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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danerys Garnert Dom Abr 30, 2017 11:43 am

Recuerdo del primer mensaje :

El leve aire que se alzaba en aquella tarde movía y agitaba mí pelo como una cascada que bailaba su propia danza, el sonido de un arma cayendo al suelo sobre la hierba del lugar, un golpe que venía procedente de la derecha y que esquivé agachándome con agilidad, el sonido de un jadeo por el esfuerzo, respiración contenida y controlada buscando un punto débil donde atacar y derribar al contrario. Un golpe bajo hacia la zona de mis pies que busca desestabilizarme por completo, pero no lo permito. Ruedo hacia un lado sin vacilar en mis movimientos alejándome del adversario, tenía que pensar con rapidez antes de que perdiera la pelea. ¿Perder? ¡Já! Esa palabra no estaba en mí diccionario y no la utilizaría nunca. Un gruñido procedente de mis espaldas advirtiéndome de que a mí contrincante no le había gustado nada que hubiera escapado, sonreí de lado encontrándome en el camino mientras rodaba la daga que me había hecho soltar con un golpe, desarmándome.

Ahora tenía una daga que utilizar y podía sentir los ojos puestos en los míos, el sudor perlaba mí frente y mí pecho subía y bajaba de forma controlada, respiración que tenía bajo control, situación que así también estaba. Una sonrisa socarrona y burlesca apareció en mis labios y alenté con mi mano a mí adversario a que se acercara para luchar contra mí, preparada para acabar con aquello y proclamarme vencedora, porque no está en mí perder y no pensaba permitirlo. Se acercó con rapidez hacia mí dirección, yo levanté la daga y me puse en posición de ataque dispuesta a dar el último asalto.

Se lanzó sobre mí y paré el primer golpe con el antebrazo, eché hacia atrás el cuerpo para que el puño no diera en mí rostro y giré asestándole un golpe en el costado que lo dejó durante unos segundos sin respiración, no se dio por vencido tampoco y volvió a arremeter esa vez sacando la daga que también portaba. Cruce de estas en las que el sonido metálico era lo único que se oía, una patada en mí dirección que a duras penas paré, y que se sirvió para derribar al contrincante lanzándolo al suelo, pero antes de que pudiera rematar se levantó con agilidad e intenté darle una patada baja para que se cayera pero saltó y la esquivó girándose para encararme.

Lanzó la daga de forma imprevista y como acto reflejo moví la mano para esquivarla de mí camino haciendo a un lado el cuerpo, momento que aprovechó para lanzarse sobre mí y hacer que cayera al suelo, su cuerpo sobre el mío, sus manos intentando desarmarme y buscar mí cuello para dejarme sin respiración. Colé un pie por debajo de su cuerpo hasta llegar a su pecho, le di un golpe fuerte con el codo en el rostro y aproveché eso para cogiéndolo del cuello de la camisa lanzarlo hacia atrás donde me puse encima, mí rodilla presionando su pecho y su brazo atrapado en una llave que le imposibilitaba moverse. Por si aquello no fuera suficiente, la daga en su cuello en una clara victoria. Mis ojos puestos sobre los suyos, el pelo que caía hacia un lado cubriendo una parte de mí rostro y que caía sobre él, enmarcándolo. Nuestras respiraciones chocando la una con la otra, podía sentir la calidez de esta dando contra mis labios, que me hizo entreabrirlos de forma inconsciente mientras seguía inmovilizado y ya derrotado en aquella batalla.


-¡Vale, vale! Tú ganas–sonreí de lado guardando la daga en el cinto que llevaba y levantándome para espolsar la ropa de entrenamiento que llevaba mientras Mathew, mí maestro, se levantaba llevando una de sus manos al brazo con un claro gesto de dolor- Hoy estás particularmente agresiva –mis ojos lo miraron de lado sin comentarle nada al respecto. Oh, ¿de verdad? Vaya, no sabía cómo se había fijado de ello. Sí, había descargado con él la furia y la frustración que llevaba encima imaginándome que era otra persona a la que atacaba- ¿Qué te han hecho esta vez, pequeña? –Preguntó recogiendo la daga que se había estrellado contra uno de los troncos donde ensayábamos la puntería y no contesté- ¿No me lo piensas decir? Acabo de recibir una paliza y soy tú maestro, debería de castigarte por ello–reí de forma irónica y me giré para mirarlo, cruzándome de brazos.
-O querrás decir que deberías de felicitarme por haber superado al maestro –él hizo una mueca divertida y se encogió de hombros- Mí padre quiere que vaya a una fiesta que realiza no sé quién porque está buscando una esposa –hice un gesto con la cara en desacuerdo total-será muy poco agraciado, o más bien nada –acoté mientras él me miraba- si tiene que hacer una fiesta para buscar esposa… pobre desgraciado–terminé mientras él negaba con la cabeza y se acercaba a donde estaba para recoger todo.
-¿Y cuál es el problema Dan? –Dan, siempre me llamaba así acortando mí nombre, lo miré sin pensar por un segundo que habría preguntado tal cosa.
-¿Qué cuál es el problema? ¡Qué mí padre quiere casarme! –Él solo se rió haciendo que me sacara de mis casillas tal hecho y me miró con ojos divertidos.
-Ya es hora de que sientes la cabeza y quién sabe, quizás hasta ese hombre te entra en buena vereda –comentó alejándose hacia la casa, cogí una piedra del suelo y se la tiré dándole en la espalda mientras él se reía divertido por verme de esa forma. No había manera alguna de que me casara y menos con un hombre que tenía que buscar esposa mediante una fiesta, acudiría y en cuanto pudiera escabullirme de la fiesta me iría a cazar dejando allí a mí padre y a aquel hombre con su particular búsqueda. Entré en la casa y observé a  Mathew de espaldas guardando las cosas, era más mayor que yo y estaba en la treintena ya, en casi mitad de esta, aun así no había perdido su atractivo y que fue el que me hizo sentir un amor platónico cuando era niña con diez años y me salvó de aquel vampiro, aunque comprendí que me seguía viendo como esa niña y mis tonterías de niñez se quedaron en un recuerdo y en el olvido. Ahora solo sentía admiración y aprecio por ese hombre, aunque no negaba que ante mis ojos me hiciera sentir algo más y que se llamaba “lujuria”, pero él jamás me vería con esos ojos, los cuales ahora se fijaban en mí con una sonrisa de diversión en sus labios que de niña deseé besar más de una vez, cruzándose de brazos sobre el pecho- Venga, deberías de irte para que te prepares para la fiesta. Mañana me puedes contar qué tal te fue y si era tan agraciado o no como pensabas –se acercó dejando un beso en mí frente como si fuera una niña y me alentó a que me fuera, lo miré de mala manera y le hice un gesto obsceno que lo hizo reírse antes de alejarme y montar al caballo que había cogido para ir a entrenar, en una cabaña en mitad del bosque y volver a la mansión, para cuando llegué las doncellas y sobre todo aquella que era de mí total confianza ya tenían todo preparado para adecentarme, con un vestido que quise romper en cuanto lo vi sobre la cama.


Última edición por Danerys Garnert el Vie Mayo 19, 2017 11:01 am, editado 2 veces
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Mensaje por Danerys Garnert Sáb Mayo 13, 2017 10:13 am

Aquel vampiro bastante excitado con la situación, su miembro clavándose contra mi sexo aun con la ropa puesta no dejaba duda alguna de ello, había visto el gesto que hizo cuando llevé su sangre de mis dedos a mis labios, con su boca entreabierta mientras yo sentía el sabor férreo de esta, en una pequeña cantidad pues sabía de los esclavos de sangre que algunos vampiros tenían. Era bastante fácil provocarlo e incluso se había alzado quedando cerca de mi rostro acortando distancias, sintiendo su aliento contra mis labios.
Ni siquiera lo pensé cuando teniéndolo bajo mi cuerpo cogí aquel atizador con el que de alguna forma me había retado, para hundirlo en su pecho incrustándolo todo lo profundo que pude hasta que la punta de este tocó el parqué del suelo, clavándose en esta mientras la sangre comenzaba a salir de la herida.

La daga que aferraba en mi mano la utilicé para clavársela en el muslo, algo que le hizo gruñir de dolor, y que dejé en su cuerpo al tiempo que me levantaba pasando de los tacones para salir por el ventanal del salón, saltando al exterior y comenzando a correr por los jardines hasta llegar al muro, subir por la puerta de la entrada no sin antes abrir el vestido para darme mayor movilidad, y trepar por ésta sintiendo como el vestido se iba enganchando de vez en cuando. Logré saltar y ya estaba fuera, en mis pies podía sentir el frío del suelo perno no me importó en absoluto, comencé a correr con la única idea en la mente de ir hacia la cabaña de Matthew donde podría ocultarme lo que restaba de noche hasta el día siguiente que volviera a casa.

No podía aparecer de esa forma por mí casa con el vestido roto por un lado y lleno de pequeños jirones por haber trepado la puerta del muro para alejarme lo más que pudiera de aquella mansión. No tardé mucho en vislumbrar el bosque y me metí sin pensarlo para poder llegar a la cabaña, consciente de que aquel vampiro no se iba a quedar de brazos cruzados y que seguramente me estuviera rastreando para seguirme y dar conmigo… tan solo tenía que despistarlo y pasar allí la noche, por el día él no podía hacer nada y haría todo lo posible por evitar la boda. Matthew tenía contactos y quizás pudiera irme por un tiempo, aunque seguramente no lo aprobaría y me diría que debía de afrontar la situación… pero me negaba, me negaba a casarme con un vampiro cuando lo único que quería de ellos era matarlo.

Corría entre los árboles con la respiración acelerada, acordándome de los entrenamientos que había tenido con él para controlar la respiración, el vestido al ir corriendo quedaba como si fuera una estela que se proyectaba de mi cuerpo dándome un aspecto más etéreo, el pelo danzaba libre al viento por la carrera y bajo mis pies podía notar cada una de las hojas que había en el suelo, el chasquido de las ramas al romperlas cuando corría sobre ellas, lo mullido que estaba todo y que por eso mismo no hacía mucho ruido cuando corría, lo que más se oía era mi respiración y las ramitas al partirse. Sentía los latidos de mi corazón que bombeaba con fuerza en mis oídos, mientras solo podía pensar en llegar.

De vez en cuando miraba hacia atrás por si veía al vampiro correr en mi dirección, él era mucho más silencioso que yo y sabía que no lo notaría hasta que no lo tuviera encima. Porque sabía que iba a venir a por mí, y esa vez en vez de ser yo la cazadora… estaba siendo la cazada. No me gustaba huir pero necesitaba tiempo y un plan para impedir la boda, porque ni por un solo segundo había aceptado quedarme en esa mansión toda la noche y solo estaba esperando el momento oportuno para largarme… y él me lo había ofrecido en bandeja de plata. ¿Se pensaba que no iba a hacerle nada? Si era así, era un completo imbécil. Matarlo no podía matarlo esa noche porque todos sospecharían de mí, tenía que pensar bien cómo lo hacía y necesitaba tiempo… sentía que debía de salir de allí y él había frustrado mi intento de salir a cazar. Llegaría a la cabaña, me cambiaría de ropa y saldría a cazar algo por el bosque… seguro que encontraba algo con lo que ensañarme y desquitarme como había deseado hacerle al vampiro.

Pronto divisé la cabaña que tan bien conocía desde hacía tantos años y que había sido donde había pasado la gran mayoría de mis tardes y de mis noches, entrenando duramente para convertirme en la cazadora que era. Llegué a la puerta delantera con la respiración acelerada, me paré un par de segundos frente a esta recobrando el aliento y apartando el pelo de mi rostro entré en el interior de la cabaña… solo para darme cuenta de que no había nadie. Atravesé esta que no era muy grande buscando a mi maestro sin verlo por ningún sitio, algo que me pareció sumamente extraño pues de normalidad estaba siempre allí. Quizás había salido a cazar aquella noche, eso podría explicar por qué no estaba allí.


-¿Matthew? –Pregunté con la voz un poco entrecortada por el esfuerzo que había hecho al correr desde la mansión, atravesando aquel bosque, para llegar a la cabaña. Al no hallar respuesta me fijé en ese momento en que la puerta trasera estaba un poco entreabierta, allí era donde solía entrenar y donde tenía un camino que conducía hacia un almacén que era donde tenía todas las armas. Me acerqué hacia la puerta y al abrirla mis ojos dieron con aquella escena que no habría esperado para nada en el mundo… Mis ojos se abrieron sorprendidos por lo que veía, mis labios se entreabrieron y un “No” salió de ellos con furia y miedo mezclados sintiendo un pinchazo en el pecho que quemaba y ardía ante la imagen que conteplaba… Aquel maldito vampiro lo tenía cogido por la tráquea, estaba herido y era claro que habían luchado entre ellos siendo el vampiro quien mejor parado había quedado. La camisa de este estaba manchada de sangre por donde le había atravesado con el atizador y sus ojos me miraron de forma fija, sin soltarlo. Podía notarse la furia, la rabia y el odio que desprendían los ojos del vampiro y lo miré fulminándolo con la mirada, deseando matarle por lo que había hecho. Apresaba a la única persona por la cual sentía admiración y que ahora estaba malherido, y no iba a dejar que lo matara. No habría mucha diferencia de edad entre ambos, pero a uno lo deseaba matar y a otro le había cogido aprecio con el paso de los años. La voz del vampiro en aquella preguntaba sonaba tremendamente llena de ira y de cólera, y ni siquiera me lo pensé cuando cerca había un tocón de madera donde había una ballesta, cargada, que cogí - Lejos de ti, mi amor –le apunté con la ballesta mirándolo de forma fija, cabreada, odiando a aquel vampiro por haber llegado hasta allí antes que yo y haberle hecho daño a él… sabía que podía matarlo de un movimiento, pero si lo hacía yo dispararía y acabaría con su vida en ese momento.


-Ni se te ocurra matarlo, vampiro hijo de puta –escupí clavando mi mirada, ahora helada, en sus ojos rojos que resplandecían con la luz de la luna- si lo haces no voy a dudar en disparar y acabar con tú vida, ¿y sabes que más haré? –Pregunté sin dejar de apuntarlo, desviando mi vista al que era mi maestro y que me miraba intentando no perder el sentido por la pelea que habían tenido, manteniéndose más bien en pie porque el vampiro lo tenía cogido- Luego iré a la mansión y acabaré con la vida de todos y cada uno de los que tienes allí… y dejaré para el final a esa niña que tanto quieres y aprecias, verá como los mato uno a uno y luego ella será la última que sufra y muera –no había duda en mí voz, era una clara amenaza de lo que pretendía hacer- y si sales con vida pero lo matas igualmente, ya puedes en esta noche mandar bien lejos a esa niña Joe, porque te juro que la encontraré y aprovecharé la luz del sol para encontrarla, matarla y dejar su cuerpo en tú cámara para que la encuentres muerta… no tengo nada contra la niña, pero sé que es lo que más te haría daño y pienso utilizarlo sin remordimiento, fríamente y sin ningún tipo de escrúpulo –porque era cierto, la pobre niña no tenía la culpa de tener a un monstruo a su lado- Así que suéltalo, amor mío, y quizás te deje con vida –disparé la ballesta haciendo que impactara contra su hombro en señal de aviso- la próxima vez no fallaré. Suéltalo –le ordené y di dos pasos hacia el frente volviendo a disparar otra vez la ballesta, esta vez le di justo donde había clavado la daga aunque la herida estuviera cerrada, pero para que viera que tenía una puntería excelente- La próxima será la definitiva, te dije que iba a matar a alguien y veo que quieres ser el elegido –apunté bien con el arma justo para darle en su corazón y me mantuve firme- tienes cinco segundos Joe, antes de que acabe con tú existencia –él no parecía demasiado preocupado confiando en su velocidad como vampiro, inicié la cuenta atrás pero cuando llegué al número “Dos” le lancé con fuerza la ballesta que tenía entre mis manos a la cabeza, sin esperárselo para nada, y me lancé hacia él para empujar a Matthew que cayó al suelo perdiendo ya el conocimiento y derribé al vampiro cayendo sobre él, saqué la daga que tenía guardada con la clara intención de ponerle fin a su vida, no sin antes soltarle un puñetazo en el rostro con fuerza, donde quizás yo me hice más daño, pero que descargué parte de la furia. Hundí la daga en su pecho, la saqué y volví a hundirla de nuevo, y otra vez de forma rápida, brusca y seca descargando toda mi rabia y odio contra él, haciendo que sangrara, salpicándome el rostro con su sangre así como parte de mi vestido.
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Mensaje por Joe Black Sáb Mayo 13, 2017 12:31 pm

Pude ver el odio centellear en sus ojos y por primera vez el miedo reflejado en ellos, ahora entendía que también ella tenia un punto débil, muchos a decir verdad, pues no solo este pobre desgraciado significaba algo para la dama, si no su padre, madre, familia.
Ladeé la sonrisa, admito que deseaba su muerte como clara venganza de su acto de rebeldía, necesitaba una lección y yo como buen maestro se la daría, mas por otra parte, si acababa tan rápido con este juego de tira y afloja ¿que conseguiría?
La ponzoña es algo que ha de ir despacio corroyendote por dentro y por hoy creo que había bastante veneno en nuestros cuerpos.

La mujer tomo una ballesta furiosa, rabiosa, insultándome como nunca antes lo había hecho, le dolía y en ese dolor estaba mi mayor disfrute personal, mi triunfo sobre el suyo.
Sus ojos veían caer la sangre del que quizás era su gran amor.
Ladeé la sonrisa con cierta diversión, me amenazaba sin poder evitar escupir en mi cara todo ese sentimiento que ahora inundaba su alma, uno que la desgarraba y yo me recree con ello como lo hace el demonio al apropiarse de un alma.
-Te enseñaré la segunda lección de la noche. Cuando amenaces se capaz de cumplir tus palabras, ambos sabemos que eres incapaz de tocar a esa niña, porque es humana, tan humana como tu y que yo sepa los cazadores existís solo por y para proteger a vuestra raza. ¿sabes en que nos diferenciamos tu y yo? En que tu eres luz, y yo me muevo a mis anchas en la oscuridad, se que piensas que por ir armada eres peligrosa, tétrica, capaz de convertirte en un monstruo como a los que cazas, te equivocas, aun destruyendo oscuridad, sigues siendo luz, lo veo con claridad en tu aura.

Disparó, porque no podía aguantar la verdad que escuchaba, porque quería salvar lo que amaba y porque queria matarme y yo no la culpaba.
Mi hombro fue el objetivo, podía haberlo esquivado, haber interpuesto el cuerpo de ese extraño y haber hecho que ella y su certero tiro le diera muerte en el acto, mas no lo hice, mis ojos siguieron fijos en los suyos mientras ahora disparaba a mi pierna.
Gruñí la madera dolía, mas seguí inmóvil esperando que cumpliera lo prometido, que mi corazón fuera su objetivo, pero no lo hizo y mis dudas aumentaron cuando la ballesta la lanzó contra mi y completamente ida me apuñalo una y otra vez mientras yo tensaba el gesto observando su rabia salir.

La empujé a un lado, estaba ensangrentado, me puse en pie tambaleándome, rompí las virutas de las saetas y sin mediar palabra salí de la cabaña en silencio cerrando la puerta a mis espaldas.
Había sentido una aura, un olor familiar, una mujer que bien conocía, peligrosa, demasiado para dejar que se acercara a ella.
Relamí mis labios empezando a andar hacia las profundidades del bosque.
-Bathsiva ¿que sorpresa? ¿que te trae por París? -preguté aun sin verla aunque sabiendo que ella y cuatro hembras de su manada se ocultaban entre la espesura de las frondosas ramas de los arboles.
-Apestas a sangre -susurró dejándose caer frente a mi, sus dedos se pasearon por mi rostro en una caricia muda que permití -¿te ayudo con esas flechas? -preguntó con cierto tono jocoso, sabiendo que la madera y las astillas si lograban herirme y no dejaban que mi herida cerrara.

Ladeé la sonrisa clavando mis pardos en ella.
-Algo me dice que no has venido hasta aquí para servirme como buena samaritana, acunarme entre tus brazos y lamer mis heridas, no te andes con rodeos loba ¿que quieres? -dije con la voz ronca -¿acaso estas en celo y buscas un hombre? -dije en tono burlón consciente de que su manada solo la formaban hembras.
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Mensaje por Danerys Garnert Dom Mayo 14, 2017 9:58 am

Sabía que las amenazas, posiblemente, no hicieran nada contra el vampiro pero debía de hacer algo para que no lo matara. La opción que tenía era amenazarlo con lo que más daño podía hacerle y que era precisamente es niña. No tenía nada en contra de ella, era un ser indefenso que no tenía culpa de haberse topado con un monstruo como lo era él y estar bajo sus alas negras… pero si era la única oportunidad que tenía para liberar a Matthew sin duda la aprovecharía. Y él parecía, de alguna manera, que no creía en mis palabras. Me dijo que si amenazaba que fuera capaz de cumplirlo, entrecerré los ojos fulminándole pero sin dejar de mirarlo. Él sabía que no iba a hacerle nada a esa niña porque era humana, y porque yo había jurado defender a los humanos de ellos… no matar humanos. ¿En qué momento había hecho ese pacto? Los humanos mataban otros humanos y no estaba bajo ningún pacto ni sabían de la existencia de seres de la noche… así que, ¿por qué no hacerlo yo?
Él decía que era luz por mucho que empuñara armas y que luchara contra esos seres… y fue cuando disparé la primera flecha dándole en el hombro, en advertencia de que iba en serio.


-¿Quieres probarme, amor? –Pregunté apuntándolo de nuevo, disparando esa vez contra la rodilla viendo que la flecha se incrustaba en la carne y él gruñía por la madera en su cuerpo y que no le permitía regenerarse ni curar la herida- No me conoces de nada, no me juzgues sin saber cómo soy y si tengo que matar a esa niña… lo haré –dije de forma fría, seca y segura. Lo haría, maldita sea lo haría como aquel vampiro acabara con la vida del que era mi maestro durante aquellos años- Voy a convertirme en esa Lilith que tanto ansías, y para ello si tengo que empezar con la niña lo haré. Le ahorraré el sufrimiento que tú alargas y haré que descanse en paz, pero solo lo haré por la satisfacción de saber que te dolerá como el infierno… y ahí es, amor mío, donde quiero que regreses y cómo te sientas cada vez que estés a mí lado –él no se movió, se quedó esperando a que yo hiciera algo y terminara por cumplir mí promesa de dispararle al corazón, pero no me fiaba ni un pelo de ese vampiro así que sin que se lo esperara le lancé la ballesta que dio contra su cuerpo y me lancé sin perder tiempo a por él, haciendo que cayera al suelo conmigo encima y con la daga que aún me quedaba lo apuñalé en el pecho hundiendo toda la daga en él, ida completamente con la única intención de hacerle daño, de desquitarme de la ira y el odio que sentía en esos momentos. Sabía que la daga no lo mataría incluso si se la incrustaba en el corazón, solo la madera o una estaca podría hacer que muriera y no tenía nada de eso a mano, pero saber que le estaba haciendo daño por el momento era más que suficiente.

Saqué la daga de su pecho para volver a clavársela de nuevo, no era consciente de nada en esos momentos, solo podía sentir como se hundía en su cuerpo, la sangre que salpicaba y que me bañaba el rostro, así como la parte delantera de mi vestido salpicándolo todo. Solo podía clavársela con fuerza, saña y odio mientras descargaba sobre él que no se movió, ni siquiera me apartó en esas tres o cuatro veces que lo hice. Finalmente acabó por empujarme hacia un lado en el que rodé por el suelo con la daga en mano, quedando boca arriba en la hierba, con la respiración acelerada, el pecho subiendo y bajando con rapidez hasta y la mirada en el cielo. Solo me di cuenta de que se había ido cuando la puerta sonó dejándonos allí, no me había atacado por ello, no me había hecho nada, se había largado dejándonos allí. Tras un minuto fui consciente de la situación saliendo de aquel trance en el que me había metido y me levanté para acercarme al cuerpo de mi maestro, que estaba tumbado en el suelo.

Tenía mala pinta, había luchado contra el vampiro y este le había ganado dejándole lleno de heridas y la marca de sus dedos en la garganta. Lo levanté de los hombros al ver que no respondía y lo llevé dentro como pude arrastrándolo hasta que pude dejarlo sobre la cama. Cogí paños, los mojé y limpié sus heridas odiando a aquel vampiro por haberle hecho aquello… le tenía que devolver el golpe, y tendría que hacer que sufriera por ello y pagara. Curé sus heridas esperando a que volviera a recobrar el conocimiento, que no fue hasta pasado un rato, sus ojos me miraron y yo lo contemplé aliviada por ver que despertaba. Necesitaría un día o puede que un par para recuperarse del todo, su mano buscó la mía  la aferré sin poder evitar sentirme culpable por lo que le había pasado, él debería de haber cargado su furia y su odio contra mí, y no contra él.


-¿De verdad… es tu prometido? –Lo miré de forma fija, así que el vampiro se lo había dicho. Fruncí el ceño ante aquello y asentí explicándole brevemente lo que había pasado en la fiesta, así como que mi padre necesitaba de ese matrimonio, y que yo quería evitarlo a toda costa- No puedes, Dan… tienes que velar por tu familia –aquello me enfadó sobre manera.
-No puedo casarme con un vampiro, mucho menos con él… soy una cazadora, todos mis instintos me dicen que lo mate –gruñí cabreada porque él también me animara, sonrió de lado por mis palabras.
-Aguanta hasta la boda, que ayude a tu familia, tu padre lo necesita –él siempre había sido bastante racional, yo por el contrario no lo era en absoluto- Tienes que irte, debes volver –soltó mi mano y lo miré de forma fija preocupada por su estado, pero sabía que había salido de peores que esa. Lo que más me molestaba es que me dijera que volviera con ese vampiro sabiendo que no podía hacerlo.
-No lo dices en serio, Matt –apreté los puños con fuerza y él lanzó un suspiro como si no entendiera mi reticencia, como si no entendiera que no viera que era lo que tenía que hacer.
-Ese es tú camino ahora, no puedes dejar que sospechen nada, tú padre no puede…
-Te da igual, ¿verdad? –Pregunté cortándole, mordiéndome el labio sin dejar de mirarlo
-No Dan, claro que no me da igual –su mano tomó mí muñeca- pero tú padre lo ha aprobado, y sería raro que desaparecieras la primera noche, o que él muriera… todos sospecharían de ti. Tienes que esperar el momento adecuado para que… -me solté de su agarre por ello, no cuando pensaba que él sería quien más me apoyara.
-¿El momento adecuado? ¿Y cuál es ese? ¿Cuándo ya me haya casado? ¿Cuándo él quiera tomar mi cuerpo…? –Él desvió la mirada hacia otro lado y yo me levanté enfadada, cogí una daga y una estaca y me dirigí hacia la noche- Acabaré con esto hoy mismo –salí de allí sin decir mucho más y sin dejar que él pudiera detenerme, aunque en su estado no lo habría podido hacer de ninguna de las maneras. Salí de la cabaña apoyando la espalda en la puerta, respiré de forma honda dejando que la luna me bañara, con el vestido manchado de sangre y el rostro y me adentré para salir de aquel bosque en dirección a la mansión.

Por el camino sin acordarme de la sangre que llevaba, mezcla de vampiro y mezcla de humana, justo cuando llegaba al linde del bosque para volver a la ciudad sentí que me acechaban de nuevo, me sentí observada y el cuerpo se puso alerta como cuando salía de caza. El vello se me erizó avisándome de que algo andaba cerca, debía de ser un vampiro pues no era luna llena y los lobos no saldrían de caza aquella noche. Justo cuando di un par de pasos preparada sentí algo que venía de mi costado, conseguí esquivar por poco la mano del vampiro, con sus afiladas uñas como garras, que intentaron apresar y desgarrar la carne. Me hice hacia atrás y sajé el brazo que tenía extendido haciendo que sangrara, la estaca que tenía preparada para el vampiro iba a tener que utilizarla para otro, otro vampiro que me presentó pelea pero que pagó las consecuencias de como estaba.

Acabó muerto en el suelo, con la estaca incrustada en su pútrido e inerte corazón mientras yo asestaba puñaladas a un cuerpo sin vida alguna, inerte totalmente. Respiré de forma acelerada y abandoné el lugar para volver a la ciudad, con el vestido roto, desgarrado, manchado de sangre y el rostro aunque intenté quitarme la sangre no fue suficiente y aún quedaban restos. Igual que había salido entré por aquella puerta saltándola, crucé el jardín sin que nadie me viera, moviéndome como una sombra entre estas, y llegué hasta el ventanal del salón. Salté agarrándome al alfeizar y me colé dentro de nuevo, como si no hubiera salido de allí. Se podían ver los cristales del vaso roto que había estrellado contra el suelo, el charco de sangre, el atizador manchado de sangre también en el suelo… pero ni rastro del vampiro. Me senté de nuevo en la alfombra frente a la chimenea, apoyando una mano contra el suelo y recargando el peso de mi cuerpo en esta, sentada de lado. Tan solo me quedaba que el vampiro volviera, no podía volver así a casa, y por el momento, no podía matar a aquel vampiro aunque lo deseara fervientemente.
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Mensaje por Joe Black Dom Mayo 14, 2017 10:37 am

Larga fue la conversación, de ella solo saqué dos cosas en claro, que iba a matar a Assur y que si me metía en esa guerra que mantenían ambos iba a salir escaldado.
Una lastima, porque me encantaba el infierno y sus llamas, nada me parecía mas divertido en este mundo que salir ardiendo, así que, tras dejarle clara mi postura, digamos que no acabamos brindando con champan, rosas y enredados sobre las hojas.

No era el momento de una gesta, ella lo sabia, la luna hoy no estaba de su parte, así que tal y como llegó se fue con la promesa de que la próxima vez no seria una conversación lo que acontecería entre los dos.
Tentado estuve de volver a la cabaña para ir por lo que por derecho era mio, pero por una noche podía olvidar su desprecio, el alba pronto me encontraría, así que lo mas sensato, si es que yo entendía lo que esa palabra podía significar, era regresar a mi mansión y darme descanso.

Cojeé todo el trayecto, lo demás había cerrado, pero la herida de mi pierna había quedado completamente astillada, pequeñas virutas por todo el gemelo se extendían produciendo un dolor que podría hasta catalogar de placentero.
Entré por la puerta manchado de sangre, mas el aura de mi prometida, ese que no esperaba ver mas aquella noche estaba allí, sobre la alfombra, iluminada por las llamas que le daban un aspecto mas salvaje a su eterna tristeza.
-¿que haces aquí? -escupí cada una de mis palabras con rabia.

Sinceramente no tenia ganas de su compañía en este instante, menos cuando la vi como miraba a ese hombre al que hubiera matado con gusto si no fuera porque eso hubiera acabado demasiado pronto con la gracia de este juego.
Ella tenia un punto débil, su amor de juventud y yo lo utilizaría hasta desgarrar su alma a bocados cada noche para que esa, se convirtiera en su férrea tortura cada día.

No podría decirse que yo no era un caballero, ladeé la sonrisa cojeando hasta el mueble bar y serví sendas copas de bourbon.
Me dejé caer en la alfombra dejando que los peces chocaran entre si mientras mi mirada se perdía en las llamas llevando el cristal a mis labios para dar un buen trago que apuró prácticamente el vaso.
-Si tocas a la niña, lo despedazaré -fue todo cuanto dije.
Nada mas que aportar a una velada que había terminado en un baño de sangre.

Relamí mis labio pensativo, en ese momento estaba ausente, notaba los ojos plagados de ira de mi futura mujer mirarme, pero a decir verdad poco me importaba si mi presencia la asqueaba o no, el resultado seria el mismo, nos casaríamos y ella luciría radiante su mejor sonrisa o las cabezas de su familia y de ese hombre rodarían.
La loba era un problema, uno al que no pretendía dejar que Assur se enfrentara solo, en eso y no en otra cosa, estaban ahora mismo mis pensamientos.

Aparté finalmente la vista del fuego para hundirme en sus pardos, tiré del borde de su vestido hasta que nuestros cuerpos quedaron pegados, encajados.
Mis labios contra los ajenos, aun sin tan siquiera tocarlos.
-Solo te lo diré una vez, vas a subir a mi habitación, meterte en la tina y quitarte toda esa sangre de encima, no darás motivo alguno a tu padre para sospechar de lo que hoy aquí a pasado entre los dos.
Me encargaré de que por la mañana tengas un vestido limpio y de tu nivel para volver radiante a tu casa y contaras a tu padre lo sumamente feliz que eres de haberte desposado conmigo. ¿Lo entiendes o te lo repito?
Mi mirada era turbia, intensa, no bromeaba, no había sarcasmo en mi voz, solo una orden directa que esperaba que acatara porque ahora no estaba jugando a nada.

Me alcé de la alfombra.
-La velada a terminado por hoy -aseveré caminando hacia el mueble bar tomando una botella de coñac mientras cojeaba hacia el sofá, tenia que sacarme esas astillas.
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Mensaje por Danerys Garnert Dom Mayo 14, 2017 12:58 pm

No podía hacer mucho más por aquella noche, no podía volver a casa para que me vieran con aquellas pintas, el vestido destrozado, desgarrado, lleno de sangre de vampiro, de mi maestro y de otro vampiro más al que había tenido que acabar con su vida de vuelta a la mansión. Si hacía aquello se enteraría de todo, y quería conservar que era una cazadora en secreto porque entonces me controlaría las veinticuatro horas del día, escaparme sería mucho más complicado y quizás hasta me dejara encerrada en casa, o quizás me entregaba al vampiro para que me encerrara él… cosa que sin duda alguna le daría mucho placer, aunque de alguna forma ya me tenía encerrada… pero nadie decía que luchara para liberarme, no iba a dejar que se saliera con la suya.

Volver a la mansión y colarme había sido fácil, más de lo que quizás hubiera pensado pero lo más seguro es que el servicio estuviera ya durmiendo y nos hubieran dejado espacio para los dos a solas, así que ni sabrían que nos habíamos ido de aquel lugar. Cuando llegué no había nadie en el salón, todo se había quedado tal y como lo habíamos dejado. Los tacones al lado de la alfombra, el vaso roto, el atizador manchado de sangre… tan solo me quedaba esperar a que él volviera y seguir con aquella farsa en la que nos debíamos de ver envueltos. Al menos había cazado algo y había desquitado parte de mí rabia con aquel vampiro al matarlo, pero seguía frustrada por todo lo que había pasado: porque Matthew me hubiera dicho que me fuera, por mí padre de alguna forma “venderme” en aquel matrimonio que no quería para nada, pero que al parecer él necesitaba para salir de un pozo en el que se había metido.

Miré las llamas perdiéndome en ellas mientras esperaba a que volviera, seguramente supiera que estaba allí antes de que entrara al salón, sentiría mí aura y mi olor y no sabía cómo iba a reaccionar después de todo. Al igual que yo había conocido su punto débil él también lo había conocido, fui una completa estúpida al haberme ido a la cabaña, pero era el lugar más seguro que conocía en esos momentos… y lo había llevado directamente hacia él. La culpa era enteramente mía, aunque ¿a dónde más podría haber ido? Volver a casa era una opción que no contemplaba. Solo me quedaba ese lugar, y había hecho que las cosas empeoraran de aquella manera.

Cuando la puerta se abrió y su voz llegó hasta mí salí de mis propios pensamientos, mi cuerpo se ladeó hacia la entrada y mis ojos se fijaron en él. Llevaba la camisa manchada totalmente de sangre, el pantalón algo también pero en el muslo tenía una raja donde se dejaba ver la herida que le había hecho con la daga y con las flechas, la del hombro seguramente estaría ya curada y cerrada, pero al parecer la del muslo aún no. Me preguntó con rabia qué hacía allí y enarqué una ceja por ello, viendo que cojeaba un poco por la pierna herida.


-Esperándote, mi amor –dije con sarcasmo en la voz mientras no me movía de donde estaba- ¿No eras tú quien quería que pasara la noche aquí? Intento complacerte en lo que puedo, amor –dije siguiéndolo con la mirada viendo que se acercaba al mueble bar y de nuevo volvía a servir dos copas, acercarse a la alfombra y como hacía unas horas sentarse tendiéndome un vaso que cogí sin oponer resistencia. Sus palabras llegaron claras, si tocaba a Nim él iría a por Matthew, fue lo único que dijo antes de apurar el vaso de un solo trago. Lo miré un par de segundos porque sabía que me lo estaba diciendo en serio, lo haría si yo tocaba a Nim- Si lo despedazas, la mataré –respondí para dar un trago al vaso y mirar de nuevo las llamas del fuego que danzaban frente a nosotros. No quería en verdad hacerle daño a la niña, en eso él tenía razón, pero si tocaban lo que era mío yo tocaría donde más le dolía… y en esos momentos que yo supiera, era aquella niña que había salvado y que trataba de mantener inútilmente pues al final si era incurable su enfermedad… acabaría por morir sin que él pudiera hacer nada. Darle un poco de su sangre no cambiaría la enfermedad ni la curaría, alargaría su sufrimiento.

Sentí su mirada puesta en la mía tras un rato en el que los dos no dijimos absolutamente nada, di de nuevo un trago al vaso que me había servido acabándolo finalmente. Yo no era dada a beber, pero en ese momento lo necesitaba así que no duró demasiado el contenido del vaso en el mismo. Notaba su sabor bajar por la garganta calentando ésta a su paso, mi dedo recorrió el borde de este antes de alzar mi vista de nuevo hacia él que ya me estaba mirando y en los que ninguno de los dos dijo nada, solamente observándonos sabiendo ya lo que había. Pronto su mano aferró mi vestido y de un fuerte tirón me pegó a su cuerpo por completo, como si encajaran como dos piezas de un mismo puzle. Sentía su aliento contra mis labios que estaban cerca, pero que no se rozaron en ningún momento.

Comenzó a hablar, o más bien a ordenar, lo que tenía que hacer en esos momentos para que nadie pensara lo que había pasado entre los dos, debían de pensar que habíamos estado bien y que todo iba sin ningún tipo de problema alguno. Decía que dejaría un vestido preparado para mí para que me pudiera ir por la mañana, y que debía de contar a todos lo bien que nos había ido y lo feliz que estaba por el matrimonio… en resumidas; que mintiera y volviera a poner esa máscara que siempre ponía como estaba acostumbrada a hacer. Fruncí el ceño como me preguntó si lo había entendido, como si fuera una niña pequeña que tenían que decirle las cosas varias veces para que se enterara. No había broma alguna y lo había dicho bastante serio, pero sabía que nadie debía de saber lo que había pasado entre los dos aquella noche. Bufé contra su rostro haciendo que mi aliento diera contra su rostro y lo miré de forma fija a los ojos.


-Lo entiendo, nadie sabrá lo que ha pasado porque ni a ti te interesa ni a mí me gustaría que supieran a lo que me dedico. Así que sí, me he enterado –escupí antes de que se levantara dejándome allí diciendo que la velada había terminado, lo vi coger una botella de alcohol y encaminarse al sofá. Sonreí de lado sin que me viera y me levanté yo también cogiendo los tacones con una mano, y me acerqué hacia donde él estaba viendo el pantalón desgarrado y como en el muslo tenía varias astillas de la madera de la flecha que le había disparado- Vaya… ¿eso te lo he hecho yo, amor? –Pregunté mirándolo con una sonrisa en los labios viendo que se podían ver los pequeños trozos de astilla en alguna de las zonas de su piernas- Uups, debe de doler. ¿Te duele, mi amor? –Llevé un dedo a la zona dejándolo justo sobre una de las astillas sabiendo de sobra que sí, que le dolía porque la madera era lo que más daño les hacía y que no les dejaba curarse ni regenerarse- Vaya… qué buena soy –comenté con tono jocoso, casi con un humor negro, mientras le quitaba la botella para rellenarme el vaso y se la entregué dando un trago al contenido del mismo, observando la herida y sin que se lo esperara tiré el contenido sobre la pierna justo sobre sus heridas para dejar el vaso a un lado en la mesa- Tienes que desinfectarlo, cariño, sino puede ir a peor. ¿Quieres que te quite yo los trozos de astilla? –Pregunté con una sonrisa algo maliciosa, me agaché y mi dedo sobre uno de los trozos lo empujó más hacia dentro dejándolo casi metido del todo- Uy… pero qué torpe soy… será mejor que me vaya –me levanté mirándolo con diversión por haberlo dejado así y me acerqué a su rostro, con una sonrisa ladina, sabiendo que de alguna forma le había hecho daño- Buenas noches, amor mío –mi aliento sobre sus labios, exhalé sobre estos mirándolo de forma desafiante- voy a darme esa baño… una lástima que no me puedas acompañar o bañarme tú mismo –dije fingiendo pena, con un puchero, como tan bien se me daba hacer. Y sin decir más me separé de él, cogiendo el ramo que me había regalado Nim, y subiendo arriba buscando la que sería su habitación que era la más grande que allí había, para quitarme el vestido dejando todo sobre la cómoda, quedarme desnuda, y meterme en la bañera borrando todo rastro de sangre en el proceso.

La tina se tiñó con la sangre y el vestido había quedado inservible, roto por varios sitios y con manchas que sabía que no se quitarían tan fácilmente, un claro ejemplo de lo que había pasado esa noche. Recosté la cabeza en el borde durante unos segundos, odiaba aquel día y no debí de haber acudido a aquel estúpido baile, tendría que haberle dicho a mi padre que no podía ir por algún motivo y nada habría pasado… ahora estaba comprometida con un vampiro que intentaría encerrarme en su prisión, pero lo que no sabía es que yo sería un veneno lento para él y que sería la perdición de aquel vampiro… aquel juego no había hecho más que empezar.
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Mensaje por Joe Black Dom Mayo 14, 2017 3:33 pm

Mis ojos siguieron los pasos vacíos de mi prometida, sus palabras sonaban atrayentes como los colores de la serpiente de coral, mas no dudó en morder depositando su veneno en mi piel
Hundió mas una de las virutas en mi carne y el alcohol lejos de amenizar el dolor lo incentivo.
Gruñí antes de que se alejara sintiéndose vencedora de un duelo que no había hecho mas que comenzar.

Di un buen trago de la botella, ofuscado, rabioso porque no estaba acostumbrado a perder,  moviéndome por el salón como un león enjaulado
La botella contra la chimenea y un fogonazo que me llevo al infierno de donde salia.
Paso rápido hacia mi propia habitación, no había dolor cuando solo existía ofuscación.
Allí estaba ella, metida en la tina, sintiendose dichosa por haber vencido la batalla dialéctica, cuan equivocada estaba mi prometida.

Ladeé la sonrisa adentrándome en el baño su desnudez era plausible. Excitados mis ojos se pasearon por su cuerpo, no me esforcé por disimular la atracción que me producía su piel.
-Buenas noches mi amor, me he dado cuenta de lo desconsiderado que he sido -empecé a desabrochar los botones de la camisa con esmero, para dejarla ser espectadora de este nuevo juego.
-Mi futura esposa anhelando mis dedos surcando su piel, limpiando su tez de los restos de sangre de un malogrado día y yo, jugando en el salón a beber como un marido borracho al que no le sacia su mujer.

Me relamí los labios dejando la camisa caer, mis ojos se alzaron para hundirme en sus pardos.
Mi pantalón pronto acompañó a las botas y el resto de ropa mientras ahora desnudo caminaba aun ensangrentado hacia la gran tina de mi propio baño.
-Gracias amor por prepararnos este momento tan prometedor, no hay nada que ansié mas que aprender a amar a mi mujer.

Me introduje en la tina, el agua pronto se lleno mas de ese tono escarlata, mi pierna aun seguía sangrando, algo que al parecer si hizo sonreír a la dama.
Un tirón borro de cuajo lo pintado en sus labios.
-Después podéis curar a vuestro futuro marido, me duele amor mio.
La guie apoyando su espalda contra mi pecho, tomé la esponja repasando con ella cada recoveco de su cuerpo.
-Cuento ansiaba este momento de intimidad -susurré en su oído mientras mis labios repasaban el lóbulo de su oreja con delicadeza.
Mi virilidad choco contra su espalda, mis manso se perdieron en sus muslos, acariciando con la esponja la cara interna de estos.
-¿Así bien amor? -jadeé en su oído -¿os estoy ayudando a relajaros?

Me miró por encima del hombro, nuestros ojos se encontraron voraces, en los suyos solo veía reflejado el odio hacia mi raza, mi persona y todo lo que yo representaba.
Ladeé la sonrisa relamiendome, acaparando el aliento que contra estos impactaba fruto de la rabia y quien sabe si de algo mas.

Mis ojos se deslizaron hasta su boca entreabierta, la esponja cayó de mi mano y ahora era la yema de mis dedos la que se perdía por sus muslos con descaró.
-Pídeme que pare y lo haré -jadeé centra su boca. Era obvio que yo no deseaba parar, pero había dado mi palabra de que no la forzaría a nada hasta después de la boda.
¿Que era un hombre sin palabra?
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Mensaje por Danerys Garnert Lun Mayo 15, 2017 6:06 am

El agua caliente de la bañera comenzaba a relajar cada músculo de mí cuerpo como si hubiera estado mucho tiempo sometida bajo presión y en tensión, la ropa había quedado en el suelo, el vestido era ya inservible a todos sus efectos porque no merecía rescatar nada de el, lleno de sangre de jirones por todos lados. Cerré los ojos dejando que el agua caliente hiciera su función estirando las piernas en la tina que era bastante grande, cabía perfectamente en ella e incluso me sobraba un poco de espacio, al igual que también era bastante ancha. Sumergí la cabeza dentro del agua quedando el cuerpo completamente bajo este y dejé que por unos segundos todo pasara, con los ojos cerrados, dejando todo el cuerpo sumergido como si de alguna forma eso quitara todo lo que había pasado ese día, lo suprimiera hasta reducirlos a la nada.

Saqué la cabeza con el pelo completamente mojado y apoyé ésta en el borde de la tina, con los brazos a cada lado viendo como el agua se teñía de rojo poco a poco, yo no estaba herida pero había estado manchada de sangre y pronto tendría que quitar también la sangre de mi rostro porque seguramente algo quedara de la sangre. La noche no había terminado como había pensado e imaginado, pensé que aunque fuera a ese estúpido baile con mi padre la suerte me sonreiría y no me elegirían, pero para mí desgracia eso no había pasado y ahora estaba prometida a un vampiro… un vampiro al que odiaba por su condición y que quería matarlo, cada uno de mis sentidos me decía que lo cazara y lo matara, lentamente, hasta acabar con su larga existencia.

Mis ojos se desviaron hacia la puerta cuando oí pasos que se acercaban y pensé que sería alguna de las sirvientas para dejarme algo con lo que ponerme hasta que me trajeran el día siguiente el vestido, tenía una cita con mi padre para un picnic y no podía faltar. Pero mi sorpresa fue otra cuando lo vi a él entrar por la puerta, parecía que no se había curado porque estaba exactamente igual que lo había dejado en el salón. Sus ojos recorrieron mi cuerpo que se podía vislumbrar a través del agua, aunque esta estuviera un poco de color rojo y no hice el intento por taparme, no sentía ni vergüenza ni pudor por eso y no iba a ser el primer hombre que me viera desnuda. Parecía como si mi cuerpo le excitara, le llamara, aun cuando yo era una cazadora, su némesis, alguien a quien debía de odiar porque podía matarlo.

Enarqué una ceja cuando comenzó a desabrochar los botones de la camisa con maestría mientras hablaba y yo escuchaba sus palabras, unas que de alguna forma me quiso devolver lo último que le había dicho y al parecer, en su afán por hastiarme, decidió llevar a cambio solamente por puro placer de molestarme pues bien sabía que no quería su presencia en ese baño, ni tampoco que me bañara. La camisa cayó al suelo dejando ver su pecho al descubierto, sin rastro por ningún lado de las puñaladas que le había dado en la cabaña del bosque, y sin marca alguna del atizador que le había clavado. Sus ojos puestos en los míos mientras yo lo contemplaba hacer, se relamió los labios y pronto quedó desnudo por completo en mitad del baño, mientras no apartaba la mirada de mí ni un solo momento.


-Me alegra que hayáis podido entender mis palabras y captar mi anhelo, mi amor –dije observando cómo se acercaba hasta que finalmente se metió dentro de la tina conmigo, ocupando el espacio, haciendo que el agua subiera tras meterse él y se tiñera de color rojo todavía más. Podía ver que la herida de la pierna seguía sangrándole y sonreí de lado complacida con eso… dándome a entender que no se había curado y que había subido tras irme yo del salón- Os estaba esperando… me preguntaba cuando ibais a subir a mí encuentro –volvíamos a ese juego de nuevo mientras lo contemplaba delante de mí, había tenido que recoger mis piernas para cederle un hueco y mis brazos rodearon estas, sin inmutarme en lo más mínimo por su presencia. Su mano se alzó y se paseó por mis labios borrando lo que había en ellos y quizás alguna mancha de sangre que tuviera por alrededor, sonreí de forma ladina cuando dijo que después podía curarlo y que le dolía- Oh, mi amor… de veras que siento todo el daño que os he causado –dije como si realmente estuviera arrepentida- pero tenía que haceros ver lo enfadada que estaba, para que entendierais lo que no me gusta y lo que no tenéis que volver a hacer –su mano cogió mi brazo y tiró de mí para girarme y colocarme sobre su pecho, haciendo que mi espalda quedara recostada contra su pecho. Podía notar el contraste de mi piel con la suya, mucho más fría, incluso con aquel baño de agua caliente- ¿Lo ansiabais, amor mío? –Pregunté sintiendo sus labios recorrer mí oreja, de forma lenta y casi de forma delicada, contrastando con lo que realmente era aquel vampiro. El vello se me erizó al sentir su aliento en el lugar, notando que todos mis instintos me gritaban que me alejara, me separara y pusiera fin a su vida… era difícil contenerse y acallar esa sensación que brotaba de mi interior y que me empujaba, sacando la cazadora que llevaba dentro.

Sentí su miembro alzarse para dar contra mi espalda y supe que él más que ninguno de los dos estaba disfrutando con aquello, con aquel juego que manteníamos, con esas palabras que si no veías el doble fondo detrás podrían ser de dos enamorados propiamente dichos. Su aliento chocaba contra mi oreja como si fuera una sutil caricia, pronto sus manos comenzaron a recorrer con cierto descaro inusitado mis muslos, aunque la esponja fue la encargada de recorrer la encara interna de mi muslo en una caricia que era claramente provocadora e intencionada… como si el vampiro quisiera buscar una parte de mí para que saliera a la luz, buscando a esa mujer que tenía en mí interior, la que todas teníamos.

Si no lo veía, si no supiera que quien estaba tras mi espalda y el que ahora me acariciaba con sus manos y con la esponja en ese juego provocador habría caído ya en su embrujo, pero no podía hacerlo cuando sabía quién era el que estaba tras de mí… no podía dejar que intentara llevarme y reconducirme por algo por lo que todo ser humano, e incluso bestias y demonios se habían dejado llevar: el instinto más primario. Porque la combinación de sus manos y la esponja junto con el agua caliente era algo claramente tentador, cuando más relajada me sentía, cuando mis defensas estaban más bajas por el baño. Su pregunta jadeando sobre mi oído hizo que lo mirara ladeando el rostro, sus ojos puestos en los míos con ese brillo de diversión por lo que estaba haciendo, mis ojos llenos de odio hacia lo que él era, rabia… frustrada por hacerme caer en ese embrujo que él había creado.

Sus ojos ahora bajaron hasta mis labios que estaban entreabiertos, la esponja quedó relegada al olvido y ahora eran sus manos quienes recorrían mis muslos sin recato o decoro alguno, sintiendo sus yemas deslizarse por mi piel provocando que mi respiración se acelerara un poco, notaba en contraste entre al agua caliente y sus dedos más fríos provocándome. “Pídeme que pare y lo haré” había jadeado contra mi boca, era más que obvio que él no quería parar y yo no podía permitirle que continuara y que se saliera con la suya, que me provocara y jugara conmigo como lo estaba haciendo. Luchar contra la mujer que había en mí y la cazadora que anidaba en mi interior no era fácil… pero de todas, no podía dejar que se saliera con la suya, mi orgullo no me lo permitía así que… ¿por qué no devolvérselo?


-Amor mío… -susurré sobre sus labios que estaban entreabiertos, sus manos seguían recorriendo mi piel adentrándose por la cara interna de mis muslos pero sin llegar demasiado, provocándome, tentándome para que cediera. Tentándome como el demonio que era, pero yo era Lilith, y estaba hecha de pura lujuria- No sabes cuánto me gustaría que siguieras y que continuaras… -moví mis caderas haciendo que su miembro se rozara a posta contra la espalda, provocándolo, tentándolo en todo momento con mis movimientos, como si no fueran hechos aposta- que tus manos recorrieran mi cuerpo hasta perderse en mi placer –mis manos quedaron sobre las suyas, moviéndose como ellas se movían, hablando sobre sus labios directamente- que recorrieras mi cuerpo con esos labios tan apetitosos y me volvieras loca… -mordí juguetona su labio inferior para luego subir la vista a sus labios- pero me temo que no podemos. Nadie ha tomado mi cuerpo nunca, y según los dictados de nuestra religión y de la iglesia debemos de esperar hasta que estemos casados –volví a mover de nuevo mi cadera sin moverme siquiera un solo milímetro, llevando sus manos que había cogido con las mías entrelazándolas hasta casi mis pechos, pero sin llegar a rozarlos- Me temo que aún no podéis hacerme vuestra, no hasta casarnos… -exhalé el aliento sobre sus labios y volví a bajar de nuevo sus manos a mis piernas- pero podéis conocer mi cuerpo si lo deseáis, si queréis aprender a amarme como vos mismo habéis dicho, amor –elevé una de mis piernas para que viera que seguía manchada con sangre- podéis limpiar todo rastro de impureza de mi piel, y de mí rostro… podéis tocar mí cuerpo, mas me temo que es lo único que pudo dejaros hacer –sus manos de nuevo se perdían por la piel de mis piernas- no hasta que nos casemos, amor –una de mis manos subió para enredarse en su pelo, moviéndome de nuevo como si buscara una posición cómoda con la única intención de provocarlo- Tocadme, Joe… dejad que sienta vuestras manos por mi cuerpo –murmuré sobre sus labios, que estaban cerca de los suyos… casi rozándose, solo para provocarlo sin dejar de mirarlo.
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Mensaje por Joe Black Lun Mayo 15, 2017 8:30 am

Mi pecho subía y bajaba sintiendo su aliento tentar a mis labios, aquel era un duelo complicado en el que ni siquiera nos tomábamos pero por el contrario nada me apetecía mas ahora que perderme en su boca, recorrerla, lamerla. Fueron las palabras que susurradas lograron un ínfimo roce de labios que nos encendía a ambos.

Mi mano marcaba el sendero, dedos de fuego que acariciaban diestros la parte interna del muslo ascendiendo hacia su sexo.
Ladeé la sonrisa al escuchar que nada le gustaría mas que la idea de que  continuara, pero esa frase encerraba un pero que no tardaría en descubrir.
Nuestra respiración se fundió errática en la del otro, el odio era un gran elixir que ahora trasformado en pasión me hubiera hecho tomarla son rudeza si no fuera por la palabra dispuesta.

Se removió en el agua calentando mas mi virilidad , allí seguíamos uno frente a otro provocandonos, retándonos con la ponzoña en nuestros labios.
Jadeé al sentir como mordía mi labio, para asegurar después que por mas que deseara que estos recorrieran su cuerpo no tenia permiso para eso, no hasta que los dioses bendijeran lo nuestro.
-¿Estas segura mi amo? -pregunté con la voz ronca. Nuestra nariz se rozaba por la cercanía, no eran caricias si no pasión pura y dura que nos orillaba al otro y a su vez nos separaba.
Alientos entrecortados en un baile que solo había comenzado.

Enredó sus dedos a los míos para ayudarme a repasar su cuerpo, el agua resbalaba como gotas de cristal por su firme tez.
Llevó primero nuestras manos bajo su pecho, apenas rozándolo con la parte superior de los dedos, sintiendo el calor que emanaba su cuerpo.
Nuestros ojos seguían anclados en la boca del otro como si ese fuera nuestro mayor anhelo, nuestro reclamo y a la vez la prohibición ms clara, pues un beso implicaba demasiado.

Relamí mis labios sintiendo como deslizaba las manos por su vientre hacia el muslo de nuevo, me estaba volviendo loco con ese juego, algo que en mi caso era muy evidente por el tamaño de mi miembro.
-¿me deseas amor? -pregunté contra su boca limpiando con los dedos la sangre que quedaba en el pliegue de su entrepierna.

Sus dedos en mi pelo, cada vez mas cerca, era difícil hablar sin acariciarnos. Tire de su cintura subiéndola sobre mi a horcajadas.
“Tocame Joe” mis manos se deslizaron por sus caderas haciéndola danzar sobre mi glande, no tenia permiso para entrar pero... ambos nos buscábamos sin poder remediarlo y eso era una realidad.
-Y si...-ladeé la sonrisa contemplando ahora sus oscurecidos ojos.

Mis dedos empezaron a acariciar mi masculinidad contra su sexo, mi glande recorría la trinchera incitando el botón de esta que crecía bajo el contacto.
Jadeé de forma ronca mientras me masturbaba a mi mismo y a su vez a ella.
-me deseas - gruñí contra su boca con la voz oscura como la noche que arreciaba fuera
Esta vez no era una pregunta si no una afirmación pues sus caderas se movían a mi son.
Sus pechos pegados al mio, se rozaban en aquel vals lento, el agua ardía bajo el contraste de nuestros cuerpos.
Sus mejillas encendidas, mi aliento brusco, y una gesta que parecía no tener vencedor ni vencido.

Mi otra mano se enredó en su pelo, tire de este haciéndola ladear la cabeza, mi lengua se deslizó por la yugular, limpiando los trazos de sangre seca, su mandíbula, la mordí con suavidad ascendiendo hacia su oído.
-Amor te noto bastante excitada -puntualicé entre jadeos mientras incrementaba el ritmo.
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Mensaje por Danerys Garnert Lun Mayo 15, 2017 1:29 pm

Sabía que estaba jugando con fuego con aquel vampiro, era algo que sabía perfectamente pero también sabía lo que estaba haciendo. No iba a quedarme de brazos cruzados mientras él me provocaba y me tentaba de esa manera, buscándome en todo momento, desafiándome y retándome en todo momento porque aunque no lo pareciera era lo que estaba haciendo en esos momentos. Sus manos se deslizaban por mis muslos libremente acariciando la piel a su paso, su aliento chocaba contra mis labios de forma entrecortada, él se notaba como estaba de excitado en esos momentos porque podía notar su miembro contra mí espalda. Quise devolvérselo de alguna forma y cogiendo sus manos con las mías hice que subiera por mí cuerpo hasta casi llegar a mis pechos, casi rozarlos notando su pecho subir y bajar con rapidez contra mí espalda. Nuestros labios apenas se rozaban mientras hablábamos pero ninguno de los dos terminaba por acortar la distancia, él era quien más lo deseaba porque sentía estos puestos en ellos y por eso mismo buscaba provocarlo y tentarlo más. Si él era un demonio, yo sería Lilith y haría que sucumbiera ante la locura.

Terminé por morder sus labios diciéndole qué era lo que podía hacer en esos momentos, no iba a tomarme, no iba a recorrer más que con sus dedos mí cuerpo porque pese a todo no quería que lo hiciera, aunque intentara sacar ese instinto primitivo que tenía en mí interior y que lo guiaría todo a su paso. Sentí su jadeo al morderle y sonreí observándolo de la forma en la que estaba, si él intentaba hacerme caer yo sin duda alguna haría que cayera frente a mí. Aquello era completamente un duelo, no dejábamos de batirnos y retarnos desde que nos habíamos encontrado en el palacio y seguramente ninguno de los dos lo podía evitar. Él era un vampiro, yo una cazadora… por norma general, uno siempre salía perdiendo.


-Estoy completamente segura, mi amor –le respondí a su pregunta, no iba a ceder, no podía ceder ante eso y no iba a perder. Mi rostro estaba girado hacia atrás para poder verlo recostada contra su pecho y casi apoyando la cabeza en su hombro, ambas narices se rozaban, los alientos se mezclaban en aquel baile y en aquel juego al que nos estábamos sometiendo sin dejar de retarnos ni por un solo segundo. Sus ojos en mis labios entreabiertos sintiendo sus manos recorrer mi cuerpo, los míos mirándolo también como si ambos fuéramos presa de algún tipo de hechizo del cual no podíamos salir airosos, como si fuéramos dos imanes que se atraían sin poder evitarlo, pero que a su misma vez nos repelíamos. Nos acercábamos y nos alejábamos, así había sido durante toda la noche desde el momento en que mi padre había tenido la brillante idea de presentarnos. Guié ahora sus manos de nuevo hacia mis muslos y noté cómo se relamía los labios dejándose llevar hacia donde mis manos le llevaban, nuestras respiraciones chocaban y nuestros labios no dejaban de rozarse pero sin ninguno querer pasar más de eso, como si fuera un tope para no terminar de caer. Jadeé contra sus labios cuando aún con las manos entrelazadas una de ellas fue hacia la zona interior de mi muslo, y su dedo se deslizó por todo mi sexo en una caricia que no esperé y que me hizo levantar la cadera de forma involuntaria, justo en el mismo momento en que me preguntaba si lo deseaba. Lo miré tras el jadeo que salió de mis labios fulminándolo con la mirada, con ese odio arraigado por lo que ambos éramos y lo que representábamos. Éramos enemigos y era algo que no podía olvidar y que debía de tener cuenta… aunque mi cuerpo en esos momentos fuera por si solo- No, no te deseo mi amor –dije contra estos sin darle la razón, porque si yo lo negaba ante él de alguna forma podría convencerme a mí misma de que así era. Y es que la cazadora que había en mí luchaba por tomar el control de mí cuerpo y acabar con aquello, la otra de mí cuerpo se dejaba llevar por la situación y el momento… aunque mí orgullo no me permitía caer de esa forma.

Mis dedos se enredaron en su pelo con nuestros rostros a escasa distancia, era más que evidente el estado de ambos en esos momentos por el juego con el juego que llevábamos entre manos, sus manos ya libres me giraron sin previo aviso y me subió sobre él quedando ahora cara a cara, sin apartar las manos de la cintura estas me guiaban y me movían buscando su miembro en cada roce, provocándonos mutuamente en aquel delirio. Sonrió de lado con esas palabras sin saber qué iba a hacer, si él quisiera poco le costaría adentrarse en mi interior, pero parecía que realmente era un hombre de palabra porque no hacía intento alguno. Sus ojos se fijaron en los míos de forma fija y supe que algo iba a hacer con esa sonrisa que había puesto.

Su mano bajó hacia su miembro y pude notar el movimiento que hacía sobre este dándome a entender lo que estaba haciendo, lo que no esperé es en que mientras él se masturbaba frente a mí de forma descarada… su miembro rozara mí sexo a su vez, con cada movimiento que hacía. La punta de su miembro daba directo contra el clítoris sabiendo lo que se hacía en todo momento, una de mis manos aferró el borde de la bañera y la otra seguía en su pelo que aferré también con fuerza, mordiéndome el labio notando el placer que se extendía por mí cuerpo. Afirmó que lo deseaba y lo miré odiándole, odiándole por lo que él era, odiándole por lo que me estaba haciendo.


-Te equivocas amor… -negaba, pero mi cuerpo se movía por sí solo, como si no me obedeciera y fuera por otro lado- no te deseo… o al menos, no lo hago tanto como tú me deseas a mí –mi pecho rozaba el suyo en cada movimiento, notaba mis mejillas sonrosadas, su aliento brusco y pesado contra mis labios, su mano moviéndose sin tregua alguna… perdidos completamente. Su mano se enredó en mi pelo y tiró de este para ladearlo dejando expuesto mi cuello, su boca fue hasta el lugar y la lengua recorrió la yugular quitando los restos de sangre, de su propia sangre y del otro vampiro, que tenía en la piel. Mordió mi mandíbula y subió a mi oído para dejarme esas palabras entre jadeos- Mí cuerpo solo responde a estímulos… no lo provocas tú, no es por ti –dije notando que iba cada vez más rápido, cerré los ojos y me mordí el labio con fuerza notando que el placer se acumulaba en esa zona que él castigaba sin piedad alguna- Deseas hundirte en mi interior, ¿verdad Joe? Acabar dentro de mí, sentir mí sexo húmedo y caliente envolver tú miembro… -lo miré ladeando la cabeza con su mano aferrando mi pelo todavía, la otra mano bajó por su pecho donde debería de tener aquellas marcas sin dejar de aferrarme el borde de la bañera, con su implacable movimiento. Mis labios sobre los suyos rozándose por el movimiento de cada uno- ser quien manda, marcar el ritmo… seguro que eres de los que se mueven duro y rápido, implacable, ¿me equivoco? –No me moví en ningún momento, la mano que iba por su pecho ahora recorrió el mío acariciando mis pechos como si fueran sus manos las que lo hacían, y luego fue hacia su cuello para apresarlo con fuerza, sabía que no lo mataría pero necesitaba hacerlo en esos momentos. Mordí mis labios con fuerza, con mucha fuerza hasta que al final me hice un pequeño corte y la sangre brotó de mis labios, ahogué un gemido reprimiéndome todo lo que pude y de esa forma alcancé el orgasmo intentando que no lo notara ni por un solo segundo. Aflojé el agarre y jadeé como si lo hiciera por el esfuerzo, no perdí ni un solo segundo y me levanté separándome de él quien miraba mis labios manchados de sangre para que dejara de tocar mí cuerpo, y mi sexo. Él seguía excitado pero yo estaba lejos de su cuerpo, lamí las gotas de sangre de mi labio y sonreí mientras la respiración se iba normalizando poco a poco- Gracias por el orgasmo Joe… has sido un buen chico –dije con ironía total en la otra punta de la tina, observándolo- No te voy a decir en quién estaba pensando en esos momentos pero.... no eras tú –comenté mordaz mientras sonreía de forma ladina sabiendo que estaba totalmente excitado- Oh, ¿creías que eras tú? –Pregunté con toda la intención de hacerle daño- Pobrecito… qué ingenuo eres –me levanté de la tina dejando que el agua resbalara por mí cuerpo y saliendo cogí una toalla que vi para envolver mí cuerpo en ella, en el tocador vi que la sangre había desaparecido más o menos de mí cuerpo pero podría quitarla al día siguiente- Buenas noches amor mío, ahora dormiré mejor… eres el mejor del mundo –le sonreí desde la puerta y me adentré en la habitación- hoy te toca dormir en el sofá cariño, y procura sacarte esas astillas... y no olvides quien manda –dije perdiéndome en la habitación, secando mí cuerpo, para meterme en la cama.
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Mensaje por Joe Black Lun Mayo 15, 2017 3:05 pm

Se negaba lo evidente, que era yo y no otro quien le excitaba, sus caderas bailaban a mi son y aunque lo negara con fervor ambos sabíamos la verdad que hacia tiempo nos habíamos perdido en el otro.
Nos odiábamos a muerte por lo que eramos, nos deseábamos del mismo modo.
Mi tortura se convirtió en su penitencia, cada vez mas rápido las caricias sobre mi miembro se sucedían, ella sujeta al borde de la tina gemía  sin parar contra mis labios de los que arrancaba roncos gruñidos.

Nuestras frentes se encontraron, sedientas de que nuestras bocas entraran en un duelo que no se permitieron.
Se atraían y repelían por igual como dos imanes que invierten su polaridad.
-Engañaté a ti misma si eso te hace sentir bien ,pero me deseas amor y ese deseo ahora mismo hace que tu cuerpo se estremezca contra el mio, casi puedo oírte suplicar que no paré - rugí contra su boca.

Mas sus palabras no estaban exentas de razón, hundirme en el húmedo laberinto de su cuerpo, dejar que envolviera mi falo con sus movimientos y moverme con rudeza en su interior era todo cuanto en este momento ansiaba, solo mi maldita palabra contenía a la bestia que en mi moraba.
-Lo prometí -jadeé contra su boca, como excusa y único motivo a porque no acababa con este delirante juego y la empalaba como castigo.
-Liberarme de la promesa y juro que rozaras el infierno con la yema de tus dedos.

La sentía completamente ida, una parte de ella buscaba un auto-control que su cuerpo no parecía aceptar, grilletes que no consintió ponerse y así atrapo mi cuello con su mano con brutalidad.
Ojos rojos como el fuego ante tan excitante acto que me orillo mas a su cuerpo, un gruñido por no poder tomar lo que era mio y mi mano sacudiéndose bruscamente arriba y abajo impactando contra su clítoris que vibraba contra mi glande.

Mordió sus labios con fuerza para acallar ese ultimo gemido que se trasformó en gruñido, su rostro henchido en placer, la sentía temblar, como el éxtasis recorría su corazón, el orgasmo en su bajo vientre sacudiéndolo con virulencia y yo el responsable de ese sentimiento cálido que ahora arraigaba en su interior.
Espalda arqueada antes de aflojar el agarre, suavemente su mano resbaló por mi cuello hasta apartarme con dureza dándome un golpe en el pecho.
Recobró la compostura al otro lado de la tina mientras yo seguía jadeando encendido echando de menos su cuerpo contra el mio.

Mis ojos en las gotas de sangre que resbalaban por su boca, necesitado de atraparlas con mi lengua de surcar el mar embravecido y chocar contra las rocas.
Vació de ella aquello no era lo mismo y sus palabras frustraban mucho mas aquel subidon de deseo que recorría mi cuerpo.
-Vamos, ven, ayuda a tu marido a terminar también -pedí aun sabiendo que no lo haría, aun sabiendo que la fiesta había acabado para mi y que en esta gesta había perdido.

Salio de la tina, entendí la mano en un gesto de que cambiara de opinión y no me dejara como estaba en ese momento, la hubiera forzado, me hubiera adentrado en ella sin que esta pudiera evitarlo, mas prometí que no lo haría hasta después del matrimonio y si no me liberaba de la palabra dada, era preso de mi propio engaño.
La puerta se cerró dejándome claro que eso es todo cuanto obtendría de ella hoy, una paliza y un calenton ¡Estupendo!

Salí de la tina desnudo, pasé por delante de mi lecho y cabreado, excitado e insatisfecho cerré la puerta de un portazo cabreado dejando un reguero de sangre por las astillas que en mi gemelo seguían hundidas.
¡Perfecto! ¡Una noche para olvidar Joe Black!
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Mensaje por Danerys Garnert Lun Mayo 15, 2017 7:07 pm

No había esperado para nada que la situación llegara a ese nivel, lo que había empezado como un simple juego entre los dos para ver quien más al otro había acabado en los dos frente a frente, con su miembro rozando en cada movimiento el clítoris volviéndome loca de placer, aunque no quisiera admitirlo de boca hacia fuera y darle la razón… pero tampoco era como si pudiera obviar el hecho de que mis caderas se movían solas contra su miembro y su cuerpo, perdida en aquel placer que me estaba otorgando. Y es que lo odiaba, como cazadora que era odiaba al vampiro que tenía frente a mí pero la mujer que también era no podía evitar que el cuerpo respondiera hacia sus caricias, su toque y en especial ese que daba en mí sexo mientras él se masturbaba.

No nos habíamos tocado mucho más que eso, sutilmente, ni siquiera nos habíamos rozado pero ambos éramos presa del deseo más primitivo y absoluto que podía haber sobre la faz de la tierra y eso ninguno podía discutirlo. Nos atraíamos tanto como nos repelíamos mutuamente, como dos polos opuestos, como la luna y el sol que se perseguían y se atraían sin poder evitarlo. Sabía que él quería hundirse en mi interior, sabía que lo estaba deseando y eso me daba una victoria sobre él de la que quizás no era consciente el vampiro, porque parecía que lo tenía bajo un embrujo aunque yo también lo estuviera bajo el suyo, pero menos.

Me decía que lo había prometido y era cierto, había prometido ser un caballero respetuoso y no tocarme hasta que no llegara el día de la boda, pero notaba su cuerpo y su deseo fluir de él, como su mano se daba placer y a la misma vez me lo daba a mí. Me decía que lo liberara de la promesa, que me haría alcanzar el infierno con la punta de los dedos… sí, podía imaginar perfectamente cómo era aquel hombre en la cama, y aunque no me contestó afirmando mis palabras, sabía que era cierto. Pero ahí residiría su mayor perdición hasta que nos casáramos: que no podía hacer nada. Aún cuando poco le bastaba para tomarme no lo hacía, aun cuando el deseo lo consumía por completo. Y eso es lo que había pretendido exactamente; volverlo loco de deseo.

Supe que mientras apretaba mi mano entorno a su cuello aquello le excitaba, sus ojos rojos lo delataban, al igual que el gruñido, hasta que finalmente alcancé el orgasmo, mordiéndome el labio con fuerza y el gemido que debería de haber salido de mis labios fue un gruñido que chocó con los suyos… y tan pronto como empezó, acabó. Me alejé de él y no solo eso, lo dejé allí mientras él me pedía que volviera a su cuerpo y le ayudara a alcanzar el orgasmo. Tenía una mano que estaba utilizando muy bien, seguro que sabría hacer algo al respecto con el asunto. Lo dejé en la tina, desnudo, excitado y a punto de llegar al orgasmo cuando a mí me había hecho llegar… pero era justo lo que quería. ¿No quería que fuera Lilith? Pues ya lo estaba siendo.

Salí envuelta en una toalla y en la habitación comencé a secar mi cuerpo, no sabía si iba a hacerme caso pero a los pocos segundos salió del baño sin siquiera mirarme, podía notar el cabreo que tenía encima más como colofón final de aquello le había dejado con todas las ganas, con aquel calentón que le haría acordarse durante lo que le quedaba de noche de mí en todo momento… y eso me divertía en sobre manera, mientras que yo dormiría plácidamente tras aquel orgasmo. Me dejó sola en la habitación y tras estar seca del todo me dirigí hacia el armario para cogerle algo prestado para poder dormir, ropa impecable la que tenía en ese armario donde se notaba la alta clase que tenía. Cogí una de las camisas que tenía y cerrando un par de botones finalmente me tumbé en aquella enorme cama, dispuesta a dormir dándome por vencedora aquella noche frente al vampiro. Aunque a decir verdad me costó hacerlo, porque por toda la cama y la almohada no dejaba de notar su olor como si estuviera allí conmigo, pero finalmente caí rendida.



A la mañana siguiente una de las sirvientas subió a la habitación para despertarme y se me hizo raro que no lo hiciera la que era de mis más confianza, pero luego recordé que estaba en la mansión del vampiro y me levanté de la cama donde vi sobre la cómoda un vestido que, sin duda alguna, habría sido la envidia de cualquier joven de mí edad… la mía, una completa tortura. Fruncí el ceño mirando el vestido pero no tenía de otra, tendría que ponérmelo para regresar a casa. Al bajar ya tenía el desayuno preparado y ni rastro del vampiro…claro, era de día, podía campar a las anchas por la mansión que no me lo encontraría hasta dentro de muchas más horas. Una vez terminado el desayuno ya tenía un carruaje que me iba a llevar de vuelta a casa donde mi padre, seguramente, me esperaría emocionado.

No solo fue mi padre, sino que mi madre también lo estaba contentos porque con ese matrimonio conseguirían pagar y saldar esas deudas, de las que ni mi hermano ni yo sabíamos nada, aunque no me gustara en absoluto y tuviera que fingir que todo iba bien. El picnic con mi padre fue algo que consiguió despejarme durante un tiempo, aunque él se mostraba feliz por la noticia y más de saber que todo había ido bien aquella noche, claro que él vivía feliz en la mentira que yo le había contado porque si supiera la verdad… Me preguntó si en algún momento se había propasado conmigo, y tuve que esconder una sonrisa maliciosa y aguantar una risa, con aquella máscara que tan bien se me daba poner frente a las situaciones cotidianas de la vida. Más bien, había sido todo lo contrario y yo había sido la mala en el asunto, otorgándome una placentera victoria sobre él. Negué con la cabeza afirmando que no me había tocado, que ni siquiera me había besado tampoco –cosa que era verdad- y pareció contento mientras yo por dentro deseaba que cancelara la boda.

El día transcurrió como otro cualquiera salvo por la felicidad que llevaban mis padres ante la noticia, porque claro, ellos no tenían que casarse con un vampiro cuando yo era una cazadora y éramos enemigos naturales el uno del otro. Pronto llegó la noche y mi padre me preguntó si había quedado de nuevo con él, a lo que negué con la cabeza alegando que tenía negocios que atender seguramente y que estaría ocupado. Subí arriba a la habitación y saqué de un doble fondo del armario el atuendo oscuro que solía utilizar para ir de caza, en ese momento Mina entró en la habitación y me vio que me iba a cambiar para salir de caza, pero negó con la cabeza ante mí idea cerrando la puerta tras de sí.


-Tengo que irme Mina, tengo que saber cómo está Matt –porque si alguien en aquella casa sabía algo sobre aquello, era ella. Porque también conocía a los vampiros, porque una vez la salvé de haber muerto por uno de ellos. Ella me miró sin comprender y lancé un suspiro frustrado porque no habíamos tenido apenas tiempo para estar un rato y que le pusiera al día- ayer pasó algo y está herido, tengo que ir a verlo –aunque después de que me hubiera dicho que me fuera de nuevo con el vampiro… era algo que me pesaba y que me había jodido, porque pensé que él me entendería.
-Lo siento Dan, pero creo que esta noche no vas a poder salir de caza –me giré para mirarla justo cuando me desataba los lazos del vestido para quitarlo.
-¿Por qué no, Mina? ¿Qué ha pasado? –Ella se acercó a mí y poniéndose a mi espalda comenzó a atarlos de nuevo.
-Porque está aquí tú prometido –la miré a través del espejo… maldito vampiro del demonio, ¿qué narices hacía allí? Tendría que haber salido antes de que comenzara siquiera a atardecer y no dejar opción a que eso pasara… ahora por su culpa no podría irme como tenía planeado. Cerré uno de los puños con fuerza mientras Mina arreglaba mi vestido así como mi pelo- tu madre me ha pedido que suba a avisarte para que bajes a recibirle, está hablando con tu padre en el salón –gruñí por ello y sin ganas de nada y con rabia bajé las escaleras hasta que justo antes de entrar por el salón mí cara cambió poniendo aquella máscara de nuevo, luciendo una sonrisa que para nada era verdadera. Las miradas de mis padres, así como la del vampiro, se fijaron en mí nada más entrar por la puerta.
-¡Ah, querida Danerys! Mira quién ha venido a verte, pensaba que me habías dicho que estaba ocupado –mi padre vino hacía mí, rodeando uno de mis hombros con su brazo acercándome hacia donde estaba el vampiro, clavando mis ojos en los suyos recordando lo que había pasado la noche anterior.
-Padre, me había dicho que estaría atendiendo unos asuntos… es una sorpresa tanto para ti como para mi –miré a mi padre como si fuera una sorpresa, aunque en verdad lo era, y luego de nuevo mis ojos se clavaron en el vampiro acortando las distancias y saludándolo de forma cortés y educada, como me habían enseñado y como mandaba y dictaba el protocolo que tanto odiaba- Señor Black, es toda una sorpresa verle aquí, pensé que estaría... ocupado –mis ojos bajaron rápidamente a su entrepierna y luego lo miré, sonriendo con algo de malicia ahora que quedaba de espalda a mis padres- ¿A qué se debe esta agradable visita, mí amor? –Pregunté esperando que dijera “se cancela la boda”
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Mensaje por Joe Black Mar Mayo 16, 2017 5:23 am

La noche precedió al día y con la oscuridad abrí mis ojos para emprender lo que esperaba fuera un nuevo duelo con mi apasionada prometida.
Puede que la primera noche hubiera ganado la batalla, al menos en cierto modo así había sido, pero hoy, hoy la guerra seria mía.

Subí a mi habitación, ella ya la había abandonado con las primeras luces del alba. La cama olía a ella así que pedí a la doncella que cambiara las sabanas, no quería el menor rastro de su presencia cuando por el día yo ocupara la estancia.
Me di un buen baño en la tina, me coloqué un traje ingles, los gemelos y la corbata, esa que odiaba llevar, pero tenia que dar una buena impresión a la familia de mi amada prometida.

Así emprendí el camino a lomos de mi espectro camino a la mansión Garnert. Fui acogido por el servicio como si fuera el salvador y la bella madre de mi prometida se deshizo en cumplidos hacia mi persona, alegando que no me imaginaba exactamente así, que ahora entendía la cara de felicidad que traía su hija por la mañana.
Al parecer había hecho una interpretación magistral, porque mi prometida no era precisamente feliz ante la idea de nuestra reciente boda, aunque bien podría haber llegado con esa cara después de lo desahogada que se quedo en la tina al compartirla conmigo.

Una doncella subió mandada por la madre de mi prometida a avisar a esta misma, ladeé la sonrisa asumiendo que posiblemente acababa de joderle su segunda noche de caza y como no, la visita a su amor, el cazador.
El padre me sirvió una copa de whisky para amenizar la espera mientras hablábamos de negocios y la madre suplicaba que no me aburriera con esos temas en este momento, casi suplicándome que aceptara quedarme a cenar con ellos.

La conversación cesó cuando mi amada apareció en el gran salón. Mascara impertérrita y sonrisa ladeada por mi parte.
-Lamento la intromisión, desconozco si teníais ya planes -dije en tono preocupado, a lo que la madre negó alegando que nada mejor que estar conmigo tenia su hija que hacer y esperando la confirmación de Danerys -quedé ayer tan prendado de vos, que no he podido evitar nada mas terminar con los asuntos que tenia que resolver volver para que me regalarais mas tiempo de vuestra presencia.

Nuestros ojos se fundieron en un duelo de egos, ambos sabíamos la verdad de la noche anterior, mas quien desde fuera nos viera bien podría pensar que eramos dos enamorados que nos comíamos con la mirada.
-Pensé amor mio que desearíais que antes del matrimonio nos conociéramos un poco mas, he reservado en el mejor hotel una cena para los dos. Nos cerraran una planta y nos servirán tan deliciosos manjares en la suite.

Besé la mejilla de mi preciosa futura esposa antes de tomar su mano y posar en su dorso mis labios.
-¿Me daréis el capricho de vuestra compañía?
La madre asentía pletórica viendo que lo nuestro iba viento en popa y mas lo hizo, cuando de mi chaqué saqué un anillo de diamantes y esmeraldas para colocarlo en esa mano que aun sostenía entre las mías.
-Toda prometida merece un anillo en su dedo, este no hace sombra a vuestra belleza pero no he encontrado otro mas oportuno.

Los ojos de la madre se dilataban, el valor del anillo era casi tan elevado como la misma mansión que esa familia ocupaba.
Ladeé la sonrisa contemplando a mi prometida esperando su fingida reacción de alegría.
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Mensaje por Danerys Garnert Mar Mayo 16, 2017 11:07 am

Mi gozo en un pozo si pensaba que iba a poder disfrutar aquella noche de una noche de caza como las que solía tener sin que la presencia del vampiro estuviera alrededor. Después de la pasada noche en la que para mí, claramente había ganado contra aquel vampiro, no sabía qué esperar cuando lo viera la próxima vez y nos quedáramos a solas. Con gente ya sabía que nada iba a pasar pues ambos sabíamos perfectamente llevar esa máscara que nos escondía de todo y de todos, ocultando lo que éramos realmente. Me apetecía salir a cazar sin pensar que el vampiro me estaría persiguiendo y sin que nada pudiera pasar, me acercaría a la cabaña para ver cómo estaba Matt y si había mejorado, o si necesitaba alguna cosa y me perdería para encontrar vampiros que matar mientras en mi cabeza y en mi mente imaginaba que era a mi futuro prometido al que atravesaba el corazón con la estaca.

Pero Mina llegó avisándome de que estaba allí y mi humor cambió por completo, porque claro, no se iba a dar por vencido y a saber qué nueva idea se le habría ocurrido. Esperaba que dijera que se cancelara la boda, eso me haría tan feliz… pero ahora sabía que no iba a pasar nunca, porque al igual que yo para con él, él también disfrutaba viéndome sufrir y dejarme libre no estaba en sus planes. Decía que quería devastarme y llevarme a su infierno, y ya anoche le había demostrado que lo podría intentar si quería, pero que no me iba a dejar. Un punto a mí favor, aunque sabía que habría preparado algo para esa noche por cómo habíamos quedado la anterior.

Como siempre, máscara en mi rostro y una sonrisa que iluminaba la estancia antes de adentrarme al salón donde se encontraban mis padres hablando con él. Mi padre fue en mí búsqueda y me acercó hacia él quien permanecía cerca de mi madre y que esta me miraba como si creyera toda la pantomima que los dos teníamos montada. Cuando quedé cerca de él habló como si sonara preocupado por si había interrumpido algún plan cuando yo, bien sabía, que así había sido… y él también lo sabía. Porque sabía lo que era y lo habría hecho con toda la intención de no dejarme una noche libre, y que él conocía o de alguna manera intuiría que iría a salir de caza. Mi madre enseguida negó por mí que no tenía nada mejor que hacer que estar con él y me lanzó una pequeña mirada como si me dijera que debía de responder.


-Tranquilo, amor, tan solo iba a leer un rato antes de acostarme –mentira, pero era algo que él ya sabía al igual que yo. Los dos sabíamos lo que había y más después de la noche pasada, con nuestras máscaras puestas, nos mirábamos como ese odio escondido en nuestros ojos porque estaban mis padres, pero era como si solo nos diéramos cuenta de la verdad los dos y el resto pensara que, quizás, estábamos enamorados y por eso nos mirábamos así. Al menos es lo que mi madre debería de estar pensando por la cara que ponía observándonos el uno al otro. Sonreí de forma falsa, aunque quise hacerlo de forma irónica para reírme y responderle como me hubiera gustado, pero no debía de hacerlo- Me halaga usted, señor Black. No pensé que podríais haber quedado prendido en una noche –hice un gesto ladeando un poco el rostro, mirando hacia un lado, como si me sintiera abrumada por ello y por sus palabras hasta volver mi vista fija en la suya, mirándonos, odiándonos en silencio en una batalla de nuevo que hacíamos con nuestros ojos y no con nuestros cuerpos. Y enseguida dijo los planes que tenía para esa noche y que odié desde el segundo uno en el que lo dijo, sin ningunas ganas de irme con él a un hotel, aunque fuera la mejor suite de todo París, o de todo el mundo, para pasar la noche a solas con él. Tras su pregunta mi madre asentía con la cabeza y de palabra para luego mirarme esperanzada, con los ojos brillando por la petición del vampiro- Señor Black… yo… -hice una leve pausa notando su beso en mi mejilla que me dio ganas de apartarlo de un empujón y mandarlo lejos, incluso de haber llevado alguna daga y estar solos, la hubiera incrustado en su pecho. Esperé hasta que tomó mi mano con la suya para dejar un beso en el dorso- Nada me encantaría más que acompañaros –el gesto que llamó mi atención y que temí fue cuando del bolsillo de la chaqueta sacó un anillo… un anillo que hubiera sido la envidia de toda mujer, y que todas hubieran querido que le regalaran para llevar en el dedo, todas… menos yo. Mi madre no cabía más en si cuando lo vio, mi padre observaba la escena sin dar crédito por aquello y yo solo podía seguir le trayecto del anillo temiendo que lo pusiera en mi dedo, odiando aquel momento en el que me ataba aun más a él. De haber estados solos habría apartado la mano y le había lanzado el anillo a la cara… ahora solo podía dejar la mano quieta mientras la otra la apretaba en un puño del que nadie se percataba, centrándose en aquel anillo que era demasiado para mí, notando como lo deslizaba por mi dedo encadenándome a él.

Mi boca se abrió y eso no fue nada fingido, algunos pensarían que sería por la sorpresa grata de ver tal anillo en el dedo… cuando en verdad era porque odiaba aquello que veía luciendo y brillando en el dedo. Llevé la otra mano tapando mi boca para que nadie viera como me mordía el labio con fuerza, tomándose aquello con que no daba crédito sin dejar de observar el anillo. Odiaba a aquel vampiro y lo que había hecho, quería quitármelo, lanzárselo o incluso hacer que él mismo se lo tragara para que jamás volviera a darme algo igual que nos encadenara el uno al otro. Parecía una jovencita emocionada por el momento cuando deseaba matarlo, todo mi cuerpo hervía en mi interior mientras no podía dejar que la máscara se rompiera en ese momento.


-Señor Black… -dije con la voz un poco entrecortada, conteniendo que la respiración no se me descontrolara y estallara en aquel momento, mis padres pensarían que sería por el momento en sí sin ver nada más, pero él si sabría de mi reacción- Es… es precioso señor Black… yo… no tengo palabras para decirle lo contenta que estoy por esto… -en realidad, quería decirle otras cosas pero debía de seguir fingiendo, con una sonrisa de felicidad en mis labios, mirándolo a los ojos que brillaban presos de la rabia y que los demás tildarían de emoción- Es precioso, amor… esto me hace muy feliz, Joe –mentira, lo odiaba más que nada en esos momentos. Mi madre me abrazó pletórica por aquello y mi padre comenzó a hablar con él dejándonos a las dos mientras yo fingía con mi madre una alegría y una felicidad que no sentía. Me dijo que debía de subir y cambiarme para la ocasión, así que abandoné el salón para subir y arriba donde me lancé en la cama y di un puñetazo con fuerza, frustrada, odiándole por haberse atrevido a hacerlo delante de mis padre… el muy capullo. Mina entró enseguida mandada por mi madre para ayudarme y se quedó con la boca abierta observando el anillo que, desde kilómetros, lo podría ver hasta un ciego- Te lo regalo si te cambias por mí –le dije mirándola y ella rió, creo que sabía que no iba en broma, pero negó con la cabeza y me ayudó a prepararme para esa velada con mi prometido. Hasta la palabra la odiaba, me quité el anillo dejándolo sobre la cama para junto con Mina quitarme aquel vestido y ponerme uno más adecuado para la ocasión. Este era negro y rojo con un escote en “V” dejando la espalda libre hasta la mitad de esta, ciñéndose a mí cuerpo, realzando mis curvas y cayendo libre de cintura para abajo. En las expertas manos de Mina dejé que me peinara con un semi recogido, maquillando mis ojos para que resaltaran y mis labios de color rojo resaltándolos. Una gargantilla roja y negra a juego con el vestido cayendo por mi pecho y antes de salir ella me dio el anillo para que me lo pusiera, puse un gesto de fastidio pero finalmente lo puse de nuevo en mi dedo, un poco de perfume y ya estaba lista. Bajé hacia el salón de nuevo captando todas las miradas pero fijándome, especialmente, en la de mi prometido para ver cómo me observaba vestida de esa forma. Él iba como todo un caballero y qué menos que estar a su altura. Me acerqué hasta quedar frente a él, apoyé una de mis manos en su pecho y me elevé un poco para dejar un beso en sus labios- Ya estoy lista, mi amor, perdona el retraso… quería estar a tu altura y vestirme de forma elegante pero bella para ti –sonreí de lado- y sexy –dije para que solo él pudiera oírme mordiéndome el labio- ¿Crees que estoy preciosa, amor mío? ¿Te gusta cómo voy? –Dije dando una ligera vuelta frente a sus ojos, sabiendo que mis padres nos oían y que tendría que respnder- ¿Nos vamos amor? Estoy deseando pasar esa velada que has preparado para los dos.
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Mensaje por Joe Black Mar Mayo 16, 2017 12:39 pm

Podía escuchar tan fuerte el repiqueteo de su corazón que por un instante sentí saldría disparado de su pecho.
Mis ojos centrados en su mirada parda, desafiante, plagada del odio que me regalaba mientras mis dedos se deslizaban con la sortija por el suyo en claro símil al de unos grilletes.
-Nada me complace mas que unir con este anillo nuestras vidas para toda la eternidad -susurré mostrandole ligeramente esa sonrisa maliciosa que lo decía todo aunque la madre extasiada abrazara a su hija plagada de felicidad.

Sus ojos me acechaban por encima del hombro de su madre, mirada impertérrita contra mis azules, mientras su puño se apretaba con tanta fuerza que pude oler la sangre correr por su piel.
Su padre me ofrecía otra copa que tome con gusto relamiendome después los labios
-Amor mio tendréis que daros prisa o vuestro padre me emborrachara a este paso -bromee haciendo que todos rieran conmigo.

Mi prometida subió escaleras arriba para ponerse digna para la ocasión, solo de imaginarla ofuscada, tirada sobre su cama maldiciendo aquella soga que había implantado en su dedo me excitaba de sobremanera.
En su dolor empezaba a encontrar el mas amplio de mis placeres.
La noche anterior esa mujer se había proclamado con la victoria, acogiéndose a mis palabras y una promesa hecha a su padre, una en la que juré no tocarla hasta la boda, ser un caballero.

La había llevado a la cima del placer, mas cuando busqué que recompensara mi acto solo encontré indiferencia, odio y asco.
Hoy pensaba vengarme de ella, demostrarle lo bien que se me da torturar y hacer que los demás ardan en el infierno, así que había mandado cerrar una de las plantas del hotel para nosotros, nadie la oiría ni gemir, ni gritar, ni escupir sobre mi todos los improperios que tuviera guardados en esa preciosa cabecita.
Era el momento de la venganza y dicen que esta se sirve en plato frio para ser degustada.

El aura de mi futura esposa acaparó mi atención, eleve la vista por encima del vidrio de la copa hundiendo mi mirada oscurecida por su belleza en aquel vestido rojo y negro que realzaba cada curva de su voluptuoso cuerpo.
El aire ronco escapo contra el vidrio, ella no dudó en seguir mi mirada, de nuevo nuestros ojos habían quedado anclados a los del otro.
Esa era mi debilidad,  lo fue desde el día de la fiesta, me excitaba y no podía evitar que eso ocurriera por mas que me empeñaba.

Escuché sus palabras alargando la mano para tomar la ajena
-Estáis francamente bella -susurré con sinceridad.
Sus labios se orillaron a mi para añadir el “sexy” sin duda había logrado su cometido, aunque eso no haría que yo no acabara ejecutando mi plan en esta nueva gesta que se alzaba frente a los dos.
Cada uno pertrechado con sus armas nos miramos de frente, dos depredadores que salen de caza y toman como presa la carnaza equivocada.

Se giro sobre si misma haciendo que la falda volara frente a mis ojos, aunque estos estaban en el escote generoso que mostraba sin mostrar nada.
-Amor nada hoy podría haceros sombra, espero estar a vuestra altura.
Le cedí mi brazo para que lo tomara listos para emprender el viaje a caballo.
-Espero no os moleste pero he venido a caballo, aunque estoy seguro que encontrareis tan excitante como yo la cercanía de nuestros cuerpos en esta noche donde la dama blanca corona el cielo.

Frente a las caballerizas tomamos el espectro, la alcé por la cintura subiendo de medio lado a la grupa del caballo y de un salto subí tras ella rodeando su cintura con los brazos para que no cayera fingiendo que era una pobre damisela.
Así emprendí un lento paso con la montura que se trasformó en un aguerrido galope en cuento nos perdieron de vista.
Su pelo contra mi rostro, salvaje, libre, las ramas del bosque pasaban raudas frente a nuestros ojos mientras el viento nos azotaba airado por osar desafiarlo.
-Perdona mi amor es que estoy ansioso por llegar.

Una vez en el hotel un mozo nos acompañó a nuestra plata, todo había quedado dispuesto como  había exigido, rosas rojas y negras por doquier, los pasillos en una dulce penumbra de velas y candelabros.
Abrió nuestra habitación ,en ella una gran cama redonda con unos grilletes colgados del techo, mi mirada se oscureció ladeando la sonrisa al ver su cara de sorpresa.
Sobre la mesa una deliciosa cena dispuesta, dos botellas de vino y en la cubitera una de champan.
-Bienvenida al infierno mi amor.
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Mensaje por Danerys Garnert Mar Mayo 16, 2017 7:18 pm

Nada me apetecía menos esa noche que ir a pasarla con él fuera de nuevo, y para colmo, a un hotel que había reservado una planta entera para los dos donde dispondríamos de una suite, no me hacía especial gracia ni ilusión pero debía de seguir con aquello aunque no me gustara la idea, aunque lo que más quisiera hacer era cambiarme de ropa e irme a cazar algo como hacía todas las noches, como necesitaba hacer en esos momento para poder aguantar frente a mis padres no ir contra él como estaba deseando. Mina, como siempre, me ayudó a cambiarme de ropa eligiendo un vestido rojo y negro que realzaba cada curva de mi cuerpo y se pegaba a este, también me peinó y también me maquilló lo justo pues sabía que yo no era mucho de esas cosas, no me gustaban. Por último una gargantilla a juego con el vestido y tras darme de nuevo el anillo, ese que sin duda eran como una cadena que me ataba a él, me lo puse en el dedo para bajar al encuentro de mi prometido que me esperaba en el salón junto a mis padres.

Si ellos supieran como era realmente no se reirían por las bromas que gastaba, ni lo agasajarían como lo estaban haciendo seguramente desde el momento en el que había entrado, ni mi madre tendría esa cara de felicidad absoluta junto a mí padre y que yo debía de fingir frente a ellos, como había hecho durante toda mi vida y como tan bien se me daba hacer. Y el vampiro no se quedaba atrás, ponía también una máscara mostrándose amable, gentil y bueno cuando en el fondo era un completo demonio… pero a estos se les puede envenenar, y era lo que pensaba hacer ahora que ya le había picado… solo tenía que seguir inyectando más veneno y al final caería por sí mismo. Oh mejor, le haría caer hasta clavar una estaca en su corazón y ver su muerte.

Entré al salón acaparando las miradas de todos pero yo, principalmente, me fijé en la de ese hombre que me había elegido para hacer de su vida un infierno, con sus ojos puestos en los míos aun con la copa en la mano observando cada paso que daba, con esos ojos oscurecidos que no eran la primera vez que los veía, sino que la noche pasada los había visto bien de cerca en aquella tina donde yo alcancé el orgasmo y él se quedó en la nada más absoluta. Podía ver que me recorría con aquel vestido puesto y sonreí hasta acercarme a él y que tomara mi mano alegando que estaba preciosa, le sonreí de forma ladina ahora que mis padres solo podían ver mi espalda pero que podía escuchar lo orgullosa que estaba mi madre de verme así vestida para aquel hombre. Nos quedamos mirándonos de frente en esa batalla muda que librábamos cada vez que nos encontrábamos en la misma situación y giré sobre mí misma, haciendo que la falda del vestido volara levemente, pero que al pararme de nuevo frente a él, pude comprobar que sus ojos se centraban en mí escote.


-Oh, seguro que vais a estar a la altura amor, no tengo duda alguna –porque seguramente habría preparado algo para esa noche y debía de estar atenta a ello. Cogí su brazo a regañadientes porque no quería y dejé que me guiara despidiéndome de mis padres hasta donde se encontraba su caballo, un precioso corcel negro que no dudé en acercarme a él para acariciar su hocico viendo lo precioso que era, siempre me habían gustado los caballos desde que era bien pequeña- no me molesta en absoluto, pero podríais haber traído otro para mí –no me dio tiempo a decir nada más, porque elevándome de la cintura como si no pesara nada me sentó de lado sobre el animal, y tras un salto ágil, se puso detrás de mí a lo que le fulminé con la mirada por haberme montado así cuando sabía montar perfectamente a caballo. Sus brazos rodearon mi cadera para que no me pudiera caer y el caballo comenzó con un paso lento mientras nos alejábamos de mi casa con la vista de mis padres puesta en nosotros. Pronto espoleó al caballo para que aumentara el ritmo y ahora a galope nos dirigíamos hacia el hotel, de forma rápida y rauda a todo lo que daba el animal- Sí, claro –comenté con sarcasmo ante sus palabras y pronto llegamos al hotel que había escogido para pasar aquella noche, cuando él se bajó lo hice sin necesidad de que me ayudara y ofreciéndome su brazo lo seguí mientras un mozo del hotel nos acompañó por el camino indicando cuál era. Había cerrado una de las plantas de dicho hotel de verdad y este estaba decorado con rosas rojas y negras esparcidas, una combinación extraña pero bella aunque no lo dijera, los pasillos alumbrados de forma tenue por las velas y los candelabros dándole un aspecto más romántico- Vaya amor, no sabía que tenías esa vena romántica –comenté mientras terminábamos de cruzar el pasillo y llegábamos a una puerta doble que al abrirla pude ver la suite que íbamos a ocupar esa noche.

Todo estaba preparado y dispuesto para poder utilizarla, había una mesa con la cena preparada así como botellas de vino y en la cubitera una de champán, con diferentes platos que estaban tapados sin dejar ver el contenido, y una bandeja de futra y varios postres en otra mesa más pequeña al lado de la principal. Mis ojos se fijaron en la enorme cama redonda que había en la habitación, pero más que en eso, me fijé en los grilletes que había colgados en el techo durante unos segundos… y sonreí de lado. No me extrañaba que le gustaran ese tipo de cosas, no cuando se había excitado al cogerle del cuello la noche pasada mientras me llevaba al orgasmo. El mozo nos dejó a solas cerrando la puerta al salir y la frase del vampiro me hizo ladear la sonrisa de forma ladina, ¿se pensaba que unos grilletes iban a asustarme?


-Vaya amor, veo que has pensado en todo –dije acercándome a la mesa para ver los platos y destapar uno de ellos viendo un suculento plato de carne que olía de maravilla- ¿tú también vas a cenar… o todo esto es para mí? –Pregunté para luego acercarme a la mesa donde estaban los postres de chocolate así como la fuente de frutas troceadas, cogí un trozo de una pieza de fruta llevándola a mis labios para luego masticarla y mi vista se fijó en esos grilletes que pendían del techo sobre la cama- Sabía que te gustaba jugar duro, Joe, pero no esperaba que en la segunda noche metieras unos grilletes… -mis ojos lo buscaron, contemplándome para ver mi reacción ante eso- ¿Me vas a dejar ponerte esos grilletes, y de algunos de los armarios encontraré una fusta con la que podré fustigarte? Dime que sí… -murmuré pensándolo y, al hacerlo, aquello me excitó un poco y me mordí el labio dando un paso hacia él- encadenarte, tenerte a mi merced, ver como tu cuerpo responde a la fusta y esta se va poniendo roja –di otro par de pasos hacia él- provocarte, tentarte, hacer que tu cuerpo sucumba al deseo y no permitir dejarte llegar a él… ya sabes lo que se siente, ¿no es así? –Mi mirada estaba fija en la suya y sonreí al recordarle de forma descarada lo acontecido la noche anterior- Te excitó verme llegar al orgasmo, ¿no es así Joe? ¿Quieres ver como llego otra vez? Dejaré que lo hagas, atado a esos grilletes sin poder hacer más que mirarme y si te portas bien, ¿quién sabe? Puede que incluso te deje correrte esta vez –quedé delante de él, sin apartar mi mirada de la suya, oscurecida por mis palabras. Mi mano subió por su pecho hasta llegar a la corbata que tenía- Pero recuerda que no puedes tomarme, hiciste una promesa y hasta el día de la boda no puedes hacer nada… pero yo sí puedo hacer algo por ti –tiré de su corbata hacia abajo atrayéndolo a mi rostro- Puedo mostrarte ese infierno del que tanto hablas, al fin y al cabo, soy Lilith y ese es mi hogar:


“¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad.  La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno”




-Déjame que te muestre el camino, mi amor, y te prometo que gozarás –murmuré sobre sus labios, rozándolos con cada palabra, con la corbata aferrada en mi mano- Pero antes… hay una cena que nos espera, y tu querida prometida está hambrienta –me separé para acercarme hasta la silla y sentarme sin esperar a que me ayudara, para luego sentarse frente a mí y sonreírle de forma ladina- ¿Me sirves amor? Seguro que todo sabe más rico si eres tú quien lo pone –esperé a que sirviera del primer plato, sabiendo que la lucha no había hecho más que empezar, pero que si pensaba que me iba a rendir tan fácilmente… estaba muy equivocado.
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Mensaje por Joe Black Miér Mayo 17, 2017 6:54 am

Mi mano se poso en la parte baja de su espalda mientras juntos recorríamos el pasillo de aquella planta de hotel.
Ladeé la sonrisa cuando mi prometida susurró que desconocía mi vena romántica.
-Hay mucas cosas que no sabéis de mi amor mio, por eso os he citado aquí, para conocernos.
Besé de nuevo su mejilla sabiendo de sobra lo mucho que mis labios podían repugnarle.
El mozo abrió la puerta y de forma caballerosa permití a mi futura esposa que pasara delante de mi para apreciar la enorme habitación que nos regalaría una noche distinta.

Los ojos de esta se pasearon por la estancia, se que las cadenas no pasaron desapercibidas, así como la cama redonda que bajo ellas prometía una pasional noche para ambos.
Se acercó a la mesa destapando uno de los platos, de nuevo sus mordaces comentarios se sucedieron mientras yo pagaba al mozo por habernos acompañado y este por fin nos dejaba solos.

Me orillé a su cuerpo, deslizando mis dedos por su brazo ascendiendo hasta su hombro.
-es para ambos, claro que no saciará mi sed, quizás después queráis no dejarme a medias esta vez -susurré con picardia haciendo clara referencia a la noche anterior y deslizando mi dedo por su yugular.
Sabia que no me permitiría beber de ella, claro que yo no necesitaba permiso para hacerlo si así lo queria.

Tomó un trozo de fruta llevándosela a la boca, mis ojos siguieron sus dedos relamiendo mis labios fruto del deseo.
-No puedes negar que he sido un caballero -susurre en su oído rozándolo con mis húmedos labios -¿quieres jugar con los grilletes Danerys? Hagamos un trato, primero me dejas encadenarte a ti, mantendré mi palabra de no tomarte a no ser que me pidas lo contrario.
Mi aliento golpeó su oído de forma tentadora, su pelo bailaba contra mi boca.
-Después, te permitiré que lo hagas tu conmigo y dejemos que la noche nos arrastre al infierno hasta que el dia cuide mi sueño.

Escuche como recitaba, al parecer ambos eramos amantes de ciertos versículos del sagrado libro de la biblia.
Ladeé la sonrisa cuando me aseguró que gozaría si me dejaba msotrar el infierno.
-"gatos salvajes y hienas se darán cita, y los sátiros se reunirán; y también allí se tumbará Lilith y encontrará su lugar de reposo."
¿Encontraré hoy mi reposo complacido por Lilith?

Moví la silla para que esta tomara asiento y como un caballero se la acerqué a la mesa para que quedara bien sentada frente a esta. Reví los platos de ambos antes de sentarme frente a ella, mis ojos en su boca.
-¿tienes hambre amor? -pregunté con cierto doble sentido antes de llevar la copa a mis labios.

Estábamos lejos, nada que ver con la noche anterior en la que nuestros labios se acariciaban con cada palabra pronunciada, admito que seguía molesto por como me dejo la noche  anterior, no me gustaba perder.
Di un trago vaciando la copa antes de volver a llenarla de ese delicioso vino tinto.
-tenemos una piscina para limpiarnos la sangre después de la tortura, como veis he penado en todo mi amor -dije con cierto sarcasmo.
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Mensaje por Danerys Garnert Miér Mayo 17, 2017 11:00 am

Estaba claro lo que aquel vampiro pretendía hacer conmigo aquella noche, y sobre todo, que iba a intentar cobrarse por haberlo dejado a medias la pasada noche en la que me llevó al orgasmo y lo dejé en la tina, solo, excitado y al borde del mismo abismo del placer de una forma frustrante, y de la que había disfrutado sobradamente. Por el orgasmo y por cómo me alejé de allí disfrutando de verlo de esa forma. Sabía que no podía tocarme más allá de lo que había hecho esa noche, lo había jurado y lo había prometido, nada hasta la boda y él también lo sabía… podría haber roto su palabra pero parecía un hombre que la cumplía, y por eso mismo no llegó a más aquella noche. Mis ojos se fijaron de nuevo en los grilletes que había sobre la cama y ya me imaginé al vampiro atado en ellos, mientras yo le torturaba y la cama se bañaba con su sangre. Lo bueno de los vampiros es que su herida se volvía a cerrar aunque al final como nosotros también perdían fuerza al perder también la sangre.

Me lo imaginé con el cuerpo lleno de marcas rojas de un látigo o de una fusta, excitado, sangrando, suplicándome que le dejara llegar al orgasmo, buscando mi cuerpo para saciarse de él, incluso me haría un corte para que la sangre fluyera y lo volviera loco de necesidad… porque disfrutaría tanto con eso, haciéndole ver y pasar un infierno, que no pude evitar que la misma idea me excitara un poco. Pronto sentí como se acercaba a mi cuerpo y sus dedos recorrieron mi brazo subiendo por este con delicadeza al tiempo que yo tomaba una pieza de fruta y la degustaba. Decía que no podía negar que había sido un caballero, y aunque me pesara, no podía negarlo porque lo había sido. Su aliento ahora rozaba mi oído e incluso notaba sus labios recorriendo este mientras me hablaba. Ante su pregunta de si quería jugar con los grilletes reí de forma divertida ladeando un poco la cabeza para poder verlo.


-No pienso dejar que te alimentes de mí… ¿no tienes esclavas para eso? –Pregunté mirándolo- Oh, cierto… que no están aquí… una lástima, deberías de haberte alimentado antes –porque era una cazadora, ¿qué diría de mí si dejara que bebiera de mí? No podía dejar que eso pasara- Estoy deseando que me dejes jugar a atarte con ellos para disfrutar torturándote –murmuré mirándole a los ojos ahora con mis labios a pocos centímetros de los suyos. Decía que primero me ataría a mí a los grilletes y que mantendría su palabra de no tomarme, a menos, de que yo se lo pidiera. Volvía a reír por sus palabras haciendo que mi aliento chocara contra sus labios, mirándole con pura diversión por sus palabras que me sonaban a chiste- ¿Tan seguro estás de que te lo pediré? –Solté una risa irónica porque estaba muy confundido, pese a mí aspecto de parecer frágil y delicada, era una mujer mucho más fuerte de lo que daba a entender, y más oscura de lo que él decía que veía. Pero ya lo descubriría por sí mismo. Luego dijo que, tras acabar conmigo, me dejaría que lo hiciera yo y mordí mí labio ante la mera idea- estoy deseando que llegue el momento en el que te ate a esos grilletes y empiece tú tortura, amor –tras intercambiar varias palabras más así como cada uno nos dedicamos unos versos sobre el infierno era hora de comenzar a cenar porque tenía hambre. Iba a sentarme de forma normal cuando él, como todo buen caballero acercó la silla para que me sentara mejor en la mesa y luego se sentó enfrente de mí.

Tal y como le pedí sirvió los platos y lo miré sonriendo de lado ante su pregunta con doble sentido de si tenía hambre, la verdad es que sí y el plato que antes había levantado olía de forma maravillosa que ya estaba deseando probarlo. Finalmente el plato fue servido y también sirvió un par de copas con el vino que había, corté un trozo de la carne del plato que había olido antes y la llevé a mi boca, degustando lo buena que estaba. Estaba perfecta y la salsa que llevaba mejoraba bastante el plato, estaba tierna, en su punto, sabrosa… me había gustado mucho. Alcé la vista para ver que me miraba y sonreí de lado observando que él también se había servido.


-¿No comes, amor? Deberías de coger fuerzas para lo que te espera esta noche –volví a cortar un trozo de carne y la llevé a mis labios degustándola de nuevo, jadeé bajito por lo buena que estaba y cogí la copa de vino para dar un trago y acompañar el plato. Él seguía mirando como cenaba y la verdad, es que nunca había visto cómo un vampiro comía… era algo extraño y esperé a que lo hiciera. Vi que se había bebido la copa de golpe y que se servía más- Cuidado, cielo, no sea que te emborraches y no puedas cumplir con tus maravillosas ideas que me hecho saber… no sería tan divertido –alegué y luego escuché que también había una piscina para poder limpiarnos de la sangre, algo que me hizo sonreír de lado- Veo que has pensado en todo… ¿tanto deseas esta noche conmigo? –Sonreí cortando un trozo de nuevo de carne para, esa vez, llevar el tenedor hacia sus labios dejando el trozo de carne delante de ellos- Venga… no me niegues este capricho, tú prometida quiere darte de comer para que pruebes lo maravilloso que está –dije paseando el trozo de carne sobre sus labios hasta que al final sus labios se separaron, entreabrí los míos viendo como degustaba el trozo de carne y llevé el tenedor a mis labios- ¿Ves como no era tan difícil? ¿Quieres más? –Pregunté con malicia mientras seguía comiendo notando cómo me miraba sin quitar la sonrisa de mis labios, hasta que finalmente terminé el plato y la cena siguió entre tiras y aflojas, retándonos con cada frase que nos lanzábamos como si no pudiéramos evitarlo. Llegamos a los postres y cogí uno de los que había que llevaba chocolate y pasé el dedo índice por el chocolate para luego llevarlo a mis labios, y chuparlo ante la mirada del vampiro siendo consciente de que me miraba- Mmm, esto si es placentero –me excusé levantándome para ir al servicio y al salir, como estaba a las espaldas del vampiro, mis dedos recorrieron de hombro a hombro pasando por la nuca para finalmente sentarme sobre sus rodillas ladeando mi cuerpo, viendo que tenía delante también varios postres y piezas de fruta. Cogí la cuchara y la hundí cogiendo un trozo generoso del pastel de chocolate que llevé a mis labios, degustándolo, para luego volver a coger otro trozo algo más pequeño y llevarlo a sus labios- Creo que voy a empezar a preocuparme ante la falta de apetito que tienes, ¿seguro que vas a poder rendir esta noche? A este paso veo que no vas a poder hacerlo –volví a pasar la cuchara por sus labios manchándolos de chocolate hasta que no le quedó de otra que aceptar lo que le daba, cogí un trozo de las piezas de fruta que estaban cortadas en la fuente y la llevé a mis labios quitando luego de mis dedos con mis labios el jugo de la fruta- Oh, esto me recuerda a algo –mis dedos fueron al anillo que él me había regalado y comencé a sacarlo sin apartar mis ojos de los suyos- Voy a quitármelo, amor, porque no quiero que le pase nada en esta noche –lo saqué de mi dedo como claro ejemplo de que no lo quería y lo dejé sobre la mesa, como si quisiera dejarlo a buen recaudo- ¿No te molesta, verdad? Es muy caro y no quiero que le pase nada –sonreí con malicia y volví a coger otro trozo de fruta, sin moverme de donde estaba como si aquello fuera un duelo más entre ambos- Dime Joe, ¿por qué la fiesta de ayer? ¿Tanto deseas casarte? –Esa vez cogí un trozo de chocolate de otro de los postres, porque me encantaba el chocolate, y lo probé… estaba delicioso- ¿Tan difícil es encontrar para ti alguien que quiera casarse contigo por voluntad propia? Vaya, no logro saber por qué con lo bueno que eres –comenté con total ironía y sarcasmo mientras seguía comiendo, porque sabía que la noche no había hecho más que empezar.
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Mensaje por Joe Black Miér Mayo 17, 2017 1:58 pm

Observaba a la cazadora regocijarse frente a mi de las ganas que mostraba por estar con ella, algo que en gran parte era cierto, claro que escondía un detalle, me gustaba la idea de joderle la noche con el hombre con quien realmente ansiaba estar en esos momentos.
Ni los mejores manjares, ni aquella habitación de hotel dispuesta para los dos hacia sombra a la mierda de cabaña del viejo ese que no supo ni defenderse y eso me cabreo de sobremanera, porque ella era mía, le gustara o no, así era.

Alcé la mirada de la copa la sentir el tenedor frente a mis labios, los abrí dejando que metiera la carne en mi boca y la mastique despacio sin apartar mis ojos de sus carnosos labios que se movían despacio paladeando la exquisita cena dispuesta para ella.
-no sera esto lo que me de fuerzas para la noche amor, pero estoy seguro que estarás deliciosa ¿cierto?

Ladeé la sonrisa mientras esta seguía comiendo, provocandome con el chocolate y su forma de llevarse el dedo a la boca haciendo que mis ojos enrojecieran ante tan devastadora imagen.
-Os habéis preocupado mucho de vuestro atuendo, me gusta esa actitud tan complaciente y sumisa que traéis hoy frente a vuestro futuro esposo.
Me alegro de que hayáis reconsiderado vuestra posición y empecéis a encontrar el placer en perderos entre mis manos.

Sabia sobradamente que me odiaba, que le repugnaba y que esas palabras no harían mas que incrementar ese duelo que ambos manteníamos ahora y que nuestras razas habían tenido por siglos.
Ella y yo, frente a frente, dos depredadores separados por una mesa llena de cubiertos y platos, fingiendo ser civilizados cuando ambos sabiamente que no lo eramos y que tras nosotros se escondían dos bestias al acecho.

Se alzó con la escusa de ir al servicio, mas lejos de hacer esto, sus pasos se perdieron tras de mi, dedo que se paseo por mi hombro de punta a punta acariciando mi nuca y como si se tratara de una joven enamorada acortó la distancia sentándose en mis rodillas para que de nuevo nuestros labios se buscaran.
Enfrentando nuestros alientos, acariciándose con cada palabra dispuesta y el tenedor con un pedazo de tarta surco la distancia para manchar mi boca.
Dejé que de nuevo me alimentara con eso que no me saciaba y tomé la copa de vino después para darle un profundo trago empujando el pastel hasta mi organismo.
-¿tan impaciente estabas amor por volver a sentirme? -pregunté relamiendo mis labios frente a los suyos.

Rio tomando un trozo de fruta que chorreó por le jugo por sus dedos y que deliberadamente volvió a limpiar frente a mis ojos forzándome a emitir un jadeo.
Uno que pronto se apago al verla quitarse le anillo y dejarlo sobre la mesa como si no representara una mierda.
De un empujón la aparté de mis piernas, alzándome de la silla airado ,mi carácter era excesivamente  impetuoso como para aguantar un desprecio tras otro.
No me importaba el juego del odio, pero yo al menos estaba respetándola como mujer, algo que ella no hacia conmigo como hombre ¿donde quedaron los malditos modales?

Tomé el anillo entre mis dedos rugí malhumorado y lo lancé a las llamas de la chimenea que prendía frente a nosotros.
Mis ojos rojos como el mismo fuego sentenciaron mi estado de animo y contra esos maderos estampé la botella que produjo un fogonazo que iluminó toda la estancia.
Desafiante busqué su mirada antes de coger otra botella y salir al balcón ,tenia que calmarme o de nuevo le daría la victoria de esta segunda noche.
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Mensaje por Danerys Garnert Jue Mayo 18, 2017 9:34 am

Era la primera vez que veía a un vampiro comer algo de comida y no alimentándose de sangre, sabía que la comida que había en la mesa no le saciaría y que incluso esta no sabría todo lo bien que a mí me sabía, así que era divertido darle de comer solo por el simple hecho de que no lo necesitaba, pero de alguna forma le forzaba a comer la comida que para mí estaba deliciosa. Aquello no dejaba de ser sino otro de los duelos que manteníamos constantemente cuando estábamos solos, mostrándonos como éramos realmente aunque tan solo fuera una fachada, porque sabía que tras él había un monstruo anidado en su interior y así para lo mismo conmigo. Él depredador, o lo que eso creía, y yo la cazadora que iba tras el depredador… no sabría decir con certeza en esos momentos quien era el cazado y quien cazaba… quizás ambos lo fuésemos por igual ante los constantes piques, retos y duelos que nos poníamos con nuestras palabras.

Ya sabía que lo que necesitaba era la sangre para alimentarse, pero si pensaba por un solo segundo que iba a dejar que bebiera de mi estaba muy pero que muy equivocado… porque no iba a hundir sus colmillos en mi piel para beber de mi sangre, era una cazadora y no podía dejar que eso pasara. Bastante tenía con saber que me tenía que casar con él y que me iba a tener que tocar si no hacía lo contrario y evitaba la boda. Pero él parecía convencido de que era lo que quería y no sabía que se estaba metiendo de lleno en la boca del infierno, poco a poco. Reí con diversión cuando dijo que sabía que no se alimentaba de esa forma, y que lo que yo le había dado de comer no le daría fuerzas para la noche… así como que sabía que estaría deliciosa. Pinché otro trozo de carne notando sus ojos puestos en mis labios y alcé la mirada, con diversión.


-Creo que me has confundido con alguna de tus esclavas… no vas a probar mí sangre, ni esta noche, ni mañana ni nunca… porque no te pienso dejar, y porque te mataré si lo haces –ahora tocaba los postres que eran mi perdición, aunque aún más lo era el chocolate que era como un vicio para mí, así que pensaba probar cada uno de los postres que allí habían dispuestos sabiendo que al vampiro no le haría especial ilusión- Es una putada que no puedas disfrutar de semejante… placer –dije llevando un trozo de chocolate a mi boca, degustándolo. Estaba buenísimo y sabía que para él quizás no sabría a nada, y no sabía exactamente lo que se estaba perdiendo, pero tampoco me importaba en absoluto. Mis ojos se alzaron de nuevo cogiendo otro trozo de tarta y enarqué una ceja por sus palabras, bien sabía que no me había puesto así por él pero igualmente quería meter el dedo en la llaga- De no hacerlo mi madre no me hubiera dejado salir hasta no estar a vuestra altura, amor, así que no me quedaba de otra –volví a pinchar otro trozo de otra tarta diferente y dejé la cuchara en mis labios saboreando el chocolate con la nata, si por mí fuera me comería todos y cada uno de los postres… quizás lo hiciera ya que él no iba a comer y era una lástima desperdiciarlos- ¿Complaciente y sumisa? Qué gracioso eres, Joe… no sabía que se te daba bien gastar chistes –reí entre dientes por eso- solo estoy dándote un pequeño suspiro mientras ceno, luego tranquilo, volveré a ser esa víbora y esa arpía rebelde que sé que tanto te gusta –lamí mis labios notando sus ojos en ellos y los mordí mirándole- Pero no te engañes, sé que te gusta verme con el vestido puesto. Y si a algo le he encontrado el placer es a torturaros, a dejaros sedientos de mí a mí merced… eso lo encuentro sumamente placentero. Así que disfrutaré como una niña con zapatos nuevos cuando finalmente tus muñecas estén apresadas por esos grilletes y te haga ver lo… complacida que estoy por verte así –sonreí con malicia, porque quizás había encontrado un punto débil en el vampiro, y pensaba aprovecharlo al máximo.

Me levanté para tras pasear mi dedo de hombro a hombro sentarme sobre sus rodillas y seguir comiendo sobre él aquellos pasteles de los que él no había probado ni bocado. Le di un trozo manchando de nuevo sus labios con el chocolate forzándolo a que comiera el trozo y lo observé viendo que se lamía los labios tras ingerir el trozo de chocolate. Su pregunta me hizo reír entre dientes mientras seguía comiendo, afilada en todos los sentidos buscando provocarme con ella, la batalla entre los dos no había hecho más que empezar y aunque él creía que iba a ganar esa noche, estaba muy equivocado.


-Siempre tengo ganas de sentirte, Joe –comenté antes de coger un trozo de fruta y limpiar el jugo que cayó por mis dedos notando el jadeo del vampiro. Jadeo que pronto se cortó cuando dejé el anillo sobre la mesa al quitármelo por lo que restaba de noche, solo pensaba llevarlo puesto cuando estuviera en presencia de otras personas, solo me lo quitaría. Aquel gesto enfadó sobremanera al vampiro, porque me apartó de un empujón cogiendo el anillo entre sus dedos y levantándose de la silla, rugió como si fuera una bestia y lanzó el anillo a la chimenea y que me hizo abrir ligeramente la boca por aquel acto que sin duda no había esperado para nada, pero pronto la cerré. La botella de vino que había abierto para acompañar la cena la lanzó también contra la chimenea y esta provocó un fogonazo que iluminó toda la estancia durante unos segundos en los que el alcohol prendía las llamas. Se giró, con los ojos rojos como el mismo fuego, desafiándome con la mirada en todo momento dejándome claro sin decir nada que no le había gustado aquel gesto, cogió otra botella y salió al balcón dejándome allí sola. Y cuando se largó, no pude evitar sonreír por lo que había pasado, había hecho enfadar al vampiro y cabrearlo con un simple y sencillo gesto. Notaba la victoria cada vez más y más cerca y quizás aquella noche se le fuera de las manos totalmente. Conmigo era imposible tener nada planeado, porque era indomable y ya comenzaba a desbaratarle los planes al vampiro.

Me regocijé en ese momento y era el momento de rematar aquello, quizás si seguía presionando al vampiro podría hacer incluso antes de lo esperado que cancelara la boda, sería la mejor idea que saldría de sus labios y que más me gustara sin duda alguna. Cogí la copa que había utilizado durante la cena y di el trago que quedaba para salir hacia ese balcón donde él estaba, copa en mano, sin poder evitar por dentro esa pequeña victoria que me había atribuido. Me puse a su lado sin apenas decir nada apoyando mis brazos en la balaustrada del balcón, que esta era ancha, cogí la botella que estaba sobre esta misma y llené la copa que tenía para dejarla luego donde estaba, viendo la ciudad mientras la luna en lo alto nos iluminaba con su nacarada luz y daba un trago de la copa. El vampiro tenía un carácter muy temperamental, y tenía que atacar por donde podía.


-¿Te has enfadado, amor? No era mi intención que te enfadaras –no, qué va, para nada- parece que la noche no está resultando como esperabas que fuera… ¿eso quiere decir, que me dejas ahora a mí a ver si la noche va como quiero y deseo? –Pregunté tras dar un sorbo a la copa, me giré apoyando la espalda contra la barandilla y de un impulsó me subí sobre esta balanceando los pies que colgaban en el aire- Quizás yo pueda reconducir la noche –lo miré estando él de perfil, con la luna bañando su rostro haciendo que su pálida piel resaltara aún más y los ojos rojos que ahora tenía fueran más notorios al darle todo el brillo a su rostro- Y yo que me he puesto así para esta noche y lo que tenías preparado… -chasqueé la lengua como si en parte estuviera decepcionada con aquello- y me he puesto este vestido solo para ti, y pensaba que ibas a disfrutar de este y de algo que veo que te ha gustado… del escote que tiene –mi dedo se paseó desde el final del escote subiendo hasta mi garganta, sabía que aunque no me mirara el gesto no iba a pasarle desapercibido- ¿Te vas a rendir ya? –Pregunté llevando la copa a mis labios y dando un sorbo- qué poco aguante… si te vas a rendir, cédeme el control Joe… no te preocupes, te haré sentir como en el mismo infierno. Quizás te sientas como en casa, y lo disfrutarás, incluso me pedirás más –sonreí de lado- asúmelo, lo estás deseando amor.
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Mensaje por Joe Black Jue Mayo 18, 2017 10:58 am

Poco duró mi tiempo de paz, allí estaba ella con esa cara de no haber roto un plato en su vida y ese tono condescendiente que trataba de buscar un entendimiento fingido conmigo.
Duelo de egos en el que ella llevaba la voz cantante dándome cuenta que le problema era que ella podía hacerme todo cuanto le apeteciera, mas yo si tenia limites, una palabra dada entre ellos.
-¿Acaso amor la noche no esta yendo exactamente como deseáis? -pregunté con cierto tono mordaz.

No tenia porque fingir que estaba disfrutando de sacarme de mis casillas, que haberse librado del anillo había supuesto para ella un autentico alivio y que la idea de que nuestra boda se fuera al traste era en lo único que pensaba en estos momentos.
Sabia lo que intentaba, atormentarme para que finalmente eligiera a otra mujer infinitamente mas complaciente, pero eso no iba a suceder, así que podía empezar a asumir que era mía.
-No os preocupéis amor mio, os prometo que gozaremos de ese vestido.
Mis ojos rojos se clavaron en su yugular cuando el dedo la remarco en un gesto que para nada paso desapercibido.

Acerque mi cuerpo a la barandilla, sus pies colgaban hacia dentro, mis manos abrieron sus piernas apoyándose en las rodillas, me colé entre ellas rodeando desde atrás con mi brazo su cintura para evitar que cayera.
Ladeé la sonrisa escuchándola, quería que le cediera el control pero...¿que haría con este?
-Muy bien- susurré dejando que una de mis manos se colara por debajo de su falda acariciando lentamente su rodilla ascendiendo por ella.
-¿Y que haríais mi amor con ese control que ansiáis?

Sin consentirle ni siquiera responder la empuje dejándola colgando de la balconada, solo mi mano sujetaba el resto de su cuerpo.
-Esta es una buena prueba de fe amor, soy lo único que salva tu vida en este momento. Ve acostumbrándote a esto porque aunque no lo creas, así sera a partir de que nos casemos, seras tan mía como ahora me pertenece tu vida.
Si suelto tu mano caerás hacia la nada y ¿sabes que quedará de ti? Un bonito cadáver, con un preciosos vestido rojo y negro. Espero que entendáis el símil de esto -gruñí tirando de su mano para subirla con facilidad.

Su cuerpo impacto contra el mio, respiración agitada que moría en mis labios mientras esos ojos destilaban odio por todos los lados.
-¿os habéis enfadado amor mio? -pregunté siendo ahora yo el que daba la torna a la situación -yo que me había puesto este elegante traje solo para vos.
Chasqueé la lengua imitando su gesto mientras mis dedos recorrían su cuello para morir en ese escote en uve que acaparaba mi atención.
-¿queréis que juguemos en el lecho para ver si solucionamos este mal entendido que se ha creado entre los dos? No sabéis cuanto ansió que os sintáis bien en mi compañía.

Tomé la botella dándole un largo trago, después me relamí contemplándola.
-¿Necesitáis beber algo antes de que os encadene? -pregunté dándole la botella
Le di la espalda, mi sonrisa sádica se dibujo en mi cara mientras de nuevo me adentraba en la habitación dispuesto a empezar el juego.
Me descalcé antes de subir sobre la cama redonda, abrí los grilletes y desvié mi mirada hacia la dama tendiéndole la mano con suavidad.
-¿venís amor?
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