AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdo del primer mensaje :
El día por fin había llegado y era la hora en que el paréntesis se rompía y debíamos de volver a seguir, o a empezar, con el propósito que nos había llevado hasta allí. Fui hasta mí camarote para cambiarme de ropa cerciorándome de que tenía todo listo y preparado para en terminar de desayunar coger las cosas y partir, salí recorriendo los pasillos por última vez hasta el comedor donde me senté con el vikingo para desayunar de forma tranquila, y una vez terminado volver al camarote y coger las cosas, cuando fui a cubierta él ya estaba allí. Ya se podía empezar a notar el calor que hacía aquel día y en aquellas tierras, siempre hacía calor en Egipto y al menos me alegré de haber traído la ropa adecuada para la ocasión. Dejé que él llevara una de las maletas y antes de bajar del barco me despedí de la familia a la que habíamos salvado la niña y finalmente bajamos para pisar tierras egipcias.
Por un par de segundos cuando mis pies tocaron el suelo, por extraño que pareciera, me quedé quieta sintiendo de nuevo aquella sensación que había sentido cuando volví hacía poco tiempo. “Estoy en casa”, eso fue lo que cruzó mí mente y que me hizo portar una sonrisa en el rostro más animada, nada como estar en casa para sentirte mejor y así era como me sentía en esos momentos. Miré a mí acompañante y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera entre la multitud, debíamos de coger otro barco para poder llegar hasta Guiza aunque este era mucho más pequeño del que habíamos utilizado para llegar hasta allí y que era muy común para navegar por el Nilo.
El vikingo destacaba entre la multitud no solo porque era más alto que la media de los que allí había, sino por su tono de piel algo más pálida, su pelo, sus ojos azules y sobre todo por la ropa que llevaba que destacaba entre las que solían utilizar allí. Llegamos hasta la zona donde estaban los barcos y compré los dos pasajes que nos llevarían hasta Guiza, apenas sería el recorrido de un par de horas y no tardaríamos mucho en llegar, debíamos de navegar por el Nilo ya que el barco no podía hacerlo por las mismas dimensiones de este y porque aquellos barcos eran más prácticos para navegar por el Nilo.
-Seguro que este barco te hace sentir más nostalgia que el otro –apunté sentándome en la popa del barco, el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en las aguas del Nilo que seguramente no tardarían dentro de poco en llenarse de cocodrilos y caimanes ya que se iba acercando el bueno tiempo. Este tipo de barco era más similar a los que usaban ellos y de hecho era el que más usábamos nosotros también. La leve brisa era bien recibida para soportar un poco el calor y lo miré durante unos segundos, ¿cuán bien se le daría aguantar el calor?- ¿Estás bien? –Pregunté para ver cómo estaba llevando ese calor y saqué uno de los libros que traía en una de las maletas- hay bebida por si te apetece tomar algo, quizás una cerveza egipcia bien fría te venga bien –le sonreí dejando que decidiera si quería o no y miré lo que tenía apuntado en el libro durante unos segundos. El escaso par de horas que estuvimos abordo pasaron –por suerte para mí- sin ningún incidente que comentar al respecto, parecía que él estaba bastante cansado y no sabía si era por el calor que hacía aquel día.
Conforme llegábamos a Guiza desde lejos se podían observar las pirámides que se alzaban en lo alto incluso desde esa distancia, pirámides que había ido a verlas cuando era pequeña y que en mí vuelta también había vuelto a ir. Mí madre había estado trabajando también en ellas y cuando era pequeña siempre había querido trabajar como lo hacía ella. Lancé un suspiro observándolas y ya que él no había estado nunca en Egipto, aunque si esperaba que hubiera oído hablar de las pirámides, le conté un poco por encima cuál era cada una y un poco su historia. La esfinge no se veía porque estaba detrás de una de las pirámides y esta la tapaba, así que no le comenté nada al respecto. Por fin llegamos hasta la ciudad de Guiza y le hice una seña para que me siguiera, volver a pisar sus calles, perderme entre su gente, el ambiente del lugar… era como si nunca me hubiera ido de aquel país, de aquella ciudad… sentía bien volver a pisar aquellas calles y caminar por la zona.
-No te pierdas vikingo, aquí dudo que puedan entenderte si te pierdes –le lancé una mirada divertida mientras seguíamos andando. Sabía exactamente dónde iba a llevarlo, al mismo lugar donde me había hospedado yo cuando hice aquel tour por Egipto y paré en aquella ciudad la primera. Era una zona tranquila y alejada, solamente habían familias viviendo allí y muchas de ellas se dedicaban a los mercados callejeros, así que sería el mejor lugar para quedarse que mejor cualquier hotel donde pudiéramos llamar más la atención como turistas. Viviendo en una casa, y yo al ser egipcia, sería más probable que pensaran que estábamos juntos a que pensaran que éramos turistas. No tardamos mucho más de media hora hasta que entramos en aquella zona residencial, allí vivía un amigo de mí madre de hacía mucho tiempo quien fue quien me encontró donde quedarme a mí vuelta y a quien iba a acudir de nuevo. Giré por una de las calles viendo que había niños jugando en ella y les sonreí mientras paraba en una de las puertas que había y tocaba esperando que estuvieran en casa. A los pocos segundos un hombre mayor me abrió la puerta a lo que yo le sonreí- Hawis –él apenas tardó un par de segundos en reconocerme y en saludarme, nos invitó a pasar y miré al vikingo para que estuviera tranquilo.
Hawis había sido compañero de mí padre mientras ella trabaja en las pirámides, me conocía desde pequeña y sabía mi pasión, la misma que la de mi madre. Se extrañó de verme de nuevo por allí y le conté brevemente que venía porque el museo me había mandado, no iba a contarle la razón principal porque eso no debía de saberlo nadie. Le pregunté si seguía teniendo aquella casa que una vez me dejó y si estaba disponible para que pudiéramos quedarnos, por suerte para nosotros estaba libre y no dudó en dejárnosla. Le dije que le pagaría por aquello y aunque dijo que lo hacía como favor por ser hija de Tahirah, yo me negué en rotundo y acordé en pagarle algo… ya había sido bastante generoso en el pasado. Como era de esperar el vikingo no se había enterado de nada porque Hawis no hablaba francés, así que cuando se fue a por la llave le comenté brevemente qué era lo que habíamos hablado, por si acaso pensaba que había dicho algo que no debiera.
-Shukran* Hawis –me despedí de él agradeciéndole y me giré para mirar al vikingo, era algo frustrante no poder llamarlo por su nombre, pero se había empeñado en no decirme nada- Vamos, ya tenemos sitio donde quedarnos –le sonreí y cogí la maleta para salir por la puerta y comenzar a andar calle abajo. La casa que nos había dejado estaba un poco más para abajo, así que apenas tardamos diez minutos en llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta pasando dentro y cerrando cuando él entró. Abrí todas las ventanas para que entrara la luz y ventilara el lugar, dejé la maleta en el suelo y lo miré a él- Mejor que cualquier hotel donde podamos llamar más la atención, ¿no crees? Esto es una zona residencial y aquí todos son comerciantes y mercaderes, no creo que encontremos problemas –fui abriendo ventana tras ventana y luego lo miré a él, parecía bastante cansado y llevé mis manos a la cintura- Pareces cansado, vikingo. ¿Estás bien? ¿Es por el calor? –Terminé preguntando porque hacía bastante para la época que estábamos, y se avecinaba más calor- Deberías de darte una ducha, te ayudará con el calor y seguro que hay ropa cómoda en alguna habitación –tampoco quería obligarle, pero parecía que realmente lo necesitaba. Yo misma estaba por darme una ducha y cambiarme de ropa, la humedad, la calima que seguramente se formaría conforme se acercara el calor hacían el ambiente mucho más caluroso- Ve y hazme caso por una vez, mientras veré qué hay para poder hacer la comida y hablaremos del plan a seguir, ¿te parece bien? –Me acerqué hasta él y puse mis manos en su espalda como si intentara moverlo, pero era más fuerte que yo y no conseguí hacerlo- Venga vamos, o sino me colaré yo primero en el baño –reí levemente y me acerqué hacia la cocina para ver qué era lo que podía hacer mientras él se bañaba. La casa era de dos plantas, las habitaciones y el aseo principal estaban arriba mientras que el salón y la cocina estaban bajo.
Terminé por subir antes que él y me metí para darme un baño rápido y ya dejarlo a él mientras hacía la comida, me puse un vestido de lino que era para verano de manga corta, escote en "U" de color blanco y ya bajé para empezar a preparar la comida. Faltaban algunos ingredientes así que salí mientras el se daba el baño a comprar lo que necesitaba y volví para terminar. Cuando él ya se había bañado yo estaba por terminar de cocinarlo, en su mayoría era arroz y carne y un poco de verduras, era lo más rápido para hacer. Cuando me giré en la cocina estaba observándome apoyado contra el marco y sonreí, ya estaba casi todo listo.
-¿Puedes sacar un par de platos y llevarlos al salón? Están en ese armario –le señalé con la cabeza y me giré para terminar con lo que estaba haciendo esperando que me hiciera caso. Dejé cada cosa en un bol y lo saqué al salón y luego volví a la cocina sacando una jarra y dos vasos que dejé sobre la mesa, me senté en la mesa y lo miré- ¿Mejor tras el baño? No pensaba que iba a hacer tanto calor –me puse en el plato un poco de cada cosa que había en el bol y lo miré- Después hablaremos de cuál es nuestro plan, ¿tienes un plan? –Enarqué una ceja observándolo, no sabía muy bien qué era lo que tenía en mente precisamente.
*Shukran: Gracias
El día por fin había llegado y era la hora en que el paréntesis se rompía y debíamos de volver a seguir, o a empezar, con el propósito que nos había llevado hasta allí. Fui hasta mí camarote para cambiarme de ropa cerciorándome de que tenía todo listo y preparado para en terminar de desayunar coger las cosas y partir, salí recorriendo los pasillos por última vez hasta el comedor donde me senté con el vikingo para desayunar de forma tranquila, y una vez terminado volver al camarote y coger las cosas, cuando fui a cubierta él ya estaba allí. Ya se podía empezar a notar el calor que hacía aquel día y en aquellas tierras, siempre hacía calor en Egipto y al menos me alegré de haber traído la ropa adecuada para la ocasión. Dejé que él llevara una de las maletas y antes de bajar del barco me despedí de la familia a la que habíamos salvado la niña y finalmente bajamos para pisar tierras egipcias.
Por un par de segundos cuando mis pies tocaron el suelo, por extraño que pareciera, me quedé quieta sintiendo de nuevo aquella sensación que había sentido cuando volví hacía poco tiempo. “Estoy en casa”, eso fue lo que cruzó mí mente y que me hizo portar una sonrisa en el rostro más animada, nada como estar en casa para sentirte mejor y así era como me sentía en esos momentos. Miré a mí acompañante y le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera entre la multitud, debíamos de coger otro barco para poder llegar hasta Guiza aunque este era mucho más pequeño del que habíamos utilizado para llegar hasta allí y que era muy común para navegar por el Nilo.
El vikingo destacaba entre la multitud no solo porque era más alto que la media de los que allí había, sino por su tono de piel algo más pálida, su pelo, sus ojos azules y sobre todo por la ropa que llevaba que destacaba entre las que solían utilizar allí. Llegamos hasta la zona donde estaban los barcos y compré los dos pasajes que nos llevarían hasta Guiza, apenas sería el recorrido de un par de horas y no tardaríamos mucho en llegar, debíamos de navegar por el Nilo ya que el barco no podía hacerlo por las mismas dimensiones de este y porque aquellos barcos eran más prácticos para navegar por el Nilo.
-Seguro que este barco te hace sentir más nostalgia que el otro –apunté sentándome en la popa del barco, el sol brillaba en el cielo y se reflejaba en las aguas del Nilo que seguramente no tardarían dentro de poco en llenarse de cocodrilos y caimanes ya que se iba acercando el bueno tiempo. Este tipo de barco era más similar a los que usaban ellos y de hecho era el que más usábamos nosotros también. La leve brisa era bien recibida para soportar un poco el calor y lo miré durante unos segundos, ¿cuán bien se le daría aguantar el calor?- ¿Estás bien? –Pregunté para ver cómo estaba llevando ese calor y saqué uno de los libros que traía en una de las maletas- hay bebida por si te apetece tomar algo, quizás una cerveza egipcia bien fría te venga bien –le sonreí dejando que decidiera si quería o no y miré lo que tenía apuntado en el libro durante unos segundos. El escaso par de horas que estuvimos abordo pasaron –por suerte para mí- sin ningún incidente que comentar al respecto, parecía que él estaba bastante cansado y no sabía si era por el calor que hacía aquel día.
Conforme llegábamos a Guiza desde lejos se podían observar las pirámides que se alzaban en lo alto incluso desde esa distancia, pirámides que había ido a verlas cuando era pequeña y que en mí vuelta también había vuelto a ir. Mí madre había estado trabajando también en ellas y cuando era pequeña siempre había querido trabajar como lo hacía ella. Lancé un suspiro observándolas y ya que él no había estado nunca en Egipto, aunque si esperaba que hubiera oído hablar de las pirámides, le conté un poco por encima cuál era cada una y un poco su historia. La esfinge no se veía porque estaba detrás de una de las pirámides y esta la tapaba, así que no le comenté nada al respecto. Por fin llegamos hasta la ciudad de Guiza y le hice una seña para que me siguiera, volver a pisar sus calles, perderme entre su gente, el ambiente del lugar… era como si nunca me hubiera ido de aquel país, de aquella ciudad… sentía bien volver a pisar aquellas calles y caminar por la zona.
-No te pierdas vikingo, aquí dudo que puedan entenderte si te pierdes –le lancé una mirada divertida mientras seguíamos andando. Sabía exactamente dónde iba a llevarlo, al mismo lugar donde me había hospedado yo cuando hice aquel tour por Egipto y paré en aquella ciudad la primera. Era una zona tranquila y alejada, solamente habían familias viviendo allí y muchas de ellas se dedicaban a los mercados callejeros, así que sería el mejor lugar para quedarse que mejor cualquier hotel donde pudiéramos llamar más la atención como turistas. Viviendo en una casa, y yo al ser egipcia, sería más probable que pensaran que estábamos juntos a que pensaran que éramos turistas. No tardamos mucho más de media hora hasta que entramos en aquella zona residencial, allí vivía un amigo de mí madre de hacía mucho tiempo quien fue quien me encontró donde quedarme a mí vuelta y a quien iba a acudir de nuevo. Giré por una de las calles viendo que había niños jugando en ella y les sonreí mientras paraba en una de las puertas que había y tocaba esperando que estuvieran en casa. A los pocos segundos un hombre mayor me abrió la puerta a lo que yo le sonreí- Hawis –él apenas tardó un par de segundos en reconocerme y en saludarme, nos invitó a pasar y miré al vikingo para que estuviera tranquilo.
Hawis había sido compañero de mí padre mientras ella trabaja en las pirámides, me conocía desde pequeña y sabía mi pasión, la misma que la de mi madre. Se extrañó de verme de nuevo por allí y le conté brevemente que venía porque el museo me había mandado, no iba a contarle la razón principal porque eso no debía de saberlo nadie. Le pregunté si seguía teniendo aquella casa que una vez me dejó y si estaba disponible para que pudiéramos quedarnos, por suerte para nosotros estaba libre y no dudó en dejárnosla. Le dije que le pagaría por aquello y aunque dijo que lo hacía como favor por ser hija de Tahirah, yo me negué en rotundo y acordé en pagarle algo… ya había sido bastante generoso en el pasado. Como era de esperar el vikingo no se había enterado de nada porque Hawis no hablaba francés, así que cuando se fue a por la llave le comenté brevemente qué era lo que habíamos hablado, por si acaso pensaba que había dicho algo que no debiera.
-Shukran* Hawis –me despedí de él agradeciéndole y me giré para mirar al vikingo, era algo frustrante no poder llamarlo por su nombre, pero se había empeñado en no decirme nada- Vamos, ya tenemos sitio donde quedarnos –le sonreí y cogí la maleta para salir por la puerta y comenzar a andar calle abajo. La casa que nos había dejado estaba un poco más para abajo, así que apenas tardamos diez minutos en llegar, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta pasando dentro y cerrando cuando él entró. Abrí todas las ventanas para que entrara la luz y ventilara el lugar, dejé la maleta en el suelo y lo miré a él- Mejor que cualquier hotel donde podamos llamar más la atención, ¿no crees? Esto es una zona residencial y aquí todos son comerciantes y mercaderes, no creo que encontremos problemas –fui abriendo ventana tras ventana y luego lo miré a él, parecía bastante cansado y llevé mis manos a la cintura- Pareces cansado, vikingo. ¿Estás bien? ¿Es por el calor? –Terminé preguntando porque hacía bastante para la época que estábamos, y se avecinaba más calor- Deberías de darte una ducha, te ayudará con el calor y seguro que hay ropa cómoda en alguna habitación –tampoco quería obligarle, pero parecía que realmente lo necesitaba. Yo misma estaba por darme una ducha y cambiarme de ropa, la humedad, la calima que seguramente se formaría conforme se acercara el calor hacían el ambiente mucho más caluroso- Ve y hazme caso por una vez, mientras veré qué hay para poder hacer la comida y hablaremos del plan a seguir, ¿te parece bien? –Me acerqué hasta él y puse mis manos en su espalda como si intentara moverlo, pero era más fuerte que yo y no conseguí hacerlo- Venga vamos, o sino me colaré yo primero en el baño –reí levemente y me acerqué hacia la cocina para ver qué era lo que podía hacer mientras él se bañaba. La casa era de dos plantas, las habitaciones y el aseo principal estaban arriba mientras que el salón y la cocina estaban bajo.
Terminé por subir antes que él y me metí para darme un baño rápido y ya dejarlo a él mientras hacía la comida, me puse un vestido de lino que era para verano de manga corta, escote en "U" de color blanco y ya bajé para empezar a preparar la comida. Faltaban algunos ingredientes así que salí mientras el se daba el baño a comprar lo que necesitaba y volví para terminar. Cuando él ya se había bañado yo estaba por terminar de cocinarlo, en su mayoría era arroz y carne y un poco de verduras, era lo más rápido para hacer. Cuando me giré en la cocina estaba observándome apoyado contra el marco y sonreí, ya estaba casi todo listo.
-¿Puedes sacar un par de platos y llevarlos al salón? Están en ese armario –le señalé con la cabeza y me giré para terminar con lo que estaba haciendo esperando que me hiciera caso. Dejé cada cosa en un bol y lo saqué al salón y luego volví a la cocina sacando una jarra y dos vasos que dejé sobre la mesa, me senté en la mesa y lo miré- ¿Mejor tras el baño? No pensaba que iba a hacer tanto calor –me puse en el plato un poco de cada cosa que había en el bol y lo miré- Después hablaremos de cuál es nuestro plan, ¿tienes un plan? –Enarqué una ceja observándolo, no sabía muy bien qué era lo que tenía en mente precisamente.
*Shukran: Gracias
Última edición por Naitiri Zahir el Dom Abr 02, 2017 9:01 pm, editado 1 vez
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
No podía más. Literalmente. Al final todo lo que había estado acumulando había terminado por explotar y como resultado toda mí furia, toda mí frustración, la rabia, el odio… todo aquello que me había ido carcomiendo por dentro pero que yo había guardado había terminado por explotar, convirtiéndose todo en un tsunami de emociones que no solamente me barrió a mí al estallar… sino a la persona que había tenido delante. Él había aguantado de forma bastante estoica cada golpe, cada palabra, cada acusación que le había dicho mostrándose impertérrito ante todo lo que la había dicho. Quizás porque no podía contestarme, quizás porque no quería hacerlo… o simplemente había aceptado el huracán que había arreciado dejando que de alguna forma soltara todo lo que llevaba en mí interior.
Muchas de las cosas que dije habían salido de mí boca sin siquiera pensarlas, soltándolo simplemente como si necesitara desahogarme. Y como todo lo que sube al final acaba bajando, cuando me liberé de todo aquello dejándome de alguna forma vacía por dentro… fue cuando el bajón comenzó a apoderarse de mí. Estaba cansada, pero no cansada de una forma física… sino de mentalmente. Había sido tal la intensidad y el subidón que ahora me había quedado casi laxa parada delante de él, y terminé por apoyar mí frente contra su pecho notando que aunque no quisiera las lágrimas iban a terminar por salir de mis ojos.
Me tuve que aferrar a su camisa cogiéndola con mis manos y arrugándola en el proceso porque realmente sentía que no podía más, y de no ser porque pasó su brazo entorno a mí cintura anclándome más a su cuerpo quizás las piernas me hubieran fallado y hubiera terminado por caer al suelo. Su otra mano comenzó a acariciar mí pelo mientras dejaba que todo lo que llevaba dentro lo soltara, no me decía nada, no me reprochaba ninguna de las cosas que le había dicho… tan solo me abrazaba y acariciaba mí pelo dándome mí tiempo, dejando que soltara todo y que me fuera recuperando poco a poco.
No me había percatado de lo que más estaba necesitando en ese momento era justo lo que él estaba haciendo; abrazarme. Un abrazo, era curioso como la cosa más simple del mundo podía calmarte y ayudarte, hacerte sentir mejor. Podía notar sus labios sobre mí cabeza y no me moví mientras el llanto iba remitiendo poco a poco, su camisa estaba empapada no solo de mis lágrimas y aunque sabía que estaba herido y que debía de dolerle se había centrado en calmarme a mí y abrazarme cuando era él quien necesitaba esa atención. Muchas veces no nos dábamos cuenta de que un abrazo era lo que necesitábamos para sentirnos apoyados, protegidos o simplemente queridos… yo me estaba calmando poco a poco mientras mí respiración volvía a ser normal. Limpié mis ojos de las lágrimas y alcé la mirada para verle.
Tenía razón, pese a todo teníamos que encontrar los cuadernos de mí madre antes de que alguien notara que nos habíamos colado en aquella sala que estaba prohibida salvo para los expertos, más si teníamos en cuenta que habían personas muertas por la sala y esta estaba llena de sangre. Sus manos enmarcaron mí rostro para obligarme a que lo mirara mientras me decía aquellas palabras, y yo ya no sabía qué creer. Estaba absolutamente perdida y él por alguna razón no podía darme las respuestas que necesitaba. Pero decía que no había hecho daño a mí madre, ni a mí, que no era mentira el deseo que sentía por mí y que aunque no lo dijera ni me lo pidiera podía o no creer en él, el caso era ¿podía creerlo?
Se alejó para mirar la baldosa esa con la que había amenazado tirar el medallón mientras yo limpiaba mis ojos de todo rastro de lágrimas y miraba el medallón que era de mí madre, ¿y si la había visto y se lo había dado? No, no podía ser… no entendía nada. Mí padre me había asegurado que estaba muerta, que él mismo la mató… pero por otro lado una inmortal con cierto don me había dicho que ella no estaba muerta… ¿y si era verdad? ¿Y si estaba viva y él la había visto? Mí vista se alzó a él cuando dijo que había encontrado el símbolo y poniendo el medallón en mí cuello me acerqué para ver como tocaba el símbolo con su dedo y se abría un lado de pared que ahora un espejo iluminaba. Dejé que él lo abriera para sacar un cajón dorado que seguramente sería hecho de oro de donde el vikingo encontró y sacó los cuadernos. No podía creerme que al final el medallón fuera también la clave de todo aquello, pero sí, se había abierto la parte de la pared donde la figura de Tot, que era el dios lunar estaba dibujado en la pared. En aquel momento no entendía nada y que el vikingo me volviera a cargar como si fuera un saco no ayudó en nada.
-¡Maldita sea, suéltame! –No me había gustado que hiciera eso y no paré de revolverme por ello, incluso llegué a darle un mordisco en la espalda con fuerza para que me bajara. Sus palabras me hicieron soltar un bufido aún con los cuadernos en la mano que también había utilizado para golpearlo aunque sabía que no le había hecho nada- ¡Bájame ahora mismo! –Pareció que me había hecho caso porque me dejó en el suelo y lo fulminé con la mirada- No vuelvas a cargarme de ese modo, ¿qué crees que dirían si te ven así y cargándome cuando saliéramos? Si quieres pasar desapercibido no es la mejor de las maneras –mí vista bajó a su camisa que estaba ensangrentada, sabía que estaba herido pero allí no podía hacer nada- Intenta taparte lo mejor que puedas al salir, si te ven así seguro que podrían retenernos –comencé a andar saliendo por la sala y cerré la puerta dejando todo aquel caos dentro, para cuando se dieran cuenta de lo que había pasado. Por suerte al salir nadie nos paró por el camino y pudimos salir sin mayor problema, nadie había notado nada y nadie se había percatado tampoco de lo que había pasado.
El camino hasta casa había sido todo lo contrario que cuando habíamos salido del museo, volvíamos al ambiente tenso y callado de la mañana, yo sumida en mis propios pensamientos con la cabeza formulando preguntas, haciendo hipótesis de lo que podría haber pasado y cómo es que el medallón había llegado a sus manos. Y ya no era esa cuestión la que me tenía desconcertada, sino el hecho innegable de que él sabía que iba a reconocerlo. ¿Por qué? Esa era la mayor cuestión de todas. Medallones habrían muchos, pero él me había dado a entender que sabía que yo lo reconocería por la mirada que me había echado cuando lo sacó. Lo acaricié ahora que colgaba de mí cuello mientras nos adentrábamos en la zona donde estaba la casa que Hawis nos había dejado, abrí la puerta con la llave y pasé dentro dirigiéndome al salón donde dejé encima de la mesa los cuadernos que habíamos encontrado. El gato se había quedado allí y ahora nos miraba tumbado desde el sofá, miré al vikingo por unos segundos y parecía que estaba cansado, quizás por la pérdida de sangre.
-Quítate la camisa y túmbate en el sofá –le pedí mientras iba hacia la cocina y cogía lo necesario para poder curarlo, busqué por el salón aguja e hilo por si tenía que coserle alguna herida y me senté dejando todo sobre la mesa. El gato ahora curioso se había subido al respaldo del sofá y al estar este contra la pared se había apoyado encima del todo observando lo que hacíamos. Me di cuenta de que tenía una herida algo peor que las otras en uno de los lados así que me dispuse a limpiarlas con un paño quitando la sangre que había por todo su pecho, algunas eran rasguños que se curarían sin mayor problema pero la que más atención requería era la del costado que ya estaba comenzando a limpiar para que no se le infectara- ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Por qué quieren también la reliquia, y por qué debían de entregarte al rey? Pensaba que eras de la nobleza, creía que tú familia era perteneciente a la realeza –me levanté cogiendo más paños y la mezcla que había preparado la noche anterior y de la cual aún quedaba, cuando volví le dejé la jarra de cerveza al lado ya que seguramente pediría por alcohol como había hecho las últimas veces- ¿Por qué es tan importante esa reliquia? ¿Debo entender… que eres del bando de los buenos? –Lo miré enarcando una ceja y comencé a pasar el hilo por la aguja para coserle la herida, esperaba que me respondiera a alguna de las preguntas aunque no tenía esperanza alguna.
Cuando terminé de coserle la herida le apliqué una venda encima y pasé a revisar la que había vendado anoche. Quité la mezcla con cuidado y vi que había supurado un poco, quizás de la lucha que había tenido ese día, volví a limpiarla con cuidado y a aplicar la mezcla de nuevo para terminar por vendársela de nuevo. Mojé de nuevo el trapo y me incliné esta vez para limpiar una herida que tenía en una de sus cejas de algún golpe que le habrían dado, y lo miré cuando terminé estando así de cerca. Mis ojos se encontraron con los suyos y lancé un suspiro que chocó contra sus labios, estaba tan confundida en aquel momento que no sabía qué es lo que debía de pensar.
-Necesito darme un baño, descansa un poco –me levanté dejando todas las cosas en la cocina y poniendo distancia, de nuevo no sabía qué pensar respecto a él y volvía a sentirme confusa. Subí para darme un baño que calmó cada músculo de mí cuerpo y que me relajó dejando que el agua destensara cada fibra de mí ser. Salí para cambiarme de ropa sintiéndome algo mejor tras el baño, como si de alguna forma me hubiera despojado de un peso que llevaba encima y que cargaba sobre mis hombros. Me puse algo ligero y cómodo para estar por la casa y bajé dándome cuenta de que seguía tumbado en el sofá y que el gato no se había movido tampoco de donde estaba. Me acerqué hacia donde estaba y tomé asiento de nuevo echando un vistazo sobre los cuadernos que había encima de la mesa y que pertenecían a mí madre- Esta tarde necesito ir a una excavación, tengo que cumplir con el museo y tú puedes quedarte aquí protegiendo los papiros y los cuadernos. Mañana me pondré a traducirlos –no podía perder mí puesto en el museo y debía de examinar la excusa que nos había permitido ir hasta Egipto, y a él le vendría bien quedarse a descansar de las heridas que tenía. Mí vista se quedó puesta en él sintiendo que volvía a desconcertarme mientras jugaba con un mechón de mí pelo ondulado a modo de distracción, finalmente solté un suspiro y no lo aguanté más- Contéstame a una sola cosa –pedí con tono calmado, llevé una mano al medallón y lo apresé entre mis dedos sin quitar mí mirada de la suya- ¿Fue ella quien te dio el colgante, y te habló de mí? –Mis ojos lo recorrieron rogando porque me contestara a esa pregunta- Necesito saberlo… porque me estoy volviendo loca –cerré los ojos unos breves segundos y lo miré mordiéndome el labio- alguien me dijo que estaba muerta, pero luego otra persona me dijo que no lo estaba… solo trato de aclararme y saber a qué atenerme –me incliné hacia él para observarlo mejor y tenerlo más cerca- No te lo volveré a preguntar, dejaré el tema de lado… pero necesito saberlo. Por favor, Ubbe… me está carcomiendo por dentro –terminé por rogarle sin importarme que le hubiera llamado por su nombre, necesitaba saberlo y solo él podría darme la respuesta.
Muchas de las cosas que dije habían salido de mí boca sin siquiera pensarlas, soltándolo simplemente como si necesitara desahogarme. Y como todo lo que sube al final acaba bajando, cuando me liberé de todo aquello dejándome de alguna forma vacía por dentro… fue cuando el bajón comenzó a apoderarse de mí. Estaba cansada, pero no cansada de una forma física… sino de mentalmente. Había sido tal la intensidad y el subidón que ahora me había quedado casi laxa parada delante de él, y terminé por apoyar mí frente contra su pecho notando que aunque no quisiera las lágrimas iban a terminar por salir de mis ojos.
Me tuve que aferrar a su camisa cogiéndola con mis manos y arrugándola en el proceso porque realmente sentía que no podía más, y de no ser porque pasó su brazo entorno a mí cintura anclándome más a su cuerpo quizás las piernas me hubieran fallado y hubiera terminado por caer al suelo. Su otra mano comenzó a acariciar mí pelo mientras dejaba que todo lo que llevaba dentro lo soltara, no me decía nada, no me reprochaba ninguna de las cosas que le había dicho… tan solo me abrazaba y acariciaba mí pelo dándome mí tiempo, dejando que soltara todo y que me fuera recuperando poco a poco.
No me había percatado de lo que más estaba necesitando en ese momento era justo lo que él estaba haciendo; abrazarme. Un abrazo, era curioso como la cosa más simple del mundo podía calmarte y ayudarte, hacerte sentir mejor. Podía notar sus labios sobre mí cabeza y no me moví mientras el llanto iba remitiendo poco a poco, su camisa estaba empapada no solo de mis lágrimas y aunque sabía que estaba herido y que debía de dolerle se había centrado en calmarme a mí y abrazarme cuando era él quien necesitaba esa atención. Muchas veces no nos dábamos cuenta de que un abrazo era lo que necesitábamos para sentirnos apoyados, protegidos o simplemente queridos… yo me estaba calmando poco a poco mientras mí respiración volvía a ser normal. Limpié mis ojos de las lágrimas y alcé la mirada para verle.
Tenía razón, pese a todo teníamos que encontrar los cuadernos de mí madre antes de que alguien notara que nos habíamos colado en aquella sala que estaba prohibida salvo para los expertos, más si teníamos en cuenta que habían personas muertas por la sala y esta estaba llena de sangre. Sus manos enmarcaron mí rostro para obligarme a que lo mirara mientras me decía aquellas palabras, y yo ya no sabía qué creer. Estaba absolutamente perdida y él por alguna razón no podía darme las respuestas que necesitaba. Pero decía que no había hecho daño a mí madre, ni a mí, que no era mentira el deseo que sentía por mí y que aunque no lo dijera ni me lo pidiera podía o no creer en él, el caso era ¿podía creerlo?
Se alejó para mirar la baldosa esa con la que había amenazado tirar el medallón mientras yo limpiaba mis ojos de todo rastro de lágrimas y miraba el medallón que era de mí madre, ¿y si la había visto y se lo había dado? No, no podía ser… no entendía nada. Mí padre me había asegurado que estaba muerta, que él mismo la mató… pero por otro lado una inmortal con cierto don me había dicho que ella no estaba muerta… ¿y si era verdad? ¿Y si estaba viva y él la había visto? Mí vista se alzó a él cuando dijo que había encontrado el símbolo y poniendo el medallón en mí cuello me acerqué para ver como tocaba el símbolo con su dedo y se abría un lado de pared que ahora un espejo iluminaba. Dejé que él lo abriera para sacar un cajón dorado que seguramente sería hecho de oro de donde el vikingo encontró y sacó los cuadernos. No podía creerme que al final el medallón fuera también la clave de todo aquello, pero sí, se había abierto la parte de la pared donde la figura de Tot, que era el dios lunar estaba dibujado en la pared. En aquel momento no entendía nada y que el vikingo me volviera a cargar como si fuera un saco no ayudó en nada.
-¡Maldita sea, suéltame! –No me había gustado que hiciera eso y no paré de revolverme por ello, incluso llegué a darle un mordisco en la espalda con fuerza para que me bajara. Sus palabras me hicieron soltar un bufido aún con los cuadernos en la mano que también había utilizado para golpearlo aunque sabía que no le había hecho nada- ¡Bájame ahora mismo! –Pareció que me había hecho caso porque me dejó en el suelo y lo fulminé con la mirada- No vuelvas a cargarme de ese modo, ¿qué crees que dirían si te ven así y cargándome cuando saliéramos? Si quieres pasar desapercibido no es la mejor de las maneras –mí vista bajó a su camisa que estaba ensangrentada, sabía que estaba herido pero allí no podía hacer nada- Intenta taparte lo mejor que puedas al salir, si te ven así seguro que podrían retenernos –comencé a andar saliendo por la sala y cerré la puerta dejando todo aquel caos dentro, para cuando se dieran cuenta de lo que había pasado. Por suerte al salir nadie nos paró por el camino y pudimos salir sin mayor problema, nadie había notado nada y nadie se había percatado tampoco de lo que había pasado.
El camino hasta casa había sido todo lo contrario que cuando habíamos salido del museo, volvíamos al ambiente tenso y callado de la mañana, yo sumida en mis propios pensamientos con la cabeza formulando preguntas, haciendo hipótesis de lo que podría haber pasado y cómo es que el medallón había llegado a sus manos. Y ya no era esa cuestión la que me tenía desconcertada, sino el hecho innegable de que él sabía que iba a reconocerlo. ¿Por qué? Esa era la mayor cuestión de todas. Medallones habrían muchos, pero él me había dado a entender que sabía que yo lo reconocería por la mirada que me había echado cuando lo sacó. Lo acaricié ahora que colgaba de mí cuello mientras nos adentrábamos en la zona donde estaba la casa que Hawis nos había dejado, abrí la puerta con la llave y pasé dentro dirigiéndome al salón donde dejé encima de la mesa los cuadernos que habíamos encontrado. El gato se había quedado allí y ahora nos miraba tumbado desde el sofá, miré al vikingo por unos segundos y parecía que estaba cansado, quizás por la pérdida de sangre.
-Quítate la camisa y túmbate en el sofá –le pedí mientras iba hacia la cocina y cogía lo necesario para poder curarlo, busqué por el salón aguja e hilo por si tenía que coserle alguna herida y me senté dejando todo sobre la mesa. El gato ahora curioso se había subido al respaldo del sofá y al estar este contra la pared se había apoyado encima del todo observando lo que hacíamos. Me di cuenta de que tenía una herida algo peor que las otras en uno de los lados así que me dispuse a limpiarlas con un paño quitando la sangre que había por todo su pecho, algunas eran rasguños que se curarían sin mayor problema pero la que más atención requería era la del costado que ya estaba comenzando a limpiar para que no se le infectara- ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Por qué quieren también la reliquia, y por qué debían de entregarte al rey? Pensaba que eras de la nobleza, creía que tú familia era perteneciente a la realeza –me levanté cogiendo más paños y la mezcla que había preparado la noche anterior y de la cual aún quedaba, cuando volví le dejé la jarra de cerveza al lado ya que seguramente pediría por alcohol como había hecho las últimas veces- ¿Por qué es tan importante esa reliquia? ¿Debo entender… que eres del bando de los buenos? –Lo miré enarcando una ceja y comencé a pasar el hilo por la aguja para coserle la herida, esperaba que me respondiera a alguna de las preguntas aunque no tenía esperanza alguna.
Cuando terminé de coserle la herida le apliqué una venda encima y pasé a revisar la que había vendado anoche. Quité la mezcla con cuidado y vi que había supurado un poco, quizás de la lucha que había tenido ese día, volví a limpiarla con cuidado y a aplicar la mezcla de nuevo para terminar por vendársela de nuevo. Mojé de nuevo el trapo y me incliné esta vez para limpiar una herida que tenía en una de sus cejas de algún golpe que le habrían dado, y lo miré cuando terminé estando así de cerca. Mis ojos se encontraron con los suyos y lancé un suspiro que chocó contra sus labios, estaba tan confundida en aquel momento que no sabía qué es lo que debía de pensar.
-Necesito darme un baño, descansa un poco –me levanté dejando todas las cosas en la cocina y poniendo distancia, de nuevo no sabía qué pensar respecto a él y volvía a sentirme confusa. Subí para darme un baño que calmó cada músculo de mí cuerpo y que me relajó dejando que el agua destensara cada fibra de mí ser. Salí para cambiarme de ropa sintiéndome algo mejor tras el baño, como si de alguna forma me hubiera despojado de un peso que llevaba encima y que cargaba sobre mis hombros. Me puse algo ligero y cómodo para estar por la casa y bajé dándome cuenta de que seguía tumbado en el sofá y que el gato no se había movido tampoco de donde estaba. Me acerqué hacia donde estaba y tomé asiento de nuevo echando un vistazo sobre los cuadernos que había encima de la mesa y que pertenecían a mí madre- Esta tarde necesito ir a una excavación, tengo que cumplir con el museo y tú puedes quedarte aquí protegiendo los papiros y los cuadernos. Mañana me pondré a traducirlos –no podía perder mí puesto en el museo y debía de examinar la excusa que nos había permitido ir hasta Egipto, y a él le vendría bien quedarse a descansar de las heridas que tenía. Mí vista se quedó puesta en él sintiendo que volvía a desconcertarme mientras jugaba con un mechón de mí pelo ondulado a modo de distracción, finalmente solté un suspiro y no lo aguanté más- Contéstame a una sola cosa –pedí con tono calmado, llevé una mano al medallón y lo apresé entre mis dedos sin quitar mí mirada de la suya- ¿Fue ella quien te dio el colgante, y te habló de mí? –Mis ojos lo recorrieron rogando porque me contestara a esa pregunta- Necesito saberlo… porque me estoy volviendo loca –cerré los ojos unos breves segundos y lo miré mordiéndome el labio- alguien me dijo que estaba muerta, pero luego otra persona me dijo que no lo estaba… solo trato de aclararme y saber a qué atenerme –me incliné hacia él para observarlo mejor y tenerlo más cerca- No te lo volveré a preguntar, dejaré el tema de lado… pero necesito saberlo. Por favor, Ubbe… me está carcomiendo por dentro –terminé por rogarle sin importarme que le hubiera llamado por su nombre, necesitaba saberlo y solo él podría darme la respuesta.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Conseguimos salir disimuladamente de aquel lugar de nuevo infiltrandonos en varios grupos de turistas.
Por la calle no pudimos evitar acapara varias de las miradas de los egipcios, no se que llamaba mas la atención, si mi corpulencia y rasgos claros, la bastarda de mi espalda o la sangre que teñía de rojo mi camisa blanca.
El camino a casa fue tenso, ni una palabra, ella sumida en sus pensamientos y yo en aquellas palabras que retumbaban una y otra vez en mi cabeza acompañadas del odio de su parda y rasgada mirada.
Dejé escapar el aire cuando nos adentramos por la puerta, allí Nai puso los brazos en jarra pidiéndome con cierta frialdad que me quitara la camisa y tumbara en el sofá.
De estar en otras circunstancias hubiera bromeado con su impaciencia por tenerme desnudo y en posición vertical, pero algo me decía que no era este precisamente el momento de ironizar, tampoco el de pedir recompensa alguna por mi gesta, mas bien el de guardar silencio y ahogar mis penas en alcohol y ya esta.
Nai se fue a la cocina a por los utensilios para curar mis heridas, algo que ya se había convertido en una costumbre a la que ella no, pero yo si estaba mas que acostumbrado. Solo una herida revestía cierta gravedad, nada que unos puntos y alcohol no pudiera solucionar, pero decidí no hacerme el héroe una vez mas y continuar callado que posiblemente eso me haría ante sus ojos estar mas guapo.
Sisee cuando clavo la aguja, esta elevo la vista hasta mis ojos y yo me limite a ladear la sonrisa.
-No me duele, peor como no te has dignado a mirarme en todo el trayecto no se me ha ocurrido mejor opción.
Sus pardos me fulminaron bajando de nuevo a la carne que trataba de unir para que la herida dejara de sangrar.
La limpio con cuidado y después la vendó para que no se infectara y que los puntos no saltaran.
-Parezco una momia, de aquí poco podría pasar desapercibido en cualquier pirámide -bromeé tratando de relajar el ambiente.
No lo logre pues esta se limito a preguntar de nuevo con la frialdad que había imperado todo el viaje las dudas que se le plateaban en la cabeza. Era lógico ¿por que creer que yo era del bando correcto? Como explicarle que yo pertenecía a la realeza porque mi tío era el conde que pretendía destronar al rey vampiro que junto a su ejercito de inmortales, ese que aun no había enviado, mas que sin duda enviaría, estaba devastando el norte y a sus gentes. Solo la facción de mi tío aguantaba estoica sus embestidas protegiendo las tierras de los campesinos, de la gente que estaba desvalida.
No podía olvidar lo importante que era para los míos la reliquia, nos ayudaría aunque aun desconocía como a ganar esa batalla que diezmaba a los míos cada día.
Se centro ahora en la herida que había sobre mi ceja, era algo insignificante, que no requería cuidado alguno mas que ella se esmeró en desinfectar, nuestro aliento entrechoco y mis ojos bajaron hasta su boca deseando acortar la distancia abrasadora como nunca antes había ansiado nada.
Se me antojo que era navegable como el mismo Nilo, salvaje como los caimanes, peligrosa como las mambas.
Nos miramos durante un instante, si pudiera leer lo que mis ojos decían y mis labios callaban, mas no, un suspiro fue la respuesta de que no me creía y mi boca se entreabrió para recibir aunque fuera esa migaja que provenía de ella.
Me estaba volviendo loco, nunca me sentí tan frustrado, tan desesperado, así que me incorpore para beber a toda velocidad la jarra de cerveza, que no logro calmarme en absoluto el desazón que me carcomía por dentro.
-¿No hay nada mas fuerte? -pregunté malhumorado.
Nai ignoró mis palabras y se fue a tomar un baño, “un descansa” es todo lo que obtuve de ella, “a la mierda descansar” pensé con el ceño fruncido.
No tardo demasiado en volver, yo seguía allí tumbado, pensando exactamente que hacer, porque desde luego mantenerme impasible ante todo no era una opción.
Mis ojos se deslizaron de forma furtiva por su cuerpo, todo me incitaba a pecar, deseaba hacerlo y no se que era lo que me mantenía anclado al sofá, si al ausencia de sangre o la falta de hombría.
Estaba enfadado, tenso y no la podía culpar, ya me culpaba a mi mismo por ello.
Se sentó para echar un ojo a los cuadernos, enarque una ceja cuando alzo la mirada para asegurarme que tendría al día siguiente que ir a la excavación, no me pidió permiso se limito a informarme que así seria, sin mas.
-No -dije tajante, no iras, no es seguro -sentencie de forma imperativa.
No iba a negociar con ella nada que pudiera ponerla en peligro, ya me odiaba poco o nada me importaba acrecentar mas ese sentimiento.
Un suspiro como respuesta, uno que me daba a entender que no estaba de acuerdo pero que otra cosa copaba su mente ahora, la pregunta se sucedió después.
Alcé la mirada para enfrentar sus pardos, sus dedos apresaban la joya mientras casi suplicaba que al menos respondiera esa respuesta.
Por unos momentos guarde silencio, sus labios me buscaron embriagándome con su aliento, mi nombre fue pronunciado por ellos y mis defensas cayeron como si las hubiera apartado un tornado.
-No, no fue ella. -respondí tajante -no conozco a tu madre.
Me incorporé no podía seguir allí, no así, estaba al limite de mis fuerzas, necesitaba salir, alejarme de ella.
-Voy a por algo fuerte de beber -me limité a decir sin dar mas explicaciones mientras me acercaba así al pomo de la puerta.
-No esta muerta -aseguré antes de salir de la estancia dejando atrás un portazo como fin de todas las revelaciones que estaba dispuesto ha hacer aquella noche.
Por la calle no pudimos evitar acapara varias de las miradas de los egipcios, no se que llamaba mas la atención, si mi corpulencia y rasgos claros, la bastarda de mi espalda o la sangre que teñía de rojo mi camisa blanca.
El camino a casa fue tenso, ni una palabra, ella sumida en sus pensamientos y yo en aquellas palabras que retumbaban una y otra vez en mi cabeza acompañadas del odio de su parda y rasgada mirada.
Dejé escapar el aire cuando nos adentramos por la puerta, allí Nai puso los brazos en jarra pidiéndome con cierta frialdad que me quitara la camisa y tumbara en el sofá.
De estar en otras circunstancias hubiera bromeado con su impaciencia por tenerme desnudo y en posición vertical, pero algo me decía que no era este precisamente el momento de ironizar, tampoco el de pedir recompensa alguna por mi gesta, mas bien el de guardar silencio y ahogar mis penas en alcohol y ya esta.
Nai se fue a la cocina a por los utensilios para curar mis heridas, algo que ya se había convertido en una costumbre a la que ella no, pero yo si estaba mas que acostumbrado. Solo una herida revestía cierta gravedad, nada que unos puntos y alcohol no pudiera solucionar, pero decidí no hacerme el héroe una vez mas y continuar callado que posiblemente eso me haría ante sus ojos estar mas guapo.
Sisee cuando clavo la aguja, esta elevo la vista hasta mis ojos y yo me limite a ladear la sonrisa.
-No me duele, peor como no te has dignado a mirarme en todo el trayecto no se me ha ocurrido mejor opción.
Sus pardos me fulminaron bajando de nuevo a la carne que trataba de unir para que la herida dejara de sangrar.
La limpio con cuidado y después la vendó para que no se infectara y que los puntos no saltaran.
-Parezco una momia, de aquí poco podría pasar desapercibido en cualquier pirámide -bromeé tratando de relajar el ambiente.
No lo logre pues esta se limito a preguntar de nuevo con la frialdad que había imperado todo el viaje las dudas que se le plateaban en la cabeza. Era lógico ¿por que creer que yo era del bando correcto? Como explicarle que yo pertenecía a la realeza porque mi tío era el conde que pretendía destronar al rey vampiro que junto a su ejercito de inmortales, ese que aun no había enviado, mas que sin duda enviaría, estaba devastando el norte y a sus gentes. Solo la facción de mi tío aguantaba estoica sus embestidas protegiendo las tierras de los campesinos, de la gente que estaba desvalida.
No podía olvidar lo importante que era para los míos la reliquia, nos ayudaría aunque aun desconocía como a ganar esa batalla que diezmaba a los míos cada día.
Se centro ahora en la herida que había sobre mi ceja, era algo insignificante, que no requería cuidado alguno mas que ella se esmeró en desinfectar, nuestro aliento entrechoco y mis ojos bajaron hasta su boca deseando acortar la distancia abrasadora como nunca antes había ansiado nada.
Se me antojo que era navegable como el mismo Nilo, salvaje como los caimanes, peligrosa como las mambas.
Nos miramos durante un instante, si pudiera leer lo que mis ojos decían y mis labios callaban, mas no, un suspiro fue la respuesta de que no me creía y mi boca se entreabrió para recibir aunque fuera esa migaja que provenía de ella.
Me estaba volviendo loco, nunca me sentí tan frustrado, tan desesperado, así que me incorpore para beber a toda velocidad la jarra de cerveza, que no logro calmarme en absoluto el desazón que me carcomía por dentro.
-¿No hay nada mas fuerte? -pregunté malhumorado.
Nai ignoró mis palabras y se fue a tomar un baño, “un descansa” es todo lo que obtuve de ella, “a la mierda descansar” pensé con el ceño fruncido.
No tardo demasiado en volver, yo seguía allí tumbado, pensando exactamente que hacer, porque desde luego mantenerme impasible ante todo no era una opción.
Mis ojos se deslizaron de forma furtiva por su cuerpo, todo me incitaba a pecar, deseaba hacerlo y no se que era lo que me mantenía anclado al sofá, si al ausencia de sangre o la falta de hombría.
Estaba enfadado, tenso y no la podía culpar, ya me culpaba a mi mismo por ello.
Se sentó para echar un ojo a los cuadernos, enarque una ceja cuando alzo la mirada para asegurarme que tendría al día siguiente que ir a la excavación, no me pidió permiso se limito a informarme que así seria, sin mas.
-No -dije tajante, no iras, no es seguro -sentencie de forma imperativa.
No iba a negociar con ella nada que pudiera ponerla en peligro, ya me odiaba poco o nada me importaba acrecentar mas ese sentimiento.
Un suspiro como respuesta, uno que me daba a entender que no estaba de acuerdo pero que otra cosa copaba su mente ahora, la pregunta se sucedió después.
Alcé la mirada para enfrentar sus pardos, sus dedos apresaban la joya mientras casi suplicaba que al menos respondiera esa respuesta.
Por unos momentos guarde silencio, sus labios me buscaron embriagándome con su aliento, mi nombre fue pronunciado por ellos y mis defensas cayeron como si las hubiera apartado un tornado.
-No, no fue ella. -respondí tajante -no conozco a tu madre.
Me incorporé no podía seguir allí, no así, estaba al limite de mis fuerzas, necesitaba salir, alejarme de ella.
-Voy a por algo fuerte de beber -me limité a decir sin dar mas explicaciones mientras me acercaba así al pomo de la puerta.
-No esta muerta -aseguré antes de salir de la estancia dejando atrás un portazo como fin de todas las revelaciones que estaba dispuesto ha hacer aquella noche.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
El camino había sido en un profundo silencio por parte de ambos en los que yo me había sumido en mis pensamientos y él no hizo tampoco comentario alguno. Al llegar de nuevo comencé con la labor de curarle, parecía que se estaba convirtiendo aquello en algo así como una costumbre… en las veces que estaba con él lo había tenido que curar bastantes veces. No hizo comentario respecto a mis palabras que, frías todavía por lo que había pasado en aquella cámara, le dijeron que se quitara la camisa y se tumbara en el sofá. Preparé lo necesario y comencé a limpiarle el torso de la sangre de las heridas en silencio, centrada en la tare únicamente de curarlo sin querer pensar en nada más, como si aquello pudiera distraer mí mente de alguna forma y hacer que dejara de pensar en las miles de preguntas y cuestiones que pasaban por mí mente… como si eso fuera posible.
Cuando comencé a coser la herida siseó haciendo que mí vista subiera hacia su rostro para mirarlo durante unos segundos, decía que no le había dolido y que lo había hecho simplemente para que lo mirara puesto que no le había dirigido esta en todo el camino. Quería y pretendía que el ambiente fuera menos tenso pero en esos momentos no estaba para nada, así que haciendo caso omiso de su intento de broma seguí cosiéndole la herida para luego aplicarle la mezcla que había hecho la noche anterior y vendarlo. Revisé también la herida que se había hecho en el barco y volví a ponerle la misma mezcla y vendarlo también para que siguiera haciendo efecto. Volvió a bromear pero a pesar de que una parte de mí apreciaba el intento… mí mente iba por mil sitios diferentes.
Me centré ahora en la herida en su ceja, no tenía relevancia alguna pero quité la sangre que había en el lugar y la limpié con el trapo para ver que se curaría sin mayor problema. Mí rostro estaba cerca del suyo, podía notar su aliento dar contra mí rostro y aunque cuando bajé mí mirada a sus ojos estos estaban mirando mis labios, que estaban entreabiertos y exhalando aliento cálido que daba contra seguramente sus labios, aunque pude ver lo que él quería en ese momento… terminé por lanzar un suspiro y separarme. Necesitaba darme un baño y destensar cada músculo de mí cuerpo, seguramente él lo necesitara más que yo pero con las vendas no era buena idea que se bañara. No tardé demasiado, y si lo hice no fui consciente del tiempo que había pasado ahí arriba en la bañera, llevaba el mismo vestido blanco de la otra noche y mí pelo caía libre en hondas como una cascada oscura contrastando con el color del vestido.
Sorprendentemente se había quedado como le dije tumbado en el sofá aunque mientras me acercaba a él podía notar su mirada puesta en mí cuerpo, sabía lo que quería, esa tradición suya seguramente estuviera pujando en él y me atrevía a pensar que era la primera mujer que se le estaba resistiendo tanto. No me había respondido a ninguna de mis preguntas, algo que sabía que iba a hacer pero que no podía evitar preguntarle. Debía de acercarme a la excavación que supuestamente había ido a estudiar, no podía dejar pasarlo por alto y así es como se lo hice saber. Le informé de cuales iban a ser mis pasos para que lo tuviera presente, así que cuando se negó de esa forma mí mirada fue a la suya y lo fulminé girándome para quedar de cara a él.
-No voy a negociar con eso, no te estoy pidiendo permiso te estoy informando que debo de ir a esa excavación. Está en juego mí trabajo y no pienso dejar que nada, ni nadie, lo haga peligrar –afirmé de forma rotunda- te gusto o no voy a ir igualmente, no necesito tú permiso para ello. El trato era que te ayudaba a encontrar la reliquia pero que también debía de atender mí trabajo, yo estoy cumpliendo, así que cumple tú también –no iba a ceder en ese aspecto, él se marcharía una vez tuviera lo que había ido a buscar y yo debía de seguir con mí vida y mí trabajo… no iba a ponerlo en juego después de lo que me había costado obtenerlo. Me fijé en que se había bebido la jarra que le había dejado de cerveza y negué con la cabeza- Aquí no hay nada más fuerte para beber –fue la contestación que di antes de que mi cabeza volviera y girara entorno al tema que más me preocupaba en cuestión: mí madre. No podía dejar de pensar en el hecho de cómo había llegado el medallón a sus manos, pero más que eso, quería… necesitaba saber si seguía viva o no. Eran muchas las dudas que me asaltaban y me carcomían, y la única persona que podía darme la respuesta era el hombre que tenía tumbado en el sofá a mí lado.
Me giré en su dirección para peguntarle, necesitaba saberlo y debía de hacer que me respondiera. Le prometí que no le preguntaría más sobre el tema, pero que al menos por favor me respondiera a esa pregunta. Mis dedos aferraban el medallón, mí rostro estaba cerca del suyo y mis ojos puestos en los suyos. Mí aliento cálido daba contra sus labios y sí, lo llamé por su nombre en un intento desesperado de que cediera ante mí petición, necesitaba saberlo y dejar de volverme loca con las preguntas, rogué para que me diera una respuesta… y esta llegó. Su respuesta fue clara y contundente, decía que no se lo había dado ella y que no la conocía. Más dudas surgieron tras su respuesta y cuando se levantó yo no hice nada para detenerlo al tiempo que cerraba los ojos con fuerza y lanzaba un suspiro. Le escuché decir que iba a por algo más fuerte y no me moví de donde estaba, solo abrí mis ojos cuando aseguró que no estaba muerta, algo que hizo que me girara pero para cuando quise decirle algo… la puerta se cerró con un sonoro portazo.
Me mordí el labio y algo similar a una liberación me embargó, fue como si me dieran alas con aquella afirmación que me suscitaba más preguntas, pero me quedé con eso: estaba viva. Unas lágrimas cayeron por mí rostro y terminé tumbándome en el sitio donde había estado él notando lo caliente que estaba y su olor por el lugar impregnado. El gato bajó de donde estaba y se puso encima de mí mientras no podía evitar parar de llorar por ello, contenta, alegre por esa noticia, como si un peso de encima me hubieran quitado y una puerta a la esperanza se hubiera abierto. Debía de buscarla, debía de encontrar a mí vuelta en París a esa inmortal que me había dicho que no estaba muerta, e intentar ver si podía ayudarme con alguna pista.
Tras un rato de estar así limpié las lágrimas de mis ojos y acaricié al gato que ronroneó por ello para levantarme y encaminarme a la cocina más aliviada para preparar algo para comer en lo que él se había ido a buscar algo más fuerte que beber. A pesar de todo lo que había pasado y de las miles de preguntas que aún tenía para él estaba contenta, un golpe de suerte en mitad de todo aquel caos. Mientras preparaba la comida y estando mí cabeza en otro lado no fijándome en lo que estaba haciendo, mientras cortaba y preparaba algo de carne para hacer el cuchillo se deslizó demasiado de la carne y llegó a hacerme un corte en la palma de la mano. Siseé apartando la mano de la que empezaba a gotear sangre de ella y comencé a limpiarla poniéndola bajo el agua, no era demasiado grande ni profunda, así que la limpié bien y me puse una venda en la mano para así poder seguir cocinando, mientras tenía una jarra de cerveza en el banco como si de alguna forma quisiera celebrar la noticia que me habían dado. Llevaba años pesando que jamás volvería a verla, mí padre había matado esa esperanza y ahora hoy aquel hombre había abierto la puerta de nuevo.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que él volvió pero la comida hacía unos diez minutos que estaba preparada y servida en la mesa para comenzar a comerla, llevaba la jarra en la mano sentada en el sofá y había apartado los cuadernos de mí madre que mañana iba a empezar a ponerme con ellos para traducir los papiros. Cuando oí que la puerta de la casa se abría dejé la jarra sobre la mesa y me encaminé hacia la puerta con una sonrisa en el rostro, por el camino no me percaté de que el gato estaba por el medio y cuando quise esquivarlo para no darme con él, y con los reflejos que podía tener en aquel momento, me tropecé haciendo que cayera contra el pecho del vikingo haciendo que mis manos se quedaran sobre sus hombros y que me tambaleara un poco por la inestabilidad que tenía en ese momento, fruto sin duda de la situación en la que estaba. Tuvo que pasar un brazo por mí cintura haciendo que me estabilizara y esbocé una sonrisa mientras mis ojos, brillantes, buscaban sus orbes azules.
-¡Ups! Holaaaa –sonreí- vikingo… has… tardado mu-mucho –llevaba una sonrisilla en el rostro y dejé que todo mí peso fuera a parar a su brazo teniendo él que mantenerme en aquella postura. Ante su pregunta de si estaba borracha una risa floja escapó de mis labios y negué con la cabeza unas cuantas veces- Noooo… nunca –mentí diciendo de forma solemne riéndome de nuevo- el único borraso aquí… eres… -reí de nuevo de forma leve y lo apunté con un dedo- eres tú –apoyé mí rostro en su pecho y me mordí el dedo índice con una sonrisilla apoyándome ahora contra él, me giré y quité su brazo de mí cintura- Vam-vamos –articulé para comenzar a andar pero dados tres pasos tuve que apoyar una mano en la pared que daba al comedor porque me fui hacia uno de los lados- ¡Uy mira… la casa se mueve! –Volví a reír viendo al vikingo de nuevo delante de mí- Sssssh… ¿te cuento un secreto? Pero… sssssh –puse un dedo en sus labios y me acerqué para que lo escuchara solo él- estoy borrasa… uy, estoy borrasa –dije riéndome como si sonara divertido al decirlo- he bebido una jarra yo solita –dije como si fuera todo un logro y luego quité la sonrisa mientras me sonaban las tripas- tengo… tengo hambre –lo miré cambiando de conversación totalmente, de golpe- ¿me das de comer? –pedí como si solo él fuera capaz de atender esa sencilla petición.
Cuando comencé a coser la herida siseó haciendo que mí vista subiera hacia su rostro para mirarlo durante unos segundos, decía que no le había dolido y que lo había hecho simplemente para que lo mirara puesto que no le había dirigido esta en todo el camino. Quería y pretendía que el ambiente fuera menos tenso pero en esos momentos no estaba para nada, así que haciendo caso omiso de su intento de broma seguí cosiéndole la herida para luego aplicarle la mezcla que había hecho la noche anterior y vendarlo. Revisé también la herida que se había hecho en el barco y volví a ponerle la misma mezcla y vendarlo también para que siguiera haciendo efecto. Volvió a bromear pero a pesar de que una parte de mí apreciaba el intento… mí mente iba por mil sitios diferentes.
Me centré ahora en la herida en su ceja, no tenía relevancia alguna pero quité la sangre que había en el lugar y la limpié con el trapo para ver que se curaría sin mayor problema. Mí rostro estaba cerca del suyo, podía notar su aliento dar contra mí rostro y aunque cuando bajé mí mirada a sus ojos estos estaban mirando mis labios, que estaban entreabiertos y exhalando aliento cálido que daba contra seguramente sus labios, aunque pude ver lo que él quería en ese momento… terminé por lanzar un suspiro y separarme. Necesitaba darme un baño y destensar cada músculo de mí cuerpo, seguramente él lo necesitara más que yo pero con las vendas no era buena idea que se bañara. No tardé demasiado, y si lo hice no fui consciente del tiempo que había pasado ahí arriba en la bañera, llevaba el mismo vestido blanco de la otra noche y mí pelo caía libre en hondas como una cascada oscura contrastando con el color del vestido.
Sorprendentemente se había quedado como le dije tumbado en el sofá aunque mientras me acercaba a él podía notar su mirada puesta en mí cuerpo, sabía lo que quería, esa tradición suya seguramente estuviera pujando en él y me atrevía a pensar que era la primera mujer que se le estaba resistiendo tanto. No me había respondido a ninguna de mis preguntas, algo que sabía que iba a hacer pero que no podía evitar preguntarle. Debía de acercarme a la excavación que supuestamente había ido a estudiar, no podía dejar pasarlo por alto y así es como se lo hice saber. Le informé de cuales iban a ser mis pasos para que lo tuviera presente, así que cuando se negó de esa forma mí mirada fue a la suya y lo fulminé girándome para quedar de cara a él.
-No voy a negociar con eso, no te estoy pidiendo permiso te estoy informando que debo de ir a esa excavación. Está en juego mí trabajo y no pienso dejar que nada, ni nadie, lo haga peligrar –afirmé de forma rotunda- te gusto o no voy a ir igualmente, no necesito tú permiso para ello. El trato era que te ayudaba a encontrar la reliquia pero que también debía de atender mí trabajo, yo estoy cumpliendo, así que cumple tú también –no iba a ceder en ese aspecto, él se marcharía una vez tuviera lo que había ido a buscar y yo debía de seguir con mí vida y mí trabajo… no iba a ponerlo en juego después de lo que me había costado obtenerlo. Me fijé en que se había bebido la jarra que le había dejado de cerveza y negué con la cabeza- Aquí no hay nada más fuerte para beber –fue la contestación que di antes de que mi cabeza volviera y girara entorno al tema que más me preocupaba en cuestión: mí madre. No podía dejar de pensar en el hecho de cómo había llegado el medallón a sus manos, pero más que eso, quería… necesitaba saber si seguía viva o no. Eran muchas las dudas que me asaltaban y me carcomían, y la única persona que podía darme la respuesta era el hombre que tenía tumbado en el sofá a mí lado.
Me giré en su dirección para peguntarle, necesitaba saberlo y debía de hacer que me respondiera. Le prometí que no le preguntaría más sobre el tema, pero que al menos por favor me respondiera a esa pregunta. Mis dedos aferraban el medallón, mí rostro estaba cerca del suyo y mis ojos puestos en los suyos. Mí aliento cálido daba contra sus labios y sí, lo llamé por su nombre en un intento desesperado de que cediera ante mí petición, necesitaba saberlo y dejar de volverme loca con las preguntas, rogué para que me diera una respuesta… y esta llegó. Su respuesta fue clara y contundente, decía que no se lo había dado ella y que no la conocía. Más dudas surgieron tras su respuesta y cuando se levantó yo no hice nada para detenerlo al tiempo que cerraba los ojos con fuerza y lanzaba un suspiro. Le escuché decir que iba a por algo más fuerte y no me moví de donde estaba, solo abrí mis ojos cuando aseguró que no estaba muerta, algo que hizo que me girara pero para cuando quise decirle algo… la puerta se cerró con un sonoro portazo.
Me mordí el labio y algo similar a una liberación me embargó, fue como si me dieran alas con aquella afirmación que me suscitaba más preguntas, pero me quedé con eso: estaba viva. Unas lágrimas cayeron por mí rostro y terminé tumbándome en el sitio donde había estado él notando lo caliente que estaba y su olor por el lugar impregnado. El gato bajó de donde estaba y se puso encima de mí mientras no podía evitar parar de llorar por ello, contenta, alegre por esa noticia, como si un peso de encima me hubieran quitado y una puerta a la esperanza se hubiera abierto. Debía de buscarla, debía de encontrar a mí vuelta en París a esa inmortal que me había dicho que no estaba muerta, e intentar ver si podía ayudarme con alguna pista.
Tras un rato de estar así limpié las lágrimas de mis ojos y acaricié al gato que ronroneó por ello para levantarme y encaminarme a la cocina más aliviada para preparar algo para comer en lo que él se había ido a buscar algo más fuerte que beber. A pesar de todo lo que había pasado y de las miles de preguntas que aún tenía para él estaba contenta, un golpe de suerte en mitad de todo aquel caos. Mientras preparaba la comida y estando mí cabeza en otro lado no fijándome en lo que estaba haciendo, mientras cortaba y preparaba algo de carne para hacer el cuchillo se deslizó demasiado de la carne y llegó a hacerme un corte en la palma de la mano. Siseé apartando la mano de la que empezaba a gotear sangre de ella y comencé a limpiarla poniéndola bajo el agua, no era demasiado grande ni profunda, así que la limpié bien y me puse una venda en la mano para así poder seguir cocinando, mientras tenía una jarra de cerveza en el banco como si de alguna forma quisiera celebrar la noticia que me habían dado. Llevaba años pesando que jamás volvería a verla, mí padre había matado esa esperanza y ahora hoy aquel hombre había abierto la puerta de nuevo.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que él volvió pero la comida hacía unos diez minutos que estaba preparada y servida en la mesa para comenzar a comerla, llevaba la jarra en la mano sentada en el sofá y había apartado los cuadernos de mí madre que mañana iba a empezar a ponerme con ellos para traducir los papiros. Cuando oí que la puerta de la casa se abría dejé la jarra sobre la mesa y me encaminé hacia la puerta con una sonrisa en el rostro, por el camino no me percaté de que el gato estaba por el medio y cuando quise esquivarlo para no darme con él, y con los reflejos que podía tener en aquel momento, me tropecé haciendo que cayera contra el pecho del vikingo haciendo que mis manos se quedaran sobre sus hombros y que me tambaleara un poco por la inestabilidad que tenía en ese momento, fruto sin duda de la situación en la que estaba. Tuvo que pasar un brazo por mí cintura haciendo que me estabilizara y esbocé una sonrisa mientras mis ojos, brillantes, buscaban sus orbes azules.
-¡Ups! Holaaaa –sonreí- vikingo… has… tardado mu-mucho –llevaba una sonrisilla en el rostro y dejé que todo mí peso fuera a parar a su brazo teniendo él que mantenerme en aquella postura. Ante su pregunta de si estaba borracha una risa floja escapó de mis labios y negué con la cabeza unas cuantas veces- Noooo… nunca –mentí diciendo de forma solemne riéndome de nuevo- el único borraso aquí… eres… -reí de nuevo de forma leve y lo apunté con un dedo- eres tú –apoyé mí rostro en su pecho y me mordí el dedo índice con una sonrisilla apoyándome ahora contra él, me giré y quité su brazo de mí cintura- Vam-vamos –articulé para comenzar a andar pero dados tres pasos tuve que apoyar una mano en la pared que daba al comedor porque me fui hacia uno de los lados- ¡Uy mira… la casa se mueve! –Volví a reír viendo al vikingo de nuevo delante de mí- Sssssh… ¿te cuento un secreto? Pero… sssssh –puse un dedo en sus labios y me acerqué para que lo escuchara solo él- estoy borrasa… uy, estoy borrasa –dije riéndome como si sonara divertido al decirlo- he bebido una jarra yo solita –dije como si fuera todo un logro y luego quité la sonrisa mientras me sonaban las tripas- tengo… tengo hambre –lo miré cambiando de conversación totalmente, de golpe- ¿me das de comer? –pedí como si solo él fuera capaz de atender esa sencilla petición.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
El aire de la noche me vino bien, estaba a punto de cometer una locura, de tomarla sobre ese sofá le gustara o no la idea. Su aliento era una constante provocación sobre mis labios, nos buscábamos de un modo ilógico, pues de ahí no pasábamos.
Quería beber hasta perder el conocimiento para poder dejar de pensar en todo lo que había pasado durante aquel maldito día en el que las cosas se habían truncado.
Ahora ella conocía mi implicación en esta historia, no solo era un hombre que buscaba una reliquia si no alguien que conocía demasiado sobre su vida y lo peor, también de la de su madre.
Iba bastante perdido por la ciudad, no conocía el idioma y ese era un obstáculo para preguntar por una taberna o algún lugar donde a esas horas de la noche poder no solo tomar una copa si no llevarme algo fuerte de beber.
Tras atravesar varias cuadras me di de bruces con una tasca que desprendía un fuerte olor a cerveza, ante algo mejor me adentré en ella.
Habían unos cuantos hombres en la barra bebiendo mayoritariamente cerveza rubia. En la mesa alguno fumando acompañado de una pipa de agua con distintos tabacos aromáticos
Me llamó la atención, pues nosotros no tendíamos a fumar de ese modo, mas bien esparcíamos beleño sobre la cerveza negra. Era una droga bastante potente que te llevaba a un estado de éxtasis y euforia, no la había consumido desde que pisé París, pues dudaba que de tomarlas podría contenerme frente a la egipcia y sus continuas provocaciones.
Me acerqué a la barra, mi aspecto pronto acaparó las distintas miradas, tampoco tenia idea de quedarme demasiado tiempo, me limité a pedir un vaso de whisky doble, una botella para llevarme y de paso que me vendieran una de esas pipas con lo que se fumaba con ellas.
Intuí que al ser algo típico de su tierra, mi regalo le agradaría a esa mujer que me esperaba en casa y que no sabia como habría recibido la ultima información que le había dado antes de cerrar la puerta de un portazo.
Volví sobre mis pasos tras apurar un par de vasos de whisky y cargado con la botella y la pipa de agua.
Nada mas entre por la puerta escuché la risa de Nai algo que me hizo ladear la sonrisa, venia hacia mi tambaleándose, estaba borracha.
Su cuerpo impacto con el mio, mi brazo rodeo su cintura para evitar que cayera mientras nuestros ojos se buscaron de nuevo.
-¿estas borracha? -pregunté entre risas perdiendo así mi aliento contra sus labios. Ella lo negó acusándome a mi de lo mismo.
-No estoy borracho, contento como mucho, aunque la idea era esa -apunté mostrandole la botella.
-te he traído un regalo -me relamí contemplándola, estaba preciosa, era un pecado tocarla y no poder tomarla -una pipa de agua, esperaba me explicaras como se fuma aquí, en Egipto.
Apartó mi mano de su cintura y sujetándose en las paredes sin dejar de reír continuo lo que ella creía un camino recto hacia la mesa del comedor, pero no avanzó demasiado y mi cuerpo volvió a orillarse al suyo para evitar que cayera al suelo. De nuevo quedamos de frente.
Me estaba poniendo enfermo como su cuerpo se amoldaba al mio, y ambos con unas copas de mas esto se estaba tornando un peligroso juego.
Deje escapar una risa contra su dedo cuando me hizo guardar silencio para contarme el mayor de sus secretos que estaba borracha.
-Nunca lo hubiera sospechado -susurré acortando la distancia que me separaba de su boca.
Nuestro aliento impacto de nuevo, calcinandome por dentro, la nariz se acaricio de forma furtiva, deje escapar el aire contra su boca,de forma pesada.
-Una jarra tu solita -repetí con cierta diversión, yo con una jarra no tenia ni para empezar.
De nuevo interpuso distancia entre nosotros, distancia que no le permití tomar por mucho que asegurara tener hambre. Mi brazo tiro de su cintura y de forma brusca mis labios colisionaron con los ajenos como lo hacen las olas del mar contra la rocas. Gruñí contra ellos, entreabriendo la boca, nuestros alientos volvieron a impactar ,sedientos de mucho mas, mi lengua lamió su labios inferior, retándola, jugando a que intentara atraparla, dulce juego del escondite entre los dos.
Rió contra mis labios, el buen humor se nos contagiaba a ambos mientras enredados en un beso eterno, cargado de pasión y que nos deleitaba con el sabor de los distintos licores consumidos llegamos hasta la mesa del comedor.
Dejé en el suelo la pipa y la botella y con rudeza aparté lo que había depositado sobre la mesa alzándola por las nalgas para depositar su curvilíneo cuerpo en ellas. Mi virilidad se abrió paso entre sus piernas, nuestras caderas encajaron mientras su risa ebria moría contra mis labios.
Quería adentrarme en el laberinto de su sexo, descubrir la entrada, sacudirme en su interior y aquel pensamiento despertó un ronco gruñido que escapó contra su boca entreabierta.
Nuestros alientos volvían a impactar, lenguas de fuego que se enredaban uniéndose y separándose para mirarnos entre medias a los ojos.
Quería beber hasta perder el conocimiento para poder dejar de pensar en todo lo que había pasado durante aquel maldito día en el que las cosas se habían truncado.
Ahora ella conocía mi implicación en esta historia, no solo era un hombre que buscaba una reliquia si no alguien que conocía demasiado sobre su vida y lo peor, también de la de su madre.
Iba bastante perdido por la ciudad, no conocía el idioma y ese era un obstáculo para preguntar por una taberna o algún lugar donde a esas horas de la noche poder no solo tomar una copa si no llevarme algo fuerte de beber.
Tras atravesar varias cuadras me di de bruces con una tasca que desprendía un fuerte olor a cerveza, ante algo mejor me adentré en ella.
Habían unos cuantos hombres en la barra bebiendo mayoritariamente cerveza rubia. En la mesa alguno fumando acompañado de una pipa de agua con distintos tabacos aromáticos
Me llamó la atención, pues nosotros no tendíamos a fumar de ese modo, mas bien esparcíamos beleño sobre la cerveza negra. Era una droga bastante potente que te llevaba a un estado de éxtasis y euforia, no la había consumido desde que pisé París, pues dudaba que de tomarlas podría contenerme frente a la egipcia y sus continuas provocaciones.
Me acerqué a la barra, mi aspecto pronto acaparó las distintas miradas, tampoco tenia idea de quedarme demasiado tiempo, me limité a pedir un vaso de whisky doble, una botella para llevarme y de paso que me vendieran una de esas pipas con lo que se fumaba con ellas.
Intuí que al ser algo típico de su tierra, mi regalo le agradaría a esa mujer que me esperaba en casa y que no sabia como habría recibido la ultima información que le había dado antes de cerrar la puerta de un portazo.
Volví sobre mis pasos tras apurar un par de vasos de whisky y cargado con la botella y la pipa de agua.
Nada mas entre por la puerta escuché la risa de Nai algo que me hizo ladear la sonrisa, venia hacia mi tambaleándose, estaba borracha.
Su cuerpo impacto con el mio, mi brazo rodeo su cintura para evitar que cayera mientras nuestros ojos se buscaron de nuevo.
-¿estas borracha? -pregunté entre risas perdiendo así mi aliento contra sus labios. Ella lo negó acusándome a mi de lo mismo.
-No estoy borracho, contento como mucho, aunque la idea era esa -apunté mostrandole la botella.
-te he traído un regalo -me relamí contemplándola, estaba preciosa, era un pecado tocarla y no poder tomarla -una pipa de agua, esperaba me explicaras como se fuma aquí, en Egipto.
Apartó mi mano de su cintura y sujetándose en las paredes sin dejar de reír continuo lo que ella creía un camino recto hacia la mesa del comedor, pero no avanzó demasiado y mi cuerpo volvió a orillarse al suyo para evitar que cayera al suelo. De nuevo quedamos de frente.
Me estaba poniendo enfermo como su cuerpo se amoldaba al mio, y ambos con unas copas de mas esto se estaba tornando un peligroso juego.
Deje escapar una risa contra su dedo cuando me hizo guardar silencio para contarme el mayor de sus secretos que estaba borracha.
-Nunca lo hubiera sospechado -susurré acortando la distancia que me separaba de su boca.
Nuestro aliento impacto de nuevo, calcinandome por dentro, la nariz se acaricio de forma furtiva, deje escapar el aire contra su boca,de forma pesada.
-Una jarra tu solita -repetí con cierta diversión, yo con una jarra no tenia ni para empezar.
De nuevo interpuso distancia entre nosotros, distancia que no le permití tomar por mucho que asegurara tener hambre. Mi brazo tiro de su cintura y de forma brusca mis labios colisionaron con los ajenos como lo hacen las olas del mar contra la rocas. Gruñí contra ellos, entreabriendo la boca, nuestros alientos volvieron a impactar ,sedientos de mucho mas, mi lengua lamió su labios inferior, retándola, jugando a que intentara atraparla, dulce juego del escondite entre los dos.
Rió contra mis labios, el buen humor se nos contagiaba a ambos mientras enredados en un beso eterno, cargado de pasión y que nos deleitaba con el sabor de los distintos licores consumidos llegamos hasta la mesa del comedor.
Dejé en el suelo la pipa y la botella y con rudeza aparté lo que había depositado sobre la mesa alzándola por las nalgas para depositar su curvilíneo cuerpo en ellas. Mi virilidad se abrió paso entre sus piernas, nuestras caderas encajaron mientras su risa ebria moría contra mis labios.
Quería adentrarme en el laberinto de su sexo, descubrir la entrada, sacudirme en su interior y aquel pensamiento despertó un ronco gruñido que escapó contra su boca entreabierta.
Nuestros alientos volvían a impactar, lenguas de fuego que se enredaban uniéndose y separándose para mirarnos entre medias a los ojos.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Era la primera vez en toda mí vida que había bebido tanto, bueno, eso si contábamos con que yo no era una mujer que era dada a las bebidas alcohólicas, para mí el beberme una simple jarra como se había bebido el vikingo antes de salir por la puerta había hecho que pillara un punto gracioso que no se podría considerar como que fuera borracha, sabía donde estaba y tenía noción de todo… pero estaba algo más graciosa que de costumbre y la buena nueva que él me había dado antes de salir había propiciado que mientras cocinara y después de tener todo preparado la jarra hubiera caído. Se podría decir que era lo que más había bebido de alcohol en toda mí vida, y no estaba exagerando… así que cuando me levanté al oír la puerta y ver que me tambaleaba un poco no pude evitar reírme por ello. Aquello era todo nuevo completamente para mí puesto que nunca había experimentado esa sensación y eso hacía que estuviera más chistosa y divertida que de normalidad.
Él tenía un brazo rodeando mí cintura y que hacía que mí cuerpo se mantuviera algo firme sobre el suelo y no me moviera hacia los lados, me preguntó si estaba borracha y con unas negaciones de cabeza y un “no” que alargué con una sonrisa le mentí aunque, para ser ciertos, no le estaba mintiendo, no iba borracha del todo. Le acusé de estarlo y negó diciendo que solo estaba contento, así era como estaba yo en ese momento. Me enseñó entonces una botella que llevaba y de la cual ni siquiera había reparado a lo que sonreí. Dijo que había traído un regalo y lo miré riendo entre dientes, casi como un siseo mientras mis ojos estaban en los suyos.
-¿Un regalo? ¿Para mí? –Pregunté porque no esperaba que me trajera nada- ¿Tú eres mí regalo? –Me eché a reír con mis manos puestas en su pecho y su brazo haciendo un tope para que no me cayera y me mantuviera cerca de su cuerpo- Tengo… tendré que abrirlo… venga, quítatelo… todo –reí por aquello y luego vi que me mostraba la pipa de agua y que me hizo mirarlo mientras llevaba una de mis manos a mí boca- Uy, fallé –decidí que debíamos de ir hacia el comedor pero apenas pude dar unos cuantos pasos seguidos cuando tuve que apoyarme en la pared, como si volviéramos a estar en el barco y este fuera mecido por las olas, como si estuviera en aquel pasillo de nuevo. No tardó en ponerse delante de mí volviendo a pegar su cuerpo contra el mío, rió al revelarle mí secreto y noté su aliento dando contra mí dedo y entonces mis tripas sonaron dando a entender que tenía hambre. Me iba a encaminar como podía hacia el comedor cuando de nuevo paró mí avance, su brazo me pegó a su cuerpo y esta vez sus labios chocaron de forma algo salvaje contra mis labios.
Su aliento chocó contra mis labios que ahora estaban entreabiertos y noté su lengua que se encargaba de lamer mí labio inferior de forma provocativa, lenta, tentándome a que siguiera su juego. Reí contra sus labios con mis manos aferrando sus hombros y mordí su labio tirando de el como si le pidiera otra oportunidad para que repitiera de nuevo aquel juego, lamí su labio superior y me separé un poco para volver a sentir sus labios sobre los míos y su lengua volviendo a provocarme sobre mí labio inferior, que esta vez mordí soltando una risa divertida por aquello.
Ni cuenta me di, enfrascada entre sus labios recorriendo estos con mí lengua y provocándole yo ahora, que habíamos llegado a la mesa del comedor donde mí cadera dio contra el borde de esta y vi como el vikingo apartaba las cosas que había a nuestro alcance, dejaba las cosas en el suelo y me alzaba provocando que la risa saliera de mis labios para sentarme en la mesa, donde no tardó en pegarse a mí cuerpo abriéndose paso entre mis piernas que no dudé en encarcelar su cintura entre ellas, como una prisión. Nuestros labios volvieron a buscarse, nuestras lenguas jugaban la una con la otra notando el sabor a alcohol que la suya desprendía, un ronco gruñido exhalado sobre mis labios que me hizo morderme el inferior al tiempo que nuestros ojos se encontraban y mis dedos aferraban su camisa con fuerza.
Nuestros cuerpos que se buscaban como si se necesitaran, sus manos en mí cintura pegándome al centro de su cuerpo como si eso fuera posible, nuestros alientos mezclándose para dejar que nuestros labios terminaran por buscarnos en ese baile provocador, temerario y tremendamente excitante. Podríamos haber dicho que no sabíamos lo que hacíamos, pero sí, ambos lo sabíamos muy bien y quizás fuera guiado todo por el alcohol que lleváramos en el cuerpo, quizás nos hiciera dar ese empujón que nos había, o al menos a mí, frenado en todo momento y que ahora mismo, en aquella situación, se me había olvidado aquella norma impuesta la última noche del barco donde juré no volver a provocarlo. ¿Dónde había quedado todo eso? Eso se lo tendría que preguntar al alcohol, o a la jarra que me había tomado… a ver si alguno me daba la respuesta.
-¡Eh! No tires la comida… la he hecho yo y tengo hambre… mira –le mostré la mano que llevaba vendada y que parecía no haberse percatado de ella- …me he cortado… –fue lo único que dije haciendo un puchero por ello como si fuera una niña pequeña. Estiré uno de mis brazos hacia atrás cogiendo lo primero que mí mano encontró, que fue un gajo de patata que hice que mordiera por la mitad para acercar mis labios rozando los suyos, partir la patata y masticarla con una sonrisa divertida, riéndome entre dientes- Si no me das tú de comer… lo haré yo –dije alargando la mano para volver a coger otro gajo de patata y comerlo ante su atenta mirada, para luego lamer mis labios de forma lenta sin apartar mis ojos de los suyos azules, incitándolo, provocándolo. Mí mente intentaba dilucidar qué era lo que debía de hacer, por un lado mí cuerpo enfebrecido me pedía una cosa, por otra parte mí mente me decía que no era lo correcto… y ahí estaba mí dilema, dejarme llevar o no. El vikingo parecía dispuesto a dejarse llevar, sabía que quería dejarse llevar por como me tenía, por como me miraba, por como su cuerpo se apretaba al mío, buscándome, tentándome…- ¿Te han dicho alguna vez… lo atractivo que eres? –Mí dedo índice se deslizó desde su frente hasta terminar en sus labios, paseando la yema de este por ellos- Aunque… seguro que las mujeres de allí se centran más en… tú cuerpo –mis manos descendieron por su pecho sin hacer mucha presión por las heridas que tenía y fueron a su espalda recorriendo esta cual ancha era- o en tú miembro –que ahora sentía presionando contra mí centro y que me hizo soltar una risilla contra sus labios- dime algo… ¿eres igual de bueno peleando que…? –Dejé la pregunta a medias enarcando una ceja, totalmente a posta riéndome contra sus labios y dejando un mordisco en ellos con diversión, aún con los efectos del alcohol en mí cuerpo- vamos a cenar, luego a beber… luego te enseñaré a fumar pequeño guerrero mandón –reí contra sus labios- luego… -subí con mis labios perfilando su mandíbula hasta llegar a su oreja- luego… lo dejo a tu imaginación –mordí el lóbulo de su oreja riéndome y me separé para mirarlo- y ahora… ¿me das de comer… o prefieres que te ruegue por ello? –Mí aliento exhaló sobre sus labios y mis piernas deshicieron el agarre sobre su cintura, realmente tenía hambre y las tripas volvieron a sonarme de nuevo- no quiero pervertirte, vikingo –ante aquello no pude evitar echarme a reír con una sonora carcajada y me bajé de la mesa dejando nuestros cuerpos pegados- soy adictiva, querrías más… mucho más –murmuré y mordí su labio inferior para luego mirarlo- has traído un regalo y hay que ser educados, en mí país es tradición beber lo que se haya traído… pero necesito comer primero, no tolero el alcohol tan bien como tú –reí entre dientes por ello- así que… ¿me das de comer, Ubbe?
Él tenía un brazo rodeando mí cintura y que hacía que mí cuerpo se mantuviera algo firme sobre el suelo y no me moviera hacia los lados, me preguntó si estaba borracha y con unas negaciones de cabeza y un “no” que alargué con una sonrisa le mentí aunque, para ser ciertos, no le estaba mintiendo, no iba borracha del todo. Le acusé de estarlo y negó diciendo que solo estaba contento, así era como estaba yo en ese momento. Me enseñó entonces una botella que llevaba y de la cual ni siquiera había reparado a lo que sonreí. Dijo que había traído un regalo y lo miré riendo entre dientes, casi como un siseo mientras mis ojos estaban en los suyos.
-¿Un regalo? ¿Para mí? –Pregunté porque no esperaba que me trajera nada- ¿Tú eres mí regalo? –Me eché a reír con mis manos puestas en su pecho y su brazo haciendo un tope para que no me cayera y me mantuviera cerca de su cuerpo- Tengo… tendré que abrirlo… venga, quítatelo… todo –reí por aquello y luego vi que me mostraba la pipa de agua y que me hizo mirarlo mientras llevaba una de mis manos a mí boca- Uy, fallé –decidí que debíamos de ir hacia el comedor pero apenas pude dar unos cuantos pasos seguidos cuando tuve que apoyarme en la pared, como si volviéramos a estar en el barco y este fuera mecido por las olas, como si estuviera en aquel pasillo de nuevo. No tardó en ponerse delante de mí volviendo a pegar su cuerpo contra el mío, rió al revelarle mí secreto y noté su aliento dando contra mí dedo y entonces mis tripas sonaron dando a entender que tenía hambre. Me iba a encaminar como podía hacia el comedor cuando de nuevo paró mí avance, su brazo me pegó a su cuerpo y esta vez sus labios chocaron de forma algo salvaje contra mis labios.
Su aliento chocó contra mis labios que ahora estaban entreabiertos y noté su lengua que se encargaba de lamer mí labio inferior de forma provocativa, lenta, tentándome a que siguiera su juego. Reí contra sus labios con mis manos aferrando sus hombros y mordí su labio tirando de el como si le pidiera otra oportunidad para que repitiera de nuevo aquel juego, lamí su labio superior y me separé un poco para volver a sentir sus labios sobre los míos y su lengua volviendo a provocarme sobre mí labio inferior, que esta vez mordí soltando una risa divertida por aquello.
Ni cuenta me di, enfrascada entre sus labios recorriendo estos con mí lengua y provocándole yo ahora, que habíamos llegado a la mesa del comedor donde mí cadera dio contra el borde de esta y vi como el vikingo apartaba las cosas que había a nuestro alcance, dejaba las cosas en el suelo y me alzaba provocando que la risa saliera de mis labios para sentarme en la mesa, donde no tardó en pegarse a mí cuerpo abriéndose paso entre mis piernas que no dudé en encarcelar su cintura entre ellas, como una prisión. Nuestros labios volvieron a buscarse, nuestras lenguas jugaban la una con la otra notando el sabor a alcohol que la suya desprendía, un ronco gruñido exhalado sobre mis labios que me hizo morderme el inferior al tiempo que nuestros ojos se encontraban y mis dedos aferraban su camisa con fuerza.
Nuestros cuerpos que se buscaban como si se necesitaran, sus manos en mí cintura pegándome al centro de su cuerpo como si eso fuera posible, nuestros alientos mezclándose para dejar que nuestros labios terminaran por buscarnos en ese baile provocador, temerario y tremendamente excitante. Podríamos haber dicho que no sabíamos lo que hacíamos, pero sí, ambos lo sabíamos muy bien y quizás fuera guiado todo por el alcohol que lleváramos en el cuerpo, quizás nos hiciera dar ese empujón que nos había, o al menos a mí, frenado en todo momento y que ahora mismo, en aquella situación, se me había olvidado aquella norma impuesta la última noche del barco donde juré no volver a provocarlo. ¿Dónde había quedado todo eso? Eso se lo tendría que preguntar al alcohol, o a la jarra que me había tomado… a ver si alguno me daba la respuesta.
-¡Eh! No tires la comida… la he hecho yo y tengo hambre… mira –le mostré la mano que llevaba vendada y que parecía no haberse percatado de ella- …me he cortado… –fue lo único que dije haciendo un puchero por ello como si fuera una niña pequeña. Estiré uno de mis brazos hacia atrás cogiendo lo primero que mí mano encontró, que fue un gajo de patata que hice que mordiera por la mitad para acercar mis labios rozando los suyos, partir la patata y masticarla con una sonrisa divertida, riéndome entre dientes- Si no me das tú de comer… lo haré yo –dije alargando la mano para volver a coger otro gajo de patata y comerlo ante su atenta mirada, para luego lamer mis labios de forma lenta sin apartar mis ojos de los suyos azules, incitándolo, provocándolo. Mí mente intentaba dilucidar qué era lo que debía de hacer, por un lado mí cuerpo enfebrecido me pedía una cosa, por otra parte mí mente me decía que no era lo correcto… y ahí estaba mí dilema, dejarme llevar o no. El vikingo parecía dispuesto a dejarse llevar, sabía que quería dejarse llevar por como me tenía, por como me miraba, por como su cuerpo se apretaba al mío, buscándome, tentándome…- ¿Te han dicho alguna vez… lo atractivo que eres? –Mí dedo índice se deslizó desde su frente hasta terminar en sus labios, paseando la yema de este por ellos- Aunque… seguro que las mujeres de allí se centran más en… tú cuerpo –mis manos descendieron por su pecho sin hacer mucha presión por las heridas que tenía y fueron a su espalda recorriendo esta cual ancha era- o en tú miembro –que ahora sentía presionando contra mí centro y que me hizo soltar una risilla contra sus labios- dime algo… ¿eres igual de bueno peleando que…? –Dejé la pregunta a medias enarcando una ceja, totalmente a posta riéndome contra sus labios y dejando un mordisco en ellos con diversión, aún con los efectos del alcohol en mí cuerpo- vamos a cenar, luego a beber… luego te enseñaré a fumar pequeño guerrero mandón –reí contra sus labios- luego… -subí con mis labios perfilando su mandíbula hasta llegar a su oreja- luego… lo dejo a tu imaginación –mordí el lóbulo de su oreja riéndome y me separé para mirarlo- y ahora… ¿me das de comer… o prefieres que te ruegue por ello? –Mí aliento exhaló sobre sus labios y mis piernas deshicieron el agarre sobre su cintura, realmente tenía hambre y las tripas volvieron a sonarme de nuevo- no quiero pervertirte, vikingo –ante aquello no pude evitar echarme a reír con una sonora carcajada y me bajé de la mesa dejando nuestros cuerpos pegados- soy adictiva, querrías más… mucho más –murmuré y mordí su labio inferior para luego mirarlo- has traído un regalo y hay que ser educados, en mí país es tradición beber lo que se haya traído… pero necesito comer primero, no tolero el alcohol tan bien como tú –reí entre dientes por ello- así que… ¿me das de comer, Ubbe?
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Anhelaba esos instantes con ella, cómplices, plagados de risas, besos, caricias.
Nuestros alientos entrechocaban como los aceros en las mejores gestas, nos habíamos convertido en guerreros de nuestra propia batalla a muerte. Puede que no fuera lo correcto, que esto cambiara algo en la linea espacio tiempo, “no toques nada” ! A la mierda ese nada cuando se trataba de la mujer que amaba! Merecía ese instante, ella también, nos necesitábamos y quizás no eramos capaces de verlo sobrios, pero borrachos todo se veía con mas claridad.
Sonreí contra sus labios cuando reconoció que tenia hambre, el ruido de sus tripas no dio lugar a rebatirle con palabras.
-Yo también tengo hambre, de ti -susurré tirando de su labio inferior con un mordisco juguetón.
Mi nariz acaricio la ajena, nuestros labios danzaban despacio, vals lento que acompasaba nuestra respiración.
Alzó la mano poniéndola frente a mis ojos, asegurando el merito que había tenido cocinar en aquella ocasión pues se había cortado, algo que me hizo sonreír mirándola con picardia.
-No puedo dejarte sola ¿que harías sin mi señorita Zahir? -pregunté en tono burlón -deja que lo vea -susurré tomando su mano con suavidad para quitar la venda. Solo era un corte, no muy profundo pero que debía escocerle un poco, mis labios besaron su herida como si fuera la de una niña antes de echar un chorro de whisky que le hizo maldecirme algo que me produjo cierta risa.
-ahora esta perfecta -afirme buscando su boca con cierta necesidad -dejatelo al aire, no sangra y cicatrizará antes pequeña.
Mis ojos siguieron el trayecto de ese gajo de patata que ahora devoraba entre sus labios, mi boca volvió a entreabrirse imaginando otra cosa, resecos los relamí casi imitando su gesto.
Mi paciencia no conocía parangón en ese momento cuando lo único que deseaba era girarla y alzarle la falda para adentrarme en ese laberinto que parecía dispuesto a presentar batalla.
-¿atractivo? -reí de nuevo perdiéndome en su cuello, mordiéndolo suavemente mientras ascendía hacia el lóbulo de su oreja donde deposité un nuevo mordisco que se convirtió en beso.
-Si, tu -dije con sinceridad. Ciertamente me lo habían dicho muchas,como seguramente a ella muchos.
Me separé por un momento de su piel, celos, punzada de celos es lo que sentí inundar mi pecho y copar todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo tensándolos por completo.
-tu estas muy buena ¿cuantos te lo habrán dicho, lo habrán disfrutado? -dije con un deje molesto en mi voz enfrentando mi mirada azul en sus rasgados pardos.
Su dedo se paseo por mi rostro, mis labios se entreabrieron presos de esa caricia y mis ojos se cerraron complacidos por un momento tan intimo, logrando hacerme olvidar momentáneamente ese arranque posesivo.
Su mano se perdió en mi pecho, bajando despacio acompañada de sus ojos hasta mi ombligo, ladeé la sonrisa cuando habló de otras mujeres.
Me gustaba como sus dedos recorrían ahora mi espalda y el tatuaje que la cubría. Trazaba lineas finas con sus dedos por allí por donde no quedaba cubierto por las vendas, acariciando los distintos jirones de mi piel que contaban gestas pasadas, esas que algún día frente a la lumbre le contaría.
Rió como una niña al hablar de mi miembro, no pude evitar lamer sus labios adentrándome en ellos sediento, mi mano la atraía por la nuca dispuesta a no dejarla marchar nunca.
-¿lo comprobamos? -pregunté sonriendo con picardia sin desprenderme ni por un segundo de su boca. Mi lengua ávida de ella parecía fuego recorriendo cualquier inexplorado recoveco, respiraciones entrecortadas que chocaban cada vez que poníamos ínfima distancia para recobrar el aliento y mirarnos a los ojos, miradas que danzaban frente a la hoguera de nuestros cuerpos.
Aun me parecía un sueño tenerla allí, entre mis manos, su cintura se arqueaba amoldándose a estas mientras su cuerpo presionaba el mio necesitado de algo mas que comida por mucho que fuera eso lo que pidiera.
Hice un mohin infantil cuando dijo que primero comeríamos, beberíamos y fumaríamos..el resto lo dejó depositado en mi oreja como una promesa que solo los dioses sabrían si se cumpliría.
Suspiré contra su boca disconforme con el orden de las cosas, pero al parecer la egipcia llevaba la batuta así que me aparto para tomar asiento en la silla y yo me limité a gruñir con el ceño fruncido mientras recolocaba de nuevo mi desenfundada hombría.
Enarqué una ceja cuando dijo que era adictiva, conocía los riesgos de la droga de su cuerpo y a decir verdad no mentía en ninguna de esas afirmaciones que decía, quería mas, lo quería todo a decir verdad.
Me acerqué a su silla y la alcé para dejarla caer sobre mi regazo, mis dedos ágiles se perdieron por debajo de su falda acariciando aquella piel tersa, suave y tostada.
Con la otra mano le acerqué un trozo de carne en su salsa, esta abrió la boca y yo le manche la nariz de forma deliberada antes de dejar que con sus dientes la aprisionara. Reímos ambos mientras mi lengua limpio la mancha, mis dedos a mi boca con otro trozo y si seguimos durante un rato que se convirtió en complicidad para nosotros. Le hubiera preguntado tantas cosas, pero quizás me daba miedo la respuesta que bien podría jodernos la noche entera.
-Te deseo -confesé volviendo a buscar su boca, toda ella sabia a Egipto, a maderos a fuego. Nunca deseé nada con tanto ahincó, mis dedos ascendieron por la cara interna de su muslo, mi piel ardía contra la suya, mi virilidad presionaba sus glúteos.
-¡Por Odin, mujer! -renegué contra su boca mientras esta de nuevo se echaba a reír frente a mi ansiosa impaciencia.
Sirvió dos vasos de whysky y camino no precisamente en linea recta hasta el sofá, su risa era embriagadora y admito que yo ya no podía mas.
Cogí la botella, la pipa y el tabaco aromático y fui tras ella tomando asiento acoplando su cuerpo con el mio.
Tire de su cintura subiéndola a horcajadas, de nuevo mi hombría presionaba hambrienta su feminidad.
Divertida por mi situación me acercó el vaso de alcohol que llevé a mis labios sin dejar de mirar sus pardos por encima del vidrio.
-Ten cuidado no es cerveza, es fuerte -le advertí -solo me falta que bebas tanto que te me duermas -bromeé dándole un azote en el culo antes de echarme a reír -te he dicho que eres preciosa -susurré de nuevo impactando mi aliento contra el suyo.
Nuestros alientos entrechocaban como los aceros en las mejores gestas, nos habíamos convertido en guerreros de nuestra propia batalla a muerte. Puede que no fuera lo correcto, que esto cambiara algo en la linea espacio tiempo, “no toques nada” ! A la mierda ese nada cuando se trataba de la mujer que amaba! Merecía ese instante, ella también, nos necesitábamos y quizás no eramos capaces de verlo sobrios, pero borrachos todo se veía con mas claridad.
Sonreí contra sus labios cuando reconoció que tenia hambre, el ruido de sus tripas no dio lugar a rebatirle con palabras.
-Yo también tengo hambre, de ti -susurré tirando de su labio inferior con un mordisco juguetón.
Mi nariz acaricio la ajena, nuestros labios danzaban despacio, vals lento que acompasaba nuestra respiración.
Alzó la mano poniéndola frente a mis ojos, asegurando el merito que había tenido cocinar en aquella ocasión pues se había cortado, algo que me hizo sonreír mirándola con picardia.
-No puedo dejarte sola ¿que harías sin mi señorita Zahir? -pregunté en tono burlón -deja que lo vea -susurré tomando su mano con suavidad para quitar la venda. Solo era un corte, no muy profundo pero que debía escocerle un poco, mis labios besaron su herida como si fuera la de una niña antes de echar un chorro de whisky que le hizo maldecirme algo que me produjo cierta risa.
-ahora esta perfecta -afirme buscando su boca con cierta necesidad -dejatelo al aire, no sangra y cicatrizará antes pequeña.
Mis ojos siguieron el trayecto de ese gajo de patata que ahora devoraba entre sus labios, mi boca volvió a entreabrirse imaginando otra cosa, resecos los relamí casi imitando su gesto.
Mi paciencia no conocía parangón en ese momento cuando lo único que deseaba era girarla y alzarle la falda para adentrarme en ese laberinto que parecía dispuesto a presentar batalla.
-¿atractivo? -reí de nuevo perdiéndome en su cuello, mordiéndolo suavemente mientras ascendía hacia el lóbulo de su oreja donde deposité un nuevo mordisco que se convirtió en beso.
-Si, tu -dije con sinceridad. Ciertamente me lo habían dicho muchas,como seguramente a ella muchos.
Me separé por un momento de su piel, celos, punzada de celos es lo que sentí inundar mi pecho y copar todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo tensándolos por completo.
-tu estas muy buena ¿cuantos te lo habrán dicho, lo habrán disfrutado? -dije con un deje molesto en mi voz enfrentando mi mirada azul en sus rasgados pardos.
Su dedo se paseo por mi rostro, mis labios se entreabrieron presos de esa caricia y mis ojos se cerraron complacidos por un momento tan intimo, logrando hacerme olvidar momentáneamente ese arranque posesivo.
Su mano se perdió en mi pecho, bajando despacio acompañada de sus ojos hasta mi ombligo, ladeé la sonrisa cuando habló de otras mujeres.
Me gustaba como sus dedos recorrían ahora mi espalda y el tatuaje que la cubría. Trazaba lineas finas con sus dedos por allí por donde no quedaba cubierto por las vendas, acariciando los distintos jirones de mi piel que contaban gestas pasadas, esas que algún día frente a la lumbre le contaría.
Rió como una niña al hablar de mi miembro, no pude evitar lamer sus labios adentrándome en ellos sediento, mi mano la atraía por la nuca dispuesta a no dejarla marchar nunca.
-¿lo comprobamos? -pregunté sonriendo con picardia sin desprenderme ni por un segundo de su boca. Mi lengua ávida de ella parecía fuego recorriendo cualquier inexplorado recoveco, respiraciones entrecortadas que chocaban cada vez que poníamos ínfima distancia para recobrar el aliento y mirarnos a los ojos, miradas que danzaban frente a la hoguera de nuestros cuerpos.
Aun me parecía un sueño tenerla allí, entre mis manos, su cintura se arqueaba amoldándose a estas mientras su cuerpo presionaba el mio necesitado de algo mas que comida por mucho que fuera eso lo que pidiera.
Hice un mohin infantil cuando dijo que primero comeríamos, beberíamos y fumaríamos..el resto lo dejó depositado en mi oreja como una promesa que solo los dioses sabrían si se cumpliría.
Suspiré contra su boca disconforme con el orden de las cosas, pero al parecer la egipcia llevaba la batuta así que me aparto para tomar asiento en la silla y yo me limité a gruñir con el ceño fruncido mientras recolocaba de nuevo mi desenfundada hombría.
Enarqué una ceja cuando dijo que era adictiva, conocía los riesgos de la droga de su cuerpo y a decir verdad no mentía en ninguna de esas afirmaciones que decía, quería mas, lo quería todo a decir verdad.
Me acerqué a su silla y la alcé para dejarla caer sobre mi regazo, mis dedos ágiles se perdieron por debajo de su falda acariciando aquella piel tersa, suave y tostada.
Con la otra mano le acerqué un trozo de carne en su salsa, esta abrió la boca y yo le manche la nariz de forma deliberada antes de dejar que con sus dientes la aprisionara. Reímos ambos mientras mi lengua limpio la mancha, mis dedos a mi boca con otro trozo y si seguimos durante un rato que se convirtió en complicidad para nosotros. Le hubiera preguntado tantas cosas, pero quizás me daba miedo la respuesta que bien podría jodernos la noche entera.
-Te deseo -confesé volviendo a buscar su boca, toda ella sabia a Egipto, a maderos a fuego. Nunca deseé nada con tanto ahincó, mis dedos ascendieron por la cara interna de su muslo, mi piel ardía contra la suya, mi virilidad presionaba sus glúteos.
-¡Por Odin, mujer! -renegué contra su boca mientras esta de nuevo se echaba a reír frente a mi ansiosa impaciencia.
Sirvió dos vasos de whysky y camino no precisamente en linea recta hasta el sofá, su risa era embriagadora y admito que yo ya no podía mas.
Cogí la botella, la pipa y el tabaco aromático y fui tras ella tomando asiento acoplando su cuerpo con el mio.
Tire de su cintura subiéndola a horcajadas, de nuevo mi hombría presionaba hambrienta su feminidad.
Divertida por mi situación me acercó el vaso de alcohol que llevé a mis labios sin dejar de mirar sus pardos por encima del vidrio.
-Ten cuidado no es cerveza, es fuerte -le advertí -solo me falta que bebas tanto que te me duermas -bromeé dándole un azote en el culo antes de echarme a reír -te he dicho que eres preciosa -susurré de nuevo impactando mi aliento contra el suyo.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Ahora ya estaba subida sobre la mesa del salón, su cuerpo entre mis piernas y estas encarcelándolo para que no se moviera de donde estaba, aunque ya sabía que no iba a hacerlo pues había sido él y no yo quien me había subido y dejado en aquella posición. Pareció que no se había percatado de la mano que llevaba vendada hasta que no la puse ante sus ojos y no tardó en cogerla para quitar la venda y ver como estaba la herida, ¿la verdad? Ahora con el alcohol que llevaba en el cuerpo no notaba nada de la herida, esta parecía que no sangraba ya y que la sangre que había manchado la venda estaba seca. No pude evitar reírme entre dientes cuando dijo que él, lo que tenía hambre, era de mí. Sí, lo sabía al notar su miembro presionando contra el centro de mí cuerpo, incluso hasta en ese estado podía notarlo con claridad.
Ante la pregunta de “¿qué harías sin mí?” respondí casi de forma automática y sin pensarlo realmente, “aburrirme” fue la respuesta que surcó mí mente cuando el quitaba la venda de mi mano para ver cómo estaba la herida de esta. No lo dije en voz alta mas mis ojos se quedaron observando cómo con delicadeza quitaba la venda de la mano. Sí, la respuesta había salido tan sola que hasta en cierto modo me dio miedo… había tenido unos días tan movidos y tan diferentes que en esta semana que llevaba con él había sido lo más divertido que había hecho en el último año. Todo más atrevido, sin pensar, sin medir… eran los días más “aventureros”, y divertidos que había tenido desde que tras capturarme aquel vampiro y casi llevarme a la muerte, en donde mí vida cambió y me centré realmente en lo que me dedicaba se refería. No tenía muchas emociones fuertes, el trabajo, la casa, una adolescente que me daba dolores de cabeza de vez en cuando, las amistades y poco más era en lo que se había tornado mí vida. Sin embargo no dije nada y preferí haber tenido la boquita cerrada en aquel momento.
Mis ojos lo observaron mientras él dejaba un beso en la herida como si fuera una niña pequeña, y antes de que pudiera quitar la mano echó alcohol en esta haciendo que lo maldijera con un “vikingo bastardo” que le hizo bastante gracia ya que comenzó a reírse. Me trataba como una niña pequeña y quizás fuera por el hecho de que había puesto un mohín como si fuera una, enarqué una ceja cuando sus labios buscaron los míos y me decía que la dejara secar para terminar con un “pequeña” que fue el motivo por el que ahora mí ceja estaba levantada y lo miraba de aquella forma.
-¿Pequeña? ¿Cuántos años crees que tengo? No creo que sea mucho más pequeña que tú, de hecho, dudo que me lleves tantos años como para que me llames de esa forma… a lo que, por cierto, ¿cuántos años tienes? –ante su respuesta y su segunda negativa de darme de comer fui yo quien cogí un gajo de patata y lo llevé a mí boca observando cómo de igual forma que lo hacía yo él pasaba la lengua también por su labio, a lo que yo sonreí por ello. Ahora estos estaban recorriendo mí cuello donde yo ladeé mí rostro para darle un mejor acceso, me mordí el labio ante el cosquilleo que me erizó la piel de sus labios por aquel lugar dejando que un leve jadeo escaparan de mis labios, donde terminó en mí oreja dejando un mordisco que terminó en beso. Como ya había supuesto no era la única que lo había encontrado atractivo aunque me dijera que solo se lo había dicho yo, si volviéramos a ver las jóvenes del barco y les preguntáramos sabría cuál sería la respuesta de cada una de ellas- Venga va, ¿ninguna de esas jóvenes del barco te dijo que eras atractivo? No me lo creo, vikingo –respondí con una sonrisa dejando pasar su pregunta de cuántos me lo habían dicho a mí y preferí no contestarle, viendo como se había puesto en mi casa era mejor pasar de eso ya que había notado el matiz que había desprendido su voz al decírmelo.
Su mano me acercó a él de la nuca mientras sus labios colisionaban con los míos y su lengua como buen explorador que era, y buen invasor, recorrió cada lugar de mí boca, presentó batalla con mí lengua y yo me dejé llevar por su necesidad palpable en cada aliento, en cada roce, en cada insinuación y presión que ejercía con su cuerpo sobre el mío. Pero necesitaba comer antes de seguir con aquello, antes de beber y de enseñarle a ese vikingo como se fumaba en mí tierra natal, por lo que bajé de la mesa viendo el mohín que ponía y dejando un mordisco en su labio antes de separarme y encaminarme hacia una de las sillas para comenzar a comer como mi estómago estaba exigiendo.
No duré sentada ni diez segundos cuando me levantó para sentarse él en la silla y dejarme a mí encima de él con una sonrisa divertida al ver que había accedido a mí petición, mis ojos observaron como me acercaba a los labios un trozo de carne con algo de salsa que antes dejó una mancha en mí nariz, que me hizo reír, para luego darme de comer como le había pedido. Una de sus manos se coló bajo aquel vestido que llevaba, ávida y necesitaba de mí piel y de mí cuerpo, y dejó unas caricias subiendo por mí pierna que me hicieron mirarlo de forma fija. Recorrido de fuego dejando una estela a su paso que abrasaba allí donde sus dedos tocaban, ahora fue mí turno de darle de comer entre juegos divertidos y excitantes que no hacían sino que aumentar aún más la tensión que había entre los dos.
Momentos de paz y tranquilidad cargados de risas, de desafíos, de juegos algo eróticos por como estábamos los dos, movimientos “inocentes” de mí parte que hacían jadear al vikingo para luego darle de comer, o dejar que él me diera a mí. Siempre había pensado que esos juegos, el dar de comer y que te dieran de comer era de lo más erótico, y en nuestra situación aún más. Di un sorbo a la jarra tras haber pasado un rato y la dejé en la mesa, ahora ya saciados de comida, hasta que contra mis labios volvió a repetir lo que yo ya sabía; que me deseaba. Reí contra sus labios notando sus dedos de nuevo sobre mí piel y mordí su labio inferior antes de levantare y coger dos vasos para llenarlos con whisky, podría decir que estaba mejor ahora que había comido un poco aunque el puntillo no lo había perdido y por supuesto que la comida no había bajado el ardor de todo mí cuerpo.
No era dada a beber alcohol, de hecho una simple jarra me había llevado a estar como estaba ahora así que no iba a probar demasiado de lo que había traído, se lo dejaría más bien para él. Me senté en el sofá aún con el vaso lleno hasta la mitad y noté que este se hundía a mí lado para pasar a estar ahora sentada de nuevo sobre el vikingo, salvo que aquella vez mis piernas en vez de juntas como antes en la silla estaban a cada lado de su cuerpo, y podía notar su miembro contra el centro de mí cuerpo, presionando.
-¿Tienes una espada ahí abajo… o es que te alegras de verme? –Broma típica, lo sabía, pero no pude evitar preguntarle para luego echarme a reír echando la cabeza hacia atrás para luego darle a él primero de beber porque yo no pensaba hacerlo demasiado. Me advirtió de que aquello no era cerveza, sino que era más fuerte y enarqué una ceja ante su comentario… iría con el puntillo, pero sabía lo que llevaba en la mano- Lo sé, sé que esto es más fuerte –di un leve sorbo e hice una mueca… por cosas como esa no era dada al alcohol. Ardía, quemaba mucho más que la cerveza y prefería ésta mil veces antes que aquello. Sonreí de lado al oír sus palabras e incliné mí rostro para morder su labio inferior, notando incluso así el sabor del alcohol en ellos- Oh, estoy segura de que encontrarías la manera y la forma más placentera de despertarme –lo miré con diversión a los ojos notando que volvía a azotarme el culo y jadeé por ello, para luego enredar mis dedos entre su pelo, tirar su cabeza hacia atrás y rotar mí cadera sobre su miembro una sola vez tensando su cuello- no vuelvas a azotarme de nuevo salvo que quieras ver a una Nai dominante, en cuyo caso, serías mí esclavo y yo me convertiría en tú ama para que cumplieras todas y cada una de mis órdenes –mis labios subían por su garganta desviándose por su cuello, con las palabras firmes dichas contra su piel hasta subir a su oreja- y te lo advierto, puedo ser muy, muy mala.... y castigarte –mordí el lóbulo con diversión y tiré de el- y con lo que te gusta darme órdenes… intuyo que recibirlas no te gusta nada, ¿verdad? –murmuré de forma provocativa para soltar su pelo y besar sus labios con una sonrisa ahora que parecía que había entendido la amenaza en forma de provocación que le había dado- Dime vikingo, ¿te han despertado alguna vez… a base de placer? –Mí mirada subió a la suya con diversión y mí mano libre se paseó por su pecho colando una mano bajo la camisa que llevaba y recorriendo su piel con las yemas de mis dedos- Ya sabes… una boca lamiendo y succionando tú miembro, o una mano juguetona en su lugar –reí entre dientes con mis labios sobre los suyos, y mis dedos subiendo por su piel cálida a mí tacto. Por suerte el vestido blanco que llevaba de la otra noche, que era bastante ligero y fresco, era amplio y no ceñido para darme libertad de movimientos- hundiéndose o hundiéndote en el interior de alguien –murmuré contra sus labios- al principio no notas el placer, no notas nada… pero conforme la cosa avanza entre sueños te mueves, murmuras, jadeas y crees que es un sueño –mis labios seguían sobre los suyos, mordiendo, a veces succionando mientras seguía hablando- solo cuando el placer es máximo despiertas entre gemidos, desorientado… pero lleno de placer –moví mi cadera para que se rozara contra su miembro y jadeé de nuevo contra sus labios, terminando por besarlo para luego que nuestras respiraciones chocaran agitadas- es la mejor forma de despertarse –me estaba divirtiendo con aquello, hacía tiempo que no jugaba de esa forma tan distendida que lo estaba disfrutando bastante, sabía que él no aguantaría mucho más así que decidí darle una tregua por el momento- Si me duermo… ya sabes como despertarme –reí para quitarme de encima dándole el vaso y que lo cogiera, cogí la pipa de agua, la llené con esta, puse todo lo necesario y me senté otra vez encima de él tal y como había estado esta vez con la pipa encendida- ¿Querías que te enseñara, no? Observa –cogí la manguera con mí mano y l acerqué a mí boca la boquilla para comenzar a fumar con la pipa al lado de nosotros en el sofá, viendo que todo funcionaba bien. Separé mí boca de la boquilla y exhalé el vaho notando que el tabaco sabía a frutas del bosque y lo miré con una sonrisa- ¿quieres probar tú? –Le iba a dar a él pero preferí volver a darle yo de nuevo, y al terminar acerqué mí boca a la suya y exhalé el aire sobre sus labios dándole ahora para que probara él, lanzando una sonrisa por sus palabras- Sí, me lo acabas de decir ahora –respondí ante que era preciosa haciendo que riera.
Estuvimos un buen rato de esa manera, él mayormente bebiendo mientras yo me dedicaba más a fumar de la pipa y tirarle el vaho, o dándole para que fumara él notando el sabor que le daba el tabaco que, combinado en el alcohol, era una mezcla bastante peligrosa. No sé el tiempo que estuvimos así entre risas, miradas, besos, provocaciones por parte de ambos, alientos entrechocados, cuerpos que se buscaban para seguir con todo aquel juego peligroso, excitante y premeditado que estábamos llevando a cabo. Poco quedaba de la pipa y consideré que ya habíamos bebido bastante, yo seguía con el puntillo y él ya me había alcanzado de nuevo aunque había bebido más que yo y seguía igual, apenas sin inmutarse y con una tolerancia al alcohol que ahora entendía por qué podía beberse las jarras como se las bebía si llevaba haciendo aquello desde los 9 años.
Mis manos ya se estaban perdiendo por debajo de su camisa que ahora veía más como un estorbo que como otra cosa, notaba las vendas que le había puesto en su pecho y mis manos recorrían con mis uñas en una caricia algo más sentida su pecho, llevando cuidado con las heridas que tenía. Mí boca arrasó con la suya dejando a un lado la pipa, el alcohol y cualquier cosa que no fuera él o su cuerpo. Aún seguía el dilema vigente en mí mente pero mí cuerpo, todo mí cuerpo me pedía a gritos que lo buscara y que le dejara tomarme, ¿y por qué no? Bastante le había negado en todos aquellos días y me apetecía perderme en su cuerpo, y que él se perdiera en el mío. Sus manos ya no estaban quietas y recorrían mis costados, mí espalda, se enredaban en los rizos de mí pelo, me apretaban contra él en una clara necesidad que era palpable para ambos. Nuestros cuerpos nos pedían a gritos tocar ya piel con piel y empezar a deleitarnos, y yo no podía pensar en nada más que en dejar que aquel vikingo me devorara como estaba segura que iba a hacer en cuando abriera la boca, y dijera las palabras que quería oír. Jadeé al separarme para coger aire y lo primero que hice fue elevar mis manos por sus costados y quitarle la camisa. Su pecho subía y bajaba con rapidez, el mío también, mis ojos en sus azules y viceversa. Mí mano acarició su pecho justo por el centro y la otra mano fue a parar a su mentón dejando que un dedo recorriera sus labios, y sonreí contra estos.
-Llévame arriba –susurré en una invitación más que clara que sabía que él no iba a tardar en cumplir, de hecho, sabía que no le iba a costar mucho procesarla antes de alzarme y subirme tal como estaba sin separar nuestros cuerpos ni un ápice, seguramente es lo que hiciera porque no le veía la intención de separar nuestros cuerpos ahora que se habían juntado.
Ante la pregunta de “¿qué harías sin mí?” respondí casi de forma automática y sin pensarlo realmente, “aburrirme” fue la respuesta que surcó mí mente cuando el quitaba la venda de mi mano para ver cómo estaba la herida de esta. No lo dije en voz alta mas mis ojos se quedaron observando cómo con delicadeza quitaba la venda de la mano. Sí, la respuesta había salido tan sola que hasta en cierto modo me dio miedo… había tenido unos días tan movidos y tan diferentes que en esta semana que llevaba con él había sido lo más divertido que había hecho en el último año. Todo más atrevido, sin pensar, sin medir… eran los días más “aventureros”, y divertidos que había tenido desde que tras capturarme aquel vampiro y casi llevarme a la muerte, en donde mí vida cambió y me centré realmente en lo que me dedicaba se refería. No tenía muchas emociones fuertes, el trabajo, la casa, una adolescente que me daba dolores de cabeza de vez en cuando, las amistades y poco más era en lo que se había tornado mí vida. Sin embargo no dije nada y preferí haber tenido la boquita cerrada en aquel momento.
Mis ojos lo observaron mientras él dejaba un beso en la herida como si fuera una niña pequeña, y antes de que pudiera quitar la mano echó alcohol en esta haciendo que lo maldijera con un “vikingo bastardo” que le hizo bastante gracia ya que comenzó a reírse. Me trataba como una niña pequeña y quizás fuera por el hecho de que había puesto un mohín como si fuera una, enarqué una ceja cuando sus labios buscaron los míos y me decía que la dejara secar para terminar con un “pequeña” que fue el motivo por el que ahora mí ceja estaba levantada y lo miraba de aquella forma.
-¿Pequeña? ¿Cuántos años crees que tengo? No creo que sea mucho más pequeña que tú, de hecho, dudo que me lleves tantos años como para que me llames de esa forma… a lo que, por cierto, ¿cuántos años tienes? –ante su respuesta y su segunda negativa de darme de comer fui yo quien cogí un gajo de patata y lo llevé a mí boca observando cómo de igual forma que lo hacía yo él pasaba la lengua también por su labio, a lo que yo sonreí por ello. Ahora estos estaban recorriendo mí cuello donde yo ladeé mí rostro para darle un mejor acceso, me mordí el labio ante el cosquilleo que me erizó la piel de sus labios por aquel lugar dejando que un leve jadeo escaparan de mis labios, donde terminó en mí oreja dejando un mordisco que terminó en beso. Como ya había supuesto no era la única que lo había encontrado atractivo aunque me dijera que solo se lo había dicho yo, si volviéramos a ver las jóvenes del barco y les preguntáramos sabría cuál sería la respuesta de cada una de ellas- Venga va, ¿ninguna de esas jóvenes del barco te dijo que eras atractivo? No me lo creo, vikingo –respondí con una sonrisa dejando pasar su pregunta de cuántos me lo habían dicho a mí y preferí no contestarle, viendo como se había puesto en mi casa era mejor pasar de eso ya que había notado el matiz que había desprendido su voz al decírmelo.
Su mano me acercó a él de la nuca mientras sus labios colisionaban con los míos y su lengua como buen explorador que era, y buen invasor, recorrió cada lugar de mí boca, presentó batalla con mí lengua y yo me dejé llevar por su necesidad palpable en cada aliento, en cada roce, en cada insinuación y presión que ejercía con su cuerpo sobre el mío. Pero necesitaba comer antes de seguir con aquello, antes de beber y de enseñarle a ese vikingo como se fumaba en mí tierra natal, por lo que bajé de la mesa viendo el mohín que ponía y dejando un mordisco en su labio antes de separarme y encaminarme hacia una de las sillas para comenzar a comer como mi estómago estaba exigiendo.
No duré sentada ni diez segundos cuando me levantó para sentarse él en la silla y dejarme a mí encima de él con una sonrisa divertida al ver que había accedido a mí petición, mis ojos observaron como me acercaba a los labios un trozo de carne con algo de salsa que antes dejó una mancha en mí nariz, que me hizo reír, para luego darme de comer como le había pedido. Una de sus manos se coló bajo aquel vestido que llevaba, ávida y necesitaba de mí piel y de mí cuerpo, y dejó unas caricias subiendo por mí pierna que me hicieron mirarlo de forma fija. Recorrido de fuego dejando una estela a su paso que abrasaba allí donde sus dedos tocaban, ahora fue mí turno de darle de comer entre juegos divertidos y excitantes que no hacían sino que aumentar aún más la tensión que había entre los dos.
Momentos de paz y tranquilidad cargados de risas, de desafíos, de juegos algo eróticos por como estábamos los dos, movimientos “inocentes” de mí parte que hacían jadear al vikingo para luego darle de comer, o dejar que él me diera a mí. Siempre había pensado que esos juegos, el dar de comer y que te dieran de comer era de lo más erótico, y en nuestra situación aún más. Di un sorbo a la jarra tras haber pasado un rato y la dejé en la mesa, ahora ya saciados de comida, hasta que contra mis labios volvió a repetir lo que yo ya sabía; que me deseaba. Reí contra sus labios notando sus dedos de nuevo sobre mí piel y mordí su labio inferior antes de levantare y coger dos vasos para llenarlos con whisky, podría decir que estaba mejor ahora que había comido un poco aunque el puntillo no lo había perdido y por supuesto que la comida no había bajado el ardor de todo mí cuerpo.
No era dada a beber alcohol, de hecho una simple jarra me había llevado a estar como estaba ahora así que no iba a probar demasiado de lo que había traído, se lo dejaría más bien para él. Me senté en el sofá aún con el vaso lleno hasta la mitad y noté que este se hundía a mí lado para pasar a estar ahora sentada de nuevo sobre el vikingo, salvo que aquella vez mis piernas en vez de juntas como antes en la silla estaban a cada lado de su cuerpo, y podía notar su miembro contra el centro de mí cuerpo, presionando.
-¿Tienes una espada ahí abajo… o es que te alegras de verme? –Broma típica, lo sabía, pero no pude evitar preguntarle para luego echarme a reír echando la cabeza hacia atrás para luego darle a él primero de beber porque yo no pensaba hacerlo demasiado. Me advirtió de que aquello no era cerveza, sino que era más fuerte y enarqué una ceja ante su comentario… iría con el puntillo, pero sabía lo que llevaba en la mano- Lo sé, sé que esto es más fuerte –di un leve sorbo e hice una mueca… por cosas como esa no era dada al alcohol. Ardía, quemaba mucho más que la cerveza y prefería ésta mil veces antes que aquello. Sonreí de lado al oír sus palabras e incliné mí rostro para morder su labio inferior, notando incluso así el sabor del alcohol en ellos- Oh, estoy segura de que encontrarías la manera y la forma más placentera de despertarme –lo miré con diversión a los ojos notando que volvía a azotarme el culo y jadeé por ello, para luego enredar mis dedos entre su pelo, tirar su cabeza hacia atrás y rotar mí cadera sobre su miembro una sola vez tensando su cuello- no vuelvas a azotarme de nuevo salvo que quieras ver a una Nai dominante, en cuyo caso, serías mí esclavo y yo me convertiría en tú ama para que cumplieras todas y cada una de mis órdenes –mis labios subían por su garganta desviándose por su cuello, con las palabras firmes dichas contra su piel hasta subir a su oreja- y te lo advierto, puedo ser muy, muy mala.... y castigarte –mordí el lóbulo con diversión y tiré de el- y con lo que te gusta darme órdenes… intuyo que recibirlas no te gusta nada, ¿verdad? –murmuré de forma provocativa para soltar su pelo y besar sus labios con una sonrisa ahora que parecía que había entendido la amenaza en forma de provocación que le había dado- Dime vikingo, ¿te han despertado alguna vez… a base de placer? –Mí mirada subió a la suya con diversión y mí mano libre se paseó por su pecho colando una mano bajo la camisa que llevaba y recorriendo su piel con las yemas de mis dedos- Ya sabes… una boca lamiendo y succionando tú miembro, o una mano juguetona en su lugar –reí entre dientes con mis labios sobre los suyos, y mis dedos subiendo por su piel cálida a mí tacto. Por suerte el vestido blanco que llevaba de la otra noche, que era bastante ligero y fresco, era amplio y no ceñido para darme libertad de movimientos- hundiéndose o hundiéndote en el interior de alguien –murmuré contra sus labios- al principio no notas el placer, no notas nada… pero conforme la cosa avanza entre sueños te mueves, murmuras, jadeas y crees que es un sueño –mis labios seguían sobre los suyos, mordiendo, a veces succionando mientras seguía hablando- solo cuando el placer es máximo despiertas entre gemidos, desorientado… pero lleno de placer –moví mi cadera para que se rozara contra su miembro y jadeé de nuevo contra sus labios, terminando por besarlo para luego que nuestras respiraciones chocaran agitadas- es la mejor forma de despertarse –me estaba divirtiendo con aquello, hacía tiempo que no jugaba de esa forma tan distendida que lo estaba disfrutando bastante, sabía que él no aguantaría mucho más así que decidí darle una tregua por el momento- Si me duermo… ya sabes como despertarme –reí para quitarme de encima dándole el vaso y que lo cogiera, cogí la pipa de agua, la llené con esta, puse todo lo necesario y me senté otra vez encima de él tal y como había estado esta vez con la pipa encendida- ¿Querías que te enseñara, no? Observa –cogí la manguera con mí mano y l acerqué a mí boca la boquilla para comenzar a fumar con la pipa al lado de nosotros en el sofá, viendo que todo funcionaba bien. Separé mí boca de la boquilla y exhalé el vaho notando que el tabaco sabía a frutas del bosque y lo miré con una sonrisa- ¿quieres probar tú? –Le iba a dar a él pero preferí volver a darle yo de nuevo, y al terminar acerqué mí boca a la suya y exhalé el aire sobre sus labios dándole ahora para que probara él, lanzando una sonrisa por sus palabras- Sí, me lo acabas de decir ahora –respondí ante que era preciosa haciendo que riera.
Estuvimos un buen rato de esa manera, él mayormente bebiendo mientras yo me dedicaba más a fumar de la pipa y tirarle el vaho, o dándole para que fumara él notando el sabor que le daba el tabaco que, combinado en el alcohol, era una mezcla bastante peligrosa. No sé el tiempo que estuvimos así entre risas, miradas, besos, provocaciones por parte de ambos, alientos entrechocados, cuerpos que se buscaban para seguir con todo aquel juego peligroso, excitante y premeditado que estábamos llevando a cabo. Poco quedaba de la pipa y consideré que ya habíamos bebido bastante, yo seguía con el puntillo y él ya me había alcanzado de nuevo aunque había bebido más que yo y seguía igual, apenas sin inmutarse y con una tolerancia al alcohol que ahora entendía por qué podía beberse las jarras como se las bebía si llevaba haciendo aquello desde los 9 años.
Mis manos ya se estaban perdiendo por debajo de su camisa que ahora veía más como un estorbo que como otra cosa, notaba las vendas que le había puesto en su pecho y mis manos recorrían con mis uñas en una caricia algo más sentida su pecho, llevando cuidado con las heridas que tenía. Mí boca arrasó con la suya dejando a un lado la pipa, el alcohol y cualquier cosa que no fuera él o su cuerpo. Aún seguía el dilema vigente en mí mente pero mí cuerpo, todo mí cuerpo me pedía a gritos que lo buscara y que le dejara tomarme, ¿y por qué no? Bastante le había negado en todos aquellos días y me apetecía perderme en su cuerpo, y que él se perdiera en el mío. Sus manos ya no estaban quietas y recorrían mis costados, mí espalda, se enredaban en los rizos de mí pelo, me apretaban contra él en una clara necesidad que era palpable para ambos. Nuestros cuerpos nos pedían a gritos tocar ya piel con piel y empezar a deleitarnos, y yo no podía pensar en nada más que en dejar que aquel vikingo me devorara como estaba segura que iba a hacer en cuando abriera la boca, y dijera las palabras que quería oír. Jadeé al separarme para coger aire y lo primero que hice fue elevar mis manos por sus costados y quitarle la camisa. Su pecho subía y bajaba con rapidez, el mío también, mis ojos en sus azules y viceversa. Mí mano acarició su pecho justo por el centro y la otra mano fue a parar a su mentón dejando que un dedo recorriera sus labios, y sonreí contra estos.
-Llévame arriba –susurré en una invitación más que clara que sabía que él no iba a tardar en cumplir, de hecho, sabía que no le iba a costar mucho procesarla antes de alzarme y subirme tal como estaba sin separar nuestros cuerpos ni un ápice, seguramente es lo que hiciera porque no le veía la intención de separar nuestros cuerpos ahora que se habían juntado.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Juntos, sentenciandonos a muerte con las miradas nos dejamos embriagar no solo por el alcohol que corría desaforado por nuestras venas si no por el deseo que despertaba el cuerpo ajeno en el otro.
Nuestras respiraciones entrechocaban frente a nuestros labios, roce de la nariz que se convertía en caricia y la risa en complicidad que azuzaba a las palabras a salir y ser pronunciadas por nuestros labios tentando al otro a encontrarlos.
Ladeé la sonrisa al sentir sus dedos enredarse en mi pelo, un tirón basto para arrancarme un jadeo forzándome a alzar el cuello dándole acceso a mi piel.
-Maña prometo despertarte -susurré con la respiración entrecortada al tiempo que su aliento me incineraba y sus palabras me arrastraban al infierno sediento de devastarla por dentro.
Me excitaba que cambiaran los roles, ahora ella parecía dispuesta a convertirse en el arma, en la cruenta hacha que se alza en la batalla mientras yo seria el esclavo si es que no lo había sido durante ya todo este tiempo de su cuerpo, ese que me prometía mil gestas ganadas y yo estaba dispuesto a perderles entre sus piernas.
-Castígame -gruñí dejando escapar el aire cuando esta soltó mi pelo para que de nuevo nuestras bocas se encarnizaran en un nuevo y desafiante duelo.
De nuevo sonrió, creo que entendía el juego a la perfección, era obvio que mi hombría contra su intimidad de alegraba mas de la cuenta de verla, lo que le dio la seguridad para lanzarme la siguiente pregunta, una que no dudé en responder.
-Si, alguien parecida a ti tendía a despertarme así, ronroneaba contra mi cuello como una gata, sus piernas se convertían en mi prisión, sus manos eran mambas negras, aun no he logrado quitar de mi piel la ponzoña de estas y no le costaba demasiado lograr que mi hombría la buscara sedienta, daba igual lo herido, lo cansado, o lo hambriento que estuviera esa mujer se convirtió en mi dueña y yo..-guardé silencio hundiendo mi mirada en sus pardos, nunca confesé mis sentimientos por Naitiri, en un mundo donde la guerra es tu sino y la mujer que amas una inmortal que solo esta en tu vida de paso pues no es el norte su destino. Hablar de amor es una gesta demasiado complicada para un hombre carente de expresarse bien con palabras..luego llegaron los manuscritos...el viaje en el tiempo y no vino a despedirse, intuía que esto era lo mas cerca que podría estar de ella. Ese pudo serlo todo y no fue, quizás a mi vuelta Naitiri ya no estaría en palacio y yo tendría que aprender a despertar sin su olor a grosellas, a madero y a fuego. Así era la vida del guerrero y mi lealtad estaba para con el norte y sus gentes, esa gesta era mi prioridad, mi hogar.
Nai tras derrumbar si es que quedaba alguna de mis defensas en pie con aquellas palabras que dejo servidas sobre mi oído, bajo de mi regazo para encender la pipa que le había regalado.
La contemplé con curiosidad, no precisamente “curiosidad” era lo que sentía, pues mis ojos como los de un halcón sobrevolaban sus turgentes pechos que subían y bajaban descarriados motivados por el vaivén del pecho y como no, de sus dos labios que eran el fruto mas delicioso jamas probado.
Esos que acercó de forma provocadora a la boquilla de la pipa para dar una calada y comprobar que funcionaba.
Me relamí los labios cuando volvió a copar mi hombría sentándose a horcajadas, mi sonrisa murió provocadora en sus labios.
-¿la echabas de menos? -pregunté hundiendo mis azules en sus avellanas rasgadas.
Me acercó la pipa para que probará, mas al parecer cambio de planes pues de nuevo su boca acaparó la manguera para después acercarse juguetona a mis labios que se entreabrieron para ella dejando que el humo entrara en ellos y saliera lento por los huecos que dejaron nuestras bocas al enredarse en un delicioso beso mezcla de alcohol, humo y nosotros.
Jadeé contra su labios, lamiéndolos con descaro, aquel juego cada vez era mas excitante, mas peligroso y los dos respirábamos de forma pesada contra el otro presos de una necesidad que se evidenciaba en cada roce, en como los cuerpos se presionaban encajando de un modo ya demasiado necesitado. La ropa estorbaba, sus manos se paseaban por deajo de mi camisa mientras el juego se repetía, las caricias se hacían fuego y nuestros labios no dejaban ni un solo rincón por explorar del laberinto de nuestras bocas.
-No puedo mas -confesé cerrando un instante los ojos empujando sus caderas contra mi hombría, demostrándole que de seguir así, la tela de mi pantalón y sus bragas desaparecería solo de la incandescente erosión que provocaban nuestros roces.
“llévame arriba”
No acabó la frase cuando mis manos acapararon sus nalgas, la alce esta vez si colisionando de forma salvaje contra su boca, risa ebria que escapo de ella la sentir mi impaciencia, lengua que surco el mar calmo que en forma de olas reto a mi fuego a seguir la dirección del faro.
Jadeos que sonaban a viento mientras las escaleras se convertían en fina arena y nuestros cuerpos en barcos a la deriva sin timón, ni ancla, ni remos.
La tempestad se cernió contra la puerta de la habitación donde su espalda entrechocó. Ávida mi boca de mas, surco su mandíbula, su mentón ,el cuello, su esternón donde dejé un mordisco. Quería todo, necesitaba mas y sus jadeos uniéndose a los míos no se hicieron de esperar.
-Te deseo Nai
Mis caderas la embestían, sus piernas se abrían y la ropa era tan molesta que se convirtió en una frontera que pronto me encargue de desquebrajar.
De mi cinto una daga, acaricié su piel por la espalda, las cintas cedían bajo su afilada hoja, el corsé se desprendía de su piel y a cambio mis labios buscaron sus montañas dispuesto a coronarlas.
Su pezones dibujaron la comisura de mis labios endureciéndose antes de ser succionados por mi cálida boca.
Gélido el filo que sajo el cierre de la falda, tela que calló al suelo nada mas deje que la dama bajara sus piernas apoyando los pies en el suelo.
Desnuda, su piel tostada era un reclamo para cualquier dios, dudaba que fuera una mujer y no una valquiria cincelada por el mismo Odin para mi perdición en el mundo de los vivos y mi maldición en el Valhalla.
Me dejé caer de rodillas frente a ella, pensaba hacerla gozar aquella noche, no iba a olvidar lo que era un hombre del norte, pues yo jamas olvidaría lo que era una egipcia.
Exhalé el aire ronco contra su sexo húmedo, mis ojos se alzaron perdiéndose en sus brillantes pardos, ladeé la sonrisa antes de hundir mi cabeza en su sexo, sus piernas se entreabrieron, sus dedos se enredaron en mi pelo mientras su boca gemía logrando llevarme a un punto en el que su placer se había trasformado en el mio.
-Sabe muy bien -susurré contra su feminidad, volviendo a jugar con el boton que contra mi boca la obligaba a mover las caderas para chocar con mi lengua.
Nuestras respiraciones entrechocaban frente a nuestros labios, roce de la nariz que se convertía en caricia y la risa en complicidad que azuzaba a las palabras a salir y ser pronunciadas por nuestros labios tentando al otro a encontrarlos.
Ladeé la sonrisa al sentir sus dedos enredarse en mi pelo, un tirón basto para arrancarme un jadeo forzándome a alzar el cuello dándole acceso a mi piel.
-Maña prometo despertarte -susurré con la respiración entrecortada al tiempo que su aliento me incineraba y sus palabras me arrastraban al infierno sediento de devastarla por dentro.
Me excitaba que cambiaran los roles, ahora ella parecía dispuesta a convertirse en el arma, en la cruenta hacha que se alza en la batalla mientras yo seria el esclavo si es que no lo había sido durante ya todo este tiempo de su cuerpo, ese que me prometía mil gestas ganadas y yo estaba dispuesto a perderles entre sus piernas.
-Castígame -gruñí dejando escapar el aire cuando esta soltó mi pelo para que de nuevo nuestras bocas se encarnizaran en un nuevo y desafiante duelo.
De nuevo sonrió, creo que entendía el juego a la perfección, era obvio que mi hombría contra su intimidad de alegraba mas de la cuenta de verla, lo que le dio la seguridad para lanzarme la siguiente pregunta, una que no dudé en responder.
-Si, alguien parecida a ti tendía a despertarme así, ronroneaba contra mi cuello como una gata, sus piernas se convertían en mi prisión, sus manos eran mambas negras, aun no he logrado quitar de mi piel la ponzoña de estas y no le costaba demasiado lograr que mi hombría la buscara sedienta, daba igual lo herido, lo cansado, o lo hambriento que estuviera esa mujer se convirtió en mi dueña y yo..-guardé silencio hundiendo mi mirada en sus pardos, nunca confesé mis sentimientos por Naitiri, en un mundo donde la guerra es tu sino y la mujer que amas una inmortal que solo esta en tu vida de paso pues no es el norte su destino. Hablar de amor es una gesta demasiado complicada para un hombre carente de expresarse bien con palabras..luego llegaron los manuscritos...el viaje en el tiempo y no vino a despedirse, intuía que esto era lo mas cerca que podría estar de ella. Ese pudo serlo todo y no fue, quizás a mi vuelta Naitiri ya no estaría en palacio y yo tendría que aprender a despertar sin su olor a grosellas, a madero y a fuego. Así era la vida del guerrero y mi lealtad estaba para con el norte y sus gentes, esa gesta era mi prioridad, mi hogar.
Nai tras derrumbar si es que quedaba alguna de mis defensas en pie con aquellas palabras que dejo servidas sobre mi oído, bajo de mi regazo para encender la pipa que le había regalado.
La contemplé con curiosidad, no precisamente “curiosidad” era lo que sentía, pues mis ojos como los de un halcón sobrevolaban sus turgentes pechos que subían y bajaban descarriados motivados por el vaivén del pecho y como no, de sus dos labios que eran el fruto mas delicioso jamas probado.
Esos que acercó de forma provocadora a la boquilla de la pipa para dar una calada y comprobar que funcionaba.
Me relamí los labios cuando volvió a copar mi hombría sentándose a horcajadas, mi sonrisa murió provocadora en sus labios.
-¿la echabas de menos? -pregunté hundiendo mis azules en sus avellanas rasgadas.
Me acercó la pipa para que probará, mas al parecer cambio de planes pues de nuevo su boca acaparó la manguera para después acercarse juguetona a mis labios que se entreabrieron para ella dejando que el humo entrara en ellos y saliera lento por los huecos que dejaron nuestras bocas al enredarse en un delicioso beso mezcla de alcohol, humo y nosotros.
Jadeé contra su labios, lamiéndolos con descaro, aquel juego cada vez era mas excitante, mas peligroso y los dos respirábamos de forma pesada contra el otro presos de una necesidad que se evidenciaba en cada roce, en como los cuerpos se presionaban encajando de un modo ya demasiado necesitado. La ropa estorbaba, sus manos se paseaban por deajo de mi camisa mientras el juego se repetía, las caricias se hacían fuego y nuestros labios no dejaban ni un solo rincón por explorar del laberinto de nuestras bocas.
-No puedo mas -confesé cerrando un instante los ojos empujando sus caderas contra mi hombría, demostrándole que de seguir así, la tela de mi pantalón y sus bragas desaparecería solo de la incandescente erosión que provocaban nuestros roces.
“llévame arriba”
No acabó la frase cuando mis manos acapararon sus nalgas, la alce esta vez si colisionando de forma salvaje contra su boca, risa ebria que escapo de ella la sentir mi impaciencia, lengua que surco el mar calmo que en forma de olas reto a mi fuego a seguir la dirección del faro.
Jadeos que sonaban a viento mientras las escaleras se convertían en fina arena y nuestros cuerpos en barcos a la deriva sin timón, ni ancla, ni remos.
La tempestad se cernió contra la puerta de la habitación donde su espalda entrechocó. Ávida mi boca de mas, surco su mandíbula, su mentón ,el cuello, su esternón donde dejé un mordisco. Quería todo, necesitaba mas y sus jadeos uniéndose a los míos no se hicieron de esperar.
-Te deseo Nai
Mis caderas la embestían, sus piernas se abrían y la ropa era tan molesta que se convirtió en una frontera que pronto me encargue de desquebrajar.
De mi cinto una daga, acaricié su piel por la espalda, las cintas cedían bajo su afilada hoja, el corsé se desprendía de su piel y a cambio mis labios buscaron sus montañas dispuesto a coronarlas.
Su pezones dibujaron la comisura de mis labios endureciéndose antes de ser succionados por mi cálida boca.
Gélido el filo que sajo el cierre de la falda, tela que calló al suelo nada mas deje que la dama bajara sus piernas apoyando los pies en el suelo.
Desnuda, su piel tostada era un reclamo para cualquier dios, dudaba que fuera una mujer y no una valquiria cincelada por el mismo Odin para mi perdición en el mundo de los vivos y mi maldición en el Valhalla.
Me dejé caer de rodillas frente a ella, pensaba hacerla gozar aquella noche, no iba a olvidar lo que era un hombre del norte, pues yo jamas olvidaría lo que era una egipcia.
Exhalé el aire ronco contra su sexo húmedo, mis ojos se alzaron perdiéndose en sus brillantes pardos, ladeé la sonrisa antes de hundir mi cabeza en su sexo, sus piernas se entreabrieron, sus dedos se enredaron en mi pelo mientras su boca gemía logrando llevarme a un punto en el que su placer se había trasformado en el mio.
-Sabe muy bien -susurré contra su feminidad, volviendo a jugar con el boton que contra mi boca la obligaba a mover las caderas para chocar con mi lengua.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
- Mensajes : 417
Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Placer, diversión, juegos, risas, calor… esas eran las palabras perfectas que podían describir aquel momento que estábamos teniendo. Hacía tiempo que no jugaba de esa forma, hacía tiempo que no dejaba que nadie jugara conmigo y con mí cuerpo y mucho menos que llegara siquiera a rozarme… había pasado una época de mí vida donde eso era a lo que me dedicaba, a fingir, a hacer creer que deseaba cuando no era así y tras pasar aquello del vampiro en el que mí vida dio un vuelvo de ciento ochenta grados, muchas cosas habían cambiado. Por supuesto lo primero que hice fue pagar esa deuda que debía para poder ser libre y decidir por mí misma mí propio camino, me costó tener el trabajo que ahora tenía pero era uno que me gustaba, que me llenaba sin necesidad de que ningún hombre o alguna mujer tocara mí cuerpo. Sin duda alguna una satisfacción mucho más diferente que la que tenía antaño.
Me estaba divirtiendo bastante con el vikingo, quizás también era por el hecho de que el alcohol que había ingerido y que me había puesto en ese puntillo facilitaba las cosas y no dejaba que mí raciocinio pensara con claridad, como si lo nublara y lo turbara y la pasión y el deseo cedieran y ganaran el terreno. Ahora lo tenía bajo mí cuerpo, presionándome de esa forma mientras me buscaba, sus ojos puestos en los míos, en todo mí cuerpo, igual que hacía con sus manos. Sus labios buscando y arrasando con los míos… todo incitaba a dejarme llevar, después de tanto tiempo sentía la necesidad de dejarme llevar por el placer ahora sabiendo que yo, y solamente yo, era la dueña que decía si quería seguir o no.
Reí con mí mano en su pelo tirando su rostro hacia atrás dejando su cuello tenso, sabía que iba a tener ese efecto sobre él y eso me complació al ver su respuesta, al ver que pedía que lo castigara aun cuando le había advertido que podía ser muy mala con él, como si en el fondo estuviera deseando que lo castigara y que tomara el control. Me mordí el labio por ello y por esa vez lo dejé pasar, mordiendo su labio al decirme que me despertaría por la mañana con una sonrisa ladeada, como si me hubiera hecho una promesa cargada de placer… quizás es que sí lo había hecho. Nuestros labios volvieron a unirse de nuevo en un beso de fuego que lo arrasaba todo a su paso. Mis ojos se elevaron buscando los suyos cuando me respondió a la pregunta y sonreí, mordiendo su labio inferior dejando que mí aliento chocara contra este al hablar.
-Las mujeres somos peligrosas, vikingo. Una vez que nos apoderamos de un hombre y lo hacemos caer en nuestra tentación… es su perdición. Cuesta quitar los restos de la piel, del cuerpo, de la memoria… por eso te digo que yo soy peligrosa y adictiva, pero no estás dispuesto a hacerme caso ¿verdad? –Reí contra sus labios dispuesta a seguir con aquello y alargar el juego todo lo que pudiéramos, todo lo que aquel vikingo aguantara. ¿Cuánto aguantaría antes de terminar con el juego y empezar de verdad? Porque sí, el se estaba divirtiendo y yo también, pero esto lo único que hacía era calentar aún más nuestros cuerpos pero no dejar que terminaran por estallar y consumirse, calcinarse el uno en el otro… era una tortura, una muy placentera que los dos por alguna extraña razón estábamos alargando más de la cuenta. Quizás fuera por el momento, por la complicidad o una mezcla de todo que nos dejaba y nos llevaba a ese estado y yo, sin duda alguna no iba a quejarme para nada.
Como si no tuviéramos suficiente con aquello y ya que había comprado la pipa de agua decidí darle uso y enseñarle tal y como me había pedido a fumar, y eso fue lo que hicimos durante un buen rato en la que los juegos se seguían continuando, las provocaciones, las ganas… todo nos hacía querer mucho más de lo que teníamos pero que ambos sabíamos que de seguir así íbamos a terminar por quemarnos. Quizás era lo que buscábamos; quemarnos en el cuerpo ajeno. Yo ya había tomado la decisión de perderme y dejarme llevar, ¿por qué no? Hacía tiempo que no lo hacía, hacía tiempo que nadie me ponía en esa tesitura y me hacía perder la cabeza y la razón, y en que mí cuerpo deseara tanto algo. Debía de permitirme sentir y sentirlo, dejarme llevar, olvidarme de todo y perdernos en el placer… y era precisamente lo que íbamos a hacer. Reí contra sus labios cuando me dijo que no puedo más, bastante había aguantado con mis juegos y tuve que reconocérselo, por ese mismo motivo sabía que en cuanto dijera las dos palabras que estaban cruzando mí mente no iba a perder el tiempo… y así fue.
Sus manos me elevaron junto con él al mismo tiempo, su boca se estrelló contra la mía devorándome en aquel beso en el que su lengua presentaba batalla en mí boca y reí por la impaciencia que denotaba. No le costó demasiado subir las escaleras que nos llevaron a la parte de arriba y mis piernas se enredaron en su cintura haciendo un agarre sobre esta no solo para no caerme, sino para que mí cuerpo no se separara del suyo como si con ellas lo encarcelara. Una vez arriba mí espalda chocó contra la puerta de la habitación, y en vez de abrirla, siguió besándome en aquel lugar al mismo tiempo que sus caderas se movían contra el centro de mí cuerpo haciendo que jadeos escaparan de mis labios. Mis manos recorrieron sus fuertes brazos perdiéndose luego por su espalda y alcé mí rostro para dejar que sus labios surcaran por mí mandíbula, el mentón, el cuello, y terminara en mi esternón dejando un mordisco que me hizo jadear mordiéndome los labios. Mis ojos buscaron los suyos ante sus palabras, mí mano bajó por su pecho recorriéndolo e incliné mí rostro hasta el suyo.
-Y yo te deseo a ti –murmuré contra sus labios para reclamarlos de nuevo en un beso cargado de pasión, de deseo y de impaciencia que fue mutua. Sus caderas se movían presionando mí sexo que a esas alturas ya estaba más que húmedo por tantos juegos haciendo que jadeara en el beso, la otra mano la bajé por su espalda sintiendo cada músculo de esta para luego recorrer su columna vertebral con mis dedos y dejar que mis uñas descendieran hasta llegar a su trasero donde apreté con mí mano lanzando un jadeo de puro placer mientras él se movía. No supe en qué momento había sacado la daga pero el corsé cayó libre dejándome desnuda de cintura para arriba, y él no tardó en hacer buena cuenta de la piel que quedaba al descubierto. Podía sentir su aliento cálido dar contra mí pecho y cogí su mentón con mí mano unos segundos antes de notar sus labios acariciando mis pezones que se endurecieron ante el mero roce, haciendo que me mordiera el labio para luego notar como los llevaba a su boca y los mordía, los lamía y los succionaba a su antojo y placer. Eché mí cabeza hacia atrás y moví mí cadera ante aquello tan placentero, su boca estaba cálida como mí piel y luego sentir su aliento en la zona húmeda provocó un leve gemido saliendo de mis labios. Pero no se quedó ahí la cosa, la última prenda que llevaba se deslizó por mí cuerpo y cayó al suelo cuando quitó el agarre de mis piernas y me dejó de pie.
Sus manos quitaron la última prenda y me dejó desnuda ante su mirada mientras mí pecho subía y bajaba de forma agitada, lamía mi labio inferior sin apartar mis ojos de los suyos viendo cómo recorría mí cuerpo, como si lo acariciara con solo mirarme, deleitándose con lo que veía. Mí mano subió a su rostro desde su pecho y la dejé en la nuca antes de elevarme y buscar su boca de nuevo con la mía, mordiendo su labio inferior y succionándolo antes de apartarme de nuevo para coger aire. Su mirada fija en la mía, ambas brillantes por la excitación, no la apartó mientras se deslizaba por mí cuerpo y terminaba parado de rodillas frente a mí, una vez sentí su aliento dar contra mí sexo abrí mí boca y jadeé sin dejar de mirarnos. Sabía lo que iba a hacer y mí cuerpo pedía a gritos que lo hiciera, deseaba que lo hiciera y me llevara a la locura.
Una sonrisa surcó sus labios antes de hundir su cabeza en mí sexo en el que durante un segundo se me cortó la respiración y luego el primer gemido de la noche salió de mí boca por aquello, al sentir su lengua recorrer mí sexo. Mí mano bajó para enredarse en su pelo como algo a lo que agarrarme y elevé una de mis piernas para apoyar el pie en su hombro dándole un mejor acceso. Cerré los ojos y apoyé la cabeza contra la puerta gimiendo por cada roce de su lengua en mí sexo con la que, llegado a cierto punto, hacía que mí cuerpo temblara y tuviera que agarrarme al marco para no perder el equilibrio por el placer que me recorría por completo.
-Por Ra –murmuré como pude mientras él no paraba ni me daba tregua alguna volviéndome loca con cada caricia, jadeando por más, necesitada de aquello como no lo había estado en la vida. Se sentía tan bien que no era capaz de pensar más allá del placer que me producía con su boca y con su lengua. Bajé mí mirada ante sus palabras que envió un escalofrío por todo mí cuerpo al sentir su aliento en esa zona húmeda y caliente. Provocándome dejó su boca justo en aquella zona que con presionarla ya me hacía jadear, como si esperara que pidiera por más… y mí cuerpo se movió por si solo necesitado de ello. Mí cadera se movió contra su lengua, mí espalda se arqueó y me mordí los labios ante la erótica imagen de él devorándome de aquella manera. Mí pecho subía y bajaba con rapidez, me mordí los labios entre jadeos y gemidos que escapaban de ellos sin control alguno, él paraba de moverse y me miraba como incitándome a que lo hiciera yo, a que se lo pidiera jugando conmigo y con mí placer como yo había jugado con él antes. Me estaba volviendo loca, el calor subía, el placer aumentaba, mí cadera se movía contra su boca, la cabeza recostada contra la puerta, los ojos cerrados y mí boca que no podía estar cerrada, o bien la lamía mientras lo miraba jugar conmigo, o mordía mis labios o le rogaba que no parara.
No solo jugó conmigo con su boca sino que mientras me mordía y succionaba el clítoris uno de sus dedos se aventuró en mí interior, gemí con fuerza notando cómo me invadía y como me llevaba a ese límite del cual, si no paraba pronto, iba a hacer que llegara en cualquier momento. No me daba tregua, no me daba descanso alguno mientras ahora no solo su lengua sino también su dedo comenzaban a marcar un ritmo implacable y demoledor que me estaba volviendo loca. Llevaban un mismo ritmo y compás sincronizados que me hacían arquear mí cadera contra él sin apartar ahora la vista de lo que me hacía, ambas miradas enredadas y casi podía asegurar que podía ver una sonrisa en sus labios proclamándolo vencedor de aquello, de la batalla que me estaba presentando y que yo estaba perdiendo. Perdí la razón cuando un segundo dedo acompañó al primero y me tuvo que sujetar de la cintura para mantenerme anclada a la puerta, entre esta y su boca, su lengua y los dedos que me arrancaban gemidos incontrolables, respiraciones rápidas, jadeos pronunciados.
-Por favor –pedí mirándolo mordiéndome el labio para arrancarme otro gemido al aumentar la velocidad de sus dedos en mí interior, y yo ya no podía más. Me estaba volviendo loca con tanto placer, mí cuerpo ardía y quemaba ante una liberación que se tornaba excitante, peligrosa y cerca. Aquel lugar se me antojaba tan perfecto como cualquier otro para dejarme llevar por el placer, incluso aunque tuviera que rodar mí cintura para mantenerme quieta y ayudarme a que me quedara de pie, mi mano descendió por mí cuerpo que se arqueaba hacia él de forma irremediable, imparable, para dejar una de mis manos en uno de mis pechos. Tan rápido como había incrementado el ritmo que ejercía lo disminuyó, gruñí en respuesta por ello no contenta sintiendo el placer arremolinarse en mí interior, por todo mí cuerpo… pero yo quería que estallara como un volcán y me abrasara a su paso. Noté su risa, esa vez, que vibró contra mí sexo y me hizo mirarlo con los ojos brillantes de placer, me mordí el labio como si supiera lo que quería; que le pidiera aquello que estaba deseando. Casi lo podía leer en sus ojos, en la forma que tenía de mirarme. ¿Quería que le rogara? Lo haría, me había vuelto una maldita loca y necesitaba que terminara, lo quería, lo deseaba como no había deseado nada nunca. A él. A él dándome placer. A él adueñándose de mi cuerpo- Por favor… haz que termine, déjame llegar… Ubbe –pedí ahora con el pelo cayendo por una parte de mí hombro produciéndome cosquillas por su roce, fue todo lo que necesitó antes de volver a la carga, sus orbes azules en las mías no dándome tregua arrancándome gemidos que consumían mí cuerpo.
Alcancé el orgasmo cuando un tercer dedo invadió mí interior con ese ritmo demoledor que impartía y me aferré a su pelo con fuerza, mí cuerpo tembló y se sacudió alcanzando el éxtasis, un gemido más fuerte escapó de mis labios y que hizo eco en el pasillo para luego dejarme exhausta y temblando de placer, con la espalda contra la puerta. Mí respiración era errática y mí corazón bombeaba como caballos desbocados, lamí mis labios mirándolo para luego morderme el inferior viendo como subía por mí cuerpo hasta quedar de pie frente a mí y mis labios fueron a los suyos, rodeé su espalda con mis brazos dejando que me sostuviera contra su cuerpo mientras volvía en mí tras aquel orgasmo que me había arrollado y devastado y gemí al notar mí saber en sus labios, tiré de su labio inferior y ahora sí abrí la puerta de mí espalda. Entré y lo colé tirando de su mano hasta conducirlo a la cama, mis manos subieron por su pecho y lo empujé haciendo que cayera en el centro de esta. Gateé hasta él dejando que mí pelo cayera por un lado y recorriera su piel a medida que ascendía por su cuerpo, notando su miembro rozar mí cuerpo hasta llegar a su rostro.
-Has sido un niño muy bueno –reí contra sus labios divertida, recobrándome de aquello, mis ojos lo miraron y lamí sus labios mientras una mano comenzaba a desabrochar aquel pantalón para ahora jugar yo con él, tal y como había hecho conmigo- Ahora me toca jugar a mí, ¿quieres que sea buena… o que sea mala y te castigue? –Iba a hacer lo que yo quisiera, aunque él no lo supiera. Porque nada me apetecía más que devolverle aquello antes de dejar que se hundiera en mí interior, y nada iba a apartar ese pensamiento de mi mente.
Me estaba divirtiendo bastante con el vikingo, quizás también era por el hecho de que el alcohol que había ingerido y que me había puesto en ese puntillo facilitaba las cosas y no dejaba que mí raciocinio pensara con claridad, como si lo nublara y lo turbara y la pasión y el deseo cedieran y ganaran el terreno. Ahora lo tenía bajo mí cuerpo, presionándome de esa forma mientras me buscaba, sus ojos puestos en los míos, en todo mí cuerpo, igual que hacía con sus manos. Sus labios buscando y arrasando con los míos… todo incitaba a dejarme llevar, después de tanto tiempo sentía la necesidad de dejarme llevar por el placer ahora sabiendo que yo, y solamente yo, era la dueña que decía si quería seguir o no.
Reí con mí mano en su pelo tirando su rostro hacia atrás dejando su cuello tenso, sabía que iba a tener ese efecto sobre él y eso me complació al ver su respuesta, al ver que pedía que lo castigara aun cuando le había advertido que podía ser muy mala con él, como si en el fondo estuviera deseando que lo castigara y que tomara el control. Me mordí el labio por ello y por esa vez lo dejé pasar, mordiendo su labio al decirme que me despertaría por la mañana con una sonrisa ladeada, como si me hubiera hecho una promesa cargada de placer… quizás es que sí lo había hecho. Nuestros labios volvieron a unirse de nuevo en un beso de fuego que lo arrasaba todo a su paso. Mis ojos se elevaron buscando los suyos cuando me respondió a la pregunta y sonreí, mordiendo su labio inferior dejando que mí aliento chocara contra este al hablar.
-Las mujeres somos peligrosas, vikingo. Una vez que nos apoderamos de un hombre y lo hacemos caer en nuestra tentación… es su perdición. Cuesta quitar los restos de la piel, del cuerpo, de la memoria… por eso te digo que yo soy peligrosa y adictiva, pero no estás dispuesto a hacerme caso ¿verdad? –Reí contra sus labios dispuesta a seguir con aquello y alargar el juego todo lo que pudiéramos, todo lo que aquel vikingo aguantara. ¿Cuánto aguantaría antes de terminar con el juego y empezar de verdad? Porque sí, el se estaba divirtiendo y yo también, pero esto lo único que hacía era calentar aún más nuestros cuerpos pero no dejar que terminaran por estallar y consumirse, calcinarse el uno en el otro… era una tortura, una muy placentera que los dos por alguna extraña razón estábamos alargando más de la cuenta. Quizás fuera por el momento, por la complicidad o una mezcla de todo que nos dejaba y nos llevaba a ese estado y yo, sin duda alguna no iba a quejarme para nada.
Como si no tuviéramos suficiente con aquello y ya que había comprado la pipa de agua decidí darle uso y enseñarle tal y como me había pedido a fumar, y eso fue lo que hicimos durante un buen rato en la que los juegos se seguían continuando, las provocaciones, las ganas… todo nos hacía querer mucho más de lo que teníamos pero que ambos sabíamos que de seguir así íbamos a terminar por quemarnos. Quizás era lo que buscábamos; quemarnos en el cuerpo ajeno. Yo ya había tomado la decisión de perderme y dejarme llevar, ¿por qué no? Hacía tiempo que no lo hacía, hacía tiempo que nadie me ponía en esa tesitura y me hacía perder la cabeza y la razón, y en que mí cuerpo deseara tanto algo. Debía de permitirme sentir y sentirlo, dejarme llevar, olvidarme de todo y perdernos en el placer… y era precisamente lo que íbamos a hacer. Reí contra sus labios cuando me dijo que no puedo más, bastante había aguantado con mis juegos y tuve que reconocérselo, por ese mismo motivo sabía que en cuanto dijera las dos palabras que estaban cruzando mí mente no iba a perder el tiempo… y así fue.
Sus manos me elevaron junto con él al mismo tiempo, su boca se estrelló contra la mía devorándome en aquel beso en el que su lengua presentaba batalla en mí boca y reí por la impaciencia que denotaba. No le costó demasiado subir las escaleras que nos llevaron a la parte de arriba y mis piernas se enredaron en su cintura haciendo un agarre sobre esta no solo para no caerme, sino para que mí cuerpo no se separara del suyo como si con ellas lo encarcelara. Una vez arriba mí espalda chocó contra la puerta de la habitación, y en vez de abrirla, siguió besándome en aquel lugar al mismo tiempo que sus caderas se movían contra el centro de mí cuerpo haciendo que jadeos escaparan de mis labios. Mis manos recorrieron sus fuertes brazos perdiéndose luego por su espalda y alcé mí rostro para dejar que sus labios surcaran por mí mandíbula, el mentón, el cuello, y terminara en mi esternón dejando un mordisco que me hizo jadear mordiéndome los labios. Mis ojos buscaron los suyos ante sus palabras, mí mano bajó por su pecho recorriéndolo e incliné mí rostro hasta el suyo.
-Y yo te deseo a ti –murmuré contra sus labios para reclamarlos de nuevo en un beso cargado de pasión, de deseo y de impaciencia que fue mutua. Sus caderas se movían presionando mí sexo que a esas alturas ya estaba más que húmedo por tantos juegos haciendo que jadeara en el beso, la otra mano la bajé por su espalda sintiendo cada músculo de esta para luego recorrer su columna vertebral con mis dedos y dejar que mis uñas descendieran hasta llegar a su trasero donde apreté con mí mano lanzando un jadeo de puro placer mientras él se movía. No supe en qué momento había sacado la daga pero el corsé cayó libre dejándome desnuda de cintura para arriba, y él no tardó en hacer buena cuenta de la piel que quedaba al descubierto. Podía sentir su aliento cálido dar contra mí pecho y cogí su mentón con mí mano unos segundos antes de notar sus labios acariciando mis pezones que se endurecieron ante el mero roce, haciendo que me mordiera el labio para luego notar como los llevaba a su boca y los mordía, los lamía y los succionaba a su antojo y placer. Eché mí cabeza hacia atrás y moví mí cadera ante aquello tan placentero, su boca estaba cálida como mí piel y luego sentir su aliento en la zona húmeda provocó un leve gemido saliendo de mis labios. Pero no se quedó ahí la cosa, la última prenda que llevaba se deslizó por mí cuerpo y cayó al suelo cuando quitó el agarre de mis piernas y me dejó de pie.
Sus manos quitaron la última prenda y me dejó desnuda ante su mirada mientras mí pecho subía y bajaba de forma agitada, lamía mi labio inferior sin apartar mis ojos de los suyos viendo cómo recorría mí cuerpo, como si lo acariciara con solo mirarme, deleitándose con lo que veía. Mí mano subió a su rostro desde su pecho y la dejé en la nuca antes de elevarme y buscar su boca de nuevo con la mía, mordiendo su labio inferior y succionándolo antes de apartarme de nuevo para coger aire. Su mirada fija en la mía, ambas brillantes por la excitación, no la apartó mientras se deslizaba por mí cuerpo y terminaba parado de rodillas frente a mí, una vez sentí su aliento dar contra mí sexo abrí mí boca y jadeé sin dejar de mirarnos. Sabía lo que iba a hacer y mí cuerpo pedía a gritos que lo hiciera, deseaba que lo hiciera y me llevara a la locura.
Una sonrisa surcó sus labios antes de hundir su cabeza en mí sexo en el que durante un segundo se me cortó la respiración y luego el primer gemido de la noche salió de mí boca por aquello, al sentir su lengua recorrer mí sexo. Mí mano bajó para enredarse en su pelo como algo a lo que agarrarme y elevé una de mis piernas para apoyar el pie en su hombro dándole un mejor acceso. Cerré los ojos y apoyé la cabeza contra la puerta gimiendo por cada roce de su lengua en mí sexo con la que, llegado a cierto punto, hacía que mí cuerpo temblara y tuviera que agarrarme al marco para no perder el equilibrio por el placer que me recorría por completo.
-Por Ra –murmuré como pude mientras él no paraba ni me daba tregua alguna volviéndome loca con cada caricia, jadeando por más, necesitada de aquello como no lo había estado en la vida. Se sentía tan bien que no era capaz de pensar más allá del placer que me producía con su boca y con su lengua. Bajé mí mirada ante sus palabras que envió un escalofrío por todo mí cuerpo al sentir su aliento en esa zona húmeda y caliente. Provocándome dejó su boca justo en aquella zona que con presionarla ya me hacía jadear, como si esperara que pidiera por más… y mí cuerpo se movió por si solo necesitado de ello. Mí cadera se movió contra su lengua, mí espalda se arqueó y me mordí los labios ante la erótica imagen de él devorándome de aquella manera. Mí pecho subía y bajaba con rapidez, me mordí los labios entre jadeos y gemidos que escapaban de ellos sin control alguno, él paraba de moverse y me miraba como incitándome a que lo hiciera yo, a que se lo pidiera jugando conmigo y con mí placer como yo había jugado con él antes. Me estaba volviendo loca, el calor subía, el placer aumentaba, mí cadera se movía contra su boca, la cabeza recostada contra la puerta, los ojos cerrados y mí boca que no podía estar cerrada, o bien la lamía mientras lo miraba jugar conmigo, o mordía mis labios o le rogaba que no parara.
No solo jugó conmigo con su boca sino que mientras me mordía y succionaba el clítoris uno de sus dedos se aventuró en mí interior, gemí con fuerza notando cómo me invadía y como me llevaba a ese límite del cual, si no paraba pronto, iba a hacer que llegara en cualquier momento. No me daba tregua, no me daba descanso alguno mientras ahora no solo su lengua sino también su dedo comenzaban a marcar un ritmo implacable y demoledor que me estaba volviendo loca. Llevaban un mismo ritmo y compás sincronizados que me hacían arquear mí cadera contra él sin apartar ahora la vista de lo que me hacía, ambas miradas enredadas y casi podía asegurar que podía ver una sonrisa en sus labios proclamándolo vencedor de aquello, de la batalla que me estaba presentando y que yo estaba perdiendo. Perdí la razón cuando un segundo dedo acompañó al primero y me tuvo que sujetar de la cintura para mantenerme anclada a la puerta, entre esta y su boca, su lengua y los dedos que me arrancaban gemidos incontrolables, respiraciones rápidas, jadeos pronunciados.
-Por favor –pedí mirándolo mordiéndome el labio para arrancarme otro gemido al aumentar la velocidad de sus dedos en mí interior, y yo ya no podía más. Me estaba volviendo loca con tanto placer, mí cuerpo ardía y quemaba ante una liberación que se tornaba excitante, peligrosa y cerca. Aquel lugar se me antojaba tan perfecto como cualquier otro para dejarme llevar por el placer, incluso aunque tuviera que rodar mí cintura para mantenerme quieta y ayudarme a que me quedara de pie, mi mano descendió por mí cuerpo que se arqueaba hacia él de forma irremediable, imparable, para dejar una de mis manos en uno de mis pechos. Tan rápido como había incrementado el ritmo que ejercía lo disminuyó, gruñí en respuesta por ello no contenta sintiendo el placer arremolinarse en mí interior, por todo mí cuerpo… pero yo quería que estallara como un volcán y me abrasara a su paso. Noté su risa, esa vez, que vibró contra mí sexo y me hizo mirarlo con los ojos brillantes de placer, me mordí el labio como si supiera lo que quería; que le pidiera aquello que estaba deseando. Casi lo podía leer en sus ojos, en la forma que tenía de mirarme. ¿Quería que le rogara? Lo haría, me había vuelto una maldita loca y necesitaba que terminara, lo quería, lo deseaba como no había deseado nada nunca. A él. A él dándome placer. A él adueñándose de mi cuerpo- Por favor… haz que termine, déjame llegar… Ubbe –pedí ahora con el pelo cayendo por una parte de mí hombro produciéndome cosquillas por su roce, fue todo lo que necesitó antes de volver a la carga, sus orbes azules en las mías no dándome tregua arrancándome gemidos que consumían mí cuerpo.
Alcancé el orgasmo cuando un tercer dedo invadió mí interior con ese ritmo demoledor que impartía y me aferré a su pelo con fuerza, mí cuerpo tembló y se sacudió alcanzando el éxtasis, un gemido más fuerte escapó de mis labios y que hizo eco en el pasillo para luego dejarme exhausta y temblando de placer, con la espalda contra la puerta. Mí respiración era errática y mí corazón bombeaba como caballos desbocados, lamí mis labios mirándolo para luego morderme el inferior viendo como subía por mí cuerpo hasta quedar de pie frente a mí y mis labios fueron a los suyos, rodeé su espalda con mis brazos dejando que me sostuviera contra su cuerpo mientras volvía en mí tras aquel orgasmo que me había arrollado y devastado y gemí al notar mí saber en sus labios, tiré de su labio inferior y ahora sí abrí la puerta de mí espalda. Entré y lo colé tirando de su mano hasta conducirlo a la cama, mis manos subieron por su pecho y lo empujé haciendo que cayera en el centro de esta. Gateé hasta él dejando que mí pelo cayera por un lado y recorriera su piel a medida que ascendía por su cuerpo, notando su miembro rozar mí cuerpo hasta llegar a su rostro.
-Has sido un niño muy bueno –reí contra sus labios divertida, recobrándome de aquello, mis ojos lo miraron y lamí sus labios mientras una mano comenzaba a desabrochar aquel pantalón para ahora jugar yo con él, tal y como había hecho conmigo- Ahora me toca jugar a mí, ¿quieres que sea buena… o que sea mala y te castigue? –Iba a hacer lo que yo quisiera, aunque él no lo supiera. Porque nada me apetecía más que devolverle aquello antes de dejar que se hundiera en mí interior, y nada iba a apartar ese pensamiento de mi mente.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
La egipcia era la imagen misma de la diosa Freya, su cuerpo se arqueaba contra mi boca buscando mi ávida lengua hambrienta de ella. Ahora sus jadeos inundaban la estancia y mi placer aumentaba con solo hundir mis ojos en sus pardos que me buscaban casi incrédula de poder estar sintiendo aquel torrente que despertaba cada parte de su cuerpo.
Ladeé la sonrisa volviendo a hundirme en su interior, mi lengua recorría su feminidad de arriba abajo, centrándose en el botón que parecía reclamar mas de mi atención. Lo mordí dejando que la punta de mi lengua lo golpeara con suavidad, trazando círculos a su alrededor para después succionarlo sintiendo mi boca completamente mojada de mi saliva y su elixir.
Gimió dejando su cabeza apoyada contra la puerta, notaba como una de sus manos buscaba sujeción en esa puerta, sus piernas vibraban una sobre mi hombro, la otra en el suelo y sus dedos anclados en mi pelo empujándome mas dentro.
Me detuve un instante, quería que suplicara, quería que me pidiera mas y mas placer, era el momento de la venganza, ella me había calentado toda la noche, ahora yo la haría arder.
Ella era mi debilidad y yo me iba a convertir en la suya, pues también los hombres del norte creamos adicción, ninguno follaba como yo.
Mi dedo se hundió en su sexo, acompasados los movimientos que mi lengua llevaban contra su clítoris, cada vez mas frenético la egipcia ronroneaba sin poder cerrar sus labios dejando escapar roncos gemidos que indicaban que rozaba el éxtasis.
Me detuve relamiendome, alcé la mirada, ladeando la sonrisa, un gruñido similar al que le había yo dedicado todos esos dios acaparo su boca mientras sus ojos centelleaban contra los míos.
Alce las cejas sin poder quitar esa picara sonrisa que le dejaba mas que claro lo que quería, que suplicara, necesitaba oír de su boca cuanta necesidad tenia de mi, de que continuara.
“Por favor”
Palabra mágica que basto para que un tercer dedo se hundiera en su sexo presionando con fuerza su interior.
Mi lengua volvió a calcinar su feminidad, necesitado jadeé contra su sexo, mi nariz hundida junto a mi boca y mi lengua moviéndose a una velocidad vertiginosa.
La escuché gritar, estaba a punto de dejarse llevar por el clímax, suplicaba por que la dejara llegar, por que dejara de jugar a detenerme y volver a empezar mientras mi risa impactaba en muchos casos su húmeda feminidad.
Incremente el ritmo, salvaje mi boca reclamo su sexo, ahora incesante mis dedos se movieron dentro y fuera al mismo ritmo que mi lengua, sentía como las paredes vibraban contra mis dedos, presionándolos. Entalló y con ello mi placer, mis ojos ascendieron por su desnudo cuerpo perdiéndose en esa mirada ahora completamente perdida.
Ladeé la sonrisa complacido por como gemía y ese ultimo gruñido que me hizo saber sin lugar a dudas que era mía, mas de lo que lo fue nunca.
Me relamí los labios, sabían a ella, me encantaba ese sabor, ascendí por su piel tostada, sujetando su cintura una vez bajo su pierna de mi hombro para que no cayera pues aun temblaba por el placer obtenido, nuestras lenguas se unieron en un baile lento, un vals que nos hizo cómplices del momento, ella estaba saciada, mas yo seguía hambriento.
Tiro de mi labio inferior, el juego no había terminado, solo empezado y la muestra mas representativa de eso era que ahora y no antes Naitirí abrió la puerta dejándome ir junto a ella al interior.
Reí contra sus labios al sentir como su piel desnuda se amoldaba a la mía para al instante empujarme con las manos el pecho hasta que rocé el borde de la cama dejándome allí caer.
-¿he sido bueno? -bromeé sin poder quitar la sonrisa de mi rostro -se mala tu pues -musité sintiendo sus dedos deshacerse de mi ropa sin clemencia.
Mi virilidad apuntaba erguida su cuerpo, nuestros ojos se encontraron y nuestra piel desnuda se amoldó a la del otro calcinandonos con cada roce, respiración entrecortada que moría en los labios del otro, su laberinto se movía contra mi glande sin dejarme aun entrar, rugí fruto de la necesidad mientras mis manos empujaban sus caderas hacia mi hombría para adentrarme en ella.
La egipcia reía embriagada aun por el alcohol, por el placer y dispuesta a hacerme suplicar mucho mas.
Gruñí alzándome ligeramente, mis rodillas sobre el colchón y la giré poniéndola a cuatro patas, no se me daba bien dejarme hacer, no estaba acostumbrado a eso y creo que pronto Nai se dio cuenta de lo dominante o “mandon” como ella decía que era.
Me adentre en ella desde atrás, un gruñido conjunto escapó de nuestros labios, la alcé tomando sus pechos con mis manos apretándolos, rozando sus pezones con la yema de mis dedos, torturándolos con pellizcos. Su boca me busco por encima del hombro para enredarse con mi lengua en un duelo a muerte en el que ambos parecíamos decididos a matar o morir.
Gruñí de nuevo adentrándome mas dentro, las paredes de su laberinto cedían abriéndose mas para mi, amoldándose a mi hombría, cobijandola, apretándola.
Estaba muy excitado, una de mis manos se apodero de su cuello, empujándola ahora hacia abajo, dejando que su rostro tocara el colchón, sus nalgas completamente alzadas para mi ,me adentre muy dentro gruñendo sin parar mientras ella jadeaba al sentir la presión de mi hombría en su interior, sus pechos rozando la seda de las sabanas.
Le di un azote en el culo antes de hundir mis dedos en sus caderas para adentrarme al completo, haciéndola jadear, estaba al borde de correrme, mi respiración ronca evidenciaba este hecho.
Naitiri me empujo, rabioso la busqué desesperado, mas un empujón y una risa picara de la egipcia me basto para dejarme de nuevo caer sobre el lecho ligeramente frustrado.
Se relamió los labios mirándome, y yo imité el gesto.
-hazlo -pedí hundiendo mi oscurecida mirada azul en sus pardos rasgados.
Ladeé la sonrisa volviendo a hundirme en su interior, mi lengua recorría su feminidad de arriba abajo, centrándose en el botón que parecía reclamar mas de mi atención. Lo mordí dejando que la punta de mi lengua lo golpeara con suavidad, trazando círculos a su alrededor para después succionarlo sintiendo mi boca completamente mojada de mi saliva y su elixir.
Gimió dejando su cabeza apoyada contra la puerta, notaba como una de sus manos buscaba sujeción en esa puerta, sus piernas vibraban una sobre mi hombro, la otra en el suelo y sus dedos anclados en mi pelo empujándome mas dentro.
Me detuve un instante, quería que suplicara, quería que me pidiera mas y mas placer, era el momento de la venganza, ella me había calentado toda la noche, ahora yo la haría arder.
Ella era mi debilidad y yo me iba a convertir en la suya, pues también los hombres del norte creamos adicción, ninguno follaba como yo.
Mi dedo se hundió en su sexo, acompasados los movimientos que mi lengua llevaban contra su clítoris, cada vez mas frenético la egipcia ronroneaba sin poder cerrar sus labios dejando escapar roncos gemidos que indicaban que rozaba el éxtasis.
Me detuve relamiendome, alcé la mirada, ladeando la sonrisa, un gruñido similar al que le había yo dedicado todos esos dios acaparo su boca mientras sus ojos centelleaban contra los míos.
Alce las cejas sin poder quitar esa picara sonrisa que le dejaba mas que claro lo que quería, que suplicara, necesitaba oír de su boca cuanta necesidad tenia de mi, de que continuara.
“Por favor”
Palabra mágica que basto para que un tercer dedo se hundiera en su sexo presionando con fuerza su interior.
Mi lengua volvió a calcinar su feminidad, necesitado jadeé contra su sexo, mi nariz hundida junto a mi boca y mi lengua moviéndose a una velocidad vertiginosa.
La escuché gritar, estaba a punto de dejarse llevar por el clímax, suplicaba por que la dejara llegar, por que dejara de jugar a detenerme y volver a empezar mientras mi risa impactaba en muchos casos su húmeda feminidad.
Incremente el ritmo, salvaje mi boca reclamo su sexo, ahora incesante mis dedos se movieron dentro y fuera al mismo ritmo que mi lengua, sentía como las paredes vibraban contra mis dedos, presionándolos. Entalló y con ello mi placer, mis ojos ascendieron por su desnudo cuerpo perdiéndose en esa mirada ahora completamente perdida.
Ladeé la sonrisa complacido por como gemía y ese ultimo gruñido que me hizo saber sin lugar a dudas que era mía, mas de lo que lo fue nunca.
Me relamí los labios, sabían a ella, me encantaba ese sabor, ascendí por su piel tostada, sujetando su cintura una vez bajo su pierna de mi hombro para que no cayera pues aun temblaba por el placer obtenido, nuestras lenguas se unieron en un baile lento, un vals que nos hizo cómplices del momento, ella estaba saciada, mas yo seguía hambriento.
Tiro de mi labio inferior, el juego no había terminado, solo empezado y la muestra mas representativa de eso era que ahora y no antes Naitirí abrió la puerta dejándome ir junto a ella al interior.
Reí contra sus labios al sentir como su piel desnuda se amoldaba a la mía para al instante empujarme con las manos el pecho hasta que rocé el borde de la cama dejándome allí caer.
-¿he sido bueno? -bromeé sin poder quitar la sonrisa de mi rostro -se mala tu pues -musité sintiendo sus dedos deshacerse de mi ropa sin clemencia.
Mi virilidad apuntaba erguida su cuerpo, nuestros ojos se encontraron y nuestra piel desnuda se amoldó a la del otro calcinandonos con cada roce, respiración entrecortada que moría en los labios del otro, su laberinto se movía contra mi glande sin dejarme aun entrar, rugí fruto de la necesidad mientras mis manos empujaban sus caderas hacia mi hombría para adentrarme en ella.
La egipcia reía embriagada aun por el alcohol, por el placer y dispuesta a hacerme suplicar mucho mas.
Gruñí alzándome ligeramente, mis rodillas sobre el colchón y la giré poniéndola a cuatro patas, no se me daba bien dejarme hacer, no estaba acostumbrado a eso y creo que pronto Nai se dio cuenta de lo dominante o “mandon” como ella decía que era.
Me adentre en ella desde atrás, un gruñido conjunto escapó de nuestros labios, la alcé tomando sus pechos con mis manos apretándolos, rozando sus pezones con la yema de mis dedos, torturándolos con pellizcos. Su boca me busco por encima del hombro para enredarse con mi lengua en un duelo a muerte en el que ambos parecíamos decididos a matar o morir.
Gruñí de nuevo adentrándome mas dentro, las paredes de su laberinto cedían abriéndose mas para mi, amoldándose a mi hombría, cobijandola, apretándola.
Estaba muy excitado, una de mis manos se apodero de su cuello, empujándola ahora hacia abajo, dejando que su rostro tocara el colchón, sus nalgas completamente alzadas para mi ,me adentre muy dentro gruñendo sin parar mientras ella jadeaba al sentir la presión de mi hombría en su interior, sus pechos rozando la seda de las sabanas.
Le di un azote en el culo antes de hundir mis dedos en sus caderas para adentrarme al completo, haciéndola jadear, estaba al borde de correrme, mi respiración ronca evidenciaba este hecho.
Naitiri me empujo, rabioso la busqué desesperado, mas un empujón y una risa picara de la egipcia me basto para dejarme de nuevo caer sobre el lecho ligeramente frustrado.
Se relamió los labios mirándome, y yo imité el gesto.
-hazlo -pedí hundiendo mi oscurecida mirada azul en sus pardos rasgados.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Todo temblaba, ardía y arrasaba como lo arrasa todo un tsunami a su paso, no había otra forma mejor de definirlo que de aquel modo para lo que estaba sintiendo en ese momento. Olas y olas de placer que se mecían por mí cuerpo y que él era el único causante que lo estaba provocando, todo me hacía querer más y pedir por más, ya le había tenido que pedir y casi rogar que no parara y que me llevara a ese estado el cual necesitaba. Sabía que había querido que hiciera exactamente eso, así que tras concederle la petición que con sus ojos me había indicado que debía de hacer el orgasmo arrasó mí cuerpo, abrasándome a su paso de una forma tan potente que tuvo que aferrar mí cadera con su brazo para evitar que cayera, mientras él subía por mí cuerpo y quedaba a la altura de mí rostro.
Mis brazos rodearon su espalda, lamí mis labios y elevé mí rostro para apresar los suyos sintiendo mí sabor en el ellos, dejando un jadeo aún en aquel beso algo lento y pausado para el momento en el que estábamos, pero que los dos disfrutamos mientras parecía darme un pequeño respiro antes de continuar con aquella noche, pues no había hecho más que empezar. Me separé y cogiendo su mano con la mía abrí la puerta que había aguantado mí cuerpo mientras él me llevaba a la locura y tiré de él uniendo de nuevo nuestros cuerpos, hice que entrara de espaldas y mis manos subieron por su pecho sin apartar mí mirada de la suya con una sonrisa divertida, dejé un mordisco en su labio inferior y cuando tuve la cama detrás de él le di un leve empujón para que cayera sobre esta.
Mí cuerpo no tardó en subirse y reptar por su cuerpo que seguía todavía medio vestido, algo a lo que pronto pensaba ponerle remedio, y pude ver esa sonrisa que traía en sus labios ante mí confesión divertida de que había sido bueno. Parecía divertido con aquello y mis labios volvieron de nuevo a los suyos para ahora decirme que fuera mala con él, algo que me hizo sonreír de lado totalmente divertida. ¿Quién le decía que no iba a serlo? Ahora era mi turno y pensaba disfrutarlo al máximo, aquel vikingo no sabía con qué mujer se estaba metiendo pero iba a conocerlo de primera mano. Mis dedos rápidamente comenzaron a deshacerse de la ropa que le quedaba tirándola por alguna parte de la habitación, lanzándola lejos pues no iba a necesitarla para nada, lo quería completamente desnudo. Volví a reptar por su cuerpo esta vez dejando que nuestros cuerpos ahora desnudos se acariciaran provocando un calor abrasador allí donde se rozaban.
Mí pecho se rozaba contra el suyo y podía sentir su corazón latir con fuerza bajo la piel, mis labios lamieron los suyos dejando que nuestras respiraciones chocaran la una con la otra cálidas y necesitadas de más, mis labios ahora bajaron por su cuello dejando un camino húmedo lleno de besos, mordidas y lamidas que acabaron justo en su garganta donde tracé el mismo recorrido hasta llegar a su pecho, mí sexo se rozaba de forma provocativa y premeditada contra su miembro que exigía por unas atenciones que, por mí parte, todavía no llegaban. Él llevaba sus manos a mí cadera marcando un camino hacia su miembro que yo conseguía evitar moviendo mis caderas, hecho que lo hacía frustrarse hasta que lanzó aquel gruñido que me hizo reír. Me había pedido que fuera mala, ¿qué clase de mala sería si le condecía ya lo que él quería? Una no muy buena, probablemente. Quería exasperarlo, que de alguna forma llegara a un límite en el que no aguantara para tener yo solamente la última palabra de todo. Quería jugar con él, y apenas había comenzado a hacerlo. Y no es porque no quisiera sentirlo en mí interior, lo deseaba, pero quería llevarle a la misma locura.
Pero él no aguantó demasiado aquel ir y venir de mí miembro rozando el suyo, ya que se alzó con un gruñido y me giró dándole la espalda dejándome como apoyo mis rodillas y mis manos sobre el colchón, en mitad de un arrebato en el que se hundió en mí interior. Jadeé junto con él al notarlo dentro de mí, lo necesario para que lo sintiera dentro, quieto, sin moverse. Sus manos me elevaron ambas en mis pechos pegando mí espalda a su torso en el que mí cabeza se apoyó en su hombro al tiempo que él jugaba con mis pechos, pellizcando mis pezones, haciendo que jadeara. Llevé un brazo hacia atrás y lo acerqué de la nuca para juntar nuestros labios en un beso pasional, rudo y excitante en el que nuestras lenguas querían ganar una batalla en la que ambos queríamos ser vencedores.
Volvió a arremeter hundiéndose más en mí interior, haciéndolo poco a poco sacándome otro jadeo. Podía sentirlo abriéndose paso en una delicia placentera, notando como mis paredes se amoldaban entorno a su miembro, presionándole, rodeándole. No contento con ello su mano rodeó mí cuello en el que me obligó a inclinarme hacia delante pegando mí rostro al colchón, ladeado, ejerciendo una clara dominación sobre mí que me hizo soltar una risa corta y placentera, mis ojos lo buscaron incluso en aquella posición. No podía evitarlo, era dominante y mandón hasta en la cama… algo que no me desagradaba en absoluto, me gustaba aquellos juegos y así se lo demostré con la sonrisa que traía en el rostro.
-¿Quieres dominarme, vikingo? -Pregunté con un deje divertido sin perder la sonrisa hasta que de nuevo se hundió todavía más, arrancándome otro jadeo de nuevo mientras me amoldaba a su grosor y tamaño. Era toda una delicia notarlo en mí interior, hundiéndose pocoa poco, disfrutando de cada paso, de como mí interior se abría y lo apretaba el placer que me provocaba sin siquiera moverse. Ahora entendía por qué me había arrollado de aquella forma contra la puerta, por qué me había llevado a aquel orgasmo dejándome lista y preparada para él, pero nada podía compararse con la sensación que tenía en ese momento, mucho que mejor que la de sus dedos en mí interior. Un azote fue lo que obtuve como respuesta, uno que me hizo mirarlo de forma fija, jadear y reír por ello encantada con la pasión que demostraba. Me había vuelto a azotar, eso significaba que iba a tener que castigarlo por ello tal y como le había dicho… y no podía esperar para hacerlo- qué vikingo tan malo -murmuré con diversión antes de que sus manos aferraran mí cadera y terminara por hundirse al completo en mí interior. Lancé un gemido contra el colchón y mis manos apresaron las sábanas con fuerza, arqueé mí espalda y noté que mí sexo palpitaba notando ahora sí sus caderas en mis nalgas, presionando. Cerré los ojos unos segundos disfrutando de sentirlo dentro de mí por completo, llena en todos los sentidos y me pregunté cómo de bueno sería cuando comenzara a moverse, si ya de por sí así era demasiado bueno.
Notaba su respiración entrecortada como si no pudiera aguantar demasiado el estar dentro de mí sin correrse, no… no iba a permitir que aquello pasara. Mí mano lo empujó para separarlo y que saliera de mí, algo que no le gustó porque me cogió de las caderas volviendo a buscarme y yo negué riéndome apartándome de él dándole otro empujón hasta que al final, por sí solo, se tumbó a regañadientes en la cama, como un niño pequeño enrabietado que me hizo reír al mirarlo. No, aún tenía que pasar por un infierno para que pudiera llegar al paraíso. Me senté sobre él y me lamí los labios sin apartar mí mirada de la suya sintiendo su miembro presionar contra mis glúteos, mis manos subieron por su pecho y mí mirada paró en la herida que más grave estaba, pasando la yema del dedo por ella para seguir el recorrido y subir de nuevo mí mirada a la suya. Mis manos recorrieron sus brazos y me incliné para besar sus labios con pasión notando la ausencia de tenerlo en mí interior, aunque pronto remediaría eso.
-Me has azotado -murmuré sobre ellos ahora entrelazando mis dedos con los suyos subiendo sus manos a cada lado de su rostro, mí pelo caía en cascada por un lado sobre parte de mí cuerpo y de su pecho hasta quedar como un manto sobre el colchón- ahora tendré que castigarte -subí sus manos hasta encima de su cabeza y mis dedos, más bien mis uñas en una lenta caricia, bajaron por el costado de su pecho. Me gustó que me pidiera de esa forma, con esos ojos azules ahora oscurecidos por el deseo, tiré de su labio inferior y lo miré- ¿Hazlo, qué? -Mí mano fue a su pelo y tiré de este dejando su rostro hacia atrás, tensando su cuello que me di el lujo y la licencia de recorrer sin prisa alguna, mordiendo, lamiendo, besando dejando un reguero húmedo tras mí paso que luego no dudé en dejar mí aliento sobre este hasta acabar en su oído, donde mordí el lóbulo y mis labios recorrieron el contorno con lentitud- ahora soy tú ama y debes de pedirme las cosas como se merecen. Así que, vuelve a repetir la petición y esta vez… termina bien la frase, esclavo -ahora yo dominaba y él obedecía, ahora yo tenía el control sobre él y lo miré cogiendo su rostro con una de mis manos, abarcando todo su barbilla para que sus ojos se fijaran en los míos- pídemelo -ordené sobre sus labios exhalando mí aliento cálido sobre ellos. Solo cuando dijo las palabras exactas sonreí, mí dedo pulgar deslizó hacia abajo su labio inferior, para luego lamer sus labios y reclamarlos con pasión y ferocidad- Voy a ser tú Valkiria particular, pero antes de llegar al Valhalla -sonreí- debes de pasar por Hellheim -no dije mucho más y descendí dejando un mordisco juguetón en su nuez para pasar a recorrer su pecho con mis manos y con mí boca. Mis labios se pasearon por su pecho y sobre sus pezones que lamí y mordí, mis manos descendieron por su vientre hasta llegar a su cadera, a ese camino que él estaba deseando que tomara y comenzara a torturarlo. Seguí bajando notando cada músculo de su cuerpo bajo mis labios y finalmente llegué a su miembro para alzar la mirada y observarlo, sonriendo de lado divertida. Llevé un dedo a sus labios e hice que lo lamiera para ese mismo dedo recorrer su miembro hasta dejarlo en la punta, notando como este respondía a mis atenciones.
Mí mano aferró su miembro y comencé a deslizarla de forma lenta sobre su tronco, mí lengua lamió la punta de este y dejé mi aliento sobre el lugar para volver a repetir lo mismo. Lenta y de forma pausada, deleitándome con los jadeos roncos y gruñidos que salían de su boca. Pasé a lamer ahora este terminando en la punta y volviendo a bajar para subir de nuevo, cerciorándome de que no quedaba ningún lugar por el que mí lengua no hubiera pasado. Dejé un beso en la punta divertida, una lamida y ahora sí me introduje su miembro de forma lenta, poco a poco hasta llegar al final, adaptándome mientras movía mí boca hacia arriba y volvía a bajar de nuevo. Una de mis manos aferró la base de su miembro ayudándome y poco a poco aumenté el ritmo, dejando que mí lengua también participara mientras subía y bajaba sobre su miembro, hasta encontrar un ritmo cómodo donde me permitía jugar con él. Podía escuchar su respiración acelerada y entrecortada, los jadeos, los gruñidos y los gemidos que me hacían sonreír, su cadera se movía por acto reflejo como si quisiera más de ello y llegado un punto me aparté por completo.
Mordí el hueso de su cadera observándolo, dándole tiempo para que no terminara tan rápido porque apenas había comenzado con él. Tras unos momentos volví de nuevo para jugar con su miembro en mí boca, succionando, lamiendo, incluso dejando que notara el roce de mis dientes de forma suave. Lo provocaba, lo buscaba, le llevaba al abismo y no dejaba que terminara de caer por el para parar, darle espacio, y volver otra vez a la carga. Era implacable con aquello y quería que de algún modo notara lo mismo que yo había notado contra esa puerta mientras él jugaba también conmigo, era como una vendetta particular en la que estaba disfrutando y ver cómo se desesperaba y cómo gruñía cuando me apartaba era lo mejor de todo. No supe cuántas veces lo llevé a ese abismo, a su infierno personal en estos momentos para darle una tregua y volver a seguir. ¿Cuánto más aguantaría? Sabía que no mucho más, que pronto llegaría a su límite y me pregunté si debía de dejar que llegara a él. Me había dicho que fuera mala, ¿así que qué mejor que dejarlo justo a las puertas del Valhalla? Volví a separarme de nuevo y lo miré soplando sobre su miembro húmedo de mí boca.
-Pídemelo -mis ojos subieron a los suyos oscurecidos, como dos mares embravecidos, llenos de placer y sedientos por una liberación- Pídeme que te de la liberación, quiero oírlo de tus labios o no la tendrás -claro que era consciente de que era más fuerte que yo y que, como había hecho antes, podía conmigo. Pero se trataba de un juego donde yo ahora dominaba, sabía que no podría gustarle… pero tan sólo era un rol para disfrutar más del momento- Vamos vikingo, quiero escuchar cómo me pides que te de la liberación -sonreí mirándole con los ojos brillantes, excitada también con aquel juego que le estaba haciendo él pero del cual yo también disfrutaba, podía notar que mí sexo palpitaba de necesidad y sabría que pronto estaría en mí interior. Solo cuando accedió a mí petición, una que seguro que habría costado hacerla, volví a tomarlo con mí boca para esta vez dejar que alcanzara el orgasmo tal y como él me había dejado alcanzarlo a mí. Incluso así seguí jugando con él donde me di cuenta de que el deseo de aquel hombre por mi y por mí cuerpo era descomunal, subí de nuevo a su rostro dejando nuestros cuerpos volver a rozarse piel con piel, enfebrecidos y necesitados de más, pidiendo por algo que los dos estábamos necesitando. Mis labios fueron a los suyos y los lamí para luego reclamarlos en un beso lleno de pasión y de deseo mientras nuestras lenguas enfrentaban una batalla necesitada y desesperada. Mí cuerpo volvía a rozarse contra el suyo, mí sexo volvió a buscar el suyo como lo había hecho antaño en caricias excitantes que solo hacían incrementar la pasión y el deseo. Mis ojos buscaron los suyos, mis labios exhalando cálido aliento sobre los de él, no podía más, ahora mismo lo necesitaba demasiado en una cruda necesidad, una distinta y diferente a la que había sentido contra aquella puerta y que me abrasaba por más de él- Te deseo -murmuré contra sus labios, mí sexo volvió a buscar su miembro y tiré de su labio inferior dejando un jadeo contra sus labios- hazme tuya, Ubbe -pedí con mis manos por su pecho y su rostro, suficiente invitación como para que el vikingo pudiera resistirse. Sabía que él también lo quería y lo necesitaba, nos buscábamos demasiado como para poder obviar ese detalle y los dos íbamos a arder en unos fuegos que lejos de llevarnos al infierno, nos iban a llevar directos al valhalla.
Mis brazos rodearon su espalda, lamí mis labios y elevé mí rostro para apresar los suyos sintiendo mí sabor en el ellos, dejando un jadeo aún en aquel beso algo lento y pausado para el momento en el que estábamos, pero que los dos disfrutamos mientras parecía darme un pequeño respiro antes de continuar con aquella noche, pues no había hecho más que empezar. Me separé y cogiendo su mano con la mía abrí la puerta que había aguantado mí cuerpo mientras él me llevaba a la locura y tiré de él uniendo de nuevo nuestros cuerpos, hice que entrara de espaldas y mis manos subieron por su pecho sin apartar mí mirada de la suya con una sonrisa divertida, dejé un mordisco en su labio inferior y cuando tuve la cama detrás de él le di un leve empujón para que cayera sobre esta.
Mí cuerpo no tardó en subirse y reptar por su cuerpo que seguía todavía medio vestido, algo a lo que pronto pensaba ponerle remedio, y pude ver esa sonrisa que traía en sus labios ante mí confesión divertida de que había sido bueno. Parecía divertido con aquello y mis labios volvieron de nuevo a los suyos para ahora decirme que fuera mala con él, algo que me hizo sonreír de lado totalmente divertida. ¿Quién le decía que no iba a serlo? Ahora era mi turno y pensaba disfrutarlo al máximo, aquel vikingo no sabía con qué mujer se estaba metiendo pero iba a conocerlo de primera mano. Mis dedos rápidamente comenzaron a deshacerse de la ropa que le quedaba tirándola por alguna parte de la habitación, lanzándola lejos pues no iba a necesitarla para nada, lo quería completamente desnudo. Volví a reptar por su cuerpo esta vez dejando que nuestros cuerpos ahora desnudos se acariciaran provocando un calor abrasador allí donde se rozaban.
Mí pecho se rozaba contra el suyo y podía sentir su corazón latir con fuerza bajo la piel, mis labios lamieron los suyos dejando que nuestras respiraciones chocaran la una con la otra cálidas y necesitadas de más, mis labios ahora bajaron por su cuello dejando un camino húmedo lleno de besos, mordidas y lamidas que acabaron justo en su garganta donde tracé el mismo recorrido hasta llegar a su pecho, mí sexo se rozaba de forma provocativa y premeditada contra su miembro que exigía por unas atenciones que, por mí parte, todavía no llegaban. Él llevaba sus manos a mí cadera marcando un camino hacia su miembro que yo conseguía evitar moviendo mis caderas, hecho que lo hacía frustrarse hasta que lanzó aquel gruñido que me hizo reír. Me había pedido que fuera mala, ¿qué clase de mala sería si le condecía ya lo que él quería? Una no muy buena, probablemente. Quería exasperarlo, que de alguna forma llegara a un límite en el que no aguantara para tener yo solamente la última palabra de todo. Quería jugar con él, y apenas había comenzado a hacerlo. Y no es porque no quisiera sentirlo en mí interior, lo deseaba, pero quería llevarle a la misma locura.
Pero él no aguantó demasiado aquel ir y venir de mí miembro rozando el suyo, ya que se alzó con un gruñido y me giró dándole la espalda dejándome como apoyo mis rodillas y mis manos sobre el colchón, en mitad de un arrebato en el que se hundió en mí interior. Jadeé junto con él al notarlo dentro de mí, lo necesario para que lo sintiera dentro, quieto, sin moverse. Sus manos me elevaron ambas en mis pechos pegando mí espalda a su torso en el que mí cabeza se apoyó en su hombro al tiempo que él jugaba con mis pechos, pellizcando mis pezones, haciendo que jadeara. Llevé un brazo hacia atrás y lo acerqué de la nuca para juntar nuestros labios en un beso pasional, rudo y excitante en el que nuestras lenguas querían ganar una batalla en la que ambos queríamos ser vencedores.
Volvió a arremeter hundiéndose más en mí interior, haciéndolo poco a poco sacándome otro jadeo. Podía sentirlo abriéndose paso en una delicia placentera, notando como mis paredes se amoldaban entorno a su miembro, presionándole, rodeándole. No contento con ello su mano rodeó mí cuello en el que me obligó a inclinarme hacia delante pegando mí rostro al colchón, ladeado, ejerciendo una clara dominación sobre mí que me hizo soltar una risa corta y placentera, mis ojos lo buscaron incluso en aquella posición. No podía evitarlo, era dominante y mandón hasta en la cama… algo que no me desagradaba en absoluto, me gustaba aquellos juegos y así se lo demostré con la sonrisa que traía en el rostro.
-¿Quieres dominarme, vikingo? -Pregunté con un deje divertido sin perder la sonrisa hasta que de nuevo se hundió todavía más, arrancándome otro jadeo de nuevo mientras me amoldaba a su grosor y tamaño. Era toda una delicia notarlo en mí interior, hundiéndose pocoa poco, disfrutando de cada paso, de como mí interior se abría y lo apretaba el placer que me provocaba sin siquiera moverse. Ahora entendía por qué me había arrollado de aquella forma contra la puerta, por qué me había llevado a aquel orgasmo dejándome lista y preparada para él, pero nada podía compararse con la sensación que tenía en ese momento, mucho que mejor que la de sus dedos en mí interior. Un azote fue lo que obtuve como respuesta, uno que me hizo mirarlo de forma fija, jadear y reír por ello encantada con la pasión que demostraba. Me había vuelto a azotar, eso significaba que iba a tener que castigarlo por ello tal y como le había dicho… y no podía esperar para hacerlo- qué vikingo tan malo -murmuré con diversión antes de que sus manos aferraran mí cadera y terminara por hundirse al completo en mí interior. Lancé un gemido contra el colchón y mis manos apresaron las sábanas con fuerza, arqueé mí espalda y noté que mí sexo palpitaba notando ahora sí sus caderas en mis nalgas, presionando. Cerré los ojos unos segundos disfrutando de sentirlo dentro de mí por completo, llena en todos los sentidos y me pregunté cómo de bueno sería cuando comenzara a moverse, si ya de por sí así era demasiado bueno.
Notaba su respiración entrecortada como si no pudiera aguantar demasiado el estar dentro de mí sin correrse, no… no iba a permitir que aquello pasara. Mí mano lo empujó para separarlo y que saliera de mí, algo que no le gustó porque me cogió de las caderas volviendo a buscarme y yo negué riéndome apartándome de él dándole otro empujón hasta que al final, por sí solo, se tumbó a regañadientes en la cama, como un niño pequeño enrabietado que me hizo reír al mirarlo. No, aún tenía que pasar por un infierno para que pudiera llegar al paraíso. Me senté sobre él y me lamí los labios sin apartar mí mirada de la suya sintiendo su miembro presionar contra mis glúteos, mis manos subieron por su pecho y mí mirada paró en la herida que más grave estaba, pasando la yema del dedo por ella para seguir el recorrido y subir de nuevo mí mirada a la suya. Mis manos recorrieron sus brazos y me incliné para besar sus labios con pasión notando la ausencia de tenerlo en mí interior, aunque pronto remediaría eso.
-Me has azotado -murmuré sobre ellos ahora entrelazando mis dedos con los suyos subiendo sus manos a cada lado de su rostro, mí pelo caía en cascada por un lado sobre parte de mí cuerpo y de su pecho hasta quedar como un manto sobre el colchón- ahora tendré que castigarte -subí sus manos hasta encima de su cabeza y mis dedos, más bien mis uñas en una lenta caricia, bajaron por el costado de su pecho. Me gustó que me pidiera de esa forma, con esos ojos azules ahora oscurecidos por el deseo, tiré de su labio inferior y lo miré- ¿Hazlo, qué? -Mí mano fue a su pelo y tiré de este dejando su rostro hacia atrás, tensando su cuello que me di el lujo y la licencia de recorrer sin prisa alguna, mordiendo, lamiendo, besando dejando un reguero húmedo tras mí paso que luego no dudé en dejar mí aliento sobre este hasta acabar en su oído, donde mordí el lóbulo y mis labios recorrieron el contorno con lentitud- ahora soy tú ama y debes de pedirme las cosas como se merecen. Así que, vuelve a repetir la petición y esta vez… termina bien la frase, esclavo -ahora yo dominaba y él obedecía, ahora yo tenía el control sobre él y lo miré cogiendo su rostro con una de mis manos, abarcando todo su barbilla para que sus ojos se fijaran en los míos- pídemelo -ordené sobre sus labios exhalando mí aliento cálido sobre ellos. Solo cuando dijo las palabras exactas sonreí, mí dedo pulgar deslizó hacia abajo su labio inferior, para luego lamer sus labios y reclamarlos con pasión y ferocidad- Voy a ser tú Valkiria particular, pero antes de llegar al Valhalla -sonreí- debes de pasar por Hellheim -no dije mucho más y descendí dejando un mordisco juguetón en su nuez para pasar a recorrer su pecho con mis manos y con mí boca. Mis labios se pasearon por su pecho y sobre sus pezones que lamí y mordí, mis manos descendieron por su vientre hasta llegar a su cadera, a ese camino que él estaba deseando que tomara y comenzara a torturarlo. Seguí bajando notando cada músculo de su cuerpo bajo mis labios y finalmente llegué a su miembro para alzar la mirada y observarlo, sonriendo de lado divertida. Llevé un dedo a sus labios e hice que lo lamiera para ese mismo dedo recorrer su miembro hasta dejarlo en la punta, notando como este respondía a mis atenciones.
Mí mano aferró su miembro y comencé a deslizarla de forma lenta sobre su tronco, mí lengua lamió la punta de este y dejé mi aliento sobre el lugar para volver a repetir lo mismo. Lenta y de forma pausada, deleitándome con los jadeos roncos y gruñidos que salían de su boca. Pasé a lamer ahora este terminando en la punta y volviendo a bajar para subir de nuevo, cerciorándome de que no quedaba ningún lugar por el que mí lengua no hubiera pasado. Dejé un beso en la punta divertida, una lamida y ahora sí me introduje su miembro de forma lenta, poco a poco hasta llegar al final, adaptándome mientras movía mí boca hacia arriba y volvía a bajar de nuevo. Una de mis manos aferró la base de su miembro ayudándome y poco a poco aumenté el ritmo, dejando que mí lengua también participara mientras subía y bajaba sobre su miembro, hasta encontrar un ritmo cómodo donde me permitía jugar con él. Podía escuchar su respiración acelerada y entrecortada, los jadeos, los gruñidos y los gemidos que me hacían sonreír, su cadera se movía por acto reflejo como si quisiera más de ello y llegado un punto me aparté por completo.
Mordí el hueso de su cadera observándolo, dándole tiempo para que no terminara tan rápido porque apenas había comenzado con él. Tras unos momentos volví de nuevo para jugar con su miembro en mí boca, succionando, lamiendo, incluso dejando que notara el roce de mis dientes de forma suave. Lo provocaba, lo buscaba, le llevaba al abismo y no dejaba que terminara de caer por el para parar, darle espacio, y volver otra vez a la carga. Era implacable con aquello y quería que de algún modo notara lo mismo que yo había notado contra esa puerta mientras él jugaba también conmigo, era como una vendetta particular en la que estaba disfrutando y ver cómo se desesperaba y cómo gruñía cuando me apartaba era lo mejor de todo. No supe cuántas veces lo llevé a ese abismo, a su infierno personal en estos momentos para darle una tregua y volver a seguir. ¿Cuánto más aguantaría? Sabía que no mucho más, que pronto llegaría a su límite y me pregunté si debía de dejar que llegara a él. Me había dicho que fuera mala, ¿así que qué mejor que dejarlo justo a las puertas del Valhalla? Volví a separarme de nuevo y lo miré soplando sobre su miembro húmedo de mí boca.
-Pídemelo -mis ojos subieron a los suyos oscurecidos, como dos mares embravecidos, llenos de placer y sedientos por una liberación- Pídeme que te de la liberación, quiero oírlo de tus labios o no la tendrás -claro que era consciente de que era más fuerte que yo y que, como había hecho antes, podía conmigo. Pero se trataba de un juego donde yo ahora dominaba, sabía que no podría gustarle… pero tan sólo era un rol para disfrutar más del momento- Vamos vikingo, quiero escuchar cómo me pides que te de la liberación -sonreí mirándole con los ojos brillantes, excitada también con aquel juego que le estaba haciendo él pero del cual yo también disfrutaba, podía notar que mí sexo palpitaba de necesidad y sabría que pronto estaría en mí interior. Solo cuando accedió a mí petición, una que seguro que habría costado hacerla, volví a tomarlo con mí boca para esta vez dejar que alcanzara el orgasmo tal y como él me había dejado alcanzarlo a mí. Incluso así seguí jugando con él donde me di cuenta de que el deseo de aquel hombre por mi y por mí cuerpo era descomunal, subí de nuevo a su rostro dejando nuestros cuerpos volver a rozarse piel con piel, enfebrecidos y necesitados de más, pidiendo por algo que los dos estábamos necesitando. Mis labios fueron a los suyos y los lamí para luego reclamarlos en un beso lleno de pasión y de deseo mientras nuestras lenguas enfrentaban una batalla necesitada y desesperada. Mí cuerpo volvía a rozarse contra el suyo, mí sexo volvió a buscar el suyo como lo había hecho antaño en caricias excitantes que solo hacían incrementar la pasión y el deseo. Mis ojos buscaron los suyos, mis labios exhalando cálido aliento sobre los de él, no podía más, ahora mismo lo necesitaba demasiado en una cruda necesidad, una distinta y diferente a la que había sentido contra aquella puerta y que me abrasaba por más de él- Te deseo -murmuré contra sus labios, mí sexo volvió a buscar su miembro y tiré de su labio inferior dejando un jadeo contra sus labios- hazme tuya, Ubbe -pedí con mis manos por su pecho y su rostro, suficiente invitación como para que el vikingo pudiera resistirse. Sabía que él también lo quería y lo necesitaba, nos buscábamos demasiado como para poder obviar ese detalle y los dos íbamos a arder en unos fuegos que lejos de llevarnos al infierno, nos iban a llevar directos al valhalla.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Nai demostraba de nuevo ese carácter impetuoso, fuerte, salvaje del que siempre hacia gala. Nunca había conocido una mujer como ella, una mujer con su fuerza, una capaz de domar a un vikingo.
Sus glúteos contra mi hombría, su risa se estampo contra mis labios mientras el pelo formaba una cascada que nos cubría a ambos.
Jadeé contra ellos, un “hazlo” que bien supo lo que significaba mas que no estaba dispuesta a obedecer, al menos no sin que lo suplicara, quería vendeta y yo la quería a ella, esa tez tostada que como el mismo astro al mirarlo de frente te abrasaba.
Su mano acaricio mis brazos, despacio, marcando el peligroso sendero que me hacia hervir la sangre bajo la yema de sus dedos.
Nuestras manos se acariciaron, miradas que bailaban acompasadas y el aliento que entrechocaba sediento de mas. Olor a alcohol, humo y a nosotros mismos. Jadeé con brusquedad estaba tan cerca de acabar, de dejarme ir, mi mirada era turbia, evidenciaba en que punto extremo de deseo me encontraba en aquel momento.
Aquel juego solo conseguía llevarme al abismo, hacer que lo rozara una y otra vez.
Sus caderas danzaban sobre mi hombría mostrándome lo húmeda que estaba por el demencial baile que acabábamos de marcarnos sobre las sabanas.
Me pidió que se lo suplicara, me había portado mal y que ese era mi castigo, rogar.
-Vamos Nai, hazlo -pedí con roncos jadeos tratando de no dar mi brazo a torcer.
Negó, con la cabeza, rozando nuestra nariz, provocandome con su boca.
-comemela, por favor -pedí entre jadeos.
Su sonrisa se ladeó, dedo que se deslizo por mi labio inferior, de nuevo ganaba y a mi no me gustaba perder, algo que logro que rugiera alzando ligeramente el pecho para enfrentar mi rostro al de ella.
Jadeé cuando su boca lamió mis labios, provocadora se estampo contra ellos, los entreabrí dejando que la lengua se batiera en duelo con la mía, dos serpientes que se devoraban, succionándose, mordiéndose.
Su boca incendió mi piel decidida a descender, mandíbula, cuello, pecho, vientre que se contraria al sentir el fuego de su lengua sobre la piel y finalmente un beso en mi glande seguido de un lametazo que hizo palpitar mi hombría contra su boca.
Rugí enredando mis dedos en su pelo para que se la metiera entera. Reía divertida por mi desesperación mientras la sacudía despacio tomando el tronco con su mano.
-Espero que no seas mi valquira porque Hell se queda corto para lo que yo te voy a hacer-gruñí volviendo a guiarla contra mi hombría.
Sus labios en mi punta, despacio la introdujo, lamiendo el frenillo, copando todo el falo aprisionado ahora por sus labios.
Tiré la cabeza hacia atrás entre roncos gruñidos, su cálida boca se movía como la mejor de las torturas.
-Mas -rugí con la voz oscurecida como mi propia razón.
Petición que quedo en la nada, pues un mordisco en el hueso de mi cadera y de nuevo se detuvo riéndose para enfrentar mis ojos que no daban crédito.
-Joder- gruñí rabioso -sigue -mi voz sonaba ronca imperativa.
Pero como antes ningún efecto causo en ella, de nuevo tenia que suplicar, odiaba pedir nada, yo no era así, lo tomaba y eso intenté llevando sus labios contra mi glande, mas no se abrieron, solo me torturó mas con su aliento.
Cerré un instante los ojos, mi virilidad palpitaba contra sus labios, exigiendo sin palabras lo que mis labios parecían negarse a decir.
-Déjame ir -pedí entre dientes, esa era la mayor concesión que iba a darle.
Orgullosa de verme rendido a sus pies, su boca volvió a acaparar mi hombría, la lamió con fuerza, succionandola, su lengua contra el frenillo, moviendolo, incesante el ritmo que de nuevo me hacia jadear de forma pesada. Roncos gruñidos sintiendo como mi hombría copaba toda su boca, palpitaba y se sacudió con fuerza llenándola de mi.
Dejé escapar un gruñido al sentirme ir, sus labios limpiaron mi tronco, mis ojos se deleitaron de ese instante.
Tiré de ella para que nuestras bocas se encontraran, sus pechos erguidos acariciaban mi torso, aun sentía mi cuerpo arder, mi virilidad se iba calmando, no así como mi deseo por ella que aun seguía preso de sus labios.
Sus caderas danzaban sobre mi hombría.
-Espera- susurré.
Era un poco molesto después de correrme que rozara mi glande, necesitaba un poco de tiempo para recuperarme.
Mi respiración moría agitada contra sus labios, ladeé la sonrisa.
-Dame un momento – susurré tirando de sus caderas para ponerla a cuatro patas con mi boca abajo.
-Así, sigamos jugando -susurré contra su húmeda feminidad.
Mis manos aferraron sus glúteos, agachandola para obligarla a danzar ahora contra mi boca, mi lengua recorrió cada pliegue de su sexo, estaba deliciosa, mojada, preparada para mi.
Ladeé la sonrisa dejando escapar contra el centro de su feminidad una carcajada.
-Vamos a divertirnos -susurré impactando mi aliento en ella.
No la dejaba moverse, aferraba sus caderas con mis manos y allí hundí mi boca devorándola sin tregua, mi lengua de fuego en su trinchera, allí prendí los maderos, succioné su botón, lo mordí mientras sentía como sus piernas temblaban de nuevo y sus brazos cedían.
Alce la mirada hacia sus pechos que colgaban, me estaba excitando muchísimo, su sabor era una droga.
Mordí la cara interna de su muslo dándole una tregua y de nuevo mi boca la penetro, follándosela sin tregua.
Sus glúteos contra mi hombría, su risa se estampo contra mis labios mientras el pelo formaba una cascada que nos cubría a ambos.
Jadeé contra ellos, un “hazlo” que bien supo lo que significaba mas que no estaba dispuesta a obedecer, al menos no sin que lo suplicara, quería vendeta y yo la quería a ella, esa tez tostada que como el mismo astro al mirarlo de frente te abrasaba.
Su mano acaricio mis brazos, despacio, marcando el peligroso sendero que me hacia hervir la sangre bajo la yema de sus dedos.
Nuestras manos se acariciaron, miradas que bailaban acompasadas y el aliento que entrechocaba sediento de mas. Olor a alcohol, humo y a nosotros mismos. Jadeé con brusquedad estaba tan cerca de acabar, de dejarme ir, mi mirada era turbia, evidenciaba en que punto extremo de deseo me encontraba en aquel momento.
Aquel juego solo conseguía llevarme al abismo, hacer que lo rozara una y otra vez.
Sus caderas danzaban sobre mi hombría mostrándome lo húmeda que estaba por el demencial baile que acabábamos de marcarnos sobre las sabanas.
Me pidió que se lo suplicara, me había portado mal y que ese era mi castigo, rogar.
-Vamos Nai, hazlo -pedí con roncos jadeos tratando de no dar mi brazo a torcer.
Negó, con la cabeza, rozando nuestra nariz, provocandome con su boca.
-comemela, por favor -pedí entre jadeos.
Su sonrisa se ladeó, dedo que se deslizo por mi labio inferior, de nuevo ganaba y a mi no me gustaba perder, algo que logro que rugiera alzando ligeramente el pecho para enfrentar mi rostro al de ella.
Jadeé cuando su boca lamió mis labios, provocadora se estampo contra ellos, los entreabrí dejando que la lengua se batiera en duelo con la mía, dos serpientes que se devoraban, succionándose, mordiéndose.
Su boca incendió mi piel decidida a descender, mandíbula, cuello, pecho, vientre que se contraria al sentir el fuego de su lengua sobre la piel y finalmente un beso en mi glande seguido de un lametazo que hizo palpitar mi hombría contra su boca.
Rugí enredando mis dedos en su pelo para que se la metiera entera. Reía divertida por mi desesperación mientras la sacudía despacio tomando el tronco con su mano.
-Espero que no seas mi valquira porque Hell se queda corto para lo que yo te voy a hacer-gruñí volviendo a guiarla contra mi hombría.
Sus labios en mi punta, despacio la introdujo, lamiendo el frenillo, copando todo el falo aprisionado ahora por sus labios.
Tiré la cabeza hacia atrás entre roncos gruñidos, su cálida boca se movía como la mejor de las torturas.
-Mas -rugí con la voz oscurecida como mi propia razón.
Petición que quedo en la nada, pues un mordisco en el hueso de mi cadera y de nuevo se detuvo riéndose para enfrentar mis ojos que no daban crédito.
-Joder- gruñí rabioso -sigue -mi voz sonaba ronca imperativa.
Pero como antes ningún efecto causo en ella, de nuevo tenia que suplicar, odiaba pedir nada, yo no era así, lo tomaba y eso intenté llevando sus labios contra mi glande, mas no se abrieron, solo me torturó mas con su aliento.
Cerré un instante los ojos, mi virilidad palpitaba contra sus labios, exigiendo sin palabras lo que mis labios parecían negarse a decir.
-Déjame ir -pedí entre dientes, esa era la mayor concesión que iba a darle.
Orgullosa de verme rendido a sus pies, su boca volvió a acaparar mi hombría, la lamió con fuerza, succionandola, su lengua contra el frenillo, moviendolo, incesante el ritmo que de nuevo me hacia jadear de forma pesada. Roncos gruñidos sintiendo como mi hombría copaba toda su boca, palpitaba y se sacudió con fuerza llenándola de mi.
Dejé escapar un gruñido al sentirme ir, sus labios limpiaron mi tronco, mis ojos se deleitaron de ese instante.
Tiré de ella para que nuestras bocas se encontraran, sus pechos erguidos acariciaban mi torso, aun sentía mi cuerpo arder, mi virilidad se iba calmando, no así como mi deseo por ella que aun seguía preso de sus labios.
Sus caderas danzaban sobre mi hombría.
-Espera- susurré.
Era un poco molesto después de correrme que rozara mi glande, necesitaba un poco de tiempo para recuperarme.
Mi respiración moría agitada contra sus labios, ladeé la sonrisa.
-Dame un momento – susurré tirando de sus caderas para ponerla a cuatro patas con mi boca abajo.
-Así, sigamos jugando -susurré contra su húmeda feminidad.
Mis manos aferraron sus glúteos, agachandola para obligarla a danzar ahora contra mi boca, mi lengua recorrió cada pliegue de su sexo, estaba deliciosa, mojada, preparada para mi.
Ladeé la sonrisa dejando escapar contra el centro de su feminidad una carcajada.
-Vamos a divertirnos -susurré impactando mi aliento en ella.
No la dejaba moverse, aferraba sus caderas con mis manos y allí hundí mi boca devorándola sin tregua, mi lengua de fuego en su trinchera, allí prendí los maderos, succioné su botón, lo mordí mientras sentía como sus piernas temblaban de nuevo y sus brazos cedían.
Alce la mirada hacia sus pechos que colgaban, me estaba excitando muchísimo, su sabor era una droga.
Mordí la cara interna de su muslo dándole una tregua y de nuevo mi boca la penetro, follándosela sin tregua.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Sabía que no iba a gustarle demasiado mí idea de dominarlo cuando comenzara a jugar con él, era algo que sabía antes incluso de que pasara. Ya me había dejado desde el momento en que me “raptó” llevándome a aquella habitación su postura de orden y mando que tenía. No paraba de darme órdenes, incluso cuando ahora teníamos un objetivo en común lo seguía haciendo, no había dejado de hacerlo y era precisamente por eso que sabía que no le iba a gustar. Sí, le excitaba que jugara con él porque bajo en el sofá así lo había demostrado, pero ahora en cuanto comenzara con él de nuevo iba a ver más de una mirada de reproche por su parte, aunque no me importaba en absoluto… que me mirara de la forma que quisiera, ahora era mí momento de venganza y nadie me la iba a quitar. Ni siquiera él.
Y sí, era tremendamente divertido para mí ver cómo tenía que suplicarme, se veía que no era un hombre que estuviera acostumbrado a hacerlo, ni a pedir las cosas, seguramente tomara lo que quisiera cuando y como quisiera sin preguntar primero, y toparse con una mujer que le igualaba el juego y no se dejaba hacer como seguramente la mayoría de las mujeres con las que había estado hacía, de esa forma era más divertido. Solamente hacía falta ver su mirada, la forma en la que le había costado pedirme lo que quería que hiciera con él aún cuando yo sabía perfectamente qué era lo que quería, pero era tremendamente más excitante oír cómo le pedía a simplemente hacerlo.
Juegué con él, le devolví aquello que me había hecho contra la puerta hacía unos minutos y disfruté de cada momento en el que yo tenía el control sobre su cuerpo, me gustaba como me miraba, como su cuerpo se movía bajo el mío por lo que le estaba haciendo en su miembro, sus gruñidos, sus roncos gemidos… la forma en la que me pedía por más y que no parara, su mano enredándose en mí pelo provocándome una risa por su impaciencia, por las ganas que tenía de que lo hiciera. Por un momento me pregunté si la noche en la que fui a acudir a él la primera vez en el barco, esa donde tenía compañía y no me atreví a interrumpirlo, si habría jugado con la joven igual que lo estaba haciendo conmigo. O si la habría dejado dominarle… no muchas mujeres lo hacían, sin embargo a mí me gustaba tanto que me dominaran como dominar, encontraba excitante el hecho de tener a un hombre bajo tú poder que hacía aquello cuanto querías, rogándote. Justo como iba a tener que hacer él si quería que lo llevara al orgasmo.
Reí divertida cuando me pidió que siguiera con sus ojos furiosos puestos sobre mí, a lo que negué riéndome porque solamente yo mandaba, ahora me tocaba a mí y nada de lo que dijera o hiciera cambiaría de opinión y de parecer. Y no fue porque no lo intentara, pero estaba firme en esa idea y ahora tenía que obedecerme, cederme el control momentáneamente aunque no le gustara, si se oponía sería peor para él, si me daba el control disfrutaría como él quería y le regalaría ese orgasmo que pedía y que estaba necesitando, no era muy difícil darse cuenta de que estaba en su límite y que pronto terminaría… pero sólo si yo así lo quería. Su voz sonaba ronca y mordí mí labio inferior a la espera de que me obedeciera y me pidiera que lo dejara llegar, lamiendo mis labios.
Le costó, le costó pedírmelo pero al final no le quedó más remedio que hacerlo entre dientes. No pedía las cosas y ahí quedaba demostrado, ya me lo había dicho una vez y sus palabras ahora cobraban fuerza porque eran ciertas. Él sabía que lo tenía bajo mí poder y no podía hacer nada salvo dejarse llevar, y me gustaba esa sensación, sobre todo en el punto que llevaba en el cuerpo que lo multiplicaba todo con creces. Satisfecha de que le había hecho de alguna forma rogarme porque le dejara llegar al orgasmo, se lo concedí. Mí boca envolvió su miembro jugando con él, lamiendo, succionando y sintiendo su cadera moverse escuchando de fondo sus gruñidos y sus jadeos, al igual que los roncos gemidos que me hicieron elevar mis ojos hacia él al mismo tiempo que notaba como llegaba al orgasmo.
Mí boca recibió su orgasmo y sentí su mirada sobre la mía ahora que se había liberado, y sin apartar mis ojos de los suyos mí lengua lamió cada recoveco de su miembro mientras su mirada seguía siendo vidriosa deleitándose seguramente con las vistas que le estaba ofreciendo. Tiró de mí con fuerza subiéndome a su rostro y sus labios que no tardaron en volver a devorarme con nuestros cuerpos pegados de nuevo volviendo a jugar, a provocarnos el uno al otro. Podía notar su piel caliente bajo la mía, su pecho subiendo y bajando con rapidez bajo mí pecho y mis manos recorrieron su cuerpo hasta subir una a su pelo y enredar mis dedos en el. Pese a ello el juego aún no había terminado, no habíamos acabado el uno con el otro y ambos lo sabíamos, habíamos hecho que el otro obtuviera placer pero parecía que no estuviéramos satisfechos con ello, quedaba algo más que nos consumía por dentro y ya no sabía si era fruto de lo que había bebido, de lo que habíamos bebido los dos o simplemente era el deseo que habíamos retenido durante todos aquellos días el que ahora hablaba por nosotros.
Mis ojos lo miraron al separar nuestros labios aún moviéndome sobre él, buscándolo a continuar aquello para terminar de saciarnos como nuestros cuerpos nos estaban pidiendo cuando pidió que esperara, mordí su labio inferior dejando que hablara su aliento entrecortado chocaba contra mis labios entremezclando ambos alientos y sonreí divertida por ello. Quería que le diera un pequeño respiro, y no pude evitar reírme contra sus labios por ello creando figuras imaginarias en su pecho con la yema de uno de mis dedos. Su sonrisa prometía mucho más y me divirtió que me hiciera aquella petición.
-Al final voy a acabar pensando que los vikingos no sois tan… bravos en el lecho -mí comentario se podría pensar que fui hecho con mala intención, pero lejos de ello era más divertido por la situación que por otra cosa. Mí sonrisa ladeada y la risa que escapó leve contra sus labios fue claramente reveladora de que lo había dicho para picarlo y no por otro motivo- lo siento, me lo has puesto en bandeja de plata -pero no me dio mucho tiempo a decir mucho más porque sus manos aferraron mis caderas y como si no le costara nada moverme, cosa que intuía que así era, movió mí cuerpo como quiso al mismo tiempo que se movía un poco él para dejarme otra vez sobre mis rodillas en la cama, apoyando las manos sobre el colchón… pero con su cabeza justo bajo mí sexo. Sus palabras chocaron cálidas contra mí sexo y me mordí el labio sintiendo el aliento sobre la zona húmeda de mí sexo, un jadeo escapó de mis labios al notar cómo de nuevo su lengua volvía a recorrer esa zona que había cobrado vida de nuevo y que pedía atención, ya fuera su boca, sus dientes, su lengua, sus dedos o su miembro hundiéndose en mí interior.
No me dejó moverme, sus manos hicieron que mí cadera quedara más agachada y me encarceló en aquel lugar en el que ahora volvía a torturarme de nuevo con su lengua que dejaba un rastro abrasador a su paso. Decía que quería jugar, su aliento al igual que su risa volvió a impactar contra mí sexo y exhalé el aliento de forma algo pesada por ello, para sentir como volvía a la carga devorándome, no concediéndome tregua ni dejando que me moviera de aquella posición. Mis manos aferraron con fuerza la sábana, agaché mí cabeza dejando que mí pelo cayera en cascada y mí cadera comenzó a moverse por sí sola contra su boca, mientras yo solo podía jadear y gemir por las sensaciones. Mí cuerpo dio una sacudida y lancé un pequeño grito de placer al sentir cómo me mordía el clítoris, arqueando mí espalda, moviendo mis caderas buscándolo aunque no hiciera falta porque él ya me había encontrado. El placer volvía a apoderarse de mí cuerpo y con la cabeza agachada abrí los ojos para encontrar su mirada puesta en mí cuerpo, cruzándose de nuevo, a lo que me mordí el labio y bajé una de mis manos para llevarla a mí pecho y apretar viendo como aquel gesto le había gustado y sus ojos ahora se fijaban en ese pecho que tenía en mí mano.
-Vikingo... -lo llamé para que me mirara ahora que había parado y que dejaba un mordisco en mí muslo dándome una tregua, mí respiración era entrecortada, mí pecho subía y bajaba con rapidez y todo mí cuerpo ardía por el placer que me estaba dando- me gusta tú forma de divertirte -comenté con una risa mientras la respiración se iba normalizando, pero poco duró aquella tregua y su sonrisa fue la que anunció que aún no había terminado. Mí cuerpo tembló al notar que volvía de nuevo a la carga pero esta vez notando cómo su lengua se adentraba en mí interior, hecho que provocó un ronco gemido y que apretara las sábanas con fuerza. Me erguí sin poder contenerlo mucho más poniéndome recta, sus manos ejercían una presión en mí cadera que me empujaban hacia él y que no me dejaba apartarme, encarcelándome de esa forma. Pero me erguí, conseguí ponerme recta y eché mí cabeza hacia atrás notando cómo mí pelo rozaba mí espalda con cada movimiento y llegaba hasta el pecho del vikingo quedándose ahí. Mí cadera se movía por sí sola, mí mano apresaba uno de mis pechos y la otra fue buscando su miembro para apresar el tronco, comprobando si estaba listo o no porque de seguir así… iba a hacer que me corriera de nuevo. Mis ojos lo buscaron y bajé mí mano para aferrar su pelo no para acercarlo a mí, sino para alejarlo de mí sexo e intentar elevarme para poner distancia con su boca, como si esta me quemara, aunque no se alejaba demasiado de lo que sentía- si sigues... vas a hacer que termine… -mí respiración era entrecortada, los labios entreabiertos, los ojos brillantes y mí pecho subiendo y bajando con rapidez. Por la sonrisa que puso en su rostro mientras me miraba casi podría jurar que era eso exactamente lo que estaba buscando y pretendía, volver loca como lo había hecho en la puerta aunque no sabía si esa vez había decidido, o no, llevarme al orgasmo y solamente ponerme tan frenética, loca y deseando por más como me tenía ahora. Lamí mis labios y mordí mí inferior para bajar uno de mis dedos a su labio, pasando la yema por estos haciendo que su lengua lo lamiera para llevar el dedo a mis labios y chuparlo con una sonrisa, terminando por morder la punta.
Me puse de nuevo sobre su cuerpo ahora que parecía distraído con ese juego, con sus labios entreabiertos y sus ojos fijos en ese dedo que él había lamido para llevar mí rostro al suyo, dejé un mordisco juguetón en su cuello y subir hasta sus labios para morderlos, lamerlos y posteriormente besarlos bajando mis manos por su pecho. Volvíamos de nuevo al punto de partida aunque ahora de una forma muy diferente, ahora iba a ser otro juego más divertido y placentero. Ya había pasado el tiempo suficiente para volver a excitarlo de nuevo y aunque quería devolverle aquello que me había hecho supe, de alguna forma, que esa vez iba a hacer algo más que hundirse simplemente en mí interior. Mis labios crearon un recorrido desde sus labios a su oído donde lamí este, dejando un beso y luego un mordisco y un tirón en su lóbulo sonriendo de lado.
-Ya te he dado más de lo que has pedido.… has tenido más que un momento -mis labios recorrieron el contorno de su oreja- ¿Eso es lo que tanto deseas hundirte en mí interior? -Pregunté en un tono bajo, susurrante, provocándolo con mis palabras antes de dejar mis labios sobre los suyos y mí mirada, encendida y brillante, en sus orbes azules cargados también de deseo y de pasión- ¿Quieres que vuelva a rogarte de nuevo? -Reí de forma breve mordiendo y tirando de su labio para luego succionarlo, dejando mí aliento sobre ellos, tentándolo, lamiendo la zona que había mordido pasando mí lengua de forma lenta para luego lamer mis propios labios y morderme el inferior, sabiendo que aquello le ponía como ya me había dejado en claro en más de una ocasión. Me elevé un poco más para rozar mí nariz con la suya en una caricia lenta, cómplice e íntima sin quitar la sonrisa de mis labios. Me habría quedado así si no fuera por la incesante sensación de necesidad que palpitaba en mí sexo, húmedo y ávido de más. Volví a reclamar sus labios otra vez de una forma más necesitada, y al separarme subí mis ojos a los suyos dejando apenas unos centímetros entre nuestros labios- Sólo me falta comprobar una cosa, vikingo -dije divertida haciendo alusión a la pregunta que le había hecho en el sofá y que él no había contestado del todo, a lo que me mordí el labio al recordarlo- ¿Quieres seguir jugando.... O prefieres hacerme tuya, Ubbe? Porque yo prefiero que lo hagas -sentencié sin dejar de mirarlo con la necesidad de que, por esa vez, no volviera a querer de jugar de nuevo y cediera a lo que ambos queríamos en ese punto, y en ese momento.
Y sí, era tremendamente divertido para mí ver cómo tenía que suplicarme, se veía que no era un hombre que estuviera acostumbrado a hacerlo, ni a pedir las cosas, seguramente tomara lo que quisiera cuando y como quisiera sin preguntar primero, y toparse con una mujer que le igualaba el juego y no se dejaba hacer como seguramente la mayoría de las mujeres con las que había estado hacía, de esa forma era más divertido. Solamente hacía falta ver su mirada, la forma en la que le había costado pedirme lo que quería que hiciera con él aún cuando yo sabía perfectamente qué era lo que quería, pero era tremendamente más excitante oír cómo le pedía a simplemente hacerlo.
Juegué con él, le devolví aquello que me había hecho contra la puerta hacía unos minutos y disfruté de cada momento en el que yo tenía el control sobre su cuerpo, me gustaba como me miraba, como su cuerpo se movía bajo el mío por lo que le estaba haciendo en su miembro, sus gruñidos, sus roncos gemidos… la forma en la que me pedía por más y que no parara, su mano enredándose en mí pelo provocándome una risa por su impaciencia, por las ganas que tenía de que lo hiciera. Por un momento me pregunté si la noche en la que fui a acudir a él la primera vez en el barco, esa donde tenía compañía y no me atreví a interrumpirlo, si habría jugado con la joven igual que lo estaba haciendo conmigo. O si la habría dejado dominarle… no muchas mujeres lo hacían, sin embargo a mí me gustaba tanto que me dominaran como dominar, encontraba excitante el hecho de tener a un hombre bajo tú poder que hacía aquello cuanto querías, rogándote. Justo como iba a tener que hacer él si quería que lo llevara al orgasmo.
Reí divertida cuando me pidió que siguiera con sus ojos furiosos puestos sobre mí, a lo que negué riéndome porque solamente yo mandaba, ahora me tocaba a mí y nada de lo que dijera o hiciera cambiaría de opinión y de parecer. Y no fue porque no lo intentara, pero estaba firme en esa idea y ahora tenía que obedecerme, cederme el control momentáneamente aunque no le gustara, si se oponía sería peor para él, si me daba el control disfrutaría como él quería y le regalaría ese orgasmo que pedía y que estaba necesitando, no era muy difícil darse cuenta de que estaba en su límite y que pronto terminaría… pero sólo si yo así lo quería. Su voz sonaba ronca y mordí mí labio inferior a la espera de que me obedeciera y me pidiera que lo dejara llegar, lamiendo mis labios.
Le costó, le costó pedírmelo pero al final no le quedó más remedio que hacerlo entre dientes. No pedía las cosas y ahí quedaba demostrado, ya me lo había dicho una vez y sus palabras ahora cobraban fuerza porque eran ciertas. Él sabía que lo tenía bajo mí poder y no podía hacer nada salvo dejarse llevar, y me gustaba esa sensación, sobre todo en el punto que llevaba en el cuerpo que lo multiplicaba todo con creces. Satisfecha de que le había hecho de alguna forma rogarme porque le dejara llegar al orgasmo, se lo concedí. Mí boca envolvió su miembro jugando con él, lamiendo, succionando y sintiendo su cadera moverse escuchando de fondo sus gruñidos y sus jadeos, al igual que los roncos gemidos que me hicieron elevar mis ojos hacia él al mismo tiempo que notaba como llegaba al orgasmo.
Mí boca recibió su orgasmo y sentí su mirada sobre la mía ahora que se había liberado, y sin apartar mis ojos de los suyos mí lengua lamió cada recoveco de su miembro mientras su mirada seguía siendo vidriosa deleitándose seguramente con las vistas que le estaba ofreciendo. Tiró de mí con fuerza subiéndome a su rostro y sus labios que no tardaron en volver a devorarme con nuestros cuerpos pegados de nuevo volviendo a jugar, a provocarnos el uno al otro. Podía notar su piel caliente bajo la mía, su pecho subiendo y bajando con rapidez bajo mí pecho y mis manos recorrieron su cuerpo hasta subir una a su pelo y enredar mis dedos en el. Pese a ello el juego aún no había terminado, no habíamos acabado el uno con el otro y ambos lo sabíamos, habíamos hecho que el otro obtuviera placer pero parecía que no estuviéramos satisfechos con ello, quedaba algo más que nos consumía por dentro y ya no sabía si era fruto de lo que había bebido, de lo que habíamos bebido los dos o simplemente era el deseo que habíamos retenido durante todos aquellos días el que ahora hablaba por nosotros.
Mis ojos lo miraron al separar nuestros labios aún moviéndome sobre él, buscándolo a continuar aquello para terminar de saciarnos como nuestros cuerpos nos estaban pidiendo cuando pidió que esperara, mordí su labio inferior dejando que hablara su aliento entrecortado chocaba contra mis labios entremezclando ambos alientos y sonreí divertida por ello. Quería que le diera un pequeño respiro, y no pude evitar reírme contra sus labios por ello creando figuras imaginarias en su pecho con la yema de uno de mis dedos. Su sonrisa prometía mucho más y me divirtió que me hiciera aquella petición.
-Al final voy a acabar pensando que los vikingos no sois tan… bravos en el lecho -mí comentario se podría pensar que fui hecho con mala intención, pero lejos de ello era más divertido por la situación que por otra cosa. Mí sonrisa ladeada y la risa que escapó leve contra sus labios fue claramente reveladora de que lo había dicho para picarlo y no por otro motivo- lo siento, me lo has puesto en bandeja de plata -pero no me dio mucho tiempo a decir mucho más porque sus manos aferraron mis caderas y como si no le costara nada moverme, cosa que intuía que así era, movió mí cuerpo como quiso al mismo tiempo que se movía un poco él para dejarme otra vez sobre mis rodillas en la cama, apoyando las manos sobre el colchón… pero con su cabeza justo bajo mí sexo. Sus palabras chocaron cálidas contra mí sexo y me mordí el labio sintiendo el aliento sobre la zona húmeda de mí sexo, un jadeo escapó de mis labios al notar cómo de nuevo su lengua volvía a recorrer esa zona que había cobrado vida de nuevo y que pedía atención, ya fuera su boca, sus dientes, su lengua, sus dedos o su miembro hundiéndose en mí interior.
No me dejó moverme, sus manos hicieron que mí cadera quedara más agachada y me encarceló en aquel lugar en el que ahora volvía a torturarme de nuevo con su lengua que dejaba un rastro abrasador a su paso. Decía que quería jugar, su aliento al igual que su risa volvió a impactar contra mí sexo y exhalé el aliento de forma algo pesada por ello, para sentir como volvía a la carga devorándome, no concediéndome tregua ni dejando que me moviera de aquella posición. Mis manos aferraron con fuerza la sábana, agaché mí cabeza dejando que mí pelo cayera en cascada y mí cadera comenzó a moverse por sí sola contra su boca, mientras yo solo podía jadear y gemir por las sensaciones. Mí cuerpo dio una sacudida y lancé un pequeño grito de placer al sentir cómo me mordía el clítoris, arqueando mí espalda, moviendo mis caderas buscándolo aunque no hiciera falta porque él ya me había encontrado. El placer volvía a apoderarse de mí cuerpo y con la cabeza agachada abrí los ojos para encontrar su mirada puesta en mí cuerpo, cruzándose de nuevo, a lo que me mordí el labio y bajé una de mis manos para llevarla a mí pecho y apretar viendo como aquel gesto le había gustado y sus ojos ahora se fijaban en ese pecho que tenía en mí mano.
-Vikingo... -lo llamé para que me mirara ahora que había parado y que dejaba un mordisco en mí muslo dándome una tregua, mí respiración era entrecortada, mí pecho subía y bajaba con rapidez y todo mí cuerpo ardía por el placer que me estaba dando- me gusta tú forma de divertirte -comenté con una risa mientras la respiración se iba normalizando, pero poco duró aquella tregua y su sonrisa fue la que anunció que aún no había terminado. Mí cuerpo tembló al notar que volvía de nuevo a la carga pero esta vez notando cómo su lengua se adentraba en mí interior, hecho que provocó un ronco gemido y que apretara las sábanas con fuerza. Me erguí sin poder contenerlo mucho más poniéndome recta, sus manos ejercían una presión en mí cadera que me empujaban hacia él y que no me dejaba apartarme, encarcelándome de esa forma. Pero me erguí, conseguí ponerme recta y eché mí cabeza hacia atrás notando cómo mí pelo rozaba mí espalda con cada movimiento y llegaba hasta el pecho del vikingo quedándose ahí. Mí cadera se movía por sí sola, mí mano apresaba uno de mis pechos y la otra fue buscando su miembro para apresar el tronco, comprobando si estaba listo o no porque de seguir así… iba a hacer que me corriera de nuevo. Mis ojos lo buscaron y bajé mí mano para aferrar su pelo no para acercarlo a mí, sino para alejarlo de mí sexo e intentar elevarme para poner distancia con su boca, como si esta me quemara, aunque no se alejaba demasiado de lo que sentía- si sigues... vas a hacer que termine… -mí respiración era entrecortada, los labios entreabiertos, los ojos brillantes y mí pecho subiendo y bajando con rapidez. Por la sonrisa que puso en su rostro mientras me miraba casi podría jurar que era eso exactamente lo que estaba buscando y pretendía, volver loca como lo había hecho en la puerta aunque no sabía si esa vez había decidido, o no, llevarme al orgasmo y solamente ponerme tan frenética, loca y deseando por más como me tenía ahora. Lamí mis labios y mordí mí inferior para bajar uno de mis dedos a su labio, pasando la yema por estos haciendo que su lengua lo lamiera para llevar el dedo a mis labios y chuparlo con una sonrisa, terminando por morder la punta.
Me puse de nuevo sobre su cuerpo ahora que parecía distraído con ese juego, con sus labios entreabiertos y sus ojos fijos en ese dedo que él había lamido para llevar mí rostro al suyo, dejé un mordisco juguetón en su cuello y subir hasta sus labios para morderlos, lamerlos y posteriormente besarlos bajando mis manos por su pecho. Volvíamos de nuevo al punto de partida aunque ahora de una forma muy diferente, ahora iba a ser otro juego más divertido y placentero. Ya había pasado el tiempo suficiente para volver a excitarlo de nuevo y aunque quería devolverle aquello que me había hecho supe, de alguna forma, que esa vez iba a hacer algo más que hundirse simplemente en mí interior. Mis labios crearon un recorrido desde sus labios a su oído donde lamí este, dejando un beso y luego un mordisco y un tirón en su lóbulo sonriendo de lado.
-Ya te he dado más de lo que has pedido.… has tenido más que un momento -mis labios recorrieron el contorno de su oreja- ¿Eso es lo que tanto deseas hundirte en mí interior? -Pregunté en un tono bajo, susurrante, provocándolo con mis palabras antes de dejar mis labios sobre los suyos y mí mirada, encendida y brillante, en sus orbes azules cargados también de deseo y de pasión- ¿Quieres que vuelva a rogarte de nuevo? -Reí de forma breve mordiendo y tirando de su labio para luego succionarlo, dejando mí aliento sobre ellos, tentándolo, lamiendo la zona que había mordido pasando mí lengua de forma lenta para luego lamer mis propios labios y morderme el inferior, sabiendo que aquello le ponía como ya me había dejado en claro en más de una ocasión. Me elevé un poco más para rozar mí nariz con la suya en una caricia lenta, cómplice e íntima sin quitar la sonrisa de mis labios. Me habría quedado así si no fuera por la incesante sensación de necesidad que palpitaba en mí sexo, húmedo y ávido de más. Volví a reclamar sus labios otra vez de una forma más necesitada, y al separarme subí mis ojos a los suyos dejando apenas unos centímetros entre nuestros labios- Sólo me falta comprobar una cosa, vikingo -dije divertida haciendo alusión a la pregunta que le había hecho en el sofá y que él no había contestado del todo, a lo que me mordí el labio al recordarlo- ¿Quieres seguir jugando.... O prefieres hacerme tuya, Ubbe? Porque yo prefiero que lo hagas -sentencié sin dejar de mirarlo con la necesidad de que, por esa vez, no volviera a querer de jugar de nuevo y cediera a lo que ambos queríamos en ese punto, y en ese momento.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Sus caderas me buscaban, la oía jadear con brusquedad completamente perdida en mi boca y yo en su sabor. Me relamía fruto de la excitación mientras mis azules oscurecidos observaban como se tocaba los pechos, como acariciaba su tostada piel y mi mano se alzó buscando sus pezones endurecidos, su mano sobre la mía ,llevando mis dedos a aquellos sitios que deseaba que convirtiera en míos. Su cuerpo se arqueaba, el pelo caía como una cascada acariciando mi pecho, gemía extasiada, y mi virilidad se alzo violenta, me ponía muchísimo que me hiciera tocarla, que con gestos me pidiera todo.
Los dos habíamos empezado un juego peligroso, pues esta unión era distinta, quizás ella no lo sentía, mas si yo, no era como cuando me encontraba con otras mujeres a las que embestía con fuerza hasta que ambos quedábamos satisfechos y saciados. Era un hombre con necesidades eso era un hecho, pero con Nai todo era demasiado intenso, demasiado perfecto, no buscaba solo saciarme si no perderme en su piel, en ella. Dejé escapar el aire de forma brusca contra su húmeda feminidad, sentía como sus paredes vibraban contra mis labios, ladeé la sonrisa introduciendo mi lengua en su laberinto, quería sentir como explotaba, mas sus palabras roncas me lo confirmaron.
-¿y quien te ha dicho que no quiero que te vayas en mi boca? -susurré contra su sexo.
Su dedo me silencio con una caricia, su cuerpo bajaba despacio, descendiendo sobre mi piel, su boca pronto atrapó la mía, labios que se buscaron, sabor a ella, a fuego, a alcohol, a maderos y humo.
Jadeé cuando tiró de mi labios inferior, su risa escapó contra mi boca cuando sus caderas danzaron salvajes contra mi glande percatándose de lo duro y dispuesto que estaba a emprender justa batalla.
Ladeé la sonrisa perdiéndome en su mirada parda, alce el pecho ligeramente para colisionar contra su boca, necesitado de beber de ella, sediento de sus carnosos, estábamos ebrios y no solo de alcohol.
-¿que decías de los vikingos? -bromeé llevando mis manos a sus caderas para acompasar el incendiario movimiento que me tentaba a adentrarme en ella.
Sus labios bordearon mi mandíbula dibujándola con los dientes, ladeé la cabeza dejándola hacer hasta que alcanzó mi oído. Incendiarias sus palabras, su pregunta no tenia ningún sentido, mi necesidad por follármela era tan evidente como la intensidad con la que mis manos la empujaban hacia abajo mientras ella reía en mi oído por mi impaciencia.
Los dos eramos en ese momento fuego, ambos nos habíamos corrido y aun seguíamos deseando mas, mas de todo, mas de nuestros cuerpos, mas de nosotros.
-¿quieres que te folle? -pregunté contra su boca, mi lengua atravesó sus murallas, cruzando el rastrillo del castillo con el estandarte de la victoria en alto.
Húmeda su lengua batalló con la mía, jadeos incesantes en un duelo que nos convertía en vencedor y vencido. Fuego, acero, pasión, amor y los elementos que parecían dispuestos a bailar al son que marcaban nuestros cuerpos.
No esperé una respuesta, la giré en el colchón, su cuerpo se amoldó al mio, piernas que se abrieron y treparon por mi pecho alzándose sobre mis hombros.
Mi hacha de guerra aulló rabiosa por la ofrenda y se adentro en una gesta a melé embistiéndola sin ninguna tregua, gemía contra mi boca, yo gruñía contra la suya.
Frenético el ritmo del martillo contra el yunque que templa la espada.
Nuestros ojos se perdieron en los del otro, mirada turbia, roncos jadeos los dos sentíamos como el infierno nos devoraba por dentro y como estábamos al borde de rozar el cielo.
-Te deseo -susurré contra su boca por no decir otra cosa que ni yo estaba preparado para pronunciar, ni ella para escuchar.
La alcé por las nalgas sin salirme de ella, la oí gemir por el arrebato pasional y con mi brazo busqué el tocador empujando todos los frascos que había sobre el.
Golpes varios contra el suelo, metales, cristales y el de sus nalgas impactando contra la madera que crujía por mis rudas embestidas.
Su cabeza contra la pared, labios entreabiertos dejando escapar mi nombre de ellos y mi boca se afianzo en sus erguidos pechos, lamiéndolos succionandolos, torturandolos con mis dientes. Ambos nos habíamos perdido en el placer hacia tiempo.
Sus piernas atrapaban mi cintura, sus pies impulsaban mis nalgas hacia ella, era imposible adentrarme mas en ese laberinto, estaba completamente dentro.
Sus paredes vibraron mientras mi hombría se sacudía en su interior, sexo que palpitaba apretando mi mástil, envolviéndolo con su calor.
Su cuerpo cedió sobre el mio, mi boca la buscó en un beso dulce que acompasaba nuestra entrecortada respiración.
-Cógete -le pedí al sentirla como una muñeca de trapo. Ladeé la sonrisa contra sus labios y tire de ella al sentir sus brazos enredarse en mi cuello.
Juntos regresamos al lecho dejándonos caer en él. Nuestros ojos se buscaron, silencio por parte de los dos, solo nos mirábamos sin saber muy bien que decir a lo que acababa de ocurrir en esa habitación.
Los dos habíamos empezado un juego peligroso, pues esta unión era distinta, quizás ella no lo sentía, mas si yo, no era como cuando me encontraba con otras mujeres a las que embestía con fuerza hasta que ambos quedábamos satisfechos y saciados. Era un hombre con necesidades eso era un hecho, pero con Nai todo era demasiado intenso, demasiado perfecto, no buscaba solo saciarme si no perderme en su piel, en ella. Dejé escapar el aire de forma brusca contra su húmeda feminidad, sentía como sus paredes vibraban contra mis labios, ladeé la sonrisa introduciendo mi lengua en su laberinto, quería sentir como explotaba, mas sus palabras roncas me lo confirmaron.
-¿y quien te ha dicho que no quiero que te vayas en mi boca? -susurré contra su sexo.
Su dedo me silencio con una caricia, su cuerpo bajaba despacio, descendiendo sobre mi piel, su boca pronto atrapó la mía, labios que se buscaron, sabor a ella, a fuego, a alcohol, a maderos y humo.
Jadeé cuando tiró de mi labios inferior, su risa escapó contra mi boca cuando sus caderas danzaron salvajes contra mi glande percatándose de lo duro y dispuesto que estaba a emprender justa batalla.
Ladeé la sonrisa perdiéndome en su mirada parda, alce el pecho ligeramente para colisionar contra su boca, necesitado de beber de ella, sediento de sus carnosos, estábamos ebrios y no solo de alcohol.
-¿que decías de los vikingos? -bromeé llevando mis manos a sus caderas para acompasar el incendiario movimiento que me tentaba a adentrarme en ella.
Sus labios bordearon mi mandíbula dibujándola con los dientes, ladeé la cabeza dejándola hacer hasta que alcanzó mi oído. Incendiarias sus palabras, su pregunta no tenia ningún sentido, mi necesidad por follármela era tan evidente como la intensidad con la que mis manos la empujaban hacia abajo mientras ella reía en mi oído por mi impaciencia.
Los dos eramos en ese momento fuego, ambos nos habíamos corrido y aun seguíamos deseando mas, mas de todo, mas de nuestros cuerpos, mas de nosotros.
-¿quieres que te folle? -pregunté contra su boca, mi lengua atravesó sus murallas, cruzando el rastrillo del castillo con el estandarte de la victoria en alto.
Húmeda su lengua batalló con la mía, jadeos incesantes en un duelo que nos convertía en vencedor y vencido. Fuego, acero, pasión, amor y los elementos que parecían dispuestos a bailar al son que marcaban nuestros cuerpos.
No esperé una respuesta, la giré en el colchón, su cuerpo se amoldó al mio, piernas que se abrieron y treparon por mi pecho alzándose sobre mis hombros.
Mi hacha de guerra aulló rabiosa por la ofrenda y se adentro en una gesta a melé embistiéndola sin ninguna tregua, gemía contra mi boca, yo gruñía contra la suya.
Frenético el ritmo del martillo contra el yunque que templa la espada.
Nuestros ojos se perdieron en los del otro, mirada turbia, roncos jadeos los dos sentíamos como el infierno nos devoraba por dentro y como estábamos al borde de rozar el cielo.
-Te deseo -susurré contra su boca por no decir otra cosa que ni yo estaba preparado para pronunciar, ni ella para escuchar.
La alcé por las nalgas sin salirme de ella, la oí gemir por el arrebato pasional y con mi brazo busqué el tocador empujando todos los frascos que había sobre el.
Golpes varios contra el suelo, metales, cristales y el de sus nalgas impactando contra la madera que crujía por mis rudas embestidas.
Su cabeza contra la pared, labios entreabiertos dejando escapar mi nombre de ellos y mi boca se afianzo en sus erguidos pechos, lamiéndolos succionandolos, torturandolos con mis dientes. Ambos nos habíamos perdido en el placer hacia tiempo.
Sus piernas atrapaban mi cintura, sus pies impulsaban mis nalgas hacia ella, era imposible adentrarme mas en ese laberinto, estaba completamente dentro.
Sus paredes vibraron mientras mi hombría se sacudía en su interior, sexo que palpitaba apretando mi mástil, envolviéndolo con su calor.
Su cuerpo cedió sobre el mio, mi boca la buscó en un beso dulce que acompasaba nuestra entrecortada respiración.
-Cógete -le pedí al sentirla como una muñeca de trapo. Ladeé la sonrisa contra sus labios y tire de ella al sentir sus brazos enredarse en mi cuello.
Juntos regresamos al lecho dejándonos caer en él. Nuestros ojos se buscaron, silencio por parte de los dos, solo nos mirábamos sin saber muy bien que decir a lo que acababa de ocurrir en esa habitación.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Mí respiración se hacía rápida y pesada cada vez que el vikingo recorría mí sexo con su lengua, estaba convencido de volver a llevarme a la locura y si seguía así no tardaría mucho más en conseguirlo. Sentía que todo mí cuerpo ardía por el placer que me proporcionaba y me estaba llevando a un límite tal y como yo lo había estado llevando anteriormente. Era imposible mantener la boca cerrada en ese punto, jadeos y gemidos escapaban de ella sin control alguno que parecían enardecer más al vikingo, algo que le hacía darme más placer como si mis jadeos y mis gemidos le incentivaran y motivaran. Mis manos acariciaron mí cuerpo ya que la suyas estaban fijas en mis caderas y sonreí entre jadeos al notar su mano ascender por mí cuerpo y llegar hasta uno de mis pechos.
Jugó con él a la misma vez que jugaba con su lengua en mí sexo, lamiendo, succionando, penetrando sin darme ni una sola tregua. Sus ojos estaban fijos en los míos, ambos cargados de placer y excitación al igual como deberían de estar los míos. Mí mano cogió la suya tras haber dejado que esta tocara mi pecho y mis endurecidos pezones y la subí a mí boca donde mordí la yema de sus dedos, o mordía estos mientras él no dejaba de llevarme a la locura con su lengua. Hice un camino descendente con su mano y mí cabeza se echó hacia atrás con los ojos cerrados, si seguía así iba a hacer que me corriera de nuevo y no era precisamente lo que quería que hiciera, aunque él parecía empeñado en volver a otorgarme otro orgasmo.
A pesar de que había separado su rostro de mí sexo con mis dedos enredados en su pelo no lo frenó lo suficiente como para dejar de hacerlo, siguió ahora notando su aliento dar contra aquella zona húmeda que me hacía temblar todo el cuerpo y mis ojos se centraron en los suyos con la respiración entrecortada. Tuve que sonreír de lado por aquella pregunta que me había hecho, yo le decía que de seguir así iba a correrme y él en cambio me hacía saber que era lo que estaba buscando… aquel vikingo siempre tenía que tomar el mando, en todas y cada una de las cuestiones. Su lengua volvió a recorrer mí sexo y me mordí el labio moviendo mí cadera de forma inevitable, reaccionaba a su toque por mucho que yo quisiera no moverme pero era algo imposible, me había puesto demasiado con el juego que se traía.
-Nadie -respondí aún con la respiración entrecortada, seguía jugando conmigo ahora exhalando su aliento haciéndome temblar por ello. Poco me faltaba y él lo sabía, su mirada me lo hacía saber y estaba disfrutando de aquello ante lo que él consideraría su victoria. No dije más y tampoco le dejé hacer más porque me moví para baja por su cuerpo y que no pudiera hacerme nada, piel con piel, calientes y abrasadoras en cada roce y en cada caricia. Me entretuve en volver a moverme contra él como había hecho antes y dejar un camino desde sus labios hasta su oreja. Sabía que iba a decirme algo por el comentario sobre los vikingos en la cama, pese a que se lo había dicho como en broma, sus manos aprisionaron mis caderas de nuevo haciendo que nuestros sexos volvieran a rozarse de forma más profunda, tentándonos a los dos en aquel baile. Mis labios recorrieron su piel hasta acabar en sus labios y subir a su oreja, sus manos en mí cintura me conducían por un camino que terminaba en su miembro, impaciente, deseando adentrarse en mí interior. Bueno, ¿no era lo que ambos queríamos? Si, era justamente lo que estábamos deseando y lo que nuestros cuerpos nos pedían. Su pregunta sobre mis labios me hizo mirarlo de forma fija, y antes de que pudiera responderle, su lengua ya buscaba la mía en una dura batalla cargada de pasión, de lujuria, de necesidad apremiante y de ganas de perdernos el uno en el otro. Nuestros cuerpos no dejaban de buscarse en aquel beso en el que mis dientes apresaron su lengua unos segundos, buscando su mirada, para reír levemente y dejar que volviera a enfrentarme como lo estaba haciendo.
Poco tardó en cambiar de posiciones y dejarme a mí bajo su cuerpo que se cernía sobre el mío, no recargó todo su peso sobre mí y mis piernas ya lo anclaban a mí cuerpo y le daban acceso a el, mis manos bajaron por su costado y mis piernas subieron hasta sus hombros para dejarle hacer totalmente, como si fuera la confirmación que estaba esperando y necesitando. Podía notar la punta de su miembro justo sobre mí sexo y no esperó demasiado para volver a adentrarse en mí interior, gemí al notarlo por completo dentro de mí y cerré los ojos disfrutando de la sensación. No paró en ningún momento y yo estaba más que preparada para recibirlo así que, como si estuviera desesperado por aquello y no pudiera aguantarse, comenzó a moverse en mí interior con un ritmo rápido que me estaba haciendo enloquecer.
Mí cuerpo se agitaba y sacudía con cada embestida que hacía en profundidad en mí interior, jadeos y gemidos que escapaban de mis labios y mí cuerpo que se arqueaba buscando el suyo. Mis manos descendían por su pecho notando cada músculo de su cuerpo bajo la yema de mis dedos, la punta de mis pechos rozándose contra su piel, y ahora nuestros ojos fijos en los del otro. Nuestra respiración era errática y los jadeos escapaban de nuestros labios sin control alguno mientras el placer ascendía por nuestros cuerpos en una carrera para llegar a la cima. Era todo muy íntimo, demasiado íntimo y era como si los dos supiéramos de alguna forma que no era normal, que era como si creara una conexión diferente a la que podría ser simplemente una noche de sexo, de pasión y de desenfreno.
Mis labios se embebieron de sus palabras dejando un mordisco en su labio inferior y atrayéndolo de la nuca terminé por juntar nuestros labios en un beso cargado de pasión mientras él no dejaba de hundirse en mí interior. No hacía falta que lo deseaba, mí cuerpo era el ejemplo perfecto para que él se diera cuenta de que también me pasaba, así que no vi necesidad en responderle, mí beso, mí cuerpo y mis gemidos eran la prueba perfecta. Sus manos me alzaron gimiendo contra sus labios sin salir de mí interior, sus pasos llegaron hasta el tocador y su mano quitó todo lo que había sobre este, los frascos y demás utensilios cayeron al suelo y mis nalgas ahora contra la madera de este.
Jadeé al notar lo fría que estaba pero pronto se me pasó cuando siguió moviéndose en mí interior con un ritmo frenético y profundo, mis piernas descendieron hasta rodear su cintura, encarcelándolo a mí cuerpo. Tiré hacia atrás la cabeza y cerré los ojos arqueando mí cuerpo contra él dejándome llevar por el placer ahora notando que era su boca la que mordía, lamía y succionaba mis pezones. Mis manos subieron por sus brazos hasta acabar en su espalda que recorrí arañándola mientras las olas de placer surcaban mí cuerpo abrasándolo a su paso, calcinándome con cada embestida. Mis caderas lo buscaban en cada encuentro, mis pies lo animaban a hundirse más como si fuera posible y mis labios gemían en el borde del abismo.
Al final caí por el y llegué al orgasmo notando cómo mi cuerpo temblaba contra el suyo, su nombre escapaba de mis labios, mis manos arañaban su espalda y notaba cómo él también llegaba el orgasmo llenándome de él. Aparté varios mechones de mí pelo que tenía pegados en el rostro con el pecho subiendo y bajando con rapidez, para dejarme vencer contra su cuerpo. Sus labios buscaron los míos en un beso calmado, pausado, más sentido que ninguno de los que nos habíamos dado y yo me dejé llevar y guiar por él acariciando su torso con mis manos. Le hice caso cuando me dijo que me cogiera a él, seguramente viendo que me había quedado laxa, relajada y saciada y que por el momento no era capaz de moverme. Mis brazos rodearon su cuerpo y dejando mí rostro en el cuello dejé que me llevara hasta la cama, donde me dejó sobre esta y se tumbó a mí lado.
Hubo un silencio nada más tumbarnos juntos en donde nuestras miradas se encontraron y ninguno supo qué decir exactamente. Tampoco es que hiciera falta decir mucho, sabíamos lo que había pasado, los dos lo habíamos buscado y provocado, habíamos disfrutado o al menos yo había disfrutado como hacía mucho tiempo que no hacía de forma tan distendida, relajada, placentera y porque así lo quería. Aquello solo había sido la acumulación de todos esos días, del estrés, de los nervios, del resultado de nuestro carácter, de las veces que nos habíamos buscado, provocado y como una forma de solventar la… discusión, o pelea, que habíamos tenido aquel día. Mí dedo recorrió su mandíbula y me mordí el labio fijando mis ojos en los suyos, hasta subir a sus orbes azules.
-No me voy a excusar en la bebida -porque podríamos decir que había sido fruto de ella, pero ambos sabíamos muy bien que no era así. Esa… conexión que habíamos sentido no se producía por el alcohol, quizás si el haber empezado bajo con aquel juego, pero el continuarlo había sido completamente decisión nuestra- a estas alturas los dos sabemos que no es una excusa que sea factible -mí dedo paró de recorrer su mandíbula y bajó ahora por su cuello- es algo que hemos provocado y buscado los dos -ya que él no decía nada, o no sabía qué decir, lo haría yo. Lancé un suspiro que chocó contra sus labios, pero no aparté mí mirada de la suya- Me ha gustado, mucho, y lo he disfrutado también… cada cosa que me has hecho y cada cosa que te he hecho a ti -sonreí de lado de forma breve recorriendo su clavícula para volver a subir de nuevo por su cuello- hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un hombre en la cama -reconocí siendo franca. Después del trabajo que había tenido no era algo que fuera mí prioridad, también había pasado mucho tiempo esforzándome por conseguir el trabajo que quería y no muchos hombres me habían llamado la atención como para dejarme llevar de esa forma. Mí mano fue esta vez hacia su nuca y subió para enredarse en su pelo para acercarme a él y besarlo, de forma lenta y suave, más tranquila- ahora entiendo por qué tenéis esa fama no solo en el campo de batalla -comenté con una sonrisa- si alguna vez sale un debate sobre vikingos y cómo se desenvuelven en la cama… podré opinar al respecto -reí contra sus labios chocando mí aliento sobre estos dándole un tinte algo cómico a la situación. Cerré los ojos y mí nariz recorrió ahora su mejilla hasta subirla para rozar la suya, como si me acordara de repente mí mano descendió por su pecho para ver las vendas que llevaba y fijarme en que estas estaban limpias, pero seguramente la herida que más grave era habría supurado un poco- Ahora no puedes negarme que has hecho un esfuerzo -comenté con una sonrisa ladeada mirándolo, como si lo retara a que me lo negara- Deberíamos de descansar, mañana tengo que ir a la excavación y empezar a traducir los papiros -lo miré, no iba a ceder en aquello por mucho que me lo dijera. Mis labios se quedaron sobre los suyos pasando mí lengua sobre estos y lo miré ahora sintiendo su cuerpo pegado al mío- Dime, Ubbe… ¿vas a poder dormir conmigo desnuda y aguantar la tentación… o prefieres que busque algo para dormir? -la risa salió de mis labios por mis palabras, parecía que lo que había pasado había borrado un poco todo rastro de lo que había pasado concediéndonos ese momento, ese punto en el que todo era diversión y todo lo demás quedaba atrás. Como si ese hubiera sido el empujón que nos había hecho falta.
Jugó con él a la misma vez que jugaba con su lengua en mí sexo, lamiendo, succionando, penetrando sin darme ni una sola tregua. Sus ojos estaban fijos en los míos, ambos cargados de placer y excitación al igual como deberían de estar los míos. Mí mano cogió la suya tras haber dejado que esta tocara mi pecho y mis endurecidos pezones y la subí a mí boca donde mordí la yema de sus dedos, o mordía estos mientras él no dejaba de llevarme a la locura con su lengua. Hice un camino descendente con su mano y mí cabeza se echó hacia atrás con los ojos cerrados, si seguía así iba a hacer que me corriera de nuevo y no era precisamente lo que quería que hiciera, aunque él parecía empeñado en volver a otorgarme otro orgasmo.
A pesar de que había separado su rostro de mí sexo con mis dedos enredados en su pelo no lo frenó lo suficiente como para dejar de hacerlo, siguió ahora notando su aliento dar contra aquella zona húmeda que me hacía temblar todo el cuerpo y mis ojos se centraron en los suyos con la respiración entrecortada. Tuve que sonreír de lado por aquella pregunta que me había hecho, yo le decía que de seguir así iba a correrme y él en cambio me hacía saber que era lo que estaba buscando… aquel vikingo siempre tenía que tomar el mando, en todas y cada una de las cuestiones. Su lengua volvió a recorrer mí sexo y me mordí el labio moviendo mí cadera de forma inevitable, reaccionaba a su toque por mucho que yo quisiera no moverme pero era algo imposible, me había puesto demasiado con el juego que se traía.
-Nadie -respondí aún con la respiración entrecortada, seguía jugando conmigo ahora exhalando su aliento haciéndome temblar por ello. Poco me faltaba y él lo sabía, su mirada me lo hacía saber y estaba disfrutando de aquello ante lo que él consideraría su victoria. No dije más y tampoco le dejé hacer más porque me moví para baja por su cuerpo y que no pudiera hacerme nada, piel con piel, calientes y abrasadoras en cada roce y en cada caricia. Me entretuve en volver a moverme contra él como había hecho antes y dejar un camino desde sus labios hasta su oreja. Sabía que iba a decirme algo por el comentario sobre los vikingos en la cama, pese a que se lo había dicho como en broma, sus manos aprisionaron mis caderas de nuevo haciendo que nuestros sexos volvieran a rozarse de forma más profunda, tentándonos a los dos en aquel baile. Mis labios recorrieron su piel hasta acabar en sus labios y subir a su oreja, sus manos en mí cintura me conducían por un camino que terminaba en su miembro, impaciente, deseando adentrarse en mí interior. Bueno, ¿no era lo que ambos queríamos? Si, era justamente lo que estábamos deseando y lo que nuestros cuerpos nos pedían. Su pregunta sobre mis labios me hizo mirarlo de forma fija, y antes de que pudiera responderle, su lengua ya buscaba la mía en una dura batalla cargada de pasión, de lujuria, de necesidad apremiante y de ganas de perdernos el uno en el otro. Nuestros cuerpos no dejaban de buscarse en aquel beso en el que mis dientes apresaron su lengua unos segundos, buscando su mirada, para reír levemente y dejar que volviera a enfrentarme como lo estaba haciendo.
Poco tardó en cambiar de posiciones y dejarme a mí bajo su cuerpo que se cernía sobre el mío, no recargó todo su peso sobre mí y mis piernas ya lo anclaban a mí cuerpo y le daban acceso a el, mis manos bajaron por su costado y mis piernas subieron hasta sus hombros para dejarle hacer totalmente, como si fuera la confirmación que estaba esperando y necesitando. Podía notar la punta de su miembro justo sobre mí sexo y no esperó demasiado para volver a adentrarse en mí interior, gemí al notarlo por completo dentro de mí y cerré los ojos disfrutando de la sensación. No paró en ningún momento y yo estaba más que preparada para recibirlo así que, como si estuviera desesperado por aquello y no pudiera aguantarse, comenzó a moverse en mí interior con un ritmo rápido que me estaba haciendo enloquecer.
Mí cuerpo se agitaba y sacudía con cada embestida que hacía en profundidad en mí interior, jadeos y gemidos que escapaban de mis labios y mí cuerpo que se arqueaba buscando el suyo. Mis manos descendían por su pecho notando cada músculo de su cuerpo bajo la yema de mis dedos, la punta de mis pechos rozándose contra su piel, y ahora nuestros ojos fijos en los del otro. Nuestra respiración era errática y los jadeos escapaban de nuestros labios sin control alguno mientras el placer ascendía por nuestros cuerpos en una carrera para llegar a la cima. Era todo muy íntimo, demasiado íntimo y era como si los dos supiéramos de alguna forma que no era normal, que era como si creara una conexión diferente a la que podría ser simplemente una noche de sexo, de pasión y de desenfreno.
Mis labios se embebieron de sus palabras dejando un mordisco en su labio inferior y atrayéndolo de la nuca terminé por juntar nuestros labios en un beso cargado de pasión mientras él no dejaba de hundirse en mí interior. No hacía falta que lo deseaba, mí cuerpo era el ejemplo perfecto para que él se diera cuenta de que también me pasaba, así que no vi necesidad en responderle, mí beso, mí cuerpo y mis gemidos eran la prueba perfecta. Sus manos me alzaron gimiendo contra sus labios sin salir de mí interior, sus pasos llegaron hasta el tocador y su mano quitó todo lo que había sobre este, los frascos y demás utensilios cayeron al suelo y mis nalgas ahora contra la madera de este.
Jadeé al notar lo fría que estaba pero pronto se me pasó cuando siguió moviéndose en mí interior con un ritmo frenético y profundo, mis piernas descendieron hasta rodear su cintura, encarcelándolo a mí cuerpo. Tiré hacia atrás la cabeza y cerré los ojos arqueando mí cuerpo contra él dejándome llevar por el placer ahora notando que era su boca la que mordía, lamía y succionaba mis pezones. Mis manos subieron por sus brazos hasta acabar en su espalda que recorrí arañándola mientras las olas de placer surcaban mí cuerpo abrasándolo a su paso, calcinándome con cada embestida. Mis caderas lo buscaban en cada encuentro, mis pies lo animaban a hundirse más como si fuera posible y mis labios gemían en el borde del abismo.
Al final caí por el y llegué al orgasmo notando cómo mi cuerpo temblaba contra el suyo, su nombre escapaba de mis labios, mis manos arañaban su espalda y notaba cómo él también llegaba el orgasmo llenándome de él. Aparté varios mechones de mí pelo que tenía pegados en el rostro con el pecho subiendo y bajando con rapidez, para dejarme vencer contra su cuerpo. Sus labios buscaron los míos en un beso calmado, pausado, más sentido que ninguno de los que nos habíamos dado y yo me dejé llevar y guiar por él acariciando su torso con mis manos. Le hice caso cuando me dijo que me cogiera a él, seguramente viendo que me había quedado laxa, relajada y saciada y que por el momento no era capaz de moverme. Mis brazos rodearon su cuerpo y dejando mí rostro en el cuello dejé que me llevara hasta la cama, donde me dejó sobre esta y se tumbó a mí lado.
Hubo un silencio nada más tumbarnos juntos en donde nuestras miradas se encontraron y ninguno supo qué decir exactamente. Tampoco es que hiciera falta decir mucho, sabíamos lo que había pasado, los dos lo habíamos buscado y provocado, habíamos disfrutado o al menos yo había disfrutado como hacía mucho tiempo que no hacía de forma tan distendida, relajada, placentera y porque así lo quería. Aquello solo había sido la acumulación de todos esos días, del estrés, de los nervios, del resultado de nuestro carácter, de las veces que nos habíamos buscado, provocado y como una forma de solventar la… discusión, o pelea, que habíamos tenido aquel día. Mí dedo recorrió su mandíbula y me mordí el labio fijando mis ojos en los suyos, hasta subir a sus orbes azules.
-No me voy a excusar en la bebida -porque podríamos decir que había sido fruto de ella, pero ambos sabíamos muy bien que no era así. Esa… conexión que habíamos sentido no se producía por el alcohol, quizás si el haber empezado bajo con aquel juego, pero el continuarlo había sido completamente decisión nuestra- a estas alturas los dos sabemos que no es una excusa que sea factible -mí dedo paró de recorrer su mandíbula y bajó ahora por su cuello- es algo que hemos provocado y buscado los dos -ya que él no decía nada, o no sabía qué decir, lo haría yo. Lancé un suspiro que chocó contra sus labios, pero no aparté mí mirada de la suya- Me ha gustado, mucho, y lo he disfrutado también… cada cosa que me has hecho y cada cosa que te he hecho a ti -sonreí de lado de forma breve recorriendo su clavícula para volver a subir de nuevo por su cuello- hacía tiempo que no disfrutaba tanto con un hombre en la cama -reconocí siendo franca. Después del trabajo que había tenido no era algo que fuera mí prioridad, también había pasado mucho tiempo esforzándome por conseguir el trabajo que quería y no muchos hombres me habían llamado la atención como para dejarme llevar de esa forma. Mí mano fue esta vez hacia su nuca y subió para enredarse en su pelo para acercarme a él y besarlo, de forma lenta y suave, más tranquila- ahora entiendo por qué tenéis esa fama no solo en el campo de batalla -comenté con una sonrisa- si alguna vez sale un debate sobre vikingos y cómo se desenvuelven en la cama… podré opinar al respecto -reí contra sus labios chocando mí aliento sobre estos dándole un tinte algo cómico a la situación. Cerré los ojos y mí nariz recorrió ahora su mejilla hasta subirla para rozar la suya, como si me acordara de repente mí mano descendió por su pecho para ver las vendas que llevaba y fijarme en que estas estaban limpias, pero seguramente la herida que más grave era habría supurado un poco- Ahora no puedes negarme que has hecho un esfuerzo -comenté con una sonrisa ladeada mirándolo, como si lo retara a que me lo negara- Deberíamos de descansar, mañana tengo que ir a la excavación y empezar a traducir los papiros -lo miré, no iba a ceder en aquello por mucho que me lo dijera. Mis labios se quedaron sobre los suyos pasando mí lengua sobre estos y lo miré ahora sintiendo su cuerpo pegado al mío- Dime, Ubbe… ¿vas a poder dormir conmigo desnuda y aguantar la tentación… o prefieres que busque algo para dormir? -la risa salió de mis labios por mis palabras, parecía que lo que había pasado había borrado un poco todo rastro de lo que había pasado concediéndonos ese momento, ese punto en el que todo era diversión y todo lo demás quedaba atrás. Como si ese hubiera sido el empujón que nos había hecho falta.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Su dedo se paseo por mi mandíbula, mis ojos se cerraron sintiendo el placer de una tibia caricia, sonreí ligeramente cuando la yema de sus dedos se perdió en mis labios.
Abrí los ojos cuando empezó ha hablar, no culpaba al alcohol como responsable de este encuentro.
Si bien era cierto que ambos estábamos algo bebidos, en mi caso nada de lo ocurrido era responsabilidad del whisky si no de mi deseo por esa mujer.
Su dedo se deslizó por mi cuello, ladeé ligeramente la cabeza dejando que sus caricias me acunaran, no había queja ni por sus palabras, ni por sus gestos, pues francamente y aunque no estaba precisamente acostumbrado a que esto sucediera en mis encuentros con mujeres, con ella todo era distinto, con ella estaba dispuesto a sentar la cabeza, ese y no otro era el motivo de que no saliera huyendo del lecho, eso me ataba a su parda mirada.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que le había gustado, cuando su respiración trasformada en suspiro choco con mis labios.
Me relamí acaparando ese instante sin dejar de sentir como sus caricias se paseaban por mi esternón.
-Se lo que he hecho, también se porque sigo en el lecho -apunté con rotundidad hundiendo mis orbes azules en sus tormentas.
Mas como todo sueño tiene que acabar y mi gesto se tensó al escucharla decir que hacia tiempo que no disfrutaba así con un hombre ¿Con quien se había sentido así? Una punzada de celos, de orgullo pues me costaba soportar la idea de que otro hombre la podía haber llevado donde yo, logro que me sentará sobre el lecho impidiendo todo contacto entre nuestros cuerpos.
Mi mirada se perdió en el fuego, bailaba al ritmo del viento que entraba por la ventana. Me incorporé para echarle mas maderos. Acuclillado, mis pensamientos se perdieron frente al baile demencial de las llamas ¿otro? Todo mi cuerpo estaba tenso y sentía su mirada en mi nuca posiblemente incapaz de entender lo que me pasaba en ese momento.
Sus pies descalzos se orillaron a mi cuerpo, agachada busco mis azules, amoldándose a mi con ese pequeño cuerpo que me volvía loco, no preguntó, creo que sabia lo que me había dolido, claro que también sabia que no iba a reconocerlo, yo no era así, mi orgullo era mas fuerte que el mismo fuego.
Trataba de quitar hierro al asunto asegurando que entendía porque los vikingos teníamos esa fama, al parecer no eramos los únicos, pensé con ese deje de rabia que anidaba en mi.
Sus manos repasaron con calma las vendas, asegurándose que las herias no se hubieran abierto, decía que no podía negar el esfuerzo realizado, y no lo negué, me limite a contestar con un “estoy bien”
-No iras a la excavación, es peligroso, nos siguen y si crees que puedes convencerme de lo contrario es que no me conoces.
Abrió la boca para rebatirme, mas como el mismo trueno me alcé separándome de su cuerpo.
-He dicho que no, no hay mas que hablar, di que estas enferma, pon la escusa que quieras, pero no vas a separarte de mi lado hasta que todo esto termine y estés segura ¿lo entiendes? -sentencie hundiendo mi mirada en la ajena.
Caminé hacia el pantalón y me lo coloqué por las perneras, Nai me miraba incrédula, tanto, que su ceño se fruncía frente a las ordenes impuestas. Claro que poco o nada me importaba que no estuviera de acuerdo con mis palabras, no iba a ponerla en peligro mas de lo necesario e ir sola a su trabajo ahora que nos buscaban era un riesgo que no pensaba correr.
-Dormiré en el sofá -aseguré antes de cerrar la puerta de la habitación y encaminarme escaleras abajo.
Abrí los ojos cuando empezó ha hablar, no culpaba al alcohol como responsable de este encuentro.
Si bien era cierto que ambos estábamos algo bebidos, en mi caso nada de lo ocurrido era responsabilidad del whisky si no de mi deseo por esa mujer.
Su dedo se deslizó por mi cuello, ladeé ligeramente la cabeza dejando que sus caricias me acunaran, no había queja ni por sus palabras, ni por sus gestos, pues francamente y aunque no estaba precisamente acostumbrado a que esto sucediera en mis encuentros con mujeres, con ella todo era distinto, con ella estaba dispuesto a sentar la cabeza, ese y no otro era el motivo de que no saliera huyendo del lecho, eso me ataba a su parda mirada.
Ladeé la sonrisa cuando dijo que le había gustado, cuando su respiración trasformada en suspiro choco con mis labios.
Me relamí acaparando ese instante sin dejar de sentir como sus caricias se paseaban por mi esternón.
-Se lo que he hecho, también se porque sigo en el lecho -apunté con rotundidad hundiendo mis orbes azules en sus tormentas.
Mas como todo sueño tiene que acabar y mi gesto se tensó al escucharla decir que hacia tiempo que no disfrutaba así con un hombre ¿Con quien se había sentido así? Una punzada de celos, de orgullo pues me costaba soportar la idea de que otro hombre la podía haber llevado donde yo, logro que me sentará sobre el lecho impidiendo todo contacto entre nuestros cuerpos.
Mi mirada se perdió en el fuego, bailaba al ritmo del viento que entraba por la ventana. Me incorporé para echarle mas maderos. Acuclillado, mis pensamientos se perdieron frente al baile demencial de las llamas ¿otro? Todo mi cuerpo estaba tenso y sentía su mirada en mi nuca posiblemente incapaz de entender lo que me pasaba en ese momento.
Sus pies descalzos se orillaron a mi cuerpo, agachada busco mis azules, amoldándose a mi con ese pequeño cuerpo que me volvía loco, no preguntó, creo que sabia lo que me había dolido, claro que también sabia que no iba a reconocerlo, yo no era así, mi orgullo era mas fuerte que el mismo fuego.
Trataba de quitar hierro al asunto asegurando que entendía porque los vikingos teníamos esa fama, al parecer no eramos los únicos, pensé con ese deje de rabia que anidaba en mi.
Sus manos repasaron con calma las vendas, asegurándose que las herias no se hubieran abierto, decía que no podía negar el esfuerzo realizado, y no lo negué, me limite a contestar con un “estoy bien”
-No iras a la excavación, es peligroso, nos siguen y si crees que puedes convencerme de lo contrario es que no me conoces.
Abrió la boca para rebatirme, mas como el mismo trueno me alcé separándome de su cuerpo.
-He dicho que no, no hay mas que hablar, di que estas enferma, pon la escusa que quieras, pero no vas a separarte de mi lado hasta que todo esto termine y estés segura ¿lo entiendes? -sentencie hundiendo mi mirada en la ajena.
Caminé hacia el pantalón y me lo coloqué por las perneras, Nai me miraba incrédula, tanto, que su ceño se fruncía frente a las ordenes impuestas. Claro que poco o nada me importaba que no estuviera de acuerdo con mis palabras, no iba a ponerla en peligro mas de lo necesario e ir sola a su trabajo ahora que nos buscaban era un riesgo que no pensaba correr.
-Dormiré en el sofá -aseguré antes de cerrar la puerta de la habitación y encaminarme escaleras abajo.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Todo estaba en calma y tranquilidad tras la pasión desenfrenada que nos había consumido y que había acabado con los dos fundiéndonos en aquella habitación que se había convertido en un lugar de tregua donde desatar ambas pasiones. Ahora sin embargo todo estaba tranquilo, tumbados en la cama uno frente al otro sin dejar de mirarnos dejando que nuestras respiraciones y nuestros cuerpos reposaran y se normalizaran por habernos entregado haciendo incluso que las cosas que habían sobre la cómoda ahora estuvieran esparcidas por el suelo, al igual que la ropa que la mía ni siquiera recordaba donde estaba mientras en lo único que pensaba en lo cómoda y relajada que me sentía, y en qué decirle exactamente ahora que el silencio reinaba en la habitación, no como hacía unos minutos en los que los golpes, nuestros cuerpos chocando y los gemidos eran la sinfonía de fondo.
No sabía si él se había quedado sin saber qué decir o es que no quería estropear el momento, quizás pensaba que lo había hecho fruto del alcohol que llevaba en mí cuerpo y del cual apenas quedaban unos resquicios, y que quizás al día siguiente pudiera decirle algo al respecto. Era bien consciente de lo que había pasado en aquella habitación así como lo era también de que el alcohol no había tenido nada que ver, bueno, nos había dado ese pequeño empujón que necesitábamos pero todo lo había hecho con consciencia de lo que estábamos haciendo. Mis ojos recorrieron su rostro mientras mí respiración se normalizaba y uno de mis dedos los pasé por su rostro, en una caricia lenta buscando las palabras adecuadas que decirle.
Quería que supiera que de alguna forma no me arrepentía así como que había disfrutado del encuentro, algo más que claro y que evidente. No sabía muy bien cómo iba a afectar aquello a la misión que teníamos, a nuestro cometido… quizás solamente nos hubiera “unido” un poco más y quizás las cosas estarían menos tensas entre los dos y pudiéramos resolver aquello sin tener más peleas, sin más discusiones… no lo decía pero a veces me agotaban, sacaban muchas veces lo peor de mí y no era algo que me gustaba demasiado. Mis palabras fueron claras y firmes no dejándole duda alguna de que era consciente de lo que había pasado, así como todas las verdades que le estaba diciendo, mientras mí dedo se encargaba de recorrer su rostro, para luego notar que ladeaba su rostro para dejar que accediera más a su cuello bajando por esto y que me hizo sonreír, bajando hasta su pecho, pasando por su esternón y vuelta a subir de nuevo.
Vi la sonrisa que se instaló en sus labios cuando le dije que había disfrutado, algo que era más que obvio, notando que se relamía estos al dejar un suspiró que chocó contra sus labios. Mis ojos subieron a los suyos por sus palabras y lo miré de esa forma durante unos segundos, quise preguntarle por qué se quedaba ya que me había dado a entender que era de los que no se solían quedar, algo quizás típico en los hombres del norte. Realmente no pensé que mis siguientes palabras pudieran tener ese efecto sobre él, porque en cuanto las dije pude comprobar como su rostro cambiaba y torcía el gesto tensándolo, a mí parecer no había dicho nada que pudiera hacer que esa expresión se reflejara en su rostro y mucho menos que se separara por ello.
Se sentó tomando una distancia entre ambos y su mirada se perdió en las llamas de la lumbre de la chimenea que repiqueteaba por el fuego de los maderos y que hacían sombras en la habitación. Mí mirada se fijó en él durante unos segundos y pensé qué era lo que le había molestado de aquella frase, sin saber por qué se ponía de esa forma. ¿No era algo lógico que hubiera disfrutado con otros hombres? Igual de lógico que el que él hubiera disfrutado con otras mujeres a lo largo de su vida, no había dicho ninguna ofensa y en vez de ponerse así debería de sentirse orgulloso por ello… ¿por qué le molestaba tanto? Era algo que no lograba comprender en absoluto.
Sin decir nada y sin mirarme se levantó de la cama para añadir más troncos a la lumbre y quedarse acuclillado delante de esta, haciendo que la luz rojiza de las llamas acariciara y lamiera su piel desde la posición en que lo veía, de la misma forma que yo había lamido esa misma piel hacía un rato, y que ahora las llamas hacían que su sombra se proyectara en la habitación. Quise llamarlo pero algo me dijo que no iba a atender a mí llamada, aún seguía intrigándome por qué le había molestado tanto mis palabras pero aún así salí de la cama y me acerqué hasta quedar a su lado, me agaché buscando su mirada y dejé una mano sobre su brazo. Pese a que estábamos frente a la lumbre podía notar cierta frialdad en su forma de proceder, algo que contrastaba con el calor que desprendía la lumbre y que hacía romperse el momento que estábamos teniendo.
Había vuelto a cambiar el ambiente entre nosotros, sentía que este estaba frío y aunque podía intuir porqué se había puesto así no lograba hallar una respuesta exacta que me hiciera pensar que tenía motivos para estarlo. Quise quitar hierro al asunto, quise volver a ese ambiente tranquilo, ameno y gracioso que habíamos tenido durante todo el rato… pero no lograba conseguirlo. Él me respondía de forma seca y eso me enfureció por dentro y que hizo que me mordiera el labio presa de la rabia. No entendía a ese maldito hombre, por más que lo intentaba no lograba hacerlo. Me descolocaba en todos los sentidos, cuando creía entenderlo cambiaba de parecer, cuando creía que estábamos bien estábamos mal… ya no sabía muy bien lo que pensar, lo que decir o lo que hacer en ciertos momentos, y eso me frustraba.
Terminó diciendo que no iba a ir a la excavación y que nada iba a poder hacer para convencerlo de lo contrario, se levantó sin siquiera dejarme decirle nada y eso hizo que lo mirara con el ceño fruncido, levantando yo también quedándome junto a la hoguera y siguió hablándome diciendo que no iba a ir, más bien, sonó como una orden de que no me dejaba ir a aquella excavación y que no me tenía que alejar de él hasta que todo pasara, ahora con sus ojos en los míos. Abrí mí boca sin poder creer que estuviera dándome órdenes de nuevo y que además me prohibiera hacer mí trabajo, como si él fuera el dueño de mí vida y tuviera el único voto para decir qué era lo que tenía que hacer.
Decía que se había acabado y que no había nada más que hablar, aquello me recordó a un hombre dominante que tenía a su mujer como a una verdadera esclava sin voz ni voto que tenía que asumir la voluntad del hombre, o le esperarían graves consecuencias. Lo fulminé con la mirada y me crucé de brazos observando que en vez de dirigirse hacia la cama como pensaba que iba a hacer… se acercó al pantalón y se lo ponía. No me podía estar creyendo que estuviera haciendo aquello, que tuviera tal arranque como aquel en el que me estaba dejando con la palabra en la boca sin darme opción a decir nada.
-No te he pedido permiso para ir y no lo necesito –se giró ya con el pantalón puesto y lo miré sintiendo como todo aquello me cabreaba- ¿a dónde te crees que vas? –Pregunté cuando lo vi acercarse a la puerta, un “dormiré en el sofá” fue lo único que obtuve antes de que saliera por la puerta y me dejara allí… como si nada hubiera pasado. Todo se había ido a la mierda en un momento en el cual aún me costaba ver por qué se ponía así, todo mí buen humor cayó desplomándose en mí interior y cogí lo primero que tenía a mano para lanzarlo contra la puerta cuando este la cerró dejándome sola. Algo que no supe muy bien qué era se rompió en mí interior cuando se marchó de esa forma, sus formas de tratarme eran tan diferentes y tan extremas que iban a hacer que me volviera loca. Unas veces tan atento e incluso tan dulce, y otras tan frío y tan distante como ahora… aquello me recordó sin poder evitarlo a una época que creía pasada y enterrada pero que, de alguna forma, siempre salía a la luz. “Bien Nai, otro hombre que viene, te folla y se larga… salvo que este se ha ido sin pagar” fue la frase que surcó mí mente cuando me quedé ahí parada, junto a la lumbre, sola, vacía y fría.
Todo lo bueno que había estado sintiendo se tornó en malo y me sentí mal, me sentí utilizada e incluso hasta sucia y no iba a aprender la lección nunca. Me acerqué hasta la cama y me tumbé en ella sintiendo ese malestar en mí interior que no se desvanecía, había sido una estúpida y una idiota por dejarme llevar y eso era lo que obtenía a cambio. Debería de haber seguido con la firme idea que tuve en el barco de no hacer nada, sin embargo no había podido evitarlo y ahora pagaba las consecuencias. “Nunca más” me dije tapándome con las sábanas con ese sentimiento todavía anidado en mí pecho, me mordí el labio con fuerza negándome a que las lágrimas salieran de mis ojos e intentando olvidar lo que había pasado pero era algo imposible ya que su olor estaba en aquella cama que me hacía recordarlo. Me giré aferrándome a la sábana e intenté cerrar los ojos para poder dormir y olvidarme de todo.
Si dormí durante aquella anoche y pude hacerlo fue más que milagro, pese a que había descansado poco durante la noche no me desperté mejor, la misma sensación me acompañó por la mañana y di un golpe en la cama con el puño por ello. Cubrí mis ojos con mí brazo y suspiré pensando que debía de moverme y actuar, aún cuando el sueño me invadía, aun cuando no me encontraba bien y la desazón me recorría por entera… tenía una excavación que supervisar y ningún vikingo iba a impedirme lo contrario. Me levanté de la cama sin ganas, cansada y bastante mal y apesadumbrada, me di un baño que no hizo que me sintiera mejor y metí la ropa que había quedado en la puerta dejándola en la habitación y cambiándome para prepararme y salir.
Bajé sin hacer ningún tipo de ruido por la escalera y al llegar bajo pude ver que estaba tumbado en el sofá y que seguía durmiendo, no me acerqué para comprobar si estaba bien o estaba mal, ahora mismo en ese momento lo único que quería hacer era marcharme y poner distancia, no quería verlo. Lo único que hice andando de puntillas para que no me oyera y se despertara fue acercarme al maletín ya que era ahí donde tenía los documentos, sin ganas de muchas cosas me acerqué a la puerta y la abrí despacio sin hacer ruido, y de la misma forma que había salido cerré cuando estuve en la calle.
Hacía un buen día y la gente ya estaba por la calle mirando los puestos que habían ya montados, tuve que sonreír un par de veces en una sonrisa más que fingida al saludarme un par de personas y me mezclé entre el gentío perdiéndome por sus calles para ir hasta el museo, allí presentando el papel que había traído del museo de París me llevaron hasta la excavación a las afueras de la ciudad. Era una pirámide más pequeña que las de los faraones pero había sido descubierta recientemente, habían objetos valiosos en su interior y habían encontrado una cámara funeraria con vasijas y objetos típicos que se ponían para preparar al difunto en su vida del más allá. El muso quería que me cerciora de que algunos de los objetos eran verdaderos y de valor para poder llevarlos de vuelta, eso sin duda alguna debería de bastar para despejar mí mente al menos por un rato. Era lo que necesitaba.
No sabía si él se había quedado sin saber qué decir o es que no quería estropear el momento, quizás pensaba que lo había hecho fruto del alcohol que llevaba en mí cuerpo y del cual apenas quedaban unos resquicios, y que quizás al día siguiente pudiera decirle algo al respecto. Era bien consciente de lo que había pasado en aquella habitación así como lo era también de que el alcohol no había tenido nada que ver, bueno, nos había dado ese pequeño empujón que necesitábamos pero todo lo había hecho con consciencia de lo que estábamos haciendo. Mis ojos recorrieron su rostro mientras mí respiración se normalizaba y uno de mis dedos los pasé por su rostro, en una caricia lenta buscando las palabras adecuadas que decirle.
Quería que supiera que de alguna forma no me arrepentía así como que había disfrutado del encuentro, algo más que claro y que evidente. No sabía muy bien cómo iba a afectar aquello a la misión que teníamos, a nuestro cometido… quizás solamente nos hubiera “unido” un poco más y quizás las cosas estarían menos tensas entre los dos y pudiéramos resolver aquello sin tener más peleas, sin más discusiones… no lo decía pero a veces me agotaban, sacaban muchas veces lo peor de mí y no era algo que me gustaba demasiado. Mis palabras fueron claras y firmes no dejándole duda alguna de que era consciente de lo que había pasado, así como todas las verdades que le estaba diciendo, mientras mí dedo se encargaba de recorrer su rostro, para luego notar que ladeaba su rostro para dejar que accediera más a su cuello bajando por esto y que me hizo sonreír, bajando hasta su pecho, pasando por su esternón y vuelta a subir de nuevo.
Vi la sonrisa que se instaló en sus labios cuando le dije que había disfrutado, algo que era más que obvio, notando que se relamía estos al dejar un suspiró que chocó contra sus labios. Mis ojos subieron a los suyos por sus palabras y lo miré de esa forma durante unos segundos, quise preguntarle por qué se quedaba ya que me había dado a entender que era de los que no se solían quedar, algo quizás típico en los hombres del norte. Realmente no pensé que mis siguientes palabras pudieran tener ese efecto sobre él, porque en cuanto las dije pude comprobar como su rostro cambiaba y torcía el gesto tensándolo, a mí parecer no había dicho nada que pudiera hacer que esa expresión se reflejara en su rostro y mucho menos que se separara por ello.
Se sentó tomando una distancia entre ambos y su mirada se perdió en las llamas de la lumbre de la chimenea que repiqueteaba por el fuego de los maderos y que hacían sombras en la habitación. Mí mirada se fijó en él durante unos segundos y pensé qué era lo que le había molestado de aquella frase, sin saber por qué se ponía de esa forma. ¿No era algo lógico que hubiera disfrutado con otros hombres? Igual de lógico que el que él hubiera disfrutado con otras mujeres a lo largo de su vida, no había dicho ninguna ofensa y en vez de ponerse así debería de sentirse orgulloso por ello… ¿por qué le molestaba tanto? Era algo que no lograba comprender en absoluto.
Sin decir nada y sin mirarme se levantó de la cama para añadir más troncos a la lumbre y quedarse acuclillado delante de esta, haciendo que la luz rojiza de las llamas acariciara y lamiera su piel desde la posición en que lo veía, de la misma forma que yo había lamido esa misma piel hacía un rato, y que ahora las llamas hacían que su sombra se proyectara en la habitación. Quise llamarlo pero algo me dijo que no iba a atender a mí llamada, aún seguía intrigándome por qué le había molestado tanto mis palabras pero aún así salí de la cama y me acerqué hasta quedar a su lado, me agaché buscando su mirada y dejé una mano sobre su brazo. Pese a que estábamos frente a la lumbre podía notar cierta frialdad en su forma de proceder, algo que contrastaba con el calor que desprendía la lumbre y que hacía romperse el momento que estábamos teniendo.
Había vuelto a cambiar el ambiente entre nosotros, sentía que este estaba frío y aunque podía intuir porqué se había puesto así no lograba hallar una respuesta exacta que me hiciera pensar que tenía motivos para estarlo. Quise quitar hierro al asunto, quise volver a ese ambiente tranquilo, ameno y gracioso que habíamos tenido durante todo el rato… pero no lograba conseguirlo. Él me respondía de forma seca y eso me enfureció por dentro y que hizo que me mordiera el labio presa de la rabia. No entendía a ese maldito hombre, por más que lo intentaba no lograba hacerlo. Me descolocaba en todos los sentidos, cuando creía entenderlo cambiaba de parecer, cuando creía que estábamos bien estábamos mal… ya no sabía muy bien lo que pensar, lo que decir o lo que hacer en ciertos momentos, y eso me frustraba.
Terminó diciendo que no iba a ir a la excavación y que nada iba a poder hacer para convencerlo de lo contrario, se levantó sin siquiera dejarme decirle nada y eso hizo que lo mirara con el ceño fruncido, levantando yo también quedándome junto a la hoguera y siguió hablándome diciendo que no iba a ir, más bien, sonó como una orden de que no me dejaba ir a aquella excavación y que no me tenía que alejar de él hasta que todo pasara, ahora con sus ojos en los míos. Abrí mí boca sin poder creer que estuviera dándome órdenes de nuevo y que además me prohibiera hacer mí trabajo, como si él fuera el dueño de mí vida y tuviera el único voto para decir qué era lo que tenía que hacer.
Decía que se había acabado y que no había nada más que hablar, aquello me recordó a un hombre dominante que tenía a su mujer como a una verdadera esclava sin voz ni voto que tenía que asumir la voluntad del hombre, o le esperarían graves consecuencias. Lo fulminé con la mirada y me crucé de brazos observando que en vez de dirigirse hacia la cama como pensaba que iba a hacer… se acercó al pantalón y se lo ponía. No me podía estar creyendo que estuviera haciendo aquello, que tuviera tal arranque como aquel en el que me estaba dejando con la palabra en la boca sin darme opción a decir nada.
-No te he pedido permiso para ir y no lo necesito –se giró ya con el pantalón puesto y lo miré sintiendo como todo aquello me cabreaba- ¿a dónde te crees que vas? –Pregunté cuando lo vi acercarse a la puerta, un “dormiré en el sofá” fue lo único que obtuve antes de que saliera por la puerta y me dejara allí… como si nada hubiera pasado. Todo se había ido a la mierda en un momento en el cual aún me costaba ver por qué se ponía así, todo mí buen humor cayó desplomándose en mí interior y cogí lo primero que tenía a mano para lanzarlo contra la puerta cuando este la cerró dejándome sola. Algo que no supe muy bien qué era se rompió en mí interior cuando se marchó de esa forma, sus formas de tratarme eran tan diferentes y tan extremas que iban a hacer que me volviera loca. Unas veces tan atento e incluso tan dulce, y otras tan frío y tan distante como ahora… aquello me recordó sin poder evitarlo a una época que creía pasada y enterrada pero que, de alguna forma, siempre salía a la luz. “Bien Nai, otro hombre que viene, te folla y se larga… salvo que este se ha ido sin pagar” fue la frase que surcó mí mente cuando me quedé ahí parada, junto a la lumbre, sola, vacía y fría.
Todo lo bueno que había estado sintiendo se tornó en malo y me sentí mal, me sentí utilizada e incluso hasta sucia y no iba a aprender la lección nunca. Me acerqué hasta la cama y me tumbé en ella sintiendo ese malestar en mí interior que no se desvanecía, había sido una estúpida y una idiota por dejarme llevar y eso era lo que obtenía a cambio. Debería de haber seguido con la firme idea que tuve en el barco de no hacer nada, sin embargo no había podido evitarlo y ahora pagaba las consecuencias. “Nunca más” me dije tapándome con las sábanas con ese sentimiento todavía anidado en mí pecho, me mordí el labio con fuerza negándome a que las lágrimas salieran de mis ojos e intentando olvidar lo que había pasado pero era algo imposible ya que su olor estaba en aquella cama que me hacía recordarlo. Me giré aferrándome a la sábana e intenté cerrar los ojos para poder dormir y olvidarme de todo.
Si dormí durante aquella anoche y pude hacerlo fue más que milagro, pese a que había descansado poco durante la noche no me desperté mejor, la misma sensación me acompañó por la mañana y di un golpe en la cama con el puño por ello. Cubrí mis ojos con mí brazo y suspiré pensando que debía de moverme y actuar, aún cuando el sueño me invadía, aun cuando no me encontraba bien y la desazón me recorría por entera… tenía una excavación que supervisar y ningún vikingo iba a impedirme lo contrario. Me levanté de la cama sin ganas, cansada y bastante mal y apesadumbrada, me di un baño que no hizo que me sintiera mejor y metí la ropa que había quedado en la puerta dejándola en la habitación y cambiándome para prepararme y salir.
Bajé sin hacer ningún tipo de ruido por la escalera y al llegar bajo pude ver que estaba tumbado en el sofá y que seguía durmiendo, no me acerqué para comprobar si estaba bien o estaba mal, ahora mismo en ese momento lo único que quería hacer era marcharme y poner distancia, no quería verlo. Lo único que hice andando de puntillas para que no me oyera y se despertara fue acercarme al maletín ya que era ahí donde tenía los documentos, sin ganas de muchas cosas me acerqué a la puerta y la abrí despacio sin hacer ruido, y de la misma forma que había salido cerré cuando estuve en la calle.
Hacía un buen día y la gente ya estaba por la calle mirando los puestos que habían ya montados, tuve que sonreír un par de veces en una sonrisa más que fingida al saludarme un par de personas y me mezclé entre el gentío perdiéndome por sus calles para ir hasta el museo, allí presentando el papel que había traído del museo de París me llevaron hasta la excavación a las afueras de la ciudad. Era una pirámide más pequeña que las de los faraones pero había sido descubierta recientemente, habían objetos valiosos en su interior y habían encontrado una cámara funeraria con vasijas y objetos típicos que se ponían para preparar al difunto en su vida del más allá. El muso quería que me cerciora de que algunos de los objetos eran verdaderos y de valor para poder llevarlos de vuelta, eso sin duda alguna debería de bastar para despejar mí mente al menos por un rato. Era lo que necesitaba.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Bajé por las escaleras como un huracán sabia que ella no era capaz de entender mi gesto. No me había sentado mal que hubiera tenido un pasado, todos lo teníamos, si no que nada mas salir de sus piernas, mientras nos mirábamos a los ojos y sus dedos me acariciaban, aun la sonrisa en mi rostro por la dulzura de ese acto, decidido a quedarme en el lecho, a dormir juntos, a despertarla como le había prometido, me decía que hacia tiempo no disfrutaba así... ¿No se daba cuenta que estaba diciendo que había disfrutado del mismo modo con otros?
No era justo, no fui justo con ella, ella no sentía nada por mi, para ella esa frase no tenia ningún tipo de maldad, era una frase sin mas, pero para mi que ya venia de mi tiempo con unos claros sentimientos implicaba demasiado no había podido controlar el ataque de cuernos.
Me dejé caer en el sofá, tomé la botella y bebí sin parar perdiendo mis ojos en el fuego de esa chimenea que me animaba a subir y pedir perdón. Por otro lado esperaba que bajara ella y tratara de comprender mi reacción. Yo era un hombre difícil, impulsivo, incapaz de dar mi brazo a torcer, terco y rudo … Reconozco que mi implacable carácter a veces desesperaba, entendía que ahora mismo me odiara por haber salido así de esa habitación,que pensara que la había tratado como una fulana, no tenia ni idea de lo equivocada que estaba esa mujer. No tenia ella toda la razón, el comentario había sido desafortunado pues creo que si ella sintiera lo que yo con el carácter que tenia también me hubiera recriminado recordar a otra estando frente a ella, tras un acto tan intimo.
Apenas dormí, me limité a beber sin parar, compadeciendo mi existencia, la idea de volver y no encontrarla en el norte me desesperaba. La botella acabo estampada contra la chimenea logrando que las llamas me encendieran, estas se reflejaron en mis turbios ojos, estaba para ese entonces muy borracho.
Todo el salón daba vueltas, busqué la pared para apoyarme y encaminarme hacia el piso de arriba, la necesitaba, solo tumbarme con ella, dormir, no iba a discutir, peor necesitaba su olor y puede que no lo mereciera pero...
No logré ni siquiera alcanzar las escaleras, caí al suelo en el primer peldaño y allí me quedé dormido por la cantidad de alcohol ingerido. No se las horas que pasaron, mas si se que fue el sol de la mañana impactando directamente en mis ojos lo que me despertó.
La cabeza me iba a explotar, tenia una resaca de esas que no pasaba desde la ultima vez que mis hermanos y primos nos juntamos con la firme idea de celebrar una victoria.
Pestañeé varias veces y llevando mi mano a la barandilla traté de ponerme en pie, dejé escapar el aire de forma lenta y alcé la mirada aun enturbiada para ver si encontraba a la egipcia.
Ni rastro en el salón de ella, mas no necesité subir para darme cuenta que había hecho caso omiso a lo que le pedí. No estaba el maletín, había aprovechado mi estado para salir de la casa sin hablarlo antes conmigo ¿No se daba cuenta de que esto no era un maldito juego? ¿que podían matarla, hacerse con ella?. Llevaba noches curando mis heridas, ¿no se daba cuenta que era sangre lo que salia por ellas? ¿que esos que nos perseguían no iban en broma? ¿que su intención era matarnos y hacerse con la reliquia?
Tensé el gesto como un volcán en erupción salí por la puerta sin ni siquiera ponerme la camisa, tal era mi obcecación por protegerla que no me percaté de que mi imagen era deplorable y que ni siquiera había colgado a mi espalda la bastarda.
Corrí como la misma lava resbalando por la ladera por las calles de Egipto, chocando con la gran cantidad de gentío que había en el mercado de una de las calles que llevaban a lo que era la excavación.
Pregunté a las gentes con gestos, apenas controlaba el idioma, hacia calor, el sudor perlado empapaba mi cuerpo y la gente parecía bastante reacia a hablar con un norteño.
Tras una hora dando vueltas de un lugar a otro sumido en la mas absoluta desesperación llegué a lo que era el maldito trabajo de Nai.
No tardé en encontrarla, con una preciosa sonrisa pintada en su rostro hablando con unos cuantos hombres egipcios.
Con el cuerpo tenso como un arpa, mi mano se alargó para apresar su brazo y de un tirón seco la enfrente a mi oscurecida mirada. Mi pecho subía y bajaba, mi respiración agitada murió una y otra vez en sus labios.
-Esto no es un juego, estas en peligro, recoge, nos vamos -ordené casi escupiendo las palabras en su cara.
Los hombres envalentonados por como la egipcia trataba de zafarse de mi agarre y tratando de quedar como hombres de bien delante de esa hermosa mujer se encararon a mi, eran tres.
Valientes por su mayoría numérica me empujaron, siseé al golpear mi herida uno de ellos, mis ojos se hundieron en los de Nai, no quería matar a esas personas, no eran guerreros, solo unos desgraciados que se engorilaban por la presencia de la dama.
-Nai -gruñí esperando que me hiciera caso y tomara la mano que ahora le extendía -tenemos que irnos, ya.
Mas justo en ese momento dos hombres corpulentos aparecieron en la excavación preguntando por la dama. Una señorita les indicó nuestra posición y pronto sus ojos ámbar se hundieron en los míos.
¡Mierda! Lobos, mi gesto mostró la preocupación, mi mano se dirigió a la espalada en busca de la bastarda.
-¡Joder! -rugí
Me la había dejado en casa, ¿como podía ser tan idiota?
Sonreí de forma falsa, ella no se había percatado de nada, si le decía que esos hombres eran licantropos y venían por nosotros se moriría de miedo. Tenia que lograr que me abandonara y solo se me ocurrió una manera. Pues de saber que esos hombres podrían descuartizarme nunca se marcharía, tenia que protegerla lo haría costara lo que costara.
Le di un tortazo que la lanzó al suelo, odio en su mirada que enfrento la mía.
Se alzó y tras darme un puñetazo se giro para irse de allí acompañada de los hombres que como moscas parecían decididos a acompañarla al fin del mundo.
Corté el paso de los lobos para que no la siguieran colocando mi cuerpo como escudo de su trayectoria.
-Sobre mi cadaver -Rugí desafiante, sacando una daga de mi cinto dispuesto a entablar batalla.
No era justo, no fui justo con ella, ella no sentía nada por mi, para ella esa frase no tenia ningún tipo de maldad, era una frase sin mas, pero para mi que ya venia de mi tiempo con unos claros sentimientos implicaba demasiado no había podido controlar el ataque de cuernos.
Me dejé caer en el sofá, tomé la botella y bebí sin parar perdiendo mis ojos en el fuego de esa chimenea que me animaba a subir y pedir perdón. Por otro lado esperaba que bajara ella y tratara de comprender mi reacción. Yo era un hombre difícil, impulsivo, incapaz de dar mi brazo a torcer, terco y rudo … Reconozco que mi implacable carácter a veces desesperaba, entendía que ahora mismo me odiara por haber salido así de esa habitación,que pensara que la había tratado como una fulana, no tenia ni idea de lo equivocada que estaba esa mujer. No tenia ella toda la razón, el comentario había sido desafortunado pues creo que si ella sintiera lo que yo con el carácter que tenia también me hubiera recriminado recordar a otra estando frente a ella, tras un acto tan intimo.
Apenas dormí, me limité a beber sin parar, compadeciendo mi existencia, la idea de volver y no encontrarla en el norte me desesperaba. La botella acabo estampada contra la chimenea logrando que las llamas me encendieran, estas se reflejaron en mis turbios ojos, estaba para ese entonces muy borracho.
Todo el salón daba vueltas, busqué la pared para apoyarme y encaminarme hacia el piso de arriba, la necesitaba, solo tumbarme con ella, dormir, no iba a discutir, peor necesitaba su olor y puede que no lo mereciera pero...
No logré ni siquiera alcanzar las escaleras, caí al suelo en el primer peldaño y allí me quedé dormido por la cantidad de alcohol ingerido. No se las horas que pasaron, mas si se que fue el sol de la mañana impactando directamente en mis ojos lo que me despertó.
La cabeza me iba a explotar, tenia una resaca de esas que no pasaba desde la ultima vez que mis hermanos y primos nos juntamos con la firme idea de celebrar una victoria.
Pestañeé varias veces y llevando mi mano a la barandilla traté de ponerme en pie, dejé escapar el aire de forma lenta y alcé la mirada aun enturbiada para ver si encontraba a la egipcia.
Ni rastro en el salón de ella, mas no necesité subir para darme cuenta que había hecho caso omiso a lo que le pedí. No estaba el maletín, había aprovechado mi estado para salir de la casa sin hablarlo antes conmigo ¿No se daba cuenta de que esto no era un maldito juego? ¿que podían matarla, hacerse con ella?. Llevaba noches curando mis heridas, ¿no se daba cuenta que era sangre lo que salia por ellas? ¿que esos que nos perseguían no iban en broma? ¿que su intención era matarnos y hacerse con la reliquia?
Tensé el gesto como un volcán en erupción salí por la puerta sin ni siquiera ponerme la camisa, tal era mi obcecación por protegerla que no me percaté de que mi imagen era deplorable y que ni siquiera había colgado a mi espalda la bastarda.
Corrí como la misma lava resbalando por la ladera por las calles de Egipto, chocando con la gran cantidad de gentío que había en el mercado de una de las calles que llevaban a lo que era la excavación.
Pregunté a las gentes con gestos, apenas controlaba el idioma, hacia calor, el sudor perlado empapaba mi cuerpo y la gente parecía bastante reacia a hablar con un norteño.
Tras una hora dando vueltas de un lugar a otro sumido en la mas absoluta desesperación llegué a lo que era el maldito trabajo de Nai.
No tardé en encontrarla, con una preciosa sonrisa pintada en su rostro hablando con unos cuantos hombres egipcios.
Con el cuerpo tenso como un arpa, mi mano se alargó para apresar su brazo y de un tirón seco la enfrente a mi oscurecida mirada. Mi pecho subía y bajaba, mi respiración agitada murió una y otra vez en sus labios.
-Esto no es un juego, estas en peligro, recoge, nos vamos -ordené casi escupiendo las palabras en su cara.
Los hombres envalentonados por como la egipcia trataba de zafarse de mi agarre y tratando de quedar como hombres de bien delante de esa hermosa mujer se encararon a mi, eran tres.
Valientes por su mayoría numérica me empujaron, siseé al golpear mi herida uno de ellos, mis ojos se hundieron en los de Nai, no quería matar a esas personas, no eran guerreros, solo unos desgraciados que se engorilaban por la presencia de la dama.
-Nai -gruñí esperando que me hiciera caso y tomara la mano que ahora le extendía -tenemos que irnos, ya.
Mas justo en ese momento dos hombres corpulentos aparecieron en la excavación preguntando por la dama. Una señorita les indicó nuestra posición y pronto sus ojos ámbar se hundieron en los míos.
¡Mierda! Lobos, mi gesto mostró la preocupación, mi mano se dirigió a la espalada en busca de la bastarda.
-¡Joder! -rugí
Me la había dejado en casa, ¿como podía ser tan idiota?
Sonreí de forma falsa, ella no se había percatado de nada, si le decía que esos hombres eran licantropos y venían por nosotros se moriría de miedo. Tenia que lograr que me abandonara y solo se me ocurrió una manera. Pues de saber que esos hombres podrían descuartizarme nunca se marcharía, tenia que protegerla lo haría costara lo que costara.
Le di un tortazo que la lanzó al suelo, odio en su mirada que enfrento la mía.
Se alzó y tras darme un puñetazo se giro para irse de allí acompañada de los hombres que como moscas parecían decididos a acompañarla al fin del mundo.
Corté el paso de los lobos para que no la siguieran colocando mi cuerpo como escudo de su trayectoria.
-Sobre mi cadaver -Rugí desafiante, sacando una daga de mi cinto dispuesto a entablar batalla.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Había llegado hacía un rato a la excavación y aún seguía dándole vueltas a lo que había pasado, Hawis me había preguntado en el museo qué era lo que me pasaba a lo que alegué que había pasado mala noche sin querer contarle mucho más, y aunque su mirada me decía que no me creía del todo lo dejó pasar dándome lo que necesitaba para poder acceder a la excavación, para luego acompañarme hasta la salida donde unos hombres me esperaban para llevarme hasta el lugar. Había bastante gente entorno a la pequeña pirámide de la cual apenas se alzaba cinco o seis metros ya que había permanecido enterrada en la arena durante mucho tiempo. Las labores de excavación habían sido arduas por lo que me habían dicho y les había costado llegar hasta la entrada principal.
Tenías que bajar por unas escaleras que habían hecho y luego una rampa hasta llegar a la entrada, había sido un hallazgo reciente y querían examinarlo bien. Había más gente del museo de allí examinando todo y documentando todo, fue a los primeros que me acerqué para que me pusieran un poco en situación antes de empezar. Habían dejado una cámara para el final que era la que más estaba costando llegar de todas, que era donde pensaban que estaban todas las reliquias y las joyas. Normalmente se enterraban a los muertos con ellas pero a veces se dejaban más de estas en una cámara aparte, como ofrendas que hacían para el fallecido en la otra vida.
Tenían un mapa provisional que habían hecho del interior y me lo enseñaron para que pudiera ver la distribución de esta antes de que entrara, y una vez visto me adentré con uno de los obreros que estaban ayudando en la excavación, nunca entrábamos a solas por lo que pudiera pasar. Yo misma hice mí propio mapa de las cámaras que había, el hombre me dijo que habían encontrado una que era totalmente falsa donde casi había muerto uno de los hombres, no era nada raro que hubieran ese tipo de cámaras, se ponían para que los ladrones no pudieran llevarse ninguna de las ofrendas y tenía un cordón para que nadie entrara. Supuestamente habían tocado donde no debían de hacerlo.
Al contrario de lo que la mayoría de la gente se pensaba, las reliquias y ofrendas que se dejaban no eran tanto de oro, antiguamente tenía mucho más valor la plata que el oro, y la mayoría estaban hechos de plata ya que era un recurso mucho mayor antiguamente. Seguimos andando hasta llegar donde estaban intentando acceder, que era la última cámara que faltaba. Habían hombres trabajando de forma cuidadosa en la entrada y salí fuera de nuevo para mirar el pequeño mapa que había hecho y estudiarlo. Habían pasado ya quizás un par de horas desde que había salido de casa y había que reconocer que me había despejado la mente bastante.
Sin decirle nada a nadie y esta vez sin alguien que me acompañara quise entrar dentro y ver la cámara que habían dicho que tenían trampas, era una locura pero solamente quería verla. A simple vista era una cámara normal y corriente con el decorado en sus paredes y objetos varios por el lugar, repartidos en zonas por la cámara. Esta no era pequeña, era bastante grande y podría pasar por la de las ofrendas perfectamente… pero había algo raro en ella; su distribución. Y no solo eso era llamativo, las reliquias colocadas en zonas clave de la cámara apartadas unas de otras, y no todas juntas. Pero en las paredes no se hablaba nada del más allá, de hecho aparecía uno de los dioses asociado a la muerte: Anubis.
Sin duda alguna era una señal de que aquella cámara era una trampa, para quien no supiera leer los jeroglíficos sería sin duda la muerte, el hombre me había dicho que había pisado una de las baldosas y que casi se había caído por esta, así que el suelo era el mayor problema, de ahí la distribución de las reliquias. No quise entrar y me alejé para salir de nuevo y hablar con los demás investigadores, mientras el resto de hacían un parón y descansaban, hacía mucho calor y ahí bajo se notaba mucho más, debían de descansar para poder seguir. Finalmente terminaron por llegar a la cámara pero por seguridad se decidió esperar un poco antes de entrar en ella, así que todos los que habían estado trabajando se fueron de la excavación a descansar y nos quedamos los expertos cavilando lo que encontraríamos allí.
Todos estábamos a la espera de poder estar y teníamos buenas perspectivas sobre que encontraríamos algo bueno dentro, aunque fuera una pirámide más pequeña eso quería decir que había pertenecido a un faraón algo menor pero que quizás tuvo su importancia y su relevancia… hasta que no entráramos en la cámara funeraria no lo sabríamos. Así estábamos cuando sin verlo venir, alguien me cogió del brazo y me giró con algo de violencia, para encontrarme de frente con el vikingo que me miraba con fuego en sus ojos azules, y la respiración entrecortada. No llevaba la camisa puesta y su pecho quedaba al aire cubierto únicamente por algunas vendas, su aliento chocaba contra el mío y lo miré sorprendida.
No esperaba que pudiera encontrar la excavación pero me había equivocado totalmente y ahora lo tenía ante mí, hecho una furia y tremendamente enfadado por haberme ido sin decirle nada pero, ¿qué era lo que quería? Estaba decepcionada y cabreada con él por lo que había pasado por la noche y no quería verlo, necesitaba distanciarme un poco de él y ahora lo tenía frente a mí. Maldito vikingo bastardo, seguía insistiendo en que no era un juego, que era peligroso y que nos teníamos que ir… otra vez dándome órdenes. Me enervaba que me diera tantas órdenes, era un vikingo carente de modales que solo sabía mandar.
-No –dije de forma rotunda observándolo- no pienso irme de aquí, es mi trabajo, lo sabías y aceptaste que debía de hacerlo –lo fulminé con la mirada soltando el agarre de su mano de mi brazo de un tirón. No entendía que no iba a dejar de hacer aquello, que no podía porque era el trabajo de mí vida, uno que me había costado conseguir y que literalmente las había pasado putas para poder obtener… no iba a soltarlo tan fácilmente. Mis ojos no se despegaron de los suyos en ningún momento, no hasta que los demás lo apartaron de mí y aun así no me moví del lugar, anclada de forma fija. A él no parecía que lo que los hombres le hacían fuera un problema para él, de hecho sin duda alguna no lo sería para nada debido a su fuerza y su corpulencia. Uno de ellos le dio en una de las heridas y lo vi sisear, aun así no cargó contra ellos y me miraba a mí, de forma fija. Extendió su mano llamándome para que la tomara y me fuera con él, parecía convencido de que era peligroso… quizás lo era, sabía que iban tras nosotros y tras él también, nos los habíamos cruzado en mí antigua casa, en la esfinge ¿qué no me hacía pensar que también irían allí? No era tan consciente como él del peligro, y en parte era su culpa porque apenas sabía nada de lo que buscaba y por qué no solo él lo buscaba, sino más gente. Miré su mano unos segundos y alcé su mirada a la suya- Quédate si quieres, no puedo irme contigo ahora. Si acabo con esto nos podremos centrar en lo que hemos venido a buscar, pero es mi trabajo y no voy a dejarlo de lado –le dije con convicción porque era lo que pretendía hacer. Esperaba que pudiera entenderlo aunque me instaba a que me fuera con él. Claro que lo siguiente que hizo no me lo esperé para nada porque ni siquiera lo vi venir.
No sabía por qué había cambiado de parecer, pero su gestó cambió y antes de que yo pudiera hacer algo… su mano se estampó en mí rostro. Fuerte, raudo, sonó por el lugar y me hizo caer al suelo por la fuerza, picó y dolió al mismo tiempo y durante un segundo me quedé sin respirar ante la sorpresa y el shock por lo que había hecho. Me levanté observándolo con odio y rencor y nada más levantarme mí mano se estampó con fuerza en su rostro, con toda la rabia y la ira que fui capaz de imprimar en aquel gesto. Mí pecho subía y bajaba con rapidez y me giré alejándome de allí y de él, notaba como ardía la zona y los hombres me acompañaron hasta una pequeña zona algo alejada donde tenían varios documentos y donde ellos permanecían mientras excavaban. Me dieron algo para ponerme en la mejilla mientras yo permanecía sentada sin pensar demasiado en aquello. Decían que debíamos de irnos y volver más tarde, asentí sin escucharlos realmente y me dejaron para que recogiera mis cosas preguntándome si estaba bien, a lo que asentí para que se fueran y me dejaran.
¿Cómo había osado a pegarme después de todo? Cada vez conocía menos a ese hombre pero, ¿qué era lo que conocía realmente? No mucho, en verdad. Poco sabía de él aunque él parecía saber de mí o esa era la impresión que tenía. Cerré la mano en un puño con fuerza y, sin pensar demasiado, volví sobre mis pasos para encararlo si es que todavía estaba en el lugar, pero lo que vi sí que no me lo esperaba. Dos hombres, grandes, corpulentos y de aspecto fiero luchaban contra el vikingo que ahora sin su espada se defendía como podía luchando contra los dos hombres, uno de ellos sí que iba armado mientras que el otro parecía que no. Solo estaban ellos en aquel lugar, el resto se había ido porque se iba a reanudar todo por la tarde.
-Oh, maldición –murmuré para mí y sin saber por qué comencé a correr en su dirección, ¿por qué? No lo sabía, lo más sensato habría sido alejarme e irme… pero a veces actuaba sin pensar demasiado y ahora sin saberlo me encaminaba hacia la boca del lobo. Uno de ellos se percató de mí presencia cuando me estaba acercando y dejó al vikingo de lado, que luchaba contra el otro que tenía un arma y clavó sus ojos de un color ámbar bastante extraño y brillante sobre mí.
-Vaya preciosa, ¿te unes a la fiesta? –Preguntó con ironía observándome- Así no tendré que ir a buscarte en matarlo –me paré ante sus palabras, así que de nuevo habían venido a por mí… ¿por qué? ¿Por qué yo? Si salíamos de esa el vikingo iba a tener que explicarme muchas cosas de una vez. Me giré y comencé a correr hacia la entrada de la pirámide buscando algo que pudiera ayudarme, pero él había sido más rápido y me había pillado antes de llegar a las escaleras, estampando mí espalda contra las piedras que formaban la pirámide. Comencé a darle golpes para que me soltara pero eso solo hacía que se riera, su mano fue a parar a mí cuello y apretó un poco ejerciendo parte de su fuerza, comenzó a apretar mientras notaba que el aire comenzaba a escasear en mis pulmones, que cada vez me costaba más respirar. Mí corazón bombeaba con mayor rapidez intentando encontrar un oxígeno que no me llegaba, todo empezaba a marearme mientras no podía hacer nada porque me soltara.
-¡No la mates, imbécil! La necesitamos con vida –un gruñido escapó de mí captor pero aflojó el agarre, lo que hizo que cayera al suelo y comenzara a toser mientras encontraba un aire del que me había visto privada. Él se acuclilló delante de mí y me miró con una sonrisa ladeada mientras disfrutaba verme así.
-Si no fuera porque nos eres útil ya estarías muerta. Ahora… el vikingo –rió entre dientes- morirá –sentenció de forma firme, lo miré con rabia por sus palabras y aún sin haberme recuperado del todo mí mano voló a su rostro estampándose en ella… y él comenzó a gritar apartándose de mí- ¡Maldita zorra! –Exclamó llevando sus manos al lugar donde le había golpeado y que tenía una pequeña herida, como un quemado fruto de… ¿mí anillo? Miré mi mano para darme cuenta de que este estaba del revés, con los golpes se había girado y ahora donde tenía los grabados estaba hacia abajo y eso había sido lo que le había quemado. Entonces… ¿eso quería decir que eran licántropos? Ya me habían dicho de ellos y a lo que eran débiles. Fue el momento de distracción perfecto, porque yo me alejé de él y pude ver que el vikingo había acabado con el otro y ahora tenía el arma que llevaba, así que no dudé en ponerme a su espalda mientras el que quedaba se giraba y nos miraba. Me percaté de que el vikingo llevaba varias heridas por el cuerpo y que el otro estaba dispuesto a matarnos- Me la pienso llevar, Cannif, luego decidiré si a ti te mato o te dejo con vida para que veas como la monto antes de llevármela –su sonrisa era torcida y se lamió los labios tras decirlo, como si disfrutara de solo pensarlo.
-Ubbe… -murmuré de forma bajita, casi como un susurro, y él todo lo que hizo fue llevar su mano hacia atrás como si quisiera darme a entender que aquello no iba a pasar, un “quédate detrás de mí” fue todo lo que dijo mirándome por encima de su hombro un instante antes de interponerse entre aquel hombre y yo. No pensaba que el otro fuera a ganar, pues no tenía arma alguna, pero tampoco me fiaba a esas alturas. Mientras yo me apartaba hacia atrás un poco me pude dar cuenta del tatuaje que recorría la espalda del vikingo y me mordí el labio, confiando en que iba a salir ganador pues de peores había salido
Tenías que bajar por unas escaleras que habían hecho y luego una rampa hasta llegar a la entrada, había sido un hallazgo reciente y querían examinarlo bien. Había más gente del museo de allí examinando todo y documentando todo, fue a los primeros que me acerqué para que me pusieran un poco en situación antes de empezar. Habían dejado una cámara para el final que era la que más estaba costando llegar de todas, que era donde pensaban que estaban todas las reliquias y las joyas. Normalmente se enterraban a los muertos con ellas pero a veces se dejaban más de estas en una cámara aparte, como ofrendas que hacían para el fallecido en la otra vida.
Tenían un mapa provisional que habían hecho del interior y me lo enseñaron para que pudiera ver la distribución de esta antes de que entrara, y una vez visto me adentré con uno de los obreros que estaban ayudando en la excavación, nunca entrábamos a solas por lo que pudiera pasar. Yo misma hice mí propio mapa de las cámaras que había, el hombre me dijo que habían encontrado una que era totalmente falsa donde casi había muerto uno de los hombres, no era nada raro que hubieran ese tipo de cámaras, se ponían para que los ladrones no pudieran llevarse ninguna de las ofrendas y tenía un cordón para que nadie entrara. Supuestamente habían tocado donde no debían de hacerlo.
Al contrario de lo que la mayoría de la gente se pensaba, las reliquias y ofrendas que se dejaban no eran tanto de oro, antiguamente tenía mucho más valor la plata que el oro, y la mayoría estaban hechos de plata ya que era un recurso mucho mayor antiguamente. Seguimos andando hasta llegar donde estaban intentando acceder, que era la última cámara que faltaba. Habían hombres trabajando de forma cuidadosa en la entrada y salí fuera de nuevo para mirar el pequeño mapa que había hecho y estudiarlo. Habían pasado ya quizás un par de horas desde que había salido de casa y había que reconocer que me había despejado la mente bastante.
Sin decirle nada a nadie y esta vez sin alguien que me acompañara quise entrar dentro y ver la cámara que habían dicho que tenían trampas, era una locura pero solamente quería verla. A simple vista era una cámara normal y corriente con el decorado en sus paredes y objetos varios por el lugar, repartidos en zonas por la cámara. Esta no era pequeña, era bastante grande y podría pasar por la de las ofrendas perfectamente… pero había algo raro en ella; su distribución. Y no solo eso era llamativo, las reliquias colocadas en zonas clave de la cámara apartadas unas de otras, y no todas juntas. Pero en las paredes no se hablaba nada del más allá, de hecho aparecía uno de los dioses asociado a la muerte: Anubis.
Sin duda alguna era una señal de que aquella cámara era una trampa, para quien no supiera leer los jeroglíficos sería sin duda la muerte, el hombre me había dicho que había pisado una de las baldosas y que casi se había caído por esta, así que el suelo era el mayor problema, de ahí la distribución de las reliquias. No quise entrar y me alejé para salir de nuevo y hablar con los demás investigadores, mientras el resto de hacían un parón y descansaban, hacía mucho calor y ahí bajo se notaba mucho más, debían de descansar para poder seguir. Finalmente terminaron por llegar a la cámara pero por seguridad se decidió esperar un poco antes de entrar en ella, así que todos los que habían estado trabajando se fueron de la excavación a descansar y nos quedamos los expertos cavilando lo que encontraríamos allí.
Todos estábamos a la espera de poder estar y teníamos buenas perspectivas sobre que encontraríamos algo bueno dentro, aunque fuera una pirámide más pequeña eso quería decir que había pertenecido a un faraón algo menor pero que quizás tuvo su importancia y su relevancia… hasta que no entráramos en la cámara funeraria no lo sabríamos. Así estábamos cuando sin verlo venir, alguien me cogió del brazo y me giró con algo de violencia, para encontrarme de frente con el vikingo que me miraba con fuego en sus ojos azules, y la respiración entrecortada. No llevaba la camisa puesta y su pecho quedaba al aire cubierto únicamente por algunas vendas, su aliento chocaba contra el mío y lo miré sorprendida.
No esperaba que pudiera encontrar la excavación pero me había equivocado totalmente y ahora lo tenía ante mí, hecho una furia y tremendamente enfadado por haberme ido sin decirle nada pero, ¿qué era lo que quería? Estaba decepcionada y cabreada con él por lo que había pasado por la noche y no quería verlo, necesitaba distanciarme un poco de él y ahora lo tenía frente a mí. Maldito vikingo bastardo, seguía insistiendo en que no era un juego, que era peligroso y que nos teníamos que ir… otra vez dándome órdenes. Me enervaba que me diera tantas órdenes, era un vikingo carente de modales que solo sabía mandar.
-No –dije de forma rotunda observándolo- no pienso irme de aquí, es mi trabajo, lo sabías y aceptaste que debía de hacerlo –lo fulminé con la mirada soltando el agarre de su mano de mi brazo de un tirón. No entendía que no iba a dejar de hacer aquello, que no podía porque era el trabajo de mí vida, uno que me había costado conseguir y que literalmente las había pasado putas para poder obtener… no iba a soltarlo tan fácilmente. Mis ojos no se despegaron de los suyos en ningún momento, no hasta que los demás lo apartaron de mí y aun así no me moví del lugar, anclada de forma fija. A él no parecía que lo que los hombres le hacían fuera un problema para él, de hecho sin duda alguna no lo sería para nada debido a su fuerza y su corpulencia. Uno de ellos le dio en una de las heridas y lo vi sisear, aun así no cargó contra ellos y me miraba a mí, de forma fija. Extendió su mano llamándome para que la tomara y me fuera con él, parecía convencido de que era peligroso… quizás lo era, sabía que iban tras nosotros y tras él también, nos los habíamos cruzado en mí antigua casa, en la esfinge ¿qué no me hacía pensar que también irían allí? No era tan consciente como él del peligro, y en parte era su culpa porque apenas sabía nada de lo que buscaba y por qué no solo él lo buscaba, sino más gente. Miré su mano unos segundos y alcé su mirada a la suya- Quédate si quieres, no puedo irme contigo ahora. Si acabo con esto nos podremos centrar en lo que hemos venido a buscar, pero es mi trabajo y no voy a dejarlo de lado –le dije con convicción porque era lo que pretendía hacer. Esperaba que pudiera entenderlo aunque me instaba a que me fuera con él. Claro que lo siguiente que hizo no me lo esperé para nada porque ni siquiera lo vi venir.
No sabía por qué había cambiado de parecer, pero su gestó cambió y antes de que yo pudiera hacer algo… su mano se estampó en mí rostro. Fuerte, raudo, sonó por el lugar y me hizo caer al suelo por la fuerza, picó y dolió al mismo tiempo y durante un segundo me quedé sin respirar ante la sorpresa y el shock por lo que había hecho. Me levanté observándolo con odio y rencor y nada más levantarme mí mano se estampó con fuerza en su rostro, con toda la rabia y la ira que fui capaz de imprimar en aquel gesto. Mí pecho subía y bajaba con rapidez y me giré alejándome de allí y de él, notaba como ardía la zona y los hombres me acompañaron hasta una pequeña zona algo alejada donde tenían varios documentos y donde ellos permanecían mientras excavaban. Me dieron algo para ponerme en la mejilla mientras yo permanecía sentada sin pensar demasiado en aquello. Decían que debíamos de irnos y volver más tarde, asentí sin escucharlos realmente y me dejaron para que recogiera mis cosas preguntándome si estaba bien, a lo que asentí para que se fueran y me dejaran.
¿Cómo había osado a pegarme después de todo? Cada vez conocía menos a ese hombre pero, ¿qué era lo que conocía realmente? No mucho, en verdad. Poco sabía de él aunque él parecía saber de mí o esa era la impresión que tenía. Cerré la mano en un puño con fuerza y, sin pensar demasiado, volví sobre mis pasos para encararlo si es que todavía estaba en el lugar, pero lo que vi sí que no me lo esperaba. Dos hombres, grandes, corpulentos y de aspecto fiero luchaban contra el vikingo que ahora sin su espada se defendía como podía luchando contra los dos hombres, uno de ellos sí que iba armado mientras que el otro parecía que no. Solo estaban ellos en aquel lugar, el resto se había ido porque se iba a reanudar todo por la tarde.
-Oh, maldición –murmuré para mí y sin saber por qué comencé a correr en su dirección, ¿por qué? No lo sabía, lo más sensato habría sido alejarme e irme… pero a veces actuaba sin pensar demasiado y ahora sin saberlo me encaminaba hacia la boca del lobo. Uno de ellos se percató de mí presencia cuando me estaba acercando y dejó al vikingo de lado, que luchaba contra el otro que tenía un arma y clavó sus ojos de un color ámbar bastante extraño y brillante sobre mí.
-Vaya preciosa, ¿te unes a la fiesta? –Preguntó con ironía observándome- Así no tendré que ir a buscarte en matarlo –me paré ante sus palabras, así que de nuevo habían venido a por mí… ¿por qué? ¿Por qué yo? Si salíamos de esa el vikingo iba a tener que explicarme muchas cosas de una vez. Me giré y comencé a correr hacia la entrada de la pirámide buscando algo que pudiera ayudarme, pero él había sido más rápido y me había pillado antes de llegar a las escaleras, estampando mí espalda contra las piedras que formaban la pirámide. Comencé a darle golpes para que me soltara pero eso solo hacía que se riera, su mano fue a parar a mí cuello y apretó un poco ejerciendo parte de su fuerza, comenzó a apretar mientras notaba que el aire comenzaba a escasear en mis pulmones, que cada vez me costaba más respirar. Mí corazón bombeaba con mayor rapidez intentando encontrar un oxígeno que no me llegaba, todo empezaba a marearme mientras no podía hacer nada porque me soltara.
-¡No la mates, imbécil! La necesitamos con vida –un gruñido escapó de mí captor pero aflojó el agarre, lo que hizo que cayera al suelo y comenzara a toser mientras encontraba un aire del que me había visto privada. Él se acuclilló delante de mí y me miró con una sonrisa ladeada mientras disfrutaba verme así.
-Si no fuera porque nos eres útil ya estarías muerta. Ahora… el vikingo –rió entre dientes- morirá –sentenció de forma firme, lo miré con rabia por sus palabras y aún sin haberme recuperado del todo mí mano voló a su rostro estampándose en ella… y él comenzó a gritar apartándose de mí- ¡Maldita zorra! –Exclamó llevando sus manos al lugar donde le había golpeado y que tenía una pequeña herida, como un quemado fruto de… ¿mí anillo? Miré mi mano para darme cuenta de que este estaba del revés, con los golpes se había girado y ahora donde tenía los grabados estaba hacia abajo y eso había sido lo que le había quemado. Entonces… ¿eso quería decir que eran licántropos? Ya me habían dicho de ellos y a lo que eran débiles. Fue el momento de distracción perfecto, porque yo me alejé de él y pude ver que el vikingo había acabado con el otro y ahora tenía el arma que llevaba, así que no dudé en ponerme a su espalda mientras el que quedaba se giraba y nos miraba. Me percaté de que el vikingo llevaba varias heridas por el cuerpo y que el otro estaba dispuesto a matarnos- Me la pienso llevar, Cannif, luego decidiré si a ti te mato o te dejo con vida para que veas como la monto antes de llevármela –su sonrisa era torcida y se lamió los labios tras decirlo, como si disfrutara de solo pensarlo.
-Ubbe… -murmuré de forma bajita, casi como un susurro, y él todo lo que hizo fue llevar su mano hacia atrás como si quisiera darme a entender que aquello no iba a pasar, un “quédate detrás de mí” fue todo lo que dijo mirándome por encima de su hombro un instante antes de interponerse entre aquel hombre y yo. No pensaba que el otro fuera a ganar, pues no tenía arma alguna, pero tampoco me fiaba a esas alturas. Mientras yo me apartaba hacia atrás un poco me pude dar cuenta del tatuaje que recorría la espalda del vikingo y me mordí el labio, confiando en que iba a salir ganador pues de peores había salido
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Sands Of Time ~ Privado {+18}
Los lupinos me doblaban en tamaño algo difícil en mi caso, claro que el rey del norte no se nadaba con memeces y ahora había enviado posiblemente a una parte del groso de sobrenaturales que comprendía su ejercito.
Me mostraron los dientes gruñendo para intimidarme, y que me hiciera a un lado ,creo que fue un acto reflejo pues me conocían lo suficiente para tener la certeza de que yo jamas eludía una lucha y menos si al hacerlo ponía en peligro lo que amaba, ya fuera el norte, mi familia o esa terca mujer que me desesperaba pero por la que daría mi vida.
Bufé recordando la noche pasada, podía ser mi ultima batalla y había desperdiciado la oportunidad de dormir enredado en sus piernas, con su olor en mi cuerpo y sus caricias en mi espalda, todo porque ella tenia que hablar de mas ¿tanto le costaba reconocer que yo y no otro era el que mas le había hecho disfrutar? Es mas, porque no simplemente guardaba silencio, odiaba pensar que otro había rozado su tostada piel.
Terca abandonó la casa aprovechando mi ebriedad, desobediente, malcriada, se merecía unos azotes y ganaría esta batalla solo para ponerla en mis piernas y darselos sin tregua.
Gruñí furioso, en ese instante no se sabia bien quien era hombre y quien bestia.
Durante un tiempo la jefa de la manada trató de convertirme en uno de ellos, encaprichada como todas las mujeres, si también Nai era caprichosa, demasiado, la prueba la maldita excavación donde nos encontrábamos, mas sus intentos fueron frustrados e intuyo que ahora la orden era otra muy alejada a la de traerme con vida para ser mordido y trasformado, intuyo que tras mancillar su honor, la ida era darme muerte y posiblemente pagaría con creces al que le llevara mi cabeza en una pica.
No pude evitar ladear la sonrisa cuando el primero atacó, viré mi cuerpo ligeramente a un lado, para evitar el mordisco de su acero, eran rápidos, demasiado, y yo solo un humano.
No tardó en rehacerse y me envistió, su hombro contra mi vientre. Siseé del dolor no solo por el tremendo impacto si no porque las heridas se abrían desgarrándome la piel.
Cerré los puños y uniéndolos golpeé su columna vertebral hasta que tras una buena cantidad de golpes logré que me soltara.
Mi espalda impactó contra el suelo mientras la bestia aullaba de dolor por los golpes recibidos. El otro licantropo pensaba utilizar mi distracción para avanzar hacia Nai que por suerte había abandonado la escena.
Solo eso me hacia sentir bien, el saber que estaba a salvo de esas bestias.
Lancé el cuchillo impactando en su costado, sus ojos ámbar se clavaron en los míos y sin mas preámbulo corrió hacia mi dispuesto a matarme.
Una pirueta y quedé en pié, ladeé el cuerpo cuando pasó logrando de nuevo tomar el cuchillo de su constado y sin pensarlo me agaché sajando parte de su muslo.
Mas lo que no esperé es que desde atrás me tomara el otro del cuello ,casi sin aire, sentí sus brazos amarrarme, mientras yo forcejeaba por soltarme.
Puñetazos de la segunda bestia en mi estomago, un tras otro rompiéndome por dentro.
Las costillas se hundieron, sentí el sabor férreo en la boca, posiblemente el pulmón estuviera desgarrado.
Mas si algo lo complicó todo fue la voz de Naitiri, terca como siempre, que corría a mi encuentro como si algo pudiera hacer contra unos licantropos.
El que me pegaba se detuvo, nueva presa ante sus ojos, instante que aproveché para zafarme del otro y hundir mi puño en la boca de su estomago dejándolo sin aire.
Traté de correr hacia donde Nai y la otra bestia, mas de nuevo este se enzarzó a melé conmigo cortándome el paso.
Uno contra otro, la lucha se sucedió, mi aspecto era cansado, mas el otro también presentaba serias heridas, que no dudé aprovechar.
Tomé la iniciativa y hundí la daga en su vientre, un golpe seco basto para abrirme camino entre su piel desgarrando todo a mi paso, allí saje mas carne, sacandole las tripas.
El golpeo mientras mi rostro partiéndome el labio, mas finalmente cayó muerto a mis pies.
Se me nublo la visión, apenas podía respirar, llevé la misma daga a mi costado y la hundí entre la tercera y cuarta costilla, la sangre salio a borbotones, mas el aire entro por ella permitiéndome así respirar.
Una brizna de aire que me daría tiempo a salvar a Nai, corrí hacia donde ella estaba, agotado ,desangrándome por suerte ella seguía allí.
Nuestros ojos se fundieron en uno, la bestia parecía decidida a ganar aquel duelo, hablaba de lo que le haría a la egipcia frente a mis ojos, mientras yo interponía mi cuerpo en su camino dejando a Nai tras de mi.
-Cierra los ojos -le pedí.
Sabia que mi estado era lamentable, sabia que la sangre goteaba sobre la arena y sabia que estaba muy asustada.
-Cuenta hasta veinte y ábrelos, te prometo que cuando lo hagas solo estaremso tu y yo.
Rezaba por que esta vez obedeciera, mas a mis espaldas oí como contaba, no se si cerró o no los ojos o solo fue para que yo sintiera alivio con su voz, lo que si sé es que tenia veinte segundos para darle muerte y eso es lo que pensaba hacer.
Corrí hacia él, un saltó basto para que mis piernas se enredaran en su cuello, presioné con saña dejándolo sin aliento y sin pensármelo dos veces hundí la daga en su cabeza una, dos, tres, cuatro..
Cada apuñalaba iba al ritmo de la cuenta de Nai, que ya cumplía los veinte para verme completamente perdido asestando navajazos a un cuerpo inerte.
Estaba ido en ese instante en un frenesí que me ayudaba a mantenerme en pie y no caer.
Fue ella la que corrió y se arrodilló a mi lado para detener mi mano con suaves caricias que no merecía y un “ya esta” que logro que como un niño hundiera mi cabeza en su cuello buscando alivio.
La adrenalina remitía, mi mano cedió y el cuchillo cayó. La vista se me nubló y abrazo a ella mi cuerpo se quedó lánguido, casi inerte.
Lo siguiente no lo recuerdo con claridad, muchos hombres, la policía del lugar, habían sido avisados por la pelea, por el golpe a la mujer que ahora parecía protegerme a mi y no yo a ella.
No entendía nada, el idioma y el aturdimiento era una barrera.
Solo se que dos brazos me cogieron por debajo de los hombros tirando de mi para llevarme preso.
Armas de fuego me apuntaban como si pudiera en ese estado entablar batalla de nuevo.
Naí suplicaba tratando de hacerlos razonar, no la entendía, no entendía nada.
-Nai -dije con la voz entrecortada señalando el cuchillo, necesitaba el arma para ir al Valhalla, si no Hell seria mi destino.
una patada en el estomago por mi intento fue la respuesta de uno de los guardias, repetí su nombre antes de que se cerniera sobre mi la mas profunda oscuridad.
Me mostraron los dientes gruñendo para intimidarme, y que me hiciera a un lado ,creo que fue un acto reflejo pues me conocían lo suficiente para tener la certeza de que yo jamas eludía una lucha y menos si al hacerlo ponía en peligro lo que amaba, ya fuera el norte, mi familia o esa terca mujer que me desesperaba pero por la que daría mi vida.
Bufé recordando la noche pasada, podía ser mi ultima batalla y había desperdiciado la oportunidad de dormir enredado en sus piernas, con su olor en mi cuerpo y sus caricias en mi espalda, todo porque ella tenia que hablar de mas ¿tanto le costaba reconocer que yo y no otro era el que mas le había hecho disfrutar? Es mas, porque no simplemente guardaba silencio, odiaba pensar que otro había rozado su tostada piel.
Terca abandonó la casa aprovechando mi ebriedad, desobediente, malcriada, se merecía unos azotes y ganaría esta batalla solo para ponerla en mis piernas y darselos sin tregua.
Gruñí furioso, en ese instante no se sabia bien quien era hombre y quien bestia.
Durante un tiempo la jefa de la manada trató de convertirme en uno de ellos, encaprichada como todas las mujeres, si también Nai era caprichosa, demasiado, la prueba la maldita excavación donde nos encontrábamos, mas sus intentos fueron frustrados e intuyo que ahora la orden era otra muy alejada a la de traerme con vida para ser mordido y trasformado, intuyo que tras mancillar su honor, la ida era darme muerte y posiblemente pagaría con creces al que le llevara mi cabeza en una pica.
No pude evitar ladear la sonrisa cuando el primero atacó, viré mi cuerpo ligeramente a un lado, para evitar el mordisco de su acero, eran rápidos, demasiado, y yo solo un humano.
No tardó en rehacerse y me envistió, su hombro contra mi vientre. Siseé del dolor no solo por el tremendo impacto si no porque las heridas se abrían desgarrándome la piel.
Cerré los puños y uniéndolos golpeé su columna vertebral hasta que tras una buena cantidad de golpes logré que me soltara.
Mi espalda impactó contra el suelo mientras la bestia aullaba de dolor por los golpes recibidos. El otro licantropo pensaba utilizar mi distracción para avanzar hacia Nai que por suerte había abandonado la escena.
Solo eso me hacia sentir bien, el saber que estaba a salvo de esas bestias.
Lancé el cuchillo impactando en su costado, sus ojos ámbar se clavaron en los míos y sin mas preámbulo corrió hacia mi dispuesto a matarme.
Una pirueta y quedé en pié, ladeé el cuerpo cuando pasó logrando de nuevo tomar el cuchillo de su constado y sin pensarlo me agaché sajando parte de su muslo.
Mas lo que no esperé es que desde atrás me tomara el otro del cuello ,casi sin aire, sentí sus brazos amarrarme, mientras yo forcejeaba por soltarme.
Puñetazos de la segunda bestia en mi estomago, un tras otro rompiéndome por dentro.
Las costillas se hundieron, sentí el sabor férreo en la boca, posiblemente el pulmón estuviera desgarrado.
Mas si algo lo complicó todo fue la voz de Naitiri, terca como siempre, que corría a mi encuentro como si algo pudiera hacer contra unos licantropos.
El que me pegaba se detuvo, nueva presa ante sus ojos, instante que aproveché para zafarme del otro y hundir mi puño en la boca de su estomago dejándolo sin aire.
Traté de correr hacia donde Nai y la otra bestia, mas de nuevo este se enzarzó a melé conmigo cortándome el paso.
Uno contra otro, la lucha se sucedió, mi aspecto era cansado, mas el otro también presentaba serias heridas, que no dudé aprovechar.
Tomé la iniciativa y hundí la daga en su vientre, un golpe seco basto para abrirme camino entre su piel desgarrando todo a mi paso, allí saje mas carne, sacandole las tripas.
El golpeo mientras mi rostro partiéndome el labio, mas finalmente cayó muerto a mis pies.
Se me nublo la visión, apenas podía respirar, llevé la misma daga a mi costado y la hundí entre la tercera y cuarta costilla, la sangre salio a borbotones, mas el aire entro por ella permitiéndome así respirar.
Una brizna de aire que me daría tiempo a salvar a Nai, corrí hacia donde ella estaba, agotado ,desangrándome por suerte ella seguía allí.
Nuestros ojos se fundieron en uno, la bestia parecía decidida a ganar aquel duelo, hablaba de lo que le haría a la egipcia frente a mis ojos, mientras yo interponía mi cuerpo en su camino dejando a Nai tras de mi.
-Cierra los ojos -le pedí.
Sabia que mi estado era lamentable, sabia que la sangre goteaba sobre la arena y sabia que estaba muy asustada.
-Cuenta hasta veinte y ábrelos, te prometo que cuando lo hagas solo estaremso tu y yo.
Rezaba por que esta vez obedeciera, mas a mis espaldas oí como contaba, no se si cerró o no los ojos o solo fue para que yo sintiera alivio con su voz, lo que si sé es que tenia veinte segundos para darle muerte y eso es lo que pensaba hacer.
Corrí hacia él, un saltó basto para que mis piernas se enredaran en su cuello, presioné con saña dejándolo sin aliento y sin pensármelo dos veces hundí la daga en su cabeza una, dos, tres, cuatro..
Cada apuñalaba iba al ritmo de la cuenta de Nai, que ya cumplía los veinte para verme completamente perdido asestando navajazos a un cuerpo inerte.
Estaba ido en ese instante en un frenesí que me ayudaba a mantenerme en pie y no caer.
Fue ella la que corrió y se arrodilló a mi lado para detener mi mano con suaves caricias que no merecía y un “ya esta” que logro que como un niño hundiera mi cabeza en su cuello buscando alivio.
La adrenalina remitía, mi mano cedió y el cuchillo cayó. La vista se me nubló y abrazo a ella mi cuerpo se quedó lánguido, casi inerte.
Lo siguiente no lo recuerdo con claridad, muchos hombres, la policía del lugar, habían sido avisados por la pelea, por el golpe a la mujer que ahora parecía protegerme a mi y no yo a ella.
No entendía nada, el idioma y el aturdimiento era una barrera.
Solo se que dos brazos me cogieron por debajo de los hombros tirando de mi para llevarme preso.
Armas de fuego me apuntaban como si pudiera en ese estado entablar batalla de nuevo.
Naí suplicaba tratando de hacerlos razonar, no la entendía, no entendía nada.
-Nai -dije con la voz entrecortada señalando el cuchillo, necesitaba el arma para ir al Valhalla, si no Hell seria mi destino.
una patada en el estomago por mi intento fue la respuesta de uno de los guardias, repetí su nombre antes de que se cerniera sobre mi la mas profunda oscuridad.
Ubbe Cannif- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/02/2017
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