AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdo del primer mensaje :
El día por fin había llegado y era la hora en que el paréntesis se rompía y debíamos de volver a seguir, o a empezar, con el propósito que nos había llevado hasta allí. Fui hasta mí camarote para cambiarme de ropa cerciorándome de que tenía todo listo y preparado para en terminar de desayunar coger las cosas y partir, salí recorriendo los pasillos por última vez hasta el comedor donde me senté con el vikingo para desayunar de forma tranquila, y una vez terminado volver al camarote y coger las cosas, cuando fui a cubierta él ya estaba allí. Ya se podía empezar a notar el calor que hacía aquel día y en aquellas tierras, siempre hacía calor en Egipto y al menos me alegré de haber traído la ropa adecuada para la ocasión. Dejé que él llevara una de las maletas y antes de bajar del barco me despedí de la familia a la que habíamos salvado la niña y finalmente bajamos para pisar tierras egipcias.
Por un par de segundos cuando mis pies tocaron el suelo, por extraño que pareciera, me quedé quieta sintiendo de nuevo aquella sensación que había sentido cuando volví hacía poco tiempo. “Estoy en casa”, eso fue lo que cruzó mí mente y que me hizo portar una sonrisa en el rostro más animada, nada como estar en casa para sentirte mejor y así era como me sentía en esos momentos. Miré a mí acompañante y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera entre la multitud, debíamos de coger otro barco para poder llegar hasta Guiza aunque este era mucho más pequeño del que habíamos utilizado para llegar hasta allí y que era muy común para navegar por el Nilo.
El vikingo destacaba entre la multitud no solo porque era más alto que la media de los que allí había, sino por su tono de piel algo más pálida, su pelo, sus ojos azules y sobre todo por la ropa que llevaba que destacaba entre las que solían utilizar allí. Llegamos hasta la zona donde estaban los barcos y compré los dos pasajes que nos llevarían hasta Guiza, apenas sería el recorrido de un par de horas y no tardaríamos mucho en llegar, debíamos de navegar por el Nilo ya que el barco no podía hacerlo por las mismas dimensiones de este y porque aquellos barcos eran más prácticos para navegar por el Nilo.
-Seguro que este barco te hace sentir más nostalgia que el otro –apunté sentándome en la popa del barco, el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en las aguas del Nilo que seguramente no tardarían dentro de poco en llenarse de cocodrilos y caimanes ya que se iba acercando el bueno tiempo. Este tipo de barco era más similar a los que usaban ellos y de hecho era el que más usábamos nosotros también. La leve brisa era bien recibida para soportar un poco el calor y lo miré durante unos segundos, ¿cuán bien se le daría aguantar el calor?- ¿Estás bien? –Pregunté para ver cómo estaba llevando ese calor y saqué uno de los libros que traía en una de las maletas- hay bebida por si te apetece tomar algo, quizás una cerveza egipcia bien fría te venga bien –le sonreí dejando que decidiera si quería o no y miré lo que tenía apuntado en el libro durante unos segundos. El escaso par de horas que estuvimos abordo pasaron –por suerte para mí- sin ningún incidente que comentar al respecto, parecía que él estaba bastante cansado y no sabía si era por el calor que hacía aquel día.
Conforme llegábamos a Guiza desde lejos se podían observar las pirámides que se alzaban en lo alto incluso desde esa distancia, pirámides que había ido a verlas cuando era pequeña y que en mí vuelta también había vuelto a ir. Mí madre había estado trabajando también en ellas y cuando era pequeña siempre había querido trabajar como lo hacía ella. Lancé un suspiro observándolas y ya que él no había estado nunca en Egipto, aunque si esperaba que hubiera oído hablar de las pirámides, le conté un poco por encima cuál era cada una y un poco su historia. La esfinge no se veía porque estaba detrás de una de las pirámides y esta la tapaba, así que no le comenté nada al respecto. Por fin llegamos hasta la ciudad de Guiza y le hice una seña para que me siguiera, volver a pisar sus calles, perderme entre su gente, el ambiente del lugar… era como si nunca me hubiera ido de aquel país, de aquella ciudad… sentía bien volver a pisar aquellas calles y caminar por la zona.
-No te pierdas vikingo, aquí dudo que puedan entenderte si te pierdes –le lancé una mirada divertida mientras seguíamos andando. Sabía exactamente dónde iba a llevarlo, al mismo lugar donde me había hospedado yo cuando hice aquel tour por Egipto y paré en aquella ciudad la primera. Era una zona tranquila y alejada, solamente habían familias viviendo allí y muchas de ellas se dedicaban a los mercados callejeros, así que sería el mejor lugar para quedarse que mejor cualquier hotel donde pudiéramos llamar más la atención como turistas. Viviendo en una casa, y yo al ser egipcia, sería más probable que pensaran que estábamos juntos a que pensaran que éramos turistas. No tardamos mucho más de media hora hasta que entramos en aquella zona residencial, allí vivía un amigo de mí madre de hacía mucho tiempo quien fue quien me encontró donde quedarme a mí vuelta y a quien iba a acudir de nuevo. Giré por una de las calles viendo que había niños jugando en ella y les sonreí mientras paraba en una de las puertas que había y tocaba esperando que estuvieran en casa. A los pocos segundos un hombre mayor me abrió la puerta a lo que yo le sonreí- Hawis –él apenas tardó un par de segundos en reconocerme y en saludarme, nos invitó a pasar y miré al vikingo para que estuviera tranquilo.
Hawis había sido compañero de mí padre mientras ella trabaja en las pirámides, me conocía desde pequeña y sabía mi pasión, la misma que la de mi madre. Se extrañó de verme de nuevo por allí y le conté brevemente que venía porque el museo me había mandado, no iba a contarle la razón principal porque eso no debía de saberlo nadie. Le pregunté si seguía teniendo aquella casa que una vez me dejó y si estaba disponible para que pudiéramos quedarnos, por suerte para nosotros estaba libre y no dudó en dejárnosla. Le dije que le pagaría por aquello y aunque dijo que lo hacía como favor por ser hija de Tahirah, yo me negué en rotundo y acordé en pagarle algo… ya había sido bastante generoso en el pasado. Como era de esperar el vikingo no se había enterado de nada porque Hawis no hablaba francés, así que cuando se fue a por la llave le comenté brevemente qué era lo que habíamos hablado, por si acaso pensaba que había dicho algo que no debiera.
-Shukran* Hawis –me despedí de él agradeciéndole y me giré para mirar al vikingo, era algo frustrante no poder llamarlo por su nombre, pero se había empeñado en no decirme nada- Vamos, ya tenemos sitio donde quedarnos –le sonreí y cogí la maleta para salir por la puerta y comenzar a andar calle abajo. La casa que nos había dejado estaba un poco más para abajo, así que apenas tardamos diez minutos en llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta pasando dentro y cerrando cuando él entró. Abrí todas las ventanas para que entrara la luz y ventilara el lugar, dejé la maleta en el suelo y lo miré a él- Mejor que cualquier hotel donde podamos llamar más la atención, ¿no crees? Esto es una zona residencial y aquí todos son comerciantes y mercaderes, no creo que encontremos problemas –fui abriendo ventana tras ventana y luego lo miré a él, parecía bastante cansado y llevé mis manos a la cintura- Pareces cansado, vikingo. ¿Estás bien? ¿Es por el calor? –Terminé preguntando porque hacía bastante para la época que estábamos, y se avecinaba más calor- Deberías de darte una ducha, te ayudará con el calor y seguro que hay ropa cómoda en alguna habitación –tampoco quería obligarle, pero parecía que realmente lo necesitaba. Yo misma estaba por darme una ducha y cambiarme de ropa, la humedad, la calima que seguramente se formaría conforme se acercara el calor hacían el ambiente mucho más caluroso- Ve y hazme caso por una vez, mientras veré qué hay para poder hacer la comida y hablaremos del plan a seguir, ¿te parece bien? –Me acerqué hasta él y puse mis manos en su espalda como si intentara moverlo, pero era más fuerte que yo y no conseguí hacerlo- Venga vamos, o sino me colaré yo primero en el baño –reí levemente y me acerqué hacia la cocina para ver qué era lo que podía hacer mientras él se bañaba. La casa era de dos plantas, las habitaciones y el aseo principal estaban arriba mientras que el salón y la cocina estaban bajo.
Terminé por subir antes que él y me metí para darme un baño rápido y ya dejarlo a él mientras hacía la comida, me puse un vestido de lino que era para verano de manga corta, escote en "U" de color blanco y ya bajé para empezar a preparar la comida. Faltaban algunos ingredientes así que salí mientras el se daba el baño a comprar lo que necesitaba y volví para terminar. Cuando él ya se había bañado yo estaba por terminar de cocinarlo, en su mayoría era arroz y carne y un poco de verduras, era lo más rápido para hacer. Cuando me giré en la cocina estaba observándome apoyado contra el marco y sonreí, ya estaba casi todo listo.
-¿Puedes sacar un par de platos y llevarlos al salón? Están en ese armario –le señalé con la cabeza y me giré para terminar con lo que estaba haciendo esperando que me hiciera caso. Dejé cada cosa en un bol y lo saqué al salón y luego volví a la cocina sacando una jarra y dos vasos que dejé sobre la mesa, me senté en la mesa y lo miré- ¿Mejor tras el baño? No pensaba que iba a hacer tanto calor –me puse en el plato un poco de cada cosa que había en el bol y lo miré- Después hablaremos de cuál es nuestro plan, ¿tienes un plan? –Enarqué una ceja observándolo, no sabía muy bien qué era lo que tenía en mente precisamente.
*Shukran: Gracias
El día por fin había llegado y era la hora en que el paréntesis se rompía y debíamos de volver a seguir, o a empezar, con el propósito que nos había llevado hasta allí. Fui hasta mí camarote para cambiarme de ropa cerciorándome de que tenía todo listo y preparado para en terminar de desayunar coger las cosas y partir, salí recorriendo los pasillos por última vez hasta el comedor donde me senté con el vikingo para desayunar de forma tranquila, y una vez terminado volver al camarote y coger las cosas, cuando fui a cubierta él ya estaba allí. Ya se podía empezar a notar el calor que hacía aquel día y en aquellas tierras, siempre hacía calor en Egipto y al menos me alegré de haber traído la ropa adecuada para la ocasión. Dejé que él llevara una de las maletas y antes de bajar del barco me despedí de la familia a la que habíamos salvado la niña y finalmente bajamos para pisar tierras egipcias.
Por un par de segundos cuando mis pies tocaron el suelo, por extraño que pareciera, me quedé quieta sintiendo de nuevo aquella sensación que había sentido cuando volví hacía poco tiempo. “Estoy en casa”, eso fue lo que cruzó mí mente y que me hizo portar una sonrisa en el rostro más animada, nada como estar en casa para sentirte mejor y así era como me sentía en esos momentos. Miré a mí acompañante y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera entre la multitud, debíamos de coger otro barco para poder llegar hasta Guiza aunque este era mucho más pequeño del que habíamos utilizado para llegar hasta allí y que era muy común para navegar por el Nilo.
El vikingo destacaba entre la multitud no solo porque era más alto que la media de los que allí había, sino por su tono de piel algo más pálida, su pelo, sus ojos azules y sobre todo por la ropa que llevaba que destacaba entre las que solían utilizar allí. Llegamos hasta la zona donde estaban los barcos y compré los dos pasajes que nos llevarían hasta Guiza, apenas sería el recorrido de un par de horas y no tardaríamos mucho en llegar, debíamos de navegar por el Nilo ya que el barco no podía hacerlo por las mismas dimensiones de este y porque aquellos barcos eran más prácticos para navegar por el Nilo.
-Seguro que este barco te hace sentir más nostalgia que el otro –apunté sentándome en la popa del barco, el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en las aguas del Nilo que seguramente no tardarían dentro de poco en llenarse de cocodrilos y caimanes ya que se iba acercando el bueno tiempo. Este tipo de barco era más similar a los que usaban ellos y de hecho era el que más usábamos nosotros también. La leve brisa era bien recibida para soportar un poco el calor y lo miré durante unos segundos, ¿cuán bien se le daría aguantar el calor?- ¿Estás bien? –Pregunté para ver cómo estaba llevando ese calor y saqué uno de los libros que traía en una de las maletas- hay bebida por si te apetece tomar algo, quizás una cerveza egipcia bien fría te venga bien –le sonreí dejando que decidiera si quería o no y miré lo que tenía apuntado en el libro durante unos segundos. El escaso par de horas que estuvimos abordo pasaron –por suerte para mí- sin ningún incidente que comentar al respecto, parecía que él estaba bastante cansado y no sabía si era por el calor que hacía aquel día.
Conforme llegábamos a Guiza desde lejos se podían observar las pirámides que se alzaban en lo alto incluso desde esa distancia, pirámides que había ido a verlas cuando era pequeña y que en mí vuelta también había vuelto a ir. Mí madre había estado trabajando también en ellas y cuando era pequeña siempre había querido trabajar como lo hacía ella. Lancé un suspiro observándolas y ya que él no había estado nunca en Egipto, aunque si esperaba que hubiera oído hablar de las pirámides, le conté un poco por encima cuál era cada una y un poco su historia. La esfinge no se veía porque estaba detrás de una de las pirámides y esta la tapaba, así que no le comenté nada al respecto. Por fin llegamos hasta la ciudad de Guiza y le hice una seña para que me siguiera, volver a pisar sus calles, perderme entre su gente, el ambiente del lugar… era como si nunca me hubiera ido de aquel país, de aquella ciudad… sentía bien volver a pisar aquellas calles y caminar por la zona.
-No te pierdas vikingo, aquí dudo que puedan entenderte si te pierdes –le lancé una mirada divertida mientras seguíamos andando. Sabía exactamente dónde iba a llevarlo, al mismo lugar donde me había hospedado yo cuando hice aquel tour por Egipto y paré en aquella ciudad la primera. Era una zona tranquila y alejada, solamente habían familias viviendo allí y muchas de ellas se dedicaban a los mercados callejeros, así que sería el mejor lugar para quedarse que mejor cualquier hotel donde pudiéramos llamar más la atención como turistas. Viviendo en una casa, y yo al ser egipcia, sería más probable que pensaran que estábamos juntos a que pensaran que éramos turistas. No tardamos mucho más de media hora hasta que entramos en aquella zona residencial, allí vivía un amigo de mí madre de hacía mucho tiempo quien fue quien me encontró donde quedarme a mí vuelta y a quien iba a acudir de nuevo. Giré por una de las calles viendo que había niños jugando en ella y les sonreí mientras paraba en una de las puertas que había y tocaba esperando que estuvieran en casa. A los pocos segundos un hombre mayor me abrió la puerta a lo que yo le sonreí- Hawis –él apenas tardó un par de segundos en reconocerme y en saludarme, nos invitó a pasar y miré al vikingo para que estuviera tranquilo.
Hawis había sido compañero de mí padre mientras ella trabaja en las pirámides, me conocía desde pequeña y sabía mi pasión, la misma que la de mi madre. Se extrañó de verme de nuevo por allí y le conté brevemente que venía porque el museo me había mandado, no iba a contarle la razón principal porque eso no debía de saberlo nadie. Le pregunté si seguía teniendo aquella casa que una vez me dejó y si estaba disponible para que pudiéramos quedarnos, por suerte para nosotros estaba libre y no dudó en dejárnosla. Le dije que le pagaría por aquello y aunque dijo que lo hacía como favor por ser hija de Tahirah, yo me negué en rotundo y acordé en pagarle algo… ya había sido bastante generoso en el pasado. Como era de esperar el vikingo no se había enterado de nada porque Hawis no hablaba francés, así que cuando se fue a por la llave le comenté brevemente qué era lo que habíamos hablado, por si acaso pensaba que había dicho algo que no debiera.
-Shukran* Hawis –me despedí de él agradeciéndole y me giré para mirar al vikingo, era algo frustrante no poder llamarlo por su nombre, pero se había empeñado en no decirme nada- Vamos, ya tenemos sitio donde quedarnos –le sonreí y cogí la maleta para salir por la puerta y comenzar a andar calle abajo. La casa que nos había dejado estaba un poco más para abajo, así que apenas tardamos diez minutos en llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta pasando dentro y cerrando cuando él entró. Abrí todas las ventanas para que entrara la luz y ventilara el lugar, dejé la maleta en el suelo y lo miré a él- Mejor que cualquier hotel donde podamos llamar más la atención, ¿no crees? Esto es una zona residencial y aquí todos son comerciantes y mercaderes, no creo que encontremos problemas –fui abriendo ventana tras ventana y luego lo miré a él, parecía bastante cansado y llevé mis manos a la cintura- Pareces cansado, vikingo. ¿Estás bien? ¿Es por el calor? –Terminé preguntando porque hacía bastante para la época que estábamos, y se avecinaba más calor- Deberías de darte una ducha, te ayudará con el calor y seguro que hay ropa cómoda en alguna habitación –tampoco quería obligarle, pero parecía que realmente lo necesitaba. Yo misma estaba por darme una ducha y cambiarme de ropa, la humedad, la calima que seguramente se formaría conforme se acercara el calor hacían el ambiente mucho más caluroso- Ve y hazme caso por una vez, mientras veré qué hay para poder hacer la comida y hablaremos del plan a seguir, ¿te parece bien? –Me acerqué hasta él y puse mis manos en su espalda como si intentara moverlo, pero era más fuerte que yo y no conseguí hacerlo- Venga vamos, o sino me colaré yo primero en el baño –reí levemente y me acerqué hacia la cocina para ver qué era lo que podía hacer mientras él se bañaba. La casa era de dos plantas, las habitaciones y el aseo principal estaban arriba mientras que el salón y la cocina estaban bajo.
Terminé por subir antes que él y me metí para darme un baño rápido y ya dejarlo a él mientras hacía la comida, me puse un vestido de lino que era para verano de manga corta, escote en "U" de color blanco y ya bajé para empezar a preparar la comida. Faltaban algunos ingredientes así que salí mientras el se daba el baño a comprar lo que necesitaba y volví para terminar. Cuando él ya se había bañado yo estaba por terminar de cocinarlo, en su mayoría era arroz y carne y un poco de verduras, era lo más rápido para hacer. Cuando me giré en la cocina estaba observándome apoyado contra el marco y sonreí, ya estaba casi todo listo.
-¿Puedes sacar un par de platos y llevarlos al salón? Están en ese armario –le señalé con la cabeza y me giré para terminar con lo que estaba haciendo esperando que me hiciera caso. Dejé cada cosa en un bol y lo saqué al salón y luego volví a la cocina sacando una jarra y dos vasos que dejé sobre la mesa, me senté en la mesa y lo miré- ¿Mejor tras el baño? No pensaba que iba a hacer tanto calor –me puse en el plato un poco de cada cosa que había en el bol y lo miré- Después hablaremos de cuál es nuestro plan, ¿tienes un plan? –Enarqué una ceja observándolo, no sabía muy bien qué era lo que tenía en mente precisamente.
*Shukran: Gracias
Última edición por Naitiri Zahir el Dom Abr 02, 2017 9:01 pm, editado 1 vez
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Sabía que el vikingo se desesperaba con cada hora que pasaba y que no lograba terminar de descifrar lo que ponía en aquellos papiros, podía entenderlo, era un hombre que no tenía demasiada paciencia y para ese tipo de cosas debías de tenerla o de lo contrario estarías perdido. Lo notaba en la silla a mí lado intranquilo, dejándome hacer solamente tocando mí pelo donde enredaba de vez en cuando sus dedos, produciéndome cosquillas y una sonrisa mientras seguía traduciendo. No me molestaba, me perturbaba lo más mínimo y me dejaba hacer para terminar de traducir aquello que se me resistía, tan solo me dijo que me veía sexy de esa forma y reí negando con la cabeza, hasta con el peor vestido y de la peor manera aquel hombre siempre me vería de forma sexy. Las últimas dos frases que anoté y que había traducido ya resonaban en mí cabeza, las repetía una y otra vez encontrando una respuesta que me indicaran qué era lo que estábamos buscando, o el lugar más bien.
Me levanté para coger el maletín y sacar de este un mapa que extendí en la mesa y comencé a buscar un punto en concreto, un templo perdido en el tiempo del que poco se había oído hablar de el, de hecho, pocos egiptólogos se habían atrevido a mirar más allá de lo que podía esconder aquel templo porque estaba medio en ruinas y porque no habían encontrado nada a simple vista, pero toda la información que había recabado de los papiros apuntaban a que era precisamente aquel templo el que estábamos buscando y en donde encontraríamos sin lugar a dudas la reliquia que nos había llevado hasta Egipto. Una vez localizado miré al vikingo anunciándole que había encontrado el lugar, viendo que sus ojos se abrían con sorpresa y se levantaba para encerrar mí cuerpo con el suyo, su mano sobre la mía en el mapa enlazándola. Marqué con una “X” el lugar dejando el lápiz sobre la mesa y me giré a mirarlo.
Me giró para besarme tras decirle que debíamos de hacer un viaje por el desierto montados en camello, algo que no hacía desde que era pequeña y que en verdad me hacía algo de ilusión volver a montar en un camello, y sus manos en mí cadera me alzaron sin esfuerzo alguno, como si no pesara apenas nada apoyando mis manos en sus hombros, riéndome mientras mí pelo caía sobre ambos como un manto de oscuros rizos que nos envolvía. Reí por aquello viendo que su humor había cambiado bastante, era lo que estaba necesitando y me alegré de poder serle de ayuda. Me bajó de nuevo al suelo para besarnos otra vez de una forma apasionada, éramos como dos imanes que nos atraíamos sin poder evitarlo dejando que la pasión y el deseo nos consumieron como en un bucle infinito, empezando y terminando por el otro para volver a empezar de nuevo.
Sus manos se colaron por mi vestido y sonreí en el beso recorriendo su pecho con mis manos, su cuerpo me fue orillando y reculé hasta que di contra la mesa de nuevo, se separó para mirarme con mis labios entreabiertos, lamí estos provocándole en una pasada lenta y su respuesta fue inmediata. Sus manos me elevaron de las nalgas y exhalé un jadeo entrecortado al verme alzada de esa forma, salvaje y ruda, para luego sentir que me dejaba caer contra la mesa del comedor emitiendo un ruido seco, denotando las ganas que tenía en ese momento y de una forma que lo único que hacía era ponerme aún más. Ya había subido la falta hasta mis muslos, se coló entre mis piernas notando su miembro contra mí sexo, ardiente y necesitado, ni se molestó en quitarlas, terminaron rotas por el suelo.
-Ubbe, a este paso me vas a tener que comprar algo más que un vestido –jadeé contra sus labios con un deje de diversión, no quería contar las prendas que me había destrozado en mitad de un arrebato de lujuria y de pasión. Mí pecho subía y baja con rapidez, mi respiración entrecortada y mis labios entreabiertos jadeando sin dejar de mirarlo, mientras mis manos subían y quitaban la camisa que llevaba lanzándola lejos de su cuerpo, dejándome al descubierto aquel pecho de músculos marcados que no tardé en recorrer con las yemas de mis dedos, al igual que con mis uñas en una caricia más sentida. Mis ojos bajaron para no perder detalle de cómo se desabrochaba el pantalón dejando su miembro libre viendo como lo acariciaba, mordiendo mí labio para envolver su cintura con mis piernas. Uno de mis dedos bajó hasta mí sexo acariciándolo un par de segundos notando lo mojada que estaba provocándome un jadeo por ello, subí el dedo para deslizarlo por sus labios y luego lo lamí mientras esperaba a que se hundiera como estaba deseando que hiciera- Ubbe… -pedí tan solo unos segundos antes de que finalmente lo hiciera, gemí por el movimiento rudo y placentero notando como si de alguna forma ya me hubiera acostumbrado a que estuviera dentro de mí, me arqueé hacia él mientras empezaba a moverse de aquella forma en la que entraba y salía por completo volviéndome loca.
Lamí sus labios incitándole con los míos entreabiertos por el placer que sentía y no tardó en buscarme y besarme en una batalla sin fin. Una de sus manos dejó mis pechos libres que no tardó en lamer, succionar y morder, apretándolos entre sus manos, notando su nariz pasando por mis pezones arrancándome gemidos por todo en conjunto, con mis piernas aprisionando su cintura y pegándolo más contra mí como si eso fuera posible para que entrara más profundo. Salvajes, pasionales, llenos de lujuria y perdidos en el deseo más profundo… así es como nos entregábamos el uno al otro. Mis manos recorrieron su espalda y su pecho dejando la marca de mis uñas por este a su paso incapaz de contenerme ante el placer.
Una mano en mí pecho hizo que terminara apoyando la espalda en la mesa, su boca en mis pechos, mis piernas ahora sobre sus hombros notando cómo se adentraba de esa forma en la que notaba que llegaba al tope, un punto de dolor mezclado en un océano de placer que combinado me estaba volviendo loca. Necesitaba agarrarme a algo con fuerza notando como se hundía de esa forma en mí interior que me arrancaba gemidos llenos de placer, terminé por elevar mis brazos dándole un mejor acceso a mis pechos y aferrar con fuerza el borde de la mesa. Una de sus manos subía hasta una de las mías y entre embestidas furiosas que me llevaban a la más absoluta locura placentera alcancé el orgasmo notando que él hacía lo propio. Cerré los ojos en busca de aire mientras todo mí cuerpo temblaba con su mano aferrando la mía que lo apresaba con fuerza, sintiendo que se dejaba caer contra mí cuerpo, no nos saciábamos nunca, nos retroalimentábamos cada vez que nos perdíamos en el otro y nos quedábamos siempre con ganas de más, nunca había conectado de esa forma con ninguna persona y mucho menos me había encendido con solo envolver su cuerpo con el mío, como si me prendiera sin hacer nada. Mis ojos lo miraron notando como hacía unas inscripciones en la zona baja de mí vientre que supe lo que era sin necesidad de preguntar.
-Creo que estoy preparada para que me tatúes –concluí notando que se alejaba y yo recolocaba el vestido mientras veía lo que traía en sus manos; tinta, una vela y agujas. Volvió a besarme una vez a mí lado de forma lenta, pausada, sentida, acariciándonos mientras nos mirábamos sabiendo que íbamos a quedar marcados para siempre, de por vida, algo que jamás nos haríamos olvidarnos del otro aunque yo ya sabía que jamás me podría olvidar de aquel hombre. Me dio la espalda dejando que empezara yo y contemplé su tatuaje repasándolo con mis dedos, sonreí ante sus palabras y dejé un beso en su espalda antes de acercar mis labios a su oído- y yo que pensaba hacerte una linda mariposa –respondí entre risas dejando un beso en su hombro, envolviendo su pecho con mis manos ante que debía de mantener su reputación- quedará intacta y seguirán respetándote, te lo prometo –comencé a calentar la aguja para desinfectarla y le di alcohol por si quería beber, escuché sus palabras y me mordí el labio pensando en aquello. Mañana sería mañana y ya nos preocuparíamos cuando llegáramos a ese momento. Lo acallé con mis labios y miré el lugar donde iba a hacerle el tatuaje, lancé un suspiro viendo que pretendía quedarse de pie todo el rato- ¿No quieres tumbarte mejor? Quizás sea más cómodo así –alegué esperando por su respuesta- y yo puedo trabajar igual la espalda… podría hasta perderme en ella –comenté dejando que mis labios repasaran el tatuaje del martillo y esperé por su decisión para ver qué decidía hacer. Una vez colocados le avisé de que iba a empezar teniendo en claro el dibujo que quería hacerle y comencé, no pretendía hacerle daño pero sabía que era inevitable y fui todo lo cuidadosa que pude durante el proceso.
Él sin embargo parecía mucho más tranquilo que yo y me hablaba como si nada, manteniendo una conversación como si no le estuviera clavando una aguja en su espalda para hacerle un tatuaje que quedaría enlazado al martillo que tenía. Como el diseño que tenía era enteramente nórdico, no hice aquella imagen enteramente como era, sino más bien dándole un sentido que casaba con el martillo. Le había preguntado cómo se había hecho la cicatriz de la frente para distraerlo un poco mientras yo seguía con el diseño, pero era imposible que no me dijera alguna tontería y que terminara por reírme negando con la cabeza. Aquel hombre era un caso aunque confió bastante en lo que iba a hacerle y no me cuestionó ni un solo segundo. No supe cuanto tiempo pasé haciéndole aquel tatuaje, limpiando su piel, llevando cuidado hasta que finalmente lo terminé. Lo repasé para ver que había quedado bien y sonreí dejando un beso en su hombro.
-Te has portado muy bien –dije con una sonrisa divertida mirando de nuevo lo que le había hecho. Justo donde terminaba el martillo que tenía, aprovechando la anilla o la argolla que tenía este le había hecho el símbolo de la llave de la vida, con el óvalo que formaba la parte de arriba dentro de la anilla o de la argolla, que colgaba hacia abajo y que justo en el medio esta tenía el dibujo de un fénix justo en el medio con las alas extendidas. Dibujar no era un problema para mí, estaba acostumbrada a hacer dibujos de jeroglíficos y aunque no había hecho muchos de fénix, aquel quedaba majestuoso en mitad de la cruz de Ankh. Dos símbolos en uno que, enlazados al martillo le daban protección frente a las batallas que, como guerrero y vikingo, tendría que afrontar en un futuro- ¿Quieres verlo? Venga vamos a buscar un espejo para que te puedas mirar –fuimos al que había en la entrada de donde él había cogido las cosas y se giró de espaldas, ladeando la cabeza para verlo, yo me puse contra su pecho y me asomé por un lado para verlo al igual que él rodeando su cintura- No sabía muy bien qué tatuarte pero creo que esto te podrá ayudar en futuras gestas –comencé apoyando mi rostro contra el lado de su brazo- La cruz es Ankh, la llave de la vida que significa esta misma. Es una protección a tú vida, a todo lo que puedas enfrentarte en un futuro para que te proteja. El fénix creo que vosotros también lo tenéis, pero además del renacer y del resurgir para nosotros significa poder y fuerza, una protección contra el mal, ya sea visible o invisible, otorgando poder y fuerza a quien lo lleva. Un tatuaje que te ayudará en tus batallas, sean cuales sean –me quedé observando el diseño de nuevo, no es que este fuera cursi, pero quizás sí su significado. Era una protección en toda regla hacia su vida, porque sabía cómo era de tendencioso a meterse en líos y porque realmente… no quería que nada malo le pasara, nunca.
Me levanté para coger el maletín y sacar de este un mapa que extendí en la mesa y comencé a buscar un punto en concreto, un templo perdido en el tiempo del que poco se había oído hablar de el, de hecho, pocos egiptólogos se habían atrevido a mirar más allá de lo que podía esconder aquel templo porque estaba medio en ruinas y porque no habían encontrado nada a simple vista, pero toda la información que había recabado de los papiros apuntaban a que era precisamente aquel templo el que estábamos buscando y en donde encontraríamos sin lugar a dudas la reliquia que nos había llevado hasta Egipto. Una vez localizado miré al vikingo anunciándole que había encontrado el lugar, viendo que sus ojos se abrían con sorpresa y se levantaba para encerrar mí cuerpo con el suyo, su mano sobre la mía en el mapa enlazándola. Marqué con una “X” el lugar dejando el lápiz sobre la mesa y me giré a mirarlo.
Me giró para besarme tras decirle que debíamos de hacer un viaje por el desierto montados en camello, algo que no hacía desde que era pequeña y que en verdad me hacía algo de ilusión volver a montar en un camello, y sus manos en mí cadera me alzaron sin esfuerzo alguno, como si no pesara apenas nada apoyando mis manos en sus hombros, riéndome mientras mí pelo caía sobre ambos como un manto de oscuros rizos que nos envolvía. Reí por aquello viendo que su humor había cambiado bastante, era lo que estaba necesitando y me alegré de poder serle de ayuda. Me bajó de nuevo al suelo para besarnos otra vez de una forma apasionada, éramos como dos imanes que nos atraíamos sin poder evitarlo dejando que la pasión y el deseo nos consumieron como en un bucle infinito, empezando y terminando por el otro para volver a empezar de nuevo.
Sus manos se colaron por mi vestido y sonreí en el beso recorriendo su pecho con mis manos, su cuerpo me fue orillando y reculé hasta que di contra la mesa de nuevo, se separó para mirarme con mis labios entreabiertos, lamí estos provocándole en una pasada lenta y su respuesta fue inmediata. Sus manos me elevaron de las nalgas y exhalé un jadeo entrecortado al verme alzada de esa forma, salvaje y ruda, para luego sentir que me dejaba caer contra la mesa del comedor emitiendo un ruido seco, denotando las ganas que tenía en ese momento y de una forma que lo único que hacía era ponerme aún más. Ya había subido la falta hasta mis muslos, se coló entre mis piernas notando su miembro contra mí sexo, ardiente y necesitado, ni se molestó en quitarlas, terminaron rotas por el suelo.
-Ubbe, a este paso me vas a tener que comprar algo más que un vestido –jadeé contra sus labios con un deje de diversión, no quería contar las prendas que me había destrozado en mitad de un arrebato de lujuria y de pasión. Mí pecho subía y baja con rapidez, mi respiración entrecortada y mis labios entreabiertos jadeando sin dejar de mirarlo, mientras mis manos subían y quitaban la camisa que llevaba lanzándola lejos de su cuerpo, dejándome al descubierto aquel pecho de músculos marcados que no tardé en recorrer con las yemas de mis dedos, al igual que con mis uñas en una caricia más sentida. Mis ojos bajaron para no perder detalle de cómo se desabrochaba el pantalón dejando su miembro libre viendo como lo acariciaba, mordiendo mí labio para envolver su cintura con mis piernas. Uno de mis dedos bajó hasta mí sexo acariciándolo un par de segundos notando lo mojada que estaba provocándome un jadeo por ello, subí el dedo para deslizarlo por sus labios y luego lo lamí mientras esperaba a que se hundiera como estaba deseando que hiciera- Ubbe… -pedí tan solo unos segundos antes de que finalmente lo hiciera, gemí por el movimiento rudo y placentero notando como si de alguna forma ya me hubiera acostumbrado a que estuviera dentro de mí, me arqueé hacia él mientras empezaba a moverse de aquella forma en la que entraba y salía por completo volviéndome loca.
Lamí sus labios incitándole con los míos entreabiertos por el placer que sentía y no tardó en buscarme y besarme en una batalla sin fin. Una de sus manos dejó mis pechos libres que no tardó en lamer, succionar y morder, apretándolos entre sus manos, notando su nariz pasando por mis pezones arrancándome gemidos por todo en conjunto, con mis piernas aprisionando su cintura y pegándolo más contra mí como si eso fuera posible para que entrara más profundo. Salvajes, pasionales, llenos de lujuria y perdidos en el deseo más profundo… así es como nos entregábamos el uno al otro. Mis manos recorrieron su espalda y su pecho dejando la marca de mis uñas por este a su paso incapaz de contenerme ante el placer.
Una mano en mí pecho hizo que terminara apoyando la espalda en la mesa, su boca en mis pechos, mis piernas ahora sobre sus hombros notando cómo se adentraba de esa forma en la que notaba que llegaba al tope, un punto de dolor mezclado en un océano de placer que combinado me estaba volviendo loca. Necesitaba agarrarme a algo con fuerza notando como se hundía de esa forma en mí interior que me arrancaba gemidos llenos de placer, terminé por elevar mis brazos dándole un mejor acceso a mis pechos y aferrar con fuerza el borde de la mesa. Una de sus manos subía hasta una de las mías y entre embestidas furiosas que me llevaban a la más absoluta locura placentera alcancé el orgasmo notando que él hacía lo propio. Cerré los ojos en busca de aire mientras todo mí cuerpo temblaba con su mano aferrando la mía que lo apresaba con fuerza, sintiendo que se dejaba caer contra mí cuerpo, no nos saciábamos nunca, nos retroalimentábamos cada vez que nos perdíamos en el otro y nos quedábamos siempre con ganas de más, nunca había conectado de esa forma con ninguna persona y mucho menos me había encendido con solo envolver su cuerpo con el mío, como si me prendiera sin hacer nada. Mis ojos lo miraron notando como hacía unas inscripciones en la zona baja de mí vientre que supe lo que era sin necesidad de preguntar.
-Creo que estoy preparada para que me tatúes –concluí notando que se alejaba y yo recolocaba el vestido mientras veía lo que traía en sus manos; tinta, una vela y agujas. Volvió a besarme una vez a mí lado de forma lenta, pausada, sentida, acariciándonos mientras nos mirábamos sabiendo que íbamos a quedar marcados para siempre, de por vida, algo que jamás nos haríamos olvidarnos del otro aunque yo ya sabía que jamás me podría olvidar de aquel hombre. Me dio la espalda dejando que empezara yo y contemplé su tatuaje repasándolo con mis dedos, sonreí ante sus palabras y dejé un beso en su espalda antes de acercar mis labios a su oído- y yo que pensaba hacerte una linda mariposa –respondí entre risas dejando un beso en su hombro, envolviendo su pecho con mis manos ante que debía de mantener su reputación- quedará intacta y seguirán respetándote, te lo prometo –comencé a calentar la aguja para desinfectarla y le di alcohol por si quería beber, escuché sus palabras y me mordí el labio pensando en aquello. Mañana sería mañana y ya nos preocuparíamos cuando llegáramos a ese momento. Lo acallé con mis labios y miré el lugar donde iba a hacerle el tatuaje, lancé un suspiro viendo que pretendía quedarse de pie todo el rato- ¿No quieres tumbarte mejor? Quizás sea más cómodo así –alegué esperando por su respuesta- y yo puedo trabajar igual la espalda… podría hasta perderme en ella –comenté dejando que mis labios repasaran el tatuaje del martillo y esperé por su decisión para ver qué decidía hacer. Una vez colocados le avisé de que iba a empezar teniendo en claro el dibujo que quería hacerle y comencé, no pretendía hacerle daño pero sabía que era inevitable y fui todo lo cuidadosa que pude durante el proceso.
Él sin embargo parecía mucho más tranquilo que yo y me hablaba como si nada, manteniendo una conversación como si no le estuviera clavando una aguja en su espalda para hacerle un tatuaje que quedaría enlazado al martillo que tenía. Como el diseño que tenía era enteramente nórdico, no hice aquella imagen enteramente como era, sino más bien dándole un sentido que casaba con el martillo. Le había preguntado cómo se había hecho la cicatriz de la frente para distraerlo un poco mientras yo seguía con el diseño, pero era imposible que no me dijera alguna tontería y que terminara por reírme negando con la cabeza. Aquel hombre era un caso aunque confió bastante en lo que iba a hacerle y no me cuestionó ni un solo segundo. No supe cuanto tiempo pasé haciéndole aquel tatuaje, limpiando su piel, llevando cuidado hasta que finalmente lo terminé. Lo repasé para ver que había quedado bien y sonreí dejando un beso en su hombro.
-Te has portado muy bien –dije con una sonrisa divertida mirando de nuevo lo que le había hecho. Justo donde terminaba el martillo que tenía, aprovechando la anilla o la argolla que tenía este le había hecho el símbolo de la llave de la vida, con el óvalo que formaba la parte de arriba dentro de la anilla o de la argolla, que colgaba hacia abajo y que justo en el medio esta tenía el dibujo de un fénix justo en el medio con las alas extendidas. Dibujar no era un problema para mí, estaba acostumbrada a hacer dibujos de jeroglíficos y aunque no había hecho muchos de fénix, aquel quedaba majestuoso en mitad de la cruz de Ankh. Dos símbolos en uno que, enlazados al martillo le daban protección frente a las batallas que, como guerrero y vikingo, tendría que afrontar en un futuro- ¿Quieres verlo? Venga vamos a buscar un espejo para que te puedas mirar –fuimos al que había en la entrada de donde él había cogido las cosas y se giró de espaldas, ladeando la cabeza para verlo, yo me puse contra su pecho y me asomé por un lado para verlo al igual que él rodeando su cintura- No sabía muy bien qué tatuarte pero creo que esto te podrá ayudar en futuras gestas –comencé apoyando mi rostro contra el lado de su brazo- La cruz es Ankh, la llave de la vida que significa esta misma. Es una protección a tú vida, a todo lo que puedas enfrentarte en un futuro para que te proteja. El fénix creo que vosotros también lo tenéis, pero además del renacer y del resurgir para nosotros significa poder y fuerza, una protección contra el mal, ya sea visible o invisible, otorgando poder y fuerza a quien lo lleva. Un tatuaje que te ayudará en tus batallas, sean cuales sean –me quedé observando el diseño de nuevo, no es que este fuera cursi, pero quizás sí su significado. Era una protección en toda regla hacia su vida, porque sabía cómo era de tendencioso a meterse en líos y porque realmente… no quería que nada malo le pasara, nunca.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
La yema de sus dedos se pasearon por la parte alta de mi espalda, dibujando de forma invisible algo que engarzaba con el mango del martillo de mi dios.
Ladeé la sonrisa imaginando esa mariposa alada y como mis enemigos morirían sin necesidad de acero al verla.
-Seria una buena táctica de combate -bromeé -mientras yo los mato de risa, un arquero puede rematarlos con sus saetas -susurré girando el rostro para encontrarme con sus labios.
Me pidió que me pusiera cómodo en el sofá, todo estaba ya preparado para empezar a marcar mi piel aunque antes fueron sus labios los que humedecidos repasaron cada centímetro de mi martillo, dibujando con su lengua su recorrido.
Mi espalda se erizó bajo el contacto de sus labios y pronto fue la aguja caliente la que fue grabando con tinta mi piel.
Sentía como se esmeraba en limpiar el rastro de sangre, como cada puntada significaba mas su dolor que el mio y no pude evitar lanzarle una mirada por encima del hombro a esos pardos que reflejaban el rojo de las llamas de la lumbre.
Me preguntó como distracción como me había hecho la cicatriz de la frente, supongo que esperando una historia de gestas en el campo de batalla, mas la verdad es que fue mas bien una travesura infantil que me llevo frente a un oso negro que casi me despedaza.
Me reí al ver las caras que ponía con el relato, como si pudiera ver a un niño de ojos claros y cabello revuelto espada en mano creyéndose el mismo Odin correr por los bosques por cumplir uno de los absurdos retos propuestos por Niels.
-Ahora si te dan ganas de rezar a Ra por no haber quedado en cinta ¿verdad?
Limpió finalmente el tatuaje con un trapo y lanzó por encima un chorro de whisky para impedir la infección antes de decirme que me había portado bien y tirar de mi ilusionada para mostrarme su obra de arte.
Miré por encima del hombro el reflejo en el espejo. Quedaba francamente bien, sonreí satisfecho por el dibujo que la egipcia había hecho. Era una prolongación del mismo Martillo de Thor, pero en su parte alta quedaba engarzado con la argolla “la llave de la vida” egipcia.
Un fénix con las alas abiertas coronaban el dibujo de forma perfecta.
Por lo que Nai me explicó me protegería en la batalla, era un símbolo de vida, como de muerte lo era el martillo de Thor.
Ladeé la sonrisa tirando de su cintura para perderme en su boca, beso lento, húmedo y sentido. Cerré los ojos viendo en mi mente esa brújula que ya conocía en la piel de Nai futura.
Por eso no me había costado elegir el tatuaje, ni el lugar donde hacérselo. Ahora entendía que esto solo era un bucle, uno en el que lo vivido ya había sucedido.
Nai de mi tiempo ya me conocía y esa marca no se la tatuó por amor a mi cultura, una que le interesaba y por lo que había viajado al norte para estudiar, si no que lo hizo un día como este dejándose llevar por la complicidad con un desconocido. Una locura de juventud, mas si eso era así, yo no me quedaba, regresaba a mi tiempo, o quizás moría en el intento de buscar la reliquia. Eso tenia sentido, quizás ese era el motivo por el que tanto había insistido para que me quedara, que no cruzara el portal espacio temporal.
Tenia miedo, miedo de no volver a verme, ella sabia mas que yo, pero del mismo modo que yo en este tiempo no podía ser sincero, ella tenia que guardar los secretos en el futuro para no tocar mas de lo necesario la linea espacio temporal.
Las manos de Nai acunaron mi rostro, me había vuelto a perder en mis pensamientos, creo que ahora que lo había entendido todo, mi rostro se mostraba desencajado.
Sonreí perdiéndome en su boca, no era el momento de esto, confiaba en mis dioses, era un guerrero que no temía a la muerte y si ese era mi sino lo aceptaba pues me bastaba saber que la vida de Nai iba a ser larga.
Tiré de su mano, era mi turno, tomó asiento en el sofá y yo en una silla frente a ella, me deshice de su camisa para perder mis ojos en su tez oliva, esta vez fueron mis labios los que limpiaron su piel, besos cálidos, caricias mudas que decían todo lo que mis labios silenciaban.
Desinfecté la aguja en la vela y tras esto empecé con suavidad a marcar su piel, limpiando las gotas carmesí que como lluvia resbalaban por el lateral de su pecho.
-Encuentramé -sentencié casi de forma inconsciente mientras continuaba grabando cada linea de esa brújula que ahora sabia la llevaría a mi en un futuro, aunque al parecer estábamos destinados a perdernos de un modo u otro.
Nunca vi mi nombre en la zona baja de su vientre, lo que quería decir que nunca llegué a hacerlo ¿por que?
Quizás no me dio tiempo o como pensaba solo eran las largas que me dio la egipcia para sacar la idea de mi cabeza.
Tras una hora alcé la vista hasta sus pardos que me miraban pensativa, como si supiera que mi silencio había significado algo.
Busqué su boca hambriento de ella, necesitado de cada molécula de tiempo que le presente me regalara, nuestro futuro era incierto, mas hoy estaba allí, frente a ella e iba a aprovechar cada segundo que así fuera.
Sonreí de medio lado tirando después de su mano para llevarla frente al mismo espejo en el que yo me había visto. Rodeé su cintura por detrás, mis brazos cruzados bajo sus pechos y mi barbilla apoyada sobre su hombro.
-¿Te gusta? -pregunté ansioso por saber.
Sobre el otro hombro caía en cascada su pelo oscuro, era una mujer preciosa, una mujer solo digna de ser tocada por los dioses pues ni las valkirias podrían superarla en belleza.
-te deseo -susurré en su oído depositando un beso en este -¿y ahora pequeña? ¿que quieres hacer antes de dar un paseo por el desierto? -pregunté perdiendo mis labios en su cuello.
Ladeé la sonrisa imaginando esa mariposa alada y como mis enemigos morirían sin necesidad de acero al verla.
-Seria una buena táctica de combate -bromeé -mientras yo los mato de risa, un arquero puede rematarlos con sus saetas -susurré girando el rostro para encontrarme con sus labios.
Me pidió que me pusiera cómodo en el sofá, todo estaba ya preparado para empezar a marcar mi piel aunque antes fueron sus labios los que humedecidos repasaron cada centímetro de mi martillo, dibujando con su lengua su recorrido.
Mi espalda se erizó bajo el contacto de sus labios y pronto fue la aguja caliente la que fue grabando con tinta mi piel.
Sentía como se esmeraba en limpiar el rastro de sangre, como cada puntada significaba mas su dolor que el mio y no pude evitar lanzarle una mirada por encima del hombro a esos pardos que reflejaban el rojo de las llamas de la lumbre.
Me preguntó como distracción como me había hecho la cicatriz de la frente, supongo que esperando una historia de gestas en el campo de batalla, mas la verdad es que fue mas bien una travesura infantil que me llevo frente a un oso negro que casi me despedaza.
Me reí al ver las caras que ponía con el relato, como si pudiera ver a un niño de ojos claros y cabello revuelto espada en mano creyéndose el mismo Odin correr por los bosques por cumplir uno de los absurdos retos propuestos por Niels.
-Ahora si te dan ganas de rezar a Ra por no haber quedado en cinta ¿verdad?
Limpió finalmente el tatuaje con un trapo y lanzó por encima un chorro de whisky para impedir la infección antes de decirme que me había portado bien y tirar de mi ilusionada para mostrarme su obra de arte.
Miré por encima del hombro el reflejo en el espejo. Quedaba francamente bien, sonreí satisfecho por el dibujo que la egipcia había hecho. Era una prolongación del mismo Martillo de Thor, pero en su parte alta quedaba engarzado con la argolla “la llave de la vida” egipcia.
Un fénix con las alas abiertas coronaban el dibujo de forma perfecta.
Por lo que Nai me explicó me protegería en la batalla, era un símbolo de vida, como de muerte lo era el martillo de Thor.
Ladeé la sonrisa tirando de su cintura para perderme en su boca, beso lento, húmedo y sentido. Cerré los ojos viendo en mi mente esa brújula que ya conocía en la piel de Nai futura.
Por eso no me había costado elegir el tatuaje, ni el lugar donde hacérselo. Ahora entendía que esto solo era un bucle, uno en el que lo vivido ya había sucedido.
Nai de mi tiempo ya me conocía y esa marca no se la tatuó por amor a mi cultura, una que le interesaba y por lo que había viajado al norte para estudiar, si no que lo hizo un día como este dejándose llevar por la complicidad con un desconocido. Una locura de juventud, mas si eso era así, yo no me quedaba, regresaba a mi tiempo, o quizás moría en el intento de buscar la reliquia. Eso tenia sentido, quizás ese era el motivo por el que tanto había insistido para que me quedara, que no cruzara el portal espacio temporal.
Tenia miedo, miedo de no volver a verme, ella sabia mas que yo, pero del mismo modo que yo en este tiempo no podía ser sincero, ella tenia que guardar los secretos en el futuro para no tocar mas de lo necesario la linea espacio temporal.
Las manos de Nai acunaron mi rostro, me había vuelto a perder en mis pensamientos, creo que ahora que lo había entendido todo, mi rostro se mostraba desencajado.
Sonreí perdiéndome en su boca, no era el momento de esto, confiaba en mis dioses, era un guerrero que no temía a la muerte y si ese era mi sino lo aceptaba pues me bastaba saber que la vida de Nai iba a ser larga.
Tiré de su mano, era mi turno, tomó asiento en el sofá y yo en una silla frente a ella, me deshice de su camisa para perder mis ojos en su tez oliva, esta vez fueron mis labios los que limpiaron su piel, besos cálidos, caricias mudas que decían todo lo que mis labios silenciaban.
Desinfecté la aguja en la vela y tras esto empecé con suavidad a marcar su piel, limpiando las gotas carmesí que como lluvia resbalaban por el lateral de su pecho.
-Encuentramé -sentencié casi de forma inconsciente mientras continuaba grabando cada linea de esa brújula que ahora sabia la llevaría a mi en un futuro, aunque al parecer estábamos destinados a perdernos de un modo u otro.
Nunca vi mi nombre en la zona baja de su vientre, lo que quería decir que nunca llegué a hacerlo ¿por que?
Quizás no me dio tiempo o como pensaba solo eran las largas que me dio la egipcia para sacar la idea de mi cabeza.
Tras una hora alcé la vista hasta sus pardos que me miraban pensativa, como si supiera que mi silencio había significado algo.
Busqué su boca hambriento de ella, necesitado de cada molécula de tiempo que le presente me regalara, nuestro futuro era incierto, mas hoy estaba allí, frente a ella e iba a aprovechar cada segundo que así fuera.
Sonreí de medio lado tirando después de su mano para llevarla frente al mismo espejo en el que yo me había visto. Rodeé su cintura por detrás, mis brazos cruzados bajo sus pechos y mi barbilla apoyada sobre su hombro.
-¿Te gusta? -pregunté ansioso por saber.
Sobre el otro hombro caía en cascada su pelo oscuro, era una mujer preciosa, una mujer solo digna de ser tocada por los dioses pues ni las valkirias podrían superarla en belleza.
-te deseo -susurré en su oído depositando un beso en este -¿y ahora pequeña? ¿que quieres hacer antes de dar un paseo por el desierto? -pregunté perdiendo mis labios en su cuello.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Contemplé junto con él el dibujo que le había grabado en su espalda y que ahora mirábamos frente a aquel espejo, mis ojos se perdieron por su espalda al completo y luego miré el conjunto de cómo quedaban ambas cosas. Nadie podría burlarse por aquello porque parecía que el dibujo casaba de esa forma, al quedar enlazado con su martillo y no estar hecho en otra parte. Sonreí con mis manos recorriendo su cintura al ver la sonrisa que mostraba reflejado en el espejo, aunque no dijo nada sobre el tatuaje con mis labios sobre su brazo sin apartarme, viendo que me gustaba observar el resultado final en su piel. Tiró de mí cintura para besarme mis manos subieron por sus brazos recorriendo estos en el beso, uno que como el resto fue prolongado en el tiempo, que disfruté de este hasta que finalmente nos separamos.
Mis manos terminaron por subir hasta su cuello y dejar allí estas observándolo, parecía perdido en algún pensamiento que no compartió conmigo pero en el que pude ver reflejado como su rostro cambió de pronto, sin saber por qué. Mis manos subieron hasta acunarlo en esta haciendo que volviera de nuevo al momento, sonrió de lado y volvió a besarme de nuevo fundiéndonos de nuevo con sus manos recorriendo la cadera y la espalda. Dejé un leve mordisco en su labio inferior y dejé que tomara mí mano para llevarme de vuelta al sofá donde ahora, la que sería tatuada, iba a ser yo. Lo contemplé sentada en el sofá colocando una silla delante de mí mientras lo observaba, sabiendo a diferencia de él lo que pretendía hacerme y dónde.
Sus dedos se colaron bajo la camisa que llevaba dejándome desnuda de cintura para arriba, sus ojos recorrieron mi piel y luego fueron sus dedos, para terminar por sus labios sobre la zona en la que iba a ser tatuada, dejando beso en la zona, recorriendo con sus labios el lugar mientras mis dedos se enredaron en su pelo preparada para que comenzara. Lo vi calentar la aguja y lo miré de nuevo antes de que terminara por acortar la distancia y estirando mi piel con la otra mano comenzara a hacerme aquel tatuaje. Me mordí el labio cuando comenzó con la primera de las líneas sintiendo el picor mientras seguía, notando que estaba en silencio a diferencia de como había estado mientras él se tatuaba que no había dejado de hablar.
-¿Sabes? Si eso volviera a pasar de nuevo –hablé en una de esas en las que limpió el lugar de las gotas de sangre que caían por el costado de mí pecho- creo que su padre no podría echarle la bronca, porque habría hecho exactamente lo mismo que él, e incluso quizás lo hubiera hecho por querer imitarle –sus ojos se encontraron con los míos haciendo una referencia a la historia que me había contado de la marca en su frente, por una travesura de una apuesta con su primo Niels y dándome a entender que sus madres habrían tenido que tener tantos dolores de cabeza porque me los imaginaba metiéndose en una travesura tras otra por sus constantes piques- aunque yo sí se la daría por imprudente y por tener el mismo gen suicida –acabé con una sonrisa ladeada para luego escuchar esa palabra que dijo como si no fuera consciente de que la había dicho, y mis dedos acariciaron su rostro antes de que siguiera, pasándolos por sus labios y luego aferrar la mano con la que estiraba la piel con la mía llevándola a mis labios como única respuesta, volviendo a dejar que continuara con el tatuaje notando como hacía línea a línea, totalmente centrado en su tarea y sabiéndose lo que hacía.
El tiempo volvió a pasar y ya me había acostumbrado bastante con las primeras líneas a lo que era que lo hiciera, por lo que pude aguantar bastante bien terminar el tatuaje hasta que finalmente sus ojos se alzaron a los míos terminando de limpiar el lugar con el trapo, desinfectándolo como yo lo había hecho con el alcohol que me hizo sisear levemente pero que no dije nada, notando como pasaba el trapo por el lugar y lo dejaba a un lado. Había estado callado todo el rato sin decir nada y supe que algo antes le había hecho estar en esa situación, y aunque quise preguntarle qué era lo que pasaba algo me dijo que si no me lo había contado quizás fuera por algo. Sus boca buscó la mía al terminar su lengua traspasó mis labios y se fundió con la mía con mis manos enlazadas a su cuello. Solo se separó para levantarse y tirar de mi mano y llevarme ante el espejo como lo había hecho con él, se puso a mí espalda dejándome delante, sus brazos rodearon por debajo de mis pechos y su barbilla se apoyó en mí hombro. Contemplé el diseño en mi piel y sonreí fijándome en cada detalle que había hecho, con líneas finas en aquel tatuaje que llevaba en mí hombro.
-Es muy bonito, Ubbe –mis dedos recorrieron sus brazos y terminé por rodear estos con los míos, contemplando el tatuaje que resaltaba en mí cuerpo y que me hizo sonreír mientras lo miraba- me encanta –terminé por decir viendo ahora la imagen de los dos en el espejo, mí pelo caía en una cascada de rizos oscuros que llegaba hasta casi la cadera sobre sus brazos, me sacaba más altura y más cuerpo y nuestras pieles eran un contraste claro de culturas así como el color de nuestro pelo y nuestros ojos. Pude notar que me miraba también a través del espejo fijándose en mí cuerpo y sonreí para luego escuchar esas dos palabras que había escuchado ya tantas veces de sus labios, notando el beso que dejó en el lugar. Reí entre dientes por ello negando levemente con la cabeza, una de mis manos subió hasta su nuca y giré mí rostro para ser yo quien buscara sus labios y fundirnos en un beso, al separarnos sentí su aliento en mi cuello preguntándome que seguía ahora y me mordí el labio pensando en qué hacer, la noche se acercaba y al día siguiente tocaría partir hacia el templo, lo que significaba que tendríamos problemas de nuevo porque algo me decía que no iba a ser nada fácil llegar hasta la reliquia y que estaría muy bien protegida, mucho más que para llegar hasta la maldita corona- Pues… había pensado en invitarte a cenar porque no me apetece para nada ponerme a cocinar, aunque sé que a ti te gusta verme hacerlo, y disfrutar de esta noche de libertad y de tranquilidad que nos están concediendo sin pensar en el mañana –su mirada se puso en la mía y ya sabía que no le iba a hacer gracia por la idea de que sería exponernos pero, realmente, es que me apetecía mucho- Sé que vas a decir que no es lo correcto y que no es seguro pero, a estas alturas, ¿qué lo es ya? –Pregunté contra sus labios acariciando estos con los míos- Salir a cenar, dar un paseo, beber un poco, reírnos, divertirnos… la otra noche me lo pasé muy bien, y aunque no sea día de fiesta tampoco es algo que necesitemos, esta ciudad ya tiene magia por si sola –mis labios recorrieron su nariz y bajaron hasta su barbilla donde dejé un mordisco, para alzar mí mirada y clavarla en la suya azul, mis dedos recorrieron su brazo hasta dar con la pulsera que le había comprado, siendo esta de plata, con dos lobos en cada punta que cerraban esta cerniéndose a su muñeca- luego volvemos a casa, me llevas arriba y me haces tuya de esa forma tan placentera que me encanta, para cerrar la noche y dormir hasta que el sol vuelva a salir y demos ese paseo por el desierto y emprendamos la búsqueda de la reliquia –me giré entre sus brazos para quedar de cara a él y le sonreí recorriendo sus labios con los míos- no llevaré un vestido tan bonito como el que llevé pero seguro que algo encuentro para ponerme, intentaré que sea algo a lo que no le tenga mucho aprecio por si acabas arrancándomelo de nuevo –reí contra sus labios divertida, tiré de su labio inferior con suavidad y mis manos recorrieron su espalda hasta subir a sus hombros con mí cuerpo pegado al suyo- tómatelo como… una cita –dije antes de buscar sus labios finalmente recorriendo con mi lengua estos hasta que me dieron el paso que estaba pidiendo y fundirnos más, en un beso lento, con mucho deseo, húmedo. Si quería saber de alguna forma qué era todo eso que no tenía claro entorno a él debía de descubrirlo de alguna manera, y sabía que en cuanto se pusiera el sol no tendría tiempo alguno de saberlo, mejor aprovechar esos momentos de paz y tranquilidad que teníamos y quedarme encerrada otro día no era algo que me apeteciera hacer. Me separé y lo miré con una sonrisa- pronto anochecerá, así que voy a prepararme –ni siquiera le di tiempo a que me dijera sí o no ante mí petición, me solté de sus brazos escabulléndome con una risa un poco infantil como si estuviera haciendo alguna travesura, cogí la camisa y el peluche y subí arriba.
Lo primero que hice fue darme un baño y al salir envolví mí cuerpo en una toalla para ir a la habitación y buscar alguno de los vestidos que había llevado para el tiempo que nos íbamos a encontrar y me lo puse, de un azul claro que contrastaba con mí piel y que no era para nada tan elegante como el otro, era más sencillo pero solo me lo iba a poner el tiempo que estuviera fuera, en cuanto entráramos por la puerta de nuevo seguramente volaría fuera de mí cuerpo. Tenía una manga normal pero la otra era por debajo del hombro, justo dejando ver el tatuaje y una vez lista bajé las escaleras ya preparada encontrándome con que él, al igual que la otra vez ya estaba esperándome de nuevo y sonreí acercándome hacia donde estaba dejando un beso en sus labios.
-Espero no haberte hecho esperar demasiado, ¿nos vamos? –Pregunté enlazando una de sus manos con las mías observándolo con una sonrisa en los labios, llevaba dos días enteros encerrada en aquella casa con esos cuadernos y esos papiros, necesitaba tomar el aire y distraerme de todo lo que se nos venía por delante. Me apetecía disfrutar de esa noche antes de que todo volviera de nuevo al peligro, y si podíamos tener una noche aunque no fuera igual que la anterior pero sí parecida, por mí era todo cuanto necesitaba. Y quizás a él hasta le viniera bien despejarse de todo lo que tuviera en la cabeza, algo de lo que no me había dicho nada al respecto pero sabía que era algo que le preocupaba bastante y aunque me moría por preguntarle sabía que no iba a ser lo correcto- Por cierto, no me has dicho nada del tatuaje que te he hecho –hice un puchero divertido- ¿tus enemigos se reirán al verlo, o es que no te gusta? –Pregunté con un tono algo infantil esperando que se riera, ya había jugado para ganar un peluche para mí, a esas alturas, ¿qué más daba si salía un poco esa faceta? Si le hacía reír no me importaba en absoluto, lo había notado también bastante tensos esos últimos días y no quería verlo así, la verdad es que no me gustaba para nada.
Mis manos terminaron por subir hasta su cuello y dejar allí estas observándolo, parecía perdido en algún pensamiento que no compartió conmigo pero en el que pude ver reflejado como su rostro cambió de pronto, sin saber por qué. Mis manos subieron hasta acunarlo en esta haciendo que volviera de nuevo al momento, sonrió de lado y volvió a besarme de nuevo fundiéndonos de nuevo con sus manos recorriendo la cadera y la espalda. Dejé un leve mordisco en su labio inferior y dejé que tomara mí mano para llevarme de vuelta al sofá donde ahora, la que sería tatuada, iba a ser yo. Lo contemplé sentada en el sofá colocando una silla delante de mí mientras lo observaba, sabiendo a diferencia de él lo que pretendía hacerme y dónde.
Sus dedos se colaron bajo la camisa que llevaba dejándome desnuda de cintura para arriba, sus ojos recorrieron mi piel y luego fueron sus dedos, para terminar por sus labios sobre la zona en la que iba a ser tatuada, dejando beso en la zona, recorriendo con sus labios el lugar mientras mis dedos se enredaron en su pelo preparada para que comenzara. Lo vi calentar la aguja y lo miré de nuevo antes de que terminara por acortar la distancia y estirando mi piel con la otra mano comenzara a hacerme aquel tatuaje. Me mordí el labio cuando comenzó con la primera de las líneas sintiendo el picor mientras seguía, notando que estaba en silencio a diferencia de como había estado mientras él se tatuaba que no había dejado de hablar.
-¿Sabes? Si eso volviera a pasar de nuevo –hablé en una de esas en las que limpió el lugar de las gotas de sangre que caían por el costado de mí pecho- creo que su padre no podría echarle la bronca, porque habría hecho exactamente lo mismo que él, e incluso quizás lo hubiera hecho por querer imitarle –sus ojos se encontraron con los míos haciendo una referencia a la historia que me había contado de la marca en su frente, por una travesura de una apuesta con su primo Niels y dándome a entender que sus madres habrían tenido que tener tantos dolores de cabeza porque me los imaginaba metiéndose en una travesura tras otra por sus constantes piques- aunque yo sí se la daría por imprudente y por tener el mismo gen suicida –acabé con una sonrisa ladeada para luego escuchar esa palabra que dijo como si no fuera consciente de que la había dicho, y mis dedos acariciaron su rostro antes de que siguiera, pasándolos por sus labios y luego aferrar la mano con la que estiraba la piel con la mía llevándola a mis labios como única respuesta, volviendo a dejar que continuara con el tatuaje notando como hacía línea a línea, totalmente centrado en su tarea y sabiéndose lo que hacía.
El tiempo volvió a pasar y ya me había acostumbrado bastante con las primeras líneas a lo que era que lo hiciera, por lo que pude aguantar bastante bien terminar el tatuaje hasta que finalmente sus ojos se alzaron a los míos terminando de limpiar el lugar con el trapo, desinfectándolo como yo lo había hecho con el alcohol que me hizo sisear levemente pero que no dije nada, notando como pasaba el trapo por el lugar y lo dejaba a un lado. Había estado callado todo el rato sin decir nada y supe que algo antes le había hecho estar en esa situación, y aunque quise preguntarle qué era lo que pasaba algo me dijo que si no me lo había contado quizás fuera por algo. Sus boca buscó la mía al terminar su lengua traspasó mis labios y se fundió con la mía con mis manos enlazadas a su cuello. Solo se separó para levantarse y tirar de mi mano y llevarme ante el espejo como lo había hecho con él, se puso a mí espalda dejándome delante, sus brazos rodearon por debajo de mis pechos y su barbilla se apoyó en mí hombro. Contemplé el diseño en mi piel y sonreí fijándome en cada detalle que había hecho, con líneas finas en aquel tatuaje que llevaba en mí hombro.
-Es muy bonito, Ubbe –mis dedos recorrieron sus brazos y terminé por rodear estos con los míos, contemplando el tatuaje que resaltaba en mí cuerpo y que me hizo sonreír mientras lo miraba- me encanta –terminé por decir viendo ahora la imagen de los dos en el espejo, mí pelo caía en una cascada de rizos oscuros que llegaba hasta casi la cadera sobre sus brazos, me sacaba más altura y más cuerpo y nuestras pieles eran un contraste claro de culturas así como el color de nuestro pelo y nuestros ojos. Pude notar que me miraba también a través del espejo fijándose en mí cuerpo y sonreí para luego escuchar esas dos palabras que había escuchado ya tantas veces de sus labios, notando el beso que dejó en el lugar. Reí entre dientes por ello negando levemente con la cabeza, una de mis manos subió hasta su nuca y giré mí rostro para ser yo quien buscara sus labios y fundirnos en un beso, al separarnos sentí su aliento en mi cuello preguntándome que seguía ahora y me mordí el labio pensando en qué hacer, la noche se acercaba y al día siguiente tocaría partir hacia el templo, lo que significaba que tendríamos problemas de nuevo porque algo me decía que no iba a ser nada fácil llegar hasta la reliquia y que estaría muy bien protegida, mucho más que para llegar hasta la maldita corona- Pues… había pensado en invitarte a cenar porque no me apetece para nada ponerme a cocinar, aunque sé que a ti te gusta verme hacerlo, y disfrutar de esta noche de libertad y de tranquilidad que nos están concediendo sin pensar en el mañana –su mirada se puso en la mía y ya sabía que no le iba a hacer gracia por la idea de que sería exponernos pero, realmente, es que me apetecía mucho- Sé que vas a decir que no es lo correcto y que no es seguro pero, a estas alturas, ¿qué lo es ya? –Pregunté contra sus labios acariciando estos con los míos- Salir a cenar, dar un paseo, beber un poco, reírnos, divertirnos… la otra noche me lo pasé muy bien, y aunque no sea día de fiesta tampoco es algo que necesitemos, esta ciudad ya tiene magia por si sola –mis labios recorrieron su nariz y bajaron hasta su barbilla donde dejé un mordisco, para alzar mí mirada y clavarla en la suya azul, mis dedos recorrieron su brazo hasta dar con la pulsera que le había comprado, siendo esta de plata, con dos lobos en cada punta que cerraban esta cerniéndose a su muñeca- luego volvemos a casa, me llevas arriba y me haces tuya de esa forma tan placentera que me encanta, para cerrar la noche y dormir hasta que el sol vuelva a salir y demos ese paseo por el desierto y emprendamos la búsqueda de la reliquia –me giré entre sus brazos para quedar de cara a él y le sonreí recorriendo sus labios con los míos- no llevaré un vestido tan bonito como el que llevé pero seguro que algo encuentro para ponerme, intentaré que sea algo a lo que no le tenga mucho aprecio por si acabas arrancándomelo de nuevo –reí contra sus labios divertida, tiré de su labio inferior con suavidad y mis manos recorrieron su espalda hasta subir a sus hombros con mí cuerpo pegado al suyo- tómatelo como… una cita –dije antes de buscar sus labios finalmente recorriendo con mi lengua estos hasta que me dieron el paso que estaba pidiendo y fundirnos más, en un beso lento, con mucho deseo, húmedo. Si quería saber de alguna forma qué era todo eso que no tenía claro entorno a él debía de descubrirlo de alguna manera, y sabía que en cuanto se pusiera el sol no tendría tiempo alguno de saberlo, mejor aprovechar esos momentos de paz y tranquilidad que teníamos y quedarme encerrada otro día no era algo que me apeteciera hacer. Me separé y lo miré con una sonrisa- pronto anochecerá, así que voy a prepararme –ni siquiera le di tiempo a que me dijera sí o no ante mí petición, me solté de sus brazos escabulléndome con una risa un poco infantil como si estuviera haciendo alguna travesura, cogí la camisa y el peluche y subí arriba.
Lo primero que hice fue darme un baño y al salir envolví mí cuerpo en una toalla para ir a la habitación y buscar alguno de los vestidos que había llevado para el tiempo que nos íbamos a encontrar y me lo puse, de un azul claro que contrastaba con mí piel y que no era para nada tan elegante como el otro, era más sencillo pero solo me lo iba a poner el tiempo que estuviera fuera, en cuanto entráramos por la puerta de nuevo seguramente volaría fuera de mí cuerpo. Tenía una manga normal pero la otra era por debajo del hombro, justo dejando ver el tatuaje y una vez lista bajé las escaleras ya preparada encontrándome con que él, al igual que la otra vez ya estaba esperándome de nuevo y sonreí acercándome hacia donde estaba dejando un beso en sus labios.
-Espero no haberte hecho esperar demasiado, ¿nos vamos? –Pregunté enlazando una de sus manos con las mías observándolo con una sonrisa en los labios, llevaba dos días enteros encerrada en aquella casa con esos cuadernos y esos papiros, necesitaba tomar el aire y distraerme de todo lo que se nos venía por delante. Me apetecía disfrutar de esa noche antes de que todo volviera de nuevo al peligro, y si podíamos tener una noche aunque no fuera igual que la anterior pero sí parecida, por mí era todo cuanto necesitaba. Y quizás a él hasta le viniera bien despejarse de todo lo que tuviera en la cabeza, algo de lo que no me había dicho nada al respecto pero sabía que era algo que le preocupaba bastante y aunque me moría por preguntarle sabía que no iba a ser lo correcto- Por cierto, no me has dicho nada del tatuaje que te he hecho –hice un puchero divertido- ¿tus enemigos se reirán al verlo, o es que no te gusta? –Pregunté con un tono algo infantil esperando que se riera, ya había jugado para ganar un peluche para mí, a esas alturas, ¿qué más daba si salía un poco esa faceta? Si le hacía reír no me importaba en absoluto, lo había notado también bastante tensos esos últimos días y no quería verlo así, la verdad es que no me gustaba para nada.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Nos contemplamos en el espejo, eramos un choque no solo de caracteres tiránicos si no de culturas distintas y parecidas al mismo tiempo.
Mis brazos mas claros la sustentaban, sus manos acariciaban estos con aquel tono oliva que la convertía en una diosa de Hell.
Ojos pardos que escrutaban aquel tatuaje contra mis azules que se limitaban fijos a observarla a ella.
-Eres preciosa -confesé sin poder evitar que lo que pensaba mi cabeza fuera escupido sin filtro en ese momento por mi boca.
Ambos sonreímos frente a nuestro reflejo y nos besamos despacio, de forma lenta, húmeda y apasionada al mismo tiempo.
Se mordió el labio pensativa tras preguntarle que quería hacer esa noche que aun nos quedaba por delante.
-Por Odin -rugí girándola con brusquedad para devastar su boca, templarme en ella recorriendola con mi lengua con la misma necesidad con la que un sediento encuentra un oasis en el desierto.
-No te muerdas los labios o juro que a la mierda la cena, la noche y todo lo demás, te subo arriba y te hago mía sin dejarte tan siquiera replicar -susurré contra su boca jadeando ansioso por cumplir cada amenaza que había vertido sobre ella.
Nuestros ojos se encontraron, la tempestad en ellos nos orillaba a buscarnos de nuevo entre necesitadas caricias que pegaban nuestros cuerpos, nunca teníamos bastante, normal cuando frente a un hombre ponen una hembra de esa envergadura, no podían culparme los dioses por no desear salir de ella.
Sus palabras chocaron contra mi febril boca, alzada mi entrepierna se perdía en su vientre algo que creo divertía a la dama casi tanto como la caldeaba.
-¿cenar? -sonreí contra sus labios -me vuelves loco de deseo, estoy yo ahora para cenar -bromeé envainado la bastarda y recolocandola para que no rozara.
-Esta bien -dije finalmente incapaz de negarle nada -pero por Ra -dije riéndome por mencionar a su dios -Odin, Loqui y Thor que voy a embestirte antes de que salga el sol.
Su risa inundó mi boca, nuevas caricias en un beso que prometía una noche distinta. Se fue dejándome de nuevo vació sin ella, tenia el feo vicio de desaparecer así, sin mas.
Subí las escaleras, me di un baño rápido y me vestí con una camisa de lino y unos pantalones cómodos, ropa fresca pues en Egipto el calor era excesivo, si por mi fuera iría en pelotas.
Entonces recordé lo del vestido, se me daba del culo eso de elegir ropa, yo era mas de quitarla, pero si me daba prisa, había visto junto a la taberna un puesto donde una anciana cosía telas, quizás tuviera algo que acoplara a Naitiri.
Salí de allí como alma que lleva el diablo y pronto estuve frente a esa costurera que pareció entender a la perfección lo que yo necesitaba, es decir, que ella eligiera y yo pagar sin mas.
Lo único que si pedí es que la tela fuera blanca y que llevara un hombro descubierto para poder ver el tatuaje que le había hecho.
No tardo demasiado en sacar de un viejo baúl un vestido de seda que seria mas que perfecto de echo muy similar a aquellos que usaban nuestras mujeres para contraer matrimonio, a diferencia de ese hombro descubierto.
Era largo hasta los pies y bastante sencillo, con un cinturón que haría destacar su pecho si es que hacerlo mas era posible en esa mujer de curvas infinitas.
Pagué lo acordado y regresé a la casa, como imaginaba no había bajado, era muchas cosas esa egipcia, pero la rapidez para arreglarse no era una de sus virtudes.
No tardo ya mucho en bajar por las escaleras, preciosa como de costumbre, con esos pardos que prometían una noche llena de vivencias estiré mi brazo con el dedo enganchado al vestido y ladeé la sonrisa con cierto deje de diversión.
-Da por echo que a la vuelta descuartizaré lo que llevas puesto, así que...toma esto como ofrenda.
Llegó hasta mi cogiendo el vestid para mirarlo, parecía gustarle.
-Estoy por llevármelo, si te emborracho puedo llevarte al bosque y ademas de hacerte mía sobre la hierba, contraer matrimonio bajo la luna llena -bromeé guiñándole el ojo entre risas
¿Luna llena? Mis ojos se perdieron en el cielo por le ventanal, había luna llena y eso solo podía significar que corríamos peligro, demasiado durante estos días, quizás no fuera buena idea salir, aunque viéndola tan feliz me costo expresar en alto mis pensamientos.
Correríamos el riesgo, era nuestra ultima noche antes de atravesar el desierto en busca de la reliquia, quizás no saliera con vida de esa así que todo instante con ella era un regalo que no pensaba desaprovechar.
Afiancé las correas a mi pecho, dejando la bastarda a mi espalda, si tocaba luchar, lo haría.
Me preguntó por el tatuaje, al parecer no le había quedado aun suficientemente claro que me gustaba.
-No, no se reirán de mi, me temerán porque no solo me cuida Odin si no también ese otro dios del que antes has hablado.
Mi boca se perdió en la suya despacio, atrayendola con mis manos de la cintura para pegarla a mi cuerpo de nuevo.
-Alguna ventaja tiene que tener estar con una egipcia -bromeé de nuevo dejando atrás los problemas y enlazando mis dedos con los ajenos antes de salir por la puerta.
Egipto hoy estaba tranquilo, la fiesta había pasado y aquella era simplemente una noche mas. Aquella tierra olía a fuego, a especias y a desierto, era un lugar mágico, de calles y gentes muy distintas a las mías.
No tardamos en llegar a un restaurante bastante recóndito, no eramos la única pareja que sentada en esos sofás semicirculares degustaban de una sabrosa cena.
Frente a nosotros una orquesta de música del lugar amenizaba el ambiente, incluso algunas parejas se habían lanzado ya a la improvisada pista bailando abrazados aquellos ritmos lentos.
Mordí su hombro suavemente alzando la mirada para perderme en sus desiertos de dorada arena -¿una cita? -reí divertido, ciertamente aquello se asemejaba mucho a justo eso, una cita.
Pedimos algo de carne, salsas y una botella de un buen vino que pronto serví repletando los vasos de ambos.
Alcé mi copa chocandola contra la ajena sin apartar mi mirada de la suya.
-Skol -dije antes de llevarla a mis labios para beber de ella -¿cuéntame algo de ti? Susurré perdiendo mis labios en su cuello, recorriendo su yugular con mi lengua.
Mis brazos mas claros la sustentaban, sus manos acariciaban estos con aquel tono oliva que la convertía en una diosa de Hell.
Ojos pardos que escrutaban aquel tatuaje contra mis azules que se limitaban fijos a observarla a ella.
-Eres preciosa -confesé sin poder evitar que lo que pensaba mi cabeza fuera escupido sin filtro en ese momento por mi boca.
Ambos sonreímos frente a nuestro reflejo y nos besamos despacio, de forma lenta, húmeda y apasionada al mismo tiempo.
Se mordió el labio pensativa tras preguntarle que quería hacer esa noche que aun nos quedaba por delante.
-Por Odin -rugí girándola con brusquedad para devastar su boca, templarme en ella recorriendola con mi lengua con la misma necesidad con la que un sediento encuentra un oasis en el desierto.
-No te muerdas los labios o juro que a la mierda la cena, la noche y todo lo demás, te subo arriba y te hago mía sin dejarte tan siquiera replicar -susurré contra su boca jadeando ansioso por cumplir cada amenaza que había vertido sobre ella.
Nuestros ojos se encontraron, la tempestad en ellos nos orillaba a buscarnos de nuevo entre necesitadas caricias que pegaban nuestros cuerpos, nunca teníamos bastante, normal cuando frente a un hombre ponen una hembra de esa envergadura, no podían culparme los dioses por no desear salir de ella.
Sus palabras chocaron contra mi febril boca, alzada mi entrepierna se perdía en su vientre algo que creo divertía a la dama casi tanto como la caldeaba.
-¿cenar? -sonreí contra sus labios -me vuelves loco de deseo, estoy yo ahora para cenar -bromeé envainado la bastarda y recolocandola para que no rozara.
-Esta bien -dije finalmente incapaz de negarle nada -pero por Ra -dije riéndome por mencionar a su dios -Odin, Loqui y Thor que voy a embestirte antes de que salga el sol.
Su risa inundó mi boca, nuevas caricias en un beso que prometía una noche distinta. Se fue dejándome de nuevo vació sin ella, tenia el feo vicio de desaparecer así, sin mas.
Subí las escaleras, me di un baño rápido y me vestí con una camisa de lino y unos pantalones cómodos, ropa fresca pues en Egipto el calor era excesivo, si por mi fuera iría en pelotas.
Entonces recordé lo del vestido, se me daba del culo eso de elegir ropa, yo era mas de quitarla, pero si me daba prisa, había visto junto a la taberna un puesto donde una anciana cosía telas, quizás tuviera algo que acoplara a Naitiri.
Salí de allí como alma que lleva el diablo y pronto estuve frente a esa costurera que pareció entender a la perfección lo que yo necesitaba, es decir, que ella eligiera y yo pagar sin mas.
Lo único que si pedí es que la tela fuera blanca y que llevara un hombro descubierto para poder ver el tatuaje que le había hecho.
No tardo demasiado en sacar de un viejo baúl un vestido de seda que seria mas que perfecto de echo muy similar a aquellos que usaban nuestras mujeres para contraer matrimonio, a diferencia de ese hombro descubierto.
Era largo hasta los pies y bastante sencillo, con un cinturón que haría destacar su pecho si es que hacerlo mas era posible en esa mujer de curvas infinitas.
Pagué lo acordado y regresé a la casa, como imaginaba no había bajado, era muchas cosas esa egipcia, pero la rapidez para arreglarse no era una de sus virtudes.
No tardo ya mucho en bajar por las escaleras, preciosa como de costumbre, con esos pardos que prometían una noche llena de vivencias estiré mi brazo con el dedo enganchado al vestido y ladeé la sonrisa con cierto deje de diversión.
-Da por echo que a la vuelta descuartizaré lo que llevas puesto, así que...toma esto como ofrenda.
Llegó hasta mi cogiendo el vestid para mirarlo, parecía gustarle.
-Estoy por llevármelo, si te emborracho puedo llevarte al bosque y ademas de hacerte mía sobre la hierba, contraer matrimonio bajo la luna llena -bromeé guiñándole el ojo entre risas
¿Luna llena? Mis ojos se perdieron en el cielo por le ventanal, había luna llena y eso solo podía significar que corríamos peligro, demasiado durante estos días, quizás no fuera buena idea salir, aunque viéndola tan feliz me costo expresar en alto mis pensamientos.
Correríamos el riesgo, era nuestra ultima noche antes de atravesar el desierto en busca de la reliquia, quizás no saliera con vida de esa así que todo instante con ella era un regalo que no pensaba desaprovechar.
Afiancé las correas a mi pecho, dejando la bastarda a mi espalda, si tocaba luchar, lo haría.
Me preguntó por el tatuaje, al parecer no le había quedado aun suficientemente claro que me gustaba.
-No, no se reirán de mi, me temerán porque no solo me cuida Odin si no también ese otro dios del que antes has hablado.
Mi boca se perdió en la suya despacio, atrayendola con mis manos de la cintura para pegarla a mi cuerpo de nuevo.
-Alguna ventaja tiene que tener estar con una egipcia -bromeé de nuevo dejando atrás los problemas y enlazando mis dedos con los ajenos antes de salir por la puerta.
Egipto hoy estaba tranquilo, la fiesta había pasado y aquella era simplemente una noche mas. Aquella tierra olía a fuego, a especias y a desierto, era un lugar mágico, de calles y gentes muy distintas a las mías.
No tardamos en llegar a un restaurante bastante recóndito, no eramos la única pareja que sentada en esos sofás semicirculares degustaban de una sabrosa cena.
Frente a nosotros una orquesta de música del lugar amenizaba el ambiente, incluso algunas parejas se habían lanzado ya a la improvisada pista bailando abrazados aquellos ritmos lentos.
Mordí su hombro suavemente alzando la mirada para perderme en sus desiertos de dorada arena -¿una cita? -reí divertido, ciertamente aquello se asemejaba mucho a justo eso, una cita.
Pedimos algo de carne, salsas y una botella de un buen vino que pronto serví repletando los vasos de ambos.
Alcé mi copa chocandola contra la ajena sin apartar mi mirada de la suya.
-Skol -dije antes de llevarla a mis labios para beber de ella -¿cuéntame algo de ti? Susurré perdiendo mis labios en su cuello, recorriendo su yugular con mi lengua.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Parecía que no tenía ninguna objeción sobre la propuesta que le había hecho de irnos a cenar y disfrutar de esa noche de libertad que teníamos antes de embargarnos de nuevo hacia el peligro y lo desconocido. No sabía mucho más de lo que podríamos hallar en ese templo y solo lo sabríamos una vez llegado el momento y estuviéramos allí, antes de partir tendríamos que prepararnos con todo lo necesario para lo que nos pudiéramos encontrar. Sonreí de lado cuando me giró para que quedara cara a él y me besó de esa forma perdiendo mis manos por sus brazos y por su pecho, no pude evitar negar levemente con la cabeza cuando me dijo que no me mordiera el labio porque mandaría la cena al olvido y me llevaría arriba como decía, y bien sabía que lo haría.
Le hice un gesto para que entendiera que no iba a volver a hacerlo, aunque era algo que no podía prometer porque lo hacía sin ser consciente de ello realmente, y reí cuando nombró a mí dios pero también a los suyos ante la promesa de que me tomaría antes de que saliera el sol. No lo ponía en duda, no había habido un solo día en que no me hubiera tomado desde que estábamos allí e incluso en más de una vez en un mismo día… aquel hombre era insaciable, y comenzaba a sospechar que cuanto más tenía más quería. Como ahora mismo, podía notar su miembro contra mí vientre pero aceptó irnos a cenar y fue todo cuanto necesitaba para dejar un beso en sus labios y escabullirme para comenzar a prepararme puesto que seguramente tardaría más que él.
Y así fue, justo cuando ya estaba lista con aquel vestido azul claro que dejaba ver en una de sus mangas el tatuaje que me había hecho bajé al salón para encontrármelo esperando al pie de las escaleras. Sus ojos me recorrieron por entera y yo hice lo mismo con una sonrisa divertida, me di cuenta de que llevaba un vestido blanco en sus brazos que seguramente fuera en pago por el que me había roto y al bajar me acerqué a él para cogerlo y dejar que colgara para verlo bien. Era un vestido blanco, elegante y largo, que llevaba un cinturón justo bajo mí pecho y que como el vestido que yo llevaba también ahora dejaba una de las mangas el tatuaje a la vista. Me acerqué al espejo y me lo puse por delante para ver cómo me quedaría por encima.
-Es precioso, Ubbe –dije observándome ahora con el claro contraste entre el tono de mí piel morena con el vestido blanco. Elegante a la vez que sencillo, era muy bonito y ya sabía que era en pago por el rojo que había hecho añicos la otra noche- ¿Quieres que me lo ponga ahora? –Pregunté ladeando mi vista hacia él, pero al escuchar lo que tenía planeado sobre romper lo que llevara encima negué con la cabeza- entonces mejor no, vamos a darle algo más de duración al vestido que una simple noche –reí levemente y luego lo miré girándome aun con el vestido contra mí cuerpo cuando dijo de emborracharme, llevarme al bosque y además e tomar mí cuerpo tomarme en matrimonio… reí negando con la cabeza ante la broma y decidí dejar el vestido sobre la mesa para girarme a él con una sonrisa divertida en los labios- ¿vas a pedirme matrimonio tan pronto? ¿Ni siquiera una cita antes? –Reí divertida dejando un beso en sus labios siguiéndole la broma y luego vino su respuesta a si le había gustado el tatuaje- estás doblemente protegido, deberían de temerte mucho más –murmuré entre sus brazos notando que estos rodeaban mí cintura- Tiene muchas más ventajas, pero ya las irás descubriendo –comenté con tono jocoso dejando un beso en sus labios para enlazar nuestras manos y volver a salir a las calles de la ciudad.
Se notaba que la noche de fiesta ya había pasado y que todo volvía a la normalidad, aunque en algunas casas se pudiera seguir viendo los farolillos sobre estas ya no había puestos en las calles y la gente paseaba con normalidad y tranquilidad como si de una noche más se tratase. Al final nos decantamos por entrar a uno de los restaurantes donde nos sentamos al final de este en un sofá semicircular, y en donde comenzamos a pedir la cena y el vikingo pidió también vino, no podía faltar el alcohol claro está. La música sonaba en el local y algunas parejas se habían levantado para bailar ahora con la pieza lenta que estaba sonando, sentí su mordisco en mí hombro haciendo que mis ojos volvieran a los suyos y sonreí por la pregunta.
-¿No lo es? –Le devolví con otra pregunta divertida por la situación, además, ¿qué podría ser más si no? La otra noche ya lo había parecido aunque hubiéramos salido a la fiesta que se celebraba ese día, esa noche por el contrario no había nada que celebrar y había sido yo quien le había pedido salir a cenar- Claro que he tenido que hacerlo yo porque tú no ibas a hacerlo nunca –mordí su labio inferior con diversión y me separé un poco para mirarlo- Es lo que primero se tiene, luego ya las cosas que vayan surgiendo y pasando… no se puede tener hijos ni casarse si antes no se ha tenido una cita –reí contra sus labios antes de que trajeran lo que había pedido, me habría gustado que dejara la espada en casa pero sabiendo que era luna llena y teniendo en cuenta que unos licántropos nos perseguían quizás hasta era mejor que la llevara encima, solo por lo que pudiera pasar y esperaba que no tuviera que utilizarla en ningún momento.
Llenó ambas copas con el vino que nos habían traído mientras la música seguía sonando, repetí esa palabra alzando la copa también antes de dar un sorbo y dejarla sobre la mesa para coger un trozo de carne y llevármela a la boca, sus labios pronto recorrieron la piel de mí cuello y su lengua trazó un ardiente camino por la yugular que me hizo mirarlo y lanzar un suspiro, enredando mis dedos en su pelo dando un pequeño tirón como advertencia, aunque ya sabía que no iba a estar quieto en toda la noche, era superior a sus fuerzas y a mí era algo que me hacía reír porque era algo que él no podía controlar, algo que le costaba bastante.
-¿No cree señor, que está siendo demasiado atrevido para ser nuestra primera cita? –Dije con diversión igual que había hecho la noche de la fiesta, como si fuéramos dos desconocidos por completo- Vale que acepté tener una cita con usted aun cuando no lo conocía de nada, muy arriesgado por su pate sabiendo que vine con otro hombre –lo miré divertida- Primero deberíamos de conocernos ¿no cree? –su cara era todo un poema y no pude evitar reírme, separándome un poco de él- Que le cuente sobre mí… muy bien, bueno pues nací aquí en esta ciudad aunque luego viví en Mykonos y posteriormente en París. Soy egiptóloga aunque también sé sobre mitología nórdica, tengo una pastora belga de color negro que se llama Isis, como una de las Diosas Egipcias. También tengo una adolescente que dejé en París y a la que brevemente pude avisarle de que me iba porque tuve que partir de viaje hacia aquí –eso era algo que no le había dicho, no le había hablado sobre Alessia- Se llama Alessia y no, no es mí hija si es lo que está pensando, pero… digamos que soy como su hermana mayor y que vive conmigo porque en cierto modo me recordaba a mí en un pasado lejano –porque había visto en ella mí reflejo de cuando era más joven, perdida en un mundo que no era el mío donde la depravación era lo que más te rodeaba- Me da algún dolor de cabeza que otro pero la quiero mucho y sé que ella agradece todo lo que hice por ella –lo miré a los ojos porque a él no le había dado tiempo a cruzársela y había salido hacia Guiza sin poder decirle nada, al menos le dejé una nota para que no se preocupara- Soy hija única, mí madre era egiptóloga y mí padre sastre. Los perdí cuando era más pequeña, no he vuelto a saber nada de ellos hasta que hace un año mí padre apareció y me encontró en Paris, el mundo es como un pañuelo –hice una leve pausa tomando otro sorbo de la copa- me sorprendió cuando me encontró, sobre todo me sorprendió su condición en ese momento… no, no se había vuelto a casar ni nada pero estaba exactamente igual a como la última vez que lo había visto. Es un vampiro –esa última palabra lo dije en un tono más bajo para que solo él pudiera oírla- al principio me costó aceptarlo, incluso llegué a pensar que me estaba volviendo loca porque después de dieciséis años era imposible que conservara su mismo aspecto –me perdí por un momento en los recuerdos de aquel encuentro en donde él había aparecido como sombras y entre sueños- me enfadé con él muchísimo llegado cierto punto, me alegraba poder tenerlo de nuevo cuando ya había perdido toda esperanza pero lo que hizo… bueno, ahora ni siquiera sé si es verdad a o no –lancé un leve suspiro y llevé mí mano al colgante que él había tenido de mí madre- dijo que la había matado él cuando no pudo controlar su sangre, así que ya no sé qué es cierto y que no... –me mordí el labio porque otra inmortal me había dicho que sí estaba viva… y él decía que no estaba muerta, ¿qué era lo que debía de creer en todo?- También he descubierto recientemente que se me da bien hacer tatuajes, aunque es un tanto complicado. ¿Le gusta? –Pregunté apartando el pelo del hombro donde estaba el tatuaje, el vestido lo dejaba ver perfectamente- puedo hacerle uno si quiere, quizás… ¿Una mariposa? –Pregunté riéndome para acortar la distancia y besarlo acariciando su rostro con una mano perdiéndonos en el otro por unos momentos y por unos instantes en los que solamente estábamos él y yo- Debo reconocerle que está siendo muy valiente, si el otro hombre se enterara de que estoy con usted no sé qué llegaría a hacerle –terminé por comentar entre risas para coger de nuevo un trozo de carne y llevarla a mis labios, disfrutado de esos momentos de paz y tranquilidad que nos estaban otorgando y que los dos sabíamos que no iban a durar demasiado.
La cena pasaba tranquila sin ninguna complicación entre risas y charlas contándonos más cosas el uno del otro, bebiendo vino, dándonos de comer y perdiéndonos entre caricias aunque ninguna que fuera para que fuera tachada de escándalo, el vikingo se estaba conteniendo porque sabía que de estar los dos solos cenando en casa sería muy diferente y distinta a como estaba siendo en aquel restaurante. Pero tampoco me quejaba, necesitaba salir y despejarme de todo aquello, distraerme, disfrutar… disfrutar una noche con él y ver qué eran esas cosas que me hacía sentir y por las que tenía tantas dudas en esos días y en esos momentos. Los platos principales ya se habían acabado y solamente quedaba el postre y la botella de vino de la cual había que reconocer que él estaba bebiendo más que yo porque tenía mucho más aguante.
-¿Alguna cosa que quieras saber en concreto sobre mí, ahora que estás a tiempo vikingo? –Pregunté con una sonrisa aunque, prácticamente, lo sabía ya todo sobre mí- Y tú, Ubbe… ¿qué me puedes contar más sobre ti? Por ejemplo… ¿cuándo te hiciste general? Seguro que tienes muchas batallitas y anécdotas que contar sobre todo eso y muchas más travesuras que ni siquiera me has contando que harías con tú primo Niels y que seguramente les dieran dolor de cabeza a vuestras madres –no pude evitar reírme al imaginarme a un Ubbe de niño junto a su primo cometiendo travesuras por doquier- Venga, cuéntame la trastada más grave que habéis hecho tú primo y tú, por si acaso tengo que tomar nota... –dije don diversión y me mordí el labio a la espera de que me siguiera contando alguna cosa que hiciera de pequeño- Me gustaría algún día conocer de primera mano tú cultura, visitar el lugar, ver sus tradiciones… es muy diferente a cuando se estudia, te da un mejor concepto de todo –mí mano subió por su pecho hasta perderse en su nuca donde nuestras miradas se quedaron fijas durante unos segundos, antes de que me inclinara y dejara un beso en sus labios- Venga, cuéntame tus travesuras de cuando eras niño –dije acomodándome apoyando un codo en el respaldo y llevando mi cabeza sobre la mano, envolviendo mis rizos para ahora ser yo quien le escuchara a él, yo no tenía demasiadas cosas interesantes ni divertidas que contarle puesto que mi vida había sido muy diferente a la suya, la suya plagada de libertad, la mía como si estuviera confinada en una jaula.
Le hice un gesto para que entendiera que no iba a volver a hacerlo, aunque era algo que no podía prometer porque lo hacía sin ser consciente de ello realmente, y reí cuando nombró a mí dios pero también a los suyos ante la promesa de que me tomaría antes de que saliera el sol. No lo ponía en duda, no había habido un solo día en que no me hubiera tomado desde que estábamos allí e incluso en más de una vez en un mismo día… aquel hombre era insaciable, y comenzaba a sospechar que cuanto más tenía más quería. Como ahora mismo, podía notar su miembro contra mí vientre pero aceptó irnos a cenar y fue todo cuanto necesitaba para dejar un beso en sus labios y escabullirme para comenzar a prepararme puesto que seguramente tardaría más que él.
Y así fue, justo cuando ya estaba lista con aquel vestido azul claro que dejaba ver en una de sus mangas el tatuaje que me había hecho bajé al salón para encontrármelo esperando al pie de las escaleras. Sus ojos me recorrieron por entera y yo hice lo mismo con una sonrisa divertida, me di cuenta de que llevaba un vestido blanco en sus brazos que seguramente fuera en pago por el que me había roto y al bajar me acerqué a él para cogerlo y dejar que colgara para verlo bien. Era un vestido blanco, elegante y largo, que llevaba un cinturón justo bajo mí pecho y que como el vestido que yo llevaba también ahora dejaba una de las mangas el tatuaje a la vista. Me acerqué al espejo y me lo puse por delante para ver cómo me quedaría por encima.
-Es precioso, Ubbe –dije observándome ahora con el claro contraste entre el tono de mí piel morena con el vestido blanco. Elegante a la vez que sencillo, era muy bonito y ya sabía que era en pago por el rojo que había hecho añicos la otra noche- ¿Quieres que me lo ponga ahora? –Pregunté ladeando mi vista hacia él, pero al escuchar lo que tenía planeado sobre romper lo que llevara encima negué con la cabeza- entonces mejor no, vamos a darle algo más de duración al vestido que una simple noche –reí levemente y luego lo miré girándome aun con el vestido contra mí cuerpo cuando dijo de emborracharme, llevarme al bosque y además e tomar mí cuerpo tomarme en matrimonio… reí negando con la cabeza ante la broma y decidí dejar el vestido sobre la mesa para girarme a él con una sonrisa divertida en los labios- ¿vas a pedirme matrimonio tan pronto? ¿Ni siquiera una cita antes? –Reí divertida dejando un beso en sus labios siguiéndole la broma y luego vino su respuesta a si le había gustado el tatuaje- estás doblemente protegido, deberían de temerte mucho más –murmuré entre sus brazos notando que estos rodeaban mí cintura- Tiene muchas más ventajas, pero ya las irás descubriendo –comenté con tono jocoso dejando un beso en sus labios para enlazar nuestras manos y volver a salir a las calles de la ciudad.
Se notaba que la noche de fiesta ya había pasado y que todo volvía a la normalidad, aunque en algunas casas se pudiera seguir viendo los farolillos sobre estas ya no había puestos en las calles y la gente paseaba con normalidad y tranquilidad como si de una noche más se tratase. Al final nos decantamos por entrar a uno de los restaurantes donde nos sentamos al final de este en un sofá semicircular, y en donde comenzamos a pedir la cena y el vikingo pidió también vino, no podía faltar el alcohol claro está. La música sonaba en el local y algunas parejas se habían levantado para bailar ahora con la pieza lenta que estaba sonando, sentí su mordisco en mí hombro haciendo que mis ojos volvieran a los suyos y sonreí por la pregunta.
-¿No lo es? –Le devolví con otra pregunta divertida por la situación, además, ¿qué podría ser más si no? La otra noche ya lo había parecido aunque hubiéramos salido a la fiesta que se celebraba ese día, esa noche por el contrario no había nada que celebrar y había sido yo quien le había pedido salir a cenar- Claro que he tenido que hacerlo yo porque tú no ibas a hacerlo nunca –mordí su labio inferior con diversión y me separé un poco para mirarlo- Es lo que primero se tiene, luego ya las cosas que vayan surgiendo y pasando… no se puede tener hijos ni casarse si antes no se ha tenido una cita –reí contra sus labios antes de que trajeran lo que había pedido, me habría gustado que dejara la espada en casa pero sabiendo que era luna llena y teniendo en cuenta que unos licántropos nos perseguían quizás hasta era mejor que la llevara encima, solo por lo que pudiera pasar y esperaba que no tuviera que utilizarla en ningún momento.
Llenó ambas copas con el vino que nos habían traído mientras la música seguía sonando, repetí esa palabra alzando la copa también antes de dar un sorbo y dejarla sobre la mesa para coger un trozo de carne y llevármela a la boca, sus labios pronto recorrieron la piel de mí cuello y su lengua trazó un ardiente camino por la yugular que me hizo mirarlo y lanzar un suspiro, enredando mis dedos en su pelo dando un pequeño tirón como advertencia, aunque ya sabía que no iba a estar quieto en toda la noche, era superior a sus fuerzas y a mí era algo que me hacía reír porque era algo que él no podía controlar, algo que le costaba bastante.
-¿No cree señor, que está siendo demasiado atrevido para ser nuestra primera cita? –Dije con diversión igual que había hecho la noche de la fiesta, como si fuéramos dos desconocidos por completo- Vale que acepté tener una cita con usted aun cuando no lo conocía de nada, muy arriesgado por su pate sabiendo que vine con otro hombre –lo miré divertida- Primero deberíamos de conocernos ¿no cree? –su cara era todo un poema y no pude evitar reírme, separándome un poco de él- Que le cuente sobre mí… muy bien, bueno pues nací aquí en esta ciudad aunque luego viví en Mykonos y posteriormente en París. Soy egiptóloga aunque también sé sobre mitología nórdica, tengo una pastora belga de color negro que se llama Isis, como una de las Diosas Egipcias. También tengo una adolescente que dejé en París y a la que brevemente pude avisarle de que me iba porque tuve que partir de viaje hacia aquí –eso era algo que no le había dicho, no le había hablado sobre Alessia- Se llama Alessia y no, no es mí hija si es lo que está pensando, pero… digamos que soy como su hermana mayor y que vive conmigo porque en cierto modo me recordaba a mí en un pasado lejano –porque había visto en ella mí reflejo de cuando era más joven, perdida en un mundo que no era el mío donde la depravación era lo que más te rodeaba- Me da algún dolor de cabeza que otro pero la quiero mucho y sé que ella agradece todo lo que hice por ella –lo miré a los ojos porque a él no le había dado tiempo a cruzársela y había salido hacia Guiza sin poder decirle nada, al menos le dejé una nota para que no se preocupara- Soy hija única, mí madre era egiptóloga y mí padre sastre. Los perdí cuando era más pequeña, no he vuelto a saber nada de ellos hasta que hace un año mí padre apareció y me encontró en Paris, el mundo es como un pañuelo –hice una leve pausa tomando otro sorbo de la copa- me sorprendió cuando me encontró, sobre todo me sorprendió su condición en ese momento… no, no se había vuelto a casar ni nada pero estaba exactamente igual a como la última vez que lo había visto. Es un vampiro –esa última palabra lo dije en un tono más bajo para que solo él pudiera oírla- al principio me costó aceptarlo, incluso llegué a pensar que me estaba volviendo loca porque después de dieciséis años era imposible que conservara su mismo aspecto –me perdí por un momento en los recuerdos de aquel encuentro en donde él había aparecido como sombras y entre sueños- me enfadé con él muchísimo llegado cierto punto, me alegraba poder tenerlo de nuevo cuando ya había perdido toda esperanza pero lo que hizo… bueno, ahora ni siquiera sé si es verdad a o no –lancé un leve suspiro y llevé mí mano al colgante que él había tenido de mí madre- dijo que la había matado él cuando no pudo controlar su sangre, así que ya no sé qué es cierto y que no... –me mordí el labio porque otra inmortal me había dicho que sí estaba viva… y él decía que no estaba muerta, ¿qué era lo que debía de creer en todo?- También he descubierto recientemente que se me da bien hacer tatuajes, aunque es un tanto complicado. ¿Le gusta? –Pregunté apartando el pelo del hombro donde estaba el tatuaje, el vestido lo dejaba ver perfectamente- puedo hacerle uno si quiere, quizás… ¿Una mariposa? –Pregunté riéndome para acortar la distancia y besarlo acariciando su rostro con una mano perdiéndonos en el otro por unos momentos y por unos instantes en los que solamente estábamos él y yo- Debo reconocerle que está siendo muy valiente, si el otro hombre se enterara de que estoy con usted no sé qué llegaría a hacerle –terminé por comentar entre risas para coger de nuevo un trozo de carne y llevarla a mis labios, disfrutado de esos momentos de paz y tranquilidad que nos estaban otorgando y que los dos sabíamos que no iban a durar demasiado.
La cena pasaba tranquila sin ninguna complicación entre risas y charlas contándonos más cosas el uno del otro, bebiendo vino, dándonos de comer y perdiéndonos entre caricias aunque ninguna que fuera para que fuera tachada de escándalo, el vikingo se estaba conteniendo porque sabía que de estar los dos solos cenando en casa sería muy diferente y distinta a como estaba siendo en aquel restaurante. Pero tampoco me quejaba, necesitaba salir y despejarme de todo aquello, distraerme, disfrutar… disfrutar una noche con él y ver qué eran esas cosas que me hacía sentir y por las que tenía tantas dudas en esos días y en esos momentos. Los platos principales ya se habían acabado y solamente quedaba el postre y la botella de vino de la cual había que reconocer que él estaba bebiendo más que yo porque tenía mucho más aguante.
-¿Alguna cosa que quieras saber en concreto sobre mí, ahora que estás a tiempo vikingo? –Pregunté con una sonrisa aunque, prácticamente, lo sabía ya todo sobre mí- Y tú, Ubbe… ¿qué me puedes contar más sobre ti? Por ejemplo… ¿cuándo te hiciste general? Seguro que tienes muchas batallitas y anécdotas que contar sobre todo eso y muchas más travesuras que ni siquiera me has contando que harías con tú primo Niels y que seguramente les dieran dolor de cabeza a vuestras madres –no pude evitar reírme al imaginarme a un Ubbe de niño junto a su primo cometiendo travesuras por doquier- Venga, cuéntame la trastada más grave que habéis hecho tú primo y tú, por si acaso tengo que tomar nota... –dije don diversión y me mordí el labio a la espera de que me siguiera contando alguna cosa que hiciera de pequeño- Me gustaría algún día conocer de primera mano tú cultura, visitar el lugar, ver sus tradiciones… es muy diferente a cuando se estudia, te da un mejor concepto de todo –mí mano subió por su pecho hasta perderse en su nuca donde nuestras miradas se quedaron fijas durante unos segundos, antes de que me inclinara y dejara un beso en sus labios- Venga, cuéntame tus travesuras de cuando eras niño –dije acomodándome apoyando un codo en el respaldo y llevando mi cabeza sobre la mano, envolviendo mis rizos para ahora ser yo quien le escuchara a él, yo no tenía demasiadas cosas interesantes ni divertidas que contarle puesto que mi vida había sido muy diferente a la suya, la suya plagada de libertad, la mía como si estuviera confinada en una jaula.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Ladeé la sonrisa cuando esta volvió a tratarme como un desconocido, ciertamente lo era, pero en este juego nuestro encuentro aun era mas reciente del que ya hace un par de semanas tuvimos frente a su trabajo.
-Debería temer a ese hombre, creo que es capaz de hacer por vos mas de lo que en estos momentos creéis -confesé contra sus labios que reían al escuchar mis palabras.
La noche estaba calma, las velas iluminaban nuestros rostros, dotando a la copa de vino de un tono rojizo.
-No suelo tener citas Naitiri, el campo de batalla me roba casi todo mi tiempo y con las mujeres comparto momentos efímeros, ya sabes, encuentros de una noche.
Escuche bebiendo de la copa lo que me contaba, gran parte ya lo sabia de ella, donde nació, donde se crio, a lo que se dedicaba en París y su reciente trabajo de egiptologa en el museo.
También que le fascinaba la cultura vikinga y que algún día desearía viajar al norte para conocerla de primera mano.
Por contra no sabia nada de esa adolescente a la que decía haber adoptado de algún modo u otro.
-Hakon fue encontrado por mi madre cuando solo era un niño de cuatro años, su familia había muerto, solo quedaba él escondido en un barril dentro de un asentamiento gitano.
A mi padre le costó bastante aceptarlo como un hijo, pero hay que reconocer que se ha ganado su lugar a pulso, es un buen guerrero, padre le ha enseñado a serlo como a nosotros, así que no podría contar con mejor hermano.
Aunque es cierto que mi compañero de correrías siempre ha sido Niels, quizás porque coincidimos mas en forma en la forma de ser. ¿No tienes amigas? -pregunté fijándome en su boca
Mi boca volvió a surcar su cuello, erizando su piel al pasar mi lengua de nuevo por su yugular.
-Mi padre es vampiro como el tuyo, mi madre fue humana un tiempo aunque finalmente mi padre la trasformo, le costó convencerlo, pero finalmente lo logró. Fue complicado al principio, ella era solo una neófita sus instintos eran difíciles de controlar y la sed la embriagaba demasiado a menudo. Recuerdo que padre en esa época nos mandó al norte a todos para quedarse solo con ella, dijo que era el modo de mantenernos a salvo.
Nuestro tío Höor nos acogió, también es vampiro, mi familia tiene una historia larga que contar, si quieres algún día la averiguaras, no quiero romper el misterio -bromeé guiñándole un ojo antes de perderme sediento en su boca.
Me abrí paso con la lengua por sus labios batiéndome a muerte con la ajena, devorando todo a mi paso, la deseaba de un modo complicado de disimular.
Un toque en el hombro me saco del ensortijamiento, alcé la mirada hacia una anciana que vendía flores por las mesas.
La señora me tendió una rosa para que pudiera quedar como una caballero frente a la egipcia, mas en su mano quedaba rezagado un ramillete de violetas, seguramente mucho mas razonable dada la ocasión.
Sonreí dándole unas monedas y pidiéndole por favor que fueran esas flores que no estaban en veta las que me cediera.
-Ninguna rosa podría competir contigo en belleza, por el contrario, creo que estas reflejan mejor lo que eres. No eres solo eso una mujer preciosa a la que lucir si no una mujer dura, valiente, sencilla, eres como las violetas, tenaz y eterna. Quizás hubo un tiempo en que eras rosa, pero no hoy -mi boca colisionó con la suya, mi nariz acarició la ajena y pronto nos fundimos en un beso prolongado, húmedo, necesitado.
Nunca me hubiera enamorado de una rosa, de esas podía cortar todas cuantas quisiera a voluntad.
La cena prosiguió, y con ella la conversación, risas cómplices ,miradas apasionadas caricias que reflejaban que si eso era una “ cita” iba mejor incluso de lo esperado. Nuestros dedos enlazados mientras nos hablábamos al oído, cerca, rozando nuestros labios, ella prosiguió contándome, ahora lo de su madre.
-No esta muerta Nai, no puedo decirte mas, pero algún día la encontraras, te doy mi palabra.
Mis ojos se hundieron en sus pardos que ahora suplicaban respuestas a las miles de preguntas que posiblemente albergaba su alma.
Su cuerpo se orilló contra el mio, su espalda contra mi pecho, mi boca en su cuello, susurro en su oído y nuestras manos perdiéndose en caricias mientras se enlazaban unidas.
-Me convertí en general tras una complicada gesta, en aquel entonces, otro ostentaba ese cargo y yo estaba a su mando.
Era de noche, recuerdo el momento como si fuera ayer. Mi milicia se separó del resto, el plan era acorralar al enemigo, atacar desde atrás.
Hakon y Niels al frente, ellos se encargarían de aguantar la primera embestida a melé. Synnobe estaba a la retaguardia, capitana de un ejercito de duras amazonas arqueras, iba a confundir la noche con una lluvia de fuego, para dejar después caer las saetas invisibles, esas que no esperaría el enemigo y que con suerte produciría las bajas necesarias para que Hakon y Niels aguantaran a melé.
Después apareceríamos nosotros a caballo desde atrás y daríamos el golpe final pues el ejercito enemigo tendría que protegerse por dos flancos quedando en el centro.
El plan estaba bien trazado, Los laterales los cubría Padre y Höor, apenas con un grupo de inmortales se abrirían paso destruyendo lo que quedara en pie.
Lo que no esperamos es que por donde yo iba a acudir, una manada de licantropos nos esperara.
Parecía que en nuestras filas teníamos un traidor y todo se complico al conocer nuestro plan.
Fue una masacré, mi tropa calló frente a mis ojos, me mantenía en pie, desangrándome, parecían divertidos jugando conmigo, estaba solo contra seis licantropos que me desgarraban entre claros aullidos.
Mis ojos se fijaron en uno de ellos, el líder mas grande, con una cicatriz en el ojo. Recordé lo que un día me dijo mi padre “descabeza al líder y el resto reculará sin saber por donde atacar”
No lo pensé, saque la daga de mi cinto y me abalancé contra el alfa, se convirtió en una pelea de uno contra uno. Lo maté, lo destripé y su corazón acabó en mi mano mientras desafiaba al resto a intentarlo.
Su beta me miró, sus ojos en los míos, me tambaleaba agotado y ella ordenó al resto que me dejaran con vida, me lo había ganado.
Ella ascendió a alfa y yo tras ser encontrado moribundo y desorientado por los míos, me convertí en general.
De eso hace un par de años, como te he dicho tengo el feo vicio de esquivar a la parca.
Mordí su hombro dejando escapar una sonrisa contra este.
-¿Sabe señorita? Ese tatuaje le da un aspecto muy sexy -mis ojos azules se perdieron en sus pardos, fijos, admirando el brillo de la llama de la vela en ellos -no quiero aburrirte -dije dándole un juguetón toque en su nariz -muchas son mis anécdotas infantiles, nunca fui un niño tranquilo.
¿Que es lo que mas deseas? Me refiero eres egiptologa y se que eso te gusta, pero...¿que mas?¿cuales son tus sueños?
-Debería temer a ese hombre, creo que es capaz de hacer por vos mas de lo que en estos momentos creéis -confesé contra sus labios que reían al escuchar mis palabras.
La noche estaba calma, las velas iluminaban nuestros rostros, dotando a la copa de vino de un tono rojizo.
-No suelo tener citas Naitiri, el campo de batalla me roba casi todo mi tiempo y con las mujeres comparto momentos efímeros, ya sabes, encuentros de una noche.
Escuche bebiendo de la copa lo que me contaba, gran parte ya lo sabia de ella, donde nació, donde se crio, a lo que se dedicaba en París y su reciente trabajo de egiptologa en el museo.
También que le fascinaba la cultura vikinga y que algún día desearía viajar al norte para conocerla de primera mano.
Por contra no sabia nada de esa adolescente a la que decía haber adoptado de algún modo u otro.
-Hakon fue encontrado por mi madre cuando solo era un niño de cuatro años, su familia había muerto, solo quedaba él escondido en un barril dentro de un asentamiento gitano.
A mi padre le costó bastante aceptarlo como un hijo, pero hay que reconocer que se ha ganado su lugar a pulso, es un buen guerrero, padre le ha enseñado a serlo como a nosotros, así que no podría contar con mejor hermano.
Aunque es cierto que mi compañero de correrías siempre ha sido Niels, quizás porque coincidimos mas en forma en la forma de ser. ¿No tienes amigas? -pregunté fijándome en su boca
Mi boca volvió a surcar su cuello, erizando su piel al pasar mi lengua de nuevo por su yugular.
-Mi padre es vampiro como el tuyo, mi madre fue humana un tiempo aunque finalmente mi padre la trasformo, le costó convencerlo, pero finalmente lo logró. Fue complicado al principio, ella era solo una neófita sus instintos eran difíciles de controlar y la sed la embriagaba demasiado a menudo. Recuerdo que padre en esa época nos mandó al norte a todos para quedarse solo con ella, dijo que era el modo de mantenernos a salvo.
Nuestro tío Höor nos acogió, también es vampiro, mi familia tiene una historia larga que contar, si quieres algún día la averiguaras, no quiero romper el misterio -bromeé guiñándole un ojo antes de perderme sediento en su boca.
Me abrí paso con la lengua por sus labios batiéndome a muerte con la ajena, devorando todo a mi paso, la deseaba de un modo complicado de disimular.
Un toque en el hombro me saco del ensortijamiento, alcé la mirada hacia una anciana que vendía flores por las mesas.
La señora me tendió una rosa para que pudiera quedar como una caballero frente a la egipcia, mas en su mano quedaba rezagado un ramillete de violetas, seguramente mucho mas razonable dada la ocasión.
Sonreí dándole unas monedas y pidiéndole por favor que fueran esas flores que no estaban en veta las que me cediera.
-Ninguna rosa podría competir contigo en belleza, por el contrario, creo que estas reflejan mejor lo que eres. No eres solo eso una mujer preciosa a la que lucir si no una mujer dura, valiente, sencilla, eres como las violetas, tenaz y eterna. Quizás hubo un tiempo en que eras rosa, pero no hoy -mi boca colisionó con la suya, mi nariz acarició la ajena y pronto nos fundimos en un beso prolongado, húmedo, necesitado.
Nunca me hubiera enamorado de una rosa, de esas podía cortar todas cuantas quisiera a voluntad.
La cena prosiguió, y con ella la conversación, risas cómplices ,miradas apasionadas caricias que reflejaban que si eso era una “ cita” iba mejor incluso de lo esperado. Nuestros dedos enlazados mientras nos hablábamos al oído, cerca, rozando nuestros labios, ella prosiguió contándome, ahora lo de su madre.
-No esta muerta Nai, no puedo decirte mas, pero algún día la encontraras, te doy mi palabra.
Mis ojos se hundieron en sus pardos que ahora suplicaban respuestas a las miles de preguntas que posiblemente albergaba su alma.
Su cuerpo se orilló contra el mio, su espalda contra mi pecho, mi boca en su cuello, susurro en su oído y nuestras manos perdiéndose en caricias mientras se enlazaban unidas.
-Me convertí en general tras una complicada gesta, en aquel entonces, otro ostentaba ese cargo y yo estaba a su mando.
Era de noche, recuerdo el momento como si fuera ayer. Mi milicia se separó del resto, el plan era acorralar al enemigo, atacar desde atrás.
Hakon y Niels al frente, ellos se encargarían de aguantar la primera embestida a melé. Synnobe estaba a la retaguardia, capitana de un ejercito de duras amazonas arqueras, iba a confundir la noche con una lluvia de fuego, para dejar después caer las saetas invisibles, esas que no esperaría el enemigo y que con suerte produciría las bajas necesarias para que Hakon y Niels aguantaran a melé.
Después apareceríamos nosotros a caballo desde atrás y daríamos el golpe final pues el ejercito enemigo tendría que protegerse por dos flancos quedando en el centro.
El plan estaba bien trazado, Los laterales los cubría Padre y Höor, apenas con un grupo de inmortales se abrirían paso destruyendo lo que quedara en pie.
Lo que no esperamos es que por donde yo iba a acudir, una manada de licantropos nos esperara.
Parecía que en nuestras filas teníamos un traidor y todo se complico al conocer nuestro plan.
Fue una masacré, mi tropa calló frente a mis ojos, me mantenía en pie, desangrándome, parecían divertidos jugando conmigo, estaba solo contra seis licantropos que me desgarraban entre claros aullidos.
Mis ojos se fijaron en uno de ellos, el líder mas grande, con una cicatriz en el ojo. Recordé lo que un día me dijo mi padre “descabeza al líder y el resto reculará sin saber por donde atacar”
No lo pensé, saque la daga de mi cinto y me abalancé contra el alfa, se convirtió en una pelea de uno contra uno. Lo maté, lo destripé y su corazón acabó en mi mano mientras desafiaba al resto a intentarlo.
Su beta me miró, sus ojos en los míos, me tambaleaba agotado y ella ordenó al resto que me dejaran con vida, me lo había ganado.
Ella ascendió a alfa y yo tras ser encontrado moribundo y desorientado por los míos, me convertí en general.
De eso hace un par de años, como te he dicho tengo el feo vicio de esquivar a la parca.
Mordí su hombro dejando escapar una sonrisa contra este.
-¿Sabe señorita? Ese tatuaje le da un aspecto muy sexy -mis ojos azules se perdieron en sus pardos, fijos, admirando el brillo de la llama de la vela en ellos -no quiero aburrirte -dije dándole un juguetón toque en su nariz -muchas son mis anécdotas infantiles, nunca fui un niño tranquilo.
¿Que es lo que mas deseas? Me refiero eres egiptologa y se que eso te gusta, pero...¿que mas?¿cuales son tus sueños?
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Por esa vez ahora me tocaba a mí escuchar lo que él tuviera que contarme y algo me decía que podría ser mucho porque seguramente tuviera muchísimas anécdotas que contarme, además como muchas batallas que había tenido a lo largo de su vida porque si había tenido su primera gesta con tan solo nueve años, a esa tierna edad, habían pasado diecinueve años entre más travesuras y más batallas… muchos años, la verdad es que muchísimos y era toda una suerte que estuviera allí conmigo, aún con vida. Escuché la historia que me contaba sobre su hermano Hakon, cómo lo encontró su madre y a reticencia de su padre este lo crió como a un hijo más y que para él era claramente su hermano. Reí levemente cuando dijo que se llevaba mejor con Niels por el carácter, y enarqué una ceja cuando dijo que su familia tenía una larga historia que contar y que no quería desvelarme nada y romper el miestrio, alegando que algún día lo sabría.
-No puedes contarme todo eso, decirme que ya lo conoceré, y no decirme nada más… ¿sabes la curiosidad enorme que me entra ahora que me has dicho eso, y las preguntas que tengo? No puedes hacerle eso a una persona curiosa, Ubbe, porque es matarla y hacer que solo quiera saberlo –reí negando levemente con la cabeza- yo soy una mujer muy curiosa y ahora quiero saber mucho más, en realidad quiero que me cuentes todo… así que venga, no te hagas de rogar anda –pedí buscando sus labios con los míos, besándolo, buscando su lengua para entablar una batalla con ésta subiendo mi mano por su pecho hasta quedar en su nuca, separándome para estirar de su labio inferior y mirarlo a los ojos- ¿te sirve como soborno para que me digas más? –pregunté con una sonrisa en los labios, para luego lanzar un suspiro cuando me preguntó si tenía amigas y a la mente me vino la imagen de Astrid. En volver tendría que quedar con ella para explicarle en qué había consistido mí viaje tan prematuro, sabía que Isis quedaba en buenas manos con ella y que esperaría mí regreso para que le informara, seguramente me invitaría a una tarde de té para que la pusiera al día, al igual que ella conmigo- Alessia es una joven de dieciséis años que, hace ya cuatro, decidí que viviera conmigo. Su historia es… bueno, sus padres se casaron por un matrimonio de conveniencia y él siempre quiso un varón pero nació ella. No sentía amor por su madre y tampoco cariño hacia ella, las despreciaba hasta que un día la tiró por osarse a decirle que su madre sufría en desdicha, pues por más que intentaba quedarse embarazada no podía –hice una leve pausa- creo que le pegó antes de echarla de casa, nunca me lo ha confirmado pero creo que así fue. La Madam la encontró un día en la calle, malnutrida y en un estado deplorable así que la llevó con ella al burdel, la tenía para hacer algunos recados, limpiar… pero la veía tan perdida en ese mundo que me recordó tanto a mí –por unos momentos me perdí en aquel recuerdo- ese no era lugar para una niña y sabía bien de lo que hablaba, decidí llevármela –aunque eso me supuso alargar mí deuda- porque de alguna forma me hubiera gustado que en su momento alguien lo hiciera por mí, y desde entonces vive conmigo. Me da dolores de cabeza porque tiene carácter también y es un poco cabezota, pero es una buena chica y es como esa hermana pequeña que nunca tuve, a la vez que en parte mi amiga. Pero para ese término debería de nombrarte más bien a Astrid, es cazadora y sufro desde que me lo dijo sabiendo que se va de noche de caza, me comprende y nos entendemos sin decirnos nada, me aporta paz y tranquilidad y aunque pudiera parecer al principio que éramos muy diferentes, en verdad somos bastante iguales. Era la única que sabía de mí pasado y pese a este no le importó en absoluto, en ese mundo no se puede tener amigas pues no hay cabida para eso, todas te ven como una rival y no les importa nada –me callé tras decirle aquello, hacía tiempo que no sacaba ese pasado a relucir y del cual no me sentía orgullosa para nada, pero no había sido algo que había elegido ser y solo me quedó reponerme de ello y ser más fuerte.
Su boca volvió de nuevo a buscarme y a hacerse dueña de la mía, admitía que en ese momento lo necesitaba, necesitaba que me sacaran de esos pensamientos y de aquellos recuerdos que no traían nada bueno, él me devolvió al presente. Batalla feroz la de nuestras lenguas en aquel beso necesitado que me hizo olvidarme de todo y solo me centrara en él y en ese deleite hasta que separó sus labios de los míos, dejándome con ganas de más para darme cuenta de que había una mujer mayor frente a nosotros que iba vendiendo rosas. Sonreí de lado pensando que aquello no le pegaba para nada al vikingo e iba a abrir la boca cuando él se me adelantó sorprendiéndome, pero sobre todo en que quisiera el ramillete de violetas para comprarlo, la mujer se lo entregó y se despidió de nosotros viendo cómo se alejaba para luego centrar mí mirada en el vikingo quien me entregaba aquellas flores.
Unas violetas en un ramillete que cogí con mi mano escuchando sus palabras observándolo de forma fija, grabándose cada una de las palabras que me dijo a fuego en mi mente y en mi memoria. ¿Así era como él me veía? No pude evitar preguntármelo cuando decía cada palabra sobre mí, quizás quiso decir mucho más con aquellas simples palabras y que precisamente me diera aquel ramillete de violetas con su significado, y no la rosa, fue lo que me hizo sonreír escuchándole. “Quizás hubo un tiempo en que eras rosa, pero no hoy” si él supiera lo acertada que había sido esa frase… quise decirle algo, pero sus labios volvieron a buscarme y yo me dejé encontrar más que nunca, perdida entre aquellas palabras, en ese sentimiento cálido que había sentido en el pecho por las palabras, por el significado… por todo, pero por él. Si él supiera, con aquel nimio gesto, con esas simples palabras lo que me había hecho sentir por dentro… me revolvió todo por dentro, y no de una forma mala precisamente. Me mordí el labio cuando se separó, con fuerza notando su sabor todavía en mis labios con la respiración agitada por el beso.
-Es lo más bonito que me han dicho nunca, Ubbe –y no mentía cuando se lo decía, y que precisamente fuera aquel vikingo, ese al que a veces le costaba decirme las cosas, tenía mucho más mérito del que se veía a simple vista- Gracias, de verdad –porque cuando habías vivido más de la mitad de tú vida en un mundo donde eras utilizada para que otros obtuvieran placer y en donde no importaba nada más, que alguien viera lo que realmente era sin fijarse en nada más... era casi como algo mágico. Alguien que me viera realmente a mí, y no a la que me obligaban a ser. Esa vez fui yo quien buscó sus labios volviendo a fundirnos en otro beso como el anterior, largo y necesitado. Sus siguientes palabras me hicieron mirarlo con extrañeza por el tema de mí madre, decía que no podía decirme mucho más salvo que no estaba muerta, pero eso me generaba más preguntas y por qué estaba tan convencido y seguro de ello, como si él ya lo supiera… y aunque me costó horrores no hacerle las miles de preguntas que acudían a mí cabeza lo dejé estar, dejando que la noche pasara entre más caricias, más risas, más complicidad entre los dos, donde hubo más besos. Me sentía tan bien en ese momento que hasta me olvidé del verdadero motivo que nos había llevado a estar allí.
Me recosté contra él cuando le pedí que me contara travesuras suyas y como fue general dejando mí espalda en su pecho, sus manos entrelazadas en las mías y su rostro en mí cuello. Me contó esa batalla que lo había convertido en general imaginándome aquello que me relataba, abrí la boca cuando dijo que los habían traicionado y que se encontró con una manada de licántropos quedando él solo. Aunque sabía que estaba ahí conmigo, y que ya había pasado, no pude evitar ponerme tensa por eso apretando una de sus manos entre las mías. Me dolió escuchar lo que le pasó y fruncí el ceño ante el comportamiento suicida que había tenido, ahora entendía por qué una vez me dijo que su dios estaba acostumbrado a eso de él. Cómo mató al alfa y así ninguno de los demás pudo hacerle nada, aparte de que la beta que luego se convirtió en la alfa y me pregunté si no se habría cruzado con ella de nuevo.
-Debió de ser… -no sabía muy bien qué decir, era una historia dura pero por suerte pudieron encontrarlo y hoy estaba ahí para contarlo. Mi rostro se giró buscando al suyo y recorrí con mis labios su mandíbula- fue una decisión muy arriesgada y suicida, pero me alegro de que salieras ganando y de que ahora puedas estar aquí conmigo. ¿Nunca más has vuelto a encontrarte con la alfa? –busqué sus labios para dejar un beso en ellos y reí levemente ante el mordisco en mí hombro escuchando sus palabras- ¿Verdad que sí? Se supone que así no me voy a perder si la llevo –comenté con una sonrisa recorriendo su mandíbula con mis labios, aunque estaba más perdida que nunca. Reí ante el golpe en mi nariz con la suya y negué con la cabeza- no me aburres, me gusta escuchar esas historias aunque sufra al escucharlas aun cuando sé que estás aquí y que ya han pasado… -nuestros ojos quedaron fijos durante unos segundos iluminados por la luz de las velas, así se podía notar aún más ese color azul que tenía. Lancé un suspiro cuando me hizo esa pregunta, esas preguntas, sin saber muy bien qué decirle- ¿sería muy extraño querer que un día me llevaras al norte contigo para pasar allí un tiempo? –Pregunté observándolo- podrías hacerme de guía como estoy haciendo contigo, pero sin que sea por un motivo como encontrar una reliquia… podría tomarme unas vacaciones –mis labios eran ahora los que se paseaban por su cuello dejando mí aliento sobre su piel- ¿Con qué sueño? –yo misma me hice esa pregunta en mí mente y, la verdad, es que no tenía una respuesta clara al respecto- no lo sé, es un tanto complicado… siempre he soñado con casarme, formar una familia… las cosas típicas y metas que todos quieren en su vida, pero ahora mismo… -hice una pausa recordando que había algo que no le había contado- hace tiempo pensaba que ser libre era lo que más deseaba, con lo que soñaba porque pensaba que eso me haría feliz… pero todo cambió, hay algo que no te he contado y que he omitido antes. Hace un tiempo cuando todavía tenía la otra vida fui secuestrada, un vampiro obsesionado conmigo desde que fui separada de mis padres unos años más tarde se obsesionó a tal punto de que quiso comprarme, pero no pudo hacerlo y me perdió la pista. Me encontró de nuevo y me secuestró, quería que fuera para él por toda la eternidad, a su lado. Aunque nunca me tocó sí que jugó con mí mente, era un vampiro retorcido que se alimentaba del dolor y del sufrimiento ajeno, disfrutaba haciendo daño y buscando tus puntos débiles, y lo tenía todo bien atado. Me hizo creer en los días que estuve que todas las personas importantes en mí vida habían muerto por mí culpa, jugó con mí mente utilizando sus trucos y los vi… parecía tan real… -mis dedos jugaban nerviosos con los suyos con mi cabeza contra la suya- me dijo que de alguna manera sería suya y que no podría evitarlo, que se lo pediría llegado el momento pero yo me negaba. Me hizo creer que no me quedaba nada en el mundo, que me había vuelto a quedar sola como cuando tuve ocho años y yo lo creí… no sé cuántos días pasé encerrada, en ese lugar no se podía saber porque no había ventanas ni nada que pudiera darme un sentido del tiempo. Alessia al ver que había desaparecido a los días buscó a Astrid, fue a su casa y aunque ella no sabía que era cazadora no sabía a quien más acudir y por eso pudieron rescatarme. Ese mismo día, en el que fueron a buscarme, él… decidió que era hora de convertirme, así que como quería que se lo pidiera me hirió pensando que antes del momento de mí muerte le pediría que me diera la vida eterna –hice una pausa recordando el momento y cerré los ojos- no iba a dejar que me muriera, solo quería que le rogara que me convirtiera… pero me pudieron encontrar a tiempo. Tras recuperarme me fui a Egipto, volví y pasé un tiempo aquí hasta que volví y ya cambié mí vida por completo. Pensaba que ser libre era lo que siempre había soñado pero estar al borde de la muerte te cambia mucho la perspectiva… bueno, qué te voy a decir ¿no? –porque él también había estado en ese borde- Construí una vida que era rutinaria, monótona, donde iba del trabajo a casa y viceversa. Me aislé en una burbuja pensando que con eso era todo cuanto necesitaba en mí vida, el trabajo que había querido, una vida normal, las personas importantes a mí lado… pero no podía estar más equivocada –mis labios recorrieron su cuello y lo miré- me había olvidado de algo por completo, algo que siempre se me fue negado y que ahora que podía tenerlo era como si… no sé, como si lo hubiera olvidado. Me olvidé de sentir, en todo, en general. Sentía por las cosas que ya tenía, pero me olvidé del verdadero sentir de la vida, creí que había encontrado mí camino solo para darme cuenta… me he dado cuenta –rectifiqué- de que estaba totalmente perdida, encerrada sin sentir nada por nadie, sin que nadie despertara una mínima emoción en mí. Has dado un vuelco a mí vida y lejos de molestarme, creo que me has dado el empujón que me faltaba para darme cuenta de que eso no era del todo vida. Nadie llamaba mí atención, nadie despertaba esa chispa, ni la curiosidad ni nada… nadie me había hecho dudar tanto –porque aún no sabía muy bien qué me despertaba aquel vikingo, pero quizás estaba más próxima de saberlo y de averiguarlo, darme cuenta de lo que era- Quizás la brújula sea un total acierto, y quizás sí que debía de encontrarte… porque si hay algo que deseo más en este mundo, eres tú.
-No puedes contarme todo eso, decirme que ya lo conoceré, y no decirme nada más… ¿sabes la curiosidad enorme que me entra ahora que me has dicho eso, y las preguntas que tengo? No puedes hacerle eso a una persona curiosa, Ubbe, porque es matarla y hacer que solo quiera saberlo –reí negando levemente con la cabeza- yo soy una mujer muy curiosa y ahora quiero saber mucho más, en realidad quiero que me cuentes todo… así que venga, no te hagas de rogar anda –pedí buscando sus labios con los míos, besándolo, buscando su lengua para entablar una batalla con ésta subiendo mi mano por su pecho hasta quedar en su nuca, separándome para estirar de su labio inferior y mirarlo a los ojos- ¿te sirve como soborno para que me digas más? –pregunté con una sonrisa en los labios, para luego lanzar un suspiro cuando me preguntó si tenía amigas y a la mente me vino la imagen de Astrid. En volver tendría que quedar con ella para explicarle en qué había consistido mí viaje tan prematuro, sabía que Isis quedaba en buenas manos con ella y que esperaría mí regreso para que le informara, seguramente me invitaría a una tarde de té para que la pusiera al día, al igual que ella conmigo- Alessia es una joven de dieciséis años que, hace ya cuatro, decidí que viviera conmigo. Su historia es… bueno, sus padres se casaron por un matrimonio de conveniencia y él siempre quiso un varón pero nació ella. No sentía amor por su madre y tampoco cariño hacia ella, las despreciaba hasta que un día la tiró por osarse a decirle que su madre sufría en desdicha, pues por más que intentaba quedarse embarazada no podía –hice una leve pausa- creo que le pegó antes de echarla de casa, nunca me lo ha confirmado pero creo que así fue. La Madam la encontró un día en la calle, malnutrida y en un estado deplorable así que la llevó con ella al burdel, la tenía para hacer algunos recados, limpiar… pero la veía tan perdida en ese mundo que me recordó tanto a mí –por unos momentos me perdí en aquel recuerdo- ese no era lugar para una niña y sabía bien de lo que hablaba, decidí llevármela –aunque eso me supuso alargar mí deuda- porque de alguna forma me hubiera gustado que en su momento alguien lo hiciera por mí, y desde entonces vive conmigo. Me da dolores de cabeza porque tiene carácter también y es un poco cabezota, pero es una buena chica y es como esa hermana pequeña que nunca tuve, a la vez que en parte mi amiga. Pero para ese término debería de nombrarte más bien a Astrid, es cazadora y sufro desde que me lo dijo sabiendo que se va de noche de caza, me comprende y nos entendemos sin decirnos nada, me aporta paz y tranquilidad y aunque pudiera parecer al principio que éramos muy diferentes, en verdad somos bastante iguales. Era la única que sabía de mí pasado y pese a este no le importó en absoluto, en ese mundo no se puede tener amigas pues no hay cabida para eso, todas te ven como una rival y no les importa nada –me callé tras decirle aquello, hacía tiempo que no sacaba ese pasado a relucir y del cual no me sentía orgullosa para nada, pero no había sido algo que había elegido ser y solo me quedó reponerme de ello y ser más fuerte.
Su boca volvió de nuevo a buscarme y a hacerse dueña de la mía, admitía que en ese momento lo necesitaba, necesitaba que me sacaran de esos pensamientos y de aquellos recuerdos que no traían nada bueno, él me devolvió al presente. Batalla feroz la de nuestras lenguas en aquel beso necesitado que me hizo olvidarme de todo y solo me centrara en él y en ese deleite hasta que separó sus labios de los míos, dejándome con ganas de más para darme cuenta de que había una mujer mayor frente a nosotros que iba vendiendo rosas. Sonreí de lado pensando que aquello no le pegaba para nada al vikingo e iba a abrir la boca cuando él se me adelantó sorprendiéndome, pero sobre todo en que quisiera el ramillete de violetas para comprarlo, la mujer se lo entregó y se despidió de nosotros viendo cómo se alejaba para luego centrar mí mirada en el vikingo quien me entregaba aquellas flores.
Unas violetas en un ramillete que cogí con mi mano escuchando sus palabras observándolo de forma fija, grabándose cada una de las palabras que me dijo a fuego en mi mente y en mi memoria. ¿Así era como él me veía? No pude evitar preguntármelo cuando decía cada palabra sobre mí, quizás quiso decir mucho más con aquellas simples palabras y que precisamente me diera aquel ramillete de violetas con su significado, y no la rosa, fue lo que me hizo sonreír escuchándole. “Quizás hubo un tiempo en que eras rosa, pero no hoy” si él supiera lo acertada que había sido esa frase… quise decirle algo, pero sus labios volvieron a buscarme y yo me dejé encontrar más que nunca, perdida entre aquellas palabras, en ese sentimiento cálido que había sentido en el pecho por las palabras, por el significado… por todo, pero por él. Si él supiera, con aquel nimio gesto, con esas simples palabras lo que me había hecho sentir por dentro… me revolvió todo por dentro, y no de una forma mala precisamente. Me mordí el labio cuando se separó, con fuerza notando su sabor todavía en mis labios con la respiración agitada por el beso.
-Es lo más bonito que me han dicho nunca, Ubbe –y no mentía cuando se lo decía, y que precisamente fuera aquel vikingo, ese al que a veces le costaba decirme las cosas, tenía mucho más mérito del que se veía a simple vista- Gracias, de verdad –porque cuando habías vivido más de la mitad de tú vida en un mundo donde eras utilizada para que otros obtuvieran placer y en donde no importaba nada más, que alguien viera lo que realmente era sin fijarse en nada más... era casi como algo mágico. Alguien que me viera realmente a mí, y no a la que me obligaban a ser. Esa vez fui yo quien buscó sus labios volviendo a fundirnos en otro beso como el anterior, largo y necesitado. Sus siguientes palabras me hicieron mirarlo con extrañeza por el tema de mí madre, decía que no podía decirme mucho más salvo que no estaba muerta, pero eso me generaba más preguntas y por qué estaba tan convencido y seguro de ello, como si él ya lo supiera… y aunque me costó horrores no hacerle las miles de preguntas que acudían a mí cabeza lo dejé estar, dejando que la noche pasara entre más caricias, más risas, más complicidad entre los dos, donde hubo más besos. Me sentía tan bien en ese momento que hasta me olvidé del verdadero motivo que nos había llevado a estar allí.
Me recosté contra él cuando le pedí que me contara travesuras suyas y como fue general dejando mí espalda en su pecho, sus manos entrelazadas en las mías y su rostro en mí cuello. Me contó esa batalla que lo había convertido en general imaginándome aquello que me relataba, abrí la boca cuando dijo que los habían traicionado y que se encontró con una manada de licántropos quedando él solo. Aunque sabía que estaba ahí conmigo, y que ya había pasado, no pude evitar ponerme tensa por eso apretando una de sus manos entre las mías. Me dolió escuchar lo que le pasó y fruncí el ceño ante el comportamiento suicida que había tenido, ahora entendía por qué una vez me dijo que su dios estaba acostumbrado a eso de él. Cómo mató al alfa y así ninguno de los demás pudo hacerle nada, aparte de que la beta que luego se convirtió en la alfa y me pregunté si no se habría cruzado con ella de nuevo.
-Debió de ser… -no sabía muy bien qué decir, era una historia dura pero por suerte pudieron encontrarlo y hoy estaba ahí para contarlo. Mi rostro se giró buscando al suyo y recorrí con mis labios su mandíbula- fue una decisión muy arriesgada y suicida, pero me alegro de que salieras ganando y de que ahora puedas estar aquí conmigo. ¿Nunca más has vuelto a encontrarte con la alfa? –busqué sus labios para dejar un beso en ellos y reí levemente ante el mordisco en mí hombro escuchando sus palabras- ¿Verdad que sí? Se supone que así no me voy a perder si la llevo –comenté con una sonrisa recorriendo su mandíbula con mis labios, aunque estaba más perdida que nunca. Reí ante el golpe en mi nariz con la suya y negué con la cabeza- no me aburres, me gusta escuchar esas historias aunque sufra al escucharlas aun cuando sé que estás aquí y que ya han pasado… -nuestros ojos quedaron fijos durante unos segundos iluminados por la luz de las velas, así se podía notar aún más ese color azul que tenía. Lancé un suspiro cuando me hizo esa pregunta, esas preguntas, sin saber muy bien qué decirle- ¿sería muy extraño querer que un día me llevaras al norte contigo para pasar allí un tiempo? –Pregunté observándolo- podrías hacerme de guía como estoy haciendo contigo, pero sin que sea por un motivo como encontrar una reliquia… podría tomarme unas vacaciones –mis labios eran ahora los que se paseaban por su cuello dejando mí aliento sobre su piel- ¿Con qué sueño? –yo misma me hice esa pregunta en mí mente y, la verdad, es que no tenía una respuesta clara al respecto- no lo sé, es un tanto complicado… siempre he soñado con casarme, formar una familia… las cosas típicas y metas que todos quieren en su vida, pero ahora mismo… -hice una pausa recordando que había algo que no le había contado- hace tiempo pensaba que ser libre era lo que más deseaba, con lo que soñaba porque pensaba que eso me haría feliz… pero todo cambió, hay algo que no te he contado y que he omitido antes. Hace un tiempo cuando todavía tenía la otra vida fui secuestrada, un vampiro obsesionado conmigo desde que fui separada de mis padres unos años más tarde se obsesionó a tal punto de que quiso comprarme, pero no pudo hacerlo y me perdió la pista. Me encontró de nuevo y me secuestró, quería que fuera para él por toda la eternidad, a su lado. Aunque nunca me tocó sí que jugó con mí mente, era un vampiro retorcido que se alimentaba del dolor y del sufrimiento ajeno, disfrutaba haciendo daño y buscando tus puntos débiles, y lo tenía todo bien atado. Me hizo creer en los días que estuve que todas las personas importantes en mí vida habían muerto por mí culpa, jugó con mí mente utilizando sus trucos y los vi… parecía tan real… -mis dedos jugaban nerviosos con los suyos con mi cabeza contra la suya- me dijo que de alguna manera sería suya y que no podría evitarlo, que se lo pediría llegado el momento pero yo me negaba. Me hizo creer que no me quedaba nada en el mundo, que me había vuelto a quedar sola como cuando tuve ocho años y yo lo creí… no sé cuántos días pasé encerrada, en ese lugar no se podía saber porque no había ventanas ni nada que pudiera darme un sentido del tiempo. Alessia al ver que había desaparecido a los días buscó a Astrid, fue a su casa y aunque ella no sabía que era cazadora no sabía a quien más acudir y por eso pudieron rescatarme. Ese mismo día, en el que fueron a buscarme, él… decidió que era hora de convertirme, así que como quería que se lo pidiera me hirió pensando que antes del momento de mí muerte le pediría que me diera la vida eterna –hice una pausa recordando el momento y cerré los ojos- no iba a dejar que me muriera, solo quería que le rogara que me convirtiera… pero me pudieron encontrar a tiempo. Tras recuperarme me fui a Egipto, volví y pasé un tiempo aquí hasta que volví y ya cambié mí vida por completo. Pensaba que ser libre era lo que siempre había soñado pero estar al borde de la muerte te cambia mucho la perspectiva… bueno, qué te voy a decir ¿no? –porque él también había estado en ese borde- Construí una vida que era rutinaria, monótona, donde iba del trabajo a casa y viceversa. Me aislé en una burbuja pensando que con eso era todo cuanto necesitaba en mí vida, el trabajo que había querido, una vida normal, las personas importantes a mí lado… pero no podía estar más equivocada –mis labios recorrieron su cuello y lo miré- me había olvidado de algo por completo, algo que siempre se me fue negado y que ahora que podía tenerlo era como si… no sé, como si lo hubiera olvidado. Me olvidé de sentir, en todo, en general. Sentía por las cosas que ya tenía, pero me olvidé del verdadero sentir de la vida, creí que había encontrado mí camino solo para darme cuenta… me he dado cuenta –rectifiqué- de que estaba totalmente perdida, encerrada sin sentir nada por nadie, sin que nadie despertara una mínima emoción en mí. Has dado un vuelco a mí vida y lejos de molestarme, creo que me has dado el empujón que me faltaba para darme cuenta de que eso no era del todo vida. Nadie llamaba mí atención, nadie despertaba esa chispa, ni la curiosidad ni nada… nadie me había hecho dudar tanto –porque aún no sabía muy bien qué me despertaba aquel vikingo, pero quizás estaba más próxima de saberlo y de averiguarlo, darme cuenta de lo que era- Quizás la brújula sea un total acierto, y quizás sí que debía de encontrarte… porque si hay algo que deseo más en este mundo, eres tú.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Nuestros labios se encontraban una y otra vez, hambrientos, era imposible aplacarlos si no era bajo el cálido contacto de los ajenos.
Juntos, abrazados, como si nada mas que nosotros, la música de fondo y esas velas existiera en el restaurante, aunque conscientes de no estar solos, pues si no, dudo que aun acompañara la ropa a nuestros cuerpos.
-Si, volví a ver a la alfa -dije acariciando la palma de sus dedos con mi mano -pero esa es otra historia -susurré en su oído mordiendo con suavidad su lóbulo con la firme intención de desviar de ahí toda la atención.
Si bien era cierto que ella y yo nunca compartimos lo que puede llamarse una relación, si fue lo mas duradero en el tiempo que tuve, quizás porque eran apasionados encuentros esporádicos siempre clandestinos cargados de tensión, adrenalina. ¿Que pensarían si no los reyes del norte si sus generales se encontraban para dar rienda suelta a sus instintos mas bajos.
Nunca fue como esto, nunca hubieron caricias como estas, ni confidencias bajo la luz de las velas, nunca la amé y todo termino cuando Nai apareció.
Entonces todo se recrudeció, ella quería un futuro y yo también pero no con ella, así que intentó conseguirlo a su manera, si me trasformaba en licantropo, pensó que me orillaría a su manada, ocuparía el lugar de alfa con ella y podríamos tener una vida juntos.
Lo intentó varias veces, pero hasta hoy jamas ha logrado hundir sus colmillos en mi. También intentó matar a Nai, claro que eso en el futuro era mas complicado pues ella como mis padres era inmortal.
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que le gustaría visitar conmigo el norte, lo que no sabia a estas alturas es que lo haría, aunque no exactamente conmigo, claro que yo si estaría allí. Ese yo, que aun no había nacido y que en estos momentos debía de estar en el vientre de mi madre. Veintiséis años pasarían hasta que me encontrara de nuevo y en ese entonces yo no sabría quien era, para mi seria una desconocida que como un imán al metal me atraería sin remedio.
Estábamos condenados a repetir en un ciclo esto. Ahora sabia que nunca podría ser feliz, solo rozaría la felicidad con la yema de los dedos en estos utópicos momentos.
Posiblemente no saldría del presente, de esa búsqueda de la reliquia, pues si no, la Nai del futuro no hubiera sido tan reticente a que cruzara el portal.
-Algún día visitaras el norte, y te haré de guía, veremos el amanecer en mis mares, la puesta de sol en un valle, las estrellas tumbados sobre la fresca hierba. Conocerás mi cultura, mis dioses, la guerra y los efímeros momentos de paz que aprovecharemos entre caricias, te lo prometo -susurré contra sus labios.
Hundí mi cabeza en su cuello, besándolo, mordiéndolo y succionando su piel hasta que quedo marcada en un claro signo de posesión.
-Yo también quiero tener familia, ya sabes, mujer, hijos, lo normal, aunque eso en un norte en guerra es una utopía. Es fácil perder la vida cuando miras a la parca de frente día tras día.
Supongo que eso hace que los pequeños momentos como estos, signifiquen tanto para mi, nunca los he tenido.
Me he limitado a buscar el placer, el desahogo en distintas pieles, demasiadas rosas en mi camino y hasta ti, ninguna violeta -bromeé guiñándole un ojo.
Seguí escuchándola, ahora me contaba un relato que desconocía, al parecer fue secuestrada por un vampiro obsesionado en ella, tenia que haber sufrido demasiado, entendía que se hubiera encerrado en si misma, en una vida monótona que no la pusiera en peligro, mas ¿explicaba eso que estuviera cerrada como decía al amor? Algo me decía que como yo, guardaba sus secretos y quizás en ambos casos era lo mejor.
-Algún día me presentaras a esa Astrid -dije mordiendo su mandíbula antes de buscar de nuevo su boca -estoy seguro de que se alegrará de que te haya sacado de esa vida monótona aunque sea para poner en constante peligro tu vida -bromeé entre risas consciente de que no seria así.
Me quedé inmóvil cuando dijo con esa seguridad que si algo deseaba en este mundo era a mi. Difícil de interpretar esas palabras, seguramente porque quería trasformarlas en un “te quiero” que no dijo, mas el silencio se abrió por un instante paso entre nosotros mientras mi cabeza iba a cien por hora y el latido de mi corazón lo doblaba.
Guardé silencio porque no sabia que contestar, mentira, si sabia pero temía que de nuevo esas palabras escaparan de mis labios y encontrarme con un “me gustas mucho Ubbe”
-Te deseo -concluí siendo un cobarde, pues quizás no tuviera tiempo de decirle lo que realmente sentía, aunque si mi sino era morir antes de encontrar la reliquia o tras hacerlo ¿ayudaría en algo que le dijera te quiero? O solo produciría mas dolor en una mujer que ya había sufrido demasiado a estas alturas de su vida.
Tiré de su cintura subiéndola a horcajadas sobre mi, nos miramos en silencio, mi nariz acarició la suya buscando un beso lento, sentido, cálido, necesitado que decía sin parlabas todo cuanto había callado.
-Solo se que podría sentar la cabeza en una casa plagada de violetas -susurré contra su boca antes de sacar una del ramillete y colocarla en su pelo -estas preciosa.
Seguimos bebiendo, dándonos de comer el uno al otro, riendo y haciéndonos confesiones.
-¿Sabes? ms padres se conocieron una noche y se casaron a la siguiente, a veces no es necesaria una vida para saber que estas frente a la persona adecuada.
Le di un azote en el culo con tono divertido cuando la banda de música tocó la canción que habíamos bailado en la fiesta.
-Vamos a bailar nuestra ultima pieza -dije perdiéndome en su cuello, besándola con suavidad y tirando de ella para ponerla en pie.
Juntos, abrazados, como si nada mas que nosotros, la música de fondo y esas velas existiera en el restaurante, aunque conscientes de no estar solos, pues si no, dudo que aun acompañara la ropa a nuestros cuerpos.
-Si, volví a ver a la alfa -dije acariciando la palma de sus dedos con mi mano -pero esa es otra historia -susurré en su oído mordiendo con suavidad su lóbulo con la firme intención de desviar de ahí toda la atención.
Si bien era cierto que ella y yo nunca compartimos lo que puede llamarse una relación, si fue lo mas duradero en el tiempo que tuve, quizás porque eran apasionados encuentros esporádicos siempre clandestinos cargados de tensión, adrenalina. ¿Que pensarían si no los reyes del norte si sus generales se encontraban para dar rienda suelta a sus instintos mas bajos.
Nunca fue como esto, nunca hubieron caricias como estas, ni confidencias bajo la luz de las velas, nunca la amé y todo termino cuando Nai apareció.
Entonces todo se recrudeció, ella quería un futuro y yo también pero no con ella, así que intentó conseguirlo a su manera, si me trasformaba en licantropo, pensó que me orillaría a su manada, ocuparía el lugar de alfa con ella y podríamos tener una vida juntos.
Lo intentó varias veces, pero hasta hoy jamas ha logrado hundir sus colmillos en mi. También intentó matar a Nai, claro que eso en el futuro era mas complicado pues ella como mis padres era inmortal.
Ladeé la sonrisa cuando me dijo que le gustaría visitar conmigo el norte, lo que no sabia a estas alturas es que lo haría, aunque no exactamente conmigo, claro que yo si estaría allí. Ese yo, que aun no había nacido y que en estos momentos debía de estar en el vientre de mi madre. Veintiséis años pasarían hasta que me encontrara de nuevo y en ese entonces yo no sabría quien era, para mi seria una desconocida que como un imán al metal me atraería sin remedio.
Estábamos condenados a repetir en un ciclo esto. Ahora sabia que nunca podría ser feliz, solo rozaría la felicidad con la yema de los dedos en estos utópicos momentos.
Posiblemente no saldría del presente, de esa búsqueda de la reliquia, pues si no, la Nai del futuro no hubiera sido tan reticente a que cruzara el portal.
-Algún día visitaras el norte, y te haré de guía, veremos el amanecer en mis mares, la puesta de sol en un valle, las estrellas tumbados sobre la fresca hierba. Conocerás mi cultura, mis dioses, la guerra y los efímeros momentos de paz que aprovecharemos entre caricias, te lo prometo -susurré contra sus labios.
Hundí mi cabeza en su cuello, besándolo, mordiéndolo y succionando su piel hasta que quedo marcada en un claro signo de posesión.
-Yo también quiero tener familia, ya sabes, mujer, hijos, lo normal, aunque eso en un norte en guerra es una utopía. Es fácil perder la vida cuando miras a la parca de frente día tras día.
Supongo que eso hace que los pequeños momentos como estos, signifiquen tanto para mi, nunca los he tenido.
Me he limitado a buscar el placer, el desahogo en distintas pieles, demasiadas rosas en mi camino y hasta ti, ninguna violeta -bromeé guiñándole un ojo.
Seguí escuchándola, ahora me contaba un relato que desconocía, al parecer fue secuestrada por un vampiro obsesionado en ella, tenia que haber sufrido demasiado, entendía que se hubiera encerrado en si misma, en una vida monótona que no la pusiera en peligro, mas ¿explicaba eso que estuviera cerrada como decía al amor? Algo me decía que como yo, guardaba sus secretos y quizás en ambos casos era lo mejor.
-Algún día me presentaras a esa Astrid -dije mordiendo su mandíbula antes de buscar de nuevo su boca -estoy seguro de que se alegrará de que te haya sacado de esa vida monótona aunque sea para poner en constante peligro tu vida -bromeé entre risas consciente de que no seria así.
Me quedé inmóvil cuando dijo con esa seguridad que si algo deseaba en este mundo era a mi. Difícil de interpretar esas palabras, seguramente porque quería trasformarlas en un “te quiero” que no dijo, mas el silencio se abrió por un instante paso entre nosotros mientras mi cabeza iba a cien por hora y el latido de mi corazón lo doblaba.
Guardé silencio porque no sabia que contestar, mentira, si sabia pero temía que de nuevo esas palabras escaparan de mis labios y encontrarme con un “me gustas mucho Ubbe”
-Te deseo -concluí siendo un cobarde, pues quizás no tuviera tiempo de decirle lo que realmente sentía, aunque si mi sino era morir antes de encontrar la reliquia o tras hacerlo ¿ayudaría en algo que le dijera te quiero? O solo produciría mas dolor en una mujer que ya había sufrido demasiado a estas alturas de su vida.
Tiré de su cintura subiéndola a horcajadas sobre mi, nos miramos en silencio, mi nariz acarició la suya buscando un beso lento, sentido, cálido, necesitado que decía sin parlabas todo cuanto había callado.
-Solo se que podría sentar la cabeza en una casa plagada de violetas -susurré contra su boca antes de sacar una del ramillete y colocarla en su pelo -estas preciosa.
Seguimos bebiendo, dándonos de comer el uno al otro, riendo y haciéndonos confesiones.
-¿Sabes? ms padres se conocieron una noche y se casaron a la siguiente, a veces no es necesaria una vida para saber que estas frente a la persona adecuada.
Le di un azote en el culo con tono divertido cuando la banda de música tocó la canción que habíamos bailado en la fiesta.
-Vamos a bailar nuestra ultima pieza -dije perdiéndome en su cuello, besándola con suavidad y tirando de ella para ponerla en pie.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
No me había contestado demasiado a mí pregunta sobre la alfa, solamente había obtenido que sí que la había visto otra vez pero no quería contarme mucho más e incluso intentó distraerme con sus labios por mí cuello, si él no quería contármelo no iba a insistirle porque quizás sus motivos tendría y no era quien para obligarlo a que me contara qué había pasado exactamente, aunque sí que lo miré riéndome al sentir sus labios por mí oído e incluso dejar algún que otro mordisco que me hizo reír levemente entre dientes, dejándome hacer con sus manos acariciando las mías y enredarse entre mis dedos. Como la otra noche estábamos contándonos muchas cosas, cosas que quizás en otros momentos no hubiéramos dicho y por la cual necesitábamos estar así, como si fuéramos solamente dos jóvenes más disfrutando de la noche sin pensar que habíamos ido allí con una clara misión, una que era bastante peligrosa.
Había sido cierto cuando le dije que quería visitar algún día su tierra, me gustaba su cultura y ya sabía que para conocer bien esta debías de estar allí y vivirlo en persona, así que, ¿qué mejor que él para que me hiciera de guía por su tierra? Para contarme sus costumbres, sus tradiciones, sus ofrendas… no tendría problema con el idioma puesto que sabía defenderme pero era mucho mejor si alguien iba contigo y te lo enseñaba de primera mano, llevándote a sitios y a lugares que quizás por ti mismo jamás sabrías de ellos o no conocerías, porque quizás estuvieran escondidos o no fueran tan comunes de visitar. Recorrí su mano y subí por su brazo haciendo figuras imaginarias aleatorias con mi dedo mientras le escuchaba decir lo que haríamos si iba allí de visita.
-Suena muy bien –dije cerrando los ojos unos segundos notando sus labios recorrer los míos imaginando por unos segundos su tierra y como sería esta, me vi en cada situación que había dicho y sonreí ante su promesa- pediré unas vacaciones –dije antes de volver a juntar mis labios con los suyos disfrutando de ese momento, su cabeza se quedó en mí cuello y pude sentir sus labios por el lugar acariciándolo, dejando besos y mordiscos hasta que noté que succionaba la piel que me hizo reír entre risas aunque sabía perfectamente lo que me estaba haciendo, seguramente me habría dejado una marca en el lugar- ¿acabas de hacerme un chupetón? –Pregunté en un tono bajo entre risas, aunque no hacía falta preguntarle para saber que sí, me había dejado seguramente una marca en el cuello y dejé un leve golpe en su mano con diversión escuchando que él también quería tener una familia, como cualquier persona, era una meta que todas las personas tenían en su vida- No te lo he preguntado nunca pero, ¿por qué está en guerra el norte? ¿Contra qué lucháis? –giré mí rostro para verle- intuyo que esta reliquia que estamos buscando es importante para vuestra guerra, sino no habrías hecho un viaje tan largo desde el norte hasta París… -me mordí el labio, aquello me suscitaba más preguntas que respuestas. Entendía que necesitara buscar a alguien experto en egiptología pero… ¿por qué París? ¿Por qué yo? Aunque también sabía que el museo del Louvre era uno de los más famosos y conocidos y donde mayores obras egipcias se exponían. Me mordí el labio ante aquellos pensamientos y los quise dejar a un lado porque ya sabía que él no me iba a responder a nada y no haría que tener más y más preguntas sin respuesta, bastante tenía ya con las de mí madre como para sumar esas a la larga lista que ya tenía.
Él decía que se había limitado toda su vida a la batalla y al buscar el placer en las mujeres, que por esa batalla y esa vida en guerra que tenía no había buscado nada más y solamente habían sido encuentros puntuales y esporádicos y que no había disfrutado de pequeños momentos como los que estábamos teniendo. Bueno, en eso no era en algo que le ganara puesto que yo tampoco había tenido muchos momentos como aquellos, como él siempre habían sido relaciones con el placer o el sexo aunque fueran por motivos diferentes a los suyos, pero no había tenido muchas oportunidades de disfrutar así porque yo lo quisiera, en realidad, solo lo había tenido una vez y… no salió mal. Me olvidé de esos pensamientos sonriendo cuando dijo que todo había sido rosas hasta que se encontró con lo que él decía que era, una violeta.
Mis labios recorrieron su cuello dejando pequeñas caricias en el lugar, besos cortos, húmedos, dejando que mí lengua recorriera la zona hasta llegar al lóbulo de su oreja al decirme que algún día le presentaría a Astrid, aunque no estaba tan segura de si se alegraría de que me sacara de esa burbuja, en parte sí porque aunque ella me había dicho muchas veces que “no era yo de esa forma” también se alegraría de que empezara a cambiar mí vida de esa forma, pero conociéndola quizás hasta le diría algo al vikingo por poner mí vida en peligro. Después de lo del vampiro y cuando volví aquel tiempo a Egipto la había tenido preocupada, y lo sabía, pero necesitaba salir de esa ciudad donde sentía que de alguna forma me ahogaba, como si me consumiera. Desde entonces había estado pendiente de mí, incluso cuando ella creía que no me daba cuenta de que lo hacía.
-Seguro que le caes muy bien, aunque te aseguro que no le gustará la parte en la que pones mí vida en peligro… así que es mejor omitirla –dije con una leve risa mordiendo el lóbulo de su oreja. Luego vino aquella larga confesión que había hecho contándole sobre el vampiro y en lo que se había reducido mí vida, pensando que así estaba bien hasta que llegó él y lo cambió todo. Pude sentir como tras mis últimas palabras se quedaba quieto sin esperarse en ningún momento que le dijera aquello, pero así era como lo sentía en ese momento y al igual que en su momento le había dicho que me gustaba, tuve que decirle aquello. ¿Qué había querido decir? Bueno, ni siquiera yo lo sabía pero era totalmente diferente de aquel me gustas al que le respondí en su día, algo había cambiado en mí interior o comenzaba a cambiar de forma lenta y aquella noche me había empezado a dar cuenta de ello. Nos miramos durante unos segundos en los que ninguna dijo nada, podía notar su respiración siendo algo rápida dar contra mí rostro y podía notar como su pecho subía y bajaba, así como el latido de su corazón. Me mordí el labio pensando que no había hecho bien quizás en decirle nada, pero es que si había algo que me caracterizaba era ser sincera y directa, pero él no dijo nada hasta que finalmente despegó los labios para decirme esas dos palabras que tantas veces había escuchado, aunque quizás con una connotación diferente ahora que yo le había dicho aquello.
Tiró de mí y me subió a horcajadas sobre él, su nariz acarició la mía sin dejar de mirarnos y sus labios me buscaron, de forma lenta, muy lenta, placentera, cálido y necesitado… un beso sentido como si con aquel gesto calláramos algo que ninguno dijimos… o que no sabíamos quizás decirlo, o saber qué era exactamente, mis manos rodearon su cuello perdiéndome en aquella boca, en ese beso y esos labios que de alguna forma siempre encontraban la manera y la forma de hallarme. Mis ojos lo contemplaron y entreabrí los labios dejando exhalar un jadeo bajo sobre los suyos ante su afirmación, una clara afirmación sobre él y sobre no solo dónde, sino con quién se veía en un futuro. Mis manos recorrieron su pecho de forma lenta dejando que colora una de las flores entre mis rizos, sabiendo que ahí había dicho mucho más entre líneas que no pasé por alto y que al final acabé por buscar de nuevo sus labios de forma lenta y necesitada como respuesta. No entendía como ese hombre forjado al calor de las armas y la batalla, que decía que nunca había tenido nada como esto, podía decir y tener tales gestos que de alguna manera calentaban mí alma.
La noche siguió como hasta ahora pero sin dejar que me moviera del sitio entre caricias, besos, confidencias, risas… una noche donde estaba disfrutando mucho con lo que estaba pasando, diferente a todas las que una vez hubiera tenido. Lo miré enarcando una ceja cuando dijo que sus padres se casaron a la noche siguiente de conocerse pareciéndome un poco extraño, pero el amor así era y yo no podía decir nada al respecto porque no lo conocía y no había tenido nada de suerte en este. Sus palabras me hicieron mirarlo de forma fija con mis labios sobre los suyos, lamí estos y sonreí ahora acariciando su nariz con la mía.
-¿Me estás proponiendo algo, vikingo? –Pregunté con una sonrisa ante esas palabras que no sabía, si las decía por él, o más bien por mí- ¿Por eso has comprado ese vestido blanco? –Murmuré sobre su oído dejando un mordisco leve en su lóbulo, para luego mirarlo cuando me dio un azote con esa manía suya que tenían y rodé los ojos- Cada vez me convenzo más de que para un vikingo dar un azote significa “muévete mujer” –dije con tono jocoso dejando mis dedos enredarse en su pelo y tirar de este para tensar su cuello donde ahora pasaban mis labios- aunque ya te dije lo que pasaría si volvías a azotarme, ¿verdad? –Mordí este y dejé que me levantara para bailar esa pieza que habíamos bailado en la fiesta- ¿Nuestra última pieza? A ver si ahora te sabes más los pasos –tiré de él hasta la pequeña pista que había en el lugar junto con las demás parejas para empezar a bailar aquella canción como en la noche de la feria, y a diferencia de esa vez aunque se equivocó un par de veces se desenvolvió bastante bien, cuando cambiamos de pareja ya no se sorprendió y lo hizo muy bien de tal manera que no se tuvo que disculpar ante la joven que ahora bailaba con él y que me hizo sonreír para luego acabar otra vez en sus brazos y terminar la canción sin ningún error de su parte. Aplaudimos a los músicos y reí mirándole con diversión- Vaya vaya, aprendes bastante rápido –mis brazos rodearon su cuello y dejé un beso en sus labios antes de volver a la mesa y terminar de cenar- ¿Te apetece dar una vuelta? Venga vamos, quiero enseñarte un sitio –terminamos y recogimos lo que habíamos llevado cogiendo con mí mano aquel ramillete de violetas y tras pagar nos fuimos por las calles de la ciudad con las manos enlazadas perdiéndonos de nuevo por sus calles.
De mientras le contaba algunas anécdotas de cuando era niña, las pocas que había tenido allí como cuando me perdí de excursión con mis padres siendo una niña para ir a ver la esfinge y que mientras mi padre me buscaba yo estaba entretenida con una mujer que vendía papiros, subiendo por sus calles hasta la zona más elevada de la ciudad que era un pequeño mirador donde habían un par de bancos y donde casi siempre solía haber arena en el suelo porque estaba casi metido en el desierto aunque estuviera a gran altura. Me quité los zapatos dejando andando por la arena que había en el suelo y tiré de él hasta sentarnos en uno de los bancos que había, hacía una leve brisa que venía muy bien para el calor que hacía y que movía mí pelo a su paso.
-Ven, siéntate –dije acomodándome en el lugar hasta que se sentó a mí lado y apoyé la cabeza en su hombro, desde donde se podía ver toda la ciudad iluminada así como las grandes pirámides en lo lejos bañadas por la luz de la luna y las estrellas- de niña siempre me gustaba venir aquí por la noche, se puede ver toda la ciudad iluminada y a pesar de la oscuridad del desierto incluso hasta las pirámides se ven desde aquí –mí mano subió por su pecho en lentas caricias- Siempre quise visitarlas y estudiarlas de mayor y venía aquí imaginando que cuando fuera mayor lo haría –sonreí de lado- era mí lugar favorito de la ciudad, bueno, quizás lo sigue siendo todavía –dejé un beso en su cuello- ¿Sabes que una de las primeras veces que supervisé el hallazgo de una pirámide más pequeña, me quedé atrapada en su interior? –Alcé mí vista para verlo- siempre solemos entrar con alguno de los hombres que participan en la excavación porque ya saben por donde ir, hubo un derrumbe y nos quedamos atrapados en el lugar con tan sólo una antorcha como única iluminación. La gente tiene mucho miedo a quedarse encerrado por las historias de los ladrones de las tumbas, siempre hay trampas aunque tú no las veas –algo que él ya había comprobado- estaba más asustado que yo y al final al cabo de un par de horas encontramos otra vía de escape. ¿Sabías que algunas pirámides, las más pequeñas de todas, en su punta de arriba tienen una abertura que si la encuentras puedes abrirlas desde dentro y salir? Imagínate cuando salimos por ahí arriba mientras bajo estaban los demás intentando la forma de dar con nosotros… menos mal que no estaba muy alto –concluí con una leve risa rodeando su pecho con mí brazo observando la ciudad iluminada y al fondo la silueta de las pirámides- creo que ha sido una de mis “grandes aventuras” –mis labios recorrieron su cuello dejando un beso en el lugar disfrutando del momento.
Había sido cierto cuando le dije que quería visitar algún día su tierra, me gustaba su cultura y ya sabía que para conocer bien esta debías de estar allí y vivirlo en persona, así que, ¿qué mejor que él para que me hiciera de guía por su tierra? Para contarme sus costumbres, sus tradiciones, sus ofrendas… no tendría problema con el idioma puesto que sabía defenderme pero era mucho mejor si alguien iba contigo y te lo enseñaba de primera mano, llevándote a sitios y a lugares que quizás por ti mismo jamás sabrías de ellos o no conocerías, porque quizás estuvieran escondidos o no fueran tan comunes de visitar. Recorrí su mano y subí por su brazo haciendo figuras imaginarias aleatorias con mi dedo mientras le escuchaba decir lo que haríamos si iba allí de visita.
-Suena muy bien –dije cerrando los ojos unos segundos notando sus labios recorrer los míos imaginando por unos segundos su tierra y como sería esta, me vi en cada situación que había dicho y sonreí ante su promesa- pediré unas vacaciones –dije antes de volver a juntar mis labios con los suyos disfrutando de ese momento, su cabeza se quedó en mí cuello y pude sentir sus labios por el lugar acariciándolo, dejando besos y mordiscos hasta que noté que succionaba la piel que me hizo reír entre risas aunque sabía perfectamente lo que me estaba haciendo, seguramente me habría dejado una marca en el lugar- ¿acabas de hacerme un chupetón? –Pregunté en un tono bajo entre risas, aunque no hacía falta preguntarle para saber que sí, me había dejado seguramente una marca en el cuello y dejé un leve golpe en su mano con diversión escuchando que él también quería tener una familia, como cualquier persona, era una meta que todas las personas tenían en su vida- No te lo he preguntado nunca pero, ¿por qué está en guerra el norte? ¿Contra qué lucháis? –giré mí rostro para verle- intuyo que esta reliquia que estamos buscando es importante para vuestra guerra, sino no habrías hecho un viaje tan largo desde el norte hasta París… -me mordí el labio, aquello me suscitaba más preguntas que respuestas. Entendía que necesitara buscar a alguien experto en egiptología pero… ¿por qué París? ¿Por qué yo? Aunque también sabía que el museo del Louvre era uno de los más famosos y conocidos y donde mayores obras egipcias se exponían. Me mordí el labio ante aquellos pensamientos y los quise dejar a un lado porque ya sabía que él no me iba a responder a nada y no haría que tener más y más preguntas sin respuesta, bastante tenía ya con las de mí madre como para sumar esas a la larga lista que ya tenía.
Él decía que se había limitado toda su vida a la batalla y al buscar el placer en las mujeres, que por esa batalla y esa vida en guerra que tenía no había buscado nada más y solamente habían sido encuentros puntuales y esporádicos y que no había disfrutado de pequeños momentos como los que estábamos teniendo. Bueno, en eso no era en algo que le ganara puesto que yo tampoco había tenido muchos momentos como aquellos, como él siempre habían sido relaciones con el placer o el sexo aunque fueran por motivos diferentes a los suyos, pero no había tenido muchas oportunidades de disfrutar así porque yo lo quisiera, en realidad, solo lo había tenido una vez y… no salió mal. Me olvidé de esos pensamientos sonriendo cuando dijo que todo había sido rosas hasta que se encontró con lo que él decía que era, una violeta.
Mis labios recorrieron su cuello dejando pequeñas caricias en el lugar, besos cortos, húmedos, dejando que mí lengua recorriera la zona hasta llegar al lóbulo de su oreja al decirme que algún día le presentaría a Astrid, aunque no estaba tan segura de si se alegraría de que me sacara de esa burbuja, en parte sí porque aunque ella me había dicho muchas veces que “no era yo de esa forma” también se alegraría de que empezara a cambiar mí vida de esa forma, pero conociéndola quizás hasta le diría algo al vikingo por poner mí vida en peligro. Después de lo del vampiro y cuando volví aquel tiempo a Egipto la había tenido preocupada, y lo sabía, pero necesitaba salir de esa ciudad donde sentía que de alguna forma me ahogaba, como si me consumiera. Desde entonces había estado pendiente de mí, incluso cuando ella creía que no me daba cuenta de que lo hacía.
-Seguro que le caes muy bien, aunque te aseguro que no le gustará la parte en la que pones mí vida en peligro… así que es mejor omitirla –dije con una leve risa mordiendo el lóbulo de su oreja. Luego vino aquella larga confesión que había hecho contándole sobre el vampiro y en lo que se había reducido mí vida, pensando que así estaba bien hasta que llegó él y lo cambió todo. Pude sentir como tras mis últimas palabras se quedaba quieto sin esperarse en ningún momento que le dijera aquello, pero así era como lo sentía en ese momento y al igual que en su momento le había dicho que me gustaba, tuve que decirle aquello. ¿Qué había querido decir? Bueno, ni siquiera yo lo sabía pero era totalmente diferente de aquel me gustas al que le respondí en su día, algo había cambiado en mí interior o comenzaba a cambiar de forma lenta y aquella noche me había empezado a dar cuenta de ello. Nos miramos durante unos segundos en los que ninguna dijo nada, podía notar su respiración siendo algo rápida dar contra mí rostro y podía notar como su pecho subía y bajaba, así como el latido de su corazón. Me mordí el labio pensando que no había hecho bien quizás en decirle nada, pero es que si había algo que me caracterizaba era ser sincera y directa, pero él no dijo nada hasta que finalmente despegó los labios para decirme esas dos palabras que tantas veces había escuchado, aunque quizás con una connotación diferente ahora que yo le había dicho aquello.
Tiró de mí y me subió a horcajadas sobre él, su nariz acarició la mía sin dejar de mirarnos y sus labios me buscaron, de forma lenta, muy lenta, placentera, cálido y necesitado… un beso sentido como si con aquel gesto calláramos algo que ninguno dijimos… o que no sabíamos quizás decirlo, o saber qué era exactamente, mis manos rodearon su cuello perdiéndome en aquella boca, en ese beso y esos labios que de alguna forma siempre encontraban la manera y la forma de hallarme. Mis ojos lo contemplaron y entreabrí los labios dejando exhalar un jadeo bajo sobre los suyos ante su afirmación, una clara afirmación sobre él y sobre no solo dónde, sino con quién se veía en un futuro. Mis manos recorrieron su pecho de forma lenta dejando que colora una de las flores entre mis rizos, sabiendo que ahí había dicho mucho más entre líneas que no pasé por alto y que al final acabé por buscar de nuevo sus labios de forma lenta y necesitada como respuesta. No entendía como ese hombre forjado al calor de las armas y la batalla, que decía que nunca había tenido nada como esto, podía decir y tener tales gestos que de alguna manera calentaban mí alma.
La noche siguió como hasta ahora pero sin dejar que me moviera del sitio entre caricias, besos, confidencias, risas… una noche donde estaba disfrutando mucho con lo que estaba pasando, diferente a todas las que una vez hubiera tenido. Lo miré enarcando una ceja cuando dijo que sus padres se casaron a la noche siguiente de conocerse pareciéndome un poco extraño, pero el amor así era y yo no podía decir nada al respecto porque no lo conocía y no había tenido nada de suerte en este. Sus palabras me hicieron mirarlo de forma fija con mis labios sobre los suyos, lamí estos y sonreí ahora acariciando su nariz con la mía.
-¿Me estás proponiendo algo, vikingo? –Pregunté con una sonrisa ante esas palabras que no sabía, si las decía por él, o más bien por mí- ¿Por eso has comprado ese vestido blanco? –Murmuré sobre su oído dejando un mordisco leve en su lóbulo, para luego mirarlo cuando me dio un azote con esa manía suya que tenían y rodé los ojos- Cada vez me convenzo más de que para un vikingo dar un azote significa “muévete mujer” –dije con tono jocoso dejando mis dedos enredarse en su pelo y tirar de este para tensar su cuello donde ahora pasaban mis labios- aunque ya te dije lo que pasaría si volvías a azotarme, ¿verdad? –Mordí este y dejé que me levantara para bailar esa pieza que habíamos bailado en la fiesta- ¿Nuestra última pieza? A ver si ahora te sabes más los pasos –tiré de él hasta la pequeña pista que había en el lugar junto con las demás parejas para empezar a bailar aquella canción como en la noche de la feria, y a diferencia de esa vez aunque se equivocó un par de veces se desenvolvió bastante bien, cuando cambiamos de pareja ya no se sorprendió y lo hizo muy bien de tal manera que no se tuvo que disculpar ante la joven que ahora bailaba con él y que me hizo sonreír para luego acabar otra vez en sus brazos y terminar la canción sin ningún error de su parte. Aplaudimos a los músicos y reí mirándole con diversión- Vaya vaya, aprendes bastante rápido –mis brazos rodearon su cuello y dejé un beso en sus labios antes de volver a la mesa y terminar de cenar- ¿Te apetece dar una vuelta? Venga vamos, quiero enseñarte un sitio –terminamos y recogimos lo que habíamos llevado cogiendo con mí mano aquel ramillete de violetas y tras pagar nos fuimos por las calles de la ciudad con las manos enlazadas perdiéndonos de nuevo por sus calles.
De mientras le contaba algunas anécdotas de cuando era niña, las pocas que había tenido allí como cuando me perdí de excursión con mis padres siendo una niña para ir a ver la esfinge y que mientras mi padre me buscaba yo estaba entretenida con una mujer que vendía papiros, subiendo por sus calles hasta la zona más elevada de la ciudad que era un pequeño mirador donde habían un par de bancos y donde casi siempre solía haber arena en el suelo porque estaba casi metido en el desierto aunque estuviera a gran altura. Me quité los zapatos dejando andando por la arena que había en el suelo y tiré de él hasta sentarnos en uno de los bancos que había, hacía una leve brisa que venía muy bien para el calor que hacía y que movía mí pelo a su paso.
-Ven, siéntate –dije acomodándome en el lugar hasta que se sentó a mí lado y apoyé la cabeza en su hombro, desde donde se podía ver toda la ciudad iluminada así como las grandes pirámides en lo lejos bañadas por la luz de la luna y las estrellas- de niña siempre me gustaba venir aquí por la noche, se puede ver toda la ciudad iluminada y a pesar de la oscuridad del desierto incluso hasta las pirámides se ven desde aquí –mí mano subió por su pecho en lentas caricias- Siempre quise visitarlas y estudiarlas de mayor y venía aquí imaginando que cuando fuera mayor lo haría –sonreí de lado- era mí lugar favorito de la ciudad, bueno, quizás lo sigue siendo todavía –dejé un beso en su cuello- ¿Sabes que una de las primeras veces que supervisé el hallazgo de una pirámide más pequeña, me quedé atrapada en su interior? –Alcé mí vista para verlo- siempre solemos entrar con alguno de los hombres que participan en la excavación porque ya saben por donde ir, hubo un derrumbe y nos quedamos atrapados en el lugar con tan sólo una antorcha como única iluminación. La gente tiene mucho miedo a quedarse encerrado por las historias de los ladrones de las tumbas, siempre hay trampas aunque tú no las veas –algo que él ya había comprobado- estaba más asustado que yo y al final al cabo de un par de horas encontramos otra vía de escape. ¿Sabías que algunas pirámides, las más pequeñas de todas, en su punta de arriba tienen una abertura que si la encuentras puedes abrirlas desde dentro y salir? Imagínate cuando salimos por ahí arriba mientras bajo estaban los demás intentando la forma de dar con nosotros… menos mal que no estaba muy alto –concluí con una leve risa rodeando su pecho con mí brazo observando la ciudad iluminada y al fondo la silueta de las pirámides- creo que ha sido una de mis “grandes aventuras” –mis labios recorrieron su cuello dejando un beso en el lugar disfrutando del momento.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Nuestros labios se buscaban acariciándose, aliento que calcinaba al otro, ambos sedientos de mucho mas que lo que en ese local podíamos llegar a realizar.
Reí ante su comentario, como siempre ahí estaba ese pique que nos traíamos, uno en el que nos costaba dar el brazo a torcer.
-¿y si es así, que? -bromeé como respuesta a si le estaba proponiendo algo.
Sus labios en mi oído ahora me recordaban lo del vestido blanco. Reí de nuevo llevando la copa a mis labios para agotar en ellos las ultimas gotas de aquel delicioso vino tinto.
Busqué su oído esta vez yo, arrastrando todas las palabras mientras mi aliento movía su pelo.
-Tienes el vestido, el anillo, el marido ¿que te falta egipcia? -pregunté separándome solo para hundir mis ojos azules en los suyos.
Mi sonrisa ladeada se mostró frente a su boca.
Estaba claro que si no había aceptado llevar mi nombre, mucho menos aceptaría la locura de una boda. Es mas, sabia que eso no sucedía, la Nai del futuro jamas se había desposado con ningún hombre, al menos que yo supiera.
Reí por su siguiente comentario mientras nos poníamos los dos en pie, yo tiraba de su mano hacia la pista y ella reía plena de felicidad.
-Exacto, veo que lo vas pillando, un azote es muévete mujer, dos azotes es, ufff como te mueves.
Nuestras bocas colisionaron, beso húmedo que termino en risas.
El baile comenzó, esta vez pensaba hacerlo mejor y aunque admito me equivoque en alguna ocasión, sin duda la cosa fluía, o al menos no se quejaron ninguna de las dos damas que bailaron conmigo.
-¿que lo dudabas? Claro que se bailar, a fin de cuentas el manejo de la espada es un arte que se basa en un juego de pies y manos señorita Naitiri ¿debería algún día probar?
Me propuso dar una vuelta, algo que me pareció una muy buena idea, así que tras acabarnos la cena, la botella y pagar la cuenta salimos del local rumbo a un sitio que me quería enseñar.
Me quede fascinado antes incluso de pisar la dorada arena. Como ella me deshice de los zapatos y descalzó la seguí hasta ese banco donde me pidió que tomara asiento para disfrutar de las vistas.
Su cabeza reposaba sobre mi hombro, nuestras manos de nuevo quedaban entrelazadas y mis dedos acariciaban con suavidad su delicada palma.
Ni siquiera me atreví a hablar por no romper aquel instante perfecto de paz. Mis ojos se perdieron en aquel firmamento estrellado que enmarcaban las pirámides bañadas por la arena dorada y una ciudad plagada de luces.
Ladeé la sonrisa cuando esta pasó su mano por mi pecho contándome lo mucho que amaba ese lugar, la entendía, yo amaba cada palmo de tierra norteña, había derramado tantas veces mi sangre por luchar por ella.
-Este lugar destila paz, es especial, supongo que como para nosotros la mar.
Escuché sin dejar de mirar sus rasgados ojos pardos como de niña soñaba con ser egiptologa, como venia a ese lugar dispuesta a soñar con cumplir sus metas.
Escuché aquella aventura que bien la mostraba exactamente como la veían mis ojos, una mujer fuerte, valiente, tenaz, que no se rinde ante las adversidades. Naitiri era una superviviente, siempre lo fue y quizás ante los ojos de muchos hombres solo fuera una rosa que con el tiempo perdería belleza y se marchitaría, la podían ver débil, fácil de manejar, algunos quizás incluso habían osado juzgarla por lo que fue sin ser capaces de ver lo que sera, lo que ya es.
Pobres necios, ojala ella pudiera verse a través de mis ojos, abrirse al mundo y olvidar lo que otros la hicieron sentir.
Mi mirada se perdió en el firmamento, yo era el guerrero, mi vida tampoco había sido fácil, pero eso, las dificultades, forjan al hombre y por eso estaba hecho de acero y ella de fuego.
-Siempre quise ser como mi padre, un guerrero que protegiera su tierra, aportar mi fuerza a una guerra que se prolonga ya por demasiado tiempo y que parece no tener final.
He dado sepultura a mas amigos de los que puedo recordar, he visto a mas viudas llorar de las que puedo contar, la guerra trae muerte y lo peor es que cuando siempre vives en ella acabas acostumbrándote a ella.
No se hacer nada mas que matar Naitiri -confesé perdiéndome en su mirada mientras esta me acariciaba -este tiempo para mi esta siendo..-guardé silencio sin saber como expresarme -distinto, nunca me he sentido así de vivo, quizás porque cuando hundes tu espada en otro cuerpo una parte de ti muere consigo. He arrebatado muchas vidas, no me arrepiento, es lo que hay que hacer cuando luchas por lo que crees justo, pero, hay noches que los fantasmas me persiguen, ellos también tenían hijos, mujeres, demasiado dolor a mis espaldas porta mi bastarda.
Esta era una confesión que jamas hubiera hecho a nadie, posiblemente porque era mostrar debilidad y yo era todo menos débil, mas estaba seguro que todo hombre que arrebata vida paga el precio.
-La guerra del norte es complicada, cuando yo nací ya existía y creo que si la reliquia no ayuda a desequilibrar la balanza mis hijos también la vivirán.
Hay un rey inmortal que trae la devastación por todo lugar que pisa. Las gentes viven oprimidas, temerosas, pagando diezmos imposible,s mueren de hambre mientras ese hombre, toma cuanto quiere.
Se lleva sus doncellas vírgenes que usa como oráculos o como esclavas. Allí no hay felicidad, solo muerte.
Mi tío Höor, su sobrino se interpuso a que esto siguiera así, emprendió hace años la búsqueda de una espada mitológica para destruir a todos los sobrenaturales con los que cuenta ese falso rey. Mas aquello no fue suficiente.
La guerra se encrudeció, el norte pagó las consecuencias y a día de hoy luchamos por una tierra yerma.
Las gentes merecen ser libres, pero derramar sangre batalla tras batalla no parece suficiente. Ese hombre cuenta con fuerzas invisibles, fuerzas que nos superan en numero y brutalidad y nosotros solo podemos tratar de resistir, luchar y ponernos en pie cada vez que nos hacen caer.
Hace no demasiado se encontraron esos papiros en un excavación, así que emprendí el viaje de forma apresurada consciente de que los oráculos de aquel hombre pronto predecerian lo ocurrido y me seguirían.
¿lo entiendes? Siempre van un paso por delante.
Mi prima es oráculo, pero es egoísta, parece que la guerra de su padre no va con ella y desprecia ese don pues en el fondo la idea de no poder sentir hombre dentro de ella la tortura.
Madre me dice que no hable así de ella, que todos tenemos demonios que combatir, mas yo solo se que mientras mi sangre y la de los míos cae gota a gota, ella busca el modo de perder ese don.
Reí ante su comentario, como siempre ahí estaba ese pique que nos traíamos, uno en el que nos costaba dar el brazo a torcer.
-¿y si es así, que? -bromeé como respuesta a si le estaba proponiendo algo.
Sus labios en mi oído ahora me recordaban lo del vestido blanco. Reí de nuevo llevando la copa a mis labios para agotar en ellos las ultimas gotas de aquel delicioso vino tinto.
Busqué su oído esta vez yo, arrastrando todas las palabras mientras mi aliento movía su pelo.
-Tienes el vestido, el anillo, el marido ¿que te falta egipcia? -pregunté separándome solo para hundir mis ojos azules en los suyos.
Mi sonrisa ladeada se mostró frente a su boca.
Estaba claro que si no había aceptado llevar mi nombre, mucho menos aceptaría la locura de una boda. Es mas, sabia que eso no sucedía, la Nai del futuro jamas se había desposado con ningún hombre, al menos que yo supiera.
Reí por su siguiente comentario mientras nos poníamos los dos en pie, yo tiraba de su mano hacia la pista y ella reía plena de felicidad.
-Exacto, veo que lo vas pillando, un azote es muévete mujer, dos azotes es, ufff como te mueves.
Nuestras bocas colisionaron, beso húmedo que termino en risas.
El baile comenzó, esta vez pensaba hacerlo mejor y aunque admito me equivoque en alguna ocasión, sin duda la cosa fluía, o al menos no se quejaron ninguna de las dos damas que bailaron conmigo.
-¿que lo dudabas? Claro que se bailar, a fin de cuentas el manejo de la espada es un arte que se basa en un juego de pies y manos señorita Naitiri ¿debería algún día probar?
Me propuso dar una vuelta, algo que me pareció una muy buena idea, así que tras acabarnos la cena, la botella y pagar la cuenta salimos del local rumbo a un sitio que me quería enseñar.
Me quede fascinado antes incluso de pisar la dorada arena. Como ella me deshice de los zapatos y descalzó la seguí hasta ese banco donde me pidió que tomara asiento para disfrutar de las vistas.
Su cabeza reposaba sobre mi hombro, nuestras manos de nuevo quedaban entrelazadas y mis dedos acariciaban con suavidad su delicada palma.
Ni siquiera me atreví a hablar por no romper aquel instante perfecto de paz. Mis ojos se perdieron en aquel firmamento estrellado que enmarcaban las pirámides bañadas por la arena dorada y una ciudad plagada de luces.
Ladeé la sonrisa cuando esta pasó su mano por mi pecho contándome lo mucho que amaba ese lugar, la entendía, yo amaba cada palmo de tierra norteña, había derramado tantas veces mi sangre por luchar por ella.
-Este lugar destila paz, es especial, supongo que como para nosotros la mar.
Escuché sin dejar de mirar sus rasgados ojos pardos como de niña soñaba con ser egiptologa, como venia a ese lugar dispuesta a soñar con cumplir sus metas.
Escuché aquella aventura que bien la mostraba exactamente como la veían mis ojos, una mujer fuerte, valiente, tenaz, que no se rinde ante las adversidades. Naitiri era una superviviente, siempre lo fue y quizás ante los ojos de muchos hombres solo fuera una rosa que con el tiempo perdería belleza y se marchitaría, la podían ver débil, fácil de manejar, algunos quizás incluso habían osado juzgarla por lo que fue sin ser capaces de ver lo que sera, lo que ya es.
Pobres necios, ojala ella pudiera verse a través de mis ojos, abrirse al mundo y olvidar lo que otros la hicieron sentir.
Mi mirada se perdió en el firmamento, yo era el guerrero, mi vida tampoco había sido fácil, pero eso, las dificultades, forjan al hombre y por eso estaba hecho de acero y ella de fuego.
-Siempre quise ser como mi padre, un guerrero que protegiera su tierra, aportar mi fuerza a una guerra que se prolonga ya por demasiado tiempo y que parece no tener final.
He dado sepultura a mas amigos de los que puedo recordar, he visto a mas viudas llorar de las que puedo contar, la guerra trae muerte y lo peor es que cuando siempre vives en ella acabas acostumbrándote a ella.
No se hacer nada mas que matar Naitiri -confesé perdiéndome en su mirada mientras esta me acariciaba -este tiempo para mi esta siendo..-guardé silencio sin saber como expresarme -distinto, nunca me he sentido así de vivo, quizás porque cuando hundes tu espada en otro cuerpo una parte de ti muere consigo. He arrebatado muchas vidas, no me arrepiento, es lo que hay que hacer cuando luchas por lo que crees justo, pero, hay noches que los fantasmas me persiguen, ellos también tenían hijos, mujeres, demasiado dolor a mis espaldas porta mi bastarda.
Esta era una confesión que jamas hubiera hecho a nadie, posiblemente porque era mostrar debilidad y yo era todo menos débil, mas estaba seguro que todo hombre que arrebata vida paga el precio.
-La guerra del norte es complicada, cuando yo nací ya existía y creo que si la reliquia no ayuda a desequilibrar la balanza mis hijos también la vivirán.
Hay un rey inmortal que trae la devastación por todo lugar que pisa. Las gentes viven oprimidas, temerosas, pagando diezmos imposible,s mueren de hambre mientras ese hombre, toma cuanto quiere.
Se lleva sus doncellas vírgenes que usa como oráculos o como esclavas. Allí no hay felicidad, solo muerte.
Mi tío Höor, su sobrino se interpuso a que esto siguiera así, emprendió hace años la búsqueda de una espada mitológica para destruir a todos los sobrenaturales con los que cuenta ese falso rey. Mas aquello no fue suficiente.
La guerra se encrudeció, el norte pagó las consecuencias y a día de hoy luchamos por una tierra yerma.
Las gentes merecen ser libres, pero derramar sangre batalla tras batalla no parece suficiente. Ese hombre cuenta con fuerzas invisibles, fuerzas que nos superan en numero y brutalidad y nosotros solo podemos tratar de resistir, luchar y ponernos en pie cada vez que nos hacen caer.
Hace no demasiado se encontraron esos papiros en un excavación, así que emprendí el viaje de forma apresurada consciente de que los oráculos de aquel hombre pronto predecerian lo ocurrido y me seguirían.
¿lo entiendes? Siempre van un paso por delante.
Mi prima es oráculo, pero es egoísta, parece que la guerra de su padre no va con ella y desprecia ese don pues en el fondo la idea de no poder sentir hombre dentro de ella la tortura.
Madre me dice que no hable así de ella, que todos tenemos demonios que combatir, mas yo solo se que mientras mi sangre y la de los míos cae gota a gota, ella busca el modo de perder ese don.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Sonreí de lado sin poder evitarlo cuando me dijo que si era que me había propuesto algo, qué pasaba, a lo que le recordé el vestido blanco que me había regalado y que había dejado en casa porque no quería que pudiera romperlo nada más llegara a casa y se deshiciera de él como había pasado con el rojo. Mis labios en su oreja dejando un mordisco en su lóbulo y ahora era él, en respuesta, quien me susurraba en el oído aquellas palabras que me provocaban un escalofrío y que no sabía exactamente qué contestarle, con sus ojos azules clavados en los míos color miel. No porque no quisiera responderle, sino porque no sabía exactamente qué decirle. Ni siquiera sabía todavía lo que ese hombre me despertaba y me provocaba a nivel emocional, no podía darle una respuesta aunque quisiera y de alguna forma hasta me supo mal no poder hacerlo, pero sería engañarlo a él y mentirme a mí misma dijera lo que dijera, para eso era mejor no decir nada. Quizás si aquella conversación volviera a salir de nuevo más adelante la respuesta la tuviera clara, aunque algo me decía en lo más profundo y recóndito de mi interior… que ya sabía la respuesta.
Reí ante lo que significaban un azote y dos azotes y fuimos hasta la pista para bailar la misma canción que en la fiesta, y para ser solamente la segunda vez que la bailaba lo hizo bastante bien, se equivocó solo en un par de veces pero nada grave en realidad. Le propuse dar una vuelta para enseñarle un sitio que quizás le gustaría, al menos de pequeña era mi lugar favorito de la ciudad y quería mostrárselo antes de volver a casa y seguir disfrutando de la noche. Lo llevé por las calles de la ciudad contándole las anécdotas que recordaba de cuando era pequeña subiendo por calles algo empinadas que llevaban hasta una parte de la ciudad que estaba en lo más alto de todo, siendo un mirados y que este estaba en contacto con el desierto teniendo el suelo lleno de arena.
Me quité los zapatos dejando que mis pies andaran por la arena que ahora estaba un poco templada por haber estado recibiendo el sol durante todo el día y me senté en aquel banco donde me había sentado múltiples veces observando el mismo paisaje que ahora estaba viendo cuando era niña, soñando con algún día ser una egiptóloga de mayor para poder estudiar las pirámides. Claro que ahí no sabía todo lo que sucedería después y que aquello no podría cumplirse hasta muchos años más tarde, y ahora volvía al mismo lugar donde me sentaba de niña siendo ya una egiptóloga. Me apoyé contra él con las manos entrelazadas notando que dejaba caricias en la palma de esta que me hacían sonreír.
-Es un poco extraño, ¿no crees? El hecho de que de pequeña soñara con ser egiptóloga y ahora, tras tanto tiempo, vuelva a estar sentada en el mismo banco donde me sentaba de pequeña soñando ser lo que soy ahora… -aunque fuera más bien en París que allí, pero igualmente tenía que hacer viajes a Egipto para verificar algunas piezas- pero sí, la verdad es que da una paz increíble –su mirada estaba fija en la mía mientras le contaba que de mayor quería ser exactamente lo que era y luego vi como miraba al firmamento, que iluminaba todo con su nacarada luz… incluso a las pirámides desde la distancia. Mi mirada subió a su rostro aún apoyada sobre él escuchando lo que me decía, debía de ser duro y no podía ni hacerme una idea lo que era perder de esa forma a tus amigos, a seres queridos, ver como la guerra causaba ese tipo de estragos… era todo muy triste. Fruncí el ceño cuando dijo que solo sabía matar y negué con la cabeza- No digas eso Ubbe, porque no es verdad. No eres solo una máquina de matar –le dije levantando un poco el rostro sin dejar de recorrer su pecho, acariciando con la otra mano la suya enredada en la mía- y me lo has demostrado en todos estos días. Sabes cocinar, sabes bailar, sabes hacer reír a la gente, sabes cuidar a las personas, hacer que se sientan bien, sabes dar masajes, y sobre todo sabes cómo hacerme tuya –dije con una sonrisa esperando que sonriera al menos con eso- has dado tú vida de forma desinteresada en un par de ocasiones, así que no vuelvas a decir que solo sabes matar porque no es cierto –habría hecho falta añadir “sabes ponerme en duda”, pero no era el momento adecuado para decirlo- para mí está siendo diferente este tiempo, tampoco me había sentido así de viva como en estos días que he pasado contigo –mi mano subió a su rostro y lo acaricié escuchando sus palabras, terminando por abrazarlo y dejar mi rostro en su cuello, dejando besos en el lugar por sus palabras ante aquella confesión. Mi rostro subió al suyo y dejé mis labios sobre los de él- no te he visto que mataras por placer, Ubbe, sino por defenderte y por defender a los tuyos. No cargues con ese peso cuando lo único que has hecho ha sido defender a tus seres queridos, de alguien que quería hacerles daño por pura maldad… si pudiera borrar todo ese dolor, créeme, lo haría –dije antes de juntar mis labios con los suyos en un beso lento sintiendo mí cuerpo contra el suyo y sus manos acariciar la mía entre suaves caricias.
La confesión no terminó ahí y me explicó qué era lo que estaba pasando en el norte y esa lucha y esa guerra por la cual necesitaban la reliquia para inclinar la balanza un poco a su favor. Me habló de lo que una vez hizo su tío Höor para acabar con la guerra y todo lo que ese rey estaba haciendo a sus tierras. La verdad es que jamás había oído que algo así pudiera estar pasando y me pareció algo horrible, así que si esa reliquia que debíamos de encontrar les ayudaba para ganar esa maldita guerra haría todo cuando estuviera en mí mano para que la tuviera, no podía dejar que todo aquel viaje y el sacrificio que él estaba haciendo quedara en vano, porque seguramente estar lejos del campo de batalla sabiendo que su familia estaba peleando le debía de resultar tremendamente duro. También escuché las palabras sobre su prima y me mordí el labio, su madre tenía mucha razón aunque entendía que le pudiera molestar el hecho de que no les ayudara y quisiera perder el don… uno que sin duda podía ayudarlos mucho. Terminé por moverme y ser yo esa vez quien se sentara sobre sus piernas a horcajadas para verlo de frente, apartando unos mechones de mí melena para verlo mejor, recorriendo con las yemas de mi dedo su rostro bajando desde el pómulo hasta sus labios y terminando en su cuello, con los labios entreabiertos y mis ojos en sus labios, para subirlos a sus ojos azules que me miraban de aquella manera.
-Te prometo Ubbe, que haré lo que esté en mi mano para que consigas esa reliquia y la puedas llevar de vuelta, si es algo que os puede ayudar en esa guerra no tengas duda de que la encontraré –en cierto sentido era una motivación más para poder encontrarla cuando mañana fuéramos al templo a por ella- pero quiero que mañana me hagas caso en lo que te diga, ya has visto que los antiguos tenían la costumbre de poner trampas en todos lados y dejarás ese gen suicida aparcado –lo miré de forma fija esperando que me hiciera caso, porque no sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar y algo me decía que no iba a ser nada fácil hallar la reliquia que buscábamos- Si pudiera hacer algo más por ayudarte, lo haría –mi dedo bajó por su cuello delineando este- y dime, ¿por qué tú, un general, es el que mandaron para obtener la reliquia? ¿No sería mejor cualquier soldado y dejarte a ti para mandar al ejército? –Pregunté enarcando una ceja, porque aunque no tenía mucha idea de guerras normalmente esas misiones se las encomiendan a soldados- ahora que ya sé cómo traducir los papiros me los llevaré por si podemos necesitarlos mañana, quizás no solo los papiros contengan un mensaje cifrado… recuerdo que en ese templo no pudieron encontrar nada y si es lo mismo nos puedan ser útiles. Dime, ¿has montado alguna vez en camello? –Pregunté con una sonrisa en mis labios- No es muy distinto que montar a caballo salvo que a veces los camellos son algo más… independientes –reí levemente por aquello- la primera vez que yo monté en camello fue con mi padre, tenía cinco años y recuerdo que acabé llorando al verme ahí subida incluso con mi padre… pero luego me gustó, fue divertido. La segunda vez fue cuando me perdí yendo de excursión con ellos a ver la esfinge, era cuando mí madre estaba trabajando en la sala esa y entre toda la gente que había cuando íbamos de camino a la entrada para entrar me perdí… porque había visto un peluche y me quedé embobada mirándolo –mis ojos subieron a los suyos- venga vamos, puedes reírte si quieres… es la forma más absurda en la que se puede perder un niño, era muy parecido al que conseguiste el otro día en el puesto ese –reí entre dientes por ello y apoyé la frente en su pecho con una leve risa notando sus dedos enredarse en los mechones de mí pelo- recuerdo que luego una señora vio que estaba perdida y me dijo que me quedara con ella a traducir unos papiros que yo miraba, pensando que quizás mis padres volverían sobre sus pasos y me buscarían. Bueno, con decirte que me olvidé hasta de que estaba perdida te digo todo… -sonreí recordando aquello y volví a subir mi vista a él para quedar mí rostro frente al suyo- la señora me regaló el papiro y fue entonces la primera vez que entré en esa cámara donde estuvimos… es extraño, hasta ahora no pensaba que mí madre me dejara ese tipo de pistas –apoyé ahora mí frente contra la suya y mi nariz acarició la suya- pero gracias a ella estamos ahora donde estamos y podemos encontrar la reliquia, no sé cómo se metería en ese proyecto pero nos está salvando –me fijé de nuevo en sus ojos azules, en cómo brillaban por la luz de las estrellas dando en ellos y en la forma que tenían de mirarme… me gustaba demasiado cómo me miraba. Acorté la distancia buscando sus labios para fundirnos de nuevo en un beso, lento, disfrutando del momento aun con el deseo y la necesidad envolviéndolo todo. Algo que pasaba cada vez nos tocábamos, prendiendo una hoguera de una simple chispa.
Reí ante lo que significaban un azote y dos azotes y fuimos hasta la pista para bailar la misma canción que en la fiesta, y para ser solamente la segunda vez que la bailaba lo hizo bastante bien, se equivocó solo en un par de veces pero nada grave en realidad. Le propuse dar una vuelta para enseñarle un sitio que quizás le gustaría, al menos de pequeña era mi lugar favorito de la ciudad y quería mostrárselo antes de volver a casa y seguir disfrutando de la noche. Lo llevé por las calles de la ciudad contándole las anécdotas que recordaba de cuando era pequeña subiendo por calles algo empinadas que llevaban hasta una parte de la ciudad que estaba en lo más alto de todo, siendo un mirados y que este estaba en contacto con el desierto teniendo el suelo lleno de arena.
Me quité los zapatos dejando que mis pies andaran por la arena que ahora estaba un poco templada por haber estado recibiendo el sol durante todo el día y me senté en aquel banco donde me había sentado múltiples veces observando el mismo paisaje que ahora estaba viendo cuando era niña, soñando con algún día ser una egiptóloga de mayor para poder estudiar las pirámides. Claro que ahí no sabía todo lo que sucedería después y que aquello no podría cumplirse hasta muchos años más tarde, y ahora volvía al mismo lugar donde me sentaba de niña siendo ya una egiptóloga. Me apoyé contra él con las manos entrelazadas notando que dejaba caricias en la palma de esta que me hacían sonreír.
-Es un poco extraño, ¿no crees? El hecho de que de pequeña soñara con ser egiptóloga y ahora, tras tanto tiempo, vuelva a estar sentada en el mismo banco donde me sentaba de pequeña soñando ser lo que soy ahora… -aunque fuera más bien en París que allí, pero igualmente tenía que hacer viajes a Egipto para verificar algunas piezas- pero sí, la verdad es que da una paz increíble –su mirada estaba fija en la mía mientras le contaba que de mayor quería ser exactamente lo que era y luego vi como miraba al firmamento, que iluminaba todo con su nacarada luz… incluso a las pirámides desde la distancia. Mi mirada subió a su rostro aún apoyada sobre él escuchando lo que me decía, debía de ser duro y no podía ni hacerme una idea lo que era perder de esa forma a tus amigos, a seres queridos, ver como la guerra causaba ese tipo de estragos… era todo muy triste. Fruncí el ceño cuando dijo que solo sabía matar y negué con la cabeza- No digas eso Ubbe, porque no es verdad. No eres solo una máquina de matar –le dije levantando un poco el rostro sin dejar de recorrer su pecho, acariciando con la otra mano la suya enredada en la mía- y me lo has demostrado en todos estos días. Sabes cocinar, sabes bailar, sabes hacer reír a la gente, sabes cuidar a las personas, hacer que se sientan bien, sabes dar masajes, y sobre todo sabes cómo hacerme tuya –dije con una sonrisa esperando que sonriera al menos con eso- has dado tú vida de forma desinteresada en un par de ocasiones, así que no vuelvas a decir que solo sabes matar porque no es cierto –habría hecho falta añadir “sabes ponerme en duda”, pero no era el momento adecuado para decirlo- para mí está siendo diferente este tiempo, tampoco me había sentido así de viva como en estos días que he pasado contigo –mi mano subió a su rostro y lo acaricié escuchando sus palabras, terminando por abrazarlo y dejar mi rostro en su cuello, dejando besos en el lugar por sus palabras ante aquella confesión. Mi rostro subió al suyo y dejé mis labios sobre los de él- no te he visto que mataras por placer, Ubbe, sino por defenderte y por defender a los tuyos. No cargues con ese peso cuando lo único que has hecho ha sido defender a tus seres queridos, de alguien que quería hacerles daño por pura maldad… si pudiera borrar todo ese dolor, créeme, lo haría –dije antes de juntar mis labios con los suyos en un beso lento sintiendo mí cuerpo contra el suyo y sus manos acariciar la mía entre suaves caricias.
La confesión no terminó ahí y me explicó qué era lo que estaba pasando en el norte y esa lucha y esa guerra por la cual necesitaban la reliquia para inclinar la balanza un poco a su favor. Me habló de lo que una vez hizo su tío Höor para acabar con la guerra y todo lo que ese rey estaba haciendo a sus tierras. La verdad es que jamás había oído que algo así pudiera estar pasando y me pareció algo horrible, así que si esa reliquia que debíamos de encontrar les ayudaba para ganar esa maldita guerra haría todo cuando estuviera en mí mano para que la tuviera, no podía dejar que todo aquel viaje y el sacrificio que él estaba haciendo quedara en vano, porque seguramente estar lejos del campo de batalla sabiendo que su familia estaba peleando le debía de resultar tremendamente duro. También escuché las palabras sobre su prima y me mordí el labio, su madre tenía mucha razón aunque entendía que le pudiera molestar el hecho de que no les ayudara y quisiera perder el don… uno que sin duda podía ayudarlos mucho. Terminé por moverme y ser yo esa vez quien se sentara sobre sus piernas a horcajadas para verlo de frente, apartando unos mechones de mí melena para verlo mejor, recorriendo con las yemas de mi dedo su rostro bajando desde el pómulo hasta sus labios y terminando en su cuello, con los labios entreabiertos y mis ojos en sus labios, para subirlos a sus ojos azules que me miraban de aquella manera.
-Te prometo Ubbe, que haré lo que esté en mi mano para que consigas esa reliquia y la puedas llevar de vuelta, si es algo que os puede ayudar en esa guerra no tengas duda de que la encontraré –en cierto sentido era una motivación más para poder encontrarla cuando mañana fuéramos al templo a por ella- pero quiero que mañana me hagas caso en lo que te diga, ya has visto que los antiguos tenían la costumbre de poner trampas en todos lados y dejarás ese gen suicida aparcado –lo miré de forma fija esperando que me hiciera caso, porque no sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar y algo me decía que no iba a ser nada fácil hallar la reliquia que buscábamos- Si pudiera hacer algo más por ayudarte, lo haría –mi dedo bajó por su cuello delineando este- y dime, ¿por qué tú, un general, es el que mandaron para obtener la reliquia? ¿No sería mejor cualquier soldado y dejarte a ti para mandar al ejército? –Pregunté enarcando una ceja, porque aunque no tenía mucha idea de guerras normalmente esas misiones se las encomiendan a soldados- ahora que ya sé cómo traducir los papiros me los llevaré por si podemos necesitarlos mañana, quizás no solo los papiros contengan un mensaje cifrado… recuerdo que en ese templo no pudieron encontrar nada y si es lo mismo nos puedan ser útiles. Dime, ¿has montado alguna vez en camello? –Pregunté con una sonrisa en mis labios- No es muy distinto que montar a caballo salvo que a veces los camellos son algo más… independientes –reí levemente por aquello- la primera vez que yo monté en camello fue con mi padre, tenía cinco años y recuerdo que acabé llorando al verme ahí subida incluso con mi padre… pero luego me gustó, fue divertido. La segunda vez fue cuando me perdí yendo de excursión con ellos a ver la esfinge, era cuando mí madre estaba trabajando en la sala esa y entre toda la gente que había cuando íbamos de camino a la entrada para entrar me perdí… porque había visto un peluche y me quedé embobada mirándolo –mis ojos subieron a los suyos- venga vamos, puedes reírte si quieres… es la forma más absurda en la que se puede perder un niño, era muy parecido al que conseguiste el otro día en el puesto ese –reí entre dientes por ello y apoyé la frente en su pecho con una leve risa notando sus dedos enredarse en los mechones de mí pelo- recuerdo que luego una señora vio que estaba perdida y me dijo que me quedara con ella a traducir unos papiros que yo miraba, pensando que quizás mis padres volverían sobre sus pasos y me buscarían. Bueno, con decirte que me olvidé hasta de que estaba perdida te digo todo… -sonreí recordando aquello y volví a subir mi vista a él para quedar mí rostro frente al suyo- la señora me regaló el papiro y fue entonces la primera vez que entré en esa cámara donde estuvimos… es extraño, hasta ahora no pensaba que mí madre me dejara ese tipo de pistas –apoyé ahora mí frente contra la suya y mi nariz acarició la suya- pero gracias a ella estamos ahora donde estamos y podemos encontrar la reliquia, no sé cómo se metería en ese proyecto pero nos está salvando –me fijé de nuevo en sus ojos azules, en cómo brillaban por la luz de las estrellas dando en ellos y en la forma que tenían de mirarme… me gustaba demasiado cómo me miraba. Acorté la distancia buscando sus labios para fundirnos de nuevo en un beso, lento, disfrutando del momento aun con el deseo y la necesidad envolviéndolo todo. Algo que pasaba cada vez nos tocábamos, prendiendo una hoguera de una simple chispa.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Ladeé la sonrisa cuando dijo que no solo era una maquina de matar, me escondí tras ella aunque en el fondo de mi fuero interno sabia que lo que decía no era verdad.
Desde luego no me ganaría la vida cocinando, ni quería, para mi esa labor era de la mujer, aunque admitía disfrutar cuando lo hacia con Nai, pero es que todo lo que hacia enredado en su cuerpo lo disfrutaba de sobre manera.
-Es cierto se matar y follar -bromeé guiñándole un ojo -Esta bien Nai, es para lo que he sido educado, no me arrepiento, solo los guerreros alcanzan el Valhalla.
A nadie le gusta la guerra, pero es el unico modo de encontrar la paz y a veces hay que lazar el acero por aquellos que no pueden luchar.
Enseñaré a mis hijos a defenderse, a proteger lo que aman, porque un hombre incapaz de alzarse contra lo que no cree justo no es un hombre.
Todos nosotros sabemos los riesgos que corremos cuando desenvainamos nuestra espada, mis amigos, esos a los que he dado sepultura, han muerto como hombres libres y las valkirias vinieron por ellos para sentarse a la mesa de Odin y disfrutar de su gran cena.
Asentí cuando me dijo que haria lo posible por encotnrar la reliquia. Asenti atajando la distancia que separaba neustros labios.
Etoy seguro de que juntos la encontraremos, a fin de cunetas, formamos un buen equipo -ladeé la sonrisa contra su boca.
-Me has preguntado antes porque mandar a un general a la misión de un soldado. Como te dije, yo pedí venir, no podía correr riesgos y aunque en principio era Hakon el que iba a cumplir este encargo, supliqué a mi tío que me diera la misión, tampoco estaba en plenas condiciones para liderar el ejercito ¿recuerdas? He venido con el veneno corriendo por mis venas.
Lo que no dije es que lo que ayudó a mi tío a que tomara esa decisión era mi clara implicación personal, eso y mi petición. Era un hombre capaz y Hoor sabia bien que volvería con la reliquia o no volvería porque el Valhalla me recibiría.
Enarqué una ceja cuando me dijo que tratara de controlar mi instinto suicida y que obedeciera aquello que me dijera una vez entráramos en las ruinas esas.
-Estas pidiéndome justo lo que mejor se me da hacer, obedecer y templar mi impulsividad -me eche a reír buscando sus labios -somos lo que somos pequeña egipcia y a estas alturas de la vida es complicado cambiarlo.
Mi nariz se rozo cariñosa con la suya, labios entreabiertos que se encontraron dejándose embriagar por nuestro aliento.
Subió sobre mi a horcajadas, mi virilidad la esperó alzada y de nuevo reímos por la necesidad de ella que no me esforzaba lo mas mínimo en disimular. Empujé sus caderas contra mi miembro aun cubierto.
-Podíamos...-susurré contra su boca provocandola con mi aliento -estamos solos.
Negó incapaz de dejar de reír antes de preguntarme si había subido alguna vez en camello.
-Si montarme a una egipcia cuenta -bromeé volviendo a chocar contra sus labios con necesidad -no, nunca, pero no tiene que ser tan difícil, soy un buen jinete.
Tiré de su cintura pegándola mas a mi, ahora me contaba una historia de cuando se perdió, al parecer tampoco ella era u na niña todo lo tranquila que prometía ser.
-Yo me he perdido varias veces, tenia seis años una de esas. Estaba en el norte visitando a mi tío con padre.
Mi madre y la mujer de mi tío se llevaron a los niños a tener un placido día en el bosque, ya sabes cestas de picnik. Mi tía era muy dada a las costumbres francesas, le costaba adaptarse al mundo salvaje de los vikingos, así que imagino que cuando llegó mi madre, francesa también, vio su oportunidad de salir de ese castillo plagado de vikingos.
Lo que no pensó es que junto a ellas y al té de las 12 se llevaban unos pequeños vikingos incapaces de permanecer quietos. Así que mientras ellas conversaban, nosotros corríamos con las espadas por la zona jugando a ser hombres. Fuimos separándonos de nuestras madres entre risas, era invierno, el lago estaba congelado así que ni nos dimos cuenta de que ahora en vez de correr sobre la hierba lo hacíamos sobre hielo.
Bajo nuestros saltos el hielo se desquebrajaba, cuando quisimos volver ya era demasiado tarde, se agrieto y Niels y yo caímos al agua. Solo recuerdo que estaba congelada, nos sujetamos al borde, nuestros dedos resbalaban.
Niels era un niño de cuatro años, no tenia fuerza, traté de mantenerlo a flote, pero ni siquiera podía sujetarme a mi mismo en esas aguas.
Recuerdo el llanto de mi hermana, Hakon se lanzó al agua para sacar del fondo a Niels que se ahogaba.
Con la ayuda de violette y Synnobé sacaron a Niels del agua, estaba morado, temblaba, creo que yo también lo estaba. Hakon y yo quedamos atrapados pronto bajo la escarcha, apenas podíamos respirar pues el frio lo cerraba.
No recuerdo bien el tiempo que permanecimos allí, solo recuerdo a Padre romperlo con la bastarda y sacarnos a ambos, estábamos medio muertos, nos dio de su sangre a ambos y los brazos cálidos de madre nos arroparon con mantas.
Niels estaba en brazos de su madre, apoyado contra su pecho..estuvimos cerca de no contarlo...pero...todo quedó en una anécdota infantil.
Ahora si reí con ganas, la cara de la egipcia lo decía todo aterrada.
-Vale, esto ha sido lanar piedras sobre mi propio tejado, con mis antecedentes lo de tener niños morenos de ojos azules pierde intensidad ¿verdad?
Nuestras bocas volvieron a encontrarse sedientas, no podía mas, tomarla era ya una clara necesidad.
Deslicé mis dedos por debajo de su falda, acaricié los muslos con la yema de mis dedos serpenteando por su piel hacia su feminidad.
Jadeé contra su boca con los ojos oscurecidos, no me parecía un mal sitio...
Desde luego no me ganaría la vida cocinando, ni quería, para mi esa labor era de la mujer, aunque admitía disfrutar cuando lo hacia con Nai, pero es que todo lo que hacia enredado en su cuerpo lo disfrutaba de sobre manera.
-Es cierto se matar y follar -bromeé guiñándole un ojo -Esta bien Nai, es para lo que he sido educado, no me arrepiento, solo los guerreros alcanzan el Valhalla.
A nadie le gusta la guerra, pero es el unico modo de encontrar la paz y a veces hay que lazar el acero por aquellos que no pueden luchar.
Enseñaré a mis hijos a defenderse, a proteger lo que aman, porque un hombre incapaz de alzarse contra lo que no cree justo no es un hombre.
Todos nosotros sabemos los riesgos que corremos cuando desenvainamos nuestra espada, mis amigos, esos a los que he dado sepultura, han muerto como hombres libres y las valkirias vinieron por ellos para sentarse a la mesa de Odin y disfrutar de su gran cena.
Asentí cuando me dijo que haria lo posible por encotnrar la reliquia. Asenti atajando la distancia que separaba neustros labios.
Etoy seguro de que juntos la encontraremos, a fin de cunetas, formamos un buen equipo -ladeé la sonrisa contra su boca.
-Me has preguntado antes porque mandar a un general a la misión de un soldado. Como te dije, yo pedí venir, no podía correr riesgos y aunque en principio era Hakon el que iba a cumplir este encargo, supliqué a mi tío que me diera la misión, tampoco estaba en plenas condiciones para liderar el ejercito ¿recuerdas? He venido con el veneno corriendo por mis venas.
Lo que no dije es que lo que ayudó a mi tío a que tomara esa decisión era mi clara implicación personal, eso y mi petición. Era un hombre capaz y Hoor sabia bien que volvería con la reliquia o no volvería porque el Valhalla me recibiría.
Enarqué una ceja cuando me dijo que tratara de controlar mi instinto suicida y que obedeciera aquello que me dijera una vez entráramos en las ruinas esas.
-Estas pidiéndome justo lo que mejor se me da hacer, obedecer y templar mi impulsividad -me eche a reír buscando sus labios -somos lo que somos pequeña egipcia y a estas alturas de la vida es complicado cambiarlo.
Mi nariz se rozo cariñosa con la suya, labios entreabiertos que se encontraron dejándose embriagar por nuestro aliento.
Subió sobre mi a horcajadas, mi virilidad la esperó alzada y de nuevo reímos por la necesidad de ella que no me esforzaba lo mas mínimo en disimular. Empujé sus caderas contra mi miembro aun cubierto.
-Podíamos...-susurré contra su boca provocandola con mi aliento -estamos solos.
Negó incapaz de dejar de reír antes de preguntarme si había subido alguna vez en camello.
-Si montarme a una egipcia cuenta -bromeé volviendo a chocar contra sus labios con necesidad -no, nunca, pero no tiene que ser tan difícil, soy un buen jinete.
Tiré de su cintura pegándola mas a mi, ahora me contaba una historia de cuando se perdió, al parecer tampoco ella era u na niña todo lo tranquila que prometía ser.
-Yo me he perdido varias veces, tenia seis años una de esas. Estaba en el norte visitando a mi tío con padre.
Mi madre y la mujer de mi tío se llevaron a los niños a tener un placido día en el bosque, ya sabes cestas de picnik. Mi tía era muy dada a las costumbres francesas, le costaba adaptarse al mundo salvaje de los vikingos, así que imagino que cuando llegó mi madre, francesa también, vio su oportunidad de salir de ese castillo plagado de vikingos.
Lo que no pensó es que junto a ellas y al té de las 12 se llevaban unos pequeños vikingos incapaces de permanecer quietos. Así que mientras ellas conversaban, nosotros corríamos con las espadas por la zona jugando a ser hombres. Fuimos separándonos de nuestras madres entre risas, era invierno, el lago estaba congelado así que ni nos dimos cuenta de que ahora en vez de correr sobre la hierba lo hacíamos sobre hielo.
Bajo nuestros saltos el hielo se desquebrajaba, cuando quisimos volver ya era demasiado tarde, se agrieto y Niels y yo caímos al agua. Solo recuerdo que estaba congelada, nos sujetamos al borde, nuestros dedos resbalaban.
Niels era un niño de cuatro años, no tenia fuerza, traté de mantenerlo a flote, pero ni siquiera podía sujetarme a mi mismo en esas aguas.
Recuerdo el llanto de mi hermana, Hakon se lanzó al agua para sacar del fondo a Niels que se ahogaba.
Con la ayuda de violette y Synnobé sacaron a Niels del agua, estaba morado, temblaba, creo que yo también lo estaba. Hakon y yo quedamos atrapados pronto bajo la escarcha, apenas podíamos respirar pues el frio lo cerraba.
No recuerdo bien el tiempo que permanecimos allí, solo recuerdo a Padre romperlo con la bastarda y sacarnos a ambos, estábamos medio muertos, nos dio de su sangre a ambos y los brazos cálidos de madre nos arroparon con mantas.
Niels estaba en brazos de su madre, apoyado contra su pecho..estuvimos cerca de no contarlo...pero...todo quedó en una anécdota infantil.
Ahora si reí con ganas, la cara de la egipcia lo decía todo aterrada.
-Vale, esto ha sido lanar piedras sobre mi propio tejado, con mis antecedentes lo de tener niños morenos de ojos azules pierde intensidad ¿verdad?
Nuestras bocas volvieron a encontrarse sedientas, no podía mas, tomarla era ya una clara necesidad.
Deslicé mis dedos por debajo de su falda, acaricié los muslos con la yema de mis dedos serpenteando por su piel hacia su feminidad.
Jadeé contra su boca con los ojos oscurecidos, no me parecía un mal sitio...
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Él podría seguir pensando que lo único que sabía hacer era matar, matar y matar… pero para mí no era así. Era un hombre forjado al calor de las armas y desde los nueve años era lo que más había estado haciendo, era lógico que lo pensara pero desde mí punto de vista sabía hacer otras más cosas, aunque él lo negara o no quisiera verlo. Sabía cómo eran sus costumbres en las que los guerreros alcanzaban el Valhala en una batalla y entendía que, dadas sus raíces y sus tradiciones, era lo que muchos de los hombres quisieran, contra eso no iba a decir absolutamente nada. Sabía hacer otras muchas cosas aunque su vida fuera la de un guerrero, una cosa no quitaba la otra. Lo escuché cuando dijo que estaba bien, que no se arrepentía y que para eso había sido educado, que había que alzar la espada por aquellos que no podían hacerlo… algo que me parecía muy noble.
Que enseñaría a sus hijos a luchar y a defender lo que amaban, y que todos sabían el riesgo que sumían cuando desenvainaban la espada. No le quitaba razón en eso y tampoco lo juzgaba, solamente me parecía injusto que pensara que era una máquina de matar, no cuando lo había visto todos esos días y matar no era lo único que había hecho. Sabía que su vida estaba dedicada a ser un guerrero, porque estaba más que claro, pero igualmente no me gustaba que se pensara que solo podía juzgársele por una cosa cuando a mí criterio no lo era. Le tuve que dar un golpe en el hombro con diversión ante sus palabras, negando con la cabeza.
-Qué idiota eres –dije con una sonrisa divertida- creo que sabes hacer algo más que eso, que tú vida sea la de un guerrero no significa que solo sepas matar. No te juzgo ni lo critico, solamente te doy mi punto de vista y opinión y creo que no eres solamente esa máquina de guerra que dices, aunque tu vida sea ser un luchador y un guerrero. Al menos para mí no lo eres y menos con lo que he visto en estos días… solo quería que lo supieras –dije observando sus ojos mientras mi mano subía por su pecho recorriendo este. Escuché sus palabras ante mí pregunta de por qué venir él cuando era el general de su ejército, pero en algo llevaba toda la razón; él estaba herido y en esas condiciones no era capaz de liderar al ejército por lo que aunque no era tampoco una solución lógica, quizás era mejor que se hubiera prestado él de voluntario. Claro que él tenía la herida con el veneno por su cuerpo y Hakon no, quizás no habría sido mala idea que él viniera en su lugar. Un veneno que había costado de curar y que al menos, por ahora, estaba empezando a mejorar ya que casi no le supuraba- Formamos un gran equipo, sí. Somos un tándem –dije recorriendo sus labios con los míos antes de decirle que tendría que hacerme caso cuando entráramos al templo y que dejara ese gen suicida que se gastaba para otro momento. Lo miré ladeando un poco el rostro pero con una leve sonrisa- no pretendo cambiarte, Ubbe, solamente te estoy pidiendo que lleves mucho cuidado y que si tienes alguna duda me lo digas. Ya vistes las trampas que había en esos túneles, seguro que esas no se pueden comparar con lo que nos vayamos a enfrentar. Simplemente, no actúes por impulso y lleva cuidado, es lo único que te estoy diciendo. Y que me dejes examinarlo todo antes de dar un paso, ¿crees que podrás hacerlo para alguien que está acostumbrado a mandar? –Pregunté con un deje divertido notando su nariz rozar la mía, sentada sobre él podía notar su miembro claramente mostrando la excitación que tenía, con nuestros alientos mezclándose y no tardó en dejar caer que quería tomarme en ese lugar, ya que estábamos solos… negué con la cabeza entre risas.
Mi risa llenó el lugar durante unos segundos ante lo insaciable que era aquel hombre y que no sabía por qué a esas alturas me sorprendía en lo más mínimo que estuviera así. le pregunté si había montado alguna vez a camello y respondió a ello con esas palabras que me hizo enarcar una ceja y sonreír de lado, decía que había montado a caballo y que no sería tan difícil, alegando que era buen jinete y que me hizo sonreír por las cosas que se le ocurrían a ese hombre y que me hacían reír sin poder evitarlo, apartando mí pelo que caía a un lado y que rozaba su pecho cubierto por esa camisa que se había puesto para salir a cenar y a dar una vuelta.
-No, montar a una egipcia no cuenta –rodé los ojos con diversión por sus ocurrencias- pero sí, he de decir que eres buen jinete –mordí su labio inferior con suavidad tirando de este y le escuché contarme que él se había perdido también varias veces. Escuché su relato de cuando se perdió con seis años con mis dedos haciendo figuras por su pecho imaginándomelo con seis años jugando con su primo, visualizando cada escena en mí cabeza al tiempo que él relataba la historia. Como luchaban por salir del agua congelada y los llantos de su hermana y su prima, abrí ligeramente la boca cuando dijo que él y Hakon se habían quedado atrapados bajo y que si no hubiera llegado su padre no lo hubieran contado. Mis “aventuras” cuando me perdía no podían ser comparadas en absoluto con las suyas, en las mías nunca me pasaba nada fuera de lo extravagante y él siempre con la parca cerca. Se rió cuando vio mí cara que seguramente mostraba el horror ante aquel relato, mezclado con el asombro, porque seguramente hubiera tenido muchas de esas a lo largo de su vida. Mis ojos lo miraron ahora ya de forma tranquila cuando hizo aquel comentario y negué levemente sonriendo- Vale, las veces que me haya podido perder no se comparan con las tuyas… yo solo pasé un tiempo con una señora traduciendo unos papiros despreocupada mientras mi padre me buscaba… lo tuyo es diez veces más peligroso cuando te has perdido que cuando yo lo hacía –sonreí dejando un beso en sus labios- Tan solo tomo notar, señor Cannif –dije buscando de nuevo sus labios para ahora sentir como sus dedos se colaban por el vestido que llevaba subiendo por mis muslos en una clara dirección hacia la zona más caliente de mí cuerpo, que de forma inevitable me hizo mover mí cadera pegando más mí cuerpo al suyo.
Su jadeo se mezcló con el mío y nos miramos de aquella forma en la que solamente estábamos los dos y todo lo demás desaparecía por completo, aquel hombre tenía el don de provocarme con muy poco y bien sabía que era capaz de tomarme en aquel lugar de dejar que sus manos siguieran causando estragos por mí cuerpo. Su mirada lo decía todo, su respiración agitada dando contra la mía y su miembro presionando contra mí cadera era un claro ejemplo de lo necesitado que estaba en ese momento. Su boca ahora se perdía por mí cuello dejando besos y pequeños mordiscos que lo único que hacían era provocarme y calentarme aún más. Mis dedos se colaron por debajo de aquella camisa que llevaba recorriendo la piel de su pecho con el rostro ladeado dándole más acceso a mi cuello.
Mí respiración comenzaba también a ser pesada para ese entonces, sabía lo que tenía que hacer para volverme loca aunque él no necesitara mucho para que eso pasara, conseguía envolverme en su deseo y en su calor y hacerlo como si también fuera mío, ardiente y necesitado. Jadeé mordiéndome los labios ante las caricias de sus labios y sus dedos que se perdían por mis piernas de forma caliente y provocativa. Pero finalmente perdí el norte cuando una mano apartó la ropa interior a un lado y sus dedos acariciaron mí sexo que ya estaba húmedo y caliente, paseando el dedo por el lugar haciéndome temblar. Gemí echando la cabeza hacia atrás y arqueando mí cuerpo sintiendo mí pelo acariciar toda mí espalda, mientras mis piernas se abrían para darle mejor acceso sobre él dejándome hacer, aferrando la camisa con fuerza entre mis manos y moviendo mi cadera contra sus dedos totalmente encendida en ese momento.
-Ubbe –dije de forma entrecortada ante las sensaciones y las vibraciones que recorrían mí cuerpo, sus labios me buscaron acercándome del pelo dejando aquella mano en mí sexo y la otra libre que recorría mí cuerpo por encima del vestido arrasando con todo a su paso. Su boca acogió los jadeos que salían de la mía en aquel beso mientras seguía torturándome de aquella forma con sus dedos deslizándose por mí sexo, haciendo que mí cadera se moviera al mismo son. Sabía perfectamente que de seguir acabaríamos por dar rienda suelta en aquel lugar, en ese banco donde de niña me había sentado muchas veces y en donde ni se me pasaba por la cabeza hacer lo que estaba haciendo ahora. Mí mano aferró la suya, la que estaba jugando con mí sexo, haciendo que parara para mirarle a los ojos con la respiración entrecortada, las ganas recorriéndome el cuerpo y en unas puertas al orgasmo que hacían que mí sexo palpitara de necesidad. Me miró sin entender por qué le había parado y antes de que pudiera hacer nada o decirme nada me separé de él levantándome e interponiendo distancia- Vámonos de aquí –dije recogiendo los zapatos para volver a ponérmelos y mirándolo con el deseo que me recorría y que sabía que le había jodido que me levantara de esa forma- muévete, hombre –me faltó darle un azote pero no podía conforme estaba sentado así que miré como a regañadientes se levantaba y se ponía el calzado para tirar de él bajando por donde mismo habíamos subido, encontrándonos a otra pareja que subía y que me hizo reír para mirar al vikingo como si pretendiera decirle un “nos habrían pillado” ya que seguramente fueran a hacerlo mismo que íbamos a hacer nosotros.
De una mano tiraba de aquel hombre y la otra llevaba el ramillete que me había regalado mirándolo de reojo de vez en cuando, alegando que me gustaba más la privacidad y terminé por rodear su cintura con mi brazo recorriendo las calles de vuelta a casa donde podría hacerme lo que quisiera, algo a lo que ya me había acostumbrado y a lo que no ponía pega alguna. Dejé algún que otro beso por su cuello mientras íbamos de vuelta hasta que finalmente tras unos cuantos minutos estuvimos de nuevo frente a la puerta de la casa, abrí la puerta con la llave y entré dentro dejando que él hiciera lo mismo para coger una jarra, llenarla de agua y poner el ramillete dentro. Me giré hacia el vikingo y me acerqué a él con paso lento contorneando mis caderas a cada paso, cuando lo tuve delante rodeé su cuello y cogí impulso para saltar sobre él sabiendo que sus brazos me rodearían al vuelo, cosa que fue lo que pasó y mis piernas rodearon su cintura, encarcelándola entre ellas.
-Llévame arriba, Ubbe –pedí contra sus labios en un ronroneo seductor, notando todavía mí piel que ardía por su toque y el deseo en cada fibra de mí ser- quiero perderme en tú piel y que me hagas tuya –terminé mirándolo de forma fija y mis labios acortaron la escasa distancia con los suyos y tomé su boca en un beso devastador, devorándolo por completo todo a mí paso, pegando mí cuerpo al suyo dejando que el deseo fluyera y diera rienda suelta a todo lo que sentía, disfrutando de aquella noche que teníamos para dejarnos llevar por completo, perdiéndome en él mientras mis manos ya comenzaban a desabrochar la camisa que llevaba para quitársela y que me impedía tocar su piel como si fuera un obstáculo.
Que enseñaría a sus hijos a luchar y a defender lo que amaban, y que todos sabían el riesgo que sumían cuando desenvainaban la espada. No le quitaba razón en eso y tampoco lo juzgaba, solamente me parecía injusto que pensara que era una máquina de matar, no cuando lo había visto todos esos días y matar no era lo único que había hecho. Sabía que su vida estaba dedicada a ser un guerrero, porque estaba más que claro, pero igualmente no me gustaba que se pensara que solo podía juzgársele por una cosa cuando a mí criterio no lo era. Le tuve que dar un golpe en el hombro con diversión ante sus palabras, negando con la cabeza.
-Qué idiota eres –dije con una sonrisa divertida- creo que sabes hacer algo más que eso, que tú vida sea la de un guerrero no significa que solo sepas matar. No te juzgo ni lo critico, solamente te doy mi punto de vista y opinión y creo que no eres solamente esa máquina de guerra que dices, aunque tu vida sea ser un luchador y un guerrero. Al menos para mí no lo eres y menos con lo que he visto en estos días… solo quería que lo supieras –dije observando sus ojos mientras mi mano subía por su pecho recorriendo este. Escuché sus palabras ante mí pregunta de por qué venir él cuando era el general de su ejército, pero en algo llevaba toda la razón; él estaba herido y en esas condiciones no era capaz de liderar al ejército por lo que aunque no era tampoco una solución lógica, quizás era mejor que se hubiera prestado él de voluntario. Claro que él tenía la herida con el veneno por su cuerpo y Hakon no, quizás no habría sido mala idea que él viniera en su lugar. Un veneno que había costado de curar y que al menos, por ahora, estaba empezando a mejorar ya que casi no le supuraba- Formamos un gran equipo, sí. Somos un tándem –dije recorriendo sus labios con los míos antes de decirle que tendría que hacerme caso cuando entráramos al templo y que dejara ese gen suicida que se gastaba para otro momento. Lo miré ladeando un poco el rostro pero con una leve sonrisa- no pretendo cambiarte, Ubbe, solamente te estoy pidiendo que lleves mucho cuidado y que si tienes alguna duda me lo digas. Ya vistes las trampas que había en esos túneles, seguro que esas no se pueden comparar con lo que nos vayamos a enfrentar. Simplemente, no actúes por impulso y lleva cuidado, es lo único que te estoy diciendo. Y que me dejes examinarlo todo antes de dar un paso, ¿crees que podrás hacerlo para alguien que está acostumbrado a mandar? –Pregunté con un deje divertido notando su nariz rozar la mía, sentada sobre él podía notar su miembro claramente mostrando la excitación que tenía, con nuestros alientos mezclándose y no tardó en dejar caer que quería tomarme en ese lugar, ya que estábamos solos… negué con la cabeza entre risas.
Mi risa llenó el lugar durante unos segundos ante lo insaciable que era aquel hombre y que no sabía por qué a esas alturas me sorprendía en lo más mínimo que estuviera así. le pregunté si había montado alguna vez a camello y respondió a ello con esas palabras que me hizo enarcar una ceja y sonreír de lado, decía que había montado a caballo y que no sería tan difícil, alegando que era buen jinete y que me hizo sonreír por las cosas que se le ocurrían a ese hombre y que me hacían reír sin poder evitarlo, apartando mí pelo que caía a un lado y que rozaba su pecho cubierto por esa camisa que se había puesto para salir a cenar y a dar una vuelta.
-No, montar a una egipcia no cuenta –rodé los ojos con diversión por sus ocurrencias- pero sí, he de decir que eres buen jinete –mordí su labio inferior con suavidad tirando de este y le escuché contarme que él se había perdido también varias veces. Escuché su relato de cuando se perdió con seis años con mis dedos haciendo figuras por su pecho imaginándomelo con seis años jugando con su primo, visualizando cada escena en mí cabeza al tiempo que él relataba la historia. Como luchaban por salir del agua congelada y los llantos de su hermana y su prima, abrí ligeramente la boca cuando dijo que él y Hakon se habían quedado atrapados bajo y que si no hubiera llegado su padre no lo hubieran contado. Mis “aventuras” cuando me perdía no podían ser comparadas en absoluto con las suyas, en las mías nunca me pasaba nada fuera de lo extravagante y él siempre con la parca cerca. Se rió cuando vio mí cara que seguramente mostraba el horror ante aquel relato, mezclado con el asombro, porque seguramente hubiera tenido muchas de esas a lo largo de su vida. Mis ojos lo miraron ahora ya de forma tranquila cuando hizo aquel comentario y negué levemente sonriendo- Vale, las veces que me haya podido perder no se comparan con las tuyas… yo solo pasé un tiempo con una señora traduciendo unos papiros despreocupada mientras mi padre me buscaba… lo tuyo es diez veces más peligroso cuando te has perdido que cuando yo lo hacía –sonreí dejando un beso en sus labios- Tan solo tomo notar, señor Cannif –dije buscando de nuevo sus labios para ahora sentir como sus dedos se colaban por el vestido que llevaba subiendo por mis muslos en una clara dirección hacia la zona más caliente de mí cuerpo, que de forma inevitable me hizo mover mí cadera pegando más mí cuerpo al suyo.
Su jadeo se mezcló con el mío y nos miramos de aquella forma en la que solamente estábamos los dos y todo lo demás desaparecía por completo, aquel hombre tenía el don de provocarme con muy poco y bien sabía que era capaz de tomarme en aquel lugar de dejar que sus manos siguieran causando estragos por mí cuerpo. Su mirada lo decía todo, su respiración agitada dando contra la mía y su miembro presionando contra mí cadera era un claro ejemplo de lo necesitado que estaba en ese momento. Su boca ahora se perdía por mí cuello dejando besos y pequeños mordiscos que lo único que hacían era provocarme y calentarme aún más. Mis dedos se colaron por debajo de aquella camisa que llevaba recorriendo la piel de su pecho con el rostro ladeado dándole más acceso a mi cuello.
Mí respiración comenzaba también a ser pesada para ese entonces, sabía lo que tenía que hacer para volverme loca aunque él no necesitara mucho para que eso pasara, conseguía envolverme en su deseo y en su calor y hacerlo como si también fuera mío, ardiente y necesitado. Jadeé mordiéndome los labios ante las caricias de sus labios y sus dedos que se perdían por mis piernas de forma caliente y provocativa. Pero finalmente perdí el norte cuando una mano apartó la ropa interior a un lado y sus dedos acariciaron mí sexo que ya estaba húmedo y caliente, paseando el dedo por el lugar haciéndome temblar. Gemí echando la cabeza hacia atrás y arqueando mí cuerpo sintiendo mí pelo acariciar toda mí espalda, mientras mis piernas se abrían para darle mejor acceso sobre él dejándome hacer, aferrando la camisa con fuerza entre mis manos y moviendo mi cadera contra sus dedos totalmente encendida en ese momento.
-Ubbe –dije de forma entrecortada ante las sensaciones y las vibraciones que recorrían mí cuerpo, sus labios me buscaron acercándome del pelo dejando aquella mano en mí sexo y la otra libre que recorría mí cuerpo por encima del vestido arrasando con todo a su paso. Su boca acogió los jadeos que salían de la mía en aquel beso mientras seguía torturándome de aquella forma con sus dedos deslizándose por mí sexo, haciendo que mí cadera se moviera al mismo son. Sabía perfectamente que de seguir acabaríamos por dar rienda suelta en aquel lugar, en ese banco donde de niña me había sentado muchas veces y en donde ni se me pasaba por la cabeza hacer lo que estaba haciendo ahora. Mí mano aferró la suya, la que estaba jugando con mí sexo, haciendo que parara para mirarle a los ojos con la respiración entrecortada, las ganas recorriéndome el cuerpo y en unas puertas al orgasmo que hacían que mí sexo palpitara de necesidad. Me miró sin entender por qué le había parado y antes de que pudiera hacer nada o decirme nada me separé de él levantándome e interponiendo distancia- Vámonos de aquí –dije recogiendo los zapatos para volver a ponérmelos y mirándolo con el deseo que me recorría y que sabía que le había jodido que me levantara de esa forma- muévete, hombre –me faltó darle un azote pero no podía conforme estaba sentado así que miré como a regañadientes se levantaba y se ponía el calzado para tirar de él bajando por donde mismo habíamos subido, encontrándonos a otra pareja que subía y que me hizo reír para mirar al vikingo como si pretendiera decirle un “nos habrían pillado” ya que seguramente fueran a hacerlo mismo que íbamos a hacer nosotros.
De una mano tiraba de aquel hombre y la otra llevaba el ramillete que me había regalado mirándolo de reojo de vez en cuando, alegando que me gustaba más la privacidad y terminé por rodear su cintura con mi brazo recorriendo las calles de vuelta a casa donde podría hacerme lo que quisiera, algo a lo que ya me había acostumbrado y a lo que no ponía pega alguna. Dejé algún que otro beso por su cuello mientras íbamos de vuelta hasta que finalmente tras unos cuantos minutos estuvimos de nuevo frente a la puerta de la casa, abrí la puerta con la llave y entré dentro dejando que él hiciera lo mismo para coger una jarra, llenarla de agua y poner el ramillete dentro. Me giré hacia el vikingo y me acerqué a él con paso lento contorneando mis caderas a cada paso, cuando lo tuve delante rodeé su cuello y cogí impulso para saltar sobre él sabiendo que sus brazos me rodearían al vuelo, cosa que fue lo que pasó y mis piernas rodearon su cintura, encarcelándola entre ellas.
-Llévame arriba, Ubbe –pedí contra sus labios en un ronroneo seductor, notando todavía mí piel que ardía por su toque y el deseo en cada fibra de mí ser- quiero perderme en tú piel y que me hagas tuya –terminé mirándolo de forma fija y mis labios acortaron la escasa distancia con los suyos y tomé su boca en un beso devastador, devorándolo por completo todo a mí paso, pegando mí cuerpo al suyo dejando que el deseo fluyera y diera rienda suelta a todo lo que sentía, disfrutando de aquella noche que teníamos para dejarnos llevar por completo, perdiéndome en él mientras mis manos ya comenzaban a desabrochar la camisa que llevaba para quitársela y que me impedía tocar su piel como si fuera un obstáculo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Jadeé contra su boca, mis dedos húmedos torturaban el botón que se engrosaba con mi tacto, que se estremecía cuando serpenteaba contra el con la llama de mis dedos logrando que Nai se arqueara en el acto.
Nuestras frentes pegadas, el deseo inundaba aquel mágico momento que no podría tener mejor música de fondo que las estrellas del firmamento, las pirámides y un banco donde ella había soñado con hacerse grande.
Quería meterla, quería que sus caderas danzaran sobre mi, consumir su aliento sus deseos y hacer míos cada uno de esos gemidos.
Gruñí necesitado de mas, boca que colisiono con la ajena esquivando las cien trampas de las que había hablado para obtener así la corona. Aquel instante era único, irrepetible, nunca mas estaríamos en ese lugar y quería que recordara que un día allí la amo un hombre que si no era completamente sincero en muchas cosas, si lo era en sus sentimientos.
Mas me detuvo ,algo que arrasó el fuego de mis ojos a los suyos, gruñí desesperado tratando de convencerla de lo contrario, de que ese era el lugar.
Pero se alzó, se recolocó las bragas y tiró de mi aun sabiendo que mi gesto estaba tenso.
Caminamos hacia casa, no sin antes cruzarnos con otra pareja que posiblemente se había calentado mas de la cuenta y buscaba en ese sitio la intimidad de las estrellas.
Enarqué una ceja cuando dijo que prefería la intimidad de la casa ¿esta mujer no se dejaba llevar?
Me cabreaba la facilidad que tenia para enfriarse, como si esos momentos pasionales que yo sentía, que me devastaban y en los que ni veía si había alguien mas, ella era capaz de controlarlos, meditarlos y recolocarlos donde deseaba, ya fuera en tiempo o espacio.
Lo que me llevaba a pensar que como yo, para ella habría cientos, muchos “me gustas mucho” ¿con cuantos habría pronunciado esas palabras? pero sin embargo para mi esto era nuevo y no alzar los escudos para protegerme era el peor de los errores cometidos. Esta guerra no la podía ganar.
¿Que tenia de malo ese lugar? ¿y que si llagaba la pareja y nos oía jadear? La falda lo hubiera tapado todo y posiblemente la pareja hubiera dado la vuelta esperando su turno.
No entendía porque tenia que irme yo cuando había llegado antes.
Dejé escapar el aire cuando su brazo rodeo mi cintura, no cambie el gesto, tampoco era un hombre fácil de manejar ni que aceptara bien las ordenes y sinceramente en este instante tenia ganas y no pensaba disimular en lo mas mínimo mi malestar por no haberme dejado ni empezar.
Así llegamos frente a la casa, puerta que abrimos en silencio, nada que ver con la anterior vez que nos devoramos en la puerta hambrientos de mas.
Naitiri se fue a por una vaso y allí puso las violetas para que aguantaran mas días, yo me limité a observarla hacer aun con el ceño fruncido esperando como un perro la recompensa.
Esta se acercó a mi contoneando sus caderas, mi gesto cambio rápido a una sonrisa ladeada, y cuando saltó sobre mi, la tomé al vuelo restregando mi hombría en alza contra su sexo.
-Maldita egipcia -gruñí contra su boca devastandola, saboreandola, hundiéndome en ella para paladear aquel laberinto de pasión.
Jadeamos uno contra otro, hambrientos, necesitados y así subí escaleras arriba, gruñendo contra sus labios, mordiéndolos y tirando del inferior.
Difícil acertar en el pomo cuando mis manos serpenteaban por debajo del vestido de esta, alzándolo a mi paso, arrugandolo para que sus muslos quedaran desnudos mientras nuestras bocas seguían aquella acalorada tortura en la que nos jurábamos placer.
Su mano logro abrir la puerta, su espalda chocó contra ella y esta se abrió de par en par golpeando la pared.
-Nai -gruñí empotrandola contra la primera pared que pille, estaba muy excitado en ese momento y la calma no era precisamente mi credo.
Sus dedos en mis botones, desabrochandolos lentamente, cada roce me incineraba la piel.
-Por Odin, mujer revienta la camisa, no puedo mas ¿no lo ves?
Yo mismo llevé mi mano al pantalón liberando mi hombría. Silbó como la mas voraz de las espadas al ser desenvainada, a un lado hice sus bragas para hundir con violencia el acero en su interior.
Nuestras bocas se rozaban abiertas exhalando el aliento una contra la otra, gruño al sentirme entrar hasta lo mas hondo de ella.
Estaba tan excitado que el ritmo fue frenético desde el comienzo, su cuerpo se arqueaba dándome acceso a esos pechos que ella misma se tocaba por encima del blanco vestido.
Ojos azules oscuros por el deseo, no lo pensé, llevé una de mis manos a su escoté y de un tirón brusco rajé la tela del vestido para liberar las dos montañas que coroné con avidez.
Lanzó hacia atrás la cabeza, complacida por mi brutalidad, salvaje mordí sus pezones, aquello era el caos, mi lengua fuego y ella la tierra que acogía cada parte de mi cuerpo.
Jadeé entre rugidos, mi miembro palpitaba con cada embestida que empezaban a ser cada vez mas duras. Abierta completamente de piernas me dejaba entrar y salir casi por completo empalandola contra la pared que nos hacia de improvisado lecho.
Mordí su clavícula cuando me sacudí en su interior esparciendome dentro de ella, jadeé contra su piel cerrando los ojos, apoyando la frente en su pecho respirando brusco contra los alzados pezones.
Mi mano busco la pared para sujetarnos a ambos, el frenesí había pasado y ahora estaba agotado. Me relamí los labios resecos, alzando finalmente la mirada para encontrarme con sus pardos en silencio.
Sabia que mañana todo se complicaría, que la búsqueda de la reliquia era peligrosa, solo los dioses sabían lo que no deparaba el destino.
Un azote en su trasero mientras la dejaba bajar con suavidad saliendo de ella.
-Creo que el día acaba y deberíamos dormir, voy a darme un baño y voy -susurré contra sus labios antes de despegarme de su piel y caminar hacia el baño.
Nuestras frentes pegadas, el deseo inundaba aquel mágico momento que no podría tener mejor música de fondo que las estrellas del firmamento, las pirámides y un banco donde ella había soñado con hacerse grande.
Quería meterla, quería que sus caderas danzaran sobre mi, consumir su aliento sus deseos y hacer míos cada uno de esos gemidos.
Gruñí necesitado de mas, boca que colisiono con la ajena esquivando las cien trampas de las que había hablado para obtener así la corona. Aquel instante era único, irrepetible, nunca mas estaríamos en ese lugar y quería que recordara que un día allí la amo un hombre que si no era completamente sincero en muchas cosas, si lo era en sus sentimientos.
Mas me detuvo ,algo que arrasó el fuego de mis ojos a los suyos, gruñí desesperado tratando de convencerla de lo contrario, de que ese era el lugar.
Pero se alzó, se recolocó las bragas y tiró de mi aun sabiendo que mi gesto estaba tenso.
Caminamos hacia casa, no sin antes cruzarnos con otra pareja que posiblemente se había calentado mas de la cuenta y buscaba en ese sitio la intimidad de las estrellas.
Enarqué una ceja cuando dijo que prefería la intimidad de la casa ¿esta mujer no se dejaba llevar?
Me cabreaba la facilidad que tenia para enfriarse, como si esos momentos pasionales que yo sentía, que me devastaban y en los que ni veía si había alguien mas, ella era capaz de controlarlos, meditarlos y recolocarlos donde deseaba, ya fuera en tiempo o espacio.
Lo que me llevaba a pensar que como yo, para ella habría cientos, muchos “me gustas mucho” ¿con cuantos habría pronunciado esas palabras? pero sin embargo para mi esto era nuevo y no alzar los escudos para protegerme era el peor de los errores cometidos. Esta guerra no la podía ganar.
¿Que tenia de malo ese lugar? ¿y que si llagaba la pareja y nos oía jadear? La falda lo hubiera tapado todo y posiblemente la pareja hubiera dado la vuelta esperando su turno.
No entendía porque tenia que irme yo cuando había llegado antes.
Dejé escapar el aire cuando su brazo rodeo mi cintura, no cambie el gesto, tampoco era un hombre fácil de manejar ni que aceptara bien las ordenes y sinceramente en este instante tenia ganas y no pensaba disimular en lo mas mínimo mi malestar por no haberme dejado ni empezar.
Así llegamos frente a la casa, puerta que abrimos en silencio, nada que ver con la anterior vez que nos devoramos en la puerta hambrientos de mas.
Naitiri se fue a por una vaso y allí puso las violetas para que aguantaran mas días, yo me limité a observarla hacer aun con el ceño fruncido esperando como un perro la recompensa.
Esta se acercó a mi contoneando sus caderas, mi gesto cambio rápido a una sonrisa ladeada, y cuando saltó sobre mi, la tomé al vuelo restregando mi hombría en alza contra su sexo.
-Maldita egipcia -gruñí contra su boca devastandola, saboreandola, hundiéndome en ella para paladear aquel laberinto de pasión.
Jadeamos uno contra otro, hambrientos, necesitados y así subí escaleras arriba, gruñendo contra sus labios, mordiéndolos y tirando del inferior.
Difícil acertar en el pomo cuando mis manos serpenteaban por debajo del vestido de esta, alzándolo a mi paso, arrugandolo para que sus muslos quedaran desnudos mientras nuestras bocas seguían aquella acalorada tortura en la que nos jurábamos placer.
Su mano logro abrir la puerta, su espalda chocó contra ella y esta se abrió de par en par golpeando la pared.
-Nai -gruñí empotrandola contra la primera pared que pille, estaba muy excitado en ese momento y la calma no era precisamente mi credo.
Sus dedos en mis botones, desabrochandolos lentamente, cada roce me incineraba la piel.
-Por Odin, mujer revienta la camisa, no puedo mas ¿no lo ves?
Yo mismo llevé mi mano al pantalón liberando mi hombría. Silbó como la mas voraz de las espadas al ser desenvainada, a un lado hice sus bragas para hundir con violencia el acero en su interior.
Nuestras bocas se rozaban abiertas exhalando el aliento una contra la otra, gruño al sentirme entrar hasta lo mas hondo de ella.
Estaba tan excitado que el ritmo fue frenético desde el comienzo, su cuerpo se arqueaba dándome acceso a esos pechos que ella misma se tocaba por encima del blanco vestido.
Ojos azules oscuros por el deseo, no lo pensé, llevé una de mis manos a su escoté y de un tirón brusco rajé la tela del vestido para liberar las dos montañas que coroné con avidez.
Lanzó hacia atrás la cabeza, complacida por mi brutalidad, salvaje mordí sus pezones, aquello era el caos, mi lengua fuego y ella la tierra que acogía cada parte de mi cuerpo.
Jadeé entre rugidos, mi miembro palpitaba con cada embestida que empezaban a ser cada vez mas duras. Abierta completamente de piernas me dejaba entrar y salir casi por completo empalandola contra la pared que nos hacia de improvisado lecho.
Mordí su clavícula cuando me sacudí en su interior esparciendome dentro de ella, jadeé contra su piel cerrando los ojos, apoyando la frente en su pecho respirando brusco contra los alzados pezones.
Mi mano busco la pared para sujetarnos a ambos, el frenesí había pasado y ahora estaba agotado. Me relamí los labios resecos, alzando finalmente la mirada para encontrarme con sus pardos en silencio.
Sabia que mañana todo se complicaría, que la búsqueda de la reliquia era peligrosa, solo los dioses sabían lo que no deparaba el destino.
Un azote en su trasero mientras la dejaba bajar con suavidad saliendo de ella.
-Creo que el día acaba y deberíamos dormir, voy a darme un baño y voy -susurré contra sus labios antes de despegarme de su piel y caminar hacia el baño.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Lo había notado durante todo el camino bastante serio y apenas había hablado conmigo, lo notaba totalmente tenso y sabía perfectamente que era debido a que le había dicho de irnos justo en ese momento, conforme estábamos los dos de calientes por la situación y el momento… sabía que estaba así por eso, apenas si me miraba o decía algo más sumido en sus pensamientos en el mosqueo que llevaba. Pero él debía de entender también que para él, lo que era algo normal y típico de aquella situación, a mí se me escapaba de control y aunque quizás para él fuera totalmente una excusa… era lo que yo sentía en ese momento. Podríamos haber seguido, sí, podría haber dejado que se hundiera adentrándose en mí interior y que me llevara al maldito paraíso con sus caderas mientras me movía sobre él, de hecho es lo que justamente habría pasado de no haberme levantado, pero la decisión ya estaba tomada.
Por más que hice y puse empeño en que el camino de vuelta fuera ameno parecía que ese vikingo se había encerrado en sus pensamientos y en su enfado porque apenas habló conmigo, y no hacía falta para hacerme ver lo molesto que estaba. Ni siquiera cuando me pegué más a él y repartí besos por su cuello en una muda disculpa por habernos ido su comportamiento cambió, y así fue como llegamos hasta la puerta de la casa donde abrí sin que ninguno dijera nada, como si nos hubiéramos peleado y no quisiéramos hablar de nada, puse el ramillete que me había regalado en un vaso con agua para que aguantaran más y me giré para mirarlo parado, a unos pasos de distancia, que me miraba con aquel ceño fruncido para darme más pistas como si todo el camino no hubiera sido suficiente de que estaba molesto.
No hice caso de la forma en la que tenía de mirarme y me acerqué a él con paso lento contorneando mis caderas en lo que le cambió la cara ante ese gesto, sonriéndole de forma provocativa para justo cuando llegué delante de él saltar aferrada a su cuello y envolver su cintura entre mis piernas, notando que sus brazos me cogían sin esfuerzo alguno al vuelo tal y como había predicho que pasaría notando cómo su miembro rozaba mí sexo en una clara invitación, y en una clara señal de lo que pretendía hacer conmigo, algo que me hizo reír entre dientes. Su “maldita egipcia” me hizo sonreír de lado para luego fundirnos en un beso en el que ambos nos devoramos el uno al otro, devastándolo todo a su paso en la que su lengua se abrió paso hasta la mía.
Había deseado todo el camino llegar a casa para hacer precisamente aquello y pedirle que me llevara arriba, a pedirle que me hiciera suya como solo él sabía hacerlo necesitada de él, de su cuerpo, de su calor, de sus manos recorriendo mí cuerpo y su miembro abriéndose paso en placenteras embestidas. No tardó en subir por las escaleras mientras nos devorábamos mutuamente dejando gruñidos que me hacían sonreír contra mis labios, mordiendo estos y tirando de mi labio inferior mientras mis ojos lo miraban con el deseo que recorría mí cuerpo por entero. No tardamos nada en llegar arriba y sus manos ya se estaban encargando de subirme el vestido que llevaba, remangándolo hasta la cintura mientras mis dedos desabrochaban su camisa sin dejar de besarnos de forma desesperada y necesitada.
Al final tuve que llevar una de mis manos hacia atrás y a tientas buscar el pomo de la puerta ya que él estaba bastante entretenido con mí vestido, la abrí y mí espalda chocó contra la puerta que hizo que emitiera un leve jadeo contra sus labios, abrí esta que golpeó contra la pared con fuerza y enseguida mi espalda dio de bruces contra una de las paredes de la habitación. Mi nombre salió de sus labios en un gruñido y tomé el labio inferior para morderlo a placer y tirar de él siguiendo con la camisa desabrochándola, lo miré ante sus palabras de que la rompiera porque no podía más y… lo hice. Mis dedos cogieron la camisa con fuerza y pegué un tirón haciendo que los botones saltaran y se dispersaran por la habitación para quitársela con urgencia por sus brazos dejando su pecho al descubierto, uno que mis dedos y mis uñas ya se encargaban de acariciar.
Mis labios en su cuello mordiendo, besando, lamiendo la piel de esta terminando en un mordisco que dejé en su lóbulo mientras él se encargaba de liberar su miembro, mis brazos rodearon su cuello sabiendo lo que venía ahora que se había librado de mí ropa interior y que el vestido quedaba enrollado entorno a mí cintura sin molestarle en absoluto, mí sexo palpitando de necesidad ya húmedo preparado y listo para que se hundiera en mi interior, lo hizo de aquella forma que me hizo gemir contra sus labios exhalando sobre estos mirándolo a los ojos, dejando que mi pelo cayera entre mis brazos. Comenzó a moverse a un ritmo rápido que me arrancó otro gemido arqueando mí cuerpo hacia él, con mis manos sobre mis pechos acariciándolos sobre el vestido.
Su mano pronto fue hacia el escote de este y de un tirón lo rompió dejando mis pechos libres que él no tardó en centrar su atención, mi cabeza contra pared y mis manos recorriendo su espalda dejándome hacer por aquel hombre que me embestía de esa manera tan placentera y que ahora lamía, succionaba y mordía mis pechos y mis pezones arrancándome más gemidos de mis labios, entregada totalmente a él y a lo que me hacía sentir. Mis nalgas rebotaban con cada embestida contra la pared haciendo un tope en el que parecía que él se adentraba más con cada movimiento, mi cadera se movía al mismo son que él marcaba y mis piernas se abrían para acogerlo mejor en mí interior. Mis manos se aferraron con fuerza a sus brazos, notando que el placer crecía con cada segundo en el que me volvía loca con su frenesí.
-Ubbe –lo llamé alzando su rostro para mirarlo dejando un mordisco en sus labios para volver a saquear su boca gimiendo contra esta sintiendo mí cuerpo tensarse ante el inminente orgasmo, notando que entraba y salía con ese ritmo enloquecedor con el que finalmente estallé aferrándome a su cuerpo mientras el mío temblaba por el devastador orgasmo y tras un par de embestidas más por su parte donde lo notaba aún más moverse dentro de mí él también llegó también mordiendo mí clavícula, mis dedos enredados en su pelo ahora que mí respiración era errática y mí pecho subía y bajaba con rapidez, la cabeza contra la pared y los ojos cerrados sintiéndolo todavía en mí interior con más intensidad. Su rostro recostado en mi pecho mientras recobrábamos la respiración, alzó su mirada que se encontró con la mía y observé esos ojos azules en silencio, dejó un azote en mí trasero bajándome con delicadeza hasta el suelo donde el vestido volvió a caer por si solo y lo miré tras sus palabras sobre mis labios, viendo cómo se marchaba.
Me quedé parada contra la pared con la respiración todavía sin normalizar y miré la puerta por donde se había marchado sintiéndome… fría. No fría porque mi cuerpo se normalizaba después de aquello, sino fría por la situación, ¿un azote? ¿Me daba un azote como si quisiera decirme “muy bien, has cumplido con tú trabajo”? ¿Ni un beso, ni una caricia ni nada? ¿No entendía ese hombre el daño que me hacía que me tomara y luego se largara como había hecho dejándome sola? Alcé la vista al techo durante unos minutos que no supe cuántos fueron en los que me mordí el labio preguntándome porqué me dolía tanto aquello que había hecho, quizás porque como él había dicho a lo largo de la noche “todos tenemos demonios que combatir”. Miré la cama por unos segundos y no me apeteció para nada tumbarme en ella sintiéndome un poco alicaída en esos momentos.
Lancé un suspiro frotando mis brazos con mis manos unos segundos y a paso lento y sin hacer ningún tipo de ruido salí de aquella habitación al pasillo, me moví sin hacer ruido alguno descalza por el suelo de aquella casa hasta que me paré en la puerta del aseo contemplando lo que tenía delante, el vikingo estaba de espaldas dentro de la tina con la ropa esparcida por el suelo, ni siquiera me había oído acercarme hasta ahí. Me mordí el labio sabiendo que algo le pasaba y que por eso había actuado así, no era muy difícil de adivinar que por eso había querido poner esa distancia… distancia y frialdad que en parte me había sentado tan mal y que me tenían en ese estado.
Avancé a paso lento hasta quedarme al lado de la tina, él tenía los ojos cerrados y no se había enterado de que estaba ahí, solamente se dio cuenta cuando sin decir nada comencé a meterme dentro de la tina, pude sentir su mirada puesta sobre mí pero no le miré en ningún momento, simplemente me acomodé contra su cuerpo aun con el vestido puesto conforme me había dejado él en esa habitación, y lo único que hice fue abrazarlo, abrazarlo con fuerza sin siquiera hablar para que no notara salir mí voz de forma trémula, escondí el rostro en su cuello para que no me viera y cerré los ojos con fuerza notando que las lágrimas querían salir de estos. Demasiadas emociones en tan poco tiempo para mí, tanto buenas como malas, muerte, destrucción, vida, lucha… nunca había tenido que luchar por seguir un día más con vida, no había visto a nadie morir, casi lo perdía a él en varias ocasiones y ya no sabía qué sentía o qué no… mi interior era una montaña rusa emocional que no sabía exactamente dónde iba a pararse, lo que sentía por ese vikingo no lo tenía para nada claro y de alguna forma eso me daba miedo. Se me había juntado todo, tampoco el hecho de que no podía borrar de mi vida dieciséis años de sentirme usada y utilizada, y aunque sabía que él no lo había hecho con esa intención… esa sensación no se borraba de la noche a la mañana, porque sí, me había dolido como el infierno.
Por más que hice y puse empeño en que el camino de vuelta fuera ameno parecía que ese vikingo se había encerrado en sus pensamientos y en su enfado porque apenas habló conmigo, y no hacía falta para hacerme ver lo molesto que estaba. Ni siquiera cuando me pegué más a él y repartí besos por su cuello en una muda disculpa por habernos ido su comportamiento cambió, y así fue como llegamos hasta la puerta de la casa donde abrí sin que ninguno dijera nada, como si nos hubiéramos peleado y no quisiéramos hablar de nada, puse el ramillete que me había regalado en un vaso con agua para que aguantaran más y me giré para mirarlo parado, a unos pasos de distancia, que me miraba con aquel ceño fruncido para darme más pistas como si todo el camino no hubiera sido suficiente de que estaba molesto.
No hice caso de la forma en la que tenía de mirarme y me acerqué a él con paso lento contorneando mis caderas en lo que le cambió la cara ante ese gesto, sonriéndole de forma provocativa para justo cuando llegué delante de él saltar aferrada a su cuello y envolver su cintura entre mis piernas, notando que sus brazos me cogían sin esfuerzo alguno al vuelo tal y como había predicho que pasaría notando cómo su miembro rozaba mí sexo en una clara invitación, y en una clara señal de lo que pretendía hacer conmigo, algo que me hizo reír entre dientes. Su “maldita egipcia” me hizo sonreír de lado para luego fundirnos en un beso en el que ambos nos devoramos el uno al otro, devastándolo todo a su paso en la que su lengua se abrió paso hasta la mía.
Había deseado todo el camino llegar a casa para hacer precisamente aquello y pedirle que me llevara arriba, a pedirle que me hiciera suya como solo él sabía hacerlo necesitada de él, de su cuerpo, de su calor, de sus manos recorriendo mí cuerpo y su miembro abriéndose paso en placenteras embestidas. No tardó en subir por las escaleras mientras nos devorábamos mutuamente dejando gruñidos que me hacían sonreír contra mis labios, mordiendo estos y tirando de mi labio inferior mientras mis ojos lo miraban con el deseo que recorría mí cuerpo por entero. No tardamos nada en llegar arriba y sus manos ya se estaban encargando de subirme el vestido que llevaba, remangándolo hasta la cintura mientras mis dedos desabrochaban su camisa sin dejar de besarnos de forma desesperada y necesitada.
Al final tuve que llevar una de mis manos hacia atrás y a tientas buscar el pomo de la puerta ya que él estaba bastante entretenido con mí vestido, la abrí y mí espalda chocó contra la puerta que hizo que emitiera un leve jadeo contra sus labios, abrí esta que golpeó contra la pared con fuerza y enseguida mi espalda dio de bruces contra una de las paredes de la habitación. Mi nombre salió de sus labios en un gruñido y tomé el labio inferior para morderlo a placer y tirar de él siguiendo con la camisa desabrochándola, lo miré ante sus palabras de que la rompiera porque no podía más y… lo hice. Mis dedos cogieron la camisa con fuerza y pegué un tirón haciendo que los botones saltaran y se dispersaran por la habitación para quitársela con urgencia por sus brazos dejando su pecho al descubierto, uno que mis dedos y mis uñas ya se encargaban de acariciar.
Mis labios en su cuello mordiendo, besando, lamiendo la piel de esta terminando en un mordisco que dejé en su lóbulo mientras él se encargaba de liberar su miembro, mis brazos rodearon su cuello sabiendo lo que venía ahora que se había librado de mí ropa interior y que el vestido quedaba enrollado entorno a mí cintura sin molestarle en absoluto, mí sexo palpitando de necesidad ya húmedo preparado y listo para que se hundiera en mi interior, lo hizo de aquella forma que me hizo gemir contra sus labios exhalando sobre estos mirándolo a los ojos, dejando que mi pelo cayera entre mis brazos. Comenzó a moverse a un ritmo rápido que me arrancó otro gemido arqueando mí cuerpo hacia él, con mis manos sobre mis pechos acariciándolos sobre el vestido.
Su mano pronto fue hacia el escote de este y de un tirón lo rompió dejando mis pechos libres que él no tardó en centrar su atención, mi cabeza contra pared y mis manos recorriendo su espalda dejándome hacer por aquel hombre que me embestía de esa manera tan placentera y que ahora lamía, succionaba y mordía mis pechos y mis pezones arrancándome más gemidos de mis labios, entregada totalmente a él y a lo que me hacía sentir. Mis nalgas rebotaban con cada embestida contra la pared haciendo un tope en el que parecía que él se adentraba más con cada movimiento, mi cadera se movía al mismo son que él marcaba y mis piernas se abrían para acogerlo mejor en mí interior. Mis manos se aferraron con fuerza a sus brazos, notando que el placer crecía con cada segundo en el que me volvía loca con su frenesí.
-Ubbe –lo llamé alzando su rostro para mirarlo dejando un mordisco en sus labios para volver a saquear su boca gimiendo contra esta sintiendo mí cuerpo tensarse ante el inminente orgasmo, notando que entraba y salía con ese ritmo enloquecedor con el que finalmente estallé aferrándome a su cuerpo mientras el mío temblaba por el devastador orgasmo y tras un par de embestidas más por su parte donde lo notaba aún más moverse dentro de mí él también llegó también mordiendo mí clavícula, mis dedos enredados en su pelo ahora que mí respiración era errática y mí pecho subía y bajaba con rapidez, la cabeza contra la pared y los ojos cerrados sintiéndolo todavía en mí interior con más intensidad. Su rostro recostado en mi pecho mientras recobrábamos la respiración, alzó su mirada que se encontró con la mía y observé esos ojos azules en silencio, dejó un azote en mí trasero bajándome con delicadeza hasta el suelo donde el vestido volvió a caer por si solo y lo miré tras sus palabras sobre mis labios, viendo cómo se marchaba.
Me quedé parada contra la pared con la respiración todavía sin normalizar y miré la puerta por donde se había marchado sintiéndome… fría. No fría porque mi cuerpo se normalizaba después de aquello, sino fría por la situación, ¿un azote? ¿Me daba un azote como si quisiera decirme “muy bien, has cumplido con tú trabajo”? ¿Ni un beso, ni una caricia ni nada? ¿No entendía ese hombre el daño que me hacía que me tomara y luego se largara como había hecho dejándome sola? Alcé la vista al techo durante unos minutos que no supe cuántos fueron en los que me mordí el labio preguntándome porqué me dolía tanto aquello que había hecho, quizás porque como él había dicho a lo largo de la noche “todos tenemos demonios que combatir”. Miré la cama por unos segundos y no me apeteció para nada tumbarme en ella sintiéndome un poco alicaída en esos momentos.
Lancé un suspiro frotando mis brazos con mis manos unos segundos y a paso lento y sin hacer ningún tipo de ruido salí de aquella habitación al pasillo, me moví sin hacer ruido alguno descalza por el suelo de aquella casa hasta que me paré en la puerta del aseo contemplando lo que tenía delante, el vikingo estaba de espaldas dentro de la tina con la ropa esparcida por el suelo, ni siquiera me había oído acercarme hasta ahí. Me mordí el labio sabiendo que algo le pasaba y que por eso había actuado así, no era muy difícil de adivinar que por eso había querido poner esa distancia… distancia y frialdad que en parte me había sentado tan mal y que me tenían en ese estado.
Avancé a paso lento hasta quedarme al lado de la tina, él tenía los ojos cerrados y no se había enterado de que estaba ahí, solamente se dio cuenta cuando sin decir nada comencé a meterme dentro de la tina, pude sentir su mirada puesta sobre mí pero no le miré en ningún momento, simplemente me acomodé contra su cuerpo aun con el vestido puesto conforme me había dejado él en esa habitación, y lo único que hice fue abrazarlo, abrazarlo con fuerza sin siquiera hablar para que no notara salir mí voz de forma trémula, escondí el rostro en su cuello para que no me viera y cerré los ojos con fuerza notando que las lágrimas querían salir de estos. Demasiadas emociones en tan poco tiempo para mí, tanto buenas como malas, muerte, destrucción, vida, lucha… nunca había tenido que luchar por seguir un día más con vida, no había visto a nadie morir, casi lo perdía a él en varias ocasiones y ya no sabía qué sentía o qué no… mi interior era una montaña rusa emocional que no sabía exactamente dónde iba a pararse, lo que sentía por ese vikingo no lo tenía para nada claro y de alguna forma eso me daba miedo. Se me había juntado todo, tampoco el hecho de que no podía borrar de mi vida dieciséis años de sentirme usada y utilizada, y aunque sabía que él no lo había hecho con esa intención… esa sensación no se borraba de la noche a la mañana, porque sí, me había dolido como el infierno.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Abrí los ojos al sentir que Nai metía el pie en la tina, vestida, tal y como la había dejado en la cámara buscaba mi cuerpo como si fuera una niña pequeña.
Se acomodó contra mi pecho sin mediar palabra, su respiración agitada me mostró que tampoco ella estaba bien, pero.. ¿que decir?
Deslicé mis dedos por su piel, su espalda, y tiré del vestido mojado hasta que la dejé desnuda a mi lado.
-Solo necesitaba un baño Naitiri -aseguré contra su pelo mientras esta dibujaba letras en mi pecho.
Deslicé mi mano por su piel, acariciando cada rincón de su cuerpo.
Tiré de su mentón para que me mirara, no quería pasar así la ultima noche básicamente porque ella no era la responsable de mi estado de animo, había buscado la soledad porque la necesitaba, pero en mi egoísta empeño de encontrar la calma, la había dejado sola en esa habitación.
-Solo estoy cansado -mentí. No era solo eso, necesitaba pensar, las dudas me asolaban, básicamente porque si me hacia con la reliquia tendría que regresar con ella a mi tiempo, una parte de mi deseaba quedarse aquí, pero ¿para que?
Nai me había asegurado que le gustaba, maldita sea, también me gustan a mi los pura sangre e irme con mis primos de borrachera. Muchas me habían gustado, entre muchas piernas me había perdido y con ninguna había dormido pero..¿y ella?
Supongo que al sentir por ella, los celos me mataban, las preguntas me abordaban y lo peor es que al no ser nada tampoco tenia derecho a preguntar nada.
Lo mejor para los dos era cumplir con nuestra misión y separar nuestros caminos, ella tenia una vida por delante y hasta de aquí 26 años no volveríamos a encontrarnos, quizás en ese momento todo seria diferente, pero hoy, hoy la realidad me daba de bruces en la cara y yo estaba tan ciego que era incapaz de verla.
Ladeé la sonrisa divertido, alzando frente a mi los mil escudos ¿podía culparme por tratar de protegerme? Me enseñaron a luchar, era bueno asestando golpes con la espada y a decir en el arte del escudo nunca fui demasiado experto.
Mi impulsividad me hacia atacar y defenderme en ocasiones, pero siempre cuando ya era demasiado tarde.
¿Era ya demasiado tarde?
-Vamos a la cama señorita -susurré buscando sus labios con suavidad antes de alzarme de la bañera, estirando mis cuerpo que crujió.
Los ojos de la egipcia me miraban fijamente, como si supiera que algo no iba bien, mas tampoco hablaba. La situación era complicada, aunque ella no lo sabia. Para ella esto era una aventura en al que había conocido un hombre que le gustaba, para mi un contrarreloj.
Tiré de su mano para levantarla y al hacerlo hundí mi hombro bajo de su vientre y como si fuera un saco la llevé hacia el lecho.
La risa de ambos se fundió por fin en la cámara, mi mano acariciaba sus nalgas.
-Ufffff -susurré dejando un mordisco en ellas -acabo de salir de ti y ya quiero volver a entrar -aseguré antes de dejarla caer sobre el lecho.
Mi cuerpo se convirtió en su cárcel, besos apasionados, duelo de alientos que calcinaban el ajeno y esa mirada turbia que mostraba el deseo que yo sentía por su cuerpo.
-Te deseo -susurré contra sus carnosos labios.
Mi virilidad acaricia su vientre, ella sonríe mirándome fijamente, me dejó caer sobre las sabanas finalmente.
Cierro los ojos sin borrar la sonrisa de medio lado, tiro de su cintura para pegarla a mi cuerpo, los ojos se me van entrecerrando bajo la atenta mirada de la egipcia y el silencio interpuesto por ambos.
Se acomodó contra mi pecho sin mediar palabra, su respiración agitada me mostró que tampoco ella estaba bien, pero.. ¿que decir?
Deslicé mis dedos por su piel, su espalda, y tiré del vestido mojado hasta que la dejé desnuda a mi lado.
-Solo necesitaba un baño Naitiri -aseguré contra su pelo mientras esta dibujaba letras en mi pecho.
Deslicé mi mano por su piel, acariciando cada rincón de su cuerpo.
Tiré de su mentón para que me mirara, no quería pasar así la ultima noche básicamente porque ella no era la responsable de mi estado de animo, había buscado la soledad porque la necesitaba, pero en mi egoísta empeño de encontrar la calma, la había dejado sola en esa habitación.
-Solo estoy cansado -mentí. No era solo eso, necesitaba pensar, las dudas me asolaban, básicamente porque si me hacia con la reliquia tendría que regresar con ella a mi tiempo, una parte de mi deseaba quedarse aquí, pero ¿para que?
Nai me había asegurado que le gustaba, maldita sea, también me gustan a mi los pura sangre e irme con mis primos de borrachera. Muchas me habían gustado, entre muchas piernas me había perdido y con ninguna había dormido pero..¿y ella?
Supongo que al sentir por ella, los celos me mataban, las preguntas me abordaban y lo peor es que al no ser nada tampoco tenia derecho a preguntar nada.
Lo mejor para los dos era cumplir con nuestra misión y separar nuestros caminos, ella tenia una vida por delante y hasta de aquí 26 años no volveríamos a encontrarnos, quizás en ese momento todo seria diferente, pero hoy, hoy la realidad me daba de bruces en la cara y yo estaba tan ciego que era incapaz de verla.
Ladeé la sonrisa divertido, alzando frente a mi los mil escudos ¿podía culparme por tratar de protegerme? Me enseñaron a luchar, era bueno asestando golpes con la espada y a decir en el arte del escudo nunca fui demasiado experto.
Mi impulsividad me hacia atacar y defenderme en ocasiones, pero siempre cuando ya era demasiado tarde.
¿Era ya demasiado tarde?
-Vamos a la cama señorita -susurré buscando sus labios con suavidad antes de alzarme de la bañera, estirando mis cuerpo que crujió.
Los ojos de la egipcia me miraban fijamente, como si supiera que algo no iba bien, mas tampoco hablaba. La situación era complicada, aunque ella no lo sabia. Para ella esto era una aventura en al que había conocido un hombre que le gustaba, para mi un contrarreloj.
Tiré de su mano para levantarla y al hacerlo hundí mi hombro bajo de su vientre y como si fuera un saco la llevé hacia el lecho.
La risa de ambos se fundió por fin en la cámara, mi mano acariciaba sus nalgas.
-Ufffff -susurré dejando un mordisco en ellas -acabo de salir de ti y ya quiero volver a entrar -aseguré antes de dejarla caer sobre el lecho.
Mi cuerpo se convirtió en su cárcel, besos apasionados, duelo de alientos que calcinaban el ajeno y esa mirada turbia que mostraba el deseo que yo sentía por su cuerpo.
-Te deseo -susurré contra sus carnosos labios.
Mi virilidad acaricia su vientre, ella sonríe mirándome fijamente, me dejó caer sobre las sabanas finalmente.
Cierro los ojos sin borrar la sonrisa de medio lado, tiro de su cintura para pegarla a mi cuerpo, los ojos se me van entrecerrando bajo la atenta mirada de la egipcia y el silencio interpuesto por ambos.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Miles de pensamientos acudían a mi mente en ese momento, siempre me había considerado mayormente una mujer fuerte y que podía con todo, pero simplemente en aquel momento, había llegado a mí límite. Habían sido demasiadas cosas a las que no estaba acostumbrada ver en mí día a día, en esa vida monótona que me había gastado durante el último año y en la que como si de una burbuja se tratara me había encerrado en ella… y no es que solamente alguien hubiera explotado esa burbuja, sino que realmente habían sido otras las que habían hecho que acabara así; ver la muerte con mis propios ojos, perder a la gente o casi perderlo a él mejor dicho, luchar por mí vida día a día… él estaría acostumbrado porque era un guerrero, pero yo no.
Aunque eso no era lo único que me tenía así, mí interior era una montaña rusa emocional que subía y bajaba sin parar, mis sentimientos no estaban para nada claros en ese momento y ya no sabía qué sentía o qué dejaba de sentir. Todo era complicado y confuso y por el momento no podía darle una solución a aquello que me aclarara algo, y en parte, eso que sentía o que no sabía si lo sentía… me daba miedo. No solo aquel vikingo había aparecido en mi vida, sino que la estaba sacudiendo con fuerza y con esos pocos días que había estado a su lado me había hecho sentir cosas que habían estado dormidas en mí interior, como a la espera de que algo las despertara… o alguien.
Me sentía bien con él, me hacía sentir bien y lejos de lo que él quizás pudiera llegar a pensar me gustaba que me deseara de esa forma que tenía de hacerlo, acostumbrada a que me desearan por otros motivos encontrar que alguien que veía como lo que realmente eras casi parecía algo mágico, e incluso divino, porque a diferencia de con otras personas a lo largo de mi vida con él me mostraba conforme era, podía parecer una niña de cinco años que no me avergonzaba en absoluto… y eso me confundía, me rallaba y hacía que pensara más de la cuenta y de lo que debería hacer. Hacía unos días me había dicho que me quería, si me lo dijera de nuevo, ¿cuál sería mí respuesta? ¿Un “no sé lo que siento por ti”? Sí, podría aproximarse bastante a lo que era la realidad en ese sentido.
Escondí la cabeza en su cuello para que no me viera, no quería que me viera de esa forma mientras notaba sus dedos acariciar mí piel aferrada a él, porque era lo que exactamente necesitaba, sentirlo y que me calmara. Lo que un abrazo podía hacer… sabía que no le había pasado desapercibido el cómo estaba y mientras me quitaba el vestido ni siquiera me moví, le dejé hacer con los ojos cerrados, el rostro hundido en su cuello y respirando su aroma que lograba calmarme y tranquilizarme… como si fuera un bálsamo. Él intentaba hacer ver que tampoco le pasaba nada pero sabía que no era así, que como yo él también no estaba bien y ninguno de los dos lo queríamos admitir, ¿por qué? En mí caso porque no sabía qué decir, en el suyo porque quizás estaba en la misma tesitura que estaba yo. Solo sabía que era lo que necesitaba en ese momento, sentirlo, como una niña pequeña aterrorizada que busca los brazos de su padre en mitad de una tormenta.
Sus manos acariciando mí cuerpo conseguían relajarme y hacer que poco a poco mí respiración se fuera tranquilizando y normalizando, el picor en los ojos aún seguía y no quería hablar por si mi voz seguía sonando trémula, mis dedos dibujaban figuras en su pecho sin moverme ni solo milímetro de cómo estaba en ese momento. Cuando alzó mi mentón me dejé hacer para observar sus ojos, sabía que el decirme que estaba cansado era una mentira pero no dije nada, volví a agachar la cabeza apoyándola en su pecho y así me quedé, sin hablar, sin decir nada… porque tampoco sabía qué decir. Volvió a alzar mí rostro para decirme que era hora de ir a la cama dejando sus labios sobre los míos de forma suave, y acabó por levantarse de la tina estirando todo su cuerpo que crujió por eso mismo.
Mis ojos lo observaron fijándose de nuevo en el tatuaje que le había hecho ese mismo día y que engarzaba con su martillo de Thor, le quedaba muy bien el diseño y me alegraba de ello. Su mano tiró de mí para levantarme tras quedarnos mirando en silencio, sin decir nada pero diciéndolo todo, y acabó por levantarme pero como si fuera un saco de patatas cargándome en su hombro, como hizo la primera vez que nos conocimos y donde yo traté de huir de él. Reí levemente por eso gesto mientras el agua caía de mí cuerpo y mojaba el suyo a su paso, su mano pronto acarició mis nalgas y pensé que iba a darme un azote… pero me sorprendió dejando un mordisco en el lugar.
-¿Acabas de darme un mordisco? –Pregunté levemente apoyando mis codos en su omoplato y que como respuesta obtuvo un azote en su trasero ahora que lo tenía al alcance. Dejamos un reguero de agua desde el baño hasta la habitación, negué con la cabeza ante sus palabras- tú siempre quieres entrar porque eres insaciable –comenté notando que llegábamos a la cama donde me dejó caer sobre ella- y yo te dejo porque me vuelves loca –comenté antes de notar como su cuerpo se cernía sobre el mío, como si este fuera una cárcel, y sus labios no tardaron en apoderarse de los míos para besarme, cerré los ojos y envolví su cuerpo con mis brazos respondiendo a ese beso, a esas caricias y a esos jadeos que nos calentaban por completo. Eso era lo que había echado en falta, eso es lo que más me gustaba de cómo me trataba… la forma en la que yo respondía cada vez que me besaba, que me tocaba, que sus dedos me acariciaban, su aliento me rozaba. Lo miré con una sonrisa con mis manos en su rostro, mirándole y dejando un beso en sus labios. Se tumbó a mí lado con una sonrisa ladeada que me hizo mirarlo de forma fija, me acercó a su cuerpo pegándome a él, sintiendo su calor traspasar al mío. Sentía tanto en esos momentos que era difícil explicarlo, mis dedos acariciaron su brazo y terminaron en su espalda para repasar su tatuaje notando que sus ojos se cerraban hasta finalmente acabar rendido en un sueño, lancé un suspiro y dejando un beso en sus labios me acomodé, dejé mi rostro entre su pecho y su cuello y me abracé a él, de esa forma contra su cuerpo, que era donde más me gustaba estar.
Al día siguiente los rayos del sol que entraron por la ventana me despertaron haciendo que abriera los ojos, para parpadear y volver a cerrarlos ante la claridad que había en la habitación. El día había llegado y con ello eso suponía que debíamos de marchar hacia el templo en busca de la reliquia. Abrí los ojos encontrándome con el rostro tranquilo del vikingo, parecía dormir plácidamente y durante unos minutos me quedé observándolo, entre sus brazos, notando su respiración pausada dar contra mí rostro. Finalmente sabiendo que debíamos de ponernos en marcha dejé un beso en sus labios y me levanté sin moverme mucho dejándolo en la cama, me puse un vestido cómodo para el día caluroso que hacía en la ciudad y bajé a la cocina para preparar el desayuno.
Me sentía inquieta mientras preparaba el desayuno y él dormía arriba, no sabía por qué pero estaba inquieta y nerviosa. Tenía un revoloteo en la zona baja del vientre que no me gustaba para nada, como si fuera una corazonada del día que teníamos por delante, como si algo me advirtiera de que iba a pasar algo… quizás simplemente fueran los nervios de la misión que se nos presentaba, sabía que no iba a ser fácil y que ese templo estaría lleno de llamas en cada paso que diéramos. Llevé una mano masajeando la zona y cerré los ojos unos segundos, algo en mí interior me decía que no debíamos de ir a ese templo, pero no podía dejar que fuera él solo… me necesitaba para conseguir esa reliquia y acabar con esa guerra en el norte.
Terminé de preparar las cosas y las dejé sobre la mesa del comedor, y subí por las escaleras para ir hacia la cama de nuevo. Me tumbé en ella apoyando el codo en la almohada y dejé mi cabeza recostada contra la mano, la otra libre comenzó a acariciar su rostro de forma leve recorriendo su contorno, pasando las yemas por sus labios. Sus ojos se abrieron buscando los míos y su brazo no tardó en acercarme a su cuerpo pegándome a él de nuevo encarcelándome de nuevo a su cuerpo, sus labios me buscaron en un beso que correspondí y una de mis piernas rodeó su cintura, él estaba desnudo pero yo estaba vestida y parecía que no le gustaba demasiado ese pequeño detalle. Me puso sobre su cuerpo sentándome sobre él y mí pelo cayó sobre mí pecho mientras lo miraba.
-Buenos días vikingo. ¿Qué tal has dormido? –me incliné para dejar un beso en sus labios de nuevo, mis manos recorrieron su pecho de forma lenta y mi lengua buscó y provocó a la suya en un beso largo, necesitado, lleno de deseo y húmedo. No iba a comentarle acerca de mi inquietud porque quería dejarlo estar, así que lo miré tras separarme tirando con suavidad de su labio inferior- acabo de preparar el desayuno, para que luego digas que te hago cocinar o que no te cuido bien –sonreí contra sus labios notando sus manos en mi cintura subiendo por mí espalda, con sus ojos puestos en los míos, mirada azul contra la mía color miel- Espero que tengas hambre porque he preparado un poco de todo, tenemos que coger fuerzas –supe, al decir esa frase, que seguramente se lo iba a tomar por otro lado- ¿Me acompañas a desayunar? –pregunté sonriendo de lado, esperando por su respuesta- te daré unos minutos a que te cambies, aunque puedes bajar desnudo no es algo que me moleste ni me importe tampoco –reí entre dientes y me mordí el labio observándolo- Vamos o ese gato se comerá lo que he preparado –le di un azote, no en su trasero, pero si en su muslo con una sonrisa ladina esperando a que se moviera.
Aunque eso no era lo único que me tenía así, mí interior era una montaña rusa emocional que subía y bajaba sin parar, mis sentimientos no estaban para nada claros en ese momento y ya no sabía qué sentía o qué dejaba de sentir. Todo era complicado y confuso y por el momento no podía darle una solución a aquello que me aclarara algo, y en parte, eso que sentía o que no sabía si lo sentía… me daba miedo. No solo aquel vikingo había aparecido en mi vida, sino que la estaba sacudiendo con fuerza y con esos pocos días que había estado a su lado me había hecho sentir cosas que habían estado dormidas en mí interior, como a la espera de que algo las despertara… o alguien.
Me sentía bien con él, me hacía sentir bien y lejos de lo que él quizás pudiera llegar a pensar me gustaba que me deseara de esa forma que tenía de hacerlo, acostumbrada a que me desearan por otros motivos encontrar que alguien que veía como lo que realmente eras casi parecía algo mágico, e incluso divino, porque a diferencia de con otras personas a lo largo de mi vida con él me mostraba conforme era, podía parecer una niña de cinco años que no me avergonzaba en absoluto… y eso me confundía, me rallaba y hacía que pensara más de la cuenta y de lo que debería hacer. Hacía unos días me había dicho que me quería, si me lo dijera de nuevo, ¿cuál sería mí respuesta? ¿Un “no sé lo que siento por ti”? Sí, podría aproximarse bastante a lo que era la realidad en ese sentido.
Escondí la cabeza en su cuello para que no me viera, no quería que me viera de esa forma mientras notaba sus dedos acariciar mí piel aferrada a él, porque era lo que exactamente necesitaba, sentirlo y que me calmara. Lo que un abrazo podía hacer… sabía que no le había pasado desapercibido el cómo estaba y mientras me quitaba el vestido ni siquiera me moví, le dejé hacer con los ojos cerrados, el rostro hundido en su cuello y respirando su aroma que lograba calmarme y tranquilizarme… como si fuera un bálsamo. Él intentaba hacer ver que tampoco le pasaba nada pero sabía que no era así, que como yo él también no estaba bien y ninguno de los dos lo queríamos admitir, ¿por qué? En mí caso porque no sabía qué decir, en el suyo porque quizás estaba en la misma tesitura que estaba yo. Solo sabía que era lo que necesitaba en ese momento, sentirlo, como una niña pequeña aterrorizada que busca los brazos de su padre en mitad de una tormenta.
Sus manos acariciando mí cuerpo conseguían relajarme y hacer que poco a poco mí respiración se fuera tranquilizando y normalizando, el picor en los ojos aún seguía y no quería hablar por si mi voz seguía sonando trémula, mis dedos dibujaban figuras en su pecho sin moverme ni solo milímetro de cómo estaba en ese momento. Cuando alzó mi mentón me dejé hacer para observar sus ojos, sabía que el decirme que estaba cansado era una mentira pero no dije nada, volví a agachar la cabeza apoyándola en su pecho y así me quedé, sin hablar, sin decir nada… porque tampoco sabía qué decir. Volvió a alzar mí rostro para decirme que era hora de ir a la cama dejando sus labios sobre los míos de forma suave, y acabó por levantarse de la tina estirando todo su cuerpo que crujió por eso mismo.
Mis ojos lo observaron fijándose de nuevo en el tatuaje que le había hecho ese mismo día y que engarzaba con su martillo de Thor, le quedaba muy bien el diseño y me alegraba de ello. Su mano tiró de mí para levantarme tras quedarnos mirando en silencio, sin decir nada pero diciéndolo todo, y acabó por levantarme pero como si fuera un saco de patatas cargándome en su hombro, como hizo la primera vez que nos conocimos y donde yo traté de huir de él. Reí levemente por eso gesto mientras el agua caía de mí cuerpo y mojaba el suyo a su paso, su mano pronto acarició mis nalgas y pensé que iba a darme un azote… pero me sorprendió dejando un mordisco en el lugar.
-¿Acabas de darme un mordisco? –Pregunté levemente apoyando mis codos en su omoplato y que como respuesta obtuvo un azote en su trasero ahora que lo tenía al alcance. Dejamos un reguero de agua desde el baño hasta la habitación, negué con la cabeza ante sus palabras- tú siempre quieres entrar porque eres insaciable –comenté notando que llegábamos a la cama donde me dejó caer sobre ella- y yo te dejo porque me vuelves loca –comenté antes de notar como su cuerpo se cernía sobre el mío, como si este fuera una cárcel, y sus labios no tardaron en apoderarse de los míos para besarme, cerré los ojos y envolví su cuerpo con mis brazos respondiendo a ese beso, a esas caricias y a esos jadeos que nos calentaban por completo. Eso era lo que había echado en falta, eso es lo que más me gustaba de cómo me trataba… la forma en la que yo respondía cada vez que me besaba, que me tocaba, que sus dedos me acariciaban, su aliento me rozaba. Lo miré con una sonrisa con mis manos en su rostro, mirándole y dejando un beso en sus labios. Se tumbó a mí lado con una sonrisa ladeada que me hizo mirarlo de forma fija, me acercó a su cuerpo pegándome a él, sintiendo su calor traspasar al mío. Sentía tanto en esos momentos que era difícil explicarlo, mis dedos acariciaron su brazo y terminaron en su espalda para repasar su tatuaje notando que sus ojos se cerraban hasta finalmente acabar rendido en un sueño, lancé un suspiro y dejando un beso en sus labios me acomodé, dejé mi rostro entre su pecho y su cuello y me abracé a él, de esa forma contra su cuerpo, que era donde más me gustaba estar.
Al día siguiente los rayos del sol que entraron por la ventana me despertaron haciendo que abriera los ojos, para parpadear y volver a cerrarlos ante la claridad que había en la habitación. El día había llegado y con ello eso suponía que debíamos de marchar hacia el templo en busca de la reliquia. Abrí los ojos encontrándome con el rostro tranquilo del vikingo, parecía dormir plácidamente y durante unos minutos me quedé observándolo, entre sus brazos, notando su respiración pausada dar contra mí rostro. Finalmente sabiendo que debíamos de ponernos en marcha dejé un beso en sus labios y me levanté sin moverme mucho dejándolo en la cama, me puse un vestido cómodo para el día caluroso que hacía en la ciudad y bajé a la cocina para preparar el desayuno.
Me sentía inquieta mientras preparaba el desayuno y él dormía arriba, no sabía por qué pero estaba inquieta y nerviosa. Tenía un revoloteo en la zona baja del vientre que no me gustaba para nada, como si fuera una corazonada del día que teníamos por delante, como si algo me advirtiera de que iba a pasar algo… quizás simplemente fueran los nervios de la misión que se nos presentaba, sabía que no iba a ser fácil y que ese templo estaría lleno de llamas en cada paso que diéramos. Llevé una mano masajeando la zona y cerré los ojos unos segundos, algo en mí interior me decía que no debíamos de ir a ese templo, pero no podía dejar que fuera él solo… me necesitaba para conseguir esa reliquia y acabar con esa guerra en el norte.
Terminé de preparar las cosas y las dejé sobre la mesa del comedor, y subí por las escaleras para ir hacia la cama de nuevo. Me tumbé en ella apoyando el codo en la almohada y dejé mi cabeza recostada contra la mano, la otra libre comenzó a acariciar su rostro de forma leve recorriendo su contorno, pasando las yemas por sus labios. Sus ojos se abrieron buscando los míos y su brazo no tardó en acercarme a su cuerpo pegándome a él de nuevo encarcelándome de nuevo a su cuerpo, sus labios me buscaron en un beso que correspondí y una de mis piernas rodeó su cintura, él estaba desnudo pero yo estaba vestida y parecía que no le gustaba demasiado ese pequeño detalle. Me puso sobre su cuerpo sentándome sobre él y mí pelo cayó sobre mí pecho mientras lo miraba.
-Buenos días vikingo. ¿Qué tal has dormido? –me incliné para dejar un beso en sus labios de nuevo, mis manos recorrieron su pecho de forma lenta y mi lengua buscó y provocó a la suya en un beso largo, necesitado, lleno de deseo y húmedo. No iba a comentarle acerca de mi inquietud porque quería dejarlo estar, así que lo miré tras separarme tirando con suavidad de su labio inferior- acabo de preparar el desayuno, para que luego digas que te hago cocinar o que no te cuido bien –sonreí contra sus labios notando sus manos en mi cintura subiendo por mí espalda, con sus ojos puestos en los míos, mirada azul contra la mía color miel- Espero que tengas hambre porque he preparado un poco de todo, tenemos que coger fuerzas –supe, al decir esa frase, que seguramente se lo iba a tomar por otro lado- ¿Me acompañas a desayunar? –pregunté sonriendo de lado, esperando por su respuesta- te daré unos minutos a que te cambies, aunque puedes bajar desnudo no es algo que me moleste ni me importe tampoco –reí entre dientes y me mordí el labio observándolo- Vamos o ese gato se comerá lo que he preparado –le di un azote, no en su trasero, pero si en su muslo con una sonrisa ladina esperando a que se moviera.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Entreabrí los ojos cuando los cálidos labios de Nai me despertaron, ladeé la sonrisa contra ellos, dejando que su lengua invadiera mi boca, saqueándolo todo a su paso.
Beso cálido, húmedo y plagado de necesidad que devolví entre ligeros gruñidos.
Mis manos en sus caderas, acariciando las nalgas, apretándolas. Nuestros labios se echaron un pulso, jadeos de uno y otro. Me hubiera perdido con ella en las sabanas de nuevo si no fuera porque teníamos que ponernos en marcha.
-Así me gusta mujer, que cumplas con tu papel y me prepares el desayuno -bromeé lanzandole un par de bocados al aire en tono jocoso mientras me ponía en pie.
Cogí el pantalón del suelo y me lo coloqué, la camisa después, hacia calor y eso que apenas acababa de salir el sol. Todo apuntaba a que seria de los días mas calurosos de Egipto, nosotros teníamos que atravesar parte del desierto así que la cosa no apuntaba maneras.
Ademas tenia una extraña sensación, estaba acostumbrado a la guerra, no solía ser de los pesimistas, mas bien lo contrario, pero aquel día algo me atenazaba, como si supiera que todo iba a salir mal.
No le dije nada, permanecí con el escudo de mi sonrisa ladeada en alto, no quería preocuparla, ayer la vi tocar fondo, supongo que le estaba exigiendo demasiado a una mujer no acostumbrada a una vida de este tipo.
Me preocupaba quebrarla, tenia que encontrar la reliquia y después permitirle seguir con su vida.
Me despediría hasta dentro de 26 años, allí volveríamos a encontrarnos.
Me repetía lo mismo tantas veces que por un momento hasta me creí que eso era lo que deseaba.
Un azote en mi culo me puso en marcha. Bajamos las escaleras entre risas, yo corriendo tras ella para devolverle la palmada y ella huyendo entre risas mientras me miraba por encima del hombro esperando no ser alcanzada.
En la mesa la acorralé, prisión de huesos y carne que se convirtió mi cuerpo, bocas que se fundieron en un prolongado beso y de nuevo esa sensación de una vida que me gustaría vivir aunque no me pertenecía.
Me aparté para tomar asiento, pronto ambos quedamos sentados degustando el copioso desayuno que Nai había preparado para ambos.
Eludíamos el tema de conversación, posiblemente porque era el único modo de no pensar en nada mas que en lo bien que habíamos estado en esos días de tranquilidad. Días que atesoraría en mi recuerdo cuando llegara el final de este viaje.
Finalmente nos pusimos en marcha, con una bota de agua para el viaje, mis ojos buscaban incesantes la parda mirada de la Egipcia que parecía trémula esquivar la mía.
-No permitiré que te hagan daño, te doy mi palabra -susurré dejando un suave mordisco en su cuello.
Pronto el paisaje fue cambiando, la dorada arena bajo nuestros pies y en kilómetros a la redonda solo eso, desierto.
Nai me aseguró que había una especie de granja donde por un módico precio podríamos conseguir un par de camellos que nos ayudarían a llegar al lugar marcado en el mapa.
Allí nos dirigimos y tras negociar con el hombre, Nai logró su propósito. Subimos sobre los dos camellos emprendiendo el viaje por el caluroso desierto.
-Lo dicho, después de montar a una egipcia el camello no tiene secretos para mi -le dije a Naitiri guiñándole un ojo mientras pegaba en el costado al animal para que se moviera.
Mucho menos brioso que los corceles, me desesperaba su calmo paso.
-¿Estos bichos no corren? -pregunté enarcando una ceja entre risas.
No se el tiempo que pasamos sobre ese animal, el sudor resbalaba por mi rostro, me lo retiraba con el antebrazo y beber no es que solucionara demasiado mi cansancio. Acostumbrado a otras temperaturas, para mi el desierto se convertía en algo tormentoso.
Llevé mi mano a la espalda acariciando el mango de mi espada, de nuevo me sumí en mis pensamientos, hoy silbaría al ser desenfundada, hoy trataría de morder carne y quebrar huesos, todo apuntaba a que la gesta era inevitable y mi única preocupación era cuidar a la mujer que junto a mi guardaba silencio.
Le señalé finalmente lo que parecía un templo en ruinas o algo parecido, era grande, abandonado.
Nai asintió, era ese el lugar que buscábamos, así que aligeramos la marcha hasta perdernos en la base de ese lugar.
Una construcción impresionante de piedra arena. Frente a nuestros ojos la imagen de unos faraones, o dioses o lo que quisiera que fuera.
La puerta abierta, invitándonos a cruzarla, algo me olía mal en ese lugar, pero supongo que no teníamos otra opción que entrar, así que tras dedicar una rápida mirada a la egipcia, me coloqué delante de ella empezando a andar hacia le interior de aquel lugar.
-Nai, esto pronto acabara, se que estas asustada, pero...-mis ojos azules buscaron su rasgada mirada -acabará hoy y podrás volver a tu vida. Un ultimo esfuerzo pequeña, prometo envolverte a tu realidad y esto solo sera una mal sueño del que despertaras.
Mis ojos pronto se fijaron que que sobre la arena habían huellas, no estábamos solos o al menos no eramos los primeros que pisaban este lugar.
Deje escapar el aire, mi mano al mango de la espada y la hice silbar mientras lentamente iba introduciéndome por el portón.
-Escucha Nai, ve detrás de mi, no te separes. ¿Estas bien pequeña? -dije girándome para mirarla antes de continuar.
Una colección de estatuas armadas a ambos lados de nuestros cuerpos, todas ellas de piedra, grande en tamaño. Custodiaban un camino de piedra, a simple vista no vi trampa alguna, solo una inscripción en el suelo.
Busco la mirada de Nai, esta en su idioma y soy incapaz de traducirla.
“Hay dos ejércitos de guerreros el de la derecha armados con espadas y el de la izquierda, armado con arcos. Uno de los ejércitos siempre dice la verdad, el otro por el contrario miente siempre.
Al fondo del pasillo, dos puertas por las que entrar. Una lleva a continuar este camino en busca del tesoro final, otra al abismo mas oscuro ¿que puerta atravesar?”
https://tse3.mm.bing.net/th?id=OIP.SOj7IMV6FirQI9wP5iDM9QEsDY&pid=15.1&P=0&w=243&h=176
Beso cálido, húmedo y plagado de necesidad que devolví entre ligeros gruñidos.
Mis manos en sus caderas, acariciando las nalgas, apretándolas. Nuestros labios se echaron un pulso, jadeos de uno y otro. Me hubiera perdido con ella en las sabanas de nuevo si no fuera porque teníamos que ponernos en marcha.
-Así me gusta mujer, que cumplas con tu papel y me prepares el desayuno -bromeé lanzandole un par de bocados al aire en tono jocoso mientras me ponía en pie.
Cogí el pantalón del suelo y me lo coloqué, la camisa después, hacia calor y eso que apenas acababa de salir el sol. Todo apuntaba a que seria de los días mas calurosos de Egipto, nosotros teníamos que atravesar parte del desierto así que la cosa no apuntaba maneras.
Ademas tenia una extraña sensación, estaba acostumbrado a la guerra, no solía ser de los pesimistas, mas bien lo contrario, pero aquel día algo me atenazaba, como si supiera que todo iba a salir mal.
No le dije nada, permanecí con el escudo de mi sonrisa ladeada en alto, no quería preocuparla, ayer la vi tocar fondo, supongo que le estaba exigiendo demasiado a una mujer no acostumbrada a una vida de este tipo.
Me preocupaba quebrarla, tenia que encontrar la reliquia y después permitirle seguir con su vida.
Me despediría hasta dentro de 26 años, allí volveríamos a encontrarnos.
Me repetía lo mismo tantas veces que por un momento hasta me creí que eso era lo que deseaba.
Un azote en mi culo me puso en marcha. Bajamos las escaleras entre risas, yo corriendo tras ella para devolverle la palmada y ella huyendo entre risas mientras me miraba por encima del hombro esperando no ser alcanzada.
En la mesa la acorralé, prisión de huesos y carne que se convirtió mi cuerpo, bocas que se fundieron en un prolongado beso y de nuevo esa sensación de una vida que me gustaría vivir aunque no me pertenecía.
Me aparté para tomar asiento, pronto ambos quedamos sentados degustando el copioso desayuno que Nai había preparado para ambos.
Eludíamos el tema de conversación, posiblemente porque era el único modo de no pensar en nada mas que en lo bien que habíamos estado en esos días de tranquilidad. Días que atesoraría en mi recuerdo cuando llegara el final de este viaje.
Finalmente nos pusimos en marcha, con una bota de agua para el viaje, mis ojos buscaban incesantes la parda mirada de la Egipcia que parecía trémula esquivar la mía.
-No permitiré que te hagan daño, te doy mi palabra -susurré dejando un suave mordisco en su cuello.
Pronto el paisaje fue cambiando, la dorada arena bajo nuestros pies y en kilómetros a la redonda solo eso, desierto.
Nai me aseguró que había una especie de granja donde por un módico precio podríamos conseguir un par de camellos que nos ayudarían a llegar al lugar marcado en el mapa.
Allí nos dirigimos y tras negociar con el hombre, Nai logró su propósito. Subimos sobre los dos camellos emprendiendo el viaje por el caluroso desierto.
-Lo dicho, después de montar a una egipcia el camello no tiene secretos para mi -le dije a Naitiri guiñándole un ojo mientras pegaba en el costado al animal para que se moviera.
Mucho menos brioso que los corceles, me desesperaba su calmo paso.
-¿Estos bichos no corren? -pregunté enarcando una ceja entre risas.
No se el tiempo que pasamos sobre ese animal, el sudor resbalaba por mi rostro, me lo retiraba con el antebrazo y beber no es que solucionara demasiado mi cansancio. Acostumbrado a otras temperaturas, para mi el desierto se convertía en algo tormentoso.
Llevé mi mano a la espalda acariciando el mango de mi espada, de nuevo me sumí en mis pensamientos, hoy silbaría al ser desenfundada, hoy trataría de morder carne y quebrar huesos, todo apuntaba a que la gesta era inevitable y mi única preocupación era cuidar a la mujer que junto a mi guardaba silencio.
Le señalé finalmente lo que parecía un templo en ruinas o algo parecido, era grande, abandonado.
Nai asintió, era ese el lugar que buscábamos, así que aligeramos la marcha hasta perdernos en la base de ese lugar.
Una construcción impresionante de piedra arena. Frente a nuestros ojos la imagen de unos faraones, o dioses o lo que quisiera que fuera.
La puerta abierta, invitándonos a cruzarla, algo me olía mal en ese lugar, pero supongo que no teníamos otra opción que entrar, así que tras dedicar una rápida mirada a la egipcia, me coloqué delante de ella empezando a andar hacia le interior de aquel lugar.
-Nai, esto pronto acabara, se que estas asustada, pero...-mis ojos azules buscaron su rasgada mirada -acabará hoy y podrás volver a tu vida. Un ultimo esfuerzo pequeña, prometo envolverte a tu realidad y esto solo sera una mal sueño del que despertaras.
Mis ojos pronto se fijaron que que sobre la arena habían huellas, no estábamos solos o al menos no eramos los primeros que pisaban este lugar.
Deje escapar el aire, mi mano al mango de la espada y la hice silbar mientras lentamente iba introduciéndome por el portón.
-Escucha Nai, ve detrás de mi, no te separes. ¿Estas bien pequeña? -dije girándome para mirarla antes de continuar.
Una colección de estatuas armadas a ambos lados de nuestros cuerpos, todas ellas de piedra, grande en tamaño. Custodiaban un camino de piedra, a simple vista no vi trampa alguna, solo una inscripción en el suelo.
Busco la mirada de Nai, esta en su idioma y soy incapaz de traducirla.
“Hay dos ejércitos de guerreros el de la derecha armados con espadas y el de la izquierda, armado con arcos. Uno de los ejércitos siempre dice la verdad, el otro por el contrario miente siempre.
Al fondo del pasillo, dos puertas por las que entrar. Una lleva a continuar este camino en busca del tesoro final, otra al abismo mas oscuro ¿que puerta atravesar?”
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Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Sonreí observándolo cuando se despertó tras tener el desayuno preparado fundiéndonos en un beso donde esa vez yo era la que lo arrasaba todo a su paso. Sus manos pronto fueron a mis caderas, emitió leves gruñidos contra mis labios que me hizo sonreír mientras nos seguíamos besando, sus manos bajaron a mis nalgas y las apretó entre sus manos provocándome un jadeo que murió en su boca. Volvimos a besarnos de esa forma en la que siempre terminábamos, en un beso cálido, necesitado y que duró hasta que tuvimos que separarnos por pura necesidad, dejé un mordisco en su labio inferior y negué levemente con la cabeza ante sus palabras, riendo entre dientes viendo que se levantaba de la cama e iba a ponerse algo de ropa.
Me tumbé de lado en la cama observándolo apoyando el codo en el colchón y la cabeza en mi mano, estando completamente desnudo mientras lo recorría de esa forma de forma lenta, mordiéndome el labio, mi vista se centró ese tatuaje que tenía en la espalda y que me gustaba mucho verlo y cuando casi estuvo vestido terminé por levantarme de la cama y me acerqué a él mientras se ponía la camisa que era lo que le quedaba, apoyé la frente en su pecho con mis manos en sus brazos y dejé un mordisco en su cuello antes de separarme y… darle un azote en el trasero que me hizo reír, y sabiendo que me lo devolvería si me pillaba comencé a correr bajando las escaleras entre risas observando por encima del hombro que me seguía riéndose.
Al final llegué a la mesa del comedor y acabó por alcanzarme, me giró quedando de cara a él y me aprisionó contra la misma con mí cadera tocando el borde de esta y sus labios volvieron a buscarme de nuevo, en otro beso igual que el anterior con mis manos puestas en su pecho y otra en su nuca acercándolo a mí para profundizar el beso, nos separamos poniendo distancia de nuevo y nos sentamos a desayunar en silencio. Parecía que ninguno de los dos quería decir nada y queríamos disfrutar de ese momento, sumidos cada uno en nuestros propios pensamientos. La verdad es que iba a echar de menos esos momentos, lo había tenido todos los días por completo rondando a mí alrededor que me iba a resultar tremendamente extraño que no siguiera de esa forma.
Recogí lo que pensé que podría necesitar para el viaje mientras él se preparaba también, cogimos agua y también cogí algunas frutas para el camino, hacía bastante calor ese día y de los dos quien peor lo pasaría sería seguramente el vikingo. Cerca había una pequeña granja donde podríamos comprar un par de camellos, así que cuando tuvimos todo listo salimos hacia allí. Mis ojos lo miraron cuando me dijo que no permitiría que me hicieran daño, sintiendo el mordisco en el cuello y le sonreí para acariciar su rostro antes de salir, ya sabía que no dejaría que eso pasara. No tardamos demasiado en llegar y al final tras negociar con el hombre compramos dos camellos para ir por el desierto hasta aquel templo que tenía señalado en el mapa.
Acaricié al animal antes de ponernos en marcha y negué con la cabeza divertida al ver que me comparaba con un camello, a lo que terminé riéndome para finalmente montarme sobre el camello y ver que intentaba que corriera, haciendo que riera por ello porque ya le había dicho que era algo diferente que un caballo, y el mío también se puso en marcha alcanzando al suyo, lo miré enarcando una ceja cuando dijo si corrían y volví a reírme por aquella pregunta mientras miraba el mapa para ver la dirección que debíamos de tomar para ir hacia aquel templo en donde encontraríamos la reliquia que él buscaba. Debía de reconocer que estaba nerviosa y seguía inquieta, pero no quería decirle nada al respecto porque no quería empeorar la situación con algo en lo que quizás estuviera equivocada.
-Sí claro que corren, pero ya te dije que era diferente a montar a caballo –así comenzamos la travesía por aquel desierto con el calor que hacía, si para mí hacía mucho calor no quería ni imaginarlo para él que no paraba de beber y de quitarse el sudor- sería mejor si te echaras agua por encima, ten –le tiré un par de piezas de fruta- te calmará más la sed que el agua, hazme caso –le dije mientras miraba el mapa y tenía que recoger un poco el pelo que comenzaba a agobiarme por el calor que hacía. Finalmente tras seguir bajo aquel calor abrasador estando sobre una duna el vikingo me señaló lo que desde lejos parecía un templo, asentí con la cabeza y nos dirigimos al lugar hasta que finalmente estuvimos frente a las puertas del templo. Enormes columnas adornaban su entrada con las imágenes de Horus, ya que era el templo abandonado de este. Bajamos de los camellos y los atamos para que no pudieran irse mientras yo examinaba el lugar. Estaba en su mayoría en ruinas y era entendible por qué los egiptólogos no quisieran entrar, parecía que el lugar iba a caerse en pedazos en cualquier momento. Miré al vikingo viendo que la puerta ya estaba abierta que se había colocado delante de mí como siempre con ese gen que tenía, su mirada se fijó en la mía y lo miré mientras nos adentrábamos en el lugar. ¿Asustada? No era exactamente esa la palabra que hubiera utilizado, estaba inquieta y tenía un mal presentimiento… pero no estaba asustada. Decía que pronto aquello sería como un sueño del cual despertaría, la cuestión era ¿quería despertar? La verdad es que no, no quería despertarme porque significaría que todo habría acabado y no sabía si quería que todo acabara tan rápido. Paré su avance cogiéndolo de la muñeca para que me mirara- y tú prométeme que me harás caso, primero observar y luego actuar y no al revés –seguimos adentrándonos observando como sacaba la espada de la vaina y se giró para mirarme de nuevo, a lo que asentí con la cabeza- estoy bien –seguimos andando hasta que finalmente llegamos a una sala enorme donde había un camino de piedra, custodiado por dos hileras de estatuas enormes, hasta el final donde había dos puertas.
Miré el lugar con detenimiento hasta que el vikingo me señaló una inscripción que había en el suelo y que comencé a leer en voz alta para que él también pudiera entenderla. Dos ejércitos, uno siempre dice la verdad y otro siempre miente. Al fondo habían dos puertas, una llevaría a una muerte y la otra a la continuación del tesoro. Miré las estatuas que habían durante unos segundos, la única diferencia es que una hilera de los guerreros llevaba espadas y la otra llevaban arcos. Me mordí el labio mientras pensaba cómo adivinar aquel acertijo mientras examinaba las estatuas que tenía más de cerca. Cogí una piedra que había por el lugar y la lancé por el camino para ver que no había trampa alguna, así que simplemente se trataba de resolver el acertijo.
-Uno siempre miente, y otro siempre dice la verdad. Dos puertas, una a la muerte y otra al tesoro… bien, supongamos que tú siempre mientes y yo siempre digo la verdad. Si me preguntaran a mi qué puerta sería la que tú dirías que conduce al tesoro, como siempre digo la verdad diría la que conduce a la muerte, pues tú siempre mientes. Si te lo preguntaran a ti que siempre mientes, contestarías la misma pues sabes que yo digo la verdad y esa sería tú respuesta. La cuestión es, ¿qué ejército diría la mentira, y cuál la verdad? –La verdad, en la mitología estaba representada por la Diosa Maat, cuyo símbolo mayormente eran las plumas- plumas... tenemos que buscar la representación de una pluma, Maat era la diosa de la verdad y su representación era eso –miré a los guerreros que portaban arcos- las flechas llevan plumas, ¿no? –Miré al vikingo para que me confirmara si tenía razón o no y lo miré tras dejar mí vista en la hilera de guerreros- Entonces, los que portan un arco son los que dicen la verdad, pero, son estatuas ¿cómo saber qué puerta sería la que…? –Me callé, porque mientras examinaba una hilera y otra, me di cuenta de que las espadas siempre apuntaban todas en la misma dirección: hacia la izquierda, mientras que los arcos estaban apuntando hacia la derecha- ¡Eso es! Tenemos que tomar la puerta de la derecha –el vikingo me miró sin entender y sonreí de lado- las espadas que mienten apuntan a la izquierda, las flechas que dicen la verdad a la derecha, nos están marcando el camino, esa es la solución. Venga, vamos –le hice una seña para tomar el camino de piedra de forma despacio pero no pasaba absolutamente nada, llegamos hasta el final del pasillo y miramos ambas puertas, no había garantías al cien por cien pero… no podíamos titubear en esos momentos. Abrimos la puerta y solo había oscuridad, lo miré antes de dar un paso y atravesar la puerta, era un pasillo estrecho y oscuro pero tras unos cuantos pasos se pudo ver una pequeña luz, dejándonos en otra sala no tan grande como la otra, adornada con paredes llenas de grabados, lo que era como el lugar donde embalsamaban las momias, había un pequeño altar lleno de arena donde había encima una balanza, pero no había salida por ningún sitio- Creo que tendremos que investigar –dije cogiendo una de las antorchas que había y prendiéndolas para iluminarnos mejor.
Comencé a mirar por las paredes las inscripciones que habían sin saber exactamente lo que debía de buscar, porque quizás hubiera alguna puerta secreta que se activara con algún mecanismo. Llegadas a una de las paredes me fijé en uno de los dibujos que había, estaba la figura de Anubis tumbada mirando hacia arriba, lo que parecían dos puertas, un círculo envuelto como con dos serpientes que no llegaba al final del círculo, y un escarabajo arriba del todo. Todo eso empezando por Anubis bajo, y el escarabajo que terminara arriba donde al final estaba la corona de un sol enorme. Quité la arena que había mirando bien las inscripciones repasando con el dedo los jeroglíficos que veía. Era raro ver a cualquier dios tumbado, mucho menos a Anubis.
-La muerte, las puertas del Duat, La vida eterna, la resurrección, y Ra –dije para que el vikingo supiera lo que estaba viendo- Está claro que se trata de una cámara mortuoria, el altar ese era donde embalsamaban a las momias y la balanza donde se pesaba el corazón, si eras bueno ascendías con los dioses, adquirías sus poderes y luchabas junto a ellos contra los demonios, si por el contrario eras malo la bestia Ammyt, cabeza de cocodrilo y mitad león, se comía tú corazón y bajabas al infierno. –Hice una pausa y me mordí el labio- “La muerte se abre paso a través del Duat, para alcanzar la vida eterna y encontrar al dios Ra” –mi mano se quedó en el sol grande que había y lo presioné para activar la pared que se abrió subiendo y nos apartamos por lo que pudiera pasar. De la entrada salió un líquido espeso negro y me aparté quitando también la antorcha porque no se veía demasiado el final del lugar- Si acercamos el fuego a eso va a arder, así que mejor buscar otra salida –me di la vuelta para mirar por la habitación hasta que mis ojos repararon en la balanza. ¿Y si era eso? Pero entonces, ¿qué se mediría? Examiné la balanza viendo que estaba fija en el lugar, quité un poco de arena que había alrededor para ver el símbolo del escarabajo en el lugar, otra vez se repetía este mismo símbolo. Lo ponían en el corazón para que los difuntos pudieran decir siempre la verdad… ¿y si…? Cogí la arena que había sobre el lugar y lo puse sobre un lado de la balanza, esta se hundió por el peso y al caer de uno de los lados abrió un portón en el suelo que al asomarme tenía unas escaleras para continuar hacia abajo, miré al vikingo y sonreí- Por aquí es por donde debemos de ir –todo estaba pensado como si fuera una travesía que tenías que hacer, como señalaba en el libro de los muertos… y no sabía si me gustaba demasiado o no.
Me tumbé de lado en la cama observándolo apoyando el codo en el colchón y la cabeza en mi mano, estando completamente desnudo mientras lo recorría de esa forma de forma lenta, mordiéndome el labio, mi vista se centró ese tatuaje que tenía en la espalda y que me gustaba mucho verlo y cuando casi estuvo vestido terminé por levantarme de la cama y me acerqué a él mientras se ponía la camisa que era lo que le quedaba, apoyé la frente en su pecho con mis manos en sus brazos y dejé un mordisco en su cuello antes de separarme y… darle un azote en el trasero que me hizo reír, y sabiendo que me lo devolvería si me pillaba comencé a correr bajando las escaleras entre risas observando por encima del hombro que me seguía riéndose.
Al final llegué a la mesa del comedor y acabó por alcanzarme, me giró quedando de cara a él y me aprisionó contra la misma con mí cadera tocando el borde de esta y sus labios volvieron a buscarme de nuevo, en otro beso igual que el anterior con mis manos puestas en su pecho y otra en su nuca acercándolo a mí para profundizar el beso, nos separamos poniendo distancia de nuevo y nos sentamos a desayunar en silencio. Parecía que ninguno de los dos quería decir nada y queríamos disfrutar de ese momento, sumidos cada uno en nuestros propios pensamientos. La verdad es que iba a echar de menos esos momentos, lo había tenido todos los días por completo rondando a mí alrededor que me iba a resultar tremendamente extraño que no siguiera de esa forma.
Recogí lo que pensé que podría necesitar para el viaje mientras él se preparaba también, cogimos agua y también cogí algunas frutas para el camino, hacía bastante calor ese día y de los dos quien peor lo pasaría sería seguramente el vikingo. Cerca había una pequeña granja donde podríamos comprar un par de camellos, así que cuando tuvimos todo listo salimos hacia allí. Mis ojos lo miraron cuando me dijo que no permitiría que me hicieran daño, sintiendo el mordisco en el cuello y le sonreí para acariciar su rostro antes de salir, ya sabía que no dejaría que eso pasara. No tardamos demasiado en llegar y al final tras negociar con el hombre compramos dos camellos para ir por el desierto hasta aquel templo que tenía señalado en el mapa.
Acaricié al animal antes de ponernos en marcha y negué con la cabeza divertida al ver que me comparaba con un camello, a lo que terminé riéndome para finalmente montarme sobre el camello y ver que intentaba que corriera, haciendo que riera por ello porque ya le había dicho que era algo diferente que un caballo, y el mío también se puso en marcha alcanzando al suyo, lo miré enarcando una ceja cuando dijo si corrían y volví a reírme por aquella pregunta mientras miraba el mapa para ver la dirección que debíamos de tomar para ir hacia aquel templo en donde encontraríamos la reliquia que él buscaba. Debía de reconocer que estaba nerviosa y seguía inquieta, pero no quería decirle nada al respecto porque no quería empeorar la situación con algo en lo que quizás estuviera equivocada.
-Sí claro que corren, pero ya te dije que era diferente a montar a caballo –así comenzamos la travesía por aquel desierto con el calor que hacía, si para mí hacía mucho calor no quería ni imaginarlo para él que no paraba de beber y de quitarse el sudor- sería mejor si te echaras agua por encima, ten –le tiré un par de piezas de fruta- te calmará más la sed que el agua, hazme caso –le dije mientras miraba el mapa y tenía que recoger un poco el pelo que comenzaba a agobiarme por el calor que hacía. Finalmente tras seguir bajo aquel calor abrasador estando sobre una duna el vikingo me señaló lo que desde lejos parecía un templo, asentí con la cabeza y nos dirigimos al lugar hasta que finalmente estuvimos frente a las puertas del templo. Enormes columnas adornaban su entrada con las imágenes de Horus, ya que era el templo abandonado de este. Bajamos de los camellos y los atamos para que no pudieran irse mientras yo examinaba el lugar. Estaba en su mayoría en ruinas y era entendible por qué los egiptólogos no quisieran entrar, parecía que el lugar iba a caerse en pedazos en cualquier momento. Miré al vikingo viendo que la puerta ya estaba abierta que se había colocado delante de mí como siempre con ese gen que tenía, su mirada se fijó en la mía y lo miré mientras nos adentrábamos en el lugar. ¿Asustada? No era exactamente esa la palabra que hubiera utilizado, estaba inquieta y tenía un mal presentimiento… pero no estaba asustada. Decía que pronto aquello sería como un sueño del cual despertaría, la cuestión era ¿quería despertar? La verdad es que no, no quería despertarme porque significaría que todo habría acabado y no sabía si quería que todo acabara tan rápido. Paré su avance cogiéndolo de la muñeca para que me mirara- y tú prométeme que me harás caso, primero observar y luego actuar y no al revés –seguimos adentrándonos observando como sacaba la espada de la vaina y se giró para mirarme de nuevo, a lo que asentí con la cabeza- estoy bien –seguimos andando hasta que finalmente llegamos a una sala enorme donde había un camino de piedra, custodiado por dos hileras de estatuas enormes, hasta el final donde había dos puertas.
Miré el lugar con detenimiento hasta que el vikingo me señaló una inscripción que había en el suelo y que comencé a leer en voz alta para que él también pudiera entenderla. Dos ejércitos, uno siempre dice la verdad y otro siempre miente. Al fondo habían dos puertas, una llevaría a una muerte y la otra a la continuación del tesoro. Miré las estatuas que habían durante unos segundos, la única diferencia es que una hilera de los guerreros llevaba espadas y la otra llevaban arcos. Me mordí el labio mientras pensaba cómo adivinar aquel acertijo mientras examinaba las estatuas que tenía más de cerca. Cogí una piedra que había por el lugar y la lancé por el camino para ver que no había trampa alguna, así que simplemente se trataba de resolver el acertijo.
-Uno siempre miente, y otro siempre dice la verdad. Dos puertas, una a la muerte y otra al tesoro… bien, supongamos que tú siempre mientes y yo siempre digo la verdad. Si me preguntaran a mi qué puerta sería la que tú dirías que conduce al tesoro, como siempre digo la verdad diría la que conduce a la muerte, pues tú siempre mientes. Si te lo preguntaran a ti que siempre mientes, contestarías la misma pues sabes que yo digo la verdad y esa sería tú respuesta. La cuestión es, ¿qué ejército diría la mentira, y cuál la verdad? –La verdad, en la mitología estaba representada por la Diosa Maat, cuyo símbolo mayormente eran las plumas- plumas... tenemos que buscar la representación de una pluma, Maat era la diosa de la verdad y su representación era eso –miré a los guerreros que portaban arcos- las flechas llevan plumas, ¿no? –Miré al vikingo para que me confirmara si tenía razón o no y lo miré tras dejar mí vista en la hilera de guerreros- Entonces, los que portan un arco son los que dicen la verdad, pero, son estatuas ¿cómo saber qué puerta sería la que…? –Me callé, porque mientras examinaba una hilera y otra, me di cuenta de que las espadas siempre apuntaban todas en la misma dirección: hacia la izquierda, mientras que los arcos estaban apuntando hacia la derecha- ¡Eso es! Tenemos que tomar la puerta de la derecha –el vikingo me miró sin entender y sonreí de lado- las espadas que mienten apuntan a la izquierda, las flechas que dicen la verdad a la derecha, nos están marcando el camino, esa es la solución. Venga, vamos –le hice una seña para tomar el camino de piedra de forma despacio pero no pasaba absolutamente nada, llegamos hasta el final del pasillo y miramos ambas puertas, no había garantías al cien por cien pero… no podíamos titubear en esos momentos. Abrimos la puerta y solo había oscuridad, lo miré antes de dar un paso y atravesar la puerta, era un pasillo estrecho y oscuro pero tras unos cuantos pasos se pudo ver una pequeña luz, dejándonos en otra sala no tan grande como la otra, adornada con paredes llenas de grabados, lo que era como el lugar donde embalsamaban las momias, había un pequeño altar lleno de arena donde había encima una balanza, pero no había salida por ningún sitio- Creo que tendremos que investigar –dije cogiendo una de las antorchas que había y prendiéndolas para iluminarnos mejor.
Comencé a mirar por las paredes las inscripciones que habían sin saber exactamente lo que debía de buscar, porque quizás hubiera alguna puerta secreta que se activara con algún mecanismo. Llegadas a una de las paredes me fijé en uno de los dibujos que había, estaba la figura de Anubis tumbada mirando hacia arriba, lo que parecían dos puertas, un círculo envuelto como con dos serpientes que no llegaba al final del círculo, y un escarabajo arriba del todo. Todo eso empezando por Anubis bajo, y el escarabajo que terminara arriba donde al final estaba la corona de un sol enorme. Quité la arena que había mirando bien las inscripciones repasando con el dedo los jeroglíficos que veía. Era raro ver a cualquier dios tumbado, mucho menos a Anubis.
-La muerte, las puertas del Duat, La vida eterna, la resurrección, y Ra –dije para que el vikingo supiera lo que estaba viendo- Está claro que se trata de una cámara mortuoria, el altar ese era donde embalsamaban a las momias y la balanza donde se pesaba el corazón, si eras bueno ascendías con los dioses, adquirías sus poderes y luchabas junto a ellos contra los demonios, si por el contrario eras malo la bestia Ammyt, cabeza de cocodrilo y mitad león, se comía tú corazón y bajabas al infierno. –Hice una pausa y me mordí el labio- “La muerte se abre paso a través del Duat, para alcanzar la vida eterna y encontrar al dios Ra” –mi mano se quedó en el sol grande que había y lo presioné para activar la pared que se abrió subiendo y nos apartamos por lo que pudiera pasar. De la entrada salió un líquido espeso negro y me aparté quitando también la antorcha porque no se veía demasiado el final del lugar- Si acercamos el fuego a eso va a arder, así que mejor buscar otra salida –me di la vuelta para mirar por la habitación hasta que mis ojos repararon en la balanza. ¿Y si era eso? Pero entonces, ¿qué se mediría? Examiné la balanza viendo que estaba fija en el lugar, quité un poco de arena que había alrededor para ver el símbolo del escarabajo en el lugar, otra vez se repetía este mismo símbolo. Lo ponían en el corazón para que los difuntos pudieran decir siempre la verdad… ¿y si…? Cogí la arena que había sobre el lugar y lo puse sobre un lado de la balanza, esta se hundió por el peso y al caer de uno de los lados abrió un portón en el suelo que al asomarme tenía unas escaleras para continuar hacia abajo, miré al vikingo y sonreí- Por aquí es por donde debemos de ir –todo estaba pensado como si fuera una travesía que tenías que hacer, como señalaba en el libro de los muertos… y no sabía si me gustaba demasiado o no.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Cuando Nai se ponía en ese plan intelectual me ponía tanto que embobado la miré deducir la respuesta de ese rompecabezas.
Le di un azote en el culo cuando comienzo a caminar segura hacia la puerta que señalaban las flechas.
-¿Que haría sin ti? -susurré divertido guiñándole un ojo.
Por desgracia pronto tendría que descubrir que hacer sin ella, algo que me asustaba mas que las mil trampas que pudiera encontrar en aquel ruinoso templo.
Mis ojos se centraron en esa figura que ahora me daba la espalda, ladeé la sonrisa contemplando esa forma que tenia de andar tan peculiar, el contoneo de sus caderas. Era una diosa y no se aun como este pobre mortal podía osar a tocarla.
Nai abrió la puerta que señalaban los arqueros, solo oscuridad al otro lado, algo que me hizo enarcar la ceja.
-Esperaba una luz con una flecha que pusiera “enhorabuena, la reliquia es tuya. Gracias por visitar nuestro templo, no olvide dejar tributo por la experiencia al salir” -bromeé susurrando en su oído mientras la abrazaba por detrás.
La quería, la quería y se que no podía decírselo, pero se lo demostraría con mi ultimo aliento hasta que tuviera que poner distancia forzosa entre nuestros cuerpos.
Avanzamos por un estrecho pasillo que nos llevo a otra sala, mas pequeña que la anterior. Las paredes de piedra estaban llenas de grabados distintos.
En el centro un altar cuya superficie se hallaba plagada de dorada arena. Una balanza sobre este, mas aparte de esto, ninguna puerta, ninguna aparente salida ni en techo, ni en suelo.
Nai miraba con atención las paredes tratando de buscar una solución, la verdad es que poco podía yo ayudar en esto, no tenia ni la menos idea de mitología egipcia.
-Ves como lo mio es matar -atajé deslizando mis dedos por la fina arena -¿sabes? Tus ojos son del color del desierto, creo que es tan fácil perderse en ellos como en las propias dunas.
Su preciosa mirada se clavó en mis azules, algo que me hizo reír alzando las manos antes de llevar un dedo a mis labios para prometer silencio mientras la dejaba trabajar.
Empezó a explicarme lo que las cosas significaban, yo asentía pero creo que mi cabeza había entrado en coma critico, no me enteraba de nada.
Algo de unos muertos, un escarabajo, todo sonaba a muerte y destrucción, el caso es que la egipcia volvió a mi lado y tras depositar un casto beso en mis labios no se que demonios hizo con la balanza pero una puerta se abrió en el suelo frente a nuestros ojos.
-Hacemos un buen equipo -dije entre risas mientras la dama me decía que por ahí teníamos que ir.
Empecé a bajar por unas escalinatas de piedra bastante empinadas hasta llegar a un pasaje del templo. Un túnel con grandes paneles de piedra a los lado, se puede ver bajorrelieves abstractos que han sido erosionados durante mucho tiempo por la humedad y el clima.
La piedra esta grabada con representaciones de bestias con balanzas, ¿Annubis?
Y una mano pintada con pintura soplada.
El lugar es tétrico, no me gusta, me da malas vibraciones y el humor que había echo gala en mi ahí arriba se convierte en clara tensión. Mis músculos están prietos y su mano se apoya suave sobre ellos.
Continuamos andando hasta dar con una amplia sala, al final de ella un portal de piedra sellado.
Aun lado de la sala hay una rampa de piedra con un artefacto suspendido, con forma de reloj de arena, pero con la parte superior abierta.
Dos grandes cuencos de cobre de diferentes tamaños descansan junto al artefacto. Al otro lado de la cámara, un pequeño riachuelo que parece provenir de un Oasis se vierte por la pared de la sala formando un charco que erosiona el suelo y se filtra hacia mas abajo.
En el cuenco grande caben 5 litros de agua, el numero queda grabado en oro en el tazón. Del mismo modo el otro marca un 3, con lo que su volumen es de 3 litros.
Nai se acerca, un clic bajo su pie y una compuerta que se abre bajo los míos haciéndome caer a un abismo de paredes móviles que empiezan a moverse a la vez que el reloj de arena empieza a correr.
El grito de Nai es desgarrados al asomarse y ver los pinchos de una de las paredes correr hacia mi, mientras la otra pared lisa hace lo propio.
Empujo con fuerza la lisa tratando de ganar tiempo al tiempo.
Una inscripción en ella, una que intento leer, pues no tengo ni idea de egipcio y espero que ella pueda traducirlo.
“Solo un litro de agua sobre el artefacto detendrá el reloj de arena en el acto”
Mis orbes azules se pierden en sus desiertos, veo que tiene miedo, miedo de perderme y no se como tranquilizarla porque ahora esto es una contrarreloj por salvar mi maldita vida.
Le di un azote en el culo cuando comienzo a caminar segura hacia la puerta que señalaban las flechas.
-¿Que haría sin ti? -susurré divertido guiñándole un ojo.
Por desgracia pronto tendría que descubrir que hacer sin ella, algo que me asustaba mas que las mil trampas que pudiera encontrar en aquel ruinoso templo.
Mis ojos se centraron en esa figura que ahora me daba la espalda, ladeé la sonrisa contemplando esa forma que tenia de andar tan peculiar, el contoneo de sus caderas. Era una diosa y no se aun como este pobre mortal podía osar a tocarla.
Nai abrió la puerta que señalaban los arqueros, solo oscuridad al otro lado, algo que me hizo enarcar la ceja.
-Esperaba una luz con una flecha que pusiera “enhorabuena, la reliquia es tuya. Gracias por visitar nuestro templo, no olvide dejar tributo por la experiencia al salir” -bromeé susurrando en su oído mientras la abrazaba por detrás.
La quería, la quería y se que no podía decírselo, pero se lo demostraría con mi ultimo aliento hasta que tuviera que poner distancia forzosa entre nuestros cuerpos.
Avanzamos por un estrecho pasillo que nos llevo a otra sala, mas pequeña que la anterior. Las paredes de piedra estaban llenas de grabados distintos.
En el centro un altar cuya superficie se hallaba plagada de dorada arena. Una balanza sobre este, mas aparte de esto, ninguna puerta, ninguna aparente salida ni en techo, ni en suelo.
Nai miraba con atención las paredes tratando de buscar una solución, la verdad es que poco podía yo ayudar en esto, no tenia ni la menos idea de mitología egipcia.
-Ves como lo mio es matar -atajé deslizando mis dedos por la fina arena -¿sabes? Tus ojos son del color del desierto, creo que es tan fácil perderse en ellos como en las propias dunas.
Su preciosa mirada se clavó en mis azules, algo que me hizo reír alzando las manos antes de llevar un dedo a mis labios para prometer silencio mientras la dejaba trabajar.
Empezó a explicarme lo que las cosas significaban, yo asentía pero creo que mi cabeza había entrado en coma critico, no me enteraba de nada.
Algo de unos muertos, un escarabajo, todo sonaba a muerte y destrucción, el caso es que la egipcia volvió a mi lado y tras depositar un casto beso en mis labios no se que demonios hizo con la balanza pero una puerta se abrió en el suelo frente a nuestros ojos.
-Hacemos un buen equipo -dije entre risas mientras la dama me decía que por ahí teníamos que ir.
Empecé a bajar por unas escalinatas de piedra bastante empinadas hasta llegar a un pasaje del templo. Un túnel con grandes paneles de piedra a los lado, se puede ver bajorrelieves abstractos que han sido erosionados durante mucho tiempo por la humedad y el clima.
La piedra esta grabada con representaciones de bestias con balanzas, ¿Annubis?
Y una mano pintada con pintura soplada.
El lugar es tétrico, no me gusta, me da malas vibraciones y el humor que había echo gala en mi ahí arriba se convierte en clara tensión. Mis músculos están prietos y su mano se apoya suave sobre ellos.
Continuamos andando hasta dar con una amplia sala, al final de ella un portal de piedra sellado.
Aun lado de la sala hay una rampa de piedra con un artefacto suspendido, con forma de reloj de arena, pero con la parte superior abierta.
Dos grandes cuencos de cobre de diferentes tamaños descansan junto al artefacto. Al otro lado de la cámara, un pequeño riachuelo que parece provenir de un Oasis se vierte por la pared de la sala formando un charco que erosiona el suelo y se filtra hacia mas abajo.
En el cuenco grande caben 5 litros de agua, el numero queda grabado en oro en el tazón. Del mismo modo el otro marca un 3, con lo que su volumen es de 3 litros.
Nai se acerca, un clic bajo su pie y una compuerta que se abre bajo los míos haciéndome caer a un abismo de paredes móviles que empiezan a moverse a la vez que el reloj de arena empieza a correr.
El grito de Nai es desgarrados al asomarse y ver los pinchos de una de las paredes correr hacia mi, mientras la otra pared lisa hace lo propio.
Empujo con fuerza la lisa tratando de ganar tiempo al tiempo.
Una inscripción en ella, una que intento leer, pues no tengo ni idea de egipcio y espero que ella pueda traducirlo.
“Solo un litro de agua sobre el artefacto detendrá el reloj de arena en el acto”
Mis orbes azules se pierden en sus desiertos, veo que tiene miedo, miedo de perderme y no se como tranquilizarla porque ahora esto es una contrarreloj por salvar mi maldita vida.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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