AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
La Tempestad. (+18)
2 participantes
Página 4 de 11.
Página 4 de 11. • 1, 2, 3, 4, 5 ... 9, 10, 11
La Tempestad. (+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Este tema va a continuación de La Clameur du Silence.
AMBIENTACIÓN AQUÍ
"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
Este tema va a continuación de La Clameur du Silence.
AMBIENTACIÓN AQUÍ
"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
Última edición por Giuliana Mordrake el Dom Ene 15, 2017 2:12 pm, editado 1 vez
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Lloró de desesperación por saber que él también estaba muerto, que había cruzado al otro lado por seguirla... y también de emoción. Jamás nadie podría hacer un gesto por ella más valiente ni más profundo. No había dudado nunca de sus palabras, pero con eso le había dejado claro que la seguiría hasta la muerte, literalmente. Cuando Ulf se movió su corazón empezó a bombear de nuevo, si es que eso era posible, ya que en realidad no eran corpóreos, estaban en algun lugar más allá de la muerte.
Las palabras del norteño la hicieron reir de alivio a la vez que lloraba, un estado de ánimo algo confuso. Pegó su frente a la de él, sintiéndolo cerca y "vivo", que era cuanto necesitaba, acariciando sus mejillas.
— Pues si salimos de ésta... puedes gritarme todo lo que quieras, echarme la bronca del siglo y luego hacerme gemir hasta que se me olvide mi nombre. Aunque yo me conformaba con escucharte gritar porque eso es que hemos salido de aquí.
Le habló de sus dioses, quería que lo llevase frente a ellos, pero Giuliana no tenía ni idea de dónde estaba, realmente cuando viajaba en visiones aparecía generalmente en la encrucijada donde Legba era el dueño y señor. Pero allí estaban en otro lugar, quizás el infierno, o el paraíso, o algun tipo de purgatorio... quién sabe. Lo que tenía claro es que el tiempo apremiaba, porque para regresar el alma a un cuerpo sin vida no podían pasar más de tres días, o el regreso sería en forma de criatura demente ya que los tejidos se descomponían.
Ulf la besó y abrazó y de nuevo en cada beso le reafirmó lo que ya sabía: que se necesitaban, que se buscaban, que aunque no hubieran tenido mucho tiempo estaban unidos indisolublemente y de esa fuerza partían todas las locuras que habían hecho hasta ahora: ella el sacrificarse por la causa de él, y el lobo para ir a buscarla.
Ayudó al vikingo a levantarse, quería empuñar el acero contra los dioses... era tan tierno que daban ganas de abrazarlo. El acero no servía contra esos entes superiores.
— En verdad... no sé muy bien donde están. Esta era mi casa en Louisiana, en el pantano de Baton Rouge, no sé por qué estoy aqui, nunca había venido a este lugar en las visiones.— Entrelazó la mano con Ulf caminando hacia la parte trasera de la casa, donde estaba el pequeño cementerio donde yacían sus hermanos. Era lo único que se le ocurría que pudiera tener sentido. Le había dicho que iba a cumplir la promesa que le hizo a Amelia, su madre y eso le encogió el corazón.Lo que ella no había sido capaz de cumplir, lo iba a hacer él. Pero lo que la bruja no sabía es que su madre ya había visto todo eso y por eso aguantó hasta poder hablar con Ulf. Sabía que Lana se hundiría en la oscuridad, utilizaría sus dones hasta que la llevasen a la ruina, aunque el fin fuera noble, y sólo él podía traerla de vuelta.— Si damos con Legba... no sé qué pasará. Quizás Ogún sea más razonable contigo, es el señor de la guerra y el acero. Pero conmigo... no sé. Creo que lo he hecho todo mal, que quizás este es mi sitio, en la Fosa, junto a todos los que han ofendido la voluntad de los dioses.
Al girar la esquina de la casa estaba el pequeño cementerio vallado con un pequeño panteón familiar y sobre el tejado de este estaba sentado Legba, con su boca cosida y sus cuencas vacías, el sombrero de copa ladeado, y bebiendo a sorbos una botella de ron, tarareando una melodía pegadiza.
— Mira quien ha cruzado el velo... Giuliana y el lobo-hombre adorador de otros dioses. Te mueres de hacerme la pregunta ¿verdad? si te ha reclamado alguien.
La bruja tragó saliva y apretó la mano de Ulf. Legba era ladino y solía hablar con acertijos, pero el guardían de los Loas mayores y el dueño de la encrucijada, él decidía qué hacer con las almas no reclamadas expresamente por algun dios.
Las palabras del norteño la hicieron reir de alivio a la vez que lloraba, un estado de ánimo algo confuso. Pegó su frente a la de él, sintiéndolo cerca y "vivo", que era cuanto necesitaba, acariciando sus mejillas.
— Pues si salimos de ésta... puedes gritarme todo lo que quieras, echarme la bronca del siglo y luego hacerme gemir hasta que se me olvide mi nombre. Aunque yo me conformaba con escucharte gritar porque eso es que hemos salido de aquí.
Le habló de sus dioses, quería que lo llevase frente a ellos, pero Giuliana no tenía ni idea de dónde estaba, realmente cuando viajaba en visiones aparecía generalmente en la encrucijada donde Legba era el dueño y señor. Pero allí estaban en otro lugar, quizás el infierno, o el paraíso, o algun tipo de purgatorio... quién sabe. Lo que tenía claro es que el tiempo apremiaba, porque para regresar el alma a un cuerpo sin vida no podían pasar más de tres días, o el regreso sería en forma de criatura demente ya que los tejidos se descomponían.
Ulf la besó y abrazó y de nuevo en cada beso le reafirmó lo que ya sabía: que se necesitaban, que se buscaban, que aunque no hubieran tenido mucho tiempo estaban unidos indisolublemente y de esa fuerza partían todas las locuras que habían hecho hasta ahora: ella el sacrificarse por la causa de él, y el lobo para ir a buscarla.
Ayudó al vikingo a levantarse, quería empuñar el acero contra los dioses... era tan tierno que daban ganas de abrazarlo. El acero no servía contra esos entes superiores.
— En verdad... no sé muy bien donde están. Esta era mi casa en Louisiana, en el pantano de Baton Rouge, no sé por qué estoy aqui, nunca había venido a este lugar en las visiones.— Entrelazó la mano con Ulf caminando hacia la parte trasera de la casa, donde estaba el pequeño cementerio donde yacían sus hermanos. Era lo único que se le ocurría que pudiera tener sentido. Le había dicho que iba a cumplir la promesa que le hizo a Amelia, su madre y eso le encogió el corazón.Lo que ella no había sido capaz de cumplir, lo iba a hacer él. Pero lo que la bruja no sabía es que su madre ya había visto todo eso y por eso aguantó hasta poder hablar con Ulf. Sabía que Lana se hundiría en la oscuridad, utilizaría sus dones hasta que la llevasen a la ruina, aunque el fin fuera noble, y sólo él podía traerla de vuelta.— Si damos con Legba... no sé qué pasará. Quizás Ogún sea más razonable contigo, es el señor de la guerra y el acero. Pero conmigo... no sé. Creo que lo he hecho todo mal, que quizás este es mi sitio, en la Fosa, junto a todos los que han ofendido la voluntad de los dioses.
Al girar la esquina de la casa estaba el pequeño cementerio vallado con un pequeño panteón familiar y sobre el tejado de este estaba sentado Legba, con su boca cosida y sus cuencas vacías, el sombrero de copa ladeado, y bebiendo a sorbos una botella de ron, tarareando una melodía pegadiza.
— Mira quien ha cruzado el velo... Giuliana y el lobo-hombre adorador de otros dioses. Te mueres de hacerme la pregunta ¿verdad? si te ha reclamado alguien.
La bruja tragó saliva y apretó la mano de Ulf. Legba era ladino y solía hablar con acertijos, pero el guardían de los Loas mayores y el dueño de la encrucijada, él decidía qué hacer con las almas no reclamadas expresamente por algun dios.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Su mano acariciaba mi mejilla, mis ojos se centraron en ella, en como reía y lloraba, un estado de animo próximo a la locura, ese que la hacia especial, pues puede que tuviera infinidad de defectos, pero mostrar los sentimientos no era uno de ellos.
Yo por el contrario, mantenía la pose, oculto tras esas murallas que esperaba no lograra vencer, al menos no antes de salir del Tártaro o donde quisiera que sus dioses nos hubieran llevado, no podía permitirme mostrar debilidad, no funcionaban así las cosas frente a mis dioses.
Su mano se enlazó a la mía, parecía dispuesta a oírme gritar, y vamos si me oiría, hasta arrepentirse de que el inframundo no le hubiera otorgado un refugio lejos de este vikingo.
Tiró de mi explicándome que allí jamas había acudido en sueños, quizás porque estábamos en otro lugar, a fin de cuentas, nunca habíamos muerto.
El pantano era su hogar, una casa cercana, su refugio y pronto dirigimos nuestros pasos hacia la zona trasera, el lugar donde al parecer daban sepultura a sus muertos.
No tardamos demasiado en visualizar a una especie de engendro con sombrero ladeado, cuencas vacías y boca cosida que bebía ron, lo único sabio que aparentaba tener su dios.
Me relamí mirando la botella, desde luego un trago no me vendría nada mal.
Iba a hablar, mas este se me adelanto, al parecer conocía mi condición, claro, como no, era un dios.
Puede que su aspecto no fuera fiero como el de los míos, mas faltarle al respeto dudaba fuera el modo de salir de aquel entuerto.
-Mis dioses solo reclaman a los caídos en combate, mi muerte ha sido cobarde, nunca bajaría una valkiria a por un demente que se suicida. Mi alma no esta sentenciada por mis dioses, de hecho dudo me espere cena alguna en el Valhalla. Así me he asegurado el venir tas ella, y aquí estoy, desconozco cuantas puertas he de atravesar, a quien he de matar o cuantos de vuestros favores he de conseguir, mas si se algo...Giuliana es mía, me pertenece desde el mismo momento en que decidió por mi, ese en el que su vida fue sustituida por la mía.
Adoro otros dioses, no vengo a mentir, no os conozco, no creo en vosotros mas de lo que lo hago en los elementos o las estrellas, pero creo en la mujer que pende de mi mano y volverá conmigo os guste o no. Lo prometí.
Mi gesto se tensó, soberbio, mas acaso no eramos así los norteños. Tendría ese dios que acostumbrarse a hablar con vikingos, pues puede que a su infierno fueran muchas armas cándidas, mas yo no era uno de ellos, pondrá el tártaro patas arriba hasta que se arrepintieran de tenerme allí consigo, poco me importaba luchar contra los dioses, titanes o bestias legendarias, solo un objetivo estaba claro, ella vendría conmigo.
Alcé la mirada hacia el tejado, el hombre parecía no dar crédito a mis palabras, aunque creo en el fondo le divertía que un pobre mortal retara ya muerto a un dios.
-Mientras piensas como dejarnos ir, podías acercarme el ron, estoy sediento -sonreí de medio lado al sentir como Giuliana tiraba de nuevo de mi mano para hacerme callar.
Yo por el contrario, mantenía la pose, oculto tras esas murallas que esperaba no lograra vencer, al menos no antes de salir del Tártaro o donde quisiera que sus dioses nos hubieran llevado, no podía permitirme mostrar debilidad, no funcionaban así las cosas frente a mis dioses.
Su mano se enlazó a la mía, parecía dispuesta a oírme gritar, y vamos si me oiría, hasta arrepentirse de que el inframundo no le hubiera otorgado un refugio lejos de este vikingo.
Tiró de mi explicándome que allí jamas había acudido en sueños, quizás porque estábamos en otro lugar, a fin de cuentas, nunca habíamos muerto.
El pantano era su hogar, una casa cercana, su refugio y pronto dirigimos nuestros pasos hacia la zona trasera, el lugar donde al parecer daban sepultura a sus muertos.
No tardamos demasiado en visualizar a una especie de engendro con sombrero ladeado, cuencas vacías y boca cosida que bebía ron, lo único sabio que aparentaba tener su dios.
Me relamí mirando la botella, desde luego un trago no me vendría nada mal.
Iba a hablar, mas este se me adelanto, al parecer conocía mi condición, claro, como no, era un dios.
Puede que su aspecto no fuera fiero como el de los míos, mas faltarle al respeto dudaba fuera el modo de salir de aquel entuerto.
-Mis dioses solo reclaman a los caídos en combate, mi muerte ha sido cobarde, nunca bajaría una valkiria a por un demente que se suicida. Mi alma no esta sentenciada por mis dioses, de hecho dudo me espere cena alguna en el Valhalla. Así me he asegurado el venir tas ella, y aquí estoy, desconozco cuantas puertas he de atravesar, a quien he de matar o cuantos de vuestros favores he de conseguir, mas si se algo...Giuliana es mía, me pertenece desde el mismo momento en que decidió por mi, ese en el que su vida fue sustituida por la mía.
Adoro otros dioses, no vengo a mentir, no os conozco, no creo en vosotros mas de lo que lo hago en los elementos o las estrellas, pero creo en la mujer que pende de mi mano y volverá conmigo os guste o no. Lo prometí.
Mi gesto se tensó, soberbio, mas acaso no eramos así los norteños. Tendría ese dios que acostumbrarse a hablar con vikingos, pues puede que a su infierno fueran muchas armas cándidas, mas yo no era uno de ellos, pondrá el tártaro patas arriba hasta que se arrepintieran de tenerme allí consigo, poco me importaba luchar contra los dioses, titanes o bestias legendarias, solo un objetivo estaba claro, ella vendría conmigo.
Alcé la mirada hacia el tejado, el hombre parecía no dar crédito a mis palabras, aunque creo en el fondo le divertía que un pobre mortal retara ya muerto a un dios.
-Mientras piensas como dejarnos ir, podías acercarme el ron, estoy sediento -sonreí de medio lado al sentir como Giuliana tiraba de nuevo de mi mano para hacerme callar.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Legba escuchó al mortal proferir sus amenazas y quedarse tan ancho. Eso se llamaba coraje, o quizás es que era muy inconsciente.
— No sé a dónde van las almas de los vikingos, pero ahora estás en mi encrucijada y si algún Loa te reclama, tendrás que ir, como todos. O siempre puedes ocupar su lugar...
El negro de sombrero de copa señaló a Giuliana esbozando media sonrisa con su desagradable boca cosida.
— ¿Me ha reclamado alguien?...— la voz de la bruja sonó débil, suplicante, muerta de miedo por si la reclamaban a ella y a Ulf no. Lo cierto es que el Foso le daba pánico, y no quiería ir allí, pero si estaba con su Ulf, todo parecía menos aterrador.
— mmmm tal vez sí... o tal vez no. O tal vez...tenga un juego para vosotros. Si jugais y ganáis... podréis regresar. Si no... tendréis que esperar aqui a que algo suceda..— los acertijos de Legba siempre eran muy crípticos, y aunque sabía que aquello sería distinto de lo que parecía, miró a Ulf asintiendo. Tenían una oportunidad de salir de alli si jugaban a sus juegos, no podían esperar una eternidad, porque a partir de los 3 días de la muerte el cuerpo se descomponía y no se podía regresar siendo una persona, regresarían como zombies dementes.
— de acuerdo, jugaremos. ¿qué es lo que...?— Legba no la dejó acabar, chasqueó los dedos y el paisaje del pantano desapareció en un segundo, igual que el suelo bajo los pies de la bruja, que se precipitó al vacío.
Soltó un grito mientras caía y finalmente dio con la espalda en agua marrón, barro y lodo que cubrían una especie de fosa cuadrada. Aquello era la Hondonada de los Proxenetas y embaucadores, el primer anillo del Infierno. Una especie de demonios azotaban a todos los que se arrastraban por aquel lodo. Había una cuerda que colgaba de la raiz de un árbol, si la alcanzaban, llegarían al segundo círculo del Infierno, el Foso de los aduladores, lleno de excrementos.
— No sé a dónde van las almas de los vikingos, pero ahora estás en mi encrucijada y si algún Loa te reclama, tendrás que ir, como todos. O siempre puedes ocupar su lugar...
El negro de sombrero de copa señaló a Giuliana esbozando media sonrisa con su desagradable boca cosida.
— ¿Me ha reclamado alguien?...— la voz de la bruja sonó débil, suplicante, muerta de miedo por si la reclamaban a ella y a Ulf no. Lo cierto es que el Foso le daba pánico, y no quiería ir allí, pero si estaba con su Ulf, todo parecía menos aterrador.
— mmmm tal vez sí... o tal vez no. O tal vez...tenga un juego para vosotros. Si jugais y ganáis... podréis regresar. Si no... tendréis que esperar aqui a que algo suceda..— los acertijos de Legba siempre eran muy crípticos, y aunque sabía que aquello sería distinto de lo que parecía, miró a Ulf asintiendo. Tenían una oportunidad de salir de alli si jugaban a sus juegos, no podían esperar una eternidad, porque a partir de los 3 días de la muerte el cuerpo se descomponía y no se podía regresar siendo una persona, regresarían como zombies dementes.
— de acuerdo, jugaremos. ¿qué es lo que...?— Legba no la dejó acabar, chasqueó los dedos y el paisaje del pantano desapareció en un segundo, igual que el suelo bajo los pies de la bruja, que se precipitó al vacío.
Soltó un grito mientras caía y finalmente dio con la espalda en agua marrón, barro y lodo que cubrían una especie de fosa cuadrada. Aquello era la Hondonada de los Proxenetas y embaucadores, el primer anillo del Infierno. Una especie de demonios azotaban a todos los que se arrastraban por aquel lodo. Había una cuerda que colgaba de la raiz de un árbol, si la alcanzaban, llegarían al segundo círculo del Infierno, el Foso de los aduladores, lleno de excrementos.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Aquel dios extraño, tan distinto a los norteños que era complicado tomarlo en serio me desafiaba con palabras, acertijos que yo no entendía
Quizás sus dioses fueran serpientes sibilinas, mas los míos iban de frente acero en mano, a eso era a lo que yo estaba mas que acostumbrado.
El tal legba hablo de un Loa, uno que al parecer reclama las almas, la mía no había sido reclamada si no mas les valdría mover su culo cuando Odin mandara a su valkiria para sentarme a la gran cena.
Giuliana por el contrario parecía aterrada, como si supiera que en el caso de que Loa la llamara tendría que acudir de forma inmediata. Apreté su mano con suma fuerza, no iba a permitir que esos seres me la arrebataran, no les temía, quizás ellos pensaran que porque era un inconsciente, mas la verdad era otra, la respuesta correcta es que era un vikingo nacido en el norte y forjado en el fuego.
Un juego, propuso un juego, esperaba que no fuera uno de azar, nunca me gusto confiar en la suerte ni en el sino, yo era de los que creía que para marcar el destino había que luchar, alzar la espada y confiar en tu propio instinto.
No nos dio tiempo a preguntar cuando el extraño dios nos dejo pendiendo del vació, un vació que nos engullo trasportandonos a otro lugar, si eso no era el infierno se le asemejaba, claro que en vez de fuego había lodo.
-Les vendría bien a estos conseguir unas esclavas que les limpien todo esto -aseguré en tono jocoso mirando a mi pequeña bruja.
Analicé la situación, estabamos en una especie de fosa, una cubierta de barro, lodo, comparado con la guerra del norte aquello podía ser hasta un lugar de vacaciones. Elevé la mirada, unos demonios o entes o lo que quiera que fueran esos dementes que sotenian un látigo con el que fustigaban a los desgraciados que intentaban aferrarse a una cuerda que pendía del otro extremo, sujeta a la raíz de un gran árbol y que parecía ser la única salida o para volver a casa o para pasar a la siguiente prueba.
Centré mis ojos en la soga, teníamos que llegar allí, entre el barro manos, piernas, miembros de hombre medio muertos suplicando por sus almas, parecían llevar ahí demasiados tiempo, ¿eso seria el purgatorio de los cristianos?
Si pensaban que iba a arrastrarme no sabían hasta que punto patinaban esos seres, yo era un vikingo y nosotros nos alzamos aun medio muertos para enfrentar al enemigo.
Sonrisa ladina en mi rostro cuando saqué el acero que a mis espaldas rechino como el mismo trueno.
Centre mis ojos en el primer demonio, mas le valía que ese látigo no rozara la piel de mi amada porque de hacerlo la sangre se mezclaría con el lodo y sus dioses aprenderían a ser simples juglares cantando mis hazañas.
Rugí desafiante golpeando el acero contra mi armadura de cuero tachonado, cuando pase orgulloso frente al primero de ellos, la espada larga giro en mi mano, mientras en la otra lucia un puñal recién sacado del cinto. Hundí mi mirada en los rojos de ese ser al que no pensaba temer, no entraría a la casa de Odin con miedo, yo era un guerrero.
El infernal tomo impulso con su brazo, extremo del látigo atrás y lo lanzo sobre mi produciendo un ruido al sajar mi piel, claro que no espero que mi brazo se moviera rápido enredándolo y de un tirón el demonio vino al lodo del abismo en el que nos encontrábamos inmersos.
Ladeé la sonrisa alzando la espada para asestar varios tajos rápidos que hirieron su piel.
-Si sangra se le puede vencer -asegure virando sobre mi mismo para hundir la daga en su vientre.
Los otros dos parecían decididos a unirse al juego, pues sin ser repujados saltaron para poner a salvo a su hermano.
-Corre Giuliana -le ordene - ahora, coge el extremo de esa cuerda y no mires atrás, yo voy tras de ti -le prometí.
Quizás sus dioses fueran serpientes sibilinas, mas los míos iban de frente acero en mano, a eso era a lo que yo estaba mas que acostumbrado.
El tal legba hablo de un Loa, uno que al parecer reclama las almas, la mía no había sido reclamada si no mas les valdría mover su culo cuando Odin mandara a su valkiria para sentarme a la gran cena.
Giuliana por el contrario parecía aterrada, como si supiera que en el caso de que Loa la llamara tendría que acudir de forma inmediata. Apreté su mano con suma fuerza, no iba a permitir que esos seres me la arrebataran, no les temía, quizás ellos pensaran que porque era un inconsciente, mas la verdad era otra, la respuesta correcta es que era un vikingo nacido en el norte y forjado en el fuego.
Un juego, propuso un juego, esperaba que no fuera uno de azar, nunca me gusto confiar en la suerte ni en el sino, yo era de los que creía que para marcar el destino había que luchar, alzar la espada y confiar en tu propio instinto.
No nos dio tiempo a preguntar cuando el extraño dios nos dejo pendiendo del vació, un vació que nos engullo trasportandonos a otro lugar, si eso no era el infierno se le asemejaba, claro que en vez de fuego había lodo.
-Les vendría bien a estos conseguir unas esclavas que les limpien todo esto -aseguré en tono jocoso mirando a mi pequeña bruja.
Analicé la situación, estabamos en una especie de fosa, una cubierta de barro, lodo, comparado con la guerra del norte aquello podía ser hasta un lugar de vacaciones. Elevé la mirada, unos demonios o entes o lo que quiera que fueran esos dementes que sotenian un látigo con el que fustigaban a los desgraciados que intentaban aferrarse a una cuerda que pendía del otro extremo, sujeta a la raíz de un gran árbol y que parecía ser la única salida o para volver a casa o para pasar a la siguiente prueba.
Centré mis ojos en la soga, teníamos que llegar allí, entre el barro manos, piernas, miembros de hombre medio muertos suplicando por sus almas, parecían llevar ahí demasiados tiempo, ¿eso seria el purgatorio de los cristianos?
Si pensaban que iba a arrastrarme no sabían hasta que punto patinaban esos seres, yo era un vikingo y nosotros nos alzamos aun medio muertos para enfrentar al enemigo.
Sonrisa ladina en mi rostro cuando saqué el acero que a mis espaldas rechino como el mismo trueno.
Centre mis ojos en el primer demonio, mas le valía que ese látigo no rozara la piel de mi amada porque de hacerlo la sangre se mezclaría con el lodo y sus dioses aprenderían a ser simples juglares cantando mis hazañas.
Rugí desafiante golpeando el acero contra mi armadura de cuero tachonado, cuando pase orgulloso frente al primero de ellos, la espada larga giro en mi mano, mientras en la otra lucia un puñal recién sacado del cinto. Hundí mi mirada en los rojos de ese ser al que no pensaba temer, no entraría a la casa de Odin con miedo, yo era un guerrero.
El infernal tomo impulso con su brazo, extremo del látigo atrás y lo lanzo sobre mi produciendo un ruido al sajar mi piel, claro que no espero que mi brazo se moviera rápido enredándolo y de un tirón el demonio vino al lodo del abismo en el que nos encontrábamos inmersos.
Ladeé la sonrisa alzando la espada para asestar varios tajos rápidos que hirieron su piel.
-Si sangra se le puede vencer -asegure virando sobre mi mismo para hundir la daga en su vientre.
Los otros dos parecían decididos a unirse al juego, pues sin ser repujados saltaron para poner a salvo a su hermano.
-Corre Giuliana -le ordene - ahora, coge el extremo de esa cuerda y no mires atrás, yo voy tras de ti -le prometí.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
La bruja observó al demonio caer y ser atravesado por el acero de Ulf. Ella allí no podía hacer nada, sus poderes se limitaban a conjurar entes de ese plano para llevarlos al terrenal, para que los humanos corpóreos sufriesen los daños de los entes espirituales del otro lado del velo. Ahora estaban al otro lado y no tenía ningun recurso más que sus manos y piernas.
Agarró el látigo que el demonio había soltado, por si le servía para algo y corrió a la orden de Ulf, hasta la cuerda. El fango se pegaba a sus botas y a su vestido pero luchó contra viento y marea por llegar. Se aferró a las raices del gran árbol, que salían de las entrañas de la tierra conformando una red de agarres para trepar por esa pared fangosa y alcanzar lo que se suponía que era su salvación.
No debía mirar atrás, pero lo hizo y vio a Ulf peleando como el guerrero que era, repartiendo muerte y dolor por igual, y aunque temió por su integridad, estaban en el mundo espiritual, allí la sangre no era real, sólo eran materia etérea con forma, sólo si quebraban sus espíritus lograrían vencerlos. Trepó resbalando varias veces y cuando alcanzó la cuerda la enrolló en su brazo anudando el extremo, no la soltaría por nada del mundo.
— Ulf!!! la tengo!!!.
Soltó el látigo para que le sirviese al vikingo de apoyo al subir, y no perdiese tanto tiempo en trepar como el que había invertido ella. Estaba cubierto de sangre y no toda era suya.
— la sangre y el dolor... no es real, no estamos hechos de carne, si tu espíritu aguanta, entonces no hay nada que temer.— no era real pero dolía como si lo fuera, y lo parecía. En eso consistía el tormento, en romper la esencia del torturado. Giuliana estaba muy decidida a salir de allí por él, con él, para él. Le debía una vida de cuidados, de amor, de afecto y preocupación, de desvelos y de broncas.
Al final de la cuerda, tras un largo y tedioso ascenso, el suelo era negro. Se dejó caer de espaldas, descansando un poco los doloridos músculos y respirando despacio. ¿Y ahora qué? ¿qué sería lo próximo?
Ulf había alcanzado el piso superior y resoplaba junto a ella, matar demonios era agotador. Le puso las manos en las mejillas, juntando su frente a la del vikingo.
— No sé si saldremos de esta...pero hay que darse prisa, el tiempo aquí es diferente, si queremos volver...¡Ay! eres un idiota!! no deberías haber venido a por mi...pero me alegro taaaanto taaanto de que lo hayas hecho...— a pesar de estar cubiertos de barro, besó sus labios y se puso en pie. Una vasta ciénaga que olía a mierda se extendía a su alrededor. Debían cruzarla hasta un altiplano del que surgían cendales de humo negro.
Puso gesto de angustia...¿iban a cruzar un pantano de excrementos para llegar a un lugar donde se consumían los pecados mortales entre piras de humo? no era nada alentador.
La ciénaga de los aduladores parecía tranquila, seguramente ningun demonio viviera allí ya que los propios pecadores se ahogaban en su desesperación al verse cubiertos de desperdicios, ahogados en su propia podredumbre moral. Las aguas eran traicioneras y podías hundirte fácilmente. Pero ni Giuliana ni Ulf eran aduladores ni falsos, se suponía que podrían cruzar ese pantano, era cuestión de encontrar el paso firma sobre el lodo y las aguas fecales.
Agarró el látigo que el demonio había soltado, por si le servía para algo y corrió a la orden de Ulf, hasta la cuerda. El fango se pegaba a sus botas y a su vestido pero luchó contra viento y marea por llegar. Se aferró a las raices del gran árbol, que salían de las entrañas de la tierra conformando una red de agarres para trepar por esa pared fangosa y alcanzar lo que se suponía que era su salvación.
No debía mirar atrás, pero lo hizo y vio a Ulf peleando como el guerrero que era, repartiendo muerte y dolor por igual, y aunque temió por su integridad, estaban en el mundo espiritual, allí la sangre no era real, sólo eran materia etérea con forma, sólo si quebraban sus espíritus lograrían vencerlos. Trepó resbalando varias veces y cuando alcanzó la cuerda la enrolló en su brazo anudando el extremo, no la soltaría por nada del mundo.
— Ulf!!! la tengo!!!.
Soltó el látigo para que le sirviese al vikingo de apoyo al subir, y no perdiese tanto tiempo en trepar como el que había invertido ella. Estaba cubierto de sangre y no toda era suya.
— la sangre y el dolor... no es real, no estamos hechos de carne, si tu espíritu aguanta, entonces no hay nada que temer.— no era real pero dolía como si lo fuera, y lo parecía. En eso consistía el tormento, en romper la esencia del torturado. Giuliana estaba muy decidida a salir de allí por él, con él, para él. Le debía una vida de cuidados, de amor, de afecto y preocupación, de desvelos y de broncas.
Al final de la cuerda, tras un largo y tedioso ascenso, el suelo era negro. Se dejó caer de espaldas, descansando un poco los doloridos músculos y respirando despacio. ¿Y ahora qué? ¿qué sería lo próximo?
Ulf había alcanzado el piso superior y resoplaba junto a ella, matar demonios era agotador. Le puso las manos en las mejillas, juntando su frente a la del vikingo.
— No sé si saldremos de esta...pero hay que darse prisa, el tiempo aquí es diferente, si queremos volver...¡Ay! eres un idiota!! no deberías haber venido a por mi...pero me alegro taaaanto taaanto de que lo hayas hecho...— a pesar de estar cubiertos de barro, besó sus labios y se puso en pie. Una vasta ciénaga que olía a mierda se extendía a su alrededor. Debían cruzarla hasta un altiplano del que surgían cendales de humo negro.
Puso gesto de angustia...¿iban a cruzar un pantano de excrementos para llegar a un lugar donde se consumían los pecados mortales entre piras de humo? no era nada alentador.
La ciénaga de los aduladores parecía tranquila, seguramente ningun demonio viviera allí ya que los propios pecadores se ahogaban en su desesperación al verse cubiertos de desperdicios, ahogados en su propia podredumbre moral. Las aguas eran traicioneras y podías hundirte fácilmente. Pero ni Giuliana ni Ulf eran aduladores ni falsos, se suponía que podrían cruzar ese pantano, era cuestión de encontrar el paso firma sobre el lodo y las aguas fecales.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Lodo, sangre y una batalla entre titanes en el que el acero era el protagonista indiscutible.
Allí no graznaban los cuervos, era consciente de que el Valhalla no se abriría para mi si no salia de aquel lugar de extraños dioses. Poco me importaba luchar, si a cambio de ello me llevaba conmigo a Giuliana, lo prometí y yo cumplía mis promesas.
Cuando el ultimo cayo inerte contra el fango, corrí hacia la pequeña bruja que había logrado su misión, coger la cuerda para salir de esa ciénaga que nos devoraba de forma implacable a los dos
Tomé impulso afianzando mis dedos a los de ella, trepando con la mayor premura posible.
Ambos llegamos a la parte de arriba entre jadeos, nos miramos cubiertos de barro, al parecer el infierno solo había comenzado.
Giuliana me aseguro que si mantenía mi voluntad constante nada me pasaría, que nada era real, solo un juego mental.
-puede que las heridas no sea reales Giuliana pero sangro como si lo fueran, así que mantente lejos del peligro, no quiero perderte por el camino.
Dolían, no lo confesaría, yo era un orgulloso vikingo, pero la pelea con esos tres demonios había mermado mis fuerzas.
Frente a nosotros el paisaje no resultaba nada alentador, mas bien un caos lleno de mierda y putrefacción.
Dejé escapar el aire mirando a la bruja, no pude evitar ladear mi sonrisa cuando sus ojos verdes se clavaron en los míos.
-Esto me lo vas a recompensar, no se como pasa aquí el tiempo, pero cuando volvamos, que lo haremos, vas a saciar mis ganas en todo momento y sin rechistar -bromeé guiñándole un ojo antes de saltar sobre la mierda dispuesto a cruzarla.
Cienaga de lso aduladores, yo no era tal, nunca lo fui, mas aun asi, me costaba nadar, mis botas se tornaban mas pesadas a cada paso, como si aquello fueran arenas movedizas que decidian acogerme hasta que nada quedara de mi.
No tarde en vislumbrar la preocupada mirada de la bruja, sabia que algo iba mal y por mas que tiraba de mi mano, me costaba cada vez mas avanzar.
Habíamos atravesado la mitad de esa ciénaga, no había rastro de demonios, no había nada con lo que luchar, por ende, luchaba contra mi mismo, no era un adulador, mas si un cobarde mentiroso.
No había confesado mi verdad, al menos no con palabras, si con actos. ¿seguirla hasta allí no era suficiente?
Tenia miedo, miedo de confesar que sentía por ella bastante mas de lo que decía, le había prometido que la cuidaría y que no me iría, mas no le había contado las causas del porque de todo ello, ni siquiera le había hablado de Freya hasta que ella lo descubrió.
Tampoco había confesado mi atracción por otra mujer norteña, con la que no había tenido nada, pero si había visto en París.
Guardaba secretos y algo me decía que no podría cargar con ellos si quería salir de la ciénaga con vida.
Alcé la mirada buscando sus ojos, quizás teníamos que hablar, pero..por donde empezar
Allí no graznaban los cuervos, era consciente de que el Valhalla no se abriría para mi si no salia de aquel lugar de extraños dioses. Poco me importaba luchar, si a cambio de ello me llevaba conmigo a Giuliana, lo prometí y yo cumplía mis promesas.
Cuando el ultimo cayo inerte contra el fango, corrí hacia la pequeña bruja que había logrado su misión, coger la cuerda para salir de esa ciénaga que nos devoraba de forma implacable a los dos
Tomé impulso afianzando mis dedos a los de ella, trepando con la mayor premura posible.
Ambos llegamos a la parte de arriba entre jadeos, nos miramos cubiertos de barro, al parecer el infierno solo había comenzado.
Giuliana me aseguro que si mantenía mi voluntad constante nada me pasaría, que nada era real, solo un juego mental.
-puede que las heridas no sea reales Giuliana pero sangro como si lo fueran, así que mantente lejos del peligro, no quiero perderte por el camino.
Dolían, no lo confesaría, yo era un orgulloso vikingo, pero la pelea con esos tres demonios había mermado mis fuerzas.
Frente a nosotros el paisaje no resultaba nada alentador, mas bien un caos lleno de mierda y putrefacción.
Dejé escapar el aire mirando a la bruja, no pude evitar ladear mi sonrisa cuando sus ojos verdes se clavaron en los míos.
-Esto me lo vas a recompensar, no se como pasa aquí el tiempo, pero cuando volvamos, que lo haremos, vas a saciar mis ganas en todo momento y sin rechistar -bromeé guiñándole un ojo antes de saltar sobre la mierda dispuesto a cruzarla.
Cienaga de lso aduladores, yo no era tal, nunca lo fui, mas aun asi, me costaba nadar, mis botas se tornaban mas pesadas a cada paso, como si aquello fueran arenas movedizas que decidian acogerme hasta que nada quedara de mi.
No tarde en vislumbrar la preocupada mirada de la bruja, sabia que algo iba mal y por mas que tiraba de mi mano, me costaba cada vez mas avanzar.
Habíamos atravesado la mitad de esa ciénaga, no había rastro de demonios, no había nada con lo que luchar, por ende, luchaba contra mi mismo, no era un adulador, mas si un cobarde mentiroso.
No había confesado mi verdad, al menos no con palabras, si con actos. ¿seguirla hasta allí no era suficiente?
Tenia miedo, miedo de confesar que sentía por ella bastante mas de lo que decía, le había prometido que la cuidaría y que no me iría, mas no le había contado las causas del porque de todo ello, ni siquiera le había hablado de Freya hasta que ella lo descubrió.
Tampoco había confesado mi atracción por otra mujer norteña, con la que no había tenido nada, pero si había visto en París.
Guardaba secretos y algo me decía que no podría cargar con ellos si quería salir de la ciénaga con vida.
Alcé la mirada buscando sus ojos, quizás teníamos que hablar, pero..por donde empezar
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
El pantano olía a mierda bíblica, a los excrementos de los dioses, igual de épicos y potentes que sus dueños. Le dieron naúseas un par de veces, pero lo controló. Aún quedaba un tedioso camino hasta salird e allí, pero estaba dispuesta a hacerlo. Ulf había muerto y no podía dejar que eso fuera irreversible, porque Freya se quedaría sin padre, y el Norte sin su guardián y ella... a saber a dónde iba a parar.
Quizás fuera que el camino era lento y se hundían, que el olor nauseabundo iba minándole la moral o que pensar en que lo que le esperaba al otro lado era casi peor, la desanimó. Alcanzaron un punto más o menos firme, un trozo de tierra donde el fango tenía menos espesor y se detuvo allí recuperando el aliento. Vio los ojos de Ulf, porprimera vez desde que le quitó las monedas de encima de los párpados, con una chispa de preocupacion. No eran los demonios lo que le preocipaban, ni el fango ni las pruebas que Legba las pusiera. Era otra cosa. ¿Qué era?
— Ulf...¿qué sucede?
Alargó la mano hacia su cara pero estaba llena de suciedad y no quería mancharlo de mierda. Era bruja pero no mentalista, asi que no tenía ni idea de lo que podría estar pasando por la cabeza del vikingo. Allí no podía ver su aura, no eran de materia, eran espirituales, por lo tanto estaba perdida. Sabía que algo oscuro le acechaba desde dentro de si mismo, desde ese lugar que ella no podía alcanzar. ¿Estaría el pantando afectando a su razón? Era la cienaga de los aduladores. ¿La habría adulado de algun modo siendo falso? quería creer que no, que sus sentimientos habían sido sinceros desde el principio, desde que la salvó del nosferatu, desde que aquella noche se entregó a él y después lo dejó libre para decidir. No podía ser mentira, su cabeza no lo concebía...nadie estaba tan loco para matarse y viajar al infierno a sacar a otra persona si no la amaba de verdad. Pero la maldita ciénaga la hacía dudar, de la misma forma que Ulf tenía reflejado en los ojos una pesadumbre que le atormentaba.
Quizás fuera que el camino era lento y se hundían, que el olor nauseabundo iba minándole la moral o que pensar en que lo que le esperaba al otro lado era casi peor, la desanimó. Alcanzaron un punto más o menos firme, un trozo de tierra donde el fango tenía menos espesor y se detuvo allí recuperando el aliento. Vio los ojos de Ulf, porprimera vez desde que le quitó las monedas de encima de los párpados, con una chispa de preocupacion. No eran los demonios lo que le preocipaban, ni el fango ni las pruebas que Legba las pusiera. Era otra cosa. ¿Qué era?
— Ulf...¿qué sucede?
Alargó la mano hacia su cara pero estaba llena de suciedad y no quería mancharlo de mierda. Era bruja pero no mentalista, asi que no tenía ni idea de lo que podría estar pasando por la cabeza del vikingo. Allí no podía ver su aura, no eran de materia, eran espirituales, por lo tanto estaba perdida. Sabía que algo oscuro le acechaba desde dentro de si mismo, desde ese lugar que ella no podía alcanzar. ¿Estaría el pantando afectando a su razón? Era la cienaga de los aduladores. ¿La habría adulado de algun modo siendo falso? quería creer que no, que sus sentimientos habían sido sinceros desde el principio, desde que la salvó del nosferatu, desde que aquella noche se entregó a él y después lo dejó libre para decidir. No podía ser mentira, su cabeza no lo concebía...nadie estaba tan loco para matarse y viajar al infierno a sacar a otra persona si no la amaba de verdad. Pero la maldita ciénaga la hacía dudar, de la misma forma que Ulf tenía reflejado en los ojos una pesadumbre que le atormentaba.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Alcanzamos un pequeño relieve, un alto en el camino solido donde asentar los pies. Podía notar la preocupada mirada de Giuliana en mis grises. Bruma oscurecida la que ahora reflejaban mis ojos, delatando lo pesado que me resultaba el camino de aquella ciénaga.
No taro en encararme, ella era así, sin dobleces, quizás por eso la pequeña bruja flotaba mientras yo me quebraba a cada paso que daba.
Dejé escapar el aire, no solo por el cansancio, el pesimismo que me invada, si no porque por primera vez la distancia que me llevaba al otro extremo se me antojaba eterna.
Giuliana sabia que algo nadaba mal, creo que intuyo que en algún momento había mentido sin mas.
-No bruja, no he mentido con respecto a mis sentimientos, de echo es posible que me haya quedado muy corto al hablar de ellos.
Soy incapaz de expresar con palabras lo que me asusta, me inquieta, me gusta, amo u odio..bueno, no tanto lo que odio -sonreí cansado.
Busqué su mirada, aferrando ahora sus mejillas con mis manos, poco me importo ensuciarla cuando mis labios surcaron su boca de forma desesperada.
Tenia que irse, y tenia que hacerlo sin mi, porque no me veía capaz de atravesar esa ciénaga, no en el tiempo necesario para salvar nuestros cuerpos en la tierra.
-Giuliana, has de irte, iré tras de ti -mentí consciente de que en esta ocasión no podría alcanzarla.
No se movió, ni un centímetro, mi desesperación crecía mientras sus manos aferraban la mía.
Tenia que mentirle, tenia que hacer que me abandonara, si había una oportunidad para uno de los dos había que tomarla.
-Bruja ¿sabes porque me hundo? Porque no eres la única mujer que he visto en París -no era una mentira completa, pues era cierto que Skadi, la hermana de mi mejor amigo y yo habíamos compartido una noche de borrachera.
No paso nada, no sucedió porque aunque en ese entonces aun no sentía lo que hoy por Giuliana ya por ese entonces algo me empujaba a serle fiel no solo con palabras.
-Me gusta -la mentira creció, era una mujer bella, atrayente, norteña, pero no, no la quería, estaba enamorado de la bruja, tanto que solo pensaba en ella.
Inevitablemente sentí como la mierda, el barro, el lodo me engullía, hasta ahora puede que mi falta de sinceridad para expresar sentimientos con palabras me había hecho avanzar despacio, a fin de cuentas mi alma pesaba, pero ahora, las mentiras dichas a la cara hacían que la tierra se abriera bajo mis pies.
-Vete Giuliana -le ordene desesperado
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
La bruja escuchó con atención lo que Ulf queria decirle. Entendía que no fuera muy ducho con la palabras y menos para hablar de sentimientos, pero eso no era razón para hundirse así en esa ciénaga.
Cuando dijo que había visto a otra mujer en París sintió el azote de los celos golpear fuerte en su corazón, incluso sintió cierta decepción, pero no con Ulf, él era cuanto tenía que ser, cuanto se le podía pedir a un guerrero; feroz, valiente, mujeriego... Se sintió decepcionada con ella misma, había conseguido alejarlo, perderlo por sus decisiones desacertadas. Aunque en París aún no se habían sincerado, no estaban juntos de la misma forma que ahora que habían pasado mil mierdas juntos y se habían forjado en las catastróficas desdichas que les perseguían.
Fijó su mirada verde en la brumosa del vikingo y buscó en esos ojos la verdad entre aquellas palabras. Mentía. Y no sabía por qué, pero no estaban para discusiones. Agarró las manos de Ulf y tiró de él para sacarlo del fango y avanzar.
— Me da igual. Pienso clavarle mil agujas a su muñeco cuando regrese. Y tú volverás conmigo, aunque sea para mandarme de vuelta al infierno por matarla.— si la mierda lo tragaba era porque no estaba siendo honesto.— Ulf!! necesito que digas la verdad!! te hundes!! Si te gusta esa mujer, pues bien, di lo que tengas que decir, te perdono, estás limpio, pero deja de hundirte.
Tenía sus manos sujetas y no iba a soltarlo por nada del mundo, lo sacaría de allí aunque le costase la vida. Recordó que tenía el látigo del demonio y lo sacó. Hizo un nudo franciscano y lo paso por su cintura tirando de él.
— Saldremos juntos de aquí, no me voy a ir a ningun lugar sin ti, no me he puesto un ciervo muerto y putrefacto por sombrero para liberarte de las amazonas para que ahora decidas quedarte atrás.
Un trueno retumbó en la lejanía. Seguramente eso significara algo, quizás fuera una medida del tiempo. ¿Habría pasado un día? de ser así sólo le quedaban dos para atravesar los 7 anillos del inframundo, infierno o lo que fuera aquello.
Cuando dijo que había visto a otra mujer en París sintió el azote de los celos golpear fuerte en su corazón, incluso sintió cierta decepción, pero no con Ulf, él era cuanto tenía que ser, cuanto se le podía pedir a un guerrero; feroz, valiente, mujeriego... Se sintió decepcionada con ella misma, había conseguido alejarlo, perderlo por sus decisiones desacertadas. Aunque en París aún no se habían sincerado, no estaban juntos de la misma forma que ahora que habían pasado mil mierdas juntos y se habían forjado en las catastróficas desdichas que les perseguían.
Fijó su mirada verde en la brumosa del vikingo y buscó en esos ojos la verdad entre aquellas palabras. Mentía. Y no sabía por qué, pero no estaban para discusiones. Agarró las manos de Ulf y tiró de él para sacarlo del fango y avanzar.
— Me da igual. Pienso clavarle mil agujas a su muñeco cuando regrese. Y tú volverás conmigo, aunque sea para mandarme de vuelta al infierno por matarla.— si la mierda lo tragaba era porque no estaba siendo honesto.— Ulf!! necesito que digas la verdad!! te hundes!! Si te gusta esa mujer, pues bien, di lo que tengas que decir, te perdono, estás limpio, pero deja de hundirte.
Tenía sus manos sujetas y no iba a soltarlo por nada del mundo, lo sacaría de allí aunque le costase la vida. Recordó que tenía el látigo del demonio y lo sacó. Hizo un nudo franciscano y lo paso por su cintura tirando de él.
— Saldremos juntos de aquí, no me voy a ir a ningun lugar sin ti, no me he puesto un ciervo muerto y putrefacto por sombrero para liberarte de las amazonas para que ahora decidas quedarte atrás.
Un trueno retumbó en la lejanía. Seguramente eso significara algo, quizás fuera una medida del tiempo. ¿Habría pasado un día? de ser así sólo le quedaban dos para atravesar los 7 anillos del inframundo, infierno o lo que fuera aquello.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Sus manos aferraron las mías, aquella maldita bruja cabezota no parecía decidida a dejarme ir, daba igual que le contara que amaba a otra, como si le hubiera asegurado que era el mismo rey del Tártaro.
Dejé escapar el aire de forma pesada, a fin de cuentas sabia que mentir no solucionaría nada, no cuando había muerto para buscarla.
Un trueno retumbo en la lejanía, el fin de un día y el inicio de otro, el tiempo se agotaba y por mas que la empujaba alejarla de mi no parecía la opción tomada por la dama.
-Esta bien -aseguré derrotado mientras hundía mis brumas en sus ojos desesperados.
Tragué saliva estaba agotado y aquello que iba a contarle no lo sabia nadie.
-No amo a otra mujer, eres la única que ocupa mi mente, puedes guardar las agujas y el muñeco de vudú pequeña bruja, no van ha hacerte falta.
Ladeé la sonrisa al contemplar por una parte el alivio de mis palabras, mas por otra la preocupación que despertaba en sus ojos verdes, pues si no era eso, posiblemente lo que guardaba tenia mayor importancia.
-Freya, no es mi hija -sentencié con la seguridad mas absoluta.
Sentí mi cuerpo liviano, como si acabara de quitarme un gran peso de encima al desvelar aquella verdad a la bruja.
La atraje por la nuca posando mi frente contra la suya nuestras respiraciones agitadas se acompasaron.
-Freya es hija de rey. Su madre me pidió que me adjudicara su paternidad, no deseaba que un ser como aquel corrompiera a la pequeña.
Yo había estado con ella en distintos encuentros, mas no coincidían en fechas con su nacimiento, un secreto que he escondido a todos, incluso a mi propia madre.
No es mi hija, pero la quiero y no dejaré jamas que esa bestia que tenemos por rey le ponga una mano encima ¿lo entiendes? Freya nunca seria libre si ese hombre conociera que la sangre que corre por sus venas es la propia.
Tomé su mano y tiré de ella, la bruja parecía asimilar mis palabras mientras ahora ambos caminábamos por la ciénaga a paso rápido.
-Tenemos que salir de aquí Giuliana, no nos queda mucho tiempo, peor juro por Odin que voy a devolver este alma testaruda a ese cuerpo que pienso tomar hasta saciarme.
Ladeé la sonrisa de nuevo dándole un manotazo en el culo para que aligerase el paso.
Dejé escapar el aire de forma pesada, a fin de cuentas sabia que mentir no solucionaría nada, no cuando había muerto para buscarla.
Un trueno retumbo en la lejanía, el fin de un día y el inicio de otro, el tiempo se agotaba y por mas que la empujaba alejarla de mi no parecía la opción tomada por la dama.
-Esta bien -aseguré derrotado mientras hundía mis brumas en sus ojos desesperados.
Tragué saliva estaba agotado y aquello que iba a contarle no lo sabia nadie.
-No amo a otra mujer, eres la única que ocupa mi mente, puedes guardar las agujas y el muñeco de vudú pequeña bruja, no van ha hacerte falta.
Ladeé la sonrisa al contemplar por una parte el alivio de mis palabras, mas por otra la preocupación que despertaba en sus ojos verdes, pues si no era eso, posiblemente lo que guardaba tenia mayor importancia.
-Freya, no es mi hija -sentencié con la seguridad mas absoluta.
Sentí mi cuerpo liviano, como si acabara de quitarme un gran peso de encima al desvelar aquella verdad a la bruja.
La atraje por la nuca posando mi frente contra la suya nuestras respiraciones agitadas se acompasaron.
-Freya es hija de rey. Su madre me pidió que me adjudicara su paternidad, no deseaba que un ser como aquel corrompiera a la pequeña.
Yo había estado con ella en distintos encuentros, mas no coincidían en fechas con su nacimiento, un secreto que he escondido a todos, incluso a mi propia madre.
No es mi hija, pero la quiero y no dejaré jamas que esa bestia que tenemos por rey le ponga una mano encima ¿lo entiendes? Freya nunca seria libre si ese hombre conociera que la sangre que corre por sus venas es la propia.
Tomé su mano y tiré de ella, la bruja parecía asimilar mis palabras mientras ahora ambos caminábamos por la ciénaga a paso rápido.
-Tenemos que salir de aquí Giuliana, no nos queda mucho tiempo, peor juro por Odin que voy a devolver este alma testaruda a ese cuerpo que pienso tomar hasta saciarme.
Ladeé la sonrisa de nuevo dándole un manotazo en el culo para que aligerase el paso.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Así que Freya no era su hija...ciertamente era un alivio, pero no por dejar de ser su hija, sino porque si ese era su gran secreto, ella ya firmaba para que todos los secretos que Ulf le guardase fueran así.
— La hubiera querido igual si lo fuera...— le dijo al lobo. Porque era así, esa pequeña no tenía culpa de nacer de un tirano, porque padre no era quien engendraba sino quien criaba. Ulf la había criado y para ella no había diferencia si no compartían sangre.— No. La voy a querer igual.— corrigió con determinación, porque pensaba salir de allí con él.
Si el rey se enteraba sería una persecución sin tregua, Freya debía quedarse en París, a buen recaudo con Höor y su esposa y crecer con más oportunidades que en una nación oprimida y sometida a la ley de un hombre peligroso. De pronto se dio cuenta de algo y se detuvo en el camino hacia el hoyo de los blasfemos.
— Ulf!! si yo estoy muerta, entonces él también...yo era el vudú, el mismo daño que me hiciera a mi misma, sería inflingido al él. Sólo espero que esté en este infierno, ahogado en porquería o quemándose en las brasas eternas...
Continuaron andando hasta el siguiente nivel de aquella pesadilla. El juego de Legba era muy retorcido, y estaba encaminado a romper el espíritu de los condenados. La tierra ya era firme pero estaba negra y quemada, sólo las cenizas volaban como plumas suspendidas en el viento. La bruja se detuvo en el borde de una explanada de piedras incandescentes que emanaban un calor infernal.
Tragó saliva cuando lo vio. Los blasfemos eran aquellos que maldecían a los dioses, que los ofendían y no los respetaban. Miró a Ulf.
— Espero que no tengan en cuenta que tú veneras a otros dioses... mientras respetes a los míos no debería suceder nada. Ulf...¿los respetas? sé que son diferentes de los dioses del Valhalla, y que no confiraías en ellos como confías en los tuyos...pero intenta comprenderlos y respetarlos, o al menos no los ofendas. Yo haré lo mismo con los tuyos, aunque no sepa si hay un infierno así para los nórdicos.
Respiró hondo y se acercó al borde apretando los puños y bajando los pies a las brasas, preparándose para recibir el dolor de las quemaduras, pero no sucedió. Ella no era una blasfema, respetaba a los dioses y éstos no la iban a castigar. Si Ulf se quemaba, lo llevaría a cuestas, costase lo que costase, pero iban a salir de allí. Aunque prefería no tener que hacerlo porque no sabía si podría con su peso.
— La hubiera querido igual si lo fuera...— le dijo al lobo. Porque era así, esa pequeña no tenía culpa de nacer de un tirano, porque padre no era quien engendraba sino quien criaba. Ulf la había criado y para ella no había diferencia si no compartían sangre.— No. La voy a querer igual.— corrigió con determinación, porque pensaba salir de allí con él.
Si el rey se enteraba sería una persecución sin tregua, Freya debía quedarse en París, a buen recaudo con Höor y su esposa y crecer con más oportunidades que en una nación oprimida y sometida a la ley de un hombre peligroso. De pronto se dio cuenta de algo y se detuvo en el camino hacia el hoyo de los blasfemos.
— Ulf!! si yo estoy muerta, entonces él también...yo era el vudú, el mismo daño que me hiciera a mi misma, sería inflingido al él. Sólo espero que esté en este infierno, ahogado en porquería o quemándose en las brasas eternas...
Continuaron andando hasta el siguiente nivel de aquella pesadilla. El juego de Legba era muy retorcido, y estaba encaminado a romper el espíritu de los condenados. La tierra ya era firme pero estaba negra y quemada, sólo las cenizas volaban como plumas suspendidas en el viento. La bruja se detuvo en el borde de una explanada de piedras incandescentes que emanaban un calor infernal.
Tragó saliva cuando lo vio. Los blasfemos eran aquellos que maldecían a los dioses, que los ofendían y no los respetaban. Miró a Ulf.
— Espero que no tengan en cuenta que tú veneras a otros dioses... mientras respetes a los míos no debería suceder nada. Ulf...¿los respetas? sé que son diferentes de los dioses del Valhalla, y que no confiraías en ellos como confías en los tuyos...pero intenta comprenderlos y respetarlos, o al menos no los ofendas. Yo haré lo mismo con los tuyos, aunque no sepa si hay un infierno así para los nórdicos.
Respiró hondo y se acercó al borde apretando los puños y bajando los pies a las brasas, preparándose para recibir el dolor de las quemaduras, pero no sucedió. Ella no era una blasfema, respetaba a los dioses y éstos no la iban a castigar. Si Ulf se quemaba, lo llevaría a cuestas, costase lo que costase, pero iban a salir de allí. Aunque prefería no tener que hacerlo porque no sabía si podría con su peso.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Asentó ladeando mi sonrisa mientras mis grises se perdían en sus verdes. Era cierto, sabia de sobra que la pequeña bruja querría a la niña fuera o no mía, mas la realidad era que su padre era un tirano y de saber de su existencia ella nunca descansaría en paz.
Ese secreto ni siquiera Freya lo conocía, quizás para Giuliana fuera un secreto nimio, mas lejos de eso, era la mentira que mas pesaba sobre mis hombros, pues de un modo u otro la había sentenciado a una vida humilde cuando su sino, era mas bien todo lo contrario.
Ahora, con Höor estaba segura, claro que haría las veces de sirvienta de la señora Cavey, cuando ella era la prima de Höor.
Traté de centrarme en la siguiente prueba, la de los blasfemos. Frente a nosotros se abría una explanada de tierra ennegrecida y brasas rojas que desprendían casi tanta luz como el mismo astro sol.
-Ojala el rey este muerto, mas no lo subestimes, tiene poderosos hechiceros y últimamente habia empezado ciertas negociaciones con seres sobrenaturales, de ahí que mando a Höor a por la espada mitológica.
La bruja me miro, ella parecía mas confiada que yo, mas mi instinto salvaje me decía que no debía confiarme por mucho que quisiera confiar en la magia de Giuliana y sus dioses.
La hechicera bajo con cuidado posando sus pies en las incandescentes piedras, yo por el contrario di un salto sobre estas sin cesar en mi empeño de recorrer aquel lugar antes de que nos perdiéramos para siempre en la oscuridad del inframundo.
Giuliana parecía preocupada, entendía el porque, mas yo no era un blasfemo.
-No, no soy capaz de respetar a tu dioses, como no respeto al cristo ese que cuelga de una cruz y se muere por los suyos sin comprender bien por y para que.
Mis dioses son guerreros, creen en el acero, la muerte, el caos y a ellos no solo los respeto si no que los comprendo porque nací y crecí con sus costumbres creando las mías.
Ladeé la sonrisa dándole una palmada en el culo para su sorpresa.
-Camina preciosa, que esto calienta pero no quema -bromeé entre risas -todo lo contrario a l oque hago yo.
Íbamos a mitad de camino cuando un ser apareció frente a nosotros, el mismo que encontramos tras la casa de la bruja, era un dios, no recordaba bien su nombre, solo que bebía de un alcohol que no me dio y que hablaba con acertijos y no de forma directa como hacíamos los hombres.
Ladeé la cabeza deteniendo mis pasos para mirarlo desafiante, él nos había metido en esta, mas yo sacaría a Giuliana del infierno de sus dioses.
-Tenemos prisa -aseguré enfrentando su vacía mirada cosida.
Sus palabras retumbaron en aquel valle, parecía que su única intención para con este vikingo era doblegarme.
Me pido que me arrodillara y le mostrara el respeto que merecía por albergarme en aquella casa.
Una risa irónica acompaño sus palabras, si pensaba que traicionaría a mis dioses mostrando reverencias a falsos dioses la tenia mas que clara.
-Temo mas la ira de Odin que las brasas que bajo mis pies se hayan. No, nunca me arrodillaré frente a ti, haz lo que debas, mas tu no eres mi dios.
Ese secreto ni siquiera Freya lo conocía, quizás para Giuliana fuera un secreto nimio, mas lejos de eso, era la mentira que mas pesaba sobre mis hombros, pues de un modo u otro la había sentenciado a una vida humilde cuando su sino, era mas bien todo lo contrario.
Ahora, con Höor estaba segura, claro que haría las veces de sirvienta de la señora Cavey, cuando ella era la prima de Höor.
Traté de centrarme en la siguiente prueba, la de los blasfemos. Frente a nosotros se abría una explanada de tierra ennegrecida y brasas rojas que desprendían casi tanta luz como el mismo astro sol.
-Ojala el rey este muerto, mas no lo subestimes, tiene poderosos hechiceros y últimamente habia empezado ciertas negociaciones con seres sobrenaturales, de ahí que mando a Höor a por la espada mitológica.
La bruja me miro, ella parecía mas confiada que yo, mas mi instinto salvaje me decía que no debía confiarme por mucho que quisiera confiar en la magia de Giuliana y sus dioses.
La hechicera bajo con cuidado posando sus pies en las incandescentes piedras, yo por el contrario di un salto sobre estas sin cesar en mi empeño de recorrer aquel lugar antes de que nos perdiéramos para siempre en la oscuridad del inframundo.
Giuliana parecía preocupada, entendía el porque, mas yo no era un blasfemo.
-No, no soy capaz de respetar a tu dioses, como no respeto al cristo ese que cuelga de una cruz y se muere por los suyos sin comprender bien por y para que.
Mis dioses son guerreros, creen en el acero, la muerte, el caos y a ellos no solo los respeto si no que los comprendo porque nací y crecí con sus costumbres creando las mías.
Ladeé la sonrisa dándole una palmada en el culo para su sorpresa.
-Camina preciosa, que esto calienta pero no quema -bromeé entre risas -todo lo contrario a l oque hago yo.
Íbamos a mitad de camino cuando un ser apareció frente a nosotros, el mismo que encontramos tras la casa de la bruja, era un dios, no recordaba bien su nombre, solo que bebía de un alcohol que no me dio y que hablaba con acertijos y no de forma directa como hacíamos los hombres.
Ladeé la cabeza deteniendo mis pasos para mirarlo desafiante, él nos había metido en esta, mas yo sacaría a Giuliana del infierno de sus dioses.
-Tenemos prisa -aseguré enfrentando su vacía mirada cosida.
Sus palabras retumbaron en aquel valle, parecía que su única intención para con este vikingo era doblegarme.
Me pido que me arrodillara y le mostrara el respeto que merecía por albergarme en aquella casa.
Una risa irónica acompaño sus palabras, si pensaba que traicionaría a mis dioses mostrando reverencias a falsos dioses la tenia mas que clara.
-Temo mas la ira de Odin que las brasas que bajo mis pies se hayan. No, nunca me arrodillaré frente a ti, haz lo que debas, mas tu no eres mi dios.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Legba tentaba a Ulf, lo provocaba, estaba pinchándolo para que saltase, lo podía ver ante sus propias narices, pero el vikingo era terco, muy terco, y muy fiel a sus dioses. Le pidió que se arrodillara pero los tres sabían que eso no sucedería y Lana se temió lo peor, que las tierras se abriesen y las llamas consumieran sus pies. Casi podía oler la carne chamuscada y escuchar los alaridos de dolor, pero extrañamente Legba sonrió de medio lado y le dio la botella de ron.
— Bien hecho, humano. Tu crees en tus dioses y no reniegas de ellos. De haberlo hecho sólo para salvarte, te habría considerado un blasfemo, un traidor a su religión que mancilla el nombre de sus dioses por egoismo. Sigue así, pero aquí... Odin no te va a yudar. Aqui nadie puede ayudarte. A ver que tal se te da la explanada de los arrogantes...— sotó una risa macabra antes de desvanecerse entre el humo de del hoyo.
¡Ay, no! la siguiente prueba, el siguiente nivel de aquel infierno, era la explanada de los arrogantes donde caminaban en círculo sin ojos y con la boca cosida. ¿Qué iba a pasarles? Giuliana no era orgullosa pero Ulf sí. ¿Habría pecado de arrogancia? desde luego con Legba no había sido humilde, así que cualquier cosa era posible. Miró al Ulf con ojos de cordero degollado. Si ponían un pie en esa llanura quizás el rubio acabase con la boca...¿Eh?
Todavía no habían llegado a los lindes y los labios de Ulf comenzaron a sangrar,algun tipo de magia estaba empezando a hacer de las suyas. Los cordones negros brotaron de la nada, y empezaron a retorcerse sobre su piel, cosiendo su boca como la de Legba. Giuliana soltó un grito, ahi estaba la respuesta, Ulf sí había sido arrogante y ahora lo estaban castigando. Adelantó las manos hacia su cara sollozando.
— ¡Ulf!! Ulf tranquilo!! no es verdad, no está pasando...es solo aquí...Legba!!! Legbaaaa!!! dejadlo en paz!! castígame a mi!!!..— gritó al aire, pero nadie respondió. — Por favor... los ojos no... los ojos no...— murmuró, cayendo de rodillas y cruzando las manos, rezándole a sus dioses y dejando escapar algunas lágrimas que mancharon su cara tiznada de hollín. Al parecer se contentaron con coserle la boca, y dejaron en paz sus preciosos ojos del color de su pantano.
— Bien hecho, humano. Tu crees en tus dioses y no reniegas de ellos. De haberlo hecho sólo para salvarte, te habría considerado un blasfemo, un traidor a su religión que mancilla el nombre de sus dioses por egoismo. Sigue así, pero aquí... Odin no te va a yudar. Aqui nadie puede ayudarte. A ver que tal se te da la explanada de los arrogantes...— sotó una risa macabra antes de desvanecerse entre el humo de del hoyo.
¡Ay, no! la siguiente prueba, el siguiente nivel de aquel infierno, era la explanada de los arrogantes donde caminaban en círculo sin ojos y con la boca cosida. ¿Qué iba a pasarles? Giuliana no era orgullosa pero Ulf sí. ¿Habría pecado de arrogancia? desde luego con Legba no había sido humilde, así que cualquier cosa era posible. Miró al Ulf con ojos de cordero degollado. Si ponían un pie en esa llanura quizás el rubio acabase con la boca...¿Eh?
Todavía no habían llegado a los lindes y los labios de Ulf comenzaron a sangrar,algun tipo de magia estaba empezando a hacer de las suyas. Los cordones negros brotaron de la nada, y empezaron a retorcerse sobre su piel, cosiendo su boca como la de Legba. Giuliana soltó un grito, ahi estaba la respuesta, Ulf sí había sido arrogante y ahora lo estaban castigando. Adelantó las manos hacia su cara sollozando.
— ¡Ulf!! Ulf tranquilo!! no es verdad, no está pasando...es solo aquí...Legba!!! Legbaaaa!!! dejadlo en paz!! castígame a mi!!!..— gritó al aire, pero nadie respondió. — Por favor... los ojos no... los ojos no...— murmuró, cayendo de rodillas y cruzando las manos, rezándole a sus dioses y dejando escapar algunas lágrimas que mancharon su cara tiznada de hollín. Al parecer se contentaron con coserle la boca, y dejaron en paz sus preciosos ojos del color de su pantano.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Al menos su dios me dio ron para beber, no estaba mal teniendo en cuenta el calor que ambos sentíamos bajo nuestros pies.
Di un buen trago de la bota y se la pase a la pequeña bruja impactando con esta en su pecho con una sonrisa ladeada.
-bebe, cuando regresemos, que lo haremos -apunté con altivez - te invitaré a una taberna para celebrar que hemos vuelto de entre los muertos.
El dios mudo y ciego desapareció dejando atrás una estela maquiavelica como único sonido de aquel valle, su risa contrastaba con mi buen humor, era como si tras confesar a Giuliana la verdad sobre Freya, hubiera sido una liberación.
Anduvimos el resto del camino entre risas cómplices, al menos por mi parte las hubo, pues la bruja parecía francamente preocupada por mi sino en nuestro próximo destino.
Tenia razón, yo era arrogante, todos los vikingos lo eramos y si tenia que pagar penitencia por ello, si sus dioses castigan la hombría, me declaraba culpable y aceptaba el castigo, pues nunca dejaría de mostrar orgullo, así eramos en el norte, así eran mis dioses.
Mi boca quedó cosida, sangre que goteaba de mis labios manchando mi camisa y desesperación en los ojos de Guliana que suplicaba por mi, algo que no debía hacer y así se lo hice saber alzándola de un tirón del suelo con la mirada fija en ella como único reproche.
Era orgulloso hasta para consentir que una mujer rezara a sus dioses por mi ¿acaso no se daba cuenta de que esos dioses eran los que jugaban con nosotros?
Admito que dolía, pero continué avanzando, sabia que pronto mis ojos quedarían sellados, así que cuando las primeras gotas de sangre emergieron de ellos me limité a cerrarlos sin desfallecer, sin suplicar y con el gesto tenso le tendí a Giuliana la mano mientras con la otra empuñaba la espada esperando a mi adversario.
Los vikingos luchamos hasta la muerte, y este no era mi final, el Valhalla me esperaba en otro lugar.
Ciego, mudo y si era necesario sordo alcanzaría el final de este camino, la bruja tiraba de mi mano, podía oírla sollozar, sabia que lo estaba pasando mal, pero, no podíamos rendirnos, teníamos que avanzar.
Acorté la distancia siguiendo su mano, mis dedos a tientas acariciaron su cintura y mis labios se curvaron en una sonrisa muda.
Esperaba que fuera suficiente para que se diera cuenta de que no era en círculos como caminaríamos si no en linea recta, solo tenia que creer en ella, a fin de cuentas ahora era mis ojos y mi voz.
Di un buen trago de la bota y se la pase a la pequeña bruja impactando con esta en su pecho con una sonrisa ladeada.
-bebe, cuando regresemos, que lo haremos -apunté con altivez - te invitaré a una taberna para celebrar que hemos vuelto de entre los muertos.
El dios mudo y ciego desapareció dejando atrás una estela maquiavelica como único sonido de aquel valle, su risa contrastaba con mi buen humor, era como si tras confesar a Giuliana la verdad sobre Freya, hubiera sido una liberación.
Anduvimos el resto del camino entre risas cómplices, al menos por mi parte las hubo, pues la bruja parecía francamente preocupada por mi sino en nuestro próximo destino.
Tenia razón, yo era arrogante, todos los vikingos lo eramos y si tenia que pagar penitencia por ello, si sus dioses castigan la hombría, me declaraba culpable y aceptaba el castigo, pues nunca dejaría de mostrar orgullo, así eramos en el norte, así eran mis dioses.
Mi boca quedó cosida, sangre que goteaba de mis labios manchando mi camisa y desesperación en los ojos de Guliana que suplicaba por mi, algo que no debía hacer y así se lo hice saber alzándola de un tirón del suelo con la mirada fija en ella como único reproche.
Era orgulloso hasta para consentir que una mujer rezara a sus dioses por mi ¿acaso no se daba cuenta de que esos dioses eran los que jugaban con nosotros?
Admito que dolía, pero continué avanzando, sabia que pronto mis ojos quedarían sellados, así que cuando las primeras gotas de sangre emergieron de ellos me limité a cerrarlos sin desfallecer, sin suplicar y con el gesto tenso le tendí a Giuliana la mano mientras con la otra empuñaba la espada esperando a mi adversario.
Los vikingos luchamos hasta la muerte, y este no era mi final, el Valhalla me esperaba en otro lugar.
Ciego, mudo y si era necesario sordo alcanzaría el final de este camino, la bruja tiraba de mi mano, podía oírla sollozar, sabia que lo estaba pasando mal, pero, no podíamos rendirnos, teníamos que avanzar.
Acorté la distancia siguiendo su mano, mis dedos a tientas acariciaron su cintura y mis labios se curvaron en una sonrisa muda.
Esperaba que fuera suficiente para que se diera cuenta de que no era en círculos como caminaríamos si no en linea recta, solo tenia que creer en ella, a fin de cuentas ahora era mis ojos y mi voz.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Le dolía el alma de verlo así, como un muñeco vudú, condenado a la invidencia, a vagar en tinieblas y no poder más que emitir sollozos sofocados. Se desesperó al comprobar que sus dioses lo habían castigado de ese modo sólo por ser un guerrero, un líder, orgulloso de su estirpe y de su pueblo. La arrogancia le había jugado una mala pasada, pero por otro lado sabía que eso sólo espoleaba más a Ulf, lejos de aplacarlo o domesticarlo, aún lo volvia más fiero.
Avanzaron despacio por la explanda y Giuliana lo fue guiando en línea recta, sin entrar en los círculos donde los pecadores arrogantes penaban por la eternidad. Ya podía ver el final de aquel nivel...¿qué le esperaba ahora? Conforme cambió la tierra de color, los labios de Ulf se descosieron y sus ojos comenzaron a abrirse despacio. La sangre lo manchaba, pero al menos recuperaba su visión y su voz. Le colocó las manos en la cara y a la vez que sollozaba de alegría soltó una carcajada.
— Ya he comprobado que coserte la boca no me va a dar paz cuando seas un bocazas arrogante...— Besó sus labios porque eso era otro triunfo, otra etapa superada, un escalón menos para regresar a su vida.
A lo lejos se observó una polvareda de algo que se acercaba como si fuera el ejército de Haníbal. Un montón de demonios cabalgaban unas bestias deformes y blandían espadas desdentadas y negras en tromba hacia ellos. Ulf blandió la espada dispuesto a hacer carne picada de aquellos demonios y sus monturas, pero eran demasiados.
Al llegar los rodearon y uno de ellos les habló con voz áspera.
— ¡Al caldero! cogedlos!! si son ladrones se cocerán y su carne se desprenderá del hueso y nos saciaremos con su carne..
Al fondo se dibujaba una enorme estructura de metal negro alimentada con brasas y fuegos candentes bajo ella, y al parecer era el caldero en el que hervían a los ladrones. Giuliana trató de recordar si alguna vez había robado algo, pero no, no tenía las manos manchadas con ese pecado. Miró a Ulf angustiada... por el amor de una madre, que no hubiera robado ni malversado nada.
Avanzaron despacio por la explanda y Giuliana lo fue guiando en línea recta, sin entrar en los círculos donde los pecadores arrogantes penaban por la eternidad. Ya podía ver el final de aquel nivel...¿qué le esperaba ahora? Conforme cambió la tierra de color, los labios de Ulf se descosieron y sus ojos comenzaron a abrirse despacio. La sangre lo manchaba, pero al menos recuperaba su visión y su voz. Le colocó las manos en la cara y a la vez que sollozaba de alegría soltó una carcajada.
— Ya he comprobado que coserte la boca no me va a dar paz cuando seas un bocazas arrogante...— Besó sus labios porque eso era otro triunfo, otra etapa superada, un escalón menos para regresar a su vida.
A lo lejos se observó una polvareda de algo que se acercaba como si fuera el ejército de Haníbal. Un montón de demonios cabalgaban unas bestias deformes y blandían espadas desdentadas y negras en tromba hacia ellos. Ulf blandió la espada dispuesto a hacer carne picada de aquellos demonios y sus monturas, pero eran demasiados.
Al llegar los rodearon y uno de ellos les habló con voz áspera.
— ¡Al caldero! cogedlos!! si son ladrones se cocerán y su carne se desprenderá del hueso y nos saciaremos con su carne..
Al fondo se dibujaba una enorme estructura de metal negro alimentada con brasas y fuegos candentes bajo ella, y al parecer era el caldero en el que hervían a los ladrones. Giuliana trató de recordar si alguna vez había robado algo, pero no, no tenía las manos manchadas con ese pecado. Miró a Ulf angustiada... por el amor de una madre, que no hubiera robado ni malversado nada.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
La mano de la bruja aferraba la mía con fuerza, aquello era sin duda un acto de fe ciega, no titubeé en ningún momento, confiaba en la bruja completamente.
Así hasta que las cuerdas desaparecieron y solo los puntos de sangre por donde habían pasado estas quedaron evidenciados en mi rostro.
Ladeé la sonrisa cuando esta me dijo que de nada valdría coserme la boca cuando discutiéramos.
Sus labios presionaron los míos, entreabrí la boca sediento de ella, dejando que mi lengua surcara despacio los senderos que ahora casi se me antojaban nuevos. Paladeé su sabor hasta que se apartó y nuestras respiraciones entrechocaron violentas.
-No seria perder el tiempo y lo sabes -susurré atrayendola por la cintura para que impactara conmigo.
Sus manos en mi pecho, me empujo con suavidad mientras reía aun contra mis labios, negué aflojando el agarre para dejarla ir
-¿que pasa que tus dioses no follan?
Fue ahí cuando me centre en el cambio de ambiente, la tierra era diferente, suelta y desde nuestro frente se alzó una enorme polvareda, centre mi mirada, eran demonios montados sobre bestias.
Empujé a la bruja por la cintura para protegerla tras mi cuerpo y desenvainé la espada dispuesto a prestar batalla.
Tensé le gesto, mi cuerpo se agachó ligeramente para aguantar la primera embestida, mas eran demasiados y pronto quedamos rodeados mientras con mi espada golpeaba las lanzas que apuntaban el cuello de ambos.
Una voz ronca retumbo por encima del resto, “cogedlos” decía como si eso fuera a resultarles fácil.
-No la toquéis -rugí hundiendo mi espada en el vientre de uno de ellos, sangre parduzca resbalo por el acero.
Un golpe seco a mi espalda me hizo caer de rodillas, dos lanzas en mi cuello y pronto fuimos atrapados pese a mis forcejeos.
Yo no era un ladrón, nunca robe nada, excepto quizás alguna espada para defenderme en batalla.
Dudaba que Giuliana hubiera tomado nada que no le perteneciera.
-¿cuenta si te roban el corazón? -bromeé mirando a la bruja tratando de tranquilizarla -nos van a meter en unas termas, quizás ahí si podamos echar un polvo, te tengo ganas.
Un caldero de acero nos esperaba, bajo este el fuego del infierno, una escalera que recorrimos peldaño a peldaño, hasta quedar en lo mas alto, miré hacia abajo, hervía, me parecía imposible no salir ardiendo de esto, mas recordé las palabras de la bruja. “ no es real” antes de que me empujaran salte y alargue los brazos para tomar la cintura de mi pequeña bruja para sumergirla conmigo en las abrasadoras aguas.
-Confia en mi -susurré hundiendo mi mirada en la suya -no quema.
Mi aliento impacto contra sus húmedos labios, nuestra nariz se rozó despacio, mientras el agua bañaba nuestros cuerpo.
Así hasta que las cuerdas desaparecieron y solo los puntos de sangre por donde habían pasado estas quedaron evidenciados en mi rostro.
Ladeé la sonrisa cuando esta me dijo que de nada valdría coserme la boca cuando discutiéramos.
Sus labios presionaron los míos, entreabrí la boca sediento de ella, dejando que mi lengua surcara despacio los senderos que ahora casi se me antojaban nuevos. Paladeé su sabor hasta que se apartó y nuestras respiraciones entrechocaron violentas.
-No seria perder el tiempo y lo sabes -susurré atrayendola por la cintura para que impactara conmigo.
Sus manos en mi pecho, me empujo con suavidad mientras reía aun contra mis labios, negué aflojando el agarre para dejarla ir
-¿que pasa que tus dioses no follan?
Fue ahí cuando me centre en el cambio de ambiente, la tierra era diferente, suelta y desde nuestro frente se alzó una enorme polvareda, centre mi mirada, eran demonios montados sobre bestias.
Empujé a la bruja por la cintura para protegerla tras mi cuerpo y desenvainé la espada dispuesto a prestar batalla.
Tensé le gesto, mi cuerpo se agachó ligeramente para aguantar la primera embestida, mas eran demasiados y pronto quedamos rodeados mientras con mi espada golpeaba las lanzas que apuntaban el cuello de ambos.
Una voz ronca retumbo por encima del resto, “cogedlos” decía como si eso fuera a resultarles fácil.
-No la toquéis -rugí hundiendo mi espada en el vientre de uno de ellos, sangre parduzca resbalo por el acero.
Un golpe seco a mi espalda me hizo caer de rodillas, dos lanzas en mi cuello y pronto fuimos atrapados pese a mis forcejeos.
Yo no era un ladrón, nunca robe nada, excepto quizás alguna espada para defenderme en batalla.
Dudaba que Giuliana hubiera tomado nada que no le perteneciera.
-¿cuenta si te roban el corazón? -bromeé mirando a la bruja tratando de tranquilizarla -nos van a meter en unas termas, quizás ahí si podamos echar un polvo, te tengo ganas.
Un caldero de acero nos esperaba, bajo este el fuego del infierno, una escalera que recorrimos peldaño a peldaño, hasta quedar en lo mas alto, miré hacia abajo, hervía, me parecía imposible no salir ardiendo de esto, mas recordé las palabras de la bruja. “ no es real” antes de que me empujaran salte y alargue los brazos para tomar la cintura de mi pequeña bruja para sumergirla conmigo en las abrasadoras aguas.
-Confia en mi -susurré hundiendo mi mirada en la suya -no quema.
Mi aliento impacto contra sus húmedos labios, nuestra nariz se rozó despacio, mientras el agua bañaba nuestros cuerpo.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
Del caldero salía un vapor abrasador, las aguas eran turbias y rojizas y se podían ver trozos de hueso blanco flotando en algun momento, y sumergiéndose después cuando las burbujas hirvientes lo reflotaban y hundían. Olía a carne guisada, al mismo hedor que desprendía la calle de los curtidores cuando escaldaban las pieles en sus ollas para separarlas de la carne fácilmente.
Costaba no pensar que aquello podía abrasarlos y cocerlos, y sacarles la piel a tiras. Pero entonces Ulf saltó tirando de Giuliana, estaba muy seguro de que ninguno había robado nada, al menos con ánimo de lucrarse, de enriquecerse o de hacer daño. Y por supuesto, si robar el corazón contaba, entonces estaban bien jodidos.
Se aferró a él cerrando los ojos y esperando el impacto del agua hirviente que derretiría sus ojos, su piel y su pelo...pero no sucedió. Salieron a la superficie sin una sola roncha de quemadura, y el lobo se recreó en sus labios, bromeando al respecto. Empezaba a entender el humor de Ulf, y lo cierto es que resultaba muy refrescante entre tanta angustia. Le siguió la broma, con mucho alivio por no sufrir más tortura.
— Tenéis un problema conmigo...primero me lanzáis a aguas gélidas y luego a un caldero hirviente...¿para cúando un baño templado? Estaría bien, para variar un poco.
Como no se quemaban, los demonios expresaron su decepción con algún que otro insulto en su extraña lengua y los empujaron con un enorme cucharón para que salieran de la sopa humeante, ya que no iban a cocinarse en ella. Salieron empapados y nadie les detuvo cuando abandonaron ese nivel del infierno. Ya sólo quedaban dos, y a lo lejos se escuchó otra campanada.
— ¡Ulf! tenemos que darnos prisa!! llevamos dos días muertos!! si llegamos al tercero no podremos regresar como personas, seremos zombies...
Sabía que el vikingo estaba extenuado, ella tampoco estaba pletórica, pero debían hacer el último esfuerzo y salir de allí a tiempo, o su próxima existencia iba a ser muy triste, vagando como seres sin cerebro, esclavos que aquellos que pudieran tenerlos a su cargo, sin voluntad, arrastrándose como criaturas defectuosas y marchitas.
Ante ellos se abría una explanada cubierta de hielo y nieve. Era el lago de los traidores. La fina capa de hielo que cubría ese lago, se podía roper en cualquier momento y las gélidas aguas se tragarían para siempre a quien hubiera cometido traición. Lana había traicionado a Ulf en dos ocasiones, desobedeciendo lo que le había prometido, y también a su madre, a quien prometió en su lecho de muerte que se alejaría de la oscuridad. Empezó a temblar, no sólo por el frío que se metía hasta en los huesos, sino por la posibilidad de caer en aquellas aguas y no salir nunca más. Ulf había traicionado a su falso rey, no al verdadero que era Höor ¿contaría eso como traicion?
Tomó aire despacio y se desprendió del manto que pesaba un quintal. Tenían que cruzar, no quedaba otra opción. Miró a Ulf con determinación y dio unos pasos. El hielo crujió y se lamentó bajo su peso, pero de momento aguantaba sin romperse.
Costaba no pensar que aquello podía abrasarlos y cocerlos, y sacarles la piel a tiras. Pero entonces Ulf saltó tirando de Giuliana, estaba muy seguro de que ninguno había robado nada, al menos con ánimo de lucrarse, de enriquecerse o de hacer daño. Y por supuesto, si robar el corazón contaba, entonces estaban bien jodidos.
Se aferró a él cerrando los ojos y esperando el impacto del agua hirviente que derretiría sus ojos, su piel y su pelo...pero no sucedió. Salieron a la superficie sin una sola roncha de quemadura, y el lobo se recreó en sus labios, bromeando al respecto. Empezaba a entender el humor de Ulf, y lo cierto es que resultaba muy refrescante entre tanta angustia. Le siguió la broma, con mucho alivio por no sufrir más tortura.
— Tenéis un problema conmigo...primero me lanzáis a aguas gélidas y luego a un caldero hirviente...¿para cúando un baño templado? Estaría bien, para variar un poco.
Como no se quemaban, los demonios expresaron su decepción con algún que otro insulto en su extraña lengua y los empujaron con un enorme cucharón para que salieran de la sopa humeante, ya que no iban a cocinarse en ella. Salieron empapados y nadie les detuvo cuando abandonaron ese nivel del infierno. Ya sólo quedaban dos, y a lo lejos se escuchó otra campanada.
— ¡Ulf! tenemos que darnos prisa!! llevamos dos días muertos!! si llegamos al tercero no podremos regresar como personas, seremos zombies...
Sabía que el vikingo estaba extenuado, ella tampoco estaba pletórica, pero debían hacer el último esfuerzo y salir de allí a tiempo, o su próxima existencia iba a ser muy triste, vagando como seres sin cerebro, esclavos que aquellos que pudieran tenerlos a su cargo, sin voluntad, arrastrándose como criaturas defectuosas y marchitas.
Ante ellos se abría una explanada cubierta de hielo y nieve. Era el lago de los traidores. La fina capa de hielo que cubría ese lago, se podía roper en cualquier momento y las gélidas aguas se tragarían para siempre a quien hubiera cometido traición. Lana había traicionado a Ulf en dos ocasiones, desobedeciendo lo que le había prometido, y también a su madre, a quien prometió en su lecho de muerte que se alejaría de la oscuridad. Empezó a temblar, no sólo por el frío que se metía hasta en los huesos, sino por la posibilidad de caer en aquellas aguas y no salir nunca más. Ulf había traicionado a su falso rey, no al verdadero que era Höor ¿contaría eso como traicion?
Tomó aire despacio y se desprendió del manto que pesaba un quintal. Tenían que cruzar, no quedaba otra opción. Miró a Ulf con determinación y dio unos pasos. El hielo crujió y se lamentó bajo su peso, pero de momento aguantaba sin romperse.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Los demonios parecían bastante desconcertados porque ninguno de los dos ardiera en aquellas aguas que tenían su punto.
Ladeé la sonrisa al escuchar las palabras de la bruja mientras mis manos la orillaban contra mi cuerpo, no estaba dispuesto a que esos demonios se creyeran con derecho a intimidarnos, pues a decir verdad no les tenia ningún miedo.
Con el cucharon nos sacaron fuera y casi que nos empujaron gruñendo entre dientes a nuestra siguiente prueba.
Enarqué una ceja mirando a Giuliana.
-¿a ver que nos toca ahora? -sonreí con picardia, empezaba a tomarme a broma todo aquel desafortunado incidente de nuestra muerte, casi tanto que había olvidado que nos había llevado hasta allí.
Enarqué una ceja y el di un azote en el culo para que me mirara
-Si esto es lo que hacen los dioses para que me olvide de que te has quitado la vida en mis brazos, están muy equivocados, a nuestra vuelta me vas a recompensar -mis ojos se centraron en los ajenos -y mucho -susurré acercando mi boca para colisionar con la suya.
Mi lengua decidida a surcar su mar fue interrumpida por la siguiente campanada.
-¿Aquí son siempre tan oportunos? -pregunte contra los labios de mi bruja ladeando después la sonrisa.
Esta se apresuró en avisarme de que íbamos con prisa, algo mas que evidente, joder n muerto me iban a dejar descansar en paz.
-Salvada por la campana -bromeé tomando su mano y adentrándonos así en los nuevos territorios a explorar.
Una explanada de hielo y nieve se abrió paso frente a nuestros ojos, no pude evitar echarme a reír.
Calderos de agua hirviendo, arenas movedizas, hielo que cruje bajo nuestros pies y demonios por doquier, esos dioses tenían imaginación, no lo podía negar.
Al parecer aquella trampa estaba echa para aquellos que habían traicionado alguna vez, mas yo jamas lo había hecho, pues el rey del norte se había traicionado a si mismo y a los ideales norteños hace mucho tiempo.
No fui yo quien puso su cabeza en la picota si no él mismo. Yo siempre fui fiel al norte y Höor era sin duda el hombre que mejor representaba a sus gentes.
Tampoco había traicionado a mujer alguna, pues jamas entregué mi corazón, miento, acaba de hacerlo, pero no había existido traición, la prueba, que tras ella había acudido a enfrentar la muerte para llevarla de la mano a la vida.
Sonreí de medio lado caminando con seguridad, mas por ende, la bruja temblaba asustada, el hielo aguantaba pero se desquebrajaba bajo sus pies.
Me detuve para enfrentarla.
-No se a quien crees has traicionado, mas habla ahora o no llegaremos ninguno de los dos a buen puerto. ¿Me oyes? Nunca te abandonaré.
Ladeé la sonrisa al escuchar las palabras de la bruja mientras mis manos la orillaban contra mi cuerpo, no estaba dispuesto a que esos demonios se creyeran con derecho a intimidarnos, pues a decir verdad no les tenia ningún miedo.
Con el cucharon nos sacaron fuera y casi que nos empujaron gruñendo entre dientes a nuestra siguiente prueba.
Enarqué una ceja mirando a Giuliana.
-¿a ver que nos toca ahora? -sonreí con picardia, empezaba a tomarme a broma todo aquel desafortunado incidente de nuestra muerte, casi tanto que había olvidado que nos había llevado hasta allí.
Enarqué una ceja y el di un azote en el culo para que me mirara
-Si esto es lo que hacen los dioses para que me olvide de que te has quitado la vida en mis brazos, están muy equivocados, a nuestra vuelta me vas a recompensar -mis ojos se centraron en los ajenos -y mucho -susurré acercando mi boca para colisionar con la suya.
Mi lengua decidida a surcar su mar fue interrumpida por la siguiente campanada.
-¿Aquí son siempre tan oportunos? -pregunte contra los labios de mi bruja ladeando después la sonrisa.
Esta se apresuró en avisarme de que íbamos con prisa, algo mas que evidente, joder n muerto me iban a dejar descansar en paz.
-Salvada por la campana -bromeé tomando su mano y adentrándonos así en los nuevos territorios a explorar.
Una explanada de hielo y nieve se abrió paso frente a nuestros ojos, no pude evitar echarme a reír.
Calderos de agua hirviendo, arenas movedizas, hielo que cruje bajo nuestros pies y demonios por doquier, esos dioses tenían imaginación, no lo podía negar.
Al parecer aquella trampa estaba echa para aquellos que habían traicionado alguna vez, mas yo jamas lo había hecho, pues el rey del norte se había traicionado a si mismo y a los ideales norteños hace mucho tiempo.
No fui yo quien puso su cabeza en la picota si no él mismo. Yo siempre fui fiel al norte y Höor era sin duda el hombre que mejor representaba a sus gentes.
Tampoco había traicionado a mujer alguna, pues jamas entregué mi corazón, miento, acaba de hacerlo, pero no había existido traición, la prueba, que tras ella había acudido a enfrentar la muerte para llevarla de la mano a la vida.
Sonreí de medio lado caminando con seguridad, mas por ende, la bruja temblaba asustada, el hielo aguantaba pero se desquebrajaba bajo sus pies.
Me detuve para enfrentarla.
-No se a quien crees has traicionado, mas habla ahora o no llegaremos ninguno de los dos a buen puerto. ¿Me oyes? Nunca te abandonaré.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
La bruja se echó a temblar y tragó saliva angustiada. Pasar una eternidad sin ojos o boca no era tan horrible como pasarla congelandose bajo el agua gélida, ya había empezado a adivinar cómo era la sensación cuando Sigrid la empujó al agua helada del mar del norte.
— te... te he traicionado a ti...dos veces. Te prometí que no haría las cosas por mi cuenta y después...a pesar de haberlo prometido, lo hice. He traicionado a mi madre, a quien prometí en su lecho de muerte que me alejaría de la oscuridad... y me he traicionado a mi misma, porque a pesar de sentir por ti tantas cosas, traté de alejarme para devolverte tu libertad.— Se movió un paso y otra grieta en el hielo hizo ruido al avanzar, pero no acabó de romperse.
— los dioses tiene derecho a castigarme por eso... y si salimos de esta...creo que he aprendido la lección.— Si para algo estaba sirviendo ese paseo por el infierno, era para conocerse, tanto ellos mismos como conocer al otro. Estaba siendo una experiencia de lo más intensa.— Siento mucho todo lo que he hecho, Ulf, y hasta haberte arrastrado aquí. Sé que todo esto es culpa mía, y si regresamos, te prometo que no lo haré más.— O al menos lo intentaría, que a veces las cosas eran muy complejas.
El hielo dejó de crujir un instante. Al parecer la traición de Giuliana no era entendida como vil y mezquina, sólo un poco egoísta, y su arrepentiemiento era sincero, eso contaba para sus dioses, a fin de cuentas, casi siempre que había hecho lo contrario que había prometido, era porque ellos le habían mandado visiones, una parte de culpa la tenían los Loas.
Ya quedaba menos. Si atravesaban la explanada, ya sólo quedaba el Río de los Violentos. Allí todos los que habían ejercido la violencia gratuita, matando, apalizando o violando, eran arrastrados por la corriente y reventados contra las piedras de los rápidos.
— te... te he traicionado a ti...dos veces. Te prometí que no haría las cosas por mi cuenta y después...a pesar de haberlo prometido, lo hice. He traicionado a mi madre, a quien prometí en su lecho de muerte que me alejaría de la oscuridad... y me he traicionado a mi misma, porque a pesar de sentir por ti tantas cosas, traté de alejarme para devolverte tu libertad.— Se movió un paso y otra grieta en el hielo hizo ruido al avanzar, pero no acabó de romperse.
— los dioses tiene derecho a castigarme por eso... y si salimos de esta...creo que he aprendido la lección.— Si para algo estaba sirviendo ese paseo por el infierno, era para conocerse, tanto ellos mismos como conocer al otro. Estaba siendo una experiencia de lo más intensa.— Siento mucho todo lo que he hecho, Ulf, y hasta haberte arrastrado aquí. Sé que todo esto es culpa mía, y si regresamos, te prometo que no lo haré más.— O al menos lo intentaría, que a veces las cosas eran muy complejas.
El hielo dejó de crujir un instante. Al parecer la traición de Giuliana no era entendida como vil y mezquina, sólo un poco egoísta, y su arrepentiemiento era sincero, eso contaba para sus dioses, a fin de cuentas, casi siempre que había hecho lo contrario que había prometido, era porque ellos le habían mandado visiones, una parte de culpa la tenían los Loas.
Ya quedaba menos. Si atravesaban la explanada, ya sólo quedaba el Río de los Violentos. Allí todos los que habían ejercido la violencia gratuita, matando, apalizando o violando, eran arrastrados por la corriente y reventados contra las piedras de los rápidos.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 179
Fecha de inscripción : 01/04/2016
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La Tempestad. (+18)
Mis ojos se perdieron en los ajenos, como la bruma del pantano fuimos capaces de hablar con ellos.
Era cierto que había habido cierta traición en sus actos mas ¿egoísmo? No, eso no había existido, ni siquiera maldad en ellos.
No aprobaba su actuación, básicamente porque había puesto en peligro su vida, pero lo había echo por mi, porque me quería y de ser a la inversa no hubiera luchado contra viento y marea para cuidar de ella.
¿No estaba allí? ¿No aferraba su mano para devolverla a casa conmigo? ¿no bastaba eso a los dioses para saber que si yo había sido capaz de perdonar sus actos nadie eran ellos para no hacerlo?
Ladeé la sonrisa acercando mi boca a la ajena, bueno, hemos salido de un caldero, no me importa darme un baño en hielo, algo me dice que tu cuerpo es todo cuanto necesito para salir de ahí ardiendo.
Acaricié su rostro con suavidad mientras mi mirada se perdía ahora presa de deseo en su preciosa boca.
-vamos a salir de aquí, porque tu madre ya vio esa traición de la que hablas y no es tal.
ella me pidió que me quedara, que te cuidara cuando la oscuridad te alcanzara y aquí estamos los dos ¿ves algo oscuro ahora mismo? porgue yo solo veo luz cuando te miro.
Continuamos andando, parecía que el hielo había dejado de desquebrajarse bajo nuestros pies, sus dioses la habían perdonado y y también aunque no pensaba hacérselo saber, a fin de cuentas me vendría bien eso de ser recompensado al llegar a nuestros cuerpos.
Tiré de su mano para ir mas rápido, el tiempo pasaba y si no lográbamos afrontar la ultima prueba antes de que la ultima campanada llegara a nuestros oídos acabaríamos en un limbo y nuestros cuerpos consumidos en el barco del padre de Giuliana.
Ese hombre había perdido hace poco a su mujer y no estaba dispuesto a que perdiera también a su hija.
La explanada de hielo quedo atrás, ahora un rio de aguas bravas se abría paso frente a nosotros, al parecer cruzarlo era lo que nos separaba de la libertad, claro que este era el rio de los violentos y yo no me caracterizaba por ser un hombre calmo, la violencia emanaba desde que era un niño por cada poro de mi cuerpo era imposible que lo cruzara, los vikingos eramos guerra y yo como todos ellos había echo que la sangre bañara en innumerables casos la tierra.
Dejé escapar el aire buscando su mirada.
-¿Alguna idea bruja? Este rio no lo puedo cruzar, no soy un hombre que solucione los problemas con conversaciones si no con la fuerza.
Era cierto que había habido cierta traición en sus actos mas ¿egoísmo? No, eso no había existido, ni siquiera maldad en ellos.
No aprobaba su actuación, básicamente porque había puesto en peligro su vida, pero lo había echo por mi, porque me quería y de ser a la inversa no hubiera luchado contra viento y marea para cuidar de ella.
¿No estaba allí? ¿No aferraba su mano para devolverla a casa conmigo? ¿no bastaba eso a los dioses para saber que si yo había sido capaz de perdonar sus actos nadie eran ellos para no hacerlo?
Ladeé la sonrisa acercando mi boca a la ajena, bueno, hemos salido de un caldero, no me importa darme un baño en hielo, algo me dice que tu cuerpo es todo cuanto necesito para salir de ahí ardiendo.
Acaricié su rostro con suavidad mientras mi mirada se perdía ahora presa de deseo en su preciosa boca.
-vamos a salir de aquí, porque tu madre ya vio esa traición de la que hablas y no es tal.
ella me pidió que me quedara, que te cuidara cuando la oscuridad te alcanzara y aquí estamos los dos ¿ves algo oscuro ahora mismo? porgue yo solo veo luz cuando te miro.
Continuamos andando, parecía que el hielo había dejado de desquebrajarse bajo nuestros pies, sus dioses la habían perdonado y y también aunque no pensaba hacérselo saber, a fin de cuentas me vendría bien eso de ser recompensado al llegar a nuestros cuerpos.
Tiré de su mano para ir mas rápido, el tiempo pasaba y si no lográbamos afrontar la ultima prueba antes de que la ultima campanada llegara a nuestros oídos acabaríamos en un limbo y nuestros cuerpos consumidos en el barco del padre de Giuliana.
Ese hombre había perdido hace poco a su mujer y no estaba dispuesto a que perdiera también a su hija.
La explanada de hielo quedo atrás, ahora un rio de aguas bravas se abría paso frente a nosotros, al parecer cruzarlo era lo que nos separaba de la libertad, claro que este era el rio de los violentos y yo no me caracterizaba por ser un hombre calmo, la violencia emanaba desde que era un niño por cada poro de mi cuerpo era imposible que lo cruzara, los vikingos eramos guerra y yo como todos ellos había echo que la sangre bañara en innumerables casos la tierra.
Dejé escapar el aire buscando su mirada.
-¿Alguna idea bruja? Este rio no lo puedo cruzar, no soy un hombre que solucione los problemas con conversaciones si no con la fuerza.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Página 4 de 11. • 1, 2, 3, 4, 5 ... 9, 10, 11
Temas similares
» Tempestad -Fergus
» Noche de tempestad -Libre-
» Tempestad Roja {Ethan-Mia}
» Profunda tempestad || Privado
» El carácter se forja en la tempestad +18 [Gabriella]
» Noche de tempestad -Libre-
» Tempestad Roja {Ethan-Mia}
» Profunda tempestad || Privado
» El carácter se forja en la tempestad +18 [Gabriella]
Página 4 de 11.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour