AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lobos y corderos (privado)(+18)
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Lobos y corderos (privado)(+18)
Madre nos había arrastrado casi de las orejas a todos a París, según ella, era importante que mantuviéramos las raíces con nuestros abuelos, eso por no contar que tras la larga temporada que habíamos pasado en Akershus por la llegada de una manada de licantropos aliada a Randulf, madre tenia ganas de dejar de suturar nuestros cuerpos.
La manada nos tenia alerta, no en si por el peligro que ya de por si representaban los licantropos, si no porque era custodiada por un grupo de peligrosos chamanes que estaba haciendo estragos en otras manadas de la zona.
Con Randulf el peligro siempre acechaba, la guerra en el norte perduraba en tiempo, espacio y aunque habían tenido épocas de paz, en este instante no era algo que reinara precisamente en el norte.
El acero corría por mi piel tanto como por las venas de padre, pero madre siempre ponía ese punto de cordura que a este le faltaba y supongo que también a mi, cuando nos veía muy idos en la lucha nos pedía que visitáramos junto a ella París para calmarnos, curarnos...
Íbamos a cenar cuando vi que la arrogante loba que con su particular sonrisa me miraba de soslayo dispuesta a sentarse en la cena.
Se había puesto unos pantalones de piel que le hacían un culo espectacular pero no muy apropiados para estar en París y una camisa ajustada que le marcaba unos buenos pechos.
Iba a sentarse justo cuando le quité la silla con el pie y su culo perfecto dio de bruces contra el suelo.
No pude evitar descojonarme por la cara de “voy a matarte” que puso.
Mi hermana negaba divertida mientras madre nos llamaba al orden y padre bebía hidromiel mirando la escena, bueno, para que mentir, miraba las nalgas de mi madre que en pie y con los brazos en jarra me pedía que me disculpara.
Le acerqué la silla mientras esta se levantaba maldiciéndome entre dientes.
-¡Por Ra lo que me ha dicho madre! -bromeé muerto de la risa.
Yo nunca juraba en serio por Ra, mi dios era Odin, pero cuando quería fastidiar a madre lo hacia y de paso a la loba que ahora se abalanzaba sobre mi como una fiera salvaje mientras yo de un salto me levantaba de la mesa y me ponía a esquivarla.
-¿y se puede saber donde vas tan guapa? -Le pregunté inquisitivo
Mi madre le pedía a Ubbe que intercediera, creo que fue entonces cuando salió de la ensoñación de mirarle el culo de mi madre ganándose un grito por parte de esta.
-Por Odin, pero que culpa tengo yo de que tus dioses te hayan dado esas nalgas -replicó mi padre mientras yo me moría de la risa.
-Por Ra, que culpa tengo yo de que la loba no mire donde se sienta.
Al final terminamos la cena entre risas y jarras de hidromiel, por suerte el ambiente se fue amenizando.
-podíamos irnos a la taberna después -le dije a mi hermana y a la loba. -¿te vienes padre?
Este negó, dijo que había quedado con nuestros tíos para irse a beber también por su cuenta.
La manada nos tenia alerta, no en si por el peligro que ya de por si representaban los licantropos, si no porque era custodiada por un grupo de peligrosos chamanes que estaba haciendo estragos en otras manadas de la zona.
Con Randulf el peligro siempre acechaba, la guerra en el norte perduraba en tiempo, espacio y aunque habían tenido épocas de paz, en este instante no era algo que reinara precisamente en el norte.
El acero corría por mi piel tanto como por las venas de padre, pero madre siempre ponía ese punto de cordura que a este le faltaba y supongo que también a mi, cuando nos veía muy idos en la lucha nos pedía que visitáramos junto a ella París para calmarnos, curarnos...
Íbamos a cenar cuando vi que la arrogante loba que con su particular sonrisa me miraba de soslayo dispuesta a sentarse en la cena.
Se había puesto unos pantalones de piel que le hacían un culo espectacular pero no muy apropiados para estar en París y una camisa ajustada que le marcaba unos buenos pechos.
Iba a sentarse justo cuando le quité la silla con el pie y su culo perfecto dio de bruces contra el suelo.
No pude evitar descojonarme por la cara de “voy a matarte” que puso.
Mi hermana negaba divertida mientras madre nos llamaba al orden y padre bebía hidromiel mirando la escena, bueno, para que mentir, miraba las nalgas de mi madre que en pie y con los brazos en jarra me pedía que me disculpara.
Le acerqué la silla mientras esta se levantaba maldiciéndome entre dientes.
-¡Por Ra lo que me ha dicho madre! -bromeé muerto de la risa.
Yo nunca juraba en serio por Ra, mi dios era Odin, pero cuando quería fastidiar a madre lo hacia y de paso a la loba que ahora se abalanzaba sobre mi como una fiera salvaje mientras yo de un salto me levantaba de la mesa y me ponía a esquivarla.
-¿y se puede saber donde vas tan guapa? -Le pregunté inquisitivo
Mi madre le pedía a Ubbe que intercediera, creo que fue entonces cuando salió de la ensoñación de mirarle el culo de mi madre ganándose un grito por parte de esta.
-Por Odin, pero que culpa tengo yo de que tus dioses te hayan dado esas nalgas -replicó mi padre mientras yo me moría de la risa.
-Por Ra, que culpa tengo yo de que la loba no mire donde se sienta.
Al final terminamos la cena entre risas y jarras de hidromiel, por suerte el ambiente se fue amenizando.
-podíamos irnos a la taberna después -le dije a mi hermana y a la loba. -¿te vienes padre?
Este negó, dijo que había quedado con nuestros tíos para irse a beber también por su cuenta.
Última edición por Tarik Cannif el Mar Nov 14, 2017 6:06 am, editado 1 vez
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Desde hacía unos años que habíamos comenzado a vivir en París, no era el lugar que más me gustaba en el mundo pero era lo que mi madre había decidido tras la muerte de mi padre, una de la cual no me enteré hasta unos años más tarde porque yo era pequeña como para enterarme de esa noticia. Me lo ocultó por mi bien y aunque no le reprochaba la decisión que había tomado sí que le había dicho que París no me gustaba, prefería el Norte con sus costumbres, sus gentes, su idioma... en París habíamos tenido que empezar casi desde cero, y lo habríamos hecho en unas malas condiciones de no ser porque habíamos ido con aquella familia que nos acogió a las dos desde que nos mudamos. Al principio yo no entendía la decisión de mudarnos pero al menos estaba feliz porque contaba con esas dos personas que con el paso del tiempo se habían convertido en mis mejores amigos, Tarik y Eirin, esos mellizos traviesos que había conocido y que me llevan dos años de edad se convirtieron en esos amigos con los que hacer trastadas cuando éramos pequeños llevando así de cabeza a nuestros padres que cuando nos perdían de vista sabía que algo estábamos tramando. Las temporadas que pasaban en el norte cuando yo vivía allí eran las mejores, congeniaba demasiado con ellos y no decía que no a cualquier trastada que se les pasara por la cabeza, en cierta manera yo era igual que ellos también. Nuestras madres eran amigas, nuestros padres compañeros en la batalla aunque el suyo ostentaba el cargo de general del ejército. Todo cambió cuando mi madre decidió en uno de los viajes que ellos hicieron de vuelta a París irnos con ellos... pero sin mi padre. Me sentía ligada a él y no tenerlo fue algo que me preocupó bastante, no fue hasta un par de años más tarde que me enteré de la verdad.
Fuimos a París para huir de un trágico final que podríamos haber encontrado, mi padre había muerto a manos de la locura de ese rey loco que quería dominar el norte y ante el miedo de que fuera también a por nosotras, temiendo por mí, decidió irnos con ellos para estar seguros... fue una decisión que sabía le pesaba y le costó tomar pero lo hizo por mi bien, por asegurar mi futuro. Crecí junto a esa familia que se convirtió como si fuera de la mía propia, su madre junto a la mía me ayudaban en todo lo que necesitaba y aunque tenía mi propia madre le cogí mucho cariño y aprecio a esa mujer que nos acogió como si fuéramos uno más. Su padre, quizás por el aprecio que le tuvo al mío, me enseñó todo lo que debía de saber sobre luchar, defenderme, manejar un arma... me entrenó de igual forma que entrenó a sus hijos y aunque sabía que no era mi padre se convirtió sin quererlo en un modelo a seguir, aunque no lo trataba como mi padre pues jamás nadie podría reemplazarlo en cierta forma simbólica sí se convirtió en eso para mí. Los mellizos se convirtieron en mis mejores amigos y los tres éramos inseparables, cuando nació su hermana pequeña esta también se convirtió en lo mismo que eran ellos pero de una forma distinta ya que ella jamás quiso seguir el camino de sus hermanos, era mucho más afín a su madre.
Me sentía como una más de la familia, sobre todo cuando tenía doce años y pasó aquel incidente en el bosque que nos pilló a Tarik y a mí solos, aquel licántropo que me mordió y cambió la forma de ver mi vida de una manera diferente, no hablábamos mucho del tema ni hacíamos alusión a lo que ocurrió esa noche, no le echaba la culpa porque igual que me había pillado a mí podría haberlo pillado a él y de no ser porque su padre apareció para salvarnos quizás ni yo misma lo podría contar. Fueron momentos duros y difíciles, me tocó aprender a ser algo que no pedí y que no podía controlar sobre todo las noches de luna llena, sin embargo lo iba llevando y lo convertí en mí modo de vida, no lo veía como un problema sino como una ventaja porque eso me permitía tener mejores sentidos, ser más rápida, más ágil, más fuerte... y eso hacía que pudiera tumbar a Tarik de vez en cuando para mi gozo y para su sufrimiento. Ahora habían vuelto después de una temporada en el norte, mi madre no quería que fuera todavía yo sola aunque a veces había ido con ellos y nos habíamos ido juntos, cuando no estaban esos dos hasta los echaba de menos, Eirin se había convertido en mi mejor amiga, en mi confidente, en mi hombro donde apoyarme para levantarme, mientras que Tarik... bueno, la relación con él era bastante diferente, nos llevábamos “bien” o nos tolerábamos, pero siempre estábamos peleándonos y desafiándonos en una extraña relación que más bien se podría definir como “amor-odio”. Ese día era el primero que pasábamos desde que habían vuelto del norte, mi mirada se posó en mi amiga quien se cambiaba de ropa mientras yo estaba sentada en su cama observándola, sin duda alguna nadie podría decir que no era hija de su padre, o que Tarik no lo fuera de su madre.
-Te digo que la vi el otro día con un vestido pomposo que no le quedaba bien para nada –ella, como siempre, algo más habladora que yo y con mejor humor me contaba lo que había visto en el norte, teníamos amigas en común y rodé los ojos dejando caer mi espalda contra la cama.
-No sé cómo puede vestir de esa forma... no sé cómo aquí pueden vestir así –ninguna nos acostumbrábamos a eso, ella se rió y se giró para dar un toque en la pierna haciendo que levantara la cabeza- así no se puede pelear bien –aclaré para ver que se reía y me miraba con sus ojos azules como el mismo mar.
-Te he echado de menos –aclaró enlazando su mano con la mía, algo que me hizo rodar los ojos, y tiró de mí para bajar a cenar. Estaban ya todos sentados en la mesa y ella se sentó al lado de su madre dejándome el sitio junto a su hermano, su mirada chocó con la mía y sonreí de forma socarrona acercándome hacia la silla, claro que lo que no pude prever es que me la quitara cuando fui a sentarme y sin poder evitarlo caí de bruces contra el suelo estampando mi culo contra este para su risa y su diversión. Mis ojos se elevaron sin gracia alguna y con muy mala leche, cabreada en el extremo máximo por lo que me había hecho diciéndole un “te voy a matar” que lo hizo reírse aún más. Me dieron ganas de matarlo ahí mismo y si no fuera porque estaba su familia delante lo habría hecho, porque ganas no me faltaban. Su madre le llamó la atención pidiéndole que se disculpara obteniendo unas palabras casi de burla que hicieron exasperar a su madre quien entonces le pidió a su padre que intercediera y yo murmuraba maldiciones contra su hijo en voz baja mirándolo y él se reía. No aguanté más.
-¡Te voy a matar! –Me levanté de forma rápida lanzándome hacia él quien se levantó y esquivó que lo cogiera por los pelos bordeando la mesa para que no lo alcanzara mientras mis ojos, ahora ámbar, le dejan en claro lo cabreada que estaba y las ganas que tenía de matarle. Su pregunta, sobre dónde iba tan guapa, me hicieron mirarlo de forma fija con el ceño fruncido por el tono que empleó al preguntármelo. ¿Qué? Lo fulminé con la mirada apretando el borde de la silla con fuerza de forma que mis nudillos se pusieron blancos de tanto apretar- ¿y a ti qué te importa, Tarugo? –Le espeté sin apartar mi mirada de él. Era su nombre oficial cada vez que me cabreaba con él, en vez de llamarle Tarik lo llamaba Tarugo, porque es que lo era y con creces, a parte de un engreído vanidoso y arrogante, Eirin se reía de la situación ya que su madre ahora regañaba a su padre que se comportaba igual que el hijo, o el hijo se comportaba igual que el padre... al final acabó acercándome la silla y sentándose alzando sus manos como pidiendo paz y le di un puñetazo en el pecho como cobro por lo que me había hecho- la próxima vez te despedazaré y disfrutaré mientras aun sigues con vida –murmuré para que solo él pudiera oírme y la cena pasó sin mayores percances, entre risas por parte de ellos mientras yo me quedaba algo más al margen, no es que no me sintiera cómoda pero era más callada y mucho más seria y fría de todos los que había en esa mesa. Alcé mi mirada cuando Tarik preguntó si íbamos luego a la taberna, nos solíamos juntar por allí y Eirin sonrió de lado asintiendo clavando sus ojos azules en los míos preguntándome si yo también iba, fruncí ligeramente el ceño sin saber a qué jugaba- claro que voy a ir, sabes que voy a ir –aclaré sin mencionar demasiado a lo que ella se rió entre dientes y terminamos de cenar para los tres irnos hacia aquella taberna. Por el camino Eirin saltó sobre la espalda de su mellizo pidiéndole que le llevara a caballito como cuando eran pequeños, ante las quejas de este diciéndole que así las mujeres no se iban a fijar en él y yo resoplé rodando los ojos- ¿y quién se iba a fijar en un imbécil como tú, Tarugo? –Dije caminando al lado de esos dos llegando a la taberna, estaba un poco abarrotada pero encontramos una mesa donde sentarnos, pedimos una jarra cada uno y ya sabíamos que aquello solo era el inicio de la noche, cuando empezábamos ninguno sabía cómo íbamos a terminar. Eirin era la que más hablaba de los tres mientras por otro lado su hermano se encargaba de mirar el local seguramente en busca de alguna joven que cayera en sus redes, el muy idiota se creía que era un Adonis y que tendría un harén de mujeres a sus pies... no se podía ser más imbécil ni más estúpido tampoco- ¿qué pasa Tarugo, tú harén de mujeres te ha dejado plantado? –Las dos lo miramos y nos echamos a reír de él porque siempre estaba con lo mismo pero ninguna de las dos, por el momento, lo había visto con ese harén que él decía o quería tener- las mujeres de aquí tienen más criterio que caer rendidas a tus pies –Eirin se reía mirándonos a los dos como si fuera una espectadora y luego fijé mi vista en ella- Hans me ha estado preguntando por ti últimamente –Hans era un joven de nuestra edad que la había estado rondando desde hacía unas semanas, aunque no tenía nada que hacer con ella. Vi su mueca y el mohín que hizo y di un trago a la jarra sin entrar en detalles.
-¿Y tú como sabes eso? ¿Acaso lo has visto para que te lo diga él mismo? –Mi mirada se quedó clavada en ella y, en mi fuero interno, la maldije por esa pregunta.
-Habéis estado fuera un tiempo... de alguna forma me tenía que entretener ¿no? Tú mellizo no estaba y tenía que meterme con alguien para que todo fuera más divertido –me encogí de hombros- es un fanfarrón que se las da de ser el mejor pero no ha podido conmigo ni una sola vez, ha mordido el polvo más veces de las que quisiera reconocer... literalmente –dije haciendo que se riera divertida por mis palabras mientras pedíamos la segunda ronda de jarras de la noche.
Fuimos a París para huir de un trágico final que podríamos haber encontrado, mi padre había muerto a manos de la locura de ese rey loco que quería dominar el norte y ante el miedo de que fuera también a por nosotras, temiendo por mí, decidió irnos con ellos para estar seguros... fue una decisión que sabía le pesaba y le costó tomar pero lo hizo por mi bien, por asegurar mi futuro. Crecí junto a esa familia que se convirtió como si fuera de la mía propia, su madre junto a la mía me ayudaban en todo lo que necesitaba y aunque tenía mi propia madre le cogí mucho cariño y aprecio a esa mujer que nos acogió como si fuéramos uno más. Su padre, quizás por el aprecio que le tuvo al mío, me enseñó todo lo que debía de saber sobre luchar, defenderme, manejar un arma... me entrenó de igual forma que entrenó a sus hijos y aunque sabía que no era mi padre se convirtió sin quererlo en un modelo a seguir, aunque no lo trataba como mi padre pues jamás nadie podría reemplazarlo en cierta forma simbólica sí se convirtió en eso para mí. Los mellizos se convirtieron en mis mejores amigos y los tres éramos inseparables, cuando nació su hermana pequeña esta también se convirtió en lo mismo que eran ellos pero de una forma distinta ya que ella jamás quiso seguir el camino de sus hermanos, era mucho más afín a su madre.
Me sentía como una más de la familia, sobre todo cuando tenía doce años y pasó aquel incidente en el bosque que nos pilló a Tarik y a mí solos, aquel licántropo que me mordió y cambió la forma de ver mi vida de una manera diferente, no hablábamos mucho del tema ni hacíamos alusión a lo que ocurrió esa noche, no le echaba la culpa porque igual que me había pillado a mí podría haberlo pillado a él y de no ser porque su padre apareció para salvarnos quizás ni yo misma lo podría contar. Fueron momentos duros y difíciles, me tocó aprender a ser algo que no pedí y que no podía controlar sobre todo las noches de luna llena, sin embargo lo iba llevando y lo convertí en mí modo de vida, no lo veía como un problema sino como una ventaja porque eso me permitía tener mejores sentidos, ser más rápida, más ágil, más fuerte... y eso hacía que pudiera tumbar a Tarik de vez en cuando para mi gozo y para su sufrimiento. Ahora habían vuelto después de una temporada en el norte, mi madre no quería que fuera todavía yo sola aunque a veces había ido con ellos y nos habíamos ido juntos, cuando no estaban esos dos hasta los echaba de menos, Eirin se había convertido en mi mejor amiga, en mi confidente, en mi hombro donde apoyarme para levantarme, mientras que Tarik... bueno, la relación con él era bastante diferente, nos llevábamos “bien” o nos tolerábamos, pero siempre estábamos peleándonos y desafiándonos en una extraña relación que más bien se podría definir como “amor-odio”. Ese día era el primero que pasábamos desde que habían vuelto del norte, mi mirada se posó en mi amiga quien se cambiaba de ropa mientras yo estaba sentada en su cama observándola, sin duda alguna nadie podría decir que no era hija de su padre, o que Tarik no lo fuera de su madre.
-Te digo que la vi el otro día con un vestido pomposo que no le quedaba bien para nada –ella, como siempre, algo más habladora que yo y con mejor humor me contaba lo que había visto en el norte, teníamos amigas en común y rodé los ojos dejando caer mi espalda contra la cama.
-No sé cómo puede vestir de esa forma... no sé cómo aquí pueden vestir así –ninguna nos acostumbrábamos a eso, ella se rió y se giró para dar un toque en la pierna haciendo que levantara la cabeza- así no se puede pelear bien –aclaré para ver que se reía y me miraba con sus ojos azules como el mismo mar.
-Te he echado de menos –aclaró enlazando su mano con la mía, algo que me hizo rodar los ojos, y tiró de mí para bajar a cenar. Estaban ya todos sentados en la mesa y ella se sentó al lado de su madre dejándome el sitio junto a su hermano, su mirada chocó con la mía y sonreí de forma socarrona acercándome hacia la silla, claro que lo que no pude prever es que me la quitara cuando fui a sentarme y sin poder evitarlo caí de bruces contra el suelo estampando mi culo contra este para su risa y su diversión. Mis ojos se elevaron sin gracia alguna y con muy mala leche, cabreada en el extremo máximo por lo que me había hecho diciéndole un “te voy a matar” que lo hizo reírse aún más. Me dieron ganas de matarlo ahí mismo y si no fuera porque estaba su familia delante lo habría hecho, porque ganas no me faltaban. Su madre le llamó la atención pidiéndole que se disculpara obteniendo unas palabras casi de burla que hicieron exasperar a su madre quien entonces le pidió a su padre que intercediera y yo murmuraba maldiciones contra su hijo en voz baja mirándolo y él se reía. No aguanté más.
-¡Te voy a matar! –Me levanté de forma rápida lanzándome hacia él quien se levantó y esquivó que lo cogiera por los pelos bordeando la mesa para que no lo alcanzara mientras mis ojos, ahora ámbar, le dejan en claro lo cabreada que estaba y las ganas que tenía de matarle. Su pregunta, sobre dónde iba tan guapa, me hicieron mirarlo de forma fija con el ceño fruncido por el tono que empleó al preguntármelo. ¿Qué? Lo fulminé con la mirada apretando el borde de la silla con fuerza de forma que mis nudillos se pusieron blancos de tanto apretar- ¿y a ti qué te importa, Tarugo? –Le espeté sin apartar mi mirada de él. Era su nombre oficial cada vez que me cabreaba con él, en vez de llamarle Tarik lo llamaba Tarugo, porque es que lo era y con creces, a parte de un engreído vanidoso y arrogante, Eirin se reía de la situación ya que su madre ahora regañaba a su padre que se comportaba igual que el hijo, o el hijo se comportaba igual que el padre... al final acabó acercándome la silla y sentándose alzando sus manos como pidiendo paz y le di un puñetazo en el pecho como cobro por lo que me había hecho- la próxima vez te despedazaré y disfrutaré mientras aun sigues con vida –murmuré para que solo él pudiera oírme y la cena pasó sin mayores percances, entre risas por parte de ellos mientras yo me quedaba algo más al margen, no es que no me sintiera cómoda pero era más callada y mucho más seria y fría de todos los que había en esa mesa. Alcé mi mirada cuando Tarik preguntó si íbamos luego a la taberna, nos solíamos juntar por allí y Eirin sonrió de lado asintiendo clavando sus ojos azules en los míos preguntándome si yo también iba, fruncí ligeramente el ceño sin saber a qué jugaba- claro que voy a ir, sabes que voy a ir –aclaré sin mencionar demasiado a lo que ella se rió entre dientes y terminamos de cenar para los tres irnos hacia aquella taberna. Por el camino Eirin saltó sobre la espalda de su mellizo pidiéndole que le llevara a caballito como cuando eran pequeños, ante las quejas de este diciéndole que así las mujeres no se iban a fijar en él y yo resoplé rodando los ojos- ¿y quién se iba a fijar en un imbécil como tú, Tarugo? –Dije caminando al lado de esos dos llegando a la taberna, estaba un poco abarrotada pero encontramos una mesa donde sentarnos, pedimos una jarra cada uno y ya sabíamos que aquello solo era el inicio de la noche, cuando empezábamos ninguno sabía cómo íbamos a terminar. Eirin era la que más hablaba de los tres mientras por otro lado su hermano se encargaba de mirar el local seguramente en busca de alguna joven que cayera en sus redes, el muy idiota se creía que era un Adonis y que tendría un harén de mujeres a sus pies... no se podía ser más imbécil ni más estúpido tampoco- ¿qué pasa Tarugo, tú harén de mujeres te ha dejado plantado? –Las dos lo miramos y nos echamos a reír de él porque siempre estaba con lo mismo pero ninguna de las dos, por el momento, lo había visto con ese harén que él decía o quería tener- las mujeres de aquí tienen más criterio que caer rendidas a tus pies –Eirin se reía mirándonos a los dos como si fuera una espectadora y luego fijé mi vista en ella- Hans me ha estado preguntando por ti últimamente –Hans era un joven de nuestra edad que la había estado rondando desde hacía unas semanas, aunque no tenía nada que hacer con ella. Vi su mueca y el mohín que hizo y di un trago a la jarra sin entrar en detalles.
-¿Y tú como sabes eso? ¿Acaso lo has visto para que te lo diga él mismo? –Mi mirada se quedó clavada en ella y, en mi fuero interno, la maldije por esa pregunta.
-Habéis estado fuera un tiempo... de alguna forma me tenía que entretener ¿no? Tú mellizo no estaba y tenía que meterme con alguien para que todo fuera más divertido –me encogí de hombros- es un fanfarrón que se las da de ser el mejor pero no ha podido conmigo ni una sola vez, ha mordido el polvo más veces de las que quisiera reconocer... literalmente –dije haciendo que se riera divertida por mis palabras mientras pedíamos la segunda ronda de jarras de la noche.
Kaira- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 130
Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Con mi hermana a las espaldas caminé por las calles rumbo a la taberna bufando.
-Así no va a haber mujer que se me acerque -dije enarcando la ceja esperando el socarrón comentario de la loba.
-Pues alguien como tu lobita, si no me quitas los ojos de encima -le dije lanzandole un bocado mientras mi hermana desde mis espaldas se reía por el pique que nos traíamos.
Llegamos a una taberna abarrotada, aun así, nos indicaron una mesa donde sentarnos y nos sirvieron dos jarras.
Demasiados hombres y las mujeres que había parecían morsas, claro que la celosa loba que no hacia mas que estar pendiente de a donde iban mis ojos me soltó su mordaz comentario.
Ladeé la sonrisa divertido quitándome la capa de pieles y tirándose por encima del cuerpo mientras sonreía mordiéndome la lengua.
-Mujer ¿que es eso de ir tan provocativa? Mi entrepierna esta fría, tu dueño te pide que se la calientes de inmediato -bromeé muerto de la risa mientras los ojos de la loba me atravesaban y me tiraba las pieles a la cara.
-Soy selectivo lobita, no voy a hacerme un harén de mulas a las que alimentar, yo quiero que estén muy buenas y que me bailen la danza de los siete velos sobre la verga.
La loba gruñía escuchándome hasta que el tema del harén derivó en el pazguato de Hans.
Rodé los ojos poniéndolos en blanco mientras bebía de mi jarra.
-Por Odin, pero si ese tipo no encuentra el agujero por donde montar a una mujer ni aunque se lo marques con una x ¿y que habeis estado haciendo lobita? ¿hablar de mi? -dije con aire engreído guiñándole un ojo.
Un tío se acercó a mi hermana y a la loba, enarqué una ceja cuando le dijo a la morena que la invitaba a unos chupitos con sus amigos.
-Tu -llamé su atención -¿no te has fijado que estoy aquí?
El gilipollas parecía no entenderme, como si pudiera omitir mi presencia a voluntad, se lo pensaba explicar. Di un trago de mi jarra poniéndome en pie.
-Lárgate -espeté sin mas encarandome a él.
El papanatas aun se atrevió a ladear la sonrisa, sonrisa que borré de un puñetazo, a peso cayó al suelo hacia atrás perdiendo el conocimiento mientras dos de los amigos se acercaban a auxiliarlo. Contra el primero estampé una jarra destrozándole la cara.
A puñetazos reventé al segundo mientras gruñía y el acero bailaba a mis espaldas sin ser desenvainado.
Fue entonces cuando llegó la policía alertada por otro de esos niños de papa que parecían no saber defenderse en una justa gesta de uno contra muchos.
Me atraparon esposandome, al parecer esta aventura terminaría en los calabozos.
Hice un mohin mirando los ojos ámbar de la loba que estaba cansada de mi impulsividad, como si en eso no nos pareciéramos los dos en demasía.
-Por Ra, si apenas les he pegado -bromeé sacandole la lengua a las dos damas a las que acababa de joderles la noche como de costumbre.
Kaira decidió acompañarme a las dependencias policiales mientras mi hermana melliza corría a avisar a madre..no era ni de lejos la primera vez que me sacaban de la cárcel, pero es que en el norte, las peleas se arreglaban a golpes y nadie en su sano juicio se acercaría a lo que era mio por derecho.
-Ahora que nadie no oye, porque no me cuentas lo mucho que te pone que me peleé por ti -bromeé -¡va! te dejo que ses la primera mujer de mi harén, hoy estoy generoso.
-Así no va a haber mujer que se me acerque -dije enarcando la ceja esperando el socarrón comentario de la loba.
-Pues alguien como tu lobita, si no me quitas los ojos de encima -le dije lanzandole un bocado mientras mi hermana desde mis espaldas se reía por el pique que nos traíamos.
Llegamos a una taberna abarrotada, aun así, nos indicaron una mesa donde sentarnos y nos sirvieron dos jarras.
Demasiados hombres y las mujeres que había parecían morsas, claro que la celosa loba que no hacia mas que estar pendiente de a donde iban mis ojos me soltó su mordaz comentario.
Ladeé la sonrisa divertido quitándome la capa de pieles y tirándose por encima del cuerpo mientras sonreía mordiéndome la lengua.
-Mujer ¿que es eso de ir tan provocativa? Mi entrepierna esta fría, tu dueño te pide que se la calientes de inmediato -bromeé muerto de la risa mientras los ojos de la loba me atravesaban y me tiraba las pieles a la cara.
-Soy selectivo lobita, no voy a hacerme un harén de mulas a las que alimentar, yo quiero que estén muy buenas y que me bailen la danza de los siete velos sobre la verga.
La loba gruñía escuchándome hasta que el tema del harén derivó en el pazguato de Hans.
Rodé los ojos poniéndolos en blanco mientras bebía de mi jarra.
-Por Odin, pero si ese tipo no encuentra el agujero por donde montar a una mujer ni aunque se lo marques con una x ¿y que habeis estado haciendo lobita? ¿hablar de mi? -dije con aire engreído guiñándole un ojo.
Un tío se acercó a mi hermana y a la loba, enarqué una ceja cuando le dijo a la morena que la invitaba a unos chupitos con sus amigos.
-Tu -llamé su atención -¿no te has fijado que estoy aquí?
El gilipollas parecía no entenderme, como si pudiera omitir mi presencia a voluntad, se lo pensaba explicar. Di un trago de mi jarra poniéndome en pie.
-Lárgate -espeté sin mas encarandome a él.
El papanatas aun se atrevió a ladear la sonrisa, sonrisa que borré de un puñetazo, a peso cayó al suelo hacia atrás perdiendo el conocimiento mientras dos de los amigos se acercaban a auxiliarlo. Contra el primero estampé una jarra destrozándole la cara.
A puñetazos reventé al segundo mientras gruñía y el acero bailaba a mis espaldas sin ser desenvainado.
Fue entonces cuando llegó la policía alertada por otro de esos niños de papa que parecían no saber defenderse en una justa gesta de uno contra muchos.
Me atraparon esposandome, al parecer esta aventura terminaría en los calabozos.
Hice un mohin mirando los ojos ámbar de la loba que estaba cansada de mi impulsividad, como si en eso no nos pareciéramos los dos en demasía.
-Por Ra, si apenas les he pegado -bromeé sacandole la lengua a las dos damas a las que acababa de joderles la noche como de costumbre.
Kaira decidió acompañarme a las dependencias policiales mientras mi hermana melliza corría a avisar a madre..no era ni de lejos la primera vez que me sacaban de la cárcel, pero es que en el norte, las peleas se arreglaban a golpes y nadie en su sano juicio se acercaría a lo que era mio por derecho.
-Ahora que nadie no oye, porque no me cuentas lo mucho que te pone que me peleé por ti -bromeé -¡va! te dejo que ses la primera mujer de mi harén, hoy estoy generoso.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Tarik siempre se había caracterizado por ese aire engreído y vanidoso que se daba en cada ocasión en la que podía hacerlo, en esos momentos en los que estábamos en la taberna no iba a ser menos y su hermana y yo nos reíamos por su afán de querer encontrar ese “harén” tan famoso del que siempre hablaba y que él decía que algún día tendría. Su madre siempre le regañaba por eso pero él pasaba de sus palabras lo que desesperaba a la pobre mujer que no tenía culpa alguna de la forma de ser que tenía su hijo, quien se parecía en demasía al padre y que ella achacaba que eran iguales en muchos sentidos. Ante mis palabras sus ojos dejaron de buscar por la taberna, abarrotada en su mayoría por hombres, para centrarse en los míos y mientras me miraba –pues se había sentado al lado de su hermana quien estaba frente a mí- sonreía ante su comentario mordiéndose la lengua. Me preguntó por qué iba tan provocativa no sin antes quitarse el abrigo de pieles que llevaba y lanzándomelo por encima para así taparme, gruñí por aquel gesto que hizo sin entender por qué no me dejaba en paz con ese tema y le lancé el abrigo de pieles a la cara mientras él sonreía y se mordía la lengua, y yo bufaba por lo estúpido que era aquel hombre. Lo miré, frunciendo el ceño, cuando dijo que su miembro estaba frío y que como mi “dueño” me ordenaba que se la calentara de inmediato. Mi cara y mi gesto lo decía todo mientras Eirin se moría de la risa ante las palabras de su hermano, apreté con fuerza mis manos en sendos puños y me controlé para no saltar la mesa y darle un sonoro puñetazo que lo hubiera tumbado al suelo, sin embargo le lancé lo que encontré sobre esta que se derivaba en un par de platos, y varios trozos de pan mientras él se reía divertido por mi carácter y por la furia que desprendía mi mirada.
Era un completo imbécil y pasé de él, sobre todo cuando dijo que era selectivo cuando me dieron ganas de decirle “eres un gilipollas”, porque tenía la asombrosa habilidad y capacidad de enfurecerme con poco y enervarme con menos todavía, así que me centré en su hermana y en tema que nos ocupaba: Hans. El imbécil no tenía nada que hacer con Eirin pero no se cansaba y no dejaba de preguntarme por ella, claro que lo hacía las veces en las que no mordía el polvo mientras entrenábamos creyéndose el mejor de todos los que había en el lugar. Cómo no Tarik no podía tener la maldita boca cerrada y ya saltó con que no sabía metérsela a una mujer ni aunque el lugar estuviera marcado con una X, sonreí de lado por el comentario en sí pero luego tras sus preguntas de qué habíamos estado haciendo y si habíamos estado hablando de él le fruncí el ceño. Estaba cansada algunas veces de ese tipo de preguntas, de si por qué iba tan guapa, de si por qué iba tan provocativa... no era mi dueño ni mi señor para controlarme, yo era libre para hacer y deshacer a mi antojo, él debía de centrarse más en ese harén inexistente de mujer que tenía y del que tanto alardeaba como si fuera un Adonis y las mujeres se le lanzaran a sus pies sin poder evitarlo.
-Le enseñaba dónde estaba la X, Tarugo –le respondí dando un trago de la jarra para dejarla sobre la mesa- hablar de ti es lo que menos hemos hecho, de hecho, ni te hemos mencionado ni una sola vez –su hermana nos miraba por los constantes piques que nos traíamos y se reía mientras seguía bebiendo, por Odín que no iba a decirle lo que hacía o dejaba de hacer con Hans...- deberías de centrarte más en ese harén inexistente de mujeres que tienes más que de preocuparte qué hago o qué dejo de hacer –le espeté para luego sonreírle de forma fingida para la risa de su hermana quien nos miraba divertida a uno y a otro. Íbamos a seguir la conversación cuando un joven se paró a nuestro lado entre Eirin y yo, su mirada se fijó en mí diciendo que me invitaba a unos chupitos con sus amigos, preguntándome si me iba con él. Iba a contestarle cuando la voz de Tarik sonó antes la que la mía captando la atención del joven, quien ni siquiera le miró y sonrió sin dejar de mirarme. Pero Tarik no era de los que se daban por vencido ni de los que le gustaban que pasaran de él, supe en el momento en el que se levantó que podría haber problemas tal y como lo conocía. Le pidió, más bien le ordenó, que se largara y el joven sonrió de lado de manera divertida- deberías de largarte –le dije para que no hubiera problemas pero el muy imbécil, bueno, los dos imbéciles se desafiaron como dos gallos en un mismo corral y... fue inevitable. Tarik le dio tal puñetazo que lo tumbó al suelo dejándolo inconsciente, lo miré levantándome por lo insensato que era y antes de que pudiera cogerlo para llevármelo aparecieron dos hombres más para pelearse con él, el primero se llevó el golpe en la cara de una de las jarras y al otro comenzó a asestarle puñetazos en una clara superioridad- ¡Tarik! –Eirin y yo fuimos para separarlo y que lo dejara porque ninguno tenía nada que hacer contra él, quien parecía cegado por algo que desconocía, y lo alejamos un poco- ¿se puede saber qué te pasa? Por Odín –dije intentando llevármelo pero apareció la policía, alertada por otro de aquellos imbéciles. Debí de haberlo visto venir pero no esperé que el Tarugo reaccionara de esa manera, yo podía defenderme, yo podía decidir si me iba o no y no era cosa de él tomar esa decisión. Mis ojos llenos de furia se clavaron sobre el joven que se largaba de rositas, un chivato que lanzaba la piedra y escondía la mano, y no lo aguanté. Me acerqué hacia donde estaba, le toqué el hombro y cuando se giró mi puño se estampó contra su rostro haciéndole que sangrara la nariz- ten más huevos la próxima vez en vez de salir corriendo –me giré para salir donde ya tenían a Tarik esposado, este me miró con mis ojos ya color ámbar llena de furia y me hizo un mohín, luego nos sacó la lengua alegando que apenas los había tocado. Eirin me miró y fue ella quien decidió darle la noticia a su madre mientras yo lo acompañaba, cuando llegamos a aquel lugar nos sentamos en uno de los bancos que había con él esposado mientras esperábamos a que su madre llegara, me mantuve callada todo el rato sintiendo la rabia y la furia que me recorría por dentro, pero como de costumbre no se podía estar callado. Me dijo que le contara lo mucho que me gustaba que se peleara por mí, lo miré con mis ojos ámbar dándole a entender lo cabreada que estaba y le gruñí avisándole para que se callara, ¿pelearse por mí? Por Odín, no se lo había pedido y se daba unas licencias que no debería de tener.... no aguanté más y lo cogí por el cuello de la camisa para sacudirlo- ¿en qué diablos estabas pensando en la taberna? ¿Por qué tienes que actuar así siempre que se nos acerca alguien, vas a pegar a todo el mundo que pretenda hablar conmigo? Eres un Tarugo engreído, tú madre debió de haberte puesto “Tarugo” porque es lo que eres, y un imbécil también –Le gruñí furiosa zarandeándolo- ¡yo soy capaz perfectamente de defenderme o de decidir si me voy o no con alguien! No eres mi dueño Tarugo, métete eso en la cabeza –lo solté intentando calmarme de lo furiosa que estaba, la luna llena estaba próxima y mi humor cambiaba de forma drástica cuando esta se acercaba, me ponía de mal humor enseguida –más de lo habitual- y no aguantaba nada, mucho menos tonterías como la que había hecho él... la cosa empeoró con sus siguientes palabras permitiéndome ser la primera mujer de su harén, gruñí furiosa por ello, por lo imbécil que era, por lo Tarugo... por todo en general, pero no aguanté ese comentario y tras un gruñido con los ojos ámbar brillando con fuerza me levanté quedando frente a él dándole tal puñetazo que le giró el rostro. Cerré los ojos intentando controlarme pero en esos días me era imposible, me costaba demasiado. Me di la vuelta dispuesta a dejarlo allí solo cuando uno de los policías entraba por la puerta, uno que yo conocía, un joven que como yo era licántropo y que pertenecía a una manada independiente, buscaban nuevos miembros y me había pedido en un par de ocasiones que entrara.
-¿Kaira? –Su desconcierto fue evidente cuando me vio allí, junto a Tarik, y con los ojos en ámbar por el enorme cabreo que llevaba encima.
-Hola Fred –dije cerrando los ojos unos segundos para mirarlo, se asomó para decir que su madre había venido a buscarlo y me preguntó si venía con él a lo que asentí con la cabeza- estábamos esperando que llegara su madre –no me preguntó ni yo dije más al respecto, pero sí me dijo que esa semana la manada se reunía y que si quería que podía ir con ellos, di un paso hacia atrás cuando intentó rozar mi brazo con su mano y lo miré negando- ya sabes mi respuesta Fred, yo ya tengo una manada –no era una manada como tal pero... habían estado ahí desde siempre. No dijo nada más y se dio medio vuelta para dejarnos de nuevo solos, pero no pasó ni dos segundos cuando su madre entró acercándose hacia Tarik para darle una buena colleja y tirarle de las orejas.
-¿Cuántas veces te he dicho que no te pelees aquí, y que esto no es el norte? Por Ra, aquí las cosas no se solucionan a golpes –lo miró de forma fija- ¿qué ha sido esta vez, Tarik? –Preguntó y me acerqué hacia donde estaban para quedarme un poco al margen.
-Celos –contesté con cierta malicia a lo que su madre me miró, lo miró a él y maldijo en su idioma porque no la entendí para nada.
-¿Podrías por favor dejar de pelearte mientras estemos en París, al menos lo harías por mí? –Lanzó un suspiro y luego me miró a mí para sonreírme- gracias por quedarte con él –negué con la cabeza y tiró de su hijo mientras le decía que era igual que su padre y que debía de controlar ese temple que tenía mientras yo, por detrás de ello, sonreí de lado con cierta malicia. Sus ojos me buscaron y me murmuró un “te voy a matar” por la bronca que le estaba echando su madre a lo que reí entre dientes y le hice un mohín arrugando la nariz siguiéndoles hasta fuera- Voy a ir a buscar a tu padre, espero que no te vuelvas a meter en líos otra vez –lo miró de forma fija y luego me miró a mí- lo dejo a tu cargo, si tienes que tomar medidas otra vez si se pasa de la raya... tómalas –me sonrió de lado y tras una mirada a ambos se alejó maldiciendo el hijo que tenía y el carácter bravucón y engreído que había sacado de su padre, me reí por ello y me paseé tras la espalda de Tarik con una sonrisa de autosuficiencia
-Ahora estás a mi cargo, eso significa que me tienes que obedecer en todo –apunté con malicia, algo que él llevaba muy mal.
Era un completo imbécil y pasé de él, sobre todo cuando dijo que era selectivo cuando me dieron ganas de decirle “eres un gilipollas”, porque tenía la asombrosa habilidad y capacidad de enfurecerme con poco y enervarme con menos todavía, así que me centré en su hermana y en tema que nos ocupaba: Hans. El imbécil no tenía nada que hacer con Eirin pero no se cansaba y no dejaba de preguntarme por ella, claro que lo hacía las veces en las que no mordía el polvo mientras entrenábamos creyéndose el mejor de todos los que había en el lugar. Cómo no Tarik no podía tener la maldita boca cerrada y ya saltó con que no sabía metérsela a una mujer ni aunque el lugar estuviera marcado con una X, sonreí de lado por el comentario en sí pero luego tras sus preguntas de qué habíamos estado haciendo y si habíamos estado hablando de él le fruncí el ceño. Estaba cansada algunas veces de ese tipo de preguntas, de si por qué iba tan guapa, de si por qué iba tan provocativa... no era mi dueño ni mi señor para controlarme, yo era libre para hacer y deshacer a mi antojo, él debía de centrarse más en ese harén inexistente de mujer que tenía y del que tanto alardeaba como si fuera un Adonis y las mujeres se le lanzaran a sus pies sin poder evitarlo.
-Le enseñaba dónde estaba la X, Tarugo –le respondí dando un trago de la jarra para dejarla sobre la mesa- hablar de ti es lo que menos hemos hecho, de hecho, ni te hemos mencionado ni una sola vez –su hermana nos miraba por los constantes piques que nos traíamos y se reía mientras seguía bebiendo, por Odín que no iba a decirle lo que hacía o dejaba de hacer con Hans...- deberías de centrarte más en ese harén inexistente de mujeres que tienes más que de preocuparte qué hago o qué dejo de hacer –le espeté para luego sonreírle de forma fingida para la risa de su hermana quien nos miraba divertida a uno y a otro. Íbamos a seguir la conversación cuando un joven se paró a nuestro lado entre Eirin y yo, su mirada se fijó en mí diciendo que me invitaba a unos chupitos con sus amigos, preguntándome si me iba con él. Iba a contestarle cuando la voz de Tarik sonó antes la que la mía captando la atención del joven, quien ni siquiera le miró y sonrió sin dejar de mirarme. Pero Tarik no era de los que se daban por vencido ni de los que le gustaban que pasaran de él, supe en el momento en el que se levantó que podría haber problemas tal y como lo conocía. Le pidió, más bien le ordenó, que se largara y el joven sonrió de lado de manera divertida- deberías de largarte –le dije para que no hubiera problemas pero el muy imbécil, bueno, los dos imbéciles se desafiaron como dos gallos en un mismo corral y... fue inevitable. Tarik le dio tal puñetazo que lo tumbó al suelo dejándolo inconsciente, lo miré levantándome por lo insensato que era y antes de que pudiera cogerlo para llevármelo aparecieron dos hombres más para pelearse con él, el primero se llevó el golpe en la cara de una de las jarras y al otro comenzó a asestarle puñetazos en una clara superioridad- ¡Tarik! –Eirin y yo fuimos para separarlo y que lo dejara porque ninguno tenía nada que hacer contra él, quien parecía cegado por algo que desconocía, y lo alejamos un poco- ¿se puede saber qué te pasa? Por Odín –dije intentando llevármelo pero apareció la policía, alertada por otro de aquellos imbéciles. Debí de haberlo visto venir pero no esperé que el Tarugo reaccionara de esa manera, yo podía defenderme, yo podía decidir si me iba o no y no era cosa de él tomar esa decisión. Mis ojos llenos de furia se clavaron sobre el joven que se largaba de rositas, un chivato que lanzaba la piedra y escondía la mano, y no lo aguanté. Me acerqué hacia donde estaba, le toqué el hombro y cuando se giró mi puño se estampó contra su rostro haciéndole que sangrara la nariz- ten más huevos la próxima vez en vez de salir corriendo –me giré para salir donde ya tenían a Tarik esposado, este me miró con mis ojos ya color ámbar llena de furia y me hizo un mohín, luego nos sacó la lengua alegando que apenas los había tocado. Eirin me miró y fue ella quien decidió darle la noticia a su madre mientras yo lo acompañaba, cuando llegamos a aquel lugar nos sentamos en uno de los bancos que había con él esposado mientras esperábamos a que su madre llegara, me mantuve callada todo el rato sintiendo la rabia y la furia que me recorría por dentro, pero como de costumbre no se podía estar callado. Me dijo que le contara lo mucho que me gustaba que se peleara por mí, lo miré con mis ojos ámbar dándole a entender lo cabreada que estaba y le gruñí avisándole para que se callara, ¿pelearse por mí? Por Odín, no se lo había pedido y se daba unas licencias que no debería de tener.... no aguanté más y lo cogí por el cuello de la camisa para sacudirlo- ¿en qué diablos estabas pensando en la taberna? ¿Por qué tienes que actuar así siempre que se nos acerca alguien, vas a pegar a todo el mundo que pretenda hablar conmigo? Eres un Tarugo engreído, tú madre debió de haberte puesto “Tarugo” porque es lo que eres, y un imbécil también –Le gruñí furiosa zarandeándolo- ¡yo soy capaz perfectamente de defenderme o de decidir si me voy o no con alguien! No eres mi dueño Tarugo, métete eso en la cabeza –lo solté intentando calmarme de lo furiosa que estaba, la luna llena estaba próxima y mi humor cambiaba de forma drástica cuando esta se acercaba, me ponía de mal humor enseguida –más de lo habitual- y no aguantaba nada, mucho menos tonterías como la que había hecho él... la cosa empeoró con sus siguientes palabras permitiéndome ser la primera mujer de su harén, gruñí furiosa por ello, por lo imbécil que era, por lo Tarugo... por todo en general, pero no aguanté ese comentario y tras un gruñido con los ojos ámbar brillando con fuerza me levanté quedando frente a él dándole tal puñetazo que le giró el rostro. Cerré los ojos intentando controlarme pero en esos días me era imposible, me costaba demasiado. Me di la vuelta dispuesta a dejarlo allí solo cuando uno de los policías entraba por la puerta, uno que yo conocía, un joven que como yo era licántropo y que pertenecía a una manada independiente, buscaban nuevos miembros y me había pedido en un par de ocasiones que entrara.
-¿Kaira? –Su desconcierto fue evidente cuando me vio allí, junto a Tarik, y con los ojos en ámbar por el enorme cabreo que llevaba encima.
-Hola Fred –dije cerrando los ojos unos segundos para mirarlo, se asomó para decir que su madre había venido a buscarlo y me preguntó si venía con él a lo que asentí con la cabeza- estábamos esperando que llegara su madre –no me preguntó ni yo dije más al respecto, pero sí me dijo que esa semana la manada se reunía y que si quería que podía ir con ellos, di un paso hacia atrás cuando intentó rozar mi brazo con su mano y lo miré negando- ya sabes mi respuesta Fred, yo ya tengo una manada –no era una manada como tal pero... habían estado ahí desde siempre. No dijo nada más y se dio medio vuelta para dejarnos de nuevo solos, pero no pasó ni dos segundos cuando su madre entró acercándose hacia Tarik para darle una buena colleja y tirarle de las orejas.
-¿Cuántas veces te he dicho que no te pelees aquí, y que esto no es el norte? Por Ra, aquí las cosas no se solucionan a golpes –lo miró de forma fija- ¿qué ha sido esta vez, Tarik? –Preguntó y me acerqué hacia donde estaban para quedarme un poco al margen.
-Celos –contesté con cierta malicia a lo que su madre me miró, lo miró a él y maldijo en su idioma porque no la entendí para nada.
-¿Podrías por favor dejar de pelearte mientras estemos en París, al menos lo harías por mí? –Lanzó un suspiro y luego me miró a mí para sonreírme- gracias por quedarte con él –negué con la cabeza y tiró de su hijo mientras le decía que era igual que su padre y que debía de controlar ese temple que tenía mientras yo, por detrás de ello, sonreí de lado con cierta malicia. Sus ojos me buscaron y me murmuró un “te voy a matar” por la bronca que le estaba echando su madre a lo que reí entre dientes y le hice un mohín arrugando la nariz siguiéndoles hasta fuera- Voy a ir a buscar a tu padre, espero que no te vuelvas a meter en líos otra vez –lo miró de forma fija y luego me miró a mí- lo dejo a tu cargo, si tienes que tomar medidas otra vez si se pasa de la raya... tómalas –me sonrió de lado y tras una mirada a ambos se alejó maldiciendo el hijo que tenía y el carácter bravucón y engreído que había sacado de su padre, me reí por ello y me paseé tras la espalda de Tarik con una sonrisa de autosuficiencia
-Ahora estás a mi cargo, eso significa que me tienes que obedecer en todo –apunté con malicia, algo que él llevaba muy mal.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Enarqué una ceja cuando entró el policía ese de mierda, al parecer otro licantropo de una manada de París por lo que escuché poniendo la oreja.
Gruñí cuando hizo ademan de tocarla y de no ser porque ella le dejó las cosas claras me hubiera levantado para dejárselas yo.
La loba podía decir lo que quisiera, pero formaba parte de mi harén, ladeé la sonrisa ante mi pensamiento es mas dejé escapar una ensanchada sonrisa cuando volvió a mi posición con esos aires de “te mataré” que ya me conocía tan bien.
-¿quien es ese? -le pregunté frunciendo el ceño -que no me entere yo que andas por ahí con otros ¿que mierda es esa? Antes me consultas.
Me eché a reír al ver como sus ojos ámbar centelleaban, la verdad es que me divertía sacarla de quicio tanto como a ella sacarme a mi de mis casillas.
Madre llegó antes de que la loba me pegara, claro que de la colleja no me libré y menos de la charla madre e hijo que ignoré.
-¡Por Ra! ¿que culpa tengo yo de que aquí los hombres de un golpe se caigan? -pregunté con inocencia como justificándome.
Mi madre preguntó el motivo “celos” puntualizo la loba con diversión
Le saqué la lengua mientras madre seguía maldiciendo esta vez en árabe.
-Madre ¿sabes que te entiendo? -pregunté con cierta ironía y una calma que le hizo darme otra colleja asegurando que buscaría a padre y que me iba a enterar.
-Claro madre, si no te largas de aquí estoy seguro que acabaras encontrándolo, borracho y con los tíos por haberse metido en alguna pelea, podías sacarte un alquiler en la cárcel, media pensión o algo de eso.
Mi madre me miró con cara de querer matarme mientras me dejaba a cuenta y riesgo de la loba, la cosa es que en el fondo ella sabia que yo tenia razón, a estas horas de la noche Padre estaría ciego con mis tíos en alguna cantina de mala muerte.
-y no eran celos madre, pero el abuelo me ha dicho que hay que proteger la mercancía hasta que alguien honorable te la cambie por un par de vacas o de mulas, solo pretendía negociar.
La loba me miro fijamente con actitud engreída dejándome claro que estaba a mi cargo.
Me acerqué a ella pasando mi brazo por encima de sus hombros y asomándome a su escoté pues era mas alto y las vistas eran perfectas.
-Joder pedazo de montañitas -dije llevándome un bufido que me hizo reir.
-¿donde quiere ir la señorita? Parece que nos hemos quedado solos -le dije lanzandola un mordisco en el aire.
-Unas jarras o mejor..conozco un lugar, es una especie de jardín donde se puede fumar opio y tomar sustancias varias ¿que me dices lobita? Te noto tensa y quizás así te relajas.
También podemos pillar unas jarras e irnos a la playa a darnos un baño.
Me apartó el brazo de encima de sus hombros con malos modos a lo que como respuesta yo chasqueé la lengua y rodeé los ojos.
-Quizás prefieras que le ponga la mano encima a otra -le dije con cierto tono mordaz, a fin de cuentas tampoco ella llevaba muy bien cuando otras se me acercaban -pero si eso quieres -dije oteando el horizonte en busca de alguna desvalida dama a la que asediar.
Gruñí cuando hizo ademan de tocarla y de no ser porque ella le dejó las cosas claras me hubiera levantado para dejárselas yo.
La loba podía decir lo que quisiera, pero formaba parte de mi harén, ladeé la sonrisa ante mi pensamiento es mas dejé escapar una ensanchada sonrisa cuando volvió a mi posición con esos aires de “te mataré” que ya me conocía tan bien.
-¿quien es ese? -le pregunté frunciendo el ceño -que no me entere yo que andas por ahí con otros ¿que mierda es esa? Antes me consultas.
Me eché a reír al ver como sus ojos ámbar centelleaban, la verdad es que me divertía sacarla de quicio tanto como a ella sacarme a mi de mis casillas.
Madre llegó antes de que la loba me pegara, claro que de la colleja no me libré y menos de la charla madre e hijo que ignoré.
-¡Por Ra! ¿que culpa tengo yo de que aquí los hombres de un golpe se caigan? -pregunté con inocencia como justificándome.
Mi madre preguntó el motivo “celos” puntualizo la loba con diversión
Le saqué la lengua mientras madre seguía maldiciendo esta vez en árabe.
-Madre ¿sabes que te entiendo? -pregunté con cierta ironía y una calma que le hizo darme otra colleja asegurando que buscaría a padre y que me iba a enterar.
-Claro madre, si no te largas de aquí estoy seguro que acabaras encontrándolo, borracho y con los tíos por haberse metido en alguna pelea, podías sacarte un alquiler en la cárcel, media pensión o algo de eso.
Mi madre me miró con cara de querer matarme mientras me dejaba a cuenta y riesgo de la loba, la cosa es que en el fondo ella sabia que yo tenia razón, a estas horas de la noche Padre estaría ciego con mis tíos en alguna cantina de mala muerte.
-y no eran celos madre, pero el abuelo me ha dicho que hay que proteger la mercancía hasta que alguien honorable te la cambie por un par de vacas o de mulas, solo pretendía negociar.
La loba me miro fijamente con actitud engreída dejándome claro que estaba a mi cargo.
Me acerqué a ella pasando mi brazo por encima de sus hombros y asomándome a su escoté pues era mas alto y las vistas eran perfectas.
-Joder pedazo de montañitas -dije llevándome un bufido que me hizo reir.
-¿donde quiere ir la señorita? Parece que nos hemos quedado solos -le dije lanzandola un mordisco en el aire.
-Unas jarras o mejor..conozco un lugar, es una especie de jardín donde se puede fumar opio y tomar sustancias varias ¿que me dices lobita? Te noto tensa y quizás así te relajas.
También podemos pillar unas jarras e irnos a la playa a darnos un baño.
Me apartó el brazo de encima de sus hombros con malos modos a lo que como respuesta yo chasqueé la lengua y rodeé los ojos.
-Quizás prefieras que le ponga la mano encima a otra -le dije con cierto tono mordaz, a fin de cuentas tampoco ella llevaba muy bien cuando otras se me acercaban -pero si eso quieres -dije oteando el horizonte en busca de alguna desvalida dama a la que asediar.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Para su suerte su madre llegó antes de tiempo y pudo salvarlo del guantazo que se iba a llevar por su pregunta y por la forma que tenía de decir las cosas, no le había dicho nada sobre Fred porque no tenía importancia alguna, me había pedido en un par de ocasiones que me uniera a su manada, una que iba algo más por libre y que tenía miembros jóvenes, que podría sentirme cómoda y a gusto con ellos en vez de ser una loba solitaria... pero siempre que me lo había dicho me había negado. Desde que me mordieron no había estado con ninguna manada y tampoco sabía cómo era eso pero ya tenía una “manada” que aunque solamente era yo la única loba era más que suficiente. Se podría decir que “mi familia”, esa que también se refería a la familia Cannif con la que había crecido y los que me habían ayudado y apoyado cuando peor lo había pasado, después de que aquel licántropo me mordiera y yo no supiera cómo debía de actuar de esa manera, enfrentándome a la primera transformación que era la más dolorosa de todas, los cambios constantes que se producían cuando te convertían en lobo... ellos habían estado allí para ayudarme, y aunque sí era cierto que estar en una manada quizás podría ayudarme en otros aspectos no era lo que buscaba en ese momento y más teniendo en cuenta que yo también pasaba algunas temporadas en el norte y que no tenía por qué darle explicaciones a nadie sobre lo que hacía o a dónde iba. Por eso me había molestado la pregunta de Tarik, sobre todo que me dijera que tenía que informarle de con quién iba en cada momento como si él fuera mi dueño, y de no haber entrado su madre se habría llevado un sonoro guantazo, pero nada lo libró de esas collejas que le dio su madre, el tirón de orejas y el sermón sobre que se comportara mejor, la mujer no podía evitarlo aún a sabiendas de cómo era su hijo.
Este tampoco se podía estar callado y le replicó algo que hizo que su madre lo fulminara con la mirada y casi que podría jurar que se contuvo de darle una buena colleja de nuevo por sus palabras, también le dio una charla sobre los celos y que era en ese aspecto igual que su padre y que debía de controlarse mejor en futuras ocasiones pero sabiendo como era Tarik hasta ella sabía que eso era imposible, una vez fuera su madre me dejó a cargo de su hijo con carta blanca para tomar medidas en caso de que volviera de nuevo a hacer alguna de las suyas, antes de que se fuera no dudó en decirle que no eran celos lo que había provocado que se peleara con el otro, le echó las culpas a su abuelo como si él no hubiera roto un plato nunca y le gruñí por sus palabras, su madre se giró para fulminarlo con la mirada y negó con la cabeza para ir a buscar a su padre. Sus ojos se clavaron en los míos que estaban ya de color ámbar por sus palabras, era un maldito tarugo, un imbécil y un engreído vanidoso que se pensaba que era el amo y señor de todo cuando no lo era de nada, ni de nadie. Tarik tomaba la religión de su madre únicamente para lo que él quería, para desesperación de su madre, y se creía que tendría un harén de mujeres dispuestas a estar con él como si él fuera el centro de su universo. Sonreí de forma socarrona cuando su madre me dejó al cargo teniendo que obedecerme, algo que él no llevaba muy bien, y se acercó para pasar su brazo por mi hombro mientras aprovechando que era más alto llevó un dedo a la camisa que llevaba y separó un poco el escote para mirarlo desde arriba, bufé exasperada porque no era la primera vez que hacía eso a lo que él se rió, llamándolas “montañitas” que hizo que lo mirara con mis ámbar brillando.
-No son montañitas, y te dije que dejaras de hacer eso –le espeté pero él pasó de mis palabras y me preguntó a dónde quería ir dejando claro lo obvio, que nos habíamos quedado solos lanzándome un bocado al aire- si quieres que te muerdan puedes esperar una noche y te muerdo yo, sonarías más convincente con colmillos –le dije devolviéndole el mordisco al aire escuchando las propuestas que me hacía para ver dónde íbamos. Rodé los ojos cuando me dijo que estaba tensa y era cierto, lo estaba. La próxima noche sería luna llena y eso afectaba notablemente a mis cambios de humor, me ponía más tensa y en alerta de lo normal porque mi parte lobuna, esa que estaba escondida en mi interior, sabía que se acercaba el momento y no podía evitar estar bajo el influjo de la luna. Enarqué una ceja ante las opciones que me dijo notando esa cercanía suya tan conocida, nos conocíamos prácticamente desde toda la vida y no había secreto alguno entre ambos, muchas veces su cercanía me quemaba y me abrasaba cuando debía de ser yo quien lo hiciera con él al estar mi cuerpo más caliente por mi condición, pero muchas veces era ese calor abrasador el que sentía cuando estaba cerca de mí, y no porque fuera un licántropo... sino porque muchas veces era el efecto que provocaba en mí. Cuando veía que eso pasaba era cuando entonces me ponía más borde de lo normal con él, así que aparté su brazo de malas maneras de mis hombros y le di un pequeño empujón para que se alejara, sus palabras provocó que le gruñera en respuesta y que mis ámbar brillaran con más fuerza ante la idea de que alguna lo tocara. Era algo extraño porque me quejaba de lo que él hacía pero sin embargo yo también lo hacía de vez en cuando con él, sus palabras habían sido certeras con ese tono mordaz y ya tenía mi respuesta en forma de gruñido y mis ojos brillando de la rabia- dices que quieres tener un harén, ¿qué piensas hacer cuando los tengas si no vas a tocarlas, jugar al ajedrez? –Le respondí mirando como el muy imbécil buscaba alguna mujer a la que poner las manos encima, volví a gruñir y cogí su muñeca con mi mano para tirar de él- vámonos –dije sin dar mayores explicaciones comenzando a andar de forma rápida alejándonos de las dependencias policiales esperando que mantuviera la boca cerrada, pero eso en él era algo imposible. Cuando nos alejamos un poco fue que solté su mano para comenzar a andar normal mientras pensaba que debía de relajarme, aunque todo lo achaqué a la próxima luna llena que habría- dices que sabes de un sitio con un jardín así que, ¿por qué no probamos? Venga, guíame –le dije haciéndole una seña para que fuera delante de mí, dio un par de pasos y sonreí de lado divertida- y como tienes que obedecerme en todo... –tomé impulso y me subí a su espalda rodeando su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas- te ordeno que me lleves a caballito en compensación por jodernos la noche en la taberna –le dije apretándole del cuello a posta un par de segundos para luego soltarlo- deberías de controlar ese genio que te gastas Tarugo, así no conseguirás tener un harén nunca –le dije mientras andábamos hacia el lugar que él había dicho entre tiras y aflojas y constantes piques que nos traíamos entre mano, cuando llegamos a la entrada me soltó bajándome al suelo y nos adentramos en el lugar que tenía una música suave y luces tenues para darle más ambientación al lugar, una joven nos condujo hacia el jardín que él decía que parecía tener como pequeños reservados que eran cubiertos por cortinas de seda que daban algo más de intimidad, nos llevó a uno de ellos en donde había una mesa pequeña redonda, cojines alrededor y en el centro de la mesa una cachimba de la que fumar, nos dejó a sola y me senté en uno de los cojines mirando el lugar- así que, ¿aquí es donde vienes cuando quieres un colocón? –Enarqué una ceja por mi pregunta sin dejar de mirarlo- no te pega para nada, aunque el ambiente sí... es muy árabe, muy tú –comenté de forma socarrona pero es lo que él era, mitad norteño mitad egipcio, cualidades que le hacían ser algo exótico igual que a su hermana pequeña, Eirin sin embargo era más como su padre- ¿estás tenso y por eso me has propuesto venir aquí? Eso tenía fácil solución egipcio, te hubiera machado dándote una paliza, te hubiera hecho morder el polvo y todo solucionado entonces –comenté con tono divertido mientras una joven se acercaba para atendernos diferente a la que nos había llevado hasta allí, lo miré a él y me encogí de hombros- tú eres el que sabe, me fiaré de ti –le dejé que pidiera ya que él sabía, pidió algo de alcohol para los dos y también algo de opio para la cachimba, a lo que le sonreí divertida cuando la joven se fue- vaya, así que pretendes no solo emborracharme sino también drogarme –reí entre dientes- ¿piensas que así te será más fácil que acepte ser parte de tú harén? Oh, pobrecito –dije tirándole de la oreja mientras me reía y la camarera volvía rápida con las cosas que le habíamos pedido, dejó todo sobre la mesa y le preguntó si quería o necesitaba algo más dirigiéndose a él todo el rato sin siquiera mirarme y enarqué una ceja por ello, el tono de ella dejaba más que claro sus intenciones para con él que se quedó mirándolo incluso cuando él le dijo que no queríamos nada más, yo sí quería algo: que se largara. La joven volvió a insistir y fue entonces que cerré mis manos en sendos puños bajo la mesa, me estaba sacando de mis casillas esa maldita imbécil- ¿es que acaso no has oído que no quiere nada? –Inquirí haciendo que, ahora sí, se fijara en mí y me saltó con la patética excusa de que era su deber de preguntar... ¿su deber? Y una mierda. Me levanté para quedar a su altura y la cogí por el cuello de su camisa- te ha dicho que no quiere nada más así que si queremos algo ya avisaremos nosotros, pero escúchame bien zorra –dije de forma que me mirara a los ojos en un tono bajo y oscuro- como vuelvas a acercarte por esta mesa te aseguro que te arrancaré esa bonita cabecita que tienes para que no vuelvas a utilizarla más –mi tono era una bajo y frío- y ahora... lárgate –mis ojos brillaron en ese momento y fue lo que le faltó para que se alejara corriendo casi temblando cuando la solté para que se fuera, me senté de nuevo en el cojín y tomé el vaso para darle un trago, necesitaba calmarme con urgencia.
Este tampoco se podía estar callado y le replicó algo que hizo que su madre lo fulminara con la mirada y casi que podría jurar que se contuvo de darle una buena colleja de nuevo por sus palabras, también le dio una charla sobre los celos y que era en ese aspecto igual que su padre y que debía de controlarse mejor en futuras ocasiones pero sabiendo como era Tarik hasta ella sabía que eso era imposible, una vez fuera su madre me dejó a cargo de su hijo con carta blanca para tomar medidas en caso de que volviera de nuevo a hacer alguna de las suyas, antes de que se fuera no dudó en decirle que no eran celos lo que había provocado que se peleara con el otro, le echó las culpas a su abuelo como si él no hubiera roto un plato nunca y le gruñí por sus palabras, su madre se giró para fulminarlo con la mirada y negó con la cabeza para ir a buscar a su padre. Sus ojos se clavaron en los míos que estaban ya de color ámbar por sus palabras, era un maldito tarugo, un imbécil y un engreído vanidoso que se pensaba que era el amo y señor de todo cuando no lo era de nada, ni de nadie. Tarik tomaba la religión de su madre únicamente para lo que él quería, para desesperación de su madre, y se creía que tendría un harén de mujeres dispuestas a estar con él como si él fuera el centro de su universo. Sonreí de forma socarrona cuando su madre me dejó al cargo teniendo que obedecerme, algo que él no llevaba muy bien, y se acercó para pasar su brazo por mi hombro mientras aprovechando que era más alto llevó un dedo a la camisa que llevaba y separó un poco el escote para mirarlo desde arriba, bufé exasperada porque no era la primera vez que hacía eso a lo que él se rió, llamándolas “montañitas” que hizo que lo mirara con mis ámbar brillando.
-No son montañitas, y te dije que dejaras de hacer eso –le espeté pero él pasó de mis palabras y me preguntó a dónde quería ir dejando claro lo obvio, que nos habíamos quedado solos lanzándome un bocado al aire- si quieres que te muerdan puedes esperar una noche y te muerdo yo, sonarías más convincente con colmillos –le dije devolviéndole el mordisco al aire escuchando las propuestas que me hacía para ver dónde íbamos. Rodé los ojos cuando me dijo que estaba tensa y era cierto, lo estaba. La próxima noche sería luna llena y eso afectaba notablemente a mis cambios de humor, me ponía más tensa y en alerta de lo normal porque mi parte lobuna, esa que estaba escondida en mi interior, sabía que se acercaba el momento y no podía evitar estar bajo el influjo de la luna. Enarqué una ceja ante las opciones que me dijo notando esa cercanía suya tan conocida, nos conocíamos prácticamente desde toda la vida y no había secreto alguno entre ambos, muchas veces su cercanía me quemaba y me abrasaba cuando debía de ser yo quien lo hiciera con él al estar mi cuerpo más caliente por mi condición, pero muchas veces era ese calor abrasador el que sentía cuando estaba cerca de mí, y no porque fuera un licántropo... sino porque muchas veces era el efecto que provocaba en mí. Cuando veía que eso pasaba era cuando entonces me ponía más borde de lo normal con él, así que aparté su brazo de malas maneras de mis hombros y le di un pequeño empujón para que se alejara, sus palabras provocó que le gruñera en respuesta y que mis ámbar brillaran con más fuerza ante la idea de que alguna lo tocara. Era algo extraño porque me quejaba de lo que él hacía pero sin embargo yo también lo hacía de vez en cuando con él, sus palabras habían sido certeras con ese tono mordaz y ya tenía mi respuesta en forma de gruñido y mis ojos brillando de la rabia- dices que quieres tener un harén, ¿qué piensas hacer cuando los tengas si no vas a tocarlas, jugar al ajedrez? –Le respondí mirando como el muy imbécil buscaba alguna mujer a la que poner las manos encima, volví a gruñir y cogí su muñeca con mi mano para tirar de él- vámonos –dije sin dar mayores explicaciones comenzando a andar de forma rápida alejándonos de las dependencias policiales esperando que mantuviera la boca cerrada, pero eso en él era algo imposible. Cuando nos alejamos un poco fue que solté su mano para comenzar a andar normal mientras pensaba que debía de relajarme, aunque todo lo achaqué a la próxima luna llena que habría- dices que sabes de un sitio con un jardín así que, ¿por qué no probamos? Venga, guíame –le dije haciéndole una seña para que fuera delante de mí, dio un par de pasos y sonreí de lado divertida- y como tienes que obedecerme en todo... –tomé impulso y me subí a su espalda rodeando su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas- te ordeno que me lleves a caballito en compensación por jodernos la noche en la taberna –le dije apretándole del cuello a posta un par de segundos para luego soltarlo- deberías de controlar ese genio que te gastas Tarugo, así no conseguirás tener un harén nunca –le dije mientras andábamos hacia el lugar que él había dicho entre tiras y aflojas y constantes piques que nos traíamos entre mano, cuando llegamos a la entrada me soltó bajándome al suelo y nos adentramos en el lugar que tenía una música suave y luces tenues para darle más ambientación al lugar, una joven nos condujo hacia el jardín que él decía que parecía tener como pequeños reservados que eran cubiertos por cortinas de seda que daban algo más de intimidad, nos llevó a uno de ellos en donde había una mesa pequeña redonda, cojines alrededor y en el centro de la mesa una cachimba de la que fumar, nos dejó a sola y me senté en uno de los cojines mirando el lugar- así que, ¿aquí es donde vienes cuando quieres un colocón? –Enarqué una ceja por mi pregunta sin dejar de mirarlo- no te pega para nada, aunque el ambiente sí... es muy árabe, muy tú –comenté de forma socarrona pero es lo que él era, mitad norteño mitad egipcio, cualidades que le hacían ser algo exótico igual que a su hermana pequeña, Eirin sin embargo era más como su padre- ¿estás tenso y por eso me has propuesto venir aquí? Eso tenía fácil solución egipcio, te hubiera machado dándote una paliza, te hubiera hecho morder el polvo y todo solucionado entonces –comenté con tono divertido mientras una joven se acercaba para atendernos diferente a la que nos había llevado hasta allí, lo miré a él y me encogí de hombros- tú eres el que sabe, me fiaré de ti –le dejé que pidiera ya que él sabía, pidió algo de alcohol para los dos y también algo de opio para la cachimba, a lo que le sonreí divertida cuando la joven se fue- vaya, así que pretendes no solo emborracharme sino también drogarme –reí entre dientes- ¿piensas que así te será más fácil que acepte ser parte de tú harén? Oh, pobrecito –dije tirándole de la oreja mientras me reía y la camarera volvía rápida con las cosas que le habíamos pedido, dejó todo sobre la mesa y le preguntó si quería o necesitaba algo más dirigiéndose a él todo el rato sin siquiera mirarme y enarqué una ceja por ello, el tono de ella dejaba más que claro sus intenciones para con él que se quedó mirándolo incluso cuando él le dijo que no queríamos nada más, yo sí quería algo: que se largara. La joven volvió a insistir y fue entonces que cerré mis manos en sendos puños bajo la mesa, me estaba sacando de mis casillas esa maldita imbécil- ¿es que acaso no has oído que no quiere nada? –Inquirí haciendo que, ahora sí, se fijara en mí y me saltó con la patética excusa de que era su deber de preguntar... ¿su deber? Y una mierda. Me levanté para quedar a su altura y la cogí por el cuello de su camisa- te ha dicho que no quiere nada más así que si queremos algo ya avisaremos nosotros, pero escúchame bien zorra –dije de forma que me mirara a los ojos en un tono bajo y oscuro- como vuelvas a acercarte por esta mesa te aseguro que te arrancaré esa bonita cabecita que tienes para que no vuelvas a utilizarla más –mi tono era una bajo y frío- y ahora... lárgate –mis ojos brillaron en ese momento y fue lo que le faltó para que se alejara corriendo casi temblando cuando la solté para que se fuera, me senté de nuevo en el cojín y tomé el vaso para darle un trago, necesitaba calmarme con urgencia.
Kaira- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 130
Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Tiró de mi mano para que dejara de otear el horizonte en busca de mi harén perfecto, me hacia gracia escucharla gruñir maldiciendo mientras yo me limitaba a seguir sus pasos haciéndome el remolón como si la cosa no fuera conmigo.
La loba trepó a mi espalda alegando que como tenia que obedecerla pues que iba a servirle de montura.
Mi mano se fue a sus nalgas en un ademan y escusa tonta de sujetarla, apreté su culo ganándome una palmada mientras me reía divertido e imitando a un caballo salia al galope hacia el jardín de las maravillas.
-Al final de la noche quizás invirtamos posiciones -dije alzando la mirada hacia ella mientras esta me sacaba la lengua dejándome claro que eso solo pasaría en mis sueños.
Me detuve frente a un local de ambientación árabe donde en el interior las damas iban vestidas con el atuendo típico de la tierra de mi madre, bueno, el de las que no llevan burca, mas bien la de las bailarinas con velos en sus caderas.
En la zona interior se servia te, pastas, productos típicos de la tierra, pero en el jardín había una especie de reservados separados por velos semitransparentes donde una mesa baja y unos cojines daban servicio a los que buscaban algo mas fuerte que las pastas.
Una jovencita de muy buen ver, morena y de piel bronceada nos preguntó que deseábamos tomar.
Pedí una botella de Arak, una bebida fuerte propia de mi país, incolora y con cierto sabor anisado, así como algo de opio para la pipa.
No tardaron en servirnos lo pedido, la jovecita me hacia ojitos y yo le respondía con una sonrisa algo tonta.
Ladeé la sonrisa cuando la loba saltó como un resorte enganchado a la camarera por la pechera y no le arrancó la cabeza porque la pobre se largó por patas al ver el color de sus salvajes ojos.
-Así no voy a poder tener un harén -apunté divertido mientras encendía la pipa y daba unas caladas rápidas para que prendiera.
Cerré los ojos la dejar escapar el humo por mi nariz y boca.
-Toma, prueba -le dije pasandole la manguera tirando de su cintura para acercarla mas a mi cuando volvió a sentarme.
-Yo soy norteño, no lo olvides, aunque corra sangre árabe por mis venas, mi dios es Odin y alcanzaré algún día el Valhalla -le dejé claro.
Serví sendos chupitos y le acerqué uno a la joven loba.
-A ver si te relajas un poco lobita, prometo devolverte de una pieza a casa -aseguré perdiendo mis marrones en los ajenos.
-¿que quería ese lobo? No entiendo porque tanta insistencia en que tengas una manada, tienes una familia ¿acaso eso no basta? O dejes que te coma el tarro ese gilipollas, yo soy tu familia, no lo necesitas él -le aseguré con aire engreído.
Llevé la boquilla de nuevo a mis labios dando una nueva calada mientras el humo se perdía entre ambos.
Siempre me sentí culpable por lo que le paso, por convertirse en bestia y aunque no era un tema del que hablaba con nadie y menos con ella fui yo el que insistió en acudir al bosque, fue mi idea ir en luna llena pese a que padre nos advirtió de que se nos ocurriera.
Yo la obligué retándola a que era una cobarde si no venia y al final ella pagó las consecuencias de mi desobediencia.
Apuré de un trago el vaso llenándolo de nuevo mientras apretaba el puño a un lado sin que ella lo viera.
La loba trepó a mi espalda alegando que como tenia que obedecerla pues que iba a servirle de montura.
Mi mano se fue a sus nalgas en un ademan y escusa tonta de sujetarla, apreté su culo ganándome una palmada mientras me reía divertido e imitando a un caballo salia al galope hacia el jardín de las maravillas.
-Al final de la noche quizás invirtamos posiciones -dije alzando la mirada hacia ella mientras esta me sacaba la lengua dejándome claro que eso solo pasaría en mis sueños.
Me detuve frente a un local de ambientación árabe donde en el interior las damas iban vestidas con el atuendo típico de la tierra de mi madre, bueno, el de las que no llevan burca, mas bien la de las bailarinas con velos en sus caderas.
En la zona interior se servia te, pastas, productos típicos de la tierra, pero en el jardín había una especie de reservados separados por velos semitransparentes donde una mesa baja y unos cojines daban servicio a los que buscaban algo mas fuerte que las pastas.
Una jovencita de muy buen ver, morena y de piel bronceada nos preguntó que deseábamos tomar.
Pedí una botella de Arak, una bebida fuerte propia de mi país, incolora y con cierto sabor anisado, así como algo de opio para la pipa.
No tardaron en servirnos lo pedido, la jovecita me hacia ojitos y yo le respondía con una sonrisa algo tonta.
Ladeé la sonrisa cuando la loba saltó como un resorte enganchado a la camarera por la pechera y no le arrancó la cabeza porque la pobre se largó por patas al ver el color de sus salvajes ojos.
-Así no voy a poder tener un harén -apunté divertido mientras encendía la pipa y daba unas caladas rápidas para que prendiera.
Cerré los ojos la dejar escapar el humo por mi nariz y boca.
-Toma, prueba -le dije pasandole la manguera tirando de su cintura para acercarla mas a mi cuando volvió a sentarme.
-Yo soy norteño, no lo olvides, aunque corra sangre árabe por mis venas, mi dios es Odin y alcanzaré algún día el Valhalla -le dejé claro.
Serví sendos chupitos y le acerqué uno a la joven loba.
-A ver si te relajas un poco lobita, prometo devolverte de una pieza a casa -aseguré perdiendo mis marrones en los ajenos.
-¿que quería ese lobo? No entiendo porque tanta insistencia en que tengas una manada, tienes una familia ¿acaso eso no basta? O dejes que te coma el tarro ese gilipollas, yo soy tu familia, no lo necesitas él -le aseguré con aire engreído.
Llevé la boquilla de nuevo a mis labios dando una nueva calada mientras el humo se perdía entre ambos.
Siempre me sentí culpable por lo que le paso, por convertirse en bestia y aunque no era un tema del que hablaba con nadie y menos con ella fui yo el que insistió en acudir al bosque, fue mi idea ir en luna llena pese a que padre nos advirtió de que se nos ocurriera.
Yo la obligué retándola a que era una cobarde si no venia y al final ella pagó las consecuencias de mi desobediencia.
Apuré de un trago el vaso llenándolo de nuevo mientras apretaba el puño a un lado sin que ella lo viera.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
El camino desde las dependencias policiales hasta que llegamos al lugar que él había comentado había estado plagado de piques constantes entre ambos como era ya costumbre entre los dos, un “quizás al final de la noche invirtamos posiciones” que dejaba en claro lo que el vikingo pretendía y que le saqué la lengua haciéndole ver que eso jamás pasaría. Aprovechó la ocasión y apretó mis nalgas llevándose un manotazo para que se dejara de tonterías y comenzara a andar hacia el lugar subida a su espalda, al entrar el lugar estaba ambientado al estilo árabe y una mujer nos hizo pasar dentro hacia el reservado con esa mesa baja circular donde había una cachimba, me senté dejando que fuera él quien pidiera porque tendría más idea que yo y enarqué una ceja cuando pidió una botella de Arak, pero supuse que sería algo típico de allí y esperé a que nos trajeran las cosas, claro que lo que no esperaba es que la joven camarera se lo quedara mirando cuando dejó las cosas preguntándole si quería algo más en un tono que entendí lo que quería de él. Estaba ligando y coqueteando con él, pasando de mi cara cuando le dije que no queríamos nada más, así que le di el mayor susto de su vida cuando la amenacé y mis ojos se tornaron ámbar que fue lo que la hizo salir por patas. Me senté de nuevo en los cojines viendo de fondo la sonrisa ladeada que tenía en sus labios y bufé cogiendo e vaso para dar un trago al alcohol mientras él encendía la pipa ya con el opio que había pedido. No era dada a consumir drogas pero quizás esa noche fuera algo más que necesario dado lo tensa que estaba, sabía que al día siguiente habría luna llena y todo mi cuerpo estaba tensa ante la llegada de ese momento.
Su brazo rodeó mi cintura y me pegó hacia él tirando de mí con la pipa ya encendida, el humo salía de sus labios y de su nariz con los ojos cerrados pareciendo un dragón y sonreí divertida por ello mientras me pasaba la manguera para que lo probara yo, miré esta unos segundos y finalmente di un calada a aquello intrigada por el sabor que tendría... tosí ante el humo no acostumbrada a ello escuchando su risa de fondo que me hizo mirarlo con el ceño fruncido mientras me instaba a que volviera a probar de nuevo, le gruñí pero volví a dar un par de caladas ya sin toser y expulsé el aire de forma lenta. Por el momento no sentía nada extraño y pensé por qué muchas personas se enganchaban a esa droga pero algo debía de llevar para que eso pasara, mis ojos lo miraron de forma fija cuando me dijo que él era un norteño aunque corriera sangre egipcia por sus venas, que su dios era Odín y moriría en el campo de batalla esperando el Valhalla. No entendía por qué le había molestado mis palabras, no las había dicho como a burla, es más el que fuera su madre egipcia le daba un aspecto exótico que le hacía llamar la atención más de lo normal. Él y Nailah eran más como su madre, morenos, exóticos, con esos ojos que parecían poder leer a través del alma y al contrario Eirin era como su padre, algo más blanca de tez, rubia y de ojos azules. También llamaba la atención, por supuesto, pero no de igual forma que la llamaba Tarik con esa tez morena, con los ojos castaños que tenía, los labios... me mordí el labio inferior perdida en mis propios pensamientos hasta que sonreí dejando mis castaños en los suyos.
-Sé que eres norteño pero también eres mitad egipcio, ¿cuál es el problema? Tus hermanas también lo son y no veo a Eirin tener problema por ello y como tú también cree en Odín y es una guerrera vikinga, Nailah es más como tú madre –sonreí de lado- eres lo que eres Tarik, un vikingo con sangre egipcia que corre por tus venas pero eso no debería de significar nada, además, sé que cada vez que nombras a Ra y haces apología a las creencias de tu madre es para sacarla de quicio... ¿crees que no me he dado cuenta, tarugo? –Reí entre dientes volviendo a dar una calada de aquello y lo miré de forma fija- ¿de verdad quieres tener un harén... o también lo haces por fastidiar a tú madre? –Pregunté porque tenía cierta curiosidad por saber si lo decía por decir o porque de verdad estaba empeñado en esa idea- no sabrías qué hacer con tanta mujer Tarugo, te perderías seguro –dije sacándole la lengua, le pasé la manguera para que él también diera un par de caladas y me la tendió otra vez llenando dos chupitos con aquella botella de Arak que había pedido, tenía un olor a anís cuando me acercó el vaso y lo miré de forma fija ante sus palabras, dejando que nuestras miradas se anclaran por unos instantes. Decía que me llevaría a casa de una pieza, pero lo conocía y sabía cómo era y esa podría ser una verdad a medias- dices que me llevarás a casa de una pieza, pero te conozco y sé cómo eres, no has dicho en qué condiciones me vas a llevar de una pieza –sonreí de forma socarrona tras mis palabras y para que viera que no temía a nada llevé el vaso a mis labios y bebí de un trago. Estaba algo fuerte, el alcohol bajando abrasando mi garganta pero el sabor a anís resultaba agradable- está muy bueno esto –dije volviendo a llenar otro chupito que le tendí esta vez- por ver quién lleva a quien a casa –otro reto más que añadir a la colección, uno que sabía que él no se negaría y ambos bebimos del chupito dejándolo sobre la mesa sabiendo que la noche solo acababa de empezar- estoy tensa porque mañana es luna llena –dije para volver a dar un par de caladas a la pipa, sentía que el humo llenaba mis pulmones pero lo expulsaba aunque la sensación de calma empezaba a notarse- quizás prefieras relajarme tú... podrías darme un masaje –sonreí volviendo a beber de un chupito que él había preparado, cuando lo dejé sobre la mesa fue que alcé mis ojos escuchando sus palabras- ¿estabas escuchando? –Era una pregunta que no necesitaba contestación puesto que sabía que sí, lo había estado haciendo. Fred tenía su propia manada llena de jóvenes y quería que me uniera, pero siempre le había dicho que no. Enarqué una ceja por ello mirándolo de forma fija cuando me dijo que yo ya tenía una familia, pero no era lo mismo que tener una manada y lo sabía pero tampoco me importaba, me consideraba una loba solitaria más bien- quiere que me una a su manada, no es la primera vez que me lo pide –comenté para ver simplemente su reacción y escuché sus palabras “yo soy tú familia”. Cierto, lo era- ¿estás celoso, Tarik? ¿De que pueda unirme a su manada? –Pregunté tentándole para ver su respuesta- no la necesito, por eso le he dicho que no tarugo –acabé volviendo a dar un par de caladas a la pipa pensando que eso no tenía efecto alguno sobre mí porque no sentía nada- ¿seguro que esto hace efecto? Porque yo no siento nada –dije viendo que él daba otra calada y expulsaba el humo de forma que nos envolvía a los dos en aquel reservado, llevó el vaso a sus labios tras llenarlo por completo y bebérselo de una tacada, con el gesto algo serio- ¿qué pasa? –Pregunté esperando a que me contestara aunque algo me decía que no lo haría y yo no insistí tampoco- trae, que esto no me hace efecto alguno –dije quitándole la manguera para volver a dar otro par de caladas algo más profundas bajo su atenta mirada, con una sonrisa en sus labios, y cuando solté el humo fue que sentí un pequeño mareo que me hizo cerrar los ojos y maldecir en mi fuero interno, me preguntó riéndose si estaba bien y fruncí el ceño- oh, cállate –dije abriendo mis ojos luchando contra eso que sentía- estoy bien –mentí porque sentía cierto mareo pero a su vez cierta relajación, él se reía de mi estado y me retó a bebernos un vaso entero de la botella a lo que dejé mis ámbar en sus castaños- ¿otro reto? Bien, entonces deberíamos de hacer alguna apuesta para hacerlo mucho más divertido ¿no te parece? Así le damas más emoción a la noche –dije asintiendo con la cabeza mientras él llenaba los vasos y lo dejaba hacer- puesto que el reto ha sido tuyo venga tarugo, te dejo que decidas a qué quieres perder, intentaré luego no restregártelo por la cara pero... creo que me será imposible –aseguré cogiendo el vaso esperando sus palabras, siempre estábamos igual pero no podíamos evitarlo, era algo ya innato en nosotros.
Su brazo rodeó mi cintura y me pegó hacia él tirando de mí con la pipa ya encendida, el humo salía de sus labios y de su nariz con los ojos cerrados pareciendo un dragón y sonreí divertida por ello mientras me pasaba la manguera para que lo probara yo, miré esta unos segundos y finalmente di un calada a aquello intrigada por el sabor que tendría... tosí ante el humo no acostumbrada a ello escuchando su risa de fondo que me hizo mirarlo con el ceño fruncido mientras me instaba a que volviera a probar de nuevo, le gruñí pero volví a dar un par de caladas ya sin toser y expulsé el aire de forma lenta. Por el momento no sentía nada extraño y pensé por qué muchas personas se enganchaban a esa droga pero algo debía de llevar para que eso pasara, mis ojos lo miraron de forma fija cuando me dijo que él era un norteño aunque corriera sangre egipcia por sus venas, que su dios era Odín y moriría en el campo de batalla esperando el Valhalla. No entendía por qué le había molestado mis palabras, no las había dicho como a burla, es más el que fuera su madre egipcia le daba un aspecto exótico que le hacía llamar la atención más de lo normal. Él y Nailah eran más como su madre, morenos, exóticos, con esos ojos que parecían poder leer a través del alma y al contrario Eirin era como su padre, algo más blanca de tez, rubia y de ojos azules. También llamaba la atención, por supuesto, pero no de igual forma que la llamaba Tarik con esa tez morena, con los ojos castaños que tenía, los labios... me mordí el labio inferior perdida en mis propios pensamientos hasta que sonreí dejando mis castaños en los suyos.
-Sé que eres norteño pero también eres mitad egipcio, ¿cuál es el problema? Tus hermanas también lo son y no veo a Eirin tener problema por ello y como tú también cree en Odín y es una guerrera vikinga, Nailah es más como tú madre –sonreí de lado- eres lo que eres Tarik, un vikingo con sangre egipcia que corre por tus venas pero eso no debería de significar nada, además, sé que cada vez que nombras a Ra y haces apología a las creencias de tu madre es para sacarla de quicio... ¿crees que no me he dado cuenta, tarugo? –Reí entre dientes volviendo a dar una calada de aquello y lo miré de forma fija- ¿de verdad quieres tener un harén... o también lo haces por fastidiar a tú madre? –Pregunté porque tenía cierta curiosidad por saber si lo decía por decir o porque de verdad estaba empeñado en esa idea- no sabrías qué hacer con tanta mujer Tarugo, te perderías seguro –dije sacándole la lengua, le pasé la manguera para que él también diera un par de caladas y me la tendió otra vez llenando dos chupitos con aquella botella de Arak que había pedido, tenía un olor a anís cuando me acercó el vaso y lo miré de forma fija ante sus palabras, dejando que nuestras miradas se anclaran por unos instantes. Decía que me llevaría a casa de una pieza, pero lo conocía y sabía cómo era y esa podría ser una verdad a medias- dices que me llevarás a casa de una pieza, pero te conozco y sé cómo eres, no has dicho en qué condiciones me vas a llevar de una pieza –sonreí de forma socarrona tras mis palabras y para que viera que no temía a nada llevé el vaso a mis labios y bebí de un trago. Estaba algo fuerte, el alcohol bajando abrasando mi garganta pero el sabor a anís resultaba agradable- está muy bueno esto –dije volviendo a llenar otro chupito que le tendí esta vez- por ver quién lleva a quien a casa –otro reto más que añadir a la colección, uno que sabía que él no se negaría y ambos bebimos del chupito dejándolo sobre la mesa sabiendo que la noche solo acababa de empezar- estoy tensa porque mañana es luna llena –dije para volver a dar un par de caladas a la pipa, sentía que el humo llenaba mis pulmones pero lo expulsaba aunque la sensación de calma empezaba a notarse- quizás prefieras relajarme tú... podrías darme un masaje –sonreí volviendo a beber de un chupito que él había preparado, cuando lo dejé sobre la mesa fue que alcé mis ojos escuchando sus palabras- ¿estabas escuchando? –Era una pregunta que no necesitaba contestación puesto que sabía que sí, lo había estado haciendo. Fred tenía su propia manada llena de jóvenes y quería que me uniera, pero siempre le había dicho que no. Enarqué una ceja por ello mirándolo de forma fija cuando me dijo que yo ya tenía una familia, pero no era lo mismo que tener una manada y lo sabía pero tampoco me importaba, me consideraba una loba solitaria más bien- quiere que me una a su manada, no es la primera vez que me lo pide –comenté para ver simplemente su reacción y escuché sus palabras “yo soy tú familia”. Cierto, lo era- ¿estás celoso, Tarik? ¿De que pueda unirme a su manada? –Pregunté tentándole para ver su respuesta- no la necesito, por eso le he dicho que no tarugo –acabé volviendo a dar un par de caladas a la pipa pensando que eso no tenía efecto alguno sobre mí porque no sentía nada- ¿seguro que esto hace efecto? Porque yo no siento nada –dije viendo que él daba otra calada y expulsaba el humo de forma que nos envolvía a los dos en aquel reservado, llevó el vaso a sus labios tras llenarlo por completo y bebérselo de una tacada, con el gesto algo serio- ¿qué pasa? –Pregunté esperando a que me contestara aunque algo me decía que no lo haría y yo no insistí tampoco- trae, que esto no me hace efecto alguno –dije quitándole la manguera para volver a dar otro par de caladas algo más profundas bajo su atenta mirada, con una sonrisa en sus labios, y cuando solté el humo fue que sentí un pequeño mareo que me hizo cerrar los ojos y maldecir en mi fuero interno, me preguntó riéndose si estaba bien y fruncí el ceño- oh, cállate –dije abriendo mis ojos luchando contra eso que sentía- estoy bien –mentí porque sentía cierto mareo pero a su vez cierta relajación, él se reía de mi estado y me retó a bebernos un vaso entero de la botella a lo que dejé mis ámbar en sus castaños- ¿otro reto? Bien, entonces deberíamos de hacer alguna apuesta para hacerlo mucho más divertido ¿no te parece? Así le damas más emoción a la noche –dije asintiendo con la cabeza mientras él llenaba los vasos y lo dejaba hacer- puesto que el reto ha sido tuyo venga tarugo, te dejo que decidas a qué quieres perder, intentaré luego no restregártelo por la cara pero... creo que me será imposible –aseguré cogiendo el vaso esperando sus palabras, siempre estábamos igual pero no podíamos evitarlo, era algo ya innato en nosotros.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Mis ojos bajaron a sus labios mientras se los mordía observando los míos que dejaban escapar el humo lentamente entre nosotros.
-Supongo que para Nairah y Eirin es mas fácil -aseguré sincerandome -esta mierda funciona -dije relamiendome los labios -a ver, Eirin es idéntica a padre, es una norteña y nadie duda de eso ,es una Cannif. Nairah pues ni siquiera a querido ponerse el apellido Cannif, se siente mas Zahir como madre y visita el norte mucho menos que nosotros, ella no es en el fondo una vikinga y aunque padre a insistido en que aprenda lo básico para defenderse, no necesita demostrar nada.
Yo creo en Odin, espero como todo guerrero que le llegue el Valhalla en el campo de batalla y mi piel es oscura, mi constitución tampoco es la de un vikingo, no tengo la corpulencia de padre y eso se nota en combate.
Es cierto que mi estilo de combate no es tan vikingo como se esperaría de mi, lucho con dos cimitarras, algo mas árabe que vikingo y soy mas rápido, diestro que fuerte...-supongo que me jode que todos remarquen mi parte egipcia porque es la que mas destaca en mi ¿lo entiendes? -pregunté pegando mi frente a la suya por un instante.
Nuestros alientos chocaron bajando de nuevo ala mirada a nuestras bocas, fue cuando me llamó tarugo cuando me aparté de nuevo ladeando la sonrisa, no había escuchado lo que había dicho estaba ocupado pensando en otra cosa.
Llené los vasos nuevamente y seguimos bebiendo mientras me reía por lo que decía.
-Pues claro que voy a tener un harén -dije dándole un toque en la frente -este tarugo tiene mucho amor que repartir y por Ra que las mujeres me merecen
Ella torció el gesto mientras yo me reía, siempre que juraba por Ra era una broma, algo que no hacia por Odin.
Di otra bocanada de la pipa el humo se esparcía entre los dos, la distancia la habíamos ido acortando sintiéndonos mas cómodos y aunque ella decía no notar los efectos yo sabia que no era cierto, algo que me hacia ladear la sonrisa mientras le apartaba su pelo de forma juguetona.
Nuestras miradas turbias se perdían en la del otro, normalmente nos picabamos, de echo lo hacíamos con esa apuesta que se le ocurrió a la loba.
-Yo estoy a tu cargo lobita -apunté divertido vaciando otro vaso.
Llené los dos para la apuesta y antes de que lo cogiera puse la mano encima para estipular los términos del contrato.
Íbamos ya bastante animados así que no podía evitar reírme mientras ella me miraba.
-Yo no me gasto celos -le dije acercando mis labios a los suyos de forma lasciva para volver a apartarlos mientras me relamía picandola, tentándola en todo momento mientras ella me empujaba.
Nuestros ojos se tentaban en un baile de miradas.
-Vale, has dicho que.. ¿me querías hacer un masaje?
Ella negó diciendo que yo se lo haría a ella, así que ahí radicaba nuestra apuesta.
-El que se beba antes le vaso es el que gana y el otro ha de hacerle un masaje al otro ¿que me dices? -pregunté hundiendo mi mirada en la suya -aunque siempre podemos hacerlo mas interesante. Quien gane mandará por le resto de la noche sobre el otro...masaje bailes sobre mi verga..veo un sin fin de posibilidades -bromeé de nuevo estallando en carcajadas mientras me tiraba hacia atrás y me tumbaba bajo su mirada -¿que me dices?
Miré el cielo, habían unas buenas vistas desde allí, supuse que desde el norte mis primos estarían viendo exactamente lo mismo.
-Supongo que para Nairah y Eirin es mas fácil -aseguré sincerandome -esta mierda funciona -dije relamiendome los labios -a ver, Eirin es idéntica a padre, es una norteña y nadie duda de eso ,es una Cannif. Nairah pues ni siquiera a querido ponerse el apellido Cannif, se siente mas Zahir como madre y visita el norte mucho menos que nosotros, ella no es en el fondo una vikinga y aunque padre a insistido en que aprenda lo básico para defenderse, no necesita demostrar nada.
Yo creo en Odin, espero como todo guerrero que le llegue el Valhalla en el campo de batalla y mi piel es oscura, mi constitución tampoco es la de un vikingo, no tengo la corpulencia de padre y eso se nota en combate.
Es cierto que mi estilo de combate no es tan vikingo como se esperaría de mi, lucho con dos cimitarras, algo mas árabe que vikingo y soy mas rápido, diestro que fuerte...-supongo que me jode que todos remarquen mi parte egipcia porque es la que mas destaca en mi ¿lo entiendes? -pregunté pegando mi frente a la suya por un instante.
Nuestros alientos chocaron bajando de nuevo ala mirada a nuestras bocas, fue cuando me llamó tarugo cuando me aparté de nuevo ladeando la sonrisa, no había escuchado lo que había dicho estaba ocupado pensando en otra cosa.
Llené los vasos nuevamente y seguimos bebiendo mientras me reía por lo que decía.
-Pues claro que voy a tener un harén -dije dándole un toque en la frente -este tarugo tiene mucho amor que repartir y por Ra que las mujeres me merecen
Ella torció el gesto mientras yo me reía, siempre que juraba por Ra era una broma, algo que no hacia por Odin.
Di otra bocanada de la pipa el humo se esparcía entre los dos, la distancia la habíamos ido acortando sintiéndonos mas cómodos y aunque ella decía no notar los efectos yo sabia que no era cierto, algo que me hacia ladear la sonrisa mientras le apartaba su pelo de forma juguetona.
Nuestras miradas turbias se perdían en la del otro, normalmente nos picabamos, de echo lo hacíamos con esa apuesta que se le ocurrió a la loba.
-Yo estoy a tu cargo lobita -apunté divertido vaciando otro vaso.
Llené los dos para la apuesta y antes de que lo cogiera puse la mano encima para estipular los términos del contrato.
Íbamos ya bastante animados así que no podía evitar reírme mientras ella me miraba.
-Yo no me gasto celos -le dije acercando mis labios a los suyos de forma lasciva para volver a apartarlos mientras me relamía picandola, tentándola en todo momento mientras ella me empujaba.
Nuestros ojos se tentaban en un baile de miradas.
-Vale, has dicho que.. ¿me querías hacer un masaje?
Ella negó diciendo que yo se lo haría a ella, así que ahí radicaba nuestra apuesta.
-El que se beba antes le vaso es el que gana y el otro ha de hacerle un masaje al otro ¿que me dices? -pregunté hundiendo mi mirada en la suya -aunque siempre podemos hacerlo mas interesante. Quien gane mandará por le resto de la noche sobre el otro...masaje bailes sobre mi verga..veo un sin fin de posibilidades -bromeé de nuevo estallando en carcajadas mientras me tiraba hacia atrás y me tumbaba bajo su mirada -¿que me dices?
Miré el cielo, habían unas buenas vistas desde allí, supuse que desde el norte mis primos estarían viendo exactamente lo mismo.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
La idea de haber ido a aquel lugar a beber y a relajarnos me gustaba, era una forma de tener controlado a Tarik para que no se metiera en más líos como había pasado en la taberna, bebiendo allí nos relajaríamos mucho más y yo era algo que también necesitaba hacer porque estaba bastante tensa producto de la próxima luna llena, era algo que podía notar en todo mi cuerpo y sobre todo como mi humor estaba mucho más tenso, como cuerdas de un arpa, y saltaba por todo algo que era muy común en mí pero sentía que empeoraba todo la noche antes de la luna llena. Había aprendido, o eso pensaba, a controlarme mientras tanto pero había veces en que era superior a lo que yo intentaba controlar, mañana por la noche tendrían que atarme y encadenarme para que no me pasara nada, me descontrolara e hiciera daño a otras personas. Suponía que el estar en manada ayudaba pero lo había pasado siempre y no había habido muchos problemas, al principio fue bastante difícil controlarme, pero ahora ya todo estaba algo más bajo control. No sentía demasiado que lo que estábamos fumando me relajara e hiciera su función y quizás podría ser porque al ser una loba las cosas tardaban más en afectarme: la bebida tardaba más en subirme que a Tarik y a Eirin así que era muy posible que por eso no me hiciera efecto todavía. Por un momento nos quedamos mirándonos ahora que estábamos más cerca tras arrimarme con su brazo, esos dos ojos que tenía tan iguales a su madre y que parecían como si fueran la arena del desierto me contemplaban de manera fija, siempre había pensado que tenía una mirada que podía atravesarte y en esos momentos lo sentía, me gustaban sus ojos y la forma que tenía de mirarme.
Sus ojos bajaron a mis labios que volví a morder por inercia y mis ojos bajaron a los suyos, era imposible que no llamara la atención y lo cierto es que no entendía cómo, de desear tanto ese harén, no lo tenía ya. Claro que luego me acordaba de las formas de ser y entendía absolutamente todo, cobraba todo sentido. Volví a sus ojos cuando comenzó a hablar, al parecer aquello ya le hacía efecto, y terminó por decirme que Eirin parecía más una guerrera vikinga, su hermana pequeña era más como su madre e incluso llevaba el apellido de esta aunque era más que evidente que era también una Cannif, y él estaba más como... en medio. Había sacado la apariencia física de su madre pero en personalidad era igual que su padre, escuché que él no tenía la corpulencia de su padre. Él era un vikingo que creía en Odín, preparado para la batalla y dispuesto a entregar su vida hasta que las valquirias lo reclamaran y se lo llevaran al Valhalla, de eso no había duda alguna. Él luchaba con dos espadas, y aunque quizás no fuera todo lo fuerte que por ejemplo lo era su padre era más rápido, más ágil y más veloz. No entendía por qué, el hecho de ser egipcio, tuviera que presentarle un problema. Me sorprendió que se sincerara porque pocas veces lo hacía, era más bien del tipo que hacía bromas y pocas veces se le podía ver serio o cuando la ocasión lo requería, pero verlo tan sincera era algo extraño. Tras terminar su frente se apoyó contra la mía dejando así nuestros rostros más cerca, sentía su aliento contra mis labios con ese olor a anís de la bebida.
-No entiendo por qué el tener esa apariencia egipcia que tienes tenga que ser un problema, no debería de serlo. Eres un gran guerrero vikingo que da todo lo que tiene en el campo de batalla y, aunque tu piel sea algo más bronceada que la de tú hermana, no tengas el cabello rubio ni los ojos azules eso no significaba para que no creas en Odín ni estés dispuesto a dar tu vida en el campo de batalla... cualquiera que te conozca sabe, perfectamente, cómo eres así como tus creencias. No deberías de compararte con los demás o incluso con tú hermana, no eres como ellos y nadie se te puede comparar –hice una pequeña pausa, empezaba a hablar de más- además, ¿desde cuándo te importa lo que digan los demás? Tú demuestras tú valía en el campo de batalla, el resto que diga lo que quiera. No eres menos vikingo por eso –humedecí mis labios sin apartar mis ojos de los suyos- a mí me gusta tú parte egipcia, la encuentro muy exótica – "Por Odín Kaira, ¿qué estás diciendo?" Me callé sin saber de dónde venía esa sinceridad cuando sus ojos bajaron a mis labios ante de apartarse y pensé que tendría que ser por lo que estábamos fumando. Bufé y rodé los ojos cuando dijo que sí que quería ese harén, que tenía amor para repartir y que las mujeres lo merecían a lo que negué con la cabeza frunciendo el ceño cuando me dio un ligero golpe en la frente- compadezco a las mujeres, o a la mujer, que acabe contigo... algo muy malo habrá hecho en otra vida para recibir semejante castigo –hice un mohín viendo cómo daba otra calada a la pipa, yo ya había dado un par bastante grandes y sentía ya los efectos pero no se lo iba a decir, aunque la sonrisa que se traía era más que suficiente para saber lo que estaba pensando y que no se creía que estaba bien, apartaba mi pelo de mi rostro de forma juguetona y yo rodaba los ojos volviendo a quitarle la pipa para dar un par de caladas, iba a necesitar algo más. Siempre nos picábamos o nos retábamos aunque habíamos acortado bastante las distancias y estábamos muy cómodos, como siempre, y fue entonces que se me ocurrió hacer más divertida la noche con la apuesta que le lancé y que sabía que no iba a rechazar, enarqué una ceja cuando dijo que estaba a mi cargo- ahora seré yo la culpable de que tú hayas decidido venir aquí para beber y fumar... ya –rodé los ojos y vi como llenaba los vasos para empezar con aquella apuesta, empezábamos a notar el efecto del alcohol y del opio que llevaba la pipa y de vez en cuando nos reíamos sin motivo alguno, como ahora le pasaba a él. Fui a coger mi vas pero puso su mano encima a lo que le miré enarcando una ceja, su rostro de nuevo cerca del mío pero esa vez nuestros labios se rozaban y decirme que él “no se gastaba celos”, reí entre dientes por ello sin creérmelo y sonreí de forma socarrona- ¿de verdad que no? Entonces, ¿qué ha sido eso que ha pasado en la taberna, o con el policía mientras esperábamos a tú madre... eso no eran celos, Tarik? –Pregunté en un tono bajo porque él podría negarlo lo que quisiera, pero en la taberna el joven se había acercado para hablar conmigo y luego el lobo lo mismo... y las dos veces había reaccionado aunque lo del policía me lo había dicho luego- claro que te los gastas –lamió sus labios de forma provocativa mientras se alejaba para poner algo de distancia y mis ojos bajaron a sus labios mordiendo los míos de forma inevitable por lo que terminé por darle un leve empujón ante lo chulo que era en ese aspecto, pero claro que estaba celoso. Volvimos al desafío de nuevo y negué cuando dijo que yo le daría el masaje- me lo vas a dar tú, tarugo –afirmé convencida de ello y al final acabamos en una apuesta, el que primero acabara el vaso sería el que recibiría el masaje, pero lejos de esa simple apuesta quiso llevarlo más lejos apostando que el que ganara mandaría el resto de la noche y sonreí de lado por ello- ¿seguro? –Él al parecer ya visualizaba lo que me mandaría, algo como masajes, bailar sobre él a lo que negué con la cabeza dándole un manotazo en el hombro, se reía divertido por sus palabras y acabó tumbándose mientras miraba al cielo, ¿ganar a Tarik y tenerlo bajo mis órdenes toda una noche? Por Odín, debía de ganar como fuera porque si algo había que él odiaba es que le mandaran. Me reí mirándolo y me incliné ligeramente hacia él con mi pelo cayendo a ambos lados de mi rostro, lo aparté para que sus desiertos me miraran y sonreí de forma socarrona- trato hecho, ¿empezamos con tú derrota tarugo? –Dije sentándome bien esperando a que se sentara de nuevo, las reglas eran sencillas los dos con el vaso apoyado en la mesa contaríamos al unísono hasta tres y entonces el que primero acabara ese habría acabado. Empezamos a contar y cuando llegamos al “tres” los dos cogimos el vaso con rapidez y lo llevamos a nuestra boca, el líquido bajaba por mi garganta y me quemaba pero no pensé en ello solo tenía en mi mente una cosa: ganar. Lo repetí constantemente y bebí muy deprisa para acabar la primera, el primero golpe del vaso contra la mesa fue el mío por apenas unos pocos segundos y lo miré para comenzar a reírme con fuerza mientras el alcohol bajaba por mi garganta, divertida por la situación- ¡has perdido! –Volví a reírme recostándome contra los cojines sin parar de reírme sintiendo un pequeño mareo por haber bebido tan rápido de esa bebida tan fuerte y me incorporé un poco para mirarle todavía riéndome a carcajadas- eso te pasa por adelantarte a la victoria –él me miraba mientras yo me reía y acabé apoyando mi frente en su hombro riéndome hasta que se me fue pasando poco a poco, levanté el rostro para mirarlo- ahora soy yo la que puede decir, por esta noche, que soy tú dueña y estás a mis órdenes –sonreí de forma ladina- oh, hay un sinfín de posibilidades... –repetí sus palabras y me mordí el labio mirándolo- ¿sabes lo primero que voy a pedir? Que me des ese masaje del que te he hablado antes, ya sabes, el que pensabas que iba a darte pero estabas confundido... pues ese –aparté unos mechones de mi pelo y me giré para darle la espalda quedando tumbada en los cojines, puse mis brazos cruzados bajo mi rostro y lo miré ladeando la cabeza- ya puedes empezar –dije observándole con una sonrisa- oh, estaría bien pedir aceite si tienen –comenté pensándolo bien- podría quitarme la camisa y que me dieras el masaje en la espalda con aceite, oh mucho mejor así. Vamos, pide aceite.
Sus ojos bajaron a mis labios que volví a morder por inercia y mis ojos bajaron a los suyos, era imposible que no llamara la atención y lo cierto es que no entendía cómo, de desear tanto ese harén, no lo tenía ya. Claro que luego me acordaba de las formas de ser y entendía absolutamente todo, cobraba todo sentido. Volví a sus ojos cuando comenzó a hablar, al parecer aquello ya le hacía efecto, y terminó por decirme que Eirin parecía más una guerrera vikinga, su hermana pequeña era más como su madre e incluso llevaba el apellido de esta aunque era más que evidente que era también una Cannif, y él estaba más como... en medio. Había sacado la apariencia física de su madre pero en personalidad era igual que su padre, escuché que él no tenía la corpulencia de su padre. Él era un vikingo que creía en Odín, preparado para la batalla y dispuesto a entregar su vida hasta que las valquirias lo reclamaran y se lo llevaran al Valhalla, de eso no había duda alguna. Él luchaba con dos espadas, y aunque quizás no fuera todo lo fuerte que por ejemplo lo era su padre era más rápido, más ágil y más veloz. No entendía por qué, el hecho de ser egipcio, tuviera que presentarle un problema. Me sorprendió que se sincerara porque pocas veces lo hacía, era más bien del tipo que hacía bromas y pocas veces se le podía ver serio o cuando la ocasión lo requería, pero verlo tan sincera era algo extraño. Tras terminar su frente se apoyó contra la mía dejando así nuestros rostros más cerca, sentía su aliento contra mis labios con ese olor a anís de la bebida.
-No entiendo por qué el tener esa apariencia egipcia que tienes tenga que ser un problema, no debería de serlo. Eres un gran guerrero vikingo que da todo lo que tiene en el campo de batalla y, aunque tu piel sea algo más bronceada que la de tú hermana, no tengas el cabello rubio ni los ojos azules eso no significaba para que no creas en Odín ni estés dispuesto a dar tu vida en el campo de batalla... cualquiera que te conozca sabe, perfectamente, cómo eres así como tus creencias. No deberías de compararte con los demás o incluso con tú hermana, no eres como ellos y nadie se te puede comparar –hice una pequeña pausa, empezaba a hablar de más- además, ¿desde cuándo te importa lo que digan los demás? Tú demuestras tú valía en el campo de batalla, el resto que diga lo que quiera. No eres menos vikingo por eso –humedecí mis labios sin apartar mis ojos de los suyos- a mí me gusta tú parte egipcia, la encuentro muy exótica – "Por Odín Kaira, ¿qué estás diciendo?" Me callé sin saber de dónde venía esa sinceridad cuando sus ojos bajaron a mis labios ante de apartarse y pensé que tendría que ser por lo que estábamos fumando. Bufé y rodé los ojos cuando dijo que sí que quería ese harén, que tenía amor para repartir y que las mujeres lo merecían a lo que negué con la cabeza frunciendo el ceño cuando me dio un ligero golpe en la frente- compadezco a las mujeres, o a la mujer, que acabe contigo... algo muy malo habrá hecho en otra vida para recibir semejante castigo –hice un mohín viendo cómo daba otra calada a la pipa, yo ya había dado un par bastante grandes y sentía ya los efectos pero no se lo iba a decir, aunque la sonrisa que se traía era más que suficiente para saber lo que estaba pensando y que no se creía que estaba bien, apartaba mi pelo de mi rostro de forma juguetona y yo rodaba los ojos volviendo a quitarle la pipa para dar un par de caladas, iba a necesitar algo más. Siempre nos picábamos o nos retábamos aunque habíamos acortado bastante las distancias y estábamos muy cómodos, como siempre, y fue entonces que se me ocurrió hacer más divertida la noche con la apuesta que le lancé y que sabía que no iba a rechazar, enarqué una ceja cuando dijo que estaba a mi cargo- ahora seré yo la culpable de que tú hayas decidido venir aquí para beber y fumar... ya –rodé los ojos y vi como llenaba los vasos para empezar con aquella apuesta, empezábamos a notar el efecto del alcohol y del opio que llevaba la pipa y de vez en cuando nos reíamos sin motivo alguno, como ahora le pasaba a él. Fui a coger mi vas pero puso su mano encima a lo que le miré enarcando una ceja, su rostro de nuevo cerca del mío pero esa vez nuestros labios se rozaban y decirme que él “no se gastaba celos”, reí entre dientes por ello sin creérmelo y sonreí de forma socarrona- ¿de verdad que no? Entonces, ¿qué ha sido eso que ha pasado en la taberna, o con el policía mientras esperábamos a tú madre... eso no eran celos, Tarik? –Pregunté en un tono bajo porque él podría negarlo lo que quisiera, pero en la taberna el joven se había acercado para hablar conmigo y luego el lobo lo mismo... y las dos veces había reaccionado aunque lo del policía me lo había dicho luego- claro que te los gastas –lamió sus labios de forma provocativa mientras se alejaba para poner algo de distancia y mis ojos bajaron a sus labios mordiendo los míos de forma inevitable por lo que terminé por darle un leve empujón ante lo chulo que era en ese aspecto, pero claro que estaba celoso. Volvimos al desafío de nuevo y negué cuando dijo que yo le daría el masaje- me lo vas a dar tú, tarugo –afirmé convencida de ello y al final acabamos en una apuesta, el que primero acabara el vaso sería el que recibiría el masaje, pero lejos de esa simple apuesta quiso llevarlo más lejos apostando que el que ganara mandaría el resto de la noche y sonreí de lado por ello- ¿seguro? –Él al parecer ya visualizaba lo que me mandaría, algo como masajes, bailar sobre él a lo que negué con la cabeza dándole un manotazo en el hombro, se reía divertido por sus palabras y acabó tumbándose mientras miraba al cielo, ¿ganar a Tarik y tenerlo bajo mis órdenes toda una noche? Por Odín, debía de ganar como fuera porque si algo había que él odiaba es que le mandaran. Me reí mirándolo y me incliné ligeramente hacia él con mi pelo cayendo a ambos lados de mi rostro, lo aparté para que sus desiertos me miraran y sonreí de forma socarrona- trato hecho, ¿empezamos con tú derrota tarugo? –Dije sentándome bien esperando a que se sentara de nuevo, las reglas eran sencillas los dos con el vaso apoyado en la mesa contaríamos al unísono hasta tres y entonces el que primero acabara ese habría acabado. Empezamos a contar y cuando llegamos al “tres” los dos cogimos el vaso con rapidez y lo llevamos a nuestra boca, el líquido bajaba por mi garganta y me quemaba pero no pensé en ello solo tenía en mi mente una cosa: ganar. Lo repetí constantemente y bebí muy deprisa para acabar la primera, el primero golpe del vaso contra la mesa fue el mío por apenas unos pocos segundos y lo miré para comenzar a reírme con fuerza mientras el alcohol bajaba por mi garganta, divertida por la situación- ¡has perdido! –Volví a reírme recostándome contra los cojines sin parar de reírme sintiendo un pequeño mareo por haber bebido tan rápido de esa bebida tan fuerte y me incorporé un poco para mirarle todavía riéndome a carcajadas- eso te pasa por adelantarte a la victoria –él me miraba mientras yo me reía y acabé apoyando mi frente en su hombro riéndome hasta que se me fue pasando poco a poco, levanté el rostro para mirarlo- ahora soy yo la que puede decir, por esta noche, que soy tú dueña y estás a mis órdenes –sonreí de forma ladina- oh, hay un sinfín de posibilidades... –repetí sus palabras y me mordí el labio mirándolo- ¿sabes lo primero que voy a pedir? Que me des ese masaje del que te he hablado antes, ya sabes, el que pensabas que iba a darte pero estabas confundido... pues ese –aparté unos mechones de mi pelo y me giré para darle la espalda quedando tumbada en los cojines, puse mis brazos cruzados bajo mi rostro y lo miré ladeando la cabeza- ya puedes empezar –dije observándole con una sonrisa- oh, estaría bien pedir aceite si tienen –comenté pensándolo bien- podría quitarme la camisa y que me dieras el masaje en la espalda con aceite, oh mucho mejor así. Vamos, pide aceite.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Me senté de nuevo para empezar nuestro duelo, no podía evitar reírme mirándola, ella por su condición de cambiante aguantaba mas la bebida que yo.
Los vasos en la mesa, contamos y tomando el vaso lo apuramos a toda velocidad. Por poco fue ella la que golpeó el culo de este contra la mesa antes que yo.
Fruncí el ceño al verla reírse, íbamos los dos muy borrachos y no pude evitar que su risa también se me contagiara, eso si, intentando mantenerme serio y alegar en mi defensa que había hecho trampas.
A mi no me gustaba perder ni jugando a las tabas y menos en beber contra una mujer.
Negué con la cabeza cuando vi que me daba la espalda para que le diera el masaje ,es mas ,su desfachatez me hizo levantarme a por aceite, empecé a conversar con la chica que nos había servido la mesa, me reía, iba muy borracho y tenia que reconocer que lo que me decía o al menos de lo que me enteraba, me hacia gracia.
Tomó mi brazo alegando que si no, no recordaría su nombre ni su dirección y con la pluma con la que tomaba las comandas marcó la piel de mi brazo.
Regresé con el aceite aromático que me prestaron y me dejé caer al lado de la loba.
-Ya lo tengo -dije ladeando la sonrisa mientras mis dedos se deslizaban despacio por la piel de su espalda levantandole ligeramente el corseé
Mis ojos se centraron en la curvatura que formaba su culo y su espalda.
-Joder lobita -susurré siendo sincero por el colocon que llevaba.
Tiré de las cintas que lo anudaban abriéndolo ,dejando así su espalda al descubierto por completo, mis dedos se hundieron despacio en su piel, ascendiendo después de echar un chorro de aceite en esta que los ayudaba a resbalar.
-¿Y después vas a masajearme la recta que se me a levantado con tanta curva? -pregunté echándome a reír sin dejar de acariciarla.
Mis manos surcaban su piel mientras mi respiración se tornaba mas errática, el masaje dejo de ser eso, mis ojos dibujaban su figura y mis manos la tocaba.
Me acaché ligeramente sobre su cuerpo, mi aliento calcino su nuca para hablar en su oído despacio.
-Lobita ¿te gusta? -pregunté mientras mi voz golpeaba su pelo moviendolo suavemente con mi aliento mojado en alcohol -me estoy poniendo burro -susurré rozandole mi entrepierna en su costado.
Me dejé caer a su lado girando el rostro hacia ella para mirarla.
-ven -le pedí relamiendo mis labios -¿o tienes otra petición para mi lobita?
Los vasos en la mesa, contamos y tomando el vaso lo apuramos a toda velocidad. Por poco fue ella la que golpeó el culo de este contra la mesa antes que yo.
Fruncí el ceño al verla reírse, íbamos los dos muy borrachos y no pude evitar que su risa también se me contagiara, eso si, intentando mantenerme serio y alegar en mi defensa que había hecho trampas.
A mi no me gustaba perder ni jugando a las tabas y menos en beber contra una mujer.
Negué con la cabeza cuando vi que me daba la espalda para que le diera el masaje ,es mas ,su desfachatez me hizo levantarme a por aceite, empecé a conversar con la chica que nos había servido la mesa, me reía, iba muy borracho y tenia que reconocer que lo que me decía o al menos de lo que me enteraba, me hacia gracia.
Tomó mi brazo alegando que si no, no recordaría su nombre ni su dirección y con la pluma con la que tomaba las comandas marcó la piel de mi brazo.
Regresé con el aceite aromático que me prestaron y me dejé caer al lado de la loba.
-Ya lo tengo -dije ladeando la sonrisa mientras mis dedos se deslizaban despacio por la piel de su espalda levantandole ligeramente el corseé
Mis ojos se centraron en la curvatura que formaba su culo y su espalda.
-Joder lobita -susurré siendo sincero por el colocon que llevaba.
Tiré de las cintas que lo anudaban abriéndolo ,dejando así su espalda al descubierto por completo, mis dedos se hundieron despacio en su piel, ascendiendo después de echar un chorro de aceite en esta que los ayudaba a resbalar.
-¿Y después vas a masajearme la recta que se me a levantado con tanta curva? -pregunté echándome a reír sin dejar de acariciarla.
Mis manos surcaban su piel mientras mi respiración se tornaba mas errática, el masaje dejo de ser eso, mis ojos dibujaban su figura y mis manos la tocaba.
Me acaché ligeramente sobre su cuerpo, mi aliento calcino su nuca para hablar en su oído despacio.
-Lobita ¿te gusta? -pregunté mientras mi voz golpeaba su pelo moviendolo suavemente con mi aliento mojado en alcohol -me estoy poniendo burro -susurré rozandole mi entrepierna en su costado.
Me dejé caer a su lado girando el rostro hacia ella para mirarla.
-ven -le pedí relamiendo mis labios -¿o tienes otra petición para mi lobita?
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Había sido yo la que primero terminó de beberse el contenido del vaso ganando así la apuesta y la primera de mis peticiones iba a ser que me diera esa masaje que le había pedido que me diera, así que no esperé demasiado mientras me reía por haberle ganado, lo conocía lo suficiente como para saber que odiaba perder ante cualquier cosa y suponía por su cara que esa vez tampoco le gustó, algo que me hizo reírme mientras estaba recostada en los cojines producto también del alcohol y de lo que habíamos fumado. Acabó riéndose también solo de verme a mí y me acomodé en los cojines boca abajo para que pudiera acceder a mi espalda y me diera ese masaje que le había pedido, se me ocurrió antes de que empezara con ello que podría pedir algo de aceite, si tenían allí aunque suponía que sí, y que me diera el masaje con aceite que me sentaría mucho mejor. Bufó y gruñó cuando le ordené que fuera a por el aceite en cuestión mientras yo me reía tumbada esperando a que llegara, dada mi condición de loba eso me otorgaba ciertos sentidos algo aumentados aunque no quisiera y no me costó demasiado oírle hablar con la misma camarera que nos había atendido y que no se había vuelto a acercar tras mis palabras, resoplé escuchando sus palabras como hablaba ella todo el rato y él se reía de lo que le decía sin hacer mucho comentario más que pedirle el aceite, le dijo su nombre y negué con la cabeza, al parecer no le había quedado muy claro mi advertencia y después de saber que le entregaba el aceite esperé a que Tarik llegara para que me lo diera, a los pocos segundos de despedirse de ella se dejó caer a mi lado enseñándome el bote que había conseguido con el aceite.
Mis ojos lo observaron cuando él deslizó sus dedos por mi espalda de forma lenta por las zonas donde no estaba el corsé, podía ver como sus ojos recorrían mi figura de forma lenta como si fuera la primera vez que se fijara en ella o la viera, algo que no tenía mucho sentido porque me había visto ciento de veces y no era la primera vez que lo había pillado mirándome el culo, reí entre dientes por sus palabras mientras esperaba a que comenzara y me moví un poco hacia los lados haciéndole saber que estaba tardando demasiado en empezar a darme el masaje. Primero desató los lazos que anudaban el corsé notando que lo liberaba con cada lazo que deshacía hasta que me lo quitó por completo y mi espalda quedó libre y al descubierto, al estar boca abajo el corsé tapaba mis pechos para no dejarme desnuda del todo y antes de que empezara aparté el pelo hacia un lado y giré la cabeza para poder ver lo que me hacía de reojo. Sus dedos comenzaron con el masaje y cerré los ojos unos segundos sintiendo las caricias de los mismo por mi espalda que, además, era uno de los sitios donde tenía cosquillas. Impregnó mi espalda con el aceite y comenzó a masajear notando el calor que me provocaban sus dedos por el aceite sintiendo cómo la piel se me erizaba allí donde él me tocaba, volví a cerrar mis ojos disfrutando del masaje que me daba y reí por sus palabras negando con la cabeza por lo que me decía, no dudaba en aprovechar la ocasión que tenía en todo momento y se había dado la desfachatez de decirme que luego le diera yo un masaje como si tuviera alguna culpa de que se excitara con lo que hacía, no lo ocultó tampoco y abrí los ojos para mirarlo un par de segundos y enarqué una ceja.
-¿Tan pronto, Tarik? –Dije con cierta malicia- para eso deberías de haber ganado tú la apuesta aunque... no creo que ni por esas –le saqué la lengua y seguí disfrutando de sus dedos recorrer mi espalda con el aceite, a veces no podía evitarlo y encorvaba mi espalda por las “cosquillas” que tenía y que al parecer a él le divertían cuando mi cuerpo reaccionaba de esa forma. Sus manos comenzaron a moverse de manera más lenta como si quisiera ir más despacio, como si tuviera un tiempo límite y se le acabara, sentí su aliento justo sobre mi nuca cuando se agachó para dejar sus labios en mi oreja y hablarme entre susurros, con la respiración un poco errática que marcaba el estado en el que se encontraba, mi piel se erizó cuando me habló y un escalofrío me recorrió. Abrí los ojos para mirarle y sonreí de lado- resulta que eres bueno dando masajes, lo tendré en cuenta para futuras ocasiones –dije con diversión mientras su aliento mecía mi pelo aunque no se separó todavía de mi cuerpo y me confesó que estaba excitado, por si sus palabras no fueran suficiente se atrevió a rozarse de forma que pudiera sentir su miembro y sonreí con cierta diversión- no te confundas tarugo, tú ya eres demasiado burro –dije antes de que se dejara caer a mi lado, tumbado de espaldas, y girara su cabeza para mirarme. Me dijo que me acercara lamiendo sus labios y enarqué una ceja observándolo durante unos segundos- ¿te he dicho que pares de darme el masaje? –Dije mientras me preguntaba si tenía alguna otra petición para él y fue cuando alargó su brazo para quitar unos mechones que caían de mi rostro que me di cuenta de lo que tenía escrito en su brazo, pude ver un nombre y una dirección escrita con perfección y supe de quién se trataba quien se lo había escrito, gruñí al darme cuenta de eso y tras mirar aquello en su brazo mis ojos subieron a los suyos, no necesité decirle nada sobre lo que había visto y tampoco me hacía falta saber quién se lo había escrito- así que ¿vas a empezar tú harén con esa? –Dije frunciendo el ceño ligeramente, al parecer no se había enterado de que iba todo aquello y tendría que explicárselo para que le quedara claro- ya veo que aprovechas cualquier oportunidad que tienes... aunque no me hayas consultado tampoco –si él se creía que podía mandar sobre mis cosas, y él estar tan libre, estaba muy equivocado. Sonreí de forma ladina y me acerqué algo más hacia él pegando el corsé a mi pecho para no estar medio desnuda y nos miramos estando más cerca de forma fija, sus ojos me recorrían por completo e iban de mis ojos a mis labios de forma consecutiva, los mordí a conciencia cuando los miró de nuevo y me incliné para rozar mi nariz con la suya, nuestros alientos se mezclaban y rocé mis labios con los suyos aunque no hice nada de nada con mi mano en su pecho, cerré los ojos unos segundos y luego los abrí para separarme un poco de él y mirarlo de forma fija, mi pelo caía por un lado y mis ámbar se quedaron centrados en sus castaños- quizás Amber se preste para darte ese masaje que me pedías antes –dije con cierta malicia y con un tono algo frío en mis palabras, llevé mi dedo pulgar a sus labios recorriéndolos lo dejé ahí apoyado, su lengua no tardó en lamer mi dedo dejando un pequeño mordisco que mojó mi dedo y lo llevé a su brazo borrando de esa forma la tinta de su piel con la dirección y el nombre que había- ups –dije como si sintiera lo que había hecho tras frotar su piel, ya me encargaría de la camarera más tarde y le dejaría las cosas claras- todavía no se ha acabado la noche y aún puedo pedirte muchas más cosas Tarugo, esto no ha hecho más que empezar –sonreí de lado de forma socarrona por lo siguiente que le iba a pedir- sí tengo una petición para ti: quiero que me bailes. Aquí y ahora –dije sonriendo mientras le miraba, él había dicho antes que quería un baile mío y al final iba a ser él quien terminara bailando para mí.
Mis ojos lo observaron cuando él deslizó sus dedos por mi espalda de forma lenta por las zonas donde no estaba el corsé, podía ver como sus ojos recorrían mi figura de forma lenta como si fuera la primera vez que se fijara en ella o la viera, algo que no tenía mucho sentido porque me había visto ciento de veces y no era la primera vez que lo había pillado mirándome el culo, reí entre dientes por sus palabras mientras esperaba a que comenzara y me moví un poco hacia los lados haciéndole saber que estaba tardando demasiado en empezar a darme el masaje. Primero desató los lazos que anudaban el corsé notando que lo liberaba con cada lazo que deshacía hasta que me lo quitó por completo y mi espalda quedó libre y al descubierto, al estar boca abajo el corsé tapaba mis pechos para no dejarme desnuda del todo y antes de que empezara aparté el pelo hacia un lado y giré la cabeza para poder ver lo que me hacía de reojo. Sus dedos comenzaron con el masaje y cerré los ojos unos segundos sintiendo las caricias de los mismo por mi espalda que, además, era uno de los sitios donde tenía cosquillas. Impregnó mi espalda con el aceite y comenzó a masajear notando el calor que me provocaban sus dedos por el aceite sintiendo cómo la piel se me erizaba allí donde él me tocaba, volví a cerrar mis ojos disfrutando del masaje que me daba y reí por sus palabras negando con la cabeza por lo que me decía, no dudaba en aprovechar la ocasión que tenía en todo momento y se había dado la desfachatez de decirme que luego le diera yo un masaje como si tuviera alguna culpa de que se excitara con lo que hacía, no lo ocultó tampoco y abrí los ojos para mirarlo un par de segundos y enarqué una ceja.
-¿Tan pronto, Tarik? –Dije con cierta malicia- para eso deberías de haber ganado tú la apuesta aunque... no creo que ni por esas –le saqué la lengua y seguí disfrutando de sus dedos recorrer mi espalda con el aceite, a veces no podía evitarlo y encorvaba mi espalda por las “cosquillas” que tenía y que al parecer a él le divertían cuando mi cuerpo reaccionaba de esa forma. Sus manos comenzaron a moverse de manera más lenta como si quisiera ir más despacio, como si tuviera un tiempo límite y se le acabara, sentí su aliento justo sobre mi nuca cuando se agachó para dejar sus labios en mi oreja y hablarme entre susurros, con la respiración un poco errática que marcaba el estado en el que se encontraba, mi piel se erizó cuando me habló y un escalofrío me recorrió. Abrí los ojos para mirarle y sonreí de lado- resulta que eres bueno dando masajes, lo tendré en cuenta para futuras ocasiones –dije con diversión mientras su aliento mecía mi pelo aunque no se separó todavía de mi cuerpo y me confesó que estaba excitado, por si sus palabras no fueran suficiente se atrevió a rozarse de forma que pudiera sentir su miembro y sonreí con cierta diversión- no te confundas tarugo, tú ya eres demasiado burro –dije antes de que se dejara caer a mi lado, tumbado de espaldas, y girara su cabeza para mirarme. Me dijo que me acercara lamiendo sus labios y enarqué una ceja observándolo durante unos segundos- ¿te he dicho que pares de darme el masaje? –Dije mientras me preguntaba si tenía alguna otra petición para él y fue cuando alargó su brazo para quitar unos mechones que caían de mi rostro que me di cuenta de lo que tenía escrito en su brazo, pude ver un nombre y una dirección escrita con perfección y supe de quién se trataba quien se lo había escrito, gruñí al darme cuenta de eso y tras mirar aquello en su brazo mis ojos subieron a los suyos, no necesité decirle nada sobre lo que había visto y tampoco me hacía falta saber quién se lo había escrito- así que ¿vas a empezar tú harén con esa? –Dije frunciendo el ceño ligeramente, al parecer no se había enterado de que iba todo aquello y tendría que explicárselo para que le quedara claro- ya veo que aprovechas cualquier oportunidad que tienes... aunque no me hayas consultado tampoco –si él se creía que podía mandar sobre mis cosas, y él estar tan libre, estaba muy equivocado. Sonreí de forma ladina y me acerqué algo más hacia él pegando el corsé a mi pecho para no estar medio desnuda y nos miramos estando más cerca de forma fija, sus ojos me recorrían por completo e iban de mis ojos a mis labios de forma consecutiva, los mordí a conciencia cuando los miró de nuevo y me incliné para rozar mi nariz con la suya, nuestros alientos se mezclaban y rocé mis labios con los suyos aunque no hice nada de nada con mi mano en su pecho, cerré los ojos unos segundos y luego los abrí para separarme un poco de él y mirarlo de forma fija, mi pelo caía por un lado y mis ámbar se quedaron centrados en sus castaños- quizás Amber se preste para darte ese masaje que me pedías antes –dije con cierta malicia y con un tono algo frío en mis palabras, llevé mi dedo pulgar a sus labios recorriéndolos lo dejé ahí apoyado, su lengua no tardó en lamer mi dedo dejando un pequeño mordisco que mojó mi dedo y lo llevé a su brazo borrando de esa forma la tinta de su piel con la dirección y el nombre que había- ups –dije como si sintiera lo que había hecho tras frotar su piel, ya me encargaría de la camarera más tarde y le dejaría las cosas claras- todavía no se ha acabado la noche y aún puedo pedirte muchas más cosas Tarugo, esto no ha hecho más que empezar –sonreí de lado de forma socarrona por lo siguiente que le iba a pedir- sí tengo una petición para ti: quiero que me bailes. Aquí y ahora –dije sonriendo mientras le miraba, él había dicho antes que quería un baile mío y al final iba a ser él quien terminara bailando para mí.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Enarcó una ceja al ver en mi brazo lo que me había escrito la camarera, ni siquiera había prestado atención a lo que escribía, iba borracho, me era indiferente, ella me mandó a por el aceite, así que ahora que dejara ese tono condescendiente conmigo.
Ladeé la sonrisa divertido, mis ojso en sus labios, mientras esta trepaba ligeramente por mi piel sujetando con la mano su corseé para no quedar desnuda.
Su pregunta me hizo reír contra sus labios.
-Por algún lado tendré que empezar ¿no? -le devolví la reflexión mientras sus ojos centelleaban retando a los míos.
Nuestros labios se rozaron, los miso entreabiertos dispuestos a recibirla, aliento mojado en alcohol que calentó la ínfima distancia entre nuestras bocas.
Mi mano trepó hasta su nuca atrapando su pelo en un puño para que acortará la distancia, ella se mordía los labios de forma provocativa, acto que me volvía completamente loco.
Exhalé el aire contra su boca necesitado de mucho mas que un roce mas en ese preciso instante tuvo como siempre que cagarla.
-Seguro que Amber me lo hace, un masaje y mucho mas si estuviera aquí en tu lugar -dije con cierto cabreo.
Su dedo contra mis labios para callarlos, sus ojos me fulminaban, mordí la yema lamiéndola, esperando que el milagro resultara y de nuevo su boca acabara sobre la mía posada, pero nada mas lejos de la realidad, con el dedo mojado borró el nombre y la dirección de la camarera mientras sonreía triunfal.
Ahí empezaba de nuevo esa guerra entre ambos, lejos de calmarnos, de encontrarnos volvíamos a alejarnos, siempre existía un motivo u otro por el que pelearnos.
Resoplé cuando se apartó de mi lado y me relamí los labios como si pudiera paladear de algún modo su sabor.
-Un baile -dije sin mas
Muy bien, donde las dan las toman ¿de verdad creía que no era capaz de acaparar la atención de las mujeres? Siempre hablaba del harén pero nunca daba un paso para hacerlo, quizás porque de un modo u otro tanto uno como otro eramos el perro del hortelano que ni come ni deja comer.
Ebrio, la poca vergüenza que tenia la había perdido, la música árabe sonaba de fondo saliendo al exterior, de un salto subí sobre la mesa carraspeando para llamar la atención de los presentes.
Mis ojos centellearon al hundirse en los ámbar de la lobita.
-Esto es para todas las mujeres, pueden pasar a escribir en mi cuerpo su nombre y dirección -dije enredando las palabras por la que llevaba encima
Empecé a bailar moviendo el culo y las caderas, haciendo gestos obscenos mientras me reía por las caras de la loba que se enfurecía por momentos.
Ella me lo había pedido, me había picado y provocado, si fuera por mi estaríamos besándonos sobre los cojines tumbados.
Empecé a desabrochar los botones de la camisa mientras las mujeres se arremolinaban a mi alrededor, la camarera rubia gritaba desbocada ante el espectáculo mientras cada vez mas mujeres se acercaban.
A ver como salia de esta la loba, quizás menos borracho no lo hubiera hecho, quizá me equivocaba, pero es que ella me sacaba de mis casillas.
Ladeé la sonrisa divertido, mis ojso en sus labios, mientras esta trepaba ligeramente por mi piel sujetando con la mano su corseé para no quedar desnuda.
Su pregunta me hizo reír contra sus labios.
-Por algún lado tendré que empezar ¿no? -le devolví la reflexión mientras sus ojos centelleaban retando a los míos.
Nuestros labios se rozaron, los miso entreabiertos dispuestos a recibirla, aliento mojado en alcohol que calentó la ínfima distancia entre nuestras bocas.
Mi mano trepó hasta su nuca atrapando su pelo en un puño para que acortará la distancia, ella se mordía los labios de forma provocativa, acto que me volvía completamente loco.
Exhalé el aire contra su boca necesitado de mucho mas que un roce mas en ese preciso instante tuvo como siempre que cagarla.
-Seguro que Amber me lo hace, un masaje y mucho mas si estuviera aquí en tu lugar -dije con cierto cabreo.
Su dedo contra mis labios para callarlos, sus ojos me fulminaban, mordí la yema lamiéndola, esperando que el milagro resultara y de nuevo su boca acabara sobre la mía posada, pero nada mas lejos de la realidad, con el dedo mojado borró el nombre y la dirección de la camarera mientras sonreía triunfal.
Ahí empezaba de nuevo esa guerra entre ambos, lejos de calmarnos, de encontrarnos volvíamos a alejarnos, siempre existía un motivo u otro por el que pelearnos.
Resoplé cuando se apartó de mi lado y me relamí los labios como si pudiera paladear de algún modo su sabor.
-Un baile -dije sin mas
Muy bien, donde las dan las toman ¿de verdad creía que no era capaz de acaparar la atención de las mujeres? Siempre hablaba del harén pero nunca daba un paso para hacerlo, quizás porque de un modo u otro tanto uno como otro eramos el perro del hortelano que ni come ni deja comer.
Ebrio, la poca vergüenza que tenia la había perdido, la música árabe sonaba de fondo saliendo al exterior, de un salto subí sobre la mesa carraspeando para llamar la atención de los presentes.
Mis ojos centellearon al hundirse en los ámbar de la lobita.
-Esto es para todas las mujeres, pueden pasar a escribir en mi cuerpo su nombre y dirección -dije enredando las palabras por la que llevaba encima
Empecé a bailar moviendo el culo y las caderas, haciendo gestos obscenos mientras me reía por las caras de la loba que se enfurecía por momentos.
Ella me lo había pedido, me había picado y provocado, si fuera por mi estaríamos besándonos sobre los cojines tumbados.
Empecé a desabrochar los botones de la camisa mientras las mujeres se arremolinaban a mi alrededor, la camarera rubia gritaba desbocada ante el espectáculo mientras cada vez mas mujeres se acercaban.
A ver como salia de esta la loba, quizás menos borracho no lo hubiera hecho, quizá me equivocaba, pero es que ella me sacaba de mis casillas.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Me había molestado mucho que la tal Amber grabara su nombre y su dirección con todo el descaro y la desfachatez del mundo en su piel, como si no le hubiera quedado claro cuando la cogí por el cuello de la camisa que llevaba mientras nos había estado sirviendo, pero si no se había enterado sería yo la que se encargara de hacérselo saber de nuevo antes de irnos de allí, ahora mis pensamientos estaban en otra parte y en aquel egipcio norteño que tenía a mi lado, tumbado de espaldas apartaba algunos mechones de mi pelo mientras yo me acercaba a él pegando el corsé contra mi pecho para que no estuviera desnuda, mi pelo caía a un lado de mi rostro para que no me molestara y nuestros rostros quedaron bastante cerca el uno del otro, sus labios rozaban los míos y podía sentir su aliento caliente con ese olor anisado del alcohol que llegaba hasta mis sentidos, sus labios se abrieron y exhaló su aliento mientras mi nariz rozaba la suya y él se relamía mirándome, centrado en mis labios mientras yo mordía los míos. Su mano subió hasta mi pelo y lo cogió en un puño en un intento de acercar más nuestros rostros como si hubiera alguna distancia más que salvar en esos momentos, lo cierto es que sí la había: la distancia entre nuestros labios era la única que había que salvar y que restar pero ninguno de los dos daba ese último paso que nos faltaba, quizás no por falta de ganas, desde hacía un tiempo –aunque más bien había sido siempre- existía entre ambos esa especie de relación en la que nos acercábamos pero siempre acabábamos alejándonos por un motivo u otro, jamás terminábamos de dar el paso que nos faltaba y esa noche no estaba siendo diferente. Yo era consciente de ello tanto como seguramente Tarik también lo fuera, esa noche el paso que di hacia atrás porque la que se apartó fui yo fue la tal Amber y la respuesta que me dio al hecho de empezar con su harén.
Siempre estaba fanfarroneando sobre el hecho de que iba a tener su propio harén de mujeres como buen árabe que era, algo que hacía desesperar a su madre constantemente y que a mí me sacaba de mis casillas, pero jamás daba ese paso hacia delante aunque no por ello no buscara candidatas apropiadas para ese harén que él soñaba tener. Siempre pensaba que lo hacía por fastidiar a su madre y, de paso, enfadarme a mí porque era algo que también le encantaba... y su respuesta me hizo gruñir sobre todo por el tono que puso y de ver como su ceño se fruncía ante mis palabras. Si esa tal Amber estuviera en mi situación, según él, haría algo más y ambos sabíamos perfectamente que lo haría porque había dejado algo claro que él le interesaba sino no hubiera escrito su nombre ni su dirección. Mi dedo fue a sus labios y este lo lamió y lo mordió sin apartar sus ojos de los míos, quizás esperando a que acortara la distancia porque los dos estábamos bastante animados por el alcohol y el opio y no lo iba a negar, su cercanía siempre calentaba mi cuerpo y nada tenía que ver que fuera una loba, era una costa totalmente aparte de eso. Con el dedo humedecido lo que hice fue borrarle el nombre y la dirección para que no pudiera utilizarla, su sonrisa lo decía todo en esos momentos aunque bufó y gruñó cuando volví a separarme y le pedí que me bailara mientras yo seguía recostada en los cojines presionando el corsé contra mi pecho para que no cayera del todo y me deja semidesnuda.
Mis ojos lo siguieron cuando se subió sobre la mesa y carraspeó llamando la atención de los presentes sin saber, exactamente, qué era lo que iba a hacer pero tratándose de él me podría esperar cualquier cosa que se le pasara por esa cabecita que tenía. Sus ojos estaban brillantes cuando los dejó en mis ámbar y sin apartar su mirada dijo que aquello era para todas las mujeres allí presentes, y con tremendo descaro y desfachatez, dijo que podían apuntar su nombre y su dirección en su piel en una clara venganza por haberle borrado el número de Amber y como de costumbre sacándome de mis casillas. La música sonaba de fondo y sin vergüenza alguna, porque ese hombre no la conocía en absoluto y menos en el estado en el que iba, comenzó a moverse de forma lenta. Sus caderas se movían al igual que movía su trasero, hacía gestos obscenos y me miraba riéndose por mis caras que no paraba de bufar, le había pedido un baile para mí y sin embargo bailaba para todas las mujeres que había en aquella sala... eso no era ni de lejos lo que quería. Me senté apoyando la espalda contra los cojines sin soltar el corsé que no podía ponérmelo en esos momentos y enarqué una ceja cuando vi que comenzaba a desabrochar los botones de su camisa, mi cabreo comenzaba en el momento en el que vi que las mujeres se acercaban y no dejaban de animarlo y de entre ellas esa camarera morena que le había escrito en el brazo, gruñí mientras más mujeres se acercaban y él seguía moviéndose ya con la camisa abierta dejando al descubierto ese pecho torneado y moreno, volvíamos de nuevo a ese tira y afloja que siempre nos traíamos y al final acabé levantándome cuando una de las mujeres llevó su mano hacia su pecho y su vientre para recorrerlo, mi mano apartó la suya de un manotazo y miré a la joven bastante cabreada.
-¡Eh, ni se te ocurra volver a tocarlo! –Le dije haciendo que echara un paso hacia atrás y luego fulminaba a Tarik con la mirada, esa me la cobraría más tarde y en otro momento, y lo sabía porque siempre hacíamos lo mismo. Las mujeres lo animaban a que siguiera y él sin pudor alguno seguía moviéndose y riéndose por la que llevaba encima, gruñí con la intención de pararlo en aquel momento y hacerles ver que el espectáculo se había terminado para ellas- se acabó –dije de forma alta para que me oyeran, mi tono no dejaba duda alguna y me miraron sin comprender- ¡he dicho que se acabó, que os larguéis! –Dije encarándome a ellas con mis ojos brillando, no les bastó demasiado para dar un paso atrás cuando tuvo que aparecer la camarera morena, la tal Amber, a quedarse frente a mí.
-¿Y tú quién eres para decirnos que nos larguemos? –Si solo se hubiera quedado en esa pregunta me hubiera hasta reído de ella, pero tuvo la mala idea de darme un pequeño empujón que hizo que gruñera con fuerza, el efecto de la luna llena que sería la siguiente noche me tenía tensa y alterada, mis nervios que saltaban con la más leve de las brisas, el alcohol, el opio... todo junto en una combinación demasiado explosiva que no aguanté más, era como un cóctel a punto de estallar tras haberme sacudido. Ni siquiera le respondí pero sí que alcé la mano para darle el puñetazo que se merecía, mientras seguía apretando el corsé contra mi pecho, cuando la mano de Tarik que había parecido reaccionar a tiempo cogió mi muñeca y me llamó con un “Kaira” que me hizo mirarlo, parando así que le hiciera algo porque juraba por Odín que iba a arrancarle la cabeza. De un tirón me subió a la mesa junto a él y sus ojos me decían, sin palabras, que me reprochaba lo que iba a hacerle a la camarera... pero ella se lo había buscado.
-Ni te atrevas a mirarme así, tú eres el que menos puede decirme de todo esto –como nos iban a entender preferí, a partir de ese momento, hablar en noruego para que solamente él pudiera entender de lo que estaba hablando- no me vengas con moralidad ahora cuando te recuerdo que tú, hace unas horas, le has partido la cara a tres hombres por mucho menos de lo que ha hecho ella o de lo que he hecho yo... esto lo has provocado y lo has causado tú –me solté de su agarre con fuerza sin apartar mis ojos, ámbar, de los suyos- estoy cansada de que tú tengas que poner tus normas y tus formas de ser y los demás solo tengan que aceptarlo como si no hubiera otras maneras, como si tú pudieras hacer todo lo que te venga en gana, hacer y deshacer a tú antojo y el resto tengamos que amoldarnos a ello... si hubiera sido yo, la que estuviera bailando encima de la mesa, con toda la sala llena de hombres ¿me vas a decir que no te habrías peleado con todos ellos con tan sólo que me miraran? –Ambos sabíamos la respuesta a esa pregunta, la camarera no dejaba de quejarse sobre que casi le pegaba y rodé los ojos bajando mi mirada a ella- oh vamos, supéralo de una maldita vez –le dije antes de volver mis ojos hacia Tarik.
Siempre estaba fanfarroneando sobre el hecho de que iba a tener su propio harén de mujeres como buen árabe que era, algo que hacía desesperar a su madre constantemente y que a mí me sacaba de mis casillas, pero jamás daba ese paso hacia delante aunque no por ello no buscara candidatas apropiadas para ese harén que él soñaba tener. Siempre pensaba que lo hacía por fastidiar a su madre y, de paso, enfadarme a mí porque era algo que también le encantaba... y su respuesta me hizo gruñir sobre todo por el tono que puso y de ver como su ceño se fruncía ante mis palabras. Si esa tal Amber estuviera en mi situación, según él, haría algo más y ambos sabíamos perfectamente que lo haría porque había dejado algo claro que él le interesaba sino no hubiera escrito su nombre ni su dirección. Mi dedo fue a sus labios y este lo lamió y lo mordió sin apartar sus ojos de los míos, quizás esperando a que acortara la distancia porque los dos estábamos bastante animados por el alcohol y el opio y no lo iba a negar, su cercanía siempre calentaba mi cuerpo y nada tenía que ver que fuera una loba, era una costa totalmente aparte de eso. Con el dedo humedecido lo que hice fue borrarle el nombre y la dirección para que no pudiera utilizarla, su sonrisa lo decía todo en esos momentos aunque bufó y gruñó cuando volví a separarme y le pedí que me bailara mientras yo seguía recostada en los cojines presionando el corsé contra mi pecho para que no cayera del todo y me deja semidesnuda.
Mis ojos lo siguieron cuando se subió sobre la mesa y carraspeó llamando la atención de los presentes sin saber, exactamente, qué era lo que iba a hacer pero tratándose de él me podría esperar cualquier cosa que se le pasara por esa cabecita que tenía. Sus ojos estaban brillantes cuando los dejó en mis ámbar y sin apartar su mirada dijo que aquello era para todas las mujeres allí presentes, y con tremendo descaro y desfachatez, dijo que podían apuntar su nombre y su dirección en su piel en una clara venganza por haberle borrado el número de Amber y como de costumbre sacándome de mis casillas. La música sonaba de fondo y sin vergüenza alguna, porque ese hombre no la conocía en absoluto y menos en el estado en el que iba, comenzó a moverse de forma lenta. Sus caderas se movían al igual que movía su trasero, hacía gestos obscenos y me miraba riéndose por mis caras que no paraba de bufar, le había pedido un baile para mí y sin embargo bailaba para todas las mujeres que había en aquella sala... eso no era ni de lejos lo que quería. Me senté apoyando la espalda contra los cojines sin soltar el corsé que no podía ponérmelo en esos momentos y enarqué una ceja cuando vi que comenzaba a desabrochar los botones de su camisa, mi cabreo comenzaba en el momento en el que vi que las mujeres se acercaban y no dejaban de animarlo y de entre ellas esa camarera morena que le había escrito en el brazo, gruñí mientras más mujeres se acercaban y él seguía moviéndose ya con la camisa abierta dejando al descubierto ese pecho torneado y moreno, volvíamos de nuevo a ese tira y afloja que siempre nos traíamos y al final acabé levantándome cuando una de las mujeres llevó su mano hacia su pecho y su vientre para recorrerlo, mi mano apartó la suya de un manotazo y miré a la joven bastante cabreada.
-¡Eh, ni se te ocurra volver a tocarlo! –Le dije haciendo que echara un paso hacia atrás y luego fulminaba a Tarik con la mirada, esa me la cobraría más tarde y en otro momento, y lo sabía porque siempre hacíamos lo mismo. Las mujeres lo animaban a que siguiera y él sin pudor alguno seguía moviéndose y riéndose por la que llevaba encima, gruñí con la intención de pararlo en aquel momento y hacerles ver que el espectáculo se había terminado para ellas- se acabó –dije de forma alta para que me oyeran, mi tono no dejaba duda alguna y me miraron sin comprender- ¡he dicho que se acabó, que os larguéis! –Dije encarándome a ellas con mis ojos brillando, no les bastó demasiado para dar un paso atrás cuando tuvo que aparecer la camarera morena, la tal Amber, a quedarse frente a mí.
-¿Y tú quién eres para decirnos que nos larguemos? –Si solo se hubiera quedado en esa pregunta me hubiera hasta reído de ella, pero tuvo la mala idea de darme un pequeño empujón que hizo que gruñera con fuerza, el efecto de la luna llena que sería la siguiente noche me tenía tensa y alterada, mis nervios que saltaban con la más leve de las brisas, el alcohol, el opio... todo junto en una combinación demasiado explosiva que no aguanté más, era como un cóctel a punto de estallar tras haberme sacudido. Ni siquiera le respondí pero sí que alcé la mano para darle el puñetazo que se merecía, mientras seguía apretando el corsé contra mi pecho, cuando la mano de Tarik que había parecido reaccionar a tiempo cogió mi muñeca y me llamó con un “Kaira” que me hizo mirarlo, parando así que le hiciera algo porque juraba por Odín que iba a arrancarle la cabeza. De un tirón me subió a la mesa junto a él y sus ojos me decían, sin palabras, que me reprochaba lo que iba a hacerle a la camarera... pero ella se lo había buscado.
-Ni te atrevas a mirarme así, tú eres el que menos puede decirme de todo esto –como nos iban a entender preferí, a partir de ese momento, hablar en noruego para que solamente él pudiera entender de lo que estaba hablando- no me vengas con moralidad ahora cuando te recuerdo que tú, hace unas horas, le has partido la cara a tres hombres por mucho menos de lo que ha hecho ella o de lo que he hecho yo... esto lo has provocado y lo has causado tú –me solté de su agarre con fuerza sin apartar mis ojos, ámbar, de los suyos- estoy cansada de que tú tengas que poner tus normas y tus formas de ser y los demás solo tengan que aceptarlo como si no hubiera otras maneras, como si tú pudieras hacer todo lo que te venga en gana, hacer y deshacer a tú antojo y el resto tengamos que amoldarnos a ello... si hubiera sido yo, la que estuviera bailando encima de la mesa, con toda la sala llena de hombres ¿me vas a decir que no te habrías peleado con todos ellos con tan sólo que me miraran? –Ambos sabíamos la respuesta a esa pregunta, la camarera no dejaba de quejarse sobre que casi le pegaba y rodé los ojos bajando mi mirada a ella- oh vamos, supéralo de una maldita vez –le dije antes de volver mis ojos hacia Tarik.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Kaira estaba fuera de si, la vi enervada dispuesta a darle un guantazo a la camarera que la iba a dejar sin cabeza así que antes de que dejara caer su mano atrapé su muñeca deteniendo ese baile ante el disgusto de las damas.
Tiré de ella subiéndola a la mesa conmigo, sus replicas gritadas contra mis labios hicieron que me encendiera.
Los dos íbamos muy borrachos, colocados y joder yo solo quería que ella me viera, me importaban una mierda todas esas pero ella era una loba orgullosa incapaz de darse cuneta y ver mas allá de lo que tenia frente a sus narices.
-Tanto insistes en que me busque un Harén que la final parece que he de obedecer ¿no era eso lo que querías mujer?
Ella rugía con los ojos color mostaza, como si en esta vida nada mas importaba que el reto que nos lanzábamos a cada momento.
-Estábamos ahí, juntos, cerca ,y has tenido que bacilarme ¿crees que eres la única con capacidad de jugar duro?
Sus siguientes palabras me hicieron gruñir contra su boca, cada vez mas cerca la distancia que enfrentaba nuestros rostros era ínfima.
-Si otros te miran les arranco la cabeza ¿lo entiendes? -rugí desafiante.
Iba demasiado borracho para mentir, así que no solo fui sincero si no que mis actos precedieron a un gruñido que murió contra su boca.
Colisioné contra sus labios como el mar bravo contra las rocas, un beso que rudo intentó arrasar con todo y que a cambio se llevó un guantazo que me giró la cara y que hizo que todas las mujeres enmudecieran en el acto.
De un saltó bajo de la mesa, rugí cabreado siguiéndola hacia el exterior, allí la tomé por la muñeca girándola para que me mirara.
-¡No vas a dejarme así! -gruñí sin soltarla.
Mi pecho subía y bajaba preso del frenesí mientras nuestras miradas se desafiaban.
Fue en ese instante cuando el gilipollas del lobo que parecía la seguía como un perro a todas partes se metió en medio.
Siempre tan correcto me dijo que había bebido mucho y que mejor si me largaba a casa.
-¿Y eso lo dices tu? Que pretendes quedarte con ella gilipollas, largo, esta conmigo. -le espeté dándole un empujón para apartarlo del medio.
Era un licantropo y aguantó la primera embestida, no así le puñetazo que lo tumbo.
Sus ojos amarillearon alzándose esta vez para lanzarse sobre mi cayendo ambos dándonos golpes al suelo.
Tiré de ella subiéndola a la mesa conmigo, sus replicas gritadas contra mis labios hicieron que me encendiera.
Los dos íbamos muy borrachos, colocados y joder yo solo quería que ella me viera, me importaban una mierda todas esas pero ella era una loba orgullosa incapaz de darse cuneta y ver mas allá de lo que tenia frente a sus narices.
-Tanto insistes en que me busque un Harén que la final parece que he de obedecer ¿no era eso lo que querías mujer?
Ella rugía con los ojos color mostaza, como si en esta vida nada mas importaba que el reto que nos lanzábamos a cada momento.
-Estábamos ahí, juntos, cerca ,y has tenido que bacilarme ¿crees que eres la única con capacidad de jugar duro?
Sus siguientes palabras me hicieron gruñir contra su boca, cada vez mas cerca la distancia que enfrentaba nuestros rostros era ínfima.
-Si otros te miran les arranco la cabeza ¿lo entiendes? -rugí desafiante.
Iba demasiado borracho para mentir, así que no solo fui sincero si no que mis actos precedieron a un gruñido que murió contra su boca.
Colisioné contra sus labios como el mar bravo contra las rocas, un beso que rudo intentó arrasar con todo y que a cambio se llevó un guantazo que me giró la cara y que hizo que todas las mujeres enmudecieran en el acto.
De un saltó bajo de la mesa, rugí cabreado siguiéndola hacia el exterior, allí la tomé por la muñeca girándola para que me mirara.
-¡No vas a dejarme así! -gruñí sin soltarla.
Mi pecho subía y bajaba preso del frenesí mientras nuestras miradas se desafiaban.
Fue en ese instante cuando el gilipollas del lobo que parecía la seguía como un perro a todas partes se metió en medio.
Siempre tan correcto me dijo que había bebido mucho y que mejor si me largaba a casa.
-¿Y eso lo dices tu? Que pretendes quedarte con ella gilipollas, largo, esta conmigo. -le espeté dándole un empujón para apartarlo del medio.
Era un licantropo y aguantó la primera embestida, no así le puñetazo que lo tumbo.
Sus ojos amarillearon alzándose esta vez para lanzarse sobre mi cayendo ambos dándonos golpes al suelo.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Aquella maldita camarera me había sacado de mis casillas cuando me preguntó que quién era yo para decirles que se largaran, pero sobre todo, que me diera ese pequeño empujón que hizo que mí ya nula paciencia se truncara y que levantara mi mano con la intención de darle un puñetazo, además quería arrancarle la cabeza de su cuerpo y que así dejara de hablar y de molestarme tanto porque al final se la estaba cargando, fue Tarik quien me paró de pegarle y tiró de mi muñeca con fuerza para subirme frente a él parando así todo baile que estuviera haciendo para el disgusto de las demás mujeres y para mí suerte, aunque eso no aliviaría la rabia que llevaba dentro y el enfado que me carcomía. Íbamos algo borrachos, habíamos fumado y el cambio cerca de mi cuerpo en lobo por la influencia de la luna llena que se daría la siguiente noche hacía que todo mi cuerpo y mis emociones estuvieran a flor piel, no había otro modo mejor de decirlo ni de explicarlo porque era exactamente así. Había comprobado que los días previos, pero especialmente la noche de antes, todo me afectaba el doble o el triple de cómo estuviera yo y teniendo en cuenta el humor que yo tenía no era nada bueno esos días que precedían a la luna llena. Mis ojos se quedaron fijos en los de Tarik y mis palabras salieron solas, ni siquiera pensé qué era lo que estaba diciendo en esos momentos y actué más por la rabia, por la ira, por estar enervada, a punto de estallar... por ese juego que nos traíamos siempre Tarik y yo y que a veces me pasaba más factura de la que quisiera reconocer a simple vista, algo que jamás le diría y que no saldría de mis labios.
Sí, le reproché lo que había hecho en la taberna y no solo eso sino que además le reproché que no era quién para juzgar lo que hubiera podido pasar porque él tampoco es que fuera un santo en ese sentido, solo había que recordar que se había peleado con aquel joven cuando este no había hecho nada, él sin embargo se había subido en la mesa a bailar, había llamado la atención de todas para que se acercaran y con total descaro había dicho que incluso podían escribirle su nombre y su dirección, ¡cómo si fuera a dejarlas hacer eso! Mi respiración moría contra sus labios chocando de forma ruda contra estos, estaba al borde y en el límite en esos momentos y quizás estallara y no para bien precisamente. Gruñí cuando me dijo que yo insistía tanto con el harén que según él parecía que tenía que obedecer, se atrevió a preguntarme con todo el descaro del mundo que si no era eso lo que yo quería... por Odín, ¡claro que no quería que se buscara un maldito harén de mujeres! Las despedazaría antes siquiera de que pudieran tocarlo o rozarle tan siquiera, no lo consentiría como sabía que él tampoco consentiría ciertas cosas sobre mi persona y lo había dejado más que claro. Mis ojos mostraban el color ámbar, indicador de que estaba en el borde y de que estaba tremendamente enfadada, algo que él sabía porque no era la primera vez que me veía de esa forma. No me gustó que me dijera que habíamos estado sobre los cojines, juntos y cerca, y que yo le había vacilado... ¿acaso no me vacilaba él constantemente? Claro que lo hacía, era parte de ese juego peligroso y tóxico que nos traíamos entre manos.
-No estaba jugando duro cuando te he pedido que me bailaras, por Odín, ¡tú me había pedido exactamente lo mismo! Salvo que yo no he llamado la atención de los presentes en la sala para que me miraran y se acercaran a dejar sus direcciones en mi piel con tinta -¿quería jugar duro? Entonces empezaría a jugar duro yo también porque le había pedido un maldito y jodido baile, pero su acción no era más que un indicador del carácter que tenía, en muchas ocasiones, tan parecido al mío. Acortábamos la distancia cada vez que hablábamos y ahora nuestros labios se rozaron, sus palabras salieron en mitad de un gruñido cuando aseguró que si otro osaba mirarme le arrancaría la cabeza... y yo me lo creí, porque no había mentira en ninguna de las palabras que pronunció. Eso hizo que gruñera de nuevo ahora ya prácticamente con nuestros rostros pegados, pero no me esperé para nada que su boca colisionara de esa forma contra la mía, salvaje y ruda, gruñí en el beso y por un momento me vi tentada a dejarme llevar... por Odín, ese hombre pretendía acabar con la poca cordura que me quedaba en ese momento. En otra ocasión, quizás hasta en otro día que no fuera ese, le habría correspondido, hubiera hundido mis dedos en su pelo y lo hubiera acercado más a mí... pero justo en el momento y en el lugar que nos encontrábamos, con todo bullendo en mi interior a punto de estallar... me separé y mi mano rauda le cruzó la cara haciendo que el lugar enmudeciera. Mi respiración agitada lo decía todo, mis ojos brillando al máximo y yo sintiendo que necesitaba de aire porque aquello se me quedaba pequeño y parecía que me asfixiaba ahí dentro. Bajé de la mesa y me encaminé hacia la salida dejando que la brisa llenara mis pulmones mientras notaba que algo en mi interior quemaba, dolía y estaba a punto de estallar. Su mano en mi muñeca paró mi avance e hizo que me girara para gruñirme que no iba a dejarlo así, pero no entendía que necesitaba despejarme y liberar esa opresión que sentía en mi interior y que me empujaba hacia abajo sin poder evitarlo, nuestros ojos anclados de nuevo en otro desafío más como si no pudiéramos evitar, por mucho que quisiéramos, ese desafío que nos atenazaba por completo. Iba a responderle cuando otra presencia se metió por el medio a separarnos, reconocí el aura de aquel lobo y que era Fred y fruncí el ceño sin saber qué hacía allí y que era demasiada casualidad, nos separó a ambos y le dijo que había bebido mucho y que se fuera a casa- Fred –dije a modo de advertencia porque no debía de meterse por medio en lo que Tarik y yo tuviéramos, era cosa nuestra. Pero a él no pareció gustarle su interrupción ni sus palabras, le acusó de que quería quedarse a solas conmigo, lo insultó y le dijo que se largara dándole un empujón, fui a decir algo pero el puño se estampó en el rostro de Fred que lo lanzó al suelo y sus ojos cambiaron enseguida a unos ámbar- Fred –lo llamé para que no hiciera nada y cuando fui a acercarme a él ya se había lanzado contra el egipcio haciendo que los dos cayeran al suelo pegándose, y eso me cabreó- joder, ¡parad de una vez los dos! –dije acercándome hacia ellos mientras seguían pegándose, me metí por el medio a separar mientras les pedía que pararan pero ninguno de los dos me hacía caso alguno y los golpes se sucedían- ¡qué paréis de una puta vez! –Me colé entre medio de ambos para poner algo de distancia y que no se pegaran y, como consecuencia, recibí yo uno de los golpes que me dio en toda la nariz y que hizo que me cayera hacia uno de los lados. Gruñí por el golpe aunque al menos eso había hecho que los dos pararan de pelearse, me incorporé cabreada a más no poder y llevé mi mano a la nariz para notar que la sangre caía cálida por ella, mis ojos subieron a los dos para mirarlos, no sabía quién me había dado y la verdad es que me importaba una mierda quién hubiera sido, solo quería que parasen. Ellos no estaban mejor que yo y presentaban heridas en sus rostros y sangre- no sé a qué jugáis los dos, pero dejadlo de una puta vez –Fred se acercó para intentar mirar mi herida y me aparté para que no me tocara- entérate de una maldita vez; no quiero nada que ver con tú jodida manada, soy una loba solitaria que ya tiene a su familia y que no necesita nada más. Deja de seguirme, deja de controlarme en todas partes y deja de pedirme que me una a tu manada porque eso te garantizo que no pasará –él intentó dar un paso pero le gruñí cabreada- lárgate –le dije esperando a que lo hiciera, cuando no se movió fui yo quien lo empujo con fuerza- ¡que te largues! –me miró tras mis palabras y luego miró al vikingo antes de alejarse limpiándose la sangre de su herida, fue entonces que mis ojos se clavaron en los del vikingo de forma fija, como dos dagas. No dije nada y acorté la distancia hasta quedar delante de él, tenía una ceja partida, le sangraba el labio y le saldría un moratón en uno de los lados- ni te muevas –dije para entrar de nuevo al local y coger algo de alcohol y algo para limpiarnos las heridas, salí de nuevo y tomé su mano enredándola con la mía- vámonos de aquí –sabía que estaba cabreado conmigo por lo que había pasado, y esa noche se nos había ido de las manos por completo y habíamos acabado de esa forma, tiré de él hasta que llegamos a la playa que estaba cerca de aquel lugar y bajé por las escaleras que daban a la arena y no paré hasta que quedamos cerca de la orilla, me giré para contemplarlo bajo la luz de la luna que brillaba con fuerza e hice que se sentara para curarle- déjame que te cure –yo tenía la herida de la nariz pero la mía se curaría mucho más rápido que las suyas- estoy bien –dije aunque no lo preguntó, quizás porque podría sentirse culpable por haber resultado herida pero no había sido culpa suya. Mojé la gasa con el alcohol y limpié las heridas de su labio y de su ceja cogiendo su rostro con mis manos, sentía su mirada fija en mí en todo momento y por cómo apretaba la mandíbula sabía lo enfadado que estaba en esos momentos, quizás por todo en general. Una vez con sus heridas limpias pasé otra gasa por la nariz y quité los restos de sangre de mi piel, aquello no tardaría en cerrar. Me dejé caer sentándome a horcajadas sobre él y mis dedos recorrieron una de sus mejillas donde le saldría un moratón en ese costado y mis ojos fueron a los suyos- ¿qué estamos haciendo, Tarik?
Sí, le reproché lo que había hecho en la taberna y no solo eso sino que además le reproché que no era quién para juzgar lo que hubiera podido pasar porque él tampoco es que fuera un santo en ese sentido, solo había que recordar que se había peleado con aquel joven cuando este no había hecho nada, él sin embargo se había subido en la mesa a bailar, había llamado la atención de todas para que se acercaran y con total descaro había dicho que incluso podían escribirle su nombre y su dirección, ¡cómo si fuera a dejarlas hacer eso! Mi respiración moría contra sus labios chocando de forma ruda contra estos, estaba al borde y en el límite en esos momentos y quizás estallara y no para bien precisamente. Gruñí cuando me dijo que yo insistía tanto con el harén que según él parecía que tenía que obedecer, se atrevió a preguntarme con todo el descaro del mundo que si no era eso lo que yo quería... por Odín, ¡claro que no quería que se buscara un maldito harén de mujeres! Las despedazaría antes siquiera de que pudieran tocarlo o rozarle tan siquiera, no lo consentiría como sabía que él tampoco consentiría ciertas cosas sobre mi persona y lo había dejado más que claro. Mis ojos mostraban el color ámbar, indicador de que estaba en el borde y de que estaba tremendamente enfadada, algo que él sabía porque no era la primera vez que me veía de esa forma. No me gustó que me dijera que habíamos estado sobre los cojines, juntos y cerca, y que yo le había vacilado... ¿acaso no me vacilaba él constantemente? Claro que lo hacía, era parte de ese juego peligroso y tóxico que nos traíamos entre manos.
-No estaba jugando duro cuando te he pedido que me bailaras, por Odín, ¡tú me había pedido exactamente lo mismo! Salvo que yo no he llamado la atención de los presentes en la sala para que me miraran y se acercaran a dejar sus direcciones en mi piel con tinta -¿quería jugar duro? Entonces empezaría a jugar duro yo también porque le había pedido un maldito y jodido baile, pero su acción no era más que un indicador del carácter que tenía, en muchas ocasiones, tan parecido al mío. Acortábamos la distancia cada vez que hablábamos y ahora nuestros labios se rozaron, sus palabras salieron en mitad de un gruñido cuando aseguró que si otro osaba mirarme le arrancaría la cabeza... y yo me lo creí, porque no había mentira en ninguna de las palabras que pronunció. Eso hizo que gruñera de nuevo ahora ya prácticamente con nuestros rostros pegados, pero no me esperé para nada que su boca colisionara de esa forma contra la mía, salvaje y ruda, gruñí en el beso y por un momento me vi tentada a dejarme llevar... por Odín, ese hombre pretendía acabar con la poca cordura que me quedaba en ese momento. En otra ocasión, quizás hasta en otro día que no fuera ese, le habría correspondido, hubiera hundido mis dedos en su pelo y lo hubiera acercado más a mí... pero justo en el momento y en el lugar que nos encontrábamos, con todo bullendo en mi interior a punto de estallar... me separé y mi mano rauda le cruzó la cara haciendo que el lugar enmudeciera. Mi respiración agitada lo decía todo, mis ojos brillando al máximo y yo sintiendo que necesitaba de aire porque aquello se me quedaba pequeño y parecía que me asfixiaba ahí dentro. Bajé de la mesa y me encaminé hacia la salida dejando que la brisa llenara mis pulmones mientras notaba que algo en mi interior quemaba, dolía y estaba a punto de estallar. Su mano en mi muñeca paró mi avance e hizo que me girara para gruñirme que no iba a dejarlo así, pero no entendía que necesitaba despejarme y liberar esa opresión que sentía en mi interior y que me empujaba hacia abajo sin poder evitarlo, nuestros ojos anclados de nuevo en otro desafío más como si no pudiéramos evitar, por mucho que quisiéramos, ese desafío que nos atenazaba por completo. Iba a responderle cuando otra presencia se metió por el medio a separarnos, reconocí el aura de aquel lobo y que era Fred y fruncí el ceño sin saber qué hacía allí y que era demasiada casualidad, nos separó a ambos y le dijo que había bebido mucho y que se fuera a casa- Fred –dije a modo de advertencia porque no debía de meterse por medio en lo que Tarik y yo tuviéramos, era cosa nuestra. Pero a él no pareció gustarle su interrupción ni sus palabras, le acusó de que quería quedarse a solas conmigo, lo insultó y le dijo que se largara dándole un empujón, fui a decir algo pero el puño se estampó en el rostro de Fred que lo lanzó al suelo y sus ojos cambiaron enseguida a unos ámbar- Fred –lo llamé para que no hiciera nada y cuando fui a acercarme a él ya se había lanzado contra el egipcio haciendo que los dos cayeran al suelo pegándose, y eso me cabreó- joder, ¡parad de una vez los dos! –dije acercándome hacia ellos mientras seguían pegándose, me metí por el medio a separar mientras les pedía que pararan pero ninguno de los dos me hacía caso alguno y los golpes se sucedían- ¡qué paréis de una puta vez! –Me colé entre medio de ambos para poner algo de distancia y que no se pegaran y, como consecuencia, recibí yo uno de los golpes que me dio en toda la nariz y que hizo que me cayera hacia uno de los lados. Gruñí por el golpe aunque al menos eso había hecho que los dos pararan de pelearse, me incorporé cabreada a más no poder y llevé mi mano a la nariz para notar que la sangre caía cálida por ella, mis ojos subieron a los dos para mirarlos, no sabía quién me había dado y la verdad es que me importaba una mierda quién hubiera sido, solo quería que parasen. Ellos no estaban mejor que yo y presentaban heridas en sus rostros y sangre- no sé a qué jugáis los dos, pero dejadlo de una puta vez –Fred se acercó para intentar mirar mi herida y me aparté para que no me tocara- entérate de una maldita vez; no quiero nada que ver con tú jodida manada, soy una loba solitaria que ya tiene a su familia y que no necesita nada más. Deja de seguirme, deja de controlarme en todas partes y deja de pedirme que me una a tu manada porque eso te garantizo que no pasará –él intentó dar un paso pero le gruñí cabreada- lárgate –le dije esperando a que lo hiciera, cuando no se movió fui yo quien lo empujo con fuerza- ¡que te largues! –me miró tras mis palabras y luego miró al vikingo antes de alejarse limpiándose la sangre de su herida, fue entonces que mis ojos se clavaron en los del vikingo de forma fija, como dos dagas. No dije nada y acorté la distancia hasta quedar delante de él, tenía una ceja partida, le sangraba el labio y le saldría un moratón en uno de los lados- ni te muevas –dije para entrar de nuevo al local y coger algo de alcohol y algo para limpiarnos las heridas, salí de nuevo y tomé su mano enredándola con la mía- vámonos de aquí –sabía que estaba cabreado conmigo por lo que había pasado, y esa noche se nos había ido de las manos por completo y habíamos acabado de esa forma, tiré de él hasta que llegamos a la playa que estaba cerca de aquel lugar y bajé por las escaleras que daban a la arena y no paré hasta que quedamos cerca de la orilla, me giré para contemplarlo bajo la luz de la luna que brillaba con fuerza e hice que se sentara para curarle- déjame que te cure –yo tenía la herida de la nariz pero la mía se curaría mucho más rápido que las suyas- estoy bien –dije aunque no lo preguntó, quizás porque podría sentirse culpable por haber resultado herida pero no había sido culpa suya. Mojé la gasa con el alcohol y limpié las heridas de su labio y de su ceja cogiendo su rostro con mis manos, sentía su mirada fija en mí en todo momento y por cómo apretaba la mandíbula sabía lo enfadado que estaba en esos momentos, quizás por todo en general. Una vez con sus heridas limpias pasé otra gasa por la nariz y quité los restos de sangre de mi piel, aquello no tardaría en cerrar. Me dejé caer sentándome a horcajadas sobre él y mis dedos recorrieron una de sus mejillas donde le saldría un moratón en ese costado y mis ojos fueron a los suyos- ¿qué estamos haciendo, Tarik?
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
La loba trató de pararnos, peor la pelea era cuenta, uno y otro cegados en los puñetazos que nos dábamos, enervados posiblemente porque teníamos redecillas pendientes que sin duda tenían que ver con la mujer que nos gritaba llena de rabia.
Ante nuestra impasibilidad por su petición se metió entre los dos llevándose un codazo de no se bien quien le dio pues estábamos tan encendidos en ese instante que ni siquiera nos percatamos hasta escuchar su queja.
Nos detuvimos de inmediato buscándola con la mirada.
Fue el lobo el que se alzó para cuidar de ella, por detrás se escuchó mi gruñido, uno que fue amortiguado por el de la loba que con los ojos ambarinos lo detuvo pidiéndole que se largara de allí.
Los intentos del lobo chocaron con mi cuerpo que se interpuso entre ambos dispuesto de ser necesario a mas guerra.
-Largó -dije con todos los músculos de mi cuerpo tensos, tenia ganas de matarlo a puñetazos, lo habría hecho si la loba no se hubiera metido en medio.
El hombre se largó y la loba rauda busco mi rostro para ver las heridas que tenia.
Un manotazo apartó su mano de mi labios, yo era orgulloso y no estaba dispuesto a aparentar débil ante sus ojos ¿acaso el otro gilipollas había quedado mejor que yo? Lo hubiera matado a golpes.
La loba bufó y tras decirme que me esperará allí, se largo de nuevo hacia dentro mientras mi pecho subía y bajaba con sendos puños apretados a los lados de mi cuerpo.
¿Que no me moviera? La llevaba clara.
Empecé a caminar para pirarme de allí cuando la loba me alcanzó con cara de malas pulgas y tomó mi mano en silencio con una botella en su mano y tirando de mi hacia la playa.
Sin hablar la dejé hacer, básicamente porque iba tan ciega como yo y no quería dejarla sola.
Era consciente de que podía cuidarse, pero, yo la cuidaba mejor.
Llegamos paseando en silencio a la playa con los dedos entrelazados y un cabreo por mi parte épico. Nos acercamos a la orilla del mar y nos dejamos caer sobre la arena.
Mis ojos se desviaron hacia el horizonte, mi mandibula estaba tensa y el silencio que mantenía dejaba claro el cabreo que llevaba encima.
Kaira cogió mi rostro entre sus manos, con un paño mojó mis heridas curandolas despacio, me dejé hacer buscando sus ojos, los deslicé hasta la sangre seca que tenia sobre su labio.
-Para joder -dije apartando su mano de mi labio.
Deslicé mi dedo por la sangre reseca, quitandosela para ver que se había curado.
Se dejo caer a horcajadas sobre mi, mi hombría reaccionó de inmediato creciendo hasta presionar su centro. Nos miramos fijamente, mas cuando me preguntó esa estupidez.
-Pelearnos sin parar -aseguré malhumorado dejando que mi respiración pesada chocara contra sus labios -es tu culpa -aseguré.
Vale, también la tenía yo pero eso no lo iba a reconocer, el juego se nos iba de las manos y joder, estaba tan borracho y tan cabreado.
Sus dedos recorrían mi mejilla, nos mirábamos en silencio conscientes de como la cagábamos sin parar.
No podía evitarlo, cada vez estábamos mas cerca, una de mis manos enredada en el pelo de su nuca, la otra rodeaba su cintura, la atraje mas contra mi, al tiempo que el baile de miradas de ojos y labios se perdían entre ambos.
Mi frente contra la suya, como cíclopes nos observamos en silencio, incapaces de decir nada para no cagarla.
-me merezco un masaje -dije finalmente acariciando su nariz contra la mía. El aliento bañado en alcohol chocaba frente a nuestras bocas – me cabreas mucho -dije con la voz ronca contra sus labios.
Ante nuestra impasibilidad por su petición se metió entre los dos llevándose un codazo de no se bien quien le dio pues estábamos tan encendidos en ese instante que ni siquiera nos percatamos hasta escuchar su queja.
Nos detuvimos de inmediato buscándola con la mirada.
Fue el lobo el que se alzó para cuidar de ella, por detrás se escuchó mi gruñido, uno que fue amortiguado por el de la loba que con los ojos ambarinos lo detuvo pidiéndole que se largara de allí.
Los intentos del lobo chocaron con mi cuerpo que se interpuso entre ambos dispuesto de ser necesario a mas guerra.
-Largó -dije con todos los músculos de mi cuerpo tensos, tenia ganas de matarlo a puñetazos, lo habría hecho si la loba no se hubiera metido en medio.
El hombre se largó y la loba rauda busco mi rostro para ver las heridas que tenia.
Un manotazo apartó su mano de mi labios, yo era orgulloso y no estaba dispuesto a aparentar débil ante sus ojos ¿acaso el otro gilipollas había quedado mejor que yo? Lo hubiera matado a golpes.
La loba bufó y tras decirme que me esperará allí, se largo de nuevo hacia dentro mientras mi pecho subía y bajaba con sendos puños apretados a los lados de mi cuerpo.
¿Que no me moviera? La llevaba clara.
Empecé a caminar para pirarme de allí cuando la loba me alcanzó con cara de malas pulgas y tomó mi mano en silencio con una botella en su mano y tirando de mi hacia la playa.
Sin hablar la dejé hacer, básicamente porque iba tan ciega como yo y no quería dejarla sola.
Era consciente de que podía cuidarse, pero, yo la cuidaba mejor.
Llegamos paseando en silencio a la playa con los dedos entrelazados y un cabreo por mi parte épico. Nos acercamos a la orilla del mar y nos dejamos caer sobre la arena.
Mis ojos se desviaron hacia el horizonte, mi mandibula estaba tensa y el silencio que mantenía dejaba claro el cabreo que llevaba encima.
Kaira cogió mi rostro entre sus manos, con un paño mojó mis heridas curandolas despacio, me dejé hacer buscando sus ojos, los deslicé hasta la sangre seca que tenia sobre su labio.
-Para joder -dije apartando su mano de mi labio.
Deslicé mi dedo por la sangre reseca, quitandosela para ver que se había curado.
Se dejo caer a horcajadas sobre mi, mi hombría reaccionó de inmediato creciendo hasta presionar su centro. Nos miramos fijamente, mas cuando me preguntó esa estupidez.
-Pelearnos sin parar -aseguré malhumorado dejando que mi respiración pesada chocara contra sus labios -es tu culpa -aseguré.
Vale, también la tenía yo pero eso no lo iba a reconocer, el juego se nos iba de las manos y joder, estaba tan borracho y tan cabreado.
Sus dedos recorrían mi mejilla, nos mirábamos en silencio conscientes de como la cagábamos sin parar.
No podía evitarlo, cada vez estábamos mas cerca, una de mis manos enredada en el pelo de su nuca, la otra rodeaba su cintura, la atraje mas contra mi, al tiempo que el baile de miradas de ojos y labios se perdían entre ambos.
Mi frente contra la suya, como cíclopes nos observamos en silencio, incapaces de decir nada para no cagarla.
-me merezco un masaje -dije finalmente acariciando su nariz contra la mía. El aliento bañado en alcohol chocaba frente a nuestras bocas – me cabreas mucho -dije con la voz ronca contra sus labios.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Fred parecía que había entendido que no quería que se quedara por allí y aunque mis palabras pudieron sonar duras eran ciertas, todas ellas, porque no quería que me siguiera a todos lados, que me controlara y que saliera a defenderme en temas que ni le iban ni le venían, porque no tenía nada que ver con él o con que quisiera unirme a su manada. Apreciaba que hubiera contado conmigo para ello al saber que no tenía manada, pero después de tanto tiempo me había acostumbrado a ser una loba solitaria y dudaba muchísimo que obedeciera a alguien como mi alfa por mucho que estuviera en nuestra jerarquía, yo no era así, yo no había nacido para vivir en una manada y regirme por unas normas que dictaba un alfa y que debía de acatar como si fuera mi credo, habían pasado algo más de diez años desde aquel incidente en el bosque en el que me había convertido en loba y desde entonces tenía a mi familia, que era como mi manada aunque ninguno de ellos pasara por lo que yo sufría cada luna llena, pero habían estado ahí en todo momento y era lo que a mí me importaba, era lo que yo miraba porque era precisamente lo que siempre quise: una familia unida. Con los Cannif lo tenía desde que nos acogieron a mi madre y a mí, desde que perdimos a nuestro padre y nos mudamos a París se convirtieron en nuestra familia, en parte de nuestro hogar, y así había sido durante todos aquellos años. No quería una manada, no me iba a sentir bien con una manada y prefería seguir como estaba... seguramente hubieran más personas que vagaban sin manada y que necesitaran estar en una, Fred debía de preocuparse más por esas personas que por mí cuando ya me había negado por activa y por pasiva, pero no era tonta, también me había fijado en la forma que tenía de mirarme, la forma que tenía de buscarme y de intentar tocarme cuando me encontraba él y aunque siempre había rehuido su contacto sabía por qué lo hacía sin necesidad de preguntar. Quizás por eso la pelea que habían tenido los dos había sido mucho más cruenta de lo normal, Tarik iba algo borracho y no le había gustado que le dijeran lo que tenía que hacer, no lo soportaba de sus padres mucho menos de alguien como Fred.
Se interpuso entre Fred y yo cuando este intentó ver cómo tenía la herida y le gruñó, aunque mi gruñido acalló al suyo, y le exigió que se largara, miré a Fred y le pedí que se marchara y al final me tocó empujarlo para que entrara en razón y nos dejara a solas. Me sangraba la nariz y él estaba herido, mis ojos buscaron los suyos y cuando mi mano alcanzó su rostro la apartó de un manotazo que me hizo fruncir el ceño, sabía que no le gustaba verse débil y aunque Fred también estaba herido me importaba mucho más Tarik que él, solo quería curar sus heridas y ver que estaba bien, era lo único que me importaba en esos momentos. Le pedí que se quedara quieto donde estaba para ir a buscar algo de alcohol y cuando salí con la botella había echado a andar, bufé por su comportamiento y corrí en su dirección hasta alcanzarlo, tomé su mano con la mía y tiré de él hasta la playa los dos en completo silencio sin decir nada, cabreados y enfadados porque conocía los gestos del vikingo y sabía que estaba muy, muy cabreado por lo que había pasado. Caminamos por la arena con los dedos entrelazados hasta llegar a la orilla y nos sentamos escuchando el sonido de las olas del mar y de como este llegaba hasta la orilla, corría una leve brisa y tras mirar la luna faltándole una pequeña porción para ser luna llena cogí el rostro para verlo y curarlo, al principio me dejó sintiendo sus ojos fijos en los míos pero acabó apartándome para que dejara de curarlo y se centró en la herida que tenía, ya había dejado de sangrar y no me preocupaba, comprobó que la sangre que tenía estaba seca y la limpió con una gasa mientras yo lo observaba de manera fija y detenida.
Fue entonces que me senté sin que se lo esperaba sobre él a horcajadas, nuestros cuerpos pegados y pude notar sin mucha necesidad de que él me lo dijera su miembro presionando contra mi centro, mordí mi labio de manera inconsciente y lo miré a los ojos sin saber muy bien a qué jugábamos los dos pero se nos había ido de las manos, esa noche se nos había ido por completo y los dos habíamos pagado las consecuencias, siempre terminábamos envueltos en algún lío y esa noche no fue muy distinta ni diferente de la anterior. Sus palabras llevan toda la maldita razón, no parábamos de pelearnos y podía notar su tono enfadado por ello, sentía su respiración dar contra mis labios y fruncí el ceño cuando dijo que era mi culpa, ¿mí culpa? Más bien era la culpa de los dos porque siempre estábamos igual, esa noche había empezado él en la taberna y yo no había ayudado mucho en aquel local pero los dos estábamos a la misma par, claro que sabía que él no iba a reconocerlo y echarse la culpa por encima porque eso era algo que nunca lo hacía, siempre escurría el bulto y que pagaran el pato los demás. Mis dedos recorrían su rostro incapaz de quedarme quieta en esos momentos teniéndolo tan cerca mientras nos mirábamos en silencio, sabíamos lo que estábamos pensando y quizás era mejor quedarnos callados que no volver a cagarla como habíamos hecho los dos. Éramos como dos imanes: nos atraíamos y nos repelíamos constantemente, ahora nos atraíamos de forma inevitable, nos acercábamos cada vez más y su mano subió hasta mi pelo para tomarlo en un puño casi de una forma dominante y posesiva que tenía ese hombre, su brazo rodeó mi cintura y jadeé contra sus labios cuando me acercó más contra su pecho, pretendía volverme loca y lo peor es que lo lograba. Mis ojos iban de sus ojos a sus labios y él hacía exactamente lo mismo con los míos, los abrí ligeramente para sentir su aliento en ellos, su frente se pegó a la mía sin dejar de mirarnos como si solo existiéramos nosotros, como si todo lo demás no estuviera, solo nosotros dos. Reí cuando me dijo que se merecía un masaje por su tremenda desfachatez, su nariz rozaba la mía y nuestros alientos se mezclaban, me aseguró con la voz ronca que le cabreaba mucho y me mordí el labio.
-Y tú me enervas y me sacas de mis casillas –contraataqué con mis palabras en un tono bajo, mi mano recorrió su pecho y la otra rodeó su espalda deslizándose por esta, tenía la camisa abierta y mis dedos recorrían cada facción de su pecho, notando cada músculo bajo mis yemas, el latido de su corazón bajo mi palma- no has ganado para pedirme que te de un masaje, Tarik –le recordé rozando mis labios con los suyos, el alcohol hacía estragos pero sobre todo era el opio lo que más nos hacía en esos momentos- habría matado a cualquiera que se hubiera atrevido osar poner una maldita letra en tu cuerpo, la habría matado sin contemplación alguna –reconocí soltándose la lengua quizás por el opio, quizás por el alcohol que habíamos bebido. Nos miramos de forma fija y mis ojos brillaron con fuerza ante mis palabras, exhalé mi aliento sobre sus labios notando mi cuerpo arder y no por mi condición de loba ni por lo que habíamos tomado, era el efecto que Tarik tenía en mí cada vez que estaba cerca de él- me importa una mierda Fred y su jodida manada, vosotros sois mi familia y todo lo que se salga de ahí es irrelevante... y eso quiero que te quede muy claro –era totalmente cierto y verdad, tenía muy claras las cosas y esa era una de ellas. Ladeé un poco el rostro subiendo ahora mis dedos para dejarlos en su nuca- ¿sabes lo que deberías de decirme ahora? –Sonreí de lado y acerqué mis labios a los suyos- “pídeme lo que quieras” –mis ojos contemplaron sus labios- porque no ha acabado la noche y sigues siendo mío –los subí para mirarle ante lo que bien podría significar aquello, mi cadera se movió sobre la suya arrancándome un jadeo que murió contra sus labios, lamí su inferior probando su sabor y sentí que el agarre de mi cintura se hacía más fuerte. Que los dos nos deseábamos era algo innegable, era una atracción que ninguno de los dos podía controlar- báñate conmigo, los dos solos –colé una de mis manos por su camisa- desnudos –acabé mirándole de forma fija, como si fuera un reto pero no lo era, era un deseo propio.
Se interpuso entre Fred y yo cuando este intentó ver cómo tenía la herida y le gruñó, aunque mi gruñido acalló al suyo, y le exigió que se largara, miré a Fred y le pedí que se marchara y al final me tocó empujarlo para que entrara en razón y nos dejara a solas. Me sangraba la nariz y él estaba herido, mis ojos buscaron los suyos y cuando mi mano alcanzó su rostro la apartó de un manotazo que me hizo fruncir el ceño, sabía que no le gustaba verse débil y aunque Fred también estaba herido me importaba mucho más Tarik que él, solo quería curar sus heridas y ver que estaba bien, era lo único que me importaba en esos momentos. Le pedí que se quedara quieto donde estaba para ir a buscar algo de alcohol y cuando salí con la botella había echado a andar, bufé por su comportamiento y corrí en su dirección hasta alcanzarlo, tomé su mano con la mía y tiré de él hasta la playa los dos en completo silencio sin decir nada, cabreados y enfadados porque conocía los gestos del vikingo y sabía que estaba muy, muy cabreado por lo que había pasado. Caminamos por la arena con los dedos entrelazados hasta llegar a la orilla y nos sentamos escuchando el sonido de las olas del mar y de como este llegaba hasta la orilla, corría una leve brisa y tras mirar la luna faltándole una pequeña porción para ser luna llena cogí el rostro para verlo y curarlo, al principio me dejó sintiendo sus ojos fijos en los míos pero acabó apartándome para que dejara de curarlo y se centró en la herida que tenía, ya había dejado de sangrar y no me preocupaba, comprobó que la sangre que tenía estaba seca y la limpió con una gasa mientras yo lo observaba de manera fija y detenida.
Fue entonces que me senté sin que se lo esperaba sobre él a horcajadas, nuestros cuerpos pegados y pude notar sin mucha necesidad de que él me lo dijera su miembro presionando contra mi centro, mordí mi labio de manera inconsciente y lo miré a los ojos sin saber muy bien a qué jugábamos los dos pero se nos había ido de las manos, esa noche se nos había ido por completo y los dos habíamos pagado las consecuencias, siempre terminábamos envueltos en algún lío y esa noche no fue muy distinta ni diferente de la anterior. Sus palabras llevan toda la maldita razón, no parábamos de pelearnos y podía notar su tono enfadado por ello, sentía su respiración dar contra mis labios y fruncí el ceño cuando dijo que era mi culpa, ¿mí culpa? Más bien era la culpa de los dos porque siempre estábamos igual, esa noche había empezado él en la taberna y yo no había ayudado mucho en aquel local pero los dos estábamos a la misma par, claro que sabía que él no iba a reconocerlo y echarse la culpa por encima porque eso era algo que nunca lo hacía, siempre escurría el bulto y que pagaran el pato los demás. Mis dedos recorrían su rostro incapaz de quedarme quieta en esos momentos teniéndolo tan cerca mientras nos mirábamos en silencio, sabíamos lo que estábamos pensando y quizás era mejor quedarnos callados que no volver a cagarla como habíamos hecho los dos. Éramos como dos imanes: nos atraíamos y nos repelíamos constantemente, ahora nos atraíamos de forma inevitable, nos acercábamos cada vez más y su mano subió hasta mi pelo para tomarlo en un puño casi de una forma dominante y posesiva que tenía ese hombre, su brazo rodeó mi cintura y jadeé contra sus labios cuando me acercó más contra su pecho, pretendía volverme loca y lo peor es que lo lograba. Mis ojos iban de sus ojos a sus labios y él hacía exactamente lo mismo con los míos, los abrí ligeramente para sentir su aliento en ellos, su frente se pegó a la mía sin dejar de mirarnos como si solo existiéramos nosotros, como si todo lo demás no estuviera, solo nosotros dos. Reí cuando me dijo que se merecía un masaje por su tremenda desfachatez, su nariz rozaba la mía y nuestros alientos se mezclaban, me aseguró con la voz ronca que le cabreaba mucho y me mordí el labio.
-Y tú me enervas y me sacas de mis casillas –contraataqué con mis palabras en un tono bajo, mi mano recorrió su pecho y la otra rodeó su espalda deslizándose por esta, tenía la camisa abierta y mis dedos recorrían cada facción de su pecho, notando cada músculo bajo mis yemas, el latido de su corazón bajo mi palma- no has ganado para pedirme que te de un masaje, Tarik –le recordé rozando mis labios con los suyos, el alcohol hacía estragos pero sobre todo era el opio lo que más nos hacía en esos momentos- habría matado a cualquiera que se hubiera atrevido osar poner una maldita letra en tu cuerpo, la habría matado sin contemplación alguna –reconocí soltándose la lengua quizás por el opio, quizás por el alcohol que habíamos bebido. Nos miramos de forma fija y mis ojos brillaron con fuerza ante mis palabras, exhalé mi aliento sobre sus labios notando mi cuerpo arder y no por mi condición de loba ni por lo que habíamos tomado, era el efecto que Tarik tenía en mí cada vez que estaba cerca de él- me importa una mierda Fred y su jodida manada, vosotros sois mi familia y todo lo que se salga de ahí es irrelevante... y eso quiero que te quede muy claro –era totalmente cierto y verdad, tenía muy claras las cosas y esa era una de ellas. Ladeé un poco el rostro subiendo ahora mis dedos para dejarlos en su nuca- ¿sabes lo que deberías de decirme ahora? –Sonreí de lado y acerqué mis labios a los suyos- “pídeme lo que quieras” –mis ojos contemplaron sus labios- porque no ha acabado la noche y sigues siendo mío –los subí para mirarle ante lo que bien podría significar aquello, mi cadera se movió sobre la suya arrancándome un jadeo que murió contra sus labios, lamí su inferior probando su sabor y sentí que el agarre de mi cintura se hacía más fuerte. Que los dos nos deseábamos era algo innegable, era una atracción que ninguno de los dos podía controlar- báñate conmigo, los dos solos –colé una de mis manos por su camisa- desnudos –acabé mirándole de forma fija, como si fuera un reto pero no lo era, era un deseo propio.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Nuestros labios se acariciaban tentándonos, como si diéramos un paso y reculáramos, mi boca se entreabrió y mi lengua se deslizó tentadora dándole un lametazo a su labio superior.
-¿No he ganado? -repetí ladeando la sonrisa -yo creo que si he ganado -aseguré apretándola mas contra mi.
Por Odin, claro que había ganado, estábamos allí bajo esa luna casi llena con el mar como testigo de esta gesta.
Nos devorábamos con la mirada, eramos dos lobos hambrientos que se odiaban y amaban de un modo imperfecto.
Nuestra nariz se acariciaba, cabezas que se ladeaban para buscarnos, para rozarnos, provocarnos con la voz tan ronca como el aire que escapaba de nuestros labios.
-No quería que nadie escribiera nada, no iba a llamar a esa, solo quería el aceite -confesé contra su boca.
Ir borracho me hacia ser sincero y lo malo es que al día siguiente de seguro pagaría el precio de mis actos.
Su aliento chocó voraz centra mi boca, mi mano la empujó hacia abajo para clavar mi dureza mas en su centro.
-¡Joder! -gruñí contra sus labios ante esa sonrisa que se dibujaba en los ajenos al sentir mi impaciencia.
Sus dedos se paseaban por mi pecho en una caricia lasciva que marcaba mi cuerpo.
Empecé a aflojar las cintas del corseé entre gruñidos, quería desnudarla ahora mismo y las cintas parecían resistirse.
-Lo mataré, no quiero que vuelva a acercarse a ti o lo mataré -mis palabras iban tan en serio que daban miedo.
Enredó sus dedos en mi pelo, gruñí por ello, estaba completamente fuera de mi, mi mano la movía con rudeza sobre mi pantalón que se mojaba por donde tenia la punta.
Lamió mi inferior asegurándome que tenia que decirle, aun era su esclavo.
-Desnudame -le pedí mientras dejaba caer el corseé sobre la arena con un “ups” que me hizo ladear la sonrisa.
Sus dedos en los botones de mi camisa, las prendas caían sobre la arena mientras seguíamos retándonos.
-Mira -le dije moviendo mis caderas para que viera mi verga completamente dura -quiero algo mas que un baño -aseguré alzando la mirada hasta sus pardos.
Nos metimos en le agua despacio, ella tiraba de mis manos mientras se mordía el labios, dentro de las cálidas aguas nuestros cuerpos se encontraron.
La volteé dejando su espalda contra mi pecho, mis manos bajaron por su vientre lentamente mientras mi hombría se perdía entre sus nalgas completamente endurecida.
Me miraba por encima del hombro, atrapando mi nuca con sus dedos para acercar nuestras jadeantes bocas presas de deseo.
-Voy a metertela muy dentro -aseguré contra sus labios lamiendoselos, mordiendoselos.
-¿No he ganado? -repetí ladeando la sonrisa -yo creo que si he ganado -aseguré apretándola mas contra mi.
Por Odin, claro que había ganado, estábamos allí bajo esa luna casi llena con el mar como testigo de esta gesta.
Nos devorábamos con la mirada, eramos dos lobos hambrientos que se odiaban y amaban de un modo imperfecto.
Nuestra nariz se acariciaba, cabezas que se ladeaban para buscarnos, para rozarnos, provocarnos con la voz tan ronca como el aire que escapaba de nuestros labios.
-No quería que nadie escribiera nada, no iba a llamar a esa, solo quería el aceite -confesé contra su boca.
Ir borracho me hacia ser sincero y lo malo es que al día siguiente de seguro pagaría el precio de mis actos.
Su aliento chocó voraz centra mi boca, mi mano la empujó hacia abajo para clavar mi dureza mas en su centro.
-¡Joder! -gruñí contra sus labios ante esa sonrisa que se dibujaba en los ajenos al sentir mi impaciencia.
Sus dedos se paseaban por mi pecho en una caricia lasciva que marcaba mi cuerpo.
Empecé a aflojar las cintas del corseé entre gruñidos, quería desnudarla ahora mismo y las cintas parecían resistirse.
-Lo mataré, no quiero que vuelva a acercarse a ti o lo mataré -mis palabras iban tan en serio que daban miedo.
Enredó sus dedos en mi pelo, gruñí por ello, estaba completamente fuera de mi, mi mano la movía con rudeza sobre mi pantalón que se mojaba por donde tenia la punta.
Lamió mi inferior asegurándome que tenia que decirle, aun era su esclavo.
-Desnudame -le pedí mientras dejaba caer el corseé sobre la arena con un “ups” que me hizo ladear la sonrisa.
Sus dedos en los botones de mi camisa, las prendas caían sobre la arena mientras seguíamos retándonos.
-Mira -le dije moviendo mis caderas para que viera mi verga completamente dura -quiero algo mas que un baño -aseguré alzando la mirada hasta sus pardos.
Nos metimos en le agua despacio, ella tiraba de mis manos mientras se mordía el labios, dentro de las cálidas aguas nuestros cuerpos se encontraron.
La volteé dejando su espalda contra mi pecho, mis manos bajaron por su vientre lentamente mientras mi hombría se perdía entre sus nalgas completamente endurecida.
Me miraba por encima del hombro, atrapando mi nuca con sus dedos para acercar nuestras jadeantes bocas presas de deseo.
-Voy a metertela muy dentro -aseguré contra sus labios lamiendoselos, mordiendoselos.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Seguía sentada a horcajadas sobre él mientras no dejábamos de mirarnos bañados por la luz de la luna y arrullados por las olas del mar, la noche no había acabado seguramente como los dos habíamos pensado ni planeado, nos habíamos metido en líos como siempre y nos dejamos llevar por esos caracteres que teníamos y que chocaban constantemente el uno contra el uno, incapaces de alejarnos pero al mismo tiempo sin terminar de dar ese paso hacia delante que nos llevaría por el camino de la perdición, pero también por el más puro de los deseos y de los placeres. Lo deseaba, lo sabía al igual que sabía que él me deseaba también porque era algo que ninguno de los dos podíamos negar a esas alturas, nos atraíamos y nos repelíamos como imanes incapaces de controlar la atracción que sentíamos por el otro, que era mucha de las veces lo que nos hacía chocar de esa manera y comportarnos de la peor forma posible. Nos desafiábamos y nos retábamos constantemente incapaces de ser completamente sinceros el uno con el otro, los dos sabíamos lo que había y sin embargo parecía que nos era más fácil y nos resultaba más cómodo obviarlo y pasarlo por alto como si fuera una mentira, en ese sentido los dos éramos unos cobardes que nos habíamos refugiado en ese peligroso juego que cada vez adquiría un grado de peligrosidad y de toxicidad que estaba acabando con nosotros... precisamente con los que éramos menos pacientes y saltábamos a la primera de cambio como ya habíamos visto en la taberna y en ese local. Yo no podía reprocharle nada a él de la misma forma que él no podía reprocharme nada a mí porque éramos iguales, y sentada sobre él a esa ínfima distancia éramos incapaces de separarnos, sentía su aliento contra mis labios y me los mordí presa del deseo, del calor que ese hombro provocaba en mí y me hacía sentir no teniendo nada que ver con mi condición de loba. Lo deseaba, y lo deseaba esa maldita noche para marcarlo como mío, para ser yo la única que dejara inscrito en su piel mi nombre, lo marcara con mis labios, con mis dientes, con mis uñas... solo yo, nadie más.
Lamió mi labio superior de una forma lasciva que me arrancó un jadeo de mis labios sin apartar mis ojos de los suyos, me tentaba y me provocaba y yo me dejaba hacer por él... pero yo hacía exactamente lo mismo con él, rozaba mis labios con los suyos, los acariciaba de forma lenta, exhalaba mi aliento sobre estos y me apartaba antes de que pudiera tomarlos haciendo que deseara mucho más apoderarse de ellos, tentándolo. Mis ojos se clavaron en los suyos cuando me preguntó si no había ganado con esa sonrisa tan suya que se gastaba, negué con la cabeza de forma lenta y él aseguró que sí había ganado mientras me acercaba más a su cuerpo. Sentía su pecho contra el mío rozándose sobre la ropa rozándose en cada respiración, cualquier mínimo roce hacía que estalláramos y nos calentáramos mucho más de lo que ya estábamos como si pretendiéramos quemar toda la playa con nuestro calor, su nariz rozaba la mía, nuestros rostros se ladeaban tentándonos y buscándonos constantemente pero ninguno terminaba por dar ese paso que ambos sabíamos podría significar muchas cosas, cambiarlo todo por completo. Yo no quería cambiar las cosas con él, no quería perder lo que teníamos por esa noche, quizás estaba mal dejarnos llevar pero... lo deseaba, además ¿por qué iba a estar mal que dos personas que se deseaban cedieran ante el deseo? Los dos éramos adultos y teníamos las cosas claras, esa noche no debía de cambiar absolutamente nada. Sonreí cuando dijo que no quería nada con la camarera y que tan sólo quería el aceite, mejor así porque si no Amber podría acabar muerta bajo mis garras.
Cerré los ojos cuando presionó mi cuerpo hacia abajo de forma que sentí su miembro más contra mi centro, un jadeo ronco salió de mis labios rodeando su cuello con mi mano hasta enredarla en su pelo y la otra recorrer su pecho de manera lenta sintiendo cada músculo bien formado y definido bajo mis yemas, esa piel tostada que tanto me gustaba, sus rasgos egipcios me encantaban y le daba un aire exótico que nadie más tenía, formas rudas de vikingo y apariencia egipcia en una combinación explosiva, podría tener todo el harén que él quisiera y ambos lo sabíamos, pero de nuevo ahí residía ese reto, ese amor-odio que nos consumía por completo y que nos había llevado hasta ese momento. Sonreí de lado cuando exclamó de esa forma y mis ojos buscaron los suyos, sus dedos comenzaron a desatar los lazos del corsé y reí entre dientes ante su impaciencia y lo que ello provocaba que no pudiera quitarlos bien. Mi dedo recorrió su mejilla cuando dijo que mataría a Fred si osaba acercarse a mí y lo creí, sus palabras eran verdaderas y duras, era una amenaza que me dejaba en claro y que me hizo mirarlo tras desabotonar su camisa y colar mis manos por sus hombros para quitársela dejándola en la arena.
-Fred no tiene nada que hacer, él ya lo sabe y espero que no vuelva a molestarme nunca más –le aclaré de nuevo, mi postura estaba más que clara en ese momento, mordí su labio inferior cuando me movió sobre su miembro y jadeé presa de la excitación y del deseo, lamí su labio inferior y nuestros ojos volvieron de nuevo a encontrarse. Me pidió que lo desnudara y sonreí de lado porque no me había hecho caso en mis palabras y había pasado de ellas, sus dedos ya habían desabrochado el corsé y este cayó al suelo con un “ups” de su parte y una sonrisa ladeada- ¿y dónde está mi “pídeme lo que quieras”? Gané la apuesta Tarugo, así que espero que sigas acatando mis palabras y mis deseos –dije sonriendo de lado mientras mis manos ahora desabrochaban su pantalón y sus manos se colaban por el mío bajándolo, sus manos en mis nalgas se colaron por la prenda interior y me mordí el labio ante aquel gesto. Al final acabamos desnudos por completo y me levanté despacio tendiéndole mi mano que él tomó para levantarse, quería algo más que un baño y yo no iba a oponerme en absoluto. Retrocedí tirando de su mano para meternos al agua sin dejar de mirarnos y cuando ya cubría lo suficiente fue que tiró de mi mano y me pegó a su cuerpo, nos miramos de forma fija y me volteó pegando mi espalda a su pecho, lo miré por encima de mi hombro con nuestros labios rozándose exhalando de forma ronca, sus dedos bajaban de forma peligrosa por mi vientre hasta que llegó a mi sexo deslizando un dedo que me hizo apoyar mi cabeza en su hombro, cerrar los ojos y soltar un jadeo ronco por el placer que eso me produjo, yo misma separé un poco mis piernas para darle más acceso y sintiendo sus labios por mi cuello llevé mi mano hacia atrás para que mis dedos apresaran su tronco deslizándonos arriba y abajo, caliente y duro. Sus palabras dichas de esa forma contra mis labios me hicieron mirarlo, lamió mis labios y los mordió mientras nos tocábamos mutuamente. Era todo tan caliente, tan morboso y tan sensual que éramos incapaces de resistirnos, de evitarlo- ¿y mis palabras? –Dije de forma entrecortada moviendo mi cadera por lo que sus dedos hacían recorriendo mi sexo completamente húmedo. Mis dedos se enredaron en su pelo y lo acerqué más contra mí- dímelo –le pedí mordiendo su labio inferior incapaz de controlarme en esos momentos, solo cuando lo dijo y seguramente solo por mi insistencia fue que me giré quedando de nuevo frente a él, nuestros pechos pegados rozándose, su miembro en mi vientre, nuestros ojos en los del otro y nuestros labios muriéndose por probar los del otro- hazme tuya –fue lo único que dije antes de acortar la distancia y chocar contra su boca, nos besamos de forma desesperada y necesitada, arrasando con todo a nuestro paso, un jadeo salió de mis labios y que murió en los suyos y con mis brazos entorno a su cuello salté rodeando su cintura con mis piernas, sus manos no tardaron en ir a mis nalgas para sujetarme aunque mi agarre era firme, sentí que me movía para penetrarme y me dejó caer notándolo por completo en mi interior. Me separé de sus labios y eché la cabeza hacia atrás, gemí con fuerza y moví mi cadera hacia él necesitada de más, lo quería todo a decir verdad. Mis labios fueron a los suyos de nuevo al tiempo que nos movíamos el uno contra el otro incapaces de estar quietos- Tarik –gemí su nombre sobre sus labios, su mano apresó mi pelo en un puño mientras nos acompasábamos y él se movía con fuerza en mi interior, volviéndome loca- te deseo tanto –dije sin control pero siendo verdad, quería más de él y solo habíamos empezado, enredé mis dedos en su pelo y con la otra acuné su rostro para volver a besarle y bajar por su cuello entre mordiscos, lametones y besos... pero sin dejar de movernos, se sentía tan bien tenerlo dentro y moviéndose de esa forma que cuanto más se movía más quería.
Lamió mi labio superior de una forma lasciva que me arrancó un jadeo de mis labios sin apartar mis ojos de los suyos, me tentaba y me provocaba y yo me dejaba hacer por él... pero yo hacía exactamente lo mismo con él, rozaba mis labios con los suyos, los acariciaba de forma lenta, exhalaba mi aliento sobre estos y me apartaba antes de que pudiera tomarlos haciendo que deseara mucho más apoderarse de ellos, tentándolo. Mis ojos se clavaron en los suyos cuando me preguntó si no había ganado con esa sonrisa tan suya que se gastaba, negué con la cabeza de forma lenta y él aseguró que sí había ganado mientras me acercaba más a su cuerpo. Sentía su pecho contra el mío rozándose sobre la ropa rozándose en cada respiración, cualquier mínimo roce hacía que estalláramos y nos calentáramos mucho más de lo que ya estábamos como si pretendiéramos quemar toda la playa con nuestro calor, su nariz rozaba la mía, nuestros rostros se ladeaban tentándonos y buscándonos constantemente pero ninguno terminaba por dar ese paso que ambos sabíamos podría significar muchas cosas, cambiarlo todo por completo. Yo no quería cambiar las cosas con él, no quería perder lo que teníamos por esa noche, quizás estaba mal dejarnos llevar pero... lo deseaba, además ¿por qué iba a estar mal que dos personas que se deseaban cedieran ante el deseo? Los dos éramos adultos y teníamos las cosas claras, esa noche no debía de cambiar absolutamente nada. Sonreí cuando dijo que no quería nada con la camarera y que tan sólo quería el aceite, mejor así porque si no Amber podría acabar muerta bajo mis garras.
Cerré los ojos cuando presionó mi cuerpo hacia abajo de forma que sentí su miembro más contra mi centro, un jadeo ronco salió de mis labios rodeando su cuello con mi mano hasta enredarla en su pelo y la otra recorrer su pecho de manera lenta sintiendo cada músculo bien formado y definido bajo mis yemas, esa piel tostada que tanto me gustaba, sus rasgos egipcios me encantaban y le daba un aire exótico que nadie más tenía, formas rudas de vikingo y apariencia egipcia en una combinación explosiva, podría tener todo el harén que él quisiera y ambos lo sabíamos, pero de nuevo ahí residía ese reto, ese amor-odio que nos consumía por completo y que nos había llevado hasta ese momento. Sonreí de lado cuando exclamó de esa forma y mis ojos buscaron los suyos, sus dedos comenzaron a desatar los lazos del corsé y reí entre dientes ante su impaciencia y lo que ello provocaba que no pudiera quitarlos bien. Mi dedo recorrió su mejilla cuando dijo que mataría a Fred si osaba acercarse a mí y lo creí, sus palabras eran verdaderas y duras, era una amenaza que me dejaba en claro y que me hizo mirarlo tras desabotonar su camisa y colar mis manos por sus hombros para quitársela dejándola en la arena.
-Fred no tiene nada que hacer, él ya lo sabe y espero que no vuelva a molestarme nunca más –le aclaré de nuevo, mi postura estaba más que clara en ese momento, mordí su labio inferior cuando me movió sobre su miembro y jadeé presa de la excitación y del deseo, lamí su labio inferior y nuestros ojos volvieron de nuevo a encontrarse. Me pidió que lo desnudara y sonreí de lado porque no me había hecho caso en mis palabras y había pasado de ellas, sus dedos ya habían desabrochado el corsé y este cayó al suelo con un “ups” de su parte y una sonrisa ladeada- ¿y dónde está mi “pídeme lo que quieras”? Gané la apuesta Tarugo, así que espero que sigas acatando mis palabras y mis deseos –dije sonriendo de lado mientras mis manos ahora desabrochaban su pantalón y sus manos se colaban por el mío bajándolo, sus manos en mis nalgas se colaron por la prenda interior y me mordí el labio ante aquel gesto. Al final acabamos desnudos por completo y me levanté despacio tendiéndole mi mano que él tomó para levantarse, quería algo más que un baño y yo no iba a oponerme en absoluto. Retrocedí tirando de su mano para meternos al agua sin dejar de mirarnos y cuando ya cubría lo suficiente fue que tiró de mi mano y me pegó a su cuerpo, nos miramos de forma fija y me volteó pegando mi espalda a su pecho, lo miré por encima de mi hombro con nuestros labios rozándose exhalando de forma ronca, sus dedos bajaban de forma peligrosa por mi vientre hasta que llegó a mi sexo deslizando un dedo que me hizo apoyar mi cabeza en su hombro, cerrar los ojos y soltar un jadeo ronco por el placer que eso me produjo, yo misma separé un poco mis piernas para darle más acceso y sintiendo sus labios por mi cuello llevé mi mano hacia atrás para que mis dedos apresaran su tronco deslizándonos arriba y abajo, caliente y duro. Sus palabras dichas de esa forma contra mis labios me hicieron mirarlo, lamió mis labios y los mordió mientras nos tocábamos mutuamente. Era todo tan caliente, tan morboso y tan sensual que éramos incapaces de resistirnos, de evitarlo- ¿y mis palabras? –Dije de forma entrecortada moviendo mi cadera por lo que sus dedos hacían recorriendo mi sexo completamente húmedo. Mis dedos se enredaron en su pelo y lo acerqué más contra mí- dímelo –le pedí mordiendo su labio inferior incapaz de controlarme en esos momentos, solo cuando lo dijo y seguramente solo por mi insistencia fue que me giré quedando de nuevo frente a él, nuestros pechos pegados rozándose, su miembro en mi vientre, nuestros ojos en los del otro y nuestros labios muriéndose por probar los del otro- hazme tuya –fue lo único que dije antes de acortar la distancia y chocar contra su boca, nos besamos de forma desesperada y necesitada, arrasando con todo a nuestro paso, un jadeo salió de mis labios y que murió en los suyos y con mis brazos entorno a su cuello salté rodeando su cintura con mis piernas, sus manos no tardaron en ir a mis nalgas para sujetarme aunque mi agarre era firme, sentí que me movía para penetrarme y me dejó caer notándolo por completo en mi interior. Me separé de sus labios y eché la cabeza hacia atrás, gemí con fuerza y moví mi cadera hacia él necesitada de más, lo quería todo a decir verdad. Mis labios fueron a los suyos de nuevo al tiempo que nos movíamos el uno contra el otro incapaces de estar quietos- Tarik –gemí su nombre sobre sus labios, su mano apresó mi pelo en un puño mientras nos acompasábamos y él se movía con fuerza en mi interior, volviéndome loca- te deseo tanto –dije sin control pero siendo verdad, quería más de él y solo habíamos empezado, enredé mis dedos en su pelo y con la otra acuné su rostro para volver a besarle y bajar por su cuello entre mordiscos, lametones y besos... pero sin dejar de movernos, se sentía tan bien tenerlo dentro y moviéndose de esa forma que cuanto más se movía más quería.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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