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Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori). 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Edmundo Mercadante Lun Oct 18, 2010 11:10 pm

El carruaje se desplazó lejos del bullicio habitual de la ciudad y de las calles, sobre las piernas llevaba un pequeño gatito de color gris y ojos azules que lo habia seguido no bien habia salido de su residencia, en un principio le habia parecido sumamente molesto, y estaba a punto de hacer que los caballos lo pisaran, pero tras un rato de analizarlo detenidamente lo encontró demasiado gracioso y frágil como para tener una muerte tan ruín y perversa, maldijo por unos momentos esa extraña personalidad tan cambiante que tenía, y decidió cargar al pequeño gatito y llevarselo con el de paseo al campo.

El día era esplendido, un brillante sol iluminaba las calles, y el carruaje corría a gran velocidad, no deseaba volver muy tarde, y quería aprovechar los rayos de sol en todo su esplendor, el reloj marcaba exactamente las tres de la tarde, iba contemplando por la ventana, mientras el pequeño animalito se divertía en arañar los cojines de su carruaje, surcaron a gran velocidad las puertas de la ciudad, la zona pobre que tanto frecuentaba, y por fin el paisaje comenzó a volverse mas y mas campirano, era justamente lo que deseaba, le recordaba mucho a los vastos maizales de su tierra natal, aunque en Europa parecían no cultivar el maiz, mas bien se enfocaban al trigo y a otros granos, que a el no le agradaban tanto, aunque los campos lucian dorados y hermosos invitando al reposo.

Tras encontrar un lugar que le agradó, hizó detener el carruaje donde viajaba, cogió al gatito y salió abriendo la puerta con un movimiento rápido, la luz del sol lastimo un poco su vista, asi que tuvo que tapar sus ojos con el libro que llevaba en la mano mientras contemplaba el lugar, rodeado de arboles y campos sembrados.
Llevaba una fresca camisa de seda desabotonada, dejando notar su bien trabajada fisonomia, los musculos de su espalda y de sus brazos al caminar se remarcaban como los musculos de un gran felino que avanza al acecho de su presa, indicó al cochero retirarse y volver en unas dos horas aproximadamente.

Se sentó al pie del arbol y comenzó a leer un libro que llamaban " libro prohibido", el autor un tal Marques de Sade, se habia enterado que por la obsenidad de su escritos, estaba reclutado actualmente en alguna prisión o sanatorio mental de francia ( en esta epoca aun vivia el marques de Sade), el libro se titulaba las 120 jornadas de Sodoma, y decían de el que era terriblemente sadico y perverso, eso a el no le interesaba, estaba harto de la clásica literatura con finales felices, y un rasgo que le habia llamado la atencion de ese autor, que comenzaba a volverse uno de sus favoritos, era precisamente el hecho de denigar la virtud y exaltar el vicio.

El gatito se sentó sobre sus piernas mientras la inteligente pero penetrante mirada de Edmundo pasaba rapidamente por cada pagina del libro, le hacia cosquillas mientras tanto con el dedo indice detrás de la oreja al animalito al cual parecía gustarle, hasta que al final le dijo al felino.
-Aquien crees de estos nobles caballeros que me parezco mal, pequeño animal escucha con atención:
El Duque de Blangis: Cincuenta años, un aristócrata que adquirió su riqueza por envenenar a su madre por la herencia, y a su hermana, cuando ella se enteró de sus planes. Blangis es descrito como alto, robusto y de gran potencia sexual, aunque se insiste que es un gran cobarde, y que está orgulloso de serlo. Es esposo de Constance, hija de Durcet.
El Obispo: Hermano de Blangis, él es un hombre de cuarenta y cinco años, flaco y débil, con una boca desagradable. Es un apasionado del sexo anal, e incluso cuando tiene sexo con mujeres y niñas, se niega a tener relaciones vaginales con ellas. Es padre de Aline, que la tuvo con la esposa del duque. Entonces Aline es considerada hija del duque y sobrina del obispo.
El Presidente de Curval: Un hombre alto y flaco, espantosamente sucio su cuerpo, sesenta años. Está casado con Julie, hija del duque.
Durcet: Un banquero de cincuenta y tres años, que es descrito como bajo, pálido y afeminado. Disfruta la sodomía pasiva más que la activa, por el pequeño tamaño de su pene. Es esposo de Adélaïde, hija del presidente.
No creo que me parezca absolutamente ni fisica ni mentalmente a ninguno de estos personajes no te parece minino, mas bien...creo que seguiré leyendo.-

Tras unas horas de lectura comprendió por que el autor estaba encerrado, pero lejos de parecerle una lectura prohibida le pareció una lectura grotesca, tan grotesca que se volvia fascinante, mientras mas avanzaba la trama mas ansioso estaba por leer cuales eran las depravaciones que aquel grupo de letrados cometía, se sumergió por completo en la lectura, que ni siquiera se dió cuenta que el minino se quedo dormido, el tiempo se habia detenido para el
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Mensaje por József Bároti Lun Oct 18, 2010 11:53 pm

Se movia ágilmente por los sembradíos, esquivando las malas hierbas y pasando por encima de los alambrado que los sembradores con inteligencia habia optado por colocar y que pese a aquello no eran obstáculo capaz de detenerle en su recorrido por las tierras ajenas, brinco una cerca con facilidad digna de un gitano, llevaba el morral colgado del hombro como era usual, llevaba ahora objetos que antes no poseía, el libro que Jeanette le habia otorgado, el tintero y la pluma junto con los guantes sin dedos.

Mas aquel dia no soplaba un fuerte viento como los anteriores, llevaba los pantaloncillos doblados por debajo de las rodillas y la delgada camisa blanca ondeando por lo amplia que era en momentos como aquel le hubiera gustado robar algún sombrero de paja para cubrir su piel de los rayos solares que lamiéndole por completo comenzaban a enrojecer su piel y calar en sus ojos aquellas piedras preciosas que bajo hilachos de alguna tela exótica que se hacían pasar por pestañas pretendían resguardándolos.

Dejo caer la nuca sobre la espalda observando el firmamento surcado por nubes acojinadas y revoltosas, jugando a ser algo y dejando de serlo al instante siguiente –un conejo- murmuro pasando el dorso de su mano atraves de su ahora perlado rostro, el calor era agradable, con esporádicas brisas de aire que jugando con sus ropas susurraban cosas a su oído refrescando su alma.

El conejo se volvió rápidamente una espada y se perdió en la inmensidad del cielo mientras seguía andando, sintiendo como el suelo besaba sus pies dejando rastros de tierras por tales acciones, su boca seca como la mas horripilante tormenta de arena nunca sufrida, los labios se le comenzaban a agrietar ¿vendrian algo para aquel mal? Y no se cuestionaba por pensar en comprarlo sino para saber cual seria su próximo punto para hurtar, un arte y no una necesidad.

Sus pasos insonoros para los demás una destreza, gajes de haber crecido entre personas que vivian de sus sinuoso movimientos y espectaculares danzas era una lastima que no pudiese embriagarse y cantar entorno a la fogata, ahora podia crear figuras de humo, sonrio ampliamente conforme con aquello, yendo hasta donde sus pies decidían llevarlo, en medio de un campo de flores y fresas tomo una frutilla entre sus dedos llevándosela a los labios, mordiéndola con suavidad y dejando humedecer sus labios probando aquel sabor acido y dulce.

-Hey- escucho gritar a sus espaldas, se alzo con un amplio salto girando para lograr ver al hombre que corriendo hacia el blandía un trinche inmenso, sonrió divertido y no asustado las persecuciones le encantaban era sentir la libertad correr por las venas sin nadie que pudiera detenerla, era sentir el aire contra su cuerpo, era saberse libre y que nadie pudiera decir lo contrario. Sus pies se movieron como por reflejo, y no logrando ver lo que se alzaba a su flanco izquierdo su cuerpo termino rozando el matorral con espinas, abriendo la carne con delicadeza, encajándose sutilmente en la misma.

-Auch- murmuro llevando una mano al cuello cerca del esternón donde se hallaba estrecha aquella agujilla –lo lamento- exclamo mas no al señor sino a la planta ¿le habría herido quizá? Con posibilidad pensaba aquello, habia corrido quizá por mas de un ejido hasta que sus pies le pidieron descanso, aminorando el ritmo hasta llegar silencioso a un árbol que parecía hablar.

La curiosidad habia podido mas, habia terminado acercándose para escuchar los secretos que tenia que contarle, con una hilacho escarlatino escurriendo de su cuello y heridas por el brazo, mejilla y pierna derecha. El relato no habia sido largo pálido y afeminado habían sido las primeras palabras que habia escuchado y algunos términos desconocía aun por su falta de educación, apoyo su mano de la corteza rigida de aquel ser viviente ¿seguir leyendo? ¿los arboles leían? ¡milagro!

Rodeo el árbol buscando la boca por la cual le habia narrado todo aquello, topándose del otro lado de la corteza con un hombre, un libro y su gato, le observo unos instantes con aquella mirada dispar y sonrio de medio lado -¿sodomia?- fue la primera palabra que sus labios profesaron ¿Qué era aquello? Sonaba a alguna especie de mal quizá una enfermedad seguramente y por eso el hombre debía guardar reposo, ser pasivo ¿esposo de Adélaïde? Que le dieran su mas sentido pésame por la enfermedad de su marido…
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Mensaje por Edmundo Mercadante Mar Oct 19, 2010 12:30 am

Si, en verdad era una sensación mezcla de varias, excitación, placer y repulsión se mezclaban en el interior del joven Mercadante, mientras leía la primera parte del libro, narraba la historia de aquellos ricos hombres, y como secuestraban o compraban a un grupo de jovenes hombres y mujeres de entre 12 a 22 años para tener relaciones sexuales con ellos, a un grupo de hombres grandes y fuertes que serían los encargados de practicar con ellos la sodomia, a las mujeres de edad madura que serian las esclavas sexuales, y aun grupo de cuatro prostitutas veteranas que fingirian ser las esposas.
El relato era simplemente digno de la mente de un psicopata, quizá uno como el, sonrió al leer el momento en que el presidente penetraba a un jovencito de 13 años mientras era sodomizado por una de las prostitutas veteranas, pero entonces la palabra Sodomía le hizo levantar las cejas, alguien la habia pronunciado a sus espaldas, alguien que quizá no sabia que era de mala educación espiar a las personas mientras estas se relajaban.

No hizó ningun ademan de sorpresa, pese a sus emociones se disparaban a los extremos sabia controlarlas adecuadamente, cerró el libro lentamente y lo depositó a un lado suyo, mientras acariciaba con suavidad el lomo del gatito, que levantó su cabeza y observó con curiosidad el lugar de donde habia provenido la voz, y le respondió de la siguiente forma, con una varonil y potente voz de baritono.-Te asusta la palabra, o te preocupa mas no saber lo que significa-su voz sono tajante y seca, dejando cierto rasgo de amabilidad en el aire, volteó su rostro lentamente, enarcando unas pobladas cejas de color negro, que daban a su mirada aun mayor peso y expresión, los ojos del noble caballero se encontraron con los de un mozo muy joven, sin duda menor que el por varios años quizá, lo observo de pies a cabeza detenidamente, sin levantarse del sitio donde estaba sentado, curiosamente el pequeño felido, hizo los mismo movimientos que edmundo realizaba con el rostro y la mirada. Se percató de tres detalles que le habian llamado la atención de sobremanera, los ojos del muchacho, una especie de rasgo que solo habia visto en algunos animales, los ojos eran de dos colores, su ropa denotaba que era un muchacho de clase baja, y eso ya era un punto que habia hecho que la molestia por haber sido interrumpido bajara un poco, y por ultimo las heridas que el chiquillo llevaba en las mejillas, brazos, cuello y piernas.
-Quien eres-aunque solo fueron dos palabras esta vez su voz sonó mas humana y amable, el gatito se bajó de las piernas de Edmundo y se sentó enmedio de el y del joven que habia aparecido, observandolos a uno y otro a la par, como una especie de juez mediador.
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Mensaje por József Bároti Mar Oct 19, 2010 8:31 am

La voz profunda que le contesto le hizo sobresaltarse retrocediendo de forma imperceptible mientras examinaba el frondoso árbol con ignorancia y sorpresa una ignorancia de la cual no se sentía apenado porque la importancia de las personas no recaía en cuanto hubieran leído, cuan amplio fuera su léxico o si pudiesen o no jactarse de amplios conocimientos adquiridos en libros el sabia por que la vida misma se habia encargado de hacerle saber mas ningun ser humano se habia encargado de su educación, no le habían orientando en la escritura o lectura, no le habían forjado una moral ni le habían enseñado de la ética, desconocía aun los diferencia de una mujer y un hombre y para que servían estas, teniendo dieciocho años tenia los conocimientos de uno de cinco y aun asi la astucia de hombre mayor.

-no me preocupa no saberla- le indico al hombre una vez consiguió fijar su mirada en el, de rasgos duros y diminutos ojos, alargados labios y fornido cuerpo que se alzaba tras el trozo de tela que llevaba puesto ¿debia sentirse curioso por algo asi? Su cuerpo no reaccionaba –pero me a dado curiosidad ¿es como estar enfermo?- le cuestiono ladeando el rostro, sintiendo entonces como la espina aun lacerando en su cuello se estrechaba amenazando con romperse dentro de el, se llevo una mano a la herida sacándola con suavidad, cubriendo con uno de sus dedo el hoyuelo que se habia quedado.

-yo…- le indico ¿Por qué le gente se ensimismaba en preguntar quien era? ¿no seria mas fácil cuestionarle que hacia ahí? –decirte quien soy es algo muy complicado pero si lo que preguntabas era mi nombre me llamo József…József Bároti- le indico con amabilidad y destreza porque ahora sabia escribirlo como sabia escribir barco, conejo, café, venado, humo, apuesto e inteligente. Sus piernas se doblaron para dejarla a la altura del minino, estiro su mano hacia el produciendo un agradable ronroneo con su garganta habia aprendido a lo largo de su vida a recrear los sonidos de los animales y la naturaleza, estirando su brazo hacia el sin tocarlo esperando una aprobativa o negación de parte del felino para saber si proseguir o desistir.

-has dicho también otra palabra…- le indico pensando recordando la pronunciación porque poseía una memoria excelente y un alto grado de aprendizaje -¿pene?- repitió a modo de cuestión, se dejo caer sobre el suelo sintiendo como los hierbajos rozaban sus piernas escasas en vello al igual que sus brazos y rostro aun aniñado quizá que su cuerpo se hubiese abstenido de mostrar cambios no favorecía al cuestionamiento de los mismos.

-¿tu quien eres?- cuestiono tranquilamente dejando caer su mirada en el libro que llevaba consigo el hombre no se parecía a los que el mismo cargaba aunque Jeanette le habia dicho que no debía mostrárselos a nadie por ahí guardaría los mas grandes secretos de la hechicería quizá debería buscarles un refugio fuera de su moral, si le llegaban a atrapar en una de sus divertidas huidas y se percataban de aquello no solo lo torturarían por ladrón sino por brujo que si bien no distaba de la realidad era un dolor tremendo pensar en la muerte, en la falta de libertad, el motivo de su existencia ¿no decían que se vivía por amor? No porque amor y libertad no podían estar juntos.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Mar Oct 19, 2010 2:34 pm

"Céfiro, el más delicioso de los ocho, suponiendo que la excesiva belleza de todos hubiese hecho posible la elección, era de París, donde estudiaba en un célebre internado. Su padre era un oficial general que hizo todo lo posible en el mundo para recobrarlo sin conseguirlo; el dueño del internado había sido sobornado con dinero, y había entregado a siete muchachos, de los cuales seis habían sido desechados. ¡Oh tierno y delicado niño, qué desproporción y suerte horrenda te estaba deparada!
Esas palabras danzaban por la mente de Edmundo, mientras miraba al jovencito que tenía ante si, las palabras que narraban la seleccion de los jovenes que serían los juguetes sexuales de aquel grupo de hombres.
El felino alzó las orejas con curiosidad y se aproximo al muchacho extendiendo una patita hacia el como intentando jugar con el joven, o el muchacho en verdad era un mozuelo no educado, o se estaba haciendo tonto a drede, sin embargo eso le causo mayor interés a Edmundo, quien no pudo evitar sonreir, dejando ver una blanca dentadura que apareció por debajo de sus finos labios.-Bueno, algunas personas cultas consideran la sodomía una enfermedad, yo mas bien pienso que es algo como un gusto prohibido.-.

Se llama Jozsef Bároti, valla nombre curioso -¿José Bartoli?-dijo pronunciandolo erroneamente, en efecto, el nombre se le hacia raro, y mas aun el idioma del que seguramente debia de provenir, al menos en su natal Mèxico nunca se habia escuchado un nombre así, por lo que lo relacionó con lo que mas le sonaba-Joz-murmuro -Sef- despues de tratar de dividirlo para si mismo lo dijo en voz alta nuevamente.-Jozsef Bároti, si me refería a tu nombre.-, aquello comenzaba a ponerse interesante ante el comentario del muchacho, los ojos de Edmundo destellaron un momento con un brillo lascivo que desapareció tan pronto como habia venido.
La misma voz profunda que le habia increpado sobre quien era volvió a expulsar las siguientes palabras.
-Pene es eso que llevas entre las piernas Jozsef Bároti, lo que te hace ser fisicamente un hombre.-.

Edmundo le respondió a Jozsef de la misma forma en que el muchachito lo habia hecho, sin embargo la sonrisa encandiladora que se dibujo en su boca denotaba que lo hacia en son de broma.-Decirte quien soy es algo muy complicado, pero lo intentaré, soy un extranjero, recien he llegado a París proveniente del otro lado del oceano, mi nombre es Edmundo Mercadante.-.

Observó como se retiraba una espina del cuello, y también miro las heridas en su brazo y en su pierna, se aproximó a el, con los movimientos de una pantera a punto de saltar sobre su presa, y se coloco de rodillas frente al muchacho, mientras cogía al pequeño felino y lo depositaba en las piernas de Jozsef.
-Estas herido, ¿te han hecho daño?, dejame ayudarte con eso.-antes de darle tiempo de reacción Edmundo hacerco sus labios al cuello del muchacho, prensandose en la zona donde tenia la herida por la espina, tal vez sentiria en un principio la sensación de un beso, pero casi instantaneamente, la lengua de aquel cambiaformas se deslizó por la herida del muchacho limpiando su sangre, tenía un sabor agradable y muy particular, las manos del noble extranjero, aferraron con firmeza los brazos del jovencito, tenía un aroma sumamente agradable, muy particular, el mismo aroma que tenían los chamanes en su lejana tierra, pero su gusto era diferente, comprendía el por que los vampiros entraban en extasis con la sangre, pero a diferencia de ellos, y para suerte del muchacho el no le drenaría la sangre, mas que la que brotaba de forma muy superficial.

Edmundo soltó los brazos de Jozsef, y retiró los labios de su cuello, despues de limpiarle la sangre, explicandole con una voz suave como la de un leon ronroneando.-Las encimas que produce la lengua son los mejores cicatrizantes contra las heridas, me lo enseñaron los chamanes de donde vengo cuando tenía tu edad.¿que haces solo por aqui?-y en parte era cierto, en parte lo habia hecho por poder saborear la piel y la sangre del jovencito.
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Mensaje por József Bároti Mar Oct 19, 2010 9:55 pm

Un gusto prohibido aquello no lograba darle una definición que saciase su curiosidad siquiera un poco un gusto prohibido podia ser tener adicción a aquellos objetos alargados que la gente se ponía en la boca y después despedían humo como las maquinas de metal que gritaban en la estación, aquella maquina sobre la cual habia llegado a Paris y a la cual prometía no volver a subir, habia conocido todo tipo de gente en aquel lugar pobres ellos, desdichada su vida debió haber sido.

Rio melodiosamente negando aunque escuchando después la correcta pronunciación de su nombre, podia llamarle Józ o ponerle cualquier apodo el sabria que se referiría a el al escucharlo porque dos personas no podían ser el mismo nombre. Su sonrisa se borro cuando escucho lo siguiente ¿un hombre? ¿era acaso que las mujeres no lo tenían? Que difícil era pensar en ello ¿no eran iguales todos los hombres? Y por hombres no pensaba en el sexo sino en la raza –ya veo- murmuro razonándolo sintiéndose instintivamente intrigado con el tema.

-¿has viajado atraves de un barco?- le cuestiono sorprendido extendiendo su mano hacia el para rozar su mejilla y formar aquel navio de humo que Jeanette le habia enseñado a crear, absteniéndose entonces, retrayendo su mano a centímetros del hombre, porque la bruja le habia indicado que no aquellos actos eran castigados con la muerte no podia arriesgar asi su libertad por un acto como aquel, valia mucho mas que eso.

Observo al minino acariciándolo con vivacidad, rascando tras su oreja y acariciando su lomo, sintiendo como su pelaje se restregaba contra su mano como aprobación de sus acciones, le rasco en la panza volteándolo, para dejar su vientre al descubierto y sus patas estiradas intentando sujetar su mano entre sus garras no con afán de herirle sino de jugar –me lo he hecho solo…estaba corriendo- le indico sin voltear a verlo, tampoco podia decirle que era ciego de un ojo aunque decir o no no eran cosas que el eligiera hacer aveces simplemente las pronunciaba y ya.

Dejo de acariciar al animal por las acciones del desconocido de nombre Edmundo, sus ojos se fijaron en el cabello de este que rozando su mejilla le hizo estremecer una sensación que quizá por vez primera le recorría el cuerpo entero erizándole los nulos vellos de los brazos y el rizado cabello de la nuca observándole con intriga cuando se alejo.

El animal comenzaba a reclamar su atención rozando su cabeza contra el estomago del menor, aquel trabajado cuerpo que era lo único que no iba acorde con su aniñado rostro y aun mas falta de conocimiento respecto a temas que, cualquier otro joven de su edad sabria ya por demás, entre charlas, libros y experiencias seguramente conocimiento no les hacia falta.

-¿yo?...estaba admirando la libertad- se limito a decir sonriendo de medio lado sujetando al gato entre sus manos y depositándolo en medio de ambos, estiro su brazo hacia Edmundo mostrándole las heridas en el mismo -¿tengo que lamerlas?- le cuestiono con tranquilidad ¿y las de las piernas también? ¿la de la mejilla? De igual forma no le dolían ni molestaban en lo absoluto -¿puedo ver tu libro?- le cuestiono recordando entonces que no sabia aun leer correctamente -¿puedes leerme algo?- le cuestiono entonces recapacitando.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Mar Oct 19, 2010 11:05 pm

Asintió en silencio cuando Jozsef le preguntó respecto a su travesía en un barco.
-Si, fue un viaje de varias semanas, fue muy cansado, hubo algunos momentos divertidos, como cuando nos cogió una tormenta en medio del océano, o un grupo de delfines que comenzó a nadar rapidamente saltando fuera del agua, yo nunca los habia visto,en mi ciudad no hay mar-pero no tenia muchos deseos de hablar de eso, hacia apenas unos dias le habia cogido un irrefrenable deseo, por vender las propiedades adquiridas en francia, al menos para conseguir un boleto de regreso a su casa.

-Despues del viaje abordé un tren, y bueno hoy decidí dar un paseo en mi carruaje, pero le pedí al cochero que se fuera y viniera mas tarde por mi.-Observó el cuerpo del muchacho unos instantes, una combinación poco usual, un cuerpo bien formado, de hombre, y el candor de un infante, aunado a los rasgos casi de puberto de aquel muchacho, hizo que Edmundo prestará atencion en el mas minimo detalle de su cuerpo, observando como su pecho se inflaba cada vez que respiraba, como los dedos de sus manos acariciaban al pequeño felino que parecía haberle agradado, sus piernas con un muy fino vello creciendo, y aquel par de extraños ojos de colores verde y azul.

-Debes tener cuidado cuando corras, la próxima vez podrias fracturarte un brazo o romperte una pierna- el tono de voz pese a lo fatalista que pudiera sonar, fue tranquilo y pausado.

No sonrió ante el comentario sobre si tenia que lamer sus propias heridas, estaba a punto de sujetar tambien su brazo y lamerlo, por el contrario se limito a sacar del bolsillo de su pantalón un pañuelo de lino bordado con las iniciales E-Z dibujadas en el.-O si prefieres puedo hacerlo yo- respondió refiriendose a lamer las heridas del muchacho, antes de que le respondiera, tomó el brazo del chico, y talló suavemente su herida con el pañuelo blanco que se impregno tenuemente de aquel tono escarlata,un movimiento suave para no abrir la herida, lo mismo hizo con la herida de la pierna, que habia cicatrizado un poco mas rapido.-Listo, la Z tambien es parte de mi nombre, mi segundo apellido es Zahualli, que en el idioma de los indigenas de donde vengo significa telaraña.- Escuché la petición de su libro y escogí alguna pagina al azar,observé al muchacho con incredulidad y le dije.

-Me parece bien, podrías ponerte mas comodo, puedes jugar con ese pequeño de mientras- dijo refiriendose al gato, Edmundo se deslizó como una serpiente detrás de Jozsef, recargó su espalda contra el grueso tronco del arbol,y abrió ligeramente sus piernas, acontinuacion sus manos sujetaron a Jozsef por los hombros, haciendolo recostarse sobre el torso del extranjero, escogió una pagina al azar, y nuevamente su suave voz grave volvio a sonar en medio de la quietud del campo.
-Desde hacía más de seis años estos cuatro libertinos, unidos por la similitud de sus riquezas y sus gustos, habían imaginado estrechar sus lazos mediante alianzas en las que el desenfreno tenía más parte que cualquier otro de los motivos que generalmente forman estos vínculos. He aquí cuáles habían sido sus arreglos: el duque de Blangis, viudo de tres esposas, de una de las cuales le quedaban dos hijas, habiendo advertido que el presidente Curval mostraba ciertos deseos de casarse con la mayor, a pesar de estar bien enterado de las familiaridades que el padre se había permitido con ella, el duque, digo, imaginó de pronto esta triple alianza.
—Tú quieres a Julia por esposa —dijo a Curval—. Te la doy sin vacilar, pero con una condición: que no te muestres celoso, y que ella, aunque sea tu mujer, siga concediéndome los mismos favores de siempre, y, además, que te unas a mí para convencer a nuestro común amigo Durcet para que me entregue a su hija Constanza, la cual ha suscitado en mí los mismos sentimientos que tú experimentas por Julia
.-.
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Mensaje por József Bároti Mar Oct 19, 2010 11:43 pm

-¿delfines?- le cuestiono con curiosidad prestando la mayor atención posible al relato porque bien sabia el y quien hubiese estado una fracción mas de minutos con el que era un joven que se distraía con suma facilidad, las mariposas sobre todo llamaban su atención en sobremanera aunque en aquella época del año no se solian ver andando por los prados, batiendo alas y revoloteando por encima de las dulce hierba y frescas flores que colores, incitadas por el astro rey a no detenerse sino hasta perecer.

-tienes entonces mucho dinero- murmuro pensando que quizá de haberlo encontrado en otro lugar hubiese sido un buen prospecto al cual robarle seguramente los objetos que cargaba consigo desde el otro lado del mar eran sorprendentes y curiosos, nada de lo que hubiera visto o conocido antes quizá inclusive llegaban a ser mejor pero ahora que lo conocía robarle ya no era una opción no seria divertido.

-corro todos los días y nunca me e fracturado
- le indico negando con sinceridad y alegría ¿Qué haría con una pierna herida o un tobillo torcido? No podría buscar su propia comida ni objetos valioso en los bolsillos ajenos tendría que abstenerse de recibir de sus hermanos con las manos estiradas, no le agradaba la idea nisiquiera un poco.

Dejo que limpiara sus heridas sin reproche alguno lo que le ayudara a sanar mas rápido seria bienvenido –Zahuali- repitió observando los graciosos movimientos que su lengua hacia para pronunciar aquello, siseando la primera letra como una serpiente de cascabel -¿telaraña?...¡una red!- pensó relacionando las palabras y asintiendo con animos, toda palabra nueva era memorizada por su mente en un agil juego de palabras.

Se le perdió de vista cuando su cuerpo rodeo el propio por el lado izquierdo para ubicarse quizá detrás de el o quizás para irse ¿Por qué debía haber nacido con aquel don? Eso a labios de su abuela veía un mundo a medias…y otro en visiones, suspiro recargando sobre el pecho del hombre con el gato sobre su regazo acariciándolo distraídamente al tiempo que se acurrucaba en aquel lugar escuchando con atención lo que decía atraves de palabras del libro.

Su ceño se frunció por no comprender en demasía lo que los hombres decían -¿padres e hijas?- le cuestiono sin mirarle ladeando su cuerpo para apoyar su mejilla y no su cabeza -¿se besan?- la intriga era mayor que el conocimiento ¿besarse entre familia estaba mal? Quizá, quizá como los besos que Luther daba cargados de pasión y algo mas, pero los suyos…los suyos carecían de tales emociones, rozaban el alma y no el cuerpo.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Miér Oct 20, 2010 12:11 am

-Si telaraña, esta muy relacionado al origen de mi familia, después puedo contarte sobre eso- Rodeó el cuerpo del muchacho con uno de sus fornidos brazos, mientras las yemas de sus dedos jugueteaban sobre el brazo de Jozsef, como si fueran un par de pies caminando en una elegante marcha militar.

Sintió el rostro del muchacho recargandose en su pecho, y haciendo el libro aun lado por unos instantes, pero manteniendo el dedo indice entre las paginas que acaba de leer, por si el muchacho deseaba que continuara leyendo, recargó su barbilla sobre la cabeza de Jozsef sintiendo la suavidad de su cabello crespo, respondió de la siguiente forma-Bueno si, se besan entre padres e hijas, verás, este autor es considerado un escritor malvado, por decir la verdad,avecez la verdad puede llegar a incomodar a la gente, pero siempre es mejor que mentir, en donde yo vivia, este autor es desconocido, y se de buena fuente que en la actualidad se encuentra reclutado en una casa para gente con enfermedades mentales, pese a que esta tan cuerdo como tu o como yo- hizo un extraño gesto con la boca de ironía al decir que estaba tan cuerdo como el, el no era una persona tan cuerda, de hecho le parecía extraño en el fondo estarse comportando tan bien con aquel jovencito. El tiempo parecía ir mas lento, aunque internamente sabia que ya habian transcurrido cerca de media hora desde que su cochero se habia retirado.

Observó a lo lejos el trigo dorado creciendo en los campos, y observó a Jozsef que yacía en sus brazos tranquilamente, ambos dorados,hallá en su tierra, los arboles eran siempre verdes, aqui todo cambiaba, todo era dorado como un sueño, asi era Jozsef, como uno de esos dorados dias de Otoño, o al menos asi le imaginaba por lo poco que conocía de el hasta ese momento.

-Tengo algo de dinero, poseo una casa con un gran patio donde tengo muchos animales, me gustan ¿te gustan los insectos Jozsef?-pregunto con curiosidad, mientras jugaba con las yemas de los dedos indice y pulgar el lobulo de la oreja del muchacho.
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Mensaje por József Bároti Miér Oct 20, 2010 11:10 am

Cerro los parpados acariciando aun al minino escuchando lo que el hombre tenia por decirle aunque su atención no estaba ya completamente centrada en el sino que disperso se encontraba admirando el lugar con los sentidos, el viento mecia suavemente sus cabellos, el sol de no haber estado el árbol hubiera lamido su tersa y palida piel aquella perfecta y sin marcas, ni una peca ni un lunar, ningun raspón o herida pasada habia dejado secuelas en el nisiquiera aquel que le habia costado varios días en cama y por cama habría de referirse a una manta en el suelo.

-¿entonces besar es malo?-
le cuestiono captando solo algunas palabras y ubicándolas de modo que pudiese formular otra cuestión porque nada quedaba claro para el –pero los besos no son malos- rectifico abriendo los parpados nuevamente, fijando su mirada en algun punto inexistente de la inmensidad –mentir nunca es bueno ¿lo encerraron entonces por decir la verdad? ¡pobre hombre!- se sintió desfallecer ¿Cómo podían robarle su libertad a alguien por hablar de verdades? Suponía que la verdad no pecaba pero incomodaba.

Desconocía aun la ética de la época en que vivía porque parecía estar en el otro extremo del mundo en uno en que las cosas no eran tan malas como las pintaban, reflexiono sus propias palabras -¿lo encerraron por decir que los padres e hijas se besan? Porque es verdad pero una verdad que incomoda- murmuro sonriente por su propio descubrimiento orgulloso de el y no asi petulante del mismo.

-me gustan todos los animales
- acepto a sabiendas de que no mentia, le gustaban todos los animales, todas las plantas y todos los juegos le gustaba sobre todo la libertad –si me gustan los insectos- solo las abejas no parecían terminar de encantarle ¿eran insectos acaso? No estaba del todo seguro pero en antaño un enjambre de aquellas le habia obligado a correr sin descanso, le habían picado algunas y un profuso llanto se habia hecho presente en sus ojos, temblando con las picaduras introduciendo veneno en su corriente sanguíneo habia sufrido de dolorosos espasmos y fuertes fiebres suerte era que no fuese un joven débil a diferencia de lo que muchos pudiesen opinar.

-yo tengo un conejo…solo lo alimento y aveces jugamos lo persigo por el bosque hasta su refugio entonces le dejo una zanahoria porque a los conejos les gustan-
le explico asintiendo, separando su espalda del pecho de Edmundo para alzar su rostro para al ajeno, fijando sus ambigua mirada a escasos centímetros del ajeno -¿me dejarías ver tus animales?- le cuestiono con el rostro iluminado.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Miér Oct 20, 2010 3:01 pm

-Besar es una de los mejores regalos que tenemos, no es malo ni bueno, todo depende de quien sea la persona que la de, es como..si tuvieras un arma, en las manos correctas podría ser un arma para defender la justicia, en las manos equivocadas sería un arma para cometer crimenes y hacer maldades- le agradaba el tacto que la oreja de Jozsef producia en sus dedos, era suave y tersa, y el cartilago se flexionaba con facilidad, tenia deseos de morderla, pero tal vez el joven se asustaría y se hecharía a correr, asi que hizo de tripas corazón conteniendose por refrenar sus instintos.

-La verdad no peca pero incomoda Jozsef- dijo asintiendo en silencio, sin levantar su mentón de la cabeza del joven muchacho y de juguetear con su oreja,que le gustarán los animales y en especial los insectos ya le daba una pauta a Edmundo para su siguiente movimiento, su capacidad analítica iba mas halla de la comprensión que muchos psicologos o gente experimentada pueda tener de alguna persona en común, no necesitaba de habilidades psiquicas, para entender a las personas y conocer su trasfondo, era un mentalista nato, y era uno de sus dones por los cuales se sentía tremendamente orgulloso de su persona.

-Sabes yo tengo un gusto especial por los insectos, son como tú, animalitos pequeños y fragiles que sobreviven en un mundo inclemente rodeado de depredadores que acechan en cualquier lugar, bajo las mas diversas formas.- mientras hablaba, Edmundo deslizó sus dedos por el cuello de Jozsef en una caricia voluptuosa, hasta llegar a la zona donde tenia la herida, ahi toco con mas suavidad el lugar, casi al mismo tiempo que con la otra mano despues de haber soltado el libro, acariciaba la herida que el muchacho se habia hecho en el brazo, el pequeño felino los contemplaba fijamente a ambos sujetos, intentando adivinar que era lo que se traían entre manos.

Jozsef se retiró de el y su rostro quedó muy cerca del de Edmundo, sintió el delicioso aroma del muchacho, a trigo limpio y recien cortado, una mezcla a hierbas que hacía que sus sentidos entraran en extasís,recordandole a las campesinas y campesinos que trabajaban con el, pues no era el clasico jefe que solo se sentaba a dictaminar las ordenes, le gustaba trabajar con sus empleados,y quizá por eso tampoco era una persona bien vista en la sociedad acomodada de la nueva españa, pues tambien se hacia acompañar a los bailes de su amigo Ahuizotl, un indigena con poderes de cambiaforma.

Edmundo tomo con firmeza la barbilla de Jozsef, rozandola apenas,aproximó su rostro hacia el oido del muchacho, rozando con su barba las mejillas del joven y poniendo sus labios cerca del oído de Jozsef.
-Puedo enseñarte todo lo que desees Jozsef,he traido animales desde mi propio hogar, podrás jugar con ellos...por cierto, tienes un aroma delicioso-musitó, las ultimas palabras estaban cargadas de lascividad, deslizó su nariz y los labios por el rostro de Jozsef apartándose un poco de el, y volviendo a recargarse como si nada hubiera ocurrido en el tronco del arbol.

-Yo tengo una afinidad especial con los insectos, pero no se si deba contartelo, quizá te asustes y te vallas corriendo.-dijo con un tono de voz de fingida preocupación.
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Mensaje por József Bároti Miér Oct 20, 2010 9:25 pm

-¿arma?- se cuestiono a si mismo recapitulando su vida y las palabras aprendidas creía saber de que hablaba aquel objeto cromado que los hombres apretaban con fuerza un olor a pólvora y un estrepitoso ruido salía disparado asesinado mayormente a quien tenia enfrente o a quien se apuntaba antes de apretar el gatillo…creía que eso era un arma aunque también podría ser cualquier otra cosa.

-pero toda verdad debe ser dicha…las mentiras no favorecen ¿tu mientes mucho?-
le cuestiono con curiosidad ladeando el rostro al tiempo que el minino repetía su acción, sonrió divertido virando al lado contrario y el animal cual espejo imitándolo vaya animal curioso e inteligente, lo tomo entre sus manos alzándolo del suelo y acercándolo a su rostro rozando su húmeda nariz con la propia, recibiendo una lamida de aquella rosada y diminuta lengua.

-yo no soy frágil- recrimino soltando al animal nuevamente, observándole con fijeza y cierta seriedad porque no mentía por lo menos el mismo no se catalogaría como tal, le habían dicho que era tierno, inocente, estresante inclusive habia escuchado términos tales como un sueño en un mundo de pesadillas, pero frágil, frágil nunca siempre habia una primera vez negativo, fatalista eso habia sido días atrás y ahora frágil ¿Qué ocurria?

No se inmuto por la acción del hombre quizá estaba viendo la herida en su mejilla o sus ojos, mucha gente solia verle con poco disimulo por aquella “falla genética” como habia escuchado una vez decir a algun medico que jactándose entre sus colegas le habia señalado y negado como si entre todo el gentío el hubiese sido el indicado para ser tachado por la naturaleza misma, lo que el hombre no comprendía era que con aquella aparente falla podia ver el porvenir, lo que mas nadie conocía.

Le escucho con atención deleitándose con aquella voz, una que nunca antes habia escuchado y quizá por ver primera estremeció o quizá segunda, apoyo la mano sobre la rodilla de Edmundo apretándole con suavidad, sonriendo por su aclaración -¿me dejarías?- le cuestiono de forma alegre ¿Qué clase de animales traería del otro lado del mar? Quizá ardilla con colas amplias como castores, ojos saltones y amantes de las aceitunas, quizá corceles con largas orejas y un lenguaje mas parecido al de las vacas, quizá, quizá.

¿Un aroma delicioso? Era la segundo vez que le decían aquello y con sinceridad podia asegurar que no usaba ninguna especie de perfume o loción por ser su olfato muy sensible y herirle la nariz -¡no! No me asustare te lo prometo- le indico girándose completamente dejando al minio a sus espaldas, apoyando sus manos sobre las rodillas ajenas e inclinando su cuerpo hacia enfrente, con sus propias rodillas entre las piernas de Edmundo sobre el suelo otoñal –te prometo no huir, si tu me muestras yo…- murmuro no podia quedarse sin saber –yo hare lo que quieras ¡te enseñare algo!- aseguro si, le mostraría las figuras de humo que Jeanette le habia enseñado a crear porque lucia como un mal hombre.

-solo…solo no uses abejas- le pidió timido como pocas veces ignorando el hecho de no saber si eran o no insectos.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Miér Oct 20, 2010 11:19 pm

Cerró los ojos un momento, sonriendo de medio lado, deleitandose como el cazador ante el aroma de su presa, ante el tacto de las manos de Jozsef sobre sus piernas, sintió el calor de su cuerpo cuando este se aproximó a el, no sin antes haberle respondido a su pregunta sobre si el mentía, aun con los ojos cerrados, imaginando el rostro de Jozsef bajo sus parpados cerrados, la delicada fisonomía del muchacho y ese par de ojos misticos.

-No suelo mentir Jozsef, las mentiras pudren el alma, y es lo único inmortal que tenemos.- abrió un unico ojo y sonrió divertido cuando escucho que Jozsef decía que no era fragil, se quedó quieto unos momentos sin contestar, y acontinuación saltó sobre el muchacho, usando el propio peso de su cuerpo para tumbar al muchacho sobre el suelo, sujetó las manos de Jozsef dirigiendolas arriba de su cabeza, con fuerza y firmeza pero sin intenciones de lastimarlo, y las aprisiono con una de sus manos, mientras con la otra, le hacia cosquillas en el vientre al chiquillo, Edmundo rió con ganas, hacia tiempo que no lo hacía, levantó su cuerpo de encima del del muchacho, y lo ayudo a hincarse nuevamente frente a el, era como jugar con Ahuizotl, aunque Ahuizotl no despertaba las mismas sensaciones que Jozsef producía.

-Por supuesto, por algo te estoy invitando a mi casa, podrás montar en los caballos, y jugar con los jaguares y los monos araña-dijo Edmundo tratando de acordarse que animales habia traido, lo cierto es que era una buena cantidad, y sin duda alguna pensarían que se mudaba un circo y no una persona.

-Lo has prometido Jozsef, harás lo que yo quiera.- sus ojos brillaron lascivamente, en verdad disfrutaba mucho de la presencia de aquel chico, el aroma era enervante, el aroma a campo, despertaba en el las mas diversas sensaciones inimaginables, prosiguió.
-Recuerdas que te dije que Zahualli significa telaraña, la primer mujer de mi familia, era una nagual con la capacidad de manipular insectos, pasaron generaciones de naguales en mi familia, y tras cientos de años, nací yo, el primer heredero de los poderes de mi primer gran gran abuela, un nagual de insecto.- Se levantó del suelo, y tomó la mano de Jozsef entre las suyas, ayudandolo a levantarse del lugar.

Caminó con el sin soltarlo, unos cuantos pasos lejos del arbol, y cerró sus ojos, sus labios emitieron un sonido similar a un silvido, lo que ocurrió a continuación fue como escuchar una orquesta de cientos de grillos que no se sabia de donde habian aparecido, el dorado del trigo y del pasto, se vio salpicado de manchas de color verde que hacian chirriar sus patas, emitiendo ese suave sonido que hacen los grillos, Edmundo abrió los ojos, y emitiendo un nuevo silvido, hizo que al sonido de los grillos, se unieran el sonido de varias Cigarras que venian desde las ramas de los arboles, volviendose un verdadero concierto campirano, sin soltar a Jozsef le dijo.-La orquesta esta listo...pero faltan los bailarines.-dió un aplauso con sus manos, y del follaje dorado del arbol, se desprendieron cientos de hermosas mariposas de alas de color cafe ocre y manchas doradas, que comenzaron a revolotear en torno a Jozsef y a Edmundo, quien soltó la mano del muchacho, Edmundo extendió su dedo hacia una mariposa que se paró en el, y la acercó hacia su oido, sonrió y le dijo a Jozsef.
-Las mariposas dicen que eres un muchacho muy simpatico, y que les complacería mucho que accedieras a bailar con ellas.-terminó el hombre
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Mensaje por József Bároti Miér Oct 20, 2010 11:58 pm

Sonrio de hito en hito ante sus palabras sorprendido y alegrado de haberlas escuchado porque cuanta razón habia en ello, cuanta verdad resguardaban aquellas palabras el alma, el alma era lo que perduraba después del cuerpo cuando los años se encargaban de arrugar la piel y colgarla, dejar una pobre dentadura y una cancina mirada aun mas cuando no quedaban vestigios sino polvo y huesos era entonces que mentir no servia y solo las verdades pronunciadas salvaban.

Observo como su parpado se abrió dejando entrever aquel diminuto ojo y sin tiempo de reaccionar su cuerpo cayo hacia atrás con el hombre encima de el sujetándole por las muñecas y ubicándolas encima de su cabeza aveces jugaba de aquella forma con su hermana, rodaban por el suelo tumbándose, haciendo cosquillas y riendo. Su cuerpo reacciono cuando las manos de Edmundo acariciaron su estomago, revolviéndose bajo de el mientras reia de aquella forma sincera y melodiosa no propia en un joven de su edad, en alguna melodía perfecta –sus labios cantan- murmuro observándole, las risas eran cantos celestiales enviados por los dioses para alegrar el alma.

Seria feliz entre ellos el quien sabia hablar su idioma o por lo menos lo intentaba, imitaba a la perfección la lengua de los gatos, las aves y los canes, sabia ademas aullar si se podia decir, balar y cacarear, rugir y de alguna forma inusual cantar tal cual un gallo lo haría al ver asomarse los primeros rayos del sol, lamiendo la tierra alla por oriente -¿Qué sonido hacen los jaguares?- le cuestiono curioso, imitaba ademas los movimientos de las serpientes y los zorros.

-lo que quieras- aseguro no pensando en lo que pudiese o no llegar a pedirle porque a fin de cuentas su curiosidad seguía siendo como la de un infante. Su abuela le habia contado algo de aquello creía, habia sido hacia tanto mas recordaba los relatos como si los hubiese explicando con figuras de humo una noche anterior con la luna corriendo como plata liquida sobre ella, a congregando a todos los gitanos en una rueda alrededor de la fogata, prestando sus oídos y atención, su alma para acatar con credulidad.

Anduvo a un lado de el volteando en derredor al escuchar aquel silbido inundar la atmosfera de un segundo a otro sorprendiendo al percatarse que quien sujetaba aun su mano era el objeto de salida de aquel ruido armonioso y no asi chirriante o estrafalario, lo que siguió le tomo por sorpresa, los insectos arremolinándose a su alrededor como una verdadera orquesta que ningun hombre sobre la tierra podría jamás igualar ni pretender hacerlo porque en el intento fracasaría con creces.

Estiro sus manos dejando que las alas rozaran sus dedos y le hicieran cosquillas en la palma y dorso de las mismas –solo si bailas conmigo- murmuro con una amplia sonrisa cuidando sus pasos, no quería terminar aplastando a alguno de sus compositores, tomo la mano de Edmundo comenzando a bailotear, moviendo sus pies sobre el suelo, girando sobre el mismo, alzando los brazos y agitándolos, andando de un lado a otro con los parpados cerrados, dejando la melodía aflorar no de sus oídos sino de su interior acoplándose al ritmo impuesto y la comparsa de mariposas que le hacían acompañamiento.

Rio con ánimos dejando sus dedos rozar el cuerpo ajeno, sus brazos y espalda, invitándolo a bailar y disfrutar mientras podia porque nada era eterno –bailemos que mañana moriremos- murmuro recordando haberlo escuchado de boca de algun revolucionario quiza.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Jue Oct 21, 2010 12:47 am

-Tu los has hecho cantar Jozsef, hacia tiempo que no reía, normalmente solo rió cuando Ahuizotl esta conmigo.- le respondió al muchacho, Ahuizotl, habia nacido casi al mismo tiempo que el, a lo mejor era un par de años mayor, pero no muchos, se habia vuelto su " caballero" de compañia, lo acompañaba a la escuela, al bosque, a jugar con los animales, le enseño el lenguaje de las avez y a distinguir los olores y los sonidos de la tierra, era su confidente y compañero de aventuras, y una de las pocas personas que soportaba y comprendía el siempre cambiante caracter de Edmundo. Ahuizotl tambien era un cambiaformas, se transformaba en un pequeño ocelote, que se hechaba en la misma cama de Edmundo para que este lo abrazara, o bien en un hermoso jaguar macho de grandes formas, que servía tambien de cobijo a Edmundo cuando se aventuraban a explorar la montaña.

-Tienen un rugido suave, es como oir ronronear a un gato grande, seguro te gustan, son bonitos, de donde vengo eran considerados deidades- dijo Edmundo mirando al frente, clavando sus ojos como dos piezas de jade pulido en la lejania antes de proseguir.

Le agradó el gesto de que el muchacho tuviera cuidado de no aplastar a sus diminutos "sirvientes", de lo contrario se hubiera molestado mucho, y hubiera soltado una bofetada en su rostro, Edmundo era mucho mas alto que Jozsef, y un poco mas voluminoso, aunque sus movimientos fueran casi tan agiles como los del muchacho, hubiera podido escondeser delante o detras de Edmundo y no ser notado.
¿Le habia pedido bailar con el?, hacia mucho tiempo que no lo hacía, al menos no sin una orquesta verdadera, pero Ahuizotl le habia enseñado a amar los cantos de la naturaleza, asintió en silencio, se quitó los zapatos, y se despojó de las calcetas de lana, sintiendo por primera vez la hierba en sus pies descalzos, cerró los ojos, las vibraciones que hacian los insectos hacian cosquillas en sus pies.

Edmundo siguió la danza de Jozsef, no tenía la misma gracia para bailar, pero tampoco lo hacia tan mal, sujeto por el brazo a Jozsef con su propio brazo, y comenzo a danzar trazando circulos, en la clasica imagen de un par de aldeanos bailando tras la cosecha, tomó a Jozsef por la cintura con el brazo derecho, mientras con el izquierdo, deslizaba el dorso de sus dedos por el brazo de Jozsef, hasta encontrarse en su cintura, en un rapido movimiento, Edmundo tensó los fornidos musculos de sus brazos, y levantó al muchacho en una cargada espectacular, manteniendolo en el aire, mientras las mariposas comenzaban a revolotear alrededor de los dos, posandose en los brazos de Edmundo y en la cabeza de Jozsef, lo bajó con suavidad colocandolo de nuevo en el piso.

-Como puedes mover los pies con tanta ligereza Jozsef- termino Edmundo sorprendido
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Mensaje por József Bároti Jue Oct 21, 2010 1:33 am

Sus parpados se abrieron de par en par cuando sus pies se alejaron de la protección del suelo haciéndole aferrarse a las manos de Edmundo con firmeza, encajando prácticamente las diminutas uñas en su piel por el temor que aquello implicaba, no sabia volar y por eso no podia permanecer mucho tiempo con los pies flotantes como si poseedor de dos bellas alas verdes y azules las batiera alzando vuelo en dirección al sol, se perdería entonces en el cielo en la libertad de volar en la sensación de ser libre porque un hombre era tan libre como pretendía desearlo.

Apenas sus pies tocaron el suelo nuevamente sintiendo como este lo recibía con terrosos besos le solto, y todo su rostro pareció cambiar de contexto tardo quizá algunos minutos en ubicarse y orientarse en el lugar sonriendo de medio lado observando el suelo a sus pies con curiosidad e intriga porque desconocía como hacia aquello, las cigarras y grillos se agrupaban moviéndose de un lado a otro, manteniéndose en sus posiciones unos instantes separándose antes de que siquiera se moviese al lugar en que su pie se apoyarían antes de hacerlo, pareciendo una especie de baile entre aquellos seres también, Luther podia cambiar de forma pero creía que no controlar a otros animales…cierto era que no.

-creci entre gitanos- le indico recordando el morral que llevaba consigo siempre, siempre cargaba con el de modo que en algunas ocasiones lo sentía como una parte mas de su cuerpo ¿Por qué donde podia dejarlo? Si alguien lo robaba seria su fin, su fin y eso seria demasiado triste, perder el único recuerdo de su abuela, la pandereta de su padre y el libro que Jeanette le habia comprado. Crecio entre gitanos si aunque su abuela habia sido la encargada de forjar su educación habiendo sido marcado desde su nacimiento por lo que los médicos de la época llamaban defecto y su abuela ungía por don.

¿Era hora de decirle algo de aquello? No quería mentirle no quería ocultarle nada pues el no lo habia hecho aunque confesar aquello después de las indicaciones de la bruja de cabellos de fuego lucia terriblemente inadecuado ante sus pensamientos ¿Qué valia mas sus pensamientos o sentimientos? ¡aquello nisiquiera se ponía en duda! –puedo ademas hacer esto- le indico estirando su mano hacia la mejilla de Edmundo, rozándole haciendo asi que un humo violesco manase de su piel como producto del roce de dos pieles, pronuncio unas palabras en alguna lengua extraña y el humo tomo la forma de ciervos con cornamentas diminutas que denotaban su corta edad, corrian por el viento seguidos por la mirada del joven brujo, desvaneciéndose al estamparse contra el cuerpo del hombre, debido o no lo habia demostrado ya.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Jue Oct 21, 2010 1:47 am

Observó al chiquillo contemplando extasiado los diminutos insectos que ahi tenian, como adivinando un pensamiento, recordó que el habia dicho la palabra nagual, pero quizá en aquel lugar, no era el termino adecuado.-Soy un cambiaformas de insecto Jozsef, solo que yo no puedo transformarme en un animal, por que estoy seguro que te asustarias si me volviera una cucaracha o una abeja gigante, por el contrario puedo convocar cualquier tipo de insectos, y pedirles ayuda, y escuchar lo que tengan que contarme-dijo Edmundo cogiendo una mariposa con cuidado por las alas y depositandola en la nariz de Jozsef.

Le incomodó un poco el hecho de que el muchacho hundiera sus uñas en su piel, al bajarlo observó sus manos, marcadas por las uñas de Jozsef, y se llevó la zona lascerada cerca de sus labios, antes de retirarla rapidamente, si habia crecido entre gitanos, eso lo hacia logicamente un gitano, habia leido muy poco sobre ellos, casi nada, solo habia escuchado hablar de maldiciones gitanas, y uno que otro cuento que le llegaba cada que visitaba la ciudad capital, pero fuera de eso, se sentía sumamente ignorante al respecto, se prometió en silencio buscar información de ellos, en cuanto llegase a la ciudad.

Sintió el tacto de Jozsef, fue una sensación agradable, y observó como hacia salir un humo del color de las uvas de su propio rostro, abrió los ojos sorprendido, escuchó las raras palabras de Jozsef, y acontinuación el humo se transformo en venaditos que lo embistieron trotando de forma graciosa, esquivó al primero,. antes de que el segundo impactará en su espalda, se dio la vuelta y dos mas dieron de lleno en su pecho, alzó ambas cejas muy sorprendido, caminó rapido en dirección de Jozsef, y lo sujeto con firmeza por las muñecas, mientras le hablaba energicamente, tan energico que mas bien hubiera parecido un regaño, y no la reaccion de alguien sumamente asombrado por lo que acababa de ver, no estaba muy acostumbrado a los chamanes, y los trucos que estos hacian le parecian asombrosos.
-Eres un chaman!, por que no lo dijiste antes! responde!-sacudió las manos del muchacho, mientras clava de forma penetrante sus ojos en los de Jozsef
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Mensaje por József Bároti Jue Oct 21, 2010 2:11 am

Eso explicaba muchas cosas y respondía cuestiones que nisiquiera habia pensado en hacerle porque tenia razón huiría despavorido si llegaba a ver una abeja gigante o una cucaracha de su tamaño en realidad los insectos eran agradables suponía mientras se quedaran del tamaño que se suponía debían ser, sonrio cuando vio la mariposa en su nariz abriendo y cerrando sus alas dejándole ver de cerca los patrones de su cuerpo, alzo el vuelo con suavidad y pronunciada delicadeza perdiéndose en un baile de bienvenida con sus compañeras, era deleitoso ver algo como aquello sobre todo el un amante de la naturaleza.

Abrio los labios sonriente para decir algo mas cuando las manos del hombre le rodearon por las mejillas gritándole, azorándolo con rapidez mientras parpadeaba intentando comprender ¿era acaso uno de esos hombres que llevaban a los brujos a la hoguera? –no- exclamo comenzando a forcejar con fuerza tirando de sus brazos y aflojando, gritando mientras su rostro se compungía en la desilusión y la desesperación ¿Qué podia hacer con un hombre que le doblaba la fuerza?

-porfavor suéltame- chillo desviando la mirada en todas direcciones mientras luchaba por su libertad porque le suerte le habia perdonado la vida dos veces suponía que no ocurriría una tercera y no esperaría de brazos cruzados aguardando a saber si su suposición era o no acertada. Escondió su rostro entre los movimientos bruscos que realizaba no temiendo de lastimarse sino buscando solo la salvación que mala idea habia sido hacer aquello, habia confiado en quien desconocía aun de una forma tan ciega que no habia visto lo que tenia enfrente.

-no me entregues- le rogo observándole con temor –por favor no me entregues- repitió pensando en algun hechizo que le permitiera zafarse y salir corriendo, porque no le alcanzaría si sus pies se movían con la agilidad que solian hacerlo, pasando por encima de altos cercos, rodeando arroyos y saltando rosales mas su ignorancia en aquel tema era aun demasiado para pronunciar alguno acorde a lo que necesitaba.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Jue Oct 21, 2010 2:55 am

Bueno cierto era que sus emociones solian ir al extremo, y que podia ser "brutalmente" efusivo cuando algo le gustaba demasiado, y eso mismo habia pasado con aquel truco de magia, en verdad le sorprendia, nunca habia visto algo parecido, los chamanes que habia conocido no hacian cosas tan intensas como esa, y se habia emocionado al pensar todo lo que aquel muchachito podia hacer, se puso un poco intranquilo al observar la reacción de Jozsef, parecía asustado como un animalito, como las gallinas cuando las cargaban con brusquedad y aleteaban freneticamente, recordó a la cocinera de cuando niño, quien lo primero que hacia cuando comenzaban a aletear de aquella forma, era romperle el cuello al desafortunado animal ¿ y si hacia lo mismo?, tal vez asi se tranquilizaria, no no era bueno, ademàs el muchacho se lo habia tomado a mal, el solo habia denotado su gran efusión.

-Vamos, oye, tranquilo, no quiero soltarte, quedate aqui, es que, tranquilizate yo-, estaba muy nervioso y comenzaba a ponerse nervioso el tambien, lo que hizo fue como lo que hacia normalmente, actuar por un impulso, mas esta vez el impulso iba premeditado, se habia contenido mucho de no hacerlo antes y por primera vez ya no pudo resistir la sensación de hacerlo, despues de todo, era lo primero que se le venia en mente.

Hacercó con un rapido movimiento su rostro al de Jozsef, y plantó sus labios en los del joven gitano, fundiendolos en un suave beso,saboreó los labios del muchacho, mientras sus labios se encargaban de profanar los de el, con un movimiento ardiente y anhelante, rodeó el cuerpo del muchacho con ambos brazos por el dorso, acariciando con una mano firme y segura la espalda de Jozsef, deslizandose por debajo de su camisa, buscando refugio en la piel de la espalda del muchacho, se sentía frio, quizá era por que sus manos se encontraban calientes, quizá era que el miedo habia helado a Jozsef, Edmundo hacercó el cuerpo del muchacho hacia el, hasta sentirlo cerca del suyo, separó sus labios muy despacio y le dijo.
-No soy un cazador de chamanes Jozsef, no podría entregarte, lo que hiciste fue muy asombroso y maravilloso, nunca habia visto algo igual, perdona mi exceso de emoción, pero no suelo medirme cuando algo me ha gustado mucho, como podrás observar, lo siento, entenderé si deseas marcharte, perdona en verdad, no queria asustarte-
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Mensaje por József Bároti Jue Oct 21, 2010 10:58 am

Sus palabras llegaban a sus oídos mas no parecían hacer efecto alguno en el, tiraba de sus brazos con fuerza intentando zafarse comenzando a sentir como la piel de sus muñecas se calentaba por la constante fricción al forcejear con aquel hombre mas grande y fornido que el con creces, el cual le sujetaba sin pretender soltarlo –porfavor- exclamo acallando, cesando todo movimiento existente cuando los labios de Edmundo se posaron vertiginosamente sobre los suyos ¡el no sabia como besar! Nunca lo habia hecho como Luther porque el se limita a acariciar los labios ajenos y no estaba seguro siquiera de que a lo que hacia se le pudiera nombrar como beso mas ahora le besaban y se parecía a aquellos besos que observaba dar a su hermano.

Entreabrió los labios sintiendo como los del cambiaformas le acariciaban con maestría mas los propios se mantuvieron estáticos de aquella forma, a medias, sin saber que hacer o como reaccionar a aquella acción, era la primera vez que dudaba respecto a lo que debían hacer sus labios porque la gente no solia besarlo el besaba a las personas y nos les daba tiempo de reaccionar ademas nadie quería profundizar un beso como los que el daba, castos y superficiales aunque parecían llegar hasta el alma.

Sus manos se apoyaron en los costados del cuerpo del hombre cuando su frio tacto llego a su espalda bajo su camisa incitándole a curvearla acercando asi su torso al de Edmundo, estrechándose en el sin comprender demasiado de lo que sucedia o de los movimiento que debía llevar a cabo en un momento como aquel, sus pies descalzos rozaban los ajenos casi pisándolos y ensuciándolos debido a la cercanía mas no asi haciéndolo sino quedándose en un casi. Le observo cuando dejo de besarle sin moverse, sintiendo una cercanía que antes no habia despertado nada en el y que ahora era inusual mas agradablemente inusual ¿Qué le habia llevado a hacer aquello?

-oh…- alargo la vocal observándole hacia arriba unos instantes pensando, sonriendo al final de forma alegre olvidándose del miedo porque esas palabras significaban que no perdería su libertad y que no lo entregaría a las autoridades, el azar la perdonaba la vida por tercera ocasion, lo abrazo respirando aliviado encontrando refugio en aquellos brazos que le sujetaban ya –me asustaste- murmuro al final sin temor de asegurar aquello, apartando su rostro de su pecho para besarle de la única forma en que sabia, posando sus labios sobre los de Edmundo con inocencia aunque no negaba le intrigaban aquellos temas ¿aprenderia a besar algun dia? ¿o comprendería todas esas cosas que desconocía?

Porque Luther habia estado evitando los temas todos esos años suponía que no podia seguir ajeno a esa parte del mundo en que se refugiaban las prostitutas y los penes -¿te han gustado entonces los ciervos?- le cuestiono ladeando el rostro sin dejar de verlo con aquella mirada dispar.
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