AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
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Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
El leve aire que se alzaba en aquella tarde movía y agitaba mí pelo como una cascada que bailaba su propia danza, el sonido de un arma cayendo al suelo sobre la hierba del lugar, un golpe que venía procedente de la derecha y que esquivé agachándome con agilidad, el sonido de un jadeo por el esfuerzo, respiración contenida y controlada buscando un punto débil donde atacar y derribar al contrario. Un golpe bajo hacia la zona de mis pies que busca desestabilizarme por completo, pero no lo permito. Ruedo hacia un lado sin vacilar en mis movimientos alejándome del adversario, tenía que pensar con rapidez antes de que perdiera la pelea. ¿Perder? ¡Já! Esa palabra no estaba en mí diccionario y no la utilizaría nunca. Un gruñido procedente de mis espaldas advirtiéndome de que a mí contrincante no le había gustado nada que hubiera escapado, sonreí de lado encontrándome en el camino mientras rodaba la daga que me había hecho soltar con un golpe, desarmándome.
Ahora tenía una daga que utilizar y podía sentir los ojos puestos en los míos, el sudor perlaba mí frente y mí pecho subía y bajaba de forma controlada, respiración que tenía bajo control, situación que así también estaba. Una sonrisa socarrona y burlesca apareció en mis labios y alenté con mi mano a mí adversario a que se acercara para luchar contra mí, preparada para acabar con aquello y proclamarme vencedora, porque no está en mí perder y no pensaba permitirlo. Se acercó con rapidez hacia mí dirección, yo levanté la daga y me puse en posición de ataque dispuesta a dar el último asalto.
Se lanzó sobre mí y paré el primer golpe con el antebrazo, eché hacia atrás el cuerpo para que el puño no diera en mí rostro y giré asestándole un golpe en el costado que lo dejó durante unos segundos sin respiración, no se dio por vencido tampoco y volvió a arremeter esa vez sacando la daga que también portaba. Cruce de estas en las que el sonido metálico era lo único que se oía, una patada en mí dirección que a duras penas paré, y que se sirvió para derribar al contrincante lanzándolo al suelo, pero antes de que pudiera rematar se levantó con agilidad e intenté darle una patada baja para que se cayera pero saltó y la esquivó girándose para encararme.
Lanzó la daga de forma imprevista y como acto reflejo moví la mano para esquivarla de mí camino haciendo a un lado el cuerpo, momento que aprovechó para lanzarse sobre mí y hacer que cayera al suelo, su cuerpo sobre el mío, sus manos intentando desarmarme y buscar mí cuello para dejarme sin respiración. Colé un pie por debajo de su cuerpo hasta llegar a su pecho, le di un golpe fuerte con el codo en el rostro y aproveché eso para cogiéndolo del cuello de la camisa lanzarlo hacia atrás donde me puse encima, mí rodilla presionando su pecho y su brazo atrapado en una llave que le imposibilitaba moverse. Por si aquello no fuera suficiente, la daga en su cuello en una clara victoria. Mis ojos puestos sobre los suyos, el pelo que caía hacia un lado cubriendo una parte de mí rostro y que caía sobre él, enmarcándolo. Nuestras respiraciones chocando la una con la otra, podía sentir la calidez de esta dando contra mis labios, que me hizo entreabrirlos de forma inconsciente mientras seguía inmovilizado y ya derrotado en aquella batalla.
-¡Vale, vale! Tú ganas–sonreí de lado guardando la daga en el cinto que llevaba y levantándome para espolsar la ropa de entrenamiento que llevaba mientras Mathew, mí maestro, se levantaba llevando una de sus manos al brazo con un claro gesto de dolor- Hoy estás particularmente agresiva –mis ojos lo miraron de lado sin comentarle nada al respecto. Oh, ¿de verdad? Vaya, no sabía cómo se había fijado de ello. Sí, había descargado con él la furia y la frustración que llevaba encima imaginándome que era otra persona a la que atacaba- ¿Qué te han hecho esta vez, pequeña? –Preguntó recogiendo la daga que se había estrellado contra uno de los troncos donde ensayábamos la puntería y no contesté- ¿No me lo piensas decir? Acabo de recibir una paliza y soy tú maestro, debería de castigarte por ello–reí de forma irónica y me giré para mirarlo, cruzándome de brazos.
-O querrás decir que deberías de felicitarme por haber superado al maestro –él hizo una mueca divertida y se encogió de hombros- Mí padre quiere que vaya a una fiesta que realiza no sé quién porque está buscando una esposa –hice un gesto con la cara en desacuerdo total-será muy poco agraciado, o más bien nada –acoté mientras él me miraba- si tiene que hacer una fiesta para buscar esposa… pobre desgraciado–terminé mientras él negaba con la cabeza y se acercaba a donde estaba para recoger todo.
-¿Y cuál es el problema Dan? –Dan, siempre me llamaba así acortando mí nombre, lo miré sin pensar por un segundo que habría preguntado tal cosa.
-¿Qué cuál es el problema? ¡Qué mí padre quiere casarme! –Él solo se rió haciendo que me sacara de mis casillas tal hecho y me miró con ojos divertidos.
-Ya es hora de que sientes la cabeza y quién sabe, quizás hasta ese hombre te entra en buena vereda –comentó alejándose hacia la casa, cogí una piedra del suelo y se la tiré dándole en la espalda mientras él se reía divertido por verme de esa forma. No había manera alguna de que me casara y menos con un hombre que tenía que buscar esposa mediante una fiesta, acudiría y en cuanto pudiera escabullirme de la fiesta me iría a cazar dejando allí a mí padre y a aquel hombre con su particular búsqueda. Entré en la casa y observé a Mathew de espaldas guardando las cosas, era más mayor que yo y estaba en la treintena ya, en casi mitad de esta, aun así no había perdido su atractivo y que fue el que me hizo sentir un amor platónico cuando era niña con diez años y me salvó de aquel vampiro, aunque comprendí que me seguía viendo como esa niña y mis tonterías de niñez se quedaron en un recuerdo y en el olvido. Ahora solo sentía admiración y aprecio por ese hombre, aunque no negaba que ante mis ojos me hiciera sentir algo más y que se llamaba “lujuria”, pero él jamás me vería con esos ojos, los cuales ahora se fijaban en mí con una sonrisa de diversión en sus labios que de niña deseé besar más de una vez, cruzándose de brazos sobre el pecho- Venga, deberías de irte para que te prepares para la fiesta. Mañana me puedes contar qué tal te fue y si era tan agraciado o no como pensabas –se acercó dejando un beso en mí frente como si fuera una niña y me alentó a que me fuera, lo miré de mala manera y le hice un gesto obsceno que lo hizo reírse antes de alejarme y montar al caballo que había cogido para ir a entrenar, en una cabaña en mitad del bosque y volver a la mansión, para cuando llegué las doncellas y sobre todo aquella que era de mí total confianza ya tenían todo preparado para adecentarme, con un vestido que quise romper en cuanto lo vi sobre la cama.
Ahora tenía una daga que utilizar y podía sentir los ojos puestos en los míos, el sudor perlaba mí frente y mí pecho subía y bajaba de forma controlada, respiración que tenía bajo control, situación que así también estaba. Una sonrisa socarrona y burlesca apareció en mis labios y alenté con mi mano a mí adversario a que se acercara para luchar contra mí, preparada para acabar con aquello y proclamarme vencedora, porque no está en mí perder y no pensaba permitirlo. Se acercó con rapidez hacia mí dirección, yo levanté la daga y me puse en posición de ataque dispuesta a dar el último asalto.
Se lanzó sobre mí y paré el primer golpe con el antebrazo, eché hacia atrás el cuerpo para que el puño no diera en mí rostro y giré asestándole un golpe en el costado que lo dejó durante unos segundos sin respiración, no se dio por vencido tampoco y volvió a arremeter esa vez sacando la daga que también portaba. Cruce de estas en las que el sonido metálico era lo único que se oía, una patada en mí dirección que a duras penas paré, y que se sirvió para derribar al contrincante lanzándolo al suelo, pero antes de que pudiera rematar se levantó con agilidad e intenté darle una patada baja para que se cayera pero saltó y la esquivó girándose para encararme.
Lanzó la daga de forma imprevista y como acto reflejo moví la mano para esquivarla de mí camino haciendo a un lado el cuerpo, momento que aprovechó para lanzarse sobre mí y hacer que cayera al suelo, su cuerpo sobre el mío, sus manos intentando desarmarme y buscar mí cuello para dejarme sin respiración. Colé un pie por debajo de su cuerpo hasta llegar a su pecho, le di un golpe fuerte con el codo en el rostro y aproveché eso para cogiéndolo del cuello de la camisa lanzarlo hacia atrás donde me puse encima, mí rodilla presionando su pecho y su brazo atrapado en una llave que le imposibilitaba moverse. Por si aquello no fuera suficiente, la daga en su cuello en una clara victoria. Mis ojos puestos sobre los suyos, el pelo que caía hacia un lado cubriendo una parte de mí rostro y que caía sobre él, enmarcándolo. Nuestras respiraciones chocando la una con la otra, podía sentir la calidez de esta dando contra mis labios, que me hizo entreabrirlos de forma inconsciente mientras seguía inmovilizado y ya derrotado en aquella batalla.
-¡Vale, vale! Tú ganas–sonreí de lado guardando la daga en el cinto que llevaba y levantándome para espolsar la ropa de entrenamiento que llevaba mientras Mathew, mí maestro, se levantaba llevando una de sus manos al brazo con un claro gesto de dolor- Hoy estás particularmente agresiva –mis ojos lo miraron de lado sin comentarle nada al respecto. Oh, ¿de verdad? Vaya, no sabía cómo se había fijado de ello. Sí, había descargado con él la furia y la frustración que llevaba encima imaginándome que era otra persona a la que atacaba- ¿Qué te han hecho esta vez, pequeña? –Preguntó recogiendo la daga que se había estrellado contra uno de los troncos donde ensayábamos la puntería y no contesté- ¿No me lo piensas decir? Acabo de recibir una paliza y soy tú maestro, debería de castigarte por ello–reí de forma irónica y me giré para mirarlo, cruzándome de brazos.
-O querrás decir que deberías de felicitarme por haber superado al maestro –él hizo una mueca divertida y se encogió de hombros- Mí padre quiere que vaya a una fiesta que realiza no sé quién porque está buscando una esposa –hice un gesto con la cara en desacuerdo total-será muy poco agraciado, o más bien nada –acoté mientras él me miraba- si tiene que hacer una fiesta para buscar esposa… pobre desgraciado–terminé mientras él negaba con la cabeza y se acercaba a donde estaba para recoger todo.
-¿Y cuál es el problema Dan? –Dan, siempre me llamaba así acortando mí nombre, lo miré sin pensar por un segundo que habría preguntado tal cosa.
-¿Qué cuál es el problema? ¡Qué mí padre quiere casarme! –Él solo se rió haciendo que me sacara de mis casillas tal hecho y me miró con ojos divertidos.
-Ya es hora de que sientes la cabeza y quién sabe, quizás hasta ese hombre te entra en buena vereda –comentó alejándose hacia la casa, cogí una piedra del suelo y se la tiré dándole en la espalda mientras él se reía divertido por verme de esa forma. No había manera alguna de que me casara y menos con un hombre que tenía que buscar esposa mediante una fiesta, acudiría y en cuanto pudiera escabullirme de la fiesta me iría a cazar dejando allí a mí padre y a aquel hombre con su particular búsqueda. Entré en la casa y observé a Mathew de espaldas guardando las cosas, era más mayor que yo y estaba en la treintena ya, en casi mitad de esta, aun así no había perdido su atractivo y que fue el que me hizo sentir un amor platónico cuando era niña con diez años y me salvó de aquel vampiro, aunque comprendí que me seguía viendo como esa niña y mis tonterías de niñez se quedaron en un recuerdo y en el olvido. Ahora solo sentía admiración y aprecio por ese hombre, aunque no negaba que ante mis ojos me hiciera sentir algo más y que se llamaba “lujuria”, pero él jamás me vería con esos ojos, los cuales ahora se fijaban en mí con una sonrisa de diversión en sus labios que de niña deseé besar más de una vez, cruzándose de brazos sobre el pecho- Venga, deberías de irte para que te prepares para la fiesta. Mañana me puedes contar qué tal te fue y si era tan agraciado o no como pensabas –se acercó dejando un beso en mí frente como si fuera una niña y me alentó a que me fuera, lo miré de mala manera y le hice un gesto obsceno que lo hizo reírse antes de alejarme y montar al caballo que había cogido para ir a entrenar, en una cabaña en mitad del bosque y volver a la mansión, para cuando llegué las doncellas y sobre todo aquella que era de mí total confianza ya tenían todo preparado para adecentarme, con un vestido que quise romper en cuanto lo vi sobre la cama.
Última edición por Danerys Garnert el Vie Mayo 19, 2017 11:01 am, editado 2 veces
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Aquella noche no había escatimado en gastos, el Palacio Royan estaba siendo engalanado para el evento mas importante que se había celebrado en París desde hacia ya mucho tiempo, la búsqueda de una dócil esposa que lograra darme el renombre que necesitaba después de haber estado fuera de circulación durante todo mi largo encierro.
Desde luego le acuerdo seria mas que beneficioso para aquella familia que lograra que yo desposara a su hija. No tendrían que preocuparse por los problemas económicos de pudieran tener adquiridos, yo solucionaría con mi gran patrimonio ese problema, solo necesitaba un gran apellido que me ligara a la clase aristócrata.
Me alcé del lecho apartando a las furcias con las que me había enredado la noche anterior, a decir verdad, nada me saciaba, la desidia se había apoderado de mi vida, una en la que no sentía emociones, nada me recordaba como antaño lo que era estar vivo y el aburrimiento me devoraba por dentro como su vil sentimiento.
La tina con sus calmas aguas acogieron mi cuerpo, allí sumergido mi menté sobrevoló en el tiempo, uno en el que la muerte era parte de la vida, donde los depredadores no nos escondíamos como ratas y donde la guerra se encontraba devastando el mundo andarás por donde andarás.
Hoy todo era politiqueo, negocios y soporíferos bailes de salón donde las mujeres sonreían dispuestas a complacerte y los hombres a adularte.
Frente al espejo me acomodé la corbata, el traje negro me quedaba como un guante, hecho a medida por le mejor sastre de París, lucia elegante para esa ocasión que si no consideraba excesivamente importante, si significaría mi vuelta a la gran sociedad.
Perfumé ligeramente apenas con unas gotas mi cuello, atravesé los lúgubres pasillo de mi mansión rumbo al carro que me esperaba fuera ya listo por el cochero.
Una vez me acomodé en el mullido asiento de piel roja, golpeé la parte alta del techo con el bastón para que este emprendiera su camino rumbo a la dirección dispuesta.
Cuando me adentré en la fiesta todas las miradas se posaron sobre mi persona, las damas me sonreían regalándome infinitas reverencias. Algunas tímidas eran presentadas por sus padres, ofreciendomelas como carnaza mientras me contaban sus virtudes.
Otras por el contrario tomaban la iniciativa y ellas mismas me pedían un baile que bien aprovechaban para rozar mi entrepierna prometiéndome en el oído noches de lujuria sin tregua.
Me limité a sonreír a unas y otras, al final de la noche haría mi elección, no había que precipitarse, a fin de cunetas, aquella mujer se convertiría en mi eterna esclava, quiero decir mujer.
Ladeé la sonrisa frente a mis propios pensamientos, siendo detenido en mi paso por un hombre de mediana edad que llevaba pendida del brazo a una dama de cabellos azabache, ligeramente ondulados y con una cara de estar aburriéndose en ese lugar tanto o mas que el propio anfitrión.
Mis ojos se perdieron de inmediato en el gesto de desagrado de la dama, el padre trataba de excusarla frente a mi, alegando que era rebelde como su madre, pero que una vez se desposara sentaría la cabeza y se comportaría como la digna mujer que esperaba, llenando nuestro hogar de fuertes hijos.
-¿Deseáis una copa madam? -pregunté hundiendo mi parda mirada en ella.
Negó, al parecer ni eso me pensaba aceptar.
El corazón del padre latía desaforado, nervioso por ser incapaz de controlar a la fiera que portaba del brazo.
Me suplico un momento de audiencia, dejando a su hija atrás para contarme los serios problemas económicos que atravesaba, lo sumamente importante que era para el este enlace pues de no producirse perdería su hacienda y con el, todo el trabajo de una vida Me aseguraba que su nombre era importante en París, bien visto, mas que los prestamistas lo habían arruinado ,tenia deudas que no era capaz de afrontar.
Juró que su hija se comportaría, que seria una buena esposa, mas que ella desconocía la grave situación que atravesaba su familia y que por ese motivo no se mostraba mas dispuesta.
-¿Me aceptaría un baile? -le pregunté tendiéndole la mano cuando la música empezó a sonar, mi sonrisa arrogante se perdió en su mirada parda.
Desde luego le acuerdo seria mas que beneficioso para aquella familia que lograra que yo desposara a su hija. No tendrían que preocuparse por los problemas económicos de pudieran tener adquiridos, yo solucionaría con mi gran patrimonio ese problema, solo necesitaba un gran apellido que me ligara a la clase aristócrata.
Me alcé del lecho apartando a las furcias con las que me había enredado la noche anterior, a decir verdad, nada me saciaba, la desidia se había apoderado de mi vida, una en la que no sentía emociones, nada me recordaba como antaño lo que era estar vivo y el aburrimiento me devoraba por dentro como su vil sentimiento.
La tina con sus calmas aguas acogieron mi cuerpo, allí sumergido mi menté sobrevoló en el tiempo, uno en el que la muerte era parte de la vida, donde los depredadores no nos escondíamos como ratas y donde la guerra se encontraba devastando el mundo andarás por donde andarás.
Hoy todo era politiqueo, negocios y soporíferos bailes de salón donde las mujeres sonreían dispuestas a complacerte y los hombres a adularte.
Frente al espejo me acomodé la corbata, el traje negro me quedaba como un guante, hecho a medida por le mejor sastre de París, lucia elegante para esa ocasión que si no consideraba excesivamente importante, si significaría mi vuelta a la gran sociedad.
Perfumé ligeramente apenas con unas gotas mi cuello, atravesé los lúgubres pasillo de mi mansión rumbo al carro que me esperaba fuera ya listo por el cochero.
Una vez me acomodé en el mullido asiento de piel roja, golpeé la parte alta del techo con el bastón para que este emprendiera su camino rumbo a la dirección dispuesta.
Cuando me adentré en la fiesta todas las miradas se posaron sobre mi persona, las damas me sonreían regalándome infinitas reverencias. Algunas tímidas eran presentadas por sus padres, ofreciendomelas como carnaza mientras me contaban sus virtudes.
Otras por el contrario tomaban la iniciativa y ellas mismas me pedían un baile que bien aprovechaban para rozar mi entrepierna prometiéndome en el oído noches de lujuria sin tregua.
Me limité a sonreír a unas y otras, al final de la noche haría mi elección, no había que precipitarse, a fin de cunetas, aquella mujer se convertiría en mi eterna esclava, quiero decir mujer.
Ladeé la sonrisa frente a mis propios pensamientos, siendo detenido en mi paso por un hombre de mediana edad que llevaba pendida del brazo a una dama de cabellos azabache, ligeramente ondulados y con una cara de estar aburriéndose en ese lugar tanto o mas que el propio anfitrión.
Mis ojos se perdieron de inmediato en el gesto de desagrado de la dama, el padre trataba de excusarla frente a mi, alegando que era rebelde como su madre, pero que una vez se desposara sentaría la cabeza y se comportaría como la digna mujer que esperaba, llenando nuestro hogar de fuertes hijos.
-¿Deseáis una copa madam? -pregunté hundiendo mi parda mirada en ella.
Negó, al parecer ni eso me pensaba aceptar.
El corazón del padre latía desaforado, nervioso por ser incapaz de controlar a la fiera que portaba del brazo.
Me suplico un momento de audiencia, dejando a su hija atrás para contarme los serios problemas económicos que atravesaba, lo sumamente importante que era para el este enlace pues de no producirse perdería su hacienda y con el, todo el trabajo de una vida Me aseguraba que su nombre era importante en París, bien visto, mas que los prestamistas lo habían arruinado ,tenia deudas que no era capaz de afrontar.
Juró que su hija se comportaría, que seria una buena esposa, mas que ella desconocía la grave situación que atravesaba su familia y que por ese motivo no se mostraba mas dispuesta.
-¿Me aceptaría un baile? -le pregunté tendiéndole la mano cuando la música empezó a sonar, mi sonrisa arrogante se perdió en su mirada parda.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Cuando llegué a la mansión todo estaba listo y preparado para comenzar a arreglarme para asistir al baile y la fiesta de aquel hombre que había invitado seguramente a la más alta sociedad de París. Rodé los ojos mientras Mina, la doncella de mi confianza y que era la única sabedora de que cazaba por las noches me regañó al decirme que llegaba tarde y que mí padre estaba esperando bajo para ir al baile. Mejor si llegábamos tarde, así quizás hubiera elegido esposa y podría librarme de aquella tediosa fiesta que ya odiaba sin haber estado presente. Mina me ayudó con un traje lila y negro que se ajustaba a mí cuerpo y a cada curva de este, sentía mí pecho presionado por el corsé y aunque tuve ganas de arrancarlo ella me miró con una mirada de advertencia, sabiendo que odiaba aquel tipo de vestidos.
Me hizo un semi recogido para dejar mi rostro más a la vista y no escondido entre los mechones sueltos como siempre llevaba, me maquilló pese a mí negación y colocó una joya negra y roja en mí cuello que destacaba con el vestido, me perfumó terminando así de arreglarme y me miró con una sonrisa satisfecha por el resultado. En cambio yo me miraba en el espejo y odié lo que veía, no me gustaban los vestidos ni aquellas fiestas donde todo era excéntrico y extravagante, pomposo a más no poder y donde la falsedad y la hipocresía se juntaban. Quise arrancarme el vestido sintiéndome como un maniquí al que le colocan un vestido para exponerse, pero antes de pudiera hacer nada Mina ya estaba anunciando que bajaba, en ese breve momento saqué de debajo de la cama que tenía pegado bajo esta un par de dagas que guardé enfundadas en mis muslos y que el vestido taparía a la perfección… no iba a quedarme mucho tiempo en esa estúpida fiesta.
Media hora más tarde mi padre me ayudaba a bajar del carruaje donde al parecer la fiesta aún no había empezado, otras jóvenes acompañadas por sus padres entraban con emoción al recinto y pensé cómo podrían estar tan entusiasmadas cuando iban a ser mera mercancía, como si fueran carnaza para una presa. Al parecer era la única que no se alegraba de estar allí y ya mi padre me dio un codazo para que cambiara la cara, debía de ponerme de nuevo esa máscara ante la sociedad parisina en la que era la hija modélica de aquel hombre, una digna de la alta sociedad.
Entramos hasta llegar a la enorme sala donde la gente se congregaba y estaba todo engalanado para la fiesta que todavía no había empezado, pero que pronto lo hizo cuando aquel hombre hizo aparición donde todas las miradas se fijaron en él, la mía por el contrario ni siquiera le dio una mirada. Estaba pensando cuál era el modo más adecuado de salir de allí sin que mi padre lo notara en exceso, hablando con los demás caballeros que había en la sala con sus respectivas hijas, por fuera una sonrisa pintada en el rostro como hija modélica ante la sociedad que debía ser, por dentro mis pensamientos diferían mucho más de esa expresión que mostraba y en donde tenía ganas de salir a cazar y no de estar allí siendo exhibida. No entendía cómo las jóvenes se acercaban a él para decirles bailes y se rozaban en estos, desde la distancia podía ver que siempre atendía a cualquier joven que se acercara o bien por su propio pie, o bien su padre las presentaba.
Como iba a hacer ahora el mío, se disculpó amablemente con el hombre que estaba hablando y yo hice una pequeña referencia para ver que tiraba de mí aunque yo me negaba con todas mis fuerzas para intentar interceptar al hombre que había organizado el baile. Me apretó del brazo con un “Danerys” que dijo en voz baja y entre dientes para que me comportara hasta que llegamos al lado de aquel hombre. No oculté lo poco me gustaba aquella fiesta, lo que me aburría en ella y las ganas que tenía de salir de allí ahora que estábamos frente a él, quizás así consiguiera que se centrara en otras que querían llamar más su atención y pudiera escabullirme a cazar, era lo que más deseaba en ese momento. No puse la máscara como siempre hacía aunque eso a mí padre le escandalizó, hecho que le hizo pedir disculpas por mí comportamiento tan descarado y poco educado para una dama de mí clase. ¿Desposarme? ¿Hijos? Mi padre comenzaba a delirar y eso me hizo mirarlo de reojo sin ningunas ganas ante lo que decía.
Mis ojos subieron a los suyos ahora que se había dirigido directamente a mí y pude ver sus ojos con detenimiento, de un color azul verdoso que esperaba una contestación ante su pregunta y que yo rechacé de inmediato. “Deseo irme de aquí” fue lo que respondí para mí misma en ese momento, ante la consternación de mi padre ante el rechazo y negativa por mí parte frente a aquel hombre, algo que le hizo apretarme más del brazo unos segundos para luego pedir una audiencia con él a solas, algo que le concedió y que me dejó sola en aquella sala unos segundos. Ya tenía todo el plan trazado para irme tan sólo tenía que distraer a mí padre de alguna forma y podría escaparme de aquel lugar, de hecho di un paso para empezar con aquello cuando de nuevo aquel hombre apareció delante de mí, extendiéndome su mano preguntándome si le permitía un baile. Mi mirada pasó a mi padre que estaba detrás y que me rogaba con su cara que aceptara.
-¿Acaso me queda más opción, señor Black, que aceptar aunque no quiera? –No me molesté en disimular que no me apetecía para nada bailar con él, mientras las demás damas lo observaban de forma fija esperando tener su momento y seguramente deseando estar en mí lugar. Su sonrisa no me gustaba en absoluto y parecía haber algo oculto tras ella que desconocía por completo, y no tuve más opción que aceptar ya que la música había empezado y las miradas se centraban en nosotros. Tomé su mano a regañadientes y dejándole en claro que no quería para nada bailar con él en esos momentos, tomó mí cintura y comenzó a moverse mientras yo me limitaba solamente a dejarme llevar sin poner entusiasmo ninguno, sin mostrar las ganas que otras tendrían al estar en mí lugar- Podría bailar con alguien que sí quiera y desee hacerlo con usted –mis ojos se fijaron en los suyos, había algo en él que no terminaba de convencerme, algo que mi instinto me decía pero que no sabía lo que era- No sé qué le habrá dicho mi padre, señor Black, pero no tengo ninguna intención de casarme con usted –le dejé en claro aprovechando que ahora estábamos a solas frunciendo el ceño- así que en terminar el baile me soltará, le dirá a mí padre que no es lo que está buscando y al fin podré irme de esta tediosa, soporífera y aburrida fiesta –me dio un giro para de nuevo volver a estar de cara y puse mi mejor máscara ahora que la pieza terminaba y que todos podían vernos. Nos paramos cuando la música llegaba a su fin, hice una reverencia y mostré mí mejor sonrisa, la más falsa de todas las que había puesto en mí vida pero con mis ojos mostrándole que no había hablado en broma- Un placer, señor Black, espero que pueda invitarme a bailar de nuevo –dije en tono mordaz pero con una sonrisa ahora que mi padre estaba cerca, esperando poder librarme de todo aquello.
Me hizo un semi recogido para dejar mi rostro más a la vista y no escondido entre los mechones sueltos como siempre llevaba, me maquilló pese a mí negación y colocó una joya negra y roja en mí cuello que destacaba con el vestido, me perfumó terminando así de arreglarme y me miró con una sonrisa satisfecha por el resultado. En cambio yo me miraba en el espejo y odié lo que veía, no me gustaban los vestidos ni aquellas fiestas donde todo era excéntrico y extravagante, pomposo a más no poder y donde la falsedad y la hipocresía se juntaban. Quise arrancarme el vestido sintiéndome como un maniquí al que le colocan un vestido para exponerse, pero antes de pudiera hacer nada Mina ya estaba anunciando que bajaba, en ese breve momento saqué de debajo de la cama que tenía pegado bajo esta un par de dagas que guardé enfundadas en mis muslos y que el vestido taparía a la perfección… no iba a quedarme mucho tiempo en esa estúpida fiesta.
Media hora más tarde mi padre me ayudaba a bajar del carruaje donde al parecer la fiesta aún no había empezado, otras jóvenes acompañadas por sus padres entraban con emoción al recinto y pensé cómo podrían estar tan entusiasmadas cuando iban a ser mera mercancía, como si fueran carnaza para una presa. Al parecer era la única que no se alegraba de estar allí y ya mi padre me dio un codazo para que cambiara la cara, debía de ponerme de nuevo esa máscara ante la sociedad parisina en la que era la hija modélica de aquel hombre, una digna de la alta sociedad.
Entramos hasta llegar a la enorme sala donde la gente se congregaba y estaba todo engalanado para la fiesta que todavía no había empezado, pero que pronto lo hizo cuando aquel hombre hizo aparición donde todas las miradas se fijaron en él, la mía por el contrario ni siquiera le dio una mirada. Estaba pensando cuál era el modo más adecuado de salir de allí sin que mi padre lo notara en exceso, hablando con los demás caballeros que había en la sala con sus respectivas hijas, por fuera una sonrisa pintada en el rostro como hija modélica ante la sociedad que debía ser, por dentro mis pensamientos diferían mucho más de esa expresión que mostraba y en donde tenía ganas de salir a cazar y no de estar allí siendo exhibida. No entendía cómo las jóvenes se acercaban a él para decirles bailes y se rozaban en estos, desde la distancia podía ver que siempre atendía a cualquier joven que se acercara o bien por su propio pie, o bien su padre las presentaba.
Como iba a hacer ahora el mío, se disculpó amablemente con el hombre que estaba hablando y yo hice una pequeña referencia para ver que tiraba de mí aunque yo me negaba con todas mis fuerzas para intentar interceptar al hombre que había organizado el baile. Me apretó del brazo con un “Danerys” que dijo en voz baja y entre dientes para que me comportara hasta que llegamos al lado de aquel hombre. No oculté lo poco me gustaba aquella fiesta, lo que me aburría en ella y las ganas que tenía de salir de allí ahora que estábamos frente a él, quizás así consiguiera que se centrara en otras que querían llamar más su atención y pudiera escabullirme a cazar, era lo que más deseaba en ese momento. No puse la máscara como siempre hacía aunque eso a mí padre le escandalizó, hecho que le hizo pedir disculpas por mí comportamiento tan descarado y poco educado para una dama de mí clase. ¿Desposarme? ¿Hijos? Mi padre comenzaba a delirar y eso me hizo mirarlo de reojo sin ningunas ganas ante lo que decía.
Mis ojos subieron a los suyos ahora que se había dirigido directamente a mí y pude ver sus ojos con detenimiento, de un color azul verdoso que esperaba una contestación ante su pregunta y que yo rechacé de inmediato. “Deseo irme de aquí” fue lo que respondí para mí misma en ese momento, ante la consternación de mi padre ante el rechazo y negativa por mí parte frente a aquel hombre, algo que le hizo apretarme más del brazo unos segundos para luego pedir una audiencia con él a solas, algo que le concedió y que me dejó sola en aquella sala unos segundos. Ya tenía todo el plan trazado para irme tan sólo tenía que distraer a mí padre de alguna forma y podría escaparme de aquel lugar, de hecho di un paso para empezar con aquello cuando de nuevo aquel hombre apareció delante de mí, extendiéndome su mano preguntándome si le permitía un baile. Mi mirada pasó a mi padre que estaba detrás y que me rogaba con su cara que aceptara.
-¿Acaso me queda más opción, señor Black, que aceptar aunque no quiera? –No me molesté en disimular que no me apetecía para nada bailar con él, mientras las demás damas lo observaban de forma fija esperando tener su momento y seguramente deseando estar en mí lugar. Su sonrisa no me gustaba en absoluto y parecía haber algo oculto tras ella que desconocía por completo, y no tuve más opción que aceptar ya que la música había empezado y las miradas se centraban en nosotros. Tomé su mano a regañadientes y dejándole en claro que no quería para nada bailar con él en esos momentos, tomó mí cintura y comenzó a moverse mientras yo me limitaba solamente a dejarme llevar sin poner entusiasmo ninguno, sin mostrar las ganas que otras tendrían al estar en mí lugar- Podría bailar con alguien que sí quiera y desee hacerlo con usted –mis ojos se fijaron en los suyos, había algo en él que no terminaba de convencerme, algo que mi instinto me decía pero que no sabía lo que era- No sé qué le habrá dicho mi padre, señor Black, pero no tengo ninguna intención de casarme con usted –le dejé en claro aprovechando que ahora estábamos a solas frunciendo el ceño- así que en terminar el baile me soltará, le dirá a mí padre que no es lo que está buscando y al fin podré irme de esta tediosa, soporífera y aburrida fiesta –me dio un giro para de nuevo volver a estar de cara y puse mi mejor máscara ahora que la pieza terminaba y que todos podían vernos. Nos paramos cuando la música llegaba a su fin, hice una reverencia y mostré mí mejor sonrisa, la más falsa de todas las que había puesto en mí vida pero con mis ojos mostrándole que no había hablado en broma- Un placer, señor Black, espero que pueda invitarme a bailar de nuevo –dije en tono mordaz pero con una sonrisa ahora que mi padre estaba cerca, esperando poder librarme de todo aquello.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
No se esforzó un ápice en disimular las pocas o ningunas ganas que tenia de tomar mi mano y perderse en un delicado vals por la pista de baile.
Tampoco me esforcé yo en disimular que me importaba una mierda si le apetecía o no bailar.
En algo tenia razón ¿tenia otra opción? No, la respuesta es no. Nunca había otra opción cuando se trataba de mi y aunque eso ella aun no lo sabia iba a descubrirlo de la peor manera posible.
Escuché con una ladeada sonrisa como me mostraba su desacuerdo, como me dejaba bien claro que no se convertiría en mi mujer y por supuesto hasta se atrevió a decirme lo que tenia que hacer cuando la delicada pieza tocada por la mejor orquesta apuntara sus ultimas notas.
Ni una palabra escapó de mis labios hasta que esto ocurrió, la dama con sonrisa fingida soltó una frase con tono mordaz mientras su padre se orillaba lentamente hacia nosotros y yo tomaba su mano para depositar en esta un casto beso que cambiaría su sino para siempre.
-Por supuesto, a partir de ahora bailara conmigo un vals por toda la eternidad, espero que no le moleste que sea en el infierno -susurré contra su piel mostrando la mejor de mis sonrisas de forma cínica.
Su mirada se engarzó a la mía, como si acabará de descubrir al monstruo que tenia en frente, justo cuando llegó su padre y retiró la mano despacio de mi gélido contacto.
El tiempo se haba detenido para ambos, parecíamos estudiarnos, sabia que su cabeza trataba de asimilar si aquella frase era mera casualidad, mas algo me decía que sus instintos salvajes le advertían del problema de retarme.
-Tiene ciertamente una hija muy apasionada sr Garnert. No tiene idea de hasta que punto he disfrutado este baile, puede estar satisfecho, su hija ha hecho un gran papel esta noche.
Una reverencia basto para retirarme dejándolos solos a los dos, otras damas me reclamaban, bailes y mas bailes con mujeres que dóciles buscaban complacerme de mil formas distintas y así pasaba la noche con mi mirada oscurecida engarzada a la suya.
Estaba hambriento para esos momentos, demasiadas mujeres habían pasado ya por mis brazos, demasiados cuellos suculentos y cuerpos que por inercia pegaban a mi entrepierna esperando ser las elegidas para el último baile.
Necesité un momento de respiro, así que la balconada pronto acaparó mi atención y copa de champang en mano salí a aquel lugar para tomar una bocanada de aire que no necesitaba.
Mi sed no conocía parangón, así que distanciarme de esos raudos corazones palpitantes seria un alivio para mi razón.
No esperé que la indómita dama me siguiera, al parecer no contenta con mi palabras estaba dispuesta a pedirme explicaciones por ellas.
Ladeé la sonrisa contemplando sus tempestades, se avecinaba la tormenta, podía sentirla en su cuello y esa vena hinchada, en como su pecho subía y bajaba plagado de rabia.
-Muy apasionada señorita... -repetí aun a sabiendas que justo esa palabra era una de las que la habían llevado hasta allí.
-¿y bien? ¿deseáis una copa? -pregunte haciendo gala de mis modales y como no del cinismo que tan bien dominaba -quizás borracha os sea mas fácil asumir...que no sois vos si no yo, el único con potestad para decidir.
Tampoco me esforcé yo en disimular que me importaba una mierda si le apetecía o no bailar.
En algo tenia razón ¿tenia otra opción? No, la respuesta es no. Nunca había otra opción cuando se trataba de mi y aunque eso ella aun no lo sabia iba a descubrirlo de la peor manera posible.
Escuché con una ladeada sonrisa como me mostraba su desacuerdo, como me dejaba bien claro que no se convertiría en mi mujer y por supuesto hasta se atrevió a decirme lo que tenia que hacer cuando la delicada pieza tocada por la mejor orquesta apuntara sus ultimas notas.
Ni una palabra escapó de mis labios hasta que esto ocurrió, la dama con sonrisa fingida soltó una frase con tono mordaz mientras su padre se orillaba lentamente hacia nosotros y yo tomaba su mano para depositar en esta un casto beso que cambiaría su sino para siempre.
-Por supuesto, a partir de ahora bailara conmigo un vals por toda la eternidad, espero que no le moleste que sea en el infierno -susurré contra su piel mostrando la mejor de mis sonrisas de forma cínica.
Su mirada se engarzó a la mía, como si acabará de descubrir al monstruo que tenia en frente, justo cuando llegó su padre y retiró la mano despacio de mi gélido contacto.
El tiempo se haba detenido para ambos, parecíamos estudiarnos, sabia que su cabeza trataba de asimilar si aquella frase era mera casualidad, mas algo me decía que sus instintos salvajes le advertían del problema de retarme.
-Tiene ciertamente una hija muy apasionada sr Garnert. No tiene idea de hasta que punto he disfrutado este baile, puede estar satisfecho, su hija ha hecho un gran papel esta noche.
Una reverencia basto para retirarme dejándolos solos a los dos, otras damas me reclamaban, bailes y mas bailes con mujeres que dóciles buscaban complacerme de mil formas distintas y así pasaba la noche con mi mirada oscurecida engarzada a la suya.
Estaba hambriento para esos momentos, demasiadas mujeres habían pasado ya por mis brazos, demasiados cuellos suculentos y cuerpos que por inercia pegaban a mi entrepierna esperando ser las elegidas para el último baile.
Necesité un momento de respiro, así que la balconada pronto acaparó mi atención y copa de champang en mano salí a aquel lugar para tomar una bocanada de aire que no necesitaba.
Mi sed no conocía parangón, así que distanciarme de esos raudos corazones palpitantes seria un alivio para mi razón.
No esperé que la indómita dama me siguiera, al parecer no contenta con mi palabras estaba dispuesta a pedirme explicaciones por ellas.
Ladeé la sonrisa contemplando sus tempestades, se avecinaba la tormenta, podía sentirla en su cuello y esa vena hinchada, en como su pecho subía y bajaba plagado de rabia.
-Muy apasionada señorita... -repetí aun a sabiendas que justo esa palabra era una de las que la habían llevado hasta allí.
-¿y bien? ¿deseáis una copa? -pregunte haciendo gala de mis modales y como no del cinismo que tan bien dominaba -quizás borracha os sea mas fácil asumir...que no sois vos si no yo, el único con potestad para decidir.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Había algo que no me gustaba de aquel hombre mientras bailaba con él, quizá fuera la forma que tenía de mirar, el que no le importara en absoluto que no quisiera bailar con él… aunque eso le había parecido incluso divertido y que a mí me enervó sobre manera. Quizás fuera el hecho de que se había mantenido impasible durante todo el baile sin decirme nada, hasta que al final de este y cuando ya pensaba que el tormento se había acabado… su mano tomó la mía, depositando un beso que me hizo mirarlo como si quisiera matarlo por atreverse a hacer aquello delante de mí padre, que ahora andaba de forma más lenta como si quisiera concedernos más tiempo.
Pero, sobre todo, fueron sus palabras que destilaban algo oculto en ellas, y no solo eso… sino las palabras adecuadas dichas en ese tono, y de esa forma. Porque no pasaba por alto lo heladas que tenía las manos, ese aura oscura que aunque no podía ver como otros seres sí que podía notar y que no era la primera vez que percibía… un aura oscura que lo envolvía todo a su paso, como si con aquel traje quisiera enmascarar la bestia, el monstruo que realmente era y que escondía en su interior. Lo miré de forma fija sabiendo que mi instinto no fallaba, aquel no era un hombre normal y corriente y como cazadora que era todos mis sentidos se pusieron alerta por sus palabras. “Eterno” e “Infierno”, pero sobre todo “eterno” fue lo que más le delató y lo miré con hielo en mis ojos.
-Jamás –murmuré y aparté su mano de la mía cuando mi padre llegó a nuestro lado y lo miré apretando los puños a ambos lados de mí vestido, con la sonrisa cínica que tenía en sus labios y que quería partirle de un golpe. ¿Pero cómo se atrevía? Aquellas palabras de él hizo que mi padre se mostrara más ilusionado, sin haber notado el doble sentido, y con algo de esperanza mientras yo lo fulminaba con la mirada… maldito hijo de… esa se las iba a pagar con creces mientras se iba a bailar con los demás invitados y mi padre me invitaba a una copa, preguntándome qué tal me había ido y que nos había visto bien bailando. Quise decirle la verdad pero me callé porque era mejor así, quizás se olvidara de mí con todas las jóvenes con las que tenía para bailar y que hacían cola… aún no sabía qué le veían y por qué estaban tan entusiasmadas.
Varias jóvenes que todavía no habían tenido su baile con él me preguntaron qué había hecho, a lo que yo las miré como si les faltaba un riego en el cerebro que no les funcionaba porque no entendía de qué me estaban hablando. Me dijeron que era porque no había hecho eso con nadie, dejar un beso en la mano de nadie y que de vez en cuando miraba hacia donde yo me encontraba. Sí, no hacía falta que me dijeran que me miraba, podía notar esa mirada azul verdosa puesta en mí de vez en cuando, como cazadora notaba cuando alguien lo hacía y nuestros ojos se habían cruzado un par de veces, el mío destilaba sobre todo lo poco que me importaba y el poco aprecio, o más bien nulo, que le tenía. Lo aborrecía y solo pensaba en largarme de esa fiesta, en aprovechar el momento adecuado. Pero ante las preguntas de las jóvenes… se me ocurrió una idea, con una sonrisa amable que en el fondo estaba maquillando una de pura maldad.
Les dije que era un hombre bastante sencillo, que no le gustaba ni le interesaba el sexo para nada, que lo poco que había hablado con él había sido para hablar de teatro, de música, de óperas, de poesía, de literatura… que eran las cosas que le gustaban. Que no le gustaba que se insinuaran las mujeres y que todas lo estaban haciendo, pero no era eso lo que quería y lo que buscaba en una esposa. Al principio no se lo creyeron, pero les dije que me había recitado algunos libros, que en ese momento me vinieron a la cabeza que había leído, así como algún autor de poesía y que era un hombre más sencillo de lo que aparentaba pero que el estatus era el estatus… por eso buscaba una esposa de la alta sociedad.
Se quedaron sorprendidas pero alegué a lo que sabía que, con eso, iban a hacerme caso y que ellas mismas me habían dicho: que había sido a la única que miraba y que había dejado un beso en su mano. No tuvieron más remedio que creer mis palabras y, como dos cotillas que no pudieron aguantar aquella información… corrió como la pólvora entre la jóvenes que seguramente, tras esos momentos, al señor Black le estarían hablando de poesía, óperas, obras literarias y demás cosas que estaba convencida que a aquel hombre no le interesaba en absoluto… pagado de sí mismo. Reí hablando con mi padre como si fuera por aquello que estaba diciendo, cuando en mí fuero interno era por la información –más bien falsa- que había distribuido y que había llegado a todas las jóvenes de la sala. Lástima que no podía ver la cara del señor Black mientras ellas le hablaban de este tipo de temas en vez de, seguramente, pegarse a su cuerpo como muchas hacían.
La música seguía sonando en el lugar mientras yo ya, harta del sitio, decidí poner en marcha mi plan de escape ahora que mi padre estaba hablando de negocios con otros hombres de la sala, tan solo tendría que alejarme y perderlo de vista y para cuando quisiera darse cuenta… ya estaría lejos de aquel lugar. Antes de poner en marcha mí plan decidí tener las últimas palabras con aquel hombre y ahora que lo había visto salir al balcón fue que aproveché la oportunidad para hacerlo, lejos de la vista de todos. Me dirigí hacia este dejando que la leve brisa me diera un respiro con aquel maldito corsé que destrozaría en cuanto me lo quitara para encontrarme con su mirada puesta en mis ojos, y esa sonrisa ladeada de autosuficiencia. Como si fuera mejor que todos los allí presentes. No hice caso a sus primeras palabras sin intención de decirle mi nombre para nada apoyando mí espalda en una de las columnas del balcón.
-No tanto como usted, señor Black. Se le veía muy ilusionado y apasionado bailando con esas jóvenes… -dije contemplando la vista que se extendía por el horizonte, como si no fuera conmigo la cosa- Dígame, ¿ha disfrutado de los bailes al igual que de las… conversaciones? Seguro que eran muy interesantes… ¿no le parece? –Lo miré sonriendo, de forma cínica como hacía él, con una sonrisa inocente de no haber roto un plato en mí vida pero con el tono que él empleaba cuando hablaba- Las jóvenes de ahora son muy… refinadas –comenté mirándolo con diversión interna- espero que se haya entretenido con sus charlas, seguro que eran de… literatura, ópera, y poesía… como si las pudiera ver hablando con usted de eso –le sonreí de forma falsa y sabía que él se había dado cuenta de que había sido yo aunque no me importaba en absoluto- No deseo nada de usted, señor Black, salvo librarme de su fiesta y de… usted –lo miré de forma fija, sabía perfectamente donde estaban las dagas y las manos me picaban para utilizarlas con él- ¿El único con potestad para decidir? Claro, quizás cuando su infierno se congele –una de mis manos se quedó justo sobre una de ellas- No señor Black, no pienso quedarme para ver a qué pobre desgraciada elegís como vuestra esposa… aunque quizá, el pobre desgraciado seáis vos por tener que hacer este tipo de fiesta para buscar una… eso deja mucho que desear, y que opinar, sobre vos –comenté con tono afilado y mordaz- Sólo he venido a deciros que sois una sabandija inmunda, señor Black, y que se puede meter por donde le quepa su potestad –sonreí como él hacía de forma cínica, hice una leve reverencia que para nada fue educada y me dispuse a marcharme- púdrase en ese infierno suyo.
Pero, sobre todo, fueron sus palabras que destilaban algo oculto en ellas, y no solo eso… sino las palabras adecuadas dichas en ese tono, y de esa forma. Porque no pasaba por alto lo heladas que tenía las manos, ese aura oscura que aunque no podía ver como otros seres sí que podía notar y que no era la primera vez que percibía… un aura oscura que lo envolvía todo a su paso, como si con aquel traje quisiera enmascarar la bestia, el monstruo que realmente era y que escondía en su interior. Lo miré de forma fija sabiendo que mi instinto no fallaba, aquel no era un hombre normal y corriente y como cazadora que era todos mis sentidos se pusieron alerta por sus palabras. “Eterno” e “Infierno”, pero sobre todo “eterno” fue lo que más le delató y lo miré con hielo en mis ojos.
-Jamás –murmuré y aparté su mano de la mía cuando mi padre llegó a nuestro lado y lo miré apretando los puños a ambos lados de mí vestido, con la sonrisa cínica que tenía en sus labios y que quería partirle de un golpe. ¿Pero cómo se atrevía? Aquellas palabras de él hizo que mi padre se mostrara más ilusionado, sin haber notado el doble sentido, y con algo de esperanza mientras yo lo fulminaba con la mirada… maldito hijo de… esa se las iba a pagar con creces mientras se iba a bailar con los demás invitados y mi padre me invitaba a una copa, preguntándome qué tal me había ido y que nos había visto bien bailando. Quise decirle la verdad pero me callé porque era mejor así, quizás se olvidara de mí con todas las jóvenes con las que tenía para bailar y que hacían cola… aún no sabía qué le veían y por qué estaban tan entusiasmadas.
Varias jóvenes que todavía no habían tenido su baile con él me preguntaron qué había hecho, a lo que yo las miré como si les faltaba un riego en el cerebro que no les funcionaba porque no entendía de qué me estaban hablando. Me dijeron que era porque no había hecho eso con nadie, dejar un beso en la mano de nadie y que de vez en cuando miraba hacia donde yo me encontraba. Sí, no hacía falta que me dijeran que me miraba, podía notar esa mirada azul verdosa puesta en mí de vez en cuando, como cazadora notaba cuando alguien lo hacía y nuestros ojos se habían cruzado un par de veces, el mío destilaba sobre todo lo poco que me importaba y el poco aprecio, o más bien nulo, que le tenía. Lo aborrecía y solo pensaba en largarme de esa fiesta, en aprovechar el momento adecuado. Pero ante las preguntas de las jóvenes… se me ocurrió una idea, con una sonrisa amable que en el fondo estaba maquillando una de pura maldad.
Les dije que era un hombre bastante sencillo, que no le gustaba ni le interesaba el sexo para nada, que lo poco que había hablado con él había sido para hablar de teatro, de música, de óperas, de poesía, de literatura… que eran las cosas que le gustaban. Que no le gustaba que se insinuaran las mujeres y que todas lo estaban haciendo, pero no era eso lo que quería y lo que buscaba en una esposa. Al principio no se lo creyeron, pero les dije que me había recitado algunos libros, que en ese momento me vinieron a la cabeza que había leído, así como algún autor de poesía y que era un hombre más sencillo de lo que aparentaba pero que el estatus era el estatus… por eso buscaba una esposa de la alta sociedad.
Se quedaron sorprendidas pero alegué a lo que sabía que, con eso, iban a hacerme caso y que ellas mismas me habían dicho: que había sido a la única que miraba y que había dejado un beso en su mano. No tuvieron más remedio que creer mis palabras y, como dos cotillas que no pudieron aguantar aquella información… corrió como la pólvora entre la jóvenes que seguramente, tras esos momentos, al señor Black le estarían hablando de poesía, óperas, obras literarias y demás cosas que estaba convencida que a aquel hombre no le interesaba en absoluto… pagado de sí mismo. Reí hablando con mi padre como si fuera por aquello que estaba diciendo, cuando en mí fuero interno era por la información –más bien falsa- que había distribuido y que había llegado a todas las jóvenes de la sala. Lástima que no podía ver la cara del señor Black mientras ellas le hablaban de este tipo de temas en vez de, seguramente, pegarse a su cuerpo como muchas hacían.
La música seguía sonando en el lugar mientras yo ya, harta del sitio, decidí poner en marcha mi plan de escape ahora que mi padre estaba hablando de negocios con otros hombres de la sala, tan solo tendría que alejarme y perderlo de vista y para cuando quisiera darse cuenta… ya estaría lejos de aquel lugar. Antes de poner en marcha mí plan decidí tener las últimas palabras con aquel hombre y ahora que lo había visto salir al balcón fue que aproveché la oportunidad para hacerlo, lejos de la vista de todos. Me dirigí hacia este dejando que la leve brisa me diera un respiro con aquel maldito corsé que destrozaría en cuanto me lo quitara para encontrarme con su mirada puesta en mis ojos, y esa sonrisa ladeada de autosuficiencia. Como si fuera mejor que todos los allí presentes. No hice caso a sus primeras palabras sin intención de decirle mi nombre para nada apoyando mí espalda en una de las columnas del balcón.
-No tanto como usted, señor Black. Se le veía muy ilusionado y apasionado bailando con esas jóvenes… -dije contemplando la vista que se extendía por el horizonte, como si no fuera conmigo la cosa- Dígame, ¿ha disfrutado de los bailes al igual que de las… conversaciones? Seguro que eran muy interesantes… ¿no le parece? –Lo miré sonriendo, de forma cínica como hacía él, con una sonrisa inocente de no haber roto un plato en mí vida pero con el tono que él empleaba cuando hablaba- Las jóvenes de ahora son muy… refinadas –comenté mirándolo con diversión interna- espero que se haya entretenido con sus charlas, seguro que eran de… literatura, ópera, y poesía… como si las pudiera ver hablando con usted de eso –le sonreí de forma falsa y sabía que él se había dado cuenta de que había sido yo aunque no me importaba en absoluto- No deseo nada de usted, señor Black, salvo librarme de su fiesta y de… usted –lo miré de forma fija, sabía perfectamente donde estaban las dagas y las manos me picaban para utilizarlas con él- ¿El único con potestad para decidir? Claro, quizás cuando su infierno se congele –una de mis manos se quedó justo sobre una de ellas- No señor Black, no pienso quedarme para ver a qué pobre desgraciada elegís como vuestra esposa… aunque quizá, el pobre desgraciado seáis vos por tener que hacer este tipo de fiesta para buscar una… eso deja mucho que desear, y que opinar, sobre vos –comenté con tono afilado y mordaz- Sólo he venido a deciros que sois una sabandija inmunda, señor Black, y que se puede meter por donde le quepa su potestad –sonreí como él hacía de forma cínica, hice una leve reverencia que para nada fue educada y me dispuse a marcharme- púdrase en ese infierno suyo.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Ladeé la sonrisa escuchándola hablar, al parecer y como imaginaba ella había sido la que había hecho correr el rumor de que la poesía, la opera y el arte era algo que me apasionaba.
A decir verdad no era así, yo era un hombre impetuosos, de placeres extravagantes y entre ellos no entraba la opera si no mas bien el burdel. Mas aun así, mis labios se despegaron dispuestos a mostrarle que también sabia recitar, claro que no le iba a gustar.
Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer.
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "Ven". Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande.
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: "Ven". Miré, y vi un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano.
Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino»
Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: "Ven".
Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.
-Deduzco mi bella dama que no he de decirle que habla del capitulo sexo del apocalipsis. No sufráis, no tenéis porque mostrar celos frente a las demás, vuestra belleza y pasión me ha dejado sin palabras -añadí de forma irónica -mas dado que amáis la poesía, prometo leeros cada noche un trozo del apocalipsis para recordaros el infierno que se abrirá paso en vuestro cuerpo devastandolo todo.
Dejé escapar una carcajada cuando me dijo que solo se casaría conmigo si el infierno se congelaba, que nada quería de mi y que no se quedaría para presenciar a esa desgraciada que convertiría en mi esposa.
Mis ojos recorrieron su perfecto cuerpo, sus pecho subía y bajaba alterado, casi se salia del corsé esas dos apretadas montañas que tersas me llamaban a tomarlas a placer.
El demonio salio de mi, aferré su muñeca orillandola para que escuchara mi confesión, esa que si no la hacia cambiar de opinión, la arrastraría al abismo y solo necesitaría darle un empujón.
-Quizás no entendáis pequeña la necesidad que tiene vuestra familia de que este compromiso salga adelante, os aconsejo que me odiéis, lo merezco, no os daré un minuto de paz, ni de felicidad y menos de amor, porque soy un monstruo y esa es la única verdad que vos necesitáis conocer en estos momentos.
Mas, ese monstruo tiene la llave que llevará a tu padre a salvar su hacienda, sus negocios y a tu bella madre. Así que sonríe -susurré en su oído cuando dos damas se cruzaron con ambos mirándonos fijamente y haciéndome guiños para pedirme mas bailes -quizás no os hayáis dado cuenta mi señora, mas quizás para vos el infierno ya se haya congelado.
Sonrisa cínica que mostré frente a esos pardos ojos que se hundían en los míos posiblemente decidida a odiarme de por vida, algo que a decir verdad incluso m daba cierto placer.
-Podéis apartar las manos de vuestras dagas pequeña cazadora, pues...vuestra única oportunidad mi bella dama, sera enviudar y para eso antes nos tendremos que desposar ¿no creeis amor?
A decir verdad no era así, yo era un hombre impetuosos, de placeres extravagantes y entre ellos no entraba la opera si no mas bien el burdel. Mas aun así, mis labios se despegaron dispuestos a mostrarle que también sabia recitar, claro que no le iba a gustar.
Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer.
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "Ven". Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande.
Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: "Ven". Miré, y vi un caballo negro. El que lo montaba tenía una balanza en la mano.
Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino»
Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: "Ven".
Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.
-Deduzco mi bella dama que no he de decirle que habla del capitulo sexo del apocalipsis. No sufráis, no tenéis porque mostrar celos frente a las demás, vuestra belleza y pasión me ha dejado sin palabras -añadí de forma irónica -mas dado que amáis la poesía, prometo leeros cada noche un trozo del apocalipsis para recordaros el infierno que se abrirá paso en vuestro cuerpo devastandolo todo.
Dejé escapar una carcajada cuando me dijo que solo se casaría conmigo si el infierno se congelaba, que nada quería de mi y que no se quedaría para presenciar a esa desgraciada que convertiría en mi esposa.
Mis ojos recorrieron su perfecto cuerpo, sus pecho subía y bajaba alterado, casi se salia del corsé esas dos apretadas montañas que tersas me llamaban a tomarlas a placer.
El demonio salio de mi, aferré su muñeca orillandola para que escuchara mi confesión, esa que si no la hacia cambiar de opinión, la arrastraría al abismo y solo necesitaría darle un empujón.
-Quizás no entendáis pequeña la necesidad que tiene vuestra familia de que este compromiso salga adelante, os aconsejo que me odiéis, lo merezco, no os daré un minuto de paz, ni de felicidad y menos de amor, porque soy un monstruo y esa es la única verdad que vos necesitáis conocer en estos momentos.
Mas, ese monstruo tiene la llave que llevará a tu padre a salvar su hacienda, sus negocios y a tu bella madre. Así que sonríe -susurré en su oído cuando dos damas se cruzaron con ambos mirándonos fijamente y haciéndome guiños para pedirme mas bailes -quizás no os hayáis dado cuenta mi señora, mas quizás para vos el infierno ya se haya congelado.
Sonrisa cínica que mostré frente a esos pardos ojos que se hundían en los míos posiblemente decidida a odiarme de por vida, algo que a decir verdad incluso m daba cierto placer.
-Podéis apartar las manos de vuestras dagas pequeña cazadora, pues...vuestra única oportunidad mi bella dama, sera enviudar y para eso antes nos tendremos que desposar ¿no creeis amor?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Por sus ojos y su forma de mirarme supe exactamente que esa sonrisa ladeada que mostraban sus labios era porque sabía que había sido yo la que provocó que las jóvenes le hablaran sobre poesía, literatura, ópera y demás entretenimientos que seguramente no fueran de su agrado, pero ciertamente era lo que estaba buscando así como que no se rozaran tanto con él al haber dicho que el sexo no le interesaba, pero por los gestos que ponía cuando se pegaban de esa forma podría saber que sí, le gustaban. Ah, pero todo lo había hecho de forma deliberada para que se aburriera y no le gustara, de alguna forma hacerle pagar por sus palabras frente a mí padre que no me habían gustado, y que lo que había hecho tan sólo era el comienzo de todo.
Sus labios se despegaron solamente para comenzar a recitar un pasaje, un pasaje que recitó como si lo hubiera leído en incontables ocasiones y se lo supiera de memoria, ciertamente parecía que así era por la forma en la que lo dijo, con sus ojos puestos en los míos cuando lo único que yo quería era largarme de aquel baile y de ese lugar para irme de caza, porque si lo cazaba a él sería demasiado sospechoso. Algo me hizo entender que me lo dedicaba con un doble sentido, como si quisiera hacerme ver que él era esos cuatro jinetes del apocalipsis, causando muerte, destrucción, hambre y devastación con su paso. Continuó alegando que ya sabía que era un pasaje del apocalipsis y que no debía de sentir celos hacia ninguna de las demás damas, que de alguna forma se había fijado en mí y lo miré con una sonrisa fingida, como él hacía.
-Oh, ¿se ha fijado señor Black? Me halaga usted –dije como si realmente me interesara llevando una mano sobre mí pecho, tal y como él estaba haciendo de esa forma tan cínica que sacaba a relucir. Lo miré de forma fija cuando dijo que me leería un pasaje cada noche para según él, recordarme el infierno que se abriría paso en mí cuerpo- Dígame señor Black, ¿se puede quemar algo que ya está ardiendo? Me encantaría escucharos cada noche recitar algo tan bello como ese tipo de pasaje, escuchando esa voz tan sensual que tenéis cuando os ponéis a recitar –dije con ironía, ambos utilizando ironía y cinismo en nuestras frases- mas me temo que estaré bien lejos de vos entre los brazos de otro hombre que sí me de calor y me haga arder por dentro –sonreí ladina ante mis palabras, ¿se pensaba que todas las mujeres querrían lanzarse sobre él? Estaba hablando con la mujer equivocada, al parecer, con la única que lo que tenía ganas de hacerle precisamente era acabar con su vida- Déjeme recitarle algo a usted en recompensa por tan… bellos versos:
“Diosa de dos noches y reunión de los opuestos, sólo relumbro en lo negro, sólo asciendo al abismo, sólo en el borde me sostengo, sólo vuelvo de la muerte.
Ustedes me escucharon antes de que hablara. Me vieron antes de que yo me levantara.
Y me amaron antes de que me vertiera. Soy la salvación y el verdugo.
Yo, versículo de la matanza. Los libros me han escrito aunque ustedes no me hayan leído.
El deseo desenfrenado, la esposa rebelde, la realización de la lujuria que conduce a la ruina total y absoluta. En la locura se entreabre mi vestimenta. Dejen que muera de hambre para que se inflamen los bálsamos.
Hostíguenme para que me derrame.
La tierna, como un albaricoque al punto.
La rebelde, como una granada que no lo está.
Yo, la leona seductora, regreso para cubrir de vergüenza a las sumisas y reinar sobre la tierra. Regreso para sanar la costilla de Adán y liberar a cada hombre de su Eva”
-Creo que no hace falta decirle señor Black que de quien habla los versos es de Lilith, aunque supongo que a alguien que le gusta la poesía y sabe recitar pasajes del apocalipsis lo sabría sin necesidad de que se lo dijera –soltó una carcajada ante mis palabras de que no me casaría con él, mi mano seguía sobre esa daga que llevaba escondida en el muslo y que firmemente pensaba en utilizar contra él. Sus ojos me recorrieron el cuerpo a placer y odié que lo hiciera, como si me estuviera evaluando, como si fuera a comprar una presa de carne y necesitara hacerle un examen- No me mire de esa forma, señor Black, no soy ninguna fulana como las demás damas que se alegrarían de que las mirara así –estaba claro, quería hundir la daga en el cuerpo de aquel hombre y ahora estábamos solos, ¿quién notaría aquello cuando estábamos buscando un poco de intimidad? Pero su mano fue más rápida que la mía y cogió mí muñeca para, de un tirón, acercarme a su cuerpo. Forcejeé contra él escuchando sus palabras no creyéndome ni por un solo segundo que mi padre necesitara de aquello porque si así fuera nos lo hubiera dicho. Reí de forma irónica, fría y corta, ante la descripción de lo que era y lo que obtendría de él- ¿Y quién os ha dicho, u os ha asegurado, que yo le daré paz, felicidad o pudiera sentir amor por un monstruo como vos? No se confunda señor Black, lo que mi padre os haya dicho no me importa en absoluto… seré vuestra perdición, ese dolor de cabeza constante que jamás logra irse, la eterna tempestad que no os dará más que problemas y desdichas, el más terrible de los dolores y pesares… el veneno que poco a poco os irá consumiendo hasta mataros –dije de forma fría y mordaz, intenté zafarme de su agarre pero él se acercó más a mí oído mientras de fondo un par de jóvenes pasaban por el lugar regalándole miradas que no entendía qué era lo que veían- Antes prefiero vender mí cuerpo en los barrios más bajos de la ciudad que tomar vuestra mano y aceptar su proposición –escupí también en su oído antes de que se alejara para mirarme clavando sus ojos en los míos, más oscuros y que brillaban llenos de rabia y de odio por aquel hombre. Sabía lo que era, me había llamado cazadora y además sabía que llevaba unas dagas encima y que iba a utilizarlas contra él, sabía que aquel ser oscuro no era un hombre normal y corriente y su gélido cuerpo daba muestra de ello. Un vampiro, uno que estaba en la lista para matar y que ocupaba la cabeza de esta- Entonces haré que ese hielo se derrita bajo la luz del sol señor Black, una luz donde usted no puede llegar y donde nunca podrá atraparme –me solté finalmente de su agarre para escuchar sus últimas palabras… ¿desposarnos? No iba a permitir que aquel hombre siquiera lo intentara pues cuando llegara la luz del sol lo mataría al ser más vulnerable- Necesito un trago –dije dando un par de pasos, fingiendo que me faltaba el aire solamente para pedirle a un camarero que se acercara cuando pasaba por allí para coger una copa dejándonos a solas de nuevo. La rabia me consumía por dentro, quería matarlo, deseaba hundir una estaca en su pútrido e inerte corazón… hacerlo y convertirlo en cenizas. Justo cuando iba a llevar la copa a mis labios… le vacié el contenido en su rostro, para acto seguido darle un puñetazo que solamente pudimos escuchar los dos ya que la música seguía sonando de fondo- Esa es mí respuesta, señor Black –dije de forma fría dejando la copa en la barandilla del balcón para volver de nuevo junto a mí padre, con la intención de irme cuanto antes de allí. Aquel maldito vampiro había firmado su sentencia de muerte.
Sus labios se despegaron solamente para comenzar a recitar un pasaje, un pasaje que recitó como si lo hubiera leído en incontables ocasiones y se lo supiera de memoria, ciertamente parecía que así era por la forma en la que lo dijo, con sus ojos puestos en los míos cuando lo único que yo quería era largarme de aquel baile y de ese lugar para irme de caza, porque si lo cazaba a él sería demasiado sospechoso. Algo me hizo entender que me lo dedicaba con un doble sentido, como si quisiera hacerme ver que él era esos cuatro jinetes del apocalipsis, causando muerte, destrucción, hambre y devastación con su paso. Continuó alegando que ya sabía que era un pasaje del apocalipsis y que no debía de sentir celos hacia ninguna de las demás damas, que de alguna forma se había fijado en mí y lo miré con una sonrisa fingida, como él hacía.
-Oh, ¿se ha fijado señor Black? Me halaga usted –dije como si realmente me interesara llevando una mano sobre mí pecho, tal y como él estaba haciendo de esa forma tan cínica que sacaba a relucir. Lo miré de forma fija cuando dijo que me leería un pasaje cada noche para según él, recordarme el infierno que se abriría paso en mí cuerpo- Dígame señor Black, ¿se puede quemar algo que ya está ardiendo? Me encantaría escucharos cada noche recitar algo tan bello como ese tipo de pasaje, escuchando esa voz tan sensual que tenéis cuando os ponéis a recitar –dije con ironía, ambos utilizando ironía y cinismo en nuestras frases- mas me temo que estaré bien lejos de vos entre los brazos de otro hombre que sí me de calor y me haga arder por dentro –sonreí ladina ante mis palabras, ¿se pensaba que todas las mujeres querrían lanzarse sobre él? Estaba hablando con la mujer equivocada, al parecer, con la única que lo que tenía ganas de hacerle precisamente era acabar con su vida- Déjeme recitarle algo a usted en recompensa por tan… bellos versos:
“Diosa de dos noches y reunión de los opuestos, sólo relumbro en lo negro, sólo asciendo al abismo, sólo en el borde me sostengo, sólo vuelvo de la muerte.
Ustedes me escucharon antes de que hablara. Me vieron antes de que yo me levantara.
Y me amaron antes de que me vertiera. Soy la salvación y el verdugo.
Yo, versículo de la matanza. Los libros me han escrito aunque ustedes no me hayan leído.
El deseo desenfrenado, la esposa rebelde, la realización de la lujuria que conduce a la ruina total y absoluta. En la locura se entreabre mi vestimenta. Dejen que muera de hambre para que se inflamen los bálsamos.
Hostíguenme para que me derrame.
La tierna, como un albaricoque al punto.
La rebelde, como una granada que no lo está.
Yo, la leona seductora, regreso para cubrir de vergüenza a las sumisas y reinar sobre la tierra. Regreso para sanar la costilla de Adán y liberar a cada hombre de su Eva”
-Creo que no hace falta decirle señor Black que de quien habla los versos es de Lilith, aunque supongo que a alguien que le gusta la poesía y sabe recitar pasajes del apocalipsis lo sabría sin necesidad de que se lo dijera –soltó una carcajada ante mis palabras de que no me casaría con él, mi mano seguía sobre esa daga que llevaba escondida en el muslo y que firmemente pensaba en utilizar contra él. Sus ojos me recorrieron el cuerpo a placer y odié que lo hiciera, como si me estuviera evaluando, como si fuera a comprar una presa de carne y necesitara hacerle un examen- No me mire de esa forma, señor Black, no soy ninguna fulana como las demás damas que se alegrarían de que las mirara así –estaba claro, quería hundir la daga en el cuerpo de aquel hombre y ahora estábamos solos, ¿quién notaría aquello cuando estábamos buscando un poco de intimidad? Pero su mano fue más rápida que la mía y cogió mí muñeca para, de un tirón, acercarme a su cuerpo. Forcejeé contra él escuchando sus palabras no creyéndome ni por un solo segundo que mi padre necesitara de aquello porque si así fuera nos lo hubiera dicho. Reí de forma irónica, fría y corta, ante la descripción de lo que era y lo que obtendría de él- ¿Y quién os ha dicho, u os ha asegurado, que yo le daré paz, felicidad o pudiera sentir amor por un monstruo como vos? No se confunda señor Black, lo que mi padre os haya dicho no me importa en absoluto… seré vuestra perdición, ese dolor de cabeza constante que jamás logra irse, la eterna tempestad que no os dará más que problemas y desdichas, el más terrible de los dolores y pesares… el veneno que poco a poco os irá consumiendo hasta mataros –dije de forma fría y mordaz, intenté zafarme de su agarre pero él se acercó más a mí oído mientras de fondo un par de jóvenes pasaban por el lugar regalándole miradas que no entendía qué era lo que veían- Antes prefiero vender mí cuerpo en los barrios más bajos de la ciudad que tomar vuestra mano y aceptar su proposición –escupí también en su oído antes de que se alejara para mirarme clavando sus ojos en los míos, más oscuros y que brillaban llenos de rabia y de odio por aquel hombre. Sabía lo que era, me había llamado cazadora y además sabía que llevaba unas dagas encima y que iba a utilizarlas contra él, sabía que aquel ser oscuro no era un hombre normal y corriente y su gélido cuerpo daba muestra de ello. Un vampiro, uno que estaba en la lista para matar y que ocupaba la cabeza de esta- Entonces haré que ese hielo se derrita bajo la luz del sol señor Black, una luz donde usted no puede llegar y donde nunca podrá atraparme –me solté finalmente de su agarre para escuchar sus últimas palabras… ¿desposarnos? No iba a permitir que aquel hombre siquiera lo intentara pues cuando llegara la luz del sol lo mataría al ser más vulnerable- Necesito un trago –dije dando un par de pasos, fingiendo que me faltaba el aire solamente para pedirle a un camarero que se acercara cuando pasaba por allí para coger una copa dejándonos a solas de nuevo. La rabia me consumía por dentro, quería matarlo, deseaba hundir una estaca en su pútrido e inerte corazón… hacerlo y convertirlo en cenizas. Justo cuando iba a llevar la copa a mis labios… le vacié el contenido en su rostro, para acto seguido darle un puñetazo que solamente pudimos escuchar los dos ya que la música seguía sonando de fondo- Esa es mí respuesta, señor Black –dije de forma fría dejando la copa en la barandilla del balcón para volver de nuevo junto a mí padre, con la intención de irme cuanto antes de allí. Aquel maldito vampiro había firmado su sentencia de muerte.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Aplaudí sin borrar mi ladeada sonrisa cuando la dama acabó su grato recital, admitía que cada vez esto se tornaba mas interesante y que lejos de lograr hacerme perder interés, lograba exactamente lo contrario.
-Señorita cada vez su presencia me resulta mas excitante, ahora se que podremos recitar bellas poemas el uno para el otro, no quiero ni imaginar sus palabras en nuestros votos -bromeé con palabras afiladas como dagas -a logrado ponérmela dura.
Volví a recorrerla con mi mirada de arriba a bajo, mostrandole la oscuridad de mis pozos ahora cargados de deseo.
-No es una fulana, mas podría serlo, vos, su madre, me atrevería a decir que hasta sus hermanos tendrán que poner el culo en algún callejón mugriento para que vuestro padre no pierda todo lo que a atesorado en una vida.
La sujetaba férreamente contra mi, sabia que deseaba clavarme esa daga, mas de igual manera también sabia que no lo haría. No podía llamar la atención en aquel lugar, descubrirme era descubrirse a si misma frente a esa alta sociedad de la que ambos eramos esclavos por igual.
Ademas ¿me mataría una daga? No, yo en cambio la podía descuartizar y si no lo hacia, era porque joder cada noche su vida me placía infinitamente mas.
-¿Puedo tomar eso como promesa? Suena tan excitante “seré vuestra perdición, ese dolor de cabeza constante que jamás logra irse, la eterna tempestad que no os dará más que problemas y desdichas, el más terrible de los dolores y pesares… el veneno que poco a poco os irá consumiendo hasta mataros “ -repetí imitando su voz -suena a infierno y admito que en ese mundo lúgubre lo echo de menos. No busco amor, me importa poco si podéis amar a este monstruo o no ¿quien os dice que yo amaría a una cazadora? Os odio por lo que representáis, sois débiles, os aferras a un sin sentido. Yo soy el lobo, y tu solo el pastor que sin éxito trata de mantener a salvo el ganado.
Mis labios rozaron su oído, su pelo se sacudía con mi aliento.
-Sabes lo que mas me excita de esto, que cada noche os abriréis de piernas para mi odiándome, pero lo haréis porque no os quedará mas opción que complacerme y porque si no lo haces -recorrí con la yema de mi dedo su rostro apartando un mechón salvaje -los mataré a todos, todo lo que algún día habéis amado os será arrebatado.
Aflojé el agarré y esta se soltó, nuestras miradas se batían en un duelo, en una gesta violenta que no mantenían nuestros cuerpos.
-Os sorprendería saber hasta donde llega mi oscuridad, no creáis que el sol os salvará -aseguré sentenciando con cada una de mis letales palabras su boca.
La dama pidió una copa al camarero, al parecer mi discurso le había dado sed, perfecto, a mi ella me daba ganas de comer.
-Veo que me habéis hecho caso y empezáis a entender que emborracharos es lo único que...
No acabé la frase cuando la mujer me tiró el contenido de la copa a la cara, gruñí, mis ojos se tronaron rojos como el fuego y ambos nos desafiamos de nuevo.
Ella no lo sabia pero había marcado su sentencia con aquel acto.
Como un vendaval me adentre tras ella en el interior y tomando una copa de champan llamé la atención de todos los presentes.
-Damas y caballeros, admito que ha sido complicada esta decisión, todas las mujeres aquí presentes despliegan encanto, educación y pureza. Mas una me ha llamado la atención sobre muchas otras, una que ha insistido tanto en que hará mi día a día justo lo que espero que no he podido pasar por alto el desafió que su apasionada mirada parda reflejaba en mis ojos.
Por favor señorita Danerys, acérquese, su prometido quiere gozar de su presencia para este ultimo baile con el que cerraremos la fiesta.
El padre estaba pletórico dichoso, agasajaba a su hija de frases llenas de elogios mientras el resto de mujeres la odiaban, ya podía escuchar los comentarios sobre como me había calentado.
Alargué mi mano para tomar la ajena para danzar.
El padre emocionado soltaba lagrimas por los ojos mientras ella me fulminaba con la mirada y mi sonrisa se ensanchaba hundiendo en ella mi mirada.
-Estáis preciosa prometida mía
-Señorita cada vez su presencia me resulta mas excitante, ahora se que podremos recitar bellas poemas el uno para el otro, no quiero ni imaginar sus palabras en nuestros votos -bromeé con palabras afiladas como dagas -a logrado ponérmela dura.
Volví a recorrerla con mi mirada de arriba a bajo, mostrandole la oscuridad de mis pozos ahora cargados de deseo.
-No es una fulana, mas podría serlo, vos, su madre, me atrevería a decir que hasta sus hermanos tendrán que poner el culo en algún callejón mugriento para que vuestro padre no pierda todo lo que a atesorado en una vida.
La sujetaba férreamente contra mi, sabia que deseaba clavarme esa daga, mas de igual manera también sabia que no lo haría. No podía llamar la atención en aquel lugar, descubrirme era descubrirse a si misma frente a esa alta sociedad de la que ambos eramos esclavos por igual.
Ademas ¿me mataría una daga? No, yo en cambio la podía descuartizar y si no lo hacia, era porque joder cada noche su vida me placía infinitamente mas.
-¿Puedo tomar eso como promesa? Suena tan excitante “seré vuestra perdición, ese dolor de cabeza constante que jamás logra irse, la eterna tempestad que no os dará más que problemas y desdichas, el más terrible de los dolores y pesares… el veneno que poco a poco os irá consumiendo hasta mataros “ -repetí imitando su voz -suena a infierno y admito que en ese mundo lúgubre lo echo de menos. No busco amor, me importa poco si podéis amar a este monstruo o no ¿quien os dice que yo amaría a una cazadora? Os odio por lo que representáis, sois débiles, os aferras a un sin sentido. Yo soy el lobo, y tu solo el pastor que sin éxito trata de mantener a salvo el ganado.
Mis labios rozaron su oído, su pelo se sacudía con mi aliento.
-Sabes lo que mas me excita de esto, que cada noche os abriréis de piernas para mi odiándome, pero lo haréis porque no os quedará mas opción que complacerme y porque si no lo haces -recorrí con la yema de mi dedo su rostro apartando un mechón salvaje -los mataré a todos, todo lo que algún día habéis amado os será arrebatado.
Aflojé el agarré y esta se soltó, nuestras miradas se batían en un duelo, en una gesta violenta que no mantenían nuestros cuerpos.
-Os sorprendería saber hasta donde llega mi oscuridad, no creáis que el sol os salvará -aseguré sentenciando con cada una de mis letales palabras su boca.
La dama pidió una copa al camarero, al parecer mi discurso le había dado sed, perfecto, a mi ella me daba ganas de comer.
-Veo que me habéis hecho caso y empezáis a entender que emborracharos es lo único que...
No acabé la frase cuando la mujer me tiró el contenido de la copa a la cara, gruñí, mis ojos se tronaron rojos como el fuego y ambos nos desafiamos de nuevo.
Ella no lo sabia pero había marcado su sentencia con aquel acto.
Como un vendaval me adentre tras ella en el interior y tomando una copa de champan llamé la atención de todos los presentes.
-Damas y caballeros, admito que ha sido complicada esta decisión, todas las mujeres aquí presentes despliegan encanto, educación y pureza. Mas una me ha llamado la atención sobre muchas otras, una que ha insistido tanto en que hará mi día a día justo lo que espero que no he podido pasar por alto el desafió que su apasionada mirada parda reflejaba en mis ojos.
Por favor señorita Danerys, acérquese, su prometido quiere gozar de su presencia para este ultimo baile con el que cerraremos la fiesta.
El padre estaba pletórico dichoso, agasajaba a su hija de frases llenas de elogios mientras el resto de mujeres la odiaban, ya podía escuchar los comentarios sobre como me había calentado.
Alargué mi mano para tomar la ajena para danzar.
El padre emocionado soltaba lagrimas por los ojos mientras ella me fulminaba con la mirada y mi sonrisa se ensanchaba hundiendo en ella mi mirada.
-Estáis preciosa prometida mía
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Cuando terminé de recitar aquellos versos sobre Lilith su sonrisa seguía ensanchada y comenzó a aplaudir mientras lo miraba de forma fija y con el ceño fruncido, me asqueaba aquel hombre y todo lo que decía lo hacía en ese tono afilado y cínico, aunque mis palabras también eran mordaces y frías… pero ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder en aquella batalla en la que nos habíamos sumergido. En mí no estaba el perder y menos ante un hombre como él, que parecía ser el dueño de todo y de todos los allí presentes como si sus palabras fueran la ley. Pobre de la mujer que decidiera fuera su esposa, reamente llegaba a compadecerla por tener de marido a semejante hombre, tan odioso y enervante, oscuro como la misma noche. Mis sentidos y mi intuición no habían fallado en absoluto, aquel hombre o mejor dicho vampiro, era oscuridad total. Pero no me daba nada de miedo, era fría y oscura como la noche aunque a diferencia de él yo sí podía caminar bajo la luz del sol.
Decía que necesitaba de ese enlace para saldar las deudas de mí padre y que ni toda mí familia prostituyéndose lograría sanar el vacío que ahora en teoría tenía, tras las pérdidas ocasionadas. Me daba absolutamente igual, antes prefería venderme al peor de los postores, dejar que tocaran mí cuerpo e hicieran con él lo que quisieran que aceptar que me eligiera como su futura esposa, prefería incluso hasta la muerte que desposarme con aquella sabandija. Su agarre seguía férreo en mí muñeca y pegué un tirón con fuerza intentando liberarme, pero ese condenado vampiro no me soltaba y cada vez la idea de sacar la daga que llevaba escondida bajo el vestido cobraba más y más sentido, con mucha más fuerza. Oh, porque eso me harían tan feliz de ver como la incrustaba en su corazón… no lo mataría, la plata ralentizaría su sanación aunque lo dejara con vida, pero me daría tanta felicidad simplemente eso que valía la pena, luego me largaría de aquel estúpido, pomposo y ridículo baile y saldría a cazar más seres oscuros, dejando en “pendiente” al vampiro que tenía frente a mí para un día, rematar lo empezado.
-A mí su presencia me resulta banal en todos los sentidos, fútil, soporífera, provoca hastío y es anodino. No despierta nada más que querer matarle –comenté mordaz intentando liberarme- suélteme, señor Black, si no quiere que empiece a gritar y aluda a que intenta propasarse –cambié el tono, la voz y hasta la expresión de mí rostro- con esta pobre joven –dije tal y como actuaría si hacía aquello, como una pobre joven ante un hombre que era más grande que yo y que a ojos de todos yo era totalmente indefensa y sin posibilidad de salir airosa de la situación si intentaba realmente propasarse conmigo. Poner máscaras era lo que mejor se me daba, llevaba toda mi vida poniendo una frente a la alta sociedad y nadie se había dado cuenta de nada- me creerán más a mí que a usted, ¿quién iba a pensar mal de esta linda joven frente a un monstruo como usted? –Sonreí de lado cambiando de nuevo el rostro para mostrarle como realmente era, repitió mis palabras alegando que eran excitantes y que lo tomaba como promesa, que sonaba a infierno y que lo echaba de menos. Que no le importaba si le amaba o no, pero jamás se podría amar a un monstruo como él y yo mucho menos lo haría- Es que no os amaría, ni ahora ni nunca, ni en esta vida ni dentro de miles de ellas… solo amaría el momento en que os diera muerte y viera como su vida se va consumiendo hasta finalmente dejar de existir, es lo único que podría amar de vos; vuestra muerte –hice una leve pausa- no se olvide, señor Black, que el pastor tiene un arma para disparar y matar al lobo –su aliento contra mí oreja haciéndome saber lo que más le excitaba de todo aquello; tomarme contra mí voluntad todas las noches. Su dedo se paseó libre por mí rostro apartando un mechón de mí pelo y me aparté de su agarre fulminándolo con la mirada, como si estas fueran dos dagas que se clavaran en él. Una amenaza dicha contra mis labios con su mirada puesta en mí y no me aparté, no me daba miedo y no pensaba mostrárselo- Tóqueme y será lo último que haga. La picadura sucede en el momento pero el veneno por el contrario va esparciéndose por su cuerpo de forma lenta, matando cada trozo de su cuerpo en su avance, no es rápido pero es efectivo y letal. Eso seré para usted, el veneno que lentamente lo va matando… porque disfrutaré en su tortuosa muerte, viendo como sufre, hasta que decida finalmente acabar con su vida si es que no prolongo su sufrimiento. Toque a uno de los míos –dije sin apartarme con su boca cerca de la mía, aunque por dentro quería alejarme lo más posible de él, pero no pensaba mostrar o dejarle ver que pudiera tener algún poder sobre mí- y le prometo que el infierno será cuando le torture al sol dejando que su cuerpo se queme lenta y dolorosamente. Por capas, a trozos… hasta que no aguante más el dolor y suplique porque acabe con su vida –por fin me soltó y tras sus palabras decidí que era hora de alejarme de ese lugar, de la fiesta y de aquel monstruo que tenía delante de mí. La copa y el contenido de esta vaciándose en su rostro fue algo que disfruté de una forma que no podría explicarla, con una sonrisa ladina en los labios y la diversión bullendo por dentro, me reí de él por de forma fría y visceral observándolo con el contenido de mí ya vacía copa mojando todo su rostro, y con esa finalización triunfal sobre mí respuesta a que nos desposáramos salí del balcón acercándome hacia donde estaba mi padre.
Tenía que convencerlo de que nos fuéramos de allí aunque él seguía bastante inmerso en su conversación sobre negocios y vi el momento que había estado buscando durante toda la noche. Podría irme y dejarlo allí, alejarme de ese monstruo que ahora iba bañado en champán y desear suerte a la pobre desgraciada que tomara por esposa. Me di la vuelta justo cuando la voz de aquel hombre se alzó sobre la sala haciendo que todo el mundo callara, sus palabras no sabía por qué pero me daba la sensación de que estaban dirigidas hacia mí y cuando pronunció mí nombre, fue cuando mí padre me tomó del brazo con alegría en su rostro mientras yo miraba a aquel hombre con ganas de querer matarlo ahí mismo, la rabia corriendo por mis venas y la necesidad de ver cómo moría cerniéndose en mí interior.
Mi padre no cabía en sí de lo contento que estaba, su alegría pasaba por mí tormento y me instigaba a que aceptara la mano de aquel hombre que había tomado una decisión y de entre todas que podían complacerle, había elegido la única que no lo quería. Oh, qué irónico eral el maldito destino… pero si había elegido a la serpiente, veneno tendría de mí parte sin pensarlo siquiera por un segundo. A regañadientes, con todas las miradas puestas ahora en mí, los murmullos de las jóvenes que ya me odiaban por haber sido elegida en algo con lo que ni soñaba ni quería tuve que coger esa mano que él me ofrecía. Su sonrisa cínica como todas las que me había mostrado durante la noche me enervó y aunque no quise, tuve que ponerme de nuevo esa máscara aunque mis ojos lo miraran con frialdad absoluta, queriéndolo matar con la mirada.
-Tú también lo estás querido –dije con falsedad infinita en mis palabras ya que estábamos cerca de mí padre, él no captaría que era mentira pero aquel hombre sí. Su mano se puso en mí cintura y con una sonrisa fingida, esa que ponía ya sin esfuerzo alguno en mis labios, la mía en su hombro y comenzamos a movernos por la pista al ritmo de la pieza que la orquesta tocaba para cerrar aquella velada en la que la suerte no me había sonreído- Decidme señor Black, ¿tan pronto queréis morir? –Pregunté en lo que él me giraba de forma grácil y yo como una autómata seguía bailando ya que era algo aprendido desde la niñez, podría hacerlo con una venda en los ojos e incluso sin música alguna. Acerqué mí rostro al suyo y lo miré de forma fija, mostrando el hielo en mis ojos y que expresaba el que había en mí de normalidad sin esa máscara que, para él, había quitado en exclusiva- Ha escogido a la única serpiente que había en esta sala, a la mujer más víbora y arpía de todas –porque lo admitía, era como era y no me avergonzaba de ello- así que si así lo queréis, inyectaré mí veneno en vuestro cuerpo y veré cómo este os consume lentamente. Seré esa Liliht echa carne y hueso, no habrá paz, ni respiro, ni tranquilidad para vos ningún día… por el contrario, provocaré caos, devastación, guerras y me alzaré para dominaros sobre todas las cosas. Porque si querías a un demonio, esta demonio tiene veneno para mataros y dominaros –atajé con una sonrisa dejándonos llevar por la pista ahora que mí amenaza quedaba entre sus labios y mí agarre era firme sobre él para que supiera que no iba en broma.
Decía que necesitaba de ese enlace para saldar las deudas de mí padre y que ni toda mí familia prostituyéndose lograría sanar el vacío que ahora en teoría tenía, tras las pérdidas ocasionadas. Me daba absolutamente igual, antes prefería venderme al peor de los postores, dejar que tocaran mí cuerpo e hicieran con él lo que quisieran que aceptar que me eligiera como su futura esposa, prefería incluso hasta la muerte que desposarme con aquella sabandija. Su agarre seguía férreo en mí muñeca y pegué un tirón con fuerza intentando liberarme, pero ese condenado vampiro no me soltaba y cada vez la idea de sacar la daga que llevaba escondida bajo el vestido cobraba más y más sentido, con mucha más fuerza. Oh, porque eso me harían tan feliz de ver como la incrustaba en su corazón… no lo mataría, la plata ralentizaría su sanación aunque lo dejara con vida, pero me daría tanta felicidad simplemente eso que valía la pena, luego me largaría de aquel estúpido, pomposo y ridículo baile y saldría a cazar más seres oscuros, dejando en “pendiente” al vampiro que tenía frente a mí para un día, rematar lo empezado.
-A mí su presencia me resulta banal en todos los sentidos, fútil, soporífera, provoca hastío y es anodino. No despierta nada más que querer matarle –comenté mordaz intentando liberarme- suélteme, señor Black, si no quiere que empiece a gritar y aluda a que intenta propasarse –cambié el tono, la voz y hasta la expresión de mí rostro- con esta pobre joven –dije tal y como actuaría si hacía aquello, como una pobre joven ante un hombre que era más grande que yo y que a ojos de todos yo era totalmente indefensa y sin posibilidad de salir airosa de la situación si intentaba realmente propasarse conmigo. Poner máscaras era lo que mejor se me daba, llevaba toda mi vida poniendo una frente a la alta sociedad y nadie se había dado cuenta de nada- me creerán más a mí que a usted, ¿quién iba a pensar mal de esta linda joven frente a un monstruo como usted? –Sonreí de lado cambiando de nuevo el rostro para mostrarle como realmente era, repitió mis palabras alegando que eran excitantes y que lo tomaba como promesa, que sonaba a infierno y que lo echaba de menos. Que no le importaba si le amaba o no, pero jamás se podría amar a un monstruo como él y yo mucho menos lo haría- Es que no os amaría, ni ahora ni nunca, ni en esta vida ni dentro de miles de ellas… solo amaría el momento en que os diera muerte y viera como su vida se va consumiendo hasta finalmente dejar de existir, es lo único que podría amar de vos; vuestra muerte –hice una leve pausa- no se olvide, señor Black, que el pastor tiene un arma para disparar y matar al lobo –su aliento contra mí oreja haciéndome saber lo que más le excitaba de todo aquello; tomarme contra mí voluntad todas las noches. Su dedo se paseó libre por mí rostro apartando un mechón de mí pelo y me aparté de su agarre fulminándolo con la mirada, como si estas fueran dos dagas que se clavaran en él. Una amenaza dicha contra mis labios con su mirada puesta en mí y no me aparté, no me daba miedo y no pensaba mostrárselo- Tóqueme y será lo último que haga. La picadura sucede en el momento pero el veneno por el contrario va esparciéndose por su cuerpo de forma lenta, matando cada trozo de su cuerpo en su avance, no es rápido pero es efectivo y letal. Eso seré para usted, el veneno que lentamente lo va matando… porque disfrutaré en su tortuosa muerte, viendo como sufre, hasta que decida finalmente acabar con su vida si es que no prolongo su sufrimiento. Toque a uno de los míos –dije sin apartarme con su boca cerca de la mía, aunque por dentro quería alejarme lo más posible de él, pero no pensaba mostrar o dejarle ver que pudiera tener algún poder sobre mí- y le prometo que el infierno será cuando le torture al sol dejando que su cuerpo se queme lenta y dolorosamente. Por capas, a trozos… hasta que no aguante más el dolor y suplique porque acabe con su vida –por fin me soltó y tras sus palabras decidí que era hora de alejarme de ese lugar, de la fiesta y de aquel monstruo que tenía delante de mí. La copa y el contenido de esta vaciándose en su rostro fue algo que disfruté de una forma que no podría explicarla, con una sonrisa ladina en los labios y la diversión bullendo por dentro, me reí de él por de forma fría y visceral observándolo con el contenido de mí ya vacía copa mojando todo su rostro, y con esa finalización triunfal sobre mí respuesta a que nos desposáramos salí del balcón acercándome hacia donde estaba mi padre.
Tenía que convencerlo de que nos fuéramos de allí aunque él seguía bastante inmerso en su conversación sobre negocios y vi el momento que había estado buscando durante toda la noche. Podría irme y dejarlo allí, alejarme de ese monstruo que ahora iba bañado en champán y desear suerte a la pobre desgraciada que tomara por esposa. Me di la vuelta justo cuando la voz de aquel hombre se alzó sobre la sala haciendo que todo el mundo callara, sus palabras no sabía por qué pero me daba la sensación de que estaban dirigidas hacia mí y cuando pronunció mí nombre, fue cuando mí padre me tomó del brazo con alegría en su rostro mientras yo miraba a aquel hombre con ganas de querer matarlo ahí mismo, la rabia corriendo por mis venas y la necesidad de ver cómo moría cerniéndose en mí interior.
Mi padre no cabía en sí de lo contento que estaba, su alegría pasaba por mí tormento y me instigaba a que aceptara la mano de aquel hombre que había tomado una decisión y de entre todas que podían complacerle, había elegido la única que no lo quería. Oh, qué irónico eral el maldito destino… pero si había elegido a la serpiente, veneno tendría de mí parte sin pensarlo siquiera por un segundo. A regañadientes, con todas las miradas puestas ahora en mí, los murmullos de las jóvenes que ya me odiaban por haber sido elegida en algo con lo que ni soñaba ni quería tuve que coger esa mano que él me ofrecía. Su sonrisa cínica como todas las que me había mostrado durante la noche me enervó y aunque no quise, tuve que ponerme de nuevo esa máscara aunque mis ojos lo miraran con frialdad absoluta, queriéndolo matar con la mirada.
-Tú también lo estás querido –dije con falsedad infinita en mis palabras ya que estábamos cerca de mí padre, él no captaría que era mentira pero aquel hombre sí. Su mano se puso en mí cintura y con una sonrisa fingida, esa que ponía ya sin esfuerzo alguno en mis labios, la mía en su hombro y comenzamos a movernos por la pista al ritmo de la pieza que la orquesta tocaba para cerrar aquella velada en la que la suerte no me había sonreído- Decidme señor Black, ¿tan pronto queréis morir? –Pregunté en lo que él me giraba de forma grácil y yo como una autómata seguía bailando ya que era algo aprendido desde la niñez, podría hacerlo con una venda en los ojos e incluso sin música alguna. Acerqué mí rostro al suyo y lo miré de forma fija, mostrando el hielo en mis ojos y que expresaba el que había en mí de normalidad sin esa máscara que, para él, había quitado en exclusiva- Ha escogido a la única serpiente que había en esta sala, a la mujer más víbora y arpía de todas –porque lo admitía, era como era y no me avergonzaba de ello- así que si así lo queréis, inyectaré mí veneno en vuestro cuerpo y veré cómo este os consume lentamente. Seré esa Liliht echa carne y hueso, no habrá paz, ni respiro, ni tranquilidad para vos ningún día… por el contrario, provocaré caos, devastación, guerras y me alzaré para dominaros sobre todas las cosas. Porque si querías a un demonio, esta demonio tiene veneno para mataros y dominaros –atajé con una sonrisa dejándonos llevar por la pista ahora que mí amenaza quedaba entre sus labios y mí agarre era firme sobre él para que supiera que no iba en broma.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Cínica, aseguró que yo también estaba atractivo, realmente si para sus ojos era o no un hombre con el que se perdería en el lecho me era completamente irrelevante, a fin de cuentas ¿desde cuando un marido a de pedir permiso para tomar a su dama?
Tiré de su mano con firmeza pegando nuestros cuerpos, pronto el vals comenzó. cuerpos rectos, mi mano ne su cintura y la otra aferrando su delicada mano.
-¿Morir? Ya estoy muerto señorita Garnert.
La giré con gracilidad, esta se dejaba llevar de forma autómata mientras nuestros pies se acompasaban de forma perfecta en un estudiado baile que ambos conocíamos bien.
De nuevo atrapé su cintura, nuestras miradas se engarzaron, y su boca entreabierta sentencio la mía con nuevas y tibias palabras.
-Las arpías tienen su punto ¿no cree? -ladeé la sonrisa contemplando el odio que destilaba su mirada -como le he dicho no he podido resistirme a la pasión que desprenden sus palabras.
Notaba como ardía por dentro, cada movimiento de nuestros cuerpos era una batalla, una que marcaba la realidad que los demás no apreciaban, destilábamos rabia, aunque creo que los que nos observaban veían una pasión desenfrenada.
-Ladráis mucho Lilith, mas mordéis poco, estoy deseando ver cuan letal es vuestra inquina.
Quería pediros un favor, que aceptéis un paseo por mis jardines mañana al anochecer, os lo pediría bajo la luz solar, pero creo que entendiereis...-ladeé la sonrisa - no sabéis lo que me complacería que la luna iluminara con sus haces plata vuestra bella estampa.
Tenemos mucho de lo que hablar a decir verdad ¿no creéis amor mio?
Cada palabra era mas sarcástica que la anterior, mas sabia que todos estaban tratando de escuchar nuestra conversación.
Tire de su espalda, dejándola en vilo sobre mi brazo, mis labios acariciaron los ajenos en un acto atrevido que sabia le repugnancia y que a mi me excito justo por eso. Los suspiros de las damas que presenciaban el baile resonaron en nuestros oídos, al parecer mas entregadas que la diosa de la güera que bailaba conmigo.
Su boca se entreabrió por la sorpresa, creo que incluso trató de morderme mas se contuvo, demasiados ojos puestos en nosotros.
-lo siento, sois tan bella que el momento me ha arrebatado la razón -susurré contra sus labios ahora si, volviendo a alzarla para seguir danzando con nuestros cuerpos pegados.
Los músicos concluyeron las ultimas notas, los presentes se deshicieron en aplausos yo señalé a mi prometida indicando que suyo era todo el merito.
Aun podía oír las voces discordantes a mi elección, así como que no era una mujer virginal y pura.
Me costó aguantar la risa, pero lo hice, supongo que se me daba bien pertrechar mascaras distintas frente a mi rostro.
Las había practicado durante todos esos siglos de torturas.
Llevé de la mano a mi prometida frente a su padre, este no podía estar mas exultante de felicidad.
-Me permitiría ser yo quien acompañara a su hija a casa, allí podemos hablar de “negocios” -sentencié dándole a saber que de un modo u otro estaba comprándole a Lilith y que ahora me pertenecía solo a mi.
-¿Me concedes amor el privilegio de acompañaros a casa y asegurarme de que llegáis en las mejores condiciones?
Tiré de su mano con firmeza pegando nuestros cuerpos, pronto el vals comenzó. cuerpos rectos, mi mano ne su cintura y la otra aferrando su delicada mano.
-¿Morir? Ya estoy muerto señorita Garnert.
La giré con gracilidad, esta se dejaba llevar de forma autómata mientras nuestros pies se acompasaban de forma perfecta en un estudiado baile que ambos conocíamos bien.
De nuevo atrapé su cintura, nuestras miradas se engarzaron, y su boca entreabierta sentencio la mía con nuevas y tibias palabras.
-Las arpías tienen su punto ¿no cree? -ladeé la sonrisa contemplando el odio que destilaba su mirada -como le he dicho no he podido resistirme a la pasión que desprenden sus palabras.
Notaba como ardía por dentro, cada movimiento de nuestros cuerpos era una batalla, una que marcaba la realidad que los demás no apreciaban, destilábamos rabia, aunque creo que los que nos observaban veían una pasión desenfrenada.
-Ladráis mucho Lilith, mas mordéis poco, estoy deseando ver cuan letal es vuestra inquina.
Quería pediros un favor, que aceptéis un paseo por mis jardines mañana al anochecer, os lo pediría bajo la luz solar, pero creo que entendiereis...-ladeé la sonrisa - no sabéis lo que me complacería que la luna iluminara con sus haces plata vuestra bella estampa.
Tenemos mucho de lo que hablar a decir verdad ¿no creéis amor mio?
Cada palabra era mas sarcástica que la anterior, mas sabia que todos estaban tratando de escuchar nuestra conversación.
Tire de su espalda, dejándola en vilo sobre mi brazo, mis labios acariciaron los ajenos en un acto atrevido que sabia le repugnancia y que a mi me excito justo por eso. Los suspiros de las damas que presenciaban el baile resonaron en nuestros oídos, al parecer mas entregadas que la diosa de la güera que bailaba conmigo.
Su boca se entreabrió por la sorpresa, creo que incluso trató de morderme mas se contuvo, demasiados ojos puestos en nosotros.
-lo siento, sois tan bella que el momento me ha arrebatado la razón -susurré contra sus labios ahora si, volviendo a alzarla para seguir danzando con nuestros cuerpos pegados.
Los músicos concluyeron las ultimas notas, los presentes se deshicieron en aplausos yo señalé a mi prometida indicando que suyo era todo el merito.
Aun podía oír las voces discordantes a mi elección, así como que no era una mujer virginal y pura.
Me costó aguantar la risa, pero lo hice, supongo que se me daba bien pertrechar mascaras distintas frente a mi rostro.
Las había practicado durante todos esos siglos de torturas.
Llevé de la mano a mi prometida frente a su padre, este no podía estar mas exultante de felicidad.
-Me permitiría ser yo quien acompañara a su hija a casa, allí podemos hablar de “negocios” -sentencié dándole a saber que de un modo u otro estaba comprándole a Lilith y que ahora me pertenecía solo a mi.
-¿Me concedes amor el privilegio de acompañaros a casa y asegurarme de que llegáis en las mejores condiciones?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Aquel hombre era la arrogancia y el cinismo personificado, cada una de sus palabras destilaba ambas por partes iguales independientemente de que se estuviera o no burlando de mí, o de que quisiera sacarme de quicio como ahora intentaba hacer, con su mano puesta en mi cintura y la otra cogiendo mi otra mano antes de que la música comenzara a sonar para empezar aquel baile que cerraría la velada, así como la fiesta que él mismo había organizado para encontrar una esposa, y de todas las mujeres y jóvenes que había en la sala precisamente había escogido a la única que no quería desposarse, a la única que lo aborrecía y que no encontraba nada en él salvo un bonito corazón donde clavar una estaca para ver como moría ante mis ojos… eso era lo que él representaba para mí; un vampiro más al que borrar del mapa en cuanto me fuera posible. Decía que ya estaba muerto, pero en realidad ambos sabíamos muy bien a lo que me estaba refiriendo.
-No sea ingenuo, señor Black, me refiero a acabar con esa existencia eterna que lleva entre manos –me giró de forma grácil mientras yo me movía de forma autómata, demasiado familiarizada con aquel baile que ahora estábamos bailando los dos, con todas las miradas puestas en nosotros, observándonos de forma fija, intentando escuchar cada una de las palabras que nos decíamos aun cuando la música les dificultaba esa tarea. Me volvió de nuevo a pegar a su cuerpo y tuve que poner de nuevo esa máscara como si estuviera disfrutando, feliz por la decisión de aquel vampiro cuando por dentro lo único que me haría feliz sería matarlo- empiezo a entender señor Black que sois un completo masoquista por haber elegido a la única mujer en esta sala que puede llevaros a vuestra completa y total muerte. Nada me produciría más placer que clavar una estaca en vuestro corazón y ver como vuestra vida llega a su fin –sonreí como si estuviera feliz de estar con él bailando aquella pieza, nuestros cuerpos se medían y se enfrentaban en cada uno de los pasos de baile que dábamos, mientras el resto ajeno a nuestra lucha les parecería que era más bien una pasión desmedida que mostrábamos, entregados el uno al otro- ¿Me dejaréis azotaros llegado el momento, antes de que clave mí veneno en vuestro cuerpo? Me lo imagino sangrando postrado ante mí cuando os dejo ver realmente como soy, no se confunda, aquí no puedo mostrarme como la gran víbora que soy y esa Lilith que parece que tanto quieres ver –sonreí antes de que tirara de mí espalda, haciendo que quedara suspendida contra su brazo en mitad de aquel baile con todos aquellos ojos puestos en nosotros.
Mi pelo cayendo en cascada hacia abajo y su rostro cerca del mío, se atrevió a rozar sus labios con los míos y apreté el agarre con fuerza que tenía sobre él luchando con todas mis fuerzas para no derribarlo allí mismo y no llevar mis manos a las dagas y clavárselas para hacerle sangrar, sabía que se estaba divirtiendo con todo aquello cuando a mí me repugnaba. No tardaron las damas de la sala en suspirar por tal acto y yo sonreí con esa máscara escondiendo todo lo que realmente quería expresar y viendo que no iba a dejarme achantar por nada, como si aquel roce fuese un desafío, mis labios se alzaron para rozar los suyos de forma leve dejando que mi aliento exhalara sobre los suyos, para volver a ponerme recta de nuevo escuchando aquel “favor” que me pedía y que sabía que lo hacía porque posiblemente nos estuvieran escuchando.
-Nada me agradaría más que pasear bajo la luz de la luna mañana en vuestros jardines –mis ojos lo miraron con el desafío puesto en ellos, solamente él se daría cuenta de ellos- gracias por invitarme a una velada como esa, aceptaré con mucho gusto ese paseo vuestro, mi amor –las últimas dos palabras fueron claramente irónicas y cínicas con una sonrisa en mis labios que bien podría hacer creer al resto lo ilusionada y contenta que estaba ante la idea- Oh, pero yo pretendo arrebataros el corazón como vos habéis arrebatado el mío –frase que dije en un momento dado para que pensaran que era de forma casual pero, pero que era totalmente predeterminada haciéndoles creer a todo el mundo una verdad que no era, más que nada porque nadie se pensaría que iba totalmente en serio con mis palabras, salvo que en vez de amor pensaba arrebatarle su corazón de verdad, para matarlo. La pieza terminó y los asistentes comenzaron a aplaudir, él hizo un gesto como que el mérito era mío y yo hice una reverencia leve tal y como me habían enseñado con una sonrisa en el rostro, podía nota algunas miradas de ciertas jóvenes sobre mí, si ellas supieran que les cambiaría el puesto sin pensarlo… Me llevó de la mano ante la mirada ilusionada y entusiasmada de mi padre, pletórico porque aquello salvaría de lo que fuera que tuviera y no nos había dicho nada a ninguno. Mi padre no tardó en aceptar la propuesta de aquel vampiro y yo lo miré de reojo soltándome de su mano tan pronto como pude, para escuchar su pregunta con la mirada de padre puesta fija en mí. Maldito vampiro, ahora tendría que esperar a que me acompañara y luego hacer tiempo para salir a cazar…- Claro señor Black, espero que el camino sea tan agradable y tan ameno como el baile al que me acaba de invitar –le sonreí fingidamente, respondiéndole con ironía en mí voz que solo él pudo percatarse, al parecer, porque mi padre no se enteraba de nada- Padre, ¿puede venir mañana el señor Black al picnic que teníamos previsto? Sé que íbamos a ir los dos pero, creo que sería bueno que viniera –sonreí de lado y mis ojos fueron a los de ese vampiro sonriendo de lado, con malicia, porque para él sería imposible acudir al picnic que tenía con mi padre.
-Oh señor Black, por favor acuda con nosotros. Tenemos pensado ir al medio día con los caballos a pasar un día agradable. Me complacería mucho que pudiera venir –mi padre trataba de que viniera sin saber que se iba a tener que negar porque salir a la luz del sol lo mataría por completo. Me acerqué a él y con un puchero fingido y un mohín lo miré aferrándome a su brazo, como si de verdad quisiera que viniera.
-Por favor señor Black, no sé si voy a poder aguantar hasta mañana por la noche para poder verlo de nuevo –mí cuerpo se pegó al suyo por un lateral de forma leve, en mis ojos una diversión interna por aquello sabiendo que se iba a negar porque no podía bajo ningún concepto, y una sonrisa ladina solamente puesta para él ante el cinismo de mis palabras. No quería que viniera, y mucho menos quería que me acompañara o quedar con él al día siguiente por la noche- Seguro que puedo convencerle por el camino de vuelta a casa, ¿nos podemos marchar ya? La fiesta me ha dejado algo agotada –sonreí como si no hubiera roto un plato en mí vida, como si realmente fuera una joven delicada cansada de la fiesta y de los bailes. Lo único que quería era alejarme de aquel lugar, de él y llegar a casa para cambiarme de ropa y salir a cazar y a matar, ya que a él no podía matarlo- dejaremos que se despida de sus invitados, mi amor, y le esperamos fuera. ¿Vamos padre? –Tomé su brazo antes de que pudiera decir nada y tiré de él mientras nos íbamos de aquella sala dejándolo ahí en medio, lo miré de reojo y le lancé una sonrisa ladina antes de volver a prestarle atención a mi padre, que me decía que debíamos de esperarlo para que me llevara a casa… ya, como si lo necesitara.
-No sea ingenuo, señor Black, me refiero a acabar con esa existencia eterna que lleva entre manos –me giró de forma grácil mientras yo me movía de forma autómata, demasiado familiarizada con aquel baile que ahora estábamos bailando los dos, con todas las miradas puestas en nosotros, observándonos de forma fija, intentando escuchar cada una de las palabras que nos decíamos aun cuando la música les dificultaba esa tarea. Me volvió de nuevo a pegar a su cuerpo y tuve que poner de nuevo esa máscara como si estuviera disfrutando, feliz por la decisión de aquel vampiro cuando por dentro lo único que me haría feliz sería matarlo- empiezo a entender señor Black que sois un completo masoquista por haber elegido a la única mujer en esta sala que puede llevaros a vuestra completa y total muerte. Nada me produciría más placer que clavar una estaca en vuestro corazón y ver como vuestra vida llega a su fin –sonreí como si estuviera feliz de estar con él bailando aquella pieza, nuestros cuerpos se medían y se enfrentaban en cada uno de los pasos de baile que dábamos, mientras el resto ajeno a nuestra lucha les parecería que era más bien una pasión desmedida que mostrábamos, entregados el uno al otro- ¿Me dejaréis azotaros llegado el momento, antes de que clave mí veneno en vuestro cuerpo? Me lo imagino sangrando postrado ante mí cuando os dejo ver realmente como soy, no se confunda, aquí no puedo mostrarme como la gran víbora que soy y esa Lilith que parece que tanto quieres ver –sonreí antes de que tirara de mí espalda, haciendo que quedara suspendida contra su brazo en mitad de aquel baile con todos aquellos ojos puestos en nosotros.
Mi pelo cayendo en cascada hacia abajo y su rostro cerca del mío, se atrevió a rozar sus labios con los míos y apreté el agarre con fuerza que tenía sobre él luchando con todas mis fuerzas para no derribarlo allí mismo y no llevar mis manos a las dagas y clavárselas para hacerle sangrar, sabía que se estaba divirtiendo con todo aquello cuando a mí me repugnaba. No tardaron las damas de la sala en suspirar por tal acto y yo sonreí con esa máscara escondiendo todo lo que realmente quería expresar y viendo que no iba a dejarme achantar por nada, como si aquel roce fuese un desafío, mis labios se alzaron para rozar los suyos de forma leve dejando que mi aliento exhalara sobre los suyos, para volver a ponerme recta de nuevo escuchando aquel “favor” que me pedía y que sabía que lo hacía porque posiblemente nos estuvieran escuchando.
-Nada me agradaría más que pasear bajo la luz de la luna mañana en vuestros jardines –mis ojos lo miraron con el desafío puesto en ellos, solamente él se daría cuenta de ellos- gracias por invitarme a una velada como esa, aceptaré con mucho gusto ese paseo vuestro, mi amor –las últimas dos palabras fueron claramente irónicas y cínicas con una sonrisa en mis labios que bien podría hacer creer al resto lo ilusionada y contenta que estaba ante la idea- Oh, pero yo pretendo arrebataros el corazón como vos habéis arrebatado el mío –frase que dije en un momento dado para que pensaran que era de forma casual pero, pero que era totalmente predeterminada haciéndoles creer a todo el mundo una verdad que no era, más que nada porque nadie se pensaría que iba totalmente en serio con mis palabras, salvo que en vez de amor pensaba arrebatarle su corazón de verdad, para matarlo. La pieza terminó y los asistentes comenzaron a aplaudir, él hizo un gesto como que el mérito era mío y yo hice una reverencia leve tal y como me habían enseñado con una sonrisa en el rostro, podía nota algunas miradas de ciertas jóvenes sobre mí, si ellas supieran que les cambiaría el puesto sin pensarlo… Me llevó de la mano ante la mirada ilusionada y entusiasmada de mi padre, pletórico porque aquello salvaría de lo que fuera que tuviera y no nos había dicho nada a ninguno. Mi padre no tardó en aceptar la propuesta de aquel vampiro y yo lo miré de reojo soltándome de su mano tan pronto como pude, para escuchar su pregunta con la mirada de padre puesta fija en mí. Maldito vampiro, ahora tendría que esperar a que me acompañara y luego hacer tiempo para salir a cazar…- Claro señor Black, espero que el camino sea tan agradable y tan ameno como el baile al que me acaba de invitar –le sonreí fingidamente, respondiéndole con ironía en mí voz que solo él pudo percatarse, al parecer, porque mi padre no se enteraba de nada- Padre, ¿puede venir mañana el señor Black al picnic que teníamos previsto? Sé que íbamos a ir los dos pero, creo que sería bueno que viniera –sonreí de lado y mis ojos fueron a los de ese vampiro sonriendo de lado, con malicia, porque para él sería imposible acudir al picnic que tenía con mi padre.
-Oh señor Black, por favor acuda con nosotros. Tenemos pensado ir al medio día con los caballos a pasar un día agradable. Me complacería mucho que pudiera venir –mi padre trataba de que viniera sin saber que se iba a tener que negar porque salir a la luz del sol lo mataría por completo. Me acerqué a él y con un puchero fingido y un mohín lo miré aferrándome a su brazo, como si de verdad quisiera que viniera.
-Por favor señor Black, no sé si voy a poder aguantar hasta mañana por la noche para poder verlo de nuevo –mí cuerpo se pegó al suyo por un lateral de forma leve, en mis ojos una diversión interna por aquello sabiendo que se iba a negar porque no podía bajo ningún concepto, y una sonrisa ladina solamente puesta para él ante el cinismo de mis palabras. No quería que viniera, y mucho menos quería que me acompañara o quedar con él al día siguiente por la noche- Seguro que puedo convencerle por el camino de vuelta a casa, ¿nos podemos marchar ya? La fiesta me ha dejado algo agotada –sonreí como si no hubiera roto un plato en mí vida, como si realmente fuera una joven delicada cansada de la fiesta y de los bailes. Lo único que quería era alejarme de aquel lugar, de él y llegar a casa para cambiarme de ropa y salir a cazar y a matar, ya que a él no podía matarlo- dejaremos que se despida de sus invitados, mi amor, y le esperamos fuera. ¿Vamos padre? –Tomé su brazo antes de que pudiera decir nada y tiré de él mientras nos íbamos de aquella sala dejándolo ahí en medio, lo miré de reojo y le lancé una sonrisa ladina antes de volver a prestarle atención a mi padre, que me decía que debíamos de esperarlo para que me llevara a casa… ya, como si lo necesitara.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Frente a su padre las frases con doble sentido volaban de unos labios a los otros como si fueran peligrosos cuchillos.
Ambos sonreíamos contemplándonos, aquel duelo que despertaba suspiros por la pasión que demostramos solo era el instinto del odio mas profundo.
Ella odiaba lo que yo representaba, un vampiro, bestias sanguinarias esclavas de la sangre, condenadas a la noche y que lela cazaba. Yo odiaba a los cazadores y las absurdeces de creerse capaces de darnos muerte. Solo unos pobres vástagos recién creados podían caer ante esos insignificantes humanos.
-Mi amor, nada me complace mas que esa pasión desbordante que demuestras en cada palabra, ansioso estoy de que llegue la noche y con ella se cree la magia. Dejemos el corazón de ambos en nuestro pecho, mi bella dama, mejor robemonos el elixir de la propia vida, permitirme beber de vos cada noche por el resto de los días de mi vida.
Una dama se desmayó al escuchar mi declaración, aire que su padre le dio con un abanico mientras mi prometida sonrió dando un sorbo de la copa, posiblemente dándole el significado correcto a mis palabras, esas que para el resto era una declaración de autentico amor.
Acepto a regañadientes que la acompañara a casa, aunque sabia que su pequeña mente, esa que era para mi un libro abierto meditaba el modo de salir airosa de una noche a mi lado.
Mis gélidos dedos acariciaban su espalda, su piel se erizaba, posiblemente fruto del asco, claro que no podía apartarse y se que eso lo odiaba.
Yo incapaz de dejar de sonreír por como la molestaba mi tacto seguí mirando aquellos ojos pardos que me desafiaban en silencio.
No tardó en abrir esa bocaza, esta vez para invitarme a un picnic, alegaba que no podía esperar hasta la noche pues tal era su impaciencia.
Enarqué una ceja, me había dado un buen revés, pues como ella decía tendría que rechazar la propuesta..pero...
-Nada me gustaría mas que acompañaros a tan dulce evento, estoy seguro mi amor que me deleitaría no solo con su presencia y esa belleza que luce, hechizante si no con los deliciosos manjares que preparará su familia, peor por desgracia soy un hombre de negocios y otros menesteres me aguardan.
Ahora...nunca decepcionaría a mi prometida, si no podéis esperar a mañana, permitirme alojaros hoy en mi morada, sera de vuestro gusto, eso os lo prometo -susurré casi rozando sus labios de nuevo.
Nuestros alientos chocaron rabiosos repiracion acelerada de ambos.
-Estoy seguro de que intentareis durante la noche entera cazar mi corazón ¿que me decís amor mio?
Al padre le pareció una maravillosa idea, a fin de cuentas el matrimonio seria en breve.
-Así podremos beber champan para celebrarlo..y conocerá al servicio ...-alcé la mano en dirección a su padre- os juro por cristo nuestro señor que seré todo un caballero -dije perfilando una sonrisa picara en mis labios.
La dama tiro de su padre para salir de allí, yo me despedí de mis invitados y cuando el ultimo salio del palacio salí al encuentro de mi apasionada dama.
-¿Nos vamos amor mio? -pregunté colocando mi brazo para que esta se sujetara de el -la noche es joven ¿no creéis? -dije ladeando la sonrisa
Ambos sonreíamos contemplándonos, aquel duelo que despertaba suspiros por la pasión que demostramos solo era el instinto del odio mas profundo.
Ella odiaba lo que yo representaba, un vampiro, bestias sanguinarias esclavas de la sangre, condenadas a la noche y que lela cazaba. Yo odiaba a los cazadores y las absurdeces de creerse capaces de darnos muerte. Solo unos pobres vástagos recién creados podían caer ante esos insignificantes humanos.
-Mi amor, nada me complace mas que esa pasión desbordante que demuestras en cada palabra, ansioso estoy de que llegue la noche y con ella se cree la magia. Dejemos el corazón de ambos en nuestro pecho, mi bella dama, mejor robemonos el elixir de la propia vida, permitirme beber de vos cada noche por el resto de los días de mi vida.
Una dama se desmayó al escuchar mi declaración, aire que su padre le dio con un abanico mientras mi prometida sonrió dando un sorbo de la copa, posiblemente dándole el significado correcto a mis palabras, esas que para el resto era una declaración de autentico amor.
Acepto a regañadientes que la acompañara a casa, aunque sabia que su pequeña mente, esa que era para mi un libro abierto meditaba el modo de salir airosa de una noche a mi lado.
Mis gélidos dedos acariciaban su espalda, su piel se erizaba, posiblemente fruto del asco, claro que no podía apartarse y se que eso lo odiaba.
Yo incapaz de dejar de sonreír por como la molestaba mi tacto seguí mirando aquellos ojos pardos que me desafiaban en silencio.
No tardó en abrir esa bocaza, esta vez para invitarme a un picnic, alegaba que no podía esperar hasta la noche pues tal era su impaciencia.
Enarqué una ceja, me había dado un buen revés, pues como ella decía tendría que rechazar la propuesta..pero...
-Nada me gustaría mas que acompañaros a tan dulce evento, estoy seguro mi amor que me deleitaría no solo con su presencia y esa belleza que luce, hechizante si no con los deliciosos manjares que preparará su familia, peor por desgracia soy un hombre de negocios y otros menesteres me aguardan.
Ahora...nunca decepcionaría a mi prometida, si no podéis esperar a mañana, permitirme alojaros hoy en mi morada, sera de vuestro gusto, eso os lo prometo -susurré casi rozando sus labios de nuevo.
Nuestros alientos chocaron rabiosos repiracion acelerada de ambos.
-Estoy seguro de que intentareis durante la noche entera cazar mi corazón ¿que me decís amor mio?
Al padre le pareció una maravillosa idea, a fin de cuentas el matrimonio seria en breve.
-Así podremos beber champan para celebrarlo..y conocerá al servicio ...-alcé la mano en dirección a su padre- os juro por cristo nuestro señor que seré todo un caballero -dije perfilando una sonrisa picara en mis labios.
La dama tiro de su padre para salir de allí, yo me despedí de mis invitados y cuando el ultimo salio del palacio salí al encuentro de mi apasionada dama.
-¿Nos vamos amor mio? -pregunté colocando mi brazo para que esta se sujetara de el -la noche es joven ¿no creéis? -dije ladeando la sonrisa
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
No podía evitar que mis ojos se fijaran en los suyos con cada palabra que salía de sus labios, lo que para muchos podría ser una clara declaración de amor lo que me estaba diciendo yo en el fondo sabía, realmente, sus intenciones con esas palabras. Nada más terminar de decirlas mientras nos mirábamos con ese odio que nos profesábamos mutuamente por lo que ambos representábamos, y que nos hacía némesis directos el uno del otro, una de las damas que estaban cerca se desmayó tras las palabras del que, si no podía remedio, sería mí futuro marido. Miré hacia donde la joven se había desmayado viendo que mi padre la abanicaba para intentar ayudarla, rodé los ojos y estos se fijaron en los de aquel vampiro al que estaba comprometida. Qué irónica era la vida… una cazadora comprometida a un vampiro, uno el cual quería matar lo antes que fuera posible.
En mis manos llevaba una de las copas que los camareros iban ofreciendo sobre bandejas, y tras sus palabras, bebí sonriendo de forma ladina sin dejar de mirarlo, dándole a entender que había entendido perfectamente lo que me estaba diciendo. Para algunas damas una declaración de amor, para mí que sabía lo que era y el engaño que había en ellas, entendí que lo que me quería decir es que no iba a matarlo y a dejar su inerte corazón en su pecho, no se lo arrancaría como estaba deseando hacer y que además… pretendía beber de mí, de mi sangre por la noche. Casi me dieron ganas de echarme a reír por sus palabras, pero tuve que guardar la compostura para que eso no pasara, pues no había sentido alguno el que me riera de sus falsas palabras que dejaba una promesa velada en su trasfondo y que nadie salvo yo entendió.
Eso sí, le devolví aquello en cuanto tuve ocasión pidiéndole que viniera de picnic con nosotros, algo a lo que se tendría que negar porque si le daba la luz del sol moriría y francamente quería matarlo yo misma. Mi padre no paraba de insistirle en que viniera con nosotros al día siguiente y yo, como buena actriz que era portando una máscara frente a todos, hice ver que también lo deseaba cuando sabía que él no podría hacerlo, pero que ante mi padre estaba representando un papel extraordinario por el que se mostraba encantado. Realmente, estaba más que encantado con la situación y por algún motivo que desconocía aquel vampiro le gustaba… claro que no podía hacer caso de su escaso juicio, porque este no estaba bien, y porque no tenía ni sentido ni lógica alguna.
Sentía sus dedos, fríos como el hielo, deslizarse por la piel de la espalda que quedaba al descubierto y que hacía que se me erizara la piel, no por el placer de tal acto, sino porque me asqueaba de sobre manera que me tocara, dejarme tocar por un vampiro cuando había jurado que iba a matarlos a todos, todos y cada uno que se interpusiera en mí camino acabaría con el corazón atravesado por una estaca que llevaría en mi mano… y no poder matarlo como estaba deseando me enervaba y me frustraba… pero era algo que no dejaba ver y que seguramente él percibía que no me gustaba. Sonreía sin dejar de mirarme disfrutando de todo aquello mientras yo debía de mantener la compostura.
Tuve que apretar las manos en sendos puños cuando dijo que me quedara en su residencia por esa noche. Ni en broma pensaba quedarme esa noche con él, tenía otros planes que diferían el mucho el quedarme con un vampiro en su mansión, sus labios casi rozaban los míos pero podía sentir su aliente gélido contra estos. Ojos fijos en el otro, llenos de rabia con la respiración acelerada, desde luego parecíamos dos apasionados y fogosos amantes que no podían estar separados el uno del otro. La frase no pudo ser más acertada, iba a pasarme la noche entera cazando su corazón pero lejos de por motivo de amor… por el hecho de matarlo. Mi padre estaba pletórico y una de mis manos subió por el pecho del vampiro hasta dejarla justamente sobre su corazón, no sintiendo latido alguno bajo la palma de mí mano como bien ya sabía.
-Apenas llevamos unas horas juntas y ya parece que me conozcáis de toda la vida… sí, mi amor, pensaba cazar ese corazón ya que vos habéis cautivado el mío. No sé cómo expresaros lo mucho que deseo pasar esta noche junto a vos, para que la llenéis de eternas promesas de amor como la que ha hecho desmayar a esa dama, y que casi lográis que yo me desmaye –mi mano siguió subiendo hasta posarla en su rostro, como si realmente no existiera nada más en el mundo- Os miro y siento que no podría pasar un solo día sin vos –mis palabras irónicas como las suyas, afiladas en todo momento- Os deseo, señor Black. Con vuestras palabras durante toda la noche habéis llegado a cautivarme, a tan escala, que se me hace eterno el pensar estar una noche sin vos… pero también sé que sois un hombre respetuoso, y que respetaréis el tiempo hasta que llegue la boda para tomarme, aun cuando mi pasión por vos crezca esta noche bajo el influjo de sus palabras –si en algún momento concedían premios a la interpretación, sin duda alguna deberían de darme uno por todo aquello. Mis ojos bajaron a sus labios y mis dedos los recorrieron, estaban algo más fríos de lo normal pero no me sorprendía en absoluto- oh, podría morir con tan solo un beso vuestro… -murmuré con sus labios casi sobre los míos, mirándonos con eso odio tan característico y sabiendo que mis palabras era todo falacia tras falacia. Mi padre estaba exultante y asintió pensando que sería respetuoso y creyendo en sus palabras.
Nos alejamos para que él se despidiera de sus invitados y mi padre al salir me abrazó contento por como iban las cosas, pensando que de verdad todo lo que habíamos dicho era de verdad cuando era todo totalmente mentira. Al final terminó por aceptar la proposición de que pasara la noche con él, y ya estaba pensando la forma de poder irme y escaparme a cazar… era algo que necesitaba con urgencia. Solamente se fue cuando él volvió de nuevo tras despedirse de todos los invitados, mi padre se fue no sin antes dejar un beso en mi mejilla con la promesa de vernos al día siguiente para irnos de picnic. Sabía perfectamente que para aquel vampiro la noche no había hecho más que empezar, pero yo me encargaría de que fuera un infierno para él… sobre todo cuando nos quedáramos a solas. Ahora debíamos de seguir aparentando y cogí su brazo con el mío, comenzando a andar para mirarlo de lado y sonreír de forma falsa por sus palabras.
-¿Tenéis algo pensado en especial, señor Black? ¿Quizás un paseo? –Dije mientras nos acercábamos al último carruaje que quedaba en el lugar, abrió la puerta ofreciéndome y ayudándome a subir de forma educada aun cuando no lo necesitaba, tomé su mano y me senté para luego pasar él dentro sentándose enfrente, mirándonos ahora que nadie estaba cerca y mi rostro cambió por completo, quitando la buena cara, la sonrisa encantadora y mostrándole la parte más dura y fría que tenía… esa que era en verdad y que tanto me gustaba. El carruaje se puso en marcha en dirección a su mansión, lo que nos daría los primeros minutos a solas tras su anunciamiento ya sabiendo ambos qué éramos cada uno- Ahora no tenemos por qué fingir, señor Black, nadie puede vernos –dije cruzando una de las piernas sobre la otra, apoyando las manos a cada lado de mi cuerpo e inclinando ligeramente el cuerpo hacia delante- Muy astuto por su parte, aunque ya le digo que no podrá retenerme para siempre… y que habría sido mejor para usted no haberme invitado esta noche a pasarla en su mansión. Ahora sabré donde vive, y podré atacarle justo cuando sea más vulnerable –sonreí de lado- porque no sé si le ha quedado claro… pero no pienso casarme con usted, y haré todo lo que esté en mí mano para que eso no suceda –de un movimiento rápido saqué una de las dagas del vestido, me abalancé sobre él y puse la daga de plata sobre su cuello, sentada sobre él y tirando de su pelo hacia abajo con fuerza para exponer más su cuello- ¿Qué me impediría ahora matarlo? No crea que no tengo ganas de arrancarle el corazón, y aunque no lleve una estaca sé que la plata no te matará… pero sí te dejará debilitado. Y eso, mí amor, solo será el principio de tú fin.
En mis manos llevaba una de las copas que los camareros iban ofreciendo sobre bandejas, y tras sus palabras, bebí sonriendo de forma ladina sin dejar de mirarlo, dándole a entender que había entendido perfectamente lo que me estaba diciendo. Para algunas damas una declaración de amor, para mí que sabía lo que era y el engaño que había en ellas, entendí que lo que me quería decir es que no iba a matarlo y a dejar su inerte corazón en su pecho, no se lo arrancaría como estaba deseando hacer y que además… pretendía beber de mí, de mi sangre por la noche. Casi me dieron ganas de echarme a reír por sus palabras, pero tuve que guardar la compostura para que eso no pasara, pues no había sentido alguno el que me riera de sus falsas palabras que dejaba una promesa velada en su trasfondo y que nadie salvo yo entendió.
Eso sí, le devolví aquello en cuanto tuve ocasión pidiéndole que viniera de picnic con nosotros, algo a lo que se tendría que negar porque si le daba la luz del sol moriría y francamente quería matarlo yo misma. Mi padre no paraba de insistirle en que viniera con nosotros al día siguiente y yo, como buena actriz que era portando una máscara frente a todos, hice ver que también lo deseaba cuando sabía que él no podría hacerlo, pero que ante mi padre estaba representando un papel extraordinario por el que se mostraba encantado. Realmente, estaba más que encantado con la situación y por algún motivo que desconocía aquel vampiro le gustaba… claro que no podía hacer caso de su escaso juicio, porque este no estaba bien, y porque no tenía ni sentido ni lógica alguna.
Sentía sus dedos, fríos como el hielo, deslizarse por la piel de la espalda que quedaba al descubierto y que hacía que se me erizara la piel, no por el placer de tal acto, sino porque me asqueaba de sobre manera que me tocara, dejarme tocar por un vampiro cuando había jurado que iba a matarlos a todos, todos y cada uno que se interpusiera en mí camino acabaría con el corazón atravesado por una estaca que llevaría en mi mano… y no poder matarlo como estaba deseando me enervaba y me frustraba… pero era algo que no dejaba ver y que seguramente él percibía que no me gustaba. Sonreía sin dejar de mirarme disfrutando de todo aquello mientras yo debía de mantener la compostura.
Tuve que apretar las manos en sendos puños cuando dijo que me quedara en su residencia por esa noche. Ni en broma pensaba quedarme esa noche con él, tenía otros planes que diferían el mucho el quedarme con un vampiro en su mansión, sus labios casi rozaban los míos pero podía sentir su aliente gélido contra estos. Ojos fijos en el otro, llenos de rabia con la respiración acelerada, desde luego parecíamos dos apasionados y fogosos amantes que no podían estar separados el uno del otro. La frase no pudo ser más acertada, iba a pasarme la noche entera cazando su corazón pero lejos de por motivo de amor… por el hecho de matarlo. Mi padre estaba pletórico y una de mis manos subió por el pecho del vampiro hasta dejarla justamente sobre su corazón, no sintiendo latido alguno bajo la palma de mí mano como bien ya sabía.
-Apenas llevamos unas horas juntas y ya parece que me conozcáis de toda la vida… sí, mi amor, pensaba cazar ese corazón ya que vos habéis cautivado el mío. No sé cómo expresaros lo mucho que deseo pasar esta noche junto a vos, para que la llenéis de eternas promesas de amor como la que ha hecho desmayar a esa dama, y que casi lográis que yo me desmaye –mi mano siguió subiendo hasta posarla en su rostro, como si realmente no existiera nada más en el mundo- Os miro y siento que no podría pasar un solo día sin vos –mis palabras irónicas como las suyas, afiladas en todo momento- Os deseo, señor Black. Con vuestras palabras durante toda la noche habéis llegado a cautivarme, a tan escala, que se me hace eterno el pensar estar una noche sin vos… pero también sé que sois un hombre respetuoso, y que respetaréis el tiempo hasta que llegue la boda para tomarme, aun cuando mi pasión por vos crezca esta noche bajo el influjo de sus palabras –si en algún momento concedían premios a la interpretación, sin duda alguna deberían de darme uno por todo aquello. Mis ojos bajaron a sus labios y mis dedos los recorrieron, estaban algo más fríos de lo normal pero no me sorprendía en absoluto- oh, podría morir con tan solo un beso vuestro… -murmuré con sus labios casi sobre los míos, mirándonos con eso odio tan característico y sabiendo que mis palabras era todo falacia tras falacia. Mi padre estaba exultante y asintió pensando que sería respetuoso y creyendo en sus palabras.
Nos alejamos para que él se despidiera de sus invitados y mi padre al salir me abrazó contento por como iban las cosas, pensando que de verdad todo lo que habíamos dicho era de verdad cuando era todo totalmente mentira. Al final terminó por aceptar la proposición de que pasara la noche con él, y ya estaba pensando la forma de poder irme y escaparme a cazar… era algo que necesitaba con urgencia. Solamente se fue cuando él volvió de nuevo tras despedirse de todos los invitados, mi padre se fue no sin antes dejar un beso en mi mejilla con la promesa de vernos al día siguiente para irnos de picnic. Sabía perfectamente que para aquel vampiro la noche no había hecho más que empezar, pero yo me encargaría de que fuera un infierno para él… sobre todo cuando nos quedáramos a solas. Ahora debíamos de seguir aparentando y cogí su brazo con el mío, comenzando a andar para mirarlo de lado y sonreír de forma falsa por sus palabras.
-¿Tenéis algo pensado en especial, señor Black? ¿Quizás un paseo? –Dije mientras nos acercábamos al último carruaje que quedaba en el lugar, abrió la puerta ofreciéndome y ayudándome a subir de forma educada aun cuando no lo necesitaba, tomé su mano y me senté para luego pasar él dentro sentándose enfrente, mirándonos ahora que nadie estaba cerca y mi rostro cambió por completo, quitando la buena cara, la sonrisa encantadora y mostrándole la parte más dura y fría que tenía… esa que era en verdad y que tanto me gustaba. El carruaje se puso en marcha en dirección a su mansión, lo que nos daría los primeros minutos a solas tras su anunciamiento ya sabiendo ambos qué éramos cada uno- Ahora no tenemos por qué fingir, señor Black, nadie puede vernos –dije cruzando una de las piernas sobre la otra, apoyando las manos a cada lado de mi cuerpo e inclinando ligeramente el cuerpo hacia delante- Muy astuto por su parte, aunque ya le digo que no podrá retenerme para siempre… y que habría sido mejor para usted no haberme invitado esta noche a pasarla en su mansión. Ahora sabré donde vive, y podré atacarle justo cuando sea más vulnerable –sonreí de lado- porque no sé si le ha quedado claro… pero no pienso casarme con usted, y haré todo lo que esté en mí mano para que eso no suceda –de un movimiento rápido saqué una de las dagas del vestido, me abalancé sobre él y puse la daga de plata sobre su cuello, sentada sobre él y tirando de su pelo hacia abajo con fuerza para exponer más su cuello- ¿Qué me impediría ahora matarlo? No crea que no tengo ganas de arrancarle el corazón, y aunque no lleve una estaca sé que la plata no te matará… pero sí te dejará debilitado. Y eso, mí amor, solo será el principio de tú fin.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
La mano de mi prometida adecuadamente sujeta a mi brazo, luciendo sus mejores galas, lista para agradarme camino con paso calmo sonriendo a propios y extraños.
Ladeé la sonrisa con un deje divertido, ayudando a la preciosa dama a subir al carruaje.
-Señorita Garnert, nada me place mas que hacerla feliz, si le parece bien, me gustaría enseñarle los jardines, una botella de champan y la luz de la luna bastará para convertir la velada en algo inolvidable ¿no cree?
Pronto estuvimos ambos en el carro, nuestras miradas salvajes se encontraron, ya no era necesario disimular y ahora ambos eramos las bestias que acostumbrábamos ser.
-¿Cree que si despertara algún tipo de temor en mi, la llevaría a mi mansión? No amor, voy a mostraros vuestra prisión, os doblegaré cada día hasta que me pidáis la muerte pues creerme, cuando acabe con vos la anhelareis.
Me gusta domar potros salvajes, lo hacia en la antigüedad, pero ahora me entretienen mas las mujeres, en algo he de entretener mi inmortalidad ¿no cree?
Sus ojos centelleaban de rabia, los miso encajaban esa mirada con la pasión adecuada. Se que mi actitud la hacia odiarme mas aun, mas ¿acaso por ser lo que era, no había sido sentenciado antes de conocerme?
Tampoco me las iba a dar de bueno, posiblemente mi interior estaba corrompido y aun siendo un hombre al que le fluyera la sangre su odio seria despertado de igual modo.
Raudo su movimiento, sus piernas a horcajadas de mi cuerpo y una afilada daga en mi cuello, mis ojos se tornaron fuego, labios entreabiertos por la excitación del momento, es mas, mi virilidad se alzó chocando contra su sexo.
-Hazlo -rugí contra sus labios -hazlo.
La sentí dudar, flaqueza al no esperar lo sádico que podía ser y creo que ahora entendía porque la había elegido a ella, porque me excitaba de sobre manera esa rebeldía que ostentaba con cada movimiento.
Mis manos aferraron sus caderas empujándola hacia abajo para que sintiera mi dureza, jadeé contra sus labios.
-Hazlo -susurre al sentir como el filo se hundía mas en mi cuello.
Hubiera podido deshacerme de su agarre con tanta facilidad, mas admito que disfrutaba sentir su sangre correr desaforada por sus venas con brutalidad, su pecho subía y bajaba frente a mis ojos.
-¿Como explicaras cuando baje de este carro que tu futuro esposo esta sangrando -susurré contra su boca -piensa bien pequeña, antes de cometer un asesinato hay que saber encontrar el momento perfecto y el modo de deshacerte del cuerpo.
Moví sus caderas de nuevo contra mi hombría, no dejaba ni por un segundo de mirarla, retarla.
-Y ahora aparta esa daga amor, no sea que acabes haciéndote daño y estropees mi camisa y la velada.
Su aliento golpeaba mis labios, estaba rabiosa, cabreada y s estado era una sensación tan placentera que hacer que me odiara se había convertido en mi credo.
-Nunca me amaras y ahí reside tu maldición y mi penitencia y ahora siéntate, estamos cerca -le ordené sin despegar mis manos de sus caderas impulsadas por el vaivén del carro sobre la calzada.
Ladeé la sonrisa con un deje divertido, ayudando a la preciosa dama a subir al carruaje.
-Señorita Garnert, nada me place mas que hacerla feliz, si le parece bien, me gustaría enseñarle los jardines, una botella de champan y la luz de la luna bastará para convertir la velada en algo inolvidable ¿no cree?
Pronto estuvimos ambos en el carro, nuestras miradas salvajes se encontraron, ya no era necesario disimular y ahora ambos eramos las bestias que acostumbrábamos ser.
-¿Cree que si despertara algún tipo de temor en mi, la llevaría a mi mansión? No amor, voy a mostraros vuestra prisión, os doblegaré cada día hasta que me pidáis la muerte pues creerme, cuando acabe con vos la anhelareis.
Me gusta domar potros salvajes, lo hacia en la antigüedad, pero ahora me entretienen mas las mujeres, en algo he de entretener mi inmortalidad ¿no cree?
Sus ojos centelleaban de rabia, los miso encajaban esa mirada con la pasión adecuada. Se que mi actitud la hacia odiarme mas aun, mas ¿acaso por ser lo que era, no había sido sentenciado antes de conocerme?
Tampoco me las iba a dar de bueno, posiblemente mi interior estaba corrompido y aun siendo un hombre al que le fluyera la sangre su odio seria despertado de igual modo.
Raudo su movimiento, sus piernas a horcajadas de mi cuerpo y una afilada daga en mi cuello, mis ojos se tornaron fuego, labios entreabiertos por la excitación del momento, es mas, mi virilidad se alzó chocando contra su sexo.
-Hazlo -rugí contra sus labios -hazlo.
La sentí dudar, flaqueza al no esperar lo sádico que podía ser y creo que ahora entendía porque la había elegido a ella, porque me excitaba de sobre manera esa rebeldía que ostentaba con cada movimiento.
Mis manos aferraron sus caderas empujándola hacia abajo para que sintiera mi dureza, jadeé contra sus labios.
-Hazlo -susurre al sentir como el filo se hundía mas en mi cuello.
Hubiera podido deshacerme de su agarre con tanta facilidad, mas admito que disfrutaba sentir su sangre correr desaforada por sus venas con brutalidad, su pecho subía y bajaba frente a mis ojos.
-¿Como explicaras cuando baje de este carro que tu futuro esposo esta sangrando -susurré contra su boca -piensa bien pequeña, antes de cometer un asesinato hay que saber encontrar el momento perfecto y el modo de deshacerte del cuerpo.
Moví sus caderas de nuevo contra mi hombría, no dejaba ni por un segundo de mirarla, retarla.
-Y ahora aparta esa daga amor, no sea que acabes haciéndote daño y estropees mi camisa y la velada.
Su aliento golpeaba mis labios, estaba rabiosa, cabreada y s estado era una sensación tan placentera que hacer que me odiara se había convertido en mi credo.
-Nunca me amaras y ahí reside tu maldición y mi penitencia y ahora siéntate, estamos cerca -le ordené sin despegar mis manos de sus caderas impulsadas por el vaivén del carro sobre la calzada.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Montada ya en el carruaje que nos llevaría a aquella mansión sin poder hacer nada por evitarlo pues mi padre había visto en aquella idea algo magnífico, que yo no veía por ningún lado, lo contemplé ahora que podíamos ser nosotros mismos despojándome de aquella máscara que siempre solía llevar en sociedad y que no me representaba para nada, que era una versión de mí que había tenido que dar en las fiestas sociales desde que era pequeña, una que mostraba una luz que yo no poseía ni tenía, una candidez y una actitud encantadora que distaba mucho con lo fría, seca, irónica, sarcástica y cínica que era en realidad. Ni siquiera delante de mis padres había mostrado esas facetas, pues sabiendo de sus modales e ideales de lo que debía de ser una señorita de mí clase, no me estaba “socialmente permitido”. Así que el fingir para mí era como mi pan de cada día, como el credo que rezaban los creyentes cuando iban a misa… pero con él, con aquel vampiro que tenía delante de mí no tenía por qué mostrarlo, puesto que él no era mejor que yo en ese sentido.
Pasé de sus absurdas palabras sobre lo que pretendía hacer aquella noche, de ese plan romántico que a toda mujer le gustaría y con el que, quizás, hasta alguna hubiera caído en su lecho dejando que aquel vampiro la hiciera suya… pero conmigo no iba a funcionar y realmente esperaba que no hiciera aquello, pues sino me encargaría de oscurecer esa velada que me prometía, porque ya había asumido que debía de ser el veneno de aquel vampiro que lo fuera matando lentamente. Él se pensaría quizás que podría dominarme en algún momento, pero estaba muy equivocado y lejos de decírselo… dejaría que él mismo se diera cuenta en el momento en que viera que no podía conmigo como quizás pensaba, y oh, disfrutaría viendo la cara que pondría cuando eso pasara.
Nuestras miradas se encontraron uno frene al otro sentados en aquel carruaje mientras este emprendía el camino hacia su mansión, oh, grave error mostrarme donde vivía aunque si no hacía nada por parar aquella boda tarde o temprano lo sabría igualmente, y peor, viviría hasta allí. No, no, no… debía de pensar e idear algo para frenar aquella absurda boda porque si algo tenía claro, es que no iba a casarme, pero si algo tenía aún más claro que eso… es que iba a ser con vampiro si sucedía. Decía que no me temía y que por eso me llevaba allí, que iba a enseñarme mí prisión a lo que fruncí el ceño y lo fulminé con mi mirada por sus palabras. Pretendía encerrarme, cual pajarillo, para que no pudiera volar. Pretendía doblegarme hasta que solo pidiera la muerte, decía que había domado potros salvajes en la antigüedad y que ahora iba a domarme a mí. Pese a mis ojos que lo miraban con odio por sus palabras, una risa fría escapó de mis labios.
-¿Domarme, señor Black? Le reto a que siquiera lo intente… hay quien nace salvaje y permanece así durante toda su vida. No me dejaré domar, y le prometo que yo soy peor que uno de los tantos potros que afirma haber domado –continuamos mirándonos de forma fija, midiéndonos en esos momentos en los que podíamos mostrarnos como realmente éramos e hice un cruce de piernas, un movimiento totalmente casual que tan solo enmascaraba lo que iba a hacer a continuación. Rápida y de un movimiento brusco y seco me abalancé sobre él sentándome a horcajadas sacando la daga de la falda para poner el filo de esta, que era de plata, contra su cuello. Sus ojos me miraron ahora de color rojo, sus labios se entreabrieron al sentir el filo de la daga en su cuello, sentí incluso su miembro contra mí cuerpo y que me hizo sonreír de lado, con malicia al darme cuenta. Pidió que lo hiciera contra mis labios, y volvió a hacerlo una segunda vez implorando aquello, que era totalmente sádico. Realmente, ¿qué me impedía matarlo ahí mismo? Claro que la daga no era una estaca pero la plata lo debilitaría y sería su final, o mejor dicho, el principio de este- Vaya señor Black, así que, ¿le gustan estos juegos? Podría jugar a ellos toda la noche –Sus manos en mis caderas presionando más contra su miembro fue la respuesta a mi pregunta y hundí la daga más contra su cuello sin pensarlo un solo segundo- Al vampiro le excita el juego que hace la cazadora… menuda ironía. Es usted una caja de sorpresas, señor Black –dije sonriendo lado con malicia escuchando su pregunta a cómo explicaría la situación si llegaba a hacerlo- Oh señor Black, no me subestime por favor… sería de lo más sencillo. Aprovecharía un poco antes de llegar donde seguramente no haya nada por la calle, gritaría para que el cochero me oyera y parara con la intención de ver qué pasa, tan solo tendría que matarle, meterle dentro junto a su cadáver y emprender un camino para enterrarlos bien lejos… bueno, a usted lo quemaría para asegurarme de que de verdad está muerto, desaparecía por un tiempo, me iría a otro lugar y todos pensarían que al igual que vos he muerto en un trágico accidente –en las últimas palabras mi rostro cambió como si sintiera pena por lo que decía. Su boca seguía cerca de la mía sintiendo su gélida respiración chocar contra mis labios, pero no iba a darle la satisfacción de ver que eso podría molestarme, y seguí firme sentada sobre él con la daga en su cuello- ¿Te parece un buen plan, amor? Podría llevarlo a cabo ahora mismo y ser libre para siempre… ¿no estáis cansado de vivir? –Pregunté con una sonrisa maliciosa que no deparaba nada bueno para el vampiro, pero no me moví escuchando sus palabras con sus manos todavía en mis caderas.
No dejaba de mirarme y de retarme con cada mirada que me daba, sabía que podía apartarme perfectamente pero algo en mí interior me decía que estaba disfrutando con aquello… bueno, su miembro presionando contra mí cuerpo también era un claro ejemplo de que así era. Me pedía que apartara la daga para no estropear la velada y manchar su camisa, pero era precisamente lo que yo estaba buscando, movía mis cadera sobre él como si le gustar sentirme de esa forma que por si solas también se movían por el mismo movimiento del carruaje, volvió a ordenarme como si esperara que le hiciera caso, más solté una carcajada seca sin apartar mis ojos de los suyos con sus manos en mis caderas.
-Decidme, mi amor, ¿qué es lo que más os excita de esta situación? –Pregunté mirándole de forma fija, la daga que estaba en su cuello comencé a moverla por este con total libertad, mi mano fue a su pelo y tiré de este hacia abajo exponiendo más su cuello imponiéndome sobre él, sin hacerle caso ante que guardara la daga y me sentara como si fuera una fiel sumisa obediente- ¿Quizás mí desobediencia? –Pasé el filo de la daga por su garganta de abajo hacia arriba en un movimiento lento- ¿Mi carácter luchador y guerrero? –La daga ahora se paseaba por una de sus mejillas sin dejar de mirarlo a los ojos que seguían rojos- ¿Mí furia, el reto que supone cada una de mis palabras?... ¿Tal vez mi rebeldía indomable? –Mis labios suspiraron sobre los suyos mientras mis caderas seguían moviéndose bajo sus manos y el movimiento del carruaje- ¿Le pone cachondo mí atrayente oscuridad? –La daga pasó sobre sus labios para llegar a la otra parte de su rostro, subir hasta su oreja dejando el filo justo donde empieza esta para luego llegar a la zona de su ojo, donde hice que la daga girara con la punta de esta sobre su piel- ¿O el que quiera mataros ahora mismo? –Sonreí de forma ladina y la daga bajó de nuevo hasta su garganta, obviando la orden que me había dado- Pero tenéis razón: nunca os amaré y no pretendo hacerlo. Olvidáis que todavía no soy vuestra esposa y que soy libre, así que no acepto órdenes de nadie ¿le queda claro? Ten en cuenta esto amor: por muy frágil y delicada que parezca tengo más voluntad de lo que puedas imaginarte, porque jamás llegarás a doblegarme ni a controlarme como crees que vas a hacerlo. Porque los mejores venenos, vienen en frascos pequeños –exhalé mí aliento cálido sobre sus labios y ahora sí, viendo que habíamos llegado y que el cochero paraba me levanté sentándome de nuevo donde estaba, guardando la daga en el vestido y mirando con diversión maliciosa su entrepierna que se notaba sobre la tela del pantalón- Creo que tú miembro me echa de menos, mi amor, pero recuerda que prometiste esperar… una lástima –dije son cinismo esperando a que el cochero abriera la puerta para salir cogiendo su mano que me ayudaba, para luego ver que el vampiro salía tras de mí- Vaya amor mío, ¿aquí es donde vamos a vivir? Creo que podré ser inmensamente feliz aquí –cogí su brazo como si estuviera ilusionada por la misma idea, fingiendo ante el cochero y alcé mí mirada para que solo él me viera- Estoy deseando que me enseñes la casa, ¿damos un paseo mi amor? No quiero que la noche termine tan pronto.
Pasé de sus absurdas palabras sobre lo que pretendía hacer aquella noche, de ese plan romántico que a toda mujer le gustaría y con el que, quizás, hasta alguna hubiera caído en su lecho dejando que aquel vampiro la hiciera suya… pero conmigo no iba a funcionar y realmente esperaba que no hiciera aquello, pues sino me encargaría de oscurecer esa velada que me prometía, porque ya había asumido que debía de ser el veneno de aquel vampiro que lo fuera matando lentamente. Él se pensaría quizás que podría dominarme en algún momento, pero estaba muy equivocado y lejos de decírselo… dejaría que él mismo se diera cuenta en el momento en que viera que no podía conmigo como quizás pensaba, y oh, disfrutaría viendo la cara que pondría cuando eso pasara.
Nuestras miradas se encontraron uno frene al otro sentados en aquel carruaje mientras este emprendía el camino hacia su mansión, oh, grave error mostrarme donde vivía aunque si no hacía nada por parar aquella boda tarde o temprano lo sabría igualmente, y peor, viviría hasta allí. No, no, no… debía de pensar e idear algo para frenar aquella absurda boda porque si algo tenía claro, es que no iba a casarme, pero si algo tenía aún más claro que eso… es que iba a ser con vampiro si sucedía. Decía que no me temía y que por eso me llevaba allí, que iba a enseñarme mí prisión a lo que fruncí el ceño y lo fulminé con mi mirada por sus palabras. Pretendía encerrarme, cual pajarillo, para que no pudiera volar. Pretendía doblegarme hasta que solo pidiera la muerte, decía que había domado potros salvajes en la antigüedad y que ahora iba a domarme a mí. Pese a mis ojos que lo miraban con odio por sus palabras, una risa fría escapó de mis labios.
-¿Domarme, señor Black? Le reto a que siquiera lo intente… hay quien nace salvaje y permanece así durante toda su vida. No me dejaré domar, y le prometo que yo soy peor que uno de los tantos potros que afirma haber domado –continuamos mirándonos de forma fija, midiéndonos en esos momentos en los que podíamos mostrarnos como realmente éramos e hice un cruce de piernas, un movimiento totalmente casual que tan solo enmascaraba lo que iba a hacer a continuación. Rápida y de un movimiento brusco y seco me abalancé sobre él sentándome a horcajadas sacando la daga de la falda para poner el filo de esta, que era de plata, contra su cuello. Sus ojos me miraron ahora de color rojo, sus labios se entreabrieron al sentir el filo de la daga en su cuello, sentí incluso su miembro contra mí cuerpo y que me hizo sonreír de lado, con malicia al darme cuenta. Pidió que lo hiciera contra mis labios, y volvió a hacerlo una segunda vez implorando aquello, que era totalmente sádico. Realmente, ¿qué me impedía matarlo ahí mismo? Claro que la daga no era una estaca pero la plata lo debilitaría y sería su final, o mejor dicho, el principio de este- Vaya señor Black, así que, ¿le gustan estos juegos? Podría jugar a ellos toda la noche –Sus manos en mis caderas presionando más contra su miembro fue la respuesta a mi pregunta y hundí la daga más contra su cuello sin pensarlo un solo segundo- Al vampiro le excita el juego que hace la cazadora… menuda ironía. Es usted una caja de sorpresas, señor Black –dije sonriendo lado con malicia escuchando su pregunta a cómo explicaría la situación si llegaba a hacerlo- Oh señor Black, no me subestime por favor… sería de lo más sencillo. Aprovecharía un poco antes de llegar donde seguramente no haya nada por la calle, gritaría para que el cochero me oyera y parara con la intención de ver qué pasa, tan solo tendría que matarle, meterle dentro junto a su cadáver y emprender un camino para enterrarlos bien lejos… bueno, a usted lo quemaría para asegurarme de que de verdad está muerto, desaparecía por un tiempo, me iría a otro lugar y todos pensarían que al igual que vos he muerto en un trágico accidente –en las últimas palabras mi rostro cambió como si sintiera pena por lo que decía. Su boca seguía cerca de la mía sintiendo su gélida respiración chocar contra mis labios, pero no iba a darle la satisfacción de ver que eso podría molestarme, y seguí firme sentada sobre él con la daga en su cuello- ¿Te parece un buen plan, amor? Podría llevarlo a cabo ahora mismo y ser libre para siempre… ¿no estáis cansado de vivir? –Pregunté con una sonrisa maliciosa que no deparaba nada bueno para el vampiro, pero no me moví escuchando sus palabras con sus manos todavía en mis caderas.
No dejaba de mirarme y de retarme con cada mirada que me daba, sabía que podía apartarme perfectamente pero algo en mí interior me decía que estaba disfrutando con aquello… bueno, su miembro presionando contra mí cuerpo también era un claro ejemplo de que así era. Me pedía que apartara la daga para no estropear la velada y manchar su camisa, pero era precisamente lo que yo estaba buscando, movía mis cadera sobre él como si le gustar sentirme de esa forma que por si solas también se movían por el mismo movimiento del carruaje, volvió a ordenarme como si esperara que le hiciera caso, más solté una carcajada seca sin apartar mis ojos de los suyos con sus manos en mis caderas.
-Decidme, mi amor, ¿qué es lo que más os excita de esta situación? –Pregunté mirándole de forma fija, la daga que estaba en su cuello comencé a moverla por este con total libertad, mi mano fue a su pelo y tiré de este hacia abajo exponiendo más su cuello imponiéndome sobre él, sin hacerle caso ante que guardara la daga y me sentara como si fuera una fiel sumisa obediente- ¿Quizás mí desobediencia? –Pasé el filo de la daga por su garganta de abajo hacia arriba en un movimiento lento- ¿Mi carácter luchador y guerrero? –La daga ahora se paseaba por una de sus mejillas sin dejar de mirarlo a los ojos que seguían rojos- ¿Mí furia, el reto que supone cada una de mis palabras?... ¿Tal vez mi rebeldía indomable? –Mis labios suspiraron sobre los suyos mientras mis caderas seguían moviéndose bajo sus manos y el movimiento del carruaje- ¿Le pone cachondo mí atrayente oscuridad? –La daga pasó sobre sus labios para llegar a la otra parte de su rostro, subir hasta su oreja dejando el filo justo donde empieza esta para luego llegar a la zona de su ojo, donde hice que la daga girara con la punta de esta sobre su piel- ¿O el que quiera mataros ahora mismo? –Sonreí de forma ladina y la daga bajó de nuevo hasta su garganta, obviando la orden que me había dado- Pero tenéis razón: nunca os amaré y no pretendo hacerlo. Olvidáis que todavía no soy vuestra esposa y que soy libre, así que no acepto órdenes de nadie ¿le queda claro? Ten en cuenta esto amor: por muy frágil y delicada que parezca tengo más voluntad de lo que puedas imaginarte, porque jamás llegarás a doblegarme ni a controlarme como crees que vas a hacerlo. Porque los mejores venenos, vienen en frascos pequeños –exhalé mí aliento cálido sobre sus labios y ahora sí, viendo que habíamos llegado y que el cochero paraba me levanté sentándome de nuevo donde estaba, guardando la daga en el vestido y mirando con diversión maliciosa su entrepierna que se notaba sobre la tela del pantalón- Creo que tú miembro me echa de menos, mi amor, pero recuerda que prometiste esperar… una lástima –dije son cinismo esperando a que el cochero abriera la puerta para salir cogiendo su mano que me ayudaba, para luego ver que el vampiro salía tras de mí- Vaya amor mío, ¿aquí es donde vamos a vivir? Creo que podré ser inmensamente feliz aquí –cogí su brazo como si estuviera ilusionada por la misma idea, fingiendo ante el cochero y alcé mí mirada para que solo él me viera- Estoy deseando que me enseñes la casa, ¿damos un paseo mi amor? No quiero que la noche termine tan pronto.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
La daga se paseo por mi cuello, labios entreabiertos que hora se ladeaban al sentirla sobre mi bailando una cruenta danza.
El vaivén del carro era el ritmo, ella la melodía y yo marcaba el compás con mis manos en sus caderas mientras cada palabra era escupida contra mis labios con preguntas afiladas como estacas.
-Admito que me excita la rebeldía, el odio que veo en vuestra mirada hacia mi raza, me excita sentir que estáis tan excitada como yo en este momento aunque os esforzarais por ocultarlo tras esa mascara de cazadora letal que ostentáis.
Mi lengua lamió su labio inferior, después me relamí yo mismo acaparando su sabor.
-Mas, sabéis que es lo que mas excita, que pese a como decís poder hundir la daga en mi corazón, no deseáis hacerlo porque aun odiándome algo os empuja a seguir en este carruaje conmigo.
Quizás como yo, sentís cierto placer por la oscuridad y tenemos que admitir ambos que corre por nuestras venas en este momento gritando el nombre del otro.
Nuestras miradas estaban ancladas, desafiantes, nuestras respiraciones chocaban como un duelo de espadas.
La daga se escurrió por mis labios hasta de nuevo rozar mi nuez, pero nosotros mirábamos la boca del otro esperando mas veneno.
-Bien, pues muérdeme, envenename, si tu vas a ser mi tortura, empieza, lo echo de menos.
Su aliento cálido sobre mis labios, estábamos tan cerca que casi podía notar el roce de estos con cada palabra.
El carro se detuvo y con ello la distancia se interpuso entre ambos, ladeé la sonrisa recuperando la compostura mientras la dama guardaba la daga y mostraba su mejor sonrisa.
-Mi miembro te echa de menos, pero ¿acaso no lo hace tu sexo? Se sincera, estas mojada ¿cierto?
El cochero nos abrió la puerta, ella fingió una ilusión que no sentía mientras mi mano caballerosa la ayudaba a desmontar.
-Si mi amor, aquí es donde te haré perder la razón -dije alzando con diversión las cejas un par de veces antes de morder el aire.
Mis labios se orillaron a su oído.
-Nunca he prometido esperar a después del matrimonio ¿eso queréis? ¿una promesa? Pedir mi amor, os lo daré, mas cuidado con lo que deseáis, soy hombre de palabra.
Su mano en mi brazo y al unisono caminamos hacia el interior de la mansión ,allí nos esperaba el servicio, todos bien alineados para la presentación.
La saludaron con entusiasmo, posiblemente les agradaba tener allí una figura femenina.
Nim le dio un ramo de rosas, alegó haberlas cogido esa misma tarde del jardín.
Le revolví el pelo a esa niña de ojos pardos, grandes como océanos que nos miraba con una sonrisa en los labios y la tez marchita, azulada bajo sus ojos.
-Gracias Nim, estoy seguro de que a Danerys le ha hecho mucha ilusión -me arrodillé en el suelo -¿y no tenéis nada para mi? -pregunté con una sonrisa señalando mi mejilla.
La niña corrió a mis brazos y me beso feliz antes de que la ama de llaves se la llevara a dormir.
Me despedí del servicio y la hice pasar al gran salón, serví sendas copas de bourbon y tomé su mano para ayudarla a sentarse sobre la alfombra frente a la chimenea.
-Hasta los monstruos tienen debilidades, la encontré moribunda en un hospital, se muere, no tiene solución su enfermedad.
Abandonada por su familia que no podían costear los gastos acabé acogiéndola de algún modo. No diré que los métodos con los que la mantengo viva son los mas éticos, ni siquiera espero que los compartas u entiendas, pero dejemos ese tema para mas adelante...
Ladeé la sonrisa deslizando mi dedo por su brazo, ascendiendo lentamente sintiendo su piel erizarse bajo el contacto de la yema de mi dedo.
-¿Por donde íbamos? -susurré orillando mi boca a la suya pero sin tomarla -a si, creo que decíais odiarme y que tendría que esperar hasta después del matrimonio para tomaros uno que no deseáis y que según vos nunca se celebrará ¿cierto mi amor?
El vaivén del carro era el ritmo, ella la melodía y yo marcaba el compás con mis manos en sus caderas mientras cada palabra era escupida contra mis labios con preguntas afiladas como estacas.
-Admito que me excita la rebeldía, el odio que veo en vuestra mirada hacia mi raza, me excita sentir que estáis tan excitada como yo en este momento aunque os esforzarais por ocultarlo tras esa mascara de cazadora letal que ostentáis.
Mi lengua lamió su labio inferior, después me relamí yo mismo acaparando su sabor.
-Mas, sabéis que es lo que mas excita, que pese a como decís poder hundir la daga en mi corazón, no deseáis hacerlo porque aun odiándome algo os empuja a seguir en este carruaje conmigo.
Quizás como yo, sentís cierto placer por la oscuridad y tenemos que admitir ambos que corre por nuestras venas en este momento gritando el nombre del otro.
Nuestras miradas estaban ancladas, desafiantes, nuestras respiraciones chocaban como un duelo de espadas.
La daga se escurrió por mis labios hasta de nuevo rozar mi nuez, pero nosotros mirábamos la boca del otro esperando mas veneno.
-Bien, pues muérdeme, envenename, si tu vas a ser mi tortura, empieza, lo echo de menos.
Su aliento cálido sobre mis labios, estábamos tan cerca que casi podía notar el roce de estos con cada palabra.
El carro se detuvo y con ello la distancia se interpuso entre ambos, ladeé la sonrisa recuperando la compostura mientras la dama guardaba la daga y mostraba su mejor sonrisa.
-Mi miembro te echa de menos, pero ¿acaso no lo hace tu sexo? Se sincera, estas mojada ¿cierto?
El cochero nos abrió la puerta, ella fingió una ilusión que no sentía mientras mi mano caballerosa la ayudaba a desmontar.
-Si mi amor, aquí es donde te haré perder la razón -dije alzando con diversión las cejas un par de veces antes de morder el aire.
Mis labios se orillaron a su oído.
-Nunca he prometido esperar a después del matrimonio ¿eso queréis? ¿una promesa? Pedir mi amor, os lo daré, mas cuidado con lo que deseáis, soy hombre de palabra.
Su mano en mi brazo y al unisono caminamos hacia el interior de la mansión ,allí nos esperaba el servicio, todos bien alineados para la presentación.
La saludaron con entusiasmo, posiblemente les agradaba tener allí una figura femenina.
Nim le dio un ramo de rosas, alegó haberlas cogido esa misma tarde del jardín.
Le revolví el pelo a esa niña de ojos pardos, grandes como océanos que nos miraba con una sonrisa en los labios y la tez marchita, azulada bajo sus ojos.
-Gracias Nim, estoy seguro de que a Danerys le ha hecho mucha ilusión -me arrodillé en el suelo -¿y no tenéis nada para mi? -pregunté con una sonrisa señalando mi mejilla.
La niña corrió a mis brazos y me beso feliz antes de que la ama de llaves se la llevara a dormir.
Me despedí del servicio y la hice pasar al gran salón, serví sendas copas de bourbon y tomé su mano para ayudarla a sentarse sobre la alfombra frente a la chimenea.
-Hasta los monstruos tienen debilidades, la encontré moribunda en un hospital, se muere, no tiene solución su enfermedad.
Abandonada por su familia que no podían costear los gastos acabé acogiéndola de algún modo. No diré que los métodos con los que la mantengo viva son los mas éticos, ni siquiera espero que los compartas u entiendas, pero dejemos ese tema para mas adelante...
Ladeé la sonrisa deslizando mi dedo por su brazo, ascendiendo lentamente sintiendo su piel erizarse bajo el contacto de la yema de mi dedo.
-¿Por donde íbamos? -susurré orillando mi boca a la suya pero sin tomarla -a si, creo que decíais odiarme y que tendría que esperar hasta después del matrimonio para tomaros uno que no deseáis y que según vos nunca se celebrará ¿cierto mi amor?
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
La tensión era más que palpable en aquel pequeño habitáculo del carruaje, sentada sobre él y pasando la daga por su cuello y por su rostro en claras amenazas, aunque me divertía más hacerle aquellas preguntas sabiendo que no podía negarme una verdad que sentía chocar contra mí propio cuerpo. Tuve que reírme por sus palabras cuando afirmó lo que le excitaba de esa situación así también como el odio que podía ver en mis ojos y que yo no hacía por esconder. Ladeé un poco la cabeza cuando dijo que estaba excitada y no comenté nada al respecto, apretando más la daga contra su cuello, casi me dio la tentación de hacerle una herida en el lugar pero estábamos llegando y no quería que me descubrieran de esa forma, iba a tener tiempo y él por las mañanas cuando el sol reinaba en el cielo, era completamente vulnerable. Y lo aprovecharía a mi favor.
Me asqueó que pasara su lengua por mí labio inferior pero no hice nada por demostrarlo, quizás podía tener razón en una sola de las cosas: aunque yo no lo pareciera encontraba placer en ese mundo de oscuridad que había conocido con tan solo diez años, una vía de escape a un mundo medido y comedido donde tenía que fingir ser alguien que en realidad no era. Mi interior gritaba por su nombre, pero solamente para escuchar como continuaban gritando un “mátalo” que me corroía por dentro, deseando hundir la daga en su corazón aun cuando sabía que eso no lo mataría, pero sí lo debilitaría. Decía que le mordiera y que lo envenenara, que echaba de menos la tortura y reí de forma algo fría por sus palabras.
-¿Y quién no os dice, que ya os haya mordido? Quizás mí veneno ya esté en vuestro cuerpo y no os habéis dado por enterado –me separé finalmente guardando la daga cuando el carruaje paró, cambiando mi rostro volviendo a esa máscara que siempre llevaba puesta- Os seré sincera: lo estoy. Pero es bien lejos de ser por vos, me excita los momentos antes de dar muerte a seres como lo que sois, me excita cazar y me excita la oscuridad en la que me muevo siendo cazadora… son los instantes que más disfruto. Pero no por ti, mi amor, por ti tengo un sentimiento totalmente contrario al place –la puerta se abrió y mi rostro ya había cambiado volviendo a ser esa señorita correcta de la alta sociedad, lo que se esperaba de mí. La mansión que veía era bastante grande y la observé desde lejos esperando no tener que pasar mucho tiempo en ella y no tener que vivir allí el resto de mi vida… debía de parar esa boda como fuera. Quise rodar los ojos ante su comentario de que me haría perder la razón pero me contuve, manteniendo la máscara que siempre llevaba puesta. Sus labios se acercaron a mi oreja susurrando en ella, mi rostro se ladeó y subí mis ojos a los suyos para que solo él me oyera, sabiendo que incluso aunque hablara en voz muy baja me oiría perfectamente- ¿Entonces, si os pido que acabéis con vuestra no vida… también se aplicaría? Decís que sois un hombre de palabra, y le habéis jurado a mi padre que seríais todo un caballero… no es decoroso tomar a vuestra prometida antes de que se oficie la boda –le sonreí pero él pudo notar el tono en mis palabras, irónico, cínico y mordaz ante aquella afirmación que él mismo había jurado ante mi padre.
Tomé el brazo que me ofrecía y me fue enseñando el lugar hasta que finalmente llegamos al interior de la mansión, bien decorado donde en cada lugar se podía notar el lujo de esta por cada rincón, mirara donde mirara. Nada más entrar me fijé en que el servicio estaban allí esperándonos, alineados perfectamente mientras yo sonreía encantada, como si de verdad lo estuviera, mientras por dentro guardaba cada rincón en mi mente para cuando tuviera oportunidad largarme de allí. Parecían que se alegraban de ver a una joven en aquel lugar ya que me saludaron con gran entusiasmo. Una niña se salió de la fila para acercarse corriendo hacia mí, portando un ramo, que me tendió cuando quedó delante de mí. Mis ojos la miraron con esa tez tan pálida, como si estuviera enferma, esos enormes ojos pardos y la sonrisa deslumbrante que tenía en el rostro. Las rosas seguían en sus manos, cogidas en un ramo, y no pude evitar agacharme a su altura para mirarla mejor.
-¿Son para mí? –Pregunté mirando esos ojos, con esa piel algo azulada que tenía bajo ellos como si fueran grandes ojeras, y ni así conforme era de fría con todo el mundo y con el carácter que tenía… no pude serlo con esa niña- Muchas gracias –dije cogiendo el ramo entre mis manos y volviendo a erguirme de nuevo, parecía que estaba muy enferma aunque no sabía qué le pasaba ni la gravedad del mismo. Él habló agradeciéndole que la niña las hubiera cogido ella misma esa tarde, revolviéndole el pelo- Son preciosas, Nim. Toma –cogí la rosa más grande que vi en el ramo y se la entregué- quédatela, para que veas lo que agradezco el detalle –la niña cogió la rosa algo sorprendida sin esperarse que hiciera eso y luego él se arrodilló en el suelo, con una sonrisa que no vi que fuera fingida para nada, preguntando si tenía algo para él señalando su mejilla… y la niña corrió hacia él para dejar un beso, feliz, antes de que se la llevaran. Una escena de lo más inesperado pero en donde pude ver una debilidad en aquel vampiro, una que pensaba aprovechar al máximo contra él todo lo que fuera posible. Se despidió del servicio y me acompañó esta vez hacia un salón bastante grande donde dejé el ramo sobre la enorme mesa, observando el lugar de forma fija. Él servía dos vasos con alcohol y tomó mi mano para llevarme frente a una chimenea ya encendida, donde el fuego bailaba creando sombras en la habitación. Había una alfombra con un tapiz en colores marrón y rojo que hacía juego con los muebles del lugar y me ayudó a sentarme tendiéndome la copa para que la cogiera.
Lo primero que hice fue descalzarme antes de que me ayudara a sentarme libre de aquellos malditos tacones, y no me quitaba el vestido porque no tenía nada mejor que ponerme y no quería que pensara que tenía segundas intenciones con mi gesto. Sin preguntarle siquiera me contó sobre la niña, cómo la había encontrado moribunda, que estaba enferma y que esta era incurable… supe de inmediato cuales eran esos métodos de los que hablaba, seguramente le daría su sangre para que siguiera con vida, alargándola un poco más. Mis labios en el borde del vaso, mordiendo este ante la información. Ella era su debilidad, estaba más que claro.
-Vaya vaya… hasta un monstruo como vos tiene debilidades, ¿quién me lo iba a decir? –Di un trago a la copa sin apartar la mirada de él, sonreí de lado moviendo el vaso y haciendo que el contenido de este también se moviera en círculos, con el fuego de la chimenea alumbrándonos, la luz de las llamas daban directas contra él creando sombras por su piel, como si las mismas llamas lamieran la piel del vampiro. Su rostro era iluminado pero al movimiento del fuego también creaba sombras, dejando una parte de su rostro iluminado y el otro con sombras… como mostrando dos mitades de un todo- No deberíais de haberme dicho eso, aunque antes noté lo que esa niña era para vos –hice una pausa, y sonreí con malicia- Podría acabar con su vida, ponerle un final para que no siguiera sufriendo… sois cruel con ella al alargar su vida con esa enfermedad que no tiene cura –me incliné hacia él, bajando el tono de mí voz, siendo algo más frío- Quizás no tengáis vos miedo de mí, pero sí deberíais de temer lo que puedo hacerle a esa niña. Durante el día estás débil e indefenso, y ninguno de tus sirvientes me impedirá que llegado el momento acabe con su vida… ¿y sabes qué más haré? –Sentía sus ojos puestos en los míos, sabía que aquello sí que podía dolerle, más de lo que pudiera llegar a hacerle a él- La dejaré en tu cama, o en tu ataúd, para que cuando despiertes en la noche te encuentres con su cuerpo sin vida y recuerdes… que yo acabé con ella –si esa niña le preocupaba y era su debilidad, tendría que aprovechar eso al máximo para herir al vampiro. Sabía que había imaginado la imagen de Nim muerta, en su cama, y eso me produjo un retorcido placer.
Él habló sobre por dónde nos habíamos quedado en el carruaje y se aproximó hacia mí, acercando sus labios a los míos pero sin llegar a rozarlos. Era cierto, jamás dejaría que ese matrimonio se llevara a cabo porque tendría que ponerle remedio antes de que la cosa avanzara. No sabía cuántos días pasarían antes de la boda pero algo me decían que no iban a ser muchos y que debía de actuar con rapidez. Lo miré a los ojos sin olvidarme del vampiro que tenía delante, sintiendo la necesidad de volver a sacar la daga y hacerle sangrar para desquitarme… necesitaba salir a cazar, matar algo en esa noche y allí junto a él no podría hacerlo, no cuando todos sabían que estaba allí y que me culparían directamente.
-Dejémonos las formalidades, ¿quieres? Estamos los dos a solas y me has invitado a tú casa para que nos conozcamos más… odio tener que fingir tanto y esta situación me cansa, me hastía y me aburre, Joe –dije ladeando un poco la cabeza, dejando que el dedo índice de mi mano bordeara la línea del vaso- De entre todas las pretendientes que había en la sala tuviste que escoger a la única que no quería casarse contigo. Además, a la única que sabe lo que eres y que puede matarte por ello… empiezo a pensar que eres tremendamente masoquista y bastante estúpido –sonreí de lado- me traes aquí, me enseñas esa debilidad que tienes y no piensas en que soy cazadora y que la luz del sol me ampara para hacer lo que quiera en esas horas… ¿de verdad esperas que no haga nada para que no se celebre esta boda? –Reí entre dientes- no, mi amor, haré lo que esté en mí mano para que se cancele, así nunca me desposarás y jamás me tocarás un pelo… pero yo sí hundiré una estaca en tú corazón, no creas que no lo estoy deseando y la sola idea, el imaginármelo, es algo que me excita tremendamente. ¿Quieres que te torture? Perfecto, tan sólo dame unos grilletes, unas cadenas y un látigo y te haré sangrar toda la noche, incluso puede que más tiempo solamente para mi disfrute. Hundiré mi daga en tu carne y veré con deleite como esta cae al suelo con heridas abiertas que no dejaré que cierren, te debilitaré hasta que no puedas más, y cuando estés a punto de desfallecer… te traeré una presa, la abriré ante ti y no dejaré que sacias tu sed viendo como lo pides y suplicas por la sangre, sediento… necesitado… -lo miré de forma fija dejando mi aliento sobre sus labios, disfrutando con la situación- ¿Y sabes qué es lo mejor? Que sé que te lo estás imaginando, y sé que mis palabras te excitan solo de pensarlo –tiré el contenido de la copa hacia el fuego de la chimenea, que provocó una llamarada y que el fuego creciera momentáneamente. Su vista no pudo evitar fijarse en ese fogonazo, tiré su copa hacia un lado quitándosela de las manos, lo empujé para que quedara recostado contra la alfombra boca arriba, me subí encima y saqué la daga haciéndole un corte en su mejilla, descendiendo en forma diagonal de donde la sangre comenzó a brotar. Mis dedos fueron a la sangre y la esparcí hasta llevarla a sus labios y mancharlos con su sangre- Tengo que cazar esta noche, Joe, y presiento que no me vas a dejar salir de caza. Alguien va a morir esta noche, Joe… De ti depende quién sea el que muera.
Me asqueó que pasara su lengua por mí labio inferior pero no hice nada por demostrarlo, quizás podía tener razón en una sola de las cosas: aunque yo no lo pareciera encontraba placer en ese mundo de oscuridad que había conocido con tan solo diez años, una vía de escape a un mundo medido y comedido donde tenía que fingir ser alguien que en realidad no era. Mi interior gritaba por su nombre, pero solamente para escuchar como continuaban gritando un “mátalo” que me corroía por dentro, deseando hundir la daga en su corazón aun cuando sabía que eso no lo mataría, pero sí lo debilitaría. Decía que le mordiera y que lo envenenara, que echaba de menos la tortura y reí de forma algo fría por sus palabras.
-¿Y quién no os dice, que ya os haya mordido? Quizás mí veneno ya esté en vuestro cuerpo y no os habéis dado por enterado –me separé finalmente guardando la daga cuando el carruaje paró, cambiando mi rostro volviendo a esa máscara que siempre llevaba puesta- Os seré sincera: lo estoy. Pero es bien lejos de ser por vos, me excita los momentos antes de dar muerte a seres como lo que sois, me excita cazar y me excita la oscuridad en la que me muevo siendo cazadora… son los instantes que más disfruto. Pero no por ti, mi amor, por ti tengo un sentimiento totalmente contrario al place –la puerta se abrió y mi rostro ya había cambiado volviendo a ser esa señorita correcta de la alta sociedad, lo que se esperaba de mí. La mansión que veía era bastante grande y la observé desde lejos esperando no tener que pasar mucho tiempo en ella y no tener que vivir allí el resto de mi vida… debía de parar esa boda como fuera. Quise rodar los ojos ante su comentario de que me haría perder la razón pero me contuve, manteniendo la máscara que siempre llevaba puesta. Sus labios se acercaron a mi oreja susurrando en ella, mi rostro se ladeó y subí mis ojos a los suyos para que solo él me oyera, sabiendo que incluso aunque hablara en voz muy baja me oiría perfectamente- ¿Entonces, si os pido que acabéis con vuestra no vida… también se aplicaría? Decís que sois un hombre de palabra, y le habéis jurado a mi padre que seríais todo un caballero… no es decoroso tomar a vuestra prometida antes de que se oficie la boda –le sonreí pero él pudo notar el tono en mis palabras, irónico, cínico y mordaz ante aquella afirmación que él mismo había jurado ante mi padre.
Tomé el brazo que me ofrecía y me fue enseñando el lugar hasta que finalmente llegamos al interior de la mansión, bien decorado donde en cada lugar se podía notar el lujo de esta por cada rincón, mirara donde mirara. Nada más entrar me fijé en que el servicio estaban allí esperándonos, alineados perfectamente mientras yo sonreía encantada, como si de verdad lo estuviera, mientras por dentro guardaba cada rincón en mi mente para cuando tuviera oportunidad largarme de allí. Parecían que se alegraban de ver a una joven en aquel lugar ya que me saludaron con gran entusiasmo. Una niña se salió de la fila para acercarse corriendo hacia mí, portando un ramo, que me tendió cuando quedó delante de mí. Mis ojos la miraron con esa tez tan pálida, como si estuviera enferma, esos enormes ojos pardos y la sonrisa deslumbrante que tenía en el rostro. Las rosas seguían en sus manos, cogidas en un ramo, y no pude evitar agacharme a su altura para mirarla mejor.
-¿Son para mí? –Pregunté mirando esos ojos, con esa piel algo azulada que tenía bajo ellos como si fueran grandes ojeras, y ni así conforme era de fría con todo el mundo y con el carácter que tenía… no pude serlo con esa niña- Muchas gracias –dije cogiendo el ramo entre mis manos y volviendo a erguirme de nuevo, parecía que estaba muy enferma aunque no sabía qué le pasaba ni la gravedad del mismo. Él habló agradeciéndole que la niña las hubiera cogido ella misma esa tarde, revolviéndole el pelo- Son preciosas, Nim. Toma –cogí la rosa más grande que vi en el ramo y se la entregué- quédatela, para que veas lo que agradezco el detalle –la niña cogió la rosa algo sorprendida sin esperarse que hiciera eso y luego él se arrodilló en el suelo, con una sonrisa que no vi que fuera fingida para nada, preguntando si tenía algo para él señalando su mejilla… y la niña corrió hacia él para dejar un beso, feliz, antes de que se la llevaran. Una escena de lo más inesperado pero en donde pude ver una debilidad en aquel vampiro, una que pensaba aprovechar al máximo contra él todo lo que fuera posible. Se despidió del servicio y me acompañó esta vez hacia un salón bastante grande donde dejé el ramo sobre la enorme mesa, observando el lugar de forma fija. Él servía dos vasos con alcohol y tomó mi mano para llevarme frente a una chimenea ya encendida, donde el fuego bailaba creando sombras en la habitación. Había una alfombra con un tapiz en colores marrón y rojo que hacía juego con los muebles del lugar y me ayudó a sentarme tendiéndome la copa para que la cogiera.
Lo primero que hice fue descalzarme antes de que me ayudara a sentarme libre de aquellos malditos tacones, y no me quitaba el vestido porque no tenía nada mejor que ponerme y no quería que pensara que tenía segundas intenciones con mi gesto. Sin preguntarle siquiera me contó sobre la niña, cómo la había encontrado moribunda, que estaba enferma y que esta era incurable… supe de inmediato cuales eran esos métodos de los que hablaba, seguramente le daría su sangre para que siguiera con vida, alargándola un poco más. Mis labios en el borde del vaso, mordiendo este ante la información. Ella era su debilidad, estaba más que claro.
-Vaya vaya… hasta un monstruo como vos tiene debilidades, ¿quién me lo iba a decir? –Di un trago a la copa sin apartar la mirada de él, sonreí de lado moviendo el vaso y haciendo que el contenido de este también se moviera en círculos, con el fuego de la chimenea alumbrándonos, la luz de las llamas daban directas contra él creando sombras por su piel, como si las mismas llamas lamieran la piel del vampiro. Su rostro era iluminado pero al movimiento del fuego también creaba sombras, dejando una parte de su rostro iluminado y el otro con sombras… como mostrando dos mitades de un todo- No deberíais de haberme dicho eso, aunque antes noté lo que esa niña era para vos –hice una pausa, y sonreí con malicia- Podría acabar con su vida, ponerle un final para que no siguiera sufriendo… sois cruel con ella al alargar su vida con esa enfermedad que no tiene cura –me incliné hacia él, bajando el tono de mí voz, siendo algo más frío- Quizás no tengáis vos miedo de mí, pero sí deberíais de temer lo que puedo hacerle a esa niña. Durante el día estás débil e indefenso, y ninguno de tus sirvientes me impedirá que llegado el momento acabe con su vida… ¿y sabes qué más haré? –Sentía sus ojos puestos en los míos, sabía que aquello sí que podía dolerle, más de lo que pudiera llegar a hacerle a él- La dejaré en tu cama, o en tu ataúd, para que cuando despiertes en la noche te encuentres con su cuerpo sin vida y recuerdes… que yo acabé con ella –si esa niña le preocupaba y era su debilidad, tendría que aprovechar eso al máximo para herir al vampiro. Sabía que había imaginado la imagen de Nim muerta, en su cama, y eso me produjo un retorcido placer.
Él habló sobre por dónde nos habíamos quedado en el carruaje y se aproximó hacia mí, acercando sus labios a los míos pero sin llegar a rozarlos. Era cierto, jamás dejaría que ese matrimonio se llevara a cabo porque tendría que ponerle remedio antes de que la cosa avanzara. No sabía cuántos días pasarían antes de la boda pero algo me decían que no iban a ser muchos y que debía de actuar con rapidez. Lo miré a los ojos sin olvidarme del vampiro que tenía delante, sintiendo la necesidad de volver a sacar la daga y hacerle sangrar para desquitarme… necesitaba salir a cazar, matar algo en esa noche y allí junto a él no podría hacerlo, no cuando todos sabían que estaba allí y que me culparían directamente.
-Dejémonos las formalidades, ¿quieres? Estamos los dos a solas y me has invitado a tú casa para que nos conozcamos más… odio tener que fingir tanto y esta situación me cansa, me hastía y me aburre, Joe –dije ladeando un poco la cabeza, dejando que el dedo índice de mi mano bordeara la línea del vaso- De entre todas las pretendientes que había en la sala tuviste que escoger a la única que no quería casarse contigo. Además, a la única que sabe lo que eres y que puede matarte por ello… empiezo a pensar que eres tremendamente masoquista y bastante estúpido –sonreí de lado- me traes aquí, me enseñas esa debilidad que tienes y no piensas en que soy cazadora y que la luz del sol me ampara para hacer lo que quiera en esas horas… ¿de verdad esperas que no haga nada para que no se celebre esta boda? –Reí entre dientes- no, mi amor, haré lo que esté en mí mano para que se cancele, así nunca me desposarás y jamás me tocarás un pelo… pero yo sí hundiré una estaca en tú corazón, no creas que no lo estoy deseando y la sola idea, el imaginármelo, es algo que me excita tremendamente. ¿Quieres que te torture? Perfecto, tan sólo dame unos grilletes, unas cadenas y un látigo y te haré sangrar toda la noche, incluso puede que más tiempo solamente para mi disfrute. Hundiré mi daga en tu carne y veré con deleite como esta cae al suelo con heridas abiertas que no dejaré que cierren, te debilitaré hasta que no puedas más, y cuando estés a punto de desfallecer… te traeré una presa, la abriré ante ti y no dejaré que sacias tu sed viendo como lo pides y suplicas por la sangre, sediento… necesitado… -lo miré de forma fija dejando mi aliento sobre sus labios, disfrutando con la situación- ¿Y sabes qué es lo mejor? Que sé que te lo estás imaginando, y sé que mis palabras te excitan solo de pensarlo –tiré el contenido de la copa hacia el fuego de la chimenea, que provocó una llamarada y que el fuego creciera momentáneamente. Su vista no pudo evitar fijarse en ese fogonazo, tiré su copa hacia un lado quitándosela de las manos, lo empujé para que quedara recostado contra la alfombra boca arriba, me subí encima y saqué la daga haciéndole un corte en su mejilla, descendiendo en forma diagonal de donde la sangre comenzó a brotar. Mis dedos fueron a la sangre y la esparcí hasta llevarla a sus labios y mancharlos con su sangre- Tengo que cazar esta noche, Joe, y presiento que no me vas a dejar salir de caza. Alguien va a morir esta noche, Joe… De ti depende quién sea el que muera.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
El liquido del baso danzaba movido ligeramente por su mano, ladeé la sonrisa atento a sus palabras, debo admitir que su indomable carácter me resultaba atrayente, sobre todo porque sabia que aun le quedaba veneno para varias mordías y eso hacia aquel instante algo formidable.
Estaba acostumbrado a que me persiguiera la inquisición para hacerse conmigo, para torturarme, encarcelarme y no permitirme nunca mas pisar la faz de la tierra, mas ella sin embargo luchaba con mas vehemencia, era nada, tan insignificante que si lo quisiera podría matarla en este instante ahogando esas mordaces palabras en su garganta.
Imagine la escena de yo sobre ella, estrangulándola hasta que dejara de provocarme con la idea de que seria capaz de dañar a esa niña solo por el hecho de cabrearme.
-No os lo aconsejo prometida mía, soy capaz de muchas cosas y la venganza es un arma de doble filo muy peligrosa.
Su tono bajó cuando se inclino para acercarse a mi, seguía provocandome, parecía buscar mi reacción, esa que le dejara claro el monstruo que soy.
“Te encuentres con su cuerpo sin vida”
Rugí exasperado, había tocado la tecla adecuada y yo no era de los que sabían disimularlo. Mi mano aferro su cuello, tire de este atrayendola contra mi rostro, ojos rojos, sentía como ni una brizna de aire pasaba por su delicada garganta, ojos que aun así me buscaban desafiantes, heridos de rabia.
Aflojé el agarré antes de que perdiera el conocimiento, jadeó contra mi boca tratando de recuperar el aire con una brusca bocanada mientras yo la contemplaba.
-Cuidado amor, no tengo un buen carácter.
La oí gruñir contra mi rostro, larga melena que caía en cascada por sus hombros dándole un aspecto salvaje, casi etéreo.
Mis ojos se deslizaron por su boca, era realmente apetitosa tentadora.
-Una pena que nunca esté cerrada o abierta pero para otra cosa -susurré cuando volvió a abrirla para seguir discutiendo.
¡Bien! Ahora quería dejar a un lado las formalidades, hablarme al parecer en un idioma nuevo, el del odio mas extremo, ladeé la sonrisa dejando que la copa rozase mis labios antes de dar un profundo trago.
-¿Vas a matarme de aburrimiento o pretendes poner en practica todo eso que has dicho?
Podía ver como odiaba cada uno de mis gestos, mas fue su reacción subiendo sobre mi con violencia, daga en mano la que de nuevo alzó mi hombría batiéndose en duelo con su feminidad.
La daga sajo mi mejilla, la yema de sus dedos se impregnó de la sangre corriéndola hasta mi boca mientras yo la contemplaba llevando mis manso a sus caderas para que se moviera.
-No sabia cuan apasionada eres Danerys, me permites tutearte amor mio.
Su aliento impactaba furibundo contra mi boca, me relamí paladeando el sabor férreo de mi propia sangre, ya no había corte en mi mejilla, solo la mancha de lo que un día fue y ya no estaba.
Mis manso seguían marcando el ritmo de su cuerpo contra el mio, podía decir lo que quisiera, pero sabia cuando una mujer se excitaba y ella lo estaba.
-¿Queréis cazar? Habláis mucho amor, pero aparte de hacerme un corte ni de cerca he rozado la muerte.
Queréis matarme ¿de verdad?
Alargué la mano cogiendo de la chimenea el atizador. Tomé su mano llevándola por debajo de camisa al hueco que quedaba entre mis costillas para mostrarle por donde tenia que entrar para hincarlo con tino en mi corazón.
-¿Lo notáis? -susurré moviendo la yema de sus dedos sobre mi piel para qe notara el hueco una y otra vez.
Sus ojos centelleaban, parecía no entender si buscaba la muerte o era un truco cualquiera.
-Decis que deseais cazar y que alguien a de morir hoy, hacerlo pues.
La desafié, mi pecho subía y bajaba preso de la excitación ,el suyo hacia lo propio y por un instante nuestras miradas se fundieron en un peligroso baile donde ninguno sabia lo que pensaba el otro.
-Decís que impediréis la boda, hacerlo, yo soy la prisión de la que tenéis que escapar, mas sabéis lo que creo, que en el fondo, muy en el fondo, no deseáis hacerlo o quizás me equivoco y muera hoy ¿quien sabe? -bromeé alzando las manos para apoyarlas detrás de mi cabeza y admirar aquella beligerante escena.
-Muévete pequeña -susurré con la voz ronca mientras mi estaca se clavaba en su feminidad aun cubierta de ropa que sobraba.
Estaba acostumbrado a que me persiguiera la inquisición para hacerse conmigo, para torturarme, encarcelarme y no permitirme nunca mas pisar la faz de la tierra, mas ella sin embargo luchaba con mas vehemencia, era nada, tan insignificante que si lo quisiera podría matarla en este instante ahogando esas mordaces palabras en su garganta.
Imagine la escena de yo sobre ella, estrangulándola hasta que dejara de provocarme con la idea de que seria capaz de dañar a esa niña solo por el hecho de cabrearme.
-No os lo aconsejo prometida mía, soy capaz de muchas cosas y la venganza es un arma de doble filo muy peligrosa.
Su tono bajó cuando se inclino para acercarse a mi, seguía provocandome, parecía buscar mi reacción, esa que le dejara claro el monstruo que soy.
“Te encuentres con su cuerpo sin vida”
Rugí exasperado, había tocado la tecla adecuada y yo no era de los que sabían disimularlo. Mi mano aferro su cuello, tire de este atrayendola contra mi rostro, ojos rojos, sentía como ni una brizna de aire pasaba por su delicada garganta, ojos que aun así me buscaban desafiantes, heridos de rabia.
Aflojé el agarré antes de que perdiera el conocimiento, jadeó contra mi boca tratando de recuperar el aire con una brusca bocanada mientras yo la contemplaba.
-Cuidado amor, no tengo un buen carácter.
La oí gruñir contra mi rostro, larga melena que caía en cascada por sus hombros dándole un aspecto salvaje, casi etéreo.
Mis ojos se deslizaron por su boca, era realmente apetitosa tentadora.
-Una pena que nunca esté cerrada o abierta pero para otra cosa -susurré cuando volvió a abrirla para seguir discutiendo.
¡Bien! Ahora quería dejar a un lado las formalidades, hablarme al parecer en un idioma nuevo, el del odio mas extremo, ladeé la sonrisa dejando que la copa rozase mis labios antes de dar un profundo trago.
-¿Vas a matarme de aburrimiento o pretendes poner en practica todo eso que has dicho?
Podía ver como odiaba cada uno de mis gestos, mas fue su reacción subiendo sobre mi con violencia, daga en mano la que de nuevo alzó mi hombría batiéndose en duelo con su feminidad.
La daga sajo mi mejilla, la yema de sus dedos se impregnó de la sangre corriéndola hasta mi boca mientras yo la contemplaba llevando mis manso a sus caderas para que se moviera.
-No sabia cuan apasionada eres Danerys, me permites tutearte amor mio.
Su aliento impactaba furibundo contra mi boca, me relamí paladeando el sabor férreo de mi propia sangre, ya no había corte en mi mejilla, solo la mancha de lo que un día fue y ya no estaba.
Mis manso seguían marcando el ritmo de su cuerpo contra el mio, podía decir lo que quisiera, pero sabia cuando una mujer se excitaba y ella lo estaba.
-¿Queréis cazar? Habláis mucho amor, pero aparte de hacerme un corte ni de cerca he rozado la muerte.
Queréis matarme ¿de verdad?
Alargué la mano cogiendo de la chimenea el atizador. Tomé su mano llevándola por debajo de camisa al hueco que quedaba entre mis costillas para mostrarle por donde tenia que entrar para hincarlo con tino en mi corazón.
-¿Lo notáis? -susurré moviendo la yema de sus dedos sobre mi piel para qe notara el hueco una y otra vez.
Sus ojos centelleaban, parecía no entender si buscaba la muerte o era un truco cualquiera.
-Decis que deseais cazar y que alguien a de morir hoy, hacerlo pues.
La desafié, mi pecho subía y bajaba preso de la excitación ,el suyo hacia lo propio y por un instante nuestras miradas se fundieron en un peligroso baile donde ninguno sabia lo que pensaba el otro.
-Decís que impediréis la boda, hacerlo, yo soy la prisión de la que tenéis que escapar, mas sabéis lo que creo, que en el fondo, muy en el fondo, no deseáis hacerlo o quizás me equivoco y muera hoy ¿quien sabe? -bromeé alzando las manos para apoyarlas detrás de mi cabeza y admirar aquella beligerante escena.
-Muévete pequeña -susurré con la voz ronca mientras mi estaca se clavaba en su feminidad aun cubierta de ropa que sobraba.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 16/06/2016
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Aquel vampiro me había mostrado una debilidad que no debería de haber hecho, porque ahora sabía que esa niña que estaba enferma y que me había regalado ese ramo de rosas era su perdición, su debilidad… y sería una de las puertas que abriría para él para dañarlo, provocarlo y hacerle la mayor de las torturas posibles. Él mismo se había delatado y me había dicho que era su debilidad, así que ¿por qué no aprovecharla? Sabía que decirle que la mataría llegado el momento iba a hacer que explosionara y se lanzara contra mí, en parte, estaba deseando también que presentara algo de batalla porque de lo contrario no iba a ser todo lo divertido que prometía.
Podía ver en sus ojos, donde las llamas danzaban en ellos, el mismo infierno cuando comencé a hablar de la niña, él tenía un problema y era que durante algo más de la mitad del día no podía hacer nada puesto que el sol lo mataría, sería el único aliado que tuviera para poder hacerle el mayor daño posible. Decirle que mataría a esa niña en las horas de luz sería algo que le dolería y lo torturaría, más si le decía que le dejaría el cadáver de esa pobre niña en su cama para que viera que no era una amenaza vana, que lo decía muy en serio y que no podría protegerla de lo que quisiera hacerle… ni él ni nadie de los que tenía a su alrededor impedirían que la niña al final muriera bajo mis manos.
Reí entre dientes ante su amenaza, me decía que la venganza era un arma de doble filo ¿me estaba amenazando con esas palabras? Que se llevara él cuidado porque como ambos sabíamos, la luz era un gran hándicap que tenía y que yo aprovecharía para tomar ventaja cada vez que pudiera. Porque no podía permitir que la boda se celebrara y si tenía que jugar muy sucio lo haría, no me importaba en absoluto. Si él no le ponía fin a aquella locura yo lo forzaría a que lo hiciera… y ya sabía qué teclas debía de tocar para que eso pasara. Y al parecer, ya había comenzado a dar en el clavo cuando le dije lo de la pequeña Nim, y que la iba a matar.
Su mano veloz fue a mi cuello y comenzó a apretarlo con fuerza, no dejando que el aire pasara para llenar mis pulmones, y aun así no mostré miedo ni ningún sentimiento que se le pareciera… lo miré desafiándolo, con rabia y odio, sabiendo que no podía matarme igual que yo allí tampoco podía hacerlo con él. Sus ojos estaban rojos y por un momento pensé que el monstruo que llevaba escondido y que no había mostrado hasta el momento hacía acto de presencia, y me saluda a tan escasa distancia entre nuestros rostros. No rogué con la mirada, no mostré miedo ni pánico… me mantuve firme y férrea aun cuando sentía que el aire se me agotaba y que sentía que mi cuerpo quería luchar por conseguir el aire que él me estaba negando… al final terminó por soltarme aflojando el agarre antes de que la vista comenzara a nublarse más, ya empezaba a ver borroso pero me había soltado a tiempo.
Mi boca se abrió buscando esa bocanada de aire necesitada que llenara mis pulmones de nuevo al verme privada del aire, nuestros rostro seguían cerca todavía y podía sentir su aliento contra mis labios mientras me reponía de aquello, con sus ojos puestos en mí mirándome de forma fija. Decía que no tenía un buen carácter y quise reírme por ello, lo habría hecho, de no ser porque todavía normalizaba mi respiración mientras mi pecho subía y bajaba con brusquedad. Noté que sus ojos tras observarme en ese estado bajaron a mis labios y dejó ahí la mirada, soltó un comentario que me hizo gruñir al entender sus segundas intenciones para lo abierta o cerrada que estaba mí boca. Pretendía burlarse de mí alentándome a que hiciera todo lo que le había dicho, pero aprovechando aquel momento volví a ponerme sobre él con la daga en mi mano, haciéndole un corte y restregando la sangre desde su mejilla hasta sus labios. Necesitaba cazar y matar algo, quizás se prestara voluntario para que lo matara y así me ahorraría todo.
Podía notar de nuevo si miembro contra mi cuerpo, sus manos en mis caderas moviendo estas pero no para apartarme de encima de él en ningún momento. Lamió sus labios llenos de la sangre que había esparcido sobre ellos con la herida de la mejilla ya cerrada, nuestros rostros estaban cerca con mi pelo cayendo a ambos lados de mi rostro, mi aliento chocaba contra su rostro y tenía la daga justamente donde había hecho la herida. Decía que hablaba mucho que no había rozado la muerte pero ¿quién había dicho que quería matarlo cuando me puse sobre él? Sonreí de lado viendo que, al parecer, le daba igual porque quizás pensaba que no iba a hacerlo… pero no sabía cuán equivocado estaba. Necesitaba cazar y matar, y para qué mentir, él estaba muy a mano en ese momento.
-¿Dónde queda lo de “si vas a matar, procúrate de saber cómo deshacerte del cuerpo”, Joe? –Pregunté con la daga paseándose por su rostro, manchando este de la sangre que había en el filo, bajando por su cuello dejando un rastro allí por donde la pasaba- No soy tan estúpida, si te matara ahora todos sabrían que he sido yo he irían a buscarme… no, no… tengo que hacerlo cuando sea el momento oportuno, cuando ni tú mismo te lo esperes –hice una leve pausa, sonriendo de forma ladina- Antes me gustaría torturarte para ver cómo sufres, si te mato directamente no tiene tanta gracia… y contigo prefiero hacerte sufrir y disfrutar viendo el proceso –su mano se estiró para alcanzar el atizador de la chimenea, cogió la mano libre y la llevó por debajo de la camisa hasta el punto exacto entre sus costillas, en el hueco que había y que iría directo al corazón del vampiro. Su mano se movió para que notara el hueco, como si me estuviera enseñando cómo matarlo y lo miré a los ojos de forma fija por aquello. Me desafió con sus palabras a que lo hiciera, a que lo matara como estaba deseando… pero bien sabía que eso no lo mataría, que solo una estaca en el corazón del vampiro o una decapitación sería lo que acabaría con su vida.
Su pecho subía y bajaba con rapidez así como lo hacía el mismo, siempre me había excitado todo lo que tuviera que ver con los momentos previos a la muerte y solo de imaginarme como hundía la estaca en el corazón del vampiro acabando con su existencia, bastaba para que eso pasara. Nos miramos de forma fija en aquellos momentos sin saber exactamente lo que el otro estaba pensando, difícil de adivinar en esos momentos. Decía que la única forma de impedir la boda era matándolo a él porque era la prisión de la que debía de escapar… y se me antojaba tanto hacerlo, pero sabía que en ese preciso momento no era el mejor de todos. Pero sí, en algún momento que él no esperara acabaría con su vida y sería libre de todo compromiso. Despreocupado, como si en el fondo supiera que no iba a hacerlo llevó sus manos tras la cabeza y me dijo que me moviera con la voz ronca, notando su miembro presionando contra mí sexo… y gruñí.
-¿Tan pronto quieres que acabe con tú existencia, Joe? No, no es el mejor momento por más ganas que tenga de matarte… -mí dedo se paseó por sus labios manchados de sangre, llevando estos a mis labios para lamer la sangre sin dejar de mirarlo- me gustaría ver como ese rostro sufre cuando te torture, porque lo haré, antes de poner fin a tú existencia. Y será tan placentero… -murmuré con un tono de voz seductor, imaginándome el momento justo- hacerte sangrar, sufrir, suplicar… tener a un vampiro a mis pies es una idea que me excita bastante. Dices que quieres domarme pero quizás seas tú quien sea el domado de los dos y disfrutaré de cada momento, de ver cómo te postras de rodillas ante mí y me suplicas –sonreí dejando mi aliento sobre sus labios- pero en algo tienes razón: tengo que cazar y tengo que moverme… así que –de un movimiento rápido, con el mismo atizador que él me había dado… lo clavé no por donde él me había dicho puesto que no lo mataría, sino que lo incrusté en mitad de su pecho todo lo que pude de un movimiento brusco y seco. La daga la clavé en una de sus rodillas y me levanté con rapidez para alejarme de él, ni siquiera cogí los tacones y me fui hacia uno de los ventanales que tenía el salón, lo abrí y me asomé para dejarme caer hasta el exterior. El vestido me delimitaba el movimiento así que con la otra daga hice una raja para darme rapidez al correr y comencé a moverme por aquel jardín exterior, descalza, sobre la hierba para alejarme de aquel vampiro aprovechando que no había nadie fuera.
Llegué hasta el muro exterior y lo miré, estaba un poco alto pero seguramente si trepaba por la verja de la puerta pudiera llegar hasta arriba y escaparme del lugar. Ni siquiera lo pensé, comencé a trepar por la puerta de la entrada subiendo por sus barrotes, el vestido se rompió el varios sitios pero no me importó en absoluto mientras seguía subiendo, llegué arriba y ahora bajé por el otro lado hasta que terminé saltando cayendo al suelo de la calle. Podía sentir el frío en mis pies pero no me importó, debía de alejarme de aquella mansión y si podía encontrar un carruaje mejor todavía, podría quitar el caballo al cochero y alejarme para perder de vista al vampiro… al menos hasta que los rayos del sol asomaran por el horizonte sabiendo que no podría buscarme, y donde tomaría ventaja. Ir hacia la cabaña del bosque de mi maestro se me antojó la mejor de las opciones, y comencé a correr hacia el lugar.
Podía ver en sus ojos, donde las llamas danzaban en ellos, el mismo infierno cuando comencé a hablar de la niña, él tenía un problema y era que durante algo más de la mitad del día no podía hacer nada puesto que el sol lo mataría, sería el único aliado que tuviera para poder hacerle el mayor daño posible. Decirle que mataría a esa niña en las horas de luz sería algo que le dolería y lo torturaría, más si le decía que le dejaría el cadáver de esa pobre niña en su cama para que viera que no era una amenaza vana, que lo decía muy en serio y que no podría protegerla de lo que quisiera hacerle… ni él ni nadie de los que tenía a su alrededor impedirían que la niña al final muriera bajo mis manos.
Reí entre dientes ante su amenaza, me decía que la venganza era un arma de doble filo ¿me estaba amenazando con esas palabras? Que se llevara él cuidado porque como ambos sabíamos, la luz era un gran hándicap que tenía y que yo aprovecharía para tomar ventaja cada vez que pudiera. Porque no podía permitir que la boda se celebrara y si tenía que jugar muy sucio lo haría, no me importaba en absoluto. Si él no le ponía fin a aquella locura yo lo forzaría a que lo hiciera… y ya sabía qué teclas debía de tocar para que eso pasara. Y al parecer, ya había comenzado a dar en el clavo cuando le dije lo de la pequeña Nim, y que la iba a matar.
Su mano veloz fue a mi cuello y comenzó a apretarlo con fuerza, no dejando que el aire pasara para llenar mis pulmones, y aun así no mostré miedo ni ningún sentimiento que se le pareciera… lo miré desafiándolo, con rabia y odio, sabiendo que no podía matarme igual que yo allí tampoco podía hacerlo con él. Sus ojos estaban rojos y por un momento pensé que el monstruo que llevaba escondido y que no había mostrado hasta el momento hacía acto de presencia, y me saluda a tan escasa distancia entre nuestros rostros. No rogué con la mirada, no mostré miedo ni pánico… me mantuve firme y férrea aun cuando sentía que el aire se me agotaba y que sentía que mi cuerpo quería luchar por conseguir el aire que él me estaba negando… al final terminó por soltarme aflojando el agarre antes de que la vista comenzara a nublarse más, ya empezaba a ver borroso pero me había soltado a tiempo.
Mi boca se abrió buscando esa bocanada de aire necesitada que llenara mis pulmones de nuevo al verme privada del aire, nuestros rostro seguían cerca todavía y podía sentir su aliento contra mis labios mientras me reponía de aquello, con sus ojos puestos en mí mirándome de forma fija. Decía que no tenía un buen carácter y quise reírme por ello, lo habría hecho, de no ser porque todavía normalizaba mi respiración mientras mi pecho subía y bajaba con brusquedad. Noté que sus ojos tras observarme en ese estado bajaron a mis labios y dejó ahí la mirada, soltó un comentario que me hizo gruñir al entender sus segundas intenciones para lo abierta o cerrada que estaba mí boca. Pretendía burlarse de mí alentándome a que hiciera todo lo que le había dicho, pero aprovechando aquel momento volví a ponerme sobre él con la daga en mi mano, haciéndole un corte y restregando la sangre desde su mejilla hasta sus labios. Necesitaba cazar y matar algo, quizás se prestara voluntario para que lo matara y así me ahorraría todo.
Podía notar de nuevo si miembro contra mi cuerpo, sus manos en mis caderas moviendo estas pero no para apartarme de encima de él en ningún momento. Lamió sus labios llenos de la sangre que había esparcido sobre ellos con la herida de la mejilla ya cerrada, nuestros rostros estaban cerca con mi pelo cayendo a ambos lados de mi rostro, mi aliento chocaba contra su rostro y tenía la daga justamente donde había hecho la herida. Decía que hablaba mucho que no había rozado la muerte pero ¿quién había dicho que quería matarlo cuando me puse sobre él? Sonreí de lado viendo que, al parecer, le daba igual porque quizás pensaba que no iba a hacerlo… pero no sabía cuán equivocado estaba. Necesitaba cazar y matar, y para qué mentir, él estaba muy a mano en ese momento.
-¿Dónde queda lo de “si vas a matar, procúrate de saber cómo deshacerte del cuerpo”, Joe? –Pregunté con la daga paseándose por su rostro, manchando este de la sangre que había en el filo, bajando por su cuello dejando un rastro allí por donde la pasaba- No soy tan estúpida, si te matara ahora todos sabrían que he sido yo he irían a buscarme… no, no… tengo que hacerlo cuando sea el momento oportuno, cuando ni tú mismo te lo esperes –hice una leve pausa, sonriendo de forma ladina- Antes me gustaría torturarte para ver cómo sufres, si te mato directamente no tiene tanta gracia… y contigo prefiero hacerte sufrir y disfrutar viendo el proceso –su mano se estiró para alcanzar el atizador de la chimenea, cogió la mano libre y la llevó por debajo de la camisa hasta el punto exacto entre sus costillas, en el hueco que había y que iría directo al corazón del vampiro. Su mano se movió para que notara el hueco, como si me estuviera enseñando cómo matarlo y lo miré a los ojos de forma fija por aquello. Me desafió con sus palabras a que lo hiciera, a que lo matara como estaba deseando… pero bien sabía que eso no lo mataría, que solo una estaca en el corazón del vampiro o una decapitación sería lo que acabaría con su vida.
Su pecho subía y bajaba con rapidez así como lo hacía el mismo, siempre me había excitado todo lo que tuviera que ver con los momentos previos a la muerte y solo de imaginarme como hundía la estaca en el corazón del vampiro acabando con su existencia, bastaba para que eso pasara. Nos miramos de forma fija en aquellos momentos sin saber exactamente lo que el otro estaba pensando, difícil de adivinar en esos momentos. Decía que la única forma de impedir la boda era matándolo a él porque era la prisión de la que debía de escapar… y se me antojaba tanto hacerlo, pero sabía que en ese preciso momento no era el mejor de todos. Pero sí, en algún momento que él no esperara acabaría con su vida y sería libre de todo compromiso. Despreocupado, como si en el fondo supiera que no iba a hacerlo llevó sus manos tras la cabeza y me dijo que me moviera con la voz ronca, notando su miembro presionando contra mí sexo… y gruñí.
-¿Tan pronto quieres que acabe con tú existencia, Joe? No, no es el mejor momento por más ganas que tenga de matarte… -mí dedo se paseó por sus labios manchados de sangre, llevando estos a mis labios para lamer la sangre sin dejar de mirarlo- me gustaría ver como ese rostro sufre cuando te torture, porque lo haré, antes de poner fin a tú existencia. Y será tan placentero… -murmuré con un tono de voz seductor, imaginándome el momento justo- hacerte sangrar, sufrir, suplicar… tener a un vampiro a mis pies es una idea que me excita bastante. Dices que quieres domarme pero quizás seas tú quien sea el domado de los dos y disfrutaré de cada momento, de ver cómo te postras de rodillas ante mí y me suplicas –sonreí dejando mi aliento sobre sus labios- pero en algo tienes razón: tengo que cazar y tengo que moverme… así que –de un movimiento rápido, con el mismo atizador que él me había dado… lo clavé no por donde él me había dicho puesto que no lo mataría, sino que lo incrusté en mitad de su pecho todo lo que pude de un movimiento brusco y seco. La daga la clavé en una de sus rodillas y me levanté con rapidez para alejarme de él, ni siquiera cogí los tacones y me fui hacia uno de los ventanales que tenía el salón, lo abrí y me asomé para dejarme caer hasta el exterior. El vestido me delimitaba el movimiento así que con la otra daga hice una raja para darme rapidez al correr y comencé a moverme por aquel jardín exterior, descalza, sobre la hierba para alejarme de aquel vampiro aprovechando que no había nadie fuera.
Llegué hasta el muro exterior y lo miré, estaba un poco alto pero seguramente si trepaba por la verja de la puerta pudiera llegar hasta arriba y escaparme del lugar. Ni siquiera lo pensé, comencé a trepar por la puerta de la entrada subiendo por sus barrotes, el vestido se rompió el varios sitios pero no me importó en absoluto mientras seguía subiendo, llegué arriba y ahora bajé por el otro lado hasta que terminé saltando cayendo al suelo de la calle. Podía sentir el frío en mis pies pero no me importó, debía de alejarme de aquella mansión y si podía encontrar un carruaje mejor todavía, podría quitar el caballo al cochero y alejarme para perder de vista al vampiro… al menos hasta que los rayos del sol asomaran por el horizonte sabiendo que no podría buscarme, y donde tomaría ventaja. Ir hacia la cabaña del bosque de mi maestro se me antojó la mejor de las opciones, y comencé a correr hacia el lugar.
Danerys Garnert- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/04/2017
Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)
Su dedo tomo sangre de mis labios para probarla, gesto muy seductor tenia que admitirlo, mis ojos acompañaron la trayectoria de este hasta perderse en su boca, en una dosis mas alta implicaría un buen colocon. Mi pecho se alzó ligeramente, jadeando quede frente a su boca, mis ojos en ella deseando probar el sabor férreo de mi propia viae.
Mas en ese momento la dama hizo algo que no esperé, con el mismo atizador con el que habíamos jugado a retarnos con descaro durante de la apasionante velada, lo hundió en el centro de mi pecho clavándome en el suelo.
Gruñí llevando mis manos al hierro para sacarlo, daga sujeta con fuerza por su mano que en ese instante mientras yo me sacaba del cuerpo el hierro, clavaba en mi muslo haciéndome aullar de dolor.
Corrió sin mirar atrás, como si el demonio la siguiera, esfumándose por el gran ventanal.
Mis ojos rojos como el fuego centellearon perdiéndose en el infierno, me relamí los labios paladeando los restos de ese encuentro, que quizás a ella le sonaba a despedida mas iba a ser mas bien todo lo contrario.
Dejé le atizador caer contra el parquet, ruido mudo a mis espaldas pues mi rapidez hizo que saliendo por la misma ventana que ella cual espectro recorriera el jardín, patio de armas y el muro con una velocidad inusitada.
Seguía a mi presa de cerca, en ese momento era el depredador que todo lo puede porque se alimenta de los miedos de la liebre.
Bellos movimientos de la dama, era hipnotizante verla correr por el bosque con el vestido desgarrado, como una novia a la fuga algo tétrica.
Mis heridas habían cerrado, mas mi ropa seguía ensangrentada, fiel reflejo de la oscuridad, de la sed que ahora mismo devastaba mi alma.
Ella había emprendido un camino sin retorno y si pensaba que yo era de los que amenazaba incapaz de llevar acabo mis palabras, se equivocaba.
Al acecho imperceptible para ella, con clara ventaja, recorría los arboles como si diera un paseo por sus copas, ella por ende miraba hacia atrás como si esperara que en algún momento la alcanzara. Jadeaba, podía oír como bajo sus pies las ramas se quebraban, su respiración agitada, la adrenalina correr con violencia su cuerpo, excitada.
Se sentía cazada cuando de normal ella era la cazadora, mas de nuevo se equivocaba si pensaba que esto acabaría en un revolcon salvaje sobre las hojas otoñales.
No tardé en descubrir a donde la llevaban sus pasos, una cabaña bastante alejada en pleno bosque.
Allí se dirigieron los míos, raudos, hambrientos, un hombre en ella, una bestia llamando a su puerta y el infierno desatado consumido por las llamas de nuestros cuerpos en una eterna batalla.
Tenia que admitir que ese hombre prestó batalla con valor, mas incluso cuando le susurré en el oído que yo y no otro se casaría con su pequeña aprendiz.
Cuando ella lego, mis dedos estaban hundidos en su nuez, un tirón y lo dejaría exento de vida.
Cuerpo famélico que se batía entre la vida y la muerte y mis ojos centelleando hundiéndose en mi flamante futura mujer.
-¿Ibas a algún sitio mi amor? -pregunté encolerizado.
No sabia que me daba mas rabia si que me hubiera herido, que creo que me excitaba mas que encolerizaba o que a la primera de cambio hubiera corrido para fundirse en los brazos de este ermitaño.
Mas en ese momento la dama hizo algo que no esperé, con el mismo atizador con el que habíamos jugado a retarnos con descaro durante de la apasionante velada, lo hundió en el centro de mi pecho clavándome en el suelo.
Gruñí llevando mis manos al hierro para sacarlo, daga sujeta con fuerza por su mano que en ese instante mientras yo me sacaba del cuerpo el hierro, clavaba en mi muslo haciéndome aullar de dolor.
Corrió sin mirar atrás, como si el demonio la siguiera, esfumándose por el gran ventanal.
Mis ojos rojos como el fuego centellearon perdiéndose en el infierno, me relamí los labios paladeando los restos de ese encuentro, que quizás a ella le sonaba a despedida mas iba a ser mas bien todo lo contrario.
Dejé le atizador caer contra el parquet, ruido mudo a mis espaldas pues mi rapidez hizo que saliendo por la misma ventana que ella cual espectro recorriera el jardín, patio de armas y el muro con una velocidad inusitada.
Seguía a mi presa de cerca, en ese momento era el depredador que todo lo puede porque se alimenta de los miedos de la liebre.
Bellos movimientos de la dama, era hipnotizante verla correr por el bosque con el vestido desgarrado, como una novia a la fuga algo tétrica.
Mis heridas habían cerrado, mas mi ropa seguía ensangrentada, fiel reflejo de la oscuridad, de la sed que ahora mismo devastaba mi alma.
Ella había emprendido un camino sin retorno y si pensaba que yo era de los que amenazaba incapaz de llevar acabo mis palabras, se equivocaba.
Al acecho imperceptible para ella, con clara ventaja, recorría los arboles como si diera un paseo por sus copas, ella por ende miraba hacia atrás como si esperara que en algún momento la alcanzara. Jadeaba, podía oír como bajo sus pies las ramas se quebraban, su respiración agitada, la adrenalina correr con violencia su cuerpo, excitada.
Se sentía cazada cuando de normal ella era la cazadora, mas de nuevo se equivocaba si pensaba que esto acabaría en un revolcon salvaje sobre las hojas otoñales.
No tardé en descubrir a donde la llevaban sus pasos, una cabaña bastante alejada en pleno bosque.
Allí se dirigieron los míos, raudos, hambrientos, un hombre en ella, una bestia llamando a su puerta y el infierno desatado consumido por las llamas de nuestros cuerpos en una eterna batalla.
Tenia que admitir que ese hombre prestó batalla con valor, mas incluso cuando le susurré en el oído que yo y no otro se casaría con su pequeña aprendiz.
Cuando ella lego, mis dedos estaban hundidos en su nuez, un tirón y lo dejaría exento de vida.
Cuerpo famélico que se batía entre la vida y la muerte y mis ojos centelleando hundiéndose en mi flamante futura mujer.
-¿Ibas a algún sitio mi amor? -pregunté encolerizado.
No sabia que me daba mas rabia si que me hubiera herido, que creo que me excitaba mas que encolerizaba o que a la primera de cambio hubiera corrido para fundirse en los brazos de este ermitaño.
Joe Black- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/06/2016
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