AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdo del primer mensaje :
El día por fin había llegado y era la hora en que el paréntesis se rompía y debíamos de volver a seguir, o a empezar, con el propósito que nos había llevado hasta allí. Fui hasta mí camarote para cambiarme de ropa cerciorándome de que tenía todo listo y preparado para en terminar de desayunar coger las cosas y partir, salí recorriendo los pasillos por última vez hasta el comedor donde me senté con el vikingo para desayunar de forma tranquila, y una vez terminado volver al camarote y coger las cosas, cuando fui a cubierta él ya estaba allí. Ya se podía empezar a notar el calor que hacía aquel día y en aquellas tierras, siempre hacía calor en Egipto y al menos me alegré de haber traído la ropa adecuada para la ocasión. Dejé que él llevara una de las maletas y antes de bajar del barco me despedí de la familia a la que habíamos salvado la niña y finalmente bajamos para pisar tierras egipcias.
Por un par de segundos cuando mis pies tocaron el suelo, por extraño que pareciera, me quedé quieta sintiendo de nuevo aquella sensación que había sentido cuando volví hacía poco tiempo. “Estoy en casa”, eso fue lo que cruzó mí mente y que me hizo portar una sonrisa en el rostro más animada, nada como estar en casa para sentirte mejor y así era como me sentía en esos momentos. Miré a mí acompañante y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera entre la multitud, debíamos de coger otro barco para poder llegar hasta Guiza aunque este era mucho más pequeño del que habíamos utilizado para llegar hasta allí y que era muy común para navegar por el Nilo.
El vikingo destacaba entre la multitud no solo porque era más alto que la media de los que allí había, sino por su tono de piel algo más pálida, su pelo, sus ojos azules y sobre todo por la ropa que llevaba que destacaba entre las que solían utilizar allí. Llegamos hasta la zona donde estaban los barcos y compré los dos pasajes que nos llevarían hasta Guiza, apenas sería el recorrido de un par de horas y no tardaríamos mucho en llegar, debíamos de navegar por el Nilo ya que el barco no podía hacerlo por las mismas dimensiones de este y porque aquellos barcos eran más prácticos para navegar por el Nilo.
-Seguro que este barco te hace sentir más nostalgia que el otro –apunté sentándome en la popa del barco, el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en las aguas del Nilo que seguramente no tardarían dentro de poco en llenarse de cocodrilos y caimanes ya que se iba acercando el bueno tiempo. Este tipo de barco era más similar a los que usaban ellos y de hecho era el que más usábamos nosotros también. La leve brisa era bien recibida para soportar un poco el calor y lo miré durante unos segundos, ¿cuán bien se le daría aguantar el calor?- ¿Estás bien? –Pregunté para ver cómo estaba llevando ese calor y saqué uno de los libros que traía en una de las maletas- hay bebida por si te apetece tomar algo, quizás una cerveza egipcia bien fría te venga bien –le sonreí dejando que decidiera si quería o no y miré lo que tenía apuntado en el libro durante unos segundos. El escaso par de horas que estuvimos abordo pasaron –por suerte para mí- sin ningún incidente que comentar al respecto, parecía que él estaba bastante cansado y no sabía si era por el calor que hacía aquel día.
Conforme llegábamos a Guiza desde lejos se podían observar las pirámides que se alzaban en lo alto incluso desde esa distancia, pirámides que había ido a verlas cuando era pequeña y que en mí vuelta también había vuelto a ir. Mí madre había estado trabajando también en ellas y cuando era pequeña siempre había querido trabajar como lo hacía ella. Lancé un suspiro observándolas y ya que él no había estado nunca en Egipto, aunque si esperaba que hubiera oído hablar de las pirámides, le conté un poco por encima cuál era cada una y un poco su historia. La esfinge no se veía porque estaba detrás de una de las pirámides y esta la tapaba, así que no le comenté nada al respecto. Por fin llegamos hasta la ciudad de Guiza y le hice una seña para que me siguiera, volver a pisar sus calles, perderme entre su gente, el ambiente del lugar… era como si nunca me hubiera ido de aquel país, de aquella ciudad… sentía bien volver a pisar aquellas calles y caminar por la zona.
-No te pierdas vikingo, aquí dudo que puedan entenderte si te pierdes –le lancé una mirada divertida mientras seguíamos andando. Sabía exactamente dónde iba a llevarlo, al mismo lugar donde me había hospedado yo cuando hice aquel tour por Egipto y paré en aquella ciudad la primera. Era una zona tranquila y alejada, solamente habían familias viviendo allí y muchas de ellas se dedicaban a los mercados callejeros, así que sería el mejor lugar para quedarse que mejor cualquier hotel donde pudiéramos llamar más la atención como turistas. Viviendo en una casa, y yo al ser egipcia, sería más probable que pensaran que estábamos juntos a que pensaran que éramos turistas. No tardamos mucho más de media hora hasta que entramos en aquella zona residencial, allí vivía un amigo de mí madre de hacía mucho tiempo quien fue quien me encontró donde quedarme a mí vuelta y a quien iba a acudir de nuevo. Giré por una de las calles viendo que había niños jugando en ella y les sonreí mientras paraba en una de las puertas que había y tocaba esperando que estuvieran en casa. A los pocos segundos un hombre mayor me abrió la puerta a lo que yo le sonreí- Hawis –él apenas tardó un par de segundos en reconocerme y en saludarme, nos invitó a pasar y miré al vikingo para que estuviera tranquilo.
Hawis había sido compañero de mí padre mientras ella trabaja en las pirámides, me conocía desde pequeña y sabía mi pasión, la misma que la de mi madre. Se extrañó de verme de nuevo por allí y le conté brevemente que venía porque el museo me había mandado, no iba a contarle la razón principal porque eso no debía de saberlo nadie. Le pregunté si seguía teniendo aquella casa que una vez me dejó y si estaba disponible para que pudiéramos quedarnos, por suerte para nosotros estaba libre y no dudó en dejárnosla. Le dije que le pagaría por aquello y aunque dijo que lo hacía como favor por ser hija de Tahirah, yo me negué en rotundo y acordé en pagarle algo… ya había sido bastante generoso en el pasado. Como era de esperar el vikingo no se había enterado de nada porque Hawis no hablaba francés, así que cuando se fue a por la llave le comenté brevemente qué era lo que habíamos hablado, por si acaso pensaba que había dicho algo que no debiera.
-Shukran* Hawis –me despedí de él agradeciéndole y me giré para mirar al vikingo, era algo frustrante no poder llamarlo por su nombre, pero se había empeñado en no decirme nada- Vamos, ya tenemos sitio donde quedarnos –le sonreí y cogí la maleta para salir por la puerta y comenzar a andar calle abajo. La casa que nos había dejado estaba un poco más para abajo, así que apenas tardamos diez minutos en llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta pasando dentro y cerrando cuando él entró. Abrí todas las ventanas para que entrara la luz y ventilara el lugar, dejé la maleta en el suelo y lo miré a él- Mejor que cualquier hotel donde podamos llamar más la atención, ¿no crees? Esto es una zona residencial y aquí todos son comerciantes y mercaderes, no creo que encontremos problemas –fui abriendo ventana tras ventana y luego lo miré a él, parecía bastante cansado y llevé mis manos a la cintura- Pareces cansado, vikingo. ¿Estás bien? ¿Es por el calor? –Terminé preguntando porque hacía bastante para la época que estábamos, y se avecinaba más calor- Deberías de darte una ducha, te ayudará con el calor y seguro que hay ropa cómoda en alguna habitación –tampoco quería obligarle, pero parecía que realmente lo necesitaba. Yo misma estaba por darme una ducha y cambiarme de ropa, la humedad, la calima que seguramente se formaría conforme se acercara el calor hacían el ambiente mucho más caluroso- Ve y hazme caso por una vez, mientras veré qué hay para poder hacer la comida y hablaremos del plan a seguir, ¿te parece bien? –Me acerqué hasta él y puse mis manos en su espalda como si intentara moverlo, pero era más fuerte que yo y no conseguí hacerlo- Venga vamos, o sino me colaré yo primero en el baño –reí levemente y me acerqué hacia la cocina para ver qué era lo que podía hacer mientras él se bañaba. La casa era de dos plantas, las habitaciones y el aseo principal estaban arriba mientras que el salón y la cocina estaban bajo.
Terminé por subir antes que él y me metí para darme un baño rápido y ya dejarlo a él mientras hacía la comida, me puse un vestido de lino que era para verano de manga corta, escote en "U" de color blanco y ya bajé para empezar a preparar la comida. Faltaban algunos ingredientes así que salí mientras el se daba el baño a comprar lo que necesitaba y volví para terminar. Cuando él ya se había bañado yo estaba por terminar de cocinarlo, en su mayoría era arroz y carne y un poco de verduras, era lo más rápido para hacer. Cuando me giré en la cocina estaba observándome apoyado contra el marco y sonreí, ya estaba casi todo listo.
-¿Puedes sacar un par de platos y llevarlos al salón? Están en ese armario –le señalé con la cabeza y me giré para terminar con lo que estaba haciendo esperando que me hiciera caso. Dejé cada cosa en un bol y lo saqué al salón y luego volví a la cocina sacando una jarra y dos vasos que dejé sobre la mesa, me senté en la mesa y lo miré- ¿Mejor tras el baño? No pensaba que iba a hacer tanto calor –me puse en el plato un poco de cada cosa que había en el bol y lo miré- Después hablaremos de cuál es nuestro plan, ¿tienes un plan? –Enarqué una ceja observándolo, no sabía muy bien qué era lo que tenía en mente precisamente.
*Shukran: Gracias
El día por fin había llegado y era la hora en que el paréntesis se rompía y debíamos de volver a seguir, o a empezar, con el propósito que nos había llevado hasta allí. Fui hasta mí camarote para cambiarme de ropa cerciorándome de que tenía todo listo y preparado para en terminar de desayunar coger las cosas y partir, salí recorriendo los pasillos por última vez hasta el comedor donde me senté con el vikingo para desayunar de forma tranquila, y una vez terminado volver al camarote y coger las cosas, cuando fui a cubierta él ya estaba allí. Ya se podía empezar a notar el calor que hacía aquel día y en aquellas tierras, siempre hacía calor en Egipto y al menos me alegré de haber traído la ropa adecuada para la ocasión. Dejé que él llevara una de las maletas y antes de bajar del barco me despedí de la familia a la que habíamos salvado la niña y finalmente bajamos para pisar tierras egipcias.
Por un par de segundos cuando mis pies tocaron el suelo, por extraño que pareciera, me quedé quieta sintiendo de nuevo aquella sensación que había sentido cuando volví hacía poco tiempo. “Estoy en casa”, eso fue lo que cruzó mí mente y que me hizo portar una sonrisa en el rostro más animada, nada como estar en casa para sentirte mejor y así era como me sentía en esos momentos. Miré a mí acompañante y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera entre la multitud, debíamos de coger otro barco para poder llegar hasta Guiza aunque este era mucho más pequeño del que habíamos utilizado para llegar hasta allí y que era muy común para navegar por el Nilo.
El vikingo destacaba entre la multitud no solo porque era más alto que la media de los que allí había, sino por su tono de piel algo más pálida, su pelo, sus ojos azules y sobre todo por la ropa que llevaba que destacaba entre las que solían utilizar allí. Llegamos hasta la zona donde estaban los barcos y compré los dos pasajes que nos llevarían hasta Guiza, apenas sería el recorrido de un par de horas y no tardaríamos mucho en llegar, debíamos de navegar por el Nilo ya que el barco no podía hacerlo por las mismas dimensiones de este y porque aquellos barcos eran más prácticos para navegar por el Nilo.
-Seguro que este barco te hace sentir más nostalgia que el otro –apunté sentándome en la popa del barco, el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en las aguas del Nilo que seguramente no tardarían dentro de poco en llenarse de cocodrilos y caimanes ya que se iba acercando el bueno tiempo. Este tipo de barco era más similar a los que usaban ellos y de hecho era el que más usábamos nosotros también. La leve brisa era bien recibida para soportar un poco el calor y lo miré durante unos segundos, ¿cuán bien se le daría aguantar el calor?- ¿Estás bien? –Pregunté para ver cómo estaba llevando ese calor y saqué uno de los libros que traía en una de las maletas- hay bebida por si te apetece tomar algo, quizás una cerveza egipcia bien fría te venga bien –le sonreí dejando que decidiera si quería o no y miré lo que tenía apuntado en el libro durante unos segundos. El escaso par de horas que estuvimos abordo pasaron –por suerte para mí- sin ningún incidente que comentar al respecto, parecía que él estaba bastante cansado y no sabía si era por el calor que hacía aquel día.
Conforme llegábamos a Guiza desde lejos se podían observar las pirámides que se alzaban en lo alto incluso desde esa distancia, pirámides que había ido a verlas cuando era pequeña y que en mí vuelta también había vuelto a ir. Mí madre había estado trabajando también en ellas y cuando era pequeña siempre había querido trabajar como lo hacía ella. Lancé un suspiro observándolas y ya que él no había estado nunca en Egipto, aunque si esperaba que hubiera oído hablar de las pirámides, le conté un poco por encima cuál era cada una y un poco su historia. La esfinge no se veía porque estaba detrás de una de las pirámides y esta la tapaba, así que no le comenté nada al respecto. Por fin llegamos hasta la ciudad de Guiza y le hice una seña para que me siguiera, volver a pisar sus calles, perderme entre su gente, el ambiente del lugar… era como si nunca me hubiera ido de aquel país, de aquella ciudad… sentía bien volver a pisar aquellas calles y caminar por la zona.
-No te pierdas vikingo, aquí dudo que puedan entenderte si te pierdes –le lancé una mirada divertida mientras seguíamos andando. Sabía exactamente dónde iba a llevarlo, al mismo lugar donde me había hospedado yo cuando hice aquel tour por Egipto y paré en aquella ciudad la primera. Era una zona tranquila y alejada, solamente habían familias viviendo allí y muchas de ellas se dedicaban a los mercados callejeros, así que sería el mejor lugar para quedarse que mejor cualquier hotel donde pudiéramos llamar más la atención como turistas. Viviendo en una casa, y yo al ser egipcia, sería más probable que pensaran que estábamos juntos a que pensaran que éramos turistas. No tardamos mucho más de media hora hasta que entramos en aquella zona residencial, allí vivía un amigo de mí madre de hacía mucho tiempo quien fue quien me encontró donde quedarme a mí vuelta y a quien iba a acudir de nuevo. Giré por una de las calles viendo que había niños jugando en ella y les sonreí mientras paraba en una de las puertas que había y tocaba esperando que estuvieran en casa. A los pocos segundos un hombre mayor me abrió la puerta a lo que yo le sonreí- Hawis –él apenas tardó un par de segundos en reconocerme y en saludarme, nos invitó a pasar y miré al vikingo para que estuviera tranquilo.
Hawis había sido compañero de mí padre mientras ella trabaja en las pirámides, me conocía desde pequeña y sabía mi pasión, la misma que la de mi madre. Se extrañó de verme de nuevo por allí y le conté brevemente que venía porque el museo me había mandado, no iba a contarle la razón principal porque eso no debía de saberlo nadie. Le pregunté si seguía teniendo aquella casa que una vez me dejó y si estaba disponible para que pudiéramos quedarnos, por suerte para nosotros estaba libre y no dudó en dejárnosla. Le dije que le pagaría por aquello y aunque dijo que lo hacía como favor por ser hija de Tahirah, yo me negué en rotundo y acordé en pagarle algo… ya había sido bastante generoso en el pasado. Como era de esperar el vikingo no se había enterado de nada porque Hawis no hablaba francés, así que cuando se fue a por la llave le comenté brevemente qué era lo que habíamos hablado, por si acaso pensaba que había dicho algo que no debiera.
-Shukran* Hawis –me despedí de él agradeciéndole y me giré para mirar al vikingo, era algo frustrante no poder llamarlo por su nombre, pero se había empeñado en no decirme nada- Vamos, ya tenemos sitio donde quedarnos –le sonreí y cogí la maleta para salir por la puerta y comenzar a andar calle abajo. La casa que nos había dejado estaba un poco más para abajo, así que apenas tardamos diez minutos en llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta pasando dentro y cerrando cuando él entró. Abrí todas las ventanas para que entrara la luz y ventilara el lugar, dejé la maleta en el suelo y lo miré a él- Mejor que cualquier hotel donde podamos llamar más la atención, ¿no crees? Esto es una zona residencial y aquí todos son comerciantes y mercaderes, no creo que encontremos problemas –fui abriendo ventana tras ventana y luego lo miré a él, parecía bastante cansado y llevé mis manos a la cintura- Pareces cansado, vikingo. ¿Estás bien? ¿Es por el calor? –Terminé preguntando porque hacía bastante para la época que estábamos, y se avecinaba más calor- Deberías de darte una ducha, te ayudará con el calor y seguro que hay ropa cómoda en alguna habitación –tampoco quería obligarle, pero parecía que realmente lo necesitaba. Yo misma estaba por darme una ducha y cambiarme de ropa, la humedad, la calima que seguramente se formaría conforme se acercara el calor hacían el ambiente mucho más caluroso- Ve y hazme caso por una vez, mientras veré qué hay para poder hacer la comida y hablaremos del plan a seguir, ¿te parece bien? –Me acerqué hasta él y puse mis manos en su espalda como si intentara moverlo, pero era más fuerte que yo y no conseguí hacerlo- Venga vamos, o sino me colaré yo primero en el baño –reí levemente y me acerqué hacia la cocina para ver qué era lo que podía hacer mientras él se bañaba. La casa era de dos plantas, las habitaciones y el aseo principal estaban arriba mientras que el salón y la cocina estaban bajo.
Terminé por subir antes que él y me metí para darme un baño rápido y ya dejarlo a él mientras hacía la comida, me puse un vestido de lino que era para verano de manga corta, escote en "U" de color blanco y ya bajé para empezar a preparar la comida. Faltaban algunos ingredientes así que salí mientras el se daba el baño a comprar lo que necesitaba y volví para terminar. Cuando él ya se había bañado yo estaba por terminar de cocinarlo, en su mayoría era arroz y carne y un poco de verduras, era lo más rápido para hacer. Cuando me giré en la cocina estaba observándome apoyado contra el marco y sonreí, ya estaba casi todo listo.
-¿Puedes sacar un par de platos y llevarlos al salón? Están en ese armario –le señalé con la cabeza y me giré para terminar con lo que estaba haciendo esperando que me hiciera caso. Dejé cada cosa en un bol y lo saqué al salón y luego volví a la cocina sacando una jarra y dos vasos que dejé sobre la mesa, me senté en la mesa y lo miré- ¿Mejor tras el baño? No pensaba que iba a hacer tanto calor –me puse en el plato un poco de cada cosa que había en el bol y lo miré- Después hablaremos de cuál es nuestro plan, ¿tienes un plan? –Enarqué una ceja observándolo, no sabía muy bien qué era lo que tenía en mente precisamente.
*Shukran: Gracias
Última edición por Naitiri Zahir el Dom Abr 02, 2017 9:01 pm, editado 1 vez
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Ya habíamos pasado tres de las salas así como las pruebas que había en cada una de ellas, cuando pudimos apagar el mecanismo que había activado la secuencia de fuego me pregunté cuánta gente habría logrado pararlo… quizás no mucha, quizás nadie dado que la corona seguía donde estaba. Porque seguramente todos se habrían lanzado de cabeza como lo hubiera hecho el vikingo, con la genial idea, de traspasar el fuego con aquel patrón que aunque se podía memorizar, parecía que sería imposible cruzar de esa forma. Nadie habría reparado en encontrar una segunda alternativa y estaba claro que no habían visto el escarabajo en forma de joya que detenía el mecanismo. Por suerte para él lo había visto a tiempo antes de que cruzara, como el suicida que era, por la parte del fuego.
Lo miré responder ante la pregunta que le había hecho, en realidad no se lo había preguntado para que me respondiera, sino más bien como una pregunta que hacía en tono divertido ahora que por una parte habíamos decidido por mutuo acuerdo, aunque no estuviera de acuerdo con las palabras que me había dedicado tras pasar la lluvia de flechas, no volver a discutir. Si yo era terca él tampoco se quedaba muy atrás… pero no quería volver a entablar batalla. Lo miré ante su respuesta de que le hiciera una señal para saber que estaba mintiendo y sonreí de lado cuando dijo si le decía lo que quería oír, riendo por ello sin poder evitarlo.
-No siempre te digo lo que quieres oír, a veces no escuchas siquiera lo que te digo –sonreí- pero sí, te digo siempre la verdad aunque tú no quieras escucharla y aunque luego no me hagas caso alguno… -como, por ejemplo, nada de esfuerzos- La próxima vez prometo hacer un gesto para que sólo tú puedas entender que estoy mintiendo… no suelo hacerlo, pero ahí era bastante necesario -Me mordí el labio observándolo ante sus siguientes palabra y enarqué una ceja con diversión- menudo fanfarrón estás hecho, ¿le sueles preguntar eso a todas las mujeres para saberlo al cien por cien? –Reí entre dientes negando con la cabeza- Mis palabras fueron ciertas, aunque a veces me gusta no obedecerte en las cosas que dices y no te digo lo que quieres oír porque, lo más seguro, es que no lleves razón alguna… como tú mismo has dicho: obedecer para mí es una utopía –le devolví sus propias palabras contra sus labios ahora que se había acercado a dejar en beso en mis labios y volví a besarlo, de forma más leve aunque no le restara pasión por ello, tal y como me había besado para “sellar” que no íbamos a discutir más. Otra sala más nos aguardaba, y esperaba que fuera la definitiva del todo.
Pero si pensábamos que todo había terminado no podíamos estar más equivocados, y si no tuviera esos reflejos que poseía quizás mí cuerpo cediera ante la nada que se extendía en esa habitación, por suerte para mí había logrado cogerme a tiempo y ahora estábamos tumbados en el suelo yo sobre su cuerpo mientras calmaba mí respiración por el susto, eso sí que no me lo había esperado. Lo miré cuando me recriminó que mirara por donde pisaba, por esa vez tenía razón, pero no me ayudaba en absoluto en el estado en el que estaba, pero luego sus dedos se hundieron en los rizos de mí pelo y cerré los ojos unos segundos en los que el corazón me latía con rapidez.
Un asentimiento de cabeza fue todo lo que obtuvo cuando me preguntó si estaba bien y alzaba mis ojos para mirarle, por unos instantes nos quedamos de esa forma mientras yo intentaba normalizar mí respiración y acompasarla a la suya que estaba más relajada que la mía, volví a asentir de nuevo sin quitar mis ojos de sus azules antes de levantarme para ver qué hacíamos para llegar al otro lado aunque en esa ocasión fue él, y no yo, quien puso remedio. Yo solo me limité a observar lo que se le había ocurrido para pasar y luego lo miré cuando se acercó porque sabía, sin duda alguna, que me iba a decir que me quedara y que lo esperara. Bien, pues había acertado de lleno. Lo vi cruzar hacia el otro lado y pese a que no lo veía demasiado estable llegó al otro lado y me miró guiñándome un ojo para seguro tranquilizarme… pero no podíamos tener algo de suerte.
-¡Ubbe! -Grité desde el otro lado viendo como toda clase de bichos caían sobre él y se los quitaba, sin poder hacer nada por ayudarlo porque seguro que si decidía cruzar él mismo cortaría la cuerda para que no pasara. Vi serpientes, y peor, vi escorpiones… quizás las serpientes no tenían por qué ser venenosas y recé porque los escorpiones no le picaran porque, si un par de ellos lo hacían… ¿qué iba a poder hacer yo para ayudarlo? El miedo se apoderó de mí parada en la entrada de la sala sin poder hacer otra cosa que mirar, sintiéndome impotente por no poder ayer en aquel momento… y eso no fue lo peor de todo, por si aquello no bastara y fuera suficiente desde mí espalda, aunque a lo lejos, comencé a oír… maullidos. Iba a girarme cuando escuché su voz pidiéndome que no mirara atrás, y que lo mirara a él. Lo hice, aunque no pudiera ver todos aquellos bichos sobre él mis ojos se centraron en los suyos viendo como sacaba el arco, las flechas y disparaba en mí dirección contra los gatos que se acercaran en mí dirección, no era difícil oír los maullidos que daban mientras se acercaban.
Cerré los ojos por un momento, no porque me diera miedo de que me diera, sabía que haría todo lo posible para no darme pero… costaba ver que se afanaba por salvarme cuando él seguramente estuviera en peores condiciones, era un vikingo terco, cabezota y obstinado que no miraba por él, algo que había hecho que me enfadara muchas veces por su nulo valor hacia su propia vida. Los volví a abrir cuando la última flecha que tenía y la lanzaba, podía escuchar los zumbidos de estas cuando pasaban por mí lado y esa en concreto llegó hasta rozarme la mejilla al ser disparada, pero no me moví, no hice gesto alguno… no sentí el dolor, estaba más preocupada por él atenazada por el miedo que ni quejido alguno salió de mis labios.
Tan solo podía estar ahí, inmóvil, contemplando sin poder hacer nada sintiéndome impotente, débil… de nuevo no podía hacer nada por las personas que me importaban, ¿no había jurado la última vez, que no volvería a encontrarme en una situación parecida y de hacerlo pondría remedio? Sin embargo, ¿qué cambio había producido en mí vida para que eso no pasara? Ninguno, me había recluido en una rutina sin peligro alguno en la que no me había hecho faltar recordar porque juré no volver a sentirme débil, y ahora, estaba recordando por qué debía dejar de serlo… otra vez. Ningún maullido se oyó de fondo y cuando giré mí vista levemente pude ver que los pocos que quedaban habían sido lo suficientemente listos como para irse ante una muerte segura, me giré a mirar al vikingo y le grité para que cogiera la corona y volviera, o que simplemente volviera sin la corona… me daba absolutamente igual aquella maldita corona, y el maldito trato que habían firmado.
Como pudo quitándose lo que tenía por encima que caían al vacío cogió la corona, hecho que subió como si de un bloque muy pequeño se tratara, que ante el peso de la corona ya no se vencía, que activó un mecanismo que hizo de puente entre las dos partes de la sala y que crucé tan rápido como este estuvo operativo para llegar a su lado y quitarle lo que tenía por encima, rodeé su cintura y le apremié a que nos fuéramos de allí rápido antes de que algo más pasara. En realidad estaba temiendo que le hubieran vuelto a inyectar veneno otra vez, no iba a ser nada bueno para él y cuanto antes saliéramos de allí, antes llegaríamos para curarlo. Él tenía aferrada la corona y le sonreí como si quisiera tranquilizarlo, y tranquilizarme a mí de paso, pasando una a una las salas en las que ya parecía que ya no funcionaba ninguna de las trampas.
Llegamos a la puerta y lo notaba algo cansado, de hecho tenía un poco de sudor en la frente y di unos golpes en la puerta para que nos abrieran, no pasaron ni cinco segundos cuando los hombres nos abrieron y nos miraron atónitos por salir y con vida, y además llevar la corona como habíamos prometido. Comenzaron a decir sobre la proeza que habíamos hecho y que nadie había conseguido salir con vida, preguntando además a qué nos habíamos enfrentado… pero en ese momento no estaba para nada de eso, tenía al vikingo que notaba que perdía un poco de fuerza en el agarre que mantenía en mí cintura y aquellos hombres preguntándome por qué nos habíamos encontrado.
-Ayudadme a llevarlo, creo que tiene veneno… -no lo dije en francés, por supuesto, para que el vikingo no entendiera nada. Ellos me miraron de una forma que decía “no nos importa”, a lo que fruncí el ceño y lo miré- ¿Qué creéis que hará Zaid cuando se entere de que habéis dejado morir al único hombre que ha conseguido la corona? Le diré que no quisisteis ayudarme, y si os quedáis la corona… ¿de verdad no lo va a saber y sabrá que no la habéis conseguido vosotros? –No les di tiempo a pensar- ¡Venga vamos! –No pasó ni un segundo en que cargaran con él y nos moviéramos deprisa para volver a la guarida, cualquier comerciante que se preciara era un hombre de palabra porque debía de mantener una fama y una reputación, si no volvíamos o si lo hacía yo sola y les contaba lo que había pasado… bueno, no hacía falta decir más cuando se habían movido rápido para ayudarme y porque Zaid parecía tener como una mano muy dura con quienes le desobedecían. No tardamos ni menos de la mitad del tiempo que utilizamos cuando nos llevaron en plantarnos allí, podía ver las marcas de las mordeduras de las serpientes en los orificios de la camisa mientras aferraba con las manos la maldita corona que nos había llevado a esa situación.
Cuando entramos en la sala de nuevo donde Zaid nos esperaba este nos miró al entrar, al igual que sus hombres, sorprendido por haber logrado volver con vida. Miró al vikingo que iba cargado por sus hombres, el cual ya estaba de nuevo inconsciente, y luego me miró a mí para fijarse en la corona que llevaba entre las manos. Estaba en un estado en que iba a saltar en cualquier momento porque no podíamos perder más tiempo y todo parecía ir a cámara lenta. La mujer volvió a acercarse al vikingo y la fulminé con la mirada mientras lo examinaba aún cargado por los hombres y apreté la corona entre mis manos. Zaid me extendió la mano pidiéndome que le entregara la corona y pasé a fulminarlo a él con la mirada sabiendo que era lo único que le importaba, y lo único con lo que yo podía negociar.
-Antes de entregarte la corona y dejar que nos vayamos me vas a dejar que use esa sala para curarlo… -él me miró enarcando una ceja mientras Sabah no se apartaba, él me dijo que ese no era el trato y… fue lo que me faltaba por oír- Nos hemos jugado la vida para conseguirte esta maldita corona –la levanté con mí mano- algo que tú ansias y anhelas desde hace tiempo y que no has podido tener… ¡deberían de haber sido tus hombres los que la consiguieran! –Le grité sin importarme que era nuestro billete para irnos, estaba cabreada con la situación y estaba desperdiciando un tiempo crucial- ¡O tú si tanto la querías! Como contrabandista que eres debería de decirte que “lo que encuentro primero me lo quedo”, es vuestro lema, ¿no? –Escupí sin importarme, él me miró frunciendo el ceño por mis palabras pero sabía que tenía razón- Pues yo ha le encontrado primero, y yo me la quedo –se hizo el silencio en la sala y sentí todas las miradas sobre mí- La corona, por irnos y curarlo… se lo debes –tras unos segundos le hizo un gesto a sus hombres para que lo llevaran a la sala y solo cuando salieron de dejarlo dentro le lancé la corona a los pies para que él mismo la recogiera- Ahí tienes tú preciada corona, disfrútala –sí, desde luego que fui mordaz con mis palabras pero había llegado a un tope y no me importaba su estúpida corona, aunque sabía que había pertenecido a un antiguo faraón, que por estaba bien custodiada y que debería de exhibirse en un museo donde todos pudieran disfrutar de ella, y no alguien como él. Pude sentir como la mirada de la mujer ahora me fulminaba a mí con la mirada, pero pasé de ella y cuando pasé por su lado para ir hacia la cámara su mano apresó mí muñeca, me giró de un brusco movimiento aposta que me hizo daño y… ni siquiera lo pensé. Solo fui consciente de que mi mano se había estampado en su rostro y que estaba se había quedado sorprendida por mí gesto. Me gruñó con rabia e incluso fue a pegarme, si no fuera porque Zaid la paró antes de que hiciera nada- Si tienes un médico que me acompañe, porque voy a necesitar ayuda –me giré para encaminarme a la cámara- y te sugiero que no sea ella –fue lo último que dije antes de adentrarme en la sala donde lo habían dejado en un diván que había y lo primero que hice fue romper la camisa y ver la gravedad del asunto, tenía varias mordidas y picaduras. Un hombre mayor entró y me preguntó que había pasado, tras contárselo comenzó a buscar lo necesario y me preguntó si sabía si las serpientes eran venenosas, a lo que no supe contestarle. Le pusimos todo lo que tenían allí, sabía del veneno sobre todo de los escorpiones y no era la primera vez que lo trataba, así que le pusimos antídoto para todo y curamos sus heridas, me tranquilizó antes de irse y me recordó que tenía una herida en la mejilla de la cual me había olvidado por completo, se fue para dejarme a solas con él. Me tumbé a su lado y lancé un suspiro- Tranquilo vikingo, esta valquiria no va a dejar que te vayas todavía… -dije en nórdico sobre sus labios antes de dejar un beso en estos.
Lo miré responder ante la pregunta que le había hecho, en realidad no se lo había preguntado para que me respondiera, sino más bien como una pregunta que hacía en tono divertido ahora que por una parte habíamos decidido por mutuo acuerdo, aunque no estuviera de acuerdo con las palabras que me había dedicado tras pasar la lluvia de flechas, no volver a discutir. Si yo era terca él tampoco se quedaba muy atrás… pero no quería volver a entablar batalla. Lo miré ante su respuesta de que le hiciera una señal para saber que estaba mintiendo y sonreí de lado cuando dijo si le decía lo que quería oír, riendo por ello sin poder evitarlo.
-No siempre te digo lo que quieres oír, a veces no escuchas siquiera lo que te digo –sonreí- pero sí, te digo siempre la verdad aunque tú no quieras escucharla y aunque luego no me hagas caso alguno… -como, por ejemplo, nada de esfuerzos- La próxima vez prometo hacer un gesto para que sólo tú puedas entender que estoy mintiendo… no suelo hacerlo, pero ahí era bastante necesario -Me mordí el labio observándolo ante sus siguientes palabra y enarqué una ceja con diversión- menudo fanfarrón estás hecho, ¿le sueles preguntar eso a todas las mujeres para saberlo al cien por cien? –Reí entre dientes negando con la cabeza- Mis palabras fueron ciertas, aunque a veces me gusta no obedecerte en las cosas que dices y no te digo lo que quieres oír porque, lo más seguro, es que no lleves razón alguna… como tú mismo has dicho: obedecer para mí es una utopía –le devolví sus propias palabras contra sus labios ahora que se había acercado a dejar en beso en mis labios y volví a besarlo, de forma más leve aunque no le restara pasión por ello, tal y como me había besado para “sellar” que no íbamos a discutir más. Otra sala más nos aguardaba, y esperaba que fuera la definitiva del todo.
Pero si pensábamos que todo había terminado no podíamos estar más equivocados, y si no tuviera esos reflejos que poseía quizás mí cuerpo cediera ante la nada que se extendía en esa habitación, por suerte para mí había logrado cogerme a tiempo y ahora estábamos tumbados en el suelo yo sobre su cuerpo mientras calmaba mí respiración por el susto, eso sí que no me lo había esperado. Lo miré cuando me recriminó que mirara por donde pisaba, por esa vez tenía razón, pero no me ayudaba en absoluto en el estado en el que estaba, pero luego sus dedos se hundieron en los rizos de mí pelo y cerré los ojos unos segundos en los que el corazón me latía con rapidez.
Un asentimiento de cabeza fue todo lo que obtuvo cuando me preguntó si estaba bien y alzaba mis ojos para mirarle, por unos instantes nos quedamos de esa forma mientras yo intentaba normalizar mí respiración y acompasarla a la suya que estaba más relajada que la mía, volví a asentir de nuevo sin quitar mis ojos de sus azules antes de levantarme para ver qué hacíamos para llegar al otro lado aunque en esa ocasión fue él, y no yo, quien puso remedio. Yo solo me limité a observar lo que se le había ocurrido para pasar y luego lo miré cuando se acercó porque sabía, sin duda alguna, que me iba a decir que me quedara y que lo esperara. Bien, pues había acertado de lleno. Lo vi cruzar hacia el otro lado y pese a que no lo veía demasiado estable llegó al otro lado y me miró guiñándome un ojo para seguro tranquilizarme… pero no podíamos tener algo de suerte.
-¡Ubbe! -Grité desde el otro lado viendo como toda clase de bichos caían sobre él y se los quitaba, sin poder hacer nada por ayudarlo porque seguro que si decidía cruzar él mismo cortaría la cuerda para que no pasara. Vi serpientes, y peor, vi escorpiones… quizás las serpientes no tenían por qué ser venenosas y recé porque los escorpiones no le picaran porque, si un par de ellos lo hacían… ¿qué iba a poder hacer yo para ayudarlo? El miedo se apoderó de mí parada en la entrada de la sala sin poder hacer otra cosa que mirar, sintiéndome impotente por no poder ayer en aquel momento… y eso no fue lo peor de todo, por si aquello no bastara y fuera suficiente desde mí espalda, aunque a lo lejos, comencé a oír… maullidos. Iba a girarme cuando escuché su voz pidiéndome que no mirara atrás, y que lo mirara a él. Lo hice, aunque no pudiera ver todos aquellos bichos sobre él mis ojos se centraron en los suyos viendo como sacaba el arco, las flechas y disparaba en mí dirección contra los gatos que se acercaran en mí dirección, no era difícil oír los maullidos que daban mientras se acercaban.
Cerré los ojos por un momento, no porque me diera miedo de que me diera, sabía que haría todo lo posible para no darme pero… costaba ver que se afanaba por salvarme cuando él seguramente estuviera en peores condiciones, era un vikingo terco, cabezota y obstinado que no miraba por él, algo que había hecho que me enfadara muchas veces por su nulo valor hacia su propia vida. Los volví a abrir cuando la última flecha que tenía y la lanzaba, podía escuchar los zumbidos de estas cuando pasaban por mí lado y esa en concreto llegó hasta rozarme la mejilla al ser disparada, pero no me moví, no hice gesto alguno… no sentí el dolor, estaba más preocupada por él atenazada por el miedo que ni quejido alguno salió de mis labios.
Tan solo podía estar ahí, inmóvil, contemplando sin poder hacer nada sintiéndome impotente, débil… de nuevo no podía hacer nada por las personas que me importaban, ¿no había jurado la última vez, que no volvería a encontrarme en una situación parecida y de hacerlo pondría remedio? Sin embargo, ¿qué cambio había producido en mí vida para que eso no pasara? Ninguno, me había recluido en una rutina sin peligro alguno en la que no me había hecho faltar recordar porque juré no volver a sentirme débil, y ahora, estaba recordando por qué debía dejar de serlo… otra vez. Ningún maullido se oyó de fondo y cuando giré mí vista levemente pude ver que los pocos que quedaban habían sido lo suficientemente listos como para irse ante una muerte segura, me giré a mirar al vikingo y le grité para que cogiera la corona y volviera, o que simplemente volviera sin la corona… me daba absolutamente igual aquella maldita corona, y el maldito trato que habían firmado.
Como pudo quitándose lo que tenía por encima que caían al vacío cogió la corona, hecho que subió como si de un bloque muy pequeño se tratara, que ante el peso de la corona ya no se vencía, que activó un mecanismo que hizo de puente entre las dos partes de la sala y que crucé tan rápido como este estuvo operativo para llegar a su lado y quitarle lo que tenía por encima, rodeé su cintura y le apremié a que nos fuéramos de allí rápido antes de que algo más pasara. En realidad estaba temiendo que le hubieran vuelto a inyectar veneno otra vez, no iba a ser nada bueno para él y cuanto antes saliéramos de allí, antes llegaríamos para curarlo. Él tenía aferrada la corona y le sonreí como si quisiera tranquilizarlo, y tranquilizarme a mí de paso, pasando una a una las salas en las que ya parecía que ya no funcionaba ninguna de las trampas.
Llegamos a la puerta y lo notaba algo cansado, de hecho tenía un poco de sudor en la frente y di unos golpes en la puerta para que nos abrieran, no pasaron ni cinco segundos cuando los hombres nos abrieron y nos miraron atónitos por salir y con vida, y además llevar la corona como habíamos prometido. Comenzaron a decir sobre la proeza que habíamos hecho y que nadie había conseguido salir con vida, preguntando además a qué nos habíamos enfrentado… pero en ese momento no estaba para nada de eso, tenía al vikingo que notaba que perdía un poco de fuerza en el agarre que mantenía en mí cintura y aquellos hombres preguntándome por qué nos habíamos encontrado.
-Ayudadme a llevarlo, creo que tiene veneno… -no lo dije en francés, por supuesto, para que el vikingo no entendiera nada. Ellos me miraron de una forma que decía “no nos importa”, a lo que fruncí el ceño y lo miré- ¿Qué creéis que hará Zaid cuando se entere de que habéis dejado morir al único hombre que ha conseguido la corona? Le diré que no quisisteis ayudarme, y si os quedáis la corona… ¿de verdad no lo va a saber y sabrá que no la habéis conseguido vosotros? –No les di tiempo a pensar- ¡Venga vamos! –No pasó ni un segundo en que cargaran con él y nos moviéramos deprisa para volver a la guarida, cualquier comerciante que se preciara era un hombre de palabra porque debía de mantener una fama y una reputación, si no volvíamos o si lo hacía yo sola y les contaba lo que había pasado… bueno, no hacía falta decir más cuando se habían movido rápido para ayudarme y porque Zaid parecía tener como una mano muy dura con quienes le desobedecían. No tardamos ni menos de la mitad del tiempo que utilizamos cuando nos llevaron en plantarnos allí, podía ver las marcas de las mordeduras de las serpientes en los orificios de la camisa mientras aferraba con las manos la maldita corona que nos había llevado a esa situación.
Cuando entramos en la sala de nuevo donde Zaid nos esperaba este nos miró al entrar, al igual que sus hombres, sorprendido por haber logrado volver con vida. Miró al vikingo que iba cargado por sus hombres, el cual ya estaba de nuevo inconsciente, y luego me miró a mí para fijarse en la corona que llevaba entre las manos. Estaba en un estado en que iba a saltar en cualquier momento porque no podíamos perder más tiempo y todo parecía ir a cámara lenta. La mujer volvió a acercarse al vikingo y la fulminé con la mirada mientras lo examinaba aún cargado por los hombres y apreté la corona entre mis manos. Zaid me extendió la mano pidiéndome que le entregara la corona y pasé a fulminarlo a él con la mirada sabiendo que era lo único que le importaba, y lo único con lo que yo podía negociar.
-Antes de entregarte la corona y dejar que nos vayamos me vas a dejar que use esa sala para curarlo… -él me miró enarcando una ceja mientras Sabah no se apartaba, él me dijo que ese no era el trato y… fue lo que me faltaba por oír- Nos hemos jugado la vida para conseguirte esta maldita corona –la levanté con mí mano- algo que tú ansias y anhelas desde hace tiempo y que no has podido tener… ¡deberían de haber sido tus hombres los que la consiguieran! –Le grité sin importarme que era nuestro billete para irnos, estaba cabreada con la situación y estaba desperdiciando un tiempo crucial- ¡O tú si tanto la querías! Como contrabandista que eres debería de decirte que “lo que encuentro primero me lo quedo”, es vuestro lema, ¿no? –Escupí sin importarme, él me miró frunciendo el ceño por mis palabras pero sabía que tenía razón- Pues yo ha le encontrado primero, y yo me la quedo –se hizo el silencio en la sala y sentí todas las miradas sobre mí- La corona, por irnos y curarlo… se lo debes –tras unos segundos le hizo un gesto a sus hombres para que lo llevaran a la sala y solo cuando salieron de dejarlo dentro le lancé la corona a los pies para que él mismo la recogiera- Ahí tienes tú preciada corona, disfrútala –sí, desde luego que fui mordaz con mis palabras pero había llegado a un tope y no me importaba su estúpida corona, aunque sabía que había pertenecido a un antiguo faraón, que por estaba bien custodiada y que debería de exhibirse en un museo donde todos pudieran disfrutar de ella, y no alguien como él. Pude sentir como la mirada de la mujer ahora me fulminaba a mí con la mirada, pero pasé de ella y cuando pasé por su lado para ir hacia la cámara su mano apresó mí muñeca, me giró de un brusco movimiento aposta que me hizo daño y… ni siquiera lo pensé. Solo fui consciente de que mi mano se había estampado en su rostro y que estaba se había quedado sorprendida por mí gesto. Me gruñó con rabia e incluso fue a pegarme, si no fuera porque Zaid la paró antes de que hiciera nada- Si tienes un médico que me acompañe, porque voy a necesitar ayuda –me giré para encaminarme a la cámara- y te sugiero que no sea ella –fue lo último que dije antes de adentrarme en la sala donde lo habían dejado en un diván que había y lo primero que hice fue romper la camisa y ver la gravedad del asunto, tenía varias mordidas y picaduras. Un hombre mayor entró y me preguntó que había pasado, tras contárselo comenzó a buscar lo necesario y me preguntó si sabía si las serpientes eran venenosas, a lo que no supe contestarle. Le pusimos todo lo que tenían allí, sabía del veneno sobre todo de los escorpiones y no era la primera vez que lo trataba, así que le pusimos antídoto para todo y curamos sus heridas, me tranquilizó antes de irse y me recordó que tenía una herida en la mejilla de la cual me había olvidado por completo, se fue para dejarme a solas con él. Me tumbé a su lado y lancé un suspiro- Tranquilo vikingo, esta valquiria no va a dejar que te vayas todavía… -dije en nórdico sobre sus labios antes de dejar un beso en estos.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
La vi cerrar lo ojos al sentir las saetas pasar raudas como halcones a por la presa señalada. Su cuerpo permaneció quieto, solo el raudo movimiento de su pecho causado por la entrecortada respiración del tenso momento lo movía ligeramente.
La ultima flecha rozo su mejilla, plumas que la acariciaron, mas no hubo queja, solo un ligero temblor fruto del pánico que posiblemente esa mujer mundana que no había sido forjada para la batalla debía sentir en ese memento.
Sangre, cuerpos de esos animales sin pelo en sus pies, los que quedaban huyeron despavoridos logrando que yo aflojara mis músculos y luchara ahora si, por apartar de mi todos esos bichos que me habían mordido.
Naitiri grito para que cogiera la corona, solo quería que volviera con ella, seguía asustada aunque no corría riesgo su vida. Alargué la mano, el cuerpo me pesaba no solo por las heridas que ya arrastraba si no posiblemente por el veneno que raudo corría por mis venas esparciéndose por mi organismo.
Le dediqué una sonrisa para tranquilizarla cuando afiancé la joya buscada y frente a mis ojos se alzo una especie de puente de piedra que emergía de la nada.
La egipcia corrió como alma que lleva el diablo hasta mi lado, apartó con rapidez lo que aun me quedaba por encima. Miedo, preocupación, sus ojos en los míos mostraban lo que su sonrisa trataba de ocultar, sabia lo mismo que yo, que esos bichos me habían mordido y que de no encontrar pronto un antídoto estaba mas muerto que vivo.
No hizo comentario, solo me aseguré de portar la daga en mi cinto, llegada la hora la empuñaría, nada temía mas que ir a Hell y no al Valhalla.
Acaricié con mis labios los ajenos, tantas cosas que decir y debía guardar silencio. Mi cuerpo caía ligeramente sobre el ajeno, mis intentos por mantenerme en pie erraban en cada paso hasta que llegamos a otra sala que no parecía tener trampa alguna, mis ojos se entrecerraban, camino similar al que hice desde el campo de batalla aquel día en el que la saeta se hundió en mi costado.
-¿Niels? -pregunté mirándola, ya no veía -Synnobe esta con Hakon -gruñí tratando de zafarme para ir a ayudar a mis hermanos en esa batalla a melé en la que estaban inmersos.
Cerré los ojos, mi cuerpo cedió al completo sobre sus hombros que ya no podían darme sustento.
-¿Nai? Estoy bien -susurré buscando sus labios, hundiendo la rodilla en el suelo para ponerme en pie de nuevo, después solo oscuridad.
Abrí los ojos, pestañeando varias veces, la luz de las velas iluminaba mi rostro, sacudí la cabeza para tratar de espabilarme hasta que sentí la mano de Nai en mi pecho para que no tratara de incorporarme.
-¿esto es el Valhalla? -bromeé con una ladeada sonrisa – Tengo a mi Valkiria ¿y mi cena?
Rodeé su cintura siseando al moverme para hacerle un hueco en mi lecho, esta se dejo caer suavemente a mi lado, como si pensara que de no hacerlo me alzaría para buscar su boca una y otra vez. Sus dedos recorrían mi mejilla,mandíbula, cuello, cerré los ojos dejándome cuidar mientras una tonta sonrisa se pintaba en mi cara.
La miré fijamente, sus pardos se hundieron en mis azules, tenia muchas preguntas.
-¿Que ha pasado con la corona? -pregunté, aunque podía intuir que el tipo ese ya lo tenia. Sabia que estábamos en la habitación donde me preparé para entrar en ese laberinto de trampas, lo que significaba que aun estábamos en esos malditos túneles -¿cuanto tiempo he dormido? Hay que moverse.
Tensé mi cuerpo tratando sin éxito de incorporarme, estaba agotado, como si una manada de búfalos me hubiera arroyado.
Mi cuerpo estaba caliente por las fiebres, necesitaba descanso, peor no podia tomarlo.
Mis labios se orillaron a su boca, lamí su labio inferior tirando con suavidad de este, mi mirada se perdió en su mano, giré el anillo de plata con mis dedos.
-Me hubiera salido mas barato ir a robárselo a un dragón -bromeé entre risas volviendo a estampar mi boca contra la ajena, introduciendo mi lengua con calma en su interior, paladeando cada resquicio de su boca, saqueándola sin tregua. Lenguas que serpentearon ajenas al mundo en el que nos encontrábamos. Jadeé contra su boca sediento de mas, de ella, orillandola por la cintura a mi cuerpo, necesitaba su calor, su olor y por desgracia también ponernos en movimiento, el tiempo iba en nuestra contra.
-Pasame el chaleco, tengo beleño negro mezclalo con cerveza, funcionará calmará el dolor y me ayudará a ponerme en pie, casi flotaré -bromeé.
Lo usábamos para las batallas, era fácil con eso entrar en frenesí no sentir nada, una droga potente, no quería usarla, no tan pronto pero mi cuerpo no daba mas de si.
La ultima flecha rozo su mejilla, plumas que la acariciaron, mas no hubo queja, solo un ligero temblor fruto del pánico que posiblemente esa mujer mundana que no había sido forjada para la batalla debía sentir en ese memento.
Sangre, cuerpos de esos animales sin pelo en sus pies, los que quedaban huyeron despavoridos logrando que yo aflojara mis músculos y luchara ahora si, por apartar de mi todos esos bichos que me habían mordido.
Naitiri grito para que cogiera la corona, solo quería que volviera con ella, seguía asustada aunque no corría riesgo su vida. Alargué la mano, el cuerpo me pesaba no solo por las heridas que ya arrastraba si no posiblemente por el veneno que raudo corría por mis venas esparciéndose por mi organismo.
Le dediqué una sonrisa para tranquilizarla cuando afiancé la joya buscada y frente a mis ojos se alzo una especie de puente de piedra que emergía de la nada.
La egipcia corrió como alma que lleva el diablo hasta mi lado, apartó con rapidez lo que aun me quedaba por encima. Miedo, preocupación, sus ojos en los míos mostraban lo que su sonrisa trataba de ocultar, sabia lo mismo que yo, que esos bichos me habían mordido y que de no encontrar pronto un antídoto estaba mas muerto que vivo.
No hizo comentario, solo me aseguré de portar la daga en mi cinto, llegada la hora la empuñaría, nada temía mas que ir a Hell y no al Valhalla.
Acaricié con mis labios los ajenos, tantas cosas que decir y debía guardar silencio. Mi cuerpo caía ligeramente sobre el ajeno, mis intentos por mantenerme en pie erraban en cada paso hasta que llegamos a otra sala que no parecía tener trampa alguna, mis ojos se entrecerraban, camino similar al que hice desde el campo de batalla aquel día en el que la saeta se hundió en mi costado.
-¿Niels? -pregunté mirándola, ya no veía -Synnobe esta con Hakon -gruñí tratando de zafarme para ir a ayudar a mis hermanos en esa batalla a melé en la que estaban inmersos.
Cerré los ojos, mi cuerpo cedió al completo sobre sus hombros que ya no podían darme sustento.
-¿Nai? Estoy bien -susurré buscando sus labios, hundiendo la rodilla en el suelo para ponerme en pie de nuevo, después solo oscuridad.
Abrí los ojos, pestañeando varias veces, la luz de las velas iluminaba mi rostro, sacudí la cabeza para tratar de espabilarme hasta que sentí la mano de Nai en mi pecho para que no tratara de incorporarme.
-¿esto es el Valhalla? -bromeé con una ladeada sonrisa – Tengo a mi Valkiria ¿y mi cena?
Rodeé su cintura siseando al moverme para hacerle un hueco en mi lecho, esta se dejo caer suavemente a mi lado, como si pensara que de no hacerlo me alzaría para buscar su boca una y otra vez. Sus dedos recorrían mi mejilla,mandíbula, cuello, cerré los ojos dejándome cuidar mientras una tonta sonrisa se pintaba en mi cara.
La miré fijamente, sus pardos se hundieron en mis azules, tenia muchas preguntas.
-¿Que ha pasado con la corona? -pregunté, aunque podía intuir que el tipo ese ya lo tenia. Sabia que estábamos en la habitación donde me preparé para entrar en ese laberinto de trampas, lo que significaba que aun estábamos en esos malditos túneles -¿cuanto tiempo he dormido? Hay que moverse.
Tensé mi cuerpo tratando sin éxito de incorporarme, estaba agotado, como si una manada de búfalos me hubiera arroyado.
Mi cuerpo estaba caliente por las fiebres, necesitaba descanso, peor no podia tomarlo.
Mis labios se orillaron a su boca, lamí su labio inferior tirando con suavidad de este, mi mirada se perdió en su mano, giré el anillo de plata con mis dedos.
-Me hubiera salido mas barato ir a robárselo a un dragón -bromeé entre risas volviendo a estampar mi boca contra la ajena, introduciendo mi lengua con calma en su interior, paladeando cada resquicio de su boca, saqueándola sin tregua. Lenguas que serpentearon ajenas al mundo en el que nos encontrábamos. Jadeé contra su boca sediento de mas, de ella, orillandola por la cintura a mi cuerpo, necesitaba su calor, su olor y por desgracia también ponernos en movimiento, el tiempo iba en nuestra contra.
-Pasame el chaleco, tengo beleño negro mezclalo con cerveza, funcionará calmará el dolor y me ayudará a ponerme en pie, casi flotaré -bromeé.
Lo usábamos para las batallas, era fácil con eso entrar en frenesí no sentir nada, una droga potente, no quería usarla, no tan pronto pero mi cuerpo no daba mas de si.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Mientras nos alejábamos de aquellas cámaras llenas de trampas que bien nos podrían haber matado, sujetándolo contra mí para que siguiera andando y pudiéramos llegar hasta los hombres donde ellos lo cargarían mejor que yo sola, pronunció el nombre de su primo y lo miré de reojo. ¿Estaba delirando? Al parecer así era, y eso solo significaba que el veneno estaba actuando en su cuerpo y que iba en una carrera a contra reloj, debía de darme toda la prisa que pudiera para llegar y utilizar esa sala donde había visto medicinas y demás utensilios en botes para hacer curaciones y alguna poción, y suministrarle algo para el veneno. Yo sola era algo difícil moverlo y cada vez notaba más que él perdía las fuerzas y que su cuerpo cedía más contra el mío, habló sobre dos personas más que me pregunté si también serían familia y quizás así fuera, porque intentó soltarse de mí agarre pero no tenía fuerzas para eso… llegué justo a tiempo para que los hombres me ayudaran, cuando él perdió la consciencia.
Por suerte teniendo la corona en mí poder le eché un pulso a Zaid, uno que no se esperaba y que cambiaba los términos de la negociación, sabía que no iba a negarse puesto que esa corona era una de las cosas que más anhelaba, así que me aproveché de ello y gracias a ello y con la ayuda de uno de sus médicos pudimos atender al vikingo. El hombre sabía sobre venenos y lo que se hacía, así que me fue dando indicaciones para que mirara mientras él buscaba los antídotos, también me dijo las plantas que podía utilizar en caso de que no tuviera nada a la alcance de mí mano. Me tranquilizó al decirme que estaba fuera de peligro y antes de salir me recomendó y recordó al mismo tiempo que debía de curarme ese rasguño de la mejilla, el cual había olvidado.
No supe exactamente cuánto tiempo había pasado, quizás un par de horas, hasta que por fin despertó. Lancé un suspiro y dejé que poco a poco se acostumbrara a la luz de la habitación, pero cuando quiso incorporarse puse una mano en su pecho y negué con la cabeza, necesitaba descansar un poco más. Su pregunta me hizo observarlo durante unos segundos en los que negué y luego sonreí levemente ante la mención de la cena, sin que pudiera evitarlo se movió para dejarme un hueco rodeando mí cintura y sabiendo que no iba a parar hasta que me tumbara a su lado así lo hice, acomodándome a su lado con nuestras miradas cruzándose, fija en la otra, y mi mano recorriendo su pecho de forma leve. Me mordí el labio por su pregunta, si supiera que le había echado un pulso a Zaid no sabría si se alegraría o me recriminaría por ser tan arriesgada e imprudente, así que decidí omitirlo.
-Se la he entregado a Zaid, pero antes volví a cambiar los términos del trato para que me ayudaran a curarte –hice una leve pausa- empiezo a pensar que te gusta que cuide de ti y que te gusta tenerme como tú enfermera personal –reí levemente con tono jocoso, volvió a intentar incorporarse y negué con la cabeza no dejando que lo hiciera- No el suficiente para que descanses, tómate un momento –comenté dejando mí rostro apoyado sobre su hombro esperando que me hiciera caso por un momento. Sus labios no tardaron en buscar los míos y lamió el inferior y tiró con suavidad de este, provocando que un leve jadeo escapara de mí boca. Sus ojos bajaron hacia mí mano y seguí el recorrido para ver que observaba el anillo. Reí por su ocurrencia sobre un dragón y que habría sido más barato robárselo, a lo que negué con la cabeza por el humor que presentaba- Quizás, pero en esa materia no podría haberte ayudado –comenté con una sonrisa antes de que su boca buscara de nuevo la mía, los míos se abrieron lo suficiente para dejar paso a su lengua que de forma calma recorrió mí boca y yo me dejé hacer para luego responderle al beso de la misma forma que él, cuando se separó mordí su labio inferior notando el jadeo sobre mis labios y sus manos pegando mí cintura a su cuerpo, tuve que sonreír por ello dejando mí rostro apoyado en su cuerpo olvidándome por un momento que debíamos de ponernos en marcha, pero al parecer a él no se le había olvidado.
Me mandó a por algo de su chaleco y enarqué una ceja porque el nombre de la planta me sonaba, me levanté para buscarlo y se lo entregué no muy convencida con que le calmara a tal extremo el dolor, pero si le ayudaba no me oponía. Se lo entregué y me senté a su lado ahora que se había incorporado, mientras él se tomaba aquello yo me di la licencia de coger una pequeña caja de madera y meter algunas cosas que tenían allí que quizás nos pudiera ser útil en otra ocasión y volví junto a él, sabía que era hora de salir de allí y de movernos aunque quise concederle un pequeño descanso más. Estando delante de él me incliné hasta dejar nuestros rostros a la misma altura, dejé una mano en su mejilla y acorté la distancia para dejar otro beso en sus labios, me separé y lo miré con una leve sonrisa.
-Vamos, es hora de irnos de aquí –cogí su mano y tiré de él para ayudarlo a levantarse y sin soltarlo salí de allí notando las miradas de todos puestas sobre nosotros, me quedé ante Zaid a una distancia prudente y lo miré. Mí vista fue hacia la mujer que tenía una leve marca por haberle estampado mí mano en el lugar, la misma que llevaba el anillo, y volví mí vista al hombre- Hemos cumplido el trato y te hemos entregado la corona, es justo que nos dejes marchar –nos miró a ambos durante unos segundos y nos hizo una seña como que podíamos irnos, dos hombres nos acompañaron todo el camino por los pasadizos hasta que nos dejaron de nuevo en una de esas casas, dejándonos en el exterior. Salimos y reconocí que estábamos cerca de la casa donde nos quedábamos. Salimos a la calle y miré al vikingo respirando tranquila- Creo que no he echado tanto de menos la superficie como lo he hecho hoy, venga vamos –comencé a caminar no muy deprisa ya que intuía que debía de estar bastante cansado y agotado viendo a la gente que decoraba las calles y las casas, ni siquiera me había acordado del día que era y de la fiesta que había.
Llegamos hasta la casa y abrí la puerta para dejar que pasara, al parecer todo seguía tal y como lo habíamos dejado y me cercioré de que los papiros al igual que los cuadernos estaban, al igual que su espada… quizás no hubieran encontrado la casa todavía. Me tranquilizó un poco, si nos hubieran llegado a descubrir habríamos perdido absolutamente todo… por suerte, no era así y esta nos acompañaba un poco. Lo miré, parecía tan cansado aunque se esforzara por no aparentarlo… tenía que hacer que descansara por el resto del día, aunque conociéndolo iba a ser una tarea bastante complicada y difícil.
-Deberías de darte un baño, seguro que te alivia bastante. Vamos, te acompaño –me costó convencerlo lo que no estaba escrito, era tan testarudo y terco que se negó en rotundo alegando que no debíamos de perder tiempo… el tiempo que esperara, necesitábamos descansar por un día y no me iba a quitar esa idea de la cabeza. Al final conseguí que se diera el maldito baño y yo, de mientras, le preparé algo para que se tomara cuando terminara del baño, cuando bajó ya bañado yo estaba sentada en el sofá repasando los cuadernos de mí madre, lo miré mientras bajaba y le hice una seña para que se sentara a mí lado, le entregué un vaso con un líquido dentro que ya preguntó si era hidromiel y negué con la cabeza- Es para el veneno, solo para asegurarnos así que… venga, no estará bueno pero te curará. Te picaron mucho, es mejor llevar precaución por lo que pueda pasar –realmente, mentí. Lo que llevaba era un calmante leve que le haría descansar porque sabía que él no me haría caso alguno, así que eso le ayudaría bastante- He comenzado a mirar los cuadernos, hay un trabajo muy minuciosos en ellos –comenté para que se centrara en la conversación mientras el calmante hacía su efecto, pocos minutos bastaron para que al final cayera rendido. Sonreí y lo tumbé en el sofá para que descansara, aún quedaba mucho día por delante hasta la noche y le haría mucho bien para su cuerpo tomar reposo y descansar.
Esas horas hasta la noche las dediqué a hacer anotaciones sobre lo que encontraba en los cuadernos que pudiera ayudarme a traducir los papiros, ahí había mucha información y me pregunté cuánto tiempo le habría llevado a mí madre el reunirla. Leía cosas que jamás había leído antes y aprendí de otras que jamás se contaron… como si fuera una historia secreta que debía permanecer oculta en la historia. Antes de que el sol comenzara a esconderse en el horizonte decidí tomar un baño, estaba algo cansada y me dolía un poco la espalda y el cuello por la postura, porque había trabajado sentada en el suelo pegada al sofá donde descansaba el vikingo. Tras el baño bajé para darme cuenta de que seguía durmiendo, pero cuando bajé y me senté en la orilla del sofá me di cuenta de que se estaba despertando. Mis dedos acariciaron su rostro cuando despertó y sonreí dejando un beso en sus labios, sabía que podría enfadarse pero no me importaba.
-Hola otra vez, vikingo –le sonreí acariciando ahora su pecho con mi mano- ¿Te encuentras mejor? Antes de que lo preguntes, has estado durmiendo todo lo que restaba de día, aunque la noche pronto llegará –se le notaba hasta mejor cara y aunque se enfadara por lo que había hecho yo estaba más tranquila al saber que había descansado, nada que ver cómo estaba cuando se despertó en los pasadizos, que la que traía ahora- Ubbe, me gustaría hacerte una propuesta por esta noche –me mordí el labio, seguro que pensaba en otra cosa y eso me hizo algo de gracia- me gustaría que nos tomáramos esta noche… libre, que nos olvidáramos por un momento de los papiros, tú espada, los cuadernos, las reliquias, los lobos… todo –lo miré de forma fija- sé que no hemos venido a eso pero, créeme, lo necesito –sabía que se iba a negar, así que seguí antes de que dijera nada- No sabía qué día era pero, ¿te acuerdas los adornos que hemos visto en las calles? Hoy se celebra una fiesta en honor a que empieza la primavera, ya sabes, música, bebida, comida… quizás no sea como las fiestas del norte pero las nuestras también tienen nuestros encantos –bajé mi vista un momento a la mano que jugaba con los dedos de la suya y volví mí vista a sus ojos azules- Hace muchos años que no voy, desde prácticamente que salí de aquí con ocho años y… me gustaría ir. Te lo digo porque quiero que vengas conmigo, porque me gustaría enseñarte la otra cara de esta ciudad que no has visto y de la cual es la que a mí me gusta, a la que estoy acostumbrada, y de la cual guardo muy buenos recuerdos. La otra cara que no es lucha y muerte, esa de las leyendas y seres mitológicos, de dioses de la cual yo en su día cuando era pequeña me enamoré –lancé un leve suspiro- Voy a ir, pero no quiero tener que salir a hurtadillas como una adolescente que no hace caso de su padre y se escabulle sin que lo sepa. Habrá mucha gente y muchos guardias, no van a poder hacernos nada rodeados de tanta gente. Mucha comida, mucha bebida, música, bailes… es de noche y no vamos a perder tiempo alguno, nos sentará bien y nos divertiremos, te lo prometo. Sino, te dejo darme esos azotes, que dijiste en su día, por mentirosa –reí entre dientes dejando un breve beso en sus labios- Solos, tú y yo –la última baza para que aceptara mí propuesta- seguro que no me niegas nada cuando me veas con el precioso vestido rojo puesto que tengo arriba, y que querrás arrancarme cuando volvamos –dejé un mordisco en su labio inferior- Una noche Ubbe, es todo cuanto te pido y no estamos perdiendo el tiempo, simplemente lo disfrutamos. Al volver… mandas tú –exhalé mi aliento sobre sus labios y dejé otro beso antes de apartarme y comenzar a subir por las escaleras- Arriba te he dejado ropa que te cambies, ¡venga vamos! La fiesta comienza cuando salga la luna –le grité antes de perderme en la habitación, cerrar la puerta, y comenzar a cambiarme. No había dejado ni que replicara nada.
Por suerte teniendo la corona en mí poder le eché un pulso a Zaid, uno que no se esperaba y que cambiaba los términos de la negociación, sabía que no iba a negarse puesto que esa corona era una de las cosas que más anhelaba, así que me aproveché de ello y gracias a ello y con la ayuda de uno de sus médicos pudimos atender al vikingo. El hombre sabía sobre venenos y lo que se hacía, así que me fue dando indicaciones para que mirara mientras él buscaba los antídotos, también me dijo las plantas que podía utilizar en caso de que no tuviera nada a la alcance de mí mano. Me tranquilizó al decirme que estaba fuera de peligro y antes de salir me recomendó y recordó al mismo tiempo que debía de curarme ese rasguño de la mejilla, el cual había olvidado.
No supe exactamente cuánto tiempo había pasado, quizás un par de horas, hasta que por fin despertó. Lancé un suspiro y dejé que poco a poco se acostumbrara a la luz de la habitación, pero cuando quiso incorporarse puse una mano en su pecho y negué con la cabeza, necesitaba descansar un poco más. Su pregunta me hizo observarlo durante unos segundos en los que negué y luego sonreí levemente ante la mención de la cena, sin que pudiera evitarlo se movió para dejarme un hueco rodeando mí cintura y sabiendo que no iba a parar hasta que me tumbara a su lado así lo hice, acomodándome a su lado con nuestras miradas cruzándose, fija en la otra, y mi mano recorriendo su pecho de forma leve. Me mordí el labio por su pregunta, si supiera que le había echado un pulso a Zaid no sabría si se alegraría o me recriminaría por ser tan arriesgada e imprudente, así que decidí omitirlo.
-Se la he entregado a Zaid, pero antes volví a cambiar los términos del trato para que me ayudaran a curarte –hice una leve pausa- empiezo a pensar que te gusta que cuide de ti y que te gusta tenerme como tú enfermera personal –reí levemente con tono jocoso, volvió a intentar incorporarse y negué con la cabeza no dejando que lo hiciera- No el suficiente para que descanses, tómate un momento –comenté dejando mí rostro apoyado sobre su hombro esperando que me hiciera caso por un momento. Sus labios no tardaron en buscar los míos y lamió el inferior y tiró con suavidad de este, provocando que un leve jadeo escapara de mí boca. Sus ojos bajaron hacia mí mano y seguí el recorrido para ver que observaba el anillo. Reí por su ocurrencia sobre un dragón y que habría sido más barato robárselo, a lo que negué con la cabeza por el humor que presentaba- Quizás, pero en esa materia no podría haberte ayudado –comenté con una sonrisa antes de que su boca buscara de nuevo la mía, los míos se abrieron lo suficiente para dejar paso a su lengua que de forma calma recorrió mí boca y yo me dejé hacer para luego responderle al beso de la misma forma que él, cuando se separó mordí su labio inferior notando el jadeo sobre mis labios y sus manos pegando mí cintura a su cuerpo, tuve que sonreír por ello dejando mí rostro apoyado en su cuerpo olvidándome por un momento que debíamos de ponernos en marcha, pero al parecer a él no se le había olvidado.
Me mandó a por algo de su chaleco y enarqué una ceja porque el nombre de la planta me sonaba, me levanté para buscarlo y se lo entregué no muy convencida con que le calmara a tal extremo el dolor, pero si le ayudaba no me oponía. Se lo entregué y me senté a su lado ahora que se había incorporado, mientras él se tomaba aquello yo me di la licencia de coger una pequeña caja de madera y meter algunas cosas que tenían allí que quizás nos pudiera ser útil en otra ocasión y volví junto a él, sabía que era hora de salir de allí y de movernos aunque quise concederle un pequeño descanso más. Estando delante de él me incliné hasta dejar nuestros rostros a la misma altura, dejé una mano en su mejilla y acorté la distancia para dejar otro beso en sus labios, me separé y lo miré con una leve sonrisa.
-Vamos, es hora de irnos de aquí –cogí su mano y tiré de él para ayudarlo a levantarse y sin soltarlo salí de allí notando las miradas de todos puestas sobre nosotros, me quedé ante Zaid a una distancia prudente y lo miré. Mí vista fue hacia la mujer que tenía una leve marca por haberle estampado mí mano en el lugar, la misma que llevaba el anillo, y volví mí vista al hombre- Hemos cumplido el trato y te hemos entregado la corona, es justo que nos dejes marchar –nos miró a ambos durante unos segundos y nos hizo una seña como que podíamos irnos, dos hombres nos acompañaron todo el camino por los pasadizos hasta que nos dejaron de nuevo en una de esas casas, dejándonos en el exterior. Salimos y reconocí que estábamos cerca de la casa donde nos quedábamos. Salimos a la calle y miré al vikingo respirando tranquila- Creo que no he echado tanto de menos la superficie como lo he hecho hoy, venga vamos –comencé a caminar no muy deprisa ya que intuía que debía de estar bastante cansado y agotado viendo a la gente que decoraba las calles y las casas, ni siquiera me había acordado del día que era y de la fiesta que había.
Llegamos hasta la casa y abrí la puerta para dejar que pasara, al parecer todo seguía tal y como lo habíamos dejado y me cercioré de que los papiros al igual que los cuadernos estaban, al igual que su espada… quizás no hubieran encontrado la casa todavía. Me tranquilizó un poco, si nos hubieran llegado a descubrir habríamos perdido absolutamente todo… por suerte, no era así y esta nos acompañaba un poco. Lo miré, parecía tan cansado aunque se esforzara por no aparentarlo… tenía que hacer que descansara por el resto del día, aunque conociéndolo iba a ser una tarea bastante complicada y difícil.
-Deberías de darte un baño, seguro que te alivia bastante. Vamos, te acompaño –me costó convencerlo lo que no estaba escrito, era tan testarudo y terco que se negó en rotundo alegando que no debíamos de perder tiempo… el tiempo que esperara, necesitábamos descansar por un día y no me iba a quitar esa idea de la cabeza. Al final conseguí que se diera el maldito baño y yo, de mientras, le preparé algo para que se tomara cuando terminara del baño, cuando bajó ya bañado yo estaba sentada en el sofá repasando los cuadernos de mí madre, lo miré mientras bajaba y le hice una seña para que se sentara a mí lado, le entregué un vaso con un líquido dentro que ya preguntó si era hidromiel y negué con la cabeza- Es para el veneno, solo para asegurarnos así que… venga, no estará bueno pero te curará. Te picaron mucho, es mejor llevar precaución por lo que pueda pasar –realmente, mentí. Lo que llevaba era un calmante leve que le haría descansar porque sabía que él no me haría caso alguno, así que eso le ayudaría bastante- He comenzado a mirar los cuadernos, hay un trabajo muy minuciosos en ellos –comenté para que se centrara en la conversación mientras el calmante hacía su efecto, pocos minutos bastaron para que al final cayera rendido. Sonreí y lo tumbé en el sofá para que descansara, aún quedaba mucho día por delante hasta la noche y le haría mucho bien para su cuerpo tomar reposo y descansar.
Esas horas hasta la noche las dediqué a hacer anotaciones sobre lo que encontraba en los cuadernos que pudiera ayudarme a traducir los papiros, ahí había mucha información y me pregunté cuánto tiempo le habría llevado a mí madre el reunirla. Leía cosas que jamás había leído antes y aprendí de otras que jamás se contaron… como si fuera una historia secreta que debía permanecer oculta en la historia. Antes de que el sol comenzara a esconderse en el horizonte decidí tomar un baño, estaba algo cansada y me dolía un poco la espalda y el cuello por la postura, porque había trabajado sentada en el suelo pegada al sofá donde descansaba el vikingo. Tras el baño bajé para darme cuenta de que seguía durmiendo, pero cuando bajé y me senté en la orilla del sofá me di cuenta de que se estaba despertando. Mis dedos acariciaron su rostro cuando despertó y sonreí dejando un beso en sus labios, sabía que podría enfadarse pero no me importaba.
-Hola otra vez, vikingo –le sonreí acariciando ahora su pecho con mi mano- ¿Te encuentras mejor? Antes de que lo preguntes, has estado durmiendo todo lo que restaba de día, aunque la noche pronto llegará –se le notaba hasta mejor cara y aunque se enfadara por lo que había hecho yo estaba más tranquila al saber que había descansado, nada que ver cómo estaba cuando se despertó en los pasadizos, que la que traía ahora- Ubbe, me gustaría hacerte una propuesta por esta noche –me mordí el labio, seguro que pensaba en otra cosa y eso me hizo algo de gracia- me gustaría que nos tomáramos esta noche… libre, que nos olvidáramos por un momento de los papiros, tú espada, los cuadernos, las reliquias, los lobos… todo –lo miré de forma fija- sé que no hemos venido a eso pero, créeme, lo necesito –sabía que se iba a negar, así que seguí antes de que dijera nada- No sabía qué día era pero, ¿te acuerdas los adornos que hemos visto en las calles? Hoy se celebra una fiesta en honor a que empieza la primavera, ya sabes, música, bebida, comida… quizás no sea como las fiestas del norte pero las nuestras también tienen nuestros encantos –bajé mi vista un momento a la mano que jugaba con los dedos de la suya y volví mí vista a sus ojos azules- Hace muchos años que no voy, desde prácticamente que salí de aquí con ocho años y… me gustaría ir. Te lo digo porque quiero que vengas conmigo, porque me gustaría enseñarte la otra cara de esta ciudad que no has visto y de la cual es la que a mí me gusta, a la que estoy acostumbrada, y de la cual guardo muy buenos recuerdos. La otra cara que no es lucha y muerte, esa de las leyendas y seres mitológicos, de dioses de la cual yo en su día cuando era pequeña me enamoré –lancé un leve suspiro- Voy a ir, pero no quiero tener que salir a hurtadillas como una adolescente que no hace caso de su padre y se escabulle sin que lo sepa. Habrá mucha gente y muchos guardias, no van a poder hacernos nada rodeados de tanta gente. Mucha comida, mucha bebida, música, bailes… es de noche y no vamos a perder tiempo alguno, nos sentará bien y nos divertiremos, te lo prometo. Sino, te dejo darme esos azotes, que dijiste en su día, por mentirosa –reí entre dientes dejando un breve beso en sus labios- Solos, tú y yo –la última baza para que aceptara mí propuesta- seguro que no me niegas nada cuando me veas con el precioso vestido rojo puesto que tengo arriba, y que querrás arrancarme cuando volvamos –dejé un mordisco en su labio inferior- Una noche Ubbe, es todo cuanto te pido y no estamos perdiendo el tiempo, simplemente lo disfrutamos. Al volver… mandas tú –exhalé mi aliento sobre sus labios y dejé otro beso antes de apartarme y comenzar a subir por las escaleras- Arriba te he dejado ropa que te cambies, ¡venga vamos! La fiesta comienza cuando salga la luna –le grité antes de perderme en la habitación, cerrar la puerta, y comenzar a cambiarme. No había dejado ni que replicara nada.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Espolvoreé el beleño negro sobre la jarra de cerveza que me trajo y la apuré hasta la ultima gota. Cerré los ojos relamiendome, y pronto dejé escapar el aire de forma pesada por mis labios sintiendo el subido que aquella droga provocaba en mi cuerpo.
Moví el cuello a los dos lados, el frenesí me invadía, mis músculos se tensaron como arpas y casi sin meditar en mi estado me puse en pie acercándome a la egipcia para rodear su cintura y perderme en su boca con ansia, ahora el tiempo no me parecía demasiado importante no cuando lo único que necesitaba era usar esa pared como lecho y tomarla de nuevo.
Rudo introduje mi lengua en la ajena, colocado sentía que flotaba, solo sus manos pudieron interponer cierta distancia.
Salvada por dos guardias que provocaron que rugiera por la interrupción, guardé la compostura pues Nai apresó mi brazo al ver mi intento claro de envalentonarme con ellos por no permitirme cumplir mi voluntad, perderme en su cuerpo.
-¿Que puto problema tienen los egipcios? En el norte cuando un hombre viene de una gesta todos sabemos que lo primero es montar a tu mujer, luego celebrar y beber hasta no tenerte en pie.
Negué con la cabeza relamiendome los labios para paladear el sabor de ese beso que había quedado impregnado en ellos y los seguí hasta el salón donde el tipo ese nos esperaba con la corona en sus manos.
De nuevo sus ojos se pasearon por el cuerpo de mi preciosa mujer, gruñí encarandome a él, mas Nai se colocó de frente para evitar todo enfrentamiento. Prendía como la pólvora por la droga que recorría mis venas y que me permitía a su vez mantenerme en pie, no sentía nada, no había dolor, solo adrenalina pura y dura.
Enarqué una ceja al ver a la mujer que había estado manoseando mis heridas con un buen moraton en la mejilla en forma de mano y un anillo sellado en ella.
-Osea ¿a mi no me dejas matarlo y tu cuando yo no miro te lías a golpes con esa?
No pude evitar echarme a reír, Nai me fulminaba con la mirada por no decir la cara de circunstancias de la otra egipcia.
Nai buscó mis labios para callarme, entendía que en mi estado podía liarla en cualquier momento, así que calmo la situación logrando que de nuevo me perdiera en su boca con necesidad absoluta y casi sin darme cuenta estábamos fuera.
-¿estabas celosa? -pregunté rodeando su cintura con mi brazo mientras mordisqueaba su cuello con suavidad, acariciándolo con mi nariz, parecía un pulpo pues por mas que la egipcia luchaba por separar mis manos de sus caderas, cintura y demás, no lo lograba, algo que al final provoco su risa.
Miré los adornos, parecía que se estaba preparando un fiesta bastante impresionante, nada tenia que ver con las norteñas, pero la ciudad quedaba engalanada para ella, así centre risas cómplices conmigo apresando su cuerpo y su espalda acariciando mi pecho, llegamos hasta la casa donde habíamos descansado los primeros días que pasamos en Egipto.
Corrí hacia mi espada, la alcé con una mano sintiéndola templada en mi mano, y la sacudí en el aire comprobando su firmeza, su acero silbó rabioso en aquella sala.
-No sabes lo que la he echado de menos -bromeé desviando mi mirada hacia la egipcia que me miraba sonriendo como si estuviera viendo a un niño con su juguete recién abierto.
Su cuerpo pronto acaparó mi atención, los efectos de la droga remitían y mi cansancio hacia clara mella en mi. Su rostro contra el mio, mordió mi labio inferior poniéndose de puntillas para convencerme de que tomara un baño, que me haría bien, pero no teníamos tiempo para eso, así que le repliqué tantas veces como pude, alegue a la seguridad, a todo, mas ella finalmente y como de costumbre se salio con la suya, así que acabé en el baño ,solo metido en la tina.
-Al menos podías bañarte conmigo -le recriminé con un grito desde arriba -las mujeres norteñas bañan a sus hombres y les hacen otras cosas.
Acabé y limpio y bastante mas relajado bajé junto a ella al sofá, estaba preciosa peleándose con esos diarios que daba vueltas sin parar tratando de encontrar la información necesaria que nos llevara a la reliquia.
Me acerqué sin molestar y bese su cuello dejando que mi aliento impactara en este, elevo la mira para de nuevo encontrarse nuestros labios con tibias caricias que dieron paso a un beso cálido, sentido, al menos por mi parte.
Junto a ella tenia una jarra, ladeé la sonría relamiendome después.
-¿hidromiel? -pregunté, por fin esa mujer pensaba en aquello que me gustaba, pero pronto me di cuenta de que no se trataba de eso, si no de el maldito antídoto que sabia a rayos -las cosas no cambian -dije con resignación llevándolo a mis labios.
En el futuro Nai también me daba esa mierda, ya podía mezclarla con alcohol por Odin, era asqueroso.
Sus labios me buscaron después de que lo apurara, una recompensa al amago trago. Siguió hablándome, mas me costaba mantener los ojos abiertos, me pesaba todo el cuerpo, su cuerpo se multiplicaban en distintas imágenes.
-¿Me has drogado? -pregunté enredando las palabras -Por Odin, eres...-no acabé la frase cuando mi cuerpo cedió frente al suyo y sentí como sus manos me acomodaban en el sofá, me dejé hacer y solo entreabrí los labios al sentir el calor de los suyos, mi mano trato de aferrar la suya, mas no llegue y caí en un profundo sueño.
Abrí los ojos horas después, Naitiri seguía a mi lado ,al menos esta vez no habia hecho de las suyas y me había dejado tirado.
Su sonrisa ilumino la estancia, acaricio mi pecho con sus dedos ,mientras me preguntaba con toda la cara del mundo que como estaba.
-¿Me has drogado? -pregunté incrédulo -eres terca, cabezota, incapaz de dar tu brazo a torcer y encima recurres a vulgares trucos para lograr tus objetivos.
Enarqué una ceja cuando esta sonrió sin tenerme en cuenta ni una sola de mis palabras, como si ya diera por echo que me iba a enfadar y le importara bien poco que eso sucediera.
Dejé escapar el aire resignado, era cierto, lo necesitaba, no iba a reconocerlo, pero me encontraba infinitamente mejor después de esas horas de placido sueño.
Ahora era ella la que nerviosa trataba de pedirme algo, mis ojos se hundieron en sus pardos sintiendo como sus dedos se paseaban enjugatados por la palma de mi mano haciéndome cosquillas, sintiendo las durezas por el sujetar de la espada y enredándose en mis dedos con suavidad.
-¿Que quieres? -pregunté ladeando la sonrisa. Mis mirada se fijó en ese anillo que bien me podría haber costado la vida y ahora fueron mis dedos los que lo giraron despacio pensando en cosas que nunca diría.
Alcé la mirada al hablarme de los adornos, esos que habíamos visto por las calles mientras llegábamos a la casa.
-Si, me he fijado, parece que va a haber una fiesta ¿no?
Esta asintió y no tardo en decirme que quería asistir a ella, iba a replicar por el peligro que eso podía suponer, mas tenia razón, desde que nos conocimos habíamos buscado esa reliquia, habíamos estado a punto de perder la vida y habíamos discutido infinidad de veces, ambos merecíamos una noche para nosotros, de beber, reír, besarnos, no se, una noche en la que celebráramos que seguíamos juntos. Ella lo necesitaba y para que mentir también yo.
No me hice de rogar y lo del vestido que iba a arrancar al volver basto para hacerme poner en pie.
-Vamos a esa fiesta -susurré contra su boca surcándola con fiereza -bebamos,divirtámonos y después volvamos a quitar ese vestido que lago me dice que estará de mas y me calentará la noche entera mas que la bebida.
Subimos escaleras arriba dispuestos a arreglarnos para la ocasión, no tarde demasiado en estar listo, claro que pronto entendí porque ella se tomó su tiempo.
Mis ojos se oscurecieron al momento, mis labios se entreabrieron y creo que se me escapó un jadeo.
Un vestido rojo perfectamente amoldado a su cuerpo marcaba cada curva que ponía mas que recta mi hombría.
-¿Dices que solo puedo quitarte el vestido al volver de la fiesta? -pregunté con una picara sonrisa extendiendo mi mano para tomar la ajena y ayudarla a bajar las escaleras -ufffff, estas preciosa.
Moví el cuello a los dos lados, el frenesí me invadía, mis músculos se tensaron como arpas y casi sin meditar en mi estado me puse en pie acercándome a la egipcia para rodear su cintura y perderme en su boca con ansia, ahora el tiempo no me parecía demasiado importante no cuando lo único que necesitaba era usar esa pared como lecho y tomarla de nuevo.
Rudo introduje mi lengua en la ajena, colocado sentía que flotaba, solo sus manos pudieron interponer cierta distancia.
Salvada por dos guardias que provocaron que rugiera por la interrupción, guardé la compostura pues Nai apresó mi brazo al ver mi intento claro de envalentonarme con ellos por no permitirme cumplir mi voluntad, perderme en su cuerpo.
-¿Que puto problema tienen los egipcios? En el norte cuando un hombre viene de una gesta todos sabemos que lo primero es montar a tu mujer, luego celebrar y beber hasta no tenerte en pie.
Negué con la cabeza relamiendome los labios para paladear el sabor de ese beso que había quedado impregnado en ellos y los seguí hasta el salón donde el tipo ese nos esperaba con la corona en sus manos.
De nuevo sus ojos se pasearon por el cuerpo de mi preciosa mujer, gruñí encarandome a él, mas Nai se colocó de frente para evitar todo enfrentamiento. Prendía como la pólvora por la droga que recorría mis venas y que me permitía a su vez mantenerme en pie, no sentía nada, no había dolor, solo adrenalina pura y dura.
Enarqué una ceja al ver a la mujer que había estado manoseando mis heridas con un buen moraton en la mejilla en forma de mano y un anillo sellado en ella.
-Osea ¿a mi no me dejas matarlo y tu cuando yo no miro te lías a golpes con esa?
No pude evitar echarme a reír, Nai me fulminaba con la mirada por no decir la cara de circunstancias de la otra egipcia.
Nai buscó mis labios para callarme, entendía que en mi estado podía liarla en cualquier momento, así que calmo la situación logrando que de nuevo me perdiera en su boca con necesidad absoluta y casi sin darme cuenta estábamos fuera.
-¿estabas celosa? -pregunté rodeando su cintura con mi brazo mientras mordisqueaba su cuello con suavidad, acariciándolo con mi nariz, parecía un pulpo pues por mas que la egipcia luchaba por separar mis manos de sus caderas, cintura y demás, no lo lograba, algo que al final provoco su risa.
Miré los adornos, parecía que se estaba preparando un fiesta bastante impresionante, nada tenia que ver con las norteñas, pero la ciudad quedaba engalanada para ella, así centre risas cómplices conmigo apresando su cuerpo y su espalda acariciando mi pecho, llegamos hasta la casa donde habíamos descansado los primeros días que pasamos en Egipto.
Corrí hacia mi espada, la alcé con una mano sintiéndola templada en mi mano, y la sacudí en el aire comprobando su firmeza, su acero silbó rabioso en aquella sala.
-No sabes lo que la he echado de menos -bromeé desviando mi mirada hacia la egipcia que me miraba sonriendo como si estuviera viendo a un niño con su juguete recién abierto.
Su cuerpo pronto acaparó mi atención, los efectos de la droga remitían y mi cansancio hacia clara mella en mi. Su rostro contra el mio, mordió mi labio inferior poniéndose de puntillas para convencerme de que tomara un baño, que me haría bien, pero no teníamos tiempo para eso, así que le repliqué tantas veces como pude, alegue a la seguridad, a todo, mas ella finalmente y como de costumbre se salio con la suya, así que acabé en el baño ,solo metido en la tina.
-Al menos podías bañarte conmigo -le recriminé con un grito desde arriba -las mujeres norteñas bañan a sus hombres y les hacen otras cosas.
Acabé y limpio y bastante mas relajado bajé junto a ella al sofá, estaba preciosa peleándose con esos diarios que daba vueltas sin parar tratando de encontrar la información necesaria que nos llevara a la reliquia.
Me acerqué sin molestar y bese su cuello dejando que mi aliento impactara en este, elevo la mira para de nuevo encontrarse nuestros labios con tibias caricias que dieron paso a un beso cálido, sentido, al menos por mi parte.
Junto a ella tenia una jarra, ladeé la sonría relamiendome después.
-¿hidromiel? -pregunté, por fin esa mujer pensaba en aquello que me gustaba, pero pronto me di cuenta de que no se trataba de eso, si no de el maldito antídoto que sabia a rayos -las cosas no cambian -dije con resignación llevándolo a mis labios.
En el futuro Nai también me daba esa mierda, ya podía mezclarla con alcohol por Odin, era asqueroso.
Sus labios me buscaron después de que lo apurara, una recompensa al amago trago. Siguió hablándome, mas me costaba mantener los ojos abiertos, me pesaba todo el cuerpo, su cuerpo se multiplicaban en distintas imágenes.
-¿Me has drogado? -pregunté enredando las palabras -Por Odin, eres...-no acabé la frase cuando mi cuerpo cedió frente al suyo y sentí como sus manos me acomodaban en el sofá, me dejé hacer y solo entreabrí los labios al sentir el calor de los suyos, mi mano trato de aferrar la suya, mas no llegue y caí en un profundo sueño.
Abrí los ojos horas después, Naitiri seguía a mi lado ,al menos esta vez no habia hecho de las suyas y me había dejado tirado.
Su sonrisa ilumino la estancia, acaricio mi pecho con sus dedos ,mientras me preguntaba con toda la cara del mundo que como estaba.
-¿Me has drogado? -pregunté incrédulo -eres terca, cabezota, incapaz de dar tu brazo a torcer y encima recurres a vulgares trucos para lograr tus objetivos.
Enarqué una ceja cuando esta sonrió sin tenerme en cuenta ni una sola de mis palabras, como si ya diera por echo que me iba a enfadar y le importara bien poco que eso sucediera.
Dejé escapar el aire resignado, era cierto, lo necesitaba, no iba a reconocerlo, pero me encontraba infinitamente mejor después de esas horas de placido sueño.
Ahora era ella la que nerviosa trataba de pedirme algo, mis ojos se hundieron en sus pardos sintiendo como sus dedos se paseaban enjugatados por la palma de mi mano haciéndome cosquillas, sintiendo las durezas por el sujetar de la espada y enredándose en mis dedos con suavidad.
-¿Que quieres? -pregunté ladeando la sonrisa. Mis mirada se fijó en ese anillo que bien me podría haber costado la vida y ahora fueron mis dedos los que lo giraron despacio pensando en cosas que nunca diría.
Alcé la mirada al hablarme de los adornos, esos que habíamos visto por las calles mientras llegábamos a la casa.
-Si, me he fijado, parece que va a haber una fiesta ¿no?
Esta asintió y no tardo en decirme que quería asistir a ella, iba a replicar por el peligro que eso podía suponer, mas tenia razón, desde que nos conocimos habíamos buscado esa reliquia, habíamos estado a punto de perder la vida y habíamos discutido infinidad de veces, ambos merecíamos una noche para nosotros, de beber, reír, besarnos, no se, una noche en la que celebráramos que seguíamos juntos. Ella lo necesitaba y para que mentir también yo.
No me hice de rogar y lo del vestido que iba a arrancar al volver basto para hacerme poner en pie.
-Vamos a esa fiesta -susurré contra su boca surcándola con fiereza -bebamos,divirtámonos y después volvamos a quitar ese vestido que lago me dice que estará de mas y me calentará la noche entera mas que la bebida.
Subimos escaleras arriba dispuestos a arreglarnos para la ocasión, no tarde demasiado en estar listo, claro que pronto entendí porque ella se tomó su tiempo.
Mis ojos se oscurecieron al momento, mis labios se entreabrieron y creo que se me escapó un jadeo.
Un vestido rojo perfectamente amoldado a su cuerpo marcaba cada curva que ponía mas que recta mi hombría.
-¿Dices que solo puedo quitarte el vestido al volver de la fiesta? -pregunté con una picara sonrisa extendiendo mi mano para tomar la ajena y ayudarla a bajar las escaleras -ufffff, estas preciosa.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Al llegar lo miré ir hacia la espada y cogerla diciendo que la había echado de menos, y no me extrañaba, siempre la llevaba encima y cuando más la había necesitado no la tenía.
Volvió a buscarme de nuevo pese al cansancio que tenía y pude hacer que se bañara mientras lo oía quejarse desde arriba, si me bañaba con él no podría preparar el calmante que metí en la bebida que más tarde le di y que le hizo dormir durante el resto del día, algo que le iba a venir muy bien. Cuando despertó sabía que se iba a enfadar, pero me importaba más bien poco porque lo necesitaba. Sus ojos consiguieron centrarse en los míos cuando le pregunté qué tal estaba y me miró frunciendo el ceño, preguntándome directamente si lo había drogado. Bueno, pues sí… así había sido.
-He tenido que hacerlo porque no me ibas a dejar alternativa, necesitabas descansar y puedes decirme todo lo que quieras… pero sé que te ha sentado bien porque solo hay que ver la cara que traías cuando te has levantado antes, y la que tienes ahora tras las horas de sueño. Necesitabas reposo y sabía que, con lo terco, testarudo y obstinado que eres no ibas a hacerme caso –le devolví sin importarme que se enfadara, en lo que él estaba dormido había pensado pedirle que fuéramos a la fiesta que había esa noche, me apetecía mucho ir y nos iba a venir muy bien a los dos. Mis dedos acariciaron su mano mientras le explicaba lo que quería y él me decía, con una sonrisa ladeada, que le dijera lo que quería pedirle. Ahora su mirada bajó al anillo de nuevo y miré cómo sus dedos lo giraban puesto en mí dedo, produciéndome unas leves cosquillas al ser girado. Sabía que se iba a negar a lo de la fiesta, si me había costado horrores convencerle de que se tomara un simple baño, ¿cuánto me costaría convencerlo para la fiesta? Pero quería ir, de hecho, es que iba a ir… solo que prefería evitar el numerito de la mañana anterior en la que me tuve que escabullir como si estuviera haciendo algo malo, y a él le sentaría bastante bien.
De los días que llevábamos allí nada más que había conocido la cara oscura de Guiza, una cara que yo misma había descubierto en el viaje y quería hacerle ver que había otra cara que debía de conocer, y si no era a través de la fiesta no iba a conocerla nunca. Dejarse envolver por la magia del lugar, las leyendas, los mitos, las historias de los Dioses, toda la mitología que a mí me pequeña me enamoró y me hizo tener el trabajo que a día de hoy tenía. Nuestras culturas no eran tan diferentes, cambiaban algunas cosas, pero eran muy parecidas y estaba convencida de que le iba a gustar. Nada mejor como la fiesta de la entrada de la primavera para ello, el punto álgido era justo a media noche con las ofrendas que se hacían, la gente cantando, bailando, bebiendo, comiendo… iba a conocer esa cara y sabía que le iba a gustar.
Los dos necesitábamos una noche para olvidarnos del motivo verdadero por el que habíamos ido allí y disfrutar, y no había mejor noche que esa cuando era la fiesta y las ofrendas, ya tendríamos el resto para volver a la realidad pero por esa noche… quería escapar un poco de ella. ¿Qué había de malo en que fuéramos dos personas más en mitad de una fiesta, llena de tradiciones y leyendas, de cultura, que había perdurado durante milenios? Nos merecíamos ese descanso, por mí; porque estaba al borde de lo que podría decirse que era mí zona tranquila en la que en mi día a día no había mucho sobresalto y estaba llegando al límite, y por él; porque necesitaba una noche de descanso y de despejarse que de otra forma no me haría caso de tener.
No pude evitar reírme cuando hablé finalmente del vestido, sabía que iba a prestar especial atención a ese detalle y sobre todo al hecho de que luego pudiera quitármelo… era un punto débil en el vikingo, uno que él mismo había expuesto, y si debía de jugar esa carta por Ra que lo haría. Se levantó sin ponerme pega alguna, buscó mí boca para invadirla se esa forma tan… salvaje pero que desprendía pasión al mismo tiempo que tenía, y estuvo de acuerdo conmigo. Debía de grabar ese momento en mí mente, por una vez no me había puesto pegas y había aceptado, así que no dije nada y volví a reírme cuando hizo alusión al vestido… si él supiera cómo era el vestido… bueno, le daría la sorpresa.
Nada más subir aproveché para bañarme mientras él se cambiaba, le había dejado ropa típica que solía ponerse los lugareños para las celebraciones y que no fuera nada que no le hiciera sentir incómodo, y luego fui a la habitación para sacar el vestido del armario. No me había preguntado de dónde lo había sacado, y no iba a decirle que lo había dejado solo mientras dormía un momento porque fui a comprar la ropa, pero ya había tomado la decisión en ese momento y confié en que podía hacer que fuera a la fiesta conmigo. Lo saqué del armario y lo dejé extendido sobre la cama, me mordí el labio contemplándolo y me pregunté si no me pondría alguna pega por ello pero… muchas irían de esa forma vestida, me encogí de hombros y no hice caso de ese pensamiento que tan rápido como llegó se fue.
Me miré en el espejo para ver cómo quedaba el vestido, este era de tela fina y suave que se ajustaba a mí cuerpo. Tenía solo un tirante en uno de los lados que caía hacia el mientras que en el otro lado no había, bajo el escote este un cinturón dorado, que llevaba una cenefa decorativa en negro como si fueran olas, bajaba por los costados ya la mitad del muslo una abertura que caía hasta el final del vestido y que me permitía movilidad, el collar de mí madre que se veía y un brazalete dorado en uno de los brazos. Un poco de maquillaje, lo justo para realzar mis ojos y mis labios y… lista.
Mientras bajaba por las escaleras hacia el comedor donde él ya sabía que estaría esperándome me pregunté si me quitaría ya el vestido o si podría aguantar toda la noche viéndome con el puesto, la primera reacción la tuve cuando entré en su campo de visión y sus ojos me recorrieron despacio sin perder detalle alguno mientras yo seguía bajando peldaño a peldaño, sonreí al ver cómo sus labios se entreabrían observándome y terminé por soltar una risa ante su pregunta cogiendo su mano para terminar de bajar las escaleras y quedarme delante de él, le sonreí por el cumplido y arreglé el chaleco que llevaba para mirarlo a los ojos sin dejar de sonreír.
-Gracias, tú también estás muy guapo vestido así –le lancé una sonrisa sincera y me mordí el labio sin contestarle todavía a la pregunta del vestido- Bueno… había pensado que me lo quitaras aquí cuando llegáramos, y salvo que quieras que me vean desnuda… -ladeé la cabeza un poco- cosa que sé que no, pues sí, solo me puedes quitar el vestido cuando lleguemos –alcé un dedo en su dirección- ¿Podrás aguantar? –Le desafié divertida, quizás así también hacía que aguantara un poquito más- Venga vamos, seguro que la fiesta ya ha empezado –cogí su mano con la mía y tiré de él para dirigirnos a la puerta y salir mezclándonos con el ambiente de las calles. Las calles y las casas estaban adornadas e iluminadas como con farolillos con figuras y la gente ya estaba en las calles con los puestos que habían montados, llenos de comida, de bebida, artesanía, joyería, incluso juegos típicos para conseguir premios… de muchas cosas diferente- Deberíamos de ir hacia la plaza, o si quieres puedo darte un tour por las calles… aún hay tiempo para la media noche –la última vez que había acudido a esa fiesta había sido con mis padres y yo era muy pequeña, y tal y como recordaba se podía oír la música por el lugar y la ciudad se llenaba de música y de vida, me acerqué a uno de los puestos y tiré de él para que me siguiera donde había diferentes platos, enormes todos ellos, y cogí un trozo de carne de uno que llevaba salsa y me giré a él- prueba esto –le di el trozo para que probara y luego lamí los dedos manchados mientras él degustaba- era mi favorito de pequeña –cogí dos jarras vacías que había más adelante y las llené para darle una al vikingo- la gente ofrece lo que tiene sin pedir nada a cambio, solo algunos puestos que no sean de comida lo hacen, y para ellos es como una ofrenda… no estás obligado a hacer una, pero también puedes ir a la plaza y dejar otra ofrenda diferente antes de que sea media noche –expliqué porque yo no sabía cómo serían sus fiestas- no será hidromiel y no estarás en el norte pero estoy convencida de que no diferirá mucho de las fiestas que hacéis allí, bueno… vosotros siempre tenéis el plus del sexo en vuestra cultura –sonreí medio divertida por ello, ya me lo había dejado en claro ese pequeño detalle muchas veces- espero que disfrutes de este descanso, y de esta noche. Por nosotros, skol –dije levantando la jarra a modo de brindis y beber de ella, al terminar me acerqué rodeando su cuello para besar sus labios apoderándome de su boca por unos momentos, en los que dejé un mordisco en el labio inferior antes de separarme.
Le sonreí y entre risas seguimos avanzando por las calles probando de diferentes puestos los tipos de comida que había, dándonos de comer y con las jarras en la mano sin parar de reírnos, noté que los dos estábamos diferentes sin la preocupación o el estar pendiente de que pudieran atacarnos, como liberados… y me gustó, ya era hora de que disfrutáramos un poco. Notaba las miradas sobre nosotros y supe que no era porque llevaba una espada en su espalda, era consciente de que él llamaba la atención y eso me provocaba una sonrisa ladeada. Su brazo ahora rodeaba mí cintura, faltaba poco para la media noche y aunque yo iba por mí segunda jarra, el desconocía ya las que se había tomado. Mis ojos se centraron en un puesto que había de juegos, donde vi un peluche de una pantera negra que me hizo tirar del vikingo en la dirección donde estaba. Era como la que una vez había querido de pequeña y no pude obtener.
Pese a las risas del vikingo que me decía que era un juego de niños lo miré de reojo y le saqué la lengua, como si fuera una niña pequeña, antes de pagar al hombre para poder jugar. Eran cinco aros que debías de meter en diferentes lugares para conseguir puntos y obtener así lo que querías, tras mí intento… no conseguí lo que quería, para diversión del vikingo por haber fallado un juego de niños, al girarme lo miré y le puse morritos como si fuera una niña pequeña de verdad insistiéndole en que quería el peluche para que jugara él y lo consiguiera de mí. Al final, tras mucho insistirle con esa sonrisa socarrona de diversión que portaba en sus labios, acabé mordiendo su labio inferior buscándolo y provocándolo y… no le quedó más remedio que jugar. Para él no fue nada complicado, claro, ¿cómo iba a serlo si era un guerrero? Obtuve mí peluche y se lo agradecí besándolo siendo yo esa vez quien traspasó sus labios y mí lengua arrasó con su boca terminando en un beso un poco más lento con un mordisco en su labio.
-Gracias –le sonreí y volví a tirar de él enlazando nuestras manos para acercarnos donde había gente tocando música y había gente bailando alrededor, me fijé en una niña pequeña que tendría quizás ocho años que estaba bailando con un traje que la hacía parecer como una pequeña princesa, sonreí cuando se fijó varias veces en nosotros y aunque primero pensé que era el peluche, en realidad se fijaba en el vikingo, cosa que me hizo gracia- creo que le gustas –murmuré para luego ver como más tarde la niña se acercaba hacia nosotros, a lo que terminé por agacharme para quedar a su altura- hola preciosa –la saludé y me sonrió presentándose- dime, ¿quieres el peluche? –porque lo más lógico es que fuera lo que quería en realidad, y negó con la cabeza- ¿Ah no? –me hice la sorprendida y tuve piedad con ella- ¿quieres.... bailar con él? –La niña lo miró y le regaló una sonrisa- pues no se hable más –me levanté cogiendo la jarra del vikingo dándole un pequeño empujón- Venga, no puedes negarte a este encanto de niña que ha tenido el valor de acercarse, si fuera ella, yo también lo habría hecho –le sonreí divertida- venga, corre a bailar con ella… yo te espero aquí –otro momento que iba a grabar en mí mente, sin duda alguna.
Volvió a buscarme de nuevo pese al cansancio que tenía y pude hacer que se bañara mientras lo oía quejarse desde arriba, si me bañaba con él no podría preparar el calmante que metí en la bebida que más tarde le di y que le hizo dormir durante el resto del día, algo que le iba a venir muy bien. Cuando despertó sabía que se iba a enfadar, pero me importaba más bien poco porque lo necesitaba. Sus ojos consiguieron centrarse en los míos cuando le pregunté qué tal estaba y me miró frunciendo el ceño, preguntándome directamente si lo había drogado. Bueno, pues sí… así había sido.
-He tenido que hacerlo porque no me ibas a dejar alternativa, necesitabas descansar y puedes decirme todo lo que quieras… pero sé que te ha sentado bien porque solo hay que ver la cara que traías cuando te has levantado antes, y la que tienes ahora tras las horas de sueño. Necesitabas reposo y sabía que, con lo terco, testarudo y obstinado que eres no ibas a hacerme caso –le devolví sin importarme que se enfadara, en lo que él estaba dormido había pensado pedirle que fuéramos a la fiesta que había esa noche, me apetecía mucho ir y nos iba a venir muy bien a los dos. Mis dedos acariciaron su mano mientras le explicaba lo que quería y él me decía, con una sonrisa ladeada, que le dijera lo que quería pedirle. Ahora su mirada bajó al anillo de nuevo y miré cómo sus dedos lo giraban puesto en mí dedo, produciéndome unas leves cosquillas al ser girado. Sabía que se iba a negar a lo de la fiesta, si me había costado horrores convencerle de que se tomara un simple baño, ¿cuánto me costaría convencerlo para la fiesta? Pero quería ir, de hecho, es que iba a ir… solo que prefería evitar el numerito de la mañana anterior en la que me tuve que escabullir como si estuviera haciendo algo malo, y a él le sentaría bastante bien.
De los días que llevábamos allí nada más que había conocido la cara oscura de Guiza, una cara que yo misma había descubierto en el viaje y quería hacerle ver que había otra cara que debía de conocer, y si no era a través de la fiesta no iba a conocerla nunca. Dejarse envolver por la magia del lugar, las leyendas, los mitos, las historias de los Dioses, toda la mitología que a mí me pequeña me enamoró y me hizo tener el trabajo que a día de hoy tenía. Nuestras culturas no eran tan diferentes, cambiaban algunas cosas, pero eran muy parecidas y estaba convencida de que le iba a gustar. Nada mejor como la fiesta de la entrada de la primavera para ello, el punto álgido era justo a media noche con las ofrendas que se hacían, la gente cantando, bailando, bebiendo, comiendo… iba a conocer esa cara y sabía que le iba a gustar.
Los dos necesitábamos una noche para olvidarnos del motivo verdadero por el que habíamos ido allí y disfrutar, y no había mejor noche que esa cuando era la fiesta y las ofrendas, ya tendríamos el resto para volver a la realidad pero por esa noche… quería escapar un poco de ella. ¿Qué había de malo en que fuéramos dos personas más en mitad de una fiesta, llena de tradiciones y leyendas, de cultura, que había perdurado durante milenios? Nos merecíamos ese descanso, por mí; porque estaba al borde de lo que podría decirse que era mí zona tranquila en la que en mi día a día no había mucho sobresalto y estaba llegando al límite, y por él; porque necesitaba una noche de descanso y de despejarse que de otra forma no me haría caso de tener.
No pude evitar reírme cuando hablé finalmente del vestido, sabía que iba a prestar especial atención a ese detalle y sobre todo al hecho de que luego pudiera quitármelo… era un punto débil en el vikingo, uno que él mismo había expuesto, y si debía de jugar esa carta por Ra que lo haría. Se levantó sin ponerme pega alguna, buscó mí boca para invadirla se esa forma tan… salvaje pero que desprendía pasión al mismo tiempo que tenía, y estuvo de acuerdo conmigo. Debía de grabar ese momento en mí mente, por una vez no me había puesto pegas y había aceptado, así que no dije nada y volví a reírme cuando hizo alusión al vestido… si él supiera cómo era el vestido… bueno, le daría la sorpresa.
Nada más subir aproveché para bañarme mientras él se cambiaba, le había dejado ropa típica que solía ponerse los lugareños para las celebraciones y que no fuera nada que no le hiciera sentir incómodo, y luego fui a la habitación para sacar el vestido del armario. No me había preguntado de dónde lo había sacado, y no iba a decirle que lo había dejado solo mientras dormía un momento porque fui a comprar la ropa, pero ya había tomado la decisión en ese momento y confié en que podía hacer que fuera a la fiesta conmigo. Lo saqué del armario y lo dejé extendido sobre la cama, me mordí el labio contemplándolo y me pregunté si no me pondría alguna pega por ello pero… muchas irían de esa forma vestida, me encogí de hombros y no hice caso de ese pensamiento que tan rápido como llegó se fue.
Me miré en el espejo para ver cómo quedaba el vestido, este era de tela fina y suave que se ajustaba a mí cuerpo. Tenía solo un tirante en uno de los lados que caía hacia el mientras que en el otro lado no había, bajo el escote este un cinturón dorado, que llevaba una cenefa decorativa en negro como si fueran olas, bajaba por los costados ya la mitad del muslo una abertura que caía hasta el final del vestido y que me permitía movilidad, el collar de mí madre que se veía y un brazalete dorado en uno de los brazos. Un poco de maquillaje, lo justo para realzar mis ojos y mis labios y… lista.
Mientras bajaba por las escaleras hacia el comedor donde él ya sabía que estaría esperándome me pregunté si me quitaría ya el vestido o si podría aguantar toda la noche viéndome con el puesto, la primera reacción la tuve cuando entré en su campo de visión y sus ojos me recorrieron despacio sin perder detalle alguno mientras yo seguía bajando peldaño a peldaño, sonreí al ver cómo sus labios se entreabrían observándome y terminé por soltar una risa ante su pregunta cogiendo su mano para terminar de bajar las escaleras y quedarme delante de él, le sonreí por el cumplido y arreglé el chaleco que llevaba para mirarlo a los ojos sin dejar de sonreír.
-Gracias, tú también estás muy guapo vestido así –le lancé una sonrisa sincera y me mordí el labio sin contestarle todavía a la pregunta del vestido- Bueno… había pensado que me lo quitaras aquí cuando llegáramos, y salvo que quieras que me vean desnuda… -ladeé la cabeza un poco- cosa que sé que no, pues sí, solo me puedes quitar el vestido cuando lleguemos –alcé un dedo en su dirección- ¿Podrás aguantar? –Le desafié divertida, quizás así también hacía que aguantara un poquito más- Venga vamos, seguro que la fiesta ya ha empezado –cogí su mano con la mía y tiré de él para dirigirnos a la puerta y salir mezclándonos con el ambiente de las calles. Las calles y las casas estaban adornadas e iluminadas como con farolillos con figuras y la gente ya estaba en las calles con los puestos que habían montados, llenos de comida, de bebida, artesanía, joyería, incluso juegos típicos para conseguir premios… de muchas cosas diferente- Deberíamos de ir hacia la plaza, o si quieres puedo darte un tour por las calles… aún hay tiempo para la media noche –la última vez que había acudido a esa fiesta había sido con mis padres y yo era muy pequeña, y tal y como recordaba se podía oír la música por el lugar y la ciudad se llenaba de música y de vida, me acerqué a uno de los puestos y tiré de él para que me siguiera donde había diferentes platos, enormes todos ellos, y cogí un trozo de carne de uno que llevaba salsa y me giré a él- prueba esto –le di el trozo para que probara y luego lamí los dedos manchados mientras él degustaba- era mi favorito de pequeña –cogí dos jarras vacías que había más adelante y las llené para darle una al vikingo- la gente ofrece lo que tiene sin pedir nada a cambio, solo algunos puestos que no sean de comida lo hacen, y para ellos es como una ofrenda… no estás obligado a hacer una, pero también puedes ir a la plaza y dejar otra ofrenda diferente antes de que sea media noche –expliqué porque yo no sabía cómo serían sus fiestas- no será hidromiel y no estarás en el norte pero estoy convencida de que no diferirá mucho de las fiestas que hacéis allí, bueno… vosotros siempre tenéis el plus del sexo en vuestra cultura –sonreí medio divertida por ello, ya me lo había dejado en claro ese pequeño detalle muchas veces- espero que disfrutes de este descanso, y de esta noche. Por nosotros, skol –dije levantando la jarra a modo de brindis y beber de ella, al terminar me acerqué rodeando su cuello para besar sus labios apoderándome de su boca por unos momentos, en los que dejé un mordisco en el labio inferior antes de separarme.
Le sonreí y entre risas seguimos avanzando por las calles probando de diferentes puestos los tipos de comida que había, dándonos de comer y con las jarras en la mano sin parar de reírnos, noté que los dos estábamos diferentes sin la preocupación o el estar pendiente de que pudieran atacarnos, como liberados… y me gustó, ya era hora de que disfrutáramos un poco. Notaba las miradas sobre nosotros y supe que no era porque llevaba una espada en su espalda, era consciente de que él llamaba la atención y eso me provocaba una sonrisa ladeada. Su brazo ahora rodeaba mí cintura, faltaba poco para la media noche y aunque yo iba por mí segunda jarra, el desconocía ya las que se había tomado. Mis ojos se centraron en un puesto que había de juegos, donde vi un peluche de una pantera negra que me hizo tirar del vikingo en la dirección donde estaba. Era como la que una vez había querido de pequeña y no pude obtener.
Pese a las risas del vikingo que me decía que era un juego de niños lo miré de reojo y le saqué la lengua, como si fuera una niña pequeña, antes de pagar al hombre para poder jugar. Eran cinco aros que debías de meter en diferentes lugares para conseguir puntos y obtener así lo que querías, tras mí intento… no conseguí lo que quería, para diversión del vikingo por haber fallado un juego de niños, al girarme lo miré y le puse morritos como si fuera una niña pequeña de verdad insistiéndole en que quería el peluche para que jugara él y lo consiguiera de mí. Al final, tras mucho insistirle con esa sonrisa socarrona de diversión que portaba en sus labios, acabé mordiendo su labio inferior buscándolo y provocándolo y… no le quedó más remedio que jugar. Para él no fue nada complicado, claro, ¿cómo iba a serlo si era un guerrero? Obtuve mí peluche y se lo agradecí besándolo siendo yo esa vez quien traspasó sus labios y mí lengua arrasó con su boca terminando en un beso un poco más lento con un mordisco en su labio.
-Gracias –le sonreí y volví a tirar de él enlazando nuestras manos para acercarnos donde había gente tocando música y había gente bailando alrededor, me fijé en una niña pequeña que tendría quizás ocho años que estaba bailando con un traje que la hacía parecer como una pequeña princesa, sonreí cuando se fijó varias veces en nosotros y aunque primero pensé que era el peluche, en realidad se fijaba en el vikingo, cosa que me hizo gracia- creo que le gustas –murmuré para luego ver como más tarde la niña se acercaba hacia nosotros, a lo que terminé por agacharme para quedar a su altura- hola preciosa –la saludé y me sonrió presentándose- dime, ¿quieres el peluche? –porque lo más lógico es que fuera lo que quería en realidad, y negó con la cabeza- ¿Ah no? –me hice la sorprendida y tuve piedad con ella- ¿quieres.... bailar con él? –La niña lo miró y le regaló una sonrisa- pues no se hable más –me levanté cogiendo la jarra del vikingo dándole un pequeño empujón- Venga, no puedes negarte a este encanto de niña que ha tenido el valor de acercarse, si fuera ella, yo también lo habría hecho –le sonreí divertida- venga, corre a bailar con ella… yo te espero aquí –otro momento que iba a grabar en mí mente, sin duda alguna.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Tomó mi mano tras lanzarme un reto que no sabia si podría superar pues mis ganas por montarla eran inmensas y aun no habíamos salido de la casa.
Ladeé la sonrisa negando, tenia razón en algo, la quería desnuda pero solo para mi, así que me dejé arrastrar entre risas perdiéndonos por las engalanadas calles de Egipto.
La música era envolvente, así como los distintos olores que desprendían los puestos con carpas de colores. Los farolillos iluminaban las calles y las gentes animadas bailaban al ritmo del son de distintos instrumentos bebiendo y comiendo por allí por donde pasaban.
Abrí la boca para degustar un trozo de carne con salsa, estaba buenísimo, me relamí los labios antes de acortar distancia y besar los ajenos cerrando los ojos para convertirlo en un beso mas largo de lo esperado.
Seguimos fundiendonos en el ambiente como dos personas mas, que simplemente se divierten, atrás quedaban las batallas, la reliquia, los pergaminos y diarios, solo ella y yo y esa forma de mirarnos.
Tomé la jarra que me dio repleta de cerveza y pronto la llevé a mis labios para aplacar mi sed, pese a ser de noche, hacia calor para mi, estaba acostumbrado a las temperaturas nórdicas y Egipto era caliente, casi tanto como la mujer que me acompañaba.
Reí cuando hablo de que sus fiestas posiblemente no diferían mucho de las mías, claro que en eso tenia razón nosotros siempre teníamos el plus de sexo.
-Hay que entrar en calor -dije sin perder la ladeada sonrisa que pronto volvió hasta sus labios para apresarlos.
-En el norte tenemos fiestas distintas, supongo que esta es la que mas se parecería a la de la cosecha, la fertilidad..en ella rendimos tributo a la diosa Freya para que convierta nuestros campos y mujeres en fértiles.
También se hacen ofrendas, mas bien sacrificios y se bebe, se baila, se come y se folla ¿si no para que pedir que nuestras mujeres sean fértiles? -dejé escapar unas carcajadas dejándome llevar de su mano hacia el centro de la plaza.
Omití otras celebraciones bastante mas barbaras, que posiblemente no le gustaran en absoluto y que por supuesto nada tenia que ver con las ofrendas caritativas de las que ella hablaba, si no del sacrificio de un vikingo para acompañar a Odin y a nosotros en la batalla, prósperos saqueos y defensa de nuestras ciudades que quedaban mas desprotegidas de hombres y en su mayoría era vigiladas por las escuderas.
Claro que nuestras mujeres no eran precisamente féminas como cualquiera de las que por allí podía ver, las nuestras eran fuego, templadas como nosotros con el acero, fuertes, afiladas como dagas, sin duda solo las norteñas parían vikingos.
Bueno, y mi madre, que era de París, pero llevaba a mi padre a raya por muy vikingo que fuera.
Me reí de nuevo siguiéndola por las distintas calles, mi brazo rodeaba su cintura, reíamos sin parar brindando, animados, habíamos perdido la noción del tiempo, simplemente nos disfrutábamos.
Nos detuvimos en un carro donde habían montado un sencillo juego para ganar distintos peluches, a Nai se le antojo uno, así que decidida me pidió que sujetara su jarra para lanzar unos discos que tenia que encalomar con puntería dentro de unos palos.
No pude evitar que me diera un ataque de risa por su torpeza mientras esta me aniquilaba con la mirada para poco después y pensándoselo mejor acortar distancias y hacer lo que siempre hacia, convencerme de todo con algo tan sencillo como sus labios contra los míos y su aliento embriagándome de deseo.
-Esta bien -susurré contra su boca sintiendo un pequeño mordisco en mi inferior, que relamí mientras caminaba hacia el puesto y tomaba los discos que colé con facilidad en su determinado lugar.
Tomé el peluche y se lo entregué no sin antes pedir mi premio, un beso húmedo que pego también nuestros cuerpos, mis manso se deslizaron por su cintura, cadera, muslos, jadeé contra su boca mientras esta reía y tomaba la pantera poniendo de nuevo distancia entre nosotros.
-Por Odin -repliqué fundiendo mi oscurecida mirada en sus pardos resignado.
De nuevo enlazamos las manos y nos dirigimos hacia la plaza principal donde se congregaba la mayor parte de la gente, la música sonaba alta, la gente bailaba y mis manso sobrevolaban su cuerpo plagandola de caricias mientras mis labios recorrían su cuello con suavidad.
Me fijé entonces que se separaba para hablar con una niña que miraba la pantera, creí que se la regalaría y enarqué una ceja, mas pronto descubrí que no era la pantera si no yo al que se quería llevar de trofeo a casa.
-La niña tiene buen gusto -dije entre risas dejando mi jarra sobre un barrica de madera colocada a modo de mesa y tomé la mano de la pequeña mientras miraba de reojo a la egipcia como sonreía.
Allí se bailaba muy distinto a como lo hacia nosotros frente al fuego, parecían tener un patrón y no precisamente ese salvaje al que yo estaba acostumbrado, si que miré a los demás hombres para tratar de copiar algo que ni de lejos me salia, me reí mirando los oscuros ojos de la niña y la alcé en brazos dejándonos llevar por el ritmo frenético de la música, bailar era bailar, que mas daba como, este era mi modo.
La niña reía sin parar, continuamos hasta el fin de esa melodía y despidiéndome de ella regresé junto a la morena preciosa de vestido rojo que seguía mirándome con sus pardos rasgados.
-¿Esas sola? -bromeé tendiéndole la mano para que la tomara y de un tirón seco pegué nuestros cuerpos. La música de nuevo sonaba, mis labios acariciaron los ajenos dejando que mi agitada respiración se perdiera en ellos -¿bailamos? -pregunté bastante animado
Ladeé la sonrisa negando, tenia razón en algo, la quería desnuda pero solo para mi, así que me dejé arrastrar entre risas perdiéndonos por las engalanadas calles de Egipto.
La música era envolvente, así como los distintos olores que desprendían los puestos con carpas de colores. Los farolillos iluminaban las calles y las gentes animadas bailaban al ritmo del son de distintos instrumentos bebiendo y comiendo por allí por donde pasaban.
Abrí la boca para degustar un trozo de carne con salsa, estaba buenísimo, me relamí los labios antes de acortar distancia y besar los ajenos cerrando los ojos para convertirlo en un beso mas largo de lo esperado.
Seguimos fundiendonos en el ambiente como dos personas mas, que simplemente se divierten, atrás quedaban las batallas, la reliquia, los pergaminos y diarios, solo ella y yo y esa forma de mirarnos.
Tomé la jarra que me dio repleta de cerveza y pronto la llevé a mis labios para aplacar mi sed, pese a ser de noche, hacia calor para mi, estaba acostumbrado a las temperaturas nórdicas y Egipto era caliente, casi tanto como la mujer que me acompañaba.
Reí cuando hablo de que sus fiestas posiblemente no diferían mucho de las mías, claro que en eso tenia razón nosotros siempre teníamos el plus de sexo.
-Hay que entrar en calor -dije sin perder la ladeada sonrisa que pronto volvió hasta sus labios para apresarlos.
-En el norte tenemos fiestas distintas, supongo que esta es la que mas se parecería a la de la cosecha, la fertilidad..en ella rendimos tributo a la diosa Freya para que convierta nuestros campos y mujeres en fértiles.
También se hacen ofrendas, mas bien sacrificios y se bebe, se baila, se come y se folla ¿si no para que pedir que nuestras mujeres sean fértiles? -dejé escapar unas carcajadas dejándome llevar de su mano hacia el centro de la plaza.
Omití otras celebraciones bastante mas barbaras, que posiblemente no le gustaran en absoluto y que por supuesto nada tenia que ver con las ofrendas caritativas de las que ella hablaba, si no del sacrificio de un vikingo para acompañar a Odin y a nosotros en la batalla, prósperos saqueos y defensa de nuestras ciudades que quedaban mas desprotegidas de hombres y en su mayoría era vigiladas por las escuderas.
Claro que nuestras mujeres no eran precisamente féminas como cualquiera de las que por allí podía ver, las nuestras eran fuego, templadas como nosotros con el acero, fuertes, afiladas como dagas, sin duda solo las norteñas parían vikingos.
Bueno, y mi madre, que era de París, pero llevaba a mi padre a raya por muy vikingo que fuera.
Me reí de nuevo siguiéndola por las distintas calles, mi brazo rodeaba su cintura, reíamos sin parar brindando, animados, habíamos perdido la noción del tiempo, simplemente nos disfrutábamos.
Nos detuvimos en un carro donde habían montado un sencillo juego para ganar distintos peluches, a Nai se le antojo uno, así que decidida me pidió que sujetara su jarra para lanzar unos discos que tenia que encalomar con puntería dentro de unos palos.
No pude evitar que me diera un ataque de risa por su torpeza mientras esta me aniquilaba con la mirada para poco después y pensándoselo mejor acortar distancias y hacer lo que siempre hacia, convencerme de todo con algo tan sencillo como sus labios contra los míos y su aliento embriagándome de deseo.
-Esta bien -susurré contra su boca sintiendo un pequeño mordisco en mi inferior, que relamí mientras caminaba hacia el puesto y tomaba los discos que colé con facilidad en su determinado lugar.
Tomé el peluche y se lo entregué no sin antes pedir mi premio, un beso húmedo que pego también nuestros cuerpos, mis manso se deslizaron por su cintura, cadera, muslos, jadeé contra su boca mientras esta reía y tomaba la pantera poniendo de nuevo distancia entre nosotros.
-Por Odin -repliqué fundiendo mi oscurecida mirada en sus pardos resignado.
De nuevo enlazamos las manos y nos dirigimos hacia la plaza principal donde se congregaba la mayor parte de la gente, la música sonaba alta, la gente bailaba y mis manso sobrevolaban su cuerpo plagandola de caricias mientras mis labios recorrían su cuello con suavidad.
Me fijé entonces que se separaba para hablar con una niña que miraba la pantera, creí que se la regalaría y enarqué una ceja, mas pronto descubrí que no era la pantera si no yo al que se quería llevar de trofeo a casa.
-La niña tiene buen gusto -dije entre risas dejando mi jarra sobre un barrica de madera colocada a modo de mesa y tomé la mano de la pequeña mientras miraba de reojo a la egipcia como sonreía.
Allí se bailaba muy distinto a como lo hacia nosotros frente al fuego, parecían tener un patrón y no precisamente ese salvaje al que yo estaba acostumbrado, si que miré a los demás hombres para tratar de copiar algo que ni de lejos me salia, me reí mirando los oscuros ojos de la niña y la alcé en brazos dejándonos llevar por el ritmo frenético de la música, bailar era bailar, que mas daba como, este era mi modo.
La niña reía sin parar, continuamos hasta el fin de esa melodía y despidiéndome de ella regresé junto a la morena preciosa de vestido rojo que seguía mirándome con sus pardos rasgados.
-¿Esas sola? -bromeé tendiéndole la mano para que la tomara y de un tirón seco pegué nuestros cuerpos. La música de nuevo sonaba, mis labios acariciaron los ajenos dejando que mi agitada respiración se perdiera en ellos -¿bailamos? -pregunté bastante animado
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
La ciudad estaba tal y como la recordaba en esa fecha y en esa festividad en concreto donde se daba paso a la entrada de la primavera y la gente hacía ofrendas para conmemorar la entrada. El ambiente era el mismo que cuando la última vez que lo pude presenciar que fue mí último año de estar en Guiza y sonreí ante los buenos recuerdos, enseñándole al vikingo aquella fiesta que distaba mucho de lo que había conocido de mí país y de mí ciudad, ese era el Egipto que yo recordaba, y no el que había vivido esos días que llevábamos allí. Los guardias patrullaban las calles y estaba todo tan lleno de gente que podíamos darnos el lujo de saber que no nos iban a atacar, no con las calles tan abarrotadas como lo estaban. Los farolillos adornaban las casas y las calles plagando estas de colores diferentes, los aromas que se combinaban en el aire, la música que llenaba todo de vida… habían un buen ambiente y pensé que íbamos a pasar una muy buena noche.
Le escuché cuando habló sobre algunas tradiciones que ellos tenían así como sus festividades y sí, la que se celebraba allí era parecida a la de la cosecha, aunque claro, sabía que los vikingos tenían más cosas que añadían en sus fiestas y que algunas también eran muy distintas que diferían de las nuestras pero en eso consistía cada cultura, cada una rendía culto a su manera aunque muchas se parecieran. Y es que si te parabas a pensarlo por un momento la cultura Egipcia y la Nórdica se parecían muchísimo, ambos tenían muchos Dioses a los que adoraban y eran los creadores de todo lo que había en la tierra, se hacían ofrendas a estos, cultos y festividades muy parecidas aunque cada uno a su manera. Pero en lo que a mitología se refería eran casi iguales… como el vikingo y yo, tan iguales que muchas veces chocábamos y explotábamos teniendo las pelas que teníamos.
Los dos teníamos caracteres fuertes que chocaban, y aun así después de haber pasado todos estos días juntos se notaba que había cierta complicidad entre los dos, no entendía por qué había aparecido tan pronto y quizás fuera porque estar en momentos al borde de la muerte cambiaban las cosas… aparte de esa complicidad lo que no se podía negar que había desde el primer momento había sido atracción, claro que al principio lo único que había querido era alejarme y huir del vikingo que me había secuestrado. Y el claro ejemplo era que no parábamos de buscarnos en todo momento, besos, caricias, miradas… todo apuntaba a lo que realmente pasaba. Pero es que cuando estábamos así, sin discutir, me sentía cómoda con él y no me daba vergüenza mostrar ciertos aspectos que tenía, como por ejemplo, el infantil con el peluche.
-¿Sabes? Algún día me gustaría ver alguna celebración vikinga, sé que tenéis diferentes en cuanto a… bueno, algunas son un poco más… ¿fuertes? –Dije ladeando un poco la cabeza, porque no quería ofender para nada sus costumbres- pero, si te paras a pensarlo, ambas son bastante parecidas. Como tú y yo –alegué porque cuanto más lo pensaba más veía que era así- somos tan parecidos que chocamos, de hecho, de vez en cuando me pregunto si habrá algún día que nos discutamos y que lo pasemos “en paz”… creo que sería todo un reto –reí sin poder evitarlo tras haberme conseguido el peluche y decidir ir hacia la plaza central- Por eso decidí estudiar también la mitología nórdica, porque tenía muchos matices parecidos con la egipcia y me dio curiosidad… -y yo, que era una mujer de lo más curiosa, pues no pude evitar estudiarla. Tiré de él para llevarlo hasta la plaza donde había más gente bailando al ritmo de la música que se estaba tocando, sentía sus dedos acariciar mí piel, su respiración en mí cuello y sus labios dejando caricias por este. Había rodeado mí cintura con su brazo quedando tras de mí, mi mano libre recorría su brazo que me sujetaba mientras veía a la gente bailar frente a nosotros, ya era la cuarta o la quinta vez que la mirada de esa niña se cruzó con la mía y me mordí el labio divertida por ello, era consciente de que algunos nos miraban porque es que el vikingo llamaba la atención allá por donde iba, no solo su altura sino también su constitución, la tez más blanca que la nuestra… además de algunas miradas de algunas jóvenes, igual que en el barco que me hacía sonreír sin poder evitarlo. Claro que también sentía que me miraban, pero estaba acostumbrada a que lo hicieran y no reparé en darle importancia alguna. Giré mi rostro para dar con sus labios y besarlos no sin antes decirle que le gustaba a esa niña… niña que, más tarde, se acercó y yo quité el agarre del vikingo para hablar con ella. Era una niña preciosa, tenía unos ojos verdes que cautivaban y su pelo negro como la noche caía en hondas y pequeños tirabuzones igual que el mío- Venga, corre a bailar con ella –le animé al vikingo mientras los veía alejarse y sonreír de lado apoyándome contra una de las paredes que había detrás.
Mis ojos contemplaron divertida como el vikingo intentaba imitar los pasos de los demás hombres mientras la niña se movía con gracia y soltura al ritmo de la música que sonaba, no pude evitar reírme al ver que no lo conseguía pero lejos de quedarse quieto cogió a la niña en brazos y comenzó a bailar con ella para mí sorpresa, observándolos mientras la niña reía en sus brazos divertida por lo que el vikingo hacía. Crucé un brazo por mi pecho y apoyé el otro codo sobre la mano del brazo que había cruzado, sin dejar de mirarlos, con la jarra en la mano. La llevé a mis labios para dar un trago y mordí el borde de este sonriendo observándolos. Sin duda alguna era una imagen muy diferente del vikingo serio y fiero que había visto algunas veces, sobre todo cuando peleaba. La niña se despidió del vikingo con la mano y luego me miró para sonreírme y despedirse con la mano a un gesto que respondí. Vi que él se acercaba y me preguntó si estaba sola, a lo que me señalé incrédula y miré hacia ambos lados como si buscara a alguien, para luego tomar su mano y que me pegara a su cuerpo dejando antes la jarra.
-Debo de decirle, señor, que he venido acompañada por un hombre rubio y de ojos azules también que no creo que vea con buenos ojos el que me haya pedido de bailar –sonreí tratándolo como si no lo conociera- y déjeme decirle, que es un vikingo… además de un poco testarudo, terco, cabezón y… celoso –lo miré divertida por aquella- yo que usted, me pensaría dos veces el invitarme a bailar y mucho más tenerme tan cerca de usted –no pude evitarlo más y ante su cara me eché a reír divertida dejándome llevar para bailar- Así que quieres bailar conmigo… bueno, hace mucho tiempo que no bailo así pero haré mí mejor intento – dejé un breve beso en sus labios y comencé a moverme al ritmo de la música como lo hacían las mujeres, hacía años que no bailaba pero al parecer me acordaba de los pasos, sonreí viendo que él intentaba ir al ritmo pero no podía así que dejé que fuera él quien me llevara y yo bailara a su mismo son porque así iba a ser más fácil, en un momento dado la canción me separé y todas las mujeres que habíamos nos movimos hacia una dirección cambiando de pareja y miré al vikingo divertida porque no entendía qué pasaba y miraba a la joven con la que ahora bailaba como disculpándose por no saber muy bien los pasos, y al final volvimos a movernos de nuevo acabando con la pareja que habíamos empezado el resto de la melodía hasta que esta llegó a su fin. Había sido muy divertido y reí rodeando mis brazos entorno a su cuello mientras los músicos hacían una pausa- has estado muy bien, no sabía que tenías una vena de bailarín –reí divertida acortando la distancia para buscar sus labios y fundirnos en un beso, en una batalla apasionada de nuestras lenguas donde él rodeó mí cintura y me pegó a su cuerpo el tiempo que nos besamos, me separé de sus labios y mordí el inferior tirando de él de forma suave para soltarlo finalmente- Ven, vayamos a beber algo –me había entrado sed después del baile y de aquel beso y de nuevo cogí dos jarras, yo no sé cuántas se había bebido él, pero aquella era mí tercera y ya empezaba a notar el puntillo que llevaba la otra noche.
Le dije que lo mejor era ir al río en un rato así que aprovechamos para comer algo más, porque lo necesitaba si iba a seguir bebiendo, y al final entrelazando nuestros dedos lo conduje hasta el río que es donde se harían otras de las ofrendas y la que más me gustaba porque la luna, llena y hermosa iluminando todo con su luz, daba un aspecto mágico al lugar y al momento. Ya había algo de gente pero sabía que se iba a llenar así que tiré de él y nos metimos como por un muelle que había más pequeño de lo normal donde no había nadie y llegando hasta el final de este le dije que se sentara, para hacerlo yo después. Quité los zapatos dejándolos tras de mí y dejé que mis pies tocaran el agua del río, estaba algo fresquita pero venía bien para el calor que hacía por la noche. Se podía oír la música que provenía de las calles y que luego más tarde acabarían todas allí para la última ofrenda que se hacía, justo a media noche. Toqué el medallón de mí madre que llevaba al cuello, observando la luna que brillaba llena en lo alto alumbrándonos con su luz.
-¿Estás bien? –Pregunté mirándolo porque si yo tenía calor, él no me lo quería ni imaginar teniendo en cuenta las temperaturas que hacían- Sabía que ibas a pasar calor aquí, esto para vosotros es como un verano fuerte ¿no es así? –Miré por un momento las aguas del río, moviendo mis pies en estas y sonreí con algo de malicia- bueno… siempre puedes darte un chapuzón –reí entre dientes para luego dejar un mordisco en su cuello- Oye, ¿quién es Synnobe y Hakon? –Pregunté porque se lo había querido preguntar antes, pero no había encontrado el momento para ello, sentí su mirada en mí y sonreí de lado- los nombraste cuando salíamos de la cámara donde estaba la corona, también nombrase a Niels pero él ya sé que es tú primo –esperé por su respuesta y luego lo miré- mmmm, cierra los ojos un momento –vi como enarcaba una ceja e hice lo mismo para luego sonreír- va, no te hagas de rogar. Cierra los ojos y extiende la mano derecha –pedí para ver como me hacía caso, acerqué mi mano a su rostro como si fuera a pegarle y no hizo movimiento alguno, así que saqué de una pequeña bolsita de satén negra que tenía guardada y saqué lo que había dentro para engancharlo en su muñeca- Ya puedes abrirlos –dije para ver la pulsera, una muy parecida a la que llevaban los vikingos adornaba ahora su muñeca- te la regalo –dije como me había dicho él con el anillo y sonreí. En una de las veces que había ido a por bebida la había comprado a escondidas y lo había guardado- tómatelo como… una pipa de la paz –reí entre dientes y dejé que me lo agradeciera aunque quizás me dijera que no hacía falta, apoyé la cabeza en su hombro y miré hacia el río- ¿Sabes? Esta ofrenda es la que más me gusta porque a media noche pasarán barcos donde a esta altura más o menos soltarán palomas, así como pétalos de flores que cubrirán el río unos farolillos para iluminar el cielo, como una ofrenda… hay gente que también los suelta, la música suena, la gente canta… no sé, tiene algo especial y es una imagen bonita con la luna de fondo sobre el río –lancé un suspiro y luego me reí brevemente con los ojos cerrados todavía apoyada sobre él- Ubbe… no me dejes beber más que empiezo a notar los efectos de las jarras... otra vez –comenté en un tono gracioso.
Le escuché cuando habló sobre algunas tradiciones que ellos tenían así como sus festividades y sí, la que se celebraba allí era parecida a la de la cosecha, aunque claro, sabía que los vikingos tenían más cosas que añadían en sus fiestas y que algunas también eran muy distintas que diferían de las nuestras pero en eso consistía cada cultura, cada una rendía culto a su manera aunque muchas se parecieran. Y es que si te parabas a pensarlo por un momento la cultura Egipcia y la Nórdica se parecían muchísimo, ambos tenían muchos Dioses a los que adoraban y eran los creadores de todo lo que había en la tierra, se hacían ofrendas a estos, cultos y festividades muy parecidas aunque cada uno a su manera. Pero en lo que a mitología se refería eran casi iguales… como el vikingo y yo, tan iguales que muchas veces chocábamos y explotábamos teniendo las pelas que teníamos.
Los dos teníamos caracteres fuertes que chocaban, y aun así después de haber pasado todos estos días juntos se notaba que había cierta complicidad entre los dos, no entendía por qué había aparecido tan pronto y quizás fuera porque estar en momentos al borde de la muerte cambiaban las cosas… aparte de esa complicidad lo que no se podía negar que había desde el primer momento había sido atracción, claro que al principio lo único que había querido era alejarme y huir del vikingo que me había secuestrado. Y el claro ejemplo era que no parábamos de buscarnos en todo momento, besos, caricias, miradas… todo apuntaba a lo que realmente pasaba. Pero es que cuando estábamos así, sin discutir, me sentía cómoda con él y no me daba vergüenza mostrar ciertos aspectos que tenía, como por ejemplo, el infantil con el peluche.
-¿Sabes? Algún día me gustaría ver alguna celebración vikinga, sé que tenéis diferentes en cuanto a… bueno, algunas son un poco más… ¿fuertes? –Dije ladeando un poco la cabeza, porque no quería ofender para nada sus costumbres- pero, si te paras a pensarlo, ambas son bastante parecidas. Como tú y yo –alegué porque cuanto más lo pensaba más veía que era así- somos tan parecidos que chocamos, de hecho, de vez en cuando me pregunto si habrá algún día que nos discutamos y que lo pasemos “en paz”… creo que sería todo un reto –reí sin poder evitarlo tras haberme conseguido el peluche y decidir ir hacia la plaza central- Por eso decidí estudiar también la mitología nórdica, porque tenía muchos matices parecidos con la egipcia y me dio curiosidad… -y yo, que era una mujer de lo más curiosa, pues no pude evitar estudiarla. Tiré de él para llevarlo hasta la plaza donde había más gente bailando al ritmo de la música que se estaba tocando, sentía sus dedos acariciar mí piel, su respiración en mí cuello y sus labios dejando caricias por este. Había rodeado mí cintura con su brazo quedando tras de mí, mi mano libre recorría su brazo que me sujetaba mientras veía a la gente bailar frente a nosotros, ya era la cuarta o la quinta vez que la mirada de esa niña se cruzó con la mía y me mordí el labio divertida por ello, era consciente de que algunos nos miraban porque es que el vikingo llamaba la atención allá por donde iba, no solo su altura sino también su constitución, la tez más blanca que la nuestra… además de algunas miradas de algunas jóvenes, igual que en el barco que me hacía sonreír sin poder evitarlo. Claro que también sentía que me miraban, pero estaba acostumbrada a que lo hicieran y no reparé en darle importancia alguna. Giré mi rostro para dar con sus labios y besarlos no sin antes decirle que le gustaba a esa niña… niña que, más tarde, se acercó y yo quité el agarre del vikingo para hablar con ella. Era una niña preciosa, tenía unos ojos verdes que cautivaban y su pelo negro como la noche caía en hondas y pequeños tirabuzones igual que el mío- Venga, corre a bailar con ella –le animé al vikingo mientras los veía alejarse y sonreír de lado apoyándome contra una de las paredes que había detrás.
Mis ojos contemplaron divertida como el vikingo intentaba imitar los pasos de los demás hombres mientras la niña se movía con gracia y soltura al ritmo de la música que sonaba, no pude evitar reírme al ver que no lo conseguía pero lejos de quedarse quieto cogió a la niña en brazos y comenzó a bailar con ella para mí sorpresa, observándolos mientras la niña reía en sus brazos divertida por lo que el vikingo hacía. Crucé un brazo por mi pecho y apoyé el otro codo sobre la mano del brazo que había cruzado, sin dejar de mirarlos, con la jarra en la mano. La llevé a mis labios para dar un trago y mordí el borde de este sonriendo observándolos. Sin duda alguna era una imagen muy diferente del vikingo serio y fiero que había visto algunas veces, sobre todo cuando peleaba. La niña se despidió del vikingo con la mano y luego me miró para sonreírme y despedirse con la mano a un gesto que respondí. Vi que él se acercaba y me preguntó si estaba sola, a lo que me señalé incrédula y miré hacia ambos lados como si buscara a alguien, para luego tomar su mano y que me pegara a su cuerpo dejando antes la jarra.
-Debo de decirle, señor, que he venido acompañada por un hombre rubio y de ojos azules también que no creo que vea con buenos ojos el que me haya pedido de bailar –sonreí tratándolo como si no lo conociera- y déjeme decirle, que es un vikingo… además de un poco testarudo, terco, cabezón y… celoso –lo miré divertida por aquella- yo que usted, me pensaría dos veces el invitarme a bailar y mucho más tenerme tan cerca de usted –no pude evitarlo más y ante su cara me eché a reír divertida dejándome llevar para bailar- Así que quieres bailar conmigo… bueno, hace mucho tiempo que no bailo así pero haré mí mejor intento – dejé un breve beso en sus labios y comencé a moverme al ritmo de la música como lo hacían las mujeres, hacía años que no bailaba pero al parecer me acordaba de los pasos, sonreí viendo que él intentaba ir al ritmo pero no podía así que dejé que fuera él quien me llevara y yo bailara a su mismo son porque así iba a ser más fácil, en un momento dado la canción me separé y todas las mujeres que habíamos nos movimos hacia una dirección cambiando de pareja y miré al vikingo divertida porque no entendía qué pasaba y miraba a la joven con la que ahora bailaba como disculpándose por no saber muy bien los pasos, y al final volvimos a movernos de nuevo acabando con la pareja que habíamos empezado el resto de la melodía hasta que esta llegó a su fin. Había sido muy divertido y reí rodeando mis brazos entorno a su cuello mientras los músicos hacían una pausa- has estado muy bien, no sabía que tenías una vena de bailarín –reí divertida acortando la distancia para buscar sus labios y fundirnos en un beso, en una batalla apasionada de nuestras lenguas donde él rodeó mí cintura y me pegó a su cuerpo el tiempo que nos besamos, me separé de sus labios y mordí el inferior tirando de él de forma suave para soltarlo finalmente- Ven, vayamos a beber algo –me había entrado sed después del baile y de aquel beso y de nuevo cogí dos jarras, yo no sé cuántas se había bebido él, pero aquella era mí tercera y ya empezaba a notar el puntillo que llevaba la otra noche.
Le dije que lo mejor era ir al río en un rato así que aprovechamos para comer algo más, porque lo necesitaba si iba a seguir bebiendo, y al final entrelazando nuestros dedos lo conduje hasta el río que es donde se harían otras de las ofrendas y la que más me gustaba porque la luna, llena y hermosa iluminando todo con su luz, daba un aspecto mágico al lugar y al momento. Ya había algo de gente pero sabía que se iba a llenar así que tiré de él y nos metimos como por un muelle que había más pequeño de lo normal donde no había nadie y llegando hasta el final de este le dije que se sentara, para hacerlo yo después. Quité los zapatos dejándolos tras de mí y dejé que mis pies tocaran el agua del río, estaba algo fresquita pero venía bien para el calor que hacía por la noche. Se podía oír la música que provenía de las calles y que luego más tarde acabarían todas allí para la última ofrenda que se hacía, justo a media noche. Toqué el medallón de mí madre que llevaba al cuello, observando la luna que brillaba llena en lo alto alumbrándonos con su luz.
-¿Estás bien? –Pregunté mirándolo porque si yo tenía calor, él no me lo quería ni imaginar teniendo en cuenta las temperaturas que hacían- Sabía que ibas a pasar calor aquí, esto para vosotros es como un verano fuerte ¿no es así? –Miré por un momento las aguas del río, moviendo mis pies en estas y sonreí con algo de malicia- bueno… siempre puedes darte un chapuzón –reí entre dientes para luego dejar un mordisco en su cuello- Oye, ¿quién es Synnobe y Hakon? –Pregunté porque se lo había querido preguntar antes, pero no había encontrado el momento para ello, sentí su mirada en mí y sonreí de lado- los nombraste cuando salíamos de la cámara donde estaba la corona, también nombrase a Niels pero él ya sé que es tú primo –esperé por su respuesta y luego lo miré- mmmm, cierra los ojos un momento –vi como enarcaba una ceja e hice lo mismo para luego sonreír- va, no te hagas de rogar. Cierra los ojos y extiende la mano derecha –pedí para ver como me hacía caso, acerqué mi mano a su rostro como si fuera a pegarle y no hizo movimiento alguno, así que saqué de una pequeña bolsita de satén negra que tenía guardada y saqué lo que había dentro para engancharlo en su muñeca- Ya puedes abrirlos –dije para ver la pulsera, una muy parecida a la que llevaban los vikingos adornaba ahora su muñeca- te la regalo –dije como me había dicho él con el anillo y sonreí. En una de las veces que había ido a por bebida la había comprado a escondidas y lo había guardado- tómatelo como… una pipa de la paz –reí entre dientes y dejé que me lo agradeciera aunque quizás me dijera que no hacía falta, apoyé la cabeza en su hombro y miré hacia el río- ¿Sabes? Esta ofrenda es la que más me gusta porque a media noche pasarán barcos donde a esta altura más o menos soltarán palomas, así como pétalos de flores que cubrirán el río unos farolillos para iluminar el cielo, como una ofrenda… hay gente que también los suelta, la música suena, la gente canta… no sé, tiene algo especial y es una imagen bonita con la luna de fondo sobre el río –lancé un suspiro y luego me reí brevemente con los ojos cerrados todavía apoyada sobre él- Ubbe… no me dejes beber más que empiezo a notar los efectos de las jarras... otra vez –comenté en un tono gracioso.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Ladeé la sonrisa cuando esta me hizo saber con cierta picardia en sus gestos y una voz deliciosamente envolvente, que había venido acompañada de un peligroso vikingo cuyos celos no conocían parangón, lo decía en broma, mas no tenia ni idea de hasta que punto estaba dando en el clavo.
-¿a si? -pregunté acariciando su nariz con la propia -creo que correré el riesgo, una mujer como tu bien vale el peligro de enfrentarme con ese bárbaro -apunté con descaro uniendo mi risa a la suya que moría en nuestros labios.
Me sentía francamente bien con ella, eramos lo mas parecido a una pareja, eramos incapaces de dejar de buscarnos, provocarnos. Juegos de miradas, roces y en parte mostrábamos una cara al otro que al menos en mi caso pocas veces dejaba ver a nadie, yo era bastante mas parco en mis relaciones, iba a lo que iba, pasar un buen rato, beber y calentarme lo suficiente para pasar una buena noche, mas pocas veces el alba me encontraba con la dama señalada, con ella pasaría mi vida entera sin pensármelo siquiera.
Me dejé llevar a la pista de baile, un efímero beso y todos nos colocamos en posición. De nuevo mis ojos sobrevolaron a los hombres presentes que hacían gestos extraños con manos y pies, mis vanos intentos por imitarlos hicieron reír a la egipcia y a varias damas mas que sin duda valoraban mis erróneos esfuerzos.
Me encogí de hombros divertido, no es que hacer el ridículo me importara demasiado cuando el alcohol corría por mis venas, así que pronto deje de imitar y baile a mi manera, como si frente a mi hubiera una hoguera y los cánticos de guerra y hermandad recorrieran aquel lugar.
Lo que no esperé para nada es que cambiaran de pareja, fruncí el ceño primero al ver que un hombre tiraba de la mano de mi mujer, claro que pronto me di cuenta que no era un descerebrado que quería perder la cabeza aquella noche de un tajo, si no que todos hacían lo propio y una dama ocupó el lugar de Naitiri, relajándome ahora al saber que la noche no se empañaría por tener que partirme con nadie la cara.
Me disculpé con la morena de ojos verdes como los gatos, mi ritmo en comparación con el suyo era caótico, mas esta parecía divertida disculpar mis erráticos movimientos y a no tardar demasiado Naitiri volvió a mi lado tomándome las manos.
Así acabó la música y mis labios se perdieron en los suyos sediento de todo aquello que me había sido arrebatado por unos larguísimos minutos.
-No sabes muchas cosas de mi -aseguré guiñándole un ojo cuando bromeó sobre mi faceta de bailarín -ten en cuenta que como tu dices, también nosotros celebramos fiestas no muy distintas a estas, nuestras culturas son similares, quizás la mía un tanto mas salvaje, mas a fin de cuentas todos los hombres buscamos algo parecido, una vaina para nuestra espada -bromeé guiñándole un ojo con picardia -la mía envaina bien en la tuya ¿te has dado cuenta? -pregunté divertido.
Demasiado alcohol, era la segunda confesión del día que iba encaminada hacia el mismo camino que lo había hecho el anillo antes de esto, por suerte ella no era norteña y no sacaría mas conclusión de esa frase que la de que quería metersela entre las piernas, mas para un guerrero esa frase significaba mucho mas de lo que en apariencia ella podía imaginar.
Pocas mujeres logran darte esa paz como para hacerte envainar la espada, hoy ella me estaba dando ese momento de sosiego.
Ademas de que nuestros constantes piques bien demostraban que entre nosotros nunca se perdería el fuego que toda relación necesita para seguir ardiendo.
Volvimos a coger unas jarras de cerveza y tras comer algo para que mi preciosa egipcia no cayera redonda por el alcohol consumido nos fuimos al rio, el paisaje era perfecto, tanto que me quedé unos minutos simplemente observando cada detalle de luz que reflejaba en esas aguas claras.
Casi se podía ver el fondo y en ellas reflejaban las estrellas que hoy parecían brillar con la misma fuerza que nuestros ojos al mirarnos al otro.
Tiró de mi para perdernos por un muelle pequeño donde aparte de nosotros no había absolutamente nadie, ladeé la sonrisa imaginando todo lo que haría en ese lugar con ella y pronto nuestros cuerpos quedaron orillados el uno al otro con las manos enlazadas y sentados descalzos en el borde con los pies rozando el agua.
-Estoy bien, la cerveza ayuda, pero hace mucho calor.
Reí al escuchar lo de darme un chapuzon, no me parecía en absoluto una idea descabellada, mas bien todo lo contrario.
Su cabeza reposaba sobre mi hombro cuando me preguntó por Hakon y Synnobe ¿como demonios sabia esos nombres? La miré confundido mas pronto ella me explicó el porque, algo que hizo que mi gesto se relajara de nuevo mostrandole una sonrisa.
-Synnobe es mi hermana melliza, Hakon mi hermano mayor. Hakon fue encontrado por mi madre con cuatro años y criado desde entonces como un Cannif, así que mis padres han criado a tres vikingos testarudos -bromeé guiñándole el ojo.
Ella sonrió contra mis labios, parecía tener una sorpresa para mi y me pidió que cerrara los ojos, algo que hice casi de inmediato extendiendo la mano como ella me había pedido, sentí como trajinaba en mi muñeca y al abrir los ojos vi una pulsera bastante similar a las nórdicas que hacían en mi tierra.
Alcé la mirada perdiéndome en su mirada, nunca había recibido un regalo y me quede quieto sin saber bien como actuar. Sonreí de forma sincera girándola en mi muñeca, pasé la yema de mis dedos por ella, era importante para mi porque procedía de Naitiri.
Atajé la distancia que separaba nuestras bocas y la tome con lentitud, embebiendome de su sabor, enredando mi lengua en un baile lento, sentido, que poco o nada tenia que ver con la rudeza de otros vividos.
-Gracias -susurré contra sus labios -no tengo nadam as que esto -susurré aun pegado a su boca.
Tiré de un colgante que pendía de mi cuello ,el martillo de Thor, el mismo que llevaba tatuado en la espalda y anudé la cinta de cuero a su cuello.
-Me lo regalo padre cuando me convertí en hombre, quedatelo
No tardó en explicarme lo que sucedería en el rio y de lo que trataban las ofrendas que a media noche se harían, mas yo pensaba en otra cosa, así que sin pedir permiso tiré de su vestido quitandoselo por la cabeza mientras esta me miraba con cara de que me había vuelto completamente loco. Loco por ella. Sin pensármelo dos veces enredé su cintura con mi brazo y me deje caer muelle a bajo con ella enredada en mi cuerpo hasta que el agua nos cubrió a ambos.
-Decías que no te dejara beber mas, que notabas los efectos del alcohol, nada mejor que un baño para eso -bromeé entre risas mientras esta con el ceño fruncido golpeaba mi pecho para después enredarse en mi cuello fundiendo sus risas a las mías.
Nuestros alientos entrechocaron entrecortados, presos de la cercanía de nuestros labios, de la ciada y de la excitación que al menos en mi caso se evidenciaba golpeando con dureza su vientre desnudo.
Mi lengua se perdió en su boca, saqueó el drakkar que naufragaba en sus aguas Sin brújula, ni faro surqué cada resquicio de cordura que en ella quedaba, ojos cerrados para paladear aquel sabor fresco a alcohol, a ella, a fuego y a agua.
-Te deseo -confesé escogiendo esta vez las palabras para no asustarla.
-¿a si? -pregunté acariciando su nariz con la propia -creo que correré el riesgo, una mujer como tu bien vale el peligro de enfrentarme con ese bárbaro -apunté con descaro uniendo mi risa a la suya que moría en nuestros labios.
Me sentía francamente bien con ella, eramos lo mas parecido a una pareja, eramos incapaces de dejar de buscarnos, provocarnos. Juegos de miradas, roces y en parte mostrábamos una cara al otro que al menos en mi caso pocas veces dejaba ver a nadie, yo era bastante mas parco en mis relaciones, iba a lo que iba, pasar un buen rato, beber y calentarme lo suficiente para pasar una buena noche, mas pocas veces el alba me encontraba con la dama señalada, con ella pasaría mi vida entera sin pensármelo siquiera.
Me dejé llevar a la pista de baile, un efímero beso y todos nos colocamos en posición. De nuevo mis ojos sobrevolaron a los hombres presentes que hacían gestos extraños con manos y pies, mis vanos intentos por imitarlos hicieron reír a la egipcia y a varias damas mas que sin duda valoraban mis erróneos esfuerzos.
Me encogí de hombros divertido, no es que hacer el ridículo me importara demasiado cuando el alcohol corría por mis venas, así que pronto deje de imitar y baile a mi manera, como si frente a mi hubiera una hoguera y los cánticos de guerra y hermandad recorrieran aquel lugar.
Lo que no esperé para nada es que cambiaran de pareja, fruncí el ceño primero al ver que un hombre tiraba de la mano de mi mujer, claro que pronto me di cuenta que no era un descerebrado que quería perder la cabeza aquella noche de un tajo, si no que todos hacían lo propio y una dama ocupó el lugar de Naitiri, relajándome ahora al saber que la noche no se empañaría por tener que partirme con nadie la cara.
Me disculpé con la morena de ojos verdes como los gatos, mi ritmo en comparación con el suyo era caótico, mas esta parecía divertida disculpar mis erráticos movimientos y a no tardar demasiado Naitiri volvió a mi lado tomándome las manos.
Así acabó la música y mis labios se perdieron en los suyos sediento de todo aquello que me había sido arrebatado por unos larguísimos minutos.
-No sabes muchas cosas de mi -aseguré guiñándole un ojo cuando bromeó sobre mi faceta de bailarín -ten en cuenta que como tu dices, también nosotros celebramos fiestas no muy distintas a estas, nuestras culturas son similares, quizás la mía un tanto mas salvaje, mas a fin de cuentas todos los hombres buscamos algo parecido, una vaina para nuestra espada -bromeé guiñándole un ojo con picardia -la mía envaina bien en la tuya ¿te has dado cuenta? -pregunté divertido.
Demasiado alcohol, era la segunda confesión del día que iba encaminada hacia el mismo camino que lo había hecho el anillo antes de esto, por suerte ella no era norteña y no sacaría mas conclusión de esa frase que la de que quería metersela entre las piernas, mas para un guerrero esa frase significaba mucho mas de lo que en apariencia ella podía imaginar.
Pocas mujeres logran darte esa paz como para hacerte envainar la espada, hoy ella me estaba dando ese momento de sosiego.
Ademas de que nuestros constantes piques bien demostraban que entre nosotros nunca se perdería el fuego que toda relación necesita para seguir ardiendo.
Volvimos a coger unas jarras de cerveza y tras comer algo para que mi preciosa egipcia no cayera redonda por el alcohol consumido nos fuimos al rio, el paisaje era perfecto, tanto que me quedé unos minutos simplemente observando cada detalle de luz que reflejaba en esas aguas claras.
Casi se podía ver el fondo y en ellas reflejaban las estrellas que hoy parecían brillar con la misma fuerza que nuestros ojos al mirarnos al otro.
Tiró de mi para perdernos por un muelle pequeño donde aparte de nosotros no había absolutamente nadie, ladeé la sonrisa imaginando todo lo que haría en ese lugar con ella y pronto nuestros cuerpos quedaron orillados el uno al otro con las manos enlazadas y sentados descalzos en el borde con los pies rozando el agua.
-Estoy bien, la cerveza ayuda, pero hace mucho calor.
Reí al escuchar lo de darme un chapuzon, no me parecía en absoluto una idea descabellada, mas bien todo lo contrario.
Su cabeza reposaba sobre mi hombro cuando me preguntó por Hakon y Synnobe ¿como demonios sabia esos nombres? La miré confundido mas pronto ella me explicó el porque, algo que hizo que mi gesto se relajara de nuevo mostrandole una sonrisa.
-Synnobe es mi hermana melliza, Hakon mi hermano mayor. Hakon fue encontrado por mi madre con cuatro años y criado desde entonces como un Cannif, así que mis padres han criado a tres vikingos testarudos -bromeé guiñándole el ojo.
Ella sonrió contra mis labios, parecía tener una sorpresa para mi y me pidió que cerrara los ojos, algo que hice casi de inmediato extendiendo la mano como ella me había pedido, sentí como trajinaba en mi muñeca y al abrir los ojos vi una pulsera bastante similar a las nórdicas que hacían en mi tierra.
Alcé la mirada perdiéndome en su mirada, nunca había recibido un regalo y me quede quieto sin saber bien como actuar. Sonreí de forma sincera girándola en mi muñeca, pasé la yema de mis dedos por ella, era importante para mi porque procedía de Naitiri.
Atajé la distancia que separaba nuestras bocas y la tome con lentitud, embebiendome de su sabor, enredando mi lengua en un baile lento, sentido, que poco o nada tenia que ver con la rudeza de otros vividos.
-Gracias -susurré contra sus labios -no tengo nadam as que esto -susurré aun pegado a su boca.
Tiré de un colgante que pendía de mi cuello ,el martillo de Thor, el mismo que llevaba tatuado en la espalda y anudé la cinta de cuero a su cuello.
-Me lo regalo padre cuando me convertí en hombre, quedatelo
No tardó en explicarme lo que sucedería en el rio y de lo que trataban las ofrendas que a media noche se harían, mas yo pensaba en otra cosa, así que sin pedir permiso tiré de su vestido quitandoselo por la cabeza mientras esta me miraba con cara de que me había vuelto completamente loco. Loco por ella. Sin pensármelo dos veces enredé su cintura con mi brazo y me deje caer muelle a bajo con ella enredada en mi cuerpo hasta que el agua nos cubrió a ambos.
-Decías que no te dejara beber mas, que notabas los efectos del alcohol, nada mejor que un baño para eso -bromeé entre risas mientras esta con el ceño fruncido golpeaba mi pecho para después enredarse en mi cuello fundiendo sus risas a las mías.
Nuestros alientos entrechocaron entrecortados, presos de la cercanía de nuestros labios, de la ciada y de la excitación que al menos en mi caso se evidenciaba golpeando con dureza su vientre desnudo.
Mi lengua se perdió en su boca, saqueó el drakkar que naufragaba en sus aguas Sin brújula, ni faro surqué cada resquicio de cordura que en ella quedaba, ojos cerrados para paladear aquel sabor fresco a alcohol, a ella, a fuego y a agua.
-Te deseo -confesé escogiendo esta vez las palabras para no asustarla.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Cuando terminamos de bailar reí al ver la cara que había puesto de desconcierto cuando vio que cambiábamos de pareja de baile, aunque a la joven que le tocó bailar con él no parecía molestarle que él intentara por todos los medios llevar el mismo ritmo de los pasos que llevaban los hombres, aunque más bien lo había dado por perdido. Cuando terminó me afirmó que no sabía muchas cosas de él, bueno, eso era bastante cierto ya que apenas nos conocíamos de semana y media, era complicado conocer tanto a una persona aunque con todo el tiempo que había pasado con él ya empezaba a distinguir cuando le enfadaba algo por sus gestos, y lo que podía enfadarle porque es lo que tenía convivir con una persona todas las horas del día, que al final el mínimo gesto ya sabes lo que significa.
Escuché también sus palabras y lo miré enarcando una ceja por el doble sentido, pervertido, que había en ellas pero… no sabía por qué algo me decía que había otro sentido el cual no estaba pillando en ese momento y que se me escapaba por alto, al fin y al cabo, no era una norteña como él y creía que había un significado que se me escapaba de mí comprensión, pero igualmente guardé la frase en mí memoria y ya encontraría la pieza que me faltaba de ese puzle. Envainar la espada… podía ir, y sabía que también iba un poco, por el lado pervertido de la misma pero, envainar la espada también significaba ¿dejarla de lado? Me mordí el labio y no pensé demasiado en ello, con las jarras que llevaba encima no era capaz de racionar al cien por cien.
Al final terminamos en el muelle con los pies sumergidos en el rio y el peluche que había ganado para mí a mi espalda mientras contemplábamos la luna y el paisaje que se nos presentaba ante nosotros. Aún seguíamos con las manos entrelazadas, me gustaba sentir su tacto cálido envolver mi mano y entrelazarse con mis dedos, me daba sensación de seguridad y protección, como si nada pudiera pasar estando de esa forma. Era una noche calurosa para estar en el mes en el que nos encontrábamos, aunque las jarras de cerveza ayudaban a que el calor aumentara, y sabía que lo estaría pasando un poco mal porque de donde él venía no era tan común que hiciera tanto calor, más bien todo lo contrario, acostumbrados a climas más helados. Por eso mismo fue que le pregunté y la idea de darnos un chapuzón, aunque parecía que lo decía a broma, no lo era tanto… pero lo quise dejar pasar por el momento.
Al final tuve que preguntarle quienes eran esas dos personas que había nombrado cuando salíamos de coger la corona, no podía evitarlo, era una mujer tan curiosa que era superior a mí y a mis fuerzas… así que viendo que la situación estaba tranquila con mi rostro apoyado en su hombro acabé por formularle la pregunta. La tercera persona que había nombrado ya sabía quién era así que solo me quedaba saber de los otros dos. Me miró confundido por lograr saber esos nombres y le conté que los había llamado en un determinado momento, pareció comprenderlo y fue entonces cuando me dijo que ella era su melliza… su melliza. Eso quería decir que se le tenía que parecer mucho porque igualmente eran hermanos, aunque no fueran gemelos. Resultó que tenía un hermano mayor que habían adoptado sus padres y que lo habían educado como tal, algo parecido había hecho yo con Alessia aunque no la adopté, pero la quería como a una hermana pequeña.
-Así que… se puede decir que, de nacimiento, tú eres el mayor pero Hakon por edad te gana –intenté hacerme en mi cabeza una imagen de cómo podría ser Synnobe ya que si eran mellizos algo tendrían que parecerse aunque menos que los gemelos… reí levemente entre dientes porque me costaba imaginarme a Ubbe como si fuera una mujer y era una tarea imposible, ante mí risa y sintiendo su mirada negué levemente con la cabeza para excusarme- estoy intentando imaginarme a tú melliza, pero es difícil pensar en ti como si fueras una mujer –volví a reír levemente y me mordí el labio- ¿También es rubia con ojos azules como tú? ¿Y él, como es? ¿Tú melliza es más guapa que tú? ¿También es una guerrera? –Lo sabía, muchas preguntas, pero es que la curiosidad me podía y casi no sabía nada de aquel hombre- tres vikingos testarudos… pobre de tú madre, la paciencia que tuvo que tener con vosotros –sonreí divertida por la broma y negué levemente con la cabeza. Estábamos solos por el momento en aquel lugar y se respiraba una paz y una tranquilidad que había necesitado, así que agradecí que aceptara ir a esta fiesta y me acompañara porque él también lo necesitaba igual que yo, y no me había equivocado, estaba siendo una noche diferente, de lo más interesante y tremendamente divertida… por no decir ni hablar del tonteo que llevábamos toda la noche jugando el uno con el otro, parecía que aquello incluso nos había unido un poco más.
Fue cuando decidí darle mí regalo e hice que cerrara los ojos para dejar la pulsera, una muy parecida a las vikingas, que adornara su muñeca. Su mirada buscó la mía cuando vio la pulsera y sonrió de forma sincera haciendo que sonriera yo también por ello viendo que la giraba en su muñeca y la repasaba con su dedo. Acortó la distancia y me besó de una forma más lenta, más sentida y placentera en un ritmo lento y suave el cual le dejé hacer y yo simplemente le seguí de igual forma dejando una de mis manos en su mejilla. Le sonreí cuando me dio las gracias y negué levemente con la cabeza, lo miré confusa cuando dijo que no tenía nada para darme, ¿qué era lo que tenía que darme? No había pedido nada a cambio por aquello, era un regalo, y los regalos no se hacían para recibir algo a cambio. Lo vi tirar de un colgante que llevaba en su cuello y que tras quitarlo lo ató al mío, era un martillo y supuse que sería de su dios Thor, lo acaricié con mis dedos escuchando que se lo regaló su padre cuando se convirtió en un hombre.
Después de eso poco más me dejó decirle salvo que no me dejara beber más, lo que él entendió que necesitaba algo para despertar y ante mí atónita mirada me quitó el vestido de forma rápida y cogiéndome de la cintura… caímos al agua. Un grito ahogado quedó atascado en mí garganta y golpeé su pecho cuando el agua nos cubría. ¡Estaba loco! La gente no tardaría demasiado en comenzar a llegar y nos iban a encontrar a los dos ahí, en el río, y yo desnuda… pero al parecer a él le divertía la situación porque se rió y me cogió de la cintura para pegarme a su cuerpo. El agua estaba algo fría y él decía que nada mejor como un baño para bajar los efectos del alcohol… no lo dudaba, pero tampoco esperaba que fuera de esa forma.
-¡Estás loco! –le dije entre risas dejando mí aliento contra sus labios, que él no tardó en acortar la distancia y besarme arrasando todo a su paso, rodeé su cuello con mis brazos notando su miembro dar contra mí vientre en cada movimiento, en cada roce… era increíble lo insaciable que era aquel hombre, parecía no cansarse nunca y estar siempre listo para presentar en ese sentido batalla. Mis labios se separaron de los suyos y dejaron un jadeo sobre estos mientras lo miraba, alcé la mirada y pude ver las jarras, los zapatos y el peluche en el muelle donde habíamos estado sentados, para luego bajar mí vista a él y con una mano coger el colgante que me había dado- No tenías por qué darme nada, Ubbe, te hice el regalo de la pulsera porque quería… no por esperar nada a cambio –mordí su labio inferior y lo miré- ¿Seguro que quieres que lo tenga yo? Es un momento muy importante de tú vida, tú primera gesta ¿no es así? Lo atesoraré, te lo prometo Ubbe –Pregunté recordando lo que él me había contado en el barco cuando llegamos a Egipto y surcábamos el Nilo- Tan joven… -dije más para mí que para él- por cierto, ¿qué edad tienes, vikingo insaciable? –Reí levemente contra sus labios para volver a besarlo y luego esconder mí rostro por su cuello- Por Ra Ubbe, te juro que como venga alguien y me vea así… juro que te mato –mordí el lóbulo de su oreja con un poco menos de recato, como dándole a entender que hablaba en serio- esto se va a llenar de familias, de niños y aquí las exhibiciones no están permitidas… Por Odin –dije imitando lo que decía él- ¿qué quieres, que nos acusen de escándalo público o… pretendes dar envidia al resto de hombres si nos pillaran, por hundirte y estar en mí interior y hacerme disfrutar de placer? –Pregunté con un tono de picardía en su oído, volviendo a dejar otro mordisco- Eres insaciable… ¿lo sabías? –Pregunté algo divertida por ello- ¿Alguna vez quedas saciado, vikingo, o siempre quieres más? –Aunque ya sabía la respuesta a esa pregunta antes de que él me la respondiera, estaba claro que nunca quedaba saciado. Yo también notaba el deseo recorrer mí cuerpo pero no era el lugar adecuado e ideal para ello, igual que nosotros habíamos ido allí con tiempo otros más lo harían para coger sitio- El trato era que me quitabas el vestido en casa, no fuera de ella –pese a todo es que no podía enfadarme, el punto que llevaba lo hacía todo algo más divertido y aunque no pensaba hacer nada por mucho que así lo deseara, no quitaba para que me divirtiera… hasta que alguien llegara, entonces todo se acabaría- sabía que no ibas a poder aguantar –tiré de su labio inferior con diversión, aunque no sabía por qué me había desnudado cuando era consciente de que no quería que nadie me viera desnuda, de hecho, había llegado a pensar que si no aguantaba me tomaría con el vestido puesto pero ¿aquello? Las cervezas que se habían tomado habían nublado su juicio, y aumentando su deseo, como me pasaba a mí.
Pero el vikingo estaba más acostumbrado a ese tipo de cosas que yo, sus manos recorrían mí cuerpo provocándome, incitándome a dejarnos llevar y a perdernos en ese deseo que nos consumía a los dos pero yo no estaba tan decidida a ella, sabía que pronto llegaría la gente y me iba a morir de la vergüenza si nos encontraban de esa forma, así que preferí no jugar con él ni provocarle porque sabía que no iba a llegar a nada. De hecho, mientras nos besábamos todavía dentro del agua se podía comenzar a escuchar cómo la gente comenzaba a llegar, en diferentes partes pero ya llegaban y ahora sí que no iba a hacer absolutamente nada aunque estuvieran lejos, porque sabía que iban a llegar más y más y aunque el momento fuera algo idílico, con la luna alumbrándonos sobre nosotros brillando junto a las estrellas… le miré y negué con la cabeza.
-Prometo compensarte en casa cuando volvamos, lo juro, pero ahora por favor sube al muelle y tápame para que me ponga el vestido –vi que tenía reticencia a mí petición, me mordí el labio y lo miré- Ubbe… si no subo ahora y me tapo es probable que más tarde me vea alguien desnuda antes de que me vista y… dudo que sea lo que quieres –mordí su labio y le hice un gesto para que subiera y al final pareció que me hizo caso. Sin mucho esfuerzo subió por el muelle justo por donde habíamos caído y se giró para estirar sus brazos para que cogiera sus manos, y cuando las aferré tiró de mí con una facilidad que me subió sin esfuerzo al muelle de nuevo, tapándome con él que era más alto y ancho que yo cogí el vestido y me lo puse ante su atenta mirada antes de tapar mí cuerpo con él, le sonreí y me acerqué para besar sus labios de forma lenta, enredando nuestras lenguas, en un beso cargado de puro deseo- Gracias –dije antes de volver a sentarme de nuevo y hacerle unas palmaditas a mi lado para que se sentara no sin antes coger las jarras y darle la suya para seguir bebiendo, menos mal que éstas estaban llenas porque habría sido todo un espectáculo si alguno de los dos hubiera ido con la ropa mojada a por más bebida. Mis labios tras beber recorrieron su cuello dejando un beso en el lugar volviendo a enlazar nuestras manos, viendo la pulsera que le había regalado con cada movimiento que él hacía- Me gusta como te queda la pulsera –comenté observándola con mis ojos, cuando los alcé vi que él los tenía en los míos color miel y nos quedamos así durante unos segundos en los que volví a acortar la distancia y besarle otra vez dejando luego mis labios sobre los suyos- Creo que el baño no me ha despejado nada –reí brevemente y miré hacia el principio del río- pronto comenzará la última ofrenda –la gente ya se había aglomerado un poco más en la orilla aunque nosotros seguíamos solos en aquel muelle- Dime, ¿cómo es… la fiesta parecida a esta que tenéis vosotros? ¿Qué ofrendas hacéis? Dime, ¿hay más vikingos sexys con vena de bailarín por allí, o tú eres el único? –Reí divertida por la pregunta que hice solamente para ver su cara y lo que me contestaba- Ahora me dirás que me he llevado el único que era sexy y bailarín que había –seguí la broma esperando que él la siguiera también- creo que me siento afortunada –pese a que el vestido estaba mojado en ciertas partes no tenía frío para nada, ayudaba a soportar el calor que estaba haciendo. Volví a apoyar la cabeza en su hombro, disfrutando del momento de tranquilidad que nos estábamos dando y de su compañía con una actitud que distaba de las que me había topado con toda la tensión que habíamos tenido en las últimas horas.
Escuché también sus palabras y lo miré enarcando una ceja por el doble sentido, pervertido, que había en ellas pero… no sabía por qué algo me decía que había otro sentido el cual no estaba pillando en ese momento y que se me escapaba por alto, al fin y al cabo, no era una norteña como él y creía que había un significado que se me escapaba de mí comprensión, pero igualmente guardé la frase en mí memoria y ya encontraría la pieza que me faltaba de ese puzle. Envainar la espada… podía ir, y sabía que también iba un poco, por el lado pervertido de la misma pero, envainar la espada también significaba ¿dejarla de lado? Me mordí el labio y no pensé demasiado en ello, con las jarras que llevaba encima no era capaz de racionar al cien por cien.
Al final terminamos en el muelle con los pies sumergidos en el rio y el peluche que había ganado para mí a mi espalda mientras contemplábamos la luna y el paisaje que se nos presentaba ante nosotros. Aún seguíamos con las manos entrelazadas, me gustaba sentir su tacto cálido envolver mi mano y entrelazarse con mis dedos, me daba sensación de seguridad y protección, como si nada pudiera pasar estando de esa forma. Era una noche calurosa para estar en el mes en el que nos encontrábamos, aunque las jarras de cerveza ayudaban a que el calor aumentara, y sabía que lo estaría pasando un poco mal porque de donde él venía no era tan común que hiciera tanto calor, más bien todo lo contrario, acostumbrados a climas más helados. Por eso mismo fue que le pregunté y la idea de darnos un chapuzón, aunque parecía que lo decía a broma, no lo era tanto… pero lo quise dejar pasar por el momento.
Al final tuve que preguntarle quienes eran esas dos personas que había nombrado cuando salíamos de coger la corona, no podía evitarlo, era una mujer tan curiosa que era superior a mí y a mis fuerzas… así que viendo que la situación estaba tranquila con mi rostro apoyado en su hombro acabé por formularle la pregunta. La tercera persona que había nombrado ya sabía quién era así que solo me quedaba saber de los otros dos. Me miró confundido por lograr saber esos nombres y le conté que los había llamado en un determinado momento, pareció comprenderlo y fue entonces cuando me dijo que ella era su melliza… su melliza. Eso quería decir que se le tenía que parecer mucho porque igualmente eran hermanos, aunque no fueran gemelos. Resultó que tenía un hermano mayor que habían adoptado sus padres y que lo habían educado como tal, algo parecido había hecho yo con Alessia aunque no la adopté, pero la quería como a una hermana pequeña.
-Así que… se puede decir que, de nacimiento, tú eres el mayor pero Hakon por edad te gana –intenté hacerme en mi cabeza una imagen de cómo podría ser Synnobe ya que si eran mellizos algo tendrían que parecerse aunque menos que los gemelos… reí levemente entre dientes porque me costaba imaginarme a Ubbe como si fuera una mujer y era una tarea imposible, ante mí risa y sintiendo su mirada negué levemente con la cabeza para excusarme- estoy intentando imaginarme a tú melliza, pero es difícil pensar en ti como si fueras una mujer –volví a reír levemente y me mordí el labio- ¿También es rubia con ojos azules como tú? ¿Y él, como es? ¿Tú melliza es más guapa que tú? ¿También es una guerrera? –Lo sabía, muchas preguntas, pero es que la curiosidad me podía y casi no sabía nada de aquel hombre- tres vikingos testarudos… pobre de tú madre, la paciencia que tuvo que tener con vosotros –sonreí divertida por la broma y negué levemente con la cabeza. Estábamos solos por el momento en aquel lugar y se respiraba una paz y una tranquilidad que había necesitado, así que agradecí que aceptara ir a esta fiesta y me acompañara porque él también lo necesitaba igual que yo, y no me había equivocado, estaba siendo una noche diferente, de lo más interesante y tremendamente divertida… por no decir ni hablar del tonteo que llevábamos toda la noche jugando el uno con el otro, parecía que aquello incluso nos había unido un poco más.
Fue cuando decidí darle mí regalo e hice que cerrara los ojos para dejar la pulsera, una muy parecida a las vikingas, que adornara su muñeca. Su mirada buscó la mía cuando vio la pulsera y sonrió de forma sincera haciendo que sonriera yo también por ello viendo que la giraba en su muñeca y la repasaba con su dedo. Acortó la distancia y me besó de una forma más lenta, más sentida y placentera en un ritmo lento y suave el cual le dejé hacer y yo simplemente le seguí de igual forma dejando una de mis manos en su mejilla. Le sonreí cuando me dio las gracias y negué levemente con la cabeza, lo miré confusa cuando dijo que no tenía nada para darme, ¿qué era lo que tenía que darme? No había pedido nada a cambio por aquello, era un regalo, y los regalos no se hacían para recibir algo a cambio. Lo vi tirar de un colgante que llevaba en su cuello y que tras quitarlo lo ató al mío, era un martillo y supuse que sería de su dios Thor, lo acaricié con mis dedos escuchando que se lo regaló su padre cuando se convirtió en un hombre.
Después de eso poco más me dejó decirle salvo que no me dejara beber más, lo que él entendió que necesitaba algo para despertar y ante mí atónita mirada me quitó el vestido de forma rápida y cogiéndome de la cintura… caímos al agua. Un grito ahogado quedó atascado en mí garganta y golpeé su pecho cuando el agua nos cubría. ¡Estaba loco! La gente no tardaría demasiado en comenzar a llegar y nos iban a encontrar a los dos ahí, en el río, y yo desnuda… pero al parecer a él le divertía la situación porque se rió y me cogió de la cintura para pegarme a su cuerpo. El agua estaba algo fría y él decía que nada mejor como un baño para bajar los efectos del alcohol… no lo dudaba, pero tampoco esperaba que fuera de esa forma.
-¡Estás loco! –le dije entre risas dejando mí aliento contra sus labios, que él no tardó en acortar la distancia y besarme arrasando todo a su paso, rodeé su cuello con mis brazos notando su miembro dar contra mí vientre en cada movimiento, en cada roce… era increíble lo insaciable que era aquel hombre, parecía no cansarse nunca y estar siempre listo para presentar en ese sentido batalla. Mis labios se separaron de los suyos y dejaron un jadeo sobre estos mientras lo miraba, alcé la mirada y pude ver las jarras, los zapatos y el peluche en el muelle donde habíamos estado sentados, para luego bajar mí vista a él y con una mano coger el colgante que me había dado- No tenías por qué darme nada, Ubbe, te hice el regalo de la pulsera porque quería… no por esperar nada a cambio –mordí su labio inferior y lo miré- ¿Seguro que quieres que lo tenga yo? Es un momento muy importante de tú vida, tú primera gesta ¿no es así? Lo atesoraré, te lo prometo Ubbe –Pregunté recordando lo que él me había contado en el barco cuando llegamos a Egipto y surcábamos el Nilo- Tan joven… -dije más para mí que para él- por cierto, ¿qué edad tienes, vikingo insaciable? –Reí levemente contra sus labios para volver a besarlo y luego esconder mí rostro por su cuello- Por Ra Ubbe, te juro que como venga alguien y me vea así… juro que te mato –mordí el lóbulo de su oreja con un poco menos de recato, como dándole a entender que hablaba en serio- esto se va a llenar de familias, de niños y aquí las exhibiciones no están permitidas… Por Odin –dije imitando lo que decía él- ¿qué quieres, que nos acusen de escándalo público o… pretendes dar envidia al resto de hombres si nos pillaran, por hundirte y estar en mí interior y hacerme disfrutar de placer? –Pregunté con un tono de picardía en su oído, volviendo a dejar otro mordisco- Eres insaciable… ¿lo sabías? –Pregunté algo divertida por ello- ¿Alguna vez quedas saciado, vikingo, o siempre quieres más? –Aunque ya sabía la respuesta a esa pregunta antes de que él me la respondiera, estaba claro que nunca quedaba saciado. Yo también notaba el deseo recorrer mí cuerpo pero no era el lugar adecuado e ideal para ello, igual que nosotros habíamos ido allí con tiempo otros más lo harían para coger sitio- El trato era que me quitabas el vestido en casa, no fuera de ella –pese a todo es que no podía enfadarme, el punto que llevaba lo hacía todo algo más divertido y aunque no pensaba hacer nada por mucho que así lo deseara, no quitaba para que me divirtiera… hasta que alguien llegara, entonces todo se acabaría- sabía que no ibas a poder aguantar –tiré de su labio inferior con diversión, aunque no sabía por qué me había desnudado cuando era consciente de que no quería que nadie me viera desnuda, de hecho, había llegado a pensar que si no aguantaba me tomaría con el vestido puesto pero ¿aquello? Las cervezas que se habían tomado habían nublado su juicio, y aumentando su deseo, como me pasaba a mí.
Pero el vikingo estaba más acostumbrado a ese tipo de cosas que yo, sus manos recorrían mí cuerpo provocándome, incitándome a dejarnos llevar y a perdernos en ese deseo que nos consumía a los dos pero yo no estaba tan decidida a ella, sabía que pronto llegaría la gente y me iba a morir de la vergüenza si nos encontraban de esa forma, así que preferí no jugar con él ni provocarle porque sabía que no iba a llegar a nada. De hecho, mientras nos besábamos todavía dentro del agua se podía comenzar a escuchar cómo la gente comenzaba a llegar, en diferentes partes pero ya llegaban y ahora sí que no iba a hacer absolutamente nada aunque estuvieran lejos, porque sabía que iban a llegar más y más y aunque el momento fuera algo idílico, con la luna alumbrándonos sobre nosotros brillando junto a las estrellas… le miré y negué con la cabeza.
-Prometo compensarte en casa cuando volvamos, lo juro, pero ahora por favor sube al muelle y tápame para que me ponga el vestido –vi que tenía reticencia a mí petición, me mordí el labio y lo miré- Ubbe… si no subo ahora y me tapo es probable que más tarde me vea alguien desnuda antes de que me vista y… dudo que sea lo que quieres –mordí su labio y le hice un gesto para que subiera y al final pareció que me hizo caso. Sin mucho esfuerzo subió por el muelle justo por donde habíamos caído y se giró para estirar sus brazos para que cogiera sus manos, y cuando las aferré tiró de mí con una facilidad que me subió sin esfuerzo al muelle de nuevo, tapándome con él que era más alto y ancho que yo cogí el vestido y me lo puse ante su atenta mirada antes de tapar mí cuerpo con él, le sonreí y me acerqué para besar sus labios de forma lenta, enredando nuestras lenguas, en un beso cargado de puro deseo- Gracias –dije antes de volver a sentarme de nuevo y hacerle unas palmaditas a mi lado para que se sentara no sin antes coger las jarras y darle la suya para seguir bebiendo, menos mal que éstas estaban llenas porque habría sido todo un espectáculo si alguno de los dos hubiera ido con la ropa mojada a por más bebida. Mis labios tras beber recorrieron su cuello dejando un beso en el lugar volviendo a enlazar nuestras manos, viendo la pulsera que le había regalado con cada movimiento que él hacía- Me gusta como te queda la pulsera –comenté observándola con mis ojos, cuando los alcé vi que él los tenía en los míos color miel y nos quedamos así durante unos segundos en los que volví a acortar la distancia y besarle otra vez dejando luego mis labios sobre los suyos- Creo que el baño no me ha despejado nada –reí brevemente y miré hacia el principio del río- pronto comenzará la última ofrenda –la gente ya se había aglomerado un poco más en la orilla aunque nosotros seguíamos solos en aquel muelle- Dime, ¿cómo es… la fiesta parecida a esta que tenéis vosotros? ¿Qué ofrendas hacéis? Dime, ¿hay más vikingos sexys con vena de bailarín por allí, o tú eres el único? –Reí divertida por la pregunta que hice solamente para ver su cara y lo que me contestaba- Ahora me dirás que me he llevado el único que era sexy y bailarín que había –seguí la broma esperando que él la siguiera también- creo que me siento afortunada –pese a que el vestido estaba mojado en ciertas partes no tenía frío para nada, ayudaba a soportar el calor que estaba haciendo. Volví a apoyar la cabeza en su hombro, disfrutando del momento de tranquilidad que nos estábamos dando y de su compañía con una actitud que distaba de las que me había topado con toda la tensión que habíamos tenido en las últimas horas.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
De nuevo nuestras risas se fundieron en un beso entrecortado, ardiente mientras de sus labios escapaba un “¡Estas loco” le había costado darse cuenta, pensé con cierta diversión acariciando mi nariz con la ajena, entreabrí la boca para perderme en sus labios surcarlos con el desasosiego que mi hombría mostraba contra su vientre desnudo.
No era necesario decir que me moría por tomarla allí mismo, mi respiración se tornaba pesada, entrecortada. La dama por lo contrario estaba menos dispuesta a exhibirnos en publico de ese modo.
No se si para distraerme de mi cometido, pues mis manos buscaban sus nalgas para alzarla y pegar nuestros sexos en un vano intento de convencerla de lo contrario, me preguntó por el colgante.
-Si no quisiera que lo tuvieras, no te lo habría regalado -aseguré hundiendo en ella mi mirada oscurecida antes de que mis labios chocaran con los ajenos como las olas del mar contra las rocas, mi lengua la provocó antes de seguir hablando.
-Fue mi primera gesta, padre me lo regalo antes de acudir a esta, a mi hermana le regalo un colgante con la imagen de los dos lobos Skool y Hati.
Son fieros hijos de Fenir y persiguen respectivamente al sol y la luna, dicen que solo los atraparan cuando llegue el Ragnarok pues Odin los maldijo.
Hay veces que Skoll y Hati se acercan demasiado tratando voraces de devorar a los astros, así, se producen los eclipses.
Volví a atajar la distancia entre nuestros labios, tire con suavidad de su inferior, relamiendome después.
-Recuerdo esa guerra como si fuera ayer, creo que nunca olvidas tu primera vez, la primera vez que arrebatas vida y sientes que en cualquier momento puedes perder la propia. Padre y Hakon protegieron a Synnobe, así que yo me las arreglé como pude por mantenerme en pie y aquí sigo mucho tiempo después -bromeé atajando la distancia de nuevo para deslizar mis dedos por su colgante -estoy seguro de que Odin me protegió ese día y estoy convencido de que también lo hará contigo.
Acaricié con mis labios los ajenos, dejando que su aliento me embriagara.
-Antes me preguntabas si nos parecemos mi hermana y yo, la verdad es que no, ella es morena, con los ojos verdes. Niels y yo tenemos buena mano con las mujeres, pero mi hermana es el centro de atención de cualquier hombre que tenga ojos en la cara, aunque la verdad pese a haber tenido muchas propuestas de matrimonio, no ha aceptado ninguna.
Hakon es el mas centrado de nosotros, nos saca cuatro años y aunque yo soy el mayor por nacimiento, siempre he sido el del medio. Hakon es un hermano para mi, cuando yo nací el ya estaba allí y aunque a padre le costo aceptarlo como un hijo mas, algo que le llevo a muchos enfrentamientos con madre, para los demás siempre fue lo que es, un hijo para mi madre, un hermano para nosotros.
Tengo 26 años ¿y tu? -pregunté contemplando su cuerpo desnudo escapandoseme un jadeo al sentir el roce de ss pechos erguidos contra mi cuerpo.
-Ufffff -resople con la voz ronca por el deseo.
No tardo en reírse por el estado en el que me encontraba, alegando que nos detendrían por escándalo publico.
-Vamos Nai, no hay nadie, lo haré rápido, estoy muy excitado, no me costará -susurré atajando la distancia apresando su cuerpo contra la pared del muelle y mi cuerpo como cárcel de piel y hueso contra su pecho.
Mi boca intentó callarla, mostrarle mi clara necesidad de ella, lengua de fuego que se adentro en su boca arrancándole un jadeo.
Aludió a los dioses para detenerme, de nuevo me recordaba que pronto aquello estaría lleno de niños, hombres que verían su cuerpo desnudo, gruñí desquiciado ,quería entrar dentro de ella, y nunca llevé bien el no como respuesta.
Posé mi frente contra la suya, no quería enfadarme, no era el momento de una rabieta de niño por no conseguir lo que quería.
-No, nunca quedo saciado de ti -aseguré relamiendo mis húmedos labios sintiendo como su respiración entrecortada chocaba con lo míos -esta bien -acaricie mi nariz con la suya besándola despacio -después me recompensaras.
Ladeé la sonrisa y deje escapar el aire pesado contra su boca en claro reticencia a su petición, si en vez de discutir si nos iban a pillar o no, se la hubiera metido, ya habríamos terminado y estaríamos ahora complacidos los dos.
Luego podría de sobra volver a quitarle el vestido en casa, pero joder, lo que va delante, va delante.
Ademas el momento era idílico, con las estrellas reflejándose en el agua, los haces de luz plata muriendo sobre su tostada piel desnuda, la sombra del muelle dándonos clandestinidad, era preciosa y la deseaba de un modo desesperado.
-Te deseo -volví a escoger las palabras antes de separarme para tomar impulso con los brazos y subir con facilidad al muelle.
Desde arriba la alcé tomando sus manso con las mías y elevándola hasta que su cuerpo quedó nuevamente pegado al mio.
-Ufff -resople de nuevo observándola con la mirada oscurecida de arriba a bajo.
-No tienes ni idea de las ganas que te tengo -reconocí observando como rápidamente cubría su cuerpo con el vestido rojo que la verdad, no ayudaba en nada a calmar mis ánimos.
Volvimos a tomar asiento, mi mano busco la ajena enredando mis dedos mientras mi mirada se perdía en el firmamento ¿estarían los míos viendo las mismas estrellas? No pude evitar pensar en Niels, él estaba en este tiempo tratando de evitar su muerte siendo aun un no nato, sabia que era un buen guerrero, pero eran tiempos difíciles para ambos. Él tenia que enfrentarse a un hechicero cuyo poder era enorme, dominaba las artes oscuras, la nigromancia y aunque Niels era capaz de luchar y ganar, no pude evitar sentir una punzada de preocupación por él, a fin de cuentas era el pequeño de todos nosotros.
Para mi tampoco era mucho mas fácil, tenia un ejercito de sobrenaturales tras la reliquia, proteger a Nai era mi prioridad pero necesitaba ese maldito objeto para salvar el norte, me sentía entre la espada y la pared, porque algo me decía que si seguía con su búsqueda Nai correría peligro y eso era algo que me torturaba por dentro.
Creo que esta se dio cuenta de mi desasosiego, pues de nuevo sus labios buscaron los míos, creo que lo interpretó mal, pensó que estaba así por no haberse dejado montar, algo que me hizo sonreír y perderme con calma en su boca, paladeando su sabor que de nuevo sabia a alcohol.
-Al final me tocaré llevarte en brazos a casa bromeé cuando me dijo que no se había calmado con el baño -me pones mucho -aseguré volviendo a tomar su boca con cierta necesidad.
-El norte esta lleno de vikingos tercos que bailan frente a las llamas, pero tu te has llevado al único capaz de soportarte -bromeé contra su boca antes de dar un tirón y subirla a horcajadas sobre mi.
-No veo a esa gente de la que hablas -jadeé contra sus labios -¿estas segura de que vendrán? -pregunté sin despegar mis ojos de su boca y hablando contra esta.
Mis manos empujaron hacia abajo sus caderas mostrandole lo cierto que era que jamas me saciaba de ella.
-Ubbe -replicó tratando de hacerme entrar en razón. Mi frente contra la suya, me estaba volviendo loco y lo peor es que ella lo sabia.
Atrás, en el rio empezaban las ofrendas, varios barcos con gente en ellos e iluminados por faroles llenaban las aguas.
Su cuerpo se ladeó mientras mis brazo rodeaban su cintura para junto a ella ver como las palomas volaban plagando el cielo de un tono blanco que se fundía con las propias estrellas.
Era fascinante ver todo aquello con ella, con la tranquilidad de aquél muelle, sin pensar en nada que no fuera ese instante y nosotros pegados el uno al otro.
Mordí su cuello con suavidad, dejando allí hundida mi cabeza
-que bien hueles -susurré acariciando su yugular con mis labios.
No era necesario decir que me moría por tomarla allí mismo, mi respiración se tornaba pesada, entrecortada. La dama por lo contrario estaba menos dispuesta a exhibirnos en publico de ese modo.
No se si para distraerme de mi cometido, pues mis manos buscaban sus nalgas para alzarla y pegar nuestros sexos en un vano intento de convencerla de lo contrario, me preguntó por el colgante.
-Si no quisiera que lo tuvieras, no te lo habría regalado -aseguré hundiendo en ella mi mirada oscurecida antes de que mis labios chocaran con los ajenos como las olas del mar contra las rocas, mi lengua la provocó antes de seguir hablando.
-Fue mi primera gesta, padre me lo regalo antes de acudir a esta, a mi hermana le regalo un colgante con la imagen de los dos lobos Skool y Hati.
Son fieros hijos de Fenir y persiguen respectivamente al sol y la luna, dicen que solo los atraparan cuando llegue el Ragnarok pues Odin los maldijo.
Hay veces que Skoll y Hati se acercan demasiado tratando voraces de devorar a los astros, así, se producen los eclipses.
Volví a atajar la distancia entre nuestros labios, tire con suavidad de su inferior, relamiendome después.
-Recuerdo esa guerra como si fuera ayer, creo que nunca olvidas tu primera vez, la primera vez que arrebatas vida y sientes que en cualquier momento puedes perder la propia. Padre y Hakon protegieron a Synnobe, así que yo me las arreglé como pude por mantenerme en pie y aquí sigo mucho tiempo después -bromeé atajando la distancia de nuevo para deslizar mis dedos por su colgante -estoy seguro de que Odin me protegió ese día y estoy convencido de que también lo hará contigo.
Acaricié con mis labios los ajenos, dejando que su aliento me embriagara.
-Antes me preguntabas si nos parecemos mi hermana y yo, la verdad es que no, ella es morena, con los ojos verdes. Niels y yo tenemos buena mano con las mujeres, pero mi hermana es el centro de atención de cualquier hombre que tenga ojos en la cara, aunque la verdad pese a haber tenido muchas propuestas de matrimonio, no ha aceptado ninguna.
Hakon es el mas centrado de nosotros, nos saca cuatro años y aunque yo soy el mayor por nacimiento, siempre he sido el del medio. Hakon es un hermano para mi, cuando yo nací el ya estaba allí y aunque a padre le costo aceptarlo como un hijo mas, algo que le llevo a muchos enfrentamientos con madre, para los demás siempre fue lo que es, un hijo para mi madre, un hermano para nosotros.
Tengo 26 años ¿y tu? -pregunté contemplando su cuerpo desnudo escapandoseme un jadeo al sentir el roce de ss pechos erguidos contra mi cuerpo.
-Ufffff -resople con la voz ronca por el deseo.
No tardo en reírse por el estado en el que me encontraba, alegando que nos detendrían por escándalo publico.
-Vamos Nai, no hay nadie, lo haré rápido, estoy muy excitado, no me costará -susurré atajando la distancia apresando su cuerpo contra la pared del muelle y mi cuerpo como cárcel de piel y hueso contra su pecho.
Mi boca intentó callarla, mostrarle mi clara necesidad de ella, lengua de fuego que se adentro en su boca arrancándole un jadeo.
Aludió a los dioses para detenerme, de nuevo me recordaba que pronto aquello estaría lleno de niños, hombres que verían su cuerpo desnudo, gruñí desquiciado ,quería entrar dentro de ella, y nunca llevé bien el no como respuesta.
Posé mi frente contra la suya, no quería enfadarme, no era el momento de una rabieta de niño por no conseguir lo que quería.
-No, nunca quedo saciado de ti -aseguré relamiendo mis húmedos labios sintiendo como su respiración entrecortada chocaba con lo míos -esta bien -acaricie mi nariz con la suya besándola despacio -después me recompensaras.
Ladeé la sonrisa y deje escapar el aire pesado contra su boca en claro reticencia a su petición, si en vez de discutir si nos iban a pillar o no, se la hubiera metido, ya habríamos terminado y estaríamos ahora complacidos los dos.
Luego podría de sobra volver a quitarle el vestido en casa, pero joder, lo que va delante, va delante.
Ademas el momento era idílico, con las estrellas reflejándose en el agua, los haces de luz plata muriendo sobre su tostada piel desnuda, la sombra del muelle dándonos clandestinidad, era preciosa y la deseaba de un modo desesperado.
-Te deseo -volví a escoger las palabras antes de separarme para tomar impulso con los brazos y subir con facilidad al muelle.
Desde arriba la alcé tomando sus manso con las mías y elevándola hasta que su cuerpo quedó nuevamente pegado al mio.
-Ufff -resople de nuevo observándola con la mirada oscurecida de arriba a bajo.
-No tienes ni idea de las ganas que te tengo -reconocí observando como rápidamente cubría su cuerpo con el vestido rojo que la verdad, no ayudaba en nada a calmar mis ánimos.
Volvimos a tomar asiento, mi mano busco la ajena enredando mis dedos mientras mi mirada se perdía en el firmamento ¿estarían los míos viendo las mismas estrellas? No pude evitar pensar en Niels, él estaba en este tiempo tratando de evitar su muerte siendo aun un no nato, sabia que era un buen guerrero, pero eran tiempos difíciles para ambos. Él tenia que enfrentarse a un hechicero cuyo poder era enorme, dominaba las artes oscuras, la nigromancia y aunque Niels era capaz de luchar y ganar, no pude evitar sentir una punzada de preocupación por él, a fin de cuentas era el pequeño de todos nosotros.
Para mi tampoco era mucho mas fácil, tenia un ejercito de sobrenaturales tras la reliquia, proteger a Nai era mi prioridad pero necesitaba ese maldito objeto para salvar el norte, me sentía entre la espada y la pared, porque algo me decía que si seguía con su búsqueda Nai correría peligro y eso era algo que me torturaba por dentro.
Creo que esta se dio cuenta de mi desasosiego, pues de nuevo sus labios buscaron los míos, creo que lo interpretó mal, pensó que estaba así por no haberse dejado montar, algo que me hizo sonreír y perderme con calma en su boca, paladeando su sabor que de nuevo sabia a alcohol.
-Al final me tocaré llevarte en brazos a casa bromeé cuando me dijo que no se había calmado con el baño -me pones mucho -aseguré volviendo a tomar su boca con cierta necesidad.
-El norte esta lleno de vikingos tercos que bailan frente a las llamas, pero tu te has llevado al único capaz de soportarte -bromeé contra su boca antes de dar un tirón y subirla a horcajadas sobre mi.
-No veo a esa gente de la que hablas -jadeé contra sus labios -¿estas segura de que vendrán? -pregunté sin despegar mis ojos de su boca y hablando contra esta.
Mis manos empujaron hacia abajo sus caderas mostrandole lo cierto que era que jamas me saciaba de ella.
-Ubbe -replicó tratando de hacerme entrar en razón. Mi frente contra la suya, me estaba volviendo loco y lo peor es que ella lo sabia.
Atrás, en el rio empezaban las ofrendas, varios barcos con gente en ellos e iluminados por faroles llenaban las aguas.
Su cuerpo se ladeó mientras mis brazo rodeaban su cintura para junto a ella ver como las palomas volaban plagando el cielo de un tono blanco que se fundía con las propias estrellas.
Era fascinante ver todo aquello con ella, con la tranquilidad de aquél muelle, sin pensar en nada que no fuera ese instante y nosotros pegados el uno al otro.
Mordí su cuello con suavidad, dejando allí hundida mi cabeza
-que bien hueles -susurré acariciando su yugular con mis labios.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
El agua estaba un poco fría pero tener su cuerpo junto al mío ayudaba para que no se notara demasiado, estaba completamente loco al habernos tirado al río pero no pude evitar reírme por el gesto, en verdad hacía calor y no nos venía nada mal refrescarnos un poco. Me aseguró que quería que tuviera el colgante y lo miré acariciar este con sus dedos alegando que una vez lo protegió a él, y que ahora también me protegería a mí. No le interrumpí en ningún momento escuchando su relato de la primera vez que había acudido a una batalla, era un poco duro empezar a sumergirte en el mundo de la guerra con tan sólo nueve años pero eran sus costumbres y eso habían forjado al vikingo que tenía ahora delante de mí.
Mis dedos recorrieron su rostro y bajaron hasta su cuello para rodear su espalda dejando que hablara, que contara aquella anécdota de su primera batalla, debía de ser duro quitar la vida a alguien siendo tan joven. Tiró de mí labio inferior y sonreí dejando que me contara sobre aquellos dos lobos que su padre le había regalado como colgante a su hermana y la historia, sabía de ella porque también había estudiado su mitología pero sonreí al escucharlo contarme sus leyendas, me encantaban ese tipo de cosas desde muy pequeña y mí madre siempre tenía que contarme alguna. Mi nariz acarició la suya y luego recorrió su cuello para dejar un beso en sus labios ahora contándome cómo era su hermana. Morena y de ojos verdes, nada que ver con el vikingo que tenía delante. Ladeé un poco la cabeza cuando dijo que su hermana había rechazado todas las propuestas de matrimonio y sonreí levemente.
-Tienes mucha suerte de tener a Synnobe, a Hakon y a Niels… créeme, sé de lo que hablo. Seguro que fue bonito crecer junto a ellos hasta convertiros en los adultos que sois ahora, y eso os ha unido más. ¿Qué de travesuras no habréis hecho siendo pequeños? Seguro que muchas –comenté pensando en un momento en la idea de la familia, de crecer junto a ella… yo por el contrario no solo era hija única, sino que había tenido que crecer y madurar lejos de mí padres en un mundo donde para mí solo había oscuridad. No pude evitar que, por un breve momento, una pizca de melancolía me recorriera porque el último recuerdo que tenía de mí familia, junta, había sido en aquel fatídico viaje a bordo de un barco. Quité esa sensación mordiéndome el labio no queriendo que aquel recuerdo triste empañara ese momento- Así que tienes buena mano con las mujeres, ¿eh? –Dije con algo de diversión dejando un mordisco en su labio inferior- Y tú, ¿también has rechazado propuestas? Bueno, la pregunta correcta sería ¿quieres casarte? –Yo tenía muy clara esa respuesta, siempre la había tenido en realidad- Creo que cuando erais pequeños me da la sensación de que tanto tú, como Niels erais unos traviesos y les dabais dolores de cabeza a vuestros padres, ¿me equivoco? –Me atreví a preguntar imaginándome a un Ubbe de niño que me hizo sonreír- yo en cambio era bastante buena, no daba mucha guerra como la doy ahora –reí entre dientes notando cómo sus ojos recorrían todo mi cuerpo desnudo y se le escapaba un jadeo antes de decirme su edad- Veintiséis… me ganas por dos años, yo tengo veinticuatro –no tardó demasiado en acorralarme contra la pared del muelle y su cuerpo intentando convencerme de que necesitaba hundirse en mí interior, arrasó mí boca con un beso que me hizo soltar un jadeo notando su necesidad y su deseo, pero no era el momento aunque sí podría haber sido un buen lugar de no ser porque pronto acudirían más personas y el hecho de pensar que nos pillaran podía con cualquier cosa. Otro día, otro momento no me habría importado dejar que el deseo y la necesidad ganaran, y aunque él pudiera pensar que me costaba decirle que no en realidad sí que me costaba, bastante además.
Terminó cediendo a mí petición y fue él primero quien dejando un suspiro en mis labios subió al muelle con facilidad y con mucha más facilidad me subió a mí recorriéndome con la mirada antes de que pudiera ponerme el vestido. Era un vikingo insaciable y ya me había dicho que nunca quedaba saciado de mí, algo que me hizo negar con una sonrisa en los labios mientras me ponía el vestido de nuevo antes de que la gente llegara. Lo miré ya vestido cuando dijo que no sabía las ganas que me tenía, pero sí, me hacía a la idea aunque no lo dijera y sonreí siendo yo quien acortara la distancia para besarlo esa vez reclamando su boca con la mía tirando de su labio inferior antes de separarme.
-Sólo porque lo haga parecer fácil no significa que lo sea para mí… -murmuré sobre sus labios antes de separarme, dándole a entender que a mí también me costara pese a que no pudiera demostrarlo como lo hacía él. Nos volvimos a sentar en el muelle con el peluche a mí espalda junto a las jarras, buscó mi mano con la suya y volvió a entrelazar los dedos quedándonos por un momento en silencio, disfrutando del momento, de la vista que teníamos delante, de la compañía, de todo… me perdí en recuerdos hasta que subí mí vista a él viendo que contemplaba a las estrellas como lo había estado haciendo yo, pero parecía más… melancólico, quizás añoraba su hogar, su tierra, su gente… no podía culparlo porque sabía lo que era eso, y era muy duro. Acaricié su mejilla con la nariz para captar su atención y cuando giró el rostro para mirarme le sonreí y volví a besarlo de nuevo, de forma tranquila y pausada dejando mí mano libre sobre su mejilla. Al separarme reí dejando que mí aliento chocara contra sus labios- ¿Me vas a llevar en brazos como una princesa? –Enarqué una ceja divertida por ello y él volvió a arremeter contra mí boca alegando que le ponía mucho. Por Ra, no dejaba de buscarme y de provocarme cosa que me hacía gracia, no su estado, sino el que no pudiera estarse quieto y controlarse- ¿Ah sí? ¿El único que puede soportarme? Qué poca paciencia tienen entonces los vikingos –dije con diversión recorriendo su mandíbula con mis labios- Pues tú te has topado con la egipcia más curiosa que puede haber sobre la faz de la tierra, además de otras cualidades que ya conoces y… no sé si otra habría podido aguantar ese carácter que tienes –porque él tampoco se quedaba atrás. Me puso sobre él y reí negando con la cabeza notando como sus manos presionaban mí cintura para que sintiera lo excitado que estaba en ese momento, le miré notando que su mirada estaba fija en mis labios y asentí con la cabeza- totalmente segura de que van a venir, de hecho, ya hay gente –porque faltaba poco para que empezara la última ofrenda y aquello se iba a llenar de gente de un momento a otro.
No me moví de esa posición aunque él siguiera con que no venía gente haciendo que riera y me preguntara cuántas jarras se habría bebido aunque sabía por qué lo estaba diciendo, su nombre escapó de mis labios en un suspiro para luego reclamar de nuevo sus labios hasta que la nueva ofrenda comenzó, me senté esta vez sobre sus piernas ladeando mí cuerpo rodeando su cuello con uno de mis brazos y vi como los barcos cruzaban por el río soltando las palomas, las flores que ahora se veían sobre el río por la luz de la luna que brillaba sobre el lugar. La música marcaba el ritmo de unos cánticos en honor a aquella ofrenda mientras de los barcos salían farolillos iluminando así el cielo mientras iban subiendo, en una imagen muy bonita que contrastaba con la luna y las estrellas brillando en el firmamento, en el río se podía ver la luz de los farolillos que iban subiendo poco a poco. Mis dedos recorrían de forma leve su cuello, su oreja e incluso se enredaban en su pelo sin patrón alguno, por libre. Sonreí notando el mordisco que dejó en mí cuello y dejé un beso en su frente al tener su cabeza reposada en mí cuello.
-Según cuentan las leyendas se le rinde ofrenda a la diosa Renenutet, diosa de la alimentación y las cosechas que junto a su marido Sobek, quien fue un dios cocodrilo que creó el Nilo, ayudó a su mujer con las cosechas para que estas prosperaran. Mi madre siempre me decía que se le rendían tributo a ambos y que por eso los barcos surcan el río y dejan pétalos de flores, los farolillos suben hasta el cielo para que Ra, desde lo alto, pueda ver las ofrendas que los mortales hacemos dando gracias por tener buenas cosechas. Renenutet también es considerada una diosa de la fertilidad, y los cánticos es para que ayude a que la tierra esté fértil y se pueda cosechar –mis labios buscaron ahora los suyos y dejaron un beso en ellos lamiendo el inferior de estos- ¿A qué huelo, Ubbe? –No era la primera vez que decía que olía bien y me había entrado la curiosidad por saberlo. Los barcos se alejaban por el río siguiendo su camino y la gente poco a poco se iba marchando volviendo de nuevo a la fiesta, para algunos aún quedaba mucha celebración por delante solo habían parado para ver la última ofrenda que se hacía en esa noche- Gracias por aceptar venir conmigo, no recuerdo la última vez que disfruté de una fiesta así, y desde luego que mí último recuerdo de esta celebración fue de niña y… ahora me ha gustado mucho más –le sonreí antes de dejar otro beso en sus labios bajando mí mano por su pecho de forma leve, me separé para mirarlo a los ojos- Venga vamos, aún tenemos un largo camino para volver a casa y podemos seguir comiendo, bebiendo… para muchos la noche es joven y, ¿por qué no para nosotros? –Dejé un beso más corto en sus labios y me levanté para coger la jarra que todavía tenía cerveza y poner bajo mí brazo la pantera de peluche para volver a tirar de él de nuevo hacia las calles llenas de gente, nos quedaba un recorrido hasta casa y nadie dijo que no podríamos disfrutar de este.
Me acerqué esta vez a uno de los puestos de comida pero esa vez en concreto al de los postres y dulces que había y cogí alguno para probarlo, y le di de probar preguntándole que le gustaba para que los probara. Había de muchas clases pero a mí los que más me gustaban eran los que llevaban chocolate, así que cogí un trozo y lo probé soltando un leve jadeo de lo bueno que estaba dándole de probar a él también. Había fruta troceada y al lado chocolate derretido, así que cogí un trozo de fruta mojándolo con el chocolate y se lo di para que lo probara pero en el último momento me lo comí yo dejándolo a él esperando la pieza de fruta, cosa que hizo que me riera y la siguiente vez sí que le di la pieza de fruta con el chocolate.
Mis dedos se habían manchado del chocolate pero en vez de limpiarlos yo maché su nariz y el centro de sus labios con el chocolate y reí entre dientes para luego ser yo quien elevándome limpiara la nariz y sus labios fundiéndonos en un beso que me hizo jadear contra sus labios y morderme el mío propio observándole a los ojos, sentido, cargado de deseo y de pasión. Le di un beso más corto antes de seguir tirando de él perdiéndonos por las calles de la ciudad, yo poco más bebí porque ya había tenido suficiente pero él no sabía ya cuántas jarras llevaba encima, aprovechando para comer o al menos hacerlo yo en donde se notaba que en las calles ya solo quedaban mayormente adultos que seguían bailando, bebiendo, comiendo y riendo disfrutando de la fiesta. Llegamos a la plaza central de nuevo donde seguía habiendo más gente y en donde aún quedaba la mitad del camino para llegar a casa, y aunque el deseo me consumía por dentro disfruté de cada momento de aquella fiesta, sabiendo que momentos de tranquilidad como ese no tendríamos muchos y quería disfrutarlos.
-¿Cuántas jarras te has bebido ya? –Pregunté más por curiosidad que por otra cosa, porque no parecía ir muy afectado y yo iba con el punto, pero estaba bastante bien y podía mantenerme en pie y andar derecha no como la otra vez- Mejor, ¿cuántas jarras necesitarías para ir borracho? Si yo con tres ya estoy así… -reí porque recordaba que me había dicho que había empezado a beber con nueve años, la misma edad con la que había emprendido su primera batalla- Dime, ¿todos los vikingos os iniciáis tan pronto en… todo? –Me mordí el labio por el doble significado que podría llevar la pregunta y no especifiqué dejando que él me respondiera y sobre todo a qué me respondía- ahora entiendo por qué eres tan sumamente bueno en la cama, por Ra –se me escapó y me tuve que reír dándome cuenta de lo que había dicho sin pensar y sin filtro alguno para luego llevar una mano a mí boca- Ups… creo que ya no mido mis palabras –alegué apoyando mí rostro en su pecho sin parar de reírme, vale, había descubierto que beber tanta cerveza hacía que dijera las cosas sin pensarlas siquiera.
Mis dedos recorrieron su rostro y bajaron hasta su cuello para rodear su espalda dejando que hablara, que contara aquella anécdota de su primera batalla, debía de ser duro quitar la vida a alguien siendo tan joven. Tiró de mí labio inferior y sonreí dejando que me contara sobre aquellos dos lobos que su padre le había regalado como colgante a su hermana y la historia, sabía de ella porque también había estudiado su mitología pero sonreí al escucharlo contarme sus leyendas, me encantaban ese tipo de cosas desde muy pequeña y mí madre siempre tenía que contarme alguna. Mi nariz acarició la suya y luego recorrió su cuello para dejar un beso en sus labios ahora contándome cómo era su hermana. Morena y de ojos verdes, nada que ver con el vikingo que tenía delante. Ladeé un poco la cabeza cuando dijo que su hermana había rechazado todas las propuestas de matrimonio y sonreí levemente.
-Tienes mucha suerte de tener a Synnobe, a Hakon y a Niels… créeme, sé de lo que hablo. Seguro que fue bonito crecer junto a ellos hasta convertiros en los adultos que sois ahora, y eso os ha unido más. ¿Qué de travesuras no habréis hecho siendo pequeños? Seguro que muchas –comenté pensando en un momento en la idea de la familia, de crecer junto a ella… yo por el contrario no solo era hija única, sino que había tenido que crecer y madurar lejos de mí padres en un mundo donde para mí solo había oscuridad. No pude evitar que, por un breve momento, una pizca de melancolía me recorriera porque el último recuerdo que tenía de mí familia, junta, había sido en aquel fatídico viaje a bordo de un barco. Quité esa sensación mordiéndome el labio no queriendo que aquel recuerdo triste empañara ese momento- Así que tienes buena mano con las mujeres, ¿eh? –Dije con algo de diversión dejando un mordisco en su labio inferior- Y tú, ¿también has rechazado propuestas? Bueno, la pregunta correcta sería ¿quieres casarte? –Yo tenía muy clara esa respuesta, siempre la había tenido en realidad- Creo que cuando erais pequeños me da la sensación de que tanto tú, como Niels erais unos traviesos y les dabais dolores de cabeza a vuestros padres, ¿me equivoco? –Me atreví a preguntar imaginándome a un Ubbe de niño que me hizo sonreír- yo en cambio era bastante buena, no daba mucha guerra como la doy ahora –reí entre dientes notando cómo sus ojos recorrían todo mi cuerpo desnudo y se le escapaba un jadeo antes de decirme su edad- Veintiséis… me ganas por dos años, yo tengo veinticuatro –no tardó demasiado en acorralarme contra la pared del muelle y su cuerpo intentando convencerme de que necesitaba hundirse en mí interior, arrasó mí boca con un beso que me hizo soltar un jadeo notando su necesidad y su deseo, pero no era el momento aunque sí podría haber sido un buen lugar de no ser porque pronto acudirían más personas y el hecho de pensar que nos pillaran podía con cualquier cosa. Otro día, otro momento no me habría importado dejar que el deseo y la necesidad ganaran, y aunque él pudiera pensar que me costaba decirle que no en realidad sí que me costaba, bastante además.
Terminó cediendo a mí petición y fue él primero quien dejando un suspiro en mis labios subió al muelle con facilidad y con mucha más facilidad me subió a mí recorriéndome con la mirada antes de que pudiera ponerme el vestido. Era un vikingo insaciable y ya me había dicho que nunca quedaba saciado de mí, algo que me hizo negar con una sonrisa en los labios mientras me ponía el vestido de nuevo antes de que la gente llegara. Lo miré ya vestido cuando dijo que no sabía las ganas que me tenía, pero sí, me hacía a la idea aunque no lo dijera y sonreí siendo yo quien acortara la distancia para besarlo esa vez reclamando su boca con la mía tirando de su labio inferior antes de separarme.
-Sólo porque lo haga parecer fácil no significa que lo sea para mí… -murmuré sobre sus labios antes de separarme, dándole a entender que a mí también me costara pese a que no pudiera demostrarlo como lo hacía él. Nos volvimos a sentar en el muelle con el peluche a mí espalda junto a las jarras, buscó mi mano con la suya y volvió a entrelazar los dedos quedándonos por un momento en silencio, disfrutando del momento, de la vista que teníamos delante, de la compañía, de todo… me perdí en recuerdos hasta que subí mí vista a él viendo que contemplaba a las estrellas como lo había estado haciendo yo, pero parecía más… melancólico, quizás añoraba su hogar, su tierra, su gente… no podía culparlo porque sabía lo que era eso, y era muy duro. Acaricié su mejilla con la nariz para captar su atención y cuando giró el rostro para mirarme le sonreí y volví a besarlo de nuevo, de forma tranquila y pausada dejando mí mano libre sobre su mejilla. Al separarme reí dejando que mí aliento chocara contra sus labios- ¿Me vas a llevar en brazos como una princesa? –Enarqué una ceja divertida por ello y él volvió a arremeter contra mí boca alegando que le ponía mucho. Por Ra, no dejaba de buscarme y de provocarme cosa que me hacía gracia, no su estado, sino el que no pudiera estarse quieto y controlarse- ¿Ah sí? ¿El único que puede soportarme? Qué poca paciencia tienen entonces los vikingos –dije con diversión recorriendo su mandíbula con mis labios- Pues tú te has topado con la egipcia más curiosa que puede haber sobre la faz de la tierra, además de otras cualidades que ya conoces y… no sé si otra habría podido aguantar ese carácter que tienes –porque él tampoco se quedaba atrás. Me puso sobre él y reí negando con la cabeza notando como sus manos presionaban mí cintura para que sintiera lo excitado que estaba en ese momento, le miré notando que su mirada estaba fija en mis labios y asentí con la cabeza- totalmente segura de que van a venir, de hecho, ya hay gente –porque faltaba poco para que empezara la última ofrenda y aquello se iba a llenar de gente de un momento a otro.
No me moví de esa posición aunque él siguiera con que no venía gente haciendo que riera y me preguntara cuántas jarras se habría bebido aunque sabía por qué lo estaba diciendo, su nombre escapó de mis labios en un suspiro para luego reclamar de nuevo sus labios hasta que la nueva ofrenda comenzó, me senté esta vez sobre sus piernas ladeando mí cuerpo rodeando su cuello con uno de mis brazos y vi como los barcos cruzaban por el río soltando las palomas, las flores que ahora se veían sobre el río por la luz de la luna que brillaba sobre el lugar. La música marcaba el ritmo de unos cánticos en honor a aquella ofrenda mientras de los barcos salían farolillos iluminando así el cielo mientras iban subiendo, en una imagen muy bonita que contrastaba con la luna y las estrellas brillando en el firmamento, en el río se podía ver la luz de los farolillos que iban subiendo poco a poco. Mis dedos recorrían de forma leve su cuello, su oreja e incluso se enredaban en su pelo sin patrón alguno, por libre. Sonreí notando el mordisco que dejó en mí cuello y dejé un beso en su frente al tener su cabeza reposada en mí cuello.
-Según cuentan las leyendas se le rinde ofrenda a la diosa Renenutet, diosa de la alimentación y las cosechas que junto a su marido Sobek, quien fue un dios cocodrilo que creó el Nilo, ayudó a su mujer con las cosechas para que estas prosperaran. Mi madre siempre me decía que se le rendían tributo a ambos y que por eso los barcos surcan el río y dejan pétalos de flores, los farolillos suben hasta el cielo para que Ra, desde lo alto, pueda ver las ofrendas que los mortales hacemos dando gracias por tener buenas cosechas. Renenutet también es considerada una diosa de la fertilidad, y los cánticos es para que ayude a que la tierra esté fértil y se pueda cosechar –mis labios buscaron ahora los suyos y dejaron un beso en ellos lamiendo el inferior de estos- ¿A qué huelo, Ubbe? –No era la primera vez que decía que olía bien y me había entrado la curiosidad por saberlo. Los barcos se alejaban por el río siguiendo su camino y la gente poco a poco se iba marchando volviendo de nuevo a la fiesta, para algunos aún quedaba mucha celebración por delante solo habían parado para ver la última ofrenda que se hacía en esa noche- Gracias por aceptar venir conmigo, no recuerdo la última vez que disfruté de una fiesta así, y desde luego que mí último recuerdo de esta celebración fue de niña y… ahora me ha gustado mucho más –le sonreí antes de dejar otro beso en sus labios bajando mí mano por su pecho de forma leve, me separé para mirarlo a los ojos- Venga vamos, aún tenemos un largo camino para volver a casa y podemos seguir comiendo, bebiendo… para muchos la noche es joven y, ¿por qué no para nosotros? –Dejé un beso más corto en sus labios y me levanté para coger la jarra que todavía tenía cerveza y poner bajo mí brazo la pantera de peluche para volver a tirar de él de nuevo hacia las calles llenas de gente, nos quedaba un recorrido hasta casa y nadie dijo que no podríamos disfrutar de este.
Me acerqué esta vez a uno de los puestos de comida pero esa vez en concreto al de los postres y dulces que había y cogí alguno para probarlo, y le di de probar preguntándole que le gustaba para que los probara. Había de muchas clases pero a mí los que más me gustaban eran los que llevaban chocolate, así que cogí un trozo y lo probé soltando un leve jadeo de lo bueno que estaba dándole de probar a él también. Había fruta troceada y al lado chocolate derretido, así que cogí un trozo de fruta mojándolo con el chocolate y se lo di para que lo probara pero en el último momento me lo comí yo dejándolo a él esperando la pieza de fruta, cosa que hizo que me riera y la siguiente vez sí que le di la pieza de fruta con el chocolate.
Mis dedos se habían manchado del chocolate pero en vez de limpiarlos yo maché su nariz y el centro de sus labios con el chocolate y reí entre dientes para luego ser yo quien elevándome limpiara la nariz y sus labios fundiéndonos en un beso que me hizo jadear contra sus labios y morderme el mío propio observándole a los ojos, sentido, cargado de deseo y de pasión. Le di un beso más corto antes de seguir tirando de él perdiéndonos por las calles de la ciudad, yo poco más bebí porque ya había tenido suficiente pero él no sabía ya cuántas jarras llevaba encima, aprovechando para comer o al menos hacerlo yo en donde se notaba que en las calles ya solo quedaban mayormente adultos que seguían bailando, bebiendo, comiendo y riendo disfrutando de la fiesta. Llegamos a la plaza central de nuevo donde seguía habiendo más gente y en donde aún quedaba la mitad del camino para llegar a casa, y aunque el deseo me consumía por dentro disfruté de cada momento de aquella fiesta, sabiendo que momentos de tranquilidad como ese no tendríamos muchos y quería disfrutarlos.
-¿Cuántas jarras te has bebido ya? –Pregunté más por curiosidad que por otra cosa, porque no parecía ir muy afectado y yo iba con el punto, pero estaba bastante bien y podía mantenerme en pie y andar derecha no como la otra vez- Mejor, ¿cuántas jarras necesitarías para ir borracho? Si yo con tres ya estoy así… -reí porque recordaba que me había dicho que había empezado a beber con nueve años, la misma edad con la que había emprendido su primera batalla- Dime, ¿todos los vikingos os iniciáis tan pronto en… todo? –Me mordí el labio por el doble significado que podría llevar la pregunta y no especifiqué dejando que él me respondiera y sobre todo a qué me respondía- ahora entiendo por qué eres tan sumamente bueno en la cama, por Ra –se me escapó y me tuve que reír dándome cuenta de lo que había dicho sin pensar y sin filtro alguno para luego llevar una mano a mí boca- Ups… creo que ya no mido mis palabras –alegué apoyando mí rostro en su pecho sin parar de reírme, vale, había descubierto que beber tanta cerveza hacía que dijera las cosas sin pensarlas siquiera.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Con mi cabeza aun hundida en mi cuello ladeé la sonrisa al escuchar sus palabras, tenia razón, había tenido suerte con la familia que me había tocado y aunque no se puede decir que fueran laxos con nosotros, si no mas bien todo lo contrario, todos mis recuerdos estaban plagados de buenos tiempos.
-En realidad somos seis. Te he hablado de mis hermanos y de uno de mis primos, tengo dos primas mas, Lilitt y Violette. Ambas son mellizas y hermanas mayores de Niels. Tienen de la misma edad que Synnobe y yo, nacieron apenas unos meses antes. Violette es una guerrera como mi hermana, pero Lilith posee el don del oráculo, es hechicera y la verdad es que tiene el mismo carácter que su madre, pobre del que cargue con ella, con todos mis respetos a mi tía -bromeé entre risas.
-Entre nosotros, si eres oráculo no puedes follar o el don lo pierdes, así que imagina el pringao que se la lleve -reí de nuevo a carcajada libre.
A mi también me afectaba el alcohol y quizás estaba hablando de mas con ese largo árbol genealógico que estaba poniendo frente a sus ojos.
La lengua se me había soltado casi al mismo ritmo que las manos, pues era incapaz de no acariciar cada parte de piel desnuda que dejaba aquel maldito vestido al descubierto.
Era cierto, el muelle se había llenado de gente, ella sentada sobre mi, con el cuerpo ligeramente ladeado, mis labios acorralando su piel, cuello, mandíbula, jadeé contra esta necesitado de ella, era difícil aguantar las ganas y también las palabras que quemaban en mi garganta y que el alcohol empujaba y mi cordura callaba.
-Hueles a fuego, a maderos e incienso. Hueles a especias, a agua fresca y a grosellas que es de l oque esta hecho el jabón que usas -bromeé hundiendo mis ojos azules en los suyos -a eso hueles pequeña egipcia.
Se mordió el labio y yo me perdí en ellos con rabia, introduciendo mi lengua de forma ruda, paladeando su lengua que pronto se enzarzo en cruenta batalla con la mía.
-No hagas eso -pedí entre jadeos.
Resoplé volviendo a perder mi mirada en los barcos, en los faroles que iban ascendiendo por los cielos mientras escuchaba aquella historia, también mi pueblo estaba plagado de leyendas, aunque la mayoría eran bastante mas violentas, claro que yo descendía de un pueblo de guerreros, nuestros dioses estaban forjados con la fuerza del acero.
-No toda mi cultura es vikinga, mi madre es de París, allí conoció a padre. Aunque si es cierto que Synnobe y yo hemos abrazado la religión de padre,mi hermano Hakon se debate entre ambas.
Nunca he entendido bien que pueden ver los cristianos en un dios crucificado por su pueblo, no entiendo ese sacrificio que de nada vale ¿por que si eres un dios dejarte matar? No es mas valiente luchar hasta el final.
Tampoco me cuadra a mi eso de la paloma que fecunda a la virgen Maria ¿por que no baja el dios ese y se divierte entre sus piernas? ¿Que acaso no sabe encontrar el agujero por donde meterla? La religión cristiana no tiene mucho sentido ¿no crees?
Me reí al recordarme lo de si tenia buena mano con las mujeres, negué divertido separándome un instante para dar un trago y relamerme después.
-Hasta que te conocí si, después Niels me ganó la batalla de muescas en la espada -bromeé entre risas -quiero decir.. -pronto caí en el error, maldita cerveza -que ahora seguro que Niels me esta ganando, porque desde que te conocí solo ando contigo enredado.
Di un nuevo trago para proseguir respondiendo a sus preguntas y porque no , lanzar también yo una de las mías.
-No he rechazado propuestas, lo que no he hecho es hacerlas -dije con seguridad, supongo que todo hombre necesita sentar la cabeza en algún momento. Si tu pregunta es si creo en el matrimonio, te diré que si, no podría contestar lo contrario cuando he crecido viendo a mis padres como se miran cada día, he crecido escuchando de fondo sus jadeos, así que la respuesta es que si.
Guardé silencio mirando el firmamento, quizás de seguir en el norte le hubiera pedido matrimonio, tenia ya la edad para ello y la verdad también claros mis sentimientos, solo que...no se
Aparté de mi cabeza ese pensamiento, estaba aquí y tenia que recordar que la mujer que tenia frente a mi no sentía ni una cuarta parte de lo que a mi me movía ella, así que toda muestra de afecto que implicara algo mas de un “ te deseo” debía de estar terminantemente prohibida, demasiado había hecho y dicho ya.
-¿y tu? ¿has rechazado alguna propuesta? ¿has amado como para aceptarla alguna vez?
Casi cuando esa ultima pregunta escapó de mis labios supe que no me iba a gustar la respuesta, endurecí el gesto, hundiendo mis azules en su mirada parda.
Cambié pronto de tema, aquello nos iba a llevar a un terreno pantanoso donde no tenia el menos interés de hundirme, así que volví a mi infancia.
-Niels y yo hemos sido complicados, digamos que hemos dado bastantes quebradero de cabeza uno y otro. Si yo te contará -bromeé entre risas volviendo a sumergir mis labios en su piel para beber de ella.
De nuevo jadeé notando su tez caliente contra mi ropa mojada, mis labios rozaron los ajenos, demasiada gente, demasiadas ganas y las palomas surcaban el cielo como si nada.
-Te llevaré al lecho como un saco de patatas, las princesas son solo para los cuentos de hadas - bromeé entre risas deslizando mi mano por su muslo dejando que mi aliento impactara contra sus labios.
Decía que para ella era complicado también el apartarme pero por Odin yo estaba que no podía mas, cada palabra salia ronca de mi boca y ella sin embargo reía sin apara seguramente fruto del puntillo de alcohol que llevaba encima y que a decir verdad me excitaba de sobremanera.
Me levanté para ayudarla una vez pasó toda la celebración en el rio, así dijo que podríamos regresar a casa dando un paseo en el que podríamos beber y seguir comiendo.
-No bebas mucho mas saco de patatas o no te enteraras cuando te la meta -bromeé depositando un suave mordisco en su hombro mientras rodeaba su cintura para seguir andando por las abarrotadas calles de Egipto.
Nos detuvimos en un puesto de dulces, yo seguía bebiendo de otra jarra que me había servido por el camino cuando la vi tomar uno y jadear por el sabor a chocolate, enarqué una ceja mirando el espectáculo de esa mujer que tenia frente a mi y que por Odin me estaba volviendo loco.
-Sigue que a este ritmo juro por mis dioses que no llegas a casa -aseguré devorándola con la mirada.
Esta sonrió acercándome una pieza de fruta untada en chocolate que nunca llego a mis labios, fui a quejarme, a paladear su sabor directamente de su boca cuando de nuevo me ofreció y esta vez mis labios acapararon la pieza y la mastique relamiendome después.
Estaba buenísima, la fruta y ella.
Me mancho con los dedos con ese aire infantil del que hacia esta noche gala y que tanto me gustaba, atrás había quedado esa mujer de férreo carácter que disfrutaba llevándome la contraria, ambas estábamos relajados, felices, y quizás algo mas por mi parte que no pensaba permitirme ni pensar.
Me limpio con su boca las manchas de chocolate para después sumergirnos con los ojos cerrados en un dulce beso que se alago en el tiempo y en el espacio, húmedo, sentido que me arrancó mas de un jadeo mientras mis maso sobrevolaban cada parte de su cuerpo.
-He bebido bastantes y aunque no lo creas, estoy borracho, bueno no de caerme, pero noto el alcohol, he hablado mucho mas de la cuenta hoy, créeme -aseguré contra su boca -pero he ido bastante peor, de no tenerme en pie, cuando me junto con Hakon y Niels y salimos solos las borracheras son épicas, claro que no es cerveza lo único que bebemos.
Me reí frente a su siguiente pregunta, empuje sus caderas contra mi cuerpo volviendo a chocar mi abultado miembro contra su vientre.
-¿quieres que busquemos un callejón y te lo demuestro -susurré contra sus labios -creo que es evidente que nos iniciamos pronto y que encontrada la mujer adecuada no nos saciamos nunca, me pasaría la vida follado contigo -aseguré entre risas volviendo a rodear su cintura para seguir andando.
-Sabia de sobra que no había mejor hombre que yo en la cama -dije con aire de superioridad -no es para mi una sorpresa la afirmación de la que hablas.
Ella reía sin parar contra mi pecho, yo hacia lo propio contra su pelo, ambos estábamos tan a gusto que el resto de la gente parecía haber desaparecido.
Mis dedos recorrían su piel, me incineraba cada roce de nuestros cuerpos, era evidente que los dos ardíamos por dentro pues nuestras miradas oscurecidas y turbias por el alcohol se decían mucho mas que las palabras.
Tiré de su mano hacia un callejón, mas por desgracia estaba ocupado por otra pareja a la que como a mi, le había dado un apretón.
Me dio la risa, a ella también, nuestros labios se buscaron cómplices para seguir andando y bebiendo camino a casa.
-Gracias por esta noche, la necesitaba.
-En realidad somos seis. Te he hablado de mis hermanos y de uno de mis primos, tengo dos primas mas, Lilitt y Violette. Ambas son mellizas y hermanas mayores de Niels. Tienen de la misma edad que Synnobe y yo, nacieron apenas unos meses antes. Violette es una guerrera como mi hermana, pero Lilith posee el don del oráculo, es hechicera y la verdad es que tiene el mismo carácter que su madre, pobre del que cargue con ella, con todos mis respetos a mi tía -bromeé entre risas.
-Entre nosotros, si eres oráculo no puedes follar o el don lo pierdes, así que imagina el pringao que se la lleve -reí de nuevo a carcajada libre.
A mi también me afectaba el alcohol y quizás estaba hablando de mas con ese largo árbol genealógico que estaba poniendo frente a sus ojos.
La lengua se me había soltado casi al mismo ritmo que las manos, pues era incapaz de no acariciar cada parte de piel desnuda que dejaba aquel maldito vestido al descubierto.
Era cierto, el muelle se había llenado de gente, ella sentada sobre mi, con el cuerpo ligeramente ladeado, mis labios acorralando su piel, cuello, mandíbula, jadeé contra esta necesitado de ella, era difícil aguantar las ganas y también las palabras que quemaban en mi garganta y que el alcohol empujaba y mi cordura callaba.
-Hueles a fuego, a maderos e incienso. Hueles a especias, a agua fresca y a grosellas que es de l oque esta hecho el jabón que usas -bromeé hundiendo mis ojos azules en los suyos -a eso hueles pequeña egipcia.
Se mordió el labio y yo me perdí en ellos con rabia, introduciendo mi lengua de forma ruda, paladeando su lengua que pronto se enzarzo en cruenta batalla con la mía.
-No hagas eso -pedí entre jadeos.
Resoplé volviendo a perder mi mirada en los barcos, en los faroles que iban ascendiendo por los cielos mientras escuchaba aquella historia, también mi pueblo estaba plagado de leyendas, aunque la mayoría eran bastante mas violentas, claro que yo descendía de un pueblo de guerreros, nuestros dioses estaban forjados con la fuerza del acero.
-No toda mi cultura es vikinga, mi madre es de París, allí conoció a padre. Aunque si es cierto que Synnobe y yo hemos abrazado la religión de padre,mi hermano Hakon se debate entre ambas.
Nunca he entendido bien que pueden ver los cristianos en un dios crucificado por su pueblo, no entiendo ese sacrificio que de nada vale ¿por que si eres un dios dejarte matar? No es mas valiente luchar hasta el final.
Tampoco me cuadra a mi eso de la paloma que fecunda a la virgen Maria ¿por que no baja el dios ese y se divierte entre sus piernas? ¿Que acaso no sabe encontrar el agujero por donde meterla? La religión cristiana no tiene mucho sentido ¿no crees?
Me reí al recordarme lo de si tenia buena mano con las mujeres, negué divertido separándome un instante para dar un trago y relamerme después.
-Hasta que te conocí si, después Niels me ganó la batalla de muescas en la espada -bromeé entre risas -quiero decir.. -pronto caí en el error, maldita cerveza -que ahora seguro que Niels me esta ganando, porque desde que te conocí solo ando contigo enredado.
Di un nuevo trago para proseguir respondiendo a sus preguntas y porque no , lanzar también yo una de las mías.
-No he rechazado propuestas, lo que no he hecho es hacerlas -dije con seguridad, supongo que todo hombre necesita sentar la cabeza en algún momento. Si tu pregunta es si creo en el matrimonio, te diré que si, no podría contestar lo contrario cuando he crecido viendo a mis padres como se miran cada día, he crecido escuchando de fondo sus jadeos, así que la respuesta es que si.
Guardé silencio mirando el firmamento, quizás de seguir en el norte le hubiera pedido matrimonio, tenia ya la edad para ello y la verdad también claros mis sentimientos, solo que...no se
Aparté de mi cabeza ese pensamiento, estaba aquí y tenia que recordar que la mujer que tenia frente a mi no sentía ni una cuarta parte de lo que a mi me movía ella, así que toda muestra de afecto que implicara algo mas de un “ te deseo” debía de estar terminantemente prohibida, demasiado había hecho y dicho ya.
-¿y tu? ¿has rechazado alguna propuesta? ¿has amado como para aceptarla alguna vez?
Casi cuando esa ultima pregunta escapó de mis labios supe que no me iba a gustar la respuesta, endurecí el gesto, hundiendo mis azules en su mirada parda.
Cambié pronto de tema, aquello nos iba a llevar a un terreno pantanoso donde no tenia el menos interés de hundirme, así que volví a mi infancia.
-Niels y yo hemos sido complicados, digamos que hemos dado bastantes quebradero de cabeza uno y otro. Si yo te contará -bromeé entre risas volviendo a sumergir mis labios en su piel para beber de ella.
De nuevo jadeé notando su tez caliente contra mi ropa mojada, mis labios rozaron los ajenos, demasiada gente, demasiadas ganas y las palomas surcaban el cielo como si nada.
-Te llevaré al lecho como un saco de patatas, las princesas son solo para los cuentos de hadas - bromeé entre risas deslizando mi mano por su muslo dejando que mi aliento impactara contra sus labios.
Decía que para ella era complicado también el apartarme pero por Odin yo estaba que no podía mas, cada palabra salia ronca de mi boca y ella sin embargo reía sin apara seguramente fruto del puntillo de alcohol que llevaba encima y que a decir verdad me excitaba de sobremanera.
Me levanté para ayudarla una vez pasó toda la celebración en el rio, así dijo que podríamos regresar a casa dando un paseo en el que podríamos beber y seguir comiendo.
-No bebas mucho mas saco de patatas o no te enteraras cuando te la meta -bromeé depositando un suave mordisco en su hombro mientras rodeaba su cintura para seguir andando por las abarrotadas calles de Egipto.
Nos detuvimos en un puesto de dulces, yo seguía bebiendo de otra jarra que me había servido por el camino cuando la vi tomar uno y jadear por el sabor a chocolate, enarqué una ceja mirando el espectáculo de esa mujer que tenia frente a mi y que por Odin me estaba volviendo loco.
-Sigue que a este ritmo juro por mis dioses que no llegas a casa -aseguré devorándola con la mirada.
Esta sonrió acercándome una pieza de fruta untada en chocolate que nunca llego a mis labios, fui a quejarme, a paladear su sabor directamente de su boca cuando de nuevo me ofreció y esta vez mis labios acapararon la pieza y la mastique relamiendome después.
Estaba buenísima, la fruta y ella.
Me mancho con los dedos con ese aire infantil del que hacia esta noche gala y que tanto me gustaba, atrás había quedado esa mujer de férreo carácter que disfrutaba llevándome la contraria, ambas estábamos relajados, felices, y quizás algo mas por mi parte que no pensaba permitirme ni pensar.
Me limpio con su boca las manchas de chocolate para después sumergirnos con los ojos cerrados en un dulce beso que se alago en el tiempo y en el espacio, húmedo, sentido que me arrancó mas de un jadeo mientras mis maso sobrevolaban cada parte de su cuerpo.
-He bebido bastantes y aunque no lo creas, estoy borracho, bueno no de caerme, pero noto el alcohol, he hablado mucho mas de la cuenta hoy, créeme -aseguré contra su boca -pero he ido bastante peor, de no tenerme en pie, cuando me junto con Hakon y Niels y salimos solos las borracheras son épicas, claro que no es cerveza lo único que bebemos.
Me reí frente a su siguiente pregunta, empuje sus caderas contra mi cuerpo volviendo a chocar mi abultado miembro contra su vientre.
-¿quieres que busquemos un callejón y te lo demuestro -susurré contra sus labios -creo que es evidente que nos iniciamos pronto y que encontrada la mujer adecuada no nos saciamos nunca, me pasaría la vida follado contigo -aseguré entre risas volviendo a rodear su cintura para seguir andando.
-Sabia de sobra que no había mejor hombre que yo en la cama -dije con aire de superioridad -no es para mi una sorpresa la afirmación de la que hablas.
Ella reía sin parar contra mi pecho, yo hacia lo propio contra su pelo, ambos estábamos tan a gusto que el resto de la gente parecía haber desaparecido.
Mis dedos recorrían su piel, me incineraba cada roce de nuestros cuerpos, era evidente que los dos ardíamos por dentro pues nuestras miradas oscurecidas y turbias por el alcohol se decían mucho mas que las palabras.
Tiré de su mano hacia un callejón, mas por desgracia estaba ocupado por otra pareja a la que como a mi, le había dado un apretón.
Me dio la risa, a ella también, nuestros labios se buscaron cómplices para seguir andando y bebiendo camino a casa.
-Gracias por esta noche, la necesitaba.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Escuché todas y cada una de las palabras que dijo sobre su familia, haciendo en mi mente o al menos intentándolo una imagen global de lo que era su familia, añadiendo cada miembro de ella que me iba contando, sus primas que eran hermanas y mellizas también como él y Synnobe, sus edades, lo que eran cada una… reí sin poder evitarlo cuando me confesó lo que significaba poseer el poder del oráculo y negué con la cabeza dándole un leve golpe en la nuca al decirme que no podría mantener relaciones sexuales porque perdería el don, algo que si pasaba todo el mundo sabría. A él le divertía bastante y me hacía saber también lo importante que era para él el sexo, bueno no me extrañaba ya que me lo había dicho un par de veces y era cierto que su cultura estaba muy unida al sexo… solo había que ver lo insaciable que era.
Sus labios recorrían mi mandíbula, mí cuello, y sonreí cuando me dijo a lo que olía no sabiendo que pudiera oler a todas esas cosas, era la primera vez que alguien me daba una información tan detallada de a lo que olía mí piel, aunque imaginaba que algunas se debían al haber estado por las calles esa tarde, pero sí que me quedé con la de grosellas… y con que era el jabón que utilizaba. Cierto era que, las veces que me había bañado siempre había olido mí piel y me había dicho lo bien que olía. Lo miré de forma fija sonriendo por ello y dándome cuenta del detalle que había puesto en esa frase, casi riéndome después por lo de “pequeña egipcia” que me hizo bastante gracia. Acorté la distancia besando sus labios para luego volver a decirme, por enésima vez, que no me mordiera el labio… ¿lo había hecho? No me había enterado.
-No lo hago siendo consciente… es una manía que tengo –y de la cual al parecer no me percataba de ella. Le escuché hablar ahora sobre las culturas y que su madre había crecido en París y sabia de ambas religiones, al vivir yo también en la ciudad francesa era conocedora también de la religión cristiana aunque no era partidaria, yo ya tenía mí religión y no debía de cambiarla. Sonreí porque era una de las pocas veces que estaba hablando tanto y le dejé hacer, de normal, solía ser yo quien sacaba información y ahora lo estaba haciendo él así que sonreí acariciando y enredando mis dedos en su pelo, escuchándolo. A mí tampoco me convencía mucho lo que se decía pero, ¿quién era para juzgarlo? Respetaba todas las religiones como así también me gustaba que respetaran la mía pero no pude evitar reírme, a carcajada, con lo de la paloma negando con la cabeza porque había sido de lo más gracioso- Yo creo que siempre se tiende a exagerar un poco y más bien pienso que son todo como metáforas. Los humanos tenemos que tener algo en lo que creer Ubbe, y la fe mueve montañas –no iba a discutirle pero sí, poco sentido tenía esa parte de la historia. Enarqué una ceja cuando dijo que Niels le ganaba desde que me había conocido y me pregunté cómo podría saberlo si no estaba allí, rectifico enseguida pero igualmente me quedé con aquella frase aunque quizás simplemente se había equivocado por las jarras que llevaba encima. Lo dejé estar cuando me respondió que no había pedido matrimonio a nadie- Mmmm, corrígeme si me equivoco pero, ¿no deberías de estar comprometido al menos? Eres de la realeza, ¿no? No me digas que no has tenido ninguna oferta porque no me lo creo… ¿una mujer no le puede hacer una proposición a un hombre? –Pregunté porque, que él no las hiciera, no significaba que nadie le hubiera propuesto ninguna- no me creo que nadie te haya hecho una proposición –negué medio riendo para luego escuchar sus preguntas y lanzar un suspiro antes de responderle como había hecho él- ¿Se puede rechazar algo que nunca se te ha sido propuesto? –Respondí con otra pregunta y terminé por negar con la cabeza- Nunca me han propuesto matrimonio por lo que nunca he aceptado o rechazado nada… -me mordí el labio ante la última pregunta- crecí toda mi vida diciéndome que no podía, o no debía, amar así que… es lo que hice –porque, ¿qué de bueno aportaría al negocio una cortesana enamorada? Nada- no es que lo creyera, es que más bien no he tenido suerte en el amor. De hecho es que ni siquiera sé realmente lo que es amar a alguien… ¿pasión, atracción, lujuria? Sí, eso sí pero lo otro es un sentimiento mayor que no he experimentado –había tenido varios momentos de mí vida en los que especialmente me habían hecho daño cuando creí amar pero, en el fondo, incluso hasta yo misma sabía que no era así, que no he amado a nadie. Tampoco ayudaba el hecho de que desde que había vuelto de mí retiro a Egipto, en el que pasé unos meses recorriendo el país no me había vuelto a fijar en un hombre de nuevo, mucho menos fijarme en cómo me había fijado con el vikingo. Mis ojos se fijaron en los suyos tras mí confesión y me encogí de hombros sin darle mucha importancia- Pero si tú pregunta fuera, si me quiero casar… la respuesta sería sí. Cuando encuentre al hombre adecuado que me haga perder la cabeza, y me vuelva tan loca, que solo quiera pasar el resto de mis días con él –mí mirada se fijó en la suya observando sus ojos azules, oscuros y brillantes como el mismo cielo- y tener hijos, una niña y un niño, y que tengan la vida que a mí me quitaron y no pude disfrutar… ¿tú quieres tener hijos, Ubbe? Tienes buena mano con ellos –recordé con una sonrisa la niña que había bailado con él, así finalmente nos levantamos una vez terminado las ofrendas y negué con la cabeza cuando me llamó “saco de patatas”, que llevarme en brazos era cosa de cuentos de hadas.
Dejó un mordisco en mí hombro y nos adentramos en las calles llenas de la gente que quedaba celebrando la fiesta, nos paramos en un puesto de dulces donde cogí un par y le di de comer a él un par de trozos también degustándolos, para luego mancharle con mis dedos llenos de chocolate y una advertencia por su parte de que si seguía así no llegaríamos a casa, uh, clara indirecta de que volvería a quitarme el vestido antes de tiempo. Él decía que no iba tan borracho y que lo había estado más de lo que iba ahora… y lo creía, ¿cuánto saque tendría el vikingo bebiendo? Mí límite estaba en tres porque notaba los efectos de las jarras en mí cuerpo, uno de ellos hablar más de lo necesario y darle a su ego esa inflada de la que ahora se estaba haciendo gala y de la cual yo no podía dejar de reír. No iba a decirle cómo era el sexo con él porque ya lo había dejado bastante claro, pero reí entre dientes mirándolo al decirme esas palabras, me mordí el labio y murmuré ahora pegando mis labios a los suyos.
-Mmmm, ¿soy la adecuada, vikingo? –Pregunté dejando mí aliento contra sus labios- eso suena tremendamente placentero, toda una vida entre orgasmos –aseguré dejando un mordisco en su labio inferior antes de seguir andando por las calles- Ya ya… dile a tú ego que ya lo sabemos y que lo hemos oído –comenté entre risas dejando un mordisco en su brazo que era lo que tenía más a mano en ese momento- ¿Y yo, cómo soy en la cama? Aparte de “endemoniadamente buena y sexy” –volví a reír sin poder evitarlo, divertida, tranquila, disfrutando de la situación y del momento. Mí rostro quedó riéndose contra su pecho y sentí su aliento entrecortado también por la risa en mí pelo, sentía sus dedos recorrer mí piel allí donde el vestido dejaba trozos sin cubrir y alcé mí rostro para mirarlo a los ojos, me mordí el labio notando mí deseo y el suyo propia y me incliné para besarlo, devorándolo todo a su paso, pegando mí cuerpo al suyo para tras separarnos dejar que tirara de mí mano hacia un callejón, ninguno de los dos podíamos más y era algo bastante evidente, llevábamos provocándonos toda la noche, incluso más diría yo. Pero justo cuando entramos al callejón tuvimos que salirnos riendo porque había otra pareja que se nos había adelantado y les dejamos privacidad, nos reímos y volvimos a salir a la calle de nuevo besándonos otra vez antes de continuar camino. Me agradeció la noche alegando que lo necesitaba y le sonreí sincera acariciando su rostro con la mano que tenía libre ya que en la otra llevaba el peluche que me había conseguido, yo ya había dejado de beber- Gracias a ti por venir conmigo, yo también lo necesitaba y he disfrutado muchísimo… ojalá todas las noches fueran como esta, me ha gustado conocer y saber más de ti y descubrir otras facetas que no sean esa de mandón que tienes a todas horas –reí entre dientes y me elevé para besarlo otra vez, antes de dejar que continuara camino a la casa, dejé que diera unos pasos delante de mí y sonreí divertida- pero, mejor que llevarme como un saco de patatas… -cogí carrerilla y tomando impulso subí sobre su espalda rodeando su cuello con mis brazos, haciendo que él tuviera que pasar sus manos por mis piernas para cogerme y que no me cayera, mientras no paraba de reírme. Me acerqué a su oído y terminé la frase-… llévame a caballito -dejé un mordisco en su lóbulo y dejé que por unos minutos me llevara así mientras movía mis piernas con cada paso que daba como si fuera una niña pequeña.
Mis labios recorrieron su cuello de forma leve en una caricia, rozando también esa zona con mí nariz para luego dejar pequeños mordiscos mientras le indicaba por dónde tenía que ir. Como no quería que cargara demasiado conmigo por como tenía las heridas, e incluso en mí estado me acordé de ello me bajé llegado cierto punto aunque sabía que para él no pesaba demasiado, no cuando había visto cada músculo definido de su cuerpo y cuando me había cogido en la cámara del fuego para levantarme sin esfuerzo alguno, como sino pesara nada, o cuando me había alzado al muelle... pero igualmente, no quería que se abrieran por mí culpa y ya estaba bebiendo más alcohol del que debería con esa herida, pero por esa noche se lo permitiría.
Si alguien me hubiera dicho que íbamos a pasar una noche como esa después de los días que habíamos pasado no me lo habría creído, porque casi parecía imposible poder pasar una noche tranquilos sin que nada pasara, nada de lobos, nada de hombres persiguiéndonos, ni de luchas, ni de sangre, ni de reliquias, ni de discusiones… libres, como si solo fuéramos dos personas más de aquella ciudad que disfrutaban de la fiesta que se celebraba. Todo eran risas, besos y caricias y había descubierto una faceta del vikingo que de otra forma quizás nunca habría visto y conocido, claro que él también había visto facetas mías que también diferían de mí comportamiento de todos los días… como la que había hecho que llevara una pantera de peluche en una de mis manos tal y como si fuera una niña pequeña, que había hecho reír al vikingo cuando le había pedido que la consiguiera.
Cogidos de la mano atravesamos las calles que nos faltaban hasta llegar a la casa entre risas, besos, y caricias como… como si fuéramos una pareja más, una de las que tantas habían en la fiesta. La luna brillaba en lo alto junto a las estrellas y me fijé ahora que había levantado nuestras manos entrelazadas para, con su dedo índice pincharme como si fuera un niño con mí mejilla haciendo que riera, la pulsera que bajo la luz brillaba con cada movimiento que hacía. Al final giré mí rostro y en vez de dar con mí mejilla apresé su dedo entre mis dientes y reí teniéndolo cogido por la mitad de este. Me dijo que lo soltara y negué divertida para mover los dientes inferiores con diversión y lamiendo el dedo viendo que respiraba con pesadez por ello, mientras yo disfrutaba de aquello.
Un “Nai” que dijo de forma pesada y ronca y que al final terminé por soltar su dedo para acto seguido notar su mano en mí nuca y acercarme a él para besar con necesidad pura y dura, una que yo también tenía y notaba. No tardamos mucho en divisar por fin la casa de nuevo, aunque ninguno de los dos se apresuró por llegar porque quizás los dos sabíamos que aquel momento idílico que estábamos viviendo no volveríamos a vivirlo de nuevo, porque cuando la luna se esconda y el sol salga de nuevo volveríamos a nuestra misión, y porque en realidad no quería que acabara la noche, de hecho lancé un suspiro frente a la puerta antes de abrirla y me giré para mirarlo.
-No es justo, ¿lo sabes no? –Pregunté observándolo elevando mí mirada a la suya, sabía que no iban a ser todos los días como ese, era consciente de ello pero… había disfrutado tanto con tan poco que era reacia a que acabara tan pronto- Ubbe, prométeme que cuando todo esto termine volveremos a tener una noche como esta, aunque no sea fiesta local –lo miré de forma fija y antes de que pudiera decir o hacer nada, mí dedo meñique se enlazó con el suyo y sonreí- has hecho una promesa y debes cumplirla –reí para girarme de nuevo y abrir la puerta de la casa donde pasé primero y dejé el peluche sobre el sofá, llevábamos horas fuera y parecía que había pasado en cuestión de minutos. Me apoyé en el marco de la puerta de la entrada al salón y me mordí el labio observándolo- Ahora es cuando tienes que arrancarme el vestido y hacerme gemir de placer –sonreí de forma pícara recorriendo mí perfil con una de mis manos hasta dejarla en mí cintura sin apartar mis ojos de los suyos.
Sus labios recorrían mi mandíbula, mí cuello, y sonreí cuando me dijo a lo que olía no sabiendo que pudiera oler a todas esas cosas, era la primera vez que alguien me daba una información tan detallada de a lo que olía mí piel, aunque imaginaba que algunas se debían al haber estado por las calles esa tarde, pero sí que me quedé con la de grosellas… y con que era el jabón que utilizaba. Cierto era que, las veces que me había bañado siempre había olido mí piel y me había dicho lo bien que olía. Lo miré de forma fija sonriendo por ello y dándome cuenta del detalle que había puesto en esa frase, casi riéndome después por lo de “pequeña egipcia” que me hizo bastante gracia. Acorté la distancia besando sus labios para luego volver a decirme, por enésima vez, que no me mordiera el labio… ¿lo había hecho? No me había enterado.
-No lo hago siendo consciente… es una manía que tengo –y de la cual al parecer no me percataba de ella. Le escuché hablar ahora sobre las culturas y que su madre había crecido en París y sabia de ambas religiones, al vivir yo también en la ciudad francesa era conocedora también de la religión cristiana aunque no era partidaria, yo ya tenía mí religión y no debía de cambiarla. Sonreí porque era una de las pocas veces que estaba hablando tanto y le dejé hacer, de normal, solía ser yo quien sacaba información y ahora lo estaba haciendo él así que sonreí acariciando y enredando mis dedos en su pelo, escuchándolo. A mí tampoco me convencía mucho lo que se decía pero, ¿quién era para juzgarlo? Respetaba todas las religiones como así también me gustaba que respetaran la mía pero no pude evitar reírme, a carcajada, con lo de la paloma negando con la cabeza porque había sido de lo más gracioso- Yo creo que siempre se tiende a exagerar un poco y más bien pienso que son todo como metáforas. Los humanos tenemos que tener algo en lo que creer Ubbe, y la fe mueve montañas –no iba a discutirle pero sí, poco sentido tenía esa parte de la historia. Enarqué una ceja cuando dijo que Niels le ganaba desde que me había conocido y me pregunté cómo podría saberlo si no estaba allí, rectifico enseguida pero igualmente me quedé con aquella frase aunque quizás simplemente se había equivocado por las jarras que llevaba encima. Lo dejé estar cuando me respondió que no había pedido matrimonio a nadie- Mmmm, corrígeme si me equivoco pero, ¿no deberías de estar comprometido al menos? Eres de la realeza, ¿no? No me digas que no has tenido ninguna oferta porque no me lo creo… ¿una mujer no le puede hacer una proposición a un hombre? –Pregunté porque, que él no las hiciera, no significaba que nadie le hubiera propuesto ninguna- no me creo que nadie te haya hecho una proposición –negué medio riendo para luego escuchar sus preguntas y lanzar un suspiro antes de responderle como había hecho él- ¿Se puede rechazar algo que nunca se te ha sido propuesto? –Respondí con otra pregunta y terminé por negar con la cabeza- Nunca me han propuesto matrimonio por lo que nunca he aceptado o rechazado nada… -me mordí el labio ante la última pregunta- crecí toda mi vida diciéndome que no podía, o no debía, amar así que… es lo que hice –porque, ¿qué de bueno aportaría al negocio una cortesana enamorada? Nada- no es que lo creyera, es que más bien no he tenido suerte en el amor. De hecho es que ni siquiera sé realmente lo que es amar a alguien… ¿pasión, atracción, lujuria? Sí, eso sí pero lo otro es un sentimiento mayor que no he experimentado –había tenido varios momentos de mí vida en los que especialmente me habían hecho daño cuando creí amar pero, en el fondo, incluso hasta yo misma sabía que no era así, que no he amado a nadie. Tampoco ayudaba el hecho de que desde que había vuelto de mí retiro a Egipto, en el que pasé unos meses recorriendo el país no me había vuelto a fijar en un hombre de nuevo, mucho menos fijarme en cómo me había fijado con el vikingo. Mis ojos se fijaron en los suyos tras mí confesión y me encogí de hombros sin darle mucha importancia- Pero si tú pregunta fuera, si me quiero casar… la respuesta sería sí. Cuando encuentre al hombre adecuado que me haga perder la cabeza, y me vuelva tan loca, que solo quiera pasar el resto de mis días con él –mí mirada se fijó en la suya observando sus ojos azules, oscuros y brillantes como el mismo cielo- y tener hijos, una niña y un niño, y que tengan la vida que a mí me quitaron y no pude disfrutar… ¿tú quieres tener hijos, Ubbe? Tienes buena mano con ellos –recordé con una sonrisa la niña que había bailado con él, así finalmente nos levantamos una vez terminado las ofrendas y negué con la cabeza cuando me llamó “saco de patatas”, que llevarme en brazos era cosa de cuentos de hadas.
Dejó un mordisco en mí hombro y nos adentramos en las calles llenas de la gente que quedaba celebrando la fiesta, nos paramos en un puesto de dulces donde cogí un par y le di de comer a él un par de trozos también degustándolos, para luego mancharle con mis dedos llenos de chocolate y una advertencia por su parte de que si seguía así no llegaríamos a casa, uh, clara indirecta de que volvería a quitarme el vestido antes de tiempo. Él decía que no iba tan borracho y que lo había estado más de lo que iba ahora… y lo creía, ¿cuánto saque tendría el vikingo bebiendo? Mí límite estaba en tres porque notaba los efectos de las jarras en mí cuerpo, uno de ellos hablar más de lo necesario y darle a su ego esa inflada de la que ahora se estaba haciendo gala y de la cual yo no podía dejar de reír. No iba a decirle cómo era el sexo con él porque ya lo había dejado bastante claro, pero reí entre dientes mirándolo al decirme esas palabras, me mordí el labio y murmuré ahora pegando mis labios a los suyos.
-Mmmm, ¿soy la adecuada, vikingo? –Pregunté dejando mí aliento contra sus labios- eso suena tremendamente placentero, toda una vida entre orgasmos –aseguré dejando un mordisco en su labio inferior antes de seguir andando por las calles- Ya ya… dile a tú ego que ya lo sabemos y que lo hemos oído –comenté entre risas dejando un mordisco en su brazo que era lo que tenía más a mano en ese momento- ¿Y yo, cómo soy en la cama? Aparte de “endemoniadamente buena y sexy” –volví a reír sin poder evitarlo, divertida, tranquila, disfrutando de la situación y del momento. Mí rostro quedó riéndose contra su pecho y sentí su aliento entrecortado también por la risa en mí pelo, sentía sus dedos recorrer mí piel allí donde el vestido dejaba trozos sin cubrir y alcé mí rostro para mirarlo a los ojos, me mordí el labio notando mí deseo y el suyo propia y me incliné para besarlo, devorándolo todo a su paso, pegando mí cuerpo al suyo para tras separarnos dejar que tirara de mí mano hacia un callejón, ninguno de los dos podíamos más y era algo bastante evidente, llevábamos provocándonos toda la noche, incluso más diría yo. Pero justo cuando entramos al callejón tuvimos que salirnos riendo porque había otra pareja que se nos había adelantado y les dejamos privacidad, nos reímos y volvimos a salir a la calle de nuevo besándonos otra vez antes de continuar camino. Me agradeció la noche alegando que lo necesitaba y le sonreí sincera acariciando su rostro con la mano que tenía libre ya que en la otra llevaba el peluche que me había conseguido, yo ya había dejado de beber- Gracias a ti por venir conmigo, yo también lo necesitaba y he disfrutado muchísimo… ojalá todas las noches fueran como esta, me ha gustado conocer y saber más de ti y descubrir otras facetas que no sean esa de mandón que tienes a todas horas –reí entre dientes y me elevé para besarlo otra vez, antes de dejar que continuara camino a la casa, dejé que diera unos pasos delante de mí y sonreí divertida- pero, mejor que llevarme como un saco de patatas… -cogí carrerilla y tomando impulso subí sobre su espalda rodeando su cuello con mis brazos, haciendo que él tuviera que pasar sus manos por mis piernas para cogerme y que no me cayera, mientras no paraba de reírme. Me acerqué a su oído y terminé la frase-… llévame a caballito -dejé un mordisco en su lóbulo y dejé que por unos minutos me llevara así mientras movía mis piernas con cada paso que daba como si fuera una niña pequeña.
Mis labios recorrieron su cuello de forma leve en una caricia, rozando también esa zona con mí nariz para luego dejar pequeños mordiscos mientras le indicaba por dónde tenía que ir. Como no quería que cargara demasiado conmigo por como tenía las heridas, e incluso en mí estado me acordé de ello me bajé llegado cierto punto aunque sabía que para él no pesaba demasiado, no cuando había visto cada músculo definido de su cuerpo y cuando me había cogido en la cámara del fuego para levantarme sin esfuerzo alguno, como sino pesara nada, o cuando me había alzado al muelle... pero igualmente, no quería que se abrieran por mí culpa y ya estaba bebiendo más alcohol del que debería con esa herida, pero por esa noche se lo permitiría.
Si alguien me hubiera dicho que íbamos a pasar una noche como esa después de los días que habíamos pasado no me lo habría creído, porque casi parecía imposible poder pasar una noche tranquilos sin que nada pasara, nada de lobos, nada de hombres persiguiéndonos, ni de luchas, ni de sangre, ni de reliquias, ni de discusiones… libres, como si solo fuéramos dos personas más de aquella ciudad que disfrutaban de la fiesta que se celebraba. Todo eran risas, besos y caricias y había descubierto una faceta del vikingo que de otra forma quizás nunca habría visto y conocido, claro que él también había visto facetas mías que también diferían de mí comportamiento de todos los días… como la que había hecho que llevara una pantera de peluche en una de mis manos tal y como si fuera una niña pequeña, que había hecho reír al vikingo cuando le había pedido que la consiguiera.
Cogidos de la mano atravesamos las calles que nos faltaban hasta llegar a la casa entre risas, besos, y caricias como… como si fuéramos una pareja más, una de las que tantas habían en la fiesta. La luna brillaba en lo alto junto a las estrellas y me fijé ahora que había levantado nuestras manos entrelazadas para, con su dedo índice pincharme como si fuera un niño con mí mejilla haciendo que riera, la pulsera que bajo la luz brillaba con cada movimiento que hacía. Al final giré mí rostro y en vez de dar con mí mejilla apresé su dedo entre mis dientes y reí teniéndolo cogido por la mitad de este. Me dijo que lo soltara y negué divertida para mover los dientes inferiores con diversión y lamiendo el dedo viendo que respiraba con pesadez por ello, mientras yo disfrutaba de aquello.
Un “Nai” que dijo de forma pesada y ronca y que al final terminé por soltar su dedo para acto seguido notar su mano en mí nuca y acercarme a él para besar con necesidad pura y dura, una que yo también tenía y notaba. No tardamos mucho en divisar por fin la casa de nuevo, aunque ninguno de los dos se apresuró por llegar porque quizás los dos sabíamos que aquel momento idílico que estábamos viviendo no volveríamos a vivirlo de nuevo, porque cuando la luna se esconda y el sol salga de nuevo volveríamos a nuestra misión, y porque en realidad no quería que acabara la noche, de hecho lancé un suspiro frente a la puerta antes de abrirla y me giré para mirarlo.
-No es justo, ¿lo sabes no? –Pregunté observándolo elevando mí mirada a la suya, sabía que no iban a ser todos los días como ese, era consciente de ello pero… había disfrutado tanto con tan poco que era reacia a que acabara tan pronto- Ubbe, prométeme que cuando todo esto termine volveremos a tener una noche como esta, aunque no sea fiesta local –lo miré de forma fija y antes de que pudiera decir o hacer nada, mí dedo meñique se enlazó con el suyo y sonreí- has hecho una promesa y debes cumplirla –reí para girarme de nuevo y abrir la puerta de la casa donde pasé primero y dejé el peluche sobre el sofá, llevábamos horas fuera y parecía que había pasado en cuestión de minutos. Me apoyé en el marco de la puerta de la entrada al salón y me mordí el labio observándolo- Ahora es cuando tienes que arrancarme el vestido y hacerme gemir de placer –sonreí de forma pícara recorriendo mí perfil con una de mis manos hasta dejarla en mí cintura sin apartar mis ojos de los suyos.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Sedientos nuestras bocas chocaban con la del otro, las risas inundaban la noche procedentes de nuestros labios, bromas que nos gastábamos el uno al otro como cualquier pareja mas de las que plagaban Egipto aquella noche de fiesta en la que ambos habíamos bebido bastante y en la que a decir verdad estábamos pasándolo en grande.
Salto a caballito sobre mi espalda, con ese carácter infantil del que había hecho gala durante la noche entera. Giré mi rostro para besar al saco de patatas que ahora se había trasformado por arte de magia en amazonas, sus labios acariciaron los míos un instante antes de morder mi cuello lentamente dejando que su aliento impactase en este.
-No, no he hecho propuestas de matrimonio, ni las he tenido. Han habido conversaciones de los padres de algunas mujeres con mi padre, pero padre siempre ha respondido que eso era cosa mía y que era algo que debían hablar directamente conmigo.
Erlend siempre ha pensado que los matrimonios de conveniencia son un error, ya exponemos bastante nuestra vida en el campo de batalla como para tener que volver a unas piernas que no te aporten nada. Cuando vuelva de la guerra lo haré frente a una mujer a la que desee y con la que me complemente, una digna va... -guardé silencio por no decir como terminaba esa frase “una digna vaina para mi espada” -valquiria que me de paz en tiempos de guerra.
Ladeé la sonrisa, pese ir ebrio lo arreglé bastante bien.
-Y claro que quiero hijos -reí divertido caminando con ella a cuestas por las calles rumbo a nuestra casa -muchos, que corran por la casa espada en mano, enseñarles a luchar, a ser hombres y escuderas y por las noches que caigan dormidos en su lecho mientras nuestros jadeos acunan sus sueños.
Mordí mi labio inferior dejando la jarra que llevaba en uno de los barriles dispuestos en forma de mesa y llevé mi mano a su cuello, acariciándolo por debajo de la falda para sujetarla y que no tuviera que hacer fuerza con los brazos.
-¿Tu solo dos? A mi me gusta demasiado hacerlos como para tener solo un par -bromeé guiñándole un ojo -y como follas de una forma endiabladamente sexy dudo que solo sea ese el numero de hijos que tengas -añadí respondiendo así a su anterior pregunta.
Con ella encontraba todo, no era solo sexo, si no mucho mas, así que compararla con cualquier otra que hubiera ocupado mi cama era absurdo. Con ella tocaba Hell por el incinerante movimiento de sus caderas, mas a su vez rozaba el Valahalla con cada beso que depositaba en mis labios, era una mezcla explosiva, ella era la elegida y de eso no tenia duda.
Sacudí mi cabeza, tenia que centrarme y el alcohol no me dejaba, ya me había saltado todas las normas habidas y por haber “no toques nada”
¡A la mierda ese no toques nada! Lo había tocado todo y a decir verdad deseaba seguir haciéndolo. Perdía el norte, nunca mejor dicho sumergido en su piel, pues por momentos olvidaba mi misión incluso la idea de volver me resultaba ambigua.
Conocía mi deber para con mi pueblo, pero el egoísmo me orillaba a este presente en el que podía tener una vida con ella si lograba que me quisiera.
Repetir una noche como esta, era una utopía casi perfecta.
Dejé escapar el aire confundido, tenia que centrarme y dejar de pensar sandeces, ella tenia que vivir su vida y yo no formaba parte de esta ¿o si? Era todo complicado, demasiado y yo estaba borracho, no era el momento de pensar en nada de esto.
Bajo de mis espaldas, rodeé su cintura con mi brazo pegando su cuerpo contra el mio, besos caricias, risas que nos regalaban momentos inolvidables. Juntos atravesamos las calles que nos separaban de la casa mientras nos devorábamos con la mirada.
Mi aliento impactaba contra su boca una y otra vez, lamió mi dedo casi en el portón de la casa.
-Nai -susurré con la voz ronca.
Mi cuerpo se convirtió en la prisión del suyo, carne y huesos que impactaron contra el portón, sus dedos arrugaron mi camisa, mis manos por sus muslos alzando el vestido ligeramente.
Jadee con brusquedad contra su boca, tiró de mi labios inferior, lengua de fuego que se enredó en la ajena, serpenteando entre ellas, paladeando el sabor a alcohol, a nosotros.
La respiración entrecortada nos sentenciaba ambos, acaricié con mi nariz la ajena. Cerré los ojos posando mi frente contra la de ella, su risa impacto en mis labios tratando de acertar la cerradura con la llave, mientras nuestras bocas volvían a entrar en duelo.
Mi mano contra la puerta, empujé con mis caderas clavando mi virilidad en su vientre, jadeé de forma ronca contra su boca abierta.
-Por Odin, abre esa puerta -supliqué con la voz ronca pues el espectáculo que estábamos dando bajo el umbral era digno de ser observado.
Se separó ligeramente, ahora si la cerradura cedió, y la casa quedo abierta para nosotros.
Sus ojos rasgados se hundieron en los míos, quería que le prometiera otra noche como esa cuando todo acabara, en ese momento le hubiera prometido el mismo Valhalla, estaba completamente perdido en su piel, mas no me dejó responder cuando enredo nuestros dedos como si eso fuera una promesa.
Enarque una ceja entre risas, mirándola sin poder contenerme para bajar la mirada hasta nuestros dedos.
-Por Odin ¿que haces? -pregunté sin poder dejar de reír.
Esta se adentro en la casa y yo cerré la puerta tras de mi observando como dejaba la pantera en la mesa, se bajaba de esos tacones de escándalo mientras se tambaleaba hasta el umbral de la puerta del comedor. Mis ojos siguieron el vaivén de sus caderas y un gruñido escapó de mi garganta cuando dijo que ya podía desnudarla.
Dejé escapar el aire de forma pesada y acorté con dos zancadas la distancia que nos separaba.
Mis manso se aferraron a esa tela roja, de un tirón la desgarré para hacer el vestido jirones que cayeron al suelo deslizándose por su tostada piel.
-te compraré uno, lo juro -susurré impactando con mis palabras sus labios antes de chocar rudamente con ellos, lengua que atravesó su precipito de forma salvaje, enredando nuestras lenguas en un pecaminoso baile.
Mi cuerpo aprisiono el suyo, encarcelándolo contra mis músculos. Su cuerpo se arqueaba contra el mio, frotándose.
Virilidad endurecida contra su vientre, martillo contra yunque necesitado de hundirme en ella, llevábamos la noche entera perdiéndonos en el otro, tonteando, deseándonos y ahora estaba tan excitado que me era imposible contener la pasión que sentía.
La giré con brusquedad, sus pechos acariciaban el marco de la puerta endureciéndose al ser rozados contra esta, sentí su jadeo cuando mi mano acaparo su mojado sexo, frote en el mi palma, friccionando con algo tan simple su clítoris, calentándola para mi.
Sus caderas me buscaban, mi boca mordió su cuello, mi aliento contra su nuca, mi otra mano buscando el botón de mi pantalón para desenfundar mi mandoble y darle una estocada.
Salto a caballito sobre mi espalda, con ese carácter infantil del que había hecho gala durante la noche entera. Giré mi rostro para besar al saco de patatas que ahora se había trasformado por arte de magia en amazonas, sus labios acariciaron los míos un instante antes de morder mi cuello lentamente dejando que su aliento impactase en este.
-No, no he hecho propuestas de matrimonio, ni las he tenido. Han habido conversaciones de los padres de algunas mujeres con mi padre, pero padre siempre ha respondido que eso era cosa mía y que era algo que debían hablar directamente conmigo.
Erlend siempre ha pensado que los matrimonios de conveniencia son un error, ya exponemos bastante nuestra vida en el campo de batalla como para tener que volver a unas piernas que no te aporten nada. Cuando vuelva de la guerra lo haré frente a una mujer a la que desee y con la que me complemente, una digna va... -guardé silencio por no decir como terminaba esa frase “una digna vaina para mi espada” -valquiria que me de paz en tiempos de guerra.
Ladeé la sonrisa, pese ir ebrio lo arreglé bastante bien.
-Y claro que quiero hijos -reí divertido caminando con ella a cuestas por las calles rumbo a nuestra casa -muchos, que corran por la casa espada en mano, enseñarles a luchar, a ser hombres y escuderas y por las noches que caigan dormidos en su lecho mientras nuestros jadeos acunan sus sueños.
Mordí mi labio inferior dejando la jarra que llevaba en uno de los barriles dispuestos en forma de mesa y llevé mi mano a su cuello, acariciándolo por debajo de la falda para sujetarla y que no tuviera que hacer fuerza con los brazos.
-¿Tu solo dos? A mi me gusta demasiado hacerlos como para tener solo un par -bromeé guiñándole un ojo -y como follas de una forma endiabladamente sexy dudo que solo sea ese el numero de hijos que tengas -añadí respondiendo así a su anterior pregunta.
Con ella encontraba todo, no era solo sexo, si no mucho mas, así que compararla con cualquier otra que hubiera ocupado mi cama era absurdo. Con ella tocaba Hell por el incinerante movimiento de sus caderas, mas a su vez rozaba el Valahalla con cada beso que depositaba en mis labios, era una mezcla explosiva, ella era la elegida y de eso no tenia duda.
Sacudí mi cabeza, tenia que centrarme y el alcohol no me dejaba, ya me había saltado todas las normas habidas y por haber “no toques nada”
¡A la mierda ese no toques nada! Lo había tocado todo y a decir verdad deseaba seguir haciéndolo. Perdía el norte, nunca mejor dicho sumergido en su piel, pues por momentos olvidaba mi misión incluso la idea de volver me resultaba ambigua.
Conocía mi deber para con mi pueblo, pero el egoísmo me orillaba a este presente en el que podía tener una vida con ella si lograba que me quisiera.
Repetir una noche como esta, era una utopía casi perfecta.
Dejé escapar el aire confundido, tenia que centrarme y dejar de pensar sandeces, ella tenia que vivir su vida y yo no formaba parte de esta ¿o si? Era todo complicado, demasiado y yo estaba borracho, no era el momento de pensar en nada de esto.
Bajo de mis espaldas, rodeé su cintura con mi brazo pegando su cuerpo contra el mio, besos caricias, risas que nos regalaban momentos inolvidables. Juntos atravesamos las calles que nos separaban de la casa mientras nos devorábamos con la mirada.
Mi aliento impactaba contra su boca una y otra vez, lamió mi dedo casi en el portón de la casa.
-Nai -susurré con la voz ronca.
Mi cuerpo se convirtió en la prisión del suyo, carne y huesos que impactaron contra el portón, sus dedos arrugaron mi camisa, mis manos por sus muslos alzando el vestido ligeramente.
Jadee con brusquedad contra su boca, tiró de mi labios inferior, lengua de fuego que se enredó en la ajena, serpenteando entre ellas, paladeando el sabor a alcohol, a nosotros.
La respiración entrecortada nos sentenciaba ambos, acaricié con mi nariz la ajena. Cerré los ojos posando mi frente contra la de ella, su risa impacto en mis labios tratando de acertar la cerradura con la llave, mientras nuestras bocas volvían a entrar en duelo.
Mi mano contra la puerta, empujé con mis caderas clavando mi virilidad en su vientre, jadeé de forma ronca contra su boca abierta.
-Por Odin, abre esa puerta -supliqué con la voz ronca pues el espectáculo que estábamos dando bajo el umbral era digno de ser observado.
Se separó ligeramente, ahora si la cerradura cedió, y la casa quedo abierta para nosotros.
Sus ojos rasgados se hundieron en los míos, quería que le prometiera otra noche como esa cuando todo acabara, en ese momento le hubiera prometido el mismo Valhalla, estaba completamente perdido en su piel, mas no me dejó responder cuando enredo nuestros dedos como si eso fuera una promesa.
Enarque una ceja entre risas, mirándola sin poder contenerme para bajar la mirada hasta nuestros dedos.
-Por Odin ¿que haces? -pregunté sin poder dejar de reír.
Esta se adentro en la casa y yo cerré la puerta tras de mi observando como dejaba la pantera en la mesa, se bajaba de esos tacones de escándalo mientras se tambaleaba hasta el umbral de la puerta del comedor. Mis ojos siguieron el vaivén de sus caderas y un gruñido escapó de mi garganta cuando dijo que ya podía desnudarla.
Dejé escapar el aire de forma pesada y acorté con dos zancadas la distancia que nos separaba.
Mis manso se aferraron a esa tela roja, de un tirón la desgarré para hacer el vestido jirones que cayeron al suelo deslizándose por su tostada piel.
-te compraré uno, lo juro -susurré impactando con mis palabras sus labios antes de chocar rudamente con ellos, lengua que atravesó su precipito de forma salvaje, enredando nuestras lenguas en un pecaminoso baile.
Mi cuerpo aprisiono el suyo, encarcelándolo contra mis músculos. Su cuerpo se arqueaba contra el mio, frotándose.
Virilidad endurecida contra su vientre, martillo contra yunque necesitado de hundirme en ella, llevábamos la noche entera perdiéndonos en el otro, tonteando, deseándonos y ahora estaba tan excitado que me era imposible contener la pasión que sentía.
La giré con brusquedad, sus pechos acariciaban el marco de la puerta endureciéndose al ser rozados contra esta, sentí su jadeo cuando mi mano acaparo su mojado sexo, frote en el mi palma, friccionando con algo tan simple su clítoris, calentándola para mi.
Sus caderas me buscaban, mi boca mordió su cuello, mi aliento contra su nuca, mi otra mano buscando el botón de mi pantalón para desenfundar mi mandoble y darle una estocada.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Me parecía extraño que me dijera que no había recibido propuestas de matrimonio y me pregunté si algunas mujeres en el norte estarían ciegas, o quizás es que estaban mudas y por eso no había recibido ninguna. Decía que algunos padres de algunas mujeres habían hablado con el suyo para concertar un matrimonio, y que su padre por extraño que sonara decía que lo hablaran con él. Muchas culturas hacían matrimonios de conveniencia para sus hijas, para darles un buen estatus o bien para que la familia tuviera una posición elevada… así que se podría decir que él tenía suerte de que su padre no creyera en ese tipo de matrimonios, para mí el hecho de casarme significaba que amabas a la otra persona, ¿Cómo se podía pasar el resto de toda una vida con una persona que no amabas? Yo había estado en el pasado atada a algo que no me gustaba hacer y fue cuando más decidí que solo me casaría por amor, sabía lo que era estar con alguien al que no querías y ni siquiera te atraía y no pensaba volver a pasar por eso.
-¿Erlend es tú padre? –Pregunté aunque sí, no hacía falta preguntar aquella obviedad tan grande- me gusta su forma de pensar y creo que tiene razón. Eres un afortunado Ubbe, no todos los padres harían lo mismo por sus hijos, y ahí se ve que realmente quiere lo mejor para ti –dejé otro mordisco en su cuello y lamí la zona mientras me seguía llevando a caballito, mucho mejor que llevarme como un saco de patatas como me había dicho- Una digna valquiria que te de paz… -repetí sus palabras acariciando su cuello con mí nariz- Mmmm… yo puedo darte paz, por lo que… ¿me dejas ser tú valquiria? –Pregunté sobre su oído más como a broma que otra cosa envalentonada por el alcohol. Reí, sin poder evitarlo, cuando dijo que quería hijos y que quería muchos, y criarlos como lo habían criado a él espada en mano y viendo el amor que sus padres tenían, él decía que había crecido con los jadeos de ambos escuchándolos… y no me extrañaba para nada que dijera lo mismo de los suyos.- Ya sé que a ti te gusta demasiado hacerlos, es la verdad más grande que te he oído decir –mordí el lóbulo de su oreja divertida por la situación y luego dijo que si solo iba a tener dos- Bueno… primero dos y después ya veré, cómo se nota que tú solo los haces vikingo –le dije riendo porque para él era muy fácil decir que quería muchos, pero no iba a ser él quien tuviera que tenerlos, me reí cuando afirmó cómo en la cama y negué con la cabeza divertida con la conversación surrealista que estábamos manteniendo los dos, de un futuro muy lejano que a saber si alguno de los dos tendríamos realmente- ¿Un par de pares te va bien, o siguen siendo pocos? –Volví a reír de pensar que quería muchos hijos, como si fuera tan fácil y dejando claro que no era él quien tenía que traerlos al mundo… él solo se quedaba con la parte placentera y ya.
Por fin llegamos a la puerta de la casa donde mí espalda chocó contra esta mientras intentaba abrir la puerta con la llave, tarea muy complicada cuando tenía al vikingo pegado contra mí cuerpo arrasando con su boca la mía, no dejando ningún resquicio de mí cuerpo que sus manos no recorrieron, buscándome, provocándome. Además el estado en el que iba hacía más difícil abrir la puerta y más cuando el vikingo no me daba tregua alguna. Rugió que abriera la maldita puerta y mis ojos lo miraron de forma fija, fulminándolo porque parecía que no quisiera abrirla y el mayor culpable de que no pudiera era él que no me dejaba. Terminé por girarme y separarme y finalmente logré abrir la puerta pero antes me giré para que me hiciera una promesa, antes de pasar dentro y finalizar lo bien que lo habíamos pasado aquella noche. Cuando preguntó qué hacía reí aún con su dedo meñique enlazado al mío y negué con la cabeza.
-Se llama “promesa de meñique” y se dice que quien hace una promesa así la está haciendo “de corazón”, así que vas a tener que cumplirla llegado cierto momento aunque… también tiene otra historia y significado diferente... ya te contaré la historia del hilo rojo –pasé dentro dejando el peluche a un lado y quitándome los tacones para quedarme en el marco de la puerta y hacerle ver aunque no lo supiera que ya podía quitarme el vestido. No tardó ni dos segundos desde donde estaba en llegar frente a mí dejando escapar un gruñido de su interior que me hizo reír entre dientes sabiendo cómo estaba, aunque yo no me quedaba atrás tampoco. Sus manos aferraron el vestido y de un tirón este quedó roto hecho jirones que fue cayendo por mí piel hasta dejarme completamente desnuda frente a su mirada. Sonreí cuando juró que me compraría uno con sus labios sobre los míos- más te vale –murmuré antes de que me besara de forma salvaje, atravesara la barrera de mis labios y su lengua buscara la mía en un baile lleno de lujuria y pasión, provocándome, dejando escapar todo el deseo que habíamos estado conteniendo durante la noche. Mí espalda quedó contra pared y su cuerpo me encarceló al lugar pegando su pecho al mío mis manos recorrieron su pecho y sus brazos mientras nos besábamos, mí cuerpo se arqueaba hacia el suyo notando su miembro dar contra mí vientre en un claro ejemplo de cómo estaba de excitado y de necesitado.
Se separó de mí boca y me giró haciendo que ahora mis pechos se rozaran y friccionaran contra la pared pegándome a esta, su mano bajó hasta mí sexo que ya estaba más que húmedo y lancé un jadeo cerrando los ojos echando la cabeza hacia atrás, notando como me acariciaba con la palma de su mano y mis caderas se movían de forma involuntaria contra esta, buscando más, queriendo mucho más. Gemí y me mordí el labio al notar que ahora me rozaba el clítoris provocándome una sacudida, mordió mí cuello y apoyé la cabeza en su hombro escuchando de fondo que se quitaba la ropa mientras mí respiración era agitada, llevé una de mis manos aferrando la muñeca de la mano que tenía en mí sexo y la apreté con fuerza para que parara o iba a terminar así. Cogió mí mano y la dejó contra la pared para pasar a recorrer mí perfil, la otra se enredó en mí pelo y giró mí rostro para dejar que nuestros labios se acariciaran, lamí estos antes de notar ahora su miembro ya libre recorrer mí sexo a lo que mordí su labio inferior y moví mis caderas antes de notar como se hundía en mí interior.
Cerré los ojos y gemí contra sus labios por ello notando cómo comenzaba a moverse en mí interior, necesitada de que lo hiciera con el deseo recorriendo mí cuerpo. Mi mano fue a su pelo y lo aferré con fuerza antes de que nuestras bocas volvieran a juntarse en un beso abrasador en el que jadeos y gemidos escapaban de mis labios. Su mano abandonó mí pelo y pasó a recorrer mí garganta con sus dedos, haciendo que mí cuello quedara estirado por completo donde dejó a pasar mordiscos mientras se movía con furia y pasión en mí interior y yo me dejaba llevar sin poder evitar moverme contra él, cegada por el momento y por las sensaciones que recorrían mí cuerpo.
En un momento dado salió de mí interior provocándome un gruñido de claro desacuerdo por ello y lo miré con el pecho subiendo y bajando con rapidez, los ojos brillando por la excitación y el deseo y justo cuando iba a decirle algo me giró de nuevo de cara a él, su boca volvió a buscar la mía y me elevó de las nalgas para que rodeara su cadera con mis piernas, mis manos recorrieron su rostro bajando por su pecho y sus brazos mientras nos enredábamos en un nuevo beso y mi cuerpo lo buscaba moviendo mí cadera contra su miembro, necesitada de más y de él. La pared habría sido tan buen lugar como otro cualquiera, pero esta vez me dejó sobre la mesa del comedor, y en cuanto mis nalgas tocaron la madera de esta volvió a hundirse en mi interior con fuerza.
-Ubbe… -gemí contra sus labios siendo yo ahora entre embestida y embestida la que le quitaba la camisa que llevaba, mis piernas apretándose contra su cintura, sus manos recorriendo cada centímetro de mí piel que tenía a su alcance, nuestros labios buscándose, mordiéndonos, besándonos dejando que la pasión reprimida y acumulada durante toda la noche estallara en aquel comedor y sobre aquella mesa. Mis manos recorrieron todo cuanto estuvo a mí alcance y arqueé mí cuerpo notando su boca ahora torturando mis pechos, lamiéndolos, succionándolos, mordiendo mis pezones… no podía más, sentía que me abrasaba por dentro y cada movimiento en el que se hundía en mí interior era una tortuosa delicia que me estaba volviendo loca. Hice que su rostro subiera de nuevo al mío enredando mis dedos en su pelo y fui yo quien esa vez arrasó y devoró su boca con todo a su paso, la otra mano bajaba por su espalda notando los músculos de esta, dejé mí mano entre sus omoplatos y clavé las uñas notando como me acercaba al orgasmo y todo mí cuerpo ardía por dentro- No puedo más… -dije contra sus labios mirándolo a los ojos, viendo estos azules, oscurecidos y brillantes por el placer mientras todo mí cuerpo se tensaba ante el inminente orgasmo.
-¿Erlend es tú padre? –Pregunté aunque sí, no hacía falta preguntar aquella obviedad tan grande- me gusta su forma de pensar y creo que tiene razón. Eres un afortunado Ubbe, no todos los padres harían lo mismo por sus hijos, y ahí se ve que realmente quiere lo mejor para ti –dejé otro mordisco en su cuello y lamí la zona mientras me seguía llevando a caballito, mucho mejor que llevarme como un saco de patatas como me había dicho- Una digna valquiria que te de paz… -repetí sus palabras acariciando su cuello con mí nariz- Mmmm… yo puedo darte paz, por lo que… ¿me dejas ser tú valquiria? –Pregunté sobre su oído más como a broma que otra cosa envalentonada por el alcohol. Reí, sin poder evitarlo, cuando dijo que quería hijos y que quería muchos, y criarlos como lo habían criado a él espada en mano y viendo el amor que sus padres tenían, él decía que había crecido con los jadeos de ambos escuchándolos… y no me extrañaba para nada que dijera lo mismo de los suyos.- Ya sé que a ti te gusta demasiado hacerlos, es la verdad más grande que te he oído decir –mordí el lóbulo de su oreja divertida por la situación y luego dijo que si solo iba a tener dos- Bueno… primero dos y después ya veré, cómo se nota que tú solo los haces vikingo –le dije riendo porque para él era muy fácil decir que quería muchos, pero no iba a ser él quien tuviera que tenerlos, me reí cuando afirmó cómo en la cama y negué con la cabeza divertida con la conversación surrealista que estábamos manteniendo los dos, de un futuro muy lejano que a saber si alguno de los dos tendríamos realmente- ¿Un par de pares te va bien, o siguen siendo pocos? –Volví a reír de pensar que quería muchos hijos, como si fuera tan fácil y dejando claro que no era él quien tenía que traerlos al mundo… él solo se quedaba con la parte placentera y ya.
Por fin llegamos a la puerta de la casa donde mí espalda chocó contra esta mientras intentaba abrir la puerta con la llave, tarea muy complicada cuando tenía al vikingo pegado contra mí cuerpo arrasando con su boca la mía, no dejando ningún resquicio de mí cuerpo que sus manos no recorrieron, buscándome, provocándome. Además el estado en el que iba hacía más difícil abrir la puerta y más cuando el vikingo no me daba tregua alguna. Rugió que abriera la maldita puerta y mis ojos lo miraron de forma fija, fulminándolo porque parecía que no quisiera abrirla y el mayor culpable de que no pudiera era él que no me dejaba. Terminé por girarme y separarme y finalmente logré abrir la puerta pero antes me giré para que me hiciera una promesa, antes de pasar dentro y finalizar lo bien que lo habíamos pasado aquella noche. Cuando preguntó qué hacía reí aún con su dedo meñique enlazado al mío y negué con la cabeza.
-Se llama “promesa de meñique” y se dice que quien hace una promesa así la está haciendo “de corazón”, así que vas a tener que cumplirla llegado cierto momento aunque… también tiene otra historia y significado diferente... ya te contaré la historia del hilo rojo –pasé dentro dejando el peluche a un lado y quitándome los tacones para quedarme en el marco de la puerta y hacerle ver aunque no lo supiera que ya podía quitarme el vestido. No tardó ni dos segundos desde donde estaba en llegar frente a mí dejando escapar un gruñido de su interior que me hizo reír entre dientes sabiendo cómo estaba, aunque yo no me quedaba atrás tampoco. Sus manos aferraron el vestido y de un tirón este quedó roto hecho jirones que fue cayendo por mí piel hasta dejarme completamente desnuda frente a su mirada. Sonreí cuando juró que me compraría uno con sus labios sobre los míos- más te vale –murmuré antes de que me besara de forma salvaje, atravesara la barrera de mis labios y su lengua buscara la mía en un baile lleno de lujuria y pasión, provocándome, dejando escapar todo el deseo que habíamos estado conteniendo durante la noche. Mí espalda quedó contra pared y su cuerpo me encarceló al lugar pegando su pecho al mío mis manos recorrieron su pecho y sus brazos mientras nos besábamos, mí cuerpo se arqueaba hacia el suyo notando su miembro dar contra mí vientre en un claro ejemplo de cómo estaba de excitado y de necesitado.
Se separó de mí boca y me giró haciendo que ahora mis pechos se rozaran y friccionaran contra la pared pegándome a esta, su mano bajó hasta mí sexo que ya estaba más que húmedo y lancé un jadeo cerrando los ojos echando la cabeza hacia atrás, notando como me acariciaba con la palma de su mano y mis caderas se movían de forma involuntaria contra esta, buscando más, queriendo mucho más. Gemí y me mordí el labio al notar que ahora me rozaba el clítoris provocándome una sacudida, mordió mí cuello y apoyé la cabeza en su hombro escuchando de fondo que se quitaba la ropa mientras mí respiración era agitada, llevé una de mis manos aferrando la muñeca de la mano que tenía en mí sexo y la apreté con fuerza para que parara o iba a terminar así. Cogió mí mano y la dejó contra la pared para pasar a recorrer mí perfil, la otra se enredó en mí pelo y giró mí rostro para dejar que nuestros labios se acariciaran, lamí estos antes de notar ahora su miembro ya libre recorrer mí sexo a lo que mordí su labio inferior y moví mis caderas antes de notar como se hundía en mí interior.
Cerré los ojos y gemí contra sus labios por ello notando cómo comenzaba a moverse en mí interior, necesitada de que lo hiciera con el deseo recorriendo mí cuerpo. Mi mano fue a su pelo y lo aferré con fuerza antes de que nuestras bocas volvieran a juntarse en un beso abrasador en el que jadeos y gemidos escapaban de mis labios. Su mano abandonó mí pelo y pasó a recorrer mí garganta con sus dedos, haciendo que mí cuello quedara estirado por completo donde dejó a pasar mordiscos mientras se movía con furia y pasión en mí interior y yo me dejaba llevar sin poder evitar moverme contra él, cegada por el momento y por las sensaciones que recorrían mí cuerpo.
En un momento dado salió de mí interior provocándome un gruñido de claro desacuerdo por ello y lo miré con el pecho subiendo y bajando con rapidez, los ojos brillando por la excitación y el deseo y justo cuando iba a decirle algo me giró de nuevo de cara a él, su boca volvió a buscar la mía y me elevó de las nalgas para que rodeara su cadera con mis piernas, mis manos recorrieron su rostro bajando por su pecho y sus brazos mientras nos enredábamos en un nuevo beso y mi cuerpo lo buscaba moviendo mí cadera contra su miembro, necesitada de más y de él. La pared habría sido tan buen lugar como otro cualquiera, pero esta vez me dejó sobre la mesa del comedor, y en cuanto mis nalgas tocaron la madera de esta volvió a hundirse en mi interior con fuerza.
-Ubbe… -gemí contra sus labios siendo yo ahora entre embestida y embestida la que le quitaba la camisa que llevaba, mis piernas apretándose contra su cintura, sus manos recorriendo cada centímetro de mí piel que tenía a su alcance, nuestros labios buscándose, mordiéndonos, besándonos dejando que la pasión reprimida y acumulada durante toda la noche estallara en aquel comedor y sobre aquella mesa. Mis manos recorrieron todo cuanto estuvo a mí alcance y arqueé mí cuerpo notando su boca ahora torturando mis pechos, lamiéndolos, succionándolos, mordiendo mis pezones… no podía más, sentía que me abrasaba por dentro y cada movimiento en el que se hundía en mí interior era una tortuosa delicia que me estaba volviendo loca. Hice que su rostro subiera de nuevo al mío enredando mis dedos en su pelo y fui yo quien esa vez arrasó y devoró su boca con todo a su paso, la otra mano bajaba por su espalda notando los músculos de esta, dejé mí mano entre sus omoplatos y clavé las uñas notando como me acercaba al orgasmo y todo mí cuerpo ardía por dentro- No puedo más… -dije contra sus labios mirándolo a los ojos, viendo estos azules, oscurecidos y brillantes por el placer mientras todo mí cuerpo se tensaba ante el inminente orgasmo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Su mano aferró mi muñeca pidiéndome una tregua, los dos llevábamos la noche entera calentándonos, buscándonos. Los preliminares habían durado horas y ahora los dos estábamos que explotábamos, solo hacia falta mirar como nos comportamos, parecencia dos animales salvajes en época de apareamiento.
Mi boca en su cuello, jadeos roncos alzando su mano para apoyarla en la pared cogida con fuerza con la mía, dedos entrelazados mientras continuábamos aquel acto.
Mi otra mano surco su figura hasta enredarse con aquello rizos de cuervo que use para atraerla con rudeza contra mi reclamante boca que abierta esperaba ese choque de aceros.
Gemí al recibir su implacable lengua, ambos bebiendo del otro sin tregua, necesitados de surcar el mar húmedo de nuestras bocas donde las lenguas formaban olas que se encontraban con virulencia.
Nuestros labios se acariciaron en un intento de recuperar el aliento, sus ojos pardos en mis azules, miembro que acarició la entrada con el glande abriéndose paso en ese laberinto que lo engullía lentamente. La embestí de golpe, moviéndome en su interior con fuerza, caderas que impactaban contra sus nalgas prietas. Me abrí paso en cada brutal embestida que hacia friccionar sus tetas con el lecho de pared improvisado que acogía los rudos movimientos de ambos.
Su boca gimió contra la propia, aferró mi pelo para sumergirnos de nuevo en una batalla a muerte que no conocía pausa ni concierto, solo una explosión de sensaciones que nos cegaba a ambos de un modo despiadado.
Gruñí cuando tiró de mi inferior, perdido en su sabor, la empalé tan fuerte que sentí que la partiría en dos.
-lo siento -susurré contra sus labios con la voz oscurecida.
Olvidaba que aquí solo era una humana, ronroneo contra mi boca pidiéndome mas, ladeé la sonrisa impactando con mi aliento su húmeda boca y salí de golpe escuchando como se quejaba con un sutil gruñido al sentirse vacía.
Su boca se entreabrió dispuesta a protestar al tiempo que su pecho desnudo subía y bajaba rozando aun la pared. No podía estar mas excitado, mi mirada turbia se hundió en sus ojos, la gire de golpe para alzándola por las nalgas subirla a mi cintura. Nuestros sexos se acariciaron en esa búsqueda de placer inmediato que ambos necesitábamos.
Labios que de nuevo arrasaron con los del otro, incapaces de permanecer quietos se mordían haciendo que se engrosaran, estábamos perdidos en nuestro propio sabor y en esa excitación que habíamos arrastrado durante toda la noche. Mas fuerte que el opio, que el beleño negro era su cuerpo buscándome, provocandome y el mio dispuesto a darle caza.
A tintas busqué la mesa del comedor, con la manó tire todo lo que había sobre esta incluida esa pantera que había ganado para ella, solo quedó sobre esta una botella de whisky que habíamos dejado antes de partir a la fiesta y que me dio una idea.
Sus nalgas contra la fría madera, la embestí con rudeza entrando con facilidad pues estaba tan sumamente mojada que mi glande resbalaba dando paso a todo lo demás.
Ardiente interior que me envolvió de nuevo, caliente, me apretaba con fuerza, completamente ofrecida, abriéndome mas las piernas para que entrara hasta el fondo de ella.
Mi boca contra sus pechos, los mordí succionandolos, coronando la cúspide con la que jugué con mi lengua hasta que sus pezones endurecidos se perdieron suplicantes de mas en mi boca.
Su cuerpo se arqueaba, mi nombre escapó oscurecido de sus labios, no podía mas. Notaba como sus caderas se unían a ese incesante baile, estaba tan sumamente excitado que quería seguir pero estaba al borde de esparcirme en su interior.
Gruñí de forma ronca, tomé la botella para dar un trago profundo, sus tempestades me miraban oscurecidos, y dejé que un chorro de aquel amarillento liquido cayera sobre sus pechos. Tembló por el contraste de frio liquido en su piel, se arqueo muy excitada cuando la palma de mi mano baño sus montañas en licor, esparciéndolo por encima de sus pezones y calentando así la zona con la fricción. Mi lengua húmeda acaparo su tersa piel bebiendo directamente de sus pechos el alcohol, estaba al borde del abismo, sentía mi miembro palpitar de forma abrupta en su interior.
-Voy a correrme -aseguré alzándola por el pelo para de nuevo colisionar nuestras bocas con desesperación.
Gruñí contra sus gruesos labios, abrí la boca al sentir la primera sacudida, ambos dejamos que nuestros alientos se fundieran entre gemidos al correros al unisono.
Bocas entreabiertas jadeando contra la otra, su pelo ondeando entre mis dedos y aquellas sacudidas violentas de mi falo en su feminidad llenándola de mi.
El orgasmo se prolongaba, habíamos calentado demasiado nuestros cuerpos durante la noche como para que eso no sucediera, corrientes eléctricas que nos atravesaban, casi me fallaban las piernas.
Mi frente se apoyó en la ajena, ambos con la respiración agitada, completamente perdidos en el otro.
Cuerpos perlados de sudor, el mio cedió sobre el suyo, apoyándome ligeramente, sus dedos me acariciaron la espalda, con la otra mano enredo el pelo de mi nuca revolviendolo con suavidad.
-ufffff -susurré dejando el aire escapar pesado contra su boca aun sintiéndome en su interior.
Espere unos segundos para recuperar fuerzas, para que nuestras respiraciones se amoldaran a las del otro mientras seguía sintiendo sus dedos surcar entre caricias mi cuerpo.
-cógete pequeña -dudaba tan siquiera que fuera capaz por si misma de bajar de esa mesa y mantenerse en pie.
Sentí su cabeza hundirse en mi cuello, brazos que lo rodeaban como si de una niña se tratase y se dejo caer enredada en mi cintura.
-¿Un baño? -pregunté subiendo escaleras arriba, la verdad es que apenas pesaba. Busqué sus labios de nuevo al llegar la piso de arriba, parecía cansada, no la culpaba, desde que llegamos habíamos llevado un ritmo frenético, demasiado para una mujer no acostumbrada a que su día a día sea una contaste pelea por mantenerse con vida.
-Siempre me cuidas tu, deja que te cuide yo por hoy.
Acaricié con mi nariz la suya devolviendole ese beso lento mientras con la pierna abría la puerta del bañó bajándola con suavidad para que se sentara la borde de la tina.
Mis ojos repasaron su preciosa piel oscura, demasiado alcohol, una fiesta en la que habíamos pasado toda la noche bailando, comiendo y provocandonos. Ahora tras el bajón de la adrenalina los dos estábamos relajados y satisfechos.
Llené la tina con agua templada y me introduje en esta tendiéndole la mano para que viniera.
Amoldamos nuestros cuerpos bañados por las cálidas aguas, yo debajo, su espalda recostada sobre mi pecho, con el pelo cayendo sobre uno de sus hombros cubriendo la cúspide de una de sus montañas.
Deslicé mis dedos por su vientre acariciándola con suavidad, su cabeza se recostó ligeramente hundiéndose en mi cuello.
-No olvidaré esta noche -aseguré pensando en voz alta.
Ladeé la sonrisa cuando sus labios buscaron mi boca y estos acariciaron los ajenos tratando de conservar ese instante en mi recuerdo.
No sabia que me depararía el destino, ni siquiera si saldría de allí vivo, solo sabia que este instante era mio, nuestro y pasara lo que pasara, el viaje había merecido la pena solo por vivir esta increíble noche con ella.
Mi boca en su cuello, jadeos roncos alzando su mano para apoyarla en la pared cogida con fuerza con la mía, dedos entrelazados mientras continuábamos aquel acto.
Mi otra mano surco su figura hasta enredarse con aquello rizos de cuervo que use para atraerla con rudeza contra mi reclamante boca que abierta esperaba ese choque de aceros.
Gemí al recibir su implacable lengua, ambos bebiendo del otro sin tregua, necesitados de surcar el mar húmedo de nuestras bocas donde las lenguas formaban olas que se encontraban con virulencia.
Nuestros labios se acariciaron en un intento de recuperar el aliento, sus ojos pardos en mis azules, miembro que acarició la entrada con el glande abriéndose paso en ese laberinto que lo engullía lentamente. La embestí de golpe, moviéndome en su interior con fuerza, caderas que impactaban contra sus nalgas prietas. Me abrí paso en cada brutal embestida que hacia friccionar sus tetas con el lecho de pared improvisado que acogía los rudos movimientos de ambos.
Su boca gimió contra la propia, aferró mi pelo para sumergirnos de nuevo en una batalla a muerte que no conocía pausa ni concierto, solo una explosión de sensaciones que nos cegaba a ambos de un modo despiadado.
Gruñí cuando tiró de mi inferior, perdido en su sabor, la empalé tan fuerte que sentí que la partiría en dos.
-lo siento -susurré contra sus labios con la voz oscurecida.
Olvidaba que aquí solo era una humana, ronroneo contra mi boca pidiéndome mas, ladeé la sonrisa impactando con mi aliento su húmeda boca y salí de golpe escuchando como se quejaba con un sutil gruñido al sentirse vacía.
Su boca se entreabrió dispuesta a protestar al tiempo que su pecho desnudo subía y bajaba rozando aun la pared. No podía estar mas excitado, mi mirada turbia se hundió en sus ojos, la gire de golpe para alzándola por las nalgas subirla a mi cintura. Nuestros sexos se acariciaron en esa búsqueda de placer inmediato que ambos necesitábamos.
Labios que de nuevo arrasaron con los del otro, incapaces de permanecer quietos se mordían haciendo que se engrosaran, estábamos perdidos en nuestro propio sabor y en esa excitación que habíamos arrastrado durante toda la noche. Mas fuerte que el opio, que el beleño negro era su cuerpo buscándome, provocandome y el mio dispuesto a darle caza.
A tintas busqué la mesa del comedor, con la manó tire todo lo que había sobre esta incluida esa pantera que había ganado para ella, solo quedó sobre esta una botella de whisky que habíamos dejado antes de partir a la fiesta y que me dio una idea.
Sus nalgas contra la fría madera, la embestí con rudeza entrando con facilidad pues estaba tan sumamente mojada que mi glande resbalaba dando paso a todo lo demás.
Ardiente interior que me envolvió de nuevo, caliente, me apretaba con fuerza, completamente ofrecida, abriéndome mas las piernas para que entrara hasta el fondo de ella.
Mi boca contra sus pechos, los mordí succionandolos, coronando la cúspide con la que jugué con mi lengua hasta que sus pezones endurecidos se perdieron suplicantes de mas en mi boca.
Su cuerpo se arqueaba, mi nombre escapó oscurecido de sus labios, no podía mas. Notaba como sus caderas se unían a ese incesante baile, estaba tan sumamente excitado que quería seguir pero estaba al borde de esparcirme en su interior.
Gruñí de forma ronca, tomé la botella para dar un trago profundo, sus tempestades me miraban oscurecidos, y dejé que un chorro de aquel amarillento liquido cayera sobre sus pechos. Tembló por el contraste de frio liquido en su piel, se arqueo muy excitada cuando la palma de mi mano baño sus montañas en licor, esparciéndolo por encima de sus pezones y calentando así la zona con la fricción. Mi lengua húmeda acaparo su tersa piel bebiendo directamente de sus pechos el alcohol, estaba al borde del abismo, sentía mi miembro palpitar de forma abrupta en su interior.
-Voy a correrme -aseguré alzándola por el pelo para de nuevo colisionar nuestras bocas con desesperación.
Gruñí contra sus gruesos labios, abrí la boca al sentir la primera sacudida, ambos dejamos que nuestros alientos se fundieran entre gemidos al correros al unisono.
Bocas entreabiertas jadeando contra la otra, su pelo ondeando entre mis dedos y aquellas sacudidas violentas de mi falo en su feminidad llenándola de mi.
El orgasmo se prolongaba, habíamos calentado demasiado nuestros cuerpos durante la noche como para que eso no sucediera, corrientes eléctricas que nos atravesaban, casi me fallaban las piernas.
Mi frente se apoyó en la ajena, ambos con la respiración agitada, completamente perdidos en el otro.
Cuerpos perlados de sudor, el mio cedió sobre el suyo, apoyándome ligeramente, sus dedos me acariciaron la espalda, con la otra mano enredo el pelo de mi nuca revolviendolo con suavidad.
-ufffff -susurré dejando el aire escapar pesado contra su boca aun sintiéndome en su interior.
Espere unos segundos para recuperar fuerzas, para que nuestras respiraciones se amoldaran a las del otro mientras seguía sintiendo sus dedos surcar entre caricias mi cuerpo.
-cógete pequeña -dudaba tan siquiera que fuera capaz por si misma de bajar de esa mesa y mantenerse en pie.
Sentí su cabeza hundirse en mi cuello, brazos que lo rodeaban como si de una niña se tratase y se dejo caer enredada en mi cintura.
-¿Un baño? -pregunté subiendo escaleras arriba, la verdad es que apenas pesaba. Busqué sus labios de nuevo al llegar la piso de arriba, parecía cansada, no la culpaba, desde que llegamos habíamos llevado un ritmo frenético, demasiado para una mujer no acostumbrada a que su día a día sea una contaste pelea por mantenerse con vida.
-Siempre me cuidas tu, deja que te cuide yo por hoy.
Acaricié con mi nariz la suya devolviendole ese beso lento mientras con la pierna abría la puerta del bañó bajándola con suavidad para que se sentara la borde de la tina.
Mis ojos repasaron su preciosa piel oscura, demasiado alcohol, una fiesta en la que habíamos pasado toda la noche bailando, comiendo y provocandonos. Ahora tras el bajón de la adrenalina los dos estábamos relajados y satisfechos.
Llené la tina con agua templada y me introduje en esta tendiéndole la mano para que viniera.
Amoldamos nuestros cuerpos bañados por las cálidas aguas, yo debajo, su espalda recostada sobre mi pecho, con el pelo cayendo sobre uno de sus hombros cubriendo la cúspide de una de sus montañas.
Deslicé mis dedos por su vientre acariciándola con suavidad, su cabeza se recostó ligeramente hundiéndose en mi cuello.
-No olvidaré esta noche -aseguré pensando en voz alta.
Ladeé la sonrisa cuando sus labios buscaron mi boca y estos acariciaron los ajenos tratando de conservar ese instante en mi recuerdo.
No sabia que me depararía el destino, ni siquiera si saldría de allí vivo, solo sabia que este instante era mio, nuestro y pasara lo que pasara, el viaje había merecido la pena solo por vivir esta increíble noche con ella.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Perdida entre sensaciones de placer, así era como me encontraba en ese momento, uno que no quería que acabara nunca porque sabía lo que ello conllevaba. Su cuerpo contra el mío moviéndose en mí interior a un ritmo rápido, casi salvaje, profundo que me arrancaban jadeos sin que pudiera dejar de mover mis caderas contra él, con la sola idea de buscar el placer que tanto estaba necesitando, que los dos habíamos estado provocando en toda la noche de forma deliberada, buscándonos, provocándonos, haciendo cada momento lleno de pasión pero muy tenso por tener que reprimirnos por estar en público y no dar rienda suelta a lo que sentíamos. Todo en lo que podía pensar en ese momento era en él, contra mí cuerpo, hundiéndose en mí interior y regalándome placenteras embestidas que me estaban volviendo loca. Mis ojos lo miraron cuando llegado un momento se disculpó y me mordí el labio sin quitar mí mirada de la suya.
-No te disculpes –gemí contra sus labios, había sido tan rudo, tan salvaje y tan fuerte que me había arrancado un gemido mezclado con un poco de dolor pero, ¿no era el dolor también símbolo de placer? Paró, salió de mí interior y justo cuando iba a protestar totalmente en contra de lo que estaba haciendo me giró para impactar su boca con la mía, alzarme de la nalgas para que rodeara su cintura con mis piernas y yo misma moví mis caderas para rozar y buscar su miembro mientras nos besábamos y él se movía hacia el comedor. La mesa de esta fue el lugar donde al dejarme volvió a adentrarse en mí interior, arrancándome un gemido contra sus labios y seguir moviéndose como si no se hubiera parado ni detenido nunca. No dejó espacio de mí cuerpo que no recorriera y yo con mis manos hice lo propio, su boca bajó hasta mis pechos y los lamió, succionó y mordió arrancándome jadeos con la respiración entrecortada, mis piernas aferrándose con fuerza a él, moviéndome para ir a buscarlo con cada embestida que me daba, perdida, cegada por la pasión del momento completamente desatada.
Podía notar mí pelo acariciar mí espalda a cada embestida que me daba y me mordí el labio para ver con ojos brillantes y llenos de excitación que cogía la botella de alcohol y daba un trago, para luego notar el líquido de este descender por mí pecho, siseé ante el contraste del frío líquido con mí cuerpo que parecía que abrasaba y lo miré sin saber qué pretendía hacer con ello. Mis manos recorrían su costado y su espalda y fue cuando sentí las suyas sobre mí piel esparciendo el líquido por mis pechos, todo mí cuerpo se arqueó en respuesta y subí uno de mis brazos a su cuello. Jadeé notando cómo esparcía el líquido por mí pecho notando el calor que dejaba al masajear la zona y gemí en respuesta notando que poco me faltaba para llegar al orgasmo.
Cada movimiento en mí interior era incendiario y abrasador notando como me llenaba por completo, rozando mis paredes, llegando hasta el fondo a un punto que me volvía loca con cada golpe. Mi pecho ardía también por el licor que esparcía con sus manos para luego ser su boca quien eliminara todo rastro que había en mí piel del alcohol y yo era incapaz de apartar la mirada de aquella erótica imagen que estaba viendo, sus labios subieron a los míos asegurándome que iba a correrse y jadeé mordiendo el inferior, su mano se enredó de nuevo en mí pelo para después arrasar con mí boca, mis dedos enredados en su pelo y la otra mano en su espalda donde clavé las uñas al sentir como el orgasmo llegaba y arrasaba todo a su paso.
Tensé mí cuerpo y me dejé llevar por el placer que se extendía por mí cuerpo y que me calcinaba como si fuera lava líquida arrasando con todo a su paso, podía notar como mi interior envolvía y apretaba su miembro ahora que él también había llegado al orgasmo llenando mí interior, gemí contra sus labios mirándolo con la respiración entrecortada y no lo solté en ningún momento. Mientras dejábamos que el orgasmo fuera remitiendo de nuestros cuerpos lentamente mi mano acarició su espalda y la otra la llevé a su nuca, jugando con su pelo enredándolo en mis dedos dejando que ambas respiraciones se normalizaran, sin dejar de mirarnos. Había sido tan potente el orgasmo por las continuas provocaciones que nos habíamos hecho que fue en el que más tardamos en recuperarnos.
Sonreí cuando su frente se apoyó en la mía dejando que nuestras respiraciones se calmaran y se relajaran, reí entre dientes ante su expresión y me mordí el labio porque ni siquiera parecía que le salieran las palabras. Tras aquel orgasmo me había quedado completamente saciada, y notaba la bajada de adrenalina en mí cuerpo y como comenzaba a notar el cansancio, después de todo había dormido solo las horas de la noche y me había tirado el resto del día despierta sin poder descansar ni un solo momento. Así que cuando me dijo que me cogiera ni siquiera le discutí, rodeé su espalda con mis brazos y escondí mí rostro en su cuello dejando que me alzara como si nada aun con mis piernas entorno a su cintura. Asentí cuando dijo lo del baño y me obligué a abrir los ojos y no dejarlos cerrados, estaban tan saciada, tan serena y tranquila que el cansancio se iba haciendo mella poco a poco.
Sus labios buscaron los míos subiendo por la escalera fundiéndose de forma lenta, disfrutando del beso, abrió con el pie la puerta del baño sin soltarme ni un solo segundo y lo miré cuando dijo que siempre lo cuidaba yo y que ahora me iba a cuidar él. Lo miré con una sonrisa en los labios y mordí su inferior notando que acariciaba con su nariz la mía para luego volver a besarme adentrándonos ya en el baño. Me dejé hacer notando que con suavidad me dejaba en el borde del baño y sonreí para dejar que abriera el grifo para que saliera el agua caliente y ver que iba de un lado a otro mientras se llenaba.
-Creo que me va a gustar que cuides de mí –dije mirándolo y le hice un gesto con mí dedo para que se acercara- Ven aquí –le dije mirándolo y cuando lo tuve delante le quité las vendas que tenía puestas viendo que tenía bien las heridas y que la del veneno no supuraba nada, la repasé con mí dedo de forma lenta y suave y luego lo miré- Deberías de dejártelo un día sin venda, para que se vaya curando a ver como evoluciona –metí la mano para ver que el agua estuviera bien de temperatura y cuando se giró pude observar de forma detenida el tatuaje que tenía en la espalda y que apenas había visto anteriores ocasiones de forma leve. Se parecía mucho al colgante que me había dado en el muelle cuando le di la pulsera que le había comprado y sonreí, sin apartar mis ojos de aquel tatuaje que recorrí con mí dedo antes de que se metiera dentro de la bañera y me hiciera un gesto para que me metiera con él. Cogí la mano que me tendía sin pensarlo siquiera y me acomodé sobre él recostando mí espalda sobre su pecho, dejando que el pelo cayera a un lado de mi cuerpo pegándose a mí piel, lancé un jadeo cuando me recosté por completo y el agua me cubrió por entera, ni siquiera había pensado lo que necesitaba aquel baño que terminó por relajarme por completo.
Sus dedos recorrieron mí vientre y sonreí dejando recostada mí rostro contra su cuello dejando mis manos sobre las suyas, acariciando sus brazos mientras el calor del agua hacía su función, sintiéndome cómoda, a gusto, tranquila, sumamente relajada. Sonreí cuando dijo que no olvidaría esa noche y alcé la cabeza que tenía ladeada para besar sus labios, elevando una de mis manos para rodear su cuello dejando que ambos alientos se entremezclaran al separarme, mordí el inferior y volví a dejar otro beso antes de pasar a besar su cuello disfrutando del momento.
-Yo tampoco, será una noche difícil de superar.… -comenté porque realmente era cierto, había parecido más una cita que había acabado muy bien y sonreí negando levemente por aquel pensamiento, dejando que sus dedos recorrieran mí cuerpo y me acariciaran produciéndome leves cosquillas- El tatuaje que llevas en la espalda –dije buscando su mirada- ¿cuándo te lo hiciste? El martillo de Thor –toqué el colgante que me había regalado- ¿por qué Thor? ¿Por qué el martillo? ¿Te sientes identificado con él, porque tu furia es implacable? –Pregunté con una divertida sonrisa en mis labios para dejar un beso y que no se enfadara por ello, porque que era broma- me gusta el tatuaje –dije volviendo a recostar mí rostro ligeramente contra su cuello, una de mis manos se entrelazó con la suya y la otra acarició su rostro para luego recorrer su brazo con mis dedos- ¿Te acuerdas que te dije, que te contaría la historia del hilo rojo? ¿La has escuchado alguna vez? –Pregunté cerrando los ojos recostada contra su pecho, totalmente relajada- Dicen que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado a sus dedos, no importa cuánto éste se estire, este nunca desaparece y permanece atado constantemente, siendo irrompible. Da igual en qué parte te encuentres, o en qué lugar, lo que tardes en conocer a esa persona o incluso con quién estés… Decían que un emperador sabía que había una bruja que podía ver el hilo rojo del destino y la mandó llamar para que siguiera el hilo y le dijera a donde le conducía. La bruja siguió este hilo hasta que dio con un mercader en una plaza, donde había una mujer que portaba un bebé en brazos que ofrecía la mercancía y le dijo al emperador que ahí terminaba el hilo. Éste, cabreado por las palabras de la bruja empujó a la mujer con el bebé en brazos que se hizo una herida enorme en la frente, y mandó que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Años más tarde el emperador no se había casado y la corté le aconsejó que se casara con la hija de un general muy poderoso, al llegar el día de la boda y desposarla cuando ella llegó al altar y este la vio por primera vez al quitarse el velo… vio una herida en su frente, igual que la de aquel bebé –hice una pausa- ¿Crees en el destino, Ubbe? –Pregunté incorporándome un poco para verlo- yo no solía creer mucho en esas cosas pero… ¿por qué yo? –Pregunté porque era algo que siempre había pensado, desde el momento en que vino a la puerta del museo y luego desperté en aquella habitación- ¿Por qué fuiste a buscarme aquella noche? ¿Fue casualidad? –Me mordí el labio porque eran cosas que llevaba tiempo preguntándome y no hallaba respuesta, pero luego el colgante, los cuadernos de mí madre… ¿todo era mera casualidad?- Quiero pensar que las casualidades existen pero… ¿a tal nivel? Sin embargo, hay algo que me dice que no es todo una casualidad y que hay algo más en todo esto… -lo miré de forma fija- no sé… me enseñas unos papiros que no puedo descifrar, que nos llevan a una búsqueda donde encontramos unos cuadernos de mí madre, su medallón… -lancé un suspiro y cerré los ojos unos segundos- solo intento… no sé, saber qué es lo que pasa. Es como… si te hubieran puesto en mí camino por un motivo, y por una razón que no logro entender todavía –lo miré de forma fija y aunque podría decirle más cosas, cosas que me hacía comenzar a sentir desde hacía tiempo no sentía… me callé. Como si me hiciera despertar de un sueño donde todo era monótono, rutinario, tranquilo, aburrido… había tenido más en esos días que en mí último año, y habría disfrutado más que… bueno, más que nunca. Terminé por ponerme de lado y buscar sus labios con los míos hasta terminar de ponerme cara a él y sentarme con una rodilla a cada lado de su cuerpo, mi mano subiendo por su pecho y la otra enredada en su pelo. Cuando le había dicho que me confundía, él no sabía hasta que punto lo hacía- No quiero que esta noche termine nunca... -murmuré contra sus labios acariciando estos con los míos, antes de volver a besarlo de nuevo.
-No te disculpes –gemí contra sus labios, había sido tan rudo, tan salvaje y tan fuerte que me había arrancado un gemido mezclado con un poco de dolor pero, ¿no era el dolor también símbolo de placer? Paró, salió de mí interior y justo cuando iba a protestar totalmente en contra de lo que estaba haciendo me giró para impactar su boca con la mía, alzarme de la nalgas para que rodeara su cintura con mis piernas y yo misma moví mis caderas para rozar y buscar su miembro mientras nos besábamos y él se movía hacia el comedor. La mesa de esta fue el lugar donde al dejarme volvió a adentrarse en mí interior, arrancándome un gemido contra sus labios y seguir moviéndose como si no se hubiera parado ni detenido nunca. No dejó espacio de mí cuerpo que no recorriera y yo con mis manos hice lo propio, su boca bajó hasta mis pechos y los lamió, succionó y mordió arrancándome jadeos con la respiración entrecortada, mis piernas aferrándose con fuerza a él, moviéndome para ir a buscarlo con cada embestida que me daba, perdida, cegada por la pasión del momento completamente desatada.
Podía notar mí pelo acariciar mí espalda a cada embestida que me daba y me mordí el labio para ver con ojos brillantes y llenos de excitación que cogía la botella de alcohol y daba un trago, para luego notar el líquido de este descender por mí pecho, siseé ante el contraste del frío líquido con mí cuerpo que parecía que abrasaba y lo miré sin saber qué pretendía hacer con ello. Mis manos recorrían su costado y su espalda y fue cuando sentí las suyas sobre mí piel esparciendo el líquido por mis pechos, todo mí cuerpo se arqueó en respuesta y subí uno de mis brazos a su cuello. Jadeé notando cómo esparcía el líquido por mí pecho notando el calor que dejaba al masajear la zona y gemí en respuesta notando que poco me faltaba para llegar al orgasmo.
Cada movimiento en mí interior era incendiario y abrasador notando como me llenaba por completo, rozando mis paredes, llegando hasta el fondo a un punto que me volvía loca con cada golpe. Mi pecho ardía también por el licor que esparcía con sus manos para luego ser su boca quien eliminara todo rastro que había en mí piel del alcohol y yo era incapaz de apartar la mirada de aquella erótica imagen que estaba viendo, sus labios subieron a los míos asegurándome que iba a correrse y jadeé mordiendo el inferior, su mano se enredó de nuevo en mí pelo para después arrasar con mí boca, mis dedos enredados en su pelo y la otra mano en su espalda donde clavé las uñas al sentir como el orgasmo llegaba y arrasaba todo a su paso.
Tensé mí cuerpo y me dejé llevar por el placer que se extendía por mí cuerpo y que me calcinaba como si fuera lava líquida arrasando con todo a su paso, podía notar como mi interior envolvía y apretaba su miembro ahora que él también había llegado al orgasmo llenando mí interior, gemí contra sus labios mirándolo con la respiración entrecortada y no lo solté en ningún momento. Mientras dejábamos que el orgasmo fuera remitiendo de nuestros cuerpos lentamente mi mano acarició su espalda y la otra la llevé a su nuca, jugando con su pelo enredándolo en mis dedos dejando que ambas respiraciones se normalizaran, sin dejar de mirarnos. Había sido tan potente el orgasmo por las continuas provocaciones que nos habíamos hecho que fue en el que más tardamos en recuperarnos.
Sonreí cuando su frente se apoyó en la mía dejando que nuestras respiraciones se calmaran y se relajaran, reí entre dientes ante su expresión y me mordí el labio porque ni siquiera parecía que le salieran las palabras. Tras aquel orgasmo me había quedado completamente saciada, y notaba la bajada de adrenalina en mí cuerpo y como comenzaba a notar el cansancio, después de todo había dormido solo las horas de la noche y me había tirado el resto del día despierta sin poder descansar ni un solo momento. Así que cuando me dijo que me cogiera ni siquiera le discutí, rodeé su espalda con mis brazos y escondí mí rostro en su cuello dejando que me alzara como si nada aun con mis piernas entorno a su cintura. Asentí cuando dijo lo del baño y me obligué a abrir los ojos y no dejarlos cerrados, estaban tan saciada, tan serena y tranquila que el cansancio se iba haciendo mella poco a poco.
Sus labios buscaron los míos subiendo por la escalera fundiéndose de forma lenta, disfrutando del beso, abrió con el pie la puerta del baño sin soltarme ni un solo segundo y lo miré cuando dijo que siempre lo cuidaba yo y que ahora me iba a cuidar él. Lo miré con una sonrisa en los labios y mordí su inferior notando que acariciaba con su nariz la mía para luego volver a besarme adentrándonos ya en el baño. Me dejé hacer notando que con suavidad me dejaba en el borde del baño y sonreí para dejar que abriera el grifo para que saliera el agua caliente y ver que iba de un lado a otro mientras se llenaba.
-Creo que me va a gustar que cuides de mí –dije mirándolo y le hice un gesto con mí dedo para que se acercara- Ven aquí –le dije mirándolo y cuando lo tuve delante le quité las vendas que tenía puestas viendo que tenía bien las heridas y que la del veneno no supuraba nada, la repasé con mí dedo de forma lenta y suave y luego lo miré- Deberías de dejártelo un día sin venda, para que se vaya curando a ver como evoluciona –metí la mano para ver que el agua estuviera bien de temperatura y cuando se giró pude observar de forma detenida el tatuaje que tenía en la espalda y que apenas había visto anteriores ocasiones de forma leve. Se parecía mucho al colgante que me había dado en el muelle cuando le di la pulsera que le había comprado y sonreí, sin apartar mis ojos de aquel tatuaje que recorrí con mí dedo antes de que se metiera dentro de la bañera y me hiciera un gesto para que me metiera con él. Cogí la mano que me tendía sin pensarlo siquiera y me acomodé sobre él recostando mí espalda sobre su pecho, dejando que el pelo cayera a un lado de mi cuerpo pegándose a mí piel, lancé un jadeo cuando me recosté por completo y el agua me cubrió por entera, ni siquiera había pensado lo que necesitaba aquel baño que terminó por relajarme por completo.
Sus dedos recorrieron mí vientre y sonreí dejando recostada mí rostro contra su cuello dejando mis manos sobre las suyas, acariciando sus brazos mientras el calor del agua hacía su función, sintiéndome cómoda, a gusto, tranquila, sumamente relajada. Sonreí cuando dijo que no olvidaría esa noche y alcé la cabeza que tenía ladeada para besar sus labios, elevando una de mis manos para rodear su cuello dejando que ambos alientos se entremezclaran al separarme, mordí el inferior y volví a dejar otro beso antes de pasar a besar su cuello disfrutando del momento.
-Yo tampoco, será una noche difícil de superar.… -comenté porque realmente era cierto, había parecido más una cita que había acabado muy bien y sonreí negando levemente por aquel pensamiento, dejando que sus dedos recorrieran mí cuerpo y me acariciaran produciéndome leves cosquillas- El tatuaje que llevas en la espalda –dije buscando su mirada- ¿cuándo te lo hiciste? El martillo de Thor –toqué el colgante que me había regalado- ¿por qué Thor? ¿Por qué el martillo? ¿Te sientes identificado con él, porque tu furia es implacable? –Pregunté con una divertida sonrisa en mis labios para dejar un beso y que no se enfadara por ello, porque que era broma- me gusta el tatuaje –dije volviendo a recostar mí rostro ligeramente contra su cuello, una de mis manos se entrelazó con la suya y la otra acarició su rostro para luego recorrer su brazo con mis dedos- ¿Te acuerdas que te dije, que te contaría la historia del hilo rojo? ¿La has escuchado alguna vez? –Pregunté cerrando los ojos recostada contra su pecho, totalmente relajada- Dicen que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado a sus dedos, no importa cuánto éste se estire, este nunca desaparece y permanece atado constantemente, siendo irrompible. Da igual en qué parte te encuentres, o en qué lugar, lo que tardes en conocer a esa persona o incluso con quién estés… Decían que un emperador sabía que había una bruja que podía ver el hilo rojo del destino y la mandó llamar para que siguiera el hilo y le dijera a donde le conducía. La bruja siguió este hilo hasta que dio con un mercader en una plaza, donde había una mujer que portaba un bebé en brazos que ofrecía la mercancía y le dijo al emperador que ahí terminaba el hilo. Éste, cabreado por las palabras de la bruja empujó a la mujer con el bebé en brazos que se hizo una herida enorme en la frente, y mandó que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza. Años más tarde el emperador no se había casado y la corté le aconsejó que se casara con la hija de un general muy poderoso, al llegar el día de la boda y desposarla cuando ella llegó al altar y este la vio por primera vez al quitarse el velo… vio una herida en su frente, igual que la de aquel bebé –hice una pausa- ¿Crees en el destino, Ubbe? –Pregunté incorporándome un poco para verlo- yo no solía creer mucho en esas cosas pero… ¿por qué yo? –Pregunté porque era algo que siempre había pensado, desde el momento en que vino a la puerta del museo y luego desperté en aquella habitación- ¿Por qué fuiste a buscarme aquella noche? ¿Fue casualidad? –Me mordí el labio porque eran cosas que llevaba tiempo preguntándome y no hallaba respuesta, pero luego el colgante, los cuadernos de mí madre… ¿todo era mera casualidad?- Quiero pensar que las casualidades existen pero… ¿a tal nivel? Sin embargo, hay algo que me dice que no es todo una casualidad y que hay algo más en todo esto… -lo miré de forma fija- no sé… me enseñas unos papiros que no puedo descifrar, que nos llevan a una búsqueda donde encontramos unos cuadernos de mí madre, su medallón… -lancé un suspiro y cerré los ojos unos segundos- solo intento… no sé, saber qué es lo que pasa. Es como… si te hubieran puesto en mí camino por un motivo, y por una razón que no logro entender todavía –lo miré de forma fija y aunque podría decirle más cosas, cosas que me hacía comenzar a sentir desde hacía tiempo no sentía… me callé. Como si me hiciera despertar de un sueño donde todo era monótono, rutinario, tranquilo, aburrido… había tenido más en esos días que en mí último año, y habría disfrutado más que… bueno, más que nunca. Terminé por ponerme de lado y buscar sus labios con los míos hasta terminar de ponerme cara a él y sentarme con una rodilla a cada lado de su cuerpo, mi mano subiendo por su pecho y la otra enredada en su pelo. Cuando le había dicho que me confundía, él no sabía hasta que punto lo hacía- No quiero que esta noche termine nunca... -murmuré contra sus labios acariciando estos con los míos, antes de volver a besarlo de nuevo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Nuestros dedos sobrevolaban como las mismas palomas soltadas como tributo a lso dioses la piel del otro.
Dulces caricias que aleteaban en su firme recorrido tras hacernos tocar el Valhalla.
Su nariz me hacia cosquillas en el cuello, su respiración me incendiaba por dentro y sus palabras me hicieron sonreír. Era cierto aquella “ cita” iba a ser muy difícil de superar, porque por primera vez habíamos estado bien, sin discusiones, sin problemas, solo ella y yo, risas cómplices, una parte nuestra que no solíamos mostrar y deseo, mucho deseo.
Quizás el alcohol, el ambiente festivo ..había ayudado a que eso se produjera. Mas si sabia algo, no quería que la noche acabara, eso era lo que me obligaba a mantener los ojos abiertos pese a que de vez en cuando se me entrecerraban por lo relajante que era esta situación.
El agua bañaba cálida nuestros cuerpos, su piel suponía un tremendo placer al friccionar lenta contra la mía y su respiración sosegada era el aliento que necesitaba.
-¿El tatuaje? Me lo hice una noche de borrachera con mi primo -dije con una sonrisa recordando aquella locura que nos dio -tendrá cerca de seis años, fue después de ganar una complicada batalla. Habíamos salido a celebrarlo y como de costumbre Niels y yo empezamos a picarnos esta vez con la idea de hacérnoslo.
Synnobe iba muy borracha y Hakon decidió llevársela a casa, así que finalmente Niels y yo nos quedamos solos con unos cuantos hombres mas.
Ya bastante bebidos acabamos dejando que el constructor de barcos nos pintara la piel con una vela, tinta y agujas, asi hizo lo que ves.
Contemplé su mirada parda que me miraba divertida ahora impactando contra mis azules mientras hablaba.
-Mi primo lleva lo mismo, pero con dos cuervos sujetando el mango. ¿por que no nos tatuamos algo? -le pregunté dejándome llevar por esa impulsividad de la que hacia gala y quizás por lo envalentonado que iba por el alcohol consumido.
-Vamos -pedí -déjame hacerte un tatuaje que siempre te recuerde a mi, tu puedes hacer lo mismo en mi piel, no me quejaré.
Sentí su risa chocar contra mi cuello, mis dedos siguieron paseándose por su cuerpo pensando el lugar donde colocaría aquello que le quería pintar. Mis ojos se oscurecían solo de imaginarlo, mas en ese momento empezó a contarme una historia, una que jamas había escuchado a decir verdad.
Tras ella la pregunta mas complicada de responder en estos momentos “ El destino”
-No, no creo en el destino como tal. Creo que cada hombre es dueño de su destino y que este se forja a través de las decisiones que vamos tomando.
Te dije que una de mis primas es un oráculo, ella es capaz de ver el futuro por medio de visiones.
Futuro que se puede alterar, de ahí el peligro que encierra ese don, pues quizás tu pretendas cambiarlo para favorecerte pero las consecuencias acaben siendo terribles.
Te pondré un ejemplo.
Si el destino estuviera escrito, y este fuera que yo muero encontrando la reliquia a manos del hombre x. Eso no podría variar, daría igual lo que hiciera, porque ese seria el resultado final.
Ahora imaginemos que mi prima me advirtiera de que si me enfrento con el hombre x moriré y yo entonces eludo ese combate que finalmente asume mi padre.
¿Viviría pues? Si. Porque ese hombre perecería sin duda a manos de mi padre, con lo cual jamas llegaría a mi ¿lo entiendes? Según mi decisión puedo o no cambiar mi destino, con lo cual el destino no es una linea inalterable en el tiempo si no mas bien un montón de realidades paralelas en el que una decisión u otra me lleva a distintos destinos.
Me eche a reír por esa larga explicación que no sabia si había comprendido, ni siquiera si lo comprendía yo, pero era lo que siempre mi prima me explicó, de ahí la importancia de no tocar nada en este presente, mis decisiones podrían alterar nuestro futuro.
Ser distinto dependiendo de que hiciéramos y como, con lo cual no había un único destino, si no una consecución de ellos.
Mi explicación la llevo a nuevas preguntas, mis músculos se tensaron bajo su cuerpo, no, nada era una casualidad, pero decírselo me llevaría a mas preguntas, demasiadas a decir verdad. No quería mentir, mas decir la verdad era demasiado complicado de explicar.
-Quizás me llevo al museo el destino -bromeé acariciando mis labios con los ajenos, se que no era eso lo que quería escuchar, se que necesitaba respuestas y que la mía se contradecía con las creencias explicadas minutos antes, pero ...¿como decirle que había viajado en el tiempo para buscarla pues solo ella podría ayudarme a descifrar esos manuscritos y buscar una reliquia que en mi tiempo estaba destruida pero que en este tiempo podía ser hallada y ladearía la balanza al favor de mi familia?
Eso supondría mas preguntas, y hoy por hoy, no podía dar respuestas.
Dejé escapar el aire contra sus labios de forma pesada, casi mordiéndome la lengua para no hablar de mas, pues eso sabia que no nos haría bien a ninguno de los dos, odiaba mentirle, pero a veces decir la verdad no traía un buen final.
-Quizás tu dedo y el mio estén unidos con ese hilo rojo -ladeé la sonrisa besando su pelo dándome de nuevo cuenta de la estupidez que había escapado de mis labios.
Cerré los ojos ligeramente mientras nuestros cuerpos volvían a relajarse, no se en que momento mi cabeza cedió contra el borde de la tina, solo que sus manso me acariciaron para que despertara poco después alegando que no podía dormirme ahí.
Sacudí la cabeza para despejarme y de nuevo mis labios surcaron su cuello, perdiéndose en la clavícula de esa mujer que ahora tenia sentada a horcajadas sobre mi cuerpo mirándome fijamente.
-¿repetimos? -bromeé entre risas al ver como negaba golpeando mi pecho. Casi podía adivinar lo que pensaba, que era insaciable y era cierto, de ella jamas quedaba completamente satisfecho, su cuerpo era mi droga y yo la consumiría a todas horas.
-Vamos a dormir, mañana no espera un día complicado -sentencié con cierto pesar, la noche terminaba, pronto nos encontraría el alba y con el sol, las obligaciones que nos habían llevado hasta ese lugar.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Se estaba tan bien en aquella tina que comenzaba a notar que los ojos me pesaban de tenerlos abiertos, el cansancio se hacia mella en mí en aquel baño caliente terminando por relajarme por completo. Habían sido dos días llenos de caos y con mucho estrés, mucha adrenalina surcando mí cuerpo y necesitaba una noche como aquella, libre de preocupaciones, de que lobos nos persiguieran, olvidarnos de reliquias, papiros y cualquier cosa que pudiera poner en peligro nuestras vidas. Casi lo había perdido en aquellos dos días que llevábamos allí y algo me decía lo peor no había llegado, si tan solo no nos habíamos acercado a la reliquia y ya estábamos así no quería ni imaginar cuando por fin pudiéramos ir a por ella. De momento me olvidé de esos pensamientos dejando que sus dedos acariciaran mí piel bajo el agua, con mí aliento chocando contra su cuello y esperaba que me contara lo del tatuaje.
Escuché su relato entrelazando los dedos de una de mis manos con la suya, jugando con esta mientras me los imaginaba en mí cabeza tras haber ganado un batalla y celebrándolo, para luego él y su primo ahora debatir sobre hacerse un tatuaje y sabiendo como era el vikingo me lo imaginaba retando a su primo y este a su vez haciendo lo mismo hasta que al final habían acabado por hacerse el tatuaje. Mí risa se oyó de forma leve en el baño con mí aliento entrecortado por esta moría en la piel de su cuello, me mordí el labio y negué con la cabeza por haber acabado con el constructor de sus barcos para que les hiciera el tatuaje… desde luego que esos dos vikingos estaban completamente locos, no conocía a Niels pero por lo poco que me había contado de él era tan loco como el que tenía bajo mí cuerpo.
-Creo que Hakon es el más centrado y el que más cabeza tiene de todos vosotros, ¿en serio? ¿Borrachos os picasteis por haceros un tatuaje? Sois de lo que no hay –dejé un beso en su cuello aun riéndome por ello y subía mirarle divertida por la anécdota, terminando por decir que su primero llevaba lo mismo pero con dos cuervos sujetando el mango- ¿Y por qué no te hiciste tú también los cuervos? –Enarqué una ceja por ello y luego lo miré riendo de nuevo ante su pregunta de tatuarnos- ¿Tatuarnos? ¿Te has vuelto loco? –Volví a estallar en risas y negué con la cabeza por aquello- Mmmm, dejar que me tatúes… -murmuré ahora girándome para quedar sobre su cuerpo pero de cara a él, dejando que mí pelo flotara en el agua apoyando mí rostro contra su hombro recorriendo su pecho con mis dedos- Depende, ¿qué es lo que pretendes tatuarme y cómo de grande sería? –Pregunté porque dependiendo de lo que me dijera le diría que sí o que no- es una idea loca pero, si no es nada muy grande y es bonito… te dejaré que me tatúes –mordí su cuello con una sonrisa y alcé mí rostro para mirarlo- Y luego… yo te tatuaré algo a ti para que lo lleves siempre en tú piel y cuando lo mires te acuerdes de mí –acorté la distancia entre nuestros rostros y besé sus labios para luego contarle la historia del hilo rojo aunque me imaginaba que no la habría oído nunca, porque yo la conocí a través de una persona y pasé a escuchar si él creía en el destino o no, y decía que no, que cada uno se labraba su propio destino… algo que me hizo sonreír puesto que yo también pensaba lo mismo, si no me hubiera convertido en egiptóloga él no me habría encontrado y no habría sabido nunca de la existencia de los cuadernos de mí padre pues nunca me habría acordado de ese detalle. Y no habríamos vuelto a Egipto, o yo sí, pero jamás habría tenido esa noche en la que había disfrutado tanto.
Dejé que hablara sobre el destino y como podía cambiar este alegando que su primera era un oráculo y que podía ver el futuro, y las consecuencias que este podría traer si se decidían eludir ciertas cosas o no. Hice una mueca cuando dijo que, hipotéticamente, el moriría al encontrar la reliquia a manos de un hombre y… no quise pensarlo, pero no me sonó descabellado. Sabía que era un ejemplo pero no me gustó escuchar esas palabras porque era cierto que iban tras nosotros y de alguna forma siempre nos pisaban los talones, como si supieran lo que íbamos a hacer y nos tuvieran totalmente vigilados… algo que sin duda alguna sabía que pasaban porque nos habían encontrado en la esfinge y en la excavación.
Me mordí el labio sin querer pensar demasiado en ello y escuchando sus palabras, con ellas más dudas me surgían y me pregunté si él sabría algo o si su primera le habría dicho algo antes de venir, o le habría dicho que acudiera a mí porque había tenido alguna visión… eso podría ser y le habría dado más sentido a todo, ¿no? Porque aunque a veces las casualidades existen, en este caso, no apuntaba a que fuera exactamente una casualidad. ¿Tantas cosas juntas? No, lo dudaba enormemente. Era como si él tuviera que buscarme precisamente a mí, porque yo sería la única capaz de ayudarlo a encontrar las reliquias, la única a la que la persona que había encontrado esos cuadernos había dejado pistas cuando era pequeña de forma inconsciente para que un día cuando fuera mayor pudiera seguir sus pasos… todo era muy confuso y no sacaba nada en claro, cosa que me frustraba bastante y no quise pensar en ello pero… era difícil no hacerlo.
Mis ojos se fijaron en los suyos cuando dijo que el destino lo había llevado al museo y sonreí levemente negando con la cabeza, sabía que estaba bromeando y que tampoco iba a contestar a mis preguntas, no solía hacerlas salvo que no fueran sobre ese tema o fuera borracho… tendría que darle de beber más a menudo a ver si conseguía que me dijera algo, porque estaba claro que él algo sabía y no me lo quería decir, sino, ¿por qué eludir mis preguntas? No tenía sentido alguno así que preferí no insistir más y dejar que besara mis labios antes de recostar mí cabeza contra su cuello dejando que el agua caliente hiciera su función y nos relajara a los dos por igual.
Me mordí el labio cuando dijo que quizás nuestros dedos estaban unidos por ese hilo rojo, mí intención no había sido contarle la historia con ese propósito pero no pude evitar alzar mí vista a su rostro tras este dejar un beso en mí pelo y luego volver a dejar apoyada mí cabeza contra su hombro. Lancé un suspiro escuchando todo en completo silencio únicamente roto por nuestras respiraciones y al rato levanté mí vista para ver que se había quedado medio dormido, reí entre dientes y me senté para despertarlo notando yo también que la cama me llamaba y que necesitaba descansar tras el día que habíamos llevado. Le di un golpe en el pecho tras su pregunta en la que me reí divertida notando sus labios acariciar mí cuello y mí clavícula.
-De verdad, eres insaciable… -comenté entre risas dejando un breve beso en sus labios- deberíamos de irnos a dormir, este no es un buen lugar para que te duermas –tiré de u labio inferior con un mordisco y me alejé sabiendo que irremediablemente el día terminaba y era hora de descansar. Fui yo la que salió primero de la bañera no sin antes quitar el agua que pude de mí pelo y al salir busqué una toalla que anudé en mí cuerpo para luego coger otra y envolver mí largo pelo mientras me secaba el cuerpo, saqué otra que le di al vikingo y ya comenzaba a notar ahora que estaba en pie lo cansada que realmente estaba y entendí por qué me tuvo que subir él en brazos hasta el baño. Quité la toalla de mí pelo y frente al espejo comencé a peinarlo antes tumbarme en la cama como necesitaba. Noté su mirada puesta en mí y lo miré a través del espejo sonriendo mientras seguía peinándome dejando mí pelo liso con cada pasada- Te gusta quedarte parado observándome, ¿no? ¿Lo has cogido como costumbre? –Pregunté con una sonrisa divertida viendo como acortaba la distancia poniéndose a mí espalda y subiendo sus manos por cada costado de mí cuerpo hasta rodearme con sus brazos por debajo de mí pecho, aún con la toalla puesta- lo tomaré como un sí –alegué terminando de peinarme y dejar este sobre el mueble del espejo, una de sus manos subió a mí pelo que acarició con sus dedos enredándolos en este y nos contemplé en el espejo. Tan parecidos pero tan diferentes, él era más alto que yo, tenía mucho más cuerpo que yo y era de piel más blanca que la mía, sonreí por ello con mis manos recorriendo sus brazos y lo miré- Venga, vayamos a dormir –cogí una de sus manos con la mía y tiré de él saliendo del baño para cruzar el pasillo e ir hasta la habitación que había ocupado la primera noche, era la que tenía la cama más grande de las dos. Al entrar solté su mano y deshice el nudo de la toalla dejando que esta cayera al suelo para acercarme a la cama, abrirla y colar mí cuerpo dentro esperando a que él hiciera lo mismo. Cuando se tumbó a mí lado me acerqué a su cuerpo pegándome a él para elevar mí rostro y mirarlo- Gracias por esta noche Ubbe, he disfrutado como nunca –junté mis labios para darle un último beso a modo de “buenas noches” y finalmente recosté mí rostro contra su cuello, envolviéndome en él dejando que su calor me traspasara, con mis manos en su espalda y notando la suya entorno a mí cintura como si me fuera a escapar, y la otra enredada en mí pelo. Y por esa vez, creo que fui la primera de los dos quien acabó por quedarse durmiendo.
Escuché su relato entrelazando los dedos de una de mis manos con la suya, jugando con esta mientras me los imaginaba en mí cabeza tras haber ganado un batalla y celebrándolo, para luego él y su primo ahora debatir sobre hacerse un tatuaje y sabiendo como era el vikingo me lo imaginaba retando a su primo y este a su vez haciendo lo mismo hasta que al final habían acabado por hacerse el tatuaje. Mí risa se oyó de forma leve en el baño con mí aliento entrecortado por esta moría en la piel de su cuello, me mordí el labio y negué con la cabeza por haber acabado con el constructor de sus barcos para que les hiciera el tatuaje… desde luego que esos dos vikingos estaban completamente locos, no conocía a Niels pero por lo poco que me había contado de él era tan loco como el que tenía bajo mí cuerpo.
-Creo que Hakon es el más centrado y el que más cabeza tiene de todos vosotros, ¿en serio? ¿Borrachos os picasteis por haceros un tatuaje? Sois de lo que no hay –dejé un beso en su cuello aun riéndome por ello y subía mirarle divertida por la anécdota, terminando por decir que su primero llevaba lo mismo pero con dos cuervos sujetando el mango- ¿Y por qué no te hiciste tú también los cuervos? –Enarqué una ceja por ello y luego lo miré riendo de nuevo ante su pregunta de tatuarnos- ¿Tatuarnos? ¿Te has vuelto loco? –Volví a estallar en risas y negué con la cabeza por aquello- Mmmm, dejar que me tatúes… -murmuré ahora girándome para quedar sobre su cuerpo pero de cara a él, dejando que mí pelo flotara en el agua apoyando mí rostro contra su hombro recorriendo su pecho con mis dedos- Depende, ¿qué es lo que pretendes tatuarme y cómo de grande sería? –Pregunté porque dependiendo de lo que me dijera le diría que sí o que no- es una idea loca pero, si no es nada muy grande y es bonito… te dejaré que me tatúes –mordí su cuello con una sonrisa y alcé mí rostro para mirarlo- Y luego… yo te tatuaré algo a ti para que lo lleves siempre en tú piel y cuando lo mires te acuerdes de mí –acorté la distancia entre nuestros rostros y besé sus labios para luego contarle la historia del hilo rojo aunque me imaginaba que no la habría oído nunca, porque yo la conocí a través de una persona y pasé a escuchar si él creía en el destino o no, y decía que no, que cada uno se labraba su propio destino… algo que me hizo sonreír puesto que yo también pensaba lo mismo, si no me hubiera convertido en egiptóloga él no me habría encontrado y no habría sabido nunca de la existencia de los cuadernos de mí padre pues nunca me habría acordado de ese detalle. Y no habríamos vuelto a Egipto, o yo sí, pero jamás habría tenido esa noche en la que había disfrutado tanto.
Dejé que hablara sobre el destino y como podía cambiar este alegando que su primera era un oráculo y que podía ver el futuro, y las consecuencias que este podría traer si se decidían eludir ciertas cosas o no. Hice una mueca cuando dijo que, hipotéticamente, el moriría al encontrar la reliquia a manos de un hombre y… no quise pensarlo, pero no me sonó descabellado. Sabía que era un ejemplo pero no me gustó escuchar esas palabras porque era cierto que iban tras nosotros y de alguna forma siempre nos pisaban los talones, como si supieran lo que íbamos a hacer y nos tuvieran totalmente vigilados… algo que sin duda alguna sabía que pasaban porque nos habían encontrado en la esfinge y en la excavación.
Me mordí el labio sin querer pensar demasiado en ello y escuchando sus palabras, con ellas más dudas me surgían y me pregunté si él sabría algo o si su primera le habría dicho algo antes de venir, o le habría dicho que acudiera a mí porque había tenido alguna visión… eso podría ser y le habría dado más sentido a todo, ¿no? Porque aunque a veces las casualidades existen, en este caso, no apuntaba a que fuera exactamente una casualidad. ¿Tantas cosas juntas? No, lo dudaba enormemente. Era como si él tuviera que buscarme precisamente a mí, porque yo sería la única capaz de ayudarlo a encontrar las reliquias, la única a la que la persona que había encontrado esos cuadernos había dejado pistas cuando era pequeña de forma inconsciente para que un día cuando fuera mayor pudiera seguir sus pasos… todo era muy confuso y no sacaba nada en claro, cosa que me frustraba bastante y no quise pensar en ello pero… era difícil no hacerlo.
Mis ojos se fijaron en los suyos cuando dijo que el destino lo había llevado al museo y sonreí levemente negando con la cabeza, sabía que estaba bromeando y que tampoco iba a contestar a mis preguntas, no solía hacerlas salvo que no fueran sobre ese tema o fuera borracho… tendría que darle de beber más a menudo a ver si conseguía que me dijera algo, porque estaba claro que él algo sabía y no me lo quería decir, sino, ¿por qué eludir mis preguntas? No tenía sentido alguno así que preferí no insistir más y dejar que besara mis labios antes de recostar mí cabeza contra su cuello dejando que el agua caliente hiciera su función y nos relajara a los dos por igual.
Me mordí el labio cuando dijo que quizás nuestros dedos estaban unidos por ese hilo rojo, mí intención no había sido contarle la historia con ese propósito pero no pude evitar alzar mí vista a su rostro tras este dejar un beso en mí pelo y luego volver a dejar apoyada mí cabeza contra su hombro. Lancé un suspiro escuchando todo en completo silencio únicamente roto por nuestras respiraciones y al rato levanté mí vista para ver que se había quedado medio dormido, reí entre dientes y me senté para despertarlo notando yo también que la cama me llamaba y que necesitaba descansar tras el día que habíamos llevado. Le di un golpe en el pecho tras su pregunta en la que me reí divertida notando sus labios acariciar mí cuello y mí clavícula.
-De verdad, eres insaciable… -comenté entre risas dejando un breve beso en sus labios- deberíamos de irnos a dormir, este no es un buen lugar para que te duermas –tiré de u labio inferior con un mordisco y me alejé sabiendo que irremediablemente el día terminaba y era hora de descansar. Fui yo la que salió primero de la bañera no sin antes quitar el agua que pude de mí pelo y al salir busqué una toalla que anudé en mí cuerpo para luego coger otra y envolver mí largo pelo mientras me secaba el cuerpo, saqué otra que le di al vikingo y ya comenzaba a notar ahora que estaba en pie lo cansada que realmente estaba y entendí por qué me tuvo que subir él en brazos hasta el baño. Quité la toalla de mí pelo y frente al espejo comencé a peinarlo antes tumbarme en la cama como necesitaba. Noté su mirada puesta en mí y lo miré a través del espejo sonriendo mientras seguía peinándome dejando mí pelo liso con cada pasada- Te gusta quedarte parado observándome, ¿no? ¿Lo has cogido como costumbre? –Pregunté con una sonrisa divertida viendo como acortaba la distancia poniéndose a mí espalda y subiendo sus manos por cada costado de mí cuerpo hasta rodearme con sus brazos por debajo de mí pecho, aún con la toalla puesta- lo tomaré como un sí –alegué terminando de peinarme y dejar este sobre el mueble del espejo, una de sus manos subió a mí pelo que acarició con sus dedos enredándolos en este y nos contemplé en el espejo. Tan parecidos pero tan diferentes, él era más alto que yo, tenía mucho más cuerpo que yo y era de piel más blanca que la mía, sonreí por ello con mis manos recorriendo sus brazos y lo miré- Venga, vayamos a dormir –cogí una de sus manos con la mía y tiré de él saliendo del baño para cruzar el pasillo e ir hasta la habitación que había ocupado la primera noche, era la que tenía la cama más grande de las dos. Al entrar solté su mano y deshice el nudo de la toalla dejando que esta cayera al suelo para acercarme a la cama, abrirla y colar mí cuerpo dentro esperando a que él hiciera lo mismo. Cuando se tumbó a mí lado me acerqué a su cuerpo pegándome a él para elevar mí rostro y mirarlo- Gracias por esta noche Ubbe, he disfrutado como nunca –junté mis labios para darle un último beso a modo de “buenas noches” y finalmente recosté mí rostro contra su cuello, envolviéndome en él dejando que su calor me traspasara, con mis manos en su espalda y notando la suya entorno a mí cintura como si me fuera a escapar, y la otra enredada en mí pelo. Y por esa vez, creo que fui la primera de los dos quien acabó por quedarse durmiendo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Desde la tina observaba el cuerpo de pecado de esa preciosa mujer que se contoneaba descalza frente a mis ojos buscando una toalla con la que tapar el espectáculo con el que sin darse cuenta me estaba obsequiando.
Mi sonrisa picara acompañó a mi turbia mirada a desafiar la catarata en forma de cristalinas gotas que resbalaban por su tez tostada.
Cuando se giro envuelta para acercarme otra toalla me encontró observándola algo que hizo que sonriera con cierta timidez que pronto quedo resuelta cuando me alcé.
-Si, estoy contento de haberte conocido -bromeé por la envergadura de mi miembro en ese momento.
La risa de ambos se fundió en una, la noche seguía convirtiéndonos no solo en insuperables amantes, si no en cómplices de mucho mas que la pasión que unía nuestros cuerpos.
Me sequé con la toalla restregándola por mi piel, no me esmeré demasiado, quedaba húmeda pero el sofocante calor de Egipto hacia que esas gotas se agradecieran sobre mi cuerpo.
Ella se peinaba frente al espejo, espejo que se adueñó de mi reflejo como si fuera un lienzo pues como de costumbre había quedado embobado mirándola hacer.
Era mi debilidad, sus ojos pardos no tardaron en darse cuenta y de ahí surgió el afilado comentario.
No respondí solo atajé la distancia que nos separaba y rodeando desde atrás su preciosa cintura hundí mi labios en su cuello.
Mordí con suavidad su hombro dejando que mis dedos se perdieran por debajo de la toalla.
Recorrí con ellos su bajo vientre trazando unas letras con la yema de mis dedos. “Ubbe Cannif”
No pude evitar echarme a reír cuando esta negó frente al espejo, al parecer no muy de acuerdo a que fuera mi nombre el que surcara su piel.
-Has dicho que si es algo pequeño y bonito ¿que hay mejor que mi nombre para que no me olvides? -aseguré guiñándole un ojo.
Acaricié su pelo cuando esta dejo el peine en el tocador, nuestros ojos se centraron en la imagen que reflectaba ese espejo, eramos muy distintos, pero...allí estábamos, unidos por un mismo destino.
De nuevo por mi mente la idea de tener que abandonar esa realidad para volver al norte, admito que la idea lograba perturbarme demasiado, tanto que mis músculos se tensaron contra su cuerpo, reacción que pronto notó acariciando mis brazos para buscar mi calma.
Ladeé la sonrisa tratando de alejar de nuevo esos pensamientos, a fin de cuentas aun teníamos mucho por hacer en este tiempo.
Deslicé mi dedo por su columna vertebral, de nuevo dibujando letras en mi idioma, unas que empezaron en su cuello y terminaron justo donde la espalda perdía su nombre.
“volveremos a estar juntos, en este mundo o en el siguiente”
Deposité un beso en su nuca antes de que sus ojos se perdieran en los míos, desconocía si había entendido algo de lo escrito, pero tampoco iba a explicárselo ahora.
Ella dejó caer la toalla frente a mi ojos y despacio se coló en el lecho haciéndome un hueco que no tarde en copar con mi cuerpo.
Justos nos amoldamos al otro, su respiración lenta en mi cuello, ambos enredados como una hiedra incapaz de dejar de afianzarse al otro por miedo a que al abrir los ojos todo hubiera sido un sueño.
“te quiero” guardé silencio, no se me escaparía esta vez aquellas palabras que llevaban al desconcierto.
Sonreí contra su pelo al oírla agradecerme aquella noche sin igual en la que ambos habíamos disfrutado del otro de un modo distinto.
-Me has dado paz en una vida de guerra -aseguré al sentir como sus ojos se cerraban y quedaba dormida, poco tarde yo en hacer lo propio y así nos alcanzo el alba.
Entrado el medio día, cuando el sol brillaba en el centro abrí los ojos.
Sus rayos de luz impactaban directos en ellos como avisándome de que había dormido mas de la cuenta y me gustara o no tenia que despertar pues el trabajo nos esperaba.
Estiré ligeramente mi cuerpo mientras me desperezaba, sobre mi pecho reposaba Nai que se quejo al notar todos y cada uno de mis movimientos.
-Arriba perezosa -bromeé hundiendo mis labios en los ajenos que se amoldaron tibios recibiendo con calidez ese beso -tenemos mucho que hacer, y aun no me han intentado matar hoy -bromeé divertido -eso no puede ser.
Me alcé buscando los pantalones por la habitación, hasta que caí de que la mesa del comedor había sido testigo de nuestro agitado encuentro y ahí debían seguir las prendas de las que la egipcia se deshizo.
-Tengo un hambre voraz -aseguré tirando de esta para que se levantara a hacerme el desayuno entre risas y encontrándome su ceño fruncido.
Le di un azote en su culo desnudo mirándola con picardia.
-Vamos mujer, tienes a tu hombre muerto de hambre -tiré de su brazo para orillarla a mi cuerpo, mi hombría la busco de nuevo sedienta golpeando su vientre.
-¿Y si antes de bajar? -pregunté dejando en el aire la pregunta -uno rapidito -bromeé dándole la vuelta acariciando desde atrás con mi miembro la entrada y con mi aliento su cuello.
Me dio un empujón entre risas caminando hacia el armario para cubrir su cuerpo mientras yo le dedicaba un mohin.
-Vamos -dije acortando de nuevo las distancias abrazándola desde atrás tratando de que no se vistiera y cediera a mi necesidad.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
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