AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La negativa(privado)(+18)
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La negativa(privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Hacia apenas unas semanas que habíamos vuelto de nuestro viaje de recién casados. Uno que se truncó en las gélidas aguas de un mar embravecido, llevándonos a una realidad paralela, distinta a la que vivíamos, pero que nos mostró una realidad que ninguno de los dos había sido capaz de afrontar.
La efimeridad de su vida, el miedo a perderla, a perdernos de alguna manera. Eso me llevó a proponerle algo que jamas creí que haría, compartir la inmortalidad con ella, ser ambos unos hijos de la noche, no separar así jamas nuestras vidas.
Mucho habíamos hablado en esos días de lo que el futuro nos depararía, como bien dijo ella, teníamos una eternidad para rellenar las hojas en blanco del libro de nuestra vida, ahora eramos familia, una que pese a todos los inconvenientes o pruebas alzadas por el camino superaban las dificultades siempre juntos.
Aun así, pese a nuestros idílicos encuentros, mi esposa llevaba una semana encontrándose mal, vomitaba muchísimo, estaba mareada y mi preocupación lejos de menguar aumentaba con el paso de los días y su palpable no mejora.
Ella siempre alegaba estar bien, que dejara de preocuparme por nada, pero la verdad es que eso era difícil cuando ella era todo en mi vida.
Aquella noche tenia trabajo, Assur Black me había contratado para cuidar de su doncella, así que tras despedirme de mi mujer con un beso en los labios e infinidad de caricias acabé marchándome por la puerta.
Ella sonreía empujándome hacia fuera, mis manso no dejaban de acariciar su perfecto cuerpo, la deseaba a todas horas, eso era un hecho.
Miré por la ventana antes de emprender al galope la distancia que me separaba de la mansión Black.
Ella con aquel gato montes que encontré en el bosque y que le regalé como mascota se despedía de mi con la mejor de sus sonrisas.
….......................................................................................................................................................
Regresé antes de que los primeros rayos del alba me alcanzaras, enarqué una ceja nada mas atravesar la puerta, mi esposan o estaba sola, otra aura insignificante, humana la acompañaba.
En principio pensé en que seria alguna amiga, quizás su hermano, algo que admito me tenso un poco.
Pero tal y como acorté la distancia hasta el gran salón, pude vislumbrar a mi esposa sentada en la alfombra con un crió de unos tres o cuatro años dormido en su regazo.
Le acariciaba el pelo mientras tarareaba una nana, carraspeé a su espalda y me encontré con su infinita sonrisa mientras me lo mostraba.
Negué con la cabeza, entendía que el desazón de no poder ser madre a mi lado la invadía, peor esta no era una opción, yo no quería criar un hijo que no fuera mio, de ella, esto solo era un parche.
Ademas ¿de donde lo había sacado?
Me acerqué a ella en silencio, incapaz de decir nada en un primer momento, esperé a que me explicara, rezaba a Odin porque su explicación fuera que era el hijo de una amiga que había tenido que dejarlo una noche o unos días...
Hacia apenas unas semanas que habíamos vuelto de nuestro viaje de recién casados. Uno que se truncó en las gélidas aguas de un mar embravecido, llevándonos a una realidad paralela, distinta a la que vivíamos, pero que nos mostró una realidad que ninguno de los dos había sido capaz de afrontar.
La efimeridad de su vida, el miedo a perderla, a perdernos de alguna manera. Eso me llevó a proponerle algo que jamas creí que haría, compartir la inmortalidad con ella, ser ambos unos hijos de la noche, no separar así jamas nuestras vidas.
Mucho habíamos hablado en esos días de lo que el futuro nos depararía, como bien dijo ella, teníamos una eternidad para rellenar las hojas en blanco del libro de nuestra vida, ahora eramos familia, una que pese a todos los inconvenientes o pruebas alzadas por el camino superaban las dificultades siempre juntos.
Aun así, pese a nuestros idílicos encuentros, mi esposa llevaba una semana encontrándose mal, vomitaba muchísimo, estaba mareada y mi preocupación lejos de menguar aumentaba con el paso de los días y su palpable no mejora.
Ella siempre alegaba estar bien, que dejara de preocuparme por nada, pero la verdad es que eso era difícil cuando ella era todo en mi vida.
Aquella noche tenia trabajo, Assur Black me había contratado para cuidar de su doncella, así que tras despedirme de mi mujer con un beso en los labios e infinidad de caricias acabé marchándome por la puerta.
Ella sonreía empujándome hacia fuera, mis manso no dejaban de acariciar su perfecto cuerpo, la deseaba a todas horas, eso era un hecho.
Miré por la ventana antes de emprender al galope la distancia que me separaba de la mansión Black.
Ella con aquel gato montes que encontré en el bosque y que le regalé como mascota se despedía de mi con la mejor de sus sonrisas.
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Regresé antes de que los primeros rayos del alba me alcanzaras, enarqué una ceja nada mas atravesar la puerta, mi esposan o estaba sola, otra aura insignificante, humana la acompañaba.
En principio pensé en que seria alguna amiga, quizás su hermano, algo que admito me tenso un poco.
Pero tal y como acorté la distancia hasta el gran salón, pude vislumbrar a mi esposa sentada en la alfombra con un crió de unos tres o cuatro años dormido en su regazo.
Le acariciaba el pelo mientras tarareaba una nana, carraspeé a su espalda y me encontré con su infinita sonrisa mientras me lo mostraba.
Negué con la cabeza, entendía que el desazón de no poder ser madre a mi lado la invadía, peor esta no era una opción, yo no quería criar un hijo que no fuera mio, de ella, esto solo era un parche.
Ademas ¿de donde lo había sacado?
Me acerqué a ella en silencio, incapaz de decir nada en un primer momento, esperé a que me explicara, rezaba a Odin porque su explicación fuera que era el hijo de una amiga que había tenido que dejarlo una noche o unos días...
Última edición por Erlend Cannif el Mar Feb 20, 2018 11:06 am, editado 1 vez
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Aun explicándole mis motivos sabía que Adaline se consumía en la tristeza, mi intención nunca fue ocultarle nada, si no que no se preocupara y después, simplemente me olvide de la carta porque para mi era pasado.
-No es así Ada -traté de justificarme, pero ella estaba cerrada a escuchar mis palabras, me había juzgado y condenado y le faltaba razón, pus si no la tiré o la queme es simplemente porque la olvide -Yo te quiero Ada, siempre te he querido, desde que te saqué de esas aguas saldas hasta este instante en el que crece la vida de nuestro hijo en tu vientre.
Apoyado en su regazo, escuchaba como ella decía entender que no la mordiera, mas por su cabeza parecía seguir dándole vueltas.
Mis dedos acarician sus muslos mientras mi aliento gélido erizaba su piel su ademan de ponerse en pie me hizo alzarme y fue cuando esta se despidió de mi alegando ir a prepararse algo de comer, agradeció mi gesto y e pidió pasara la comedor para beber tranquilo la hidromiel, mas lejos de dejarla escapar, mi diestra atrapó su muñeca y de un tirón la atraje contra mi cuerpo nuevamente.
-¿Y si no quiero estar tranquilo? -pregunté levando mis tormentas ahora teñidas de matices rojos.
Ella en pie, todavía yo sentado deslicé mis manos despacio por sus muslos, ascendiendo por debajo de su falda.
-Te deseo Adaline Cannif, nunca he dejado de desearte.
Mis labios se entreabrieron cuando mis falanges alcanzaron la caliza zona interna de sus muslos, la contemplé con las ascuas encendidas y a un lado moví la tela recorriendo con mi dedo la trinchera.
Su elixir resbalaba por mi piel, estaba excitada y eso me hizo ladear la sonrisa desafiante.
Mi envergadura preparada para acoger el cuerpo de mi mujer, uno cincelado por los dioses para su guerrero mas fiel.
-Te deseo Ada -gruñí alzándome de golpe para colisionar con su boca como si fuera un manantial del que me embebí sediento, ebrio de su saliva.
Mi lengua se coló entre sus hileras de dientes, enredando mi lengua con la ajena en una batalla a muerte, apenas tiempo para apurar el entrecortado aliento del otro, era tal mi excitación que mis colmillos emergieron rozando la lengua ajena, bañándola de la ponzoña.
-Te deseo -gruñí con la voz ronca como una tormenta.
Dos de mis dedos se colaron en su abismo, dentro y fuera sin dejar de observar su bello rostro.
-Te deseo -lo repetí contra sus labios pues quería fuera consciente de hasta que punto eran verdad esas dos palabras -te deseo casi tanto como te quiero.
Mordí su inferior con delicadeza, sus manos aferraba mi camisa, su cuerpo temblaba bajo msi atenciones mientras el chapoteo de mis dedos seguían torturándola.
-Quiero follarte, quiero hacerte mía ahora -pedí golpeando su vientre con mi gruesa verga
-No es así Ada -traté de justificarme, pero ella estaba cerrada a escuchar mis palabras, me había juzgado y condenado y le faltaba razón, pus si no la tiré o la queme es simplemente porque la olvide -Yo te quiero Ada, siempre te he querido, desde que te saqué de esas aguas saldas hasta este instante en el que crece la vida de nuestro hijo en tu vientre.
Apoyado en su regazo, escuchaba como ella decía entender que no la mordiera, mas por su cabeza parecía seguir dándole vueltas.
Mis dedos acarician sus muslos mientras mi aliento gélido erizaba su piel su ademan de ponerse en pie me hizo alzarme y fue cuando esta se despidió de mi alegando ir a prepararse algo de comer, agradeció mi gesto y e pidió pasara la comedor para beber tranquilo la hidromiel, mas lejos de dejarla escapar, mi diestra atrapó su muñeca y de un tirón la atraje contra mi cuerpo nuevamente.
-¿Y si no quiero estar tranquilo? -pregunté levando mis tormentas ahora teñidas de matices rojos.
Ella en pie, todavía yo sentado deslicé mis manos despacio por sus muslos, ascendiendo por debajo de su falda.
-Te deseo Adaline Cannif, nunca he dejado de desearte.
Mis labios se entreabrieron cuando mis falanges alcanzaron la caliza zona interna de sus muslos, la contemplé con las ascuas encendidas y a un lado moví la tela recorriendo con mi dedo la trinchera.
Su elixir resbalaba por mi piel, estaba excitada y eso me hizo ladear la sonrisa desafiante.
Mi envergadura preparada para acoger el cuerpo de mi mujer, uno cincelado por los dioses para su guerrero mas fiel.
-Te deseo Ada -gruñí alzándome de golpe para colisionar con su boca como si fuera un manantial del que me embebí sediento, ebrio de su saliva.
Mi lengua se coló entre sus hileras de dientes, enredando mi lengua con la ajena en una batalla a muerte, apenas tiempo para apurar el entrecortado aliento del otro, era tal mi excitación que mis colmillos emergieron rozando la lengua ajena, bañándola de la ponzoña.
-Te deseo -gruñí con la voz ronca como una tormenta.
Dos de mis dedos se colaron en su abismo, dentro y fuera sin dejar de observar su bello rostro.
-Te deseo -lo repetí contra sus labios pues quería fuera consciente de hasta que punto eran verdad esas dos palabras -te deseo casi tanto como te quiero.
Mordí su inferior con delicadeza, sus manos aferraba mi camisa, su cuerpo temblaba bajo msi atenciones mientras el chapoteo de mis dedos seguían torturándola.
-Quiero follarte, quiero hacerte mía ahora -pedí golpeando su vientre con mi gruesa verga
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Me levanté y me fui, o eso pensé que iba a hacer precisamente, dirigirme a la cocina y prepararme algo de comer, aunque era más por entretenerme y buscar una excusa que me mantuviera ocupada que realmente porque tuviese hambre. Todo el asunto de la carta me estaba dando vueltas en la cabeza aún y no ayudaba precisamente al resultado de la ecuación sumar mi hallazgo a las palabras de Erlend, “estoy menos fogoso”.
No, para nada ayudaba… y en mi distracción no me percaté de que la mano masculina se acercaba para alcanzar mi muñeca y tiraba de ella para orillarme de regreso a él.
Me tensé, con la mano en alto, sintiendo el firme agarre en torno a ella. Estaba menos fogoso y además me daba explicaciones que no le pedí acerca de no haber estado con nadie más… logrando el efecto opuesto, que comenzaran a carcomerme los celos ante la ínfima posibilidad que hasta ahora ni siquiera se me había cruzado por la cabeza. -Si no deseas hidromiel puedes entretenerte con otras cosas, siempre hay mejoras que hacer en la casa.-
Y el punto era que mi mirada brillaba ahora con enojo y se llenaba de chispas intensas ante la posibilidad de que no fuera completamente mío. -Voy a ir a prepararme al…- En el instante en el que sus manos ascendieron lentamente por mis muslos se me desvanecieron las ideas.
-Erlend…- Inmediatamente sentí una contracción desaforada entre mis piernas, el pequeño botón entre ellas ardió inevitablemente al deslizarse sus manos por la cara interna de mis muslos mientras mis piernas se abrían por voluntad propia, algo dijo acerca de desearme y yo ya no procesaba.
Sus dedos hicieron a un lado mis bragas, separando los labios de mi sexo, y este empapado y resbaladizo llenó sus dedos de mi esencia. -Ah…- Reparé en sus tormentas rojas como un incendio y me estremecí de los pies a la cabeza, sin saber si era capaz de enojarme otra vez al detectar esa sonrisa suya de auto complacencia.
Se puso de pie y su lengua entró en mi boca, bailé contra ella, balancéandose mis senos y frotándose ardientemente contra su torso al tornarse mi respiración entrecortada, sintiéndome consumir por cada embestida de su lengua, ávida de mi esposo. Me dejé llevar por el anhelo que me dominaba, me embebí de su saliva, acariciándole el torso y sintiéndole poderoso bajo mis dedos, como si estuviese hecho del mismo trueno, me hacía temblar de necesidad.
Mareada me pegué más a él, quería que tocara cada curva de mi cuerpo, que me estrujara los pechos, que me apretara las nalgas, que me dilatara con su gruesa verga y que me llenara por completo con su simiente.
Gemí al sentir sus colmillos rozándome la lengua y me humedecí aún más. -Ah, tramposo…- Sus dedos se perdieron en las profundidades de mi sexo al hundirse por completo, entraban y salían mojándose con mis fluidos mientras me llenaban de escalofríos y me quemaban al mismo tiempo.
Mis mejillas estaban sonrosadas, mi respiración a mil, sumergida en las sensaciones que me provocaban las penetraciones de sus dedos. Alcé las caderas para apretarme más contra ellos y mi vagina se contrajo capturándolos en ella.
Lo escuché decir que quería follarme, hacerme suya, y suaves gemidos salían ahora de mi garganta al penetrar aún mi carne rosada. Mi centro latió necesitado al golpear mi vientre con su mástil alzado. -Te... deseo… Te quiero adentro...-
Apreté y masajeé su protuberancia, urgida de él. Se la saqué del pantalón sin preámbulos, acaricié la piel deliciosamente rígida y me concentré en excitársela mientras la recorría toda, deslizándome sobre su superficie brillante de líquido preseminal.
No, para nada ayudaba… y en mi distracción no me percaté de que la mano masculina se acercaba para alcanzar mi muñeca y tiraba de ella para orillarme de regreso a él.
Me tensé, con la mano en alto, sintiendo el firme agarre en torno a ella. Estaba menos fogoso y además me daba explicaciones que no le pedí acerca de no haber estado con nadie más… logrando el efecto opuesto, que comenzaran a carcomerme los celos ante la ínfima posibilidad que hasta ahora ni siquiera se me había cruzado por la cabeza. -Si no deseas hidromiel puedes entretenerte con otras cosas, siempre hay mejoras que hacer en la casa.-
Y el punto era que mi mirada brillaba ahora con enojo y se llenaba de chispas intensas ante la posibilidad de que no fuera completamente mío. -Voy a ir a prepararme al…- En el instante en el que sus manos ascendieron lentamente por mis muslos se me desvanecieron las ideas.
-Erlend…- Inmediatamente sentí una contracción desaforada entre mis piernas, el pequeño botón entre ellas ardió inevitablemente al deslizarse sus manos por la cara interna de mis muslos mientras mis piernas se abrían por voluntad propia, algo dijo acerca de desearme y yo ya no procesaba.
Sus dedos hicieron a un lado mis bragas, separando los labios de mi sexo, y este empapado y resbaladizo llenó sus dedos de mi esencia. -Ah…- Reparé en sus tormentas rojas como un incendio y me estremecí de los pies a la cabeza, sin saber si era capaz de enojarme otra vez al detectar esa sonrisa suya de auto complacencia.
Se puso de pie y su lengua entró en mi boca, bailé contra ella, balancéandose mis senos y frotándose ardientemente contra su torso al tornarse mi respiración entrecortada, sintiéndome consumir por cada embestida de su lengua, ávida de mi esposo. Me dejé llevar por el anhelo que me dominaba, me embebí de su saliva, acariciándole el torso y sintiéndole poderoso bajo mis dedos, como si estuviese hecho del mismo trueno, me hacía temblar de necesidad.
Mareada me pegué más a él, quería que tocara cada curva de mi cuerpo, que me estrujara los pechos, que me apretara las nalgas, que me dilatara con su gruesa verga y que me llenara por completo con su simiente.
Gemí al sentir sus colmillos rozándome la lengua y me humedecí aún más. -Ah, tramposo…- Sus dedos se perdieron en las profundidades de mi sexo al hundirse por completo, entraban y salían mojándose con mis fluidos mientras me llenaban de escalofríos y me quemaban al mismo tiempo.
Mis mejillas estaban sonrosadas, mi respiración a mil, sumergida en las sensaciones que me provocaban las penetraciones de sus dedos. Alcé las caderas para apretarme más contra ellos y mi vagina se contrajo capturándolos en ella.
Lo escuché decir que quería follarme, hacerme suya, y suaves gemidos salían ahora de mi garganta al penetrar aún mi carne rosada. Mi centro latió necesitado al golpear mi vientre con su mástil alzado. -Te... deseo… Te quiero adentro...-
Apreté y masajeé su protuberancia, urgida de él. Se la saqué del pantalón sin preámbulos, acaricié la piel deliciosamente rígida y me concentré en excitársela mientras la recorría toda, deslizándome sobre su superficie brillante de líquido preseminal.
Quería hacerlo temblar de la misma manera en que lo hacía conmigo, quería sacarme de encima la idea de que le excitaba menos, desquitarme de ese pensamiento, ponerle a cien y asegurarme de nuevo de que era mío nada más. -Fóllame Erlend, quiero que me llenes de ti.-
Última edición por Adaline Cannif el Mar Abr 24, 2018 12:58 am, editado 3 veces
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Re: La negativa(privado)(+18)
El cuerpo de mi esposa se anclo al mio como ya lo hizo cuando nos conocimos, nuestros alientos voraces se encontraban emergiendo de nuestras cavidades y mi lengua presa del deseo emergió de ellas buscando su sinhueso, duelo de acero en una contienda épica en el que las embestidas se producían entre gruñidos.
Ella pensaba que no había por mi parte deseo, pero se equivocaba, cada curva de su cuerpo representaba para mi el mas puro fuego valquirio, jamas se apagaba cuando contra mi cuerpo friccionaba.
Mis manso surcaron su piel, presionando sus nalgas con ahincó, apretando sus pechos enorme y tersos, mas voluptuosos por el estado de concepción.
-Joder -gruñí llevando mi boca a sus pezones, recorriendolos con mi lengua, entreteniéndome con sus astas mientras los mordía sin piedad ninguna.
Quería enloquecerla, que entendiera que la quería, que lo hice desde la primera vez que sus dos enormes estrellas se hundieron en mis tormentas, ella era la luz de mi abismo, era todo cuanto necesitaba ahora mismo y me había regalado algo que nunca soñé con tener un linaje.
-Te quiero -gruñí enterrando mi lengua en su boca, acariciando cada sendero de forma ronca.
Su diestra acariciaba mi protuberancia, remarcandola con los dedos, hasta que en un arranque la sacó del pantalón llevándome a gruñir de pura satisfacción.
Hundí un tercer dedo entre sus labios moviendolos despacio mientras esta gemía atrapándolos entre fluidos que resbalaban por mi palma y por sus muslos.
No podía evitar sonreír contra sus labios, su enfado menguaba al ritmo que mis dedos la penetraban cada vez mas rudos los movimientos, hundía hasta los nudillos que hacían tope no dejándome entrar mas.
-Eres preciosa -confesé alzando su cuerpo con mi zurda atrapando sus nalgas hasta que sus piernas treparon a mi cintura como la hiedra, saqué mis dedos dejando que mi esposa guiara mi enorme verga, tan dura como la piedra fruto de sus atenciones a la entrada de su caverna.
Como un demonio me adentré en el infierno empalandola, cada empujón enterraba mi polla mas dentro, manteniendola unos instantes para que notara lo enorme que era y como la cobijaba.
Su coño me apretaba, mi miembro brillante emergía para hundirse palpitante, completamente mojada.
-Uffff susurré buscando el apoyo de la pared enloquecido, su espalda golpeaba contra esta que se transformó en lecho improvisado.
Con cada empujón sus tetas rebotaban contra mi torso. Mordí su mandíbula, recorrí su cuello marcándolo con mis dientes, estaba tan excitado que resistirme era casi un imposible.
La ponzoña bañaba mi lengua, gruñí extasiado cada vez entrando y saliendo mas rápido.
-Me estas volviendo loco.
Sus uñas tiñeron de carmesí mi espalda,.
-Mas -rugí follándome su cuerpo con violencia – no puedo controlarme -aseguré lamiendo su piel por allá por donde pasaban mis colmillos.
Ella pensaba que no había por mi parte deseo, pero se equivocaba, cada curva de su cuerpo representaba para mi el mas puro fuego valquirio, jamas se apagaba cuando contra mi cuerpo friccionaba.
Mis manso surcaron su piel, presionando sus nalgas con ahincó, apretando sus pechos enorme y tersos, mas voluptuosos por el estado de concepción.
-Joder -gruñí llevando mi boca a sus pezones, recorriendolos con mi lengua, entreteniéndome con sus astas mientras los mordía sin piedad ninguna.
Quería enloquecerla, que entendiera que la quería, que lo hice desde la primera vez que sus dos enormes estrellas se hundieron en mis tormentas, ella era la luz de mi abismo, era todo cuanto necesitaba ahora mismo y me había regalado algo que nunca soñé con tener un linaje.
-Te quiero -gruñí enterrando mi lengua en su boca, acariciando cada sendero de forma ronca.
Su diestra acariciaba mi protuberancia, remarcandola con los dedos, hasta que en un arranque la sacó del pantalón llevándome a gruñir de pura satisfacción.
Hundí un tercer dedo entre sus labios moviendolos despacio mientras esta gemía atrapándolos entre fluidos que resbalaban por mi palma y por sus muslos.
No podía evitar sonreír contra sus labios, su enfado menguaba al ritmo que mis dedos la penetraban cada vez mas rudos los movimientos, hundía hasta los nudillos que hacían tope no dejándome entrar mas.
-Eres preciosa -confesé alzando su cuerpo con mi zurda atrapando sus nalgas hasta que sus piernas treparon a mi cintura como la hiedra, saqué mis dedos dejando que mi esposa guiara mi enorme verga, tan dura como la piedra fruto de sus atenciones a la entrada de su caverna.
Como un demonio me adentré en el infierno empalandola, cada empujón enterraba mi polla mas dentro, manteniendola unos instantes para que notara lo enorme que era y como la cobijaba.
Su coño me apretaba, mi miembro brillante emergía para hundirse palpitante, completamente mojada.
-Uffff susurré buscando el apoyo de la pared enloquecido, su espalda golpeaba contra esta que se transformó en lecho improvisado.
Con cada empujón sus tetas rebotaban contra mi torso. Mordí su mandíbula, recorrí su cuello marcándolo con mis dientes, estaba tan excitado que resistirme era casi un imposible.
La ponzoña bañaba mi lengua, gruñí extasiado cada vez entrando y saliendo mas rápido.
-Me estas volviendo loco.
Sus uñas tiñeron de carmesí mi espalda,.
-Mas -rugí follándome su cuerpo con violencia – no puedo controlarme -aseguré lamiendo su piel por allá por donde pasaban mis colmillos.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Seguía enfadada, creo, no estaba del todo segura. Mi marido era capaz de provocarme las emociones más intensas sin proponérselo, todas extremas, del enfado a la pasión absoluta, me era imposible no sentir que en sus manos me derretía en segundos. Lo había logrado de igual forma desde el inicio, desde la noche en la que nos conocimos bajo el influjo de nuestra estrella.
Como si me hubiera leído la mente me apretujó las nalgas, me agarré a sus hombros gimiendo y contoneándome contra él. Siempre le necesitaba como al mismo oxígeno, pero la necesidad de los pasados días se había acumulado tanto que ahora no podía más que descargar mis ansias desbordantes, apretándome contra él y besándole con frenesí.
Mientras más me amasaba las nalgas más le chupaba la boca, pasando la conquista del uno al otro nos acariciábamos las lenguas inmersas en la fusión de nuestros sabores, a la vez que mi mano seguía acariciándole la verga que se contraía en respuesta a las atenciones de mis dedos, oscureciéndome la mirada y logrando que todos los músculos de mi cuerpo ardieran de deseo.
Mis labios apenas se separaron de los suyos, quería mantener a mi amor inmerso en el mar ardiente que creaban nuestros cuerpos, que no separara de mí, que las llamas encendidas entre nosotros le reclamaran como mío, mío, mío y de nadie más.
-Erlend…- Sus dedos salieron de mi un momento, me bajó el escote, desgarró con facilidad el corsé desde el centro y quedando mis pechos liberados me pellizcó los pezones antes de meterse un pecho en la boca. Comenzó a mordisquearlo mareándome y haciéndome gemir. Hundí mis manos en su pelo y lo acerqué más a mi pecho, apretándolo contra el en mi afán de que se lo tragara por completo.
Jadeaba cuando separó su rostro con los labios húmedos y me miró con sus tormentas enrojecidas. Bastaba mirar a mi dios vikingo para que mi centro se contrajera.
Sin pausa alguna volvió a introducir sus dedos entre mis pliegues, separándolos y hundiéndolos más y más, hasta el tope, mojándome otra vez al moverlos con agilidad desquiciante. -Erlend… métemela… Fóllame amor mío, lléname de ti.- Mi cuerpo, todo mi ser, cada parte de mi, hasta la más ínfima molécula estaba desesperada por tenerle adentro.
Sin hacerme esperar más apretó mis nalgas para alzarme y mis piernas se abrazaron a su cintura. Su hermosa erección estaba más dura que la pared contra la cual me empotró. Gemí en respuesta, arqueando mi espalda para pegar su excitación a mi empapada abertura. -Erlend… mi Erlend…- Estaba tan mojada que no dejaba de lubricar su virilidad, la sentía en mi entrada y todo mi cuerpo temblaba a la expectativa.
Dejé escapar un gemido gutural cuando me la metió, le rodeé con mis brazos y busqué sus labios en un beso húmedo y ardiente que se entremezcló con el sonido de nuestras lenguas. Su magnífico torso se pegó a mi vientre y mis manos alcanzaron sus nalgas para metérmelo hasta el fondo. -Erlend… te… deseo tanto... me gusta… tanto tenerte adentro…-
Aún no se movía y yo ya sentía que me iba a correr con solo sentirle pulsando en mi interior. Me deshacía sentir que me dilataba, percibir como nuestros cuerpos se acoplaban otra vez como hechos de una misma arcilla.
Salió y volvió a metérmela con contundencia, me arqueé hacia él mientras mis músculos internos se tragaban hasta su último centímetro. Estaba tan mojada que sentía mi humedad deslizarse hasta mojar el suelo y quería más, más.
Comenzaba a empalarme más rápido, su gruesa erección me llevaba al infierno cada vez que se frotaba contra mi hinchado clítoris. Escuchaba los gruñidos de su pecho al morderme la mandíbula, al recorrer mi cuello con las puntas de sus colmillos erizándome toda la piel y llenándome de ansias. El deseo me robaba la cordura, me excitaba tanto la idea de que bebiera de mí. Me había perdido en el deseo febril que me consumía, mis uñas se clavaban en su piel mientras repetía su nombre. Mis latidos eran tan fuertes que los sentía en todas partes, desde mis muñecas hasta mis oídos. Mis latidos… los latidos de mi bebé…
-No, espera…-
Lo tomé del rostro para apartarlo de mi cuello, no podíamos… no sé ni cómo lo comprendí… pero lo hice… Atajé su boca y me hundí en ella, me bebí sus ansias mezcladas con las mías para atraparnos en ese lugar que solo nos pertenecía a los dos, deslicé mi coño caliente por su falo y le conduje hacía un ritmo más lento pero delicioso suspirando de placer cada vez que me la enterraba otra vez. -Te necesito… amor mío...-
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Re: La negativa(privado)(+18)
Febril de deseo mis colmillos se pasearon por su cuello, solo podía pensar en embestirla, incapaz de controlarme ahora que la estaba tomando de esa manera tan ruda. Eso había tratado de evitar, enloquecer contra el cuerpo de mi mujer, la necesitaba, quería enterar mi verga mas dentro como si pudiera, cada embestida entraba hasta los confines de sus entrañas. Gruñí contra su piel necesitado de poseerla de todas las maneras, poco o nada me importaban las consecuencias, solo quería correrme y beber de ella.
Incapaz de darme cuenta de las pulsaciones que recorrían su cuerpo, de los corazones que latían dentro de ella hundí la punta de mis colmillos antes de escuchar un “para” y un “no podemos” mis ojos escarlata buscaron permiso en los suyos mientras acunaba mi rostro suplicando calma, una de la que carecía en ese momento.
Me giró en el lecho, dejando mi espalda contra el colchón, fue ella que trepo por mi piel dejándose caer sobre mi gorda y dura verga venciendo mi impaciencia con movimientos circulares, me beso despacio, lenguas de fuego que se enredaron lentas, lamiéndose despacio.
-¿así? -pregunte jadeado contra su boca.
Su sonrisa delato lo delicioso que eran aquellos movimientos, mis ojos se centraron en aquel cuerpo perfecto ,en cada una de sus curvas delicadas y ahora mas voluptuosas por su embarazo.
-Masturbate, quiero verlo -pedí bajando la mirada hasta donde nuestros sexos chocaban.
Adaline abrió los labios de su trinchera dejando la vulva al descubierto y la recorrió con sus dedos ante mi mirada fuego.
Sus dedos pellizcaron el bulto, lo acariciaron despacio mientras seguía follándose mi polla con suavidad, una completamente enloquecedora.
-Te quiero -susurré con la voz ronca -pero quiero mas -pedí volteándola de golpe.
Nuestros dedos se enredaron, nuestras bocas se buscaron, se mordieron engrosándose los labios.
-Eres preciosa, eres mi mujer, min doom -susurré adentrándome en su centro con una estocada ruda -hoy me estas volviendo loco -aseguré mirando sus ojos.
Incapaz de darme cuenta de las pulsaciones que recorrían su cuerpo, de los corazones que latían dentro de ella hundí la punta de mis colmillos antes de escuchar un “para” y un “no podemos” mis ojos escarlata buscaron permiso en los suyos mientras acunaba mi rostro suplicando calma, una de la que carecía en ese momento.
Me giró en el lecho, dejando mi espalda contra el colchón, fue ella que trepo por mi piel dejándose caer sobre mi gorda y dura verga venciendo mi impaciencia con movimientos circulares, me beso despacio, lenguas de fuego que se enredaron lentas, lamiéndose despacio.
-¿así? -pregunte jadeado contra su boca.
Su sonrisa delato lo delicioso que eran aquellos movimientos, mis ojos se centraron en aquel cuerpo perfecto ,en cada una de sus curvas delicadas y ahora mas voluptuosas por su embarazo.
-Masturbate, quiero verlo -pedí bajando la mirada hasta donde nuestros sexos chocaban.
Adaline abrió los labios de su trinchera dejando la vulva al descubierto y la recorrió con sus dedos ante mi mirada fuego.
Sus dedos pellizcaron el bulto, lo acariciaron despacio mientras seguía follándose mi polla con suavidad, una completamente enloquecedora.
-Te quiero -susurré con la voz ronca -pero quiero mas -pedí volteándola de golpe.
Nuestros dedos se enredaron, nuestras bocas se buscaron, se mordieron engrosándose los labios.
-Eres preciosa, eres mi mujer, min doom -susurré adentrándome en su centro con una estocada ruda -hoy me estas volviendo loco -aseguré mirando sus ojos.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Dios… había querido que me hincara sus colmillos desde lo que me parecía tanto tiempo que no estaba del todo segura de cómo nos estaba conteniendo a ambos. Pero tenía que pensar en nuestro bebé… a pesar de desearlo con toda la vehemencia que podía ser capaz de albergar.
Presioné mi boca contra la de mi amor para calmarnos a ambos, entrelacé mis dedos en su pelo y le besé con lentitud, concentrándome en lo que estaba haciendo, masajeándole la lengua de forma profunda, caliente y voluptuosa. Presioné y succioné sus carnosos labios mientras cambiaba nuestras posiciones, ahora acomodándome sobre él, bajando las uñas sobre su pecho y su vientre, en una caricia que le invitaba a adentrarse otra vez en mí.
Me posé encima de él sintiendo el calor de su falo, asentí con una sonrisa cuando me pregunto si era así que debíamos seguir. Tenía la respiración agitada en su pecho, sus tempestades recorrían mis curvas lo cual me hacía sentir complacida, corroborar que aún le gustaba mirarme.
Moví mis caderas hacia esa verga erguida que palpitaba y apuntaba hacia mí y volví a introducirla en mis paredes húmedas mientras temblaba de placer. Era una completa adicta a su virilidad, le necesitaba tanto, disfrutar de la sensación de tenerle enterrada por completo para deshacerme del todo de los pensamientos de los pasados días, de la inquietud de que hubiese menos fogosidad de parte de él hacia mí.
Debajo de mis dedos sentí los músculos de mi vikingo tensarse cada vez que subía y bajaba, cada vez con más fuerza, orillada por mi necesidad, acompañando a nuestros jadeos y gemidos. Sus tormentas pardas y brillantes observaban como se movían mis pechos sujetos al vaivén que imprimíamos a nuestras caderas, rozando una y otra vez con sus rosadas puntas su atlético torso.
Me pidió que me masturbara y bajé mis dedos hasta mi mojado sexo para abrirlo frente a su mirada, exponiendo mis labios internos para que los observara, como estaban de húmedos, hinchados y palpitantes por causa de él. Sin despegar mi mirada de la suya alcancé con mis dedos mi pequeño botón del placer, lo hurgué y lo froté, comenzando a gemir al sentirlo hinchado y resbaladizo entre mis dedos mientras su miembro seguía llenándome de placer.
Tomé sus dedos para que me acompañara, guiándolos hacia mi clítoris para frotarme con insistencia contra ellos, sus dedos se movían en círculos sobre el botón al compás de sus deliciosos envites. Me incliné sobre su cuerpo para ofrecerle mi lengua y fundirnos de forma húmeda y decadente mientras rotaba mis caderas, empujándolas contra las suyas.
Dejé escapar un jadeo ronco y entrecortado cuando me volteó de un tirón y me colocó de espaldas sobre la cama. -Te... quiero...- dejé salir, temblando como una gelatina al sentir su glande contra mi empapado centro. Las manos de Erlend se cerraron sobre la prieta carne de mis nalgas, sus manos callosas y duras me provocaron innumerables hormigueos, me alzó hacia él para prepararme mejor para la penetración y me atravesó con una estocada contundente que me encendió en llamas.
-Min Doom…- Jadeante moví mis piernas y las alcé para entrelazar mis tobillos en el medio de su espalda. Mi esposo entrelazó nuestras manos impidiéndome tocarle de otra manera, acuciando mi necesidad de palpar todo de él.
-Min Doom… Jeg elsker deg… jeg trenger deg, jeg er din… Min Doom… (te amo, te necesito, soy tuya…) - Lo miré anhelante y perdida, con la voz enronquecida de pasión. La sacó y al escucharme la metió con rudeza hasta el fondo, estirando mis paredes por completo.
Nuestros cuerpos estaban empapados en sudor, el placer de sus embestidas era intenso, enloquecedor, estas aumentaban mientras apretaba con fuerza mis manos, mi sexo ardía mientras el placer se expandía, aumentando cada vez más. El fuego hacía brillar mis orbes al mirarle, llena de pasión y de amor. -Du er min kjærlighet for alltid… (Eres mi amor para siempre)-
Aunque pareciera increíble que pudiera hincharse más le sentí agrandarse dentro de mi, empujándome al infierno. Mi corazón palpitaba con fuerza y mis gemidos se escuchaban, rebotando en las paredes de la habitación, mi humedad se deslizaba constante por su miembro, bañándole la erección y empapando las sábanas.
Subí mis piernas hasta sus hombros y le sentí golpear con tal fuerza que me produjo algo de dolor que aumentó mi placer, me derretía debajo de él al hacerlo cada vez más rápido. Sentía una necesidad de él tan grande en el corazón que sentía que iba a implosionar. -Erlend… eres mío... solo mío… siempre… dímelo…-
Presioné mi boca contra la de mi amor para calmarnos a ambos, entrelacé mis dedos en su pelo y le besé con lentitud, concentrándome en lo que estaba haciendo, masajeándole la lengua de forma profunda, caliente y voluptuosa. Presioné y succioné sus carnosos labios mientras cambiaba nuestras posiciones, ahora acomodándome sobre él, bajando las uñas sobre su pecho y su vientre, en una caricia que le invitaba a adentrarse otra vez en mí.
Me posé encima de él sintiendo el calor de su falo, asentí con una sonrisa cuando me pregunto si era así que debíamos seguir. Tenía la respiración agitada en su pecho, sus tempestades recorrían mis curvas lo cual me hacía sentir complacida, corroborar que aún le gustaba mirarme.
Moví mis caderas hacia esa verga erguida que palpitaba y apuntaba hacia mí y volví a introducirla en mis paredes húmedas mientras temblaba de placer. Era una completa adicta a su virilidad, le necesitaba tanto, disfrutar de la sensación de tenerle enterrada por completo para deshacerme del todo de los pensamientos de los pasados días, de la inquietud de que hubiese menos fogosidad de parte de él hacia mí.
Debajo de mis dedos sentí los músculos de mi vikingo tensarse cada vez que subía y bajaba, cada vez con más fuerza, orillada por mi necesidad, acompañando a nuestros jadeos y gemidos. Sus tormentas pardas y brillantes observaban como se movían mis pechos sujetos al vaivén que imprimíamos a nuestras caderas, rozando una y otra vez con sus rosadas puntas su atlético torso.
Me pidió que me masturbara y bajé mis dedos hasta mi mojado sexo para abrirlo frente a su mirada, exponiendo mis labios internos para que los observara, como estaban de húmedos, hinchados y palpitantes por causa de él. Sin despegar mi mirada de la suya alcancé con mis dedos mi pequeño botón del placer, lo hurgué y lo froté, comenzando a gemir al sentirlo hinchado y resbaladizo entre mis dedos mientras su miembro seguía llenándome de placer.
Tomé sus dedos para que me acompañara, guiándolos hacia mi clítoris para frotarme con insistencia contra ellos, sus dedos se movían en círculos sobre el botón al compás de sus deliciosos envites. Me incliné sobre su cuerpo para ofrecerle mi lengua y fundirnos de forma húmeda y decadente mientras rotaba mis caderas, empujándolas contra las suyas.
Dejé escapar un jadeo ronco y entrecortado cuando me volteó de un tirón y me colocó de espaldas sobre la cama. -Te... quiero...- dejé salir, temblando como una gelatina al sentir su glande contra mi empapado centro. Las manos de Erlend se cerraron sobre la prieta carne de mis nalgas, sus manos callosas y duras me provocaron innumerables hormigueos, me alzó hacia él para prepararme mejor para la penetración y me atravesó con una estocada contundente que me encendió en llamas.
-Min Doom…- Jadeante moví mis piernas y las alcé para entrelazar mis tobillos en el medio de su espalda. Mi esposo entrelazó nuestras manos impidiéndome tocarle de otra manera, acuciando mi necesidad de palpar todo de él.
-Min Doom… Jeg elsker deg… jeg trenger deg, jeg er din… Min Doom… (te amo, te necesito, soy tuya…) - Lo miré anhelante y perdida, con la voz enronquecida de pasión. La sacó y al escucharme la metió con rudeza hasta el fondo, estirando mis paredes por completo.
Nuestros cuerpos estaban empapados en sudor, el placer de sus embestidas era intenso, enloquecedor, estas aumentaban mientras apretaba con fuerza mis manos, mi sexo ardía mientras el placer se expandía, aumentando cada vez más. El fuego hacía brillar mis orbes al mirarle, llena de pasión y de amor. -Du er min kjærlighet for alltid… (Eres mi amor para siempre)-
Aunque pareciera increíble que pudiera hincharse más le sentí agrandarse dentro de mi, empujándome al infierno. Mi corazón palpitaba con fuerza y mis gemidos se escuchaban, rebotando en las paredes de la habitación, mi humedad se deslizaba constante por su miembro, bañándole la erección y empapando las sábanas.
Subí mis piernas hasta sus hombros y le sentí golpear con tal fuerza que me produjo algo de dolor que aumentó mi placer, me derretía debajo de él al hacerlo cada vez más rápido. Sentía una necesidad de él tan grande en el corazón que sentía que iba a implosionar. -Erlend… eres mío... solo mío… siempre… dímelo…-
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Re: La negativa(privado)(+18)
Loco, mi mujer me estaba volviendo loco, cuando sus piernas treparon por encima de msi hombros rugí de puro placer, mi polla llena de sangre palpitaba con un ritmo animal.
Mi diestra atrapó su cuello y tirando de ella hacia abajo, mis huevos golpearon sus nalgas enloqueciendome, enardecida mi verga chapoteó en su esencia.
Gruñí por lo honda que estaba enterrada mientras el vaivén de sus caderas sepultaba una y otra vez mi grandiosa hombría.
-Me voy a correr Ada.
Si mi esposa tenia dudas de hasta que punto me ponía solo tenia que mirar mis ojos y las brasas prendidas que en ellos quedaban reflejados, el deseo que su cuerpo curvilíneo en mi producía me hizo jadear una y otra vez contra nos labios que devoré en un beso hambriento, húmedo que arrasó con todo como cuando saqueaba antaño otros mundos.
-Me voy a correr -rugí con la voz mas ronca que la misma noche.
Sujeta de mi cuello como estaba tiré de ella para sacar mi verga que fuera de su cuerpo se movía apuntándola, al borde de llenarla.
Sus ojos fueron hasta ella, ansiosa como estaba se quejó de ser abandonada, mas duró poco, pues me recosté y tirando de ella la puse de espaldas para que de nuevo cabalgara sabre mi grandiosa espada.
Gruñí al sentir sus caderas contonearse en círculos sobre mi brillante y enrojecida punta, como poco a poco descendió dejándome la imagen perfecta de sus nalgas abiertas, su ano ofrecido y su coño empapando mi pelvis al frotarse con esta.
No tardó en metersela por completo, tan al fondo que gemí de puro placer y de un manotazo enrojecí su nalga ordenandole que cabalgara mas duro.
-Pórtate mal, voy a follarte por detrás.
Ella era mi amazonas, la mujer que podía llevarme al infierno mientras me montaba al cielo mientras me besaba.
-Muévete -pedí con mis dos manos en su culo, abriéndole los cachetes para ver bien como mi verga brillante y enorme se adentraba entre los pliegues de su sexo y resbalaba siendo engullida.
Llevé msi dos dedos a la boca para lamerlos llenándolos de saliva antes de restregaros por la apertura de su culo, tanteando el recto con uno de los dedos mientras con la otra mano torturaba sus pezones, apretaba sus pechos y rayaba la palma de mi mano con su pezón acristalado.
-Jode,r que buena estas mujer -aseguré adentrando uno de mis dedos por su agujero.
Su espalda se arqueo y yo aullé, me montaba tan rudo que me permitía follarla muy profundo.
Moví mi dedo en su interior al ritmo de mi verga y pronto un segundo dedo se unió a la fiesta haciéndola arder.
-Soy tuyo, tu eres mía -gruñi
Mi diestra atrapó su cuello y tirando de ella hacia abajo, mis huevos golpearon sus nalgas enloqueciendome, enardecida mi verga chapoteó en su esencia.
Gruñí por lo honda que estaba enterrada mientras el vaivén de sus caderas sepultaba una y otra vez mi grandiosa hombría.
-Me voy a correr Ada.
Si mi esposa tenia dudas de hasta que punto me ponía solo tenia que mirar mis ojos y las brasas prendidas que en ellos quedaban reflejados, el deseo que su cuerpo curvilíneo en mi producía me hizo jadear una y otra vez contra nos labios que devoré en un beso hambriento, húmedo que arrasó con todo como cuando saqueaba antaño otros mundos.
-Me voy a correr -rugí con la voz mas ronca que la misma noche.
Sujeta de mi cuello como estaba tiré de ella para sacar mi verga que fuera de su cuerpo se movía apuntándola, al borde de llenarla.
Sus ojos fueron hasta ella, ansiosa como estaba se quejó de ser abandonada, mas duró poco, pues me recosté y tirando de ella la puse de espaldas para que de nuevo cabalgara sabre mi grandiosa espada.
Gruñí al sentir sus caderas contonearse en círculos sobre mi brillante y enrojecida punta, como poco a poco descendió dejándome la imagen perfecta de sus nalgas abiertas, su ano ofrecido y su coño empapando mi pelvis al frotarse con esta.
No tardó en metersela por completo, tan al fondo que gemí de puro placer y de un manotazo enrojecí su nalga ordenandole que cabalgara mas duro.
-Pórtate mal, voy a follarte por detrás.
Ella era mi amazonas, la mujer que podía llevarme al infierno mientras me montaba al cielo mientras me besaba.
-Muévete -pedí con mis dos manos en su culo, abriéndole los cachetes para ver bien como mi verga brillante y enorme se adentraba entre los pliegues de su sexo y resbalaba siendo engullida.
Llevé msi dos dedos a la boca para lamerlos llenándolos de saliva antes de restregaros por la apertura de su culo, tanteando el recto con uno de los dedos mientras con la otra mano torturaba sus pezones, apretaba sus pechos y rayaba la palma de mi mano con su pezón acristalado.
-Jode,r que buena estas mujer -aseguré adentrando uno de mis dedos por su agujero.
Su espalda se arqueo y yo aullé, me montaba tan rudo que me permitía follarla muy profundo.
Moví mi dedo en su interior al ritmo de mi verga y pronto un segundo dedo se unió a la fiesta haciéndola arder.
-Soy tuyo, tu eres mía -gruñi
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Con las piernas sobre los hombros de Erlend no le quitaba la mirada de encima, admirando a mi dios vikingo, el fuego quemaba mi piel con cada embestida. Lo veía muy concentrado con cada envite, con los músculos de los brazos tensos, las tempestades rojas como fuego puro, mientras mi respiración entrecortada movía mis senos, con mis labios separados y mi rostro enrojecido de placer, ardía de deseo, sentía que el fuego corría en mis venas, las quemaba y se ensañaba con mis entrañas, tornándolas cenizas de placer puro y abrasador.
-Aaahhh Erlend…- ¿Cuántas veces antes le dije que me gustaba su polla? El placer que me regalaba con ella… como me expandía los tejidos y como estos le acogían calzando perfectamente con su perfecto y enorme falo. -Quería tanto esto… a ti…-
Mis muslos temblaban, el gruñía penetrándome duro, cada vez más rápido, me follaba con fuerza deslizándose dentro y fuera de mí mientras el fuego bailaba en sus tempestades. Mi centro pulsaba añorando su miembro caliente y pesado cada vez que le sentía salir, llevándome a un deseo desesperado y frenético.
Llevó una mano a mi cuello, lo aferró y arremetió con una feroz estocada que hizo que mi intimidad se tragara de golpe toda su grandiosa polla y que sus testículos vibrasen al golpear mi trasero.
Grité cuando me atravesó hasta el fondo, perdida en el cúmulo de sensaciones, estaba tan empapada que mi esencia goteaba por sus testículos. Me dijo que iba a correrse y mis músculos mojados se contrajeron otra vez a su alrededor, un calor delicioso recorrió todo mi cuerpo, mi intimidad se contrajo de nuevo ávida de succionarle, pero él me retuvo por el cuello impidiéndomelo y sacándola de adentro me dejó esperando en el vacío.
Gimoteé desesperada al darme cuenta de que acababa de privarme de su falo y dirigí la mirada hacia el. Una protesta trepó enseguida por mi garganta al verme privada sin contemplaciones. -No… Erlend… no me lo quites…- Mi ansiedad creció al verle la verga húmeda y erecta en posición horizontal hacia mí.
Sin decirme nada se tumbó sobre la cama para colocarme de espaldas a él. Sonreí al notar que tan solo nos había cambiado de posición y tomé su excitado miembro entre mis dedos.
Deslizándolos sobre el tronco lo estimulé, disfrutando de la sensación caliente y húmeda entre ellos y de la firmeza de piedra que había alcanzado. Le acaricié con tesón la punta redondeada y suave que brillaba húmeda, abrí mis piernas y la introduje entre mis pliegues mojados, gimiendo de placer al metérmela de nuevo provocando que un calor arrasador se expandiese por todo mi cuerpo. -Ah Erlend…. me das tanto placer…-
Comencé a cabalgarlo rindiéndome a las sensaciones, ambos jadeamos al entregarnos a la deliciosa fricción de nuestros sexos y sin esperarlo sentí como me soltó un manotazo en la nalga que la enrojeció haciéndola estremecer por el azote.
Solté un gutural gemido, me pedía que fuera mala así que me esmeré en aumentar el suplicio tortuoso que le imponía a su falo en el interior de mis paredes, sonriendo al escucharle gemir cada vez que le provocaba una nueva pulsación.
Llevé una de sus manos hacia mi pecho redondeado, su roce me ponía el pezón erecto, como una filosa piedra. -Pellízcame los pezones.- pedí, sintiéndolos sensibles e hinchados bajo su tacto.
Jadeé al sentirle abrirme las nalgas y sorprendida me percaté de cómo sus dedos impregnados de saliva comenzaban a tantear mi ano. Me mordí el labio presa de la excitación, gemí tan pronto su dedo entró en mi agujero y sin percatarme, necesitada de más de lo que me daba respondí arqueando la espalda. Mis músculos se tensaron alrededor de su dígito debido a la intensidad y presión con la que lo introdujo, provocando que me desmoronara de placer.
Comenzó a moverlo al compás de su miembro mareándome y robándome la razón. -No pares…-
Gemí otra vez moviéndome sobre su polla y sintiendo como ahora dos de sus dedos me follaban muy profundo envolviéndome en un frenesí febril. Mi rostro sonrosado reflejó el éxtasis que sentí ante el asalto por ambos lados, por como mi coño se desvivía por tragarse su verga y mi culo se prendía en llamas, recordándome por qué había nacido para él. -Tú eres… mío… y yo soy tuya…-
-Aaahhh Erlend…- ¿Cuántas veces antes le dije que me gustaba su polla? El placer que me regalaba con ella… como me expandía los tejidos y como estos le acogían calzando perfectamente con su perfecto y enorme falo. -Quería tanto esto… a ti…-
Mis muslos temblaban, el gruñía penetrándome duro, cada vez más rápido, me follaba con fuerza deslizándose dentro y fuera de mí mientras el fuego bailaba en sus tempestades. Mi centro pulsaba añorando su miembro caliente y pesado cada vez que le sentía salir, llevándome a un deseo desesperado y frenético.
Llevó una mano a mi cuello, lo aferró y arremetió con una feroz estocada que hizo que mi intimidad se tragara de golpe toda su grandiosa polla y que sus testículos vibrasen al golpear mi trasero.
Grité cuando me atravesó hasta el fondo, perdida en el cúmulo de sensaciones, estaba tan empapada que mi esencia goteaba por sus testículos. Me dijo que iba a correrse y mis músculos mojados se contrajeron otra vez a su alrededor, un calor delicioso recorrió todo mi cuerpo, mi intimidad se contrajo de nuevo ávida de succionarle, pero él me retuvo por el cuello impidiéndomelo y sacándola de adentro me dejó esperando en el vacío.
Gimoteé desesperada al darme cuenta de que acababa de privarme de su falo y dirigí la mirada hacia el. Una protesta trepó enseguida por mi garganta al verme privada sin contemplaciones. -No… Erlend… no me lo quites…- Mi ansiedad creció al verle la verga húmeda y erecta en posición horizontal hacia mí.
Sin decirme nada se tumbó sobre la cama para colocarme de espaldas a él. Sonreí al notar que tan solo nos había cambiado de posición y tomé su excitado miembro entre mis dedos.
Deslizándolos sobre el tronco lo estimulé, disfrutando de la sensación caliente y húmeda entre ellos y de la firmeza de piedra que había alcanzado. Le acaricié con tesón la punta redondeada y suave que brillaba húmeda, abrí mis piernas y la introduje entre mis pliegues mojados, gimiendo de placer al metérmela de nuevo provocando que un calor arrasador se expandiese por todo mi cuerpo. -Ah Erlend…. me das tanto placer…-
Comencé a cabalgarlo rindiéndome a las sensaciones, ambos jadeamos al entregarnos a la deliciosa fricción de nuestros sexos y sin esperarlo sentí como me soltó un manotazo en la nalga que la enrojeció haciéndola estremecer por el azote.
Solté un gutural gemido, me pedía que fuera mala así que me esmeré en aumentar el suplicio tortuoso que le imponía a su falo en el interior de mis paredes, sonriendo al escucharle gemir cada vez que le provocaba una nueva pulsación.
Llevé una de sus manos hacia mi pecho redondeado, su roce me ponía el pezón erecto, como una filosa piedra. -Pellízcame los pezones.- pedí, sintiéndolos sensibles e hinchados bajo su tacto.
Jadeé al sentirle abrirme las nalgas y sorprendida me percaté de cómo sus dedos impregnados de saliva comenzaban a tantear mi ano. Me mordí el labio presa de la excitación, gemí tan pronto su dedo entró en mi agujero y sin percatarme, necesitada de más de lo que me daba respondí arqueando la espalda. Mis músculos se tensaron alrededor de su dígito debido a la intensidad y presión con la que lo introdujo, provocando que me desmoronara de placer.
Comenzó a moverlo al compás de su miembro mareándome y robándome la razón. -No pares…-
Gemí otra vez moviéndome sobre su polla y sintiendo como ahora dos de sus dedos me follaban muy profundo envolviéndome en un frenesí febril. Mi rostro sonrosado reflejó el éxtasis que sentí ante el asalto por ambos lados, por como mi coño se desvivía por tragarse su verga y mi culo se prendía en llamas, recordándome por qué había nacido para él. -Tú eres… mío… y yo soy tuya…-
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Re: La negativa(privado)(+18)
Mientras deslizaba los dedos por la espalda de mi esposa no pude evitar recordar aquella noche, si fue el cazador o su estrella la que nos reunió, si fueron los dioses de Asgard o ese dios que pendía de una cruz a estas alturas era irrelevante, su corazón latía fuerte contra mi pecho, amaba cada trazo de su piel, el sabor de sus labios y aquel sonido similar al de un tambor que ahora era acompañado de otro mas rápido y mayor.
Esto era ese sentimiento por el que el hombre mueve montañas, inicia guerras y hunde espadas, lo que sentía por Ada era poderoso, era inquebrantable y sin duda alguna puro, lo mas verdadero que había sentido nunca.
Un hijo, eso es l oque crecía en su vientre, en sus entrañas y después de haberla tomado de se modo no pude evitar revolverme ligeramente incomodo.
-Yo no quiero hacerte daño -susurré contra su pelo.
Elevó el rostro, sus labios se encontraron con los míos, primero solo un roce, su sonrisa hablaba de lo bien que se sentía y eso relajó mi musculatura.
-Te quiero Ada, desde el día que esa estrella brilló para nosotros has sido la ultima, yo..yo solo estoy nervioso, tengo miedo, miedo de que pierdas a nuestro hijo, sabes que esto es un regalo para mi, uno que nos ha traído nuestro amor, no quiero dañarte, dañarlo ¿entiendes que no es falta de deseo si no pavor?
Era un vampiro, yo no era un humano y no sabía si mis actos podrían traer consecuencias a nuestro hijo.
Su diestra cubrió mis labios y un shhhh basto para que obedeciera como un niño
Tomó mi mano llevándola a su vientre, sonreí, daba patadas, una, dos, pude contar unas cuentas, mi hijo crecía fuerte, sano y le gustaba aquella sensación.
Pronto lo tendríamos entre nuestros brazos por fin una familia, un podo de paz para un hombre maldito.
-Te necesito Ada, da igual que creas que no, que ya no te deseo o incluso que no te amo, juro por mis dioses que cada instante a tu lado es mágico, que eres en lo único que pienso antes de dormirme y nada mas abrir los ojos, que prefiero un beso tuyo que tener sexo con mil damas..tu eres mi vida, mi universo, la luz de mi abismo y la estrella que siempre guiará mis pasos.
Te juro amor eterno y si, lo juro porque se que así se hace frente a tu dios y ante el mismo te doy mi palabra de vikingo de que nunca voy a fallarte, de que siempre entenderé tus peticiones y que te amaré con el ultimo suspiro de mi alma.
Esto era ese sentimiento por el que el hombre mueve montañas, inicia guerras y hunde espadas, lo que sentía por Ada era poderoso, era inquebrantable y sin duda alguna puro, lo mas verdadero que había sentido nunca.
Un hijo, eso es l oque crecía en su vientre, en sus entrañas y después de haberla tomado de se modo no pude evitar revolverme ligeramente incomodo.
-Yo no quiero hacerte daño -susurré contra su pelo.
Elevó el rostro, sus labios se encontraron con los míos, primero solo un roce, su sonrisa hablaba de lo bien que se sentía y eso relajó mi musculatura.
-Te quiero Ada, desde el día que esa estrella brilló para nosotros has sido la ultima, yo..yo solo estoy nervioso, tengo miedo, miedo de que pierdas a nuestro hijo, sabes que esto es un regalo para mi, uno que nos ha traído nuestro amor, no quiero dañarte, dañarlo ¿entiendes que no es falta de deseo si no pavor?
Era un vampiro, yo no era un humano y no sabía si mis actos podrían traer consecuencias a nuestro hijo.
Su diestra cubrió mis labios y un shhhh basto para que obedeciera como un niño
Tomó mi mano llevándola a su vientre, sonreí, daba patadas, una, dos, pude contar unas cuentas, mi hijo crecía fuerte, sano y le gustaba aquella sensación.
Pronto lo tendríamos entre nuestros brazos por fin una familia, un podo de paz para un hombre maldito.
-Te necesito Ada, da igual que creas que no, que ya no te deseo o incluso que no te amo, juro por mis dioses que cada instante a tu lado es mágico, que eres en lo único que pienso antes de dormirme y nada mas abrir los ojos, que prefiero un beso tuyo que tener sexo con mil damas..tu eres mi vida, mi universo, la luz de mi abismo y la estrella que siempre guiará mis pasos.
Te juro amor eterno y si, lo juro porque se que así se hace frente a tu dios y ante el mismo te doy mi palabra de vikingo de que nunca voy a fallarte, de que siempre entenderé tus peticiones y que te amaré con el ultimo suspiro de mi alma.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
El repentino cambio de actitud de Erlend me tomó por sorpresa, había pasado de estar excitado y tomarme profundamente a ponerse tenso por completo. Podía ver la tensión en cada uno de sus músculos y en las líneas que se marcaban en su rostro, y de un momento a otro no comprendí el por qué. ¿No le gustó? ¿Dejó de tener ganas?
Estaba desconcertada e inquieta por lo que fruncí el entrecejo observándolo hasta que abrió los labios y susurró que no quería hacerme daño. Negué con la cabeza en cuanto escuché aquello y me acerqué para tumbarme junto a él necesitada de buscarle, aun intentando recuperar la normalidad de mi respiración. Mis mejillas estaban sonrosadas y pegada a su pecho el movimiento de mis senos y el temblor de mi vientre explicaba con creces lo muy estremecida que aún me encontraba. -No digas eso amor, tú no me haces daño.-
Alcé el rostro y vi esas hermosas tormentas cargadas de preocupación, por lo que las yemas de mis dedos perfilaron su apuesto rostro. Me incorporé un poco sobre mis codos y busqué sus labios antes de volver a mirarlo en silencio, buscando en su mirada esa comunicación que podíamos encontrar en nuestra complicidad, más allá de las palabras. -Sigues siendo el hombre más apuesto que he visto y que veré jamás.-
Seguí escuchando lo que me decía, me hablaba de sus miedos, de su temor de dañarme a mi o a nuestro bebé. Lo callé con un shhhh cubriendo sus labios y tomé su mano en la mía para que sintiera. Nuestro bebé pateaba ágil y fuerte como el niño sano que sabía que sería, llenándonos a los dos de una alegría inmensa, ambos amábamos a nuestro pequeño milagro con toda el alma.
Aún con su mano sobre mi vientre me dejé caer sobre su cuerpo, apreciando el contacto de nuestras pieles desnudas, frío y calor, siempre se complementaron de la manera más maravillosa. -Yo necesitaba esto amor.- confesé.
Deposité despacio varios besos tibios en su pecho pensando en como explicarlo. -Estoy llena de imperfecciones… llevaba semanas soñando con que me tomaras sin restricciones. Cada vez que te marchas a trabajar pienso todo el tiempo en ti, me veo en el espejo y temo que no te gusten los cambios en mi cuerpo, que no te provoque lo mismo. Sentía… siento una necesidad y un deseo de ti que no ha disminuido desde que te conocí.... Quería que me hicieras tuya, creerme que tu deseo de mí no ha menguado y ansiaba que me mordieras…-
Alcé el rostro para mirarlo al añadir lo siguiente. -Te deseo todo el tiempo, no puedo evitar necesitar sentir tu pasión, tu excitación, tus ganas a flor de piel… tus colmillos provocándome escalofríos al rozar mi piel… Y pensé… que quizás mi embarazo hacía que yo ya no te gustara como antes.-
Me moví para descansar mi barbilla sobre su piel sin tener que dejar de mirarlo. -También quiero a nuestro bebé, y sé que soy egoísta al pensar así… pero me he acostumbrado a ti y me cuesta comprender que te reprimas… No me gusta, pero… nunca expondría a nuestro niño de ninguna manera… Nunca, lo quiero, lo quiero muchísimo y también quiero con todo el corazón a nuestro pequeño Hakon, y te quiero a ti más que nunca por querernos, por pensar en mí y en nuestro bebé.-
Mi cejo se arqueó en concentración al mirarlo. -Me gusta que te preocupes por mi, me gusta que me quieras… y a la vez necesitaba que me tomaras como lo has hecho, sentir que me deseas, que me folles por delante y por detrás, sentir tu excitación, que me digas que estoy buena.-
Le mordí la nariz jugando tras decirlo. -No recuerdo que me lo hayas dicho antes, al menos no así, y me gusta. Me gusta que me hables sucio a veces amor… Me gusta saber que te gusta de mi, si te gusta mi cuerpo, mis pechos, mis nalgas, mi coño, mis piernas, mis labios… me interesa.-
Lo miré con picardía. -A mi me gustas tú, tu cuerpo, este espacio de acá… - Le besé el hueco de la garganta…- -Este hoyuelo de acá… -Le besé la comisura del labio. -Tu falo…- Me eché a reír contra su boca. -Y más cuando está adentro mío.-
Pensando en lo que me había dicho, acaricié la piel de su pecho con mi palma, concentrándome en ello antes de detenerla por encima de su corazón. -Yo te quiero… siempre he creído que nací para ti y que nuestro encuentro estaba predestinado, que teníamos que estar juntos, que ese es nuestro destino. Para siempre, para toda la vida.- Sentí un nudo en la garganta y rodeé su torso con mi brazo, buscando esa conexión que siempre sentía al estar con él, ese amor eterno que nació en nuestro encuentro en la playa y que era capaz de lograr todo y de cambiarlo todo. -Yo ya no sabría vivir sin ti Erlend... Si dejaras de desearme o de amarme como lo haces me… desgarraría el alma…-
Alcé el rostro para admirarlo, envuelta en todo lo que él me transmitía, en la fuerza que de él emanaba y que siempre me hacía sentir que mi hogar estaba entre sus brazos, y lo besé despacio. -Voy a desquitarme cuando haya nacido nuestro bebé, de esa no te libraras amor mío, prepárate. Te voy a exigir muchas demostraciones de amor sin límites. Una y otra, y otra… y otra… todas las noches.-
Estaba desconcertada e inquieta por lo que fruncí el entrecejo observándolo hasta que abrió los labios y susurró que no quería hacerme daño. Negué con la cabeza en cuanto escuché aquello y me acerqué para tumbarme junto a él necesitada de buscarle, aun intentando recuperar la normalidad de mi respiración. Mis mejillas estaban sonrosadas y pegada a su pecho el movimiento de mis senos y el temblor de mi vientre explicaba con creces lo muy estremecida que aún me encontraba. -No digas eso amor, tú no me haces daño.-
Alcé el rostro y vi esas hermosas tormentas cargadas de preocupación, por lo que las yemas de mis dedos perfilaron su apuesto rostro. Me incorporé un poco sobre mis codos y busqué sus labios antes de volver a mirarlo en silencio, buscando en su mirada esa comunicación que podíamos encontrar en nuestra complicidad, más allá de las palabras. -Sigues siendo el hombre más apuesto que he visto y que veré jamás.-
Seguí escuchando lo que me decía, me hablaba de sus miedos, de su temor de dañarme a mi o a nuestro bebé. Lo callé con un shhhh cubriendo sus labios y tomé su mano en la mía para que sintiera. Nuestro bebé pateaba ágil y fuerte como el niño sano que sabía que sería, llenándonos a los dos de una alegría inmensa, ambos amábamos a nuestro pequeño milagro con toda el alma.
Aún con su mano sobre mi vientre me dejé caer sobre su cuerpo, apreciando el contacto de nuestras pieles desnudas, frío y calor, siempre se complementaron de la manera más maravillosa. -Yo necesitaba esto amor.- confesé.
Deposité despacio varios besos tibios en su pecho pensando en como explicarlo. -Estoy llena de imperfecciones… llevaba semanas soñando con que me tomaras sin restricciones. Cada vez que te marchas a trabajar pienso todo el tiempo en ti, me veo en el espejo y temo que no te gusten los cambios en mi cuerpo, que no te provoque lo mismo. Sentía… siento una necesidad y un deseo de ti que no ha disminuido desde que te conocí.... Quería que me hicieras tuya, creerme que tu deseo de mí no ha menguado y ansiaba que me mordieras…-
Alcé el rostro para mirarlo al añadir lo siguiente. -Te deseo todo el tiempo, no puedo evitar necesitar sentir tu pasión, tu excitación, tus ganas a flor de piel… tus colmillos provocándome escalofríos al rozar mi piel… Y pensé… que quizás mi embarazo hacía que yo ya no te gustara como antes.-
Me moví para descansar mi barbilla sobre su piel sin tener que dejar de mirarlo. -También quiero a nuestro bebé, y sé que soy egoísta al pensar así… pero me he acostumbrado a ti y me cuesta comprender que te reprimas… No me gusta, pero… nunca expondría a nuestro niño de ninguna manera… Nunca, lo quiero, lo quiero muchísimo y también quiero con todo el corazón a nuestro pequeño Hakon, y te quiero a ti más que nunca por querernos, por pensar en mí y en nuestro bebé.-
Mi cejo se arqueó en concentración al mirarlo. -Me gusta que te preocupes por mi, me gusta que me quieras… y a la vez necesitaba que me tomaras como lo has hecho, sentir que me deseas, que me folles por delante y por detrás, sentir tu excitación, que me digas que estoy buena.-
Le mordí la nariz jugando tras decirlo. -No recuerdo que me lo hayas dicho antes, al menos no así, y me gusta. Me gusta que me hables sucio a veces amor… Me gusta saber que te gusta de mi, si te gusta mi cuerpo, mis pechos, mis nalgas, mi coño, mis piernas, mis labios… me interesa.-
Lo miré con picardía. -A mi me gustas tú, tu cuerpo, este espacio de acá… - Le besé el hueco de la garganta…- -Este hoyuelo de acá… -Le besé la comisura del labio. -Tu falo…- Me eché a reír contra su boca. -Y más cuando está adentro mío.-
Pensando en lo que me había dicho, acaricié la piel de su pecho con mi palma, concentrándome en ello antes de detenerla por encima de su corazón. -Yo te quiero… siempre he creído que nací para ti y que nuestro encuentro estaba predestinado, que teníamos que estar juntos, que ese es nuestro destino. Para siempre, para toda la vida.- Sentí un nudo en la garganta y rodeé su torso con mi brazo, buscando esa conexión que siempre sentía al estar con él, ese amor eterno que nació en nuestro encuentro en la playa y que era capaz de lograr todo y de cambiarlo todo. -Yo ya no sabría vivir sin ti Erlend... Si dejaras de desearme o de amarme como lo haces me… desgarraría el alma…-
Alcé el rostro para admirarlo, envuelta en todo lo que él me transmitía, en la fuerza que de él emanaba y que siempre me hacía sentir que mi hogar estaba entre sus brazos, y lo besé despacio. -Voy a desquitarme cuando haya nacido nuestro bebé, de esa no te libraras amor mío, prepárate. Te voy a exigir muchas demostraciones de amor sin límites. Una y otra, y otra… y otra… todas las noches.-
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Re: La negativa(privado)(+18)
Mis dedos dibujaban letras en perfecto nórdico sobre la piel de us espalda “min doom” una y otra vez mientras ella hablaba, no podía estar mas errada.
-Te deseo, lo hice desde el día que te vi y te juro que cada nueva redondez del embarazo no hace mas que incrementar eso, yo no dejo de pensar en ti, en tu olor, en tus labios en lo suave que es tu piel, en como arqueas la espalda cuando te tomo, no soy capaz de pensar en nada cuando tu aliento me embriaga y tus besos me llevan al Valhalla.
Es miedo, no falta de deseo -aseguré -has conseguido darme algo que jamas creí poder tener.
Mi mano en su vientre sentía las patadas de nuestro hijo, sano, fuerte un vikingo.
-Esto lo es todo para mi Ada, esto es un linaje y tu eres la mujer que lo ha hecho posible, no solo has iluminado con tu luz mis sombras, si no que has conseguido derrotar los demonios que susurraban para poner risas infantiles en su lugar.
Hakon es una bendición de los dioses, el día que lo trajiste aquí pensé que no sería capaz de quererlo, que era como un premio de consolación para el hombre que nunca podría darte hijos..pero ahora creo que tu tenías razón, Hakon nos ha hecho felices, eres una gran madre y yo quiero ser un gran padre, que estés orgulloso de mi.
Me eché a reír trepando por su piel al escuchar que le gustaba le dijera cosas sucias.
-Asi que te gusta que tu marido sea un obsceno -musité con la voz ronca mordiendo sus labios -me gusta tu coño cuando esta completamente empapado porque me deseas, me gustan tus dos pechos, ahora enormes parecen cantaros, me excita mamar de ellos, rozarme con tu piel perlada en sudor. Me gusta cuando gimes mi nombre y cuando arqueas tu espalda permitiéndome notar tu cuerpo temblar entre mis dedos.
Mi esposa miraba mis dos tormentas con una picara sonrisa.
-Tus besos, me gusta como metes tu lengua para buscar la propia, como te quedas ocn mi labio inferior, lo muerdes y lo repasas con tu lengua y sobre todo me gusta como me la chupas, noto que te gusta mi sabor, la engulles logrando excitarme muchisimo.
Sus dedos apretaban mis nalgas para empujar mi miembro alzado de nuevo contra su centro.
-Así me pones Ada, me vuelves loco siempre, eres la mujer de mi vida, la única que me ha dado una buena vida. Yo no conocía el amor hasta conocerte Ada...todo l oque había tenido eran relaciones destructivas.
Apoyé mi frente sobre la suya alimentándome del aire que emanaba de sus labios.
-Yo estoy enamorado de ti, Min doom.
-Te deseo, lo hice desde el día que te vi y te juro que cada nueva redondez del embarazo no hace mas que incrementar eso, yo no dejo de pensar en ti, en tu olor, en tus labios en lo suave que es tu piel, en como arqueas la espalda cuando te tomo, no soy capaz de pensar en nada cuando tu aliento me embriaga y tus besos me llevan al Valhalla.
Es miedo, no falta de deseo -aseguré -has conseguido darme algo que jamas creí poder tener.
Mi mano en su vientre sentía las patadas de nuestro hijo, sano, fuerte un vikingo.
-Esto lo es todo para mi Ada, esto es un linaje y tu eres la mujer que lo ha hecho posible, no solo has iluminado con tu luz mis sombras, si no que has conseguido derrotar los demonios que susurraban para poner risas infantiles en su lugar.
Hakon es una bendición de los dioses, el día que lo trajiste aquí pensé que no sería capaz de quererlo, que era como un premio de consolación para el hombre que nunca podría darte hijos..pero ahora creo que tu tenías razón, Hakon nos ha hecho felices, eres una gran madre y yo quiero ser un gran padre, que estés orgulloso de mi.
Me eché a reír trepando por su piel al escuchar que le gustaba le dijera cosas sucias.
-Asi que te gusta que tu marido sea un obsceno -musité con la voz ronca mordiendo sus labios -me gusta tu coño cuando esta completamente empapado porque me deseas, me gustan tus dos pechos, ahora enormes parecen cantaros, me excita mamar de ellos, rozarme con tu piel perlada en sudor. Me gusta cuando gimes mi nombre y cuando arqueas tu espalda permitiéndome notar tu cuerpo temblar entre mis dedos.
Mi esposa miraba mis dos tormentas con una picara sonrisa.
-Tus besos, me gusta como metes tu lengua para buscar la propia, como te quedas ocn mi labio inferior, lo muerdes y lo repasas con tu lengua y sobre todo me gusta como me la chupas, noto que te gusta mi sabor, la engulles logrando excitarme muchisimo.
Sus dedos apretaban mis nalgas para empujar mi miembro alzado de nuevo contra su centro.
-Así me pones Ada, me vuelves loco siempre, eres la mujer de mi vida, la única que me ha dado una buena vida. Yo no conocía el amor hasta conocerte Ada...todo l oque había tenido eran relaciones destructivas.
Apoyé mi frente sobre la suya alimentándome del aire que emanaba de sus labios.
-Yo estoy enamorado de ti, Min doom.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Respiré despacio, con mi cabeza apoyada en el pecho de Erlend y una de mis piernas en medio de las de él, le rodeé la cintura con un brazo mientras me relajaba en esa posición, sintiéndome más completa que nunca. Sentía sus dedos sobre mi espalda y toda mi piel se erizó al contacto. Con él siempre era así, a pesar del tiempo transcurrido, a veces sentía que lo conocía desde siempre y a veces pensaba que era muy poco el tiempo transcurrido, que apenas comenzaba el resto de nuestras vidas.
De repente recordé cómo me había encontrado al llegar, estaba completamente alterada. -Se supone que debería de estar enojada contigo.- Sonreí despacio, imposible estarlo ahora. Escuchaba lo que me decía y con sus palabras poco a poco iba alejando mis miedos. Porque si, los había tenido, habían sido muy reales, pensar en que algo cambiara entre nosotros, que hubiera menos deseo, menos ansias de estar con el otro, me sentía muy susceptible, pero sus dedos sobre mi espalda, su respiración acompasada, el vaho de su aliento que se transformaba en el mío al mirarnos con los rostros muy cerca tras alzar el mío, borraba con facilidad mis inquietudes, haciéndome sentir segura, de una forma tal que creo que nunca alcanzaría a comprender, porque es algo que él lograba más que cualquier otra persona que hubiese existido en mi vida.
Sonreí al escuchar sus palabras y tomé su mano en la mía cuando volvió a colocarla sobre mi vientre, escuchaba con mucha atención lo que ahora me decía sobre nuestro niño y sobre nuestro futuro bebé. -Quiero ser una buena madre Erlend… no diré qué es fácil, me aterra meter la pata, cada día aprendo algo nuevo con Hakon… Saber que alguien depende completamente de mí, que tengo un par de vidas a cargo mío, las de nuestros hijos…- Sentí que se me humedecían los ojos por lo que con rapidez pasé el dorso de mi mano por ellos. -Me digo que debo de hacer lo mejor que puedo… y de verdad quiero ser una buena madre, aunque nuestro niño me la pone fácil, es muy listo y es sencillo quererle…-
Nuestro bebé volvía a dar patadas al sentir la mano de su padre sobre mi piel, demostrando desde ya el carácter que iba a ostentar cuando naciera. -Cuando te veo con Hakon… no puedo pedir más, sé que vas a querer y a proteger a nuestro bebé como a nada, de eso no me cabe la menor duda, y si tan solo mi propósito al conocerte era que llegara este momento y poder darte una familia…- Mi voz ahora se quebraba por lo que tuve que hacer una pausa, lo miré con brillo en mis ojos, observando en el suyo propio. La forma en la que me miraba desde que supimos que estaba embarazada, cada vez que mencionaba a nuestros hijos me hacía decir lo siguiente.
-Si se acabara mi vida después de dar a luz la daría por bien empleada si con ella al conocerte he logrado que seas padre.- Ya sabía que iba a decirme, que no contemplara ese escenario, así que antes de que hablara me acerqué a su rostro y entrelacé mi lengua con la suya profundizando en su boca y olvidándome de todo. Solo pensaba en él, en esa emoción que fluía por mi cuerpo y que solo el verdadero amor que nos única podía hacernos sentir. Ese amor es el que nos llevaba al límite, el que estremecía nuestras almas, derramando en cada nuevo encuentro de nuestras pieles la esencia de nuestro sentimiento, imperecedero y extraordinario.
Separé lento nuestras bocas para mirarlo, sonriendo por lo que me había dicho al trepar sobre mi piel. -¿Entonces si te gusto un poquito?- Me eché a reír mordiendo su labio inferior, me gustaba escuchar lo que me decía, me hacía sentir hermosa ante sus ojos con todo y mis cambios físicos producidos por el embarazo.
Tomé las nalgas musculosas de mi marido guiándolo hacia mi intimidad, tenía el miembro rígido y fuerte palpitando contra mi entrada y estaba caliente. Enredé mis manos en su pelo oscuro y me adueñé de su boca mientras él empujaba hasta el fondo para estrecharme alrededor de su virilidad. -¿Vas… a consentirme en el embarazo… Min Doom?-
Mis piernas rodearon su cintura y me sujeté con fuerza de su espalda al comenzar a mecernos, amoldándome a su cuerpo. Nos fundimos al ritmo de nuestras respiraciones, dejando que la habitación se convirtiera en partícipe de nuestros gemidos. Mi corazón latía más vigorosamente que nunca, me sentía más viva de lo que antes estuve, observaba sus tormentas y veía ese amor del que me hablaba en sus pupilas dilatadas, y estaba segura de que él podía ver el mismo en los míos, en el brillo que en se reflejaba en mis pardos gracias a la hoguera que hacía arder con intensidad en mi corazón.
De repente recordé cómo me había encontrado al llegar, estaba completamente alterada. -Se supone que debería de estar enojada contigo.- Sonreí despacio, imposible estarlo ahora. Escuchaba lo que me decía y con sus palabras poco a poco iba alejando mis miedos. Porque si, los había tenido, habían sido muy reales, pensar en que algo cambiara entre nosotros, que hubiera menos deseo, menos ansias de estar con el otro, me sentía muy susceptible, pero sus dedos sobre mi espalda, su respiración acompasada, el vaho de su aliento que se transformaba en el mío al mirarnos con los rostros muy cerca tras alzar el mío, borraba con facilidad mis inquietudes, haciéndome sentir segura, de una forma tal que creo que nunca alcanzaría a comprender, porque es algo que él lograba más que cualquier otra persona que hubiese existido en mi vida.
Sonreí al escuchar sus palabras y tomé su mano en la mía cuando volvió a colocarla sobre mi vientre, escuchaba con mucha atención lo que ahora me decía sobre nuestro niño y sobre nuestro futuro bebé. -Quiero ser una buena madre Erlend… no diré qué es fácil, me aterra meter la pata, cada día aprendo algo nuevo con Hakon… Saber que alguien depende completamente de mí, que tengo un par de vidas a cargo mío, las de nuestros hijos…- Sentí que se me humedecían los ojos por lo que con rapidez pasé el dorso de mi mano por ellos. -Me digo que debo de hacer lo mejor que puedo… y de verdad quiero ser una buena madre, aunque nuestro niño me la pone fácil, es muy listo y es sencillo quererle…-
Nuestro bebé volvía a dar patadas al sentir la mano de su padre sobre mi piel, demostrando desde ya el carácter que iba a ostentar cuando naciera. -Cuando te veo con Hakon… no puedo pedir más, sé que vas a querer y a proteger a nuestro bebé como a nada, de eso no me cabe la menor duda, y si tan solo mi propósito al conocerte era que llegara este momento y poder darte una familia…- Mi voz ahora se quebraba por lo que tuve que hacer una pausa, lo miré con brillo en mis ojos, observando en el suyo propio. La forma en la que me miraba desde que supimos que estaba embarazada, cada vez que mencionaba a nuestros hijos me hacía decir lo siguiente.
-Si se acabara mi vida después de dar a luz la daría por bien empleada si con ella al conocerte he logrado que seas padre.- Ya sabía que iba a decirme, que no contemplara ese escenario, así que antes de que hablara me acerqué a su rostro y entrelacé mi lengua con la suya profundizando en su boca y olvidándome de todo. Solo pensaba en él, en esa emoción que fluía por mi cuerpo y que solo el verdadero amor que nos única podía hacernos sentir. Ese amor es el que nos llevaba al límite, el que estremecía nuestras almas, derramando en cada nuevo encuentro de nuestras pieles la esencia de nuestro sentimiento, imperecedero y extraordinario.
Separé lento nuestras bocas para mirarlo, sonriendo por lo que me había dicho al trepar sobre mi piel. -¿Entonces si te gusto un poquito?- Me eché a reír mordiendo su labio inferior, me gustaba escuchar lo que me decía, me hacía sentir hermosa ante sus ojos con todo y mis cambios físicos producidos por el embarazo.
Tomé las nalgas musculosas de mi marido guiándolo hacia mi intimidad, tenía el miembro rígido y fuerte palpitando contra mi entrada y estaba caliente. Enredé mis manos en su pelo oscuro y me adueñé de su boca mientras él empujaba hasta el fondo para estrecharme alrededor de su virilidad. -¿Vas… a consentirme en el embarazo… Min Doom?-
Mis piernas rodearon su cintura y me sujeté con fuerza de su espalda al comenzar a mecernos, amoldándome a su cuerpo. Nos fundimos al ritmo de nuestras respiraciones, dejando que la habitación se convirtiera en partícipe de nuestros gemidos. Mi corazón latía más vigorosamente que nunca, me sentía más viva de lo que antes estuve, observaba sus tormentas y veía ese amor del que me hablaba en sus pupilas dilatadas, y estaba segura de que él podía ver el mismo en los míos, en el brillo que en se reflejaba en mis pardos gracias a la hoguera que hacía arder con intensidad en mi corazón.
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Re: La negativa(privado)(+18)
Amor, ese sentimiento de cuatro letras que no conocí hasta encontrarla a ella. Sus manos empujaron mis nalgas necesitada de sentirse de nuevo llena, mi glande rojo y brillante abría sus paredes cálidas y llenas de sangre.
Dejé escapar mi aliento contra sus labios adentrándome despacio en su abismo, quería sentir como acogía mi enorme verga acariciando las venas que marcadas por le flujo de la sangre la mantenían completamente recta.
-Te deseo -confesé contra su boca meciéndome como un péndulo.
Puede que no fuera lo que en los últimos días había demostrado, el miedo a perder aquel hijo me había hecho recular demasiadas veces, peor ahora ebrio de felicidad, de sus besos y de las caricias de sus manos embestí de nuevo su cuerpo enredándonos en un baile de fuego.
Las ruinas, nuestro hogar acogieron los gemidos y jadeos y la verdad es que pasaría mi existencia escuchando el sonido gutural de mi mujer abriéndome las piernas.
-Me excitas mucho -aseguré llevando mi boca a sus dos cúspides, las lamí, las mordí, las coroné con mi boca y mame de ellas.
Como dos cantaros me ofrecían todo cuanto necesitaba, su piel sabia distinto, olía a sexo a placer.
Cada nueva embestida era una tortura, perlados en sudor nuestros cuerpos se buscaban enredándose, encontrándose, incluso anhelándose, no estaba bastante hondo, tenia hambre de mas, de mas sexo con ella y lo hice me adentre en sus confines y me adueñe de su razón.
Sus uñas rasgaron mi piel y nuestras miradas confesaron que nada mas importaba aquella noche, solo nosotros.
Hicimos el amor despacio, fuerte y rápido, hicimos el amor de tantas maneras aquella noche que ninguno fue capaz de mantener los ojos abiertos cuando le ultimo empujón se produjo y mi simiente se desbordó en su lago como un manantial helado.
Fue el anochecer lo que me hizo abrir los ojos, Adaline con Hakon en brazos me acariciaba el pelo con una radiante sonrisa en los labios, una que contraje en cuanto abrí mis ojos de fuego.
-Quiero salir, divirtámonos, festejemos ¿hace cuanto no te llevo a ningún lado? -pregunté elevando mi torso para dejar un mordisco en sus labios.
Revolví el pelo del enano que contento con la idea de salir ya saltaba de los brazos de su madre dispuesto a buscar el abrigo.
-¿Cenamos fuera? Podemos ir después a bailar, podemos enseñarle a Hakon el sitio donde nos conocimos, te emborracharía como el día de nuestra boda, peor eso va a ser complicado en tu estado -bromeé dándole un toque en la nariz -aunque confieso que cuando vas borracha estas muy sexy.
Dejé escapar mi aliento contra sus labios adentrándome despacio en su abismo, quería sentir como acogía mi enorme verga acariciando las venas que marcadas por le flujo de la sangre la mantenían completamente recta.
-Te deseo -confesé contra su boca meciéndome como un péndulo.
Puede que no fuera lo que en los últimos días había demostrado, el miedo a perder aquel hijo me había hecho recular demasiadas veces, peor ahora ebrio de felicidad, de sus besos y de las caricias de sus manos embestí de nuevo su cuerpo enredándonos en un baile de fuego.
Las ruinas, nuestro hogar acogieron los gemidos y jadeos y la verdad es que pasaría mi existencia escuchando el sonido gutural de mi mujer abriéndome las piernas.
-Me excitas mucho -aseguré llevando mi boca a sus dos cúspides, las lamí, las mordí, las coroné con mi boca y mame de ellas.
Como dos cantaros me ofrecían todo cuanto necesitaba, su piel sabia distinto, olía a sexo a placer.
Cada nueva embestida era una tortura, perlados en sudor nuestros cuerpos se buscaban enredándose, encontrándose, incluso anhelándose, no estaba bastante hondo, tenia hambre de mas, de mas sexo con ella y lo hice me adentre en sus confines y me adueñe de su razón.
Sus uñas rasgaron mi piel y nuestras miradas confesaron que nada mas importaba aquella noche, solo nosotros.
Hicimos el amor despacio, fuerte y rápido, hicimos el amor de tantas maneras aquella noche que ninguno fue capaz de mantener los ojos abiertos cuando le ultimo empujón se produjo y mi simiente se desbordó en su lago como un manantial helado.
Fue el anochecer lo que me hizo abrir los ojos, Adaline con Hakon en brazos me acariciaba el pelo con una radiante sonrisa en los labios, una que contraje en cuanto abrí mis ojos de fuego.
-Quiero salir, divirtámonos, festejemos ¿hace cuanto no te llevo a ningún lado? -pregunté elevando mi torso para dejar un mordisco en sus labios.
Revolví el pelo del enano que contento con la idea de salir ya saltaba de los brazos de su madre dispuesto a buscar el abrigo.
-¿Cenamos fuera? Podemos ir después a bailar, podemos enseñarle a Hakon el sitio donde nos conocimos, te emborracharía como el día de nuestra boda, peor eso va a ser complicado en tu estado -bromeé dándole un toque en la nariz -aunque confieso que cuando vas borracha estas muy sexy.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Al día siguiente aún sin abrir los ojos, lo primero que percibí fue la intensidad de la presencia de mi marido, la fortaleza de su figura acoplada a la mía y la serenidad que me producía sentir su temperatura en contraste con la mía me hizo sonreír aún con los ojos cerrados. Le acaricié el brazo que dejaba reposar sobre mi cintura disfrutando de ese contacto.
Sin moverme, completamente quieta, las emociones me embargaron antes de girar muy despacio con la finalidad de no despertarlo y observé a ese atractivo inmortal que aún dormía. Tragué saliva con un nudo que pronto se formó en mi garganta y que bajó por mi pecho al presenciar su imagen y continuó en descenso hasta mi vientre liberando cientos de aleteos que golpearon con fuerza y que me impulsaron a acercarme a su rostro y besar sus labios. Sonreí ampliamente cuando entre sueños le escuché murmurar mi nombre y me separé de él muy sigilosamente.
Al levantarme de la cama mi corazón latía rápido y tras ponerme la bata me dirigí a la habitación de mi niño a darle los buenos días.
El día trascurrió de forma serena y bastante alegre. Hakon se revolcaba sobre el césped con Whiskers mientras yo podaba las plantas y le iba comentando sobre la futura llegada de su hermanito. Él me escuchaba cuando le decía que iba a ser el mayor y que por lo tanto iba a contar con él para que me ayudara a cuidar del bebé.
-Como hermano mayor vas a poder enseñarle muchas cosas.- Lo dije con una sonrisa mientras eliminaba unas cuantas malas hierbas y regaba las macetas. Creo que decir eso llamó su atención porque se detuvo y me miró antes de preguntarme cuando llegaría, le expliqué que aún tardaría unos meses. -Si es un varón seguramente querrá aprender de ti como ser ágil y valiente, lo mismo si es una niña, pero con ella tendrías que tener algo más de cuidado porque tardará algo más en ser fuerte como tú y además las mujeres somos más sensibles…-
Y hablando de eso, sonreí llamándolo en cuanto sentí las patadas y tomé su pequeña mano para colocarla sobre mi vientre. Sentir los movimientos le hizo abrir esos ojazos que tenía de par en par. Mi bebé pateaba duro bajo nuestras palmas. -Ya está impaciente por conocernos.- Reí alegre al decirlo segura de que así era.
El día siguió su curso y para cuando llegó la noche y la hora en la que generalmente Erlend despertaba entramos en la habitación. Ya se había convertido en nuestra rutina hacerlo así por lo que en muchas ocasiones Hakon acudía adonde fuera que yo estuviera y tiraba de mi mano para avisarme que había llegado el momento.
Llevé mi dedo a mis labios para que entrásemos sigilosamente y me senté a un lado de la cama mientras mi pequeño trepaba como si fuera una pequeña pantera sobre el colchón.
Los rayos de plata de la luna se colaban por la habitación fundiéndose con la luz naranja de los candelabros y el contraste de luces enmarcaba el cuerpo de mi esposo permitiéndome admirarlo.
Acaricié su pelo antes de enmarcar su rostro y deslizar mis dedos por sus mejillas, por sus labios carnosos y su barbilla. Él seguramente sabía perfectamente que estábamos allí, no tardó ni tres segundos en atraparnos, a nuestro hijo le hizo cosquillas en los costados provocando las pequeñas carcajadas infantiles y a mi me atajó por la cintura.
-Buenas noches amor.- Pasé mis manos por su cuello y las hundí en su negro pelo pegándome a él, tracé sus labios con mi lengua y le mordí el inferior suavemente.
Recién despierto estaba muy guapo, el tacto de su piel gélida me quemaba, el aroma de su aliento me envolvía y los jadeos de su garganta me incitaban a tomar sus labios. Mi lengua tocó la suya en un saludo provocándole un gruñido mientras acariciaba mi negra cabellera, la agarraba e inclinaba mi cabeza ligeramente para entregarnos a un beso que con rapidez se volvió hambriento.
Su otra mano se deslizó hasta acariciarme las nalgas al profundizar y solo cuando me faltó el aire apoyé mi frente contra la suya. -Me parece perfecto el plan, salir, comer, bailar… visitar nuestra playa.- Sonreí, dándole un nuevo beso rápido mientras me escabullía de su cuerpo. -¡Anda! Date un baño que nosotros dos te esperamos.-
Transcurrió alrededor de una media hora antes de que los tres saliésemos juntos. Hakon caminaba en medio de nosotros mientras le tomábamos de la mano y de vez en cuando lo balanceábamos lo suficiente como para que lograra despegar los pies del suelo.
Caminábamos a lo largo de las calles mientras descubríamos el camino de regreso a la playa. -Han inaugurado un nuevo restaurante cerca de la playa. Dicen que es acogedor, yo aún no lo he visto pero aparentemente tienen un cocinero excelente. ¿Qué te parece que vayamos allí?- Me acerqué a mi esposo cuando repentinamente alzó a Hakon en el aire provocando su risa antes de colocarlo sobre sus hombros.
-¿Vas a bailar conmigo?- Me acerqué y perdí mis dedos en su pelo, acerqué mi rostro y deslicé mi lengua en su boca hasta tocar la suya. Sus manos acariciaron mi cintura y se deslizaron hasta apretar mis nalgas, gemí al sentirlas e intensifiqué más, sedienta de mi marido.
-No sé si usted sabrá bailar señor Cannif.- Lo miré con un brillo en mis pardos y una sonrisa ladeada entre intrigada y burlona y al caminar tiré de su mano para que se apresurara.
Sin moverme, completamente quieta, las emociones me embargaron antes de girar muy despacio con la finalidad de no despertarlo y observé a ese atractivo inmortal que aún dormía. Tragué saliva con un nudo que pronto se formó en mi garganta y que bajó por mi pecho al presenciar su imagen y continuó en descenso hasta mi vientre liberando cientos de aleteos que golpearon con fuerza y que me impulsaron a acercarme a su rostro y besar sus labios. Sonreí ampliamente cuando entre sueños le escuché murmurar mi nombre y me separé de él muy sigilosamente.
Al levantarme de la cama mi corazón latía rápido y tras ponerme la bata me dirigí a la habitación de mi niño a darle los buenos días.
El día trascurrió de forma serena y bastante alegre. Hakon se revolcaba sobre el césped con Whiskers mientras yo podaba las plantas y le iba comentando sobre la futura llegada de su hermanito. Él me escuchaba cuando le decía que iba a ser el mayor y que por lo tanto iba a contar con él para que me ayudara a cuidar del bebé.
-Como hermano mayor vas a poder enseñarle muchas cosas.- Lo dije con una sonrisa mientras eliminaba unas cuantas malas hierbas y regaba las macetas. Creo que decir eso llamó su atención porque se detuvo y me miró antes de preguntarme cuando llegaría, le expliqué que aún tardaría unos meses. -Si es un varón seguramente querrá aprender de ti como ser ágil y valiente, lo mismo si es una niña, pero con ella tendrías que tener algo más de cuidado porque tardará algo más en ser fuerte como tú y además las mujeres somos más sensibles…-
Y hablando de eso, sonreí llamándolo en cuanto sentí las patadas y tomé su pequeña mano para colocarla sobre mi vientre. Sentir los movimientos le hizo abrir esos ojazos que tenía de par en par. Mi bebé pateaba duro bajo nuestras palmas. -Ya está impaciente por conocernos.- Reí alegre al decirlo segura de que así era.
El día siguió su curso y para cuando llegó la noche y la hora en la que generalmente Erlend despertaba entramos en la habitación. Ya se había convertido en nuestra rutina hacerlo así por lo que en muchas ocasiones Hakon acudía adonde fuera que yo estuviera y tiraba de mi mano para avisarme que había llegado el momento.
Llevé mi dedo a mis labios para que entrásemos sigilosamente y me senté a un lado de la cama mientras mi pequeño trepaba como si fuera una pequeña pantera sobre el colchón.
Los rayos de plata de la luna se colaban por la habitación fundiéndose con la luz naranja de los candelabros y el contraste de luces enmarcaba el cuerpo de mi esposo permitiéndome admirarlo.
Acaricié su pelo antes de enmarcar su rostro y deslizar mis dedos por sus mejillas, por sus labios carnosos y su barbilla. Él seguramente sabía perfectamente que estábamos allí, no tardó ni tres segundos en atraparnos, a nuestro hijo le hizo cosquillas en los costados provocando las pequeñas carcajadas infantiles y a mi me atajó por la cintura.
-Buenas noches amor.- Pasé mis manos por su cuello y las hundí en su negro pelo pegándome a él, tracé sus labios con mi lengua y le mordí el inferior suavemente.
Recién despierto estaba muy guapo, el tacto de su piel gélida me quemaba, el aroma de su aliento me envolvía y los jadeos de su garganta me incitaban a tomar sus labios. Mi lengua tocó la suya en un saludo provocándole un gruñido mientras acariciaba mi negra cabellera, la agarraba e inclinaba mi cabeza ligeramente para entregarnos a un beso que con rapidez se volvió hambriento.
Su otra mano se deslizó hasta acariciarme las nalgas al profundizar y solo cuando me faltó el aire apoyé mi frente contra la suya. -Me parece perfecto el plan, salir, comer, bailar… visitar nuestra playa.- Sonreí, dándole un nuevo beso rápido mientras me escabullía de su cuerpo. -¡Anda! Date un baño que nosotros dos te esperamos.-
Transcurrió alrededor de una media hora antes de que los tres saliésemos juntos. Hakon caminaba en medio de nosotros mientras le tomábamos de la mano y de vez en cuando lo balanceábamos lo suficiente como para que lograra despegar los pies del suelo.
Caminábamos a lo largo de las calles mientras descubríamos el camino de regreso a la playa. -Han inaugurado un nuevo restaurante cerca de la playa. Dicen que es acogedor, yo aún no lo he visto pero aparentemente tienen un cocinero excelente. ¿Qué te parece que vayamos allí?- Me acerqué a mi esposo cuando repentinamente alzó a Hakon en el aire provocando su risa antes de colocarlo sobre sus hombros.
-¿Vas a bailar conmigo?- Me acerqué y perdí mis dedos en su pelo, acerqué mi rostro y deslicé mi lengua en su boca hasta tocar la suya. Sus manos acariciaron mi cintura y se deslizaron hasta apretar mis nalgas, gemí al sentirlas e intensifiqué más, sedienta de mi marido.
-No sé si usted sabrá bailar señor Cannif.- Lo miré con un brillo en mis pardos y una sonrisa ladeada entre intrigada y burlona y al caminar tiré de su mano para que se apresurara.
Última edición por Adaline Cannif el Lun Sep 17, 2018 7:20 am, editado 2 veces
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Re: La negativa(privado)(+18)
Ladeé la sonrisa aun con los ojos cerrados notando como Hakon escalaba con sus pequeñas piernas por las pieles dispuesto a saltar sobre mi como un tigre, mi esposa había tomado asiento a mi lado y deslizaba la yema de sus dedos dibujando cada una de las lineas que conformaban mi rostro, cuando rozó mis labios los entreabrí ligeramente, era increíble lo que Ada era capaz de conseguir en mi con algo tan nimio como una caricia, peor mi bastarda ya se había levantad solo de sentirla.
Abrí los ojos de golpe y los atrapé escuchando sus risas, la de Hakon infantil emitía pequeños gritos mientras luchaba por zafarse luchando como el guerrero que era o sería algún día.
Bese a mi mujer, colé mi lengua entre sus belfos, estaba deliciosa y un gruñido escapo ronco cuando el beso se tornó mas húmedo.
Mis manos fueron directas a sus nalgas y tiré de ella hacía mi ansiando montarla.
Para mi no habida problema en hacerlo delante de nuestro hijo, lo había visto de mis padres, pero mi esposa no pensaba lo mismo así que entre risas acabó zafándose mientras yo ponía cara de fastidio y me dejaba caer sobre el lecho con los brazos en cruz gruñendo.
Hakon se reía trepando a los brazos de su madre.
-Pequeño enano -le dije señalando le mientras este se reía y mi esposa me aconsejaba que me diera un baño -uno con final feliz pensando en ti alegué haciéndola reír.
Medio hora después acabamos saliendo los tres de casa. Ada había arropado bien al pequeño Hakon que se columpiaba sujeto de nuestras manos.
Acabé haciéndolo volar mientras el enano se reía sin parar subiéndolo a mis hombros y rodeé la cintura de mi esposa que hoy se había despertado especialmente feliz. Quería comer, bailar, y yo quería complacerla, hacerla feliz porque ella era mi luz.
La miré todavía incrédulo, ella era preciosa, feliz, deslicé mis ojos por sus carnosos labios ansioso de besarlos.
-Te quiero Ada, solo tu me haces feliz -susurré mientras nuestro pequeño reía -¿bailar?
Empecé a moverme como el bárbaro que era dando vueltas alrededor de ella mientras nuestro hijo reía enganchado de mi pelo oscuro con sus pequeñas manos.
-Mira como bailo -dije lanzador un mordisco mientras esta negaba con la cabeza.
-Así no señor Cannif -musitó frunciendo el ceño antes de estallar en carcajadas por como hacia el payaso.
No tardamos en llegar al restaurante, nos dieron una buena mesa cerca de la playa. Mi esposa miraba la carta con los ojos muy abiertos, ladeé la sonrisa dándole un codazo a Hakon para que la mirara.
-Mama ha de comer por dos -le guiñé el ojo.
-¿y tu papa? -preguntó porque yo solo bebía pero nunca comía nada.
-Yo no como como vosotros, enano, ya te lo explicaré algún día, yo prefiero otras cosas para comer -bromeé llevando mi boca a su cuello haciéndole reír al sentir mi barba haciéndole cosquillas.
Abrí los ojos de golpe y los atrapé escuchando sus risas, la de Hakon infantil emitía pequeños gritos mientras luchaba por zafarse luchando como el guerrero que era o sería algún día.
Bese a mi mujer, colé mi lengua entre sus belfos, estaba deliciosa y un gruñido escapo ronco cuando el beso se tornó mas húmedo.
Mis manos fueron directas a sus nalgas y tiré de ella hacía mi ansiando montarla.
Para mi no habida problema en hacerlo delante de nuestro hijo, lo había visto de mis padres, pero mi esposa no pensaba lo mismo así que entre risas acabó zafándose mientras yo ponía cara de fastidio y me dejaba caer sobre el lecho con los brazos en cruz gruñendo.
Hakon se reía trepando a los brazos de su madre.
-Pequeño enano -le dije señalando le mientras este se reía y mi esposa me aconsejaba que me diera un baño -uno con final feliz pensando en ti alegué haciéndola reír.
Medio hora después acabamos saliendo los tres de casa. Ada había arropado bien al pequeño Hakon que se columpiaba sujeto de nuestras manos.
Acabé haciéndolo volar mientras el enano se reía sin parar subiéndolo a mis hombros y rodeé la cintura de mi esposa que hoy se había despertado especialmente feliz. Quería comer, bailar, y yo quería complacerla, hacerla feliz porque ella era mi luz.
La miré todavía incrédulo, ella era preciosa, feliz, deslicé mis ojos por sus carnosos labios ansioso de besarlos.
-Te quiero Ada, solo tu me haces feliz -susurré mientras nuestro pequeño reía -¿bailar?
Empecé a moverme como el bárbaro que era dando vueltas alrededor de ella mientras nuestro hijo reía enganchado de mi pelo oscuro con sus pequeñas manos.
-Mira como bailo -dije lanzador un mordisco mientras esta negaba con la cabeza.
-Así no señor Cannif -musitó frunciendo el ceño antes de estallar en carcajadas por como hacia el payaso.
No tardamos en llegar al restaurante, nos dieron una buena mesa cerca de la playa. Mi esposa miraba la carta con los ojos muy abiertos, ladeé la sonrisa dándole un codazo a Hakon para que la mirara.
-Mama ha de comer por dos -le guiñé el ojo.
-¿y tu papa? -preguntó porque yo solo bebía pero nunca comía nada.
-Yo no como como vosotros, enano, ya te lo explicaré algún día, yo prefiero otras cosas para comer -bromeé llevando mi boca a su cuello haciéndole reír al sentir mi barba haciéndole cosquillas.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Sonreí al poner pie en el restaurante, observándolo todo con curiosidad mientras Erlend bajaba a Hakon de sus hombros. Tomé la pequeña mano en la mía y la de mi esposo en la otra al acercársenos una camarera que nos dio la bienvenida y nos escoltó a una mesa que pedimos en el área externa para observar desde allí la playa.
Fue precisamente cuando tomamos asiento y mis ojos se posaron en la visión de la dorada arena que mis pardas orbes se cargaron de particular intensidad y brillo. -¿Hace cuanto tiempo no habíamos regresado al lugar donde nos conocimos?-
Tomé la carta que me ofreció la camarera antes de retirarse para darnos tiempo para elegir. -Allí es adonde vi a papá por primera vez.- Señalé hacia la playa para que nuestro niño supiera al respecto mientras inevitablemente comenzaba a rememorar. -Aunque no precisamente allí, algo más lejos, cerca de adonde las rocas atraen la marea… ¿Crees que después de comer podamos caminar por allí Erlend?-
Desvié la mirada hacia mi esposo y su perfecto rostro, ese que habían tallado los dioses nórdicos para hacerlo confundirse con uno de ellos, como hecho del más perfecto mármol.
Lo recordé mojado, con las gotas de mar empapándole el apuesto rostro y descendiendo en hilos sobre su torso desnudo cuando me sostuvo en sus brazos en las frías aguas. -Papá era toda una visión esa noche.-
Sonreí de medio lado, si Erlend me había dejado sin aliento cuando lo vi de cerca por primera vez, aquella salvaje belleza nórdica que descubrí incrédula no había disminuido, continuaba intacta a la luz de las velas que iluminaban nuestra mesa. -Y esta noche también.-
Descendí con la mirada para observar el menú, abriéndose grandes mis ojos al ir leyendo los diversos platillos. Tenía mucha hambre y todo parecía tan exquisito…
-Mama ha de comer por dos.- Al escuchar aquello comprendí que se estaba divirtiendo a mis expensas y le di un pequeño puntapié por debajo de la mesa. -Así es señor Cannif, nuestro bebé necesita de toda la nutrición para nacer sano.- Fruncí el ceño al mirar a mi esposo, ¿insinuaba que comía mucho?
-¡Ternera!- Exclamé haciendo caso omiso a la noción de que algo pudiera ser "mucho" y con hambre escogí decidida cuál sería mi plato.
Un segundo puntapié voló por debajo de la mesa cuando lo vi llevar su boca al cuello de nuestro hijo al explicarle que prefería algo más para comer. Lo regañé con la mirada, por supuesto sabía que se controlaba muy bien con nosotros, pero mi instinto protector no pudo evitar regañarlo.
Me levanté para acercar mi silla a la de él, luego de llamar a la camarera y ordenar nuestra cena.
-¿Sabes lo mucho que te quiero?- Presioné su mano en la mía, esperaba que comprendiera lo mucho que lo quería por la manera en la que se controlaba, a pesar de que para él debía ser una invitación, escuchar el bombeo de nuestros corazones noche y día. Ni por un segundo sentía temor junto a él, a tal punto que con facilidad olvidaba que su auto dominio era una muestra enorme de amor hacia nosotros.
Acorté la distancia, inclinando mi cabeza hacia su mentón y deslicé mis labios suavemente hasta su boca. -Te quiero como el primer día.- Capturé su labio inferior, lamiéndolo y succionándolo, ya resultaba imposible no besarlo frente a nuestro hijo. Qué se le iba a hacer… de todas maneras no había nada malo en que supiera que nos queríamos ¿cierto?
La música llegó invitadora a mis oídos haciéndome ladear la sonrisa. -¿Vas a invitarme a bailar? Así de paso le enseñamos a Hakon como se hace.- Fijé mi mirada en sus labios pensando en ello antes de ascender hacia sus profundos ojos. -Algún día tendrá que sacar a bailar a una chica que no pueda mirar a otro, una que sepa que aunque pasara su vida buscando alrededor únicamente en él podrá encontrar el sentido de todo... porque él y solo él es su perfecta mitad.-
Fue precisamente cuando tomamos asiento y mis ojos se posaron en la visión de la dorada arena que mis pardas orbes se cargaron de particular intensidad y brillo. -¿Hace cuanto tiempo no habíamos regresado al lugar donde nos conocimos?-
Tomé la carta que me ofreció la camarera antes de retirarse para darnos tiempo para elegir. -Allí es adonde vi a papá por primera vez.- Señalé hacia la playa para que nuestro niño supiera al respecto mientras inevitablemente comenzaba a rememorar. -Aunque no precisamente allí, algo más lejos, cerca de adonde las rocas atraen la marea… ¿Crees que después de comer podamos caminar por allí Erlend?-
Desvié la mirada hacia mi esposo y su perfecto rostro, ese que habían tallado los dioses nórdicos para hacerlo confundirse con uno de ellos, como hecho del más perfecto mármol.
Lo recordé mojado, con las gotas de mar empapándole el apuesto rostro y descendiendo en hilos sobre su torso desnudo cuando me sostuvo en sus brazos en las frías aguas. -Papá era toda una visión esa noche.-
Sonreí de medio lado, si Erlend me había dejado sin aliento cuando lo vi de cerca por primera vez, aquella salvaje belleza nórdica que descubrí incrédula no había disminuido, continuaba intacta a la luz de las velas que iluminaban nuestra mesa. -Y esta noche también.-
Descendí con la mirada para observar el menú, abriéndose grandes mis ojos al ir leyendo los diversos platillos. Tenía mucha hambre y todo parecía tan exquisito…
-Mama ha de comer por dos.- Al escuchar aquello comprendí que se estaba divirtiendo a mis expensas y le di un pequeño puntapié por debajo de la mesa. -Así es señor Cannif, nuestro bebé necesita de toda la nutrición para nacer sano.- Fruncí el ceño al mirar a mi esposo, ¿insinuaba que comía mucho?
-¡Ternera!- Exclamé haciendo caso omiso a la noción de que algo pudiera ser "mucho" y con hambre escogí decidida cuál sería mi plato.
Un segundo puntapié voló por debajo de la mesa cuando lo vi llevar su boca al cuello de nuestro hijo al explicarle que prefería algo más para comer. Lo regañé con la mirada, por supuesto sabía que se controlaba muy bien con nosotros, pero mi instinto protector no pudo evitar regañarlo.
Me levanté para acercar mi silla a la de él, luego de llamar a la camarera y ordenar nuestra cena.
-¿Sabes lo mucho que te quiero?- Presioné su mano en la mía, esperaba que comprendiera lo mucho que lo quería por la manera en la que se controlaba, a pesar de que para él debía ser una invitación, escuchar el bombeo de nuestros corazones noche y día. Ni por un segundo sentía temor junto a él, a tal punto que con facilidad olvidaba que su auto dominio era una muestra enorme de amor hacia nosotros.
Acorté la distancia, inclinando mi cabeza hacia su mentón y deslicé mis labios suavemente hasta su boca. -Te quiero como el primer día.- Capturé su labio inferior, lamiéndolo y succionándolo, ya resultaba imposible no besarlo frente a nuestro hijo. Qué se le iba a hacer… de todas maneras no había nada malo en que supiera que nos queríamos ¿cierto?
La música llegó invitadora a mis oídos haciéndome ladear la sonrisa. -¿Vas a invitarme a bailar? Así de paso le enseñamos a Hakon como se hace.- Fijé mi mirada en sus labios pensando en ello antes de ascender hacia sus profundos ojos. -Algún día tendrá que sacar a bailar a una chica que no pueda mirar a otro, una que sepa que aunque pasara su vida buscando alrededor únicamente en él podrá encontrar el sentido de todo... porque él y solo él es su perfecta mitad.-
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Re: La negativa(privado)(+18)
Ladeé la sonrisa cuando Ada con ese precioso ceño fruncido me regañaba por acercar mis dientes al cuello de nuestro hijo, por supuesto que mis colmillos no habían crecido, que le mordí haciéndole pedorretas y que no le hice daño alguno si no risa pero comprendía su inquietud, ella me había visto alimentarme, descontrolado, ella me conoció siendo una bestia sanguinaria.
Ada se dio cuenta de que me quedaba pensativo, tiró de mi para besar despacio mis labios, claro que confiaba en mi, era su modo de decírmelo porque sabía que la quería y que quería a nuestro pequeño hijo y jamas les haría daño aunque me sintiera hambriento.
Dejé caer mi frente contra la ajena sonriendo como con sus dedos repasaba calidamente mi mandíbula.
-Comeré después de pasear por la playa -aseguré, mientras tu acuestas a nuestro hijo, no te preocupes, estoy bien y eso que sois muy apetitosos aseguré haciéndole cosquillas, haciéndola reír sin parar mientras Hakon aplaudía feliz al vernos a los dos amarnos.
A mi esposa le trajeron una buena pieza de carne con guarnición, al pequeño patatas, huevo y una filete que Ada se encargó de desmenuzar mientras Hakon robaba las patatas del plato a dos manos.
Nunca soñé que esto podría ser posible, jamas creí que seria padre, comer en un restaurante con mi mujer embarazada y mi hijo me daba paz, acallaba mis demonios que hacía mucho tiempo habían dejado de gritar.
-Gracias -susurré besando su hombro -gracias por ser la luz en medio de tanta oscuridad.
De nuevo nuestras bocas chocaron hambrientas, enredando entre húmedas caricias nuestras lenguas.
Tras cenar la música empezó a sonar, extendí mi mano en su dirección para que la tomara, nada me apetecía mas que eso, un baile lento con mi mujer, porque ella merecía todo lo que hasta hoy no le había dado. Deslicé mi diestra por su cintura, acariciando su trasero al bajarla, escuché su risa contra mi cuello advirtiéndome de que Hakon miraba.
-Mejor, que aprenda a meter mano a las mujeres -dije llevándome un manotazo en el pecho haciéndome reír a mi en esa ocasión.
Hakon daba vueltas a nuestro alrededor simulando bailar como nosotros, mientras nos preguntaba eufórico si podía comer un helado de postre porque aseguraba con mucha gracia haberse dejado hueco para le postre.
-¿Pedimos unos helados y vamos paseando hasta el sitio donde nos conocimos? -Bajé la mirada hacia el enano que saltaba para poder asomarse al cristal y ver de que sabores había hasta que su madre lo subió a sus brazos para que pudiera verlo bien todo – tu madre estaba preciosa en esas rocas, no sabia si era una humana o una diosa -confesé -aunque cuando la saque del agua, con ese pelo pardo mojado pegándose a su rostro y esos dos ojos brillando como estrellas supe que le rumbo de mi vida había cambiado, nunca he amado como la amo.
Ada se dio cuenta de que me quedaba pensativo, tiró de mi para besar despacio mis labios, claro que confiaba en mi, era su modo de decírmelo porque sabía que la quería y que quería a nuestro pequeño hijo y jamas les haría daño aunque me sintiera hambriento.
Dejé caer mi frente contra la ajena sonriendo como con sus dedos repasaba calidamente mi mandíbula.
-Comeré después de pasear por la playa -aseguré, mientras tu acuestas a nuestro hijo, no te preocupes, estoy bien y eso que sois muy apetitosos aseguré haciéndole cosquillas, haciéndola reír sin parar mientras Hakon aplaudía feliz al vernos a los dos amarnos.
A mi esposa le trajeron una buena pieza de carne con guarnición, al pequeño patatas, huevo y una filete que Ada se encargó de desmenuzar mientras Hakon robaba las patatas del plato a dos manos.
Nunca soñé que esto podría ser posible, jamas creí que seria padre, comer en un restaurante con mi mujer embarazada y mi hijo me daba paz, acallaba mis demonios que hacía mucho tiempo habían dejado de gritar.
-Gracias -susurré besando su hombro -gracias por ser la luz en medio de tanta oscuridad.
De nuevo nuestras bocas chocaron hambrientas, enredando entre húmedas caricias nuestras lenguas.
Tras cenar la música empezó a sonar, extendí mi mano en su dirección para que la tomara, nada me apetecía mas que eso, un baile lento con mi mujer, porque ella merecía todo lo que hasta hoy no le había dado. Deslicé mi diestra por su cintura, acariciando su trasero al bajarla, escuché su risa contra mi cuello advirtiéndome de que Hakon miraba.
-Mejor, que aprenda a meter mano a las mujeres -dije llevándome un manotazo en el pecho haciéndome reír a mi en esa ocasión.
Hakon daba vueltas a nuestro alrededor simulando bailar como nosotros, mientras nos preguntaba eufórico si podía comer un helado de postre porque aseguraba con mucha gracia haberse dejado hueco para le postre.
-¿Pedimos unos helados y vamos paseando hasta el sitio donde nos conocimos? -Bajé la mirada hacia el enano que saltaba para poder asomarse al cristal y ver de que sabores había hasta que su madre lo subió a sus brazos para que pudiera verlo bien todo – tu madre estaba preciosa en esas rocas, no sabia si era una humana o una diosa -confesé -aunque cuando la saque del agua, con ese pelo pardo mojado pegándose a su rostro y esos dos ojos brillando como estrellas supe que le rumbo de mi vida había cambiado, nunca he amado como la amo.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Corté en pequeños trozos el filete de nuestro niño, algo tan sencillo pero que hasta hace poco tiempo no hubiera soñado ni siquiera hacer… Encontrarme con mi esposo, nuestro hijo y nuestro bebé en camino... Se me humedecían los ojos y amenazaba con llorar sobre el filete, así que me pasé la mano por ellos con rapidez antes de pasarle el plato a mi pequeño de vuelta. -Pruébalo, esta muy rico.- Le robé un pequeño trozo y me lo llevé a la boca para que viera lo bueno que estaba, algo que le divirtió e hizo que sus ojazos infantiles se iluminaran antes de probarla él mismo.
Probé un bocado de mi ternera, estaba realmente deliciosa. -Venir aquí ha sido una gran idea. La comida es excelente, la vista hermosa y tengo la mejor compañía del mundo.- Miré a Erlend al decirlo, el juego de luces de las velas sobre cada una de las mesas del restaurante con sus manteles blancos creaba un ambiente que hechizaba y que a mí me parecía muy romántico.
-Hace tiempo no me invitabas a salir en una cita.- Sonreí lentamente al decirlo, realmente no habíamos tenido una desde hace algún tiempo, otro motivo que lograba hacer de esta noche algo especial.
Hakon y yo terminamos nuestros platos a una velocidad inverosímil, en tan solo unos cuantos pestañazos cada uno ya se chupaba los dedos. Erlend decidió que era hora de invitarme a bailar así que tomé la pequeña mano de mi hijo y entre risas nos apresuramos los tres mientras le indicaba que observara como se movía su padre.
-Esto no es lo que tenía en mente al decirle que aprendiera de ti.- Me eché a reír, había deslizado su mano por mi cintura, bajándola despacio en dirección a mis nalgas por lo que le di un manotazo en el pecho a modo de reprimenda, aunque por supuesto distaba de estar molesta.
La música empezó y me moví despacio contra su cuerpo, esta creaba un aura mágica que hacía que bailáramos en silencio. Mi corazón triplicaba sus latidos, él hacía vibrar mi cuerpo, abrigándome con el suyo al acercarme más buscándolo. -Si hubiera sabido que bailar contigo era así hace tiempo te hubiera pedido hacerlo en casa.-
Deslicé una mano por su espalda y retuve la otra sobre su pecho, observando sus tormentas y descendiendo hasta la cadencia que en sus labios vertía su respiración. Una de sus manos se deslizó por mi cintura, creando una caricia sobre mi vestido que provocó que resurgieran las intensas emociones que me despertaba.
Acerqué mi rostro, nuestros labios se rozaron suavemente y los detuve allí. Nos encontrábamos tan cerca que la parte superior de mi cuerpo quedó en contacto con el suyo. Estaba segura de que podía sentir y escuchar mis latidos, detectar como el ritmo había cambiado, la manera en que comenzaba a bombear con rapidez mientras el temblor en mi se hacía presente con ese ligero toque, húmedo y cálido. No quería moverme, tan solo sentir la tibieza que le brindaba a todo mi ser estar pegada a él.
Mis labios se separaron lentamente de su boca mientras respiraba despacio y le ofrecía una hermosa sonrisa que iluminó todo mi semblante. -Ya terminó la música señor Cannif.-
Le guiñé el ojo antes de dirigirnos a comprar helados. Hakon escogió uno de menta y yo uno de cereza y los devoramos con deleite.
Hice un alto para que mi pequeño se acercara, me concentré en volver a colocarle la bufanda, en subirle un poco más el cuello del abrigo y terminar de abotonarle la camisa hasta arriba. Una vez estuve segura de que iba bien abrigado lo tomé de la mano mientras extendía la otra hacia Erlend para que caminásemos hacia la playa.
Mientras íbamos redescubriendo el hermoso lugar, nos deteníamos a recoger conchas para armar una pequeña colección y jugábamos a correr cuando las olas que besaban la arena se acercaban hasta nuestros pies antes de separarse de esta.
-Oh ¡al diablo!- Repentinamente ya no pude resistir la tentación de sacarme los zapatos y dejar que mis dedos se hundieran en la arena bajo mis pies. ¿O de qué otra manera se disfrutaba de un lugar así?
-¿No es hermosa la playa?- Giré sobre mi misma dando una vuelta para verlo todo y respirando el aire puro. La brisa marina despeinaba mi brillante cabello azabache mientras alcanzaba a mi hijo, lo alzaba jugando en el aire y empezaba una carrera con él en mis brazos.
-¿Erlend eres capaz de alcanzarnos?- Solté la risa buscándolo por encima de mi hombro, captando con mis pardos su silueta perfecta bajo la luz de la luna. Alcé el brazo en dirección al cielo, señalé una estrella que brillaba especialmente dándonos la bienvenida y continué corriendo al mirar adelante siguiendo la luz de plata que me dirigía adonde nos habíamos conocido.
Probé un bocado de mi ternera, estaba realmente deliciosa. -Venir aquí ha sido una gran idea. La comida es excelente, la vista hermosa y tengo la mejor compañía del mundo.- Miré a Erlend al decirlo, el juego de luces de las velas sobre cada una de las mesas del restaurante con sus manteles blancos creaba un ambiente que hechizaba y que a mí me parecía muy romántico.
-Hace tiempo no me invitabas a salir en una cita.- Sonreí lentamente al decirlo, realmente no habíamos tenido una desde hace algún tiempo, otro motivo que lograba hacer de esta noche algo especial.
Hakon y yo terminamos nuestros platos a una velocidad inverosímil, en tan solo unos cuantos pestañazos cada uno ya se chupaba los dedos. Erlend decidió que era hora de invitarme a bailar así que tomé la pequeña mano de mi hijo y entre risas nos apresuramos los tres mientras le indicaba que observara como se movía su padre.
-Esto no es lo que tenía en mente al decirle que aprendiera de ti.- Me eché a reír, había deslizado su mano por mi cintura, bajándola despacio en dirección a mis nalgas por lo que le di un manotazo en el pecho a modo de reprimenda, aunque por supuesto distaba de estar molesta.
La música empezó y me moví despacio contra su cuerpo, esta creaba un aura mágica que hacía que bailáramos en silencio. Mi corazón triplicaba sus latidos, él hacía vibrar mi cuerpo, abrigándome con el suyo al acercarme más buscándolo. -Si hubiera sabido que bailar contigo era así hace tiempo te hubiera pedido hacerlo en casa.-
Deslicé una mano por su espalda y retuve la otra sobre su pecho, observando sus tormentas y descendiendo hasta la cadencia que en sus labios vertía su respiración. Una de sus manos se deslizó por mi cintura, creando una caricia sobre mi vestido que provocó que resurgieran las intensas emociones que me despertaba.
Acerqué mi rostro, nuestros labios se rozaron suavemente y los detuve allí. Nos encontrábamos tan cerca que la parte superior de mi cuerpo quedó en contacto con el suyo. Estaba segura de que podía sentir y escuchar mis latidos, detectar como el ritmo había cambiado, la manera en que comenzaba a bombear con rapidez mientras el temblor en mi se hacía presente con ese ligero toque, húmedo y cálido. No quería moverme, tan solo sentir la tibieza que le brindaba a todo mi ser estar pegada a él.
Mis labios se separaron lentamente de su boca mientras respiraba despacio y le ofrecía una hermosa sonrisa que iluminó todo mi semblante. -Ya terminó la música señor Cannif.-
Le guiñé el ojo antes de dirigirnos a comprar helados. Hakon escogió uno de menta y yo uno de cereza y los devoramos con deleite.
Hice un alto para que mi pequeño se acercara, me concentré en volver a colocarle la bufanda, en subirle un poco más el cuello del abrigo y terminar de abotonarle la camisa hasta arriba. Una vez estuve segura de que iba bien abrigado lo tomé de la mano mientras extendía la otra hacia Erlend para que caminásemos hacia la playa.
Mientras íbamos redescubriendo el hermoso lugar, nos deteníamos a recoger conchas para armar una pequeña colección y jugábamos a correr cuando las olas que besaban la arena se acercaban hasta nuestros pies antes de separarse de esta.
-Oh ¡al diablo!- Repentinamente ya no pude resistir la tentación de sacarme los zapatos y dejar que mis dedos se hundieran en la arena bajo mis pies. ¿O de qué otra manera se disfrutaba de un lugar así?
-¿No es hermosa la playa?- Giré sobre mi misma dando una vuelta para verlo todo y respirando el aire puro. La brisa marina despeinaba mi brillante cabello azabache mientras alcanzaba a mi hijo, lo alzaba jugando en el aire y empezaba una carrera con él en mis brazos.
-¿Erlend eres capaz de alcanzarnos?- Solté la risa buscándolo por encima de mi hombro, captando con mis pardos su silueta perfecta bajo la luz de la luna. Alcé el brazo en dirección al cielo, señalé una estrella que brillaba especialmente dándonos la bienvenida y continué corriendo al mirar adelante siguiendo la luz de plata que me dirigía adonde nos habíamos conocido.
Última edición por Adaline Cannif el Dom Oct 07, 2018 2:48 pm, editado 1 vez
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2016
Re: La negativa(privado)(+18)
Aquella noche el firmamento se convirtió en un libro que leer, las constelaciones brillaban con la misma rabia con la que lo hicieron el día en el que un trabajo me llevó ante la mujer que hoy representaba todo en mi vida, la que me saco del fondo de un abismo y dio luz a mi sombría vida.
Verla con nuestro hijos, correr, reír, hacerlo volar mientras el agua acariciaba sus pies y estos se hundían ligeramente en la arena dibujó en mis labios la mejor de mis sonrisas.
Adaline no se daba aun cuenta de que aquella noche fue ella quien salvó mi vida, una que estaba abocada al dolor, a la perdida y a desear ver salir el sol.
Aquella noche en la que la constelación del cazador brillaba con fuerza sobre los dos mi sino se convirtió en uno distinto, Adaline me hizo creer de nuevo en el amor, uno apaciguador, uno que no representaba dolor.
Sabía que mi esposa había perdido muchas cosas por estar a mi lado, para unir su vida a un hombre plagado de sombras pero ahora mirándola me daba cuenta de que en el fondo nadie podría amarla como lo hacía yo. Dejó aquel maldito antro de perdición, yo le di un futuro hacia el que mirar, yo la iba a cuidar, puede que fuera un monstruo para el mundo, no se equivocaba su hermano era una bestia de la noche sedienta de muchas cosas pero estaba enamorado de esa mujer que brillaba radiante frente a mi, yo estaba loco por su hermana desde el instante en el que la vi.
-No quiero perderte nunca -confesé sin poder apartar mis ojos de los suyos -yo sin ti...yo no puedo vivir Ada.
Sus ojos se hundieron en los míos por un momento, creo que entendió lo que quería decirle con eso. Quería tener a nuestros hijos pero no podía pensar en que algún día ella envejeciera como ellos, yo necesitaba a mi mujer eterna, junto a mi, yo no sabía caminar ya si no era de su mano y si, era un monstruo, uno que podía cometer mil masacres sin tan siquiera parpadear, pero no podía despertar sin sus besos, sin sus caricias y sin aquella felicidad que ahora me embargaba al mirarla jugar.
-Te quiero esposa miá -aseguré cuando esta empezó a correr con el pequeño entre sus brazos rumbo a las piedras donde nos conocimos.
-No nos coges papa -reía Hakon al verme echar a correr tras ellos como si fuera un mero humano y no el vampiro milenario que en una décima de segundo podría atraparlos.
La acabé tumbando en el suelo despacio al darles caza, Ada reía sin parar mientras Hakon trepaba por mi espalda ordenándome que soltara a su mama.
Las piernas de mi mujer abiertas encajaron mis caderas, mi pilar se hundió en su centro engrosado mientras mi aliento gélido golpeaba sus labios entreabiertos.
El vaho blanquecino de su boca era bruma entre nuestras lenguas que emergieron fundiéndose en un beso ansiosas.
-Tengo algo para ti -susurré friccionando afectuosamente contra la suya mi nariz.
Adaline reía al ver la pequeña cabeza de nuestro hijo salir por encima de mi hombro para cotillear que hacíamos los dos.
Me aparté sacando de mi chaleco un medallon en forma de estrella, representaba la constelación del cazador, la nuestra, dentro un pequeño frasco circular de vidrio teñido de carmesí, contenía mi sangre, mi elixir.
-Quiero que lo lleves contigo...siempre.
Verla con nuestro hijos, correr, reír, hacerlo volar mientras el agua acariciaba sus pies y estos se hundían ligeramente en la arena dibujó en mis labios la mejor de mis sonrisas.
Adaline no se daba aun cuenta de que aquella noche fue ella quien salvó mi vida, una que estaba abocada al dolor, a la perdida y a desear ver salir el sol.
Aquella noche en la que la constelación del cazador brillaba con fuerza sobre los dos mi sino se convirtió en uno distinto, Adaline me hizo creer de nuevo en el amor, uno apaciguador, uno que no representaba dolor.
Sabía que mi esposa había perdido muchas cosas por estar a mi lado, para unir su vida a un hombre plagado de sombras pero ahora mirándola me daba cuenta de que en el fondo nadie podría amarla como lo hacía yo. Dejó aquel maldito antro de perdición, yo le di un futuro hacia el que mirar, yo la iba a cuidar, puede que fuera un monstruo para el mundo, no se equivocaba su hermano era una bestia de la noche sedienta de muchas cosas pero estaba enamorado de esa mujer que brillaba radiante frente a mi, yo estaba loco por su hermana desde el instante en el que la vi.
-No quiero perderte nunca -confesé sin poder apartar mis ojos de los suyos -yo sin ti...yo no puedo vivir Ada.
Sus ojos se hundieron en los míos por un momento, creo que entendió lo que quería decirle con eso. Quería tener a nuestros hijos pero no podía pensar en que algún día ella envejeciera como ellos, yo necesitaba a mi mujer eterna, junto a mi, yo no sabía caminar ya si no era de su mano y si, era un monstruo, uno que podía cometer mil masacres sin tan siquiera parpadear, pero no podía despertar sin sus besos, sin sus caricias y sin aquella felicidad que ahora me embargaba al mirarla jugar.
-Te quiero esposa miá -aseguré cuando esta empezó a correr con el pequeño entre sus brazos rumbo a las piedras donde nos conocimos.
-No nos coges papa -reía Hakon al verme echar a correr tras ellos como si fuera un mero humano y no el vampiro milenario que en una décima de segundo podría atraparlos.
La acabé tumbando en el suelo despacio al darles caza, Ada reía sin parar mientras Hakon trepaba por mi espalda ordenándome que soltara a su mama.
Las piernas de mi mujer abiertas encajaron mis caderas, mi pilar se hundió en su centro engrosado mientras mi aliento gélido golpeaba sus labios entreabiertos.
El vaho blanquecino de su boca era bruma entre nuestras lenguas que emergieron fundiéndose en un beso ansiosas.
-Tengo algo para ti -susurré friccionando afectuosamente contra la suya mi nariz.
Adaline reía al ver la pequeña cabeza de nuestro hijo salir por encima de mi hombro para cotillear que hacíamos los dos.
Me aparté sacando de mi chaleco un medallon en forma de estrella, representaba la constelación del cazador, la nuestra, dentro un pequeño frasco circular de vidrio teñido de carmesí, contenía mi sangre, mi elixir.
-Quiero que lo lleves contigo...siempre.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: La negativa(privado)(+18)
Corrí sobre la arena, disfrutando de ella bajo mis pies descalzos. La risa de mi hijo se combinó con la mía mientras mis pies continuaban la carrera. Corrí y corrí sin detenerme, dirigiéndome hacia aquellas rocas adonde mi sino había cambiado de rumbo, mirando por encima de mi hombro a mi inmortal, a aquel ser incomparable que puso una noche mi mundo de cabeza para que ya nada volviera a ser igual.
No habíamos regresado desde aquella vez y ahora al encontrarme de nuevo en este lugar mi corazón no me daba tregua, latía como nunca al embargarme toda la magia que contenía esta playa.
Finalmente caímos despacio, mi esposo me tendió lentamente apoyando su cuerpo cerca del mío para descansar ligeramente por encima de mí. Alcé la mirada para buscar la de él y me sumergí en esas tormentas extraordinarias. Lucía tan atractivo e irreal bajo la luz de nuestra estrella… la misma que nos unió y que ahora fulguraba encima nuestro para acompañar el brillo de nuestro profundo amor.
-Te miro y eres más hermoso incluso que la primera vez que lo hice.- susurré. Mi cuerpo tembló encontrándome presa de una fuerte emoción mientras él se abría espacio entre mis piernas para volver a ese lugar mío, a ese espacio cálido que siempre iba a acogerlo, porque era adonde él pertenecía, era su hogar y yo solo estaba completa cuando regresaba a el.
Lo miré en silencio, enmarqué su bello rostro con mis manos y lo acaricié como si lo hiciese por primera vez, despacio, sin prisas. Las yemas de mis dedos recorrieron sus mejillas, su barbilla, sus labios carnosos… Mis dedos se perdieron perfilando caminos, descendiendo por su cuello, por su pecho marcado, deleitándome en tocar su cuerpo de guerrero, hecho para la batalla, para las luchas, para las guerras y también para el amor.
-Te quiero Erlend.- Pasé mis manos por su cuello y las hundí en su pelo al encontrarse nuestras bocas y abrir mis labios para que deslizara su lengua al encuentro de la mía de forma profunda, reencontrando cada recoveco que era todo suyo, siempre suyo, de nadie más.
Cálidamente mis labios se deslizaron por la línea de su mentón hasta llegar a su cuello, adonde respiré y los separé para suspenderlos sobre su piel antes de volver a buscar su mirada. -Nunca voy a estar lo suficientemente agradecida por habernos encontrado el uno al otro esa noche. Mi hermano te envío a cuidarme y desde entonces no has sido otra cosa más que mi protector, mi guardián, aquel que tiene la llave de mi corazón y vela por el… Eres el único que puede tomarlo como suyo… a nadie más se lo entregaría… solo a ti. Antes de conocerte yo no creía en nada, ni en la felicidad ni en el amor. Tú cambiaste mi rumbo, me diste todo lo que quise sin haberlo sabido, lo único que iba a necesitar por el resto de mi vida. TÚ.-
Lo miré con brillo en mis ojos y sonreí, mi respiración destacó el suave roce de mis pechos contra el suyo al unirse a la de él gracias a esa conexión que teníamos, una conexión única que podíamos palpar en el aire y encontrar en los ojos del otro.
Una cabecita se asomó por encima del hombro de mi esposo haciéndome reír. -Mi pequeño monito.- Apenas mostraba sus grandes ojazos para espiar que hacíamos. -Tu papá no me suelta porque juega a atraparme. Lo hace porque me quiere pero aún si no lo hiciera yo se lo pediría, para que nunca me deje ir.-
Erlend llevó la mano a su chaleco y sacó un medallón, abrí los ojos grandes por la sorpresa y acaricié su superficie con mis dedos. -Es nuestra estrella.- Observé el contenido, el pequeño frasco con su sangre y volví a mirarlo sorprendida.
-¿Es tu vitae?- Me sentí tan conmovida que no llegué a percatarme de que por mi rostro descendió una lágrima antes de que él la atrapase con su pulgar.
-¿Y el significado de esto es...? - Busqué la respuesta en sus ojos, sabía que habíamos hablado de una eternidad juntos, que ahora la habíamos puesto en pausa. Sabía que desde que supo que tendríamos un bebé lo había visto más feliz que nunca, que para él como para mi nuestros hijos nos habían cambiado la vida, pero sus palabras esta noche… el significado de ellas…. este regalo…
-Tendrás que explicarme como es la conversión...- Besé sus labios, lo abracé con cariño y lo volví a mirar con toda la adoración que sentía. -También quiero una eternidad contigo, la he deseado con ansias como a nada y aún lo ansío. Quiero que recorras el resto de tu vida conmigo, y quiero tenerte por siempre en la mía.-
Fruncí el cejo con expresión seria porque quería que comprendiera la solemnidad de mi promesa y lo importante que era para mi. -No lo olvidaré Erlend, no olvidaré compartir nuestra eternidad. Sin ti yo no existo, mi corazón se extinguiría y no podría vivir.-
No habíamos regresado desde aquella vez y ahora al encontrarme de nuevo en este lugar mi corazón no me daba tregua, latía como nunca al embargarme toda la magia que contenía esta playa.
Finalmente caímos despacio, mi esposo me tendió lentamente apoyando su cuerpo cerca del mío para descansar ligeramente por encima de mí. Alcé la mirada para buscar la de él y me sumergí en esas tormentas extraordinarias. Lucía tan atractivo e irreal bajo la luz de nuestra estrella… la misma que nos unió y que ahora fulguraba encima nuestro para acompañar el brillo de nuestro profundo amor.
-Te miro y eres más hermoso incluso que la primera vez que lo hice.- susurré. Mi cuerpo tembló encontrándome presa de una fuerte emoción mientras él se abría espacio entre mis piernas para volver a ese lugar mío, a ese espacio cálido que siempre iba a acogerlo, porque era adonde él pertenecía, era su hogar y yo solo estaba completa cuando regresaba a el.
Lo miré en silencio, enmarqué su bello rostro con mis manos y lo acaricié como si lo hiciese por primera vez, despacio, sin prisas. Las yemas de mis dedos recorrieron sus mejillas, su barbilla, sus labios carnosos… Mis dedos se perdieron perfilando caminos, descendiendo por su cuello, por su pecho marcado, deleitándome en tocar su cuerpo de guerrero, hecho para la batalla, para las luchas, para las guerras y también para el amor.
-Te quiero Erlend.- Pasé mis manos por su cuello y las hundí en su pelo al encontrarse nuestras bocas y abrir mis labios para que deslizara su lengua al encuentro de la mía de forma profunda, reencontrando cada recoveco que era todo suyo, siempre suyo, de nadie más.
Cálidamente mis labios se deslizaron por la línea de su mentón hasta llegar a su cuello, adonde respiré y los separé para suspenderlos sobre su piel antes de volver a buscar su mirada. -Nunca voy a estar lo suficientemente agradecida por habernos encontrado el uno al otro esa noche. Mi hermano te envío a cuidarme y desde entonces no has sido otra cosa más que mi protector, mi guardián, aquel que tiene la llave de mi corazón y vela por el… Eres el único que puede tomarlo como suyo… a nadie más se lo entregaría… solo a ti. Antes de conocerte yo no creía en nada, ni en la felicidad ni en el amor. Tú cambiaste mi rumbo, me diste todo lo que quise sin haberlo sabido, lo único que iba a necesitar por el resto de mi vida. TÚ.-
Lo miré con brillo en mis ojos y sonreí, mi respiración destacó el suave roce de mis pechos contra el suyo al unirse a la de él gracias a esa conexión que teníamos, una conexión única que podíamos palpar en el aire y encontrar en los ojos del otro.
Una cabecita se asomó por encima del hombro de mi esposo haciéndome reír. -Mi pequeño monito.- Apenas mostraba sus grandes ojazos para espiar que hacíamos. -Tu papá no me suelta porque juega a atraparme. Lo hace porque me quiere pero aún si no lo hiciera yo se lo pediría, para que nunca me deje ir.-
Erlend llevó la mano a su chaleco y sacó un medallón, abrí los ojos grandes por la sorpresa y acaricié su superficie con mis dedos. -Es nuestra estrella.- Observé el contenido, el pequeño frasco con su sangre y volví a mirarlo sorprendida.
-¿Es tu vitae?- Me sentí tan conmovida que no llegué a percatarme de que por mi rostro descendió una lágrima antes de que él la atrapase con su pulgar.
-¿Y el significado de esto es...? - Busqué la respuesta en sus ojos, sabía que habíamos hablado de una eternidad juntos, que ahora la habíamos puesto en pausa. Sabía que desde que supo que tendríamos un bebé lo había visto más feliz que nunca, que para él como para mi nuestros hijos nos habían cambiado la vida, pero sus palabras esta noche… el significado de ellas…. este regalo…
-Tendrás que explicarme como es la conversión...- Besé sus labios, lo abracé con cariño y lo volví a mirar con toda la adoración que sentía. -También quiero una eternidad contigo, la he deseado con ansias como a nada y aún lo ansío. Quiero que recorras el resto de tu vida conmigo, y quiero tenerte por siempre en la mía.-
Fruncí el cejo con expresión seria porque quería que comprendiera la solemnidad de mi promesa y lo importante que era para mi. -No lo olvidaré Erlend, no olvidaré compartir nuestra eternidad. Sin ti yo no existo, mi corazón se extinguiría y no podría vivir.-
Adaline Cannif- Humano Clase Alta
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