mano al aire. - ¡Ten cuidado! - Exclamó en un grito antes de entrar en la casa y cerrar la puerta trás de si.

-¡Debí darle un beso! ¡Que tonto soy! - Exclamó tras la puerte llevándose una mano a la frente y haciéndo una mueca de decepción, luego observó el desorden con frustración. Si devolvía la cabaña toda manchada de sangre ¿Que pensaría el dueño? seguro que le abrían una investigación o algo parecido, no podía darse ese lujo, así que buscó un trapo en la cocina y algo de jabón para comenzar a sacar las manchas de los muebles.

Apreto con suavidad sus piernas contra las costillas del animal produciendo un suave trote en el mismo, se sujetaba a como podia procurando acompasar su cuerpo a los movimientos del animal dada la incomodad de cabalgar sin montura para hacerlo, aunque aquello no parecía incomodar en la medida de lo debido ni al equino ni al humano, sentía el gélido aire rebanarle el rostro, ondeando sus opacos cabellos y los del caballo, absurdo habia sido pensar que debía poseer un nombre antes de partir, asi por lo menos jamás lo olvidaría.

Comenzó a andar por el camino por el cual habían llegado aunque de lado contrario a donde la granja debía aun alzarse, si su orientación no fallaba, lo cual se dudaba bastante, andaba quizas hacia algun próximo pueblo, aunque sus intenciones no eran aquellas solo deseaba apreciar la belleza del panorama sobre el lomo de tan prominente ser ¿no cabalgaban sobre ellos los antiguos guerreros? Los caballeros templarios y en las cruzadas, cuando los españoles habían conquistado América, acaricio su alargado cuello percatándose de cómo su piel sufría espasmos quizas por la frialdad de su tacto.

-¿Por qué le evitas tanto?- le cuestiono observándole de soslayo no pretendiendo que el animal pudiese comprender mucho menos esperando una respuesta de su parte, no dudaba de su inteligencia mas habia que comprender los limites que cada especie poseía -¿es en verdad asi de malo?...yo creo que no ¿no puedes ver adentro de las personas? ¿no esta mi alma mas manchada que la suya?- el animal agito la crin relinchando, pateando el suelo y andando sin mas, no comprendía su lenguaje e intentar descifrarlo seria un imposible amenos que quisiera ofrecer su vida a ello.

-¿o esque tu ves lo que a mis ojos es invisible?- suspiro ampliamente enredando sus manos entre el pelaje del animal aquel que cual sedosa melena caia sobre su cuello dándole un aire de magnificencia difícil de describir –podemos volver cuando desees- asevero con calma recibiendo por respuesta un trote mas constante y rápido ¿Qué habría mas alla?

Escuchó el trote del caballo alejánose de la cabaña con su fino oído y mientras le escuchaba alejarse, se preguntaba si habría sido buena idea dejar al humano ir sólo. Dio un suspiro y se llevó la palma de la mano para golpearse la frente con ella. - Calma ya tonto, es lo suficiéntemente grande como para cuidarse sólo -
Caminó por la sala hasta la cocina y estrajo un balde con agua, en ella sumergió el trapo, humedeciéndolo bien con el jabón. Dejó el balde en medio de la sala y se agachó suavemente intentando no hacer mucho esfuerzo en su estómago, para comenzar a pasar el trapo por las manchas.

Al comienzo las manchas no saliéron fácilmente, era sangre seca desde el día anterior, pero luego de repasar una y otra vez, haciéndo cada vez más y más presión en ellas con el jabón, fueron sediendo y desapareciendo lentamente. Perdió la cuenta de cuantas veces fue por nueva agua y nuevo jabón, cuantas veces tuvo que lavar el trapo ensangrentado hasta que finalmente el mueble había quedado más o menos como cuando lo encontraron.

La fogata se había apagado, pero eso a Soren no le importaba mucho, pues su calor no era algo que él necesitara. El único calor que su cuerpo parecía necesitar (aunque esto sonara ilógico y extraño) era el calor que emanaba del cuerpo de su amante.

- Amante, como me gusta como suena - Murmuró con una sonrisa tonta, encaminándose a la habitación, abrió ambas puertas de par en par para permitir algo de aire entrar al recinto y también un poco de luz. La cama como esperaba estaba manchada de sangre también, aunque no tanto como el mueble, porque cuando se acostó en la cama la hemorragía ya había parado, se acomodó sobre la misma y repitió la acción que había acabado de hacer.

De repente se encontró tatareando una vieja canción vikinga, famosa en su tierra natal.

No supo bien cuando pero en algun momento del trayecto su mente se habia despegado de su cuerpo volviéndose liviana, podia observar sus rojizos cabellos desde arriba, sus manos sujetas al animal y su cuerpo agitarse al compas de los movimientos del equino, con la crin ondeando sobre sus brazos como un suave murmullo, produciéndole aquella suave sensación de la seda contra la piel, un leve cosquilleo que se desprendía de el al recorrerle hasta la planta de los pies.

Y mas arriba podia ver el bosque de pinos que los rodeaban, con el sendero de piedras en medio de aquella verdosa inmensidad que mas parecía una plasta de hojas y manchones cafeses que eran dada la ocasión el tronzo o las ramas semi secas, el olor le penetraba por la nariz refrescándole los pulmones sacando por un segundo toda la carga de la vida urbana, el polvo de los edificios y el ruido de los carruajes, el bullicio de la gente y las falacias de los altos gobernantes que mas que parecer personas lucían como aquellos personajes interpretados en las ostentosas obras que se presentaban en el teatro, jamás había puesto un pie dentro y no creía jamás llegar a hacerlo.

El ruido de otros casquillos golpeando el suelo a lo lejos de hizo caer de golpe sobre su cuerpo nuevamente, como un objeto antes liquido que se acopla al recipiente sobre el cual le vierten, sintió mover su interior de un lado a otro hasta encontrar la forma correcta de permanecer, observando por encima de su hombro de donde provenían dicha presencia, vislumbro a lo lejos la silueta de dos caballos tirando una maltrecha carreta con un hombre, o mujer, a lo lejos no lograba descifrar aquello, sujetando una lámpara de grasa de algún animal, hasta donde se encontraba llegaba el olor a quemado.

La carreta no tardo en ponerse a su lado observo entonces a un hombre al frente, con las piernas recogidas por el frio y una manta sobre los hombros, la luz de la vela rodeada de cristales y solo con un diminuto orificio por el cual entraba el oxigeno impidiéndole consumirse, permitía ver su rostro, uno joven y ennegrecido por el cansancio aunque pálido por la falta de sol, parecía haber pasado toda su vida bajo una mina, ensuciándose con el carbón y no habiendo visto jamás el astro rey, sus ojos negros destellaban como dos piedras valiosas sobre aquel tosco rostro, con el mentón partido y los pómulos sobresalientes, las mejillas y nariz enrojecidos, cuarteándose por el viento que como navajas golpeaban su piel.

Detrás una mujer de no mayor edad que el joven de enfrente sujetaba a sus costados unos botes metálicos escucho el contonearse del liquido dentro de ellos, el camino era pedregoso y el andar irregular –buenas noches- escucho decir de los labios de la mujer en un lenguaje que no conocía -¿A dónde se dirige?- le cuestiono entonces en francés al ver el desentendimiento de su rostro. Se lo pensó unos instantes antes de encogerse de hombros.

-quizás quiera hacernos compañía hasta la llegada al pueblo, no es bueno viajar tan solo- asevero la joven irradiando una sonrisa que permitió ver su amarillenta dentadura. El pelirrojo asintió sin afán. Les acompaño pues en el trayecto de ida al pueblo, con el sonido de las herraduras como melodía y una charla entrecortada entre ambos, el joven de adelante parecía no hablar o no inmutarse en su presencia, quizas era sordo o quizas era mudo, lo que fuese no era de su incunvencia.

-¿a que ha venido entonces?- le escucho cuestionar observando a lo lejos la primera humilde casa y mas alla otra y otra, hasta que el panorama que cubrió de viviendas –yo…estoy de vacaciones- murmuro observando que el joven se giraba y le decía algo por vez primera a la mujer al oído, algo que no comprendió ni a sus oídos llego por error.

-ya veo…iremos a un puesto de panes, conocemos al dueño seguramente nos atenderá- le indico dejando la carreta fuera de una casa con el olor de la levadura y la masa cocina impregnada en las paredes y el exterior, como un manto que esperaba ser descubierto por alguien –ven- le indico la mujer bajando con un hábil salto, sus pies descalzos le hicieron dudar de su procedencia accediendo al final a bajar del equino y andar detrás de ella por la parte trasera de la casa. En algún momento del recorrido la joven se perdió de vista un golpe sobre la puerta de madera le hizo girar el derredor, una silueta se escabullo hacia el frente y algunas risillas fueron audibles, no supo mucho mas cuando se encontraban retrocediendo al ver salir de la casa a un hombre molesto con ropa de dormir y el canoso bigote revuelto sobre su rostro.

-yo no fui- se apresuro a decir esquivando un coscorrón del robusto señor, se escabullo como la sombra hasta el frente rebuscando con la mirada al animal, rastro alguno habia ya de los dos jóvenes, la carreta o el equino, nada mas que el rumor de las herraduras calles lejanas –malditos- farfullo ceñudo, corriendo por la calle con el hombre profiriendo maldiciones y perjurios en su contra, no estaba dispuesto a perder el animal demasiado le habia costado ser libre.

Soren terminó de limpiar la cama mucho más rápido que el mueble y cuando hubo terminado todo el oficio se quedó observando la misma sintiendo ese inusual calorsito en su interior, esa cama ahora vacía, le recordaba que, había compartido por primera vez ese espacio con otra persona y que esa persona lo quería. Nunca se imaginó que una amarillo tan intenso se podría generar en su interior gracias a un detalle tan simple. Pero ahí estaba, contemplando un objeto inanimado que connotaba demasiadas cosas para su existencia, un paso gigante para el tipo de idiota que solía ser.

Se pasó los siguientes minutos caminando por la casa sin nada más que hacer, hasta que decidió salir al pórtico de nuevo, se recostó en el barandal de madera observando la luna que ahora parecía un arco de plata delgadito, el viento ondeaba gentilmente sus cabellos, trayéndole susurros que no podía decifrar, quizás si pudiese entender al viento, aprendería cosas increibles, el viento era testigo de todo lo que pasaba ¿no?, seguro sería como una especie de guru. Cuando le pareció que había pasado una eternidad comenzó a preguntarse a que horas regresaría Anuar y si cabalgaría por el resto de la noche. Entonces como era de esperarse su mente comenzó a imaginarse mil cosas de lo que pudiese haberle pasado y comenzó a preocuparse ¿Le había pasado algo malo y por eso no volvía?, No Soren, tranquilo, sólo está entretenido con el paisaje ¿Y si calló del caballo y se partió una pierna? No Soren, el caballo parecía agradarle la presencia del humano ¿Y si unos gitanos ninjas lo habían secuestrado y escondido en algún recóndito?

No Soren, los gitanos no podrían ser nunca ninjas. Ambas culturas no tienen nada que ver. ¿Entonces porque se demoraba tanto? Se iba a resfriar si seguía en ese frio. Dejó escapar un largo suspiro, en momentos como ese era cuando se lamentaba de que el chico hubiese rechazado aquella vez, que crearan un lazo de sangre entre ambos. Si Anuar hubiese accedido a beber un poco de su sangre y se hubiese completado el ritual, sus mentes habrían quedado más conectadas y Soren podría sentir si el chico estaba en peligro o necesitaba ayuda. Pero no existía conexión alguna (de hecho sólo podía conectarse a la mente de Erkki) con él, así que lo único que podría hacer era aburrirse mientras esperaba que volviera.

Se puso de pie de repente con una determinación. ¡Esperaría media hora más! Si el chico no volvía, iría en su búsqueda, mientras tanto podría cazar otra vez, la sangre del conejo no era suficiente, era como un bocadillo antes del plato principal. Decidió entonces encaminarse de nuevo al bosque y matar el tiempo persiguiendo a un animal más grande, esta vez un infeliz zorro, corrió sintiendo que cada vez le dolía menos la herida, aunque seguía existiendo una pequeña molestia que en días desaparecería, hasta que inevitablemente el animal fue capturado. Bebió de él con una mueca de asco, como a un niño a quien le obligan a beberse una medicina para el daño de estomago y cuando terminó tuco que escupir un poco quedándose sentado en el suelo con expresión frustrada.

Cuando regresó a la cabaña, se encontró conque Anuar no había regresado. - Bien Soren ¡Ahora si puedes preocuparte! ¡En marcha! - Exclamó buscando la camisa que ya debía estar seca (o eso esperaba) y corriéndo por el camino por el que había visto a Anuar alejarse cabalgando.

El ojo de plata sobre el firmamento alumbraba su andar con precisión, las calles como listones luminosos le indicaban por donde seguir, porque el retumbar de los caballos y la carreta eran como un sendero de migas de pan pero no solo a el le incitaban a seguir sino, a todos los vecinos comenzaban a despertarlos, se maldijo unos instantes a si mismo por no haber logrado ver mas alla de sus intenciones mostradas, se estaban robando su caballo y aunque no por pertenencia por deseo el animal se habia quedado con el ¿Cómo habían logrado llevárselo entonces? Escucho un fuerte relinchido a su izquierda aunque el golpe de la carreta le indicaba que debía seguir derecho.

Se mordió el interior de la mejilla con fuerza siguiendo a su izquierda, apresurando el paso pues no deseaba perder al animal sencillamente por no esforzarse un poco mas, las piernas comenzaban a dolerle por el esfuerzo que producía en sus músculos, el frio aire punzaba en sus costillas desde el interior, con el rostro compungido logro al fin llegar donde la joven y el animal, deteniéndola con rapidez y nula rudeza, percatándose que aquel no era su caballo.

-¿Dónde lo has dejado?- le cuestiono a gritos soltando al animal y la mujer, a sus oídos no llegaban mas que el sonido de la risa estrafalaria que provenía de los labios ajenos, aquellos amarillentos dientes que ante la luna y las estrellas daban a su rostro la vista de una bruja de antaño, quizas querían al caballo para un ritual extraño, habia visto en algunos libros que para algunos sacrificios les hacían comer a los animales las entrañas de los sacrificados, un escalofrio le recorrió la espalda al pensarlo.

Y golpeando la parte posterior del animal para que este saliese cabalgando y la mujer detrás de el, retorno en sus pasos rebuscando nuevamente el sonido de la carreta para indicarle por donde andar. Giro sobre sus talones en un cruce de calles cerrando los parpados con fuerza y andando por su derecha, las ruedas de la carreta parecían distantes, un eco deformado por las lejanas calles, refunfuño a viva voz en su lengua natal, de poseer la capacidad de un brujo los habría maldecido ya seguramente.

-devuélvanmelo- bramo viendo pasar la carreta varias calles mas alla, apenas y una silueta difusa a la cual debía ahora perseguir, con las piernas adoloridas y el punzante dolor en el pecho salió corriendo detrás del joven que aparentemente era mudo y sin embargo habia conseguido planear aquello. Las casas encendidas comenzaban a alumbrar su rostro y decenas de ojos curiosos siguieron su andar, poco faltaba para salir del pueblo cuando sus pies habían subido a la carreta y su cuerpo se había abalanzado sobre el extraño haciéndoles caer a ambos por un costado del camino, al linde del pedregoso para partir.

-dame el caballo- exclamo al haber caído encima del, sujetando sus brazos y forcejeando uno con otro por levantarse, la mejilla del extraño exhibía ahora un corte con alguna piedra, sus piernas golpeaban las del pelirrojo y su cuerpo comenzaba a rodar -¡que me lo des!- sus manos lo soltaron levantándose con rapidez para andar hacia la carreta estática a un lado de ambos, cayo de bruces al suelo a los pies del caballo ajeno ante un tirón en el tobillo.

Un silbido produjo un golpeteo de herraduras contra el suelo, obligándole a rodar y gatear para no ser aplastado, se arrodillo apoyando sus manos en el suelo para erguirse nuevamente cuando una tacleada contra su espalda le había estampado al suelo.

En sus épocas de 'soldado' cuando trabajaba para el sherif, había tenido muchas misiones de espionaje en las que había tenido que seguir rastros a hombres lobo y a otros vampiros. Soren no se podía jactar de su buen sentido del olfato, porque comparado con un hombre lobo por ejemplo estaba en desventaja, pero más de 50 años en el oficio lo habían hecho un hábil observador. Irónicamente Soren parecía un torpe despistado la mayor parte del tiempo, pero se debía a que estando con la gente se abrumaba, se ponía nervioso y esa era su forma de actuar, pero estando sólo, había aprendido a hacer bien su trabajo como espía y gracias a las sabias tutorias de su superior, había aprendido a seguir huellas, determinar cosas que a simple vista eran invisibles.

Por eso estaba completamente seguro del camino que Anuar había tomado, había ido en sentido contrario a la granja, algo bastante sensato, debía agregar. Corrió disfrutando del viento contra su cara y cabello, siguiendo las pisadas que el caballo había dejado en la tierra del camino, notando luego de un buen trecho, que unas nuevas pisadas se habían unido, también notó las marcas de las ruedas, un carroza había corrido al lado de Anuar, no se imaginaba al pintor entablando una conversación casual con unos extraños en una carroza, aunque también cabía la posibilidad de que fueran amigos de Anuar, pero era una posibilidad muy poco probable, teniendo en cuenta la lejanía con Paris. Muy pronto divisó el pueblo y de un ágil salto trepó al techo de una casa humilde, observando las marcas en los caminos, siguiéndolas desde los techos, hasta dar con otra casa. Las marcas de los caballos se detenían allí, pero habían pisadas, saltó al suelo y se agachó al lado de las pisadas. Pequeñas, con tacón, una mujer concluyó y las otras, unas botas indudablemente masculinas.

De regreso las pisadas se agrandaban, lo que indicaba una carrera, alguien había corrido, algo había sucedido que les había hecho correr y Soren estaba a punto de descubrirlo, pues en esos instantes el hombre que anteriormente había salido de dicha casa apareció con tremenda escopeta gritando como loco – ¿Habeís vuelto por más malditos ladrones? - Gritó el hombre y Soren corrió tan rápido como pudo, hacía el callejón oscuro y así poder perderse en las sombras y saltar a la seguridad de otro de los techos, el hombre se quedó en la entrada apuntando a varias partes con el arma y el vampiro pudo escuchar los murmullos preocupados de la gente, cerró los ojo para concentrarse y las voces tomaron más claridad – Se ha vuelto cada vez más inseguro este pueblo – Decía una mujer en algúna de las casas cercanas - ¿Viste a ese pobre muchacho? Parecía tan bueno – Decía otra – No confío en hombres bonitos, siempre son los mejores ladrones – Dijo la voz áspera de un hombre.

Soren escuchó entonces el relincho de un caballo en la lejanía. No podía saber si era el caballo de Anuar o era cualquier otro y no tenía tiempo para intentar descifrarlo, sólo reaccionó sin pensar y tomando un buen impulso saltó hasta el próximo techo y continuó corriéndo abarcando toda la manzana en minutos.
¿Ya podemos preocuparnos en serio verdad Soren?

Con un último salto, Soren se encontró en el borde de una cornisa observando la carreta con los caballos y por unos momentos no entendió porque había una hombre sobre Anuar.

- ¡Hey! - Exclamó bajando colgado del a tubería, deslizándose por la pared, ignorando toda molestia por la herida, pues en ese momento no podía pensar en otra cosa que la seguridad de Anuar, con una de sus manos agarró al hombre por el hombro y lo empujó hacía atrás, no pensaba golpearlo, sin comprender bien la situación. Con lo sucedido con Eric había aprendido que actuar sin pensar era lo peor que podía hacer. - ¿¡Estás bien?! - Le preguntó a Anuar que continuaba en el suelo.

(( Lo he editado yo había entendido que era el hombre, pero me confundi cuando dijiste que era la mujer en el chat xD ))

Sentia la mejilla rasparse contra el empedrado hasta el grado de pensar que de seguir asi terminaría perforándosela y podría sentir lo salado y sucio de la roca contra su lengua, la idea no era placentera y no por menos seguramente seria dolorosa, sus manos rebuscaba las del joven intentando apartarlas de su rostro mientras golpeaba con los codos cualquier parte de su cuerpo que estuviese a su alcance.

Se levanto cuando el peso de encima se disipo, y una voz conocida le hico aliviarse y sentirse torpe ¿Cuántas veces mas debería salvarme? Dio un par de traspiés hasta el equino, buscando con rapidez las amarras que le encadenaban a la carreta, con un diminuto hilacho escarlata escurriéndose hasta sus labios, impregnando su comisura con aquel sabor metálico y amargo, se limpio de un manotazo mientras desataba las cuerdas y se alejaba unos pasos con el animal, el cual nervioso comenzó a mover las patas sin moverse de lugar.

-sisi estoy bien- murmuro azorado mientras intentaba tranquilizar al animal acariciando su terso lomo, mientras tanto la mujer de dientes amarillos regreso con el caballo sujeto por la rienda, farfullando maldiciéndoles en alguna lengua desconocida y golpeando el empedrado con los pies, como si pudiese dañarlo y asi sentirse mejor ella misma puesto que correr decenas de calles para atrapar al animal no habia sido cosa fácil y mucho menos divertida.

Y no eran los únicos en llegar el gentío que habia salido de su casa con lentitud se iban acercando a la escena, la carreta a medio camino, dos caballos con diversos dueños, se paso nuevamente la mano por la mejilla sacando cualquier rastro visible o no de sangre, aquella que ante la luna resplandecía con la intensidad de un diamante, un demasiado opaco quizás.

-quédate donde estas- le indico a la mujer que estática y atravesándole con la mirada permaneció a un lado del carruaje –deberíamos irnos- le indico a Soren no deseando pronunciar su nombre por miedo de ser reconocidos y quizas buscados en un futuro cercano, a nadie le gustaba fallar en un intento de hurto.

Soren se quedó quieto mientras veía como Anuar se levantaba rápidamente y se dirigía al caballo, entonces al fijarse bien en el animal, lo reconoció aunque lo viera borroso, era el caballo que ellos habían liberado (si, robar era una palabra que no le gustaba) de la granja, entonces era fácil deducir, que ese par de personas habían intentado quitárserlo a Anuar. Su ceño se frunció y tuvo el impulso de golpear al imbécil que estaba encima de su compañero cuando había llegado a la escena, pero el dulce, penetrante y absolutamente embriagador olor de la sangre de Anuar, hizo girar su rostro cual gato giraría el suyo ante una vitrina con pescado fresco.

Si Dios existía en el cielo, seguramente estaba poniéndosela difícil a propósito para probar su temple y autocontrol. El recuerdo del sabor abrumador de ese maná de los dioses lo sobrecogió y no pudo evitar que sus ojos se fijaran en la mejilla del chico, lacerada por las piedras del suelo.

Eso es, acéptalo. Eres un vampiro y hay ciertas cosas imposibles de controlar.

Se maldijo así mismo mentalmente por estar pensando en la sangre en un momento así en el que la vida de Anuar podía correr peligro y estaba tan concentrado en el deseo de beber (porque tenía que aceptar que el conejo y el zorro no le hacían sentir satisfecho) que no notó al molesto hombre de momentos atrás dirigirse hacía él para con todas sus fuerzas darle una tremenda patada en el estómago. La bota de cuero con punta de hierro, comúnmente usada por los mercenarios a sueldo, impactó de lleno en la zona aún en proceso de curación.

Un agudo dolor interrumpió el hilo de pensamientos de Soren y este cayó doblado de rodillas, con las manos bordeando el estómago y un quejido lastimero, algunas de las mujeres que se habían acercado a chismosear, dejaron escapar una exclamación cuando el hombre había golpeado al jovencito pálido.

El grito del vampiro le hizo girar sobre sus talones para observar la escena ignorando la proximidad de la mujer de amarillenta dentadura, las riendas resbalaron por sus manos y el caballo que por suyo creía relincho alzándose en las patas traseras, blandiendo su pesado cuerpo en contra de la mujer que sin mucho mas que hacer retrocedió resguardándose detrás del caballo que ella misma llevaba sujeto.

No intento sujetarlo nuevamente algo le decía que el animal no planeaba dejarlos solos y que tanto cuanto en sus patas cupiese mantendría a la mujer alejada de la escena mientras ellos resolvían que hacer con el otro joven de azabaches iris. El hombre se disponía a propiciar una segunda patada, el zapato de Anuar se estampo contra la pierna del joven que en el suelo seguía plantada, haciéndole perder el equilibrio y caer sobre uno de sus costados sobre el suelo, con un suave traqueteo de las piedras magullando su brazos.

Se acerco entonces a Soren sujetándole por uno de los brazos para tirar de el en dirección del caballo que moviéndose y pateando mantenía a la mujer a margen, incapaz de acercarse a ver como seguía su compañero, podrían ser familia o sencillamente dos extraños unidos por el afán de robar, podrían ser inclusive alguna especie de pareja disfuncional, podrían a verse conocido cuando niños, haber crecido juntos en la calle y desarrollado un lazo mas alla del familiar, saberse responsables el uno del otro y saber que robar era el único medio de sobrevivir, aun asi no planeaba entregar al caballo.

Sujeto las riendas alzando la mirada por vez primera, la mayor parte del pueblo los rodeaba ya en un medio circulo que le hizo sentirse extrañamente sofocado y encerrado, observado –porfavor vámonos- murmuro retrocediendo mientras el hombre se alzaba en pie buscándoles con la mirada para rematar nuevamente, no deseaba ser buscado por armar una revuelta en un pueblo del cual ni el nombre conocía aun.

El dolor lo cegó por segundos que le parecieron eternos, sintió como si se quemara por dentro desde la parte en donde el día anterior el proyectil había impactado y extenderse por todo el abdomen. En cualquier otro momento la patada de un humano no hubiera hecho más que provocarle una risita, pero sólo había pasado un día desde el incidente, era natural que su cuerpo aún no terminara de recuperarse (menos aún sin beber sangre humana). Sintió la presencia de Anuar a su lado, más porque el olor de la sangre del chico se intensificó por la cercanía, haciéndole girar el rostro, abriendo los ojos y pestañeando rápidamente.

Se incorporó apoyándose con una mano en el hombro de Anuar y cuando estuvo de pie, notó el desfavorable panorama, un montón de gente los rodeaba. Soren sintió como la piel se le ponía de gallina e inconscientemente se escondió tras Anuar como un cobarde. Como odiaba estar entre multitudes de gente, demasiadas señales e información llegaban a su cerebro al mismo tiempo, en su cabeza retumbaban los murmullos de todos ellos como claras palabras gritadas a sus oídos, a su nariz llegaban todos los olores y hedores de los distintos cuerpos, inclusive podía distinguir algunos tipos de sangre, gracias a pequeñas cortadas que uno que otro tuviera en las manos o los pies gracias al trabajo.

Se dejó halar por Anuar y le siguió casi con expresión desesperada – El caballo... no permitirá que me monte... ya sabes... le asustó – Exclamó al lado del caballo que seguía relinchando. Se acercó un poco más a Anuar, para susurrarle al oído – No quiero que se asuste y se salga de control, podrías caer y... - Se interrumpió, las cosas que escuchaba, olía y sentía al mismo tiempo, le bloqueaban los pensamientos, olvidaba lo que estaba diciendo – Ve adelante con el caballo... nos reunirémos en el camino que conduce a la cabaña – Agregó, ya no muy seguro si de lo que decía era sensato o no, realmente no podía ni reconocer su propia voz en el mar de voces y de información.

-no te voy a dejar- murmuro contra su oído buscando la forma de retroceder con Soren apoyado en uno de sus hombros y su mano sujetando las riendas del equino que pateando para hacer a las demás personas mantener la distancia retrocedía junto con ellos relinchando, alzándose en sus cuartos traseros con un brioso aire de la antigüedad le hizo recordar a aquellos libros de caballería en que dichos animales terminaban siempre realizando alguna heroica hazaña junto con sus jinetes, se imagino por un segundo en un libro de aquellos, debía salvar a su doncella de las garras de la atroz multitud, miro en derredor buscando una salida.

Se topo entonces con el cuerpo de una mujer de avanzada edad que se escondia entre dos callejuelas, le indico con la mano que le siguiese y no sabiendo bien porque decidió hacerlo, tiro del vampiro y del caballo en dirección de la mujer, avanzando por el empedrado con el gentío y los ladronzuelos detrás de ellos, casi podia escucharlos respirar sobre su cuello, sujetar su ropa con sus manos terrosas y mugrientas.

El calor del interior de la casa, cabaña o lo que fuese le obligo a relajar los músculos, el olor que despedía el incienso le sofoco por unos instantes mareándolo, sintió un vaivén de piernas que le obligaron a apoyarse de la pared, fue una suerte que el caballo pasara por la puerta sin necesidad de doblarse y detrás de ellos rechino, el pestillo de metal impidiendo el paso de extraños, las ventanas estaban cubiertas por pesadas telas rojas y detrás de estas unos barrotes protegiendo las pertenencias quizas valiosas que la mujer mantenía en aquel sitio.

Retrocedió de golpe al ver el rostro de la decrepita mujer tan cerca del propio, habia logrado percibir los dientes faltantes y las arrugas que se manifestaban en mayor magnitud en el rabillo del ojo y las comisuras de los labios, su nariz era maltrecha como si en su juventud algun golpe la hubiese desacomodado aunque sus ojos verdes y apacibles le daban un aire de calidez maternal que seguramente habia utilizado en antaño, lucia como una pieza antiquísima.

-g-gracias- murmuro manteniendo al equino en un solo lugar, el techo quedaba varios metros por encima de sus cabezas, el suelo rechinaba a cada andar como un susurro de alguna remonta era o algun mundo paralelo, de las almas en desgracia intentando comunicarse, sonaba como un lamento pesado y prolongado, resonando una y otra vez en sus oídos. Miro de soslayo a Soren no sabiendo si estaba bien o no mostrar la preocupación que sentía ¿seria propio dejarse conocer por la mujer?

Rebusco en la habitación la señora parecía haberse ido a una continua, se apresuro sobre Soren alzando su camisa para ver la herida -¿te ha dolido demasiado?...cuanto lo siento- murmuro besándole con rapidez extrañamente el saber que podían ser descubierto solo incitaba a seguir haciéndolo.