Dark Road to Arizona. [Ruta 66~2017]. (priv)

Further on up the road:

Spoiler:

Sonaba Johnny Cash en la Jukebox, era la marca de la casa. Había fotos de la estrella por todas las paredes, el dueño era un fan incondicional.

— ¡Vete a la mierda Barney! y traéme el jodido desayuno!!.— la bruja estaba de mal humor, no le gustaba madrugar y había tenido que hacerlo para cobrar un pedido especial de tequila. Las botellas estaban rotuladas con un gran sapo marrón y la propia bebida se llamaba El Sapo. A ese lado de la frontera el tequila y el bourbon se bebia a partes iguales en los bares de carretera y trerlo de México era mucho más caro y tedioso que destilarlo del las plantas de agave que crecían en el desierto de Arizona. Aquella vasta extensión de tierra, cruzada por el desierto del Mojave y el Gran Cañón, estaba muy despoblada, sus carreteras secundarias, como la Ruta 66, amparaban a fugitivos y almas solitarias que preferían vivir sus existencias sencillas en caravanas de latón y casas de madera, bajo un sol abrasador y la sensación del salvaje oeste impregnado en cada piedra.

El Barney's era un café de mala muerte en mitad de la nada, por donde sólo pasaban los coches y turistas nostálgicos del esplendor de la Ruta 66. Desde que se construyeron las interestatales y la vieja carretera perdió fuelle, la población se redujo drásticamente así como las oportunidades de negocio. Era el lugar adecuado para los negocios discretos como el suyo, aquellos que además bordeaban la legalidad de vez en cuando. Solía desayunar allí al menos tres o cuartro días a la semana, y el viejo y gordo Barney siempre tenía halagos y proposiciones indecentes para la morena, era ya como una sana costumbre. Las caras siempre eran las mismas; Luke el mecánico, Andy el de la gasolinera, Tom el de la tienda de suministros, Bessie la de la tienda de armas...una pequeña comunidad afincada en Crookton, a mitad camino entre Seligman y Williams, las dos únicas ciudades que sí salían en los mapas.

Las gafas de sol la protegían del dolor que inflingían los malditos rayos a esas horas, cuando debería estar durmiendo la resaca del siglo. Encendió un cigarrillo y aspiró una bocanada. Estaba prohibido fumar en los establecimientos segun la ley, pero ¿quien iba a venir a recordárselo? allí todo el mundo lo hacía. Le lanzó el paquete a Luke, que ya había tenido un infarto y no debería fumar, pero fumaba igualmente.

Barney le soltó el plato con huevos y bacon crujiente delante de la cara.

— ¿y ahora me dirás que te traiga café? cada día eres más gruñona.
— Mueve tu culo hacia esa barra y traéme el café. Tú cada día eres más impertinente. Un día de estos te juro que te voy a sacar los dientes con ese bate que tienes colgado ahí.
— pues sal conmigo y verás que pronto se acaban las impertinencias.
— Soy lesbiana.
— y una mierda.
— Vale, no lo soy, pero paso de tí, me gustan más guapos.
— Bah! no sabes lo que te pierdes.
— Pídeselo a Bessie!! a ella sí le gustan preñados como tu!!

Barney masculló algunas maldiciones y el resto de parroquianos estallaron en carcajadas, incluida Bessie, cuyo marido era también de los que habían abusado de las hamburguesas y los donuts. Sonrió entre dientes y mordisqueó el bacon. Al menos no estaba chamuscado, en eso ganaba puntos, sabía preparar buenos desayunos. Cuando llegó el café lo sujetó entre las dos manos y lo olió. No había nada mejor que café después de una larga noche de chupitos.

Sacó el móvil porque le había vibrado y leyó el whatsapp que acababa de recibir.

D < ¿me haces cuatro bocadillos para esta noche? especiales, de los que tu ya sabes como me gustan.>
Elora < ok, sin tomate y sin mayonesa. A las 8 donde siempre.>

La D pertenecía a Donnie "Lucky" Bonanno, un mafioso de la zona que controlaba parte suministro de cocaína y tenía varios locales, entre bares, clubs de strippers y hasta un motel. Acababa de pedirle 4 cajas de 20 botellas cada una de tequila blanco con doble destilación, de unos 60 grados de alcohol. Normalmente el tequila se destilaba a 35-45, estaba regulado así, pero ella solía atender encargos especiales, ya que su negocio era pequeño y familiar. Envasaban botellas para comercializar legalmente a pequeña escala, y el beneficio real se lo llevaban con el menudeo aquí y allá. Cuando se acababa la temporada del agave, la planta que servía de base para la bebida mejicana, destilaban bourbon a base de maíz. Tenían apenas diez barricas de roble de 55 galones, lo cual les daba unas dos mil botellas al año. No estaba mal.

Ciudad sin ley, así es como me describió el jefe de policía la ruta 66. Esta es la carretera madre de estados unidos.
Con una longitud de 3.945 kilómetros, la Ruta 66 atraviesa 8 estados de Estados Unidos desde el punto de salida en Chicago hasta finalizar en Los Ángeles: Illinois, Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California

Acababa de llegar a esa comisaria, era teniente de policía, uno de los mas jóvenes que habían alcanzado ese grado por méritos propios. No se puede decir que nadie me ayudó a escalar, pues por mis venas corría sangre de delincuentes. Hijo de uno de los mas importantes ladrones de guante blanco del estado, me gané a pulso cada rango que lucia en mi uniforme y soporte muchas palabras que tuve que acallar en mas de una ocasión a golpe de puño.

Mi carácter era tempestuoso, insubordinado en ocasiones, pero es que las cosas en aquel lugar no se hacían bien, la delincuencia campaba a sus anchas y muchos eran los compañeros que miraban a otro lado a cambio de un pellizco.
Aquel día fui llamado por el jefe de policía a su despacho, al parecer el narcotrafico en la ruta 66 había llegado a niveles históricos, la prostitución plagaba los bares de ambiente y todo era corrupción al máximo nivel.

El jefe de policía sacó un cigarro de la cajetilla que tenia sobre la mesa, sin duda debía ser algo importante aquello que se traía entre manso pues aplacaba su nerviosismo fumando como un carretero.
Me tendió uno y yo lo cogí dando un par de caladas contra el fuego de su mechero para que prendiera por completo.

No tardó en ir al grano, quería que me infiltrara usando el apellido de mi padre en una de las bandas, aquello era como una madeja de lana, si tiraba del hilo …
No medité en exceso eso de aceptar le trabajo, llevaba tiempo queriendo desenmascarar a los malditos narcos que estaban diezmando el país y a sus jóvenes convirtiéndolos si no en drogadictos en camellos.
Recuerdo que padre siempre me decía de niño que moriría joven, que no se podía luchar contra el mal en estado puro y seguir vivo para contarlo, claro que lo que no entendía hasta que cumplí varios años mas es ese “si no puedes con ellos, únete a ellos”

Mi padre desapareció un día, no solo para la policía que lo cercaba, si no para mi y para mi madre. Esta se lanzó al alcohol, la prostitución y como no las drogas, murió de una sobredosis en la mierda de caravana en la que vivíamos, mi vida no era precisamente de color de rosa, de orfanato en orfanato hasta los 18 años. Eso me empujo a entrar al cuerpo, luchar contra el crimen era lo único que daba sentido a mi existencia.



A lomos de mi Harley emprendí la ruta 66 en Chicago, el punto de partida, claro que hice varias paradas, en ninguna logré sacar demasiado, aparte de laguna pelea que otra con unos cuantos borrachos.
Dejando fuera mi preciosa moto, me adentré en el el Barney's, un café de mala muerte en mitad de la nada.
Había pasado la noche en vela, estaba algo cansado y se me ocurrió pedir información sobre un lugar donde poder dejar caer mis molidos huesos.
Bajo mi chupa de cuero una magnum 9mm, que de seguro seria la recomendación necesaria en caso de que alguien divagara.

En cuanto entre los presentes me repasaron de arriba a bajo, simulé ir un poco borracho, así que me balanceé ligeramente acercándome a la barra para pedir lo que seria mi ultima copa de la noche, mejor dicho ya de la mañana.

La campanilla del establecimiento sonó al entrar el tipo de la chupa. Era alto, de eso no cabía duda, y ostentaba una mata de pelo negro ondulada y barba de varios días. Los ojos de todos los presentes se clavaron en él, era inevitable. El disco de la máquina se cambió solo a otra canción del inconfundible Cash: Solitary man, como si el título estuviese dándole la bienvenida al forastero que cruzaba el umbral.

Solitary man:

— Ahí tienes uno guapo, preciosa, al ataque!!.— el imbécil de Barney le devolvió la pulla de antes y arrancó sonrisas y comentarios al resto. El hombre había pedido una copa de buena mañana. Elora estaba sentada en la barra a dos taburetes del extraño. Alargó la mano y cazó su vaso, apropiándoselo y cambiándoselo por su propia taza de café.

— si vas a subirte en esa preciosidad, no deberías beberte ese matarratas de mierda que te ha servido el gordo.— dijo al ver la Harley aparcada.
— ese matarratas de mierda es tuyo, princesa!!!.— gritó Barney desde la cocina.
— pues por eso mismo!! sé que es una basura, no te lo bebas, esa remesa salió mala.— lo miró de arriba a abajo bajando las gafas de sol para poder verlo mejor y sin camuflar su descaro para nada.— ¿una mala noche? pfff.. y cuándo es buena ¿verdad?.

Sólo había que ver las caras de los clientes del bar, gente del sur, gente acostumbrada a vivir en el culo del mundo donde Dios se fue de vacaciones largo tiempo atrás olvidándose de ellos. Esas miradas que han visto largas noches de desierto y silencio hablaban del tipo de gente que vivía por allí. La mayoría llevaba armas consigo, una pistola pequeña, un revólver, una escopeta en el maletero... el oeste seguía siendo territorio de balas y sangre, allí se ofrecían tributos involuntarios a Vulcano, el dios de la fragua y el metal que sostenía su modo de vida. Pero la bruja no llevaba encima, se bastaba con sus habilidades mágicas para mantener el tipo, aún cuando se movía entre la calaña más mafiosa de la zona.

— Si no quieres que te la roben, yo que tú no la aparcaría en el parking del Five Points, el motel. Me sobra un hueco en el garaje, sólo por si...hmmm... te interesa.
— Le sobra un hueco en el garaje. Cada día eres más cursi.
— cierra tu puta bocaza Barney!!
— deberías renovar tus frases para ligar.
— deberías morirte por reventón de arteria...— hizo un leve movimiento con los dedos, apenas perceptible, y en la cocina se cayeron al suelo uns platos armando escándalo y haciendo que Barney se retirara a recogerlos mientras mascullaba entre dientes.— ¿y tú grandullón? qué te cuentas? vas de camino a algun sitio?
— no, viene a compararse una granja de pollos y a quedarse aquí.— esta vez fue Luke el mecánico el que habló. Elora hizo un facepalm y rodó los ojos. Eran todos unos metomentodo.
— en serio...dios dame paciencia que como me des un winchester...— cogió el plato con el desayuno, se bebió de un trago el tequila que se suponía que era para el forastero, se bajó del taburete y se dirigió hacia el porche del local tirando de la chupa del extraño y sacándolo fuera.
— disculpa de lo de ahí dentro, esto es un pueblo pequeño...bueno ni siquiera es un puto pueblo, sólo hay cien habitantes.

La morena estaba sentada dos taburetes mas allá, el ambiente no era muy diferente al del resto de baretos a los que había entrado, así que alargué mi mano hacia el vaso que acababan de servirme cuando la señorita de mi derecha se adelantó a mi movimiento.
En lugar de mi vaso de tequila, apareció un café que por su aspecto estaba bien cargado.
Desvié mi mirada hacia ella, si bien en un principio no le había prestado atención pese a los comentarios, ahora la había acaparado por completo, deslicé mi mirada turbia por su cuerpo, y mi gesto denotó un claro “me gusta lo que veo”
-¿solo? -pregunté haciendo referencia clara al café.

El gordo de la cocina hablaba con a descarada de lengua viperina, al parecer ella fabricaba esa bebida, era el primer hilo que había encontrado desde que monté sobre mi Harley y emprendí la ruta 66.
-Las he tenido peores -dije sin mas ladeando la sonrisa dirigiendo mi mano a su café para darle un sorbo.

No se podía decir que mujer fuera precisamente tímida, me repasó de arriba a bajo con descaró encontrándose con mis pardos.
Aunque no lo pareciera, no había dejado pasar por alto el resto de la clientela, podía aparentar ir borracho, pero por el rabillo del ojo pude controlar a todos y cada uno de los presentes, su posición y lo que hacer si se desataba un tiroteo, dudaba que esos hombres acostumbrados a una vida dura en el desierto no llevaran armas no reglamentarias escondidas, con esta gente nunca se sabia, eran chusma, la peor calaña.
-Seria un tópico muy típico preguntar ¿que hace alguien como tu en un sitio como este? -pregunté llevando mis labios de nuevo a la taza sonriendo contra el filo.

Su proposición sonó descarada, claro que ¿acaso todos los allí presentes se andaban por las ramas?
-Algo me dice que no dormiré en el garaje -aseguré con altivez relamiendo la espuma de mis labios.
De nuevo el gordo y ella se enfrascaron en una cómica discursion, oportunamente los cacharros de la cocina se cayeron y el gordo con media raja del culo fuera se largo a recogerlos no sin antes soltar la pregunta del millón de dolares.
-Pues de momento voy al garaje de una desconocida de la que no se ni su nombre-puntualicé mientras esta se levantaba del asiento y cazaba mi chupa tirando de ella.

Me deje hacer, me levante con cierta pesadez en mis movimientos, no podía entrar borracho y salir tras un café como nuevo. Fingir no me costaba en exceso, básicamente porque llevaba un día entero en la carretera, estaba cansado.
Una vez en el porche se disculpó por los tipos de ahí dentro, pero yo no hice comentario al respecto.
-Vamos preciosa -le dije esta vez siendo yo quien tiré de su cazadora dejándola a escasa distancia de mi cuerpo.
Apoyé mi culo en el sillín atrayendola de la cintura con mis manos, alcé la mirada hasta sus pardos.
-¿y bien? ¿cual es el precio del garaje? -pegunté sin dejar de mirarla fijamente arrastrando las palabras cerca de sus labios.

Me interesaba esa mujer, no solo físicamente, no estaba ahí para colarme entre las piernas de nadie, pero si ella era quien les servia las botellas de tequila, de seguro lo haría en varios bares mas de la 66, o pasaba alcohol, o tenia una destilería, fuere como fuere conocería lo que se cuece en cada uno de esos antros y yo tenia que infiltrarme, no conocía mejor modo....ganarme su confianza era lo primero.

— Mi familia vino a parar a este agujero de mierda en el culo del mundo...y ahora vivimos aquí, tenemos la destilería de El Sapo, el tequila del Mojave.— señaló con el dedo hacia el otro lado de la carretera, donde tras un par de edificios chatos y cuadrados se alzaba la destilería, por cuya chimenea salía permanenetemente el humo del vapor de condensación.—  La mierda que le vendo a Barney es la morralla que queda cuando limpiamos las cubas, se lo dejo más barato. Si quieres un buen tequila...invitame a cenar esta noche y lo comprobarás, ese es el precio del garaje. Este pueblo es un aburrimiento, las mismas caras, la misma gente...ya me entiendes.

Se subió a la moto tras él para indicarle por dónde tenía que ir. La destilería estaba ubicada en un terreno con buen acceso, vallado con tela metálica. Se bajó y abrió el candado dándole acceso al complejo. Era un edificio de color gris, mayoritariamente de madera y tejado a dos aguas. Los alambiques estaban en el edificio principal, junto a las cubas y maquinaria para extraer el líquido y fermentarlo. En el patio trasero había otra estructura abierta donde prendían fuego a pallets de madera para ahumar el bourbon y darle ese sabor añejo y tostado.

destileria:

Tenían también una especie de granero con silos para el maiz o la malta del bourbon y allí tiró de una puerta corrediza dejando a la vista su todoterreno gris, una camioneta pickup rotulada con el Sapo y un hueco donde podía dejar la moto.

— mi padre antes tenía una harley, pero la vendí para pagarle la fianza, se metió en una pelea y el otro acabó peor. Cosas que pasan.

En los lindes del terreno había unos pocos árboles y allí había un par de caravanas, era donde vivía la bruja y su familia. Sus dos hermanastros iban de aquí para allá, a veces pasaban una temporadita y a veces se tiraban un año sin aparecer. Ella tenía su casa fija allí y su padre también.

caravanas:

Enfiló hacia la destilería abriendo la puerta de atrás que no estaba cerrada con llave. Guió a Höor hacia el despacho donde normalmente recibía a proveedores, transportistas y demás gente del negocio. Abrió una neverita y sacó una botella de agua fría dándole un trago. Le echó un vistazo rápido al ordenador, por si habían recibido algun pedido extra que no esperasen y rodeó el escritorio señalándole el sofá.

— Tengo trabajo por un rato. Te recomendaría el Five Points, porque es el único motel de la zona, está bien para darte una ducha y dormir un poco, pero si quieres echarte ahí, yo tengo que hacer un par de cosas.— entornó los ojos y torció media sonrisa.— supongo que servirá, ya que no estás borracho como querías pretender.— se tocó la nariz, ella trabajaba destilando alcohol y no lo había olido en su aliento al estar cerca antes.— Elora. Me llamo Elora. Bienvenido al imperio del Sapo venenoso.— le hizo una reverencia cómica y teatral.

moto:

Seguí la dirección que indicaba el dedo de la mujer, no sin antes hacer una descarada parada en su escote.
Al parecer la trajeron de niña sus padres y se quedó como muchos otros, al menos esta había sabido ganarse la vida destilando alcohol, aunque algo me decía que estaba metida en el barro mas de lo que a simple vista parecía.
Sus ropas no eran opulentas, nada en ella daba sensación de riqueza, pero supongo que en eso se basaba este juego de ser sin estar y de estar sin ser.

Atraqué la moto quitandole el caballete antes de que la mujer se apoyara en mis hombros y colocando su pie en el estribo subió tras de mi a lomos de mi Harley.
-¿Una cena? Me parece un trato justo, tengo ganas de probar ese tequila, va en el precio incluida tu compañía -apunté con descaro mirándola por encima del hombro.

De un aceleron su cuerpo retrocedió ligeramente obligandola a cogerse de mi cintura con sendas manos.
Ladeé la sonrisa de forma engreída siguiendo el camino que la morena me había señalado, no tardamos en llegar a la destilería, apenas estaba unas calles allá, rodeada de una reja de alambre, como única protección una verja con un candado que la señorita del culo prieto abrió dándome acceso al interior.

Ante mis ojos un edificio bajo de madera, con un techo gris a dos aguas, frente a este la maquinaria necesaria para que la destilería funcionara.
Al otro lado una especie de granero con silos para el maíz, corrió una puerta metálica dándome así acceso al garaje prometido, quedaba un hueco entre su todo terreno gris y la camioneta rotulada, ninguno de los dos vehículos era ostentoso, como mucho llamativo el del sapo.
Dejé mi moto apeándome para clavar mis pardos en los ojos de la dama.
-Tu dirás -dije dispuesto a seguirla no sin antes percatarme de las dos caravanas que había en los lindes del recinto.

La seguí al interior de la destilería, la puerta no estaba cerrada con llave, si tenia algo importante no temía que se lo robaran, saco agua de una nevera para darle un rápido trago y miró el ordenador apenas echándole un vistazo.
Me señaló el sofá, según ella me podía dejar caer allí unas horas mientras iba a hacer unos recados.
Ladeé la sonrisa cuando escuché lo de que no iba borracho, Elora era perspicaz.
-Entonces...¿me has traído aquí para...-hice una pausa incapaz de ocultar la picara sonrisa ¿”dormir”?
Vaya, he debido interpretarte mal -apuntillé sin apartar mi mirada de su cuerpo.

Ante su reverencia me dejé caer en el sofá quitándome las botas mientras estiraba los músculos que se habían quedado ciertamente agarrotados por el día en la carretera.
-Höor -dije sin mas colocando mis manos tras la cabeza – ¿a que hora te recojo para la cena preciosa? -pregunté entre risas.

Si me dejaba en el sofá durmiendo dudaba guardara en ese despacho nada que no quisiera que un desconocido viera.
Pero bueno, no estaba de mas echar un ojo, así que aun con ella por el despachó cerré los ojos fingiendo quedarme dormido, nada mas se largo me puse en pie para inspeccionar todo aquello.
El ordenador tenia contraseña, pero una llamada a comisaria fue suficiente para que un informático lo jaqueara y me pudiera sacar toda la información que le envié siguiendo sus pasos.

Por encima de la mesa apenas había unos albaranes, papeles que no parecían revestir gran importancia y por los cajones aparte de un arma que no estaba registrada, mas de lo mismo, nada.
Volví al sofá dejando todo exactamente igual que antes de tocarlo y ahora si sucumbí al sueño que llevaba en el cuerpo acumulado.

— a las 9. Aquí no hay nada para cenar, hay que ir a Williams, está a media hora de Crookton. Yo pongo el Tequila. Bueno, tendré que dejar un pedido en un bar, pero será sólo un momento. Hay un baño ahí.

Trataría de zafarse un ratito, lo enviaría a por bebidas o cualquier cosa mientras ella se escapaba a llevarle las cajas a Donnie. Recogió un par de cosas que necesitaba y se fue a por unas cajas para cargarlas en la furgo y largarse a llevar un pedido. Se marchó silbando una canción de Justin Bieber. No le gustaba el niñato pero se le había quedado pegada al poner la radio. Así que tenía a un tipo guapo en su sofá, un plan para cenar y un encargo de la mafia. Otro día más en el paraíso.

En el departamento telemático de la policía desencriptaron el disco duro del ordenador de la destileria y prácticamente no había nada de valor salvo por un detalle. En la nube estaban los contactos de Elora y entre ellos aparecían algunos fichados por tráfico de armas y drogas. Gentuza de poca monta. Cruzando los datos del correo electrónico encontraron también conexión con otras fuentes y la liebre saltó cuando recuperaron archivos borrados con hojas de contabilidad en B donde aparecía el nombre de Nelson H.Wills apodado "El mariachi". Bingo!! esa pista era buena. Era un narco de la heroína buscado en Méjico y Texas. Al parecer se había desplazado a Arizona, California o similar, y allí acababan de encontrar algo. Le pasaron la información a su agente infiltrado, a Höor, y le recomendaron quedarse por allí por unos días.

Elora realmente no estaba al tanto de cómo de grandes eran las operaciones de Lucky y el Mariachi, sólo sabía que eran gente fuera de la ley, que tenían negocios y tapaderas, que blanqueaban, como la mayoría en ese estado, y que le compraban el Tequila que le daba para pagar las facturas e impedir que las deudas de juego de su padre arrasaran con todo. Era un mundo difícil, y el dinero no crecía en las macetas. En realidad, nada crecía en las macetas, el sol abrasador solía marchitarlo todo.

Pasó por el General Store y compró unas cuantas cosas que necesitaba cuando terminó de repartir y hacer los recados. Regresó a la destilería y lo encontró roncando. Eran las seis.

— arriba bella durmiente!!.— subió la radio porque estaban poniendo una de Cher.— si tienes pensado ducharte y esas cosas, tendrás que ponerte en marcha..— le lanzó un sandwich de máquina y una camiseta gris sin dibujos que había comprado en la tienda, pues la suya había visto días mejores y no se había percatado si en la moto llevaba algun tipo de equipaje. Suponía que querría registrarse en el motel, ahora que estaba descansado y su moto a buen recaudo.

Salió al exterior y cargó el todoterreno con una cajas precintadas, cuatro para ser exactos, después dejó el móvil cargando en la oficina antes de irse a la caravana a darse una ducha y cambiarse. El código de desbloqueo era muy sencillo, para esas cosas no era muy cuidadosa, sin embargo en la sala de destilación y el almacén tenía apostados entes que vigilaban para ella. Era su medio de vida y no iba a dejar que nadie le robara en su propia casa. Se puso la radio a toda pastilla con rock de los 80, cantando a pleno pulmón "it's the final countdown".

Una hora después salió a buscar la chupa, el móvil y a cerrar el despacho. Höor se había ido, dejando la moto allí, así que supuso que estaría en el Five Points como le dijo. Se subió al todoterreno y condujo hasta allí, apenas había dos calles de distancia, pero así ya llevaba el cargamento encima. Preguntó en la recepción a Chris, un crío lleno de granos al que le pagaban una miseria por estar allí aburriendose. Normalmente esas cosas no se decían, pero Elora le puso su sonrisa encantadora y lo invitó a un cigarrillo, y el chaval tardó en cantar lo mismo que tardaría en correrse si algun día dios era bueno y le permitía tener sexo con una mujer. Viva.

Llamó a la puerta del número 13. Sonrió al pensarlo, era un número muy de brujas.

born to be wild:

Abrí los ojos de golpe casi dando un salto del sofá cuando la música sonó a todo trapo y la voz de esa mujer me saco de mi placido sueño.
Dejé escapar el aire al darme cuenta que no había peligro alguno mientras me estiraba sobre el sofá con un bostezo.
Sobre mi pecho cayó un sándwich y una camiseta limpia que me hizo ladear la sonrisa.
-Te tomas tantas molestias con todos los extraños -pregunté ladeando la sonrisa de forma engreída dejando a un lado sendas cosas y poniéndome las botas.

Tenia razón, tenia que ponerme en marcha, isa que dando bocados al sanwich y con la camisa sobre mi hombro deambulé lo justo por el despacho. No me pasó desapercibido el hecho de haber dejado su móvil cargando, tentado me sentí de echarle mano, pero era arriesgado teniendo en cuenta que ella estaba por las inmediaciones, así que decidí dejar ese intento para otro momento y largarme al motel.

La habitación 13 era como en todos estos cuchitriles, sobria y no necesariamente limpia, pero bueno, había dormido en sitios peores.
Una vez dentro recibí la llamada del cuartel, al parecer habían dado con algo importante, un narco apodado “el Mariachi” tenia una larga cadena de delitos, era escurridizo como una rata y se encargaba del trafico de heroína a gran escala.
Sin duda esa mujer no era una gran delincuente pero si tenia los contactos equivocados, unos fuera de la ley, así que mi plan era sencillo, infiltrarme de algún modo en la banda del Mariachi, tenia que estudiar sus movimientos y eso solo lo podía hacer desde dentro y así pillarlo con las manos en la masa en algún envió importante.
Ademas de que de seguro por encima de él habrían mas mafiosos, esto siempre tenia una estructura piramidal y ahora mismo estaba en la base, llegar a la cima era mi objetivo, desmantelar el cárter.
Elora era mi puerta de entrada, ahora solo tenia que lograr que me llevara con ella cuando fuera a vender tequila a ese tipo.

Cuando Elora llegó aun estaba en la ducha así que me lié una toalla en la cintura y salí a abrirle haciéndola pasar.
-Me he entretenido ¿son las 9? -pregunté ladeando la sonrisa mientras cogía de encima de la cama la camisa gris que me había comprado y me la ponía.
-Tengo hambre -apunté perdiéndome a través del umbral de la puerta del baño para terminar de vestirme -espero que en el sitio ese sirvan algo mejor que el sándwich -dije con cierta mofa.

El trato era invitarla a cenar y después ella me invitaría a beber una buena botella de tequila, si todo iba bien esa misma noche pondría mi plan en marcha, tenia que conseguir que confiara en mi...
Me puse la chupa, guarde la nueve milímetros y salí con la mejor de mis sonrisas.
-Estas muy guapa -dije repasándola de arriba a bajo con la mirada mientras me acercaba a ella con descaro.
-Vamos -susurré llevando mi mano a la parte baja de su espalda casi tocándole el culazo que le hacían esos vaqueros ajustados.

Madre del amor hermoso. Salía con la toalla a recibirla luciendo el palmito. Pensó que Barney sacaría espuma por la boca de verlo así, porque estaba muy bueno, y ahora ya no olía a pocilga. Lo siguio con la mirada disfrutando de la vista.

— para que veas, que al final la gente por aquí es maja, igual que te compran un sandwich que te meten un balazo por mear la arena a un metro de su valla. El motel es una mierda, pero no hay nada más por aquí.

Esperó afuera fumando un cigarrillo. Una costumbre horrible, pero bastante que no se metía heroína o antidepresivos después de la infancia que le habían dado, por no mencionar que su nigromancia no había sido precisamente algo de lo que fardar en el anuario del instituto. Tampoco fumaba tanto, 6 ó 7 pitillos al día, y bueno, si tuviera que apostar de qué iba a morirse, no sería de cáncer de pulmón, antes explotaría la destilería por un mal hechizo y saldrían todos por los aires.

Cuando Höor salió afuera con la chupa y le dijo que estaba guapa soltó una carcajada.

— ¿normalmente eso te funciona? meh! que coño, te ha funcionado, me ha gustado que me lo digas; gracias, tú tampoco estás mal.

Arrancó el todoterreno, tenían que ir en coche porque las cajas estaban dentro del maletero, de no haber sido así le habría dicho que la llevara en moto, le gustaba la sensación del viento en el cuerpo. En la radio sonaba cualquier cosa de estilo sureño, guitarras de Nashville y ese toque nostálgico del folk-country americano.

— Williams ya es más grande, unos tres mil habitantes, es el último pueblo antes del Gran Cañón, hay varios hoteles, multitud de bares y restaurantes y clubs nocturnos. Suele haber bastantes turistas, y bueno, les gusta divertirse. Eso es bueno para mi negocio.

Del retrovisor colgaba un atrapasueños indio y un colgante de cuero y cuentas con extraños grabados. Parte de su magia la había aprendido con la ayuda de una nativa, una india Navajo que también entendía sobre cuestiones del más allá.

Aparcó delante del Rod's Steack House, un asador especializado en carnes, chuletones y esas cosas, estaba bastante animado, pero quedaban mesas, así que los sentaron al lado de una ventana. Una de las camareras saludó a Elora con una de esas sonrisas falsas que se notaban a leguas y repasó a Höor de arriba a abajo con cierta expresión de fastidio o envidia. Les tomó la comanda y les trajo las dos cervezas y unas patatas para ir picando.

— Cindy Lane, una arpía en el instituto. Me hizo bastante la puñeta durante los primeros cursos, pero después espabilé y el karma le devolvió la jugada.— sonrió con una sonrisa pérfida y le dio un trago al botellín.— ¿Y tú que te cuentas? ¿a qué te dedicas? ¿Vas a quedarte por aquí unos días o mañana volarás libre como el viento?.— atrapó una patata con dos dedos y la mordisqueó. Conjuró mentalmente un ente para que fuera a la cocina a vigilar si Cindy escupía en su salsa o algo similar.

Spoiler:

Aparcó frente a un asador especializado en carnes, no me pasó desapercibido el peso que arrastraba la camioneta en su parte trasera. Los amortiguadores ligeramente mas bajos y los neumáticos algo mas pisados evidenciaba que portaba cajas de un peso elevado.

Tampoco hice comentario alguno, me limité a ladear la sonrisa ante sus comentarios mientras deslizaba mis ojos por su cuerpo viéndola meter las marchas.

-Esta noche me sobran 2.999 habitantes -le dije con picardia -y si, antes de que me lo preguntes, me funciona -me eche a reír de forma engreída antes de apearnos del todo terreno.



Tomamos asiento en una mesa cerca del ventanal, una muchacha nos tomó la comanda la crispación entre ambas mujeres era evidente, y la verdad es que Elora no tardó en darme la explicación del porque de sus desavenencias.

-Algo me dice que el karma tiene nombre de mujer ¿me equivoco? -pregunté con picardia.



Tocaba mi turno, así que dejé caer mi espalda sobre el sillón de madera con imitación de piel roja como respaldo mirando a los ojos de la dama.

-Me quedaré unos días, tampoco iba ciertamente a ninguna parte y le he cogido el gusto a los Sanwhiches y a las camisetas grises -puntualicé centrándome en sus labios – digamos que mi trabajo es un tanto “peculiar” -dejé caer con la esperanza de que entendiera a lo que me refería, pero sin decirlo claro del todo -supongo que mi trabajo viene de familia.



De seguro la dejaría con la intriga suficiente como para querer saber mas, hubiera quedado muy sospechoso soltarle toda la parrafada de golpe y ciertamente, dentro de la mentira, habían partes de verdades.

No seguí los pasos de mi padre, no porque hice lo opuesto, convertirme en policía y no en delincuente.

Pero no era malo abriendo cajas fuertes ni con el organizado crimen de los robos, es lo que tiene cando creces junto a un hombre que pasa su vida cometiendo robos, acabas aprendiendo mas de cajas fuertes que de coches...



Tome una de las patatas y le eche bocado metiendola entera en mi boca con un buen chorro de ketchup.

-¿y tu? Aparte de destilar alcohol y vender matarratas ¿que haces en tu tiempo libre?

Di un mordisco a la costilla adobada que había pedido esperando su respuesta.

-Yo te invito a cenar y tu a mi a tequila, el trato es justo ¿donde iremos después a tomar esos chupitos preciosa? -pregunté tratando de sonsacar algo de información sin que se notara -la noche es joven y algo me dice que te devolveré borracha a tu casa -dije guiñándole el ojo llevando la fría cerveza a mis labios.

"Un trabajo peculiar", eso abarcaba desde sexador de pollos a diseñador de ropa para chihuahuas pasando por mil oficios fuera de la ley.

— aahm...¿Cómo de peculiar? ¿Eres catador de comida para perros? ¿mamporrero de caballos? ¿limpiador de escenas de crímenes? sácame de la duda, me tienes en ascuas.

La comida llegó y Elora lo observó todo, escuchando los susurros de los entes y llamó a la camarera que ya se apresuraba en marcharse.

— Cindy, Cindy... ya ha pasado mucho tiempo, deberías superarlo. No me gusta la salsa con tu saliva dentro, así que llévate el jodido plato y trae uno como toca.— La camarera se quedó sorprendida, ¿cómo lo había sabido?.
— No sé que de me estás hablando... friky. Siempre has sido tan... rara.
— Hablo del escupitajo que le has metido a mi salsa barbacoa y luego has removido con una cuchara de mango amarillo. ¿Quieres que comprobemos la cámara de la cocina?.— Cindy se puso roja como un tomate y se llevó el plato. Elora miró a Höor esbozando una sonrisa y poniendo una mueca cómica.— Esto es lo que hago en mi tiempo libre, ser una bruja, una arpía y amargarle la vida a quienes mean fuera del tiesto.

Más claro no lo podía decir, pero es que lo de bruja la gente solía interpretarlo figuradamente, porque las brujas de verdad no eran como Elora, eran esas que te leían el tarot. Al poco regresó Cindy con un plato sin escupir y se marchó sin más. Elora empezó a comer.

— qué buena pinta...Pues había pensado llevarte al Rodeo, es un night club aquí cerca a las afueras del pueblo, la música no está del todo mal y no es el peor antro de todos. Incluso hay chicas bailando. ¡Sí! aquí en mitad de la nada también hay chicas de menos de 60 años, no somos un mito.

Ante el comentario de Höor de que iba a devolverla borracha, estalló en carcajadas.

— ¿ah si? Pues yo no estoy tan segura... de que me devuelvas a casa o de que sea borracha.— Buuuum. Y ese deporte se llamaba Tiro al trasto y acababa de hacer diana. No se podía negar que se tiraban la caña descaradamente, pero ¿qué había de malo? eran jóvenes, la noche larga y ese desierto un remanso de paz y aburrimiento.— Tengo que entregar unas cajas luego, pero será un momento. Te espera el mejor tequila que hayas probado jamás...lo he hecho yo, así que te aseguro que igual soy yo la que tiene que llevarte a ese motel borracho.


La cena estaba buena, necesitaban cargar pilas para lo que vendría luego porque pensaba divertirse una vez hiciera la entrega. Charlaron de todo tipo de cosas mientras cenaban y se reían por las ocurrencias del otro y no pudo evitar pensar que era raro que un tío así, tan guapetón con una sonrisa tan bonita anduviese por ahi solo en carreteras de mala muerte. Meh. Lo mismo estaba hasta casado, pero qué más daba, se largaría en unos días y ella al menos rompería un poco la rutina. Estaba hasta los huevos de los hombres de misa y futuros padres de familia ejemplares que le tiraban los tejos en los bares. No era una beata, ni lo sería nunca, le gustaba andar por el filo de la navaja, la adrenalina de hacerlo y no quería que ningun hombre le dijera que se fuera a barrer cuando podía levantar a todos los muertos del ejército español y los apaches que los atacaron en la maldita batalla de Tucson.

Se subieron al coche y condujo hasta el Rodeo, un edificio grande y a las afueras, con bastantes coches en el parking. Era una discoteca rural, con la estética de los pueblos sureños, no la psicodelia de Nueva York. En el propio parking había gente bebiendo y charlando, un grupo de moteros sobre sus Harleys, parejitas dándose el lote sentados sobre las camionetas o en lo maceteros con cactus. Las puertas tenían dos ventas redondas y cada vez que se abrían se escuchaba la version dance de The Monster de Rhianna sonando a todo trapo en los altavoces. ¿Cuántos años tenía esa canción? Bajaron del coche y saludó a alguien.

— Buenas noches Elo.
— Hola Millie!! ¿El boss?
— atrás, con Les.
— entonces iré en un rato, díselo plis.
— vale, mejor.

Era uno de los chicos de Donnie, pasaba hierba a pequeña escala y merodeaba siempre por las discos. Sacó de la guantera una botella transparente y dos vasos de chupito largos, agarró a Höor de una mano y tiró de él hacia el interior del establecimiento. La música atronaba, las luces eran oscuras y había bastante gente trajinando por allí, unos bailando, otros bebiendo, un grupito jugando al billar, algunos dandose el lote en reservados con sillones, un par de chicas ligeras de ropa bailando en una pool dance.

Se acercaron a la barra y cazó la sal y un limón. Llenó un par de chupitos y le dio uno al moreno.

— ¿Preparado? deja que el sapo te posea...jajajajaja.— Le echó la sal en el dorso de la mano y ella hizo lo mismo vaciando el vaso de un trago.

Enarcó las cejas con una sonrisa divertida cuando Höor le dijo que prefería no descubrir sus cartas tan pronto, que prefería jugar como a un juego de niños, a ser desconocidos que coinciden por avatares de la vida y que van descubriendo poco a poco lo que es el otro, así los prejuicios quedan al margen de la ecuación.

— Vale, Don Misterioso, si lo prefieres así...— levantó las manos con las palmas en alto.— no me hago responsable de que no te gusten las sorpesas que descubras. Realmente no me gustan las mentiras, así que yo no te preguntaré si estás casado, pero tú no me digas que no lo estás si lo estás ¿de acuerdo? Todos tenemos secretos, eso no me fastidia, lo que me fastidia es que me tomen por tonta... entonces sí, deberás temer mi ira y si soy tan buena como digo te convertiré en Sapo...o quizás tan sólo te corte en trocitos y te eche a la barrica, Tequila con sabor especial de Halloween..— Le guiñó el ojo riéndose. ¿Quién estaría tan loco para creer que realmente era una bruja, y además una muy chunga?

En el club se acercaron a la barra y empezó el juego de seducción con el tequila. No iba a negarlo, el chaval era simpático y estaba para un buen meneo, los chupitos sólo hacían el proceso más divertido y desinhibido, una excusa para lamer sal y morder limón directamente de la piel del otro. Un buen augurio de cual sería el final de la noche. Entonces le hicieron una señal para que fuera al almacén, Donnie ya estaba listo para recibir esas cajas. Se fue al maletero y las cargó con la ayuda de Millie hasta la trastienda, ajena al follón que había organizado Mr.Misterio en la pista de baile.

— 80 botellas...ven aquí sapito!!.— la sonrisa de Donnie era fea, tenia los dientes grises y los de abajo eran un poco más prominentes. Le dio un sobre a Elora y ésta contó la pasta, percatándose que faltaban cien pavos.
— Donnie, acabo de contarlo y quizas me equivoque pero... faltan cien pavos, compruébalo.
— No, preciosa, es el precio.
— Venga Donnie no me jodas, ese no es el precio de siempre.
— No, pero lo será a partir de ahora.— la miró con media sonrisa torva.
— Donnie joder, no me hagas esto. Sabes que esto es lo que me paga las deudas, así apenas cubro gastos...
— Puedo pagarte por otro tipo de vicio.— se acercó a la bruja que iba a poner cara de asco, pero no le dio tiempo porque Höor hizo su entrada estelar. Le apuntaron con la pipa y él no se quedó corto. Elora lo miró con la sorpresa reflejada en la cara y puso los ojos en blanco, menuda mierda!!.
— ¿quién coño es este?
— es mi novio...por eso no puedo pagarte de otra forma. Venga Donnie!! llevamos tiempo llevándonos bien, sigamos así...Vale, esta vez te lo dejo a ese precio,invita la casa, pero la próxima al normal ¿de acuerdo?
— tu novio...¿desde cuando?.— se acercó al moreno a mirarlo bien, era una cabeza más bajo que Höor y tenía físico de boxeador que hace años que no boxea y se ha quedado fofo.
— ¿qué más da? estamos empezando...vamos a calmarnos todos... yo te dejo las botellas aquí, me largo con el sobre y todos felices ¿si?— el mafioso lo miró con cierto gesto de fastidio, porque el tipo además llevaba una magnum y estaban en un punto complicado. Si lo dejaba ir sin más quedaría como un pelele, pero tampoco quería joder a la morena por una gilipollez, habían estado haciendo negocios ya un par de años y les iba bien.

Bien, estábamos en ese punto de no retorno donde dejarme ir implicaba bajarse los calzoncillos delante de su hombres para que lo enculata con mi mágnum y matarme implicaba romper los negocios con su proveedora pues le había dicho que yo era su novio.
Aparté mi cañón de los huevos de su colega y en ese momento el “Mariachi” pidió que este hiciera lo propio de mi cabeza.

Caminé hacia Elora rodeando su cintura con mi brazo, mis ojos se pasearon por cada uno de los integrantes, quizás pensaban que era un gesto desafiante, lo era, pero realmente intentaba medir las consecuencias de un tiroteo, mi intención no era que civiles salieran heridos y de momento la bruja era un civil.
-Yo lo veo así -dije sin mas clavando mi mirada en la del jefe -tu necesitas alguien mas diestro que ese imbécil -dije sin cortarme un ápice y aunque el gorila hizo el ademan de encararse a mi, el “boss” alzó la mano para detenerlo.

Al parecer le divertía lo que el novio de la mujer que pretendía follarse tenia que decir.
-Ahora que salgo con la morenita, necesito un trabajo por las inmediaciones, digamos que estoy acostumbrado a desenvolverme en estos ambientes tan selectos … tienes suerte, estoy libre para empezar mañana, claro que no de mamporrero, tengo un apellido al que dignificar.

Sabia que ese mafioso no tardaría en buscar mis antecedentes, unos que a la policía no le resultó difícil de falsificar, pues gran parte era verdad. Era hijo de uno de los mejores ladrones de guante blanco, uno que había trabajado con las mafias mas importantes, así que... mi apellido sin duda era el pasaporte, la entrada me la había servido en bandeja la dama.
-Y ahora ¿por que no salimos fuera, bebemos tequila, bailamos y.. - tiré de las nalgas de la bruja pegándola a mi cuerpo, rozando mi entrepierna con su vientre - Novia ¿y si me calientas un rato antes de irnos a casa? -pregunté rozando sus labios con cada palabra.

Los hombres se rieron por mi forma de hablarle, por como me desenvolvía, el jefe seguía mirándome, como si analizara cada palabra.
De momento el anzuelo acababa de tirarlo, si picaba o no solo lo sabría con sus siguientes actos.
-Vamos preciosa -le dije cogiendo el sobre y poniéndoselo en su mano -ya sabes donde encontrarme -dije sin mas al tipo, restandole interés a mi oferta anterior.

La bruja estaba flipando. ¿Qué narices pasaba allí? ¿Hola? ¿ahora quería trabajar para Bonnie "Lucky" Bonanno? ¿Qué era el forastero guapetón, un delincuente? Pfff. Bueno, eso no era tan grave. Ella también, más o menos.

Salieron por la puerta y no dijo nada porque mientras hubiera pistolas encañonando, mejor no sacar a relucir el gen Paine, porque entonces acabaría con una de esas escenitas en las que el pelo se le electrificaba y se le ponían los ojos en blanco, daba mal rollo y mejor que eso no pasase. En cuanto la puerta del almacén se cerró a sus espaldas perdiendo de vista a los mafiosos, le arreó una colleja monumental, el gen endiablado empezaba a hacer de las suyas.

— ¡¡¡¿Pero tú de qué vas?!!! ¿Estás mal de la cabeza? ¿Tú sabes dónde te estás metiendo? ¿Y por qué coño llevas una pistola?

Ni que eso fuera raro en Arizona o California, donde tenían Gobernadores como Arnold Schwarzenegger. Pero le sorprendió, sólo eso. La bruja estaba enfadada, fruncía el ceño y se movía con movimientos bruscos sacándose las manos del moreno de encima. Fue hasta la barra a recuperar la botella de tequila, que con la que se había liado allí, era raro que aún estuviera entera.

—¿y qué cojones ha pasado aqui? parece que haya habido una batalla campal... a la mierda. Vámonos.— No esperó a que Höor la siguiera, salió al parking rumiando su cabreo. Se metió en el asiento del conductor y se puso a contar otra vez el dinero del sobre lanzándolo contra el salpicadero con rabia y después pellizcándose el puente de la nariz.— ¿Sabes lo que ha pasado ahí dentro? que se me acaba de joder el mes. El dinero que ese cabrón ha decidido que no quería darme, sirve para pagar las deudas de juego de mi padre. Y no quiero perder la destilería porque ya sería todo una puta mierda.... joder.— resopló y bufó, pero eso no iba a servir para que las cosas mejorasen. La noche se había torcido. Quitó el tapón de la botella y le dio un trago a palo seco, sin sal ni limón ni hostias.

La bruja tiró de mi mientras metía la mágnum en la parte trasera de mis pantalones, presa por la cinturilla de mis vaqueros.
Podía ver el cabreo que llevaba encima mientras caminaba sin mirarme hacia la barra, admito que eso me causo cierta diversión pues no pude evitar mantener mi sonrisa engreída esperando la discursion que de seguro me acechaba en cuanto la bruja se girara para enfrentarme.

Mis manos trataban de aferrarla contra mi cuerpo mientras me reía contra la piel de su cuello y ella hacia lo posible y lo imposible por zafarse de mi agarré, solo cuando la puerta del almacén se cerró se giró como un huracán disparando una sarta de preguntas.
-¿como habíamos quedado brujita? -pregunté divertido deslizando mis manos por su rostro mientras mis ojos dibujaban sus labios -sin preguntas, es mas fácil para los dos. Tu no me preguntaras si estoy casado, ni yo desde cuando soy tu novio ¿te parece?

Se soltó rumbo a la barra, resoplaba y maldecía entre dientes mientras yo me reía a carcajadas negando con la cabeza llevando mi juego al punto perfecto.
Cogió la botella del cuello dispuesta a largarse del caos impuesto.
-Creo que uno de los Ángeles del infierno le ha metido mano a la novia de un Warlocks, pero no me hagas mucho caso -apunté sin borrar la engreída sonrisa de mis labios que me delataba posiblemente como culpable de esa hazaña.

Elora estaba en el coche, con el motor en marcha, contando la pasta, me dejé caer en el asiento del copiloto mirándola.
Parecía realmente jodida, supongo que podía entender sus calamidades, mi madre no lo pasó bien al quedarse sola, yo era un crio, uno que se metía en bastantes líos y ...bueno...lo demás es historia.
-Entiendo -dije sin mas cogiendo la botella de tequila para dar un buen trago.

Hice un gesto para que arrancara y se pusiera en marcha mientras devolvía la boquilla a mi labios.
Podía verla mirarme por el rabillo del ojo como el liquidó iba entrando quemando mi garganta.
-¿que? Yo no conduzco -apunté ladeando la sonrisa -no vamos a solucionar esta noche el mundo ni tu, ni yo..así que ¿y si simplemente lo tornamos borroso y nos divertimos en mi motel un rato?
Podía decirlo mas alto, pero no mas claro, tenia que ganarme la confianza de esa mujer y era muy raro que un tío con el que llevabas la noche entera sobandote ahora te dejara en casa como si nada.
-¿tienes algo mejor que hacer acaso que seguir bebiendo... conmigo?

— Si, tengo muchas cosas que hacer. Como te dije, soy bruja y veo el futuro, te diré lo que pasará. Me iré a mi caravana a beberme esa botella entera, lamentar mi puta suerte, maldecir a Donnie, maldecirte a ti, y saldré furibunda a buscarte en mitad de la noche porque me sentiré colapsada y necesitaré hacer una locura de la que me arrepentiré al día siguiente muerta de resaca. Así que cierra esa bocaza y deja que que las cosas sucedan, que todo tiene un proceso.

Paró en el Five Points y aparcó frente a la 13, no se podía decir que no fuera una mujer directa ni decidida.Le dio la botella al moreno, frunció el ceño y le hizo un gesto de impaciencia.

— ¿tengo que bajar a abrirte la puerta, señorita?

Cuando Höor se bajó arrancó chirriando las ruedas y se fue camino de la destilería. No era del todo cierto que fuera a hacer lo que había dicho, porque entre trago y trago de tequila iba a ponerle una maldición a Donnie, una de verdad, por las molestias, porque sí, porque se lo merecía y ella estaba cabreada. Le conjuraría un ente molesto que le pincharía en el culo por las noches impidiendole dormir.

Lanzó el bolso sobre un sillón de su caravana y se encnedió un cigarrillo, estaba estresada. Mañana ya pensaría de dónde rascar más pasta para liquidar las deudas, pero por lo pronto iba a ejecutar su magia. Se quitó los tacones, porque a veces se desplomaba y corría el riesgo de romperse un tobillo, y respiró hondo, notando como la energía oscura corría por sus venas. El pelo comenzó a flotar con electricidad estática, los ojos se le pusieron blancos y las venas bajo la piel se tornaron negras. Invocó el poder los muertos, llamó a los que estuvieran escuchando y el primero que se coló por allí que destilaba un poco de rabia, lo envió de regalito a Donnie.

Cuado la maldición estuvo hecha salió del trance tambaleándose. Últimamente tenía bastante estrés y eso no combinaba bien con la magia. Cogió una botella de Bourbon y se sentó en la oscuridad a beber, a aplacar esa energía oscura que la recorría, viva y chispeante, violenta y salvaje, energía contenta de que la desatara y la dejara libre. No podía permitir que la magia la dominase, era peligrosa y necesitaba esa calma. Cuando se levantó notó el suelo moverse bajo sus pies ¿o era ella? no, definitivamente era ella. Recogió los zapatos con una mano y la botella con otra y descalza caminó hasta la habitación numero 13 del Five Points. Se apoyó en el marco y llamó con los nudillos.

Una vez en el motel pasé a la policía la información sobre la banda, nombres, ubicación y aquello que pude ver a simple vista, en principio cometían delitos menores pero mi instinto me decía que había algo mas grande detrás de todo esto, era cuestión de tiempo que pudiéramos meter en chirona a esos malnacidos.

Me dí una ducha, no es que hubiera bebido mucho, peor con ella acabé de despejarme y quitándome los vaqueros quedándome en calzoncillos me cole en el sobre dispuesto a dormir las horas de sueño que me quedaran.
Fugazmente la imagen de la morena se pasó por mi mente, ladeé la sonrisa recordando sus impertinencias, tenia que admitir que era graciosa , que estaba muy buena y que daba unas collejas que te podían reventar las orejas.

La puerta fue golpeada desde el otro lado, podía escuchar la risa de la bruja, ebria posiblemente como había presagiado.
Me alcé de la cama y enfundándome los vaqueros abrí la puerta clavando mis pardos en sus orbes miel.
-No se te da nada mal esto de ser vidente -susurré llevando mi brazo a su cintura atrayendola contra mi cuerpo.
Bajo el umbral mis labios colisionaron con los ajenos, mi lengua busco cruzar el precipicio de sus labios, trepando por la ajena en un pulso que tuvo como escenario la humedad de nuestras bocas.
Jadeé contra sus labios alzándola de las nalgas, sus piernas se enredaron en mi cintura al tiempo que luchaba por empujar la puerta con el pie y cerrarla.

La pared sirvió de improvisado lecho, su espalda contra esta mientras nuestros cuerpos friccionaban sin dejar de besarnos de forma apasionada.
Sus dedos me atraían del pelo, despeinandolo entre sus dedos, cada rocé despertaba un gruñido, un jadeo mas ronco.
Mi hombría dura presionaba su centro, sus caderas la buscaban presas del fuego que nos carcomía por dentro.
-Tu error -gruñí contra su boca con la voz plagada de deseo -ya que mañana vas a arrepentirte hagamoslo épico.

Mi sonrisa choco con la suya, nuestros dientes se acariciaron y de nuevo nuestras lenguas batallaron dentro y fuera de nuestras bocas mientras mis manso alzaban su vestido despojándolo de su cuerpo.
La llevé sobre el lecho, no dejábamos de mirarnos, ella de rodillas sobre este, yo aun en pie, mis dedos se enredaban en su pelo atrayendola por la nuca para alargar el excitante beso que nos dejaba sin aliento.

Nos habíamos buscado toda la noche, calentado con cada mirada, cada palabra susurrada y arrastrado hasta este punto justo en el que habíamos dejado simplemente que pasara, sabia que no era lo mejor para desempeñar mi trabajo.
Pero...el deseo pudo conmigo y ni siquiera podía culpar al alcohol consumido.

Un error agradable que la mantuvo en vilo media noche hasta que cayeron dormidos y borrachos sobre aquella cama del motel. El radiante sol del sur de Norteamérica se coló por la rendija que dejaban las tristes cortinas marrones dándole en toda la cara y haciendo que se removiera entre las sábanas. Sacó la mano hacia la mesita porque el móvil debería estar ahi... o no. ¿Dónde lo había puesto? pffff a saber, igual seguía en el bolsillo de los pantalones que estaban en el suelo.

Se arrastró afuera de la cama y a tientas lo encontró, apenas podía abrir los ojos, la resaca ya empezaba a manifestarse. Debloqueó la pantalla y vio la hora: 6.58. Pffff. Lo dejó caer sobre el colchón y empezó a ponerse la ropa que estaba desperdigada por la habitación, tenía que estar en la destilería en cinco minutos, un transportista recogería un pedido.

— mecagüenmiputacalavera...odio madrugar.— farfulló. Sentía la lengua pastosa y como si un mono tocara el tambor en su cerebro mientras polillas carnívoras lo devoraban. Le faltaba un zapato ¿dónde coño lo había puesto? daba igual, podía conducir descalza, total eran dos calles. Abandonó la habitación del motel sin pararse a pensar nada. Había sido una noche loca y punto.

Llegó a su destilería justo cuando el transportista aparcaba, le despachó el pedido y cuando se fue se dirigió directamente a su caravana. Necesitaba una ducha y una aspirina. La ducha la despejó un poco, se puso un vestido corto y de tirantes con botas rancheras, las gafas de sol y se tomó la pastilla dejando el vaso de cualquier manera. Necesitaba desayunar algo, así que iría al Barney's como casi todos los días, y medio pueblo sabría lo que ha pasado porque allí había ojos en cada catus y en cada farola.

Empujó la puerta del café apagando el cigarrillo antes de entrar, apenas quedaba ya nada. Barney la miró de arriba a abajo y soltó un "Pfff." muy elocuente.

— Cirra la puta Barney...no tengo el dia, así que no me taladres. Lo de siempre, por favor.

El hombretón le llevó café cargado, huevos y bacon con tostadas de pan de cereales, lo que siempre pedía la morena, y como parecía que andaba de mala hostia, mejor no decirle nada, pero vaya, que a la próxima le haría algun comentario mordaz sobre "el motorista fantasma".

Abrí los ojos al escuchar el insistente sonido de mi móvil, no me sorprendió no verla al otro extremo de la cama, conocía este tipo de “relaciones” los dos habíamos conseguido en parte lo que buscábamos, yo un contacto para colarme en la banda del “Mariachi” ella desquitarse por una noche del tedio del día a día.
Así se quedaría y así debía quedarse, nada nos ataba, ni nos ataría, a fin de cuentas yo solo era un espejismo, ella una realidad demasiado conocida.

Cogí el teléfono arrastrando las palabras mientras me restregaba los ojos, la noche había sido movida y apenas había dormido un par de horas.
La voz del otro lado sonó ronca con un marcado acento mexicano, me citaba a media noche en el mismo local donde me llevó Elora, al parecer tenían de algo que hablar conmigo.
Un simple “bien” bastó para que colgaran el teléfono dejando así sellado para bien o para mal el encuentro.

Dos posibilidades había, una que hubieran tirado de contactos y hubieran descubierto mi tapadera, algo francamente improbable, dos que hubieran descubierto lo que la policía quería que de mi supieran, es decir unos cuantos antecedentes y mi apellido que era del peso suficiente como para que la mitad de las bandas del estado se mataran por que ingresara entre sus filas.

Me levanté dejando el móvil sobre las sabanas desechas y me fui directo al baño, me lave, me vestí y baje al bar del motel a tomarme un buen café para espabilarme.
Converse un rato con la camarera que aparte de enseñarme sus enormes tetas, no me tonto nada realmente interesante y llegada la hora me fui hacia la destilería para recoger mi moto.
Como escusa nos había servido a ambos, peor ahora era algo innecesario, ademas la necesitaba para moverme por la zona.

Caminando llegué hasta el portón de hierro que estaba abierto, así que pasé intuyendo que la bruja estaría dentro, en su despacho seguramente.
Golpeé la puerta con los nudillos un par de veces abriéndola directamente después.
-Buenos días bruja, ha llegado tu príncipe azul -bromeé guiñándole un ojo -vengo a por la moto.