Aventura en el Tren (Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Varias noches habían pasado desde aquella primera noche de aventuras pecaminosas con Anuar. El vampiro no había querido mencionar el tema, porque para ser franco le avergonzaba, no sólo por la situación misma de lo ocurrido, sino porque el alcohol en la sangre de Anuar le había conducido a actuar de esa forma tan inconsciente. Soren no solía beber, ni le gustaba embriagarse, ni siquiera cuando estaba vivo visitó los bares en busca del alcohol, así que haberse dejado llevar de esa manera no era algo de lo que se enorgulleciera. Aunque tenía que aceptar que una parte de él gozaba con toda aquella locura.

En varias ocasiones se había encontrado riendo tontamente sin motivo alguno y todo porque recordaba la situación en que se habían metido y la forma en como habían solucionado el problema. Esa noche en particular, luego de salir disimuladamente de la bodega y buscar a Anuar por los pasillos, se encontraba de muy buen humor, había escuchado conversaciones de que durante el día el tren había parado en un pueblo para cargar carbón y que ahora podrían viajar un poco más rápido.

- Y de esta manera se reproducen los cangrejos - Comentó con una taza de café que previamente había pedido a la dependienta que pasaba todas las noches al rededor de las 8 para ofrecer comestibles para la cena, en la mesa de centro habían galletas de trigo con ajonjolí y nueves, también habían dos ciruelas coloradas. - Caminan por la playa haciendo sonar sus tenazas bajo la luna llena -

Se llevó la taza de café a los labios, ese día vestía una camisa de lino negra y un pantalón con diseño de cuadros de colores verdes y vino tinto, en el cuello anudado a su camisa llevaba un listón rojo carmín amarrado como un moño. - ¿Están buenas las galletas? - Le preguntó aspirando el aroma del oscuro liquido.

El vampiro parpadeó con expresión confusa, intentaba encontrarle lógica a sus palabras pero le resultaba complejo, Anuar se contradecía un poco y sus premisas eran ambiguas, a Soren siempre le había costado comprender lo metafórico y no implícito en la actitud de la gente, quizás por eso su nivel de empatía con otros no era alto, siempre caía en los mismos errores al no poder predecir la conducta de su interlocutor y poder responder como se debía.

Era normal, más no por ello era bueno. Entonces siguiendo esa lógica era malo. No obstante podría haber un punto intermedio dependiendo del enfoque. ¿Cual era el enfoque de Anuar? ¿Era bueno o malo para él? Se preguntó sin dejar de mirarlo con sus claros ojos abiertos de par en par como dos canicas de cristal.

Recibió entonces el beso un tanto sorprendido, pues parecía no concordar con lo que se acaba de decir, ¿Era el beso una conclusión? ¿O era acaso una muestra de lo que era bueno y de lo que no?

Definitivamente debía dejar de pensar tanto las cosas o acabaría volviéndose loco.

El chico se levantó y pareció buscar la toalla, así que Soren se la pasó quedando él expuesto como antes, aún se sentía avergonzado por el extraño episodio ocurrido antes, pero se permitió envolver a Anuar con la toalla, cubriéndole los hombros y el pecho, su acción terminó como en una especie de abrazo y acercó sus labios a la oreja derecha del chico - ¿Ya te sientes mejor? Espero que el baño te ayude a dormir bien, debes descansar todo lo que puedas, porque mañana quiero que estés despierto conmigo toda la noche- Se atrevió a exigirle, sintiéndose caprichoso como un niño.

El abrazo inexistente en el gesto cordial que estaba realizado lo rodeo como una lánguida lengua de fuego que enrojeció sus mejillas con una rapidez insospechable, invisible al ojo humano. Desvió su mirada de miel a algun punto de la apagada habitación y se extendió en aquella obscuridad el cansancio que en su cuerpo habia habitado los últimos días y que en las noches anteriores no habia conocido descanso. Solia pasar las horas en un punto que oscilando entre la conciencia y los sueños resultaban no ser ni los unos ni los otros, un mundo paralelo casi tan ficticio como real con la excepciones de que en aquel mundo intangible la voz no manaba de la garganta y las manos decidían no moverse, los ojos parecían no observar y sin embargo los oídos todo lo entendían. Se cuestiono, si asi debía sentirse la muerte.

-toda la noche es mucho tiempo pero te prometo dormir bien hoy- los meses de ausencia a los cuales se habían orillando ambos por decisión le habían llevado a recuperar los hábitos humanos del sueño, dormía de noche y vivía de día, a la salida del sol se despertaba con los ases de fuego y oro colándose por las ventanas, a veces le parecía que con ellos se mecían también los trinidos y canticos de alegría de las aves de la catedral y aquellos gorriones y palomas que anidaban en el agujero que, por los años y las lluvias, se había formado en la pared de la casa del panadero, alado de los mustios rosales y la barda de piedra laja.

-sin embargo ¿Qué vamos a hacer mañana? Hay que esperar a que sane esta oreja para ir con mi padre…¿sanara en algún momento?- su mirada antes distante se dirigió entonces al objeto mencionado y no visible, lucia mejor que en un principio, y de eso debía agradecer, mas aun tenía un largo tramo que recorrer antes de lucir como su hermana del otro lado. Había sido una desgracia, un infortunio y mala suerte que ocurriesen aquellos hechos durante el viaje, les había costado dinero, tiempo, salud y algo más que un simple oficio. ¿Qué seria de el? Del pobre y desdichado ser que no conociendo otra forma de expresar su alma y su interior se había refugiado en el arte y la pintura ¿qué sería de el ahora? Ahora que su voz había sido arrancada y con sus dedos ya nada podría hacer. Morirían sus sentimientos en su interior, perecerían en su corazón.

Reprimió las palabras en su pecho y este pareció inflarse algunos milímetros por la acción, su pecho se hincho y en un segundo el aire escapo por sus labios sin ninguna palabra que junto con el corriera “sécame por favor” se extinguió y murió antes de nacer. Sujeto la toalla con sus muñecas, oprimiendo la tela áspera y absorbente contra su piel, la restregó por su cuello y abdomen bajando con esfuerzo hasta sus piernas. Ni una sola petición –cuando estemos en Bran habrá muchas cosas que enseñarte- asevero secando sus cabellos dormidos, arrancando toda gota acurrucada. Ni una sola vez pretendía sentirse un inútil con su propio cuerpo.

{no tengo prisa con que contestes, comprendo que tienes trabajo pero me dio por contestar asi que aqui esta}

Pese a los momentos vergonzoso de minutos atrás, Soren se había acostumbrado tanto a la presencia de Anuar, que fácilmente la confianza o más bien la tranquilidad había vuelto a él mientras le escuchaba hablar lo poco que salía de sus labios. Anuar no era una persona muy elocuente, de hecho sólo recordaba haberlo escuchado hablar como loro la vez en que se habían embriagado con el vino de grosellas.

Las mejillas se le colorearon ligeramente al recordar ese hecho en particular y todo lo ocurrido esa noche, secretamente deseaba repetirlo, descubrir más de ese Anuar risueño y hablador. Se puso de pie y observó como el humano fruncía el ceño mientras se secaba tomando las manos con sus adoloridas y maltrechas manos.

Sin esperar a que se lo pidiera o le diera permiso, el vampiro le quitó la toalla de las manos cuidando de no hacerle daño al hacerlo, luego comenzó a pasar la tela áspera por los hombros donde las gotas de agua salpicaban toda la extensión deslizándose traviesamente por su espalda hasta alcanzar sus nalgas. Le secó la espalda con dedicación y se agachó un poco para alcanzar las piernas manteniendo la mirada baja pues tenía que aceptar que observar su cuerpo desnudo resultaba bastante apetitoso y perturbador.

Cuando hubo terminado, tomó el camisón de la piyama y se lo pasó por la espalda, tomando delicadamente los brazos del humano para meterlos por las mangas, se permitió sonreír cuando el fugaz recuerdo de su esclavo vistiéndole cada mañana de su vida humana llegó a su mente en ese preciso instante - Soy tu esclavo ahora - Murmuró perdido en recuerdos y con esa sonrisita tonta y distraída que tanto le caracterizaba. Se apresuró a ayudarle con el pantalón.

- Me muero de ganas por conocer a tu padre - Comentó cuando hubo completado su misión y Anuar estuvo vestido, le observó con una mirada cargada de ternura, como un niño que acaba de vestir a su osito de felpa favorito - Iré a alimentarme como es debido más tarde y ya verás como mañana cuando vuelva estaré muy bien, entonces podremos intentar solucionar el problema con tus manos, no quiero que tu padre te vea así - Agregó.

Desvió la mirada al éter mismo del universo, observo lo que nadie más en su capacidad humana, o vampírica, podía observar pues aquellas imágenes solo en su cabeza existían y se materializaban como sombras y espectros en la obscuridad. Seguramente las demás personas las confundirían con el baile aletargado de las velas y candiles que iluminaban mezquinamente la estancia que les había brindado tan buen refugio para lavar sus cuerpos y manchar sus almas con el pecado más dulce que hubiese probado nunca.

Ningún gracias mano de sus labios, ningún gesto siquiera que demostrase muestra alguna de gratitud. Si decía ahora gracias ¿Cuántas veces más no tendría que hacerlo? La palabra misma terminaría cazándole por las noches como una fierecilla hambrienta, encerrada solo por su voluntad y bajo un candado tan diminuto que la más mínima vacilación podría hacerle caer y derrumbarse. ¿Cuántas veces a partir de ese instante decir gracias resultaría necesario? Terminaría mudo de tanto repetir la palabra, terminaría volviéndose inútil aun para el mismo. Se dejo vestir por resultarle demasiado impropio y grosero hacer lo contrario y las palabras del vampiro resonaron en su cabeza como un eco sempiterno que más allá de extinguirse encontró lugar en sus recuerdos.

Sonrió torpemente, una sonrisa que no tomo lugar en ninguna otra parte de su rostro – ni ahora ni nunca…- solo era un hombre que se preocupaba por él, un buen hombre al cual amaba y por el cual haría lo mismo que hacia ahora él. La mirada que el vampiro le otorgo le recordaba el motivo de estar en aquel lugar, con esa y no otra persona. Le recordó porque no debía permitirse herirlo. Se acercó, perdiéndose sus pasos en la obscuridad, hurtando en su alma con un solo beso –espero que siga ese ánimo después de conocerlo realmente- suspiro de forma lenta y prolongada hasta que el aire escapo completamente de su pecho.

-debe ser toda una aventura para ti, a veces me gustaría poder hacer lo mismo por ti – se encogió de hombros con una extraña sensación al sentir el roce de la tela sobre su piel. Extendió sus manos frente a ambos, dedos que se asemejaban más a ramas maltrechas y dispares, extremidades de alguna nueva especie de araña, sonrió, extrañamente aliviado.

Tenía que aceptar que esperaba escuchar un 'Gracias' de sus labios, una parte de si mismo se quedó a la espera de esa dulce palabra, porque su ego aumentaba cada que se sentía necesitado por él, pensar que dependía de él le hacía sentir un tanto más seguro de si mismo, aunque fuera una razón tan patética y egoísta. Las gracias no llegaron y Soren se sintió un poco más como si aquello fuera su obligación y no un favor.

¿Y es que acaso no es tu obligación? Piénsalo bien Soren, ahora tienes pareja y es como si él fuese la chica, tu novia o esposa o lo que sea, estás en la obligación de cuidarla, de ayudarla y más.

El vampiro prosiguió a terminar de organizarse su propia ropa, pasándose una mano por el húmedo cabello cenizo que caía revuelto en hilachas disparejas.

- Ya veremos cuando lo conozca si mi ánimo cambia - Comentó recibiendo el beso fugaz cerrándo los ojos por esos segundos - De cualquier forma, no mi importa el tipo de persona que sea, él es la persona responsable de que tu existas, le debo mi eternidad de soledad por haberte dado la vida, para que en este punto pudieses llegar mi vida - Le explicó, y pasó a abrir la puerta del baño, tomando toda la ropa sucia y demás cosas que habían entrado.

- Es una lástima que no puedas conocer a mis padres, aunque tampoco te hubieras perdido de mucho, además de que es inapropiado que estemos juntos por nuestro género, el barón Kaarkarogf y su distinguida esposa, te habrían menospreciado por tu clase social - Comentó con toda franqueza, tomándole del brazo para conducirle de regreso a la habitación.

Atravesó el pasillo que los había separado anteriormente de la habitación, la madera crujía bajo sus pies suavemente, quizás fruto a los años y la humedad. Al llegar abrió la puerta y colocó la ropa sucia a un lado de las maletas, se giró y atrapó al humano entre sus brazos, perdiéndose así su rostro entre el cuello de él. La vena aorta de su cuello de repente pareció tan apetitosa y sintió los punzantes latidos de su pulso, se encontró abriendo la boca, enseñando los colmillos, pero pareció volver en si mismo, por que sólo susurró - Ellos no habrían comprendido nunca lo maravilloso que eres -

No necesitaba escucharlo para saber aquello, siempre había visto a su padre como eso y nada más. El hombre que le había dado la vida, vaya titulo le había colocado cuando más simple era ponerle el sino de “padre” en la frente. Más padre no era aquel que la vida había concebido sino el que, con esfuerzo, dedicación y amor habían logrado forjar un ser humano. El señor que le había dado la vida, no había conseguido precisamente eso y a veces se llegaba a cuestionar, ¿cuánta culpa había tenido el en ello?

Se dejo guiar con tranquilidad mientras escuchaba el inusual relato que tomaba lugar ahora en boca del vampiro. Cierto, doloroso también, inclusive quizás trágico y romántico, palabras y sentimientos que no debían jamás combinarse a excepción que quisieran que sus vidas fueran como Capuletos y Montescos o cualquier otra narración de aquella índole de amores imposibles y trágicas muertes impredecibles y sin embargo completamente evitables.

Cerró la puerta tras de si escuchando a sus espaldas el lastimero gemido que la cerradura producía al acoplarse con la hendidura en el marco y apenas la privacidad los hubo acogido los brazos del vampiro rodearon su cuerpo con rapidez y su rostro se perdió en el ángulo de su cuello. Cerró los ojo con dolor en el pecho, su primer pensamientos no había sido un agradecimiento, ni siquiera una ironía “tampoco lograron comprender lo maravilloso que eres tú”. Una frase de apariencia dócil y agradable, una fachada de ternura y gratitud y sin embargo se ocultaba en ella la latente realidad de la negación. La misma que no por permanecer en ella sino por ser narrada había comprendido y recordado como si de su propio pasado se tratara.

-y sin embargo eso no importa…porque aun así hubiese seguido contigo- realidad, hecho, aceptación. Porque si lo que sus padres pudiesen decir no le importaba en demasía ¿Por qué habría de importarle lo que dos burgueses pudiesen decir de el? Porque eran los padres de quien amaba, más el amor debía ir más allá de la familia ¿pensaba acaso que Soren debía poner como el a su familia bajo sus pies? Negó de manera obvia, quizás por primera vez permitió ver su confusión a flor de piel.

-creo que seria buena idea que me fuera a dormir…será una larga noche la de mañana- susurro entre sus cabellos besando su coronilla y como no queriendo rompió el abrazo, aquel gesto afectuoso que le había mantenido atado a la prudencia –buenas noches Soren- y entre sus labios se escapo un gesto de ternura dilección.

Si, habrìan seguido allì sin importar que, pensaba al escucharle decir aquello, el vampiro se habìa dado cuenta ya por muy torpe que fuera que, sin importar que iban a seguir juntos. Demasiadas cosas habían pasado en esa relaciòn llena de aventuras, locuras, pasiones, tristezas y peligros, habìa estado dispuesto a dar su vida por èl en varios ocaciones e inclusive contemplado la posiblidad de convertrile en otro ser co èl, cuando eso iba completamente en contra de su moral y ètica. Lo que los única ahora iba más allà de cualquier prejuicio.

- Nada podrá separarnos ahora - Murmuró y su voz sonó más como el silvido suave del viento languido de verano que apenas si comenzaba a morir con el aumento de temperatura. Asintiò con la cabeza al escucharle su deseo de dormir y le sonrió, se permitiò darle una pequeña caricia a su cabello hùmedo antes de despedirse con un simple gesto y un beso al aire.

Soren saliò de la habitación, a fortunadamente no había nadie en el corredor, no quería encontrarse a alguien y tener que responder preguntas sobre el porque salía tan tarde y no se quedaba dormir con su primo, el vampiro se delizó sigiloso hasta encontrar una ventana abierta, evitando ser visto por quien estuviese en la entrada donde se recibìan a los nuevos inquilinos. Saltò desde el borde de la ventana y el viento no muy frìo de esa primavera que comenzaba a morir con la llegada pronta del verano le recibió acariciando su rostro dòcilmente.

El profesor saltò hasta un àrbol cercano y se perdiò entre sus ramas, le gustaba subirse a los àrboles, el olor de las ojas frescas de una extraña manera lo reconfortaba, se quedò un rato allì recibiendo la luz de la luna a travès de las hojas de la cupula, pensando en todo lo que aùn quedaba por venir al lado de el pintor que se habìa encargado de robarle el corazòn desde el comienzo.

Media hora después, saltò del àrbol como una sombra y se perdiò por el sendero que conducìa al pueblo màs cercano, sus sentidos agudizados le mostraron el camino hacìa la deliciosa carne humana y el elixir que corrìa entre esas delgadas venas.