AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lobos y corderos (privado)(+18)
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Lobos y corderos (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Madre nos había arrastrado casi de las orejas a todos a París, según ella, era importante que mantuviéramos las raíces con nuestros abuelos, eso por no contar que tras la larga temporada que habíamos pasado en Akershus por la llegada de una manada de licantropos aliada a Randulf, madre tenia ganas de dejar de suturar nuestros cuerpos.
La manada nos tenia alerta, no en si por el peligro que ya de por si representaban los licantropos, si no porque era custodiada por un grupo de peligrosos chamanes que estaba haciendo estragos en otras manadas de la zona.
Con Randulf el peligro siempre acechaba, la guerra en el norte perduraba en tiempo, espacio y aunque habían tenido épocas de paz, en este instante no era algo que reinara precisamente en el norte.
El acero corría por mi piel tanto como por las venas de padre, pero madre siempre ponía ese punto de cordura que a este le faltaba y supongo que también a mi, cuando nos veía muy idos en la lucha nos pedía que visitáramos junto a ella París para calmarnos, curarnos...
Íbamos a cenar cuando vi que la arrogante loba que con su particular sonrisa me miraba de soslayo dispuesta a sentarse en la cena.
Se había puesto unos pantalones de piel que le hacían un culo espectacular pero no muy apropiados para estar en París y una camisa ajustada que le marcaba unos buenos pechos.
Iba a sentarse justo cuando le quité la silla con el pie y su culo perfecto dio de bruces contra el suelo.
No pude evitar descojonarme por la cara de “voy a matarte” que puso.
Mi hermana negaba divertida mientras madre nos llamaba al orden y padre bebía hidromiel mirando la escena, bueno, para que mentir, miraba las nalgas de mi madre que en pie y con los brazos en jarra me pedía que me disculpara.
Le acerqué la silla mientras esta se levantaba maldiciéndome entre dientes.
-¡Por Ra lo que me ha dicho madre! -bromeé muerto de la risa.
Yo nunca juraba en serio por Ra, mi dios era Odin, pero cuando quería fastidiar a madre lo hacia y de paso a la loba que ahora se abalanzaba sobre mi como una fiera salvaje mientras yo de un salto me levantaba de la mesa y me ponía a esquivarla.
-¿y se puede saber donde vas tan guapa? -Le pregunté inquisitivo
Mi madre le pedía a Ubbe que intercediera, creo que fue entonces cuando salió de la ensoñación de mirarle el culo de mi madre ganándose un grito por parte de esta.
-Por Odin, pero que culpa tengo yo de que tus dioses te hayan dado esas nalgas -replicó mi padre mientras yo me moría de la risa.
-Por Ra, que culpa tengo yo de que la loba no mire donde se sienta.
Al final terminamos la cena entre risas y jarras de hidromiel, por suerte el ambiente se fue amenizando.
-podíamos irnos a la taberna después -le dije a mi hermana y a la loba. -¿te vienes padre?
Este negó, dijo que había quedado con nuestros tíos para irse a beber también por su cuenta.
Madre nos había arrastrado casi de las orejas a todos a París, según ella, era importante que mantuviéramos las raíces con nuestros abuelos, eso por no contar que tras la larga temporada que habíamos pasado en Akershus por la llegada de una manada de licantropos aliada a Randulf, madre tenia ganas de dejar de suturar nuestros cuerpos.
La manada nos tenia alerta, no en si por el peligro que ya de por si representaban los licantropos, si no porque era custodiada por un grupo de peligrosos chamanes que estaba haciendo estragos en otras manadas de la zona.
Con Randulf el peligro siempre acechaba, la guerra en el norte perduraba en tiempo, espacio y aunque habían tenido épocas de paz, en este instante no era algo que reinara precisamente en el norte.
El acero corría por mi piel tanto como por las venas de padre, pero madre siempre ponía ese punto de cordura que a este le faltaba y supongo que también a mi, cuando nos veía muy idos en la lucha nos pedía que visitáramos junto a ella París para calmarnos, curarnos...
Íbamos a cenar cuando vi que la arrogante loba que con su particular sonrisa me miraba de soslayo dispuesta a sentarse en la cena.
Se había puesto unos pantalones de piel que le hacían un culo espectacular pero no muy apropiados para estar en París y una camisa ajustada que le marcaba unos buenos pechos.
Iba a sentarse justo cuando le quité la silla con el pie y su culo perfecto dio de bruces contra el suelo.
No pude evitar descojonarme por la cara de “voy a matarte” que puso.
Mi hermana negaba divertida mientras madre nos llamaba al orden y padre bebía hidromiel mirando la escena, bueno, para que mentir, miraba las nalgas de mi madre que en pie y con los brazos en jarra me pedía que me disculpara.
Le acerqué la silla mientras esta se levantaba maldiciéndome entre dientes.
-¡Por Ra lo que me ha dicho madre! -bromeé muerto de la risa.
Yo nunca juraba en serio por Ra, mi dios era Odin, pero cuando quería fastidiar a madre lo hacia y de paso a la loba que ahora se abalanzaba sobre mi como una fiera salvaje mientras yo de un salto me levantaba de la mesa y me ponía a esquivarla.
-¿y se puede saber donde vas tan guapa? -Le pregunté inquisitivo
Mi madre le pedía a Ubbe que intercediera, creo que fue entonces cuando salió de la ensoñación de mirarle el culo de mi madre ganándose un grito por parte de esta.
-Por Odin, pero que culpa tengo yo de que tus dioses te hayan dado esas nalgas -replicó mi padre mientras yo me moría de la risa.
-Por Ra, que culpa tengo yo de que la loba no mire donde se sienta.
Al final terminamos la cena entre risas y jarras de hidromiel, por suerte el ambiente se fue amenizando.
-podíamos irnos a la taberna después -le dije a mi hermana y a la loba. -¿te vienes padre?
Este negó, dijo que había quedado con nuestros tíos para irse a beber también por su cuenta.
Última edición por Tarik Cannif el Mar Nov 14, 2017 6:06 am, editado 1 vez
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Mis dedos se pasearon cálidos por la humedad de su centro, el agua chocaba con mis movimientos, brazo tenso, músculos marcados mientras su mano aferraba mi muñeca y su boca por encima del hombro calcinaba mis labios con el vaho.
Nuestras ganas aumentaban, estábamos tan calientes en ese momento que cada roce implicaba arrancarnos un gemido.
Su mano echada hacia atrás tomo mi falo, duro, caliente y ahora arropado por su mano que despacio lo sacudía acariciando el glande con la yema de su dedo.
Mordí de forma morbosa sus labios, su boca ofrecida era una delicia, un pecado que tomé lamiendo su inferior entre bocados.
-Tus palabras -dije con la voz ronca contra sus labios sintiendo ese vaivén de caderas contra mi mano.
Tiró de mi pelo para acercar mas nuestras bocas que entreabiertas se calcinaban entre jadeos.
-”dame lo que quiero” susurré ladeando la sonrisa con picarda mientras sus ámbar se hundían en los míos.
No era de los que cedían, ella tampoco y lo sabíamos ambos.
Si hiciera lo que quería, o dijera lo que ella deseaba dejaría de ser yo mismo.
Se giró, me enfrentó y nuestro pechos quedaron reducidos a la nada.
Agitados chocaban y el deseo nos consumía de forma violenta como si fuéramos velas.
“Hazme tuya” rugió antes de saltar anclándose a mi cintura, bocas que ahora sí chocaron voraces, lenguas que cual sierpes se enredaron en una lucha en la que dentro y fuera de nuestras bocas echaron un pulso a muerte.
Mis manos en sus nalgas, la alcé un poco para dejarla caer sobre mi verga, engrosada, caliente y mojada.
Sus paredes se abrían lentas, acogiéndome, amoldándose al grosor de mi falo.
Mi mano se enredó en su pelo, un puño que sirvió para atraerla con mas fuerza, pasión, brasas eran nuestros cuerpos que con el roce prendían en fuego.
La empotraba de forma tan violenta que me sentía completamente dentro, sus pechos ofrecidos se convirtieron en mi destino, lengua que surcó sus montañas, mordiendo los valles y coronando con rudeza sus cúspides, atrapadas entre mis dientes
Nuestras miradas se buscaban, supongo que dándonos cuenta de que hasta hoy nunca nos habíamos permitido que esto pasara.
Quizás porque no queríamos que lo que teníamos cambiara, quizás porque nuestro carácter era tan fuerte que si nos convertíamos en algo mas que amigos nos destruiríamos.
Yo la deseaba de un modo tan desesperado que nadie podría entenderlo, pero como imanes nos atraíamos y nos repelíamos, en instante creo que eramos animales, dos bestias que se tomaban de un modo salvaje, instintivo y me sentía tan sumamente bien allí dentro.
Ella era una droga, nos matábamos cuando nos consumíamos pero ahora mismo solo quería mas de ella, seguir sacudiéndome allí dentro.
Nuestras ganas aumentaban, estábamos tan calientes en ese momento que cada roce implicaba arrancarnos un gemido.
Su mano echada hacia atrás tomo mi falo, duro, caliente y ahora arropado por su mano que despacio lo sacudía acariciando el glande con la yema de su dedo.
Mordí de forma morbosa sus labios, su boca ofrecida era una delicia, un pecado que tomé lamiendo su inferior entre bocados.
-Tus palabras -dije con la voz ronca contra sus labios sintiendo ese vaivén de caderas contra mi mano.
Tiró de mi pelo para acercar mas nuestras bocas que entreabiertas se calcinaban entre jadeos.
-”dame lo que quiero” susurré ladeando la sonrisa con picarda mientras sus ámbar se hundían en los míos.
No era de los que cedían, ella tampoco y lo sabíamos ambos.
Si hiciera lo que quería, o dijera lo que ella deseaba dejaría de ser yo mismo.
Se giró, me enfrentó y nuestro pechos quedaron reducidos a la nada.
Agitados chocaban y el deseo nos consumía de forma violenta como si fuéramos velas.
“Hazme tuya” rugió antes de saltar anclándose a mi cintura, bocas que ahora sí chocaron voraces, lenguas que cual sierpes se enredaron en una lucha en la que dentro y fuera de nuestras bocas echaron un pulso a muerte.
Mis manos en sus nalgas, la alcé un poco para dejarla caer sobre mi verga, engrosada, caliente y mojada.
Sus paredes se abrían lentas, acogiéndome, amoldándose al grosor de mi falo.
Mi mano se enredó en su pelo, un puño que sirvió para atraerla con mas fuerza, pasión, brasas eran nuestros cuerpos que con el roce prendían en fuego.
La empotraba de forma tan violenta que me sentía completamente dentro, sus pechos ofrecidos se convirtieron en mi destino, lengua que surcó sus montañas, mordiendo los valles y coronando con rudeza sus cúspides, atrapadas entre mis dientes
Nuestras miradas se buscaban, supongo que dándonos cuenta de que hasta hoy nunca nos habíamos permitido que esto pasara.
Quizás porque no queríamos que lo que teníamos cambiara, quizás porque nuestro carácter era tan fuerte que si nos convertíamos en algo mas que amigos nos destruiríamos.
Yo la deseaba de un modo tan desesperado que nadie podría entenderlo, pero como imanes nos atraíamos y nos repelíamos, en instante creo que eramos animales, dos bestias que se tomaban de un modo salvaje, instintivo y me sentía tan sumamente bien allí dentro.
Ella era una droga, nos matábamos cuando nos consumíamos pero ahora mismo solo quería mas de ella, seguir sacudiéndome allí dentro.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
La noche no estaba yendo quizás como los dos nos hubiéramos pensado o imaginado, siempre sabíamos que nos metíamos en líos y éramos expertos en ese tipo de situaciones, sin embargo esa noche estaba siendo demasiado distinta y diferente de lo que eran otras noches... quizás era por el hecho de que llevábamos mucho tiempo jugando a ese peligroso y tóxico juego que nos traíamos entre manos, nos alejábamos y nos acercábamos atraídos y repelidos como dos imanes potentes, pero en cierta medida parecía que habíamos ido acumulando todo eso y esa noche estábamos los dos a flor de piel, saltábamos más de lo normal y claro había quedado tanto en la taberna como en aquel local donde fuimos a beber y a fumar. Él había saltado a la mínima de cambio y yo sin embargo había hecho lo mismo, si no hubiera sido porque Tarik cogiera mi mano parándome en el momento hubiera arrancado la cabeza a la camarera. Nos retábamos constantemente, nos desafiábamos sin poder evitarlo y todo eso había sido un cúmulo que sumado al alcohol y al opio había sido una mezcla demasiado explosiva. Era consciente de que en algún momento terminaríamos explotando y nos dejaríamos llevar por esa pasión y ese deseo que nos consumía a los dos, siempre nos rozábamos y nos tentábamos pero jamás habíamos pasado de ahí y habíamos hecho algo más... esa noche sin duda habíamos pasado de nuestro límite, uno no escrito ni dicho pero que sí nos imponíamos. Quizás porque éramos amigos desde hacía mucho tiempo, quizás porque podría cambiarlo todo y ninguno estaba dispuesto a que eso sucediera... porque esto o lo empeoraba o lo mejoraba, era más que evidente que esa noche iba a marcar un antes y un después aunque quisiéramos evitarlo, y ninguno sabíamos realmente cómo sería todo al día siguiente.
Por otra parte éramos adultos y sabíamos lo que hacíamos, éramos capaces de dejar que esto no influyera para poder seguir como siempre, aunque en cierta manera manteníamos una relación “tóxica” no quería perderlo, por una noche en la que nos dejáramos llevar por el deseo y la pasión no quería tirar por la borda tantos años de amistad, de confidencias, de vivencias juntos... y eso era lo que más me había parado siempre, hasta esa noche. No supe si era por el influjo de la luna llena que al estar cerca hacía que mis sentimientos estuvieran más susceptibles, más expuestos, o el conjunto de todo pero... ninguno pudimos evitarlo y de poder hacerlo no queríamos. Estábamos dentro del agua totalmente desnudos y aunque no era la primera vez que lo había visto desnudo, porque era tendencioso a gastar muchísimas bromas y bañarse desnudo en el lago para fastidiarnos a mí y a Eirin, sí que era la primera vez que los dos estábamos piel con piel en una situación tan íntima, tan caliente y morbosa, excitante. Sentir su piel contra la mía era una auténtica delicia y su esencia notaba que me envolvía por completo, su calor traspasaba a mi cuerpo y viceversa, su aliento en mi cuello y en mis labios enviaba pequeños escalofríos de placer. Sabía cómo era, sabía que no daría su brazo a torcer porque eso no formaba parte de él, mordí sus labios con fuerza cuando me dijo ese “dame lo que quiero” enredando mis dedos en su pelo, sintiendo que causaba estragos con sus dedos en mi sexo y mis caderas se movían solas contra él.
Me giré para enfrentarlo con mis ámbar brillando, sus ojos puestos en los míos y durante unos segundos en los que nuestros pechos se rozaban con cada aliento que dábamos nos contemplamos de manera fija, perdidos en el otro. Lo deseaba, mentirlo sería una tontería porque era muy obvio que lo deseaba y que lo necesitaba en ese momento, al igual que él me deseaba y me necesitaba a partes iguales a las mías. Era muy engreído y no iba a decirme lo que quería oír, ¿acaso importaba? Por supuesto que no, no cuando sentía mi cuerpo arder en llamas y necesitaba sentirlo dentro moviéndose en mi interior. Salté sobre él y nuestros labios por primera vez se besaron, se buscaron y se encontraron de forma casi salvaje y pasional, nuestras lenguas lucharon por proclamarse vencedoras con la respiración errática, los jadeos y los gruñidos que salían de nuestros labios. Rodeé su cintura con mis piernas en un agarre firme, nuestros cuerpos rozándose, sus manos en mis nalgas y finalmente... me penetró por completo. Mis labios se separaron de los suyos para gemir con fuerza, cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás gimiendo con cada nueva embestida, ruda, poderosa y profunda que me volvía loca, que me sumía en un placer extremo. Era incapaz de estarme quieta y me movía contra él animada por ese momento, en un frenesí que era imposible que me quedara quieta. Su boca bajó a mis pechos y se hizo el dueño indiscutible de ellos; los mordió, los lamió, los succionó y terminó por morder mis pezones tirando de ellos con sus dientes, mi mano en su pelo y la otra en su espalda donde mis uñas marcaron un sendero salvaje, él se movía con ímpetu y a mí me volvía loca con cada embestida.
-Tarik –gemí cerrando los ojos ante todo el placer que me sacudía aferrándome con fuerza a sus caderas, nuestros ojos se encontraron de nuevo siendo conocedores y conscientes de que así no habíamos estado nunca, pero éramos incapaces de parar y yo solo quería más y más de él- no pares –pedí entre jadeos antes de morder sus labios, lamerlos y besarnos otra vez mientras nos movíamos como dos bestias, como dos animales salvajes que eran incapaz de parar. Se sentía tan bien tenerlo dentro y moviéndose de esa forma que cuanto más se movía más quería, como una droga potente que te engancha y ya no puedes pasar sin ella, eso era él para mí: mi droga más pura, mi mayor adicción. Gemí sobre sus labios y bajé dejando un reguero por su mandíbula hasta llegar a su cuello, sentía la imperante necesidad de marcarlo, marcarlo como mío y más con esa casi luna llena, mi parte más salvaje y animal lo quería a él y quería marcarlo para que nadie más pudiera tenerlo, él era mío y mi lado más salvaje gruñó ante ese pensamiento. Mordí su cuello con fuerza y luego succioné su piel para marcarlo de alguna forma, necesitaba hacerlo y fui incapaz de controlarme. Él no dejaba de moverse cada vez más rápido y profundo marcando ese encuentro de forma salvaje, notaba que mi cuerpo se tensaba y que me acercaba cada vez más al orgasmo, separé mis labios de su cuello para contemplar esa marca mía que llevaba y la repasé con mi lengua, mis uñas dejaban un sendero en su espalda presa del placer y mis labios quedaron sobre los suyos, gemí sobre estos y abrí mis labios para lamer los suyos, nuestras miradas se encontraron y me aferré a él con fuerza sintiendo que mi cuerpo temblaba y con un gemido alcancé el orgasmo que devastó todo mi cuerpo y que hizo que temblara entre sus brazos. Lo besé notando que seguía embistiéndome hasta que noté que se iba en mi interior y que mis paredes lo apretaban con fuerza, nuestros cuerpos quedaron pegados sin haber espacio entre estos y apoyé mi frente en la suya para respirar de manera agitada y acelerada, lo abracé con fuerza y cerré los ojos ante ese momento tan íntimo que habíamos tenido. Mis dedos acariciaron su rostro y mis ámbar se clavaron en sus castaños- no quiero que esto cambie nada –confesé dejando que mi respiración se normalizara- prométeme que seguiremos como antes, que lo que acaba de pasar no va a cambiar nada... te deseo y es algo que no voy a negar ni esconder, pero no quiero perderte por habernos dejado llevar –mis labios rozaron los suyos y dejé un mordisco juguetón en su inferior- para mí eres muy importante –confesé sin saber de dónde salían esas palabras.
Por otra parte éramos adultos y sabíamos lo que hacíamos, éramos capaces de dejar que esto no influyera para poder seguir como siempre, aunque en cierta manera manteníamos una relación “tóxica” no quería perderlo, por una noche en la que nos dejáramos llevar por el deseo y la pasión no quería tirar por la borda tantos años de amistad, de confidencias, de vivencias juntos... y eso era lo que más me había parado siempre, hasta esa noche. No supe si era por el influjo de la luna llena que al estar cerca hacía que mis sentimientos estuvieran más susceptibles, más expuestos, o el conjunto de todo pero... ninguno pudimos evitarlo y de poder hacerlo no queríamos. Estábamos dentro del agua totalmente desnudos y aunque no era la primera vez que lo había visto desnudo, porque era tendencioso a gastar muchísimas bromas y bañarse desnudo en el lago para fastidiarnos a mí y a Eirin, sí que era la primera vez que los dos estábamos piel con piel en una situación tan íntima, tan caliente y morbosa, excitante. Sentir su piel contra la mía era una auténtica delicia y su esencia notaba que me envolvía por completo, su calor traspasaba a mi cuerpo y viceversa, su aliento en mi cuello y en mis labios enviaba pequeños escalofríos de placer. Sabía cómo era, sabía que no daría su brazo a torcer porque eso no formaba parte de él, mordí sus labios con fuerza cuando me dijo ese “dame lo que quiero” enredando mis dedos en su pelo, sintiendo que causaba estragos con sus dedos en mi sexo y mis caderas se movían solas contra él.
Me giré para enfrentarlo con mis ámbar brillando, sus ojos puestos en los míos y durante unos segundos en los que nuestros pechos se rozaban con cada aliento que dábamos nos contemplamos de manera fija, perdidos en el otro. Lo deseaba, mentirlo sería una tontería porque era muy obvio que lo deseaba y que lo necesitaba en ese momento, al igual que él me deseaba y me necesitaba a partes iguales a las mías. Era muy engreído y no iba a decirme lo que quería oír, ¿acaso importaba? Por supuesto que no, no cuando sentía mi cuerpo arder en llamas y necesitaba sentirlo dentro moviéndose en mi interior. Salté sobre él y nuestros labios por primera vez se besaron, se buscaron y se encontraron de forma casi salvaje y pasional, nuestras lenguas lucharon por proclamarse vencedoras con la respiración errática, los jadeos y los gruñidos que salían de nuestros labios. Rodeé su cintura con mis piernas en un agarre firme, nuestros cuerpos rozándose, sus manos en mis nalgas y finalmente... me penetró por completo. Mis labios se separaron de los suyos para gemir con fuerza, cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás gimiendo con cada nueva embestida, ruda, poderosa y profunda que me volvía loca, que me sumía en un placer extremo. Era incapaz de estarme quieta y me movía contra él animada por ese momento, en un frenesí que era imposible que me quedara quieta. Su boca bajó a mis pechos y se hizo el dueño indiscutible de ellos; los mordió, los lamió, los succionó y terminó por morder mis pezones tirando de ellos con sus dientes, mi mano en su pelo y la otra en su espalda donde mis uñas marcaron un sendero salvaje, él se movía con ímpetu y a mí me volvía loca con cada embestida.
-Tarik –gemí cerrando los ojos ante todo el placer que me sacudía aferrándome con fuerza a sus caderas, nuestros ojos se encontraron de nuevo siendo conocedores y conscientes de que así no habíamos estado nunca, pero éramos incapaces de parar y yo solo quería más y más de él- no pares –pedí entre jadeos antes de morder sus labios, lamerlos y besarnos otra vez mientras nos movíamos como dos bestias, como dos animales salvajes que eran incapaz de parar. Se sentía tan bien tenerlo dentro y moviéndose de esa forma que cuanto más se movía más quería, como una droga potente que te engancha y ya no puedes pasar sin ella, eso era él para mí: mi droga más pura, mi mayor adicción. Gemí sobre sus labios y bajé dejando un reguero por su mandíbula hasta llegar a su cuello, sentía la imperante necesidad de marcarlo, marcarlo como mío y más con esa casi luna llena, mi parte más salvaje y animal lo quería a él y quería marcarlo para que nadie más pudiera tenerlo, él era mío y mi lado más salvaje gruñó ante ese pensamiento. Mordí su cuello con fuerza y luego succioné su piel para marcarlo de alguna forma, necesitaba hacerlo y fui incapaz de controlarme. Él no dejaba de moverse cada vez más rápido y profundo marcando ese encuentro de forma salvaje, notaba que mi cuerpo se tensaba y que me acercaba cada vez más al orgasmo, separé mis labios de su cuello para contemplar esa marca mía que llevaba y la repasé con mi lengua, mis uñas dejaban un sendero en su espalda presa del placer y mis labios quedaron sobre los suyos, gemí sobre estos y abrí mis labios para lamer los suyos, nuestras miradas se encontraron y me aferré a él con fuerza sintiendo que mi cuerpo temblaba y con un gemido alcancé el orgasmo que devastó todo mi cuerpo y que hizo que temblara entre sus brazos. Lo besé notando que seguía embistiéndome hasta que noté que se iba en mi interior y que mis paredes lo apretaban con fuerza, nuestros cuerpos quedaron pegados sin haber espacio entre estos y apoyé mi frente en la suya para respirar de manera agitada y acelerada, lo abracé con fuerza y cerré los ojos ante ese momento tan íntimo que habíamos tenido. Mis dedos acariciaron su rostro y mis ámbar se clavaron en sus castaños- no quiero que esto cambie nada –confesé dejando que mi respiración se normalizara- prométeme que seguiremos como antes, que lo que acaba de pasar no va a cambiar nada... te deseo y es algo que no voy a negar ni esconder, pero no quiero perderte por habernos dejado llevar –mis labios rozaron los suyos y dejé un mordisco juguetón en su inferior- para mí eres muy importante –confesé sin saber de dónde salían esas palabras.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Tensos nuestros cuerpos sucumbieron a la realidad de lo que nos hacíamos sentir al otro, la pasión era fuerte, como un tiovivo que te alza a los cielos y después en picado caer hasta el mismo Hel.
Mis labios trataron de acallar sus palabras pero estas fueron susurradas en mi oído, cerré los ojos quizás porque escucharlas me destrozaba, quizás porque no estaba preparado para ese “no quiero que cambie nada”
-No lo hará -la frialdad regreso al candor de un cuerpo que aun la anhelaba y con la misma nos separamos, mis ojos aun suplicaban que se rindiera ante la evidencia, mas ella mucho mas dura se mantuvo en esa petición sobrehumana.
Dos bestias volvían a encontrarse de frente, salvajes, furibundas, siempre igual, tóxicos como la mas voraz de las drogas nos encargábamos de alcanzar la puta cúspide del colocon y ahora sentía su veneno por mis venas, voraz, devorar mi organismo.
La noche había llegado a su fin, bien lo sabíamos los dos, el silencio imperó justo por eso, porque nada cambiaba nunca, porque esto solo era un polvo entre otros tantos que a lo largo de los tiempo echaríamos, porque eramos la perdición del otro y a su vez el único modo de salvarnos.
-Nada cambiará -repetí saliendo del agua dejando atrás mi maldita estela.
Notaba sus ámbar en mi espalda como si con ese acto bastara para detenerme o por contra dejarme ir, aun portaba arena en mis botas, el recuerdo del instante que enfrentamos en ese momento.
Silencio, la jodí porque tenia sentimientos pero a ella nunca le importó esa mierda y como un hijo de puta me largué, quizás porque enfrentar sus ámbar era demasiado para un hombre sin coraje.
Porque la rabia llevó mis pasos lejos de la playa, porque la odiaba y la amaba y porque nada funcionaba entre nosotros.
Rotos, estropeados en una relación que nos consumía despacio.
Me perdí en alcohol, en sustancias y cuando regresé las horas del día habitan sucedido a la noche, usado, maldito, odiándome a mi mismo enfrenté los pardos de madre, hastiada de la mierda de su hijo.
Sin estar en condiciones de discutir la severa mirada de padre habló mas alto que la voz de madre.
No veía decepción pero tampoco aprobación.
Todo era gris, como el humo que escapaba de mis labios hasta que a través de él encontré sus pardos, sobre la escalera fijándose en mi, destrozandome si es que algo quedaba en pie en ese hombre que tenia frente a si.
La cama es donde caí, papel, tinta derramada y secante, no necesité mas por aquel instante en el que la destrucción me consumió..sus palabras “que nada cambie” mi promesa “ no lo hara”
Mis labios trataron de acallar sus palabras pero estas fueron susurradas en mi oído, cerré los ojos quizás porque escucharlas me destrozaba, quizás porque no estaba preparado para ese “no quiero que cambie nada”
-No lo hará -la frialdad regreso al candor de un cuerpo que aun la anhelaba y con la misma nos separamos, mis ojos aun suplicaban que se rindiera ante la evidencia, mas ella mucho mas dura se mantuvo en esa petición sobrehumana.
Dos bestias volvían a encontrarse de frente, salvajes, furibundas, siempre igual, tóxicos como la mas voraz de las drogas nos encargábamos de alcanzar la puta cúspide del colocon y ahora sentía su veneno por mis venas, voraz, devorar mi organismo.
La noche había llegado a su fin, bien lo sabíamos los dos, el silencio imperó justo por eso, porque nada cambiaba nunca, porque esto solo era un polvo entre otros tantos que a lo largo de los tiempo echaríamos, porque eramos la perdición del otro y a su vez el único modo de salvarnos.
-Nada cambiará -repetí saliendo del agua dejando atrás mi maldita estela.
Notaba sus ámbar en mi espalda como si con ese acto bastara para detenerme o por contra dejarme ir, aun portaba arena en mis botas, el recuerdo del instante que enfrentamos en ese momento.
Silencio, la jodí porque tenia sentimientos pero a ella nunca le importó esa mierda y como un hijo de puta me largué, quizás porque enfrentar sus ámbar era demasiado para un hombre sin coraje.
Porque la rabia llevó mis pasos lejos de la playa, porque la odiaba y la amaba y porque nada funcionaba entre nosotros.
Rotos, estropeados en una relación que nos consumía despacio.
Me perdí en alcohol, en sustancias y cuando regresé las horas del día habitan sucedido a la noche, usado, maldito, odiándome a mi mismo enfrenté los pardos de madre, hastiada de la mierda de su hijo.
Sin estar en condiciones de discutir la severa mirada de padre habló mas alto que la voz de madre.
No veía decepción pero tampoco aprobación.
Todo era gris, como el humo que escapaba de mis labios hasta que a través de él encontré sus pardos, sobre la escalera fijándose en mi, destrozandome si es que algo quedaba en pie en ese hombre que tenia frente a si.
La cama es donde caí, papel, tinta derramada y secante, no necesité mas por aquel instante en el que la destrucción me consumió..sus palabras “que nada cambie” mi promesa “ no lo hara”
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Lo que temía que pasara después de aquel momento que habíamos compartido, después de dejarnos llevar y consumirnos en esa pasión que los dos sentíamos, sucedió. Lo pude notar en el momento en el que dije aquellas palabras que habían salido sinceras, no era ninguna mentira lo que le había dicho: él me importaba muchísimo y no quería perder todos esos años juntos por la noche que habíamos tenido. Sí, era cierto que había sido tremendamente bestial además que inesperado, que nuestros cuerpo se habían amoldado al otro como si encajaran en una pieza, necesitados, hambrientos del otro y de lo que pudiera darnos... y eso los dos lo sabíamos. Nos habíamos tomado como animales pero había sido la forma de expresar todo lo que llevábamos por dentro, todo aquello que durante mucho tiempo habíamos reprimido en el interior camuflándolo con rencores, con desafíos, con enfados. Nuestra relación no era fácil, nos atraíamos igual que nos repelíamos como si fuera una especie de “amor-odio” que era como un bucle infinito, donde empezaba uno terminaba el otro y viceversa, como una pescadilla que se mordía la cola, eso es lo que éramos los dos y lo que sentíamos por dentro. Pero éramos orgullosos en exceso y no reconocíamos las cosas, no dábamos nunca nuestro brazo a torcer y quizás por eso acabábamos siempre como acabábamos. Yo no quería que nada cambiara entre nosotros, que eso pudiera estropear lo que teníamos después de esa noche de locura, yo misma era una contradicción en sí misma con lo que quería y lo que deseaba, lo deseaba a él y lo quería a él... pero quizás dar un paso más podría terminar por destruirnos y por arrasar con lo que teníamos y no en el buen sentido precisamente. Noté que su cuerpo cambió y se puso tenso tras decir aquellas palabras, su agarre se aflojó hasta finalmente soltarme y me quedé frente a él de pie observándonos, supe que la había cagado con mis palabras pero ¿acaso podíamos con algo más? Éramos dos venenos que nos intoxicábamos, pero al mismo tiempo éramos nuestro propio antídoto y salvación... y era complicado, mucho.
Sus ojos se quedaron clavados en los míos y por un momento no supe qué decirle o qué hacer, me miraba de forma fija y yo fui incapaz de decir nada en esos momentos, no sabía qué era lo que debía de decir ni lo que él quería tampoco. “No lo hará” fue lo único que dijo de forma seca y fría y sentí como si un abismo se hubiera interpuesto entre ambos, lo tenía frente a mí a escasa distancia pero lo notaba demasiado lejos en ese momento, y me dolió. El sol ya comenzaba a despunta en el horizonte dando así por finalizada aquella noche, una noche en la que sin querer y aunque él dijera que no yo sí notaba que habían cambiado las cosas y no para mejor precisamente. El silencio se abrió paso entre nosotros como si por primera vez no tuviéramos nada que decirnos, como si las palabras pesaran y tras su “nada cambiará” me dio la espalda dejándome allí dentro en el agua mientras él se acercaba a la orilla. Pude ver su espalda que se alejaba y extendí mi brazo para pararlo pero ya estaba lejos, abrí la boca pero no salió palabra alguna por ella... pude correr hacia él y no lo hice, quizás porque me dolía lo que había notado, porque sabía que la había cagado y jodido y eso me pesaba demasiado dejándome anclada en el lugar. Se perdió, su figura se perdió sin siquiera mirar atrás, sin siquiera decirme nada más y me quedé allí sola, rota en pequeños pedazos abrazándome mientras podía notar su calor envolver mi cuerpo y ahora solo sentía frialdad. Agaché la cabeza y me mordí el labio con fuerza permaneciendo así durante unos minutos, la garganta me dolía y los ojos me picaban pero aun así resistí ese impulso de llorar, salí finalmente del agua y me puse mi ropa de manera rápida para salir de aquel lugar, podría haber seguido su estela y su esencia, podría haberlo seguido y sin embargo lo dejé estar y puse rumbo a casa.
Decir que había dormido algo era una total mentira, Eirin no era idiota y sabía perfectamente el motivo por el que su mellizo no estaba en casa y el por qué yo estaba de esa forma, no me dijo nada al respecto y yo lo agradecí. El día seguía pasando y Tarik no volvía a casa, su madre estaba preocupada y yo no salí de la habitación más que para comer y volver a encerrarme de nuevo sin ánimos de para nada. Tenía las emociones a flor de piel más que nunca tras lo que había pasado y que esa noche fuera luna llena no ayudaba a mejorar las cosas, permanecí tumbada en la cama hasta que cuando ya faltaba apenas una hora para terminar el día y que empezara la noche lo sentí, sentí su presencia acercándose a la casa y supe que era él porque su olor era inconfundible, llevaba su olor grabado en mi piel durante todo el día de manera tortuosa. Salí de la habitación parándome a mitad de las escaleras mientras sus padres estaban frente a él, aun así lo pude ver con perfecta claridad. No demostraba de estar en mejores condiciones que yo pese a que su estado de alcohol y de sustancias era más que notoria, no hacía comentario alguno sobre lo que su madre le decía y tras soltar el humo que llevaba en los labios fue que nuestras miradas se encontraron, en silencio. Me dolió notar aquel enorme abismo entre ambos que nos mataba y que nos separaba, una sensación atravesó todo mi cuerpo y sin decir nada se metió en su habitación cerrando la puerta, cerré los ojos con fuerza y yo volví a la mía dejándome caer en la cama, rota, destrozada por lo que había pasado, mis manos fueron a mi pelo y cerré los ojos luchando contra la sensación de ahogo que me engullía, el dolor que se instauró en mi pecho y que no me dejaba respirar bien.
El tiempo fue pasando de manera lenta mientras sentía que madre luna me llamaba para transformarme, sabía que tenía que permanecer lejos de allí antes de que empezara la transformación y que perdiera la cordura de mi mente. Busqué a Eirin pero no estaba, sus padres tampoco y el único que quedaba era Tarik. Me planté frente a su puerta y alcé la mano cerrada en un puño dispuesta a tocarle, pero antes de hacerlo paré y me mordí el labio agachando la cabeza. No me quedaba mucho tiempo así que salí por la puerta yo sola y comencé a correr para llegar al bosque alejándome todo lo que pudiera no solo de la ciudad, sino de todos los que quería y que podría hacer daño cuando fuera una loba. Me interné en el bosque cuando la luna ya había salido y brillaba en el firmamento, un dolor intensó me atenazó e hizo que gritara para caer al suelo de rodillas, la transformación comenzaba y era tremendamente dolorosa. Arqueé mi cuerpo mientras mis huesos se rompían de manera dolorosa, mis colmillos crecieron al tiempo que la ropa quedaba hecha jirones en el suelo. Mis ojos de color ámbar brillaron con fuerza mientras tomo mi cuerpo cambiaba y tomaba forma, un pelaje negro, tupido y brillante por todo mi cuerpo y finalmente un aullido cuando el cambio estuvo hecho. El único problema; no estaba sola en la zona.
Sus ojos se quedaron clavados en los míos y por un momento no supe qué decirle o qué hacer, me miraba de forma fija y yo fui incapaz de decir nada en esos momentos, no sabía qué era lo que debía de decir ni lo que él quería tampoco. “No lo hará” fue lo único que dijo de forma seca y fría y sentí como si un abismo se hubiera interpuesto entre ambos, lo tenía frente a mí a escasa distancia pero lo notaba demasiado lejos en ese momento, y me dolió. El sol ya comenzaba a despunta en el horizonte dando así por finalizada aquella noche, una noche en la que sin querer y aunque él dijera que no yo sí notaba que habían cambiado las cosas y no para mejor precisamente. El silencio se abrió paso entre nosotros como si por primera vez no tuviéramos nada que decirnos, como si las palabras pesaran y tras su “nada cambiará” me dio la espalda dejándome allí dentro en el agua mientras él se acercaba a la orilla. Pude ver su espalda que se alejaba y extendí mi brazo para pararlo pero ya estaba lejos, abrí la boca pero no salió palabra alguna por ella... pude correr hacia él y no lo hice, quizás porque me dolía lo que había notado, porque sabía que la había cagado y jodido y eso me pesaba demasiado dejándome anclada en el lugar. Se perdió, su figura se perdió sin siquiera mirar atrás, sin siquiera decirme nada más y me quedé allí sola, rota en pequeños pedazos abrazándome mientras podía notar su calor envolver mi cuerpo y ahora solo sentía frialdad. Agaché la cabeza y me mordí el labio con fuerza permaneciendo así durante unos minutos, la garganta me dolía y los ojos me picaban pero aun así resistí ese impulso de llorar, salí finalmente del agua y me puse mi ropa de manera rápida para salir de aquel lugar, podría haber seguido su estela y su esencia, podría haberlo seguido y sin embargo lo dejé estar y puse rumbo a casa.
Decir que había dormido algo era una total mentira, Eirin no era idiota y sabía perfectamente el motivo por el que su mellizo no estaba en casa y el por qué yo estaba de esa forma, no me dijo nada al respecto y yo lo agradecí. El día seguía pasando y Tarik no volvía a casa, su madre estaba preocupada y yo no salí de la habitación más que para comer y volver a encerrarme de nuevo sin ánimos de para nada. Tenía las emociones a flor de piel más que nunca tras lo que había pasado y que esa noche fuera luna llena no ayudaba a mejorar las cosas, permanecí tumbada en la cama hasta que cuando ya faltaba apenas una hora para terminar el día y que empezara la noche lo sentí, sentí su presencia acercándose a la casa y supe que era él porque su olor era inconfundible, llevaba su olor grabado en mi piel durante todo el día de manera tortuosa. Salí de la habitación parándome a mitad de las escaleras mientras sus padres estaban frente a él, aun así lo pude ver con perfecta claridad. No demostraba de estar en mejores condiciones que yo pese a que su estado de alcohol y de sustancias era más que notoria, no hacía comentario alguno sobre lo que su madre le decía y tras soltar el humo que llevaba en los labios fue que nuestras miradas se encontraron, en silencio. Me dolió notar aquel enorme abismo entre ambos que nos mataba y que nos separaba, una sensación atravesó todo mi cuerpo y sin decir nada se metió en su habitación cerrando la puerta, cerré los ojos con fuerza y yo volví a la mía dejándome caer en la cama, rota, destrozada por lo que había pasado, mis manos fueron a mi pelo y cerré los ojos luchando contra la sensación de ahogo que me engullía, el dolor que se instauró en mi pecho y que no me dejaba respirar bien.
El tiempo fue pasando de manera lenta mientras sentía que madre luna me llamaba para transformarme, sabía que tenía que permanecer lejos de allí antes de que empezara la transformación y que perdiera la cordura de mi mente. Busqué a Eirin pero no estaba, sus padres tampoco y el único que quedaba era Tarik. Me planté frente a su puerta y alcé la mano cerrada en un puño dispuesta a tocarle, pero antes de hacerlo paré y me mordí el labio agachando la cabeza. No me quedaba mucho tiempo así que salí por la puerta yo sola y comencé a correr para llegar al bosque alejándome todo lo que pudiera no solo de la ciudad, sino de todos los que quería y que podría hacer daño cuando fuera una loba. Me interné en el bosque cuando la luna ya había salido y brillaba en el firmamento, un dolor intensó me atenazó e hizo que gritara para caer al suelo de rodillas, la transformación comenzaba y era tremendamente dolorosa. Arqueé mi cuerpo mientras mis huesos se rompían de manera dolorosa, mis colmillos crecieron al tiempo que la ropa quedaba hecha jirones en el suelo. Mis ojos de color ámbar brillaron con fuerza mientras tomo mi cuerpo cambiaba y tomaba forma, un pelaje negro, tupido y brillante por todo mi cuerpo y finalmente un aullido cuando el cambio estuvo hecho. El único problema; no estaba sola en la zona.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Había escuchado sus pasos, no era de extrañar, la resaca martilleaba mi cabeza y hasta la caída de un alfiler me hubiera molestado.
Me senté el borde de la cama dispuesto a enfrentarla, sabia exactamente lo que sucedería después, ella me diría lo gilipollas que era, lo infantil que habían resultado mis actos y me preguntaría ¿por que demonios me había largado? Yo por contra me reiría, evitaría responder a su pregunta con algún sarcasmo y si me presionaba mas de la cuenta, me piraría sin necesidad de ponerle ninguna excusa.Si, exactamente como siempre, exactamente como le había prometido, como si lo que sucedió en el lago nunca hubiera existido.
Mi sorpresa vino cunado sus pasos se detuvieron, mas, lejos de que la manilla de la puerta bajara para que la loba entrara, se largó como el viento lo hace tras el otoño.
Me alcé de golpe, abrí la puerta, pero apenas logré ver su estela, se largaba, sin preguntas, sin necesidad de respuestas y eso me cabreó de sobremanera.
No pensé, en el estado que estaba ¿como hacerlo? El alcohol y las sustancias eran un veneno que no sirve como buen consejero y la ira era Hela que marcaba mi camino en esos momentos.
Tortuoso seguir sus pasos, la loba era rápida y por le bosque parecía moverse con tal facilidad que yo pesé a mis intentos de dar con ella acabé perdiéndola.
Por suerte era un buen rastreador, es lo que tiene ser un norteño, que desde niño aprendes a valerte por ti mismo.
Sus pasos quedan reflejados en la húmeda tierra rojiza, algunas ramas quebradas por el paso de su pequeño cuerpo, no dudo en que a cruzado por esos lares y rápido sigo sus huellas dispuesto a dar con ella.
La encuentro en el suelo, quebrada, gritando a cuatro patas.
-¿Kaira? -preguntó sin entender nada mientras me acercó preocupado por si la han herido en algún momento, claro que cuando alza la cabeza en mi dirección, lo entiendo.
Mis ojos buscan el firmamento, la dama blanca corona el cielo y acabo de convertirme en la presa de una loba hambrienta de mi cuerpo.
-¡Joder! -rujo dándome la vuelta, virando sobre mis propios talones dispuesto a salir por patas.
Mas en ese instante me doy cuenta de que no puedo hacerlo, no porque no sea rápido o capaz de huir de un lobo, si no porque 4 mas salen a mi encuentro.
Apretó los dientes, esto se pone mas feo de lo esperado, mi costumbre de meterme en lios es ya un clasico pero esta vez me he lucido sin dudarlo.
Desenvaino mis dos espadas que silban al viento dispuestas a morder carnaza, voy a luchar hasta la muerte, por mi vida y por la de la loba que a mis espaldas grita convirtiéndose en la bestia que de seguro de un bocado me arrancaría la cabeza.
-¡Perfecto lobita! ¡Que no se diga que no te dejo descargar sobre mi tu odio!
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
No tenía más opción que salir corriendo de la casa para no poner a nadie en peligro, solo estábamos Tarik y yo pero pronto llegarían sus padres y Eirin y me negaba a ponerlos en peligro cuando la luna brillara llena en el firmamento, de ahí que mi única opción fuera alejarme todo lo posible de aquella casa, alejarme de la ciudad e internarme en el bosque donde sé que podré estar a salvo, o mejor dicho; que ellos estarían a salvo de la bestia sin capacidad de raciocinio en la que me convertiría. Hubiera pedido a Tarik que me acompañara o que me ayudara pero después de lo que había pasado y cómo iban las cosas preferí pasar por ello yo sola, solamente me preocupaba alejarme de ellos y no hacerles daño, sabía que las noches de luna llena los cazadores saldrían para matar a todos los lobos que se encontraran en su camino pero por Odín que podrían intentar matarme, nada me frenaría y me apartaría de lo que consideraba mi familia, nada haría que no volviera cuando la luz del sol saliera por el horizonte volviendo de nuevo a ser humana y volver a esa casa que consideraba mi hogar, y aunque las cosas estuvieran rotas en esos momentos también volver a él, a la que consideraba la persona más importante de todas. Quería a sus padres por haberme acogido cuando era pequeña y haberme criado como una más de la familia, quería muchísimo a Eirin que era mi gran amiga y confidente, esa con la que siempre contaba en todo momento y la que tenía un hombro donde apoyarme pero él... las cosas con él eran totalmente diferentes. Él era mi todo y mi nada al mismo tiempo, mi norte y mi sur, mi droga más dura y mi cura más potente y por eso era todo tan complicado entre los dos, porque en el fondo éramos iguales y chocábamos, pero siempre se había dicho que del caos se formaban las estrellas... y eso éramos Tarik y yo.
El proceso de conversión a lobo ya había empezado y todo mi cuerpo se quebraba, mis huesos se rompían y el dolor era tan atroz que solo podía gritar y respirar con rapidez y dificultad, notaba como todo mi cuerpo cambiaba para darle paso a la bestia que había en mi interior y que por cuatro noches al mes salía sin poder evitarlo. Mi mayor consuelo era que todos estaban lejos de esa bestia y que no los buscaría porque me había encargado de meterme en lo más profundo del bosque para que ni siquiera pensara en ellos bajo ningún concepto, esperaba poder controlarme y quedarme en el bosque durante toda la noche... al menos me consolaba ese pensamiento. Grité de nuevo con fuerza apoyando mis manos en el suelo, la ropa se hacía jirones, mis huesos se partían, mi cuerpo se amoldaba a la forma del lobo, mis manos comenzaba a convertirse en zarpas mortíferas que podrían despedazar a cualquier humano que se cruzara en el camino, mis colmillos crecieron y mis ojos ámbar resplandecían con mayor intensidad ante el momento de convertirme... y fue entonces cuando el temor me inundó por completo, sentí su presencia acercándose y quise creer que era mi imaginación aunque sabía que no era así, solamente cuando se acercó pronunciando mi nombre y sus manos tocaron mi cuerpo supe que estaba allí, ¿qué demonios hacía él allí? ¿Por qué tenía que haberme seguido? Era un completo tarugo y un imbécil por haberme seguido hasta allí y estar a mí lado, quise gritarle que se largara, quise alejarlo todo lo posible de mí para que no me viera de esa forma pero no tenía fuerzas para ninguna de las dos cosas. Gruñí con fuerza en desaprobación por que estuviera allí conmigo, la transformación está a punto de completarse y pronto perderé todo rastro de control sobre mi cuerpo y sobre mi mente y necesito que se aleje, que se marche de allí y ponga toda la distancia posible entre ambos.
-Tarik –su nombre sale en un gemido ahogado en el dolor y grito de nuevo incapaz de parar la transformación que se lleva a cabo, él parece entender lo que ocurre y se aleja unos pasos pero se para de repente, no estamos solos y quizás mis gritos han atraído a esos lobos que ahora están frente a Tarik y sé que no va a irse, el sonido del acero me lo confirma y aunque quiero gritarle porque se vaya pierdo la batalla de mi mente, el animal toma parte de mí y mientras me termino de convertir escucho la pelea de fondo sin poder hacer nada, sin saber si voy a ser atacada o no. Mi cuerpo es una loba de pelaje tupido, suave y brillante de color negro y solo cuando me siento completa en ese momento es que aúllo a la luna como si quisiera decirle que he sentido su llamada y que ahí estaba, los ruidos de la pelea hicieron que me girara para verlo luchar contra los demás lobos, uno de ellos tiene sus ojos ámbar puestos en los míos y no duda en lanzarse con un gruñido en mi dirección. Nos enfrentamos de forma salvaje y buscamos en todo momento el cuello del otro para tomar cierta ventaja, la otra lucha se desarrolla a nuestro alrededor en un segundo plano mientras luchamos como lobos salvajes que pretenden derribar y matar al otro, mis zarpas se hundieron en el costado del lobo gris que me atacaba y que hice aullar de dolor, sus zarpas no se quedaron atrás y también se hundieron en mi costado pero no ceso en mi lucha, nos revolvemos y nuestras fauces intentan apresar el cuello del otro a toda costa. Mis zarpas arañaron su rostro dejando un surco y unas marcas en sus ojos para aprovechar la ocasión, en esa batalla todo valía y estaba permitido, aproveché el momento y mis fauces se hundieron en el cuello con fiereza, sus intentos de que soltara eran en vano a pesar de que sus garras destrozaban todo lo que tocaba, mi costado, mi pata, mi abdomen... pero yo no solté, solo lo hice cuando sentí que quedaba sin vida, la sangre caía de mis fauces y mis ojos ámbar se fijaron en la pelea, él luchaba contra dos lobos con uno que yacía en el suelo y ni siquiera lo pensé, corrí en su dirección y arremetí contra uno de los lobos que pretendía hundir sus garras en su carne, olía a sangre por todo el lugar y supe que él estaba herido, un reclamo más que suficiente para luchar por aquella presa. La batalla fue cruenta, sangrienta y muy salvaje mientras intentábamos dominar al otro, rodábamos por el suelo sonando el vacío de nuestras fauces que intentaba apresar al otro, las suyas mordieron una de mis patas traseras y gruñí por el dolor pero seguimos peleando a muerte, en esa batalla solamente podía quedar uno y esa sería yo.
Costó pero finalmente y tras una digna batalla que no fue nada fácil logré acabar con el lobo que intentaba hacer lo mismo conmigo, solamente quedábamos el lobo, el humano y yo en aquel lugar si es que no llegaban cazadores atraídos por los ruidos que hacíamos en aquel momento. El lobo tenía bajo su cuerpo al humano y este paraba con sus armas las fauces del lobo que, colérico, intentaba morderlo para destrozarlo, su sangre era un reclamo y me lancé mordiendo una de sus patas para apartarlo tirando con fuerza desgarrando su carne, mi zarpa se incrustó en su costado haciéndole unos surcos profundos y el lobo se hizo a un lado, fue el momento en el que me posicioné delante del humano y le gruñí al otro lobo reclamando que era mío, su olor me era tan familiar y tan conocido que me desconcertaba, él era mi presa y no dejaría que nadie lo reclamara, sentía que era mío y de esa forma luché por lo que consideré que era de mi propiedad, una presa a la que cazar cuando todo terminara. El pelo de mi espalda se erizó por completo en señal de advertencia y de amenaza al mismo tiempo, el otro lobo me gruñó con fuerza y yo hice lo mismo mostrando mis colmillos preparándome cuando una flecha surcó el aire y dio muerte al lobo que tenía frente a mí, fue entonces que me percaté de la presencia de más humanos y antes de que pudiera moverme una de las flechas dio en mi pata trasera, aullé por el dolor sintiendo como la carne me quemaba ante lo que me habían disparado. Eran cazadores que iban a por su recompensa de esa noche, y la flecha lanzada, estaba impregnada en plata quemando mi piel impidiendo la regeneración quemaba y dolía con intensidad, el dolor era muy fuerte mientras veía a dos cazadores que salían de los arbustos para darme caza, le mostré mis colmillos dándoles a entender que la lucha no había acabado, y que incluso herida de esa forma en esos momentos con la adrenalina corriendo por mis venas, el influjo de la luna sobre mi cuerpo me sentía poderosa, imparable.
El proceso de conversión a lobo ya había empezado y todo mi cuerpo se quebraba, mis huesos se rompían y el dolor era tan atroz que solo podía gritar y respirar con rapidez y dificultad, notaba como todo mi cuerpo cambiaba para darle paso a la bestia que había en mi interior y que por cuatro noches al mes salía sin poder evitarlo. Mi mayor consuelo era que todos estaban lejos de esa bestia y que no los buscaría porque me había encargado de meterme en lo más profundo del bosque para que ni siquiera pensara en ellos bajo ningún concepto, esperaba poder controlarme y quedarme en el bosque durante toda la noche... al menos me consolaba ese pensamiento. Grité de nuevo con fuerza apoyando mis manos en el suelo, la ropa se hacía jirones, mis huesos se partían, mi cuerpo se amoldaba a la forma del lobo, mis manos comenzaba a convertirse en zarpas mortíferas que podrían despedazar a cualquier humano que se cruzara en el camino, mis colmillos crecieron y mis ojos ámbar resplandecían con mayor intensidad ante el momento de convertirme... y fue entonces cuando el temor me inundó por completo, sentí su presencia acercándose y quise creer que era mi imaginación aunque sabía que no era así, solamente cuando se acercó pronunciando mi nombre y sus manos tocaron mi cuerpo supe que estaba allí, ¿qué demonios hacía él allí? ¿Por qué tenía que haberme seguido? Era un completo tarugo y un imbécil por haberme seguido hasta allí y estar a mí lado, quise gritarle que se largara, quise alejarlo todo lo posible de mí para que no me viera de esa forma pero no tenía fuerzas para ninguna de las dos cosas. Gruñí con fuerza en desaprobación por que estuviera allí conmigo, la transformación está a punto de completarse y pronto perderé todo rastro de control sobre mi cuerpo y sobre mi mente y necesito que se aleje, que se marche de allí y ponga toda la distancia posible entre ambos.
-Tarik –su nombre sale en un gemido ahogado en el dolor y grito de nuevo incapaz de parar la transformación que se lleva a cabo, él parece entender lo que ocurre y se aleja unos pasos pero se para de repente, no estamos solos y quizás mis gritos han atraído a esos lobos que ahora están frente a Tarik y sé que no va a irse, el sonido del acero me lo confirma y aunque quiero gritarle porque se vaya pierdo la batalla de mi mente, el animal toma parte de mí y mientras me termino de convertir escucho la pelea de fondo sin poder hacer nada, sin saber si voy a ser atacada o no. Mi cuerpo es una loba de pelaje tupido, suave y brillante de color negro y solo cuando me siento completa en ese momento es que aúllo a la luna como si quisiera decirle que he sentido su llamada y que ahí estaba, los ruidos de la pelea hicieron que me girara para verlo luchar contra los demás lobos, uno de ellos tiene sus ojos ámbar puestos en los míos y no duda en lanzarse con un gruñido en mi dirección. Nos enfrentamos de forma salvaje y buscamos en todo momento el cuello del otro para tomar cierta ventaja, la otra lucha se desarrolla a nuestro alrededor en un segundo plano mientras luchamos como lobos salvajes que pretenden derribar y matar al otro, mis zarpas se hundieron en el costado del lobo gris que me atacaba y que hice aullar de dolor, sus zarpas no se quedaron atrás y también se hundieron en mi costado pero no ceso en mi lucha, nos revolvemos y nuestras fauces intentan apresar el cuello del otro a toda costa. Mis zarpas arañaron su rostro dejando un surco y unas marcas en sus ojos para aprovechar la ocasión, en esa batalla todo valía y estaba permitido, aproveché el momento y mis fauces se hundieron en el cuello con fiereza, sus intentos de que soltara eran en vano a pesar de que sus garras destrozaban todo lo que tocaba, mi costado, mi pata, mi abdomen... pero yo no solté, solo lo hice cuando sentí que quedaba sin vida, la sangre caía de mis fauces y mis ojos ámbar se fijaron en la pelea, él luchaba contra dos lobos con uno que yacía en el suelo y ni siquiera lo pensé, corrí en su dirección y arremetí contra uno de los lobos que pretendía hundir sus garras en su carne, olía a sangre por todo el lugar y supe que él estaba herido, un reclamo más que suficiente para luchar por aquella presa. La batalla fue cruenta, sangrienta y muy salvaje mientras intentábamos dominar al otro, rodábamos por el suelo sonando el vacío de nuestras fauces que intentaba apresar al otro, las suyas mordieron una de mis patas traseras y gruñí por el dolor pero seguimos peleando a muerte, en esa batalla solamente podía quedar uno y esa sería yo.
Costó pero finalmente y tras una digna batalla que no fue nada fácil logré acabar con el lobo que intentaba hacer lo mismo conmigo, solamente quedábamos el lobo, el humano y yo en aquel lugar si es que no llegaban cazadores atraídos por los ruidos que hacíamos en aquel momento. El lobo tenía bajo su cuerpo al humano y este paraba con sus armas las fauces del lobo que, colérico, intentaba morderlo para destrozarlo, su sangre era un reclamo y me lancé mordiendo una de sus patas para apartarlo tirando con fuerza desgarrando su carne, mi zarpa se incrustó en su costado haciéndole unos surcos profundos y el lobo se hizo a un lado, fue el momento en el que me posicioné delante del humano y le gruñí al otro lobo reclamando que era mío, su olor me era tan familiar y tan conocido que me desconcertaba, él era mi presa y no dejaría que nadie lo reclamara, sentía que era mío y de esa forma luché por lo que consideré que era de mi propiedad, una presa a la que cazar cuando todo terminara. El pelo de mi espalda se erizó por completo en señal de advertencia y de amenaza al mismo tiempo, el otro lobo me gruñó con fuerza y yo hice lo mismo mostrando mis colmillos preparándome cuando una flecha surcó el aire y dio muerte al lobo que tenía frente a mí, fue entonces que me percaté de la presencia de más humanos y antes de que pudiera moverme una de las flechas dio en mi pata trasera, aullé por el dolor sintiendo como la carne me quemaba ante lo que me habían disparado. Eran cazadores que iban a por su recompensa de esa noche, y la flecha lanzada, estaba impregnada en plata quemando mi piel impidiendo la regeneración quemaba y dolía con intensidad, el dolor era muy fuerte mientras veía a dos cazadores que salían de los arbustos para darme caza, le mostré mis colmillos dándoles a entender que la lucha no había acabado, y que incluso herida de esa forma en esos momentos con la adrenalina corriendo por mis venas, el influjo de la luna sobre mi cuerpo me sentía poderosa, imparable.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Mis cimitarras bailan al ritmo que lo hace mi cuerpo, un caos perfecto que mis enemigos aprecian cuando el acero saja su carne mientras sus zarpas tratan de atraparme.
Soy rápido, diestro, me alzó por los aires y sobre la grupa de una de esas bestias de colmillos afilados caigo cruzando sendas espadas sobre su cuello y al deslizarlas lo sajo dejando su cuello colgando.
Caé de rodillas, instante que aprovecho para apearme con una sonrisa mientras mis pardos se hunden en el resto de lobos y de una patada derribo al cadáver frente a sus ojos.
Mis brazos se abren en cruz, los llamó, los incito a atacarme mientras rujo como ellos a la madre luna desafiando sus haces de luz que parecen alumbrarme.
Mi sonrisa se ladea la ver a la loba entrar en la fiesta, voraz, letal, única y épica, lucha contra otra de esas bestias.
Nosotros somos manada, puede que no tenga ese pelo alrededor de mi cuerpo, que no sea lobo, ni bestia, pero soy tan suyo como ella es mía.
Los lobos siguen tratando de morderme, claro que para eso primero tienen que atraparme, juego al pila, pilla, me zafó de ellos con arrogancia mientras mis espadas muerden por mi sus extremidades.
Las zarpas de uno alcanzan mi pecho, sangra en abundancia peor yo mejor que nadie sabe que en la guerra siempre hay bajas.
Mis ojos se oscurecen, mis ataques se encrudecen y descargo sendos filos sobre el pecho de uno de ellos hasta partirlo.
Rujo con la sangre en mi rostro, desafiante, salvaje, fiero, pero el tercer lobo no me alcanza pues Kaira se interpone tumbándolo de nuevo, mordiscos, zarpas, escucho sus gruñidos pero esto no a terminado, aun me quedan enemigos.
Lucho contra un cuarto, siento como me debilitó por la perdida de sangre y en un arrebató es la bestia la que cae sobre mi mentiras yo trato de mantener sus dientes lejos de mi yugular, de nuevo es ella la que arremete, lo separa de mi y me protege.
Apoyó mi mano en su negro y brillante pelaje, estoy herido y los ojos se achican y se abren, tonos marrones que se convierten en borrones.
Una flecha derriba al lobo, otra impacta en su pata, grito que no lo hagan, esta vez soy yo el que se interpone, abriendo los brazos para cubrirla, pero no están dispuestos a razonar, una flecha en mi costado, aulló frustrado y de un espedazo parto el asta y me abalanzo contra ellos, he perdido parte de la cordura, danzo en un frenesí extraño en el que ni veo, solo actuó.
Uno de los cazadores es decapitado por una de mis cimitarras, el segundo muere ante las fauces de la loba y ahora solo quedamos nosotros que nos miramos, nos analizamos.
Se acerca sus dientes son la muestra de que la paz no existe en este instante en el que se enfrenta depredador y presa y antes de que su hocico me toque caigo desmoronado ante ella, algo que no se espera, apesto a sangre.
-Kaira -susurro antes de que mis ojos se cierren por completo y la oscuridad me absorba.
Soy rápido, diestro, me alzó por los aires y sobre la grupa de una de esas bestias de colmillos afilados caigo cruzando sendas espadas sobre su cuello y al deslizarlas lo sajo dejando su cuello colgando.
Caé de rodillas, instante que aprovecho para apearme con una sonrisa mientras mis pardos se hunden en el resto de lobos y de una patada derribo al cadáver frente a sus ojos.
Mis brazos se abren en cruz, los llamó, los incito a atacarme mientras rujo como ellos a la madre luna desafiando sus haces de luz que parecen alumbrarme.
Mi sonrisa se ladea la ver a la loba entrar en la fiesta, voraz, letal, única y épica, lucha contra otra de esas bestias.
Nosotros somos manada, puede que no tenga ese pelo alrededor de mi cuerpo, que no sea lobo, ni bestia, pero soy tan suyo como ella es mía.
Los lobos siguen tratando de morderme, claro que para eso primero tienen que atraparme, juego al pila, pilla, me zafó de ellos con arrogancia mientras mis espadas muerden por mi sus extremidades.
Las zarpas de uno alcanzan mi pecho, sangra en abundancia peor yo mejor que nadie sabe que en la guerra siempre hay bajas.
Mis ojos se oscurecen, mis ataques se encrudecen y descargo sendos filos sobre el pecho de uno de ellos hasta partirlo.
Rujo con la sangre en mi rostro, desafiante, salvaje, fiero, pero el tercer lobo no me alcanza pues Kaira se interpone tumbándolo de nuevo, mordiscos, zarpas, escucho sus gruñidos pero esto no a terminado, aun me quedan enemigos.
Lucho contra un cuarto, siento como me debilitó por la perdida de sangre y en un arrebató es la bestia la que cae sobre mi mentiras yo trato de mantener sus dientes lejos de mi yugular, de nuevo es ella la que arremete, lo separa de mi y me protege.
Apoyó mi mano en su negro y brillante pelaje, estoy herido y los ojos se achican y se abren, tonos marrones que se convierten en borrones.
Una flecha derriba al lobo, otra impacta en su pata, grito que no lo hagan, esta vez soy yo el que se interpone, abriendo los brazos para cubrirla, pero no están dispuestos a razonar, una flecha en mi costado, aulló frustrado y de un espedazo parto el asta y me abalanzo contra ellos, he perdido parte de la cordura, danzo en un frenesí extraño en el que ni veo, solo actuó.
Uno de los cazadores es decapitado por una de mis cimitarras, el segundo muere ante las fauces de la loba y ahora solo quedamos nosotros que nos miramos, nos analizamos.
Se acerca sus dientes son la muestra de que la paz no existe en este instante en el que se enfrenta depredador y presa y antes de que su hocico me toque caigo desmoronado ante ella, algo que no se espera, apesto a sangre.
-Kaira -susurro antes de que mis ojos se cierren por completo y la oscuridad me absorba.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
El bosque se convierte en el lugar de pelea donde cinco lobos y un humano luchan a muerte para sobrevivir una noche más, yo en mi forma de lobo negro intento acabar con los lobos que se habían abalanzado hacia mí para acabar con mi existencia, la lucha fue cruenta y despiadada, salvaje en su máxima expresión mientras él luchaba contra los demás lobos y yo me centraba en el que tenía delante y quería acabar con mi vida, mordiscos, arañazos, zarpas que se hundían en mi piel y que hacían brotar mi sangre manchando mi pelaje aunque no se viera porque era oscuro, ninguno nos dábamos tregua y de fondo escuchaba el silbido de las espadas mientras mordían la carne, el lugar se llenaba de sangre y no solo de lobo, sino también humana y eso hacía que todos quisiéramos al humano como nuestra presa. Me había cargado a uno y arremetí contra otro de los lobos que pretendían herirlo por el costado, la lucha fue igual de despiadada y de cruenta, salvaje, dos hijos de la luna que bajo su misma estela luchaban a muerte para acabar con la vida del otro, no había nada de bello en aquello y seguramente la luna lamentara la matanza de sus hijos en aquel bosque peleándose entre sí. No salí indemne de ninguna de las luchas que sucedieron en aquel lugar, mis heridas se podían notar por mi cuerpo y mi pelaje que en ciertos puntos brillaba por las heridas abiertas que manchaban mi tupido pelo negro. El número se fue reduciendo poco a poco hasta que finalmente solo quedamos un lobo, el humano y yo. Él estaba herido y el olor de su sangre se mezclaba con la del resto en el ambiente, todo el lugar había quedado manchado de sangre, los cuerpos sin vida de los lobos que habíamos matado dibujaban el paisaje de manera dantesca y grotesca, incluso era posible que los cazadores que solían salir en noches de luna llena hubieran podido oír nuestros gruñidos, los aullidos y fueran atraídos hacia aquel lugar.
Me había posicionado delante del humano marcándolo como mi presa y como mío, los lobos eran extremadamente territoriales y algo en él me hacía pensar que de alguna forma era mío, sin saber por qué pero así lo creía y lo pensaba, me era familiar y mientras le gruñía al otro lobo y mostraba mis colmillos en clara señal de que no iba a dejar que se quedara con aquel premio sentí su mano, cálida, acariciar mi pelaje como si hubiera alguna extraña conexión entre ambos y lejos de girarme para arrancarle la mano por haberme tocado, como hubiera pasado con cualquier otro que lo hiciera, me encontré con que aquello se sintió bien y me dio una fuerza que no sabía ni que llevaba dentro. Mostré mis colmillos manchados de la sangre de los otros lobos que había matado antes de que se lanzara en mi dirección para entablar una batalla, pero no dio ni un paso cuando dos flechas se encargaron de acabar con su vida haciendo que cayera con aplomo en el suelo, no me dio tiempo a moverme cuando otra flecha fue disparada en mi dirección clavándose en mi mata, aullé por el dolor mientras gruñía al caer en el suelo sintiendo que la herida quemaba y dolía demasiado, el dolor era tan intenso que no podía quedarme quieta, como si necesitara despejarme y distraerme para no pensar en la tremenda quemazón que se extendía por el lugar de la herida.
Él se interpuso por el medio para que no me siguieran disparando y se llevó una flecha que se clavó en su costado, gruñí por aquello mientras me ponía a cuatro patas y gruñía con mis ojos brillando en ámbar presa de la furia y dela rabia, mi sangre corría con fuerza por mi torrente sanguíneo y sentía que quemaba como si quisiera darme esa fuerza que necesitaba, no iba a impedir que lo mataran y ahora estaba claro cuáles eran mis enemigos: los dos hombres que habían aparecido de entre los árboles. Él se lanzó a por uno de ellos y yo salté por el otro, una de las flechas la esquivé por muy poco pero me rozó haciendo que gruñera por el calor que sentí abrasando mi piel ante el roce de la plata, enfureciéndome aún más, y sin piedad me lancé a su cuello despedazándolo, desgarrándolo con mis colmillos hundiendo mis zarpas en su pecho, destrocé su ballesta con una de ellas inutilizándola aunque ya no pudiera utilizarla porque sentía como la vida se le escapaba entre mis colmillos, su sangre fluía y manchaba mi hocico y sin vida lo dejé caer al suelo lamiendo la sangre de aquel cazador que sabía bastante bien, después de lo que había hecho y me enfoqué en el humano que quedaba frente a mí a escasa distancia. Nuestros ojos se encuentran en ese momento, castaño contra ámbar y vuelvo a sentir cierta familiaridad en él, en ese estado en la que la bestia domina todo mi cuerpo y mi mente era complicado distinguir que se trataba de él, me acerqué despacio hacia él gruñéndole, mis orejas hacia atrás daban clara amenaza de que solo uno de los dos quedaríamos con vida y no sería él, pero esa familiaridad que lo envuelve es lo que desconcierta a la bestia.
Cayó de rodillas frente a mí cuando estaba a punto de alcanzarlo mostrándole mis colmillos, olía a sangre en abundancia y sabía que estaba herido, yo también pero mis heridas sanaban mejor salvo la de la pata que llevaba plata y eso dificultaba la regeneración. No apartó sus ojos de los míos en ningún momento como si pudiera reconocerme, como si supiera quién era, y fue esa única palabra, ese nombre lo que hizo que el animal por un momento diera consciencia a la humana, “Tarik” fue lo que pensé antes de en forma de loba reconocer de quién era ese olor, reconocer que era él quien estaba frente a mí, herido... y ahora se había desplomado al suelo por la pérdida de sangre. Mi hocico fue hacia él para olerlo de manera más detenida y su olor era inconfundible, incluso para mi forma lobuna era altamente reconocible, como si ambas mentes estuvieran conectadas pero la parte salvaje y animal predominara en ese momento. Mi nariz dio en su rostro intentando despertarlo pero no lo hacía, no se movía para nada y yo no podía volver a mi estado humano mientras el efecto de la luna siguiera vigente, hasta que la luna no se escondiera en el horizonte no podía hacer nada. Lo único que pude hacer fue apartarlo y llevármelo de aquel lugar, tomando su camisa sin morderlo a él tiré de él para arrastrarlo a otro lugar y que no hubieran mayores problemas, cojeaba por la herida de la pata y lo arrastraba por el bosque en busca de un lugar donde pudiéramos ocultarnos, él era de mi “manada” y los lobos protegían lo que era suyo, él era mío y debía de protegerlo. Encontré una cueva donde poder refugiarnos y donde esperaba pudiéramos quedarnos hasta que el efecto se pasara y volviera a ser humana, seguía sin despertarse y lleno de sangre, volví a intentar despertarlo rozando su rostro con mi nariz pero fue en vano porque no reaccionó. Me tumbé rodeándolo con mi cuerpo todo lo que pude dejándolo medio recostado en mi costado para mantenerlo caliente y que su temperatura no bajara, con la mía sería más que suficiente. Me quedé de esa forma el resto de la noche esperando a que el efecto pasara o el despertara, siendo humana de nuevo podría ayudarlo mientras que en estado de loba solo podía hacer eso por él y protegerlo de cualquier peligro que se presentara.
Me había posicionado delante del humano marcándolo como mi presa y como mío, los lobos eran extremadamente territoriales y algo en él me hacía pensar que de alguna forma era mío, sin saber por qué pero así lo creía y lo pensaba, me era familiar y mientras le gruñía al otro lobo y mostraba mis colmillos en clara señal de que no iba a dejar que se quedara con aquel premio sentí su mano, cálida, acariciar mi pelaje como si hubiera alguna extraña conexión entre ambos y lejos de girarme para arrancarle la mano por haberme tocado, como hubiera pasado con cualquier otro que lo hiciera, me encontré con que aquello se sintió bien y me dio una fuerza que no sabía ni que llevaba dentro. Mostré mis colmillos manchados de la sangre de los otros lobos que había matado antes de que se lanzara en mi dirección para entablar una batalla, pero no dio ni un paso cuando dos flechas se encargaron de acabar con su vida haciendo que cayera con aplomo en el suelo, no me dio tiempo a moverme cuando otra flecha fue disparada en mi dirección clavándose en mi mata, aullé por el dolor mientras gruñía al caer en el suelo sintiendo que la herida quemaba y dolía demasiado, el dolor era tan intenso que no podía quedarme quieta, como si necesitara despejarme y distraerme para no pensar en la tremenda quemazón que se extendía por el lugar de la herida.
Él se interpuso por el medio para que no me siguieran disparando y se llevó una flecha que se clavó en su costado, gruñí por aquello mientras me ponía a cuatro patas y gruñía con mis ojos brillando en ámbar presa de la furia y dela rabia, mi sangre corría con fuerza por mi torrente sanguíneo y sentía que quemaba como si quisiera darme esa fuerza que necesitaba, no iba a impedir que lo mataran y ahora estaba claro cuáles eran mis enemigos: los dos hombres que habían aparecido de entre los árboles. Él se lanzó a por uno de ellos y yo salté por el otro, una de las flechas la esquivé por muy poco pero me rozó haciendo que gruñera por el calor que sentí abrasando mi piel ante el roce de la plata, enfureciéndome aún más, y sin piedad me lancé a su cuello despedazándolo, desgarrándolo con mis colmillos hundiendo mis zarpas en su pecho, destrocé su ballesta con una de ellas inutilizándola aunque ya no pudiera utilizarla porque sentía como la vida se le escapaba entre mis colmillos, su sangre fluía y manchaba mi hocico y sin vida lo dejé caer al suelo lamiendo la sangre de aquel cazador que sabía bastante bien, después de lo que había hecho y me enfoqué en el humano que quedaba frente a mí a escasa distancia. Nuestros ojos se encuentran en ese momento, castaño contra ámbar y vuelvo a sentir cierta familiaridad en él, en ese estado en la que la bestia domina todo mi cuerpo y mi mente era complicado distinguir que se trataba de él, me acerqué despacio hacia él gruñéndole, mis orejas hacia atrás daban clara amenaza de que solo uno de los dos quedaríamos con vida y no sería él, pero esa familiaridad que lo envuelve es lo que desconcierta a la bestia.
Cayó de rodillas frente a mí cuando estaba a punto de alcanzarlo mostrándole mis colmillos, olía a sangre en abundancia y sabía que estaba herido, yo también pero mis heridas sanaban mejor salvo la de la pata que llevaba plata y eso dificultaba la regeneración. No apartó sus ojos de los míos en ningún momento como si pudiera reconocerme, como si supiera quién era, y fue esa única palabra, ese nombre lo que hizo que el animal por un momento diera consciencia a la humana, “Tarik” fue lo que pensé antes de en forma de loba reconocer de quién era ese olor, reconocer que era él quien estaba frente a mí, herido... y ahora se había desplomado al suelo por la pérdida de sangre. Mi hocico fue hacia él para olerlo de manera más detenida y su olor era inconfundible, incluso para mi forma lobuna era altamente reconocible, como si ambas mentes estuvieran conectadas pero la parte salvaje y animal predominara en ese momento. Mi nariz dio en su rostro intentando despertarlo pero no lo hacía, no se movía para nada y yo no podía volver a mi estado humano mientras el efecto de la luna siguiera vigente, hasta que la luna no se escondiera en el horizonte no podía hacer nada. Lo único que pude hacer fue apartarlo y llevármelo de aquel lugar, tomando su camisa sin morderlo a él tiré de él para arrastrarlo a otro lugar y que no hubieran mayores problemas, cojeaba por la herida de la pata y lo arrastraba por el bosque en busca de un lugar donde pudiéramos ocultarnos, él era de mi “manada” y los lobos protegían lo que era suyo, él era mío y debía de protegerlo. Encontré una cueva donde poder refugiarnos y donde esperaba pudiéramos quedarnos hasta que el efecto se pasara y volviera a ser humana, seguía sin despertarse y lleno de sangre, volví a intentar despertarlo rozando su rostro con mi nariz pero fue en vano porque no reaccionó. Me tumbé rodeándolo con mi cuerpo todo lo que pude dejándolo medio recostado en mi costado para mantenerlo caliente y que su temperatura no bajara, con la mía sería más que suficiente. Me quedé de esa forma el resto de la noche esperando a que el efecto pasara o el despertara, siendo humana de nuevo podría ayudarlo mientras que en estado de loba solo podía hacer eso por él y protegerlo de cualquier peligro que se presentara.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Abrí los ojos lentamente, mi cuerpo temblaba, apenas era capaz de moverme, el frio era lo único que me obligaba a convulsionar, pero a su vez, se mantenía caliente por el tupido pelaje que lo envolvía logrando que no entrara en shock.
Veía tonos marrones, sombras y luces. Sentí medio ido como un hocico frio impactaba en mi rostro como si intentara que me mantuviera no solo caliente, si no lucido.
Sangraba en abundancia por el costado, por no hablar de la marca del pecho, que desgarrado por unas zarpas no dejaba de supurar a borbollonees.
No iba a aguantar hasta que la luz del sol saliese, algo que yo sabia y no se si también ella.
-Kaila -la llamé dejando mi cabeza caer sobre su tupido pelaje -tienes que llevarme a casa -dije jadeando mientras trataba de subir a su lomo sin fuerzas cayendo de nuevo al suelo.
Mi mano se alzó, acaricié su morro, dejando que oliera mi mano empapada en sangre.
-Kaira -susurré.
Sabia que le daba miedo dañar a mi familia, pero si no lo hacia, si no me llevaba a casa con madre, con las primeras luces del alba encontraría un cadáver.
Cerré los ojos sentía su nerviosismo, trataba de calentarme, pero no era suficiente, Hela venia a verme.
-Hela -susurré mientras tientas buscaba mi espada, solo si moría con mi acero en la mano iría al Valhalla.
Creo que fue eso lo que mas la perturbo, la vi alzarse inquieta, como si en su mente de bestia pudiera debatirse entre lo correcto y lo contrario.
La necesitaba, pero entendía que ir era peligroso para ella pues cualquier cazador podría dar con ella, y para mi familia, pero mi única oportunidad residía exactamente en su acto suicida.
Aferré la espada, ladeé la sonrisa, si me iba la esperaría en el valhalla, a fin de cuentas, ella era una guerrera, iría conmigo algún día y allí podríamos discutir por la belleza de las valquirias.
Frente a mis ojos aquel ultimo instante, el vaivén de sus caderas, sus piernas abiertas y esos besos que arrancaron mi cordura.
Veía tonos marrones, sombras y luces. Sentí medio ido como un hocico frio impactaba en mi rostro como si intentara que me mantuviera no solo caliente, si no lucido.
Sangraba en abundancia por el costado, por no hablar de la marca del pecho, que desgarrado por unas zarpas no dejaba de supurar a borbollonees.
No iba a aguantar hasta que la luz del sol saliese, algo que yo sabia y no se si también ella.
-Kaila -la llamé dejando mi cabeza caer sobre su tupido pelaje -tienes que llevarme a casa -dije jadeando mientras trataba de subir a su lomo sin fuerzas cayendo de nuevo al suelo.
Mi mano se alzó, acaricié su morro, dejando que oliera mi mano empapada en sangre.
-Kaira -susurré.
Sabia que le daba miedo dañar a mi familia, pero si no lo hacia, si no me llevaba a casa con madre, con las primeras luces del alba encontraría un cadáver.
Cerré los ojos sentía su nerviosismo, trataba de calentarme, pero no era suficiente, Hela venia a verme.
-Hela -susurré mientras tientas buscaba mi espada, solo si moría con mi acero en la mano iría al Valhalla.
Creo que fue eso lo que mas la perturbo, la vi alzarse inquieta, como si en su mente de bestia pudiera debatirse entre lo correcto y lo contrario.
La necesitaba, pero entendía que ir era peligroso para ella pues cualquier cazador podría dar con ella, y para mi familia, pero mi única oportunidad residía exactamente en su acto suicida.
Aferré la espada, ladeé la sonrisa, si me iba la esperaría en el valhalla, a fin de cuentas, ella era una guerrera, iría conmigo algún día y allí podríamos discutir por la belleza de las valquirias.
Frente a mis ojos aquel ultimo instante, el vaivén de sus caderas, sus piernas abiertas y esos besos que arrancaron mi cordura.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Sentí que él comenzaba a despertarse porque su respiración se hacía más irregular e intentaba moverse pese a que no estaba en condiciones de hacerlo por cómo estaba en esos momentos, en forma de loba no podía hacer mucho más por él salvo velar por su cuerpo para que nadie más pudiera encontrarnos a pesar de que yo tampoco estaba en mis mejores momentos, la herida de la pata sangraba y no conseguía regenerarme haciendo que perdiera sangre por la herida y que el dolor y la quemazón se extendiera como si fuera un veneno que corría mi cuerpo a cada segundo, pero aguantaría lo que pudiera porque una parte de mí, esa parte humana que moraba en esos momentos dentro de la bestia, solo podía pensar en mantenerlo con vida porque lo necesitaba con vida a mi lado, y porque si aquello terminaba mal para él jamás me lo perdonaría en lo que me restara de vida. Cuando vi que sus ojos comenzaron a abrirse costándole hacerlo llevé mi hocico a su rostro para acariciarlo, para golpearlo suavemente como si intentara que de alguna forma despertara y me mirara, me dijera que todo estaba bien y que saldríamos de esa... pero no eran así como iban las cosas, no para nosotros condenados de infortunio en infortunio como si ese fuera nuestro sino de por vida. Mi nombre salió de sus labios y dejé mi rostro cerca del suyo notando su cabeza contra mi pelaje estando recostado contra mi cuerpo lo que había podido moverlo, su petición era una arriesgada pero que quizás fuera la más acertada de todas, yo en forma de lobo no podía ayudarle y quedarnos allí conforme estaba él perdiendo sangre, porque cada vez el ambiente olía más y más a ese líquido carmesí podría acabar con su vida. Intentó subirse a mi lomo pero fue imposible porque no tenía las fuerzas suficientes para hacerlo y se cayó contra el suelo quedando como yo lo había dejado, su mano se alzó ensangrentada para acariciar mi hocico y volvió a llamarme como si pretendiera que la humana que había en el interior de la loba saliera a flote de alguna forma, que pudiera tomar control aunque fuera en ese estado para ayudarle.
Lo que él no sabía es que intentaba arañar con todas mis fuerzas la parte animal para que me dejara tomar partido, sabía que el efecto de la luna no dejaría que me convirtiera en humana pero trataba con todas mis fuerzas de tomar el control de la bestia, dominar su mente para poder moverme y hacerme con el control absoluto para ayudarlo, para hacer algo más que quedarnos en esa cueva donde ambos corríamos peligro. Poco a poco mi parte animal se fue dando cuenta de que, aunque no pudiera ser humana de momento, necesitaba esa otra parte de mí y logré tomar el control, dominar a la bestia y someterla a mi voluntad con su forma. Cuando pronunció “Hela” fue que me moví inquieta levantándome porque sabía lo que significaba, lo perdía, lo perdía y mi inquietud y nerviosismo me ganaba la partida por momentos, gruñí cuando lo vi coger la espada dejándole claro que no iba a consentir que me dejara pese a la sonrisa que tenía así que me tumbé todo lo que pude e incliné mi cuerpo hacia él para que le fuera más fácil subirse, a duras penas logró conseguirlo y me levanté despacio quedando él sobre mi lomo, se aferraba con las pocas fuerzas que le quedaban a mi pelaje y rogué porque pudiéramos llegar a tiempo. Cojeaba y no podía ir rápido, de hacerlo, él podría caerse y perderíamos un tiempo que no teníamos en esos momentos, era muy arriesgado cruzar así el bosque y la ciudad pero no me quedaba más remedio que hacerlo aun cuando a mí me costaba moverme por la herida de la pata y la plata que me debilitaba. Tardamos más de lo que hubiera querido y no supe cómo no nos encontramos a nadie por el camino, quizás porque por una vez la suerte estaba de nuestra parte, me paré frente a la puerta de esa casa que tan bien conocía y los perros comenzaron a ladrar alertados por mi presencia, mi pata rascó la puerta para que me abrieran llamando así la atención, unos cuantos segundos más tarde y tras volver a insistir de manera desesperada la puerta se abrió dejándome ver tras ella a su madre quien, con solo un vistazo, supo lo que pasaba y pude ver el temor reflejado en su rostro.
-¡Tarik! –Su hijo recostado sobre mi lomo apenas podía mantenerse sobre este y ella intentó cogerlo pero no podía con su peso y su preocupación fue a mayor cuando vio su pecho y toda la sangre que manaba de su herida y que había manchado todo mi pelaje- ¡Ubbe! –Su grito desesperado hizo que su padre se acercara y fuera él quien cogió a su hijo para llevarlo al sofá donde lo dejó mientras su madre cogía lo necesario para curarlo, llamó a su hija para que bajara y yo entraba lanzando un gruñido a los perros para que se callaran y estos enmudecieron en el acto, me quedé un tanto alejada tumbada en el suelo, cansada, dolorida y perdiendo fuerzas por la maldita plata que me debilitaba a cada momento que pasaba. Eirin no tardó en bajar y tras mirar la escena se acercó para ayudar a su madre, pero él perdía mucha sangre así que le pidió que fuera a buscar a sus abuelos, su sangre de vampiro les ayudaría con las heridas antes de que fuera demasiado tarde, esta salió corriendo para buscarlos mientras yo observaba cómo su madre limpiaba sus heridas ayudada por su padre, e intentaban parar la hemorragia que tenía en el pecho, pasados unos minutos fue su abuelo quien apareció por la puerta, su mirada de color rojiza se centró en mi como enemigos naturales que éramos, pero se acercó a Tarik para morderse la muñeca y darle de su sangre que sin duda lo ayudaría con la pérdida de esta y a que se curase mejor, Eirin llegó bastante más tarde y fue cuando su mirada se posó en mi figura, me llamó acercándose viéndome que estaba herida y arrodillándose a mi lado mientras yo permanecía tumbada extrajo la flecha bañada en plata de mi pata, gruñí por el dolor y comenzó a taponar la herida aunque en esos momentos solo me importaba que él pudiera curarse, habíamos llegado a tiempo pero le costaría recuperarse de aquello un par de días y por lo que oí necesitaría algo más de sangre, pero al menos estaba bien, y vivo. Eirin me hablaba mientras me curaba las heridas que tenía pero era difícil verlas porque mi pelaje estaba manchado por la sangre de su mellizo, iba con cuidado porque pese a que era su mejor amiga no dejaba de ser un animal salvaje en aquella forma. Me curó la herida de la pata vendándomela y me levanté como pude, mi nariz acarició su rostro como muestra de gratitud a falta de palabras y tras acariciarme un poco pidiéndome que todo iba a estar bien y me acerqué hacia donde él se encontraba tumbado en el sofá, apoyé mi cabeza en su pierna por unos segundos y finalmente acabé sucumbiendo ante el cansancio, la pérdida de sangre y la debilidad que tenía y todo se volvió negro antes de que perdiera el sentido.
Lo que él no sabía es que intentaba arañar con todas mis fuerzas la parte animal para que me dejara tomar partido, sabía que el efecto de la luna no dejaría que me convirtiera en humana pero trataba con todas mis fuerzas de tomar el control de la bestia, dominar su mente para poder moverme y hacerme con el control absoluto para ayudarlo, para hacer algo más que quedarnos en esa cueva donde ambos corríamos peligro. Poco a poco mi parte animal se fue dando cuenta de que, aunque no pudiera ser humana de momento, necesitaba esa otra parte de mí y logré tomar el control, dominar a la bestia y someterla a mi voluntad con su forma. Cuando pronunció “Hela” fue que me moví inquieta levantándome porque sabía lo que significaba, lo perdía, lo perdía y mi inquietud y nerviosismo me ganaba la partida por momentos, gruñí cuando lo vi coger la espada dejándole claro que no iba a consentir que me dejara pese a la sonrisa que tenía así que me tumbé todo lo que pude e incliné mi cuerpo hacia él para que le fuera más fácil subirse, a duras penas logró conseguirlo y me levanté despacio quedando él sobre mi lomo, se aferraba con las pocas fuerzas que le quedaban a mi pelaje y rogué porque pudiéramos llegar a tiempo. Cojeaba y no podía ir rápido, de hacerlo, él podría caerse y perderíamos un tiempo que no teníamos en esos momentos, era muy arriesgado cruzar así el bosque y la ciudad pero no me quedaba más remedio que hacerlo aun cuando a mí me costaba moverme por la herida de la pata y la plata que me debilitaba. Tardamos más de lo que hubiera querido y no supe cómo no nos encontramos a nadie por el camino, quizás porque por una vez la suerte estaba de nuestra parte, me paré frente a la puerta de esa casa que tan bien conocía y los perros comenzaron a ladrar alertados por mi presencia, mi pata rascó la puerta para que me abrieran llamando así la atención, unos cuantos segundos más tarde y tras volver a insistir de manera desesperada la puerta se abrió dejándome ver tras ella a su madre quien, con solo un vistazo, supo lo que pasaba y pude ver el temor reflejado en su rostro.
-¡Tarik! –Su hijo recostado sobre mi lomo apenas podía mantenerse sobre este y ella intentó cogerlo pero no podía con su peso y su preocupación fue a mayor cuando vio su pecho y toda la sangre que manaba de su herida y que había manchado todo mi pelaje- ¡Ubbe! –Su grito desesperado hizo que su padre se acercara y fuera él quien cogió a su hijo para llevarlo al sofá donde lo dejó mientras su madre cogía lo necesario para curarlo, llamó a su hija para que bajara y yo entraba lanzando un gruñido a los perros para que se callaran y estos enmudecieron en el acto, me quedé un tanto alejada tumbada en el suelo, cansada, dolorida y perdiendo fuerzas por la maldita plata que me debilitaba a cada momento que pasaba. Eirin no tardó en bajar y tras mirar la escena se acercó para ayudar a su madre, pero él perdía mucha sangre así que le pidió que fuera a buscar a sus abuelos, su sangre de vampiro les ayudaría con las heridas antes de que fuera demasiado tarde, esta salió corriendo para buscarlos mientras yo observaba cómo su madre limpiaba sus heridas ayudada por su padre, e intentaban parar la hemorragia que tenía en el pecho, pasados unos minutos fue su abuelo quien apareció por la puerta, su mirada de color rojiza se centró en mi como enemigos naturales que éramos, pero se acercó a Tarik para morderse la muñeca y darle de su sangre que sin duda lo ayudaría con la pérdida de esta y a que se curase mejor, Eirin llegó bastante más tarde y fue cuando su mirada se posó en mi figura, me llamó acercándose viéndome que estaba herida y arrodillándose a mi lado mientras yo permanecía tumbada extrajo la flecha bañada en plata de mi pata, gruñí por el dolor y comenzó a taponar la herida aunque en esos momentos solo me importaba que él pudiera curarse, habíamos llegado a tiempo pero le costaría recuperarse de aquello un par de días y por lo que oí necesitaría algo más de sangre, pero al menos estaba bien, y vivo. Eirin me hablaba mientras me curaba las heridas que tenía pero era difícil verlas porque mi pelaje estaba manchado por la sangre de su mellizo, iba con cuidado porque pese a que era su mejor amiga no dejaba de ser un animal salvaje en aquella forma. Me curó la herida de la pata vendándomela y me levanté como pude, mi nariz acarició su rostro como muestra de gratitud a falta de palabras y tras acariciarme un poco pidiéndome que todo iba a estar bien y me acerqué hacia donde él se encontraba tumbado en el sofá, apoyé mi cabeza en su pierna por unos segundos y finalmente acabé sucumbiendo ante el cansancio, la pérdida de sangre y la debilidad que tenía y todo se volvió negro antes de que perdiera el sentido.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Me aferré a su pelaje cuando se agachó para que me fuera mas fácil escalar hasta su lomo, me sujeté entre gruñidos a su manto negro, jadeaba, no tenia fuerzas y a veces mi mano se soltaba quedando colgando como un muñeco de trapo sobre ella.
No dudó en arriesgar su vida por proteger la ajena, así emprendió la carrera hacia nuestra casa.Apenas podía mantener los ojos abiertos, las ramas pasaban raudas ante mis ojos y el viento azotaba mi rostro mecido por su tupido pelo.
El olor a hierba fresca se terminó cuando las calles grises sucedieron a la tierra, habíamos llegado a las afueras de París y eso no la hizo detener su carrera hacia nuestra casa.
Los perros ladraban, escuchaba sus gruñidos para callarlos, los nervios afloraban erizando su grupa, no me enteraba bien de lo que pasaba pues por momentos caía dormido sobre su lobo.
La voz de madre me sacó de la ensoñación, desgarrada luchaba por bajarme pero no podía mover mi peso y la loba se desesperaba al escuchar a madre quebrada.
Llamó a padre, que por los gritos de madre bajo en calzoncillos corriendo, tiró de mi cuerpo para llevarme hasta el sofá, yo luchaba por aferrar mi espada, me revolvía pese a que me desangraba y madre me exigía entre gritos que me estuviera quieto.
Fue padre el que tomó una de las cimitarras colocandola en mi mano.
-Ya esta Tarik, iras al Valhalla, ahora haz caso a tu madre, lo notas, estas empuñándola hijo.
Relajado al sentir la piel del mango de mi espada mi cuerpo calló laxo.
Madre se esforzaba por contener la hemorragia, mi hermana bajó para traer agua, gasas, aguja e hilo pero vista la gravedad de las heridas salio disparada a llamar a los abuelos, necesitaria su sangre para salir de esta.
Caí dormido, no porque no me doliera, si no porque no aguantaba mas despierto, solo hacia fuerza para aferrar esa espada.
Dos golpes en el rostro me despertaron, era el abuelo, su toque era gélido y tras rasgar su muñeca me obligó a beber de él.
Gruñí al sentir el subidon, mis manos se aferraron a su muñeca para beber mas con los ojos oscuros La mano de madre se paseaba por mi pelo, acariciando mi rostro, temblaba y en ese instante noté como padre tiraba de ella.
Mis ojos se abrieron, madre tenia el rostro desencajado, pero ahora lo hundía en el cuello de padre que manchado como ella de mi sangre la mantenía en pie porque temblaba tanto que por un momento creí que iba a caer.
-Nuestro hijo esta bien -le susurraba en el oído acariciando su pelo -vamos egipcia, esta bien, todo va a salir bien -susurraba besando su cabeza sin dejar de acariciarla.
No me costaba ver el amor que padre le procesaba a madre e instintivamente busqué con la mirada a la loba que estaba siendo curada por mi hermana.
Cuando todo pasó, ya fuera de peligro, aunque aun malherido, las cosas fueron calmándose.
Padre se llevó a madre casi arrastras para que bebiera un par de copas, las necesitaba, así que se metieron ambos en la cocina, el abuelo había decidido quedarse en la habitación de invitados por si entraba en shock y mi hermana había subido para bajarme una manta, una no necesaria pues la loba acomodó en mi pierna su hocico y mi mano se hundió en el pelaje de su cabeza, la acaricié, de no ser por ella no estaría con vida y así ambos caímos en los brazos de Morfeo.
A la mañana siguiente el cuerpo desnudo de Kaira estaba en el suelo, aunque sus brazos estaban apoyadas en mi pecho. Como pude fue tirando de su cintura, jadeé por el dolor hasta que logré subirla conmigo en el sofá y con la manta nos arropé a ambos.
Acaricié su rostro, apartándole el pelo de la cara, observándola dormir, ladeé la sonrisa cuando madre salió de la cocina y elevé la mirada llevándome el dedo a los labios pidiéndole silencio, Kaira necesitaba descansar.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
El caos se había formado en aquella casa cuando su madre llamó a su padre para que bajara y la ayudara, fue él quien pudo coger a Tarik de encima de mi lomo y llevarlo al sofá donde comenzaron a atenderlo, sus heridas revestían de mayor gravedad que las mías y mi condición de loba haría el trabajo salvo en la pata donde tenía la plata de la flecha que me habían disparado, él también llevaba parte del hasta de una flecha en su costado pero sin duda alguna eran esas marcas de zarpas las que más peligro tenían y las que mayor daño le habían causado, toda su camisa estaba manchada de sangre y su madre pronto se afanó en curarlo como podía para parar la hemorragia, Eirin bajó corriendo las escaleras al oír todo el ruido que se había formado en un momento y comenzó a ayudar a su madre mientras yo me quedaba en un segundo plano, herida pero preocupada por lo que pudiera pasarle a él. Había sido algo suicida cruzar el bosque y toda la ciudad con él sobre mi lomo y no supe cómo no se había caído, también había ido algo despacio por la herida de mi pata y quizás fuera que llevé mucho cuidado para que no se cayera de estar sobre mí, apenas se había podido agarrar con sus manos a mi pelaje y gracias a los dioses que habíamos llegado a tiempo. Pero había perdido mucha sangre y Eirin tuvo que ir a buscar a su abuelo para que le ayudara con las heridas, podía ver los intentos de su madre por mantenerlo con vida ayudada por su padre, la preocupación en el rostro de estos. Tarik se había revuelto cuando lo pusieron en el sofá cegado en la idea de no morir sin aferrar una espada, solamente se relajó cuando sintió el mango de su cimitarra en sus manos... pero había perdido mucha sangre y la herida era profunda y grave. Su abuelo llegó acercándose a él para que bebiera de su muñeca, como un subidón se aferró a la muñeca de su abuelo y siguió bebiendo, pude ver la cara de su madre quien no dejaba de acariciar su rostro, temblaba mientras veía a su hijo beber de la sangre de su abuelo, la habitación se llenó de más sangre en el ambiente y arrugué el hocico, algo natural cuando se trataba de sangre de vampiro, pero no iba a hacer nada porque él no era mi enemigo, igual que yo no era su enemiga tampoco.
Al final después de beber su sangre Eirin se encargó de mi herida con cuidado pues aunque sabía que se trataba de mí, que era su mejor amiga en forma de loba, en el fondo era un animal salvaje y me trató con cuidado al limpiar la herida de mi pata, hizo un vendaje improvisado y me acarició para que me tranquilizara, ella sabía lo que su mellizo era para mí, aunque no se lo hubiera dicho era algo que se podía ver a simple vista y quiso tranquilizarme asegurándome que todo iba a salir bien, se lo agradecí como pude acariciando su mejilla con mi hocico y ella rió levemente por aquello alegando que tenía el morro algo frío, me abrazó y dejó un beso en mi cabeza como si fuera una mascota. Su padre se llevó a su madre quien seguía temblando entre sus brazos, él le aseguraba que su hijo estaba bien y que todo había pasado, siempre los había visto y no había día que dudara del amor que se tenían el uno al otro, en cierta forma era hasta envidiable ver cómo se querían y se apoyaban. Acabó llevándosela a la cocina y el salón quedó totalmente despejado salvo por nosotros dos que nos quedamos en el lugar, me acerqué contemplándolo con mis ámbar brillando por el efecto de la luna llena y apoyé mi hocico en su pierna como muestra de apoyo, era un completo imbécil y un tarugo por haberme seguido esa noche, de no haberlo hecho no estaría herido y no hubiera puesto en peligro su vida de esa forma en la que podría haber muerto, y si eso hubiera pasado jamás me lo hubiera perdonado. Su mano fue hasta mi cabeza y acarició mi pelaje entre las orejas, hundió sus dedos sin dejar de tocarme y fue en el único momento en que caí rendida después de todo lo que había pasado.
No supe en qué momento había pasado de estar en el suelo a estar en el sofá junto al egipcio pero todo olía a él, mis sentidos estaban inundados por su esencia y cuando abrí los ojos lo primero que me encontré fue con los suyos, sus desiertos me miraban de forma fija y me quedé anclada a su mirada. Era sin duda alguna el mejor despertar que había tenido en toda mi vida, sus ojos me contemplaban como si quisiera asegurarse que estaba bien y yo hacía lo propio observando su rostro, sentía su cuerpo bajo el mío estando algo recostada sobre él en el sofá aunque no dejando caer todo mi peso en su pecho que era donde tenía la herida, sus dedos apartaron unos mechones de mi pelo del rostro y me mordí el labio ligeramente sin apartar mis ojos de él en ningún momento. Me aliviaba saber que estaba bien y que habíamos llegado a tiempo, pero por otra parte tenía ganas de decirle una cuantas cosas por lo suicida que había sido anoche y el peligro al que se había expuesto de forma innecesaria, yo no lo llamé para que me acompañara conmigo y ese había sido quizás el error pero después de todo... ni él hubiera estado en condiciones de ayudarme después de cómo había llegado unas horas antes de la caída del sol. Sentía su cuerpo bajo el mío y en ese momento fui consciente de que había dejado de ser una loba para convertirme de nuevo en humana, eso significaba que si nadie me había puesto algo debía de estar desnuda, no me moví para comprobarlo aunque sí que me separé un poco y sus ojos se clavaron en los míos, su brazo rodeaba mi cintura como si pensara que me iba a alegar de él, pero nada más lejos de la verdad.
-¿Estás bien? ¿Cómo llevas la herida? –Quise comprobar su herida pero hacerlo supondría quitar la sábana y subí mis ojos a los suyos, los cerré y lancé un suspiro- estoy desnuda, ¿verdad? –Dije quitando un poco el hierro a la situación, cuando los abrí de nuevo vi su sonrisa socarrona en sus labios y fue la confirmación que ya sabía- siempre sacas provecho de todo –dije con una leve sonrisa para apartarme y ver cómo tenía la herida, la venda que cubría su herida estaba manchada un poco de sangre así que supuse que con la sangre de su abuela había funcionado, lancé un suspiro cuando vi que estaba bien para lo grave que podía haber sido y fue que subí mis ojos a los suyos- ¿se puede saber en qué narices estabas pensando anoche para seguirme? Me fui para alejarme y poneros a salvo de la bestia salvaje que llevo en mi interior y que despierta en luna llena, ¿no pensaste que me iba por eso? –Pero seguramente no habría caído en ese pequeño detalle- ¿te das cuenta de que podrías haber muerto por tu estupidez de seguirme? –Estaba algo enfadada con él, aliviada porque estaba con vida pero enfadado por lo que había hecho esa noche- ¡Podría haberte matado, Tarik! No tengo el control cuando me convierto en loba y pude haberte matado perfectamente anoche... de hecho no sé ni cómo sigues con vida –eso no era mentira, cuando me convertía en loba mi parte animal salía a flote y dominaba mi mente, era complicado tomar partido y controlar al animal... podría haberlo matado perfectamente tras acabar la pelea, podría haber hundido mis fauces en su cuello y ahora mismo no estaríamos allí ninguno de los dos- eres un inconsciente y un completo tarugo –fruncí el ceño- eres un.... eres.... –él era muchas cosas, pero me callé porque no pude hablar más y mis brazos rodearon su cuello, escondí mi rostro y cerré los ojos dejando que su esencia me envolviera, lo importante es que estaba bien y estaba con vida, que nada había pasado y que todo por una vez nos había salido bien- no me habría perdona que te hubiera pasado algo por mi culpa, ¿es que acaso no te das cuenta? –Pregunté en un tono bajo recorriendo su cuello con mi nariz de forma lenta, aún teníamos cosas de las que hablar pero no era el momento de hacerlo, sus brazos me rodearon el cuerpo y nos quedamos así durante un tiempo que no supe cuánto fue, solo que sentí la presencia de su madre que se acercaba a nosotros.
-Veo que ya os habéis despertado –mis ojos la contemplaron, se le veía cansada como si no hubiera sido capaz de dormir demasiado y se acercó para preguntarle a su hijo como estaba y asegurarle que luego le revisaría la herida, sus ojos entonces se fijaron en los míos- Y tú Kaira, ¿estás bien, tienes alguna herida que deba de curarte? Anoche en forma de loba era un poco complicado con todo el pelaje –me mordí el labio porque sí, tenía más heridas y la de la pata ni siquiera me había acordado de ella- Eirin me dijo lo de la plata, si me dejas podemos echarle un vistazo –me dijo esperando a que le enseñara la pierna donde había sido herida pero estaba desnuda bajo la manta y pareció que, en ese momento, se percató de ese pequeño detalle- oh... entiendo, te espero en la cocina ¿vale?, te bajaré algo de ropa –dejó un beso en la frente de su hijo y se marchó para buscarme algo de ropa mientras seguía recostada sobre el cuerpo de Tarik, teníamos que hablar y los dos lo sabíamos, solo con mirarnos lo supimos y ninguno dijo nada al respecto, mis labios rozaron los suyos sintiendo su aliento impactar contra estos y finalmente su madre bajó esperando a que fuera a la cocina, ya sabía cómo era su madre de persuasiva y de convincente así que mejor cuanto antes empezáramos.
-Ahora vuelvo, voy a que tú madre me cure que sabemos que hasta que no lo haga no va a dejarme tranquila –él sonrió de lado por mis palabras y suspiré sobre sus labios- te robo la manta –me levanté sintiendo su mirada sobre mi cuerpo y lo envolví con la manta para ir a la cocina donde ella ya me esperaba, la herida de la pierna estaba algo mejor aunque aun tardaba algo más por culpa de la plata, se cercioró de que quedaba limpia antes de suturarla porque mi condición se encargaría de cerrar la herida sola- yo.... –empecé antes de sentir su desiertos, iguales que los de su hijo, en mis ámbar.
-No tienes que decirme nada Kaira, no te hago responsable de lo que pudiera pasar anoche –dijo mientras terminaba de poner la venda en la herida- sé que siempre se ha metido en líos y aunque no sepa qué ocurrió anoche de lo que sí estoy segura es que jamás le harías daño, a ninguno de nosotros, pero a él sobre todo –esa mujer siempre me había parecido de lo más observadora y seguramente supiera más de lo que nosotros nos imagináramos- seguro que no fue fácil para ti en ese estado pero si tengo algo que decirte es para darte las gracias por traerlo, de no hacerlo... –vi que se mordía el labio- eres parte de nuestra familia y eres como una más, espero que eso no lo olvides –recogió todo y me dejó para que me cambiara de ropa- voy a preparar algo para desayunar, a ver si puedes convencerlo de que coma algo si no tiene ganas, te lo encargo a ti que seguro sabrás que hacer –me dejó que volviera de nuevo al salón donde seguía recostado en el sofá con los ojos cerrados, me tumbé despacio a su lado tapándolo con la manta y sus ojos se abrieron buscando los míos.
-Tú madre dice que va a prepararnos el desayuno y que te obligue a comer algo –sonreí de lado, no sabía cuánto lo envidiaba respecto a la familia que tenía- ¿estás mejor?
Al final después de beber su sangre Eirin se encargó de mi herida con cuidado pues aunque sabía que se trataba de mí, que era su mejor amiga en forma de loba, en el fondo era un animal salvaje y me trató con cuidado al limpiar la herida de mi pata, hizo un vendaje improvisado y me acarició para que me tranquilizara, ella sabía lo que su mellizo era para mí, aunque no se lo hubiera dicho era algo que se podía ver a simple vista y quiso tranquilizarme asegurándome que todo iba a salir bien, se lo agradecí como pude acariciando su mejilla con mi hocico y ella rió levemente por aquello alegando que tenía el morro algo frío, me abrazó y dejó un beso en mi cabeza como si fuera una mascota. Su padre se llevó a su madre quien seguía temblando entre sus brazos, él le aseguraba que su hijo estaba bien y que todo había pasado, siempre los había visto y no había día que dudara del amor que se tenían el uno al otro, en cierta forma era hasta envidiable ver cómo se querían y se apoyaban. Acabó llevándosela a la cocina y el salón quedó totalmente despejado salvo por nosotros dos que nos quedamos en el lugar, me acerqué contemplándolo con mis ámbar brillando por el efecto de la luna llena y apoyé mi hocico en su pierna como muestra de apoyo, era un completo imbécil y un tarugo por haberme seguido esa noche, de no haberlo hecho no estaría herido y no hubiera puesto en peligro su vida de esa forma en la que podría haber muerto, y si eso hubiera pasado jamás me lo hubiera perdonado. Su mano fue hasta mi cabeza y acarició mi pelaje entre las orejas, hundió sus dedos sin dejar de tocarme y fue en el único momento en que caí rendida después de todo lo que había pasado.
No supe en qué momento había pasado de estar en el suelo a estar en el sofá junto al egipcio pero todo olía a él, mis sentidos estaban inundados por su esencia y cuando abrí los ojos lo primero que me encontré fue con los suyos, sus desiertos me miraban de forma fija y me quedé anclada a su mirada. Era sin duda alguna el mejor despertar que había tenido en toda mi vida, sus ojos me contemplaban como si quisiera asegurarse que estaba bien y yo hacía lo propio observando su rostro, sentía su cuerpo bajo el mío estando algo recostada sobre él en el sofá aunque no dejando caer todo mi peso en su pecho que era donde tenía la herida, sus dedos apartaron unos mechones de mi pelo del rostro y me mordí el labio ligeramente sin apartar mis ojos de él en ningún momento. Me aliviaba saber que estaba bien y que habíamos llegado a tiempo, pero por otra parte tenía ganas de decirle una cuantas cosas por lo suicida que había sido anoche y el peligro al que se había expuesto de forma innecesaria, yo no lo llamé para que me acompañara conmigo y ese había sido quizás el error pero después de todo... ni él hubiera estado en condiciones de ayudarme después de cómo había llegado unas horas antes de la caída del sol. Sentía su cuerpo bajo el mío y en ese momento fui consciente de que había dejado de ser una loba para convertirme de nuevo en humana, eso significaba que si nadie me había puesto algo debía de estar desnuda, no me moví para comprobarlo aunque sí que me separé un poco y sus ojos se clavaron en los míos, su brazo rodeaba mi cintura como si pensara que me iba a alegar de él, pero nada más lejos de la verdad.
-¿Estás bien? ¿Cómo llevas la herida? –Quise comprobar su herida pero hacerlo supondría quitar la sábana y subí mis ojos a los suyos, los cerré y lancé un suspiro- estoy desnuda, ¿verdad? –Dije quitando un poco el hierro a la situación, cuando los abrí de nuevo vi su sonrisa socarrona en sus labios y fue la confirmación que ya sabía- siempre sacas provecho de todo –dije con una leve sonrisa para apartarme y ver cómo tenía la herida, la venda que cubría su herida estaba manchada un poco de sangre así que supuse que con la sangre de su abuela había funcionado, lancé un suspiro cuando vi que estaba bien para lo grave que podía haber sido y fue que subí mis ojos a los suyos- ¿se puede saber en qué narices estabas pensando anoche para seguirme? Me fui para alejarme y poneros a salvo de la bestia salvaje que llevo en mi interior y que despierta en luna llena, ¿no pensaste que me iba por eso? –Pero seguramente no habría caído en ese pequeño detalle- ¿te das cuenta de que podrías haber muerto por tu estupidez de seguirme? –Estaba algo enfadada con él, aliviada porque estaba con vida pero enfadado por lo que había hecho esa noche- ¡Podría haberte matado, Tarik! No tengo el control cuando me convierto en loba y pude haberte matado perfectamente anoche... de hecho no sé ni cómo sigues con vida –eso no era mentira, cuando me convertía en loba mi parte animal salía a flote y dominaba mi mente, era complicado tomar partido y controlar al animal... podría haberlo matado perfectamente tras acabar la pelea, podría haber hundido mis fauces en su cuello y ahora mismo no estaríamos allí ninguno de los dos- eres un inconsciente y un completo tarugo –fruncí el ceño- eres un.... eres.... –él era muchas cosas, pero me callé porque no pude hablar más y mis brazos rodearon su cuello, escondí mi rostro y cerré los ojos dejando que su esencia me envolviera, lo importante es que estaba bien y estaba con vida, que nada había pasado y que todo por una vez nos había salido bien- no me habría perdona que te hubiera pasado algo por mi culpa, ¿es que acaso no te das cuenta? –Pregunté en un tono bajo recorriendo su cuello con mi nariz de forma lenta, aún teníamos cosas de las que hablar pero no era el momento de hacerlo, sus brazos me rodearon el cuerpo y nos quedamos así durante un tiempo que no supe cuánto fue, solo que sentí la presencia de su madre que se acercaba a nosotros.
-Veo que ya os habéis despertado –mis ojos la contemplaron, se le veía cansada como si no hubiera sido capaz de dormir demasiado y se acercó para preguntarle a su hijo como estaba y asegurarle que luego le revisaría la herida, sus ojos entonces se fijaron en los míos- Y tú Kaira, ¿estás bien, tienes alguna herida que deba de curarte? Anoche en forma de loba era un poco complicado con todo el pelaje –me mordí el labio porque sí, tenía más heridas y la de la pata ni siquiera me había acordado de ella- Eirin me dijo lo de la plata, si me dejas podemos echarle un vistazo –me dijo esperando a que le enseñara la pierna donde había sido herida pero estaba desnuda bajo la manta y pareció que, en ese momento, se percató de ese pequeño detalle- oh... entiendo, te espero en la cocina ¿vale?, te bajaré algo de ropa –dejó un beso en la frente de su hijo y se marchó para buscarme algo de ropa mientras seguía recostada sobre el cuerpo de Tarik, teníamos que hablar y los dos lo sabíamos, solo con mirarnos lo supimos y ninguno dijo nada al respecto, mis labios rozaron los suyos sintiendo su aliento impactar contra estos y finalmente su madre bajó esperando a que fuera a la cocina, ya sabía cómo era su madre de persuasiva y de convincente así que mejor cuanto antes empezáramos.
-Ahora vuelvo, voy a que tú madre me cure que sabemos que hasta que no lo haga no va a dejarme tranquila –él sonrió de lado por mis palabras y suspiré sobre sus labios- te robo la manta –me levanté sintiendo su mirada sobre mi cuerpo y lo envolví con la manta para ir a la cocina donde ella ya me esperaba, la herida de la pierna estaba algo mejor aunque aun tardaba algo más por culpa de la plata, se cercioró de que quedaba limpia antes de suturarla porque mi condición se encargaría de cerrar la herida sola- yo.... –empecé antes de sentir su desiertos, iguales que los de su hijo, en mis ámbar.
-No tienes que decirme nada Kaira, no te hago responsable de lo que pudiera pasar anoche –dijo mientras terminaba de poner la venda en la herida- sé que siempre se ha metido en líos y aunque no sepa qué ocurrió anoche de lo que sí estoy segura es que jamás le harías daño, a ninguno de nosotros, pero a él sobre todo –esa mujer siempre me había parecido de lo más observadora y seguramente supiera más de lo que nosotros nos imagináramos- seguro que no fue fácil para ti en ese estado pero si tengo algo que decirte es para darte las gracias por traerlo, de no hacerlo... –vi que se mordía el labio- eres parte de nuestra familia y eres como una más, espero que eso no lo olvides –recogió todo y me dejó para que me cambiara de ropa- voy a preparar algo para desayunar, a ver si puedes convencerlo de que coma algo si no tiene ganas, te lo encargo a ti que seguro sabrás que hacer –me dejó que volviera de nuevo al salón donde seguía recostado en el sofá con los ojos cerrados, me tumbé despacio a su lado tapándolo con la manta y sus ojos se abrieron buscando los míos.
-Tú madre dice que va a prepararnos el desayuno y que te obligue a comer algo –sonreí de lado, no sabía cuánto lo envidiaba respecto a la familia que tenía- ¿estás mejor?
Kaira- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 130
Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa de una forma socarrona cuando me preguntó si estaba desnuda sobre mi cuerpo, elevé un par de veces las cejas mientras ella se reía seguramente pensando que era incorregible.
-¿Tengo yo la culpa de que te tires desnuda encima de mi? Yo estaba malherido -pregunté haciéndome el inocente, como si no supiera sobradamente que fui yo el que la subí al sofá, tenia razón, me aprovechaba de todo y eso me hacia reír de forma traviesa.Se alzó un poco para mirar mi herida, sus dedos inspeccionaron los vendajes, manchados de carmesí, podría haber muerto, pero no lo había hecho, así que no entendía ese ceño que se le fruncía ahora mismo.
Enarqué una ceja cuando empezó a gritarme, quizás no falta de razón.
-escuché que llegabas hasta mi puerta y luego te largaste sin decir nada, iba aun medio ciego, apenas hacia unas horas que había llegado y no, no pensé.
Además, si no llego a ir, eres tu la que no estaría aquí, conmigo, desnuda -apunté poniendo cara de pervertido mientras alzaba la manta ligeramente para ver esa cinturita y la curvatura de su culo y espalda.
-puffff
Me dio un manotazo antes de rodear mi cuello con sus brazos y hundir su nariz en mi cuello.
-¿Sabes que tus tetas se están rozando en mi pecho? -pregunté con una socarrona sonrisa cuando esta elevó la mirada resoplando contra msi labios -si, soy un tarugo, peor no me arrepiento de haber ido, porque de no estar allí, te hubieran matado esos lobos o los cazadores y yo no se vivir sin ti.
Un silencio entre ambos, intensa la mirada.
-Quiero decir, que no puedo vivir sin que me grites y me des manotazos con esa mala hostia que te gastas -apunté mordiéndome la lengua mientras ella negaba riéndose.
Mi madre llegó entonces, su rostro de no haber dormido apenas lo decía todo.
-Vamos madre, estoy bien -dije como si todavía fuera un niño cuando besó mi frente asegurando que pronto revisaría mis heridas -¿entonces..? ¿de ir a entrenar con padre ni hablamos no?
Madre y Kaira me atravesaron con la mirada y yo alcé los brazos en son de paz, siseé por le dolor la hacer ese movimiento.
Mi madre iba a revisar la herida de Kaira, pero pronto cayo en que estaba desnuda lo que me hizo a mi sonreír de forma engreída mientras mi madre negaba por la cara de pervertido que ponía deslizando mi mano por sus nalgas.
Me atizó otro manotazo.-¡Por Odin que estoy herido mujer, trátame con mas cariño!
Madre se fue resoplando, yo me reía y Kaira me llamaba tarugo, en principio parecía que todo había vuelto a lo de siempre.
La loba me quitó la manta para irse a la cocina a que madre la curara.
Hice ademan de quitársela para poder tener unas buenas vistas pero la loba fue mas rápida.
-Porque mis sentidos están mermados, te aprovechas de un enfermo -dije mientras ella se reía.
Volví a cerrar los ojos, creo que me dormí hasta que Kaira volvió a mi lado.
-¿Desayunar? -enarqué una ceja -si me lo das tu -apunté ladeando la sonrisa con mas cara que espalda.
Francamente no tenia nada de hambre, no me encontraba bien aunque yo era así, nada me lo tomaba muy en serio, quizás porque era mi modo de ser.
-Tu dirás lobita, peor si quieres que coma, tendrás que cuidar de mi, me lo merezco.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Si había algo que caracterizaba a Tarik era que sacaba provecho de cada una de las situaciones en las que se encontraba, como ahora que me había tenido sobre su cuerpo mientras yo permanecía desnudo ante el cambio de loba a humana tapándome con la manta para que mi cuerpo no quedara a la vista de todos aunque solamente estábamos los dos. Ambos sabíamos que teníamos que hablar de lo que había pasado pero dejaría pasar un poco el tiempo hasta que él estuviera en condiciones, era una conversación pendiente que teníamos y que ya tomaríamos en su debido momento, ahora me preocupaba más el hecho de que estaba herido y que se recuperara para que estuviera bien, las vendas las tenía un poco manchadas de sangre pero se le veía bien dentro de todo lo grave que podría haber sido, así que por esa parte estaba tranquilo. Como de costumbre se aprovechó de aquella situación y mientras me respondía que había escuchado que llegaba a su habitación y me paraba frente a su puerta, pero que no tocaba había ido a comprobar qué pasaba cuando vio que me iba y ni siquiera lo pensó, me siguió aun en el estado en el que se encontraba sin pensar que me iba porque era noche de luna llena y el cambio era inevitable, me había ido justo en el momento clave para no transformarme allí y causar un desastre que hubiéramos lamentado todos. Tras decírmelo, excusándome así por haber ido tras de mí en el bosque, agregó que de no haber ido no estaría en esos momentos con él y desnuda, y como si nada levantó un poco la manta que nos cubría para mirar bajo esta y contemplar mi cuerpo durante unos segundos, sus ojos recorrieron mi figura lanzando un “Pufff” que me hizo enarcar una ceja al tiempo que él me recorría con la mirada y terminé dándole un manotazo en la mano para que soltara la manta y dejara de mirarme de esa forma, era especialista en ese tipo de cosas y ahí se notaba que estaba bien haciendo sus bromas de siempre.
A mí me había enfadado muchísimo que viniera tras de mí y que se pusiera en peligro de esa forma, podría haber muerto ya no a manos de los lobos sino a manos mías también, por mis fauces o por mis garras que podrían haberlo destrozado y ni siquiera me hubiera parado a pensar que era él... y parecía que eso no lo entendía. Ni siquiera sabía cómo pude controlar un poco a la bestia al menos lo suficiente para saber que era él y para poder llevarlo a casa y que pudieran curarlo, si no hubiera podido controlarlo ahora él podría estar muerto en esa cueva en la que lo había llevado para ponerlo a salvo, si algo le hubiera pasado por mi culpa jamás me lo hubiera perdonado y él parecía no entenderlo, no me alejaba de él por nada más que ponerlo a salvo, protegerlo... todo pudo haber acabado muy mal pero al parecer por una vez la suerte estuvo de nuestro lado. Mis brazos rodearon su cuello dejando mi nariz contra su cuello restregándolo de manera lenta, sus brazos rodearon mi cuerpo en respuesta mientras le decía lo tarugo y lo imbécil que era, como de costumbre sus bromas salieron a relucir y no se le ocurrió otra cosa que decirme que mis pechos se rozaban en su pecho, negué con la cabeza riéndome porque no tenía remedio y fue entonces cuando me dijo esas palabras que me hizo alzar la mirada para contemplarlo de manera fija. “Yo no sé vivir sin ti” Mis labios estaban cerda de los suyos y notaba su respiración sobre estos, el silencio se hizo entre ambos sin apartar la mirada del otro tras sus palabras, me gustó que lo dijera porque sabía lo que significaban esas palabras aunque luego intentara ponerle remedio luego haciendo que riera, su madre llegó y tras decirme que me bajaría ropa comprendiendo que estaba desnuda bajo la manta sentí su mano paseándose por mis nalgas, con esa cara de pervertido que tenía, y le di otro manotazo mientras se quejaba y su madre resoplaba. Preguntó que nada de ir a entrenar y lo miramos frunciendo el ceño por ello, ni de coña. Cuando su madre me bajó la ropa me envolví en la manta y él intentó quitármela pero no pudo hacerlo mientras yo me reía y él me decía que me aprovechaba porque estaba enfermo.
-Bueno, será que se me ha pegado eso de aprovecharme de alguien –comenté antes de entrar a la cocina para que su madre me curara, volví a los minutos encontrándolo durmiendo y me senté en el borde del sofá justo cuando sus ojos se abrieron de nuevo, su madre me había pedido que intentara que comiera algo del desayuno que nos estaba preparando y en cuanto se lo dije enarcó una ceja y con todo el morro del mundo me dijo que solamente si se lo daba yo desayunaría algo. Quizás no tuviera mucha hambre en esos momentos pero debía de comer algo para que se recuperara mejor, y cómo no tuvo que aprovecharse de nuevo de la situación mientras yo negaba con la cabeza mirándolo, decía que te tenía que dar el desayuno si quería que comiera algo y que se merecía que cuidara de él como si no hubiera cuidado de él en todo momento, incluso en forma de loba. Lancé un suspiro y enarqué una ceja por ello- pensaba que la herida la tenías en el pecho, no en los brazos o en las manos para que no puedas comer por ti mismo –apunté con una sonrisa ladeada, pero sabía que si quería que comiera algo iba a tener que darle de comer así que me levanté con un bufido y le tendí mi mano para que se incorporara un poco y se sentara en el sofá para poder darle de comer bien. Tenía una sonrisa socarrona en los labios porque bien sabía él que iba a ceder en eso y cuando su madre nos trajo una bandeja con el desayuno aprovechó para revisar su herida y yo mientras cogí algo de fruta y un poco de pan tostado para comer viendo cómo su madre le curaba pese a las insistencias de Tarik de que estaba bien y yo sonreía de lado mientras su madre hacía caso omiso de sus palabras, se la notaba cansada y a leguas se veía que no habría dormido nada en toda la noche y ya tenía al egipcio que tirando de la tela de mi camisa reclamaba que debía de darle de comer, rodé los ojos y cogí un trozo de fruta para acercarla a sus labios, tomó la pieza de fruta rozando con sus dientes la yema de mis dedos y sus labios rozaron también mis dedos mientras nos mirábamos de forma fija, menudo provocador nato estaba hecho, quería tentarme de esa forma y eso hizo que riera divertida negando con la cabeza, comencé a untar una de las tostadas con algo de mantequilla y se la tendí para que se la comiera mientras yo preparaba otra para mí pero no dejaba de pedirme que le diera trozos de fruta, lo miré frunciendo el ceño y cogí un trozo de pera esa vez para dárselo, sus labios volvieron a rozar de forma deliberada mis dedos. Su madre negaba con la cabeza cuando pasó por allí diciendo un “eres igual que tú padre” y como si lo hubiera convocado con esas palabras apareció bajando por las escaleras, miró hacia donde estábamos y sonrió de lado observándonos a lo que yo rodé los ojos y se acercó a su mujer para decirle que le diera a él también de comer, pero pareció apiadarse de ella al verla tan cansada y le dijo que le daría él de comer haciendo que Tarik bufara por sus palabras y yo me mordiera el labio, se notaba el amor que tenían por el otro y su padre se la llevó para que descansara a pesar de las negativas de ella, pero la cogió cargándola como algunas veces hacía desapareciendo de nuestra vista, di un bocado a la tostada que me había preparado antes de que volviera a pedirme que le acercara el vaso de zumo como si él no pudiera alcanzarlo- por Odín, te estás aprovechando demasiado –le dije tendiéndole el vaso para que bebiera cogiendo yo un cruasán para darle un mordisco- muchas veces os he envidiado a ti, a Eirin y a Nailah –dije sintiendo sus ojos sobre mí como si no entendiera a qué venían mis palabras- te quejas a veces de tus padres pero yo os envidio a los tres por tener la familia que tenéis –miré hacia donde se habían ido sus padres subiendo por las escaleras sumida en mis pensamientos- a veces me pregunto cómo hubiera sido todo de no haber venido con vosotros a París, de no tener que escondernos tras la muerte de mi padre... supongo que todo habría sido como en cualquier familia, quizás no hubiéramos crecido juntos ya que tú pasas temporadas aquí en París –no podía quejarme de cómo me habían tratado, siempre había sido como una más pero era inevitable que ciertas veces no pensara en ese pequeño detalle, ellos se habían convertido casi en mis “padres” y me trataban como a una igual, su padre me había entrenado desde que era pequeña junto a Tarik y a Eirin y no podía pedir nada más, pero los veía a todos y sobre todo cuando él se peleaba con sus padres muchas veces me enervaba, porque no sabía lo que era no tenerlos y haberlos perdido y lo que yo hubiera dado por tenerlos como él los tenía. Tenía mi propia cuenta pendiente con Randulf por haber matado a mis padres, y si había algo que sacara bueno de todo aquello sin duda alguna era Tarik y todo lo que habíamos pasado juntos, todo lo que aún nos quedaba por pasar. Me callé y no dije mucho más al respecto sobre el tema que, en verdad, no sabía ni por qué lo había sacado a colación simplemente las palabras habían salido solas y seguí dándole de desayunar mientras actuábamos como siempre y como si nada hubiera pasado, pero ambos sabíamos que teníamos una conversación pendiente y aún tenía que preguntarle por qué se había de esa forma de la playa dejándome allí. Cada vez que le daba algo de lo que había en la bandeja para que comiera sus labios rozaban mis dedos, o dejaba un pequeño mordisco totalmente a posta que hacía que me mordiera el labio mirándolo. Tras el último trozo que le había dado mis dedos repasaron sus labios de forma lenta sin dejar de mirarlo, yo ya había terminado de desayunar y lamí mi labio inferior- ¿quieres algo más? –Pregunté con un leve tono pícaro a lo que él negó con la cabeza- voy a llevar la bandeja a la cocina –cuando me levanté para tomar la bandeja fue su mano la que tomó mi muñeca, mis ojos lo buscaron y tiró de mí de nuevo para sentarme de lado sobre sus piernas- Tarik... –le dije para que llevara cuidado con las heridas que tenía, tenía un pequeño rasguño en la frente y aparté un poco su pelo para ver repasar su herida con mis dedos, su mano subió por mi espalda de forma lenta y mi frente se apoyó en la suya- ¿estás mejor ahora? –Pregunté quedándonos así por unos minutos, nuestros alientos se mezclaban y aunque debía de apartarme no lo hice, solo cuando escuchamos que su padre bajaba por las escaleras dispuesto para irse a entrenar como todos los días, me miró preguntándome si me iba a entrenar con él y asentí con la cabeza, Tarik también quería venir aunque su padre le dijo que no iba a entrenar a pesar de su insistencia, al final cedió en que viniera con nosotros pero no entrenaría, se quedaría mirando si era lo que quería porque su herida era reciente y no había mejorado nada, aparte de porque su madre los mataría a los dos si se lo llevaba a entrenar. Sonreí de lado y lo miré con cierta diversión- míralo por este lado, así puedes ver cómo entreno para que sepas la paliza que te espera cuando te recuperes –hizo un mohín por mis palabras y me levanté de su regazo- voy a por las cosas –los dejé a los dos para subir a coger las armas y bajé viendo que ambos estaban preparados para irnos.
A mí me había enfadado muchísimo que viniera tras de mí y que se pusiera en peligro de esa forma, podría haber muerto ya no a manos de los lobos sino a manos mías también, por mis fauces o por mis garras que podrían haberlo destrozado y ni siquiera me hubiera parado a pensar que era él... y parecía que eso no lo entendía. Ni siquiera sabía cómo pude controlar un poco a la bestia al menos lo suficiente para saber que era él y para poder llevarlo a casa y que pudieran curarlo, si no hubiera podido controlarlo ahora él podría estar muerto en esa cueva en la que lo había llevado para ponerlo a salvo, si algo le hubiera pasado por mi culpa jamás me lo hubiera perdonado y él parecía no entenderlo, no me alejaba de él por nada más que ponerlo a salvo, protegerlo... todo pudo haber acabado muy mal pero al parecer por una vez la suerte estuvo de nuestro lado. Mis brazos rodearon su cuello dejando mi nariz contra su cuello restregándolo de manera lenta, sus brazos rodearon mi cuerpo en respuesta mientras le decía lo tarugo y lo imbécil que era, como de costumbre sus bromas salieron a relucir y no se le ocurrió otra cosa que decirme que mis pechos se rozaban en su pecho, negué con la cabeza riéndome porque no tenía remedio y fue entonces cuando me dijo esas palabras que me hizo alzar la mirada para contemplarlo de manera fija. “Yo no sé vivir sin ti” Mis labios estaban cerda de los suyos y notaba su respiración sobre estos, el silencio se hizo entre ambos sin apartar la mirada del otro tras sus palabras, me gustó que lo dijera porque sabía lo que significaban esas palabras aunque luego intentara ponerle remedio luego haciendo que riera, su madre llegó y tras decirme que me bajaría ropa comprendiendo que estaba desnuda bajo la manta sentí su mano paseándose por mis nalgas, con esa cara de pervertido que tenía, y le di otro manotazo mientras se quejaba y su madre resoplaba. Preguntó que nada de ir a entrenar y lo miramos frunciendo el ceño por ello, ni de coña. Cuando su madre me bajó la ropa me envolví en la manta y él intentó quitármela pero no pudo hacerlo mientras yo me reía y él me decía que me aprovechaba porque estaba enfermo.
-Bueno, será que se me ha pegado eso de aprovecharme de alguien –comenté antes de entrar a la cocina para que su madre me curara, volví a los minutos encontrándolo durmiendo y me senté en el borde del sofá justo cuando sus ojos se abrieron de nuevo, su madre me había pedido que intentara que comiera algo del desayuno que nos estaba preparando y en cuanto se lo dije enarcó una ceja y con todo el morro del mundo me dijo que solamente si se lo daba yo desayunaría algo. Quizás no tuviera mucha hambre en esos momentos pero debía de comer algo para que se recuperara mejor, y cómo no tuvo que aprovecharse de nuevo de la situación mientras yo negaba con la cabeza mirándolo, decía que te tenía que dar el desayuno si quería que comiera algo y que se merecía que cuidara de él como si no hubiera cuidado de él en todo momento, incluso en forma de loba. Lancé un suspiro y enarqué una ceja por ello- pensaba que la herida la tenías en el pecho, no en los brazos o en las manos para que no puedas comer por ti mismo –apunté con una sonrisa ladeada, pero sabía que si quería que comiera algo iba a tener que darle de comer así que me levanté con un bufido y le tendí mi mano para que se incorporara un poco y se sentara en el sofá para poder darle de comer bien. Tenía una sonrisa socarrona en los labios porque bien sabía él que iba a ceder en eso y cuando su madre nos trajo una bandeja con el desayuno aprovechó para revisar su herida y yo mientras cogí algo de fruta y un poco de pan tostado para comer viendo cómo su madre le curaba pese a las insistencias de Tarik de que estaba bien y yo sonreía de lado mientras su madre hacía caso omiso de sus palabras, se la notaba cansada y a leguas se veía que no habría dormido nada en toda la noche y ya tenía al egipcio que tirando de la tela de mi camisa reclamaba que debía de darle de comer, rodé los ojos y cogí un trozo de fruta para acercarla a sus labios, tomó la pieza de fruta rozando con sus dientes la yema de mis dedos y sus labios rozaron también mis dedos mientras nos mirábamos de forma fija, menudo provocador nato estaba hecho, quería tentarme de esa forma y eso hizo que riera divertida negando con la cabeza, comencé a untar una de las tostadas con algo de mantequilla y se la tendí para que se la comiera mientras yo preparaba otra para mí pero no dejaba de pedirme que le diera trozos de fruta, lo miré frunciendo el ceño y cogí un trozo de pera esa vez para dárselo, sus labios volvieron a rozar de forma deliberada mis dedos. Su madre negaba con la cabeza cuando pasó por allí diciendo un “eres igual que tú padre” y como si lo hubiera convocado con esas palabras apareció bajando por las escaleras, miró hacia donde estábamos y sonrió de lado observándonos a lo que yo rodé los ojos y se acercó a su mujer para decirle que le diera a él también de comer, pero pareció apiadarse de ella al verla tan cansada y le dijo que le daría él de comer haciendo que Tarik bufara por sus palabras y yo me mordiera el labio, se notaba el amor que tenían por el otro y su padre se la llevó para que descansara a pesar de las negativas de ella, pero la cogió cargándola como algunas veces hacía desapareciendo de nuestra vista, di un bocado a la tostada que me había preparado antes de que volviera a pedirme que le acercara el vaso de zumo como si él no pudiera alcanzarlo- por Odín, te estás aprovechando demasiado –le dije tendiéndole el vaso para que bebiera cogiendo yo un cruasán para darle un mordisco- muchas veces os he envidiado a ti, a Eirin y a Nailah –dije sintiendo sus ojos sobre mí como si no entendiera a qué venían mis palabras- te quejas a veces de tus padres pero yo os envidio a los tres por tener la familia que tenéis –miré hacia donde se habían ido sus padres subiendo por las escaleras sumida en mis pensamientos- a veces me pregunto cómo hubiera sido todo de no haber venido con vosotros a París, de no tener que escondernos tras la muerte de mi padre... supongo que todo habría sido como en cualquier familia, quizás no hubiéramos crecido juntos ya que tú pasas temporadas aquí en París –no podía quejarme de cómo me habían tratado, siempre había sido como una más pero era inevitable que ciertas veces no pensara en ese pequeño detalle, ellos se habían convertido casi en mis “padres” y me trataban como a una igual, su padre me había entrenado desde que era pequeña junto a Tarik y a Eirin y no podía pedir nada más, pero los veía a todos y sobre todo cuando él se peleaba con sus padres muchas veces me enervaba, porque no sabía lo que era no tenerlos y haberlos perdido y lo que yo hubiera dado por tenerlos como él los tenía. Tenía mi propia cuenta pendiente con Randulf por haber matado a mis padres, y si había algo que sacara bueno de todo aquello sin duda alguna era Tarik y todo lo que habíamos pasado juntos, todo lo que aún nos quedaba por pasar. Me callé y no dije mucho más al respecto sobre el tema que, en verdad, no sabía ni por qué lo había sacado a colación simplemente las palabras habían salido solas y seguí dándole de desayunar mientras actuábamos como siempre y como si nada hubiera pasado, pero ambos sabíamos que teníamos una conversación pendiente y aún tenía que preguntarle por qué se había de esa forma de la playa dejándome allí. Cada vez que le daba algo de lo que había en la bandeja para que comiera sus labios rozaban mis dedos, o dejaba un pequeño mordisco totalmente a posta que hacía que me mordiera el labio mirándolo. Tras el último trozo que le había dado mis dedos repasaron sus labios de forma lenta sin dejar de mirarlo, yo ya había terminado de desayunar y lamí mi labio inferior- ¿quieres algo más? –Pregunté con un leve tono pícaro a lo que él negó con la cabeza- voy a llevar la bandeja a la cocina –cuando me levanté para tomar la bandeja fue su mano la que tomó mi muñeca, mis ojos lo buscaron y tiró de mí de nuevo para sentarme de lado sobre sus piernas- Tarik... –le dije para que llevara cuidado con las heridas que tenía, tenía un pequeño rasguño en la frente y aparté un poco su pelo para ver repasar su herida con mis dedos, su mano subió por mi espalda de forma lenta y mi frente se apoyó en la suya- ¿estás mejor ahora? –Pregunté quedándonos así por unos minutos, nuestros alientos se mezclaban y aunque debía de apartarme no lo hice, solo cuando escuchamos que su padre bajaba por las escaleras dispuesto para irse a entrenar como todos los días, me miró preguntándome si me iba a entrenar con él y asentí con la cabeza, Tarik también quería venir aunque su padre le dijo que no iba a entrenar a pesar de su insistencia, al final cedió en que viniera con nosotros pero no entrenaría, se quedaría mirando si era lo que quería porque su herida era reciente y no había mejorado nada, aparte de porque su madre los mataría a los dos si se lo llevaba a entrenar. Sonreí de lado y lo miré con cierta diversión- míralo por este lado, así puedes ver cómo entreno para que sepas la paliza que te espera cuando te recuperes –hizo un mohín por mis palabras y me levanté de su regazo- voy a por las cosas –los dejé a los dos para subir a coger las armas y bajé viendo que ambos estaban preparados para irnos.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Kaira bufaba porque yo aseguraba ser incapaz de comer nada si no me lo daba, sus comentarios mordaces me entraban por un oído y me salían por el otro.
-Me duelen los brazos -me escudé poniendo cara de estar muy enfermo -creo que hasta me ha subido la fiebre -me inventé para obtener mimos.
Debió funcionar porque llevo sus labios a mi frente para ver si era cierto y yo aprovechando la coyuntura alcé un poco la cara logrando que nuestras labios colisionaran.
Me mordí la lengua mientras gritaba que era un tarugo y al tiempo llegaba mi madre pillándome riéndome por la trastada cometida.
Dejó las bandejas en la mesa, la loba comía mientras mi madre me curaba la herida y yo abría la boca como un polluelo en un nido aprovechándome de la situación mas de la cuenta.
Pues cuando me acercaba la fruta, lamia sus dedos provocandola, mordiendo la yema de estos mientras mi madre bufaba por mi descaro alegando que era igual a padre.
-eso debe ser bueno teniendo en cuneta que desde mi habitación puedo escuchar como te monta.
Dos capones fue lo que me llevé por esa sinceridad vikinga que ostentaba.
Bufé y gruñí mirándolas a ambas.
-si os miento, mal, si soy sincero, también, al final haré lo que me salga de los cojones -fruncí el ceño -dame mas fruta mujer -dije ladeando la sonrisa antes de estallar en carcajadas por la cara que ponía.
Abrí la boca haciéndome el inocente y recibiendo la fruta nuevamente, me gustaba picarla, tentarla, ese era el juego que siempre nos traíamos y aunque sabia que teníamos una conversación pendiente, ahora mismo con todos mis familiares purulandome como cuervos era lago complicado.
Fue padre el que bajó las escaleras y al verme con los brazos tras la cabeza con cara de raja comiendo fruta y adorado por dos mujeres se hecho a reír ante el bufido de mi madre.
-También sera culpa mía que tenga sangre egipcia -bromeó atrapando a mi madre y alzándola como si fuera un saco mientras le daba unas palmadas en el culo.
-Me la llevo para que duerma -dijo cogiendo de paso una pieza de fruta mientras madre pataleaba y el se descojonaba.
-Padre, por Odin que luego sueño con vosotros fornicando -me quejé bufando mientras padre se iba riendo y madre me tiraba un zapato.
Kaira parecía pensativa, me hablo de la suerte que tenia por tener esa familia, claro que sabia de m isuerte, me quejaba mucho, peor no era un necio, eramos una piña.
-Tu eres parte de esta familia Kaira, no se que hubiera pasado si no hubiera muerto tu padre, peor sé, que mis padres te consideran una hija y yo no te veo como una hermana porque estas demasiado buena -apunté ladeando la sonrisa con picarda.
Siguió dándome fruta mientras se reía por mis incesantes bromas y cuando se iba a ir ,tiré de su muñeca, nos miramos un instante, su aliento contra mi boca, me relamí con mis pardos fijos en sus labios.
Iba a acortar la distancia cuando los pasos de mi padre rompieron la magia.
Elevé la mirada.
-Siempre tan oportuno -gruñí mientras este nos decía que por él no nos cortáramos.
Kaila se puso roja como un tomate lo que nos hizo a los dos reírnos como bárbaros mientras ella refunfuñaba.
Al final Kaira acepto ir con padre a entrenar y yo convencí a este tras una ardua negociación que con padre fue de un segundo y que con madre hubiera durado toda una eternidad, que me llevara a verlos entrenar.
Llegamos al bosque, la verdad es que padre bufaba alegando que si madre se despertaba y yo no estaba en ese sofá tumbado lo iba a dejar sin mojar una semana, así que me apremiaba a que me diera prisa, pero yo rugía diciéndole que estaba herido y que por Odin que iba lo mas rápido que podía.
Kaira se meaba de la risa viendo nuestra absurda conversación hasta que por fin llegamos frente al arroyo, yo me dejé caer bebiendo de el, puerto de la sed, mientras padre desenvainaba su espada y le pedía a la loba que hiciera lo propio, que por mi culpa tenían menos tiempo y que ni una palabra a Nai de todo esto.
-Me duelen los brazos -me escudé poniendo cara de estar muy enfermo -creo que hasta me ha subido la fiebre -me inventé para obtener mimos.
Debió funcionar porque llevo sus labios a mi frente para ver si era cierto y yo aprovechando la coyuntura alcé un poco la cara logrando que nuestras labios colisionaran.
Me mordí la lengua mientras gritaba que era un tarugo y al tiempo llegaba mi madre pillándome riéndome por la trastada cometida.
Dejó las bandejas en la mesa, la loba comía mientras mi madre me curaba la herida y yo abría la boca como un polluelo en un nido aprovechándome de la situación mas de la cuenta.
Pues cuando me acercaba la fruta, lamia sus dedos provocandola, mordiendo la yema de estos mientras mi madre bufaba por mi descaro alegando que era igual a padre.
-eso debe ser bueno teniendo en cuneta que desde mi habitación puedo escuchar como te monta.
Dos capones fue lo que me llevé por esa sinceridad vikinga que ostentaba.
Bufé y gruñí mirándolas a ambas.
-si os miento, mal, si soy sincero, también, al final haré lo que me salga de los cojones -fruncí el ceño -dame mas fruta mujer -dije ladeando la sonrisa antes de estallar en carcajadas por la cara que ponía.
Abrí la boca haciéndome el inocente y recibiendo la fruta nuevamente, me gustaba picarla, tentarla, ese era el juego que siempre nos traíamos y aunque sabia que teníamos una conversación pendiente, ahora mismo con todos mis familiares purulandome como cuervos era lago complicado.
Fue padre el que bajó las escaleras y al verme con los brazos tras la cabeza con cara de raja comiendo fruta y adorado por dos mujeres se hecho a reír ante el bufido de mi madre.
-También sera culpa mía que tenga sangre egipcia -bromeó atrapando a mi madre y alzándola como si fuera un saco mientras le daba unas palmadas en el culo.
-Me la llevo para que duerma -dijo cogiendo de paso una pieza de fruta mientras madre pataleaba y el se descojonaba.
-Padre, por Odin que luego sueño con vosotros fornicando -me quejé bufando mientras padre se iba riendo y madre me tiraba un zapato.
Kaira parecía pensativa, me hablo de la suerte que tenia por tener esa familia, claro que sabia de m isuerte, me quejaba mucho, peor no era un necio, eramos una piña.
-Tu eres parte de esta familia Kaira, no se que hubiera pasado si no hubiera muerto tu padre, peor sé, que mis padres te consideran una hija y yo no te veo como una hermana porque estas demasiado buena -apunté ladeando la sonrisa con picarda.
Siguió dándome fruta mientras se reía por mis incesantes bromas y cuando se iba a ir ,tiré de su muñeca, nos miramos un instante, su aliento contra mi boca, me relamí con mis pardos fijos en sus labios.
Iba a acortar la distancia cuando los pasos de mi padre rompieron la magia.
Elevé la mirada.
-Siempre tan oportuno -gruñí mientras este nos decía que por él no nos cortáramos.
Kaila se puso roja como un tomate lo que nos hizo a los dos reírnos como bárbaros mientras ella refunfuñaba.
Al final Kaira acepto ir con padre a entrenar y yo convencí a este tras una ardua negociación que con padre fue de un segundo y que con madre hubiera durado toda una eternidad, que me llevara a verlos entrenar.
Llegamos al bosque, la verdad es que padre bufaba alegando que si madre se despertaba y yo no estaba en ese sofá tumbado lo iba a dejar sin mojar una semana, así que me apremiaba a que me diera prisa, pero yo rugía diciéndole que estaba herido y que por Odin que iba lo mas rápido que podía.
Kaira se meaba de la risa viendo nuestra absurda conversación hasta que por fin llegamos frente al arroyo, yo me dejé caer bebiendo de el, puerto de la sed, mientras padre desenvainaba su espada y le pedía a la loba que hiciera lo propio, que por mi culpa tenían menos tiempo y que ni una palabra a Nai de todo esto.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
El ambiente poco a poco se iba calmando y se iba relajando conforme pasaban los minutos y todo volvía a la normalidad, él seguía con sus bromas de siempre, con sus piques, con sus ya acostumbrados intentos por aprovecharse absolutamente de todo incluso teniendo a su madre delante, le contestaba de una forma que a veces le daba algún que otro capón por ello y tras sus palabras sobre lo que ella había dicho las dos le dimos un capón cada una para que no dijera ese tipo de burradas pero eso era algo típico en él, se aprovechaba de cualquier situación y aquella no fue menos en la que le di de comer mientras él no dejaba de tentarme con cada trozo que le daba bien fuera de fruta o de algo más que hubiera en la bandeja, además su madre mientras revisaba su herida y bufé ante la cara que tenía mientras era atendido por dos mujeres como si de alguna forma fuéramos de su harén, su padre no tardó en bajar para llevarse a su madre y negué con la cabeza con cierta diversión por esa pequeña conversación mientras se llevaba a su madre escaleras arriba sobre su hombro, Tarik bufó haciéndoles saber que luego soñaba con ellos y mientras su padre se reía su madre le tiró una zapatilla con un tino que le dio en la cabeza y que me hizo reír señalándolo mientras él bufaba por aquello y me pedía que le diera más de comer. De verdad que envidiaba la familia que tenía, lo unidos que estaban en todos los sentidos y que era algo que les habían inculcado desde bien pequeños, a mí también puesto que era uno más de los suyos pero siempre me acordaba de mis padres y en lo que yo hubiera dado por tener algo como lo que él tenía. Mis palabras habían salido solas y cuando terminé fue entonces su turno para decirme que era parte de esa familia, era la segunda vez en el día que me lo recordaban y en parte sentaba bien que te lo hicieran saber. Quizás las cosas podrían haber sido diferentes si mi padre no hubiera muerto, él me aseguró que sus padres me veían como una hija y de eso no tenía duda alguna por el trato que siempre me habían dado, añadió además que él no me veía como una hermana porque decía que estaba demasiado buena.
Mis ojos lo buscaron viendo esa sonrisa ladeada que tenía y que me hizo sonreír sin poder evitarlo, mi mano fue hasta su antebrazo para dejarla ahí mientras nos mirábamos en silencio como si necesitara sentirle en ese momento, mi mano se deslizó despacio hacia abajo hasta acabar sobre su mano y nuestros dedos se acariciaron, para mí era importante porque ellos era todo lo que tenía en mi vida, ellos habían sido los que me habían apoyado y los que habían estado siempre ahí y su madre tenía razón, jamás les haría daño a ninguno de ellos porque los quería y los apreciaba a todos, pero en especial jamás me atrevería a hacerle daño a él en todos los sentidos posibles, no era algo que me gustara demasiado. Siguió pidiéndome que le diera de comer entre risas y bromas que me hacían ver que se encontraba mejor, me seguía picando como siempre y al final cuando me levanté acabó por tirar de mi muñeca dejándome sentada sobre él, sus ojos en mis labios que mordí sin apartarnos el uno del otro como si la electricidad corriera entre nosotros cada vez que estábamos así. Fue su padre el que rompió en cierto sentido ese momento y aunque nos dijo que no nos cortáramos por él no pude evitar sonrojarme un poco porque nos hubiera pillado, ellos se reían y bufé mientras su padre me preguntaba si iba a entrenar y yo asentí con la cabeza, Tarik vendría pero solo como espectador.
Cogí lo necesario y bajé para encontrármelos a ellos ya preparados, salimos los tres en dirección al bosque y a ese claro donde siempre solíamos entrenar e íbamos algunas veces nosotros y por el camino su padre no dejaba de apremiarlo para que fuera más rápido alegando que como su madre despertara y no lo viera descansando en el sofá se llevaría él las culpas y, según decía, lo castigaría durante una semana a lo que yo rodé los ojos ante la sinceridad que se gastaban. Iba todo el rato al lado de Tarik por si en algún momento necesitase ayuda aunque sabía que no era muy dado a pedirla, era como yo en muchos de los aspectos y por eso mismo chocábamos tanto, él re respondía entre bufidos que iba los más deprisa que podía mientras yo me reía por la conversación que mantenían padre e hijo y que era de lo más atípica en esos momentos, Tarik me miraba con el ceño fruncido por reírme de ellos y su padre nos pedía que fuéramos más rápido porque tiempo era algo que no teníamos precisamente. Por fin llegamos al claro y Tarik lo primero que hizo fue ir hacia el arroyo para beber mientras su padre y yo nos posicionábamos para empezar a entrenar como habíamos hecho miles de veces. Sacó su espada y me pidió que hiciera lo mismo, desenvainé y me coloqué en posición para empezar con aquello, me preguntó si estaba preparada y asentí con la cabeza, no tardó en arremeter contra mí para empezar con aquel combate en el que siempre íbamos a desarmar principalmente e intentábamos nos hacernos daño. Me iba a venir bien para sacar la rabia que llevaba acumulada y eso se notó porque mis golpes eran más rudos de lo normal. Comenzamos a movernos por todo el lugar mientras esquivábamos golpes, rodábamos, girábamos y arremetíamos de nuevo para volver a empezar, en una de esas me miró y sonrió de lado con cierto deje de diversión.
-Parece que estés pensando en que quieres matar a alguien, ¿en quién estás pensando? –Sonreí de lado parando un golpe con la espada mientras los aceros chocaban, no pensaba en nadie realmente dejaba salir todo lo que llevaba dentro. Arremetí yo contra él haciéndole que retrocediera un poco, me agaché para esquivar su golpe y volví a atacarle de nuevo golpeando con fuerza, el acero chocaba sonando con cada golpe, paró el golpe lateral que le hice y su mano cogió la muñeca con la que empuñaba el arma, fue a darme una patada que esquivé moviéndome con esos reflejos que tenía apartándome a un lado y cogí también su otra mano donde empuñaba el arma.
-En el tarugo de tu hijo –contesté a lo que él se rió divertido por mi respuesta mientras luchábamos para ver quién se hacía con el control. Su padre era muy bueno luchando y no por nada era un general, costaba ganarlo pero con el tiempo aprendías a leer sus movimientos. Él intentó desestabilizarme para que lo soltara mientras forcejeábamos el uno con el otro, acabé metiendo el pie entre los suyos para impulsarlo hacia delante con fuerza y que cayera al suelo pero se levantó rápido y seguimos luchando intercambiando golpes con rapidez hasta que finalmente rodé por el suelo y me giré para dejar mi filo justo en su cuello pero él también lo había hecho dejándonos en unas tablas que lo hizo sonreír con cierta sorna y yo rodé los ojos.
-Piensas mucho Kaira, a veces eso es bueno pero otras te puede traicionar, recuérdalo –asentí con la cabeza concediéndome un pequeño descanso antes de continuar con el entrenamiento. Me acerqué al arroyo que era donde se encontraba sentado cerca Tarik y fui a mojarme el rostro para quitar el sudor de este y alcé la mirada hacia él quien no me quitaba ojo, enarqué una ceja y sus ojos me recorrieron por completo de arriba abajo y cuando me miré me di cuenta de que la ropa que llevaba estaba mojada en sudor y se pegaba a mi cuerpo marcando así mis pechos.
-Por Odín –dije negando con la cabeza para sentarme a su lado, había mojado también un poco mi pelo para refrescarme un poco y lo miré- ¿estás mejor? ¿Te aburres o te lo estás pasando en grande? –Conociéndolo y por la mirada que me había echado seguramente se lo estaría pasando en grande. La venda nueva que le había puesto su madre seguía limpia y mientras volvíamos a picarnos de nuevo en ese breve rato su padre volvió a llamarme de nuevo para empezar antes de volver y que fuera más tarde, me levanté acercándome y cuando me giré a mediante camino pude verlo mirándome las nalgas a lo que negué con la cabeza- deja de mirar mi trasero –pero él se rió como si pudiera hacer algo al respecto y empezamos de nuevo con el entrenamiento pero que duró menos porque teníamos que volver antes de que fuera tarde, estaba algo cansada por la noche pasada aunque me había venido bien aquel entrenamiento para liberar ciertas tensiones. Volvimos antes de que su madre se diera cuenta y lo dejé otra vez a él en el sofá por si su madre bajaba, me escabullí de que me pillara y fui para darme un baño y cambiarme de ropa dejando las cosas en su sitio y al rato volví de nuevo encontrándomelo durmiendo en el sofá, lo observé mientras dormía antes de sentarme y mis dedos acariciaron su rostro de forma leve, su padre bajaba por las escaleras también ya cambiado y se metió a la cocina, al parecer Nai seguía durmiendo y no se había enterado de nuestra pequeña escapada, me tumbé con él en el sofá hasta que su madre bajó pero él seguía descansando, no se enteró o si lo hizo no nos dijo nada y cuando se despertó sonreí recorriendo su cuello con mi nariz, me incorporé un poco para mirarle- ven, vamos a la cama –su sonrisa como siempre me hizo negar con la cabeza y tiré de él para levantarlo y llevarlo hasta su habitación donde estábamos los dos solos, nos tumbamos en la cama y me pegó a su cuerpo quedándome recostada sobre él, mis dedos recorrían despacio su pecho- esta noche podríamos escaparnos un rato e ir al claro, dudo que tu madre te deje salir con la tendencia a meterte en líos que tienes, pero podemos irnos sin que se de cuenta –subí mi rostro para mirarlo, apoyé el codo en el colchón dejando mi cabeza en mi mano y sonreí mordiéndome el labio- así nos evitamos problemas y pasamos una noche tranquilos, ¿crees que podremos conseguirlo? –Pregunté enredando mis dedos en su pelo, aún teníamos que hablar pero esperaría a que descansara un poco más, teníamos tiempo para esa conversación pendiente.
Mis ojos lo buscaron viendo esa sonrisa ladeada que tenía y que me hizo sonreír sin poder evitarlo, mi mano fue hasta su antebrazo para dejarla ahí mientras nos mirábamos en silencio como si necesitara sentirle en ese momento, mi mano se deslizó despacio hacia abajo hasta acabar sobre su mano y nuestros dedos se acariciaron, para mí era importante porque ellos era todo lo que tenía en mi vida, ellos habían sido los que me habían apoyado y los que habían estado siempre ahí y su madre tenía razón, jamás les haría daño a ninguno de ellos porque los quería y los apreciaba a todos, pero en especial jamás me atrevería a hacerle daño a él en todos los sentidos posibles, no era algo que me gustara demasiado. Siguió pidiéndome que le diera de comer entre risas y bromas que me hacían ver que se encontraba mejor, me seguía picando como siempre y al final cuando me levanté acabó por tirar de mi muñeca dejándome sentada sobre él, sus ojos en mis labios que mordí sin apartarnos el uno del otro como si la electricidad corriera entre nosotros cada vez que estábamos así. Fue su padre el que rompió en cierto sentido ese momento y aunque nos dijo que no nos cortáramos por él no pude evitar sonrojarme un poco porque nos hubiera pillado, ellos se reían y bufé mientras su padre me preguntaba si iba a entrenar y yo asentí con la cabeza, Tarik vendría pero solo como espectador.
Cogí lo necesario y bajé para encontrármelos a ellos ya preparados, salimos los tres en dirección al bosque y a ese claro donde siempre solíamos entrenar e íbamos algunas veces nosotros y por el camino su padre no dejaba de apremiarlo para que fuera más rápido alegando que como su madre despertara y no lo viera descansando en el sofá se llevaría él las culpas y, según decía, lo castigaría durante una semana a lo que yo rodé los ojos ante la sinceridad que se gastaban. Iba todo el rato al lado de Tarik por si en algún momento necesitase ayuda aunque sabía que no era muy dado a pedirla, era como yo en muchos de los aspectos y por eso mismo chocábamos tanto, él re respondía entre bufidos que iba los más deprisa que podía mientras yo me reía por la conversación que mantenían padre e hijo y que era de lo más atípica en esos momentos, Tarik me miraba con el ceño fruncido por reírme de ellos y su padre nos pedía que fuéramos más rápido porque tiempo era algo que no teníamos precisamente. Por fin llegamos al claro y Tarik lo primero que hizo fue ir hacia el arroyo para beber mientras su padre y yo nos posicionábamos para empezar a entrenar como habíamos hecho miles de veces. Sacó su espada y me pidió que hiciera lo mismo, desenvainé y me coloqué en posición para empezar con aquello, me preguntó si estaba preparada y asentí con la cabeza, no tardó en arremeter contra mí para empezar con aquel combate en el que siempre íbamos a desarmar principalmente e intentábamos nos hacernos daño. Me iba a venir bien para sacar la rabia que llevaba acumulada y eso se notó porque mis golpes eran más rudos de lo normal. Comenzamos a movernos por todo el lugar mientras esquivábamos golpes, rodábamos, girábamos y arremetíamos de nuevo para volver a empezar, en una de esas me miró y sonrió de lado con cierto deje de diversión.
-Parece que estés pensando en que quieres matar a alguien, ¿en quién estás pensando? –Sonreí de lado parando un golpe con la espada mientras los aceros chocaban, no pensaba en nadie realmente dejaba salir todo lo que llevaba dentro. Arremetí yo contra él haciéndole que retrocediera un poco, me agaché para esquivar su golpe y volví a atacarle de nuevo golpeando con fuerza, el acero chocaba sonando con cada golpe, paró el golpe lateral que le hice y su mano cogió la muñeca con la que empuñaba el arma, fue a darme una patada que esquivé moviéndome con esos reflejos que tenía apartándome a un lado y cogí también su otra mano donde empuñaba el arma.
-En el tarugo de tu hijo –contesté a lo que él se rió divertido por mi respuesta mientras luchábamos para ver quién se hacía con el control. Su padre era muy bueno luchando y no por nada era un general, costaba ganarlo pero con el tiempo aprendías a leer sus movimientos. Él intentó desestabilizarme para que lo soltara mientras forcejeábamos el uno con el otro, acabé metiendo el pie entre los suyos para impulsarlo hacia delante con fuerza y que cayera al suelo pero se levantó rápido y seguimos luchando intercambiando golpes con rapidez hasta que finalmente rodé por el suelo y me giré para dejar mi filo justo en su cuello pero él también lo había hecho dejándonos en unas tablas que lo hizo sonreír con cierta sorna y yo rodé los ojos.
-Piensas mucho Kaira, a veces eso es bueno pero otras te puede traicionar, recuérdalo –asentí con la cabeza concediéndome un pequeño descanso antes de continuar con el entrenamiento. Me acerqué al arroyo que era donde se encontraba sentado cerca Tarik y fui a mojarme el rostro para quitar el sudor de este y alcé la mirada hacia él quien no me quitaba ojo, enarqué una ceja y sus ojos me recorrieron por completo de arriba abajo y cuando me miré me di cuenta de que la ropa que llevaba estaba mojada en sudor y se pegaba a mi cuerpo marcando así mis pechos.
-Por Odín –dije negando con la cabeza para sentarme a su lado, había mojado también un poco mi pelo para refrescarme un poco y lo miré- ¿estás mejor? ¿Te aburres o te lo estás pasando en grande? –Conociéndolo y por la mirada que me había echado seguramente se lo estaría pasando en grande. La venda nueva que le había puesto su madre seguía limpia y mientras volvíamos a picarnos de nuevo en ese breve rato su padre volvió a llamarme de nuevo para empezar antes de volver y que fuera más tarde, me levanté acercándome y cuando me giré a mediante camino pude verlo mirándome las nalgas a lo que negué con la cabeza- deja de mirar mi trasero –pero él se rió como si pudiera hacer algo al respecto y empezamos de nuevo con el entrenamiento pero que duró menos porque teníamos que volver antes de que fuera tarde, estaba algo cansada por la noche pasada aunque me había venido bien aquel entrenamiento para liberar ciertas tensiones. Volvimos antes de que su madre se diera cuenta y lo dejé otra vez a él en el sofá por si su madre bajaba, me escabullí de que me pillara y fui para darme un baño y cambiarme de ropa dejando las cosas en su sitio y al rato volví de nuevo encontrándomelo durmiendo en el sofá, lo observé mientras dormía antes de sentarme y mis dedos acariciaron su rostro de forma leve, su padre bajaba por las escaleras también ya cambiado y se metió a la cocina, al parecer Nai seguía durmiendo y no se había enterado de nuestra pequeña escapada, me tumbé con él en el sofá hasta que su madre bajó pero él seguía descansando, no se enteró o si lo hizo no nos dijo nada y cuando se despertó sonreí recorriendo su cuello con mi nariz, me incorporé un poco para mirarle- ven, vamos a la cama –su sonrisa como siempre me hizo negar con la cabeza y tiré de él para levantarlo y llevarlo hasta su habitación donde estábamos los dos solos, nos tumbamos en la cama y me pegó a su cuerpo quedándome recostada sobre él, mis dedos recorrían despacio su pecho- esta noche podríamos escaparnos un rato e ir al claro, dudo que tu madre te deje salir con la tendencia a meterte en líos que tienes, pero podemos irnos sin que se de cuenta –subí mi rostro para mirarlo, apoyé el codo en el colchón dejando mi cabeza en mi mano y sonreí mordiéndome el labio- así nos evitamos problemas y pasamos una noche tranquilos, ¿crees que podremos conseguirlo? –Pregunté enredando mis dedos en su pelo, aún teníamos que hablar pero esperaría a que descansara un poco más, teníamos tiempo para esa conversación pendiente.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/10/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Mis ojos seguían los diestros movimientos de la loba, la verdad es que era una gran guerrera, sus sentidos mucho mas agudos que los nuestros, la hacían desenvolverse con mayor agilidad, era diestra y sus pies se movían sobre la hierba gráciles. Ademas su fuerza acompañaba a cada mandoble, lo que la convertir en un enemigo voraz en todos los sentidos.
Padre usaba mas la fuerza, era letal con una espada en la mano, ademas de la envergadura que tenia y ese modo tan técnico heredado del abuelo, o mejor dicho, aprendido con el que asediaba al enemigo hasta dejarlo sin recursos.
Yo por contra era mas parecido a Niels en combate, padre insistió a que mi tío me entrenara, posiblemente porque veía que mi envergadura no era la de un vikingo.
Tal y como pasaban las horas podía ver el sudor perlando el rostro de Kaira, sus mechones enmarcaban aquel rostro precioso que entre jadeos rugía cada vez que lanzaba un golpe.
Su pecho se alzaba violento, mis ojos oscurecidos se deslizaban por su cuerpo, la ropa se pegaba a este y daba una imagen difícil de olvidar.
Me metí la mano en el pantalón cogiéndome la verga que estaba alzada justo cuando la loba se acercó para preguntarme si estaba pasándolo bien.
-No puedo quejarme -aseguré ladeando la sonrisa mientras ella negaba y me daba un manotazo para que sacara la mano de ahí.
Yo me reía dejándome caer sobe la hierba quedando tumbado,eso si, repasando su figura sin poder remediarlo.
-Pedazo tetas te gastas, te botan cada vez que esgrimes la espada -dije lanzandole un par de mordiscos al aire.
Esta bufó y se mojó el rostro y la nuca.
Hice ademan de cazarla para tumbarla conmigo pero Esta me esquivó dispuesta a volver al entrenamiento.
-estoy enfermo -dije haciendo un mohin para que se apiadara de mi, pero ya que no funcionó, pues le miré las nalgas mientras ella gruñía y yo me reía como si pudiera remediar mi perversión por ella.
Tras el entrenamiento volvimos a casa, aunque no lo dije estaba cansado, lo que para ellos era un paseo, a mi me había costado y seguirles el ritmo hacia que en ocasiones siseara por como la herida me tiraba.
Pero yo era muy orgulloso, así que no dije ni media y cuando llegué al sofá, iba casi durmiéndome, así que pude notar a Kaira arroparme antes de largarse.
Cuando desperté Kaira ya estaba allí con su pelo mojado y esa sonrisa socarrona que se gastaba, se había tumbado a mi lado, algo que no desaproveche deslizando mi mano por su espalda que es donde la tenia apoyada de forma inconsciente al estar dormido y bajándola hasta sus nalgas.
-Tarik -gruño.
-¿que? -pregunté haciéndome el inocente mientras ladeaba mi sonrisa con picarda.
Mi madre nos miraba negando con la cabeza, seguro que pensaba que menuda le había caído a la loba conmigo.
-”Eres igual que tu padre” -dije en voz alta ya mas que acostumbrado a que me lo soltara.
Padre se reía mientras ponía cara de pervertido y le apretaba las nalgas a madre y esta le daba un manotazo riñéndole porque según ella era su culpa que hubiera salido tan animado a los líos y al sexo.
Este se lo tomaba con humor, porque la ignoraba sin dejar de meterle mano, y yo gruñía desde el sofá pidiéndoles que se estuvieran quietos ,que así no podía traer a amigos normales a casa.
Al fina Kaira tiró de mi y juntos nos largamos a mi cuarto, caímos sobre la cama, esta vez solos. Mientras yo escuchaba su propuesta iba pegándola cada vez mas contra mi cuerpo, sus dedos acariciaban mi pelo y nuestros ojos danzaban por nuestros labios sin poder evitarlo.
-Vale, vayamos, pero estoy herido, trata de mantener al perturbado ese que te sigue a todos lados lejos de mi.
Ella sonreía preguntando si estaba celoso mientras yo negaba rozando sus labios.
-¿debería? -pregunté alzando las cejas -creo que necesito un baño, estoy lleno de sangre y dado que tengo una importante cita esta noche -bromeé con picardia -pero estoy herido, creo que necesito que me enjabones la espada -aseguré dándole un mordisco en el hombro -vamos loba ¿o tienes miedo?
Padre usaba mas la fuerza, era letal con una espada en la mano, ademas de la envergadura que tenia y ese modo tan técnico heredado del abuelo, o mejor dicho, aprendido con el que asediaba al enemigo hasta dejarlo sin recursos.
Yo por contra era mas parecido a Niels en combate, padre insistió a que mi tío me entrenara, posiblemente porque veía que mi envergadura no era la de un vikingo.
Tal y como pasaban las horas podía ver el sudor perlando el rostro de Kaira, sus mechones enmarcaban aquel rostro precioso que entre jadeos rugía cada vez que lanzaba un golpe.
Su pecho se alzaba violento, mis ojos oscurecidos se deslizaban por su cuerpo, la ropa se pegaba a este y daba una imagen difícil de olvidar.
Me metí la mano en el pantalón cogiéndome la verga que estaba alzada justo cuando la loba se acercó para preguntarme si estaba pasándolo bien.
-No puedo quejarme -aseguré ladeando la sonrisa mientras ella negaba y me daba un manotazo para que sacara la mano de ahí.
Yo me reía dejándome caer sobe la hierba quedando tumbado,eso si, repasando su figura sin poder remediarlo.
-Pedazo tetas te gastas, te botan cada vez que esgrimes la espada -dije lanzandole un par de mordiscos al aire.
Esta bufó y se mojó el rostro y la nuca.
Hice ademan de cazarla para tumbarla conmigo pero Esta me esquivó dispuesta a volver al entrenamiento.
-estoy enfermo -dije haciendo un mohin para que se apiadara de mi, pero ya que no funcionó, pues le miré las nalgas mientras ella gruñía y yo me reía como si pudiera remediar mi perversión por ella.
Tras el entrenamiento volvimos a casa, aunque no lo dije estaba cansado, lo que para ellos era un paseo, a mi me había costado y seguirles el ritmo hacia que en ocasiones siseara por como la herida me tiraba.
Pero yo era muy orgulloso, así que no dije ni media y cuando llegué al sofá, iba casi durmiéndome, así que pude notar a Kaira arroparme antes de largarse.
Cuando desperté Kaira ya estaba allí con su pelo mojado y esa sonrisa socarrona que se gastaba, se había tumbado a mi lado, algo que no desaproveche deslizando mi mano por su espalda que es donde la tenia apoyada de forma inconsciente al estar dormido y bajándola hasta sus nalgas.
-Tarik -gruño.
-¿que? -pregunté haciéndome el inocente mientras ladeaba mi sonrisa con picarda.
Mi madre nos miraba negando con la cabeza, seguro que pensaba que menuda le había caído a la loba conmigo.
-”Eres igual que tu padre” -dije en voz alta ya mas que acostumbrado a que me lo soltara.
Padre se reía mientras ponía cara de pervertido y le apretaba las nalgas a madre y esta le daba un manotazo riñéndole porque según ella era su culpa que hubiera salido tan animado a los líos y al sexo.
Este se lo tomaba con humor, porque la ignoraba sin dejar de meterle mano, y yo gruñía desde el sofá pidiéndoles que se estuvieran quietos ,que así no podía traer a amigos normales a casa.
Al fina Kaira tiró de mi y juntos nos largamos a mi cuarto, caímos sobre la cama, esta vez solos. Mientras yo escuchaba su propuesta iba pegándola cada vez mas contra mi cuerpo, sus dedos acariciaban mi pelo y nuestros ojos danzaban por nuestros labios sin poder evitarlo.
-Vale, vayamos, pero estoy herido, trata de mantener al perturbado ese que te sigue a todos lados lejos de mi.
Ella sonreía preguntando si estaba celoso mientras yo negaba rozando sus labios.
-¿debería? -pregunté alzando las cejas -creo que necesito un baño, estoy lleno de sangre y dado que tengo una importante cita esta noche -bromeé con picardia -pero estoy herido, creo que necesito que me enjabones la espada -aseguré dándole un mordisco en el hombro -vamos loba ¿o tienes miedo?
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2017
Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
El entrenamiento estaba resultando como uno más de los que tenía con su padre, siempre duro e implacable en sus movimientos y en sus enseñanzas aunque las valoraba todas y cada una de ellas, no por nada era el general de un ejército y había librado muchas más batallas que yo. Nuestros entrenamientos, al menos conmigo, quizás eran algo más “igualados” dado que mis sentidos eran mayores, mis reflejos más rápidos al igual que mis movimientos y mi fuerza mayor que la de Tarik y la de Eirin, quizás por eso su padre se ensañaba a veces más conmigo y yo lo entendía, una vez me había dicho que no era nada personal y lo entendí, sabía que era porque yo podía aguantar más sus golpes con la espada. Entrenar era como liberar tensión acumulada, descargar todo lo que llevabas dentro y soltarlo a base de golpes de espada, acero chocando con acero mientras las chispas saltaban cada vez que estaban se rozaban y se daban, siempre intentando el desarmarnos como norma general y siempre se aprendía algo nuevo en los entrenamientos, lo habíamos tomado como costumbre entrenar todos los días y después de la noche que había tenido necesitaba algo así, necesitaba que todo volviera un poco a la normalidad y ver que no me culpaban directamente por lo que había pasado, cierto que tenían un hijo que era un completo tarugo que no hacía caso y que era un imbécil y un inconsciente, pero si le hubiera pasado algo jamás me lo hubiera perdonado a mí misma, por mucho que lo intentara. Descargar toda esa rabia, toda esa tensión y esa adrenalina me vino bastante bien mientras sentía la mirada de su hijo puesta en nosotros aunque especialmente en mí y en la forma en la que me movía, lo sentía observarme mientras el sudor perlaba mi rostro, algunos mechones se pegaban también por el sudor y sentía que la ropa se me pegaba al cuerpo. Su padre concedió un descanso tras el par de horas que llevábamos entrenando y tomé camino para acercarme a Tarik que estaba sentado cerca del arroyo cuando vi donde tenía su mano y rodé los ojos.
Le di un manotazo mientras me mojaba el rostro y de paso también un poco el pelo por el calor que hacía y con el sol que nos daba directos sintiendo su mirada puesta en la mía repasándome tumbado a mi lado, me aseguró que se lo estaba pasando bien y rodé los ojos negando con la cabeza mientras sonreía de lado aprovechando como siempre la ocasión que se le brindaba. Sus ojos volvieron a repasarme de nuevo con ese comentario que me hizo bufar sobre mis pechos y negué con la cabeza por ello dándome cuenta en lo bien que se había fijado y vi que me lanzaba un par de bocados que me hizo sonreír de lado observándolo, estiré las piernas mientras descansábamos un rato e intentó cazarme de la cintura para pegarme a su cuerpo y que me tumbara con él pero me levanté rauda para volver al entrenamiento, aunque no duró demasiado para volver sin que su madre se enteraba de que nos habíamos ido y que su hijo se había venido con nosotros. Vi que le costaba seguirnos el paso pero no pidió que paráramos en ningún momento o que aminoráramos el paso siempre con ese orgullo que le precedía, lo dejé en el sofá casi durmiéndose por el cansancio y el esfuerzo, lo tapé con la manta y me di un baño después del arduo entrenamiento. Me cambié y volví al salón para verlo tumbado durmiendo todavía y me tumbé a su lado despacio para no despertarlo, al rato se despertó y sonreí de lado casi como burlándome mientras él me observaba, su mano en mi espalda al haberme acomodado a su lado la fue bajando de forma lenta como si no quisiera que me enterara pero enarqué una ceja cuando llegó a mis nalgas dejándola allí.
-Tarik –lo llamé en advertencia mientras él me miraba de forma inocente como si no hubiera roto un plato en su vida y no se aprovechara de la situación, negué con la cabeza mientras su madre nos miraba de reojo y negaba con la cabeza a lo que Tarik dijo esas palabras y le di un capón por lo que dijo- no le repliques a tu madre –ella se rió negando con la cabeza divertida y su padre se reía por la escena mientras apretaba las nalgas de su mujer y esta le reprochaba su actitud dándole un manotazo, sonreí mirándolos y miré al egipcio que bufaba alegando que por eso no podía traer amigos a casa, negué con la cabeza y lo levanté para irnos a su habitación tumbándonos en la cama, su brazo me pegaba más a su cuerpo contándole mi plan enredando mis dedos en su pelo mientras nuestros ojos bajaban a nuestros labios y subían de nuevo para mirase constantemente. Sonreí divertida por sus palabras y enarqué una ceja- ¿estás celoso, Tarik? –Pregunté con cierta sorna y él negó rozando sus labios con los míos, preguntó si debería y yo solo reí entre dientes, Fred después de lo que había pasado no se acercaría de nuevo o eso esperaba que hiciera. Me pidió con todo el morro del mundo que lo ayudara a bañarse, estaba lleno de sangre y decía que tenía una cita importante esa noche aunque su tono de broma y su sonrisa pícara lo dijeron todo- ¿ah sí? ¿Has quedado con alguien especial esta noche? –Pregunté con una sonrisa- ¿quién es la afortunada? O bueno, la pobre que ha quedado contigo –mi nariz rozó la suya y aseguró que necesitaba que le enjabonara la espalda porque estaba herido, dejó un mordisco en mi hombro y ante su pregunta si me atrevía o tenía miedo me mordí el labio mirándolo- más bien eres tú quien debe de tener cuidado con esta loba, no sea que en un descuido te confunda con comida y te devore –puntualicé con diversión y tras mirarnos de forma fija sintiendo nuestras respiraciones mezclarse mordí mi labio y me levanté- voy a prepararte la tina, si me lo hubieras dicho antes nos habríamos bañado juntos –dije con picardía observándole desde el marco de la puerta provocándole y tentándole a posta antes de abrir el grifo para que saliera el agua tibia y llenar la tina para el baño, puse algo para hacer espuma y una vez listo lo miré acercándome a paso lento hasta quedar a su lado en la cama pero de pie- tú baño está listo, ¿vienes? –Le tendí mi mano que no tardó en coger y lo ayudé a levantarse hasta llegar al baño, quité su camisa con cuidado para no hacerle daño en la herida y vi la venda que tenía, se la tenía que quitar así que lo hice despacio, la herida curaba gracias a la sangre de su abuelo y mis dedos repasaron con cuidado las marcas de las garras sumida en mis propios pensamientos recordando la pasada noche, más bien también la anterior que había desencadenado todo lo que sucedió después y mi mirada subió para encontrarse con la suya, sus desiertos en mis ámbar con nuestros rostros cerca. Había pasado tanto miedo esa noche de que no llegáramos a tiempo, me había tenido tan preocupada... era la vez que más miedo había pasado en toda mi vida, ni siquiera cuando el lobo me mordió convirtiéndome en lo que era. Mis manos descendieron hasta llegar a su pantalón y lo desabroché para quitárselo y dejarlo completamente desnudo, subí de nuevo a su rostro y mi mano acarició su mejilla de forma lenta- métete, te limpiaré la sangre para tú cita especial –sonreí de lado esperando a que se metiera y cuando lo hizo cogí la esponja mojándola en el agua tibia para comenzar quitando los restos de sangre de su cuerpo con cuidado de no hacerle daño, si no estuviera herido lo hubiera hundido en el agua mojándolo entero pero ahora no podía hacer eso, limpié su pecho de la sangre, su espalda viendo esos tatuajes que tenía de ambas culturas y que repasé con mis dedos, sus brazos y bajé por su vientre para limpiarlo también así como con sus piernas mientras no dejábamos de mirarnos, había apartado un mechón de mi pelo y ahora acariciaba mi rostro y mi cuello con mis dedos cuando pasé la esponja por su miembro que, alzado, denotaba lo excitado que estaba- uy, vaya vaya con lo que me he encontrado –comenté con cierta diversión- ¿te alegras de verme? –Pregunté envolviendo su tronco con mis dedos notando lo duro y lo caliente que estaba, un ronco jadeo escapó de sus labios y sonreí- pobre chica con la que has quedado, le partirás el corazón –bromeé deslizando mis dedos por todo su tronco de forma lenta y luego recorrer su punta para separarme y no llevar las cosas a más en aquel momento, al final acabé mojando su pelo y limpiándoselo, mis labios bajaron a su oído y mordí su lóbulo- que conste que me debes un buen masaje por esto, tarugo –dije en un susurro bajo mientras terminaba de bañarle.
Le di un manotazo mientras me mojaba el rostro y de paso también un poco el pelo por el calor que hacía y con el sol que nos daba directos sintiendo su mirada puesta en la mía repasándome tumbado a mi lado, me aseguró que se lo estaba pasando bien y rodé los ojos negando con la cabeza mientras sonreía de lado aprovechando como siempre la ocasión que se le brindaba. Sus ojos volvieron a repasarme de nuevo con ese comentario que me hizo bufar sobre mis pechos y negué con la cabeza por ello dándome cuenta en lo bien que se había fijado y vi que me lanzaba un par de bocados que me hizo sonreír de lado observándolo, estiré las piernas mientras descansábamos un rato e intentó cazarme de la cintura para pegarme a su cuerpo y que me tumbara con él pero me levanté rauda para volver al entrenamiento, aunque no duró demasiado para volver sin que su madre se enteraba de que nos habíamos ido y que su hijo se había venido con nosotros. Vi que le costaba seguirnos el paso pero no pidió que paráramos en ningún momento o que aminoráramos el paso siempre con ese orgullo que le precedía, lo dejé en el sofá casi durmiéndose por el cansancio y el esfuerzo, lo tapé con la manta y me di un baño después del arduo entrenamiento. Me cambié y volví al salón para verlo tumbado durmiendo todavía y me tumbé a su lado despacio para no despertarlo, al rato se despertó y sonreí de lado casi como burlándome mientras él me observaba, su mano en mi espalda al haberme acomodado a su lado la fue bajando de forma lenta como si no quisiera que me enterara pero enarqué una ceja cuando llegó a mis nalgas dejándola allí.
-Tarik –lo llamé en advertencia mientras él me miraba de forma inocente como si no hubiera roto un plato en su vida y no se aprovechara de la situación, negué con la cabeza mientras su madre nos miraba de reojo y negaba con la cabeza a lo que Tarik dijo esas palabras y le di un capón por lo que dijo- no le repliques a tu madre –ella se rió negando con la cabeza divertida y su padre se reía por la escena mientras apretaba las nalgas de su mujer y esta le reprochaba su actitud dándole un manotazo, sonreí mirándolos y miré al egipcio que bufaba alegando que por eso no podía traer amigos a casa, negué con la cabeza y lo levanté para irnos a su habitación tumbándonos en la cama, su brazo me pegaba más a su cuerpo contándole mi plan enredando mis dedos en su pelo mientras nuestros ojos bajaban a nuestros labios y subían de nuevo para mirase constantemente. Sonreí divertida por sus palabras y enarqué una ceja- ¿estás celoso, Tarik? –Pregunté con cierta sorna y él negó rozando sus labios con los míos, preguntó si debería y yo solo reí entre dientes, Fred después de lo que había pasado no se acercaría de nuevo o eso esperaba que hiciera. Me pidió con todo el morro del mundo que lo ayudara a bañarse, estaba lleno de sangre y decía que tenía una cita importante esa noche aunque su tono de broma y su sonrisa pícara lo dijeron todo- ¿ah sí? ¿Has quedado con alguien especial esta noche? –Pregunté con una sonrisa- ¿quién es la afortunada? O bueno, la pobre que ha quedado contigo –mi nariz rozó la suya y aseguró que necesitaba que le enjabonara la espalda porque estaba herido, dejó un mordisco en mi hombro y ante su pregunta si me atrevía o tenía miedo me mordí el labio mirándolo- más bien eres tú quien debe de tener cuidado con esta loba, no sea que en un descuido te confunda con comida y te devore –puntualicé con diversión y tras mirarnos de forma fija sintiendo nuestras respiraciones mezclarse mordí mi labio y me levanté- voy a prepararte la tina, si me lo hubieras dicho antes nos habríamos bañado juntos –dije con picardía observándole desde el marco de la puerta provocándole y tentándole a posta antes de abrir el grifo para que saliera el agua tibia y llenar la tina para el baño, puse algo para hacer espuma y una vez listo lo miré acercándome a paso lento hasta quedar a su lado en la cama pero de pie- tú baño está listo, ¿vienes? –Le tendí mi mano que no tardó en coger y lo ayudé a levantarse hasta llegar al baño, quité su camisa con cuidado para no hacerle daño en la herida y vi la venda que tenía, se la tenía que quitar así que lo hice despacio, la herida curaba gracias a la sangre de su abuelo y mis dedos repasaron con cuidado las marcas de las garras sumida en mis propios pensamientos recordando la pasada noche, más bien también la anterior que había desencadenado todo lo que sucedió después y mi mirada subió para encontrarse con la suya, sus desiertos en mis ámbar con nuestros rostros cerca. Había pasado tanto miedo esa noche de que no llegáramos a tiempo, me había tenido tan preocupada... era la vez que más miedo había pasado en toda mi vida, ni siquiera cuando el lobo me mordió convirtiéndome en lo que era. Mis manos descendieron hasta llegar a su pantalón y lo desabroché para quitárselo y dejarlo completamente desnudo, subí de nuevo a su rostro y mi mano acarició su mejilla de forma lenta- métete, te limpiaré la sangre para tú cita especial –sonreí de lado esperando a que se metiera y cuando lo hizo cogí la esponja mojándola en el agua tibia para comenzar quitando los restos de sangre de su cuerpo con cuidado de no hacerle daño, si no estuviera herido lo hubiera hundido en el agua mojándolo entero pero ahora no podía hacer eso, limpié su pecho de la sangre, su espalda viendo esos tatuajes que tenía de ambas culturas y que repasé con mis dedos, sus brazos y bajé por su vientre para limpiarlo también así como con sus piernas mientras no dejábamos de mirarnos, había apartado un mechón de mi pelo y ahora acariciaba mi rostro y mi cuello con mis dedos cuando pasé la esponja por su miembro que, alzado, denotaba lo excitado que estaba- uy, vaya vaya con lo que me he encontrado –comenté con cierta diversión- ¿te alegras de verme? –Pregunté envolviendo su tronco con mis dedos notando lo duro y lo caliente que estaba, un ronco jadeo escapó de sus labios y sonreí- pobre chica con la que has quedado, le partirás el corazón –bromeé deslizando mis dedos por todo su tronco de forma lenta y luego recorrer su punta para separarme y no llevar las cosas a más en aquel momento, al final acabé mojando su pelo y limpiándoselo, mis labios bajaron a su oído y mordí su lóbulo- que conste que me debes un buen masaje por esto, tarugo –dije en un susurro bajo mientras terminaba de bañarle.
Kaira- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Ladeé la sonrisa cuando acepto eso de darme un baño, joder, esto era la hostia iba a tener que dejarme herir ms veces porque conseguía todo cuanto quería de ella, bueno, todo no, pero..por el camino iba.
Mis propios pensamientos dibujaron en mi rostro una sonrisa socarrona que le hizo darme un manotazo como si pudiera intuir las guarradas que se me pasaban por la mente, de echo, creo que por mi cara de pervertido, eran hasta evidentes.
-Pues no te vendría mal otro baño -le dije enarcando una ceja para ver si colaba, pero al parecer esta me dejó claro que no tentara a la suerte mientras bromeaba sobre la pobre desdichada que había quedado conmigo.
Me encogí de hombros, bien sabíamos ambos que ella era la afortunada que tenia el placer de pasar la noche conmigo, pero bueno, si quería jugar, jugaríamos.
-Mi acompañante ha de quedar saciada y contenta esta noche, ella no me lo dice, peor creo que espera que la empotre de nuevo, no esta acostumbrada a eso de tener un hombre de verdad entre sus piernas -dije de forma engreída mientras ella rodaba los ojos.
Una vez llena la tina volvió a por mi tendiéndome la mano, no desaproveché la oportunidad y antes de que se arrepintiera la atrapé para ir con ella.
Frente a la tina nos detuvimos, despacio sus dedos alzaron mi camisa, apenas era una caricia de lo despacio que iba, mi aliento moría en sus labios mientras su mirada se alzaba hacia mis ojos tal y como iba retirando el vendaje.
Creo que dándose cuenta en ese instante de que podía no estar allí con ella de haberse torcido mas las cosas.
Mis dedos se enredaron en el pelo de su nuca, labios entreabiertos, el deseo fluctuaba en el ambiente en forma de eléctricas corrientes.
Juego de miradas que danzaban de los labios del otro hasta sus ojos y por un instante solo eso, un silencio roto por nuestras erráticas respiraciones.
Me pidió que entrara en la tina, lo hice sin mas, aunque en parte quería que me acompañara, no lo pedí, ella tampoco y como otras miles de veces la oportunidad pasó ante nuestros ojos.
Ladeé la sonrisa de forma socarrona al verla deslizando su mano por mi piel, deleitándose de mi cuerpo, algo que no pasé por lato y que le dije con toda la cara del mundo.
Ella bufaba, claro que pronto encontró el modo de devolvérmela, bajó su mano por mi vientre atrapando mi enardecido miembro que palpitó entre sus manos por la aglomeración de sangre que lo calentaba en ese instante.
-Si, me alegro de verte..y si lo sacudes, veras como echa hasta confeti.
Ella de nuevo rodó los ojos poniéndolos en blanco mientras yo me reía, claro que en cuanto lo sacudió una vez, un gemido gutural escapó de mi garganta caldeando mas el baño.
Mi mano buscaba su cuerpo, sus dedos recorrían mi glande y cuando creía que lo tenia todo hecho simplemente se apartó logrando que gruñera de pura frustración.
Mojó mi pelo como respuesta y yo lo sacudí como un perro con el ceño fruncido.
-Vamos loba ¿vas a dejarme así? -dije sin mas con la voz ronca.
Esta vez no me lo pensé y asiendo su brazo con sendas manos tiré de ella metiendola en la tina conmigo, su vestido quedó empapado, así como su pelo, ademas rozó en la caída mi pecho y me hizo rugir de dolor y a ella de cabreo.
-Vamos lobita ¿que escusa tienes ahora para no darte ese baño? Ya estas mojada -el doble sentido de la palabra quedó evidenciado cuando mis oscuros ojos repasaron sus pechos.
Deslicé mis dedos por las cintas de su corseé desahaciendolas con prisa mientras mi aliento impactaba contra sus labios de forma agitada y el pecho de uno y otro subía y bajaba en un duelo de egos, deseo y silencios.
Mis propios pensamientos dibujaron en mi rostro una sonrisa socarrona que le hizo darme un manotazo como si pudiera intuir las guarradas que se me pasaban por la mente, de echo, creo que por mi cara de pervertido, eran hasta evidentes.
-Pues no te vendría mal otro baño -le dije enarcando una ceja para ver si colaba, pero al parecer esta me dejó claro que no tentara a la suerte mientras bromeaba sobre la pobre desdichada que había quedado conmigo.
Me encogí de hombros, bien sabíamos ambos que ella era la afortunada que tenia el placer de pasar la noche conmigo, pero bueno, si quería jugar, jugaríamos.
-Mi acompañante ha de quedar saciada y contenta esta noche, ella no me lo dice, peor creo que espera que la empotre de nuevo, no esta acostumbrada a eso de tener un hombre de verdad entre sus piernas -dije de forma engreída mientras ella rodaba los ojos.
Una vez llena la tina volvió a por mi tendiéndome la mano, no desaproveché la oportunidad y antes de que se arrepintiera la atrapé para ir con ella.
Frente a la tina nos detuvimos, despacio sus dedos alzaron mi camisa, apenas era una caricia de lo despacio que iba, mi aliento moría en sus labios mientras su mirada se alzaba hacia mis ojos tal y como iba retirando el vendaje.
Creo que dándose cuenta en ese instante de que podía no estar allí con ella de haberse torcido mas las cosas.
Mis dedos se enredaron en el pelo de su nuca, labios entreabiertos, el deseo fluctuaba en el ambiente en forma de eléctricas corrientes.
Juego de miradas que danzaban de los labios del otro hasta sus ojos y por un instante solo eso, un silencio roto por nuestras erráticas respiraciones.
Me pidió que entrara en la tina, lo hice sin mas, aunque en parte quería que me acompañara, no lo pedí, ella tampoco y como otras miles de veces la oportunidad pasó ante nuestros ojos.
Ladeé la sonrisa de forma socarrona al verla deslizando su mano por mi piel, deleitándose de mi cuerpo, algo que no pasé por lato y que le dije con toda la cara del mundo.
Ella bufaba, claro que pronto encontró el modo de devolvérmela, bajó su mano por mi vientre atrapando mi enardecido miembro que palpitó entre sus manos por la aglomeración de sangre que lo calentaba en ese instante.
-Si, me alegro de verte..y si lo sacudes, veras como echa hasta confeti.
Ella de nuevo rodó los ojos poniéndolos en blanco mientras yo me reía, claro que en cuanto lo sacudió una vez, un gemido gutural escapó de mi garganta caldeando mas el baño.
Mi mano buscaba su cuerpo, sus dedos recorrían mi glande y cuando creía que lo tenia todo hecho simplemente se apartó logrando que gruñera de pura frustración.
Mojó mi pelo como respuesta y yo lo sacudí como un perro con el ceño fruncido.
-Vamos loba ¿vas a dejarme así? -dije sin mas con la voz ronca.
Esta vez no me lo pensé y asiendo su brazo con sendas manos tiré de ella metiendola en la tina conmigo, su vestido quedó empapado, así como su pelo, ademas rozó en la caída mi pecho y me hizo rugir de dolor y a ella de cabreo.
-Vamos lobita ¿que escusa tienes ahora para no darte ese baño? Ya estas mojada -el doble sentido de la palabra quedó evidenciado cuando mis oscuros ojos repasaron sus pechos.
Deslicé mis dedos por las cintas de su corseé desahaciendolas con prisa mientras mi aliento impactaba contra sus labios de forma agitada y el pecho de uno y otro subía y bajaba en un duelo de egos, deseo y silencios.
Tarik Cannif- Licántropo Clase Alta
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Re: Lobos y corderos (privado)(+18)
Había decidido darle ese baño porque él no podía con la herida que tenía en el pecho, sus movimientos eran algo limitados y a pesar de la cara de pervertido que puso cuando vio que iba a llenar la tina negué con la cabeza por esa faceta que tenía y que no controlaba en absoluto, no porque no pudiera sino más bien porque él no quería controlar y siempre había sido así. No había dejado de buscarme en cada momento pese a que estaba malherido con las heridas sin cerrar del todo todavía y no me extrañaría para nada que intentara algo en mitad del baño. Sabía que intentaría aprovecharse como siempre porque estaba en su forma de ser y en ese aspecto por lo que había visto durante los años que llevaba viviendo con ellos era igual que su padre. Lo llevé frente a la tina para quitarle la ropa pasando de su comentario de que podría darme un baño porque lo necesitaba sabiendo de sus intenciones y me quedé observando la herida que tenía en el pecho, las cuatro marcas de las garras de aquel licántropo que casi acababa con su vida, mis dedos la repasaron de forma suave y delicada sin querer hacerle daño con mis dedos, podría no estar en esos momentos allí conmigo, podría haber acabado todo mucho peor en una tragedia y que no estuviera allí en esos momentos, ambos lo sabíamos pero él siempre con ese carácter que tenía y su tendencia a meterse en líos podría haber sido su última vez, y eso me había asustado, verlo de esa forma sin poder hacer nada en forma de loba había sido aterrador, aun podía recordar como se intentaba aferrar a mi pelaje para no caerse mientras este se llenaba con su sangre. Su mano fue hasta mi pelo cogiéndolo en un puño y mis ojos subieron a los suyos, nos mirábamos de forma fija con nuestros rostros a una distancia considerable, sentía su respiración contra mis labios y esas pequeñas corrientes eléctricas que cargaban el lugar y que denotaba lo que sentíamos en ese momento, cómo esas cargas magnéticas que nos atraían estaban presentes en el ambiente.
Se metió en la ducha para que pudiera bañarlo y cogí la esponja para pasarla por su cuerpo de forma despacio sobre todo por su pecho por la herida, mis dedos recorrieron su espalda repasando los tatuajes que llevaba, tanto nórdicos como egipcios haciendo alusión a ambas culturas, y bufé y rodé los ojos cuando me dijo que me estaba deleitando con acariciar su cuerpo, pero no le contesté igual que tampoco le contesté cuando me dijo que su acompañante esa noche debía de quedar saciada y que aunque no se lo dijera pensaba que quería repetir lo que pasó en la playa, mis ojos se habían alzado a los suyos durante un instante y sonreí de lado negando con la cabeza ante ese pequeño juego que nos habíamos traído entre manos como si no supiéramos sobradamente que yo era dicha persona. Sus dedos se deslizaban por mi rostro y por mi cuello mientras yo le limpiaba el pecho con cuidado sobre la herida, su mirada estaba puesta en mí durante todo el rato y seguí limpiándolo esa vez bajando con la esponja hasta llegar a su miembro para mirarlo con una sonrisa socarrona y devolverle, en parte, esas bromas que él siempre me hacía cada vez que tenía oportunidad y ocasión. Dejé la esponja a un lado y mis dedos rodearon su tronco sintiera su dureza, lo caliente que estaba y sonreí de forma ladina cuando me dijo que sí que se alegraba de verme, le di un pequeño empujón en el hombro ante sus obscenas palabras y mis dedos se deslizaron de forma lenta por su tronco, un jadeo ronco escapó de sus labios mientras lo observaba y sus caderas se movieron contra mis dedos preso de lo excitado que estaba en el momento. El ambiente se caldeó y el baño cobró otro matiz que pude ver en sus ojos al mirarme de esa forma y sentí cuando sus dedos recorrieron mi cuerpo animándome a que siguiera con lo que estaba haciendo... y lo dejé con todas las ganas. Le mojé el pelo para lavárselo y lo sacudió como si fuera un perro mojándome un poco a lo que fruncí el ceño.
-Se supone que debes de estarte quieto –le dije mientras lo miraba pero él tenía otra cosa diferente que decirme, me preguntó si lo iba a dejar así y sonreí ladeando un poco el rostro- ¿así cómo? –Me hice la inocente como él se hacía muchas veces, su voz era ronca denotando su estado y antes de que pudiera hacer algo su brazo rodeó mi cintura y de un movimiento me metió en la tina junto a él, en el proceso al caer mi cuerpo rozó su herida y eso hizo que siseara por el dolor y yo, ya dentro con él, lo miré frunciendo el ceño por el esfuerzo innecesario que había hecho y por haberle dado en la herida así que gruñí en respuesta porque no me había gustado en absoluto. Mi ropa estaba ya empapada al igual que mi pelo como si no me hubiera bañado antes y bufé por su forma de hacer las cosas, lo miré de forma fija por sus palabras aprovechando la ocasión de que estaba mojada y rodé los ojos frente a él estando de rodillas sin dejar mi peso en su cuerpo- ya me había bañado antes, lo sabías ¿no? –Le dije por su forma de hacer las cosas siempre aprovechándose de todos los momentos que podía y tenía oportunidad, sus ojos repasaron mi cuerpo ahora mojado por la ropa y puse sentir como se centraba en mis pechos que se marcaban por estar la ropa mojada, tras su pregunta no tardó en deslizar sus dedos hasta que llegara a los lazos del corsé y comenzó a desatarlos mientras nos mirábamos de forma fija, el deseo se podía notar en la habitación y que traspasaba nuestros cuerpos, respirábamos algo agitados y nuestros labios entreabiertos denotaban las ganas que teníamos, nuestros ojos iban de los labios a los ojos del otro respectivamente, mis dedos recorrieron su pecho esquivando la herida de las garras- Tarik –le dije en advertencia pero él siguió deshaciendo los lazos, no decíamos nada pero tampoco hacía falta decirnos algo porque con tan solo mirarnos, el deseo palpable en el ambiente era más que suficiente, él estaba herido y sabía que no iba a llevar ningún tipo de cuidado y yo no quería hacerle daño pero al parecer él no pensaba en eso, mis labios rozaron los suyos cuando ya faltaba poco para que me quitara el corsé y finalmente acortamos la distancia buscándonos necesitados, jadeé contra sus labios cuando estos atraparon los míos en un beso saqueando y arrasando con todo a su paso, su lengua se abrió paso por entre mis labios y buscó la mía que la recibió en un duelo apasionado, mis dedos se enredaron en su pelo y mis caderas se movieron contra su miembro que nos hizo jadear al unísono por aquel roce mientras casi desataba ya el corsé para dejar mis pechos al descubierto mientras nos besábamos.
-¿Tarik? He venido para ver cómo... –la voz de su melliza, y mi amiga, sonó de pronto tan cerca que enfrascados como estábamos en ese momento no nos percatamos de que había entrado en la habitación- ahí va... –dijo parándose en la puerta del aseo pillándonos en aquel momento, nos separamos por la intromisión al ser pillados y yo llevé una mano al corsé para sujetarlo y su hermano la miró con mala cara por interrumpir en ese preciso momento- así que por fin os habéis decidido a dar el paso... por Odín ya era hora –se apoyó contra el marco de la puerta y nos miró con una sonrisa divertida y ladeada en sus labios mientras se cruzaba de brazos- qué calladito os lo teníais –sus ojos azules se cruzaron con mis ámbar- ¿cuándo pensabas decírmelo? Por Odín sabes que adoro estas cosas de cotilleos –rodé los ojos mientras era su hermano quien hablaba con ella por haber interrumpido su placentero baño a lo que ella rodó los ojos y movió su mano restándole importancia- y yo pensando que estabas jodido y venía para que fuéramos un rato a tomar algo... aunque bueno, “jodido” no es la palabra adecuada –sonrió igual que hacía su hermano y negué con la cabeza- viendo que estáis ocupados me iré yo a la taberna, pasaos luego si queréis un rato
-¿No habías quedado esta noche con ese guaperas rubio? –Enarqué una ceja y ella solo se rió encogiéndose de hombros.
-La noche es demasiado larga, se puede hacer más de una cosa... ya me entiendes –me guiñó el ojo, dejó un beso en la cabeza de su hermano solo para hacerlo rabiar y se marchó riéndose divertida dejándonos a los dos solos de nuevo, lo miré y enarqué una ceja negando con la cabeza.
-En esta casa es imposible... –dije con un suspiro tras haberse cortado el momento, no era el mejor lugar porque igual que había entrado ella podría entrar su madre, o su padre... y ahí sí que me moriría de la vergüenza si ellos no pillaran, con Eirin las cosas eran muy distintas- debería de cambiarme otra vez de ropa, me has mojado para nada –le di un golpe en la frente por ello con nuestros rostros cerca, él sabía que querría continuar con lo empezado pero allí es que era imposible y no quería que sus padres pudieran pillarnos- terminemos el baño, cambiémonos y podremos irnos –gruñó por mis palabras porque quería terminar lo que habíamos apenas empezado pero yo tenía otra idea en mente y aunque me bufó, gruñó e intentó reconducir el baño terminé por bañarle con sus bufidos y demás recopilatorio hasta que salimos de la tina, se envolvió la cintura con una toalla y le dejé la ropa en la cama, entre sus piernas su brazo rodeó mi cintura dejando su mano en mis nalgas, agaché el rostro y nuestras nariz se rozaron dejando que nuestros labios también se rozaran de forma provocativa, mi lengua salió para lamer despacio sus labios y atrapar su inferior entre mis dientes sin dejar de mirarnos- voy a cambiarme de ropa, ahora vuelvo –me liberé de su agarre y lo miré antes de salir por la puerta para ir a mi habitación y cambiarme de ropa, como él tardaría algo más por la herida bajé para preparar algo en la cocina donde estaba su madre, al verme me preguntó y le dije para qué era, me miró de forma fija y pude ver la preocupación en su rostro pero le prometí de que no se metería en líos esa noche y no me dijo nada al respecto, solo sonrió y se alejó para dejarme en la cocina. Con todo preparado subí a su habitación de nuevo y entré para verlo ya preparado para irnos- ¿nos vamos? He preparado algo para llevarnos –le mostré la cesta que llevaba en mis manos- le he hecho prometer a tu madre que no nos meteremos en líos por esta noche, y como confía más en mí que en ti podemos irnos –sonreí de lado esperando a que se acercara para irnos al claro, allí podríamos estar a solas, hablar sin que nadie nos interrumpiera.
Se metió en la ducha para que pudiera bañarlo y cogí la esponja para pasarla por su cuerpo de forma despacio sobre todo por su pecho por la herida, mis dedos recorrieron su espalda repasando los tatuajes que llevaba, tanto nórdicos como egipcios haciendo alusión a ambas culturas, y bufé y rodé los ojos cuando me dijo que me estaba deleitando con acariciar su cuerpo, pero no le contesté igual que tampoco le contesté cuando me dijo que su acompañante esa noche debía de quedar saciada y que aunque no se lo dijera pensaba que quería repetir lo que pasó en la playa, mis ojos se habían alzado a los suyos durante un instante y sonreí de lado negando con la cabeza ante ese pequeño juego que nos habíamos traído entre manos como si no supiéramos sobradamente que yo era dicha persona. Sus dedos se deslizaban por mi rostro y por mi cuello mientras yo le limpiaba el pecho con cuidado sobre la herida, su mirada estaba puesta en mí durante todo el rato y seguí limpiándolo esa vez bajando con la esponja hasta llegar a su miembro para mirarlo con una sonrisa socarrona y devolverle, en parte, esas bromas que él siempre me hacía cada vez que tenía oportunidad y ocasión. Dejé la esponja a un lado y mis dedos rodearon su tronco sintiera su dureza, lo caliente que estaba y sonreí de forma ladina cuando me dijo que sí que se alegraba de verme, le di un pequeño empujón en el hombro ante sus obscenas palabras y mis dedos se deslizaron de forma lenta por su tronco, un jadeo ronco escapó de sus labios mientras lo observaba y sus caderas se movieron contra mis dedos preso de lo excitado que estaba en el momento. El ambiente se caldeó y el baño cobró otro matiz que pude ver en sus ojos al mirarme de esa forma y sentí cuando sus dedos recorrieron mi cuerpo animándome a que siguiera con lo que estaba haciendo... y lo dejé con todas las ganas. Le mojé el pelo para lavárselo y lo sacudió como si fuera un perro mojándome un poco a lo que fruncí el ceño.
-Se supone que debes de estarte quieto –le dije mientras lo miraba pero él tenía otra cosa diferente que decirme, me preguntó si lo iba a dejar así y sonreí ladeando un poco el rostro- ¿así cómo? –Me hice la inocente como él se hacía muchas veces, su voz era ronca denotando su estado y antes de que pudiera hacer algo su brazo rodeó mi cintura y de un movimiento me metió en la tina junto a él, en el proceso al caer mi cuerpo rozó su herida y eso hizo que siseara por el dolor y yo, ya dentro con él, lo miré frunciendo el ceño por el esfuerzo innecesario que había hecho y por haberle dado en la herida así que gruñí en respuesta porque no me había gustado en absoluto. Mi ropa estaba ya empapada al igual que mi pelo como si no me hubiera bañado antes y bufé por su forma de hacer las cosas, lo miré de forma fija por sus palabras aprovechando la ocasión de que estaba mojada y rodé los ojos frente a él estando de rodillas sin dejar mi peso en su cuerpo- ya me había bañado antes, lo sabías ¿no? –Le dije por su forma de hacer las cosas siempre aprovechándose de todos los momentos que podía y tenía oportunidad, sus ojos repasaron mi cuerpo ahora mojado por la ropa y puse sentir como se centraba en mis pechos que se marcaban por estar la ropa mojada, tras su pregunta no tardó en deslizar sus dedos hasta que llegara a los lazos del corsé y comenzó a desatarlos mientras nos mirábamos de forma fija, el deseo se podía notar en la habitación y que traspasaba nuestros cuerpos, respirábamos algo agitados y nuestros labios entreabiertos denotaban las ganas que teníamos, nuestros ojos iban de los labios a los ojos del otro respectivamente, mis dedos recorrieron su pecho esquivando la herida de las garras- Tarik –le dije en advertencia pero él siguió deshaciendo los lazos, no decíamos nada pero tampoco hacía falta decirnos algo porque con tan solo mirarnos, el deseo palpable en el ambiente era más que suficiente, él estaba herido y sabía que no iba a llevar ningún tipo de cuidado y yo no quería hacerle daño pero al parecer él no pensaba en eso, mis labios rozaron los suyos cuando ya faltaba poco para que me quitara el corsé y finalmente acortamos la distancia buscándonos necesitados, jadeé contra sus labios cuando estos atraparon los míos en un beso saqueando y arrasando con todo a su paso, su lengua se abrió paso por entre mis labios y buscó la mía que la recibió en un duelo apasionado, mis dedos se enredaron en su pelo y mis caderas se movieron contra su miembro que nos hizo jadear al unísono por aquel roce mientras casi desataba ya el corsé para dejar mis pechos al descubierto mientras nos besábamos.
-¿Tarik? He venido para ver cómo... –la voz de su melliza, y mi amiga, sonó de pronto tan cerca que enfrascados como estábamos en ese momento no nos percatamos de que había entrado en la habitación- ahí va... –dijo parándose en la puerta del aseo pillándonos en aquel momento, nos separamos por la intromisión al ser pillados y yo llevé una mano al corsé para sujetarlo y su hermano la miró con mala cara por interrumpir en ese preciso momento- así que por fin os habéis decidido a dar el paso... por Odín ya era hora –se apoyó contra el marco de la puerta y nos miró con una sonrisa divertida y ladeada en sus labios mientras se cruzaba de brazos- qué calladito os lo teníais –sus ojos azules se cruzaron con mis ámbar- ¿cuándo pensabas decírmelo? Por Odín sabes que adoro estas cosas de cotilleos –rodé los ojos mientras era su hermano quien hablaba con ella por haber interrumpido su placentero baño a lo que ella rodó los ojos y movió su mano restándole importancia- y yo pensando que estabas jodido y venía para que fuéramos un rato a tomar algo... aunque bueno, “jodido” no es la palabra adecuada –sonrió igual que hacía su hermano y negué con la cabeza- viendo que estáis ocupados me iré yo a la taberna, pasaos luego si queréis un rato
-¿No habías quedado esta noche con ese guaperas rubio? –Enarqué una ceja y ella solo se rió encogiéndose de hombros.
-La noche es demasiado larga, se puede hacer más de una cosa... ya me entiendes –me guiñó el ojo, dejó un beso en la cabeza de su hermano solo para hacerlo rabiar y se marchó riéndose divertida dejándonos a los dos solos de nuevo, lo miré y enarqué una ceja negando con la cabeza.
-En esta casa es imposible... –dije con un suspiro tras haberse cortado el momento, no era el mejor lugar porque igual que había entrado ella podría entrar su madre, o su padre... y ahí sí que me moriría de la vergüenza si ellos no pillaran, con Eirin las cosas eran muy distintas- debería de cambiarme otra vez de ropa, me has mojado para nada –le di un golpe en la frente por ello con nuestros rostros cerca, él sabía que querría continuar con lo empezado pero allí es que era imposible y no quería que sus padres pudieran pillarnos- terminemos el baño, cambiémonos y podremos irnos –gruñó por mis palabras porque quería terminar lo que habíamos apenas empezado pero yo tenía otra idea en mente y aunque me bufó, gruñó e intentó reconducir el baño terminé por bañarle con sus bufidos y demás recopilatorio hasta que salimos de la tina, se envolvió la cintura con una toalla y le dejé la ropa en la cama, entre sus piernas su brazo rodeó mi cintura dejando su mano en mis nalgas, agaché el rostro y nuestras nariz se rozaron dejando que nuestros labios también se rozaran de forma provocativa, mi lengua salió para lamer despacio sus labios y atrapar su inferior entre mis dientes sin dejar de mirarnos- voy a cambiarme de ropa, ahora vuelvo –me liberé de su agarre y lo miré antes de salir por la puerta para ir a mi habitación y cambiarme de ropa, como él tardaría algo más por la herida bajé para preparar algo en la cocina donde estaba su madre, al verme me preguntó y le dije para qué era, me miró de forma fija y pude ver la preocupación en su rostro pero le prometí de que no se metería en líos esa noche y no me dijo nada al respecto, solo sonrió y se alejó para dejarme en la cocina. Con todo preparado subí a su habitación de nuevo y entré para verlo ya preparado para irnos- ¿nos vamos? He preparado algo para llevarnos –le mostré la cesta que llevaba en mis manos- le he hecho prometer a tu madre que no nos meteremos en líos por esta noche, y como confía más en mí que en ti podemos irnos –sonreí de lado esperando a que se acercara para irnos al claro, allí podríamos estar a solas, hablar sin que nadie nos interrumpiera.
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