Lobos y corderos (privado)(+18)

Recuerdo del primer mensaje :

Madre nos había arrastrado casi de las orejas a todos a París, según ella, era importante que mantuviéramos las raíces con nuestros abuelos, eso por no contar que tras la larga temporada que habíamos pasado en Akershus por la llegada de una manada de licantropos aliada a Randulf, madre tenia ganas de dejar de suturar nuestros cuerpos.

La manada nos tenia alerta, no en si por el peligro que ya de por si representaban los licantropos, si no porque era custodiada por un grupo de peligrosos chamanes que estaba haciendo estragos en otras manadas de la zona.
Con Randulf el peligro siempre acechaba, la guerra en el norte perduraba en tiempo, espacio y aunque habían tenido épocas de paz, en este instante no era algo que reinara precisamente en el norte.

El acero corría por mi piel tanto como por las venas de padre, pero madre siempre ponía ese punto de cordura que a este le faltaba y supongo que también a mi, cuando nos veía muy idos en la lucha nos pedía que visitáramos junto a ella París para calmarnos, curarnos...
Íbamos a cenar cuando vi que la arrogante loba que con su particular sonrisa me miraba de soslayo dispuesta a sentarse en la cena.
Se había puesto unos pantalones de piel que le hacían un culo espectacular pero no muy apropiados para estar en París y una camisa ajustada que le marcaba unos buenos pechos.

Iba a sentarse justo cuando le quité la silla con el pie y su culo perfecto dio de bruces contra el suelo.
No pude evitar descojonarme por la cara de “voy a matarte” que puso.
Mi hermana negaba divertida mientras madre nos llamaba al orden y padre bebía hidromiel mirando la escena, bueno, para que mentir, miraba las nalgas de mi madre que en pie y con los brazos en jarra me pedía que me disculpara.

Le acerqué la silla mientras esta se levantaba maldiciéndome entre dientes.
-¡Por Ra lo que me ha dicho madre! -bromeé muerto de la risa.
Yo nunca juraba en serio por Ra, mi dios era Odin, pero cuando quería fastidiar a madre lo hacia y de paso a la loba que ahora se abalanzaba sobre mi como una fiera salvaje mientras yo de un salto me levantaba de la mesa y me ponía a esquivarla.
-¿y se puede saber donde vas tan guapa? -Le pregunté inquisitivo

Mi madre le pedía a Ubbe que intercediera, creo que fue entonces cuando salió de la ensoñación de mirarle el culo de mi madre ganándose un grito por parte de esta.
-Por Odin, pero que culpa tengo yo de que tus dioses te hayan dado esas nalgas -replicó mi padre mientras yo me moría de la risa.
-Por Ra, que culpa tengo yo de que la loba no mire donde se sienta.

Al final terminamos la cena entre risas y jarras de hidromiel, por suerte el ambiente se fue amenizando.
-podíamos irnos a la taberna después -le dije a mi hermana y a la loba. -¿te vienes padre?
Este negó, dijo que había quedado con nuestros tíos para irse a beber también por su cuenta.

Tensé el gesto mirándola, su dolor me golpeaba las entrañas, me las retorcía, entendía bien esa mirada desconsolada, como hundía sus ahora ambar en mis pardos buscando respuestas que ni de lejos ella encontraba.
Mis labios se entreabrieron, como si me costara respirar, consciente de que si me pasaba algo, las palabras ultimas pronunciadas eran un “te odio” que ni de lejos sentía, estaba enamorado de ella, puede que fuera cierto que no había dado el paso para convertirme en licantropo todavía, que era lago que ni de lejos tenía planeado en mi vida, me gustaba ser humano, pero..esto no cambiaba un ápice lo que por ella sentía, de echo mas bien me notaba mas cerca de ella, olía sus feromonas, ese olor me enloquecía, estaba mas excitado, mas agresivo, a su lado me sonetiza su macho y era algo embriagador.

Se separó de mi, interpuso distancia con los ojos plagados de rabia, yo alcé el mentón como si con ese gesto reafirmara mis palabras.
No podía entender como demonios me creía, poco me conocía si pensaba que por ella podía sentir algo que no fuera un amor por el que arriesgaría mi vida si a cambio salvaba la suya.
Esta salió corriendo escaleras abajo, yo tuve claro lo que tenía que hacer casi de inmediato, mi velocidad sobrenatural sirvió para saltar por la ventana en dirección al olor de Yuna, su rastro estaba claro para mi, con el demonio trinado de las cadenas era fácil seguir el recorrido que me llevaba directo al mercado de la ciudad, no se si los demonios hacían la compra pero al parecer, esta tenía como destino ese lugar.

En el bosque busqué el modo de camuflar mi rastro, barro, algunas pisadas que confundían la dirección y continué mi camino.
Acabé frente a una anciana que me miró de arriba a bajo, la adrenalina corría por mis venas, mis ojos dorados delataban mi condición, pero la vieja lejos de asustarse pareció comprender que lo que encerraba dentro de mi buscaba a la chica.

No quería desvelarme su paradero, dio igual que la aprisionara en una cárcel de piel y hueso en el primer callejón que encontré, tampoco importó el sonido metálico de mi bastarda cuando la desenvaine llevándola a su cuello en actitud amenazante, parecía decidida a no traicionar a la joven demonio.
Desistí, no iba a matarla, envaine el acero bajando la cabeza, cediendo a la evidencia de que sin su ayuda nunca la encontraría. Cerré los ojos apoyando mi diestra en la pared, tratando de vislumbrar el sendero a seguir, no se porque pero como si la anciana leyera a través de mi alma, acuno mi rostro sintiendo el dolor que me corroía.
Garabateó en un papel una dirección y en mi oído susurró un ten cuidado joven Cannif, no sabes a lo que te enfrentas.

Asentí emprendiendo veloz camino hacía una cabaña, la que en el papel quedaba marcada, si era cierto, si no era una vil falacia, allí daría con la única que podía sacar ese demonio de mis entrañas, para bien o para mal estaba muerto, así que tenía que intentarlo...de no tener buenas intenciones la tal Yuna, me llevaría al demonio a Hel dejando protegida así a Kaila.

Me había confundido y lo que era peor que eso me había engañado, me había hecho creer algo que no era cierto solamente con la intención de alejarme y de mantenerme lejos, para así él poder seguir el camino por su propia cuenta dejándome a mí a un lado, al margen... ¿cuándo iba a entrarle en esa cabeza que tenía de que no podía apartarme, de que nuestra mejor baza era estar juntos? Porque así éramos más fuertes que yendo por separado, porque así podíamos solucionar mejor los problemas y los obstáculos, si nos separábamos entonces perdíamos fuerza y no debíamos de hacer así las cosas. Cuando lo encontrara iba a matarlo, y no a besos precisamente, porque me encontraba muy enfadada y cabreada de que me hubiera mentido y engañado, de que me hubiera hecho pensar que me odiaba de verdad y que necesitaba ese espacio a solas que yo, como una imbécil, le había concedido pensando que sería lo mejor en esos momentos en que las cosas no es que estuvieran precisamente bien entre los dos. Lo quería, mis sentimientos por él eran tan fuertes que ni siquiera me había parado a pensar que lo estaba haciendo para alejarme, porque había visto la forma en la que me miraba, había visto su silencio durante el camino, esas dudas sobre no querer ser un licántropo... y me había cegado tanto en eso, preocupada y dolida porque era verdad y me había enterado por el demonio que llevaba dentro y no por él, que utilizó esa baza en su favor para hacerme creer que  de verdad me odiaba en esos momentos. Era una completa idiota por no haberme dado cuenta en un principio, sabiendo cómo era él, de que me estaba mintiendo para simplemente alejarme y continuar él solo... seguía teniendo esa vena suicida que parecía era hereditaria en los Cannif y lo maldije mis veces en mi fuero interno, las mismas veces que me maldije yo porque había caído en su mentira. Me sentía llena de rabia hacia mí misma por no pensar en que él podría hacer algo como eso, podría alejarme como siempre hacía para que no me pasara nada... pero realmente pensaba que eso lo íbamos a solucionar juntos, de hecho, es lo que íbamos a hacer porque me negaba en rotundo dejar que él se enfrentara solo a Yuna, a ese demonio que no sabíamos cómo iba a actuar cuando tuviera delante a Tarik, no sabíamos si nos ayudaría o no y si algo le pasaba juraba por Odín que jamás me lo iba a perdonar en lo que me restaba de existencia.

Gruñí volviendo sobre mis pasos corriendo por aquel bosque donde se encontraba el templo y habíamos encontrado el rastro, recé a todos nuestros dioses de que todavía estuviera Tarik en el templo aunque sabía que, después de destapar su mentira, se habría ido en cuanto yo estuviera lo suficiente lejos para que no pudiera atraparlo... pero si pensaba que después de todo iba a dejarlo estar es que estaba muy equivocado, porque lo seguiría hasta el mismísimo Hel si hacía falta para salvarlo sin siquiera dudarlo un momento. Corrí tan rápido como pude esquivando los árboles mientras de fondo veía el templo cada vez haciéndose más grande, llegué hasta las escaleras donde se encontraba los portones que daban acceso y miré hacia todos lados sin señal del egipcio, lo maldije de nuevo mientras subía por las escaleras corriendo sin detenerme para intentar encontrar su rastro, entre tanta sangre que había en el lugar de las muertes que se habían producido en el lugar logré encontrar su rastro, había saltado por la ventana y se internaba por otra parte totalmente opuesta a la que yo había ido del bosque, fruncí el ceño y salté por la misma ventana siguiendo su rastro y sus huellas, pero él era listo y seguramente pensara que acabaría por saber que me había mentido, por lo que estaba camuflando su rastro y, desde luego, que dejando marcas por todos lados para que no supiera qué camino debía de tomar. Gruñí dándole un puñetazo a uno de los árboles maldiciéndolo en mi fuero interno por ser tan cabezota y testarudo, por hacer las cosas él solo a su manera y dejarme a mí siempre al margen como si no pudiera cuidar de mí misma, como si no pudiera pelear como lo hacía él. Estaba muy cabrada y evidentemente había dejado un rastro para confundirme, no iba a ninguna dirección pero sin embargo iba a todas partes... no quería que le siguiera y eso estaba más que claro, comencé a andar de un lado a otro pensando en la forma de seguirlo, tenía que haber alguna forma para seguir su rastro olvidándome de todo lo que me había dejado para despistarme, y en cuanto lo encontrara iba a tener unas cuantas palabras con él por dejarme al margen y ser un cabezota suicida, ¿qué se suponía que iba a hacer yo si algo le pasara? ¿Cómo iba a afrontar el hecho de que, por mi culpa, le hubiera pasado algo? Ese maldito tarugo no pensaba las cosas y actuaba por instinto, y sus planes es que eran completamente locos y espontáneos.


-A ver Kaira, eres una loba y puedes hacerlo mejor... solo tengo que relajarme y concentrarme –hablaba conmigo misma para trazar un plan, lo primero era encontrar su verdadero rastro pero para ello tenía que relajarme y calmarme. Cerré los ojos y comencé a respirar de forma algo más tranquila y relajada para ver si surtía efecto, lo hizo porque solo quería encontrar al egipcio y ayudarlo. Pasados un par de minutos mi cuerpo comenzó a calmarse y a relajarse por completo, abrí los ojos y miré a mi alrededor- bien Kaira, eres una loba y puedes centrarte en seguir su rastro, uno tiene que ser el camino que ha tomado... vamos, céntrate en él y busca por donde ha ido –volví a cerrar los ojos y ahora, con los sentidos algo más agudizados, me olvidé de las marcas que él me había puesto y solamente pensé en una cosa: en él. En su olor, en ese que conocía como lobo y que no podía desprenderse porque formaba parte de él, me centré en encontrarlo y reconocerlo y aunque estaba por todo el lugar como si quisiera despistarme era una buena rastreadora y cazadora, llevaba más años siendo una loba que él y sabía cómo utilizar mis sentidos en mi propio beneficio. Finalmente encontré su rastro, algo más débil entre todos los demás pero que definitivamente tomaba un camino que no dudé en seguir siguiendo su esencia y su olor. Este camino llegaba hasta un pequeño mercado que había cerca, allí había mucha más gente pero ya tenía el rastro y ni siquiera pensé en ninguna de la gente que pudiera haber allí, su olor me llevó hasta un puesto de una de las calles donde había una mujer mayor que lo atendía, no había rastro del egipcio pero su olor estaba por todo el lugar así que miré de forma fija a la mujer que me miraba de igual forma. Parecía que no iba a decirme mucho cuando pregunté si lo había visto describiéndole como era, pero no decía que no cuando yo sabía que estaba mintiendo. Me enfadé y me cabreé por sus mentiras porque mis sentidos no fallaban, había estado allí y podía notarlo en el lugar. Mis ojos se tornaron de color ámbar y la mujer, lejos de sorprenderse o de asustarse por ello parecía que estuviera familiarizada con ello así que me acerqué más a ella y me colé por detrás quedando a escasos centímetros de la mujer- sabes lo que soy –dije como una afirmación a lo que ella asintió con la cabeza- pues si sabes lo que soy sabrás lo que puedo hacerte, solo quiero que me digas en qué dirección ha ido –no le pedía demasiado y no entendía por qué no me lo decía pero algo tendría que haber seguro. Los ojos verdosos de la mujer me contemplaron por completo como si me examinara, dio una vuelta sobre mi persona y se quedó frente a mí de nuevo.
-Tú no eres como él, no llevas nada en tu interior –supe, inmediatamente, que se estaría refiriendo al demonio que Tarik encerraba en su cuerpo- ¿por qué querrías buscarle? –Preguntó esperando mi respuesta, una que bien no podría darle y sonsacarle a la fuerza la respuesta, pero había demasiada gente y no quería llamar la atención.
-Porque ese maldito imbécil se piensa que puede hacer las cosas él solo y dejarme al margen, porque si algo le pasara jamás podrá perdonármelo, porque ya no concibo una vida si no es con él... –palabras totalmente sinceras- tan sólo necesito que me digas dónde ha ido para ir a ayudarlo, para que todo esto acabe... –me mordí el labio esperando que fuera suficiente, yo no quería hacer nada con el demonio salvo que saliera del cuerpo del egipcio y nos olvidáramos de todo. La mujer pareció meditarlo durante unos segundos que me parecieron eternos, hasta que finalmente cogió un papel y me indicó una dirección mientras yo veía lo que escribía, cuando terminó se giró para entregármelo.
-Toma, deberías de darte prisa joven porque tu lobo te lleva bastante ventaja –cogí el papel mirando la dirección que había escrita y antes de girarme para partir tomó mi muñeca, mis ojos ámbar subieron a sus verdes- mucho cuidado joven, os enfrentáis a algo muy peligroso que no es de este mundo. Lo que él lleva dentro es peligroso, pero ella lo es mucho más –me estaba advirtiendo como si ella supiera lo que ocurría realmente- más que guardaros de él, tenéis que guardaros de ella –me estaba advirtiendo sobre Yuna y no me gustaba en absoluto, porque ella era la única que podía sacar a el demonio que Tarik encerraba en su interior- te enfrentas a una decisión muy complicada, si ella no decide ayudaros y deja que tome posesión lo que él lleva dentro, vas a tener que matarlo tú... –gruñí y mis ojos se tornaron de un ámbar algo más oscuro pero que brillaban igualmente, cabreada por aquella información que no quería escuchar pero que una parte de mí hasta había pensado. ¿Matar al egipcio? Antes prefería quitarme la vida que acabar con la de él, la anciana se giró para coger algo que sacó de un cofre que guardaba bajo llave, un collar con una piedra de obsidiana en forma ovalada que me entregó acercándose a mí- ten, ponte este collar para que te ayude en lo que te enfrentas –por detrás de la piedra tenía grabados e inscripciones en una lengua que no entendía- es muy antigua y tiene protecciones mágicas, no puedo decirte que te protegerá del poder de ella pero sí podrá contrarrestar por un tiempo su eficacia –me la puso dejando que colgara por el cuello y me miró dejando sus manos en mis hombros- tienes un camino difícil ante ti, pero recuerda una cosa: la fuerza más poderosa es aquella que procede del corazón, no lo olvides –sus manos se alejaron de mis hombros y me hizo un gesto con la cabeza para que marchara ahora que tenía todo lo necesario, ni siquiera lo pensé y tras agradecérselo corrí en dirección hacia donde me había indicado en el papel con la esperanza de que llegara a tiempo, mi mano tomó la piedra de obsidiana como si sintiera que emanara algo de fuerza y energía y recordando esas palabras que no sabía por qué me había dicho, pero que se quedaron grabadas en mi mente.

No escatimé en tiempo, tenía que llegar a esa cabaña perdida en el bosque cuya dirección portaba escrita con tinta en el papel carcomido de la vieja.
Mi velocidad sobrenatural atajó la distancia que me separaba de esa tal Yuna, el demonio bailaba en mi interior tirando de las cadenas, deseaba mas que nada en este mundo llegar ante la que para él era el demonio superior, sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo, pero no era un necio, yo también guardaba un as en mi manga llegado el momento.

Antes de ocaso llegué ante una casa pequeña pero que destilaba magia por todos lados, no estaba vacía en su interior dos presencias, auras potentes.
No dude, mis ojos se tornaron como dos gigantes rojas y de una patada la puerta cedió.
Mis colmillos crecieron, mi labio superior se alzó dejando dos colmillos fuera, la adrenalina corría voraz por mi cuerpo mientras me adentraba en aquella cabaña que olía a incienso.

Sobre dos improvisados lechos había dos cuerpos en trance, el de una fémina de dorados cabellos y un bonito cuerpo curvilíneo y un varón al otro lado moreno ambos con las manos entrelazadas.
El demonio de mi interior se sacudía tal y como me acercaba a la preciosa fémina, mi sonrisa se ladeó al notar como tiraba de las malditas cadenas que aun lo apresaban, no esperaba esta ventaja pero ella estaba en trancé así que coloqué mi garra en su cuello.
-Sal de mi cuerpo maldito demonio hijo de puta o juro que acabaré con esa que tu llamas tu “jefa” “diosa” o quien mierdas sea.

El demonio rugía en mi interior, se notaba que en este momento y por primera vez lo tenía pillado de los huevos.
-Tic, tac, el reloj corre -aseveré hundiendo una de las zarpas dejando que un rio carmesí corriera por la tez de porcelana de la dama.
En ese instante noté como algo me agarraba por la espalda elevándome del suelo y me lanzaba con fiereza contra la pared.
Mi destreza había aumentado considerablemente, así que logré interponer mis pies y virando caí con las rodillas flexionadas posando mi mano en el suelo acuclillado con los ojos ámbar gruñendo desafiante. El hombre de pelo oscuro, ojos negros como pozos y unas alas negras que crecían a su espalda completamente emplumadas sacó de la nada una espada roja como el mismo fuego y la mía no tardó en ser desenvainada salvando a mis espaldas, la guerra empezaba.

Ambas bestias nos lanzamos contra el otro cuando una oda expansiva nos mando a cada uno a un lado, era la rubia que sentada sobre el lecho había movido sus manos logrando parar el inminente encuentro de aceros.

Había podido encontrar el rastro del egipcio de entre los rastros falsos y el despiste que me había intentado hacer para que no lo siguiera, pero se le había olvidado al parecer que yo llevaba mucho más tiempo que él siendo una loba y que además también había aprendido a cazar y a rastrear, aunque intentó despistarme para que no siguiera su rastro logré concentrarme hasta que lo encontré, de forma muy vaga, pero lo suficiente como para seguirlo conduciéndome hasta el mercado del pueblo que había cerca donde su rastro me llevó ante una mujer algo mayor que tenía un puesto en dicho mercado. Sabía que había estado allí porque ella olía a él, podía oler la esencia del egipcio en la piel de la mujer y supe que había pasado por allí pero que aquella mujer debía de saber dónde se había dirigido porque el rastro terminaba en ella, el lugar se había llenado con su olor y no supe por qué pero al final concluí en que aquella mujer sabía mucho más de lo que aparentaba a simple vista. Sus ojos me recorrieron por completo y fue como si en ellos me dijera que había algo más detrás, lo supe por la forma en la que me miraba y sus palabras simplemente terminaron por darme la razón cuando dijo que yo no llevaba nada en mi interior, haciendo alusión a que yo no llevaba un demonio que luchaba por hacerse con el control absoluto. Y era cierto, no lo llevaba pero la persona que más me importaba y más quería en el mundo sí y el tiempo se nos acababa porque en cuanto llegara la luna llena el demonio tomaría control de su cuerpo y lo perdería para siempre, nuestra única y suicida salida era encontrar a Yuna para que nos ayudara y esa mujer seguramente tuviera la pista que necesitaba. Tarik ya no estaba en el lugar lo que significaba que ella sabía dónde había ido y cómo podía encontrarlo que era lo que andaba buscando en esos momentos, parecía reacia a decirme las cosas y no fue hasta que sinceré mis palabras del por qué lo estaba buscando a él y cuáles eran mis intenciones –aunque bien podría haberme quedado callada y no decirle nada- fue que pareció convencida de que le estaba diciendo la verdad, de que solamente quería encontrarlo y acabar con aquella maldita pesadilla la cual sería una anécdota conforme pasara el tiempo y algo que contar cuando fuéramos más mayores, porque no pensaba meter a sus padres por medio con lo preocupados que estaban con el hecho de que fuera un licántropo.

Cedió a mis palabras aunque me advirtió de que el verdadera peligro se encontraba en Yuna, algo que yo ya temía y había pensado más de una vez al igual que había pensado en el hecho de porqué ella, que no nos conocía de nada, nos ayudaría en ese asunto tan delicado sobre todo con el demonio que había en su interior. No solo en una hoja me puso el lugar donde se encontraba y donde había enviado a Tarik, sino que además me dio un colgante que según ella me protegería de Yuna aunque no siempre, pero al menos su eficacia valdría la pena. También me advirtió algo que ya sabía, si Yuna no podía o no quería sacar al demonio que él llevaba en su interior tendría que matarlo, eso me hizo gruñirle pero lo había pensado aunque siempre había descartado esa idea porque para mí era inconcebible e impensable, me negaba rotundamente a que eso sucediera. Con el collar que me había entregado puesto al cuello, una protección mágica según la mujer, y la hoja en mi mano con su último consejo partí saliendo de aquella tienda con el corazón en un puño rogando por llegar a tiempo, rogando porque ese cabeza hueca no hubiera cometido la locura que estaba pensando de seguro ya había hecho y pudiera ayudarlo. Rogaba a Odín que me diera el tiempo necesario para no llegar tarde y que todo hubiera pasado, también le pedía que le diera algo de razón y cordura a ese tarugo para que dejara de ser tan suicida, aunque lo llevaba en su sangre Cannif. Corrí tan rápido como me permitieron mis piernas con la agilidad y velocidad que me confería ser una loba, parecía que el viento era mi aliado en ese momento como si me impulsara para llegar más rápido y atravesé el bosque mirando la hoja que marcaba una cabaña en el bosque, conforme me iba acercando al lugar pude sentir la presencia del egipcio que estaba en esa cabaña ya que me había tomado una sucia ventaja, pero también sentí la enorme magia que rodeaba el lugar y que seguramente tendría que ver con lo que Yuna llevaba en su interior, lo que ella era. Mi respiración era agitada pero no paré de correr en ningún momento en lo que restaba la distancia que me separaba con la cabaña. La puerta había sido tirada abajo y supe que había sido Tarik quien lo había hecho, una fuerte magia y una energía enorme se podía sentir alrededor de todo el lugar y era bastante perceptible para una licántropo como lo era yo. Escuché unos golpes que procedían de dentro de la cabaña y para cuando llegué a la puerta me encontré con que Yuna estaba sentada sobre la cama, a cada lado de la pared estaba Tarik y el otro hombre que sabíamos que la acompañaba, pegados a la pared como si hubieran sido lanzados hacia esta y retenidos. El hombre me fijé que tras su espalda asomaban dos alas negras, como las alas de los ángeles caídos, Yuna por el contrario tenía sus brazos extendidos a cada lado apuntando con sus manos a cada uno y supe que eso lo había hecho ella.... y yo tenía que hacer algo en ese momento.



-¡No! ¡Tenéis que parar ahora! –Miré al egipcio contra la pared y me adentré en la cabaña acercándome a Yuna mientras el otro hombre gruñía porque me estaba acercando a ella, como si quisiera librarse de lo que lo retenía- no hemos venido a hacer daño a nadie, no vamos a matar a nadie –dije mirando al hombre porque sabía de sobra cuál era el plan del egipcio y la intención de que su demonio cediera y saliera de su cuerpo bajo la amenaza de matarla a ella, miré a Yuna quien ahora tenía sus ojos azules puestos sobre los míos, su pelo rubio caía por sus hombros en cascada y mantenía la cabeza en mi dirección- hemos venido a... –me callé porque sentí que no podía hablar más como si algo me estuviera obstruyendo la garganta, ella se había levantado de la cama y se había acercado en mi dirección andando con paso tranquilo mientras el hombre y Tarik permanecían todavía contra la pared por algo que había hecho ella. Sus ojos me contemplaron y sus azules pasaron a ser unos negros como la misma noche, vacíos y oscuros.
-Ah los humanos, seguís con la estúpida idea de que podéis pedirnos cosas a nosotros que somos seres tan superiores... –su mano se alzó y sus dedos recorrieron mi mejilla mientras sonreía de forma ladina- dime, ¿por qué crees que debo de escucharte, humana? No eres más que la débil creación de un ser que se siente superior frente a todo, pero yo soy más fuerte que tú y si quisiera podría acabar contigo de un simple chasquido de dedos –su dedo bajó por mi cuello y sentí que comenzaba a quedarme sin aire, como si me estuviera apretando el cuello aunque no lo hacía realmente, de un movimiento de su mano el hombre quedó libre de lo que lo retenía contra la pared, ella le sonrió mientras él se acercaba a ella- te he echado de menos, Samael –dijo con un tono de voz algo más seductor como si ni Tarik ni yo estuviéramos presentes. La mano que tenía cerca de mi cuello la cerró aunque no sobre mi cuello, no me rozaba y yo sentía que me quedaba sin aire, alzó la mano mirándome y fui levantada del suelo quedando en suspensión mientras luchaba por una brizna de aire. De un movimiento de mano me lanzó con brutalidad contra la pared donde mi espalda chocó con fuerza, como demasiada fuerza, presionándome contra la pared como si me aplastaran hasta que con fuerza me tiró contra los muebles de madera que había en el lugar haciéndose añicos por la fuerte caída. Por fin pude tomar aire pero era tremendamente doloroso, sentía alguna que otra costilla rota y apenas pude apoyar las manos para intentar levantarme cuando tosí manchando el suelo con sangre- dime Samael, ¿me has traído a estos humanos para que podamos divertirnos un rato? –Sus brazo rodearon el cuello del hombre mientras esta se reía- el más interesante es él –se giró para mirarlo andando en su dirección- lleva a uno de mis súbditos en su interior, y siento como quiere tomar el control pero él no le deja –se rió observando al egipcio- bien, haremos que salga y luego... bueno, puedes matar al recipiente. ¿Te apetece un poco de acción, amor? Te prometo que será divertido.

Con un movimiento de manos la mujer demonio de ojos oscuros como pozos nos llevó contra la pared manteniéndonos inmóviles a ambos, gruñí rugí mientras con indiferencia sus dos sombras me admiraban con un deje divertido en ellas.
Fue entonces cuando Kaira se adentró en la sala, furibundo le ordené que se marchara, claro que la quería, mas que a mi propia vida de ahí mis palabras desesperadas.

Pero fue demasiado tarde, porque antes de que fuera capaz de emitir palabras la demonio la alzó con un giro de manos estrangulando su garganta.
-Suéltala hija de puta -rugí tratando de zafarme de aquella onda expansiva que me mantenía contra la pared -si le haces daño te juro que el Infierno, el Purgatorio, Hel o el Tártaro o donde quiera que vaya tu maldita alma será el menor de tus problemas.

Mis palabras acabaron cayendo en saco roto, pues de un golpe seco la estampo contra la pared y luego contra un mueble que se hizo añicos.
Kaira – Rugí su nombre con los ámbar centelleando como dos grande estrellas rojas.
El hombre demonio se acercó a Yuna y lamió sus labios, ambos hablaban, ella parecía manejar al muchacho que preso de su “diosa” hacía lo necesario por ser amado.
-Pringado -dije provocándolo, esperando que la atención de esos dos recayera en mi y no en ella.

Samael, o así le llamaba la mujer, hizo ademan de atacarme, ese gesto basto para que Yuna posara su mano en el pecho de su acompañante deteniendo su avance pues al parecer antes quería sacar a su otro súbdito fiel de dentro de mi.
Moví los brazos, Yuna centrada e contener al salvaje Samael perdía poder sobre mi y yo no era un hombre normal, si no una bestia nocturna dispuesta a darle muerte.

Miré fijamente a Kaira mientras esos dos se besaban.
-¿estas bien? -pregunté mientras esta asentía con la cabeza -no tenías que haber venido, te quiero.
Necesitaba decírselo, si no salia de esta me carcomía que ella no supiera que mis palabras fueron una falacia para salvarla -siempre te he querido.

Por fin Yuna hizo un movimiento, se acercó a mi, yo fingía estar bien sujeto, mis ojos se hundieron en los agujeros negros de ella desafiante mientras una media sonrisa se dibujaba en mi cara.
-Sácame a tu mascota y déjame ir, que tengo otras cosas que hacer preciosa, ya tu sigues con tu periplo por conquistar el inframundo, a mi como si te montas un trió.

Era bien sabido que Tarik no se caracterizaba precisamente por su buen juicio y raciocinio, aquel que lo conociera sabría que ese hombre tendía a planes alocados y nada estructurados, a la acción en el momento con ese gen suicida que predecía a todos los Cannif y que llevaban en su sangre, siempre había escuchado a su madre decírselo muchas veces a lo largo de su vida; que era tan suicida como lo era su padre en muchos momentos. Y es que eso precisamente es lo que más me preocupaba del egipcio porque conociéndolo como lo conocía sabía perfectamente que no habría pensado siquiera un plan que abordar cuando llegara frente a ellos, que simplemente entraría a saco y entonces se pondría a evaluar la situación aunque ya fuera un poco tarde para ello... ese hombre no conocía la calma sino que tendía a los planes alocados, que sí, a veces daban sus frutos pero no cuando nos enfrentábamos a demonios que podían acabar fácilmente con nosotros porque tenían más poder que cualquier otro ser al que pudiéramos enfrentarnos sobre la faz de la tierra. Rogué a Odín para que me concediera el tiempo suficiente de poder llegar hasta donde se encontraba Tarik y pudiera ayudarlo, sabía que lo que me había dicho había sido todo mentira, una burda bien empleada para alejarme y que no lo acompañara en su camino pero, ¿cuándo le iba a entrar a ese tarugo en la cabeza que no podía dejarme de lado? Por Odín, ¡era una loba y nos habíamos marcado! Era mi pareja y eso hacía que mi parte más animal y la loba que llevaba en mi interior gruñera con fuerza porque no podía soportar que amenazaran a lo que era mío, que siquiera alguien lo rozara porque lo descuartizaría... y es lo que pretendía hacer como viera que le habían hecho algo en lo que yo tardaba en llegar. Y no es que no confiara en Tarik, que sí lo hacía, pero no confiaba en los demonios a los que teníamos que pedir que sacaran al que él llevaba dentro porque ¿qué nos aseguraba que podría ser así, y que nos ayudarían? No nos conocían de nada, ¿y si esa demonio quería al que llevaba en su interior y dejaba que terminara por tomar el control? Es que ese tarugo no había pensado en todas las posibles consecuencias y había ido actuando como el loco suicida que era... si su madre tenía muchísima razón en ese aspecto y como ya le había comentado algunas veces, tendría que haberle puesto “Tarugo” en vez de “Tarik”. Gruñí mientras corría tan rápido como me permitía mi condición lobuna por aquel bosque ya con el aroma del egipcio captado en mis fosas nasales, seguía su rastro por puro instinto y me olvidé de la nota que me había hecho de la mujer mayor aunque no me olvidé de las palabras que me dijo antes de partir en busca de él. Cuando llegué lo encontré contra la pared como si algo lo mantuviera preso contra esta, Yuna estaba de pie mirándolo y al otro lado de la habitación se encontraba el otro hombre que parecía que estaba con ella, solamente cuando hablé fue que la atención se centró en mí.

Yo no había ido con ánimos de lucha sino más bien de intentar solucionar las cosas porque nadie quería matar a nadie, no queríamos hacerles daño solamente pedíamos que liberaran al demonio que había en su interior para que pudiéramos seguir con nuestras vidas sin tener que preocuparnos por ese motivo... pero al parecer Yuna no estaba dispuesta a que eso sucediera. Sentí que me ahogaba y que me faltaba el aire mientras veía que ella había extendido su brazo y cerraba sus dedos como si me estuviera cogiendo la garganta aunque sin rozarme siquiera, me elevó del suelo unos centímetros en lo que yo intentaba por ganar algo del aire que me faltaba en esos momentos pero conseguirlo no era tan fácil como parecía en un principio. Al parecer Yuna no estaba de acuerdo con que le pidiera que nos ayudara porque empezó a burlarse mientras me tenía cogida por el cuello alzada con sus poderes sin siquiera rozarme, mientras tanto Tarik y el otro hombre seguían contra paredes opuestas cada uno y ahí se mostró el poder que tenía ella en esos momentos. Acabó por liberar al hombre, al que llamó Samael, quien se acercó a ella acortando distancias... fue en ese momento cuando me lanzó con tanta fuerza contra la pared que mi espalda crujió por el golpe, caí sobre un mueble que se hizo añicos mientras me dolía la espalda y el costado aunque no hice signo y muestra de ello porque no quería preocupar al egipcio, pero tosí y escupí sangre al suelo que salió de mi boca mientras recuperaba el aliento. Mientras había estado inmovilizada por Yuna Tarik no había parado de repetirle entre gruñidos que me soltara y que los mandaría al Hel, o a donde quiera que hubieran salido si me hacían daño. Mis ojos subieron a los suyos estando ambos algo cerca pero incapaz de llegar el uno al otro, sus ámbar brillaban con fuerza mientras los otros dos hablaban. Tarik con ese carácter que tenía no dudó en arremeter contra Samael que intentó ir hacia él pero Yuna lo paró del pecho, al parecer ella quería sacar al demonio del interior de Tarik pero antes quería divertirse con su cuerpo... lo que me hacía pensar que solamente quería hacerle daño, sacar al demonio, y luego matarlo.


-No... –murmuré mientras me quedaba a cuatro patas recuperando el aire que me había faltado, me dolía la espalda y el costado donde había caído sobre el mueble pero por suerte al ser una loba el dolor se desvanecía con mayor rapidez. Mis ojos subieron de nuevo a Tarik y lamí mi labio para limpiar los restos de sangre que tenía sobre estos, asentí con la cabeza cuando me preguntó si estaba bien y sonreí de lado cuando me dijo que no tenía que haber ido, y que me quería. Pero qué egipcio más idiota, ¿cómo no iba a ir en su búsqueda para ayudarlo? Era mi pareja, era la otra mitad de mi parte animal y la loba gruñía con fuerza en mi interior porque lo habían tocado... quería cargarse a esos dos hijos de puta por lo que tenían planeado hacerle, las lobas éramos tremendamente territoriales y celosamente posesivas con lo que era nuestro, y yo había marcado a Tarik hacía un tiempo como mío... así que no consentiría que nadie se acercara más de lo necesario y mucho menos le hiciera daño. Sonreí a pesar del dolor cuando me dijo que siempre me había querido y me apoyé contra la pared en un intento por recuperarme y levantarme aprovechando el tiempo en el que esos dos hablaban- lo sé, siempre lo he sabido –aseguré mirándole- eres mío Tarik, no consentiré que nadie te haga daño –gruñí esas palabras porque estaba completamente de acuerdo con la loba en eso, y no iba a cambiar nunca de parecer ni de idea.- Yuna no es así realmente, tenemos que sacar su parte humana Tarik... hacer que vuelva y quizás pueda ayudarnos...- Yuna se acercó hacia donde él estaba dispuesta a empezar a divertirse con Tarik, había visto que se había podido mover bien aunque ahora parecía estar quieto como si intentara engañarla, no sabía por qué, pero desde que se había convertido en un lobo y me había marcado también como suya esa conexión que había entre nosotros se había incrementado exponencialmente, como si ahora fuera capaz de saber qué iba a hacer o pretendía hacer en esos momentos. Sus palabras solo hicieron que Yuna se riera por ellas, alzar su mano y acariciar su rostro que me hizo gruñir por ello mientras le decía a Samael que se divertirían mucho en esos momentos, le pidió que le entregara una de las dagas que él llevaba y este se la extendió complaciente mientras yo me ponía en pie apoyándome contra la pared con la intención de ir hacia allí para pararla.
-Oh vaya, cuántas amenazas en un momento –se rió divertida deslizando un dedo por el filo de la hoja comprobando que estuviera afilado- me preguntó si serás igual de chulo y de valiente cuando empiece a jugar contigo... porque sí, sacaré al demonio que llevas dentro y que seguro que ha sido el motivo por el que has venido en mí búsqueda, pero te equivocas en algo –sus dedos tomaron el pelo del egipcio echando su cabeza hacia atrás- te haré sufrir y me divertiré contigo, eres un lobo y tus heridas se curan con rapidez, pero me pregunto cuánto aguantarías si te hiero con una daga de plata, y luego antes de que mueras sacaré al demonio de tu cuerpo para después rematarte –lamió sus labios ante el solo pensamiento- el único que conocerá el infierno serás tú –gruñí por sus palabras y me abalancé con la intención de apartarla de él pero Samael me atrapó con rapidez, dejó mis brazos hacia atrás para que no me moviera y puso una daga en mi cuello para que no me moviera. Los ojos negros de Yuna me observaron por unos segundos sonriéndome antes de que volviera a hablar de nuevo- sujétala Samael, quiero que vea lo que tengo pensado hacerle –gruñí intentando liberarme cuando vi que ella acercaba la hoja al cuello de Tarik dejándola contra su piel, plata que le abrasó y que me hizo gruñir y revolverme para sentir yo también la plata de la daga en mi cuello pero no me importó, no podía quedarme quieta ante eso y gruñí mostrando los colmillos, sintiendo las zarpas en mis manos así que di un cabezazo con fuerza hacia atrás noqueándolo por unos segundos, momento que aproveché para doblarle el brazo, darle una patada a la daga de plata y luego darle una patada en el rostro con toda la fuerza que tenía que lo mandó al suelo, Yuna había herido a Tarik con la daga de plata en su cuerpo y eso fue lo que hizo que algo estallara en mi interior, una fuerza que no había sentido nunca y  que hizo que el colgante que la mujer que me había dado brillara con fuerza emitiendo destellos azules y negros.
-¡NO! –Gruñí en un grito mientras sentía el dolor extenderse por todo mi cuerpo quebrándome, el mismo dolor tan conocido que sentía en las noches de luna llena pero esa vez fue tan rápido que cuando me quise dar cuenta el segundo siguiente ya me había abalanzado sobre Yuna apartándola con fiereza alejándolo del egipcio, hecho que provocó que perdiera su poder sobre él que cayó de pie al suelo libre de todo movimiento y fue entonces que entendí lo que quiso decirme la mujer y sus palabras; gracias a aquel amuleto había podido convertirme a pesar de no ser luna llena y ese era el poder que tenía, sus propiedades mágicas. Me sentía más grande, más fuerte y más poderosa que de costumbre y quizás fuera por el amuleto que dudaba que su efecto durara demasiado, así que debíamos de aprovechar el momento. Mi hocico acarició el rostro del egipcio para luego lanzarme contra Samael y retenerlo todo lo que pudiera enfrentándonos a una lucha encarnizada mientras rogaba porque Tarik hallara la manera de que Yuna intentara ayudarnos, de que la humana saliera a flote y dejara al demonio por unos momentos de lado.

Cuando la daga de plata sajo mi piel la loba enloqueció, pero mi plan era algo distinto, si me llevaba casi a la muerte sacaría después el demonio, yo no era un hombre normal, no por mi condición lupina si no porque era un vikingo, acostumbrado a enfrentar a Hela de frente, así que no me asustaba volver a encontrarla.

Se lanzó Kaira sobre el hombre de negras alas, había cambiado, mutado y la luna nada tenía que ver con su cambio, no entendía nada, pero eso no quitó que lo planeado se esfumara, sabía que ese demonio alado fiel a la rubia no tardaría en herir a la mujer que amaba, así que poco era el tiempo que me restaba.
No dude, suelto como estaba estiré la mano atrapando el cuello de la demonio que sorprendida por mi repentina fuerza sonrió contemplándome.

Ella iba a reaccionar, mas no esperó que de mi pantalón una estrella plateada emergiera violentamente rumbo al ángel alado que detuvo esta interponiendo la mano, peor en su palma se clavo la punta lo que me llevó a ladear la sonrisa.
La demonio pensaba matarme, arrancar a este pero mi sonrisa la detuvo en seco y el pobre “Samael” no tardo en sentir en su piel un escozor, oscuridad latente que se expandió.
-Es un veneno poderoso, mas le vale al demonio que su cuerpo mortal aguante o salte de cuerpo porque ese que calza sin el antídoto perecerá en poco tiempo.

Era un egipcio, el veneno de las serpientes no conocía ningún secreto para mi y este era una mezcla de muchos otros, lo usaba para embadurnar las flechas, pero por si las moscas siempre llevaba una estrella.
Pude ver el desasosiego en la mirada de Yuna, quería a ese humano, no solo al demonio que en el habitaba si no su forma corpórea, desconocía porque, peor al parecer el cuerpo era importante para ella

Me empujó contra la pared mientras observaba al tal Samael aguantar estoico en pie, pero se había quedado quieto mientras la loba le gruñía.
-El tiempo se acaba Yuna, tu decides..
Mis desiertos se hundieron en sus mares, ahora la pelota estaba en su tejado, según Kaila no siempre era un demonio, pues si su parte humana tenia que aflorar debía ser ahora que la vida de ese hombre se apagaba.

-¿tienes el antídoto? -preguntó con la voz ahogada.
-No, pero se prepararlo -confesé -solo saca el demonio de mi interior y mándalo al infierno de donde nunca debió salir y yo a cambio salvaré la vida del ángel alado.

Para una loba tan territorial como yo que tocaran lo que era suyo y lo que me pertenecía en todos los sentidos era algo que no podía soportar, no porque concordaba con mi loba interior de que como le hicieran algo al egipcio lo pagarían muy muy caro y no pensaba dejar títere con cabeza de ser necesario. Teníamos muchas cosas que hablar Tarik y yo después de que todo terminara, pero justamente ahora que lo tenía no dejaría que nadie me lo arrebatara después de todos los tira y afloja que habíamos tenido, en una época que solo había servido para ponernos celosos mutuamente, para distanciarnos un poco y para cometer actos que nunca debieron de ser cometidos ya que todo lo habíamos hecho por puro despecho, heridos en nuestros sentimientos. Todo eso había quedado atrás y sabía que aunque sus sentimientos eran sinceros había algo que hablar entre ambos, el convertirlo en licántropo había sido una decisión al borde del límite, una medida desesperada para ganar tiempo y que el demonio no se pudiera apoderar de su cuerpo... si no lo hubiera hecho quizás no estuviéramos en esa situación y el demonio se habría apoderado totalmente de él y lo habría perdido para siempre, eso era algo que ni había contemplado en ese momento y que no contemplaba tampoco en la situación en la que estábamos, podría aguantar un poco más pero sabíamos que pronto la situación se nos iría de las manos y con Yuna y Samael juntos sería difícil y complicado salir del enorme problema que teníamos encima, salvo que el egipcio tuviera algún plan que no me había contado y que se guardara bajo la manga, pero conociéndolo seguro que sería algo totalmente suicida como ya era de costumbre. Sin embargo no podía quedarme quieta de brazos cruzados mientras Yuna le hería con esa daga de plata y yo me quedaba como una mera espectadora, maldición, era una loba que sabía pelear y luchar por lo que quería... tenía que hacer todo lo posible y necesario para sacar a Tarik de esa situación y encontrar la forma de ganar algo de tiempo, algo que nos sirviera para darnos un poco de respiro, tomar aire, y volver de nuevo a la lucha. No soportaba ver cómo le hacían daño con la daga mientras estaba aprisionado contra la pared bajo el poder de Yuna, antes había sido humana y quizás pudiéramos sacar ese lado de ella para que nos ayudara, porque era evidente que la “versión” que teníamos frente a nosotros solo quería matarnos y destruirnos, pero primeramente sacar el demonio del cuerpo del egipcio para que le sirviera en sus retorcidos planes.

Ni siquiera supe lo que pasó en el momento en que le estaba haciendo daño, pero no aguantaba más y el colgante que llevaba se iluminó haciendo que pudiera transformarme en esa loba de pelaje negro aun sin estar la luna llena en el cielo. Supe que debía de ser gracias al colgante de mi cuello que me dio las fuerzas necesarias para ello, esas que sin la luna carecía, para poder convertirme en una loba enorme llena de fuerza y de coraje dispuesta a salvar al egipcio de aquello que lo tenía oprimido. Entendí que el poder del colgante no duraría eternamente por lo que deberíamos de darnos prisa, sabía que el egipcio estaba algo más suelto y mientras yo retenía a Samael enzarzándonos en una lucha en la que sabía que iba a tener resultados negativos en mi contra, no por nada, sino porque siendo o no loba no debía de olvidar que él era un demonio poderoso que podría vencerme, igualmente ni siquiera pensé en eso cuando me lancé a por él y esquivó la primera dentellada apartándose con velocidad, se movía rápido pero siendo una loba podía ver mejor su movimiento gracias a mi visión y a mis sentidos aumentados. En el pequeño espacio que teníamos comenzamos a pelear tirando todo lo que encontrábamos a nuestro paso, destrozándolo todo haciéndolo añicos por nuestra fuerza. Mis garras en una ocasión arañaron parte de sus alas negras haciéndolo gruñir de dolor, arremetió contra mí con esa peligrosa espada que tenía haciéndome daño en el costado, una herida que me hizo gruñir pero que no me paró en ningún momento. Mis dientes se clavaron en su brazo haciéndole sangre en una herida profunda, me apartó dándome un golpetazo que me hizo soltar mi agarre para enseguida abalanzarse y rodear mi cuello con sus brazos ejerciendo presión en lo que yo lanzaba zarpazos y me revolvía intentando quitármelo de encima. Veía que sus heridas curaban más rápido de lo normal y supuse que sería por el ser que llevaba en su interior, mientras me revolvía soltó su brazo y vi como una estrella plateada que a veces usaba el egipcio la paró con su mano, incrustándose en su carne, y gruñí porque sabía que esas estrellas las untaba con veneno... y este no tardó en aparecer propagándose por su cuerpo. Una mancha oscura en su palma allí donde le había dado la estrella, me soltó manteniéndose en pie pero podía sentir el veneno extendiéndose por su cuerpo y supe que de alguna forma ahora teníamos una ventaja que debíamos de aprovechar. Aguantó todo lo que pudo frente a mí en pie, pero ya no me atacaba, mientras le gruñía por la herida que me había hecho en el costado y escuchaba de fondo las palabras de Tarik. O Yuna sacaba al demonio de su interior o Samael moriría en aquel momento, solo él conocía el antídoto y cómo hacerlo.

El demonio cayó frente a mí sucumbiendo poco a poco al veneno y entonces vi como la mano de Yuna se posaba en el pecho del egipcio, no supe bien qué paso pero su mano brilló con fuerza y tras unos segundos en los que el cuerpo de Tarik se revolvía con fuerza seguramente porque el demonio estaría resistiendo para no abandonar su cuerpo, vi como la oscuridad propia del demonio salía del pecho del egipcio, como si fueran sombras que manaban de su cuerpo, o como energía oscura que lo abandonaba. Los muebles y todo lo que había alrededor de ellos comenzó a temblar hasta que todo paró y para cuando apartó la mano y la cerró las sombras que había extraído de su cuerpo... desaparecieron. El único que podía saber de verdad si había sacado a su demonio era el propio egipcio, no me moví del lado de Samael por si Yuna intentaba algo pero al parecer cumplió con su parte del trato, ahora le tocaba a él hacer el antídoto para salvarlo como parte del trato. Sus desiertos me miraron para comprobar si me encontraba bien a lo que asentí levemente con la cabeza, poco tiempo duraría en esa forma porque sentía que el “poder” se desvanecía lentamente y pronto volvería a mi forma humana. Me moví de forma que el cuerpo de Samael quedó apenas a unos centímetros como una advertencia hacia Yuna ahora que nos quedábamos solas en lo que el egipcio iba a buscar lo necesario para hacer el antídoto, ya le había advertido antes de irse que no hiciera nada porque lo perdería y parecía que eso es lo que menos quería ella, como si esa parte humana hubiera salido finalmente a flote observando el cuerpo de Samael. Llegó a incluso disculparse con la voz entrecortada, gruñí porque su perdón no me valía pero supuse que el demonio no la controlaba en esos momentos, su preocupación por él era más que evidente y aunque quiso acercarse no dejé que lo hiciera porque no me fiaba para nada, pese a que él estaba herido. Solo cuando Tarik volvió me moví permitiéndole acercarse en lo que yo me acercaba a él quedándome a su lado viendo como mezclaba algunas hierbas preparando el antídoto, su herida en el costado no se cerraba y habría que limpiarla, la mía estaba igual que la suya y no cerraba bien pero aguantaba el tipo. Mi hocico tocó su cintura en una caricia solo para sentir su mano bajando a mi cabeza, acariciándola entre mis orejas haciéndome ver que estaba bien. Acabó de preparar el antídoto y se lo entregó a Yuna para que se lo administrara, fue el momento en el que el “poder” del talismán dio su fin y mi cuerpo volvió de nuevo a ser humana, tendida en el suelo completamente desnuda. El egipcio no tardó en aparecer a mi lado observándome mientras mis ojos se perdían en sus desiertos.


-Lo hemos conseguido –dije acariciando su rostro con las yemas de mis dedos, su tacto cálido me hizo sonreír en lo que él traía una manta y envolvía mi cuerpo para cubrirme y no seguir desnuda- estoy bien, ¿se ha acabado todo? ¿De verdad ya no tienes el demonio en tu interior? –dije como muchas veces me decía él y no lo estaba, habíamos podido solucionarlo y aunque era un suicida lo que sentía por él era demasiado fuerte, nuestros lazos afianzados. No podía perderle, y sabía que teníamos una conversación más que pendiente cuando saliéramos de ahí- Te quiero Tarik, así que por favor, no vuelvas a cometer una locura suicida como esta... al menos no me dejes al margen, ¿no ha quedado claro que no puedes? Eres mío -dije buscando sus labios para besarlos, había intentado alejarme y yo lo había seguido incapaz de dejarlo solo, de que peleara él solo cuando podía contar conmigo. Ahora debía de entender que los dos éramos uno, y que no podía seguir apartándome como había estado haciendo... ya no.

Desafiante me mantuve en mis trece, si tanto quería a ese hombre que ahora se moría en el suelo no le quedaba mas opciones que sacar de mi cuerpo a aquel ente de mierda.
Yuna cedió ladeé la sonrisa con ese gen tan característico que tenia y en cuanto el demonio abandonó mi cuerpo busqué a Kaira con la mirada, ambos estábamos heridos pero eramos licanos, aguantaríamos, por contra Samael no lo haría, pues ahora parecía ser mas humano que nunca, eso si, uno bien hijo de puta pues se aferraba a la vida.
-Si la tocas morirá -le advertí a Yuna antes de salir por la puerta para buscar el remedio para su súbdito o lo que fuera.

No tardé demasiado en dar con lo que necesitaba, me di prisa porque necesitaba volver a tiempo, solo eso garantizaría que Yuna no se volviera loca y matara a Kaira.
Gracias a los dioses llegué a tiempo, el ángel negro seguía respirando, la demonio incapaz de sanarlo, acariciaba su pelo, apartaba los sudados mechones de su frente con cuidado de no dañarlo.
Mientras hacía la mezcla Kaira se acercó a mi.
-Saldremso de esta -le prometí acariciando su oscuro pelaje mientras esta restregaba su cabeza por mi cintura.

Una vez todo mezclado se lo entregué a Yuna que desesperada lo tomó para dárselo a Samael.
Apenas podía tragar, así que lo empujó con su lengua dentro de su boca obligandolo a masticar las hojas.
-Vayámonos de aquí -le dije a Kaira que ahora recuperaba su forma humana ante mi. Rodeé su cintura con mi brazo derecho para ayudarla a caminar, ninguna de nuestras heridas cerraba, peor lo haría, solo teníamos que largarnos.
-Se que somos uno Kaira, por no olvides algo, yo siempre cuidaré de ti.

No había estado bien mentirle, pero de no haberlo hecho..quizás este no hubiera sido el resultado, la quería y eso no cambiaría, la quería desde siempre, por eso a veces nos picábamos porque no soportaba imaginarla con otro.
-No esta, el demonio se ha ido.
Ladeé la sonrisa, ahora solos en el bosque lejos de los demonios me detuve, mi boca se enredó en la suya, nuestros labios se acoplaron, jadeé de puro placer cuando su lengua se adentró en la mía, baile de sierpes de deseo.
-Te quiero, no era verdad..nada de lo que dije era verdad -aseguré mordiendo su labios inferior -te quiero. Nos vamos a casa -aseguré guiñándole un ojo.