Aventura en el Tren (Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Varias noches habían pasado desde aquella primera noche de aventuras pecaminosas con Anuar. El vampiro no había querido mencionar el tema, porque para ser franco le avergonzaba, no sólo por la situación misma de lo ocurrido, sino porque el alcohol en la sangre de Anuar le había conducido a actuar de esa forma tan inconsciente. Soren no solía beber, ni le gustaba embriagarse, ni siquiera cuando estaba vivo visitó los bares en busca del alcohol, así que haberse dejado llevar de esa manera no era algo de lo que se enorgulleciera. Aunque tenía que aceptar que una parte de él gozaba con toda aquella locura.

En varias ocasiones se había encontrado riendo tontamente sin motivo alguno y todo porque recordaba la situación en que se habían metido y la forma en como habían solucionado el problema. Esa noche en particular, luego de salir disimuladamente de la bodega y buscar a Anuar por los pasillos, se encontraba de muy buen humor, había escuchado conversaciones de que durante el día el tren había parado en un pueblo para cargar carbón y que ahora podrían viajar un poco más rápido.

- Y de esta manera se reproducen los cangrejos - Comentó con una taza de café que previamente había pedido a la dependienta que pasaba todas las noches al rededor de las 8 para ofrecer comestibles para la cena, en la mesa de centro habían galletas de trigo con ajonjolí y nueves, también habían dos ciruelas coloradas. - Caminan por la playa haciendo sonar sus tenazas bajo la luna llena -

Se llevó la taza de café a los labios, ese día vestía una camisa de lino negra y un pantalón con diseño de cuadros de colores verdes y vino tinto, en el cuello anudado a su camisa llevaba un listón rojo carmín amarrado como un moño. - ¿Están buenas las galletas? - Le preguntó aspirando el aroma del oscuro liquido.

Como si no lo hubiese visto en 100 años, eso fue lo que le pareció. El rostro de Anuar apareció en su mundo como para iluminar lo que parecía estar perdido, estaba exagerando seguramente, porque una persona no puede irradiar luz, es físicamente imposible y valla si él conocía las leyes de la física de Issac Newton, pero en su ensoñación Anuar era un sol cálido, una fuente brillo cálida.

Sonrió con sus labios partidos, escuchando sus palabras, para el vampiro el que estuviese allí a su lado era suficiente para que el viaje hubiese concluido exitosamente, el resto eran sólo añadiduras, lo de menos era el estado de su cuerpo, aunque debía aceptar que, era la primera vez que estaba al borde de la muerte, bueno, de la 'verdadera' muerte, de seguir así habría convertido en cenizas. ¡Estaba en los huesos!.

De un momento a otro se encontró en brazos de Anuar y tan débil estaba que ni siquiera se había percatado de las intenciones del chico, sintió los besos como pétalos de flores acariciando su piel con una dulzura inexplicable y sólo cuando tuvo la piel de su cuello tan cerca, el instinto lo sobrecogió de golpe, allí a pocos centímetros de distancia, estaba el elixir del que se había privado por tantos días.

- Lo siento... - Murmuró antes de abrir su boca y morder la piel. Él débil mordisco apenas si mallugó la dermis, pero no provocó que la sangre saliera, comprendía ahora la gravedad de la situación, si no recibía ese liquido vital, ya fuera de animal o de persona, podría caer en un estado de coma vegetal en el que poco a poco sus signos vitales fueran apagándose hasta perecer - No...puedo... - Le suplicó - No...quiero morir... -Agregó y aunque sonó melodramático, realmente temía que sus palabras pudieran convertirse en realidad.

-no deberías nisiquiera decirlo- susurro pensando en la manera correcta de resolver el problema, podría morder su piel hasta hacerla sangrar, podia trozar su labio hasta que no quedase piel en este, habia tantas cosas que podia hacer y sin embargo no atinaba a hacer ninguna. Meneo la cabeza de un lado a otro riendo entonces, por nueva cuenta, de aquella manera nerviosa y extraña que en antaño no había sido recurrente en el como ahora llegaba a serlo, una risa que parecía aflorar de una zona mucho más alejada que sus cuerdas bucales.

-¡ya se!- exclamo alejando del ataúd con rapidez y a traspiés y tropezones llego hasta la maleta abriéndolas a mordiscos y tirones pues no habia nada que pudiese hacer con las manos, nada mas allá de espantar moscas. Recordaba haber dejado, haberle pedido a aquella joven que de forma tan amable se habia comportado con el que guardase el objeto punzo-cortante en sus pertenencias y con aquellas que le habían regalado de buena fe y que más aun de aquella manera levantaban en el cierto sentimiento de remordimiento y nauseas.

Vacio la mochila entera sobre el suelo pedregoso que resultaba ahora incomodo para lograr tomar cosas y en el fondo, junto con los calcetines y las barras de chocolate se encontraba aquella arma que habia sacado del bolsillo de uno de los sujetos con los cuales se habían encontrado días atrás, sus labios tocaron el suelo en más de una ocasión y sus codos se doblaron en todos los ángulos posibles antes de lograr estancar entre sus dientes aquel objeto que cortaba ahora la piel de su ante brazo como un cuchillo se resbalaría sobre la mantequilla.

Arrugo el ceño ante el ardor y le vertiente de sangre que tenia ahora goteando por su codo para teñir de rojo el suelo y formar de a poco una plasta que mas se asemejo a un diminuto lago –perfecto- susurro acercándose al vampiro con el brazo extendido para dejar caer sobre sus magullados y verdosos labios aquel elixir de vida que tan desesperadamente le parecía ahora necesitar.

Que situación más extraña, patética y molesta en la que estaba, no podía moverse, casi ni podía sentir su cuerpo y deseaba tanto poder cubrirse para que Anuar no le viera en ese estado tan deplorable, estaba avergonzado por como lucia, aún cuando su vida corría peligro el se preocupaba por lo que el humano pudiese pensar de si mismo. Cerró los ojos intentando encontrar fuerzas en algún lugar dentro de si, pero a duras penas si podía mover lentamente los brazos, trató de sentarse en vano, pues no era capaz de sostener su cabeza y espalda.

Giró su rostro y le vio abrir la maleta de esa manera tan extraña sin usar las manos, luego vio como regaba todo al suelo y como... ¿Usaba la boca para tomar el objeto? entonces fue cuando notó sus manos magulladas e inservibles. El Vampiro abrió los ojos de par en par, lo que había temido, ¡las manos! ¡Le habían dañado las manos! Y no había podido impedirlo, él quien gozaba de poderes sobrehumanos no había podido protegerlo. Un espantoso sentimiento de culpa lo embargó mientras le veía regresar con el brazo cortado.

Abrió sus labios débilmente y pegó su boca a la herida como si su vida pendiera de ello (y de hecho así era) la sangre de Anuar entró en su boca y se deslizó por su garganta tan deliciosamente como la mas exquisita de las ambrosías, bebió varios tragos que parecieron efímeros, porque la sed que lo atormentaba era tan grande que podría beberse completamente a un humano entero, unos miserables sorbos no seríán suficientes para calmar la necesidad. Sin embargo en algún punto de su cabeza, quizás fruto de su culpabilidad por lo ocurrido con las manos de Anuar, mantenía el raciocinio y sabía que debía detenerse, que no podía hacerle daño a Anuar.

- Détente... - Murmuró reuniendo toda su fuerza de voluntad para con sus manos alejar el brazo del chico, no sin darle una última lamida para sellar la herida, sus pupilas se habían dilatado como las de un gato en la noche y sentía un calor muy conocido por todo el cuerpo, el mismo calor y cosquilleo que lo acompañaba cuando el deseo de cazar y matar se hacía insoportable. ¿Que iba a hacer ahora, marcharse al bosque a alimentarse y dejar a Anuar tirado en medio de la carretera con las maletas y el ferebro?

¡Dios, que clase de amigo y pareja era! Si después de ello Anuar decidía terminar la relación le daría toda la razón. Soren sentía que moriría de verguenza. Apoyó entonces sus antebrazos en la tierra y se levantó con algo de dificultad, algo de fuerza había regresado a su cuerpo, pero no duraría por mucho tiempo si no bebía más sangre y debía hacerlo cuanto antes, quería demasiado a Anuar, pero no podía olvidar lo que realmente era, no podía arriesgarlo - Sólo... espera un momento ¿Si? Volveré, lo juro - Le indicó poniéndose trabajosamente de pie llevándose las manos a la panza que aún le dolía después de tantos días.

Cojeó con su cuerpo tambalenando de un lado para otro como un ebrio, acercándose cada vez más a los árboles ¿Y como demonios iba a atrapar a un animal en ese estado? Su recuperación tardaría mucho tiempo si seguía de esa manera...

¿Detente? Que concesión mas extraña si tenia en cuenta que era Soren quien debía cesar la acción y no es su defecto el mismo. Observo su brazo cuando los labios del vampiro estuvieron lejos de la herida y solo una diminuta línea enrojecida eran el vestigio de lo que había ocurrido, en aquel instante por otro lado y no sabiendo si aquello se debía al malestar que sentía o las nauseas que le provocaban verle en aquel estado, aunque quizás sencillamente se debía a la falta de mordida, su ritmo cardiaco se mantuvo y la sangre seguía apelmazándose en su pecho con fiereza.

-¿A dónde se supondría que fuera?...tenemos que tomar un carruaje hacia Bran y con suerte llegar mañana por la noche, quizás por la tarde o la mañana pero aguardare…porque no planeo abrir solo esa puerta- se encogió de hombros pateando con el borde de la suela de sus zapatos una piedrecilla rezagada, mohosa y con el olor del pasto y la lluvia impregnada en su esencia ¿A dónde iría? Cuando siquiera podia levantar la maleta con facilidad y que decir de introducir nuevamente los objetos en su lugar. Meneo la cabeza cerrando la tapa del ataúd para desvanecerse sobre el, con las piernas estiradas al frente y la mirada fija en algun punto del suelo.

- estaré justo aquí- susurro y nada más mano de sus labios, ni un susurro o un respiro, su pecho se acompasaba con su respiración pausada y apenas perceptible. Aguardaría en aquel lugar, sentado a un lado del camino a que el vampiro saciase su sed y pudiese entonces seguir el camino en busca de algun carruaje. Si sus manos estuviesen bien por lo menos podría guardar todo en la maleta, estrecho la quijada mirando por el rabillo del ojo a Soren.

-quizas quieras llevarte la navaja…podrías lanzársela o algo por el estilo- la simple imagen le repudio en las entrañas y prefirió callar sus pensamientos para no verse en la necesidad de alejarse del lugar para verter las cosas que durante el dia habia y no ingerido.

¿Aún no estaban en Bran? En medio del dolor y las espantosa sed, no habìa tan siquiera apreciado el panorama que los rodeaba, había salido del ataúd porque había escuchado la voz de Anuar y confíaba en él, así que realmente creyó que se encontraban en el pueblo y no en las afueras. Debía hacer algo al respecto, ese viaje era muy importante para Anuar, no podìa fallarle de esa manera. Le escuchó hablar y giró su rostro justo antes de adentrarse entre los árboles, llevarse el cuchillo le pareció buena idea, así que regresó sus pasos y se lo llevó consido, debía parecer una especie de desagradable zombie armado, no comprendía como Anuar podía amar a una cosa como él.

El vampiro entró en el bosque y conforme la poca sangre que había bebido del humano recorría sus venas sintió como lentamente la fuerza volvía a su cuerpo, no en su totalidad por supuesto, pero si lo suficiente como para pensar con mas claridad y pensar una estrategìa de caza. Tenía un arma y un cerebro màs desarrollado, además contaba con el instinto, algo bueno tenía que conseguir.

Le dio la impresión de que tardó un par de horas pero consiguió lo que buscaba, un animal grande, con la sifuciente sangre como para llenarlo, aunque su sabor no fuera le mejor, había logrado lanzarle el cuchillo a nada más y nada menos que un ciervo macho de las montañas, el animal afortunadamente estaba dormido debido a la hora y no tuvo mucho tiempo para reaccionar, además su visibilidad se veía reducida en la oscuridad. Soren se encontró entonces cortando el cuello del animal para alcanzar la arteria principal de donde bebió por un buen rato hasta quedar tan lleno que tuvo la impresión de que le pantalón ya no le iba a cerrar (cosa que por supuesto, era ilógica).

Se quedó un rato allí como sobreponiéndose a la sensación y permitiendo a la sangre actuar en su cuerpo, luego se quitó la camisa que traía desabotonándola con movimientos lentos y sacándosela por las mangas, con la partes de la camisa que no estaban manchadas de sangre, se limpió las manos y el rostro pues sabía que debía tener aquel líquido carmìn disperso por todos lados y no quería producir más asco del que ya producía, las gafas se le torcieron hacía un lado y tuvo que guardarlas en el bolsillo del pantalón, al no tener una oreja sino un pequeño monticulo de piel, las gafas no se ajustaban bien en su cabeza.

Regresó caminando tan rápido como pudo, no corriendo, porque aún no podía hacerlo, la sangre tardaría en distribuirse bien por su cuerpo y no podía abusar de sus propias habilidades. Observó a Anuar al regresar y se dejó caer a su lado, tirándo la camisa sucia a un lado en la tierra.

- Realmente... siento en el alma todo esto Anuar... estoy tan avergonzado contigo que no se que decir - Dejó escapar un suspiro meneando la cabeza - Luzco terrible, realmente debo parecer un muerto y lo peor de todo es que... no pude protegerte, este viaje es importante para ti y yo quería que todo saliera perfecto - Se lamentó.

Habian transcurrido los minutos que como horas muertas caían sobre mi espalda reclutándose con aquellos otros años que formaban ahora mi vida y mi pasado y si observaba por encima de mi hombro y me esforzaba en observar aquello invisible para los demás me parecía que aveces, y solo a veces, podia ver mis recuerdos en la lejanía, frescas risas y sonoros llantos, gritos expelidos al cielo con las mas funestas maldiciones y perjurios que una persona en su sano juicio puede profanar contra Dios, si esque este en algun lado existe y me encontraba ahora rezando, en lo que fuese que ahora creía, por una solución para aquel problema ¿llegar a mi antigua casa y tocar a la puerta asi sin mas? Como si los años no hubiesen transcurrido en nosotros y el tiempo estancado fuese de dos días y nada más, no era asi de fácil volver, no después de la extensa y agobiante lejanía que como algun toxico y arsénico habia profanado en lo hondo de mi alma carcomiéndola como un gusano a una manzana ¿qué diría el al verme?...¿qué diría?

Los minutos se volvieron horas y no estuvo seguro de cuantas yacio en aquella posición oscilante entre la realidad y el ensueño, oscilante entre la vida y Morfeo, no el tiempo suficiente para convencerse de que aquella habia sido una buena idea, de no haber deseado ir tendría aun sus manos servibles y la oreja de Soren jamás habría sido cercenada, no le habría tenido que ver en aquel demacrado aspecto digno de un difunto ni tendría que estar ahora divergiendo entre si lo que habia hecho estaba bien o mal, un capricho les habia costado demasiado ¿un capricho? Si tan solo se tratase de eso.

La melódica y ahora lacrimosa voz del vampiro le regreso de aquel estado de ensoñación como si sus pies hubiesen comenzado a despegarse del suelo y un ente ajeno, como un suave soplo jalase ahora de el –no tienes porque- se limito a comentar ¿avergonzado? ¿por haberle acompañado a lo que no debía? Avergonzado debía estar el –no te preocupes…no ha sido tu culpa, hicimos lo que pudimos- apoyo su rostro sobre el cuello del vampiro, estrechando su nariz sobre su esternón sin importarle lo sucio o mal que pudiese oler aunque y para su sorpresa el tacto y el aroma no eran tan fatídicos como antes de su partida y su aspecto tampoco era tan deprimente –lo importante ahora es llegar con mi padre…-

Le pareció irreal el momento en que su nariz había tocado la piel de su cuello, el momento en el que su cabeza se había posado sobre la suya, porque tenerle ahí aún a pesar de todo era casi como un cuento de hadas, algo demasiado bueno para existir en un mundo lleno de injusticias donde una sola decisión mal tomada podía producir una cadena de infinitas desgracias.

- Lo importante ahora es... que seas feliz - Murmuró y paseó una brazo desnudo bordeando el cuerpo de su amante a su lado para traerlo más contra si mismo - Y que... te quiero sin importar que - Las palabras habían surgido esta vez muy naturales, esa verdad que le avergonzaba tanto poner en palabras se había desprendido de sus labios con tal facilidad en ese momento que le asombró.

Pero cuando uno estaba tan seguro de lo que sentía, lo demás resultaba una añadidura, cualquier cosa se podía afrontar. Estaba dispuesto a todo por él, todo.

- Gracias por seguir aquí - Murmuró besando un costado de su cabeza, donde comenzaba su cabello rojizo que olía deliciosamente a vida y juventud - Todo esto vale la pena porque estás tú.. ¿Lo sabías? - El vampiro se dejó caer hacía atrás en el cesped, las hojas le hacían cosquillas en la piel desnuda y sonrió al divisar la luna llena en el firmamento redonda como un queso suizo. Las estrellas danzaban formando animales y dioses olvidados por el tiempo en el firmamento y quiso detenerlo todo allí, para sólo apreciar el cielo en su compañía.

- He bebido un ciervo - Le comentó embelesado con el astro blanquecino - Supongo que mañana estaré mejor, nunca había bebido de alguien muerto, ese fue mi error, Erkki me dijo que no se debía hacer, pero creí que no podría soportar la sed si no bebía algo antes de irme al ataúd, así que bebí del bandido... pero los efectos secundarios fueron terribles... realmente... realmente... creí que iba a morir y que, no volvería a verte... fue como un infierno en vida -

Apenas el brazo del vampiro rodeado su cuerpo sus manos viajaron volátiles a alejarse del posible encierro entre dos cuerpos, ni siquiera lo había pensado y apenas y logro percatarse cuando el movimiento había sido ya realizado –feliz…pero no a costa de tu integridad, ni tampoco de la mía- negó tranquilamente virando su cuerpo hasta que su pierna yacio algunos centímetros por encima del vampiro, si no lograba sujetar nada y no logra sujetarse a nada era mucho más difícil hacer todo, durante el viaje le habían tenido que ayudar a comer y no podía negar que se había sentido como un hombre inservible, deplorable.

-pero siempre es mejor escucharlo de tus labios- suponía y que torpe seria sino que el vampiro había emprendido aquel viaje para estar con él y no desampararlo en aquellos momentos de absoluta agonía que estaba a punto de pasar, ambos, pues en su dolor asfixiaría al otro y en sus alegrías le haría renacer –es extraño estar aquí…nunca antes vine a Bucarest pero esta tierra es mi pasado y estoy aquí contigo- susurro observando el suelo terroso, los hierbajos crecían tímidos y las flores apenas y manchaban el suelo como diminutos montículos de colores esparcidas injustamente.

¿Qué abría hecho el si el vampiro hubiese perecido dentro del ataúd? Tendria que haberlo visto carcomido hasta los huesos, no, jamás le hubiese vuelto a ver pues aquel encierro habría solo por dentro y con aquellas manos ahora inservibles ni el más forzado esfuerzo podría haber hecho posible que encontrara la forma de abrirlo sin lastimar de alguna forma a quien residía dentro, tembló sellando sus labios con un beso fugaz e inexistente.

-he creído lo mismo pero ahora estas aquí y deberíamos conseguir ya un carruaje a menos que prefieras pasar la noche aquí…y entonces mañana – no, no habia formado de que pudiese transportarse con un ataúd a cuestas, no habia forma humana en que pudiese siquiera moverlo -¿qué quieres hacer?-

Le pareció que sus palabras tenían mucho sentido, ser feliz no debía ser algo que te pusiera en peligro o que tuviera consecuencias desastrozas, simplemente no tendría sentido, esperaba poder hacer feliz a Anuar y estar tranquilo al mismo tiempo, velar por su seguridad y poder protegerlo de todos los males del mundo, era como si Anuar fuera su más preciado tesoro ¿Lo era? ¿Que otra cosa más importante tenía?

- Cuando... te propuse... - La palabra Matrimonio se le atrancó en la lengua y no la pudo decir, pero el repentino sonrojo lo hizo evidente - Quiero... compartir tu pasado, presente y futuro... - Murmuró y giró su rostro colorado hacía otro lado, escuchaba los grillos y el lejano uular de alguna lechuza.

- No lo se... no se que tan lejos estemos de la casa de tu padre, tu podrías llegar de día ¿No?, pero en cambio yo... pienso que sería muy molesto para tu madre recibirme muy tarde en la noche, seguro estará dormido y no pienso causarle una mala impresión... de hecho - Se quedó pensativo y meneó la cabeza - Como luzco ahora en vez de una mala impresión le daré un infarto... -

- ¿Que podemos hacer? - Se preguntó en voz alta - Si estamos a pocas horas, yo podría esconder el ataúd en este bosque y venir a dormir aquí, entonces nos encontraríamos en algún punto cada noche, pero no conozco estas tierras, además quisiera estar contigo cuando vallas a tu casa, se que es importante y no quiero que estés solo -

-creo que lo hacemos desde hace bastante tiempo- sonrió de medio lado apoyándose con sus codos del suelo para permitirse presenciar y deleitarse con la magnificencia en que lucia el cielo en aquellos instantes, justo como lo recordaba y como jamás volvió a ser en todos esos años y centenas de noches que paso en París ¿cómo podía el cielo cambiar?...no lo hacia, cambiaban los ojos con los que lo veía.

-¿piensas que voy a acceder a que te quedes aquí?...cualquier podría venir de dia- asevero negando, pasarían aquella noche ideando una solución y asistiría donde su padre a la siguiente, o quizás dos o tres noches después no estaba seguro que querer observar aquel rostro severo y esa mirada de decepción ¿cómo le contaría de Angeliqué?! Mejor seria no hacerlo. Recapacito entonces donde estaban, en Rumania y no Francia, ahí las historias de vampiro y demonios con apariencia humana abundaban en cada esquina, ninguna persona en su sano juicio entraría en un bosque como aquel y si por algun motivo desconocido e improbable llegase a hacerlo le buscarían un buen escondite, cavarían una fosa donde ponerlo de ser necesario.

-debemos estar a una o dos horas de Bran…- susurro levantándose con ayuda de un equilibrio que desconocía hasta aquel instante, observo la parte trasera de su pantalón adherida en su totalidad con tierra y ramas secas y aunque intento sacudirla el dolor que embargo sus manos lo incapacito a seguir realizando dicha acción –deberíamos entrar al bosque y buscarte un lugar seguro- puntualizo con seriedad pues aunque la idea no le agradaba ni le convencía no se le ocurría ninguna otra posibilidad, ninguna otra opción que les permitiera seguir con lo planeado.

- Dos horas es muy conveniente - Respondió volviendo su rostro hacía el chico entusiasmado con la idea - Para mi sería media hora corriendo - Le informó con una sonrisa - Cuando esté completamente recuperado, podré correr muy rápido y la distancia no será nada - Concluyó y depositó un beso fugaz en la mejilla del otro aún a su lado. Con un nuevo revoltijo en el estomago, esta vez no causado por las nauseas o por el hambre, sino por la emoción, el vampiro se sentó y comenzó a recoger las cosas que habían quedado desperdigadas por el suelo con renovado brío.

- Que cantidad de cosas - Comentó con voz alegre mientras empacaba de nuevo ropa y artículos personales, sentía curiosidad por algunas cosas, pero no le pareció un buen momento para preguntar por ellas, cuando hubo terminado de guardar todo, cerró la maleta asegurándose de que había quedado bien. Se llevó las manos a la cintura y luego palmeó su panza - Comienzo a sentirme mucho mejor -

Aquello era una mentira piadosa, se sentía igual, bueno no tan mal como cuando había salido del ataúd, pero no completamente bien, se sentía débil a pesar de la emoción que le causaba el viaje y el estar con él, de todas formas su cuerpo le pedía más sangre y sobre todo quietud y descanso.

Tomó la maleta con un brazo y la sintió más pesada que nunca debido a su debilidad, frunció el ceño acercándose al ataúd, llevarlo resultaría muy tedioso, así que colocó la maleta sobre el ataúd - ¿Eh? ¿Y mis maletas donde están? - Preguntó, de repente notaba que no las había visto - ¿Quedaron en el tren? -

-la gente del tren decidió que merecía regalos…algunos serán útiles otros pienso que solo lo hicieron para no lucir como unos tacaños egoístas- y aunque el bien sabia que por aquel acto de valentía que por verdadero nombre no llevaba aquel no debía merecer dichos objetos que pudiendo o no ser de valor pertenecían a otras manos y otros bolsillos los habían visto nacer, le habían abalado por héroe cuando sus acciones se limitaban a haber procurado cuidar del vampiro…y vaya mal trabajo habían terminado haciendo ambos.

-¿de verdad?- le cuestiono aunque no esperaba ya una respuesta al haber existido antes que su cuestión –lo mejor seria descansar por hoy y emprender el viaje mañana- asevero pensando en las múltiples posibilidades y opciones que como viejas raíces se expandían frente a el en una y mil direcciones, ninguna mucho mejor que la anterior y sin embargo siempre peor que la siguiente, un laberinto sin salido.

Miro en derredor abriendo bien los parpados para enfocar mejor ¿habia subido al tren con una maleta? En verdad no lo sabia no habían subido al tren al mismo tiempo –yo…- susurro nerviosamente, todo habia salido mal y ahora debía confesar que se le habían olvidado por completo preguntar por sus pertenencias…¿cómo lo habría hecho si se suponía que su primo estaba bien muerto en el ataúd? Seria ilógico entonces pretender llevar su equipaje, y sin embargo bien sabia que era su culpa todo aquello.

-se me olvido- confeso pues suponiendo que a su llegada con su padre este tendría demasiadas prendas que podrían serles de utilidad aunque con sinceridad no se atrevía a asegurar que era lo que el vampiro habia metido en su equipaje ¿y si iba algo valioso e invaluable? -¿iba algo importante en el?-

El vampiro se quedó mudo y el entusiasmo que reflejaba su rostro momentos antes desapareció inmediatamente después de las palabras de Anuar ¿Se le había olvidado sus maletas? ¿Que si algo importante iba en ellas? Soren sintió como dos poderosos sentimientos lo embargaban de inmediato, uno era la frustración y el otro era la rabia. Sin pensarlo, porque aquel era uno de esos momentos en los que uno simplemente se dejaba llevar del impulso, empuñó su mano derecha y le dio un golpe al ataud, un puñetazo que, de haber estado completamente recuperado, habría partido la dura madera en dos, pero debido a su debilidad, el mayor daño se lo habían llevado sus propios nudillos mientras la madera había quedado intáctca.

Se dejó caer al lado del ataúd, cruzando las piernas al sentarse - ¡SMÖRJA! - Maldijo en Sueco frunciendo el ceño. No podía creer que estuviera pasándole algo así, creía que la mala suerte del maldito viaje había terminado ahí y estar al borde de la muerte habría sido lo peor, pero no, ahora todos sus ahorros de su trabajo como Docente y algunos otros ahorros guardados desde la época en que era Militar (que había guardado para alguna emergencia) se iban a perder, cuando las maletas terminaran olvidadas en alguna estación o robadas por un transeunte.

- Gud, jag kan inte tro det här - (Dios, no puedo creer esto) Murmuró todavía en Sueco, meneando la cabeza sin percatarse de que hablaba en su lengua, quizás fruto de la situación. ¿Que posibilidades tenía? No tenía idea hacía donde continuaba el tren o donde se detendría, suponía que en la capital del país, pero estaban demasiado lejos de la capital del país, le tomaría quien sabe cuanto llegar allá y no podría asegurar que sus pertenencias estuvieran aún allí.

Nunca en ningún otro momento de su vida, Soren sintió que eran tan importante las posesiones materiales y el dinero.

- ¿Y ahora que voy a hacer? - Dijo al fin en Frances, intentando calmarse un poco, pero la angustia amenazaba con tragárselo - Todo lo que había ahorrado con la tienda y mi sueldo... y...y.. los regalos para tu padre... - Se sintió como un niño pequeño y quizo patear la tierra y llorar, como si con ello la maleta fuera aparecer màgicamente a su lado.

Sus hombros se alzaron y su rostro se contrajo doblándose para resguardarse de un posible golpe, un reflejo que nunca antes había tenido…¿había pensado que el vampiro azotaría su puño sobre su rostro? No lo culparía había sido su equivocación a fin de cuentas que la maleta del vampiro estuviese ahora olvidada en la parte de atrás de un tren y que se hubiese perdido aquellas cosas importantes que resguardaba en su interior porque suponía que en su interior viajaba un preciado tesoro, quizás algún recuerdo de antaño o un objeto de valor sentimental para el. La culpa comenzó a carcomerle como en pocas ocasiones llegaba a ocurrir porque era una palabra nueva que sinuosa se colocaba ahora en su diccionario personal, allí donde antes solidaridad y amor no tenían lugar.

Se acerco dubitativamente acuncillandose detrás de el logrando asi observar como los dorados cabellos le caían con gracia sobre la nuca –de verdad lo lamento- susurro y su voz fue tan baja y tan tenue y trémula que el mismo viento pareció rodarla sobre el suelo, alejándola de oídos del vampiro para llevarla hasta los bosques y perderse en ellos, atrapada quizás entre las raíces de un pino o el tronco de una conífera que desnuda por el invierno comenzaría ya a renacer en las hojas como un ave fénix lo haría de las cenizas.

-supongo que no habría forma humanamente posible de que pueda darte todo el dinero que seguramente traías en ellas, pero si es ese el problema te prometo regresártelo…solo que no ahora…y no todo de una sola- mantenía la mirada sobre el suelo y su espalda se curveo hasta que su frente rozo con los tersos cabellos de trigo del vampiro. Inspiro profundamente rodeando con sus brazos la cintura del vampiro en lo que pretendía ser alguna especie de abrazo extraño pues no lograba sentir la piel del vampiro a través de los vendajes.

-podemos vender las cosas de la otra maleta- susurro con los labios entre sus cabellos, no sabían como el trigo. En el fondo de su alma, en aquel lugar remoto en el cual la luz no llegaba a entrar comenzó a sentir un inexplicable sensación de alivio ¿pensaba darle un regalo a su padre? Al parecer no le había hablado lo suficiente de el y no deseaba que de alguna manera aquel hombre que en antaño habia salido de su vida hiriese a aquel otro que le importaba como nadie más.

Nunca había sido un gran amante del dinero, fruto de su crianza por su puesto, desde pequeño había vivido rodeado de los más excéntricos lujos de su siglo, había tenido todo lo que cualquier niño o joven desearía tener y había renunciado a todo eso por cuenta propia, el dinero entonces no era algo fundamental en su vida, pero en momentos como ese, le encontraba la verdadera importancia y lo necesario que resultaba para vivir.

Siempre había querido ganar su propio dinero, como una especie de recompensa al esfuerzo, pensaba que así, esas monedas y las cosas que comprara con ellas tendrían un verdadero significado, por eso había decidido trabajar en vez de continuar siendo de la nobleza, porque siendo francos para un vampiro era muy fácil persuadir otros humanos y de haberlo deseado habría podido administrar la fortuna Kaarkarogf una vez muertos sus familiares.

Escuchó la voz de Anuar llegando de algún lugar, pero no giró su rostro inmediatamente, sus disculpas no iban a solucionar el problema, estaba todo perdido y esa era la realidad, cerró los ojos y una vez el shock fue pasando lentamente y la rabia fue disminuyendo, comenzó a ver las cosas de otro modo: Anuar no estaba en condiciones de cuidar de su equipaje. Así de sencillo. El viaje se había tornado muy peligroso y no había sido culpa del humano ni de nadie, quizás de Dios o del destino. Una amarga sonrisa se dibujó en los labios, como siempre Anuar resultaba infinitamente tierno.

Giró su rostro y su cuerpo de medio lado, buscando encontrar los labios de Anuar, pero la posición no era del todo perfecta así que sus propios labios terminaron besando el puente de la nariz del humano o algo así.

- No me pagarás nada y no venderemos nada - Murmuró llenando su nariz de besos hasta finalmente dar con los labios y atraparlos en los suyos. Le besó por unos segundos deseando exterminar de su cuerpo todo rastro de rabia y frustración, pero debía aceptar que aún continuaban allí, concluyó el beso y giró su rostro al frente - Te había contado que crecí en una familia muy adinerada, así que el dinero no era una gran preocupación para mi, de hecho aprendí a odiar esa clase social en la que vivía - Le explicó y continuó - Por eso... era importante para mi ganarme mi propio dinero con mi esfuerzo, esas monedas que acaban de perderse no eran una gran fortuna, pero eran fruto de mi trabajo de todo este año con la Docencia, quería tener la satisfacción de gastarlas en regalos para tu padre o en algún plan divertido que se nos ocurriera aquí -

Cerro los parpados con parsimonia cuando los labios del vampiro rozaron su nariz, aquellos antes verdes y ahora blancuzcos casi sonrosados podía jurar más con aquella falta de luz inminente del astro rey era difícil determinar colores y más aun estar seguros de estar en lo correcto, con facilidad podría estar errando quizás eran amoratados o amarillentos y aquello no importaba, en lo más mínimo.

Y acunado nuevamente por el caprichoso destino y los azares injustos de la vida se encontraba ahí, escuchando de voz de su amante la verdad absoluta e injuzgable, había perdido un objeto valioso para el vampiro y quizás no porque el dinero pudiese significar o las cosas que con este podían hacerse pues en sus palabras pareció comprender algo no pronunciado y en su mente las oraciones se completaron como verdugos de su equivocación, cada palabra parecía taladrar en su pecho y ante el inminente vacio estrecho el cuerpo del vampiro contra el suyo para que ocupase aquellos espacios ahora vacios ¿Cuántas veces más tendría que disculparse? Y sin embargo aquellas palabras no traerían el tiempo atrás. El recuerdo de la renuncia del vampiro a su trabajo en la academia no le fue sino un peso aun peor, debería buscar la manera de corregir aquel error y dejar de flagelarse internamente por ello.

Una solución quizás no venidera pero si certera, pensaría en los próximos días en aquella tierra de su procedencia, aquella que debería despertar en el el sentimiento de pertenencia, como si en efecto alguien le hubiese moldeado con barro de aquel suelo, aquel sentimiento no existía en el, solo el recuerdo le ataba a aquel lugar, un recuerdo de una vida que antes despreciable lucia ahora perfecta y armoniosa, debería haber hablado con Angeliqué para que le acompañase donde su padre, pensaba ahora ¿Dónde buscarla? Cuando seis meses parecía a verse escondido bajo una roca.

-lo haremos con el dinero que e traído yo- sonrió de medio lado besando su hombro con un sonoro beso, y sin más se levanto del suelo verde para observar en derredor, hacia el poniente el bosque se alzaba imponente, las copas de los arboles llegaban hasta donde los ojos alcanzaban a observar y del otro lado, varios metros más allá un sendero con crecientes flores que indicaban un camino poco transitado, un alivio en aquellos instantes –si te quieres poner una camisa, hay algunas en la maleta- susurro rascándose la mejilla con la mano enguantada.

Dejó escapar un largo suspiro, pensando en cuan extraño resultaba disfrutar de esos momentos a solas con Anuar, cuando el panorama no pintaba nada prometedor, la situación parecía complicarse cada vez más y volverse más deprimente, pero extrañamente aún cuando todas las puertas parecían cerrarse en el firmamento el se encontraba disfrutando de ese beso y esa cercanía. Una locura ilógica que sin Anuar no habría logrado comprender.

- Si, supongo que no vale la pena lamentarse por lo que ya pasó - Dijo al fin y se levantó también. Se sintió levemente mareado y tuvo que apoyarse en el ataùd, se quedó unos segundos quieto y la sensación le abandonó paulatinamente. - Esta bien - Aceptó y abrió la maleta del pintor, para buscar algo que ponerse, tomó lo primero que encontró, que resultó ser una simple camisa negra y abotonando uno a uno los botones se la colocó, cubriendo así su raquítico cuerpo y las costillas que comenzaban a notarse exageradamente, casi como un cadáver.

- Bien, por lo pronto debemos improvisar - Exclamó una vez vestido - Se me ocurre ocultar el ataúd en el bosque, ven - Le explicó y comenzó a mover el pesado ataúd, agarrándolo por un costado, arrastrándolo por el cesped hasta adentrarse en el bosque, no lo arrastró mucho, de hecho no pensaba llevarlo muy lejos, pues no necesitaba cubrirlo con ramas o esconderlo en alguna cueva, lo que tenía en mente era mucho más práctico. El vampiro dobló las mangas de la camisa para evitar que se ensuciaran, se arrodilló y comenzó a cavar en la tierra.

Sus uñas aunque no largas como las de otros vampiros, removían la tierra con increíble facilidad y pronto el monticulo de tierra, piedritas y lombrices fue creciendo a su lado y un agujero fue quedando en su lugar - Erkki me enseñó a hacer esto - Le explicó mientras hacía el trabajo - Resulta muy útil saber cavar tu propia tumba en caso de emergencia - Soren sabía que en caso de que el sol le sorprendiera fuera de su escondite, el podría rápidamente cavar un hoyo para resguardarse. No era el sitio más cómodo, pero si era efectivo. 20 minutos después el agujero tenía al rededor de un metro y medio de profundidad, el vampiro salió de èl y empujó el ataúd deslizándolo y acomodándolo lo mejor que pudo en el lugar - Ahora viene lo más tedioso - Comentó echando de nuevo la tierra sobre el féretro - Por alguna extraña razón, la tierra nunca resulta suficiente al final y siempre queda faltando un poco para tapar -

Cuando le pareció que había puesto suficiente tierra y que lucía bastante parecido a como estaba antes se sacudió la tierra de las manos - Así encuentren el ataúd, nadie querrá molestar el descanzo eterno de un muerto en su tumba - Y era una bendición que la gente fuera tan religiosa, eso le permitía aprovecharse de esas creencias populares.

- Entonces ahora podremos ir a Bran y buscar un lugar donde tu puedas dormir o ir directamente a tu vieja casa, yo podré venir a dormir aquí todos días o puedo buscar un lugar en el cementerio del pueb...- Se interrumpió, el mareo de nuevo se manifestaba y esta vez mucho más fuerte, el vampiro tuvo que sostenerse de un árbol cercano, casi abrazado a su corteza para no caer, necesitaba más sangre y descanso, su cuerpo le mandaba señales evidentes.

Se agacho para colgar a su hombro la maleta que si bien no pesada seria imposible trasladarla de otro modo, colgaba el pesado objeto de su hombro para apoyarse sobre su espalda y encorvarlo suavemente hacia atrás –claro…-susurro detrás de el y deseo en lo más profundo de su ser poder ayudar con aquel tormentoso peso que llevaba ahora a cuestas, deseo que sus manos sirviesen y sus dedos se cernieran entorno al pesado objeto de madera para revocarlo hasta los adentros del frondoso bosque, no estaba seguro de haber estado antes en aquel lugar ¿pero que podia decir? Para el la mayoría de los bosques eran parecidos, más no iguales, no, las cosas jamás eran iguales.

Se apoyo en un árbol, el mas cercano que encontró dejando la maleta con cuidado sobre el húmedo y acolchado suelo de tierra y plantas, pensar, que la última vez que habia estado en un lugar como aquel en esa tierra, aunque si apenas a los lindes su tía le habia gritado en mil idiomas y rogando a todos los dioses y santos porque no se le ocurriese seguir avanzando pues de adentrarse en aquellos lindes de noche era entregarse a la muerte y al suicidio, regreso a casa habia recibido zendo sermón, no estaba ya en edad de cometer ruines actos de insensatez.

Lo observo unos instantes y prefirió a callar toda posible voz, ciertamente nadie se atrevería a abrir dicho artefacto no a menos que la adolescencia corriese por sus venas, con mayor posibilidad que lo encontrase le prendería fuego mucho antes de averiguar que yacía en su interior, quemar los cuerpos era la única forma en que pudiesen ser profanados por el mal y los demonios, arrojando agua bendita y rezarían si eran demasiado creyentes quizás llevarían ajos alrededor de sus cuellos.

-sigo creyendo que seria mejor idea descansar esta noche- asevero acercándose a el cuando la estabilidad pareció abandonarlo –no se que hacer ahora…para que estés mejor- susurro cerca de su oído, aquel que aun poseía completo.

Se giró de medio lado, abriéndo los ojos suavemente para que el mundo que se había desvanecido segundos antes por el mareo, apareciera a su alrededor, sus manos dejaron de sostener la corteza del árbol con tanta fuerza, pues sentía que ya no caería como antes, parpadeó y enfocó su vista en Anuar. El vampiro asintió con la cabeza, no estaba seguro de que Anuar deseara ver a su padre con mucha urgencia pues durante el viaje el chico no le había mencionado mucho ni se había mostrado muy ansioso, esperar una noche no haría gran diferencia, pensaba, descansar era más que sólo una buena idea, era la única salida inteligente.

- Hay algo que puedes hacer para que esté mejor - Respondió girándose y recostándose en el árbol, la luz de la luna que los bañaba, se filtraba a través de las ramas de ese gran sauce, por lo que algunas manchas de luz se dibujaban en el rostro de vampiro dándole el aspecto de un perro dálmata. Esperaba fervientemente que su aspecto hubiese mejorado luego de la cantidad de sangre de ciervo consumida y que no siguiera pareciendo como un cadáver decrépito y desagradable.

El vampiro rodeó al humano con sus manos, tomándolo por la cintura y atrayéndolo contra su cuerpo, terminando aquello en un abrazo cariñoso, sus mejillas se habrían tornado carmesí de no ser por la lenta asimilación de la sangre en su cuerpo mientras decía - Creo que si me besas toda la noche me sentiré mejor - Mintió con una sonrisa juguetona que dejaba entrever las puntas de sus colmillos.

- ¿Sabías que tus besos son curativos? - Le preguntó fingiendo una expresión de asombro - Tu cercanía también me reconforta, así que es como si fueras mi propio médico personal - Le explicó tranquilamente. - En realidad... nunca había estado tan cercano a la muerte como ahora... pero supongo que es cuestión de tiempo, debo esperar a que mi cuerpo se valla recuperando y asimilando la sangre que bebí -

Sonrio de medio lado revolviéndose entre los brazos del vampiro hasta decidir con claridad lo que debían hacer aquella noche –te besare tanto como quieras…pero no ahora- susurro besando su cuello con rapidez para avanzar hacia donde la maleta yacia y con estrafalario esfuerzo ubicarla nuevamente en su hombro –deberíamos buscar una posada, bañarnos y descansar lo que queda de noche…mañana antes de que salga el sol estaré aquí y asi podremos irnos juntos donde mi padre- le explico resueltamente asintiendo pues en su cabeza el plan era perfecto, sin contratiempos ni percances recobrarían fuerzas aquella noche y la siguiente Soren conocería a su padre y el quizás, el perdón en sus palabras ¿era ese el motivo de su regreso? Adquirir un perdón jamás exigido ni deseado y sin embargo ahora le resultaba tan importante no seguir viviendo sin aquel descanso del alma.

-¿te parece bien?- le cuestiono volteándole a ver justo antes de emprender el camino, quizás los planes del vampiro divergían, quizás quería cazar algo más.

Tenia que haber una posada por ahí cerca, no solian ser demasiado ostentosas y costosas, una noche en la cual dormir sobre una mullida cama y compartir una tina con los demás huéspedes, quizás ofrecían también alguna clase de cena o desayuno, algunas posadas eran también vivienda de gente humilde, que no poseia techo en el cual dormir. Inspiro profundamente llenando sus pulmones con el aire verde de las hojas.