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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Danerys Garnert Dom Abr 30, 2017 11:43 am

Recuerdo del primer mensaje :

El leve aire que se alzaba en aquella tarde movía y agitaba mí pelo como una cascada que bailaba su propia danza, el sonido de un arma cayendo al suelo sobre la hierba del lugar, un golpe que venía procedente de la derecha y que esquivé agachándome con agilidad, el sonido de un jadeo por el esfuerzo, respiración contenida y controlada buscando un punto débil donde atacar y derribar al contrario. Un golpe bajo hacia la zona de mis pies que busca desestabilizarme por completo, pero no lo permito. Ruedo hacia un lado sin vacilar en mis movimientos alejándome del adversario, tenía que pensar con rapidez antes de que perdiera la pelea. ¿Perder? ¡Já! Esa palabra no estaba en mí diccionario y no la utilizaría nunca. Un gruñido procedente de mis espaldas advirtiéndome de que a mí contrincante no le había gustado nada que hubiera escapado, sonreí de lado encontrándome en el camino mientras rodaba la daga que me había hecho soltar con un golpe, desarmándome.

Ahora tenía una daga que utilizar y podía sentir los ojos puestos en los míos, el sudor perlaba mí frente y mí pecho subía y bajaba de forma controlada, respiración que tenía bajo control, situación que así también estaba. Una sonrisa socarrona y burlesca apareció en mis labios y alenté con mi mano a mí adversario a que se acercara para luchar contra mí, preparada para acabar con aquello y proclamarme vencedora, porque no está en mí perder y no pensaba permitirlo. Se acercó con rapidez hacia mí dirección, yo levanté la daga y me puse en posición de ataque dispuesta a dar el último asalto.

Se lanzó sobre mí y paré el primer golpe con el antebrazo, eché hacia atrás el cuerpo para que el puño no diera en mí rostro y giré asestándole un golpe en el costado que lo dejó durante unos segundos sin respiración, no se dio por vencido tampoco y volvió a arremeter esa vez sacando la daga que también portaba. Cruce de estas en las que el sonido metálico era lo único que se oía, una patada en mí dirección que a duras penas paré, y que se sirvió para derribar al contrincante lanzándolo al suelo, pero antes de que pudiera rematar se levantó con agilidad e intenté darle una patada baja para que se cayera pero saltó y la esquivó girándose para encararme.

Lanzó la daga de forma imprevista y como acto reflejo moví la mano para esquivarla de mí camino haciendo a un lado el cuerpo, momento que aprovechó para lanzarse sobre mí y hacer que cayera al suelo, su cuerpo sobre el mío, sus manos intentando desarmarme y buscar mí cuello para dejarme sin respiración. Colé un pie por debajo de su cuerpo hasta llegar a su pecho, le di un golpe fuerte con el codo en el rostro y aproveché eso para cogiéndolo del cuello de la camisa lanzarlo hacia atrás donde me puse encima, mí rodilla presionando su pecho y su brazo atrapado en una llave que le imposibilitaba moverse. Por si aquello no fuera suficiente, la daga en su cuello en una clara victoria. Mis ojos puestos sobre los suyos, el pelo que caía hacia un lado cubriendo una parte de mí rostro y que caía sobre él, enmarcándolo. Nuestras respiraciones chocando la una con la otra, podía sentir la calidez de esta dando contra mis labios, que me hizo entreabrirlos de forma inconsciente mientras seguía inmovilizado y ya derrotado en aquella batalla.


-¡Vale, vale! Tú ganas–sonreí de lado guardando la daga en el cinto que llevaba y levantándome para espolsar la ropa de entrenamiento que llevaba mientras Mathew, mí maestro, se levantaba llevando una de sus manos al brazo con un claro gesto de dolor- Hoy estás particularmente agresiva –mis ojos lo miraron de lado sin comentarle nada al respecto. Oh, ¿de verdad? Vaya, no sabía cómo se había fijado de ello. Sí, había descargado con él la furia y la frustración que llevaba encima imaginándome que era otra persona a la que atacaba- ¿Qué te han hecho esta vez, pequeña? –Preguntó recogiendo la daga que se había estrellado contra uno de los troncos donde ensayábamos la puntería y no contesté- ¿No me lo piensas decir? Acabo de recibir una paliza y soy tú maestro, debería de castigarte por ello–reí de forma irónica y me giré para mirarlo, cruzándome de brazos.
-O querrás decir que deberías de felicitarme por haber superado al maestro –él hizo una mueca divertida y se encogió de hombros- Mí padre quiere que vaya a una fiesta que realiza no sé quién porque está buscando una esposa –hice un gesto con la cara en desacuerdo total-será muy poco agraciado, o más bien nada –acoté mientras él me miraba- si tiene que hacer una fiesta para buscar esposa… pobre desgraciado–terminé mientras él negaba con la cabeza y se acercaba a donde estaba para recoger todo.
-¿Y cuál es el problema Dan? –Dan, siempre me llamaba así acortando mí nombre, lo miré sin pensar por un segundo que habría preguntado tal cosa.
-¿Qué cuál es el problema? ¡Qué mí padre quiere casarme! –Él solo se rió haciendo que me sacara de mis casillas tal hecho y me miró con ojos divertidos.
-Ya es hora de que sientes la cabeza y quién sabe, quizás hasta ese hombre te entra en buena vereda –comentó alejándose hacia la casa, cogí una piedra del suelo y se la tiré dándole en la espalda mientras él se reía divertido por verme de esa forma. No había manera alguna de que me casara y menos con un hombre que tenía que buscar esposa mediante una fiesta, acudiría y en cuanto pudiera escabullirme de la fiesta me iría a cazar dejando allí a mí padre y a aquel hombre con su particular búsqueda. Entré en la casa y observé a  Mathew de espaldas guardando las cosas, era más mayor que yo y estaba en la treintena ya, en casi mitad de esta, aun así no había perdido su atractivo y que fue el que me hizo sentir un amor platónico cuando era niña con diez años y me salvó de aquel vampiro, aunque comprendí que me seguía viendo como esa niña y mis tonterías de niñez se quedaron en un recuerdo y en el olvido. Ahora solo sentía admiración y aprecio por ese hombre, aunque no negaba que ante mis ojos me hiciera sentir algo más y que se llamaba “lujuria”, pero él jamás me vería con esos ojos, los cuales ahora se fijaban en mí con una sonrisa de diversión en sus labios que de niña deseé besar más de una vez, cruzándose de brazos sobre el pecho- Venga, deberías de irte para que te prepares para la fiesta. Mañana me puedes contar qué tal te fue y si era tan agraciado o no como pensabas –se acercó dejando un beso en mí frente como si fuera una niña y me alentó a que me fuera, lo miré de mala manera y le hice un gesto obsceno que lo hizo reírse antes de alejarme y montar al caballo que había cogido para ir a entrenar, en una cabaña en mitad del bosque y volver a la mansión, para cuando llegué las doncellas y sobre todo aquella que era de mí total confianza ya tenían todo preparado para adecentarme, con un vestido que quise romper en cuanto lo vi sobre la cama.


Última edición por Danerys Garnert el Vie Mayo 19, 2017 11:01 am, editado 2 veces
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Mensaje por Danerys Garnert Dom Mayo 28, 2017 7:36 pm

La razón se había perdido no sabía exactamente en qué momento por el camino, en lo único en lo que podía pensar era en saciar esa tremenda necesidad que me recorría el cuerpo y que me dejaba completamente loca, excitada hasta la cota más alta, con urgencia de algo que solamente el vampiro podía darme. Las razones se perdieron y mi mente no pensaba con claridad ante la cruda y dura necesidad que me recorría, ante la tremenda excitación que me nublaba el juicio y no me dejaba ver nada más allá… pero claro, era tremendamente complicado hacerlo cuando todo mi cuerpo ardía y me pedía una sola cosa, cuando la excitación llegaba a un punto en el casi que tornaba hasta dolorosa. Lo quería, lo necesitaba.

Mi cuerpo entero pegado al del vampiro ahora subida sobre él, sentada como en esa tina que habíamos compartido la primera noche, mis pechos pegados al suyo, rozándose, mis caderas moviéndose de forma necesitada contra su miembro igualmente excitado y mis labios recorriendo ahora su cuello que había tensado al llevar mis dedos a su pelo y echar hacia atrás su cabeza. Lo recorrí sintiendo su fría tez en cada roce de nuestros cuerpos, como si aliviara la quemazón que sentía, esa que me había provocado el beber de su sangre. Ya me lo había dicho en un momento de la noche y ahora sufría las consecuencias… unas que nos habían llevado a que me obligara a beber de él.

Atrás quedaba el dolor de muñeca que ya ni sentía, de hecho, podía mover esta sin problema como si su hubiera curado por arte de magia… pero sabía que lo había hecho su sangre. El cuello seguramente ya no tuviera marcas y la herida que tenía en el brazo había desaparecido por completo, apostaba incluso que los orificios que había hecho con sus colmillos habían quedado en el olvido y no habría marca alguna. Ahora todo eso ya no importaba, ahora solo importaba calmar y saciar mi necesidad que era apremiante, cada segundo que pasaba más y más necesitaba tener al vampiro en mi interior.

Un jadeo salió de sus labios que murió en los míos al acortar la distancia y besarlo, hambrienta de ellos en una cruenta batalla que parecía no iba a tener fin y que no iba a haber ni vencedores ni vencidos. Nuestras lenguas se encontraron arrasando todo a su paso y mis caderas no cesaban sus movimientos contra el vampiro, provocándole para que sucumbiera ante lo que necesitaba, mis palabras eran una clara invitación que necesitaba que no dejara pasar por alto.

Sus manos fueron a mis caderas acompasando mi ritmo como si necesitara ayuda, y ayuda no era precisamente lo que necesitaba… no al menos esa ayuda. Nuestras bocas se separaron tras aquel beso abrasador y jadeé contra sus labios, pidiéndole que me tomara dándole el permiso que necesitaba y que todo mi cuerpo rugía con fervor. Mis dedos recorrieron sus labios y con el pulgar sobre su labio inferior lo deslicé hacia abajo para luego lamerlo con mi lengua, mis dedos continuaron el camino descendente por su pecho hasta llegar a su miembro que mí sexo rozaba con cada rotación de cadera, mis dedos acariciaron todo su tronco si dejar de mirar los rojizos ojos del vampiro, exhalando mi aliento contra sus labios sin separarme en ningún momento.

Su ronco jadeo me hizo sonreír de lado apremiando su necesidad, porque la notaba y la sentía al igual que podía sentir la mía y él lo sabía, su boca volvió a tomar la mía de forma más pausada, lleno de deseo y lujuria desenfrenada que nos recorría a ambos por igual, tentador en toda su esencia. Acabó el beso y por unos segundos pensé que iba a empezar con lo que le había pedido, con lo que necesitaba de él… pero me equivocaba. Sus palabras me hicieron mirarlo sin entender lo que decía, le había pedido que me tomara y ahora parecía negarse, acarició mi muñeca y pronto pude sentir algo frío y metálico que se cernía sobre ella, al bajar la vista pude ver una esposa en ella, raudo enganchó la otra al cabecero de la cama y gruñí cuando dijo que no estaba invitado a ese viaje, lamió sus labios y se alejó dejándome sola sobre aquella cama, excitada, necesitada y completamente loca por placar esa necesidad.


-¡Joe! –Gruñí moviéndome en la cama hacia donde se había alejado pero la esposa me ataba y restringía mis movimientos, tiré de las esposas con fuerza pero esta no iba a soltarse y volví a gruñir otra vez ofuscada, frustrada por no calmar esa sensación que me recorría por entera y que me estaba volviendo loca, de algo que no iba a obtener de él- Maldito vampiro… ¡vuelve aquí! –Le miré con la respiración acelerada y agitada, mi pecho subiendo y bajando con rapidez y ese ardor que no cesaba. Tiré de nuevo de la esposa y acabé sentándome mirándolo lejos donde no podía alcanzarle porque la esposa a mi muñeca no me dejaba. Me giré acercándome hacia donde estaba la esposa atada e intenté deshacerme de su prisión y agarre contra el cabecero, pero por más que tiraba era imposible soltarme o que cediera. Terminé por soltar un quejido lastimero, plagado de necesidad que no cesaba, y apoyé la cabeza contra el cabezal cerrando los ojos, intentando pensar en algo por unos momentos… pero nada se me ocurría, no podía pensar con claridad, no estando en ese estado. Necesitaba calmarme, y calmar esa necesidad, o iba a volverme loca y dado que parecía que él no iba a hacerlo… iba a tener que buscar otra vía.

Mi cabeza se giró para buscarlo, mis labios se entreabrieron emitiendo un jadeo y sonreí de lado, acabé por tumbarme en la cama de cara a donde estaba él con un brazo sobre mi cabeza donde tenía la esposa, la otra mano libre de ataduras bajó por mi cuerpo serpenteando hasta llegar a la zona más caliente, húmeda y necesitada de mí cuerpo. Mis dedos rozaron mi sexo húmedo, completamente empapado, y un gemido se escapó de mis labios ante el mero roce. Mis piernas abiertas y mis caderas moviéndose contra mis propios dedos, si él no iba a darme lo que necesitaba lo haría yo misma o me volvería loca. Empecé a masturbarme con mis ojos clavados en el vampiro, cargados de deseo y brillantes, casi turbios de placer, emitía jadeos y gemidos, mis caderas se movían conforme el placer aumentaba por momentos, saciándome.


-¿De verdad que no quieres venir, Joe? –Pregunté con voz baja, seductora, tentadora hacia el vampiro que a unos pasos lejos de la cama contemplaba la escena que se desarrollaba frente a sus ojos. Mis dedos recorrían todo mi sexo por completo en diferentes movimientos, rotatorios sobre el clítoris que demandaba por atención. La necesidad comenzaba a ser aplacada conforme el placer crecía y era atendido, yo misma me lo produje al no poder aguantar más en ese estado. No era lo que ansiaba en esos momentos, no era mi mano lo que necesitaba, pero cumplió su papel y su función. Los jadeos aumentaban en la habitación, los gemidos escapaban de mi boca conforme el placer crecía y crecía. Cerré los ojos y me dejé llevar, mis dedos moviéndose en mi interior y el pulgar recorriendo el resto provocándome pequeños temblores. Mi mano se aferró a los barrotes del cabezal, mis piernas se tensaron y todo mi cuerpo vibraba ante la inminente llegada, arqueé la espalda y esa vez no me contuve en gemir cuando el orgasmo arrasó mi cuerpo, oleadas de placer que comenzaron a calmarme poco a poco, respiración agitada, mejillas enrojecidas, mi pecho subiendo y bajando con rapidez… y luego calma, como si la tempestad hubiera pasado. Poco a poco todo fue pasando disipándose de mi cuerpo volviendo a notar como la cordura de nuevo volvía a mi ser, como al ser aplacada la necesidad desaparecía y era como de nuevo volviera a ser… yo.

Me giré quedando de lado tumbada en la cama recobrándome poco a poco mientras mi respiración se normalizaba, y todo lo que había pasado lo recordaba como si fuera algo que no hubiera pasado de verdad, pero sí, había pasado. Ese maldito vampiro me había dado de beber su sangre y, aunque eso me había curado, también había provocado mí estado y... maldición, me entraron más ganas de matarlo en ese momento solo por lo que había hecho. Solo él sabía por qué cuando le había dado el permiso que me había estado pidiendo toda la noche se había contenido y me había dejado con aquel tremendo calentón. Gruñí al pensarlo de nuevo, y me giré buscando al culpable de lo que había sucedido ahora que había pasado un tiempo y que estaba más tranquila.


-Maldito hijo de puta –fueron las primeras palabras que salieron de mí boca, cogí aquel cojín que había sobre la cama y se lo tiré con fuerza impactando de lleno sobre su rostro- suéltame ahora mismo –demandé mirándolo con odio, cabreada por lo que había hecho, me había provocado y le había pedido y echo desde que me había dado su sangre- tranquilo amor, no voy a abalanzarme sobre ti ni a pedirte que me folles –comenté mordaz, con tono frío y afilado, atrás quedaba ese tono que había empleado mucho más seductor y tentador. Tiré de nuevo de la esposa haciendo ruido como si eso le diera una pista al vampiro de lo que quería- Te juro, Joe, que como vuelvas a darme de nuevo de tú sangre prometo volver a llevarte a ese Infierno al que te he llevado antes, ahora que sé cómo hacerlo, y esta vez no haré nada para sacarte de él… al contrario, dejaré que ardas en las llamas hasta que te consumas –mis ojos bajaron a sus labios recordando que lo había besado, aunque antes también lo había hecho, y aun podía notar su sabor en los míos- me gustaría bañarme y dormir sin estar atada –porque la verdad es que estaba algo cansada de todo lo que había pasado durante la noche, y aunque su sangre había curado las heridas que tenía, no así el cansancio.
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Mensaje por Joe Black Lun Mayo 29, 2017 12:16 pm

Ladeé la sonrisa al ver su rostro, por primera vez aunque sin quererlo acababa de hacerle un jaque, pues gruñía rabiosa como un animal salvaje a un cepo enganchado pidiéndome a gritos que volviera, que la tomara aplacando el frenesí que mi sangre corriendo por sus venas le producía.
Tomé una silla que puse justo frente al lecho, sabia antes incluso de que lo hiciera cual iba a ser su siguiente movimiento, pero temía que de salir de la habitación acabara arrancándose la maño, mi sangre era muy potente, había consumido bastante y nunca sabes como la mente de una humana puede acabar reaccionando al sentirse en llamas e invencible.

Sus ojos en los míos, pardos, oscurecidos chocaban con los míos que rojos como el fuego incitaban al demonio. Si dijera que no estaba excitado mentiría, pues mi hombría rugía voraz por adentrarse en el laberinto que me ofrecía.
Abierta de piernas en mi dirección, fueron sus dedos los que tomaron aquello que era mio por derecho.
Su respiración errática sucumbía frente a sus frenéticos movimientos, rostro plagado de deseo, mejillas sonrosadas y labios resecos.

Mi pesada respiración delataba mis instintos depredadores, ella era la presa que deseaba alcanzar mas que nada ¿que me mantuvo como espectador y no participe? Mi orgullo, no consentiría tomara de un modo tan sencillo ,quería vencer por mi mismo y no usando trucos sucios.
Su cuerpo se tensó, el orgasmo no se apiadó de ella y saciada por completo cayó sobre las sabanas tras arquear su cuerpo regalándome la imagen mas infernal que de ella había presenciado.
Estaba muy excitado, demasiado pero me mantendría firme . Me puse en pie, caminé hacia ella, mi cuerpo si se orilló al suyo para soltarla.

Me maldecía por haberla forzado a ser un títere y en cierto modo así había sido, claro que le estaba merecido pues ella me llevo la infierno y eso es lo que sucede cuando bailas un vals eterno con el demonio hambriento.
-Tranquila amor, ahora que se te ha pasado el colocon te aseguro que si te follaría  ¿quieres eso? -pregunté con una sonrisa altiva y la voz ronca por el deseo que calentaba mi entrepierna.

Mis pantalones abultados denotaban como me encontraba, ella había descargado su tensión, por el contrario yo seguía completamente excitado, cada vez mas y eso me dejaba en clara desventaja frente  la dama.
-¿quieres bañarte? -le señalé la gran piscina con vistas a París, un lugar idílico para cualquier pareja de enamorados -¿conmigo -bromeé relamiendo mis labios.

Aun podía sentir ese beso que me dio, voraz, fugaz y hambriento...los dos eramos fuego, razas encontradas que se odian, detestan.
A su vez algo existía entre ambos, un juego peligroso que podía acabar destrozandonos por dentro.
Le tendí la mano para ayudarla a bajar de la cama, la guié haca la entrada de la enorme piscina.
-¿necesitas algo amor para darte el relajante baño? ¿champan? ¿yo? -susurré con picardia contra sus labios dejando que mi aliento chocara voraz contra ellos.


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Mensaje por Danerys Garnert Lun Mayo 29, 2017 8:19 pm

Cuando se alejó de mí poniendo distancia lo que había hecho había sido coger una silla, acercarse hacia la cama pero manteniendo una distancia en la que yo no podía alcanzarlo, y sentarse observándome con sus ojos rojos como el mismo fuego, mientras yo sentía que ardía y me abrasaba por dentro. Estaba claro que él no iba a hacer nada por aliviar aquella quemazón y la necesidad que sentía, su postura sentado en la silla era más que clara, así que sin poder aguantar mucho más y notando que no podía pensar con claridad mientras mi cuerpo quemaba y no podía centrarme en nada más que aplacar lo que sentía, terminé por darle un fin a aquello aunque no fuera de la forma en la que yo había deseado realmente, siendo la necesidad quien hablaba por mí.

Sus ojos fijos en mi tumbada boca arriba en la cama, con las piernas abiertas, y mi mano bajando hasta la zona más caliente, ardiente y húmeda de mi cuerpo. No quitaba ojo de lo que me provocaba con cada roce, cada jadeo que salía de mis labios, cada gemido que me apremiaba aún más a buscar el orgasmo que tanto estaba necesitando. Me olvidé de todo mientras me dejaba llevar y mis dedos marcaban el ritmo sin dejar de acariciarme, pero sintiendo su mirada puesta en mi cuerpo sin perder ningún detalle de lo que frente a él pasaba. Lo llamé de nuevo tentándolo, o intentándolo al menos, para que fuera él quien se ocupara de mi pero no dije nada ni se movió, así que yo seguí con lo mío.

El calor crecía y el placer aumentaba ahora solamente centrada en la tarea que mis dedos ocupaban, mi cuerpo comenzó a temblar cuando me acercaba al orgasmo y finalmente aferrando los barrotes del cabezal mi cuerpo sucumbió ante el orgasmo que arrasó mi cuerpo, arqueé mi espalda y gemí de forma descontrolada dejando que el placer aplacara aquello que su sangre me había provocado normalizando mi respiración, con las mejillas sonrosadas por el placer. Poco a poco fui volviendo en mí y recobrando la postura, todo lo sucedido pasó por mi mente como de una película pero que había sido cierto, muy cierto.

Pasaron unos minutos hasta que finalmente me serené recobrando de nuevo el control de mí cuerpo quedando atrás esa… sensación, esa necesidad que su sangre me había provocado y lo miré con rabio y odio en mis ojos, mientras él permanecía sentado en la silla sin dejar de mirarme, seguramente habiendo disfrutado que le había regalado de mi cuerpo dándome placer hasta llegar a la cúspide del mismo. Lo maldije viendo que se acercaba hacia donde estaba para tras quedar cerca de mi cuerpo estando yo sentada de rodillas en la cama sentí que quitaba la esposa de la muñeca, llevé mi mano frotando el lugar sin dejar de mirarlo con odio, él sin embargo parecía bastante divertido con la situación y sin dudarlo me contestó a mis palabras con una sonrisa ladeada en los labios.


-Preferiría que tú mismo te empalaras con una estaca… pero sé que no va a suceder –lo fulminé con la mirada ante su pregunta afirmando que ahora que no estaba bajo los efectos de su sangre, sin duda alguna, me follaría si se lo pidiera notando su voz ronca salir de sus labios. Reí de forma corta y fría notando la excitación que todavía llevaba en el cuerpo, su abultado miembro marcándose en los pantalones que llevaba- ¿Te ha gustado el espectáculo, Joe? –Pregunté mirándolo a los ojos de forma fija y ladeé la sonrisa- Lo siento amor, sabes que tienes una palabra que cumplir y ya veo que ni pidiéndotelo cambias de opinión… sin duda un hombre de palabra –quería darme un baño que sin duda relajaría mi cuerpo de todo lo que había pasado esa noche y que borraría todo rastro de sudor de mi piel. De nuevo volvía a ser yo quien terminaba en un orgasmo aunque esa vez provocado por mí misma, y él seguía excitado como la pasada noche… parecía que algunas cosas no cambiaba. Su rostro señaló la piscina que había mencionado al principio de la noche y sin duda alguna se me antojaba más que un baño en la tina y asentí a sus palabras. Tomé su mano bajando de la cama para que me condujera hacia la piscina viendo las vistas que había de la ciudad de París, y que sin duda alguna muchos pagarían por poder disfrutar de algo así.

No hacía nada de frío aquella noche y la leve brisa que había en el ambiente era incluso bien recibida, estaba todavía con el cuerpo caliente y agradecía ese soplo de aire que me brindaba estar al aire libre. Miré al vampiro que tras conducirme hacia la piscina se había vuelto a acercar hacía mí lanzándome varias preguntas, no tenía intención alguna de que él se bañara conmigo ni que me proporcionara nada, tan solo quería darme aquel baño que cada vez quería más y más. Elevé mi rostro para dejarlo a la altura del suyo, era un poco más alto que yo y ahora sus labios quedaban casi a la altura de los míos, sentía su respiración contra estos y el tono de sus palabras que me hicieron mirarlo a los ojos, rojos como las llamas del infierno, en los que había bailado aquella noche y me había proclamado digna reina del baile.


-¿De verdad quieres saber lo que necesito? –Pregunté con mi respiración también chocando contra sus labios, podía notar su necesidad sin siquiera tocarlo, la excitación que recorría al vampiro y que no sabía por qué no había hecho nada por aplacarla como lo había hecho yo. Incluso tras eso y lo que había pensado que era debido al fervor de su sangre, pese a mi desgracia, me encontraba con que no podía evitar acercarme al vampiro. Nos acercábamos y nos alejábamos constantemente, como imanes que se atraían y repelían, lo que yo pensé que podía ser debido a todo lo sucedido me di cuenta de que no era del todo cierto. Pese a que éramos de diferentes razas, pese a que éramos némesis naturales en los que el odio primaba sobre nosotros, que lo que deberíamos de hacer era pelear a muerte hasta que solamente uno se proclamara vencedor… pese a todo eso, sin saber muy bien por qué, aquel maldito vampiro de alguna forma que no lograba comprender en lo más profundo de mi interior… me atraía. Y sabía que para él era exactamente lo mismo y que de no ser por nuestras razas la cosa sería bastante diferente. Quizás es que ambos nos sentíamos atraídos por esa oscuridad que ambos procesábamos, un juego peligroso que podría acabar con nosotros perfectamente… pues él era demonio y yo era Lilith, y los dos morábamos en el Infierno en el que yo me alzaría como la reina. Di un paso acortando aún más la distancia entre ambos, mi cuerpo pegado al suyo sintiendo su miembro contra mi vientre, mis pechos desnudos contra su torso al descubierto y nuestros labios rozándose. Mis manos subieron por su pecho notando la respiración pesada del vampiro contra mis labios, entreabrí los míos de forma leve para que sintiera ahora mi respiración chocar con los suyos y cuando llegué sobre sus pectorales… mis labios se posaron en los suyos, besándolos, notando de nuevo su sabor que me embargaba, dejé un mordisco en su labio inferior y me separé un poco- A ti… -dije dando un paso atrás al mismo tiempo que lo empujaba estando en el borde de la piscina, viendo como caía al agua mojándose por completo salpicando algo de agua por la caída-… mojado –terminé la frase entre y reí con una sonrisa ladina sabiendo que no se lo habría esperado para nada y me lancé de cabeza sumergiéndome en el agua, notando esta que aliviaba mi cuerpo y buceé hasta llegar a la otra punta donde salí al llegar al otro lado de la piscina, tirando mi pelo hacia atrás para que no me molestara, apoyando mis brazos en el borde sabiendo que el vampiro acabaría por acercarse hacia donde estaba para, seguramente de alguna forma, vengarse por lo que había hecho al lanzarlo de esa forma al agua. Cuando lo noté a mi lado lo miré sin quitar la sonrisa de mi rostro, sabiendo que de alguna forma lo había controlado como él con su sangre conmigo y ladeé un poco el rostro- Lo siento amor, pensaba que te vendría bien que te dieras un baño para bajar la excitación que llevabas –lo miré de forma fija- tan solo me preocupo por ti –palabras cínicas y mordaces que no eran del todo ciertas, reí levemente y recosté parte de mi rostro ladeado todavía sin dejar de mirarlo- ¿Alguna otra sorpresa que tengas preparada esta noche para mí, Joe? ¿He cumplido con tus expectativas, amor? –Porque sabía que al final había acabado ganando yo, y que él lo tuviera que reconocer me producía un enorme placer- Me encantaría poder hundirte bajo el agua, pero sería una pérdida de tiempo y nada divertido puesto que no te pasaría nada… -sonreí de lado, llevé una de mis manos a su cabeza y lo hundí de nuevo haciendo fuerza hacia abajo mojándolo de nuevo, riéndome por aquello con diversión hasta que salió de nuevo a la superficie- Mmm, no, no tiene gracia -reafirmé mis palabras para luego mirarlo- Me ha gustado llevarte al Infierno como la Lilith que soy, Joe, así que cuando quieras… -me acerqué hacia él mirando esos ojos rojos que se reflejaban brillando- podemos repetirlo.
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Mensaje por Joe Black Mar Mayo 30, 2017 12:23 pm

Allí estábamos al borde de la piscina, contemplándonos de cerca como si no lo hubiéramos hecho ya durante la noche entera.
Ella calma llevaba la venta en este tema, por lo contrario mi hombría en alza chocaba contra su vientre delatando que yo había bailado en el infierno y seguía haciéndolo.

Sus labios se entreabrieron para acoger mis jadeos, su respiración errática contra mi boca.
Ladeé la sonrisa al sentir sus cálidas manos sobre mi pecho, allí estaba Lilith, consciente de mi estado, de lo necesitado que me sentía en este momento de fundir nuestros cuerpos.
Su cuerpo se amoldó al mio, ojos rojos contra pardos que se contemplaban dispuesto a arder de nuevo y su boca fue ahora la que atajó la distancia para buscar mis labios, su sabor se hizo patente en mi lengua cuando se enredaron como sierpes.

Nariz que se acarició, mis manos subiendo por su cintura, hambrientas de ella y un jadeo de su boca que aseguraba quererme a mi y no a otro.
Un empujón, fue el final de sus palabras, no puedo decir que no esperaba algo así, mi cuerpo cayendo al agua para mojarme por completo ante la risa de mi amada prometida.
Emergí la cabeza sacudiéndome el pelo para verla hundirse en las mismas cristalinas buceando hasta el otro lado de la piscina.

Me quité los pantalones, los calzoncillos, dejándolos al borde de la piscina y al igual que ella me sumergí en las aguas para bucear hasta ella.
Mis manos aferraron su cintura y tiré de esta dejando que nuestros cuerpos se reconocieran.
-¿no encontrabas mejor escusa que lanzarme a la piscina para verme desnudo de nuevo? -bromeé contra sus labios.

Nuestros cuerpos se rozaban casi de forma inconsciente, el agua que entre ambas pieles quedada ardía calentando nuestros cuerpos con cada roce.
Reí contra sus labios al escuchar que solo me había mojado para que me bajara el hinchazón de la entrepierna, tiré de sus caderas dejando que nuestros sexos unidos rugieran.
-Amor no ha funcionado, tal es mi excitación por vos, creo que necesitaré yo también darme un desahogo antes de dormir -susurré con picardia recordandole lo mucho que me había deleitado mientras ella se acariciaba en el lecho frente a mis ojos.
-¿también querrás verlo? -musité acariciando sus labios con los míos -¿participar quizás?

Seguía atacándome, ahora alegando que hundirme bajo el agua no me mataría, algo que al parecer le gustaría que pasara y yo negué con cierta diversión recordando como había sacado la astilla de mi corazón.
-¿estas segura Dan de quererme muerto? -me relamí contra su boca -creo que muy por lo contrario, mi preciosa prometida me desea vivo y en algún momento dentro ¿verdad?

Aparté un mechón de pelo mojado de su rostro para recolocarlo tras su oreja.
-Te recuerdo que me has pedido que te tome, me gritabas desesperada que aplacara tu hambre y puedes culpar a mi sangre de tu enajenación momentánea pero te aseguro que aun con mi sangre fluyendo por tus venas, no cualquier hombre te hubiera servido, me deseas -sentencie con picardia.

Su mano en mi cabeza me hundió, mis manos aferraron sus nalgas y tire de esta para impactar mis labios en su sexo y sacudir mi lengua contra su clítoris apenas un momento pues sentí como tiraba de mi pelo.
Emergí frente a ella, ladina mi sonrisa, sus ojos me aniquilaban por momentos
-¿que no era ese el motivo por el que me hundías amor? Creía que toda la explicación de que no necesitaba aire en mis pulmones era justo para que aprovechara el momento en excitarte.

Sonreí cuando de nuevo se acercó a mi para asegurarme que repetiría la noche cuando quisiera, mis manso en sus nalgas la empujaron contra mi, miembro en su vientre completamente alzado, duro.
-¿y si...me ayudas a calmarme ya que el agua no ha funcionado?
Su pecho endurecido contra el mio, rozándonos, nuestros labios se buscaban sin tomarse, alientos que calcinaban al otro, seguíamos bailando solo que la cazada no se daba cuenta de hasta que punto el infierno nos consumía a ambos.

Cerré los ojos apoyando mi frente en la suya, enemigos aferramos, deberíamos de pensar en matarnos y sin embargo empalarla era mi idea pero no exactamente para producirla dolor si no placer.




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Mensaje por Danerys Garnert Mar Mayo 30, 2017 8:57 pm

Si algo había descubierto aquella noche era un punto débil en el vampiro que pensaba utilizar y aprovechar al máximo que pudiera, no solo sabía que si lo llevaba a cierto estado se volvería loco, tan loco que al final acabaría consumido por las llamas hasta convertirse en ceniza… no, había descubierto también o más bien había reafirmado que sentía debilidad por mí cuerpo. Era algo que no me podía negar cuando notaba como estaba de excitado, como sus labios rozaban los míos, sus jadeos roncos y su respiración pesada que daba contra mi rostro. Lo supe todavía aún más cuando mis labios lo buscaron para besarlo de nuevo sintiendo su sabor recorrerme por entera, embriagándome. Porque era innegable que nos atraíamos mutuamente pese a lo que éramos, pese al odio que derrochábamos hacia el otro y que se podía ver en cada mirada, en cada palabra y en cada acto que teníamos.

Para el resto seríamos una pareja prendada por completo del otro pero ambos sabíamos la verdad, como yo sabía que era una debilidad para el vampiro y solo había que ver la forma en la que se había dejado llevar por mi beso y no era la primera vez que aquello le nublaba el juicio, ya había pasado cuando le quité aquel palo en la habitación número dos y ahora como me había apartado y lo había empujado al agua, riéndome por el control y el domino que veía tenía sobre él, y que lo sometería hasta que finalmente cayera ante mí… postrado de nuevo, como había estado cuando me ató con los grilletes, y eso era algo que me excitaba… un vampiro postrado ante una cazadora. Podía hacerlo, tenía el poder para ello y al final acabaría por lograrlo.

Me lancé justo cuando él emergía a la superficie y buceé hacia el otro lado de la piscina solo para saber que al final acabaría acercándose hacia donde estaba, y antes de sentirlo salir detrás de mí sentí sus manos que fueron a mi cintura girándome, dejando mi espalda contra el borde de la misma quedando de nuevo uno de cara al otro. Tuve que reírme de forma seca y corta ante su pregunta de verlo desnudo de nuevo, no necesitaba hacer aquello para verlo desnudo, ya lo había hecho y por el momento ese no era mi deseo, me daba igual si llevaba ropa o no la llevaba puesta, no era algo que me importar en esos momentos.


-¿Crees amor que necesitaba hacer eso para verte desnudo de nuevo? –Sonreí de lado, de forma ladina, sintiendo sus labios sobre los míos notando su frío aliento sobre estos- Seguro que tan sólo me habría bastado pedírtelo para que te quedaras desnudo, ¿me equivoco? –Respondí a su pregunta sin apartarme dejando que mi aliento también rozara sus labios. Nuestros cuerpos volvían a estar rozándose de nuevo, mi espalda contra la pared de la piscina y su cuerpo rozando el mío me dejaban acorralada aunque no me sintiera así para nada, se rió por mis palabras y pronto las manos que tenía en mis caderas me empujaron hacia él para que pudiera sentir que seguía todavía excitado, su miembro rozó mi sexo provocándome un jadeo que murió en sus labios. Confirmó que mi intento por bajarle el calentón no había funcionado y que necesitaría desahogarse como había hecho yo, recordándome de forma implícita en sus palabras que había disfrutado al ver cómo me llevaba al orgasmo cuando la necesidad había nublado mi razón y mi juicio, al beber de su sangre- Ni quiero verlo ni mucho menos quiero participar el algo que te de placer… -mis ojos observaron los suyos de forma fija- o es que, ¿te gustó que te masturbara cuando estabas encadenado, amor? Recuerdo que me pediste que no parara llegado el momento –se la devolví apoyando una de mis manos en su pecho notando el contraste con su piel más fría y helada- ¿Echas de menos mis manos dándote placer? –Reí entre dientes con nuestros labios rozándose- ya sabes que soy experta en llevarte al límite –susurré contra sus labios divertida por aquello notando su miembro duro contra mi sexo, donde moví mi cadera para provocarlo aún más ante lo excitado que estaba. Lo miré de forma fija cuando volvió a llamarme acortando mi nombre, como si nos conociéramos de toda la vida, como si tuviera mi confianza para llamarme de esa forma y lo fulminé con la mirada por eso- No me llames de esa forma, no eres nadie para llamarme así y no quiero que lo hagas –sentencié de forma firme, ya se lo había dicho una vez pero al parecer había pasado olímpicamente de ello, se relamió y mis ojos observaron aquel gesto así también como sus labios y escuché las palabras que salieron de estos, para luego subir mis ojos a los suyos- ¿Igual que tú no quieres matarme, Joe? –Ladeé un poco el rostro- no puedo matarte ahora, ¿a quién piensas que culparán directamente cuando saben que estoy aquí, y que nos han visto entrar a los dos solos? Tenemos una planta entera para nosotros, no quiero ser la sospechosa número uno… tengo tiempo para matarte amor. Como tú dices, hay que saber en qué momento hacerlo para deshacerte del cuerpo y que no puedan culparte –sonreí de lado sin querer responderle a lo segundo que había dicho queriendo que pasaran de largo sus palabras sin pensar en ello y sin ningún tipo de ganas de contestarle.

Pero parecía que quería insistir en ese hecho y me recordó, tras poner un mechón de mi pelo mojado tras la oreja, que le había pedido que me tomara, que le había pedido e incluso gritado y rogado porque aplacara esa necesidad de hambre por él que su sangre me había provocado. Es más, me dejó en claro que podía culpar a la sangre si eso me hacía sentir mejor… pero que realmente lo deseaba a él y que ningún otro hombre me hubiera servido para otorgarme placer, calmar mis ansias y mi necesidad, y llevarme al orgasmo. El vampiro no era estúpido y sabía, tan bien como yo, lo que ambos provocábamos en el otro y él tampoco dudaba en darme justo donde más dolía… su sangre solo había potenciado todo lo que había sentido esa noche, me había llevado casi al orgasmo por dos ocasiones, había negado con todas mis fuerzas que me excitara cuando en lo profundo de mi interior sabía que no era así, que me excitaba sin saber aún por qué y sin hallar respuesta ni explicación.

Su sangre había sido el colocón más fuerte que había alguna vez siquiera experimentando, y me había puesto muy muy cachonda como me había avisado, pero ¿solo él podía saciarme? Eso era algo que nunca lo íbamos a saber porque no iba a dejar que volviera a pasar de nuevo, porque no iba a dejar que me diera de beber su sangre y mucho menos iba a rogarle porque me tomara… porque iba a hacer que sus palabras fueran su eterna condena y jamás pudiera tomarme, porque la boda no se iba a celebrar y jamás lo sentiría en mí interior. Sonreí de lado apoyando la cabeza contra la pared observándolo de forma fija, él creía que había ganado con aquello y yo juraba que la partida solo había empezado.


-¿Estás seguro que solo tú puedes saciarme, que solo te deseo a ti en mi interior? –Reí de nuevo por sus palabras- Estás tan seguro de ello… tan convencido, que ni siquiera piensas en lo erróneo que puedes estar. ¿Ese truco te funciona con todas para llevártelas a la cama? Si no consigues lo que quieres, ¿les das tu sangre porque sabes que así lograrás tú objetivo? Sabes lo que tú sangre provoca, tú mismo me lo dijiste… drogada te podría necesitar por los efectos de tú sangre, pero sobria –sonreí de forma ladina- sobria Joe, créeme… no eres el único que puede complacerme. Te deseo lo mismo que tú me deseas a mí –en eso ninguno podíamos negarlo- pero ya te aseguro que jamás me tomarás porque ya tengo quien me complace y me satisface, y desgraciadamente para ti, no eres tú –y antes de que dijera nada lo hundí de nuevo aunque sabía que no lo mataría, pero el vampiro no pensaba rendirse y bajo el agua acercó mis caderas para lamer mi sexo y recorrerlo con su lengua, darme donde más placer sentía y que hizo que gimiera, me mordiera el labio y tirara de su pelo para que se apartara. Lo fulminé con la mirada ante su acto y llevando una de mis manos a su brazo apreté el agarre hasta que mis uñas se hundieron en su carne- ¿No puedes tenerme cerca y no tocarme, verdad? –Sus manos empujaron mi cadera de nuevo notando su miembro contra mi vientre, me pedía que le ayudara a llegar al orgasmo estando nuestros cuerpo pegados, en cada respiración que daba mi pecho se rozaba subiendo y bajando en cada aliento, nuestros labios rozándose otra vez, buscándonos de forma inconsciente como lo hacían nuestros cuerpos. Apoyó su frente contra la mía cerrando sus ojos, en un gesto que no esperé para nada como si se rindiera de alguna forma contra mí.

Deberíamos de odiarnos, deberíamos de mantener una lucha a muerte hasta que solo uno quedara… éramos razas enemigas enfrentadas por siglos, ¿en qué lugar cabía que nos deseáramos más allá de aquel odio ancestral? De que nos buscáramos una y otra vez, maldición… ¡era un maldito y jodido vampiro! Debería de coger una estaca y atravesar su inerte corazón para convertirlo en cenizas, reducirlo a la nada, borrar y aniquilar su existencia. Mi parte cazadora me pedía que lo matara, mi parte como mujer me decía que no lo hiciera, mientras lo tenía tan cerca de mí notando su nariz acariciar la mía. Al parecer él no tenía problema en darme a conocer que me deseaba, sin embargo mí orgullo y mi odio hacia ellos no podía dejar que me rebajara ante aquello y prevaleciera por encima de todo.


-Soy caos, soy muerte y la destrucción del mundo… dolor es lo que sembraré en mi caminar, destruyo todo lo que hay a mí paso, arraso a quienes se oponen a mí y convierto en cenizas todo aquello que toco. Soy la reina de la noche pues de la oscuridad procedo y es en la oscuridad donde de los temores y de los miedos me alimento, mis pasos son los tambores que llaman a la guerra, mis caderas son los jinetes que cabalgan sobre ríos de arena ensangrentados, y mis labios son el pecado mortal de todo hombre, bestia y demonio –mis palabras susurradas sobre los labios del vampiro que permanecía con los ojos cerrados, mi mano se quedó en su pecho y la otra la subí a su nuca envolviendo sus caderas con mis piernas, notando su miembro rozando mi sexo en aquella posición- pues yo soy Lilith, reina de los demonios donde el Infierno es mi trono, nacida del pecado de la carne soy la lujuria que corrompe, cruel deseo en agónica belleza –moví mis caderas de forma que su miembro recorriera todo mi sexo, y mi lengua lamió el labio inferior del vampiro mientras seguía susurrando de forma seductora contra los labios del vampiro- placer terrenal para aquel que ose a tocarme pues cual súcubo haré surgir tus más oscuros deseos y anhelos –mis dedos subieron de su nuca hasta enredarse en su pelo para tirar hacia atrás su rostro y contemplar sus ojos, mientras no dejaba de mover mi cadera- pues no solo destruyo y arraso, también conquisto. Y como digna Lilith, soy la pura perdición –terminé con un jadeo sobre sus labios para luego tomarlos volviendo a entablar batalla, a sentir su sabor y como arrasaba con todo sin dejar de moverme contra él. Pues si quería una Lilith la tendría, y ésta no solo inflige daño ni provoca dolor, sino también la que otorga placer y conquista. Y eso es, precisamente, lo que iba a hacer con el vampiro; tenerlo postrado ante mí.
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Mensaje por Joe Black Miér Mayo 31, 2017 9:01 am

Mis ojos fijos en los ajenos, todavía su voz replicaba en mi cabeza alegando que no era yo el único que podría saciarla, que tenia otro que lo hacia, uno al que realmente amaba, pues claro dejaba que a mi me odiaba.
La sonrisa se me escapaba de los labios, si esperaba ponerme celoso, se equivocaba de plano, ese hombre moriría si a mi se me antojaba. Yo era caos, era muerte y era el dios al que esa mujer rezaría cada noche.

Me relamí los labios resecos, sintiendo como el aliento de ella los acariciaba suavemente.
-Me deseas -sentencié -inventa las falacias que quieras.
Dejé escapar una risa moviendola contra mi alzada hombría, estaba muy excitado y la forma de tocarme de la cazadora, de orillarse a mi no ayudaba.

Mi frente acabó contra la suya, no era una rendición, solo el modo que tenia de tomar aliento, pues mi interior ardía.
Gesto que Dan aprovecho para alzar sus piernas enredándolas a mi cintura, nuestros sexos desnudos rugían, su vagina abierta frente a mi glande  ardía.
Mi respiración pesada chocaba contra esas palabras que bien la definían, esas hechas para Lilith, el demonio que volvió loco a Cain.
Era irónica la situación, pues yo estaba perdiendo el juicio al igual que padre en estos momentos.
Ojos cerrados, sus pechos golpeando el mio, restregándose como la serpiente voraz que era.
Sus movimientos eran frenéticos y mis manos dejaban que siguiera bailando mientras empujaba sus caderas hacia mi estaca.

Sus dedos enredados en mi nuca tiraron de mi pelo, jadeé contra su boca encontrándome con una oscura risa, su boca lamió mi labio inferior, ojos rojos, fuego, contemplados por sus oscurecidos pardos. Nos deseábamos y este instante empezaba a convertirse en mi perdición, pero también en su maldición.
La punta se había introducido en sus paredes, ella misma se la metía al moverse de aquella necesitada manera.

Jadeé contra su boca, mis dedos en su nuca y el beso se torno fuego, pues nuestros dientes marcaban cada resquicio de piel del otro, los labios se engrosaban por la pasión con la que nos devorábamos al otro, su boca entreabierta permitía a mi lengua entrar, saquearlo todo, eso si, no dudaba en presentar batalla, enredados como una sierpe que me devastaba.

Jadeábamos contra la boca del otro, su espalda contra la pared, mi mano en esta, la otra hundida en sus caderas.
-Quiero follarte -susurré contra su boca.
Su espalda golpeó contra la pared de la piscina, incapaces de separarnos, nos reclamábamos hambrientos, dos depredadores, carnívoros y salvajes.
-Te quiero follar Dan -gruñí contra sus labios esperando el permiso que necesitaba para no quebrantar mi palabra -estas muy mojada, muy caliente, no lo niegues.
Sus Uñas arañaban mi espalda, la sangre teñía la piscina, aquel instante se había convertido en infierno y ella era el sucubo que dominaba el incendio.
-Déjame entrar -gruñí fuera de mi, no podía mas.


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Mensaje por Danerys Garnert Miér Mayo 31, 2017 12:12 pm

No esperaba que el baño que iba a tomar en la piscina se fuera tornando en lo que estaba pasando en esos momentos, el vampiro tenía sus ojos cerrados y su frente apoyada contra la mía sintiendo su miembro dar en mi vientre, excitado por completo sin haber podido llegar a calmarse mientras que yo comenzaba a excitarme de nuevo. Los roces, lo que el vampiro había hecho en mi sexo y esa adrenalina que sentía por el cuerpo aunque el fervor de su sangre hubiera pasado era la razón por la que estaba de esa forma. Moví mi cadera restregándola por su miembro y sonreí de lado, disfrutando del tener al vampiro de esa forma, en la palma de mí mano. Él quizás no lo sabría pero así era como estaba exactamente desde mi punto de vista. Una Lilith no solo inflige daño, sino que también puede otorgar placer si así lo desea, y teniendo al vampiro como tenía se me presentaba una ocasión para poder llevarlo al Infierno de nuevo.

Mientras pronunciaba aquellas palabras contra sus labios sintiendo su gélido aliento sobre los míos, mis piernas rodearon su cintura susurrando de forma sensual esas palabras que se me habían venido a la mente, que no las había sacado de ningún fragmento de ningún libro, definiendo perfectamente la Lilith que era, la que él quería que fuese. Esa que daba dolor, la que el día del baile le dije que sería para él quebrándole la cabeza, provocándole dolor, infligiendo un castigo contra el vampiro… pues yo también obtenía placer de darle dichos castigos. Mi cadera comenzó a moverse sobre mi miembro notando como este recorría todo mi sexo, como la punta de su miembro me rozaba hasta llegar al clítoris donde me hacía cerrar los ojos ante el placer que me provocaba.

Mi cuerpo pegado al del vampiro, mi pecho se restregaba con cada vez que no solo subía y bajaba con cada respiración que hacía, sino con cada movimiento de mi cadera. Notaba su respiración pesada dar contra mí mientras seguía esa definición, sus manos seguían en mis caderas que no me frenaban en ningún momento, sino que más bien me pegaban más contra él como si eso fuera posible, no había distancia alguna que salvar entre nuestros cuerpos completamente pegados. La pared a mi espalda me dejaba entre esta o el cuerpo del vampiro, como si fueran topes que tenía por delante y por detrás. Cuanto más hablaba y más le iba diciendo iba aumentando de forma paulatina el ritmo con el que me movía contra él.

Enredé mis dedos en su pelo y tiré hacia atrás su rostro, exhalé mi aliento contra sus labios y reí de forma oscura y fría contra sus labios, lamí su labio inferior contemplando aquellos ojos rojos del vampiro que me observaban, dos orbes de fuego plagadas de deseo, brillando en la oscuridad de la noche como si fueran las mismas llamas del Infierno. Mis palabras fueron totalmente acertadas; iba a ser su perdición y quizás hasta el mismo vampiro lo sabía. Jadeé contra sus labios al sentir que de moverme así la punta de su miembro se adentró en mi interior, lo que provocó que cerrara los ojos y mis labios fueran a los suyos para besarlos.

El vampiro no tardó en presentar batalla y arrasar con todo a su paso, sus dedos en mi nuca acercándome más hacia su boca como si no quisiera que me alejara de nuevo, nos mordíamos marcándonos con nuestros dientes, de igual forma que nos deseábamos en aquel beso donde yo le permití el paso, y él no dudó en arrasar con todo en mi boca. Eso sí, que le diera permiso no significó que le dejara hacer y no presentara batalla, tan cruenta como la que habíamos tenido en aquella habitación toda la noche… era algo que nos caracterizaba a ambos, el espíritu luchador que poseíamos. Al separarnos jadeé buscando por aire ante aquel beso que supe, sin duda alguna, que nos había calentado a los dos de nuevo y la mujer de mí interior me rogaba que mandara a la mierda a la cazadora, al menos por esa noche pero, ¿cómo hacerle caso? Mis ojos observaron los suyos con un leve jadeo y reí de forma corta cuando dijo que quería follarme.


-¿Ahora quieres follarme, Joe? –Pregunté con una sonrisa ladeada sin separar ni nuestros cuerpos ni nuestros labios, acariciándonos cada vez que hablábamos. Su boca volvió a buscarme de nuevo como si fuéramos incapaces de evitarlo, el deseo corría por nuestro cuerpo y daba la sensación de que cuanto más nos enfrentábamos, más discutíamos y más nos desafiábamos y retábamos el deseo se incrementaba, como si fuera un efecto rebote. Él decía que lo deseaba, y sí, se lo había reconocido anteriormente al igual que sabía que él me deseaba… negarlo ahora que no tenía su sangre por mí cuerpo fluyendo era una burda mentira que ninguno íbamos a creer, no tenía sentido alguno. Volví a reírme cuando dijo que quería follarme de nuevo, pero mi mano subió de su pecho ya que la otra seguía aferrando su pelo y rauda le di un guantazo que le hizo gruñir y a mi jadear, él no gruñó por el dolor sino más bien por la afrenta, y yo jadeé porque me excitaba de sobre manera pegarle, dominarlo a mí voluntad, y claro ejemplo era lo que había disfrutado teniéndolo atado en aquella cama- No vuelvas a llamare Dan, o volveré a pegarte de nuevo… no tengo problema en ello –murmuré contra sus labios, desafiándonos con la mirada y mordí mi labio sin mover mi cadera sintiendo solamente la punta de su miembro en mi interior, porque él tampoco hacía nada para hundirse más- claro que estoy mojada idiota, estamos en una piscina –sonreí de lado ante mis palabras. Pero era cierto, estaba mojada y caliente, y enfrentarnos no hacía más que aumentarlo en todo momento.

Mi mano fue a su espalda y hundí mis uñas en ésta haciendo que sangrara por las heridas, tiñendo la piscina con su sangre como si fueran pequeños ríos sobre el agua que se esparcían por la piscina. Sonreí de lado cuando gruñó que le dejara entrar notando que no podía aguantar más, que lo único que lo retenía era esa palabras que había jurado y que no quebrantaría, esas de las que le dije que sería su mayor perdición y que ahora él estaba viendo porqué. Yo tenía de nuevo el poder sobre él, solo yo podía cumplir con su petición o denegársela. Mi mano recorrió ahora su nuca de nuevo dejando que la sangre fluyera de las heridas hasta que estas cerraran, para subir por su cuello y llegar a su mandíbula que cogí con mi mano, observándolo, lamiendo sus labios en una pasada provocadora y totalmente erótica.


-Así Joe, así es como me gusta tenerte… al límite de todo, pidiendo y suplicando a tú reina por lo que quieres y deseas –reí contra sus labios mordiendo su labio inferior, sintiendo el pelo pegado a mi espalda, flotando bajo el agua provocándome pequeñas caricias en el lugar- ¿Ahora quieres hundirte en mi Infierno? –Sonreí volviendo a pronunciar las mismas palabras que había dicho cuando llevaba su sangre en mí interior y me había vuelto completamente loca, necesitada de él- Tener el control sobre ti es algo que me gusta mucho, tener la última palabra, que en mis manos esté tu condenación eterna o tu salvación por esta noche –siseé de placer sobre sus labios ante el mero pensamiento, y luego gemí sobre ellos- Esta es la Lilith que quieres, ¿verdad? A la que quieres tomar de forma dura y salvaje… ¿quieres que quebrante tus palabras y te dé permiso? –Sonreí de lado porque sabía exactamente que eso es lo que el vampiro quería. Podía separarme y dejarlo de nuevo con todo el calentón, dejarme a mí con el cuerpo ardiendo de nuevo. Una parte de mí disfrutaba viendo que no obtenía lo que quería, la otra me pedía que le diera el permiso que quería solo por aquella noche y luego volviera a negarle ese derecho hasta el día de la boda. Mis labios recorrieron los suyos, mordí con fuerza el inferior tirando del mismo con una sonrisa ladina, disfrutando del momento- Como he dicho no solo infijo dolor, sino también otorgo placer, ya te he condenado al Infierno pero, ¿quieres rozar el verdadero Infierno? –Mis labios subieron a su oreja, mordí el lóbulo sin reparo alguno y luego dejé mis labios para susurrarle y que me escuchara bien- por esta noche, esta única noche… puedes hacer lo que más estás deseando: follarme –mis labios bajaron de nuevo a los suyos y lo miré de forma fija- Vamos Joe, demuestra a esta Lilith lo que puedes hacer para llevarla de vuelta al Infierno como tantas veces has prometido a lo largo de la noche, por esta vez, te concedo tú petición. En cuanto el sol salga de nuevo por el horizonte, hasta el día de la boda, seguirás preso de tus palabras –moví mi cadera de forma lenta contra él, provocándolo e incitándolo- Tómame, a ver si eres tan jodidamente bueno como dices que eres para llevarme al Infierno –mis labios se apoderaron de los suyos esperando a que hiciera exactamente que más ansiaba esa noche, lo que él decía que quería.
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Mensaje por Joe Black Miér Mayo 31, 2017 2:14 pm

Nuestras bocas se batían en un duelo encarnizado, tentándonos, provocandonos. Era mas que evidente que nuestros cuerpos se necesitaban y aunque yo era el único con capacidad para admitir mi estado, no era un hombre burdo, sabia de buena mano cuando una mujer estaba excitada y ella me deseaba del mismo modo.
Podía camuflarlo con palabras cargadas de significados, hacerme preguntas retoricas que solo lograban caldear mas la inexistente distancia que había entre ambos, pero allí estábamos, insaciables, pegados, rozándonos como dos demonios que no ceden un ápice.
La realidad es que yo, en el estado que estaba era su esclavo, mas del mismo modo, ella quedaba sentenciada al pecado porque me quería dentro, es mas, me necesitaba calcinandola, recorriendo su mar bravo hasta llegar a puerto.

Ladeé la sonrisa sintiendo sus abrasadoras palabras contra mi boca, no había distancia así que mis labios acogían cada caricia de los ajenos y entre medias se mordían, se acariciaban sedientos, buscando el oasis del desierto.
-Dices tener el control sobre mi, pero...ni siquiera tienes control sobre ti misma -la reté sintiéndola gemir contra mi boca por como mi glande se movía en su interior.
-¿dime que no deseas lo mismo que yo? -gruñí contra su boca desafiante.

Por un momento la sentí debatirse entre el bien y el mal, tambaleándose entre esa imaginaria linea que separaba sus instintos de la razón.
Creo que buscaba mentalmente escusas para dejar que mi miembro la empalara, quizás motivos para odiarme mas si cabía.
Ladeé la sonrisa, por primera vez la duda la desquebrajaba, aunque sus caderas seguían inflamando mi hombría con rudos movimientos que delataban que en ningún momento estaba dispuesta a perder ese control, ese poder que sobre mi ejercía.

Tras unas palabras provocadoras, sus labios subieron a mi oreja, acariciando el lóbulo de esta antes de morderla, ahora venia lo mejor, mi libertad y su perdición, por una noche, esta, deseaba perder el control.
Olvidó su raza, la razón, incluso mi condición y antes de que sus ultimas palabras me permitieran el acceso al infierno con un rugido impacte con mi hombría su sexo.
Hasta el fondeo, muy adentro mi virilidad entro afilada como la mas voraz de las espadas.
Sentí como su cuerpo cedía, su espalda se arqueaba y su boca entreabierta gemía de placer.
Ritmo de tambores, demencial como el mas impetuoso de los galopes.
Desbocado mi arma entraba y salia por completo en ella, tanto que su espalda quedaba marcada a fuego contra esa pared que quebrándose a nuestro paso nos acogía.
Ni el agua servia de colchón, desbordada salia de la piscina, tal era el ritmo atronador.
¿Aguantaría Lilith a un vampiro que no se contenía?

Mi aliento chocaba rabioso contra su boca, lamia sus labios, los mordía derramando gotas carmesí por este, su mandíbula fue asediada a traición y el cuello se convirtió en el trofeo del vencedor.
Lamí su yugular dibujándola con mi lengua, paladeando el férreo sabor de esta.
Ojos rojos como el fuego, cercanos a ese tono burdeos que caracterizaba a la bestia que anidaba en mi interior, es que en este momento disfrutábamos los dos.
Era mi victoria, y estaba gozando de ese triunfo como nunca antes lo había hecho al conquistar tierras o esclavizar mundos.

Sus pechos se convirtieron en los torreones del castillo, los arqueros quedaban sepultados bajo el ahincó de mis colmillos, rocé, succione, mordí y lamí cada centímetro de estos haciéndola convulsionar de placer.
Su cuerpo se había abandonado al mio, en ese momento no había vencedor, ni vencido solo una oleada salvaje de placer que nos hacia gritar, gruñir y morder.
Sus dientes en mi hombro, quería hacerme daño, devolverme el placer que yo le estaba otorgando, esa era su venganza su modo de decirme que me odiaba y dios, como me excitaba saber que el infierno ardía en nuestros cuerpos en estos momentos.
Cerré los ojos, respiración errática contra su boca, mis manos en sus caderas, dentro por completo, los movimientos cada vez mas rápidos, la distancia mas corta y finalmente inexistente pues mi miembro solo se sacudía en su interior.
Placer, un aullido gutural contra su boca, mil espadas recorriendo mi cuerpo, mis terminaciones nerviosas, un orgasmo que jamas hubiera imaginado, uno que bien valía los dos días que me había costado derrumbar el portón y que abriera su rastrillo al vencedor.


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Mensaje por Danerys Garnert Miér Mayo 31, 2017 8:11 pm

Si una cosa tenía clara esa noche y en aquel momento el que seguía ejerciendo ese control sobre él, en la piscina, con mi espalda contra la pared y su cuerpo cerniéndose sobre el mío era que en cuanto le concediera lo que más estaba deseando… sabía de sobra lo que iba a pasar en esos momentos. Sus ganas de tomarme eran más que claras, me lo había dicho a lo largo de la noche en varias ocasiones y yo le había dejado con todas las ganas porque negarle algo que él deseaba y que quería era una cosa que me producía mucho placer, no iba a negarlo. Como tenerlo como lo tenía, que me suplicara y me pidiera algo a lo que él mismo se había condenado desde un principio, lo que no logró que yo hiciera ahora por ende se volvía en su contra y era él quien terminaba pidiendo.

Sabía lo que su cuerpo quería y ansiaba, su miembro duro contra mi cuerpo era una más que clara señal de ello y yo mientras tanto me debatía en lo que debía y no debía de hacer, si hacer caso a la voz de la cazadora que me pedía que me apartara y lo dejara como la noche pasada de nuevo con todo el calentón, o hacer caso a la mujer que había en mí que me pedía que por una noche, una sola noche, le concediera lo que quería para luego volver a hacerlo preso de sus palabras. No olvidaba que era un vampiro, lo notaba en cada tacto de su piel con la mía y en los ojos rojos que me devolvían la mirada… iba contra lo moral y lo estricto, a los vampiros se les mataba, no dejabas que te tomaran.

Lo fulminé con la mirada cuando dijo que tenía control sobre él pero no sobre mí misma, sentía su aliento gélido dar contra mis labios rozándose con cada palabra que pronunciábamos, cada vez que los movíamos. Se mordían como si no pudiéramos evitarlo dejándonos llevar por los instintos más primarios, por la atracción que ejercíamos sobre el otro y que a esas alturas era innegable en ese juego tan peligro que los dos estábamos teniendo. Lo notaba en mi interior con solo la punta de su miembro metida en lo que yo no dejaba de moverme, ejerciendo ese poder y control que tenía sobre él. Me retaba con sus palabras provocándome en todo momento, era consciente de cómo estaba también y no dudaba en aprovechar cada momento, aunque no se moviera ni un ápice de donde estaba controlándose por cada vez que movía mis caderas contra él.


-¿Crees que no tengo el control? –Jadeé contra sus labios con una sonrisa- ¿y esto que es, Joe? Tengo ese poder sobre ti, lo sabes al igual que yo… y es algo que me encanta –no era algo que le pillara de sorpresa en esos momentos, ya se lo había dicho a lo largo de la noche incluso antes de que estuviera encadenado e mi voluntad- no hay nada más placentero y erótico que ver a un vampiro bajo tú poder –ladeé la sonrisa cuando sus palabras volvieron a desafiarme, volvía a hacerlo cuando sabía que no tenía a cualquier mujer delante, sino a la propia Lilith- No deseo lo mismo que tú –mis palabras sonaron frías devolviéndole el desafío que me había lanzado, porque me gustaba negarle las cosas, llevarle la contrario y tenerlo en mis dominios como lo tenía en esos momentos. Pero él sabía que mis palabras no eran del todo ciertas, no cuando no había hecho nada por separarlo de mi cuerpo, no cuando lo notaba de esa forma y no me movía para que no estuviera dentro… pero me gustaba que viera el reto que iba a suponerle cada día de su infernal existencia. Si le iba a conceder aquello que quería sería porque yo así lo quería, por una sola noche, para luego encerrarlo de nuevo en esas palabras en las que no podría hacer nada. Mis labios subieron a su oreja lamiendo el contorno y mordiendo su lóbulo para susurrarle esas palabras que más estaba ansiando, las que más necesitaba escuchar pues esta Lilith daba igual que quitaba, y supe que en cuanto las palabras fueran pronunciadas él no iba a tardar en ponerse en acción.

Y no defraudó, tan pronto como le liberé de sus palabras haciéndole ver que por esa noche iba a poder tenerme se movió de forma brusca en mitad de un gruñido, adentrándose por completo en mi interior hasta lo más profundo. Mis labios se abrieron soltando un gemido de placer ante tal acto, mi cabeza hacia atrás y mi espalda arqueada hacia él fue la respuesta inmediata de mí cuerpo al notarlo dentro… y no paró. Comenzó a moverse sin esperar siquiera un solo segundo de forma rápida y rauda como si le hubiera otorgado la llave a una liberación y no pudiera contenerse… exactamente era eso lo que estaba haciendo. Salía totalmente para volver a penetrarme arrancándome jadeos de mis labios por el impetuoso ritmo que estaba marcando, raudo, rudo, salvaje y primitivo. Mi espalda no dejaba de chocar contra la pared de la piscina de forma salvaje, mi mano aferró con fuerza su pelo sintiendo cada embestida profunda que el vampiro me daba por el ritmo que había marcado contra mi cuerpo, tanto que por el movimiento hasta el agua se desbordaba de la piscina y salía de esta incapaz de contenerse dentro por el vaivén de las caderas del vampiro.

Una risa escapó de mis labios en mitad de los jadeos y de los gemidos que salían de mis labios, con mi mano en su espalda clavando de nuevo las uñas, porque justamente era tal y como había pensado que sería el vampiro en esos momentos, sabía cómo iba a darme y lo estaba haciendo tal y como había imaginado. En mitad de la risa tiré de su pelo para elevar su rostro y que quedara más cerca del mío, riéndome contra sus labios antes de volver a gemir por las enloquecedoras y salvajes embestidas que me daba, sentía su aliento contra mis labios, lamiendo estos, mordiéndolos de tal forma que me hizo sangre notando mi propio sabor férreo en mi boca. Mi interior ardía completamente por lo encendida que estaba y por la excitación que estaba, y era cuando más notaba lo frío que estaba el vampiro en un contraste totalmente inesperado pero que me excitó junto a la forma que tenía de moverse, era lo que esperaba de él y no me había defraudado en absoluto.


-Vamos Joe… -jadeé contra sus labios lamiendo mi propia sangre del labio, apretando el agarre de mis piernas entorno a su cintura- no te contengas con esta Lilith –sus labios bajaron por mi mandíbula y fue en mi cuello cuando sentí que volvía a hundir sus colmillos. Gemí ante tal acto que me producía más placer, sumándose al que él ya me estaba provocando por todo el cuerpo, y clavé con saña las uñas en su espalda volviendo a hacerle heridas tiñendo de nuevo el agua de la piscina, como pequeños ríos de sangre. Lamió el cuello y justo sobre la yugular recogiendo las gotas de mi sangre sin cesar de moverse como el mismo demonio, provocándome jadeos y gemidos que no evitaba en ningún momento, acogiéndolo en mi interior. Al separarse de nuevo vi esos ojos rojos que pasaban casi al tono burdeos que había visto en la habitación, lamí sus labios y los besé quitando yo misma con mi lengua la sangre que había en ellos sin dejar de clavar mis uñas por toda su espalda, haciéndole sangrar en respuesta, moviendo mi cadera contra la suya, dejando que el placer me fuera consumiendo poco a poco. Al separarse ahora se centró en mis pechos y su boca fue hacia ellos, lamiendo, succionando, mordiendo con sus colmillos mientras yo solo podía dejarme hacer por él y arquear mi espalda por el placer que me provocaba.

Arañé toda su espalda con saña mientras él se encargaba de mi pecho y mis piernas se abrían todo lo que podía para acogerlo en cada embestida, placentera, demoledora, tremendamente salvaje y excitante, como si fuera un completo demonio que no se contenía ante su Lilith. Mi boca no se quedó quieta y en cierto momento ladeé su rostro con mi mano en su pelo para ser yo también quien mordiera, de forma salvaje, su cuello dejando la marca de mis dientes, y no solo eso, sino que apreté tanto que le hice sangre que mi lengua recogió. Sus manos en mis caderas me mantenían fija contra la pared moviéndose contra mí, cada más rápido, gruñí contra su cuello por el placer que me otorgaba con aquello, mordí sus labios tras besarlo con su sangre en mis labios y bajé para morder su hombro y lo que tuviera a su alcance mientras notaba que el orgasmo se acercaba de forma arrolladora.

De un tirón apartó mi rostro de su hombro en el que desgarré su piel para dejarme frente a su rostro, respiraciones erráticas, gemidos saliendo de mis labios muriendo en los suyos, mis uñas clavadas en su espalda y en su hombro, el placer aumentando con cada embestida notando el orgasmo acercarse, mordí sus labios con fuerza cuando me alcanzó por completo tensando todo mi cuerpo, haciendo que mis uñas se clavaran aún más en su carne y gimiera de puro placer contra sus labios, con los ojos cerrados y el corazón bombeando cual caballo desbocado. Me aferré a él por completo mientras el orgasmo me abrasaba a su paso y lo sentía llegar notando lo frío que estaba, provocándome calambres por todo el cuerpo. Apoyé la frente contra su hombro sintiendo mechones de mi pelo pegarse a mi rostro y a mi cuerpo por estar estos mojados y no me moví, porque no podía.

Había sido el polvo más salvaje y demoledor que había tenido nunca, mi respiración chocaba contra su piel mientras me recuperaba de lo que me había hecho en la piscina, podía jurar que sentía que la espalda al igual que mis nalgas me abrasaban por los constantes roces contra esta pero el agua aliviaba bastante. Aquel maldito vampiro me había demostrado que era capaz de llevarme al infierno más placentero y eso cuando lo pensé me produjo una risa que se estrelló en su piel, fría que aliviaba el calor de todo mi cuerpo, el agua sofocaba y calmaba donde aquello era el colofón de aquella noche, marcada por el placer, la dominación y el dolor. Subí mi cabeza para mirarlo ahora que mi respiración estaba más regulada y lo miré de forma fija, con esos ojos rojos que no perdían detalle de mí rostro, sin soltarme todavía.


-Muy bien, Joe... me encanta cuando cumples mis órdenes –sonreí de lado, sin dejar que aquello aplacara el poder que tenía- ya sabía que te ibas a mover de esa forma, como un auténtico demonio –mi dedo recorrió su mejilla para bajar a su cuello notando lo fría que estaba su tez- acabas de demostrarle a tu Lilith que eres digno merecedor de ser un demonio, y de dejar que te lleve al Infierno –mis palabras impactaban contra sus labios- ¿te ha gustado sentirme dentro? ¿Notar el calor de mi infierno en contraste con tu gélida piel? Espero que lo hayas grabado a fuego, amor –besé sus labios dejando mis manos en su pecho, seguía igual de frío que al principio. Sus manos seguían en mis caderas y con su miembro dentro, me separé de sus labios para mirarle- Y ahora Joe, ¿qué es lo que toca? ¿Se supone que debemos de dormir juntos, que debo cuidar porque el sol no se cuele en nuestra habitación mientras dormimos? –Sonreí de forma ladina, porque no sabía si se iba a fiar de que hiciera algo como eso- ¿Me devolverás mañana por la noche a mí casa sana y salva? Necesito otro baño antes de ir a la cama, cuando salgas de mi interior claro… -sonreí de forma ladina, separándose de mi cuerpo por completo, dejando que mis piernas cayeran de su cintura. Me hundí para volver a mojar mi pelo y que cayera hacia atrás y lo miré con una sonrisa ladeada- ¿No tienes calor, amor? –Pregunté antes de, por pura diversión, volver a hundirlo de nuevo en el agua.
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Mensaje por Joe Black Jue Jun 01, 2017 9:04 am

Mis manos sujetaron su cuerpo, estaba agotada, no la culpaba no me había contenido un ápice algo que siempre hacia cuando me acostaba con humanas.
Mis dedos se deslizaron por su espalda, su piel se erizaba ante mi frio contacto cuando el cuerpo ardía.
Había rasgado parte de la piel, posiblemente también estaría amoratada por los golpes contra la pared.
Guardé silencio sintiéndome aun dentro, el placer y el dolor aun recorría su cuerpo pero ahí estaba su espíritu guerrero retándome en cada momento.

De nuevo sus palabras me retaban, decía que había hecho justo lo que ella quería, a decir verdad, había hecho lo que ambos deseábamos desde el inicio de la noche, pero si quería anotarse el tanto, en ese momento bien poco me importaba cuando me había quedado completamente saciado.
Sonrisa ladeada la de ambos, sus dedos recorriendo mi rostro fingiendo una caricia que no sentía.
Sus labios contra los míos, aun jadeábamos pero sus palabras me rozaban y a mi me gustaba ese cálido tacto, me relamí saboreando un beso que pronto llego, fundiendonos de nuevo en un duelo de lenguas de fuego.
-El infierno esta hecho para nosotros, nunca has sentido esto, lo se porque tus piernas tiemblan y tus ojos brillan de un modo que jamas había visto.

Engreído mordí su labio inferior, lamiéndolo después con suavidad.
-Estas deliciosa, en todos los sentido -susurré aferrándola contra mi cuerpo, ni siquiera sabia si seria capaz de mantenerse en pie si la soltaba.
Se que aunque estuviera tan agotada que no pudiera moverse, no lo reconocería nunca, tampoco era mi intención humillarla, había aguantado como Lilith a un monstruo que no tuvo la menor compasión en este acto.

Mi nariz acarició la suya mientras seguía hablando, decía si confiaba en que me velara el sueño, algo que me hizo abrir los ojos de golpe mirando hacia el ventana, a decir verdad, no tenia intención de dormir en esa habitación con ella y ese fue el mayor Touche que en toda la noche me lanzaba.
Dejé escapar el aire pesado contra su boca, ligeramente nervioso, ya no tanto porque pensara que acabara con mi vida, podía haberlo hecho en otros momentos, si no porque dormir junto a ella implicaba demasiado.
Desvié la mirada, esta vez no quería que viera mi desconcierto, algo que creo le divirtió en exceso, me recompuse rápidamente, mi orgullo se alzaba de nuevo frente a la digna dama.

Salí de su interior, ella sonreía de forma ladina, se hundía en el agua para peinar su pelo, mientras sus palabras continuaban mostrándome que la lucha no había acabado, mas bien era una tregua que nos habíamos tomado.
Buceé hasta el otro extremo de la piscina y salí del agua caminando hacia la mesa para dar un buen trago de la botella.
Me acerqué a los ventanales para cubrirlos con las oscuras cortinas, ni un rayo de sol traspasaría la cámara si ella no las movía.
-Estoy en tus manos amor -dije devolviendole la mirada de forma intensa.

Sus besos aun sabían a ella en mis labios, ladeé la sonrisa caminando hasta el único sofá que había en la estancia, uno de un cuerpo.
Me deje caer en el botella en mano di otro trago y me acomodé cerrando los ojos.
-Dan, puedes usar la cama, creo que la noche ha sido lo suficientemente larga como para que pases el día durmiendo, te devolveré sana y salva a tu casa en el ocaso, a no ser que tengas algo preparado para tu amado prometido -bromeé.
-¿Amor quieres que te lleve al lecho en brazos? -pregunté ladeando la sonrisa. No era una pregunta estúpida, pues era el único modo que se me ocurría de poder ayudarla sin que ella tuviera que reconocer que no tenia fuerzas para ponerse en pie.


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Mensaje por Danerys Garnert Jue Jun 01, 2017 11:52 am

Aún seguía aferrada por el vampiro mientras me recuperaba ya del todo del brutal y salvaje polvo que habíamos tenido, en todos los sentidos, en los que hubo arañazos, mordiscos, mis uñas clavadas en su carne… placer y dolor combinados de una forma explosiva, y el vampiro que no se contuvo para nada dándome buena cuenta del demonio que podía llegar a ser y que me había llevado al placer más infernal y absoluto, pero que me había dejado tremendamente agotada, había arrasado conmigo y en esos momentos no era capaz yo misma de soltarme de su agarre, simplemente porque no podía. Mis piernas temblaban aún con él dentro de mí pero que sin embargo eso no quitó para que me siguiera mostrando digna como en toda la noche, demostrándole que aquello no había cambiado nada, que seguía siendo esa Lilith –porque lo era- y que seguía ejerciendo ese poder sobre él que había tenido casi toda la noche.

Sentí sus dedos deslizarse por mi espalda y me hizo sisear brevemente, sentía esa parte ardiendo de mi cuerpo aunque el agua la calmaba bastante, pero en contraste con sus dedos los notaba mucho más frío, seguramente al día siguiente tendría algún moratón y no me extrañaba que tuviera ya alguna herida que tendría que curar también por el impacto contra los azulejos dela pared. Seguíamos hablándonos rozando nuestros labios y volvimos a besarnos de nuevo, en un nuevo duelo entre ambos por ver quién era el que tenía el control, sin poder evitar que esa atracción ejerciera el verdadero poder sobre ambos. Lo miré de forma fija y gruñí levemente por sus palabras, engreídas y prepotentes en todo momento, haciéndome ver que jamás había sentido algo como eso por cómo mis piernas temblaban y el brillo de mis ojos.


-No te voy a llevar la contraria en la parte de que estamos hechos para el Infierno –pues yo era digna Lilith, y él un demonio del mismo- pero ¿qué sabrás tú, Joe? ¿Acaso me has visto cómo me he quedado cuando otros me han dado placer? –Mordió mi labio inferior para luego lamerlo y decirme que estaba deliciosa en todos los sentidos, y supe a qué se refería apretándome contra él- Sé que estoy deliciosa para ti –respondí ahora notando que acariciaba mi nariz sin soltarme, creo que porque quizás era consciente de cómo mis piernas temblaban y dudaba que pudiera mantenerme en pie en la piscina. Pero mis palabras parecieron despertarlo porque alzó su vista, miró por la ventana y desvió sus ojos delos míos, algo que me divirtió en exceso y que no dudé en hacérselo saber- ¿Qué pasa Joe, no quieres dormir con tú prometida? Así te vas acostumbrando a saber que tu sueño y tu descanso van a caer en mis manos –lanzó un suspiro que impactó contra mis labios y finalmente salió dejándome de pie en la piscina donde me hundí para tirar mi pelo hacia atrás, y sin decirme nada se alejó buceando hacia el otro extremo donde lo vi salir de forma grácil de la piscina y adentrarse en la habitación para pasar las cortinas, mientras sonreía de lado porque sabía que seguramente él aquello no lo había esperado y al haber alargado tanto la noche ahora no le quedaba más remedio que compartir habitación conmigo. La verdad es que yo tampoco quería compartirla con él, pero necesitaba descansar antes de ir a casa y si volvía sin él seguramente sería asediada a preguntas que no quería responder, por lo que de alguna forma también tendría que dormir allí.

Miré hacia la otra punta de la piscina que ahora en esos momentos se me hacía que estaba lejos y comencé a moverme para llegar al otro lado, notando ahora que me ponía en marcha lo realmente cansada y agotada que estaba, como si hubieran pasado sobre mí y me hubieran machado. Mis piernas seguían sin responderme del todo y me temblaban, pero más tarde que pronto llegué hasta el final de la piscina, alcé mis manos para ponerlas en el borde y lanzando un suspiro me alcé para sentarme en el borde teniendo ya algo más de medio cuerpo fuera del agua. El pelo se pegaba a mi espalda, notaba la leve brisa erizar mi piel y las gotas que bajaban por mi cuerpo recorriéndolo, miré mis piernas ahora sobre el borde mientras una parte de estas quedaba todavía en la piscina y fue cuando escuché la voz del vampiro, giré mi cuerpo levemente para verlo tumbado en el sofá que había, con la botella en la mano, en dirección hacia donde yo estaba.


-Deja de llamarme así –gruñí cerrando las manos en puños, porque no me gustaba que me llamara de esa forma- Sí, tengo algo preparado para ti… tú muerte –comenté de forma fría, sabiendo que tendría que pasar el día con él en esa habitación. Lo que más me enervó de todo fue su última pregunta, viéndolo con la sonrisa ladeada aunque él estaba con los ojos cerrados, cabreándome de sobre manera, enervándome porque ni de coña iba a reconocer que quizás no podría llegar a la cama- Puedo sola –dije de forma seca y mordaz, tajante. ¿Podía? Sí, claro que podía llegar a la cama. Cogí aire y comencé a levantarme de forma lenta hasta que finalmente me puse en pie, solo tendría que dar unos cuantos pasos, llegar a la cama y dejarme caer. Di el primer paso y me mordí el labio, dolía, era como si tuviera las piernas dormidas y cada paso dolía sin estar segura de si iba a llegar entera a la cama, pero era lo que tenía que hacer, antes prefería caerme o incluso arrastrarme que pedirle al vampiro que me llevara a la cama. No sé en qué momento fue en el que cuando di el siguiente paso la pierna me falló, y antes de que pudiera recobrar el equilibrio sentí que caía y que iba a darme de bruces contra el suelo… o eso hubiera pasado de no ser porque sentí el pecho del vampiro que paró mí caída, y su brazo rodeando mí cintura- Apártate –pedí intentando ponerme en pie sola pues lo que me mantenía en verdad era el agarre de su cintura, y le di un pequeño empujón que no lo movió ni un ápice. Más que eso pasó a alzarme entre sus brazos aferrándome con fuerza contra su cuerpo, sabiendo que no iba a dejarlo- Bájame, Joe –dije en tono frío mirándole a los ojos, pero no había diversión en sus ojos ni sonrisa ladeada como lo que yo pensaba. Cerró la puerta dejando todo en penumbras y me llevó sin soltarme hasta la cama, donde do forma delicada me dejó sobre el colchón donde habíamos cometido aquellos actos por turnos, y tras mirarme de forma fija durante unos segundos su boca arrasó con la mía de nuevo dejando un mordisco en mi labio inferior, para luego separarse- ¿Eso ha sido un beso de buenas noches, Joe? –Sonreí de forma ladina viendo cómo se alejaba y se tumbaba de nuevo en el sofá dejándome en la cama- Maldito demonio –murmuré para acomodarme buscando una postura cómoda.

Fue cuando me di cuenta ahora que mi cuerpo descansaba de lo realmente cansada que estaba por todo lo acontecido en la noche, no solamente cansada de forma física, sino que también de forma psíquica por lo que ambos habíamos vivido esa noche. Sin duda alguna había sido una batalla en toda regla entre un demonio y Lilith, sin censurarnos, sin contemplaciones, sin contenernos… donde había habido sangre, sudor, placer y habíamos acabado en una lucha pasional en la piscina dejándonos llevar por la atracción que había entre los dos, como dignos seres del Infierno, dejando salir el instinto más primitivo, primario y salvaje que había de todos. Y eso solo en la segunda noche que pasábamos juntos, y sabía que íbamos a seguir retándonos, desafiándonos y yo por mi parte iba a seguir haciendo de su existencia conmigo un infierno, llevarle el borde de la cordura y la locura y empujarle hasta que ya no pudiera más… porque algo tenía claro, esa boda no se iba a hacer, y si conseguía que él la cancelara sin duda alguna sería el mayor de mis victorias y mis triunfos, por el contrario sino buscaría la forma de pararla.


No supe en qué momento me quedé dormida de la noche, o del día más bien porque desde que nos metimos en la habitación faltaba poco para que amaneciera, solo supe que el sueño fue reparador y que desde hacía tanto tiempo que no dormía de un tirón, realmente estaba muy cansada y eso se había notado en que no me había despertado en ningún momento durante la noche, durante el día más bien, hasta que de nuevo la noche volvió a caer y fue entonces cuando desperté y abrí los ojos. La habitación seguía en penumbra todavía, el vampiro tumbado en el sofá con la botella vacía y no supe si estaba despierto o no. Me incorporé un poco sintiéndome descansada, pero pronto noté las agujetas en mi cuerpo y fruncí el ceño, sobre todo donde más las notaba era en las piernas. La espalda me dolía un poco pero mucho menos que antes de acostarme, me levanté de la cama ahora ya pudiendo andar aun con las agujetas y me acerqué a la ventana, corrí levemente la cortina para ver dándome cuenta de que poco faltaba para anochecer. Me dirigí hacia donde estaba al vampiro, durmiendo de forma despreocupada como si no estuviera en la habitación una cazadora que pudiera matarlo con solo descorrer la cortina, cogí otra botella de alcohol y me senté en el borde del sofá, cansada para mantenerme en pie por las agujetas.


-Joe –lo llamé para despertarlo, teníamos que cambiarnos para que me llevara a casa y sentía que tenía hambre, pero no había quedado mucho de la cena de anoche- Joe –volví a llamarlo y di un trago a la botella, que hizo que mi pelo cayera en cascada por uno de mis hombros, cuando bajé mis ojos al vampiro tras beber sus ojos estaban fijos en los míos, ambos seguíamos desnudos pero a esas alturas importaba ya poco- pronto anochecerá y me tienes que llevar a casa, o mis padres van a empezar a preocuparse y es mejor que no indaguen nada, ¿no crees amor? –Pregunté enarcando una ceja, no sabían nada de mí desde la pasada noche, miré al vampiro con una sonrisa de diversión- ¿No le das un beso de buenos días a tu Lilith, Joe? –Reí entre dientes, para sonreír de forma ladina antes de darle la botella para que bebiera, debíamos de ponernos en marcha.
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Mensaje por Joe Black Jue Jun 01, 2017 1:51 pm

La cazadora me desafiaba aun consciente de que era casi imposible que llegará al lecho por su propio pie, aun así, aseguró que no me necesitaba, era el modo que tenia de alejarme de su vida y no la culpaba, por eso la elegí a ella y no a otra, con ella no habría amor, solo dolor, fuego y vació.
Se tambaleaba, tenia los ojos cerrados pero podía escuchar perfectamente como sus pies no pisaban con fuerza lo que la llevo a caer con el segundo paso, mi movimiento fue instintivo, mi brazo rodeó su cintura antes de que cayera contra el embaldosado.

Me gruñía para que la soltara, es mas se atrevió a empujarme aun a sabiendas de saber el destino que supondría que lo hiciera, no sonreí, no estaba burlándome de ella.
Nunca hacia así el sexo con una mortal, siempre me controlaba, pero aquel juego me había llevado a un extremo inapropiado, la bestia y yo gozamos a la vez, algo que no me pasaba desde hace siglos, tantos que ya ni recuerdo.
La alcé del suelo, su cuerpo se sentía ligero, caminé con cuidado hacia la cama, cerrando la puerta a mis espaldas y la dejé caer suavemente sobre las sabanas de ese sitio que olía a nosotros.
Allí nos habíamos convertido en demonios hambrientos, y estas eran las consecuencias de jugar con fuego.

Nuestras miradas se encadenaron, como hacia escasos momentos lo estuvieron nuestros cuerpos sobre el lecho. Iba a replicar cuando mi boca atajó la distancia que entre nuestros labios quedaba para fundirnos en un beso húmedo, mas lento que los anteriores, paladeando cada sendero conocido, deteniéndome en el sabor de la que seria mi esposa en algún momento.
Me relamí al apartarme, ella soltó uno de sus mordaces comentarios y yo me limité a ladear la sonrisa sin responder ¿acaso necesitaba respuesta?
Había sido un beso, si quería tomarlo como uno para darnos las buenas noches, pues que así fuera, solo había hecho lo que mis instintos en ese instante me pedían.
-Ha sido para callarte, me gustan tus silencios -apunté con una picara sonrisa, volviendo al sofá y tomando nuevamente la botella para darle un trago.

No se el tiempo que pasó hasta que me dormí, pero sin duda fue mucho después que ella, la contemplé en silencio, removerse en el lecho.
La botella se vaciaba en mis labios, sabia que no era mía, nunca lo seria, pertenecía al cazador al que deje con vida, justo por ese motivo lo hice, para que tuviera a algo a lo que aferrarse ademas de el odio que hacia mi sentía.
Borracho me acerque a ella, es lo malo de no ser dueño de tus actos, aparte un mechón de su rostro y la contemplé dormir, velar su placido sueño, era preciosa, demasiado.
Deje escapar el aire de forma pesada, antes de perderme nuevamente en su boquilla, el liquido amarillento se colaba por mi garganta y pronto, regresando al sofá, yo también caí en los brazos de Morfeo.

Abrí los ojos a la mañana siguiente cuando mi prometida y su ironía me despertaron alegando que ya habíamos compartido las horas suficientes, que era el momento de que la devolviera a su hogar, si no los padres podrían preocuparse y sospechar.
Enarqué una ceja, iba a responder del mismo modo mordaz. Sabia que no era a sus padres a quien ansiaba ver, si no al humano de la cabaña, sabia que en cuanto la dejara en casa saldría corriendo, cruzaría el bosque y acudiría a su encuentro, pero eso no debía molestarme, así que me mordí la lengua y me limite a asentir poniéndome en pie.
-Creía amor que ibas a prepararme tu una cita que como mínimo igualara la mía, pero imagino tienes mejores cosas que hacer.

Tomé la ropa que había por la habitación y me la coloque de forma impecable, todo menos la corbata que en muy pocas ocasiones llevaba, me oprimía el cuello y me recordaba en demasía los grilletes que sobre este llevé en mi lago encierro con lo Iluminati.
-¿vamos amor? -pregunté tendiéndole la mano al verla vestida, tan preciosa como llego -os dejaré sana y salva en casa “espero que le os devuelva en el mismo estado” no lo dije mas lo pensé.
Yo también me desahogaría en otras piernas, a fin de cuentas ese era el trato, lo nuestro era ficción.

Pronto estuvimos frente a su mansión, mi espectro se detuvo frente al portón y con suavidad la ayudé a desmontar.
Mis ojos turbios se perdieron en los ajenos, me relamí los labios aun presos de su sabor.
-Adiós Dan




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