AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Este tema va a continuación de La Clameur du Silence.
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"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
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"Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those are pearls that were his eyes:
Nothing of him that doth fade
But doth suffer a sea-change
Into something rich and strange.
Sea-nymphs hourly ring his knell
Hark! Now I hear them – Ding-dong, bell."
— William Shakespeare, The Tempest, Act I, Sc. II
2 de enero de mil ochocientos y algo.
Sus manos se cerraban sobre el asa de la maleta de cuero con correas que sujetaba delante de sus rodillas. El muelle estaba silencioso y cubierto de niebla, su silueta se recortaba apenas a unos metros de la pasarela que unía el Northwind a tierra, tal era el nombre del navío que los llevaría hasta las costas del norte. Su vestido era de un color negro riguroso como si del luto más profundo se tratase, cubierto con un grueso abrigo gris. Las botas de cordones le llegaban hasta las rodillas y las medias de lana negra completaban el atuendo; el único toque de color que destacaba bajo su palidez era el rubio de sus cabellos y sus ojos verdes tocados de marrón alrededor de las pupilas.
Lo había dejado todo arreglado, su familia sabía que se marchaba, si bien creían que iba a estudiar un mes a Londres. Descubrirían más adelante su verdadero destino, cuando ya no hubiera vuelta atrás.
No sabía cómo reaccionaría al verlo, no la esperaba allí, no había sabido nada más de él desde aquella noche semanas atrás. Cada vez que miraba por la ventana hacia el cementerio de Pére-Lechaise esperaba ver su pelaje blanco entre las tumbas, pero no había sucedido.
Las heridas y cortes habían sanado, los huesos se habían recompuesto y sus recuerdos dolían en algún lugar del corazón, pero estaba escrito lo que debía ser, y ella no sería quien desafiase al orden cósmico.
La semana anterior, cuando regresaba de la biblioteca, ensimismada, pensando en algo que había leido, chocó contra un hombre y se desparramaron sus libros y papeles por el suelo. Muy amablemente, el desconocido la ayudó a recogerlos y pudo ver su rostro a la perfección; mandíbula cuadrada, ojos azul hielo, pelo ralo rubio como el trigo y barba poblada. El extraño siguió su camino y Lana se quedó plantada en la calle teniendo una visión. En su mente se sucedió una serie de escenas bastante claras.
El extraño rubio se acercaba a una mujer hermosa a la que llamaba Thyra, y le entregaba malas noticias. El rey acababa de usurpar sus tierras y había mandado a un pequeño contingente de hombres para someter a los aldeanos y trabajadores de dicha propiedad. El rey pensaba que en ausencia de la señora del lugar, podía apropiarse de lo que le diera la gana.
La siguiente escena tras un breve fundido a negro, era Thyra ordenando a Ulf que se fuera al norte y que lo arreglase, dandole un montón de legajos y haciendo que le acompañara un burócrata que defendiese sus derechos por la via legal, pero si el rey no atendía a razones, tenía instrucciones de emplear la fuerza.
Tras otro fundido a negro se le reveló el nombre del barco, el Northwind, y la fecha escrita en unos pasajes.
Por último, la bruja vio el norte, vio la contienda, la sangre y el fuego. Vio al rey reir satisfecho después que una oráculo predijese la muerte de los rebeldes. Todos ellos caerían.
Sus rodillas fallaron y se desplomó sobre el suelo de la acera de la biblioteca. No podía dejarlo a su suerte, tenía que preguntarle al Barón Samedi si era la hora de Ulf, porque si no lo era, tendría que intervenir. Se apresuró a llegar a casa para beber Sazerac, entrar en una especie de trance y conjurar al más poderoso de los Loas, pero éste parecía no responder, la bruja todavía no estaba preparada para llamar a la puerta de una deidad así. Pero Legba sí acudió, siempre tan misterioso con sus acertijos.
— Giuliana, las respuestas que buscas no las vas a encontrar.
— ¿por qué?.— La bruja inquirió al más sabio de sus dioses.
— Porque erraste en las preguntas.
— ¿Y cómo sabré qué preguntas son las adecuadas?
— Porque obtendrás respuestas.
— Eso no me ayuda.— Legba rió con aquella boca cosida tan desagradable.
— No estoy aquí para cumplir tus deseos, niña.
— Dime al menos si el Barón reclamará su alma, si no estoy cometiendo el peor de los errores negándole ese deseo al señor de la Muerte.
— Si el Barón desea su alma... no habrá nada que puedas hacer para impedirlo.— Legba se encendió un puro apresándolo entre los resquicios que dejaban sus labios cosidos.
Eso ya era una respuesta, más o menos. Agradeció a Legba su enrevesada ayuda y lo preparó todo para subir a ese barco. Compró el pasaje, llenó la maleta con lo que podía necesitar para ayudar con los hechizos que sabía y llegado el día, cuando aún no despuntaba el alba, se perdió entre las nieblas parisinas para llegar al puerto y esperar a que apareciesen los norteños.
Última edición por Giuliana Mordrake el Dom Ene 15, 2017 2:12 pm, editado 1 vez
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/04/2016
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Re: La Tempestad. (+18)
Esta vez no valían las armas. Ese río debía cruzarse de otra forma. Estaba claro que el vikingo estaba hecho de guerra y espada pero quizás sus dioses no fueran excesivamente duros con quienes ejercía el trabajo de soldado. Ellos no podían elegir el no presentar batalla; quizás ese río se llevase por delante a aquellos que ejercían la violencia injusta, los que asesinaban por sacar un beneficio, los violadores, los maltratadores, los que ejercían la violencia de forma gratuita y sin escrúpulos.
Ulf no era así, él tenía un código de honor y lealtad hacia su gente, hacia el norte, hacia sus propios hombres y jamás masacraría a nadie fuera del contexto de una guerra o sin motivos como por ejemplo que le hubieran hecho daño o hubieran atacado primero.
Quizás se equivocase, quizás no fuera así y el río se llevase a todos aquellos que habrían ejercido la violencia, pero si era asi...
— Ulf...yo maté a las oráculo. Pero mis dioses me mandaron las visiones...si Ogún no hubiera querido que lo hiciera, lo normal es que no me las mandase...creo. No sé. No hay garantía de que no nos arrastre el río, pero tenemos que intentarlo. Si no lo hacemos no llegaremos a tiempo.
Le tendió la mano al rubio y le dio un ultimo beso antes de poner un pie en el agua. Si caían, caían juntos. Avanzó, hundiendose en el agua, que estaba fría y se movía con cierta rapidez. A dos metros de la orilla sus pies ya no hacían fondo, así que tenían que nadar. El momento crítico estaría en el centro del río, donde se podían observar las ondas de los remolinos de corriente que se producían bajo el manto aparentemente camado. Si allí los dioses consideraban que debían ser arrastrados hasta la zona de rápidos y estrellados contra las rocas nada nos podría salvar.
Giuliana miró varias veces a Ulf, comprobando que seguía juntos, cerca, hasta que una violenta corriente la separó de él. Luchó con todas sus fuerzas contra eso voraz agua que los quería alejar y tragarse al norteño.
— ¡Vamos Ulf! no te rindas!!! nada hacia mi!!!..— Alargó la mano a la vez que braceaba y pataleaba en dirección al vikingo. Las aguas bravas los hundían y sacaban de nuevo a la superficie agotándolos Y sin dejar que alcanzas en la orilla. Pero debían hacerlo la bruja saco toda las fuerzas que le quedaban para llegar hasta Ulf Y juntos avanzar muy despacio hacia la orilla. Estaban empezando a agotarse cuando su pie tocó el fango del fondo.— ¡¡Ya está casi!! sólo un poco más...— Tiró de él hacia fuera Y ambos se arrastraron hasta la orilla cayendo de espaldas sobre ella.
Sus respiraciones estaban agitadas el revolcón del río los había dejado exhaustos. Se escuchó una risa que los rodeaba por todas partes. Era la de Legba, que a un chasquido de sus dedos, cerró el infierno y de repente ambos se encontraron de nuevo en la antigua casa del pantano de la bruja, empapados y llenos de barro, frente al Loa de la boca cosida.
— Muy bien, ha sido muy interesante ver como os la arreglabais en los siete niveles del infierno. Al parecer no perteneceis ninguno de los dos a este lugar.— Sonrío con una macabra expresión y susurró con voz grave.— ... todavia..— Se bajó de la valla donde estaba sentado Y los miro desde arriba con cierta expresión socarrona.— Y ahora es hora de volver, que vuestros cuerpos empiezan a oler mal.
Chasqueó los dedos otra vez y todo el paisaje empezó a arder ya deshacerse en cenizas volátiles desapareciendo de la vista de Ulf y Lana. La bruja fue la primera en despertar, su espiritu regresó a su cuerpo provocándole una convulsión y un grito ahogado cuando el aire volvió a circular por sus pulmones. Se levantó de la cama en la que estaba tendida y el sudario que tenía por encima cayó al suelo. Lo primero que hizo fue llevarse las manos al cuello dónde comprobó con asombro que no quedaba ni rastro del corte que le había desangrado. Estaba helada y sus labios amoratados, no en vano acababa de regresar de la muerte y el infierno mientras su cuerpo había permanecido durante tres días inerte. Sus ojos estaban velados y esa tela blanquecina todavía no había desaparecido. No podía ver bien donde estaba Ulf, así que tanteo con las manos sobre el colchón hasta que dio con sus formas también cubiertas por un sudario. Su padre los había colocado juntos a la espera de llegar a París y enterrarlos con calma.
— Ulf!! Ulf despierta!!! Ulf por favor!!! regresa aqui!!! lo conseguimos, salimos....no me hagas esto!!! regresa estupido vikingo cabezota!!!!
Ulf no era así, él tenía un código de honor y lealtad hacia su gente, hacia el norte, hacia sus propios hombres y jamás masacraría a nadie fuera del contexto de una guerra o sin motivos como por ejemplo que le hubieran hecho daño o hubieran atacado primero.
Quizás se equivocase, quizás no fuera así y el río se llevase a todos aquellos que habrían ejercido la violencia, pero si era asi...
— Ulf...yo maté a las oráculo. Pero mis dioses me mandaron las visiones...si Ogún no hubiera querido que lo hiciera, lo normal es que no me las mandase...creo. No sé. No hay garantía de que no nos arrastre el río, pero tenemos que intentarlo. Si no lo hacemos no llegaremos a tiempo.
Le tendió la mano al rubio y le dio un ultimo beso antes de poner un pie en el agua. Si caían, caían juntos. Avanzó, hundiendose en el agua, que estaba fría y se movía con cierta rapidez. A dos metros de la orilla sus pies ya no hacían fondo, así que tenían que nadar. El momento crítico estaría en el centro del río, donde se podían observar las ondas de los remolinos de corriente que se producían bajo el manto aparentemente camado. Si allí los dioses consideraban que debían ser arrastrados hasta la zona de rápidos y estrellados contra las rocas nada nos podría salvar.
Giuliana miró varias veces a Ulf, comprobando que seguía juntos, cerca, hasta que una violenta corriente la separó de él. Luchó con todas sus fuerzas contra eso voraz agua que los quería alejar y tragarse al norteño.
— ¡Vamos Ulf! no te rindas!!! nada hacia mi!!!..— Alargó la mano a la vez que braceaba y pataleaba en dirección al vikingo. Las aguas bravas los hundían y sacaban de nuevo a la superficie agotándolos Y sin dejar que alcanzas en la orilla. Pero debían hacerlo la bruja saco toda las fuerzas que le quedaban para llegar hasta Ulf Y juntos avanzar muy despacio hacia la orilla. Estaban empezando a agotarse cuando su pie tocó el fango del fondo.— ¡¡Ya está casi!! sólo un poco más...— Tiró de él hacia fuera Y ambos se arrastraron hasta la orilla cayendo de espaldas sobre ella.
Sus respiraciones estaban agitadas el revolcón del río los había dejado exhaustos. Se escuchó una risa que los rodeaba por todas partes. Era la de Legba, que a un chasquido de sus dedos, cerró el infierno y de repente ambos se encontraron de nuevo en la antigua casa del pantano de la bruja, empapados y llenos de barro, frente al Loa de la boca cosida.
— Muy bien, ha sido muy interesante ver como os la arreglabais en los siete niveles del infierno. Al parecer no perteneceis ninguno de los dos a este lugar.— Sonrío con una macabra expresión y susurró con voz grave.— ... todavia..— Se bajó de la valla donde estaba sentado Y los miro desde arriba con cierta expresión socarrona.— Y ahora es hora de volver, que vuestros cuerpos empiezan a oler mal.
Chasqueó los dedos otra vez y todo el paisaje empezó a arder ya deshacerse en cenizas volátiles desapareciendo de la vista de Ulf y Lana. La bruja fue la primera en despertar, su espiritu regresó a su cuerpo provocándole una convulsión y un grito ahogado cuando el aire volvió a circular por sus pulmones. Se levantó de la cama en la que estaba tendida y el sudario que tenía por encima cayó al suelo. Lo primero que hizo fue llevarse las manos al cuello dónde comprobó con asombro que no quedaba ni rastro del corte que le había desangrado. Estaba helada y sus labios amoratados, no en vano acababa de regresar de la muerte y el infierno mientras su cuerpo había permanecido durante tres días inerte. Sus ojos estaban velados y esa tela blanquecina todavía no había desaparecido. No podía ver bien donde estaba Ulf, así que tanteo con las manos sobre el colchón hasta que dio con sus formas también cubiertas por un sudario. Su padre los había colocado juntos a la espera de llegar a París y enterrarlos con calma.
— Ulf!! Ulf despierta!!! Ulf por favor!!! regresa aqui!!! lo conseguimos, salimos....no me hagas esto!!! regresa estupido vikingo cabezota!!!!
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/04/2016
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Re: La Tempestad. (+18)
Tenia en algo razón la bruja, quedarnos en la otra orilla no era una opción, nuestros cuerpos se consumían y si tocaba la tercera campanada jamas volveríamos.
Sinceramente dudaba poder cruzar ese rio, llevaba matando desde antes incluso de convertirme en hombre. Ese era el destino de los vikingos, templados con acero y fuego, así eramos educados eso y no otra cosa complacía a los dioses, mis dioses.
Si esto fuera Asgard seria coronado y no devorado por las aguas, mas aquí estaba frente a un maldito rio que tenia todo el derecho de engullirme, mas esperaba que la menos Giuliana fuera capaz de atravesarlo, había retado a la muerte para venir tras la mujer que amaba y no me arrepentía, así que..ya podían poner empeño estas aguas para engullirme, pues yo no era de los que se rendían.
La bruja se sumergió en ellas y tras ella yo de cabeza, juntos avanzamos hacia el centro, el vórtice parecía reírse de nosotros, de mi en concreto tratando de separarme de su mano, algo que logro arrastrándome hacia el fondo, bocanada de aire antes de que mi cabeza quedara sumergida, mis manos y piernas luchaban contra viento y marea por emerger de las cristalinas aguas que no me concedían tregua.
Tomé de nuevo aire en un nimio instante en el que logré sacar la cabeza, mas de nuevo la corriente me arrastro hacia el fondo, mi mirada se nublaba por la falta de oxigeno y el maldito agotamiento, así seguí, luchando, lucharía hasta que llegara a mi ultimo aliento, mas mis pies se impulsaron en el fondo y de nuevo el aire plago de vida mis pulmones y la mano de la bruja aferró la mía tirando de ella hacia la orilla.
Nos dejamos caer extenuados sobre las briznas de hierba, mis ojos grises buscaron sus verdes mientras ladeaba mi sonrisa.
-Recuerdame que sea yo quien elija las vacaciones de nuestra luna de miel -bromeé sin poder evitar ver su cara de sorpresa por las palabras dichas.
En ese instante apareció el gordo calvo, mudo, ciego y bastante toca-pelotas a decir verdad y de un chasquido nos condujo al inicio de todo, el cementerio tras el caserón de Giuliana.
Enarqué una ceja mirando como este nos felicitaba con ese deje macabro que le caracterizaba.
-De nada hombre, no todos los dias uno entretiene a los dioses -dije con la ironía que me caracterizaba a mi y antes de darme cuenta de nuevo chasqueo los dedos y simplemente desaparecimos de ese lugar esperaba que para siempre y no regresar nunca mas.
Abrí los ojos de golpe, el velo blanco continuaba sobre mis ojos impuesto, mas a ciegas busque el cuerpo de la pequeña bruja, no la encontraba y eso me desesperaba.
Lo que si oía fuerte y claro eran las voces de jóvenes damas que a mi alrededor parecían recitar extrañas palabras. ¿era esto el Valhalla? ¿Valquirias?
Mi mano acaricio bajo si una especie de piedra fría, marmolea, pulida. Mi mirada parecía regresar poco a poco para ahora si ver a las doncellas que con las manos unidas bastante idas, en trance susurraban en lenguas muertas cosas desconocidas.
-¿que hago aquí? -pregunté tratando de incorporarme, mi cuerpo no respondía, a fin de cuentas había estado muerto tres días.
Mi ser se tenso y mi mandíbula se cuadriculó cuando escuché alta y clara la maldita voz del rey, sonaba diferente, mas melódica, saludable, inmortal.
Gruñí preso de la frustración y la ira mientras mi mano buscaba de forma autómata el mango de la espada que a mi espalda no existía.
-¡maldita sea! -rugí percatándome pronto que no ocupaba mi cuerpo -¿que magia es esta? -aullé desesperado.
En el barco:
El impostor nota las manos de la joven bruja causante del dolor del rey, de su muerte y posterior resurrección. Cree que es Ulf, mas por contra no lo es, si no un fiel al rey que abre los ojos para hundirlos en los de la bella dama que parece insultar al vikingo que ama.
Sonríe fingiendo ser él y sus labios se unen de forma lenta, un beso dulce que cree que seguramente es lo que la bruja anhela.
-Volvamos a casa -le dice con la seguridad de una sibilina serpiente, a fin de cuentas tiene grandes planes para ella.
Controlarla y destruir a Höor y con él toda esperanza para el norte. La bruja es su arma definitiva.
Sinceramente dudaba poder cruzar ese rio, llevaba matando desde antes incluso de convertirme en hombre. Ese era el destino de los vikingos, templados con acero y fuego, así eramos educados eso y no otra cosa complacía a los dioses, mis dioses.
Si esto fuera Asgard seria coronado y no devorado por las aguas, mas aquí estaba frente a un maldito rio que tenia todo el derecho de engullirme, mas esperaba que la menos Giuliana fuera capaz de atravesarlo, había retado a la muerte para venir tras la mujer que amaba y no me arrepentía, así que..ya podían poner empeño estas aguas para engullirme, pues yo no era de los que se rendían.
La bruja se sumergió en ellas y tras ella yo de cabeza, juntos avanzamos hacia el centro, el vórtice parecía reírse de nosotros, de mi en concreto tratando de separarme de su mano, algo que logro arrastrándome hacia el fondo, bocanada de aire antes de que mi cabeza quedara sumergida, mis manos y piernas luchaban contra viento y marea por emerger de las cristalinas aguas que no me concedían tregua.
Tomé de nuevo aire en un nimio instante en el que logré sacar la cabeza, mas de nuevo la corriente me arrastro hacia el fondo, mi mirada se nublaba por la falta de oxigeno y el maldito agotamiento, así seguí, luchando, lucharía hasta que llegara a mi ultimo aliento, mas mis pies se impulsaron en el fondo y de nuevo el aire plago de vida mis pulmones y la mano de la bruja aferró la mía tirando de ella hacia la orilla.
Nos dejamos caer extenuados sobre las briznas de hierba, mis ojos grises buscaron sus verdes mientras ladeaba mi sonrisa.
-Recuerdame que sea yo quien elija las vacaciones de nuestra luna de miel -bromeé sin poder evitar ver su cara de sorpresa por las palabras dichas.
En ese instante apareció el gordo calvo, mudo, ciego y bastante toca-pelotas a decir verdad y de un chasquido nos condujo al inicio de todo, el cementerio tras el caserón de Giuliana.
Enarqué una ceja mirando como este nos felicitaba con ese deje macabro que le caracterizaba.
-De nada hombre, no todos los dias uno entretiene a los dioses -dije con la ironía que me caracterizaba a mi y antes de darme cuenta de nuevo chasqueo los dedos y simplemente desaparecimos de ese lugar esperaba que para siempre y no regresar nunca mas.
Abrí los ojos de golpe, el velo blanco continuaba sobre mis ojos impuesto, mas a ciegas busque el cuerpo de la pequeña bruja, no la encontraba y eso me desesperaba.
Lo que si oía fuerte y claro eran las voces de jóvenes damas que a mi alrededor parecían recitar extrañas palabras. ¿era esto el Valhalla? ¿Valquirias?
Mi mano acaricio bajo si una especie de piedra fría, marmolea, pulida. Mi mirada parecía regresar poco a poco para ahora si ver a las doncellas que con las manos unidas bastante idas, en trance susurraban en lenguas muertas cosas desconocidas.
-¿que hago aquí? -pregunté tratando de incorporarme, mi cuerpo no respondía, a fin de cuentas había estado muerto tres días.
Mi ser se tenso y mi mandíbula se cuadriculó cuando escuché alta y clara la maldita voz del rey, sonaba diferente, mas melódica, saludable, inmortal.
Gruñí preso de la frustración y la ira mientras mi mano buscaba de forma autómata el mango de la espada que a mi espalda no existía.
-¡maldita sea! -rugí percatándome pronto que no ocupaba mi cuerpo -¿que magia es esta? -aullé desesperado.
En el barco:
El impostor nota las manos de la joven bruja causante del dolor del rey, de su muerte y posterior resurrección. Cree que es Ulf, mas por contra no lo es, si no un fiel al rey que abre los ojos para hundirlos en los de la bella dama que parece insultar al vikingo que ama.
Sonríe fingiendo ser él y sus labios se unen de forma lenta, un beso dulce que cree que seguramente es lo que la bruja anhela.
-Volvamos a casa -le dice con la seguridad de una sibilina serpiente, a fin de cuentas tiene grandes planes para ella.
Controlarla y destruir a Höor y con él toda esperanza para el norte. La bruja es su arma definitiva.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
- Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 18/12/2016
Re: La Tempestad. (+18)
El tacto de aquello labios cálidos no fue el mismo que de costumbre, pero estaba helada y aterida, no tenía la misma sensibilidad en su piel azulada, y lo achacó a que había retornado de la muerte y su cuerpo aún tenía que reactivarse del todo hasta recuperar bien los sentidos.
Se dejó caer a un lado del lecho mirando hacia arriba sin ver nada, y dejando que la circulación retornase a todos los rincones de su ser. Habían vuelto, por alguna maldita razón incomprensible, sus dioses no la quería allí, y tampoco a Ulf. Pudo escuhar los crujidos del barco y el sonido familiar de las olas. ¿Dónde estaba su padre? él les acompañaba en ese barco? a dónde iban? demasiadas preguntas sin respuesta que requerían que la bruja se pusiera en pie, pero estaba tan cansada...
Cerró los párpados y se acurrucó bajo un manta pegándose a Ulf, concentrándose sólo en respirar y acumular algo de calor. Movió los dedos de los pies cuando a éstos les llegó el riego de nuevo. Probó a mover un poco la espalda, que se había quedado tensa de estar tres días sobre la misma postura. Los ojos no acababan de ser cristalinos, no veía bien, todo era opaco y sólo distinguía sombras y borrones sin forma. Pasadas un par de horas se decidió a probar suerte y trató de salir del lecho.
— Ulf...voy a levantarme, me duele todo...auch. No veo bien...— se agarró a la cama y se puso en pie, notando el frío suelo húmedo bajo sus pies. Tenía sed, estaba seca y hambrienta, pálida y débil.
daría lo que fuera por recobrar la vista y poder comprobar si Ulf estaba bien, entero, sin daños, pero tendría que ser paciente, porque los dioses ya había hecho suficiente al traerla de vuelta tras su suicidio. De pronto un temor la asaltó ¿y si no recuperaba jamás la visión? ¿qué clase de carga inútil sería para Ulf y Freya?
Se dejó caer a un lado del lecho mirando hacia arriba sin ver nada, y dejando que la circulación retornase a todos los rincones de su ser. Habían vuelto, por alguna maldita razón incomprensible, sus dioses no la quería allí, y tampoco a Ulf. Pudo escuhar los crujidos del barco y el sonido familiar de las olas. ¿Dónde estaba su padre? él les acompañaba en ese barco? a dónde iban? demasiadas preguntas sin respuesta que requerían que la bruja se pusiera en pie, pero estaba tan cansada...
Cerró los párpados y se acurrucó bajo un manta pegándose a Ulf, concentrándose sólo en respirar y acumular algo de calor. Movió los dedos de los pies cuando a éstos les llegó el riego de nuevo. Probó a mover un poco la espalda, que se había quedado tensa de estar tres días sobre la misma postura. Los ojos no acababan de ser cristalinos, no veía bien, todo era opaco y sólo distinguía sombras y borrones sin forma. Pasadas un par de horas se decidió a probar suerte y trató de salir del lecho.
— Ulf...voy a levantarme, me duele todo...auch. No veo bien...— se agarró a la cama y se puso en pie, notando el frío suelo húmedo bajo sus pies. Tenía sed, estaba seca y hambrienta, pálida y débil.
daría lo que fuera por recobrar la vista y poder comprobar si Ulf estaba bien, entero, sin daños, pero tendría que ser paciente, porque los dioses ya había hecho suficiente al traerla de vuelta tras su suicidio. De pronto un temor la asaltó ¿y si no recuperaba jamás la visión? ¿qué clase de carga inútil sería para Ulf y Freya?
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Ulf:
Dos hombres aprisionaron mis brazos, aullé de dolor al moverme tan rápido pues todo mi cuerpo estaba rígido por el tiempo que la parecer llevaba muerto, me habían metido en un cadáver al que su alma parecía haberlo abandonado hacia ya varias lunas.
Gruñí mostrandoles los dientes, tratando de trasformarme en le lobo blanco que era, mas nada, no podía y no solo porque estaba completamente en-dolorido si no porque ese cuerpo no gozaba del don .
Las oráculos seguían hablando en esa lengua, sus voces aterciopeladas se convertían en canto, canto que no sanaba mi dolor si no que de un modo u otro parecía incrementarlo llevándome a un punto de tortura insospechado, mas cuando creía que nada podía ir peor, me equivoqué allí en ese templo erigido para mi castigo me ataron las manos con unas altas cadenas que pendían del techo, mis pies apenas de puntillas lograban afianzarse al suelo. Mis muñecas se quebraban por sujetar el peso mas no haría mi espíritu guerrero.
Sabia lo que el rey buscaba, destrozarme mentalmente, no tenia nada, ni mi cuerpo, ni a la mujer que amaba.
El rey se acerco a mi, deje de risa sarcástica en su asqueroso rostro que ahora lucia implacable frente a mis ojos.
-¿si tu esperanza se basa en que ella vendrá, te equivocas, otro ocupa tu lugar, otro que la convertirá en suya, has hecho un buen trabajo Ulf Tollak, esta enamorada de ti, se lo has puesto en bandeja y cuando la posea ella hará todo, cumpliendo así mi voluntad, tu rey falso caerá y el norte verá que yo soy su dios, sin esperanza se arrodillara ante mi – rio sujetando mi rostro con su gélida mano -todo gracias a ti.
Gruñí enfrentándole la mirada, impulsándome con los pies para mostrarle que por muy certeras que sonaran sus palabras en algo se equivocaba, Giuliana lo sabría.
Mas en ese instante en el que abrí mis labios para contestarle, las oráculo volvieron a cantar y sentí mi cabeza casi explotar.
Aullé de nuevo fruto del incesante dolor, mientras mis ojos se cerraban y mi cuerpo cedía perdiéndose en ese cántico que me arrastraba casi a un estado cercano a la muerte.
Una punzada en mi lateral, la sangre a borbollonees se perdía en le suelo, un punzón hundido en mi costado basto para mostrarme su plan para mi, mantenerme entre la vida y la muerte.
¿Había peor tortura?
El otro:
La bruja contra mi cuerpo, me gustaba esa sensación de calor y a decir verdad, era grato sentir que mi fidelidad al rey por fin se veía recompensada, haría a esa bruja caer, adorarme y cuando no le quedara nada mas que yo en este mundo cedería a todo lo que le pidiera, mi rey lo había visto, había oscuridad en ella, una tétrica oscuridad que daba miedo y que este ansiaba poseer.
Me dijo que intentaría alzarse, mis dedos rozaron su manso con suavidad en señal de confianza y tras ella lo intenté yo, dolía cada parte del cuerpo de Ulf y su dolor lo sentía en mis terminaciones nerviosas.
-Que dolor -apremié a decir con la voz entrecortada por las punzadas que sentía.
Mis pies se apoyaron en el resquicio de la cama, y mi mirada se perdió en la de la bruja.
Era una mujer hermosa, entendía que veía Ulf en ella.
-Quizás un baño caliente nos iría bien -sugerí con una sonrisa
Dos hombres aprisionaron mis brazos, aullé de dolor al moverme tan rápido pues todo mi cuerpo estaba rígido por el tiempo que la parecer llevaba muerto, me habían metido en un cadáver al que su alma parecía haberlo abandonado hacia ya varias lunas.
Gruñí mostrandoles los dientes, tratando de trasformarme en le lobo blanco que era, mas nada, no podía y no solo porque estaba completamente en-dolorido si no porque ese cuerpo no gozaba del don .
Las oráculos seguían hablando en esa lengua, sus voces aterciopeladas se convertían en canto, canto que no sanaba mi dolor si no que de un modo u otro parecía incrementarlo llevándome a un punto de tortura insospechado, mas cuando creía que nada podía ir peor, me equivoqué allí en ese templo erigido para mi castigo me ataron las manos con unas altas cadenas que pendían del techo, mis pies apenas de puntillas lograban afianzarse al suelo. Mis muñecas se quebraban por sujetar el peso mas no haría mi espíritu guerrero.
Sabia lo que el rey buscaba, destrozarme mentalmente, no tenia nada, ni mi cuerpo, ni a la mujer que amaba.
El rey se acerco a mi, deje de risa sarcástica en su asqueroso rostro que ahora lucia implacable frente a mis ojos.
-¿si tu esperanza se basa en que ella vendrá, te equivocas, otro ocupa tu lugar, otro que la convertirá en suya, has hecho un buen trabajo Ulf Tollak, esta enamorada de ti, se lo has puesto en bandeja y cuando la posea ella hará todo, cumpliendo así mi voluntad, tu rey falso caerá y el norte verá que yo soy su dios, sin esperanza se arrodillara ante mi – rio sujetando mi rostro con su gélida mano -todo gracias a ti.
Gruñí enfrentándole la mirada, impulsándome con los pies para mostrarle que por muy certeras que sonaran sus palabras en algo se equivocaba, Giuliana lo sabría.
Mas en ese instante en el que abrí mis labios para contestarle, las oráculo volvieron a cantar y sentí mi cabeza casi explotar.
Aullé de nuevo fruto del incesante dolor, mientras mis ojos se cerraban y mi cuerpo cedía perdiéndose en ese cántico que me arrastraba casi a un estado cercano a la muerte.
Una punzada en mi lateral, la sangre a borbollonees se perdía en le suelo, un punzón hundido en mi costado basto para mostrarme su plan para mi, mantenerme entre la vida y la muerte.
¿Había peor tortura?
El otro:
La bruja contra mi cuerpo, me gustaba esa sensación de calor y a decir verdad, era grato sentir que mi fidelidad al rey por fin se veía recompensada, haría a esa bruja caer, adorarme y cuando no le quedara nada mas que yo en este mundo cedería a todo lo que le pidiera, mi rey lo había visto, había oscuridad en ella, una tétrica oscuridad que daba miedo y que este ansiaba poseer.
Me dijo que intentaría alzarse, mis dedos rozaron su manso con suavidad en señal de confianza y tras ella lo intenté yo, dolía cada parte del cuerpo de Ulf y su dolor lo sentía en mis terminaciones nerviosas.
-Que dolor -apremié a decir con la voz entrecortada por las punzadas que sentía.
Mis pies se apoyaron en el resquicio de la cama, y mi mirada se perdió en la de la bruja.
Era una mujer hermosa, entendía que veía Ulf en ella.
-Quizás un baño caliente nos iría bien -sugerí con una sonrisa
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Seguramente ese baño recuperaría sus miembros adormecidos, sus labios azulados y los sentidos perdidos con aquel viaje al inframundo.
— Es buena idea pero...¿dónde está mi padre? Estamos todavía en el barco ¿no? quiero avisarlo, estará muy abatido porque creerá que hemos muerto para siempre...
Consiguió levantarse y se agarró a algo, probablemente el barrote de la cama donde yacían, sosteniéndose sobre los miembros entumecidos, y dando pequeños pasos con las manos hacia delante a tientas, buscando cómo salir de aquel camarote en busca de la luz de la cubierta, de algo para beber o de su padre. ¿Iba vestida? se palpó y notó que no, así que volvió a tantear con las manos sobre la cama.
— Ulf...no sé dónde está mi ropa, así no puedo ir a ningun sitio...¿puedes alcanzármela?
Se sentía muy extraña, y el mundo a su alrededor también lo parecía, pero estaba viva ¿no? no era otro truco de sus dioses, habían regresado. Sería todo consecuencia de ese viaje fatídico. Si era el tercer día desde que zarparon del Norte, ya deberían estar llegando a Calais, remontarían el río y llegarían a París en unas horas. Pero todo estaba oscuro y velado y estaba desorientada. ¿Habría pasado alguna cosa mientras ellos estaban muertos? necesitaba saberlo, pero su cuerpo no respondía bien todavía, necesitaba algo de alimento, descanso y... sí quizás un baño, aún notaba algún resto de sangre pegada en su cabello, su padre la había lavado, como a Ulf y los había depositado juntos en el camarote, pero eso no era nunca igual que un baño.
— Es buena idea pero...¿dónde está mi padre? Estamos todavía en el barco ¿no? quiero avisarlo, estará muy abatido porque creerá que hemos muerto para siempre...
Consiguió levantarse y se agarró a algo, probablemente el barrote de la cama donde yacían, sosteniéndose sobre los miembros entumecidos, y dando pequeños pasos con las manos hacia delante a tientas, buscando cómo salir de aquel camarote en busca de la luz de la cubierta, de algo para beber o de su padre. ¿Iba vestida? se palpó y notó que no, así que volvió a tantear con las manos sobre la cama.
— Ulf...no sé dónde está mi ropa, así no puedo ir a ningun sitio...¿puedes alcanzármela?
Se sentía muy extraña, y el mundo a su alrededor también lo parecía, pero estaba viva ¿no? no era otro truco de sus dioses, habían regresado. Sería todo consecuencia de ese viaje fatídico. Si era el tercer día desde que zarparon del Norte, ya deberían estar llegando a Calais, remontarían el río y llegarían a París en unas horas. Pero todo estaba oscuro y velado y estaba desorientada. ¿Habría pasado alguna cosa mientras ellos estaban muertos? necesitaba saberlo, pero su cuerpo no respondía bien todavía, necesitaba algo de alimento, descanso y... sí quizás un baño, aún notaba algún resto de sangre pegada en su cabello, su padre la había lavado, como a Ulf y los había depositado juntos en el camarote, pero eso no era nunca igual que un baño.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
El barco:
La bruja parecía haber quedado cegada por el viaje al otro lado, por el contrario yo poco a poco iba recuperando la visión, primero algo borrosa, mas los tonos amarinados iban trazándose frente a mis ojos como manchurrones.
Ladeé la sonrisa, no podía verme, mas yo bien sabia que a ese al que buscaba no estaba en el cuerpo que ella creía.
Tenia que ser cuidadoso, no quería que me descubriera y aunque conocía Ulf y sus reacciones, pese a que lo estudie concienzudamente antes de aceptar la misión y había cuidado cada detalle, no podía permitirme el lujo de fallar.
Le pasé la ropa que había sobre la cama, mis dedos acariciaron su mano con suavidad. Ella quería ver a su padre, supongo que eso era lo normal, así que hice un esfuerzo por ponerme en pie y vestirme.
-Tendrá que esperar el baño -dije con fingida resignación -como desee mi bruja se hará.
La acaricié de nuevo con afecto, por lo que me habían contado de su relación eran muy afectuosos así que intuía que tras venir del otro mundo los besos y las caricias se sucederían.
Busque su boca y deposite sobre esta un tierno beso que supo a mar, a flores secas y a incienso.
Llevábamos tiempo en esa cámara, habíamos sido lavados y para que nuestros cuerpos no olieran nos habían purificado con incienso y llenado el lecho de flores aromáticas.
Sonreí tomando su mano para ayudarla a vestirse, desde luego su cuerpo desnudo era digno de los dioses, entendía perfectamente al lobo ese, cualquier hombre disfrutaría montandola una y otra vez.
Busque su boca de nuevo lentamnete, para que sintiera mi apoyo incondicional.
-Vamos, yo te guiaré hasta tu padre -le dije llevándola de la mano y fingiendo preocupación -¿empiezas a ver mejor?
Ulf:
Tenia que escapar, era difícil cuando esas oráculos no dejaban de cantar decididas a mantener mi tortura en auge. Gruñí furioso encarandolas, mas aparte de algún que otro delicado cuidado a la herida para cortar la hemorragia nada mas obtuve de ellas.
Observé con detenimiento como funcionaba aquel lugar, era un templo dedicado a la diosa Freya y al dios frey, su hermano. Ambos dioses de la fecundidad.
Como todo templo recibía visitas, principalmente de las doncellas casaderas que venían en busca de justo eso, que sus cuerpos no fueran yermos y poder regalar a sus maridos un buen linaje.
Los vikingos no eramos nada sin eso.
Eso me dio una idea, si lograba quitarme de encima a las dos oráculos que me vigilaban día y noche en turnos varios y soltaba los grilletes aun no sabia bien como podría confundirme con la gente y desaparecer.
Los jueves acudían personas del pueblo llano, e rastrillo se baria para que estas oraran a Freya y pidieran por sus cosechas, así que ese día con el trasiego seria perfecto para la huida.
Ahora solo tenia que pensar en como lograr escapar, algo que me ponían difícil esas brujas.
Mi mente voló a Giuliana, le prometí que estaría con ella y yo era hombre de palabra, solo tenia ganas de saber que estaba bien, besadla, montarla y matar al impostor que esperaba no se atreviera ni siquiera a rozarla.
La bruja parecía haber quedado cegada por el viaje al otro lado, por el contrario yo poco a poco iba recuperando la visión, primero algo borrosa, mas los tonos amarinados iban trazándose frente a mis ojos como manchurrones.
Ladeé la sonrisa, no podía verme, mas yo bien sabia que a ese al que buscaba no estaba en el cuerpo que ella creía.
Tenia que ser cuidadoso, no quería que me descubriera y aunque conocía Ulf y sus reacciones, pese a que lo estudie concienzudamente antes de aceptar la misión y había cuidado cada detalle, no podía permitirme el lujo de fallar.
Le pasé la ropa que había sobre la cama, mis dedos acariciaron su mano con suavidad. Ella quería ver a su padre, supongo que eso era lo normal, así que hice un esfuerzo por ponerme en pie y vestirme.
-Tendrá que esperar el baño -dije con fingida resignación -como desee mi bruja se hará.
La acaricié de nuevo con afecto, por lo que me habían contado de su relación eran muy afectuosos así que intuía que tras venir del otro mundo los besos y las caricias se sucederían.
Busque su boca y deposite sobre esta un tierno beso que supo a mar, a flores secas y a incienso.
Llevábamos tiempo en esa cámara, habíamos sido lavados y para que nuestros cuerpos no olieran nos habían purificado con incienso y llenado el lecho de flores aromáticas.
Sonreí tomando su mano para ayudarla a vestirse, desde luego su cuerpo desnudo era digno de los dioses, entendía perfectamente al lobo ese, cualquier hombre disfrutaría montandola una y otra vez.
Busque su boca de nuevo lentamnete, para que sintiera mi apoyo incondicional.
-Vamos, yo te guiaré hasta tu padre -le dije llevándola de la mano y fingiendo preocupación -¿empiezas a ver mejor?
Ulf:
Tenia que escapar, era difícil cuando esas oráculos no dejaban de cantar decididas a mantener mi tortura en auge. Gruñí furioso encarandolas, mas aparte de algún que otro delicado cuidado a la herida para cortar la hemorragia nada mas obtuve de ellas.
Observé con detenimiento como funcionaba aquel lugar, era un templo dedicado a la diosa Freya y al dios frey, su hermano. Ambos dioses de la fecundidad.
Como todo templo recibía visitas, principalmente de las doncellas casaderas que venían en busca de justo eso, que sus cuerpos no fueran yermos y poder regalar a sus maridos un buen linaje.
Los vikingos no eramos nada sin eso.
Eso me dio una idea, si lograba quitarme de encima a las dos oráculos que me vigilaban día y noche en turnos varios y soltaba los grilletes aun no sabia bien como podría confundirme con la gente y desaparecer.
Los jueves acudían personas del pueblo llano, e rastrillo se baria para que estas oraran a Freya y pidieran por sus cosechas, así que ese día con el trasiego seria perfecto para la huida.
Ahora solo tenia que pensar en como lograr escapar, algo que me ponían difícil esas brujas.
Mi mente voló a Giuliana, le prometí que estaría con ella y yo era hombre de palabra, solo tenia ganas de saber que estaba bien, besadla, montarla y matar al impostor que esperaba no se atreviera ni siquiera a rozarla.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Lo cierto es que no, el velo blanco de los ojos no cedía. ¿Sería un daño perpetuo que ya no iba a sanar? Tenía que mantener la calma, acababa de regresar del infierno, podía lidiar con una ceguera. Ulf estaba siendo atento y cuidadoso y eso era extraño, no porque no lo fuera, sino porque le había repetido mil veces durante la travesía por el inframundo vudú que cuando regresasen le iba a dar su merecido, porque estaba muy enfadado por lo que había hecho. Bueno, quizás se le hubiera pasado el cabreo después de todo lo que había sucedido.
Arthur estaba en cubierta cuando ambos aparecieron y a pesar de que en su fuero interno esperaba el milagro, porque confiaba en las palabras de su difunta Amelia, conforme pasaban los días la esperanza se había ido reduciendo al ver esos cuerpos fríos y yertos. Corrió a abrazar a su hija dando gracias a los dioses, a la magia, a quienquiera que fuera el responsable de ese retorno. Llevaba toda la vida conviviendo con brujas aunque él no tenía poder alguno, y había visto cosas realmente asombrosas, pero aquella se llevaba la palma. Giuliana se sintió muy reconfortada en aquel abrazo. Sí, realmente estaban de vuelta a casa. El hombre incluyó a Ulf en el abrazo, regañándole por haber tardado tanto en traerla, pero sin estar realmente molesto, sólo aliviado de verlos a ambos juntos y enteros. Durante las siguientes horas comieron, bebieron y descansaron, recuperándose de esos tres días fuera de sus cuerpos. Giuliana le contó muy por encima a su padre lo que había sucedido con el rey, y cómo ella se estableció como muñeco vudú, atando así su destino al del monarca. Posiblemente éste estuviera muerto, como lo había estado ella, pero necesitaba cerciorarse, así que le pidió a Ulf que cuando pudiera mandase a buscar noticias del norte.
Al caer la noche atracaron en París y regresaron juntos a la casa familiar al lado del cementerio de Pere Lechaise. Lana no era apegada a los lugares, excepto a los pantanos de Louisiana donde se había criado, pero esta vez, a pesar de la ceguera, se sentía realmente aliviada de retornar a su cuarto, a los olores familiares, incluso al silencio de ese cementerio donde conoció a Ulf por primera vez, meses atrás, antes de ser arrollada por un nosferatu.
¿Cuando se había vuelto su vida tal locura? ella siempre había pasado desapercibida, nunca le sucedía nada emocionante y de un tiempo a esta parte todo iba cuesta abajo sin frenos.
Se sentó sobre la cama, algo más recompuesta pero sin ver todavía.
— Ulf...Tendrás que ir a informar a Höor, tiene que saber todo lo que ha pasado y... menuda locura. Todavía no me creo lo que hice y mucho menos que tú vinieras a buscarme al infierno.— Recordó a Freya y recordó la confesión que le había hecho Ulf en la ciénaga de los aduladores donde los pecadores regalaban los oídos y mentían para su propio beneficio. Freya era hija del rey, pero éste no debía saberlo nunca.— Tienes que ir a ver a Freya, asegurarte de que está a salvo y que ningun seguidor del rey Rannulf la busque...— Menuda odisea habían pasado. Se dejó caer sobre el colchón resoplando.— siento todo este desastre, no sé cómo te lo puedo compensar.
Arthur estaba en cubierta cuando ambos aparecieron y a pesar de que en su fuero interno esperaba el milagro, porque confiaba en las palabras de su difunta Amelia, conforme pasaban los días la esperanza se había ido reduciendo al ver esos cuerpos fríos y yertos. Corrió a abrazar a su hija dando gracias a los dioses, a la magia, a quienquiera que fuera el responsable de ese retorno. Llevaba toda la vida conviviendo con brujas aunque él no tenía poder alguno, y había visto cosas realmente asombrosas, pero aquella se llevaba la palma. Giuliana se sintió muy reconfortada en aquel abrazo. Sí, realmente estaban de vuelta a casa. El hombre incluyó a Ulf en el abrazo, regañándole por haber tardado tanto en traerla, pero sin estar realmente molesto, sólo aliviado de verlos a ambos juntos y enteros. Durante las siguientes horas comieron, bebieron y descansaron, recuperándose de esos tres días fuera de sus cuerpos. Giuliana le contó muy por encima a su padre lo que había sucedido con el rey, y cómo ella se estableció como muñeco vudú, atando así su destino al del monarca. Posiblemente éste estuviera muerto, como lo había estado ella, pero necesitaba cerciorarse, así que le pidió a Ulf que cuando pudiera mandase a buscar noticias del norte.
Al caer la noche atracaron en París y regresaron juntos a la casa familiar al lado del cementerio de Pere Lechaise. Lana no era apegada a los lugares, excepto a los pantanos de Louisiana donde se había criado, pero esta vez, a pesar de la ceguera, se sentía realmente aliviada de retornar a su cuarto, a los olores familiares, incluso al silencio de ese cementerio donde conoció a Ulf por primera vez, meses atrás, antes de ser arrollada por un nosferatu.
¿Cuando se había vuelto su vida tal locura? ella siempre había pasado desapercibida, nunca le sucedía nada emocionante y de un tiempo a esta parte todo iba cuesta abajo sin frenos.
Se sentó sobre la cama, algo más recompuesta pero sin ver todavía.
— Ulf...Tendrás que ir a informar a Höor, tiene que saber todo lo que ha pasado y... menuda locura. Todavía no me creo lo que hice y mucho menos que tú vinieras a buscarme al infierno.— Recordó a Freya y recordó la confesión que le había hecho Ulf en la ciénaga de los aduladores donde los pecadores regalaban los oídos y mentían para su propio beneficio. Freya era hija del rey, pero éste no debía saberlo nunca.— Tienes que ir a ver a Freya, asegurarte de que está a salvo y que ningun seguidor del rey Rannulf la busque...— Menuda odisea habían pasado. Se dejó caer sobre el colchón resoplando.— siento todo este desastre, no sé cómo te lo puedo compensar.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
El impostor:
Seguí a la bruja en busca de su padre, aquel hombre roto la abrazo con esa bondad que caracterizaba a las personas débiles, sus ojos anegados en lagrimas me incluyeron en ese abrazo como si yo fuera el héroe que había devuelto a la vida a su hija.
Si supiera ese hombre que ese hombre estaba siendo torturado en el norte mientras nosotros volvíamos a París.
Ladeé la sonrisa consciente que nadie me veía antes de tomar asiento en una mesa a beber y comer, el cuerpo de Ulf estaba hambriento, así que tome tenedor y cuchillo y lleve con lentitud y educación cada trozo de carne a mi boca mientras escuchaba con fijación las historias que contaba Giuliana en la que ponía a ese desertor como el héroe de su vida.
Ulf me había puesto las cosas fáciles, la tenia comiendo de mi mano, poco me costaría adentrarme en su mente y manejarla como si fuera mi marioneta y yo el títere que mueve sus hilo.
Mi señor quería poseer su poder, lo había intentado a las malas, doblegandola, con amenazas y aquella mujer había logrado matarlo, gracias a Odin que nuestros aliados, un vampiro en especial lo trasformó antes de que el Valhalla se llevara a mi gran señor.
La bruja me pidió que le llevara noticias del norte, asentí contemplando sus ojos mientras depositaba un casto beso en su mejilla para ayudarla poco después a desembarcar en el puerto de París.
Nos alojamos en su hogar, una casa bastante grande, cercana al cementerio, desde luego que esa mujer era tétrica hasta decir basta y su gusto pésimo.
La acompañé hasta los aposentos y la deje tumbarse sobre el mullido colchón tumbandome con ella para fingir caricias, su cuerpo no era desagradable, y aunque poco tenia que ver con nuestras mujeres norteñas, era una mujer optima para ser tomada.
-No te preocupes por nada Giuliana, mañana iré a ver a mi hija, Hoor sera informado de todo lo ocurrido y seguro agradecerá tu proeza.
Deslicé mis dedos por sus muslos con delicadeza alzando la falda a mi paso.
-puedes agradecérmelo, ya sabes como -dije con una picara sonrisa, mi cuerpo se convirtió en la cárcel del ajeno, mi virilidad alzada contra su vientre.
Ulf:
Los días pasaban lentos, casi en una semi- inconsciencia me mantenían esas brujas que torturaban no solo mi cuerpo si no mi cabeza, casi había perdido el paso del tiempo, pues el templo siempre quedaba iluminado y en esa sala la luz de las antorchas era mi único sustento. Por no contar que me daban de beber aquella sustancia de hongos que ellas usaban para entrar en trance y que a mi me llevaba a un punto de extraños sueños, pocos horas al día me mantenía cuerdo, horas que usaba el rey para interrogarme, claro que nada sacaba de mi mas allá de la desesperación de perder el tiempo.
Solo una de las jóvenes parecía apiadarse de este guerrero y mientras el resto no miraba me daba de beber agua para aliviar mi sed y el embotamiento de mi cabeza.
Conversábamos en ocasiones, decía que había visto un lobo blanco hacerse hombre, un hombre de ojos grises como la bruma del norte.
Le hubiera dicho que yo era ese hombre, mas creí oportuno guardar silencio, a fin de cuentas quizás ella fuera la única llave para escapar de ese templo.
Seguí a la bruja en busca de su padre, aquel hombre roto la abrazo con esa bondad que caracterizaba a las personas débiles, sus ojos anegados en lagrimas me incluyeron en ese abrazo como si yo fuera el héroe que había devuelto a la vida a su hija.
Si supiera ese hombre que ese hombre estaba siendo torturado en el norte mientras nosotros volvíamos a París.
Ladeé la sonrisa consciente que nadie me veía antes de tomar asiento en una mesa a beber y comer, el cuerpo de Ulf estaba hambriento, así que tome tenedor y cuchillo y lleve con lentitud y educación cada trozo de carne a mi boca mientras escuchaba con fijación las historias que contaba Giuliana en la que ponía a ese desertor como el héroe de su vida.
Ulf me había puesto las cosas fáciles, la tenia comiendo de mi mano, poco me costaría adentrarme en su mente y manejarla como si fuera mi marioneta y yo el títere que mueve sus hilo.
Mi señor quería poseer su poder, lo había intentado a las malas, doblegandola, con amenazas y aquella mujer había logrado matarlo, gracias a Odin que nuestros aliados, un vampiro en especial lo trasformó antes de que el Valhalla se llevara a mi gran señor.
La bruja me pidió que le llevara noticias del norte, asentí contemplando sus ojos mientras depositaba un casto beso en su mejilla para ayudarla poco después a desembarcar en el puerto de París.
Nos alojamos en su hogar, una casa bastante grande, cercana al cementerio, desde luego que esa mujer era tétrica hasta decir basta y su gusto pésimo.
La acompañé hasta los aposentos y la deje tumbarse sobre el mullido colchón tumbandome con ella para fingir caricias, su cuerpo no era desagradable, y aunque poco tenia que ver con nuestras mujeres norteñas, era una mujer optima para ser tomada.
-No te preocupes por nada Giuliana, mañana iré a ver a mi hija, Hoor sera informado de todo lo ocurrido y seguro agradecerá tu proeza.
Deslicé mis dedos por sus muslos con delicadeza alzando la falda a mi paso.
-puedes agradecérmelo, ya sabes como -dije con una picara sonrisa, mi cuerpo se convirtió en la cárcel del ajeno, mi virilidad alzada contra su vientre.
Ulf:
Los días pasaban lentos, casi en una semi- inconsciencia me mantenían esas brujas que torturaban no solo mi cuerpo si no mi cabeza, casi había perdido el paso del tiempo, pues el templo siempre quedaba iluminado y en esa sala la luz de las antorchas era mi único sustento. Por no contar que me daban de beber aquella sustancia de hongos que ellas usaban para entrar en trance y que a mi me llevaba a un punto de extraños sueños, pocos horas al día me mantenía cuerdo, horas que usaba el rey para interrogarme, claro que nada sacaba de mi mas allá de la desesperación de perder el tiempo.
Solo una de las jóvenes parecía apiadarse de este guerrero y mientras el resto no miraba me daba de beber agua para aliviar mi sed y el embotamiento de mi cabeza.
Conversábamos en ocasiones, decía que había visto un lobo blanco hacerse hombre, un hombre de ojos grises como la bruma del norte.
Le hubiera dicho que yo era ese hombre, mas creí oportuno guardar silencio, a fin de cuentas quizás ella fuera la única llave para escapar de ese templo.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
¿Su hija? Freya no era su hija, él se lo había confirmado en el viaje al inframundo, era hija del rey, pero él la había aceptado como suya para que esa niña tuviera una infancia y una vida normal, alejada del monstruo que era su padre y que sólo la usaría para su propio beneficio.
Ulf estaba raro, pero ¿podía acaso culparlo? acababan de salir del infierno, habían regresado de la muerte, y ella misma no se encontraba del todo repuesta, además de que sus ojos tenían todavía un velo blanquecino que la impedía ver a su alrededor. Pero estaba allí, y seguramente él también había cambiado en algo; una experiencia tan fuerte no te dejaba impasible. Desde luego Giuliana estaba cada vez más enamorada del hombre que la había seguido hasta el infierno, y también era más consciente de su propia oscuridad. El vudú podía ser blanco, pero ella practicaba una de las magias negras más potentes y deseadas del mundo. Era fácil perderse en esa negrura donde los límites del bien y el mal desaparecían.
Algo en su interior tenía la alerta disparada pero estaba tan cansada y se sentía tan extraña en su propio cuerpo al haber regresado que decidió darse un respiro y compensar a Ulf por todo su sacrificio. Se pegó a él y deslizó las manos bajo la falda para quitarse la ropa interior. Al lobo le gustaba engullirla desde atrás, solía mordisquearle el cuello mientras se pegaba a su trasero y recorrer con sus manos el cuerpo de la bruja. Se giró un poco para pedirle un beso, ya que no podía ver dónde estaban sus labios, aunque sentía su aliento cercano. ¿Podría volver a contemplar algún día sus ojos del color del pantano? ojalá. Rezaría a sus dioses, a los Loa, a ver si alguno se apiadaba de ella.
Ulf estaba raro, pero ¿podía acaso culparlo? acababan de salir del infierno, habían regresado de la muerte, y ella misma no se encontraba del todo repuesta, además de que sus ojos tenían todavía un velo blanquecino que la impedía ver a su alrededor. Pero estaba allí, y seguramente él también había cambiado en algo; una experiencia tan fuerte no te dejaba impasible. Desde luego Giuliana estaba cada vez más enamorada del hombre que la había seguido hasta el infierno, y también era más consciente de su propia oscuridad. El vudú podía ser blanco, pero ella practicaba una de las magias negras más potentes y deseadas del mundo. Era fácil perderse en esa negrura donde los límites del bien y el mal desaparecían.
Algo en su interior tenía la alerta disparada pero estaba tan cansada y se sentía tan extraña en su propio cuerpo al haber regresado que decidió darse un respiro y compensar a Ulf por todo su sacrificio. Se pegó a él y deslizó las manos bajo la falda para quitarse la ropa interior. Al lobo le gustaba engullirla desde atrás, solía mordisquearle el cuello mientras se pegaba a su trasero y recorrer con sus manos el cuerpo de la bruja. Se giró un poco para pedirle un beso, ya que no podía ver dónde estaban sus labios, aunque sentía su aliento cercano. ¿Podría volver a contemplar algún día sus ojos del color del pantano? ojalá. Rezaría a sus dioses, a los Loa, a ver si alguno se apiadaba de ella.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Ulf.
Entreabrí los ojos, las voces habían cesado, seguramente era jueves y aunque estaba mi mente bastante obnubilada por las drogas con las que me mantenían sedado y en un limbo extraño.
Poco a poco mi vista turbia se fue centrando en aquella habitación de paredes de piedra gris.
Mis muñecas aferradas por grilletes al techo, mi cuerpo en vilo no tocaba con los pies el suelo, me dolía todo, demasiado tiempo en la misma posición.
Alcé la vista, las cadenas pendían de una viga, tomé aire, estaba agotado y empecé a columpiarme tomando impulso con mi cuerpo, cada vez que este ascendía alzaba ligeramente los grilletes avanzando hacia adelante.
Repetí la operación varias veces hasta que el borde de la viga y un ultimo impulso me dio la libertad.
Acaricié mis muñecas doloridas, trataba de recobrar el aliento y ponerme en pie, mis piernas temblaban, demasiado colocado, demasiado tiempo sin usarlas.
Tras varios intentos logre incorporarme, tenia que salir de allí, pero la habitación estaba cerrada.
Busqué por la sala algo con lo que poder sabotear la cerradura, mas aquel lugar estaba vació.
Aullé de rabia entre gruñidos antes de tomar impulso e impactar con la puerta de forma salvaje, no me quedaba otra que romperla, pero con esta mierda de cuerpo donde me habían metido eso iba a costarme lo mio.
No se las veces que lo intenté, mas por suerte el templo parecía estar demasiado lleno como para escuchar los ruido.
Hoy era el día que se abría al resto de norteños, estos aprovechaban para rezar, pedir a las oráculos consejos y hacer sacrificios a sus dioses.
Este y no otro era el día en el que podría fugarme, si no lo lograba, ya no lo haría, duplicarían la vigilancia tras este intento de fuga.
Finalmente la puerta cedió, ladeé la sonrisa recorriendo los pasillos con rapidez, necesitaba unas pieles que me cubrieran el rostro, así como las cadenas. Me confundiría con el resto de fieles y junto a ellos aprovecharía el menor descuido para salir de ese maldito lugar.
Tenia que encontrar a Giuliana, tenia que salvarla de ese impostor que metido en mi cuerpo la llevaría al infierno, sacaría su lado oscuro y lo utilizaría contra el norte.
Ademas si osaba tocarla le partiría las manos, lo torturaría y le daría una muerte lenta, muy lenta.
El impostor.
Ella me daba el trasero, como si estuviera acostumbrada a eso no lo dudaba era un loco, imaginé que sus instintos primarios rugían dentro de él cuando la tomara. Yo era un hombre, prefería hacerlo por delante, mirándonos a los ojos, pero bueno, había que disimular, así que aferré con mis manos sus caderas y sin mas, la embestí con fuerza por atrás.
Mi glande se fue abriendo paso en su laberinto, paredes húmedas, calientes y mi falo unas brasas ardientes dispuestas a prender en llamas con el combustible adecuado.
Su boca buscó la mía por encima de su hombro, atajé la distancia calcinandola con mi aliento entrecortado.
Era placentera esa sensación de hundirme una y otra vez en ella, tensé cada musculo de ese potente cuerpo que no me pertenencia pero que iba a hacerlo.
Entreabrí los ojos, las voces habían cesado, seguramente era jueves y aunque estaba mi mente bastante obnubilada por las drogas con las que me mantenían sedado y en un limbo extraño.
Poco a poco mi vista turbia se fue centrando en aquella habitación de paredes de piedra gris.
Mis muñecas aferradas por grilletes al techo, mi cuerpo en vilo no tocaba con los pies el suelo, me dolía todo, demasiado tiempo en la misma posición.
Alcé la vista, las cadenas pendían de una viga, tomé aire, estaba agotado y empecé a columpiarme tomando impulso con mi cuerpo, cada vez que este ascendía alzaba ligeramente los grilletes avanzando hacia adelante.
Repetí la operación varias veces hasta que el borde de la viga y un ultimo impulso me dio la libertad.
Acaricié mis muñecas doloridas, trataba de recobrar el aliento y ponerme en pie, mis piernas temblaban, demasiado colocado, demasiado tiempo sin usarlas.
Tras varios intentos logre incorporarme, tenia que salir de allí, pero la habitación estaba cerrada.
Busqué por la sala algo con lo que poder sabotear la cerradura, mas aquel lugar estaba vació.
Aullé de rabia entre gruñidos antes de tomar impulso e impactar con la puerta de forma salvaje, no me quedaba otra que romperla, pero con esta mierda de cuerpo donde me habían metido eso iba a costarme lo mio.
No se las veces que lo intenté, mas por suerte el templo parecía estar demasiado lleno como para escuchar los ruido.
Hoy era el día que se abría al resto de norteños, estos aprovechaban para rezar, pedir a las oráculos consejos y hacer sacrificios a sus dioses.
Este y no otro era el día en el que podría fugarme, si no lo lograba, ya no lo haría, duplicarían la vigilancia tras este intento de fuga.
Finalmente la puerta cedió, ladeé la sonrisa recorriendo los pasillos con rapidez, necesitaba unas pieles que me cubrieran el rostro, así como las cadenas. Me confundiría con el resto de fieles y junto a ellos aprovecharía el menor descuido para salir de ese maldito lugar.
Tenia que encontrar a Giuliana, tenia que salvarla de ese impostor que metido en mi cuerpo la llevaría al infierno, sacaría su lado oscuro y lo utilizaría contra el norte.
Ademas si osaba tocarla le partiría las manos, lo torturaría y le daría una muerte lenta, muy lenta.
El impostor.
Ella me daba el trasero, como si estuviera acostumbrada a eso no lo dudaba era un loco, imaginé que sus instintos primarios rugían dentro de él cuando la tomara. Yo era un hombre, prefería hacerlo por delante, mirándonos a los ojos, pero bueno, había que disimular, así que aferré con mis manos sus caderas y sin mas, la embestí con fuerza por atrás.
Mi glande se fue abriendo paso en su laberinto, paredes húmedas, calientes y mi falo unas brasas ardientes dispuestas a prender en llamas con el combustible adecuado.
Su boca buscó la mía por encima de su hombro, atajé la distancia calcinandola con mi aliento entrecortado.
Era placentera esa sensación de hundirme una y otra vez en ella, tensé cada musculo de ese potente cuerpo que no me pertenencia pero que iba a hacerlo.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Hacía días que habían regresado a París y que el recuerdo del salvaje infierno que habían atravesado iba quedando atrás. No recordaba cuánto necesitaba el calor del cuerpo de Ulf, sus besos, su tacto, sus gruñidos y susurros al oido cuando lo hacían. No recordaba cómo era sentirse querida, protegida, deseada, y todas sus dudas se disiparon cuando sus labios chocaron y quedaron atrapados ambos en su interior. No lo podía ver, pero lo podía sentir, eso era más que suficiente para entender que él no se había hartado de una bruja problemática, insensata y ahora defectuosa. Se dejó llevar por la cadencia de su movimiento, recorriendo su piel despacio, jadeando y gimiendo envuelta en su ardiente abrazo, pero como en las mejores historias, siempre había un "pero".
Alcanzó el clímax y se tensó, mas el impostor no pudo diferenciar que esa tensión y la consecuente laxitud no era sólo la de un orgasmo, era una visión que la arrastró al mundo de las brumas. Legba la esperaba sentado sobre un sillón de orejas de color rojo, con el gesto serio y cara de pocos amigos, que ya de por sí era difícil con esas cuencas vacías y labios cosidos.
— Hola Giuliana.
— Hola papá Legba.
— ¿Quieres volver a ver?
— lo cierto es que sí
— sí, realmente necesitas tus ojos porque estás muy ciega, ¿no ves lo que sucede?.— Lana comenzó a agobiarse. ¿Lo que sucede? ¿qué estaba sucediendo? A un chasquido de sus dedos proyectó cual holograma una visión ubicada en otro lugar, era un hombre escapando del Templo, cubierto de pieles y con grilletes en las muñecas. Lana sacudió la cabeza. ¿Qué significaba aquello? miró confusa al Loa, al dios del cruce de caminos.
— no lo entiendes ¿verdad? chiquilla tonta. Nos han dado el cambiazo. Esos dioses oscuros con los que trata el rey del norte han jugado su partida. Ese es el verdadero Ulf, su espíritu mora en el interior de ese norteño, no en el que tienes a tu espalda.
A la rubia le faltó el aire, se sintió morir por un instante. ¿Quién era entonces el hombre con el que yacía? ¿El responsable de eso era el Rey? ¿es que acaso había sobrevivido? se sintió descomponerse en trocitos, tanto esfuerzo, tanta carga, tanto dolor y sufrimiento no había servido de nada y encima estaba ciega a merced de vaya usted a saber quién. Sintió las náuseas acudir a su garganta, pero no podía darse por vencida. Ulf estaba vivo y en un cuerpo equivocado, tenía que solucionar eso cuanto antes. Se acercó al dios vudú e hincó las rodillas en el suelo.
— Papa Legba, te lo suplico, dime qué tengo que hacer. No puedo vivir sin él, nos prometiste que si salíamos del infierno estaríamos juntos!!! lo prometiste!!!.— el Loa la miró frunciendo el ceño.
— sé lo que prometí, y al Barón Samedi tampoco le ha hecho gracia que otros dioses tuerzan vuestro destino, sólo nosotros tenemos derecho a reclamaros. Bien, deja de gimotear y ponte en pie, esto es lo que haremos: necesitas su cabello, su sangre y tienes que capturar un anhelo, esa es la parte más difícil. Tenemos que hacer una jaula trampa para espíritus errantes.
Le explicó el hechizo, las palabras que debía recitar y cómo capturar el anhelo del impostor, pues sólo se podía sacar a un espíritu de un cuerpo equivocado, haciéndolo perseguir sus propios deseos. Era importante que no mueriera, pues Ulf no podría entonces recuperar su cuerpo, debía hacerlo antes de que se encontraran.
Respiró despacio, saliendo de la visión y recuperando un poco la claridad en sus ojos, sabía que no era Ulf, pero debía comportarse como si lo fuera. Se dio la vuelta y le acarició la mejilla.
— Ulf!! empiezo a ver más claro, creo que estoy recuperando la vista... ya ves, sólo me hacían falta tus caricias para eso...— sonrió acurrucándose contra él. No quería mirar sus ojos del color de los pantanos y descubrir en ellos al cabrón que lo suplantaba, no antes de atraparlo. Sangre, cabellos y un deseo...ese capullo no sabía donde se metía, había jodido a la bruja equivocada.
Alcanzó el clímax y se tensó, mas el impostor no pudo diferenciar que esa tensión y la consecuente laxitud no era sólo la de un orgasmo, era una visión que la arrastró al mundo de las brumas. Legba la esperaba sentado sobre un sillón de orejas de color rojo, con el gesto serio y cara de pocos amigos, que ya de por sí era difícil con esas cuencas vacías y labios cosidos.
— Hola Giuliana.
— Hola papá Legba.
— ¿Quieres volver a ver?
— lo cierto es que sí
— sí, realmente necesitas tus ojos porque estás muy ciega, ¿no ves lo que sucede?.— Lana comenzó a agobiarse. ¿Lo que sucede? ¿qué estaba sucediendo? A un chasquido de sus dedos proyectó cual holograma una visión ubicada en otro lugar, era un hombre escapando del Templo, cubierto de pieles y con grilletes en las muñecas. Lana sacudió la cabeza. ¿Qué significaba aquello? miró confusa al Loa, al dios del cruce de caminos.
— no lo entiendes ¿verdad? chiquilla tonta. Nos han dado el cambiazo. Esos dioses oscuros con los que trata el rey del norte han jugado su partida. Ese es el verdadero Ulf, su espíritu mora en el interior de ese norteño, no en el que tienes a tu espalda.
A la rubia le faltó el aire, se sintió morir por un instante. ¿Quién era entonces el hombre con el que yacía? ¿El responsable de eso era el Rey? ¿es que acaso había sobrevivido? se sintió descomponerse en trocitos, tanto esfuerzo, tanta carga, tanto dolor y sufrimiento no había servido de nada y encima estaba ciega a merced de vaya usted a saber quién. Sintió las náuseas acudir a su garganta, pero no podía darse por vencida. Ulf estaba vivo y en un cuerpo equivocado, tenía que solucionar eso cuanto antes. Se acercó al dios vudú e hincó las rodillas en el suelo.
— Papa Legba, te lo suplico, dime qué tengo que hacer. No puedo vivir sin él, nos prometiste que si salíamos del infierno estaríamos juntos!!! lo prometiste!!!.— el Loa la miró frunciendo el ceño.
— sé lo que prometí, y al Barón Samedi tampoco le ha hecho gracia que otros dioses tuerzan vuestro destino, sólo nosotros tenemos derecho a reclamaros. Bien, deja de gimotear y ponte en pie, esto es lo que haremos: necesitas su cabello, su sangre y tienes que capturar un anhelo, esa es la parte más difícil. Tenemos que hacer una jaula trampa para espíritus errantes.
Le explicó el hechizo, las palabras que debía recitar y cómo capturar el anhelo del impostor, pues sólo se podía sacar a un espíritu de un cuerpo equivocado, haciéndolo perseguir sus propios deseos. Era importante que no mueriera, pues Ulf no podría entonces recuperar su cuerpo, debía hacerlo antes de que se encontraran.
Respiró despacio, saliendo de la visión y recuperando un poco la claridad en sus ojos, sabía que no era Ulf, pero debía comportarse como si lo fuera. Se dio la vuelta y le acarició la mejilla.
— Ulf!! empiezo a ver más claro, creo que estoy recuperando la vista... ya ves, sólo me hacían falta tus caricias para eso...— sonrió acurrucándose contra él. No quería mirar sus ojos del color de los pantanos y descubrir en ellos al cabrón que lo suplantaba, no antes de atraparlo. Sangre, cabellos y un deseo...ese capullo no sabía donde se metía, había jodido a la bruja equivocada.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Ulf:
Abandoné el castillo cubierto por unas oscuras pieles, confundiéndome con la masa de los aldeanos, apoyándome en uno de los bastones como si fuera un pobre hombre al que aun le queda mucho camino para desgastar la suela de los zapatos.
Cuando atravesé el rastrillo y el gran portón supe que estaba a salvo, la primera aldea fue mi destino, allí me descubrí, tenia fieles a Höor en ese lugar y aunque mi apariencia no la reconocían como uno de los suyos, no dudaron en darme un caballo con el que llegar a puerto, algo que agradecí por creer mi rocambolesca historia.
Así, sin tomar descanso alguno emprendí mi raudo camino sintiendo las patas del caballo hundirse salvajes en la arena, violentos los cascos contra el suelo y pronto la mar se alzó frente a mis ojos.
El primer barco que salia para París fue dispuesto para mi, pagué lo que se me pidió, en mi mente solo una idea, salvar a Giuliana del impostor y recuperar mi cuerpo antes de que ese hombre la convirtiera en suya.
Este cuerpo no lograba recuperarse como el mio, el viaje estaba resultando complicado, demasiada tempestad que se aliaba en mi contra parece que mis dioses no soplaban a mi favor hoy.
Gruñí fruto de la rabia y la impotencia, tenia que resignarme a que madre mar decidiera calmar sus aguas y el viento guiara las velas con mas fuerza hacia Francia.
El impostor:
Guiliana parecía saciada, complacida por como yo la había tomado ,al final no era tan difícil ser el perro ese.
La bruja se orillo a mi cuerpo, abrazándome, hundiendo su cabeza en mi cuello completamente rendida a mi.
Esto iba a ser un juego de niños, aunque me preocupó ligeramente que dijera que empezaba a ver, pero tampoco tenia nada que temer, pues mi cuerpo era el de ese hombre que ella quería.
Mis dedos acariciaron su desnuda piel.
-Que bien Guiliana, sabia que todo iría bien y que tus dioses te devolverían la visión.
Tenia que informar a mi rey, al día siguiente enviaría uno de los cuervos que un socio en París tenia dispuesto para mi, pronto tejería mi madeja haciendo caer a la bruja en ella, cuando se diera cuenta del engaño estaría tan enredada en ella que nada podría hacer por remediarlo.
Abandoné el castillo cubierto por unas oscuras pieles, confundiéndome con la masa de los aldeanos, apoyándome en uno de los bastones como si fuera un pobre hombre al que aun le queda mucho camino para desgastar la suela de los zapatos.
Cuando atravesé el rastrillo y el gran portón supe que estaba a salvo, la primera aldea fue mi destino, allí me descubrí, tenia fieles a Höor en ese lugar y aunque mi apariencia no la reconocían como uno de los suyos, no dudaron en darme un caballo con el que llegar a puerto, algo que agradecí por creer mi rocambolesca historia.
Así, sin tomar descanso alguno emprendí mi raudo camino sintiendo las patas del caballo hundirse salvajes en la arena, violentos los cascos contra el suelo y pronto la mar se alzó frente a mis ojos.
El primer barco que salia para París fue dispuesto para mi, pagué lo que se me pidió, en mi mente solo una idea, salvar a Giuliana del impostor y recuperar mi cuerpo antes de que ese hombre la convirtiera en suya.
Este cuerpo no lograba recuperarse como el mio, el viaje estaba resultando complicado, demasiada tempestad que se aliaba en mi contra parece que mis dioses no soplaban a mi favor hoy.
Gruñí fruto de la rabia y la impotencia, tenia que resignarme a que madre mar decidiera calmar sus aguas y el viento guiara las velas con mas fuerza hacia Francia.
El impostor:
Guiliana parecía saciada, complacida por como yo la había tomado ,al final no era tan difícil ser el perro ese.
La bruja se orillo a mi cuerpo, abrazándome, hundiendo su cabeza en mi cuello completamente rendida a mi.
Esto iba a ser un juego de niños, aunque me preocupó ligeramente que dijera que empezaba a ver, pero tampoco tenia nada que temer, pues mi cuerpo era el de ese hombre que ella quería.
Mis dedos acariciaron su desnuda piel.
-Que bien Guiliana, sabia que todo iría bien y que tus dioses te devolverían la visión.
Tenia que informar a mi rey, al día siguiente enviaría uno de los cuervos que un socio en París tenia dispuesto para mi, pronto tejería mi madeja haciendo caer a la bruja en ella, cuando se diera cuenta del engaño estaría tan enredada en ella que nada podría hacer por remediarlo.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
Se hizo un ovillos contra él, aguantándose la náusea porque sabía que a pesar de que era el cuerpo de Ulf, el que moraba allí dentro no era su amado lobo. Cerró los ojos y se fingió dormir, durante un par de horas pensó en cómo llevar a cabo su plan, pensó en Ulf y dónde podría estar, sufriendo dolor, hambre o frío.
Legba había sido muy contundente, sólo los Loas tenían derecho a reclamarlos, así que impediría que cualquier fatalidad torciese los planes. Confiaría en que él cuidaría del lobo en su camino, lo ayudaría a regresar a ella. Cuando el falso Ulf se durmió la bruja salió de la cama en busca de unas pequeñas tijeras para cortarle un rizo de esa melena rubia y ensortijada, necesitaba un mechón, su sangre y capturar un anhelo. Lo primero ya lo tenía.
Amaneció sin más incidentes y Giuliana despertó al impostor.
— Ulf...Ulf ya es de día. Llevo un rato despierta y pensando...que todavía no puedo ver bien, esta tarde haré un hechizo para curar correctamente mis ojos. Pero necesitaré lo mismo que la otra vez, cuando me hirieron y me arrancaron la piel de medio brazo...un poco de tu sangre licántropa. ¿Te importa?
Le tendió un pañuelo y un estilete, sólo necesitaba unas gotas, y fingió que iba a ciegas, mirando hacia otro lado donde no estaba él. Quizás como bruja no era lo más de lo más, pero en el tetatro habría triunfado; entre el nnumerito de las amazonas zombies y éste...
Ya sólo le faltaba la tercera cosa, el anhelo. Las trampas para deseos eran complejas. Esperó a que el impostor se marchase, según él a informar a Höor, aunque ella sabía que iba a avisar al rey del norte. Cuando se fué se apresuró a preparar la receta que Legba le dio: el polvo de los huesos de un muerto que deseó algo en vida, algo escrito por un conformista, una flor cortada por un iluso y varios ingredientes, hierbajos y cataplasmas.
Se afanó por conseguir que su ama de llaves le escribiera una dirección en un sobre alegando que no veía bien, porque la mujer era una de esas personas de ggustos sencillos que desde que empezó a trabajar en esa casa, ya no se fue a pesar de que cambió de dueños varias veces, se conformaba con su vida de servicio allí. Después fue al cementerio de Pere-Lechaise que estaba al lado de su casa, conocía las tumbas como la palma de su mano y sabía de una que no le costaría mucho abrirla, era la de un pintor que murió sin pena ni gloria, su lápida no era cara ni ostentosa y el ataús era de pino sencillo, ya que no podía costearse un buen entierro. ¿Que artista no había deseado algo? Aprovechó la visita al cementerio para engatusar a Cypriene, el muchacho que ayudaba al enterrador y que solía deambular por allí incluso de noche. Lo había observado mil veces y soñaba con que algún día sería rico y famoso gracias a su música, tocaba el violín pero era bastante mediocre. Un iluso. Le sabía mal engañar a la gente pero no podía pararse ahora con dilemas morales, tenía que salvar a Ulf. Consiguió que el muchacho le cortase una flor, con la excusa de que iba a llevársela a su madre pero se las habían robado por el camino.
El tiempo había volado a contracorriente, ya sólo restaba realizar el hechizo de la trampa y sacarle el anhelo al impostor. Realizó el conjuro conforme le explicó el dios vudú y eligió una atadura difícil, sólo tendría una oportunidad y debía ser rápida.
Cuando "Ulf" regresó fue a recibirle sonriente y le dio un beso.
— ¡Ya puedo ver! ha ido todo mejor que bien. ¿Cómo fue tu dia? ¿Pudiste ver a Höor?
El falso lobo le comentó por encima una sarta de mentiras, que ella ya sabía que no eran más que falacias pero se mostró interesada como si fuera la verdad más absoluta del mundo. Finalmente se abrazó a él y lo miró intensamente.
—Después de todo lo que hemos pasado... ¿sabes qué? que sólo deseo verte entrar por esa puerta y que me cuentes cualquier cosa, ya no le pido nada más a los dioses, todo lo demás me da igual. ¿Qué es lo que más deseas tú?
El impostor dudó un segundo de aquella pregunta pero tras su contestación Giuliana le dio un beso en la boca, profundo y lento, mas tuvo que despegarse porque se escuchó un estrépito de cristal roto en la sala. Miró a Ulf angustiada y él la hizo esperar allí mientras iba a ver qué era. En cuanto el rubio salió de su vista, Lana sacó un pequeño frasco del bolsillo y aplicó los labios vomitando un pequeño humo de color azul. Allí estaba el deseo del impostor, ése sería el anzuelo que engancharía su alma y la arrastraría fuera de ese cuerpo de vuelta al suyo. Benditos trucos de bruja, que podían hacer que los cristales se rompieran a un chasquido de sus dedos.
Legba había sido muy contundente, sólo los Loas tenían derecho a reclamarlos, así que impediría que cualquier fatalidad torciese los planes. Confiaría en que él cuidaría del lobo en su camino, lo ayudaría a regresar a ella. Cuando el falso Ulf se durmió la bruja salió de la cama en busca de unas pequeñas tijeras para cortarle un rizo de esa melena rubia y ensortijada, necesitaba un mechón, su sangre y capturar un anhelo. Lo primero ya lo tenía.
Amaneció sin más incidentes y Giuliana despertó al impostor.
— Ulf...Ulf ya es de día. Llevo un rato despierta y pensando...que todavía no puedo ver bien, esta tarde haré un hechizo para curar correctamente mis ojos. Pero necesitaré lo mismo que la otra vez, cuando me hirieron y me arrancaron la piel de medio brazo...un poco de tu sangre licántropa. ¿Te importa?
Le tendió un pañuelo y un estilete, sólo necesitaba unas gotas, y fingió que iba a ciegas, mirando hacia otro lado donde no estaba él. Quizás como bruja no era lo más de lo más, pero en el tetatro habría triunfado; entre el nnumerito de las amazonas zombies y éste...
Ya sólo le faltaba la tercera cosa, el anhelo. Las trampas para deseos eran complejas. Esperó a que el impostor se marchase, según él a informar a Höor, aunque ella sabía que iba a avisar al rey del norte. Cuando se fué se apresuró a preparar la receta que Legba le dio: el polvo de los huesos de un muerto que deseó algo en vida, algo escrito por un conformista, una flor cortada por un iluso y varios ingredientes, hierbajos y cataplasmas.
Se afanó por conseguir que su ama de llaves le escribiera una dirección en un sobre alegando que no veía bien, porque la mujer era una de esas personas de ggustos sencillos que desde que empezó a trabajar en esa casa, ya no se fue a pesar de que cambió de dueños varias veces, se conformaba con su vida de servicio allí. Después fue al cementerio de Pere-Lechaise que estaba al lado de su casa, conocía las tumbas como la palma de su mano y sabía de una que no le costaría mucho abrirla, era la de un pintor que murió sin pena ni gloria, su lápida no era cara ni ostentosa y el ataús era de pino sencillo, ya que no podía costearse un buen entierro. ¿Que artista no había deseado algo? Aprovechó la visita al cementerio para engatusar a Cypriene, el muchacho que ayudaba al enterrador y que solía deambular por allí incluso de noche. Lo había observado mil veces y soñaba con que algún día sería rico y famoso gracias a su música, tocaba el violín pero era bastante mediocre. Un iluso. Le sabía mal engañar a la gente pero no podía pararse ahora con dilemas morales, tenía que salvar a Ulf. Consiguió que el muchacho le cortase una flor, con la excusa de que iba a llevársela a su madre pero se las habían robado por el camino.
El tiempo había volado a contracorriente, ya sólo restaba realizar el hechizo de la trampa y sacarle el anhelo al impostor. Realizó el conjuro conforme le explicó el dios vudú y eligió una atadura difícil, sólo tendría una oportunidad y debía ser rápida.
Cuando "Ulf" regresó fue a recibirle sonriente y le dio un beso.
— ¡Ya puedo ver! ha ido todo mejor que bien. ¿Cómo fue tu dia? ¿Pudiste ver a Höor?
El falso lobo le comentó por encima una sarta de mentiras, que ella ya sabía que no eran más que falacias pero se mostró interesada como si fuera la verdad más absoluta del mundo. Finalmente se abrazó a él y lo miró intensamente.
—Después de todo lo que hemos pasado... ¿sabes qué? que sólo deseo verte entrar por esa puerta y que me cuentes cualquier cosa, ya no le pido nada más a los dioses, todo lo demás me da igual. ¿Qué es lo que más deseas tú?
El impostor dudó un segundo de aquella pregunta pero tras su contestación Giuliana le dio un beso en la boca, profundo y lento, mas tuvo que despegarse porque se escuchó un estrépito de cristal roto en la sala. Miró a Ulf angustiada y él la hizo esperar allí mientras iba a ver qué era. En cuanto el rubio salió de su vista, Lana sacó un pequeño frasco del bolsillo y aplicó los labios vomitando un pequeño humo de color azul. Allí estaba el deseo del impostor, ése sería el anzuelo que engancharía su alma y la arrastraría fuera de ese cuerpo de vuelta al suyo. Benditos trucos de bruja, que podían hacer que los cristales se rompieran a un chasquido de sus dedos.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Bajé del barco con rapidez, echo una furia empuje sin querer a los pasajeros con el cuerpo emprendiendo una carrera hacia el cementerio.
Aun cubierto de pieles, con un aspecto que no era el mio y el frio y cansancio en el cuerpo por un viaje mas que complicado mi mente seguía furiosa. Gruñía mientras corría imaginando las cosas que iba a hacerle a ese hombre que no solo me había robado el cuerpo, si no también engañado a la mujer que amaba.
Atravesé el cementerio, recordando cada instante que pasé entre sus lapidas con Giuliana, había tenido tiempo de pensar durante mi encierro, demasiado a decir verdad y aunque gran parte lo había pasado obnubilado por las drogas que me daban a diario, tenia algo mas que claro.
Primero tenia que salvarla del impostor, recuperar mi cuerpo y después la invitaría a cenar en el mismo cementerio donde hacia relativamente poco tiempo, aunque de forma muy intensa nos habíamos conocido.
Llegué frente al portón de la mansión Mordrake, golpeé con rabia la aldaba hasta que una de las doncellas me abrió. Ni salude, me adentre en la casa corriendo como la bestia que era, pronto el servicio salio a mi paso para que un loco vagabundo no se adentrara en la casa e hiciera daño a nadie.
-¡¡¡¡Giuliana!!!! -gritaba desesperado, este maldito cuerpo no tenia la potencia del mio, me resultaba imposible librarme del agarre de los que me sujetaban para sacarme - ¡Soy Ulf! -rugía una y otra vez esperando que alguien creyera al vagabundo que medio ido suplicaba llegar hasta ella.
Por las escaleras vi asomarse a mi bruja acompañada del impostor, gruñí sacando los dientes a mi mismo, resultaba un tanto extraño sentirme fuera de mi cuerpo ahora que lo tenia frente a mi con esa ladeada sonrisa.
-Te la borraré de la cara hijo de puta, te mataré. Giulina, soy yo -mis ojos la buscaron suplicante mientras el maldito impostor la tomaba por la cintura llenandole la cabeza de mentiras.
Alegaba que era un loco, que me sacaran de allí pues era un tipo peligroso.
-¡No la toques! -rugí empujando a los hombres que me sujetaban, lo mataría y me daba igual acabar con mi cuerpo, si lograba que apartara sus malditas manos de ella.
-Giuliana, mírame, soy yo, solo un loco iría a buscarte al tártaro, un loco o un hombre enamorado y soy ambos. Créeme, necesito que me ayudes, no puedo pelear contra mi propio reflejo solo, solo créeme.
Me deje caer derrotado de rodillas al suelo, necesitaba que me escuchara, pero ese maldito impostor seguía susurrando en su oído.
-Giuliana -susurré
Aun cubierto de pieles, con un aspecto que no era el mio y el frio y cansancio en el cuerpo por un viaje mas que complicado mi mente seguía furiosa. Gruñía mientras corría imaginando las cosas que iba a hacerle a ese hombre que no solo me había robado el cuerpo, si no también engañado a la mujer que amaba.
Atravesé el cementerio, recordando cada instante que pasé entre sus lapidas con Giuliana, había tenido tiempo de pensar durante mi encierro, demasiado a decir verdad y aunque gran parte lo había pasado obnubilado por las drogas que me daban a diario, tenia algo mas que claro.
Primero tenia que salvarla del impostor, recuperar mi cuerpo y después la invitaría a cenar en el mismo cementerio donde hacia relativamente poco tiempo, aunque de forma muy intensa nos habíamos conocido.
Llegué frente al portón de la mansión Mordrake, golpeé con rabia la aldaba hasta que una de las doncellas me abrió. Ni salude, me adentre en la casa corriendo como la bestia que era, pronto el servicio salio a mi paso para que un loco vagabundo no se adentrara en la casa e hiciera daño a nadie.
-¡¡¡¡Giuliana!!!! -gritaba desesperado, este maldito cuerpo no tenia la potencia del mio, me resultaba imposible librarme del agarre de los que me sujetaban para sacarme - ¡Soy Ulf! -rugía una y otra vez esperando que alguien creyera al vagabundo que medio ido suplicaba llegar hasta ella.
Por las escaleras vi asomarse a mi bruja acompañada del impostor, gruñí sacando los dientes a mi mismo, resultaba un tanto extraño sentirme fuera de mi cuerpo ahora que lo tenia frente a mi con esa ladeada sonrisa.
-Te la borraré de la cara hijo de puta, te mataré. Giulina, soy yo -mis ojos la buscaron suplicante mientras el maldito impostor la tomaba por la cintura llenandole la cabeza de mentiras.
Alegaba que era un loco, que me sacaran de allí pues era un tipo peligroso.
-¡No la toques! -rugí empujando a los hombres que me sujetaban, lo mataría y me daba igual acabar con mi cuerpo, si lograba que apartara sus malditas manos de ella.
-Giuliana, mírame, soy yo, solo un loco iría a buscarte al tártaro, un loco o un hombre enamorado y soy ambos. Créeme, necesito que me ayudes, no puedo pelear contra mi propio reflejo solo, solo créeme.
Me deje caer derrotado de rodillas al suelo, necesitaba que me escuchara, pero ese maldito impostor seguía susurrando en su oído.
-Giuliana -susurré
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
— No lo golpeéis!! atadlo!!...— el impostor susurraba al oido de la bruja para que lo mandara matar, pero ella le recriminó su falta de estrategia.— está claro que este hombre viene de las filas del enemigo, lo usaremos para intercambiarlo por Angeirrn, el rey lo tiene preso en sus mazmorras, lo ví antes de todo el lio. Tapadle la boca, no quiero escuchar sus venenosas palabras.
El verdadero Ulf se dio cuenta de que Giuliana estaba enredando al impostor, pues el oficial de Ulf, Angeirrn, había muerto en el barco cuando regresaron de la batalla en las tierras de Tyra, mas el enemigo no lo podía saber. Tenía un plan en mente, retorcido, como siempre, y lo iba a ejecutar, pero con ese detalle le hizo saber que sabía quién era.
Los hombres lo ataron y lo amordazaron bajándolo al sótano. La bruja se pegó a Ulf y ambos subieron a la habitación, se hizo la enfadada, la ofendida.
— Menuda desfachatez... no tiene suficiente con tratar de matarnos, con perseguirnos, con... con todo!! que encima envía a este imbécil a intentar hacerme creer que tú no eres Ulf...pffff. Te prometo que llegará el día que hundiré mis manos en su pecho y le sacaré el corazón al desgraciado del rey Rannulf.
Cerró los puños y golpeó contra el colchón, en una actuación impecable. El impostor la observaba satisfecho, creyendo que su plan había funcionado, pero no contaba con que las brujas negras tenían más recursos y más poder del que se creía.
— Voy a hacer el hechizo para aclarar mis ojos del todo, tómate una copa, subiré en un rato y... necesito que aplaques toda esta furia.— se acercó a Ulf y lo besó con hambre, pegando su cuerpo a él, provocándolo.
Abandonó la habitación en dirección al despacho, rezando para que se tomase al menos una copa de aquella botella que había llenado de opiáceos. Sabía que la naturaleza de Ulf lo hacía muy resistente al alcohol pero necesitaba debilitarlo un poco, porque ella no podía con él y al parecer el verdadero Ulf tampoco, porque su cuerpo no estaba a la altura.
Salió por la ventana del despacho y se coló en la carbonera, que llevaba directa al sótano. Los hombres de Ulf estaba en la puerta, no podían ver lo que pasaba en el interior.
Se acercó al verdadero Ulf que estaba atado y amordazado en una silla, pero se le hacía tremendamente extraño tratarle así cuando su cuerpo era desconocido para ella. Empezó a desatarlo y le hizo un gesto para que no alzase la voz.
— Ulf... Ulf!! sé que eres tú!! me avisó Legba. Sé como devolverte a tu cuerpo, pero tenemos que atarlo. Lo he dejado arriba y espero que haya bebido del licor lleno de sedantes. No podemos salir por la puerta hay dos ahí. Tendremos que trepar para salir de nuevo al jardín y de ahí al despacho... vamos.
Salieron por la carbonera, llenos de hollín y sucios como ratas de alcantarilla, y se colaron por la ventana del despacho otra vez. Lana sacó un abrecartas de un cajón, estaba afilado y era puntiagudo, y se lo dio a al verdadero Ulf, podía servir si los secuaces se enteraban del follón.
— Yo entraré primero, lo tantearé y si no ha bebido suficiente, le daré más, tú quédate cerca escuchando, pero ten en cuenta que te olerá.
La bruja entró al cuarto esbozando una sonrisa de oreja a oreja.
— Casi hago explotar la casa pero... puedo decir oficialmente que estoy curada. Tranquilo, sólo es suciedad, no me he hecho nada...— observó al impostor con detenimiento, calibrando el grado de sopor que llevaba a cuestas.
El verdadero Ulf se dio cuenta de que Giuliana estaba enredando al impostor, pues el oficial de Ulf, Angeirrn, había muerto en el barco cuando regresaron de la batalla en las tierras de Tyra, mas el enemigo no lo podía saber. Tenía un plan en mente, retorcido, como siempre, y lo iba a ejecutar, pero con ese detalle le hizo saber que sabía quién era.
Los hombres lo ataron y lo amordazaron bajándolo al sótano. La bruja se pegó a Ulf y ambos subieron a la habitación, se hizo la enfadada, la ofendida.
— Menuda desfachatez... no tiene suficiente con tratar de matarnos, con perseguirnos, con... con todo!! que encima envía a este imbécil a intentar hacerme creer que tú no eres Ulf...pffff. Te prometo que llegará el día que hundiré mis manos en su pecho y le sacaré el corazón al desgraciado del rey Rannulf.
Cerró los puños y golpeó contra el colchón, en una actuación impecable. El impostor la observaba satisfecho, creyendo que su plan había funcionado, pero no contaba con que las brujas negras tenían más recursos y más poder del que se creía.
— Voy a hacer el hechizo para aclarar mis ojos del todo, tómate una copa, subiré en un rato y... necesito que aplaques toda esta furia.— se acercó a Ulf y lo besó con hambre, pegando su cuerpo a él, provocándolo.
Abandonó la habitación en dirección al despacho, rezando para que se tomase al menos una copa de aquella botella que había llenado de opiáceos. Sabía que la naturaleza de Ulf lo hacía muy resistente al alcohol pero necesitaba debilitarlo un poco, porque ella no podía con él y al parecer el verdadero Ulf tampoco, porque su cuerpo no estaba a la altura.
Salió por la ventana del despacho y se coló en la carbonera, que llevaba directa al sótano. Los hombres de Ulf estaba en la puerta, no podían ver lo que pasaba en el interior.
Se acercó al verdadero Ulf que estaba atado y amordazado en una silla, pero se le hacía tremendamente extraño tratarle así cuando su cuerpo era desconocido para ella. Empezó a desatarlo y le hizo un gesto para que no alzase la voz.
— Ulf... Ulf!! sé que eres tú!! me avisó Legba. Sé como devolverte a tu cuerpo, pero tenemos que atarlo. Lo he dejado arriba y espero que haya bebido del licor lleno de sedantes. No podemos salir por la puerta hay dos ahí. Tendremos que trepar para salir de nuevo al jardín y de ahí al despacho... vamos.
Salieron por la carbonera, llenos de hollín y sucios como ratas de alcantarilla, y se colaron por la ventana del despacho otra vez. Lana sacó un abrecartas de un cajón, estaba afilado y era puntiagudo, y se lo dio a al verdadero Ulf, podía servir si los secuaces se enteraban del follón.
— Yo entraré primero, lo tantearé y si no ha bebido suficiente, le daré más, tú quédate cerca escuchando, pero ten en cuenta que te olerá.
La bruja entró al cuarto esbozando una sonrisa de oreja a oreja.
— Casi hago explotar la casa pero... puedo decir oficialmente que estoy curada. Tranquilo, sólo es suciedad, no me he hecho nada...— observó al impostor con detenimiento, calibrando el grado de sopor que llevaba a cuestas.
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Mis esperanzas volvieron cuando escuche las palabras de Guiliana, la había visto actuar como la mejor de las actrices otras veces, cuando las amazonas, para salvarme y ahora de nuevo lo hacia pues si no, nada tenia sentido.
Hablaba de un oficial que ambos sabíamos estaba muerto, ella se había dado cuento que ese que habitaba en mi interior no era yo.
Ladeé la sonrisa ligeramente cuando fui apresado, interpuse la resistencia justa para que el otro hombre no sospechara de que tan fácil era doblegar al mítico Ulf y así me deje llevar y atar en una silla en una cámara oscura.
Pasaron un par de horas en las que de todo se pasó por mi cabeza, mas por suerte los raudos pasos de mi bruja me sacaron de esa ensoñación en la que había quedado preso.
Deseaba tocarla, besarla, fundirme con ella, mas su cuerpo era reacio al mio, no la culpaba, este no era yo, al menos no al completo.
-Recuerdame bruja que nos tomemos unas vacaciones después de todo esto, ya sabes, tu, yo, la playa, una isla desierta...-bromeé
Me aseguró tener un plan, posiblemente seria descabellado como siempre, pero estaba en sus manos, solo ella podía devolverme a mi cuerpo. Así que tras aflojar las sogas, explicarme le plan, escapé junto a ella por la carbonera que nos llevo al sótano.
Desde allí y sin ser vistos acudimos a la habitación principal donde mi cuerpo y el impostor esperaban complacidos a esa mujer que era mía y jamas debió pertenecerle a otro.
Se me llevaban los demonios cuando vi a ese traidor tocarla, recorrer su cuerpo con hambre, parecía ligeramente mareado, pero mi cuerpo aguantaba bien las drogas, el alcohol y por supuesto los opiaceos, bien podía follarsela en esas circunstancias y por Odin que no vería mas de eso.
Puede que este cuerpo fuera una mierda, pero no iba a tocarla, no iba esa mente a disfrutar de lo que era mio por derecho, así que como un vendaval salí de mi escondite apartando al impostor de su cuerpo.
No me esperaba, ni tampoco el empujón que lo empotró contra la pared, menos aun que cogiera la espada estaba apoyada en un lado de la cámara, y que con un raudo movimiento la tomara hundiéndola en su vientre sin darle opción a nada.
-No vuelvas a tocarla -gruñí contra su rostro hundiendo mas el acero en su estomago.
Vi a una bruja desesperada, desmoronarse con mi gesto, se que necesitaba el cuerpo vivo, pero...
-Lo siento -susurré mirándola -¿como cojones dejas que otro te toque? -rugí cabreado, celoso.
El impostor cayó al suelo, la bruja corrió hacia el tratando de mantener el cuerpo con vida por medio de la magia mientras yo miraba fijamente la escena.
-Lo que sea lo que tengas pensado, hazlo rápido, no hay tiempo, me muero.
Hablaba de un oficial que ambos sabíamos estaba muerto, ella se había dado cuento que ese que habitaba en mi interior no era yo.
Ladeé la sonrisa ligeramente cuando fui apresado, interpuse la resistencia justa para que el otro hombre no sospechara de que tan fácil era doblegar al mítico Ulf y así me deje llevar y atar en una silla en una cámara oscura.
Pasaron un par de horas en las que de todo se pasó por mi cabeza, mas por suerte los raudos pasos de mi bruja me sacaron de esa ensoñación en la que había quedado preso.
Deseaba tocarla, besarla, fundirme con ella, mas su cuerpo era reacio al mio, no la culpaba, este no era yo, al menos no al completo.
-Recuerdame bruja que nos tomemos unas vacaciones después de todo esto, ya sabes, tu, yo, la playa, una isla desierta...-bromeé
Me aseguró tener un plan, posiblemente seria descabellado como siempre, pero estaba en sus manos, solo ella podía devolverme a mi cuerpo. Así que tras aflojar las sogas, explicarme le plan, escapé junto a ella por la carbonera que nos llevo al sótano.
Desde allí y sin ser vistos acudimos a la habitación principal donde mi cuerpo y el impostor esperaban complacidos a esa mujer que era mía y jamas debió pertenecerle a otro.
Se me llevaban los demonios cuando vi a ese traidor tocarla, recorrer su cuerpo con hambre, parecía ligeramente mareado, pero mi cuerpo aguantaba bien las drogas, el alcohol y por supuesto los opiaceos, bien podía follarsela en esas circunstancias y por Odin que no vería mas de eso.
Puede que este cuerpo fuera una mierda, pero no iba a tocarla, no iba esa mente a disfrutar de lo que era mio por derecho, así que como un vendaval salí de mi escondite apartando al impostor de su cuerpo.
No me esperaba, ni tampoco el empujón que lo empotró contra la pared, menos aun que cogiera la espada estaba apoyada en un lado de la cámara, y que con un raudo movimiento la tomara hundiéndola en su vientre sin darle opción a nada.
-No vuelvas a tocarla -gruñí contra su rostro hundiendo mas el acero en su estomago.
Vi a una bruja desesperada, desmoronarse con mi gesto, se que necesitaba el cuerpo vivo, pero...
-Lo siento -susurré mirándola -¿como cojones dejas que otro te toque? -rugí cabreado, celoso.
El impostor cayó al suelo, la bruja corrió hacia el tratando de mantener el cuerpo con vida por medio de la magia mientras yo miraba fijamente la escena.
-Lo que sea lo que tengas pensado, hazlo rápido, no hay tiempo, me muero.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
— ¡¡Por todos los demonios Ulf!! ¿en qué estabas pensando??? yo no tengo magia curativa!!!!.— la bruja se afanaba por detenr la hemorragia, que no estaba por la labor porque había seccionado alguna vena importante del abdomen.— Rápido, aprieta aquí!!
Le hizo presionar fuertemente con una camisa que había en el cuarto mientras ella corría hacia el despacho en busca de algo que necesitaba para el hechizo. Subió la escalera sobrepasando de dos en dos los peldaños y se echó de rodillas al suelo, dibujando unos extraños símbolos sobre las tablas de madera. Encendió una vela roja, impregnó su cara con los restos de sangre de Ulf que todavía estaban en sus manos y provocó el trance.
— Legba!! Legba dónde estás??!! Legba te necesito!! por favor Legba acude a mi llamada!!
— que pasa ahora, hmm?.— el Loa de la boca cosida y cuencas vacías fumaba un puro y sostenía una botella de ron entre las manos.
— Ulf se muere!!
— ¿algún día descansáis?
— Legba por favor!! se muere!! no puedo perderlo, y tengo que completar el hechizo para hacer volver su alma al cuerpo correcto, pero ese cuerpo está desangrándose.
— ajá. A este paso si lo resucito una vez más va a llegar a mi record, que lo tiene Marie Laveau, la bruja de Nueva Orleans, la resucité siete veces porque me divertía enormemente con sus excentricidades.
— ¿la que torturaba esclavos?...buen, es igual!! por favor Legba, necesito que me ayudes.
— Haz el hechizo, yo le daré un empujoncito si cruza el umbral. Pero no te acostumbres Giuliana, esta vez lo haré porque aún tengo que ajustar cuentas con esos dioses que se han entrometido, pero nada más.
— Gracias!!! mil garcias!!!
Salió del trance y se incorporó mirando a Ulf, a los dos Ulfs, el verdadero y el impostor. Necesitaba inmovilizar al falso Ulf porque cuando recuperasen los cuerpos seguramente éste intentase matarla o algo similar.
— siéntate aquí, necesito atarte, es por seguridad...— sacó de un cajón varios pañuelos de seda y calcetines largos hasta el muslo y los anudó alrededor de las muñecas del falso Ulf y después al cabecero de forja de su cama. A continuación se arrodilló al lado del cuerpo del lobo que se estaba desangrando y comenzó a disponer los elemntos del hechizo, recitando las palabras que lo harían salir de su cuerpo. Abrió el frasco del anhelo obtenido por medios que a su Ulf no le iban a gustar, y se lo hizo beber al hombre atado. Tras recitar las palabras, un humo azulado empezó a salir de la boca del lobo y se dirigió directamente hacia su verdadero cuerpo, persiguiendo sus propios deseos. Lana besó al impostor y le susurró al Ulf que todavía moraba allí dentro "ven a mi". El humo blanco se coló en su boca y la bruja lo traspasó al cuerpo del lobo herido. El ritual estaba finalizado, cada mente en su cuerpo.
Pero Ulf no se movía, lo sacudió, lo llamó, pero no reaccionaba. ¿Se había muerto otra vez? Venga ya!!! Legba debía cumpir su promesa!!
— venga Ulf... venga... vamos... vuelve, regresa conmigo...por favor, regresa...— lo acunó contra su pecho una y otra vez, mientras el impostor se despertaba en su cuerpo de nuevo aturdido y extrañado.
En el mundo espiritual, Legba esperaba a Ulf. Cuando lo vio allí de nuevo, resopló y sonrió con su desagradable sonrisa. Le tendió la botella de ron y le hizo un gesto de aprobación y muy socarrón.
— Tienes huevos, chico. ¿Tienes pensado morirte más veces? es por pactar contigo y ahorrarme a tu bruja que a veces es un poco cansina.
Le dio una patada en el trasero al lobo y lo envió de nuevo a la vida.
Le hizo presionar fuertemente con una camisa que había en el cuarto mientras ella corría hacia el despacho en busca de algo que necesitaba para el hechizo. Subió la escalera sobrepasando de dos en dos los peldaños y se echó de rodillas al suelo, dibujando unos extraños símbolos sobre las tablas de madera. Encendió una vela roja, impregnó su cara con los restos de sangre de Ulf que todavía estaban en sus manos y provocó el trance.
— Legba!! Legba dónde estás??!! Legba te necesito!! por favor Legba acude a mi llamada!!
— que pasa ahora, hmm?.— el Loa de la boca cosida y cuencas vacías fumaba un puro y sostenía una botella de ron entre las manos.
— Ulf se muere!!
— ¿algún día descansáis?
— Legba por favor!! se muere!! no puedo perderlo, y tengo que completar el hechizo para hacer volver su alma al cuerpo correcto, pero ese cuerpo está desangrándose.
— ajá. A este paso si lo resucito una vez más va a llegar a mi record, que lo tiene Marie Laveau, la bruja de Nueva Orleans, la resucité siete veces porque me divertía enormemente con sus excentricidades.
— ¿la que torturaba esclavos?...buen, es igual!! por favor Legba, necesito que me ayudes.
— Haz el hechizo, yo le daré un empujoncito si cruza el umbral. Pero no te acostumbres Giuliana, esta vez lo haré porque aún tengo que ajustar cuentas con esos dioses que se han entrometido, pero nada más.
— Gracias!!! mil garcias!!!
Salió del trance y se incorporó mirando a Ulf, a los dos Ulfs, el verdadero y el impostor. Necesitaba inmovilizar al falso Ulf porque cuando recuperasen los cuerpos seguramente éste intentase matarla o algo similar.
— siéntate aquí, necesito atarte, es por seguridad...— sacó de un cajón varios pañuelos de seda y calcetines largos hasta el muslo y los anudó alrededor de las muñecas del falso Ulf y después al cabecero de forja de su cama. A continuación se arrodilló al lado del cuerpo del lobo que se estaba desangrando y comenzó a disponer los elemntos del hechizo, recitando las palabras que lo harían salir de su cuerpo. Abrió el frasco del anhelo obtenido por medios que a su Ulf no le iban a gustar, y se lo hizo beber al hombre atado. Tras recitar las palabras, un humo azulado empezó a salir de la boca del lobo y se dirigió directamente hacia su verdadero cuerpo, persiguiendo sus propios deseos. Lana besó al impostor y le susurró al Ulf que todavía moraba allí dentro "ven a mi". El humo blanco se coló en su boca y la bruja lo traspasó al cuerpo del lobo herido. El ritual estaba finalizado, cada mente en su cuerpo.
Pero Ulf no se movía, lo sacudió, lo llamó, pero no reaccionaba. ¿Se había muerto otra vez? Venga ya!!! Legba debía cumpir su promesa!!
— venga Ulf... venga... vamos... vuelve, regresa conmigo...por favor, regresa...— lo acunó contra su pecho una y otra vez, mientras el impostor se despertaba en su cuerpo de nuevo aturdido y extrañado.
En el mundo espiritual, Legba esperaba a Ulf. Cuando lo vio allí de nuevo, resopló y sonrió con su desagradable sonrisa. Le tendió la botella de ron y le hizo un gesto de aprobación y muy socarrón.
— Tienes huevos, chico. ¿Tienes pensado morirte más veces? es por pactar contigo y ahorrarme a tu bruja que a veces es un poco cansina.
Le dio una patada en el trasero al lobo y lo envió de nuevo a la vida.
Última edición por Giuliana Mordrake el Miér Mayo 17, 2017 11:19 am, editado 2 veces
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
Giuliana se afanó por atar mi cuerpo que pronto pertenecería de nuevo a su dueño. Me deje hacer sabiendo que ahora mismo estaba enfadada por mi impulsivo ataque, por haber empeorado las cosas. Pero ¿que esperaba? ¿que no hiciera nada?¿que hubiera permitido que la tocase frente a mi mirada?
-Joder, ¿tenias que besarlo? -rugí
Estaba enfadado, sinceramente muy celoso, porque la había visto enredarse con él aun sabiendo que no era yo ¿donde estaba su fidelidad?
Entendía que lo hacia porque me quería porque era su prioridad que volviera a mi maldito cuerpo, pero no a cualquier precio.
-Eres mía Giuliana, mía -gruñí mientras esta se esforzaba en centrarse en el conjuro.
-¿que has hecho con él? ¿que has hecho mientras yo no estaba en mi cuerpo? Mientras yo luchaba por volver ¿que cojones has hecho?
Cuanto mas preguntaba mas me enfurecía, Giuliana me miraba molesta, como si no solo la hubiera cagado hiriendo al falso Ulf de muerte si no ahora que no dejaba de gritarle y recriminarle los actos que había tenido en estos días sin ser consciente.
Sacó finalmente un frasco haciéndoselo beber al impostor, un humo salio de su boca para ir hacia la mía y los labios de Giuliana sellaron contra los míos el conjuro llamándome para que volviera a mi cuerpo.
Sentí como me iba de ese recipiente, mi cuerpo en un limbo , uno desconocido, brumoso.
-¿Y ahora que? -gruñí malhumorado intuyendo que nada iba a ser tan fácil. Desde hace tiempo que nos metíamos en un lio tras otro.
Enarqué una ceja al ver al dios Legba, al menos esta vez me paso la botella de ron a la que le di un buen trago, algo me decía que iba a necesitarlo.
Escuché sus hastiadas palabras, algo socarrón por las veces que ya había muerto.
-Algo me dice que no sera la ultima vez que nos veamos -respondí devolviendole la botella ladeando la sonrisa.
Era cierto, junto a mi bruja era difícil vivir una vida de paz, el caos, la oscuridad nos acechaba con cada paso que dábamos, pero pese a eso, yo la amaba y cumpliría mi promesa, esa hecha a la madre de protegerla.
Una patada en el trasero me devolvió al mundo de los vivos.
Abrí los ojos, mi bruja me acunaba entre ss brazos. Sus verdes se hundieron en mis brumas, ladeé la sonrisa, ahora si, buscando sus labios necesitado.
-Giuliana, antes de que abras la boca, necesito unas vacaciones..¿que me dices si nos tomamos una buena botella, velas, una cena y dejamos de morirnos al menos por un día?
-Joder, ¿tenias que besarlo? -rugí
Estaba enfadado, sinceramente muy celoso, porque la había visto enredarse con él aun sabiendo que no era yo ¿donde estaba su fidelidad?
Entendía que lo hacia porque me quería porque era su prioridad que volviera a mi maldito cuerpo, pero no a cualquier precio.
-Eres mía Giuliana, mía -gruñí mientras esta se esforzaba en centrarse en el conjuro.
-¿que has hecho con él? ¿que has hecho mientras yo no estaba en mi cuerpo? Mientras yo luchaba por volver ¿que cojones has hecho?
Cuanto mas preguntaba mas me enfurecía, Giuliana me miraba molesta, como si no solo la hubiera cagado hiriendo al falso Ulf de muerte si no ahora que no dejaba de gritarle y recriminarle los actos que había tenido en estos días sin ser consciente.
Sacó finalmente un frasco haciéndoselo beber al impostor, un humo salio de su boca para ir hacia la mía y los labios de Giuliana sellaron contra los míos el conjuro llamándome para que volviera a mi cuerpo.
Sentí como me iba de ese recipiente, mi cuerpo en un limbo , uno desconocido, brumoso.
-¿Y ahora que? -gruñí malhumorado intuyendo que nada iba a ser tan fácil. Desde hace tiempo que nos metíamos en un lio tras otro.
Enarqué una ceja al ver al dios Legba, al menos esta vez me paso la botella de ron a la que le di un buen trago, algo me decía que iba a necesitarlo.
Escuché sus hastiadas palabras, algo socarrón por las veces que ya había muerto.
-Algo me dice que no sera la ultima vez que nos veamos -respondí devolviendole la botella ladeando la sonrisa.
Era cierto, junto a mi bruja era difícil vivir una vida de paz, el caos, la oscuridad nos acechaba con cada paso que dábamos, pero pese a eso, yo la amaba y cumpliría mi promesa, esa hecha a la madre de protegerla.
Una patada en el trasero me devolvió al mundo de los vivos.
Abrí los ojos, mi bruja me acunaba entre ss brazos. Sus verdes se hundieron en mis brumas, ladeé la sonrisa, ahora si, buscando sus labios necesitado.
-Giuliana, antes de que abras la boca, necesito unas vacaciones..¿que me dices si nos tomamos una buena botella, velas, una cena y dejamos de morirnos al menos por un día?
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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Re: La Tempestad. (+18)
¿Y encima le estaba gritando? podía entender que estuviera molesto por lo que hizo al suicidarse para matar al rey Rannulf, pero que la acusara de enredarse con el impostor... cómo si ella pudiera saberlo!! la culpa la tenían los hechiceros y las oráculos del rey, que habían conjurado a saber qué y los habían confundido al regresar de la muerte.
Ella no tenía ganas de discutir, así que sólo le lanzó varias miradas furibundas. Estaba harta de tanta muerte y resurrección, de tantas pruebas, de tantos retos titánicos a superar. Vale que el mundo estuviera contra ellos, que la suerte estuviera contra elos, que hasta el maldito panteón divino estuviera contra ellos...pero no podía soportar que Ulf también la increpase.
La prioridad era el hechizo, necesitaba que el lobo regresase a su cuerpo, y así lo hizo. Cuando despertó entre sus brazos y le dijo que necesitaba una vacaciones, suspiró hondamente y acarició su mejilla con la manos manchadas de sangre todavía, apoyó su frente contra la de Ulf y murmuró.
— me parece el mejor plan que he escuchado jamás... nada de morirse, nada de líos, batallas ni cambios de cuerpo...sólos tú y yo, por lo menos unos días. Pero tengo que acabar algo.
Soltó a Ulf despacio, que ya estaba curado y la herida cerrada, y recogió la espada que estaba en el suelo. Se giró hacia el impostor que la miró y empezó a entender lo que estaba a punto de pasar.
— Eh! no, no! no lo hagas! yo sólo seguía órdenes de mi rey, me obligaron!! si no lo hacía mataría a mi familia...
La bruja avanzó un paso agarrando la espada con ambas manos, cerrando los dedos alrededor de la empuñadura. Su gesto era impasible, el ceño estaba ligeramente fruncido, en su cara la determinación de quien necesita justicia y la va a consumar.
— Las elecciones siempre derivan en consecuencias... podrías haber elegido contármelo, podrías haber elegido hacer las cosas bien, pero no...elegiste la muerte. Y te aseguro que tú no vas a volver, de eso me he encargado yo.
— Me la he follado!! me lo pidió ella porque es una zorra que se vende a cualquiera!!..— el impostor empezó a farfullar mirando a Ulf, sólo por hacer daño, por morir matando ahora que veía que su sino se acercaba.
Giluana se cortó la palma de la mano con el filo de la espada y la apoyó sobre uno de los sellos dibujados en el suelo, que se tiñó de carmesí. Su alma sería reclamada de inmediato por los Loa, nadie podría entrometerse porque estaba juzgado y condenado.
La bruja levantó la espada con ambas manos y se abalanzó con toda su fuerza contra el impostor hundiéndola en su pecho a la altura del corazón. Tuvo que emplear toda su fuerza y su propia inercia porque jamás había enarbolado un arma y no sabía cuánta necesitaría, así que fue con toda. El metal se hundió y traspasó la caja torácica emergiendo por la espalda. La sangre le salpicó la cara pero no se inmutó, tan sólo cerró los ojos para que no le entrase dentro. El cuerpo cayó hacia un lado con los ojos casi saliendose de las órbitas por la sorpresa. Escupió sobre él con todo el asco que le producía.
— Que tengas buen viaje al foso.
Se apartó del cuerpo y se sentó un instante sobre la cama, respirando despacio, reaordenando las ideas, expulsando la angustia de ver muerto a Ulf de nuevo. Acababa de entrar en el modo automático donde su cabeza prefería no pensar más que en las cosas inmediatas: sacar el cuerpo, limpiar la sangre, curar las otras heridas de Ulf y su propia mano, quizás cenar algo y dormir tres días seguidos.
Ella no tenía ganas de discutir, así que sólo le lanzó varias miradas furibundas. Estaba harta de tanta muerte y resurrección, de tantas pruebas, de tantos retos titánicos a superar. Vale que el mundo estuviera contra ellos, que la suerte estuviera contra elos, que hasta el maldito panteón divino estuviera contra ellos...pero no podía soportar que Ulf también la increpase.
La prioridad era el hechizo, necesitaba que el lobo regresase a su cuerpo, y así lo hizo. Cuando despertó entre sus brazos y le dijo que necesitaba una vacaciones, suspiró hondamente y acarició su mejilla con la manos manchadas de sangre todavía, apoyó su frente contra la de Ulf y murmuró.
— me parece el mejor plan que he escuchado jamás... nada de morirse, nada de líos, batallas ni cambios de cuerpo...sólos tú y yo, por lo menos unos días. Pero tengo que acabar algo.
Soltó a Ulf despacio, que ya estaba curado y la herida cerrada, y recogió la espada que estaba en el suelo. Se giró hacia el impostor que la miró y empezó a entender lo que estaba a punto de pasar.
— Eh! no, no! no lo hagas! yo sólo seguía órdenes de mi rey, me obligaron!! si no lo hacía mataría a mi familia...
La bruja avanzó un paso agarrando la espada con ambas manos, cerrando los dedos alrededor de la empuñadura. Su gesto era impasible, el ceño estaba ligeramente fruncido, en su cara la determinación de quien necesita justicia y la va a consumar.
— Las elecciones siempre derivan en consecuencias... podrías haber elegido contármelo, podrías haber elegido hacer las cosas bien, pero no...elegiste la muerte. Y te aseguro que tú no vas a volver, de eso me he encargado yo.
— Me la he follado!! me lo pidió ella porque es una zorra que se vende a cualquiera!!..— el impostor empezó a farfullar mirando a Ulf, sólo por hacer daño, por morir matando ahora que veía que su sino se acercaba.
Giluana se cortó la palma de la mano con el filo de la espada y la apoyó sobre uno de los sellos dibujados en el suelo, que se tiñó de carmesí. Su alma sería reclamada de inmediato por los Loa, nadie podría entrometerse porque estaba juzgado y condenado.
La bruja levantó la espada con ambas manos y se abalanzó con toda su fuerza contra el impostor hundiéndola en su pecho a la altura del corazón. Tuvo que emplear toda su fuerza y su propia inercia porque jamás había enarbolado un arma y no sabía cuánta necesitaría, así que fue con toda. El metal se hundió y traspasó la caja torácica emergiendo por la espalda. La sangre le salpicó la cara pero no se inmutó, tan sólo cerró los ojos para que no le entrase dentro. El cuerpo cayó hacia un lado con los ojos casi saliendose de las órbitas por la sorpresa. Escupió sobre él con todo el asco que le producía.
— Que tengas buen viaje al foso.
Se apartó del cuerpo y se sentó un instante sobre la cama, respirando despacio, reaordenando las ideas, expulsando la angustia de ver muerto a Ulf de nuevo. Acababa de entrar en el modo automático donde su cabeza prefería no pensar más que en las cosas inmediatas: sacar el cuerpo, limpiar la sangre, curar las otras heridas de Ulf y su propia mano, quizás cenar algo y dormir tres días seguidos.
Última edición por Giuliana Mordrake el Miér Mayo 17, 2017 4:22 pm, editado 1 vez
Giuliana Mordrake- Hechicero Clase Media
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Re: La Tempestad. (+18)
La frente de Giuliana se apoyó con suavidad en la mía, dedos que recorrieron lentos mis mejillas llenándolas de caricias.
Sus labios aseguraron que ese era el mejor plan que había oído en mucho tiempo, sinceramente necesitaba una noche con ella, solos, para hablar, reír, habíamos pasado mucho, desde mirar de frente a la parca, a ir al inframundo a buscarla, ahora necesitaba solo paz.
Se separó de mi pese a ese gruñido que emití cuando me dejo vació de ella, aun me costaba un poco incorporarme, era como si mi cuerpo al haber estado tanto tiempo lejos de mi alma tuvieran que reencontrarse.
Me senté siguiendo con la mirada a la bruja que ahora se dirigía al traidor con una espada en la mano seguramente presa del odio y lista para cobrarse su venganza una que juraba por Odin no iba a prohibirle.
Mancho su mano de carmesí para marcar unas runas del suelo que pronto resplandecieron.
El muy cobarde sabia que su final había llegado, primero suplico , pero al descubrir que de nada le valdría ese acto, murió matando y dejándome claro que se la había follado.
Rugí alzándome de golpe, quería deshollinarlo, desmembrarlo, cortarle la piel a tiras, pero fue Giuliana la que se me adelantó hundiendo la espada en el pecho de ese hijo de puta.
Ella se alejó para sentarse en una cama, lejos de mi cuerpo, de mi presencia, no era así exactamente le reencuentro que tantas veces me imaginé en la maldita mazmorra donde las oráculos me tenían preso.
-¿Que pasa bruja? -gruñí molesto por su falta de pasión conmigo -al parecer el impostor se ha llevado consigo tus ganas de abrirte de piernas.
Estaba cabreado, las palabras no eran las adecuadas, pero yo era así, no media cuando la rabia me invadía y ahora mismo todo yo era un cúmulo de odio.
Odio hacia el rey que había enviado a otro hombre para hacerse pasar por mi y robármela, odio al muerto que tenia frente a mi por haber osado tocarla, a mi mismo por habérselo permitido y a ella porque no se dio cuenta de que ese hombre no era yo.
Rugí dándome la vuelta si no quería mi compañía, no la tendría, ademas de que la idea de salir a relajarme era la mas correcta dado mi estado.
Tomé una botella al pasar por la cocina y junto a ella me perdí en el cementerio donde un día la conocí a ella.
Sus labios aseguraron que ese era el mejor plan que había oído en mucho tiempo, sinceramente necesitaba una noche con ella, solos, para hablar, reír, habíamos pasado mucho, desde mirar de frente a la parca, a ir al inframundo a buscarla, ahora necesitaba solo paz.
Se separó de mi pese a ese gruñido que emití cuando me dejo vació de ella, aun me costaba un poco incorporarme, era como si mi cuerpo al haber estado tanto tiempo lejos de mi alma tuvieran que reencontrarse.
Me senté siguiendo con la mirada a la bruja que ahora se dirigía al traidor con una espada en la mano seguramente presa del odio y lista para cobrarse su venganza una que juraba por Odin no iba a prohibirle.
Mancho su mano de carmesí para marcar unas runas del suelo que pronto resplandecieron.
El muy cobarde sabia que su final había llegado, primero suplico , pero al descubrir que de nada le valdría ese acto, murió matando y dejándome claro que se la había follado.
Rugí alzándome de golpe, quería deshollinarlo, desmembrarlo, cortarle la piel a tiras, pero fue Giuliana la que se me adelantó hundiendo la espada en el pecho de ese hijo de puta.
Ella se alejó para sentarse en una cama, lejos de mi cuerpo, de mi presencia, no era así exactamente le reencuentro que tantas veces me imaginé en la maldita mazmorra donde las oráculos me tenían preso.
-¿Que pasa bruja? -gruñí molesto por su falta de pasión conmigo -al parecer el impostor se ha llevado consigo tus ganas de abrirte de piernas.
Estaba cabreado, las palabras no eran las adecuadas, pero yo era así, no media cuando la rabia me invadía y ahora mismo todo yo era un cúmulo de odio.
Odio hacia el rey que había enviado a otro hombre para hacerse pasar por mi y robármela, odio al muerto que tenia frente a mi por haber osado tocarla, a mi mismo por habérselo permitido y a ella porque no se dio cuenta de que ese hombre no era yo.
Rugí dándome la vuelta si no quería mi compañía, no la tendría, ademas de que la idea de salir a relajarme era la mas correcta dado mi estado.
Tomé una botella al pasar por la cocina y junto a ella me perdí en el cementerio donde un día la conocí a ella.
Ulf Tollak- Cambiante Clase Alta
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