AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
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Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Recuerdo del primer mensaje :
El carruaje se desplazó lejos del bullicio habitual de la ciudad y de las calles, sobre las piernas llevaba un pequeño gatito de color gris y ojos azules que lo habia seguido no bien habia salido de su residencia, en un principio le habia parecido sumamente molesto, y estaba a punto de hacer que los caballos lo pisaran, pero tras un rato de analizarlo detenidamente lo encontró demasiado gracioso y frágil como para tener una muerte tan ruín y perversa, maldijo por unos momentos esa extraña personalidad tan cambiante que tenía, y decidió cargar al pequeño gatito y llevarselo con el de paseo al campo.
El día era esplendido, un brillante sol iluminaba las calles, y el carruaje corría a gran velocidad, no deseaba volver muy tarde, y quería aprovechar los rayos de sol en todo su esplendor, el reloj marcaba exactamente las tres de la tarde, iba contemplando por la ventana, mientras el pequeño animalito se divertía en arañar los cojines de su carruaje, surcaron a gran velocidad las puertas de la ciudad, la zona pobre que tanto frecuentaba, y por fin el paisaje comenzó a volverse mas y mas campirano, era justamente lo que deseaba, le recordaba mucho a los vastos maizales de su tierra natal, aunque en Europa parecían no cultivar el maiz, mas bien se enfocaban al trigo y a otros granos, que a el no le agradaban tanto, aunque los campos lucian dorados y hermosos invitando al reposo.
Tras encontrar un lugar que le agradó, hizó detener el carruaje donde viajaba, cogió al gatito y salió abriendo la puerta con un movimiento rápido, la luz del sol lastimo un poco su vista, asi que tuvo que tapar sus ojos con el libro que llevaba en la mano mientras contemplaba el lugar, rodeado de arboles y campos sembrados.
Llevaba una fresca camisa de seda desabotonada, dejando notar su bien trabajada fisonomia, los musculos de su espalda y de sus brazos al caminar se remarcaban como los musculos de un gran felino que avanza al acecho de su presa, indicó al cochero retirarse y volver en unas dos horas aproximadamente.
Se sentó al pie del arbol y comenzó a leer un libro que llamaban " libro prohibido", el autor un tal Marques de Sade, se habia enterado que por la obsenidad de su escritos, estaba reclutado actualmente en alguna prisión o sanatorio mental de francia ( en esta epoca aun vivia el marques de Sade), el libro se titulaba las 120 jornadas de Sodoma, y decían de el que era terriblemente sadico y perverso, eso a el no le interesaba, estaba harto de la clásica literatura con finales felices, y un rasgo que le habia llamado la atencion de ese autor, que comenzaba a volverse uno de sus favoritos, era precisamente el hecho de denigar la virtud y exaltar el vicio.
El gatito se sentó sobre sus piernas mientras la inteligente pero penetrante mirada de Edmundo pasaba rapidamente por cada pagina del libro, le hacia cosquillas mientras tanto con el dedo indice detrás de la oreja al animalito al cual parecía gustarle, hasta que al final le dijo al felino.
-Aquien crees de estos nobles caballeros que me parezco mal, pequeño animal escucha con atención:
El Duque de Blangis: Cincuenta años, un aristócrata que adquirió su riqueza por envenenar a su madre por la herencia, y a su hermana, cuando ella se enteró de sus planes. Blangis es descrito como alto, robusto y de gran potencia sexual, aunque se insiste que es un gran cobarde, y que está orgulloso de serlo. Es esposo de Constance, hija de Durcet.
El Obispo: Hermano de Blangis, él es un hombre de cuarenta y cinco años, flaco y débil, con una boca desagradable. Es un apasionado del sexo anal, e incluso cuando tiene sexo con mujeres y niñas, se niega a tener relaciones vaginales con ellas. Es padre de Aline, que la tuvo con la esposa del duque. Entonces Aline es considerada hija del duque y sobrina del obispo.
El Presidente de Curval: Un hombre alto y flaco, espantosamente sucio su cuerpo, sesenta años. Está casado con Julie, hija del duque.
Durcet: Un banquero de cincuenta y tres años, que es descrito como bajo, pálido y afeminado. Disfruta la sodomía pasiva más que la activa, por el pequeño tamaño de su pene. Es esposo de Adélaïde, hija del presidente.
No creo que me parezca absolutamente ni fisica ni mentalmente a ninguno de estos personajes no te parece minino, mas bien...creo que seguiré leyendo.-
Tras unas horas de lectura comprendió por que el autor estaba encerrado, pero lejos de parecerle una lectura prohibida le pareció una lectura grotesca, tan grotesca que se volvia fascinante, mientras mas avanzaba la trama mas ansioso estaba por leer cuales eran las depravaciones que aquel grupo de letrados cometía, se sumergió por completo en la lectura, que ni siquiera se dió cuenta que el minino se quedo dormido, el tiempo se habia detenido para el.
El carruaje se desplazó lejos del bullicio habitual de la ciudad y de las calles, sobre las piernas llevaba un pequeño gatito de color gris y ojos azules que lo habia seguido no bien habia salido de su residencia, en un principio le habia parecido sumamente molesto, y estaba a punto de hacer que los caballos lo pisaran, pero tras un rato de analizarlo detenidamente lo encontró demasiado gracioso y frágil como para tener una muerte tan ruín y perversa, maldijo por unos momentos esa extraña personalidad tan cambiante que tenía, y decidió cargar al pequeño gatito y llevarselo con el de paseo al campo.
El día era esplendido, un brillante sol iluminaba las calles, y el carruaje corría a gran velocidad, no deseaba volver muy tarde, y quería aprovechar los rayos de sol en todo su esplendor, el reloj marcaba exactamente las tres de la tarde, iba contemplando por la ventana, mientras el pequeño animalito se divertía en arañar los cojines de su carruaje, surcaron a gran velocidad las puertas de la ciudad, la zona pobre que tanto frecuentaba, y por fin el paisaje comenzó a volverse mas y mas campirano, era justamente lo que deseaba, le recordaba mucho a los vastos maizales de su tierra natal, aunque en Europa parecían no cultivar el maiz, mas bien se enfocaban al trigo y a otros granos, que a el no le agradaban tanto, aunque los campos lucian dorados y hermosos invitando al reposo.
Tras encontrar un lugar que le agradó, hizó detener el carruaje donde viajaba, cogió al gatito y salió abriendo la puerta con un movimiento rápido, la luz del sol lastimo un poco su vista, asi que tuvo que tapar sus ojos con el libro que llevaba en la mano mientras contemplaba el lugar, rodeado de arboles y campos sembrados.
Llevaba una fresca camisa de seda desabotonada, dejando notar su bien trabajada fisonomia, los musculos de su espalda y de sus brazos al caminar se remarcaban como los musculos de un gran felino que avanza al acecho de su presa, indicó al cochero retirarse y volver en unas dos horas aproximadamente.
Se sentó al pie del arbol y comenzó a leer un libro que llamaban " libro prohibido", el autor un tal Marques de Sade, se habia enterado que por la obsenidad de su escritos, estaba reclutado actualmente en alguna prisión o sanatorio mental de francia ( en esta epoca aun vivia el marques de Sade), el libro se titulaba las 120 jornadas de Sodoma, y decían de el que era terriblemente sadico y perverso, eso a el no le interesaba, estaba harto de la clásica literatura con finales felices, y un rasgo que le habia llamado la atencion de ese autor, que comenzaba a volverse uno de sus favoritos, era precisamente el hecho de denigar la virtud y exaltar el vicio.
El gatito se sentó sobre sus piernas mientras la inteligente pero penetrante mirada de Edmundo pasaba rapidamente por cada pagina del libro, le hacia cosquillas mientras tanto con el dedo indice detrás de la oreja al animalito al cual parecía gustarle, hasta que al final le dijo al felino.
-Aquien crees de estos nobles caballeros que me parezco mal, pequeño animal escucha con atención:
El Duque de Blangis: Cincuenta años, un aristócrata que adquirió su riqueza por envenenar a su madre por la herencia, y a su hermana, cuando ella se enteró de sus planes. Blangis es descrito como alto, robusto y de gran potencia sexual, aunque se insiste que es un gran cobarde, y que está orgulloso de serlo. Es esposo de Constance, hija de Durcet.
El Obispo: Hermano de Blangis, él es un hombre de cuarenta y cinco años, flaco y débil, con una boca desagradable. Es un apasionado del sexo anal, e incluso cuando tiene sexo con mujeres y niñas, se niega a tener relaciones vaginales con ellas. Es padre de Aline, que la tuvo con la esposa del duque. Entonces Aline es considerada hija del duque y sobrina del obispo.
El Presidente de Curval: Un hombre alto y flaco, espantosamente sucio su cuerpo, sesenta años. Está casado con Julie, hija del duque.
Durcet: Un banquero de cincuenta y tres años, que es descrito como bajo, pálido y afeminado. Disfruta la sodomía pasiva más que la activa, por el pequeño tamaño de su pene. Es esposo de Adélaïde, hija del presidente.
No creo que me parezca absolutamente ni fisica ni mentalmente a ninguno de estos personajes no te parece minino, mas bien...creo que seguiré leyendo.-
Tras unas horas de lectura comprendió por que el autor estaba encerrado, pero lejos de parecerle una lectura prohibida le pareció una lectura grotesca, tan grotesca que se volvia fascinante, mientras mas avanzaba la trama mas ansioso estaba por leer cuales eran las depravaciones que aquel grupo de letrados cometía, se sumergió por completo en la lectura, que ni siquiera se dió cuenta que el minino se quedo dormido, el tiempo se habia detenido para el.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Una llama intensa comenzaba a quemar el interior de Edmundo, sentía sus entrañas hirviendo, su piel despedía un calor poco usual en el, era como si cada centimetro de la piel de su cuerpo, hubiera esperado como una bomba de tiempo, el momento en sentir sobre de si, el cuerpo semidesnudo de Jozsef, su piel se estremeció aun mas que cuando habia estado encima del gitano en el campo, tenía una piel blanca, pura y suave, quería ese cuerpo para el, para explorar cada centimetro de su persona, llenarle de besos y caricias, y hacerlo suyo, pero al mismo tiempo, la conciencia, algo que se sorprendía de tener, le impedía poseerlo, ademàs de que no era buena idea hacerlo con el carruaje, en cualquier momento llegarían a su casa, y el cochero se percataría, aunque a decir verdad era una excusa tonta, no le importaba lo que la servidumbre pudiera pensar, quizá era mas bien, el respeto a la inmaculada personalidad de aquel muchacho.
Sus mejillas estaban encendidas, permitió que Jozsef tocará su cuerpo, sintiendo su tacto como el de un ciego que toma por primera vez un objeto desconocido para el, los labios del muchacho en sus mejillas, y su cuerpo aferrandose al de el, cada vez sentía sus defensas más y más deshechas, y estaba comenzando a perder su recato, con una mano rodeo el cuerpo de Jozsef, sentado sobre su regazo, como protegiendolo para que no callera, y con la otra la deslizó sobre su pierna, acariciando la entrepierna del joven, mientras escuchaba con indiferencia al pequeño gato, que cansado de maullar reclamando atención se habia hechado sobre la camisa de Jozsef y jugaba con ella ahora.
Se sentía tonto, se sentía tonto y muy infantil, temblaba ligeramente, como un niño pequeño, de hecho se sentía como un niño cada que vez que Jozsef lo tocaba, deslizó su barba como una lija sobre el hombro de Jozsef, besando repetidamente sus mejillas y sus labios, con los ojos cerrados, se detuvo para escucharle y responderle.
-Si Jozsef, serás mi mejor medicina, solo te necesito a ti para estar bien, solo necesito tus brazos y tus labios-murmuró en un evidente tono de amor desesperado, casi una súplica.
Su corazón dio un vuelco, lo mismo que su estomago que se lleno de mariposas, quizá Jozsef por su inocencia no estuviera sintiendo lo mismo que el, era un cariño puro, y eso era justo lo que Edmundo necesitaba, un poco de esa pasión que no es mal sana, era una de las principales sensaciones que habia buscado, y se sentía feliz de haberla encontrado en aquel muchacho.-Si Jozsef, me gusta mucho si fueras un caramelo te comería jajaja-rió lascivamente, y besó el cuello del gitano, haciendole un suave chupetón en el cuello.
Cuando sintió el cuerpo de Jozsef sobre de el, como el de un niño que desea dormir una siesta, Edmundo lo rodeo entre sus fuertes brazos, sintiendo la respiración de Jozsef sobre su pecho, se entretuvo haciendo remolinos con el cabello del muchacho, cerró sus ojos y recargó su mentón sobre la cabeza de Jozsef, suspirando en un estado fuerte de relajación.
-a mi tambien me gusta que estes asi conmigo, te quiero, y te necesito para sentirme bien, puedes dormir sobre de mi si lo deseas,falta algo de tiempo para que lleguemos-se ruborizó, en verdad se sentía como tonto cuando escuchó el comentario de Jozsef, ¿lo quería?, el tambien, era dificil, por que pensaba que para querer a alguien eran necesarios años de tratarlo y conocer a la persona, pero ahora, se daba cuenta que con Jozsef era diferente, el era cristalino, le permitía ver en el, no tenia que analizarle mucho para comprenderlo, y el en reciprocidad debia de portarse mas o menos como el muchacho.
-No tienes idea de lo feliz que me hace tenerte Jozsef, quiero enseñarte tantas cosas, que descubramos juntos muchas otras que yo mismo no he logrado comprender-
Sus mejillas estaban encendidas, permitió que Jozsef tocará su cuerpo, sintiendo su tacto como el de un ciego que toma por primera vez un objeto desconocido para el, los labios del muchacho en sus mejillas, y su cuerpo aferrandose al de el, cada vez sentía sus defensas más y más deshechas, y estaba comenzando a perder su recato, con una mano rodeo el cuerpo de Jozsef, sentado sobre su regazo, como protegiendolo para que no callera, y con la otra la deslizó sobre su pierna, acariciando la entrepierna del joven, mientras escuchaba con indiferencia al pequeño gato, que cansado de maullar reclamando atención se habia hechado sobre la camisa de Jozsef y jugaba con ella ahora.
Se sentía tonto, se sentía tonto y muy infantil, temblaba ligeramente, como un niño pequeño, de hecho se sentía como un niño cada que vez que Jozsef lo tocaba, deslizó su barba como una lija sobre el hombro de Jozsef, besando repetidamente sus mejillas y sus labios, con los ojos cerrados, se detuvo para escucharle y responderle.
-Si Jozsef, serás mi mejor medicina, solo te necesito a ti para estar bien, solo necesito tus brazos y tus labios-murmuró en un evidente tono de amor desesperado, casi una súplica.
Su corazón dio un vuelco, lo mismo que su estomago que se lleno de mariposas, quizá Jozsef por su inocencia no estuviera sintiendo lo mismo que el, era un cariño puro, y eso era justo lo que Edmundo necesitaba, un poco de esa pasión que no es mal sana, era una de las principales sensaciones que habia buscado, y se sentía feliz de haberla encontrado en aquel muchacho.-Si Jozsef, me gusta mucho si fueras un caramelo te comería jajaja-rió lascivamente, y besó el cuello del gitano, haciendole un suave chupetón en el cuello.
Cuando sintió el cuerpo de Jozsef sobre de el, como el de un niño que desea dormir una siesta, Edmundo lo rodeo entre sus fuertes brazos, sintiendo la respiración de Jozsef sobre su pecho, se entretuvo haciendo remolinos con el cabello del muchacho, cerró sus ojos y recargó su mentón sobre la cabeza de Jozsef, suspirando en un estado fuerte de relajación.
-a mi tambien me gusta que estes asi conmigo, te quiero, y te necesito para sentirme bien, puedes dormir sobre de mi si lo deseas,falta algo de tiempo para que lleguemos-se ruborizó, en verdad se sentía como tonto cuando escuchó el comentario de Jozsef, ¿lo quería?, el tambien, era dificil, por que pensaba que para querer a alguien eran necesarios años de tratarlo y conocer a la persona, pero ahora, se daba cuenta que con Jozsef era diferente, el era cristalino, le permitía ver en el, no tenia que analizarle mucho para comprenderlo, y el en reciprocidad debia de portarse mas o menos como el muchacho.
-No tienes idea de lo feliz que me hace tenerte Jozsef, quiero enseñarte tantas cosas, que descubramos juntos muchas otras que yo mismo no he logrado comprender-
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Compungió el rostro al sentir su mano subir por su pierna, llevaba entonces unos pantaloncillos caquis doblados por debajo de las rodillas dejando ver sus piernas escasas en vello no sabia si aquello debía ser asi o no y tampoco esque le importase demasiado era asi por todo el cuerpo y se sentía conforme de ello, se aferro a el cual su mano llego a aquella parte de la cual recientemente y por boca de Edmundo habia conocido su nombre.
-cada que me necesites ahí estare…solo debes pensar en ello y decir mi nombre acudiré como por arte de magia- aseguro en voz baja sintiendo como su barbilla rozaba su desnudo hombro y sus labios besaban la parte inferior de su rostro una y otra vez de aquella manera falta de toda lasciva lo cual se vio contrastado con aquella carcajada cubierto del aquel sentimiento que aun no lograba descifrar iba mas alla del cariño y no llegando a ningun sentimiento puro.
-sere lo que quieras- le indico en voz baja llevándose una mano al cuello cuando le beso succionando su piel, habia sido una sensación extraña que inevitablemente le habia hecho reir acerco sus labios al cuello de Edmundo e imito la acción realizada, succionando de aquella piel mientras sus labios le acariciaban. Se alejo pues observando la marca rojiza que habia dejado, pasando sus dedos por esta y seguidamente por su propio cuello -¿asi luce la que tu me hiciste?- le cuestiono no sabiendo pues no podia verla por el lugar en el cual estaba.
-no tengo tanto sueño es solo que el movimiento del carruaje me arrulla- le indico con tranquilidad exhibiendo aquella marca amoratada sobre su cuello casi con orgullo porque nunca antes habia tenido algo asi ni habia sido objeto de tales experiencias ¿objeto? No iba mucho mas alla de eso porque era una persona, libre y autónoma.
-aprenderemos juntos pero antes debes enseñarme lo que tu ya sabes- le indico sentándose, observando atraves del cristal como el paisaje cambiaba con rapidez -¿cres que pueda subir al techo?- le cuestiono con un brillo inusual en su mirada, se levanto apresurándose a la puerta pegando el rostro al cristal y observando las ruedas seguramente tenían alguna varilla de la cual sujetarse, no debía ser tan difícil llegar hasta la parte superior, si habia brincado tejados y escarbado túneles con las manos eso debía ser pan comido.
Exclamo entonces la cuarta vocal volteándole a ver quería decirle algo desde que le habia conocido porque le parecía si bien no en demasía importante un conocimiento a saber de el –creo que no has preguntado sobre mis ojos…- le indico señalando primero el verde y seguidamente el azul –la gente suele verme de mala manera los doctores piensan que soy un adefesio de la naturaleza su sabes…como si fuera un defecto- negó con tranquilidad poniéndose en pie aunque debiendo doblar la espalda para no golpear su cabeza con el techo –solo con el color de la naturaleza puedo ver, el otro me sirve para premoniciones…de otro modo es ciego- comenzó a buscar la perilla de la puerta para salir no pretendía huir sino llegar al otro nivel, porque quería sentir el aire contra su rostro y observar por completo el paisaje, quizá podría sentarse a un lado del conductor y pedirle por un momento las riendas ¡si!
-¿podemos ir con el conductor?- pregunto entonces porque su defisis de atención le hacia preguntar en un mismo periodo de tiempo sobre temas que nada tenían que ver.
-cada que me necesites ahí estare…solo debes pensar en ello y decir mi nombre acudiré como por arte de magia- aseguro en voz baja sintiendo como su barbilla rozaba su desnudo hombro y sus labios besaban la parte inferior de su rostro una y otra vez de aquella manera falta de toda lasciva lo cual se vio contrastado con aquella carcajada cubierto del aquel sentimiento que aun no lograba descifrar iba mas alla del cariño y no llegando a ningun sentimiento puro.
-sere lo que quieras- le indico en voz baja llevándose una mano al cuello cuando le beso succionando su piel, habia sido una sensación extraña que inevitablemente le habia hecho reir acerco sus labios al cuello de Edmundo e imito la acción realizada, succionando de aquella piel mientras sus labios le acariciaban. Se alejo pues observando la marca rojiza que habia dejado, pasando sus dedos por esta y seguidamente por su propio cuello -¿asi luce la que tu me hiciste?- le cuestiono no sabiendo pues no podia verla por el lugar en el cual estaba.
-no tengo tanto sueño es solo que el movimiento del carruaje me arrulla- le indico con tranquilidad exhibiendo aquella marca amoratada sobre su cuello casi con orgullo porque nunca antes habia tenido algo asi ni habia sido objeto de tales experiencias ¿objeto? No iba mucho mas alla de eso porque era una persona, libre y autónoma.
-aprenderemos juntos pero antes debes enseñarme lo que tu ya sabes- le indico sentándose, observando atraves del cristal como el paisaje cambiaba con rapidez -¿cres que pueda subir al techo?- le cuestiono con un brillo inusual en su mirada, se levanto apresurándose a la puerta pegando el rostro al cristal y observando las ruedas seguramente tenían alguna varilla de la cual sujetarse, no debía ser tan difícil llegar hasta la parte superior, si habia brincado tejados y escarbado túneles con las manos eso debía ser pan comido.
Exclamo entonces la cuarta vocal volteándole a ver quería decirle algo desde que le habia conocido porque le parecía si bien no en demasía importante un conocimiento a saber de el –creo que no has preguntado sobre mis ojos…- le indico señalando primero el verde y seguidamente el azul –la gente suele verme de mala manera los doctores piensan que soy un adefesio de la naturaleza su sabes…como si fuera un defecto- negó con tranquilidad poniéndose en pie aunque debiendo doblar la espalda para no golpear su cabeza con el techo –solo con el color de la naturaleza puedo ver, el otro me sirve para premoniciones…de otro modo es ciego- comenzó a buscar la perilla de la puerta para salir no pretendía huir sino llegar al otro nivel, porque quería sentir el aire contra su rostro y observar por completo el paisaje, quizá podría sentarse a un lado del conductor y pedirle por un momento las riendas ¡si!
-¿podemos ir con el conductor?- pregunto entonces porque su defisis de atención le hacia preguntar en un mismo periodo de tiempo sobre temas que nada tenían que ver.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Edmundo asintió en silencio ante el comentario de Jozsef, permitió que el chico le hiciera un chupetón, eso era señal inequivoca de que sentía algo diferente a lo comunmente sentido por otras personas, no le gustaba estar marcado, pero en esos momentos hubiera permitido que hiciera cientos de esas succiones, le gusto, era una sensación agradable.
Sabia que se pondría primero rojo y luego morado, observó la marca que habia hecho en el cuello del muchacho, no necesitaba preguntarselo, sabia que era la primera vez que Jozsef tenia una encima de el.
-Serás lo que yo quiera, entonces tendrás que ser una nube que pueda tomar todas las formas, si Jozsef exactamente a si luce, no te habia preguntado sobre tus ojos por que consideré que quizá no te gustaba hablar al respecto de ello, y si han pensado eso las personas de ti, es por que tienen el cerebro de una ardilla, yo creo que tienes los ojos mas originales y hermosos que he visto en mucho tiempo, tienes el cielo y la tierra, el mar y el pasto en la mirada.- murmuró, permitiendo que Jozsef se levantará le observo unos momentos fijamente, y entonces le dijo a Jozsef en tono serio, sin llegar al regaño.
-Te gusta arriesgarte verdad, nunca lo he intentado, pero supongo que si rodar de una colina puede ser peligroso, subirse al techo de un carruaje debe ser el triple de arriesgado...pero se vive solamente una vez, arreglate como puedas te veo arriba.- Se levantó , si Jozsef tenia que agacharse, el debia hacerlo mas, abrió la portezuela, se colgó con las manos, y en un elegante y rapido movimiento de gimnasta, extendió todo su cuerpo hacia el frente, y luego hacia arriba, trepandose inmediatamente al tejado de la carroza, le ordeno al chofer que redujese la velocidad, lo cual el hombre hizo al momento, Edmundo se aferró con firmeza al techo de la carroza, mientras sentía el viento con mas fuerza revoloteando por su cuerpo, cerró sus ojos, esperando a que Jozsef subiera y se reuniera con el halla arriba.
Sabia que se pondría primero rojo y luego morado, observó la marca que habia hecho en el cuello del muchacho, no necesitaba preguntarselo, sabia que era la primera vez que Jozsef tenia una encima de el.
-Serás lo que yo quiera, entonces tendrás que ser una nube que pueda tomar todas las formas, si Jozsef exactamente a si luce, no te habia preguntado sobre tus ojos por que consideré que quizá no te gustaba hablar al respecto de ello, y si han pensado eso las personas de ti, es por que tienen el cerebro de una ardilla, yo creo que tienes los ojos mas originales y hermosos que he visto en mucho tiempo, tienes el cielo y la tierra, el mar y el pasto en la mirada.- murmuró, permitiendo que Jozsef se levantará le observo unos momentos fijamente, y entonces le dijo a Jozsef en tono serio, sin llegar al regaño.
-Te gusta arriesgarte verdad, nunca lo he intentado, pero supongo que si rodar de una colina puede ser peligroso, subirse al techo de un carruaje debe ser el triple de arriesgado...pero se vive solamente una vez, arreglate como puedas te veo arriba.- Se levantó , si Jozsef tenia que agacharse, el debia hacerlo mas, abrió la portezuela, se colgó con las manos, y en un elegante y rapido movimiento de gimnasta, extendió todo su cuerpo hacia el frente, y luego hacia arriba, trepandose inmediatamente al tejado de la carroza, le ordeno al chofer que redujese la velocidad, lo cual el hombre hizo al momento, Edmundo se aferró con firmeza al techo de la carroza, mientras sentía el viento con mas fuerza revoloteando por su cuerpo, cerró sus ojos, esperando a que Jozsef subiera y se reuniera con el halla arriba.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Le observo mientras subia con maestria como si mil veces anteriores a esa lo hubiese hecho antes asomo su cuerpo sujetándose del techo como Edmundo lo habia hecho aunque no logrando impulsarse para subir de un solo salto, su cuerpo quedo colgando con sus brazos sobre el techo y su cintura en el filo del mismo apretándole dolorosamente sobre el desnudo torso.
Miro a un lado y otro debiendo virar el rostro a la izquierda en demasía para observar el panorama con aquel orbe que usaba continuamente para percatarse de su entorno, apoyo su pie sobre una sobresaliente de la puerta impulsándose con cuidado de no romper aquel artefacto, logrando arrastrarse hasta el lado del hombre riendo con ganas que cerca habia visto la caída y que lejos estaba ahora de ella.
Reía con el torso contra el techo y los pies en dirección contraía a la del chofer levantándose con lentitud, sintiendo el aire mover sus cabellos acariciando su piel, bailando con su pantalón -¿Cómo subiste tan rápido?- le cuestiono acostándose observando la inmensidad del cielo y las nubes pensando que el seria una de esas para Edmundo, el podia ser cualquier cosa si el se lo pedia, se llevo involuntariamente una mano al cuello palpando la marca ausente al tacto.
Su rostro quedo ahora cerca del conductor, de modo que le observo de cabeza sonriendo -¿Cómo se llama?- le cuestiono divertido por la libertad que experimentaba en compañía de quien no le ataba. Sus manos se posaron sobre su pecho palpando su torso levemente enrojecido por el roce con el filo del techo, llego hasta donde la tela la impidió tocar su cuerpo en aquella zona que Edmundo habia tocado ya, algo que mas nadie habia hecho.
Dudo reposando sus manos sobre sus entradas esperando la respuesta del conductor -¿los golpea con eso?- le cuestiono observando el látigo ceñudo.
Miro a un lado y otro debiendo virar el rostro a la izquierda en demasía para observar el panorama con aquel orbe que usaba continuamente para percatarse de su entorno, apoyo su pie sobre una sobresaliente de la puerta impulsándose con cuidado de no romper aquel artefacto, logrando arrastrarse hasta el lado del hombre riendo con ganas que cerca habia visto la caída y que lejos estaba ahora de ella.
Reía con el torso contra el techo y los pies en dirección contraía a la del chofer levantándose con lentitud, sintiendo el aire mover sus cabellos acariciando su piel, bailando con su pantalón -¿Cómo subiste tan rápido?- le cuestiono acostándose observando la inmensidad del cielo y las nubes pensando que el seria una de esas para Edmundo, el podia ser cualquier cosa si el se lo pedia, se llevo involuntariamente una mano al cuello palpando la marca ausente al tacto.
Su rostro quedo ahora cerca del conductor, de modo que le observo de cabeza sonriendo -¿Cómo se llama?- le cuestiono divertido por la libertad que experimentaba en compañía de quien no le ataba. Sus manos se posaron sobre su pecho palpando su torso levemente enrojecido por el roce con el filo del techo, llego hasta donde la tela la impidió tocar su cuerpo en aquella zona que Edmundo habia tocado ya, algo que mas nadie habia hecho.
Dudo reposando sus manos sobre sus entradas esperando la respuesta del conductor -¿los golpea con eso?- le cuestiono observando el látigo ceñudo.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Edmundo rió cuando escucho el sorprendido comentario de Jozsef, respectó a como le habia hecho para subir tan rápido.
-Bueno Jozsef, a diferencia tuya, no soy un humano, soy un cambiaformas, y ademàs siendo un cambiaformas de insecto, tengo mucha agilidad, sabes que puedo caminar pegado a las paredes como las arañas-dijo en un tono de voz emocionante, como si estuviera relatando una historia verdaderamente fantastica, estaba a punto de darle la mano al muchacho cuando este intentaba subir, pero se habia detenido de hacerlo, sabiendo que el chico tenia agilidad y que podía hacerlo por si mismo.
El cochero se sobresaltó asustado, pensando que quizá se trataba de algun asaltante de caminos, se tranquilizó al ver a su señor, y respiró hondo, Edmundo le miró con una sonrisa divertida en los labios, y asintió en silencio a una orden no audible, el cochero tartamudeo todavia sorprendido.
-Me llamo...Senobio, ese es mi nombre señorito amigo de mi señor Edmundo- Edmundo sonrió y se hecho hacia atras, recostandose sobre el techo de la diligencia con las manos cruzadas debajo de su cabeza como una espalda, y las rodillas levantadas, disfrutando de los rayos de sol del atardecer, y de la fresca brisa, y del gracioso trucu trucu que la carroza hacia mientras avanzaba.
Edmundo rió divertido, en verdad Jozsef era como un niño, mas que estar preocupado por caerse de la diligencia estaba preocupado de si el hombre golpeaba a los animales, no respondió el conocía perfectamente la respuesta, pero permitió que Senobio, que era su cochero que habia aceptado viajar con el desde México le respondiera.
-Bueno verá señorito amigo de mi señor Edmundo, debido a que la familia Mercadante Zahualli, proviene de cambiaformas animales, esta estrictamente prohibido golpear a un animal sin razón alguna, la ultima vez que alguien lo hizo, mi señor descargó el latigo sobre el rostro del anterior cochero y lo despidió, solamente lo utilizo haciendolo estallar de esta forma en el aire, asi los animales son estimulados para correr sin recibir daño alguno.-dijo el cochero sin voltear a ver a Jozsef, estaba bien entrenado en su profesión, si se distraia causaría un accidente, y lo mas probable es que Edmundo terminara sirviendolo de comida para sus escarabajos carnivoros.
Edmundo cerró los ojos divertido por la respuesta dada por el cochero, tenia toda la razón.Solo el tenía el derecho para lastimar a alguien, si se lo merecía nadie mas .
-Bueno Jozsef, a diferencia tuya, no soy un humano, soy un cambiaformas, y ademàs siendo un cambiaformas de insecto, tengo mucha agilidad, sabes que puedo caminar pegado a las paredes como las arañas-dijo en un tono de voz emocionante, como si estuviera relatando una historia verdaderamente fantastica, estaba a punto de darle la mano al muchacho cuando este intentaba subir, pero se habia detenido de hacerlo, sabiendo que el chico tenia agilidad y que podía hacerlo por si mismo.
El cochero se sobresaltó asustado, pensando que quizá se trataba de algun asaltante de caminos, se tranquilizó al ver a su señor, y respiró hondo, Edmundo le miró con una sonrisa divertida en los labios, y asintió en silencio a una orden no audible, el cochero tartamudeo todavia sorprendido.
-Me llamo...Senobio, ese es mi nombre señorito amigo de mi señor Edmundo- Edmundo sonrió y se hecho hacia atras, recostandose sobre el techo de la diligencia con las manos cruzadas debajo de su cabeza como una espalda, y las rodillas levantadas, disfrutando de los rayos de sol del atardecer, y de la fresca brisa, y del gracioso trucu trucu que la carroza hacia mientras avanzaba.
Edmundo rió divertido, en verdad Jozsef era como un niño, mas que estar preocupado por caerse de la diligencia estaba preocupado de si el hombre golpeaba a los animales, no respondió el conocía perfectamente la respuesta, pero permitió que Senobio, que era su cochero que habia aceptado viajar con el desde México le respondiera.
-Bueno verá señorito amigo de mi señor Edmundo, debido a que la familia Mercadante Zahualli, proviene de cambiaformas animales, esta estrictamente prohibido golpear a un animal sin razón alguna, la ultima vez que alguien lo hizo, mi señor descargó el latigo sobre el rostro del anterior cochero y lo despidió, solamente lo utilizo haciendolo estallar de esta forma en el aire, asi los animales son estimulados para correr sin recibir daño alguno.-dijo el cochero sin voltear a ver a Jozsef, estaba bien entrenado en su profesión, si se distraia causaría un accidente, y lo mas probable es que Edmundo terminara sirviendolo de comida para sus escarabajos carnivoros.
Edmundo cerró los ojos divertido por la respuesta dada por el cochero, tenia toda la razón.Solo el tenía el derecho para lastimar a alguien, si se lo merecía nadie mas .
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Sabia algo de aquello Luther lo era aunque no era demasiado agil por lo menos no tanto como el y su agilidad no se comparaba a la que Edmundo recién le habia demostrado poseer -¿en verdad?- le cuestiono casi gritando aquella cuestión se imagino entonces aferrado a la espalda el hombre mientras este avanzaba por la pared con tranquilidad, como si del suelo y la imantación se tratase –deberíamos hacerlo después- aseguro casi como una idea al aire porque no lo habia pensado sencillamente lo habia pronunciado.
Sonrio al percatarse que lo habia asustado, girándose para quedar con el pecho sobre el techo y fijarse en el hombre y los caballos que tiraban de aquella caja con ruedas sobre la cual iban ellos –un gusto Senobio- le indico el nombre le habia cosquillas al pronunciarlo por lo que lo repitió por lo bajo muchas veces entre risas mecía los pies –yo me llamo József…- no quería que siempre se refiriera a el como el señorito amigo de su señor Edmundo ¡¿su señor?!
¿Cómo podia alguien ser señor de otro? Eso era quitarse toda libertad y nadie podia amar sus cadenas ni aunque están fueran de oro puro –no…-murmuro acercándose mas al hombre como si fuera a contarle un secreto que pocos sabían aunque era una verdad de todos que muchos decidían ignorar –tu eres libre…nadie puede ser tu señor- le explico con obviedad, podia quizá trabajar para el por una buena remuneración pero a fin de cuentas no era dueño de su vida, decisiones ni emociones. Era entonces cuando uno lo perdia todo y sentido alguno tenia ya vivir.
-pero eso tampoco esta bien…no puedes golpear asi a las personas- le indico a Edmundo volteándole a ver –la violencia solo trae problemas- ¿y que sabia el? Un joven que jamás habia estampado su puño en un rostro ajeno, quien solo conocía los empujones y los tirones, forcejear mas jamás asi herir, jamás.
Se acerco a gatas a Edmundo colocando su rostro por encima del ajeno -¿eres su dueño?- le cuestiono resueltamente no creyendo que aquello pudiese ser correcto las personas eran libres por el simpe hecho de ser –si no se tiene libertad no se tiene nada…deberías brindársela- le indico en voz baja no pretendía decirle que hacer pero el hecho de saberse atado le aterraba, estremeció ante la idea observando como el sol lamia el torso de Edmundo matizándolo –todos somos libres ¿Quién puede decir lo contrar?-
Sonrio al percatarse que lo habia asustado, girándose para quedar con el pecho sobre el techo y fijarse en el hombre y los caballos que tiraban de aquella caja con ruedas sobre la cual iban ellos –un gusto Senobio- le indico el nombre le habia cosquillas al pronunciarlo por lo que lo repitió por lo bajo muchas veces entre risas mecía los pies –yo me llamo József…- no quería que siempre se refiriera a el como el señorito amigo de su señor Edmundo ¡¿su señor?!
¿Cómo podia alguien ser señor de otro? Eso era quitarse toda libertad y nadie podia amar sus cadenas ni aunque están fueran de oro puro –no…-murmuro acercándose mas al hombre como si fuera a contarle un secreto que pocos sabían aunque era una verdad de todos que muchos decidían ignorar –tu eres libre…nadie puede ser tu señor- le explico con obviedad, podia quizá trabajar para el por una buena remuneración pero a fin de cuentas no era dueño de su vida, decisiones ni emociones. Era entonces cuando uno lo perdia todo y sentido alguno tenia ya vivir.
-pero eso tampoco esta bien…no puedes golpear asi a las personas- le indico a Edmundo volteándole a ver –la violencia solo trae problemas- ¿y que sabia el? Un joven que jamás habia estampado su puño en un rostro ajeno, quien solo conocía los empujones y los tirones, forcejear mas jamás asi herir, jamás.
Se acerco a gatas a Edmundo colocando su rostro por encima del ajeno -¿eres su dueño?- le cuestiono resueltamente no creyendo que aquello pudiese ser correcto las personas eran libres por el simpe hecho de ser –si no se tiene libertad no se tiene nada…deberías brindársela- le indico en voz baja no pretendía decirle que hacer pero el hecho de saberse atado le aterraba, estremeció ante la idea observando como el sol lamia el torso de Edmundo matizándolo –todos somos libres ¿Quién puede decir lo contrar?-
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Senobio levantó las cejas entre sorprendido y asustado por lo que le habia escuchado decir al joven Jozsef, negando rotundamente con la cabeza.
-El señor Edmundo me salvó la vida cuando tenia 14 años, estaré completamente en deuda con el, por eso el es mi señor, y solo a el me debo- asintió rotundamente mirando fulminantemente a aquel muchacho, estaba tan acostumbrado a servir a Edmundo,que el solo hecho de imaginarse que sería de su vida cuando ya no tuviera que trabajar para el simplemente le aterraba, no sabría que haria sin la protección de aquel cambiaformas,no sabría en que ocupar su libertad, por lo que el solo hecho de estar despegado de aquel hombre, le resultaba aterrador y en parte molesto.
-Le sugiero que no vuelva a decir eso señorito amigo de mi señor Edmundo.-dijo ignorando el nombre de Jozsef, Edmundo sonrió de manera muy divertida al escuchar la platica de aquellos dos hombres, le divertía por que sabia que eso haría estallar en interrogantes la cabeza de Jozsef, y estaba contando precisamente cuandos segundos pasarian antes de que la curiosidad de Jozsef, le llevará a preguntarle sobre el por que de lo que el cochero decía.
Ante su comentario respecto a la violencia, Edmundo respondió en una frase ambigua.-Mas en mis entrañas renació la fiera, y me senti lobo malo de repente, mas siempre mejor que esa mala gente-Edmundo mantenía los ojos cerrados y una sonrisa de complacencia en los labios mientras escuchaba a Jozsef, sería mejor que no le dijera, que en su haber, o en el de sus insectos, estaban escritas las muertes de muchas personas que por menos que golpear a un animal habian despertado su ira.
Edmundo abrió uno de sus ojos solamente para contemplar a Jozsef, sin dejar de sonreir ironicamente.
-No digas la palabra dueño, despues de todo tienen varios dias a la semana para descanzar y hacer lo que se les venga en gana, trabaja para mi y eso es todo.-musitó Edmundo con suavidad sin darle realmente importancia.
-En el mundo hay cosas mas importantes que la libertad Jozsef, aunque te cueste trabajo creerlo, ser libre no lo es todo, ya lo entederás mejor después, aun necesitas conocer otras cosas y comprenderlas.- Edmundo bostezó con pereza, y abrio los dos ojos, se sentó apoyandose en las manos traseras contemplando al cochero.
-El señor Edmundo me salvó la vida cuando tenia 14 años, estaré completamente en deuda con el, por eso el es mi señor, y solo a el me debo- asintió rotundamente mirando fulminantemente a aquel muchacho, estaba tan acostumbrado a servir a Edmundo,que el solo hecho de imaginarse que sería de su vida cuando ya no tuviera que trabajar para el simplemente le aterraba, no sabría que haria sin la protección de aquel cambiaformas,no sabría en que ocupar su libertad, por lo que el solo hecho de estar despegado de aquel hombre, le resultaba aterrador y en parte molesto.
-Le sugiero que no vuelva a decir eso señorito amigo de mi señor Edmundo.-dijo ignorando el nombre de Jozsef, Edmundo sonrió de manera muy divertida al escuchar la platica de aquellos dos hombres, le divertía por que sabia que eso haría estallar en interrogantes la cabeza de Jozsef, y estaba contando precisamente cuandos segundos pasarian antes de que la curiosidad de Jozsef, le llevará a preguntarle sobre el por que de lo que el cochero decía.
Ante su comentario respecto a la violencia, Edmundo respondió en una frase ambigua.-Mas en mis entrañas renació la fiera, y me senti lobo malo de repente, mas siempre mejor que esa mala gente-Edmundo mantenía los ojos cerrados y una sonrisa de complacencia en los labios mientras escuchaba a Jozsef, sería mejor que no le dijera, que en su haber, o en el de sus insectos, estaban escritas las muertes de muchas personas que por menos que golpear a un animal habian despertado su ira.
Edmundo abrió uno de sus ojos solamente para contemplar a Jozsef, sin dejar de sonreir ironicamente.
-No digas la palabra dueño, despues de todo tienen varios dias a la semana para descanzar y hacer lo que se les venga en gana, trabaja para mi y eso es todo.-musitó Edmundo con suavidad sin darle realmente importancia.
-En el mundo hay cosas mas importantes que la libertad Jozsef, aunque te cueste trabajo creerlo, ser libre no lo es todo, ya lo entederás mejor después, aun necesitas conocer otras cosas y comprenderlas.- Edmundo bostezó con pereza, y abrio los dos ojos, se sentó apoyandose en las manos traseras contemplando al cochero.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
No comprendia lo que de su boca salía porque le habia salvado estaba de acuerdo en ello y estaba en deuda pero su vida y sus servicios ciegos no podían ser el modo adecuado de saldar la cuenta quizá si dijese que su agradecimiento era infinito y quería procurar su bien quizá entonces todo hubiera sentido mas no, el decía que era su señor y aquello resultaba no por menos confuso.
-catorce…yo tengo dieciocho- le indico girándose hacia Edmundo -¿y tu cuantos tienes?- le cuestiono curioso sentandoce, acostándose, girando y sentandoce nuevamente porque pedirle quietud era un imposible –no basta ser mejor- murmuro ceñudo negando a fin de cuentas y sentandoce a un lado de el con mil incógnitas revoloteando en su cabeza como una parvada de golondrinas.
-eso espero…- murmuro ladeando el rostro un hombre si libertad no era hombre porque el hombre nacia libre y libre debía morir, suspiro ampliamente reclinando su cuerpo hacia enfrente a diferencia de Edmundo el usaba su propio peso para dejar su pecho cerca de sus rodillas -¿me enseñaras tu esas cosas?- le cuestiono entonces jugando con un hilacho que colgaba de su pantalón, tiro de este y dobladillo comenzó a deshacerse.
-quiero aprender…quiero comprender- musito en un tono apenas y audible dejando caer su cuerpo de lado para apoyar su mejilla sobre las piernas de Edmundo, observo el cielo azuloso surcado por nubes que formaban figuras por el viento, jugaban entre unas y otras suponía cuestionándose quien lograba hacer la mas hermosa figura. Observo un conejo, un zapato y una latigo como el que Sebodio llevaba en su mano sin restregarlo contra las pieles de los animales.
Palpo sus hombros y su pecho ¿no llevaba el morral? ¿Dónde lo habia dejado? Seguramente dentro del carruaje por lo que decidió no preocuparse llevaba en aquel morral la pandereta, la caja con hierbas y los amuletos, los dos libros y algunos frasquillos con pociones para diversas cosas, algunas aun no lograba comprenderlas Jeanette se las habia dado porque según ella el era incapaz de reconocer la maldad de la personas, entrecerró los ojos refunfuñando.
-¿Cuánto falta para llegar?- le cuestiono sintiendo como el sol lamia su piel calentándola.
-catorce…yo tengo dieciocho- le indico girándose hacia Edmundo -¿y tu cuantos tienes?- le cuestiono curioso sentandoce, acostándose, girando y sentandoce nuevamente porque pedirle quietud era un imposible –no basta ser mejor- murmuro ceñudo negando a fin de cuentas y sentandoce a un lado de el con mil incógnitas revoloteando en su cabeza como una parvada de golondrinas.
-eso espero…- murmuro ladeando el rostro un hombre si libertad no era hombre porque el hombre nacia libre y libre debía morir, suspiro ampliamente reclinando su cuerpo hacia enfrente a diferencia de Edmundo el usaba su propio peso para dejar su pecho cerca de sus rodillas -¿me enseñaras tu esas cosas?- le cuestiono entonces jugando con un hilacho que colgaba de su pantalón, tiro de este y dobladillo comenzó a deshacerse.
-quiero aprender…quiero comprender- musito en un tono apenas y audible dejando caer su cuerpo de lado para apoyar su mejilla sobre las piernas de Edmundo, observo el cielo azuloso surcado por nubes que formaban figuras por el viento, jugaban entre unas y otras suponía cuestionándose quien lograba hacer la mas hermosa figura. Observo un conejo, un zapato y una latigo como el que Sebodio llevaba en su mano sin restregarlo contra las pieles de los animales.
Palpo sus hombros y su pecho ¿no llevaba el morral? ¿Dónde lo habia dejado? Seguramente dentro del carruaje por lo que decidió no preocuparse llevaba en aquel morral la pandereta, la caja con hierbas y los amuletos, los dos libros y algunos frasquillos con pociones para diversas cosas, algunas aun no lograba comprenderlas Jeanette se las habia dado porque según ella el era incapaz de reconocer la maldad de la personas, entrecerró los ojos refunfuñando.
-¿Cuánto falta para llegar?- le cuestiono sintiendo como el sol lamia su piel calentándola.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Edmundo levantó una ceja y le dijo a Jozsef -.Tenia catorce cuando le salve Jozsef, ahora tiene 28 años-, entonces se apenó mucho cuando le escucho preguntarle su edad, Edmundo sonrió con galanteria -¿Cuantos crees que tengo?, ten en cuenta que los cambiaformas envejecemos de manera muy lenta-murmuró Edmundo, no sabia como reaccionaria Jozsef si le dijera que tenia 58 años, despues de todo, en años humanos, ya estaba entrando a la tercera edad de ellos, y a lo mejor le causaba repulsión estar con un anciano.
El rostro de Edmundo cambio nuevamente poniendose ceñudo, como hacia Jozsef-¿Eso esperas?, estas insinuando querer darme una orden Jozsef?-dijo con un tono frío como tempano de hielo, recibir ordenes no le agradaba en lo absoluto, ni siquiera cuando venian de su madre o de su padre, siempre habia hecho las cosas bajo su libre albedrío, observó con cierta rabia al cochero, pensando en como sería la mejor forma de asesinarlo por haber hablado de màs y haberle hecho a Edmundo tener que dar explicaciones a un gitano que recien habia conocido, pero entonces el caracter volvió a suavizarse cuando sintió las mejillas de Jozsef en sus piernas.
Edmundo deslizó su dedo índice por toda la espalda desnuda de Jozsef, hasta llegar antes de su espalda baja, donde lo retiro, y volvio a acomodarse en su postura inicial respondiendole.-Te enseñaré todo lo que pueda comprender Jozsef, por que hay cosas dificiles de explicar con palabras, que es mejor llevarlas a la práctica, para poder entenderlas.-dijo el mexicano mirandole fijamente.
-Ya estamos a la mas de la mitad del camino, por lo que no tardaremos en llegar, no te preocupes, llegando haré que te preparen la cena, y después si tenemos tiempo veremos a algunos animales, no todos por que no dará tiempo, y te enseñare a mi casa, y te cargaré en mi espalda, mientras te enseño como trepo las paredes-dijo Edmundo en un tono emocionado.
El rostro de Edmundo cambio nuevamente poniendose ceñudo, como hacia Jozsef-¿Eso esperas?, estas insinuando querer darme una orden Jozsef?-dijo con un tono frío como tempano de hielo, recibir ordenes no le agradaba en lo absoluto, ni siquiera cuando venian de su madre o de su padre, siempre habia hecho las cosas bajo su libre albedrío, observó con cierta rabia al cochero, pensando en como sería la mejor forma de asesinarlo por haber hablado de màs y haberle hecho a Edmundo tener que dar explicaciones a un gitano que recien habia conocido, pero entonces el caracter volvió a suavizarse cuando sintió las mejillas de Jozsef en sus piernas.
Edmundo deslizó su dedo índice por toda la espalda desnuda de Jozsef, hasta llegar antes de su espalda baja, donde lo retiro, y volvio a acomodarse en su postura inicial respondiendole.-Te enseñaré todo lo que pueda comprender Jozsef, por que hay cosas dificiles de explicar con palabras, que es mejor llevarlas a la práctica, para poder entenderlas.-dijo el mexicano mirandole fijamente.
-Ya estamos a la mas de la mitad del camino, por lo que no tardaremos en llegar, no te preocupes, llegando haré que te preparen la cena, y después si tenemos tiempo veremos a algunos animales, no todos por que no dará tiempo, y te enseñare a mi casa, y te cargaré en mi espalda, mientras te enseño como trepo las paredes-dijo Edmundo en un tono emocionado.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
-lo se- murmuro desanimado porque pensara que tan poco conocimiento tenia para no conocer como los años afectaban en la mayoría de las personas, como si no supiera la diferencia entre un infante y un adulto, se sintió torpe nuevamente aquella ignorancia con la que la gente solía adjudicarle.
-yo creo que tienes…- murmuro observándole a los ojos por largos instantes intentando descifrar en estos los años que habían sido utilizados –rondas los ochenta- rio inocentemente negando para seguidamente girarse y dejar su espalda de modo que Edmundo pudiese verla –creo que tienes medio siglo…no e logrado descifrar mas que eso- le indico porque su mirada escondia cosas que no podia aun descifrar pues antes debía conocer su lenguaje y aquel era un arte que tomaba demasiado tiempo y experiencias compartidas.
-¿qué?- exclamo negando energéticamente dar ordenes era pretender privar de libertades que todos merecían poseer –he dicho que eso espero, que anhelo que sea asi pero si no quieres…si no quieres no te ordenare lo contrario- aseguro en voz baja sintiendo la molestia en las palabras del hombro, se encogió pegando sus rodillas a su pecho sin separar su mejilla de su pierna, lamentaba que sus palabras se mal interpretaran.
Sonrio de medio lado cuando el dedo del cambiaformas recorrió su espalda haciéndole estremecer por nueva cuenta en aquel dia algo que antes no hubiera sido usual en el asi como no lo era hacerle ruborizar porque desconocía la vergüenza que producía tal reacción del cuerpo –podemos también practicarlas…soy bueno aprendiendo- aseguro recordando la facilidad con que habia aprendido a escribir y la memoria que poseía tan asi que los hechizos enseñados doce años atrás seguían latentes en sus memorias.
-¡si!- exclamo animadamente sentándose porque quizá su mayor defecto era no saberse mantener quieto -¿podre dormir entonces en tu casa? La casa donde yo vivo esta abandonada- le indico restándole importancia a ello preferible eso a vivir en las calles aunque tampoco era asi de malo lo habían hecho ya resguardándose entre callejuelas con mantas robadas por la noche y abaldonadas en el dia por no poder cargar con ellas.
Observo el moretón en el cuello de Edmundo sonriendo porque el habia hecho aquella marca que exhibía ahora sin disimulo -¿y me podre bañar?...hace mucho que no entro en una tina…los ríos y lagunas son ahora mis baños- sonrio de medio lado observándole con seriedad –pero si no quieres no…no es una orden- aseguro con rapidez no queriendo que sus palabras volviesen a tomarse por donde no iban.
-yo creo que tienes…- murmuro observándole a los ojos por largos instantes intentando descifrar en estos los años que habían sido utilizados –rondas los ochenta- rio inocentemente negando para seguidamente girarse y dejar su espalda de modo que Edmundo pudiese verla –creo que tienes medio siglo…no e logrado descifrar mas que eso- le indico porque su mirada escondia cosas que no podia aun descifrar pues antes debía conocer su lenguaje y aquel era un arte que tomaba demasiado tiempo y experiencias compartidas.
-¿qué?- exclamo negando energéticamente dar ordenes era pretender privar de libertades que todos merecían poseer –he dicho que eso espero, que anhelo que sea asi pero si no quieres…si no quieres no te ordenare lo contrario- aseguro en voz baja sintiendo la molestia en las palabras del hombro, se encogió pegando sus rodillas a su pecho sin separar su mejilla de su pierna, lamentaba que sus palabras se mal interpretaran.
Sonrio de medio lado cuando el dedo del cambiaformas recorrió su espalda haciéndole estremecer por nueva cuenta en aquel dia algo que antes no hubiera sido usual en el asi como no lo era hacerle ruborizar porque desconocía la vergüenza que producía tal reacción del cuerpo –podemos también practicarlas…soy bueno aprendiendo- aseguro recordando la facilidad con que habia aprendido a escribir y la memoria que poseía tan asi que los hechizos enseñados doce años atrás seguían latentes en sus memorias.
-¡si!- exclamo animadamente sentándose porque quizá su mayor defecto era no saberse mantener quieto -¿podre dormir entonces en tu casa? La casa donde yo vivo esta abandonada- le indico restándole importancia a ello preferible eso a vivir en las calles aunque tampoco era asi de malo lo habían hecho ya resguardándose entre callejuelas con mantas robadas por la noche y abaldonadas en el dia por no poder cargar con ellas.
Observo el moretón en el cuello de Edmundo sonriendo porque el habia hecho aquella marca que exhibía ahora sin disimulo -¿y me podre bañar?...hace mucho que no entro en una tina…los ríos y lagunas son ahora mis baños- sonrio de medio lado observándole con seriedad –pero si no quieres no…no es una orden- aseguro con rapidez no queriendo que sus palabras volviesen a tomarse por donde no iban.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Edmundo hechó la cabeza hacia atrás riendo divertido cuando Jozsef se disculpó con el -Se que no lo hacias Jozsef, pero quería comprobar que tu respuesta fuera la misma a la que yo habia pensado que me dirias, y en efecto tuve razón.- Edmundo clavó la vista en sus pies, ahora desnudos de sus zapatos y sus calcetas de lana, era una sensación agradable de libertad que nunca antes habia sentido.
-Tengo 58 años Jozsef, les doblo la edad a ti y a Senobio, y a la gran mayoría de mi servidumbre, solamente Ahuizotl era mayor que yo, y aun asi luce casi tan joven como yo, parezco de 25 años o no.-le pregunto con un evidente tono de diversión el cambiaformas al joven Jozsef, hizo que sus dedos caminaran sobre la espalda de Jozsef como si fuesen las piernas de un par de soldados marchando rapidamente, y al final le hizo cosquillas cerca del cuello, retirando la mano después.
-Claro, las practicaremos, pero tendrás que prometer que aceptarás lo que te proponga sin peros de acuerdo-murmuró en un tono de voz seductor y grave, aun mas grave que el volumen habitual de su voz.
Asintió en silencio ante las peticiones de Jozsef.-Si puedes dormir en mi casa, en alguna habitación para ti solo, o conmigo, el suelo esta alfombrado, y grandes cortinas de terciopelo cubren los ventanales para que la luz del sol no te despierte temprano, las almohadas son de pluma de ganso muy suaves, y también podras darte un baño, le dire a las muchachas de la casa que te preparen un baño caliente de burbujas, es divertido, y puedes hacerte copetes y peinados con la espuma.-dijo Edmundo recordando en sus propias palabras las mismas cosas que el disfrutaba hacer en su casa, su santuario, su refugio mas sagrado, que ahora compartiria con Jozsef.
-Tengo 58 años Jozsef, les doblo la edad a ti y a Senobio, y a la gran mayoría de mi servidumbre, solamente Ahuizotl era mayor que yo, y aun asi luce casi tan joven como yo, parezco de 25 años o no.-le pregunto con un evidente tono de diversión el cambiaformas al joven Jozsef, hizo que sus dedos caminaran sobre la espalda de Jozsef como si fuesen las piernas de un par de soldados marchando rapidamente, y al final le hizo cosquillas cerca del cuello, retirando la mano después.
-Claro, las practicaremos, pero tendrás que prometer que aceptarás lo que te proponga sin peros de acuerdo-murmuró en un tono de voz seductor y grave, aun mas grave que el volumen habitual de su voz.
Asintió en silencio ante las peticiones de Jozsef.-Si puedes dormir en mi casa, en alguna habitación para ti solo, o conmigo, el suelo esta alfombrado, y grandes cortinas de terciopelo cubren los ventanales para que la luz del sol no te despierte temprano, las almohadas son de pluma de ganso muy suaves, y también podras darte un baño, le dire a las muchachas de la casa que te preparen un baño caliente de burbujas, es divertido, y puedes hacerte copetes y peinados con la espuma.-dijo Edmundo recordando en sus propias palabras las mismas cosas que el disfrutaba hacer en su casa, su santuario, su refugio mas sagrado, que ahora compartiria con Jozsef.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
-algo asi- murmuro riendo por lo bajo una risa tan suave y apacible que parecía no poder provenir de un joven como aquel, no de un adolescente que no tenia rasgos de ser, del alma de un niño que enfrascada en aquel cuerpo le mantenía enfrascado en aquella curiosidad e inocencia -¿te imaginas si aparentaras tu verdadera edad?...tendrías arrugas por todo el cuerpo y las sienes bañadas en nieve- aseguro pasando su dedo índice por su frente y mejillas donde serian mayormente visibles aquellas marcas de la edad avanzada.
-de acuerdo, pero tu debes prometerme que no será nada que atente con mi libertad- le pidió sonriendo de medio lado porque no podia atarse a nada, no podía herir a ningun animal y no podia atentar contra ninguna persona porque seguramente Edmundo no quería verle derramar lagrimas sobre su regazo rogándole, quizá se precipitaba y todo lo que le iba a enseñar seria beneficioso para ambos -¿prometes que no saldremos heridos?- le cuestiono entonces extendiendo su mano hacia el si lo prometía la tomaría y estrecharía.
El dormir en una cama no le emocionaba tanto como el saber que podría darse un baño de aquellos que cuando pequeño su abuela solia darle, metiéndolo en un cuenco de metal con agua caliente y un montón de hierbajos y platas que producían una efervescencia en el agua ante sus palabras quizás el podría intentar hacerlo.
-¿asi?- le cuestiono tomando su cabello entre sus manos y estirándolo en todas direcciones dejando una mata alborotada de crespos y castaños cabellos la cual se aplaco al instante regresando a su lugar aunque adquiriendo mas volumen que antes su cabello era siempre abundante no al grado de parecer un casco de policía pero quizá si mas de lo usual, mas que el de aquellos niños que en la alta sociedad eran mal visto de llevar el cabello mas allá de las orejas.
Estiro sus manos hacia el desacomodando su cabello -¿y si dormimos juntos?...no estoy acostumbrado a dormir solo- confeso con tranquilidad porque a su lado estaban siempre su hermana o Luther, o algun otro miembro de la pandilla tanta confianza habia entre ellos que en mas de una ocasión habia despertado abrazándoles como si de alguna almohada o trozo de tela se tratase.
-de acuerdo, pero tu debes prometerme que no será nada que atente con mi libertad- le pidió sonriendo de medio lado porque no podia atarse a nada, no podía herir a ningun animal y no podia atentar contra ninguna persona porque seguramente Edmundo no quería verle derramar lagrimas sobre su regazo rogándole, quizá se precipitaba y todo lo que le iba a enseñar seria beneficioso para ambos -¿prometes que no saldremos heridos?- le cuestiono entonces extendiendo su mano hacia el si lo prometía la tomaría y estrecharía.
El dormir en una cama no le emocionaba tanto como el saber que podría darse un baño de aquellos que cuando pequeño su abuela solia darle, metiéndolo en un cuenco de metal con agua caliente y un montón de hierbajos y platas que producían una efervescencia en el agua ante sus palabras quizás el podría intentar hacerlo.
-¿asi?- le cuestiono tomando su cabello entre sus manos y estirándolo en todas direcciones dejando una mata alborotada de crespos y castaños cabellos la cual se aplaco al instante regresando a su lugar aunque adquiriendo mas volumen que antes su cabello era siempre abundante no al grado de parecer un casco de policía pero quizá si mas de lo usual, mas que el de aquellos niños que en la alta sociedad eran mal visto de llevar el cabello mas allá de las orejas.
Estiro sus manos hacia el desacomodando su cabello -¿y si dormimos juntos?...no estoy acostumbrado a dormir solo- confeso con tranquilidad porque a su lado estaban siempre su hermana o Luther, o algun otro miembro de la pandilla tanta confianza habia entre ellos que en mas de una ocasión habia despertado abrazándoles como si de alguna almohada o trozo de tela se tratase.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
-No atentará contra tu libertad, ni mucho menos, y prometo que no dolera- dijo Edmundo en un tono seguro de voz. Al menos no un dolor que no pudiera soportar, fue lo que pensó de manera pícara sonriendo para si mismo, como si se estuviera riendo de un chiste que nadie mas habia escuchado.
Observó unos segundos a Senobio, y le dijo.-Puedes ir un poco mas rápido no quedan muchas horas de sol, y no quiero que los animales comienzen a dormirse Senobio, haz sonar ese latigo ahora- su voz sono autoritaria pero sin dejar de ser hasta cierto punto amable.
Inclino la cabeza un poco y cerró los ojos, mientras sentía las manos de Jozsef despeinandolo, rió un poco y le pregunto.-Hey, quieres hacerme un peinado a mi tambien o que.- cuestionó riendo suavemente, abrió los ojos para observarle fijamente, era un chico en verdad extraño y unico, y esa misma forma de ser, era lo que mas le atraía.
Estaba pensando en si la servidumbre ya habia alimentado a sus animales, limpiado la estancia, y preparado la cena, odiaba tener que llegar a su casa, y que tuviera que dictar las ordenes de las cosas, que por obligación ya sabian que tenían que hacer, del mismo modo se pregunto que habría de comer, y entonces recordó algo.-Jozsef, tu alimentación se basa solo en vegetales y plantas, o comes tambien carne.- dijo mirandolo, tal vez pudiera parecer una pregunta tonta, pero el normalmente, llevaba una dieta omnivora tirandole casi a vegetariano, y tal vez Jozsef, fuera mas vegetariano y si esa noche habian preparado carne quizá no la comiera.
-Bebes vino, o prefieres aguas de sabores de frutas-dijo rascandose la barbilla intrigado, pero entonces el comentario de Jozsef, le hizo estremecerse de regocijo.
-[b]¿Dormir conmigo?, bueno Jozsef, no se, verás tengo la costumbre de abrazar almohadas, y, tal vez no te deje dormir a gusto, o si lo prefieres estaría bien, y en la mañana podria despertarte haciendote cosquillas en el vientre- dijo moviendo sus cejas rapidamente de arriba a abajo.
Observó unos segundos a Senobio, y le dijo.-Puedes ir un poco mas rápido no quedan muchas horas de sol, y no quiero que los animales comienzen a dormirse Senobio, haz sonar ese latigo ahora- su voz sono autoritaria pero sin dejar de ser hasta cierto punto amable.
Inclino la cabeza un poco y cerró los ojos, mientras sentía las manos de Jozsef despeinandolo, rió un poco y le pregunto.-Hey, quieres hacerme un peinado a mi tambien o que.- cuestionó riendo suavemente, abrió los ojos para observarle fijamente, era un chico en verdad extraño y unico, y esa misma forma de ser, era lo que mas le atraía.
Estaba pensando en si la servidumbre ya habia alimentado a sus animales, limpiado la estancia, y preparado la cena, odiaba tener que llegar a su casa, y que tuviera que dictar las ordenes de las cosas, que por obligación ya sabian que tenían que hacer, del mismo modo se pregunto que habría de comer, y entonces recordó algo.-Jozsef, tu alimentación se basa solo en vegetales y plantas, o comes tambien carne.- dijo mirandolo, tal vez pudiera parecer una pregunta tonta, pero el normalmente, llevaba una dieta omnivora tirandole casi a vegetariano, y tal vez Jozsef, fuera mas vegetariano y si esa noche habian preparado carne quizá no la comiera.
-Bebes vino, o prefieres aguas de sabores de frutas-dijo rascandose la barbilla intrigado, pero entonces el comentario de Jozsef, le hizo estremecerse de regocijo.
-[b]¿Dormir conmigo?, bueno Jozsef, no se, verás tengo la costumbre de abrazar almohadas, y, tal vez no te deje dormir a gusto, o si lo prefieres estaría bien, y en la mañana podria despertarte haciendote cosquillas en el vientre- dijo moviendo sus cejas rapidamente de arriba a abajo.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Estremeció completamente sintiendo su cuerpo sacudirse al escuchar el látigo relampaguear como el rugido de un animal hambriento o el sonido que producían aquellos haces de luz que salian del cielo y que golpeaban la tierra cuando llovía haciendo temblar al mundo entorno, no le gustaban aquellas cosas jamás lo habían hecho cuando niño se refugiaba en el regazo de su abuela ahora, ahora se limitaba a aferrarse de alguna sabana apretando los parpados con fiereza intentando no escuchar aquel sonido que mas parecía querer devorarlo.
-si…pero se cae- le indico alzando una y otra vez su cabello teniendo siempre el mismo resultado, era un cabello demasiado lacio y graso como para lograr darle alguna forma y que este decidiera quedarse de aquella manera, desistió entonces de su idea alejando sus manos de su cabeza percatándose que los ojos de Edmundo le observaba y sonriendo de medio lado para sentarse de modo que sus piernas colgaban del filo trasero del techo observando el paisaje que dejaban detrás de ellos.
-¿carne?...no no como carne- confeso negando con tranquilidad su abuela le habia enseñado que la naturaleza y los animales debían respetarse, no era respeto alimentarse de la carne de ellos, matarlos cuando bien uno podia consumir verduras y pastas habia preferido dada la ocasión pasar una semana de hambruna antes que probar bocado animal creía que su estomago se revelaría el dia que cometería tal barbaridad.
-me gusta el vino pero lo tomo en fiestas…si prefiero el vino- aseguro pensando en las aguas de sabores si bien algunas le gustaba en sobremanera no habia comparación a como el alcohol le hacia sentir, con las mejillas enrojecías y el cuerpo meciéndose como una hoja al viento, asi como mecía sus pies a vacio observando el empedrado varios centímetros y se atrevía a decir que metros por debajo de el.
Le volteo a ver sonriendo por encima de su hombro aferrándose del techo para no caer en algun descuido suyo o del conductor de frenarse o andar mas aprisa sin previo aviso saldría despedido –yo hago lo mismo, sere tu almohada y tu seras la mia- rio asintiendo pensando en lo bien que podrían pasarla el resto del dia, conociendo los animales del otro mundo, disfrutando de un baño y una cama, estando en compañía de aquel hombre, que maravilla. Aunque antes debía curarle las heridas.
-si…pero se cae- le indico alzando una y otra vez su cabello teniendo siempre el mismo resultado, era un cabello demasiado lacio y graso como para lograr darle alguna forma y que este decidiera quedarse de aquella manera, desistió entonces de su idea alejando sus manos de su cabeza percatándose que los ojos de Edmundo le observaba y sonriendo de medio lado para sentarse de modo que sus piernas colgaban del filo trasero del techo observando el paisaje que dejaban detrás de ellos.
-¿carne?...no no como carne- confeso negando con tranquilidad su abuela le habia enseñado que la naturaleza y los animales debían respetarse, no era respeto alimentarse de la carne de ellos, matarlos cuando bien uno podia consumir verduras y pastas habia preferido dada la ocasión pasar una semana de hambruna antes que probar bocado animal creía que su estomago se revelaría el dia que cometería tal barbaridad.
-me gusta el vino pero lo tomo en fiestas…si prefiero el vino- aseguro pensando en las aguas de sabores si bien algunas le gustaba en sobremanera no habia comparación a como el alcohol le hacia sentir, con las mejillas enrojecías y el cuerpo meciéndose como una hoja al viento, asi como mecía sus pies a vacio observando el empedrado varios centímetros y se atrevía a decir que metros por debajo de el.
Le volteo a ver sonriendo por encima de su hombro aferrándose del techo para no caer en algun descuido suyo o del conductor de frenarse o andar mas aprisa sin previo aviso saldría despedido –yo hago lo mismo, sere tu almohada y tu seras la mia- rio asintiendo pensando en lo bien que podrían pasarla el resto del dia, conociendo los animales del otro mundo, disfrutando de un baño y una cama, estando en compañía de aquel hombre, que maravilla. Aunque antes debía curarle las heridas.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Si en efecto su cabello se caía, casi todos en su familia tenian aquel cabello lacio, demasiado correcto, que rara vez permitia alborotarse o no mantenerse con la postura correcta, era como si fuese un cabello correctamente educado, que no se despeinaba ni aunque un tornado brotara de su cabeza.
Entonces se le ocurrió hacerle un pequeño comentario en broma a Jozsef-Es una pena que no te guste la carne Jozsef, por que esa es mi comida favorita, y la de mis animales, en especial la carne de gitanos, con alguna cualidad fisica especial, como tener pecas, o los ojos de colores diferentes.-murmuró a su oido en un malefico tono de voz.
-Creo que tu carne sabrá muy bien acompañada de un poco de arroz, es suave y muy tierna- bromeaba evidentemente pero siendo un actor afamado en su ciudad natal, tenia muy buena finta para poder jugarle bromas y hacer pasar por serio algo que no lo era, el si comia carne, antes era unicamente vegetariano hasta que alguien le dijo lo que acontinuación le diría a Jozsef.
-Yo antes solo comia vegetales, hasta que alguien me dijo, que los vegetales tambien estan vivos, el hecho de que no puedan gritar o quejarse, no significa que no les duela ser cocinados, despues estuve a punto de morir de hambre por no ingerir mas que liquidos, y al final termine comprendiendo que al igual que el oso o el jabalí, que para vivir tienen que matar- murmuró resueltamente Edmundo, esperando no ofender con sus palabras al joven gitano.
-Esta bien, serás mi almohada, por que eres mi nube que se transformará en todas las cosas, si te aplastó durante la noche, puedes despertarme de acuerdo.-murmuró Edmundo en un extraño tono de voz paternal.
Entonces se le ocurrió hacerle un pequeño comentario en broma a Jozsef-Es una pena que no te guste la carne Jozsef, por que esa es mi comida favorita, y la de mis animales, en especial la carne de gitanos, con alguna cualidad fisica especial, como tener pecas, o los ojos de colores diferentes.-murmuró a su oido en un malefico tono de voz.
-Creo que tu carne sabrá muy bien acompañada de un poco de arroz, es suave y muy tierna- bromeaba evidentemente pero siendo un actor afamado en su ciudad natal, tenia muy buena finta para poder jugarle bromas y hacer pasar por serio algo que no lo era, el si comia carne, antes era unicamente vegetariano hasta que alguien le dijo lo que acontinuación le diría a Jozsef.
-Yo antes solo comia vegetales, hasta que alguien me dijo, que los vegetales tambien estan vivos, el hecho de que no puedan gritar o quejarse, no significa que no les duela ser cocinados, despues estuve a punto de morir de hambre por no ingerir mas que liquidos, y al final termine comprendiendo que al igual que el oso o el jabalí, que para vivir tienen que matar- murmuró resueltamente Edmundo, esperando no ofender con sus palabras al joven gitano.
-Esta bien, serás mi almohada, por que eres mi nube que se transformará en todas las cosas, si te aplastó durante la noche, puedes despertarme de acuerdo.-murmuró Edmundo en un extraño tono de voz paternal.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Escucho lo que le decía helándose porque el era gitano quizá no tenia pecas pero si los ojos de una tonalidad dispar, sus manos se apoyaron del techo pensando en saltar al empedrado quizás rodar y magullarse el cuerpo y correr por el prado y los bosques hasta desaparecer de su vista ¿pretendía enverdad cocinarlo? Le parecía algo impensable siquiera, comer personas. El estomago se le revolvió y tuvo que cerrar los parpados dejando que su cabeza se meciera para no tirarse del carruaje.
Su cuerpo se meció hacia enfrente y hacia atrás amenazando con dejarlo caer al suelo o de espaldas sobre el techo no era una persona a la que se le pudiese hablar de esas cosas no porque no comprendiera sino que sus ideas estaban tan arraigadas a el que no habia formado humanamente posible de hacerlo cambiar de parecer no por lo menos sin una tarea de arduo convencimiento.
Trago en seco cuando le escucho –ya no comeré nada- murmuro suspirando ampliamente ¿de que viviría entonces? Podia quizás inventar alguna posición o hechizo que le quitara el hambre y aportara las energías de la comida sin ingerir nada si seguramente lo haría porque no podría pensar ahora que todo lo que se llevaba a la boca en algun momento estuvo vivo el pedia permiso, a las flores antes de arrancarlas a los arboles por quitarle frutos pero a la comida que ingería no lo habia pensado antes, era un monstruo…
-de acuerdo- murmuro observando el empedrado moverse bajo sus pies cambiando la textura del suelo sin cambiar asi de material, todo le dio vueltas porque habia comido seres vivis su vida eterna engañado por la sociedad, iba a ser comida de animales y no se atrevía a saltar del carruaje, dejo caer su espalda sobre el techo cubriendo su rostro con ambas manos este ahora enrojecido por la desesperación a la cual atribuía también una respiración agitada y entrecortada.
Contrajo su cuerpo haciendose un obillo, cerrando los parpados con fuerza para contener las náuseas ¿cómo podian unas simples palabras afectarle tanto? porque no comprendia aun la maldad de las cosas -me siento mal- murmuro entonces no apenado de aquello,.
Su cuerpo se meció hacia enfrente y hacia atrás amenazando con dejarlo caer al suelo o de espaldas sobre el techo no era una persona a la que se le pudiese hablar de esas cosas no porque no comprendiera sino que sus ideas estaban tan arraigadas a el que no habia formado humanamente posible de hacerlo cambiar de parecer no por lo menos sin una tarea de arduo convencimiento.
Trago en seco cuando le escucho –ya no comeré nada- murmuro suspirando ampliamente ¿de que viviría entonces? Podia quizás inventar alguna posición o hechizo que le quitara el hambre y aportara las energías de la comida sin ingerir nada si seguramente lo haría porque no podría pensar ahora que todo lo que se llevaba a la boca en algun momento estuvo vivo el pedia permiso, a las flores antes de arrancarlas a los arboles por quitarle frutos pero a la comida que ingería no lo habia pensado antes, era un monstruo…
-de acuerdo- murmuro observando el empedrado moverse bajo sus pies cambiando la textura del suelo sin cambiar asi de material, todo le dio vueltas porque habia comido seres vivis su vida eterna engañado por la sociedad, iba a ser comida de animales y no se atrevía a saltar del carruaje, dejo caer su espalda sobre el techo cubriendo su rostro con ambas manos este ahora enrojecido por la desesperación a la cual atribuía también una respiración agitada y entrecortada.
Contrajo su cuerpo haciendose un obillo, cerrando los parpados con fuerza para contener las náuseas ¿cómo podian unas simples palabras afectarle tanto? porque no comprendia aun la maldad de las cosas -me siento mal- murmuro entonces no apenado de aquello,.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Edmundo observó la reacción de Jozsef, primero pensando que si el chico se dedicara a la actuación quizá podría rivalizar con el, despues comprendiendo que no estaba actuando, levantó las cejas cuando miro el cuerpo de Jozsef balanceandose sobre la orilla del aciento, le indico al chofer que disminuyera la velocidad hasta hacerla apenas un suave trote, el carruaje dejo de correr tan rapido como venía, y Edmundo comenzó a ponerse un poco pálido ante la reacción de Jozsef.
-Jozsef, yo solo estaba bromeando, no pensaba comerte, no soy un loco canibal.-dijo llevando su mano hacia la espalda de Jozsef, pero se detuvo, dudo de tocarlo siquiera, y mejor retiro la mano, estrujandola nerviosamente con la otra.
Su atención durante aquellos momentos, se clavó en la herida que se habia hecho, y que comenzaba a secarse, aun tenia sangre coagulada, pero ya casi no dolía, y sin duda las heridas de sus mejillas debian de estar igualmente coaguladas, Edmundo se mordió los labios buscando las palabras exactas con las cuales disculparse, no pensaba que aquello pudiera afectarle tanto a Jozsef, le observó colocarse en posición fetal, poniendose sumamente colorado, y cubriendose las manos con el rostro, elevó los ojos al cielo, quizá esperando ayuda divina, miro a Senobio, quien se alzó de hombros no comprendiendo que habia sido lo que habia afectado tanto al chico.
Edmundo se recostó junto a Jozsef, rodeó el cuerpo del muchacho entre sus brazos, y lo abrazó muy fuertemente, procuró quedar a una altura en que el rostro de Jozsef estuviera defrente al suyo, y le dijo con la mayor suavidad de la que era posible.
-Solo bromeaba de acuerdo, no puedes no comer Jozsef, asi es la ley de la vida, es dura, y puede incomodar un poco, pero vale la pena vivirla Jozsef, con la misma intensidad con que tu lo haces, no permitas que lo que te he dicho te afecte Jozsef...diablos soy un perfecto imbecil.-soltó el cuerpo de Jozsef, y se volteó de espaldas, se sentía mal por dentro, no pensó que aquello fuera afectarle mucho.
-No es que tengas que disculparte con todo lo que haces Jozsef, por cortar una manzana o llevarte algo a la boca, por algo las cosas fueron hechas así, la naturaleza es sabía, crees que si ella lo deseara no crearia tomates gigantes que se alimentaran de nosotros,todo es un ciclo.- murmuró sin voltear a verlo, dirigiendo la mirada al horizonte, por donde el sol, y sus rayos dorados comenzaban muy lentamente a extinguirse.
-perdon.- El pidiendo perdon?, estaba comenzando a flaquear realmente.
-Jozsef, yo solo estaba bromeando, no pensaba comerte, no soy un loco canibal.-dijo llevando su mano hacia la espalda de Jozsef, pero se detuvo, dudo de tocarlo siquiera, y mejor retiro la mano, estrujandola nerviosamente con la otra.
Su atención durante aquellos momentos, se clavó en la herida que se habia hecho, y que comenzaba a secarse, aun tenia sangre coagulada, pero ya casi no dolía, y sin duda las heridas de sus mejillas debian de estar igualmente coaguladas, Edmundo se mordió los labios buscando las palabras exactas con las cuales disculparse, no pensaba que aquello pudiera afectarle tanto a Jozsef, le observó colocarse en posición fetal, poniendose sumamente colorado, y cubriendose las manos con el rostro, elevó los ojos al cielo, quizá esperando ayuda divina, miro a Senobio, quien se alzó de hombros no comprendiendo que habia sido lo que habia afectado tanto al chico.
Edmundo se recostó junto a Jozsef, rodeó el cuerpo del muchacho entre sus brazos, y lo abrazó muy fuertemente, procuró quedar a una altura en que el rostro de Jozsef estuviera defrente al suyo, y le dijo con la mayor suavidad de la que era posible.
-Solo bromeaba de acuerdo, no puedes no comer Jozsef, asi es la ley de la vida, es dura, y puede incomodar un poco, pero vale la pena vivirla Jozsef, con la misma intensidad con que tu lo haces, no permitas que lo que te he dicho te afecte Jozsef...diablos soy un perfecto imbecil.-soltó el cuerpo de Jozsef, y se volteó de espaldas, se sentía mal por dentro, no pensó que aquello fuera afectarle mucho.
-No es que tengas que disculparte con todo lo que haces Jozsef, por cortar una manzana o llevarte algo a la boca, por algo las cosas fueron hechas así, la naturaleza es sabía, crees que si ella lo deseara no crearia tomates gigantes que se alimentaran de nosotros,todo es un ciclo.- murmuró sin voltear a verlo, dirigiendo la mirada al horizonte, por donde el sol, y sus rayos dorados comenzaban muy lentamente a extinguirse.
-perdon.- El pidiendo perdon?, estaba comenzando a flaquear realmente.
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Realmente no escuchaba lo que decía se imaginaba a las pobres verduras gritar en un sorda agonía morían, morían y nadie se percataba de ello, el las habia matado el mundo entero las estaba matando y nadie caia en cuenta del daño y sufrimiento que estaban llevando porque eran indefensas, colgando ahí de un bajo árbol o camuflajeandose entre los arbustos, algunas otras crecían de los suelos dejando entrever solo sus ramillas quizás esa era su forma de protegerse y el ni siquiera se habia dado cuenta.
La abrazo por la espalda apenas este le soltó, escondiendo su rostro contra su desnuda piel, su respiración aun agitada hacia que su pecho se apelmazara contra la espalda de Edmundo –no me sueltes- le pidió como un niño que aterrado de la idea de estar solo busca refugio en los brazos ajenos como si estando dos no pudiese también sentirse uno solo, sus ojos brillaban de una forma inusual y melancolica.
-no seria feliz sabiendo que estoy matando a un inocente…no podría ser feliz- asevero en un tono inaudible se imaginaria de ahora en mas los pobres gritos de aquello seres, les escucharía cuando mas nadie podia hacerlo y lloraría porque estaban destinadas a jamás ser escuchadas que ruin era la vida con algunos, que desdicha.
¿Perdón? No debía disculparse por decirle la verdad que mas nadie habia logrado comunicarle comenzaba a pensar que en el encontraría todas las respuestas que alguna vez fueron calladas por los demás su atención se desvió entonces mas su rostro se quedo deforme en el sufrimiento -¿Qué es una prostituta?- le cuestiono sin mas porque asi de simple y complejo era el joven gitano, se le podia hacer sentir mal con facilidad aunque se le podia alegrar con la misma sencillez.
Su mente no habia sido diseñada para estar demasiado tiempo en la misma cosa ademas no gustaba de sentir aquel malestar oprimirle el pecho, prefería mejor poder correr de aquí a alla con una radiante y calida sonrisa. Lo solto con tranquilidad pasándose las manos por el rostro con suavidad quitando cualquier rastro tangible de debilidad –yo tengo una amiga que es prostituta pero no me quizo decir que era, solo se que es vender su cuerpo- le indico con voz apagada limpiándose aun el rostro como si recién se hubiese despertado.
-¿es como trabajar para otros?-le cuestiono feliz en su tristeza, de haber encontrado a un ser diferente, uno que no le mentía ni le escondía nada. Sus brazos los apresaron nuevamente cuidando no golpear sus heridas, sus labios atraparon los ajenos con rapidez con una tranquilidad difícil de describir como si besar a otros fuera cosa de todos los días –gracias- murmuro comenzando a sentir que amaba a aquel ser. Mas no asi un amor comprometedor no de esos en que se entregaban las libertades y se brindaban solo a uno, porque Edmundo no era el único al que amaba y seguramente no seria el ultimo porque si amor no era una rama del romanticismo iba mas alla de lo que muchos hombres podrían pensar, porque no esperaba que los demás lo amaran con hacerlo el le bastaba.
La abrazo por la espalda apenas este le soltó, escondiendo su rostro contra su desnuda piel, su respiración aun agitada hacia que su pecho se apelmazara contra la espalda de Edmundo –no me sueltes- le pidió como un niño que aterrado de la idea de estar solo busca refugio en los brazos ajenos como si estando dos no pudiese también sentirse uno solo, sus ojos brillaban de una forma inusual y melancolica.
-no seria feliz sabiendo que estoy matando a un inocente…no podría ser feliz- asevero en un tono inaudible se imaginaria de ahora en mas los pobres gritos de aquello seres, les escucharía cuando mas nadie podia hacerlo y lloraría porque estaban destinadas a jamás ser escuchadas que ruin era la vida con algunos, que desdicha.
¿Perdón? No debía disculparse por decirle la verdad que mas nadie habia logrado comunicarle comenzaba a pensar que en el encontraría todas las respuestas que alguna vez fueron calladas por los demás su atención se desvió entonces mas su rostro se quedo deforme en el sufrimiento -¿Qué es una prostituta?- le cuestiono sin mas porque asi de simple y complejo era el joven gitano, se le podia hacer sentir mal con facilidad aunque se le podia alegrar con la misma sencillez.
Su mente no habia sido diseñada para estar demasiado tiempo en la misma cosa ademas no gustaba de sentir aquel malestar oprimirle el pecho, prefería mejor poder correr de aquí a alla con una radiante y calida sonrisa. Lo solto con tranquilidad pasándose las manos por el rostro con suavidad quitando cualquier rastro tangible de debilidad –yo tengo una amiga que es prostituta pero no me quizo decir que era, solo se que es vender su cuerpo- le indico con voz apagada limpiándose aun el rostro como si recién se hubiese despertado.
-¿es como trabajar para otros?-le cuestiono feliz en su tristeza, de haber encontrado a un ser diferente, uno que no le mentía ni le escondía nada. Sus brazos los apresaron nuevamente cuidando no golpear sus heridas, sus labios atraparon los ajenos con rapidez con una tranquilidad difícil de describir como si besar a otros fuera cosa de todos los días –gracias- murmuro comenzando a sentir que amaba a aquel ser. Mas no asi un amor comprometedor no de esos en que se entregaban las libertades y se brindaban solo a uno, porque Edmundo no era el único al que amaba y seguramente no seria el ultimo porque si amor no era una rama del romanticismo iba mas alla de lo que muchos hombres podrían pensar, porque no esperaba que los demás lo amaran con hacerlo el le bastaba.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Sintió el cuerpo delgado pero firme de Jozsef rodeandole desde la espalda, su cuerpo pegado al de el, como el de un pequeño animalillo asustado, sentía la respiración cálida de Jozsef contra su espalda, entrelazó sus dedos con los de Jozsef, y murmuro sin voltear a verlo.
-No te soltaré entonces.-llevó la mano de Jozsef cerca de su pecho, apretandola con fuerza.
-No lo estas matando, se féliz Jozsef, no hay mas, es algo natural, somos animales, esta en nuestro instinto alimentarnos, o morirnos de hambre.-
Guardó silencio un momento,quizá lo mejor era no estarle dando vueltas al asunto, no quería que Jozsef se sintiese peor, ademàs, la ausencia de campos arados le indico a Edmundo que estaban cerca del final de su recorrido, su casa estaba en las inmediaciones del bosque, donde la naturaleza crecía exhuberante, donde todo ser crecía en libertad adoptando las formas mas sorprendentes, la misma libertad que al parecer tanto era anhelada por Jozsef.
Cuando Jozsef se volteó Edmundo hizo lo mismo, recostandose en su espalda, y mirando el cielo despejado, la pregunta sobre la prostituta hizo que Edmundo sonriera.
-Bueno Jozsef, tal vez si no te quizó decirselo, es para que no tengas una mala imagen de ella, la prostitución no es un oficio bien visto, si es algo asi como para trabajar para otros, pero, incluye otras cuestiones ¿me explico?.-se sentía como un padre intentando hablar de orientación sexual con su hijo, el sabia esas cosas, pero era dificil explicarlas, el mismo habia estado con muchas prostitutas, pero creía que no era conveniente decirle eso a Jozsef.
Permitió que Jozsef le besara, mientras Edmundo sujetaba las mejillas del gitano entre sus manos, acariciandolo con ternura, entrelanzando sus dedos en el cabello de Jozsef, y al final, suspiró complacido.
-Es tener relaciones sexuales por dinero Jozsef, a eso se refieren las personas que se dedican a la prostitución.-
-No te soltaré entonces.-llevó la mano de Jozsef cerca de su pecho, apretandola con fuerza.
-No lo estas matando, se féliz Jozsef, no hay mas, es algo natural, somos animales, esta en nuestro instinto alimentarnos, o morirnos de hambre.-
Guardó silencio un momento,quizá lo mejor era no estarle dando vueltas al asunto, no quería que Jozsef se sintiese peor, ademàs, la ausencia de campos arados le indico a Edmundo que estaban cerca del final de su recorrido, su casa estaba en las inmediaciones del bosque, donde la naturaleza crecía exhuberante, donde todo ser crecía en libertad adoptando las formas mas sorprendentes, la misma libertad que al parecer tanto era anhelada por Jozsef.
Cuando Jozsef se volteó Edmundo hizo lo mismo, recostandose en su espalda, y mirando el cielo despejado, la pregunta sobre la prostituta hizo que Edmundo sonriera.
-Bueno Jozsef, tal vez si no te quizó decirselo, es para que no tengas una mala imagen de ella, la prostitución no es un oficio bien visto, si es algo asi como para trabajar para otros, pero, incluye otras cuestiones ¿me explico?.-se sentía como un padre intentando hablar de orientación sexual con su hijo, el sabia esas cosas, pero era dificil explicarlas, el mismo habia estado con muchas prostitutas, pero creía que no era conveniente decirle eso a Jozsef.
Permitió que Jozsef le besara, mientras Edmundo sujetaba las mejillas del gitano entre sus manos, acariciandolo con ternura, entrelanzando sus dedos en el cabello de Jozsef, y al final, suspiró complacido.
-Es tener relaciones sexuales por dinero Jozsef, a eso se refieren las personas que se dedican a la prostitución.-
Edmundo Mercadante- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 16/10/2010
Re: Las 120 jornadas de Sodoma ( Jozsef Bátori).
Torcio los labios frunciendo el ceño una acción no por menos obvia en aquel rostro siempre alegre, matizado ahora por diversos sentimientos que en lo absoluto se asemejaban a la felicidad sino que andaban mas por el camino de la desilusión, la tristeza y el temor. Sonrio, amargamente porque sus palabras no habían logrado solucionar demasiado -¿Qué son relaciones sexuales?- le cuestiono entonces dejándose acariciar, porque le gustaba sentir sus manos sobre su cuerpo, rozando su espalda y acariciando su mejilla, sujetando su rostro para no dejarlo caer.
Suspiro sonriendo ampliamente –yo no la voy a juzgar por eso, se lo dije ya pero tampoco quería hacerla sentir mal asi que no hable mas sobre el asunto con ella- le explico porque sentía que podia contarle y preguntarle cualquier cosa a aquel hombre que habia conocido horas atrás y ahora tras el ocaso con el cual pasaría la noche eterna esperaba en una amena charla de enseñanzas y memorias.
Se levanto de un salto sacudiéndose las manos colocando las mismas sobre sus cejas y cubriéndose del sol que ya no existía, lo divisaba alla a los lejos dando sus últimos vestigios, pintando el paisaje de fuego y oro como el color del trigo –cuando aprenda a leer leeré el libro que tenias…aprenderé tantas cosas que la cabeza me tendrá que crecer- aseguro sonriendo ampliamente dejando que su nívea dentadura resplandeciera, extendiendo los brazos a los lados de su cabeza representando el tamaño que debería tener.
-y tu y Jeanette serán quienes me enseñen- sonrio asintiendo porque mientras la bruja le enseñaba sobre lo que podia hacer con sus habilidades Edmundo se encaminaba mas en aquel mundo que el aun no comprendía y que añoraba advertir porque no le agradaba no saber lo que las palabras significaban, las miradas o actos ¿Qué era aquella marca en su cuello? ¿le marcaba acaso como una pertenencia? ¿o era una muestra visible de afecto? ¿Qué diferencia habia entre sus besos y los de Edmundo?
Se dejo caer de rodillas frente a el, ansioso de alguna clase en la materia de la vida -¿me enseñas a besar?- le cuestiono entonces con tranquilidad, apoyando sus manos sobre las rodillas ajena e inclinando su cuerpo hacia enfrente quería un si por respuesta mas de ser un no comprendería también.
Suspiro sonriendo ampliamente –yo no la voy a juzgar por eso, se lo dije ya pero tampoco quería hacerla sentir mal asi que no hable mas sobre el asunto con ella- le explico porque sentía que podia contarle y preguntarle cualquier cosa a aquel hombre que habia conocido horas atrás y ahora tras el ocaso con el cual pasaría la noche eterna esperaba en una amena charla de enseñanzas y memorias.
Se levanto de un salto sacudiéndose las manos colocando las mismas sobre sus cejas y cubriéndose del sol que ya no existía, lo divisaba alla a los lejos dando sus últimos vestigios, pintando el paisaje de fuego y oro como el color del trigo –cuando aprenda a leer leeré el libro que tenias…aprenderé tantas cosas que la cabeza me tendrá que crecer- aseguro sonriendo ampliamente dejando que su nívea dentadura resplandeciera, extendiendo los brazos a los lados de su cabeza representando el tamaño que debería tener.
-y tu y Jeanette serán quienes me enseñen- sonrio asintiendo porque mientras la bruja le enseñaba sobre lo que podia hacer con sus habilidades Edmundo se encaminaba mas en aquel mundo que el aun no comprendía y que añoraba advertir porque no le agradaba no saber lo que las palabras significaban, las miradas o actos ¿Qué era aquella marca en su cuello? ¿le marcaba acaso como una pertenencia? ¿o era una muestra visible de afecto? ¿Qué diferencia habia entre sus besos y los de Edmundo?
Se dejo caer de rodillas frente a el, ansioso de alguna clase en la materia de la vida -¿me enseñas a besar?- le cuestiono entonces con tranquilidad, apoyando sus manos sobre las rodillas ajena e inclinando su cuerpo hacia enfrente quería un si por respuesta mas de ser un no comprendería también.
József Bároti- Mensajes : 159
Fecha de inscripción : 17/09/2010
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