La purga de los lobos (+18)

El viaje estaba siendo largo, más poco le importaba, si se quiere conocimiento se necesita moverse e ir a más sitios, no quedarse estancado, solo se escuchaba el suave sonido de los cascos del caballo, un precioso caballo negro, mientras la pelirroja tenía la vista clavada en las hojas de un libro, solo alzaba la vista de vez en cuando para corregir el rumbo del caballo cuando notaba que quizás este se tomaba la libertad de elegir el camino, Wenkyel seguía enfrascada en ese libro que tán revelador le estaba siendo para ampliar conocimiento, tal vez se estuviera despistando demasiado de lo que tenía que ser el rumbo correcto, ya que el bosque se estaba quedando denso, y empezó a notar que quizás hace ya unas millas se había metido por el camino que no era.

La bruja miró alrededor en el espeso bosque, algo no iba del todo bien, gracias a sus particulares habilidades estaba perciviendo que nada iba como debiera, miró a su negro caballo el cual se notaba inquieto, sin duda por aquí había algo, algo sobrenatural sin duda, y algo los había percivido, olido, la hechicera se puso su negra capucha. -Vamos.- Musitó al caballo, haciendolo avanzar a pesar del nerviosismo que este tenía en ese instante, se había metido en lios, como era algo habitual en ella, lo que se empezó a imaginar que mientras tenía la vista clavada en las sepias hojas de aquel libro, tal vez se habría metido en el territorio de alguien, tán solo dibujo una sonrisa maliciosa ante eso mientras solo mantenía el trote de su negro corcel con la esperanza de que la presencia que notaba tal vez perdería interes y se marcharía.

Más la cosa se estaba volviendo inquietante por segundos, el caballo relinchó con suma inquietud, mientras que la hechicera se empezó esta vez a inquietar ella en vez de su animal, empezó a tener sospechas de que era lo que le acechaba, aqui había lobos, y puede que se haya metido en donde pocos humanos pudieran, le dió arre al caballo para que este corriese finalmente, debido a la tensión del momento fue cuando perdió el rumbo y por ende ella se perdió en el bosque, tenía que buscar algun punto en el bosque donde pudiese refugiarse y a ser posible salvar a su caballo, le daría pena que este callera en este viaje, dió un grito ahogado por la tensión acumulada en plena huida. Sí, estaba segura, lo que acechaban eran licantropos.

Tras una hora de camino, llegamos hasta el reino.
Había mucha guardia por todo el reino, note como miraban a mis compañeros de reojo, al igual que el resto de la gente, los niños curioseaban especialmente al Shon, el cambiante, que seguramente, seria al primero que habían visto en sus vidas.
-Quedaros aquí –dijo Hade, una de las generales, frente a una especie de lugar de recepción al aire libre.

Ocho palos de madera maciza, sujetaban un techo lleno de flores de jazmín, que cubrían completamente el rectángulo que formaba el lugar de recepción. Tres tronos de madera bien trabajada con hermosos ornamentos florales tallados se encontraban en mitad del rectángulo de la improvisada sala.
Desmontamos de los caballos
Me acerque a mis compañeros
-Supongo que será aquí donde nos reciban –les dije con una sonrisa irónica.
Bien sabia que ya eso era una ofensa, su reino al igual que el mío tenía una preciosa sala de reuniones en la casa real, donde se discutían todos los asuntos de interés.
Idril pronto entendió mi desazón por la mirada cómplice que me hecho, aunque el resto de mis compañeros no parecían entender el problema.
-No me gustan estos formalismos- apunto Shon molesto victima de todas las miradas.
-Lo sé –intente apaciguarlo.
-Desde luego Lobbo creo que te vendrá muy bien salir de este ambiente tan cerrado –dijo Sirius en tono de mofa

Trascurridos unos minutos, que me resultaron muy largos apareció la reina Isaraviel, junto con su esposo, el rey consorte y su hija.
Isaraviel era una loba de aspecto delicado, para ella apenas pasaba el tiempo, parecía haber hecho un pacto con el diablo, cosa que no me extrañaría lo más mínimo por su agrio carácter.
Su pelo dorado caía de forma ordenada sobre una capa blanca como la nieve, su piel era clara, y sus ojos azules, pero se dice de ella que descendía de poderosa manada de Islandia.
Su marido era un lobo nada dado a las armas, pero con un gran don de palabra, un hombre diplomático, en mi opinión completamente anulado por el fuerte carácter de la reina. Su aspecto era delicado, era alto y delgado con aparentes rasgos dulces, pómulos marcados y tez oscura.
Los tres pasaron ante nosotros sin apenas mirarnos y tomaron asiento en sus tronos.
-Hacerles pasar –Ordeno la reina a su guardia.
Caminamos con firmeza hacia la reina, y nos detuvimos a un metro de distancia.
-Supongo que tu sequito al no ser de aquí no entenderán las normas de respeto que me tienen que guardar ya que veo que ninguno ha bajado la cabeza a mi paso -apunto la reina mirándome.
-Isaraviel –dije tajante- no vengo a discutir contigo, solo te pido que nos permitas atravesar tu reino sin ningún impedimento.
-¿Y porque tendría que hacerlo? Parece que no conoces nuestras leyes, te refrescare la memoria ya que eres un rey joven, los forasteros no pueden atravesar nuestros bosques.

De golpe alguien irrumpió nuestra conversación, decían que una forastera con magia pisaba sus fronteras.
Isaraviel clavó en mi sus ojos, me encogí de hombros, nada tenia yo que ver con esa persona misteriosa.
-Iré, me aseguraré de que no es alguien que sigue mis pasos -aseguré antes de salir corriendo y montar de un salto sobre mi espectro dirigiéndome hacia el aura mágica.
-¿Quien va? -dije deteniéndome frente a la hechicera.

Sín duda la cosa se había cernido notablemente oscura y tensa, no se había percatado del todo del sitio en que se había metido, pero sin duda tal vez estuviera en problemas, la bruja miraba con avidez, nunca se había enfrentado a licantropos en un bosque, de echo la situación se le sobrepasaba levemente de cierta forma, se empezaba a poner algo nerviosa, mientras miraba a todos lados, pero prontamente esa sensación de persecución se disipó. Pareciera que la habían dejado de seguir, cosa que la muchacha dudaba mucho, su caballo relinchó dejando escapar su estres, a lo que Wenkyel simplemente le dió un toquecito para que siguiese avanzando.

No pasó mucho tiempo cuando escuchó el sonido de otros cascos, Wenkyel hizo que su caballo aflojase la marcha para mirar alrededor, una voz irrumpió a su espalda, Wenkyel tiró de la riendas de su caballo girandose a mirar de quien podía haber procedido la voz, miró con cautela al joven que parecía haberse presentado ante ella, más le miró fijamente ladeando la cabeza. -Vaya, ¿Que es lo que el bosque me ha traido aqui?- Dijo de manera algo burlona, quizás no fuese el mejor momento ni mucho menos para ese tono burlon y despreocupado, seguía estando en una zona que no conocía y rodeada de posibles enemigos. La verdad que el joven le parecío atractivo, pero no había que fiarse de las apariencias, nunca, jamas.

-Solo una dama que se ha despistado del rumbo, ¿puedo decir acaso de vos lo mismo?.- Siguió comentando mientras hizo que su caballo acortara la distancia con el de él, mientras seguía observandole, aun con recelo, y cierto aire pretencioso. - O acaso..¿tus intenciones son hostiles?.- Terminó por preguntar, aunque en caso de ser ciertas dudaba de que el joven las revelase tal asi como asi, más simplemente se quedo en alerta, desconfiada de quien ante ella estaba, sin saber sus intenciones ni de donde había salido, ya que por sus dones como hechicera le habían echo percibir que aquí habia licantropos, y eso significaba que el podía serlo u simplemente otro perdido.

-no ha sido el bosque quien me ha traído hasta ti, ha sido tu rastro, eres tan predecible que has dejado tu sendero marcado.

Negué sin despegar mis ojos de los ajenos, a fin de cuentas yo conocía estos bosques como la palma de mi mano ¿podía decir ella lo mismo?
-No, estos bosques fueron un día mi hogar, corren tiempos difíciles en el norte señorita, os aconsejo toméis las riendas de vuestro destino y os larguéis de aquí mientras estáis a tiempo.

Por su condición de hechicera era consciente de que sabia perfectamente lo que yo era, así que andarnos con rodeos era algo demasiado absurdo.
-Las manadas están en guerra, unos contra otros, estos bosques ahora mismo son un campo de batalla, habéis elegido mal lugar para perderos.
Rehacer vuestros pasos, es mejor no inmiscuirse en asuntos de lobos. Si seguís las lindes del bosque correréis menos peligro, puede que el viaje sea un poco mas largo, peor.. ¿no os han enseñado a que no es bueno encontrarse con el lobo feroz?

Conocía a la reina, no iba a comulgar con hechiceros, ni siquiera lo hacia conmigo pese a ser el legitimo alfa.
Esperé la reacción de la mujer, que de momento parecía evaluar mis palabras.
-Tengo asuntos importantes que atender, si sois tan amable, vuestra presencia dificulta mis negociaciones.

La muchacha no podía negar que estaba algo nerviosa, algo inquieta ciertamente, pero lo ocultaba con esa sonrisa cargada de intenciones y bastante ladina. Miraba a quien ahora frente a ella tenía mientras daba unas palmaditas a su negro caballo, pero el comentarío que hizo el joven a continuación hizo que la joven hiciese un sobresalto algo irritado, el joven le había sonado despectivo, eso hizo que la sonrisa de Wenkyel se borrase al menos por ese momento, entrecerró los ojos. -Predecible..- Repitió mascullando para sí misma casi, miró alrededor comprobando si el joven había traido alguien más. Ahora se encontraba bastante irritada, una frase había roto esa fia barrera entre la confianza y la desconfianza.

Más mantener la compostura de primeras le parecío ciertamente mas apropiado, observó al joven mientras alzaba una ceja, y se llevaba los dedos hacía su barbilla, puede que el tuviese el don en las venas, pero no sabía a quien tenía enfrente y Wenkyel por segundos se estaba mostrando más receptiva a enseñar el otro lado de su cara, jugaba con su mechon de pelo naranja mientras se mantenía seria con la mirada fija en él. Hubo algo que le llamó la atención  en el comentario que hizo ese joven, una guerra...esa palabra hizo que la sonrisa en el rostro de la bruja se volviese a dibujar. Más le dejo seguir hablando, mientras maquinaba mentalmente, pero esa última frase le hizo hablar finalmente. -Vaya vaya, ¿de modo que interrumpo tus muy muy importantes asuntos, y los has interrumpido por mi..?. -El tono de la bruja terció frio, cargado de malicia.

Alzó la cabeza mientras ponía una postura más altiva. -¿Es que no sabes tratar con una dama? Decirme que me largue es algo demasiado...grosero creo yo.- comentó de manera calmada, pero la cosa le estaba empezando a parecer graciosa se podría decir. Mantenía esa sonrisa ladeada de forma maliciosa. -Bien, asi que hay una divertida batalla en curso ¿eh? bueno parece que no todos son malas noticias, al menos...no para mi...- Dijo de manera lenta, maliciosa, dejando escapar una risilla mientras estendía la mano en direción al joven. - La verdad que me has dado una idea...podría dar una chispa de emoción a eso..- Murmuró un hechizo en lengua desconocida y unas chispas brotaron, una pequeña llama para luego la disipó, quizás eso dió demasiados datos al joven, pero ahora ella era la que se lo estaba pasando bien.

Enarqué una ceja al escucharla decir que era grosero en mi forma de tratar a una dama, hubiera sonreído de forma socarrona si los asuntos que me mantengan anclado a ese bosque no tuvieran vital importancia.
-Mis disculpas si no os ha gustado que amablemente os pida que os largáis, solo intento manteneros a salvo, a vos y en parte a mis importantes asuntos.

Esa mujer altiva no iba a largarse, lo veía claro y si la reina pensaba que acudía conmigo de seguro creería que estaba tratando de jugársela, podría ir olvidándome de atravesar sus bosques de forma pacifica y una guerra era lo ultimo que quería yo había acudido allí justo para lo contrario, para unir sendas manadas, para dar paz a un bosque dividido que durante demasiado tiempo se había mantenido en guerra.

Dejé escapar el aire de forma hastiada, esa mujer empezaba a tocarme las pelotas y la verdad es que mi saber estar empezaba a perderse al tiempo que la terquedad de la dama aumentaba.
Su desfachatez rozaba la estupidez, cuando aseguró que la guerra era algo placentero para ella con esa voz maliciosa, no dudé, el arco se descolgó raudo por mi hombro , mis dedos acariciaron las plumas de la saeta que rauda saqué del carcaj colocandola en la cuerda.
Acero contra fuego, mi mirada perdida en la ajena y un desafió claro, si la guerra era su plan acabábamos de convertirnos en enemigos, pues la paz era el mío.

El fuego se desvaneció entre sus dedos mientras aquella risa socarrona inundaba el bosque.
Por contra yo no depuse mi amenazadora actitud.
-Desmonta -Ordené.
De un saltó mis pies impactaron contra la húmeda tierra. Mis ojos seguían fijos en mi presa.
-No es a mi saeta a la que mas has de temer, si no a la lluvia de flechas que caera sobre ti después -ladeé la sonrisa de forma engreída alzando la mirada un instante para que se fijara en la copa de los arboles.
Los arqueros de la reina controlaban las fronteras.
-¡Desmonta! ¡Sin trucos! Acabáis de convertiros en mi prisionera! -dije dejandole claro que por mucha magia que poseyera, yo no estaba solo en esta.

En mis alforjas llevaba cuerda, ataría sus muñecas, al menos me aseguraría de que no me diera problemas al cruzar estos bosques.

Los ojos negros de la pelirroja se abrieron mucho cuando observó como el joven derrepente cogió su arco y la apunto con él, se mantenía la maliciosa sonrisa, mientras arqueaba una de sus cejas, ante la orden del joven que ahora le apuntaba, mentiría si dijese que le había sorprendido esa reacción repentina, generalmente con los que había cruzado hasta ahora intentaban siempre que su mera presencia convenciese a la bruja, pero ese joven no, ese joven directamente la había apuntado, ella se mantenía en su testarudez, al menos por el momento. -¿Disculpa? ¿es que temor ya te he causado? a veces me sorprendo a mi misma. - Comentó de jocosa forma, desafiandole de manera descarada.

Se encaraba mientras el caballo relinchaba, pero alzó una ceja ante lo que él dijo a continuación, alzó la vista a las copas de los arboles, no había caido en ello, incluso la bruja maldijo con enfado por no haberse percatado y se llevó la mano a uno de sus bolsillos maquinando como podría despacharlo sin tener un combate mayor, volvió a mirar al joven ladeando la cabeza. -Que de molestias solo por una dama.- Comenta con desagrado, pero acaricia la crim de su caballo negro para calmarlo ya que este parece casi tán nervioso como ahora lo estaba la hechicera.

Meditaba con avidez sus siguientes movimientos, con el semblante notablemente enfadado, su diversión había sido ahogada en un momento, le enfadó el aire engreido que mostró repentinamente el joven que frente a la pelirroja se encontraba, Wenkyel hacía un esfuerzo sobre humano por no dar señal de su enfado y nerviosismo, asi que mantenía una sonrisa altiva mientras le observaba pensando algo. -Más os vale no hacer daño a mi precioso caballo.- Dijo de manera orgullosa la bruja, mientras meditaba, y medía hasta que punto podía coger las riendas de la situación.

Finalmente sacó la mano del bolsillo y se deslizó para bajar del caballo con agilidad y levantaba las manos mientras sonreía de manera maliciosa aun. -Vamos, vamos, no hay por que ponerse así...aun..- Dijo de manera cargada de intenciones, aunque ahora las circunstancia se había vuelto demasiado critica sin que la hechicera apenas se diera cuenta, si fuesen uno contra uno la cosa cambiaria, pero por algo manejaba la magia, y era por que a pesar de su alocada e impulsiva actitud, no era tán estupida como quería dar a entender a los demás para que se confiara. -Ten cuidado.- Gruñó la bruja hablando en voz baja de manera amenazante, mientras se mantenía distante del joven, observandole con avidez. Quizás la cosa se haya puesto interesante ahora que lo pensaba más detenidamente ante la tensa situación.

Ladeé la sonrisa al verla alzar los brazos, no confiaba en ella, esa sonrisa maliciosa que se gastaba me dejaba muy claro que me la pensaba jugar en cuanto pudiera.
Me acerqué a ella volviendo a colgar el arco sobre mi hombro con destreza.
Mi desconfianza estaba clara cuando alzando una de mis manos tomé sus muñecas para bajarlas y colocarlas a su espalda sujetándolas con firmeza con una soga. Mi otra mano se deslizó por su cuerpo buscándole armas, aunque bien sabia que la magia era de seguro mas peligrosa que cualquier acero que le encontrara.
-Y ahora camina sin hacer tonterías ¿de acuerdo? -le advertí dándole un empujón para que andará.

Los arqueros cerraron la comitiva, uno de ellos llevando el corcel de la dama tras nosotros.
-No seas estúpida, si quieres salir de esta, colabora, te soltaré en cuanto salgamos de este lugar.
Nací en estos bosques, mi madre es la alfa de la manada que al otro lado mantiene una lucha con esta.
Por contra mi padre procede de esta manada, era el alfa antes de que la nueva reina se coronara y no es que me tenga en gran estima, pues piensa que vengo a reclamar mi puesto como alfa.
Solo quiero la paz entre las dos manadas, que el bosque deje de estar en guerra y que se unan al resto de manadas que enfrentan a Randulf y a sus bestias.
Pero eso es algo que no lograré con visitas inesperadas como la tuya que me hacen ver ante la reina como lo que no soy.
De seguro pensará que estamos aliados y que mi intención lejos del dialogo es beligerante...así que estate callada y no me jodas ¿entiendes? -le dije mientras caminábamos de nuevo hacia el lugar de reunión con Issiriel.

Cuando llegué esta ya se había largado ,su desprecio era un insulto y aunque mis ojos se tornaron ámbar por la rabia, busqué la calma mientras mi pecho subía y bajaba de forma violeta.
Sirius me dijo que nos habían ofrecido una cabaña para poder dormir esa noche, así que tiré de la bruja dirigiéndome allí con mis hombres.

Nos habían dejado carne, fruta y los maderos suficientes para aguantar la noche frente a la lumbre.
Así que tomamos asiento alrededor de la mesa de madera noche y empezamos a cenar entre risas mientras llenábamos los vasos de hidromiel una y otra vez.
-Come algo bruja -le pedí indicándole con la mano que se sentara.
Sirius era un hechicero muy poderoso y los demás guerreros que podríamos darle caza y muerte si nos la jugaba, así que por su bien, esperaba que se limitara a tomar su cena.

La hechicera dió un bufido de enfado cuando notó las manos del joven registrandola, ella le miró con aire desafiante y sonrió de medio lado. -Cuidado donde tocas.- Dijo con su tono jocoso, como si no se tomase nada de lo que estaba pasando en serio, miró de reojo como buscaba el joven palpaba su negra y bronce gabardina, seguramente solo se percataría de que en cima llevaba bastante polvora, una petaca, y algunas esferas de ceramica que con un poco de suerte él no tendría ni idea de que eran. Era dificil saber de esas cosas si no eras artillero como lo era Wenkyel. Y en los bolsillos tenía algunos de sus pequeños inventos, pero rezó por que no le diera importancia y pensara que eso era chatarra.

Suspiró con frustración cuando era obligada a andar en direción a gusto del que le decían, parece que el joven tenía un grupo que le acompañaba, eso hacía más dificil la posibilidad de poder jugarsela a aquél chico, que algo le decía que tenía mucho que ver con los licanos que la habían seguido. -Tranquilo, tal vez me porte bien...o no...- Comentó la bruja ante el comentarío del joven, parecía inquietarle la idea de una disputa, algo que personalmente a la bruja le encantaría ver, y más ahora que se encontraba molesta con ese hombre que le había parado los pies.

Observó al resto de sus acompañantes, y miró como el joven se molestaba por algo, lo pudo ver en como cambiaba la tonalidad de sus ojos, lo que hizo que la bruja diese una carcajada. -¿Que pasa cachorrito? ¿te he desviado de tus preciados planes?- Se mofó la bruja, al menos así se entretenía y su plan era tenerle bastante irritado, miró al resto de los acompañantes con esa sonrisa burlona localizando sin mucho tardar al otro hechicero que les acompañaba.

Le sopló un beso guiñandole un ojo a modo brulón, solo por ver la reacción de desagrado que sería lo más probable que hiciese, duranté el resto del camino no dió muchas más molestias, estaba demasiado ocupada en sus pensamientos y como podría volver el juego más divertido, de vez en cuando miraba hacía atras comprobando la situación de su caballo para que todo fuese bien.

Dando un pequeño bufido entró en aquella cabaña a la que fue dirigida en esa singular compañia, la verdad no tenía ni idea de que demonios hacia ese singular equipo que el joven tenía montado, aunque tampoco estaba la situación para preguntarle y mucho menos que la respondiese de buena gana, le miró nuevamente cuando le indicó que se sentase y le sonrió de medio lado. -Claro.- Dijo con tono coqueto simplemente para hacerle sentir incomodo. Se sentó mientras miraba la comida, si tenía un poco de hambre ciertamente, pero lo primero que hizo fue buscar su petaca para darle primeramente un trago, mientras pasó la vista con atención observando con avidez a todos, buscando algo de lo que pudiera sacar provecho, tanto para escabullirse o como simplemente divertirse.

La bruja parecía tomarse todo a broma, algo que me sacaba de mis casillas.
No era consciente de la guerra que el norte soportaba y la importancia de que estos bosques fronterizos pudieran estar en paz y ser leales al conde para luchar contra un frente común.
Yo, mas temperamental que le marido de mi hermana, estuve a punto de hacerla callar, mis ámbar centellaron clavándose en los ajenos, mientras mis colmillos crecían rozando mi lengua, no era ciertamente toda la culpa de ella, el hastió que la reina me producía era claro y en parte su desafió velado era lo que mas me tocaba las pelotas.
Fue Sirius, mas sosegado, el que detuvo mi arranque quedándose solo en un gruñido.


Sentados en la mesa comimos y bebimos, la bruja parecía estar también hambrienta y decidió complacernos con su presencia y como no con su viperina lengua.
Esta vez decidió coquetear con nosotros, algo que nos hizo ladear la sonrisa a los presentes, quizás pensaba que podría sacar algo de ese acto, pero yo le aseguraba que como mucho a abrirse de piernas en el lecho, pues ese es el único camino que encontraría, la libertad no seria suya hasta que Isiriel nos dejara pasar.
Yo mismo la liberaría con gusto cuando cruzáramos las fronteras.

Repartimos los camastros, así como las mantas, lo mejor seria descansar, mañana nos esperaba un día complicado, no solo por enfrentar a la reina, si no porque si lográbamos cruzar sus tierras tendríamos que adentrarnos en el territorio de la manada de mi difunta madre.
Tomé una jarra de hidromiel y me dejé caer en la pequeña balconada de madera, sobre uno de los arboles mas grandes del poblado, las vistas del firmamento era épicas, la estrella de Orión brillaba enérgica, alentando a los guerreros a seguir su camino sobre la faz de esta tierra.

Alcé la mirada cuando ví a la bruja salir a tomar aire.
-¿vienes a honrarme con tu presencia? -pregunté ladeando la sonrisa con cierta diversión.
Le pasé la jarra para que diera un trago, habíamos bebido durante la noche, pero calentarnos el cuerpo no iba a venirnos mal, las temperaturas del norte eran gélidas.
-¿que hacías por estas tierras? Ademas de complicarme los planes-pregunté relamiendo la espuma de mis labios

La bruja cesó en su intento de coqueteo molesto, ya que no consiguió el efecto deseado, al contrario, parecieron incluso que les gustaba, ella suspiró y degustó su comida sin decir una palabra más en el resto de la cena, mientras los miraba entrecerrando los ojos mientras meditaba, aunque no había por que agravar de momento la situación, parecía que cuando terminasen sus cosas la dejarían seguir con sus cosas, aunque ciertamente se le ocurrían demasiadas ideas para crear el caos y muy pocas para estarse relajada.. Manias de la bruja, que se terminaba la cena y observaba al grupo.

No tardó la hora en que el sueño les parecía vencer, no era así en cambio para la hechicera, que el sueño era ahora no era lo que le vencia, más bien la ansiedad, la iban a soltar sí, pero ella sentía ganas de irse ahora, ya que tenía cosas que hacer, o mejor dicho que le apetecían hacer, salió a tomar el aire no obstante mientras planeaba alguna jugarreta solo por el mero echo de divertirse, había bebido un poco durante la cena y los animos estaban más subidos, por asi decirlo, más abrió levemente los ojos con sorpresa al encontrarse al joven nuevemente, pero dibujo una sonrisa maliciosa. -Honrar no se...pero yo ya se que soy la chispa que te anima.- Dijo con descaro la bruja con tono de sorna.

Dió un trago a la jarra y la miró, prefería el wisky que tenía en la petaca ciertamente, destilado por su familia en su tierra natal, pero no venía mal el trago de alcohol, le miró sonriendo de medio lado. -Bien, enturbiar tus planes es mi nuevo hobby favorito querido.- Se burló maliciosamente, la bruja rió mientras le miraba con algo más de atención. -Solo adquirir conocimiento, el suficiente para que el proximo que me apunte con su arco se convierta en cenizas antes de que le de tiempo a más.- Dijo de notable maliciosa forma, quizás incluso amenazando al joven, pero antes de que la cosa se pudiese caldearse volviendo a tener la feral reacción del joven como la tuvo antes de la cena, pero la bruja no tenía pinta de temer al lobo, al menos de momento. -En realidad tus amigos son demasiado confiados, yo no lo soy tanto. - Dijo con notables segundas intenciones, mientras mantenía una mirada malisciosa. No obstante se sentó con aire engreido cruzando las piernas mientras sacaba su bolsa de polvora y empezaba a juguetear con ella.

Enarqué una ceja al escucharla decir que su nuevo hobby se había convertido en joderme mi día a día.
-Menuda de mierda de vida tiene señorita, si le da tanta importancia a la vida de un extraño ¿no cree? -ladeé la sonrisa volviendo a dar un trago.
Si pretendía tocarme los cojones, como no metiera la mano, la verdad es que iba a resultarle complicado. Estaba relajado, mirando aquello bosques que un día me vieron hacer, disfrutando de una buena jarra de hidromiel desde un viejo árbol de tronco grueso. Un roble milenario que posiblemente poseía mas sabiduría que todos los presentes. El firmamento brillaba, los búhos ululaban y mas de lo que ya Issiriel me haba jodido, ella no podía.

Di un nuevo trago apoyándome en la barandilla con una divertida sonrisa.
-Dudo mucho que eso suceda, lo de que los conviertas en cenizas, no porque no seas capaz posiblemente de hacerlo, de controlar el fuego. He visto grandes hechiceros a lo largo de mi existencia como para no menospreciaros, pero no pareces una mujer tonta, quizás si una toca pelotas, pero no te tengo por una necia y si tu hicieras eso, sabes que no saldrías con vida de estos bosques.

Ella quizás no contaba con que no solo tenia que temer al grupo que me acompañaba, que también, si no que el bosque entero estaba plagado de manadas y la mayoría ademas de fieros guerreros eran inmejorables arqueros que ni podría oler hasta que una lluvia de flechas la cubriera.
-No son confiados -aseguré -estoy haciendo guarda pequeña hechicera, y ves a esos de ahí abajo -dije señalando con el dedo -esos también -señalé a los arboles colindantes -¿ves a esos? -señalé la copa de otro árbol -¿y a esos?

Los ojos de la hechicera resplandecían , seguramente ella que no poseía mis sentidos agudos no se había percatado.
-Y no, no os preocupesis, no les preocupes tu, si no nosotros, los confiados -apunté de forma engreída dando un profundo trago de la jarra -¿ me la llenas? -le pedí ladeando la sonrisa

La bruja miró al joven casi de manera ojiplatica, no daba credito al descaro que tenía el joven, apretó los dientes notablemente, su furia casí era visible y notable, sentía la imperiosa necesidad de avalanzarse sobre el hombre y liarse a puñetazos como tantas veces había echo en las tabernas de su tierra natal, alardeando de lo poco femenina que podía ser algunas veces y que le daba igual cuan grande fuese el adversarío, claro que en esas peleas se valía de sus dones magicos para salir con la victoria, pero era perfectamente capaz de dar una buena derecha sin usar la magia, Wenkyel miraba al joven apretando tanto los puños que se escuchó el crujir de los nudillos de la pelirroja, más sabía que no estaba en buena situación y que tenía que relajarse. -Mierda de vida, no lo creas, vivo el momento, y no tengo nada mejor que hacer ahora mismo, así que disfruto de algo tan sencillo y efimero como lo es el molestarte por placer.- Gruñó la bruja, resopló y sacó una de sus cerillas, mordió la maderita poniendo el fosforó hacía fuera.

Miró a donde el joven había señalado, demasiados licántropos, demasiados rivales, no iba a poder hacer alguna travesura y salir corriendo lo suficientemente rapido, y tampoco quería herir al caballo con el que estaba haciendo la travesía, bufó molesta por la situación y volvió a observar a ese descarado que había a su lado. Más sus ojos se abrieron como platos cuando tuvo la desfachatez de pedirla que le llenase la jarra, Wenkyel por unos segundos miró la jarra y fantaseo con estrellarsela en la cabeza. Suspiró con frustración notable y le quitó bruscamente la jarra. -Por supuesto.- Dijo de muy malhumorada forma, mientras se levantó a llenar la jarra, tenía que controlarse para no dejarse llevar y incendiar todo lo que viera. No era una buena idea, no por ahora, volvió con la jarra llena y se la devolvió de brusca forma para asegurarse derramar un poco sobre el joven, antes de dejarse caer para sentarse y fijar sus negros ojos sobre las copas de los arboles mientras acariciaba la cerilla.

Ladeé la sonrisa cuando me devolvió la jarra llena vertiendo un poco de su contenido sobre mi mano.
-Cuidado señorita, no acabe haciéndose daño -bromeé muy consciente de que lo había hecho con toda la intención.
Tomó asiento a mi lado en silencio, sus ojos perdidos en las copas de los arboles que le habia señalado, no se si pensando como largarse sin ser cazada o pensando en mi y en ese nuevo hobby que había encontrado al conocerme.

Di un sorbo relamiendome la espuma, la miré de soslayo con una sonrisa engreída.
-No me has dicho que haces en estos bosques, pocas son las personas que se atreven a inmiscuirse en estas tierras, todo el norte sabe que es zona licana.
Mira, se que quieres largarte, también yo quiero que te vayas, tratemos de colaborar, por el bien del norte. Sera un tiempo breve el que tendrás que acompañarnos, en cuanto Issiriel me permita cruzar esta frontera te acompañaré a los lindes del bosque para que puedas largarte, no tendrás que traerme mas jarras ¿que te parece?

Le pase la que tenia para que diera un trago antes de ponerme en pie adentrándome en el interior de la cabaña.
-Puedes usar mi lecho -le dije señalando el camastro antes de dejarme caer en el sofá
Sirius haría guardia ahora y a las dos horas se despertaría otro, era obvio que no me fiaba y no precisamente de la hechicera, que tampoco, si no de los de ahí abajo.
-Vamos bruja, no seas tímida -le dije mirándola con cierta picarda -siéntete como en casa, a fin de cuentas parece que ninguno va a largarse de aquí.
Mi afirmación era cierta todos estábamos siendo vigilados de un modo u otro.
Los licantropos salvajes eran muy desconfiados y sobre el grupo no tenían el control por completo, ademas de que yo era el único licantropo, lo que los hacia desconfiar.

Wenkyel gruñia, era exasperadamente engreido, le miraba de reojo con el ceño fruncido, estaba enrabietada, notablemente parecía tener respuesta para todo, y eso hacía más fastidio para la bruja, pero sencillamente seguía con la vista clavada en las copas de los arboles, alzó una ceja ante la pregunta del joven. -Estaba buscando unas ruinas, si quieres poder hay que adquirir conocimiento, lo que busco en ellas no creo que un guerrerito lo comprenda.- Dijo de manera burlona. Aunque tampoco le molestaba del todo la conversación.- Zona licana o no, tenía pensado venir, lo que no tenía pensado es que fuesen tan paranoicos con mi presencia, y menos si no había luna llena, por eso decidí que era un buen momento, la verdad no me suelo meter en los asuntos licanos que no tienen que ver con los miembros de mi propía familia.- Comentó la bruja finalmente.

Dió un trago a la jarra para despues seguír con la mirada al joven, aun no le había dicho su nombre, la bruja ladeó la sonrisa de manera ladina, mientras tambien se levantaba, un sueñecito no la vendría mal y serviría para dar luz sobre algunas ideas, los imprevistos no siempre eran divertidos, algunas veces más que otras.
La bruja suspiró finalmente, miró el lecho donde le habían cedido el sitio, la verdad es que eso le dibujó una sonrisa algo distinta a las habituales, tenía su lado bueno, no muy a flor de piel pero lo tenía.

Le observó como se dejaba caer y la invitaba a ponerse comoda, ella se deshizo de su abrigo para acomodarse, miró de reojo al joven, y sonrió de madio lado. -La escasez de tu educación a veces se derrama, ¿por que no me dices tu nombre?- Dijo de manera jocosa, la verdad que ahora que se destensaba la cosa y le miraba con más atención se podía decir que el joven le parecía bastante atractivo ciertamente, si no fuese sumamente tán engreido.

-Quizás me piense decirte el mio.- Dijo de manera burlona mientras se dejaba caer sobre el lecho para arroparse con su abrigo para conservar mejor el calor, la verdad es que era algo recelosa con sus cosas y no iba a dejarlas sin relativa vigilancia.

Desde el sofá desvié mi mirada hacia la hechicera que ahora se arropaba en el lecho llamándome maleducado por no decirle mi nombre.
-Lobbo, Lobbo Landvik y este guerrerito esta no solo formado en el manejo de las armas blancas, si no en varios idiomas, en letras y ciencias, no soy un ignorante hechicera, aunque por ser un licantropo así lo creas.

Me estiré en el sofá ante su atenta mirada, estaba cansado, una obviedad que no necesité decir.
-¿y donde esta esa fuente de conocimiento -dije poniendo voz fantasmagórica antes de echarme a reír por como me miraba de soslayo -lo licantropos no es que estén “paranoicos” es que somos bastante territoriales y estas en su zona de caza, es el territorio de una de las manadas.
Las cosas no son blanco o negro bruja, pero veo que no eres de las que se esfuerza en conocer antes de juzgar ¿cierto?

Eramos lobos, a fin de cuentas y aunque la parte humana también estaba presente, los instintos nos arrastraban.
Territoriales, posesivos, y bastante irritables, teníamos que auto-controlarnos mas que unos humanos normales pues la bestia habitaba en nosotros.

Cerré los ojos escuchándola decir que iba a pensarse eso de decirme su nombre.
-Estas deseando decírmelo -apunté ladeando la sonrisa de forma engreída pero sin abrir los ojos.
Desvié la cabeza hacia donde ella estaba al escucharla bufar y de nuevo me eche a reír, tenia que reconocer que era divertida.
Siempre aparentaba estar hastiada con los escudos puestos, peor lago me decía que no era la bestia tan fiera como la pintaban.

Sirius me llamó desde la balconada, así que me puse en pie de nuevo para acercarme a donde estaba.
Al parecer los soldados apostados en las copas de los arboles también cambiaban el turno de guardia.
No era eso lo preocupante, si no que al ver que Sirius un hechicero ocupaba la balconada varios arcos lo apuntaban.
-Vale, quizás si están paranoicos -aseguré.
Sirius era el marido de mi hermana, un hechicero poderoso, de los mas que jamas había conocido.
Por suerte, sabia que este no iba a saltar aunque lo apuntaran provocandolo para que eso sucediera y dar así un motivo para que Issiriel nos desterrara con un motivo.

Miraba al licántropo con cara de pocos amigos, desde luego cada vez confirmaba más cuanto ego tenía ese hombre, Wenkyel tenía sus negros ojos clavados en él, por muy guapo que fuera aun tenía ganas de golpearlo por cada vez que la hacía rabiar o la dejaba mal, apretó los dientes un poco pero finalmente sonrió de medio lado cuando este finalmente se presentó. -Oh, no no...no os equivoqueis, no creo que los lobos seais idiotas, tengo un familiar con esa....caracteristica, no creo que él sea idiota...lo que si creo que sois...primarios.- Dijo llena de malicia, con el proposito seguramente de volver a encenderlo, solo por diversión. -No te voy a decir donde esta las ruinas, no quiero que ni tú ni tus amiguitos empeceis a atosigarme mientras investigo tranquilamente asuntos que me conciernen por el placer de investigar...no creo que lo entendais.- Comentó ella, realmente no pensaba lo que decía, ni siquiera le caian mal, había sido amables despues de todo, pero era su forma de devolver la molestia al hombre.

Se cruzó los dedos tras la nuca mirando el techo de la choza mientras suspiraba. Y miró de reojo a Lobbo, cuando comentó que ella deseaba decirle el nombre, tal vez así fuera, si que quería conocerle mejor, pero ahora tenía el ego demasiado subido ya que le había frustrado todo durante largo rato. -Si, claro que te lo diré, suplicame que te lo diga.- Comentó inflandose de orgullo y sonriendo de maliciosa forma, solo por saber la reacción de él ante ese comentario. Se acomodaba mejor en el lecho, parece que el otro hechicero le llamaba, ella realmente se preguntó si en poder le podría hacer frente, ciertamente tenía algo de recelo, nunca se enfrentó a otro brujo, y aunque no se echaría atrás no sabria decir si conseguiría a su favor, tragó saliba mientras lo meditaba y alzó una ceja cuando escuchó de que estaban paranoicos. -Eso no es mi culpa, algo oleran que les altere más que vosotros, y desde luego, más que yo.- Musitó la bruja cerrando los ojos.

“Primarios” ladeé la sonrisa lejos de molestarme me resultó incluso poética esa forma de referirse a nosotros.
Si eso quería decir que nos dejábamos llevar por los instintos no podía discutírselo, me costaba mas controlarlos que a cualquier humano que perdió hace siglos su parte salvaje.
En mi afloraba en mas ocasiones de las permitidas por protocolo teniendo en cuenta que era “hijo” de un rey, pero supongo que también tenia esto su lado bueno, era mas rápido, mas fuerte, mas diestro y en la cama ninguna mujer se había quejado hasta el momento de mis instintos “primarios”

Casi me descojono cuando dijo que no iba a decirme donde estaban las runas para que no la siguiéramos y la molestáramos mientras investigaba.
-Claro bruja, yo y mis instintos primarios seguiremos tu rastro en celo para “molestarte” en tu descubrimiento del dorado -bromeé riéndome -tengo otras cosas que hacer, entre ellas impedir una guerra.

El siguiente chiste fue épico ¿suplicar? Yo nunca había suplicado y no tenia intención de comenzar ahora.
-La única suplica que escucharas será la tuya pidiéndome que no pare -bromeé guiñándole un ojo de forma engreída.

Tras echar un ojo a lo que Sirius me comentaba volví al sofá dejándome caer con los ojos color mostaza.
-No, no huelen nada o yo también lo percibiria, soy yo...a Issiriel le molesta mi presencia.
Cuando mi padre murió en la guerra contra los nosferatu por proteger estos bosques, ella se alzó con el liderazgo..teme que venga a usurparle lo que por derecho es mio, por eso no quiere permitirme cruzar sus fronteras, para que no llegue hasta la manada de mi difunta madre.
Cree que no busco la paz, si no aliarme con ellos y derrocarla. Busca un motivo, una excusa para hacerme perder el control y mandarme de vuelta a Rumanía.

Sabia que no entendía una palabra de lo que le decía, así que cerré los ojos para descansar mientras gruñía haciendo gala de mis instintos “primarios”

La bruja le miraba sin levantarse, sencillamente algo inclinada para observarle con atención, mientras se mofaba de el comentario que hizo sobre que la molestarian mientras investigaba era de esperar, incluso ella dejó escapar una risa leve por el comentarió sarcastico que hizo Lobbo, que nombre tán curioso pensó, le gustaba, era muy apropiado, ciertamente y más para alguien de su condión. Eso estaba claro, ladeó una sonrisa maliciosa como era tán habitual en ella, mientras seguía con la mirada al lobo cuando iba hacia el hechicero.

El siguiente comentario que salió de los labios del licántropo, hizo que la bruja abriese los ojos de par en par, y el color rojo de sus mejillas se le estendiese por la cara, se ruborizó de sobre manera y apretó los dientes, roja de ira, incluso creó una pequeña llama entre sus dedos, luchó para relajarse y respirar hondo. -Ni en tu sueños eso ocurrira...- Dijo apretando los dientes mucho. Le lanzaría un fogonazo ahora mismo, pero opto por simplemente dar un puñetazo al lecho y fulminarle con la mirada, aunque en realidad, lo que tenía ganas era de lanzarse sobre él nuevamente y liarse a puñetazos, aunque una vez más...seguramente la ganaría. -Para una educación tán refinada tienes una lengua muy sucia y promiscua.- Gruñó la bruja recostandose de golpe y tapandose más con enfado, aunque le seguía escuchando.

Ella se quedaba pensativa, mientras le escuchó decir que era por ellos o mejor dicho, por él que estaba tán paranoico, la bruja en realidad sabía que las tensiones por el territorio entre lobos eran muy fuertes, pero tampoco le eran desconocidas las luchas por poder, por un segundo pensó en ofrecer ayuda, pero tal y como estaban las cosas no creía que fueran a aceptar, y ademas de momento no iba a prestar ayuda, una vez más estaba enfadada, al menos durante el proximo rato.