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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Edmundo Mercadante Lun Oct 18, 2010 11:10 pm

Recuerdo del primer mensaje :

El carruaje se desplazó lejos del bullicio habitual de la ciudad y de las calles, sobre las piernas llevaba un pequeño gatito de color gris y ojos azules que lo habia seguido no bien habia salido de su residencia, en un principio le habia parecido sumamente molesto, y estaba a punto de hacer que los caballos lo pisaran, pero tras un rato de analizarlo detenidamente lo encontró demasiado gracioso y frágil como para tener una muerte tan ruín y perversa, maldijo por unos momentos esa extraña personalidad tan cambiante que tenía, y decidió cargar al pequeño gatito y llevarselo con el de paseo al campo.

El día era esplendido, un brillante sol iluminaba las calles, y el carruaje corría a gran velocidad, no deseaba volver muy tarde, y quería aprovechar los rayos de sol en todo su esplendor, el reloj marcaba exactamente las tres de la tarde, iba contemplando por la ventana, mientras el pequeño animalito se divertía en arañar los cojines de su carruaje, surcaron a gran velocidad las puertas de la ciudad, la zona pobre que tanto frecuentaba, y por fin el paisaje comenzó a volverse mas y mas campirano, era justamente lo que deseaba, le recordaba mucho a los vastos maizales de su tierra natal, aunque en Europa parecían no cultivar el maiz, mas bien se enfocaban al trigo y a otros granos, que a el no le agradaban tanto, aunque los campos lucian dorados y hermosos invitando al reposo.

Tras encontrar un lugar que le agradó, hizó detener el carruaje donde viajaba, cogió al gatito y salió abriendo la puerta con un movimiento rápido, la luz del sol lastimo un poco su vista, asi que tuvo que tapar sus ojos con el libro que llevaba en la mano mientras contemplaba el lugar, rodeado de arboles y campos sembrados.
Llevaba una fresca camisa de seda desabotonada, dejando notar su bien trabajada fisonomia, los musculos de su espalda y de sus brazos al caminar se remarcaban como los musculos de un gran felino que avanza al acecho de su presa, indicó al cochero retirarse y volver en unas dos horas aproximadamente.

Se sentó al pie del arbol y comenzó a leer un libro que llamaban " libro prohibido", el autor un tal Marques de Sade, se habia enterado que por la obsenidad de su escritos, estaba reclutado actualmente en alguna prisión o sanatorio mental de francia ( en esta epoca aun vivia el marques de Sade), el libro se titulaba las 120 jornadas de Sodoma, y decían de el que era terriblemente sadico y perverso, eso a el no le interesaba, estaba harto de la clásica literatura con finales felices, y un rasgo que le habia llamado la atencion de ese autor, que comenzaba a volverse uno de sus favoritos, era precisamente el hecho de denigar la virtud y exaltar el vicio.

El gatito se sentó sobre sus piernas mientras la inteligente pero penetrante mirada de Edmundo pasaba rapidamente por cada pagina del libro, le hacia cosquillas mientras tanto con el dedo indice detrás de la oreja al animalito al cual parecía gustarle, hasta que al final le dijo al felino.
-Aquien crees de estos nobles caballeros que me parezco mal, pequeño animal escucha con atención:
El Duque de Blangis: Cincuenta años, un aristócrata que adquirió su riqueza por envenenar a su madre por la herencia, y a su hermana, cuando ella se enteró de sus planes. Blangis es descrito como alto, robusto y de gran potencia sexual, aunque se insiste que es un gran cobarde, y que está orgulloso de serlo. Es esposo de Constance, hija de Durcet.
El Obispo: Hermano de Blangis, él es un hombre de cuarenta y cinco años, flaco y débil, con una boca desagradable. Es un apasionado del sexo anal, e incluso cuando tiene sexo con mujeres y niñas, se niega a tener relaciones vaginales con ellas. Es padre de Aline, que la tuvo con la esposa del duque. Entonces Aline es considerada hija del duque y sobrina del obispo.
El Presidente de Curval: Un hombre alto y flaco, espantosamente sucio su cuerpo, sesenta años. Está casado con Julie, hija del duque.
Durcet: Un banquero de cincuenta y tres años, que es descrito como bajo, pálido y afeminado. Disfruta la sodomía pasiva más que la activa, por el pequeño tamaño de su pene. Es esposo de Adélaïde, hija del presidente.
No creo que me parezca absolutamente ni fisica ni mentalmente a ninguno de estos personajes no te parece minino, mas bien...creo que seguiré leyendo.-

Tras unas horas de lectura comprendió por que el autor estaba encerrado, pero lejos de parecerle una lectura prohibida le pareció una lectura grotesca, tan grotesca que se volvia fascinante, mientras mas avanzaba la trama mas ansioso estaba por leer cuales eran las depravaciones que aquel grupo de letrados cometía, se sumergió por completo en la lectura, que ni siquiera se dió cuenta que el minino se quedo dormido, el tiempo se habia detenido para el
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Mensaje por Edmundo Mercadante Vie Oct 29, 2010 12:04 am

¿Relaciones sexuales?, como demonios se suponia que Edmundo debía explicarle que eran relaciones sexuales a Jozsef, lo cierto es que tenía dos opciones diferentes, la primera de ellas, era irse por el sentido romántico de la vida, en el que una abejita se enamora de una flor y la poliniza para tener hermosas abejitas y mas florecitas que terminaran sobrepoblando el jardin.
La segunda opción era por medio de la religion, pues Edmundo era una persona católica, explicarle que era un acto en el cual solo se debia realizar para concebir a los hijos que Dios quisiera enviar...definitivamente ese no.
Y por ultimo la tercera opción, era una que le inmiscuia a el, era el simple hecho de sentir el placer, y el momento intenso en que dos personas son una sola, en que dos cuerpos desconocidos se encuentran, se reconocen y experimentan el placer al mismo tiempo.
Tampoco era buena idea, así que decidió hacerlo como mejor le parecía.

-Bueno, pues te lo explicaré de la manera mas clara posible, desde la profesión de tu amiga, una mujer que se prostituye, es...bueno...imaginate que una persona llega con esa chica, un hombre o una mujer, y le dan dinero a tu amiga, al recibir ese dinero, se ve obligada a quitarse la ropa, a desnudarse, y permitir que hagan con su cuerpo lo que deseen, hay mucha gente perversa que a vecez somete a las prostitutas a hacer los actos mas vergonzosos o bochornosos solo para tener placer, y ellas estan obligadas a aceptarlo,no solo por el hecho de que les hallan pagado, si no por que en la mayor parte de los casos son golpeadas si se reusan, y algunas mas asesinadas...digamos que si fuese un hombre con tu amiga y le ofreciera dinero, por lo normal, el hombre introduce su miembro, lo que tenemos entre las piernas y que te dije que nos diferenciaba fisicamente de las mujeres, en el cuerpo de tu amiga, por el orificio que solo las mujeres tienen- por que un hombre como el se sentia incomodo de explicarle estas cosas a Jozsef, quizá era solo por que nunca antes nadie se habia detenido a preguntarle nada, no se habia casado, estuvo comprometido y huyo, no habia tenido descendencia, y en la mansion Zahualli nunca habia habido otros niños, el era el mas chico, y casi todo se lo explicaba su fiel amigo Ahuizotl.

-Esas mujeres son consideradas por la clase alta como aberraciones, aunque la mayoria de las personas de la clase alta acude a ellas secretamente, se ven envueltas en muchos problemas, a decir verdad Jozsef, si piensas que la vida de un ladrón o un asesino es dificil, la de las prostitutas es aun mas, ellas se encuentran por debajo de toda la maldad y la corrupción, son asesinadas, golpeadas, insultadas, mal vistas por la gente...y sin embargo te sorprenderá saber que es el oficio mas viejo del mundo, en esta sociedad lo peor que le puede pasar a alguien es nacer mujer, y además nacer pobre, y casi todas las prostitutas son mujeres que viven en la mas grande miseria.-asintió en silencio el cambiaformas, y se calló , creía que estaba por ahora bien dejar de hablar unos momentos de eso para que Jozsef pudiera ir digeriendo la información que le habia dado.

Rió divertido de buena gana cuando escucho que le crecería tanto la cabeza.
-Entonces tendrás que comenzar a usar sombreros especiales, por que en lugar de cabeza tendrás una sandía-dijo tapandose la boca para no estallar en carcajadas, le habia hecho mucha gracia imaginarselo con un enorme craneo, luchando por mantener su peso estable sobre sus hombros.

-Jozsef, pero no soy un buen maestro, yo no distingo las cosas buenas de las malas, se que algunas cosas son malas, y sin embargo avecez es necesario hacerlas, y se que hay cosas buenas, que a vecez no me nace hacerlas.-dijo desviando la mirada a un lado, hasta que escucho el siguiente comentario.

-Quieres que te enseñe a besar?...entonces Jozsef, tendrás al mejor maestro jejeje- el cochero estallo en una risita, y casi por reacción Edmundo le dió un zape en la cabeza desacomodandole el sombrero, volteó a ver a Jozsef-Quieres practicar ahora,o en la casa-
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Mensaje por József Bároti Vie Oct 29, 2010 12:34 am

La cabeza le dio vueltas mientras escuchaba la explicación que comenzaba a darle intentando comprender las ideas mas relevantes porque prestar la atención necesaria para captar cada una de las frases era demasiado costoso para un joven como el. Su primera distracción fue el sonido de las rocas al golpetear bajo la rueda entre la parte de obligadas y golpeadas habia solo un vacio suplido por la distracción, negó prestando nuevamente sus oídos a la explicación que el mismo habia pedido mas fácil era reducirlo en palabra y decírselo de forma tajante aunque hábil en pensamientos podia descifrar las oraciones no teniendo asi que escucharlas completamente. En realidad podia descifrar los acertijos con bastante facilidad.

-claro lo que me dijiste bajo el árbol- le indico asintiendo con tranquilidad comenzando a comprender por donde iba la explicación -¿entonces como podría una mujer ir con ella?- suspiro ampliamente cruzándose de brazos no conforme porque con cada incógnita resuelta mil mas se formulaban en su mente azorándolo de un segundo a otro como una parvada de tordos. Supuso entonces que si Edmundo podia hablarle de ello era porque tenia conocimiento del tema y quizás inclusive practica.

-si…ella me dijo que conocía a muchos hombres importantes también algo referente a los asesinatos- bajo la mirada preocupado por el bienestar de la mujer de cabellos de fuego –solo espero que no le pase nada- asevero porque no le había querido decir quien era el hombre que iba detrás de ella quizás si supiese pudiera detenerlo, convencerlo u obligarlo quizás con algun hechizo de desistir porque no planeaba perderla, no superaría el llanto.

Rio energéticamente con su cometario sobre la sandia seria divertido tener una cabeza jugosa, pensó asintiendo aunque no tanto quizás como la gente le señalaría llamándole adefesio si de por si con su ambigua mirada lo hacían no quería imaginar los comentarios que al rostro le escupirían porque la gente temia de lo diferente.

-yo no te voy a juzgar por eso…el alumno decide que camino tomar y cada quien es libre de decidir el suyo- aseguro asintiendo observando con curiosidad a Senobio cuando este rompió en carcajadas recibiendo una reprimenda de su señor Edmundo. Se lo pensó unos instantes no sabiendo cuanto podría tardar en aprender algo como aquello de la practica se hacían los maestros, habia escuchado en cierta ocasión.

-los alumnos superan siempre a los maestros- le indico sonriendo, riendo, habia también escuchado aquello cierta ocasiones, se sentó con tranquilidad arrugando su nariz -¿ahora?- le cuestiono porque no quería darle una orden habia comprobado ya que no eran de su agrado como atarse no lo era para el.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Dom Oct 31, 2010 11:39 pm

Edmundo se limitó a ignorar la pregunta sobre como Jeanette lo hacia con otras mujeres, no era de su interés, le importaba muy poco la vida de una prostituta, no le interesaba en lo absoluto si la mujer, era asesinada, decapitada, violada, estrangulada o sometida a cualquier otra clase de tortura física, no la conocía y por eso le tenía poco interesado lo que pudiera ocurrirle, por ahora su atención se bastaba en la de aquel chiquillo, mientras pensaba que una prostituta no puede ser una de las mejores maestras de nada, por aquellos comentarios hechos por Jozsef, denotando que la mujer servía como una especie de institutriz al joven gitano.

Se alzó de hombros ante el comentario de Jozsef, esperando que no le pasara nada a aquella mujer, demostrando de aquella forma, que el no sabía en lo absoluto nada, no le gustaba mucho hablar de muertes, el cargaba con varias muertes y homicidios en su haber, y no deseaba tener que recordar aquellas cosas.

-Y haces bien en no juzgar a las personas Jozsef, después de todo cada quien vive su vida como mejor le plazca- sonrió asintiendo lentamente con la cabeza, sin embargo su sonrisa no era compatible con su mirada seria, antes de continuarde la siguiente forma.
-Yo creo que lo mejor será esperar a que....ah...mira...hemos llegado.- estaba a punto de decirle que mejor esperaban hasta que llegaràn a la mansión, pero por fin, el viaje habia llegado a su fin.

Ante ellos se alzaba una portentosa residencia, una magnifica finca de dos pisos de altura, con elegantes acabados y hermosas gargolas en la parte mas alta de una pequeña torrecilla, en los barandales de los balcones, estaban emputrados los rostros de pequeños angeles, con sus alas extendidas.
Una arquitectura impecable, que sin embargo tambien daba despues de la impresión un efecto sobrecogedor, pues era la tipica imagen de una mansión embrujada.
El lugar estaba completamente rodeado por un cerco de árboles, y a lo lejos, un caminito labrado en la tierra visible aun pese a la distancia, que se internaba entre la espesura de un bosque que crecía por la parte de atrás de la residencia.

Por las ventanas se escapaba la luz de cientos de velas que iluminaban la mayoria de las ventanas de aquella magnifica mansión, Edmundo contempló su residencia, cargó a Jozsef como si fuera un niño, y lo levantó del techo de la carroza, dió un salto aterrizando de pie en la hierba, que humedecio por el rocio sus pies desnudos, y depositó a Jozsef con cuidado en el piso, abrió la puerta y sacó al gatito y el libro, en el momento exacto, en que un hombre de aspecto fantasmal y dos mujeres ataviadas en uniformes blancos y negros, aparecieron por la puerta y se aproximaron corriendo, se asustaron al ver las heridas de su señor, y dedicaron las mismas miradas de desprecio y duda al joven que le acompañaba.
-Lleven a este minino a la cocina y denle algo de comer,guardá el libro en el librero de mi cuarto si me haces el favor, y tu Miguel,por favor ayuda a Senobio a guardar los caballos y el coche,asegurate de darles de cenar.-

Cuando todos se hubieron retirado tan rapido como habian venido, Edmundo dió un golpecillo en la espalda de Jozsef y le dijo.-Bienvenido a mi casa, no se parece en nada a la hacienda de la familia Zahualli en Mèxico,pero espero que te guste.- dijo observando al chico al rostro.
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Mensaje por József Bároti Lun Nov 01, 2010 12:19 am

Sintió como el carruaje se detenía sin más, dejándolos frente a una inmensa construcción de esas que parecían ser mas cuadros en oleo que algo que con las manos podia tocar y captar como real, sus labios se abrieron formando una diminuta 0 que no dejo expresión alguna en el aire porque sus labios articularon otras palabras que deformaron aquel gesto reduciéndolo a lo no existente–es gigante- exclamo extendiendo los brazos en dirección de aquella construcción la cual suponía era la casa de aquel hombre con el cual por azares del destino habia pasado compartiendo la mayor parte de su dia.

Dejo que Edmundo lo tomara en brazos y bajara sin perder de vista aquella construcción, el nunca antes habia visto algo asi y le parecía digno de cualquier rey, duque o princesa de cualquier parte del mundo, allí o al otro lado del mundo las personas de sangre azul seguramente eran igualmente respetadas y gozaban de aquel dinero que jamás llegaría a sus manos -¿vives aquí tu solo?- le cuestiono girando sobre sus talones, adentrando la mayor parte del cuerpo al carruaje y sacando de dentro aquel morral del cual jamás se despegaba, por llevar en el vienes de suma importancia, colgándosela al instante y acomodándola sobre su pierna sin siquiera percatarse de las miradas despectivas y altivas que la servidumbre del cambiaformas le regalaban.

El tacto de Edmundo sobre su espalda le jalo a la realidad nuevamente aveces creía que sus pies dejarían de tocar el cielo y comenzaría a volar pero le habia prometido a Luther que aquello no ocurriría y que de hacerlo le haría crecer alas a el también para que lo acompañara en su búsqueda de la eternidad libertad y algo mas, algo que aun desconocía del todo.

-nunca antes habia estado en un lugar asi- aseguro dejando caer su nuca sobre su espalda conforme avanzaba, porque el techo quedaba muy por encima de lo que su mirada podia alcanzar, sus pies descalzos y acostumbrados se humedecían por el rocio, el cielo pintaba ya con matices obscuros, prefería el dia y no se cansaría de decirlo aunque, no conocía las cosas que de noche podían hacerse, solia dormir desde el ocaso hasta el alba sin inmutarse por pesadillas o malos sueños ya que aquellos jamás se molestaban en turbarle.

-¿me la mostraras toda?- le cuestiono con tangible curiosidad, sin inmutarse por su falta de camisa o heridas que si bien no comparables con la de Edmundo dejaban la piel lacerada con una capa de sangre coagulada, como una costra de dudoso color.

Ansiaba conocer la cocina, los dormitorios, la sala, los baños, quería conocer cada pasillo, porque seguramente seria como un laberinto. Se detuvo volteando a ver al dueño de aquella mansión, castillo, porque para el era inmenso como mas nada podia serlo -¡los animales!- exclamo recordando que le habia dicho que traia seres del otro lado del mar, quería verlos si, quería conocerlos y quizás hablar con ellos, intento ver por los lados de la casa aquellas creaturas, con la mirada rebosando de alegría y el rostro iluminado por la curiosidad.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Lun Nov 01, 2010 12:51 am

Sonrió cuando escuchó que su casa era gigante, a decir verdad el la consideraba mucho mas pequeña que la antigua casona que habia habitado en México, aun el terreno era mas grande, pero en Europa las cosas y las casas eran mas caras, y apenas le habia alcanzado para comprar algo que medianamente se parecería a su verdadera casa.

Caminó con Jozsef, por un camino empedrado hacia el interior de la mansión, giró una gruesa aldaba de bronce pulido y tiró hacia abajo, la puerta se abrió arrojando su luz hacia el exterior, un agradable calor recorrió el cuerpo entumecido por el aire frío de la noche de Edmundo, y permitió que Jozsef entrara.

Lo primero que alguien pensaría al entrar a ese lugar, es que mas que una casa se trataba de un museo.
En las esquinas del vestibulo, y en la parte alta de las escaleras que conducían a los pisos superiores, habian un par de maniquies ataviados con trajes tipicos de los antiguos aztecas, un traje de guerrero jaguar, y al lado un traje de guerrero aguila.

Mas arriba otro maniqui con un elegante penacho de plumas, los maniquies no tenían rostro, la cara de aquellas figuras carecía de facciones, y Edmundo de vez en cuando los usaba para ensayar sus lineas.

De la puerta hasta la escalera principal, una alfombra roja que reposaba sobre un frío suelo de marmol pulido, a un costado de la entrada principal, una inmensa maqueta, que representaba a un grupo de diminutos hombrecillos, vestidos con taparrabos, haciendo sus compras en lo que parecía ser una especie de mercado o plaza, en el primer descanzo de los escalones, empotrado en la pared, abarcando casi todo su contorno, un gigantesco cuadro, pintado al oleo, que representaba las antiguas piramides de Teotihuacàn, la ciudad de los dioses.

Edmundo se llevó una mano a la barbilla.
-Bueno la casa es un poco grande, y tal vez no nos dé tiempo de recorrerla toda en esta noche, podríamos hacerlo mañana y hoy conocer una parte, hay lugares que se aprecian mejor con el día...te propongo algo, cenemos primero, y después veamos a los animales.- cogió una campanilla de bronce, y el hombre de aspecto cadaverico apareció casi inmediatamente de las sombras que se formaban abajo de la escalera, Edmundo lo observó.

-Prepará un baño caliente para Jozsef...y dile a las cocineras que hoy no habrá carne.- el hombre respondió en tono sorprendido.

-Pero señor, hicimos de cenar carne asada justo como usted...- sus palabras fueron interrumpidas, cuando Edmundo respondió en tono tajante.
-Me importa un bledo, obedece y punto, tienen exactamente media hora para terminar otro menú.- su mirada resulto sería y fría, detestaba la desobediencia, el hombre asintió asustado y se alejó del lugar, mientras una muchacha de la edad de Jozsef, ingresaba a la estancia después.

-Desea burbujas en su baño el señorito amigo de mi señor Edmundo.-dijo la muchacha poniendose roja al observar a aquellos dos varones semidesnudos.
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Mensaje por József Bároti Lun Nov 01, 2010 1:18 am

Entro observando todo a su alrededor, los disfraces sobre todo llamaron su atención quizás no por ser disfraces en si sino por tratarse de figuras de animales que el desconocía pero bien sabia que animales debían ser por tener similitudes con algunos que ya conocía, como el pico aquel que sobresalía de la cabeza del maniquí vestido de café, o los colmillos y pelaje amarillo del que le seguía, se quedo largo rastro observándolos con asombro y estupefacción ¿Quién los habría usado y para que? ¿para camuflajearse entre los animales? Un buen brujo y gitano, como el debía ser o pretendía llegar a serlo debía poder estar con sendos seres sin necesidad de perder su esencia, sin necesidad de tapujos cuestionándose, quizás al usar los disfraces se convertían en aquello animales inundándose de algo de su esencia –¿los has traido desde el otro lado del mundo?- le cuestiono en voz baja acercándose ahora a la maqueta, sin tocar, habia recibido ya varios manotazos y empujones, asi como tirones y ofensas por hacer aquello aunque bien sabido era que si József no quería aprender nada le haría hacer lo contrario. Aquella ocasión se contuvo por no querer recibir otra zarandeada de parte de Edmundo, habia comprobado ya su fuerte e ímpetu, prefería no hacerle enojar en la medida de lo posible.

-¿cenar?- le cuestiono sonriendo amargamente quería ver a los animales si pero lo que le habia dicho de las verduras le habia quitado el apetito muy posiblemente por varios días –no tengo hambre- confeso en voz baja acallando al percatarse de la manera en que el hombre le hablaba al anciano y como este con gesto vacilante y temeroso se alejaba a acatar ordenes y vociferarlas entre los demás sirvientes, se acerco a el moviendo suavemente su brazo –en verdad no hace falta- aseguro en voz baja perturbado por la reacción al ser contradicho y ahora el lo contradecía…que mala idea le resultaba aquella aunque a fin de cuentas inevitable, no quería terminar regresando la comida sobre el piso de Edmundo seguramente se molestaría con el y no le permitiría entrar otra vez.

Se giro al escuchar una melodiosa aunque inaudible voz que se coló de algun lado de la habitación y hasta sus oídos, sonrio de forma amplia al verla y observar el rubor en sus mejillas, se acerco colocando su mano sobre su frente –podrías tener fiebre- murmuro besando su frente al tiempo que asentía energéticamente, su madre decía que con caricias y besos toda enfermedad podia aliviarse –muchas- le pidió dudoso si se debía decir algo mas -…por favor- musito entonces aunque mas parecía una incógnita que una aseveración porque nadie se habia encargado de educarlo en los modales y reglas de etiquetas ¿comer con tenedores? ¿hablar con modismos? ¿en una lengua científica?

Recordo entonces las heridas de Edmundo y dando un leve respingo comenzo a rebuscar en su morral las cosas necesarias para llevar acabo la curación sin percatarse que cualquiera en esa mansión podia estar en contra de dichas practicas.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Lun Nov 01, 2010 1:50 pm

Edmundo miró a Jozsef y le dijo al oido .-si no cenas conmigo, me pondré muy triste Jozsef, te divertíras ya veras, a la hora del almuerzo nos reunimos todos los que moramos en la mansión.- dijo tomando las mejillas de muchacho entre las palmas de sus manos y contemplandolo fijamente antes de añadir.
-Si Jozsef, vivo solo en este lugar, la escasa familia que tengo es una hermana desaparecida, se fugó con un hombre, y el otro individuo, es un cambiaformas de un gran felino venerado del otro lado del mundo como si fuera una deidad, su nombre es Ahuizotl, es unos tres años mayor que yo, pero ha sido mi complice y mi confidente desde que empezé a dar los primeros pasos, el me ha enseñado cosas de la naturaleza, los animales y los mitos.- suspiró observando el maniquí con el traje de guerrero jaguar, en ese animal era la bestia en la que precisamente se transformaba Ahuizotl.

Tensó un poco los labios cuando escucho a Jozsef contradecir una orden que le habia dado a su sirviente, Edmundo se limitó a mirar al hombre palido con ira en la mirada, y este comprendiendo que lo mejor era obedecer a quien le pagaba un sueldo decidió disculparse con Jozsef, y salir de la estancia, una orden habia sido dada, y asi como Edmundo habia sido criado, al no tener descendencia, le gustaba que sus sirvientes actuaran como a el lo habian instruido desde pequeño, recordaba las palabras de su madre "En la familia Mercadante Zahualli se obedece y punto." con esa idea habia crecido durante mucho tiempo.

Tomó a Jozsef por el cuello con suavidad -Si quieres tocar algo de lo que vez, puedes hacerlo Jozsef, no es malo sentir curiosidad.- y sonrió cuando el muchacho depositó un beso en la timida muchacha que se retiró escalones arriba a preparar el baño tal como lo habia hecho, Edmundo observó a Jozsef rebuscando cosas en su morral, y recordó que el joven deseaba curarle la herida.

Rodeó al muchacho por la cintura, y lo hacerco hacia el sin soltar las caderas de Jozsef, teniendo su cuerpo pegado al de el.-No te preocupes Jozsef, solo necesito lavarla, mañana no quedará rastro de ella, me acompañas.- dijo Edmundo, y caminó con el muchacho por la alfombra desnuda escaleras arriba.

Llegaron a un largo pasillo, surcado a uno y otro lado por puertas que conducían a distintas habitaciones, en las paredes tapizadas de cuadros se notaban imagenes de indigenas, de hombres transformandose de un animal a otro, de sacrificios humanos, y en pequeñas mesillas repartidas por el pasillo habia pequeños idolos de barro, figuras de ceramica y porcelana, Edmundo se dirigió a una puerta de color blanco, y la abrió, en el interior se encontraba la muchacha hechando una especie de sales en la bañera, un fuerte aroma a manzanilla salió del lugar, al ver a su señor, la muchacha inclinó medio cuerpo y salio de la habitación.

-No soy un ogro Jozsef, por si tienes esa idea de mi para con las personas que trabajan a mi servicio, ellos pueden hacer lo que les plazca en esta casa, comen en mi mesa los mismos alimentos que yo, y los ayudó en las tareas de limpieza y faena cada que tengo el tiempo necesario para hacerlo,trabajan en la mansión unicamente tres vecez a la semana, los demas dias pueden hacer lo que gusten, quedarse aquí a descanzar, o ir a la ciudad a divertirse, sus vidas me tienen sin cuidado, este es el baño espero que lo disfrutes, y sientete en tu casa, hoy eres mi persona especial, puedes pasear a tu antojo y curiosear lo que desees.-metió la mano en la bañera con agua tibia y mucha espuma, cogiendo un poco de aquella espuma rosada entre sus manos, y colocandola sobre las mejillas de Jozsef, haciendole una barba postiza al muchacho, lo colocó frente al espejo del baño y le dijo.
-Cielos Jozsef, que rapido has envejecido jajajaja- abrió el grifo del lavamanos, y metió su brazo herido en el, limpiandolo de sangre coagulada, el agua caía fría, cogió una toalla y se secó la herida, aun era visible, pero al menos ya no sangraba.
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Mensaje por József Bároti Lun Nov 01, 2010 2:39 pm

Subió junto con el hasta un pasillo lleno de diversas puertas ¿Cuántas habitaciones debía haber? Sonrió porque ciertamente era como un laberinto quizás por la noche se despertaría a hurtadillas e inspeccionaría la casa en silencio, descubriendo lo que cada puerta escondía detrás de ella aguardando por ser encontrado, quizás uno de aquellos exóticos y extraños animales o una sala llena de juguetes de aquel mundo, quizá inclusive en alguna podia encontrar un banquete, se ilusiono ante la idea de encontrar todo aquello.

Observo la puerta que se abria y el aroma golpear de llano su rostro haciendo aspirar con fuerza, la joven paso por su lado tan rápido que solo fue capaz de sentirla y no de verla volteando cuando su cuerpo se alejaba ya por el pasillo ¿no quería jugar acaso con el? Suspiro ampliamente entrando en la habitación, depositando el morral en una esquina para que no sufrieran daños los objetos que en su interior se resguardaban de factores externos y manos curiosidad que pretendieran hurtarlos, no se le debía robar a un ladrón.

-no, no creo que seas un ogro…- asevero negando acercándose para ver como limpiaba su herida dejando que le manchara las mejillas y riendo al escuchar su aseveración, porque aun con sus dieciocho años no habia tenido que rasurarse una sola vez en toda su vida, se quito la espuma con las manos -¿tu te rasuras?- le cuestiono con curiosidad, algo le habia dicho Luther al respecto.

Se acerco a la bañera introduciendo sus manos, dejando que los olores se mezclaran con el ambiente alegre, seria su primer baño decente después de años quizá hacia ya una década. No se inmuto por la presencia de Edmundo se saco los pantaloncillos manchados por la sangre del cambiaformas y se despejo entonces de su ropa interior introduciendo su cuerpo dentro del agua, chapoteando el agua con las manos, humedeciendo sus rizados cabellos y adhiriéndolos de aquella forma a su rostro, las burbujas cubrían su desnudo y poco aniñado cuerpo bajo el agua, dejando al descubierto del pecho hacia arriba, soplo a las burbujas haciéndoles tomar formas, porque mas entretenido estaba en jugar que en darse un baño.

-¿debo cenar entonces?- le cuestiono sin voltearlo a ver, levantando el agua entre sus manos y dejándola caer de vuelta a la tina, las gotas que rebotaban daban de llano en su rostro haciendo reir.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Lun Nov 01, 2010 7:47 pm

Se habia distraido unos momentos, por lo que no pudo observar el momento en que Jozsef se desnudaba y se introducía en la bañera, eso fue bueno desde su punto de vista, por que si no lo mas probable, es que hubiera saltado encima de el, el mismo despojandose de su pantalón.

Se agachó a recoger la ropa sucia de Jozsef, y la hizo un rollo, colocandosela debajo de su brazo, Edmundo se hacercó a el, e inclino medio cuerpo hacia la bañera poniendose en cuclillas.
-Si suelo rasurarme aunque no siempre, me gusta mi barba, le puedo hacer cosquillas a la gente que me gusta con ella- tomo el humedo craneo de Jozsef y lo hacerco hacia el, mientras deslizaba con un movimiento suave su barba por todo el cuello y hombro desnudo de Jozsef, rió provocativamente, y se levantó dandole una suave palmada en la cabeza, y observandolo jugar con el agua.

-Si Jozsef, cenaremos, hazlo por mi quieres, voy a decirle a las muchachas que laven tu ropa, te lo prometí después de todo, puedes ponerte esa bata que esta ahí, no te preocupes quedate el tiempo que quieras en la bañera, solo no te duermas, puedes ahogarte.-dijo Edmundo en tono serio, y comenzó a recoger algunas cosas del amplio cuarto de baño, una planta de ornato grande estaba en una esquina del cuarto, los grifos de los lavamanos, de la palanca del sanitario, y de la hermosa tina sostenida por garras de dragón eran completamente dorados.

Edmundo mojó su rostro y le dijo a Jozsef-Creo que yo también tomaré un baño, te dejaré unos momentos.- el se iba a bañar en el baño de su alcoba, pues consideraba que muchas cosas podian pasar si se metía a la misma tina de Jozsef, abrio la puerta, y aprovechó que uno de sus mayordomos mas viejos que pasaba por ahi despues de limpiar alguna habitación para indicarle.
-Quedate con Jozsef, y haz lo que te pida, estaré en mi habitación, me daré un baño.-dijo Edmundo y salió del lugar.

El hombre se introdujó en el baño, y se sentó en un pequeño banquito que estaba por ahi cerca observando al muchacho con una sonrisa amigable, quizá era la primera que alguien de aquella casa le daba, el hombre le preguntó.
-Hola muchachito, buenas noches, me llamo Abel, es usted un joven sumamente simpático, debo admitir que el joven Edmundo tiene un buen gusto- dijo el señor sonriendo, se levantó y hechó unos polvos en la bañera, los cuales hicieron que las burbujas y la espuma crecieran aun más, el hombre se regresó al banco donde estaba sentado y dijo.
-Me alegra ver gente nueva en la mansión, el joven Edmundo siempre ha sido una persona bastante solitaria, y rara vez se le ve con un amigo, la gente normalmente suele evitarlo por, bueno no se si le halla dicho algo de su enfermedad-dijo el anciano antes de suspirar con nostalgia y contemplar al muchacho en la bañera.
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Mensaje por József Bároti Lun Nov 01, 2010 8:47 pm

Dejo que acercara su rostro tanto cuanto quiso, sintiendo el áspero tacto de su barba contra su piel, se encogió de hombros riendo energéticamente dado que era aquella una sensación que no a menudo su cuerpo experimentaba, porque Luther no se la dejaba y los demás miembros no estaban aun en edad de poseerla quizá el, aunque el escaso vello de su cuerpo impedía aun aquello –me gustaría tener barba- rio por lo bajo rozando con su dedo índice su mejilla, siguiendo el contorno de su rostro hasta caer por el mentón.

-de acuerdo…cenare- murmuro sin poner atención en sus demás palabras, chapoteaba con sus manos el agua dejando que las gotillas dispersas reposaran sobre su rostro cayendo por la punta de su nariz a reunirse de nuevo con sus compañeras y perderse en la inmensidad que formaban, los aromas y burbujas parecían hechos por magia. Hundió la cabeza en el agua, doblando su cuerpo hacia enfrente y aguantando la respiración, no se estaba quedando dormido de modo que no podia ahogarse ¿cierto?

Abrio los parpados bajos el agua dejando escapar el aire de su boca, moviendo las manos y pronunciando aun en aquel estado, el agua se agito formando un pez de consistencia igual a aquel liquido, sus movimientos eran lo único que permitían saber su ubicación, sonrio bajo el agua palideciendo, por la alegría se habia olvidado que debía salir a la superficie y tomar algo de aire, aquel esencial para cualquier ser viviente, menos los peces…aunque le parecía que también ellos tomaban el oxigeno del agua ¿Por qué entonces el no podia? Aspiro bajo el agua sacando la cabeza al instante, tosiendo efusivamente y percatándose entonces de la presencia de alguien que no era Edmundo.

Mientras tosía recobrando el aire escucho lo que el hombre decía –hola Abel- saludo una vez el aire inundo nuevamente sus pulmones siendo suplido por el agua que habia inhalado, sonrio al escuchar aquello ¿buen gusto? ¿Qué no se decía que alguien tenia buen gusto cuando elegía un sombrero bonito? ¿o una flor pintoresca? No estaba seguro asi que decidió pasar cualquier comentario por alto.

Asintió con tranquilidad apoyando sus brazos en el borde de la tina, y su rostro sobre sus brazos, observando al hombre con aquella ambigua mirada que extrañamente parecía ver algo que mas nadie podía -¿sus cambios de humor? No debe preocuparse mas…yo lo aliviare- aseguro sonriendo de forma sincera, creía en las palabras de su madre aquellas con las que había crecido, el cariño vencía cualquier mal del cuerpo y alma -¿has venido desde el otro lado del mar?- le cuestiono, József no sabia hablar de usted porque no sabia diferenciar a las personas con las cuales uno debía comportarse diferente.

Dio un suave respingo al sentir el pececillo que con agua habia formado rozar sus piernas y rodear su cintura, soplo al agua y este se desvaneció, suspiro porque aunque hechizos fáciles robaban gran parte de su energía, seguramente aquella noche terminaría rendido aunque resistiría lo mas posible. Recordo entonces las palabras de Edmundo y una curiosidad le embargo -¿Quién es Ahuizotl?- pregunto a fin de cuentas observando al hombre aun, con extraña fijeza aunque sin rastro alguno de seriedad, quizás era un amigo que habia dejado en su natal.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Lun Nov 01, 2010 9:24 pm

Antes de retirarse Edmundo pensó que podía hacerle un pequeño regalo a Jozsef, se retiró a sus aposentos, donde comenzó su ritual de bañarse, desnudo su cuerpo, y lo metió en el agua fría de la bañera, estaba acostumbrado a bañarse en las lagunas y rios, donde el agua casi siempre estaba fría, hizo algunos largos con sus brazos flotando sobre el agua contemplando la herida y pensando en Jozsef y en lo que habia ocurrido aquel día, cerró los ojos unos momentos, relajandose completamente.

Mientras tanto el anciano Abel, sonreía ante los comentarios de Jozsef, pero a diferencia de Edmundo, Jozsef no despertaba en la persona de aquel hombre pensamientos pecaminosos, si no una agradable sensación de tener a alguien mas con quien hablar.

-Así es, todos los que habitamos en esta casa hemos seguido al señor Edmundo por gusto propio,el suele llamarme gorrión.-dijo Abel asintiendo en silencioy estrechandose las manos con suavidad, entonces alzó una ceja cuando escuchó al muchacho decir que el curaría la enfermedad de Edmundo, Abel avanzó hasta el y tomó las manos del muchacho que a diferencia de las de el, eran completamente arrugadas pero conservaban aun algo de suavidad, y le dijo al muchacho.-No sabes cuanta felicidad me da escuchar eso, mi señor sufre aunque le cueste admitirlo.-dijo soltando las manos, cuando una nueva pregunta de Jozsef hizó que el hombre le mirara con incredulidad.

No podía creer que Edmundo hablará de Ahuizotl, tal vez en verdad habia visto algo diferente en aquel muchacho.
-En esta mansión de las ocho personas que habitan, existen tres cambiaformas, aunque lo correcto, era que fuesemos cuatro, Ahuizotl era el mejor amigo de mi señor, Edmundo es el mas pequeño de la familia Mercadante, cuando nació nombraron como su pequeño sirviente a un niño unos años mayor que el, era un indigena de nombre Ahuizotl, sin embargo mas que su sirviente, se volvió el hermano y compañero de juegos de Edmundo, siempre iban juntos, juntos aprendieron a dominar sus poderes de cambiaformas, y eran complices en todo lo que hacían, Ahuizotl, se transformaba en un jaguar, un felino que ya tendrás tiempo de conocer, y que era considerado sagrado entre los de su raza, pero al venir aquí, Ahuizotl se negó a abandonar la belleza de los campos y los montes, por instalarse en una ciudad, de nada valió que Edmundo le suplicará que viniera por el, fue la unica vez que he visto a mi señor rogarle a alguien, Ahuizotl no cedió, y eso hizo que la enfermedad de mi señor aumentará, aunque el confia en que el joven Ahuizotl venga a vivir con el en este lugar.-dijo terminando de relatar la historia sobre el mejor amigo de Edmundo antes de seguir.
-Recuerdas que te dije que habia tres cambiaformas aqui?, mi señor es uno de ellos, la otra es Esperanza, una jovencita que suele apenarse mucho cada que ve a un hombre, ella se transforma en un armadillo, un animal muy simpatico de los cuales mi señor se encargó de traer una pareja, y el otro cambiaformas soy yo, y mi señor me dice gorrión por esto.-se levantó de la silla y brinco en el aire, transformandose en un pequeño pajarillo de colores cafe y negro, que revoloteó en la habitación posandose sobre la cabeza de Jozsef y dando un par de picotazos suaves, entonando una alegre y brillante melodia que regorgoreo por todo el cuarto de baño.
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Mensaje por József Bároti Lun Nov 01, 2010 9:54 pm

Su mirada se mantuvo fija en el rostro de aquel hombre mientras le hablaba porque de no concentrarse terminarían las mitad de sus palabras flotando en el aire a la espera de que alguien las escuchara y acomodara para hacer de ellas una oración coherente o una idea con sentido, como pocas veces logro hilar las oraciones de principio a fin sin distracción alguna porque el pececillo ya no merodeaba bajo el agua para llamar su atención.

Sintio el tacto del hombre, uno con pliegues y aun asi suave, le recordó las manos de su abuela por un segundo entonces recordó que se trataba de Abel y no su nana, sonrio porque su esencia estaba en todos lados, en esa ocasión se habia manifestado como las manos de un hombre –a muchas personas les cuesta…pero te prometo que hare hasta lo imposible por sanarlo- asintió dejando que sus rizados y húmedos cabellos se agitaran en su cabeza.

-¿tienes pretermitido hablar de el?- le cuestiono curioso porque a fin de cuentas Edmundo era su señor y asi como les daba permisos y libertades podia negarles otras, como hablar de su mejor amigo quizás aquello le hacia sentir triste y por eso no permitía que nadie hablara al respecto en ese caso, no podia decirle que el anciano que habia estado consigo en el baño le habia contado su historia, podría meterlos en problemas y problemas era lo que menos quería para aquel hombre que tan bien se habia portado ¿no lo habia hecho también Edmundo? No podia entonces mentirse, pero no le mentía solo no le contaba aquello además, daño alguno le hacia al cambiaformas aquello, suspiro, confundiéndose a si mismo.

-yo la conozco- aseguro alegremente –fue ella quien vino a preparar el agua ¿Esperanza?...cuando la vea la saludare- murmuro pensando, al parecer era una joven tímida y debía tener su edad y la de su hermana, pero su hermana no era tímida sino una joven de carácter, criada entre gitanos habia aprendido a corta edad los engaños de la vida los que a el le habían sido privados a cambio de la magia.

Sus labios se abrieron formando una inmensa O, sus brazos se extendieron a los costados de su cabeza dejándole en un gesto bastante gracioso -¡¿Qué clase de ave eres?!- le cuestiono siguiéndole con la mirada, siéndole difícil observarlo cuando el diminuto cuerpecillo alado se cargaba mas a su lado izquierdo, del orbe que le era inútil en momentos como aquel, rozaba su plumaje cuando pasaba cerca de el, acariciada con su dedo índice con suavidad, no quería herirlo ni hacerle perder el equilibrio -¡eres precioso!- exclamo hundiendo la cabeza nuevamente en el agua, revolvió sus cabellos con las manos pasando sus dedos por entre sus pies y piernas, quitándose todo rastro de tierra, mugre o sangre. Quería salir ya y seguir disfrutando de todo lo que en aquella mansión habitaba.

Salio de la tina dando traspies, mojando el suelo con grandes charcos que dejo en su camino hacia la bata, se la puso como un abrigo, porque un abrigo parecia, junto los dos trozos de tela que colgaban cerrandola por delante, con el cuerpo aun escurriendo y el cabello adherido a su cabeza le hizo señas al pajarillo para que lo siguiera al tiempo que corria para salir de la habitación.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Lun Nov 01, 2010 11:22 pm

El gorrioncillo respondió en un tono de voz cantarino y cristalino como el de los arroyos.
-Soy un gorrión, una especie de ave que existe en México, llevó años trabajando para la familia Mercadante, tengo 129 años.-

Jugueteó unos momentos mientras revoloteaba enderredor del muchacho, cantando entusiasmadamente, hasta que el joven salió de la bañera, a punto de tropezarse, el avecilla revoloteó intentando seguirle mientras le decía.-Tenga cuidado joven Jozsef, podría resbalar y lastimarse- dijo en un tono de voz preocupado, que sin embargo no sono preocupado, pues sonaba cantarín y alegre como la voz de aquella pequeña ave que revoloteaba alrededor de el, agitando sus alas vigorosamente, hacia tiempo que no se transformaba.

Pensaba en que cuando el joven se detuviera tendría que limpiar el agua que habia salpicado por toda la estancia, aunque ese pensamiento duro menos de una fracción de segundo, se sentía lleno de alegría, y lo expresaba cantando a voz en pecho.

La caminata de Jozsef por los pasillos, le llevó a una habitación, era la única cuyas puertas eran completamente diferentes a las demas, tenía las caras de dos grotescas gargolas labradas en madera, con las lenguas de fuera, y cuernos retorcidos, el pajarillo suspendió su canto, mientras la puerta que estaba entreabierta, era empujada lentamente por una suave corriente de aire, la curiosidad mató al gato, aunque en aquellos momentos no hubiera uno.

El gorrión se introdujo al interior de una alcoba señorial y regia, una enorme cama ocupaba una lateral del cuarto, tenia cuatro pilares de madera, y un dosel, una cortina de terciopelo de color negro, que estaba recogida y anudada en lazos de liston rojo como la sangre, el suelo estaba completamente alfombrado, y empotrado a la pared, un gigantesco librero que llegaba hasta el techo, saturado de libros, en las paredes de la estancia estaban colgados cuadros de varias personas, algunas de rasgos indigenas, y otras de aspecto un poco mas europeo, todos tenían un pequeño nombre labrado abajo de sus rostros con una placa de nombre, y una descripción, el avecilla se posó sobre el hombro de Jozsef y musitó
-Esta es la alcoba principal, la del señor Edmundo, las personas que estan en los cuadros son todos los antepasados de la familia Mercadante Zahualli, debajo de su nombre esta escrito el animal en el que se transformaban, mira ella es su mama.- voló en dirección de un cuadro que representaba el busto de una hermosa mujer indigena de larga cabellera de color negro, y brillante piel morena, los ojos de la mujer eran de una mirada tan intensa como la mirada de Edmundo, aunque aun mas penetrante, denotando que en vida debio de ser una mujer de caracter severo y estricto.-Ella se transformaba en un venado y por aquí esta...-pero la frase se vió completada por una voz sería y grave -Por ahi esta mi padre, un cambiaformas de lobo que murió asesinado por un grupo de cazadores de aberraciones.- señaló a un hombre no menos atractivo que Edmundo, de facciones finas, y rasgos hermosos, aunque menos despiadados que los de Edmundo, el hombre estaba ataviado elegantemente, y tenía un libro entre sus manos.

-Veo Gorrión que te ha divertido la compañía de Jozsef, hacia tiempo que no te transformabas-dijo Edmundo caminando hacia el pajarillo, quien retrocedió asustado, tirando sin querer un pequeño florero que no se rompió cuando calló sobre la alfombra, llevaba el cuerpo desnudo, con excepción de su cintura, que estaba cubierta por una toalla de color blanco, sus cabellos y su cuerpo aun goteaban algo de agua, se aproximó en rapidos movimientos al ave, aprisionandola en su puño, como si fuera a exprimirlo, lo acercó despació a sus labios, inhalando lenta y profundamente y mirando serio al pajaro.
-Has platicado mucho con Jozsef verdad, Gorrión, no te culpo, hay muy poca gente con la que platicar en esta casa, verdad que es un jovencillo encantador.- dió un golpecito suave con el dedo en la cabecilla del pajaro, y esta respondiendo silvando asustada, Edmundo abrió su mano, y el pajaro escapo volando, recobrando rapidamente la forma de aquel anciano.

-Trae algo de ropa para Jozsef por favor Abel.- el hombre asintió en silencio, se despidió de Jozsef con un fuerte abrazo y salio de la estancia, Edmundo se dió media vuelta sin hablarle al muchacho y se dirigió a una puertecilla de madera de ebano, unos segundos y regresó con una toalla blanca en sus manos, se aproximó a Jozsef, extendió la toalla y la coloco sobre la cabeza del muchacho, secandole sus cabellos con movimientos suaves pero energicos.
-Pudiste haberte resbalado por andar así, te ha gustado el baño?, creo que hice bien en dejarte con Abel, es una persona a la que estimo mucho.-sin quitarle la toalla de la cabeza se le quedó viendo a Jozsef unos momentos a los ojos.
-Y como has oido, esta es mi habitación, quería ser yo quien te la mostrará, pero veo que gorrión se me adelanto-termino Edmundo haciendo un ligero puchero en su rostro.
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Mensaje por József Bároti Mar Nov 02, 2010 12:02 am

-¿México? Espero poder ir algun dia…quizás El Mundo quiera llevarme si vuelven- exclamo alegremente saliendo del baño y andando por el pasillo, inundando la mansión de una alegría que no habia sentido al entrar y que sin embargo le embriagaba el interior haciéndolo vibrar de emoción, sus pies húmedos dejaban huelas sobre el suelo mientras avanzaba, encaminándose a ningún lugar y al mismo tiempo a todos –eres mucho mas viejo que yo- recapacito entonces sintiéndose joven entre aquellos cambiaformas de edades dudosas.

Se detuvo de golpe observando la puerta entreabierta que pretendía resguardar algo en su interior, algo no visible para las miradas curiosidad como la de el, dudo entre si abrir la puerta o dejarla intacta aunque mas por arte de magia e insinuación del destino a entrar la puerta se abrió con una brisa que le golpeo el rostro y pecho de llano, las piernas le temblaron con suavidad al tiempo que entraba seguido del pajarillo.

Se encamino hacia el cuadro mencionado cuando Abel se lo indico, llevándolo sobre su hombro con un peso mínimo de mas, se intimido al ver aquella mirada seria, su mirada paso enseguida al siguiente cuadro como si aquel cuadro pudiese haberle robado para de su libertad, se aterro lamiendo nerviosamente sus labios -¿un venado? Que hermosa debe ser- aseguro en voz baja aguardando el siguiente comentario salir del pico cantarín del gorrión cuando la voz áspera y gruesa de Edmundo le obligo a girarse y observarlo –l-lamento escuchar eso- murmuro desviando con disimulo la mirada al cuadro temiendo que aquel hombre le mirase con la misma severidad que la mujer aunque en sus ojos se atino una calma que le lleno el alma de paz.

Se quedo en su lugar observando con el ceño fruncido la escena, apretando los parpados cuando le tomo con aquella rudeza, no el anciano le habia dicho que habia ido hay porque quería, que le estimaba, no podia herirlo, apretó los puños hasta que los nudillos se volvieron blancos y se vio obligado a abrir los parpados cuando volvió a hablar, encantador era la segunda vez que escuchaba aquel adjetivo.

Le estrecho entre sus brazos cuando el anciano lo abrazo, besando su mejilla con rapidez observándolo salir del lugar y quedándose solo en la habitación pues Edmundo habia seguido los pasos del hombre en dirección contraria, avanzo algunos pasos cuando un trozo de tela cayo sobre su cabeza moviéndose por acción de alguien mas, la voz de quien realizaba el gesto le hizo adivinar de quien se trataba.

-he podido hacer un pez en el agua- le indico energéticamente, entrecerrando los parpados por los movimientos sobre su cabeza –me a agradado bastante- aseguro refiriéndose al cambiaformas con forma de gorrión, un tipo de ave que nunca antes habia tenido el deleite de observar. Miro el lugar evadiendo aun el cuadro de la madre de Edmundo –es bastante amplia ¿no?- le cuestiono andando hacia la cama, observo las almohadas y el dosel, los adornos y las sabanas, todo parecía tan lujoso y costoso, cuando el dormía estaba acostumbrado a dormir en el suelo.

Se sentó sobre ella moviéndose de arriba abajo para hacer votar el colchón con gracia, sonriendo ampliamente mientras repetía la acción -¿dormiremos aquí?- le cuestiono con tranquilidad observándole.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Mar Nov 02, 2010 12:26 am

-Bueno mi madre murió de tristeza, poco tiempo después de que enterramos a papa, pero si, en su forma animal era hermosa, y corría aun mas rapido que los demàs venados.-dijo observando el rostro severo de su madre, y bajando la mirada, como hacia cada vez que su madre lo reprendía.

Se extraño al ver que Jozsef apretaba los nudillos, pero comprendio que al parecer se habia molestado por como habia sujetado a Abel, aunque no era su intención dañarle, como siempre algunas acciones de Edmundo eran mal comprendidas, por su escaso tacto, o su demasiada efusividad para con las personas.
-Si, fue una pena que papa muriera de esa forma, pero ya era una cronica de una muerte anunciada, ese grupo de cazadores nos tenía en la mira, mama y mi hermana, asi como Ahuizotl y Abel siempre fueron mas discretos con sus transformaciones, como te dije yo no me puedo transformar en ningun animal, por lo que de mi no sospecharon- recordaba que avecez le daba un poco de envidia no ser un cambiaformas completo como el solia llamarlos, pero del mismo, se sabia orgulloso, pues pese a la carencia de no poder transformarse en un animal, podría manipular verdaderos enjambres, cientos, quizá miles de insectos.

-¿Un pez con agua?, eso debio de haber sido genial, ¿se lo mostraste a Gorrión?-preguntó de manera curiosa, observando al chico irse hacia la cama, y sentarse en ella comenzando a brincar, la cama era suave y mullida, por lo que rebotaba bastante.
Edmundo se dejó caer a un lado de Jozsef con todo el peso de su cuerpo, dando un gran rebote sobre la cama, y soltando una risilla que se esforzó por reprimir, quedandose boca arriba contemplando el techo de la cama.-[/b]Sí aquí,la habitación es la mas retirada de las demàs, pero es bueno, en las mañanas todos se levantan temprano y avecez no dejan dormir.-[b]dijo cerrando los ojos, se sentía un poco cansado pero aun quedaban cosas que mostrarle a Jozsef antes de reposar a dormir por fin.
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Mensaje por József Bároti Mar Nov 02, 2010 12:44 am

¡Por eso la gente no debía enamorarse! Por lo menos no de una sola personas, era atarse a si mismo una muerte decidida –que hubiera gustado nacer como ustedes…me hubiera gustado transformare en un animal, o manejar insectos y tener mi propia sinfonía- asevero con tranquilidad y anhelo, en verdad lo hubiera querido pero también le agradaba ser gitano y por demás brujo, uno con tantas cosas aun para aprender.

-no…no se podia ver solo sentir, le hubiera dicho que metiera la mano pero no se me ocurrió- murmuro pensando en aquello hubiera sido divertido ver su rostro al sentir un movimiento bajo el agua atinando a adivinar el contorno del animal solo cuando este se movia en el interior de la tina como agua, agua era y como agua fluía –después te enseñare, quizás puedo hacer con otras cosas- aseguro asintiendo aunque debería esperar a próximo dia, aquella noche estaba demasiado cansado como para exigirle mas a su cuerpo quizás entonces terminaría quedándose dormido en cualquier lugar.

-yo me despierto antes del amanecer- le confeso aunque quizás el dia próximo fuese la excepción a fin de cuentas dormida también cuando el sol se ponía y seguía en pie botando sobre el borde de la cama, observando el cuerpo de Edmundo caer como costal de patatas a un lado de el, rio inclinando su cuerpo hacia el -¿quieres cenar aun?- le cuestiono deseando un no aunque suponiendo un si, aceptaría, aceptaría solo porque se lo debía, eso y mucho mas y como no se habia dejado sanar la herida debía obedecerle en otras tantas cosas, como cenar, aunque no quisiera y no tuviera hambre le complacería.

Observo entonces la toalla de Edmundo y su propia bata –tu ropa me quedara grande- aseguro pensando la única persona quizás de una estatura y complexión parecía a la suya y aunque algo mas tosco el era Esperanza, si porque se habia aprendido su nombre y nunca antes habia usado vestidos, debía ser incomodo, su hermana decía que los vestidos eran para mujeres restiradas y aunque no la comprendía reia cada que la escuchaba decir aquello -¿y si me quedo con esto?- le cuestiono estirando el brazo para que viera la manga –es cómoda- asevero asintiendo.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Miér Nov 03, 2010 3:18 am

-Valla Jozsef, pero si no es nada emocionante!, en cambio ve lo que puedes hacer, puedes hacer animalillos con humo, y crear flores, y muchas cosas mas que me supongo debes de poder hacer.- En efecto era cierto, a Edmundo no le parecia tan interesante ser un cambiaformas, por que toda su vida habia convivido con cambiaformas, la familia se extendia a una linea de mas de 300 años, donde todos eran cambiaformas de uno u otro animal.

-Si te despiertas antes del amanecer, te abrazaré con todo mi peso para que no te pares de la cama y me dejes seguir durmiendo.-era uno de sus pasatiempos favoritos.
-Me gusta mucho dormir-era un momento de relajación completo, donde sus sueños eran extrañamente mas cuerdos que la torva realidad en la que Edmundo solia vivir.

Ante el tono de Jozsef Edmundo le dijo .-No no quiero cenar ya Jozsef, estoy muy cansado, estoy pensando en que deberiamos de dormir temprano, para mañana salir a conocer los animales, la mayoría deben de estar durmiendo ya, y se ponen muy enojados si los despiertan.-dijo Edmundo, sintiendose un poco extraño de estar en aquel lugar, siendo observado por las miradas fijas de los cuadros, pensando en que en cualquier momento podrían cobrar vida.

-Mi ropa te sentará bien, tengo ropa de varios tamaños, por si la necesito para alguna obra de teatro, ademas traje algunos baules con la ropa que usaba cuando tenia mas o menos tu edad, no es buena idea que te duermas con esa bata mojada, te hará daño la humedad, y entonces tendré que cuidarte por que seguro te enfermaràs, y no puedes enfermarte con el dia tan emocionante que nos espera mañana.- Edmundo se irguió, y subió su cuerpo encima de Jozsef, sentandose encima de su cintura, mientras sus manos separaban un poco la bata, dejando descubierto parte del torso de Jozsef, el cambiaformas agacho su rostro, y comenzó a besar suavemente la tersa piel, que ahora tenia un agradable aroma de manzanilla de Jozsef, haciendo suaves chupetones, hasta que tocarón a la puerta, y Edmundo se bajó de sus piernas, para decir un seco adelante.

Abel habia regresado, llevaba en uno de sus brazos, una pijama de color vino, de una tela que lucia fresca, y en la otra sujeto a una cuerda de cuero, la cual desamarro al abrir la puerta, un simpatico mono araña, de largos brazos y larga cola,que apenas ver a Edmundo salió corriendo.
-se llama Otli- dijo Edmundo cargando al monito que se aferró a el como si fuera un bebe, era una cría todavia, el mono miro con curiosidad a Jozsef, y saltó encima de el, sentandose sobre su cabeza, y apretando sus cachetes y jalando sus orejas y su cabello, se sujetó con una larga cola prensil, de los barrotes de la parte superior de la cama de Edmundo y se quedó meciendose.

Edmundo miró a Abel y sonrió con complicidad, de manera agradable, mientras se volteaba a Jozsef y le explicaba.-Ese es uno de los animales que he traido, se llaman monos araña, por que como verás tienen sus brazos, patas y una larga cola como las patas de las arañas, es muy travieso y disfruta.-pero la frase no terminó, el monito habia saltado sobre Edmundo, y en un rapido movimiento le habia arrancado, la toalla, pero Edmundo habia sido mas rapido, y antes de que su cuerpo desnudo quedará a la vista de Jozsef y de Abel, ya se habia cubierto con una almohada y le gritaba al mono.-Otli malo!, regresame eso ahora!, Abel haz algo- el mayordomo le dio la pijama a Jozsef, y sacó un platano de la bolsa de su chaqueta, el monito arrojó la toalla Edmundo, y corrió hacia Abel para coger el platano, trepó con increible facilidad nuevamente por los barrotes de la cama, y se dejó caer quedando suspendido por su cola, mientras pelaba el platano y lo comía rapidamente.

Edmundo miraba a uno y otro lado, intentando sonreir, ese monito!, siempre le metía en problemas, recordaba la vez, que le dió un pellizcon en el trasero a una dama de la realeza, y esta se volteó enfurecida dandole un fuerte bofetón a pesar de que Edmundo se desvivia en explicar que habia sido el mono...por que si hubiese sido el, la nalgada hubiera sido lo de menos.
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Mensaje por József Bároti Miér Nov 03, 2010 10:36 am

-no te preocupes aunque me despierte me quedare acostado para no despertare- aseguro con tranquilidad tomando un mechón de crespo y alborotado cabello estirándolo, porque eran lacios era cierto y también rebeldes, no lograba ubicarlos en su lugar sino que contrariados por una fuerza mayor decidían que lugar tomar cada dia, y cada dia era diferente, su cabello ahora no lucia como lo hacia por la mañana –dormiremos todo lo que quieras- aseguro ilusionad por sus siguientes palabras.

-entonces hay que decirle al señor que ya no prepare la cena- aseguro preocupado por ello, porque por lo que habia escuchado se habia preparada carne asada y el platillo habia sido cambiado para el y ahora, ahora decidían ya no cenar, seguramente era demasiado trabajo desperdiciado -¿los veremos mañana? Entonces hay que dormir ya para que la noche se pase rápido- aseguro animadamente palmeando sus manos, produciendo asi un único aplauso.

-mañana después del mediodía debo volver con mi familia- le explico en voz baja y desanimada porque deseaba poder quedarse mas tiempo en aquel lugar, conocer cada habitación y cada animal traído del otro mundo, quería saborear la comida y bañarse hasta que su piel se arrugara, quería sanar la enfermedad de Edmundo pero, bien sabido tenia que de no volver terminarían preocupándose por el y preocuparlos, preocupar a su familia era lo que menos deseaba aun por encima de sus deseos, aun por encima de ellos estaba el bien de la pandilla.

Observo su cabello mientras su rostro bajaba por su torso produciéndole cosquillas y algo mas que desconocía, sonrio de medio lado al ver las finas marcas rojizas que habían quedado sobre su piel, pasando sus dedos por ellas porque eran visibles y no asi tangibles, se levanto de la cama sin preocuparse en cerrarse por completo nuevamente la bata, porque a fin de cuentas todos eran humanos –adelante- repitió con una amplia sonrisa crispando sus labios.

-¡que bello!- exclamo dejándole hacer con su rostro, sintiendo sus diminutos dedos estirando la piel de su rostro, riendo mientras lo hacia y siguiéndolo con la mirada cuando se alejo colgando de la parte alta de la cama, se subió a la cama para verle mejor. Tomo la pijama y observo la escena entre risas, el cuerpo de Edmundo cubierto por una almohada, el mono cerca de el colgando de la cama con una fruta entre las manos -¡Otil!- exclamo alegremente acercándose al animal, no turbándole a la hora de comer, porque sabia que eso a los animales no les gustaba.

Observo la pijama y después a ambos hombres aun cerca del mono aquel y sobre la cama, meciéndose suavemente, dando suaves brincos –no tengo ropa interior- se limito a decir habiéndola dejando con lo demás en el baño junto con su morral y demases pertenencias. Bajo de la cama de un salto sujetando las telas que mantenían juntos las mangas de la bata, a fin de cuentas Abel le habia visto ya al salir del baño y por Edmundo no se preocupaba realmente que le vieran desnudo no era algo para avergonzarse.

Tiraba ya del trozo de tela para dejar caer la bata cuando observo el cuadro de la mujer sintiéndose intimidado, encogió su rostro entre sus hombros bajando la mirada, habia sido como ser reprendido por lago indebido nisiquiera realizado. Mordió el interior de su boca pegando la pijama a su pecho –ire al baño a cambiarme- aseguro en voz baja y sumisa.
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Mensaje por Edmundo Mercadante Jue Nov 04, 2010 1:30 am

Edmundo asintió en silencio y le dijo a Jozsef.-No le diré eso Jozsef, el hecho de que nosotros no cenemos, no significa que ellos no quieran hacerlo, te dije ya que somos varios los que habitamos en esta casa, la cena alcanzará para todos ellos.- entonces el semblante de Edmundo se ensombreció cuando escuchó a Jozsef decir que se tendría que ir al medio día siguiente, podría reaccionar en uno de sus habituales ataques, y ponerse belico y tomarlo secuestrado con el, pero optó por hablar en un tono de tristeza que no pudo ser disimulado.
-Tan pronto te irás ya de mi lado Jozsef, pero te necesito, quiero que seas parte de mi y de esta casa- tal vez no le entendería y no le importaba, tampoco se molestaría en explicarle lo que sus palabras acababan de querer decir.
Optó por voltear su mirada hacia el inmenso librero,Jozsef se desnudó, Edmundo contempló su cuerpo desnudo, sin ninguna aparente alteración en su semblante triste, hasta que Jozsef, cogió la ropa y se dirigó al baño a vestirse.

Abel se aproximo a Edmundo y le dió una palmadita en la espalda, mientras habría un inmenso closet y le pasaba su ropa a su señor.
-Busca algunas prendas de ropa, lava la ropa de Jozsef que esta sucia, y dale algo de ropa decente y mas presentable...si hay zapatos también...llevate a Otli, gorrión mañana será un dia atareado.- Abel obedeció en silencio las ordenes de Edmundo y se retiró en la habitación, mientras este se ponía su ropa interior, y un pantalón de una brillante tela de color negro, solía dormir sin camisa, por lo que simplemente se acomodó placidamente en la cama, recargando su cabeza en las suaves almohadas, poniendose las manos sobre el pecho, cruzadas, como si fuera un cadaver descanzando en paz...Jozsef se iría a la mañana siguiente.
Sacó un pequeño libro del buro que tenía a un lado del lado de aquella inmensa cama, y hojéo una pagina en especial, aguardando la llegada de aquel gitano.
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Mensaje por József Bároti Jue Nov 04, 2010 10:23 am

Salio de la habitación andando con el pasillo con la ropa entre las manos fuertemente aferradas a su pecho, porque aquella mujer le regañaba como nadie nunca antes lo habia hecho, porque en sus ojos se reflejaba la dureza que su familia jamás habia tenido para con el, una rigidez a la cual no estaba acostumbrado y queriendo o no le causaba una sensación de vacio en el estomago ¿habia tenido que vivir Edmundo con aquella mirada? Le parecía un cuadro de pesadillas, la veria ahora cada que hiciera algo malo.

Sorteo los charcos que habia dejado por el suelo hasta adentrarse en el baño, no encontró mayor solución a su problema que colocarse la ropa por encima, metió las piernas en el pantalón y seguidamente se abotono la camisa de tersa tela, sintió su cuerpo ser acariciado por un centellar de dedos y manos como los que las druidas deberían haber tenido en antaño. Se encamino a su morral colgándolo de uno de sus hombros y observando el desastre que habia hecho, debía limpiarlo, no podia dejarle trabajo de mas a las personas que tan amablemente se habían portado con el.

Dio un salto que le ubico en medio de un charco, bajo la mirada pensando las palabras adecuadas aquellas incomprensibles para quienes no fuesen brujos o estudiosos de la materia, los charcos se reagruparon en uno solo de mayor tamaño, el agua fluia sobre un mismo punto se retorcía, murmuro otras palabras y aquel liquido vital termino dentro de la tina nuevamente aunque su cuerpo caia de cansancio y sus parpados se cerraban en busca del sueño anhelado.

Regreso sobre sus pasos por el pasillo hasta la habitación de Edmundo, entrando y dejando caer el morral a un lado de la cama y su cuerpo sobre la misma, ubicándose a un lado del cambiaformas con la mirada cansina fija en aquel libro que sujetaba, coló su rostro entre sus brazos intentando leer las letras que mas parecían jeroglíficos para el -¿lo vas a leer?- le cuestiono a fin de cuentas apoyando su mejilla sobre su pecho y bordeando su cintura con sus brazos porque el tamboriteo de su corazón era como una bella nana que pronto le sumiría en los brazos de Morfeo.

-¿es un cuento para dormir?-
le cuestiono ya con los parpados cerrados aguardando escuchar su grave y tersa voz describiendo con palabras un mundo, el mismo que se plasmaba con tinta en el libro, un mundo en que nada era imposible y como a el jamás se le habían dado imposibles suponía que las mejores verdades venían de los cuentos.
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