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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danerys Garnert Dom Abr 30, 2017 11:43 am

Recuerdo del primer mensaje :

El leve aire que se alzaba en aquella tarde movía y agitaba mí pelo como una cascada que bailaba su propia danza, el sonido de un arma cayendo al suelo sobre la hierba del lugar, un golpe que venía procedente de la derecha y que esquivé agachándome con agilidad, el sonido de un jadeo por el esfuerzo, respiración contenida y controlada buscando un punto débil donde atacar y derribar al contrario. Un golpe bajo hacia la zona de mis pies que busca desestabilizarme por completo, pero no lo permito. Ruedo hacia un lado sin vacilar en mis movimientos alejándome del adversario, tenía que pensar con rapidez antes de que perdiera la pelea. ¿Perder? ¡Já! Esa palabra no estaba en mí diccionario y no la utilizaría nunca. Un gruñido procedente de mis espaldas advirtiéndome de que a mí contrincante no le había gustado nada que hubiera escapado, sonreí de lado encontrándome en el camino mientras rodaba la daga que me había hecho soltar con un golpe, desarmándome.

Ahora tenía una daga que utilizar y podía sentir los ojos puestos en los míos, el sudor perlaba mí frente y mí pecho subía y bajaba de forma controlada, respiración que tenía bajo control, situación que así también estaba. Una sonrisa socarrona y burlesca apareció en mis labios y alenté con mi mano a mí adversario a que se acercara para luchar contra mí, preparada para acabar con aquello y proclamarme vencedora, porque no está en mí perder y no pensaba permitirlo. Se acercó con rapidez hacia mí dirección, yo levanté la daga y me puse en posición de ataque dispuesta a dar el último asalto.

Se lanzó sobre mí y paré el primer golpe con el antebrazo, eché hacia atrás el cuerpo para que el puño no diera en mí rostro y giré asestándole un golpe en el costado que lo dejó durante unos segundos sin respiración, no se dio por vencido tampoco y volvió a arremeter esa vez sacando la daga que también portaba. Cruce de estas en las que el sonido metálico era lo único que se oía, una patada en mí dirección que a duras penas paré, y que se sirvió para derribar al contrincante lanzándolo al suelo, pero antes de que pudiera rematar se levantó con agilidad e intenté darle una patada baja para que se cayera pero saltó y la esquivó girándose para encararme.

Lanzó la daga de forma imprevista y como acto reflejo moví la mano para esquivarla de mí camino haciendo a un lado el cuerpo, momento que aprovechó para lanzarse sobre mí y hacer que cayera al suelo, su cuerpo sobre el mío, sus manos intentando desarmarme y buscar mí cuello para dejarme sin respiración. Colé un pie por debajo de su cuerpo hasta llegar a su pecho, le di un golpe fuerte con el codo en el rostro y aproveché eso para cogiéndolo del cuello de la camisa lanzarlo hacia atrás donde me puse encima, mí rodilla presionando su pecho y su brazo atrapado en una llave que le imposibilitaba moverse. Por si aquello no fuera suficiente, la daga en su cuello en una clara victoria. Mis ojos puestos sobre los suyos, el pelo que caía hacia un lado cubriendo una parte de mí rostro y que caía sobre él, enmarcándolo. Nuestras respiraciones chocando la una con la otra, podía sentir la calidez de esta dando contra mis labios, que me hizo entreabrirlos de forma inconsciente mientras seguía inmovilizado y ya derrotado en aquella batalla.


-¡Vale, vale! Tú ganas–sonreí de lado guardando la daga en el cinto que llevaba y levantándome para espolsar la ropa de entrenamiento que llevaba mientras Mathew, mí maestro, se levantaba llevando una de sus manos al brazo con un claro gesto de dolor- Hoy estás particularmente agresiva –mis ojos lo miraron de lado sin comentarle nada al respecto. Oh, ¿de verdad? Vaya, no sabía cómo se había fijado de ello. Sí, había descargado con él la furia y la frustración que llevaba encima imaginándome que era otra persona a la que atacaba- ¿Qué te han hecho esta vez, pequeña? –Preguntó recogiendo la daga que se había estrellado contra uno de los troncos donde ensayábamos la puntería y no contesté- ¿No me lo piensas decir? Acabo de recibir una paliza y soy tú maestro, debería de castigarte por ello–reí de forma irónica y me giré para mirarlo, cruzándome de brazos.
-O querrás decir que deberías de felicitarme por haber superado al maestro –él hizo una mueca divertida y se encogió de hombros- Mí padre quiere que vaya a una fiesta que realiza no sé quién porque está buscando una esposa –hice un gesto con la cara en desacuerdo total-será muy poco agraciado, o más bien nada –acoté mientras él me miraba- si tiene que hacer una fiesta para buscar esposa… pobre desgraciado–terminé mientras él negaba con la cabeza y se acercaba a donde estaba para recoger todo.
-¿Y cuál es el problema Dan? –Dan, siempre me llamaba así acortando mí nombre, lo miré sin pensar por un segundo que habría preguntado tal cosa.
-¿Qué cuál es el problema? ¡Qué mí padre quiere casarme! –Él solo se rió haciendo que me sacara de mis casillas tal hecho y me miró con ojos divertidos.
-Ya es hora de que sientes la cabeza y quién sabe, quizás hasta ese hombre te entra en buena vereda –comentó alejándose hacia la casa, cogí una piedra del suelo y se la tiré dándole en la espalda mientras él se reía divertido por verme de esa forma. No había manera alguna de que me casara y menos con un hombre que tenía que buscar esposa mediante una fiesta, acudiría y en cuanto pudiera escabullirme de la fiesta me iría a cazar dejando allí a mí padre y a aquel hombre con su particular búsqueda. Entré en la casa y observé a  Mathew de espaldas guardando las cosas, era más mayor que yo y estaba en la treintena ya, en casi mitad de esta, aun así no había perdido su atractivo y que fue el que me hizo sentir un amor platónico cuando era niña con diez años y me salvó de aquel vampiro, aunque comprendí que me seguía viendo como esa niña y mis tonterías de niñez se quedaron en un recuerdo y en el olvido. Ahora solo sentía admiración y aprecio por ese hombre, aunque no negaba que ante mis ojos me hiciera sentir algo más y que se llamaba “lujuria”, pero él jamás me vería con esos ojos, los cuales ahora se fijaban en mí con una sonrisa de diversión en sus labios que de niña deseé besar más de una vez, cruzándose de brazos sobre el pecho- Venga, deberías de irte para que te prepares para la fiesta. Mañana me puedes contar qué tal te fue y si era tan agraciado o no como pensabas –se acercó dejando un beso en mí frente como si fuera una niña y me alentó a que me fuera, lo miré de mala manera y le hice un gesto obsceno que lo hizo reírse antes de alejarme y montar al caballo que había cogido para ir a entrenar, en una cabaña en mitad del bosque y volver a la mansión, para cuando llegué las doncellas y sobre todo aquella que era de mí total confianza ya tenían todo preparado para adecentarme, con un vestido que quise romper en cuanto lo vi sobre la cama.


Última edición por Danerys Garnert el Vie Mayo 19, 2017 11:01 am, editado 2 veces
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Mensaje por Danerys Garnert Jue Mayo 18, 2017 7:54 pm

Mis ojos estaban fijos en aquel vampiro que tenía frente a mí, uno que había conseguido sacarlo de sus casillas solo con quitarme el anillo del dedo… no iba a negar que me gustaba haber visto su reacción y que estaba disfrutando de ese momento porque sería estar mintiendo, sabía que él lo podía notar por mí cara y por el tono en el que le hablaba… debía de empujarlo un poquito más para ver si cedía y se quitaba esa idea de la cabeza sobre casarnos. La noche no le estaba saliendo como él esperaba y me alegré de ello porque conmigo no podía dar nunca nada por sentado, igual que yo no lo haría con él. Bebí de la copa de nuevo antes de dejarla sobre la barandilla observándolo, esperando a que llegara el momento justo para desmoronarle por completo, sacar todo eso que llevaba dentro y que no pudiera conmigo de ninguna de las formas y que, por ello, tuviera que ceder en la idea de la boda. Ya no había anillo, a ver si podía hacer que no hubiera boda.

Su comentario me hizo sonreír con malicia porque sí, tenía toda la razón del mundo, estaba saliendo incluso mejor de lo previsto y buscaba apuntarme otra nueva victoria, igual que sabía que él quería apuntarse el primer tanto con aquella noche, pero no podía permitir que lo hiciera. Sabía que, de alguna forma, mí cuerpo le atraía y le gustaba porque solo había que ver la forma en la que me miraba a veces, podía aprovechar eso como hice la pasada noche para llevarlo a mí terreno. De hecho ya notaba su mirada puesta en el dedo que había recorrido desde mi pecho hasta el cuello, con sus ojos fijos en el lugar. Él no podía hacer ciertas cosas pero a mí nadie me había prohibido nada, contaba con esa ventaja y debía de aprovecharla.


-La verdad es que está saliendo mejor de lo que esperaba, amor, no te lo voy a negar –dije mirándolo ahora escuchando que decía que íbamos a disfrutar del vestido- ¿De verdad lo crees? Comienzo a dudarlo –tras mis palabras él comenzó a andar hasta que se acercó a la barandilla, mis pies seguían colgando hacia el balcón y fue cuando sentí sus manos en mis rodillas, separando mis piernas y colándose entre estas para quedar cerca de mí- ¿No puedes aguantar sin tenerme cerca, Joe? –Pregunté con una sonrisa maliciosa notando su cintura que rodeaba mí cintura. Le pedí que me cediera el control porque él parecía que no lo iba a hacer, entonces que me dejara a mí y le haría ver donde estaba el maldito infierno esa noche. Aceptó y lo hizo demasiado pronto, dudaba seriamente que aquel vampiro con el carácter que había mostrado cediera tan fácilmente, no cuando en él estaba mandar. Su mano se coló por debajo de la falda y mis ojos lo miraron notando sus dedos subir por mi pierna hasta llegar a la rodilla y seguir subiendo un poco más- ¿Quieres repetir lo de anoche? –Sonreí de lado recordándole de nuevo su derrota y luego fue cuando lanzó la pregunta. ¿Qué que haría? Llevarle al infierno, por supuesto. Pero no me dejó tiempo para responder, porque cuando quise abrir la boca de esta solo salió un gemido ahogado al sentir como me empujaba y mi cuerpo se vencía hacia el vacío, con su mano aferrando mi muñeca como único agarre que tenía para no caer.

Lo miré con odio fulminándole con la mirada mientras colgaba totalmente del balcón y lo tenía a él como única sujeción. Me estaba dando una lección, mis ojos bajaron para mirar todos los metros que había de caída y luego lo miré a él, y pese a todo no me permití gritar, ni suplicarle ni nada… porque en el fondo sabía que no lo iba a hacer, a pesar de que la adrenalina recorría mí cuerpo y el ritmo cardíaco se había elevado sin poder evitarlo, pero no permití que el miedo aflorara. Sus palabras me dejaron en claro que era una lección y que era lo que me esperaba tras la boda; que mi vida estaba en sus manos, era el mensaje que quería darme. Le gruñí por ello pero pronto tiró de mí elevándome hasta dejarme de nuevo en el suelo del balcón, con la respiración acelerada muriendo contra sus labios, sus ojos fijos en los míos que destilaban rabia y odio hacia él… pero no quería darle el gusto, no podía.


-No amor… gracias por la adrenalina –le respondí furiosa y rabiosa con él, ahora intentaba coger las riendas de nuevo, sus dedos se deslizaron desde mi cuello para morir en el escote de mi vestido- sabía que te había gustado el escote, Joe –dije recuperando la respiración y normalizándola. Me pregunta si quería jugar para solucionar el malentendido, añadiendo que deseaba que me sintiera bien en su compañía- solo jugaría si me dejas azotarte cuando te encadene –le respondí porque era lo que pensaba hacer, y si tenía un látigo mucho mejor. Cogió la botella entre sus manos y dio un trago largo, se relamió mirándome y me la tendió para que bebiera antes de que me encadenara y se giró para dejarme allí. Cogí la botella y di un trago mientras desde el balcón lo veía quitarse los zapatos, subir a la cama, y abrir los grilletes para mirarme. ¿Creía de verdad que iba a achantarme aquel vampiro? No sabía con quién estaba tratando, quizás a otra pudiera asustarle verlo con los grilletes pero a mí no me asustaba, quedaba bastante lejos de ello. Encontraba cierta excitación con todo aquello, algo que quizás él no había pensado, y que habría imaginado que me asustaría por los grilletes y lo que ello significaba- ¿Vamos a empezar ya? –Pregunté con una sonrisa adentrándome en la habitación ahora que él me había tendido la mano, dejé la botella sobre una de las mesas y me acerqué hacia donde él estaba.

Antes de coger su mano, parada a su lado pero sin subirme a la cama, subí una de las piernas para desabrochar uno de los tacones que llevaba, hice lo mismo con el otro dejándolos en el suelo y ofreciéndole de forma deliberada una vista de aquel escote que, estando él desde arriba, no habría pasado desapercibido para nada. Una vez sin los tacones que quizás pudieran molestarme, sin miedo, sin temor pero sí con expectación lo miré a los ojos y tomé esa mano que me ofrecía para subir a la cama. Cogí la falda y puse ahora sí el pie ya descalzo sobre el colchón hasta quedar delante de él, quien no apartaba su vista de la mía tampoco en ningún momento, siguiendo retándonos y desafiándonos. Su mano pronto tomó una de mis muñecas y la subió hasta que esta dio con el grillete, sentí el acero frío rodear mi piel antes de que se oyera el chasquido que hizo al cerrarse, sus dedos bajaron deslizándose por la piel de mí brazo y pasó por mi pecho hasta coger la otra muñeca y repetir el mismo proceso, cerrándola en el grillete. Mis brazos quedaron extendidos hacia arriba apresados, pero no apretados al máximo para no hacer daño a la piel, pero sí manteniéndome encadenada.


-Espero que sepas jugar a esto y no sea un farol, Joe –mis ojos seguían fijos en los suyos sabiendo que iba a intentar ganar con aquel juego, incluso como él había dicho, que le suplicara porque me tomara… algo que no iba a suceder de ninguna manera. Ahora me tenía a su merced, y que disfrutara, porque cuando llegara mí turno disfrutaría de tenerlo en mí lugar- porque sería tremendamente decepcionante… -me mordí el labio sabiendo que ahora quedaba expuesta, pero si pensaba ese vampiro que no iba a luchar estaba muy equivocado, mi carácter no me lo permitía y mucho menos contra él. Mis manos se movieron haciendo que el ruido metálico al chocar los grilletes se escuchara por la habitación, sintiendo el frío del metal contra ambas muñecas, notando que podía mover bien las manos. Estábamos cerca el uno del otro, tanto, que podía notar su aliento dar contra mí rostro, mi pecho subía y bajaba con normalidad mientras la expectación me recorría por entera, el morbo también todo había que decirlo. Me adelanté dando un paso hacia él pegando mí cuerpo al suyo, elevando mí rostro para dejar que mis labios quedaran a su altura sin dejar, ni por un solo instante, de mirarlo a los ojos- Muy bien Joe… lleva a esta Lilith de vuelta al Infierno del que procede –murmuré contra sus labios, desafiándolo no solo con mis palabras que denotaban que iba a darle guerra, que no me iba a dejar vencer fácilmente, sino también desafiándolo con mis ojos, retándolo. El juego comenzaba, pero lo que él no sabía es que yo también era una muy buena jugadora y sabía muy bien lanzar mis cartas.
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Mensaje por Joe Black Vie Mayo 19, 2017 6:03 am

Dio un trago de la copa caminando lentamente hacia la cama donde yo me encontraba, ladeé la sonrisa sin dejar de contemplar esos ojos pardos que me sentenciaban con cada mirada.
Dejó la copa en la mesa acercándose para alzar una de las piernas apoyando el zapato en esta aflojando la hebilla para quitárselo.
Mis ojos fijos en ese escote en uve, oscurecidos por el deseo. Era obvio que lo hacia a posta para calentarme mucho mas de la cuenta, pues sabia lo que su cuerpo en mi despertaba.

No veía miedo en sus ojos, mas bien cierta excitación por aquel juego que se presentaba salvaje para ambos.
Su mano tomó la mía para que le ayudara a subir, con la otra sujetaba el bajo del vestido para no tropezar con la gruesa tema.
De frente nos miramos, mi mirada turbia en sus labios que entreabiertos dejaban que su aliento caldeara los míos.
Alcé su mano despacio, el grillete rodeó su muñeca y un “clic” implico que era mi prisionera, repetí la operación con la otra mano.
Nuestro rostro estaba muy cerca, cerré los ojos ladeando la sonrisa al escuchar el segundo “clic”

Nuestros alientos se fundieron, podía escuchar como me retaba con palabras, me pedía que jugara duro y que la llevara la infierno pues ella era Lilith y de ahí salen los demonios.
Acaricié con mis labios los ajenos, sin tomarlos, solo dejando que ambos nos embriagáramos del otro por unos instantes.
Mis manos en su cintura, se deslizaron hacia la parte baja de la espalda para desabrochar los botones hasta que esta quedó abierta acariciando  sus caderas, cayendo sobre las sabanas de la cama.

Me agaché despacio, ayudándola a sacarla de sus pies para lanzadla al suelo. Con una rodilla en el colchón, alcé la mirada para contemplar sus piernas desnudas, unas bragas negras cubrían su sexo y el corsee la parte alta de su cuerpo con ese escote en uve que alzaba su busto.
Deslicé mis dedos fríos por su tobillo, ascendiendo lentamente por su piel hasta alcanzar la rodilla mientras me ponía de nuevo en pie.

Mi mirada turbia se perdió en sus pardos, silencioso, solo nuestros alientos se juraban una gesta mas que épica, pues los dos eramos bestias.
No tenia prisa, pero en ella notaba cierta impaciencia.

Me separé acercándome al borde de la redonda cama quitándome la chaqueta, arremangué las mangas de mi camisa y con una ladeada sonrisa regresé frente a ella.
Mis manos tomaron sus caderas para empujarlas contra mi hombría, quería que sintiera como de excitado me encontraba sin tan siquiera haber empezado aquel juego en el que algo me decía ambos ibamos a salir perdiendo.
-Voy a explicarte como se juega, tu te dejaras hacer respetaré las normas y lo que prometí, no te penetraré en ningún momento a no ser que tu me lo pidas.
Y si en algún momento no puedes aguantar mas, me pedirás que pare y lo haré ¿de acuerdo?  

La cazadora asintió, mis dedos surcaron la parte externa de su muslo, lentamente iba adentrándome en la cara interna mientras mi mirada no se apartaba de su rostro, quería saber todo lo que sentía, como lo demostraba.
Ascendí hasta acariciar su sexo con la palma de mi mano, flotandolo con las bragas aun colocadas.
Mi boca se entreabrió al sentir su calidez, inmóviles sus caderas, no querían darme el gusto de saber que yo también le excitaba.
Enredé mis dedos en la parte alta de sus bragas, las bajé despacio, deshaciéndome así de su ropa interior.

Me relamí quedando de rodillas frente a ella, mi lengua se deslizó por sus labios bajos, besándolos, mordiéndolos aun sin adentrarme en su pliegue.
-Te estas mojando mucho -susurré contra su feminidad ladeando la sonrisa.
Un lametazo para probar su elixir antes de sumergir mi boca por completo en ella. Mi lengua jugaba en la trinchera, paladeando su sabor, acariciando con necesidad su clítoris que crecía frente a mis atenciones.
Jadeé succionandolo, mordiéndolo suavemente, sus caderas me buscaban, hambrientas de mi boca que cada vez se sumergía mas dentro, hundiendo mi nariz en ella.

Respiración errática, ronca, estaba hambriento y no solo de la sangre que sentía violenta recorrer todo su cuerpo.
Me relamí los labios  alzando mi mirada hasta sus ojos, quería ver que sentía.
-¿me odias? -pregunté golpeando con mi aliento su bajo vientre.
Mis ojos rojos mostraban mi excitación.


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Mensaje por Danerys Garnert Vie Mayo 19, 2017 10:56 am

Ya nada podía hacer en aquellos momentos y quería saber en parte qué era lo que tenía en mente el vampiro, sin poder negar que sintiera cierto morbo por la situación. No sentía ningún tipo de miedo, ni temor tampoco porque no podía hacerme nada sin que fuera demasiado sospechoso, quería darme una lección esa noche y estaba convencida de que también iba a hacer que pagara por haberlo dejado a medias la pasada noche. Sonreí de lado, había sido una buena victoria y ahora él quería seguramente proclamarse con una, pero no le iba a dejar. Esos juegos no me asustaban, quizás a cualquiera de las otras jóvenes si podría haberles asustado aquella situación, pero no a mí. Estaba encadenada y a su maldita merced aunque no me gustara, pero mi orgullo no me permitía decirle que no y que se alzara con la victoria sin haberla luchado… yo también sabía jugar, y aunque estuviera encadenada, nadie me había dicho lo contrario.

Pude ver la sonrisa de satisfacción que puso al cerrar los ojos cuando el segundo grillete fue cerrado teniéndome a su merced, se notaba que le gustaba aquella situación y que seguramente ya lo habría hecho más veces… pero intentar domarme seguro que era lo que más quería, sabiendo que iba a ser todo un desafío. Sus labios acariciaron los míos sin llegar a tomarlo sintiendo su aliento más que nunca sobre estos, sin dejar de mirarnos desafiándonos en todo momento. Sus manos se deslizaron a la cintura y pronto comenzaron a desabrochar los botones de aquella falda que pronto cayeron hasta el colchón, se agachó ayudándome a quitarme la falda sin apartar mí vista de lo que hacía preparada para cualquier cosa que pudiera hacerme.

Su mirada se alzó de rodillas para encontrarse con la mía y sentí sus dedos fríos en mi tobillo ascendiendo por esto hasta llegar a la rodilla notando que en su recorrido con sus ojos no perdía detalle de nada, ni de mí ropa interior, ni del corsé que acentuaba más mí pecho. Quedó de nuevo frente a mí observándome en silencio mientras yo intentaba adivinar sus próximos movimientos, podía intuir cuáles iban a ser, con nuestros alientos mezclándose. Se acercó al borde de la cama y se quitó la chaqueta, subió las mangas de la camisa y volvió de nuevo a ponerse delante de mí con la sonrisa ladeada. Sus manos fueron a mis caderas que pegó contra su miembro, haciéndome saber lo excitado que estaba sin apenas haber empezado.


-Vaya Joe, quién iba a decir que esto te ponía tanto… ¿o quizás soy yo? –comenté mirándole notando su duro miembro contra mí cuerpo. Fue entonces cuando me dijo cómo iba aquello, tenía que dejarme hacer por él, no me tomaría salvo que yo se lo pidiera… ¡Já! Ese vampiro creía demasiado en que le iba a pedir tal cosa, quizás en su siguiente vida. Por último, que si no podía aguantar más le pidiera que parara y él lo haría… vale, todo sencillo y claro, nada que no esperara en realidad- Todo claro, Joe… puedes empezar con tú turno –sonreí de lado esperando a ver qué era lo que el vampiro hacía y cómo empezaba. Pronto los dedos de su mano comenzaron a ascender por mi muslo desde el exterior hasta lentamente subir para adentrarse en mí interior, con su mirada puesta y fija en mí esperando alguna reacción… iba a mantenerme fría y neutral, sin dejarle ver nada de lo que pudiera sentir para que no disfrutara en absoluto. Terminó por ascender del todo hasta llegar a mí sexo que comenzó a rozar con la palma de la mano sobre la tela, creando una fricción caliente entre la tela y mí sexo en donde me mantuve firme, quieta, sin dejarle ver ninguna expresión en absoluto, fijando mis ojos en los suyos.

Sus dedos se enredaron en la tela de mis bragas y las deslizó por mis piernas hasta acabar quitándomelas dejando mi sexo al descubierto, vestida únicamente con el corsé que resaltaba mis pechos. Quedó de rodillas frente a mí y mis ojos bajaron para mirarle viendo que se relamía, sabía qué iba a hacer en ese preciso momento y no tardé en sentir su lengua cerca de mi sexo. Lamió, recorrió y besó la parte externa de mi sexo y me quedé quieta controlando mí respiración como si de esa forma pudiera controlar mí cuerpo y que me hiciera caso a mí, y no a lo que él provocaba. Sus palabras las pronunció contra mí sexo y lo miré frunciendo el ceño ante la afirmación, aunque yo no quería que así fuera no podía evitarlo.


-Mi cuerpo reacciona a estímulos… no puedo controlarlos aunque quiera, no creas que es por ti –dije con tono mordaz para que se le quitara la idea de la cabeza, porque mi cuerpo reaccionaba a su toque y no podía negarlo, no me hacía cuando quería que no se notara, pero era un poco imposible. Una lamida hizo que me mordiera el labio antes de notar que su boca se adentraba en mi sexo, comenzó a recorrer con su lengua mi sexo e intenté contenerme todo lo que pude, pero no mandaba sobre mí cuerpo que reaccionaba como la pasada noche ante su lengua y sus atenciones. Apresé la cadena de los grilletes entre mis manos cuando comenzó a torturar el clítoris que delataba como me encontraba sin poder evitarlo. Lo succionaba, lo mordía y yo no podía evitar mover mis caderas contra su boca en esos momentos, con los ojos cerrados y apresando las cadenas sintiendo el placer que eso me provocaba. Él cada vez iba más rápido y se adentraba mucho más incluso notando su nariz en el lugar. Abrí los ojos cuando noté que paraba dejándome con ganas de que siguiera y sabía que en parte su intención era esa, devolverme lo de anoche pero yo no le iba a suplicar, ni que parara, ni que siguiera ni que me penetrara… sería más fuerte que todo eso. Tenía la respiración acelerada y sentía la suya contra mí sexo hasta que viendo que se relamía subió sus ojos, rojos y excitados, para mirarme sin moverse, de rodillas ante mí. Me preguntó si le odiaba y no pude evitar reírme por aquello, para luego bajar mi vista a él- Sí, te odio… te odio por ser un vampiro, te odio por haberme elegido a mí de entre todas las demás jóvenes de la fiesta, pero no te pilla de sorpresa ¿verdad que no? –Pregunté porque ambos sabíamos lo que había, nos odiábamos por ser lo que éramos, para mí él un vampiro, para él yo una cazadora… ese odio casi ancestral era innegable. Nos atraíamos y nos repelíamos como dos imanes sin poder evitarlo, también lo sabíamos… así éramos, como dos bestias salvajes. Lo miré estando en esa posición y sonreí de forma algo maliciosa- Verte así de rodillas… tiene hasta su morbo, Joe –dije sonriendo de lado- es mucho mejor de lo que me había imaginado… verte postrado ante mí de esa forma –me mordí el labio- dime Joe, ¿te gusta mí sabor? ¿Soy tan deliciosa como pensabas? Despeja mis dudas, amor.
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Mensaje por Joe Black Vie Mayo 19, 2017 4:03 pm

Ladeé la sonrisa escuchando su respuesta entrecortadas salían sus palabras fruto de una excitación que según ella yo no le provocaba.
Me relamí mirándola, mostrandole sin duda alguna lo mucho que su sabor me agradaba.
-Porque no reconoces que me odias por ser vampiro y te odias mas a ti misma por desear que deje de hablar y vuelva a hundir mi boca en tu caliente coño mojado? -pregunté alardeando de la atracción que existía entre ambos.

Eramos dos razas enfrentadas en un duelo que no acababa, una parte de nosotros anhelaba a la otra, pero a su vez matarnos era en lo único que daba sentido a nuestras razas.
Dejé escapar una carcajada contra su sexo ,apoyando mi frente en la parte baja de su vientre por un instante antes de volver a mirarla.
-¿te gusta amor verme arrodillado? -lamí su raja de arriba a bajo y me relamí saboreando su esencia -estas deliciosa, me pasaría la noche bebiéndote -susurré alzándome para de un salto bajar del lecho.

Pude ver por primera vez en sus ojos la perdida de control, como si no entendiera a donde me dirigía, como si se sintiera vacía ahora que la distancia interpuesta era grande entre los dos.
-¿me anhelas amor? -pregunté tomando la botella de bourbon para abrirla y darle un buen trago.
Apoyé mi trasero en la mesa para mirar la perspectiva de esa preciosa mujer que me esperaba sobre el lecho presa, a mi merced.
Esa imagen era demencialmente arrebatadora.
Sus mejillas teñidas de rojo, estaba excitada por mucho que lo negara.

Tomé impulso volviendo con paso calmo a su lado.
-¿tenéis sed? -pregunté dando otro trago de la botella antes de acercarla a su boca para que bebiera.
La alce lo suficiente para que eso sucediera y un chorro escapo de sus labios recorriendo su barbilla, cuello y perdiéndose en ese canalillo que mostraba su corseé en forma de uve.
-Cuidado amor, no os manchéis -susurré llevando mi boca a sus labios, lamí el inferior con suavidad.
Jadeé contra su boca dejándome embriagar por ella antes de perseguir el camino marcado por el liquido ambarino.

Cuando llegué hasta sus pechos alcé la mirada, mi respiración contra su piel la erizaba por completo y algo me decía que esos pechos morían por ser castigados como lo hice con la piel de su cuello.
-Quiero emborracharme de ti -aseguré volviendo a caer de rodillas frente a esta.
Le había dado tiempo mas que de sobra para rehacerse, ahora me tocaba jugar de nuevo.

Alcé su pierna sobre mi hombro para tener una buena perspectiva, la botella en mi mano y deslicé por el pliegue de entre sus labios la boquilla cristalina, acariciando suavemente su clítoris en cada pasada.
La oí gemir, no esperaba aquel acto y menos ver como el cristal quedaba embadurnado de su elixir para llevármelo a los labios y beber de el un buen trago.
-Realmente estas deliciosa -susurre.

Mi boca volvió a hundirse en su trinchera, apretando con fuerza contra esta, torturando su botón que se endurecía contra mi lengua, pronto la botella acompañó mi salvaje acto, adentrándose en las paredes de su laberinto, follándomela con ella.
Jadeaba bruscamente contra su feminidad, golpeándola con mi aliento en las pequeñas pausa que me tomaba antes de volver con violencia a la carga.
-¿dime amor cuanto te gusta esto? -susurré sin apartar mis labios de los suyos dejando que un chorro de bourbon bajara por su vagina para beber de ahí directamente.

Deje de succionar, cuando sentí como sus piernas temblaban, estaba a punto de irse, su respiración ronca la delataba, alcé la mirada complacido, esperando que suplicara, jadeaba relamiendome ¿quería jugar?
Y yo quería que suplicara que la dejara correrse como fuera.


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Mensaje por Danerys Garnert Dom Mayo 21, 2017 8:46 pm

El vampiro ahora me tenía bajo su merced y sabía que pretendía volverme loca, que lo primero que iba a hacer sería devolverme la jugada que le había hecho la pasada noche, que me llevara al borde y al límite del placer y que le rogara porque me dejara alcanzarlo… que le suplicara como él había suplicado la noche anterior en la tina cuando mi cuerpo ya había alcanzado el orgasmo y se alejó del suyo, buscándome para que le permitiera terminar con lo que él mismo había empezado. Ahora no tenía escapatoria, no podía irme de aquel lugar pues los grilletes me tenían presa, medio desnuda a su merced y a lo que él quisiera hacerme. Y no tardó en empezar, en recorrer mi sexo con su lengua, provocándolo, atormentando con sus labios y sus dientes el clítoris para que me volviera loca.

Mi cuerpo respondía ante sus caricias, su lengua, sus labios, sus dientes que me torturaban de aquella forma, mis caderas se habían movido incontrolables contra su boca buscando por más, había cerrado los ojos y mordido mis labios para que nada escapara de ellos y le diera el gusto al vampiro… pero por mucho que quisiera tener pleno control sobre mí cuerpo, este me traicionaba vilmente, y como él había dicho estaba no solo excitada, sino completamente mojada por lo que me estaba haciendo sentir. Me había dejado un leve respiro y había lanzado la maravillosa pregunta de si le odiaba, ¿cómo no hacerlo? Yo era una cazadora, él un vampiro… nuestras razas estaban condenadas a pelear y luchar entre ellas cada vez que nos encontrábamos, en una batalla sin final que nunca terminaría hasta que uno de los dos bandos acabara por extinguirse.

Mi odio hacia él era bastante claro, y no solamente por eso, también lo odiaba por haberme elegido en aquel baile de entre todas las jóvenes que tenía a su disposición, de entre todas que podría haber elegido y que lo hubieran satisfecho de forma más complaciente, sin haber luchas entre medias, él tan solo tendría que haber dicho una sola palabra de sus labios y ellas, seguramente, habrían respondido con celeridad a lo que les pidiera. Pero había tenido que elegirme a mí, que era la única que no quería ser elegida y ahora no hacíamos más que desafiarnos, retarnos cada vez que nos encontrábamos a solas y ser mordaces y sarcásticos cuando estábamos en público, lanzándonos pullas que solamente nosotros podíamos entender y comprender.

Así que sí, lo odiaba. Lo odiaba también por hacer que mi cuerpo respondiera ante sus caricias, porque me excitara y sintiera placer con lo que me provocaba… pero claro, yo no podía controlar a mi cuerpo y este cedía ante él, si lo pudiera controlar jamás estaría en la situación en la que me encontraba. Estaba claro cuál era su propósito, pero no le iba a rogar ni a suplicar absolutamente nada, así que ya podía estar toda la noche intentándolo que iba a ser una misión fallida. Pero cuando mayor fuera su gloria mayor sería su caída, así que le dejaría hacer hasta que llegara mí turno, y podía asegurar que iba a ser muy distinto a como estaba siendo aquel. Mis ojos lo contemplaron con aquellos ojos rojos excitados, lamiendo sus labios tras haberme recorrido mi sexo con ellos. Fruncí el ceño por sus palabras sin dejar de mirarlo, postrado ante mí.


-Porque no puedo odiar algo que no es cierto –obvié que sí que era cierto el que mí sexo, como él decía, estuviera mojado… pero por el contrario no deseaba que volviera a acercarse de nuevo por muy mojada que estuviera, como él decía. No si era él quien lo provocaba. Porque era cierto que nos atraíamos, pero intentaba luchar contra eso todo lo que podía alegando que era un vampiro, y que lo único que debía de sentir era querer matarlo. Nada más. Soltó una carcajada apoyando su frente contra mí vientre, su aliento dio contra mi sexo húmedo y me quedé quieta tanto como pude- Sí, me encanta verte postrado ante mí… es una imagen que me gusta más de lo que había pensado. Un vampiro postrado y arrodillado ante una cazadora… tiene más morbo de lo que me pensaba –su lengua no me dejó seguir disfrutando de aquel momento ya que lamió todo mi sexo, provocando que me mordiera el labio para que nada saliera de mis labios, y verle relamerse sin dejar de mirarme, teniendo el descaro de decirme que sí, que mí sabor le encantaba- Empiezo a pensar que te gustan muchas cosas de mí, Joe –comenté con diversión viendo cómo se levantaba y se bajaba de la cama dejándome allí arriba, mis ojos lo siguieron sin saber que pretendía, viendo como se acercaba a la mesa y cogía una botella de bourbon, me preguntó si le anhelaba y sonreí de lado- Para nada, amor, puedes quedarte ahí el tiempo que quieras –tiempo que a mí me venía bastante bien para que mi cuerpo se normalizara y la excitación pasara ahora que estaba lejos. Lo vi apoyarse contra la mesa y beber de la botella sin dejar de mirarme, seguramente disfrutando con las vistas que tenía de mí- ¿Te gusta lo que ves, amor? –Pregunté observándolo, mi pecho subía y bajaba con menos rapidez aunque notaba mis mejillas algo rojas, así que controlé la respiración como me habían enseñado para calmarme el tiempo que decidiera estar ahí.

Pronto volvió a acercarse de nuevo con la botella en la mano con paso lento hasta que estuvo de nuevo frente a mí, me preguntó si tenía sed y la verdad es que notaba los labios un poco resecos, así que no negué cuando se ofreció a darme algo de alcohol… claro que el muy capullo alzó algo más la botella cuando di un trago haciendo que el líquido resbalara de mi boca cayendo por mi barbilla, bajando por mi cuello y perdiéndose en mis pechos por el corsé que llevaba. Lo miré fulminándolo con la mirada por aquella jugada, sus labios se acercaron a los míos y pude sentir su aliento contra estos y cómo lamió el labio inferior con su lengua. Mis labios se entreabrieron provocándole sin apartar la mirada del otro y sentí su jadeo contra estos, antes de que sus labios hicieran el mismo recorrido que había hecho el alcohol, pasando sus labios y su lengua por la barbilla, luego de forma detenida por mi cuello hasta que llegó a mis pechos. Mi piel reaccionaba sin poder evitarlo ante su contacto y tenía la piel erizada allá donde sus labios habían pasado, alzó su mirada a la mía alegando que quería emborracharse de mí… y no pensé que lo fuera a hacer de forma literal.

Volvió a arrodillarse quedando como había estado antaño, cogió una de mis piernas y la alzó para dejarla apoyada en su hombro dándole mejor acceso a mi sexo, con la botella en la mano todavía y sin esperarlo siquiera pasó la boquilla de esta por todo mí sexo acariciando con cada pasada el clítoris, provocándome más placer. Abrí la boca al no esperármelo y un jadeo salió de ella sin poder evitarlo, viendo como tras hacerlo unas cuantas veces llevaba la botella a sus labios y bebía directamente tras haber pasado la boquilla por mí sexo. Aquello fue bastante erótico incluso para provenir de él y me mordí el labio, sabiendo de antemano, que pretendía volverme loca, y que solo había hecho más que empezar. Afirmó que estaba deliciosa y volvió de nuevo a hundir su boca en mí sexo esa vez yendo directamente a torturar mí clítoris que respondía con cada caricia, roce y demás que le hacía. Mis manos aferraron con fuerza las cadenas notando el placer que me provocaba con su lengua y con sus dientes, torturándome de forma voraz. Mi boca se abrió echando la cabeza hacia atrás al notar la boquilla, la misma que había pasado por todo mí sexo y de la que luego había bebido con mi sabor en ella, ahora se adentraba en mí interior mientras él me seguía torturando con su lengua.


-¡Ah! –Gemí ante aquello totalmente inesperado, arqueando mí cuerpo, sintiendo mi pelo caer y rozar mi espalda y parte de mis nalgas, abrir mis piernas ante la corriente eléctrica que recorrió todo mi cuerpo aunque una estuviera sobre sus hombros, notando como entraba y salía de mí cuerpo- … eso no vale… -dije como pude cuando terminó de torturarme con la botella que entraba y salía, cuando él paró dándome unos segundos y él también paraba notando su aliento contra mi sexo y esa zona que torturaba. Había dicho que no iba a penetrarme, pero no había dicho que no lo haría con otra cosa. No me daba tregua entre la botella y su lengua, sin cesar, cuando hacía pequeñas pausas podía sentir su aliento dar contra mí sexo y tomaba aire de forma brusca en esos momentos, intentando controlarme. Los ejercicios que sabía para controlar la respiración no servían en esos momentos, no tenía control alguno de mí cuerpo y solo podía cerrar los ojos, echar la cabeza hacia atrás, y aferrarme con fuerza a la cadena de los grilletes intentando que al menos de mi boca no se escapara nada, ya se habían escapado algunos jadeos y varios gemidos incontrolables ante lo que me estaba haciendo. Mi espalda se arqueaba, mis caderas se movían contra él, buscándolo de forma inconsciente, mientras ejercía presión en la pierna que tenía sobre la cama para controlarme todo lo que podía y no dejarme vencer… a esas alturas, para mí desgracia, no era dueña de mi cuerpo y este me traicionaba. Su pregunta me hizo mirarlo con odio sin moverse de donde estaba- Na… nada… no... no me gusta… -dije con la respiración entrecortada, no le iba a dar el gusto, ya sabía él que me gustaba porque mi cuerpo me delataba por completo. La botella volvió a cobrar protagonismo y esta vez dejó un chorro desde mi vientre que bajó hasta mi sexo donde él, raudo, comenzó a beber y a succionar. Jadeé ante el contraste de mi sexo húmedo, el líquido del alcohol caliente, su lengua que mezclaba todo y succionaba la parte más sensible que vibraba con cada pasada de su lengua. No iba a aguantar mucho más, la respiración era entrecortada, errática, el corazón bombeaba con fuerza, el calor se expandía por mí cuerpo, y mis piernas comenzaron a temblar anunciando la llegada próxima del orgasmo.

Hice todo lo que pude para que no se notara, aunque un gemido se escapó de mis labios que luego mordí con fuerza, eché hacia atrás la cabeza y apreté con fuerza los músculos de mis piernas que temblaban incapaz de aguantar o retrasar el orgasmo que se originaba en el centro de mi cuerpo, orquestado por su lengua que no me daba tregua. Apretaba tanto las cadenas de los grilletes que los nudillos los tenía algo blancos, elevé un poco mí cuerpo como si quisiera alejarme de él, de su boca, de su toque… justo cuando se separó, relamiéndose, dejándome a las puertas de aquel orgasmo como había hecho yo la noche pasada. Sabía que lo iba a hacer, que iba a cobrarse vendetta por ello.

Me concedí un momento mientras notaba en sus ojos que deseaba que le suplicara, que rogara porque me llevara al orgasmo, y había que decir que mí orgullo no me dejaba y que todo mi cuerpo lo notaba con la impotencia de haberme dejado a punto de estallar… pero no iba a hacer lo que él quisiera. Me quedé mirándolo de forma fija unos segundos y cuando noté que la impotencia de ese momento por dejarme a mitad conforme estaba, iba pasando, y el odio hacia él iba creciendo en mitad de todo eso no sé cómo lo hice… pero me reí. Una risa corta, fría y sarcástica salió de mis labios sin apartar mi mirada de la roja de aquel vampiro que seguía postrado ante mí.


-¿Eso es todo lo que tienes para darme, Joe? –Pregunté con mi pecho subiendo y bajando, el corazón que bombeaba rápido, mis piernas que poco a poco dejaban de temblar y mí sexo palpitando para nada contento y conforme con que el vampiro se hubiera separado sin dejar que alcanzara el orgasmo- Pensaba que ibas a darme mucho más… -solté el agarre de las cadenas apoyando el peso de nuevo en la pierna, y la otra que tenía sobre su hombro, la moví hasta dejar la planta del pie sobre su hombro- No sé qué pensar al respecto con esto, aunque en algunos puntos me has sorprendido… -debía de ganar algo de tiempo ahora que podía, mi pie lo moví hasta que mis dedos tocaron la fría piel de su mejilla y comencé a bajar por su cuello apoyando luego la planta sobre su pecho- Y yo que pensaba que ibas a torturarme… -lo miré ladeando un poco la cabeza, en sí aquello era una misma tortura, pero él no tenía por qué saberlo del todo. El pie siguió bajando por su pecho sobre la camisa sin apartar la mirada del vampiro- pero he de reconocer que me encanta verte de rodillas, creo que es tú posición realmente, la que te corresponde –sonreí de lado- así, venerándome, como la reina de los demonios que soy… ¿no era lo que querías cuando buscabas a tú querida, adorada y amada prometida en ese baile? –seguí deslizando mi pie bajando más ahora llegando a la zona de su vientre- alguien que estuviera a tú altura, alguien que fuera capaz de bailar y jugar a tu mismo son –mí voz bajó siendo más sensual, más seductora y peligrosa- sí… porque el resto eran tan mundanas, tan débiles y frágiles que se abrían quebrado siquiera empezar con el juego –lo miré- no… tú necesitabas a alguien que fuera tan demonio como tú, alguien que te arrancara de tu zona de confort y rompiera tus cimientos arrastrándote a la oscuridad del infierno… –siseé como si sintiera placer por mis palabras hasta que mi pie bajó hasta su miembro, notando lo duro y excitado que estaba- Oh, pero mira cómo estás… ya veo lo que te gusta comerte a esta Lilith –sonreí de lado sin apartar el pie de su miembro, acariciándolo sobre la tela del pantalón suavemente sintiendo su dureza- ¿no deseas liberarlo de la cárcel que lo oprime? Debe de resultar… incómodo –me mordí el labio sin dejar de mirarlo- no intentes quebrar mí voluntad, Joe, ni hacer que caiga… no puedes luchar contra algo que ha sido forjado con el calor y las llamas del infierno –estaría encadenada, pero no me hacía falta moverme, mis caderas se movieron contra él- vamos demonio, sé que estás deseando seguir jugando y tú reina Lilith acepta el desafío.
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Mensaje por Joe Black Lun Mayo 22, 2017 5:48 am

Risa infernal de la cazadora, por un instante creí en sus palabras, frente a mi tenia a Lilith, aunque su corazón bombeando salvaje, su pecho alzándose y bajando con violencia me dejaba mas que claro que me deseaba casi del mismo modo que me odiaba.
Ladeé la cabeza sonriendo, al parecer pretendía sacarme de mis casillas, no la culpaba, con las ganas que debía tener en esos momentos de que su cuerpo fuera sacudido con violencia.
-Puedo hacer mas amor, solo has de pedirme que me adentre en tu interior -contesté relamiendo mis labios frente a sus ojos -estas deliciosa.

Su pie recorrió mi mejilla, cálido contra gélida piel, seguía retándome, acariciando cada resquicio de mi piel, bajó por mi pecho.
Siento haberte decepcionado mi amor, tendré que esforzarme mas -susurre contra su sexo alzando la mirada sin poder borrar esa picara sonrisa.
-Quiero beber mas -musite casi jadeando, eres un excitante vaso.

Su tentadora voz me marcaba el porque ella y no el resto, porque había elegido al demonio de mi averno y no a las mundanas mujeres que me hubieran complacido con solo pedirlo.
Su pie en mi vientre, no tardó en perderse en mi hombría sintiéndola completamente endurecida. Era cierto me gustaba devorar a Lilith y no tenia idea hasta que puto esas palabras se tornarían reales.
-Tienes razón amor, esta debía ser nuestra posición, me tienes no solo postrado ante mi reina, si no completamente excitado frente a ella.

Jadeé al sentir su pie estimulando mi miembro, quería liberarlo, darme el placer de hundirme en su laberinto, recorrerlo y rugir en el, pero era esclavo de mis palabras y al parecer, nada podía hacer si ella no cedía a otorgarme tal placer.
-Quieres mas pequeña Lilith, mas tendrás -susurré apartando su pie para volver a subirlo sobre mi hombro.
Le había regalado algo mas de tiempo, el tercer asalto empezaba en este momento y sentir como aferraba las cadenas era la prueba clara de como se resistía a sentir.
-¿preparada mi amor? -pregunté volviendo a dejar que el bourbon corriera por su piel, mi boca se hundió salvaje en su feminidad, bebiendo de ella, ebrio de su sabor, de como combinaba el alcohol con su propia excitación.
Gruñí hundiendo mas mi boca, tirando como un salvaje de ese clítoris ya mas que excitado, ofrecido a mi lengua, sus caderas me buscaban, mi nariz en su trinchera y mas alcohol que resbaló por su bajo vientre haciendo que las temperaturas contrastaran rabiosas haciéndola rozar el cielo, el infierno y el mismo tártaro.

Empezaba a sentir como el alcohol hacia efecto en mi, cada vez mas fuera de mis casillas, mis colmillos crecieron, ahora rozando su sexo con ellos.
Gruñí de placer, agitado por el frenesí que este pecaminoso acto me hacia sentir.
Alcé ligeramente mi boca, lo suficiente como para hundir mis colmillos en el monte de venus, placentero dolor que apenas duró un instante, el mismo en el que la botella ocupo su vagina sacudiéndose en su interior con violencia.
Succioné violento para dejarme embriagar por su vitae, su corazón impulsaba el rojo carmesí hasta mi boca, apenas tome de ella, seguía muy hambriento, mas me aparté para hundirme en su pliegue de nuevo, torturando su botón, ahora mezclando los tres sabores que se fundían en mi boca como una explosión.
-Uffff -susurré por un momento, estaba excitadisimo y eso que me había cuidado mucho de no tocar mi hombría para no volverme completamente loco.


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Mensaje por Danerys Garnert Lun Mayo 22, 2017 7:41 pm

Los ojos del vampiro seguían puestos en los míos mientras yo hablaba concediéndome esa pausa que tanto estaba necesitando, porque el control de mí cuerpo se me escapaba y notaba que poco me faltaría para llegar al orgasmo como siguiera con aquel ritmo implacable y demencial que estaba teniendo conmigo. Debía de ganar algo de tiempo como fuera para recuperarme un poco y poder soportar de nuevo todo lo que el vampiro tuviera para darme, era imposible que no terminara por llegar al orgasmo de no hacer algo. Mis palabras como siempre fueron desafiantes y retadoras para aquel vampiro, pero con ello hice lo que más estaba buscando: ganar tiempo.

Él no podía evitar dejar de mirarme mientras ahora deslizaba mi pie por su cuerpo y él se dejaba hacer, perdiéndose en mis palabras, en el recorrido que mi pie hacía sin apartarlo en ningún momento, perdiéndose en mis palabras, en mí toque… porque en el fondo él sabía tanto como yo que mis palabras eran puramente ciertas, que por eso de entre otras cosas me había escogido de las demás jóvenes… ellas no habrían aguantado ni la primera noche a su lado, tiernos cervatillos frente al lobo curtido y experto que se la hubiera merendado sin pensarlo siquiera. Reí divertida mientras mi pie bajaba y bajaba más por su cuerpo.


-No amor… sabes que no puedes hundirte en mi interior por mucho que lo estés deseando, y ese honor y privilegio te lo ganarás cuando llegue el día de la boda, o mejor dicho, la noche –sonreí de lado al volver a repetirme que estaba deliciosa, así debía de ser cuando no paraba de relamerse constantemente los labios- Sí, tendrás que esforzarte más amor… pensaba que iba a ser una noche totalmente diferente –comenté con mi pie ya en su pecho, divertida con la situación, con tenerlo prostrado de rodillas frente a mí que era, como le había dicho, el lugar que realmente le pertenecía porque así era como lo pensaba en realidad. Su jadeo llegó cuando mi pie llegó a su miembro notando lo duro y excitado que estaba bajo el pantalón, acariciándolo lentamente sobre la tela sin apartar mi mirada de la suya… encadenada poco podía hacer para ganar tiempo, pero sabía que aquello estaba funcionando porque lo tenía enteramente centrada en el movimiento de mi pie. Le había vuelto a desafiar de nuevo, no podía evitar hacerlo, la cazadora que había en mí interior lo odiaba por lo que me estaba haciendo… la mujer que llevaba dentro quería más de aquel vampiro y retarlo y desafiarlo era parte de mí forma de ser. No tenía el control sobre mí cuerpo y sentía que la parte de la cazadora estaba perdiendo la partida frente a la parte de la mujer que era… mí cuerpo reaccionaba a sus caricias, a su lengua en mí sexo, a esa tortura que me estaba haciendo incluso aunque lo odiaba con todas mis fuerzas, perdía el control y sabía que pronto lo perdería del todo si no ganaba tiempo.

Sabía que el vampiro deseaba hundirse en mi interior, su miembro era la prueba de ello pero negarle ese placer para mí era, literalmente, todo un placer. Con tan solo una palabra podría cambiar todo, una que no iba a pronunciar y que si quería hacerlo iba a tener que esperar a la noche de bodas, pero antes debía de hacer que no sucediera… pero en esos momentos, dejando a un lado esa pequeña victoria que tenía, debía de centrarme en poder controlar mí cuerpo porque por su mirada sabía que había aceptado el desafío de mis palabras y que iba a volver a la carga. Así fue, su pregunta me dejó claro que estaba listo para torturarme de nuevo y el pie que había estado acariciando su miembro volvió a ponerlo sobre su hombro.


-Tú reina siempre está lista, Joe –respondí sin apartar mi mirada de la suya, preparada para el tercer asalto que iba a comenzar en breves segundos… y así fue. De nuevo el alcohol corrió bajando desde mi vientre hasta perderse en mi sexo donde la boca del vampiro, de forma salvaje, lamía y bebía el contenido de la botella que caía y cerré los ojos cerrando las manos con fuerza, sintiendo el placer que volvía a extenderse por mí cuerpo comenzando allí donde su lengua tocaba, para ir aumentando poco a poco. Me mordí el labio con fuerza aguantando e intentando obtener un control que poco a poco se iba escapando de mis manos. Eché la cabeza hacia atrás cuando siguió torturando ese botón de forma salvaje provocándome corrientes de placer por todo el cuerpo, calentando este que se dejaba llevar y vencer por él. Jadeé sin poder evitarlo notando como mis caderas se movían contra su boca buscando más, queriendo ese orgasmo que me había negado y que ahora el placer volvía con mucha más fuerza de cómo se había ido.

Él no paraba, no me concedía tregua y llegado un momento que no supe cuál fue exactamente sentí no solo sus labios y su lengua, sino algo mucho más afilado que detecté al instante y supe qué era sin necesidad de mirarlo: los colmillos del vampiro. Moví mi cadera contra estos de forma totalmente involuntaria, ida por el placer, y bajé mí mirada para fulminarlo apretando los labios, mordiéndomelos con fuerza para que nada saliera de ella y le diera el gusto al vampiro. La abrí para decirle que ni se le ocurriera morderme, porque lo veía con todas las intenciones, cuando fue demasiado tarde… sentí sus colmillos atravesar la piel y un gemido mezcla de dolor y de mucho placer se escapó de mí boca, porque no podía evitar que aquello me pusiera más que cualquier otra cosa. Cerré los ojos con fuerza, la cabeza hacia atrás notando mi melena rozar mi espalda y llegar hasta mis nalgas, las manos aferrando con fuerza las cadenas incapaz de controlar aquello.

No duró nada el dolor y pasó rápido pero sentí que de nuevo la boquilla de la botella se adentraba en mi interior, provocando que mi cadera se moviera con violencia gimiendo por tal acto, sumado con todo el placer que sentía más notar cómo succionaba mi sangre con sus colmillos hundidos en mi piel. Apreté con fuerza mis piernas intentando contenerme todo lo que podía, mi mirada bajó al vampiro viendo como bebía mí cuerpo y mis piernas temblaban con cada tirón que daba, paró pronto de beber de mí sangre pero volvió de nuevo a mi sexo y volví a gemir notando que me acercaba más y más al borde. Me sujetaba con fuerza a las cadenas porque notaba que me costaba sostenerme ante el temblor de mis piernas, el placer que me cegaba y me recorría y el inminente orgasmo que se acercaba y al que llegaría sin poder evitarlo.

“Controla tú cuerpo Dan, recházalo” era lo que más repetía en mi mente para intentar retrasarlo pero era imposible, mis caderas se movían descontroladas contra la boca del vampiro, jadeos salían de mis labios y notaba que de forma inminente iba a perder la batalla y a llegar al orgasmo por mucho que intentara luchar contra ello… pero para mí suerte, antes de que eso pasara, paró separándose de nuevo. Susurró contra mí sexo y eso me dio aliento para recuperar aire e intentar normalizarme… me había quedado de nuevo a las puertas de un nuevo orgasmo, uno que sentía que iba a devastarlo todo pero que finalmente no se produjo. Bajé mi mirada al vampiro viendo que se relamía ahora no solo de mi propio sabor, sino de este más el alcohol y de la sangre que había bebido. No podía dejar que me mordiera cuando quisiera, era una cazadora, debía de evitarlo.


-No vuelvas a morderme de nuevo… -dije con la respiración entrecortada volviendo a notar que las piernas me respondían y solté el agarre de las cadenas, pero supe que sería por poco tiempo- no puedes hacerlo, lo tienes prohibido –dije notando mi corazón bombear con fuerza en mi pecho que subía y bajaba con rapidez- eso es jugar sucio Joe… ¿de verdad quieres jugar sucio con esta Lilith? –reí como pude entre dientes- bien, luego me cobraré todo aquello que me hagas –le dije mirándole de forma fija, con un brillo de malicia en la mirada- me gusta que te sepas cuál es tú sitio, que es conforme estás, y que obedezcas a tú reina –podía notar cómo estaba de excitado por todo lo que me estaba haciendo, incluso había tenido que parar y ganaría tiempo de nuevo- ¿piensas dejarme toda la noche con los brazos en alto? Qué aburrido… -dije desviando mi vista por unos momentos a los grilletes que me dejaban a su merced hasta que él quisiera, y bajé de nuevo mi vista a sus ojos rojos- ¿te gusta mi sangre, Joe? ¿Sabe bien? ¿Te gusta mezclarla con el sabor de mi sexo? –Pregunté sonriendo de lado moviendo levemente mi cadera hacia él- tú reina tiene sed, ¿por qué no me das algo de beber? Luego puedes continuar torturándome, no me das miedo y sé que no vas a poder conmigo, pero si necesitas toda la noche para darte cuenta de ello, ¿qué tiene esta reina que objetar? Tiempo perdido que yo luego aprovecharé para darte tú merecido castigo, haciendo que ocupes el lugar que te corresponde en todo momento –y no, yo no iba a darle placer como él estaba haciendo. Yo encontraba placer en otro tipo de tortura diferente.
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Mensaje por Joe Black Mar Mayo 23, 2017 5:20 am

Ladeé la sonrisa, aun estando como estaba, excitada, deseándome de un modo calcinante mi hombría, seguía desafiándome con esas palabras dignas de la misma Lilith.
Me prohibía volver a morderla, pero..realmente, eso no lo habia prometido en ningún momento, así que lo haría siempre que quisiera, las prohibiciones no eran lo mio y si no lo deseaba, que me lo impidiera.

Lo que me recordó a donde nos llevaría la habitación contigua, me relamí mirándola aun arrodillado, mi aliento impactaba contra su sexo.
-¿quieres beber y que te suelte? -pregunté enarcando una ceja -la verdad pensaba que lo que suplicarías después de esto es que me adentrara en tus paredes y te hiciera rozar le infierno que es a donde perteneces.

Me alce, nuestros cuerpos se frotaron uno con el otro, se atraían de un modo ilógico dado lo mucho que nuestras razas se odiaba, ella era metal y yo el imán que incapaz de apartarme la buscaba hambriento de su cuerpo.
Mis manos fueron a los cierres y sin mas, los afloje liberando a la bestia.
Contemplé sus oscurecidos ojos, uno frente a otro, nuestras respiraciones impactaban en los labios húmedos, como si la idea de dejarnos llevar por este momento fuera algo que ambos nos estábamos planteando.
Mi mano llevó la botella contra su pecho, jadeé contra sus labios antes de interponer el cristal entre ambos y poner distancia entre nuestros cuerpos, no podía permitir que mi deseo por ella me traicionara de nuevo.

Caminé hacia la puerta contigua en silencio, me relamí los labios de forma provocadora y mis ojos rojos se centraron en sus pardos invitándola a cruzar el umbral y perderse en lo que la esperara al otro lado.
-¿que me dices? ¿te atreves? -pregunté con picardia.
Palabras que surtieron efecto, pues si algo movía a esa mujer era su ego y juntos formábamos el mayor duelo jamas presenciado.

Empujé la puerta y con la mano le indique que pasara, como el caballero que era, me habían enseñado que las damas siempre van primero.
Tomé la braga del suelo y pasando tras ella se las tendí con una picara sonrisa para que se las pusiera.

Los ojos de la dama se paseaban por el habitáculo, mas bien aquella improvisada habitación trasformada en sala de peleas.
Una reja envolvía una circunferencia de suelo pavimentado, listo para empezar una pelea a muerte entre los guerreros que se atrevieran a entrar en ese lugar de perdición.
-Bienvenida al infierno Lilith ¿entramos? -pregunté tendiéndole la mano para que me acompañara.

Los candelabros de la estancia se encendieron, dejando el rin en una tétrica penumbra, bastante romántica a decir verdad.
Su mano se afianzó a la mía, aceptaba el reto y así los dos, descalzos nos sumergimos en aquel lugar donde el dolor se impondría al corazón.
Tomé dos palos de un lateral tirandole uno de ellos que tomo al aire para que la lucha pudiera empezar, raudos sus movimientos esquivaron un ataque que dejo mucho que desear, pero es que no quería dañarla a decir verdad.
-Esto te ayudará a desfogarte, frígida -musité con un deje divertido en mi voz.
La ira la consumía y sus ataques sádicos reflejaban en esa turbia mirada lo que yo y los miso representábamos para ella.

Empujé su palo hacia un lateral, haciendo que impactara contra el suelo la punta atrapada por el mio. Ladeé la sonrisa contemplándola de cerca, nuestras erráticas respiraciones se encontraban.
Ella daba el máximo, pero yo era un demonio de 6000 años.
Repelía sus ataques con suma gracilidad, peor ella implacable no parecía encontrar final.
En un mal golpe, un rechace de uno de sus voraces mordidas, rasgué la piel de su mejilla que sangro en abundancia.

Mis ojos se oscurecieron, jadeé bruscamente, seguí con la turbia mirada la sangre que resbalaba por su mejilla, mi respiración errática dejaba clara mi sed.
-Sal de aquí pedí tratando de controlarme.
Como de costumbre aquella mujer no me hizo caso, parecía fascinarle como mis ojos se tornaban fuego y mis colmillos crecían frente a su mirada.
Su cuerpo se orilló contra el mio, retadome, jadeé contra su boca y con mi mano ladeé su rostro.
Mi lengua recorrió su mejilla paladeando el sabor férreo que la manchaba, jadeé roncamente, excitado.


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Mensaje por Danerys Garnert Mar Mayo 23, 2017 1:10 pm

Mis ojos lo miraron una vez había parado de aquella tortura, casi me había hecho llegar al orgasmo por dos ocasiones y aunque todo mi cuerpo sufría de la impotencia de haberme dejado en las mismas puertas, mi orgullo sonreía triunfal por no haber cedido ante sus atenciones, ante sus caricias, su lengua torturándome de esa manera ni incluso del mordisco que me había calentado también bastante aunque no pensaba decírselo ni por asomo. Sabía lo que él había estado buscando: cobrarse lo de la otra noche, y además que le suplicara porque se hundiera en mi cuerpo ya que había dado su palabra de no hacerlo, y solamente yo tenía la llave de que eso cambiara. Sabía que lo estaba deseando, que parte de dejarme así a las puertas del orgasmo era precisamente que le rogara que se adentrara en mi interior, que me follara como estaba deseando hacerlo y que dejara alcanzar el orgasmo.

Reí de forma cortada y fría sin dejar de mirarle, era tan predecible aunque él no lo supiera… porque había notado como estaba su miembro de duro y de necesitado, porque sin haber tenido que tocarse como la otra vez estaba muy duro y tremendamente excitado, con ganas de tomarme, pero era dueño y esclavo de sus palabras y yo no quería que se librara de ello… porque en parte también era una tortura para él. Porque él sí quería tomarme y yo no, y pese a todo, me concedía de nuevo esa pequeña victoria sobre él. Porque la pasada noche sí que buscaba llevarme al orgasmo, en esta solo calentarme y que le rogara… bueno, lástima porque no lo había conseguido en absoluto.


-¿Y darte lo que quieres y estás anhelando? No Joe, porque esas palabras que tú mismo pronunciaste van a ser tú perdición y créeme, voy a hacer acopio de ellas hasta el último momento de todos –sonreí de lado, triunfal en aquel momento sobre él- porque sé que querías llevarme al borde para que te pidiera que me dejaras caer, pero ya te lo dije, quebrar la voluntad de esta Lilith no es fácil. Escogiste a la más difícil de todas Joe, y ya no hay vuelta atrás... El infierno se puede rozar de muchas maneras, esta Lilith lo sabe con certeza… y aunque no lo creas –sonreí mordiéndome el labio viendo cómo se levantaba rozando mí cuerpo con el suyo en cada momento hasta que quedó de nuevo frente a mí- he vuelto a ganar, Joe. –Mi cuerpo deseaba que me lanzara sobre ese abismo al que me había estado llevando todo el rato, lo deseaba tan profundamente que dolía reconocerlo. Todo me gritaba porque le suplicara y le dejara llevarme, que se adentrara en mi interior y me hiciera caer por el abismo del placer, mi sexo palpitaba con violencia pidiendo y necesitado de más… pero por otro lado mí orgullo ganaba la batalla, y eso primaba sobre los deseos y caprichos de mi cuerpo. Frente a él, había ganado de nuevo. Y él lo sabía.

Por fin me soltó y mis brazos cayeron a ambos lados de mí cuerpo y me froté las muñecas notando sus ojos puestos en los míos, nuestras respiraciones chocar de forma entrecortada sobre la otra. Porque negar que nos atraíamos era como negar la existencia del sol y de la luna… pero no iba a reconocerlo, y él tampoco aunque nuestros cuerpos nos delataran. Pero lo que éramos cada uno nos frenaba bastante, al menos en mi caso sí me frenaba y no podía dejar que mi cuerpo ganara la batalla… no contra él. Su mano con la botella la llevó a mí pecho y jadeé al sentir el frío del cristal contra mi piel caliente, subiendo y bajando mi pecho de forma rápida reponiéndome de los asaltos que me había hecho el vampiro. Subió el cristal por mí cuerpo deslizándolo en lo que me arrancó un jadeo por el contraste con el frío de la botella hasta la que dejó sobre mis labios y se alejó bajando de la cama. Di un trago algo largo aunque no me gustara del todo el alcohol, pero tenía la boca muy seca y necesitaba calmar esa sensación.

Se alejó hacia la otra puerta que no sabía a dónde daba y me miró provocándome, relamiéndose, con sus ojos rojos puestos sobre los míos. Bajé de la cama y de camino allí dejé la botella sobre la mesa y cogí uno de los hielos de la cubitera que pasé por mi cuello y por mi pecho rebajando el calor que sentía en este, con los ojos del vampiro siguiendo el movimiento de mi mano y de ese hielo que repasaba por mí cuerpo, aparté el pelo y lo pasé por la nuca refrescándolo para luego pasarlo por mis labios y girarme para tirarlo de nuevo a la mesa. ¿Qué si me atrevía? Enarqué una ceja como única respuesta y me quedé a su lado mirándolo de forma fija con las gotas del hielo que había quedado bajando por mí cuerpo y perdiéndose en ese corsé.

Abrió la puerta y me indicó como todo un caballero que pasara delante, cuando él me siguió me tendió las bragas para que me las pusiera y eso fue lo que hice, mientras observaba la habitación en la que ahora nos encontrábamos. Había una reja que cubría un rin de lucha pero que en vez de ser cuadrado, este era circular. Me dio la bienvenida al infierno y me reí tomando su mano sin dudarlo en ningún momento. ¿Íbamos a pelear? Perfecto, porque tenía ganas de devolverle varias cosas al vampiro. Encendió los candelabros del lugar confiriéndole un aspecto algo tétrico, pero que a su vez tenía su encanto, y cogiendo con fuerza su mano dejé que tirara de mí para adentrarnos en aquel lugar.

Había dos palos de madera y lanzó uno en mi dirección que cogí al vuelo girándolo entre mis manos, preparada para lo que el vampiro tuviera para darme, más animada con esa habitación sabiendo lo que nos deparaba a ambos. No tardó en dar el primer ataque que con rapidez y agilidad esquivé sin mayor esfuerzo, sabiendo que solamente era de prueba porque aquel vampiro tenía mucho para darme. Sus palabras se alzaron en la habitación y gruñí ante ellas, me acababa de llamar frígida con todo el morro del mundo y le devolví un ataque con ira y rabia que él paró, divertido con sus palabras y con cómo me hacía rabiar.


-¿Frígida, amor? ¿Por no haber sucumbido a tus encantos y haberte pedido que me follaras hasta que no pudiera más y te saciaras de mí cuerpo? –Reí entre dientes por ello- Y me lo dice el que tiene la piel fría como el hielo… la ironía no se te da muy bien, Joe. –Comencé con una serie de ataques hacia él que paraba dejándome llevar por el odio que sentía hacía él, por lo que me había hecho, por llevarme a ese abismo y por el vampiro que era. Giré el palo entre mis manos y me agaché para esquivar uno de sus ataques para asestar un par de golpes que lo hicieron retroceder hasta casi tocar la verja que rodeaba el rin, pero luego los devolvió y me hizo retroceder a mí. En una de esas esquivó un golpe haciendo que la punta de mi palo quedara en un lado contra el suelo, atrapando la punta con su trozo de palo, nuestras respiraciones se encontraron de forma errática y vi su sonrisa en los labios. Esquivaba mis golpes de forma grácil, con esa característica vampírica que tenía… pero por eso no me dejaba amilanar. Le di un empujón en su pecho con el pie separándolo de mí cuerpo y volví a atacarle. En uno de los golpes uno de los lados del palo se astilló por el golpe contra el suelo, y cuando lo movió para defenderse del siguiente golpe que le venía la punta rozó la mejilla haciéndome un corte en esta, donde comencé a sentir la sangre que caía caliente por el lugar.

Pude notar con toda la claridad como sus ojos se oscurecieron al ver la gota de sangre que cayó de la herida, como su respiración se entrecortaba y jadeaba viendo, oliendo la sangre que manaba de la herida. Me pidió que saliera de allí viendo que intentaba controlarse frente a la sangre de la herida, vi como sus ojos se convertían en dos esferas de fuego totalmente rojas y como sus colmillos crecieron hasta asomar de sus labios, no había visto tan de cerca como la sangre llamaba de esa forma a un vampiro, siempre los mataba cuando estos ya estaban así. No le hice caso alguno y acorté la distancia que nos separaba, tenía que hacerle entender que no le tenía miedo, le reté sin palabra alguna desafiándolo con mi cuerpo ahora pegado al suyo, elevando mi rostro para mirar esos ojos rojos sin temor alguno.

Notaba su respiración que jadeaba contra mi boca con la suya cerca de la mía y su mano giró el rostro hacia un lado para lamer la sangre que caía de la herida, notando su lengua fría recorrer mi mejilla limpiando así la sangre que caía, escuchando su ronco jadeo contra el lugar. Una vez que supe que ya no saldría más sangre de la herida mí mano subió a su pelo y tiré su rostro hacia atrás apartándolo de mi rostro para ver como se lamía los labios limpiando todo rastro de sangre de sangre. Mis ojos se fijaron en los suyos y dejé su rostro hacia atrás con el cuello totalmente expuesto y estirado, y chasqueé la lengua.


-Vaya Joe… ya veo lo que te gusta mi sangre –sonreí de lado notando su miembro excitado contra mi cuerpo- Tranquilo amor, vamos controla tus instintos –susurré de forma provocativa contra su cuello notando la piel fría bajo mis labios que estaban más calientes- tienes que saber controlarte, o voy a pensar que cuando se trata de tú reina Lilith no tienes control alguno y lo pierdes de esta manera –mis dientes hicieron un camino descendente desde el comienzo de su garganta hasta el final- ¿Qué pasaría si yo te mordiera, o si bebiera de tú sangre… también te excitaría? –Pregunté soltando su pelo para que recobrara la compostura, le quité el palo ahora que no estaba en lo que estaba y giré ambos en mis manos retrocediendo un par de pasos- ¿Ves a lo que te lleva tus despistes? Ahora estás desarmado, ¿cómo vas a parar mis golpes? –Pregunté con malicia sonriendo de lado, poniéndome en posición de ataque- Prepárate Joe, esto no ha hecho más que empezar y aún queda mí turno cuando volvamos… quizás necesites tú más que yo luego ese baño –sonreí de lado y me lancé contra él sabiendo que aunque le diera con los palos estos apenas le harían daño, pues su piel era mucho más fuerte y resistente que la mía. Luchamos así por un rato, esquivando mis golpes como podía, recibiendo otros porque yo no cesaba en mis ataques siendo implacable. En un momento dado cogió uno de los palos con sus manos y con fuerza tiró del mismo arrancándomelo de las manos y que salió despedido e incluso atravesó por el hueco de los barrotes dejándome solo con un arma. Se abalanzó sobre mí y aunque intenté parar los golpes con el palo me hizo retroceder hasta que al final mi espalda dio contra la verja, intenté recuperar el control pero finalmente cogió terminó también por quitarme el palo pero esa vez, en vez de lanzarlo, lo rompió por la mitad con el chasquido característico y el ruido de los palos cayendo al suelo del rin, me miró ahora desarmada y se acercó hacia mí que seguía contra la verja, pero agarrándome con fuerza de los barrotes cogí impulsó y cuando se acercó le di con mis pies en el pecho haciendo que retrocediera y me abalancé sobre él, terminando de nuevo con él en el suelo y yo a su lado, pero pronto me rehíce y alargando la mano, cogí uno de los trozos que había quedado del palo con la punta afilada, y me subí sobre él dejándola sobre su corazón- Jaque mate, Joe –dije con una sonrisa observándolo, mi pecho subía y bajaba con violencia con aquel corsé que no me ayudaba en nada, mi respiración descontrolada y errática, mis labios entreabiertos buscando aire tras aquella ardua pelea, mi pelo que caía en cascada por ambas partes de mi rostro y que dejaban enmarcando el rostro del vampiro. Incliné mi rostro dejándolo cerca del suyo y sonreí dejando mis labios casi rozando los suyos- ¿Alguna duda sobre mi victoria? –Sonreí de lado con la punta de aquel palo sobre su corazón, pero sin hacer nada- ¿Y ahora qué, Joe? –Mi otra mano subió por su pecho hasta envolver su cuello apretando un poco, sabiendo que no iba a morir por falta de aire porque no lo necesitaba- Vamos, vuelve a retarme si te atreves.
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Mensaje por Joe Black Mar Mayo 23, 2017 4:23 pm

Implacable Lilith seguía tentando a la suerte, no solo osando desafiarme durante la noche entera fingiendo no desear al hombre que tenia delante si no que ahora la oscuridad de mis ojos llameantes y de mis afilados colmillos parecían representar para ella el mayor de los placeres conocidos.
Curiosa admiraba la belleza de un ser de la noche en todo su esplendor, excitado y hambriento porque su cuerpo me gritaba que la tomara de ambos modos violentos.
Mi lengua se paseó por su mejilla, paladeando su sabor, jadeé realmiendome, quería mas, pero ella no estaba dispuesta a claudicar.

Nuestras respiraciones danzaban furibundas, jadeando sin tregua alguna, su mano en mi pelo tiro bruscamente dejando mi cuello expuesto, como si ella fuera el depredador sediento y yo sencillamente el débil humano preso.
Con cierto deje de satisfacción por como me tenia expuesto a su maldición, burlona me indico que debería comportarme frente a ella, controlar esos instintos que suplicaban una tregua.

Sus dientes descendieron por mi cuello, palabras mordaces que susurró contra mi piel.
-¿que pasaría? -ladeé la sonrisa -que te excitarías tanto que no podrías controlarlo, que te desinhibirías, es una potente droga, la mas fuerte que jamas hayas probado y -jadeé dejando escapar la respiración pesada frente a ella -querrías mas, y mas...
¿si me excitaría? -mi pecho subía y bajaba rápido -solo de pensarlo.

Me soltó poniéndose en posición de ataque, aseguraba que el juego no había hecho mas que empezar y en eso estaba completamente de acuerdo a decir verdad.
Rápidos los golpes de uno y otro se sucedieron, ella armada con sendas varas se burlaba de lo tonto que resultaba desarmarme por le deseo que su cuerpo en mi provocaba.
El caso es que era mortal en su sed de venganza y yo esquivaba cada ataque con maestría aunque había que reconocer que aquella mujer bien podía dominar el infierno y todo lo que habita en el.

Cansado de aquel tira y afloja, tome uno de sus palos lanzandolo con violencia fuera del rin, rugí siendo yo ahora el que atacaba con mis zarpas, ella retrocedía parándome, por supuesto no buscaba lastimarla, así que digamos que mis esfuerzos quedaron diluidos como un mal vino.
Aun así, la acorralé contra la red, jadeé contra sus labios cuando esta me lanzó su ataque y parando la vara con una mano, con facilidad la partí delate de su parda mirada plagada de rabia.

Ladeé la sonrisa caminando hacia ella como la bestia que era, pero lo que no esperé es que esta se aferrara a los barrotes y de una patada me lanzara al suelo cayendo sobre mi con una de las estacas improvisadas en la mano.
Jadeé al sentir la punta atravesar sutilmente la piel de mi pecho, un jaque mate lleno de desprecio y un rugido del que no le gusta perder instigandole a que lo hiciera de una vez.
De nuevo nuestras miradas plagadas del odio que destilaban nuestras razas se encontraron, bestia contra cazador se desafiaron voraces y antes de que concluyera su frase apretando mi cuello, su espalda impacto contra el hierro del mallazo.

Jadeé contra su boca, aun con su mano aferrando mi cuello, la estaca en mi pecho y sus piernas alrededor de mi cintura permitiendo que nuestros sexos se acariciaran de forma ruda.
-Hazlo -gruñí llevando mi boca de golpe a su cuello, hundí mis dientes con violencia en su yugular, su gemido fue música delirante para mis oídos, succione a tirones esa sangre que su corazón me regalaba, apenas dos tragos , no quería debilitarla y me aparte de su cuello entre roncos jadeos.
Mi boca goteando vitae frente a la suya, nuestros labios chocaron esta vez embravecidos, como olas contra las rocas, necesitados de un instante de locura que la menos llego por mi parte y que por contra recibí un mordisco sádico de la suya.
Me odiaba, lo hacia de un modo irracional y mi deseo se estampaba una y otra vez haciéndome naufragar.
Rugí alejándome de ella, mis dedos se enredaron en las rejas y posando sobre estas mi frente busque calmarme.
-Cuando quieras puedes atarme -sentencié finalmente.


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Mensaje por Danerys Garnert Miér Mayo 24, 2017 12:27 pm

No había esperado que el vampiro tuviera una segunda habitación donde un rin nos esperaba para descargar toda aquella tensión que llevábamos acumulada en el cuerpo, porque en esos momentos ambos estábamos en igualdad de condiciones y nuestros cuerpos nos pedían algo que nosotros nos negábamos entregarles… o al menos yo negaba entregarle, porque lo que el vampiro quería es que le pidiera que acabara por tomarme hasta que alcanzara el orgasmo y mi cuerpo se quedara saciado como quería y como me estaba pidiendo a gritos. Pero mi orgullo por otro lado pujaba más fuerte, así que aquella pelea iba a ser todo lo que ambos necesitábamos para descargar tensiones. Lo que no esperé es que pudiera hacerme sangre aunque supe que no lo había hecho aposta, para comprobar de primera mano cómo sus ojos se oscurecían, tornándose rojos, y sus colmillos asomaban de sus labios.

Una imagen que jamás había contemplado tan de cerca, tal bella oscura, mortecina y letal que ahora tenía frente a mí y que aquel vampiro ansiaba tomar mi sangre, le dejé hacerlo hasta que supe que ya no saldría sangre de la herida, notando su lengua fría como el mismo hielo recorrer la piel de mi mejilla, la necesidad que su cuerpo transmitía y que notaba de su duro miembro contra mi vientre, su jadeo ronco que exhaló en mi piel… pero debía de tomar el mando. Mi mano aferró su pelo y tiró su cabeza hacia atrás, dejándolo ahora a él como la presa y yo como la depredadora… mis labios recorrieron la piel de su garganta notando su respiración acelerada, mis dientes descendieron marcando su piel y noté lo que aquello le gustó por su ronco jadeo y su pecho subir y bajar con rapidez.


-Así que me excitaría hasta perder el control –comenté sobre su cuello sin apartarme manteniendo el agarre sobre su pelo, ejerciendo un control sobre él- la droga más fuerte jamás probada… -murmuré sobre su piel dejando que sintiera el cálido aliento de mis labios sobre la zona donde mis dientes habían dejado la marca en su garganta. Oh, sí… podía sentir lo que le excitaba al vampiro solo pensar en verme probar su sangre- Más y más… -repetí de forma provocadora y luego lamí sobre la yugular del vampiro sin comentar nada al respecto antes de soltarle, no sin quitarle el palo, y comenzar de nuevo con aquella pelea. Ahora llevaba una efímera ventaja sobre él porque sabía que con su fuerza, velocidad y agilidad esos dos palos no eran un problema alguno para él. Pronto me quitó uno de ellos arrebatándomelo de las manos, y el segundo lo partió al poco tiempo dejándome arrinconada contra la verja, dejando que los trozos cayeran sobre el suelo. Se acercó con esa sonrisa como el depredador que era pero me impulsé aferrándome a los barrotes y le di una patada que lo lanzó al suelo, para luego sentarme sobre él con la punta de uno de los palos que había partido astillada presionando sobre la piel justo sobre el corazón.

Mis ojos lo miraron notando ese color rojizo fijo en mis pardos notando su jadeo por notar la punta sobre la piel, dejando mi mano aferrando con fuerza aquel palo. Mi respiración era agitada y mi pecho subía y bajaba con rapidez en aquel corsé, el pelo caía por mi rostro y tan solo me bastaba un movimiento para hundir la estaca en su corazón y todo habría terminado. Pero sabía que al vampiro lo que más le dolía era haber perdido de nuevo contra mí en aquel singular combate, en tenerlo bajo mi cuerpo con la estaca sobre su corazón que marcaba el final de aquella partida, de aquella lucha que habíamos mantenido. Quizás no se lo esperaba, y le daba más motivos para hacerle ver que era esa Lilith que tanto le había hablado cuando decidió condenarme para estar a su lado. Sonreí de lado fijándome en el gruñido que salió de sus labios al verse el perdedor de nuevo, y yo me vanaglorié en la victoria.


-¿No decías que yo era mucho hablar, y poco actuar, Joe? ¿Sigues pensando lo mismo, amor?
–Pregunté observando sus ojos rojos como las mismas llamas del infierno, porque él decía que me iba a llevar al infierno, y más bien, era yo quien lo llevaba a él de vuelta a casa- ¿Esta Lilith te hace sentirte como en casa, en las llamas del infierno? Pues espera amor… porque acabamos de empezar –sonreí de lado cuando me retó a que lo hiciera de nuevo, con mi mano aferrando su cuello con fuerza sabiendo que no lo mataría, pero sin embargo a mí me producía placer tenerlo así. No esperé que se levantara de golpe, que estrellara mi espalda contra la pared sin soltar ni la estaca de su corazón ni mi mano de su cuello, mis piernas rodearon su cintura dejando que el vampiro se colara entre mis piernas y notara su duro miembro contra mi sexo, rozándose en esa excitación que todavía nos recorría a ambos. Jadeaba contra mi boca sin apartar ninguno la mirada del otro, y volvió a retarme de nuevo y justo cuando lo hizo, de un movimiento rápido y brusco, sus colmillos se clavaron en la piel de mi cuello, con violencia- ¡Ah! –No pude evitar el gemido que salió de mis labios mezcla de dolor y placer por aquello, mis piernas se apretaron entorno a su cintura y mis caderas se movieron de forma involuntaria hacia su miembro, notando como succionaba la sangre de mí cuello, cada tirón que daba es un tirón de placer que me recorría por entera. Apenas duró, y en lo que duró, volvió a excitarme aquel acto en el que no solté ni su cuello ni la estaca que pude haber apretado contra su corazón, pero no hice.

La imagen que tenía frente a mí notando la sangre que caía de los dos orificios del cuello era una estampa totalmente sádica, pero erótica al mismo tiempo. Sus ojos rojos combinaban con la sangre, mi sangre, que caía de sus labios y que se perdía por su barbilla. Mi corazón bombeaba con rapidez y mi cuerpo estaba totalmente encendido con ese gesto mientras mis caderas se movían por sí solas contra su miembro, con mis labios entreabiertos por lo que acababa de hacer notando su ronco jadeo contra estos. Justo cuando iba a decirle algo su boca se estampó contra la mía notando mi sangre, el sabor férreo de esta en mí boca. Un beso lleno de furia y de locura que yo seguí de la misma forma que el vampiro había estrellado sus labios contra los míos, perdiéndonos en ese momento de locura que había nacido originado por todo lo que habíamos pasado.

No duró mucho ni fue un beso largo, pero sí estuvo cargado de esa locura y de esa necesidad que habíamos sentido toda la noche, la anterior incluso también, y que ambos nos habíamos negado. Solo cuando fui consciente de lo que estaba haciendo tras dejarme llevar al igual que se había dejado llevar el vampiro, mordí con fuerza su labio hasta que le hice sangre y finalmente se apartó dejándome contra la verja, con la respiración acelerada y entrecortada, mi cuerpo ardiendo de nuevo de necesidad y la sangre en mis labios. La limpié con el brazo quitándola y lo miré cuando pronunció esas palabras, que me hicieron sonreír de forma ladina… por fin era mi turno, por fin me tocaba a mí.


-Muy bien amor, ven conmigo –dije dejando aquella segunda habitación por concluida para volver a la primera, me acerqué a la mesa y limpié los restos de la sangre que llevaba en la boca, cogí la botella de alcohol y le di un trago mientras pensaba en las cosas que quería hacerle al vampiro cuando estuviera atado- ¿Quieres beber antes de atarte, mi amor? –Pregunté tal y como había hecho él tendiéndole la botella mientras yo mucho más divertida por la situación y expectante por lo que iba a pasar, me acerqué a la cama contorneando mis caderas andando de forma lenta, subí de nuevo quedando donde él se había puesto para atarme y le hice una seña mirándolo- Ven amor, vamos a jugar –solo tenía que romperlo un poco más, empujarlo a ese abismo para que cayera y quizás todo acabaría. Esperé hasta que estuvo delante de mí y lo miré, si me preguntaran en esos momentos si me excitaba aquella situación mi respuesta sería clara; sí, lo hacía. Ahora era mi turno, ahora sería yo quien tendría al vampiro a mi merced… otra vez- Camisa fuera, Joe –dije llevando mis manos a los botones de esta para quitarlos de forma lenta, desabrochando uno a uno dejando poco a poco la piel pálida de su cuerpo al descubierto hasta que la camisa quedó abierta- Te dejaré la corbata, algo haré con ella –dije tirando un poco de esta para acercarlo más a mí, era un poco más alto que yo y la dejé hacia atrás para que no molestara. Mis manos subieron por la piel pálida y fría de su pecho notando sus músculos bajo esta hasta llegar a sus clavículas, donde mis manos fueron a sus hombros y comencé a bajar y quitarle la camisa dejando todo su torso al descubierto, la camisa la tiré por alguna parte de la habitación. Mi dedo recorrió el centro de su pecho desde su ombligo hasta llegar a sus labios- qué piel tan pulcra –mis ojos subieron a los suyos ya que él tenía el rostro levemente agachado hacia mí- levanta los brazos, Joe –dije sonriendo sin dejar de mirarle y este hizo lo que le pedí alzando sus brazos, mis manos subieron desde sus caderas hasta llegar a sus brazos donde sin dejar de mirarlo mis manos cogieron los grilletes y apresé una de sus muñecas, mis labios cerca de los suyos dejando escapar el aire entrecortado, y luego poniendo el otro grillete. Sonreí bajando mis manos tal y como las había subido- Ya eres mío, Joe –dije para luego dar la vuelta observándolo de espaldas, con todo sus músculos marcándose por estar sus brazos en alza, viendo su espalda donde deslicé un dedo desde su cuello por el centro de esta- Perfecto –dije contra su piel bajando de la cama para ir a la otra habitación y mirar por el lugar para ver qué era lo que podía encontrar para utilizar contra el vampiro.

Él era mucho más resistente que yo, mucho más fuerte y aunque le hiciera algo de daño su piel se curaba enseguida y lo que para mí podría ser doloroso para él podría ser como una caricia por su resistencia a los golpes, esa que su condición de vampiro le confería. En la habitación encontré algo que no había reparado antes y sonreí de lado, ese vampiro había pensado en absolutamente todo y quizás hasta había pensado en utilizarlo conmigo, y me pregunté cuántas veces no habría hecho aquello con alguna otra mujer, porque dudaba seriamente que yo fuera la primera con quien la utilizara. Al volver me regodeé en las vistas, en aquel vampiro atado en la cama con los grilletes en su muñeca, y volví con paso lento y con lo que había encontrado en la mano.


-Mira lo que me he encontrado, ¿pensabas utilizarlo conmigo? –Pregunté con una sonrisa divertida- Bien, vayamos a las normas: Aceptarás todas y cada una de las cosas que te haga, si en algún momento quieres parar dilo y pararé –mis ojos estaban fijos en los suyos- si en algún momento quieres correrte pídeme permiso para ello. Te dirigirás a mí o bien como “ama”, “mi ama” o “ama Lilith”, como lo prefieras, y me mostrarás el respeto que merezco. Entiende esto –mi mano libre aferró su pelo con fuerza- ahora eres mío, lo que quiere decir que eres mi esclavo y yo tú ama… al menos mientras tengas esos grilletes. Lo cual por cierto, no hace falta que lo diga pero, no puedes romper en ningún momento –sonreí de lado y solté su pelo- si quieres parar como he dicho solo tienes que decirlo y pararé y te soltaré. ¿Alguna pregunta, Joe? –Enarqué una ceja esperando a si tenía algo que decirme y luego sonreí de lado- Bien, pues entonces ahora sí: Bienvenido al Infierno de Lilith, Joe –cogí la corbata que le había dejado y tiré de ella para que su rostro bajara hasta estar cerca del mío, con nuestros labios rozándose- es una lástima que las cadenas no sean tan largas como para tenerte de rodillas, aunque verte así también me gusta –exhalé mi aliento cálido sobre sus labios y mi otra mano bajó descendiendo por su pecho hasta llegar a la altura de su pantalón, desabroché el botón, bajé la cremallera y colé mi mano por la ropa interior hasta dar con miembro que estaba ya duro, totalmente excitado, y mi mano lo recorrió por entero- Pero mira cómo estás –murmuré sobre sus labios lamiendo estos con mi lengua de una pasada y alejándome un poco para que no pudiera hacerme nada, mi mano bajó el bóxer y finalmente acabé por arrodillarme frente a él, quitándole la ropa dejándolo completamente desnudo- así mucho mejor –lo mire desde donde estaba y de forma juguetona mi boca se acercó a su miembro donde mi lengua lamió todo el tronco y mi mano le propinó un azote en una de sus nalgas con la fusta. Subí hasta quedar de pie de nuevo frente a él pegando mi cuerpo al suyo, dejando que su miembro rozara mi sexo aun con la tela de la ropa interior totalmente aposta al rodear su cintura con una de mis piernas, mi rostro cerca del suyo y mis labios rozando los suyos hasta dejar un beso provocador en sus labios, para dejar un mordisco en su labio inferior y luego mirarle sonriendo- Bien Joe, la fusta y yo queremos jugar contigo un rato, así que prepárate, porque apenas he empezado
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Mensaje por Joe Black Jue Mayo 25, 2017 5:35 am

Sonrisa ladina en los labios de mi prometida, nada le excitaba mas a esa mujer que verme derrotado y al parecer eso es lo que lograba una y otra vez por mas que me esforzara en lo contrario.
Era un pulso complicado, pues mi deseo por ella era abismal y ella lo controlaba de un modo mucho mas eficaz.
Me relamí los labios aun manchados de su vitae carmesí y caminé tras ella para volver a la primera habitación donde ahora las cadenas me esperaban a mi, había usado mis cartas, la había torturado esperando que suplicara por alcanzar el orgasmo y no lo hizo. Los golpes en el cuadrilátero solo consiguieron dejarme claro que mientras yo pensaba en metersela hasta el fondo , ella planeaba como clavar la estaca en mi corazón., de cierto modo, ambos pretendiamos empalar al otro.

Tomé la botella cuando me la ofreció, di un largo trago que no hacia mas que embotar ms sentidos y hacerme perder el poco juicio que me quedaba y tras ella subí al lecho para que las cadenas aferraran mis muñecas.
Cerca, muy cerca nuestros alientos se encontraron, de nuevo esa sensación plagada de deseo, cuerpos uqe se amoldaban el uno al otro mientras sus dedos se deshacían de la camisa acariciando mi torso para que quedara descubierto.

Respiración pesada la de ambos, me relamí los labios con mis ojos fijos en los suyos, tiro de la corbata orillando nuestras bocas entreabiertas apenas un roce de palabras que lo decia todo sin necesidad de emitirlas.
-Tus labios -susurré ladeando la sonrisa -los quiero
Quizás el alcohol hablaba por mi pero era cierto, colisionar con ellos como lo había hecho hace un momento era lo que me apetecía en este momento.
-Dame de beber de ellos -susurré arrastrando las palabras, provocandola e ignorando su juego.

Rugí cuando sin obedecer a mi suplica me dejo vació de su presencia para irse a la habitación contigua, rugí molesto, la quería contra mi cuerpo, ese era el trato de esta tortura y la llame a gritos hasta que de nuevo su cuerpo calmó al mio.
-desnúdate, torturame desnuda -susurré con la respiración errática contra Su boca.
Ella reía al ver en el estado que me encontraba, excitado, borracho y sediento de ella, mientras me mostraba aquella fusta que al parecer pensaba usar contra mi.
-Aguanto bien el dolor Dan, vas a tener que esforzarte mucho si quieres hacerme suplicar Por el dolor.

Sabia que su tortura nada tendría que ver con un tema sexual, ella quería hacerme daño, sangrar, que me doblegara física y psiquicamente ante ella y por Cain juraba que eso no iba a suceder.
Había pasado demasiado tiempo entre mazmorras, grilletes, fustas y látigo, nada de lo que pudiera hacerme seria lago nuevo a lo que ya me hicieron para sacarme información sobre mis hermanos.
Mi voluntad siempre fue férrea y ella no lograría partirme por la mitad.

Pronto y como yo había hecho con anterioridad enumeró las normas que teníamos ambos que respetar, ladeé la sonrisa de forma engreída al ver como aseguraba que se detendría en el mismo instante en el que lo pidiera.
-Nunca te daré el placer de verme suplicar -rugí tirando de las cadenas que quedaron completamente tensas. Mi cuerpo contra el suyo, ojos rojos hundidos en sus pardos y nuestros labios jadeando mas cerca de lo que era políticamente correcto en este momento.
Tiró de mi pelo para continuar dejándome claro como iba a ser el juego, reía por sus palabras “ama” muerto antes que pronunciar dicha palabra.

Tiro de mi corbata, nuestras bocas de nuevo se rozaron, allí estábamos dispuestos a comenzar este nuevo y peligroso asalto en el que ella pretendía doblegarme y yo dejarle claro que era inútiles sus intentos pues aquí yo era el dueño de su cuerpo, alma...solo respiraba en este momento porque yo le permitía hacerlo.
Su mano descendió por mi vientre que se contraía por el contacto de su incinerante piel, hasta alcanzar el botón de mi pantalón que no dudó en desprender.
Su mano se coló en mi pantalón, acarició mi endurecido miembro que creció mas entre sus dedos.
-Lo siento amor, no puedo evitar ser un hombre y que una mujer me la ponga dura cuando me masturba -aseguré restando importancia a que fuera ella la que provocaba eso en mi.
No dudaba que tarde o temprano oyera rumores sobre mi amante, y a decir verdad, la idea de que pudiera pedirme explicaciones me excitaba de sobremanera, seria la confirmación de que sentía algo por este hombre que ahora tenia frente a si.

Sus labios me rozaban provocativos, su mano me la sacudía suavemente.
Se arrodilló frente a mi, bajándome los pantalones para quitármelos, completamente desnudo mi anatomía estaba completamente dispuesta para ella, algo que oscurecía su mirada y enrojecía la mía.
-Vamos pequeña -susurré al sentir sus labios contra mi glande, una lamida basto para que mi virilidad vibrara hambrienta de morder su laberinto.
-Vamos nena, doblegarme -rugí desafiante al ver como se alzaba con la fusta en la mano.
Su cuerpo se pegó al mio, vi como mi hombría quedaba entre sus piernas, acariciando su sexo cubierto por esas bragas que en mi opinión sobraban.
-Desnúdate -susurre con la respiración entrecortada contra su boca -¿no quieres jugar?

Ella quería jugar, no se lo iba a  negar, yo ya había usado mi tiempo y no había logrado lo que pretendía, solo quedaba por ver si ella lograba humillarme.
Me enganché a las cadenas y ladeé la sonrisa contemplandola, su mirada era voraz, como la de un depredador antes de caer sobre su presa.
-Vamos pequeña, demuéstrame que sabes hacer y por favor..no te contengas.


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Mensaje por Danerys Garnert Jue Mayo 25, 2017 11:21 am

Al parecer el vampiro todavía no entendía de qué iba todo aquel juego, de lo que pretendía hacer con él y de lo que iba a lograr con ello. Bueno, sí sabía lo que pretendía hacerle porque encadenado frente a mí era algo más que obvio, totalmente desnudo, a mí merced, para hacerle lo que yo más quisiera y deseara… ahora me tocaba a mi demostrarle lo que podía hacer y de lo que era capaz, porque yo no iba a tener piedad alguna con él, aún seguía con ese odio recorriéndome por dentro por cosas que había hecho, como encender tanto mí cuerpo, como por que este me pidiera que se hundiera en mi interior y me follara, o las demás cosas que había hecho y que me habían sacado de mis casillas que se habían sumado a esa noche. Como la pasada donde había ido a por mí maestro dejándolo de esa forma, atacando un punto que no debía de tocar y que juraba que como volviera a hacerlo finalmente acabaría por hundir la estaca en su corazón, y a la mierda todo.

Ahora era mí momento para resarcirme, para cobrarme lo que me había hecho y pensaba disfrutar de ello, porque tener a ese vampiro a mi merced era algo con lo que no había contado pero la idea era sumamente atrayente y excitante, más ante la idea de que por mucho dolor que le infligiera no iba a ser suficiente, pues su resistencia para el dolor era mucho más elevado que la de cualquier humano. Cada corte que le hiciera se cerraría en cuestión de quizás un par de minutos, los golpes serían para él como caricias y eso me daba una ventaja que pensaba aprovechar… solo de pensarlo ya me gustaba la idea, solo de verlo de esa forma ante mí ya me excitaba. Sonreí de lado cuando me pidió que quería mis labios y negué con la cabeza, no era su oportunidad para pedir nada, ahora solo tenía que recibir y aguantar lo que yo quisiera darle.

Quería que le torturara desnuda y la verdad es que fue algo que hasta me pensé, que me viera desnuda mientras le infligía dolor en mitad de su deleite con mi cuerpo. No era a esas alturas extraño ni me pillaba de sorpresa saber que mi cuerpo le gustaba, le llamaba y le tentaba… había esa extraña atracción mutua que era inevitable por ambas partes aunque debía de admitir que, de los dos, yo era quien mejor lo llevaba y la que quizás más luchaba contra ello. Si no fuera vampiro… la cosa sería mucho más diferente. Si no lo fuera quizás habría dejado ya que me llevara al orgasmo y quizás le estuviera pidiendo un bis porque era claro que me atraía, algo inconcebible para mí, que lo que debía de matar me atrajera de esa forma… por eso estaba esa lucha interna tan fuerte.

Nuestras respiraciones chocaban contra los labios ajenos todo el rato, como si no fuéramos capaces de contenernos y la suya en esos momentos era totalmente errática. Enarqué una ceja cuando me dijo que aguantaba bien el dolor, pero lo miré ladeando la cabeza cuando me llamó por aquel apelativo que solo las personas con más confianza me llamaban, y cabía decir que no eran muchas. No tenía que dejar que tomara esa confianza ni que me llamara de esa forma, no éramos nada para que lo dijera y no me gustó escucharlo de sus labios. La fusta fue rápida, certera, y de un movimiento seco le di en su mejilla mientras el sonido se escuchaba por la habitación, y su piel se ponía levemente roja fijándome durante unos instantes en la zona.


-¿Quién te ha dicho que puedes llamarme de esa forma? No te tomes confianzas Joe –hice una leve pausa- Oh, ya haré yo que supliques tú por eso no te preocupes –sonreí de lado explicándole las normas para que las tuviera bien claras, lo que tenía que hacer y cómo debía de llamarme en cada momento. Yo por mi parte cumpliría con lo que le había dicho, el ruido de las cadenas tensarse sonó en la estancia mientras él se acercaba y dejaba su cuerpo pegado al mío, con los ojos rojos como el mismo fuego puestos en los míos. Reí de forma corta, como si fuera a burla, y mis dedos acariciaron la zona donde le había golpeado con la fusta- ¿No has oído el dicho de “nunca digas nunca”, Joe? Para todo hay una primera vez, amor –nuestros labios seguían tan cerca que tan solo nos bastaba un movimiento a cada uno para acortar la casi inexistente distancia que había, hasta finalmente besarnos. Ya había quedado desnudo por completo y pasé de sus palabras, pegando mi cuerpo al suyo, haciendo que su miembro quedara sobre mi miembro de forma premeditada, provocándole. Lo miré cuando se dirigió hacia mí sin añadir el “ama” como le había dicho que tenía que hacer, y mi mano rauda y con fuerza impactó en su mejilla, para mirarle de forma fija y segura- ¿No te había dicho que te dirigieras a mí con respeto, y llamándome “ama”? No he dicho ni “nena” ni “muñeca”… ¿tienes dificultades para obedecer esa simple orden? –Me separé de su cuerpo dos pasos poniendo distancia mientras lo miraba, moviendo la fusta que impactaba contra mi mano haciéndole saber lo que le esperaba- No me pienso contener Joe, sé que eras bastante resistente y pienso utilizar eso a mí favor… no sufras amor, ya te dije que el Infierno puedes rozarlo de muchas maneras distintas –sonreí de forma ladina y mi mano subió desde su vientre hasta llegar a su cuello donde apreté un poco el agarre y de nuevo volví a acortar la distancia, solamente para tirar de la corbata con la otra mano para acercar su rostro e impactar contra sus labios, besándolos de una forma salvaje, provocándolo, tentándolo. Me separé sonriendo para mirarlo con una sonrisa ladeada- abre la boca –le dije e hice que sujetara entre sus dientes la fusta, mis manos fueron al corsé que llevaba deshaciendo los lazos que llevaba hasta que este cayó por su propio peso contra la cama, mis manos acariciaron mis pechos como si fuera él quien lo hiciera, apretándolos, recorriéndolos, jugando con mis pezones hasta que un jadeo escapó de mis labios, y una de mis manos continuó el camino descendente hasta mi sexo, donde se coló por la ropa interior hasta que mis dedos rozaron mi sexo, acariciándolo durante unos segundos, jugando yo misma con mi propio cuerpo frente a él que no apartaba su mirada de mí, mordía mis labios ante el placer que me proporcionaba a mí misma, moviendo mis caderas excitada sabiendo que él notaría cómo lo estaba realmente. Paré cuando noté que estaba completamente húmeda y saqué mis dedos que lamí sin dejar de mirarlo, finalmente me quité la última prenda y levanté mis manos aun sin soltar la prenda interior- ¿Así era como me querías, Joe? Ya me tienes –sonreí de lado y me acerqué para coger la fusta que había estado sujetando, y en su lugar dejé la prenda de ropa interior- Esto es lo único que vas a probar de mí, por el momento –reí entre dientes y recorriendo con la fusta su cuerpo me quedé a su espalda, recorriendo también esta con la fusta.

Ahora sabía que estaba desnuda y no podría verme, tan solo si giraba la cabeza aunque no conseguiría ver demasiado. La punta de la fusta recorrió su espalda por el centro, bajó por sus nalgas y siguió hasta sus piernas para luego subir hasta llegar otra vez a la nuca. No dije nada y solo se oyó como sonaba el chasquido que produjo en el aire y el impacto con fuerza en una de sus nalgas, acaricié la zona con mis dedos viendo que enrojecía un poco pero que no duraba nada, y repetí el mismo proceso en la otra nalga. Así hasta encadenar una serie de golpes sucesivos hasta que sus nalgas quedaron del color rojizo de la fusta que fue entonces cuando paré, mis manos se pasearon por la zona marcada y luego pegué mi cuerpo a su espalda, dejando mis labios cerca de su cuello y una de mis manos fue a su miembro, recorriéndolo de arriba abajo para comenzar a masturbarlo.


-¿Quieres más, Joe? –Pregunté con mis labios en su oído, mordiendo el lóbulo de su oreja mientras mi mano seguía moviéndose sobre su miembro, pero paré para volver a alejarme de su cuerpo y esa vez volver a darle con la fusta pero esa vez por toda su espalda, al principio golpes flojos que fui aumentando hasta que ser bastante fuertes, pero sabía que no le dolería como a un humano, por eso me ensañaba con él. Los fui alternando de fuerte a flojo sin saber cómo sería el que le esperara, marcando su espalda con las marcas dejándola de un bonito color rojizo hasta que creí que era suficiente. Mis labios se posaron en su espalda sobre una de las marcas y mordí su piel dejando la marca de mis dientes- Ojalá pudieras ver el resultado, pero con que lo sientas me sirve –volví a ponerme de cara a él y le sonreí mirándole, le acerqué de la corbata para volver a buscar sus labios, mordiendo el inferior y separarme- qué contraste entre esta piel y la de tú espalda… -mi mano recorrió su pecho y siguió bajando hasta llegar a su vientre, para terminar hasta llegar a su miembro y repetir el mismo proceso pero parando sin dejar que pudiera llegar al orgasmo- ¿Quieres correrte, Joe? Pídemelo –sonreí de lado y me bajé volviendo a la otra habitación para coger lo que había utilizado de estaca, y volver de nuevo frente a él- Vamos a ver qué hago con esto… -con la punta afilada hice un corte en su pecho viendo la sangre caer, para ver como la herida no tardaba en cerrarse y sonreí- Fascinante… ¿sabes lo que puedo hacer con esto? Maravillas –dije divertida quitando con el dedo la sangre que había caído de la herida, manchar su mejilla- ¿Y si... la quito con mi lengua, qué pasará? –pregunté justo antes de hacer lo mismo que había hecho él: lamer la sangre. Apenas era unas simples gotas que limpié para luego mirarlo- ¿Y ahora según tú qué va a pasar? ¿Me excitaré y querré hacer cosas pervertidas contigo? –Reí contra sus labios mirándolo- ¿te ha gustado? ¿Quieres que lo repita de nuevo? ¿Quieres que te muerda y te marque como has hecho tú? Responde, Joe –le di con la fusta un golpe justo en su miembro, haciendo una pausa, mientras disfrutaba del momento.
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Mensaje por Joe Black Jue Mayo 25, 2017 3:05 pm

Gruñí al recibir el guantazo, nuestros rostros quedaron tan pegados que sentí su nariz contra la mía, ojos desafiándose y mis colmillos de depredador fuera marcados por el aliento de sus labios.
Nunca iba a llamarla ama, antes la muerte que pertenecer a una mujer por muy infernal que esta se presentara, pues yo siempre fui libre y seguiría siéndolo de por vida.

Ladeé la sonrisa relamiendo mis labios, quería jugar, sacarme de mis casillas y sin duda lo conseguía, sabia como provocarme, como hacerme caer rendido frente a ella, mas en algo se equivocaba, puede que hubiera ganado algunas gestas, pero la batalla final no llegaría hasta el “ si quiero” esa noche me las cobraría todas.

Dijo que no se contendría, que al ser mi cuerpo resistente pensaba hacerme sangrar en abundancia.
-¿tienes que buscar escusas amor para torturarme? Cuidado, quizás acabes prefiriendo lamer mis heridas que impartirlas -la desafié consciente de lo mucho que la irritaría que de nuevo no le hiciera ni puto caso a lo que me pedía.

Tiró de mi corbata tras sentencia mi piel con sus manos, gruñí cuando nuestras bocas impactaron, voraces, hambrientas, lenguas enredadas como la hiedra dentro y fuera de nuestras bocas, era obvio lo que sentíamos cuando nos encontrábamos y también era igual de claro lo mucho que nos odiábamos.

Se separó de mi dispuesta a comenzar la tortura, lo que yo no sabia es hasta que punto ese gesto iba a oscurecer mis ojos de puro deseo.
La fusta en mi boca, claro que la escupí con desprecio dejandole claro que ni una sola de sus ordenes seria cumplida.
Sus manos en las cintas del corsé, quedo pronto desnuda, sus pechos turgentes parecían aclamar ser tomados por mis labios, mas nada de eso sucedió. Ella misma se regalo las atenciones que a mi me prohibía y mi errática respiración mostraba claramente hasta que punto verla masturbarse a si misma ocasionaba en mi un deseo desmesurado.
Mi hombría la apuntaba queriendo clavarse en su interior y ella disfrutaba de la visión que le ofrecía mi cuerpo colgado de los grilletes y excitado por la infernal visión de Lilith prendiéndose en le infierno.
-Te quería así, pero..jugando conmigo en este lecho ¿que me dices cazadora? Y si me sueltas y te demuestro lo que se hacer con esto -dije con aire engreído señalando con la cabeza el arma que me gastaba entre las piernas.

Su risa resulto infernal mientras me rodeaba para colocarse a mi espalda, solo sentí el frio de la fusta recorrerla, mi piel se erizo, aunque bien sabia lo que vendría después de la caricia. Asi fue, en mis nalgas golpeó con fiereza. Deseaba hacerme daño, podía notarlo por como golpeaba mi espalda,  pero mi don de inmortal sobre la forma en la que llevaba el dolor iba a ponérselo complicado.
Me eche a reír como un demente, pues su vara golpeaba y a mi ni siquiera parecía dolerme.
-Vas a tener que esforzarte mas prometida mía, créeme, me han expuesto a peores torturas.

Pego su cuerpo a mi espalda, su mano se apodero de mi hombría y sin pensarlo la sacudió con energía para hacerme jadear de puro placer, quería llevarme al infierno y estaba logrando su cometido demasiado bien.
-No pares -susurré con la voz ronca.
Mas como era costumbre en ella se detuvo, giro para enfrentar mi mirada y de nuevo desafiarme con esa ladeada sonrisa.
Esta vez parecía querer apreciar mi rostro de placer mientras me masturbaba y a decir verdad, lo vio, pues mi boca entreabierta dejaba escapar el aire de forma pesada contra sus labios, mis caderas la buscaban para que siguiera deleitándome con el inflamable movimiento de su mano sobre mi tronco.
-No, no quiero correrme así -jadeé -quiero follarte.
Me golpeo en la polla con la fusta, algo que me hizo rugir, cabreado por la afrenta, en dolorido y con los colmillos de nuevo fuera por completo.

Complacida por mi respuesta se alejó dejándome a medias otra vez, algo que resultaba desesperante, tentado de romper las cadenas quebrantar mi palabra y violarla en esa cámara. Gruñí de pura rabia hasta que la dama regresó de la habitación contigua con la estaca
-Vaya, veo que por fin empieza lo bueno -susurré hundiendo mis ojos rojos como el fuego en sus tempestades.

No se detuvo, la punta en mi pecho y de arriba a bao trazo una linea abriendo mi piel, la sangre salia a borbotones, mas del mismo modo la herida cerro dejando mi inmaculada tez manchada de carmesí.
Sus dedos recogieron la sangre, llevándola a mi rostro para manchar mi mejilla, jadeé contra su boca cuando me preguntó que pasaría si la tomara.
-Que te excitarías, perderías parte del control y no se bien que sucedería en esta habitación. Cada humano lleva el frenesí de un modo, mas lo que si se es que estarías muy, muy muy excitada, el viaje es demencial, superior al opio, el alcohol..
-Me excitaría verte drogada -le advertí abriendo la boca para que me dejara lamer sus labios, necesitado de mas provocaciones, mas oscuridad.
-Te deseo cazadora -rugí buscando su boca, las cadenas entendidas por completo, la buscaba, la necesitaba.


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Mensaje por Danerys Garnert Jue Mayo 25, 2017 8:46 pm

Si algo tenía claro es que si los planes seguían adelante y no hacía nada, buscaba o encontraba algo para para aquella boda la noche en que nos diéramos el sí y nos quedáramos solos… se las iba a cobrar, de eso no tenía duda alguna. Y entonces la promesa que había hecho de no tocarme quedaría rota pues ya habría pasado su vencimiento, podría hacer lo que ahora mismo más estaba deseando, que era como él bien decía follarme. Porque lo notaba en su cuerpo, más que notarlo, podía verlo y sentirlo. Pero no le iba a dar el gusto de que llegara al orgasmo, si la noche pasada no lo había hecho nada indicaba que esa noche lo haría… y me apuntaría otra victoria. Desde que habíamos empezado él quizás habría abierto la veda ganando la primera, pero si la cosa seguía así yo encontraría mi tercera victoria imponiéndome sobre aquel vampiro.

Pero la noche todavía era larga y aún podía hacer más cosas a ese vampiro, ya sabía que su condición no le haría sentir el dolor que la fusta podría hacerle, de hecho, la risa que sonó cuando castigaba sus nalgas y su espalda fue prueba suficiente de ello… pero no quitaba para que yo lo hiciera, era mi turno para hacer con él lo que quisiera y si mi deseo era ese aunque no sufriera tanto como un humano, es lo que haría. Había marcado sus nalgas y toda su espalda, y ahora mi mano como dulce y placentera tortura lo masturbaba hasta que escuché un “no pares” que me hizo reír y parar porque no pensaba otorgarle tal placer. Lo había visto observarme con los ojos oscurecidos completamente de deseo cuando yo me había tocado frente a él, y no había podido evitar reírme también cuando dijo que le soltara para que me enseñara lo que sabía hacer con su miembro… no esa noche, no conmigo.

Volví a ponerme frente a él y de nuevo tras encontrar nuestras miradas mi mano volvió a bajar hasta su miembro, repitiendo la acción viendo ahora su cara de placer, sus labios entreabiertos, su respiración entrecortada dar contra mis labios, sus caderas moviéndose contra mi mano en busca de más… le dije que si quería correrse tendría que pedirlo, y me deleitaba porque sabía que el vampiro tampoco iba a claudicar en eso y por eso me gustaba verle sufrir también de esa manera. Reí por sus palabras volviendo a repetirme lo que quería hacerme y negué con la cabeza divertida por ello.


-Por más que lo repitas no vas a hacer que pase, Joe –sonreí de lado y la fusta fue a dar contra su miembro, al parecer aquello no le gustó y lo anoté para hacerlo más veces cuando gruñó y me mostró los colmillos- ¿Qué, no te ha gustado amor? –Me alejé de él solamente para buscar en la otra habitación algo que poder utilizar contra él, la fusta no le hacía nada y no era eso exactamente lo que tenía en mente. Lo oí gruñir incluso desde la otra habitación y eso me hizo sonreír aún más mientras encontraba lo que necesitaba para hacer lo que quería, cogí los dos trozos del palo que había roto con su mano y uno lo dejé sobre la mesa llevándome a la cama el que había utilizado a modo de estaca- ¿Me extrañabas, amor? –No le pasó desapercibido lo que llevaba en la mano y sonreí ante sus palabras- Oh, solo era el calentamiento lo que te he hecho… ¿creías que era todo lo que podía darte? Tranquilo Joe, sé bien lo que esta Lilith tiene que hacer contigo –reí entre dientes de forma algo fría pensando ya lo que quería hacerle, teniendo la idea clara y nítida en mi cabeza. Para empezar hice una herida en su pecho donde la sangre comenzó a manar, y en pocos segundos quizás unos quince o así, la herida comenzó a cerrarse como si no le hubiera abierto la piel. Mis dedos cogieron un poco de sangre y manché como había hecho él su mejilla con esta, acerqué su rostro al mío tirando de la corbata y lo miré de forma fija. Sabía que la idea de que bebiera de su sangre le excitaba, no había más que ver cómo respiraba de forma pesada por ello. Él decía que no sabía cómo me afectaría, que para cada humano era diferente, pero que sí estaría muy, muy, muy excitada según sus palabras- ¿Te gustaría verme drogada, al beber de tú sangre? –Pregunté lamiendo un poco, apenas un par de gotas, de su sangre sintiendo el sabor férreo de esta en mí boca, con aquello no sería suficiente para entrar en ese estado que él decía. Decir que me deseaba hacía que sonriera de lado, viendo cómo tenía las cadenas totalmente extendidas, buscándome… y me reí, me reí de verlo así, de que me pidiera que me follara, que me dijera que me deseaba- ¿Me deseas, Joe? –Lo miré acercando de nuevo mis labios a los suyos, acariciándolos levemente, tentándole, provocándole para dejar un beso corto pero cargado de salvaje lujuria que nos recorría a ambos- ¿Desde cuándo importa aquí lo que tú desees? –Pregunté mordiendo su labio inferior y volviendo a poner distancia para que no pudiera llegar hasta a mí- no sabes cuánto disfruto verte así, excitado, hambriento, necesitado, deseándome… y por supuesto, atado a mí completa merced. Mucho mejor de lo que jamás haya podido imaginar –reí de nuevo y negué con la cabeza- ¿te olvidas que mando yo? No es exactamente lo que voy a darte, puedes ir olvidándote de ello –la fusta volvió a dar en su miembro una vez, mis ojos se alzaron a los suyos sin dejar de sonreír, y volví a asestar otro golpe por otro sitio diferente, tres más le siguieron hasta completar una ronda de cinco y luego paré- Bueno, hora de pasar a la siguiente fase –dije dejando la fusta en el colchón, quizás la utilizara más adelante. Lo que más le hacía daño era la estaca, era lo que debía utilizar.

Volví a hacer una herida esta vez desde una de sus muñecas hasta la mitad del brazo notando que la sangre caía bañando su cuerpo, bajando por su pecho y perdiéndose por el camino cerrando la herida. Hice lo mismo en el otro brazo y sonreí viendo cómo se cerraba en cuestión de segundos, era algo fascinante. Fue entonces cuando sin esperarlo, sobre uno de sus hombros, clavé la estaca dejándola en el lugar para que no se la quitara… y como ya había pensado y sabía, esa herida a diferencia del resto no se curaba, no cerraba por estar la estaca en su cuerpo. La toqué moviéndola hacia los lados, arriba y abajo pero sin quitarla y sonreí.


-Qué curioso, ¿no crees? Pueden herirte con lo que sea pero sin embargo, con tan solo una estaca, un trozo de madera… eres incapaz de regenerarte –chasqueé la lengua y lo miré sonriendo- Un trocito de madera vuestra mayor debilidad –porque recordaba como las flechas que le había clavado la noche anterior se habían astillado en su rodilla y aun con estas dentro en su piel seguía sangrando- Veamos… ¿qué puedo hacer? –Pregunté llevando un dedo a mis labios, como si estuviera pensando pero sabiendo qué iba a hacerle- Ah, ya sé –lo miré con diversión y me bajé de la cama para ir hacia la mesa donde estaba la cena, cogí el otro trozo de madera y con el cuchillo comencé a hacer trozos más pequeños que podría clavar en su piel por diferentes sitios, como si fueran agujas que pincharan su piel. Miré por encima de la mesa lo que quería y poniendo los trozos en un cuenco donde había estado el postre, cogí un par de cosas más que me servirían como tortura improvisada y volví de nuevo junto a él- Oh, vamos a empezar –dije con excitación en la voz acortando la distancia de nuevo pegando mi cuerpo al suyo, una de mis manos bajó a su miembro para envolverlo en mis dedos recorriendo su tronco por completo, rotando la mano en cada subida y bajada que lo masturbaba, mi boca buscó la suya y la otra mano se enredó en su pelo tirando de este hacia abajo, enredando nuestras lenguas en una batalla en la que ninguno podíamos controlarnos, hasta que lamiendo sus labios me separé y mi mano volvió a dejarlo en las puertas del placer. Me giré para coger uno de los dos cuencos que había llevado y que había dejado en la mesita que había al lado de la cama, y me puse delante de él sin dejar de sonreír- Vamos a ver qué pasa –con el cuenco en la mano sabiendo el tiempo que tenía, quité la estaca de su hombro y con rapidez cogí lo que tenía en el cuenco tirando sobre la herida abierta un poco de la sal que había en el cuenco, para luego dejar otra vez la estaca en la herida para que no cerrara, y miré al vampiro- ¿Y eso Joe, lo sientes… duele? Pica y arde, ¿verdad? –Sonreí de lado y me giré para coger el otro cuenco donde tenía las astillas y comencé a clavarlas por su cuerpo como si fueran agujas, haciendo pequeñas heridas por todo su cuerpo.

Los puse por sus brazos, su pecho, su torso al completo, sus piernas, caderas e incluso en sus pies… todo su cuerpo al completo clavado con astillas, más aparte la herida del hombro que debía de escocerle y picarle por la sal en la herida de la carne que no cerraría hasta no quitar la estaca. Cogí la botella de alcohol y di un trago observando la obra que había hecho y me acerqué para echar el líquido por donde estaba la estaca que seguro que algo colaba en la herida, para luego dar otro trago y hacer como que le daba a él para luego no darle y retirar la botella, cogí el cuenco con la sal y la fui lanzando en pequeños puñados por donde tenía las astillas moviéndolas lo justo para que entrara, alargando así lo mismo que sentía en el hombro por todo su cuerpo. Algunos hilos de sangre caían por su cuerpo mezclándose con alguna de las heridas hechas, y seguro que eso si le dolía. Volví de nuevo a torturarlo, mezclando dolor con placer pero siempre dejándolo a las puertas para que no las cruzara, dejándolo en ese abismo.


-Dime Joe, ¿alguna vez te han torturado así? Pero más que eso, me gustaría saber qué te duele más amor… si las heridas, o que te deje a las puertas de ese placer que quieres que te dé pero que te niegas a pedir aunque sé que lo estás deseando –sonreí de lado, me giré para agacharme y coger la fusta- Ahora creo que sí vas a sentir la fusta, amor –el primer golpe fue hacia uno de los lados donde tenía una astilla haciendo que esta se introdujera más en su piel, con la sal en la herida. El siguiente fue hacia una de su pierna y así fui aumentando de forma paulatina no solo los golpes, sino la intensidad también, repitiendo en algunos mientras todos tenían la marca rojiza de la fusta, también le di en el del hombro aunque no lo introduje más, solo hice que se moviera un poco y sonreí- ¿Te sientes más cerca del infierno ahora? Si quieres que pare… solo tienes que pedírmelo –pero sabía que no iba a hacerlo, y eso me ponía y me excitaba aún más.
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Mensaje por Joe Black Vie Mayo 26, 2017 9:42 am

Su lengua desfiló salvaje por mi mejilla paladeando apenas un par de gotas de mi vitae, sabia que no seria suficiente para que entrara en el estado descrito, pero si la enervaría un poco mas de lo que ya por si estaba mi prometida.
La tortura no se hizo de esperar, ella estaba decidida a hacerme suplicar, a que el dolor y el placer se fundieran en uno para que el infierno me acogiera y me consumiera frente a su cuerpo.

La fusta tras golpearme hambrienta de morder mi carne pronto dejo de ser el juguete que danzaba entre sus manos y la estaca la sustituyó dispuesta ahora si ha hacerme sangrar hasta perder la razón.
Altivo mis ojos rojos se hundieron en sus tempestades, si pensaba que iba a suplicar se equivocaba, no emitiría petición alguna.

Rasgo mis muñecas con la punta de su arma, la sangre resbalaba carmesí por mis brazos, claro que la carne pronto cicatrizo ante su aparente frustración.
Ladeé la sonrisa contemplando sus gestos relamiendome ante la vision de una Lilith que pensaba como hacer que el dolor me derrotara.

Duelo de titanes, épico, salvaje, esa batalla era muerte y ambos sabíamos las consecuencias del sonido de los tambores.
Reí cuando esta hundió de golpe la estaca en mi hombro, ahora con el madero en mi piel esta no cerró, y aunque el dolor era abrasador, no le mostré un ápice de suplica, tampoco a ella de compasión.
-Un trozo de madera es mi única debilidad, siempre que el destino de esta sea el corazón. No olvides que lo único que me mantiene ahora mismo en esta posición no son los grilletes, si no que respeto las reglas del juego.

Nuestras miradas se fundieron, le acababa de dejar claro que podía soltarme cuando quisiera y que si me la jugaba quebrantada la palabra nada me impediría tomarla sobre las ensangrentadas sabanas.
La dama se bajo de la cama, trasteaba sobre la mesa donde habíamos tomado la deliciosa cena y no tardó en volver con sal en un cuenco y muchas astillas en otro.
Mis ojos se pasearon por ambos, al parecer empezaba la parte fuerte de la tortura. Digna mi demonio no dudo en sacar el arma de mi hombro y meter en esta sal y trozos de astilla que ahora si me hicieron gruñir tirando de las cadenas para enfrentarla.

Su sonrisa me mostraba el placer que le ocasionaba hacerme daño, que aullara, algo que no lograba pero claro que el juego para ella solo había empezado.
Como agujas de coser , hundió las astillas en mi carne, mis gruñidos dejaban claro que escocia, ardía mi carne por dentro, como si se desgarrara frente  los maderos.
La sangre resbalaba por todo mi cuerpo, caía por mis piernas y terminaba sobre el colchón manchandolo con un charco.

El carmesí se reflejaba en sus ojos, brillaban de pura excitación y pronto la vara volvió a su mano para azotarme sin descanso.
La astillas se hundían cada vez mas dentro, la piel sangraba en abundancia incapaz de regenerarse a tiempo.
Apretaba los dientes, no hubo una sola petición, mi orgullo era mas fuerte que mis razón.

Rugí al sentir que la vara golpeaba mi pecho, la astilla desplazada rozó mi corazón, dolía, era el infierno y no pude evitar que las cadenas quedaran quebradas, caí sobre el lecho de rodillas, mis ojos se tornaron burdeos, mis dedos se hundían de forma salvaje en mi piel, había perdido el control. Me despedazaba a mi mismo arrancando las astillas con trozos de carne, la sangre salia a borbotones por cada recoveco donde mis garras se clavaban buscando deshacerme de las finas agujas de madera que me enloquecían por completo.

Me revolví entre las sabanas, buscando la que acariciaba mi corazón, gruñía entre jadeos, quizás porque esta situación si me recordaba a lo que viví cuando era preso de la inquisición.
Ahora no estaba en esa habitación, si no en una mazmorra con un autentico verdugo frente a mi que me llevaban al limite del dolor.


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Mensaje por Danerys Garnert Vie Mayo 26, 2017 1:39 pm

La pregunta en cuestión era, ¿cómo podías hacer que un vampiro sufriera una tortura? Había pensado en la sangre, tentarlo con ella para que se volviera loco hasta que no aguantar más la sed que aquello le ocasionaba, pero era jugármela por completo y que luego no pudiera pararlo. Además que no iba a hacerme sangrar solo para atormentarlo, así que la idea quedaba totalmente descartada… tenía que buscar otra manera que me ayudara a torturar al vampiro. Si pensaba con claridad, ¿qué era lo que les hacía daño? La madera, y eso me dio una brillante idea que pensaba llevar a cabo para torturarlo y atormentarlo, dejarlo en el borde más absoluto y luego si podía… darle un pequeño empujón para que cayera. Ahora era mi turno, él quería una Lilith y yo se la iba a dar.

Cogí todo lo necesario de la otra habitación y de la mesa para lo que pensaba llevar a cabo, tal y como ya sabía, las heridas se cerraban con rapidez pero una hecha con madera en la herida no cerraba en absoluto y por ahí tendría su tortura, con aquello que podía matarlo. Clavé la estaca en su hombro viendo que la herida no cerraba y que sangraba, con la sangre cayendo por su pecho hasta gotear al colchón, y sonreí. Su debilidad sería su tortura, porque no había nada que hiciera más daño a un vampiro que las estacas de madera. El sol también podría ser otra de las opciones, pero aún quedaba noche por delante y no iba a esperar tanto tiempo… quería torturarlo, quería ver que sufría y lo quería ve ahora.

Me reí por sus palabras que respondían claramente a las mías, una amenaza velada que había en ellas y que me recordaba que las cadenas las podía romper, pero yo se lo había prohibido, y que de no cumplir con lo prometido se soltaría y entonces empezaría el infierno de verdad entre los dos, si es que no había empezado ya para ambos. Él me desafiaba a que le hiciera daño, me desafiaba a que intentara torturarlo creyéndose que vencedor de aquello por ser un vampiro, pero olvidaba que era una cazadora y que conocía muy bien los puntos débiles de los vampiros. Quizás otra humana no hubiera sabido qué hacer, yo la idea la tenía muy clara en mi mente.


-Cierto Joe, pero quiero torturarte y no matarte… esa es la única diferencia que hay. Se trata de hacer que sufras, que sientas dolor… ¿no es lo que has estado buscando que te haga? ¿No me has estado desafiando para que encontrara la manera? Tranquilo amor, te prometo que esta Lilith no te defraudará en absoluto –sonreí de lado y pronto comencé con lo que tenía pensado, fui a por las cosas y al volver lo primero que hice fue quitar la estaca de su hombro y poner en la herida sal en la carne abierta, expuesta, noté que gruñía y que apretaba la mandíbula, tiraba de las cadenas para enfrentarme y yo lo miré con una sonrisa ladeada- ¿Te duele amor? Eso sí lo notas, ¿verdad que sí? –Reí entre dientes y llevando una de mis manos a su mandíbula, la apreté viendo sus ojos, como brillaban por lo que le había hecho sabiendo que le iba a doler y a escocer, que eso sí lo podía sentir- Así Joe, intenta reprimir todo lo que puedas… en el fondo sé lo que debe de dolerte –mordí su labio inferior y pronto comencé con la otra parte de la tortura, sabiendo que cada uno de los trozos de astilla que ponía en su cuerpo le quemaba y le dolía, como si fuera un hierro candente que atravesaba su piel. La sal no le ayudaba en absoluto y sabía que le dolía por los gruñidos que soltaba mientras la sangre de las heridas no curadas caía por su cuerpo, llenándolo de sangre en una imagen totalmente sádica, pero tremendamente excitante.

Pero si pensaba que ahí se había terminado todo estaba completamente equivocado, ahora la fusta sí que le haría daño y la podría sentir en diferencia por como antes no lo había hecho y se había reído de ello. Podía ver como las astillas se hundían cada vez más en su piel, los gruñidos que él hacía con cada golpe, como la carne se ponía roja mezclándose con la sangre de las heridas… y disfruté con cada uno de los golpes, con su dolor, con saber que le dolía y le escocía, con cada gruñido que salía de sus labios tensando las cadenas sabiendo que no iba a pedirme en ningún momento que parara, porque como yo a ambos nos cegaba el orgullo y no íbamos a dar nuestro brazo a torcer.

Llegó un momento, en una de las veces que la fusta azotó su pecho que rugió más fuerte que las anteriores veces, y todo pasó sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Rompió las cadenas de un movimiento brusco mientras gruñía de dolor y con los grilletes en sus muñecas todavía y con los trozos de la cadena por la cama quedó de rodillas sobre esta, sus ojos se tornaron de un color rojizo algo más oscuro y pronto sus manos comenzaron a arrancar sin delicadeza las astillas de su cuerpo. Gruñía cada vez que las intentaba quitar, algunas lo conseguía y la sangre manaba para luego ver como la herida se cerraba.

Gruñía de dolor y yo lo contemplé parada frente a él aun con la fusta en la mano y con una sonrisa de victoria en mis labios, sabiéndome vencedora de aquello porque se había soltado y no había podido aguantar la tortura. Vi que se revolvía en la cama, jadeando, gruñendo, dolorido llevando ahora sus manos a la zona donde estaba su corazón, había una astilla cerca y comprendí lo que estaba pasando solo con ver su desesperación y los gruñidos de dolor que soltaba. Me arrodillé frente a él observando con detenimiento, entretenida, como intentaba sin éxito alguno hallar el trozo de astilla que dada por la fusta se había incrustado en su pecho hasta casi alcanzar su corazón… llevándolo al Infierno que estaba pasando. Sonreí de forma ladina por ello mirando como luchaba por dar con la astilla sin soltar la fusta, esperando para ver cómo acababa aquello. Sus palabras se habían vuelto contra él, y ahora una astilla amenazaba su vida si seguía incrustándose en su corazón.


-Joe –lo llamé a lo que él paró de forma automática de buscar la astilla, gruñó de forma amenazadora y su rostro lo subió de forma lenta hasta dar con mis ojos, su tono burdeos era algo que no había visto jamás en un vampiro y sus colmillos sobresalían de sus labios amenazándome en una clara intención de hundirse en mí piel. Ahora sí que veía el monstruo que realmente era, el vampiro al que todos temían en sus peores pesadillas, como si supiera que estaba así por mi culpa y en verdad es que no se equivocaba para nada- ¿Te duele, amor? –Pregunté sin dejar de mirarle y volvió a gruñirme de nuevo, más fuerte, más fiera, más amenazador y supe que tenía a una bestia frente a mí, completamente ido, con la respiración entrecortada. Alcé la mano en su dirección y como si se sintiera amenazado y acorralado cogió mi muñeca y apretó con fuerza, haciéndome daño, tanto que tuve que morderme el labio y sentí que de seguir apretando logaría partírmela sin esfuerzo alguno. Con la fusta le di en el rostro, algo que no le gustó en absoluto, y me lanzó contra la pared haciendo que mi espalda rebotara y cayera al suelo- Maldito hijo de puta –dije mientras me levantaba pero él de nuevo se acercó hacia donde estaba, ya alzada, y llevando su mano a mi cuello apretó este alzándome del suelo. Parecía que estaba como en un trance en el que no era muy consciente de lo que hacía, como si hubiera tocado una tecla en su interior que había desatado a la bestia que tenía ante mí.

Intenté soltarme pero su agarre era firme y fuerte, notaba como el aire comenzaba a escasear y no tenía nada a mi alcance para poder soltarme, así que hice lo único que se me ocurrió en ese momento; quitarle la estaca del hombro que no se había quitado y volver a clavarla en su hombro otra vez a la vez que le daba con la otra mano donde más le dolía y que era donde estaba la astilla que buscaba, haciendo que me soltara y que gruñera dejándome caer al suelo en el que intenté recuperar el aliento, me acerqué hacia la mesa donde habíamos cenado y cogí lo primero que encontré y que era un cuchillo. Se repuso con rapidez y me golpeó en el rostro haciendo que cayera sobre la cama con el cuchillo en la mano, sabía que solo había una forma de poder pararlo y no iba a dejar que acabara con mi vida.

Cuando me quise reponer se abalanzó sobre mí apresándome contra el colchón, sus ojos rojos estaban fijos en la vena de mí cuello y entendí perfectamente qué era lo que tenía pensado hacer; morderme. La estaca del hombro había desaparecido así que sin pensarlo demasiado clavé el cuchillo cerca de donde creía que estaba la astilla, rugió en respuesta bastante en desacuerdo por aquello y entonces aferró mi pelo con una mano y ladeó mi cuello para hundir con violencia sus colmillos en la carne, gemí por tal acto como me había pasado la otra vez, notando su miembro duro contra mí cuerpo, sabiendo que no tenía muchas más oportunidades.

Mi mano fue hacia el cuchillo que seguía clavado en su pecho y lo moví de forma que podía rajar la piel de su pecho, y cuando toqué la astilla separó su boca de mi cuello gruñendo de dolor, ya sabiendo donde estaba. Ladeé el cuchillo con la punta sabiendo que, o lograba lo que quería, o nada impediría al vampiro matarme en aquella lucha a muerte. Con el cuchillo ladeado y la punta tocando la astilla hice palanca hasta que la astilla salió un poco asomando por su pecho, solté el mango del cuchillo que seguía en su interior y tiré del trozo que yo misma había metido en su cuerpo para sacarlo esa vez de él.

Se revolvió todavía encima de mí y al hacerlo y sacar el cuchillo me cortó en un brazo donde la sangre comenzó a brotar de la herida, pero pude apartarlo de encima de mí y alejarme viendo como al parecer poco a poco parecía salir del trance en el que se había metido, notaba que su respiración se hacía más pausada mientras que yo intentaba recobrarme de aquella lucha a muerte, en la que él sin duda alguna en esos momentos sí quería acabar con mi vida. Había bailado con el demonio y había sobrevivido al baile, como digna Lilith que era.
Al recuperarse del todo sus ojos subieron para mirarme como si no supiera que había pasado, sintiendo que me dolía una parte del rostro donde seguramente tendría un moratón al día siguiente, la herida del brazo que sangraba y los colmillos marcados de nuevo en su cuello, y le sonreí de forma ladina, como si hubiera ganado aquella noche.


-Bienvenido del Infierno, Joe –dije mirándolo de forma fija sabiéndome vencedora de aquello- Tú Lilith acaba de bailar con un demonio y ha dominado el baile proclamándose digna reina del mismo –acorté la distancia y apoyé mis manos en sus piernas ahora que estaba de rodillas sentado en la cama, para quedar a la misma altura que su rostro- ¿Cuál es mi premio? Toda reina del baile tiene uno, y yo quiero el mío –mis ojos en los suyos color rojo esperando su respuesta, él había perdido y por varias razones.
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Mensaje por Joe Black Dom Mayo 28, 2017 9:46 am

Mi nombre retumbo en mi cabeza, era la voz de esa que había incrustado la astilla tan cerca de mi corazón que ardía.
La humanidad se extinguió en el mismo momento en el que mi vida peligró, la bestia quedo libre, depredador que lentamente alzaba la vista para enfrentar su mirada parda.
Mi sonrisa se ladeó había firmado su sentencia de muerte aquella noche que nunca debió de producirse.
Nunca me sentí mas carnívoro que en este momento en el que no solo quería su vitae si no despedazarla entre mis fauces, arrancar cada miembro de su cuerpo.

¿Amor? Era irónica esa palabra cuando de sus labios procedía, pues no era eso lo que por mi sentía, solo quería hacerme daño y yo en este momento hacérselo pagar caro.
Acorralado mi peor parte salio, ella extendió la mano y yo partí su muñeca en un gesto nimio que empezaba el verdadero duelo entre los dos.

La fusta contra mi rostro, palabras tan ciertas como que era un monstruo, pues era cierto mi madre fue puta y yo un bastardo.
Tomé su cuello alzándola en el aire, la pared pronto se convirtió en su aliada parando su avance, pues contra ella su cuerpo fue estampado sin piedad alguna.
Avancé hacia ella con la frialdad de un asesino, lo que era realmente, un vampiro. La alcé del cuello de nuevo, ahogándola, ni una brizna de aire en sus pulmones pensaba destrozarla ahí mismo.
Mis colmillos fuera, mirada turbia por el deseo que me embriagaba antes de sentir la estaca abandonar mi piel y de nuevo hundirse con saña forzándome a soltarla.

Rugí al verla correr como el conejo que abandona la madriguera, me lamí los colmillos dispuesto a emprender la caza y pronto la distancia quedo resuelta pues su cuello entre mis manos se alzó con violencia, el colchón nuestro hogar.
Nuestras miradas fijas en un duelo distinto a los demás, mi sed no conocía parangón, mi odio aumentaba con esa astilla rozando mi corazón.

Mis ojos carmesí en la vena de su cuello que palpitaba de forma desaforada invitándome a una cena suculenta.
Hundió el cuchillo en mi pecho, idiota si creía que el acero podría acabar conmigo.
Tiré de su pelo, inmaculada su piel pronto se convirtió en mi templo y mis colmillos lo mancillaron sajandolo en un acto fiero.

Cada vez que absorbía sentía los tirones en su cuerpo, estaba parcialmente extasiada por el poder del abrazo y eso me excito de sobremanera pues nunca fue tan mía como en ese momento.
Su vida dependía de mi voluntad por mantenerla en este mundo o arrastrarla al infierno y a decir verdad me inclinaba por lo segundo.

Ella movía el cuchillo en mi interior, sus fuerzas disminuían, podía sentir como la vida se escapaba de su yugular mientras jadeaba por mantenerse despierta.
No se como pero aquel ardiente quemazón en mi corazón se esfumó, había sacado la astilla, caí sobre ella recuperando la razón y así aflojé el mordisco dándome cuenta de lo estúpida que había sido la cazadora en esta ocasión.

Me alce escuchando como agotada aseguraba que Lilith había bailado con el demonio y había salido airosa
-pude haberte matado insensata – gruñí centrando mi rojiza mirada en sus apagados pardos -¡pude haberte aniquilado!¡Nunca!¿ me oyes?¡ nunca vuelvas a llevarme al limite de la cordura, porque la bestia que mora en mi es carnívora y no dudará en despedazarte y alimentarse hasta apurar la ultima gota!

Cabreado me aparté de ella, poco me importo que sus manos se apoyaran antes en mis rodillas para pedirme un premio, pues a decir verdad a este juego ya no le encontraba la gracia.
Su rostro morado por los golpes, su brazo sangrando, su cuello herido y ella débil, muy débil.
-¿quieres tu premio? -gruñí hundiendo mi mirada en la suya.

Caminé hacia ella con decisión, mi rostro contra el suyo, mi aliento acarició sus labios antes de ir a mi muñeca y con los colmillos sajarla para que el carmesí saliera en abundancia.
No tardó en descubrir mi plan, pero era tarde, pues mi otra mano aferró su pelo y la lleve hacia mi herida para que pecara.
-Esta es la sangre del demonio, toma y bebe Lilith.
Ladeé la sonrisa al ver como sus ojos brillaban rabiosos, pero no pudo evitar que mi rudeza la obligara a beber de mi.
No conocía otro modo para sanar sus heridas en el acto y la perdida de sangre bien podría haberla llevado al fallo de un órgano.
-Disfruta del viaje -sentencié al sentir sus manso aferrarse a mi antebrazo sorbiendo con energía mi piel para acaparar mas sangre que beber.
Jadeé ante ese acto completamente excitante para los dos, era embriagadora esa sensación, mi deseo aumentaba a la vez que el suyo.
La droga era potente demasiado.
Su cuerpo poco a poco fue cediendo, su espalda contra mi pecho, entre mis piernas los dos en el lecho.
-Así pequeña -susurré acariciando su pelo -tienes que recobrar fuerzas.


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Mensaje por Danerys Garnert Dom Mayo 28, 2017 1:48 pm

Mentiría si dijera que estaba bien y en perfecto estado, mentiría si dijera que no pasaba nada y me encontraba bien… pues solo serían burdas falacias. Estaba cansada por la lucha intensa que habíamos librado hacía apenas unos minutos en los que él, el vampiro de verdad que había surgido a la superficie, había intentado por todos los medios acabar con mi vida cuando la razón se nubló dejando paso al monstruo y a la bestia que habitaba en su interior. Esos ojos burdeos ya me habían indicado lo que iba a pasar en el momento en que pronuncié su nombre y su vista subió, dejándome ver esos ojos y los colmillos como clara señal de que la lucha comenzaba de verdad… y había sido una lucha encarnizada a muerte, en la que de verdad no se contuvo para nada, en la que al parecer había tocado una pieza o tecla en su interior que había despertado a la bestia.

Ni siquiera sabía cómo lo había hecho, cómo había logrado sacar la astilla de su pecho que rozaba su corazón cuando sentía que me debilitaba por momentos, que la sangre me abandonaba y que él no dejaba de succionar y beber mí sangre, un acto tremendamente erótico que calentó todo mi cuerpo y me excitó sin que pudiera evitarlo. Ya sabía lo que un mordisco de vampiro podía provocar, pero era la primera vez que lo sentía en toda mi vida. Ahora ya había pasado el peligro e incluso con todo el cansancio, con la debilidad que me recorría por el cuerpo, sangrando… no quise mostrarme débil ante él. Podía afirmar que había sobrevivido a su ataque, había bailado con el demonio y había sobrevivido y no solo eso, sino que me había proclamado reina del baile.

Él estaba sobre la cama sentado de rodillas sin comprender demasiado lo que había pasado, porque durante todo el rato que sus ojos burdeos habían estado presentes era como si hubiera entrado en un trance del que solo cuando quité la astilla logró salir, sus ojos rojos me miraban de forma fija como recordando lo que había pasado, siendo ahora consciente de lo ocurrido y del destrozo que había en la habitación. Igualmente me seguí mostrando altiva frente a él, antes muerta que dejarle ver cómo estaba realmente… mí orgullo por encima de todo, era algo que no podía evitar. Yo era una cazadora y aunque no lo había matado había ganado aquella pelea, aquel baile, y aquella noche de nuevo.

Ahora ya en frío con la respiración normalizada y mi cuerpo de vuelta a la normalidad podía sentir mucho más el dolor de muñeca, antes en la mitad de la pelea y de la adrenalina me había olvidado del dolor, pero ahora en frío todo lo notaba mucho más y dolía horrores, me había partido la maldita muñeca en un movimiento limpio y que no le costó para nada, seguramente aunque no me había mirado en el espejo tuviera marcas de sus dedos en el cuello cuando intentó ahogarme, por no hablar del moratón que también me saldría aparte del cuello en el rostro cuando me golpeó, y ni qué decir sobre los dos orificios que tenía al haber hundido sus colmillos en el cuello. Y ¡ah, sí! El corte en el brazo cuando le quité la astilla… signos de una lucha a muerte en la que había sobrevivido, otra en mí lugar, yacería muerta en la cama hacía ya mucho tiempo.

Escuché sus palabras estando cerca de él, apoyando una mano en su pierna sentado como estaba de rodillas en la cama, la otra no quería hacer mucho con ella porque dolía demasiado, y era extraño que comenzara a hincharse en los próximos minutos. No entendí por qué le importaba el que estuviera viva o muerta, me hizo tremendamente gracia que me llamara insensata, estaba cabreado y no sabía exactamente el motivo de dicho cabreo mientras él continuaba hablando sobre que no volviera a hacerlo, que no lo llevara al límite de la cordura como sin duda alguna había hecho esa noche, porque tiene una bestia en su interior que no dudaría en matarme y beber hasta la última gota. La bestia que había visto con sus ojos burdeos, la bestia que casi me mataba. Me apartó alejándose y lo miré enarcando una ceja por sus palabras.


-¿Ahora tienes remordimientos por tus víctimas, Joe? –Pregunté frunciendo el ceño mientras él me daba la espalda todavía, a unos pasos de mí- ¿Qué mierda te importa si vivo o muero? No soy nadie ni nada para ti, tan solo sería una cazadora menos intentando cazar a seres como tú ¿no es así? –No entendía su advertencia, de verdad que no le encontraba sentido alguno- ¡Oh! ¿Te preocupas por mí? –Pregunté mirando todavía su espalda sin entender su reacción, siendo mordaz con mis comentarios sin entender los del vampiro- Soy tú enemigo, tú eres el mío… se espera que yo clave una estaca en tú corazón y tú me mates, todo lo que salga de ahí es anormal –me sentía cansada como para discutir gilipolleces como esa a la que no le encontraba el sentido- somos némesis por naturaleza, ¿qué querías que pasara? Solo fingimos un papel ante los demás pero en el fondo los dos sabemos lo que realmente somos, y cómo acabará todo esto… así que no entiendo por qué narices te preocupas cuando ahí fuera hay jóvenes con mejor apellido que el mío, y que estarán complacidas de hacer lo que tú les pidas sin rechistar –se giró para mirarme y pude ver el cabreo que llevaba todavía encima- Sí, quiero mí premio puesto que he ganado de nuevo –le recordé, por si acaso había olvidado, que era la segunda noche consecutiva que le ganaba.

Acortó la distancia entre los dos, su rostro de nuevo frente al mío a escasos centímetros, podía sentir su aliento contra mis labios y mis ojos puestos en los suyos, cansada y débil aguantando todo lo que podía estoicamente frente a él. Alzó su brazo y llevó su muñeca a su boca donde mordió clavando los colmillos, viendo como las gotas de su sangre caían hasta gotear al suelo. Entendí lo que iba a hacer y di unos pasos hacia atrás para alejarme de él negándome a beber de su sangre, de la sangre de un vampiro. Pero fue más rápido que yo, cogió mí pelo y sin mucho esfuerzo me hizo deshacer mis pasos, y sin soltar todavía mi pelo llevó mi boca a la herida donde manaba su sangre.

Lo miré con rabia y odio en esos momentos negándome a abrir la boca escuchando sus palabras, como si fuera un cura que entregaba la sangre de cristo en plena misa, con la sonrisa ladeada en su rostro sabiendo que no me gustaba aquello. Pero al final empujada por él, por su fuerza y su rudeza… noté que la sangre comenzaba a adentrarse por mis labios como si se filtrara, bajando por mi garganta como si fuera alcohol puro que abrasaba a su paso, poco a poco mis labios se fueron abriendo de forma inconsciente y al final acabé por abrir la boca del todo como si necesitara de su sangre, aferrando con mi mano su antebrazo sujetándolo contra mi boca… y sentí que me perdía.

Sus palabras fueron certeras animándome a disfrutar del “viaje” que provocaba beber de su sangre, ya me había advertido lo potente que sería el viaje y el colocón y ya empezaba a notarlo en mí cuerpo. Gemí contra su piel mientras bebía de su sangre como si necesitara mucho más de ella, la notaba bajar por mí garganta y como calentaba mi cuerpo poco a poco, cuanto más bebía más quería, más caliente y excitada me sentía. Moví mis caderas de forma involuntaria notando como si… flotara. Era una sensación completamente extraña y difícil de explicar, la adrenalina recorría todo mi cuerpo fluyendo por mis venas, pero al mismo tiempo es como si estuviera suspendida sobre el suelo, como si mi cuerpo realmente flotara y no sintiera absolutamente nada, ni mis piernas manteniéndome sobre el suelo, ni mis manos aferrando su antebrazo… absolutamente nada.

En un estado de éxtasis donde me parecía encontrarme en otro lugar totalmente diferente, mi mente se perdió y en lo único en lo que podía pensar era en la sangre, y lo único que sentía era lo muy excitada que me sentía, como si mi cuerpo se hubiera prendido en llamas y quemara por todas partes, ardiente, húmeda, necesitada, extasiada… con cada sorbo y cada tirón más placer y mayor era el grado que sentía. Mis ojos subieron a los del vampiro que miraba como bebía de su muñeca, su jadeo al verme de esa forma seguramente excitante para él como ya me había dicho antes provoco otro gemido que murió en su piel. No podía parar de beber, cuanto más bebía mucho más quería… no tenía suficiente.

Podía notar que el dolor de la muñeca desaparecía, ya no me dolía en absoluto e incluso pude moverla para aferrar su antebrazo, clavando mis uñas en su piel ante el placer que me recorría por entera, necesitada y desesperada, con el corazón bombeando con fuerza y todo mi cuerpo ardiendo de forma continua, pero aumentando cada vez más y más. Ni me enteré de que me condujo hacia la cama donde él se sentó, dejándome entre sus piernas con su brazo como si rodeara mi cuello, mi espalda contra su pecho y su mano acariciando mi pelo como si intentara relajarme, animándome a que siguiera bebiendo de él. Mis caderas se movían de forma descontrolada en el que con cada movimiento notaba su miembro justo contra mi espalda totalmente duro, excitado y preparado. Cerré los ojos y jadeé contra su piel totalmente encendida, con el cuerpo ardiendo de deseo y de necesidad, tanto… que terminé por parar de beber lamiendo la herida que él mismo se había hecho, y luego lamí mis labios.

Ya me había cansado de beber y ahora lo que más necesitaba era calmar esa sensación que se había apoderado de mí cuerpo, ardiendo, quemando, excitada hasta el punto más alto que había, el grado más elevado e incluso creía que lo había pasado. Todo mi cuerpo me pedía y me demandaba calmar lo que sentía, jamás había estado de esa forma tan excitada y en donde estaba completamente húmeda, mojada hasta tal punto que había dejado una marca húmeda allí donde me había sentado, y de solo notar que él estaba tras de mí excitado con su miembro rozando mí cuerpo… más cachonda me ponía. Y a eso había que añadirle cómo me había dejado el vampiro en su tortura placentera.


-Joe… –su nombre salió en un reclamo seductor y totalmente lujurioso, como si un demonio de la lujuria se hubiera apoderado de mí cuerpo y en lo único en lo que podía pensar era en él, su miembro, y el tremendo placer que necesitaba sentir. Mi cabeza recostada en uno de sus hombros con la respiración errática, mi pecho subiendo y bajando con rapidez y todo el cuerpo ardiendo de pura y dura necesidad. Mis manos subieron desde mis caderas acariciando mi piel parándose en mis pechos, apretándolos, acariciándolos, soltando un gemido ante el placer que eso me provocaba sin dejar de mover mis caderas. Aparté mis manos de mi cuerpo y me giré quedando en la misma posición en la que estábamos en el baño, sentada sobre él mirándolo con los ojos encendidos, necesitados de algo que solo él podía darme, con mi sexo frotándose contra su miembro- Tú Lilith te necesita en su Infierno… -murmuré sobre sus labios llevando una mano hacia su pelo, dejando su rostro hacia atrás con mi cuerpo pegado al suyo por completo. Recorrí su cuello con mis labios y los dejé sobre los suyos, lanzando un jadeo mientras la necesidad apremiaba, cruda, salvaje… volviéndome loca- Tómame –pedí contra sus labios antes de besarlos de una forma ruda, casi salvaje, necesitada y desesperada moviendo mis caderas contra él buscando provocarlo, tentarlo, para llevarlo y arrastrarlo a ese infierno que estaba pasando, en el que no era consciente absolutamente de nada, solo podía pensar en saciar mi cuerpo.
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Dancing With The Devil ~ Privado (+18) - Página 3 Empty Re: Dancing With The Devil ~ Privado (+18)

Mensaje por Joe Black Dom Mayo 28, 2017 3:21 pm

Podía oler su excitación, como su cuerpo se tensaba completamente contra el mio, buscándome, su errática respiración golpeaba mi antebrazo mientras succionaba la sangre que abandonaba mi organismo provocandole un viaje apasionante a otro mundo desconocido.

Sabia el calor que ahora debía recorrer su cuerpo, como cada poro de su piel me gritaba que la tomara y sus mejillas rojizas mostraban hasta que punto la excitación podía enturbiar su mirada.
Labios entreabiertos, lengua que limpiaba mi piel suplicando mas de lo mismo, sangre, mi sangre.

Mi respiración pesada golpeaba su pelo mientras mis dedos lo acariciaban suavemente, en mi cabeza retumbaba la pregunta anteriormente hecha ¿me importaba su muerte, mil mujeres ostentaban un gran apellido, pero ninguna de esas mujeres era Lilith.
Era cierto siempre seriamos enemigos aferremos, mas de cierto modo ¿no había belleza en ello? Quizás era un romántico, uno capaz de ver mas allá de lo ético, pero sentía del mismo modo que para ella mi vida no era del todo indiferente, pues podía haber hundido la astilla en mi corazón golpeando mi piel y sin embargo lucho por sacarla con el cuchillo.

Quizás ninguno de los dos queríamos acabar con este juego, uno excitante, peligroso pero nuestro.
Frente a los demás eramos la perfecta pareja de prometidos que tras conocerse en una fiesta habían quedado prendidos uno del otro de un modo loco. Nosotros conocíamos la verdad, no había amor en nuestros actos, mas bien un odio que nos corrompía por dentro, pero del mismo modo, nos mantenía vivos, intactos, nos daba un motivo para seguir luchando.

Apartó su boca de mi brazo, me relamí al sentir su respiración rauda impactar en mis labios, su sexo completamente mojado danzaba sobre el mio como lo hacen los sucubos y su mirada suplicaba ser tomada.
Jadeé roncamente, un sonido gutural que acalló con su boca al deslizarse por la propia.
Lenguas que se convirtieron en sierpes, la fruta prohibida quedaba sellada por ese duelo en el que ambos queríamos morder la prometedora manzana.

Mis manos en sus caderas marcando el ritmo de la danza de los siete velos, seguro estaba de que mas de un rey había sucumbido frente a este arte que Dan dominaba de un modo impropio a su raza.
La deseaba, todas las moléculas de mi cuerpo querían fundirse con esa mujer que aun ebria de mi me retaba a tener el valor de hacerla mía.

Mi hombría tan dura como nunca lo estuvo rugía, y con mas fuerza lo hizo cuando se separó de mi boca acariciándola con la yema de los dedos mientras ladeaba la cabeza.
Era un depredador, hambriento, sediento fuera de control y me pedía que la tomara porque nada podía aplacarla en este momento si no era yo.

Mi boca volvió a buscar sus labios carmesí, sabor férreo que tentador me regalaba un instante distinto a los que durante esa noche habíamos tenido. Un beso sosegado, tentador, cargado de deseo, eso fue y será cuanto de ella tomaría esa noche,  pues algo si sabia, el día que su laberinto se abriera para mi, no seria porque mi sangre corría por sus venas enturbiando su razón.
Había probado durante gran parte de la noche tentarla, provocar que su deseo venciera al odio y aparcando nuestras dispares razas que me amara..solo hoy. Había perdido la batalla y esto era una retirada.
-No eres tu la que habla -gemí contra su boca -mis dedos se deslizaron por su curada muñeca, ladeé la sonrisa antes de poner en ella una esposa que engarcé la cabezal de la cama -lo siento pequeña, en este viaje no estoy invitado.
Me relamí los labios atesorando su sabor y me alejé de su cuerpo sintiendo de inmediato el vació abrasador.


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